Ausiàs March y Jorge de Montemayor : traducción e interpretación

June 30, 2017 | Autor: E. Nogueras Valdi... | Categoría: Ausiàs March, Teoria e historia de la traducción
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Lourdes Sánchez Rodrigo Enrique J Nogueras Valdivieso

Ausiàs March y Jorge de Montemayor : traducción e interpretación In: Annexes des Cahiers de linguistique hispanique médiévale, volume 14, 2000. Ausias March (1400-1459). Premier poète en langue catalane. pp. 357-374.

Citer ce document / Cite this document : Sánchez Rodrigo Lourdes, Nogueras Valdivieso Enrique J. Ausiàs March y Jorge de Montemayor : traducción e interpretación. In: Annexes des Cahiers de linguistique hispanique médiévale, volume 14, 2000. Ausias March (1400-1459). Premier poète en langue catalane. pp. 357-374. doi : 10.3406/cehm.2000.2223 http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/cehm_0180-9997_2000_sup_14_1_2223

AUSIÀS MARCH Y JORGE DE MONTEMAYOR : TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

La extraordinaria difusión de la obra de Ausiás March en el siglo XVI le convierte sin duda en un caso extraño, por no decir único, entre los escritores catalanes. Hasta el punto de dar lugar a la conocida, y desde luego exagerada, afirmación de Menéndez Pelayo, según la cual « la poesía erótica del siglo XVI es un filtro quintaesenciado de Platón, del Petrarca y de Ausiás March»1. La inolvidable novela de su contemporáneo y cuñado Joanhot Martorell no conoció sin duda la misma suerte, pese a la popularidad de un género como los libros de caballerías o la novela caballeresca. Pero tampoco ningún otro poeta catalán, contem poráneo o no del caballero de Gandía, corrió nunca una suerte pareja. Y probablemente tampoco ningún poeta de la Edad Media hispánica: « A mediados del siglo XVI -escribió Martín de Riquer en 1941-, Ausiás March disfruta en España de una celebridad no igualada por ningún otro poeta español medieval. Sus ediciones se multiplican, aparecen las traducciones castellanas y sus conceptos son imitados y repetidos por los mejores líricos españoles »2. El privilegio está justificado sin duda, pues, entre los poetas que se sirvieron de la « lengua lemozina », destaca desde luego el valenciano con punzante y personalísima intensidad, que supo hacer virtud de la oscuridad y eficacia de una aspereza cruel a veces, pero aferrada y enfrentada lúcidamente a la realidad 1) Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, CSIC, 1940, VI, 64. La idea sería desarrollada, hasta la desmesura, por M. de Montoliu: «De fet, en la nova escola poética espanyola fundada por Boscà i Garcilaso tingué l'obra d'Ausias la seva continuado viva ». Ausiás March, Barna, Alpha, 1959, pág. 132. 2) « Influencia de Ausiás March en la lírica castellana de la Edad de Oro », Revista Nacional de Educación, I (1941) pág. 49.

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circundante^, más allá de los estrechos cánones de la tradición trovadoresca, a la que pese a todo se vincula4. Y ello a pesar de algunos pesares, como la falta de fluidez o la carencia de musicalidad, la reiteración o la dificultad excesiva, pero sobre todo, la preocupación doctrinal que hacen de sus poemas a veces extensas series de versos que desarrollan cansinamente un discurso escolástico que habría provocado el espanto del humanista^ Francesco Petrarca., con quien algunas veces, quizás un poco a la ligera, se le ha relacionado^ acaso mas de la cuenta. Pero Ausiás March está obsesionado con el amor, y el amor es -o casi- el tema por excelencia de la poesía lírica del Siglo de Oro (y de la poesía lírica en general probablemente) y es esta condición de enamorado obsesivo, intenso, -junto a la introspección psicológica de que tal condición se acompaña-, la que debió llamar más poderosamente la atención de los poetas del XVI. Y aunque su fama debía proceder del siglo XV7, es lógico que el XVI la confirmara. Lo cual en principio no tiene nada de particular, pues los temas, formas y autores de la poesía del siglo XV no desaparecen completamente en el XVI, antes bien coexisten, y hasta rivalizan,

3) Cf. Marie-Claire Zimmermann, « Metáfora i destrucció del món en Ausiás March », Actes del V Coiloqui de llengua i literatura catalanes, Montserrat, Publicacions de PAbadia de..., 1980 págs., 123-150. 4) Vid. afra, nota 10. 5) Sobre el radical rechazo (o mejor antipatía) de los hunmanistas hacia la escolástica, vid. Francisco Rico, El sueño del humanismo, Madrid, Alianza, 1993, passin. Cfr. también, del mismo autor, « Petrarca y el "humanismo catalán" », Actes del sise coLloqui internacional de llengua i literatura catalanes, Montserrat, Publicacions de l'Abadia de..., 1983, págs., 257291. 6) Sobre Ausiás March y Petrarca puede verse, por ejemplo, Miquel Dolç, « Ausiás March, poeta mediterrani », Revista Valenciana de Filología, 6 (1963), 34-54, que se ocupa también de Dante, además de Pages, Ausiás March et ses prédécesseurs, Paris, Champion, 1912 [Slatkine, Genève, 1974], pág. 256-276. Como se sabe, se llegó a hacer de Ausiás el « maestro » de Petrarca. 7) O quizá no tanto, visto que el valor de la referencia de Santillana no debe ser exagerado: cf. Rafael Lapesa, La obra literaria del Marqués de Santillana, Madrid, ínsula, 1940, pág. 40. Así, Joan Ferraté escribe, acaso con algún exceso: « De ressons de la lectura de la seva obra no n'hi ha prácticament cap en el seguit de bajanades que van compondré a les darreres decades del segle XV i, cada vegada amb mes poques ganes, a començament del XVI, encara, els poetes de llengua catalana de Valencia i Catalunya. De l'oblit en qué havia caigut tota l'obra d' Ausiás March n'es una prova, justament, la primera edició impresa que se'n va fer, el 1539 i a Valencia, d'una selecció de quaranta-sis poesies falcada amb una traducció castellana » (Ausiás March, Poesía, a cura de..., Edicios 62, Barna, 1994,5a). Por contra, Riquer {Historia de la literatura catalana, II, Barcelona, Ariel, 1980), observa que la cantidad de poemas y versos que han llegado hasta nosotros «revela per una banda un cert interés de Fautor a transmetre la seva obra i per Faltra una evident acceptació del seu art en els copistes dels cançoners » (pág. 484).

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con las novedades. Lo que acaso sorprenda es el éxito de March entre los poetas de la nueva escuela, a la que de ningún modo puede ser adscrito, si bien su poesía, por muy trovadoresca que sea8, no puede sin más ser equiparada con la lírica de cancionero. Así, sin contar traducciones menores que no fueron publicadas^, ya antes de la publicación de las obras de Boscán y Garcilaso, Baltasar de Romaní publica su traducción en 1539, y es reeditada en 1553, mientras que la de Jorge Montemayor aparece en 1560 y vuelve a ser editada en 1562 yl579. Que la fortuna del poeta era anterior, lo testimonia la obra del « escasamente bilingüe »^ Juan Boscán11 (y todavía en el siglo XV la carta prohemio del marqués de Santillana, valga lo que valga la referencia que hace Don íñigo a su amigo de juventud ^ y sobre todo la poesía de Garcilaso, el artífice principal de la reforma de la poesía española1 ^. Para cuando el portugués Jorge de Montemayor publica su traducción14 la reforma de la poesía lírica ya ha triunfado (aunque esto no signifique, ya lo hemos dicho, la desaparición completa de la antigua poesía, especialmente desde el punto de vista conceptual), al menos la reforma de metros, ritmos y estilos, pues aunque las ideas petrarquistas podían ser conocidas15, la nueva 8) Costanzo Di Girolamo, « Ausiàs March i la trasdició occitana », en prensa. J. M . Sobré, « Ausiàs March, the myth of language and the troubadour tradition » Hispanic Ramo, 50 (1982), pág. 327-337. 9) En realidad, una traducción, la conocida como « anónimo del Escorial », por lo demás de bien escaso interés y presumiblemente poca difusión, que unánimemente condenan Pagés, Riquer (que la publica) y Ramirez Molas y de la que J. R. Masoliver incluyó alguna muestra -más benévolo- en su Antología poética bilingüe, Barcelona, libros de la Frontera, 1976 que es también una antología de traducciones. Tanto la del Brócense como la atribuida a Quevedo, se limitan a algunos poemas. Todas ellas fueron estudiadas y editadas por Martin de Riquer en su Traducciones castellanas de Ausiàs March en la Edad de Oro, Barcelona, CSIC, 1947. 10) La expresión es de Rafael Ferreres, articulo citado, pág. 470. 11) Así como la siempre citada carta a la duquesa de Soma, y la estrofa dedicada, en su Octava Rima, « al grande catalán de amor maestro ». Vid. Rafael Lapesa, La trayectoria poética de Garcilaso, Madrid, Revista de Occidente, 1968, 2o, págs. 46-48. 12) Cf. supra., nota 9. 13) Sobre la difusión de los poemas de March en los autores españoles del XVI, además del artículo de Martín de Riquer, citado al principio de este trabajo, pueden verse R. Ferreres, « La influencia de Ausias March en algunos poetas del siglo de Oro », Estudios sobre literatura j> arte dedicados al profesor Emilio Orozco Díaz, Universidad de Granada, 1979, I, págs. 469-473 y Kathleen Me Nerney, The influence of Ausiàs March on Earley Golden Age Castilian Poetry, Amsterdam, Rodopi, 1982.En concreto sobre Garcilaso, R. Lapesa, La trayectoria poética..., págs. 62-70. 14) Valencia, 1560. Reeditada en 1562 y 1579. 15) En el sentido que toma el término tras la publicación de Gli assolant, no en el sentido de la obra de Petrarca cuya difusión es muy anterior. La traducción española del dialogo de Bembo, recuérdese, es de 1535. Vid. Un resumen de esta problemática en

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escuela, incluso Garcilaso, se mueve por ellas con cierta ambigüedad. No obstante, el amor de Ausiàs March, el poderososo amor de Ausiàs March, -fuera de su absoluto poder precisamentepoco tiene que ver con el amor de nuestros « petrarquescos » ya que no siempre petrarquistas1^ líricos. Amor travadoresco al fin, aunque sin duda sería difícil calificarlo sin más de jin'amors^ , pero de poderosa intensidad, el amor de Ausias March, con frecuencia poco o nada casto pese a la opinión de Lope de Vega1**, se acomoda con trabajo tanto con la orientaciones estrictamente neoplatónicas^ -sea de Bembo, sea de Marsilio Ficino o León Hebreo- como con exquisitas y espiritualizadas exigencias del dolce stíl nuovó^ o las extravangancias, por decirlo de algún modo, de la « ficción sentimental » y la « religión de amor^1. En fin, aunque en distinto grado, la poesía de Ausiàs March establece una distancia, con toda la lírica amorosa de los poetas que lo admiraron e imitáronos. « La dama deis trobadors és cantada en atenció a la

José-María Reyes Cano, « Sobre Petrarca i el petrarquismo », en De amare. L'amor a la literatura d'Occident, Barcelona, Barcanova, 1991. Véase también Ma Pilar Mañero Sorolla, Introducción al estudio del petrarquismo en España, Barcelona, PPU, 1987. 16) No vale la pena entrar aquí en consideraciones sobre la estructura, ordenación o la cronología de los poemas; todos los editores (Pages, Bohigas, Ferreres, Ferraté) se han ocupado de ello en mayor o menor medida, sin cuestionar en lo esencial -a la espera de la, cuando se escriben estas páginas, anunciada como inminente edición de Robert Archer- las conclusiones del primero. Sí recordar, de todos modos, que ya desde la primera (la de Baltasar de Romaní), pesó sobre todas las ediciones antiguas, para la ordenación y clasificación de los poemas, el modelo de los Rerun Vulgarum Fragmenta. 17) Al menos en el sentido que, sin entrar a discutir aquí sus posibles interpretaciones, parece que acabó por adquirir en Castilla: « ...el que es aniñado amador no quiere de su amiga otro bien sino que le pese de su mal, y que tratándole sin aspereza le muestre su rostro; que otras mercedes no se pueden pedir», escribe Diego de san Pedro en su Sermón ordenado (ed. de Samuel Gilí Gaya, Madrid, Rspasa-Calpe, 1976, pág. 109) a fines del siglo XV. Quizás Ausiàs March (o, más exactamente, su « yo lírico ») hubiera querido conformarse con tan poco -su « amor intelectual » es desde luego algo mucho más serio, y solo la muerte de la dama parece hacerlo posible, -pero es evidente que no lo consiguió. 18) « Castísimos son aquellos versos que escribió Ausiàs March en lengua lemosina, que tan mal y sin entenderlos Montemayor tradujo », cit. Por Riquer, Traducciones..., pág. XXVI; en todo caso, cuesta pensar que los escritos del portugués (incluida la traducción de Ausiàs March) sean menos castos que los del poeta valenciano. 19) Seguimos aquí, y buena parte de lo que sigue, el documentadísimo estudio de Guillermo Serrés, La trasformación de los amantes, Barcelona, Crítica, 1996. 20) Sobre el amor stilnovista véase ahora Carmen Blanco, La teoría del amor en el Dolce Stíl Nuovo, Santiago, Universidad Nueva, 1996. 21) Parker, La filosofía del amor en la literatura española, 1580-1680, Madrid, Cátedra, 1986. 22) Esta afirmación debe ser matizada, pues es un hecho la pervivencia de los motivos cancioneriles (y aún de la poesía de cancionero) en el siglo XVI, si bien la identificación de la lírica de cancionero con el amor cortés sin más -tal y como la propone Carter en su célebre estudio {La filosofía del amor en la literatura española 1480-1680, éd. cit.) es proba blemente exagerada (incluso si se aceptan las interpretaciones « equívocas » que menciona).

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seva jerarquía social, es la domna, la senyora, feudalment entés el mot, a la quai el pœta ret un vassallatge amorós que es una adaptado del vassallatge feudal. [,..]i a Italia, els stilnovisti, oposaren a la "senyora" deis trobadors, Taita categoría de la quai es fonamentava en el llinatge, la dona "angelicata", [...] o sia el cor gentil[...]La. sublimado de la dama és cada vegada mes gran entre els poetes italians[...]El que féu Ausiàs March, i no feren ni trobadors ni italians, és considerar la dama simplement com a dona: amb virtuts i vicis, amb fermesa i amb feblesa, un ésser capaç de pecar i fer pecar el poeta[...] », resume Martín de Riquer^3. Pero, ¿cómo y por qué lo imitaron? O, lo que viene a ser lo mismo, ¿cómo -y dónde- lo leyeron? Parece altamente presumible que, conforme avanza la segunda mitad de siglo, la principal fuente de conocimiento debió de ser la traducción debida a Jorge de Montemayor^. Al menos fuera de los territorios de lengua catalana, casi podría decirse que en parte lo sigue siendo^. Lo que no quiere decir que se deba menospreciar el papel de la lectura del original catalán, y, especialmente, de la traducción de Baltasar de Romaní, que conoció -ya lo hemos dicho- dos ediciones en 1539 y 1553^ especialmente porque ésta, que es la primera edición^7 de la obra de Ausiàs March, es una edición bilingüe^, en la que entre las estrofas originales se van intercalando las generalmente poco 23) Historia de la literatura catalana, II, pág. 545. 24) Conviene recordar sin embargo una serie de hechos para no exagerar su importancia: 1) Boscán lo leyó evidentemente en catalán y gracias a él debió conocerlo Garcilaso; 2) la circulación de copias no impresas seguía siendo un fenómeno habitual; 3) hubo otras traducciones, aparte de la de Romaní, no impresas, algunas perdidas, cuya difusión nos es desconocida. No obstante, creemos que la traducción de Jorge de Montemayor tiene la suficiente importancia como para justicar el intento del análisis que proponemos. Téngase presente además que, en la medida en que traducir es entender (invirtiendo la cita de Steiner) la traducción de Montemayor puede ser el ejemplo (más que el origen) de cómo se le entendía. 25) La última edición, en una colección muy difundida por cierto, es del año 1990: Ausiàs March, Poesías, traducidas por Jorge de Montemayor, edición e introducción de Martín de Riquer, Barcelona, Planeta. 26) En Valencia y Sevilla respectivamente. Repárese en que la primera es anterior en cinco años a la publicación de las obras de Boscán y Garcilaso. La ficha bibliográfica completa de todas las ediciones antiguas y modernas (hasta 1978) puede verse en la edición bilingüe de Rafael Ferreres: Ausias March, Obra poética completa, Iy II). Madrid, Castalia, 1979), así como la descripción de los manuscritos. Un estudio de las ediciones desde el punto de vista ecdótico en la tesis de Ramírez Molas citada en la nota 38. 27) La primera edición catalana, o exclusivamente catalana para ser más exactos, es la de Carlos Amorós que apareció en Barcelona en 1543, si bien contiene 122 poesías frente a las sólo 45 de la traducción de Romaní. No deja de ser significativo este hecho de la especial posición que ocupa Ausiàs March en la poesía española del Siglo de Oro. 28) Solamente la edición de Valencia de 1539; en la de 1553 se suprime el texto catalán.

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estimadas versiones españolas del valenciano, y porque como es sabido a partir de la edición de 1562 a la traducción de Montemayor se añaden, según la versión de Romaní, los poemas que aquél no tradujo y éste sí había incluido en su selección^. En cuanto a las ediciones en lengua catalana, son también varias a lo largo del siglo y suelen ir acompañadas de glosarios destinados a facilitar la lectura del original, acaso no solo a los castellano parlantes3®. En realidad, la traducción de Jorge de Montemayor culmina, parece, un proceso ya anunciado con anterioridad y en el que la edición/ traducción de Romaní juega un importante papel. Ahora bien, si toda lectura es una traducción -« entender es traducir », titula su primer capítulo un libro ya clásico de George Steiner-31, toda traducción es una interpretación, en la medida en que implica un entendimiento previo del texto. Se ha discutido si toda interpretación es legítima3^ -o sea, si en última instancia sólo se autoriza por sí misma. Es menos discutible que la traducción se autoriza siempre ante el texto traducido: no todas son posibles33. Lo que tratamos de establecer, en una primera aproximación, es cómo se sitúa la traducción de Montemayor ante el texto y en qué medida es expresión de una lectura (produce una lectura) en el

29) En concreto, los poemas de Ausiàs March traducidos por Baltasar de Romaní y no incluidos en la versión de Jorge de Montemayor son los siguientes, de acuerdo con la numeración convencional: XXVI, LVII, XCII, XCIII, XCV, XCVI, XCVII, C ,CII, CV y CVI. Como se verá, la mayoría de ellos, según la clasificación que introdujera el propio Romaní, son cantos morales o de muerte, además del cántico espiritual. El «anónimo del Escorial», que sigue siempre a Romaní, también los traduce. Las « tablas » del contenido de los distintos manuscritos, ediciones y traducciones pueden verse en Carlos Romero Muñoz « Re- imaginaciones de Ausiàs March » Rassegna Iberísüca 4 (1979), pàgs. 3-55. 30) Vid. Germa Colon, « Els vocabularis barcelonins d'Ausías March al segle XVI », Estudis de llengua i literatura catalanes VII [Misceilàma Peres Bohigas,3], 1983, págs.261-289. 31) Después de Babel. Aspectos del lenguaje y la traducción. Madrid, FCE España, 1981. 32) Humberto Eco, Interpretación y sobreinterpretación, con la colaboración de Richard Rorty, Jonatan Culler, Christine Brooke-Rose, compilación de Stefefan Collini, Cambridge University press, 1995. 33) Parece claro que la legitimidad de una traducción se articula en relación al concepto de "fidelidad". Una traducción se autoriza por su fidelidad al texto original. Esto está claro para nosotros y, en el límite, el caso de las llamadas « bellas infieles » no hace sino reafirmar este principio. Del mismo modo la noción de fidelidad está en la base de las distinciones entre traducción, paráfrasis, reelaboración. Lo que sucede es que descartada por ingenua la significación de equivalencia, la noción de fidelidad en traducción dista mucho de ser unívoca en la historia o en el presente (cf. Amparo Hurtado Albir, La notion de fidélité en traduction, París, Didier, 1990, pág. 13-44) como tampoco lo es la noción de fidelidad a secas.

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sentido de una interpretación -o sobreinterpretación, según la expresión de Humberto Eco- dadas, y además históricas34. Aunque para Martín de Riquer la mejor traducción de Ausiàs March es la del Brócense, su juicio sobre la labor de Jorge de Montemayor es decididamente positivo, pese a algunos reparos: «Jorge de Montemayor logra hacer atractiva su versión de Ausias March al adoptar, contrariamente a Romaní, una métrica y unas composiciones completamente asimiladas por la poesía castellana [../]] Esta versión supera en muchos aspectos a la de Romaní; es, en general, mucho más respetuosa con el texto, no suprime conceptos arbitrariamente, traduce las tornadas finales35 y no añade conceptos de cosecha propia[...]pero Montemayor prescinde generalmente de palabras y frases de Ausias March.. .traduce el meollo de cada estrofa de Ausias March en una estrofa castellana; al prescindir de los que podríamos llamar términos adicionales hace que su versión gane en fluidez y perfección. De todos modos conviene aclarar que la tradicional oscuridad de Ausias March muy pocas veces queda aclarada en esta traducción »3(\ Esto último sin embargo, no lo habría conseguido ninguno de los traductores castellanos y sólo a veces el responsable de la versión latina37. A esto habrá que sumar, desde luego, la propia censura que el traductor se impone y aue afecta a los pasajes, fundamentalmente por motivos religiosos3*, que no traduce, según confiesa en el 34) Está claro que no defendemos la « sobreinterpretación » sino que además un texto apunta hacia un numero restringido de interpretaciones posibles e históricas, y la misma traducción, en tanto que texto, puede no solo privilegiar algunas sino generar sus propios sentidos hasta el punto de « traicionar » aquellas. Sobre estos problemas puede verse, por ejemplo, Ortega Arjonilla, £., Apuntes para una teoría hermenéutica de la traducción, Málaga, Universidad, 1996, además del citado libro de Steiner. 35) Esta afirmación no es completamente exacta ya que son bastantes los casos en que no lo hace Por lo demás tampoco suele traducir la senyal, invariablemente vertida por « señora », « señora mía » o « dulce señora mía », lo que es a la postre una manera de engarzar a March con la tradición castellana. La supresión de la senyal es otro rasgo compartido con Baltasar de Romaní, aunque éste, en realidad, lo que hace es ignorar las tomadas. 36) Martín de Riquer, Traducciones castellanas de Ausias March en la Edad de Oro, pág. XXV. Cf. tb. las páginas XX-XXI, en la introducción a su última reedición de la traducción de Montemayor (cf. nota 26), así como su artículo « Influencia de Ausiàs March en la lírica castellana de la Edad de Oro », ya citado. Es valorada también positivamente por Ramír ez Molas, que realiza un análisis más ponderado en su tesis La poesía d'Ausias Mardi. Anàlisi textual, cronología, elementsfilosàjks, Basilea, Privatdruck der J. R. Geigy A. G., 1970. 37) Op. cit., loc. La version latina se debe, como es sabido, al erudito valenciano Vicente Mariner, traductor infatigable. Ha sido también objeto de análisis por Ramírez Molas (Op. di. pág. 164-191). 38) En algún caso llega a suprimir o fundir varias estrofas de un poema. Las supresiones por motivos religiosos se dan también en la versión de Romaní. Recuérdese también que el propio Montemayor había tenido algún tropiezo con la Inquisición.

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prologo: « dexé algunas estanzas porque el autor habló en ellas con más libertad de la que ahora se usa >v*9. Suele decirse, lo que acaso no sea del todo exacto4**, que tales libertades condicen con los criterios dominantes en la época, aunque hoy nos parecerían inaceptables. No menos elogioso, aunque sí más riguroso y matizado, se muestra respecto a la versión de Montemayor Ramírez Molas: « Ens cal afirmar fins i tot que la traducció de Jorge de Montemayor és la millor de les versions castellanes del "Siglo de Oro", al costat de les fragmentàries traduccions del Brócense. La versió de Montemayor és la millor per la seva valúa literaria i per la seva fidelitat. No volem dir que no contingui errades , i greus (pero] hi pot haver un sol vers, una curta frase que val per tota frase i dona el sentit condensât. Montemayor era poeta, i a mes, poeta d'una gran afinitat espiritual amb el nostre. Afinitat electiva, auténtica i sentida, a la qual potser solament mancava la inclinado filosófica -enérgica a Ausiàs, pobra a Montemayor- per arribar a una plena identificado»41, «...la traducció de Montemayor -escribe en otro momento- dona testimoni d'un minuciós treball d'anàlisi de diverserses versions de l'original, i d'un esforç constant per a trobar l'expressió mes fidel ». Opinion que a nuestro juicio sólo en relación con las restantes versiones se puede defender sin pecar de exagerada. Menos elogiosos, por cierto, se mostraron con la traducción de Jorge de Montemayor el inevitable Amedée Pages'^ y ya con anterioridad Amador de los Rios4^. En cualquier caso, está claro que no es nuestra intención someter a revisión o juicio la tarea del traductor portugués, tanto más que -con alguna matización y siempre en relación con el contexto y la época en que aparece- compartimos 39) Citado por Riquer, Traducciones castellanas de Ausiàs..., pág. XXIV. 40) La existencia de traducciones en prosa -sin ir más lejos la de la Comnudia por Enrique de Villena, todavía en el siglo XV-, « ad literam » o incluso « yuxtalineales », usadas por los humanistas o, por ejemplo, la versión del Can&onere de Trenado de Aillón. Los traductores de la época, empezando por Boscán, tenían ya una razonable consciencia de la naturaleza de su trabajo (o podían tenerla). Vid. Peter Russel, Traducciones y traductores en la Pemsula Ibérica (1400-1550), Barcelona, UAB, 1985 y Esteban Torre, « Garcilaso y Boscán en la historia de la traducción española », Fidus Interpres. Actas de las primeras jomadas nacionales de Historia de la Traducción, León, Universidad, I, 148-155. 41) La poesía d Ausiàs March..., pág. 153. 42) Ausias March et ses..., pág. 414. 43) Historia crítica de la literatura española VI, Madrid, Gredos [facsímil de la edición de 1865], 1969, pág. 525: « Éste [Romaní] sin embargo procura ser fiel intérprete de March, y lo alcanza, a costa de su propia fama literaria. Montemayor no olvidaba, traduciendo, que era poeta: por eso alguna vez altera las formas del pensamiento y aun el mismo sentido, teniendo presente que escribe en el siglo XVI, en que no se consentían ya ciertas ingenuidades de los anteriores ».

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en general un juicio favorable sobre su trabajo. Pero acaso sí valga la pena señalar, que, al insistir sobre las virtudes de esta traducción, se corre el riesgo de dejar a oscuras el no pequeño hiato que media entre ella y el original del poeta valenciano, con grave detrimento de la original personalidad de este último, mucho más directo, intenso y vigoroso y sobretodo -y paradójicamente- mucho más cercano a nuestra sensibilidad mas material e inmediata. Sea como sea, la misma dinámica de la traducción, su « marco mecánico », imponen al original importantes condicionamientos. La adaptación métrica actúa en un sentido de modernización del texto, aunque probablemente el original no era sentido tan « antiguo » como para que esto se pueda considerar una traición. Hay que concordar con Riquer en que era la mejor solución, ya que la traducción de Romaní, o incluso los brillantes ejercicios de Quevedo44, no permiten defender lo contrario. Pero el fluido e italiano endecasílabo de Jorge de Montemayor, priva a la poesía de March de una de sus características más personales45: « ...la duresa,[...]la fosca tortura de sa pararula... entesa en el seu valor poètic mes estríete. Si una poesia lírica pot ser qualificada de «mínimament lírica» -segons Pacceptació etimológica d'aquest darrer mot -, aquesta poesia és, sens dubte la d'Ausiàs March: a penes és cant, en efecte. », en palabras de Joan Fuster46. En el mismo sentido actúan, por supuesto, la modernización del léxico, con frecuencia doblada por un cambio de registro que huye de las 44) Cf. Riquer, op. cit., pág.. En realidad ni la tradición métrica castellana, incluida la copla de arte mayor, que en cierto modo sería el equivalente « formal » pero con ritmo «cambiado», ni la italiana ofrecían muchas posibilidades. No obstante, conviene recordar dos cosas: el verso de March es un verso métricamente correcto en general según la tradición occitana-, pero nunca especialmente musical o ágil. En segundo lugar, March, cultivó también, aunque en escasa medida, la versificación italiana, -lo que dicho sea de paso prueba el alcance de su contacto literario con Italia, ni mayor ni menor- sin especial brillantez. O March no era un buen versificador, o el catalán literario necesitaba de más ensayos.. .pero es así como su obra funciona. Un resumen de la métrica del cancionero de March puede verse en la introducción de Rafael Ferreres a su citada edición bilingüe, vol. I, págs 95-104. 45) No siempre, sin embargo, en igual medida; a veces la traducción (pensamos) se acerca muy aceptablemente al tono y sobre todo al « cursus » del original marquiano: sirva de ejemplo, siempre a nuestro jucio, la traducción del poema XLTX (LV en la numeración de Montemayor). Está claro que no consideraremos aquí los que sin más pueden ser juzgados como errores del traductor; Ramírez Molas los ha analizado en su citada La poesia de Ausiàs March..., pág. 153- 156. 46) « Vigencia d'Ausiàs March » en Ausiàs March, Valencia, Eliseu Climent, 1982, pág. 21. «La violencia sintáctica, el desdeny de quasevol mol.licie musical, la incapacitat d'articular la frase en fluir amistós li donen una configurado esquerpa i enrarida» (ibidem).

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palabras o expresiones excesivamente cotidianas o descarnadas, y la dulcificación de la sintaxis. Es decir, no hay en la versión de Montemayor esfuerzo alguno por reproducir las características formales de la poesía de Ansias March, sea en cuanto le vinculan a una tradición -o a un conjunto de tradiciones en conflicto-, sea en cuanto lo individualizan poderosamente (y favorablemente) en47 el conjunto de la lírica peninsular del siglo XV. No menos cierto resulta que la nueva sensibilidad viene expresada, además, por una nueva retórica, pero aquí sí cabe decir que estamos muy cerca de la traición: la muy sobria pobreza estilística del Valenciano se halla completamentamente transformada al gusto de la nueva retórica renacentista. Es el caso de la supresión de la característica forma de la comparación en March y es también el de la supresión sistemática de la senyal, habitualmente traducida por un « señora » o un « dulce señora mía »48, de resonancias cancioneriles, aunque se pueda encontrar algún ejemplo incluso en Garcilaso4^. Lo mismo puede decirse de la supresión de las referencias a los trobadores, frecuentes en el poeta valenciano*^. Tales fenómenos actúan en el sentido de modificar el sentido originario, o simplemente actualizan potencialidades latentes en el texto: conviene recordar una vez más que el « estilo italiano » no deja de tener puntos en común con la poesía anterior, pero sobre todo, la vigencia de la poesía tradicional (cancioneril) en el caso español. De todas formas a nadie se le ocurrió traducir a otros poetas catalanes y si es bien cierto que los hubo mas « italianizantes », no lo es menos que sería temerario equipararlos a Ausiàs March. En cualquier caso, los fenómenos señalados actúan al unísono, y sólo metodológicamente, por vía de abstracción, cabe referirse a ellos 47) Rafael Ferreres, en la introducción a Obra poética completa (I, pág. 83-95) caracteriza breve y certeramente los rasgos estilísticos de la poesía de Ausiàs March; se trata ciertamente de recursos en su mayoría procedentes de la tradición trobadoresca (y como tales heredados de la poesía de cancionero) y que Ausiàs March sólo emplea en general con especial originalidad y brillantez. Véase también Pere Boñigas, «Metafísica y retórica en la obra de Ausiàs March », Revista Valenciana de Filología, VI/1 (1963), y el artículo de M. C. Zimmermann citado en la nota 4. 48) En realidad, la senyal es solamente traducida cuando no es propiamente una senyal. « Amor, Amor », « Loco Amor »...o cuando es sustituida por una invocación a Dios o la Virgen María. Además de eliminar un rasgo característico de la tradición trobador esca,y a pesar del posible regusto cancioneril, la desaparición de la senyal enmascara la multiplicidad de destinatarias presente en los poemas de Ausiàs March, y lo asimila así al modelo derivado de Petrarca (y de la Vita nuova) de una única amada. 49) Soneto IX, v. 1: «Señora mía, si de vos yo ausente...». £1 sabor cancioneril del « señora mía », no pasó por cierto desapercibido para Herrera. 50) El célebre Uexant a part l'estil deis trobadors/qui, per escaff trespassen veritat se convierte así en Dexemos el poeta apasionado/ en cuyo estilo la verdad se qffende.

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como fenómenos diferenciados. El sentido de sus modificaciones es convertir al escritor medieval (o al texto medieval, si se prefiere) en un escritor (unos escritos) Renacentista(s), al menos en su apariencia. Más que de una traducción, tal como la entendemos hoy, el trabajo de Montemayor está cerca de una adaptación, o por mejor decir está a medio camino de ambas posibilidades; en cualquier caso, « aclimata » los poemas de Ausiàs March, acercándolos al ambiente literario y cultural de su traductor, lo cual es desde luego algo perfectamente legítimo, y sobre todo, acaso lo era entonces más. Importa saber ahora sin embargo, si el resultado implica una modificación o una « perversión », y hasta qué punto, del sentido natural de los textos**1, si tal cosa existe5**, fruto de una interpretación no autorizada, de una sobreinterpretación, y con independencia de su valor o su eficacia poética. Que la propia lógica de la traducción supone importantes alteraciones del texto puede verse fácilmente con solo dos ejemplos5-*. En el poema LXXXIX, el XXIV en la edición de Montemayor, la primera estrofa54: Con sed el caminante no dessea, lo medio que yo a vos, la clara fuente; al bien qu'el aima y cuerpo señorea, jamás podré passar por otra puente; el día tarda mucho, aunque assí sea, y comprólo a mi costa caramente mas él ha de allegar, tarde o temprano, si muerte no le estorva y va a la mano55. Que corresponde en el original catalán a los versos: 51) La Inlenúo opens, volviendo a utilizar la mencionada terminología de Humberto Eco. 52) Está claro que nosotros pensamos que existe.. .tan claro como que no es cuestión que se pueda o deba abordar aquí. Remitimos al citado Interpretación y sobreinterpretación. 53) En principio, no siempre es fácil discernir si es la lógica de la traducción la que impone una elección al traductor. Pero parece claro que en buena parte de los casos el traductor no hubiera actuado como lo hizo sino hubiera estado forzado por la necesidad de adaptarse a la octava real, y más, por verter una estrofa catalana en cada estrofa castellana. 54) Las poesías de Ausiàs March se citan por la edición de Rafael Ferreres, la traducción de Montemayor por la de Martín de Riquer de 1990. 55) Ferreres, vol. II, pag. 8. No consideramos aquí las posibles desviaciones del(os) originales) utilizadas) por Montemayor respecto al texto que utilizamos como canónico (que básicamente sigue siendo el de Pagés), o referente que básicamente no hacen variaciones de sentido, o en todo caso no tales que puedan afectar decisivamente (creemos) al conjunto de nuestra argumentación. Se han comparado, no obstante, los ejemplos aducidos, con los aparatos críticos ofrecidos, en sus respectivas ediciones, por Ferreres y Boñigas (Ausiàs March, Poesies, a cura de..., 5 vols. Barcelona, Barcino, 19521959).

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E. J. Nogueras Valdivieso et L. Sánchez-Rodrigo Cervo ferít no desija la font aytant com yo esser a vos pressent; al gran repos de mon contentament passar no pusch sino por aquest pont Mol me ve tait lo jorn tant desijat comprat molt car per dolorós sospir e tart o breu so cert que deu venir si per la mort cami no m'es tancat

Está claro que queremos resaltar el hecho de que el primer verso ha desaparecido, y con él un tópico de orígenes bíblicos56 y particular fortuna y eficacia poética5'7, del que se pueden señalar, incluso, muy felices pervivencias estrictamente contemporáneas5®. Esto supone además, si no una alteración radical del sentido del poema, sí una importante mediatización, pues la intensidad de la comparación inicial, tan directamente expresiva, queda muy debilitada, reducida a una pobre metáfora, en la opción seguida por Montemayor, por más que éste intensifique la comparación: « lo medio que yo a vos », en lugar de « aytant com yo »; por otra parte el « desea » no traduce el « ésser pressent » de March, y acaso lo excede, aunque la elección de « al bien que el alma y cuerpo señorea » por « al gran repós de mon contentament » no solo lo dulcifica, sino que trasforma radicalmente el sentido literal59 del mensaje de Ausiàs March, acercándolo a posiciones de la estética amatoria del Renacimiento, pues el texto de March, lo que dice es que la dama es puente para el reposo de su contentamiento, lo que sugiere, o al menos nos sugiere, y de forma bien expresiva por cierto, que sólo la satisfacción del deseo le otorgará el reposo y, en consecuencia, el contentamiento, esto es, la tranquilidad. Aquí nos 56) « Quemadmodum desiderat cernís ad fontem aquarum, ita dcsiderat anima mea ad te, Deus » Lp 41, 2. 57) María Rosa Iida, La tradición clásica en España, Barcelona, Ariel, 1975, passim. 58) Nos viene a la mente un soneto de Antonio Carvajal en Serenata y navaja, ahora incluido en Extravagante jerarquía. 59) En el doble sentido de lo que el texto literalmente dice, aparte de lo que «quiera decir» de acuerdo al sentido general del poema, y de que el literal era uno de los sentidos que la hermenéutica medieval debía encontrar en los textos. La tensión entre los distintos sentidos (rasgo que acaso comparta con muchos poemas de los cancioneros o incluso del dolce stü nuovo) del texto es extrema en Ausiàs March, y aquí desaparece. Como la desaparición del ciervo, para mayor contraste, nos priva de las connotaciones, generalmente de «pureza» que se asociaban al animal (no siempre claras en Ausiàs March: cfr. LTV, w.3-4). Esto último realmente sorprende: un versificador tan hábil como Montemayor era sin duda no tenía necesidad de prescindir de la palabra « ciervo ». Por ejemplo: « con sed herido ciervo no desea », sin alterar lo más mínimo la métrica y las rimas escogidas por el traductor, hubiera permitido conservar el « cervo ferit ». ¿Le parecería preferible prescindir de una referencia bíblica?

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hemos adelantado a nuestra argumentación, pues de momento sólo queríamos poner de manifiesto como el sometimiento a una lógica formal parece llevar a Jorge de Montemayor a sacrificar elementos del texto de alto valor poético: las posteriores desviaciones tal vez no sean tan imputables a esta causado, al margen de la intencio nalidad -o del grado de intencionalidad- del traducctor en ellas61. Un segundo ejemplo, nos ofrece un caso semejante: no sólo se trata de una muestra, como en el anterior, de aiejamientro extremo entre texto original y texto terminal, usando la terminología de traductores y traductólogos6^, sino que Montemayor nos priva aquí de uno de los versos más característicos, conocidos y citados hasta la saciedad de Ausiàs March. Nos referimos aquí al poema CXIV, en las ediciones modernas, uno de los pocos de la última etapa de su vida -según la cronología generalmente aceptada- que incluye Montemayor en su traducción, como canto XLVII, del que cons ideraremos la estrofa X, la última aparte de la tornada, tornada que en principio, el portugués "parece" no traducir. Recordemos el texto del catalán: Puix que lo món ni Déu a mi no val a rellevar la causa d'on só trist, ea mi plau bé la tristor que yo vist: délit hi sent mentre yo.m trobe tal. Així dispost, dolç me sembla l'amarch, ¡tant es en mi enfecionat lo gust! A temps he cor d'acer, de earn e fust: yo só aquest que.m dich Ausias March.64 La versión de Jorge de Montemayor reza así: Pues ya no basta nadie a defenderme ni a estorvar mi mal ni a consolallo, en él me quiero estar y sostenerme, 60) En este sentido, la traducción de los versos finales, dicho sea de paso, parece insistir en una modernización del texto, donde la supresión de la imagen del « camino », tan medieval, priva al lector de numerosas connotaciones. Sí parece una exigencia exclusivamente formal de la traducción la amplificación « a mi costa », del v. 6. 61) No siempre fácilmente discernible, ya lo hemos apuntado, pero a veces evidente y reconocible, siquiera sea por razones externas. Tal es el caso de la estrofa última: tener celos de Dios (al margen de lo que pensara ) debió parecerle a Montemayor demasiado fuerte para ponerlo por escrito; asi los versos La voluntat vull que pas tota.n nú;/yo só celos si molí atnau a Déu.. .aparecen convertidos en querría vuestro amor verle ocupado/ del todo en mi, y aun no me saúsfazjt..., lo que en cualquier caso nos priva de una espléndida blasfemia. 62) Vid., por ejemplo, el difundido y clasico manual de Valentín Garda Yebra : Teoría y práctica de la traducción, Madrid, Gredos, 2 vob. 1982. 63) Ferreres, vol. II, pág. 236.

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E. J. Nogueras Valdivieso et L. Sánchez-Rodrigo pues me deleyto cuando en él me hallo; a Dios supplico quiera deshazerme o haga que yo entienda en agradallo, y no tenga otro fin en esta vida, pues yendo a Él no hay cosa que me impida.64

Los últimos cuatro versos sólo cobran sentido cuando consideramos la tornada del original: A Déu suplich o meta .n mi que mon voler per qué anant

que.l viure no.m alarch, aquest propôsit ferm envers Ell lo referm a Eli no trobe .nbarch65

Consideraremos ahora brevemente el poema XLVÏÏ, LII en la numeración de Montemayor, uno de los muchos, (pues son mayor ía, aunque volveremos sobre ello) en los que Montemayor traduce la tornada, a la que vamos a referirnos sólo por el momento. En ella, Ausiàs March emplea el motivo del hábito de amor que, a través de Garcilaso, se convertiría en un tópico en la poesía linca del Siglo de Oro**6. El poeta de Toledo se hace eco de los versos del valen ciano en el primer cuarterto del soneto XXVII, y eco tan directo que al primero de sus comentaristas le mereció el comentario de « es traducido »^. Recordemos los versos del cuarteto en cuestión: Amor, amor, un hábito vestí el cual de vuestro paño fue cortado: al vestir ancho fue mas apretado y estrecho cuando estuvo sobre mí68 64) Ed. cit., pág. 106 65) Ferreres II, 238 66) Vid. Guillermo Serrés, La transformación de los amantes..., pág. 67) Cf. Rafael Ferreres, « La influencia de Ausias March en algunos poetas del Siglo de Oro », cit., pág. 473. 68) Cito por la edición de Juan Francisco Alcina (Garcilaso de la Vega, Poesía completa, edición de..., Madrid, Espasa Calpe, 1995 [1989]), pág. 78. Por cierto que la presencia de endecasílabos oxítonos hizo que se pusiera en duda la atribución del soneto a Garcilaso, dudas que hizo suyas Navarro Tomás (cf. Obras de Gracilaso de la Vega, ed. de..., Madrid, Espasa-Calpe, 1924, III, pág. 229, n.), que prefirió en su edición, siguiendo al Brocence, la variante de versos paroxítonos, « Amor, amor, un hábito he vestido », probablemente obra de Diego Hurtado de Mendoza. No parece que tales dudas tengan fundamento: vid. Rafael Lapesa (La trayectoria poética de Garcilaso..., pág. 195 y ss.), quien considera, con todo, que el soneto debe ser anterior a la estancia de Garcilaso en Ñapóles (Ibidem, pág. 190). Sobre la suerte del verso agudo en castellano es forzoso recordar el artículo de Francisco Rico «El destierro del verso agudo» Homenaje a J. Manuel Blecua, Madrid, Gredos, 1983, pág. 525-581. Conviene recordar también que el original catalán es una de los pocos poemas en que Ausiàs March emplea los endecasílabos oxítonos a la manera castellana, poco frecuentes en la tradición catalana o provenzal.

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y el texto de la tornada del poeta de Gandia: Amor, Amor, un habit m'he tallat de vostre drap vestint-me l'espirit; en lo vestir, ample molt The sentit, e fort estret quant sobre mi .s posât69. Versos que Jorge de Montemayor vertió así al castellano: Amor, Amor: un hábito he cortado de vuestro paño, el alma lo ha vestido; en el vestir muy ancho lo he sentido pero después estrecho y apretado70. Por un lado, Jorge de Montemayor demuestra aquí que puede seguir perfectamente el curso y el pensamiento del original, tanto desde el punto de vista comunicativo como semántico, aunque en el último verso parece perder aliento y, si bien no se puede decir que traicione al original, resulta poco afortunado y algo ramplón. Sin embargo, esta posibilidad, parece depender del orginal: aquí estamos ante el mismo número de sílabas y versos y no hay nada conceptualmente problemático que pueda provocar los recelos del traductor71. Por otro, la absoluta despreocupación por el ritmo del poema original, conducen al curioso resultado de que la traducción

69) LXXVII, 25-29, ed. cit,. I, pág. 394. 70) Ed.. Cit. Pág. 116. Desde luego, la actitud de Garcilaso ante el texto es más libre, pues no sigue exactamente el curso del pensamiento de March, sino que responde al efecto de la imagen del primer verso, aunque el mantenimiento de la palabra aguda final, parece evocar más fielmente que Montemayor el ritmo original. Por lo demás el « vestí » nos parece mucho más eficaz poéticamente que el tallat...vestin-me l'esperit, que Garcilaso suprime, al tiempo que distiende el ritmo. En resumen, la recepción de Garcilaso -aunque no sea exagerado verla como una buena traducción, acaso una « bella infiel »- es activa, un estímulo para su propia creación, lo que no obsta para que el último verso nos parezca más fiel al original (y desde luego más conforme al ritmo de éste) que la propuesta de Jorge de Montemayor. 71) Antes bien, el éxito del motivo del «hábito de amor», o mejor «hábito del alma», frecuente en tantos poemas y poetas prueba su virtualidad en el conjunto de contextos ideológicos que definen el surgimiento de las nuevas concepciones neoplátonicas y la pervivencia de motivos estilnovistas, cancioneriles, o petrarquistas que coexisten en muchos poemas -y aún poetas- dando lugar a una especie de neoplatonismo imperfecto que acaso sea la nota dominante en el conjunto de la lírica de los Siglos de Oro (cf. Guillermo Serres, op. cit. págs. 168 yss.). Según Riquer, el poeta se dirige aquí directamente al amor, y no a la dama {Histeria de la literatura catalana, II, pág. 510) Sin embargo, la invocación al amor bien podría hacer aquí las veces de la senyal, a la que sustituye, aunque para la posterior fortuna y difusión del tópico no parece que se entendiera así. Pero en realidad, el « hábito » de Ausiàs March no es el « hábito del alma» de los poetas y (sobre todo) los tratadistas neoplatónicos del siglo XVI (Guillermo Serrés, op. cit., págs. 181-191).

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del escritor portugués sea más italianizante que la « emulación » del introductor de la métrica italiana en la poesía española: todos los endecasílabos son de sexta obligada, pero conservan un acento secundario en cuarta, y el primero y el último son oxítonos: está así mucho más cerca del ritmo y la sonoridad del original que la traducción de Jorge de Montemayor. Lo que quizás apunta ya el sentido de la lectura de Ausiàs March que provoca hacia el que conduce la interpretación que la traducción de Montemayor propone. En nuestra opinión, vale la pena insistir en el tratamiento que Jorge de Montemayor hace en su traducción de las tornadas. Ya hemos dicho que, en contra de la afirmación de Riquer, son, aunque minoría, muchos los casos en que el portugués prescinde de traducirla sin que sepamos por qué, aunque en algunos casos se pueda suponer que por motivos religiosos o de autocensura. Jorge de Montemayor señala en el prólogo; como hemos recordado más arriba, que ha dejado de traducir algunos pasajes en los que el autor había usado de demasiada libertad. Sea o no esta la causa, el resultado es, aún sin llegar a los extremos del poema antes citado, una alteración de la estructura del poema, que actúa también en el sentido de la modernización del texto que venimos comentando. La autocensura que declara haberse impuesto Jorge de Montemayor, acaso inevitable, no es menos perniciosa por ello. Y más, porque, pese a su declaración, Montemayor no se limita al silencio, aunque efectivamente son muchas las estrofas que suprime. Tales supresiones, aparte de las innumerables correcciones de detalle, de una continua « dulcificación »7^ de la expresión, o de la supresión de algunos versos muy notables, puede dar lugar a efectos tan curiosos y hasta divertidos como suprimir toda una estrofa porque se alude a San Pablo7^. Un último ejemplo: la cuarta estrofa del canto CX (LTV en la numeración de Montemayor). Dice el original catalán: No creu lo fat e molt grosser sobre que va Lo cors es seu

molt hom qui es badoch, li allonga .1 poder e que pot en nos fer e tot quant d'aquell toch,

72) Así, « la qui .m entenia », por ejemplo, se convierte en « a quien más quería ». 73) Se trata del poema XVIII, estrofa V (Ferreres, I, pág. 196). La supresión se debería sin duda a motivos religiosos, pero no deja de ser cierto que orienta el resultado en el sentido que venimos indicando: en impecables endecasílabos italianos, y en un poema amoroso del siglo de Oro, la aparición de San Pablo habría sido sorprendente.

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mogut e ferm, ha lo poder per Déu tant quant al temps se mostra variât mas tot per Déu es axi ordenat lo quai no's mou ne*s muda l'orde seu7* Y dice la traducción: Mil hombres no han creydo que huvo hado y otros creen que es grande su potencia, qualquier successo a él lo han aplicado, los unos tienen falsa la sentencia; Dios mueve en toda cosa a todo estado, en toda cosa está su providencia, o mude el tiempo el hado, o firme sea, no puede cosa haver sin que él provea. Al margen de otras consideraciones, parece claro que Montemayor decidió dar una una versión, que diríamos hoy, « políticamente correcta ». Y para asegurarse, deja sin traducir la siguiente estrofa, sin duda mucho más problemática: Lo fat se pren, segons l'entendre meu, tot quant és d'hom, defora la rao; lo foil és seu e sa elecció; del savi pren quant a natura deu. No sé lo fat si guarda sol la fi, o si la fi pels mitjans mirará: Uadonchs la fi son ésser mudará si los mitjans prendran revers cami.75 En pocas palabras, más allá de los condicionamientos formales, la versión de Jorge de Montemayor moderniza e italianiza el texto, no solo en sus estructuras léxicas o sintácticas y por supuesto en el de su métrica, sonoridad y « coloratura »^, sino en su semántica profunda y hasta en su funcionalidad. Lo cual plantea un problema, de pasada, que afecta y explica, la virtualidad de la poesía de Ausiàs March en el XVI español: la debilidad del sentimiento para percibir el anacronismo, la capacidad de 74) Ferreres, II, pág. 188. 75) Ferreres, II, pág. 188. 76) Se diría que la muy concreta « imaginería » marchiana -que Joaquin Molas ha ha puesto al lado de la de François Villon en la presentación de la atractiva traducción de Père Gimferrer (Ausiàs March, Obra poética, Madrid, Alfaguara, 1978) fuertemente anclada en una realidad social que ya no es la de Jorge de Montemayor por cierto, y escasamente sensible ante la naturaleza, desaparece sustituida por una visión mucho más condicionada por la topografía de inspiración petrarquista o italianizante. Asi por ejemplo el conocido verso.

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coexistencia y cooperación entre lo nuevo y lo viejo, una de las marcas acaso del Renacimiento más características en España pero no sólo en España, es claro: la pervivencia y mezcla de las tradiciones anteriores, acaso levemente « aggiornatas », especia lmentepatente además, digámoslo de nuevo, en la lírica castellana del período77. Es acaso precisamente este el hecho que hace posible una aceptación tan intensa de Ausiàs March en el siglo XVI y el que permite, ya avanzada la centuria una traducción italianizante, o petrarquizante pero en absoluto petrarquista en sentido estricto, aunque sí plenamente acordada con la realidad de la lírica española en su época78. Pero es también una adaptación a medias, ya que no sigue los dictados estrictos de la lírica neoplatónica, oficialmente (y acaso solo oficialmente) dominante. En resumen, es una interpretación muy en la línea de la propia obra de Montemayor y de la mayoría de los imitadores de Ausiàs March. Llegados a este punto, que es el final, nos preguntamos en qué medida la traducción de Jorge de Montemayor produce u orienta una lectura o es su efecto y resultado. Seguramente lo uno y lo otro. Como seguramente la producción más filosófica o moralizante, o estrictamente religiosa, de Ausiàs March debió tener su importancia a la hora de garantizar la divulgación de una obra en otros aspectos polémica7**. No en vano se le llamaba « filósofo ». Al fin y al cabo la Escolástica no fue nunca, en el terreno puramente filosófico, amenazada seriamente por el humanismo80. Para no entrar en los aspectos morales o religiosos de su obra. Enrique J. Nogueras Valdivieso Lourdes Sánchez Rodrigo Universidad de Granada

77) Guillermo Serrés, op. cit., pág. 137-167. 78) Aquí quizás, radica el otro problema de la traducción de Romaní: traduce cuando la revolución de los metros italianos se está iniciando, Montemayor lo hace cuando la reforma ha triunfado. Pero la modificación va más allá de los metros: es una nueva síntesis cultural la que entra en juego. 79) Montemayor sólo traduce los cantos de amor, pero su obra es solo una primera parte que la muerte impidió concluir. Las ediciones catalanas, y ya la de Baltasar de Romaní, presentan siempre, según se ha señalado, la tradicional división de los poemas que ha llegado hasta nosostros. 80) No lo fue en Italia y mucho menos fuera de ella. Cfr. P. O. Kristeller, El pensamiento renacentista y susjuenks, Madrid, FCE-España, 1993, pág. 115 y ss.

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