Atando Cabos. Estudio de los restos humanos de Tolombon.

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Descripción

ATANDO CABOS. ESTUDIO DE LOS RESTOS ÓSEOS HUMANOS DE TOLOMBÓN María Soledad GheGGi roberto PaPPalardo Mariano orlando Sobre el borde de una alta barranca y delante de un paisaje grandioso e imponente, de altos cerros, cuyos lancos el tiempo y los meteoros han carcomido, dormían su sueño eterno, dentro de sus tumbas de piedra, los viejos calchaquíes. Juan Bautista Ambrosetti (1897)

INTRODUCCIÓN En este trabajo presentamos una puesta al día en referencia al estudio de los restos óseos humanos procedentes del sitio arqueológico Tolombón. Estos restos constituyen un registro disperso, resultado de las intervenciones arqueológicas de inales del siglo XIX y de las actividades de huaqueo actual. En este sentido, se plantea como objetivo extraer el mayor corpus de datos posible con este universo de estudio limitado. El sitio arqueológico Tolombón ha sido objeto de numerosas investigaciones arqueológicas, reseñadas en el trabajo de Williams y colaboradores en este volumen, por lo que no nos extenderemos en su tratamiento. No obstante, nos interesa revisar las evidencias acerca de la funebria del sitio. En este sentido, De Aparicio (1948) menciona que sus excavaciones en el interior de los recintos dieron muy pobres resultados y detalla el hallazgo de inhumaciones secundarias de adultos en urnas toscas, además de párvulos en ollas domésticas y en urnas de estilo Santamariano. Por otro lado, en los espacios libres entre las construcciones halló un grupo de tres urnas Santamarianas vacías. Menciona también que hacia el sur del poblado, en las inmediaciones del cerro, descubrió inhumaciones de infantes en urnas (De Aparicio 1948, en Rafino 1991) con ricos ajuares que no describe en su publicación. Las investigaciones realizadas por la doctora Williams y colaboradores a partir del año 2000 permitieron localizar dieciséis tumbas, todas huaqueadas, por fuera del área residencial, sobre el faldeo sur en las quebradas laterales del pukara (Williams 2002). La presencia de entierros extramuros se da en Tolombón al igual que en Rincón Chico-Lampacito, Quilmes y Fuerte Quemado, sitios con los que comparte el mismo patrón de asentamiento, consistente en conoides con presencia de estructuras en lo alto, recintos conglomerados ubicados en la ladera y en la base del conoide y áreas

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especializadas segregadas. Asimismo, la segregación de subadultos en áreas especializadas es un rasgo que se observa en varios sitios de la región1. En el año 2001 se descubrió en una de las quebradas que suben al fuerte un entierro que había sido parcialmente abierto. De forma circular, presenta un cerramiento con lajas, y la cámara principal se encuentra por debajo de una gran piedra apoyada sobre los laterales de la cárcava formando una especie de alero de 2 m de ancho por 0,90 m de alto en un extremo, 0,40 m de alto en el otro extremo y una profundidad de 2,60 m. En este entierro casi todos los restos se hallaban depositados en un sedimento disturbado y de textura limo-arenosa. Durante la excavación se procedió a la recuperación de los restos óseos, que fueron posteriormente analizados en gabinete (igura 1).

Figura 1. Imagen de la tumba huaqueada de Tolombón 1

Para el noroeste argentino podemos señalar como ejemplos de entierros de párvulos en áreas segregadas los casos del norte de La Rioja como Talacán, Hualco y San Blas de Los Sauces (Boman 1927), Loro Huasi (Tarragó et al. 1997), Famabalasto (Schreiter 1930) y El Pichao (Johansson 1996).

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En este trabajo se presentan también los resultados del estudio de un conjunto de cráneos de Tolombón recuperados durante las excavaciones realizadas en este sitio a inales del siglo XIX y que se encuentran alojados en el Museo de La Plata. Dado que el estudio del sitio arqueológico Tolombón se enmarcó dentro un proyecto mayor que tenía, entre otros objetivos, realizar un aporte a la discusión del consumo de alimentos durante el momento incaico (ca. 1430-1550 AD) de ocupación del noroeste argentino (NOA), se realizaron análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno sobre una muestra de restos óseos procedentes de la tumba huaqueada, cuyos resultados e interpretación también se presentan en este trabajo.

EL ESTUDIO DE LOS RESTOS ÓSEOS HUMANOS

Procedencia de los materiales Como señalamos en la introducción, una serie de restos óseos humanos proceden de las investigaciones a las que hicimos alusión previamente. Estos restos fueron divididos en dos conjuntos. El primero está integrado por diez cráneos recuperados por Ten Kate (1896) que actualmente están alojados en el Museo de La Plata. Este investigador, conservador de la Sección Antropología del Museo de La Plata, estuvo a cargo de la excavación de los restos óseos en la expedición que esta institución organizó en el año 1893. Dados los criterios de recolección del momento, los cráneos no poseen material postcraneal asociado ni información contextual. Este conjunto también se compone de un cráneo depositado en la colección osteológica del Museo Etnográico (FFyL, UBA), el cual fue incorporado al análisis. El segundo conjunto de restos óseos procede del rescate arqueológico antes mencionado. Los resultados del análisis de los restos óseos hallados en este contexto han sido oportunamente publicados por Orlando y Pappalardo (2005), por lo que solamente retomaremos esta información para resaltar los aspectos de interés de esta contribución.

Metodología La metodología para abordar el estudio del primer conjunto (cráneos) consistió en la determinación del sexo y la estimación de la edad de cada individuo. Para la primera variable se consideró una serie de rasgos macroscópicos, a saber: glabela, cresta nucal, arco superciliar y apóisis mastoidea. A cada rasgo le fue asignada una de las siguientes categorías: masculino, femenino, probablemente masculino, probablemente femenino o indeterminado (Buikstra y Ubelaker 1994). Se estimó la edad en cráneos sobre la base de la fusión de suturas craneales (especialmente la sincondrosis esfeno-occipital) y palatinas (Buikstra y Ubelaker 1994), la erupción dental (Ubelaker 1989) y la reabsorción completa de piezas dentales. Se asignó a cada individuo dentro de los siguientes grandes

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grupos: subadultos (-18 años), adulto joven (19-34 años), adulto maduro (35-49 años), adulto mayor (+50 años) y adulto indeterminado (+18 años) (Buikstra y Ubelaker 1994). Se realizó la observación macroscópica en busca de lesiones patológicas que pudieran dar cuenta de enfermedades sufridas en vida, por ejemplo patologías metabólicas (por ej. patologías porosas de la bóveda u órbitas), traumas (por ej. fracturas premortem o perimortem), patologías infecciosas (por ej. osteomielitis), reacciones inlamatorias (por ej. periostitis) o patologías orales (por ej. caries, pérdida dental antemortem, abscesos), entre otras. Asimismo, se registró la presencia de alguna modiicación intencional del cráneo siguiendo los lineamientos postulados por Dembo e Imbelloni (1938). Ambos conjuntos de restos óseos diieren en su conservación. Mientras que el primero se encuentra en buen estado, el segundo (tumba huaqueada) se compone principalmente de restos multifragmentados, con presencia de escasos elementos completos e identiicables. Esto planteó un importante desafío metodológico, en tanto implicó el análisis de un conjunto muy alterado. Teniendo en cuenta esto, uno de los principales aspectos registrados durante las tareas de laboratorio, fue la observación macroscópica de la supericie cortical del hueso y la identiicación de marcas asociadas con la acción de procesos tafonómicos. Una vez realizadas estas observaciones, se procedió con el trabajo de laboratorio del segundo conjunto. El primer paso metodológico consistió en la estimación del número mínimo de individuos (NMI), la cual fue realizada a partir del examen de los huesos carpianos (de la mano) y tarsianos (huesos del pie), que resultaron ser los únicos que se encontraron enteros. Al respecto, la elección de estos huesos estuvo guiada por dos variables, las cuales tuvieron en cuenta el estado y conservación de éstos: 1. la alta fragmentación que presentaba el material en general y 2. una mayor perdurabilidad en el registro, debido a que poseen una estructura más densa en relación con los huesos planos y largos (Willey et al. 1997). En relación con la segunda variable, las diáisis de los huesos largos son las que poseen una mayor densidad ósea, dado que la estructura cortical contiene una proporción elevada de hueso compacto en una menor supericie. En contraste, las epíisis son menos densas, vinculadas a la menor proporción de tejido esponjoso, de arquitectura laminar; una mayor supericie de exposición y por ende mayor deterioro mecánico. Por otro lado, los elementos que poseen estructura y forma compacta (i.e. calcáneo, astrágalo, huesos carpianos, cuerpos vertebrales, etc.) poseen una densidad mineral elevada en relación con otros elementos. En este caso se tomaron las tablas de densidad mineral ósea (g/cm²) elaboradas por Suby y Guichón (2004) y se obtuvieron algunos promedios a manera de ejemplo para los huesos hallados en Tolombón. Siguiendo con las variables utilizadas para el análisis del registro obtenido, debemos aclarar que incluimos dos que fueron puestas en práctica de forma post hoc, sobre la base de las descripciones y detalles de relevamiento que aparecen en la libreta de campo de la doctora Verónica Williams (comunicación personal). Lamentablemente, no pudimos aplicarlas en su debido momento y creemos, aunque tarde, que su uso aporta-

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rá algo más de información sobre las condiciones en que se hallaban los restos óseos. Siguiendo el protocolo delineado en Luna et al. (2012), las variables mencionadas son: 1. Porcentaje de completitud (modiicado de Gordon y Buikstra 1981). Permite evaluar macroscópicamente la cantidad de de tejido óseo presente en cada elemento. Posteriormente, cada elemento se clasiica de acuerdo con los siguientes rangos: 0=≤ 1% (ausente); 1=1 a 25% (mala); 2=26 a 50% (regular): 3=51 a 75% (buena); 4=76 a 95% (muy buena); 5=≥ a 95% (excelente) (Luna et al. 2012). 2. Deterioro óseo (modiicado de Gordon y Buikstra 1981), el cual evalúa la alteración macroscópica de la estructura del elemento. La supericie ósea puede sufrir numerosos factores tafonómicos y estos valores tratan de establecer un parámetro para su cuantiicación (White y Folkens 1991; Buikstra y Ubelaker 1994; Lyman 1994, 2003; Rodríguez 1997). De esta forma, se clasiica cada elemento de acuerdo con los siguientes criterios: 0 (ausente), 1 (apto para análisis), 2 (no apto para análisis) y 3 (pueden tomarse algunas medidas)2. Consideramos que la mayoría de los huesos extraídos de la tumba posee un bajo porcentaje de completitud, de menos del 25%. Este índice está vinculado con la factibilidad de poder realizar algún tipo de análisis sobre ellos. Esto da como resultado que en la mayoría de los casos no son aptos o sólo pueden tomarse algunas medidas, con la consiguiente falta de datos suficientes para poder realizar un análisis exhaustivo. La separación entre las categorías responde a una forma arbitraria de selección que se relaciona con las descripciones utilizadas en la libreta de campo del rescate. De todas maneras, y a pesar de la pérdida sufrida, durante el proceso de rescate y excavación del material se procedió a mapear tridimensionalmente el conjunto óseo con el fin de optimizar al máximo la evidencia disponible. El objetivo fue tratar de tener un registro más completo y de esta manera poder trabajar los datos, cruzar variables y luego trabajar con diferentes hipótesis e inferencias. Otra línea de trabajo estuvo vinculada con la determinación del sexo de los individuos. Para ello decidimos utilizar varias técnicas para luego poder cotejar los resultados. Así, en un primer análisis intentamos la determinación del sexo a partir de mediciones realizadas en los metacarpos y en las falanges, técnica derivada de las ciencias forenses. El método consiste en tomar seis medidas distintas de los cinco metacarpos y otras seis de la primera falange proximal. En el siguiente paso dichas medidas se deben aplicar sobre una formula de regresión múltiple (Scheuer y Elkington 1993). El segundo método aplicado para la determinación sexual corresponde a la medición del diámetro máximo de la cabeza de fémur y el diámetro vertical de la

Vale aclarar que estas categorías no han sido deinidas por los autores de este trabajo, sino que están siendo aplicadas en los protocolos de laboratorio de un grupo de colegas del cual uno de los autores (R. Pappalardo) ha formado parte activa. 2

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cabeza de húmero (Stewart 1979, citado en Bass 1984), el cual pudo ser aplicado en algunos elementos óseos completos pero aislados, con lo cual si bien se pudieron tomar algunas medidas, no fueron representativas del total. Teniendo en cuenta que se identiicaron restos de subadultos durante las tareas de rescate de la unidad funeraria, se delineó una metodología para acercarnos a la estimación de su edad de muerte. Para este in se consideraron los huesos que presentaban una integridad suiciente como para poder aplicar los métodos actualmente disponibles (por ej. un fémur, dos tibias y un cúbito). Teniendo en cuenta que se trata de huesos largos, se consideró la medición de éstos como el mejor parámetro disponible para la estimación de su edad. Para ello nos apoyamos en el trabajo de Johnston (1962), quien investigó el desarrollo de huesos largos de niños e infantes en el sitio Indian Knoll de Kentucky (citado en Bordach 1985). Con respecto a los análisis de isótopos estables de carbono, se consideró tanto la fracción orgánica del hueso (colágeno) como la fracción inorgánica (apatita). Recientes investigaciones señalan que el carbono del colágeno óseo deriva principalmente de las proteínas incluidas en la dieta, mientras que el carbono contenido en la apatita ósea correspondería al aporte de todos los macronutrientes (por ej., proteínas, hidratos de carbono y lípidos; Ambrose et al. 1997; Ambrose et al. 2003; Kellner y Schoeninger 2007). En cambio, todo el nitrógeno presente en el colágeno óseo deriva de proteínas dietarias y su medición es útil para distinguir entre el consumo de plantas marinas y terrestres y entre aquellas plantas terrestres que ijan nitrógeno de las que no lo hacen, así como para estimar los niveles tróicos entre componentes de un ecosistema (Schoeninger 1995; Ambrose et al. 2003). Cuatro muestras (UGA 16.199, UGA 16.201, UGA 2.085 y UGA 2.086) fueron procesadas en el Center for Applied Isotope Studies (CAIS) de la Universidad de Georgia (USA) y una muestra (Geochron 32.578) fue procesada en el laboratorio Geochron (USA), de acuerdo con el procedimiento que se detalla a continuación. El material fue limpiado mecánicamente y lavado por ultrasonido. Una vez seco fue molido y tratado con ácido acético por 24 hs. para remover los posibles carbonatos secundarios con evacuaciones periódicas de CO2. El residuo obtenido fue iltrado y enjuagado con agua desionizada para eliminar cualquier partícula de ácido acético. Luego, la muestra fue secada a una temperatura de 60ºC y tratada con ácido clorhídrico (HC1) diluido a 4ºC para obtener el dióxido de carbono de la bioapatita. El dióxido de carbono fue puriicado criogénicamente y recolectado para el análisis de la razón de isotopos estables. La solución ácida fue recolectada y dejada una noche a 4ºC, luego fue iltrada y el precipitado fue lavado con agua desionizada. Posteriormente, se hirvió el precipitado en agua desionizada (pH=3) por seis horas para disolver el colágeno. La solución obtenida fue iltrada para aislar el colágeno puro y luego secada. El colágeno seco fue quemado a 575ºC en una ampolla Pyrex conteniendo óxido de cobre (CuO). El dióxido de carbono y el nitrógeno fueron separado criogénicamente y recolectados en frascos para su análisis. La muestra de δ13C fue medida con respecto al estándar internacional PDB, con un error menor a 0,1%, mientras que la muestra de δ15N fue medida en referencia al estándar AIR (Atmospheric Air Nitrogen) con un error menor a 0,2%.

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RESULTADOS El primer conjunto de restos óseos consiste en once cráneos, de los cuales siete corresponden a individuos masculinos, tres a individuos femeninos y uno a un individuo cuyo sexo no pudo ser determinado. Tres cráneos poseen deformación tabular erecta, tres poseen deformación tabular oblicua y cinco cráneos no han sido deformados (tabla 1). Las patologías que pudieron observarse en este conjunto corresponden mayoritariamente a aquellas que se presentan en la dentición, como ser pérdida antemortem de piezas dentales, abscesos dentales; en muchos casos se observaron diferentes grados de desgaste dental. Ésta es una condición isiológica que pudo verse acrecentada por el uso de las piezas dentales como herramientas o por el consumo de alimentos duros. No se observaron lesiones que pudieran relacionarse con procesos infecciosos, metabólicosnutricionales o traumáticos. En un solo caso (cráneo 683) se registró la presencia de osteogenia anómala en el cóndilo derecho del occipital, consistente con las reacciones óseas esperables en relación con enfermedades degenerativas de las articulaciones. Con respecto al segundo conjunto óseo, el registro de marcas tafonómicas nos permitió obtener cierta información sobre los agentes que pudieron afectar su conservación. Si bien la preservación general es buena, el material presenta un alto grado de fragmentación (tabla 2). La mayoría de las fracturas observadas son de tipo espiralado, las cuales podrían corresponder y/o estar relacionadas con el pisoteo durante el huaqueo (Mengoni Goñalons 1988). Ahora bien, teniendo en cuenta el contexto de emplazamiento de la tumba, los agentes post-depositacionales que pudieron haber afectado a los huesos allí depositados se limitarían tal vez a dos o tres de ellos. En un primer término podríamos mencionar la posible acción radicular de plantas y arbustos. El lugar de hallazgo de los huesos, presenta una cobertura de vegetación de tipo estepa xeróila donde predomina una cobertura arbustiva, baja y adaptada a los suelos arenosos o pedregosos. Desde los fondos de quebradas secas se encuentran bosques de churqui (Prosopis ferox) y matorrales de molle (Schinus areira); en las orillas de los cursos de agua, abunda la chilca (Baccharis salicifolia) y en las laderas empinadas, bromeliáceas (Abromeitiella brevifolia y Tillandsia gilliesii y T. pusilla) (Cabrera 1971). A medida que aumenta la altura, la vegetación cambia y encontramos jarillas (Larrea divaricata, L. cuneifolia y L. nitida), la mata sebo (Monttea aphylla) y el monte negro (Bougainvillea spinosa); abundantes cactáceas (Trichocereus pasacana y T. poco), algunas gramíneas y algarrobos. En el conjunto óseo huaqueado no se pudieron identiicar marcas dendríticas que se pudieran relacionar con el accionar de raíces y de plantas. A modo de ejemplo, citamos un comentario anotado en la libreta de campo: “(…) los restos presentan un estado de conservación muy malo a causa de la humedad y las raíces” (14 de marzo del 2001). En segundo lugar, podemos mencionar la acción de animales, que usaron el lugar como guarida o refugio. Esto último no lo pudimos comprobar, ya que las marcas característica de animales madrigueras (v.gr. marcas de roído) no estaban presentes en la cortical del hueso; sin embargo, según anotaciones de campo, “se observó la presencia de muchos restos de roedores”.

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Tabla 1. Conjunto 1. Resultados del análisis de la muestra de cráneos n° cráneo/ procedencia

Sexo

Edad

Deformación

Fem. Mas. Indet. Ad. joven Ad. maduro Ad. indet. Tab. erecta Tab. oblicua

Sin. def.

Patologías

X X

X X -

X -

X -

X

X X X -

X -

X

X X X -

No No No No No Tabique nasal desviado. Desgaste dental moderado

620 (MLP)

-

X

-

-

-

X

X

-

-

632 (MLP)

-

X

-

-

-

X

-

X

-

665 (MLP)

-

X

-

-

-

X

-

-

X

Pérdida dental antemortem y desgaste severo de las piezas presentes

683 (MLP)

X

-

-

-

-

X

-

X

-

Osteogenia en cóndilo derecho del occipital

684 (MLP)

-

X

-

-

-

X

X

-

-

Desgaste dental moderado y absceso lingual

15959 (ME)

-

X

-

-

-

X

-

-

X

No

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612 (MLP) 613 (MLP) 614 (MLP) 615 (MLP) 616 (MLP)

Cuadrículas/microsectores 1+

2+

Post craneal

Craneal

Elemento óseo (locus 1) (locus 1)

3

4+ (locus 1, 2 y 3)

5+ Densidad ósea Total promedio (locus 4) (gr/cm2)

Condiciones de la muestra para análisis % de Estado por completitud elemento

Cráneo

5

0

0

2

0

7

-

0

0

Mandíbula Huesos indet. del cráneo Dientes

0

0

0

0

0

0

-

0

0

0

0

0

0

0

0

-

0

0

0

0

0

1

0

1

-

0

0

Vértebras + V. indet. Costillas + C. indet. Huesos cortos

4

0

0

7

0

11

0,931

1

2

10

0

0

6

0

16

0,496

1

2

1

0

0

1

0

2

0,957

4

1

2

0

0

16

0

18

1,257

3

3

1

0

0

3

0

4

0,687

1

2

1

0

0

5

0

6

0,867

0

0

Indeterminados

24

0

0

1

0

25

2

2

Otros materiales

1

0

0

1 carbón, 1 cerámica, 1 puco

0

0

Total

48

0

0

42

0

90

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Huesos largos Huesos planos (omóplato) Pelvis

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Tabla 2. Conjunto 2. Distribución de las evidencias óseas y condiciones presentes para análisis

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Un tercer factor con implicaciones tafonómicas puede estar vinculado al agua. En este sentido, si bien se trata de una región con precipitaciones acotadas durante una determinada época del año, no podemos descartar la gran modiicación sufrida en el paisaje y ocasionada por el hombre en relación con los grandes procesos productivos. Como mencionábamos, hay precipitaciones abundantes durante los meses estivales, disminuyendo el resto del año, pero las grandes extensiones productivas, con sus diferentes variedades cultivadas (i.e. vid, olivo, soja), han modiicado las precipitaciones, llegando incluso a ocasionarlas fuera de estación. Esto sumado a los años en los que se produce el fenómeno de El Niño, coaccionaron para que la preservación de los huesos no fuera la mejor. Como ejemplo podemos citar parte del diario de campo donde dice que “después de la gran lluvia el agua iltró por la pared de la tumba y arrastró bastante piedra” (24 de marzo de 2001). Teniendo en cuenta lo expresado en las notas, es indudable que parte del deterioro que sufrieron los huesos estuvo relacionado con las precipitaciones y con la acción del agua. Estos eventos tafonómicos contribuyeron a la pérdida de evidencias, tanto óseas como culturales, que podrían haber aportado información acerca de las prácticas mortuorias (por ej, ubicación del cuerpo, acompañamiento mortuorio) y su posible connotación social (por ej, estatus o posición social). Por otra parte, teniendo en cuenta que los huesos que registran una mayor presencia en la muestra examinada fueron los tarsos y carpos, se estimó a partir de éstos que el NMI para la muestra es de siete. Sobre éstos se aplicó la metodología de determinación sexual mencionada previamente, lo que permitió estimar que todos los elementos correspondían a individuos femeninos (tabla 3). Asimismo, la presencia de fémures y humeros permitió realizar una asignación sexual aproximada. De esta forma, sobre un total de catorce fémures, seis fueron asignados como femeninos, uno como masculino, dos a posibles femeninos, uno a posible masculino y cuatro a indeterminados (tabla 4). Tabla 3. Asignación sexual de carpos y falanges (Scheuer y Elkington 1993) Elemento óseo

Lateralización Der. Izq. Indet.

Determinación sexual Fem. Masc. Indet.

1º metacarpo

X

-

-

X

-

-

2º metacarpo

-

X

-

X

-

-

3º metacarpo

X

-

-

X

-

-

3º metacarpo

X

-

-

X

-

-

1º falange proximal

-

-

X

X

-

-

1º falange proximal

-

-

X

X

-

-

1º falange proximal

-

-

X

X

-

-

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Tabla 4. Asignación sexual de fémures (Stewart 1979) Elemento óseo

Lateralización

Fémur

Der.

7 6 1

X -

Determinación sexual

Izq.

Indet.

Fem.

X -

X

3 2 1

posible Fem. 2 0 0

Indet. 1 3 0

posible Masc. 0 1 0

Masc. 1 0 0

Con respecto a los húmeros, del total de nueve, seis corresponden a individuos de sexo femenino y tres a indeterminados; ninguno tuvo asignación masculina. Si bien la ausencia de masculinos entre los húmeros puede deberse a un error interobservador en la asignación sexual, también podría corresponderse con que sólo los individuos femeninos estuvieron representados por este elemento óseo, ya que coincide con el MNI de femeninos estimado a partir de las mediciones sobre los fémures (tabla 5). Tabla 5.Asignación sexual de húmeros (Stewart 1979) Elemento Lateralización óseo Húmero Der. Izq. Indet. Fem. 4 X 3 4 X 2 1 X 1

Determinación sexual Posible Fem. Indet. Posible Masc. Masc. 0 1 0 0 0 2 0 0 0 0 0 0

Asimismo, uno de los fémures hallados corresponde a un infante cuyo rango etario varía entre seis y dieciocho meses de edad al momento de la muerte, mientras que dos tibias (una derecha y una izquierda) y un cúbito de lateralidad indeterminada corresponden a un individuo en gestación (Fazekas y Kòsa 1978; Schutkowsky 1993; Scheuer y Black 2000). La información sobre los restos de subadultos es magra debida fundamentalmente a su contexto de hallazgo, el cual se encontró muy perturbado, y además a la imposibilidad de asociación con los restos de adultos hallados en la tumba. Lamentablemente, en este caso concreto, el análisis de los subadultos no pudo extenderse, más allá de lo esbozado en el párrafo anterior.

ISÓTOPOS ESTABLES Tal como señala Keegan (1989), el análisis de los isótopos estables de carbono y nitrógeno aplicado a restos óseos no proveen una reconstrucción directa de la dieta, ya que ésta resulta de un agregado de múltiples comidas individuales. En este sentido, los resultados de los análisis nos brindan la posibilidad de establecer periles de consumo

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que relejan la contribución a la dieta de diversos grupos de alimentos. Estos grupos de alimentos son aquellos que poseen similares signaturas isotópicas como para agruparse y a su vez diferenciarse de otros con diferente signatura y que se corresponden con las plantas agrupadas en C3, C4 y CAM. Los resultados obtenidos para la muestra de restos óseos de Tolombón (tabla 6) nos muestran un enriquecimiento importante de la fracción de colágeno y apatita ósea, lo que indicaría que la fuente de proteínas de la dieta de estos individuos provino de una fuente C4 (posiblemente maíz o amaranto). Este dato coincide con los hallazgos de diversas variedades de maíz halladas en el sitio (ver Rodríguez en este volumen).

Tabla 6. Muestras óseas utilizadas para análisis de isótopos estables de Tolombón nº laboratorio

Sigla

Hueso

Sexo

Edad

δ13C‰ apatita

δ13C‰ δ15N‰ colágeno colágeno

Húmero Indet. Adulto T4C1L1 izquierdo indet.

-4,00

-9,30

9,00

Húmero Indet. Adulto UGA 16.199 T4C2L1 izquierdo indet.

-4,80

-9,03

3,20

Húmero Indet. Adulto UGA 16.201 T4C1L1 izquierdo indet.

-5,00

-9,63

11,10

Indet. Adulto indet.

-4,70

-9,90

10,10

Húmero Adulto izquierdo Indet. indet.

-4,90

-9,30

11,70

Geochron 32.578

UGA 2.085

T4C4L1

UGA 2.086

T4L5

Húmero derecho

Lo que acabamos de señalar se hace evidente cuando se comparan los datos de Tolombón con el modelo propuesto por Kellner y Schoeninger (2007), quienes sugieren que una forma más precisa de abordar el estudio de la fuente de energía de la dieta (i.e. proteínas) es ploteando los valores de δ13C sobre colágeno y apatita entre sí en referencia a dos líneas de regresión cuyos extremos indican una dieta con obtención de energía puramente C3 o puramente C4 (igura 2). La comparación de los resultados obtenidos para el material óseo arqueológico de Tolombón con material de referencia para vegetales actuales y arqueológicos, y fauna arqueológica del sitio (Mengoni Goñalons 2007, 2009, en este volumen), nos muestra que claramente la dieta de estos individuos se constituyó con un aporte mayoritario de vegetales C4 y herbívoros que se alimentaron posiblemente de plantas C4 (Mengoni Goñalons 2007, 2009; igura 3). Esta conclusión se apoya en los valores de δ15N de los restos óseos humanos, ya que si consideramos un aumento de 3 o 4% en cada nivel tróico, coincide plenamente con lo esperado a partir del consumo de los camélidos analizados por Mengoni Goñalons (2007, 2009; ver Mengoni Goñalons en este volumen).

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Figura 2. Comparación de los valores de δ13C sobre colágeno y apatita de los restos óseos de Tolombón con las líneas de regresión propuestas por Kellner y Schoeninger (2007)

Figura 3. Comparación de los resultados de isótopos estables de Tolombón con los conocidos para plantas actuales y arqueológicas. Los marcadores negros indican vegetales arqueológicos (valores tomados de Gil et al. 2011); los grises indican vegetales actuales: Zea mays (valores tomados de Smith y Epstein 1971 y Turner et al. 2010), Amaranthus caudatus, Chenopodium quinoa, Solanum sp. y Phaseolus lunatus (valores tomados de Turner et al. 2010). Los valores para los camélidos de Tolombón fueron tomados de Mengoni Goñalons (2009)

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DISCUSIÓN En este acápite quisiéramos discutir acerca de lo que nos permite problematizar o a qué conclusiones podemos arribar a partir del estudio de un registro osteológico disperso, resultante de una serie de factores intrínsecos a las muestras óseas, así como de una serie de factores antrópicos que implicaron la recolección de ciertas partes esquelétales en detrimento de otras, la ausencia de información contextual y la ausencia de partes y de pérdida de contexto resultado del huaqueo. Un intento de relacionar ambos conjuntos óseos nos permite sugerir dos grandes grupos de datos. A nivel biológico podemos señalar que la población esqueletal de la muestra estudiada está representada por individuos adultos y subadultos. El conjunto excavado en la tumba huaqueada permite plantear la presencia de subadultos, rasgo ausente en el conjunto de cráneos, lo cual no resulta extraño a la luz de los criterios de excavación del momento. Además, en ambos conjuntos hallamos individuos de ambos sexos, aunque en diferentes proporciones. Otro aspecto que debemos señalar es que en la muestra de cráneos existe una sobrerepresentación de los masculinos en una razón 2,3:1, mientras que es esperable que en poblaciones humanas la razón terciaria sea de 1:1 (Walker et al. 1988; Howell y Kintigh 1996; Paine y Harpending 1996). Asimismo, en la muestra de la tumba huaqueada hay más individuos femeninos representados, pero en este caso hay muchos indeterminados debido a la alta fragmentación del material. Otro dato que obtuvimos resultado del estudio de los restos óseos es que se registraron patologías orales correspondientes a pérdida dental antemortem, abscesos y diferentes grados de desgaste dental en el conjunto de cráneos. Estas lesiones son esperables en poblaciones con alto consumo de hidratos de carbono y azúcares, así como alimentos duros o con partículas líticas entre los alimentos. Los abscesos corresponden a fístulas de drenaje de pus, las cuales indican procesos infecciones en las piezas dentales que eventualmente podrían culminar en la pérdida de éstas (Langsjoen 1998). Nos parece interesante notar que no se hallaron lesiones poróticas en los cráneos analizados. Estas lesiones, atribuidas generalmente en la literatura paleopatológica a la presencia de anemia por déicit de hierro y asociadas a un consumo excesivo de maíz, también nos pueden indicar una relación sinergética entre un estado nutricional deiciente, la existencia de parásitos y la presencia de enfermedades infecciosas que probablemente contribuyeron de forma importante a la aparición de anemia (Reinhhard 1992; Ubelaker 1992; Campillo 2001). Creemos que la ausencia de estas lesiones en la muestra analizada puede responder a dos motivos no excluyentes. O bien las poblaciones alcanzaron un adecuado balance entre el consumo de maíz y la ingestión de otros productos que contrarrestaron los efectos negativos del maíz, o bien las lesiones asociadas a porosidades craneales no responden a una etiología asociada con anemia por déicit de hierro, tal como ha sido sugerido recientemente (Walker et al. 2009). En el caso de nuestro estudio, los datos de isótopos estables de carbono y nitrógeno, si bien muestran un importante consumo de proteínas de una fuente C4, también señalan la presencia de un complemento de proteínas cárnicas. Igualmente, tampoco podemos descartar el consumo de amaranto, un importante grano que contiene entre 13 y 18% de proteínas y altos niveles de lisina, un aminoácido esencial que en general se encuentra en bajas proporciones en los vegetales (National

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Research Council 1989). Si este fuera el caso, indicaría que los individuos analizados tuvieron acceso a un repertorio de alimentos que contribuyó a una dieta balanceada que les permitió sustentar su crecimiento y reproducción, al menos en lo que hace a las muestras analizadas. Otro tipo de información a la que tuvimos acceso mediante el estudio realizado es la que se vincula a la funebria. En este sentido, surgen algunos puntos que nos parece importante considerar. Si bien De Aparicio (1948) indica el hallazgo de subadultos enterrados en urnas en diversos lugares del poblado, lo que señalaría el entierro segregado de este grupo etario, el análisis osteológico de los individuos enterrados en la tumba huaqueada nos permite postular la coexistencia de subadultos y adultos en una misma unidad funeraria. No obstante, no podemos por el momento ni airmar ni negar la coexistencia de ambas prácticas ya que no existen datos cronológicos para los entierros reportados por De Aparicio (1948). Por otro lado, algunas de las características más sobresalientes de estos entierros fue la utilización de cavidades, ubicadas debajo de grandes bloques de piedra. Creemos que es posible que esta característica fuera parte de una práctica que remitía a una asociación simbólica con los cerros, elemento altamente venerado en la cosmología andina (Earls y Silverblatt 1978; Sillar 1996, entre otros). Finalmente, aunque escasa, la información disponible nos permite plantear la existencia de diversos tipos de entierros en el asentamiento de Tolombón, que podrían responder a prácticas relacionadas con el mantenimiento de áreas de entierro exclusivas reclamadas por algún segmento corporativo (Saxe 1970; Goldstein 1981; Morris 1991), al entierro diferencial de ciertos individuos a través de la remarcación visual de ciertos espacios en detrimento de otros (por ejemplo, las tumbas debajo de piedras en la ladera del cerro vs. los entierros en cistas en el ámbito doméstico; Williams 2005) o a prácticas tendientes a la diferenciación a partir del tratamiento de los cuerpos (ver ejemplos en Cortés 2010 para el Valle del Cajón).

RELEXIONES FINALES En primer lugar, creemos que la muestra ósea analizada puede ser entendida como un conjunto devenido a partir de una serie de circunstancias históricas de índole político, académico y personal. En este sentido, entrelaza los destinos de varias generaciones de arqueólogos, desde inales del siglo XIX hasta la actualidad, pero a la vez representa los valores académicos de cada una de estas épocas, así como los aspectos políticos de la práctica arqueológica en relación con las comunidades de origen. La muestra de cráneos excavados por Ten Kate en 1893 no solamente da cuenta de la primacía de la recuperación de éstos para los estudios de clasiicación racial, sino que representa la importancia de la recolección de objetos arqueológicos para formar el acervo del Museo de La Plata, fundado con un claro objetivo político de ser el repositorio de la Ciencia (Podgorny 1995). Enmarcados en una epistemología positivista, las investigaciones de esa época se guiaban por el principio del inductivismo, que sostiene no solamente que las hipótesis se

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deben derivar a posteriori de la recolección de datos, sino que éstas deban incluir la recolección de la mayor cantidad de observaciones posibles. Este concepto tiene una particular importancia en la actualidad porque explica la profusión de objetos recuperados en estas expediciones, así como su separación del contexto arqueológico de pertenencia, ya que también dentro de esta epistemología se considera que los datos hablan por sí solos si son correctamente interpelados. Este último punto es vital para entender porqué los objetos recuperados en las primeras expediciones arqueológicas fueron extraídos sin considerar su contexto de origen y a su vez nuevamente separados al ser agrupados por categorías de objetos (v. gr. cerámica, lítico, madera, etc.; Saletta 2010). El conjunto óseo estudiado también nos habla de los diferentes modos que están implicados en la búsqueda cientíica versus las predisposiciones de los habitantes locales ante los entierros. Como ejempliica el siguiente pasaje: Nuestra alegría cientíica que nos lanzaba a una profanación, contrastaba con la angustia visible en las caras de nuestros peones, a quienes les repugnaba tener que revolver los huesos de sus antepasados. En sus movimientos y en sus rostros bronceados había como un grito de la sangre calchaquí que protestaba. La primera sepultura quedo abierta y entonces presenciamos una escena tocante. Uno a uno nuestros peones desilaron ante ella arrojando cada cual su puñado de coca y pronunciando en quichua estas palabras ingenuas y sentidas que jamás olvidaré: Tata antiguo, toma y coquea, no te enojes, a nosotros nos ordenan. Aquellos huesos y aquellos cráneos que volvían a ver la luz del sol después de tantos siglos parecían mirarnos con sus orbitas vacías, sus bocas mudas, y relatarnos su pasado; y en su conjunto tétrico había un pedido macabro para que como nación y como raza, los arrancáramos de la desesperante mansión del olvido (Ambrosetti 1897:303-305). El fragmento que acabamos de reproducir testiica de algún modo la importancia que tienen en la actualidad los restos arqueológicos para la manifestación de la identidad indígena. En especial, los restos óseos y los entierros plantean la posibilidad de establecer vínculos de ancestralidad con el territorio y son considerados en relación con los reclamos por las tierras de las cuales las comunidades indígenas fueron brutalmente desalojadas hace más de 500 años por los conquistadores españoles. Justamente, Tolombón ha sido mencionado como foco de la resistencia Calchaquí y ha quedado en el imaginario como el lugar de residencia del legendario Juan Calchaquí, cacique de los tolombones, líder indígena que presentó una aguerrida resistencia a los españoles (Lorandi y Boixados 1987-1988). En conclusión, creemos que el análisis osteológico encarado, así como su contextualización con los datos de investigaciones previas, no solamente nos permitió arribar a ciertas hipótesis en referencia a la población que habitó Tolombón en momentos prehispánicos, sino que nos permitió generar una serie de inquietudes relacionadas con la naturaleza de las diversas prácticas mortuorias registradas, con la profesión arqueológica actual y pasada y con la importancia de los entierros en los vínculos de ancestralidad de las comunidades actuales. En este sentido, creemos que el valor de cualquier estudio

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social no reside solamente en los aspectos que permite resolver sino en los interrogantes que permite plantear.

AGRADECIMIENTOS A Randy Culp y Alex Cherskinsky del CAIS por su constante asesoramiento en la interpretación de los resultados isotópicos. Al Dr. Pucciarelli por permitirnos el análisis de los restos óseos depositado en el Museo de La Plata. A Andrés di Bastiano y Mariano del Papa por su generosa predisposición en el estudio de los restos. A la Dra. Myriam Tarragó por permitirnos el análisis de los restos óseos del Museo Etnográico y a Claudia Aranda y a Karina Zuccala por su amabilidad durante el análisis de los restos. Los análisis fueron inanciados por los proyectos 5361 del CONICET y PICT 1550 de la ANPCyT.

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