Aspectos económicos de la guerra: el mercenariado en Grecia en el periodo helenístico

July 24, 2017 | Autor: Ania Mysłowska | Categoría: Ancient History, Military History, Hellenistic History, Ancient Greek History, Greek Mercenaries
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Descripción

Pedido 29957 Laminado Brillo

Economías, comercio y relaciones internacionales en el Mundo Antiguo

Portada: Reconstrucción de la Puerta de Tabira en Aššur en W. Andrae (1977) Contraportada: Bastión Norte del Palacio de Cnoso Fotografía de Anna Mysłowska

TÍTULO: ECONOMÍAS, COMERCIO Y RELACIONES INTERNACIONALES EN EL MUNDO ANTIGUO EDITA: FULLCOLOR PRINTCOLOR, S.L. Depósito Legal: B 22668-2014 ISBN: 978-84-16184-35-4 Imprime FULLCOLOR PRINTCOLOR, S.L. C/ Numancia 187, planta 1 08034 Barcelona [email protected]

ÍNDICE

Prólogo...…………………...……………………………………………………. 1

RUTAS Y SISTEMAS DE COMUNICACIÓN Viajeros, exploradores y expediciones reales en el antiguo Egipto Nerea Tarancón Huarte…………………………………………….………. 5 «Lo colocaron todo en la cóncava nave». Pequeñas embarcaciones mercantes en el occidente mediterráneo durante el I milenio a.C. Jorge García Cardiel………………………………….…………………… 21 Un sistema económico heredado: ¿El Guadiana como espejo de Tartesos? Esther Rodríguez González……………………………………………….. 47

ASPECTOS ECONÓMICOS DEL MUNDO MILITAR Aspectos económicos de la guerra: el mercenariado en Grecia en el periodo helenístico Anna Mysłowska…………………………………………………….……. 71 Economía y mercenariado. Su impacto en el declive del Mundo Púnico Antonio Pedro Marín Martínez…………………………………………… 89

ESTRUCTURAS ECONÓMICAS Y SOCIALES Redistribución y economía palacial en el Egeo Mª Soledad Milán Quiñones de León…………...…………….…….…… 107 Centros comerciales en la Protohistoria peninsular Irene M. Muñoz Fernández……………………………………………… 129 Tráfico de hombres, tráfico de dioses: Intercambios comerciales entre el Mediterráneo oriental y el puerto de Carthago Noua Pedro David Conesa Navarro…………………………………….……… 147 El método prosopográfico como indicador del cambio: la promoción del culto de Khonsu durante el Tercer Período Intermedio Alba Mª Villar Gómez……………………………………………..….…. 167 Los contactos entre las Cícladas y Anatolia durante el Bronce Antiguo y la construcción historiográfica del ‘Grupo Kastri’ Oihane González Herrero…………………………………...…………… 181 El santuario de Dodona en el Epiro: economía, comercio y peregrinos en un espacio cultual Diego Chapinal Heras…………………………………………..……….. 201

Textiles sasánidas: la manufactura y exportación de la seda irania Zahara Gharehkhani………………………………………………...…… 219 Historia de un desequilibrio: fraude y exención fiscal en el Reino de Pilo Claudia V. Alonso Moreno………………………………………...……. 231 Comercio en el Mediterráneo de piezas egipcias y su aparición en la Península Ibérica Mª Engracia Muñoz Santos…………………………………………….... 257

DIPLOMACIA Y RELACIONES INTERNACIONALES “Diplomacia y relaciones internacionales” en la épica mesopotámica: ¿cuestión de hombres o de dioses? Inanna, Enmerkar y la tierra de Aratta Carmen del Cerro Linares……………………………………………….. 269 El impacto de la expansión Uruk en el sureste de Anatolia y norte de al Yazira: interacción e intercambio Fernando Espejel Arroyo……………………………...…….…………… 295 Diplomacia y relaciones internacionales en la Edad de Oro Medioasiria Mª Dolores Casero Chamorro…………………………………………… 319 El protocolo de la recepción del extranjero en época Neoasiria (911-609 a.C.) Román Moret…………………………………………….………………. 337 Intercambios y relaciones comerciales en el Asia Menor aqueménida Helena Domínguez del Triunfo………………………..………………… 351 Atando lazos: mujer y políticas dinásticas en Hispania (ss. III-II a.C.) Rosalía Hernández García……………………………………..………… 375

Las embajadas celtibéricas de 152 a.C.: un estudio de caso Laura Per Gimeno……………………………………….………………. 395

HISTORIOGRAFÍA DE LA ECONOMÍA DE LA ANTIGÜEDAD Homéricos revolucionarios. La Iberia prerromana desde el prisma socialista Tomás Aguilera Durán………………………………………...………… 417 Hispania e Indias. Dos visiones comparadas de la actividad minera: Plinio y el jesuita José de Acosta Carolina Andrea Valenzuela Matus………………………...…………… 443 La importancia de las relaciones internacionales para la formación de las colecciones de antigüedades de los monarcas españoles Víctor Úbeda Martínez…………………………………..………………. 461 Listado de autores y correos electrónicos………………………...…….……… 473

ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA GUERRA: EL MERCENARIADO EN GRECIA EN EL PERÍODO HELENÍSTICO Anna Mysłowska1 Universidad Autónoma de Madrid Dla Babci

RESUMEN: El mercenariado es algo con lo que necesariamente nos topamos al abordar el estudio de la guerra en la antigua Grecia. Sin embargo éste, en su vertiente económica, con frecuencia se estudia de manera transversal. El que no se haya abordado su estudio en profundidad tiene una razón de ser, y es que, dado que rara vez tenemos acceso a documentación de tipo económico o tenemos una disparidad en las fuentes, lo que hace difícil la realización de un estudio cuantitativo, sobre todo en época helenística en Grecia, donde las fuentes son aún más escasas y hay múltiples aspectos que solamente podemos inferir. Con este artículo intentaremos realizar un esbozo de la situación de este tema en Grecia en época helenística. Analizaremos aquí los ejemplos de las repercusiones financieras que supone la utilización de mercenarios. Para poder abordar nuestro tema primero explicaremos brevemente las circunstancias y las causas de aparición del mercenariado, el desarrollo del mismo en la Grecia antigua, para posteriormente abordar el tema del esfuerzo financiero y de recursos que supone la contratación de mercenarios, ilustrándolo con ejemplos. PALABRAS CLAVE: Mercenarios, Grecia, época helenística, economía

ABSTRACT: In the attempt of approaching the study of war in Ancient Greece we necessarily come across with the mercenaries’ case. However this issue, in economic terms, is frequently addressed transversally. The reason why its study has been left alongside has an explanation: since we rarely have access to economic documentation, and we have a disparity in the original sources, this makes a quantitative study difficult to perform, especially in the Hellenistic period, where sources are scarce and there are still many aspects that we can only infer. With this paper we will try to make a sketch of the situation in Greece in the Hellenistic period. We will discuss here the examples of the financial implications involved in the use of mercenaries. In order to address our topic we’ll first briefly explain the circumstances and causes of emergence of mercenaries, its development in Ancient Greece and later concentrate on the matter of financial effort and resources involved in the recruitment of mercenaries, illustrating it with examples. KEYWORDS: Mercenaries, Greece, Hellenistic period, economy

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Esta investigación ha sido realizada gracias a una beca FPI-UAM 2010. 71

Introducción Desde que tenemos constancia de conflictos bélicos notamos la presencia del mercenariado2. La guerra era un elemento constante en el mundo antiguo y, en determinados casos, la falta de efectivos ‘propios’ hacía necesario acudir a la contratación de mercenarios para poder enfrentarse con unas fuerzas competentes e igualadas a la de los enemigos, lo que nos lleva a encontrarnos con este fenómeno de forma constante a lo largo de lo que llamamos Edad Antigua, y en lo que a nosotros nos ocupa, en el área del Mediterráneo oriental. Por lo que se refiere al mundo griego, su aparición se remonta a época arcaica; sigue un desarrollo irregular, como veremos, a lo largo de los siglos siguientes hasta llegar a la dominación romana. En nuestro caso nos vamos a centrar en la Grecia continental lo que ya de por sí presenta una dificultad añadida, ya que para el periodo de estudio tenemos bastantes referencias de los reinos ptolemaicos, seléucidas y antigónidas, mientras que Grecia está escasamente documentada por lo que es difícil de elaborar un análisis desde el punto de vista económico. Así que este artículo es un intento de unificación de datos que se pueden encontrar de manera fragmentaria o dispersa a lo largo de diferentes obras, para así podernos acercar un poco más a la vertiente económica de la contratación de mercenarios en Grecia. El problema con el que se encuentra el investigador moderno a la hora de emprender el estudio del mercenariado en la Antigüedad, es que tiende a compararlo con la acepción moderna del término. Hemos de tener en cuenta que vivimos en un mundo con una manera totalmente diferente de percibir o entender los asuntos humanos, y con unos valores y sistemas socio-económicos totalmente distintos. Pero esto es algo que cualquier investigador de la Antigüedad ha de tener siempre en mente al abordar cualquier estudio histórico. Pero aunque debemos alejarnos de todo concepto moderno para no caer en un fetichismo de las palabras 3, en lo que al estudio del mercenariado se refiere resulta un poco complicado, ya que el principal elemento de discusión entre los investigadores modernos y que ha generado mayor confusión hasta el día de hoy, es que en las fuentes griegas no aparece un término específico y único para definir este tipo de servicio militar 4, como veremos a continuación. A partir de los distintos estudios y tomando como referencia a algunos autores que se han ocupado del tema, este es el guión que adoptaremos en este artículo: en primer lugar hay que centrarse en los vocablos con los que en lengua 2

La palabra mercenario proviene del latín mercennarius y ésta, a su vez, de merces que significa salario, paga, recompensa. 3 Finley, 1977: 91-113. 4 Lo que para Trundle (2004: 10, 63) supondría, a priori, una razón suficientemente buena para ser cautelosos en su aplicación al mundo heleno. 72

griega se designa a este fenómeno y la problemática que ello presenta; en segundo lugar un análisis de las causas de su aparición y posterior desarrollo; por último los aspectos económicos. Terminología A pesar de que la terminología griega es muy variada, considero que el concepto hace referencia al mismo fenómeno y que las diferencias terminológicas simplemente subrayan diferentes matices del mercenariado, dependiendo del momento histórico en el que nos hallemos 5. La palabra griega clásica para un soldado era stratiotes6. Este era un término neutral, ni peyorativo ni indicativo del tipo de soldado al que se refería. Pudiendo designar tanto el conjunto de mercenarios como de soldados-ciudadanos7. Para ser más específicos, los griegos denominaron a los soldados por el tipo de equipamiento o panoplia que empleaban. Los mercenarios eran soldados, pero los griegos no tenían ningún nombre específico para un mercenario, ni un verbo para denotar “haciendo el servicio mercenario”, ni un adjetivo para describir el comportamiento mercenario8. Las palabras griegas más comunes para los mercenarios tenían significados alternativos en contextos diferentes y parecen haber cambiado con el tiempo9 como veremos a continuación. Pasemos en primer lugar a los vocablos con los cuales se designa en Grecia la situación del mercenario. En las obras de los escritores griegos, tenemos epikouros10, como un ayudante, un compañero o un asistente: es el término más común usado para un mercenario pudiendo traducirse como “el que acompaña en el combate”. Al igual que todas las otras palabras, no es un término específico que significa soldado mercenario11. Parke lo describió como un eufemismo 12.

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Gómez Castro, 2010: 99; Trundle, 2004: 13. Acepción de stratiotes como mercenario en Arist. Pol. 5.1306a. 7 Trundle, 2004: 10. 8 Ibid.: 13. 9 Parke, 1933: 20-21. 10 Archil. 15.216; Pi. O. 13.96-97. Heródoto usó ese término para describir a auxiliares y aliados: Hdt. 1.64.2, 154.4; 2.152.14, 163.2-3, 168.12; 3.4.2, 11.3, 11.12, 45.14, 54.6, 145.15, 146.13-19; 6.39.14; 7.189.3. Tucídides lo usaba para hablar de soldados contratados bajo una paga: Th. 1.115.4; 2.33.1, 70.3, 79.3; 3.18.1, 34.2, 73, 85.3; 4.46.2, 129.3, 130.3, 131.3; 6.55.3, 58.2; 8.25.2, 28.4, 38.3. Sin embargo Jenofonte, en su Anábasis, lo usó sólo dos veces, incluso siendo ésta una obra dedicada casi al completo a los mercenarios (X. An. 4.5.13; 5.8.21). Y así el uso fue decayendo dando paso al vocablo xenos. Un estudio más extendido sobre el término epikuros vid. Lavelle, 1997: passim y Stehle, 2001: 109, 113. 11 Trundle, 2004: 13. 12 Parke, 1933: 13. 6

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Otro término es xenos, siendo este vocablo más usual en época clásica (a partir del siglo V a.C.), y que se mantiene hasta época helenística 13. Aunque genéricamente significa varias cosas (extranjero, invitado, desconocido) también era utilizado para referirse a mercenarios, poniendo el acento en el origen extranjero del soldado14. Antes de finales del siglo V a.C., tales “asistentes” empezaron a recibir un salario (misthos), tal vez para denotar su carácter mercenario. Como los salarios se hicieron más comunes en el mundo clásico, surgieron nuevos términos para describir a aquellos que los recibían. Así, las fuentes de los siglos V y IV a.C. utilizan cada vez más la palabra asalariado (misthophoros 15) para indicar soldados que recibían una paga, convirtiéndose ello en sinónimo de mercenario 16. Para algunos autores los términos xenos y misthophoros son términos equivalentes que definen distintos aspectos del mercenariado17. Esta imprecisión del vocabulario de época helenística suscita para cada documento una crítica apropiada y una ausencia de generalización que forma parte ya de numerosos estudios eruditos; por tanto, resulta innecesario extendernos más en ella18. Evolución Para entender el uso de mercenarios en la época que nos ocupa vamos a hacer un brevísimo repaso de lo que es el nacimiento de este fenómeno y su desarrollo en el mundo griego. No podemos saber con exactitud cuándo los mercenarios griegos aparecieron por primera vez en el Egeo. Debe haber sido muy temprano en la historia griega debido a la naturaleza guerrera endémica de la sociedad antigua. Desde luego la aparición del régimen tiránico en la Hélade en época arcaica, y las necesidades de los asirios en el Mediterráneo oriental, fueron los que propiciaron la primera fase de contratación de mercenarios19. En el siglo VI a.C., la llegada al poder de los 13

Durán, 1998: 91. En cuanto a la ξενία como origen del mercenariado griego vid. Bettalli, 1995: 26; West, 1993: passim; Campebell, 1967: 136; Lavelle, 1997: 236. 14 Loraux, 1986: 32. Aeschin. 1.113; D. 4.24; 14.31; Isoc. 6.76; 7.9; Th. 1.121; X. Hell. 4.5.1118; Ar. Pl. 173. El vocablo llegó a usarse también en el siglo IV a.C. como lo podemos ver en Aen. Tact. 10.21, 12.2, 13.1, 3, 18.14; Arr. An. 1.14.4, 24.4; D.S. 16.28.2. Aymard (1967: 488) considera el vocablo xenoi, como el más ampliamente utilizado para designar al mercenario. 15 D. 11.18 J; A. J. 12.389 16 Trundle, 2004: 16. Th. 1.35.4; 3.109.3; X. Hell. 2.4.30; 3.1.23; 4.2.5; 6.9; 14. Ephor. FGrH 70 F 12; D.S. 14.14.3. 17 Launey, 1987: 27-29; Durán 1998: 91; Foulon, 1995: 213; Sabin, P. et al., 2007: 343. 18 Para una explicación exhaustiva de la terminología a lo largo de la historia vid. Trundle, 2004: 12-21; Krasilnikoff, 1992: 23-36. 19 Quesada, 1999: 12; Davies, 1993: 187. 74

persas en Oriente coincidió con la caída de estos regímenes y a partir de este momento asistimos a un declive del fenómeno mercenario, ya que los nuevos gobiernos, especialmente el del Gran Rey Darío, consideraron perjudicial para sus intereses el uso de tropas mercenarias 20, debido al coste que suponía y la dudosa fidelidad que presentaban. Se produce una corriente inversa a partir del siglo IV a.C. Al encontrarnos ante un nuevo marco político internacional, éste acabó potenciando el avance del fenómeno del mercenariado, lo que conllevó a su desarrollo exponencial de manera significativa21. Ello es debido a que las ciudades-estado no disponían de grandes contingentes como los persas y arriesgar a la mayoría de su población masculina en caso de guerra a la larga, supondría un coste mayor que contratar mercenarios, así que es mejor disponer de un ejército compuesto por ambas fuerzas. Igualmente lo que propició este resurgimiento del mercenariado fueron las conquistas de Filipo y Alejandro, asistimos a una nueva forma de hacer la guerra y a la necesidad de disponer de la mayor cantidad de hombres capaces de luchar. Durante las Guerras de los Diádocos el ejército de Macedonia, desarrollado por Filipo II y Alejandro, poco a poco adoptó nuevas unidades y tácticas, lo que le permitió seguir desarrollando el nuevo estilo de guerra que habían implementado. Pero la disponibilidad limitada de los reclutas griegos dio lugar a la creciente dependencia de las fuerzas mercenarias, caracterizándose así esta época por la disponibilidad a gran escala de mercenarios en busca de cualquier empleo adecuado22, junto con una profusión de líderes ambiciosos, deseosos de labrarse una posición por sí mismos. De ahí la proliferación de los ejércitos y jefes militares, lo que se tradujo en una situación extraordinariamente inestable, con ejércitos enteros que podían cambiar de bando, según el desarrollo de la batalla y las perspectivas de un servicio más lucrativo23. Aspectos económicos del mercenariado Vamos a tratar ahora la vertiente económica. Por esta razón comenzaremos nuestro análisis por las ideas generales del pago a los mercenarios para terminar analizando particularmente los aspectos económicos de su uso, ilustrándolo con ejemplos. Lo primero que hemos de tener presente es que cualquier guerra tiene un coste, ya que todo soldado cobra un sueldo, con independencia de si es ciudadano o mercenario24. Y así es como podemos adentrarnos en la, hasta el día de hoy, 20

Trundle, 2004: 5; Gómez Castro, 2010: 98. Gómez Castro, 2010: 98-99; Quesada, 1999: 18. 22 Sainte Croix, 1981: 182. 23 Quesada, 1999: 20; Sekunda, 2001: 60. 24 Gómez Castro, 2010: 103; Ducrey, 2000: 201 ss. 21

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difícil tarea de qué es lo que resulta más económico: formar a un ciudadano como soldado o alquilarlo. Realmente la formación de un ciudadano como soldado competente es bastante cara, ya que el futuro soldado debe de estar entrenado específicamente en el ámbito de la guerra, lo cual ya supone el empleo de ciertos recursos para llevar a cabo tal tarea25. En un mundo donde el estado de guerra es casi permanente, el Estado se ve obligado a mantener un sistema de intendencia capaz de nutrir de soldados al ejército en cualquier momento. Una vez comenzado el enfrentamiento, el Estado está obligado a responder por los heridos y las familias que hayan quedado ‘huérfanas’. Y, desde mi punto de vista, lo más importante son los peligros que entraña el formar y poseer un ejército ciudadano, y es que el Estado arriesga a su propia población, población masculina que mientras está involucrada en el conflicto bélico no realiza tareas productivas. Con todo esto quiero demostrar que la contratación de mercenarios en la Antigüedad no resulta tan cara como a priori pudiera parecer. 26 El mercenario no sólo aparece como una herramienta fundamental en tiempos de guerra, sino que también lo es en períodos de paz. El matiz no es insustancial, pues la finalidad marca el tipo de contratación y el sueldo27. En tiempos de paz el reclutamiento de mercenarios suele estar orientado a la larga duración del servicio28 y está determinado por la debilidad temporal del ejército ciudadano de un Estado concreto29. En cambio, el reclutamiento en períodos de guerra acostumbra a ser un tipo de contratación ad hoc. Es decir, un Estado recluta de forma puntual soldados especializados para una guerra concreta30. - Emolumentos Si ya existe escasa información en relación a la paga dada a los soldadosciudadanos, en el caso de los mercenarios es muy fragmentaria, y para poder calcular su soldada en muchas ocasiones nos tenemos que basar en conjeturas, conjeturas que sacamos de casos que conocemos y que de alguna manera extrapolamos para poder arrojar algo de luz sobre esta cuestión. A la escasez de información hemos de añadir el uso por parte de los autores clásicos de varios vocablos para designar dichas soldadas, sin especificar qué podía incluir cada una de ellas. Todo esto en su conjunto tiende a confundir al investigador.

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Whitehead, 1991: 108. Gómez Castro, 2010: 103-104; McKechnie, 1994: 305. 27 Gómez Castro, 2010: 100; Gómez Castro, 2012: passim. 28 Trundle, 2004: 54. 29 Thompson, 1990: 27-28; Gómez Castro, 2010: 101. 30 Thompson, 1990: 30. 26

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Comenzando por el vocablo más conocido y que definió el nombre de mercenario en griego a partir del siglo IV a.C., como he señalado antes, tenemos misthos31 (de ahí misthophoroi) que describe un sueldo o salario recibido por los servicios prestados. Otro término frecuentemente usado es sitêresion (o sitos)32, que es la asignación de dinero para la compra de alimentos, lo que hoy en día podríamos poner en relación con la 'dieta', aunque para algunos autores al significar sitos, 'trigo', opinan que eran directamente víveres para alimentarse y no una asignación monetaria para adquirirlos33. Las fuentes a menudo mezclan ambos términos, junto con otros como chrêmata34, que significa herramientas, aunque la palabra se traduce a menudo como dinero, frecuentemente relacionada con los recursos valorados en términos monetarios utilizados para pagar a los mercenarios; trophe35, derivado del verbo 'comer' (trephein), que significaba comida y por último ephodia36 que se relacionaba con los gastos de viaje o suministros para la campaña37. Estos son los términos más comunes, así que ante tal variedad de términos, y ante la no especificación por parte de nuestras fuentes antiguas, no hay acuerdo entre los investigadores modernos sobre si cuando se habla de misthos sin referirse a ningún otro vocablo de los anteriormente mencionados, éste es solo la soldada o incluye también la manutención, o sencillamente el sitos era tan común que sólo se mencionaba la paga… 38. Un elemento fundamental del pago a un mercenario era el reparto del botín. En los ejércitos mercenarios cada soldado recibe su parte de los comisarios, quienes proceden a la venta del botín y distribuyen el producto entre los hombres; éstos negocian de inmediato lo obtenido con los revendedores y los buhoneros de todo tipo que acompañan al ejército39. Si los pagos de su sueldo podían retrasarse o 31

Arist. Ath. Pol. 27.3–4; Plu. Cim. 10.1–7; Th. 6.8.1, 47.1; 8.36.1, 45.6; X. An. 1.1.10; 2.11; 3.21. 32 D.S. 12.68.5; 16.41.4, 75.2; 19.106.2; Th. 1.48.1; 3.27.3, 52.1; 7.43.2; X. Cyr. 4.4.4; 5.1. 33 Marinovic, 1988: 157 ss.; Ridley, 1979: 521; Pritchett, 1971: 3 ss.; Griffith, 1935: 264 ss. 34 Williams, 1976: 22–56. D. 32.15.2–3; Dionys. 41.1; D.S. 12.50.5; 15.3.3; 16.28.2, 30.1; 16.75.2; Hell. Oxy. 19.2; Isoc. 17.57.3–4; Lyc. Leoc. 18.8–9, 19.1; Plu. Tim. 18.4; Th. 6.90.4; 7.24.2; X. An. 2.4.27. 35 Arist. Ath. Pol. 27.3–4; Arist. Oec. 1344b.4; D. 4.28–9; 5.28; 23.209.8; D.S. 14.63.3; Plu. Cim. 10.1–7; Plu. Mor. 79.160b2; Th. 8.5.5, 29.1, 29.2. 36 Ar. Ach. 53.4; D. 23.209.8; 53.7.2–3; Lys.12.11.3–4; Men. 39.472.2–3; Plu. Alex. 15.2–3; Plu. Mor. 79.160b2; X. Hell. 1.6.12–3. 37 Durán, 1998: 99; Garlan, 1972: 155; Sabin. P. et al., 2007: 343; Foulon/Trundle, 2010: 63. D. 23.209.8; Plu. Mor. 79.160b2. 38 Quesada, 1999: 21; Marinovic, 1988; 157-167; Pritchett, 1971: 5, 24; Gómez Castro, 2012: passim. Para ver el debate en torno a que podía contener o a que podía aplicarse cada vocablo vid. Ehrenberg, 1943: 229; Foxhall/Forbes, 1982: 41–90; Gabrielsen, 1981: 71; Gabrielsen, 1994: 122; Griffith, 1935: 268; Hansen, 1979: 10; Krasilnikoff, 1993: 80; Loomis, 1998: 33-35; Pritchett, 1971: 4–6; Rhodes, 1994: 190–1; Reden, 1995: 174. 39 Durán, 1998: 100. 77

incluso podían no darse, el botín es lo que motivaba al mercenario a enrolarse, ya que, en caso de victoria, es lo que mayor recompensa suponía 40. Centrándonos en casos que conocemos, como en la Guerra del Peloponeso, los hoplitas atenienses que asedian Potidea recibían una dracma 41 diaria cada uno, más otra para su sirviente. Por otra parte, en el tratado entre Atenas y Argos se estipula que los hoplitas y otra infantería debían recibir tres óbolos eginetas (lo que se corresponde con cuatro atenienses) al día para su manutención y la caballería el doble de esta cifra 42. Teniendo en cuenta la problemática presentada con la terminología y analizando el pago a los hoplitas en Potidea, sería lógico pensar que lo elevado de la suma respondía a que incluía tanto el misthos como la asignación para alimentos (sitos), lo que podríamos denominar como un pago compuesto. Extrapolando los datos, si los hoplitas de Potidea tenían la misma asignación para alimentos (siteresion) que la propuesta en el tratado de Atenas y Argos (4 óbolos atenienses), y sus sirvientes cogían un siteresion de 2 o 3 óbolos (sin misthos), nos da una suma de 5 óbolos o una dracma diaria por hoplita como misthos. Este cálculo, propuesto por Griffith, pretende obtener alguna base por comparación con la paga del mercenario en el mismo periodo43. En el 414 a.C. fueron enrolados por Atenas para la expedición a Sicilia, 1300 tracios, pero al llegar a esta ciudad con retraso para embarcar con Demóstenes, fueron devueltos a su lugar de origen puesto que mantenerlos para otra guerra que se llevaba a cabo desde Decelia parecía demasiado costoso, ya que recibían una dracma diaria cada uno 44. Otra vez asistimos a la falta de información, puesto que no se indica lo que incluía esta dracma diaria. Si sólo incluía el sueldo (y en ese caso recibiría las provisiones en especie), entonces la paga sería equivalente a la que reciben los hoplitas en Potidea; en ese caso no es de extrañar que se considerase un lujo mantenerlos. Si lo que es más probable, una representa unidos su sueldo y su asignación para alimentos (pago compuesto), recibían dos 40

Arist. Oec. 1350a32, 1350b7; D.S. 12.63.1; 16.13.3, 56.2; X. An. 1.2.19. Griffith, 1935: 266; Lonis, 1969: 88 ss; Marinovic, 1988: 174; Preaux, 1984: 102-106; Pritchett, 1971: 58; Santosuosso, 1997: 91. Filipo de Etolia saqueaba sistemáticamente territorios enemigos para abastecer a sus hombres, con lo que no era más que su deber. (Foulon/Trundle, 2010: 168). 41 1 dracma = 6 óbolos 42 El coste de alquilar un mercenario profesional no era, contra lo que pudiera suponerse, mayor que el de pagar misthos a un ciudadano (Bettalli, 1995: 143-145; Pritchett, 1971: 3-29). Tanto si tenemos en cuenta la paga (misthos) entregada a ciudadanos, como la paga de los mercenarios, las cifras absolutas carecen de valor si no tenernos un término de referencia. Así que el mínimo de subsistencia (salario con el que un ciudadano podría sobrevivir), eran 2 óbolos para subsistir en Atenas, antes de la batalla de Queronea (Griffith, 1935: 233). 43 Griffith, 1935: 294-295. 44 Th. 7.27.2. Miller, 1984: 155-156. 78

tercios de lo percibido por los hoplitas antes citados, y esto era posiblemente lo que valían los peltastas tracios para los atenienses45. Pero no todo es un callejón oscuro, a veces tenemos un haz de luz que nos ilumina el camino, siendo este haz aquí el hecho de que sepamos exactamente el precio que para Ciro tenía un soldado griego en el 401 a.C. 46 El sueldo para los mercenarios de Ciro era, originariamente, un darico al mes (aproximadamente 25 dracmas áticas, es decir, 5 óbolos al día), y los víveres se les proporcionaban a parte en especie. El jefe de una compañía o capitán recibiría el doble, y el estratego el cuádruple47. Para el 383 disponemos de datos que se pagaban 4 óbolos áticos por hombre y cuatro veces esa cantidad para caballería 48. En este caso sería sólo el misthos al cual habría que sumarle la ración (sitos). Así que obtendríamos un total de una dracma a 8 óbolos por día. Lo que sí que no podemos precisar es si ese precio se correspondía sólo a los mercenarios o ciudadanos hoplitas o ambos 49. Para el 350 a.C., con Demóstenes, el pago recibido tanto por parte de los ciudadanos como de los mercenarios es de 4 óbolos al día de pago compuestos (misthos y sitos)50. Así que podemos constatar cómo entre el 400 y 350 a.C. la soldada ha bajado de 8 a 6 ó 5 óbolos al día. Y aunque parezca imposible, donde disponemos de menor información es en la época de Alejandro. Gracias a una inscripción ática 51 podemos inferir que los hipaspistas cobraban una dracma al día, pero ¿qué incluía ésta? Si suponemos que es el misthos, entonces recibían la asignación de alimentos en especie, lo que conllevaría que fuese un precio bastante elevado; pero también cabe la posibilidad de que sea un pago compuesto, que es lo más probable, ya que la evidencia de Demóstenes ha dejado claro que en el 350 a.C. el precio había bajado, por ello no hay razón para suponer que cayó aún más ni de que aumentó. Si los mercenarios de Demóstenes cobraban 4 óbolos (máximo una dracma) es posible inferir que los de Alejandro, dado el creciente aumento de disposición de mercenarios, podrían cobrar lo mismo o hasta 3 óbolos de misthos (más sitos en especie), ya que estarían dispuestos a trabajar por menos de la soldada de un ciudadano. La bajada del 45

X. Anab. 1.3.21. Griffith, 1935: 295. Ar. Ach. 159 sqq. 47 Griffith, 1935: 295. 48 X. Hell. 5.2.21. 49 Esparta solicita a los estados aliados de la Liga del Peloponeso que contribuyan con dinero en lugar de con soldados, bajo el precio de 4 óbolos áticos por hombre. Queda claro que Esparta iba a reclutar a mercenarios, lo que no sabemos es si el precio exigido era igual, inferior o superior a lo que realmente les fuesen a pagar. Pero no hay ninguna razón para pensar que el pago a los ciudadanos soldados fuese diferente a lo pagado a los mercenarios. (Griffith, 1935: 234). 50 D. 4.21, 22. 51 IG2 2.r.329, l.9-10. 46

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sueldo del mercenario se debe sobre todo a la pobreza del Egeo, lo que llevó a que mayor número de hombres buscasen fortuna fuera de sus tierras natales, haciendo así que el número de hombres disponibles para enrolarse como mercenarios aumentara, y a mayor oferta menor paga 52. Si además sumamos a ellos la inflación del siglo IV a.C., hacía que en términos reales los mercenarios cobrasen bastante menos que en el V a.C.53. Adentrándonos en la época que nos ocupa, el nivel de la guerra emprendida por los Sucesores (Diadochoi) fue diferente a lo que el mundo mediterráneo había visto hasta entonces. Los ejércitos helenísticos eran enormes en comparación con sus predecesores clásicos54. Estas fuerzas estaban compuestas por soldados profesionales, en forma tanto de mercenarios como de unidades ciudadanas regulares permanentes. El oro de Darío y Alejandro, que estaba en circulación en el temprano mundo helenístico, junto con las crecientes demandas de los Diadochoi para las tropas, impulsó considerablemente al alza los precios de los mercenarios. Se ha calculado que el pago estándar para los mercenarios se duplicó a partir de la media de 4 óbolos áticos al día por un hoplita y 8 óbolos áticos al día por un soldado de caballería en la Grecia clásica y en tiempos de Filipo y Alejandro, a 8 óbolos al día y 16 a óbolos día, respectivamente 55. Los sucesores de Alejandro requerían grandes cantidades de dinero para poder pagar no sólo a sus propios ejércitos profesionales, sino también para sobornar a los mercenarios de sus adversarios y así conseguir que desertasen. Según Rostovtzeff 56, un impuesto estable para poder mantenerles era inadecuado, de ahí que se estableciesen gravámenes especiales forzando a los aliados y ciudades sometidas a pagarlos 57 para poder así mantener un contingente mercenario estable. Para el siglo III a.C., gracias a tres tratados (el de Acarnania y Etolia 58; Antígono Dóson y la ciudad cretense de Ierápetra59 y el de Ierápetra y Rodas60), podemos deducir que a lo largo este siglo, el pago compuesto sirviendo en una campaña en el extranjero oscilaba entre los 6 y 8 óbolos por día. A finales del siglo los mercenarios se habían recuperado de la recesión sufrida a finales del siglo IV 52

El ejército de Alejandro contaba con un fortísimo componente mercenario (Griffith, 1935: 1232). 53 Miller, 1984: 154. 54 En el 317 a.C., en Paraitacene, Antígono y Eumenes combinaron sus ejércitos, que pasarían a estar compuestos por un total de 80.000 soldados (D.S. 19.27–8), mientras en Rafia, un siglo más tarde, las fuerzas de Antíoco III y Ptolomeo IV Filopater llegaban a un total de 140.000 (Plb. 5.79). 55 Sabin, P. et al., 2007: 462-464. 56 Rostovtzeff, 1941: 137-8 57 Justin. 14.1.6 58 Ditt. Syll.3 1.421 l.35 sqq. 59 B.C.H. 13. 60 Ditt. Syll3 2.58r. 80

a.C. y durante el período de Alejandro 61. Si el suministro de griegos se estaba quedando corto para esta época, este hecho podría explicar el porqué los mercenarios recobraron la posición que ostentaban dos siglos antes. En el 218 a.C. el ejército de Filipo V en el Peloponeso consistía en 6.000 macedonios y 1.200 mercenarios. Sus aliados, los aqueos, aceptaron pagar su salario durante parte del año, que suponía 17 talentos por mes (sin sitos)62; así que 17 talentos entre 7.200 hombres nos da un resultado de 14 dracmas y 1 óbolo por mes, lo que supondría 3 óbolos por día más la ración, nos da el total de una dracma de pago compuesto. Así podemos ver que es evidente que existe una distinción entre la edad de los Sucesores y los tiempos que les siguieron. Los años posteriores a la muerte de Alejandro se caracterizan por la disponibilidad a gran escala de mercenarios en busca de cualquier empleo adecuado, junto con una profusión de líderes ambiciosos deseosos de labrarse una posición por sí mismos. De ahí la proliferación de los ejércitos y líderes, que se tradujo en una situación extraordinariamente inestable, con ejércitos enteros cambiando de bando según cómo se desarrollase la batalla o ante las perspectivas de un servicio más lucrativo. Con la aparición de unas pocas grandes dinastías, una estabilización limitada tuvo lugar. Estos nuevos líderes, que a través del éxito en la guerra habían surgido como los empleadores más seguros y estables, eran capaces de reclutar ejércitos a una escala muy grande, llegando en grandes campañas a decenas de miles de soldados. Por ello nunca podría acaparar el mercado, y estaban en competencia unos con otros, lo que ayudó a un equilibrio oferta-demanda. Fecha Guerra del Peloponeso

Cantidad 1 dracma diario + 1 para sirviente

(431–404 a.C.) Tratado Atenas y Argos

4 óbolos por día

(419 a.C.) Atenas (414 a.C.)

1 dracma por día (¿pago compuesto?)

61 62

Ciro el Joven (401 a.C.)

5 óbolos al día + sitos en especie

383 a.C.

4 óbolos por día + sitos= 1 dracma u 8 óbolos

Griffith, 1935: 303-306. Plb. 5.1.2, 2.2. 81

Demóstenes (350 a .C.)

4 óbolos al día (máx. 1 dracma)

Alejandro Magno

3 a 4 óbolos por día + sitos en especie

Siglo III a.C.

6 a 8 óbolos por día de pago compuesto

218 a.C

1 dracma por día

Figura 1. Ejemplos de paga diaria entre los siglos V-III a.C.

63

En cuanto al elevado coste de la contratación de tropas mercenarias, cabe señalar que éste ha sido siempre uno de los lugares comunes de la historiografía moderna y antigua 64. Si los mercenarios parecen más caros es porque piden precios de mercado. Pero esta explicación no ofrece ninguna respuesta en términos absolutos, y realmente el coste de alquilar un mercenario profesional no era, en contra de lo que pudiera suponerse, mayor que el de pagar misthos a un ciudadano, como hemos visto65. La falta de personas capacitadas para luchar es un grave problema para muchos gobernantes helenísticos. De hecho, “la disparidad entre las reservas disponibles por Roma y cualquier monarca helenístico tuvo profunda influencia en la forma en que éstos hicieron la guerra contra Roma” 66. Los generales romanos podían arriesgarse a ser derrotados en la batalla, mientras que para los generales helenísticos una derrota podría cercenar sus fuerzas ciudadanas militares durante casi una generación67. Muchos estados tenían que depender de mercenarios para hacer crecer sus fuerzas ciudadanas; por ejemplo, el ejército de la Confederación Aquea bajo Arato de Sición se reorganizó para contener un cuerpo permanente de mercenarios68. En los primeros años de Arato de Sición, éste comandó un ejército de 10.000 hombres, que posiblemente representara la leva completa de ciudadanos más los mercenarios. Durante los siguientes quince años los aqueos luchaban constantemente contra Macedonia y su supremacía en el Peloponeso 69. Aunque no 63

Datos a partir de Pritchett, 1971: passim; Griffith, 1935: passim; Parke, 1933: passim; Sabin, P. et al., 2007: passim; Marinovic, 1988: passim; Miller, 1984: passim; Krasilnikoff, 1992: passim, entre otros. 64 D.S. 13.93.2; Th. 6.8.1; 7.27.2; X. HG. 7.1.46. 65 Bettalli, 1995: 143-145; Pritchett, 1971: 3-29. 66 Sabin, P. et al., 2007: 336. 67 Sabin, P. et al., 2007: 336 – 337. 68 Walbank, 1933: 79-100. 69 Plu. Arat. 9.4. sqq. Walbank, 1933: 91. 82

disponemos de cifras concretas, sí que poseemos ciertos datos como, por ejemplo, cuando la Confederación conquistó a Macedonia ciudades como Corinto (243 a.C.), Megalópolis (235 a.C.) y Argos (229 a.C.), eso debió suponer un significativo aumento del contingente militar. Un aumento de población supone la posibilidad de disponer de más ciudadanos para que pasen a engrosar las levas regionales, y al mismo tiempo, la incorporación de nuevas ciudades a la Confederación, desde el punto de vista económico, implica mayor riqueza para ésta, y por lo tanto, la posibilidad de contratar más mercenarios. No cabe duda que había mercenarios entre sus tropas, ya que sabemos que cuando Arato perdió contra Cleómenes cerca de Megalópolis, los furiosos ciudadanos votaron que su flujo de dinero debía detenerse y que los mercenarios quedasen impagados, y si Arato quería hacer guerra, que lo pagase de su propio peculio 70. No fue nada más que un momento de derrotismo y los mercenarios aparecieron otra vez en escena en el 225 a.C.71. En la Guerra de los Aliados (220-217 a.C.) vemos que la Confederación vuelve a su antigua fuerza y vigor. Los aqueos contrataron tanto caballería e infantería mercenaria 72, pero tenían además mercenarios que habían luchado contra Cleómenes y cuya soldada no había sido pagada aún. Eso provocó una revuelta por parte de los soldados y el llevarles al campo de batalla supuso, para Arato, una dificultad. Al final los mercenarios se disolvieron, pero bajo qué términos no lo sabemos. Lo más probable es que sus empleadores llegaran a la conclusión de que ningún precio era lo suficientemente alto para evitar su marcha 73. Cuando en el 217 a.C. a Arato le tocaba su año de mandato como strategos se percató que su contingente de mercenarios había sido reducido bastante, persuadió a los aqueos para que votaran a favor de tener un ejército permanente de 8.000 mercenarios de infantería y 500 a caballo, así como los guardias (epilektoi, 3.000 a pie y 300 a caballo) que representaban lo mejor de las tropas ciudadanas 74. Como consecuencia, lo que era una composición inusual del ejército en el campo de batalla, se cristaliza aquí en un sistema de organización del ejército aqueo. Había tres clases distintas de soldados. En primer lugar, el mercenario, con un contrato a largo plazo; en segundo lugar, el soldado ciudadano escogido que iba a permanecer en armas durante la duración de la guerra 75; finalmente la leva total de la ciudadanía que se podría llamar en caso de emergencia, y de la que rara vez se hizo uso76. El fallo del sistema fue que la fuerza principal eran los mercenarios. Los epilektoi eran probablemente muy buenos, pero eran muy pocos a los efectos 70

Plu. Arat. 37.3. Griffith, 1935: 100. 72 Plb. 4.37.6. Walbank, 1933: 85. 73 Griffith, 1935: 100-101; Walbank, 1933: 110. 74 Plb. 5.91.4. 75 Plb. 6.5.6. 76 Griffith, 1935: 102; Walbank, 1933: 130. 71

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de un estado tan grande, y además la cantidad elevada de mercenarios era un problema grave para el erario público. Resultaba muy arriesgado para un Estado el embarcarse en una guerra en la que sólo podría pagar a sus soldados si resultaban victoriosos y afortunados en botín, siendo precisamente lo que los aqueos hicieron aquí. Por suerte para ellos, tuvieron éxito, y como resultado los soldados peleaban mejor ya que podían tener así asegurado su salario, mientras que los ciudadanos suspiraban aliviados ya que no tendrían que enfrentarse a unos mayores impuestos77. Sólo podemos concluir que los hombres que ostentaban el poder y la autoridad habían llegado a la conclusión de que era mejor arriesgarse a convertirse en morosos de sus propios mercenarios que a correr el riesgo de perder una guerra sin éstos78. Otro ejemplo de contratación del mercenariado y cómo se pagó a éste lo tenemos en Esparta. A mediados del siglo III a.C. la población ciudadana espartana se había reducido a una pequeña fracción de lo que había sido en la época de las guerras persas. Esparta sufría un declive, el dinero y las tierras estaban concentrados en manos de pocos ciudadanos con poder, el estado y la población eran pobres. Esto evidentemente afectó a su disposición militar. La población espartana era escasa pero había hombres suficientes para defender el estado, como lo demuestra la defensa contra Pirro en el 272 a.C.79, pero por otro lado la pobreza del estado hacía imposible mantener un contingente de mercenarios suficiente 80. Esparta se enfrentó dos veces a una seria lucha. La primera contra Pirro la forzó a actuar. Y la segunda fue por su hostilidad hacia Macedonia, lo que la indujo en participar en las Guerra de Cremónides, pero no tenemos nada de información sobre los mercenarios de estas batallas, salvo que puede que haya habido algunos pocos mercenarios, ya que en las fuentes podemos leer que el caballo de Pirro fue matado por una flecha cretense81. Sabemos por la obra de Plutarco de las reformas sociales de Agis y Cleómenes 82. Agis en su enfrentamiento con Etolia parece ser que usó a jóvenes espartanos, pero no hay evidencia de que haya intentando mantener su posición por contratación de fuerzas extranjeras83. Así que realmente el problema de la falta de hombres de armas fue abordado por Cleómenes III que trató de hacerle frente con sus reformas radicales. Puso en marcha un golpe de estado contra sus rivales y, tras la muerte de estos últimos, aprovechó el momento para impulsar una reforma y aumentar y mejorar la capacidad militar espartana. En 227 a.C. Cleómenes canceló 77

Plb. 5.94.9. Griffith, 1935: 102. 79 Plu. Pyrrh. 27 sqq. 80 Griffith, 1935: 93. 81 Plu. Pyrrh. 29.4, 6. 82 Plu. Agis 14; Cleom. 4.5. Griffith, 1935: 94. 83 Krasilnikoff, 1992: 31. 78

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todas las deudas, reunió y dividió las grandes propiedades, y aumentó el cuerpo de la ciudadanía, ya que emancipó a 5.000 periecos y metecos. Sin embargo, la derrota en Selasia en 222 a.C. y la consiguiente pérdida de contingentes le condujo a depender de los mercenarios, que serán la base del poder de Macánidas y Nabis, sucesores de Cleómenes III 84. Desde sus tiempos Esparta se convirtió, como nunca antes, en un poder basado principalmente en soldados mercenarios. El último de los tiranos “socialistas” fue Nabis (206-192 a.C.), el más concienzudo, llegó tan lejos como hasta privar a los ricos de su dinero, propiedades y esposas, en orden de dárselas a los más destacados de sus seguidores y a sus mercenarios85. Conclusiones Como hemos podido constatar, el estudio minucioso de la vertiente económica de la contratación de mercenarios es una tarea ardua y difícil ya que el investigador se enfrenta a la visión sesgada que las fuentes nos han trasmitido. La falta de un enfoque objetivo del fenómeno hace dudar al investigador actual sobre si la información transmitida por los historiadores antiguos son datos fidedignos u opiniones 86. También nos enfrentamos a una dificultad añadida, como hemos visto a lo largo del texto, que es la mezcla de vocablos, dando lugar a que muchas veces tengamos que deducir por comparación qué incluía cada sueldo, aunque ni siquiera podamos estar seguros de si ese sueldo se correspondía al de un mercenario o un soldado-ciudadano o ambos. Para los Estados griegos el mercenariado era contemplado generalmente como una herramienta y su papel y su número, como ya hemos visto, ha sido sobreestimado hasta el punto de calificar su uso como masivo. Sin embargo, como hemos podido comprobar, el núcleo de los ejércitos continuó estando formado por ciudadanos, haciendo el uso de las fuerzas mercenarias como complemento a las levas ciudadanas. Así el uso de los mercenarios aumentaba o disminuía en función de unos intereses políticos y con la finalidad de obtener algún tipo de beneficio o ventaja. Un estado, mediante el uso de los mercenarios, podía controlar a su voluntad su verdadera capacidad bélica. Si bien es cierto que la suficiencia económica de un estado influía en la capacidad de éste para contratar mercenarios, hemos podido comprobar que el cambio en la forma de hacer la guerra propició el aumento del fenómeno del mercenariado en época helenística. Así podemos acabar diciendo que el mercenario es un individuo que hace uso de la violencia integrado en un 84

Hammond/Walbank, 1988: 356 Plb. 5.13.1 ss. 86 Bettalli, 2005: 56; Gómez Castro, 2010: 114; McKechnie, 1994: 292. 85

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marco sociopolítico internacional, y tanto su auge como su declive sólo responden a los intereses concretos de las potencias que los utilizan87.

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