Arte, cuerpo y arteterapia. La creación como catalizadora en la enfermedad orgánica.

August 5, 2017 | Autor: Eva Mesas Escobar | Categoría: Arte, Arte contemporáneo, Arteterapia, Música, Salud Y Arte
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ARTE, CUERPO Y CREACIÓN.

ARTE, CUERPO Y CREACIÓN Sobre los vínculos de la creación artística y la enfermedad Eva C. Mesas Escobar. Licenciada en Bellas Artes y Arteterapeuta con personas con síndrome de Down RESUMEN: El siguiente artículo pretende analizar los vínculos entre la enfermedad somática y la expresión artística, desde el análisis de diferentes artistas que han padecido una enfermedad grave y se sirvieron de la creación como agente liberador y catalizador de su malestar. Señalando de qué manera influye la enfermedad en la creación, la cual puede ser el detonador de un talento artístico oculto, el elemento transformador de la técnica artística o convertirse en el dispositivo determinante y motor del proceso creativo. Así mismo, pretender concluir en algunas de las causas, por las cuales, el arte puede resultar una acompañante terapéutico en procesos dolorosos y de enfermedad.

PALABRAS CLAVE: Arte, creación, terapia, enfermedad somática, cuerpo ABSTRACT: The following article aims to rescue the links between physical illness and artistic expression, from the analysis of different artists who have had a serious illness and the creation served as releasing agent and catalyst for their discomfort. Noting how the disease affects creation, which may be the detonator of a hidden artistic talent, the transformer of the artistic technique or become the determining device and engine of the creative process. Also, pretend to conclude in some of the causes, which, art can be a therapeutic companion in painful and disease processes. KEYWORDS: Art, creation, therapy, somatic illness, body

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INTRODUCCIÓN «La adicción a la poesía es el resultado de una mente inquieta en un cuerpo incómodo.» LORD BYRON

Resulta frecuente hablar de la creatividad en relación a la enfermedad mental. De hecho, encontramos una amplia bibliografía sobre el binomio arte y locura. Sin embargo, resulta un campo menos estudiado el de las relaciones entre la experiencia artística y la enfermedad somática. Esta investigación pretende rescatar los vínculos entre la enfermedad somática y la expresión artística desde el análisis de diferentes artistas que han padecido una enfermedad grave y se sirvieron de la creación como agente liberador y catalizador de su malestar. Así mismo, pretender concluir en algunas de las causas, por las cuales, el arte puede resultar una acompañante terapéutico en procesos dolorosos y de enfermedad. Las primeras experiencias de creación como catalizador en la enfermedad las encontramos hacía 1920, en los trabajo de algunos pacientes tuberculosos que usarían la actividad plástica como terapia ocupacional1, o en los experimentos arteterapéuticos del británico Adrian Hill2 con enfermos convalecientes durante la II Guerra Mundial. A través de la Historia del Arte mucho se ha hablado, sobretodo en el Romanticismo, de la enfermedad como medio para dotar al individuo de una sensibilidad exacerbada. El poeta alemán Novalis, conocido como el poeta de la muerte, lo expresaría de la siguiente manera: « ¿No será que la enfermedad es un medio para llegar a una síntesis más elevada, un fenómeno de una gran sensibilidad a punto de transformarse en un poder superior?3». Afecciones dramáticas, como la tuberculosis, la anemia, el asma, la epilepsia e incluso el suicido, fueron consideradas por los románticos como símbolos de prestigio, ya que consideraban que los estados de cercanía hacía la muerte constituían un pasaporte hacía la gloria. Lo cierto es, que a lo largo de la Historia del Arte contamos con numerosos ejemplos de artistas que ante situaciones límites, enfermedades orgánicas o trágicos accidentes, han utilizado el arte como medio catalizador de sus malestares. Para algunos artistas el deseo de crear puede vencer hasta la más devastadora incapacidad física o psíquica. Un ejemplo sería el pintor Francés Pierre Renoir que 2

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siguió trabajando violentamente durante sus últimos años a pesar de la dolorosa artritis que le obliga a envolverse las manos con gasas y algodones, o incluso sujetar el pincel con el puño o con la boca debido al insoportable dolor que sufría en sus manos. Demostrando que el impulso de crear resulta tan frenético que las barreras del cuerpo no son suficientes para frenarlo. El pintor francés Matisse, conoció a Renoir en sus últimos años y fue testigo de su sufrimiento y su lucha vital con la pintura, lo describe de la siguiente manera: Fue un prolongado martirio, las articulaciones de sus dedos estaban hinchadas y tremendamente deformadas, ¡Y, sin embargo; ahora estaba pintando sus mejores cuadros! Mientras su cuerpo se desgastaba, su alma parecía cobrar fuerza y él expresaba sus ideas con una gran facilidad.4

ENFERMEDAD Y ACTIVIDAD CREADORA La enfermedad es cualquier trastorno anormal del cuerpo que provoca molestias y cambios en las funciones normales del cuerpo, la enfermedad altera nuestra normalidad, desestabiliza nuestros sentidos, nos arrebata nuestro cuerpo y nuestro yo. El médico y aficionado del arte, Philip Sandblom, define la enfermedad como esa otra presencia que ocupa tu cuerpo, y que te separa de la feliz manada de los seres normales5. La escritora y ensayista Susan Sontang, tras pasar varios años en cama, describe la enfermedad de la siguiente manera: La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar.6

Ambos autores describen la enfermedad como una extraña presencia que nos separa de todo, nos propone una transformación de una realidad inicial (normalidad) hacía un nueva realidad (anormalidad), un viaje hacía un lugar desconocido (reino de los enfermos). Esta transformación o este viaje hacía un lugar desconocido ejerce poderosa influencia en la actividad creadora. La enfermedad se convierte, en ocasiones, en el detonador de un talento artístico oculto. En otras, es el elemento transformador de la técnica artística. A veces, la enfermedad se vuelve el elemento determinante del proceso creativo convirtiéndose en el motor de algunas de las experiencias límite en torno al cuerpo en el arte actual. .

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Que el arte tiene poderes terapéuticos es algo que ha sido nombrado por muchos creadores, el poeta Heinrich Heine lo expresa con el siguiente verso: «Si mi mal bien pudo ser la causa primera de mi impulso creativo, mi creación purgó mi cuerpo y mi organismo, creando recobré juicio y salud. 7», Graham Greene apuntaría lo siguiente: «Escribir es una forma de terapia, a veces me pregunto cómo logran escapar de la locura, de la melancolía y del pánico, que son estados propios de la condición humana, los que no escriben, ni componen ni pintan.»8 Y la escritora Karen Blixen, autora de Los siete cuentos góticos, diría: «Puede uno aguantar cualquier sufrimiento si lo compensa escribiendo una novela9». Durante la enfermedad o las experiencias difíciles el ser se retuerce sobre sí mismo, busca recobrar su identidad robada por esa extraña presencia que se apodera de todo. El yo está herido, sangrando salvajemente, y su única curación es reafirmarse. Durante la enfermedad sólo importa recobrar el yo perdido y el arte es una manera única para ser. Cuando Anatole Broyard cayó víctima de un cáncer de próstata, reflexionó sobre su necesidad de escribir, sobre todo en los momentos vitales difíciles: Cómo cualquiera que atraviesa por una experiencia extraordinaria, yo quería describirla. Parece ser que ésta es una reacción natural, especialmente para un escritor o un artista. Quería (…) decirle a la gente cómo es una enfermedad grave, las ideas y las fantasías sin precedentes con la que nos llena la cabeza, las inesperadas sensaciones de inquietud y las alteraciones que introduce en nuestro organismo. Para una persona gravemente enferma, hablar con otras conciencias es como la sangría que recomendaban los médicos para reducir la presión10

LA ENFERMEDAD COMO DETONADOR DE UN TALENTO ARTÍSTICO OCULTO

Muchos artistas recurrieron por primera vez a la actividad artística tras una enfermedad o una experiencia dolorosa, el pintor Henri Matisse, que ha pasado a la Historia del Arte por ser el máximo representante del Fauvismo francés y un antecesor de la pintura moderna, ejercía de abogado cuando enfermar de apendicitis le obligó a mantenerse inactivo durante un tiempo. Fue entonces cuando empieza a pintar para distraerse en el hospital y descubre su verdadera vocación. De su mano nace un nuevo impresionismo caracterizado por la simplicidad de las formas y la sinuosidad de la línea, que se completa con un colorido vivo y resplandeciente.

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Figura 1. (Derecha) El Pintor Henry Matisse enfermo y postrado en silla de ruedas mientras realiza sus dibujos a tijera. Ilustración 2 y 3. Dibujos a tijeras realizadas por Matisse en sus últimos años de vida.

Desde ese primer encuentro con el arte en el Hospital, paso su vida delante del caballete de pintura, hasta que en su última década, el pintor sufrió una obligada reclusión en cama cómo consecuencia de una eventración abdominal causado por un cáncer de colon que le obliga a permanecer en reposo. Pese a su incapacidad, Matisse necesita seguir creando y ante la imposibilidad de permanecer de pié transforma su técnica artística. En este momento realiza pequeños recortables de colores con sinuosas formas que disponía, con ayuda de sus visitas o de algunas herramientas, por toda su habitación en la que finalmente, meses después, moriría. Los papeles recortados de Matisse, llamados dibujos a tijera, son composiciones directamente dibujadas con tijera, formas sencillas y altamente expresivas que fueron utilizadas como elementos decorativos para telas, vidrieras, carteles y libros. Sin embargo, al mirar más allá del colorido de sus obras podemos captar un mensaje amargo, posiblemente inconsciente, que tenía que ver con su enfermedad. Las formas sinuosas que repetía Matisse mientras recortaba nos recuerdan a sus intestinos dañados, vemos que algunos de ellos están subrayado por formas circulares interiores que podrían simular tumores, también observamos en varias de sus obras la figura del cuerpo agredida por arañazos o formas circulares, que se convierten en una continua metáfora de dolor. (p.e.la Figura 1, 2 y 3). Otro de los casos más reveladores de la relación entre arte y enfermedad lo encontramos en la Mexicana Frida khalo. Con dieciocho años tuvo un accidente de autobús que le destrozó la espina dorsal, la pelvis y uno de los pies. A causa de este accidente sufrió más de 32 operaciones, muchas de ellas innecesarias y equívocas, que terminaron con la amputación de una de sus piernas, acontecimiento 5

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especialmente terrible para la artista tal y como expresó en uno de sus cuadro titulado: Pies para que os quiero si tengo alas para volar. Frida empezó a pintar para sobrellevar el dolor, necesitaba encontrar una forma para expresar su sufrimiento. La artista estuvo relaccionada con el movimiento de vanguardia surrealista, aunque este fue un vínculo que ella siempre desmintió: «Yo no pinto sueños, pinto mi propia realidad». Toda su realidad se reflejaba en su intensa producción de autorretratos. Pintora y lienzo en un cara a cara despiadado de dolor y lágrimas. En sus lienzos podemos observar los capítulos más dramáticos de una vida marcada por la adversidad y la perseverancia. Se pintó a sí misma llorando de dolor con su columna fracturada en varias partes, se pintó desangrándose durante un aborto, acompañada de un esqueleto y de fantasmagóricas figuras, atormentada en su soledad, herida como una gacela por la traición de sus seres queridos, desarraigada de su medio y sus costumbres, y sobretodo descorazonada, sufriente por el empeoramiento de su enfermedad, suplicante de atención y profundamente obsesionada por el amor, no siempre correspondido, del muralista mexicano Diego Rivera.

LA ENFERMEDAD COMO TRANSFORMADOR DE LA TÉCNICA ARTÍSTICA

Ya hemos nombrado como el pintor Pierre August Renoir trabajó durante sus últimos años a pesar de la dolorosa artritis, la expresividad de sus movimientos dolorosos e imprecisos modificó el refinamiento de su técnica, dando como resultado, según los críticos especialistas en su obra: las mejoras obras del artista. Los cambios originados en el lenguaje expresivo de un pintor como efecto del envejecimiento y la enfermedad, quedan representados en la transformación sufrida en la obra del pintor impresionista Claude Oscar Monet. La técnica de este pintor impresionista consistía en el empleo de pinceladas yuxtapuestas, cortas, fragmentadas y rápidas, exaltando los objetos a plena luz, dando lugar a imágenes evanescentes, difuminadas, brillantes y luminosas. Con la edad el pintor Monet, debido a las cataratas que sufría en ambos ojos, modificó bruscamente su estilo y su técnica artística, aumentando su capacidad expresiva. Sus pinceladas se volvieron toscas, profundamente agresivas y expresivas, los colores cambiaron considerablemente hacía tonos cada vez más irreales, sus últimos paisajes resultaron dolientes y pesados, con una predominancia de rojos y negros siendo alguno de ellos pintados en un estado de ceguera absoluta. El americano Mark Rothko, considerado uno de los pintores más importantes de la segunda Guerra Mundial, representante del Expresionismo Abstracto, desembocó tras varias fases creativas en gran6

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des superficies abstractas de color, denominados campos sensitivos de color. El color es la base expresiva de su obra, la profundidad espacial del color inducen al espectador al dialogo con la obra. El coleccionista Americano Ben Heller, quien descubre el talento artístico de Rothko, lo expresa de la siguiente manera: «Uno tenía que internarse en la obra y (…) vagar por su interior. (…)Es la experiencia pictórica más directa que había tenido jamás.11» Sus últimos años combinó continuos ingresos en el hospital por un aneurisma en la aorta a consecuencia de su hipertensión arterial, con continuos estados depresivos a causa de la separación de su segunda mujer. Sus planos de color se vieron profundamente afectados por su estado psíquico y físico, los colores empezaron a oscurecerse y a ensuciarse. El amarillo, color que expresaba vitalidad y que era un continuo ocupante de su obra empezó a desaparecer, en su lugar tomaron autoridad los grises y marrones surtidos con rojos o granates. Todo en su pintura gritaba dolor, enfermedad y tristeza. El color se iba alejando tristemente de su obra y de su vida, sería el momento de su obra más dramática, donde el color fue desapareciendo hasta llegar a la absoluta monocromía del negro. Durante su último año se dedicó a trabajar monocromías de grises y negros. La obra: sin título, realizada entre 1969-1970, fue, según los especialistas, su última obra, ya que Mark Rothko se suicidó cortándose las venas con una cuchilla de afeitar en febrero del 1970.

Figura 4. MARK ROTKO. Sin Título, 1969-1970. Colección Privada. Última obra del artista.

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Podemos observar en estos casos, como la pintura se vuelve el autentico revelador de los estados físicos de su creador. La mancha, la pincelada, el color de un cuadro es inseparable del estado vital del artista. Si la enfermedad afecta a la vida del artista, esto se ve reflejado necesariamente en sus creaciones. LA ENFERMEDAD COMO ELEMENTO DETERMINANTE DEL CONTENIDO CREATIVO

En algunos casos, la enfermedad se torna el elemento determinante del contenido artístico, se vuelve el centro, motivación y tema de la creación. El yo artista es equiparable al yo enfermo. La enfermedad, la otra presencia, se torna una marca de identidad, les singulariza como artistas y les ofrece una distinción que en muchos casos es tomado como eje de su inspiración artística. El Pintor e ilustrador de cuentos de hadas Ivar Arosenius murió de hemofilia, la enfermedad de la sangre que provocaba grandes hemorragias en algunos casos mortales. Se trata de una enfermedad hereditaria que ya había cobrado la muerte a su padre y de un hermano de apenas 14 años, que murió desangrado después de que le sacaran una muela. Arosenius era muy consciente de la amenaza de sangre constante en la que vivía, y su obra artística es una muestras de ese sangriento realismo. Nunca una ilustración de un dragón herido había sangrado tanto como en su dibujo de San Jorge y el Dragón, donde podemos evidenciar la lucha de san Jorge con un dragón, que resulta una metáfora del la lucha constante del artista con su amenazante enfermedad.

Figura 5. Ivar Arosenius. San Jorge y el Dragón, 1903. Colección Privada 8

Figura 6. Paul Klee, ¿Un Creador?, 1940. Dibujo sobre papel

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Otro pintor que cabe rescatar sería Paul Klee, pintor suizo vinculado al Expresionismo Alemán , creador del grupo artístico de Munich Die Blaue Reiter (El jinete azul) y que más tarde perteneció a la Bahuaus. Su tragedia personal le llegó a los cuarenta años cuando contrajo una enfermedad de la piel llamada esclerodermia, enfermedad en la que se encogen los músculos de la piel afectando a todo el cuerpo y causando la muerte en aproximadamente cinco años. A partir de su enfermedad empezó a tener grandes dificultades para seguir pintando, describe su estado de impotencia en un cuadro llamado Un creador, donde se dibuja a sí mismo muy enfadado sosteniendo una cera en las manos visiblemente afectadas por la enfermedad. Su estado nos recuerda a los dibujos de Renoir o Monet, al igual que en el caso de la pintura de estos dos artistas, la pintura de Klee también se vio afectada, su obra perdió el carácter alegre y vivo que tenía en sus inicios, el niño que se afirmaba vivía dentro de Klee se había hecho mayor y sabía que su final estaba cerca. Sus dibujos fueron desde ese momento de una total soledad, sin embargo pintó en sus últimos años más que nunca. Afirmaba el pintor: «Nunca había dibujado tanto, ni tan intensamente, pinto para no llorar»12 Sus últimos cuadros, la mayoría dibujos, conforman una despedida planeada con títulos como Will Dabei sein (prefiere quedarse) y Trennt sich schwer (se va a su pesar) y uno de los últimos Durchhalten! (Persevera), Todos representan el esfuerzo perseverante del artista por afrontar con valor los duros momentos del final de su vida.

LA ENFERMEDAD COMO MOTOR PARA LA EXPERIENCIA LÍMITE EN EL ARTE ACTUAL. ACCIÓN Y CUR(ACCIÓN)

En la actualidad, el enfermo al que exaltaban en el Romanticismo poetas como Novalis o Baudelaire, es considerado una inmundicia corporal dentro de nuestra aséptica sociedad. Una sociedad donde el cuerpo estético, bello, limpio y sano es la única realidad posible. A pesar de ello, los artistas que vamos a analizar no dudaron en presentar su cuerpo enfermo y elevarlo a objeto artístico. . La artista Hannah Wilke quiso dejar constancia de forma autorreferencial de las etapas de su tratamiento hasta morir de forma trágica afectada por un linfoma cancerígeno en su obra póstuma Intravenus. Su trabajo artístico intenta recoger, con toda su realidad y crudeza, los últimos años de su vida transitando lastimosamente por la enfermedad de nuestro tiempo: el cáncer. En su producción artística podemos encontrar varias fotografías en color de la artista agonizante, autorretratos en acuarelas que expresan de manera altamente expresionista los estados más dramáticos de la enfer-

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medad, pinturas realizadas con el cabello que se iba cayendo a consecuencia de la quimioterapia, y algunas piezas de ensablages diversos realizados con productos médicos desechados.

Figura 7. Hannah Wilke, Imágenes de la exposición Intra Venus, 1992. Fotografías.

No menos importante en este territorio resulta el trabajo de artista polifacético de performance Bob Flanagan, enfermo de Fibrosis quística13 . Desde su nacimiento, fue radiografiado, pinchado con agujas y sometido a operaciones para sacarle pus y las flemas que acumulada en sus pulmones, finalmente murió en 1996 a los cuarenta años de edad, su caso supuso un ejemplo único de supervivencia, ya que la mayoría de los enfermos de Fibrosis quística mueren en la infancia, y muy pocos son los que han superado los veinte años de edad. Su trabajo artístico nos ofrece todo un catálogo de prácticas sadomasoquistas, su lema fue: «Combate la enfermedad con la enfermedad»14. Uno de sus trabajos más representativos, tuvo lugar en 1992, bajo el título Visiting Hours (horas de visita), se trata de una instalación autobiográfica de su enfermedad. El museo queda transformado en una sala hospitalaria, tras un paseo por varios objetos e imágenes fotográficas de Flanagan sometiéndose a experiencias médicas y sadomasoquistas nos encontramos al artista acostado en una cama de hospital donde responde a las preguntas del público sobre su enfermedad. Durante los días de exposición la sala se llenó de un público expectante que deseaba conocer los entresijos de esta extraña enfermedad. Si bien, este tipo de acciones no siempre son aceptadas por el público, que no

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comprenden la manera en que Flanagan frivoliza con un tema de tanta seriedad, cabe resaltar el enorme apoyo y cariño que recibió en la visita de un campamento estival de niños con fibrosis quística, con los que compartía desgraciadamente esta dolencia.

Ilustración 8. Bob Flanagan. Horas de visita, 1992. Instalación en el Museo de Santa Mónica

Otro artista, cuyo trabajo se mueve en la misma línea que los anteriores, es Ron Athey, escritor, crítico de arte y artista performance. Su vida estuvo marcada por la religión, el sadomasoquismo, la pasión por la sangre, los rituales primitivos y en sus últimos años por su enfermedad: El sida. Una de sus últimas performances es Mártires y santos, se trata de una representación sangrienta cuya tema principal es el Sida, pero que hace referencia también a cuestiones que tienes que ver con el cristianismo exacerbado, los rituales primitivos, los miedos contemporáneos y la experiencia del dolor. Para definir, a grandes rasgos, la performance a la que hacemos referencia, traigo las palabras de Javier Martínez de Pisón y Pilar Cano en su artículo: El arte del dolor: La obra comienza antes de que el público se dé cuenta, sin anuncio previo, sin telón: a un costado del escenario, una mujer sentada en una silla de espaladas a la audiencia, con las manos elevadas y atadas a un poste mientras alguien le pasa unas gasas de alcohol por la espalda desnuda. De repente, el hombre saca un bisturí y le hace una serie de incisiones en la espalda. La sangre de la mujer empieza a manar. El hombre le hace varios torniquetes y le saca la sangre de las venas con jeringas, tras lo cual se la

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echa por el cuerpo. La representación más fiera, desgarrada y sangrienta sobre el SIDA acaba de comenzar. Su autor Ron Athey 15

El cuerpo es para Athey, al igual que para Hannah Wilke y Bob Flanagan el protagonista absoluto de su forma de hacer arte. El cuerpo supone para estos artistas el mejor medio de expresión para hablar de su deterioro, de su enfermedad y de su muerte. Entendamos que todos estos creadores, frente al rechazo público que puedan ocasionar, están comunicando y mostrando una parte de su enfermedad, y que la enfermedad potencia la auto-representación de sí mismos, yo-artista / yo- enfermo, como si tal acto, auto-representarse, de alguna forma liberara una parte de su dramática situación. Mostrar el dolor es, de alguna manera, compartirlo, comunicarlo, hacer al otro partícipe de tu tragedia personal. Diría Philip Sandblom que los artistas tienen, sobre todo, una gran necesidad de buscar nuevos y particulares medios de expresión, vías de comunicación con aquellos congéneres que sepan apreciar y compartan sus más profundos pensamientos16. Esta tremenda necesidad de establecer contacto en ocasiones se canaliza de un modo verdaderamente extremo, donde el interlocutor es en ocasiones agredido por el mensaje. En el siglo XIX el pintor sueco Carl Fredrik Hill, que estaba confinado en su habitación del psiquiátrico por una grave enfermedad mental, arrojaba violentamente sus cuadros y dibujos sobre los transeúntes que paseaban por la calle. Algo parecido pudo contemplarse en Minneapolis en 1994, cuando el performer Ron Athey, seropositivo por más señas, arrojó al público que presenciaba su espectáculo servilletas de papel empapadas en sangre, provocando una estampida fácil de imaginar. Ambas acciones, alejadas en el tiempo, tenían el mismo fin, compartir el dolor, el miedo y la angustia, hacer al otro cercano y partícipe de nuestro sufrimiento para distanciarnos, en ese momento, un poco de él.

CONCLUSIONES

Cómo hemos visto, la creación y la enfermedad parecen tener vínculos y relaciones estrechas, varios artistas, así como escritores nos han demostrado el importante papel que desempeñó la enfermedad en su actividad creadora, debido en gran parte a su relación con lo terapéutico, que puede venir dado por varias razones: 1.

Lo terapéutico de inmortalizar a través de la huella y la creación. Si recordamos los casos del ilustrador Arosenius y el pintor Paul Klee. Observamos que, en ambos casos, los artistas eran conscientes de que sus días estaban contados. Arosenius se enfrentaba, como Jorge al dragón, al momento de la muerte en cada una de sus fuertes hemorragias y Klee podía ver cada día como el proceso degenerati-

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vo de su enfermedad iba afectando a todas las zonas de su cuerpo. Ambos trabajaron intensamente en sus últimos años de vida, adivinar su muerte cercana les insuflaba aire sobre la chispa de la creación y esta ardía con un vigor prodigioso. Quizás el impulso creador incontrolable se debiera a que sus creaciones le otorgaban les otorgaban la única forma de permanecer vivos más allá de su muerte, Puesto que es la creación la que proporciona mediante el dejar la huella un medio para conseguir la inmortalidad. 3. Lo terapéutico de representar la enfermedad. Separación/ autoconocimiento. El artista al representar la enfermedad a través de una obra artística, así sea con una pintura, una escultura, una fotografía o con el mismo cuerpo como elemento artístico, se desprende una parte de la enfermedad misma en forma de objeto o en forma de acción. La obra artística ofrece una mirada desde fuera hacía la propia enfermedad y esta mirada desde el exterior ofrece una nueva concepción de cómo entender la enfermedad. Poder observar y trabajar la propia enfermedad proporciona nuevas herramientas para aceptarla en un primer lugar, y en segundo lugar para entenderla y afrontarla. 4. Lo terapéutico de establecer contactos con el otro a través del objeto artístico y comunicar la enfermedad. Cómo ya hemos afirmado, el artista tiene una gran necesidad de establecer contactos con el público. En los casos más extremos, el de Carl Fredrik Hill que arrojaba sus cuadros hacía los transeúntes que pasaban por la calle y el Performer Ron Athey que lanzaba al público servilletas manchadas de sangre, ese acto comunicativo se vuelve una amenazada para el público, en el que cual el artista deposita una parte de su malestar. El público es contenedor, con su mirada, de mucho dolor a través del arte. Para el artista expresar su malestar en una obra no resulta suficiente por el proceso de creación, sino que finaliza en la mirada de otro. Entre artista y público se produce, a través del objeto o la acción, un estado de comunicación profundo que resulta para el artista/ enfermo altamente liberador. 5. Lo terapéutico de acercar la enfermedad al espacio público, erradicar la anormalidad. En casi todos los creadores que hemos visto resuena una voluntad de exhibición de su enfermedad, así sea de una manera pictórica, escultórica o performativa, todos estos artistas han buscado sacar la enfermedad de los hospitales y proporcionar un nuevo espacio público para entender la enfermedad. El espacio escenográfico que predomina en muchas de las obras tiene que ver con el ambiente hospitalario. Este ambiente hospitalario iría desde los vendajes que observamos en los dibujos de Renoir, en la oreja cortada de Van Gogh, en las prótesis y corsés de las pinturas de Frida Khalo, pasando por la recogida de accesorios clínico específicos, como en la obra de Hannah Wilke o en el traer el espacio hospitalario al museo como hizo Bob Flanagan en su instalación Visiting Hours (horario de visitas). Con estas obras de arte la distancia entre lo público y lo privado en la enfermedad de desdibuja, el lugar hospitalario se desacraliza, convirtiendo en un lugar más cercano. Aquella distancia a la que hacía alusión Susan Sontang, separando a la salud y a la enfermedad en dos ciudadanías diferentes, se acorta. Mostrando el reino de los enfermos17 como un lugar más accesible para la manada de los seres normales18

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NOTAS 1

LAING, Joyce H, Tuberculous Paintings, Ciba Symposium 12, 1964

2

HILL, Adrian, Art versus illness [El arte contra la enfermedad] Londres, George Allen and Unwin, 1948

3

NOVALIS, citado en SANDBLOM, Philip. Enfermedad y creación. Cómo influye la enfermedad en la literatura, la pintura y la

música. Editorial Tezonte. Fondo de cultura económica, México, 1995. 4

JACK, D, Matisse on art. Londres, 1926, citado en SANDBLOM, Philip. Enfermedad y creación. Cómo influye la enfermedad

en la literatura, la pintura y la música. Editorial Tezonte. Fondo de cultura económica, México, 1995 5

SANDBLOM, Philip. Enfermedad y creación. Cómo influye la enfermedad en la literatura, la pintura y la música. Editorial

Tezonte. Fondo de cultura económica, México, 1995 6

SONTANG, Susan citado en MARTINEZ DÍEZ, Noemí y LOPEZ FERNÁNDEZ CAO, Marián, Arteterapia. Conocimiento inter-

ior a través de la expresión artística. Editorial Tutor psicología. Madrid, 2006. pág. 94 7

HEINE, Heinrich, Ibid. Pág. 37.

8

GREENE, Graham, Ibid. Pág. 37

9

BLIXEN, Karen, Ibid.Pág 131

10

BROYARD, Anatole, The New York Times Book Review, nº1 (Abril, 1990)

11

HELLER Ben, citado en BAAL-TESHUVA, Jacob. Rothko, editorial Taschen, Bonn 2008

12

KLEE, Paul, citado en SANDBLOM, Philip. Enfermedad y creación. Cómo influye la enfermedad en la literatura, la pintura y la

música. Editorial Tezonte. Fondo de cultura económica, México, 1995, pág 167. 13

La Fibrosis quística es una enfermedad hereditaria que produce en el cuerpo una acumulación de espesas y pegajosas

mucosidades que obstruyen el aire que pasa por los pulmones, hasta el momento es incurable, la mayoría de los enfermos mueren siendo niños o antes de los veinte años de edad 14

BOB FLANAGAN citado en KAUFFMAN, Linda S, Malas y Perversas, fantasías de la cultura y el arte contemporáneos,

Editorial Frónesis Cátedra, Universitat de Valencia, Madrid , 2000, pág. 37. 15

MARTÍNEZ DE PISÓN, Javier y CANO, Pilar, Artículo El arte de dolor, citado en SANTAMARÍA BLASCO, Lourdes, Ron

Athey. Escenas de una vida dura. Tecnologías estrategias para la creación artística, publica Universidad Miguel Hernández de Elche, Departamento de Artes, Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas, Grupo de investigación TECREA, 2006. 16

SANDBLOM, Philip. Enfermedad y creación. Cómo influye la enfermedad en la literatura, la pintura y la música. Editorial

Tezonte. Fondo de cultura económica, México, 1995 17

SONTANG, Susan citado en MARTINEZ DÍEZ, Noemí y LOPEZ FERNÁNDEZ CAO, Marián, Arteterapia. Conocimiento

interior a través de la expresión artística. Editorial Tutor psicología. Madrid, 2006. pág. 94 18

SANDBLOM, Philip. Enfermedad y creación. Cómo influye la enfermedad en la literatura, la pintura y la música. Editorial

Tezonte. Fondo de cultura económica, México, 1995

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ROUX, Jean-Paul (1990) La sangre. Mitos, símbolos y Realidades. Editorial Península. Barcelona. SANDBLOM, Philip (1992) Creativity and Disease. How Illness affects Literature, Art and Music, Marion Boyars Publishers, Londón SANTAMARÍA BLASCO, Lourdes (2006) Ron Athey. Escenas de una vida dura. Tecnologías estrategias para la creación artística, Editado por Universidad Miguel Hernández de Elche, Departamento de Artes, Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas, Grupo de investigación TECREA, Elche. SONTAG, Susan (1978) La enfermedad y sus metáforas, Editorial Muchnik, Barcelona.

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