ARTE y TRABAJO

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Arte y trabajo Imaginarios regionales, transformaciones sociales y políticas públicas en la institucionalización de la cultura en Bahía Blanca (1940-1969)

Arte y trabajo Imaginarios regionales, transformaciones sociales y políticas públicas en la institucionalización de la cultura en Bahía Blanca (1940-1969)

Juliana López Pascual

Rosario, 2016

Índice Agradecimientos.................................................................................................. 9 Abreviaturas más utilizadas............................................................................... 11 Prólogo................................................................................................................. 13 PRIMERA PARTE Agentes, formaciones, redes y proceso de institucionalización de las actividades culturales............................................................................... 19 CAPÍTULO I Políticas públicas de la cultura, institucionalización y peronismo................. 21 Forjistas, nacionalistas, ¿peronistas? La consolidación de los espacios oficiales... 22 Espacios educativos no oficiales y autonomía de la sociedad civil frente al Estado................................................................................................................ 51 CAPÍTULO II Derivas institucionales en el posperonismo y estrategias de actualización de la política cultural.......................................................................................... 77 Política cultural para una “universidad nueva”: Gregorio Scheines y la Dirección de Extensión Cultural........................................................................... 79 Progreso, juventud y vida: el Museo Municipal de Bellas Artes y la actualización de la plástica.................................................................................... 105 CAPÍTULO III Entre Bonanza y la revolución: las revistas como agentes del mundo cultural.................................................................................................... 137 Proyectos comerciales masivos: crecimiento material, consumo del confort y transformación de los medios de comunicación................................................... 139 Juvenilismo y renovación de las prácticas culturales: los universitarios entre la literatura y la radicalización política................................................................. 181 SEGUNDA PARTE Prácticas culturales, representaciones estéticas y participación política....... 207 CAPÍTULO IV Representaciones y autorrepresentaciones del trabajo intelectual y del artista: entre el Estado, la autonomía disciplinar y el compromiso político... 209 ¿Los artistas trabajan? Estado, economía y profesionalización de la labor cultural a mediados del siglo XX.......................................................................... 211

Logros y limitaciones en la actualización de la imagen del artista: compromiso, trabajo y experimentación en un contexto provinciano........................................ 236 CAPÍTULO V Sociabilidad y acción política: las instituciones culturales en el entorno de la sociedad civil............................................................................................... 259 Los cimientos de la cultura: familias, profesiones y amistades en el asociacionismo de Bahía Blanca a mediados del siglo XX.................................. 261 La sociabilidad como estrategia política............................................................... 288 CAPÍTULO VI ¿“Puerta y puerto del sur argentino”? Representaciones de Bahía Blanca en su contexto regional a mediados del siglo XX....................................................... 317 Patagonia, proa del mundo. La perspectiva austral de Domingo Pronsato y sus proyectos de capitalización............................................................................. 319 Cordillera, pampa y mar: Bahía Blanca en la agenda económica para la Patagonia............................................................................................................... 334 Irradiación, destino, profecía: Bahía Blanca como centro cultural patagónico.... 348 Epílogo................................................................................................................. 367

Agradecimientos uando inicié el trabajo que culminó en este libro no era consciente de la gran cantidad de personas que colaborarían, directa o indirectamente, en él; mucha es la gente que me ha brindado su apoyo y se ha tomado el trabajo de ayudarme o de enseñarme. A todos ellos va mi gratitud. Agradezco a Mabel Cernadas y Ricardo Pasolini, quienes guiaron con paciencia y rigor el camino que recorrí en la elaboración de mi tesis doctoral y al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, por el apoyo material que permitió que esta investigación fuera posible. Mi reconocimiento también va para Silvina Jensen, Nicolás Quiroga y María Estela Spinelli, quienes participaron de este proceso como jurados evaluadores de mi trabajo de posgrado; sus lecturas y muchos de sus comentarios amables y desinteresados me siguen acompañando en la reflexión y en la labor de investigación cotidiana. Es justo decir que todo el camino de mi formación académica, desde mi infancia, lo he hecho en las aulas de la educación pública y siento por ellas y por sus docentes un profundo reconocimiento. Doy gracias especialmente a Diana Ribas, quien me introdujo en el mundo de la investigación hace ya más de 10 años y dirigió mis primeros pasos con una didáctica liberal, creativa y generosa. Las vueltas de la vida y el resultado del esfuerzo nos han puesto a trabajar y a reírnos juntas. El personal de los distintos archivos y bibliotecas que me dedicaron su tiempo y sus conocimientos en todo momento facilitaron en mucho mi trabajo: Cecilia Miconi del Museo Municipal de Bellas Artes, Norma Bisignano, Gabriela Raggio y Carlos Buss de la Asociación Bernardino Rivadavia, Marcela Esnaola de la Biblioteca “Arturo Marasso” del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur, Estela Grandoso del archivo La Nueva Provincia y José Marcilese del Archivo de la Memoria de la Universidad Nacional del Sur. Algunas familias me facilitaron el acceso a sus archivos y recuerdos privados: Domingo Frentzel Pronsato, Pablo Lejarraga (h), Esteban Brignole, Carlos Iaquinandi, Horacio Mercanti (†), Fortunato Jorge, Darío Lorenzini y Héctor Valdovino no sólo me dejaron ver papeles que atesoran con afecto sino que también me narraron historias que sólo permanecen en su memoria. Quiero reconocer también a mis compañeros y amigos de los proyectos de investigación: Patricia Orbe, Lucía Bracamonte, José Marcilese, Juan Cruz Fernández, Celeste Napal, Duilio Minieri, Ana Carolina Heredia, Ana María Vidal, Noelia Caubet, María Victoria Gómez Vila y Paola Sierra por la productividad y la calidez de nuestros intercambios. Le agradezco particularmente a María de las Nieves Agesta, amiga y compañera, por sus lecturas lúcidas, por el estímulo, la generosidad, el apoyo y el desafío constante de pensar juntas. Doy las gracias a mis amigos de toda la vida,

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que se alegran por mí y me acompañan en las frustraciones, aunque este libro no les signifique mucho, y que mantienen mis pies bien asentados en la tierra. Al “Cono de la Ignorancia”, por sus aportes matemáticos y sus soluciones tecnológicas pacientes y desinteresadas. Agradezco profundamente a mi familia. A mis abuelos Elsa, René, Felisa y Osvaldo; tres de ellos me acompañaron en el inicio de esta tesis, pero ninguno pudo ver el resultado. Les hubiera gustado saber que llegué hasta aquí y que fueron sus propias trayectorias de vida las que despertaron mi curiosidad sobre el antiperonismo. A mis padres Nora y Luciano y a mi hermano Sebastián, por la vida misma, por el afecto, por la comprensión y por la paciencia. A mi madre, por todo ello, por la contención, el apoyo incondicional y la enseñanza de la integridad moral y del compromiso. A Tomás, porque durante todos estos años él se encargó de recordarme diariamente hacia dónde vamos, qué nos importa y qué nos alimenta. Poca gente sabe como él lo que esto ha costado. A Teo, porque ahora la vida es otra cosa.

Abreviaturas más utilizadas AAI AAS ABR AC AM AMUNS APL CA CAB CAL CE CCI CLES CGT CMBA CMC DEC EAV FORJA FUA FUS ITS LEHS MIP MMBA PC PS PSA PSD RC SAAP SADAP SADE SDEA SR SS UCR

Asociación Artistas Independientes Asociación Artistas del Sur Asociación Bernardino Rivadavia Asociación Cultural Asociación Médica Archivo de la Memoria de la Universidad Nacional del Sur Archivo Pablo Lejarraga Club Argentino Colegio de Abogados Club Atlético Liniers Club Estudiantes Corporación del Comercio y de la Industria Colegio Libre de Estudios Superiores Confederación General del Trabajo Comisión Municipal de Bellas Artes Comisión Municipal de Cultura Dirección de Extensión Cultural Escuela de Artes Visuales Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina Federación Universitaria Argentina Federación Universitaria del Sur Instituto Tecnológico del Sur Liga de Estudiantes Humanistas Movimiento Independiente Plástico Museo Municipal de Bellas Artes Partido Comunista Partido Socialista Partido Socialista Argentino Partido Socialista Democrático Rotary Club Sociedad Argentina de Artistas Plásticos Sindicato Argentino de Artistas Plásticos Sociedad Argentina de Escritores Sindicato de Escritores Argentinos Sociedad Rural Sociedad Sportiva Unión Cívica Radica

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UCRI UCRP UDELPA UNLP UNS

Unión Cívica Radical Intransigente Unión Cívica Radical del Pueblo Unión del Pueblo Argentino Universidad Nacional de La Plata Universidad Nacional del Sur

Prólogo

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ucho se ha dicho, pensado y escrito acerca de las relaciones entre los contenidos de la cultura y los de la política, entre las maneras de poner en práctica la primera y las estrategias del Estado moderno para coordinar y legitimar algunas de sus formas por sobre otras; en el centro del problema y como protagonistas ineludibles del fenómeno se ha ubicado a los intelectuales y a los gestores de la cultura. Las preguntas acerca de las intervenciones públicas de los escritores, los artistas y los pensadores en general cobran matices singulares y han generado cuestionamientos específicos en la geografía latinoamericana no sólo en virtud de lo que tradicionalmente se ha concebido como una situación de “periferia” de los centros de producción “original” sino también, y sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, como espacios de gestación y experimentación de la radicalización de las artes y de la política. En este sentido, el caso argentino se ha vuelto de fundamental importancia, de un lado, porque el hecho peronista vino a instalarse en un contexto histórico que se caracterizaba por un desarrollo desigual y heterogéneo de las políticas públicas de la cultura. Por otro, porque el accionar que en esta materia imprimió el justicialismo desencadenó un proceso que, aún luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón, anudó fuertemente las preocupaciones de la cultura a las de la esfera estatal y porque el devenir mismo de todo este desarrollo se encabalgó y entrecruzó con las discusiones y los debates que orientaron la transformación interna y la autodefinición de los sujetos de la cultura y de su rol en el mundo social. Surgido de la investigación que diera por resultado el texto final de una tesis doctoral, este libro busca abordar el proceso de construcción y consolidación de los principales espacios y prácticas culturales en Bahía Blanca a mediados del siglo XX a partir de una perspectiva interdisciplinar que contemple tanto las estructuras institucionales como los niveles diferenciales de agencia e intereses individuales que las movilizaron. De un lado, procura ilustrar acerca de la cristalización de las preocupaciones sobre las artes en las geografías provincianas y sus relaciones con los movimientos estéticos, políticos y las políticas públicas más globales del período, y del otro, intenta reconstruir el diálogo, la convergencia y las tensiones entre las ideas y las representaciones de grupos y de redes de individuos, y los proyectos y las estrategias implementados por las esferas estatales provincial y nacional. A esos efectos, se presta particular atención a la conformación de instituciones que combinaron los intereses intelectuales y artísticos generales con el desarrollo oficial delineando así políticas públicas referentes a la cultura en la ciudad. Fundada en 1828 en la región sudoeste de la provincia de Buenos Aires, Bahía Blanca había abandonado progresivamente su perfil de fortaleza militar para convertirse, desde fines del siglo XIX, en un pujante nodo ferroportuario. Integrado este es-

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pacio urbano al modelo agroexportador, por sus muelles circulaba buena parte de la producción primaria de la zona pampeana y rionegrina. Hasta 1914 el crecimiento demográfico sostenido de la localidad, que por ese entonces contaba con casi 70300 habitantes, la colocó a la vanguardia del desarrollo urbano de la provincia e incluso del país, transformándola en un municipio distinguido por la prosperidad ante los ojos de los contemporáneos. Para fines de los años ‘30, la imagen de ciudad moderna y progresista que había desarrollado durante las últimas décadas del siglo anterior se encontraba fortalecida; como correlato del desarrollo material y a causa del avance del proceso de alfabetización y de los intercambios con la metrópolis porteña y con los centros europeos, algunos sectores comenzaron a diversificar sus intereses intelectuales y a ensayar la especialización de las entidades culturales a través de la iniciativa privada, dando origen a instituciones de variables objetivos y permanencia, como la Asociación Bernardino Rivadavia (1882) y la Asociación Cultural (1919), y a algunas formaciones menores que sentarían los antecedentes para la aparición de la Comisión Municipal de Bellas Artes (1930) que al año siguiente creó el Museo Municipal homónimo.1 Desde 1940, la actividad de la sociedad civil no sólo comenzó a cristalizar sus expectativas culturales en espacios privados cada vez más numerosos en su convocatoria –como la Asociación Artistas del Sur (1939), la Universidad del Sur (1940) o el Colegio Libre de Estudios Superiores (1941)– sino que también tuvo lugar la creciente estructuración de estas inquietudes dentro del organigrama del Estado como resultado 1

La escritura de este libro y el desarrollo global de la tesis en la que se basa dialogan y se nutren profundamente de investigaciones precedentes o contemporáneas a ella, de colegas que también trabajan el recorte regional del sudoeste bonaerense. Entre otros, pueden consultarse CERNADAS, Mabel “La idea de progreso en la Bahía Blanca de fines del siglo XIX”, en BUSTOS CARA, Roberto y CERNADAS, Mabel –editores– Estudios regionales interdisciplinarios II, EdiUNS, Bahía Blanca, 2000; BRACAMONTE; Lucía, Mujeres y trabajo. Voces y representaciones en la prensa de Bahía Blanca. 1880-1934. Mímeo [Tesis doctoral inédita], Universidad Nacional del Sur. Bahía Blanca, 2006; ORBE, Patricia La política y lo político en torno a la comunidad universitaria bahiense (1956-1976). Estudio de grupos, ideologías y producción de discursos, Mímeo [Tesis doctoral inédita], Universidad Nacional del Sur, 2007; RIBAS, Diana I. Del fuerte a la ciudad moderna: imagen y auto-imagen de Bahía Blanca, Mímeo [Tesis doctoral inédita] Universidad Nacional del Sur, 2008; PUPIO, María Alejandra, Profesionales y aficionados en la conformación, interpretación y exhibición de las colecciones arqueológicas. Coleccionistas y museos de la provincia de Buenos Aires, Mímeo [Tesis doctoral inédita], Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2012; MARCILESE, José El peronismo en Bahía Blanca. De la génesis a la hegemonía, 1945-1955, EdiUNS, Bahía Blanca, 2015; CAUBET, María Noelia Músicos en red: la creación del Conservatorio Provincial de Música en el proceso de institucionalización cultural de Bahía Blanca (1956-1957), Universidad Nacional del Sur, Mimeo [tesina de licenciatura inédita], 2015; AGESTA, María de las Nieves Páginas modernas. Revistas culturales, transformación social y cultura visual en Bahía Blanca, 1902-1927, EdiUNS, Bahía Blanca, 2016; VIDAL, Ana María Experiencias del “teatro militante” en Bahía Blanca, 1972-1978, Mímeo [Tesis doctoral inédita] Universidad Nacional del Sur, 2016.

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de la interacción de la voluntad privada con el diseño de las políticas públicas. Así, por un lado, se crearon dependencias nuevas destinadas a la cada vez más compleja organización pública de la cuestión, como la Comisión Municipal de Cultura (1946), la Subsecretaría de Cultura y Asistencia Social (1951) y la Dirección de Cultura (1967). Por otro, los procesos políticos, sociales y culturales de diferentes escalas e intensidades que se desarrollaron durante el siglo XX, especialmente desde mediados de los años 40, tuvieron como protagonistas a las capas medias de la población, en sus diferentes ensayos de ascenso social y económico a través del acceso, por ejemplo, a la educación superior. En efecto, la lucha por la creación de una institución universitaria en la ciudad impactó en el campo cultural de Bahía Blanca a lo largo de todo el período, en el que distintas agrupaciones y figuras gestionaron vías diversas para la concreción de la entidad, con la convicción firme y compartida de que constituía una instancia necesaria para el desarrollo social, político y cultural de la localidad. En este sentido, la voluntad de contar con una universidad que brindara formación profesional se concretó inicialmente con la apertura del Instituto Tecnológico del Sur (1948) y con la efectiva creación de la Universidad Nacional del Sur (1956). A lo largo de este proceso, también se oficializaron las principales instituciones de enseñanza e interpretación artística dependientes de la provincia de Buenos Aires: a la Escuela de Artes Visuales (1951) se sumaron el Ballet del Sur (1956), el Conservatorio de Música y Arte Escénico (1957), la Orquesta Estable de Bahía Blanca (1959) y la Escuela de Teatro (1960), que interactuaron con una serie de formaciones privadas de variable convocatoria y de duración relativamente efímera. El surgimiento de estos nuevos espacios públicos y la intervención de los sujetos en ellos se produjo como parte del proceso de complejización social general heredero de la modernización global del país en las primeras décadas del siglo, y cuyo clímax tuvo lugar durante el primer gobierno peronista. En él, a la vez que el Estado ampliaba su organización estructural y profundizaba sus incumbencias, otros sectores sociales comenzaron a definirse, a visibilizarse y a buscar participación en la sociedad civil y en el mundo político. Lo que resultaba desestabilizador y diverso en la arena social tuvo como correlato la transformación de las definiciones, los objetivos, los sujetos y las formas de producción, reproducción y consumo de los bienes culturales. En este sentido, mientras el Estado puso énfasis en la legislación y el ordenamiento del problema como parte de sus prerrogativas, los gestores y animadores de la cultura local –permeados por la posición diferencial de la ciudad frente a los centros productores consagrados– asumieron los cambios de maneras heterogéneas de acuerdo a sus sensibilidades ideológicas, sus aspiraciones disciplinares y sus trayectorias personales. La idea central que recorre este texto sostiene que el proceso de institucionalización oficial de las actividades culturales acaecido en Bahía Blanca desde mediados de la década de 1940 supuso la articulación estratégica, tensa y heterogénea de las distintas políticas culturales del Estado con los sectores profesionales liberales que

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desarrollaban sus intereses intelectuales en el ámbito de una activa sociedad civil y en la prensa periódica. Atravesada por las coyunturas que supusieron la consolidación y la desestructuración del gobierno peronista, la definición de pautas públicas en las esferas nacional y provincial convergió, de un lado, con la recepción y la apropiación de los debates en torno a las relaciones entre el arte y la política y las transformaciones del rol y del estatuto del artista que se producían en otras geografías y por otro, con la multiplicidad de prácticas de tipo intelectual por medio de las cuales la ciudad procuraba erigirse en el centro hegemónico del sur argentino. Más puntualmente, es posible distinguir tres hipótesis complementarias; en primer lugar, afirmamos que los distintos operadores culturales se concibieron a sí mismos como agentes intelectuales alejados de los conflictos políticos mientras sus pertenencias profesionales y sus afinidades ideológicas los posicionaron relativamente en el espectro de opciones partidarias que se disputaron la representación política; mientras algunos mantuvieron una postura de decidida oposición o de franca adhesión ideológica a la gestión peronista, otros adoptaron perfiles de tipo pragmático que les permitieron la ocupación de las instituciones oficiales y el manejo de sus recursos en función de sus intereses. Por otra parte, consideramos que al interior del mundo cultural existieron tensiones específicas –inclusive propias de cada disciplina– que se entrecruzaron con los vaivenes políticos y condujeron a la conformación de agrupaciones y a la ocupación de los espacios ofrecidos por el Estado como estrategias exitosas de visibilización de los sectores en pugna y de validación social de sus opciones estéticas e ideológicas, asignando así nuevas funciones a las ya tradicionales prácticas de sociabilidad y a las redes de vínculos personales preexistentes. Asimismo, señalamos que durante el período, la representación de Bahía Blanca como polo orientador de la Patagonia adquirió connotaciones más complejas y nuevos fundamentos simbólicos. De un lado, el proceso de provincialización de los territorios nacionales sureños incitó la recuperación de la voluntad de convertir a la ciudad en un eje de poder administrativo; por otro, el crecimiento económico, demográfico y social sostenido por la ciudad desde fines del siglo XIX la convertía en un espacio crucial en el debate en torno a la inserción de la norpatagonia en un sistema económico mundial en transformación luego de la crisis financiera de 1929 y de la experiencia bélica europea. Finalmente, la creciente actividad cultural de la ciudad –cuyo epicentro lo constituyó la creación de la Universidad Nacional del Sur– funcionó como elemento justificador de la pretendida hegemonía sobre ese espacio en virtud de la producción de conocimientos y de saberes sobre él. El objetivo general de esta obra radica en analizar las representaciones y las prácticas en torno a la cultura sostenidas en Bahía Blanca entre 1940 y 1969 prestando atención a las formas en las que fueron articuladas las estrategias de sociabilidad, las concepciones estéticas e ideológicas y la praxis política. En este sentido, el primer capítulo reconstruye y describe el mundo de experiencias asociativas culturales que tuvieron lugar en Bahía Blanca en los años 40 prestando atención al proceso de conformación

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y de consolidación de las instituciones culturales locales durante la gestión justicialista, sus diálogos con las esferas estatales de mayor incumbencia, y la participación en ellas de los actores provenientes de la sociedad civil. En el siguiente se exploran las transformaciones operadas en esa constelación de instituciones e individuos a partir del derrocamiento de Juan Domingo Perón y del establecimiento de nuevas políticas culturales a partir de la creación de la Universidad Nacional del Sur y de la transformación interna del Museo Municipal de Bellas Artes. El capítulo 3 pretende, por su parte, dar cuenta de las maneras en las que las variables que atravesaron al debate intelectual y cultural durante los años centrales del siglo XX fueron presentadas a quienes se hallaban fuera de las instituciones específicas y el papel que en ello cumplieron las revistas y, simultáneamente, explicitar las principales formas en las que las transformaciones sociales, políticas y culturales impactaron en el formato periódico y sus características. En la segunda parte, indagamos en las autoimágenes intelectuales sostenidas por algunos animadores culturales significativos durante el período considerado, revisando las relaciones establecidas entre el arte, la cultura, el trabajo y la política y estudiaremos las vías de imbricación de los sujetos y las iniciativas culturales en el entramado de la sociedad civil, buscando reconocer y explicar la significación concedida a las prácticas de participación asociativa. El capítulo 4 analiza las concepciones que estos artistas, escritores y operadores culturales sostuvieron en torno a las artes y la cultura como potenciales actividades laborales y políticas y al rol de los intelectuales en tanto trabajadores y sujetos de la transformación social e ideológica. El quinto apartado busca describir la composición social y el entramado de relaciones personales e institucionales globales en el que estas iniciativas se sostuvieron e intenta reponer las representaciones generales sostenidas por los actores en torno a la sociedad civil. El último capítulo, finalmente, procura definir e interpretar las vías a través de las cuales se construyó y se puso en práctica la noción de Bahía Blanca como centro y “capital” auto designada de la región Patagónica, explorando las perspectivas regionales delineadas por los agentes culturales con la intención de historizar la representación y los criterios de legitimación que asignaron a la localidad un pretendido lugar central en las tierras australes. De manera general, el objeto de estudio resulta interpelado por interrogantes amplios acerca de las formas del Estado y las políticas públicas a mediados del siglo, de la sociabilidad cultural y su vinculaciones con lo político y de las relaciones entre las representaciones urbanas y las formas de organización del territorio. En su dimensión más específicamente cultural, la investigación ha procurado aportar al análisis de las relaciones entre el arte, la política y la modernización cultural, al del papel de los medios de comunicación como mediadores entre los productores y los consumidores y en tanto artefactos de comercialización y al del rol de los animadores culturales y los intelectuales en la esfera pública. La extensión de nuestras preguntas han conducido, de un lado, a la exploración de un amplio abanico de fuentes –entre las que se

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encuentran los documentos institucionales, la prensa periódica, los archivos epistolares, los registros visuales como fotografías, pinturas, dibujos y obras escultóricas y el intercambio con testigos de la época-. Del otro, la investigación nos ha supuesto la utilización ad hoc de un corpus teórico en el que resultan centrales los aportes de Pierre Bourdieu a la teoría sociológica de la cultura, las nociones de Roger Chartier acerca de las representaciones sociales como matrices de pensamiento y de acción cotidianas y las reflexiones en torno a los recortes regionales y las variaciones en la escala del análisis y sus implicancias metodológicas, señaladas por Bernard Lepetit. 2

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Por supuesto, los referentes teóricos que nos han servido en los distintos puntos de la investigación fueron numerosos y no es aquí el lugar para su enumeración detallada. Para los mencionados, puede consultarse BOURDIEU, Pierre Campo de poder y campo intelectual, Buenos Aires, Folios, 1983 [1971]; CHARTIER, Roger El mundo como representación, Gedisa, Barcelona, 1992 y Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marin, Manantial, Buenos Aires, 1996 y LEPETIT, Bernard “Architecture, géographie, histoire: usages de l‘echelle”, Genéses, 13, 1993. [en linea] http://www.persee.fr/ web/revues/home/prescript/article/genes_1155-3219_1993_num_13_1_1202 [Consulta: 28/04/2012]

PRIMERA PARTE Agentes, formaciones, redes y proceso de institucionalización de las actividades culturales

CAPÍTULO I Políticas públicas de la cultura, institucionalización y peronismo a extensión del proceso de alfabetización, así como la proliferación de emprendimientos literarios y de prensa acaecida durante las primeras décadas del siglo XX en Bahía Blanca3 estimularon, entre otras cosas, la multiplicación de intereses relativos a la “alta cultura” y la aparición de individuos y grupos movilizadores de recursos en torno a los mismos. Inicialmente, la mayor preocupación residió en la circulación de los bienes culturales generados en Buenos Aires; sin embargo, rápidamente comenzaron a plantearse las inquietudes de quienes no se contentaban con un rol de consumidores, sino que querían dar cauce y exhibir su propia producción. Escritores, artistas plásticos, músicos e intelectuales en general comenzaron a autodefinirse en función de sus procesos formativos –usualmente realizados en otras latitudes– y de sus expectativas disciplinares, sociales e ideológicas. El surgimiento de incipientes y comúnmente efímeros espacios asociativos privados dio lugar a la visibilización de un cada vez más nutrido conjunto de actores sociales interesados en el desarrollo intelectual de la ciudad que, a su vez, establecieron diversas articulaciones con el campo político local, provincial y nacional. Desde distintas posiciones, a su vez, coincidieron en la necesidad de la ciudadanía bahiense de contar con una universidad, argumentando que su concreción transformaría radicalmente las perspectivas intelectuales, sociales y económicas de la localidad y sus habitantes. ¿Cuáles fueron las características asumidas por estas asociaciones culturales y cuáles fueron sus intereses? ¿Cuáles fueron las estrategias esgrimidas para su consecución? Y por otra parte, ¿qué novedades supuso la irrupción del peronismo en esta escena cultural y en la de la provincia? ¿Cómo se definían las políticas públicas de la cultura y cuáles fueron las respuestas de la sociedad civil ante las mismas? ¿Con qué recursos materiales se financiaban? El presente capítulo busca reconstruir el mundo de experiencias asociativas culturales que tuvieron lugar en Bahía Blanca en los años 40 prestando atención, particularmente, a aquellas que lograron diálogos sostenidos e intercambios exitosos con espacios oficiales o privados de mayor proyección geográfica, como la Asociación Artistas del Sur (aas) y el Colegio Libre de Estudios Superiores (cles). Simultáneamente, se pretende describir y explicar el proceso de conformación y consolidación

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Sobre este aspecto, véase AGESTA, María de las Nieves Páginas modernas. Revistas culturales, transformación social y cultura visual en Bahía Blanca, 1902-1927, EdiUNS, Bahía Blanca, 2016.

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de las instituciones culturales locales durante la gestión justicialista, sus diálogos con las esferas estatales de mayor incumbencia, y la participación en ellas de los actores provenientes de la sociedad civil. En primer lugar, se intenta dar cuenta de la constitución y las prácticas de la Comisión Municipal de Cultura y el Instituto Tecnológico del Sur, y de cómo en su seno convergieron las preocupaciones intelectuales delineadas por la aas con los intereses que, en materia de política cultural, caracterizaron al forjismo provincial. En este sentido, interesa analizar cómo los noveles organismos significaron la apertura de cargos públicos, la asignación de partidas presupuestarias y poder de decisión a una institución que, desde sus inicios, buscaba consolidar sus actividades a través del estrechamiento de lazos con el Estado. En segundo lugar, se procura revisar la creación de la filial Bahía Blanca del cles, su composición interna y las actividades que como entidad llevó a cabo para comprender, de un lado, las formas en las que definió y puso en práctica su política cultural y, del otro, su posicionamiento frente a aquellas que se plantearon desde las distintas instancias oficiales justicialistas. Se considerarán, entonces, las estrategias implementadas por su secretario en el desarrollo de su actividad cotidiana para explicar así las prácticas concretadas en tanto asociación de tipo privado y local, pero articulada en redes ideológicas y culturales de mayor extensión. Los estudios históricos y sociológicos han buscado, desde sus comienzos, dar razones de las experiencias institucionales, así como las de los hombres y mujeres que le dan vida cotidianamente, para explicar los fenómenos sociales. Es en este sentido, y sin intenciones de hacer una reconstrucción biográfica, que la dimensión individual de ciertos actores del mundo cultural aquí observado local se presenta como fundamental. Algunos aspectos de las trayectorias de vida de personalidades como Pablo Lejarraga o Arnaldo Collina Zuntini aparecen como propicios para un análisis que busque dar cuenta de las tramas y elementos variables que dieron cuerpo a las distintas entidades y, simultáneamente, permiten desglosar la diversidad de intereses que las atravesaron. Forjistas, nacionalistas, ¿peronistas? La consolidación de los espacios culturales oficiales El 6 de mayo de 1946, durante el período en el que el ex forjista4 Julio César Avanza estuvo a cargo del poder ejecutivo local, fue creada la Comisión Municipal de 4

Sobre la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (forja) y sus relaciones con el gobierno peronista véase MACOR, Darío “Partidos, coaliciones y sistema de poder” en CATTARUZZA, Alejandro –director– Nueva Historia Argentina Tomo VII Crisis económica, avance del Estado e incertidumbre política (1930-1943), Sudamericana, Buenos Aires, 2001. La creación de la filial bahiense data de 1943, y fue conformada por un grupo de jóvenes profesionales recientemente egresados de la Universidad Nacional de La Plata, entre los que se encontraban Miguel López Francés, José Cafasso, José Aralda, Amilcar Vertullo, Eugenio Álvarez Santos, Julio César Avanza, Antonio Tridenti, Rober-

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Cultura de Bahía Blanca (cmc) por decreto municipal. En el mismo se señaló que la Comisión Municipal de Bellas Artes (cmba), en funciones desde 1930, constituía su principal antecedente. Según la ordenanza, hasta ese momento, era esa institución la que cumplía la función “específica del gobierno municipal [de] estimular, favorecer y encauzar todo lo referente a la acción oficial encaminada al mejoramiento cultural de la población”.5 La mayoría de sus miembros6 sostenían una postura política cercana al conservadorismo7 y su gestión había posibilitado la creación, un año después, del Museo Municipal de Bellas Artes (mmba) y la apertura de su I Salón Municipal de Arte. El mismo fue inaugurado el 11 de abril, a manera de homenaje a la fecha fundacional de la ciudad, iniciando así una tradición que se sostiene hasta el presente.8 Los años que mediaron entre 1930 y 1946 fueron un momento muy fructífero para el campo cultural local, que culminó en la consolidación de los grupos de artistas plásticos en la institución cultural oficial. Los intereses intelectuales, artísticos y culturales no eran nuevos en la ciudad. Desde 1882 funcionaba la Asociación Bernardino Rivadavia9 en la que los asociados podían consultar la única biblioteca popular local, a la vez que –por contar con salas de exposiciones y una sala teatral con capacidad para 420 personas– era sede de actividades como conferencias, conciertos, etc. En 1919, por otra parte, fue creada la Asociación Cultural que orientó sus intereses, en su mayoría, hacia la gestión de recitales músicales.10 En ambos casos, la participación de los pintores, músicos y escritores en sus comisiones directivas fue minoritaria, siendo estos lugares ocupados por personalidades con importantes trayectorias sociales, políticas y económicas. Sin embargo, las actividades plásticas to Volpe y Gerardo Cornejo. Cfr. MARCILESE, José El peronismo en Bahía Blanca. De la génesis a la hegemonía, 1945-1955, EdiUNS, Bahía Blanca, 2015. 5 Archivo MMBA, Bahía Blanca. Catálogos: Comisión Municipal de Cultura de Bahía Blanca, p. 4. 6 Desde su creación hasta 1937 estuvo conformada por Enrique Cabré Moré (presidente), Antonio Gerardi (secretario), Francisco Cervini, Alfonso Sica Bassi y Eduardo Palavecino (vocales); desde 1937 Domingo Pronsato ocupó el cargo de secretario. En 1943 sus integrantes son Francisco De Salvo, Roberto Isnardi y Tito Belardinelli; al año siguiente, Domingo Pronsato se instaló en la presidencia, Roberto Isnardi en la secretaria, y Tito Bellardinelli, Gualterio Monaccelli y Francisco De Salvo eran los vocales. Archivo MMBA, Catálogos. 7 Cfr. RIBAS, Diana “¿Cuánto se paga en Pago Chico? La circulación de arte en bahía blanca (19281940)” en BALDASARRE, María Isabel y DOLINKO, Silvia –editoras– Travesías de la imagen. Historias de las artes visuales en la Argentina, vol. 2, EDUNTREF/CAIA, Buenos Aires, 2012. 8 Cfr. LÓPEZ PASCUAL, Juliana “Trincheras”: el campo cultural en Bahía Blanca entre 1963 y 1968, EdiUNS, Bahía Blanca, 2015. 9 En el período aquí considerado estaba dirigida por el abogado Francisco Cervini (1916-1955) y, posteriormente, por Raúl Bagur. 10 Sus directivos, entre 1946 y 1970, fueron Roberto M. Arata, John Milton Wright, Adriano Pillado (h), Victoriano Estevez, Elba Ducós y Manuel E. Vallés. AA. VV. 1898-1998 Cien años de periodismo, La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 1998.

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parecieron ser de gran dinamismo. Por iniciativa de Ubaldo Monaccelli, Domingo Falgione y José Vian –pintores– y el arquitecto Ernesto Corti, en 1932 fue creada la Asociación Artistas Independientes (aai). En 1933, los mismos formaron el Taller Libre que luego cambiaría su nombre a Escuela de Bellas Artes Proa. Seis años después, de la entidad original se desprendió la Asociación Artistas del Sur, que al año siguiente decidió independizarse de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (saap), de quien fuera filial bahiense.11 Si bien Proa –luego oficializada Escuela de Artes Visuales de Bahía Blanca– había sido gestada por la aai en 1933, los miembros de aas se convirtieron en sus docentes y directores exclusivos hasta 1947, momento en el que resultaron desplazados por una movilización del centro de estudiantes.12 En sus estatutos la aas planteó que su propósito era “agrupar a todos los artistas de esta parte del país en una sola y vasta entidad, con finalidades únicamente inspiradas en los altos ideales del arte y que traduzcan en todo momento los sentimientos de camaradería y solidaridad de los asociados” para lograr la consecución de su objetivo principal: “propender por todos los medios, teóricos, técnicos y plásticos, al descubrimiento de los elementos esenciales contenidos en el paisaje sureño, así como de la vida que se desarrolla en ese ambiente, fuerte y recio, a fin de lograr nuevas expresiones en el arte de los argentinos”.13 Como parte del programa general a desarrollar por la Asociación, se explicitó: A) Difundir la cultura artística especialmente bajo el aspecto pictórico y en todos sus géneros. B) Propender al afianzamiento de un arte nacional del sur, o sea de ese arte que puede nacer de las sugerencias del paisaje y de las peculiares manifestaciones de la vida, tanto en el sentido figurativo, como en el musical o poético. C) Realizar excursiones colectivas a objeto de estudio en el “plein air” de las tierras australes. D) Fundar escuelas o prestar su apoyo a las existentes que enseñen las bellas artes. E) Obtener de los poderes públicos subsidios, subvenciones o leyes especiales para la consecución de los objetivos que se han especificado o de otros que concurran al logro de toda finalidad cultural artística de beneficio común. F) Esforzarse, especialmente, en conseguir del Superior Gobierno de la Nación, la construcción de la Casa del Artista en el Parque Nacional de Nahuel Huapi, donde los paisajistas argentinos 11 AGESTA, María de las Nieves “Duelo de pinceles. Campo artístico bahiense en la década del `40”, en CERNADAS, Mabel y VAQUERO, María del Carmen Vaquero –editoras– Problemáticas sociopolíticas y económicas del sudoeste bonaerense, AMUNS, UNS, Bahía Blanca, 2005. 12 Cfr. AGESTA, “Duelo de pinceles...”, cit. 13 Archivo AAS, Bahía Blanca. Estatutos, Acta de la Asamblea Extraordinaria del 4 de agosto para aprobar los Estatutos, 4 de agosto de 1939. Libro de Actas, pp. 4-5.

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(y extranjeros residentes en el país) puedan utilizarla gratuitamente en sus viajes a esa privilegiada región con fines de estudio. G) Solicitar la adhesión a la Asociación “Artistas del Sur” de todos los elementos intelectuales y artísticos del territorio especificado en el preámbulo. H) Publicar un órgano oficial de la Asociación. I) realizar recitales y exposiciones, una de ellas será anual denominada de los “Artistas del Sur”. J) Adquirir bienes raíces por cualquier título. K) contribuir, dentro de sus medios, al mejor éxito de toda iniciativa en favor de los fines que constituyen su objeto.14 Los objetivos institucionales planteados por los Artistas del Sur y las formas implementadas para su consecución delinearon un espacio en el que se nuclearon la mayor parte de los artistas plásticos locales pero también, y en proporciones significativas, escritores, músicos y profesionales interesados en las actividades culturales. Así, sus comisiones directivas estuvieron integradas, de manera mayoritaria, por personalidades asociadas al mundo de las artes visuales, como Domingo Pronsato,15 Tito Belardinelli, Saverio Caló, Alfredo Masera, Juan Ré, Elena Van Hees, Nicolasa Balbi Robecco, J. Roncoroni, José A. Triano, Arnaldo Collina Zuntini, Ubaldo Tognetti, Félix Murga, Séptimo Ferrabone, Bruno Petracci, Filoteo Di Renzo y Hortensia Leal, junto a actores procedentes de otros campos, como Andrés López Camelo, Gregorio Scheines (abogados) y Norberto Arecco (ingeniero). Su capacidad de congregación y los lazos establecidos por sus miembros –extendidos a la entidad– con figuras del ámbito político y cultural a nivel nacional y provincial posibilitaron su permanencia y crecimiento a lo largo de los años, convirtiéndose así en una potente organizadora del mundo cultural de la ciudad. En este sentido, la institución nucleó entre sus socios honorarios protectores a los diputados nacionales Martín Noel, también Vicepresidente de la Academia Nacional de Bellas Artes, y Samuel Alperín, al Presidente de Parques nacionales Ezequiel Bustillo y al Director del Museo de Bellas Artes de La Plata Emilio Pettoruti.16 Más allá de las variadas instituciones, formaciones y denominaciones, las personalidades que protagonizaron la gestión cultural de esos años fueron un grupo más o menos reducido en el que intervineron, en general, los asociados de Artistas del Sur. En marzo de 1942 fue inaugurada la nueva sede del mmba, en el espacio físico de Dorrego 104, ubicado debajo del Teatro Municipal; el evento de apertura fue delegado a 14 Archivo AAS, Libro de actas, p. 6. 15 Artista plástico e ingeniero, entre 1932 y 1933 fue beneficiario de una beca de estudios artísticos en Italia; luego integró el Concejo Directivo de la Asociación Bernardino Rivadavia (1935-1937). En 1939 fue socio fundador de la AAS, de la que se volvería presidente honorario a partir de 1943. Volveremos sobre su biografía en el capítulo 6. 16 Archivo AAS, Libro de actas, p. 6.

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la aas por el entonces comisionado Jorge Aguila.17 Desde febrero del mismo año, la mencionada entidad ocupaba el local contiguo (Dorrego 116), espacio que después de 1946 también figuraría como dirección oficial de la cmc.18 En 1943 fue creado el Museo y Archivo Histórico Municipal, también por decreto, sobre la base de la sección histórica existente en el mmba y el Archivo Histórico Municipal gestado en 1933, Enrique Cabré Moré se convirtió en su director honorario, a la vez que presidió la cmba –hasta 1937– y el mmba desde su creación hasta 1944.19 La situación política nacional instalada por el golpe de estado del 4 de junio de 1943 originó la sucesión de distintas personalidades civiles y militares en la comisionatura local, sin la realización de elecciones democráticas. Hacia mediados de la década, en el poder ejecutivo local se observó la alternancia de distintos miembros del ex forjismo, tales como Santiago Bergé Vila, Juan Carlos Miranda, Rafael Laplaza y Julio César Avanza.20 Este contexto local se presentó como propicio para el crecimiento de los aas y el desarrollo de una posición preponderante al interior del campo cultural. Si bien la ampliación de la burocracia cultural no fue un fenómeno local,21 lo que sí resultó novedoso fue la dinámica que adquirió en Bahía Blanca en tanto algunos grupos de la sociedad civil parecieron instrumentar los espacios abiertos 17 Archivo MMBA, Catálogos. 18 Este lugar todavía constituye la sede de la AAS. Archivo AAS, Actas de la comisión directiva. 13 de febrero de 1942. Archivo MMBA, Correspondencia. 19 En la década de 1930 fue designado Jefe Provincial de la Falange Española en Bahía Blanca. Cfr. VECCHI, Rodrigo “Dios, Patria y Falange. Catolicismo e Hispanidad en la obra escultórica suarense de Antonio Bagué”, en RIBAS, Diana Actas de las I Jornadas HumHA, UNS, Bahía Blanca, 2005. La trayectoria de Enrique Cabré Moré y su gestión en el terreno de la plástica local y provincial ha sido analizada por RIBAS, Diana “¿Cuánto se paga…?”, cit. 20 Nacido en 1915, Julio César Avanza fue un abogado bahiense dedicado a la función pública. Inició su militancia política en los comités de la Unión Cívica Radical, para luego participar en el movimiento forjista bahiense. Durante el primer gobierno peronista se desempeñó como Comisionado Municipal de Bahía Blanca y, desde 1949, como Ministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires. Sus inquietudes pedagógicas lo llevaron a concretar una serie de reformas en la esfera educativa provincial, tales como la promulgación de la Ley de Educación de la Provincia de Buenos Aires (Ley Nº 5650) y la creación de los Institutos Superiores de Pedagogía (Ley Nº 5538). Respecto a su biografía, cfr. CIARNIELLO, Nicolás Julio César Avanza. Un homenaje demorado, Fundación Senda, Bahía Blanca, 1992. Para el desarrollo del forjismo en Bahía Blanca, véase CERNADAS, Mabel “El partido radical bahiense en la oposición: entre la proscripción política y la participación electoral. (19301943)”, [en línea] http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/cernadas1.pdf [Consulta: 27/01/2011] 21 De acuerdo a los estudios llevados a cabo por Flavia Fiorucci, la creación de nuevas dependencias estatales reguladoras de las actividades culturales durante el primer peronismo coincidió con un clima de época compartido por varios países. Cfr. FIORUCCI, Flavia “La Administración Cultural del Peronismo, Políticas, Intelectuales y Estado”. Latin American Studies Center Working Paper N 20. The University of Maryland College Park, 2008, pp. 1-35.

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por el Estado para dar cumplimiento a intereses definidos con anterioridad. Durante la gestión de Avanza como comisionado municipal, las preocupaciones culturales comenzaron a tener respuestas oficiales en la creación del organismo centralizado, retroalimentando la situación crecientemente favorable de los Artistas del Sur. La constitución de la cmc mantuvo la estructura de la cmba: un presidente, un secretario y vocales. De acuerdo con el artículo Nº 6 de la resolución, el presidente era elegido por el Departamento Ejecutivo en acuerdo con el Honorable Concejo Deliberante, mientras la selección del secretario y los tres vocales dependía de forma exclusiva del intendente o comisionado a cargo. Todos los elegidos duraban dos años en el cargo y el mismo era considerado una carga pública. Sin embargo la obligatoriedad de su renovación bienal no fue respetada en todos los casos. Sus primeros miembros fueron: Roberto J. C. Volpe (Presidente), Miguel Ángel Torres Fernández (Secretario), Juan Ipucha (Secretario Administrativo), Saverio Caló, Francisco Estrella Gutiérrez, Manuel Mayer Méndez, Adriano Pillado, Domingo Pronsato –quien presidió la cmba desde 1945 mientras dirigía el mmba desde 1944– y Antonio Puga Sabaté (vocales). Durante los cinco años de su desempeño, fueron miembros de la comisión directiva, alternativamente: Eugenio Álvarez Santos, José Aralda, el presbítero Luis Reims, el profesor de música Alberto Savioli, Horacio Turio, Juan Montagnini, el pintor Arnaldo Collina Zuntini, Ernesto P. Corti e Ismael Bevilacqua. A su vez, estos miembros –junto al Reverendo Raul Entraigas y el pintor Alfredo Masera, entre otros– se dividían en comisiones asesoras según las “distintas ramas de la actividad artística y cultural” que atañían a la Comisión: Música, Artes Plásticas y Letras.22 El análisis de las pertenencias políticas y sociales de estos hombres, junto a la del comisionado municipal que creó la nueva dependencia, resulta interesante en relación con la ocupación de las posiciones de mayor poder dentro del campo cultural y las problemáticas propias del partido peronista local. Según las investigaciones de José Marcilese, el peronismo atravesó intensas disputas partidarias internas por la proclamación del candidato local en las elecciones municipales de 1948 y 1950. La cmc no escapó a estos enfrentamientos, los que se vieron reflejados en la selección de sus integrantes a lo largo de los años. En 1946 Roberto Volpe era dirigente de la Unión Cívica Radical Línea Renovadora y encabezaba la lista “Agrupación Peronistas Plan Quinquenal de trabajadores manuales e intelectuales”, mientras Juan Ipucha e Ismael Bevilacqua eran ex dirigentes conservadores agrupados, junto al sindicalista Juan Montagnini, en el Centro Cívico Peronista “24 de febrero”. Julio César Avanza, por su parte, era el referente de la “Agrupación Revolucionaria Peronista”, en la que convergían los forjistas y los sindicalistas del sector comercial y de la carne, apoyados por el gobernador Domingo Mercante y Miguel López Francés. 22 Archivo MMBA, Actas de las reuniones de la CMC. Libro I, folio 2, 15/07/1946; y Libro I, folio 3, 06/08/1946.

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Para 1949 el alineamiento de fuerzas partidarias había cambiado. Eugenio Álvarez Santos, periodista de oficio y ex forjista, presidía la cmc a la vez que se desempeñaba como subsecretario de López Francés –su principal referente político en el nivel provincial– en el ministerio de Hacienda del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, y lideraba la lista B (roja) en oposición al por entonces intendente José Aralda en la lista E (blanca), apoyado por Avanza.23 Como es posible observar, en la composición de la Comisión tuvieron lugar los representantes de las facciones políticas protagonistas del momento (sindicalistas, conservadores y ex forjistas). Aunque el ascenso y consolidación de Avanza y López Francés significó cambios en el equilibrio de fuerzas en el campo político, la cmc mantuvo estrechas relaciones con ambos dirigentes provinciales. Por otra parte, Domingo Pronsato, Manuel Mayer Méndez,24 Enrique Cabré Moré, Francisco Pablo de Salvo,25 Saverio Caló, junto a Adriano Pillado26 y Arnaldo Collina Zuntini,27 contaban 23 Cfr. MARCILESE, José Conflictos, prácticas políticas y organización partidaria en el peronismo de Bahía Blanca (1949-1950). Duodécimo congreso nacional y regional de Historia Argentina, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 2003. 24 Manuel Mayer Méndez fue socio fundador del Centro de Ingenieros de Bahía Blanca, y tuvo a su cargo el diseño de varios proyectos de trascendencia en la localidad, tales como el estadio del Club Estudiantes (1939), el Club de Golf y Barrio Parque Palihue (1940), los edificios principales de la Universidad Nacional del Sur, y la sede del Hospital Español. Desde 1948 se desempeñó como profesor de Dibujo técnico en el Instituto Tecnológico del Sur. 25 Para una reconstrucción biográfica de Francisco Pablo de Salvo, véase AGESTA, María de las Nieves “De poetas y de locos. Las representaciones de los intelectuales en las revistas bahienses de principios del siglo XX”, en ARDESI DE TARANTUVIEZ, Beatriz et al. XIII Jornadas Interescuelas. Departamentos de Historia, Editorial Científica Universitaria de la Universidad de Catamarca, 2013. 26 Adriano Pillado fue presidente y fundador de la Asociación Cultural de Bahía Blanca junto a Brenda Bassi, Felipe Flores, Juan Carlos Diaz, Juan Iturraspe y Eduardo Pont, en octubre de 1919. Esta entidad desarrolló una importante tarea de difusión de la música clásica en la ciudad. Por su parte, Pillado también participó de la comisión fundadora del Rotary Club Bahía Blanca en 1927, junto a Francisco Cervini y Enrique Julio, entre otros. El mismo año, tomó parte en la Comisión Ejecutiva de la Comisión Pro Centenario de Bahía Blanca, junto a Arthur Coleman, Amado Cattáneo y Carlos Cisneros. Cfr. MAUGER DE LA BRANNIER, Edgard “Al compás de los años”, en AA. VV. 1898-1998 Cien años de periodismo, cit., pp. 262-270. 27 Nacido en Italia en 1903 y radicado en Bahía Blanca, tuvo una intensa participación en el mundo cultural local. Miembro de AAS, fue su presidente desde 1947 hasta 1955. En 1951 fue nombrado Subsecretario de Cultura y Asistencia Social de la Comuna. Resulta sumamente interesante señalar que Arnaldo Collina Zuntini es mencionado en los documentos relativos a la política interna italiana durante el período 1940-1944, recopilados por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, bajo la clasificación “Asuntos militares: espionaje, propaganda, inteligencia en Pan América”. Véase A Guide to the Microfilm Edition of Confidential U.S. State Department Central Files, Italy: Internal Affairs, 1940-1944, University Publications of America, 1986. [en línea] http://www.lexisnexis.com/ documents/academic/upa_cis/11285_CFItalyIntAff19401944.pdf [Consulta: 09/11/2009]

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con una creciente trayectoria y un importante capital social en el campo cultural local, a la vez que sostenían posiciones políticas que simpatizaban con la opción conservadora. En la década de 1940 muchos de ellos se inclinaron hacia el nacionalismo restaurador28 lo que los acercó, en términos políticos, a los líderes del movimiento militar de 1943 y a los sectores peronistas más tarde. En el caso de Pronsato, quien había sido concejal de las fuerzas conservadoras entre 1917 y 1930,29 incluso es posible suponer una amistad cercana con Edelmiro J. Farrell, dado que éste último apareció en fotografías de viajes familiares del artista-ingeniero.30 La cercanía al ideario nacionalista fue manifiesta en el decreto de creación de la cmc dado que entre sus fines se propuso Intensificar con los medios a su alcance y mediante la cultura del pueblo del municipio, ampliando y fomentando todas las formas de expresión espiritual y propendiendo a exaltar los valores, nacionales y locales, la formación y difusión de un arte y de una cultura vernáculos y los principios inmutables de la argentinidad.31 En los estatutos se articularon el Estado, la población y los artistas en torno a un concepto de cultura popular que, necesariamente, debía aportar al “cultivo espiritual” de los ciudadanos “desde que no se concibe una moderna estructura del Estado sin una preocupación condigna por la elevación del nivel espiritual de su población.” En el discurso inaugural de la entidad, Julio César Avanza expresó: deseamos para Bahía Blanca una actividad y una función culturales que haga de nuestras esencias vernáculas, de nuestras posibilidades humanas y del material que indudablemente contiene nuestro medio social, la creación de una cultura viva, de progresiones inmediatas mediante la realización armoniosa y feliz de los ideales de belleza que alienta nuestro pueblo. Deseamos, pues, para la ciudad y deseamos para el país todo, una revitalización de los veneros profundos del ser nacional, un sentido de lo cultural que vaya unido a un hondo y perdurable sentido de lo humano y de los valores permanentes del espíritu.32

28 Cfr. BUCHRUCKER, Christián Nacionalismo y peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial. 1927-1945, Sudamericana, Buenos Aires, 1987. 29 LAURENT, Vivian Cien años de Historia Política. Elites y poder en Bahía Blanca (1886-1986). Mimeo [Tesis doctoral inédita]. Universidad Nacional del Sur, 1997. 30 Cfr. PRONSATO, Domingo Patagonia, proa del mundo, El Ateneo, Buenos Aires, 1948, lámina V. 31 Archivo MMBA, Catálogos. Comisión Municipal de Cultura de Bahía Blanca, p. 6. 32 Reproducido en CIARNIELLO, Nicolás Julio César Avanza…, cit., p. 63.

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El sostenimiento de esta representación en torno a la relación entre la cultura, la esfera pública y el “espíritu argentino” hizo posible la confluencia de este grupo con los sectores que, habiendo integrado la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, se acercaron después a la propuesta justicialista. Aunque no lograban el mayor consenso en las urnas, los primeros contaban con la estructura partidaria, el capital político y la experiencia electoral que les permitía tener acceso a espacios oficiales de relativa importancia.33 La gestión del gobernador Héctor Mercante en la provincia de Buenos Aires significó, a partir de 1949, el crecimiento del interés por las políticas culturales oficiales, preocupación que se manifestó de manera preponderante con la creación del Ministerio de Educación provincial, cargo para el que fue designado Julio César Avanza. Este cambio en la estructura administrativa desencadenó un proceso de renovación del sistema que extendió y complejizó estas incumbencias estatales mediante el surgimiento de nuevas instancias burocráticas como la Subsecretaría de Enseñanza, la de Administración y la de Cultura que, junto a su Dirección, fueron incluidas en el organigrama de esa dependencia.34 Las tareas de la sección de Cultura35 fueron encomendadas a José Cafasso mientras las de Administración fueron puestas a las órdenes de José Aralda; ambos, al igual que el Ministro, eran oriundos de Bahía Blanca y contaban con una relativa trayectoria política. Por su parte, Miguel Ángel Torres Fernández, quien en enero de 1946 se había pronunciado a favor de la Unión Democrática y en contra del “totalitarismo” y pocos meses después cumplía las funciones de secretario de la cmc, fue nombrado Director General de Bibliotecas Populares. La reforma constitucional de 1949 implicó, también, la creación del Ministerio de Economía, Hacienda y Previsión de la Provincia, cartera que fue ocupada por el

33 Cfr. MARCILESE, José Conflictos, prácticas…, cit. 34 Sobre este aspecto, véase PETITTI, Eva Mara “Reforma educativa y reestructuración estatal en la provincia de Buenos Aires durante el primer peronismo” en DA ORDEN, María Liliana y MELÓN PIRRO, Julio César –compiladores– Organización política y estado en tiempos del peronismo, Prohistoria, Rosario, 2011. 35 Quedaban a su cargo el Conservatorio Provincial de Música y Arte Escénico, el Teatro Argentino y Teatro del Lago, el Instituto de la Tradición, la Dirección General de Bibliotecas, la Dirección de Museos Históricos y la Dirección de Bellas Artes. Entre las prácticas llevadas a cabo por la gestión ministerial de Avanza encontramos la edición de la revista Cultura, que se convierte hoy en un documento central para la reconstrucción de la red de relaciones tejidas por los gestores culturales en todo el territorio provincial, así como para la recuperación de las representaciones que dieron sustento a las políticas educativas públicas. Agradezco a Guillermo Korn sus comentarios acerca de estos documentos. Los datos que aquí aparecen corresponden a su trabajo “La revista Cultura (1949-1951). Una sutil confrontación” en PANELLA, Claudio y KORN, Guillermo –compiladores– Ideas y debates para la nueva Argentina. Revistas culturales y políticas del peronismo (1946-1955), vol. I, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 2010.

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abogado, ex forjista y militante laborista Miguel López Francés.36 Desde su nuevo lugar provincial, Avanza propició la organización de una estructura institucional que se hizo eco de las preocupaciones pedagógicas y culturales que algunos sectores de forja habían planteado años antes. De esta forma, y a través de las posibilidades que otorgaron las partidas presupuestarias de las que el Ministerio de Educación fue beneficiario,37 la Subsecretaría de Cultura llevó adelante o financió numerosas actividades en diferentes localidades de la provincia, en las que las preocupaciones nacionalistas adquirieron protagonismo. En Bahía Blanca, estas acciones se llevaron a cabo por intermedio de la Comisión Municipal de Cultura que, por ser la institución oficial y centralizadora de las tareas culturales locales, estipuló las formas y tiempos de las mismas. La inserción de los Artistas del Sur en su dirección significó la consolidación de los lazos entre éstos y la esfera estatal y, en consecuencia, su participación en las decisiones oficiales acerca de las actividades y el reparto de los recursos disponibles. En efecto, la cmc contó con importantes ingresos económicos para su funcionamiento. En primer lugar, según su decreto de creación, los gastos de su funcionamiento estarían contemplados en el presupuesto municipal con una asignación de $10.000m/n anuales, que ascendió a $25.000m/n en 1950.38 A su vez, la cercanía de algunos de sus miembros con el Ministro de Hacienda, Economía y Previsión le proporcionó a la entidad, de acuerdo a la Ley N° 4142, dos subvenciones mensuales: una de $300m/n para actividades deportivas y culturales, la otra de $500m/n. De esta forma, además de lo aportado por el municipio la Comisión dispuso de $9.600m/n anuales, a los que se sumaban subsidios especiales que solicitaba a la Comisión Na-

36 De origen bahiense y militancia forjista, tuvo destacada participación política en el contexto del primer peronismo bonaerense primero en la Dirección General de Cultura, más tarde como diputado y, finalmente, como Ministro de Hacienda, Economía y Previsión. Desde esa cartera, fue uno de los principales gestores de la creación del ITS, del que fue rector por varios años a partir de su apertura. Cfr. MARCILESE, José “Los antecedentes de la Universidad Nacional del Sur” en CERNADAS, Mabel –directora– Universidad Nacional del Sur 1956-2006. Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca, 2006, p. 25. 37 De acuerdo a los estudios de María Liliana Da Orden, los gastos del Ministerio de Educación y los de su par de Salud y Asistencia Social insumían un tercio de la partida presupuestaria provincial. DA ORDEN, María Liliana “Recursos fiscales, Estado y sociedad. La Provincia de Buenos Aires durante el peronismo clásico, 1946-1955” en DA ORDEN, María Liliana y MELÓN PIRRO, Julio César – compiladores– Organización política…, cit. 38 Boletín Municipal de Bahía Blanca Nº 346-347-348, Año XXIX, Octubre-Noviembre y Diciembre de 1950. Balance presupuestario. El presupuesto municipal para 1950 fue de $10.099.567 m/n; la ciudad ocupaba el décimo lugar en la asignación presupuestaria provincial. Cfr. MARCILESE, Jose El peronismo en Bahía Blanca…, cit.

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cional de Cultura o a la Dirección General de Cultura de la Provincia de Buenos Aires para eventos específicos.39 Como ya se ha mencionado, la creación de la Comisión significó la centralización de las distintas disciplinas artísticas a nivel local, siguiendo quizás las formas nominales que se adoptaban en el nivel provincial o nacional (Dirección General de Cultura, Comisión Nacional de Cultura). Simultáneamente, evidenció la voluntad regional dado que buscó propender “también a una mayor vinculación de la ciudad con los distintos núcleos culturales de la zona”.40 Por la resolución que la creó, el mmba, el Museo y Archivo Histórico Municipal y el Teatro Municipal de Arte formaban parte de sus dependencias, por lo que las actividades que cada institución llevara a cabo eran de su incumbencia y gestión directa. En el caso del mmba, la figura del “director” desapareció, y sólo se registra la existencia de un “conservador”, cargo que ocupó Saverio Caló. Es posible suponer que la convivencia de los distintos organismos en un espacio próximo y reducido –los subsuelos del propio Teatro Municipal– facilitó que la cmc realizara una verdadera tarea de control sobre cada uno de ellos. En efecto, los objetivos que el Municipio y la Comisión dejaron expuestos en la ordenanza de su instauración fueron de gran alcance. En primer lugar, al Salón Municipal de Arte se le sumaría la organización de uno de carácter nacional. Por otra parte, la Comisión debía constituir y reglamentar la Escuela Municipal de Arte Escénico y Declamación, la Escuela Municipal de Bellas Artes, el Conservatorio Municipal de Música y la Orquesta Sinfónica Municipal. En la prosecución de estas metas, y a lo largo de sus cinco años de trabajo, la cmc ensayó una serie de experiencias que, si bien no tendrían continuidad en la década siguiente, sentaron precedentes para la conformación de las principales instituciones del campo artístico bahiense. Por ejemplo, en varias oportunidades organizó y auspició conciertos del Cuarteto del Sur41 en Bahía Blanca y localidades aledañas. Inclusive, la Comisión buscó facilitar su actuación en otros espacios bonaerenses, como la Casa de la Provincia de Buenos Aires, y en algunas ocasiones los recitales fueron transmitidos por la emisora radial local LU2. A su vez, si bien la institución de enseñanza escénica no fue creada, se propició la presentación en la ciudad de números teatrales y musicales que estuviesen de gira por la provincia o el país, tales como Elizabeth Thompson y Ricardo Catena, el elenco estable del Teatro Argentino de La Plata, Edith Murano y Héctor Ruiz Díaz (1947), la Embajada Folclórica, Hugo Devieri y Nicanor Zabaleta (1948), entre otros.42 Las actividades 39 Archivo MMBA, Documentos. Cabe aclarar que el sueldo de un maestro que recién se iniciaba en la docencia era de $300m/n. FIORUCCI, Flavia, Intelectuales y peronismo…, cit. 40 Archivo MMBA, Catálogos. Comisión Municipal de Cultura de Bahía Blanca, p. 5. 41 Constituyó una agrupación de cuerdas compuesta por Alberto Guala, Samuel Kerlleñevich, José Escariz y Francisco Brambilla que existió entre 1947 y 1955, siendo el antecedente de la Orquesta Estable de Bahía Blanca fundada en 1959. 42 Archivo MMBA, Documentos CMC.

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literarias también fueron estimuladas, específicamente a nivel zonal, con la organización del Concurso Literario Región Sur, en 1947 y 1948. En el mismo podían competir obras de autores nativos del espacio comprendido por la 6º sección electoral de la Provincia de Buenos Aires, y los territorios nacionales de La Pampa, Rio Negro y Neuquén. El total de seis premios se repartirían en tres categorías: poesía, “imaginación” (cuento, teatro, novela) y trabajos de investigación sobre temas geográficos, históricos, sociales, etnográficos, etc. El jurado estaría integrado por un representante de la Comisión Nacional de Cultura, uno de la Dirección General de Cultura de la Provincia de Buenos Aires y uno de la Asociación de Escritores Argentinos; en su primera edición, los mismos fueron Justo Pallares Acebal,43 Félix Esteban Cichero44 y Carlos Ruiz Daudet,45 respectivamente. El lugar central que la cmc adquirió en el campo cultural bahiense no sólo significó su posición diferencial frente a otras instituciones, en virtud de su respaldo oficial, sino que también dotó a sus integrantes de un gran poder de agencia a nivel local y provincial, en parte por la disponibilidad de recursos económicos estatales. Es así como observamos, mediante un análisis de la correspondencia de la entidad, la red de lazos que construyó con instituciones y personalidades del resto del país, que probablemente se hayan mantenido luego de su desaparición. En la disciplina plástica, los principales contactos eran con el Museo de Bellas Artes de La Plata, cuyo director era el artista Atilio Boveri, y con el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez –actual Museo Provincial de Bellas Artes– de Santa Fe, dirigido durante décadas por Horacio Caillet Bois, además de un gran número de artistas bonaerenses con los que el vínculo era individual. La Comisión Nacional de Cultura, por su parte, dispuso el préstamo en custodia de varias de sus obras al mmba para continuar “el plan cultural a fin de lograr un mayor conocimiento de las obras de nuestros artistas plásticos”.46 Asimismo, la Dirección General de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, dirigida por Julio Tavella, fue su principal referente en materia teatral. Por su medio, la cmc estableció nexos con el Teatro Argentino de La Plata y el elenco del Teatro Nacional de Comedia. En lo musical, en cambio, las relaciones se fomentaron con empresas dedicadas a la promoción de intérpretes, tales como Organización de Conciertos Gerard o la 43 Periodista del diario capitalino nacionalista “La Fronda” (creado en 1919 por Francisco Uriburu), fue su director desde 1926. Cfr. TATO, María Inés “¿Alianzas políticas o confluencias ideológicas? Conservadores y nacionalistas en la Argentina de los años treinta”, Cuadernos del CLAEH nº 91, Montevideo, 2º serie, año 28, 2005-2. pp. 119-135. 44 También conocido como “Fray Linterna”, fue el último director del diario “El Mentor” de Junín, y autor de “La muerte del indio: elogio de la raza nueva”. 45 Oriundo de Tandil, había militado en los círculos antifascistas provinciales en los años ‘30. Cfr. PASOLINI, Ricardo “Ferdydurkistas en la pampa salvaje: Witold Gombrowicz en Tandil”, en La Escalera, Anuario de la Escuela de Arte, Nº 13, UNICEN, Año 2003, pp. 87-108. 46 Archivo MMBA, Correspondencia. 29/03/1949

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Editorial Argentina de Música. Finalmente, los homenajes a José de San Martin en 1950, centenario de su muerte, dieron lugar a eventos alusivos en toda la provincia que, en Bahía Blanca, estuvieron a cargo de la cmc. En lugar del Salón Provincial, el 9 de julio de ese año se inauguró, en el palacio municipal, una exposición de pintura y grabado de artistas provenientes de La Plata. Para la misma fueron invitados representantes de reconocida trayectoria por formar parte de la primera generación de la plástica platense:47 Francisco de Santo,48 Aliverti Ambrosio, Raúl Suñe, José Juan Speroni, Ezio Raúl Bongiorno, Miguel A. Elgarte y Emilio Coutaret.49 Un mes más tarde, la Comisión convocó a Tomás Diego Bernard (h)50 y Luis Horacio Velázquez,51 ambos de La Plata, a dar conferencias en la Asociación Bernardino Rivadavia. Los lazos que unían a la cmc con la ciudad capital de provincia no eran sólo institucionales sino que incluían relaciones personales que los miembros aportaban como es el caso de Raúl Bongiorno, quien ya había sido invitado a exponer en la ciudad en 1935.52

47 Cfr. FÜCKELMAN, María Cristina “Carlos Aragón: reseña de exposiciones entre 1939 y 1975. Consideraciones sobre la crítica de arte”, Afuera. Año IV, Nº 7, noviembre de 2009. [en línea] http:// www.revistaafuera.com/pagina.php?seccion=ArtesVisuales&page=07.artesvisuales.fukelmann2. htm&idautor=171 [Consulta: 08/06/2010] 48 Nació en Buenos Aires en 1901 y su familia se radicó en La Plata, en 1906. Entre 1915 y 1919 asistió al taller del artista italiano Rodolfo Bezzicchieri, en compañia de Calabrese, Elgarte y otros estudiantes. Al inaugurarse la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad local en el año 1924, fue uno de los primeros alumnos en inscribirse. Egresó como profesor de grabado y también de pintura en 1931; en sus aula-taller estudia con los maestros Rodolfo Franco y Antonio Alice. Falleció en La Plata el 22 de abril de 1971. Fue grabador, pintor y muralista, ejerció como docente en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional de la Plata entre 1930 y 1963. http://www.franciscodesanto.com.ar/inicio.php [Consulta: 01/05/2010] 49 Archivo MMBA, Correspondencia 1950 50 Tomás Diego Bernard (h) fue abogado, profesor universitario e historiador. Jefe de la Sección Historia Sanmartiniana del Instituto de Investigaciones Históricas (1947-1950). Secretario Gral. de la Intervencion Federal en Córdoba (1944); Comisionado Municipal de la Ciudad de Córdoba (17 de abril al 2 de julio de 1945); Presidente de la Comisión Provincial de Cultura (1944-1945). AA.VV. Quién es quién en la Argentina. Biografías contemporáneas. Ed. Guillermo Kraft. Buenos Aires. 1955. p. 86. En julio de 1946, junto con colegas como Antonio Herrero, Raúl Touceda, Francisco Guerrero, Osvaldo Guglielmino, Horacio Ponce de León, Aurora Venturini y Ana Emilia Lahitte, entre otros, fundó la Sociedad de Escritores de la Provincia (SEP). http://www.eldia.com.ar/edis/20090709/laciudad1.htm [Consulta: 01/05/2010] 51 Bonaerense de formación comunista, adhirió al peronismo. Escritor, periodista y obrero del sector frigorífico, fue presidente de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares durante los períodos: 1952-1955 y 1973-1978. Su novela Pobres habrá siempre obtuvo en 1950 el Primer Premio de Literatura Bonaerense. http://www.conabip.gov.ar/Contenidos/institucional/presidentes.htm y http:// www.mrperon.com.ar/html/0010MujerdeAmerica001.htm 52 Cfr. RIBAS, Diana “¿Cuánto se paga…?”, cit.

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En un análisis de tipo global, se observa que la Comisión empleó de manera estratégica la red de vínculos que algunos de los Artistas del Sur habían construido con anterioridad: los lazos estrechos que unían a los pintores locales –especialmente a Arnaldo Collina Zuntini– con los artistas del barrio porteño de La Boca reunidos en la Agrupación Impulso, fueron instrumentados a la hora de seleccionar jurados, expositores o convocar voluntades. En este sentido, es fundamental señalar aquí la importancia del pintor y escenógrafo Juan Carlos Miraglia53 y su sostenido intercambio postal con Collina Zuntini. Apodado “El Cadenero”, éste último sostenía la necesidad de “establecer relaciones epistolares que crearan verdaderas “cadenas” de artistas en todo el país”.54 De esta manera, las figuras de Marcos Tiglio, Fortunato Lacámera, Benito Quinquela Martín, Miguel Carlos Victorica55 y Numa Ayrinhac56 fueron objeto de frecuentes convocatorias, consultas y referencias. Vale la pena señalar que, de las prácticas iniciadas por la cmc, aquellas que tuvieron mayor desarrollo fueron las que se orientaban a las artes visuales, probablemente por la gravitación de los artistas plásticos en el seno de la Comisión, y por el mayor grado de institucionalización que se evidenciaba en la disciplina a nivel local. Al ya tradicional Salón Municipal de Arte, que se realizaba en el mes de abril y al 53 Nacido en Azul en 1900 y trasladado a Bahía Blanca durante su adolescencia, Miraglia había realizado estudios artísticos en la ciudad, luego en Buenos Aires y en Europa. A su retorno, en 1931, fue nombrado Curador y Secretario del novel Museo Municipal de Bellas Artes. A fines de la década se trasladó a Buenos Aires, donde participó en la fundación de la Impulso. Para una extensa reconstrucción biográfica sobre Juan Carlos Miraglia, véase CAPORICI MIRAGLIA, Walter y GENÉ, Enrique Horacio Miraglia: meditación en torno de la vida y los tiempos creativos de un artista integral, Arte al Día, Buenos Aires, 2010. 54 AGESTA, María de las Nieves “Una mirada crítica a la relación entre Buenos Aires y el interior. Contactos entre “Impulso” y “Artistas del Sur”, 1947-1955”, en VI Jornadas Estudios e Investigaciones; Artes visuales y música, Instituto de Teoría e Historia del Arte “Julio E. Payró”, FFyL-UBA, Buenos Aires, 2004. 55 Discípulo de Ángel Della Valle, Reinaldo Giudice, Ernesto de la Cárcova y Eduardo Sívori en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes a principios del siglo XX, Victorica fue seleccionado como “invitado de honor” del Salón Nacional de Bellas Artes de 1951, en virtud de su “alta jerarquía”. Cfr. GIUNTA, Andrea “Nacionales y populares: los salones del peronismo”, en PENHOS, Marta y WECHSLER, Diana –coordinadoras-, Tras los pasos de la norma. Salones nacionales de Bellas Artes (1911-1989), Buenos Aires, Ed. Del Jilguero, 1999 y MALOSETTI COSTA, Laura “Las artes plásticas entre el ochenta y el centenario”, en BURUCÚA, José E. –director– Nueva Historia Argentina. Arte, Sociedad y Política, Tomo 1, Sudamericana, Buenos Aires, 1999. 56 De origen francés pero radicado tempranamente en la localidad de Pigüé (Provincia de Buenos Aires) Ayrinhac realizó sus estudios en el Colegio Don Bosco de Bahía Blanca. Discípulo de Ernesto de la Cárcova, participó en los espacios de exhibición plástica organizados en la ciudad durante los años 30, para luego trasladarse a Buenos Aires. A partir de 1947 se convirtió en el retratista oficial de Juan Domingo Perón y su esposa y en 1949 fue designado Director de Bellas Artes de la Provincia de Buenos Aires. Cfr. RIBAS, Diana “¿Cuánto se paga…?, cit.

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organizado por Proa todos los 12 de Octubre desde 1932, se sumaron el Salón Nacional de Artes Plásticas de Bahía Blanca a fines de cada año y el Salón Provincial de Artes en Bahía Blanca que se inauguraba el 9 de julio. El primero debió suponer un gran esfuerzo organizativo: en 1946 se expusieron casi 250 obras, en dos categorías (pintura y escultura), y se premiaron trece de ellas. Para ello, la cmc solicitó el aporte económico que destinaría a los premios y la designación de jurados a la Comisión Nacional de Cultura, a la Dirección General de Cultura de la Nación y a su homónimo provincial.57 El Salón Provincial, en cambio, constituyó un desprendimiento del Salón de Arte de La Plata cuyas obras, luego de finalizada la muestra platense, fueron divididas en tres exposiciones más pequeñas con destino a las ciudades bonaerenses de Bahía Blanca, Pergamino y Junín. Esta práctica fue implementada por primera vez en 1945 con una nominación diferente (“I Salón de Arte de Bahía Blanca”), probablemente posibilitada por la cercanía entre Domingo Pronsato, Enrique Cabré Moré y Emilio Pettoruti,58 quien se desempeñaba como organizador de los actos culturales en la Dirección General de Bellas Artes de la Provincia de Buenos Aires. La creación del Salón Nacional se convirtió en la actividad de mayor importancia en el mundo de las artes visuales locales, no sólo por la magnitud de su convocatoria, sino también en virtud de la difusión que otorgó a los criterios estéticos de la aas. Desde sus inicios y explicitado en sus textos estatutarios, la entidad sostenía postulados plásticos cercanos al lenguaje impresionista, con temáticas regionales o de costumbres “nacionales”, que sin dudas se encontraban en tensión con las propuestas abstractizantes o no figurativas que comenzaban a difundirse en la Capital Federal.59 La perspectiva estética del por entonces Ministro de Educación de la Nación Oscar Ivanissevich, decididamente beligerante con respecto a las vanguardias, probablemente haya reportado un ambiente favorable a los planteos más tradicionales.60 La inserción de estos pintores en la institución oficial fue un factor decisivo en la selección

57 Archivo MMBA, Documentos CMC. 58 Cfr. RIBAS, Diana “¿Cuánto se paga…?, cit. 59 Cfr. AGESTA, María de las Nieves “Duelo de pinceles…”, cit. Respecto a la actualización de la plástica capitalina en los años ‘40 y ‘50 puede consultarse el trabajo de SIRACUSANO, Gabriela “Las artes plásticas en las décadas del `40 y el `50”, en BURUCÚA, José E. –director– Nueva Historia Argentina. Arte, Sociedad y Política, Tomo 2, Sudamericana, Buenos Aires, 1999. 60 En 1948, Oscar Ivanissevich hizo públicas sus valoraciones acerca del arte abstracto: “… el arte morboso, el arte perverso, la infamia en el arte. Son etapas progresivas en la degradación del arte. Ellas muestran y documentan las aberraciones visuales, intelectuales y morales de un grupo, afortunadamente pequeño, de fracasados.” La Nación, 22 de noviembre de 1949, p. 4, en GIUNTA, Andrea “Nacionales y populares…”, cit., p. 165.

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de los miembros de los jurados61 y la nominación de los premios,62 así como –de manera indirecta– en la selección de las obras a exhibirse.63 La preponderancia numérica de la categoría pintura, que fluctuó entre el 81% y el 91%, por sobre la escultura o el grabado, así como las temáticas de las realizaciones elegidas, dieron cuenta de cuáles eran los criterios plásticos que se preferían. De esta forma, obras como “Paisaje de San Isidro” de Palmira Scrosoppi, “Arando” de Lorenzo Gigli, “Paisaje” de Iván Vasileff, “Península Huemul” de José Roig “Flores” de Juan Carlos Faggioli y “Casas humildes” de Pedro Bleuzet,64 resultaron acreedoras de premios en pintura que oscilaron entre $300 y $4000m/n, mientras las aceptadas para exposición referían, sobre todo, a representaciones paisajísticas –sierras, puertos y temas urbanos–, naturalezas muertas, retratos y motivos florales. Los mismos parámetros fueron aplicados en los Salones Regionales: de los cinco miembros del jurado de cada año, al menos tres pertenecieron a la aas,65 predominó la pintura al óleo66 y fueron preferidos los temas tradicionales o regionales. En este caso, a su vez, los participantes provenían de las regiones aledañas a Bahía Blanca y el territorio patagónico.

61 En las distintas ediciones del Salón, los jurados convocados fueron: Carlos de la Cárcova, Alejandro Tomatis, Alberto Otegui, German Leonetti, Juan Passani, Palmira Scrosoppi, Miguel A. Nevot, Luis Dumortier, Aaron Lipietz, Horacio Juarez, Roberto Rossi, Tomás Di Taranto, Juan Grillo, Saverio Caló, José Alonso, Juan Carlos Castagnino, Adolfo de Ferrari, Melgarejo Muñoz y Enrique Policastro. Archivo MMBA, Catálogos. 62 Los nombres de los premios dieron cuenta de la procedencia de las recompensas: “Municipalidad de Bahía Blanca”, “Gobernador de Buenos Aires”, “Comisión Nacional de Cultura” o “Presidente de la Nación Juan Domingo Perón”. También funcionaron como homenajes a personalidades bahienses, como “Enrique Cabré Moré”, “Maruja Otamendi de Olaciregui” (que debía otorgarse específicamente a una obra paisajista, según quedaba evidenciado en el reglamento de la competencia) y “Adelino Gutiérrez”, o a la entidad hegemónica en el caso de “Artistas del Sur”. 63 Esta situación presenta diferencias de lo sucedido en el Salón Nacional porteño, donde el reglamento fue modificado para dejar explícito aquello que debía premiarse. Al respecto, Cfr. GIUNTA, Andrea “Nacionales y populares…”, cit. 64 Archivo MMBA, Catálogos. 65 Para esta función fueron convocados, durante el período, Antonio Del Río, Tito Belardinelli, Antonio Schulz, Saverio Caló, José Escariz, Manuel Mayer Méndez, Antonio Triano, Arnaldo Collina Zuntini, Miguel Ángel Torres Fernández. Luis Dumortier (cónsul francés en Bahía Blanca), el músico Alberto Savioli, Juan Petraru y Juan Montagnini. Archivo MMBA, Catálogos. 66 En este caso, del total de obras expuestas, la categoría pintura osciló entre el 95% y el 100%, con una clara mayoría de óleos por sobre grabados y acuarelas. Archivo MMBA, Catálogos.

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Imagen I-1: Lorenzo Gigli, “Arando”, 1947. Patrimonio de MBA-MAC: Museos de Arte de Bahía Blanca

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Imagen I-2: José Roig, “Península Huemul”, 1948. Patrimonio de MBA-MAC: Museos de Arte de Bahía Blanca

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En este mismo sentido, a principios de 1949, la cmc escribió al ya mencionado Ministro Ivanissevich, solicitando el apoyo para crear la Escuela Nacional de Bellas Artes en Bahía Blanca.67 La misiva articuló, a manera de argumentos respaldatorios del proyecto, una serie de cuestiones en las que convergieron las lecturas ideológicas, los intereses localistas y las disputas específicas del mundo artístico. En primer lugar, se hizo manifiesta la adscripción política que la cmc manifestó al movimiento militar nacionalista que en 1943 había derrocado al presidente Ramón Castillo y a las políticas socioeconómicas de Juan Domingo Perón. En segundo lugar, se dejó ver la concepción que este sector nacionalista sostenía sobre el rol “central” de Bahía Blanca como dínamo irradiador de su “periferia” y la región sureña en materia económica, social, y cultural, lo que también era sostenido por los organismos nacionales (Subsecretaria de Cultura, Comisión Nacional de Cultura).68 Por último, la preocupación que esta institución manifestaba por la formación técnica en las Bellas Artes, ya presente en sus objetivos fundadores, se encuadraba en la búsqueda de profesionalización de las artes plásticas en la ciudad. A la luz de otras fuentes e investigaciones, también es posible inferir que en la carta se hacía referencia, de manera subyacente, a ciertos conflictos internos que vivía el campo plástico local en esos meses y que se relacionaban, de manera estrecha, con las preferencias estéticas aludidas previamente. Como ya se mencionó, los docentes tradicionales de la “precaria” Escuela de Bellas Artes Proa –que en buena parte también eran miembros de aas e integrantes de la cmc– fueron expulsados del establecimiento educativo en 1947 por una movilización estudiantil que les objetaba el “inexplicable retraso que en el orden didáctico se hallaba desde hacía un tiempo”.69 Los maestros removidos fueron Saverio Caló, Manuel Mayer Méndez, Arnaldo Collina Zuntini y Séptimo Ferrabone, entre otros. El pedido a Ivanissevich estaba sustentado entonces, por la intención de crear un espacio nuevo de inserción, ante el desplazamiento sufrido. Es posible que la ausencia de respuesta a las demandas efectuadas al Ministro de Educación resolviera a la aas, en 1953, a crear su propio espacio educativo al que denominó Taller Libre Ubaldo Monaccelli. La gestión justicialista, sumada al accionar político y a la preocupación cultural de Miguel López Francés, también le proporcionó a la ciudad un avance importante en el anhelo de contar con una casa de altos estudios. El interés por el desarrollo de una institución de enseñanza superior se había puesto manifiesto en diferentes sectores bahienses, por lo menos, desde 1940. En ese año, bajo los auspicios de la filial local del Museo Social Argentino de Buenos Aires y a instancias del diputado nacional 67 Archivo MMBA, Correspondencia. Fecha: 08/01/1949. 68 Cfr. FIORUCCI, Flavia Intelectuales y peronismo. 1945-1955, Biblos, Buenos Aires, 2011. 69 Manifiesto de la Comisión Directiva de la Escuela de Bellas Artes Proa, Bahía Blanca, septiembre de 1947, p. 4.

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Samuel Allperin, se había conformado la Universidad del Sur cuya dirección había quedado a cargo de un Consejo Superior integrado por Prudencio Cornejo (rector), Orlando Erquiaga (vicerrector) y Gualterio Monacelli (secretario). Preocupados por el desarrollo técnico y económico de la región, la nueva institución organizó sus cursos en torno a tres facultades: Ciencias Comerciales, Química e Ingeniería. De manera simultánea, se dio inicio a una serie de tratativas para lograr convenios institucionales con la Universidad Nacional de La Plata, dirigida en ese entonces por Alfredo Palacios, cuyos propósitos se vieron frustrados por la interrupción constitucional de 1943. Un año más tarde, la entidad cesó sus actividades.70 Por otra parte –como veremos en el siguiente apartado– en 1941, y como parte del proceso de descentralización que estaba operando en su organización el Colegio Libre de Estudios Superiores de la Capital Federal, el abogado y militante socialista Pablo Lejarraga gestionó la organización de una filial del mismo, en la cual encontraron eco estos mismos intereses al congregarse allí un buen número de las personalidades interesadas en el desarrollo universitario de la ciudad. A principios de 1947 los habitantes de Bahía Blanca recibieron con grata sorpresa la firma de un acuerdo entre el gobernador provincial y el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, por medio del cual se implementaba la Ley Provincial Nº 5051 que había creado el Instituto Tecnológico del Sur en octubre de 1946.71 López Francés, habiendo participado de los intentos de acercamiento a la unlp a inicios de la década, fue nombrado como su rector interino con el objetivo de coordinar la instalación y la organización de la entidad, sin embargo, en la práctica, este rol lo desempeñó Santiago Bergé Vila quien, a diferencia del primero, residía en la ciudad. De acuerdo a los estudios de José Marcilese, este ordenamiento se realizó orientado por el proyecto industrializador peronista y de allí que, entonces, su perfil asumiera características preponderantemente tecnológicas y científicas. Los recursos financieros con los que contó la nueva casa de estudios superiores no fueron, según el mismo autor, nada despreciables: entre 1948 y 1949 su presupuesto se incrementó en 97,42% (de $1.519.943 m/n a $3.000.704 m/n) a la vez que le fueron destinadas partidas especiales con el objetivo de construir instalaciones para el rectorado, las residencias estudiantiles y las facultades de Química e Ingeniería. A pesar de las características eminentemente tecnológicas de la nueva institución, las preocupaciones artísticas de la ciudad encontraron cabida en ella: desde sus inicios, contó con un Departamento de Cultura Universitaria que trabajó en forma simultánea y conjunta con las dependencias de enseñanza técnica y comercial. Su primer director fue Antonio Tridenti (h), quien fue sucedido por Alberto Fantini en

70 Al respecto, véase MARCILESE, José “Los antecedentes de…”, cit. 71 MARCILESE, José “Los antecedentes de…”, cit.

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1950.72 Desde la fundación del Instituto, Manuel Mayer Méndez, Saverio Caló y Elena Van Hees73 conformaron la cátedra de Dibujo Técnico para la carrera de Ingeniería Industrial desempeñándose como profesor y ayudantes de trabajos prácticos, respectivamente. El mencionado arquitecto, a su vez, fue responsable del diseño del edificio que se destinó a la sede del rectorado y que se licitó para su construcción en 1951.74 Asimismo, en 1952 fue creada una Escuela de Bellas Artes en el seno del its, cuyo director ad honorem sería el mismo Mayer Méndez, que integró en su propuesta académica las secciones de música y plástica. A diferencia de lo sucedido en otras facultades, en las que el claustro educativo fue conformado por profesionales europeos, platenses o capitalinos, el plantel de profesores de Bellas Artes incorporó a numerosos miembros de aas como ayudantes y asistentes en las cátedras de la sección plástica. De acuerdo al Expediente B-845-1952,75 el cuerpo de docentes se constituyó de la siguiente manera: Manuel Mayer Méndez (profesor de modelado), Elena Van Hees (profesora de dibujo), Saverio Caló (pintura), Antonio del Río (Grabado), Juan Carlos Roncoroni (Dibujo/Ornato), Zulema Elina Pastor (Dibujo/material y objetos manufacturados), Elva María Pino de Arata (Castellano), Oscar Arsenio Andrés (Matemáticas), Francisco Pablo de Salvo (Religión), María Angélica Andia (Moral). Entre los asistentes figuraron Tito Belardinelli (Pintura), Manuel María Mendoza, María Amden, Beatriz Jofre de Pacheco y Julia Vitale de Artola (Dibujo) mientras los ayudantes designados fueron Lucy Sanchez Silva, Hortensia Leal, Irma María Tridenti y María Aurora Gil de López Camelo (Dibujo), Alejandro Arnaldi (Pintura), Eugenio Mayer Méndez (Modelado).76 A pesar de contar con trescientos inscriptos al

72 Alberto Fantini era socio de Artistas del Sur, crítico de arte en La Nueva Provincia, director de la Escuela de Bellas Artes de La Pampa y secretario de la Comisión Oficial Pampeana de Historia y Folclore. El Atlántico. Bahía Blanca, Año XXXI, Nº 10.589, 04 de noviembre de 1950, p. 3. 73 Elena Van Hees egresó como Profesora Nacional de Dibujo y Pintura de la Academia Nacional de Bellas Artes en 1930. Era socia de la AAS y se desempeñó luego como docente en el Taller Libre. 74 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXII, Nº 10.767, 6 de mayo de 1951, p. 3. 75 AMUNS, Bahía Blanca. Archivo institucional del ITS: Resoluciones del rectorado, 5 de mayo de 1952. Exp. B-845-1952. 76 El área de música, por su parte, quedo compuesto por Nélida Entizne Ochoa de Cantarelli (Teoría y solfeo), Estanislao Dolinsky (Violoncello) que se sumaron a María Savín de Moscu (Canto), Gracielle Mack de Meckbach (piano), Antonia Ascensión Miramont (cátedra de historia). Asistentes: Irma Dossena de Orozco, María Magdalena Bidau de Doray, Aurelia Donnari de Flores, Electra Ludueña de Gorg y Concepción Jimenez Romero (Piano). Ayudantes: Juliana Blasoni, Rubi Nélida García, Victoria M. de Rocca, Maria Celia Simón de Fernandez, Freddy Luis Ravasio (Piano). Raquel Meyer de Paladini, Margarita Grinschpun de Mariasch, María Rosa Motzkeit, Clotilde Zeigerman, Blanca Lucila Verettoni y Maria Juana Parera (Teoría y Solfeo). Gabriel Alberto Guala (Violín). Yolanda Bober de Carballido, Matilde González Niello de Lavié y Susana Adela L. de Craig (Canto). AMUNS, Archivo institucional del ITS: Resoluciones del rectorado, 5 de mayo de 1952, cit.

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inicio de sus actividades77 la Escuela de Bellas Artes fue cerrada en 1953 y su material fue donado al Taller Libre de la aas. Al margen de las propuestas pedagógicas sistematizadas, resulta sumamente interesante pasar revista a las tareas de extensión cultural que llevó a cabo el its: las exhibiciones plásticas, conciertos sinfónicos, conferencias literarias y presentaciones teatrales compartieron escenario con la proyección de films científico –didácticos en los barrios y conferencias sobre tecnología e industria llevadas a cabo por los profesores de la entidad en localidades de la zona.78 Las mismas tuvieron lugar, mayoritariamente, durante las “Semanas” universitarias o culturales que la entidad organizó. Entre 1949 y 1951 se pusieron en marcha programas de entre cuatro y ocho días que estuvieron a cargo, en cada ocasión, de las Universidades de La Plata (1949), Buenos Aires (1951), Córdoba (1950) y Cuyo (1952), o de la Embajada de Italia (1951). En algunas oportunidades, también se realizaron eventos similares en relación a provincias cercanas a Bahía Blanca, tales como la Semana de La Pampa o de Neuquén (ambas en 1949). En todas ellas se ofrecieron conciertos musicales, muestras de pintura y conferencias sobre literatura o avances científicos –por lo general, a cargo de profesores de las respectivas instituciones educativas–, conjuntamente con disertaciones sobre medicina, en el contexto de las “Jornadas Médicas”. Mientras las primeras constituyeron formas de entablar relaciones orgánicas con casas de estudios de larga trayectoria, las segundas se orientaron a la difusión de las propuestas locales en los territorios nacionales sureños, a los efectos de convocar la inscripción de nuevos estudiantes.79 La reconstrucción de estas actividades deja ver que las mismas se organizaron en función de las preocupaciones nacionalistas comunes a la dirigencia del ITS y fueron posibilitadas por la creciente legitimización oficial de la nueva entidad educativa. Simultáneamente, es posible observar que, en la selección de los contenidos y personalidades incluidos en las mismas, también se recurrió a la red de vínculos institucionales y personales de los Artistas del Sur y a ciertos parámetros estéticos por ellos elegidos. Así, en 1949 fue inaugurada una muestra de pintura y cerámica de profesores y alumnos de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata. El primer acto fue una conferencia del profesor de Historia del Arte Fernán Félix de Amador,80 socio honorario protector de la aas, titulada “Desde La Rioja de San Francisco Solano a La Samay Huasi de Joaquín González”, a modo de homenaje al 77 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXIII, N° 173, 25 de junio de 1952, p. 3. 78 AMUNS, Archivo de prensa del ITS 1948-1952. 79 Según J. Marcilese, este objetivo fue logrado con eficiencia, ya que las cifras del alumnado pasaron de 269 inscriptos (1948) a 1234 (1951). Cfr. MARCILESE, El peronismo en Bahía Blanca, cit. 80 Fernán Féliz de Amador era el nombre literario de Domingo Fernández Beschtedt, un vecino de la ciudad que había participado en las actividades literarias de las revistas culturales locales desde principios del siglo.

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fundador de la mencionada casa de altos estudios. Durante la disertación, el público escuchó pasajes como el siguiente: Pero antes de allegarnos a la claridad luliana y aquel “hortus Conclusus” de la meditación que no tardará en abrir sus puertas arcadianas a la luminosa convivencia de pensadores y de artistas, de acuerdo con el providencial destino fijado por la Ley, deseo evocar el escenario anchuroso y bravío, de la tierra en que abriera sus visionarios ojos a la luz, el autor de “El Señor del Agua” y en la que un día nos dice el mismo: “La montaña nativa habló por mí; yo transmití el mensaje del alma difusa de los seres muertos y vivos que en ella tienen nido y sepulcros; y entonces vi, conocí y sentí que era místico.” A lo que siguió una abigarrada caracterización de la ciudad de La Rioja: Quietud inverosímil en la que vierte la alhucema su tierna complicidad de idilio, mientras el poderoso Velazco, de cara al levante, allá en los dinteles del cielo vela sobre la imperturbable serenidad de los valles diaguitas. Poblada de sombras e imaginaciones, la Ciudad de Todos los Santos reintegrase a su vida pretérita, recuperando bajo el claro de luna su desvanecida silueta colonial. Recórtanse en el viejo pergamino de la fantasía las viejas estampas de los establos comarcanos y el maravilloso “NIÑO ALCALDE” de los ojos azules posesiónase una vez más de la ciudad dormida, en tanto que el gran San Nicolás del aceitunado rostro lleva su corona de párvulo hasta el techo de flores del aire, desde donde sonríe en el balcón del año nuevo “Nuestra Señora de los Naturales”. Esfúmanse en la noche las infaltables novelerías del progreso utilitario y libre de sus afeites engañosos, como envejecida de pronto, La Rioja nos aparece tal cual es, en la sinceridad de su alma visionaria, austera y triste como una dama hidalga venida a menos.81 A pesar de desconocer a los espectadores presentes, resulta válido colegir que el grado de erudición y el barroquismo de las formas de la prosa no deben haber facilitado la comprensión del público general acerca de las cualidades de la ciudad norteña. Sobre todo si tenemos en cuenta que el coloquio se orientaba a realizar comentarios en torno a la “Casa de Descanso para Artistas y Escritores”, ubicada en Samay Huasi (Chilecito, La Rioja) que había sido propiedad del mencionado González, y 81 Semana Universitaria de la Universidad nacional de La Plata. Publicación realizada por el ITS, Bahía Blanca, 1949, pp. 27-39.

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que en 1941 había pasado a formar parte del patrimonio de la unlp. La nómina de obras plásticas que fue inaugurada con las palabras de Amador nos es desconocida, así como sus autores. Sin embargo, sabemos que en la universidad platense había habido suspensiones, expulsiones y cesantías de catedráticos, entre los que habían resultado afectados aquellos que defendían la actualización estética –y sostenían una posición política opositora al peronismo–, siendo Jorge Romero Brest el mejor ejemplo de ello.82 Esta situación nos permite suponer que los alumnos y docentes que fueron incluidos en el repertorio representativo de la unlp aportaron realizaciones pictóricas de tipo tradicional. Dos años después, la Universidad Nacional de Cuyo fue la protagonista de los actos culturales y entre ellos hubo una exposición plástica integrada por obras de pintura y grabado de los profesores de su Escuela Superior de Artes Plásticas.83 Nuevamente, la selección puso de manifiesto la preferencia por los lenguajes consagrados. Así, “Leyenda”, obra de Roberto Cascarini, mostró una selección temática y una composición formal que no buscaban acercarse a las preocupaciones de la plástica más novedosa, sino que parecían apelar a la representación realista y naturalista de motivos provincianos. En septiembre de 1951 se llevó a cabo la Semana Cultural de Italia, con motivo de la inauguración de la Cátedra del mismo nombre en el its. Entre las actividades se incluyeron la visita del embajador de Italia, presentaciones teatrales de la compañía “Torrieri-Gassmann-Zareschi”84 y la proyección de cortometrajes. Aunque no hubo muestra pictórica, el profesor de la Universidad de Buenos Aires Gherardo Marone ofreció dos conferencias: “Dante y la cultura francesa” y “La pintura italiana desde Pier de la Francesca a Miguel Ángel Caravaggio”, que fue publicada bajo el título “El humanismo en la pintura”. En la misma, el disertante construyó una argumentación clara acerca del fenómeno del Renacimiento italiano como un “humanismo pictórico” de raigambre nacionalista: La reacción de los artistas del Trescientos y del Cuatrocientos a esta seductora experiencia [de la influencia extranjera y plebeya del arte gótico y nórdico] constituye el milagro del humanismo pictórico italiano, que fue retorno al espíritu etrusco, y al mismo tiempo anhelo científico de descubrimiento de la naturaleza y del espacio y renovada conciencia de la dignidad humana representada por la figura física y moral, dominadora de la composición y del mundo. […] Esto que al parecer es sólo polémica pictórica del Cuatrocientos, tiene en cambio un sentido más profundo de defensa y de independencia del verdadero arte italiano, de la servidumbre, de la fascinación y de las 82 Al respecto, Cfr. GIUNTA, Andrea “Nacionales y populares…”, cit., p. 167. 83 Los expositores fueron Roberto Azzoni, Roberto C. H. Cascarini, Fidel H. de Lucía, Abdulio B. Giudici y Julio Suárez Marzal (pintores) y Victor Delhez y Sergio Hocevar (grabadores). 84 Su director era el dramaturgo y actor italiano Vittorio Gassmann.

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influencias del gusto del norte y de oriente, que a través de Venecia, Ravena y Siena, habían penetrado en Italia y amenazaban corromper su autóctona seriedad y compostura.85

Imagen I-3: Saverio Caló, “Chico con frutas”, s/f. Patrimonio de MBA-MAC: Museos de Arte de Bahía Blanca

85 Semana Cultural de Italia, Publicación del ITS, Bahía Blanca, ca. 1951, pp. 17-25.

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Hacia el final de su discurso afirmó que el humanismo fue “un tamiz maravilloso que liberó el alma italiana de influencias extranjeras y de seducciones plebeyas, enlazándola a la gran tradición autóctona etrusca y clásica que Dante había reafirmado sublimemente.” De esta forma, la interpretación del conferencista bregaba por la defensa de un arte figurativo y naturalista, relacionado con la esencia “nacional”, lo que resultaba muy acorde a los supuestos sostenidos por los miembros de la aas. Durante esos años, también se llevaron a cabo otras actividades como la muestra de artistas plásticos pampeanos (1949),86 exposiciones individuales de Saverio Caló y Marta Girard en las salas de la Asociación Bernardino Rivadavia, y presentaciones de realizadores locales en las Jornadas de La Pampa y Neuquén (1950) ,87 todas ellas con el auspicio del its. En el primer caso, Juan Carlos Durán, “el pintor de la Pampa” expuso obras que hicieron expresar a José Escariz, redactor de las críticas de arte publicadas por El Atlántico: “Tiempo hacía que no veíamos la producción de este artista, y por eso es grato encontrarlo más maduro, dominando cabalmente el oficio y siempre ensimismado en el paisaje latente del suelo que habita, que sabe reflejarlo en toda su imponencia preñada de soledad”.88 Caló, por su parte, presentó obras que el diario El Atlántico celebró diciendo: “En su gran mayoría aborda la figura, pues como excepción presentará unas contadas naturalezas muertas y un par de cuadros con temas de flores.”89 Las conexiones del its y los impresionistas locales con la ciudad de La Plata le reportaron al artista, un mes después, la invitación del Director General de Bellas Artes de la Provincia Numa Ayrinhac a exponer en el Museo Provincial de Bellas Artes, con el auspicio de la casa de estudios bahiense.90 Marta Girard, por su parte, era una realizadora plástica platense, autodefinida como “impresionista”, egresada de la Escuela de la unlp y miembro del equipo de artistas que trabajaba en las decoraciones murales de los edificios destinados a establecimientos de enseñanza primaria, dependientes del Ministerio de Educación provincial. El citado periódico aludió a sus composiciones paisajistas con motivos norteños (“Camino a Chilecito”, “Montañas de La Rioja” y “Paisaje de Córdoba”) como de “belleza particularizada e inconfundible sello nacional.”91 En diciembre de 1950, los pintores Domingo Pronsato, Saverio Caló, Tito Belardinelli y Antonio Triano fueron los designados por el Departamento de Cultura para exponer sus obras en el marco de las Jornadas de La 86 Los artistas expositores fueron Juan Carlos Durán “El pintor de la Pampa”, Emilio González Moreno, Victorio Pesce, Sincero Lombardi, Electra Vázquez (dibujos), Luis del Santo (escultura), Pedro Lorini (tallador). 87 Las Jornadas de La Pampa y Neuquén fueron eventos culturales que se realizaron en las mencionadas provincias en 1950, mientras las Semanas se realizaron en Bahía Blanca en 1949. 88 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXX, Nº 10.049, 21 de mayo de 1949, p. 3. 89 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXI, Nº 10.050, 10 de agosto de 1950, p. 3. 90 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXI, Nº 10.557, 02 de octubre de 1950, p. 13. 91 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXI, Nº 10.563, 08 de octubre de 1950, p. 5.

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Pampa y de Neuquén, realizadas en esas provincias.92 Durante el transcurso de 1951, el público local pudo asistir a la muestra de los alumnos del Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán,93 así como también a la de los plásticos consagrados Miguel Carlos Victorica94 y Alberto M. Rossi,95 por auspicios de la casa de altos estudios bahiense. Después de 1951 se produjo el cambio de titularidad de los Ministerios de Educación y Hacienda provinciales como resultado de la asunción de Carlos Aloé como gobernador, por lo que Julio César Avanza y Miguel López Francés, en quienes los actores culturales bahienses encontraban eco y recursos para sus propuestas, desaparecieron de la escena política. La finalización de la experiencia de la cmc implicó un cambio sustancial en las formas de participación de los intelectuales locales al desaparecer la vía colegiada. Ese mismo año, durante la gestión municipal de Norberto Arecco, socio de aas, fue creada la Subsecretaría de Cultura y Asistencia Social de la ciudad, cuya dirección fue ocupada por el presidente de los Artistas del Sur Arnaldo Collina Zuntini.96 El Instituto Tecnológico no escapó a las transformaciones políticas ocurridas en la dimensión provincial y como resultado de ellas fue intervenido por el Poder Ejecutivo Nacional en 1952 y rápidamente desafectado de la Universidad Nacional de La Plata. Entre otras medidas llevadas a cabo por la intervención con el objetivo de “reorientar” la organización de la entidad a lo establecido en el convenio originario, un año después cesaron las actividades de la Dirección de Cultura Universitaria al tiempo que la Escuela de Bellas Artes fue cerrada, por “apartarse de los

92 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXI, Nº 10.623, 09 de diciembre de 1950, p. 3 y El Atlántico, Año XXXI, Nº 10.630, 16 de diciembre de 1950, p. 3. 93 El Instituto había sido creado en 1948 y estaba dirigido por Guido Parpagnoli, siendo jefes de las distintas secciones plásticas: Lino E. Spilimbergo (pintura), Lorenzo Domínguez (escultura), Pompeyo Audivert (grabado), Augenio Hirach (artes gráficas). Los alumnos participantes fueron Carlos Alonso, Matilde Araoz, Rosalía Briones, Ramiro Dávalos, Alfredo Vicenti, Elba Fábregas, Irma Gimenez, Mercedes Romero, Susana Soro, Antonio Pedreira, Leonor Vasena, Vera Zilzer, Orlando Pardo, Eduardo Audivert, Juana Briones, Nelly Jandulla, Ideal Sánchez. El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXII, N° 10.345, 25 de julio de 1951, p. 3. 94 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXII, N° 10.901, 20 de septiembre de 1951, p. 3. 95 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXXII, N° 10.940, 30 de octubre de 1951, p. 3. Rossi fue miembro del grupo Nexus en 1907, junto a Pio Collivadino, Fernando Fader, Carlos Ripamonte, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Justo Lynch y Arturo Dresco. “La preocupación por la búsqueda de un carácter nacional en el arte atraviesa todo el período, acompañando un vasto movimiento de ideas que se ponían en juego en pos de un nacionalismo de raíz hispano-criolla opuesto a un cosmopolitismo que ya comenzaba a percibirse francamente “peligroso”. Esta cuestión (…) también se hace presente en la obra de los artistas de Nexus que eligen como tema recurrente el paisaje.” Cfr. MALOSETTI COSTA, Laura “Las artes plásticas…”, cit., pp. 208-209. 96 Boletín Municipal N°s 355-60, julio a diciembre de 1951, Año XXX, p. 12061.

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fines asignados” al its.97 Si bien la intervención finalizó en 1954, a raíz de la presión estudiantil y vecinal de la ciudad, con lo que se produjo la reapertura de ciertas tareas de extensión cultural,98 los gestores de AAS no volvieron a ocupar sus espacios previos por lo que la asociación orientó su tarea a su crecimiento interno. Con posterioridad a la oficialización de Proa y su transformación en Escuela de Artes Visuales de Bahía Blanca en 1951, la finalización de la experiencia grupal de la cmc y la desaparición de los espacios del its a causa de su intervención, en 1953 la aas inauguró un establecimiento educativo propio, al que denominó “Taller Libre Ubaldo Monaccelli”. La Escuela de Bellas Artes del its aportó una parte de los elementos materiales necesarios99 y los restantes fueron concedidos por el Instituto Ítalo Argentino de Cultura, cuya Escuela de Arte Ubaldo Monaccelli, había funcionado hasta 1952100 bajo la dirección del mismo Collina Zuntini. En el acta de creación, se declaró que “el Taller Libre no tendrá maestros ni alumnos, sino personas que dibujan y pintan, orientadas por asociados de mayor experiencia” ;101 sin embargo luego se presentaron problemas relativos a cómo se estructuraría el cobro a los asistentes, quiénes serían considerados como “asociados de mayor experiencia”, y cómo se distribuirían los ingresos. Los autorizados fueron Hortensia Leal, Julia Vitale de Artola, Séptimo Ferrabone, Sebastián Artola, Tito Bellardinelli y César Cremona; cada “alumno” debería abonar $10 por mes.102 A su vez, desde 1953 los ingresos materiales de la Asociación se vieron –en parte– asegurados por el otorgamiento de una subvención anual proveniente de la esfera pública local gracias a las gestiones del intendente Norberto Arecco.103 El final abrupto de la experiencia peronista repercutió intensamente en la dinámica interna de la Asociación. El 19 de octubre de 1955, un grupo de asociados de Artistas del Sur […] reunidos en forma especial en su local social, a fin de considerar la situación de la entidad con referencia al momento de LIBERTAD que vive el país, como consecuencia del triunfo de la Revolución DEMOCRÁTICA, y considerando que la nueva tónica social aconseja la Renovación de los cuadros Directivos para facilitar la recuperación de la vida democrática de las instituciones y propender a la pacificación y ar97 MARCILESE, José El peronismo…, cit. 98 Entre ellas puede mencionarse la organización de un Seminario de Danzas Clásicas, dictado en 1954, y la recomposición del Coro Popular Universitario. MARCILESE, José El peronismo…, cit. 99 Archivo AAS, Actas de la Comisión Directiva, 19 de septiembre de 1954. 100 Esta escuela tenía su espacio físico en Blandengues 220. 101 Archivo AAS, Actas de la Comisión Directiva, 25 de agosto de 1952. Subrayado en la fuente. 102 Archivo AAS, Actas de la Comisión Directiva, 17 de marzo de 1953. 103 Archivo AAS, Actas de la Comisión Directiva, 7 de febrero de 1953.

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monía de las mismas, por unanimidad resuelve: 1º DETERMINAR LA CADUCIDAD DE LOS CARGOS DE LA ACTUAL COMISIÓN DIRECTIVA. 2º DESIGNAR A LOS SEÑORES EDMUNDO CABRERA, LIDIA AMADUCCI Y GERMAN VIGLINO, para que actúen como INTERVENTORES, asegurando el normal funcionamiento de la entidad, hasta la realización de elecciones. 3º Tomar posesión de la Entidad y comunicar de lo actuado al Jefe del COMANDO NAVAL DEL SUR.104 Los interventores, entre sus acciones, resolvieron la suspensión de quien había presidido la entidad por 7 años. Las justificaciones para esta resolución adquirieron un tono fuerte y denunciante ya que insistieron en que Collina Zuntini se había extralimitado en sus facultades, “propiciando y rindiendo homenajes a personas totalmente ajenas a la entidad, con finalidad evidentemente política, desnaturalizando la función de la entidad y disminuyéndola ante la opinión pública por sus actitudes de adulación y vasallaje”. El comunicado arguía, además, que el accionar del presidente había constituido una “falta de falta de respeto para las concepciones íntimas de los asociados que no compartían su credo, y un avasallamiento a sus derechos” agravado por las circunstancias políticas que establecían, según estos actores, un temor constante a la censura y a la persecusión entre los opositores.105 Hortensia Leal, por su parte, fue suspendida como asociada y exonerada de sus funciones como profesora del Taller Libre por haber “incurrido en diversos actos contrarios a la ética que debe reglar la conducta de los profesores, incidiendo con su actitud en la desarmonía de la entidad, teniendo inclusive palabras despectivas para la misma y para las autoridades de la Intervención.”106 De acuerdo a estas resoluciones pareciera que la aas, atravesada por la situación política del país, tuvo su propia revolución interna. En julio de 1956, la “Lista Renovadora Independiente” invitaba a los miembros de la aas a votar por sus candidatos en las próximas elecciones. La misma abogaba por la renovación estatutaria, considerando que así se favorecería al “libre desarrollo de los ideales artísticos” por excluirse del seno asociativo “toda idea separativista, sea esta social política o religiosa”, entendiendo que el arte debía permanecer “ajeno a dogmas o sectas” y, simultáneamente, sostener “los principios básicos de libertad y democracia que deben regir la vida de todas las instituciones”.107 Sin embargo, a pesar de la manifiesta voluntad de “renovación”, la lista estaba integrada, entre otros, por Saverio Caló, Séptimo Fe-

104 Archivo AAS, Actas de la Comisión Directiva, 19 de octubre de 1955. Mayúsculas en la fuente. 105 Archivo AAS, Resolución de la Comisión Interventora, 28 de marzo de 1956. 106 Archivo AAS, Resolución de la Comisión Interventora, 28 de marzo de 1956. 107 Archivo personal Elena Van Hees. Nota enviada a los asociados, ca. Julio 1956.

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rrabone, Elena Van Hees, Nicolasa Balbi Robecco y Juan Re, miembros tradicionales de la institución. Espacios educativos no oficiales y autonomía de la sociedad civil frente al Estado. El Colegio Libre de Estudios Superiores de Bahía Blanca La interrupción constitucional que supuso el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen en septiembre de 1930 impactó, entre otras dimensiones, en el seno del mundo cultural, sus actores e instituciones. Expulsados, removidos, cesanteados, perseguidos o encarcelados por el proyecto uriburista, algunos de los artistas, estudiantes e intelectuales comprometidos con el ideario democrático y liberal debieron gestionar nuevos espacios de trabajo, a la vez que instrumentar de modos novedosos los vínculos personales establecidos en épocas pasadas.108 En ese contexto y como respuesta al mismo, en 1931 Roberto F. Giusti, Aníbal Ponce, Carlos Ibarguren,109 Alejandro Korn, Narciso C. Laclau y Luis Reissig crearon el Colegio Libre de Estudios Superiores (cles) en la Capital Federal, interesados en el desarrollo de lo que denominaron “cultura superior”. De manera análoga a los espacios culturales asociados a la intelectualidad socialista –como la Universidad Popular “Alejandro Korn”, o la Escuela de Estudios Sociales “Juan B. Justo”– en los que algunos de ellos también participaban, una de las prácticas más consolidadas dentro de la institución fue la del dictado de cursos según la modalidad de “cátedra libre”, lo que permitió a los diferentes miembros participar de las actividades, en calidad de docentes o formando parte del público.110 Asumiendo perspectivas diversas como la económica, la política, la educativa o la filosófica, las clases impartidas intentaron abordar los problemas nacionales a través del análisis de expertos. Por otra parte, la entidad editó la revista Cursos y Conferencias, que dio lugar entre sus páginas a la publicación de algunos textos producidos

108 Al respecto, véase SIGAL, Silvia Intelectuales y poder en Argentina. La década del sesenta, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002. 109 A pesar de integrar el grupo inicial, en 1931 Carlos Ibarguren renunció públicamente a la entidad por considerar que se trataba de una institución de “simpatizantes del comunismo”. Véase NEIBURG, Federico Los intelectuales y la invención del peronismo, Alianza, Buenos Aires, 1998, p. 142. 110 Véase NEIBURG, Federico Los intelectuales…, cit., capítulo IV; CERNADAS, Mabel y LLULL, Laura “Intelectuales y compromiso político: el Colegio Libre de Estudios Superiores 1930-1959”, en VI Jornadas Interescuelas/ Departamentos de Historia, Santa Rosa, 1997; CERNADAS, Mabel y LLULL, Laura “Producción y consumo de una élite intelectual argentina: el Colegio Libre de Estudios Superiores. 1930-1959”, en BARRULL PELEGRÍ, Jaume y BOTARGUES PALASÍ, Meritxell –editores– Història de la Cultura: Producció cultural i consum social, Nº 18, Institut d‘Estudis Ilerdencs, Lleida, 2000, pp. 395-428.

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por los disertantes a fin de difundir su producción, constituyendo un precedente de las revistas de divulgación académica.111 Como se dijo, la creación del Colegio en 1931 había estado atravesada por la participación de la mayoría de sus miembros fundadores en la Reforma Universitaria de 1918, la lucha antifascista y la oposición al proyecto universitario corporativo.112 En cierta forma es posible, incluso, relacionar las inquietudes de estos intelectuales argentinos con la trayectoria de los liberales krausistas españoles en la Institución Libre de Enseñanza (ile) y su proyecto pedagógico, a fines del siglo XIX.113 De allí que los planteos académicos desarrollados en el cles se entrelazaron con una orientación progresista, democrática y liberal, que implicó tomar posición en el debate social y político mayor que habían abierto las experiencias europeas autoritarias, pero también frente al crecimiento de los sectores militares golpistas, conservadores y católicos integristas en la escena argentina a partir de 1930.114 Luego de una década de trabajo, la institución buscó descentralizar las actividades y, aprovechando los lazos personales de sus miembros, se crearon sedes del cles en algunas ciudades del interior del país como Entre Ríos, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero, La Plata, Santa Fe, Mendoza y Rosario. Fue de esta forma como se inauguró la filial de Bahía Blanca, bajo la dirección del abogado socialista Pablo 111 Véase NEIBURG, Federico Los intelectuales…, cit. Para un análisis de Cursos y Conferencias véase CERNADAS, Mabel “La revista Cursos y Conferencias: un proyecto cultural diferente”, en Cuadernos del Sur, Nº 28, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca, 1999, pp. 59-79 y CERNADAS, Mabel “El entramado cultural de Buenos Aires desde las páginas de Cursos y Conferencias” en BIAGINI, Hugo y ROIG, Arturo A. –director– El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo II, Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960), Biblos, Buenos Aires, 2006, pp. 605-618. 112 Cfr. NEIBURG, Federico Los intelectuales…, cit., y SIGAL, Silvia Intelectuales y poder..., cit., pp. 26-29. 113 La ILE funcionó en España entre 1876 y 1936, momento en que sus directivos fueron obligados al exilio. Fue fundada por docentes liberales expulsados de la Universidad Central de Madrid, entre los que se hallaban Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Teodoro Sainz Rueda y Nicolás Salmerón. Cfr. ORTEGA CANTERO, Nicolás “La institución Libre de Enseñanza y el entendimiento del paisaje madrileño”, en Anales de Geografía de la Universidad Complutense, Nº 6, Ed. Universitaria Complutense, 1986, pp. 81-98; GARRIDO GONZÁLEZ, José Angel y PINTO MARTÍN, Amparo “La educación estética en la Institución Libre de Enseñanza”, en Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, Nº 27, Sep/dic. 1996, pp. 151-166; ÁLVAREZ LÁZARO, Pedro “La Institución Libre de Enseñanza en la tradición del pensamiento masónico europeo”, en UREÑA, E. M. y ÁLVAREZ LÁZARO, Pedro La actualidad del krausismo en su contexto europeo, Universidad Pontificia Comillas, Fundación Duques de Soria y Editorial Parteluz, Madrid, 1999. 114 Cfr. MACOR, Darío “Partidos, coaliciones y sistema de poder” y DE PRIVITELLIO, Luciano “La política bajo el signo de la crisis”, en CATTARUZZA, –director– Nueva Historia Argentina Tomo VII Crisis económica, avance del Estado e incertidumbre política (1930-1943), Sudamericana, Buenos Aires, 2001.

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Lejarraga. Si bien la selección de las ciudades del interior en las que se crearon filiales del cles probablemente estuvo condicionada por la preexistencia de esos vínculos individuales entre los miembros capitalinos y las personalidades locales –como fue el caso de Pablo Lejarraga, quien había participado del movimiento reformista en las universidades de Buenos Aires y La Plata y estaba afiliado al Partido Socialista-, las características sociales y económicas de la ciudad debieron colaborar en forma positiva en la decisión. El 9 de agosto de 1941 se convocó a la primera reunión para formar la filial Bahía Blanca en la que Lejarraga se desempeñó como secretario general hasta su disolución a principios de la década de 1970. Los Consejos Directivo y Consultivo fueron integrados por docentes, miembros de otras instituciones culturales, escritores, periodistas, profesionales y personalidades con relativa trayectoria política local. El primero estaba formado por Zulema Cornídez, Orlando Erquiaga, Germán García, Berta Gaztañaga, Ismael E. Ricci, Gregorio Scheines y Miguel Ángel Torres Fernández, mientras para el órgano consultivo fueron convocados Agustín de Arrieta, Santiago Bergé Vila, Carlos E. Cisneros, Prudencio R. Cornejo, Sara Curth de Torres, Ramón del Río, Mario M. Guido, Arturo B. Kiernan, Dorotea Macedo de Steffens, Fermín R. Moisá, Alberto Savioli y Ernesto Sourrouille.115 Aunque la renovación de los cargos era anual y establecida por medio de elecciones, las mismas figuras eran reelegidas, dada la poca variación en la composición de los órganos institucionales. De acuerdo a lo que se observa en la correspondencia, la figura de Lejarraga se distinguió por su centralidad en la determinación del rumbo de la entidad y su permanencia en el rol de secretario general pareció relacionarse con una dinámica interna de la organización general del cles, ya que Luis Reissig, Rómulo Etcheverry (Mar del Plata), Cortés Pla (Rosario), Horacio G. Rava (Santiago del Estero) y Miguel Figueroa Román (Tucumán), ocuparon cargos análogos en condiciones similares. En efecto, la designación de Reissig se había definido como “vitalicia” en el artículo 33 de los estatutos redactados en 1940. Si bien no es posible reconstruir la cantidad de asistentes a las clases dictadas, dado el silencio de las fuentes a ese respecto, la prensa ofrece imágenes fotográficas que permiten especular que las conferencias contaron con buena convocatoria. Por otra parte, los documentos indican que a lo largo de su existencia la filial albergó a más de 200 socios suscriptores a la revista Cursos y conferencias, convocó a 126 colaboradores y organizó 196 conferencias.116 115 Véase CERNADAS, Mabel “Una propuesta cultural alternativa para la región en la década del cuarenta: el Colegio Libre de Estudios Superiores en Bahía Blanca” en CERNADAS, Mabel y VAQUERO, María del Carmen Vaquero –compiladoras– Problemas sociopolíticos y económicos en el Sudoeste Bonaerense. Actas de las Terceras Jornadas Interdisciplinarias del Sudoeste Bonaerense, AMUNS, UNS, Bahía Blanca, 2005, pp. 27-35 116 Al respecto, véase la correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, año 1950, Archivo Pablo Lejarraga (APL) en Biblioteca Arturo Marasso, Departamento de Humanidades (UNS) y tam-

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En el mismo mes de su inauguración el cles local comenzó a dictar un “Curso sobre Bahía Blanca” en el que participaron algunos de estos intelectuales locales y se trataron temas históricos, filosóficos, económicos, culturales y políticos en torno a la ciudad. Las conferencias fueron: “Antecedentes históricos, fundación y desarrollo de nuestra ciudad” por Arturo B. Kiernan (22/08/1941), “Para una caracterología del hombre de Bahía Blanca” por Gregorio Scheines (29/08/1941), “Posibilidades industriales de Bahía Blanca” por Ismael E. Ricci (5/09/1941), “El puerto de Bahía Blanca” por Ricardo M. Ortiz (13/09/1941), “Bahía Blanca y sus problemas de cultura” por Orlando Erquiaga (19/09/1941) y “Bahía Blanca y el Sur Argentino” por Agustín de Arrieta (26/09/1941). Como parte del proceso de institucionalización orgánica de la entidad en Buenos Aires, en septiembre de 1940 se habían conformado las cátedras “Lisandro De la Torre de Economía Argentina” y “Alejandro Korn de Filosofía”, a las que en 1941 se sumaron otras: “Sarmiento de Educación”, “Bartolomé Mitre de Historia”, “Juan Bautista Alberdi de Ciencias Jurídicas y Políticas”, “Investigación y Orientación Artística”, “Historia Literaria Juan María Gutiérrez” y “Estudios Brasileros”.117 Cinco años más tarde inauguraron el curso “Franklin Delano Roosevelt de Estudios Americanos” a modo de homenaje al político estadounidense en el año de su muerte. Simultáneamente, la filial bahiense organizó sus actividades reproduciendo la estructura institucional que se había diseñado en la filial capitalina. Así, también en septiembre de 1941 convocaron por correspondencia a Manuel Álvarez (h), Serafín Groppa, Roberto J. Carpinetti, Juan Guido Pastorino, Delfor de Iraeta, Ricardo Lavalle, Miguel A. Sclavi, Alfredo J. Viglizzo e Ismael Ricci a conformar, junto al mismo Lejarraga, la Cátedra de Economía en Bahía Blanca. La misiva fue adjuntada a las palabras sostenidas por el Comité organizador en Capital Federal118 que había estipulado su interés en que el análisis de las formas productivas dejara de ser “patrimonio de unos pocos estudiosos” para trascender a los círculos en los que se desempeñaban los productores, permitiendo así la intervención de agricultores, ganaderos, empresarios, obreros y técnicos.119 En la invitación se explicitó que el conocimiento de tipo empírico se consideraba de la misma valía que aquel resultante de los estudios académicos, y que se buscaba unirlos para cumplir el propósito general de la entidad de “servir a un programa de construcción económica nacional”. De acuerdo con lo planificado, la convocatoria a disertantes tuvo en cuenta a personalidades como Nemesio de Olariaga, cuya actividad principal consistía en la producción rural, junto al industrial Adolfo Dorfman y Andrés Ringuelet, ingeniero agrario y docente de la Universidad Nacional de la Plata. Las conferencias bién Cursos y conferencias, Año XX, N° 235-236-237, Vol XL, octubre a diciembre de 1951. 117 Cfr. NEIBURG, Federico Los intelectuales y la invención…, cit. 118 Conformado por Juan José Díaz Arana, Adolfo Dorfman, Arturo Frondizi, José Gilli, Ricardo M. Ortiz, Andrés Ringuelet, Alejandro E. Shaw y Juan L. Tenenbaum. APL. 119 APL, Correspondencia CLES 04/09/1941. Mayúsculas y subrayado en la fuente.

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comenzaron algunos meses después y, junto con la cátedra de educación, fue la que más desarrollo logró en la filial bahiense. Sólo entre 1941 y 1943 se realizaron seis cursos, cuyos temas centrales atañían a la problemática de la producción regional.120 En ellos, los diferentes oradores analizaron temas específicos que estaban en estrecha relación con las inquietudes particulares de la zona agrícola y ganadera del sudoeste bonaerense, y de la producción frutícola del Alto Valle del Río Negro, tales como la necesidad de activar los frigoríficos locales en pos de obtener precios competitivos para su hacienda, las ventajas de la irrigación de la zona pampeana mediante la canalización de las aguas del Río Negro y la trascendencia del mejoramiento del trazado rutero en los territorios sureños. El golpe de estado que produjo el derrocamiento de Ramón Castillo en junio de 1943 y la posterior consolidación de la figura de Juan Domingo Perón tuvo consecuencias al interior del cles. Los primeros acontecimientos generaron incertidumbre, desconcierto y pavor, aunque también esperanza, tal como lo expresó Arnaldo Orfila Reynal a Lejarraga: […] Por aquí se dice que [Alfredo] Palacios renuncia de la Universidad y que desde luego, vendrá la intervención. Pero por ahora no son más que rumores. Nuestra Universidad [Popular Alejandro Korn], por ahora se va salvando, pero hemos amainado en la acción en estos días por la doble razón del desconcierto general que produce inquietud y preocupación y por otra por táctica para no hacernos muy presentes en estos días. Pero ya volveremos a la carga. Mientras, siguen los cursos y la labor de todos los días.121 En los primeros días de octubre de 1945, la sede de Capital Federal suspendió las actividades “en vista de las circunstancias por las que atraviesa el país”, mientras la filial Bahía Blanca decidió “solidarizarse” con el organismo central.122 Desde sus inicios, la prescindencia política y la distancia con la esfera estatal constituyeron piedras angulares del perfil asociativo general delineado por el Colegio y así quedó expuesto en su acta fundacional, en la que declaraban su negativa tanto a asumir el rol de “universidad profesional” como a convertirse en una “tribuna de vulgarización”.123 120 “El capital extranjero y la nacionalización de los servicios públicos” por Juan José Diaz Arana (14/11/1941), “El problema de las Carnes y la Ley de Carnes 11.747” por Nemesio de Olariaga (21 y 22/09/1942), “El Río Colorado. Su sistematización y aprovechamiento” por Rodolfo Ballester (3/10/1942), “Habilitación del Frigorífico Cuatreros” por Manuel Álvarez (h) (30/10/1942), “La ruta de Bahía Blanca a Bariloche” por Roberto Carpinetti (06/11/1942) y “Situación actual y perspectivas de la industrial argentina” por Adolfo Dorfman (26 y 27/08/1943). Véase APL. 121 Véase APL, Correspondencia CLES Bahía Blanca, 7 de agosto de 1943. 122 Véase APL, correspondencia CLES Bahía Blanca, 4 de octubre de 1945. 123 Reproducida en NEIBURG, Federico Los intelectuales y la invención…, cit., p. 143

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En líneas generales, no se hizo referencia a opciones partidarias concretas, ni siquiera al dar cuenta de la trayectoria de los conferencistas. En los registros de correspondencia conservados, es evidente la ausencia de menciones al fascismo, al nazismo e, incluso, al peronismo.124 En efecto, el único documento en el que se menciona el término “anti-peronistas” es una carta del abogado Andrés López Camelo a Pablo Lejarraga, escrita en un tono que indica una gran confianza personal, en la que el primero intercedió ante el secretario de la filial Bahía Blanca del cles a favor del Colegio de Libre de Estudios Cívicos de la vecina localidad de Punta Alta. Sin embargo, los lazos de la institución con figuras prominentes de ciertos partidos políticos fueron notorios, así como la selección de los temas tratados en las clases sugirió la voluntad de asumir una impronta política, con títulos como “El capital extranjero y la nacionalización de los servicios públicos” (dictada por Juan José Díaz Arana, el 14 de noviembre de 1941), “Ustedes y nosotros” (por Waldo Frank en el marco de su visita a la Argentina, 27 de mayo de 1942) “La reforma universitaria, brazo de una conciencia nacional” (Gabriel del Mazo, 17 de julio de 1943), el ciclo Maestros de América, en el que Anastasio González Vergara, Francisco Pagán Rodríguez, Alfredo Viglizzo y el mismo Lejarraga disertaron sobre las personalidades de José Martí, Juan Montalvo, Eugenio María de Hostos, Domingo Faustino Sarmiento y Manuel González Prada, en 1949, “La obra Histórica y Sociológica de Ingenieros” (José P. Barreiro, en el mismo año), “El problema político de la libertad” (Silvio Frondizi, 1950), o “Poesía española en el exilio” (Berta Gaztañaga de Lejarraga, 1953). Tal como se advierte, la institución manifestó anoticiarse de los acontecimientos políticos que le fueron contemporáneos; sin embargo, lo expresó de manera sutil y en apariencia recelosa, al menos en sus espacios oficiales, sin dar cuenta de los elementos a los que hacía referencia. El anclaje en las preocupaciones políticas era evidente, pero no se especificó su posición al respecto. Más tarde, buena parte de los docentes e investigadores cesanteados de las universidades nacionales por la intervención estatal en 1946 encontró acogida en las aulas del cles, que dio espacio así a las actividades intelectuales al margen de las instituciones públicas.125 Según Federico Neiburg, el espacio construido por el cles buscó dialogar y debatir con interlocutores específicos del campo cultural –la intelectualidad antirreformista– y con actores de la escena política, aunque las formas en las que estos intercambios tuvieron lugar variaron en el tiempo. En este sentido, la irrupción del movimiento peronista en 1945 habría abierto un paréntesis en las prácticas de la entidad que se habría extendido hasta el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955 y en el cual ella se habría convertido, tácitamente, en un espacio de agregación 124 Véase APL, correspondencia CLES Bahía Blanca, 1946. 125 Cfr. CERNADAS, Mabel y LLULL, Laura “Lecturas de una élite intelectual argentina: el Colegio Libre de Estudios Superiores, 1930-1950”, en Cuadernos Americanos, N° 74, 1999, p. 247.

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y vinculación de la intelectualidad opositora. Al respecto, en 1945 y con motivo de la inauguración del Congreso Rivadaviano realizado en la Capital Federal, Luis Reissig hilvanó en una misma línea argumental algunos de los personajes de la política argentina decimonónica –como Mariano Moreno, el propio Rivadavia, o los miembros de la Generación del ‘37-, con las interpretaciones de la historiografía liberal sobre ellos y la representación revisionista de la gestión de Juan Manuel de Rosas, con los movimientos reformistas del socialismo y el radicalismo y su adhesión personal a las ideas de la Reforma universitaria.126 Esta tradición selectiva127 le permitió, entonces, trazar divisiones binarias que entretejieron las formas de ver el pasado con las acciones llevadas a cabo en su presente, legitimando así su oposición al fascismo italiano y al nacionalsocialismo alemán. En la coyuntura argentina, Reissig observó a Juan Manuel de Rosas como “el primer gran mentiroso y fraudulento de nuestra historia”, a la vez que lo caracterizó como “ladrón” de las tierras, el ganado, la libertad, la conciencia ciudadana y la soberanía popular. La interpretación liberal del pasado fue utilizada como recurso para la evaluación del enfrentamiento ideológico en clave histórica, estableciendo relaciones de correspondencia entre las características del proceso argentino de mediados de siglo XIX y las formas asociadas a los movimientos de derecha europeos aparecidos en las décadas de 1920 y 1930: Las fuerzas que lucharon contra la opresión y la degradación en el resto del mundo se llamaron fuerzas antifascistas y antinazis; pero entre nosotros tiene un sentido regional y una expresión distinta: se llaman las fuerzas de la Reforma. Nuestro antifascismo y antinazismo son, en realidad en realidad el Reformismo. Rosas es la contrarreforma, la más típica contrarreforma; y por cierto que para distinguir, sin eufemismo y sin malentendidos, quiénes son nuestros auténticos antifasciestas y antinazis, hay que saber simultáneamente si son antirrosistas. Quien no sea antirrosista no puede ser antinazi ni antifascista. El nacionalismo rosista no es otra cosa que un fascismo disfrazado.128 Como ha planteado Carlos Altamirano, “la representación legítima del pasado –para hacer ver y hacer valer hechos, períodos y héroes, de la acción o del pensamiento– se volvió un objeto privilegiado de la lucha por la definición legítima del presente nacional”. Para el autor, a su vez, aunque las conceptualizaciones en torno a la existencia de “dos Argentinas” no fueron innovaciones del decenio peronista, el advenimiento del mismo les dio “un uso y una circulación que no habían conocido antes”. El año 126 “Rivadavia y el impulso nacional de la Reforma” (Fragmento), [mímeo]. APL-UNS. 127 Cfr. WILLIAMS, Raymond Marxismo y literatura, Península, Barcelona, 1980 [1977], pp. 137-149. 128 “Rivadavia y el impulso nacional de la Reforma” (Fragmento), [mímeo]. APL-UNS.

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1950 se designó oficialmente como “Año del Libertador”, lo que dio lugar a una “vasta campaña de recordación del general San Martín organizada por el gobierno para celebrar al héroe de la independencia y, en el mismo movimiento colocar al general Perón en la estela de los fundadores de la patria”; el año 1951, por su parte, fue invocado como “Año Echeverriano” por los sectores intelectuales asociados al ideario liberal, que organizaron la conmemoración del centenario de la muerte de Esteban Echeverría. Esta estrategia de “lectura prescriptiva del pasado”129 parece haber sido aplicada también por Reissig para enhebrar su participación en los movimientos reformistas con la tradición ideológica del socialismo y el panteón de héroes de la historiografía liberal. Los miembros de la institución en Bahía Blanca aprovecharon algunas ocasiones similares para definir, con sutileza, posiciones políticas con respecto al contexto nacional, internacional y local. En efecto, el cles se sumó a los actos del Congreso Rivadaviano, organizando conferencias y una Exposición Rivadaviana en las salas de arte de la abr. A la vez, apoyó las gestiones realizadas por la Comisión Homenaje a Rivadavia, mediante las cuales se solicitó al comisionado municipal Rafael Laplaza que retirara una placa conmemorativa que había sido emplazada en 1944 con motivo de un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad.130 La figura rivadaviana y su conmemoración habían adquirido, en Bahía Blanca, características muy específicas y el debate se había visibilizado a partir de las disputas por la ocupación y nominación del espacio público, tal como le explicara Lejarraga a Julio V. González en una misiva enviada el 8 de marzo de 1945. Como Ud. sabe, el tema en esta [ciudad] está de actualidad. Últimamente un Comisionado Municipal [Tte. Cnel. Juan Eriberto Molinuevo] estuvo muy empeñado en una verdadera campaña de negación de Rivadavia y de exaltación de Rosas, hasta el punto de proyectar y obtener autorización del ex-Interventor de la Provincia para cambiar el nombre de la plaza que se llama plaza Rivadavia, trasladando un monumento a San Martín que actualmente está en el parque, al centro de la plaza, que se llamaría San Martín, con el 129 ALTAMIRANO, Carlos “Las dos Argentinas”, en Peronismo y cultura de izquierda, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 2001. 130 Laplaza accedió a los reclamos por considerar “Que, aparte de contener datos históricos de dudosa autenticidad, que pueden inducir a errores en cuanto se refiere a la historia de la ciudad y a los orígenes de su fundación y desarrollo posterior, la placa de referencia, contiene en su inscripción la oculta intención de un homenaje a la época rosista, que enerva el contenido democrático de nuestra Constitución; agravia la memoria de ilustres próceres y lastima el sentimiento general de la población [y] que no es admisible tolerar, sin una complicación real con el avieso propósito de rendir culto a un gobierno de tiranía, la permanencia de la referida placa en lugar público.” La Nueva Provincia, Año XLVIII, N° 16781, Bahía Blanca, 28 de agosto de 1945, p. 2.

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efecto de desplazar el monumento a Rivadavia, que debe levantarse en el centro de la plaza, y cuya piedra fundamental ya está colocada, entre paréntesis, desde hace largos años. El monumento a Rivadavia, por falta de una partida está sin terminar, y se calcula que este año, precisamente para el centenario, puede quedar listo. La ciudad reaccionó enérgicamente contra el atropello, y obtuvo con el nuevo Interventor la derogación de la referida autorización, y se trabaja, como desagravio o desquite, en todo sentido, por el monumento que es ley de la acción, y por una celebración digna del momento y de los antecedentes del asunto. Bahía Blanca, por otra parte, siempre ha reconocido una inspiración de Rivadavia, y ha mantenido el culto de esta gran figura. Como ha analizado Diana Ribas, el emplazamiento e inauguración del mencionado monumento en la plaza principal de la ciudad en 1946 constituyó el clímax del debate ideológico que la figura del prócer había suscitado y dejó entrever ciertas posiciones e identificaciones políticas.131 En efecto, en agosto de 1945, la filial manifestó su adhesión a la Comisión Pro-Celebración de la Victoria y Reafirmación Democrática,132 mientras en las vísperas de las elecciones presidenciales de febrero de 1946, algunos de los miembros del Colegio –en carácter individual– firmaron y publicaron un manifiesto de tipo partidario en el que rubricaron su apoyo a la Unión Democrática.133 Sin embargo, y en consonancia con la posición de su par capitalina, el cles no emitió manifestaciones de adhesión política. El 17 de julio de 1952 los cursos en Capital Federal fueron suspendidos por la oficina de Reuniones Públicas de la Policía Federal lo que permite sospechar que, en el momento en que las prácticas gubernamentales destinadas a censurar a la oposición intelectual se volvieron más frecuentes,134 la dirigencia justicialista se volvió más sensible a las indirectas declaraciones ideológicas de la entidad. En noviembre del mismo año, la situación del organismo central se volvió aún más compleja en virtud de la explicitación de los conflictos internos que desembocaron en la renuncia de Ricardo M. Ortiz, Homero B. de Magalhaes y Jorge Thénon a sus cargos en el Consejo Directivo. Mediante una larga nota de dimisión en la que la figura del malogrado 131 Cfr. RIBAS, Diana “La inauguración del monumento a Rivadavia en la construcción de la cultura política bahiense (1945-1946)” en CERNADAS, Mabel y BUSTOS CARA, Roberto –editores– La cultura en cuestión. Estudios interdisciplinarios del Sudoeste Bonaerense, EdiUNS, Bahía Blanca, 2005. 132 La Comisión estaba presidida por Julio César Martella y su secretario era Eduardo J. Bambill. Véase la correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, año 1950, APL-UNS. 133 El Atlántico, Bahía Blanca, Año XXVII, Nº 88979, 14 de febrero de 1946, p. 3. 134 FIORUCCI, Flavia Intelectuales y peronismo, cit.

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Aníbal Ponce funcionaba como una pauta de evaluación de lo realizado, quienes se retiraban expusieron críticas muy severas a la gestión del cles en torno a la planificación de su política cultural, al manejo de los fondos financieros, a las posiciones ideológicas adoptadas y a los hábitos de “renovación mecánica” de autoridades entre los cuales el carácter de vitalicio del cargo de secretario constituía, a su entender, un “defecto fundamental” y un elemento profundamente antidemocrático.135 Lo que se manifestó, en primera instancia, como una impugnación de las prácticas institucionales internas constituyó una de las variantes en la ruptura del bloque intelectual que habían convergido en la celebración de la figura de Echeverría en 1951 como consecuencia del realineamiento de los intelectuales comunistas en torno al antifascismo, a los postulados soviéticos y, en último plano, al mismo peronismo.136 En la filial de Bahía Blanca las actividades continuaron, al igual que en la sede de Rosario, pero el local céntrico que alquilaban a Marzio Cantarelli –ubicado en la esquina de las calles Mitre y Rodríguez– les fue expropiado y cedido a la Confederación General del Trabajo. La desocupación de ese espacio ya había sido solicitada en 1951 por el gobierno provincial a través del Subsecretario de Cultura José Cafasso, con el objetivo de instalar en esa finca el Conservatorio de Música y Arte Escénico que la dependencia proyectaba crear a la brevedad,137 a lo que el cles se había negado. En marzo de 1952, en lo que la prensa calificó como “una medida apresurada” y “discutible desde el punto de vista legal y constitucional”,138 la central gremial desplazó al Colegio Libre139 que, desde ese momento, realizó todos sus actos públicos en la sala de la Asociación Bernardino Rivadavia –que se había convertido en un espacio abierto a los intelectuales relativamente opositores luego de que el its intentara anexarla a sus dependencias– previo aviso de cada una de sus reuniones a la seccional segunda de la polícia federal. Incluso ante estos hechos, las fuentes públicas y privadas del cles mantuvieron un claro silencio ante lo que empezaba a evidenciarse como un clima de obstaculización a la institución y sus actividades por parte del gobierno peronista. En el discurso inaugural del año 1953, Pablo Lejarraga hizo referencia 135 Cursos y conferencias, Buenos Aires, Año XXI, Vol XLII, enero a marzo de 1953, pp. 545-551. Ortiz, Magalhaes y Thénon, junto a Emilio Troise, Héctor Agosti y María Rosa Oliver crearon, ese mismo año, “La Casa de la Cultura Argentina” que sostuvo una orientación ideológica de tipo comunista. 136 Los comunistas se habrían alejado también de la Sociedad Argentina de Escritores, presidida en ese momento por Carlos Alberto Erro. Cfr. PRADO ACOSTA, Laura “Concepciones culturales en pugna. Repercusiones del inicio de la Guerra Fría, el zdhanovismo y el peronismo en el Partido Comunista argentino”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 10 de febrero de 2013. [en linea] http://nuevomundo. revues.org/64825. [Consulta: 30/05/2013] 137 Véase la correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, 5/05/1951, APL-UNS. 138 Democracia, Año XXI, N° 5669, Bahía Blanca, 21 de marzo de 1952, p. 4. 139 Cursos y Conferencias, Buenos Aires, Año XXI, Vol. XLI, Nºs 241-242-243, abril a mayo de 1952. pp. 102-103, Vida del Colegio.

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con discreción a la difícil situación en la que se encontraba el Colegio comentando que “los días de crisis suelen ser los del más intenso pensamiento y del más fecundo trabajo intelectual” y que “en ellos se agrandan los deberes y las responsabilidades de los trabajadores de la cultura”, dado que la solución de los más graves problemas constituía una parte de las tareas a cumplir por los pensadores.140 El trabajo global de la institución continuó, de esta forma, dividiéndose entre las dos entidades que permanecían abiertas y la publicación de la revista. A pesar de la aparente prescindencia política, resulta evidente que el Colegio no quedó al margen de la división política profunda que generó el fenómeno peronista y ello se puso de manifiesto de formas no por completo explícitas en el discurso. En este sentido, quizás el elemento más sólido para analizar la identidad política de la agrupación local sea el de los lazos individuales y las redes de relaciones que los mismos conformaron. La figura de Pablo Lejarraga y su actividad como movilizador cultural se vuelven, entonces, fundamentales para el análisis. Nacido en la localidad de Coronel Dorrego en enero de 1906, a los 15 años Lejarraga había dirigido la revista estudiantil bahiense Juvenilia, desde cuya nominación se rendía homenaje evidente a la figura y a la obra de Miguel Cané. En las páginas de la publicación se incluyeron con frecuencia los escritos del abogado y periodista local Eduardo Bambill, quien por más de una década había legitimado su posición en el espacio social de la ciudad a partir de su actividad como intelectual y político joven.141 De esta manera, desde su adolescencia Pablo Lejarraga comenzó a emitir una voz clara respecto a las preocupaciones estudiantiles, en consonancia con los modos de intervención generalizados entre los estudiantes secundarios, tal como atestiguan la gran cantidad de publicaciones periódicas registradas para la época.142 Lejos de atenuarse, estos intereses persistieron durante el transcurso de sus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, primero, y en la de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, más tarde, a la vez que lo llevaron a asumir posiciones de creciente importancia dentro de la dirigencia política estudiantil. Entre 1927 y 1928, luego de finalizada su carrera de Contador Público, se 140 Cursos y Conferencias, Buenos Aires, Año XXII, Vol. XLIII, N°s 253, 254 y 255, abril a junio de 1953, pp. 143-144. 141 Sobre la figura y la trayectoria de Eduardo Bambill véase AGESTA, María de las Nieves Proyecciones en imágenes: prensa ilustrada y cultura visual en el proceso de modernización de Bahía Blanca (1909-1910). Mimeo [Tesis de maestría inédita], UNSAM, 2009. 142 Para un estudio preliminar de las publicaciones periódicas culturales en Bahía Blanca durante el siglo XX, véase AGESTA, María de las Nieves y LÓPEZ PASCUAL, Juliana “Páginas de cultura. Las revistas culturales en Bahía Blanca durante el siglo XX”, en CERNADAS, Mabel y ORBE, Patricia A. –coordinadoras– Itinerarios de la prensa: cultura política y representaciones en Bahía Blanca en el siglo XX, EdiUNS, Bahía Blanca, 2013.

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desempeñó como presidente del Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas de la y delegado al Consejo Superior Universitario por la misma entidad.143 En forma simultánea, y mientras desarrollaba sus estudios de Abogacía en la unlp, cumplió las funciones de secretario general del Congreso de Estudiantes Universitarios de América, que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires en 1928, y fue presidente temporal de la Federación Universitaria Argentina.144 Hacia 1930, ocupó el cargo de secretario general de la Unión Libre Universitaria, liderada por Alfredo Palacios, y luego del derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen fue uno de los estudiantes perseguidos y encarcelados por el régimen uriburista por su participación en movilizaciones liberales y reformistas.145 La enumeración previa sirve a los efectos de dar cuenta de los espacios de sociabilidad que fueron frecuentados por el joven estudiante, para explicar de este modo el conjunto de personalidades que se mantendría como su mundo de relaciones y referencias intelectuales años más tarde. La profusa y cercana correspondencia mantenida con Gabriel del Mazo, Carlos Sánchez Viamonte, Juan Manuel Villarreal, Pedro Verde Tello, Aquiles Martínez Civelli, Francisco Romero y el grupo “Renovación”146 durante las décadas de 1920 y 1930,147 lo sitúa en la escena de la red de militantes reformistas que se desarrolló en las facultades capitalina y platense en torno a la figura de Alejandro Korn.148 En los años 40, y ya desde Bahía Blanca, este intercambio uba

143 Revista de Ciencias Económicas. Publicación de la Facultad de Ciencias Económicas. Centro de Estudiantes y Colegio de Graduados. Buenos Aires, Año XVI, Serie II, N° 79, febrero de 1928. 144 APL en el Archivo Histórico Municipal de Bahía Blanca. 145 Al respecto, véase las memorias PISARELLO, Gerardo En el recuerdo de los años, Ediciones Ánfora, Buenos Aires, 1983, pp. 69-70 y la reconstrucción hecha por Osvaldo Graciano en GRACIANO, Osvaldo Entre la torre de marfil y el compromiso político. Intelectuales de izquierda en la Argentina, 1918-1955, Ediciones de la Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2008. 146 El Grupo de Estudiantes Renovación, gestado en La Plata en 1921 en el seno de la compañía teatral del mismo nombre, estuvo integrado por dirigentes de la Federación Universitaria platense, como Héctor Ripa Alberdi y Arnaldo Orfila Reynal, a los que se sumaron Carlos Sánchez Viamonte, Luis Aznar, Guillermo Korn, Pedro Verde Tello, Francisco Romero, Juan Manuel Villarreal y Aníbal Sánchez Reulet. Durante la década de 1920 trabajaron en la puesta en escena de diversas obras de la dramaturgia y en la edición de las revistas Valoraciones y Estudiantina. Se nucleaban, principalmente, en torno a la figura docente de Alejandro Korn, a quien apoyaron ampliamente en la fundación del CLES en 1930. Al respecto, véase GRACIANO, Osvaldo Entre la torre…, cit. pp. 80-90. 147 APL, en el Archivo Histórico Municipal de Bahía Blanca. 148 Para una minuciosa reconstrucción de estos circuitos culturales, véase GRACIANO, Osvaldo Entre la torre…, cit., capítulos III y IV. Respecto al intercambio epistolar como elemento de análisis de las redes culturales véase FERNÁNDEZ BRAVO, Álvaro “Redes latinoamericanas en los años cuarenta: la revista Sur y el mundo tropical” en MAÍZ, Claudio y FERNÁNDEZ BRAVO, Álvaro –editores– Episodios en la formación de redes culturales en América Latina, Prometeo, Buenos Aires, Prometeo, 2009.

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epistolar no sólo se mantuvo fluido, sino que sumó a otros actores residentes en Buenos Aires o en la capital provincial. A los nombrados anteriormente se incorporaron, entre otros, Luis Reissig, secretario general del cles en la Capital Federal, Anastasio González Vergara,149 Américo Ghioldi, Arnaldo Orfila Reynal, Carlos Alberto Erro, Ricardo Ortiz, Alfredo Palacios, José Peco, Roberto Giusti, Silvio Frondizi, Adolfo Dorfman, Juan Antonio Solari, Juan José Díaz Arana, José Luis Romero, Carlos Ruiz Daudet y Olga Cossettini.150 Con identidades partidarias y enrolamientos profesionales diversos, todos ellos compartían una trayectoria más o menos cercana a los círculos intelectuales liberales antifascistas. Desde la creación de la filial, Pablo Lejarraga articuló estos lazos construidos en décadas anteriores, con su trabajo al frente de la entidad y sus actividades, en virtud del capital relacional detentado por los destinatarios de sus cartas y sus trayectorias políticas e intelectuales. Así, por ejemplo, la amistad personal que lo unía a Anastasio González Vergara, radicado en La Plata, fue empleada para establecer contacto con Ernesto Sábato y Ricardo Mosquera Eastman con el objetivo de invitarlos a dar cursos en el cles local.151 De la misma forma, Lejarraga buscó contactar a Diego Abad de Santillán a través de su relación con Aquiles Martínez Civelli,152 con el propósito de concertar la visita del poeta español León Felipe, mientras el periodista bahiense y “amigo común” Luis Vera sirvió de nexo con el dirigente radical Federico F. Monjardín. La figura de Carlos Ruiz Daudet, fuertemente vinculada a la sociabilidad cultural de izquierda,153 fue invocada como intermediario ante el dramaturgo ibérico exiliado en Argentina, Jacinto Grau. Por su parte, a José Luis Romero y a Silvio Frondizi se les solicitó que intercedieran ante Claudio Sánchez Albornoz y Rodolfo Mondolfo, respectivamente, siempre con la voluntad de comprometerlos a viajar a la ciudad para colaborar con la entidad. Como se evidencia, los pensadores europeos exiliados en Argentina no sólo encontraron espacios de inserción laboral en las redes 149 Anastasio González Vergara era un abogado bahiense, hijo de Eduardo González y Ángela Vergara, hermana de Valentín Vergara; ambas familias habían construido una extensa red de lazos familiares que fortalecieron su capital político y social. Volveremos sobre este aspecto en el capítulo 5. 150 Para una reconstrucción biográfica sobre Olga Cossettini, véase CALDO, Paula y FERNÁNDEZ, Sandra “La biografía: una clave de análisis para el estudio de las prácticas asociativas informales del magisterio santafesino. El caso de Olga Cossettini (1898-1997) en Actas de las IV Jornadas de Historia Social de la Patagonia, Santa Rosa, 19 y 20 de mayo de 2011. [en linea] http://sociohistoricos. files.wordpress.com/2011/11/ponencia-caldo-fernandez.pdf [Consulta: 17/10/2012]. 151 APL-UNS, correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, año 1950 152 APL-UNS, correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, años 1947 y 1948. 153 Para una apreciación sobre la figura de C. Ruiz Daudet y su trabajo de mediación cultural, véase PASOLINI, Ricardo “La cultura antifascista y los “intelectuales nuevos” en la década de 1930: El Ateneo de Cultura Popular de Tandil”, [en línea] www.historiapolitica.com/datos/biblioteca/pasolini. pdf [Consulta: 10/05/2010]

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de solidaridad antifascista,154 sino que la conexión con ellos era buscada desde las instituciones provincianas por la valoración positiva de su prestigio intelectual y su adscripción ideológica. Del mundo relacional de Lejarraga, a su vez, no sólo formaban parte sus viejos vínculos estudiantiles sino los nuevos que buscó establecer con los universitarios oriundos de Bahía Blanca, que residían en la capital bonaerense. En 1942 escribió a un joven Julio César Avanza, quien realizaba sus estudios de Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la unlp, para que realizara gestiones en su nombre y el del cles. Durante todo ese año, Avanza sostuvo una copiosa correspondencia con el abogado, en la que daba cuenta de sus diligencias en la Universidad, especialmente ante el rector Alfredo Palacios, para propiciar los viajes de Gabriel del Mazo, Ataúlfo Pérez Aznar, José M. Monner Sans y Arnaldo Orfila Reynal como conferenciantes en el marco de las actividades de extensión cultural universitaria. Al año siguiente, el secretario del cles le solicitó al estudiante que confeccionara una lista de los educandos de Bahía Blanca y la zona que residieran en La Plata, con sus respectivos domicilios, con el objetivo de enviarles información de las actividades de la institución. El acercamiento de Avanza a las filas peronistas en 1946 y su posterior gestión como funcionario en la gobernación de Domingo Mercante en la provincia de Buenos Aires tuvo como correlato la finalización del intercambio epistolar entre él y Pablo Lejarraga. Desde la dirección, Lejarraga buscó integrar a la institución en el “plan nacional del Colegio Libre”155 a la vez que intentaba “responder a una necesidad y un anhelo de la ciudad”. En el discurso inaugural expresó: En Bahía Blanca cada día es más nutrido el núcleo de personas que meditan silenciosamente en los problemas generales de la ciudad y de la zona, que interrogan la vida de nuestras poblaciones, que en ellas tienen clavada seria preocupación, y, me atrevo a decirlo, que esperaban o necesitaban de una institución como la nuestra, para hacerse presentes en el esfuerzo colectivo de estudio y superación. […] Para Bahía Blanca, para el Sur Argentino, para todo el país, en la órbita de lo educacional y lo económico, se plantean y se resuel-

154 Véase PASOLINI, Ricardo “’La internacional del espíritu’: la cultura antifascista y las redes de solidaridad intelectual en la Argentina de los años treinta”, en GARCÍA SEBASTIANI, Marcela –editora– Fascismo y antifascismo. Peronismo y antiperonsmo. Conflictos políticos e ideológicos en la Argentina (1930-1955), Iberoamericana, Madrid, 2006. 155 Para un análisis preliminar acerca del “plan nacional” del CLES, véase LÓPEZ PASCUAL, Juliana “Antiperonismo y desarrollo sureño. La filial Bahía Blanca del Colegio Libre de Estudios Superiores (1940-1955)”, en ARDESI DE TARANTUVIEZ, Beatriz et al. XIII Jornadas Interescuelas. Departamentos de Historia, Editorial Científica Universitaria de la Universidad de Catamarca, 2013.

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ven los más vitales problemas de nuestra existencia como nación, y de nuestro porvenir.156 El plan cultural que guiaba las actividades de la institución procuraba “servir al progreso democrático y social argentino”, a la vez que trabajaban bajo la protección de “la Libertad creadora” que, según sus afirmaciones, definía ontológicamente la argentinidad: “argentino y libre son sinónimos”. En este sentido, el trabajo de la filial se alineaba con la demanda que distintas voces de la ciudad sostenían respecto de la necesidad de poner en funcionamiento una casa de altos estudios, mencionada en el apartado anterior. Una buena parte de la prensa local difundió con amplitud la noticia de la próxima creación del cles, dedicándole espacios periodísticos de manera recurrente. El diario La Nueva Provincia, dirigido por Vicenta Calvento de Julio, celebró la iniciativa y durante el mes previo a la inauguración informó a sus lectores de las tratativas y reuniones concertadas a los fines de concretar el objetivo. De hecho, el matutino había asignado valor positivo a las opiniones de algunos de los gestores de la entidad, al convocarlos para la inclusión de algunos de sus ensayos en el “Número-Revista” que había publicado pocos días antes con ocasión del 43° aniversario de su creación.157 Sin embargo, no todos los agentes del mundo periodístico vieron con buenos ojos la decisión y algunos dudaron de la pertinencia de crear una institución similar a la ya existente Universidad del Sur. En este sentido, el diario local El Censor expresó su desacuerdo ante la aparición de nuevas entidades ya que, a su entender, dispersaban los esfuerzos necesarios para sostener y desarrollar a la ya existente Universidad del Sur, a la vez que cuestionó la repercusión reducida que, siempre según su perspectiva, iba a lograr el trabajo a realizarse en ese “pequeño cenáculo”.158 Días después de la inauguración El Censor criticó otra vez la iniciativa, esta vez con mucha más dureza, en virtud de considerarla una búsqueda de prestigio y consagración personal de sus ideólogos, cuestionando también la modalidad de financiamiento de su labor, que se basaba en el cobro de una cuota mensual a sus asociados, y afirmando que la instalación del CLES era una forma de manifestación de la vanidad. […] En seguida de creado un organismo nuevo, los creadores salen a la calle a pedir la contribución de los vecinos. Ellos hacen “la obra” y los demás tienen que pagarla. Así es como con el dinero ajeno se sirve la vanidad de 156 Cursos y Conferencias, Nº 7, 8 y 9, Octubre, Noviembre y Diciembre de 1941, Año X, Volumen XX, pp. 982-986. 157 Número-revista (suplemento). La Nueva Provincia, Bahía Blanca, Año XLIV, N° 14917, 01 de agosto de 1941. 158 “Concentrar esfuerzos” [Editorial]. El Censor, Bahía Blanca, Año XXXV, N° 10060, 29 de julio de 1941, p. 8.

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los snobs que aparecen esporádicamente en nuestra ciudad, deseosos de presentarse en público y aparecer en “intelectual”.159 El tradicional diario, que había comenzado a publicarse en 1906, no fue el único en calificar a los directivos del Colegio de “vanidosos”. Desde Democracia, periódico vespertino dirigido por el dirigente radical Luis Vera, los mismos fueron denominados como “el trust de los cerebros en Bahía Blanca” y fueron impugnados, también, por razones relativas a la competencia interna sostenida por las empresas periodísticas locales cuestionando que los invitados capitalinos –Giusti y Reissig– solo hubiesen vistado la redacción de las publicaciones matutinas. A su entender, esto se debía a que “generalmente los diarios de la tarde no tienen a mano el fotógrafo”, lo que hubiera impedido el registro y la difusión visual de estas figuras.160 El Atlántico, dirigido por José M. Pérez Bustos, por su parte, no mencionó al cles en su nota del 16 de agosto de 1941; sin embargo, por la fecha de publicación y las opiniones vertidas por los otros medios de comunicación observados, es fácil colegir que en su opinión aludía a la entidad de reciente inauguración. Al respecto, manifestó preocupación por las formas de acción de los gestores culturales que trabajaban haciendo “alarde de publicidad”, dado que corrían el riesgo de “estar en todo y no servir para nada”. En su opinión, la situación ameritaba “rectificar procedimientos y actitudes que sólo tienden a cimentar falsos prestigios.”161 Como puede verse, el tema de la creación de una institución local de educación superior y las formas de gestionar su concreción eran objetos de debate en un campo cultural que estaba atravesado por los conflictos políticos pero donde también se observaban cuestionamientos específicos. De acuerdo a los miembros de la filial, integrar el “plan nacional” del cles se fundamentaba como una oportunidad de dirigir el itinerario de la potencial universidad local, lo que no constituía un tema menor dado que las decisiones en materia educativa y económica se consideraban los espacios en los que “se plantean y resuelven los más vitales problemas de nuestra existencia como nación”.162 A ello se articulaba la concepción de Bahía Blanca como centro político, económico y cultural de la Patagonia. Si bien este aspecto será abordado en los siguientes capítulos, cabe señalar que la representación de Bahía Blanca como “capital del Sur” se hallaba difundida en amplios sectores, no sólo bahienses, sino también externos desde fines del siglo XIX. Algunos de los aspectos económicos y sociales de 159 “Coordinación”. El Censor, Bahía Blanca, Año XXXV, N° 10077, 19 de agosto de 1941, p. 8. 160 “Gentileza”. Democracia, Bahía Blanca, Año XII, N° 2572, 11 de agosto de 1941, p. 8. 161 “Algo que es preciso rectificar”. El Atlántico, Bahía Blanca, Año XX, N° 7391, 16 de agosto de 1941, p. 12. 162 Cursos y Conferencias, Año X, Volumen XX, Nºs 7, 8 y 9, Octubre, Noviembre y Diciembre de 1941, pp. 986-990. Reproducción del discurso inaugural de Pablo Lejarraga durante el acto inaugural de la filial. p. 985.

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la ciudad, mencionados en las páginas precedentes, convergían con la percepción de la singularidad geológica y geográfica de la región, a la vez que se entrelazaban con los debates entablados a partir de 1880 en torno a la ubicación de la capital de la provincia de Buenos Aires, así como con el proceso de intervención del Estado Nacional en los territorios nacionales.163 La idea, como se verá en el último apartado de este libro, contaba con variados antecedentes históricos y diversos gestores. Lo expresado por Lejarraga en el acto de apertura de la filial fue enfatizado y complementado por la lectura de una misiva enviada por el secretario de la institución porteña, Luis Reissig, con motivo de la inauguración, a lo que siguió una conferencia pronunciada por el filósofo Roberto Giusti titulada “El espíritu del siglo XIX”.164 En su carta, Reissig manifestó su voluntad de continuar la expansión geográfica del Colegio incorporando a “todos aquellos hombres y mujeres de la Patagonia, el Neuquén, del sur de la Provincia de Buenos Aires y de La Pampa que tienen a Bahía Blanca como capital natural.” Desde su perspectiva, los locales debían empeñarse en establecer comunicaciones con “todos los centros poblados” de esos lugares aprovechando que contaban con “mejores condiciones que los de Buenos Aires” para hacerlo, en virtud de la distancia y del conocimiento personal. En este sentido, la finalidad era que cada Territorio Nacional organizara una filial y que cada ciudad “importante” contara con sus cátedras.165 A la idea de Bahía Blanca como centro responsable del desarrollo sureño, Reissig sumó la crítica a las instituciones universitarias argentinas por su anacronismo y desconexión de los temas contemporáneos, por ignorar al “país, la época, los hombres” y vivir “de un cierto número de textos que salvo en lo estrictamente profesional o técnico no interesan a ninguno”.166 Según lo que expresó más tarde, la cultura académica debía articularse al medio, para lo cual era necesario el trabajo en equipo, colectivo, en el abordaje interdisciplinario de los problemas políticos, económicos y sociales. Para ello, la estructura propuesta era la de una “Escuela de Estudios Nacionales” en la que el análisis se esforzara en articular el conocimiento con la particularidad del medio. La política de los países de América debía orientarse a construir la “nación” –diferente a país o Estado– a través del reagrupamiento de los individuos en un plano social equivalente, igualitario. Una política a la cual debemos aplicarnos, de preferencia, es la del desarrollo de esa conciencia nacional, a partir de la cual puede pen163 Véase SILVA, Hernán et al. Bahía Blanca, una nueva provincia y diversos proyectos para su capitalización, U.N.S., Bahía Blanca, 1972. 164 Lamentablemente, el texto de la conferencia no parece haber sido conservado. 165 Cursos y Conferencias, Año X, Volumen XX, Nºs 7, 8 y 9, Octubre, Noviembre y Diciembre de 1941, pp. 986-990. Reproducción de la carta enviada por Luis Reissig con motivo del inicio de las actividades. p. 988. 166 Cursos y Conferencias, Año X, Volumen XX, Nºs 7, 8 y 9, cit.

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sarse en la formación de una conciencia continental. Términos los dos que se suceden y complementan, pues por naturaleza, América es una e indivisible. Cómo la cultura puede y debe colaborar en la formación de esa conciencia nacional, complemento de la americana, lo llevamos en parte dicho: el conocimiento de la realidad nacional y sus problemas. […] Precisamente, lo que se persigue a través de la idea de crear en cada país una escuela u organización de estudios nacionales, es contribuir a democratizar la conciencia social y económica, de modo tal que no resulte como hasta ahora que esos temas son solamente conciencia de unos privilegiados. Y esa obra es función de Universidad y función de pueblo.167 El planteo incluía, de nuevo, una crítica profunda hacia la institución universitaria argentina y su falta de conexión con la sociedad, retomando de manera tácita los postulados de la Reforma de 1918. La cultura académica debía, por lo tanto, articularse al medio, “cubrir sus necesidades, ordenar sus preposiciones, dar un cuerpo de ideas a la vida colectiva, estructurar la organización social que le sirve de base” para convertir a técnicos y profesionales en ciudadanos del saber. El problema de la ciudadanía se postulaba como el eje director de la política cultural futura de América: no sólo constituiría la función superior y última de las instituciones de educación superior sino que se erigía como la noción superadora de la democracia limitada a la acción del sufragio.168 La falta de vinculación de las instituciones educativas estatales también se hacía evidente, para Reissig, en la indiferencia que ostentaban hacia la iniciativa cultural privada “libre” y “de avanzada”: “La obra cultural no puede realizarse en un país sobre la base exclusiva de creaciones estatales, aunque el Estado luego las estimule o las coordine. Las instituciones culturales libres son órganos de avanzada, reúnen en un consorcio feliz lo privado y lo colectivo y permiten el acomodamiento seguro de infinidad de obras que de otro modo no se harían.”169 La argumentación incluía –y legitimaba– las actividades del cles como indispensables para la concreción del proyecto global americano: “la consigna cultural debe ser: articular, articular, articular. Articular en una América indivisible.”170 El rol central asignado a las inves167 Cursos y conferencias, Nº 138, septiembre 1943, Año XII, Volumen XXIII, p. 504. Resaltado en la fuente. 168 Cursos y conferencias, Nº 138, septiembre 1943, Año XII, Volumen XXIII, p. 505-506. 169 Cursos y conferencias, Nº 138, septiembre 1943, Año XII, Volumen XXIII, p. 507. 170 Cursos y conferencias, Nº 138, septiembre 1943, Año XII, Volumen XXIII, p. 508. Resaltado en la fuente.

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tigaciones y el conocimiento en los destinos de la nación fundamentaba así la construcción de una imagen de los intelectuales en la que los estudiosos resultaban piezas clave en las decisiones referentes a las políticas culturales. En ese plan continental, la localidad de Bahía Blanca adquiría su lugar fundamental como espacio dinamizador de los territorios australes. En función de estas premisas, la dispersión espacial y una apropiada conexión con personalidades cuyas ideologías fueran afines al trabajo del Colegio constituyeron aspectos siempre presentes en la correspondencia entre Reissig y Lejarraga. Es probable que las grandes dimensiones territoriales de la provincia de Buenos Aires hayan incidido en la distribución regional tentativa que la entidad central buscó establecer entre las sedes en 1942. Mientras a la filial Bahía Blanca le correspondía trabajar en la zona comprendida entre las poblaciones de Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Lamadrid, Coronel Suárez y Puán, su par de Mar del Plata se ocuparía de las localidades de Madariaga, Necochea, Maipú y Tandil, en tanto una posible sede de Tres Arroyos cubriría el espacio de Benito Juárez, Olavarría y Laprida. La entidad platense, en colaboración con la de la Capital Federal, quedaría a cargo de las ciudades restantes.171 En efecto, la información que el cles central necesitaba para tomar decisiones concernientes a su trabajo en la región territoriana fue requerida, entre otros, a Pablo Lejarraga a quien se lo consultaba acerca de los posibles candidatos a liderar esos espacios y de las características sociales, ideológicas y culturales de los habitantes de las localidades. La obtención de datos en torno a personas e instituciones de la zona de influencia de Bahía Blanca, el centro y sur de la provincia de Buenos Aires se volvió una de las tareas a desarrollar: en 1943, Gregorio Scheines y Germán García, según lo acordado con Lejarraga, enviaron notas a contactos conocidos en las ciudades cercanas de Coronel Pringles, Rivera, Viedma, General Roca, Pigüé, Olavarría, Cutral-có y Coronel Dorrego, pidiendo información sobre las instituciones culturales existentes en ellas.172 Los intercambios epistolares iniciados de esta forma se sostuvieron en el tiempo, a la vez que posibilitaron la extensión de las actividades a esos territorios, bajo la dirección de la filial bahiense. Las localidades del centro de la provincia de Buenos Aires, tales como Olavarría, Azul y Tres Arroyos, aunque estaban –en términos de distancia geográfica– más cerca de la Capital Federal y La Plata y correspondían a la zona de incumbencia de otras filiales, sostuvieron una profusa correspondencia con el secretario, sobre todo en lo relativo a la integración de las rutas por las que transitaban los conferenciantes y expositores en la provincia y el país. De esta manera, Pablo Lejarraga y Bartolomé Schelotto (Tres Arroyos) intercambiaron esquelas, en 1941, intentando coordinar las fechas y momentos en los que Andrés Rin171 APL-UNS, correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, 26/10/1942. 172 APL-UNS, correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, año 1943.

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guelet brindaría sus conferencias en ambas ciudades. Por su parte, Luisa Santagne, secretaria de los “Amigos del Colegio Libre” de Azul, se dirigió a él en 1950, con el objetivo de concertar una visita de Luis Reissig a la localidad, en provecho del viaje que el mismo haría a Bahía Blanca. La idea de la ciudad como centro sureño estimuló, entre otras cosas, el inicio de relaciones con ciudades patagónicas como Viedma, Trelew, Río Gallegos y Comodoro Rivadavia, a través de la correspondencia con residentes en esas localidades, en el intento de conocer las posibilidades de nuevos y futuros contactos. En efecto, así lo manifestó Lejarraga en una carta enviada Horacio Ratier, residente en Viedma: Vuelvo con el tema común del Colegio Libre, y la posibilidad de su expansión por el Sur. Desde el año pasado tenemos el encargue de Buenos Aires de pensar en la organización de Filiales, o núcleos del Colegio Libre, en Viedma, Santa Rosa de Toay y General Roca, siempre dentro de bases de confianza y seguridad. En este sentido, siempre se nos ha recomendado tratemos de acertar en la elección de los hombres que llevaría adelante la organización y tareas de la Filial. Sobre esto es que deseamos consultarlo, con especial referencia a Viedma, para que Vd. nos haga llegar su impresión sobre la posibilidad de constituir en esa una Filial, oportunidad, y personas con las que a tales efectos podría contarse. Le advierto que al respecto es esta la primera y por el momento única consulta que formulamos. En cuanto a Santa Rosa de Toay y General Roca, si Vd. tiene noticias de alguna persona a quien con igual objeto podríamos dirigirnos, ruégole me haga llegar la referencia. Filiales o núcleos base de futuras Filiales en Viedma, Santa Rosa y General Roca serían lazos de vínculo y penetración en el Sur, en verdad promisores.173 Otro caso, aún más representativo, fue el del bahiense Roberto J. Ezpeleta, quien se hallaba radicado en Comodoro Rivadavia por su trabajo como periodista en la redacción del diario El Chubut. Sabiendo de él a través de “amigos comunes”,174 Lejarraga le escribió durante el transcurso de 1942 con diferentes objetivos. En primer lugar, para proponerle un nuevo punto de llegada en la ruta que el escritor Waldo Frank realizaría en su visita al país en mayo de 1942; en segundo, con la intención de plantear la posibilidad de constituir un grupo de “Amigos del cles” en la ciudad sureña, “den-

173 APL-UNS, correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, año 1943. 174 Es probable que el nexo haya sido Miguel Ángel Torres Fernández, periodista del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca y miembro de la primera comisión directiva de la filial, a quien Ezpeleta mencionó en una de sus cartas.

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tro del espíritu y los propósitos de la entidad y con personas orientadas culturalmente en el rumbo del Colegio.” La voluntad del abogado se hizo explícita: […] nuestro deseo inmediato desde Bahía Blanca es vincularnos a todas las personas que en el Sur argentino trabajan culturalmente y están en una u otra forma aplicados al estudio y conocimiento de los problemas particulares de región o generales de la Patagonia. […] deseamos y debemos penetrar más al sur, penetrar para una vinculación que estimamos importante en el porvenir cultural y social argentino. Podría Vd. suministrarnos algunas referencias orientadoras sobre nuestro propósito con relación a Comodoro Rivadavia, y en todo caso algunos nombres […]? Esto es algo de lo que necesitaba consultarlo, y que lo hago por indicación cordial de amigos comunes que nos lo han señalado como un colaborador del Colegio Libre en esas regiones.175 Como se observa, tanto el capital en forma de vinculaciones estratégicas, como las listas de nombres recomendados que de ellas pudieran surgir, eran considerados información de vital importancia para el trabajo institucional. La visita de Waldo Frank supuso una gran movilización de las relaciones preexistentes, dada la necesidad de sostener en términos económicos los desplazamientos a través de las grandes distancias patagónicas. La extensión geográfica de la región austral obstaculizaba de forma considerable la tarea de difusión y circulación de las personas y actividades por las condiciones de infraestructura del sistema de transportes y comunicaciones de la época y por los elevados costos de la empresa. Las dificultades materiales para la concreción de las visitas y conferencias constituyeron un problema siempre presente en los documentos observados y ante ellas se activaron contactos directos o indirectos con la voluntad de mancomunar el esfuerzo. En esta oportunidad, desde Buenos Aires, Luis Reissig escribió a Lejarraga para explicarle que era necesario coordinar la colaboración desde Trelew y Río Gallegos: A Río Gallegos hoy he escrito al Dr. Emilio Zumalacarregui, que me recomendó [Ricardo] Ortiz; y a Trelew escribo al Profesor Jaime Nuger, profesor del Colegio Nacional, recomendado por un hermano del Dr. Gregorio Halperín, el Dr. Isaac Halperín. Si vd. personalmente o por intermedio del Sr. Roberto J. Ezpeleta, pueden colaborar para que lo de Trelew y Río Gallegos se cumpla, tanto mejor.176

175 APL-UNS, correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, 20/05/1942. 176 APL-UNS, correspondencia del Colegio Libre de Estudios Superiores, 03/06/1942.

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Por lo que el abogado bahiense pidió ayuda al mencionado Ezpeleta, buscando auspiciantes en Comodoro Rivadavia, lo que se sumó a la activación de contactos en otras localidades australes, con el objetivo de invitarlos a participar del proyecto si se incluía a la ciudad en el recorrido del intelectual norteamericano. El derrocamiento de Juan Domingo Perón por la autodenominada “Revolución Libertadora” en septiembre de 1955 configuró un quiebre en el derrotero de la entidad y ello quedó expresado en las palabras que Roberto F. Giusti pronunció en el discurso de reapertura de los cursos en la Capital Federal. Sus palabras asumieron, con claridad, una postura diferente a la sostenida desde la fundación del cles. Abandonando las expresiones cautelosas y escuetas de las manifestaciones previas, pero aún sin nombrarlo, el orador impugnó con dureza la gestión de Juan Domingo Perón calificándolo de “déspota”, “tirano”, “megalómano”, y a su esposa María Eva Duarte como espíritu “demoníaco”. ¿Quién cerró las aulas del Colegio a partir de julio de 1952? ¿Fue la muda pero ejecutiva e inapelable prohibición policial? No; la policía estrangulaba, pero no lo hacía por su iniciativa. ¿De dónde partió la orden? ¿Del déspota, ofendido acaso porque el Colegio Libre no había voceado sus planes quinquenales –suma de divagaciones teóricas, falseamientos estadísticos, previsiones mendaces y latrocinios ciertos–? Sin duda habría sido levantada la prohibición si hubiéramos engalanado las aulas con el retrato de aquella que le costará mucho trabajo a la historia discernir si en espíritu era íncubo o súcubo en la pareja prefigurada en los tratados de demonología; o si hubiéramos hecho otras mentirosas manifestaciones de duelo en momentos en que se inventaba uno de los mitos más extraordinarios que registra la historia, no ya sólo argentina, sino universal, lo cual no sé si debe llenarnos de orgullo por su pasmosa singularidad a los habitantes de esta tierra. Y perdóneseme la crueldad de mis palabras, la cual no será nunca tanta como la certidumbre de que no digo sino verdades tan rigurosas que para aproximarme a expresarlas necesitaría la terrible concisión de Tácito o la del Quevedo de los Grandes anales de quince días, o bien la elocuencia quemante y desolladora de Montalvo. De quien yo repetiría: “Satanás necesita siglos para que cuaje una obra maestra de esa naturaleza en sus moldes pestilentes”. Mientras los doce años de su gobierno habían sido, en conjunto, un “drama” y una obra “satánica”, sus colaboradores y seguidores eran “ladrones”, siervos cómplices y masas ignorantes y supersticiosas, entre los que se destacaba la figura de Ángel

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Borlenghi, a quien se acusó de ser el responsable directo de la clausura del Colegio y de la “persecución ruin” de todas las instituciones de “cultura libre”.177 Giusti dejó a la vista las formas en las que la sociabilidad del cles concebía al gobernante depuesto pero también, en cierta forma, dio a entender que el restablecimiento de las actividades normales devolvía el rol preponderante a la ciudad de Buenos Aires. En los tres años transcurridos desde la clausura, las “valientes” filiales de Rosario y Bahía Blanca habían perseverado en la labor, “toleradas por las autoridades locales” y por concurso de la generosidad de socios y amigos que expresaban así su fe en que saldrían “a riveder la stelle, como Dante y su maestro cuando asomaron del Infierno”. De acuerdo a sus enunciados, la “mansa superficie del pantano provincial” había encubierto las acciones de la “resistencia de la cultura libre en el interior de la República”, pero su “llama siguió ardiendo escondida en Buenos Aires”.178 Así, desde la capital del país, los principales miembros del cles parecían responder a los planteos hechos por los intelectuales de provincia acerca del desequilibrio entre la Capital Federal y las localidades más pequeñas, reafirmando el rol central del espacio –y las personalidades– porteñas. En Bahía Blanca, como se verá en el siguiente capítulo, el derrocamiento de Juan Domingo Perón significó el inicio de un proceso de transformación drástica de su mundo cultural en el que un acontecimiento no menor fue la creación de la Universidad Nacional del Sur en enero de 1956. Como fruto de estos acontecimientos, la dirigencia del cles local adquirió un rol protagónico en la organización de este nuevo espacio y para ello instrumentó, otra vez, las redes personales que sus miembros habían construido en las décadas anteriores. En este primer capítulo se ha pretendido reconstruir las líneas generales del proceso de consolidación del asociacionismo cultural en Bahía Blanca durante la década de 1940 y sus interacciones con las políticas culturales diseñadas por el peronismo provincial y nacional. La participación de los Artistas del Sur en este terreno permite comenzar a debatir en torno a las generalizaciones que sostienen que “la casi totalidad de los escritores, artistas y universitarios liberales y democráticos fueron antiperonistas”, o que “prácticamente todo lo que contaba en el campo cultural argentino se ubicó en el antiperonismo.”179 En el contexto del surgimiento y la consolidación del peronismo, conservadores nacionalistas provenientes del mundo intelectual bahiense y ex-forjistas asociados a la esfera político-partidaria convergie177 Cursos y Conferencias, Buenos Aires, Año XXIV, Vol. XLVII, N° 270, septiembre de 1955, pp. 260261. 178 Cursos y Conferencias, Buenos Aires, Año XXIV, Vol. XLVII, N° 270, cit. 179 SIGAL, Silvia “Intelectuales y peronismo” en TORRE, Juan Carlos –director– Nueva Historia Argentina. Los años peronistas (1943-1955), Tomo 8, Sudamericana, Buenos Aires, 2002, pp. 483-512, respectivamente.

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ron en la ocupación de las nacientes instituciones culturales oficiales: la Comisión Municipal de Cultura y el Instituto Tecnológico del Sur. La articulación de los fenómenos políticos y culturales de dimensión nacional y provincial con la dinámica y las tensiones al interior del mundo de la cultura local, resultaron en un equilibrio de fuerzas que consolidó fuertemente el trabajo de los Artistas del Sur. El contexto de exaltación de los discursos nacionalistas desde el Estado brindó una coyuntura favorable a la producción pictórica de estos realizadores, a la vez que su trayectoria en la gestión cultural local les permitió acceder a los niveles de decisión pública. Los organismos noveles dotaron de cargos públicos y partidas presupuestarias a las personalidades centrales de la asociación que se hallaba en camino de hegemonizar el ámbito cultural, lo que redundó en un acrecentamiento de su capital político, social y simbólico. A diferencia de lo sucedido en el ámbito nacional o porteño, donde los nuevos espacios oficiales creados por el peronismo fueron ocupados por personajes con escasa o ninguna trayectoria intelectual –desplazando a los consagrados-,180 en Bahía Blanca se observó un proceso de asimilación entre las nuevas instituciones y los íconos más conocidos. En este sentido, si bien la integración de los intelectuales pareció ser una de las metas de la política cultural del peronismo, en este caso –y a la luz de los eventos posteriores– la situación local presentó matices propios. De alguna manera, la aas capitalizó la dinámica cultural propuesta por el ex forjismo en la convergencia de su cercanía política, el peso de su prestigio social en el ámbito bahiense y las redes de relaciones en las que sus miembros se hallaban insertos. Los miembros de la institución se vieron favorecidos por las propuestas de la dirigencia provincial y tomaron parte en sus diferentes prácticas. A su vez, la inclusión de estos gestores culturales en las instituciones oficiales (cmc e its) significó la ampliación de los espacios que legitimaban los criterios estéticos y el lenguaje plástico que sus integrantes sostenían y practicaban. Lejos de ser cooptados, el acercamiento al justicialismo se presentó como una excelente oportunidad de crecimiento cualitativo para la institución; por tanto, su articulación con el Estado se sostuvo en coincidencias ideológicas y vinculaciones pragmáticas. El análisis histórico de la experiencia bahiense del cles supone reflexionar acerca de la confluencia de los planteos surgidos en la Capital Federal y las elaboraciones de los intelectuales locales prestando atención, en este caso específico, a las representaciones políticas construidas desde la región. La importancia asignada a la articulación entre las esferas pública y privada de lo cultural, y de ellas con las particularidades de su comunidad, constituyeron los pilares de la construcción de un “espíritu nacional” en el que el rol de los ciudadanos fuese activo y fundamental. De allí la trascendencia que le otorgaron a la educación como clave de la participación política y a la articulación entre las instituciones, los intelectuales y el Estado en tanto 180 Cfr. FIORUCCI, Flavia Intelectuales y peronismo…, cit.

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parte del diálogo necesario para el progreso. El desarrollo de estas ideas, la intención de impulsarlas y los lazos personales que mantenían los miembros capitalinos con diferentes personalidades del interior del país permitieron el surgimiento de las distintas filiales del Colegio durante la década de 1940, lo que implicó la resignificación de los planteos políticos en relación con los intereses presentes en cada región. Así, la discusión en torno a la relación entre sociedad y universidad que había abierto el movimiento reformista de 1918 y que el cles sostenía como proyecto político y pedagógico, fue retomada por los grupos locales que intentaban liderar la creación de una casa de altos estudios en Bahía Blanca, dotándola de nuevos sentidos. En una ciudad en la que se bregaba por la creación de una universidad, alinearse en las filas reformistas implicó trabajar en el proyecto de concreción de la misma en una dirección precisa: los miembros del Colegio bahiense no aceptarían cualquier tipo de organismo de estudios superiores, sino uno que diese cuenta, en sus fundamentos, de los valores democráticos que ellos leían en la Reforma Universitaria. La impronta democrática y liberal con la que el cles había nacido en la década de 1930 y que había consolidado a través del uso selectivo de los hechos históricos181 se hizo extensiva a la filial de Bahía Blanca. Los vínculos individuales surgidos de los núcleos de sociabilidad reformistas, antifascistas y antinazis de la segunda mitad de los años ‘30 permitieron el desarrollo de una red de circulación de individuos y temas, en la que tomaron parte algunos de los miembros del Colegio local, como Pablo Lejarraga o Gregorio Scheines. En el caso del primero, la adquisición, suma y articulación de distintos capitales sociales provenientes de su participación en diversos ámbitos profesionales, políticos, ideológicos y culturales significó la adopción de varias identidades –universitaria, reformista, letrado, socialista, antifascista y opositor al peronismo– y su compromiso con los idearios por ellas sostenidos lo significaron, a los ojos de otros gestores culturales, como un sujeto confiable y con gran capacidad institucional. De esta manera, su capital y su posición en el mundo cultural de Bahía Blanca lo convirtieron en un referente necesario en el seno de un proyecto cultural que buscaba arraigar en territorios geográficamente lejanos de la Capital Federal o la ciudad de La Plata. La figura de Lejarraga, en el marco del cles de Bahía Blanca, mantuvo en funcionamiento los nexos establecidos entre los centros políticos y administrativos y las localidades distantes, logrando así que las rutas de circulación trazadas por esos vínculos permanecieran activas y receptoras a ciertos intelectuales que no hallaban espacios de trabajo en las entidades oficiales. El advenimiento del peronismo en las esferas de gobierno condujo al alejamiento, voluntario o forzado, de gran parte de los intelectuales liberales de las aulas de las universidades. La trama relacional del Colegio, entonces, se convirtió para muchos de ellos en el espacio de contención y refugio, en tanto que les procuró estimular 181 CATTARUZZA, Alejandro Los usos del pasado. 1910-1945, Sudamericana, Buenos Aires, 2007.

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cierto desarrollo laboral. Parafraseando a Claudio Maíz y Álvaro Fernández Bravo, la red operó aquí como “una estructura paralela al Estado”,182 dado que el tejido de vínculos personales ya existente se revitalizó a partir de la oposición política colectiva al justicialismo. Sin embargo, si bien la identidad política de numerosos socios del Colegio era conocida, las actividades llevadas a cabo hasta 1955 fueron muy discretas al respecto, quizá porque gran parte de los integrantes de la entidad vivenciaba el gobierno peronista como una experiencia de opresión y persecución. La ruptura institucional de septiembre de 1955 y el derrocamiento de Juan Domingo Perón fueron significados por los líderes de la institución como la posibilidad de expresar sus opiniones acerca de la década justicialista, mediante la adjetivación y la calificación negativas, mientras comenzaban a construirse nuevas representaciones sobre ella. Al mismo tiempo, la nueva coyuntura política permitió a los miembros de la sede central revertir el desplazamiento territorial hacia el interior provinciano operado a partir de 1952, reafirmando su rol preponderante y protagónico.

182 MAÍZ, Claudio y FERNÁNDEZ BRAVO, Álvaro Episodios en la formación…, cit., p. 22

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