Articulando Políticas e Identidades Territoriales: Construyendo una nueva cultura de Desarrollo en Venezuela

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Descripción

Caballero Arias, H., S. Martínez y L. Lambí. 2009. “Articulando políticas e identidades territoriales: construyendo una nueva cultura de desarrollo en Venezuela”. En: Fabio Lozano (ed.). Pp. 579-598. Las configuraciones de los territorios rurales en el siglo XXI. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana

Articulando Políticas e Identidades Territoriales: Construyendo una nueva cultura de Desarrollo en Venezuela Caballero Arias, Hortensia Martínez Landaeta, Sahirine Llambí, Luis Centro de Antropología, IVIC Caracas, Venezuela Resumen: Como consecuencia de las elecciones presidenciales del 2006, el gobierno nacional venezolano dio inicio a una etapa de profundas reformas institucionales que generaron diversos cambios a nivel nacional. Estas reformas institucionales incluyeron no sólo cambios en la estructura y funcionamiento del Estado, sino en sus relaciones con las organizaciones de la Sociedad civil, fomentando la creación de organizaciones colectivas de trabajo comunitario. La nueva cultura de desarrollo apunta hacia la construcción de las bases de un nuevo modelo político y territorial que emerge desde el Estado y se desarrolla en las comunidades, definiendo así nuevos procesos de gestión, gobernabilidad e institucionalidad donde se articulan y cuestionan diversas formas de territorialización. De modo que, nuestra propuesta está orientada a realizar una aproximación práctica y analítica de los procesos de cambio de las relaciones entre el Estado y la Sociedad civil organizada, en diferentes contextos territoriales rurales. ¿Cómo las comunidades rurales conceptualizan sus territorios a partir de las nuevas políticas públicas?, ¿Cuáles son los elementos, recursos o bienes culturales que las poblaciones resaltan para definir sus espacios territoriales?, ¿De qué manera las comunidades interpretan y representan sus territorios desde el punto de vista sociocultural? Para la recolección y análisis de la información obtenida se emplea un enfoque etnográfico, a través del cual, emerge la perspectiva de los actores sociales, sujetos creativos y partícipes de realidades rurales complejas, lo cual permite una mayor comprensión de las experiencias cotidianas de los colectivos sociales. Nuestro objetivo con esta propuesta apunta a profundizar el tema de la construcción social de la nueva cultura de desarrollo que está surgiendo en contextos locales de Venezuela, con el objetivo de examinar el nuevo modelo de política social y territorial actual, a la luz de la descentralización y la participación comunitaria, como los nuevos mecanismos de formulación e implementación de políticas públicas. Palabras Claves: Desarrollo territorial, identidad, nueva cultura de desarrollo en Venezuela, participación local

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Introducción Estamos ante una coyuntura en que los discursos sobre el desarrollo rural a nivel mundial son cada vez más flexibles en cuanto a su definición, operatividad y niveles de aceptación entre las comunidades beneficiadas por estos programas. En términos conceptuales y prácticos se ha considerado la aplicación no de un modelo único de desarrollo sino de múltiples formas y expresiones para alcanzar el desarrollo que incluyen el enfoque sostenible, el endógeno o local y el humano. Al vincular estas perspectivas estamos hablando de una nueva cultura de desarrollo que considera lo ecológico, la dimensión comunitaria y espacial, y las condiciones socio-económicas de las poblaciones rurales. Al mismo tiempo, las propuestas de desarrollo rural deben entenderse más allá de visiones unidireccionales en torno sólo a la intervención de cambios socio-económicos, y tomar en cuenta, cómo las poblaciones locales de acuerdo a sus especificidades étnicas, sociales, políticas y de género, entienden, aceptan y cuestionan éstas visiones. Frente a esta manera dinámica de comprender el desarrollo visto como un proceso generador de acciones desde lo local pretendemos resaltar al menos dos dimensiones: la primera son las formas de participación y protagonismo de los ciudadanos en la toma de decisiones con respectos a sus actividades productivas; y la segunda tiene que ver con la dimensión espacial y la organización territorial, en la cual los pobladores manifiestan sus cotidianidades y reafirman sus identidades. Este trabajo propone, que para el caso de Venezuela, se está gestando una nueva cultura de desarrollo que apunta hacia la construcción de las bases de un nuevo modelo político y territorial que emerge desde el Estado para implementarlo entre las comunidades, promoviendo así diversos procesos de gestión, gobernabilidad e institucionalidad donde se articulan y cuestionan diversas formas de territorialización. Ante la aplicación de

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políticas territoriales en zonas rurales se han generado nuevas formas de percibir y representar los territorios por parte de los sujetos, cambios que alteran su visión espacial y modifican su concepción de comunidad. A través del análisis del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación de Venezuela, PDESN (2001-2007), en el cual se establecen los criterios para el crecimiento y desarrollo de la nación, en este trabajo buscamos examinar cuáles han sido los impactos de las políticas públicas territoriales en la conceptualización de los territorios por parte de las comunidades rurales. Proponemos que la implementación de las políticas territoriales generan diversas formas de territorialización en los ámbitos rurales, las cuales inciden en la construcción cultural de los paisajes regionales. Tomando como ejemplo el caso de los productores de papa de Mucuchíes, estado Mérida y los productores cacaoteros de la región de Barlovento, Estado Miranda, en Venezuela comparamos las políticas públicas que se han implementado recientemente, que buscan articular lo territorial con las identidades locales para alcanzar el desarrollo regional.

Cuestiones territoriales e identidad Desde una mirada antropológica, los territorios rurales han estado determinados por el manejo, uso y sentido de pertenencia que tienen los pobladores, y que se reflejan en sus experiencias cotidianas, conocimientos tradicionales y manifestaciones indentitarias. Sin embargo, a pesar de la independencia y autonomía que tengan los productores con respecto a sus tierras y sus productos, existen normativas y procedimientos

burocráticos

establecidos

por

las alcaldías,

gobernaciones

e

instituciones nacionales que predefinen un orden y una organización de los espacios y sus usos. Conceptualmente, partimos de la idea de que las áreas territoriales en zonas

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rurales forman parte, por una parte, de contextos políticos-administrativos más amplios, por la otra son espacios que pueden ser controlados hegemónicamente tanto por las instituciones del Estado como por otras instancias económicas y sociales. En todo caso desde las retóricas de la gobernabilidad institucional, las áreas territoriales en zonas rurales son el núcleo para el establecimiento de las pautas para el manejo de los recursos y la tenencia de la tierra. Las áreas territoriales rurales han estado, por lo tanto, ordenadas y clasificadas de acuerdo a las políticas del Estado, con la intención ó pretensión de fomentar el desarrollo. No obstante, desde el punto de vista histórico esta ordenación territorial no es inmutable, por el contrario es objeto de transformaciones políticas que reflejan la orientación e ideología de los gobiernos. Como primer elemento, entonces vemos que el desarrollo territorial es variable y cambiante de acuerdo a las políticas que establece el Estado. Estas alteraciones en el re-ordenamiento político-administrativo de los territorios afectan a su vez los significados y usos de los recursos entre los habitantes, lo cual propicia formas diferentes de acceder y representar los espacios desde el punto de vista de las comunidades. Esta relación entre las gestiones institucionales sobre los territorios rurales y las interpretaciones y representaciones de los pobladores sobre estas políticas es lo que constituye el establecimiento de diversas formas de territorialización. Las políticas territoriales llevadas a cabo por el Estado han sido determinantes en la distribución, extensión y regulación de la tenencia de la tierra. Igualmente, estas políticas han incidido en la construcción de nuevas identidades nacionales y locales entre los miembros de las comunidades. De tal forma, la territorialización,1 es una síntesis entre las políticas públicas aplicadas en los territorios habitados por poblaciones 1

Para el caso de poblaciones indígenas en Venezuela, esta noción de formas de territorialización es discutida en extenso en Caballero Arias y Cardozo (2006).

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culturalmente

diversas

y

las

experiencias

cotidianas,

memoria

histórica

y

representaciones simbólicas que las comunidades rurales construyen sobre sus espacios a propósito de los cambios en los ordenamientos territoriales. Para comprender las formas de territorialización que se están gestando en Venezuela en las zonas rurales, consideramos conveniente referirnos al modelo de desarrollo territorial que promueve el actual Estado bolivariano. En este caso se presenta una correlación entre el discurso hegemónico del Estado para la conformación de nuevos territorios rurales y la propuesta del socialismo del siglo XXI en el marco de la revolución bolivariana.

Un Nuevo Modelo de Desarrollo en Venezuela: De la Regionalización a la Descentralización Los nuevos modelos de desarrollo que se han implementado recientemente en el país obedecen a una extensa crítica sobre las políticas neoliberales y los esquemas de ajuste estructural que habían sido aplicados en los gobiernos anteriores y que se concretaron a través de los programas conocidos como el Gran Viraje (1989) y la Agenda Venezuela (1996). A partir de estas críticas, el Estado venezolano al promover una revolución bolivariana ha establecido diversos parámetros institucionales y legales para crear una nueva propuesta de desarrollo donde vincula, en diferentes niveles, elementos del desarrollo humano, el desarrollo sostenible, desarrollo territorial y el desarrollo endógeno (Caballero Arias, 2007), los cuales están plasmados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela del año 1999. A partir de esta fecha, se da origen a una nueva etapa de reordenamiento jurídico, político, social y territorial de la sociedad venezolana, la cual propone cambios estructurales que apuntan a un nuevo paradigma nacional. En otras palabras, la

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Constitución Nacional del 1999 plantea “revolucionar al país” (MPD, 2005) a través de modificaciones en la forma de ejercicio de las políticas públicas y generar una nueva forma de relación entre Estado-Sociedad. Teniendo como base un Estado democrático y social, de derecho y justicia (Stelling, 2005), se creará un nuevo Proyecto Nacional de País, el cual está plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 2001-2007. Este plan al promulgar una nueva relación entre el Estado y la Sociedad Civil esta generando las bases para la creación de un espacio para la corresponsabilidad, en el que los actores sociales podrán participar en la formulación y gestión de políticas públicas y reordenamiento territorial. En tal sentido, para entender estas nuevas formas de desarrollo que reconocen las esferas humana, ambiental y local en Venezuela, consideramos que conceptual y metodológicamente debemos analizar los discursos y las prácticas implementadas tanto por el Estado como por la Sociedad Civil, y las estrategias de corresponsabilidad y vinculación entre ambas. El Estado venezolano propone a través del Plan de Desarrollo económico y social 2001-2007 una nueva estructura socio-política-económica y territorial orientada a considerar el territorio como elemento fundamental para fomentar un modelo de desarrollo endógeno y sostenible por medio de dos criterios centrales: la descentralización y la desconcentración territorial. Para llevar a cabo lo expuesto en el Plan Nacional, el Estado venezolano ha propuesto sustentarse en el principio de la democracia participativa y protagónica desde el punto de vista político-institucional; impulsar la transformación del marco institucional dentro del cual todos los actores planifican y toman sus decisiones; estimular y fortalecer el mercado interno de acuerdo a las necesidades y prioridades nacionales, regionales y locales desde el punto de vista económico; organizar las producciones primarias y secundarias de manera racional, productiva, y sustentable

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desde el punto de vista ambiental; descentralizar y desconcentrar las producciones y servicios nacionales, regionales y locales, propiciando una mejor calidad de vida en todas las comunidades desde el punto de vista organizativo; desarrollar un nuevo modelo de ocupación del territorio a través de la descentralización desconcentrada2 para generar un equilibrio territorial y concientizar y propiciar la participación de las comunidades conjuntamente con los gobiernos locales para formular respuestas a las necesidades que padecen las comunidades desde el punto de vista social. A través de estos lineamientos, con base en el desarrollo endógeno se impulsa el desarrollo local, estableciendo nuevas políticas liderizadas y gestionadas por las comunidades o localidades específicas, creando una plataforma para una nueva cultura de desarrollo. Las fuerzas que promueven el cambio en esta nueva política de desarrollo local, son los sujetos locales, quienes a través de la organización y participación comunitaria (Ej. Núcleos de Desarrollo Endógeno y Consejos Comunales), llevan a cabo acciones para mejorar la calidad de vida, aumentar la productividad y mejorar la sostenibilidad de los recursos naturales, así como rescatar y promover el patrimonio histórico-cultural de cada región (Martínez y Soriano, 2003). Como consecuencia de esta nueva concepción de desarrollo local, se están conformando nuevas identidades sociales y territoriales en cada región y en cada comunidad, en las que el elemento clave no es otro que el “compromiso en la acción” (Martínez y Soriano, 2003). De modo que la Sociedad civil tiene un rol protagónico y determinante en el nuevo Proyecto Nacional que ejerce a través de la planificación social y ordenamiento territorial, generando a su vez, nuevas organizaciones sociales (como por ejemplo la aceptación y adaptación a los consejos comunales), empleo de conocimientos locales tradicionales y la participación comunitaria. 2

Plan Nacional de Desarrollo Regional 2001-2007. Asamblea Nacional. Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

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Hacia Un nuevo Modelo Territorial: Estrategia Desconcentradora Con el Plan Económico Nacional 2001-2007, se propone una estrategia desconcentradora, en la cual el modelo territorial, es expresado como “el que condiciona enormemente el modo de vida de las personas, la calidad de vida, la cohesión social y también el impacto ambiental” (PNDR, 2007, pág.8). Con una nueva propuesta de ordenación territorial, lo regional constituye una articulación de la economía y la política, mientras que lo local, conformado por estados y municipios, es en donde se manifiestan los beneficios, ventajas y desventajas de este nuevo modelo de desarrollo. Por lo tanto, la nueva propuesta de desarrollo territorial está encaminada en primer lugar a, mejorar la distribución territorial del ingreso sobre la base de aprovechamiento de recursos de cada región; y en segundo lugar, generar una ocupación racional, armónica y eficiente del territorio para lograr una distribución equilibrada de las actividades productivas. La estrategia del Gobierno Nacional, en el orden territorial se apoya sobre tres ejes principalmente. En primer lugar las fachadas de integración, conformada por la zona amazónica, andina y caribeña, cuyo principal objetivo constituye la creación de infraestructuras de comunicación, tal como el transporte ferroviario, marítimo, aéreo y terrestre, de modo de lograr una mayor integración regional. Los ejes de desconcentración, constituyen el segundo eje, conformados por la región Occidental, Orinoco-Apure y Oriental, en el cual se hará uso y aprovechamiento de los recursos destinados a obras de infraestructura y mejoramiento de los servicios públicos, de manera de mejorar las condiciones para la inversión privada. Finalmente, el tercer eje, constituido por la dinámica regional, en la cual se privilegian las actividades productivas de acuerdo al potencial económico y social de cada región. (PNDR, 2007).

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Esta estrategia de los ejes requiere un marco institucional que permita que el Estado en asociación con la sociedad civil coordine el proceso de planificación, ejecución, seguimiento y control. Actualmente, los Organismos Regionales de Desarrollo (ORD), amparados bajo el Ministerio de Planificación y Desarrollo, son los encargados de impulsar y orientar las actividades de gestión y planificación en aquellas zonas que necesiten asistencia a nivel tanto municipal como local. Las funciones que deben ser llevadas a cabo por los ORD son las siguientes: planificación del desarrollo regional, en el cual se elaboran planes, programas y proyectos regionales de desarrollo; instrumentación de estrategias para la promoción de ventajas y oportunidades de cada sector o región: investigación, evaluación y seguimiento; generación y difusión sobre las potencialidades y oportunidades de las regiones; capacitación, asesoría y asistencia técnica y finalmente, la coordinación de entes ejecutores y las comunidades. Para el Estado venezolano el desarrollo territorial, constituye la dinámica generada por el Estado, la sociedad y el territorio, cuyo objetivo consiste en la Reproducción Social, definida como la construcción de un nuevo mundo solidario en armonía con el ambiente (PNDR, 2007). Así, el modelo de desarrollo territorial determinará la dinámica regional interna, al identificar cómo pueden aprovecharse las potencialidades, no sólo económicas sino culturales de cada región e impulsar la sostenibilidad de un modelo de desarrollo endógeno.

Definiendo Identidades a través del Territorio y de las Comunidades rurales agrícolas La propuesta del Modelo Territorial del Estado venezolano, apunta a reflexionar sobre las potencialidades y recursos en cada región del país, con el objetivo de proponer y generar políticas y procesos que conduzcan tanto al reordenamiento territorial como

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alcanzar las metas de un modelo de desarrollo endógeno. Con esta base, las comunidades locales se convierten en el insumo más preciado para impulsar y liderizar las nuevas políticas públicas de impacto local (regional y municipal). En el caso de las comunidades rurales agrícolas en Venezuela, la mayoría de los productores dependen de economías de subsistencias, lo cual implica que tienen más desventajas económicas como consecuencia de cambios en el mercado, como fue el caso de las comunidades agrícolas andinas durante la aplicación del Programa de reformas “El Gran viraje” en 1996, en el que una caída brusca de los precios de la papa, generó una gran crisis financiera en el mercado de los pequeños y medianos productores (Llambí y Duarte, 2005). Situaciones como éstas, han impulsado la creación de movimientos y organizaciones locales para posibilitar la permanencia en la cadena productiva y subsistir en el tiempo, en un mercado cada vez más global, que continuamente se dinamiza y en el que entran constantemente nuevos actores. Así, con el transcurso del tiempo surgieron asociaciones vecinales, cooperativas de productores y comités de riego, con la finalidad de mejorar las economías familiares. Estos procesos de innovación local en el nivel de gestión y planificación comunitaria generaron en el territorio una valorización de la identidad de la población, gracias a la cual se aprende a “valorizar las nuevas perspectivas que presenta un territorio con muchas oportunidades y riquezas culturales” (Benedetto, 2006:10). En este estudio, se piensa el territorio no como una entidad geopolítica sino como una matriz social en el que los actores construyen y reproducen dinámicas sociales, creencias, historias y tradiciones. De modo que la identidad territorial se refiere a ese sentido de pertenencia que existe sobre un espacio determinado y que se construye a lo largo de las interacciones que tienen los actores en un espacio y tiempo determinado. Así, “(…) un territorio con determinados límites es entonces sociedad

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local cuando es portador de una identidad colectiva expresada de valores, normas interiorizadas por sus miembros, y cuando conforma un sistema de relaciones de poder constituido en torno a procesos de generación de riquezas (…) [Arocena 1995: 20 en (Benedetto, 2006, Pág. 14)]. Si bien, la identidad territorial se construye colectivamente en una unidad espacial específica, a través de las relaciones y dinámicas sociales entre sus miembros, la única forma de que dicha identidad pueda convertirse en un “capital” es que se generen estrategias comunes y compartidas para la construcción de procesos de gestión política e institucional (Benedetto, 2006). De modo que, las comunidades que logren un aprovechamiento sustentable de sus recursos, potencien sus actividades económicas a través de estrategias colectivas y revaloricen su cultura (tradiciones, costumbres, etc.) podrán contar con un nuevo capital en la estructura de un nuevo modelo de desarrollo endógeno. En el caso venezolano, al gestarse una nueva cultura política promovida por el Estado, en el que los proyectos de planificación comunitarios son generados por las comunidades locales (posean o no identidad territorial), se hace necesario un reforzamiento en las estrategias y políticas socio-culturales por parte del Gobierno, con el objetivo de promover e impulsar acciones que generen un modelo de desarrollo territorial rural más eficiente y con durabilidad en el tiempo. El modelo territorial venezolano, a través de las condiciones geográficas, económicas, culturales y ambientales existentes y la ejecución de sus estrategias sobre los pilares del modelo territorial (fachadas de integración, ejes de desconcentración y dinámica regional), intenta buscar, en primera instancia, la generación de redes de comunicación y alianzas territoriales; en segundo lugar el aumento de la comunicación intra y extra regional para reforzar los lazos de cooperación; y en tercer lugar, el Estado

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propone alcanzar lo que ha denominado Reproducción Social Humanista.3 Para alcanzar esta meta, el Estado se ha propuesto desarrollar tres indicadores. En primera instancia busca la interdependencia; la cual se refiere a que los miembros de una formación social se hallan interconectados en una gran red de relaciones, entre ellos y con su base ecológica. El segundo aspecto, la naturaleza cíclica de los procesos; es decir los procesos de desarrollo pueden ser virtuosos o viciosos, razón por la cual deben ser estudiados y manejados en su complejidad; y el tercer aspecto, la asociación como forma de organización fundamental, esto significa impulsar la democracia y el poder popular mediante la participación y el protagonismo, con el fin de combinarla con la dinámica del cambio y el desarrollo4.

Estrategias Sociales para un Desarrollo Territorial Rural Para que exista la posibilidad de que pueda darse, un desarrollo rural sostenible en Venezuela, es necesario que las comunidades rurales cuenten con organizaciones representativas a nivel local que legitimen social

y políticamente el proyecto de

desarrollo que viene el Estado construyendo a través del Plan de la Nación 2001-2007. Esto implica, en primer lugar, que las organizaciones sociales posean el capital humano y social necesario a fin de llevar a cabo un proyecto de comunidad que satisfaga las necesidades inmediatas de sus comunidades. En segundo lugar, los proyectos de desarrollo deben ser institucionalizados administrativamente, es decir, deben estar dotados de los recursos financieros necesarios, de modo que tengan continuidad en el tiempo (Llambí y Duarte, 2005). Las estrategias colectivas de organización social son el primer paso para llevar a cabo las metas de desarrollo propuestas por el Estado. En este apartado se analizarán aquellas estrategias de organización social propuestas por el actual gobierno, para generar un proyecto de desarrollo endógeno sostenible. La primera 3 4

Fundación Territorio Emergente (2007). Lineamientos para el Modelo de Desarrollo Territorial. Ídem

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estrategia que mencionaremos es la creación de los núcleos de desarrollo endógeno como una propuesta gubernamental “desde adentro” que busca promover un “desarrollo rural integral” de las zonas territoriales. La segunda estrategia, son los consejos comunales, vistos como organizaciones comunitarias que tiene como competencia el mejoramiento de la calidad de vida de los individuos que los conforman, desde una visión más social y política.

Núcleos de Desarrollo Endógeno (NDE) La propuesta inicial de desarrollo endógeno concebida por el gobierno bolivariano hace referencia a un tipo de desarrollo integral “desde adentro” promoviendo y estimulando las actividades productivas y el aprovechamiento racional de los territorios. La idea de lo endógeno es reafirmada en el Plan de la Nación al proponer modernizar el aparato productivo, estimular la democracia económica y buscar formas alternas a la dependencia económica del rentismo petrolero. El principio desde donde parte el modelo de desarrollo endógeno es el de generar una actividad productiva “desde adentro,” es decir desde las mismas comunidades dentro del marco de la “descentralización desconcentrada” de los territorios (Caballero Arias, 2007). Esto se hará por medio de un estimulo a la economía social que fomente la creación de microempresas y cooperativas, y cree un modelo de microfinanzas para las iniciativas autogestionarias. De igual forma, propone la democratización de la propiedad de la tierra y la asistencia técnica a las comunidades. Para alcanzar estos objetivos, el Estado ha determinado que de acuerdo a las potencialidades de los territorios se creen Núcleos de Desarrollo Endógeno en las diferentes regiones del país con la participación directa de los pobladores. Un núcleo es activado y financiado por el Estado cuando se cumplen los siguientes criterios: una

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comunidad organizada descubre el potencial de su área territorial, por ejemplo: una tierra que puede ser mejor aprovechada o un trapiche abandonado; la colectividad debe demostrar que tiene una conciencia de bienestar común y trabajar bajo un esquema cooperativo; las actividades productivas deben permitir que la colectividad participe en conjunto; y la colectividad deberá estar dispuesta a recibir capacitación técnica y adoptar los valores cooperativos y participativos. En principio los NUDE estaban coordinados por la Misión Vuelvan Caracas del Ministerio de la Economía Popular que proponía fomentar las actividades agrícolas, industriales, turísticas de infraestructura y de servicios de estas potenciales áreas productivas. En la actualidad están siendo administrados por Petróleos de Venezuela, a través de su filial Palmaven, la cual ejecuta las políticas de desarrollo en territorios delimitados para concentrar los esfuerzos sociales e institucionales en un espacio social determinado. Hasta el 2006, el Estado había creado un total de 130 núcleos de desarrollo endógeno en todo el país (MINEP 2006), y aprobado una ley para crear el Fondo para el Desarrollo Endógeno (Fonendogeno 2006). En la actualidad, se estima que cerca de 90 núcleos están aun funcionando. Al examinar unos de estos Núcleos creado en la zona de Barlovento del Estado Miranda, podemos observar que se tomaron en cuenta los principios o criterios exigidos por el Estado para el establecimiento de esta unidad de desarrollo. El núcleo de desarrollo endógeno de Mango de Ocoyta en Barlovento se estableció en una región de gran potencial para la producción del cacao. Barlovento es un área geográfica y cultural que se extiende por la zona oriental y costera del Estado Miranda cuya población es mayoritariamente de origen afrodescendiente. Sus actividades económicas son principalmente la producción agrícola, sobre todo el cacao, el plátano y los cítricos, así como la pesca y el turismo. La

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región de Barlovento está dividida político-administrativamente en seis Municipios: Acevedo, Brión, Mamporal, Andrés Bello, Páez y Pedro Gual. Históricamente, Barlovento ha sido una de las regiones del país donde se ha producido no solo una importante cantidad de cacao sino también un cacao de alta calidad que ha desmejorado en los últimos años. Tomando en cuenta esta potencialidad económica de la zona, el gobierno construyó una planta procesadora de cacao, organizó a las comunidades y a los productores, primero en cooperativas y luego en consejos comunales, además de llevar a cabo planes de asesoramiento técnico para el mejoramiento de los cultivos. En suma, se podría decir que el establecimiento de este núcleo favorece las condiciones de los productores de cacao al tomar en cuenta su participación y mejorar las condiciones productivas. No obstante, desde un enfoque territorial, no se puede obviar que para los productores de cacao de ascendencia afrodescendiente, el núcleo como unidad económica de desarrollo no representa sino un mecanismo más para el aprovechamiento de sus cultivos. En la manera de conceptualizar sus territorios, la idea del núcleo es vista como pasajera y difícil de representar espacialmente. Los límites del núcleo resultan muchas veces confusos y difusos, pues el sentido de identidad de los productores de cacao está representado en la región de barlovento como un todo, y en la configuración de los municipios y sus parroquias. En este sentido, la representación de esta forma de territorialización expresada en el NUDE está fuertemente permeada por los valores culturales de los barloventeños, que son descendientes de esclavos y que comparten una historia común con el cacao. Si bien la creación del núcleo de desarrollo endógeno en Mango de Ocoyta ha propiciado un estimulo en la actividad productiva del cacao, y ha hecho participe y protagonista a las comunidades barloventeñas en lo que es conocida como la “Ruta del

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Chocolate” ante la opinión pública; lo cierto es que la definición de esta unidad de desarrollo aún no resulta claramente definida para los pobladores locales. En este caso, la visión tradicional de su territorio como una gran área productora de cacao (Barlovento) prevalece por encima de la definición de áreas territoriales sujetas a la aplicación de políticas públicas.

Consejos Comunales Con posterioridad a las elecciones del 2006, el gobierno nacional dio inicio a una etapa de reformas institucionales dirigidas a la construcción del proyecto de “socialismo del siglo XXI”. Dichas reformas institucionales conllevaron a cambios en la estructura y funcionamiento del Estado, así como en sus relaciones con las organizaciones civiles. Un ingrediente central de estas reformas fue la creación de nuevas organizaciones de carácter comunitario y local, por medio de las cuales el gobierno nacional implementó un conjunto de políticas económicas y sociales. En abril de 2006, la Asamblea Nacional aprobó la Ley de los Consejos Comunales, y en enero de 2007 el Presidente Chávez identificó al Consejo Presidencial del Poder Comunal, al cual los Consejos Comunales estarían adscritos, como el quinto motor constituyente en la construcción del Socialismo del siglo XXI. El actual gobierno venezolano elaboró un proyecto nacional conocido como “Los cinco motores rumbo al socialismo del siglo XXI” el cual estuvo sujeto a ser aprobado por la mayoría de los electores a través del referéndum del 2006. Si bien, la mayoría de los ciudadanos votaron en contra de esta propuesta vale la pena señalar los principios básicos que regían este modelo del socialismo del siglo XXI. El primer motor, conformado por la Ley habilitante, la cual consiste en que la Asamblea Nacional autorizaba al presidente de la República para que, en consejo de ministros, y con los procedimientos señalados en la Constitución, emitiera leyes y decretos. El segundo motor, es la Reforma Constitucional, que no era más que la

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base para la construcción del nuevo socialismo. El tercer motor, se refería a la educación con valores socialistas. El cuarto motor, aludía a la Nueva Geometría del Poder, la cual constituiría el reordenamiento socialista de la geopolítica de la nación, el cual buscaba una nueva manera de distribuir el poder político, económico, social y militar sobre el espacio. Y finalmente el quinto motor, se trataba de la explosión del poder comunal, el cual se apoyaría sobre un modelo democrático, revolucionario y socialista5. Este modelo implicaba una reestructuración del Estado venezolano, mediante la gradual construcción de un nuevo ordenamiento político-territorial, descrito en el Plan Nacional 2001-2007. Los Consejos Comunales, aún vigentes en todo el territorio nacional, constituyen por lo tanto, “la forma de organización más avanzada que pueden darse los vecinos de una determinada comunidad para asumir el ejercicio real del poder popular, para poner en práctica las decisiones adoptadas por la comunidad” (MINPADES, 2007). De esta forma, los C.C pasan a ser la instancia básica de planificación, donde las comunidades formulan, ejecutan, controlan y evalúan las políticas públicas de su comunidad. Estas nuevas entidades colectivas se transforman en las nuevas “unidades sociales y políticas de desarrollo” sustituyendo casi en su totalidad a los Núcleos de desarrollo endógeno. En este apartado, citaremos el caso de los Consejos comunales conformados en la Comunidad de Mucuchíes, Municipio Rangel, Estado Mérida. Esta comunidad está ubicada en el Páramo andino venezolano y es esencialmente una comunidad de agricultores de papa como primer rubro de producción, estando en segundo lugar, la zanahoria y el ajo. Históricamente,

la

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Discursos del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en los siguientes actos: -Juramentación del nuevo Gabinete Ejecutivo. Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño (8/01/07). -Juramentación del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Palacio Federal Legislativo (10/01/07). -Juramentación del Consejo Presidencial para la Reforma Constitucional y del Consejo Presidencial del Poder Comunal. Sala Ríos Reyna, Teatro Teresa Carreño (17/01/07).

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comunidad de Mucuchíes ha tenido un largo y complejo proceso de construcción de liderazgos locales, como consecuencia de la implementación de comités de riego, centros de educación popular y asociaciones de vecinos en los años 80`s. Lo que hace que, actualmente, las formas de organización social y comunitaria sean más arraigadas, constantes y eficientes en sus propuestas. A partir del 2001, como consecuencia de las políticas públicas aplicadas por el Estado venezolano en cuanto a formas de organización social, se han conformado 92 Consejos comunales sólo en el Municipio Rangel, concentrando a toda la población de del Municipio. De modo que, cada consejo comunal de manera organizada, y en algunos casos de forma mancomunada, han elaborado y ejecutado proyectos de vialidad, infraestructura y servicios que mejoran la calidad de vida de sus habitantes satisfaciendo las necesidades más inmediatas. La comunidad de Mucuchíes, por ser una comunidad que ha mantenido sus tradiciones y costumbres, ha utilizado a través del tiempo su identidad cultural y territorial como una estrategia efectiva de desarrollo endógeno-sustentable, en el cual el territorio, es el principal conector de todas las actividades económicas que se dan en la zona. Esto ha sido posible por la participación de todos los sectores económicos en las estrategias de desarrollo territorial rural, como es el caso del turismo (Proyecto de Mucoposadas) y el sector agrícola. La conformación de los Consejos Comunales en este Municipio, ha promovido el desarrollo institucional, estimulando la participación de los actores locales entre sí y los agentes externos, tal como la Oficina de Participación Comunitaria facilitada por la Alcaldía del Municipio Rangel, la cual tiene como función, asistir a las comunidades en la formulación de proyectos de planificación local. La identidad territorial de ésta comunidad, es lo que ha permitido que los proyectos formulados en cada una de las comunidades estén dotadas de sentido y contenido para cada uno de los actores locales que intervienen, en vista de que hay en la

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mayoría de los casos una “convergencia de intereses y voluntades” (Schejtman y Berdegué, 2004 en Ranaboldo, 2006). La utilización de la identidad cultural de la comunidad de Mucuchíes, como una estrategia económica a nivel sectorial, se debe a la calidad de un producto único en la zona y que constituye la principal actividad económica del Municipio, dicho producto es la Papa. La calificación de este producto, el cual ha sido construido y creado por las características del territorio andino, “evoca los valores de pertenencia a una tradición, una historia, una cultura (Ranaboldo, 2006). De manera que, es posible, que la comunidad de Mucuchíes a través de diversos procesos históricos haya incorporado los elementos culturales y territoriales como estrategia sectorial en su proceso de desarrollo territorial rural. De igual forma, es importante destacar, que dicha comunidad ha tenido la suficiente capacidad institucional de incorporar las diversas reformas y políticas territoriales, que han propuesto distintos gobiernos venezolanos. Pasando de los Centros de Educación Popular, a los Núcleos de desarrollo endógeno y hoy por hoy a la conformación de los Consejos Comunales. Se ha podido inferir que, en el caso de Mucuchíes, la organización en los consejos comunales ha tenido un impacto relativamente positivo, ya que los actores locales administran sus propios recursos a través de los Bancos comunales y las acciones que se llevan acabo son aprobadas por la mayoría, en la Asamblea de Ciudadanos. De igual forma, han surgido más cooperativas de servicios, lo cual ha generado un mayor número de empleos a los miembros de la misma comunidad y ha permitido además, incrementar la participación activa en beneficio de un Proyecto de vida común. Sin embargo, también se han detectado experiencias de comunidades con escasa organización comunitaria, falta de conocimiento para establecer prioridades en cuanto a sus necesidades, problemas como el alcoholismo, embarazo precoz, uso de

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drogas y poca consideración a las condiciones ecológicas de la zona. Factores como estos dificultan la formulación y gestión de proyectos locales y sostenibles, por lo que resulta necesaria la intervención gubernamental y no-gubernamental que ejecuten las acciones necesarias (programas educativos, talleres de participación, etc.) para mejorar la calidad de vida de dichas comunidades.

Consideraciones Finales La nueva cultura de desarrollo está impulsando la emergencia de espacios participativos a nivel local. En esta nueva propuesta, los actores sociales construyen las bases de un nuevo modelo de desarrollo que emerge desde las comunidades, proponiendo así alternativas a los tradicionales procesos de gestión, gobernabilidad e institucionalidad. Siendo los consejos comunales actualmente el mecanismo comunitario hacia el desarrollo local, es importante destacar que este nuevo modelo está emergiendo desde una cultura política de lo local guiada hegemónicamente por el Estado, a través de un nuevo modelo de reordenamiento territorial y socio-político. Esto ha generado cambios a lo interno de las comunidades, modificando, alterando o creando nuevas identidades territoriales y culturales. La nueva cultura del desarrollo debe considerar, por lo tanto, varios aspectos relacionados al enfoque territorial, tales como: identificar las potencialidades de las comunidades, de modo que, la identidad cultural y territorial puedan propulsar las acciones que conduzcan al desarrollo endógeno; establecer metas y objetivos específicos acorde con las condiciones territoriales de las comunidades; reconocer el valor de la diversidad y apoyar e impulsar las actividades autóctonas de cada región; estimular la promoción de un rendimiento productivo de las comunidades rurales que afecte lo menos posible la conservación del medio natural, promover la revalorización

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de los conocimientos tradicionales y crear mecanismos de concientización de lo sostenible con respecto a la dimensión cultural de las comunidades. Si bien es cierto que hay todo un proyecto nacional por reivindicar lo local también es evidente que se hace imperioso desde el enfoque antropológico develar las recientes relaciones de poder que se configuran en las comunidades, la creación y reactualización de nuevas identidades locales, como consecuencia del reordenamiento territorial y político, la gestación de proyectos productivos mixtos (no siempre cónsonos con las realidades locales), así como las nuevas estrategias locales para articularse a las instituciones y políticas del Estado, entre otros aspectos.

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Autores: Hortensia Caballero Arias Antropóloga, UCV; Maestría en Historia de Venezuela, USM; y doctorado en Antropología, Universidad de Arizona. Investigadora Asociada en el Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Áreas de investigación: políticas de identidad, antropología del desarrollo, y antropología política e histórica entre poblaciones indígenas del Amazonas venezolano, fundamentalmente los Yanomami y entre comunidades afrodescendientes de Barlovento. Dirección: IVIC, Altos de Pipe, Carretera Panamericana, Km. 11. Caracas. Email: [email protected]

Sahirine Martínez Landaeta Socióloga, UCAB; estudiante de la maestría de Antropología, IVIC. Profesional Asociada a la Investigación del Laboratorio de Antropología del Desarrollo del Centro de Antropología, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Dirección: IVIC, Altos de Pipe, Carretera Panamericana, Km. 11. Caracas. Email: [email protected]. Luis Llambí Sociólogo (UCAB), M.Sc. en Sociología Rural (Universidad de Wisconsin, EEUU), Diploma de Estudios en Desarrollo Agrícola del Instituto Agronómico del Mediterráneo (Montpellier, Francia), Doctorado en Ciencias del Desarrollo (CENDES, UCV). Investigador Titular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Coordinador del Laboratorio de Antropología del Desarrollo. Dirección: IVIC, Altos de Pipe, Carretera Panamericana, Km. 11. Caracas. E-mail: [email protected].

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