Arqueología del vino en la tardía antigüedad y su pervivencia en la Edad Media. El caso del lagar de la Fuente del Pinar de Yecla (Murcia)

July 25, 2017 | Autor: Liborio Ruiz Molina | Categoría: Arqueología romana / Roman archeology, Yecla, Vias Romanas, Vino
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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID. VARIA 8. El vino en época Tardoantigua y Medieval Madrid 2008, pp. 413-430

ARQUEOLOGÍA DEL VINO EN LA TARDÍA ANTIGÜEDAD Y SU PERVIVENCIA EN LA BAJA EDAD MEDIA. EL CASO DEL LAGAR DE LA FUENTE DEL PINAR DE YECLA (MURCIA) LIBORIO RUIZ MOLINA ARQUEÓLOGO-DIRECTOR MUSEO ARQUEOLÓGICO MUNICIPAL DE YECLA (MURCIA)

RESUMEN La presente comunicación pretende dar a conocer la existencia de un antiguo lagar de época romana, hallado como consecuencia de las campañas de excavaciones arqueológicas efectuadas entre los años 1999 y 2000 en el paraje denominado La Fuente del Pinar de Yecla (Murcia). Su estudio se contempla en el marco contexto arqueológico de marcado carácter rural, cuyo paisaje, en torno a la producción vinaria y cerealista, queda estructurado en torno a cuatro grandes "villas rústicas", cuya vida se iniciaría a fines del siglo II a.C. y concluiría en el tránsito del siglo V al VI de nuestra era. Estas instalaciones mantuvieron su pujanza económica aún en época tardía, sin lugar a dudas por su proximidad al trazado viario de primer orden que unía Cástulo con Játiva por el interior, lo que en otro tiempo fue el camino de Aníbal. El lagar muestra evidencias de haber sido reutilizado con posterioridad a este momento inicial, en concreto a partir del siglo XV. Palabras clave: lagar, arqueología romana, producción de vino, vías de comunicación, Murcia.

ABSTRACT This work aims to present the existence of an old wine press from the Roman period found after the archaeological excavations made between 1999 and 2000 in La Fuente del Pinar de Yecla (Murcia). It must be studied in a context of a distinct rural character, marked by the production of wine and cereals, and surrounded by four big rustic villae, whose life began at the end of the 2nd century BC, and ended at some point between the 5th and 6th century of our era. These installations maintained their economic strength, even in the late period, undoubtedly due to its proximity to a main road network, as was the one joining Cástulo with Játiva, road that once was named as "camino de Aníbal". The wine press shows evidences of having been used after this initial period, particularly from the fifteenth century. Keywords: wine press, roman archaeology, wine production, communication roads, Murcia.

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Entre los años 1999 y 2000 se procedió a la excavación arqueológica de los restos arqueológicos arquitectónicos, a priori de filiación romana, apreciables en superficie sobre un pequeño promontorio junto a las casas albergue del paraje denominado Fuente del Pinar. Los restos cerámicos y metálicos que podían advertirse en superficie reforzaban la consideración de su filiación, vislumbrándose la posibilidad de que pudiésemos estar ante las instalaciones de una explotación agrícola de época alto imperial, ampliando con ello la nómina de yacimientos romanos que, diseminados por el término municipal de Yecla, vinieron a vertebrar su territorio al amparo del trazado de viario de primer orden, como era el que discurría entre Saetabi y Cástulo y en concreto el tramo que cubría entre las estaciones Ad aras y ad Palem. La memoria preliminar de los trabajos arqueológicos que se realizaron se publicó en Memorias de Arqueología, que edita la Dirección General de Cultura a través del Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma de Murcia. Aquel trabajo, revisado, es la base del contenido de la presente ponencia que no pretende más que mostrar la actividad vinícola en la comarca en base al estudio de un lagar construido en el siglo I de nuestra era y que se mantuvo activo, al menos hasta fines del siglo IV o principios del siglo V y que con posterioridad será reutilizado a partir de la segunda mitad del siglo XV, sin que podamos establecer el momento preciso de su abandono, que estimamos no debió producirse antes del siglo XVIII (Ruiz Molina, 2007, 345-354). El yacimiento arqueológico de la Fuente del Pinar de Yecla (Murcia) se localiza en las proximidades del paraje denominado de Las Tobarrillas, al pie de la Sierra de la Lacera en su lado sur. Sus coordenadas de situación son: 38° 43' 20" latitud norte y 1o 7'20" longitud oeste, correspondiendo a las UTM X663116Y428.7159- La altitud sobre el nivel de mar es de 720 metros y queda orientado de oeste a este, contando con una extensión aproximada de una hectáreas. La distancia al casco urbano de la actual ciudad de Yecla es de 15 kilómetros en dirección noreste, accediendo a él por la carretera comarcal 3223 que une las poblaciones de Yecla y Almansa hasta el punto kilométrico 12 desde donde la carretera local A-14 que conduce en dirección este a la localidad de Caudete (Albacete) permite el acceso al yacimiento, situado en un pequeño promontorio, como ya se indicó, al nordeste de un estanque que surte de agua a las casas de labor. En razón de los restos arqueológicos visibles en superficie el yacimiento fue divido en dos sectores: • Sector oeste. Denominado sector II situado en las proximidades del estanque de agua, donde se apreciaban restos de construcciones pertenecientes a un edificio, aparentemente de gran formato en cuanto a su tamaño y cuya planta parecía ser rectangular. • Sector este. Denominado sector I situado en la parta alta del promontorio, mostrando una mayor concentración de restos arquitectónicos y donde los restos de lienzos de muros, de clara factura romana, se alzaban en superficie 0,40 metros por término medio. En ambos sectores se recogieron abundantes muestras de cerámicas adscritas a producciones romanas comunes, TSH, TSCA, TSCC, TSCD. También materiales cerámicos pertenecientes a tégulas o recipientes cerámicos de gran formato tipo dolia y restos de escoria de hierro (figura 1).

EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO El yacimiento arqueológico de la Fuente del Pinar queda situado en las proximidades de la vía romana, concretamente a un kilómetro en dirección sureste del trazado actual ("Traviesa de Caudete") que unía las estaciones Ad Aras y Ad Palem, (Silleres, 1977, 31-77; Brotons Yagüe y otros, 198o, 75-83; Ruiz Molina y Muñoz López, 1986, 67-74) y que es documentado en los denominados Vasos de Vi-

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Figura 1.- Plano de situación y zonificación.

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Figura 2.- Casa de la Cultura de Yecla (Murcia). carello, fechados en el siglo I de nuestra era1. Esta circunstancia hacía pensar a priori que el yacimiento podría obedecer a un tipo de instalación propia de lo que se concibe como villa rustica, dedicada a la explotación agrícola fundamentalmente, sin destacar la posibilidad de alguna otra de corte industrial, que pensamos de marcado carácter local, en función a las elevadas muestras de escoria de hierro que hemos documentado en buena parte de la extensión, lo que podría estar indicando la existencia de hornos de fundición dedicados a la fabricación de herramientas y/o aperos agrícolas. El ámbito geográfico en el que se localizaron las instalaciones romanas de la Fuente del Pinar vienen a estructurarse en cuatro grandes villae rústicas localizadas en los parajes de Los Torrejones, Casa de la Ermita (Amante Sánchez y otros, 1993, 165-206; Ruiz Molina, 1988, 565-598; 1995, 134-152), El Pulpillo (Iniesta Sanmartín, 1993, 25-35) y Marisparza (Brotons Yagüe, 1993, 156-164; Ruiz Molina, 1987, 7-8). Las mansio de Casa de las Cebollas (Ruiz Molina y Muñoz López, 1987, 107-111; Ruiz Molina, 1988a, 11) y Casas de Almansa (Ruiz Molina, 2000, 58) situadas junto al trazado viario completarían el paisaje rural de la época. Los cuatro centros de producción agrícola referenciados y por añadido las dos estaciones viadas, obedecen a las siguientes características generales:

1 Conviene recordar que los vasos de Vicarello o Apolinares son cuatro, tienen forma cilindrica y están fabricados en plata. Fueron hallados en el año 1852 en los Baños de Vicerello (Italia), en las antiguas termas Aquae Apollinares, lugar donde se erigía un templo en honor a Apolo, cerca de la ciudad de Roma. En la superficie exterior de los vasos viene grabado en cuatro columnas el itinerario de Cádiz a Roma, siendo necesario para realizarlo emplear entre 104 y 110 etapas, marcando las distancias entre ellas en millas romanas. Los vasos están fechados en el primer tercio del siglo I d.C. y casi con toda probabilidad debió tratarse de una ofrenda efectuada por un devoto hispano natural de Cádiz.

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Figura 3.- Plano de situación de las villae rústicas en término municipal de Yecla. • Están situadas en zonas de llanura con grandes extensiones de terreno cultivable, buenas infraestructuras viadas y suficiencia en recursos hídricos. • El componente poblacional indígena debió ser muy marcado si nos atenemos a los elevados porcentajes de cerámicas de tradición ibérica que han podido ser documentados. • Parece adivinarse en los cuatro establecimientos un momento de recesión en torno a mediados del siglo III d.C. Los bajos porcentajes de Terra Sigillata Clara C que han sido registrados es sintomático de tal consideración. • El momento de mayor desarrollo económico para el conjunto se centra entre fines del siglo III y primera mitad del siglo IV. Para el caso del yacimiento de los Torrejones (única villa rustica excavada hasta el momento), y como veremos más adelante, esta secuencia cronológica coincide con el momento de ampliación de las instalaciones y con el registro de materiales muebles más suntuosos: presencia de mármoles decorados, estucos, mosaicos, etc. • Tres de las villae. Pulpillo, Marisparza y Casa de la Ermita muestran el mismo momento de abandono, en torno a comienzos del siglo V. Tan sólo Los Torrejones muestra continuidad a lo largo de esta centuria y al menos hasta comienzos de la siguiente, periodo en el que se dota a las antiguas instalaciones de una línea de fortificación de cierta envergadura. Probablemente y a lo largo del siglo V el hábitat poblacional en este territorio, que había sido de carácter disperso, pase a ser de clara tendencia a la concentración en torno a esta instalación fortificada. Conviene señalar que la obra de fortificación tardo romana de Los Torrejones, al igual que una parte de las antiguas instalaciones agrícolas, será reutilizada a partir del último cuarto del siglo XII y hasta al menos el último cuarto de siglo XIII, coincidiendo con el periodo de unificación almohade y tercer periodo de taifas postalmohades, en se convertirá en una torre de alquería (figura 3).

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EL ÁMBITO POBLACIONAL Y SU MARCO CRONOLÓGICO

LA VILLA ROMANA DE MARISPARZA La villa romana de Marisparza se localiza al norte del término municipal de Yecla, al pie de la Sierra de la Lacera y viene a dominar un amplio valle corredor que pone en contacto la Meseta Sur con el Levante peninsular, a través del cual discurría el tramo viario romano referenciado en los vasos de Vicarello. (Brotons Yagüe y otros, 1988, 75-83; Ruiz Molina y Muñoz López, 1988, 67-74). En el año 1987 se practicaron excavaciones arqueológicas de urgencia (Brotons Yagüe, 1993, 156164) ante el hallazgo fortuito de materiales arqueológicos de cierta consideración como consecuencia de las labores agrícolas de desfonde que por aquel entonces se estaban realizando. Tras la campaña de excavaciones vinieron a confirmarse las consideraciones de índole cronológica y poblacional que ya se tenían sobre la base de las prospecciones arqueológicas que se habían ido efectuando entre los años 1984 y 1987. Se confirmaba, entre otras consideraciones, el marcado componente indígena avalado por los elevados porcentajes cerámicos ajustados a lo que venimos a definir como cerámicas de tradición ibérica, sumándose a ello el hallazgo de un fragmento de pared de Terra Sigillata Hispánica de incierta asignación formal (asociadas probablemente a formas Drag. 29/27) que portaba un grafito inciso en lengua íbera (Ruiz Molina, 1988, 578)2. Las producciones de Terra Sigillata Sudgálica cuentan también con una elevada presencia, predominando las formas Darg. 18 y 15/17. Cabría destacar entre ellas un fondo de Drag. 18 con grafito inciso PIRI, un fragmento de pared de forma no identificada con grafito inciso TII y un fragmento de fondo Drag. 18 con sigillum de lectura incompleta ...N..., al que habría que añadir el hallado durante las excavaciones arqueológicas perteneciente a un fondo forma Drag. 18/31 con sigillum OF MERC (fabricante Mercator), que produjo esta serie cerámica durante el periodo domiciano-trajaneo en los centros de producción de Grafausenque y Benassac (Brotons Yagüe, 1993, 160). En cuanto a las producciones de Terra Sigillata Hispánica, también presentes aunque en menor cuantía, predominan las formas Drag. 29 y 27 y complementan junto a las producciones anteriores la secuencia de ocupación de esta instalación correspondiente a los inicios del asentamiento y primer desarrollo de la villa entre los siglos I al II d.C. La continuidad hasta la primera mitad del siglo III d.C. vendría indicada por la presencia, también significativa, de producciones pertenecientes a series africanas como la Terra Sigillata Clara A, donde el predominio sería las formas I layes 31 y 3, para mostrar una muy insignificante presencia de Terra Sigillata Clara C, sintomático, quizá, de un momento de recesión económica. La recuperación o reactivación de este centro de producción agrícola se produciría a partir de fines del siglo III y sobre todo ya entrado el siglo IV tal y como se evidencia con la elevada presencia de Terra Sigillata Clara D y la importante presencia también, aunque en menor cuantía, de cerámica Lucente, destacando entre estos últimos un fragmento de pared decorado basándose en ruedecillas y otros con incisiones triangulares. El periodo comprendido entre comienzos del siglo II y la primera mitad del siglo III correspondería al momento de mayor desarrollo de la villa, según se advierte en la ampliación de instalaciones documentada en el área XIII de excavación donde es acondicionada una zona de paso o tránsito a modo de calle y a base de un empedrado de ejecución muy tosca (Brotons Yagüe, 1993, 160; Ruiz Molina, 1995).

2 La trascripción de grafito parece responder a " S Ca Ca i m ba mon? mom?"

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LA VILLA ROMANA DE EL PULPILLO

El yacimiento cuenta con tres áreas diferenciadas desde el punto de vista arqueológico. La primera de ellas es un cerro de poca altura y planicie en su cima, donde se han recogido muestras cerámicas y material lítico asociados a un posible recinto fortificado adscrito a la Edad del Bronce (mediados II milenio a.C). La segunda área se encuentra en la ladera de este cerro a pie de monte donde parecen localizarse varios hornos para la elaboración de piezas cerámicas cuyo origen pudo ser ibérico (siglo IV/III a.C), manteniendo activa su producción al menos hasta el siglo IV d.C. (Iniesta Sanmartín, 1993, 25-35). La tercera y última, y la que más nos interesa para el presente trabajo es la necrópolis tardorromana, excavada parcialmente por urgencias en el año 1985, puso al descubierto un conjunto de nueve sepulturas excavadas en roca y cubiertas con tégulas. Tan sólo una de ellas presentaba ajuar, compuesto en este caso por un vaso de Terra Sigillata Hispánica Tardía con forma asociable a la Drag. 37 y cuya cronología nos podría situar a fines del siglo III y principios del siglo IV d.C. El esquema poblacional viene a repetirse, en líneas generales, con el propuesto para la Marisparza, con la diferencia de que en el caso del Pulpillo la impronta indígena es más marcada desde época prerromana. Así lo parece evidenciar la presencia de cerámicas áticas de barniz negro y la abundancia de materiales cerámicos que apunta al periodo clásico ibérico, es decir, entre los siglos V al III a.C. Los alfares de El Pulpillo debieron originar su actividad alfarera al socaire del santuario ibérico del Cerro de los Santos, que está situado a escasa distancia de lugar. La continuidad en época bajo republicana, con presencia de producciones campanienses A y B, y la marcada presencia de producciones cerámicas de marcada tradición indígena, parecen indicar que la tradición alfarera se mantuvo como actividad más importante de este emplazamiento, al menos hasta el siglo IV d.C. Probablemente, la producción de estos alfares debió circunscribiere a ámbito local. Las producciones romanas identificadas en el yacimiento apuntan a la presencia, aunque en menor cuantía de Sudgálicas con relación a Marisparza, predominando las formas Drag. 27 y en menor cuantía las formas 18 y 4/22. Las producciones hispánicas son menos representativas mostrando probablemente y casi de exclusivo las formas Ritt 9. Las producciones africanas muestran un claro predominio de las Claras tipo A siendo frecuentes las formas Hayes 9b/Lamb. 2 y en menor medida Hayes 23a/Lamb.lO, Hayes 2 y Hayes 3a. La escasez de muestras de Claras del tipo C, en este caso con formas predominantes Hayes 50/Lamb. 40, parecen mostrar ese periodo de recesión o crisis que ya apuntamos en torno a mediados del siglo III, sin que advirtamos, como es el caso de Marisparza, el momento de recuperación en torno a fines del siglo III y principios del siglo IV; en El Pulpillo los registros de Claras D, con predominio Hayes 6l y 62, y las hispánicas tardías, muestran unos índices de presencia más bajos, incluso, que los arrojados por las Claras C (Ruiz Molina, 1995).

LA VILLA ROMANA DE LOS TORREJONES Se trata sin duda de la villa romana de mayores proporciones y la mejor conocida del conjunto. (Gil Pérez de Ortega, 1768; Espinalt y García, 1778, 163-165; Lozano, 1797, 110-112; Ford, 1845, 105-106; Giménez Rubio, 1865, 18-19, 39-47; Lasalde, 1881,18; Ibáñez Maestre, 1900; González Simancas, 1907, 531-536; Belda, 1975, 292; Gorges, 1979, 319; Nieto Gallo, 1986, 36-38; González Blanco, 1986, 63-74). Las campañas arqueológicas efectuadas de manera sistemática en tiempo reciente (Amante Sánchez y otros, 1993)3, nos han permitido establecer cinco fases de ocupación. La primera fase correspondería a un pasillo y dos estancias de planta rectangular que nos situaría en el siglo I a.C. Sobre estas construcciones y en disposición ortogonal aparecen las nueve habitaciones y la balsa o estanque cons-

3 También en los años 1999, 2001 y 2007 se han venido efectuado excavaciones de urgencia dirigidas por Liborio Ruiz Molina que han determinado con mayor precisión las distintas fases constructivas de esta villa romana.

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Figura 4.- Bajorrelieve de las uvas. Los Torrejones. Museo Arqueológico de Murcia. truido con opus signinum y que corresponderían a la segunda fase o momento de ocupación fechado entre los siglos I-III d.C. Adosadas a éstas y en su lado este se localizan las estructuras arquitectónicas pertenecientes la tercera fase y que corresponden a una torre de planta cuadrada en exterior (octogonal en el interior) y tramo de muralla que viene a encintar las construcciones adscritas a la segunda fase de ocupación. Esta tercera fase se fecha entre los siglos IV/V de nuestra era a las que añadimos los restos conservados del arranque de un torreón de planta cuadrada instalado junto a la balsa de opus signinum antes referenciada. Por lo que respecta a la cuarta fase de ocupación vendría marcada por una estructura de planta rectangular adosada en el exterior de la muralla del siglo IV/V, actuando como refuerzo de ésta. Estas nuevas obras de fortificación debieron efectuarse entrado ya el siglo VI. A lo largo de esta centuria estimamos hubo de producirse el abandono definitivo del lugar, coincidiendo con la primera fase de ocupación humana debidamente contextualizada que hemos podido documentar en tiempos históricos para el Cerro del Castillo, que en la actualidad sirve de emplazamiento a la actual ciudad de Yecla. En cuanto al último momento de ocupación como hábitat estable para Los Torrejones lo hemos podido constatar entre la segunda mitad el siglo XII y el segundo tercio del siglo XIII, en el que el lugar se convertirá muy probablemente en una torre de alquería, siendo para ello reutilizada una parte de las antiguas instalaciones de villa rústica romana, así como también sus sistemas defensivos e hidráulicos. Los materiales hallados en el transcurso de las excavaciones han sido muy abundantes y de extraordinaria calidad. Destacaríamos entre ellos el mosaico tardo romano polícromo (teselas amarillas, blancas negras, rojas y verdes) cuya superficie se estima en unos 20 metros cuadrados en el que el motivo que se representa es geométrico, mostrando la orla exterior un meandro de esvásticas combinadas en doble T. La composición central se configura en cuadróbulos de cuadrados de cuatro peltas apuntadas a cada lado. Los cuadrados contienen en su interior de manera alternativa la cruz de Malta y un cuadrado de lados escalonados. En los intervalos entre las peltas aparecen florecillas de teselas negras sobre fondo blanco. Para el doctor Sebastián Ramallo ha establecido paralelos en Aquileya, Itálica, Moncada, Rielves y Uxama, indicando que el tema de las esvásticas dobles parecen tener un origen itálico, difundiéndose por las provincias entre el siglo II y III d.C, perdurando ya bien entrado el siglo IV d.C. En cuanto al motivo central, señala que es muy frecuente, especialmente en las provincias africanas desde finales del siglo II d.C. y en el norte de Italia a partir del siglo IV d.C. Con el mismo motivo decorativo nos encontramos con la variante de los mosaicos de la villa de los Cipreses de Jumilla, aunque el paralelo más exacto se encuentra en Milán en uno de los mosaicos hallados en 1877 en el Palacio de Estampa-Sucino (Ramallo Asensio, 1985, 149-151).

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Destacables son también el conjunto de mármoles decorados hallados en el yacimiento entre los que destacan la mitad superior de Hércules barbado y con piel de león (Jorge Aragoneses, 1956, 55), un fragmento de sarcófago paleocristiano en mármol donde se representa el tema del "Reparto del Trabajo" (Sotomayor Muro, 1973, 82-83) y un fragmento de placa de mármol blanco con vetas rosáceas con decoración en bajorrelieve donde se representa una parra en disposición serpenteante de la que brotan, alternando a ambos lados pámpanos, racimos de uvas y zarcillos (Jorge Aragoneses, 1973, 49)- Las tres piezas se encuentran en la actualidad depositadas en el Museo Arqueológico de Murcia y vienen a situarse entre los siglos III al IV d.C. (figura 4). A ellas habría que añadir tres piezas más de interés que se encuentran depositadas en el Museo Arqueológico Municipal de Yecla. Nos referimos en primer lugar a un fragmento de sarcófago pagano en mármol blanco cuya representación es una escena de banquete, cuya cronología habría que situarla a fines del siglo III y comienzos del siglo IV d.C. (González Blanco, 1986, 68-70). Dos placas de mármol blanco con vetas rosáceas decoradas en bajorrelieve, una con la representación de los cuartos traseros de un cuadrúpedo sin determinar en la parte inferior y un pequeño perro en la parte superior, mostrándose un tronco de parra con pámpano y racimo de uvas (Ruiz Molina, 1995,149) y la segunda con la representación de un pequeño pájaro, identificado con un verderón que se posa sobre una rama de roble donde penden tres bellotas. Si nos atenemos al trato o estilo de la labra de las hojas del roble y los pámpanos de la placa ya referenciada del Museo de Murcia donde se representa los racimos de uvas parecen indicar su pertenencia a un mismo momento cronológico y que en alguna ocasión consideré de manera errónea una adscripción en el tránsito entre los siglos I al II d.C. (Ruiz Molina, 2007, 83-86). En el transcurso de las excavaciones de urgencia efectuadas en los años 1999 y 2001 4 fueron exhumados 1.141 fragmentos de estucos decorados sobre los que se efectuaron trabajos de limpieza y conservación5, previo análisis y estudio arqueológico y de los que resultó una primera clasificación del conjunto en función a los motivos y estilos decorativos, y su ubicación o situación en el espacio de habitación en el que fueron hallados6. De manera que cabrían distinguir cuatro grupos bien diferenciados: • Grupo A. Pertenecientes a esquina de encuadramiento inferior derecho e un panel rojo (filete doble relleno de color) en zona media de la pared; esquina encuadramiento superior izquierdo de un panel rojo en zona media de la pared; esquina de encuadramiento inferior izquierda de un panel rojo e interpanel figurado en zona media de la pared; interpanel negro con candelabro vegetal y banda de encuadramiento exterior de un panel rojo en zona media de la pared. Estilo y Cronología: III estilo pompeyano. Comienzos del siglo II d.C. • Grupo B. Ángulo superior derecho de un panel amarillo en zona media de la pared; cenefa calada sobre fondo rojo en zona media de la pared; cenefa calada sobre fondo amarillo en zona media de la pared; interpanel medio con sombrilla y motivos vegetales en zona media de la pared. Estilo y Cronología: IV Estilo pompeyano. Segunda mitad siglo II d.C. • Grupo C. Banda de encuadramiento exterior de un esquema compositivo en red en zona superior de pared o techo; guirnaldas vegetales en forma de medallón que cierran en su parte in-

4 Las campañas de excavación fueron autorizadas y financiadas por el Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma de Murcia, contando con la colaboración del Excmo. Ayuntamiento de Yecla. Los trabajos se efectuaron bajo la dirección de Liborio Ruiz Molina, director del Museo Arqueológico Municipal de Yecla, quedando adscrita a la dirección Ana Suárez Hernández, Licenciada en Bellas Artes y Restauradora. 5 El trabajo de limpieza consolidación de los estucos fue encargado en el año 2001 a la restauradora Ana Suárez Martínez, siendo financiado por el Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma de Murcia. De la memoria resultante de aquel trabajo obra una copia en los archivos del Museo Arqueológico Municipal de Yecla. 6 El trabajo de análisis y estudio arqueológico de los estucos fue encargado a la arqueóloga especialista Alicia Fernández Díaz, siendo financiado por el Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad autónoma de Murcia y el Excelentísimo. Ayuntamiento de Yecla. a través de su Museo Arqueológico Municipal. Los resultados de este estudio fueron dados a conocer en la revista Anales de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Murcia en el número 15, correspondiente a 1999.

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terior aves zancudas identificadas con calamones (Ruiz Molina, 2005). Estilo y Cronología: III/IV Estilo pompeyano. Segunda mitad del siglo II d.C./primera mitad del siglo III d.C. • Conjunto D. Encuadramiento inferior derecho de una escena figurada en zona media de la pared; cabeza y parte del rostro de dos personajes masculinos en zona superior de la pared; perfil de un personaje femenino con túnica en zona superior de la pared; texto fragmentado de la letra capital en zona superior de la pared. Estilo y cronología: Fines del siglo III y a lo largo del siglo IV. Estos cuatro conjuntos fueron localizados en el sector II y en la habitación número 1 del conjunto arquitectónico excavado. Se considera que debía pertenecer a una estancia o habitación de carácter público, probablemente la de las recepciones o reuniones de trabajo pues, y en opinión de Alicia Fernández, "el acto de consagración que quizá este representando, conlleve un significado importantísimo que marca a la vez la gloria de la villa y la de la familia de su propietario" (Fernández Díaz, 1999, 84-85) (figura 5). En cuanto al material cerámico analizado contamos con una significativa presencia de cerámicas prerromanas identificadas con producciones tales como cerámicas áticas de barniz negro identificadas con forma Lamb. 21/22 y cerámicas de figuras negras y rojas de formas sin determinar y que nos situaría entre los siglos V a.C. al IV a.C. Las producciones campanienses, tipos A, B y C, nos marcan, para el primer caso los años finales del siglo III a.C, para el segundo los siglos II y I a.C. y para el último, los años 150 al 50 a.C. Por lo que se refiere a las cerámicas ibéricas con decoración pintada en rojo vinoso con motivos decorativos y pastas de clara facies clásica, nos ofrecen una secuencia cronológica entre los siglos IV-III a.C. En cuanto a las producciones cerámicas de época romana al igual que en el resto de establecimientos responde a una marcada presencia de producciones cerámicas indígenas, considerando que iniciarían su producción en el siglo I d.C. siguiendo técnicas tradicionales. La competitividad de las si-gillatas hará desaparecer este tipo de producciones durante los siglos II al III d.C, para volver a contar con una marcada presencia de éstas a partir del siglo IV d.C. (Abascal, 1986). Junto a éstas los porcentajes más elevados corresponderán a cerámicas comunes y grises. En cuanto a la Terra Sigillata Sudgálica con formas predominantes Drag. 37/36, 37, 27 y 29, y en menor cuantía la Drag. 24 y Ritt. 8, tres fondos del tipo Drag. 18 con sigillum de lectura incompleta IDA... IM..., ...IV arrojan una cronología que cubriría todo el siglo I d.C. y las primeras décadas del siglo 11 d.C. La Terra Sigillata Hispánica muestra como forma predominante la Drag. 37, contando también con presencia de formas Ritt. 8 y Mezquíriz 8, 37 y 38. Destaca un fragmento de fondo, de forma sin determinar, con sigillum incompleto ...IV... Desde el punto de vista cronológico, este grupo nos sitúa desde mediados del siglo I d.C. a mediados del siglo II d.C. Por lo que respecta a las producciones africanas, la Terra Sigillata Clara A es la de mayor presencia, predominando las formas Hayes 3b, 9a, 8b/Lamb.l, 6c, 16,14, 32, 28 y 23/110. Las producciones de Terra Sigillata Clara D tienen también una presencia de cierta relevancia en el yacimiento, predominado las formas Hayes 59b, 6la, 78, 99 y 81, siendo de menos cuantía las Hayes 91, 70, 14, estilo AII y estilo Allí. La producción de Terra Sigillata Clara D se desarrolla entre el siglo IV d.C. y el primer tercio del siglo V d.C. Por lo que respecta a las producciones adscritas a la Terra Sigillata Clara C, al igual que ocurre con el resto de establecimientos romanos de la zona, muestra unos índices muy bajos. Su producción se centra en la segunda mitad del siglo III d.C. La presencia de la Terra Sigillata Hispánica Tardía y la cerámica Lucente es poco o muy poco significativa y nos situaría a lo largo del siglo IV (Ruiz Molina, 1995).

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Figura 5.- Pinturas murales de Los Torrejones. Detalles Grupo C y D. Museo Arqueológico Municipal de Yecla.

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Figura 6.- Balsa o estanque de Las Pansas. LA VILLA ROMANA DE IA CASA DE LA ERMITA Se localiza en el extremo sur del término municipal de Yecla. Hay que distinguir en ella dos áreas de interés arqueológico: la primera, la más alejada de la actual casa de labor, situada junto a la Rambla del Saltaor y la Casa de la Barrera se configura en una posible área de enterramientos (Molina García, 1973,113-121). En la actualidad no son perceptibles restos algunos en el lugar, debido quizás a las intensas roturaciones practicadas en la zona. La segunda de las áreas, la más importante a mi juicio, donde debió instalarse la villa romana, ocupa parte de las actuales instalaciones agrícolas, al menos el área del lagar para el pisado de la uva, cuya factura y características generales coinciden con el lagar de la Fuente del Pinar, objeto de estudio del presente trabajo. La cisterna para almacenamiento de agua, utilizada hasta época reciente, fabricada con mortero romano asociado al opus signinum y la localización de los restos del trazado de acueducto procedente de la fuente de Las Pansas, localizada a cuatro kilómetros hacia el oeste, dan al conjunto un gran interés desde el punto de vista arqueológico. En las proximidades del nacimiento de agua se localiza una balsa o cisterna de planta rectangular fabricada en Opus Testaceum con mortero asociado al opus signinum y que servía para distribuir el agua a través del acueducto formado por un estrecho canal construido con mortero sobre la base de cales, arenas y gravas de pequeño y mediano tamaño (figuras 6, 7 y 8). Entre los años 1978 y 1987 el yacimiento fue sometido a una intensa labor de prospecciones arqueológicas que nos han permitido establecer unas primeras consideraciones de índole cronológica. Contamos con presencia de muestras cerámicas adscritas a producciones áticas de barniz negro, destacando un fragmento de Skyfos que podría fecharse entre los siglos V-IV a.C. También se cuenta con presencia de producciones campanienses del tipo A de mediados del siglo II a.C. En cuanto a las producciones de cerámicas romanas la tónica general es similar a la advertida para las otras tres villae. Alta presencia en producciones cerámicas de tradición indígena, así como también

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Figura 8.- Lagar de la Casa de la Ermita.

Figura 7'.- Balsa o estanque de opus signinum de la Casa de la Ermita.

de las cerámicas y grises y comunes de factura romana. En cuanto a la Terra Sigillata Sudgálica muestra el índice de presencia más elevado del conjunto, predominando las formas Drag. 7, 27 y 18, y en menor cuantía las 17,33y 24/25- Se ha documentado un fondo con sigillum VITALIS, lo que viene a situarnos entre los años 65 y 85 d.C. La Terra Sigillata Hispánica cuenta también con una alta presencia, predominando las formas Drag. 37, 27, 15, 17, 18 y Ritt. 8, lo que estaría indicando una etapa inicial de desarrollo de la villa entre los siglos I al II d.C, con una clara continuidad hasta la primera mitad del siglo III d.C. y que se manifiesta por la elevada presencia de Terra Sigillata Clara A en la que predominan las formas Hayes 3a, 3b, 2/3b, 8a, 9a, 6a, 6b, 14, 23 y 27. Al igual que ocurría en el resto de villae, y en especial con la de Marisparza, la escasísima presencia de producciones adscritas a la Terra Sigillata Clara C, pueden estar indicando, como así lo creemos, un momento de recesión económica, y cuyo periodo de recuperación se iniciará a comienzos del siglo IV, tal y como parece indicar la importante presencia de Terra Sigillata Clara D con las formas Hayes 81 (segunda mitad del siglo IV d.C.) y Lamb.51 como más frecuentes, lo que no sitúa el corte cronológico de los años 300 al 425 d.C. (Ruiz Molina, 1995).

EL LAGAR DE LA FUENTE DEL PINAR

Las instalaciones vinícolas halladas en la Fuente del Pinar responden a una estructura arquitectónica que cuenta con una superficie aproximada de unos 300 metros cuadrados, respondiendo a las instalaciones propias de una bodega de época romana. La filiación fundacional parece evidente si nos atenemos a la factura arquitectónica de sus tres partes esenciales, como son: el lagar, el patio y los almacenes. Los

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materiales cerámicos indican, siguiendo la tónica general observada para el conjunto de instalaciones rurales, que el momento inicial de desarrollo, en este caso como centro productor de vino, debió ser entre los siglos I y II d.C, tal y como parece indicar la presencia de Terra Sigillata Sudgálica, producción en la que predomina las formas Drag. 7 y 27 y sobre todo la elevada presencia de Terra Sigillata Hispánica entre la que predominan las formas Drag. 37, 27,17 y 18 y la Ritt. 8. La actividad de este centro debió mantenerse hasta al menos la primera mitad del siglo III d.C. tal y como se desprende de la presencia de la Terra Sigillata Clara A con formas predominantes Hayes 8a, 9a, 14 y 33. Será a partir de estos momentos cuando se advertirá el inicio de ese periodo de recesión que se prolongará hasta el tránsito del siglo III al IV d.C y que se advierte por la casi ausencia de Terra Sigillata Clara C. La presencia en porcentajes relativamente elevados de Terra Sigillata Clara D, con predomino de formas Hayes 78, 81, 99 y Lamb. 51, asociada a la también significativa presencia de dolía (dolía vinarum), apuntan a ese momento de recuperación del centro productivo y que mantendrá su actividad a lo largo del siglo IV d.C. y al menos hasta el primer cuarto del siglo V d.C. Conviene apuntar que la dolía responde a recipientes de gran formato de tendencia formal piriforme, alcanzando su máxima anchura en su hombro y de base plana, y cuya funcionalidad era principalmente la del almacenaje, conservación y de exportación del excedente de la producción, en este caso de vino. La estructura constructiva más significativa de la bodega es su estancia central, que corresponde al denominado calcatorium o lagar, viniendo a ser una plataforma donde se pisaba la uva, cuyo suelo solía ser construido habitualmente con opus signinum, hallándose próximo a él el denominado lacus vinarius, que respondía formalmente a una cuba o receptáculo donde fermentaba el vino, antes de ser trasegado a la dolia (figura 9). El calcatorium de la Fuente del Pinar es de planta rectangular y cuenta con una superficie de 16 metros cuadrados. Su cimentación está construida a partir de sillería y aparejo de tamaño medio y de forma irregular, trabado a unión viva. Los muros que lo conforman, que conservan un alzado por término medio de 0,70 metros están fabricados en opus caementiciun, siendo el suelo de su fondo de opus signinum, es decir, mortero de cal y polvo de ladrillo, lo que procuraba la impermeabilidad. El opus caementicium ofrece un consistente mortero sobre la base de una mezcla de cal, arena y fragmentos de cantos rodados, ladrillos y cerámicas. El espacio interior queda dividido en dos habitáculos de igual tamaño separados por un muro o tabique del que sólo se ha conservado la marca de su impronta, por lo que entendemos que éste podría ser móvil, probablemente fabricado en madera, y que actuaría a modo de tablacho. En el lado sur del calcatorium se abrían dos orificios al nivel del suelo o pavimento, que permitían la conexión con el denominado lacus vinarius definido por una pileta o receptáculo de planta rectangular cuya capacidad sobrepasaba los 1.200 litros y cuya función sería de la obtener el primer mosto, que con posterioridad sería trasegado a las dolia donde fermentaría. En el fondo de este receptáculo se localizó una pequeña cazoleta circular que actuaba como elemento de decantación y en la que fue hallada encastrada una escudilla de cerámica decorada con reflejos dorados adscrita a talleres valencianos de Paterna, cuya producción nos situaría en el último cuarto del siglo XV. Junto al calcatorium y lacus vinarius, y en su lado oeste se halló un espacio a modo de corredor o pasillo, por donde probablemente accederían los carruajes para verter la uva en el lagar. La bodega o espacio destinado al almacenaje denominada celia vinaria o doliarium, situada en el lado sureste del calacatorium cuenta con una superficie de 36 metros cuadrados, localizándose a nivel de pavimento se hallaron las improntas de seis cazoletas circulares labradas en la roca de 0,40 metros de diámetro y 0,10 metros de profundidad, que servían para fijar y dar estabilidad a las dolia. De tratarse, como probablemente se trataría, de la dolium tipo estándar (775,5 litros), calculamos que la capacidad de almacenaje debería ser en torno a los 4.600 litros, equivalente a unas 180 ánforas. Adosado al muro oeste del dolarium fue hallada una bancada de dos metros de longitud construida con piedras irregulares de tamaño medio, unidas con mortero de cal y arena y revestimiento ex-

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Figura 9.- Detalles de las cimentaciones e interior del calcatorium de la Fuente del Pinar. terior en yeso. En su parte superior conservaba tres cazoletas circulares de 0,30 metros de diámetro y 0,10 metros de profundidad, sirviendo como elementos de sujeción de recipientes tipo jarras, ya en época bajo medieval. Si tenemos en cuenta los datos aportados en cuanto a capacidad almacenaje en época romana, que no diferiría en mucho con respecto a su reutilización a partir del siglo XV, deberemos concluir que la producción de vino no debió sobrepasar el consumo del ámbito local, con escasos márgenes por tanto a excedentes de producción que hubieran podido permitir una distribución a niveles comarcales. Por otra parte, las instalaciones pertenecientes al lagar no se integran en un conjunto rústico del tipo estudiado, sino que más bien debió pertenecer o depender a una villa rústica próxima, no conocida en la actualidad y que bien pudiera ser la que hizo en su tiempo referencia el historiador local del siglo XIX Pascual Giménez Rubio, que apuntaba la existencia de restos arqueológicos de filiación romana en el paraje próximo conocido como Tobarrillas. (Giménez Rubio, 1865, 42-47). La reutilización de las áreas del calcatorium, el locus vinarius y el doliarium, evidencian la reactivación de este centro productor de vino a partir, al menos, del último cuarto del siglo XV, manteniéndose durante las siguientes centurias, dependiendo ahora de la casa de labor conocida como de la Fuente del Pinar. Resulta de interés poder comprobar como, ya bien entrado el siglo XVIII, perdurará el mismo sistema constructivo para el pisado del vino, tal y como podemos advertir en el lagar de la hacienda conocida como Casa de la Ermita, instalación agrícola que ya se vio tiene sus antecedentes remotos en época romana. Podríamos considerar que el lagar romano del la Fuente del Pinar no debió ser único en su época, muy probablemente cada una de las instalaciones rústicas de cierta envergadura como la de Los Torrejones, la Casa de la Ermita e incluso la de Marisparza, pudieron estar dotadas de estas instalaciones. El problema es el escaso conocimiento que tenemos de estos es-

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Figura 10.- Detalle de la balsa de opus signinum y del lagar de la Casa de la Ermita. tablecimientos, bien por estar en un estado muy inicial el proceso de excavación arqueológica o por la inexistencia de estas de forma sistemática. De manera que, la visión que aquí hemos ofrecido deberemos considerarla con un valor limitado, en tanto en cuanto que el fenómeno de la producción vinícola para el periodo que hemos estudiado debe de ser tenido en cuenta en función a las características de la propia producción agrícola de cada uno de estos centros rurales, y las relaciones económicas entre ellos, extremo que por el momento no nos es posible abordar (figura 10).

CONSIDERACIONES FINALES Las excavaciones arqueológicas efectuadas en la Fuente del Pinar y a la vista de los materiales cerámicos y arquitectónicos hallados podemos establecer las siguientes consideraciones de tipo cronológico de un centro de producción agrícola como éste, centrado en la elaboración del vino: advenimos el momento inicial de uso a partir de la primera mitad del siglo I d.C. considerando una continuidad más o menos estable hasta mediados del siglo III d.C, donde podríamos considerar que se produce un momento de recesión económica, advirtiéndose el momento de recuperación de sus actividad productiva en el tránsito del siglo III d.C. al IV d.C, con una clara continuidad hasta el primer cuarto del siglo V d.C. A partir de la segunda mitad del siglo XV las antiguas instalaciones romanas son reutilizadas en sus elementos básicos para la producción vinícola. Es probable que la introducción del vino y su producción lo fuese al compás en que se producía la conquista romana. La vía o calzada a cuyo margen queda la Fuente del Pinar debió servir sin duda como vehículo de transmisión a partir del siglo II a.C, considerando como muy probable que su con-

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sumo debió ser adoptado por parte de las poblaciones indígenas como un elemento más del modo de vida romano. El vino fue considerado como elemento civilizador antepuesto a otras bebidas, como la cerveza, vista como propia de bárbaros. A este respecto, por ejemplo, Estrabón definía el ámbito territorial de la Turdetania como de casi civilizado por tener reyes, leyes, vino y aceite. De manera que deberemos entender que en el territorio objeto de estudio en el presente trabajo el cultivo de la vitis vinífera debió estar presente al menos desde época bajo republicana, debiendo implantarse a mayor escala a partir del siglo I d.C, no sabemos en qué grado de producción, ni para que mercados, que entendemos no debió sobrepasar el ámbito de lo comarcal.

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