Aspectos de la Romanización en el centro peninsular: los materiales itálicos tardo-republicanos del yacimiento carpetano tardío de Fuente la Mora (Leganés)

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Descripción

ASPECTOS DE LA ROMANIZACIÓN EN EL CENTRO PENINSULAR: LOS MATERIALES
ITÁLICOS TARDORREPUBLICANOS DEL YACIMIENTO CARPETANO TARDÍO DE "FUENTE DE
LA MORA" (LEGANÉS).

Autores: Jorge Juan Vega y Miguel y Juan Carlos Méndez Madrid.


Introducción:

En el año 1999 se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en el
yacimiento "Fuente de la Mora". Se documentaron así, distintas fases de
ocupación del entorno con restos pertenecientes a la Edad del Bronce (medio-
pleno), II Edad del Hierro tardía - Época romana tardorrepublicana y una
fase tardovisigoda - paleoandalusí.

Los restos de mayor interés por su extensión y resultados, fueron los
referentes al poblado carpetano tardío ocupado al menos desde inicios del
s. II a.C. Este asentamiento se localizaba 1,5 Km. al norte del núcleo
urbano de Leganés, en un cerro amesetado que alcanzaba los 631 m. de
altitud, delimitado al S por el Arroyo Butarque, al N por la vaguada de
otro pequeño arroyo, sin caudal en el momento de llevar a cabo la
excavación, y al E por la vega del Manzanares. Se trataba de un lugar
rodeado por ricas tierras de cultivo, con buen acceso a recursos hídricos y
a la vez, con un gran control visual del entorno en tres direcciones: E, S
y N, lo que explica su ocupación casi ininterrumpida desde el Calcolítico.
Otra característica destacable de esta ubicación es la presencia de
acuíferos muy superficiales en la parte alta del cerro. como evidenciaba la
presencia de pozos de cronología prerromana y andalusí, y la presencia de
una fuente en uso hasta la realización de la obra que daba nombre a la
finca y al yacimiento.

Este asentamiento carpetano presentaba una clara vocación agrícola como
demuestra la gran cantidad de grano presente (Triticum aestivum), los
distintos espacios dedicados a su almacenamiento y los aperos de labranza
documentados. El tamaño aproximado del asentamiento era de 1.5 Has., y fue
destruido de modo violento y puntual en torno a mediados – finales del s. I
a.C. El nivel de incendio que sellaba la última fase de ocupación
carpetana, permitió la conservación de recipientes completos que
posibilitaron el estudio de sus contenidos, así como la conservación de
materiales poco habituales en excavaciones en superficie como láminas de
madera decoradas.

Las cerámicas tardorrepublicanas aunque escasas, no suponen ni el 1% de las
cerámicas selectas recogidas, resultan significativas en cuanto al carácter
de la presencia romana.

Barniz negro.

Estas producciones aparecen de modo tardío en el interior peninsular como
productos exóticos en yacimientos que conservan el modo de vida indígena.
El tipo de campanienses que aparecen en nuestro yacimiento (principalmente
las nominadas como B) se documentan en el centro peninsular desde finales
del s. II a.C. siendo la típicas cerámicas presentes durante la conquista
romana.



Los fragmentos presentes son escasos y de pequeño tamaño por lo que no
resulta posible su clasificación tipológica en la mayoría de los casos.
Reconocemos una forma Lamb 2: pequeño píxide de borde exvasado y pared
cóncava sin decoración y una forma Lamb. 3: pequeña copa exvasada de pared
cóncava e inflexión marcada en la parte inferior de la pared, sin
decoración. Ambas calenas tardías y con una cronología de 150-25 a.C. Por
el tipo de pasta y barniz sabemos que contamos con Campanienses B y C.





Ánforas.



Se documentan fragmentos de al menos cuatro ánforas romanas. Todos los
fragmentos que han permitido su clasificación tipológica, nos remiten a la
forma Dressel 1A. Su producción se fecha entre el 130 a.C y mediados del
s. I a.C. localizandose su origen en la Italia tirrénica (Campania, sobre
todo Lacio o Etruria). En Tarraco está atestiguada su presencia desde el
tercer cuarto del s. II a.C. Su finalidad era el transporte de vino por vía
marítima. La localización de estas piezas en el interior peninsular, es
común en relación con los movimientos de las legiones.









Cubiletes de PPFF (Paredes finas).



Se recogen fragmentos de cubiletes fusiformes. Dos de ellos son de borde
ganchudo (ss. II-I a. C.) estando uno decorado a base de líneas curvas de
perlitas o pequeñas cabezas de clavo, formando ovas que es una decoración
típica de las primeras producciones de borde ganchudo y que se produjo
hasta los decenios finales del s.I a.C. Formas Mayet I y II

El último pertenece a la forma Lattara 2A decorado con espinas de
cronología tardorrepublicana (147-27 a.C.).






















Simpulum.




Se localizó también la presencia de fragmentos del cazo y del mango de lo
que fue un simpulum de origen itálico, realizado en bronce. Estas partes
conservadas permiten su precisa clasificación como un simpulum de los
genéricamente denominados de tipo "Pescate" , que se caracterizan por estar
fabricados en dos piezas independientes y por contar con mango horizontal.
Dentro de estos, pertenecería al subtipo "1A" que se individualizan por
contar con mango ternario en el que se alternan dos partes planas y una
central de sección cilíndrica.


Conclusiones.

Estos materiales junto con las características del poblamiento, permiten
hipotetizar sobre la finalidad del asentamiento y su papel dentro del
proceso romanizador en una zona inestable desde el punto de vista político
para estos momentos.

La presencia de Roma en el territorio carpetano es temprana como demuestra
la pronta circulación monetaria, la presencia de importaciones itálicas y
la no intervención carpetana en las guerras celtibéricas de mediados del s.
II a. C. y en cambio la involucración en los conflictos Sertorianos. Ya
para el 135 a.C. las fuentes clásicas (Apiano, Ib. 83) nos habla de la
presencia de los ejércitos romanos estableciendo sus cuarteles de invierno
en la Carpetania, lo que conllevó una cierta pacificación de la zona.


La fragmentación carpetana favoreció la presencia de Roma convirtiéndose
así pronto en pueblo aliado, o al menos, en neutrales frente a su trasiego
por la zona. De este modo la Carpetania se convierte en un territorio de
paso y de importancia estratégica para Roma de cara a contrarrestar
principalmente a los levantiscos Celtíberos y Lusitanos

Estos datos nos hablan de que la inmersión en la órbita romana para esta
etapa tardorrepublicana es fundamentalmente militar para el control de esta
estratégica zona y para el aprovisionamiento de recursos, principalmente
cereal, lo que encaja perfectamente con las evidencias arqueológicas
documentadas en "Fuente de la Mora", donde los espacios y la cantidad de
grano conservada, interpretamos que exceden las necesidades de la población
local. Durante el s. II y primera mitad del I a.C. Roma no interfirió aquí
directamente en la ordenación del territorio al carecer aún de capacidad
para establecer una política de estructuración territorial, lo que se
manifestaría en el marcado carácter indígena del registro material. El
verdadero empuje aculturador no se produciría hasta bien entrado el s. I
a.C. consolidándose en época de Augusto

EL CARACTER DE LA PRESENCIA ROMANA AQUÍ, parece remitirse a un control
militar de este tipo de enclaves y una posible racionalización de las
explotaciones, permitiendo la forma de vida indígena. La vitalidad indígena
es manifiesta tanto en la inmensa mayoría de los restos materiales, como en
la forma de ocupar el territorio y en la arquitectura presente (zócalos de
piedra sin cimentación, alzados de adobe...)

En este yacimiento los materiales importados inciden en la introducción de
un elemento cultural eminentemente romano como fue el consumo de vino.
Tanto las ánforas Dressel 1A como los cubiletes de PP.FF. y el simpulum,
nos remiten a esta actividad.

El progresivo avance e implantación de la cultura romana terminará
diluyendo la personalidad indígena, de la que el poblado de "Fuente de la
Mora" será una de sus últimas manifestaciones, ejemplificándose así el
progresivo y arrollador proceso al que conocemos como "Romanización".
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