ARRIZABALAGA, A.; DE LA RASILLA, M.; DE LAS HERAS, C.; LASHERAS, J.A. (2013): “El Gravetiense cantábrico. Epílogo a un coloquio provechoso”

August 22, 2017 | Autor: Alvaro Arrizabalaga | Categoría: Gravettian
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Descripción

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El Gravetiense cantábrico. Epílogo a un coloquio provechoso The Cantabrian Gravettian. Epilogue to a productive colloquium Álvaro Arrizabalaga Marco de la Rasilla José Antonio Lasheras Carmen de las Heras

La primera vez que valoramos la posibilidad de desarrollar en el Museo de Altamira un coloquio para actualizar el conocimiento del Gravetiense cantábrico fue durante la reunión de enero de 2010 en Barcelona sobre el Paleolítico superior en la península ibérica, dedicada de modo sobrevenido al Profesor Javier Fortea. Lamentablemente, debemos dedicar las actas de esta reunión de Altamira a otros dos grandes investigadores de la Prehistoria cantábrica, los profesores Joaquín González Echegaray y Leslie G. Freeman, recientemente desaparecidos. Como en la propia vida, los personajes y sus obras se entrecruzan, hasta que los investigadores desaparecen y sólo sus obras permanecen entre nosotros. El motivo para seleccionar el Gravetiense como objeto de actualización en esta reunión internacional guarda relación con factores de índole historiográfica y necesidades de investigación. La complicada madeja de nomenclaturas tejida por la escuela de paleolitistas franceses a partir de diversas propuestas de Peyrony, ha dado lugar a efectos muy perniciosos para la identificación y caracterización de este tecnocomplejo. Si el Musteriense, el Solutrense o el Magdaleniense, por ejemplo, adquieren carta de identidad hace ya cerca de siglo y medio, el recorrido del Gravetiense resulta mucho más breve, aproximadamente un tercio del periodo anterior. Aquella propuesta original de Garrod (bajo la que subyacía, cierto es, el Auriñaciense superior de Breuil y varias fases del Perigordiense de Peyrony) debió esperar aún varias décadas hasta que nuevos aires procedentes de Europa central y oriental relativizaron el carácter francés de esta cultura y la sistemática efectuó su, suponemos definitivo viraje, en favor del término Gravetiense (no más allá de los años 80 del siglo pasado). Obviamente, esto no impedía que se efectuaran excavaciones de esta cultura en el medio cantábrico, si bien éstas aparecían camufladas bajo el término «Auriñaciense superior» (hasta los años 30) en primera instancia y, posteriormente, como «Perigordiense superior» o «Perigordiense V». Existía, por tanto, cierta necesidad de disponer el conjunto de la información (excavaciones antiguas, más recientes y novedosas) sobre un mismo plano de contraste. Por otra parte, los prehistoriadores, tan centrados en el pasado, no somos inmunes a las modas frecuentes en nuestra sociedad. Tras décadas en las que el interés dominante de la inves-

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tigación cantábrica se centraba en el Magdaleniense, que proporcionaba materiales muy notorios de industria lítica y ósea, e importantes objetos de arte mueble, durante los años 80 se despertó el interés por los últimos neandertales y los primeros seres de nuestra especie en regiones clave, como la cantábrica. De ese modo, los niveles de cronología más antigua, auriñaciense y musteriense, pero también aunque con menor intensidad gravetiense, se revalorizaron súbitamente. Si el panorama de excavaciones hasta los años 80 resultaba monótono, los prehistoriadores de la región cantábrica comenzaron a incrementar el ritmo de hallazgos a partir de este momento. Existe, finalmente, una tercera gran causa para centrarnos en el Gravetiense, en este caso, sistémica. Los anteriores factores afectan por igual a otras regiones europeas, que han ido incorporando a sus calendarios de eventos científicos diversos coloquios para la revisión y puesta al día de los diversos «gravetienses» regionales. Entre los centros importantes del mapa paleolítico europeo, la región cantábrica ha sido una de las que más ha tardado en incorporarse a esta dinámica de revisión. Expuestos los motivos, vamos ahora con los resultados. Cuarenta y ocho horas de debates a lo largo de tres días, permitieron ir trazando un marco general para nuestra región, abordando una serie de ponencias temáticas sobre variadas cuestiones y presentando diferentes comunicaciones. Un programa complejo y relativamente intensivo, que fue completado en sus grandes líneas, dado que apenas se registraron ausencias imprevistas. Yacimientos pequeños y colosales, excavaciones clásicas y muy recientes fueron sumando informaciones a la caja general del Gravetiense de la región cantábrica, paradójicamente similar en su diversidad a aquello que se viene observando en diferentes áreas de Europa, en particular del sur de Francia. Las mejoras metodológicas introducidas en procedimientos como el del radiocarbono están permitiendo trazar una nueva situación para un tecnocomplejo/periodo/cultura que creíamos conocer razonablemente bien, aunque observamos que la realidad es otra. La muy notoria ampliación de la serie de evidencias, la resolución mejorada de las dataciones radiocarbónicas, la generalización de los análisis paleoambientales y de aprovechamiento de los recursos bióticos y abióticos, el estudio de las colecciones líticas y óseas y la consolidación de un horizonte gráfico muy anterior al Magdaleniense, e incluso al Solutrense, está trazando un nuevo panorama. Nuevo, no sólo en el sentido de acrecentado de modo acumulativo por los aportes de excavaciones o analíticas recientes, sino con el significado de novedoso y, hasta cierto punto, inesperado. Las líneas directrices de este replanteamiento respecto al estado de la cuestión vigente tres décadas atrás, pasan por diversos ejes. En primer lugar, el registro cronológico ofrece fechas considerablemente más antiguas que las inicialmente estimadas, incluso antes de proceder a su calibración mediante modernas rutinas, imposibles de aventurar años atrás. Fechas radiocarbónicas superiores a los 28.000 años BP (una vez calibradas, entre 31.000 y 32.000 años) invaden claramente el que antes se consideraba el dominio del Auriñaciense evolucionado, desplazándolo (de modo consistente con las correspondientes nuevas fechas) hacia lo que años atrás era el dominio del primer Paleolítico superior. Desde el punto de vista paleoambiental, un tecnocomplejo que debía ser ubicado en una horquilla algo más larga que la del Solutrense, dobla repentinamente su rango, abarcando un número de eventos paleoclimáticos significativamente más largo. También debe valorarse el cambio de perspectiva paleoambiental dominante en los años 80 (de perspectiva globalizadora, con grandes eventos de ciclo muy largo), a la presente (que aporta una visión, también de conjunto, pero de eventos mucho más cortos y frecuentes cambios). Los clásicos estudios de los repertorios faunísticos «cobrados» por aquellos grandes cazadores-

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recolectores gravetienses han dado paso a aproximaciones más globales, que igualmente valoran las circunstancias tafonómicas de los conjuntos y aportan crecientes informaciones en ámbitos como la estacionalidad, la contextualización paleoambiental o genética de los grupos animales o el aprovechamiento integral de todo tipo de recursos bióticos proporcionados por la caza. De todo ello se habló en el coloquio, con descarnada franqueza cuando la ocasión o las circunstancias lo requerían. En el fondo de toda esta discusión subyacen algunas cuestiones que requieren su actualización para el conjunto del Paleolítico, como la presencia alternativa de cubiles o comederos de carnívoros en las cuevas en las que se localizan nuestros yacimientos y quién es el principal responsable de los aportes de los restos de fauna en cuestión. Similar desarrollo observamos por cuanto se refiere a los tecnocomplejos industriales. Originalmente referidos a la clasificación tipológica de las colecciones líticas y óseas y a la identificación y repertorio de los correspondientes «fósiles-guía», ha ido adquiriendo un aire más holístico que incluye la materia prima, la descripción tipométrica de las series, su caracterización tecnológica y adscripción morfotipológica de los objetos retocados. Incluso se estudian otras variables alternativas como la funcional o la distribución espacial de las series, proporcionando una lectura poliédrica del que constituye el registro mejor conservado del periodo. Este enriquecimiento del discurso tradicional en lo concerniente al registro lítico ha realimentado, así mismo, una revisión en el mismo sentido de la metodología del análisis para la industria ósea, con la introducción de conceptos como Cadena Operativa o secuencia tecnológica en la producción de estos artefactos. Como pudo comprobarse en la reunión, existe un continuum incuestionable que liga industria ósea a arte mueble y arte mueble con arte parietal. Con estas expresiones de comportamiento complejo, también sometidas en fechas recientes a parámetros intensivos de revisión, se cerró el coloquio. Las conclusiones de cada aportación individual deben consultarse en los textos correspondientes, ya que no todas ellas son convergentes, ni están validadas por el hecho de haber sido presentadas ante este foro. Sin embargo, la imagen global del coloquio, a vista de pájaro, nos parece enormemente positiva. Hemos tratado (y hasta cierto punto, consideramos que lo hemos conseguido) de repasar las diferentes facetas reconocibles en nuestro registro cantábrico, de este tecnocomplejo/período/cultura que hemos convenido en llamar, esperamos que de un modo definitivo, Gravetiense. Situado en su contexto general, y a la luz de los referentes presentados (sur de Francia, arco mediterráneo peninsular, Portugal), nos parecen más familiares las series del sur de Francia. Ello no implica forzosamente ningún tipo de vínculo genético entre poblaciones y culturas de ambas regiones, sino sólo lo que podríamos prever de la movilidad preferente de personas, animales, objetos, técnicas e ideas sobre el mapa del sudoeste de Europa. Todo ello, matizado por el hecho de que en el sur de Francia, como en el conjunto de la península ibérica, los parámetros bajo los que se concebía tradicionalmente el Gravetiense, están sometidos también a una profunda reflexión. En definitiva, en esta reunión para compartir y actualizar el conocimiento del Gravetiense en la región cantábrica, a la luz de las numerosas pruebas presentadas, ha aflorado lo que parece una paradoja difícil de resolver en la actualidad: denominamos con un nombre común y tomamos por una cultura de carácter paneuropeo, con similares valores desde las grandes llanuras rusas hasta el Algarve portugués, a un tecnocomplejo que se caracteriza precisamente por su diversidad interna, su difícil secuenciación y una extraordinaria capacidad de resiliencia ante las circunstancias mutantes de un medio, en ocasiones extremo.

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