ARTE, Su Definición Artelógica

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Descripción

    RESUMEN  Este  trabajo  versa  sobre  el  fenómeno  artístico   ​ stricto  sensu​ ,  es  decir,  en  tanto  fenómeno,  independientemente  de  los  usos  que  el  término  arte  pueda  tener  en  Español,  o  sus  equivalentes  en  otras  lenguas.  El  problema  que  se  plantea  es  el  de  la  identificación  del  fenómeno  y   se  parte  para  resolver  dicho  problema  de  la  hipótesis  de  que  una  correcta  identificación de este objeto de estudio puede lograrse a manera de definición del concepto arte  mediante  la  confluencia  de  su  estudio  etimológico  y  la  aplicación  del  formato  clásico  de  definición  lógica:  género  próximo  ­  diferencia  específica.   El  objetivo  que   se  persigue  es  identificar  el  fenómeno  arte  de  manera  adecuada para constituir un objeto de estudio científico,  lo  que  será  útil  tanto  para  los  estudiosos  del  arte  en  general,  como  para  los  estudiosos  de  las  diversas  manifestaciones  disciplinarias,  estilísticas  o  históricas  del  arte,  así   como  para  los  estudiosos  de  la  cultura  en  sus  diferentes  aproximaciones.  La  conclusión  a  que  se  llega  en  el  presente  trabajo  es  la  de  que  efectivamente  se  puede  definir  al  arte   en  general,  no  por  lo  que  sus manifestaciones tienen de diferente, sino por lo  que tienen en común que es, precisamente,  la  creación  de  formas  que  son  absorbidas  por  la  cultura  y  materializadas  por  la sociedad en lo  que llamamos ‘lo artificial’.    PALABRAS CLAVE: arte, artelogía, definición, definición de arte, fenómeno artístico.    ABSTRACT  This paper deals with the artistic phenomenon ​ stricto sensu​ , that is, insofar as a phenomenon  independently of the uses that the word art might have in Spanish or its equivalents in other  languages. The problem posited here is that of the identification of the phenomenon and to  solve this problem we start from the hypothesis that a proper identification of this object of study  can be achieved by means of defining the concept art through a confluence of its etymological  study and the application of the classical form of logical definition: closes gender – specific  difference. The goal pursued is identifying the phenomenon art in such a manner that renders it  adequate to constitute an object of scientific study, which should be useful both for art scholars  in general, as well as for the scholars of the various disciplinary, stylistic or historical  manifestations of art, as well as for scholars of culture in the different approximations. The  conclusion reached in this paper is that art, in general, can actually be defined, not through what  its manifestation have as differences, but rather by what they have in common which is,  precisely, the creation of forms to be absorbed by culture and materialized by society into what  we call ‘the artificial’.     KEY WORDS: art, artelogy, definition, definition of art, artistic phenomenon.     

Cuando es posible llegar a una definición transcultural del arte, ésta es cuestionada por algunos antropólogos y teóricos… la típica objeción académica de que . Cuando alguien tiene la iniciativa de preguntarse si una cultura posee un de arte con respecto al nuestro, se plantea un curioso desafío: no puedes considerarlo un a menos que tenga algo en común con nuestro concepto. De lo contrario, ¿por qué empleamos el vocablo en primer lugar?

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Denis Dutton. El instinto del arte. España: Espasa, 2010: 17.

ARTE  Su definición artelógica  Jaime M. Jiménez Cuanalo,1  2016.     I. ANTECEDENTES ¿Qué es el arte, cómo funciona, para qué sirve? Sin una respuesta objetiva, clara y concreta a estas preguntas básicas sobre el tema, ninguna persona puede pretenderse o calificarse de profesional o experto en arte. Sea en un esfuerzo por producir arte, por criticar, exhibir, juzgar, promover, investigar, difundir, administrar o enseñar el arte, no se puede ser profesional si no podemos decir de manera clara, concreta y objetiva que es esa cosa en la que pretendemos ser expertos. Por lo menos, es claro que no lo aceptaríamos en otros campos de la acción humana; imagine un ‘experto’ en aeronáutica que no pudiera responder de manera clara, objetiva y concreta a las preguntas sobre qué es un avión, cómo funciona y para qué sirve. Pero, acaso es tan importante el arte como para que sea necesaria su definición y estudio. Que el arte es un fenómeno de la más alta relevancia que, por lo tanto, requiere de un estudio científico, queda demostrado en el hecho de que ha estado presente en todas las culturas de todas las regiones y en todas las épocas desde la aparición de la humanidad, de hecho, muchos antropólogos toman la presencia de restos artísticos como signo inequívoco 1

 ​ Director académico de la Escuela Superior de Artes Visuales en Tijuana, BC. Profesor de Metodología y Proyectos de Investigación y Seminario de Tesis en la Maestría en Artes del Campus Guanajuato de la Universidad de Guanajuato. Estudiante de Doctorado en la misma institución. Correo electrónico: [email protected]

 

de la presencia de seres humanos modernos en un sitio arqueológico, mientras que la ausencia de los mismos presupone la inminente probabilidad de que se trate de ancestros nuestros más primitivos. Por su parte, para historiadores como Paul Johnson: La adquisición del conocimiento y la habilidad de crear están conectadas indisolublemente, y el hombre, al volverse sapiente, comenzó a crear tan rápido como aprendió… El arte vino antes que todo. Ciertamente vino antes que la escritura –un desarrollo comparativamente reciente, todas las formas de escritura evolucionaron originalmente de pictogramas. Es casi seguro que vino antes que el habla, por lo menos que las formas de habla que expresan nociones que tienen alguna complejidad. Al aprender a registrar objetos visibles y expresar ideas, al pintar o grabar en una superficie relativamente plana y bidimensional, los humanos produjeron ayudas visuales para aquellos ruidos de habla que eran originalmente capaces de hacer; estos auxiliares se reflejaron al paso del tiempo en refinamientos de los ruidos de habla, expansión del vocabulario y la evolución de la sintaxis.2 [traducción del autor](Johnson​ ,​ 2003: 7-8) Para Gazzaniga: “El arte es uno de esos universales humanos. Todas las culturas lo tienen en alguna forma, sea pintura, danza, cuento, canto, u otras formas.”3 [Traducción del autor] (Gazzaniga, 2009: 205) Por su parte, Leakey señala: “Allí donde vivía la gente -en África, en Asia, en Europa y en Australia -producía imágenes de su mundo. El impulso de crear representaciones era aparentemente irresistible y las propias imágenes son irresistiblemente evocadoras.​ ”​ (Leakey, 2000: 139) Mientras que para Ellen Dissanayake: Para empezar, el canto, danza, cuenta cuentos, y pintura son universales en todas las culturas. En la mayoría de las sociedades, el arte es una parte integral de la mayoría  ​ Acquisition of knowledge and the ability to create are inseparably connected, and man, becoming sapient, began to create as fast as he learned… Art came before everything. It certainly came before writing -a comparatively recent development, all forms of writing originally evolved from pictograms. It almost certainly came before speech, at least forms of speech expressing notions which were at all complex. By learning to record visible objects, and express ideas, by engraving or painting on relatively flat, two-dimensional surfaces, humans produced visual aids to such speech noises as they were originally able to make; these aids in time were reflected in refinements in speech noises , expansion of vocabulary and the evolution of . 3 Art is one of those human universals. All cultures have some form of it, whether it is painting, dance, story, song, or other forms. 2

de las actividades humanas y consume grandes porciones de los recursos disponibles.4 [Traducción del autor](Gazzaniga, 2009: 216) Finalmente, la relevancia histórica del arte queda, creemos, más clara a partir del modelo teórico propuesto por nosotros y al que denominamos Teoría General del Arte o TGA (Jiménez, 2008). De acuerdo con este modelo, la representación artística constituye el paso evolutivo que nos convirtió en humanos o, como prefieren decir algunos antropólogos como Richard Leakey, en humanos modernos. Efectivamente, de acuerdo con la TGA, no hay evolución biológica, no hay mutación que haya causado nuestra transición de homínidos a humanos de manera irreversible. Para que este modelo tenga un sentido evolutivo, el descubrimiento de la representación tendría que haber supuesto una ventaja de supervivencia inmediata, o no habría cundido entre la población de nuestros antepasados, terminando no sólo por transformarnos en una nueva especie, sino siendo la causa más probable de la extinción de nuestros parientes evolutivos hasta entonces más exitosos. La TGA descubre esta ventaja en el poder de la mediatez, que es lo contrario a la inmediatez de la que son presa el resto de los seres vivos que conocemos. La capacidad para causar efectos en objetos ubicados respecto de nosotros con una distancia emocional, temporal o espacial, ha sido la adaptación evolutiva definitoria de la humanidad. Para nuestros antepasados supuso la posibilidad de enfrentarse con ventaja a las grandes bestias contra las que antes de eso no tenían oportunidad, ¿cómo habrían si no vencido a un león con el uso solamente de sus uñas, dientes y su piel tan frágil? Así, de acuerdo con la TGA, no hay tema más relevante de estudio que el arte, que nos define, que posibilitó nuestra aparición y sin el cuál no podemos continuar siendo lo que somos, no podemos sobrevivir. Consideremos entonces suficientemente justificada la necesidad de su estudio disciplinario y científico, así como, consecuentemente, la necesidad de definirlo e identificarlo con precisión para poder llevar a cabo dicho estudio.

 ​ To begin with, song, dance, storytelling, and painting are universal in all cultures. In most societies, art is an integral part of most human activities and consumes a large portion of available resources. 4

Sin embargo, el arte no solamente no ha sido correcta y precisamente definido, sino que incluso hay autores que consideran que no puede o debe definirse y, por tanto, no es posible establecerlo como un objeto con el nivel de precisión y concreción que un estudio científico requiere. Es una opinión que se escucha a menudo pero que pocos autores se atreven a consignar por escrito aunque la expresen verbalmente con frecuencia. Theodor W. Adorno es una excepción a lo anterior y es de los pocos autores que de plano propone por escrito esta imposibilidad de definir el arte. El arte tiene su concepto en la constelación de momentos que va cambiando históricamente,; se niega a ser definido. Su esencia no se puede deducir de su origen, como si lo primero fuera una capa fundamental sobre la que todo lo siguiente se levanta y que, si se deteriora, lo echa abajo. (Adorno, 2004: 10-11) El argumento se basa en el prejuicio de Adorno sobre el prejuicio que, a su vez, asume tienen quienes pretenden definir el concepto arte en el sentido de que las primeras obras de arte fueran las más elevadas. Pero la definición de los conceptos poco tiene que ver con las posturas ideológicas respecto de sus objetos, sino que tiene que ver con la precisión lógica en el contenido semántico del término utilizado para garantizar la comunicación, es un asunto de índole totalmente pragmática. La confusión de Adorno entre teoría e historia es patente. Desde un punto de vista crudamente histórico, los datos no pasan de vaguedades. El intento de subsumir ontológicamente la génesis histórica del arte bajo un motivo supremo se perdería necesariamente en cosas tan dispares que la teoría no obtendría nada más que el conocimiento (relevante, por supuesto) de que no se puede encuadrar a las artes en una identidad íntegra del arte. (Adorno, 2004: 11)

Su ignorancia de la ciencia y falta de disciplina intelectual se enmascara con frases poéticas –absurdas pero poéticas– que agradan al vulgo pero no impresionan al investigador serio. La definición de lo que el arte es siempre está marcada por lo que el arte fue, pero sólo se legitima mediante lo que el arte ha llegado a ser y la apertura a lo que el arte

quiere (y tal vez puede) llegar a ser. Así como hay que mantener su diferencia respecto de la mera empiria, el arte cambia cualitativamente en sí mismo; algunas cosas, como los objetos de culto, se transforman mediante la historia en arte, lo cual no eran; alguna cosas que eran arte ya no lo son. (Adorno, 2004: 11)

Respecto de lo anterior debemos decir que la definición de un término está marcada únicamente por aquello a quienes los creadores del término quisieron referirse, las definiciones no requieren ser legitimadas, solamente adoptadas y el arte, que no es un sujeto, no quiere nada, particularmente no quiere llegar a ser nada en particular. Decir que el arte cambia cualitativamente es absurdo en el sentido de que, al cambiar cualitativamente una cosa pierde su identidad y se convierte en otra cosa; de modo que si el arte cambia cualitativamente en sí mismo, deja de ser arte y se convierte en otra cosa, del mismo modo que mediante una reacción química los gases hidrógeno y oxígeno no solamente se acumulan –cambio cuantitativo– sino que sufren un cambio cualitativo, pues se convierten en agua, que es otra cosa totalmente. Por otra parte, al decir que algunas cosas que eran arte dejan de serlo, mientras las que no lo eran pasan a serlo, nos confirma la posibilidad y necesidad de definir el concepto de arte y producir modelos teóricos al respecto, porque de otro modo el concepto de convertirse en arte o dejar de ser arte, carecería de sentido. Es decir, sin una definición o modelo de lo que el arte es, decir que algo ha dejado de ser arte o se ha convertido en arte no quiere decir nada. En cualquier caso, el argumento decisivo respecto de la viabilidad de definir el concepto arte y, por lo tanto, fijarlo como objeto de estudio de una disciplina científica, consiste en la naturaleza misma del lenguaje y de las definiciones. Por una parte, el lenguaje es arbitrario y convencional, esto quiere decir que la única razón por la que la palabra arte quiere decir algo es porque los usuarios del lenguaje convenimos en ello. Esto no tiene nada que ver con esencias al estilo platónico o aristotélico, ni con el derecho o falta de éste que tengan las personas para adjudicar significado. Por otra parte, las definiciones son una forma lógica correspondiente a la teoría de

conjuntos, de modo que al hacer una definición del arte en general, no tenemos ninguna razón o necesidad de preocuparnos por las diferencias que pueda haber entre las diversas obras, estilos, disciplinas, épocas o géneros del arte; únicamente necesitamos preocuparnos por aquello que los diversos ejemplos de arte tienen en común. Así podemos concluir que el arte es un objeto enteramente viable para una definición, identificación y posterior estudio por una disciplina científica.

II. IDENTIFICACIÓN Nuestro objeto de estudio en este trabajo consiste precisamente en el arte ​ stricto sensu​ , es decir en el fenómeno para el cual fue acuñado el término arte y no para la palabra arte en Español o cualquier palabra equivalente en alguna otra lengua. En este sentido, al definir el vocablo Español ‘arte’ estaremos definiendo en realidad el concepto representado por el vocablo en Latín ‘​ ars​ ’ y todos los vocablos de este derivados, como es el caso del Inglés y Francés, Albanés, Catalán, etc., ‘​ art​ ’, el Gallego, Italiano, Portugués, etc.,

‘arte’, o el

Esperanto ‘​ arto​ ’ o Rumano ‘​ artă​ ’. No necesariamente términos que son comúnmente considerados equivalentes, pero cuyos orígenes son ajenos al Latín ‘​ ars​ ’, como es el caso del Alemán, Danés, Holandés, Estonio ‘​ kunst​ ’, o de otros equivalentes como en lenguas como el Griego ‘​ τέχνη ​ (​ techne​ )​ ’, Ruso ‘​ iskusstvo​ ’, Japonés ‘​ bijutsu​ ’, etc. Lo que deseamos saber sobre este objeto es su identidad, en otras palabras, deseamos saber ¿qué es ‘arte’? Y para responder a esta cuestión partimos de la hipótesis de que un estudio de tipo artelógico es la vía adecuada para determinar la identidad de dicho fenómeno; partimos también de la premisa de que el lenguaje es no sólo arbitrario sino también –y de manera más importante– convencional, de modo que la definición de cualquier término corresponde a la convención original con la que se originó el vocablo, por lo que nuestra hipótesis es que la correcta definición de arte puede lograrse solamente a través del examen del uso de la palabra que le dio origen en Latín, ‘​ ars​ ’. El objetivo de este trabajo es, por tanto, la identificación del arte como objeto de estudio, del arte como un fenómeno susceptible de investigación científica. Esta identificación, en tanto producto, se manifiesta como una definición de concepto que debe ser claramente

distinguida de los posibles usos del término o palabra que designa al concepto. Definición que esperamos será de gran utilidad para todos los interesados en el arte y la cultura. Ahora bien, la reducida extensión que es connatural a un trabajo como el presente, determina ciertas consideraciones de viabilidad que debemos tomar en cuenta. Primordialmente, debemos notar que un modelo teórico que responda a la totalidad de nuestro problema de estudio constituirá una auténtica Teoría General del Arte, lo cual claramente rebasa las pretensiones de un pequeño escrito como este. Por lo tanto, nos abstendremos aquí de abordar la naturaleza del fenómeno arte en sí, y nos limitaremos a establecer la correspondencia entre el término hispano ‘arte’ y el fenómeno al que corresponde de acuerdo a su origen histórico-etimológico.

III. ANÁLISIS Para poder abordar nuestro tema adecuadamente vamos a analizarlo o dividirlo, por lo que toca al objeto de estudio, en sus partes operativas fundamentales. Es decir, vamos a dividirlo en dos partes, el origen de la palabra y el uso original de la palabra. En cuanto al problema de estudio ¿Qué es el arte? Este puede analizarse en subtemas del tipo ¿cómo es el arte?¿Dónde, cuándo y cómo se originó el arte? ¿cómo funciona –cómo hace lo que hace– el arte? y ¿para qué sirve –o qué efectos produce– el arte ​ stricto sensu​ ? Sin embargo, por las consideraciones de viabilidad que hemos hecho arriba, nos limitaremos a la identificación del fenómeno sin entrar en su descripción ni su explicación. Así pues, en este trabajo nos limitaremos a abordar dos cuestiones, ¿cuál es el origen etimológico de la palabra ‘Arte’? ¿Cuál es la finalidad o uso para el cual fue creado el vocablo original? Y ¿son aplicables las condiciones de origen a la definición de la moderna palabra hispana ‘Arte’? Lo que abordaremos como sigue: ● Determinar el origen de la palabra arte, mediante análisis etimológico. ● Determinar el significado del término original mediante un análisis de su relación con los términos ‘natural’ y ‘artificial’. ● Determinar la vigencia de la definición original en el contexto de uso del moderno vocablo ‘arte’.

IV. EMPIRÍA Origen de la palabra ‘Arte’​ . La moderna palabra ‘Arte’, en Español y otras lenguas, deriva del Latín ‘​ Ars​ ’, cuyas declinaciones son: ● Nominativo= ​ ars​ , artes. ● Genitivo= ​ artis​ ,​ artium​ . ● Dativo= ​ arti​ ,​ artibus​ . ● Vocativo= ​ ars​ , artes. ● Ablativo= arte, ​ artibus A diferencia de muchos términos latinos, este no viene directamente de una raíz griega, sino directamente del indoeuropeo. De modo que, aunque se ha dicho que ‘​ ars​ ’ latino y ‘​ τέχνη ​ (​ techne​ )​ ’ griego son equivalentes, nosotros consideramos que esto no es necesariamente así y que, por lo menos, no debe tomarse como dado y obvio, sino que debe analizarse y ponerse a prueba. Una forma de hacer lo anterior, consiste en examinar las palabras modernas que derivan tanto de ‘​ ars​ ’ como de ‘​ τέχνη ​ (​ techne​ )​ ’ y ver sus usos y significados. En la lengua española, tal como se habla en el México moderno, por ejemplo, existen dos familias de palabras con campos semánticos claramente distintos y derivadas de los términos latino y griego respectivamente. Están las palabras derivadas o asociadas al vocablo ‘Arte’, artista, artístico, artificial, artimaña, por una parte. Y, por otra parte, las derivadas o asociadas a ‘Técnica’, técnico, tecnología, tecnócrata. De modo que hay algunas equivalencias pero también diferencias importantes. Por ejemplo, artista es quien hace arte y técnico es quien hace técnica; sin embargo, en nuestro idioma no consideramos que artista y técnico son equivalentes: no es el caso que alguien busque un artista para reparar la televisión por cable, o el refrigerador. Cabe también examinar la relación entre artificial y tecnología; artificial es el producto del arte, mientras tecnología es el producto de la técnica, y si bien llamamos artificial es todo lo que no es natural, incluidas las religiones, las costumbres sociales, etc., tecnología solamente es una parte específica de lo artificial. Esta relación de extensión o asimetría es

sintomática de la no-equivalencia de los términos, por lo menos no en su uso moderno. Estudios más profundos serían deseables para determinar el grado de similitud entre el concepto latino ‘ars’ y otros como ‘techne’, ‘kunst’, ‘bijutsu’, etc. En todo caso, siendo el vocablo ‘ars’ originalmente latino, y toda vez que este vocablo es el origen del moderno término ‘arte’, conviene examinar el uso de ‘ars’ en el contexto de los vocablos y cultura latina.

Significado de ‘Ars’​ . Los antiguos Romanos tenían una concepción del mundo como un ‘Universum’ o unidad; sin embargo, en esta unidad pueden identificarse claramente dos reinos, como las dos caras de una moneda que son parte de una unidad pero son claramente distintas. Estos dos reinos eran los de lo ‘natural’, producto de ‘​ natura​ ’ y lo ‘artificial’, producto de ‘​ ars​ ’. Esto se puede evidenciar del análisis etimológico de ‘artificial’ que viene de ​ ars​ ,​ artis​ = arte, ​ facere​ = hacer y el sufijo -​ alis​ = relativo a, perteneciente a. Es decir, la palabra latina ‘artificial’ que sigue siendo utilizada en la misma forma por el Español moderno, literalmente significa lo hecho por el arte. Así pues, podemos decir que para los creadores de la palabra arte, los antiguos Romanos, artificial era todo lo hecho por el arte, que a su vez era todo lo no natural. Y aún hoy, todo lo no-natural que conocemos, todo lo artificial, ha sido hecho por los seres humanos. Ahora bien, hay que distinguir entre producir y crear; por ejemplo, las proto herramientas producidas por algunos animales y la llamada ‘tecnología olduvense’ de piedra desarrollada por nuestros extintos familiares evolutivos, es producida por la acción mecánica realizada en base a la naturaleza del material utilizado y de las funciones corporales del animal que la realiz razón por la que se le ha llamado ‘tecnología oportunista’.. Como resultado de la fabricación experimental de herramientas que él mismo ha llevado a cabo, Nicholas Toth sospecha que los primeros fabricantes de herramientas no tenían en mente la forma específica de las herramientas individuales –un molde mental, si se quiere– mientras las fabricaban. Es más probable que las diversas formas estuvieran condicionadas por la forma original de

la materia prima. La industria olduvense –que fue la única forma de tecnología practicada hasta hace cerca de 1,4 millones de años– era de naturaleza esencialmente oportunista. (Leakey, 2000: 62-63) Pelar una rama para introducirla en un agujero estrecho, usar una roca para quebrar una cáscara o caparazón duro, utilizar los bordes afilados de una roca recién quebrada e incluso los complejos nidos de algunas aves e insectos, no dejan de ser tecnología oportunista en el sentido de que no precisan diseño, sino simplemente requieren la confluencia de un material con determinadas características y la acción mecánica que corresponde a la fisiología del animal que la realiza. Transformar un tronco de árbol en una silla, un montón de piedras en una espada o un puñado de arena en una copa, requiere algo más que la simple acción mecánica. Ciertamente, la física nos dice que la materia y energía no se crean ni se destruyen, por lo que no podemos hablar de una creación material, pero es innegable que antes que el ser humano aplicara una acción intencionada por un diseño o imaginación, fue prácticamente imposible que la naturaleza hubiera producido un automóvil a partir de rocas, plantas descompuestas, arena y tierra. En este sentido, podemos decir que el automóvil fue creado por el ser humano, al igual que todo lo artificial. Pero, como no se trata de la creación material de un automóvil –lo cual sería magia y hasta donde sabemos es imposible– estamos entonces hablando aquí de la creación de la ‘forma’, ‘idea’ o ‘concepto’ automóvil. Alguien que tiene en su mente la idea de lo que es una silla, tiene alguna posibilidad de hacer una silla si cuenta con madera y herramientas; pero si nadie ha creado la idea silla, si a nadie se le ha ocurrido y nadie la ha representado, el artesano más hábil o el animal más inteligente que puedan existir no serán jamás capaces de crear una silla a pesar de que se les den los medios o tengan las necesidades para una silla, porque esto no es algo que pueda resultar de la pura acción mecánica aleatoria. Es decir, no les saldrá jamás una silla por accidente. Esto tiene raíces más profundas en la estructura física del universo y se explica mediante el concepto físico de entropía (poco más o menos caos o desorden) y la ley que dice que en cualquier sistema físico, la entropía no puede sino aumentar.

Por ejemplo, si en un frasco acomodamos con cuidado pelotitas rojas y azules cuidadosamente separadas las unas de las otras, dejando espacio para que puedan moverse y luego agitamos el frasco, las pelotitas rojas se mezclaran un poco con las azules, si volvemos a agitar el frasco, se mezclaran más, pero nunca sucederá que por puro accidente, se vuelvan a separar perfectamente en rojas por un lado y azules por el otro. Por la misma razón, si le doy a un chimpancé un árbol y herramienta de carpintero, puede que destruya el árbol, se lesione a sí mismo o haga cualquier otra cosa, pero no sucederá que el árbol termine más estructurado de lo que estaba al principio, en forma de una colección de sillas o mesas de madera. Así pues, las cosas artificiales no pueden ser simplemente producidas, tienen antes que ser creadas primero y producidas, fabricadas o manufacturadas después. Y esto nos pone sobre la pista de a qué se referían los antiguos Romanos con la palabra ‘ars’. De modo que el primer ser humano que concibió y representó una silla, fue el creador de la silla –hizo ‘​ ars​ ’, fue artista–, mientras que las sucesivas generaciones de personas que fabricaron, transformaron, mejoraron y diversificaron las sillas no han sido sus creadores sino sus productores –artesanos, diseñadores, ingenieros, obreros, etc.– Dicho de otra manera, si Fritz Lang no hubiera imaginado y representado en su filme Metrópolis5 (Lang, 1927) una máquina con apariencia humana y capaz de engañarnos y hacernos pensar que era auténticamente humana, jamás se habrían gastado tantos millones de dólares y tantas horas-ingeniero en la creación de androides que se siguen acercando cada vez más a esta creación de Lang. Dicho de otro modo, Fritz Lang es el creador de los robots, mientras que los modernos ingenieros en robótica no crean sino

fabrican,

producen o diseñan de robots.

Vigencia de la definición original de arte​ . Como vemos, para los Romanos el arte era el proceso mediante el cual los seres humanos creamos las formas de lo artificial pero, ¿podremos seguir aplicando hoy en día esa definición al vocablo arte? La respuesta a esta pregunta depende de que aún exista hoy en día el fenómeno al que se le aplica la definición clásica y de que no exista un nuevo fenómeno al que corresponda el correctamente el

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 LANG, Fritz. Metropolis. Alemania: Universum Film, A. G., 1927 ​ https://youtu.be/Q0NzALRJifI  

vocablo y sin el cual se quedaría dicho fenómeno huérfano de nombre; condiciones que, de cumplirse, hacen que la definición sigua siendo vigente. Por ejemplo, la palabra moderna ‘Física’, utilizada para designar el estudio de materia y energía, tiene en su origen etimológico un significado más parecido a ‘Ciencias Naturales’, pues abarcaba la biología, geología y todos los demás aspectos del estudio de la naturaleza. Sin embargo, no nos es dable atribuir hoy en día su significado original a la palabra física, porque ya no existe una disciplina unitaria que se dedique al estudio de la naturaleza en su totalidad y, por otra parte, los aspectos de la física original que ahora han sido excluidos de la definición no están huérfanos de nombre, pues cada uno tiene su designación propia, como es el caso de la biología. Es solamente en este tipo de casos que se justifica abandonar la definición original y correcta de un término, pues el fenómeno al que se aplicaba ha mutado o desaparecido. En el caso del arte, debemos preguntarnos si, en la era moderna, ya no existe el fenómeno de la creación de formas. Es necesario, sin embargo, hacer una reflexión previa sobre las escalas de tiempo históricas, particularmente en función de la creación de formas nuevas y darnos cuenta que no es algo que suceda todos los días necesariamente, sino que puede haber largos períodos de estabilidad cultural en los cuales son relativamente pocas las formas nuevas creadas, como es el caso del antiguo imperio Egipcio que tuvo una marcada tendencia a la estabilidad y permanencia de las formas de su cultura. También debemos preguntarnos si, antes del imperio Romano, e incluso en la prehistoria más remota, existió el fenómeno de creación de formas artificiales y, por tanto, podemos hablar del arte antes de Roma, o si se trata de un fenómeno circunscrito a su cultura. En el caso del arte pre-romano, es claro que el fenómeno debe haber existido, puesto que los Romanos no fueron los primeros seres humanos en vivir inmersos en la artificialidad. Lo que es más, no podemos concebir al ser humano sin artificialidad, sin lenguaje, sin vestimenta, sin tecnología, etc. A partir del neolítico, tenemos la agricultura, ganadería y arquitectura que son, evidentemente, artificiales. De modo que el fenómeno arte, precede por mucho a la creación del vocablo arte.

En la era moderna, por otra parte, tenemos ejemplos muy evidentes e históricamente recientes de creaciones de formas, como son el caso de los antecedentes literarios de tecnologías como el submarino o el cohete espacial, etc. El antecedente cinematográfico –o televisivo– del robot, del auto volador, el teléfono celular y muchas otras tecnologías. Pero también podemos hablar del arte moderno como origen de formas artificiales no necesariamente tecnológicas, en formas de entender la realidad, en estilos de diseño y en muchas otras manifestaciones de nuestra cultura. Es decir, el fenómeno consistente en la creación de lo artificial por los seres humanos, ligado a un artista que produce una obra que es decodificada por un público que la convencionaliza y asimila, para eventualmente pasar a formar parte de una cultura y, finalmente, del mundo material, es algo que ha venido sucediendo desde la aparición de la humanidad hasta nuestros días y no existe alguna buena razón para cambiar la definición original de arte.

V. SÍNTESIS A partir de todo lo anterior, podemos decir que la moderna palabra Española ‘arte’ viene del Latín ‘ars’, que era usada para designar el fenómeno de la creación humana que da origen a lo artificial. Razonado en forma inversa, podemos decir que artificial es todo lo creado por el arte y que el arte no puede crear las cosas materiales, pero sí sus formas, que luego pueden ser aplicadas a la producción de comportamientos o cosas artificiales. En resumen, podemos definir al arte de la siguiente manera: Arte​ . (sustantivo, del Latín ars= arte) Proceso humano de creación de formas. Dícese del conjunto de acciones que realizan un artista y un público en relación a una o varias configuraciones resultando en la creación de una forma nueva y su asimilación por la cultura a manera de concepto o percepto, para su posterior incorporación al reino de lo artificial sea como cosa, como conducta, como signo, etc.

Hermenéutica

Podemos concluir entonces de este trabajo, que el arte no es una cosa, sino un proceso y, más específicamente, el proceso que origina las formas artificiales, las formas o modos de ser de todo lo que no ha surgido espontáneamente de la naturaleza, incluyendo tecnologías, formas de comportamiento, ideologías, etc. De modo que las obras de arte no son el arte en sí, sino un subproducto material del proceso artístico. Proceso que involucra necesariamente artistas, obras y público; cuya condición de identidad –lo que lo hace ser arte– es precisamente la creación de formas que –a través de la cultura– nutren el reino de lo artificial, sea a manera de un nuevo tipo de cosa o de conducta, de concepto, signo, etc. Esta definición, claramente supera la objeción de ‘diversidad de estilos’ que se basa en los distintos tipos de obras o productos del arte; pues, como vemos, el arte no radica en las obras en sí –ni en sus características distintivas– sino en el hecho de que a través de dichas obras se crean formas que luego pasan a formar parte de la cultura de un grupo social y se manifiestan en el reino de lo artificial. De modo que en ese sentido –si realmente es arte– es exactamente lo mismo el arte de la antigua Mesopotamia, de la Grecia Clásica, de la Europa Medieval o Renacentista, o de los llamados arte moderno y arte contemporáneo. Otra consecuencia importante de esta definición es el claro deslinde del arte respecto de cosas afines como el diseño y la artesanía, puesto que el acto de creación de una forma nueva, sea por un artista o varios, en una obra o varias, constituye un proceso artístico, porque quienes lo ejecutan no pueden saber de antemano lo que harán, sino que tienen que descubrirlo conforme avanzan. Los artesanos y diseñadores, por su parte, toman las formas que fueron ya creadas por los artistas y las aplican, mezclan, mejoran o distorsionan, pero en ningún caso las crean. Las implicaciones de esta definición para el mundo del arte son muchas y muy variadas, más de lo que podemos ver aquí en detalle o de manera exhaustiva. A diferencia de Theodor W. Adorno, principalmente en su Teoría Estética (Adorno, 2014), por ejemplo, identifica al arte por lo que tiene de permanente y no por sus mutaciones; a diferencia de Walter Benjamín, en su ensayo La Obra de Arte en la Era de su Reproducción Técnica (Benjamin, 2011), hace del problema de la autenticidad material –que no debe confundirse con la originalidad conceptual– de una pieza un asunto totalmente ajeno al arte e invalida

por completo la argumentación de Arthur Danto en su Después del Fin del Arte (Danto, 2010) y otros escritos, en el sentido de que ni ahora ni antes, ni nunca es o ha sido posible determinar el valor artístico de una obra de arte solamente en base a sus características visuales y de que hoy en día la cuestión artística haya devenido una cuestión de discurso filosófico o pseudo filosófico, sino que más bien se trata de la dimensión histórica del concepto de originalidad. Muchas, pues, serán las consecuencias que habrán de ir derivando de un análisis más profundo y extenso de las implicaciones de esta definición.

VI. FUENTES ADORNO, Th. W​ . Teoría Estética.​ España: Akal, 2004. BENJAMIN, Walter. ​ La obra de arte en la era de su reproducción técnica​ . Argentina: Cuadernos de plata, 2011. DANTO, Arthur C. ​ Después del fin del arte.​ España: Paidós, 2010. GAZZANIGA, Michael S. ​ Human​ . NY: Harper Perennial, 2009. JOHNSON, Paul. ​ Art, a new history.​ USA: Harper-Collins, 2003. JIMÉNEZ CUANALO, Jaime. ​ Arsología. Una ciencia del Arte.​ México: Zona Límite, 2008. LEAKEY, Richard. ​ El origen de la humanidad​ . España: Debate, 2000. LANG, Fritz. Metropolis. Alemania: Universum Film, A. G., 1927. Consultado en línea. Web. https://youtu.be/Q0NzALRJifI​ 10 de enero de 2016.

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