Atlantisng.com Simcha Jacobovici talking about Atlantis Rising Habla del documental sobre la Atlántida producido en 2016 por James Cameron y que él ha dirigido.

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Lo que piensan algunos profesionales sobre el documental “El resurgir de la Atlántida” de James Cameron y Simcha Jacobovici para National Geographic. atlantisng.com /blog/lo-que-piensan-algunos-profesionales-sobre-el-documental-el-resurgir-de-la-atlantida-dejames-cameron-y-simcha-jacobovici-para-national-geographic/

Resumen de algunas valoraciones positivas de profesionales de las Ciencias Sociales y Ciencias Naturales sobre el documental “El resurgir de la Atlántida” (Atlantis Rising), producido en 2016 por James F. Cameron, Yaron Niski y Felix Golubev et alii para National Geographic, 2017 (con guion para Iberia y el Atlántico basado en las investigaciones de Georgeos Díaz-Montexano), y dirigido por el varias veces premio Enmy, Simcha Jacobovici.

“El resurgir de la Atlántida” de National Geographic, un documental científico de alto valor histórico y geológico. Por Dr. Antonio Daza Sánchez. Profesor Titular, Área “Ingeniería del Terreno”, Departamento de Mecánica de Universidad de Córdoba. Académico de la Real Academia de Córdoba. Hace casi tres décadas realicé un estudio geotécnico de la zona litoral de Conil-El Palmar de Vejer-Barbate, donde se descubrió la existencia de un acuífero libre de 1/11

agua dulce debajo del mar en todo el golfo de Cádiz. También se puede observar en documentación neotectónica del Instituto Geográfico Nacional que la falla transformante de las Azores-Estrecho de Gibraltar se abre desde el SW de forma continua con las fallas sinestrales de Plasencia y del Guadalquivir, y las fallas dextrales NW-SE reactivadas de las antiguas Variscas, todas son estructuras activas por el empuje de la placa Africana sobre la placa andaluza-europea que presenta un desplazamiento continuo anual hacia el Norte de más de 20 mm, medidos por la red de posicionamiento europea EUREF y por la red de posicionamiento de Andalucía RAP (www.rap.uca.es). Lo anterior, sumado a los importantes terremotos de 1504 de Carmona, 1680 de Málaga, con 7,4 Richter, 1755, Huelva-Lisboa, de 8,7 Richter y el de 1884 de Granada de 6,7 Richter, produjeron tsunamis que afectaron a la costa andaluza, hace más que probable, correcta, la hipótesis que Georgeos DíazMontexano viene argumentando desde hace ya casi tres décadas, y que ha sido escuetamente mostrada al mundo en el reciente documental, “El Resurgir de la Atlántida”, producido por James Cameron y Simcha Jacobovici, entre otros, para National Geographic, acerca del posicionamiento de una posible isla como la de la Atlántida en las proximidades del Golfo de Cádiz o en una amplia región costera que un gran seísmo con licuefacción del suelo y posterior tsunami en tiempos de Calcolítico o del Bronce pudo destruir; al menos a su legendaria capital. También parece correcto lo que se argumenta de que tal cultura marítima atlántica debió continuar durante la Edad del Bronce con Tartessos, y posteriormente durante la Edad del Hierro, desde hace unos 3000 años y hasta la época romana, al menos entre los ríos Guadalquivir y Guadiana. Siendo entonces conocida como Turdetana o Túrdula. Considero que las hipótesis someramente argumentadas en el documental televisivo sobre la Atlántida de James Cameron, que actualmente se emite en numerosos países a través de National Geographic, a pesar del poco tiempo destinado a las mismas, típico en tales documentales, pueden ser consideradas como de alto valor científico y técnico, no solo desde el punto de vista geológico y sismológico sino también histórico y arqueológico. Las evidencias arqueológicas de Andalucía y Extremadura mostradas en el documental, desde las Estelas de Guerrero del Museo de Badajoz y los petroglifos de Campanario, que parecen relatar un evento sísmico y tsunámico que destruye una posible ciudad circular concéntrica, ahogando animales tales como caballos y toros (tal como se puede ver en las publicaciones de Díaz-Montexano y de los arqueólogos que hicieron los primeros calcos) y hundiendo al menos unos tres barcos, aunque en el documental solo se muestra uno, hasta la escena portuaria con los barcos de remos y velas más antiguos del mundo de la Cueva de Laja Alta de Jimena de la Frontera, datados en unos seis mil años por colegas de la Universidad de Granada, y que evidencian la existencia en estos parajes del occidente de una antiquísima alta civilización marítima, así como el sorprendente asentamiento con trazado circular concéntrico similar al de la capital de la Atlántida de Marroquíes Bajos, la Antigua Jaén, y la hipótesis de Doñana, entre otras de Andalucía y Extremadura, convierten a este documental en una verdadera fuente de inspiración científica geológica, histórica y arqueológica sin precedentes.

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El documental me hace reflexionar también sobre la poco conocida aún cultura minera de Tartessos que ya existía al menos desde el Calcolitico. Por todo lo anterior y más, que de momento me dejo en el tintero, considero que este documental representa un gran avance en el despertar del conocimiento de esta primitiva cultura marítima atlántica, que como viene defendiendo Georgeos Díaz-Montexano desde hace décadas, bien podría ser la misma civilización marítima de la Atlántida descrita por Solón, según fuentes egipcias. Una cultura marítima que teniendo sus raíces en el Neolítico y la cultura megalítica continúa en el Calcolítico y el Bronce, dando origen a las más importantes civilizaciones del Occidente, y puede que hasta siendo madre de alguna de las civilizaciones más importantes del Mediterráneo y el Cercano Oriente.

James Cameron y Simcha Jacobovici: “El Resurgir de la Atlántida”. César Guarde-Paz, Doctor en Filosofía, Universidad de Barcelona y profesor en la universidad de Nankai University (Tianjin, China). Antonio Morillas Esteban, Licenciado en Filosofía, Universidad de Barcelona.

La historia de la Atlántida ha cautivado a científicos y soñadores por igual durante más de dos mil años, desde que Platón describiera por primera vez la guerra entre los atlantes y los atenienses y el colapso final de ambos imperios bajo las fuerzas de la naturaleza. Durante siglos, la Atlántida se ha situado en los más variopintos lugares, dentro y fuera de la misma Tierra, en la rica imaginación de algunos o dispersa en los prados de la reflexión filosófica. Pero rara vez han mostrado los expertos modernos interés alguno en seguir las tan importantes como abundantes pistas que Platón mismo proporciona en sus dos diálogos, el Timeo y el Critias. Ahora, de la mano del director James Cameron y el periodista Simcha Jacobovici, un nuevo documental intenta encontrar respuestas poniendo contra las cuerdas de forma sistemática algunas de las más fascinantes y plausibles teorías sobre la Atlántida. La primera de estas teorías identifica la Atlántida con la erupción de Santorini y el colapso de la civilización minoica. Charles R. Pellegrino, autor de “Unearthing Atlantis”, sostiene que la avanzada civilización minoica inspiró la historia de la Atlántida de Platón, algo que, dicho sea de paso, creen la mayor parte de los académicos que aceptan la historicidad del relato platónico. Sin embargo, hay una serie de problemas importantes con esta teoría, problemas que deberían resultar evidentes a cualquiera que visite las ruinas de la antigua ciudad minoica de Akrotiri y el museo de la isla. Por ejemplo, Akrotiri no era una ciudad circular. No encaja con el diseño de la ciudad descrito por Platón. De forma similar, Platón menciona elefantes, pero esta especie nunca se encontró en Santorini, como tampoco se han encontrado restos arqueológicos representando al más importante animal de la Atlántida: el toro. Serpientes, delfines y pulpos desfilan por

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ánforas y representaciones escultóricas. Pero si buscamos toros, debemos viajar a la cercana isla de Creta. Simcha, que es también un filósofo y conoce Platón a la perfección, rechaza sagazmente Santorini con muy buenas razones: los minoicos no se vivían en el Atlántico, fueron una civilización pacífica y fueron destruidos por una erupción volcánica. Los atlantes, sin embargo, llegaron de los confines occidentales del Mediterráneo, fueron una civilización guerrera consumida por su hibris, y fueron destruidos por terremotos y tsunamis. Simcha viaja a continuación a Malta, cuna de una atractiva teoría que vincula sus construcciones megalíticas con la Atlántida. Siempre he sentido una cierta nostalgia al recorrer sus ciclópeas ruinas y sus misteriosos surcos que conducen a ninguna parte. Es como si fuera mágicamente transportado a los mundos oníricos de Robert E. Howard y la desaparecida era de su famoso personaje, Conan el Cimmerio. Pero como bien dijo el poeta español Calderón de la Barca, “los sueños, sueños son”, y así debemos despertar y aceptar con honestidad que las similitudes entre Malta y la Atlántida, tan asombrosas como puedan resultar, son a la vez tan poco convincentes como Santorini: no hay ciudades circulares, ni toros sagrados, ni mucho menos una isla hundida. Desde Malta navegamos a Cerdeña, la segunda isla más grande del Mediterráneo y cuna de la olvidada civilización nurágica. El principal argumento de aquellos que identifican Cerdeña con la Atlántida se encuentra en una interpretación errónea de lo que los griegos denominaban las Columnas de Hércules, el estrecho tras el cual se encontraba la Atlántida: que las Columnas de Hércules no eran, como señalan todos los autores antiguos y sin excepción, el Estrecho de Gibraltar, sino el Estrecho de Mesina que separa Sicilia del sur de Italia. Como ya hemos explicado en otra ocasión, todas, absolutamente todas las fuentes grecorromanas afirman que las Columnas de Hércules se encontraban en o cerca del Estrecho de Gibraltar. Eran, según las leyendas griegas, el resultado de la separación de Europa y África realizada por Hércules en uno de sus trabajos y, por tanto, difícilmente podría encontrarse en Mesina. Platón es incluso más claro, pues menciona al menos dos lugares que podemos identificar inequívocamente con el sur de España y el norte de África: Atlas, en Marruecos, y Gadeira, la actual Cádiz. Existen también muchos mapas antiguos, como la Tabula Peutingeriana romana, en donde una o dos islas con el nombre de Gadeira aparecen representadas en la actual Cádiz, al sur de España. No cabe duda alguna de que, dejando de lado su historicidad, Platón situó la Atlántida fuera del Estrecho de Gibraltar, en el Océano Atlántico, y nunca dentro del Mar Mediterráneo. Existen otros problemas adicionales con esta teoría, los cuales son señalados por James Cameron en el documental. Así, aunque la civilización nurágica hizo uso de una “arquitectura circular” en sus templos, es totalmente ajena a la simple perfección pitagórica de los círculos concéntricos de la Atlántida. Las ruinas de Cerdeña son un laberinto complejo y desorganizado de círculos imbricados sin puerto alguno. Además, la civilización nurágica no fue pasto de las aguas, sino de los romanos en el año 238 a.C., un siglo después 4/11

de la muerte de Platón. La línea temporal simplemente no encaja, ya que Platón nunca pudo escribir sobre algo que no ocurrió hasta mucho después de su muerte. Finalmente, el santuario nurágico comparado con el templo de Poseidón en el documental ni estaba asociado a un dios marino –sino a una diosa– ni relacionado con el sacrificio de toros. Simcha se desplaza a continuación hasta las costas atlánticas del sur de España, donde existieron islas ya sumergidas desde hace muchos miles de años y una antiquísima tradición de culto al toro, en lo que podría llamarse la parte central del documental. Allí se reúne con Richard Freund y Georgeos Díaz-Montexano, quien ha dedicado toda una vida a defender una lectura algo más literal de los diálogos de Platón, tomando como referencia lo que la geografía antigua y las fuentes primarias nos dicen sobre la Atlántida: que era una isla y no un continente; que se encontraba fuera de las Columnas de Hércules en el Atlántico, al sur de Iberia, cercana a regiones bien conocidas como el Mt. Atlas y Cádiz (Gadeira). Georgeos visita junto al equipo de Simcha diferentes puntos importantes de la geografía española, examinando grabados y pinturas rupestres con la más moderna tecnología y emplazamientos arqueológicos recientemente descubiertos que podrán guardar alguna relación con la civilización atlante. Uno de los principales descubrimientos que corroboran de manera espectacular la historia de Platón es la presencia de un curioso motivo en numerosas estelas con guerreros, barcos y, especialmente tres círculos concéntricos alrededor de un punto central con un canal conectándolo con el círculo exterior. Este símbolo podría ser una representación esquemática de la Atlántida, cuya capital, según Platón, estaba rodeada de tres canales de agua conectados con el mar por un canal central. El mismo símbolo se encuentra en otros artefactos que aparentemente no guardan relación alguna con estas estelas y pinturas rupestres, como una famosa cerámica encontrada en Jaén y conservada en el Museo Nacional Arqueológico de Madrid. Desgraciadamente, la burocracia española no permitió el acceso de los productores a este importante hallazgo. También en Jaén examina el equipo una Antigua ciudadela que, a diferencia de todos los lugares examinados por Simcha a lo largo y ancho del Mediterráneo, encaja con bastante exactitud con la descripción que hace Platón de la Atlántida: Marroquíes Bajos. Esta ciudadela floreció hace al menos cinco milenios y estaba organizada en anillos concéntricos que alternaban agua y tierra, conectados entre ellos, siendo, hasta la fecha, la única en todo el mundo con un diseño casi idéntico al usado en el trazado de la planta urbanística de la capital de la Atlántida, con círculos concéntricos perfectos, casi como trazados al compás, tal como se dice en el Critias de la misma capital de la Atlántida. Paul Friedländer, uno de los más importantes platonistas del siglo pasado, sugirió en su momento que la descripción platónica de la Atlántida había sido inspirada tal vez a través de la descripción del Imperio Persa de Heródoto en las historias de maravillosas ciudades circulares de Asia; aunque estas -de paso sea aclarado- no contaban con fosos circulares inundados de aguas que fueran alternados con anillos de tierra como sí vemos en la primigenia Jaén del Calcolítico y en la capital de la Atlántida. En tiempos de Friedländer la arqueología desconocía la existencia de ciudadelas como Marroquíes Bajos. Ahora, sin embargo, es la misma arqueología la que nos 5/11

muestra que Platón tenía razón y los académicos se equivocaban: tales ciudades existieron y justo en el Occidente, en la misma área geográfica donde se sitúa la legendaria civilización atlántica, cerca de las Columnas de Hércules y de la región de Gadeira. Pero uno de los descubrimientos más relevantes del equipo de expertos que acompañaban a Simcha ocurrió cuando Georgeos les mostró unas pinturas rupestres en Laja Alta, al sur de España, en las que él cree ver una escena portuaria de la misma civilización marítima atlántica descrita en el Timeo y el Critias, a cuyo puerto, tal como se describe en el Critias, venían barcos de casi todas las naciones. Tal como explica Georgeos en el documental, se aprecian hasta siete barcos con diseños diferentes, lo cual es ciertamente inusual incluso en las altas civilizaciones de épocas muy posteriores de la Edad del Hierro. Los prestigiosos científicos contratados por James Cameron para revisar las hipótesis de Georgeos descubrieron lo que parece ser la representación de un puerto y una zona de amarre para barcos que no solo se propulsaban por remos sino también por velas y que recientes dataciones científicas (publicadas poco después de haberse terminado la filmación del documental) por la Universidad de Granada, sitúan nada menos que en unos 6000 años, siendo por tanto los más antiguos barcos con velamen de toda la humanidad. No habiendo encontrado evidencias arqueológicas irrefutables bajo el océano –además de unos posibles tambores o discos de columnas o muelas de molino y una curiosa pero muy deteriorada formación rocosa que parece haber sido modificada por el hombre–, el equipo toma como punto de referencia las pinturas rupestres y las indicaciones de Díaz-Montexano sobre la zona donde se podría hallar tal puerto o zona de espera sumergida desde hace miles de años y así, el Atlantic Explorer, buque insignia de la expedición, navega en dirección al Islote de Sancti Petri. Esta pequeña isla no sólo se encuentra muy cerca de la localización descrita por Platón en sus diálogos, sino que tuvo en su momento un templo dedicado a Melkart, el Hércules romano. ¿Podría ser ésta la verdadera localización de la Atlántida de Platón? Contra toda probabilidad, a varios kilómetros al Sur de Sancti Petri, en altar mar, algo lejos ya de la costa, el equipo de Simcha encuentra en tan solo un par de inmersiones, en menos de una hora y a una profundidad cercana a las -40 metros (tal como de detalla en el libro: “Atlantis Rising. National Geographic and scientific search for Atlantis”, 2017, de Georgeos Díaz-Montexano), no ya una, sino hasta seis anclas de piedras, a pocos metros unas de otras, y una enorme ancla de pierda algo aislada de las anteriores. Todas ellas podrían datar de la Edad del Bronce. En cualquier caso, tanto la tipología de las anclas de piedra como la profundidad y lejanía mar adentro, apuntan a que son, como muy reciente, de la Edad del Bronce, pero anterior a la llegada de los fenicios. Sin descartar que pudieran ser incluso del Calcolítico o del Neolítico, como al parecer son los mismos barcos con remos y velas de la Cueva de Laja Alta, pudiendo ser, en este caso, anclas de piedras de estos mismos barcos que por su diseño evidencian una alta civilización marítima. El tamaño de alguna de las anclas revela, además, el gran tamaño de esos barcos. ¿Restos anteriores a la civilización de Tartesos? ¿Restos de la misma civilización marítima atlántica que Solón traduce con el nombre griego de Atlántida? ¿O podría ser que, después de todo, sean 6/11

uno y lo mismo, una floreciente civilización marítima que dominó el Mediterráneo desde el oeste, destruida y reconstruida de nuevo, y conocida en la historia y la leyenda con diferentes nombres? Tan sólo nos queda esperar a que nuevas investigaciones lideradas por tan importante y preparado equipo de profesionales puedan arrojar más luces sobre estos descubrimientos.

Argumentos en defensa de “El resurgir de la Atlántida” de Cameron, Jacobovici y Díaz-Montexano para National Geographic, 2017. Por José Manuel Peque Martínez, licenciado en filología por la Universidad Complutense de Madrid. El pasado mes de marzo National Geographic estrenó un documental titulado “El resurgir de la Atlántida” en el cual querían ahondar en la idea, ya mostrada en otro programa anterior, “Finding Atlantis”, de que el mito platónico de la Atlántida tenía una base histórica y estaba originado por una antigua civilización que pudo tener su base en la Península Ibérica. “El resurgir de la Atlántida”, dirigido por James Cameron y dirigido por Simcha Jacobovici, sin embargo, ofrece un estudio más profundo y detallado que su antecesor. Presentado como una especie de viaje por los lugares más emblemáticos de la Antigüedad mediterránea, el equipo busca datos y pruebas que ayuden a demostrar la probable existencia de una antigua civilización que parece manifestarse poco a poco, según va avanzando el documental y van presentándose las pruebas que los defensores de esta teoría dicen defender. A través de las ruinas de Akrotiri, los templos de Malta, las estructuras circulares llamadas “nuragas” de Cerdeña, y los petroglifos, ciudades y estructuras circulares de la Península Ibérica. Es en la Península Ibérica donde vamos a detenernos con más detalle en nuestro análisis. El documental cubre las investigaciones de dos famosos expertos en la búsqueda científica de la Atlántida: Richard Freund y Georgeos Díaz-Montexano. Al primero ya le conocemos de su paso por el primer documental “Finding Atlantis”, y desarrolla su búsqueda en el Parque nacional de Doñana y el litoral mediterráneo y atlántico de Andalucía.

Las hipótesis de Georgeos Díaz-Montexano Georgeos Díaz-Montexano no es un autor tan conocido a nivel mediático, y sin embargo ha consagrado casi treinta años de su vida a la búsqueda histórico-científica de la civilización atlante, recorriendo de forma incansable la península Ibérica, entre otros lugares cercanos al Atlántico, en busca de pruebas indiciarias que pudieran de algún modo relacionarse con lo que él mismo clasifica como una leyenda histórica atlántica. Entre esas pruebas se cuentan petroglifos como los de Campanario, Badajoz, y pinturas rupestres como 7/11

las de la Cueva Laja Alta, en Jimena de la Frontera. Díaz-Montexano ve en tales pinturas, especialmente en las figuras de barcos con remos, timón y velas, que según su interpretación parecen salir (o escapar) de un puerto representado por una figura cuadrangular con una área en espiral o circular concéntrica en su interior. Para este escritor español, en las Estelas de Guerrero del Suroeste, también se hallan algunas pistas de la posible existencia en el suroeste de la península Ibérica el recuerdo sobre una antigua civilización que como la legendaria Atlántida al parecer trazaba sus asentamientos y ciudadelas con un patrón circular concéntrico. Para él, los escudos de estas estelas podría haber sido decorados con el diseño o símbolo de la misma legendaria capital de Atlantis, con sus tres fosos circulares alternándose con dos anillos de tierra, todo ello rodeando a una isla-acrópolis pequeña en el mismo centro, desde la cual salí un canal que se extendía hacia el exterior de todos los fosos y anillos de tierra, lo que se aprecia en los escudos como triples aberturas que se adentran en dirección al centro mismo. Por otra parte, Díaz-Montexano se percató de que todas las figuras humanas que presentan cuernos, estos no les salen de ningún tipo de casco, sino directamente de las sienes de la cabezas mismas, por tanto, se trataría de guerreros-toros, es decir, como una especie de guerreros mino-tauros. Una manera simbólica de representar a un pueblo de guerreros que se veían a si mismos como descendientes del toro, el principal animal sagrado de la realeza de los atlantes. Las figuras de guerreros con cuernos y la posterior escritura tartésica, son algunas de las pruebas indiciarias artísticas y epigráficas que aporta el atlantólogo y escritor español sobre la posible existencia de una gran civilización que pudo haber florecido en el suroeste de Iberia, desde el Neolítico (Cultura Megalítica) y principalmente durante la Edad del Cobre (Cultura del Vaso Campaniforme) hasta finales de la Edad del Bronce, y que desde el mismo suroeste se habría expandido hacia casi toda Europa occidental, septentrional y central, a la par que por el norte de África hasta las islas del Mediterráneo y algunos puntos de Asia Menor, coincidiendo, en este sentido, con lo que se describe en el Timeo y el Critias (entre otras fuentes) sobre la expansión de los pueblos atlánticos de Occidente a Oriente. Aunque dichas pruebas indiciarias puedan parecer aún insuficientes, lo cierto es que el patrón del circulo concéntrico es un modelo que se repite con mucha frecuencia en la Península, especialmente entre La Mancha, el Sur y el Suroeste. En el documental, Georgeos Díaz-Montexano muestra a Simcha Jacobovici el magnifico asentamiento de la Motilla del Azuer, Daimiel, Ciudad Real, un asentamiento circular fortificado que quizás pudo haber sido usado también como un templo a una divinidad de las aguas, y que para el autor sería una prueba arqueológica más de que los símbolos circulares concéntricos de las Estelas de Guerrero y de los petroglifos y pinturas rupestres, podrían responder a representaciones simbólicas de aquellos antiguos asentamientos y recintos ceremoniales o templos que formaban parte de la mismas civilización atlántica que Solón después tradujo al griego con el nombre de atlante o de la Atlántida. Otra de las pruebas expuestas en el documental son las ruinas halladas en Jaén, en el solar conocido como Marroquíes Bajos. En este solar se ha hallado un gran yacimiento donde se repite el patrón circular en el trazado mismo de la ciudadela y los perímetros defensivos. Y, sorprendentemente, al igual que se describe la capital de Atlantis, esta “Antigua Jaén” (como se la llama en el documental) del Calcolítico, 8/11

también alternaba fosos que funcionaban como canales, bien conteniendo o conduciendo agua, con anillos de tierra o espacios inter-fosos. Un diseño que solo se aprecia en la capital de Atlantis. Tal como la reconstruyen en el documental, la Antigua Jaén era como una ciudad gemela de la Atlántida, como una ciudadela que emulaba el mismo patrón urbanístico de la capital de la civilización marítima atlántica, y donde llegaron a vivir decenas de miles de habitantes, desde al menos hace unos 5000 años, hasta finales del Calcolítico y principios del Bronce. El testimonio de la destacada arqueóloga jiennense, Estela Pérez Ruiz, así lo avala también.

Doñana y Tartessos como probable origen del mito El punto culminante del programa se produce, sin embargo, en el Coto de Doñana y el islote de Sancti Petri. Desde hace mucho tiempo investigaciones arqueológicas como las de Schülten, fotografías por satélite, y el propio relato platónico, han apuntado hacia las marismas del Guadalquivir como lugar de nacimiento de la civilización atlante. Díaz-Montexano muestra una copia bizantina del mapa de Ptolomeo, que muestra la Península Ibérica tal y como era hace miles de años, con el antiguo estrecho de las Estelas de Herakles (Columnas de Hércules), Gadeira (Cádiz) y la desembocadura del río Baitios (Betis), actual Guadalquivir, y sobre una isla situada en la misma desembocadura del Guadalquivir, en la zona ubicada entre el Cerro del Trigo y la costa, justo donde se desarrolla la escena con Simcha, Richard y Georgeos, aparece la palabra mágica: “Tartessos”, escrita junto a un símbolo de ciudad circular fortificada. Éste es uno de los más sorprendentes descubrimientos de Díaz-Montexano. Los investigadores se preguntan si la cuasi mítica civilización tartessia que tuvo su asiento principal entre Andalucía, Extremadura y el sudeste de Portugal, era heredera de la atlante o bien la misma civilización atlántica. La casi imposibilidad de excavar en el lugar, debido a que es espacio protegido, así como que la ciudad (ya sea la capital de Atlantis o la misma ciudad de Tartessos) debería estar enterrada profundamente bajo toneladas de barro y cieno, hacen que sea muy difícil poder confirmar o descartar esta hipótesis en particular. Sin embargo, piensan, que tal vez puedan hallar restos de un importante puerto de espera en el Golfo de Cádiz. Si existió en esta zona de Doñana cercana a la costa, tal como se ve en el mapa de Ptolomeo, una ciudad de la relevancia de Tartessos, o la misma capital de Atlantis antes, es de esperar que no muy lejos mar adentro deberían hallarse evidencias arqueologías de la existencia como mínimo de una zona de espera para los barcos, antes de poder entrar en el puerto principal de la ciudad. Por ello deciden entonces hacer una investigación subacuática en los alrededores del islote de Sancti Petri, y entonces, varios kilómetros mar adentro, al Sur de Sancti Petri, justo en la zona donde Díaz-Montexano había indicado por referencias que había estado reuniendo durante años, y hallazgos propios, el equipo de buzos profesionales, liderados por el célebre arqueólogo subacuático (una leyenda en su campo), Dr. Ralph K. Pedersen, en apenas un par de inmersiones y en menos de una hora, hallan hasta seis anclas de piedra muy antiguas que por el estilo y la lejanía de la costa en que aparecieron sin la menor duda solo podrían ser datadas en la Edad del Bronce o en el Calcolítico. En cualquier caso, anterior a los fenicios, lo que parece corroborar la hipótesis de Georgeos Díaz-Montexano de que en la zona podría haber existido un importante puerto (sumergido ya desde hace miles de años) que muy probablemente controlaba el 9/11

comercio entre el Atlántico y el Mediterráneo. El documental continúa su periplo hasta las Azores, pero llegados a este punto debemos concluir este estudio de los hallazgos mostrados en el documental para lanzar una pregunta: ¿Por qué ningún medio de comunicación ha querido hacerse eco de los hallazgos mostrados en “El resurgir de la Atlántida”? A nuestro entender se muestran suficientes evidencias como para tomar en consideración un estudio profundo del tema. Al menos, debería producirse un debate al respecto. Personalmente, el autor de esta valoración opina que, desde el punto de vista arqueológico, existe una base lo suficientemente consistente como para merecer un debate científico serio. Este documental no debería rechazarse, sin más, por el mero hecho de tratar unas hipótesis sobre la Atlántida. Empiezan a ser muchas las voces que señalan al suroeste de nuestro país como la tierra de origen de una civilización importante. Quizás la más importante de todas cuantas existieron en el Occidente. Y que quizás aprendamos a observarla cuando superemos la ceguera del ultraescepticismo y aprendamos a estudiar los restos arqueológicos de una forma más global. En vez de interpretarlo todo desde una visión meramente localista o regional tal como se ha venido haciendo hasta ahora, sobre todo en España.

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