ARQUITECTURA URBANA Y ESPACIO DOMÉSTICO EN LA CIUDAD PÚNICA DE IBIZA

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Descripción

Amb la col·laboració de:

ARQUITECTURA URBANA Y ESPACIO DOMÉSTICO EN LAS SOCIEDADES FENICIO-PÚNICAS XXVIII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2013)

Editadas por benjamí costa y jordi h. fernández

EIVISSA, 2014

«TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA» s’intercanvia amb tota classe de publicacions afins d’Arqueologia i d’Història, a fi d’incrementar els fons de la Biblioteca del Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera. «TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA» se intercambia con toda clase de publicaciones afines de Arqueología e História, con el fin de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera. DIRECTOR: Jordi H. Fernández COORDINADOR: Benjamí Costa

Intercanvis i subcripcions/ Intercambios y subscripciones: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera Via Romana, 31 - 07800 Eivissa (Balears) Foto portada: Restes de construccions fenícies del Castell d’Eivissa. Restos de construcciones fenicias del Castillo de Ibiza. (Foto: J.H. Fernández)

ISBN: 978-84-87143-51-9 Dipósit legal: I-140-2014 Impressió, maquetació i disseny: Grup fent

ÍNDICE

EL ESPACIO DOMÉSTICO EN EL ÁREA DE CARTAGO. ARQUITECTURA Y SOCIEDAD ANTE LA CONQUISTA ROMANA Fernando Prados Martínez................................................................................... 9

ARQUITECTURA DOMÉSTICA FENICIO-PÚNICA EN SICILIA Y CERDEÑA (SS. VIII-III A.C.) David Montanero Vico........................................................................................ 41

EL ESPACIO DOMÉSTICO EN LA ARQUITECTURA FENICIA OCCIDENTAL DEL SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA José Luis López Castro......................................................................................111

ARQUEOLOGÍA URBANA. ESPACIOS DOMÉSTICOS DEL MUNDO FENICIO Y PÚNICO EN EL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Juan Blánquez Pérez......................................................................................... 145

ARQUITECTURA URBANA Y ESPACIO DOMÉSTICO EN LA CIUDAD PÚNICA DE IBIZA Joan Ramon Torres........................................................................................... 191 –7–

ARQUITECTURA URBANA Y ESPACIO DOMÉSTICO EN LA CIUDAD PÚNICA DE IBIZA Joan Ramon Torres1 Grupo CIVITAS/UIB

1. PRESENTACIÓN En el área fenicio-púnica del Mediterráneo central y occidental, la cuestión del ámbito doméstico, sobre todo a partir de los años 50 del pasado siglo, ha suscitado un cierto interés por parte de la investigación. Uno de sus pilares, sin duda el principal, por las buenas condiciones de conservación y falta de superposiciones, se forjó al NE del Cap Bon, concretamente en Kerkouane, ya en 1952, con el descubrimiento de este importante yacimiento (Cintas, 1953), que fue seguido inmediatamente de excavaciones, que se continuaron en 1966-1967 (Morel, 1969). Dicho interés se incrementaría años después tras haberse despejado hasta el nivel de los pavimentos grandes sectores urbanos de la ciudad (Fantar, 1985, 1998). También a inicios de los años cincuenta, Cartago, con la excavación en Byrsa de una parte de ínsula urbana (Ferron, Pinard, 1955, 1960-1961), por otro lado malinterpretada en un principio (Picard, 1952), se sumó a esta empresa. Dos décadas después, fueron, de modo especial, dos equipos integrados en la campaña impulsada por la UNESCO, a partir de 1972, quienes investigaron y dieron a conocer, a lo largo de años, dos importantes áreas de la Cartago púnica, una, bautizada como barrio Aníbal, en la parte alta de la ladera SE de Byrsa (Lancel et alii., 1979; Lancel, Morel yThullier, 1982; Lancel, 1992, entre otros trabajos) y la otra, llamada barrio Magón (Rakob, 1991, 1997, 1999, entre otros títulos), en un sector casi llano, en el eje del cardo X, a la orilla del mar. Al mismo tiempo, otras

1.

Trabajo realizado en el marco del proyecto HAR2012-36500, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, Grupo de investigación CIVITAS (Àrea d’Historia Antigua, Universitat de les Illes Balears). Se agradece a R. Gurrea y Á. Martín todas las informaciones y datos gráficos proporcionados de las excavaciones del B. de San Juan.

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intervenciones, menores sólo a nivel de extensión, no se hallan exentas de interés (p. ej. rue Astarté, colina de Byrsa - Chelbi, 1984). Siguieron, en este proceso de investigación, otros puntos, como el solar de la c. Ibn Chabâat (Rakob, 1998; Flügel, 2014), con una fase arcaica de carácter doméstico, seguida de un edificio singular, y otro espacio en el cruce del decumano máximo con el cardo X (Niemeyer, Docter y Schmidt, 2007), ambos con la aportación de datos muy notables. En cuanto a Sicilia, cabe remarcar que de Mozia, una ciudad relativamente bien conservada, destruida en el año 396 a.C. y apenas revisitada con posterioridad al siglo IV a.C., poco, en proporción a su enorme potencialidad, es lo aportado al campo de la arquitectura doméstica (Famà, 2009). En cambio, en Selinunte, una ciudad de origen griego, fundada según Tucídides por Megara Hyblaea, hacia el 628 a.C., ha llegado a ser investigado un interesante barrio que, tras la conquista cartaginesa del 409 a.C., se formó alrededor del templo C, entre finales del siglo IV a.C. y la primera Guerra Púnica o, más exactamente el 250 a.C., cuando la ciudad fue destruida y abandonada. El estudio de este último ha servido de base a no pocos esquemas teóricos que incumben la urbanística y el espacio doméstico (Helas, 1999, 2009, 2012). Al margen de las amplias descripciones físicas y mecánicas de todo este cúmulo de datos, que los excavadores dieron en su momento, en fechas más recientes, se han realizado diversos artículos, que tienden al análisis de la articulación orgánica de los edificios (Lancel y Lipinski, 1992) o, incluso, de aspectos de orden social, a partir de estas realidades (Mezzolani, 2000; Fumadó, 2007; Jiménez y Prados, 2013). Sin embargo, los datos por ahora a disposición se polarizan fundamentalmente, por no decir casi exclusivamente, en los centros del Mediterráneo central, antes mencionados, mientras que en el extremo occidente, para la plena fase púnica los elementos de juicio son parcos y fragmentarios (cf., en último lugar, Ramon, 2013). En cuanto a Ibiza, ya se ha dicho en diversas ocasiones (Ramon, 2010, 2012, 2013) que, hasta hace no más de veinte años, de la ciudad púnica apenas podía conjeturarse otra cosa que su situación. Hoy, gracias a un cúmulo de nuevos datos, que han aportado, entre otras cosas, pruebas concluyentes de su gran extensión, el panorama ha cambiado sustancialmente y, aún así, es pronto para dar respuesta a cuestiones como, entre otras, la naturaleza y la organización del espacio doméstico. En este sentido, cabe anticipar que no ha podido ser individualizada, al menos con claridad, ni una sola planta completa de uno de estos edificios y, –192–

por otro lado, la elevada posibilidad de casas de varias alturas, viene a complicar, más aún, este panorama. Por lo que se refiere a arquitectura urbana, entendida ahora como arquitectura pública, al margen del tema doméstico ya señalado, los datos en Ibiza son prácticamente nulos, nadando el discurso teórico en un mar de suposiciones, sobre la base, esto sí, de un texto clásico de enorme importancia, obra de Diodoro el Siciliano (Bibl. Hist., 5, 16) en el siglo I a.C., pero cuya fuente original es Timeo de Taormina (siglos IV y III a.C.): (…) tiene una ciudad llamada Ebesos, colonia de los cartagineses. Tiene también puertos importantes y considerables paramentos de murallas y un gran número de casas bien aparejadas (...) su fundación tuvo lugar 160 años después de la fundación de Cartago. Se ignora todo aún acerca de estas murallas, las características de los puertos, los edificios y otras infraestructuras públicas y, en cuanto a las casas, este será precisamente el tema central de las páginas que siguen a continuación.

2. DATOS ARQUEOLÓGICOS 2.1. El antiguo Hospital Civil En el antiguo Hospital Civil se obtuvieron una serie de interesantes datos, muy condicionados, sin embargo, por dos factores, el primero, la continuidad hasta el siglo XIX de una secuencia edilicia apenas interrumpida, el segundo, motivado por causas que incidieron negativamente en desarrollo de la investigación arqueológica, y que ahora no vienen al caso. Se trata de un terreno fuertemente inclinado, en la parte alta de la acrópolis, justo por debajo del frente NO de la almudaina medieval (fig. 1 núm. 1), entre las cotas 66 y 72 m snm, con el típico substrato de calcáreas plegadas en losas, de relativa dureza, que caracteriza el Puig de Vila. La inclinación en este punto desciende en dirección NO y SO. En el año 1998 se pudo excavar en este punto, y hasta el nivel geológico, un total de 500 m2, en las zonas 3 y 4, hecho que, en su contexto, lo convierte en un dato no desdeñable. La reutilización de cisternas, hecho claramente verificado en tres de los cuatro casos, por parte del edificio de la edad moderna, así como la búsqueda del apoyo geológico para la implantación de los edificios más recientes provocó, como no podía ser de otro modo, la desaparición de una gran cantidad de elementos antiguos. Sin embargo, al menos en buena parte, se mantuvieron –193–

Figura 1. Plano de la ciudad de Ibiza con las grandes zonas en época púnica (J. Ramon)

las estructuras originales talladas en la roca y además restos, aunque ciertamente muy arrasados, de estructuras de mampostería (fig. 2). Se identificaron claramente no menos de seis fondos de habitaciones, cuatro cisternas y una escalera tallada en la roca, además de tramos de cuatro muros de mampostería (fig. 2-6). Otras estructuras podrían igualmente pertenecer a la antigüedad, pero su adscripción precisa resulta más complicada, por falta de conexiones con otros elementos seguros. En el extremo N (sectores 31 y 32) (fig. 2 y 3) destaca la cisterna 3208, de tipo biabsidial, que orienta su eje princial en dirección NO-SE y se halla cruzada transversalmente por el MR3218, quedando su brocal, que se pudo identificar, justo en el ángulo que dibuja con el MR3216. Una canalización (CN3225) la alimentaba en medio de su cara larga NE. Los citados muros, junto con el MR3201, definen una estancia, tal vez amplia (A2), cuyo límite S no resulta claro por los arrasamientos provocados por la ampliación en fachada del últi–194–

Figura 2. Planta general de las estructuras antiguas en el Hospital Civil (J. Ramon y col.)

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Figura 3. Hospital Civil, detalle del sector N (J. Ramon y col.)

mo edificio de la Edad Moderna. Al N del A2, a juzgar por la proyección del MR3201, existiría otro espacio construido (A1), debajo del cual se proyecta la otra mitad de la cisterna. Junto a la CT3208, existe la FS3204, tallada artificialmente en el substrato, de planta irregular  y sin indicios de revoques y, a su lado, las pequeñas fosas ovaladas FS3221 y 32229, que probablemente fueran las mortajas de puntales. Más –196–

Figura 4. Hospital Civil, detalle del sector NE (J. Ramon y col.)

arriba, por la parte SE, los sectores 34 y 41, a juzgar por los datos disponibles, pudieron haber albergado un espacio amplio (A7) (fig. 2 y 4) con la gran cisterna 3414, que poseía una canalización de entrada de agua (CN4101), conectando con su cara larga meridional. Otra canalización, ubicada en su lado contrario, muy cerca del ábside SO, que parece descender hacia la cisterna 3404, situada en paralelo a 4,40 m de distancia. Además, otra serie de elementos artificiales –197–

completan este espacio. Por el lado N de la CT3414 un tramo de canalización muy arrasado (CN3421) y otra (CN3412) que desemboca en una fosa de planta y perfiles irregulares (FS3406), tallada, como todo el resto, en el substrato calcáreo. A escasa distancia, por su parte O, se sitúa una fosa ovalada (FS3418) y otra tal vez no artificial, pero con sustrato antiguo (FS3410). En el lado SE de la CT3414, aparte de la mencionada CN4101, dos pequeñas fosas subcirculares (FS4102 y 4103) pudieron igualmente ser mortajas de postes (PT3219 y 3220) aislados en un espacio muy rebajado con posterioridad, al O de este mismo sector 32. Del espacio anteriormente descrito se pasaba, mediante una escalerilla tallada en la roca de al menos dos peldaños (EC4203) a la estancia A5 (lám. II, 2), con un fondo tallado en la roca, definiendo una planta rectangular a un nivel más elevado. Paralela a la anterior, por su costado NE, se alinea el fondo de otra estancia, de parecidas características (A4). Al SO, queda otro espacio bien delimitado por los cortes rocosos (A6), con un banco, o repisa, en la parte posterior y, por encima, restos de una canalización (CN4219), con inclinación hacia poniente y conectada con el A5 (fig. 2). El resto del espacio, al oeste de los sectores citados (fig. 2), se hallaba mucho más arrasado y desconectado, pudiendo sólo mencionarse, en el sector 38,  parte del fondo tallado en la roca de un ámbito (A8), visible sólo muy parcialmente, y la cisterna 3801, reutilizada igualmente en época moderna. Todo ello sin agotar ahora el repertorio de pequeños elementos, desgraciadamente sin conexión. En este espacio, pues, se comprueba la sucesión de ámbitos construidos cuya interpretación, como se ha dicho antes, no resulta fácil. En y alrededor de la gran cisterna 3414 pudo existir un patio, flanqueado al S por no menos de tres ámbitos. Es obvio que en puntos muy próximos discurriría, al menos, una calle pública, que sin embargo no es posible, ni tan sólo, intuir en el espacio investigado. Por otro lado la desaparición de todo vestigio de puerta, unido a las cuatro cisternas localizadas, complica las cosas en el sentido de decidir si todo el grupo arqueológico correspondía a partes de diversas casas, cosa que cabe calificar de al menos posible.

2.2. El jardín de la calle de Santa María Se trata de un espacio público, libre de construcciones modernas, en la c. de Santa María (fig. 7), más concretamente entre esta, la cara O al baluarte de Santa Tecla y el lienzo renacentista del proyecto no concluido de G. B. Calvi (fig. 1 núm. 2). La proyección de las líneas de disparo desde la casamata occidental de este baluarte significó la nivelación de toda la franja rocosa a lo largo del lienzo –198–

Figura 5. Hospital Civil sección C (J. Ramon y col.)

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Figura 6. Hospital Civil, sección F (J. Ramon y col.)

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citado y la destrucción absoluta de todo vestigio arqueológico, exceptuando la parte inferior de la cisterna CTa. Más abajo, el trazado medieval de la calle de Santa María, que en este punto discurría ligeramente más al S que en la actualidad, igualmente provocó un rebaje importante que se tradujo en la destrucción de los vestigios arqueológicos, excepto las partes inferiores de un pequeño grupo de tumbas de época fenicia (primera mitad del siglo VI a.C.), instaladas en diaclasas (no representadas en la fig. 7), anteriores a la urbanización de este sector (Gurrea y Ramon, 2000). Sin embargo, hay motivos, que después se explicarán, que invitan a pensar que al menos en este punto, la calle medieval de Santa María coincidía con una calle antigua ligada a las estructuras urbanas que se comentarán a continuación. Por otro lado, fueron identificadas dos cisternas púnicas, una de las cuales de tipo acodado, separadas por 45 m, al E, del sector de fondos, en un punto muy alterado por el corte de una cantera o rebaje que resigue la base del frente norte de la baluarte de Santa Tecla, interrumpiendo lo que, en realidad, es un mismo espacio arqueológico, hasta la cara de poniente del Revellín, donde se hallan las mencionadas cisternas. Entre el rebaje de la línea de disparo y el de la c. de Santa María, en su versión medieval, se pudo excavar un grupo compacto de fondos de habitaciones púnicas y otros elementos constructivos de esta época, tallados (fig. 7) en la roca, que había sido completamente expoliado de piedras, tal vez cuando la construcción de las mencionadas murallas, o incluso antes, cuando se erigió la fortificación medieval. Su proximidad extra muros con las estructuras defensivas, explica el hecho que no se reurbanizara el espacio partir de la época Medieval. Todo el sistema construido orienta sus ejes en relación a las curvas de nivel (aquí, por tanto, N-S, con una ligera desviación hacia el N-NE, y obviamente en sentido perpendicular). Para el análisis funcional es importante, léase clave, incluso, la presencia de una especie de callejón o estrecho pasadizo, con una anchura útil de 1 m, que subía transversalmente y en rampa muy pronunciada, contando en su parte media con tres escalones y, más arriba, dos encajes para una posible puerta (fig. 7, P, lám. II, 1). A la misma altura que el pasadizo, por su parte oriental, y entre este y la cara de poniente del baluarte, se alinean tres ámbitos; el más cercano al pasadizo, dibuja un doble fondo (A.2-3), hecho que podría obedecer a una secuencia constructiva difícil de definir. En conjunto, se trata de una estancia rectangular no lejana al cuadrado. Aproximadamente en su centro arranca una canalización tallada en el fondo rocoso (CN2), que atraviesa la puerta lateral de comunicación con el ámbito 4. Destaca, además, una repisa tallada en el muro posterior de la estancia, –201–

Figura 7. Plano del yacimiento de la c. de S. María (J. Ramon, Á. Martín)

en su centro, pero sin ocupar toda su longitud, que dibuja un escalón y tiene planta de tercio de círculo. En el fondo del A2 existen dos fosas talladas en la roca, la más pequeña, subcircular (FS2), cerca del muro de levante, tal vez un encaje para poste, la segunda (FS3), más al centro del espacio, tiene planta subrectangular y función difícil de discernir. El ámbito 4, tiene planta casi cuadrada y comunica, mediante una puerta, en el muro medianero, con ámbito 7. La escalera EC1, tallada en la roca, parece dirigirse, desde la calle, a otra puerta que le daría acceso exterior, prácticamente en el centro de su muro N, que se halla completamente desaparecido. Como detalle de interés, cabe señalar la canalización CN1, revocada con mortero, que parte del muro del fondo, por el cual se empina y la atraviesa completamente en dirección N-S, desaguando en la posible calle, pasando justo por el costado E de la mencionada escalera. Un pequeño agujero circular (FS1) podría haber soportado un puntal, en el centro del el área septentrional del espacio. El ámbito 7, como se ha dicho comunicado lateralmente con el anteriormente descrito, no puede definirse en su planta completa, puesto que en su parte oriental –202–

está instalada la esquina NO del baluarte de Santa Tecla. Aún así, la parte conservada denota un espacio relativamente amplio y profundo. Cabe señalar que se halló un pavimento arcilloso color marrón oscuro, que cubría el fondo rocoso horizontal, recortado previamente. Por encima del ámbito 4, a un nivel más alto, se observa claramente un corte horizontal en la roca, que con toda evidencia pertenece a un fondo de habitación (A1), sin embargo, sus límites reales se hallan completamente desdibujados, debido a las obras de construcción de la fortaleza renacentista. Cabe remarcar que resulta interesante la alineación de puertas que une lateralmente los ámbitos 2-3, 4 y 7, atravesando la parte central de los muros. Al oeste del pasadizo, y paralelo a este, compartiendo muro medianero, se alinea el ámbito 5, que es muy alargado, de planta subrentangular, con un banco o repisa en escalón, en el fondo, también tallado en la roca, cuya función pudo ser auxiliar (almacenamiento de algún producto), aunque la sala carece de otros detalles especiales. Aparentemente, y ello es sumamente interesante, esta estancia no comunica con las que tiene alrededor, ni con el pasadizo, siendo más que probable un acceso directo desde la calle, tratándose de un dato no exento de connotaciones funcionales, sobre las cuales después se volverá. Por el lado O del anterior, el ámbito 6 tiene planta cercana al cuadrado. Cabe observar que en su costado de poniente, existe otro fondo que le rebasa ligeramente en profundidad, más estrecho, cuyos perfiles se confunden con el 6, sobre todo en cuanto a la separación de ambos. Podría tratarse de la impronta de una estructura habitacional de otra fase y que ambas llegaran a unirse. Sea como fuera, el resultado global es un espacio útil de alrededor 40 m2. En el centro del muro posterior, excavada en la roca y revocada con mortero hidráulico, existe una pequeña cisterna (CT4) de planta subovalada y extremos absidiales. Una canalización revocada con mortero y tallada en la roca (CN4), similar a la observada en el ámbito 4, recorre en vertical el tramo rocoso del muro, y se dirige directamente a esta cisterna. Otra similar (CN3), parte de dicha cisterna y cruza oblicuamente la estancia, en dirección N, para dirigirse sin duda a la calle. Cerca del paramento occidental de baluarte, se identificó la parte baja de otra cisterna (CT3), cuya parte superior fue recortada a raíz de la nivelación renacentista. Es muy alargada, de planta biabsidial y notables dimensiones (alrededor de 5,50 m de longitud), orientada N/NO-S/SE, justo al S del fondo 1. Lamentablemente, como se ha dicho, el substrato rocoso en esta zona fue cortado y nivelado para construcción de la fortaleza renacentista, de modo que es imposible ubicar la cavidad hidráulica en relación al resto de espacios. Como se ha dicho, un profundo corte de dirección E-O se ha interpretado como camino medieval, ya denominado de Santa María, en documentos de esta –203–

época. Aunque es del todo evidente que su estado final en este punto es obra posterior a la Antigüedad, porque deja colgando los frontales de los fondos de estancias 2-7, e incluso las escalerillas de acceso EC1 y EC2, la posibilidad que en este punto existiera una calle resiguiendo las curvas de nivel en época púnica es muy alta. De hecho, aunque se halla afectado también por la fase medieval, es muy probable que un recorte en la roca (V), a una altura parecida a las escalerillas y fondos pertenezca a la vía antigua. Entre la calle medieval y la calle moderna, en la franja N del espacio investigado, se distingue aun corte largo y rectilíneo (L) que tal vez perteneciera al fondo posterior de una alineación de estancias, por tanto en el borde opuesto de la calle antigua, del cual es imposible dar otros datos, puesto que el resto, debido al desnivel con dicha calle podría haber estado construido mediante muros de terraza, habiendo desaparecido por completo todos los vestigios. En síntesis, las evidencias del jardín de la c. de Santa María aportan datos de indudable interés en relación al urbanismo púnico de Ibiza; uno de ellos es mostrar la gran transformación del substrato rocoso, muy inclinado, con la finalidad de conseguir planos horizontales, aunque escalonados. En cuanto a la naturaleza de las construcciones de la c. de Santa María, no existe ninguna razón para sacarlas de un ámbito doméstico, que con toda probabilidad es donde deben situarse. Pero el problema principal, aquí, como en otros puntos de la ciudad alta, es la enorme dificultad en delimitar casas. En todo caso parece obvia la existencia en este punto de una calle antigua, que pudo tener unos 4,30 m de anchura, resiguiendo en paralelo las curvas de nivel, una calle con amplio recorrido histórico posterior. Cabe señalar en la c. de S. María la secuencia apreciada en los cortes, que sin duda es diacrónica y, de hecho, el problema cronológico de este conjunto (igual que sucede en el Hospital Civil y c. Alta) no es el menor de los problemas. En efecto, los estratos hallados aún in situ sobre algunos de los suelos rocosos, que corresponden a momentos finales de la época púnica e inicios del Alto Imperio romano, no arrojan más que fechas ante quem. Como ya se ha dicho, en el Castillo se pudo comprobar que un profundo fondo de habitación tallado en la roca (8453) había sido amortizado en la segunda mitad del siglo IV a.C. Es pues posible que la urbanización del sector de la c. de Santa María, evidentemente posterior a la necrópolis del siglo VI a.C., empezara a configurarse no más tarde del siglo V a.C. En cuanto a la interpretación, recordando que nada hay de seguro, habiendo desaparecido todas las estructuras de mampostería y otros muchos elementos, se pueden plantear distintas posibilidades. Una de ellas, que el callejón, separara, al –204–

menos, dos unidades distintas, que quedarían respectivamente al E (ámbitos 5 y 6 otros más al S desaparecidos) y al O (ámbitos 1-4 y 7 y otros, también más al S e igualmente arrasados), con una cisterna cada una. Otra posibilidad, tampoco descartable, sería que los elementos estructurales señalados, incluida la gran cisterna CT3, pertenecieran a una sola casa, que en este caso contaría con un pasillo de acceso a los niveles superiores, conectado con la vía pública y tendría en conjunto dimensiones notables, con posibles dependencias comerciales, en conexión directa con la calle. Cabe observar también, que si se siguen las interpretaciones utilizadas en lugares como Selinunte y Kerkouane, los A4 y 6, con canalizaciones partiendo de los muros y en uno de los casos además con una cisterna, podrían ser patios. Sin embargo, la precariedad de los datos, repetidamente expuesta, impide toda afirmación concluyente.

2.3. Calle Alta, núm. 8-10 Unos 120 m2 de superficie pudieron ser investigados a raíz de la remodelación de un edificio del siglo XVIII o XIX2 en la parte media del Puig de Santa Lucía (actualmente sa Penya) (fig. 1 núm. 4) (Roig 2009). Se localizaron dos cisternas de morfología tardo-púnica (CT72 y CT105) (fig. 8, lám. II, 4), muy alargadas y con extremos cortos en arco, instaladas en perpendicular. Una tercera cisterna, posiblemente de esta época (CT39), se halla paralela a la CT72, pero sufrió importantes modificaciones de manera que su morfología y dimensiones originales, probablemente similares a las de las otras dos, no son conocidas. La cisterna 72, la única que pudo ser excavada en condiciones, tenía diversas canalizaciones de alimentación en su costado largo septentrional (CN82, 84 y 92), de las cuales se pudieron documentar, en parte, sólo tramos horizontales, fue abandonada y amortizada durante el Alto Imperio. Al mismo tiempo, se apreciaron fondos tallados en la roca (fig.8 ), que definen al menos cuatro estancias, sin que, en ningún caso, pudieran perfilarse en su geometría completa y sin que llegaran cubrir totalmente el espacio excavado, que con toda evidencia era ocupado por otras tantas, pero cuya huella las construcciones posteriores habrían borrado completamente. Se identificaron también diversas oquedades artificiales talladas en el substrato calcáreo, cuya naturaleza es difícil

2. Actuación municipal que cabe calificar de atentado contra el patrimonio histórico.

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Figura 8. Plano de c. Alta núm. 8-10 (J. Roig)

de discernir, y una alineación de tres agujeros circulares, a corta distancia, que, con toda probabilidad, eran encajes para la sujeción de postes. Parece obvio -lo mismo que sucede en el Hospital Civil- que el área de excavación, circunscrita a los límites citados, no corresponde en absoluto a una unidad completa de de vivienda púnica, ni tampoco es seguro que las calles paralelas, que por el N (c. Alt) y por el S (c. de la Vista Alegre), enmarcan la alineación de la Edad Moderna, fueran vías ya en la Antigüedad, a pesar de lo cual estas no podían discurrir muy lejos. –206–

2.4. El Castillo El antiguo recinto del castillo, junto con la yuxtapuesta Almudaina medieval, es un espacio clave, que culmina la acrópolis de Ibiza (fig. 1 núm. 3) que, a pesar de haber sido objeto de un número considerable de excavaciones, desde finales de los años ochenta, hasta la actualidad, el problema, para el caso que ahora interesa, radica en la desconexión de las partes estudiadas, que jamás formaron parte de un plan serio de investigación, en los condicionantes de la enorme superposición histórica de fases edilicias y en la no publicación de la mayor parte de los datos obtenidos, algunos de los cuales, sin embargo, podrán ser utilizados aquí, gracias a la amabilidad de sus excavadores. En la plaza de armas, destaca un sector, construido sin duda en los momentos fundacionales de la ciudad de Ibiza, no lejos del 600 a.C., en el cual dos viviendas, que han podido ser sólo excavadas parcialmente, se hallan separadas por un estrecho callejón o pasadizo, todo ello en un plano muy inclinado (lám. I, 1). Las estancias son rectangulares, de mampostería y técnicamente del todo similares a las observadas en sa Caleta (Ramon, 2007). Cabe destacar que se construyeron mediante muros potentes de aterrazamiento, sin recortar fondos horizontales en el substrato rocoso. Esta urbanística fenicia, sin duda doméstica, a tenor de los materiales muebles hallados, fue también detectada en el sector del patio de la Casa del Gobernador, donde se superponían otros restos constructivos púnicos, entre los cuales una escalera construida con piedras talladas y otros muros, cuya función es difícil de discernir, debido a lo exiguo del espacio excavado y las superposiciones de época romana y posteriores. En el sector 800, junto a la torre VIII, se registró una interesante secuencia (Ramon, 2000, fig. 17-19), caracterizada por un fondo de posible vivienda, profundamente tallado en el substrato calcáreo (8453), sobre cuya vertical, el MR8451, construido en mampostería ordinaria, constituye su alzado. Esta fase constructiva fue completamente amortizada en la segunda mitad del siglo, IV a.C., con la construcción de un potente muro de mampostería (MR8423) (lám. II, 3), construido sobre un alto zócalo (8438), ejecutado con la misma técnica. Se ha especulado que fuera un tramo de construcción defensiva, sin que sea posible tampoco descartar su pertenencia a un edificio importante, cuyas características, en cualquiera de los casos, son desconocidas. Asociado con la destrucción del fondo, se hallaron interesantes fragmentos de revoques de paredes con decoración pintada en la US8438. En este recinto cabe anotar también la documentación, pero siempre incompleta y aislada, de otros fondos de estancias y cisternas. Una de estas últimas –207–

(CT4110), de tipo biabsidial alargado, con un leve acodamiento en su extremo, es (hecho significativo, en el punto culminante donde se implanta) la mayor y más profunda de las documentadas por ahora en la ciudad (Ramon, 2000, fig. 35-38), otras, del mismo tipo, son de dimensiones menores (p. ej. CT1104) y no faltan tampoco del tipo acodado (CT9810) (Ramon, 2000, fig. 27-28). Se detectaron también otros fondos de casas, uno de los cuales (1215) relacionado con un muro de sillares de arenisca (MR1214). En suma, un panorama disperso, como se ha dicho antes.

2.5. Baluarte de San Juan Consecuencia de las obras de ampliación del edificio del Museo de Arte contemporáneo, en el año 2008, en la base del terraplén interior del baluarte renacentista de San Juan, en la parte baja de la ladera septentrional del Puig de Vila (fig. 1 núm. 5), se detectaron interesantes estructuras constructivas pertenecientes a la fase antigua de la ciudad, de las cuales en su momento se publicó una noticia (Gurrea, Martín y Graziani, 2009). La documentación obtenida en la excavación se halla actualmente en proceso de análisis, de modo que no pueden sino emitirse opiniones muy provisionales. Se trata de una secuencia muy larga, cuyo origen, igual que sucede en el Castillo, arranca de los momentos iniciales de la fundación fenicia y se prolonga en uso hasta un momento indeterminado del Alto Imperio romano, cubriendo evidentemente la fase púnica y siendo más tarde lugar de enterramientos andalusíes. De la fase inicial (fig. 9) destaca una alineación E-O, que puede ser reseguida por espacio de unos quince m, aunque con toda evidencia era más larga. Por la parte meridional de este muro (cuya función de muralla no puede aún descartarse) se definen, mediante muros transversales (lám. I, 2), por lo menos tres estancias, una de ellas, la más oriental entre las conservadas rodeada por un potente muro e incluso doble muro. Es muy posible, pues, que por la parte septentrional el muro bordeara con una calle. Todas estas estructuras se hallan construidas con zócalos más o menos altos de mampostería, pero se han encontrado también adobes cuadrangulares de buen tamaño. Las construcciones fenicias quedaron amortizadas a partir del siglo IV a.C., cuando, por encima, en ocasiones aprovechándolas como base de cimentación, se realizó una nueva planificación que sólo tiene en común la orientación idéntica de los muros. Destaca, proyectado NE, el MR50 de notable grosor (casi 1 m) cuyos límites coinciden con los de la obra por el N y con el sector arrasado, por el lado contrario. A este se adosan otros muros, que definen un ámbito cuadrangular –208–

Figura 9. Plano del yacimiento del B. de S. Juan (Á. Martín)

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o rectangular, cuyo cierre meridional no puede definirse. Es muy interesante el elemento cuadrangular con una canalización que se ha interpretado como letrina (lám. II, 3). El resto de estructuras conservadas, que aparentemente a lo largo de los siglos III y II a.C., se adosan a las del siglo IV, definen otras estancias rectangulares o cuadrangulares, algunas completas o casi completas, y otras simplemente de un modo parcial. Existen, además, dos cisternas, ambas con los ejes E-O, orientación idéntica al conjunto de muros; una de ellas con una planta de reducidas dimensiones (CT27), pero de gran profundidad, y la segunda muy arrasada, que debía ser una cavidad casi enteramente construida con mampostería e integrada en el macizo de un suelo elevado, completamente desaparecido.

3. EL ESPACIO DOMÉSTICO EN EL ÁMBITO URBANO DE LA IBIZA PÚNICA No cabe duda que un número considerable de restos arquitectónicos hallados en la ciudad púnica de Ibiza corresponde a construcciones de carácter doméstico (fig. 1). En algunos puntos, como el antiguo Hospital Civil y la calle de Santa María, los espacios excavados son más amplios, pero en otros se reducen a pocos metros cuadrados, cosa que imposibilita totalmente una visión de conjunto de las plantas, hecho agravado por su estado de arrasamiento. A lo largo de las líneas anteriores, ha quedado clara una realidad incontestable: por el momento, es prematura cualquier aproximación al espacio doméstico, puesto que los datos que deberían constituir su base son aún demasiado fragmentarios. En este sentido, es obvio que, no sólo la lectura de plantas completas resulta por ahora imposible, sino que es también problemático el análisis de la naturaleza específica e individualizada de los distintos ámbitos que compondrían las casas ebusitanas, esto último debido igualmente al arrasamiento y expolio de los estratos y estructuras, acontecido a lo largo de secuencias urbanísticas que han proseguido hasta la actualidad. Por establecer una comparativa: ¿Se imaginan, por ejemplo, un estudio vascular moderno, basado en objetos cuya estructura morfológica global y, no se olvide, tridimensional, no fuera conocida ni en el cinco por ciento y que, además, los problemas de atribución secuencial fueran elevados? Pues, exactamente, esto es lo que pasa, por ahora, con unidades amplias y complejas como, sin duda, fueron las domésticas ebusitanas. –210–

Las estructuras arcaicas, localizadas por ahora sólo en el Castillo y en el baluarte de San Juan, responden a típicos esquemas y formas constructivas feniciooccidentales, bien conocidas en la propia Ibiza, gracias al asentamiento fenicio de sa Caleta (Ramon, 2007, entre otros trabajos). Se trata siempre de ámbitos de plantas rectangulares, a veces cercanas al cuadrado. En el caso del Baluarte de S. Juan existe una posible alineación (¿con muralla?), frente a una calle; en el Castillo, un pasadizo muy estrecho y empinado parece separar dos unidades habitadas distintas que no han podido ser excavadas en su totalidad. En realidad, del pleno siglo VI a.C., y más exactamente desde su primera mitad, los datos manejados, cronológicamente hablando, dan un salto y se sitúan no antes del siglo IV a.C. o, a lo sumo, la segunda mitad del siglo anterior. A partir de ahí, resulta inevitable la búsqueda de esquemas similares a los observados en el Mediterráneo central, no se olvide la gran vinculación político cultural con Cartago, manifestada en otros aspectos materiales. Para Kerkouane, M. H. Fantar estableció cuatro tipos básicos de unidades domésticas, denominados de patio central, en enfilada, de planta lineal y de estructura bipartita (Fantar, 1985: 649-676). S. Helas, autora de un amplio estudio sobre el urbanismo y arquitectura púnica en Selinunte, basándose, además, en los datos del resto de las ciudades púnicas, aquí repetidamente citadas, distingue cuatro tipos básicos (Helas, 2009, abb. 4), considerando el patio como elemento discriminador clave -tipo 1 patio central alargado, 2 patio precedido de corredor, 3 patio en esquina frontal conexión exterior directa, 4 patio frontal, conexión directa (id., Abb. 5, 7, 9, 10); a su vez estos tipos se hallan subdivididos en otras variables. Sin embargo, por las razones aludidas, la aplicación a la ciudad de Ibiza de estos esquemas, por ahora resulta difícil. A pesar de todos los problemas, ya puestos sobre la mesa de discusión, que coartan la interpretación de los datos analizados, una serie de consideraciones es objetivamente posible. En cuanto al tamaño de los edificios domésticos, espacios como el Hospital Civil y c. de Santa María podrían reflejar la existencia de casas de un cierto calado. De las plantas superiores de estos edificios, que sin duda existieron, no se sabe absolutamente nada y, es más, tampoco hay datos de ningún género que permitan conjeturar si se superponían casas independientes o, por el contrario, eran unidades de vivienda a diferentes niveles, como es muy típico en los esquemas de las viviendas tradicionales de sa Penya y Dalt Vila, que concentran en los bajos, generalmente tallados también en la roca, espacios de almacén, la cocina, horno de pan, cisterna, cueva para la acumulación de leña y otros elementos y en los niveles altos, comunicados mediante escaleras interiores, habitaciones y ámbitos de otros tipos. –211–

En cuanto a la organización de las casas púnico-ebusitanas, ya se ha dicho que los ámbitos o espacios que han podido ser delimitados, en muchos casos, se hallan demasiado desprovistos de elementos complementarios y datos contextuales par una lectura clara de su función. Por ejemplo, es posible que existieran también dependencias que funcionaran como comercios, de manera similar a lo observado en Cartago y Kerkouane. Al menos, cabe esta posibilidad en el ámbito 5 de la c. de Santa María, con aparente conexión directa con la calle, sin que ello pueda ser llevado más allá de la simple hipótesis. También es sabido que en las repetidamente mencionadas ciudades púnicas del Mediterráneo central los pasadizos de acceso eran un elemento característico, aunque no omnipresente y en Ibiza, pero dejando de lado el pasadizo, o callejón, de la c. de Santa María, no exento de problemas de interpretación, ningún elemento de esta clase se ha identificado por ahora. En cuanto a un espacio clave, como fueron los patios interiores, ya se ha señalado su posible existencia en puntos como el Hospital Civil y la c. de Santa María, en este último caso probablemente en conexión directa con una calle. En todo caso, el problema principal sigue siendo su relación con un total compuesto por otros ámbitos. Tampoco es posible, al menos por ahora, decir gran cosa a propósito de las salas de agua o salas de baño (Mezzolani, 1999; Fumadó, 2007), y a pesar de ello, a la vista de ciudades como Kerkouane, Cartago y Selinunte, cabe señalarlas en Ibiza como de existencia probable. No puede descartarse que fragmentos de opus tesellatum irregular hallados fuera de contexto, de los cuales después se hablará, hubieran pertenecido a instalaciones de este tipo. La problemática de identificación expresada antes debe extenderse al resto de dependencias, como salas de recepción (oecus), cocinas, dormitorios, despensas, etc. Las cisternas, muy numerosas en la ciudad antigua de Ibiza (fig. 1) plantean una serie de cuestiones de sumo interés. Para empezar, ¿debe entenderse que una cisterna equivale a una unidad habitada? Si se observan, por ejemplo, las planimetrías de las manzanas del barrio Aníbal en Byrsa (Lancel y otros, cit.), donde parece evidente que este es aproximadamente el caso, la respuesta es afirmativa. Sin embargo, en la propia Cartago, otros ejemplos dibujan un cuadro distinto; por ejemplo, en el barrio Magón, se han detectado grandes villas urbanas que llegaron a contar hasta con ocho cisternas (Rakob, 1998); en cambio, en el decumano máximo / cardo X, por seis casas documentadas con la planta completa, más otras dos parcialmente, tan sólo se detecta una cisterna (Niemeyer, Docter y Schmidt, 2007). Es evidente que en este sector la mayoría de casas carecía de ellas. Se trata, pues, de datos que invitan a la prudencia o, en cualquier caso, a evitar –212–

evaluaciones simplistas, puesto que el número de estos elementos hidráulicos fue también en función de las proporciones y características de los edificios y de otros factores no siempre claros. Aplicado al caso de Ibiza, podría pensarse que, al menos, dos de las cuatro cisternas del Hospital Civil (fig. 3), pertenecerían a la misma casa, con la condición de aceptar que el hecho que su muy probable interconexión sea el reflejo de una única propiedad. ¿Pertenecían las otras dos también a la misma vivienda? Una respuesta contundente es arriesgada porque, como ya se ha visto, los datos son insuficientes para delimitar las unidades. En cuanto al de c. de Santa María, podría plantearse que la gran cisterna CT3 alimentara el conjunto constructivo, parcialmente identificado, debiéndose ver la cisterna CT4, más pequeña, del ámbito 6a como un elementos simplemente auxiliar, y sin embargo, también es posible que fueran cisternas de propiedades distintas. En cuanto a la c. Alta, ya se ha visto que en un espacio excavado, relativamente pequeño, se identificaron dos cisternas, más una tercera probable. Aquí, de nuevo, los restos estructurales ayudan poco a la delimitación de viviendas distintas y a establecer una relación con dichas cisternas, problema que afecta también la naturaleza de los espacios que las enmarcaban o, como mínimo, de los puntos donde emergían sus brocales. Otra pregunta interesante en relación a estos elementos ¿en que posición se situaban las cisternas con respecto al resto de dependencias? Para empezar, conviene recordar que estos elementos, a veces muy alargados, subyacían por debajo de dos o más estancias. Lo que si es relevante es la posición de los brocales para la extracción de agua. Lamentablemente, y por lo que se refiere a la ciudad antigua de Ibiza, pocos son los casos en los cuales estos pueden relacionarse con en un ámbito concreto. Ello es debido, por una parte, a que muchas cisternas reutilizadas en fechas muy posteriores han podido ser observadas por su interior, pero no las conexiones con los ambientes superiores originales. Por otra, a que sus partes superiores han sido rebajadas, de modo que las estancias que las enmarcaban no han dejado huella, o incluso, en el caso de desaparición de las cubiertas, al hecho que no siempre es fácil situar el punto donde se encontraba el brocal. La CT3208 del Hospital Civil tenía el brocal original justo en el ángulo de una estancia, mientras que el resto de la cavidad subyacía por debajo de una habitación distinta, yuxtapuesta a la anterior. No es fácil, debido al gran arrasamiento del espacio superior, apreciar de que tipo de ambiente se trataba. En la calle de Santa María, la pequeña cisterna se encuentra en fondo de una estancia, seguramente conectada de modo directo con una calle antigua, probablemente un patio.  Es muy probable, por tanto, que los brocales de las cisternas se ubicaran –213–

en patios tal vez no lejos de zonas de baño, del mismo modo que sería lógica su proximidad con las cocinas, que siempre requieren de suministro hídrico.

4. MATERIALES Y TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS Los muros de mampostería arcaicos, están realizados con un doble paramento muy irregular, puesto que se trata de piedras calcáreas de tamaños distintos y prácticamente en estado natural, puede afirmarse que a pesar e tener las lógicas fracturas, estas no están prácticamente retocadas; idéntica técnica se observa en sa Caleta (Ramon, 2007). Por otro lado, no se aprecian fondos horizontales tallados en la roca, sino pavimentos de tierra sobre rellenos, actuando en las partes inclinadas, los muros frontales, como auténticos muros de terraza En cambio, ya se ha visto como en época púnica media, en toda la parte rocosa y fuertemente inclinada de la ciudad alta, son muy típicos los fondos de estancias o ámbitos, total o parcialmente tallados en el substrato calcáreo, de los cuales aquí no se han analizado más que agrupaciones significativas. Esta técnica, sin duda costosa, tenía la doble ventaja de proporcionar piedra para los alzados aéreos, evitando, en los frontales la construcción de muros importantes de terraza, además su solidez, evidentemente, era más elevada. Las proyecciones aéreas de los muros, o al menos sus partes bajas, prolongando en alzado los cortes verticales rocosos, cuando ello procedía, eran de mampostería y de ellas, como se ha visto, se han conservado algunos tramos en la ciudad alta de Ibiza. Se trata de paredes de piedras irregulares calcáreas, de doble paramento, con las caras externas groseramente desbastadas, unidas con morteros arcillosos o tierras rojas de limos y trabadas con ripios. En esta fase los paramentos son mucho más elaborados; a pesar de que continúan siendo un tanto irregulares, las piedras están mejor encajadas y sus caras externas presentan claras muestras de retoques, con el fin de lograr caras más lisas. Llegaron a tener grosores considerables, que se acercan a un metro. Un hecho que se ignora es si estas partes bajas de mampostería eran culminadas en alzado con adobes o muros de tapial, bien atestiguados en otros puntos del mundo púnico. No se han registrado ciudad de Ibiza, por ahora, otros tipos de aparejo, que si aparecen en el área púnica del Mediterráneo central, como el opus africanum y el opus spicatum. Cabe pensar que el uso de la madera debió ser importante en estos edificios. Se ha señalado, en los puntos considerados, la presencia habitual de agujeros circulares en la roca, que pudieron perfectamente ser los encajes de postes. Por –214–

otro lado, es obvio que este tipo de material fue forzosamente utilizado en los techos, a modo de vigas o de elementos vegetales para reforzar las impermeabilizaciones, puesto que es frecuente el hallazgo de materia arcillosa con improntas de estos elementos. No se conoce en la Ibiza púnica el uso de tejas cerámicas de ninguna clase y por ello es más que lícito suponer la presencia de techos planos impermeabilizados con arcillas. Tampoco se tienen datos claros sobre tipos de puertas, dimensiones, características de los  umbrales, sistemas de cierre, ni por supuesto dinteles, y mucho menos aún de ventanas. En los muros, los revestimientos debieron ser frecuentes ya que, a pesar de no haberse conservado prácticamente ejemplos in situ, sí se han hallado numerosos trozos de ellos en contextos antiguos, aunque ya fuera de su posición original. Es el caso del mencionado sondeo del sector 8 del castillo, en un horizonte del siglo IV a.C.. Se trata de mezclas en proporción variable de arcilla con cal y grosores de entre tres y un cm, la cara vista muy pulida, y un acabado casi brillante. Existen pavimentos blancos, pero también pintados con colores rojo almagre y amarillo ocre, que se combinan entre sí formando zonas distintas, con trazas de espatulados. Se han detectado improntas de cuerdas finas sobre este tipo de revoques, utilizadas seguramente como separadores de colores por zonas (Ramon, 2010, fig. 11 d). Otros acabados arquitectónicos significativos fueron hallados en el relleno de amortización de una de las cisternas del baluarte de Santa Lucía (Ramon, 2010, fig. 11 c), estaban hechos básicamente con cal y grava fina rodada, con un estucado y blanqueado exterior. Se trata de elementos que remiten a lo observado en Cartago, donde se utilizó de modo sistemático para embellecer elementos constructivos y arquitectónicos de menor calidad, como cornisas y columnas. Por lo que se refiere a los pavimentos, lo primero que conviene poner de manifiesto es que en la Ibiza púnica existen algunos ejemplos del uso de morteros del tipo signinum (término seguramente impropio, vulgarizado en la literatura científica actual a partir de un parágrafo de Plinio el Viejo, H. N., XXXV, 165). Sin embargo, se trata de masas que mezclan cal con arcilla y en los cuales se insertan .. aleatoriamente algunas piezas de caliza, y no de cerámica, mezclada con cal, esto último muy habitual en la isla a partir de inicios de la Era Imperial romana. Como es sabido, a partir de la opinión de G. y C. Charles-Picard (1958: 5051), que cabía identificar esta clase de pavimentos (y también los teselados, de los cuales después se hablará) con la noticia de pavimenta phoenica o pauimenta punica, deducida de un corrupto pasaje de Festo, según el cual los “pavimentos púnicos”, hechos con mármol numídico, habrían sido, según Catón, introducidos –215–

en Roma. Sin embargo, este término, que ha inspirado el título de varios trabajos específicos (Fantar, 1966, 1978; Lancel, 1985), fue después hábilmente restituido en un marco bien distinto y completamente reinterpretado por Ph. Bruneau. Según este autor, no puede deducirse otra cosa que dichos pavimentos son, a lo sumo, un concepto de plena época imperial (opus sectile) y que Catón, en realidad, no hacía otra cosa que criticar la introducción de lujos en la Roma de su tiempo -y, para colmo, lujos de corte “punicizante”-, como el uso (en general, y no de un género en particular) de pavimentos o, lo que es lo mismo, de “punicizar” mediante esta práctica (Bruneau, 1982: 639-655). Se tienen, aunque como de costumbre fuera de posición original, pruebas de pavimentos musivos, concretamente de mosaicos de tipo tesellatum irregular, hechos con piezas de caliza blanca, a veces de aspecto marmóreo. Un buen número de fragmentos de este tipo de mosaico fue hallado en la excavación del relleno de la torre XXV (Ramon, 2010, fig. 11 a), justo al lado del mencionado solar del antiguo Hospital Civil y también en los rellenos de la torre XVIII, en el nudo oriental del segundo y tercer recinto medieval (Ramon, 2010, fig. 11 b). Un dato significativo es que en el primero de los casos aún conservaban adheridos trozos de gravas calcáreas y margosas, que demuestra que los fondos de casas tallados en este substrato podían estar decorados con este tipo de pavimento. En todo caso, cabe señalar que por encima de los cortes rocosos de los fondos de estancias existían pavimentos de un tipo u otro, aunque han desaparecido en buena parte de los casos. Sin embargo, los pavimentos con una componente esencial arcillosa y los de tierra batida son en Ibiza los más habituales. Sobre el tema constructivo de las cisternas, que merecería un estudio específico debido a su gran número y estado de conservación mucho mejor que el de otros elementos de superficie o aéreos, pueden realizarse las siguientes observaciones. La primera, que se sitúan, como es lógico, por debajo de los niveles de suelo. En el caso de la ciudad alta de Ibiza, estas están excavadas en el substrato natural, cuyas características petrológicas (plegamientos de rocas calizas) en muchas ocasiones condicionan perfiles internos irregulares. Dichos cortes, en la mayoría de los casos, contienen el total de la cavidad subterránea. Sin embargo, en ocasiones, la parte superior es regularizada, buscando una horizontal, que raramente ofrece el plano inclinado de Dalt Vila, donde asentar su necesario cubrimiento, mediante la construcción de muretes laterales de mampostería ordinaria, trabada con tierra arcillosa. La altura de tales muretes depende de factores diversos que se relacionan con el plano original y con los niveles de suelos de las estancias superpuestas. En cuanto a plantas, estas cisternas varían en su forma. En su parte superior se tiende a cerrar al máximo la abertura, mientras que van ensanchándose en sus partes más profundas. 1) Planta rectangular de alargamiento –216–

variable (referido a la proporción longitud anchura) con lados cortos de distinta forma: semicirculares o de cuarto de círculo (absidiales) o incluso de arco aún más atenuado o rectilíneos. Son frecuentes los casos donde ambos extremo son arqueados (biabsidiales), pero también combinando uno curvo y otro recto. 2) Planta acodada, o en “L”, similares al tipo anterior, pero formando en planta un ángulo, que puede ser recto y con los brazos articulados o no, dándose también las combinaciones de tipos de extremos cortos citados para el primer tipo. Los brazos pueden tener la misma longitud o ser más largo uno de ellos. No se han documentado, por ahora, en Ibiza cisternas púnicas tipo botella. En todos los casos, las cubiertas de las cisternas, sobre las cuales existirían los pavimentos de las estancias, se hallan realizadas mediante losas pétreas de caliza o de arenisca, con mayor o menor grado de desbaste y en número variable según el tamaño de estas y de las propias cisternas. Los brocales en el caso de las cisternas de tipo 1 suelen colocarse en uno de los extremos cortos, normalmente en el arqueado caso de ser mixto y en cisternas tipo 2, en la zona de unión de los brazos. Su forma puede ser también absidial, y con construcción envolvente de mampostería. Se observan también importantes variaciones, sobre las formas citadas, en cuanto a la profundidad, que a veces no es proporcional a la planta. En cuanto a su impermeabilización, acabado imprescindible, se trata siempre de revoques de grosor variable, también alisados en su superficie externa, hechos básicamente de arcilla local ocre-amarillenta, que ha veces se mezcló con restos de carbón y cenizas, adquiriendo entonces un aspecto negruzco. Este tipo de impermeabilización afecta, además, las correspondientes canalizaciones de alimentación. Estas últimas están hechas con sección cuadrada y cubiertas por pequeñas losas de piedra, normalmente irregulares, en sus tramos horizontales.

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Lámina I. 1 estructuras fenicias en el Castillo (Arpa Patrimonio); 2 muros fenicios en el B. de S. Juan (A. Martín); 3 gran muro púnico en el sector 8 del Castillo (J. Ramon)

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Lámina II. 1 el pasadizo de la c. de S. María (J. Ramon); 2 fondo de habitación en el Hospital Civil (J. Ramon); 3 posible letrina en el B. de S. Juan (Á. Martín); 4 cisterna púnica en la c. Alta (J. Roig)

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TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA Nº 1

LUCERNAS ROMANAS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por Jorge H. Fernández y Esperanza Manera. Ibiza, 1979. 22 pp. y IX láms. (Agotado)

Nº 2

CERÁMICAS DE IMITACIÓN ÁTICAS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por Jorge H. Fernández y José O. Granados. Ibiza, 1979. 49 pp. y I lám. (Agotado)

Nº 3 BIBLIOGRAFÍA ARQUEOLÓGICA DE LAS ISLAS PITIUSAS. Por Jorge H. Fernández. Ibiza, 1980. 72 pp. Nº 4

EL HIPOGEO DE CAN PERE CATALÀ DES PORT (SANT VICENT DE SA CALA). Por Jorge H. Fernández. Ibiza, 1980. 34 pp. y VIII láms.

Nº 5

IBIZA Y LA CIRCULACIÓN DE ÁNFORAS FENICIAS Y PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL. Por Juan Ramón. Ibiza, 1981. 49 pp., 6 figs. y III láms. (Agotado)

Nº 6

UN HIPOGEO INTACTO EN LA NECRÓPOLIS DEL PUIG DES MOLINS. EIVISSA. Por Jorge H. Fernández. Ibiza, 1981. 34 pp., X láms. y un plano de la necrópolis. (Agotado)

Nº 7

ESCARABEOS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por Jorge H. Fernández y Josep Padró. Madrid, 1982. 249 pp. con figs. y láms.

Nº 8

EL SANTUARIO DE ES CUIERAM. Por Mª. Eugenia Aubet Semmler. Ibiza, 1982. 55 pp. y XXX láms. (Agotado)

Nº 9

URNA DE OREJETAS CON INCINERACIÓN INFANTIL DEL PUIG DES MOLINS. Por Carlos Gómez Bellard. Ibiza, 1983. 26 pp. y I lám.

Nº 10 GUÍA DEL PUIG DES MOLINS. Por Jorge H. Fernández. Madrid, 1983. 242 pp. (Agotado) Nº 11 LA COLONIZACIÓN PÚNICO-EBUSITANA DE MALLORCA. ESTADO DE LA CUESTIÓN. Por Víctor M. Guerrero Ayuso. Ibiza, 1984. 39 pp., 24 figs. y VIII láms. Nº 12 SOBRE ARQUEOLOGÍA EBUSITANA. Por José Mª. Mañá de Angulo. Ibiza, 1984. 174 pp. (Agotado) Nº 13 ESCULTURA ROMANA DE IBIZA. Por Alberto Balil. Ibiza, 1985. 19 pp. y VIII láms. Nº 14 NOTAS PARA UN ESTUDIO DE LA IBIZA MUSULMANA. Por Guillermo Rosselló Bordoy. Ibiza, 1985. 69 pp. (Agotado) –223–

Nº 15 BIBLIOGRAFÍA ARQUEOLÓGICA DE LAS ISLAS PITIUSAS (II). Por Jorge H. Fernández. Ibiza, 1986. 42 pp. (Agotado) Nº 16 AMULETOS DE TIPO EGIPCIO DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por Jordi H. Fernández y Josep Padró. Ibiza, 1986. 109 pp., 7 figs. y XVII láms. (Agotado) Nº 17 LAS PINTURAS RUPESTRES DE SA COVA DES VI SES FONTANELLES. SANT ANTONI DE PORTMAY. (IBIZA). Por Antonio Beltrán, Benjamí Costa y Jordi H. Fernández. Ibiza, 1987. 26 pp., 12 figs. y IX láms. (Agotado) Nº 18 EL SANTUARIO DE LA ILLA PLANA (IBIZA): UNA PROPUESTA DE ANÁLISIS. Por Esther Hachuel y Vicente Marí. Ibiza, 1988. 92 pp., 12 figs. y XXII láms. Nº 19 EL SEPULCRO MEGALÍTICO DE CA NA COSTA (FORMENTERA). Parte I. Por Jordi H. Fernández, Luis Plantalamor y Celia Topp. Parte II. Por Francisco Gómez y José M. Reverte. Ibiza, 1988. 76 pp., 18 figs. y X láms. (Agotado) Nº 20 EPIGRAFÍA ROMANA DE EBUSUS. Por Jaime Juan Castelló. Ibiza, 1988. 118 pp., 2 figs. y XVII láms. Nº 21 EL VIDRIO ROMANO EN EL MUSEO DEL PUIG DES MOLINS. Por Cristina Miguélez Ramos. Ibiza, 1989. 78 pp., 41 figs. y VIII láms. Nº 22 EL VERTEDERO DE LA AVDA. ESPAÑA Nº 3 Y EL SIGLO III D.C. EN EBUSUS. Por Ricardo González Villaescusa. Ibiza, 1990. 112 pp., 38 figs. y III láms. (Agotado) Nº 23 LAS ÁNFORAS PÚNICAS DE IBIZA. Por J. Ramon. Ibiza, 1991. 199 pp., 56 figs. y XXXI láms. (Agotado) Nº 24 I-IV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA. (IBIZA, 1986-89). Por AA.VV. Ibiza, 1991. 259 pp. con figs. y láms. Nº 25 LA CAÍDA DE TIRO Y EL AUGE DE CARTAGO. V JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA. (IBIZA, 1990).Por AA.VV. Ibiza, 1991. 86 pp. con figs. y láms. Nº 26 MARCAS DE TERRA SIGILLATA DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por Jordi H. Fernández, José O. Granados y Ricardo González Villaescusa. Ibiza, 1992. 95 pp., XXII láms. y figs. (Agotado) Nº 27 PRODUCCIONES ARTESANALES FENICIO-PÚNICAS. VI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA. (IBIZA, 1991). Por AA.VV. Ibiza, 1992. 87 pp. con figs. y láms. (Agotado)

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Nº 28- 29 EXCAVACIONES EN LA NECRÓPOLIS DEL PUIG DES MOLINS (EIVISSA). LAS CAMPAÑAS DE D. CARLOS ROMÁN FERRER: 1921-1929. Por Jordi H. Fernández. Ibiza, 1992. 3 Tomos Nº 30 BIBLIOGRAFÍA ARQUEOLÓGICA DE LAS ISLAS PITIUSAS (III). Por Benjamí Costa y Jordi H. Fernández. Ibiza, 1993. 114 pp. (Agotado) Nº 31 NUMISMÁTICA HISPANO-PÚNICA. ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN. VII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (IBIZA, 1992). Por AA.VV. Ibiza, 1993. 168 pp. con figs. y láms. Nº 32 EL POZO PÚNICO DEL «HORT D’EN XIM» (EIVISSA). Por J. Ramon. Ibiza, 1994. 83 pp. con figs. láms. (Agotado) Nº 33 CARTAGO, GADIR, EBUSUS Y LA INFLUENCIA PÚNICA EN LOS TERRITORIOS HISPANOS. VIII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (IBIZA, 1993). Por AA.VV. Ibiza, 1994. 163 pp. con figs. y láms. (Agotado) Nº 34 MONEDA I MONEDES ÀRABS A L’ILLA D’EIVISSA. Por Fèlix Retamero. Ibiza, 1995. 70 pp. con figs. y láms. (Agotado) Nº 35 LA PROBLEMÁTICA DEL INFANTICIDIO EN LAS SOCIEDADES FENICIO-PÚNICAS. IX JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIOPÚNICA. (EIVISSA, 1994). Por AA.VV. Ibiza, 1995. 90 pp. con figs. y láms. (Agotado) Nº 36 LAS CUENTAS DE VIDRIO PRERROMANAS DEL MUSEO ARQUEOLOGICO DE IBIZA Y FORMENTERA. Por Encarnación Ruano Ruiz. Ibiza, 1996. 101 pp. con figs. y láms. a color. Nº 37 VIDRIOS DEL PUIG DES MOLINS (EIVISSA). LA COLECCIÓN DE D. JOSÉ COSTA “PICAROL”. Por AA.VV. Ibiza, 1997. 130 pp. con figs. y láms. a color. Nº 38 PROSPECCIONES GEO-ARQUEOLÓGICAS EN LAS COSTAS DE IBIZA. Por Horst D. Schulz y Gerta Maass-Lindemann. Ibiza, 1997. 62 pp., con figs. y láms. Nº 39 FE-13. UN TALLER ALFARERO DE ÉPOCA PÚNICA EN SES FIGUERETES (EIVISSA). Por Joan Ramon Torres. Ibiza, 1997. 206 pp. con figs. y láms. Nº 40 EIVISSA FENICIO-PÚNICA. X JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 1995). Por AA.VV. (En prensa) Nº 41 RUTAS, NAVÍOS Y PUERTOS FENICIO- PÚNICOS. XI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 1996) Por AA.VV. Ibiza, 138 pp. con figs. y láms.1998. (Agotado) –225–

Nº 42 MISCELÁNEAS DE ARQUEOLOGÍA EBUSITANA. Por Benjamí Costa y Jordi H. Fernández (Eds.). Ibiza, 1998. 216 pp. con figs. y láms. Nº 43 DE ORIENTE A OCCIDENTE: LOS DIOSES FENICIOS EN LAS COLONIAS OCCIDENTALES. XII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 1997). Por AA.VV. Ibiza, 1999. 135 pp. con figs. y láms. Nº 44 LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA EN IBERIA. XIII JORNADAS DE ARQUEOLOGIA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 1998). Por AA.VV. Ibiza, 2000. 127 pp. con figs. y láms. Nº 45 NECRÓPOLIS RURALES PÚNICAS EN IBIZA. Por Miquel Tarradell (†) y Matilde Font (†), con la colaboración de Mercedes Roca, Jorge H. Fernández, Núria Tarradell-Font y Catalina Enseñat. Ibiza, 2000. 258 pp. con figs y láms. Nº 46 SANTUARIOS FENICIO-PÚNICOS EN IBERIA Y SU INFLUENCIA EN LOS CULTOS INDÍGENAS. XIV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA,1999). Por AA.VV. Ibiza, 2000. 200 pp. con figs y láms. Nº 47 DE LA MAR Y DE LA TIERRA. PRODUCCIONES Y PRODUCTOS FENICIO-PÚNICOS. XV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIOPÚNICA (EIVISSA 2000). Por AA.VV. Ibiza 2001. 160 pp. con figs. y láms. Nº 48 LA FORMA EB. 64/65 DE LA CERÁMICA PÚNICO EBUSITANA. Por Ana Mezquida Orti. Ibiza 2001. 250 pp. con figs. y láms. Nº 49 LA CERÀMICA DE YABISA. CATÀLEG I ESTUDI DEL FONS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA. Por Helena Kirchner. Ibiza, 2002. 484 pp. con figs. y láms. Nº 50 LA COLONIZACIÓN FENICIA EN OCCIDENTE. ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN EN LOS INICIOS DEL SIGLO XXI. XVI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2001). Por AA.VV. Ibiza 2002. 148 pp. con figs. y láms. Nº 51 CONTACTOS EN EL EXTREMO DE LA OIKOUMÉNE. LOS GRIEGOS EN OCCIDENTE Y SUS RELACIONES CON LOS FENICIOS. XVII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2002). Por AA.VV. Ibiza 2003. 148 pp. con figs. y láms. Nº 52 MISCELÁNEAS DE ARQUEOLOGÍA EBUSITANA (II). EL PUIG DES MOLINS (EIVISSA): UN SIGLO DE INVESTIGACIONES. Por Benjamí Costa y Jordi H. Fernández (Eds.). Ibiza, 2003. 332 pp. con figs. y láms. –226–

Nº 53 CAN CORDA. UN ASENTAMIENTO RURAL PÚNICO-ROMA NO EN EL SUROESTE DE IBIZA. Por Rosa Mª Puig Moragón, Enrique Díes Cusí y Carlos Gómez Bellard, Ibiza, 2004. 175 pp. con dibujos y fotografías en blanco y negro y una lámina en color. Nº 54 COLONIALISMO E INTERACCIÓN CULTURAL: EL IMPACTO FENICIO PÚNICO EN LAS SOCIEDADES AUTÓCTONAS DE OCCIDENTE. XVIII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2003). Por AA.VV. Ibiza 2004. 208 pp. con figs. y láms. Nº 55 UNA APROXIMACIÓN A LA CIRCULACIÓN MONETARIA DE EBUSUS EN ÉPOCA ROMANA. Por Santiago Padrino Fernández. Ibiza 2005. 188 pp. con láms. Nº 56 GUERRA Y EJÉRCITO EN EL MUNDO FENICIO-PUNICO.XIX JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2004). Por AA.VV. Ibiza 2005. 194 pp. con figs. y láms. Nº 57 LAS NAVAJAS DE AFEITAR PÚNICAS DE IBIZA. Por Beatriz Miguel Azcárraga. Ibiza, 2006. 311 pp. con láms. Nº 58 ECONOMÍA Y FINANZAS EN EL MUNDO FENICIO-PÚNICO DE OCCIDENTE. XX JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2005). Por AA.VV. Ibiza 2006. 130 pp. con figs. y láms. Nº 59 MAGIA Y SUPERSTICIÓN EN EL MUNDO FENICIO-PÚNICO XXI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2006). Por AA.VV. Ibiza 2007. 200 pp. con figs. y láms. Nº 60 EL DIOS BES: DE EGIPTO A IBIZA. Por Francisca Velázquez Brieva. Ibiza, 2007. 258 pp. con figs y láms. Nº 61 ARQUITECTURA DEFENSIVA FENICIO-PÚNICA XXII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2007). Por AA.VV. València, 2008. 190 pp. con figs. y láms. Nº 62 AMULETOS PÚNICOS DE HUESO HALLADOS EN IBIZA. Por AA.VV. València, 2009. 296 pp. con figs. y láms. Nº 63 EL DEPÓSITO RURAL PÚNICO DE CAN VICENT D’EN JAUME (SANTA EULÀLIA DES RIU, IBIZA). Por José Pérez Ballester y Carlos Gómez Bellard. València, 2009. 176 pp. con figs. Nº 64 INSTITUCIONES DEMOS Y EJERCITO EN CARTAGO. XXIII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2008). Por AA.VV. València, 2009. 180 pp.

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Nº 65 ASPECTOS SUNTUARIOS DEL MUNDO FENICIO-PÚNICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. XXIV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2009). Por AA.VV. València, 2010. 136 pp. con figs. Nº 66 YÕSERIM: LA PRODUCCIÓN ALFARERA FENICIO-PÚNICA EN OCCIDENTE. XXV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2010). Por AA.VV. València, 2011. 264 pp. con figs. y láms. Nº 67 SAL, PESCA Y SALAZONES FENICIOS EN OCCIDENTE. XXVI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2011). Por AA.VV. València, 2012. 216 pp. con figs. Nº 68 LA MONEDA Y SU PAPEL EN LAS SOCIEDADES FENICIO-PÚNICAS. XXVII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2012). Por AA.VV. València 2013. 224 pp. con figs. y láms. Nº 69 AMULETOS DE ICONOGRAFÍA EGIPCIA PROCEDENTES DE IBIZA. Por AA.VV. València, 2014. 728 pp. con figs y láms.

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