Augusto Monterroso: el triunfo del ingenio irónico (Nuestro Tiempo) (2000)

July 15, 2017 | Autor: Alberto N. García | Categoría: Literatura Hispanoamericana, Augusto Monterroso
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Descripción

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Augusto Monterroso El triunfo del ingenio irónico "Imagine el fantástico bestiario de Borges tomando té con Alicia. Imagine a Jonathan Swift y James Thurber intercambiando notas. Imagine a una rana del Condado de Calaveras que hubiera leído realmente a Mark Twain: he aquí Monterroso". Así define el escritor mexicano Carlos Fuentes al último Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Augusto "Uto" Monterroso. ALBERTO

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A SUS 78 AÑOS conserva, teñida de acento tropical, una voz leve, llorosa y un poco tímida, quizá con esa sobriedad que propugna en sus entrevistas: "La cualidad principal de la prosa es la precisión: decir lo que se quiere decir, sin adornos ni frases notorias. En cuanto la prosa se ve es mala". O en sus libros: en el decálogo para el escritor que aparece en Lo demás es silencio: "Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras: lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio". Y Monterroso aplica al pie de la letra esa máxima aprendida en el estudio autodidacta de los latinos. Sus libros delgados discurren repletos de vacíos, de blancos, en una implícita invitación a NUESTRO

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que el lector reposado piense, se pare a reflexionar sobre la lectura. Monterroso comenzó su andadura literaria con la publicación en 1959 de Obras Completas ( y otros cuentos), una colección carente de unidad temática y formal —desde cuentos de diez páginas al hoy célebre microrrelato: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"—, donde combina ironía, realismo, síntesis y cierta audacia formal heredada de la tradición vanguardística de entreguerras. Sus cuentos poseen vocación de relectura. Son como seres vivos que hay que volver a contemplar, de principio a fin, de lado... agitarlos para revelar el misterio que encubren. Diez años de silencio. En 1969, publica La oveja negra y otrasfábulas. Esopo, Lafontaine, Iriarte, Samaniego, mitología griega, historias bíblicas, referencias literarias... El ingenio "La brevedad no es un término de la retórica, sino de la buena educación". Distinción ante todo de Monterroso completa un zoológico literario de referencias ofrecido en cápsulas de minirrelatos. Monterroso vierte toda su ironía satírica sobre la moral burguesa y provoca una sonrisa cómplice en el lector en la actualización de las fábulas clásicas, una degustación dulce, plagada de sugerencias para paladares formados. El autor revierte fábulas y mitos clásicos —un mono que anhela ser escritor satírico, un encontronazo artístico entre el burro y la flauta, estatuas tan perfectas que pretenden volar, Ulises engañado por Penélope— y trastoca argumentos bíblicos o literarios —una cucaracha suplanta a Kafka, caballos imaginando a Dios...—. Incluso, con un indudable sentido lúdico, moderniza paradojas: en "La Tortuga y Aquiles" presenta la rueda de prensa de la tortuga, en la que declaró su temor a perder ya que Aquiles, maldiciendo a Zenón de Elea, le pisaba continuamente los talones.

Con La oveja negra y otrasfábulas le asalta a Monterroso el problema del encasillamiento como autor de relato corto —¡o relato breve, o microrrelato, o descuento, o minirrelato, o como se le quiera bautizar!—. Pero traspasar la frontera que media entre la elipsis y la tomadura de pelo no resulta fácil: del arte de la sugerencia a la pirotecnia apenas separa un paso. Y Monterroso lo cubre mediante la imaginación, la ironía certera y el ingenio. Quizá este libro, y toda la poética sintética de Monterroso, forme parte de la travesía a la página en blanco que proponía su querido Borges: "Todo escritor se va despojando de lo que pueda parecer barroco y tiende a la sencillez, a la búsqueda de textos más y más sencillos, casi anónimos. Todas las páginas serán finalmente páginas en blanco. Esperémoslo". En efecto, Monterroso, más allá de este fabulario, se caracteriza por un estilo sobrio, contenido, directo, alejado de barroquismos y verbalismos retóricos. Un lacónico islote en medio del exuberante selva de escritores hispanoamericanos, adictos, como ha declarado Ignacio Padilla (ganador del último premio Primavera), "a las veleidades de la ociosa fantasmagoría" o a "la estrechez de miras que lleva a tantos a ocultarse tras la chumbera o el platanal". LA FECUNDIDAD DE U N DINOSAURIO

Movimiento Perpetuo (1972) supone una nueva miscelánea temática y formal —como ocurre en Obras completas...—. Este "movimiento" encierra desde el más turbador de sus relatos (el que da título al libro) hasta una cínica oda a las criadas o una reflexión sobre la brevedad en la literatura, tan socorrida por el autor y enmarcada en tópico para los reduccionistas de su obra. Precisamente en Movimiento Perpetuo se encuentra "Fecundidad", su segundo microrrelato de una línea: "Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando una línea". En una reciente entrevista, Monterroso mostraba su asombro porque "Fecundidad" había apareciddo en inglés ¡como ensayo! en The Oxford Book of Latin American Essays: "¿Qué pensarán los lectores de este libro que nunca han leído nada mío cuando vean que mi en-

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sayo es de una línea?". Si "Fecundidad" es un ensayo que se nutre de su propia extinción, "Dinosaurio", el cuento más breve de la literatura, pasa hasta por novela. El autor ha confesado, sorprendido, cómo ha llegado a recibir escritos de ¡28 páginas! analizando esa breve línea. Libros misceláneos. A lo largo de toda su obra se aprecia un empeño vanguardista por aportar un aire renovador a sus invenciones, un intento de romper los géneros tradicionales, lo que le convierte, con permiso de Borges y Cortázar, en el más europeo de los escritores latinoamericanos. Del cuento tradicional al microrrelato; de la novela a ese popurrí fragmentado que constituye Lo demás es

lir de un atolladero. Desde que alguien descubrió que las reglas han sido hechas para ser rotas, todo puede suceder". UNA NOVELA SUI GENERIS

1978. Su única e inaudita novela, Lo demás es silencio —extraído de La tempestad—, es simulacro de homenaje biográfico, parodia de la retórica, la caracterización y el aspirante a intelectual. El autor reconstruye de forma inverosímil y fragmentada la supuesta vida del erudito doctor Eduardo Torres, creador de un suplemento cultural de altos vuelos: El Heraldo de San Blas. Caracteriza al protagonista desde diversos ángulos: testimonios de familiares y allegados, epitafios, estudios, dibujos o artículos literarios del biografiado (incluye un decálogo para el escritor o una ponencia presentada por el supuesto Eduardo Torres en un Congreso de Escritores). La novela incluye una parte, de apariencia solemne, dedicada a aforismos, epigramas y frases célebres del protagonista, una delirante amalgama a medio camino entre las aplastantes leyes de Murphy, el humor de Les Luthiers y las greguerías de Gómez de la Serna. Dos ejemplos en busca de una sonrisa: "Los enanos tienen una especie de sexto sentido "Un libro es como una caja en la que les permite reconocerse a primera vista" y "Es cierto, la carne es débil; pero no seamos hipócritas, el espíritu lo es más". Y así más de cual pueden meterse textos de cien, atribuidas a este Eduardo Torres. Con Viaje al centro de lafábula, en la década diversos géneros" de los ochenta, irrumpe con una colección de entrevistas que el propio autor ha "sufrido" y silencio; del ensayo académico al comentario en las que expone sus teorías o inquietudes personal, sin reglas ni solemnidades, sembra- acerca del arte y la vida. Desde entonces, ha do de vivencias personales o juegos metalite- acelerado la publicación de sus obras, presionado por las editoriales. La palabra mágica rarios... Monterroso es un guiñador de oficio, un (1983) reúne unas cuantas fábulas y otros mago de la insinuación que incita a pensar tantos homenajes a autores. Con La letra e mediante la sonrisa o el pasatiempo. Cuentos (1987), Monterroso entrelaza vida y literatubreves con la hondura de un ensayo y ensa- ra, y ofrece parte de su diario personal. yos que se leen con la facilidad de un relato: "Hacer de un cuento algo parecido a un en- EL ORO DE LA INFANCIA sayo o viceversa (Borges lo hizo con toda de- Tras publicar en 1992 La antología del cuento liberación) habrá obedecido en mí a necesi- triste —junto a su mujer, Bárbara Jacobs—, el dades del momento, a requerimientos expre- escritor deriva en las memorias de niñez, que sivos, cuando no a descaradas maneras de sa- pueblan de melancolía y ternura Los buscado-

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res de oro (1993). Monterroso escarba en la mina de sus orígenes para narrar sus primeros encuentros con la literatura, el sexo femenino, Tegucigalpa, Guatemala, sus antepasados, el oro de sus recuerdos... Impregnado de nostalgia y de ironía hacia sí mismo, el texto escapa de la autoindulgencia o el acentuado egotismo que agobian, a veces, al lector de autobiografías. Así emprende el relato de su infancia, a caballo entre dos ciudades: "Mi nacimiento ocurrió en Tegucigalpa, la capital de Honduras, el 21 de diciembre de 1921. Mis padres, Vicente Monterroso, guatemalteco, y Amelia Bonilla, hondureña. En la misma forma en que nací en Tegucigalpa, mi feliz arribo a este mundo pudo haber tenido lugar en la ciudad de Guatemala. Cuestión de tiempo y azar...". Criado en Guatemala, su activismo polítiDe niño leyó mucho en la biblioteca de Guatemala, "una biblioteca tan mala que sólo poseía libros buenos" co en contra de la dictadura de Ubico le obliga a abandonar su patria a los 23 años, en 1944. Se exilia en México, un lugar que, como narra en el último capítulo de La vaca, se asemejaba a una sucursal del ACNUR. Pero este "ciudadano de ninguna parte", como se autodenomina, ha mantenido sus raíces en la literatura. "El pequeño mundo que uno se encuentra al nacer es el mismo en cualquier parte en que se nazca; sólo se amplía si uno logra irse a tiempo de donde tiene que irse, físicamente o con la imaginación". Algo que Monterroso ha cumplido en su vida errante y en sus libros renovadores. EL JUEGO DE LA METALITERATURA

En 1999 publica La vaca, un libro de breves y atractivos ensayos personales que, bajo el manto de aparente levedad, encierra reflexiones de burlona seriedad sobre la literatura. La metaliteratura, recogiendo la tradición bor-

giana, planta uno de los sólidos pilares sobre los que gravita la obra de Monterroso. En La vaca —título que alude a Maiakovski— se erige como elemento unitario y central. Lector impenitente, ha declarado que la mayoría de sus argumentos nacen de la propia lectura: "La literatura se hace también con literatura. Uno siempre está alimentado de literatura. Yo, para descansar de la literatura, me meto en la literatura, no me queda otro remedio". La vaca se vertebra en ensayos y artículos sobre literatura, errores o anécdotas de literatos: la fijación de Neruda por el poema épico de La Araucana, los insomnios literarios de Raymond Carver, un aleph anterior a Borges, la amistad con Onetti o Rulfo... El autor se atreve, incluso, a crear metaliteratura de sí mismo (en "La metamorfosis de Gregor Mendel" relata de forma divertida cómo su famoso dinosaurio se convierte en un unicornio para Vargas Llosa o en un cocodrilo para Carlos Fuentes). En el ensayo "El árbol", Monterroso esconde una profunda reflexión de obligada lectura para todos aquellos que ansian escribir cuentos; así termina: "La vida es como un árbol frondoso que con solo ser sacudido deja caer los asuntos a montones; pero uno puede apenas recoger y convertir en arte unos cuantos, los que verdaderamente le conmueven; y éstos son para unos cuentistas y aquéllos para otros; y gracias a eso hay tantos cuentistas en el mundo, cada uno trabajando en lo suyo, o los suyos; y lo bueno es que el árbol no se agota nunca; no se agotaría aunque lo sacudiéramos todos al mismo tiempo". Quizá Monterroso, con humildad, quiera hacer creer que sólo es un gran recolector de historias, para no despertar envidias. Cuando acudió a recoger el Premio Juan Rulfo se despidió así: "Alguna vez me atreví a decir, y lo dije con toda sinceridad, que mi máxima aspiración como escritor estribaba en ocupar algún día media página de un libro de escuela primaria de mi país. No sé por qué, y perdónenme, pero con todo esto siento que lo voy logrando". Y no le falta razón. •

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