Aspectos vinculantes entre Oaxaca y Guatemala al interior de la monarquía hispana

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Aspectos vinculantes entre Oaxaca y Guatemala al interior de la monarquía hispana Francisco Rodolfo González Galeotti 28 de abril de 2016 Introducción Pensar en los aspectos vinculantes de dos espacios geográficos en el tiempo histórico, implica necesariamente una reflexión que sitúe dichos espacios. Pero como es bien sabido, lo que importa no es el espacio o el tiempo en sí mismo, lo que son mucho más relevantes son las relaciones y personas que le dan sentido a tales dimensiones a través de sus vidas, actos cotidianos, procesos en que se ven involucrados, de los cuales son participantes privilegiados por el hecho de haber estado allí. Dicho esto, el motivo de esta ponencia es presentar ejemplos del tipo de vinculaciones que se dieron entre provincias que existían dentro de una monarquía interoceánica. Ya es conocido el hecho de la interrelación que existía entre la provincia de Oaxaca y el Reino de Guatemala. Su importancia no radica tanto en que este sea un tema nuevo, ya que ha sido una situación ya conocida en la historiografía. No obstante, lo relevante es el abordaje de este tema a fin de convertirlo de un tema marginal a un problema de investigación. Escalas Las provincias de Oaxaca y del reino de Guatemala tiene varias similitudes en términos geográficos (cadenas montañosas, senderos fluviales, sus costas comparten un mismo océano, latitud climatológica) históricos (sociedades hidráulicas, eslabones de comunicación) y sociales (importante presencia de población india y mulata, con bolsones de población mestiza y española) Estos elementos comunes tienen a su vez, sus propias particularidades, constituidas por las dinámicas sociales y los procesos históricos que les dieron características propias. La importancia que tuvieron estas provincias para su articulación se manejó en varias escalas. La primera, es la que las sitúa en el ámbito de una monarquía discontinua e interoceánica. En esta, los espacios se constituyen como una sola entidad ordenada a través de jurisdicciones subordinadas a la autoridad del monarca en turno. En esta escala, los lugares en cuestión entran en juego con otros territorios controlados por la Corona. Bien sea que sea trate de aquellos ubicados en las costas de Océano Pacífico, los Andes, el Río de la Plata, el Mar Caribe o el mar de China; son todos lugares desde donde un conjunto de

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territorios, se hallaban sujetos a la autoridad real, pero en los que además, sus habitantes en tanto súbditos, respondían con distintos grados de obediencia.1 La interrelación entre las distintas provincias de la Corona Española en los territorios americanos existía a distintos grados; sin embargo, estas distaban por mucho de tener el tipo de intensidad que existe en la actualidad. Ello porque los procesos de carácter político los condicionaron, entendiendo la política como la toma de decisiones desde la Corona, sus instituciones, leyes, guerras, además de los conflictos de intereses que existían entre distintas capas, sectores y corporaciones en las provincias y sus regiones. Los múltiples intereses en juego de dichos actores colectivos e individuales, delinearon el tipo de relaciones que se establecieron al interior de las monarquías y entre las provincias. La fuerza de los intereses políticos no sólo se implicó control y fiscalización de la corona, además de las condiciones que permitieron reforzar las condiciones para los enfrentamientos con otras coronas como la británica y francesa. En ese sentido era fundamentales los flujos que facilitasen recursos fiscales, información de las provincias, entre las provincias a través de correos, pero también la construcción de caminos, fortalezas como parte de un sistema defensivo para que los sistemas de milicias pudieran entrar en combate para la defensa de los territorios americanos. A ello se le deben sumar las condiciones materiales de existencia, para que esos vínculos pudieran llevarse a cabo. Estas fueron sobre todo, las condiciones de las rutas de tránsito que se utilizaron para poderlos llevar a cabo. Senderos líquidos y terrestres tenían características particulares, así como los tipos de tecnología que eran utilizados para poderlos usar como rutas propiamente dichas. Es común señalar que una condición que limitó el desarrollo económico de los territorios americanos, fue la falta de caminos que a la postre, eran deficientes. Asimismo es necesario tomar en cuenta que la tecnología que demandaba ese mantenimiento, incluyendo la materia prima para producirla, estaba restringida por el tipo de relaciones sociales de producción (fuerza de trabajo, aspectos institucionales, intereses políticos, etc.) Quizás mejor suerte pudieron correr los senderos fluviales, al menos los que conocemos como parte de proyectos presentados por magistrados, oficiales o comerciantes cuyos intereses políticos jugaron un papel muy importante en su proyección, uso y ejecución (Acayucan, Coatzacoalcos, Grijalva, Usumacinta, etc.)-, ya que estas vías, en tanto rutas, no necesitaban mantenimiento por parte de la Corona, exceptuando los casos en que se tratase de habilitar rutas que

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En las últimas décadas los estudios históricos sobre la monarquía hispana han puesto énfasis en el rol de las élites o familias notables en el funcionamiento del aparato burocrático, político y económico del Imperio Hispano. Se ha enfatizado en el rol que tuvo la negociación, la venalidad y la obediencia, o sea se ha investigado en el cómo funcionaba más allá de pensar a esos grupos como meros parásitos del colonialismo. Por ejemplo véase: Arrigo Amadori, Política americana y dinámica de poder durante el valimiento del CondeDuque de Olivares (1621-1643), Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2011.

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atravesaran los ríos o que fueran sometidos a desvíos para la agricultura. 2 Los senderos marítimos tenían otro tipo de requerimientos, como lo era la habilitación para puertos, pero también de poblados para que las embarcaciones pudieran descargar, repararse, abastecerse y para la distensión de la tripulación y los habitantes. Al menos dos aspectos influyeron notablemente en el uso de estas rutas. El clima, como un factor constante que acorde con las estaciones, variaba las condiciones en que las rutas podían ser o no utilizadas. Bien fuese se tratara de una estación seca que permitiera el tránsito, aunque podría haber escasez de alimentos para personas y animales que usaban las rutas; o bien temporadas de lluvias que inundaban extensiones de tierra, dando lugar a la creación de pantanos o a la aparición de plagas o epidemias. El segundo aspecto a contar es el uso de animales que se utilizaban en las jornadas de viaje. Los animales como seres vivos necesitaban alimentos que podían ser proveídos en haciendas o ranchos, ubicados a lo largo de las rutas que eran utilizadas. Diferentes tipos de ganado (bovino, ovino, caprino, caballar o mular), recorrían estos senderos, que a su vez los conectaban con propiedades dedicadas a la crianza de ganados. Haciendas como las que eran parte del marquesado del Valle de Oaxaca, las de Acayucan, las que fueron parte de la hacienda de los Olachea.3 Bien fuera para crianza o pastoreo, la importancia de las haciendas era fundamental para la continuidad de las rutas de comunicación. Más que haciendas o ranchos, el último elemento a tomar en consideración, son las distintas unidades productivas que echaban mano de los recursos que tenían a su disposición, para poder mantener los flujos de intercambios y comunicación, por medio de la especialización de labor (artesanos, carpinteros, ganaderos, arrieros, leñadores, mineros, herreros, etc.) Estos elementos variaron con cada geografía y contexto, y fueron los que permitieron que las distintas provincias pudieran interrelacionarse en las escalas locales, regionales y monárquicas. Procesos y productos Una de las principales fuerzas que permitían la vinculación entre las provincias de Oaxaca y de Guatemala eran aquellos de carácter económico, en particular las que involucraron el comercio. Gracias a varias investigaciones ha sido posible identificar una serie de productos clave en la economía de las provincias en cuestión. 2

Un ejemplo de la importancia de los senderos fluviales para el comercio, el abasto de granos y la preeminencia de élites comerciantes véase: Alejandro Tortolero Villaseñor, “De las canoas a los ferrocarriles producción y comercio en la región de Chalco a fines del siglo XVIII y durante el porfiriato” en Verónica Oikión Solano (ed.) Historia, nación y región, Zamora, Michoacán: El Colegio de Michoacán, 2007., para el caso del Tehuantepec véase: Laura Machuca, “Proyectos oficiales y modos locales de utilización del Istmo de Tehuantepec en la época colonial: historias de desencuentros”, en Emilia Velásquez, Eric Leónard, Odile Hoffman y M-F Prévôt-Schapira (coords). El istmo mexicano: una región inasequible. Estado, poderes locales y dinámicas espaciales (siglos XVI-XXI) México, CIESAS/IRD, 2009, pp. 59-64. 3 Para el caso de la hacienda de los Olachea véase: Sergio Nicolás Gutiérrez, Cruz, Casa, crisol y altar De la hidalguía vasconavarra a la hacienda chiapaneca: Los Esponda y Olachea, 1731-1821, Chiapas, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2009.

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Un producto de suma importancia era la sal. Este producto era de suma importancia para la conservación de los alimentos en una época en que no existía la refrigeración. En ese sentido su importancia era estratégica tanto en el control de la producción como de la distribución. Dicho producto ya había sido atesorado antes del siglo XVI. Durante el período colonial dicha producción fue un producto en pugna por los distintos grupos como los indios, españoles y la Corona misma. Las salinas del Tehuantepec fueron un caso ejemplar en ese sentido, ya que su comercio fue un puente que conectó las provincias en cuestión.4 Un producto que adquirió gran relevancia fue el tinte de la grana cochinilla. Este producto llegó a tener una relevancia fundamental para los ingresos de la Corona, superada solo por la plata extraída principalmente de minas en el centro y el norte de la Nueva España. Su demanda como tinte en los mercados europeos significó importantes ingresos y su producción estaba encargada casi totalmente en manos de los indios de varios partidos de la provincia de Oaxaca. Durante el siglo XVIII la producción y exportación de este producto, aún a pesar de los fluctuantes precios, representó importantes sumas para los comerciantes involucrados, como también para los Consulados de Comercio de la Ciudad de México inicialmente y de Veracruz posteriormente.5 Esta producción no era exclusiva de Oaxaca, ya que la provincia de Chiapas fue partícipe de su producción, al igual que Yucatán y Guatemala desde 1819. Al iniciar el siglo XIX la producción guatemalteca rebasó en importancia a la Oaxaqueña desplazándola y llegando a su cénit hacia mediados del siglo, solo para ser reemplazada por la producción en las islas canarias y el advenimiento de los tintes químicos.6

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Laura Machuca Gallegos, Comercio de sal y redes de poder en Tehuantepec en la época colonial, México: CIESAS, 2007. 5 Brian Hammet, Política y comercio en el sur de México 1750-1821, (1976), Oaxaca, UABJO, El Colegio de Michoacán, El Colegio de San Luis, 2013. Pp. 57-60, 152-156. 6 Carlos Sánchez Silva indica la importancia sociopolítica del cultivo de la grana en Oaxaca como articular de relaciones sociales y de poder. Los indios la producían a través del sistema coactivo del repartimiento, los comerciantes la distribuían, articulaban con otros productos al tiempo que se enriquecían y finalmente la burocracia hispana y mexicana también obtenía beneficio de su producción a través de la tributación, repartimiento al tiempo que dependían del capital de los comerciantes. En suma gracias a la grana comerciantes y burócratas dependían de la explotación del indio. Carlos Sánchez Silva, Indios, comerciantes y burocracia en la Oaxaca poscolonial, 1786-1860, Oaxaca: Instituto Oaxaqueño de las culturas, 1998. Para ahondar en la producción de grana en Oaxaca, en especial en el distrito de Nejapa véase: Huemac Escalona Lüttig, Rojo profundo: grana cochinilla y conflicto en la jurisdicción de Nexapa, Nueva España, siglo XVIII, Tesis doctoral, Universidad Pablo Olavide Sevilla, 2015. Y sobre las dinámica socioeconómica en la misma jurisdicción: “Grana, conflicto y rebelión en los pueblos indios de Nexapa, Nueva España, 1750-1800” en línea (http://www.colmich.edu.mx/rersab/files/informacionMiembros/Huemac_Escalona_proy2.pdf) Para analizar la cadena mercantil de la cochinilla véase: Carlos Marichal “Mexican Cochineal and the European Demand for American Dyes, 1550-1850” en Steven Topik, Carlos Marichal y Zephyr Frank, From Silver To Cocaine: Latin American Commmodity Chains and the Building of the World Economy, Durham and London, Duke University Press, 2006, pp. 76-92. La producción de grana no fue exclusiva de los pueblos indios de Oaxaca, a quienes se les vedó participar en su comercio. En Chiapas estuvo a cargo de las nopaleras de los

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Similar, aunque no reportara ganancias tan grandes, fue el añil o índigo. Originalmente producido en el reino de Guatemala durante el siglo XVII, pero la falta de acceso a tierras, mano de obra, capitales financieros, mercados e interés político no despunto en el comercio transatlántico.7 Este tinte tuvo una fuerte demanda en los mercados europeos luego de la Guerra de la Oreja de Jenkins o Guerra del Asiento en 1748.8 No obstante es posible que su producción encontrase un mercado en la Nueva España, al menos hasta que Querétaro y Michoacán pudieron abastecerse del tinte por su cuenta en la segunda mitad del siglo XVII.9 Aunque el núcleo central de la producción de añil estaba en El Salvador, el oriente de Guatemala y el norte del Soconusco fueron partícipes de su producción en el reino. 10 No obstante una variedad del añil se cultivó en Oaxaca en las inmediaciones del Tehuantepec a causa de los ingresos que representaba para las arcas reales.11 De similar a como sucedió en Oaxaca con la grana, la mayoría de la producción de añil era llevada a cabo por los ‘poquiteros’ que se encargaban de la producción en pequeñas cantidades, pero cuya comercialización y distribución podía hacerse solo a través de la mediación de algunos miembros del Consulado de comercio de Guatemala como fue el caso del Marqués Juan José de Aycinena.12 La relevancia de esta producción se mantuvo constante luego del zoques de los Altos. Antonio García de León, Resistencia y utopía, (1985) México, Editorial Era, 2002, pp. 6869. Por otra parte Hammet señala que en 1819 la Corona se autorizó cultivar grana en Yucatán y Guatemala, Hammet, Política y comercio, 2013, p. 207. Al entrar el siglo XIX la producción Oaxaqueña fu desplazada por la Guatemalteca. Su producción fue paulatinamente estimulada con su introducción por el Capitán General Bustamante en 1811 y por el Consulado de comercio de Guatemala desde 1818. Ralph Lee Woodward Jr. Privilegio de clase y desarrollo económico Guatemala 1793-1871, San José, EDUCA, 1981. Pp. 77-88. En Guatemala su producción integró mano de obra ladina (mestiza) e india, siendo las mujeres un sector clave. David McCreery, Rural Guatemala 1760-1940, Stanford, California, Stanford University Press, 1994, pp. 113129. Huelga decir que la grana fue fundamental para el sostén del régimen conservador de Rafael Carrera hasta la década de 1860 en que fue reemplazada por la producción del tinte en las islas canarias y el descubrimiento de los tintes sintéticos. Ralph Lee Woodward Jr. Rafael Carrera y la creación de la república de Guatemala, 1821-1871, Guatemala, F&G editores, 2011. Véase también: Daniele Pompejano, La crisis del antiguo régimen en Guatemala (1839-1871), Guatemala, Editorial Universitaria, 1997. Y especialmente Manuel Rubio Sánchez (1961) “La grana o cochinilla” en Antropología e historia de Guatemala, vol. 13, no.1, enero, pp. 15-46; (1994), Historia del cultivo de la grana o cochinilla en Guatemala, Tipografía Nacional, Guatemala. 7 Murdo Macleod, La Historia socio-ecónomica de la América Central española, 1520-1720, Guatemala, Piedra Santa, 1980. 8 Troyd S. Floyd, “The Guatemalan Merchants, the Gobernement, and the Provincianos, 1750-1800” en Hispanic American Historical Review, XLI (Febrero de 1961), pp. 90-110. 9 Cristina Torales Pacheco, La compañía de Francisco Ignacio de Yraeta (1767-1797) Cinco Ensayos, México, Instituto Mexicano de comercio exterior, Universidad Iberoamericana, 1985. Pp. 258. 10 Benjamín Lorenzana Cruz, “negros y mulatos en el noroeste de la provincia colonial de Soconusco, siglo XVIII”, Chiapas, Consejo estatal para las culturas y las artes de Chiapas, 2009.; Juan Pablo Peña Vicenteño, Relaciones interculturales, La Afroindianidad en la Audiencia de Guatemala. Siglos XVI y XVII, Tesis de maestría, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2011, pp. 12-40. 11 Hammet, Política y comercio, p. 203. 12 El estímulo a la producción del añil estuvo a cargo del Consulado de Comercio de Guatemala Woodward, Privilegio de Clase, 1981, pp. 75-76. No obstante el interés económico más importante estuvo a cargo de los miembros del clan Aycinena, en particular luego de las crisis de langostas Miles Wortman, “Central América” en Diana Balmori, Stuart F. Voss y Miles Wortman, Notable Family Networks in Latin America, Chicago and

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proceso de independencia, sobre todo en el caso de El Salvador que mantuvo su conexión comercial a través de este producto hasta el advenimiento del café. 13 Es muy probable que la distribución de esta producción se diera por medio de un sistema de arreglos y pactos que mantenían para poder traficar por rutas fluviales con los productos necesarios para poder ahorrar tiempos, riegos so esfuerzos.14 Como ya se ha mencionado anteriormente la producción de ganados era muy necesaria esta fuerza motriz para poder distribuir y transportar los productos que se producían e intercambiaron entre las provincias. Los ganados eran criados en algunas propiedades que en su mayoría eran propiedad de criollos o españoles. Haciendas como las que eran parte del marquesado del Valle de Oaxaca, las de Acayucan en Veracruz, las que fueron parte de la hacienda de los Olachea en la Alcaldía Mayor de Tuxtla, las hacienda de Chocolá en la Alcaldía Mayor de Suchitepequez, o incluso desde las haciendas de Olancho en Honduras.15 La crianza de los ganados permitió que los dueños de las haciendas como los rancheros y algunos pueblos especializaran sus actividades para la recepción y crianza de ganados como sucedió con el pueblo de San Juan Guichicovi en el Tehuantepec. El ganado tenía era importante por tres motivos. El primero era naturalmente el que involucró la alimentación, sobre todo lo que refería a los ganados bovinos que eran enviados de una provincia a otra para aprovisionarlas y donde los animales eran degollados en los rastros de las ciudades. No solo la carne era un recurso utilizado por estos animales, sino también cueros que eran sumamente importantes para el transporte, la elaboración de calzado y otros productos. El segundo, naturalmente, el transporte de productos o personas usando caballos, burros, pero sobre todo mulas. La importancia de estas últimas fue clave por la cantidad de peso que podían llegar a soportar, pero también por su adaptabilidad a las geografías, especialmente escarpadas como las montañas que caracterizan las cadenas montañosas de las provincias en cuestión.

London, University of Chicago Press, 1984, pp. 64-68. Véase también: Miles Wortman, Gobierno y sociedad en Centroamérica: 1680-1940, Guatemala, Editorial Cara Parens, 2012. Para un estudio más detallado sobre la producción de añil en el reino de Guatemala véase McCreery, Rural Guatemala, pp. 17-112. Y para un estudio comparativo estudiando las cadenas mercantiles con la costa este norteamericana e India véase. McCreery “Indigo Commodity Chains in the Spanish and British Empires 1560-1860” en From Silver To Cocaine, 2006, pp. 53-75. 13 José Antonio Fernández Molina, Pintando el mundo de azul: el auge añilero y el mercado centroamericano 1750-1810, El Salvador, Dirección de publicaciones e impresos, Consejo Nacional para la Cultura y el arte, 2003. 14 Machuca, “Proyectos oficiales”, El istmo mexicano, 2009. 15 A propósito de las haciendas y arriería en Acayucan, Veracruz véase: Álvaro de Jesús Alcántara López, Autoritarismo, desobediencia y transgresión en el Veracruz colonial, 1750-1802, Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2015.; “Configuración territorial, grupos de poder y dinámicas sociales en la Provincia de Guazaqualco” en El istmo mexicano, 2009.; y “Élites ganaderas, redes sociales y desobediencia cotidiana en el sur de Veracruz a finales del siglo XVIII” en Historia Mexicana, vol. LVI, núm. 3. 2007, pp. 779816. Respecto el comercio con la hacienda Olachea véase: Gutiérrez, Cruz, casa, crisol, 2009.

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No solo productos y trasporte eran importantes derivados de los ganados. De importancia fue el uso que se le daba a la lana del ganado ovino que, junto con el algodón, era proceso a través de los repartimientos de hilados para hacer mantas que servían como parte del proceso de tributación y del comercio. Este tipo de producción era muy recurrente tanto en Oaxaca como en Los Altos de Guatemala y Chiapas y permitieron que algunas plazas como Quetzaltenango se convirtieran en asentamiento de auténticas élites regionales. El procesamiento de los hilados podía ser encargado a través de un sistema donde entraban los intereses de los comerciantes de la mano con los magistrados locales que demandaban productos determinados a través de los repartimientos.16 Tal fue el caso de los tejidos, mantas, la grana entre otros. La importancia que tenía esta producción permitió que ciertas plazas adquiriesen una importancia económica notable. El alcance de su producción permitía que las mantas pudiesen comerciarse en otras provincias para aprovisionar de ropas (como en El Salvador)17 a ciudades, villas y pueblos a las cuales estaban conectadas a

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En conjunto, el Sur de la Nueva España y al norte del Reino de Guatemala (el núcleo mesoamericano colonial) la alta población india fue el principal recurso a explotar a través del repartimiento tal como lo ha constatado Margarita Menegus al comparar dicho mecanismo con la población del centro de la Nueva España, siendo que en esta última los pueblos indios dispusieron de más recursos económicos para caer en la llana explotación gracias a la presencia de haciendas y la ganadería. Margarita Menegus Bonnerman, “La economía indígena y su articulación al mercado en Nueva España. El repartimiento forzoso de mercancías” en Margarita Menegus (comp.) El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y Filipinas, México, Instituto Mora- UNAM. CESU, 2000. 17 Miles Wortman indica que a las reformas borbónicas y el impulso a la producción de añil se logró una articulación de los sectores productivos. Los pueblos de Los Altos de Guatemala producían mantas y legumbres para el Salvador, en tanto las provincias de Nicoya, Nicaragua y Honduras aportaron el ganado para carnes y cueros. Es plausible que desde la provincia de Chiapas se aportaran mantas para el aprovisionamiento de El Salvador, aunque ello dependería en mayor medida del acceso a la materia prima para su producción (ganado lanar o algodón). Miles Wortman, Gobierno y Sociedad, 2011. Saliendo del Reino de Guatemala y entrando a Oaxaca, es posible ubicar varias jurisdicciones como Villa Alta que se distinguieron por producir mantas a través del repartimiento, lo cual la hizo una de las plazas más ricas y apetecidas por los magistrados hispanos a causa dela riqueza que se derivó de la explotación vía el repartimiento. Luis Alberto Arrioja Díaz, Virruel, Pueblos de indios y tierra comunales Villa Alta, Oaxaca: 1742-1856, México, El Colegio de Michoacán, Fideicomiso “Felipe Teixidor y Montserrat Alfau de Teixidor”, 2011, pp. 135-136. En conjunto, al Sur de la Nueva España y al norte del Reino de Guatemala (el núcleo mesoamericano colonial) la alta población india fue el principal recurso a explotar a través del repartimiento tal como lo ha constatado Margarita Menegus al comparar dicho mecanismo con la población del centro de la Nueva España. Es plausible que los productos de Oaxaca, bien fuera de Villa Alta o Jicayán, Teposcolula, Juxtlahuaca o Huajuapan viajaran hacia Guatemala durante esta época a través del comercio, ya que se sabe que las mantas mixtecas llegaron a Yucatán, al menos a finales del siglo XVI. Gabriela Solís indica que en 1581 el comendero Alonso Julián describió la producción del trabajo con algodón ‘…llegaban hasta la rodiclla, todos blancos con un adorno en la parte delantera hecho de techomite traído de la Mixteca, hilado en lana y teñido de colores. Sólo compraban este techomite.’. Gabriela Solís Robleda, Bajo el signo de la compulsión: el trabajo forzoso indígena en el sistema colonial yucateco 1540-1730, México, CIESAS, Instituto de Cultura de Yucaán, INAH, 2003. P. 129. Aún resta por investigar sobre el comercio de mantas y telas entre Oaxaca y Guatemala, sin embargo es posible afirmar que es este habrá sido más intenso a partir del siglo XX, al instalarse fábricas textiles en San Pedro Sacatepequez en el departamento guatemalteco de San Marcos, cuya producción se ha constatado que se vende en San Cristóbal de las Casas, Chiapas y en Mérida, Yucatán. No obstante, es un tema que debe investigarse más a detalle en las fuentes de archivo y manuscritas.

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través del comercio, e incluso a otras provincias de la monarquía como Perú o Guayaquil gracias al tráfico y comercio marítimo.18 Nao de china. Nuevamente el comercio que interconectaba estas provincias no sólo se daba a través de los caminos terrestres que echaban mano de la fuerza motora de la sangre, sino también del uso de determinadas corrientes de viento y de agua. Las embarcaciones que eran utilizadas a fin de ir de una provincia a otra. En los casos de Oaxaca y Guatemala no existían puertos de gran importancia, con la excepción de Huatulco y Sonsonate. No obstante ello no significó que puertos de cabotaje fueran continuamente utilizados para el tráfico de productos de un lugar a otro. Metales, cerámicas, telas, sedas, tintes, pinturas eran productos que llegaban y partían desde el puerto de Acapulco hasta las costa del Pacífico de las provincias de Oaxaca y Guatemala. Los puertos de Hautulco, Tonalá, Izapa, Acajutla, San Miguel, Realejo, San Juan del Sur, Guanacaste entre otros que se habilitaron para el arribo de embarcaciones con importantes cargas de productos para intercambiar y comerciar con o sin permiso de las autoridades.19 Al momento los principales procesos de intercambio que se han señalado son aquellos que están imbricados en los procesos comerciales. Sin embargo son solo uno de los procesos que permitían vincular las distintas provincias en cuestión. Otros aspectos a estudiar son las vinculaciones de tipo intelectual, o culturales. Por ejemplo las devociones de grupos de poder o populares son parte de esos aspectos vinculantes. Historias míticas como la de la Virgen de la Soledad que “decidió” quedarse en Antequera antes de proseguir su viaje a Guatemala donde estaba destinada. En el mismo ámbito de las devociones están los cristos negros que se encuentran tanto en Miahuatlán, Juchitán, Chajul, Esquipulas, por mencionar apenas tres. Sujetos Los protagonistas de los procesos de intercambios y que delinearon las características de diferencia y similitud fueron los distintos sujetos que habitaron estas provincias, dieron forma y significado a las mismas. Los distintos sujetos involucrados en estos procesos se caracterizaron por pertenecer a corporaciones, al mismo tiempo que fueron situados en estamentos sociales que marcaron jerarquías y acceso a mecanismos de poder. Señalar esta característica es necesaria ya que nos refiere a los alcances espaciales que podían tener los individuos pertenecientes a dichas corporaciones. Entre mayor posición de poder dentro de

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Arturo Taracena Arriola, Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena. Los Altos de región a Estado, 1740-1871, Antigua Guatemala, CIRMA, 1999. Hammet, Política y comercio, 2013.Tariscio García Díaz, “La vinculación de Francisco Ignacio de Yraeta con el mercado europeo e hispanoamericano” en Torales Pacheco, La compañía de Ignacio Antonio de Yraeta, 1985, pp. 206-261. 19 Para ahondar en el comercio transpacífico véase: Mariano Alberto Bonialian, El pacífico hispanoamericano Política comercial metropolitana y tráfico asiático entre Filipinas, México y Perú (1680-1784), Tesis doctoral, El Colegio de México, 2010. Pp. 116, 178, 218-219, 270, 284-285, 316-319, 321-322, 342-343, 346.

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la sociedad, mayor el alcance que se tenía y por lo tanto mayor protagonismo directo en los vínculos interprovinciales de la monarquía. Los pueblos indios estaban en la base de estas interrelaciones. De estos procedía la fuerza de trabajo que estaba a cargo de la producción de la grana, el algodón, las mantas, crianza de ganado, extracción de sal y plata, y el cultivo de plantas, legumbres y granos necesarias para la subsistencia de los pueblos, villas y ciudades que existían en la provincia. Los indios no solo se dedicaron a las actividades productivas ya que al interior de los pueblos de indios existían jerarquías dependiendo de lo barrios y linajes a que se pertenecía. Las autoridades estuvieron involucradas en llevar las riendas de los gobiernos locales, al tiempo que servían como intermediarios con los magistrados y oficiales del poder monárquico. En varios casos los caciques estuvieron a cargo de la mantener actividades producción de determinados productos como la sal del Tehuantepec, pero también estuvieron a cargo de la arriería que conectaba a Oaxaca con Guatemala.20 Estos no fueron los únicos en protagonizar los intercambios, ya que es necesario contar también con los tamemes que transportaban productos y personas de un pueblo a otros, aunque sus alcances podían limitarse a las parroquias o los terrenos inmediatos de los pueblos en tanto no estuvieran al servicio de un cacique o principal. No obstante la importancia que tuvieron estos individuos, su presencia se dio sobre todo hacia el siglo XVI. Para el siglo XVII la presencia de criollos, mestizos y mulatos en las actividades comerciales había alcanzado un mayor protagonismo aunque los indios no dejaron de estar presentes. A diferencia de los indios estos grupos que tomaron las riendas del comercio no estaban necesariamente adscritos a un solo lugar. Podían desplazarse más allá de las provincias donde habían nacido o de donde residían normalmente. Algunas de las observaciones señaladas por Eric Van Young sobre los radios de extensión de insurgentes capturados y los apuntes de Hausberger respecto de los arrieros en la Nueva España ya nos dan cuenta de algunas características a tomar en cuenta para ahondar mucho más en el la historia social de estos individuos.21 Es posible también plantear que algunas 20

Para un estudio del comercio que conectó a Oaxaca con el Reino de Guatemala durante el siglo XVI véase: Edith Ortiz Díaz, “El camino real del Soconusco: eje de articulación comercial entre la provincia de Oaxaca y la duencia de Gautemala en el siglo XVI”, en: Janet Long Towell y Amalia Attolini Lecón (coords.) Caminos y mercados de México, México, UNAM, INAH, 2009. Para un estudio Para una visión general de los caminos que atravesaron Oaxaca durante la época colonial veáse: María de los Ángeles Romero Frizzi “Los caminos de Oaxaca”, en: Chantal Cramaussel, Rutas de la Nueva España, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2007. Con una perspectiva que integra el período prehispánica y las transformaciones derivadas de la independencia véase: Leticia Reina Aoyama, “Las rutas de Oaxaca” en Dimensión Antropológica, Vol. 12, enero-abril, 1998, pp. 49-76. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1365; Para un estudio concreto sobre mercaderes entre Oaxaca y Guatemala desde Tehuantepec véase: Machuca, El comercio de sal, 2007, pp. 225-308. 21 La propuesta de la movilidad de los grupos mestizos en Nueva España ha analizado a través de la arriería y la insurgencia. Por ejemplo Bernd Hausberger, “En el camino, En busca de los arrieros novohispanos”, en: Historia Mexicana, Vol. LXIV, n° 1, julio-septiembre, 2014, pp. 65-104. Y Eric Van Young, La otra rebelión, La lucha por la independencia de México, 1810-1821, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.

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formas de organización que se dieron en la costa Pacífica del Nuevo Reino de Granada sobre los comerciantes y arrieros negros pudieron reproducirse en las provincias de Oaxaca y del Reino de Guatemala, en particular aquellas que nos refieren sobre la importancia de la poligamia como mecanismo de apoyo económico en las distintas plazas para el comercio. Faltan estudios al respecto sobre la participación de la población negra y mulata en estas dinámicas a fin de no encasillarlas solamente en la esclavitud o el cimarronaje.22 La investigación en archivos ya nos podría revelar mucho más sobre nombres de este tipo de individuos, aún más de los que ya han sido avanzados por investigaciones como las de Machuca sobre Tehuantepec. La autora identifica algunas de las familias involucradas en el tráfico de la sal entre dicha región con Oaxaca y Guatemala. Es interesante señalar que aquellos de origen criollo no sólo se dedicaron a los intercambios, sino que además se unieron con algunas familias de las provincias de Guatemala, especialmente de Los Altos (Vielma, Santibáñez, Martínez, Castillejos y Esponda y Olachea).23 Los vínculos de índole comercial no eran tratos directos entre los comerciantes de mucho más poder, exceptuando los casos que tenían que ver con las alianzas matrimoniales entre familias de distintas provincias. Y es que estas situaciones no se trataba del matrimonio entre un individuo de poder y una “extranjera” que servía de comunicación con otra provincia, eran sobre todo alianzas de carácter corporativo-clánicas. Igual importancia tenía para la mujer el casarse con un individuo de otra provincia ya que se integraba y ligaba una corporación patriarcal con otra. Y claro, las súbitas muertes de sus maridos podía convertir a las mujeres en viudas que quedaba a cargo de roles que no eran nada desdeñables como propietarias o cabezas de familias) En la mayoría de casos los comerciantes bien afianzados (como los Echarri,Goya, Iturribaría, Castillejos, Esponda y Olachea, Larrazabal, Aycinena, Irisarri, entre otros) dependía de otros individuos no sólo para el transporte de los productos en cuestión, sino que también como agentes de las libranzas y letras de cambio. Es a partir de ese punto que entran en escena otros individuos como lo fueron los arrieros, clérigos, magistrados y oficiales de la Corona. Como ha sido señalado por Hammet, Sánchez Silva y Hensel los comerciantes funcionaron como aviadores de magistrados como corregidores, alcaldes mayores y en algunas

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La población africana fue clave en el desarrollo de la Nueva España y Guatemala. Para su estudio hay varios trabajos donde es posible rastrear su presencia ligada a los procesos de intercambio entre Oaxaca y el Reino de Guatemala. véase: Maira Cristina Córdova Aguilar, Población de origen africano en Oaxaca colonial (1680-1700), Oaxaca, Secretaria de las Culturas y Artes de Oaxaca, 2012.; Peña Vicenteño, Relaciones interculturales, 2011., “Relaciones entre africanos e indígenas en Chiapas y Guatemala” en Estudios de cultura maya, Vol. XLVII, primavera-verano, 2016, pp. 169-190.; Lorenza Cruz, “negros y mulatos”, 2009. 23 Machuca, El comercio de la sal, 2007, pp. 374-393.

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ocasiones de los subdelegados posterior a la reforma de intendentes.24 Estos se valieron de los repartimientos para la distribución de mercadería o el cobro de tributos en forma de cantidades determinadas de grana, añil, cacao o mantas para su posterior distribución y consumo por parte de los comerciantes. El que estas prácticas fuesen fundamentales para la provincia de Oaxaca, plantea la posibilidad de que su importancia haya sido igual, o más, determinante en las provincias de Guatemala y Chiapas, sin contar El Salvador. Fueron mecanismos de capitalizar la fuerza de trabajo de los pueblos de indios según los parámetros en que funcionaba el sistema en cada región.25 Asimismo es interesante tener en consideración que la relación entre los comerciantes y su influencia política trascendiera las provincias. Por ejemplo en 1727 Simón de Larrazábal, vecino de ciudad de Guatemala, solicitó el arriendo de las alcabalas de la ciudad de Oaxaca y de las cuatro villas del marquesado por un período de nueve años. 26 En otros casos la importancia radicaba en las atribuciones e intereses tenían los magistrados como el corregidor de Oaxaca, Mariano del Llano, en la importación de ganado de la hacienda de Olachea en Tuxtla.27 Los intereses que tendían lazos involucraron por tanto el comercio como la política y en medio de esto se encontraban insertas individuos con los mismos apellidos, lo cual nos hace pensar la existencia de un complejo de corporaciones familiares trasnterritoriales. Un caso en ese sentido son los Larrazábal que, como se ha visto, estuvieron en los procesos de recaudación fiscal a inicios del siglo XVIII, pero también los encontramos en otras coyunturas políticas como en las décadas del gaditanismo y participando como firmantes de la constitución de Oaxaca como Francisco Larrazábal y Torres.28 Vale constar la presencia de varios centroamericanos en el proceso de constitución de Oaxaca como Estado independiente Las provincias no sólo eran lugares donde se establecían conexiones entre los residentes sino que eran escenarios donde estos se movían conforme a cada coyuntura política o social. Durante los últimos años de dominación hispana se registró un sostenido aumento en la conflictividad social tanto por amotinamientos a causa de los cambios en respecto a la

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Hammet, Política y comercio, 2013; Sánchez Silva, Indios, comerciantes y burocracia, 1998; Silke Hensel, El desarrollo del federalismo en México La élite política de Oaxaca entre ciudad, región y estado nacional, 1786-1835, (1997) Oaxaca, UABJO, Colmich, Colsan, 2012. 25 A propósito de los sistemas de explotación den Chiapas, Guatemala y El Salvador durante el siglo XVIII véase: Juan Carlos Solórzano, “Las comunidades indígenas de Guatemala, El Salvador y Chiapas durante el siglo XVIII: Los mecanismos de la explotación económica”, en: Anuario de Estudios Centroamericanos, Univ. Costa Rica, 11 (2), 1985, pp. 93-130. 26 Hammet, Política y comercio, p. 41. 27 Hammet, Política y comercio, p. 87. 28 Saulo Chávez Alvarado, Historia mínima del poder legislativo del Estado de Oaxaca Sus integrantes rumbo al bicentenario de vida independiente, Oaxaca, LXI Legislatura, UABJO, 2011, p. 245.; Hensel, El desarrollo del federalismo en México, 2012, pp. 409.

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tributación, el proceso de juras constitucionales, como también por la insurgencia. Estos acontecimientos imprimieron a la dinámica política una intensidad no vista anteriormente. Por ejemplo la presencia de insurgentes y posterior el control de la ciudad de Antquera por los insurgentes al mando de Morelos derivó en la huida de peninsulares hacia provincias todavía bajo control realista.29 Tal fue el caso del obispo Bergoza y Jordán que viajó hacia la vecina Guatemala, probablemente Tuxtla, para luego moverse hacia la Ciudad de México.30 Posteriormente, desde Guatemala el Capitán General Bustamante y Guerra armó un contingente de tropas que fueron enviadas para combatir a las fuerzas insurgentes en la provincia sureña. Estas tropas, dirigidos por miembros de la élite quezalteca de origen peninsular, se movilizaron hacia el Tehuantepec siguiendo el Camino Real. Mantuvieron escaramuzas con los insurgentes enviados en su contra que no avanzaron hacia Chiapas como temía Bustamente y Guerra.31 La insurgencia y sus acontecimientos cambiaron algunas cosas como el ascenso de una élite criolla en Oaxaca, pero su tensa permanencia en las ciudades de Guatemala. Es claro que Guatemala se mantuvo como una plaza leal a la Corona hispana por la serie de medidas del Capitán General, pero también por la influencia del arzobispo Casaus y Torres desde la publicación de su “antihidalgo”.32 No obstante tuvo serias consecuencias en los volúmenes del comercio que procedía desde Guatemala. Parte de ello se registra con el descenso de los volúmenes de índigo registrado por las alcabalas de Oaxaca, pero también por las quejas de los arrieros que eran asaltados por miembros de la insurgencia, quizás en busca de provisiones o de hacerse con el producto para obtener recursos financieros para su lucha.33 No obstante las relaciones entre Oaxaca y Guatemala subsistieron luego de la independencia de la Corona española. Ello se puede atestiguar con las actividades desempeñadas por guatemaltecos en el Estado de Oaxaca. Por ejemplo el leonés Miguel de Larreynaga Balmaceda y Silva creció y se educó en Guatemala. Al momento de la anexión a México se desempeñó en varios cargos representando a las provincias hasta que decidió 29

Hammet, Política y comercio, p. 203 Hammet, Política y comercio, p. 195. 31 Sobre la fuerza expedicionaria de Guatemala véase: Jorge González Alzate, “Las milicias y la preservación del dominio español en los altos de Guatemala 1673-1821” en Boletín AFEHC, n° 26, publicado del 04 de noviembre de 2006, disponible en http://afehc-historiacentroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=1259; Timothy Hawkins, Jose de Bustamante and Central American Independence: Colonial Administration in an Age of Imperial Crisis, Alabama, University of Alabama Press, 2004.; Aaron Pollack, Levantamiento k’iche’ en Totonicapán, 1820, Los lugares de las políticas subalternas, Guatemala, AVANCSO, 2008.; Hammet, Política y comercio, p. 196. 32 Francisco Ramon Casaus y Torres, El Anti-Hidalgo, Fray Ramón Casaus, Cartas de un Doctor Mexicano al Bachiller Don Miguel Hidalgo Costilla, México, Universidad Michoacana, 1988; El texto pude consultarse en siguiente link: https://rodrigomorenog.files.wordpress.com/2011/02/anti-hidalgo.pdf ; A propósito de esta obra se pueden consultar la tesis de Andrés Laguna Parra, Ramón Casaus. El Anti-Hidalgo Fidelidad a España en Tiempos de la Insurgencia, Tesis de licenciatura, Facultad de Filosofía, UAQ http://filosofia.uaq.mx/nugahu/fils/his0007.pdf. 33 Hammet, Política y comercio, p. 203 30

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radicase en México y se desempeñó en varios cargos jurídico-administrativos en el Estado de Oaxaca, retornando a Guatemala a finales de la década de 1830.34 También podemos contar a otros individuos centroamericanos en el proceso de constitución de la Oaxaca independiente en la Junta Provincial Gubernativa en febrero de 1823. Tal es el caso del presbítero Florencio35 y Demetrio36 del Castillo, costarricenses, Juan José Quiñones37 y Pedro José Beltranena38, chiapaneco y guatemalteco respectivamente que trabajaron con Larreynaga muy de cerca con Antonio de León.39 Un caso interesante es el de Marcelo Molina Mata, miembro de la elite quezalteca, presidente del Estado de Los Altos y marido de Remigia Castillo de Molina. Luego que el proyecto secesionsita fuera derrotado por la alianza de montañeses del oriente del Estado de Guatemala e indios de Los Altos acaudillados por Rafael Carrera, Molina y su familia se exiliaron hacia México en 1840. Allí, como muchos otros antes que ellos, se desempeñaron en las actividades que su formación hispana ilustrada les había dado. Molina se asentó como abogado en el la villa de Tehuantepec a mediados de la década de los cuarenta con el cargo de la abogacía de los pobres. Allí permaneció hasta que retornó a Guatemala en 1847. No obstante varios de sus hijos participaron activamente en la vida política de México, probablemente por haber nacido en dicho país.40 ¿Por qué estos guatemaltecos habían escogido Oaxaca como un lugar para trabajar, vivir o participar de la política? En primera instancia, porque todos pertenecían a una generación que había crecido dentro del Imperio español. Es decir, la idea de estados separados no formaba parte de su cultura política. Es posible que en la misma, León, Guatemala, Ciudad Real, Tehuantepec y Oaxaca fueron nada más espacios urbanos, corporativos o provincias que tenían mucho en común al ser habitadas por la población española criolla. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la mayoría se desempeñaron en cargos relativos a las leyes. Ello implica que tenían un bagaje cultural y político que era común en los distintos territorios. Es decir, debieron tener estudio y conocimiento sobre las Siete Partidas de Alfonso X, La Recopilación de Leyes de Indias, la Novísima Recopilación de Leyes de Indias, los manuales de corregidores y buen gobierno, en fin, la base intelectual necesaria para laborar en cargos e instituciones que, a pesar de las características locales y regionales, procedían de un tronco común. Y finalmente, no se puede obviar que dentro de ese capital cultural que estos individuos poseían, había una base de conocimientos propulsados desde

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Saulo Chávez Alvarado, Historia Mínima del poder legislativo, n.10, p. 245-246. Chávez Alvarado, Historia Mínima del poder legislativo, n. 7, 19, P. 248 36 Chávez Alvarado, Historia Mínima del poder legislativo, n.12, p. 247. 37 Chávez Alvarado, Historia Mínima del poder legislativo, n.8, p. 245. 38 Chávez Alvarado, Historia Mínima del poder legislativo, n. 9, p. 245. 39 Chávez Alvarado, Historia Mínima del poder legislativo, pp. 27-28, 30. 40 Arturo Taracena Arriola, Andares de una cocinera quetzalteca, en Cuaderno de guisos de Remigia Castillo de Molina, Guatemala, F&G Editores, 2015, pp. XXVII-XXX. 35

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los preceptos de la Ilustración, a la postre impulsados por algunos miembros de la jerarquía católica guatemalteca.41 Conclusión Esta ponencia no ha hecho sino avanzar algunos aspectos que se pretenden profundizar en una ulterior investigación doctoral. En ese sentido se intentó atender múltiples aspectos que sirven como puntos de partida para establecer y apuntalar las vinculaciones entre las provincias de Oaxaca y Guatemala. La intención ha sido ubicarlas en el marco de una monarquía transterritorial e tranoceánica, en ese sentido ha sido necesario atender algunas problemáticas al respecto. Como se ha evidenciado hay un especial énfasis en los aspectos económicos de esta vinculación. Y es que gracias a estos es que sabemos la existencia de intereses de múltiples sectores e individuos alrededor de dinámicas que involucraron a dichas provincias. Para ello fue necesario tener en cuenta las características históricas que tenían estas vinculaciones en términos de materialidad, pero también respecto a los aspectos económicos que mantenían la vinculación entre estas provincias. Dimos especial atención a los productos que eran capitalizables política, social y económica en las provincias. No obstante ello no significa que otra serie de productos de primera necesidad fuesen ajenos a estos intereses. Si bien estos eran consumidos, su importancia estaba condicionada por las cualidades de su conservación y transporte. No son ajenos tampoco los productos de carácter suntuario o de lujo consumidos por élites criollas y peninsulares. Finalmente es necesario apuntalar que la cultura respecto a las prácticas devocionales eran parte fundamental de los vínculos que se establecieron y es un aspecto que debe ser tratado con mayor profundad a fin de acercarnos más a los sujetos que dieron vida a dicha vinculación. Respecto a los sujetos podemos identificar una variada fauna social (indios maseguales, caciques mestizos, mulatos, negros, criollos peninsulares) que estuvieron involucrados en la producción, distribución y consumo de los productos detallados anteriormente. Sin embargo estos tenían otras dimensiones aparte de las meramente económicas como lo fueron los intereses clánicos, sociales y políticos que se imbricaron unos con otros. Si bien varios aspectos ecónomicos y sociales han sido desarrollados es necesario hacer una revisión a los aspectos políticos de esta vinculación. Para ello es necesario contextualizar y problematizar estos procesos por el peso de coyunturas como las distintas reformas reformas borbónicas (repartimientos, milicias, intendencias, comercio, promoción de 41

Sobre los claroscuros de este proceso puede consultarse: Christophe Belaubre, Église et Lumières au Guatemala la siension atlantique (1779-1808), Paris, L’Harmattan, 2015. ; y “El orden católico frente al desafío de las Luces en el Reino de Guatemala (1779-1808)” en Relaciones. Estudios de Historia y sociedad, Vol. XXXVI, N° 144, 2015, pp. 119-149.

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corporaciones, campañas ilustradas) sin dejar de contar las de carácter republicano (Cádiz, insurgencia, independencia, guerras, proyectos estatales, caudillaje) que marcaron de manera diferente la agencia de los distintos sujetos sociales, tanto en términos corporativos como individuales. Lo que es evidente es que los grados de vinculación entre las provincias dependieron en gran medida de los procesos y destinos de los sujetos que les dieron forma. Pero también, es necesario pensar que este es apenas un caso de los múltiples que se dieron en la convulsa historia de una monarquía extinta. En suma, lo que este tipo de estudios puede apuntar es realizar estudios de carácter transnacionales. Pero se puede ir mucho más allá al apuntar a estudios que logren difuminar y borrar las fronteras nacionales de los discursos historiográficos de las academias. Un estudio de este tipo necesariamente tendrá que privilegiar las historias individuales, pero también de los procesos históricos de carácter económico, social y político. De tal cuenta que se puedan realizar interpretaciones y análisis partiendo de las condiciones materiales e inmateriales de la existencia humana. Así pues, se hará un estudio que podríamos denominar radical, o sea que parta de las raíces de las problemáticas de investigación.

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