ARQUEOLOGÍA AGRARIA EN LA MONTAÑA CENTRAL LEONESA. TRANSFORMACIONES SOCIOECONÓMICAS EN EL TÉRMINO DE CORRECILLAS (LEÓN) DESDE LA TARDOANTIGÜEDAD HASTA LA PLENA EDAD MEDIA

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ARQUEOLOGÍA AGRARIA EN LA MONTAÑA CENTRAL LEONESA. TRANSFORMACIONES SOCIOECONÓMICAS EN EL TÉRMINO DE CORRECILLAS (LEÓN) DESDE LA TARDOANTIGÜEDAD HASTA LA PLENA EDAD MEDIA.

DANIEL ÁLVAREZ VELADO. AÑO 2017.

DIRECTORES:

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MARGARITA FERNANDEZ MIER. DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO.

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JOSE MARÍA MARTÍN CIVANTOS. DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL Y CIENCIAS Y TÉCNICAS HISTORIOGRÁFICAS DE LA UNIVSERSIDAD DE GRANADA.

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ÍNDICE INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS, METODOLOGÍA Y MARCO TEÓRICO. ...... 6 1.

Objetivos del proyecto de investigación. ............................................................. 6

2.

Marco bibliográfico y criterios de selección........................................................ 6

3.

Metodología aplicada para satisfacer la hipótesis de partida. ............................... 7

CAPÍTULO I. MARCO TEÓRICO........................................................................... 9 1.1. Bases teóricas europeas en el origen de la Arqueología Agraria en el NO Peninsular.................................................................................................................. 9 1.2. Los estudios Alto-Medievales en el NO hispano. Sobre la Arqueología del Paisaje y la Arqueología Agraria. ............................................................................ 18 1.3.

Los estudios Alto Medievales en la Provincia de León. ................................. 22

1.3.1.

Las Villae tardorromanas como reflejo del continuismo romano. ............... 23

1.3.2.

Los castros y castella Tardorromanos. ....................................................... 24

CAPÍTULO II. METDOLOGÍA APLICADA......................................................... 29 2.1.

Marco geográfico .......................................................................................... 29

2.1.1.

Introducción al Municipio de Valdepiélago. .............................................. 32

2.1.2.

Introducción a la geología del término. ...................................................... 34

2.1.3.

Introducción a la geomorfología del término. ............................................ 35

2.1.4.

Climatología .............................................................................................. 38

2.1.5.

Agricultura, ganadería, minería y sistema viario. ....................................... 39

2.2.

Datos bibliográficos y arqueológicos relativos al ámbito de actuación. .......... 40

2.3.

Puntos básicos de la metodología aplicada. ................................................... 41

2.3.1.

Las fuentes toponímicas. ........................................................................... 42

2.3.1.1.

Introducción. .................................................................................. 42

2.3.1.2.

Metodología toponímica aplicada. ................................................. 43

2.3.1.3.

Problemática y análisis toponímico. ................................................ 45

2.3.2.

Las fuentes documentales. ......................................................................... 49

2.3.3.

Fuentes arqueológicas ............................................................................... 49

CAPÍTULO III. DISCUSIÓN. RESULTADOS OBTENIDOS A TRAVÉS DE LA METODOLOGÍA PROPUESTA. ............................................................................ 56 3.1.

Datos obtenidos de la Prehistoria. ................................................................. 56

3.1.1.

Período Pre-castreño.................................................................................. 56

3.1.2.

Período Castreño (800 a.C. -¿?) ................................................................. 58

III

3.2.

Datos obtenidos sobre la Edad Media. ........................................................... 61

3.2.1.

La Red aldeana pre-feudal. ........................................................................ 61

3.2.1.1. 3.2.2.

Articulación del espacio e identidad territorial. ............................... 65

La Red Aldeana Alto Medieval (ss. IX-XII). ............................................ 70

3.2.2.1.

Localización espacial de los hábitats medievales ............................. 70

a)

Hábitats de Crespas y Santiesteban: ....................................................... 70

b)

Los hábitats de Correcillas y Velilla: ...................................................... 76

c)

Hábitat en altura de Sariegos: ................................................................. 79

3.2.2.2.

Organización del terrazgo. .............................................................. 86

3.2.2.3.

Visión global de la organización campesina del valle (ss. VIII-XII). 103

3.2.2.4. Encuadramiento social de las comunidades aldeanas en la Alta y Plena Edad Media........................................................................................... 111 3.3.

Etnografía y organización social del espacio en época moderna. ................. 123

3.3.1.

El ciclo productivo. ................................................................................. 123

4.

CONCLUSIONES. ....................................................................................... 136

5.

ANEXOS ....................................................................................................... 137 Relación de imágenes utilizadas: ........................................................................... 137 Relación de mapas utilizados: ................................................................................ 137 Memoria Gráfica. .................................................................................................. 139

6.

BIBLIOGRAFÍA. ......................................................................................... 142

IV

ARQUEOLOGÍA AGRARIA EN LA MONTAÑA CENTRAL LEONESA. TRANSFORMACIONES SOCIOECONÓMICAS EN EL TÉRMINO DE CORRECILLAS (LEÓN) DESDE LA ALTA EDAD MEDIA HASTA LA PLENA EDAD MEDIA.

RESUMEN. El proyecto desarrollado estudia la formación del territorio agrario de la Junta Vecinal de Correcillas, localidad situada dentro del Municipio de Valdepiélago (Montaña Central Leonesa, Provincia de León), centrando nuestra atención en los dos primeros tercios de la Edad Media (ss. VIII-XII). Nuestro objetivo prioritario ha sido tratar de dilucidar los sistemas de poblamiento y la organización del terrazgo de las comunidades campesinas medievales, así como su progresivo proceso de encuadramiento feudal. Para ello hemos recurrido a las bases teóricas y metodológicas de la Arqueología Agraria, analizando regresivamente diversas fuentes (toponímicas, documentales y arqueológicas). Esta metodología nos ha permitido teorizar sobre la evolución de los asentamientos campesinos así como el proceso de transformación de su sistema económico desde la Edad Antigua hacia el Feudalismo.

ABSTRACT. The project developed studies the formation of the agrarian territory of the Unión Council of Correcillas located within the Municipality of Valdepiélago (Montaña Central Leonesa, León Province), focusing on the first two thirds of the Middle Ages (8th- XII). Our main objective has been to elucidate the settlement systems and the organization of the landscape of the medieval peasant communities, as well as their progressive process of feudal framing. For this we have resorted to the theoretical and methodological bases of Agrarian Archeology, analyzing regressively various sources (toponymic, documentary and archaeological). This methodology has allowed us to theorize the evolution of peasant settlements as well as the process of transformation of their economic system from the Old Age to Feudalism.

PALABRAS CLAVE

KEYWORDS

Edad Media, Arqueología Agraria, poblamiento, comunidades campesinas, espacio de montaña.

Middle Ages, Agrarian Archeology, settlement, peasant communities, mountain space.

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INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS, METODOLOGÍA Y MARCO TEÓRICO. 1.

Objetivos del proyecto de investigación.

El estudio micro-territorial que a continuación presentamos tiene por objetivo marco aportar al debate historiográfico actual más datos e información sobre los procesos socioeconómicos que favorecieron la configuración de los paisajes medievales en el Norte Peninsular, desde la Tardorromanidad hasta la Plena Edad. Para ello hemos elegido el término de la Junta Vecinal de Correcillas, pueblo perteneciente a la Montaña de Argüellos o Montaña Central Leonesa. Su localización en un espacio de alta montaña, pero a la vez situado en una ruta de tránsito importante, le confiere a priori tres premisas: un elevado grado de fosilización de las estructuras pretéritas por su condición montañesa, un sistema de producción complementario con respecto a las comunidades de la Meseta y un elevado grado de interacción con uno de los principales núcleos de transformación socioeconómica en el período medieval: Asturias.

Dentro de este marco general se ha pretendido, además, alcanzar una serie de objetivos específicos: 1) 2) 3)

4) 5)

2.

Ampliar nuestros conocimientos sobre las formas de poblamiento y organización del terrazgo de las comunidades campesinas. Destacar el papel de los comunales como forma de organización socioeconómica básica de las comunidades de montaña. Aportar más información sobre las formas de encuadramiento y dominación social aplicadas por las aristocracias medievales sobre la mayoría campesina, en un espacio específico de alta montaña. Hacer hincapié sobre algunas actividades productivas poco estudiadas en la Edad Media, como por ejemplo, la minería del hierro. Validar una estrategia metodológica que ha sido exitosa para otras áreas del NO Peninsular. Marco bibliográfico y criterios de selección.

La base sobre la cual hemos construido nuestra investigación se fundamenta en los principios teóricos de la Arqueología Agraria. La Arqueología Agraria es el resultado de la evolución de la Historia Rural y de la Arqueología del Paisaje. La primera tiene sus antecedentes lejanos en la manifestación de M.Bloch de la necesidad de construir una historia de los campesinos (Bloch 1931). La propuesta de M.Bloch se desarrolló a lo largo del siglo XX en el seno de la Escuela de Annales, una de cuyas premisas básicas era la necesidad de obtener la mayor cantidad de información posible gracias a la aplicación de estudios multidisciplinares (antropología, sociología, etnografía etc.) (Duby 1953). Otros países como Italia desarrollaron su propia Historia Rural, influenciados también por la Escuela de Annales, como P.Toubert, poniendo la atención sobre los procesos de la feudalización italiana o Incastellamento. Sobre esta base

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histórica se desarrollaron varios trabajos arqueológicos dirigidos hacia el mundo campesino, como por ejemplo las campañas desarrolladas por J.Hutst desde la década de los 50 en Wharram Percy (Yorkshire, Inglaterra) (Quirós del Castillo 2009a). En España los trabajos sobre la Historia Rural del NO Ibérico llegaron tardíamente, a partir de la década de los años 70 y 80, con las investigaciones de excelentes autores como Babero y Vigil (1978) o García de Cortázar (1988). Por su parte la Arqueología tuvo como punto de partida la obra de Miquel Barceló “Arqueología medieval en las afueras del Medievalismo”, en la que expone sus planteamientos sobre el desarrollo de una arqueología del paisaje que disponga de un sistema de recopilación del registro arqueológico adecuado a las necesidades de una arqueología del campesinado (Barceló 1988). A la arqueología se le unieron otras disciplinas como la palinología, la Geografía Histórica, (Corbera 2006), o la etnografía, dando pie al nacimiento de la Arqueología Agraria. En el N Peninsular uno de sus focos más importante fueron los Pirineos con los estudios C. Rendu (2003) y D. Galop (2003), el otro la Cordillera Cantábrica con los estudios de F.J. Fernández Conde (López Gómez 2010). La Arqueología Agraria como herramienta multidisciplinar propone que las interrelaciones de las sociedades campesinas se disponen sobre el territorio y por ende son registrables. Por tanto conocer el territorio construido por una sociedad nos permite entender sus formas de vida, sus formas de asentamiento o sus formas culturales. Los criterios de selección se han fundamentado en estos planteamientos, aquellas obras que salgan de la monumentalidad y que aborden el paisaje campesino en toda su dimensión. Algunos de los referentes han sido los estudios sobre las aldeas campesinas en País Vasco (Quirós del Castillo 2010, 2012), la interrelación de las diferentes estructuras productivas en Asturias, especialmente las ganaderas (López Gómez 2012, Mier 2015) o los seguimientos territoriales en Galicia (Criado y Ballesteros 2002, Ballesteros, Criado y Andrade 2006). 3.

Metodología aplicada para satisfacer la hipótesis de partida.

La metodología aplicada se basa en los principios básicos de la Arqueología del Paisaje y Agraria que no solo aborda, sino comprende el territorio como un gran ecoyacimiento en el que todos los elementos tangibles y materiales, inclusive los no materiales (tradiciones, mitos, cuentos etc.) son susceptibles de ser registrados y estudiados. Por tanto, para llevar a cabo tal registro decidimos abordar territorio desde una óptica multidisciplinar: primeramente una recopilación cartográfica e historiográfica del término de Correcillas y de su Municipio, Valdepiélago; posteriormente y de forma paralela recopilamos toda la cantidad de topónimos posibles a través de la encuesta oral y la revisión del Catastro del Marqués de Ensenada, y a la par buscamos posibles documentos medievales que hicieran referencia al pueblo. Tras la comparación de los datos catastrales, toponímicos y documentales planificamos una prospección arqueológica extensiva de aquellas áreas que tuvieran riesgo arqueológico. Los datos arqueológicos fueron volcados a un SIG. Con toda la información ordenada comparamos los resultados de las 3 fuentes (documentales, arqueológicas y

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toponímicas) e inferimos los resultados. Esta metodología ha sido exitosa en varias áreas montañosas del Principado de Asturias (Mier et al. 2013). Por último queríamos explicar por qué habíamos elegido este formato de TFM. Tanto el marco historiográfico como metodológico han sido desarrollados con profundidad a fin de exponer ampliamente los orígenes de las bases sobre las cuales se apoya nuestro trabajo y las cuales la justifican el esfuerzo acometido. Por otro lado, aunque nuestro análisis se ha fundamentado en la Edad Media (ss.VIII-XIII), hemos introducido otra información relevante para la comprensión de la evolución de las comunidades campesinas de este período: sus precedentes de la Edad del Hierro y la etapa Tardorromana. Además, como capítulo final hemos introducido información etnográfica, la mayor parte de ella Contemporánea pero que nos ha aportado valiosos datos debido al elevado grado de fosilización de las actividades económicas en la alta montaña.

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CAPÍTULO I. MARCO TEÓRICO.

1.1.

Bases teóricas europeas en el origen de la Arqueología Agraria en el NO Peninsular.

Los orígenes remotos de la Arqueología Agraria se encuentran en el desarrollo histórico de la Escuela de los Annales. La Escuela de los Annales marcó dentro de la Modernidad la ruptura con la tendencia historiográfica que había dominado el panorama historiográfico a lo largo del siglo XIX, el “positivismo”, basado en el estudio del marco político, el personaje histórico y la fundamentación burguesa del Estado-Nación Moderno. Esta corriente nacida en Francia tiene sus precedentes en la Revue de Synthese¸ en la década de los años veinte, pero será en los años 30, con la fundación de la revista Annales cuando despegue para desarrollarse en diversas etapas hasta la década de los años setenta, década en la que la Historia Rural había construido muchos de sus principios básicos. La Nueva Historia desarrolló un nuevo marco de actuación que abandona el hecho histórico concreto para dar paso a estudios de larga duración dando importancia a diversos planos: económico, demográfico, etnográfico, geográfico etc. Buscando el acercamiento de las Ciencias Humanas, entendiendo el estudio de la Historia Política como un factor más dentro de una disciplina más amplia. Será en la década de los años 20 en la Universidad de Estrasburo donde se conocerán una serie de innovadores investigadores de diferentes campos del estudio social cuya colaboración dará pie al origen de la posterior Escuela de Annales, entre ellos: el geógrafo H. Baulig, el psicólogo C. Blondel, el sociólogo G.Le Bras y los historiadores L. Frevbre y M.Bloch. (Iggers 1998). Lucien Frevbre, autor de Combats pour l´histoire (1952) será el primero en esbozar una práctica histórica que supere el historicismo dominante. Sus pretensiones de constituir una historia global, su esfuerzo por destacar la Historia Económica y Social, sus estudios sobre el cristianismo y el protestantismo abrieron nuevas vías hacia la Historia de las Mentalidades, y junto a M.Bloch buscó una reformulación de la docencia a los jóvenes alumnos de Historia. Este último formó parte del equipo de investigadores que fundaron en 1929: Les Annales d´Historie économique et sociale. M.Bloch se dio a conocer a través de tres obras: Les Rois Thaumaturges (1923), Les caractéres originaux de l´historie rurale française (1931, un análisis de las estructuras agrarias en el Occidene medieval y moderno) y La Société éodale (1936). El pensamiento de Bloch influyó y delineó en Annales nuevos espacios de actuación defendiendo la necesidad de la formación interdisciplinar de los investigadores, la imposición de un método comparativo así como la investigación colectiva de las diversas disciplinas históricas. Junto al resto de investigadores propugnó su preocupación por la intención de alcanzar un saber objetivo, el rechazo al juicio moralizante y la renuncia al finalismo. Fue M.Bloch quien inauguró el discurso sobre la gestación de la sociedad feudal, sus estudios abandonaron la Historia de los hechos

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políticos ligados a las grandes personalidades de la Época Medieval para centrar sus esfuerzos en la comprensión de las dinámicas económicas y las fórmulas sociales en la Edad Media: la gestación de la servidumbre, el papel del campesinado, la iglesia y las aristocracias, el desmantelamiento del sistema productivo romano y la aparición de los modos de producción típicamente feudales, el desarrollo del entramado social en el mundo rural al margen de las dinámicas regias, y palaciegas (Bloch 1931). Sin saberlo, M.Bloch estaba sentando las bases para el desarrollo de la Historia Rural Francesa. Esta primera fase de Annales abrió paso a una segunda a partir de los años 40 cuyo iniciador, F.Braudel, estaba fuertemente influenciado por L.Fevbre y por geógrafos como P.Vidal de La Blanche o R.Blanchard, iniciadores de la Geografía histórica uno de los precedentes de la Arqueología Espacial, a su vez precedente de la Arqueología del Paisaje. La obra de F.Braudel, Mediterranée á lépoque de Philippe II (1949) centró su análisis en los procesos económicos y sociales dentro de un espacio geográfico determinado: El Mediterráneo, permitiéndole discernir lo que él denomino como tres planos funcionales con distinta temporalidad: 1) Larga Duración , esto es, la de hombre con el medio geográfico que le rodea; 2) Historia estructural o de Media duración, esto es, las líneas comerciales, las vías de transporte, la historia monetaria y mercantil, los flujos demográfico etc. 3) La Historia del Individuo, la historia militar y política, pero delegando el acontecimiento a un segundo plano (Iggers 1998). La Geografía Histórica sentó las bases de la denominada Historia Demográfica con C.E Labrousse como principal exponente, esta corriente de Annales estuvo fuertemente influenciada a su vez por la Historia Cuantitativa con exponentes como J.Bouvier, F.Furet y M.Gillet. Sus estudios supusieron el desarrollo de una metodología de cuantificación de datos, a través de la cual se podían inferir máximas sociales. Desde la Historia cuantitativa se avanzó a partir de la década de los años 60 sobre una historia cualitativa, esto es sobre la Antropología Histórica y el análisis social de los datos para dar paso en la década de los años 70 a una íntima relación entre la praxis histórica y la etnológica: la vida en los espacios rurales, los gestos cotidianos, el análisis de las creencias religiosas, siendo uno de sus máximos exponentes E.Le Roy Ladurie, (Moradiellos 1994). La Antropología Histórica será uno de los fundamentos de la Etnografía Rural, parte indispensable de la Arqueología Agraria. La historia geográfica, económica y demográfica de la Escuela de Annales en los años 50 y 60 y la Historia cultural y antropológica de los años 70 influenciaron notablemente a investigadores medievalistas como G. Bois en el caso de Macon, Fossier para Picardia, Chédeville en el caso de Chartes, Devailly en Berry y Bonnassie para Cataluña , que influenciados por M.Bloch y por Braudel incidieron sobre la importancia del Medio geográfico, fundamentalmente del medio rural (Largo plazo), sobre las mutaciones en las estructuras económicas y sociales (Medio plazo), así como sobre la religiosidad, vida cotidiana, familia y simbología de las capas populares (corto plazo o plazo vivencial). Todos estos investigadores franceses que buscaban ampliar los conocimientos sobre la mayoría de la población silenciada, el campesinado, configuraron una tendencia propia, con unos paradigmas que han durado hasta la

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actualidad y que marcarán el devenir de los estudios medievales europeos: La Historia Rural. La Historia Rural se nutrirá de otras tendencias como la incipiente Historia de las Mentalidades, R.Mandrou, M.Agulhon y M.Vovelle, (Bourdé y Hervé 2004). R. Fossier realizó durante los años 70 varias síntesis, algunas de ellas conjuntas con otros autores (como por ejemplo con el arqueólogo O. Chapelot), en las que propuso el desarrollo de una verdadera “revolución social”, el paradigma de La Revolución del Año Mil, que suponía la descomposición de las estructuras económicas y sociales del Imperio romano tras un largo proceso de acumulación de mutaciones sobre aquellas entre los años 990-1060 (Fossier 1976). Este proceso revolucionario habría sido el causante de la constitución y génesis del territorio y de la sociedad feudal mediante el encuadramiento o enceldamiento del campesinado en unos marcos políticos, administrativos, sociales y jurisdiccionales (aldea, parroquia, señorío) destinados a lograr la concentración de los grupos campesinos, la obtención y concentración rentaría y el control de los principales medios de producción. Los avances tecnológicos y la configuración de una identidad campesina en torno a la familia, la villa y advocación rural, la transformación del territorio en torno a la gestión de los bosques y espacios comunales, el simbolismo y la ideología campesina (Fossier 1988), serían elementos que formarían parte de esta dinámica. La articulación conceptual del paradigma planteado por R.Fossier ha contado con una aceptación notable y un mantenimiento de sus postulados que con ciertas variaciones han continuado hasta las producciones bibliográficas actuales. Sin embargo, la periodicidad propuesta por R.Fossier sobre el inicio de la organización feudal de la sociedad ha sido criticada por autores como Barthelemy, quienes platearon el desarrollo no de una revolución feudal sino de una revelación feudal, esto es, de la plasmación documental de una realidad anterior debido al afianzamiento definitivo de unos poderes desarrollados durante los siglos anteriores, al menos desde el IX y X. Barthelemy propone diferentes procesos de mutación diferenciados en varias fases, una primera entre los siglos VIII y IX, una segunda a finales del siglo XI y comienzos del XII, en el que las aristocracias monásticas jugaron un papel determinante. Se habría producido una recanalización de los conflictos hacia la esfera jurídica y fiscal en el plano local y hacia lo militar en la esfera suprarregional o proto-estatal (Barthelemy 2005). Barthelemy bebió de otros mutacionistas como Duby, Poly o Bournazel. La última tendencia historiográfica de Annales, la Historia en migajas se enmarca dentro de la dinámica de desmembración de los postulados globalizantes de la Escuela de Annales originaria. La Historia en Migajas ahonda sus cimientos en la Tercera Generación de Anales (mediados y finales de los años 70). Esta última se vio influenciada por las tendencias post-modernas de mediados y finales de esa década (Barthes, De Man, Derrida, Foucault, White…) y fundamentalmente por la Historia Cultural, que es en sí un subgrupo teórico dentro de la Tercera Generación de Annales (Bourdé y Hervé 2004). La Historia cultural y las tendencias posteriores derivadas de la misma estuvieron fuertemente influenciadas por El Giro Lingüístico que tiene como eje central las reflexiones de Lawrence Stone. Este criticó la capacidad de la Ciencia

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Histórica para dar explicaciones coherentes del pasado bajo modelos genéricos y abstractos, y que por ende era necesario incidir sobre la psicología, voluntad, y cultura material e inmaterial del individuo y del colectivo, pero sin por ello renunciar a las capacidades científicas de la praxis histórica (Bourdé y Hervé 2004). El desmarque de la Historia Cultural de la “racionalidad de la Historia como ciencia” influencia por El Giro Lingüístico no afectó demasiado a la línea general de los estudios aldeanos medievales, fundamentalmente por la fortaleza de los paradigmas de los investigadores de la Historia Rural. Aunque si favoreció la aparición de multitud de obras que abordaban desde el micro-relato y la Historia de las Mentalidades la vida de los campesinos medievales, tal vez el ejemplo paradigmático sea: “El queso y los gusanos” de Carlo Ginzburg (1976). A la par del desarrollo de la Escuela de Annales, en Gran Bretaña la revisión de la obra de Marx y Engels condujo a una reformulación tanto teórica como metodológica de los postulados y herramientas de análisis del MDH en los años 70 (Materialismo Dialéctico e Histórico): los conceptos de estructura e infraestructura, la Dialéctica como base epistemológica, la sociología de clases y el concepto de ideología (Moradiellos 1994). La renovación del MDH en los años 60 tiene como base de su crítica, primero, algunas de las contradicciones originales del MDH como su pretensión objetivista y positivista en contraposición con su perspectiva sociocrítica, sus postulados analíticos dialécticos con sus concepciones en parte mecanicistas y darwinistas, (Anti-Durhing de F.Engels o La Crítica de la economía política de K.Marx) y segundo, el MarxismoLeninismo esclerotizado de los investigadores del Socialismo Real (Iggers 1998). Ya El italiano A.Gramsci criticó activamente el determinismo del marxismo ante y post-1917 creando nuevas nociones como la de “catarsis” o proceso de toma de conciencia de una determinada clase y el paso de lo económico a lo político, el de “Bloque histórico” como formación histórica y socioeconómica empíricamente demostrable en un determinado momento histórico en la cual se desarrolla una hegemonía ideológica y cultural por parte de la clase/clases dominantes. Otros como el húngaro Lukacs defendió la defensa de la conciencia individual y colectiva del ser humano, convirtiéndole en un sujeto activo y defendiendo el papel de la superestructura como elemento condicionante del desarrollo histórico, abandonando así el mecanicismo historicista. Tras la IIGM se formaron dos corrientes dentro del Marxismo, ambas tomaron como referentes a los autores mencionados en el párrafo anterior, pero llevaron a cabo interpretaciones distintas focalizando, una sobre los aspectos estructurales (corriente estructuralista), y otra sobre la cultura y la conciencia popular (culturalista). La primera de ellas está representada ampliamente por L.Althusser y un grupo de jóvenes ligados a este: E.Balibar, R.Establet, P.Macherey etc. Fieles al cientifismo marxista desarrollaron ampliamente algunas de las herramientas del MDH, perfeccionando tanto la base epistemológica como ontológica del marxismo. Los estructuralistas definieron ampliamente el concepto de Modo de producción como una construcción ideal resultante de la interacción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, sin embargo este modelo “ideal” no tiene por qué plasmarse

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positivamente y de forma determinista sobre la realidad analizada, aquí los estructuralistas desarrollan el concepto marxiano de “formación socio-económica” , esto es, la plasmación histórica y empírica de una sociedad, constituida por niveles estructurales distintos (Bourdé y Hervé 2004). Sin embargo los conceptos de ideología, relaciones de poder y dominación fueron reducidos y subordinados por los estructuralistas a las relaciones sociales objetivas. Para un gran número de marxistas angloparlantes (Thompson o Hobsbawm) e italianos (Gennovese, Levi, Poni) la conciencia y toma de conciencia de clase, las relaciones de dominación y la cultura popular fueron realzados como factores de vital importancia dentro de la actuación social. Los marxistas culturalistas se diferenciaron de la Historia de las Mentalidades de Annales y de la Antropologia Social de Lévi-Strauss o Cliffor Geertz en que estas excluían en gran medida el conflicto y el contexto político en el cual se creaba la conciencia y cultura colectiva. El estudio de las resistencias, de la acción subversiva, de la ideología de clase cotidiana permitió construir a través del marxismo una historia social desde “abajo” rompiendo con el carácter personalista del marxismo ortodoxo y partidista del marxismo-leninismo. Bien, los postulados de ambas tendencias impregnaron las labores científicas de los historiadores, esta renovación se plasmó en la revista:“Past and Present”, en la cual participaban autores como el medievalista Rodney Hilton o el arqueólogo Gordon Childe. A la base teórica del marxismo tradicional se le añadieron nuevas herramientas de análisis que permitieron dotar a los investigadores de nuevos enfoques para abordar de una forma más realista, los procesos de transformación socioeconómicos. La superación del marxismo economicista soviético, la incorporación de nuevos axiomas interpretativos superestructurales: factores jurídicos, políticos, religiosos etc. El desarrollo de una Historia “de abajo hacia arriba”, y la puesta en marcha de una metodología de corte interdisciplinar, constituyeron algunos de sus pilares básicos, influenciando a las diferentes ramas de la disciplina histórica, entre ellas, la Medieval. Dentro de la disciplina Medieval los investigadores de la Escuela Marxista Británica no solo se dejaron influir sino que contribuyeron con sus estudios a la transformación y flexibilización de las bases teóricas y herramientas de trabajo del MDH, R.Hilton, B.Hidness, P.Hirst entre otros. El primero de estos, R.Hilton fue uno de los medievalistas británicos pioneros en su ruptura con las bases ortodoxas del MDH. En su obra La Transición del Feudalismo al Capitalismo (1976), abre nuevas vías de investigación en torno a las formas típicas de la Cultura campesina, la existencia o no de una cultura campesina de clase, los conflictos y tensiones no visibles, también propuso nuevas definiciones del modo de producción feudal y las causas de su transformación al Capitalismo Moderno (Astarita 2001). B.Hidness y P.Hirst bebiendo de las propuestas de M.Bloch simplificaron el concepto de Modo de Producción aportando datos sobre el papel de las aristocracias y el papel del Estado Romano en las posteriores transformaciones socioeconómicas de los Estados “bárbaros”. Estos investigadores influyeron a una nueva generación de marxistas británicos entre los que destacamos a I.Wood, W.Davis, C.Wickham y más tardíamente A.Reynolds y otros.

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Será C.Wickham, cuya obra Una Nueva Historia de la Edad Media (2005), el autor que marque un punto de inflexión en el desarrollo de los estudios del MDH sobre los procesos de transformación desde la Antigüedad Tardía hasta la Alta Edad Media combinando en un esfuerzo ecléctico planteamientos del estructuralismo marxista, la Historia Cultural británica, incluso de la Microhistoria. C.Wickham ha defendido la coexistencia de dos modos de producción, al menos desde el siglo III d.C. uno el antiguo o “esclavista o tributario” y otro el feudal o “rentista”, junto a un tercero probable o modo de “producción campesino”, estos tres fluctuarían siendo el primero dominante hasta al menos el siglo IV o V, en pos del modo de producción feudal o rentista que se iría imponiendo sobre los dos anteriores. La originalidad de Wickham reside en plantear que la formación histórica de uno u otro modo de producción no se corresponde con los modelos clásicos e ideales planteados, es decir el esclavista con el “tributario” y el feudo-vasallático con el rentista, existiendo un alto grado de permeabilidad entre ambos en un laxo de tiempo amplio, desde el siglo III hasta el siglo XI (Wickham 2009). Otra de las aportaciones de este autor ha sido replantear la “lucha de clases” como uno de los motores del cambio del bloque hegemónico; esto es, la sustitución de una élite burocrática y estatal en connivencia con una aristocracia romana así como con un conjunto de capas populares rentistas, por una élite burocrática y palaciega debilitada y una aristocracia territorial, con la connivencia de pequeños y medianos campesinos propietarios. Las transformaciones ideológicas y políticas no solo serían el resultado de una lucha entre grupos o clases antagónicas: aristócratas-campesinos, sino dentro de una dinámica de pérdida o ganancia de poder dentro del estamento aristocrático: burocraciaaristocracia; aristocracia-aristocracia con la problemática latente del campesinado. Wickham fuertemente influenciado por el estructuralismo althusseriano propone además que cada uno de las estructuras implicadas en la dinámica social varían con una cierta autonomía, esto es, un cambio en las relaciones de producción no tendría por qué implicar un cambio inmediato en la superestructura política. Un ejemplo claro es la evolución de las redes de Sigillata y por ende del comercio a media-larga distancia que se desarticulan en la Península Ibérica para el siglo VII (Mccormik 2001), y sin embargo coincide con el siglo del apogeo del Reino Visigodo de Toledo. He aquí el ejemplo del planteamiento de los estratos superpuestos, por el cual, los diferentes planos sociales avanzan a ritmos divergentes interactuando y mutando. Desde la teoría, El Materialismo Dialéctico e Histórico junto a la Escuela de Annales fueron los principales sustentos de las diferentes arqueologías medievales europeas. La Escuela de Annales aportó la estructura conceptual y teórica para el desarrollo de la Historia Rural: la importancia del medio (Geografía Histórica) y de las formas culturales actuales historiables (Etnografía Histórica), la necesidad de abandonar lo únicamente político y hacer hincapié en lo social y económico, la búsqueda de os trabajos multidisciplinares etc. El MDH Británico abrió las puertas para poder comprender los procesos de transformación socioeconómica desde la Antigüedad hasta la Edad Media, renovando postulados clásicos del Marxismo: la ideología, la lucha de

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clases, los modos de producción, el bloque histórico, las relaciones de dominación etc. Y además incidió en la necesidad de buscar en la materialidad de los grupos humanos mudos, es decir, de los campesinos en nuestro caso, materialidad que no se encontraba en una catedral o en un castillo sino en el paisaje. La Arqueología del Paisaje, debe y bebe parte de sus marcos teóricos al MDH, principalmente la italiana y la británica. Por otro lado desde la epistemología, el Procesualismo orientó y sirvió como base y sustento de la propia praxis arqueológica. Todas las arqueologías nacionales medievales europeas presentan una serie de características comunes a partir de los años 50 y 60, aunque con ritmos distintos, siendo la hispana la más tardía: 1) su desarrollo a partir de las destrucciones ocasionadas tras la IIGM (excepto en España), 2) la superación de la arqueología monumental e interés por la arqueología de los asentamientos y del territorio, 3) fuerte influencia de la Corriente Materialista y de Annales. La Escuela de Arqueología polaca puede considerarse una de las precursoras del resto de Escuelas arqueológicas Europeas. A diferencia de otros estados, en Polonia, la tradición documentalista, y la tradición arqueológica evolucionaron de la mano. El desarrollo de la arqueología polaca tiene sus orígenes en los objetivos nacionales de Polonia tras la IIGM; esto es, en la búsqueda de los orígenes de la nación polaca. En este sentido, la línea a seguir presentaba una clara dirección, abordar la Edad Media Polaca, una tarea, que solo podía ser llevada a cabo a través de la arqueología. La influencia del Marxismo dentro de la dinámica del Bloque Soviético impulsó el estudio de las clases populares, derivando a su vez en el estudio del territorio, los asentamientos campesinos y la gestión del espacio; siendo de esta manera pioneros en la praxis arqueológica Alto Medieval. La institución que apoyó más activamente el desarrollo de la Escuela Arqueológica Polaca fue el Instituto de la Cultura Material, fundado en 1953 a imitación de otros institutos de los países de la Unión Soviética. (Gelabert y Blázquez 1990). El Instituto de la Cultura Material fue pionero en el desarrollo de determinados aspectos de la praxis arqueológica, de un lado el trabajo estratigráfico, que al abandonar la monumentalidad de los yacimientos occidentales necesitaba de una metodología depurada, a causa de la fragilidad de los yacimientos campesinos, la escasez de evidencias materiales y las dificultades en la detección de los mismos; de otro lado en la puesta en marcha de los análisis físico-químicos, ligados no solamente a las dataciones, sino también a la geofísica, a los componentes de los materiales como la cerámica, etc. Los arqueólogos polacos desempeñaron sus labores a través del Instituto, de forma activa tanto en Francia como en Italia, poseyendo en ambos países sedes desde donde proyectaban su metodología y sus postulados académicos. Estos trabajos extranacionales sirvieron como punto de partida de muchos de los proyectos tanto franceses, como italianos. Los primeros contaron con trabajos desarrollados por el Instituto de Cultura Material desde los años 50, desde sus aportes en la metodología la arqueología francesa debe parte de su desarrollo y despegue a los profesionales polacos. La Escuela de Annales también influyó y de hecho lideró la transformación de la arqueología medieval francesa

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tras la IIGM. Uno de los primeros espacios de encuentro científico fue la revista Archeologie Mediévale, impulsada por el Centro de Investigaciones de Arqueología Medieval de la Universidad de Caen. El Centro de Estudios desarrolló su labor investigadora en torno a los centros de poder medievales, motas y castillos, y sobre los análisis cerámicos y los centros de producción., compartiendo espacio con el Centre de Recherches des Hautes Études, orientado hacia la comprensión de la territorialidad medieval francesa y el fenómeno de los despoblados. El Centró colaboró activamente con el Instituto de la Cultura Material de Varsovia, introduciendo en Francia nuevas propuestas metodológicas, compartiendo espacios de investigación, y dando paso a la constitución de un nuevo equipo de investigación: el Groupe de Archeologie Médiévale et d´ Historie de la Civilisation Materiélle du Village (Quirós y Bengoetxea 2010). En los años 70, los estudios arqueológicos liderados por Annales fueron fuertemente influenciados por la renovación marxista británica, y por el marxismo cultural de la Escuela de Frankfourt, orientando los estudios fundamentalmente hacia el período Alto medieval, abordando nuevos espacios como las necrópolis Alto Medievales: Frénouville, o incidiendo en las estructuras de hábitat y campesinas: conjuntos de Monville, Brebiéres, Lombern etc, desarrollando de esta forma lo que se ha denominado como la Arqueología del Espacio, precedente de la Arqueología del Paisaje. Los intercambios comerciales, los centros de producción y la cultura material campesina han sido otros espacios sobre los cuales se ha incidido considerablemente (Quirós y Bengoetxea 2010). En los últimos años, la arqueología medieval francesa ha centrado sus esfuerzos en los análisis arquitectónicos, y fundamentalmente en los estudios sobre el paisaje, en sintonía con el resto de grupos europeos. Sin embargo, la arqueología francesa ha dado paso al protagonismo de otras, fundamentalmente la española y la inglesa, debido, primero al importante fraccionamiento de los estudios. Esta realidad se circunscribe a la tónica general de la Historiografía francesa actual, influenciada por la Cuarta Generación de Annales o la Historia en Migajas, contando con áreas profusamente investigadas, y amplios espacios intactos de un lado. Estas características no han limitado, sin embargo, la intensa actividad de investigación arqueológica en torno a las aldeas altomedievales, tanto desde la arqueología de gestión: Bonin , Catteddu, FaureBoucharlat, como desde centros de investigación: Lorren, Perin Peytremann, Schneider. Particularmente debemos de señalar los trabajos realizados por el Laboratoire Archéologie et Territoires de la Universidad de Tours que han incidido en aspectos metodológicos e interpretativos (Quirós y Bengoetxea 2010). Al otro lado del Canal de la Mancha la arqueología medieval británica se vio influenciada directamente por la renovación teórica del MDH. La arqueología británica rural y urbana tiene un mismo origen, se desarrolla fundamentalmente tras las destrucciones generadas por el conflicto bélico de la IIGM, al igual que la polaca y la francesa. En el mundo rural el punto de partida fue el seminario celebrado en 1948 en Cambrigde sobre la arqueología del mundo rural; la dinámica de estudio se basaba fundamentalmente en la contrastación de la información presente en las fuentes

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documentales, con la realidad arqueológica. Estos estudios derivaron finalmente en la constitución del Desert Medieval Villages Research Group (DMVRG) en el año 1952, conformado por arqueólogos, topógrafos, geógrafos e historiadores cuyo objetivo era comprender la red de poblamiento medieval. Los trabajos realizados a lo largo de las décadas de los años 50, 60, y 70 permitieron comprender la red de poblamiento rural medieval en Inglaterra, depurar las técnicas estratigráficas aplicadas a contextos poco proclives a la monumentalidad y en conjunto iniciar una nueva base teórica sobre la cual trabajar, dando paso así a la Arqueología del Paisaje (Gerrard 2003). El ejemplo más significativo es el despoblado de Wharram Percy (Yorkshire), una despoblado medieval excavado desde la década de los años cincuenta hasta los años noventa. El arqueólogo más relevante encargado de la excavación del yacimiento fue J.Hurst quien fundó en 1956 la Medieval History Society, dando pie al año siguiente a la revista Medieval Archeology, primera en Europa y punto de encuentro de los medievalistas británicos. Desde los años setenta el DMVRG pasó a denominarse como Medieval Villages Research Group (MVRG), ampliando sus esfuerzos hacia la comprensión de la gestación del territorio rural medieval, la gestión agrícola, la organización espacial, los procesos de concentración demográfica etc. Desde los años 80 los esfuerzos científicos se han orientado hacia la comprensión de los centros productivos y los sistemas de producción medieval: Hornos, molinos etc. Análisis arqueobotánicos y arqueozoológicos. En la actualidad la arqueología medieval británica sigue contando con una vigorosa actividad, tratando diversidad de campos, aunque destacamos aquellos que tratan de comprender en profundidad los procesos de transformación territorial que experimentó la Isla desde la V centuria hasta la X (Quirós y Bengoetxea 2010). Tanto la arqueología medieval francesa, formulada dentro de las bases teóricas de Annales, como la polaca e inglesa, formuladas dentro de los esquemas del MDH influyeron en el conjunto de estudios llevados a cabo por los arqueólogos, geógrafos y topógrafos italianos que desde los años 60 venían llevando a cabo sus investigaciones en torno a la temática: la historia de los asentamientos rurales y de la cultura material. La Arqueología Medieval Italiana, heredera del resto de tradiciones puede considerarse como una de las primeras escuelas arqueológicas que desarrollará ampliamente la Arqueología del Paisaje. Concretamente se debe a G.P. Bognetti, los primeros planteamientos teóricos sobre la función de la arqueología en el período Alto Medieval italiano, a raíz de sus excavaciones en Lombardía y Venecia (Yacimientos de Castelseprio y Torcello), y a P. Toubert como uno de los padres de estas nuevas líneas de investigación reflejadas en su estudio sobre el Laccio italiano (1973). Sus interpretaciones acerca de las fórmulas y líneas de acción utilizadas por las aristocracias feudales derivaron en la constitución de una batería conceptual configurada en forma de paradigma aún vigente, cuarenta años después de su planteamiento. Estamos haciendo referencia al fenómeno del Incastellamento (Molina 2001).La Revolución metodológica y conceptual que experimentó la praxis arqueológica italiana fue posible al desligarse de la Historia del Arte Antiguo, al incorporar la metodología estratigráfica y al recuperar algunos de los principios básicos de la arqueología (Carandini, 1981).

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Todo ello junto a las aportaciones de otras escuelas arqueológicas con sede en Roma, entre ellas destacamos la British School at Rome, l´École française de Rome, así como los diferentes grupos de investigación polacos. El año 1972 marca un hito fundamental en la consolidación de la Arqueología medieval italiana gracias a la publicación en la Revista Cuaderni Storici los estudios de los arqueólogos y geógrafos reunidos en el encuentro interdisciplinar de la localidad de Scarperia, en esta se delinearon varios de los principios constitutivos de la arqueología medieval italiana, de un lado, su condición de disciplina postclásica, aunque sin fijar un marco cronológico preciso y de otro conceptual, tratando de superar los límites de la arqueología clásica (Molina 2001). Sobre estos principios se asentó la línea teórica de corte materialista de acentuar la atención sobre la cultura material, los despoblados, los estudios territoriales, los centros de producción etc. derivando finalmente en la publicación de Archeologia Medievale. Cutura Medievali. Isediamenti. Territorio. Paralelamente se fundaba la Societá di Archeologi Medievisti Italiani, incorporando en su seno a la mayor parte de los topógrafos, geógrafos y arqueólogos que seguían la línea metodológica, conceptual y teórica de Archeologia Medievale. Tradicionalmente se ha considerado que el año 1974, con la publicación del Primer Número de la revista Archeologia Medievale, marca el comienzo de la floreciente etapa de la arqueología medieval italiana (Molina 2001). Las temáticas han ido variando a lo largo de los años, predominando a partir de los años 80 los estudios sobre el Alto Medievo. En el Centro de Italia, destacaron los importantes avances en la comprensión del entramado territorial campesino gracias a los trabajos de Francovich y Hodges en el Lacccio y los de M. Valenti en yacimientos significativos como Miranduolo, Donoratico, Poggibonsi o Cugnano (Quirós y Bengoetxea 2010). En los últimos dos decenios han destacado también los trabajos realizados por G.P Brogiolo, algunos de ellos focalizados en la importancia de las Villae tardorromanas y su papel en la nueva articulación del espacio (Brogolio y Chavarria 2006, 2008). Por tanto la temática sobre la constitución y génesis de los territorios y paisajes medievales constituye una problemática que goza de un notable desarrollo en las dos últimas décadas, tanto desde una perspectiva científica como social en el marco de los procesos de globalización y construcción europea. En el marco de la U.E la arqueología del territorio en época medieval ha evolucionado hacia proyectos intereuropeos multidisciplinares. Uno de los primeros fue la Fundación Europea de la Ciencia (European Sciencie Foundation), dedicando sus esfuerzos, entre los años 1993 y 1998, a comprender los procesos de transformación del mundo romano, enlazando los estudios de la Tardorromanidad con los estudios Alto Medievales. Es en este contexto europeo en el que se ha desarrollado desde las dos últimas décadas la Arqueología del Paisaje en la Península Ibérica. 1.2.

Los estudios Alto-Medievales en el NO hispano. Sobre la Arqueología del Paisaje y la Arqueología Agraria.

La arqueología Alto Medieval del NO peninsular es hoy día una de las mayores productoras de conocimiento científico a nivel europeo sobre los procesos de

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transformación de las sociedades tardorromanas y altomedievales. Desde la arqueología del materialismo agrario y territorial (Ballesteros 2003, Criado 2010, Escalera-Guirado 2006, Quirós del Castillo 2009, Kirchner 2011, 2012, Mier et al 2013) ha construido una sólida base empírica y conceptual que se está manifestando recientemente en la publicación de compilaciones teóricas (Martín Viso 2016) sobre las cuales tal vez de cara al futuro, se puedan construir marcos teóricos y paradigmas interpretativos más sólidos. Sin embargo, la evolución de la arqueología ibérica ha sido notablemente distinta que el progreso del resto de arqueologías nacionales europeas, fundamentalmente por las restricciones y dificultades planteadas por la Dictadura de Francisco Franco. De otro lado, la arqueología agraria ibérica, al menos en el NO ha sido tardía, la mayoría de los estudios hasta la década de los años 90 se centraron en la documentación (Barbero-Vigil 1978, Barrios 1985, Estepa 1984, García de Cortázar 1988). La mayor parte de la producción científica antes de la década de los años 70, aunque no siendo franquista, tuvo que acomodarse a las restricciones que imponía el sistema de investigación del Régimen; por tanto, la mayor parte de las producciones se centraron en la etnogénesis de la nación española, en la construcción del Estado Visigodo y después el Asturiano o en los procesos de la Reconquista (Tejerizo 2013). La caída del Imperio romano en el siglo V d.C. y la caída del Reino visigodo en el siglo VIII d.C. fueron interpretadas para el Noroeste peninsular, como dos procesos que derivaron inevitablemente en la despoblación del territorio con una huida de la mayor parte de sus habitantes hacia el Norte, hacia Asturias, propiciando posteriormente el fenómeno de la reconquista (ss. IX y X d.C.). Una gran Desierto Estratégico, que abarcaría en el siglo VIII d.C. toda la franja de terreno desde el Duero hasta la Cordillera cantábrica, con una población marginal y diseminada. De esta forma la población del espacio se retrasaba hasta los siglos IX y X d.C. propiciada por la política colonialista de los Reyes Asturianos (Albornoz 1966). Este paradigma histórico comenzó a ser desmontado gracias a los estudios toponímicos de los años 80 como los de A.Barrios, en los cuales se demostraba la existencia de topónimos de raigambre prerromana, latina y visigoda, y por tanto una continuidad poblacional (Mier 2009). Esa continuidad poblacional implicaba la existencia de unas sociedades sobre las cuales no existía información documental y cuya organización económica debía de ser conocida al margen de la actividad política de la Monarquía. Serán los estudios documentales desde una óptica social los que ampliaron las variables creando nuevas hipótesis y planteamientos, en esta línea de corte territorial y socioeconómica diferentes autores incidieron desde variadas perspectivas en el análisis de las sociedades altomedievales proponiendo y desarrollando nuevos marcos y modelos interpretativos respecto a los paradigmas anteriores. Investigadores como A. Barbero y M. Vigil propusieron un modelo gentilicio de transición (1978) y J. M. Mínguez la integración entre el modelo gentilicio y el peso de los pequeños propietarios libres o P. Bonnassie (1976) proponiendo el desarrollo de una verdadera Revolución Feudal en Cataluña (Mier 2009). Todos estos autores renovaron profundamente y con

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ópticas muy diversas los planteamientos sobre la Alta Edad Media en el norte peninsular. Para poder entender la transformación de estas sociedad se ahondó sobre conceptos que ya se conocían como las Villae tardorromanas, que tradicionalmente se habían adscrito a las grandes explotaciones agropecuarias, este tipo de revisiones comenzaron a constituirse como puntos de encuentro desde donde se avanzó hacia nuevas concepciones como el de comunidad de aldea tardorromana (Sopena 1985). Es decir la red de aldeas campesinas reflejas en la documentación altomedieval (ss. VIII-IX) tenían que haber evolucionado desde otras formas de hábitat precedentes, castros, villas, ciudades romanas etc. Se configuró así el paradigma de la comunidad de aldea, el cual otorgaba una preeminencia al protagonismo campesino, cuyo complejos sistema de poblamiento era necesario solo podía entenderse desde la territorialidad de dichas comunidades. Entender la transformación territorial suponía acercarse a la comprensión de los cambios en los sistemas productivos, desde la antigüedad hacia la Edad Media (Estepa 1984 García de Cortázar 1988, Barrios 1985, Badiola 2004). Este paradigma se encontraba con la limitación cronológica de las fuentes, los siglos IX y X d.C. Por tanto, para entender la génesis del entramado aldeano que se configuró tras la caída del Imperio, sus ritmos, procesos e interrelación con otros agentes sociales era necesario recurrir a la praxis arqueológica. Es en este marco cuando se comienzan a desarrollar los marcos conceptuales de una arqueología del paisaje, siguiendo las líneas generales de la arqueología europea, fundamentalmente de la italiana. M. Barceló junto a su equipo de investigación puede considerarse como uno de los impulsores de un nuevo marco teórico que busca explorar toda la potencialidad del registro material. Para ello era necesario acudir a los lugares de producción y reproducción social del campesinado: a los campos de cultivo, a las estructuras ganaderas, a las canteras etc. (Barceló et al 1988). La arqueología del paisaje suponía abandonar el concepto de yacimiento aislado, integrándolo en un marco mayor que abarcara los diferentes espacios naturales modificados por el ser humano. El paisaje se convierte así en un gran eco-yacimiento en el que todos los elementos tangibles y materiales, inclusive los no materiales (tradiciones, mitos, cuentos que versen sobre el mismo), constituyen un gran conjunto constituido a la vez como marco teórico y como matriz de análisis, como base epistemológica a través de la cual llegar a saber cómo, cuándo y por qué los seres humanos transformaron su medio natural. Sin embargo las herramientas de este marco conceptual y metodológico no eran los suficientemente eficaces a la hora de analizar las sociedades campesinas, puesto el propio término “Paisaje” tenía implícitas unas connotaciones de corte “ideal” por las que los seres humanos transforman de forma aséptica el paisaje. Además, aunque la arqueología del paisaje operaba mediante análisis multidisciplinarios realizando operaciones regresivas sobre diferentes fuentes (documentales, toponímicas, palinológicas, arqueológicas etc.), encontraba serias limitaciones a causa de la superposición de paisajes culturales, es decir, a causa de la existencia de paisajes heredados o estratificados (Civantos 2006).

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Era necesaria pues una metodología más adecuada para el estudio intensivo de unas sociedades que tendían a la utilización reiterada de sus recursos naturales, estructuras, formas de explotación. Los sistemas aldeanos eran organigramas complejos que integraban estructuras e identidades complejas y por tanto era necesario replantear los objetos de estudio acordes a una metodología propia, es en este concierto en el que se formula la Arqueología Agraria, como una disciplina heredada de la Arqueología del Paisaje pero que dispone de unas herramientas propias adaptadas a los objetos de estudio: las sociedades campesinas (Criado y Ballesteros 2002), y que además bebe de otras disciplinas como la Geografía Histórica y la Etnografía (Villaescusa 1996). Estos postulados han sido refrendados y basados en un conjunto de tesis doctorales, constituyendo los trabajos más recientes y sistemáticos sobre esta temática: López Pasto Díaz de Garayo 1996, Larrea 1998, Fernández Mier 1999, Escalona Monge 2001, Martín Viso 2000, García Camino 2002, Quiroga 2004 (Mier 2009). En términos metodológicos, todos estos trabajos compartieron el recurso a los análisis microterritoriales, así como la apertura a las principales corrientes del debate histórico europeo, representan un momento fundamental para superar las concepciones que han defendido el particularismo y la excepcionalidad del medievalismo hispánico frente a otras tradiciones de estudio. Desde esta base, a lo largo de la primera década del siglo XXI los estudios del campesinado medieval en el NO hispano han experimentado un salto cualitativo y cuantitativo. Se ha acentuado la diversidad de formas de ocupación y de hábitat existente en función de las condiciones geomorfológicas y del entramado sociopolítico romano precedente (Mier 2009). Progresivamente se han ido depurando las cronologías de las diferentes fases del poblamiento campesino desde el siglo V hasta el XII, que en algunos casos evolucionan desde un poblamiento disperso basado en granjas y pequeñas aldeas campesinas hacia formas concentradas (aldeas de los siglos IX y X) insertas en la dinámica de encuadramiento feudal que progresivamente se irá afianzando desde el siglo VIII a través de diferentes herramientas: castillos, ermitas, monasterios (Quirós del Castillo 2012). Junto a estos principios básicos del poblamiento se ha puesto el acento en las dinámicas internas de las comunidades campesinas, teorizando sobre las formas de organización del terrazgo, sus principios y sus estrategias, fundamentalmente a través de la práctica arqueológica extensiva (Ballesteros 2003), también sobre las prácticas ganaderas poniendo el acento en la importancia de la ganadería comunal como una de las principales herramientas de territorialidad, creación de identidad y encuadramiento campesino (Galop 2003, López Gómez 2012). Se ha puesto el acento en nuevos campos de trabajo como por ejemplo la importancia de las labores extractivas (Gassiot et al 2012), o la importancia de los conceptos de identidad campesina contraponiendo elementos que formulan la etnogénesis de estas comunidades (ss. V-VIII) frente a herramientas que crean una hegemonía cultural aparejada a nuevas formas de articulación aristocrática (Tejerizo 2011). Por último y muy recientemente el marco teórico de la arqueología agraria se está ampliando gracias a nuevos estudios que ponen su acento en la necesidad de observar

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las implicaciones sociales que desempeñó el conflicto social dentro de las comunidades campesinas, pero también de los grupos campesinos con otros agentes sociales; esta conflictividad social sería visible y analizable desde el registro arqueológico en el cual quedarían las improntas de estas marcas sociales del conflicto: la disputa por los comunales ganaderos entre un concejo y un monasterio, la pequeña apropiación de una terraza desgajada del común por un campesino acomodado, la compra de un pastizal y la construcción en él de estructuras apropiadas para su gestión etc. (Stagno et 2016). Gracias a estas aportaciones el marco teórico y metodológico de la arqueología agraria se ve reforzado configurando una verdadera Arqueología del Territorio, entendiendo territorio como un espacio gestionado por uno o varios agentes sociales en distinto régimen de apropiación (centro-periferia), que desarrollan unos modos de producción que interactúan entre sí, dentro de un marco cultural hegemónico generado por las relaciones sociales, materiales y concretas de ese espacio (Wickham 2009). Es en este marco actual, en el intento de comprender cómo las comunidades campesinas organizaron su poblamiento y terrazgo en el Alto y Pleno Medievo, y como sus interrelaciones con otros agentes sociales condicionaron activamente esta dinámica, utilizando para ello las herramientas conceptuales y metodológicas de la Arqueología Agraria y Territorial, el marco en el cual se inserta nuestro trabajo. Trataremos de aportar datos sobre un sector del NO español que todavía no forma parte de esta dinámica de estudio que es la Cordillera Cantábrica leonesa.

1.3.

Los estudios Alto Medievales en la Provincia de León.

La provincia de León formaba parte en época romana del Conventus Asturum, y en la Alta Edad Media del Reino de Asturias. En la actualidad se sitúa dentro de la Región Leonesa (Salamanca, Zamora y León), en la Comunidad birregional de Castilla y León dentro del cuadrante Noroccidental del Estado Español. Está estructurada en sistemas geoeconómicos distintos lo cual deriva en su característica diversidad productiva, favoreciendo una economía complementaria, entre una llanura eminente agrícola y una montaña eminentemente ganadera, La Provincia se divide en dos grandes áreas geomorfológicas, en su vertiente Occidental se desarrolla una gran depresión, La Olla del Bierzo diferenciada del resto de la Provincia por sus temperaturas más elevadas a lo largo de todo el año, su mayor pluviosidad y su cercanía a los ecosistemas gallegos. El resto de la Provincia se estructura a través de dos cadenas montañosas, separadas por la Olla del Bierzo, al Norte separando al Principado de Asturias la Cordillera Cantábrica con una cierta unidad geomorfológica y productiva con preeminencia de las actividades ganaderas, y al Oeste, separando a la Provincia de Galicia y Zamora, Los Montes de León de similares características. Desde estos cordales montañosos descienden en dirección Norte-Sur los principales ríos de la Provincia, de Oeste a Este: Omañón, Órbigo, Bernesga, Torío, Curueño, Porma, Esla, Cea, Valderaduey etc. Todos ellos se internan en la Meseta generando economías de valle basadas en la combinación de la producción agrícola de regadío y de

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Secano. A su vez en la meseta se pueden diferenciar dos grandes espacios de secano sin ningún río que los atraviese, al Oeste entre el río Curueño y el Esla: el Páramo; y al Este, entre el Esla y el Cea, Los Oteros. Esta diversidad geomorfológica y productiva se tradujo tras la desarticulación del Estado romano y su modo de producción hegemónico, el tributario, en una diversidad habitacional ligada a diversos modos de producción que aprovechaban unos recursos complementarios y desarrollados por formaciones histórico-sociales relacionadas en términos disimétricos. A continuación queremos apuntar algunos de las tipologías de hábitats mejor estudiadas en la Provincia de León entre la Tardorromanidad y la Alta Edad Media, aunque el número de áreas estudiadas intensivamente es todavía reducido.

1.3.1. Las Villae tardorromanas como reflejo del continuismo romano. Las Villae romanas han sido uno de los elementos del territorio que más interés ha suscitado hasta la fecha. Estas grandes explotaciones agropecuarias estaban relacionadas con el afianzamiento de la red urbana en el NO peninsular: Astúrica Augusta, Legio, Lantia, Bergidium Flavium, Gijón o Lucus Asturum (Morrillo y Ochoa 2005), y con la puesta en marcha de la explotación de los recursos mineros, auríferos que Roma podía aprovechar de la provincia (Sánchez-Palencia y Fernández-Posse 2001). Desde el siglo III, la reestructuración de las formas de explotación y la concentración de propiedades trajo consigo la transformación de estas explotaciones rurales en grandes espacios de ejercicio del poder en el mundo rural y de residencia de las aristocracias Tardorromanas. A partir del siglo IV y V con la desarticulación estatal del Imperio se ha constatado una dinámica de reestructuración interna de las Villae Tardorromanas. En León, la amortización de Villas por estructuras alto medievales es una constante, como es el caso de la villa de la Milla del Río, la cual cuenta con una necrópolis del período visigodo o la Villa de Cabreros del Río (Regueras 1996). Dentro de esta dinámica podemos englobar la fundación de oratorios o iglesias de carácter privado, similares a las que prosperaran al amparo de la aristocracia local en el siglo IX, pero ligadas a estrategias de explotación del territorio distinta, este es el caso de Navatejera (Hernández y Benítez González, 1996), para la vecina Asturias la dinámica se repite: Veranes (Ochoa y Sendino 2004), siendo esta última la mejor documentada de todas las expuestas. La Villa romana de Veranes experimentó una transformación interna de sus dependencias señoriales con la constitución de una primera necrópolis de los siglos V y VI, y una segunda de los siglos VII y VIII (Ochoa y Sendino 2004), estos cambios en la ordenación interna de las Villae responde a cambios en la ordenación territorial por parte de las élites implicadas, como también se puede observar en las villa asturiana de Memorana, en Lena, donde aparecieron cerámicas alto medievales. Los planteamientos que se puedan obtener de estas transformaciones han de medirse siempre con mesura. Primero habría que saber hasta qué momento la villa mantiene sus

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funciones clásicas para dar paso a un tipo de estrategia de explotación y gestión distinta (Brogolio y Chevarria 2005). La transformación de las antiguas instalaciones productivas es un proceso largo que varía de una región a otra, y que cuenta con protagonistas diferentes en función de diferentes aspectos: 1) la capacidad de los grupos subalternos de generar una estrategia de contrapoder efectiva, 2) la capacidad de los propietarios anteriores de generar una alternativa productiva eficiente, pudiendo pasar esta del modo de producción basado en el tributo a uno basado en la tierra (rentista) (Wickham 2005), 3) la capacidad de esas élites de insertar la estrategia productiva de la Villa en un entramado económico que se ha descentralizado, o que bien se integra en el nuevo Estado Visigodo, así como construir un entramado ideológico que lo sustente. La aparición de complejos funerarios o eclesiásticos también está íntimamente ligada a los procesos de transformación económica de las villas tardorromanas. La aparición de una necrópolis en el momento de pleno funcionamiento de una Villa puede estar ligada a una estrategia del propietario de la misma; y sin embargo la aparición de una necrópolis o la construcción de una basílica o ermita posteriormente, como en el caso de la Villa Asturiana Veranes, hace referencia a estrategias y a realidades socioeconómicas distintas (Mier 2009). Una hipótesis bastante plausible es que el abandono de las Villae tardorromanas esté ligada a la reorientación o concentración de los esfuerzos de las élites desde zonas de hábitat castreñas que ya se usaban, reforzándolas o bien creándolas ex novo (Vigil-Escalera 2007). No existe ningún ejemplo detectado cerca de nuestro caso de estudio, y por tanto esta problemática, actualmente no nos afecta.

1.3.2. Los castros y castella Tardorromanos. Dentro de los asentamientos castreños tardorromanos, tenemos que diferenciar tipologías que parecen relacionarse con grupos sociales diferentes. De un lado los grandes complejos castreños que se recogen en toda la Península. Dentro de nuestra comunidad destacamos Navasangil en Ávila, Muelas del Pan en Zamora, Bernardos en Segovia; Yecla en Salamanca, Tedeja en Burgos y Monte Cildá en Palencia. En la Provincia de León existen dos ejemplos similares, el Castro de Coyanza, actual Valencia de don Juan, al Sur de la Provincia de León, situada en el curso medio del Río Esla, con una posición preeminente sobre la propia Vega del Río y sobre las dos comarcas paramesas existentes a ambos lados del castro: los Oteros por el Este y el Páramo por el Oeste (Gutiérrez 2001), y de mayor importancia, el Castro Ventosa, situado sobre la ciudad romana de Bergidum Flavium, en las cercanías de la actual Cacavelos (Comarca del Bierzo), (Gutiérrez 2001). Estos centros territoriales se han interpretado como nuevos espacios de organización espacial resultantes de la desarticulación del entramado estatal romano, y ligados a unas élites comarcales con unos intereses económicos que bien pudieran estar ligados a las actividades ganaderas (Vigil-Escalera 2007). El desarrollo vital de estos castros parece coincidir en un primer momento con el desarrollo de las Villas tardorromanas, pero con una pervivencia posterior. De esta manera, la vida de las villae tardorromanas parece extenderse hasta el

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siglo VI, mientras que estos castros, o castella, parecen asumir en parte el papel de centros de poder articuladores del espacio como nuevos protagonistas de las nuevas estrategias económicas hasta al menos el siglo VII y VIII (Mier 2009). No se han detectado dentro de ellos espacios habitacionales de importancia, fundamentalmente porque la mayor parte de las intervenciones se han centrado sobre la poliorcética; siendo inexistentes las intervenciones extramuros. Por tanto desconocemos el funcionamiento interno de estos hábitats. Considerar a este tipo de yacimientos como los claros sucesores de las Villae tardorromanas es una temeridad, por no contar, primeramente con cronologías claras. Además, no todos parecen obedecer a la misma lógica operativa, algunos como Ventosa y Coyanza, sí que parecen ser espacios tanto habitacionales como centros desde donde se irradia una estrategia clara de control sobre otras comunidades, otros como Muelas del Pan o Yecla de Yeltes, parecen poseer un cariz más bien político-militar, sin espacios habitacionales destacados. En cualquier caso, estos centros castreños de tipo organizativo-defensivo y habitacional deben de entenderse insertados en la dinámica compleja y variable de la Tardorromanidad; probablemente con un papel destacado dentro de sus comarcas, y ligados a determinadas actividades económicas como el control de las cabañas ganaderas y los pasos y vías en altura, como los Puertos. En las cercanías de nuestro espacio de estudio podemos destacar una serie de asentamientos de similares características, aunque todavía no han sido estudiados en profundidad más allá de la recolección de datos en las cartas arqueológicas y algunos pequeños artículos o menciones: La Peñica, hábitat castreño de relevancia situado en las cercanías del pueblo de Aviados, en el mismo Municipio de Correcillas (Valdepiélago), ligado a explotaciones mineras ya desde la Edad del Hierro (Gutiérrez 1985), Peña Morquera, gran centro habitacional castreño con continuidad desde la Edad del Hierro hasta la Plena Edad Media (también en Valdepiélago) y Castro de Sierros Negros, el último situado en el Municipio de Vegacervera (García y Seoane 1993 y 1995. Aparecen asociados a territorios de cariz agrícola, espacios de vega dentro de los valles de montaña, y no ganadero aunque controlando vías secundarias y primarias ligadas a los espacios de pasto en altura. Además se han detectado una serie de pequeños castros con un uso dilatado en el tiempo, jalonan desde época Prerromana hasta época Alto Medieval el territorio legionenese. La aparición de cerámicas Alto Medievales en castros leoneses como San Emiliano, Mallo, Guzpeña o Cospedal, (Gutiérrez 2002), o asturianos como Mohías y Ocaña (Gutiérrez 2002), se ha planteado como una reutilización de los complejos castreños durante un laxo y dilato período de tiempo por parte de unas comunidades campesinas que darán paso a lo largo de la Tardorromanidad y la Alta Edad Media a la malla de pequeñas aldeas o vici registradas en las fuentes. Gracias a estudios como los que se están realizando en algunos centros medievales como el territorio de Cea, (Aparicio 2011), comenzamos a entender el proceso de dispersión y configuración del entramado alto medieval campesino. Estas comunidades locales serían las verdaderas protagonistas de la territorialidad alto medieval, y además, las más desconocidas, dado

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que no se han llevado intervenciones sobre estos espacios y por tanto desconocemos la intensidad con la que los pequeños castros fueron habitados o usados como lugares de refugio o estacionales, ligados a determinadas prácticas como las ganaderas. Las comunidades asociadas a los mismos llevarían a cabo un uso intensivo del territorio circundante, y habrá que entender que relación mantenían con las élites locales afianzas tras la desarticulación del Imperio. El grado de jerarquización dentro de dichas comunidades también nos es desconocido, así como las relaciones con los nuevos centros de poder, reorganizadores del territorio. Ambas formas castreñas de ocupación del territorio responden a sistemas de producción distintos, pero desconocemos el grado de interrelación o jerarquización progresiva del espacio, y en qué medida esta interrelación es la causa o consecuencia de la aparición de las pequeñas villas Alto medievales. El caso del Castro de Valdoré (Montaña Oriental Leonesa) es revelador, Gutiérrez González ha estudiado la presura o apropiación del territorio de Valdoré por parte de un destacado o potentado local, Purello. En la descripción de los términos apropiados por el mismo, parece entreverse el espacio económico explotado por el antiguo asentamiento castreño (Gutiérrez 1998). En la zona que nosotros hemos estudiado no se ha registrado ningún hábitat de este tipo.

1.3.3. Las necrópolis como reflejo ocupacional del nuevo entramado territorial. Las aldeas Tardo Romanas y Alto Medievales (ss. VI-X). Junto a los anteriores espacios de hábitat y también ligadas a la posterior red de aldeas campesinas, han aparecido una serie de necrópolis tardorromanas, tradicionalmente denominadas Visigodas que son un buen ejemplo de la red de poblamiento disperso que se comienza a gestar en los siglos centrales de la Tardorromanidad. La mayor parte de los estudios existentes son el resultado de las intervenciones de urgencia, sin que existan trabajos que aglutinen toda la información; al menos para el caso leonés. Para el caso asturiano existe algo más de información, al menos para los siglo IX-XII (Calzada 2004). Otras áreas peninsulares si cuentan con síntesis y estudios en profundidad, como La Cuenca del Duero (Tejerizo 2011). Estas necrópolis presentan dos características similares: 1) son anteriores a cualquier tipo de construcción eclesiástica y por tanto son el resultado de la iniciativa campesina, 2) desconocemos si son el resultado de un poblamiento concreto, o por el contrario de uno disperso (Mier 2009). En León sobre sale el estudio realizado sobre la necrópolis situada debajo de la Iglesia de San Miguel de Escalada, fechada en el siglo X. se documentó la existencia de cinco habitaciones con una cronología entre los siglos IV y VII, con una reforma de los siglos VI y VII, asociada a este nivel de ocupación, contamos con una necrópolis de época visigoda, y otra posterior coetánea a la iglesia (Larrén 1990). Las últimas interpretaciones han descartado el carácter étnico en términos “visigodo-no visigodo” y se han relacionado con unas formas propias de las comunidades campesinas de crear su propia identidad: como puntos de encuentro, de organización de sus zonas de hábitat, de puntos de referencia respecto a su territorio controlado etc. (Tejerizo 20111)

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Estas necrópolis han aparecidas a una nueva red de poblamiento (ss. V-VIII) que poco a poco se comienza a registrar. Se basa en la aparición de un entramado de granjas y pequeños caseríos dispersos que comparten espacio tanto con los castros y villas mencionadas, y que se irán concentrando a lo largo del siglo VIII en las aldeas Alto Medievales registradas en las fuentes (ss. IX y X). Esta organización del espacio se constituye tras la desarticulación económica del Imperio romano y ha sido hasta hace una década un espacio poco explorado, fundamentalmente por la levedad de los restos arqueológicos ligados al poblamiento Tardorromano. Se trata de un poblamiento disperso que apenas deja como vestigios: hoyos de poste, silos, hogares o fosas de fundación. Las intervenciones de urgencia han permitido documentar de una forma más intensa amplios espacios en la Península Ibérica, en País Vasco (Quirós 2009, 2012), en Madrid (Vigil-Escalera 2006) y desde hace pocos años han empezado a redactarse tesis doctorales que tratan específicamente este tema, uno de los ejemplos más significativos por abordar la Cuenca del Río Duero es la Tesis Doctoral de Carlos Tejerizo (Tejerizo 2014). En la provincia de León podemos destacar la red de poblamiento que se organiza en torno al Castro de Cea (Municipio de Cea); un conjunto de pequeños asentamientos cuyo precedente podría ser anterior (Aparicio 2010).

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CAPÍTULO II. METDOLOGÍA APLICADA. 2.1.Marco geográfico Correcillas es una población perteneciente al Ayuntamiento de Valdepiélago (Montaña Central Leonesa, Provincia de León, España). El Municipio se localiza en la a denominada Comarca de los Argüellos o Montaña Central Leonesa. La Comarca de los Argüellos se sitúa a 50 km. en dirección Norte de la ciudad de León, está constituida por tres valles longitudinales: Bernesga, Torío y Curueño de Oeste a Este, que en dirección Norte- Sur parten de los Puertos de la vertiente Sur de la Cordillera Cantábrica para progresivamente desembocar en el Río Esla; río vertebrador de la Provincia de León. Cada uno de los tres valles recibe un nombre: Primera, Mediana y Tercia.

Mapa 1. Provincia de León. La línea de puntos delimita la Comarca de los Argüellos o Montaña Central Leonesa. La Comarca configura una realidad diferenciada geomorfológicamente del resto de comarcas que la rodean, más evidente para la Meseta y algo menos para la el resto de comarcas montañesas: por el Oeste, las comarcas de Omaña y Babia, con Valles amplios y espacios amesetados, y por el Este Riaño y La Montaña Oriental, de similares características pero marcadas por la presencia del macizo terciario de los Picos de Europa. Los tres valles se encuentran interconectados por otros transversales que forman en su nacimiento pequeños Puertos, tal es el caso del Puerto de Santiago que une el Curueño con el Torío, salvando la formación cárstica de las Hoces de Vegacervera, o el Puerto de Cármenes, que une El Torío con el Bernesga. Además, se

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presentan unidos por el Norte con los Valles asturianos a través de una serie de Puertos: Payares, Piedrafita y el Puerto de la Vegarada, por orden (O-E). La única carretera de relevancia es la N-630 que une la Meseta con el Principado de Asturias a través del Puertu Payares, recorriendo longitudinalmente el cauce del Río Bernesga. Los otros dos valles cuentan con carreteras Comarcales y Locales, la primera como la LE-315 que recorre el Valle del Río Torío, y la LE-321 que recorre el Valle del Río Curueño. Nuestro término de estudio, Correcillas, forma parte de la Cenca del Río Torío, y está unida a este valle a través de la CV-104-2. La Comarca de Argüellos está constituida por 9 Municipios, tres por cada valle. Las dos cabezas comarcales más importantes son La Robla, Municipio localizado en el Valle del Río Bernesga y situado en el borde meseteño, y Boñar también situado en el borde meseteño pero en el Valle del Río Curueño. La cabeza de Valle más importante del Río Torío es Matallana de Torío. Ya en el interior de las Montañas contamos con cabezas comarcales en los Puertos, por orden: Ciñera (Bernesga), Cármenes (Torío) y Valdelugueros (Curueño).

Mapa 2. Representación de los Puertos de montaña que unen la Meseta con la Costa atlántica y las Sub-comarcas de Los Argüellos, (elaboración propia). La geomorfología de la Comarca se engloba dentro de La Región de Pliegues y Mantos constituida por una sucesión de escamas paralelas con frete dirigido hacia el Norte. A su vez la Región de Pliegues y Mantos cuenta con dos grandes unidades mayores: la de Sobia-Bodón al N. y la de Somiedo-Correcilla al S. Las rocas calizas predominan sobre el resto favoreciendo la formación de modelados del territorio de tipo cárstico. Entre estos fenómenos destacamos las dos hoces (foces) de la Comarca, las

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primeras, las Foces de Vegacervera enclavadas en el Río Torío a la altura del pueblo de Vegacervera, capital del Municipio (k.36 de la LE-311), y las segundas las Foces de Valdeteja, situadas a 2 Km del pueblo de Valdeteja (Municipio de Valdepiélago). Otras formaciones típicas son las cuevas cársticas, entre las cuales destacamos El Arenal, localizada a dos kilómetros del pueblo de Nocedo de Curueño (Municipio de Valdepiélago), en el Valle del Río Curueño. Los Argüellos se caracterizan por la gran altitud media que supera los 1000 msnm. Entre la cota más alta es Cuetu Mirallu a 2182 msnm. En las cercanías del Puertu Payares. La economía comarcal ha presentado tradicionalmente un carácter de subsistencia y autoabastecimiento, fundamentándose desde finales del siglo XIX en la combinación de las labores agrícolas y ganaderas y en los suplementos producidos por las labores mineras y de cantería, principalmente las labores extractivas de carbón. La agricultura ha contado con un peso menor debido a las condiciones orográficas que presenta la montaña, esta se ha basado en la producción de centeno (Secale cereale) de patatas y de leguminosas. La producción de estos tres cultivos se llevaba a cabo a través de sistemas de rotación trienal aplicada sobre estructuras abancadas o aterrazadas en las caras solanas de las vertientes. La ganadería se ha basado tradicionalmente en el pastoreo extensivo y comunal de cabras y ovejas, y en menor medida de vacas. A medida que ha ido avanzando la despoblación de la comarca, la ganadería de vacas ha suplido a la anterior. Hasta entonces la venta del queso de cabra, la leche de vaca y la lana de la oveja eran uno de los pilares básicos de subsistencia de las comunidades argollanas. También, hasta comienzos del siglo XX la producción maderera (de roble y haya principalmente) y la fabricación de ruedas para los carros redondeaban el sistema productivo (Galindo 1987). Este sistema productivo es similar al resto de comarcas leonesas, en este sentido destacamos los trabajos realizados por el Geógrafo agrario. Con la apertura de las minas de carbón a comienzos del siglo XX la estructura económica comarcal se fortaleció alcanzando el máximo demográfico en la década de los años 50 y 60. Actualmente solo las cabezas comarcales como las Villas de La Robla y Boñar cuentan con sistemas de abastecimiento de servicios terciarios y pequeñas industrias cárnicas, lácteas o destinadas al procesado de la madera. La Comarca de los Argüellos forma parte de las denominadas Cuencas Mineras Leonesas, caracterizadas por la excesiva dependencia de las explotaciones del mineral negro y las implicaciones tanto ecológicas como sociales que esto conlleva. La población de las Comarcas mineras a comienzos del siglo XX representaba el 13% del total de la Provincia, 51.000 personas. De hecho la Cuenca Matallana-Norte fue la que experimentó un mayor crecimiento hasta la década de 1920 (hasta un 26%). En 1930 el crecimiento de la población se aceleró hasta las 103.000 censadas, representando el 18% de la población Provincial. En la década de los años sesenta la Cuencas llegaron a presentar el 28% del total de la Provincia. A partir de mitad de los años sesenta las minas comenzaron a cerrarse provocando una caída vertiginosa de la población, en el censo de 1991 la población ligada a estas comarcas representaba ya solo el 14% del total de la Provincia, 74.000 personas censadas (Álavrez Canal et al. 1994).

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La Cuenca más importante de la Comarca de Argüellos fue la de Matallana de Torio localizada en el epicentro de la comarca, abarcando varios municipios: Cármenes, Carrocera, Pola de Gordón, Soto y Amio y Vegacervera. Matallana de Torío localizada a 14 km. de Correcillas por carretera fue uno de los centros más importantes de la Empresa minera Hullera Vasco-leonesa. Esta empresa abrió varios pozos así como un lavadero de carbón situado a 10 km del pueblo de Correcillas y a 2 km. De Villalfeide pueblo situado en la desembocadura del Río Correcillas. Desde este lavadero el carbón se llevaba a Matallana Estación, hasta las Vías de la FEVE (Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha). Esta empresa estatal, que ahora forma parte de la Entidad pública empresarial ADIF, creada en 2012 de la unión de la RENFE y la FEVE, fue fundada en 1965 para unir las cuencas mineras con las siderurgias y metalurgias asturianas y vascas. Una red de transporte del producto en bruto hacia las áreas estatales de procesado. Actualmente la FEVE funciona como línea de transporte de personas. La Cuenca de Matallana fue una de las primeras en cerrar, en la década de los años setenta. A partir de esta década la comarca ha experimentado un proceso de descenso demográfico vertiginoso. De entre los centros comarcales, el Municipio de La Robla con sus 4302 habitantes ha sido el concejo que mejor ha soportado el cierre de las minas y la crisis del 2007, gracias a las instalaciones de la térmica de carbón y al sector servicios ligado a esta y a la industria maderera. Otras actividades extractivas han contado también con un papel destacado en la Comarca: las canteras de caliza de Boñar, o los caleros de Vegacervera (estos últimos en funcionamiento hasta comienzos de la década de los años veinte del pasado siglo). Este cariz minero tiene en la comarca una larga tradición, desde la explotaciones de cobre del Neolítico de la mina de Profunda (Municipio de Cármenes), la explotaciones mineras de Hierro de Peña Cantable (Municipio de Valpiélago) con una cronología laxa, desde el Primer Milenio a.C. hasta época Alto medieval (Gutiérrez 1985), los caleros romanos de Felmín (Municipio de Vegacervera), y los nuevos yacimientos que nosotros vamos a presentar en nuestro trabajo, también de cronología laxa. Actualmente la comarca tiene una orientación ganadera extensiva de ganado vacuno para la venta de carne, una pequeña industria ligada a las explotaciones mineras, y desde comienzos de la nueva centuria un enfoque turístico relacionado con los aprovechamientos lúdicos del patrimonio cultural y natural del territorio.

2.1.1. Introducción al Municipio de Valdepiélago. El término Municipal de Valdepiélago (42°52'9''N. 5°23'54''O) se encuentra situado en la Provincia de León, al Norte de la misma y a 39 Km. de la capital de la Provincia (León). Forma parte de la Comarca Montaña Central Leonesa, o Montaña de los Argüellos. Cuenta con una población de 361 habitantes, a una altura media de 1027 msnm y con una extensión de 56,80 Km cuadrados. Su orografía tiene como eje central el Valle del Río Curueño. Las actividades económicas del Municipio son tanto la agricultura de secano y de regadío, como la ganadería de vacuno (fundamentalmente),

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así como el turismo de ocio y tiempo libre y de los espacios naturales. La localidad cabecera del Municipio es Valdepiélago, donde se encuentra la casa consistorial. El Municipio de Valdepiélago tiene sus orígenes en la denominada Real Encartación del Curueño. La Real Encartación del Curueño fue un privilegio obtenido por los habitantes de una serie de pueblos organizados en torno a Piélago, eje central del actual Municipio y puerta a las Hoces de Valdeteja: Valdepiélago (cabeza y capital), Correcillas, La Mata de la Bérbula, Montuerto, Nocedo, Otero de Curueño, Ranedo de Curueño, Valdorria, Valverde de Curueño, y La Vecilla. Todos ellos se desgajaron de la jurisdicción episcopal y compraron al Rey Felippe II en 1584 su jurisdicción realenga. No existe prácticamente información medieval (ni documental, ni arqueológica del Municipio). Las primeras menciones son de comienzos del siglo X, cuando las Crónicas relatan la construcción de castillos en los puntos más importantes de los valles leoneses por parte del Rey Asturiano Alfonso III (Alba, Gordón, Luna), entre ellos Montuerto, Castillo que flanquea la entrada a las Hoces de Valdeteja.

Mapa 3. Mapa del Municipio de Valdepiélago y el término de Correcillas. (Elaboración propia). También poseemos información de que a la par, dignatarios regios fundaban pequeños monasterios de los cuales tenemos constancia, entre ellos los Monasterios de Valdecesar (en el actual pueblo de la Valdorria). Los estudios arqueológicos han aportado información sobre la existencia de un castro Tardorromano y Alto Medieval, el Castro de Peña Morquera situado al occidente de Valdepiélago, a menos de 4km. (García y Seoane 1995) de Valdepiélago. Este castro podría haber sido el centro desde el cual se

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organiza lo que será el posterior Concejo. A mediados del siglo X este Castillo de Montuerto y sus posesiones fueron decidas por Alfonso V al Obispo de la Catedral de León, esta dinámica continuó en la Montaña Central leonesa hasta al menos el siglo XII, con la donación de amplios territorios a las aristocracias eclesiásticas. Así el Valle Torio fue donado por Fernando II en el año 1181 a San Isidoro de León. A diferencia de otros territorios de la Comarca que recibieron Cartas Puebla durante los siglos XII y XIII: Fenar, Gordón etc. Desconocemos el desarrollo del Municipio a lo largo de estos siglos. Probablemente varias jurisdicciones compartiesen el espacio del antiguo Concejo, entre ellas la Catedral de León y los Monasterios de Valdecesar sin que podamos aportar más información.. A partir del siglo XII no poseemos más información puesto los documentos del concejo primigenio se perdieron en 1823 cuando un miembro de la familia noble Álvarez-Acevedo los trasladó a Madrid. Finalmente el concejo obtuvo la jurisdicción Real en 1584, bajo la Monarquía de Felipe II. Dentro de este Municipio el desarrollo del presente trabajo se circunscribe al término de la Junta Vecinal de la localidad de Correcillas. El estudio se limita a los 3 valles que organizan el término del pueblo (Valle del Arroyo Canales, Valle de Correcillas y Valle de Santiago, de E. a O.). Correcillas es el único pueblo de Municipio que no forma parte de la Cuenca del Río Curueño sino del Río Torío. Junto a este espacio central se le han añadido otras dos áreas de análisis por constituir espacios de aprovechamientos agroganaderos tradicionales de la localidad, mancomunados con otras localidades cercanas, aunque en la actualidad formen parte del Municipio de Cármenes (Brañas del Marqués), y del término de Aviados (Puertos de Aviados o San Pedro).

2.1.2. Introducción a la geología del término. El área de estudio se sitúa al Sur de la Vertiente Meridional de la Cordillera cantábrica, dentro de la Provincia de León (España) y dentro de esta en la Montaña Central Leonesa. El área de trabajo se localiza entre dos de los ríos (Torío y Curueño) que desde los Puertos de la Cordillera descienden en dirección N-S hacia la Meseta (Puerto de Piedrafita y Puerto de la Vegarada respectivamente). El término de Correcillas es el paso natural entre ambas vertientes, puesto tanto el Río Torío como el Río Curueño cuentan a la altura del territorio en cuestión con dos grandes hoces constituidas por la erosión provocada por el agua en la roca caliza, (las Hoces de Vegacervera en el caso del Torío, y las Hoces de Valdeteja en el caso del Curueño). La localidad de Correcillas se enclava de esta manera entre ambos, salvando el paso de las hoces a través de una calzada romana que discurre en dirección SE-NO. Se trata de un espacio montañoso con fuertes desniveles, pasando de los 1259 msnm. altitud presentada por la localidad de Correcillas, hasta los 2011 msnm del vértice geodésico del Pico Polvoreda, punto más elevado del territorio. Desde el punto de vista fisiográfico el área abarca un solo dominio: la Región de Pliegues y Mantos. Al Sur del espacio, se abre el país de relieves suaves, esto es, el borde Septentrional de la

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Depresión del Río Duero, diferenciado de la Región de Pliegues y Mantos por una gran falla, la Falla de León (J. Trutols et alii 1984). La Región de Pliegues y Mantos está constituida por una sucesión de escamas paralelas con frete dirigido hacia el Norte. A su vez la Región de Pliegues y Mantos cuenta con dos grandes unidades mayores: la de Sobia-Bodón al N. y la de SomiedoCorrecilla al S. Esta última, unidad en la cual se enclava el territorio a estudiar, está conformada por un Frente complejo dentro del cual destacamos la escama de Correcillas y la de Pozo, separadas ambas de la Cuenca carbonífera de Ciñera-Matallana situada al SO. Por el Este, la falla del Río Porma las separa del Manto del Esla. Destacan entre el resto, los materiales paleozoicos, cubriendo el 90% de la superficie, especialmente importantes los elementos calcáreos. La acción de los agentes erosivos ha sido la responsable de las principales formas del paisaje, destacando fundamentalmente los dos grandes cortes u hoces, entre los que se enclava el Macizo del Pico Polvoreda (Julivert 1967).

2.1.3. Introducción a la geomorfología del término. El enclave central del área de estudio lo constituye la propia localidad de Correcillas a una altitud de 1289 msnm. Este pueblo forma parte de la Cuenca del Río Torío, a pesar de que el Ayuntamiento de Valdepiélago se enclava en el corazón de la Vertiente del Río Curueño. Correcillas se presenta de esta manera como punto de contacto entre tres Municipios: Valdepiélago por el Este, Matallana de Torío por el Sur y Oeste, Cármenes por el Oeste y Norte. Es atravesado por una calzada romana que es una de las variantes del Camino de Santiago o Viexu Camín de Santiago, vía utilizada en la Edad Media tanto como eje de paso entre las diferentes Vertientes que forman la Cordillera Cantábrica, y como trazado de transito ganadero, facilitando el aprovechamiento de las brañas o extensiones herbáceas en altura de uso estival. El término está formado por tres valles: Santiago el NO, Correcillas al N, y Canales al SE. El primero y el tercero desembocan en el Río Correcillas, que a su vez desemboca en el río Torío a 8km. En la desembocadura se encuentra el pueblo vecino de Villalfeide, perteneciente al Municipio de Matallana de Torío. La calzada entra por el Arroyo de Canales, atraviesa el Arroyo de Correcillas y continúa por el Arroyo de Santiago. El espacio a prospectar parte de la cabecera del Arroyo de Santiago incluida la pequeña Collada que separa este Valle del de Rodillazo, afluente del Río Torio por el Norte. Al O. de la Collada se abre una gran altiplanicie a más de 1500 msnm., es el macizo del Pico Polvoreda.

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Imagen 1. Valle del Arroyo de Santiago. De este área únicamente prospectamos el paraje de la Campona. Al este de la Collada de Santiago se extiende otro importante espacio de brañas, las Brañas de Sancenas, cuyo punto más elevado asciende hasta los 1971 msnm. (Pico Bucioso). Las Brañas de Sancenas no han sido incluido en nuestro estudio. El Arroyo discurre en dirección NOSE desembocando a 1 km. De Correcillas en el Arroyo del Correcillas, para pasar a denominarse Río Correcillas. El Arroyo de Santiago presenta una base angosta que se amplía progresivamente hacia las cotas más altas de los dos cordales montañosos que lo flanquean. La vegetación dominante es el Roble (Quercus robur) así como el matorral bajo, Escoba (Cytisus scoparius), Piorno (Cytisus oromediterraneus), también están presentes otros arbustos como la zarzamora (Rubus ulmifolius) y árboles como la Faica o haya (Fagus sylvatica) o el abedul (Betula Alba) , cuya expansión se desarrolla a costa del retroceso de los espacios destinados al uso ganadero, concentrada en la vertiente umbría, mientras que la solana apenas desarrolla pequeños espacios de herbáceas, siendo la roca caliza la que domina la mayor parte del entorno.

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Mapa 4. Hidrografía del área de estudio. (Elaboración propia). Al NE de la localidad se abre el pequeño valle del Arroyo de Canales, cuya cabecera se localiza en las Brañas de Puerto Dotes, altiplanicie que limita a Correcillas por el SE. Con 3 km. de longitud el valle se presenta zigzagueante atravesando una serie de colinas de media altitud que lo flanquean, destacando el Alto de Entrepeñas con 1573 msnm. Estas altiplanicies cumplían un papel fundamental para la supervivencia de los habitantes del pueblo por ser de propiedad comunal y constituir un espacio tanto de aprovechamiento agrario y ganadero de importancia. Es atravesada por el Viexu Camín de Santiago, presentando dos puntos de visualización de importancia, de un lado Peña Galicia en su frente meridional con sus 1664 msnm. Desde donde se controla toda la braña, el tránsito del Camino, y los tres valles que la rodean; por su frente septentrional, el Alto del Violar con sus 1708 msnm. Permite una visualización tanto de la Collada como del Valle de Santiago, de Correcillas y de Valdorria, este último por su vertiente Nororiental. El Arroyo de Canales se caracteriza por estar desprovisto prácticamente de vegetación, su cauce está seco desde el mes de Junio hasta el de Diciembre. Por último, el Arroyo de Correcillas nace al Norte del casco del pueblo. Este último se sitúa en una altiplanicie formada al final del valle del Arroyo. El valle está formado a su vez por tres pequeños arroyuelos. Se caracteriza por su fuerte pendiente y su excelsa vegetación, formada fundamentalmente por robles. Su cabecera (Collado de Collamuelas, a 1751 msnm.) marca el límite por el N. con el Valle de la Valdorria. Este era el espacio de aprovechamiento agroganadero inmediato al pueblo. El Arroyo recibe las aguas de Canales a la altura de Correcillas, y de Santiago a 1 km en dirección N-SO en una pequeña garganta denominada: La Moral. El ahora Río de Correcillas se

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desarrolla a lo largo de 8 km. hasta desembocar en el Río Torío a la altura del vecino pueblo de Villalfeide. Nuestro estudio abarca únicamente los 3 primeros km. del mismo. Presenta unas características similares al Arroyo de Santiago, se trata de un valle angosto flanqueado por dos cordales montañosos. Por su vertiente Septentrional, el Macizo del Correcillas, y por su vertiente meridional, el Cordal de Valterco, con sus 1457 msnm., lo limitan. La vegetación presente en el valle es similar al del Valle de Santiago, predominando el robledal y el piorno, concentrada en la vertiente umbría y escasa en la solana. A diferencia del Valle de Santiago, este cuenta con amplios espacios de bosque de hayas. Por último, inmediatamente al casco del pueblo se levanta un crestón rocoso de conglomerados, el Pico Castillo. Esta colina cuenta con un yacimiento arqueológico en su cima, fortificación determinante para el control del camino y el paso de ganados. Al Sur del pueblo se extiende una ladera (el Alto de la Lomba con sus 1462 msnm.) que delimita al Valle de Correcillas y lo separa del Valle de la Arbea, afluente meridional del Río Torio. Esta ladera da paso de nuevo a una altiplanicie denominada como el Puerto de Aviados o Puerto de la Llana de San Pedro. De esta forma el pueblo se encuentra rodeado por un conjunto de altiplanicies que enmarcan valles profundos y que separan el Valle del Río Torío del Río Curueño. Los materiales cársticos predominan sobre el resto del conjunto. Aunque también hay abundante presencia de materiales graníticos.

2.1.4. Climatología Correcillas al localizarse en la Cordillera Cantábrica Meridional comparte con el resto de la montaña leonesa una serie de características principales: Contrastes térmicos a lo largo de todo el año: con veranos muy fríos y rigurosos con unas medias de entorno a los 0-2º grados. Los Inviernos son largos de Noviembre a Marzo en los valles y de Octubre a Abril en las cumbres. Por su parte los veranos tienden a ser frescos, cortos y con una importante inestabilidad climática. Sin embargo las temperaturas tienden a subir exponencialmente alcanzándose medias de hasta 19-22º grados de media (Ortega y Morales 2015). Unas precipitaciones constantes a lo largo del año que individualizan a la vertiente Sur de la asturiana y frente a la meseta. La pluviosidad métrica media anual se sitúa entre los 1000 y 12000 mm. Aunque es mayor en las cumbres por encima de los 1500 ms. Las precipitaciones se caracterizan por su uniformidad concentrándose en los meses de otoño e invierno (Octubre-Marzo), siendo aquellas en forma de nieve las que predominan durante el invierno. La nieve es uno de los elementos más destacados de la climatología de la Cordillera Cantábrica leonesa. Están ligadas al paso de coladas árticas y en el término presentes desde Noviembre hasta Abril, incluso Mayo en la cima del Pico Polvoreda (Ortega y Morales 2015).

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Imagen 2. Paisaje de Correcillas durante los meses de Verano. 2.1.5. Agricultura, ganadería, minería y sistema viario. El pueblo de Correcillas, al igual que los núcleos cercanos, ha tenido tradicionalmente una economía de subsistencia de cariz predominantemente ganadero. Hasta la década de los años 50 existió un equilibrio sistémico entre una agricultura localizada en los fondos y primeras mitades de los valles y una ganadería caprina y vacuna que ocupaba la mayor parte de los valles, los puertos y colladas así como espacios brañeros como Puerto Dotes. Los fondos de los valles eran utilizados para la producción de cultivos de huerta y frutales, así como para la obtención de hierba para el ganado. Las labores de secano se desarrollaban en el primer tercio de las laderas de los valles (a través de bancadas), así como en determinadas altiplanicies y amesetamientos (a través de praderías), como en Puerto Dotes y Praucillo. La agricultura de secano se sustentaba en una rotación trienal que combinaba la producción de centeno, leguminosas y hierba de secano. La ganadería era por tanto la base de la subsistencia de esta comunidad. Esta se fundamentaba en una ganadería comunal de cabras junto a la presencia de algunas reses de ganado vacuno en cada familia. Los pastos de las laderas en utilizados por la comunidad a través de un sistema de veceras, o de corresponsabilidad en el mantenimiento de la cabaña ganadera. De otro lado, las altiplanicies eran mancomunadas con otros pueblos cercanos, alquilándose a particulares, generalmente a ganaderos de ovejas merinas. La ganadería permitía la obtención de ciertos beneficios gracias a la venta de carne, leche y queso. Esta

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economía se completaba con la venta de madera y ruedas para carros (Galindo 1987). A partir de los años 50 el pueblo experimentó un fuerte revulsivo con la apertura de minas de carbón tanto en el propio término de Correcillas, como en otros limítrofes (Matallana de Torio, La Valcueva, aviados, Robles de la Valcueva etc.), su prematuro cierre a finales de los años 60 supuso la despoblación del término cuya recuperación empezó tímidamente desde la década de los años 80 con los hijos de los emigrados. Actualmente el arriendo de privados y comunales a merinas, vacas suizas, bueyes, y cotos de caza constituyen el núcleo central de la actividad económica de la Junta Vecinal. La red viaria del término es sencilla. El pueblo está unido a la carretera comarcal LE315 a través de una carretera de montaña de 7 km. de longitud, la LE 3602. La LE-315 cual parte desde la Ciudad de León ascendiendo por la Vega del Río Torío hasta Villanueva de Pontedo, último pueblo antes del Puerto de Piedrafita. Además, el pueblo es atravesado por un camino transversalmente. Se trata de un tramo de una de las vertientes del Camino de Santiago denominada como el Vieyu Camín de Santiago. En las cartas arqueológicas viene recogida como una antigua calzada romana. En cualquier caso la calzada permite salvar las Hoces de Vegacervera (Río Torío), saliendo a la entrada de las mismas y las de Valdeteja (Río Curueño), saliendo al final de las mismas. Junto a esta pista de tierra un conjunto de pequeños caminos organizan el espacio.

2.2. Datos bibliográficos y arqueológicos relativos al ámbito de actuación. La producción bibliográfica sobre Correcillas se caracteriza por ser de baja densidad e intensidad. La mayor parte de los estudios han sido realizados por ciudadanos de los Municipios cercanos. Se trata de obras de recopilación de sesgo divulgativo y no científico. Si hacemos referencia a la Comarca de los Argüellos la mayor parte de la producción bibliográfica se centra en la Real Encartación del Curueño, de época Moderna: “La Montaña de los Argüellos” y “El Castillo de Montuerto”, publicado en Tierras de León; núm. 29; cuyo autor Maximiliano González Flórez, junto a Ángel Fierro del Valle publicaron a su vez: “La Real Encartación del Curueño” y “Crónica de Valdelugueros. Estas obras no cuentan con una entidad propia lo suficientemente elocuente como para constituir una base historiográfica de primer orden para nuestro estudio. En lo referente a la producción bibliográfica sobre la toponimia de la Comarca destacamos: Los Argüellos. Léxico rural y toponimia (Fernández 1966). Los primeros trabajos arqueológicos realizados en el Valle de Correcillas fueron llevados a cabo por los profesores José Manuel González García y Julia Miranda Pérez Seoane en los años 90. Estas prospecciones derivaron en la publicación de un artículo centrado en todos los yacimientos localizados en la desembocadura del Río Correcillas, y algunos arroyos adyacentes, como el Arroyo de Vardaya. Los autores describieron minuciosamente los diferentes yacimientos arqueológicos. De época Antigua: El Castro de Retuerta (en la desembocadura del Valle de Vardaya, en Villalfeide), Castro Grande y Pequeñín (en la desembocadura del Valle de Correcillas, en Villalfeide), El Castro (en la embocadura del Valle de Correcillas) , La Peñica (en la embocadura del valle de

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Villalfeide, en Villalfeide). De época medieval: El Cantu San Pelayo, El Cementerio de los moros, La Ermita de San Martín y los despoblados de Follosa, Reguera Oscura, Retuerta y Corros (En el término de Villalfeide) y Santiesteban (en el término de Correcillas, esta última sin prospectar, únicamente detectada a través de fuentes orales).Si hacemos referencia al Valle de Santiago y a las brañas del Marqués no existe hoy por hoy ningún estudio sistemático de los mismos ni para la Tardorromanidad ni para la Alta Edad Media, únicamente está registrada en la Cartas arqueológicas la presencia de un despoblado en la propia Collada del Marqués: Sariegos.

2.3. Puntos básicos de la metodología aplicada. El objetivo principal de la metodología aplicada ha sido satisfacer la pregunta de partida de este trabajo: conocer la evolución de la organización territorial de un espacio de montaña a lo largo de la Alta y Plena Edad Media. Para desarrollar satisfactoriamente nuestra hipótesis de partida hemos aplicado una metodología multidisciplinar basada en tres ejes: un análisis toponímico, un análisis documental y una prospección arqueológica extensiva. Los marcos de nuestro trabajo dentro de los cuales se ha planificado el proceso metodológico son encuadres micro- . De esta forma hemos comparado nuestra información local con aquella obtenida en un plano comarcal: Comarca de los Argüellos, y territorial: Noroeste Hispano. Los diferentes datos obtenidos han sido comparados sistemáticamente con el objetivo de obtener la mayor cantidad de información significativa para elaborar nuestras conclusiones. El proceso de análisis toponímico se ha llevado a través de la recopilación de todos los topónimos posibles desde la encuesta oral, la cartografía existente tanto antigua como actual y desde el Catastro del Marqués de Ensenada para el término de Correcillas. Esta recopilación se ha volcado sobre un mapa georreferenciado a través del software QGIS 2.16.1 y se ha llevado a cabo un correspondiente análisis etimológico y territorial de cada uno de los topónimos. El análisis documental se ha llevado a la par del toponímico revisando varias fuentes medievales, entre ellas: los documentos de la Colección Diplomática del Archivo de la Catedral de León, los documentos de la Colección Documental del Monasterio de Sahagún, la Colección Documental del Monasterio de San Isidoro de León y los documentos del Catastro de Propiedades de 1954. La información de la documentación rastreada se ha comparado con la información catastral y toponímica a fin de localizar términos que se hayan mantenido desde la Edad Media fosilizados pudiendo así recomponer la territorialidad de las aldeas medievales en el espacio estudiado. A su vez la documentación se ha utilizado para inferir posibles agentes sociales partícipes de la formación social del espacio. Por último, la prospección arqueológica extensiva se realizó tomándose fotos, medidas y georreferenciaciones de todos los elementos registrables y de nuestro interés, tanto estructurales como material arqueológico. La superficie total prospectada asciende hasta las 1499.13 hectáreas. Los datos han sido contrastados con el objetivo de inferir

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conclusiones sobre nuestra pretensión de comprender los procesos de transformación socioeconómica y la territorialidad en la Alta Edad Media para el término.

2.3.1. Las fuentes toponímicas. 2.3.1.1.Introducción. Los primeros estudios toponímicos sobre la Meseta del Duero se desarrollaron dentro de la corriente historiográfica que trataba de analizar los orígenes del Estado español durante la década de los años 50 y 60, tomando como punto de partida la Reconquista del Valle del Duero por los Reyes asturianos a lo largo de siglos IX y X d.C. Estos estudios configuraron el paradigma historiográfico del “Desierto Estratégico del Duero”, una franja de territorio en ambas vertientes del Valle del Río Duero, que habría quedado despoblada tras la llegada de los musulmanes en el 711 (Albornoz, 1966). Las bases de esta teoría se fundaron principalmente en los límites cronológicos de la documentación medieval, siglos IX y X. Por tanto, los estudios toponímicos trataron de dilucidar los procesos migratorios y colonizadores que supuestamente desde el Norte, los Reyes asturianos impulsaban: homónimos, gentilicios, nombres de los pueblos, topónimos de filiación árabe o mozárabe. Estos análisis obviaban los procesos internos de las comunidades aldeanas alto medievales, por considerarlas inexistentes, pero también sirvieron para defender la permanencia de población en el Valle del Duero, gracias a la detección tanto de topónimos prerromanos como latinos y visigodos (A. Barrios 1982), atestiguando la existencia de poblaciones tras la caída del Imperio romano, antes y después de la llegada de la población musulmana. Los estudios migracionistas dieron paso a los análisis del territorio para poder comprender las dinámicas sociales dentro de un territorio que se mantuvo poblado: qué papel desempeñaron las élites y los grupos subalternos, qué tipos de hábitat se desarrollaron, cómo eran las estructuras productivas, cómo evolucionaron esas comunidades etc. Los avances arqueológicos y la detección de materiales Tardorromanos y Alto medievales asociados a diferentes tipos de asentamientos: cuevas, castros, aldeas, granjas, villas etc. (Gutiérrez 1985), reforzaron estos planteamientos, influyendo necesariamente en una reordenación de la función de los estudios toponímicos. Los topónimos recogidos se comenzaron a contrastar con la documentación medieval a fin de determinar la permanencia de los términos y su posible origen medieval, pudiendo contar además con la forma más “pura”, eufónica del topónimo en cuestión, evitando así las transformaciones que el término hubiera podido experimentar a lo largo de los siglos. Autores como Cortázar adelantaron la necesidad de ahondar sobre los estudios toponímicos con la finalidad de obtener la mayor cantidad de información posible sobre la territorialidad medieval, al ser esta, la expresión que un determinado grupo humano tiene sobre el medio que se asienta, la relación con él, y las relaciones dentro de la propia comunidad y con otros agentes externos (García de Cortázar 1988).

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Ahondar en la microtoponimia fosilizada del territorio implicó ampliar los conocimientos que se tenían sobre determinadas formas de articulación del mismo, desde la división entre espacios de gestión y propiedad comunal, la división de los terrazgos, la organización de las instalaciones ganaderas, la articulación del territorio a través de vías con diferentes usos y finalidades etc. No será hasta finales de la década de los 90 cuando se produzca la explosión de los estudios toponímicos enfocados hacia el conocimiento de las estructuras agrarias y ganaderas, hacia la gestación del espacio y la organización medieval y las implicaciones sociales que ello conllevaba: en León, Gutiérrez González (1995) y Badiola Sánchez (2001); en Castilla, Pastor Díaz de Garayo (1996), Escalona Monge (2002) y Martín Viso (2000 y 2002), en Asturias , Fernández Mier (1999) (Mier 2006). Esta dinámica ha llevado finalmente a concebir la toponimia como parte inherente del estudio del poblamiento Alto Medieval. En este sentido, la conservación de la microtoponimia presenta una fuerte variabilidad dependiendo, en gran medida del grado de transformación que hayan experimentado las actividades económicas. Los lugares montañosos ofrecen por un lado menores posibilidades de recopilación de topónimos a causa del mayor grado de despoblación, pero de otro, un mayor grado de fosilización de la toponimia incluso de coincidencia de la actividad designada y el topónimo que lo designa. Entre algunas de las causas destacamos: 1) unos procesos de concentración parcelaria menos acusados, 2) el mantenimiento de una dinámica de explotación del territorio muy similar a la constituida a comienzos de la Edad Moderna (de carácter fundamentalmente ganadero), 3) una fuertes limitaciones que impone el espacio, dando pie a un uso sistemático del mismo con escasas variaciones de los topónimos y la actividad a la que se refieren. De esta forma, los procesos de fijación de la toponimia son mucho más acusados, siendo gran parte de la toponimia actual el resultado de la génesis de la aldea medieval en los siglo IX Y X. (Mier 2006). La aparición de la aldea feudal supuso la constitución de gran parte de la toponimia que aún día pervive, y por tanto es posible rastrearla, sistematizarla y analizarla para comprender así la organización social del espacio rural Alto Medieval. Para un uso adecuado de la toponimia como fuente para la historia, esta investigadora nos propone un modelo de trabajo que es el mismo que hemos aplicado en nuestro estudio. Se basa fundamentalmente en un estudio combinado, documental y filológico, a fin de obtener del topónimo la mayor cantidad de información posible, así como reducir al máximo el posible error derivado de la interpretación del mismo. 2.3.1.2. Metodología toponímica aplicada. La metodología toponímica aplicada se fundó esencialmente en un trabajo de comparación e identificación: - Se recopilaron todos los topónimos posibles a través de la encuesta oral y a través del registro del Catastro de Ensenada en el Libro de Seglares, y del Catastro de propiedades de 1954).

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- Se compararon con aquellos registrados en la documentación medieval, del Monasterio de Sahagún, del Monasterio de San Isidoro de León y del Archivo de la Catedral de León. - Cada topónimo fue analizado etimológicamente lo cual nos permitió dilucidar si se trataba de una fosilización medieval o de un estadio posterior, ya fuera moderno, o contemporáneo, así como observar si el topónimo recogido en un documento medieval se trataba de una culturización del escribano, si presentaba erratas, abreviaciones etc. todo término es un signo de un dominio lingüístico en el que se inscribe, y de un momento concreto, por tanto la existencia de una cronología etimológica de los topónimos debería facilitar la adscripción cronológica del mismo (García Arias, 1995). - Puesta en relación de unos con otros, con el momento histórico de su génesis, y con el medio ambiente en el cual se inscribe. Esta metodología en principio, nos iba a permitir obtener una cronología Ante Quem para algunos de los topónimos. Un ejemplo aplicado de la misma fue el estudio sobre la aldea asturiana de Vigaña (Belmonte de Miranda, Asturias).El análisis histórico y etimológico de este espacio ha permitido constatar no solo la permanencia de parte de la toponimia medieval fosilizada y la territorialidad del lugar sin prácticamente mutaciones hasta la actualidad, sino corroborar por de un lado, la génesis de la territorialidad de las aldeas medievales antes de comienzos del siglo XII, y de otro, la efectividad de la metodología propuesta (Mier 2006). Otro ejemplo que demuestra cómo a través de la combinación de estudios toponímicos, documentales y etnográficos se puede determinar los límites territoriales de una aldea medieval, fijar sus espacios productivos para la Plena Edad Media, y proponer un modelo de organización social del espacio para la alta Edad Media, en el momento de su génesis es: un microespacio en la montaña asturiana: Presorias, del año 1994, en el Margarita Fernández Mier y José María Fernández Hevia, analizan los topónimos recogidos por encuesta oral con aquellos registrados en la documentación medieval del siglo XII, (Mier y Hevia 1994). Para llevar a cabo nuestros análisis tuvimos en cuenta una serie de cuestiones. Los topónimos se constituyen a través de dos mecanismos: como conceptualizaciones desde una idealización alejada de la realidad material a la cual se refiere y que puede presentarse con un cariz ideológico, religioso, reflexivo, o simbólico o bien como resultado de la puesta en valor, en tanto en cuanto uso, gestión y construcción de un espacio para la reproducción socio-económica de una determinada comunidad. Si nos atenemos a la segunda posibilidad los topónimos pueden hacer referencia a: un determinado elemento geomorfológico, cuya definición conceptual sirve como elemento referencial, a algún tipo de elemento antropológico de referencia, como un despoblado, una iglesia, una ermita, un castillo etc. a las diversas actividades económicas ligadas a prácticas como la ganadería, la agricultura, la minería u otras. El análisis toponímico debe de tener en cuenta además una serie de características propias de los términos recogidos:

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1) presentan modelos de movilidad o bien de fosilización complejos, existe la posibilidad de que un topónimo referido a una actividad económica presente un alto grado de movilidad territorial ligada al desplazamiento espacial de la actividad a la que se refiere, pero también puede experimentar un proceso de fosilización en el momento en el que el significado deja de tener sentido en relación con el significante originario, por pérdida de esa determinada palabra dentro de la lengua originaria. Así, el paraje se designará con el topónimo fosilizado independientemente de que la actividad que en él se desarrolla tenga o no relación con aquel primigenio. De esta manera nos podemos encontrar con superposiciones cronológicas de diversos topónimos. 2) Presenta elevados grados de especificación y diferenciación de los diversos elementos del paisaje, debido fundamentalmente a: a) una diferenciación de cada elemento a causa de la suma de características diversas, desde la altitud de ese espacio, hasta la inclinación, disposición respecto a otros elementos etc. b) de su función para con determinadas actividades agroganaderas, c) resultado de superposiciones lingüísticas del castellano sobre el asturleonés. Por tanto es fácil que un elemento geomorfológico, como por ejemplo una elevación rocosa y preeminente cuente con hasta 8 denominaciones distintas: Pico, Cueto, Cuerno, Corona, Corollo, Corolla, Torre, Fito, viso; una cadena montañas o sucesión de elevaciones rocosas concatenadas: sierra, línea, cordal, cuerda; un espacio húmedo: llama, llamargo, piélago, cuayu, charca, laguna, humedal etc. Por tanto contamos con dificultades a la hora de adscribir tanto cronológicamente como físicamente los topónimos a los espacios a los cuales se refiere y a su significado original, tanto por los procesos de movilidad y fijación, como por la evolución etimológica de los mismos. Pero sin embargo, otros factores como la diferenciación extrema de los diversos espacios y actividades desarrolladas, el hecho de que se trate de un espacio de montaña en el que los procesos de fosilización y reutilización del espacio se presentan como una ecuación constante, y que las modificaciones de los siglos XIX y XX, fundamentalmente a través de la incorporación de nuevos productos (Galindo 1987), no supusieron una modificación excesiva ni del sistema productivo ni de las estructura de producción, y por tanto de su reflejo toponímico.

2.3.1.3.Problemática y análisis toponímico. A la hora de aplicar la metodología propuesta nos hemos encontrado con una serie de problemas que han limitado la corroboración de la hipótesis de partida. Primeramente llevamos a cabo una exhaustiva encuesta oral, con unos resultados limitados o no lo suficientemente amplios en los términos en lo habíamos planteado. El inconveniente que más ha retrasado la investigación ha sido la falta de personas que conozcan conceptualmente el término de Correcillas. Ya expusimos que las actividades agroganaderas entraron en una fase de retroceso acelerado y acusado a partir de los años sesenta. Desde la década de los setenta las únicas actividades que se desarrollaban en el término eran las ganaderas, ovinas y caprinas fundamentalmente. Con ello queremos

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decir que las generaciones que nacieron en los años sesenta en adelante no conocen las significaciones conceptuales del conjunto del término, dado que en su adolescencia y juventud se desarrollaron en la capital, León. Así, las personas que trabajaron más activamente el campo, nacidas en los años veinte y treinta del siglo pasado son las que más datos nos han aportado, pero el número de personas cuyo nacimiento se comprenda en la primera mitad del siglo XX es reducido. La encuesta oral se complementó a través de la obtención de los topónimos del Mapa Topográfico Nacional de España 104-III, y del Catastro de Ensenada (del Libro de Seglares). La mayor parte de los topónimos recogidos en ambos ya los habíamos obtenido a través de la encuesta oral. Tuvimos además, que reordenar parte de la toponimia sobre el mapa, dado que algunos de los términos no venían ni bien escritos, ni bien situados geográficamente. El siguiente problema que tuvimos fue la falta de documentación medieval, como se verá en el apartado de documentación. Los primeros documentos sobre el pueblo son del siglo XVI o ya del Catastro de Ensenada y además no contamos con ninguna referencia a los despoblados insertos en el término, únicamente ciertas cargas del despoblado de Crespas, registradas en el Becerro de las Presentaciones del siglo XIII (Seoane y García 1995). Al no haber localizado ningún documento medieval, no hemos podido contrastar la toponimia obtenida con la existente en la Plena o Baja Edad Media, por tanto no podemos asegurar que los términos que hemos conseguido sean el resultado de la subjetivación del espacio en el momento de la génesis del pueblo de Correcillas, y menos aun teniendo en cuenta que el pueblo de Correcillas parece configurarse de forma fija como poco para los siglos XII o XIII, resultado de la concentración progresiva de hasta cuatro comunidades precedentes. Un grado de transformación de los espacios habitacionales a lo largo de la Edad Media muy intenso y difícil de determinar únicamente a través del estudio toponímico. Estas circunstancias nos han hecho recurrir a la etimología de forma insistente, así como a las interrelaciones del territorio con las disposición de los topónimos para tratar de comprender no tanto su significado, como si su significante dentro del complejo subjetivado del espacio. De todo esto se deduce que la metodología que ha sido exitosa, por ejemplo, en Asturias, no es válida para nuestro caso, contando los estudios etimológicos y documentales con deficiencias insalvables. Obtuvimos un total de 146 topónimos, la mayor parte de ellos hace referencia a elementos del paisaje, y a las actividades agrícolas. Tabla 1. Número de topónimos recogidos y su adscripción tipológica. Tipo

Nº Tipo

%

Hidrotopónimos

8

5,4

Orónimos

40

27,02

46

Agrícolas

36

24,32

Ganaderos

24

16,21

Otras actividades

4

2,7

Fitotopónimos

20

13,51

Antrópicos

12

8,01

Sin adscripción clara

4

2,70

Total

148

100

Como se puede observar en la tabla anterior sobresalen por encima del resto los topónimos referentes a las diferentes formas del terreno con un 36,98 % sobre el total, continuando con los topónimos referentes a las labores agrícolas, un 14,38%, que se encuentran en mayor número que los ganaderos, e hidrotopónimos, un 12,3 % (barrizales, lagunas, diversas corrientes fluviales etc.) Los topónimos referentes a construcciones o zonas de hábitat humanas constituyen únicamente el 7,53 % del total, y aquellos referentes a actividades humanas no agroganaderas, véase mineras, extractivas etc. únicamente el 5,47 %.

Mapa 5. Disposición etimológica de los topónimos sobre el término de Correcillas.

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Como conclusión preliminar se determina que los elementos de referencia del territorio son aquellos que ocupan el mayor tanto por ciento de la subjetivación del paisaje por razones obvias: sirven como elementos de orientación, se utilizan para dividir y diferenciar áreas, son zonas de paso fácilmente identificables etc. Los hidrotopónimos ocupan también un lugar preeminente, siendo los menos aquellos referentes tanto a construcciones humanas como a actividades humanas nos agroganderas. Los topónimos que designan actividades agrarias son superiores a los topónimos ganaderos, cuando sin embargo estas últimas tienen un mayor peso económico sobre las comunidades de montaña. Una serie de circunstancias que justifican esta situación: 1) Las prácticas ganaderas al ser comunales tienden a utilizar grandes espacios con características diversas pero que se comprenden como una sola unidad, haciéndose referencia bajo un único topónimo. 2) La mayor parcelación que experimentan las actividades agrarias por el alto grado de privatización de esta actividad conlleva a la creación de una nomenclatura abundante en referencia a las diferentes unidades o agrupaciones de unidades de cada propietario o grupo de propietarios. 3) El número de topónimos que designan actividades agrícolas debe de ser incluso mayor puesto no hemos podido ponernos en contacto con algunos propietarios. Por ende, no se pueden sacar conclusiones sobre la preeminencia de una actividad sobre otra a través de la cantidad de topónimos obtenidos. El régimen de propiedad de la tierra deriva también en que algunos sectores del término cuenten con mayor número de topónimos que otros. Este es el caso del Sector Oriental del Pueblo, el número de topónimos se reduce a 15 de los 153 obtenidos, esto es, el 10, 27% del total. Coincide además con el hecho de que es un terreno dedicado a las actividades ganaderas, y aunque en la década de los años cincuenta contara con actividades agrarias, estas no supusieron una ruptura de las nomenclaturas generales, con un carácter claramente comunal. Sin embargo, si trazamos un radio de tres kilómetros a la redonda del pueblo, el número de topónimos asciende a 47, esto es, un 32,19% del total. Unza zona con clara preeminencia de lo agrícola y privado.

Tabla 2. Distribución de los topónimos por sectores. Sectores del término

Nº de topónimos

%

Sector occidental

16

10,81

Sector Central

53

35,81

Sector Oriental

26

17,56

Sector Septentrional

53

35,81

Total

148

100

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La labor de delimitación de los topónimos ha sido arduo costosa, se ha basado en el análisis de la delimitación de propiedades del Catastro de 1954, situando sobre el papel los topónimos que podían hacer referencia a los diferentes parajes o agrupaciones de propiedades delineadas en el Catastro, para posteriormente desplazarnos sobre el terreno y revisar visualmente lo mojones, fincados y lindes de todos espacios a los que pudimos acceder. En aquellos en los que no pudimos entrar causa de la tupida vegetación nos resignamos al uso de la fotografía aérea, fundamentalmente a la serie fotográfica del 7386, con una mayor calidad visual que sus antecedentes, y con un relativo mantenimiento de la ordenación del espacio, lo suficiente como para poder orientarnos. También acusamos de referencias orales y guías del propio pueblo. 2.3.2. Las fuentes documentales. El estudio documental es el siguiente punto dentro de la metodología propuesta. De un lado se llevó a cabo el análisis de los documentos catastrales, fundamentalmente del Catastro de Ensenada y del Catastro de Propiedades de 1954, del Archivo Diocesano de León, del Archivo del Monasterio de Sahagún y del Monasterio de San Isidoro de León, y de otro la revisión de las Cartas Arqueológicas del Municipio de Valdepiélago y otros estudios llevados a cabo en la comarca y referentes a nuestro tema de estudio. El Catastro del Marqués de Ensenada nos fue de utilidad a la hora de recopilar información toponímica, mientras que el Catastro de 1954 nos ayudó a situar los topónimos sobre las fincas correspondientes. Ni otros investigadores ni nosotros hemos localizado documentación medieval alguna para el pueblo de Correcillas. Esta situación se puede deber a tres circunstancias: 1) Correcillas contó con un nombre distinto en época medieval, 2) el proceso de concentración demográfica a lo largo de la Edad Media se organiza en torno al castro de Correcillas en el cual pudo quedar una población residual no significativa, 3) Por unas u otras casualidades no hay ninguna actividad registrada o simplemente ese ha perdido (García y Seoane 1995). Por tanto nuestra intención de localizar documentos medievales que nos permitiesen contrastar la información toponímica y arqueológica con la documental no ha sido exitosa. Para el resto de despoblados ligados a Correcillas ya existe información detectada por otros autores, (García y Seoane 1995), y por tanto no vamos a incluirla en este apartado sino que la desarrollaremos más adelante en el apartado de síntesis.

2.3.3. Fuentes arqueológicas Las prospecciones arqueológicas han sido junto a la toponimia el sustento fundamental sobre el cual nos hemos apoyado a la hora de llevar a cabo nuestro análisis territorial. La estrategia utilizada a la hora de abordar el territorio ha sido primero, una recopilación cartográfica previa y relevante para una correcta planificación del trabajo

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de campo. Para la elaboración de mapas se tomaron como base los antecedentes cartográficos, aerofotográficos y técnicos existentes. En particular se tuvieron en cuenta las cartas topográficas: Mapas del Servicio Geográfico Nacional, escala: 1:25.000 H104-I (37-177) y H-104-II (37-177-179) de Boñar; Mapa Geológico de España (IGME), escala 1:50.000, hoja 104 (Boñar). Se utilizó igualmente material fotográfico, ortofoto 1:25.000 y 1:5.000 (del Municipio de Valdepiélago, Montaña Central leonesa, Provincia de León), Mapas MDT25 del Municipio de Valdepiélago (hoja 104), y la foto aérea de los vuelos americanos 1945-1946, 1956-1957, Vuelo interministerial (1973-1986) y el Vuelo Nacional (1980-1986). Con el material fotográfico disponible se realizaron análisis estereoscópicos de toda el área de trabajo y se prepararon fotomosaicos y mapas preliminares. Los mapas contenían suficiente información básica como para delimitar con precisión zonas de riesgo arqueológico y aclarar posibles procesos de alteración postdeposicional de yacimientos si los hubiere. Una vez contamos con la información cartográfica necesaria incorporamos los datos toponímicos obtenidos. De esta forma pudimos acotar las zonas de riesgo arqueológico facilitándonos el desarrollo de la prospecciones, ahorrando tiempo y esfuerzo. Por último desarrollamos una prospección arqueológica extensiva eligiendo aquellos lugares que nos podían aportar una mayor cantidad de información arqueológica. La superficie total prospectada asciende hasta las 1499.13 hectáreas, esta consistió en: - Desarrollo de la batida en función de las posibilidades que nos ofrecía el terreno. - Fotografiado de toda estructura o material localizado en superficie, así como de elementos del paisaje notorios. - Toma de medidas de los diferentes elementos fotografiados. - Georreferenciación y determinación dentro del mapa topográfico. - Incorporación de toda la información a un Sistema de Información Geográfica. - Problemática y análisis.

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Mapa 6. Representación de las áreas prospectadas, prospectables y no prospectadas. El desarrollo de la prospección en superficie presentó una serie de problemas. La Montaña Central leonesa ha experimentado desde las últimas 4 décadas un acelerado proceso de desarticulación económica. El cierre de las minas en los años 70 trajo consigo el éxodo masivo de la población de Correcillas, abandonándose el pueblo durante 20 años, hasta que en los años 90 la nueva generación, ya nacida en León, volvió a reconstruir las casas de sus padres. Desde entonces, las únicas actividades del término han sido las ganaderas. Solo en aquellos lugares donde el tránsito de animales o personas crea senderos sin tapiz vegetal, en los caminos, o bien en lugares faltos de vegetación por la pendiente o por poseer suelos ácidos fue posible localizar material arqueológico. Ningún área del término se ara, excepto algunas huertas privadas donde no hemos podido tener acceso; la mayor parte del territorio está cubierto por maleza, Sotomonte o bosque. Así que las prospecciones concentraron la mayor parte de los hallazgos en los espacios descritos y finalizaron allí donde la integridad física corrió riesgo o donde las condiciones de visibilidad y acceso eran nulas. Estas circunstancias sin embargo no desvirtúan en exceso la calidad de la muestra dado que al ser un espacio de montaña, las áreas tanto habitacionales como productivas tienden a reutilizarse de forma sistemática.

Se consideró elegir este tipo de estrategia por varios factores: 1) la compresión del territorio como un gran yacimiento lo cual nos movió a registrar todo elemento estructural de interés. 1) El alto grado de desintegración productiva del territorio y el

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abandono generalizado del término, lo cual conllevó a tratar de aprovechar toda posibilidad de obtención de información. 3) El alto grado de colmatación de los yacimientos. Esta metodología ha sido exitosa. Con ella pretendíamos: -

La localización, georreferenciación y delimitación de nuevos yacimientos o asentamientos y la contextualización de los ya conocidos, centrándonos principalmente en los hábitats medievales (despoblados, necrópolis, asentamientos en altura, etc.), por ser los más relevantes para esta investigación. - Comprender la organización económica del término registrando las estructuras agrícolas ganaderas y mineras. - Fotografiar, registrar y documentar todo material arqueológico localizado en superficie aunque centrando nuestros esfuerzos en el material arqueológico medieval. - Favorecer la integración cultural del Municipio y fomentar el desarrollo de un turismo patrimonial sostenible. Por su parte el registro de datos se llevó primeramente a través de una estimación cuantitativa del registro arqueológico existente en la Carta Arqueológica del Municipio. Al no existir ningún dato arqueológico recogido en este sentido, nuestro trabajo partió de cero elaborando un inventario descriptivo de los nuevos yacimientos, tanto los visibles en superficie como aquellos cuya existencia estaba anunciada a través de indicadores indirectos (por ejemplo: vestigios en estratigrafía visibles, en superficie, en barrancos o perfiles próximos, o incluidos en sedimentos removidos). Se recuperó la información necesaria sobre el contexto y las asociaciones de los hallazgos en superficie. Se complementó este trabajo con la utilización del software QGIS 2.16.1 utilizado para la elaboración y tratamiento de la información cartográfica.

Tipo

Tabla 3. Nº y Proporciones de los elementos arqueológicos localizados. % Nº

Cerámica

42

50,60

Escorias de fundición

35

42,16

Lítica

6

7,22

Total

83

100

Como se puede observar en la tabla, la mayor parte de los elementos arqueológicos localizados son cerámicos (el 50%), fundamentalmente porque nuestros esfuerzos se han centrado en el período Medieval cuyo registro fósil más común es el cerámico, aunque las escorias metalúrgicas ligadas a los trabajos de fundición del mineral de hierro presentan una importancia destacada. La mayor parte de las cerámicas fueron halladas en los espacios de hábitat, o bien en zonas productivas destacadas como por

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ejemplo las brañas o pastizales en altura. Las escorias también fueron localizadas mayoritariamente en los lugares de hábitat. Como ninguna área del término es arada todos los restos aparecieron en los caminos, pequeñas zonas sin vegetación o en pendiente, en los revolcaderos de los animales o en pequeñas carvas producidas por la erosión del agua en los suelos blandos. Por su parte los elementos líticos fueron localizados en las áreas de Braña, en el Castillo de Correcillas, y ocasionalmente en una pequeña linde uno de los caminos que parten del pueblo hacia el Valle de Santiago.

Tabla 4. Porcentaje de los hallazgos por períodos históricos. % Período Nº Neolítico

1

1,20

Edad media

62

74,69

Edad moderna

13

15,66

Edad contemporánea

1

1,20

Indeterminado

6

7,22

Total

83

100

De nuevo la mayor parte de los restos arqueológicos son de época Medieval (el 74 %) por ser este el período en el que está centrado el estudio. Hemos registrado varios elementos cerámicos modernos por estar localizados en contextos medievales o bien por estar asociados a los anteriores. No hemos podido determinar la cronología de algunos de los elementos localizados, fundamentalmente una serie de cerámicas de cocción mixta y varias unidades del material lítico.

Espacio

Tabla 5. Áreas y concentración de los hallazgos. % nº elementos

Zonas de hábitat

70

84,33

Brañas

6

7,22

Otros emplazamientos

7

8,43

Total

83

100

Por su parte, las estructuras registradas ascienden hasta las 85, todas ellas han sido sistematizadas, definidas y contextualizadas con el medio en el que se insertan a fin de

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inferir contextos arqueológicos de mayor envergadura. La mayor parte son modernas y contemporáneas, bien orientadas hacia las actividades ganaderas, bien hacia la minería de carbón. Existen dos grandes áreas de concentración edilicia, una al Norte de Correcillas, en torno a las Brañas del Marqués, y otra al Sur en torno a las Brañas de Puerto Dotes y Puerto de Aviados. Como se puede observar en el siguiente mapa, las dos altiplanicies concentran el 61 % de todas las estructuras registradas.

Mapa 7. Distribución de las estructuras localizadas. (Elaboración propia).

Mapa 8. Distribución del material arqueológico localizado.

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CAPÍTULO III. DISCUSIÓN. RESULTADOS OBTENIDOS A TRAVÉS DE LA METODOLOGÍA PROPUESTA. 3.1. Datos obtenidos de la Prehistoria. 3.1.1. Período Pre-castreño. Las prospecciones arqueológicas nos han permitido detectar tanto un complejo de grandes bloques de sílex, como un hacha pulimentada de pequeñas dimensiones, que no hemos podido adscribir a una etapa concreta por lo dilatado de su uso. Ambos hallazgos han aparecido en las Brañas de El Puerto Dotes o Collada oriental del pueblo de Correcillas, gran explanada de pastos comunales atravesados por la antigua calzada romana que unía la Cuenca del Río Curueño con la del Río Torío. El paraje se sitúa a escasos 3 km. del casco del pueblo.

Imagen 3. Cantera de sílex en el Puerto Dotes.. Uno de los vecinos del pueblo nos aseveró haber localizado un hacha pulimentada en la Braña a 11 ms. de un chozo de pastor moderno en dirección Sur, en un lodazal del ganado. Este lodazal parte del abrevadero actual, situado sobre un pozo, y se encuentra rodeado completamente de rocas de sílex. Es en este contexto donde supuestamente se localizó el hallazgo Las supuestas medidas serían 12x6x4 cm. No podemos aportar más información, ni su utilidad ni podemos determinar una época concreta, solamente recalcar que si la información es cierta, se habría localizado en las cercanías de

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estructuras actuales, lo cual determina la reutilización de estos espacios y estructuras de forma continuada hasta la actualidad. Las únicas estructuras pre-castreñas fueron localizadas en un afluente del Río Correcillas, en la cabecera del Arroyo de Villalfeide (afluente del Río Correcillas cerca de su desembocadura). Se trata del paraje de La Peñica, una cueva flanqueada por una línea de muralla y lo que parecen ser dos estructuras de tipo torre. Estas estructuras se localizan en un espacio de intenso uso Alto y Pleno Medieval. (García y Seoane 1993). Los autores no aportaron más información sobre sus posibles usos, cronología etc.

Imagen 4. Localización del registro pre-castreño. Imagen de las Brañas de Puerto Dotes. La explotación de la alta montaña durante el Neolítico no ha sido confirmada en la Provincia de León. Sin embargo, la presencia de elementos aislados como este hacha neolítica nos indica presión antrópica sobre las en altiplanicies pastables como Puerto Dotes. La presión sobre las masas boscosas durante el Neolítico sí ha sido confirmada en otras partes de la Península Ibérica. Así en el Pirineo occidental se ha detectado una disminución de las masas boscosas de alta montaña ya desde el Neolítico Antiguo (5500-4500 Cal A.C.) gracias a los datos ofrecidos por los análisis palinológicos (Pèlachs et al. 2007) y a las columnas sedimentarias (Bal et al. 2010). Estos avances estarían destinados a ocupar nuevos pastizales de alta montaña, introduciendo el ganado (Cunill 2010). El sistema de quemas reiteradas se han puesto en relación con la ocupación de hábitats en cueva, intensificándose a partir del 4200 A.C. (Gassiot 2014). Estos hábitats en cueva desde los que plausiblemente se obtenía terreno al monte hacia

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los Puertos y Brañas del alta montaña ha sido relacionado con un incremento de los taxones antrópicos de Cerealia presentes en los valles. Estaríamos pues ante una dinámica generalizada de reorganización del territorio (Galop et al. 2003). No hemos localizado ninguna estructura megalítica en la línea con la tónica general de la Provincia de León. Sin embargo la abundante presencia de ermitas en el valle (7) podría corresponderse con la superposición de alguna de ellas sobre un precedente precastreño. Sin embargo sí que queríamos apuntar que tal vez el rastreo de los monumentos megalíticos no se esté enfocando bien en la Provincia de León, fundamentalmente porque se toma como referente los hallazgos gallegos y asturianos. Grosso modo los megalitos asturianos están asociados a comunidades nómadas que utilizan este tipo de estructuras como una forma de delimitar un territorio que consideran propio, entre otras funciones. Normalmente se sitúan en las grandes vías que jalonan los cordales montañosos asturianos, y estarían puestos en relación con las zonas de pasto y el acceso a las mismas. Bien, en la Provincia de León no contamos con cordales montañosos amplios a través de los cuales se pueda transitar fácilmente. Las montañas meridionales, con valles menos profundos y cordales estrechos y escabrosos, el tránsito de personas y animales se realizaba por el fondo de los valles, por tanto, podría ser que sea aquí y no en las cimas donde se deba de buscar. Apuntamos que en el valle de Villalfeide a 4 km. de Correcillas localizamos una pequeña colina antrópica en cuya parte superior ha sido excavada, ¿Podría ser esta colina un pequeño túmulo? No podemos aseverarlo ni tenemos suficiente información como para demostrarlo 3.1.2. Período Castreño (800 a.C. -¿?) En nuestro caso de estudio hemos deducido la presencia de un castro prerromano situado en el mismo emplazamiento actual del pueblo de Correcillas, o en sus cercanías. El casco de Correcillas se sitúa en la intersección 3 valles: Santiago que desciende en dirección NO-O, Correcillas en dirección NE-O y Canales que desciende en dirección SE. Una carretera que asciende desde Villalfeide a lo largo de 7 kilómetros lo une con la comarcal LE-315. Transversalmente es atravesado por una pista de tierra de dos kilómetros por la que se puede transitar y que parte de Aviados, al Sur. El Arroyo de Correcillas separa al pueblo de un farallón rocoso llamado Pico Castillo, a las faldas del mismo aparece el topónimo Castro, derivado de la palabra latina CASTRUM, y referente a un tipo de poblamiento prerromano. El término Castro hace referencia únicamente a dos pequeños aterrazamientos situados en las laderas del Pico Castillo¸ se trata de un claro ejemplo de Metonimia, dado que con toda seguridad el propio pueblo de Correcillas, se sitúa sobre el castro prerromano. De hecho la raíz prerromana CORR- hace referencia a algún tipo de estructura circular destinada a la recogida del ganado o espacio de hábitat. Nuestra hipótesis es que el mismo emplazamiento del Castro servirá con el transcurso de la Edad Media como espacio de concentración de la población en torno a Correcillas. El castro se situaría a una altitud similar al del resto cercanos, en torno a los 1200-1300 msnm. Junto a Castro Grande y Castro Pequeñín (ambos situados en la desembocadura del Río de Correcillas,

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a 6 km. del pueblo) conformarían la red pre-romana del Valle, la cual daría paso en la Tardorromanidad a la organización del espacio en base a una serie de aldeas y pequeñas granjas campesinas.

Imagen 5. Localización del topónimo: El Castro. No hemos localizado material en superficie puesto las casas del pueblo se situarían encima de las estructuras anteriores, o bien el emplazamiento original no ha sido detectado por nosotros. En las proximidades no hemos hallado paramento alguno, únicamente escorias de fundición ligadas a las minas del Venero, situadas en las cercanías del pueblo. Los castros de la cabecera localizados sobre dos pequeñas colinas peladas si han aportado materiales, varios molinos barquiformes (García y Seoane 1993). Desconocemos la cronología de los mismos sin que podamos adscribirlos a la Primera Edad del Hierro o a la Segunda. Desde la toponimia también hemos podido identificar una serie de topónimos prerromanos, todos ellos cercanos a Correcillas, y de similares características: Morceras Morneo, La Moral y el Moruquil. La raíz Mor-, es bastante usual el registro lingüístico del asturleonés Central y Oriental, parecen aludir a terrenos que fueron comunales pero caracterizados por tener una gran cantidad de piedra o ser poco productivos (Arias 2003). Parafraseando a Xose Lluis Arias: “En este sentido se ha propuesto relacionarlos con una raíz preindoeuropea *MOR- ‘piedra, roca’ que parece expandirse por zonas de Italia, Francia y España y que, entre nosotros, acaso explique el apelativo morra ‘cabeza’, morru ‘morro’ y, metafóricamente, ‘elevación del

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terreno”. Efectivamente todos estos topónimos hacen referencia a grandes espacios comunales de carácter pedregoso o yermo.

Imagen 5. Situación de los hábitats castreños en el Valle Correcillas. (Elaboración propia). La presencia de este tipo de topónimos en el término conlleva retrotraer la puesta en valor de un espacio organizado al menos desde época prerromana, con un carácter consuetudinario ligado a la gestión de estos espacios, la apertura y cierre de los mismos por las condiciones poco productivas de los mismos, y la necesidad de preservar su capacidad energética. Existe otra posibilidad, M¯OREM ‘costumbre’, ‘modo de comportarse’, palabra latina que podría haber dado paso a este tipo de topónimos. Por tanto contendrían significados como: “la Sierra que es de todos”, “La Sierra sobre la cual se aplica la costumbre”. En cualquier caso parecen ser espacios poco transformados, ligados a la población castreña o inmediatamente alto medieval. Las pocas posibilidades que ofrecen estos espacios traen consigo que sus topónimos se fosilicen, a diferencia de otros como, Puerto Dotes, Praucillo o Bustillo, cuya variabilidad es el resultado de los cambios en sus estructuras productivas. Todos ellos sirven como elementos de referencia que limitan al pueblo: La Moral por el occidente, Morceras y Morneo por el oriente, El Moruquil por el Norte. Cerca del territorio existen otros ejemplos, el más significativo es el Oppidum de Morceras. Un gran asentamiento en altura con continuidad habitacional hasta la Alta y Plena Edad Media. De nuevo una gran elevación rocosa sin prácticamente vegetación, y sobre la que además se localiza

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instalado un asentamiento prerromano. No podemos aportar más datos acerca de la organización prerromana del término dado que nuestro foco de atención se orienta sobre el período Alto Medieval. Sí apuntamos algunos datos que podrían ser de interés. Todos los castros se disponen a media altura sobre pequeñas colinas con poca vegetación y donde el elemento rocoso sobre sale. En la dinámica de los castros asturianos, estos se disponen controlando las principales vías de comunicación, fundamentalmente aquellas que unen a los espacios de hábitat con áreas de dedicación ganadera (Marín y Jordá 2009). La existencia de un despoblado estival medieval en las Brañas del Marqués, y el hallazgo de un hacha de piedra plana en ellas nos permite plantear la existencia de una posible trasterminancia ganadera que podría tener sus orígenes en estos asentamientos sedentarios del Hierro (800-100 A.C.) con una continuidad a lo largo de la Edad Media, apuntalando algunas de las tesis que se han propuesto para la Cordillera Cantábrica septentrional (Fanjul y Fernández 2009). No nos aventuramos a determinar un área de influencia de los hábitats existentes pero recalcamos que en los extremos del valle se disponen dos Oppida de cierta envergadura, el Castro de Sierros Negros por el O. y el Castro de la Peña Morquera por el Este. Ambos se sitúan sobre amplias vegas: La Vegacervera en el Río Torío (Sierros Negros) y la Vega de Valdepiélago en el Río Curueño (Peña Morquera), además flanquean la entrada a dos hoces, Vegacervera por el Oeste. y Valdeteja por el Este. Los dos serán importantes centros de articulación del territorio a lo largo de la Alta Edad Media con continuidad hasta la Plena Edad Media (ss. XI-XII), (García y Seoane 1995).

3.2.Datos obtenidos sobre la Edad Media. La metodología propuesta nos ha permitido seguir la evolución poblamiento medieval del Valle de Correcillas a lo largo de la Edad Media. La cabecera del Río Correcillas ha sido estudiada por nosotros; por su parte, la desembocadura, fue puesta en valor en la década de los años noventa (García y Seoane 1993, 1995). 5 aldeas configurarían en la Alta Edad Media (ss. VIII-X) la organización habitacional del actual término de Correcillas, estas habrían sido el resultado de la progresiva concentración de una serie de núcleos de población, pequeñas granjas y caseríos familiares, diseminados en época Tardorromana, que levemente hemos podido detectar. Las aldeas feudales de la cabecera del valle acabaran por concentrarse en torno al actual pueblo de Correcillas, ya en la Baja Edad Media (ss. XIV-XV), como resultado del progresivo proceso de encuadramiento social. 3.2.1. La Red aldeana pre-feudal. La red de aldeas constituida en torno al siglo IX-X d.C. debió de tener un precedente habitacional más disperso, tal vez pequeñas granjas de familias campesinas. Las prospecciones han aportado escorias de fundición localizadas en un paraje situado a 4km. de Correcillas, dentro del Valle de Santiago. El paraje se denomina los Adiles,

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localizado en las inmediaciones de la calzada. Está fuertemente modificado, con importantes ondulaciones y desniveles que denotan la existencia de estructuras anteriores, presenta además un talud artificial que lo separa del cauce del Río. El arroyo que lo atraviesa: Reguera Oscura está relacionado con una historia popular que asevera la existencia de los “moros”. También en este paraje localizamos dos grandes depresiones que pudieran estar ligadas a labores extractivas o a expolios. Las fuentes orales nos transmiten la existencia de escorias en otro paraje también fuertemente modificado: Canales, aunque nosotros no hemos hallado resto arqueológico alguno. Por último existen en el término hasta 3 topónimos relacionados con la posesión de pequeños valles por algún tipo de propietario: Valmerín a 3 km. en dirección O. de Correcillas, en el Valle de Correcillas, Valdemío a 2 km. del Casco de Correcillas también hacia el O. y Robogato- RIVUS de CATO, “Río de Cato”, a 4 km. de Correcillas hacia el N. en el Valle de Santiago. Estos antropónimos podrían hacer referencia a este hábitat disperso, aunque ninguno de los parajes ha aportado material en superficie.

Imagen 6. Paraje de los Adiles y Reguera Oscura. ¿Espacio de granjas prealdeanas? La presencia de antropónimos es extensible a todo el valle, en la desembocadura se pueden localizar: el Valle de Ata o Vardaya, el Valle de Egon o Valdegon, junto a otras detectadas a través de la encuesta oral, como Corros o Reguera Oscura (García y Seoane 1992). Este tipo de asentamientos es sumamente difícil de identificar por lo reducido de su registro material en superficie, sin embargo, en otras áreas del NO hispano el

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desarrollo de intervenciones intensivas en área han permitido constatar la constitución de esta red de pequeñas granjas y aldeas diseminadas (ss. VI-VII). Algunas como Zornoztegi o Zabala en País Vasco se tratan de pequeñas unidades productivas ligadas a conjuntos de silos de almacenamiento (Quirós del Castillo 2009 2012), otras como el Pelícano en Madrid aparecen asociadas a antiguas Villae imperiales ( Vigil-Escalera 2009), o bien son de nuevo cuño como Gózquez, también en la Comunidad madrileña (Vigil-Escalera 2007). En la Provincia de León las prospecciones intensivas han puesto de manifiesto la posibilidad de este sujeto histórico, Benuncias, Huergas, Soto (Gutiérrez 2008), Cea (Aparicio 2010).

Imagen 7. Posible hábitat Tardorromano: Valdemío. Contamos con pocas referencias sobre el grado de antropización del territorio argollano para los primeros siglos de la Tardorromanidad, la mayor parte proceden del Oeste de la Cordillera Cantábrica leonesa y del Principado de Asturias. Los análisis de las turberas de Villaseca y la Mata muestran un siglo V en el que se desarrollan intensas deforestaciones, con una reducción progresiva de las masas arbóreas en favor de las herbáceas, ligadas al aumento de las zonas de pasto para el ganado (Jalut et al. 2010). Los avances arqueológicos en Asturias han permitido detectar varias comunidades campesinas del siglo VII que desarrollan una actividad multi-productiva aprovechando los diversos recursos del medio. Los horizontes Alto Medievales ofrecen suelos con abundancia de pólenes de Cerealia y de plantas ruderales, así como cerámicas negras y grises altomedievales asociadas, denotando la existencia de cercanos campos de cultivo, Villanueva (Fernández Fernández 2011), Castillo de Curiel (Burjachs y Casas 2003). En

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otros como en Vigaña, con unas cronologías un poco más tardías (finales del siglo VII mediados del VIII) los pólenes de Cerealia son insignificantes, aunque la presencia de plantas ruderales asociadas a ambientes humanizados es notable, por el contrario se detectaron suelos con unos niveles de materia orgánica (nitrógeno, fósforo, calcio) elevados, ligados al uso de estiércol para el enriquecimiento de los suelos. La presencia de taxones de carácter nitrófilo en las cercanías de las zonas de hábitat ha sido interpretada como un uso dedicado a la producción comunal de heno para su utilización en época invernal (Mier 2015). Otros ejemplos más lejanos ofrecen datos similares. En Galicia se han detectado varias terrazas en las inmediaciones del Monte Gaia con unas cronologías situadas entre los siglos VII-IX. Se trata de estructuras agrícolas cuya construcción tuvo que implicar a un número considerable de miembros de la comunidad (Ballesteros 2003). Tanto en el País Vasco (Pérez Díaz 2012), en el Pirineo Centro-Oriental (Galop 1999), y en el Pirineo Occidental (Maziet et al. 2009) los análisis palinológicos ofrecen una creciente antropización del paisaje a lo largo de los siglos VI y VII. Junto a los registros polínicos se han localizado ocupaciones estructurales en la alta montaña coetáneas ligadas a un sistema de pastoreo de trasterminancia, como por ejemplo los casos de la Sierra de Aralar y Urbía (Moraza y Aguirre 2013). Estas explotaciones ganaderas estarían ligadas a un sistema productivo desarrollado desde estas pequeñas aldeas campesinas de valle, y fundamentado en una diversificación y racionalización del espacio donde las prácticas agrícolas intensivas beberían de las aportaciones de la ganadería (abonos, materia orgánica etc.) (Quirós del Castillo 2014). Las interpretaciones a nivel europeo ponen en relación esta red de granjas y pequeños asentamientos campesinos con la desestructuración generalizada del entramado político y fiscal del Imperio romano a lo largo del siglo V (Wickham 2005). Con el registro material actual y teniendo en cuenta los aportes mencionados de otras regiones solo podemos inferir una serie de planteamientos generales. El Valle de Correcillas experimentó un proceso de rearticulación de los asentamientos en la Tardorromanidad (ss. VI-VIII). Este se fundamentó en la aparición de un conjunto de granjas o aldeas campesinas (no podemos definir cuál de las dos categorías analíticas es la más acertada), cuyo precedente conocido más próximo son los castros mencionados sin que exista un registro arqueológico que denote su continuidad. Se configuró una red de pequeños asentamientos estables que debieron de definirse externamente a través de una territorialidad fundamentada en los marcos geográficos del propio valle e internamente a través de un sistema relacional más o menos jerárquico. Este complejo sujeto histórico-social desarrolló un modo de producción multi-productivo que racionalizaba los diferentes nichos ecológicos del espacio, definiendo un dominio sobre el cual ejerce una presión expansiva, cuyas causas desconocemos, ¿Aumento de la productividad?, ¿Crecimiento demográfico?, ¿Mejores rendimientos? Este modo de producción podría estar fundamentado en dos ejes: al igual que en otras aldeas registradas, la pequeña propiedad de la tierra de los diferentes núcleos familiares en las vegas de pequeños afluentes del Río Correcillas: Valdegón, Valdemerín,

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Valdemío etc. Junto a un probable trabajo colectivo de las labores de secano, por ejemplo en la construcción de terrazas colectivas (Ballesteros 2003), actividades ganaderas, como por ejemplo en la producción de heno (Mier et al 2013), y mineras, estas últimas fundamentales para nuestro estudio. El único registro arqueológico que da uniformidad a todos los yacimientos del valle son las escorias de fundición. Han sido localizadas tanto en las aldeas-prefeudales como en las propiamente medievales. La presencia de labores de extracción y fundición de este mineral en todo el valle debió atañer a las diferentes comunidades a fin de regular su extracción. Las labores de extracción de metal de hierro han sido datadas para fechas tempranas en varios valles de los Pirineos (ss. V-VII), como es caso de Farrera/Romandriu y Vall Ferrera (Gassiot et al 2012). Se ha propuesto que el proceso de transformación del mineral al metal se habría llevado a cabo en la propia zona de extracción, aunque en nuestro caso de estudio, las escorias de fundición aparecen en los propios hábitats. El hecho de que el valle esté atravesado por una calzada de importancia podría inducirnos a pensar en marcos supra-locales en los que la venta de herramientas o material en bruto formara parte del cuadro productivo. Aunque hemos localizado las vetas de extracción y los topónimos referentes a ellas creemos que forman parte del entramado productivo posterior, organizado desde las aldeas Alto Medievales y Pleno Medievales (ss. VIII-XII). 3.2.1.1.

Articulación del espacio e identidad territorial.

Este sistema productivo se desarrollaría por tanto dentro de un marco político de interdependencia a nivel regional que sobre pasaría la propuesta historiográfica de comunidades basadas en el autoconsumo y la autodependencia. Este marco político se desarrollaría a diferentes niéveles, uno nuclear: el valle, y otro supralocal: la relación con los espacios de vega. El marco de referencia campesino más inmediato, sobre el cual podría haberse formado una identidad de pertenencia es el valle, el valle como marco no tanto de la organización productiva de sus economías sino como espacio de interrelación de los diferentes núcleos habitados. Dentro del valle las necrópolis debieron de jugar un papel fundamental en la creación de una identidad consciente: self-conscious (Sehanan 1994), dentro de una percepción de pertenencia a una estructura macro-donde las diferentes granjas en manos de las distintas familias encuentran un lugar de auto-identificación con la comunidad. Véase, tomando el concepto de Habitus de Bordieu como nexo entre la identidad subjetiva (la comunidad en torno a la necrópolis) y la realidad material (granjas individuales ligadas a grupos familiares) (Bourdieu 1997). El estudio de las necrópolis tardorromanas y altomedievales tiene una larga tradición en la Cuenca del Duero (Ripoll 1989), y han sido enfocadas tradicionalmente desde la etnicidad cultural, por lo menos hasta la primera década del siglo XXI. Sin embargo, recientes estudios han comenzado a interrelacionar las necrópolis tardorromanas y altomedievales tanto con el territorio (Quirós del Castillo y Vigil-Escalera 2006) como con nuevos conceptos sobre la identidad, género, edad, estrato social etc. (Tejerizo

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2011). Algunas de estas estas necrópolis no tienen continuidad a partir de los siglos VIIVIII, bien por un abandono relacionado con nuevas formas de poblamiento ,bien por ser sustituidas por otras nuevas necrópolis que se organizan en torno a nuevos edificios religiosos (basílicas, monasterios o ermitas), aunque en numerosos casos se instituye una pequeña ermita o iglesia encima de la anterior necrópolis tardorromana, así los casos asturianos de Riomiera y Badriñana (Mier 2009) o el caso leonés de San Miguel de Escalada (Larrén 1990) dentro de una nueva dinámica de poblamiento (Quirós del Castillo 2012) y relacionadas con los intereses de los sectores campesinos más acomodados y élites locales, involucrados en la construcción de estos monumentos (Mier et al 2013). En el valle tenemos dos ejemplos muy sugerentes que nos podrían aportar datos sobre las formas de identidad campesina tardorromana en la montaña cantábrica.

Mapa 9. Posible densidad de asentamientos en el valle de Correcillas durante la Tardorromanidad. (Elaboración propia). El ejemplo más nítido es el Cementerio de los Moros. El Cementerio de los Moros es una necrópolis probablemente tardorromana o altomedieval localizada en la cabecera del Valle de Villalfeide, penúltimo afluente del Río Correcillas cerca de la desembocadura de este en el Río Torío. La prospección del paraje dio como resultado la detección de una serie de tumbas dispuestas en dirección E-O cuyas cajas mortuorias estaban elaboradas a base de lajas de piedra caliza. La información arqueológica fue contrastada con las fuentes orales de Villalfeide que confirmaron el hallazgo. La necrópolis se dispone interrelacionada con otros yacimientos cercanos; a 2 km. al sur se disponen los dos castros prerromanos: Castro Grande y Castro Pequeñín, y en la colina

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que preside la necrópolis se sitúa un pequeño santuario de 3 ms. de largo por 2 de ancho denominado el Canto San Pelayo (García y Seoane 1992). El cementerio se localiza en una posición central respecto tanto a los asentamientos tardorromanos como a los alto y plenomedievales. La tradición oral afirma que los habitantes de Correcillas, Villalfeide y Follosa se reunían anualmente en este Cementerio en romería. Follosa, Correcillas y Villalfeide son los 3 hábitats que se mantenían en activo en el siglo XIV, dado que Follosa se despobló en el siglo XV. Por tanto, la tradición nos está relatando la presencia de marcadores sociales de creación de identidad que probablemente se retraían a la etapa tardorromana y altomedieval. En la cabecera del Río también existe una necrópolis no adscrita a ningún edificio religioso, se trata del cementerio del pueblo, localizado a 1km. en dirección NO, en las proximidades de la calzada romana que atraviesa el término, y además en una posición más o menos central respecto al resto de asentamientos. ¿Podría ser qué estas dos necrópolis organizaran indentitariamente a las comunidades del valle? A falta de más información arqueológica no podemos aportar más datos ni corroborar esta hipótesis. Otras necrópolis del valle: Santiesteban, San Julián de Follosa, San Feliz de Villalfeide parecen estar asociadas a momentos posteriores, concretamente a la fijación sedentaria de las aldeas altomedievales (ss. VIII-X).

Mapa 10. Posible organización tardorromana del valle. (Elaboración propia). Por otro lado, estos asentamientos debieron de incluirse dentro de un entramado político estable heredero de la etapa romana. En este sentido existen problemas

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diacrónicos puesto desconocemos como era la organización agraria del período romano en la Montaña Central, y por tanto sobre qué bases económicas se sustentó la creación de élites locales y regionales. Desconocemos los marcos de actuación de estas, o cómo interactuaban con los núcleos campesinos en espacios compartidos como eran las praderías de alta montaña antes de que comenzaran a aparecer estructuras claras de dominación: castillos, ermitas, monasterios etc. La propuesta más aceptada para la Provincia de León es que estas élites locales podrían estar funcionando desde centros castreños de envergadura (Mier 2009), como Castro Ventosa (en la Comarca del Bierzo) (Mañanes 1981, Gutiérrez 2008) o el Castro de Valencia de Coyanza (Vega del Esla) (Gutiérrez 2001). Ya expusimos que a 4km. al Oeste de la desembocadura del Río Correcillas, el Castro de Sierros Negros (Vegacervera) aportó cerámicas grises altomedievales asociadas a abundantes escorias de fundición y sobre el cual se construyó un pequeño castillo Alto medieval (ss. IX-X) (García y Seoane 1995). Hacia el Este, en el Valle del Curueño, y la Vega de Valdepiélago existe otro emplazamiento de similares características, Peña Morquera, un imponente centro castreño que controla toda la Vega. Dispone de una continuidad habitacional desde la Edad de Hierro hasta la Plena Edad Media. Asociadas al castro aparecieron cerámicas grises y negras altomedievales García y Seoane 1996). Todos estos centros castreños aparecen asociados a grandes vegas, vegas que podrían haber sustentado inicialmente un proceso de concentración agraria (en sus respectivos espacios de vega) como base económica de las élites comarcales. Sin el entramado político y jurídico romano, las antiguas élites ligadas a estos oppida habrían tenido la posibilidad de rearticular autónomamente el territorio circundante, controlando o limitando en cierto modo la expansión campesina. El estudio toponímico nos podría estar indicando algunas formas tempranas de articulación territorial. Inmediatamente encima del casco de Correcillas, hacia el Este a 20 ms. se alza una pequeña colina denominada: La Corolla. La Corolla es una pequeña explanada a 1300 msnm. con una posición preeminente sobre la calzada romana. Los topónimos tipo corollo/a se repiten en la Comarca de los Argüellos. Al revisar el mapa topográfico 104-III localizamos una serie de topónimos que variaban en torno a la raíz Cor- y que parecían estar relacionados con yacimientos arqueológicos prerromanos o altomedievales. En la propia desembocadura del Río Correcillas a apenas 200 ms. del Cementerio de los Moros, se localiza el topónimo: El Corollo (González y Seoane 1993). Se trata del espigón central que separa el Valle de Villalfeide por el Oriente, de otro menor, por el Occidente. No se detectaron en él restos materiales o estructuras.

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Mapa 11. ¿Posible organización tardorromana del territorio? (Elaboración propia). Al revisar otros espacios, fundamentalmente hacia el Sur, en torno al Municipio de Matallana de Torío y Valdepiélago observamos una dinámica similar que asocia este tipo de topónimos a asentamientos castreños. Así, El Corollo de la Valcueva era considerado por Avelino Gutiérrez como una fortificación Tardoantigua (Gutiérrez 1995). A 5 km. al Oriente localizamos el Coronillo de Robles de la Valcueva y el también Coronillo de Mata la Bérbula, o el Corisco de Valdepiélago. Estos topónimos no hacen referencia a los grandes oppida de la zona: Sierros Negros, La Peña Cantable o Peña Morquera, y no en todos los casos a yacimientos del hierro o tardorromanos como por ejemplo: el Castro de Correcillas, los Castros de Villalfeide, el Castro de Otero de Curueño o de Ranedo de Curueño, pero en otros casos probablemente sí, como el Corollo de Mata la Bérbula o el de Robles de la Valcueva. ¿Por qué? ¿Podría ser que este tipo de toponimia esté haciendo referencia a formas tempranas de una laxa organización territorial? El término Corollo o Corolla, es en sí una designación metafórica de la zona superior de una elevación no pronunciada, derivada del término latino CORO-NAM, pero también hace referencia al Corollo o parte central de una fruta. Probablemente este tipo de topónimos estén haciendo referencia tanto a este tipo de elevaciones que pudieran tener un tipo de hábitat en su zona alta o carecer de ella, así como la designación de un punto alto en torno al cual “se organiza algo”, “epicentro”, “punto de referencia”. El cariz de ambas definiciones para nuestro caso es indudable, de hecho La Corolla se constituye como espacio central, asequible, por encima del castro pero a la vez por

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debajo del Castillo y además cercano a la mayor parte de los asentamientos. El área designada no nos ha aportado ni material ni estructura alguna. Desconocemos por qué existe esta doble terminología para referenciar hábitats o promontorios similares pero podría estar ligada a un uso a lo largo de la Tardorromanidad.

3.2.2. La Red Aldeana Alto Medieval (ss. IX-XII). Los primeros registros claramente medievales que hemos obtenido nos aportan información sobre una posible organización aldeana del valle plenamente formada para los siglos IX-X. La información arqueológica nos ha servido para poder fechar las aldeas, mientras que la toponímica nos ha sido de gran ayuda a la hora de plantear una posible organización económica de la cabecera del valle. 4 aldeas sedentarias y 1 intersticial articularían la parte alta del valle. Las aldeas sedentarias estaban organizadas en dos colaciones, cada una de las cuales adscrita probablemente a una ermita. La colación meridional (Crespas y Santiesteban) a la ermita de Santiesteban, y la septentrional (Velilla y Correcillas) en torno a la ermita de Correcillas. Las colaciones están separadas por el farallón rocoso de la Moral que en dirección S-N separa la cabecera del curso medio del río. La quinta aldea sería en realidad un asentamiento provisional dedicado al aprovechamiento de las grandes extensiones de pasto durante los meses de primavera y verano. Esta red aldeana estaría articulada en torno a un castillo altomedieval situado en un promontorio rocoso en las proximidades de Correcillas. Junto a este entramado habitacional hemos podido constatar la importancia y funcionalidad de dos espacios de aprovechamiento ganadero: Brañas del Marqués y de Puerto Dotes, así como 3 puntos de extracción del mineral de hierro. 3.2.2.1. a)

Localización espacial de los hábitats medievales

Hábitats de Crespas y Santiesteban:

La información documental de esta colación se reduce a una escueta mención en dos documentos del Archivo de San Isidoro de León (ASIL en adelante). En el del año 1564 se especifica que era un lugar despoblado del Concejo de Cervera. En el de 1566 se especifica que formaba parte de los fueros de Villalfeide, Follosa y Crespas (las dos primeras son poblaciones de la desembocadura del Río) (García y Seoane 1995). El despoblado de Santiesteban se sitúa a 2 kilómetros del casco de Correcillas, cercano a una nave ganadera actual en la ladera solana del valle, a media altura y a escasos 50 metros sobre la carretera que une a Correcillas con Villalfeide. El despoblado se localiza entre dos pequeños arroyos que descienden en dirección N-S desde las faldas del Povoreda hacia el Valle: el Reguero de la Cal por el Este y El Llamargón por el Oeste. Está atravesado por dos vías, una meridional: el camino de los mineros de Vardaya que atraviesa el lugar a media altura, recorriendo por el alto la ladera solana que desciende desde el Polvoreda, y atravesando los diferentes lugares arqueológicos de envergadura en el Valle: los dos castros, la ermita de San Martín, el Canto San Pelayo, el Cementerio

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de los Moros, La Peñica, Corros el despoblado de Vardaya, la ermita abandonada de San Juan, el Castro de Vegacervera y finalmente el pueblo de Vegacervera y otro camino superior, ganadero, senda prácticamente desarticulada. La nave ganadera ha desvirtuado casi por completo el conjunto del paraje, que se organiza en dos áreas, una situada por debajo del camino de Vardaya, y otra por encima. La cimera denominada Los Casares, presenta fuertes ondulaciones que denotan la existencia de estructuras anteriores, la zona meridional presenta fuertes aterrazamientos que han desvirtuado la posible morfología de la aldea. El paraje cuenta con varias fuentes localizadas a ambos extremos del mismo además de terrenos en la ladera umbría que pueden tener una función tanto ganadera como agrícola, constituyendo el espacio de explotación inmediato del pueblo. El despoblado fue localizado gracias a la toponimia, el término Casares deriva de la palabra latina CAS¯ALEM (EM), “casa”, “lugar de vivienda”, denotando la presencia de una zona de hábitat que hemos confirmado arqueológicamente.

Mapa 12. Hábitat medieval de Santiesteban. (Elaboración propia). No se han detectado estructuras ligadas al despoblado, únicamente pequeños paramentos de apenas 20 cm. de alzado diseminados por Casares pero de filiación imprecisa. Estos pequeños muretes están constituidos por cantos rodados englobados a través de una matriz arcillosa. La única estructura detectada ha sido un Calero, localizado en la vertiente oriental del Reguero de la Cal en el paraje del Canillo. Parece haber estado en funcionamiento hasta finales del siglo XIX (fuentes orales). Sus dimensiones son las siguientes: 3,40 metros en dirección E-O y 2,80 metros en

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dirección N-S; cuenta con una abertura en su cara Sur, prácticamente colmatada, con una anchura de 76 cm. Y una altura de 43 cm. La altura interna alcanza los 1,15 metros y la externa 1,39 metros. Se utilizó un conglomerado sedimentario típico de la zona, resistente a las altas temperaturas con un refuerzo de caliza en su parte externa, fundamentalmente en la esquinas para facilitar el careado. Los sillares interiores presentan un recubrimiento de arcilla roja, fuertemente rubefactada, junto a pequeñas pellas de cal, resultantes de la actividad del horno. Además cuenta con dos plantas distintas, una externa de forma cuadrangular, y una interna de forma troncocónica, más estrecha en la base, y ampliándose a medida que se asciende hacia la superficie. El reguero que se localiza a su derecha, al Oeste, está fuertemente amurallado, con un ancho máximo de 1,15 metros y un largo de 37 metros. La finalidad del amurallamiento es contener las riadas y aislar tanto el calero como los prados adyacentes de posibles inundaciones. La cal se obtenía a apenas cuarenta metros de la estructura, en la propia ladera caliza. El procedimiento era sencillo; la roca sin devastar se limpiaba de posibles impurezas y se introducía en el horno por la parte de arriba, pudiendo contar bien con una cubierta de arcilla, bien sin cubierta. En la base se implementaba calor a través de un pequeño horno alimentado con madera, pero también con carbón vegetal o incluso mineral. Posteriormente la cal se obtenía desde arriba y se transporta al pueblo o se vendía. El otro espacio donde supuestamente también debió de existir un calero, Canales (al Este del pueblo), no ha aportado estructura alguna, su posición es idónea, cerca del camino y cerca del farallón de roca caliza de Entrepeñas. solo hemos detectado grandes bloques de caliza devastada.

Imagen 8. El calero de Santiesteban.

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Las fuentes orales mencionaban la presencia de una pequeña ermita a apenas 1km. Del despoblado en dirección a la desembocadura del río, que al menos hasta comienzos del siglo XX se mantenía en pie. No hemos podido detectar sus estructuras por lo tupido de la vegetación, pero muchas de las lajas del cementerio adyacente las hemos encontrado reutilizadas como recubrimiento de una tapia en Correcillas. La tradición oral afirma lo siguiente: “La ermita de Santiesteban se mantuvo hasta el siglo pasado. Un hombre que venía de Villalfeide de tratar de cortejar a una mujer de ese pueblo, se vio acorralado por un lobo a la altura de la ermita, así que tuvo que subirse al tejado desde donde lanzó tejas al lobo. Un mastín del pueblo en oyéndolo y ladrando, fue soltado, dirigiéndose hasta la ermita y salvando al hombre.”

Imagen 9. Fotografía panorámica del paraje de Los Casares de Santiesteban. Cerca del Reguero de la cal en una carva cercana al río hemos localizado la mayor parte del material arqueológico. 19 escorias de fundición de pequeño tamaño, entre 2, 5 centímetros de largo y 2 centímetros de ancho y 1 centímetros de largo y 0,4 de ancho. Este tipo de escorias se han localizado en más despoblados alto y pleno medievales de la Comarca de Argüellos, como los casos del Valle de Fenar y la comarca de Alba (García y Seoane1995). En la desembocadura del Valle también se localizaron escorias de fundición, situadas en las inmediaciones del Canto San Julián, en el despoblado de

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Follosa (García y Seoane 1993). Es probable que al igual que El Calero, los hornos de fundición se situaran cerca de un abastecimiento de agua continuo. También localizamos 3 fragmentos de cerámica vidriada, dos de ellos bordes, y 8 fragmentos de cerámica medieval, 4 de ellos localizados por encima del camino de Vardaya y otros 4 localizados debajo del mismo. 3 de los fragmentos medievales son de cocción reductora con un engobado anaranjado hechas a torno lento, pastas uniformes con pocos desgrasantes (micas): un galbo, un fragmento de borde y un fragmento de asa. Las otras 5 cerámicas son de cocción oxidante. 2 de ellas (galbos ambas) realizadas a torno lento, presentan una decoración a peine de rayas incisas sobre una capa de pintura blanca. Sus pastas son poco uniformes y con pocos desgrasantes de pequeño tamaño. Otros 2 galbos presentan un engobe de color marrón, elaboradas a torno rápido, son fragmentos de cerámica fina cuyas pastas presentan una calidad mediocre con bastantes desgrasantes de pequeño tamaño. El último fragmento es de cocción oxidante sin decoración ni engobados.

Mapa 13. Localización del despoblado de Santiesteban. Dispersión de los hallazgos. (Elaboración propia). La cronología de las producciones medievales leonesas no está bien establecida. Podemos determinar que la mayor parte de las cerámicas localizadas se circunscribe al período Alto y Pleno Medieval (ss. VIII-XII). Las cerámicas de cocción reductora son típicamente Alto medievales para el cuadrante NO de la Península (Escalera-Guirado, Quirós del Castillo 2016). La otra tipología: cocción reductora-engobado de color naranja no cuenta con ningún precedente en la Provincia y parecen ser las más antiguas

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con una cronología laxa (ss. VIII-X), por su parte los fragmentos oxidantes con pintura blanca son el resultado de la evolución y tradición desde las formas tardorromanas con pintura blanca del NO hispano. Existen precedentes en la propia Ciudad de León, y han sido datadas en torno a los siglos XI-XII (Gutiérrez y Hernández 2009). Las pastas grises, típicas producciones Tardorromanas y Alto Medievales europeas han sido interpretadas como producciones locales, relacionadas con el autoconsumo y unas redes de intercambio a lo sumo comarcales o regionales. Las oxidantes-blancas sin embargo han sido interpretadas como producciones y facturas especializadas, de tradición Norhispana que además cuentan con una difusión interregional: Asturias (Gutiérrez, 1995), Zamora (Turina, 1994; Larrén y Turina, 1998) o Galicia (Suárez, 1993). Los alfares especializados en estas facturas no han sido localizados, pero sí se ha propuesto unos sistemas de comercialización que tendrían su epicentro en la región comprendida entre las ciudades de: León y Zamora, donde se ha determinado una mayor amplitud porcentual (Gutiérrez y Hernández 2009). La pintura blanca ha sido ligada también a terrenos calcáreos donde pudiera predominar este tipo de componente siendo la Cordillera Cantábrica un posible foco de obtención de la materia prima. Por último, los dos fragmentos de cerámica fina oxidante y elaborados a torno rápido podrán adscribirse al período Bajo Medieval, pero ante la falta de tipologías precisas nos abstenemos de hacer más valoraciones.

Imagen 10. Posible localización del despoblado de Crespas.

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Por su parte el despoblado de Crespas estaba situado en la ladera umbría a 200 metros hacia el Sur de la nave de ganado de Santiesteban, en la vereda meridional del Río de Correcillas. Su topónimo hace alusión a una forma del terreno: “terreno crespo, dificultoso”. Desde la prospección únicamente hemos detectado: 1 fragmento de galbo de cerámica Moderna, otro de loza (una base), 2 escorias de fundición, y un pequeño galbo de cerámica oxidante sin decoración. La tradición oral explica que los habitantes de ambos pueblos abandonaron sus respectivos lugares por la falta de irradiación solar. b)

Los hábitats de Correcillas y Velilla:

Ambas se localizan en la cabecera del Valle Correcillas. El actual pueblo de Correcillas es atravesado por hasta tres arroyos que fragmentan al pueblo en tres partes, es un lugar óptimo, con una potente irradiación solar, encima de una calzada y vía importante de paso, y con buen acceso tanto a los recursos ganaderos, agrícolas e hidráulicos. La prospección de los alrededores de Correcillas ha aportado 3 fragmentos de escorias de fundición en las afueras del casco, en la zona septentrional de huertas. La ermita se localiza en el interior del pueblo no quedando ningún resto de la misma, solo un solar, se mantuvo en uso hasta final del siglo XIX. Los habitantes de Correcillas acudían a esta en invierno (fuentes orales). La iglesia patrimonial dedicada a San Julián se localizaba encima del pueblo, en Trascasa. Tras ser arrasada durante la Guerra Civil española una nueva iglesia fue abierta en el antiguo solar-casa del párroco del pueblo.

Imagen 11. Emplazamiento actual del pueblo. Los primeros documentos localizados sobre el pueblo de Correcillas son del siglo XVI, desde 1523 se suceden destacando el nº 1487 y el nº 1500, dos pleitos del Fondo General del Archivo Diocesano de la Catedral de León, por el que D. José Zapata reclamaba los diezmos de “los Puertos Forales de Correcillas” (García y Seoane 1995),

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entre los vecinos a los que se llama a declarar se encuentra el mayoral de los ganados del Puerto de San Pedro, en cuyas cercanías se localizaba el Monasterio de San Pedro de Cavatuerta y que para mediados del siglo XVIII cobraba al pueblo una serie de diezmos. Imaginamos que otra serie de Puertos también se encontraban bajo gestión de la Catedral de León directamente o a través de “sucursales” como el Monasterio de San Pedro de Cavatuerta. La jurisdicción de Correcillas, o de la colación septentrional debió variar considerablemente desde la Alta Edad Media. Su encuadramiento prematuro en torno al Castillo es la única evidencia clara que tenemos hasta el siglo XIV. El Becerro de las Presentaciones, un registro que la Catedral de León elaboró en el siglo XVI basándose en uno anterior del siglo XIV para conocer el estado de sus parroquias, nos muestra como Correcillas se encontraba bajo jurisdicción de los Monasterios de Valdecesar (Flórez 1984), localizados a 7 km. en el valle situado al SO de Correcillas, en las cercanías del actual pueblo de Valdorria. Al encontrarse en una disyuntiva de vertientes (entre el Río Torio y el Río Curueño), y ser un enclave de paso obligatorio tanto para alcanzar la otra vertiente como para llegar a los importantes pastos de montaña cercanos (Las Brañas del Marqués), es posible que diferentes agentes tratasen de controlar el espacio hasta que definitivamente se englobó bajo la jurisdicción mencionada. Otros posibles sujetos podrían haber sido: el Concejo de Argüellos que se extendía hasta el vecino pueblo de Felmín, a 12 km. De Correcillas en dirección N. o bien el Concejo de Vegacervera de jurisdicción Real que a finales del s. XI pasó a manos del Monasterio de San Isidoro de León. De hecho la colación meridional se encontraba al menos desde el siglo XII bajo la órbita Sanidoriana. Finalmente Correcillas se englobó dentro del Concejo de la Real Encartación del Curueño a finales del siglo XVI. Como ya expusimos podría ser que el abandono del Castro, que probablemente se localice en el mismo emplazamiento que el pueblo actual, hubiese mantenido cierta población a lo largo de la Tardorromanidad, para pasar a formar parte de la jurisdicción de los Monasterios de Valdecesar en el siglo X y mantenerse a lo largo de la Edad Media. La presencia de escorias de fundición en sus alrededores apoyaría esta hipótesis. El despoblado de la colación es Velilla, fue detectada gracias a la toponimia. El topónimo Velilla, hace referencia a una pequeña villa, palabra derivada de la latina VILLAM, desde esta raíz se formaron algunos diminutivos del tipo *VILLŠELLAM (Arias 2003), cuya prospección arqueológica ha dado notables resultados, constatando la presencia de una pequeña zona de hábitat hoy reconvertida en área hortícola situada 500 ms. en dirección Oeste del pueblo de Correcillas. Se dispone en la parte baja de la ladera que desde el Alto del Picarillos desciende en dirección N-S hacia el Río Correcillas. Por otro lado, a escasos 300 metros sobre Velilla se halla el actual cementerio de Correcillas. El despoblado es atravesado por uno de los caminos principales del pueblo, El Camino Bajero, que une Correcillas con la zona baja de Huertas del Valle de Santiago. El actual paraje de Velilla está situado en un alto llano configurado por varias terrazas que se abren a uno y otro lado del camino. La zona de

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terrazas más cercana al río es utilizada hoy día como espacio de huertas. A diferencia del resto no existe ninguna referencia documental de este despoblado. No hemos detectado estructuras aparentes, no existe tradición de la existencia de ningún despoblado ni de la presencia de algún edificio religioso (aunque la ermita de Correcillas se sitúa a apenas 1,2 km. de distancia). Únicamente hemos detectado pequeños amontonamientos de piedras que bien pudieran ser antiguas terrazas degradadas. Por la dispersión de los hallazgos podemos afirmar que se encontraba a ambos lados del camino, pero probablemente en su margen derecha, donde aparecen los amontonamientos de piedras, a fin de ocupar el menor espacio cultivable posible.

Mapa 14. Localización del despoblado altomedieval de Velilla. (Elaboración propia). Localizamos ocho escorias de fundición dispersadas a lo largo del camino y en los alrededores del mismo. También se localizaron 13 fragmentos cerámicos: 4 galbos vidriados modernos, y el resto medievales, excepto 3 galbos de cocción mixta: 2 oxidante-reductora-oxidante (uno de ellos elaborado a torno rápido) y 1 reductoraoxidante-reductora a torno rápido, cuyas cronologías no hemos podido determinar. 3 galbos y un1 borde de cocción reductora con un engobado rojo-anaranjado similar a las cerámicas localizas en Santiesteban, el borde y 2 de los galbos han sido elaborados a torno lento, el otro galbo presenta marcas de elaboración a torno rápido; y 3 galbos de cerámicas oxidantes sin decoración, 1 de ellos elaborada a torno rápido, no podemos determinar la fábrica de los otros 2 por su grado de desgaste. Presentan pues unas cronologías variables, desde una aproximación Alto Medieval (ss. VIII-IX), de las

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cerámicas de pastas grises, pasando por la Pleno Medieval de las pastas oxidantes hasta las vidriadas modernas.

c)

Imagen 12. Densidad del registro arqueológico en Velilla. (Elaboración propia). Hábitat en altura de Sariegos:

El despoblado de Sariegos, término derivado de la raíz latina *SAR- ‘fluir’ o ‘fluir torrencialmente, en referencia al nacimiento de varios arroyuelos sobre los cuales se sitúa, se localiza en la cabecera del Valle de Santiago, cuyo arroyo, el Arroyo de Santiago, es el afluente Nororiental del Río de Correcillas. El Valle es atravesado por la calzada que asciende, en suave pendiente, por la vereda derecha del río hasta llegar a la Collada del Marqués, divisoria de aguas entre el Arroyo de Santiago y el Arroyo de Rodillazo (por el Norte). Este camino da acceso a dos de los espacios brañeros más importantes de la Comarca: las Brañas del Marqués, al NO del pueblo de Correcillas, y las de Sancenas, al NE de aquel. De ahí la importancia tanto del enclave geográfico de Correcillas como del camino que lo atraviesa. El hábitat de Sariegos se sitúa inmediatamente después del paraje denominado como El Cuello del Corzo o El Cuillo. Una pequeña hoz formada por el encajonamiento del río en esta parte del Valle y que delimita el término de Correcillas con el de Rodillazo. A la salida de dicha hoz se abren inmediatamente las denominadas Brañas del Marqués, aunque realmente el espacio inmediato hasta la subida a la collada es simplemente una extensión de la misma hacia el Sur, denominada como la Collada de Santiago o del

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Marqués, dado que las brañas se desarrollan en altura al Oeste. Es en este paraje donde se ubica el hábitat de Sariegos. El despoblado se sitúa a 200 ms. del alto de la collada, en la vereda izquierda del arroyo que desciende desde la base de la misma, Un gran mayao (o cerco para el ganado de grandes dimensiones) por el Norte, situado en las cercanías de los derrumbes del Palacio del Marqués y una pequeña finca por el Sur, delimitan el yacimiento. La tradición explica que allí había existido un pueblo y que un alud lo había arrasado, de ese alud sobrevivió una mujer o una niña, recogida por los de Rodillazo, de ahí que la Collada pertenezca a su término.

Imagen 13. Visión de la Collada del Marqués o Santiago desde Pico Bucioso. En el recuadro el hábitat de Sariegos. En realidad se trata de un asentamiento intersticial, es decir, cuya ocupación se limitaría a determinados períodos del año y estaría ligado al pastoreo de alta montaña. Su disposición a más de 1500 msnm. no cuenta con ninguna corriente de agua cercana, ni abastecimiento continuo a lo largo de todo el año, los terrazgos agrícolas se localizan a más de 2 km. de distancia en ambas direcciones, tanto al N. de la collada como al S. , no cuenta con espacios de vega y además pasa más de 4 meses del año cubierto por la nieve. Todas estas características nos han llevado a plantear que se trató a lo largo de la Edad Media de un asentamiento ligado a la ocupación temporal de las Brañas del Marqués para aprovechar los pastos de estas altiplanicies durante el verano. Desconocemos el número de poblaciones implicadas pero es el asentamiento con mayor tanto por ciento de terreno asignado. El registro cerámico nos ha permitido constatar un

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abandono del emplazamiento entre los siglos XIII-XIV coincidiendo con la ocupación generalizada de los pastos en altura por las aristocracias Bajomedievales (Carrión 2008). El espacio central del despoblado está surcado por varios arroyuelos que descienden en dirección N-S partiendo el espacio en varias áreas diferenciadas, diferenciación que es aprovechada para distribuir espacialmente los diversos elementos estructurales en él presentes: los casares y las estancias adyacentes a los mismos, el monasterio, y lo que parece un pequeño punto de control sobre todo el espacio y el valle. Gran parte del yacimiento, sobre todo la zona NO ha sido fuertemente modificada por la construcción moderna de corros para el ganado. En el Centro y Sur del área hemos podido observar amontonamientos de piedras cubiertos por vegetación, estos amontonamientos se distribuyen de forma regular por el área, aunque no hemos podido detectar ningún zócalo. La materia prima utilizada es caliza que se haya en abundancia en las proximidades del yacimiento. El grado de colmatación no ha sido lo suficientemente potente como para cubrir por completo las estructuras, de las cuales podemos observar únicamente los derrumbes, derrumbes que no han sido desestructurados, al no haberse desarrollado labores agrícolas de calado, a diferencia de los que ocurre en Santiesteban. Podrían corresponderse con los lugares de habitación y estructuras adyacentes.

Imagen 14. Derrumbes de las estructuras localizadas en Sariegos.

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Al NO del yacimiento localizamos una pequeña estructura cónica, sobre un promontorio, separada del resto del hábitat por un arroyo, y separada a su vez por otro arroyo del farallón Calizo de las Brañas. Este arroyo cuenta con una gran cantidad de elementos pétreos, que parecen ser el resultado del derrumbe de los muros que sustentaban las dos veredas del mismo, algunos de estos parapetos son todavía hoy visibles, evitando así que las posibles riadas afectaran a la zona de hábitat, es una técnica que podemos observar en Correcillas, Villafeide, y en el despoblado de Santiesteban. La estructura presenta una base troncocónica constituida por un gran derrumbe sin que hayamos podido determinar la existencia de ningún paramento o zócalo visible. En la cúspide del cono se abre una depresión, un agujero en forma circular que podría adscribirse a la etapa de la Guerra Civil, dado que la Casa del Marqués fue ocupada y utilizada como base de operaciones, podría ser, sin embargo, que simplemente fuera reutilizada, presentando anteriormente esta forma como resultado del derrumbe de una estructura en forma circular.

Imagen 15. Estructura cónica del hábitat de Sariegos. Desde esta pequeña mota se controla no solo el despoblado, sino la mayor parte del tramo medio y alto del valle, así como el paso obligatorio a través de la calzada hacia el Río Torio. Destacar que se encuentra totalmente individualizada del resto del hábitat .La depresión superior tiene las siguientes dimensiones: 3, 20 metros en dirección N-S y 2,80 en dirección E-O, con una profundidad de 40 cm. El espacio superior aparece colmatado con urzales o brezo (Calluna vulgaris). Del extremo NE de este promontorio sale un pequeño muro de 80 cm. de altura y 40 cm de ancho que discurre e dirección NE

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a lo largo de 33 metros, uniéndose a un gran derrumbe situado al E de la mota. Este muro atraviesa el arroyo principal del hábitat separando el resto de yacimiento de un conjunto de estructuras situadas en la vereda izquierda del arroyo en el extremo NE del mismo. Estas estructuras presentan zócalos visibles de 30 cm. de altura constituyendo un complejo arquitectónico separado del resto. Por su parte el derrumbe mencionado es una gran explana de sillares amontonados de 221 metros cuadrados, lo hemos identificado como el derrumbe del antiguo monasterio del cual nos hablan las fuentes orales y que probablemente diera el nombre al Valle, el Monasterio de Santiago. El conjunto de sillares aparecen amontonados sin que hayamos podido detectar zócalo alguno o paramento, los elementos presentes son de pequeño tamaño, sin características destacables, únicamente que son de piedra caliza. No hemos podido detectar el frente de extracción de la materia prima y por tanto desconocemos si esta se ha obtenido en las inmediaciones o si bien procede de alguna cantera situada a mayor distancia. Tampoco sabemos si la iglesia o monasterio contaba con otros materiales puesto si fueron de mejor calidad debieron de ser expoliados activamente, quedando in situ los materiales menos deseables. Las fuentes orales nos han indicado que la pila bautismal de la Iglesia de San Julián de Correcillas fue trasladada de la Iglesia de Santiago cuando el pueblo de Sariegos fue abandonado. Nos hemos podido acceder a dicha pila bautismal pero se nos ha especificado que está constituida por material cuarcítico denotando el uso de materiales concretos para funciones específicas. Otro dato significativo es la presencia de la calzada romana que unía posibles puntos de extracción de material calizo, por tanto la extracción y el transporte no serían excesivamente costosos en términos energéticos. Podría ser que la extracción, la fábrica y la talla debieron de realizarse in situ. No podemos aportar más datos en este sentido puesto no existen en la Provincia de León trabajos sobre el grado de organización y articulación del sistema de extracción, distribución, talla y financiación de las labores de cantería para la arquitectura monumental altomedieval. En Asturias si se ha podido constatar la existencia de un sistema de distribución organizado en torno a Oviedo, al menos para el siglo VIII (Mier y Quirós del Castillo 2009), incluso se han podido intuir algunas dinámicas sociales que pivotan en torno a ejes como: la construcción, el abastecimiento, o los recursos estilísticos para tratar de determinar que agentes sociales se encuentran detrás de estas iniciativas. La falta de registro documental y de un registro arqueológico más extenso limita nuestra capacidad para interpretar socialmente la Iglesia/Monasterio de Santiago. Tampoco podemos precisar su cronología, aunque podría ser que formara parte de la dinámica territorial de los siglos IX y X en la que familias aristocráticas y pequeñas élites locales financiaban activamente este tipo de estructuras con fines diversos: reordenamientos territoriales, centros de percepción de rentas, afianzamiento de patrimonios familiares etc. (Fernández Conde 2008).

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Imagen 16. Derrumbe del Monasterio o Iglesia de Santiago. Al Norte del monasterio se abre una zona de Corros y recintos ganaderos modernos a escasos metros de los derrumbes de la Casa del Marqués, Palacio de finales del siglo XIX, dentro de estos se pueden observar fuertes modificaciones visibles en pequeñas lomas que atestiguan la existencia de estructuras anteriores. Por último, ya fuera del conjunto del yacimiento hallamos una estructura cuadrangular situada sobre la propia collada, a 30 metros de la llanada que separa ambas vertientes, sobre el conjunto de estructuras anteriores, tanto sobre La Casa del Marqués y sus dependencias, sobre las estructuras ganaderas, terrazas agrícolas y la zona habitacional. Desconocemos su función y cronología. Sus dimensiones: 2,50 ms. en dirección Este-Oeste y 2,80 ms. en dirección N-S. Hemos localizado 2 estructuras más y similares a esta (Brañas de Puerto Dotes y Praucillo), todas situadas sobre las vías que dan paso a las zonas de aprovechamiento ganadero. Por tanto Sariegos estaría organizada en dos áreas diferenciadas y separadas por un arroyo amurallado que parte en dos al yacimiento. El puesto de control y el Monasterio de Santiago se sitúan en la vertiente occidental del Arroyo y están unidos entre sí por un pequeño muro. En la vertiente orienal se abre la aldea propiamente dicha constituida por un conjunto de casares y dependencias anexas. El sector septentrional del yacimiento está totalmente desvirtuado por la incidencia de las explotaciones ganaderas modernas.

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Mapa 15. Organización espacial del hábitat brañero de Sariegos. (Elaboración propia). El material hallado en superficie se ha concentrado en el entorno del puesto de control y el camino actual, fundamentalmente porque están exentos de vegetación. Localizamos 2 escorias de fundición, la primera a los pies de la estructura cónica, y la segunda en las inmediaciones de uno de los corros ganaderos, además de un cubículo de mineral de hierro, careado y plausiblemente preparado para su procesado, también encontramos en las cercanías del puesto de control 9 fragmentos cerámicos: 4 galbos de cocción reductora con engobados anaranjados, otros 4 de cocción oxidante, entre ellos 2 cuellos (ambos presentan decoración en bandas horizontales) y 1 base, y un fragmento de cocción mixta oxidante-reductora-oxidante. 7 de los fragmentos cerámicos se detectaron detrás de las estructura cónica, en el terraplén que lo separa del arroyo que discurre a sus espaldas, los otros 2 se encontraron en las cercanías del corro ganadero de la Casa del Marqués. Las tipologías son similares al del resto de hábitats, con una cronología que fluctúa entre los ss. IX y XII-XIII. También hallamos un fragmento de hacha o azada (no podemos precisar su tipología), en las cercanías del derrumbe del monasterio, en el interior del arroyuelo que separa a la iglesia del resto del asentamiento. El material con el que ha sido elaborada es roca granítica. Presenta un frente de impacto con varias muescas practicadas a fin de facilitar el trabajo de la herramienta, así como una hendidura realizada en su cara interna de 3x 1,2 x 0,8 cm. las dimensiones de la herramienta son las siguientes: 11,2x7,4x1,1 cm. no podemos precisar su cronología por aparecer descontextualizada y porque el uso de este tipo de herramientas se desarrolla desde el Neolítico hasta época Medieval. Aparte de

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estos materiales, en el extremo S. del hábitat localizamos varias lábanas que podrían haber pertenecido a una necrópolis ligada al Monasterio o al hábitat. Este es con diferencia el yacimiento que mejor hemos podido estudiar, gracias a su localización en altura y a que las actividades que sobre él se han desarrollado no han supuesto un desmantelamiento intensivo del conjunto.

Mapa 16. Dispersión de los hallazgos en Sariegos. (Elaboración propia).

3.2.2.2.

Organización del terrazgo.

Para poder reconstruir el radio de acción y los espacios de explotación de estas aldeas medievales hemos recurrido fundamentalmente a la toponimia dado que la prospección arqueológica en superficie solo nos aporta información sobre las estructuras ganaderas y agrícolas contemporáneas. El uso de la toponimia como fuente para crear un discurso histórico-económico medieval ya ha sido utilizado con éxito en otros yacimientos (Hevia y Mier 1994). La organización del terrazgo en función del análisis de la toponimia fosilizada de las aldeas registradas presenta una estructura similar que la organización económica del pueblo de Correcillas a mediados de la centuria pasada: a) una disposición de los espacios agrícolas en las inmediaciones de los hábitats: huertas y praderías húmedas en las cercanías de los pueblos (por situarse estos en los fondos de los valles) y tierras de secano a media distancia; b) pastizales y praderías de secano situadas a media altura de

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las laderas de los valles; c) grandes espacios brañeros con sus respectivas estructuras ganaderas a larga distancia y en las cercanías de los Puertos y las Colladas. a) Organización del terrazgo agrícola en la colación septentrional (CorrecillasVelilla). La mayor parte de topónimos agrícolas se sitúan en el área inmediatamente septentrional a la colación Correcillas-Velilla, concretamente encima del primer pueblo, en pendiente ascendiendo por el Valle de Correcillas. El Oblano (Avellano en el Asturleonés) situado inmediatamente encima del hábitat de Velilla en la ladera del valle nos relata la presencia de un bosque de aprovechamientos frutales. El Plantel y la Arena, son dos términos bastante elocuentes, la Arena, derivado de la palabra latín ¯AREAM ‘era”, lugar comunal donde se maja el trigo’ y también ‘semillero’, nos indica la existencia de un conjunto de prados que se dedicaron en algún momento al trillo de los cereales obtenidos. Actualmente no hay eras comunales solo privadas. El Plantel es un topónimo relativamente nuevo derivado del verbo “plantar”, véase “la zona concreta y delimitada en la que se planta algo”.

Mapa 17. Organización de la toponimia en torno a la colación septentrional. (Elaboración propia). La Comuña es un topónimo que hace referencia a un tipo de recurso jurídico, poseer prados “a comuña” implicaba tener prados en aparcería que finalmente se obtenían en propiedad. El topónimo tiene implícito el carácter comunal del control de esos terrenos, esto es, la propiedad colectiva del mismo, pero no la posesión, que era privada durante un determinado tiempo fijado previamente. Una versión evolucionada de la comuña es

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la cortina, siguiendo a Xose Lluis Arias “Del lat. cohortem > C¯ORTEM ‘corral, lugar cerrado para ganados o herramientas agrícolas”, tomando la acepción de cortina “terreno labrantío dividido en muchas hazas” (Arias 2003). Parece que la Cortina pudiera tratarse de una forma evolucionada de la comuña. La forma más antigua de propiedad y gestión cooperativa de la tierra es la seara o senara. Una seara es una gran propiedad comunal que se trabaja de forma cooperativa (Galindo 1987). Otro topónimo dentro de este conjunto es Esterana, diminutivo de la palabra latina TEGICUM -ETIS, “alfombra, alfombrita”. En lengua asturleonesa la palabra teigu o teicu sirve para hacer referencia a una porción cuadrada de terreno apta para el cultivo (Arias 2003) Ascendiendo por el valle del Arroyo del Correcillas localizamos: Toco, Secás y Cuchadiechas, que registran la máxima expansión agrícola a través del análisis toponímico, coincidiendo con el límite productivo del valle. Los tres se refieren a un conjunto de prados cuya toponimia nos habla de procesos de deforestación, limpiado del terreno y abonado. Podrían ser el resultado de una expansión de la agricultura ocupando espacios excesivamente altos. Secás hace referencia al conjunto de terrazas modernas que se extienden desde la parte Nororiental del pueblo a media altura bordeando la loma divisoria de aguas hasta incorporarse al Valle Santiago en su desembocadura. Secás, derivado probablemente del latín SICCUS, “seco”, nos habla de un espacio que se acondiciona para el cultivo de cereales, como el centeno. Otra posibilidad es que el topónimo provenga del latín SECARE, “cortar”, zona segada, cortada, espacio puesto en funcionamiento desde el punto de vista agrícola. Toco o espacio abierto, limpio y con buena visibilidad o bien referente a procesos de deforestación y Cuchadiechas, espacio abonado con Cuchu, véase estiércol. En torno a Velilla aparecen también una serie de topónimos agrícolas relevantes, la mayor parte situados al Sur del despoblado, en la vereda opuesta del Arroyo de Correcillas y en las cercanías de la actual carretera que da acceso al pueblo. Las Rasas, del latín RASUS, “espacio raso y sin vegetación”, una palabra que todavía pervive para nombrar la quema de un lugar colmado de vegetación y que quiere ser cultivado; un término similar es roza, derivada del latín RUPTIARE, “romper”. Pandillo y Traspandillo, son dos grandes explanadas, del latín PANDUS, “combado”, “arqueado”, nombra espacios propicios para el desarrollo tanto de actividades agrícolas como ganaderas. Hasta mediados este paraje contó de hecho con un doble uso agrícola y ganadero (cultivo de cereal y resguardo de los rebaños comunales). Inmediatamente al Norte de Velilla, en la vega del Valle de Santiago aparecen topónimos como Campillo, Rayadas o Juntabrín, zonas de Vega dedicadas a la producción ferreñal y situadas en las cercanías de los dos molinos que estuvieron en funcionamiento hasta finales del siglo XIX. Todos ellos términos modernos que hacen referencia a las formas de las parcelas. También al Norte de Velilla y a media distancia se extiende otra área definida por un topónimo agrícola: Orandallos, topónimo medieval fosilizado que podría derivar de la palabra latina HORDEUM, “cebada” (Arias 2003). Ya en el Valle de Santiago localizamos otra fosilización medieval para definir los lindamientos llevados a cabo con trenzados de retama o madera, Las Dornillas. Este

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lugar se localizada a media altura de la ladera Oriental del Valle de Santiago, a 3 km. De Velilla funcionando como espacio abancado dedicado a la agricultura de secano, principalmente para los cultivos de centeno. “Duernu o duerna ‘artesa’ se mantiene con vitalidad en asturiano y ha podido diversificarse semánticamente para aludir a terrenos más o menos envallados o aptos para recibir aguas” (Arias 2003). Si continuamos ascendiendo por el valle del Arroyo de Santiago localizamos: Secana otro topónimo parecido al Secás de Velilla, La Pieza, palabra que se remonta al céltico PETTIAM ‘pedazo’,‘heredad’ o ‘parcela generalmente de poca extensión’ (Arias 2003) localizada en la Cabecera del Valle, El Pavión, palabra que nos habla del cultivo de escanda (Triticum dicoccoides) acaso formado sobre el lat. POPAM que podía tener usos adjetivos ‘bien alimentado’, ‘abultado’ (Arias 2003) y justamente al Sur de Pavión se extiende un conjunto de fincas denominadas como Mepillo, palabra utilizada para designar a las melas o amontonamientos de paja. Junto a estos, aparecen una serie de términos modernos utilizados para designar las praderías del fondo del valle: Los Praos de Golguera, Los Praos de Las Morgulleras o los Praos de los Adiles etc.

Mapa 18. Relación toponímica del Valle de Santiago. (Elaboración propia). Al Sur de la colación se abren un espacio en altura netamente agrícola y que cuenta con una nomenclatura considerablemente fosilizada, se trata de Valdeorzón de Arriba. En un principio creímos que la palabra orzón o arzón podía referirse a la raíz URamplia base que se extiende por todo el Noroeste Peninsular. En el Euskera significa “agua”, y ese mismo significado posee dentro de la toponimia del asturleonés y el gallego. Sin embargo, estos dos valles transversales no poseen unas características

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hídricas excesivamente destacadas. El término deriva de la palabra latina HORDEUM, “cebada”, algunas variaciones de esta palabra son abundantes en la vertiente asturiana con versiones como: “arzolín” “orxuelu” (Arias 2003). Valdeorzón o Valle de la cebada de Arriba, es uno de los topónimos más arcaicos con los que contamos. Al Sur de Valdeorzón de Arriba se extiende Praucillo, un paraje orgánico (de producción tanto ganadera como agrícola en época moderna) amojonado por sus cuatro esquinas, un tipo de delimitación característica de los espacios comunales. Actualmente se presenta fracturado en varios prados privados sin que podamos determinar su aspecto y uso en la Edad Media. b)

Organización del terrazgo agrícola en la colación meridional:

La colación meridional organiza el terrazgo de una forma similar, con la presencia de topónimos de agricultura de vega en las cercanías de los despoblados y con términos referentes a agricultura de secano a media distancia. En la propia vega localizamos: la Carrozal, las carroceras son una forma de denominar a los manzanos, derivada de la palabra latina *CARUDIUM, “manzano”. Es una nomenclatura arcaica, medieval (Arias 2003). Las Gateras, probablemente un orónimo que hace referencia a determinadas formaciones geológicas en forma de canal, aunque las características del espacio nos llevan a considerar estas gateras como pequeños regatos, pequeños canales de agua, y por tanto de filiación agrícola. Si ascendemos por la ladera umbría del Valle, esto es, desde Crespas hacia el Sur aparece la organización de un segundo anillo de producción: de nuevo Las Rasas, que ya han sido explicados anteriormente, y Fordaña. Este paraje está situado a 1 km. De la colación. Cuenta con una serie fincas modernas, alguna de las cuales ha aportado 2 fragmentos cerámicos vidriados. La etimología de este topónimo es compleja, probablemente haga referencia a algún tipo de actividad agrícola por disponerse sobre un área fundamentada en la agricultura y por estar rodeado de topónimos agrícolas. Pudiera derivar del participio del verbo latino fodi o fod¯iri, esto es, FOSSUM, FOSSAM, “agujero” habiendo perdido la “l” final, esto es, Fordañal, y por tanto refiriéndose a la práctica de surcos (Arias 2003). La posibilidad que más nos convence es aquella derivada de la HORDEUM (cebada), que ya explicamos anteriormente, aunque tampoco es plenamente satisfactoria. Las Millas, podría derivar de la palabra latina MERUS, “limplio, claro”, en referencia a las corrientes de agua que descienden desde Valdetorno. En general hemos encontrado dificultades para definir etimológicamente los topónimos que empiezan por la raíz MI. Tal vez haya de verse en Millas la fórmula asturleonesa del Mijo (Panicum miliaceum), esta posibilidad ya ha sido presentada para el pueblo de Mieres (Concejo de Ayer) y además concejo vecino del Concejo de Arguellos pero por la Vertiente septentrional de la Cordillera. La documentación medieval recoge reiteradamente el término miyeres, tierras de miyeres, esto es, de miyo o mijo. Así, Millas en su forma castellanizada, sería en realidad Miyas, tierras dedicadas al cultivo del miyo o mijo (Arias 2003). También a media distancia y en la ladera umbría localizamos una serie de topónimos de difícil filiación Xuanotillo o

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Xuanotillu y Los Mazahorios, ambos se localizan en espacios de transición, entre las zonas de pasto del Puerto y la zona de aterrazamientos más al Sur. Por tanto la organización del terrazgo de esta colación se desarrollaría hacia el Sur y el Oeste, puesto el Este y el Norte de Santiesteban están flanqueados por farallones rocosos que limitan el uso del suelo a la ganadería de cabras. Hemos tenido dificultades para obtener topónimos al Oeste de Santiesteban en dirección al pueblo de Villalfeide por ser el límite occidental del término de Correcillas, probablemente la organización económica de esta colación se ampliara en esa dirección, ahora perteneciente al pueblo vecino.

Mapa 19. Relación toponímica de la colación meridional. (Elaboración propia). c)

Organización de las actividades ganaderas.

Las prospecciones arqueológicas y las fuentes orales nos han permitido reconstruir el entramado Moderno y Contemporáneo de las actividades ganaderas, así como su dinámica interna. Sin embargo, no contamos con datos suficientes como para plantear un cuadro orgánico en época alta y plena medieval, aunque sí pudimos intuir una serie de dinámicas generales. Por otro lado, no hemos desarrollado individualmente la ganadería de cada colación por dos motivos: el primero es la falta de información como para poder individualizar cada espacio, y el segundo es la tendencia general diacrónica en los espacios de montaña de gestionar comunalmente y cooperativamente las actividades ganaderas (Mier et al 2013, Stagno et al 2016). Por tanto habría sido

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absurdo diferenciarlas. Además los dos grandes espacios ganaderos del término se localizan en los extremos del mismo, Puerto Dotes al SE y las Brañas del Marqués al NO, ambas colaciones se sitúan a una distancia próxima. La presencia de un único asentamiento destinado a la gestión de las altiplanicies ganaderas en la Collada del Marqués (Sariegos) reforzaría esta hipótesis. Solamente hemos podido registrar algunas referencias alto medievales a través de la toponimia y relacionadas fundamentalmente con los conflictos sociales en torno a los derechos de acceso, uso y apropiaciones de las zonas de pasto. Por tanto esa dialéctica material existente entre los diferentes agentes sociales altomedievales se plasma desde el conflicto en la afirmación de nuevos espacios constituyentes: construcción de monasterios o ermitas, apertura de nuevos espacios de pasto (open-fields) o apropiaciones del terrenos (enclousures) etc. Desde esta última dimensión, hemos podido registrar la plasmación subjetiva sobre el territorio de las líneas de acción o modalidades materiales de reivindicación de dichos espacios. Este tipo de metodología ha dado muy buenos resultados en otras áreas ibérica como en el País Vasco (Stagno et al 2016).

Mapa 20. Áreas ganaderas cuyo uso podemos constatar en la Edad Media. (Elaboración propia).

Espacios brañeros, pastizales de alta montaña: las brañas o pastizales de los puertos de montaña son un tipo de explotación ganadera típica de la Montaña Cantábrica. Se trata de amplias extensiones de pasto situadas en torno a los nacimientos

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de los cursos fluviales, y explotadas, generalmente bajo un régimen comunal y englobadas en un sistema de trashumancia de valle. Esta se basa en la racionalización de los diversos nichos ecológicos de montaña, trasladando cíclicamente los ganados (generalmente el vacuno y caballar) de forma progresiva hacia las cotas más altas, cuyo punto final se localizaba en estos puertos de alta montaña, explotados durante el verano para descender hacia los pueblos para su recogida en el Otoño (Álvarez Menéndez et al. 1990), aunque como veremos este sistema de explotación varía de la vertiente asturiana a la vertiente leonesa. Su papel central dentro de las economías montañesas ha sido estudiado en profundidad dentro del campo de la etnografía y la geografía histórica (Rodríguez Gutiérrez 1988, Martín Galindo y López Trigal 1987, Fernández Mier 1996, González Álvarez y López Gómez 2013). Sin embargo ha sido la vertiente asturiana la que ha concentrado la mayor parte de los estudios, abordando la temática fundamentalmente desde la etnografía edilicia, (García Martínez 2003, Graña y López 2007). Esta disparidad de estudios se resume en la mayor tradición que desde Asturias se dedica al estudio del mundo rural y agrario, y a la importancia económica que han desempeñado y desempeñan estos estudios dentro de las estructuras ganaderas del Principado. -

Las Brañas de Puerto Dotes.

Se disponen a 3 km. Al E. Del pueblo de Correcillas, a las cuales se puede acceder continuando una pista de tierra que sigue el cauce del Arroyo de Canales. Las brañas marcan el límite entre el pueblo contiguo por el Este, Valdorria, y Correcillas. La Braña es atravesada por dos grandes vías. La primera parte desde Valdorria ascendiendo y atravesando la Braña por el Norte, por detrás de un chozo y pilón actuales para descender una vez tomada cota hasta el pueblo de Correcillas, por detrás de Peña Castillo. La otra vía, la calzada romana, une al pueblo de Correcillas con la Meseta. La calzada cuenta con varias bifurcaciones, la más importante es la que ascendiendo desde Valdecesar atraviesa la braña por el Sur y continúa recto para unirse con las Brañas del Puerto o Praos Forales de San Pedro Cavatuerta. El nombre de la Braña deriva de la implantación de los Monasterios de Valdecesar. Los Monasterios de Valdecesar fueron un centro monástico fundado a finales del siglo IX por la Monarquía asturiana en el valle contiguo a las Brañas por el Este. En los documentos de finales del siglo IX es explicita la concentración de la población circundante, representada por supuestos ermitaños, moradores de las cuevas calizas de Peña Galicia (Flórez 1984). La injerencia de los monasterios fue lo suficientemente incisa como para que el Puerto pasase a denominarse Dotes: la dote o el pago que debía de realizarse no solo por el tránsito de la calzada a través del Puerto, sino también y probablemente por el uso de los pastizales por parte de las comunidades campesinas, cuyos territorios quedaban así delimitados y fijados. Sabemos que Puerto Dotes se encontraba bajo la jurisdicción de este centro monasterial puesto en el Becerro de las Presentaciones, relación de las parroquias controladas por la Catedral de León a comienzos del siglo XIV, ni las Brañas de Puerto Dotes, ni Correcillas, ni otros pueblos cercanos aparecen como parte de la jurisdicción episcopal (Flórez 1984). Actualmente

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la Braña es comunal, por lo que en algún momento de la Edad Moderna el Concejo de Correcillas recuperó estos terrenos.

Imagen 17.Visión en conjunto de las Brañas de Puerto Dotes desde la Cueva del Gobio. No hemos detectado ningún registro material de época medieval pero si algunos elementos resaltables. Al Sur de la Braña, en el crestón calizo llamado Peña Galicia a una altura de 1500 msnm. localizamos la Cueva del Gorbio o Gorbizo. La prospección en superficie tanto del exterior como del interior no nos ha aportado materiales, fundamentalmente por la cantidad de cuchu o excremento de animal acumulado. Sin embargo, la importancia de la cueva estriba en su posición geoestratégica, dado que desde ella se controla todo el paraje de Puerto Dotes, de hecho localizamos en la cámara de la cueva una estructura cuadrangular de la Guerra Civil. Se trata de un puesto de ametralladora, confirmado por las fuentes orales. 2,70 ms. N-S por 1,70 ms. E-O, la entrada se localiza al Norte de la estructura, con una entrad e 50 cm. de anchura, el espesor de los muros oscila entre los 50 cm. y los 55 cm. Segundo, aunque no podamos confirmar un uso del espacio para época medieval, la existencia reiterada de asentamientos temporales tardorromanos, altomedievales y plenomedievales en cueva a lo largo de la Cordillera Cantábrica podría ser extensible a nuestro caso. Este tipo de hábitats han relacionados con la expansión ganadera de los siglos VII-XII, en León

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(Gutiérrez y Hierro 2010), Cantabria (Mazzuco et al 2014) y el Pirineo Catalán (Bat et al 2011, Catalán et al 2013, Pelachs et al 2012). Tercero, las fuentes documentales nos hablan de la presencia de cuevas en los alrededores de los Monasterios de Valdecesar, la cueva de mayores dimensiones en sus cercanías es esta, la Cueva del Gorbizo, así que podría ser que se esté haciendo una referencia directa a la misma. Por último, la prospección de la braña aportó 9 terrazas de tierra (bancos terreros) que ocupan la centralidad del paraje. Dispuestas en dirección E-O presentan un alzado de 30 cm. por 1,45 ms. de altura. Están insertas dentro de un sistema hidráulico de llamuergas o pequeños afloramientos de agua. Su uso es contemporáneo (cultivo de cereales como el centeno), y su constitución probablemente también. Sin embargo parecen constituir sistemas de aprovechamientos considerablemente arcaicos ligados a trabajos comunales y cooperativos, dado que hemos localizado más ejemplos, y todos se sitúan sobre los comunales del pueblo. Las fuentes orales nos han explicado que estas terrazas se alquilaban a particulares del pueblo que por su uso pagaban al concejo una renta.

Imagen 18. Bancos de tierra de Puerto Dotes. -

Praos Forales de San Pedro de Cavatuerta o Brañas del Puerto.

Se trata de unos pastos de montaña situados al Sur de las zonas de hábitat. Están atravesadas por una importante vía que une Correcillas con la Meseta por el Sur, a través del Valle de la Arbea y el vecino pueblo de Aviados. Estas Brañas están divididas en dos espacios: El Puerto y La cota, ambos mancomunados actualmente con

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el pueblo de Aviados. La Cota es el espacio brañero inmediato a la colación meridional y debió de ser explotado directamente por estas comunidades. Sus posibilidades productivas son menores que el resto de brañas. En sus cercanías se dispone el topónimo: el Mayadín, palabra de origen latino derivada de MACULAM ‘mancha’, ‘malla de una red’ en alusión probable al ‘lugar donde pernocta el ganado rodeado de redes’ (Arias 2003). Los mayaos tienden a ser grandes estructuras circulares donde pernocta el ganado o se reagrupa comunalmente durante determinados períodos del año. No pudimos prospectarlo por el exceso de vegetación. Estas estructuras tienden a tener una continuidad edilicia prolongada, ya expusimos como en algunas praderías vascas se habían detectado este tipo de estructuras para fechas tempranas (ss. VII-VIII), sin que podamos precisar más datos sobre nuestro caso de estudio. El área oriental de la Braña se llama el Puerto o Praos Forales de San Pedro de Cavatuerta. Se trata de una gran extensión de praderías que se abre a ambas lados del camino que asciende desde el pueblo de Aviados. Su inicio está marcado por una pequeña garganta a 1,5 km. en dirección Sur desde el Puerto. Su nombre está asociado al monasterio altomedieval de San Pedro de Cavatuerta. Dominio eclesiástico localizado a apenas 300 ms. de la pequeña garganta. El Monasterio de Cavatuerta aparece en las fuentes desde finales del siglo IX y X, y desde su fundación aparecen implicados algunos agentes sociales destacados como medianos propietarios campesinos y presbíteros (García y Seoane 1995). Los documentos aportan información sobre las compra ventas llevadas a cabo en su jurisdicción que parece que se extendía sobre alguna aldea cercana. Por ejemplo, el Monasterio de San Cosme y San Damián de Abellar compraron a Micahel y Salute Codesinda un venero (una explotación de hierro en Cova Torta (Ruiz Asencio 1997). El monasterio debió de ejercer una jurisdicción más o menos laxa sobre las Brañas del Puerto, compartiendo los derechos de uso y acceso con las comunidades aldeanas de valle, sin que podamos especificar más sobre la práctica social de este conflicto. -

La Brañona.

En la cabecera del Arroyo de Correcillas se abre otra zona de brañas, esta vez más cercana al pueblo. Actualmente todos estos parajes están cubiertos de tupidos bosques, pero la foto aérea de los años 50 muestra un espacio fuertemente deforestado en el que predominan los pastizales de alta montaña. Todo el espacio superior del arroyo se denomina Veldeo, y sirve para hacer referencia a toda la extensa franja de bosque comunal diferenciado de las zonas agrícolas situadas en el tramo medio-bajo del Valle. En este tramo superior se insertan una serie de topónimos que nos muestran un espacio pluri-productivo en el que se combinan zonas de bosque con pastizales de alta montaña. La Devesa palabra derivada de la palabra latina DEFENSAM, “defensa”, “aquello que debe de ser protegido”, mayormente de determinados aprovechamientos como la tala o el pastoreo, y Veldeo término arcaizante de raigambre prerromana relacionada con la raíz céltica BETU, abedul, latinizada en BETULA, *BÉTULA > *béd’la >veldeu; en Asturias contamos con términos como: Bildeu, Bildeo, La Bidosa (Arias 2003).

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También en el tramo medio-alto aparecen aquellos topónimos ya explicados que referenciaban actividades de deforestación: Toco y Cuchadiechas, tala y abonado. Su excesiva altura nos hace pensar que podrían tener relación con la producción de heno para el ganado. En Asturias se ha propuesto este tipo de producciones sostenidas por un abonado comunal para fechas tempranas (ss. VIII-IX), a través del registro polínico (Mier et al 2013). Por último en el tramo alto aparecen términos ligados a la ganadería como La Llama Grande o La Brañona, los cuales hacen referencia a injerencias antrópicas sobre el bosque de forma localiza. La Brañona es especialmente significativa porque se localiza encima del pueblo de Correcillas y por tanto se trata de un área íntimamente ligada a la satisfacción de las necesidades ganaderas de los habitantes de la colación septentrional. Esta combinación entre toponimia ganadera y arbórea confiere al espacio un cariz esencialmente comunal y cooperativo, en el que se pueden observar avances y retrocesos de las masas arbóreas. -

Las Brañas del Marqués.

Las Brañas del Marqués son las praderías de alta montaña más importantes del término y una de las más destacadas por extensión de la Comarca de Argüellos, están enmarcadas en un macizo calcáreo, el Macizo del Polvoreu. Actualmente es una gran explotación latifundista de 198 hectáreas de extensión que obtiene ingresos a través del arredramiento del espacio a merinas y ganado vacuno (fundamentalmente asturiano). En frente de las mismas se abre otro gran espacio de praderías, Las Brañas de Sancenas, que no entran en nuestro estudio por pertenecer al término de Valdeteja. Las brañas se organizan en dos espacios diferenciados, La Collada de Santiago o Del Marqués que marca el límite entre ambas vertientes (Arroyo de Rodillazo, por el N. y de Santiago por el S.) y donde se localizan las principales estructuras ganaderas, y La Campona o Brañas propiamente dichas. La Campona es una gran pradería salpicada de afloramientos rocosos, ocupa una extensión total de 186 hectáreas a una altura de 1600 msnm, aunque el espacio prospectado por nosotros es aquel sobre el cual los vecinos de Correcillas tenían derecho de pelo, es decir de introducir sus ganados durante el mes de Octubre y Noviembre para aprovechar la segunda crecida de la yerba, en total 84 hectáreas de aprovechamiento. El único registro medieval localizado se reduce a la detección de un pequeño fragmento de cerámica Bajo-Medieval. Este fue hallado en las proximidades del único chozo de pastor que se mantiene en pie, situado en el extremo oriental del paraje sobre un crestón rocoso. Por su parte, la Collada del Marqués o de Santiago sí ha aportado numerosos datos sobre la organización espacial para al menos la Plena Edad Media. Ya explicamos que en la base de la Collada se extendía un asentamiento pleno medieval que hemos identificado como un hábitat móvil y temporal que aglutinaría probablemente a las diferentes comunidades de ambas vertientes para el pastoreo estival de las brañas. Este tipo de trasterminancia se ha seguido desarrollando en la vertiente septentrional de la

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Cordillera (González López 2012). Por tanto al menos para la Plena Edad Media (límite cronológico de las cerámicas) contamos en el término con un sistema de pastoreo nómada organizado, basado en la colaboración entre diversos núcleos aldeanos organizados que se desplazarían anualmente hasta las Brañas del Marqués para el desarrollo comunitario de las actividades ganaderas. El hábitat brañero se mantuvo en activo a pesar del nuevo régimen jurídico que debió de suponer la aparición del monasterio montañés de Santiago, cuya tipología se asemeja al Monasterio de Valdecesar y al de Cavatuerta (ss. IX-X).

Imagen 19. Brañas del Marqués.

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Bustillo, Bucioso y Adiles:

Bustillo y Bucioso son dos topónimos derivados de la palabra latina (COM)BUSTUM (EM), “quemar, “arder” (Arias 2003). Los bustos son un tipo de actividad ganadera que aparece recurrentemente en la documentación medieval referente a algunas prácticas ganaderas basadas en la quema de espacios baldíos o de monte a fin de ganar nuevas zonas de pasto, término documentado ya en Asturias desde el año 803 (Mier y González 2010). La documentación medieval es prolífica en este sentido, apareciendo un gran número de permutaciones, compras, ventas, donaciones donde se incluían estas referencias. Parecen poseer una condición constituyente particular que las diferencia de otro tipo de pastos como los prados, las colladas o los Puertos, los cotos, las brañas y otros de similar índole. Cuentan con un significado de apertura, esto es, de puesta en

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valor de un espacio que no lo estaba y que una comunidad o comunidades constituyen. Se han puesto en relación con momentos fundacionales de las aldeas Alto medievales (Mier 2010). Bucioso abarca el extremo oriental de la cabecera del Arroyo de Villalfeide, se trata de un espacio pedregoso con unos rendimientos escasos. Ha de ponerse en relación con la progresiva implantación de poderes extra campesinos en las Brañas. Teniendo en cuenta que los bustos no se extienden más allá del Pleno medievo, podría ser que las comunidades campesinas comenzaran a trabajar a través de rozas esta zona marginal, a causa del establecimiento del Monasterio de Santiago. El Alto de Bucioso posee actualmente construcciones ganaderas que se mantuvieron en activo hasta mediados de la centuria pasada. La más interesante es la estructura de El Alto del Topedal subtopónimo dentro de Bucioso.

Imagen 21. Superposición de estructuras en el Alto del Topedal. Este Chozo parece superponerse a una estructura anterior, que en conjunto le otorga una forma cuadrada o rectangular. La entrada es de 44 cm. delimitada por dos piedras fincadas, 3,10 metros en dirección N-S y 3,40 metros en dirección E-O. El alzado levanta 50 cm. en su cara interior y 55 en su cara exterior. Si le sumamos la estructura trasera sobre la cual se apoya alcanzaría los 4 m. en dirección N-S y los 5,10 en dirección E-O; el alzado de esta estructura es de 30 cm. la piedra con la que está construido el chozo es granítica de color negro obtenido de un canchal cercano. A la derecha aparece otro chozo colmatado de vegetación y de similares características. Todo el paraje en el que se localiza presenta abombamientos, fosas y otros elementos que denotan la existencia de estructuras anteriores relacionadas con las labores del cuidado

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del ganado y de los pastos. La excavación de estas estructuras podría aportar abundantes datos sobre las formas en que espacios marginales como este se pusieron en valor. Bustillo es un paraje localizado en las proximidades de Correcillas, a apenas 1,3 km. de las Brañas de Puerto Dotes. Podría ser que la apropiación progresiva de estas brañas por parte de los Monasterios de Valdecesar empujara a los campesinos de la cabecera del valle a abrir este espacio. En el extremo Sur del mismo, a la altura del camino hemos detectado también varias estructuras modernas ligadas a la ganadería y que denotarían una continuidad productiva.

Mapa 21. Apropiación de espacios ganaderos por diferentes agentes. (Elaboración propia). Los Adiles son un conjunto de praderías situadas a 4 km. de Correcillas. En este mismo área detectamos un posible asentamiento Tardorromano. Los términos Adiles, aediles, ailones etc. indican la presencia de labores relacionados con el pastoreo de las cabras. El término deriva del latín *HAED¯ILE “lugar frecuentado por cabritos’ > adil o edil (Arias 2003), su uso se restringe a la Edad Media y debemos de contraponerla a la moderna y presente en el Valle, Cabritera. Ya expusimos la presencia de fuertes ondulaciones en el terreno y de varios terraplenes que denotan profundas transformaciones del paraje. La ganadería de cabras ha sido uno de los fundamentos de la economía de los campesinos de Correcillas. Las veceras, o pastoreo cooperativo de los rebaños de animales del pueblo, se practicaba únicamente con esta especie, aunque su centro operativo no se situaba en la cabecera del Arroyo de Villalfeide sino en el espacio central, donde predominan los topónimos ligados a estas actividades: Cabritera, Mayao, La Ensancha, Gamecha etc.

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d)

Actividades mineras y extractivas:

La detección de las actividades extractivas alto y plenomedievales se llevó a cabo gracias a la toponimia y al análisis mineralógico del término, lo cual nos permitió corroborar y comprender la abundante presencia de determinados materiales arqueológicos hallados, como mazas de cantería o escorias de fundición. Estas últimas aparecen en todos los espacios de hábitat del término, incluidas áreas sin adscripción habitacional aparente. El término de Correcillas está atravesado por un conjunto de vetas de mineral de hierro que parten desde la vertiente Norte de la Collada de Santiago recorriendo todo el valle de Santiago, atravesando el pueblo de Correcillas y terminando en el valle contiguo: Valdecesar, a los pies del conjunto monasterial. Hemos constatado la presencia de dos explotaciones de mineral de hierro. Una localizada en el Valle del Arroyo del Correcillas y otras 2 localizadas en el Valle de Santiago. El Venero: A 500 ms. al N. de Correcillas, dentro del término de Veldeo se pueden observar varios farallones negros que destacaban frente a las calizas, el topónimo correspondiente es Sierros Negros. La prospección fue impracticable por la densidad de la vegetación. Sin embargo, la nomenclatura con la cual se referían a los prados cercanos a Sierros Negros era el Venero, derivada de la palabra latina V¯ENAM, “criadero de metal” término medieval para hacer referencia a una explotación de hierro. Las prospecciones en el extremo Sur del paraje dieron como resultado 3 escorias de fundición.

Peña Agüera: a 2 km. de distancia de Sierros Negros hacia el Valle de Santiago se abre el término de La Peña Güera o Agüera, esto es, peña agujereada o del agujero. La prospección nos permitió detectar un pequeño promontorio de color negruzco, muy devastado, careado y fuertemente erosionado a diferencia de otros cercanos, mucho más abruptos, de formas astilladas y poco redondeadas. Se trata de un punto de extracción de este mineral. Son visibles varias marcas de los procesos de extracción del hierro, entre ellas una canaleta que sigue la veta del mineral hasta la base del promontorio, también son visibles varios trabajos de fracturación de la roca. Al NO. del yacimiento, a apenas 400 ms. localizamos el paraje de La Magrera, que en asturleonés posee el significado de “zona tradicional de minas de hierro” (Arias 2003). La prospección del área se centró en el paraje: El Horno de la Vieja. Un gran farallón rocoso horadado en el que se pueden percibir trabajos de extracción de hierro a través el método de calentamiento, enfriamiento y fractura. Tanto la extracción de cal, como la extracción de barro también debieron formar parte de la economía extractiva en la Edad Media, sin embargo las únicas referencias que tenemos son modernas.

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Mapa 22. Organización de la minería alto y pleno medieval del valle. (Elaboración propia). e)

Masas forestales:

Aunque no podemos constatar arqueológicamente la organización de las masas forestales durante la Edad Media, la toponimia nos indica una menor presión arbórea que en las fotos de los años 50, que constituirían el momento de mayor grado de antropización del territorio de Correcillas. La variedad de especies es sugerente, apareciendo de forma organizada dentro del término, algunas de estas presentan denominaciones arcaicas, de origen céltico como Veldeo, gran bosque comunal del pueblo, ya explicamos anteriormente su significado, referente a la presencia de abedules (nombre científico) (Arias 2003). Otros tienen una raigambre medieval pero bien podrían ser modernos dado que eran palabras vivas en el asturleonés, que desapareció en Correcillas a mediados-finales del siglo XIX. La Devesa forma medieval de referirse a una reserva comunal de robles (Quercus Robur), término que se puede contrapoder al moderno: Coto; o L´Cadaval, en alusión al arbusto espinoso Ulex Europaeus. Otras formas más modernas serían: Oblano (avellano Corylus Avellana), Llamera (bosque de álamos, Populus Salicaceae), Faica (pequeño bosque de hayas, Fagus Silvatyca), Fedeñal (espacio con abundancia de hayas), El Faedo (reserva comunal de hayas). Otras serie de topónimos ofrecen información sobre parajes por cuales debió de ser difícil transitar o donde dominaban ciertas especies arbustivas: Valdeosos (las fuentes orales nos indicaron que este último fue puesto en cultivo a comienzos del siglo XX), el escobarón (abundancia de escobas),

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El tejerón (abundancia de Tejos, Taxus baccata) La Mostajera (presencia de mostajos, Sorbus Aria,), Cardaor, ( lugar donde abundan los cardos), El Canto l´ Barba o Canto de las tierras barbas o bravas, esto es, sin trabajar, sin roturar (Arias 2003).

3.2.2.3.

Visión global de la organización campesina del valle (ss. VIII-XII).

Gracias a la información aportada por la toponimia y a la prospección arqueológica podemos proponer para los siglos IX-XII un sistema de producción y organización plenamente asentado y fundamentado en el mantenimiento de unos hábitats campesinos sedentarios, generadores de un terrazgo multifuncional y estratificado. El principal elemento que nos ha permitido fechar los asentamientos ha sido el registro arqueológico. El registro toponímico no nos ha sido tan útil en este sentido debido a que al no existir documentación con una posible toponimia registrada, no hemos podido establecer una cronología para la organización del terrazgo circundante. Sin embargo, gracias a la fosilización de algunos topónimos medievales, y a su interrelación con el territorio, con otros agentes sociales implicados en la organización del valle, y con las propias cronologías de las aldeas, hemos podido trazar unas líneas generales sobre la puesta en valor del territorio por parte de estas comunidades. Los 5 hábitats medievales registrados están dispuestos en las cercanías de los principales Valles del Término, concretamente en las lindes del Río Correcillas, a excepción de Sariegos, situado en su cabecera. Todas ellas se situaban también en las inmediaciones de la calzada romana que unía las Vegas de Boñar (al SE.) con las de Cármenes (al NO.) y Vegacervera (al O.), salvando las Hoces de Valdeteja (Río Curueño) y las de Vegacervera (Río Torío). De los 5 hábitats, 4 son aldeas sedentarias, organizadas en dos colaciones (Velilla-Correcillas, articuladas en torno a la ermita de Correcillas y Crespas-Santiesteban, organizadas en torno a la ermita de Santiesteban) separadas por un farallón rocoso que en dirección N-S rompe la cabecera del Valle Correcillas en dos. El otro hábitat, Sariegos, podría ser una aldea móvil relacionada con los aprovechamientos estivales de los pastos en altura, en la que podrían estar implicadas el resto de comunidades, realizando anualmente un desplazamiento estival. El estudio arqueológico nos ha permitido obtener un número significativo de cerámicas que fijan un territorio organizado por estas 4 aldeas en torno a los siglos IXX. Sin embargo, el recorrido de las mismas a lo largo de la Edad Media no es parejo. Las cerámicas grises alto medievales con engobados rojos o anaranjados han sido localizadas en todos los hábitats fijando una fecha tardía en torno al siglo IX dado que estas parecen evolucionar desde precedentes reductoras sin engobados, típicas de los siglos VII-VIII (Gutiérrez y Hernández 2009). La organización del espacio por estas aldeas altomedievales supuso una rearticulación tanto del sistema de producción como de poblamiento precedente, basado en una organización aldeana dispersa (casares agrupados y pequeñas granjas) y en un modo de producción que pivotaba en torno a la pequeña propiedad familiar y unas labores comunales agrícolas y ganaderas (ver págs. 50-60 del actual trabajo). Desde el 650-750 se registra en Europa un proceso acelerado

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de concentración de los núcleos campesinos y de reconfiguración de los marcos macrolocales (Hamerow 2002, Reynolds 2003). Este proceso territorial acelerado ha sido explicado desde diferentes ópticas pero que en sí engloban una serie de factores claves. El desarrollo de una economía cooperativa por parte de las comunidades campesinas ante la imposición de una producción de excedentes por parte de unas élites sociales fraguadas a lo largo de los siglos VI y VII. Estas élites terratenientes operarían desde centros que varían en función del sustrato prerromano y romano precedentes (Hamerow 2008). Esta definición de los términos materiales de las élites sociales habría intensificado la creación de una identidad campesina compacta (Astill 2010). El NO. de la Península ibérica no fue ajena a este proceso. Tenemos ejemplos claros en el País Vasco. En la Provincia de Álava contamos con algunos de los casos mejor estudiados. Se han registrado hasta 3 aldeas (Aistra, Zornoztegi y Zaballa) que presentan unas cronologías y dinámicas similares. Son el resultado de un esfuerzo colectivo que planifica y ordena un espacio habitacional concentrado desde finales del siglo VII u comienzos del siglo VIII. Todas ellas se disponen sobre una forma de asentamiento de tipo granja y familiar, y además cuentan con una morfología similar: variabilidad edilicia con separaciones entre cada núcleo familiar ocupado por huertas y erías, destacando la abundancia de silos excavados. La organización social de las mismas tiene una cierta jerarquización determinada a partir del tamaño de los silos, es decir de su capacidad para salvaguardar grano u otros productos agrarios (Quirós del Castillo 2009). Esta reestructuración habitacional fue acompañada de un avance agrícola y ganadero sobre las masas arbóreas; de hecho es a lo largo de los siglos VIII, IX y X, continuando a lo largo del Pleno medievo cuando se produce la mayor presión deforestadora (Julat et al. 2010). Este horizonte también ha sido registrado en Asturias, donde la extensión de campos de cultivo y pastizales o zonas de producción de heno se han puesto en relación con la articulación de este entramado de aldeas altomedievales (Mier et al. 2013). Un papel destacado se le ha dado al papel de los comunales como uno de los marcos de integración territorial de estas comunidades (Mier y Quirós del Castillo 2015). El número de aldeas altomedievales excavadas es considerablemente reducido, sin embargo ponderando los datos obtenidos por nosotros y los propuestos, entre otros, podríamos estar ante un sistema habitacional semejante, que se extendería desde el siglo VIII hasta al menos los siglos X-XI. Sin embargo no todos los asentamientos registrados tienen continuidad en el pleno-medievo. Solamente Santiesteban, Sariegos han aportado cerámicas oxidantes, finas y con micas como desgrasantes, es decir, plenomedievales, y plausiblemente Correcillas (por ser el centro en torno al cual se articulará el valle a partir del siglo XIV). Por tanto, ni Velilla, ni Crespas sobrevivieron al progresivo proceso de implantación feudal (ss. X-XI). La introducción de los sistemas productivos aldeanos dentro de las estructuras políticas y económicas aristocráticas de forma acelerada, a partir del siglo X: aparición de los monasterios privados, extensión de las jurisdicciones privadas; junto a una reestructuración de los procesos productivos dentro de una economía a mayor escala y basada en un régimen excedentario facilitaron

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una nueva nucleación de estas aldeas primigenias. Sin embargo, en la actualidad se le está dando una importancia creciente a determinados agentes sociales que parecen participar de una jerarquización creciente de las sociedades aldeanas, presbíteros, pequeños y medianos propietarios (Mier et al 2013). Por tanto partir del siglo X-XI la cabecera del valle se reduce a dos asentamientos. A lo largo de estos siglos las aldeas medievales experimentaran un continuado proceso de señoralización a través de varios ejes: el encuadramiento social y la definición de derechos y obligaciones para con las élites sociales dominantes a través de monasterios e iglesias privadas que progresivamente se insertarán dentro de la dinámica parroquial., de otro lado, mediante la extensión del patrimonio de las aristocracias señoriales sobre los comunales campesinos (Larrea 2007 2011; Zufiarre 2007). Las comunidades campesinas también experimentaron dinámicas internas con una acentuación de las jerarquías internas (aparición de hidalgos, caballeros, buenos hombres), que conformarán a partir de la Baja Edad Media las élites concejiles. Sin embargo, las aldeas excavadas con estas cronologías no denotan cambios sustanciales en sus economías, continuando con una estructura pluri-productiva agroganadera y estratificada, aunque sí se ha propuesto un incremento de los rendimientos, la racionalización y la acotación de los espacios agropecuarios (Quirós del Castillo 2012). La génesis de las aldeas medievales de la cabecera del Río Correcillas se construyó parejamente a la génesis de una nueva organización económica del territorio. En este sentido la toponimia nos ofrece datos sugerentes sin que podamos precisar la cronología de las nomenclaturas. Sin embargo, la fosilización de algunos topónimos restringibles únicamente al período medieval nos permite delinear algunas cuestiones básicas (ss. IXXII). Estas comunidades aldeanas organizaron un sistema pluri-productivo en el que se apuesta por la variedad de especies y por la complementariedad entre las labores agrícolas y ganaderas. La toponimia nos ha permitido observar un paisaje agrario ordenado en el que las diferentes unidades productivas se presentan fijadas y diferenciadas. Dentro del grupo Cerealia hay una apuesta clara por la combinación de cereales de ciclo corto registrado en Millas (Producción de mijo, Panicum miliaceum), intermedio en Pavión (producción de escanda, Triticum dicoccoides) y ciclo largo en Valdeorzón de Arriba y Abajo, Fordaña, Orandallos (producción de cebada, Hordeum vulgare). Esta última cumple un papel fundamental dentro de las economías campesinas por su uso complementario, humano y animal. Parece ser que cada una de las aldeas tenía su propio lugar especializado en este tipo de cultivos: Valdeorzón de Arriba y Abajo (Correcillas y Santiesteban), Fordaña (Crespas), Orandallos (Velilla). El predominio de la cebada también ha sido registrado en algunos yacimientos vascos para fechas tempranas, siglos VI - VIII (Quirós del Castillo 2012). Esta complementariedad entre cereales de ciclo corto y largo ha sido interpretada como dos dinámicas de consumo distinto, en el que los cereales de ciclo corto cumplirían una función de autoconsumo, mientras que los de ciclo largo podrían estar dirigidos también al pago de rentas (Azkarate y Zapata en: Quirós del Castillo 2009). En cuanto a la existencia de frutales o

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huertas la única referencia clara que tenemos es la de Carrozales (producción de manzanas), sin que podamos aportar más datos. Ciertos topónimos nos han marcado las zonas de procesado del cereal, una situada en la cabecera del Valle de Santiago y ligada a la producción de Escanda: Mepillo (espacio comunal donde se concentra la mies) y otra en las cercanías de Correcillas ligada a una serie de topónimos referentes a algún tipo de producción agrícola: El Plantel, Esterana, La Comuña, Luentín: en la Arena (espacio comunal donde se era). Las acciones comunales o cooperativas sobre el terrazgo aparecen reflejadas en topónimos como Las Rasas (acción de desmonte y quema de los residuos vegetales generados), la presencia de este topónimo tanto en la colación septentrional como en la meridional nos podría indicar la existencia de trabajos organizados y bien delimitados por ambas comunidades. Este tipo de actividades cooperativas también podrían estar registradas en Toco y Cuchadiechas: desmonte y abonado del suelo. El desbroce y abanado del suelo para la producción de heno ha sido registrado en Asturias (Aparicio et al 2013). Inclusive podría ser que topónimos como La Comuña nos estén hablando de formas de propiedad comunal del terrazgo dedicado a la agricultura.. Sin embargo, no hemos podido detectar las estructuras agrarias que sustentaban estos topónimos dado que desde la génesis del espacio agrario este ha experimentado profundos procesos de transformación. Las excavaciones en otras partes del sector NO peninsular si han aportado datos significativos. La mayor parte de las aldeas altomedievales estudiadas han sido asociadas a cercanos aterrazamientos basados en “un sistema de desmonte de terraplén con relleno episódico” (Ballesteros, Criado y Andrade 2006). Una tipología de bancal agrario que ha aparecido reiteradas veces en Galicia, en los yacimientos de A Pousada y Carballeira do Espíritu Santo (Ballesteros y Rotea 2009), en País Vasco, Zaballa (Quirós del Castillo 2012), Asturias, Vigaña (Mier et al 2013). Este tipo de aterrazamientos suponen un esfuerzo de planificación del trabajo colectivo. Los bancales se constituyen a través de grandes aportes de tierra que sirven como base o sustrato donde se desarrollarán los cultivos y que posteriormente son trabajados aportándoles la morfología de terraza. Estos no presentan paramentos, zócalos o refuerzos de piedra. En el término de Correcillas hemos localizado varias de estas terrazas construidas a través de este sistema, algunas de las cuales se mantenían en uso hasta mediados del siglo XX: terrazas de las Campas, el Tejerón, Robogato y Puerto Dotes todas ellas en terrenos comunales. Presentan unas características similares: una altura entre los 40-120 cm., una inclinación entre los 45-60%, ninguna posee refuerzos de piedra en seco y todas se sitúan sobre espacios cooperativos, aunque su gestión eran privada, alquilándose al concejo a través del pago de una renta anual o por varios años. La implementación de refuerzos de piedra en seco que aportan una mayor inclinación, retención de la humedad y delimitación de la propiedad han sido asociados a procesos de apropiación privada sobre espacios comunales (Stagno et al. 2016). Otras posibles estructuras agrarias medievales podrían ser los espacios fincados y delimitados a través

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de lindes de retama, actual espacio de terrazas modernas (Las Dornillas), y zonas acanaladas, localizadas en la Vega del Río Correcillas (Las Gateras).

Imagen 20. Sistema de bancos de tierra del Puerto Dotes. No sabemos qué tipo de cabañas ganaderas predominaban en la Edad Media, pero sí conocemos algunas áreas directamente gestionadas por el campesinado gracias a su toponimia alto-medieval fosilizada: Bustillo (Correcillas y Velilla) y Bucioso (Sariegos), ambas áreas están hoy abandonadas por sus rendimientos mediocres. La puesta en funcionamiento de estas áreas podría estar relacionada con la implantación de una serie de monasterios impulsados por las aristocracias locales (ss.IX y X) que injerirían de forma activa sobre los aprovechamientos de estos espacios comunales a través de la incorporación de ganaderías propias o el cobro de derechos de uso y acceso a las brañas. Los bustos podrían considerarse con marcadores materiales de ciertos conflictos sociales medievales, en los que comunidades campesinas abren nuevos espacios y constituyen denominándolos un ejercicio de contrapoder. Tanto uno como otro, especialmente Bucioso, presentan una continuidad edilicia que se puede observar gracias a la superposición de estructuras y a las marcas de vegetación. La apertura de estos nuevos espacios a de ponerse en relación con el registro del avance del pastizal a lo largo de los siglos IX-X: turberas de Buelna (Menéndez Amor 1950), de Villaseca y La Mata (Julat et al. 2010). La creación de estas nuevas jurisdicciones debió de estar asociada a la introducción de especies que favorecieran dinámicas de especulación y producción intensiva o especializa, fundamentalmente ganaderías vacunas que proliferan en la documentación ligadas a estos señoríos monacales. Estos cambios debieron de alterar parte de la estructura productiva de las

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comunidades campesinas que se reorientaron hacia otras especies como las cabras o las ovejas, animales que no necesitaban de pastos de altos rendimientos como las Brañas. Sin embargo, la aparición de estos establecimientos monacales no afectó de forma sustancial a la organización productiva del valle, dado que los asentamientos de la cabecera y posiblemente de otros cercanos siguieron migrando hacia el hábitat de Sariegos hasta al menos los siglos XII-XIII. Este régimen de movilidad ganadera en la que se compartía espacio tanto con otros agentes sociales como con otras comunidades campesinas debió de requerir una jurisdicción que regulara fuertemente los derechos de uso y acceso a las zona de pasto, en tanto en cuanto mantuviera el equilibrio ecológico de las mismas, su capacidad y que sustentara hasta al menos el pleno-medievo la reproducción de las comunidades campesinas. Estas interrelaciones complejas entre grupos campesinos (con sus propias complejidades) y otros agentes sociales feudales se plasmarían posteriormente en la constitución jurisdiccional de los concejos, que proliferaron en el Reino de León a partir de los siglos XI-XII.

Imagen 21. Refugio ganadero de Las Campiceras. Otros posibles asentamientos temporales ligados a las actividades ganaderas serían ciertas cuevas, covachos y refugios naturales. En el término existen varios que han sido utilizados hasta la actualidad como el refugio de Las Campiceras. Es la Cueva del Gorbizo (situada en las ladeas de la Peña Galicia, Puerto Dotes) la que destaca por encima del resto. Su uso ganadero se ha mantenido hasta la actualidad y al igual que otras cuevas de la Cordillera Cantábrica podrían haber mantenido un uso dilatado en el

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tiempo (Tardorromanidad, Alto-medievo y Pleno-medievo), (Gutiérrez y Hierro 2010). El documento de la fundación del complejo abadengo de Valdecesar asevera la presencia de ermitaños en las cuevas vecinas, documentos que probablemente estarían encubriendo procesos de reorganización territorial que de alguna forma implicaran la deshabitación estable de las cuevas, y el incremento de los derechos de los nuevos monasterios sobre las praderías de alta montaña. La coincidencia del abandono estable de estos hábitats en el Alto y Pleno-medievo han de ponerse en relación con la constitución de modos de producción excedentarios y mono-productivos ligados a nuevas jurisdicciones que limitan los usos, derechos y acceso del campesinado a estos espacios de altura. Las labores de extracción debieron de formar parte activa de la economía campesina. Estas se atestiguan hasta al menos el siglo XIII gracias a la aparición de escorias de fundición en Santiesteban y Sariegos, y por lo menos desde antes del siglo VIII, gracias a su detección en posibles hábitats pre-feudales (granjas y pequeñas aldeas), como Adiles o Canales. Al menos existían 3 puntos de extracción: el Venero, Peña Agüera y la Magrera. Las minas medievales de hierro de Correcillas constituirían el primer ejemplo en el que se han detectado los trabajos de extracción este mineral en la Cordillera Cantábrica leonesa. A 7 km. al Sur de Correcillas se encuentra otro centro importante de procesado de mineral: Peña Cantable o La Peñica, castro que posee una laxa cronología desde la Edad del Hierro hasta la Alta Edad Media con presencia de cerámicas negras asociadas a las escorias de hierro. Otro ejemplo cercano es el Castro de Vegacervera o Sierros Negros a 11 km. al O. de Correcillas donde también aparecen asociadas cerámicas negras a escorias de fundición. Por tanto, un número considerable de valles de la Comarca contaban con centros especializados en la extracción materia prima férrica. Con los datos disponibles desconocemos el régimen de posesión y explotación de las minas que debió de variar a lo largo de la Edad Media. Un documento del año 1015 nos muestra como el Abad de San Cosme y San Damián de Abellar (cerca de la ciudad de León) compraban a una familia (Micahael y Salute) un venero (una mina de hierro) en Cavatuerta (García y Seoane 1995). Esta información nos permite ver como dentro de la jurisdicción del Monasterio de Cavatuerta (que debía de englobar al menos una aldea) existían familias destacadas que tenían en propiedad una explotación de hierro. Por tanto en la Plena Edad Media la explotación de las mismas podría ya no ser cooperativa o comunal si no que algunos grupos destacados de la comunidad tenían jurisdicción sobre la extracción del mineral de hierro, aunque los regímenes de posesión y explotación debieron de ser variados. Los lugares de procesado parecen localizarse en los espacios de hábitat. La materia prima procesada serviría para el autoconsumo pero probablemente también para la exportación o el pago de rentas, un traslado de material que debió de ser relativamente fácil gracias a la calzada que atraviesa la cabecera del valle y que recorre paralelamente la mayor parte de los lugares de extracción y procesado. Otro factor a tener en cuenta es la cercana disposición de algunos de los centros monásticos fundados por las aristocracias locales en las cercanías de las

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explotaciones, en nuestro caso los 3 centros monasteriales: Valdecesar, Cavatuerta y Santiago. La exportación de materia prima también podría extenderse a otros productos, entre ellos la madera o la cal. En la Región Leonesa se ha localizado una abundante presencia de cerámicas oxidantes con pintura blanca que parecen entroncar con una tradición Tardorromana (Gutiérrez y Hernández 2009). La pintura blanca se producía fundamentalmente a base de derivados de la cal, y la Montaña Central leonesa posee de este material en abundancia, la tradición oral nos indicó la presencia de hasta 2 caleros, uno localizado en Santiesteban (detectado) y otro en Canales (no localizado). A 12km. de Correcillas existe un calero romano situado en el final de las Hoces de Vegacervera, en el pueblo de Felmín.

Imagen 22. Explotación de Hierro de Peña Agüera. Por último hemos observado una serie de marcadores relacionados con un proceso tendente a la privatización progresiva de ciertos espacios. Esta dinámica ha de comprenderse e interpretarse con todas las reservas puesto no presenta una lógica positiva y mecánica de lo comunal hacia lo privado, sino que contiene fluctuaciones en función de la capacidad de ejercer hegemonía por parte de las diferentes clases sociales implicadas en el control de las relaciones de producción. Así, el fortalecimiento de las élites concejiles en la Edad Moderna facilitó la recuperación de Puerto Dotes; y sin embargo, en la Edad Media grupos sociales acomodados dentro del estrato campesino,

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los presbíteros, participaron en la dinámica aristocrática de apropiación de espacios en altura asumiendo responsabilidades en la fundación de monasterios como Cavatuerta o Valdecesar. Estos grupos acomodados o élites campesinas desarrollan a lo largo del alto-medievo una lógica de acumulación de determinadas fuerzas productivas como el ganado (Mier et al 2013). Alguno ejemplos toponímicos nos muestran la mayor presencia de un régimen de propiedad o gestión cooperativa de algunas actividades agrícolas: La Comuña, Las Rasas o El Plantel, Otros como Arena o Medillo exponen un tipo de procesado en eras o ejidos comunales frente a la era privada que predomina a partir de la Edad Moderna. Otras actividades como el abonado y desmonte de grandes extensiones de terreno (Toco y Cuchadiechas) son indiscutiblemente comunales, aunque la gestión de las nuevas parcelas pudiera disponer de regímenes más complejos. Estas apropiaciones o usurpaciones podrían haberse realizado a través de diversos vectores, como por ejemplo la mejora de las tierras que se poseen (Stagno et al 2016).

3.2.2.4. Encuadramiento social de las comunidades aldeanas en la Alta y Plena Edad Media. A lo largo de los siglos VIII-XII la población campesina del valle experimentó fuertes procesos de reestructuración política e ideológica interna que pivotaron en varios ejes. La construcción de un entramado de pequeñas ermitas a lo largo del valle y de un castillo en la cabecera, y de otro lado la delimitación exterior del territorio campesino en dos fases. Una primera entre los siglos IX-X (tal vez con precedentes más laxos que no somos capaces de detectar) y una segunda entre los siglos XI-XII. a) Creación de una red de ermitas en torno a las nuevas aldeas. En la cabecera del valle no existe ninguna ermita que mantenga sus paramentos. Dado que la de Correcillas fue arrasada hace 8 años, y la de Santiesteban está totalmente cubierta por vegetación. Por tanto interpretaremos este tipo de construcciones en base a las interpretaciones que se han llevado en otras áreas del NO. Estas ermitas han sido interpretadas dentro del contexto general de la génesis de las aldeas medievales, ligadas a la fijación de un terrazgo controlado por una población sedentaria desde unas aldeas con unos estatutos jurídicos, y políticos cada vez más definidos. Son el resultado de un esfuerzo colectivo que remarca el carácter territorial de la comunidad ligándola al terrazgo, pero a la vez están relacionadas con la emergencia de una serie de familias destacadas dentro de las sociedades campesinas que se van haciendo más visibles a partir de los siglo IX-X en la documentación. Estas élites campesinas operan a un nivel supralocal y participan en la fundación de pequeñas iglesias o asumirían papeles destacados dentro de fundaciones de mayor envergadura como los monasterios privados (Fernández Conde 1979).

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Este tipo de fundaciones permitían a las familias destacadas participar de la extracción de rentas que se hacía desde ellas y además formar parte de un sistema de legitimación y distinción frente al resto de la comunidad. Por tanto habría que replantear en términos sociales que papel desempeñaron estos grupos en el proceso de concentración del sistema de población precedente disperso, en pos de la configuración de las aldeas medievales. b) El Castillo de Correcillas. La prospección nos ha permitido localizar una estructura de control situada encima del farallón rocoso que se alza sobre el pueblo de Correcillas en dirección E-O, constituido por rocas sedimentarias y sin vegetación. Este macizo rocoso está divido en dos partes una oriental y una occidental, separadas por una gran carva a través de la cual se puede acceder fácilmente a la fortificación, usando un camino secundario que une al pueblo con el Puerto Dotes en altura.

Mapa 23. El Castillo de Correcillas. (Elaboración propia). El Castillo es un lienzo amurallado que desciende en dirección N-S desde el vértice de la Peña por el Norte, no cuenta con más espacios amurallados. El flanco N. está bien defendido por un barranco de más de 40 metros de abrupta caída, y el Oeste y el Sur presentan accesos complicados fáciles de defender. Por tanto el único punto débil es el Este a través del cual se puede acceder por un pequeño valle, una escorrentía de agua que divide a la Peña en dos. Al final de esta, ya en el valle localizamos el topónimo: La Ruera. El término probablemente derive de la palabra latina SCRŠOBEM) —> *CRŠOBAM ‘foso en la tierra’; Grueba, Groba, usada habitualmente en Asturias para

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designar fosos, carvas, zanjas etc. (Arias 2003). En este paraje detectamos 2 grandes zanjas que no están ligadas a lindamientos de fincas, se disponen paralelas a 140 ms. del castillo aprovechando dos pequeñas escorrentías de agua. También localizamos un gran talud artificial de 3 ms. de altura que separa el camino, que desciende desde Puerto Dotes, de Peña Castillo por el N., configurando un gran aterrazamiento que dificulta el acceso al Castillo por su punto débil. Podría ser que este amesetamiento artificial sea una extensión del Castillo a fin de afianzar la defensa de la plaza, a la par de contar con un espacio donde poder acampar y situarse cerca de los asentamientos aldeanos y de la calzada. Destacamos también que las minas del Venero se localizan a menos de 400 ms. de distancia en dirección N. El derrumbe del lienzo de la muralla se extiende 50 ms. En dirección N-S y hasta 10 ms. E-O en su punto de mayor dispersión . Sin embargo, el posible lienzo contaría con 20 ms. Delimitado por dos puestos de control. El primero en la cumbre, al Norte, sobre la entrada oriental y controlado los accesos Nororiental y Oriental (constituido por dos depresiones que podrían corresponder con dos pequeños bastiones), y otro en el extremo Sur, controlando el acceso por el Sur y Oeste. Los sillares son de mediano tamaño, algunos careados, pero desconocemos si la muestra analizada fue la original dado que muchos debieron de ser reutilizados posteriormente. La mayor parte de ellos son calizos y sin embargo, la roca sobre la cual se levanta es un conglomerado sedimentario, por tanto la cantera de extracción debió de haberse situado probablemente en Peña Galicia o Entrepeñas, dado que, aunque la caliza del farallón del Polvoreda al SO. está más cercano, los bloques de piedra tendrían que haber si arrastrados cuesta arriba.

Imagen 23. Derrumbe del lienzo de la muralla del Castillo.

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Si los bloques se obtuvieron en Peña Galicia y Entrepeñas la calzada romana que bordea ambos cordales habría facilitado el traslado de estos, además ya dijimos que localizamos una inusual concentración de bloques de caliza en el paraje de Canales (cerca de Peña Galicia), un topónimo llamativo teniendo en cuenta las circunstancias, y junto a este paraje, la tradición sitúa un calero o una zona de extracción de caliza. La otra vía posible es por el NE, atravesando la Braña longitudinalmente y en altura. Esta estrategia de eficacia productiva y ahorro energético en la poliorcética altomedieval ya ha sido vista para otras fortificaciones alto medievales en la Rioja (Tejado 2010), aunque en el caso de la Rioja la estrategia de construcción cuenta con influencias de la poliorcética bizantina. También hemos localizado elementos del sustrato rocoso de la propia Peña así como rocas de origen volcánico que no son locales. Desconocemos su funcionalidad. No podemos especificar el alzado de la muralla, pero por la densidad de los derrumbes podría alcanzar fácilmente los 3 ms. de altura. Este cuenta con un foso a 3 ms. del núcleo de la muralla que es fácilmente identificable gracias a la línea de arbustos que nacen en él. En el lienzo detectamos 2 pequeñas depresiones, probablemente de la Guerra Civil, en caso de no haber sido así, pudieran estar relacionados con algún tipo de puesto vigilancia elevado. El primero de ellos, se sitúa en el extremo Norte, sus dimensiones son: 1,50 ms. N-S y 2,50 ms. E-O, una profundidad de 40 cm., el segundo de ellos 2,10 ms. N-S y 1,70 ms. E-O, 80 cm. de profundidad y situado a 3 ms. del anterior. Una tipología similar a la estudiada en la “Torre cónica” de Sariegos. Aparecieron dos zócalos, uno por depresión, 1,05 metros N-S y 50 cm. E-O y 38 cm. de altura; para el segundo, 2,38 ms. E-O y 50 cm. N-S, 36 cm. de altura. Han sido elaborados mediante la técnica de mampostería en seco, sin argamasa, bien careados y que parecen ser los restos de la base del lienzo. Además de las estructuras, hallamos 2 mazas de piedra, la primera de ellas localizada en las cercanías de la primera depresión¸ y la segunda en el derrumbe a escasos metros de la segunda. La primera de ellas es indiscutiblemente una maza manual de cuarcito, de 15 x 7 x 5 cm., sobre uno de sus extremos se le ha practicado una acanaladura para el enmangue. La segunda podría ser una maza manual o también mecánica, en forma de triángulo abombado 30 x 15 x 12 cm., presenta una acanaladura en su base, y un extremo en forma de punta para facilitar el trabajo. Relacionado con el Castillo localizamos La Fuente La Mora, es una pequeña fuente situada a las faldas de Peña Castillo, en la propia calzada romana y a escaso kilómetro de Correcillas. Tenemos que poner en relación este espacio con el Castillo de la cual existen varias versiones: “Los moros trataron de hacer un Puente que uniera el Castillo de Correcillas con el de Aviados, y al no poder dejaron a medio construir el Puente, y de ahí los montones de piedras de lo alto de la Peña”, la otra versa, “Una Reina mora en no contenta con la torre que le estaban haciendo, cogió todas las piedras en un mandil y las dejó ahí”. La prospección de la fuente no aportó datos significativos. Por su tipología podemos fechar esta fortaleza en torno a los siglos VIII-IX (Gutiérrez y Manjón 2007). Hemos descartado la función bélica de esta estructura, en este sentido

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otro tipo de herramientas como los castros fortificados podrían desempeñar el papel militar, como así se ha propuesto para la Rioja (Tejado 2010). Por tanto se han planteado como herramientas señoriales para implementar su poder o jurisdicción sobre una población campesina con unos marcos territoriales difusos, un Incastellamento que utiliza símbolos visibles (Gutiérrez y Manjón 2007). Sin embargo, en los últimos años se ha propuesto revisar los planteamientos del Incastellamento por varias razones, la primera la falta de cronologías puesto no sabemos si la red aldeana se constituye antes o después de la aparición de los castillos altomedievales, en segundo lugar se está acentuando el papel de las élites locales como uno de los elementos más activos en este proceso de integración territorial, tercero por desconocer la realidad material de las aristocracias territoriales que los promueven (Tejado y Quirós del Castillo 2013). Junto con el Castillo de Correcillas, en la desembocadura del valle se localiza el topónimo: Los Castellones, en las cercanías de Villalfeide sin que las prospecciones realizadas aportaran datos arqueológicos (García y Seoane 1993). No dudamos de la capacidad de articulación y fijación de la población de ambas bastidas, sin embargo nos interesa más resaltar los condicionamientos materiales sobre los cuales se disponen. Su capacidad bélica es reducida, no es posible habitar en esta bastida al menos desde Noviembre hasta Marzo y por tanto, su utilidad se reduciría a los meses de primavera y verano. Es en este contexto estival en el que hay que poner en juego el Castillo de Correcillas como un puesto avanzado que juega dentro de una dinámica flexible y a distintos niveles territoriales, controlando el principal camino que articula la Cordillera Cantábrica Leonesa. Este camino será a lo largo de la Baja Edad Media y Moderna una importante vía pecuaria de las ovejas merinas que iban a pastar a las Brañas de Puerto Dotes y sobre todo del Marqués y Sancenas. Por tanto el Castillo se dispone controlando una cañada o vía de tránsito ganadero que como ya demostramos debió de contar en la Alta y Plena Edad Media con un régimen de movilidad ganadero importante. Es en este sentido donde debemos de situar esta bastida como puesto avanzado en el control del tránsito ganadero y del afianzamiento de unos marcos territoriales más amplios, que podrían estar operándose desde “áreas o centros de vega” como Vegacervera, Valdepiélago o Boñar (todos centros de poder pleno medieval destacados). Además, el castillo se sitúa cerca de las minas de hierro y de otros recursos naturales importantes como la cal, podría ser que su disposición también estuviera relacionada con las labores de extracción de estos productos.

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Mapa 24. Posible territorio controlado por los castillos del valle. (Elaboración propia) c) Delimitación territorial: aparición de los monasterios privados (ss. IX-X). A lo largo de los siglos IX y X la documentación medieval es explícita en la fundación de toda una serie iglesias y monasterios privados. La fundación de estos monasterios responde a una línea general de concentración de poder territorial y jurisdiccional, constituyendo uno de los vectores de feudalización y encuadramiento social más importantes, fundamentalmente porque supuso la extensión eficaz del señorío jurisdiccional sobre numerosas villas campesinas. En las fundaciones y permutas de estas instituciones eclesiásticas aparecen asociadas ganaderías, pastizales de distinto tipo (bustos, brañas, praderías etc.). Existen ejemplos a ambos lados de la Cordillera, en el caso de León un ejemplo significativo fue la entrega en 929 del Rey Ordoño II al Monasterio de San Cosme y Damián de Abellar un busto en las montañas de Argüello (territorio a cual pertenece Correcillas), (Sáez 1987). En el territorio asturiano uno de los ejemplos mejor estudiados ha sido la carta fundacional del Monasterio de Santo Adriano de Tuñón (891) en el que el Rey Alfonso III de Asturias donaba una serie de Villae con sus correspondientes zonas de aprovechamiento silvo-pastoril (Conde y Predregal 1998). Estos intereses ganaderos serán compartidos por a algunos de los que serán los grandes dominios eclesiásticos de los siglos centrales del medievo como el Monasterio de Sahagún de León (Mínguez 1980).

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Imagen 24. Derrumbe del Monasterio de San Pedro de Cavatuerta. Este interés por el control de las ganaderías (principal fuerza de trabajo y moneda de cambio en la Alta Edad Media) suponía la necesidad de injerir más activamente en las zonas de pasto generalmente bajo jurisdicción y uso de las comunidades aldeanas, de tal forma la incorporación de estas Villae bajo los dominios eclesiásticos se utilizó como vía de penetración indirecta sobre los pastizales (Mier et al 2013). Estos monasterios tendrían por tanto varias funciones entre ellas la compactación de los patrimonios aristocráticos, la recepción organizada de rentas, el control indirecto de la producción y reproducción social de los campesinos y su repartición entre los promotores y propietarios de la institución, pero también un papel protagonista en la articulación territorial y el encuadramiento de las aldeas campesinas altomedievales, utilizando como marcos de referencia, entre otros, los espacios de pasto localizados en los límites territoriales de dichas aldeas (García de Castro 1995, Calleja 2000). Por lo general estos complejos monasteriales no tienen necrópolis precedentes sino que se fundan exnovo, no es descartable la posibilidad de precedentes en forma de ermita o eremitorio, o bien los trabajos de acondicionamiento pudieron haber devastado un posible yacimiento anterior. Sería interesante saber cómo se interrelacionan estas nuevas instituciones con la red de aldeas altomedievales que parecen organizarse en torno a una red de ermitas propias. Si estas ermitas contaban con jurisdicciones propias sobre la aldea y su terrazgo debieron de chocar con los nuevos intereses, que aunque tuvieran precedentes debieron de articular nuevas relaciones de poder integrando activamente a las élites aldeanas. Bajo esta óptica entonces qué función desempeñaban

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otros elementos como el Castillo de Correcillas ¿No suponía su implantación acaso una integración al menos territorial? ¿Eran los impulsores de los castillos los mismos que los de los monasterios particulares? ¿Cómo se integraron estos monasterios en los dominios colectivos, sobre qué precedentes, con qué herramientas? ¿Qué conflictos generaron? En cualquier caso estas instituciones son reflejo de la consolidación de un bloque histórico y una formación social concreta que es la alto medieval. Una hegemonía ideológica y cultural fáctica, sobre el terreno, sobre la cual se apoyará la gestación de la formación social feudal pleno medieval. El término cuenta con varios de estos monasterios en sus alrededores. El Monasterio de Cavatuerta (Brañas de Puerto de Aviados), el Monasterio de Santiago sobre las Brañas del Marqués, el Monasterio de Valdecesar (Puerto Dotes), y curiosamente limitan por 3 flancos la organización espacial del actual término de la Junta Vecinal de Correcillas. Presentan una serie de características comunes: -

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Localizadas en espacios en altura, ligados íntimamente al control de las ganaderías y por tanto a uno de los medios de producción más importantes, los animales de tiro, la producción cárnica y lanar. De entre ellos Santiago se sitúa encima de la propia braña. Localizados en las cercanías de vetas de hierro. Dispuestos en torno a los ramales de la calzada romana o Vieyu Camnín de Santiago. Se sitúan en las cercanías de cuevas y covachos relacionados con una probable ocupación campesina ligada a las actividades de pastoreo.

Su implantación sobre los núcleos aldeanos supuso también su implantación sobre las praderías de alta montaña. Desconocemos si la presencia de elementos que podrían ser anteriores como La Corolla o El Castillo pudieran haber ejercido un prematuro control de estas áreas, aunque así lo hemos hipotetizado para el caso del Castillo de Correcillas. El Monasterio de Valdecesar se fundó en un territorio de jurisdicción real controlado por el Castillo de Montuerto. Emplazamiento situado en el interior de las hoces de Valdeteja. De hecho fue impulsado por el Rey Alfonso III, encargando al monje Froilán su fundación a finales del siglo IX. Sabemos que su jurisdicción se extendió hasta al menos, la colación septentrional del término, pero no abarcó la meridional, puesto en el Becerro Viejo o Becerro de las Presentaciones, Libro compilado por la Catedral de león en el siglo XV, aparece la relación de las parroquias controladas por el Obispado de León, así como las comunidades y despoblados dependientes de las parroquias episcopales. Los pueblos en torno a los Monasterios de Valdecesar: Correcillas, Valdorria, Mata la Bérbula, Valdepiélago etc. no aparecen en el Becerro (Flórez 1984) . La falta de información significa por tanto el mantenimiento de una jurisdicción independiente sobre estas villas hasta la Baja Edad Media. Sin embargo, el Monasterio de Valdecesar es una excepción. A partir de finales del siglo XI grandes extensiones de

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terreno dependientes de la monarquía leonesa fueron cedidas a los grandes señoríos eclesiásticos como Corias, Sahagún, Gradefes etc. El Monasterio de Valdecesar tal vez pudo mantener su autonomía por algún tipo de estatuto especial o bien por tener bajo su control importantes recursos derivados de la gestión de las Brañas de Puerto Dotes. En el siglo XV o XVI su jurisdicción pasó a manos del Obispado de la Catedral de León puesto en el año 1576 el Concejo de la Encartación del Curueño (anterior núcleo de villas dependientes de Valdecesar) compró su propia jurisdicción al Rey Felipe II. El registro documental de todos estos pueblos es prácticamente inexistente puesto los papeles del concejo medieval antes de la Constitución de la Real Encartación, en los que se debía de incluir los documentos del Monasterio, se perdieron en el siglo XIX (Fierro del Valle 1999). Del Monasterio de Cavatuerta también tenemos información documental desde finales del siglo IX aunque desconocemos el origen social de sus promotores. Bajo su dominio se encontraba al menos una villa (García y Seoane 1995), y debía de extender su jurisdicción a las Brañas del Puerto que llevan su nombre: Praos Forales de Cavatuerta y por los cuales al menos hasta mediados del siglo XVIII el Concejo de Correcillas pagaba una renta al obispado de León (García y Seoane 1993). Sin embargo desconocemos las condiciones de su patronazgo, jurisdicción o derechos puesto hasta finales del siglo XI formó parte de la jurisdicción real. En el año 1073 Alfonso VI de León cedió al Monasterio de San Isidoro de León su dominio sobre el Concejo de Vegacervera, y con él, el Monasterio de Cavatuerta. Gracias a la amplia producción documental isidoriana conocemos la mayor parte de los límites territoriales de las villas dominicales del Concejo de Vegacervera, entre ellas las villas de la desembocadura del valle de Correcillas: Retuerta, Villalfeide y Follosa, pero no así la de Santiesteban, que aunque en el becerro de las Presentaciones aparece como despoblado de san Isidoro de León (Flórez 1984) no se tiene constancia de su régimen de rentas, límites territoriales u otra información. Podría ser que el Monasterio de Cavatuerta ejerciese algún tipo d derecho sobre aquel lo cual ha limitó al Monasterio de San Isidoro de León de lograr una jurisdicción completa sobre Santiesteban. La prospección de la abadía aportó datos significativos, esta no había sido prospectada hasta ahora. El emplazamiento debió de situarse en un gran canchal de piedras localizado en la vereda derecha del pequeño Arroyo de la Arbea que desciende en dirección N-S hacia Aviados desde el Puerto. El derrumbe del monasterio está constituido por sillares calizos de pequeño tamaño de formas irregulares. Estos podrían haber extraído de las inmediaciones, siguiendo un proceso de obtención similar al Monasterio de Santiago. Al igual que el Monasterio de Valdecesar se localiza en una zona con abundancia de abrigos naturales. Ocupa una extensión de 141 metros cuadrados, siendo por tanto de menor tamaño que el Monasterio de Santiago (300 metros cuadrados), controlando además una superficie brañera menor. Sin embargo, justamente al Este del derrumbe se abre una mata de robles asentada sobre un conjunto de estructuras de difícil identificación pero que parecen ser las dependencias exteriores del monasterio: casares, huertas, tal vez una pequeña necrópolis etc. La extensión

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ocupada por estas dependencias es importante, 9000 metros cuadrados. Tal capacidad edilicia debió de asentarse sobre las numerosas dependencias del monasterio que el monasterio disponía en la Comarca de la Sobarriba, cerca de la ciudad de León (García y Seoane 1995). La prospección no aportó ningún registro material. El entorno del Monasterio dispone de cotos de bosque, brañas para la ganadería, manantiales y lodazales etc. Está separado del resto por una garganta que marca el límite del actual término de Correcillas.

Mapa 25. Organización del yacimiento de Cavatuerta. (Elaboración propia). Por tanto la aparición de estos dos dominios monacales a finales del siglo IX podría haber supuesto la constitución de dos regímenes jurisdiccionales distintos. Lo más destacado es que así podemos ver con claridad como cada colación podría estar asociada territorialmente a una braña distinta, la septentrional a Puerto Dotes y la meridional a Puerto Aviados. La implantación de los monasterios ha de asociarse también a la desaparición de al menos 2 de las aldeas, que de hecho no nos han aportado cerámicas Pleno Medievales: Crespas y Velilla, cuya población debió de integrarse en Santiesteban y Correcillas respectivamente. Más difícil es precisar la situación de Sariegos puesto el régimen de movilidad ganadero continuó a lo largo de la Plena Edad Media sin que la implantación monacal afectase, aparentemente, a la situación precedente. Desconocemos el momento fundacional, los agentes implicados ni la jurisdicción del Monasterio de Santiago, puesto no existe documentación o no la hemos localizado. Tampoco sabemos que ente jurisdiccional englobaba las Brañas del

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marqués, pero podría ser que el Valle del Arroyo de Santiago fuera gestionado mancomunalmente entre Correcillas y Santiesteban a lo largo de la Plena Edad Media

Imagen 25. Estructuras detectadas en las inmediaciones del derrumbe. Este proceso de apropiación territorial y jurisdiccional de villas y pastos en altura se desarrolló profusamente a lo largo de los siglos XI XII. Es en el Pleno Medievo cuando vemos emerger los grandes dominios eclesiásticos como los leoneses Sahagún y Gradefes o los asturianos Courias y Balmonte. El desarrollo de sus dominios trajo consigo una nueva reordenación territorial que se refleja en la progresiva delimitación de los términos de las villas y sus espacios productivos. El valle de Correcillas no fue ajeno a este proceso. En año 1073 el Rey Alfonso VI cedió la mandación de Vegacervera al Monasterio de San Isidoro de León. Entre los lugares que cede se encuentra el Castillo de Vegacervera “cum toto suo mandamento sic quomodo est conclusum per suos términos antiquos”, mandamiento que se corresponderá posteriormente con el Concejo de Cervera (García y Seoane 1995). La jurisdicción de Vegacervera se extendía por el curso alto del Río Bernesga y del Torío, entre los territorios bajo su dominio se encontraba el Valle de Correcillas, siendo Santiesteban el último núcleo controlado por este, pero no así Correcillas que probablemente se encontraba bajo la jurisdicción del Monasterio de Valdecesar. Gracias a la información de los documentos del Monasterio sabemos que al menos hasta el siglo XII 3 poblaciones jalonaban la desembocadura del Correcillas: la villa de

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Retuerta, que aparece por primera vez citado en 1117, momento en el que la Reina Doña Urraca dona al Monasterio de san Isidoro de León una serie de posesiones, entre ellas el pueblo medieval. En el pueblo se mantiene hasta el siglo XV una casa, “La casa de Retuerta”, (García y Seoane 1993), al parecer pertenecientes a una familia campesina, contando con corral propio, véase con cabaña ganadera propia. Villalfeide, aparece registrado para finales del siglo XII y Follosa registrada a finales del siglo XIII ligada a la Iglesia de San Julián. Follosa mantenía todavía población en el año 1313 gracias a la información contenida en el Código XVII del Archivo del Monasterio de San Isidoro de León (García y Seoane 1995), así como una “casa” en el siglo XV (García y Seoane 1995), la prospección de este último despoblado aportó cerámica Pleno y Bajo Medieval, así como abundantes escorias de fundición (García y Seoane 1992). De estas 5 aldeas Pleno Medievales: Retuerta, Villalfeide, Follosa, Santiesteban y Correcillas. Solo 3 alcanzaron la Baja Edad Media: Villalfeide, Follosa y Correcillas. Desembocadura, tramo medio y cabecera del Valle respectivamente. En nuestro caso de estudio las cronologías cerámicas nos muestran como Santiesteban y Sariegos quedaron deshabitadas a partir del siglo XIII. Es decir, a partir del siglo XIV Correcillas se convirtió en el único asentamiento habitado. No poseemos más información sobre estas circunstancias, solamente que el desplazamiento anual ligado a la ganadería de alta montaña finalizó en los albores de la Baja Edad Media. Actualmente las Brañas del Marqués son privadas, al igual que sus vecinas orientales, las Brañas de Sancenas. Su régimen de propiedad privado ha de retraerse hasta la Baja Edad Media, y ponerlo en relación con la dinámica general de apropiaciones aristocráticas de los grandes pastizales de montaña. Las nuevas aristocracias laicas en la dinámica que se ha llamado “La Crisis del siglo XIV” se apropiaron de grandes extensiones de pasto sustituyendo a los señoríos abadengos del pleno medievo. Las apropiaciones de amplias zonas de pastos respondían a las necesidades económicas de la nobleza señorial que buscaba incrementar sus recursos fiscales a base del negocio ganadero, fundamentalmente mediante la explotación de la lana de la oveja merina. Estas adquisiciones iban aparejadas de rentas, derechos y obligaciones de los campesinos. En la montaña occidental leonesa estos movimientos se registran desde mediados del siglo XIII y en ellos están implicados otros actores, como por ejemplo los concejos campesinos. Estos aparecen fuertemente estructurados y dirigidos por élites propietarias dentro de la dinámica aldeana. Los Concejos campesinos debieron evolucionar desde formas de organización más arcaicas que encontraron durante los siglos XII y XIII en las fundaciones regias de Villas Reales y en la dotación de nuevas jurisdicciones a los Concejos y la creación de un marco seguro y aceptado de litigio la base desde donde desarrollarse (Carrión 2008). Por tanto, podría ser que el abandono de Sariegos y la incorporación de Santiesteban a Correcillas entrara dentro de una nueva estrategia concejil que abandona sus pretensiones sobre el Marqués, en cuyos términos se mantuvo el derecho de los campesinos de Correcillas de aprovechar los pastos de Noviembre, pero que redirige sus esfuerzos a partir del siglo XV sobre otros pastizales

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como el Puerto Dotes y el Puerto de Aviados que de hecho son hoy día comunales. Por último añadir que las Brañas del Marqués podrían haber estado bajo la jurisdicción de la Casa Guzmán, una de las familias leonesas más fuertes e influyentes de la Baja Edad Media que disponía hasta la Rebelión de los Comuneros de una de sus principales fortalezas en Aviados.

Mapa 26. Delimitaciones fosilizadas recogidas en el Catastro del Marqués de Ensenada (García y Seoane 1992). 3.3.

Etnografía y organización social del espacio en época moderna.

Aunque la Edad Moderna y Contemporánea no forman parte de nuestro estudio incorporamos un pequeño apartado que nos permite observar como determinadas actividades del sistema económico medieval no han experimentado excesivas transformaciones hasta la actualidad. Este es el caso de los aprovechamientos de los pastizales de alta montaña, los cuales han seguido cargando con la mayor parte del peso de la economía aldeana del valle. Además si tenemos en cuenta que muchas de estas actividades se desarrollan a través de una continuidad edilicia, su registro nos va a facilitar de cara al fututo la elección de los lugares donde podemos excavar y obtener una mayor cantidad de información. 3.3.1. El ciclo productivo. Las fuentes orales nos aportaron abundante información sobre la organización del terrazgo hasta la década de los años 50. Se basaba grosso modo en la complementariedad de dos sistemas de explotación interdependientes: uno agrícola y

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otro ganadero, dentro de un régimen de propiedad mixto, uno privado que primaba sobre el terrazgo agrícola y otro comunal que primaba sobre las actividades ganaderas. La producción se organizaba desde el valle hacia los Puertos: un primer ciclo de producción se situaba en el valle: huertas y praderías de vega; un segundo ciclo se localizaba a media altura: terrazas, praderías de secano y pastos comunales de las laderas del valle; un tercer ciclo se situaba en los Puertos, su uso se restringía a los meses de verano y era aprovechado o bien por las ganaderías del pueblo, se mancomunaba con otras localidades o se alquilaba a particulares, generalmente propietarios de ovejas merina. El ciclo agrícola comenzaba a finales del mes de Noviembre iniciándose el binado, roturación y volteado de las tierras de cultivo del cereal (fundamentalmente el centeno y la cebada). Por el mes de Diciembre se esparcía la mies de los cereales de ciclo largo y por el mes de Enero la mies de los cereales de ciclo corto (el mijo). A finales de Enero y comienzos de Febrero se podaban los árboles y se empezaban a preparar las huertas, que se comenzaban a cultivar por el mes de marzo (pimientos, tomates etc.). También por el mes de marzo se plantaba la patata o el garbanzo en aquellas fincas que habían no habían sido cultivadas el año pasado por cereales dado que se aplicaba un efectivo sistema de rotación trienal: cereal-hierba-patata o garbanzos/lentejas. Las ganaderías de vacuno comenzaban a pastar en las praderías de los valles para ir ascendiendo progresivamente hacia los puertos de montaña a medida que se acercaba el verano. El pastoreo de las cabras y ovejas era comunal, se realizaba a través del sistema de veceras, un turno de pastoreo por cada familia que dispusiese de animales dentro del rebaño, el pastoreo de las vacas era individual aunque en las inmediaciones de los pueblos las vacas novicias o lecheras eran alimentadas comunalmente. Por el mes de Junio las ganaderías alcanzaban las estribaciones de las praderías de alta montaña donde pasaban la mayor parte del verano aunque no a lo largo de estancias largas dado que en ellas no se disponía de estructuras apropiadas para el resguardo de los animales sino que el pastor/a se pasaba con los ganados 5 o 6 días volviendo al cabo con ellos. Por el mes de Julio se segaba la yerba de las praderías de secano y de los cotos comunales. A lo largo de los meses de Agosto y Septiembre se recogían la mayor parte de las verduras. También por el mes de septiembre los ganados de cabras y de vacas se recogían en los grandes mayaos o corros comunales para la selección de los animales que iba a ser llevados las ferias de ganado para su venta. Con la llegada del Otoño se producían dos hechos destacables, de un lado el inicio de la derrota de mieses, es decir de la comunalización temporal de todos prados y terrazas de los diferentes propietarios del pueblo. Los restrojos de los cereales y de las leguminosas eran aprovechados por las ganaderías que descendían progresivamente desde los Puertos. De otro lado se iniciaba el período de la recogida: frutas, castañas, setas, bellotas, hojas de roble, madera etc. En el mes de Noviembre se hacía una última recogida del segundo pelo, es decir de los brotes de la hierba en el mes de noviembre. A partir de este mes los ganados eran recogidos dentro de los establos de cada casa.

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a) Estructuras agrícolas: Las estructuras del sistema agrícola del término se reducían a dos categorías: las terrazas, que sustentaban la producción de cereales, leguminosas y tubérculos, y las fincas abancadas destinadas a la producción de heno. Dentro de esta última tipología se diferenciaban los cotos de hierba comunales de las praderías particulares. El mejor ejemplo de praderías abancadas lo localizamos en el paraje de Fordaña cerca del despoblado de Crespas. La prospección de una de las fincas abandonadas aportó los siguientes datos: una orientación E-O, con una entrada de 2,20 m. que permitía la entrada holgada de los carros del país y más probablemente de los forcaos, trineos utilizados en la montaña. Este tipo de herramienta era típica de los Argüellos leoneses, servía tanto para desplazar heno o madera como para desplazar a personas. El abancamiento de la pradería alcanzaba los 1,20 metros en su parte externa y 70 centímetros en su parte interna. En su extremo Sur localizamos un fragmento de cerámica vidriada moderna. Las cerámicas viejas o en desuso tendían a machacarse y a esparcirse por los campos arados a fin de incrementar la fertilidad del suelo. Todo el sistema de praderías se orienta de tal forma que los pequeños arroyuelos de la laderas humifican continuamente las fincas. Justamente encima de este prado existe una fuente canalizada hacia el mismo, siendo probablemente una dinámica dado que a lo largo del camino localizamos varias de ellas. El borde meridional de la finca está atravesado por un pequeño camino que constituiría parte de la red viaria del espacio, cuya finalidad sería poder acceder desde los caminos más grandes a las fincas situadas en el interior de las parcelaciones. Se trata de aterrazamientos bastantes simples, de época moderna con un grado de reutilización considerable sin que podamos precisar más datos. Ya explicamos que los aterrazamientos elaborados mediante la fábrica de piedra en seco han sido fechados para época Bajo Medieval y Moderna.

Imagen 26. Ejemplo de terrazas modernas en el paraje de Las Campas.

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Los tipos de terrazas más comunes las localizamos en el paraje de Secás. Tienden a construirse a través de medias estandarizadas: de 1,20-1,50 ms. de altura por 10 ms. de largo y 6-7 ms. de largo. No son solamente el resultado de particiones progresivas de la propiedad familiar sino que constituyen unidades mínimas de producción desgajadas del común. Es decir, cada una de estas pequeñas fincas es el resultado progresivo de un proceso de apropiaciones sobre los comunes. No hemos constatado trabajos comunales ligados a las actividades agrícolas en época moderna. b) Estructuras ganaderas: La metodología aplicada nos ha permitido determinar los diferentes componentes que caracterizan la ganadería de alta montaña en el término en función de una serie de parámetros: Tipología de las estructuras: La mayor parte de las estructuras ganaderas se concentran fundamentalmente en los tres espacios de braña más importantes: Las Brañas de Puerto Dotes y Las Brañas del Puerto de Aviados que son comunales y Las Brañas del Marqués, privadas. Hemos registrado un total de 26 corros para el ganado, 23 chozos de pastor, 5 mayaos, 4 instalaciones actuales y cuatro abrevaderos modernos. Los chozos o cabañas de los pastores son edificaciones de planta circular, de entre 2,20 ms. hasta 5,10 ms. de diámetro, en función del grado de desmantelamiento. Presentan entradas preferentes hacia el SE, debido a los vientos dominantes, se localizan cercanos a las zonas de pasto, siempre en la periferia, sobre algún tipo de elevación del terreno. Son un tipo de edificación de raigambre popular que aprovecha elementos constructivos anteriores o nuevos, si es así, siempre obtenidos en las cercanías de la cabaña. La techumbre es perecedera, escoba o piorno preferentemente. El grosor de los muros oscila entre los 30 cm. y los 50 cm. Los paramentos se basan en la superposición de hiladas de lajas de piedra en seco, preferentemente caliza, puesto es el material predominante. No suelen tener ningún poste central. Los corros o cercos circulares para el ganado. Situados en las cercanías de las cabañas de pastores, aprovechan siempre o casi siempre las paredes rocosas a fin de ahorrar en tiempo de construcción. Sus paramentos no suelen superar 1,50 ms. de alto, y se realizan a través de hiladas de piedra en seco. Existen distintos tipos, los más grandes, paradójicamente destinados a la cabaña de ovejas o cabras oscilan entre los 15 y 17 ms. los más reducidos, destinados al agrupamiento del ganado bóvido, oscilan entre los 9 y los 15 ms. de diámetro. No son categorías estancas sino que pueden ser usados para ambas especies. Predominan los primeros, generalmente más alejados del pueblo dado que están destinados al arrendamiento de los pastos a ovejas merinas, y porque las veceras o rebaños comunales son de cabras. El número de vacas era reducido, en torno a 4 o 5 por familia, contando con establos propios, pudiendo dormir a la intemperie o bien en los pequeños corros. Los mayaos o grandes corros ganaderos, alejados del pueblo y destinados a la reagrupación de los animales bóvidos o caprinos, indistintamente. De corte popular o

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privado, oscilan entre los 22 ms. y los 180 ms. de diámetro. Su número es reducido respecto a los anteriores, siendo la función de los mismos la diferencia fundamental. Cabañas de aparejos o especializadas. No hemos sido capaces de determinar su funcionalidad, aunque las fuentes orales nos hablan de una doble posibilidad, o bien como lugares donde guardar las herramientas de trabajo o bien donde guarecer a los animales enfermos, crías o a los machos. Son de reducidas dimensiones, de forma oval oscilan entre los 3-5 ms. de ancho y los 7-10 ms. de largo. 3 estructuras completan el registro. Refugios naturales. En las cercanías del pueblo, tienden a usarse para guarecer a los animales, aprovechando recodos naturales, son una forma primigenia de estructura. Hemos localizado hasta 5 de estos elementos sin contabilizamos la Cueva del Gorbio actualmente en uso para el resguardo de las cabras. El espacio físico en el que se desarrolla la actividad y su potencialidad productiva, permitiéndonos diferenciar diversas áreas: Brañas y Colladas en los extremos productivos del pueblo y de otro lado un conjunto de praderías, pastos y ferreñales localizados más cerca del pueblo y generalmente es su entorno más inmediato. En los extremos del pueblo se localizan los grandes pastizales de alta montaña. De entre ellos destacamos las Brañas del Marqués, en régimen privado, y las de Puerto Dotes, comunales. Las brañas eran sistemas dinámicos que facilitaban el tránsito de pastores y animales, de hecho era posible llegar a las Brañas de Sancenas (a más de 7 km. de distancia) desde Puerto Dotes, sin descender por debajo de los 1500 ms. de altitud. Ambas brañas eran alquiladas a particulares que la utilizaban en verano para el pasto de la oveja merina. Sin embargo, sobre las Brañas de Puerto Dotes, a menor altura, se desarrollaba un régimen de explotación mixto que le confería una morfología característica. El interior se organiza en varios sectores, una zona interna de bancos terreros de 1m. de altura, 11en total, que en dirección Oeste-Este se dedicaban a la plantación de centeno y leguminosas, alrededor de los mismos se organizaba una red de praderías que aprovechaban los afloramientos de agua de la Braña (3 concretamente) para mantenerse húmedas y cuya función era la obtención de heno para el Invierno. La periferia funcionaba como lugar de pasto para las ovejas y cabras, en este espacio se disponían los corros y chozos de los pastores, así como abrevaderos naturales (o llamargos). 2 bloques de estructuras organizan la braña, el primero en el flanco Noroccidental en el que detectamos un chozo de pastor reconstruido. Se localiza a 20 ms. de otro anterior al cual le falta la cubierta vegetal. Sus medidas son 4,10 ms. N-S por 3,80 ms. E-O, 1,50 ms. de alzado externo de sus paramentos, y entre ambos se desarrolla un corro para las vacas de 15 ms. E-O por 14 N-S ms. N-S destinado originariamente al ganado ovino, en la actualidad para el vacuno. El segundo complejo se sitúa al SE de las brañas es únicamente detectable a través del crecimiento de la vegetación. Han aparecido 3 chozos y 3 corros totalmente colmatados por los alodios que se vierten anualmente

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sobre ellos desde Peña Galicia En este sector se disponen varias fuentes secas así como acumulaciones de arbustos que parecen determinar la existencia de más estructuras ganaderas.

Imagen 27. Ejemplo de un chozo de pastor en las brañas del Puerto Dotes.

Esta organización del espacio se mantuvo hasta el siglo XX, a partir de la década de los 70 con el abandono de la ganadería local, la braña pasó a ser alquilada a ganaderos de vacas modificando la estructura del espacio. Todo uso agrícola ha desaparecido y la Braña se ha convertido en un gran pastizal. La zona central se utiliza como pacedera para los animales, y del conjunto de chozos solamente queda uno, moderno que se utiliza para guardar utillaje ganadero. En las Brañas del Marqués únicamente se desarrollaron labores ganaderas, exceptuando la presencia de varias terrazas en la Collada, que podrían estar ligadas a usos agrícolas o a la producción de heno sin que podamos aportar más datos. La mayor parte de las estructuras ganaderas se localizan en las crestas rocosas orientales, encajonadas entre algunos de los afloramientos rocosos.

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Imagen 28. Ejemplo de un corro ganadero en las Brañas del Marqués. Hasta 5 corros y 1 mayao rectangular se localizan en este sector. A diferencia de los corros de las Brañas de Puerto Dotes, estos cuentan con unas dimensiones considerables; el mayor de ellos, 17 ms. E-O por 18 ms. N-S, con una entrada de 110 cm. ubicada por el Oeste para los pastores y de 230 cm. para el ganado por el NE, estructura clásica de un corro destinado al ganado de ovejas, dado que a diferencia de las vacas, que no tienden a encerrarse por las noches en los corros, las ovejas pernoctan dentro, por lo general agrupadas, y requieren de entradas amplias debido elevado número de reses de los rebaños. Junto a este corro se abre por el Norte a escasos veinte metros, un mayao rectangular donde se concentraban a los diferentes rebaños organizados en los diversos corros, 21 ms. N-S por 23 ms. E-O, entre dos crestas rocosas que lo protegen y aíslan, justo encima de él se levanta un chozo de pastor en buenas condiciones pero sin cobertura vegetal. El Chozo situado por encima de todos los circuitos ganaderos domina la braña. Posee una entrada de 60 cm. orientada hacia el Sur, con 4,5 ms. E-O y 5 ms. N-S, los muros levantan 1,30 ms. y 60 cm. de grosor. Hemos localizado en dos pequeños fociales o espacios sin tapiz vegetal a causa de la actividad del jabalí, tres fragmentos de cerámica, 2 de ellos de época moderna, galbos vidriados, y el tercero, un pequeño galbo de cerámica Bajo medieval de cocción reductora por su parte interna y oxidante por su parte externa, presenta abundancia de desengrasantes de escasa entidad, micas en su mayor parte. Gracias a estas dos cerámicas hemos podido constatar un uso Bajo Medieval/Moderno, del espacio ligado al Chozo. Junto a él a escasos metros en

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dirección Norte y dentro de la vaguada que se forma entre los dos crestones rocosos aparece un pequeño refugio, probablemente con cubierta vegetal, que aprovecha la pared caliza para configurar su morfología. En el interior de la braña hemos registrado otros 4 corros y 2 chozos diseminados por el paraje, todos en las cercanías de los crestones calizos a fin de aprovechar al máximo el espacio productivo. El sistema hidráulico y vial es sencillo, un solo regato que desciende en dirección SO-NO desde el Pico Polvoreda sumiéndose en una dolina en el extremo Noroccidental del término en estudio. Existe una pista terrera que atraviesa la altiplanicie en dirección a Felmín, pueblo localizado al final de las Hoces de Vegacervera, punto de inicio de las Brañas del Marqués. Las brañas se organizan en torno a los derrumbes de la Casa del Marqués. Fue construida en el año 1898. Actualmente se encuentra semi-derruida, y sus dependencias sirven como refugio para el ganado. Cuenta con tres dependencias visibles: un pequeño pórtico adintelado da paso a una estancia central, hoy cuadra, de 4 ms. de largo por 5 de ancho, desde ella se accede a otras dos laterales. La situada más al N. en total estado de ruina quedando únicamente el zócalo al descubierto, mide 13 ms. de largo por 7 de ancho; la situada más al sur presenta 11 ms. de largo por 5 ms. de ancho, desconocemos su funcionalidad. Detrás de este espacio central se abre una zona de concentración de sillares donde se pueden ver parte de los zócalos de otras estancias totalmente desmanteladas. Un poco más al E. aparecen 2 corros que parecen estar ligados directamente a la Casa. En torno a la misma se organizan el resto de estructuras ganaderas. Tras la Guerra Civil se abandonó y los vecinos reutilizaron sus pilares, dinteles y sillares en la reconstrucción del pueblo que fue quemado por parte del ejército golpista en 1937. La Casa era el centro neurálgico de la propiedad, lugar de habitación, gestión, y desarrollo de las actividades ganaderas más importantes. A parte de los sistemas brañeros el resto del término cuenta con un conjunto de parajes: lomas y laderas de los valles, pequeños amesetamientos, y pequeñas colladas. A diferencia de las praderías de alta montaña, estos parajes eran directamente explotados por los habitantes de Correcillas, a través del sistema de veceras de cabras o gestión cooperativa de la los ganados del pueblo. Si los vecinos querían introducir otros ganados, como las vacas o los caballos debían de pagar al común una cuota anual. Casi todos estos parajes cuentan con estructuras aptas para la pernoctación del pastor, el número de corros y otras estructuras donde encerrar al ganado es menor puesto como ya dijimos, los/las pastores volvían al pueblo como mucho cada 4-6 días, incluso cada 1-2 días. El pueblo disponía de 2 grandes mayaos localizados estratégicamente, no pudimos tomar las medidas de ninguno de los dos por el exceso de vegetación. Estos se sitúan no solamente dentro de los comunales del pueblo, sino también cerca de las praderías mancomunadas, es decir, cerca de aquellos pastos (generalmente la zona alta de las laderas) que eran utilizadas cooperativamente por más de un pueblo.

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Imagen 29. La Casa el Marqués vista desde la Braña. Uno de los ejemplos más significativos de este tipo de estructuras campesinas es el chozo de pastor del Alto del Topedal. Concretamente localizamos 2 chozos en el alto del pequeño valle que asciende desde el Valle de Santiago a 2km. Al Sur de Sariegos. La cabaña tiene por función el control de los rebaños de los comunales que pastan en Reguera Oscura, Escobarón y Golguera, y que se extienden en dirección NO. formando pequeños valles paralelos al de Santiago. Este Chozo parece superponerse a una estructura anterior, que en conjunto, le otorga una forma cuadrada o rectangular. La entrada es de 44 cm. delimitada por dos piedras fincadas, 3,10 metros en dirección N-S y 3,40 ms. en dirección E-O. El alzado levanta 50 cm. en su cara interior y 55 cm. en su cara exterior. Si le sumamos la estructura trasera sobre la cual se apoya alcanzaría los 4 ms. en dirección N-S y los 5,10 en dirección E-O; el alzado de esta estructura es de 30 cm. la piedra con la que está construido el chozo es granítica de color negro obtenido de un canchal cercano. A la derecha aparece otro chozo colmatado de vegetación y de similares características. Todo el paraje en el que se localiza presenta abombamientos, fosas y otros elementos que denotan la existencia de estructuras anteriores relacionadas con las labores del cuidado del ganado y de los pastos. La reguera que se extiende al Norte, Reguera Obscura, cuenta con un corro construido sobre una zona pantanosa y sobre otra estructura precedente. Sus paramentos exteriores son: 1,70 ms. de alto, y sus interiores 1,20 ms. La entrada se localiza al Oeste y su radio es de aproximadamente 13 ms., englobándose en la tipología de corros medios. Tiene buen abastecimiento de agua dado que se aprovecha del lodazal sobre el cual se

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construye. Al estar situado en fuerte pendiente cuenta con refuerzos estructurales en el sector septentrional, con mayor inclinación. Las fuentes orales no nos indicaron si este se mantenía en pie a mediados de los años 50, pero con casi toda probabilidad ya no estuviera en funcionamiento para estas fechas, debido a su grado de desestructuración.

Imagen 30. Corro ganadero construido encima de un lodazal (Reguera Oscura).

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Los diferentes regímenes de propiedad: comunales, mancomunados y privados

El sistema productivo de Correcillas se sustentaba sobre diferentes régimen de propiedad que cumplían funciones complementarias. Así, las labores agrícolas eran desarrolladas por cada familia, a excepción de ciertas producciones de heno en cotos comunales, y del trabajo de algunas terrazas como las situadas en Puerto Dotes, cuya preparación se realizaba cooperativamente. Por su parte, las labores ganaderas eran en su mayor parte comunales, no solo el pastoreo de los rebaños sino el mantenimiento de las estructuras, de las vías de tránsito, de los sistemas de señales: mojones, delimitaciones, muros de separación etc. Por último la gestión de los terrenos ganaderos limítrofes con otros pueblos se gestionaba mancomunalmente, es decir las comunidades implicadas tenían derecho colectivo al uso de los pastizales (generalmente las zonas altas de las ladeas o los Puertos). De esta manera, los ganaderos podían aprovechar varios nichos ecológicos, y además se reducían los conflictos territoriales en la delimitación de los términos al constituir espacios de uso flexible. El predominio de un

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tipo de gestión u otro ha variado a lo largo de la Edad Moderna y en ningún caso ha sido lineal. Sabemos que el concejo se apropió de varios Puerto cuya jurisdicción durante la Edad Media había pertenecido a dominios eclesiásticos: el Puerto de Aviados y el Puerto Dotes. Sin embargo también hemos detectado apropiaciones campesinas dentro del común. Ejemplos claros de apropiaciones privadas dentro de los comunales ganaderos son: Los Praos Nuevos (Puerto Dotes), Los Nuevos Praos (Santiesteban). Arqueológicamente también es posible detectar estas marcas sociales. Las Carolinas, paraje localizado a 4 km. en dirección Sur del casco de Correcillas, en las cercanías del Puerto de Aviados, está constituido por dos colinas, con unas condiciones edáficas similares, sin embargo, la más Septentrional, cuenta con varias fincas dedicadas a las producción de cereal y pradería de secano, que se encajonan dentro de pastizales del común y en las cercanías de un coto de heno comunal. La otra colina sin embargo sigue siendo comunal, contando con un chozo y un corral en su sector SO. El perímetro del chozo de 4,60 ms. se asienta sobre unos paramentos de 35 cm. con una entrada al Este, y su corro correspondiente a 11 ms. con un diámetro de 12 ms. Claramente este pequeño complejo está destinado a las praderías comunales de las cercanías. Otro ejemplo es Praucillo, paraje localizado inmediatamente al Oriente de las Carolinas que también ha experimentado un proceso de privatización acentuado. Su nombre “Praucillo” nos indica que esta pradera fue concebida como una sola unidad, planteamiento que se ve reforzado por el amojonamiento que lo define por sus 4 puntos cardinales. Los mojones tenían por función no solo delimitar los límites entre pueblos y concejos, sino también definir que espacios eran del común y cuáles no. Otras herramientas utilizadas en esta línea eran los lindamientos comunales, grandes muros de piedra en seco que delimitaban espacios con diferentes gestión, Praucillo es un ejemplo, pero el más espectacular lo localizados en el paraje de la Gollonera. La Gollonera se sitúa a 3 km. de Correcillas, es una gran colina pedregosa en cuya base se ha construido una espectacular obra comunal, un muro de hasta 1,6 ms en su punto más alto que la rodea y la diferencia de los prados privados de Adiles y Golguera a lo largo de 300 ms. La preeminencia de los comunales favorecía el mantenimiento de un sistema de producción basado en el autoconsumo; sin embargo las pequeñas apropiaciones sobre los comunales ganaderos permitían a ciertas familias desempeñar un papel destacado dentro de la comunidad, ocupando, por lo general los mejores puestos del concejo de Correcillas o bien del Concejo de la Real Encartación, institución más amplia que agrupaba a varios pueblos del actual Municipio de Valdepiélago, cuyo origen como ya expusimos se encuentra en el dominio eclesiástico del Monasterio de Valdecesar.

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Imagen 31. Ejemplo de un mojón que delimita un espacio del común (paraje de Bucioso). c) Sistema Hidráulico. Hemos registrado diferentes sistemas de aprovechamiento hídrico, los más importantes: sistemas de molienda y sistemas de acumulación de los recursos hídricos. Entre los primeros, la toponimia nos ofrecía hasta tres estructuras: 1 molino en las cercanías de Santiesteban (El Molín Viejo) que no logramos localizar, y que probablemente estaría relacionado con el despoblado mencionado, y 2 molinos en la desembocadura del Valle de Santiago a la altura del actual puente que salva el río y en uso hasta comienzos del XX. De los dos solo fuimos capaces de detectar uno: 5 ms. de largo por 3 ms. de ancho, cuenta con una pequeña canalización que toma las aguas 20 ms. más arriba. Esta pequeña canaleta se introducía en el interior del molino donde se debían de encontrar las muelas, pero la colmatación del interior de la estructura nos ha impedido localizarlas. Desconocemos si la techumbre era de materiales vegetales o de teja, no ha aparecido ningún fragmento en las cercanías, lo que nos ha llevado a pensar en la primera posibilidad, las fuentes orales tampoco han aportado datos en este sentido. Los sistemas de apresamiento también son comunes. Destacamos 3 de los 7 localizados, el más destacado es el situado en el Valle de Santiago, en el paraje del Cuillo o Cuello de Corzo, estrechamiento del Valle en forma de barranco, donde se ha situado un sistema de 7 presas, la más grande de ellas parece moderna, sin que podamos decir más sobre su cronología. 2,30 ms. de alto, por 5 ms. de ancho, detrás de esta se

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abren otras 6 de menor tamaño formando un sistema de bolsas de agua que abastecía a las praderías de los propietarios de Correcillas. La segunda presa de importancia la localizamos en Santiesteban, cercana al calero y en relación con él a fin de contar con un sistema de abastecimiento de agua estancado. La última de ellas la localizamos a 1,5 km. del despoblado de Santiesteban, en la cara Sur del Macizo del Polvoreda, situada sobre un pequeño arroyo que discurre en dirección N-S hacia el fondo del Valle, la función de esta es ralentizar el caudal de agua que podría erosionar las fincas que se sitúan debajo de la presa. Otros elementos hidráulicos son los parapetos, es decir, amurallamientos del caudal de los arroyos, que hemos localizado en todos los despoblados, inclusive Correcillas. Por último, aparecieron una serie de sistemas modernos de abastecimiento para el ganado y para el consumo humano, como los cuaios (caños) y pilones, los primeros son estructuras que estancan el agua con diversas funciones: la limpieza de la ropa, limpieza de determinados cultivos como las hortalizas, abastecimiento humano de agua etc. Los segundos son abrevaderos para el ganado. El pueblo de Correcillas contaba con hasta 4 cuaios, también hemos localizado 3 abrevaderos modernos: Canales, Puerto Dotes y Santiesteban, junto a estos existen una serie de lodazales o abrevaderos naturales para el ganado: llamas, llamuergas y llamargos. Existe una diferenciación toponímica muy precisa que diferencia los puntos de agua “urbanos” de los rurales, aquellos destinados a los animales y a los humanos etc. Esta diferenciación puede servirnos a la hora de detectar yacimientos arqueológicos medievales. Los aportes desde la etnografía son fundamentales puesto los paisajes culturales de alta montaña poseen un grado de fosilización muy acusado. De hecho como podemos ver la organización en época moderna tiene muchas similitudes con el sistema productivo medieval: preeminencia de lo comunal frente a lo privado, preeminencia de los ganadero sobre los agrícola, importancia de las praderías de alta montaña como herramienta de supervivencia de la comunidad y como medio de identificación territorial de esta. Por tanto un inciso estudio etnográfico nos puede indicar los lugares donde posteriormente podemos aplicar una metodología arqueológica intensiva.

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4.

CONCLUSIONES.

Gracias a este trabajo hemos podido demostrar que con la aplicación de una metodología multi-disciplinar es posible obtener una gran cantidad de información de paisajes culturales tan desarticulados como el caso de la Montaña Central leonesa. La metodología aplicada nos ha permitido discernir la evolución de los asentamientos medievales del valle que parecen seguir una dinámica de concentración progresiva desde una serie de pequeñas granjas familiares (ss. VI-VIII) hasta la configuración de un entramado de aldeas feudales con un territorio plenamente definido (ss. XII-XIII). La toponimia ha sido el instrumento más útil a la hora de desentrañar la organización del terrazgo medieval cuyas características principales no difieren en exceso del sistema productivo moderno y contemporáneo. Este se basaba en una producción diversificada y complementaria en el que la ganadería comunal desempeña un papel fundamental. Además las praderías de alta montaña dedicadas al pastoreo servían para definir e identificar territorialmente las aldeas. Otros datos como los documentales nos han ayudado a identificar los principales poderes políticos que a lo largo de la Edad Media articularon el sistema de producción y jurisdicción feudal en la cabecera del valle. Nuestro trabajo ha dado a conocer yacimientos cuya comprensión es imprescindible a la hora de entender las transformaciones socioeconómicas que se dieron desde la Tardoantigüedad hasta la Plena Edad Media. En este sentido, por primera vez se ha registrado un asentamiento estival campesino dedicado a la explotación ganadera de los pastizales de alta montaña en León: Sariegos. También se han prospectado algunos monasterios privados que son la primera referencia estructural del proceso de feudalización en el NO. Peninsular: los Monasterios de Santiago y Cavatuerta. Incluso, gracias al inciso trabajo toponímico, hemos detectado por primera vez en la Provincia de León posibles sistemas de organización de la población durante época tardorromana: Los corollos, y las primeras actividades de extracción del mineral de hierro durante la Edad Media: El Venero. Sin embargo, tenemos una serie de dificultades insalvables que solo podrán ser solucionadas a través de una intervención arqueológica intensiva. De cara al futuro queremos continuar con la investigación, para ello nos gustaría poder excavar en el hábitat de Sariegos, puesto creemos que posee información vital para comprender los procesos de transformación socioeconómica desde la Tardoantigüedad a la Edad Media. La arqueología agraria y territorial se ha demostrado como la mejor herramienta para realizar un acercamiento de estas características.

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5.

ANEXOS

Relación de imágenes utilizadas: Imagen 1. Valle del Arroyo de Santiago. .................................................................................. 36 Imagen 2. Paisaje de Correcillas durante los meses de Verano. ............................................... 39 Imagen 3. Cantera de sílex en el Puerto Dotes......................................................................... 56 Imagen 4. Localización del registro pre-castreño. Imagen de las Brañas de Puerto Dotes. ....... 57 Imagen 5. Situación de los hábitats castreños en el Valle Correcillas. (Elaboración propia). ..... 60 Imagen 6. Paraje de los Adiles y Reguera Oscura. ¿Espacio de granjas pre-aldeanas? .............. 62 Imagen 7. Posible hábitat Tardorromano: Valdemío. ............................................................... 63 Imagen 8. El calero de Santiesteban. ....................................................................................... 72 Imagen 9. Fotografía panorámica del paraje de Los Casares de Santiesteban. ......................... 73 Imagen 10. Localización del despoblado de Santiesteban. Dispersión de los hallazgos. (Elaboración propia)................................................................................................................ 74 Imagen 11. Posible localización del despoblado de Crespas. .................................................... 75 Imagen 12. Emplazamiento actual del pueblo. ............................. ¡Error! Marcador no definido. Imagen 13. Densidad del registro arqueológico en Velilla. (Elaboración propia). ..................... 79 Imagen 14. Visión de la Collada del Marqués o Santiago desde Pico Bucioso. En el recuadro el hábitat de Sariegos. ................................................................................................................ 80 Imagen 15. Derrumbes de las estructuras localizadas en Sariegos. .......................................... 81 Imagen 16. Estructura cónica del hábitat de Sariegos. ............................................................. 82 Imagen 17. Derrumbe del Monasterio o Iglesia de Santiago. ................................................... 84 Imagen 18.Visión en conjunto de las Brañas de Puerto Dotes desde la Cueva del Gobio. ......... 94 Imagen 19. Bancos de tierra de Puerto Dotes. ......................................................................... 95 Imagen 20. Brañas del Marqués. ............................................................................................. 98 Imagen 21. Sistema de bancos de tierra del Puerto Dotes. .................................................... 107 Imagen 22. Refugio ganadero de Las Campiceras. ................................................................. 108 Imagen 23. Explotación de Hierro de Peña Agüera. ............................................................... 110 Imagen 24. Derrumbe del lienzo de la muralla del Castillo..................................................... 113 Imagen 26. Derrumbe del Monasterio de San Pedro de Cavatuerta....................................... 117 Imagen 27. Estructuras detectadas en las inmediaciones del derrumbe. ............................... 121 Imagen 28. Ejemplo de terrazas modernas en el paraje de Las Campas. ................................ 125 Imagen 29. Ejemplo de un chozo de pastor en las brañas del Puerto Dotes. .......................... 128 Imagen 30. Ejemplo de un corro ganadero en las Brañas del Marqués. ................................. 129 Imagen 31. La Casa el Marqués vista desde la Braña. ............................................................ 131 Imagen 32. Corro ganadero construido encima de un lodazal (Reguera Oscura). ................... 132 Imagen 33. Ejemplo de un mojón que delimita un espacio del común (paraje de Bucioso). ... 134

Relación de mapas utilizados: Mapa 1. Provincia de León. La línea de puntos delimita la Comarca de los Argüellos o Montaña Central Leonesa. ..................................................................................................................... 29 Mapa 2. Representación de los Puertos de montaña que unen la Meseta con la Costa atlántica y las Sub-comarcas de Los Argüellos, (elaboración propia). ..................................................... 30 Mapa 3. Mapa del Municipio de Valdepiélago y el término de Correcillas. (Elaboración propia). ............................................................................................................................................... 33

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Mapa 4. Hidrografía del área de estudio. (Elaboración propia). ............................................... 37 Mapa 5. Representación de las áreas prospectadas, prospectables y no prospectadas. ........... 51 Mapa 6. Distribución de las estructuras localizadas. (Elaboración propia)................................ 54 Mapa 7. Distribución del material arqueológico localizado. ..................................................... 54 Mapa 8. Posible densidad de asentamientos en el valle de Correcillas durante la Tardorromanidad. (Elaboración propia). ................................................................................. 66 Mapa 9. Posible organización tardorromana del valle. (Elaboración propia). ........................... 67 Mapa 10. ¿Posible organización tardorromana del territorio? (Elaboración propia)................. 69 Mapa 11. Hábitat medieval de Santiesteban. (Elaboración propia). ......................................... 71 Mapa 12. Localización del despoblado de Santiesteban. Dispersión de los hallazgos. (Elaboración propia)................................................................................................................ 74 Mapa 13. Localización del despoblado altomedieval de Velilla. (Elaboración propia). .............. 78 Mapa 14. Organización espacial del hábitat brañero de Sariegos. (Elaboración propia). .......... 85 Mapa 15. Dispersión de los hallazgos en Sariegos. (Elaboración propia). ................................. 86 Mapa 16. Organización de la toponimia en torno a la colación septentrional. (Elaboración propia). ................................................................................................................................... 87 Mapa 17. Relación toponímica del Valle de Santiago. (Elaboración propia). ............................ 89 Mapa 18. Relación toponímica de la colación meridional. (Elaboración propia). ...................... 91 Mapa 19. Áreas ganaderas cuyo uso podemos constatar en la Edad Media. (Elaboración propia). ................................................................................................................................... 92 Mapa 20. Apropiación de espacios ganaderos por diferentes agentes. (Elaboración propia).. 100 Mapa 21. Organización de la minería alto y pleno medieval del valle. (Elaboración propia). .. 102 Mapa 22. El Castillo de Correcillas. (Elaboración propia). ....................................................... 112 Mapa 23. Posible territorio controlado por los castillos del valle. (Elaboración propia) .......... 116 Mapa 24. Organización del yacimiento de Cavatuerta. (Elaboración propia). ......................... 120 Mapa 25. Delimitaciones fosilizadas recogidas en el Catastro del Marqués de Ensenada (García y Seoane 1992). Mapa elaborado en base a dicho artículo. ................................................... 123

Relación de tablas utilizadas: Tabla 1. Número de topónimos recogidos y su adscripción tipológica. .................................... 46 Tabla 2. Distribución de los topónimos por sectores................................................................ 48 Tabla 3. Nº y Proporciones de los elementos arqueológicos localizados. ................................. 52 Tabla 4. Porcentaje de los hallazgos por períodos históricos.................................................... 53 Tabla 5. Áreas y concentración de los hallazgos....................................................................... 53

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Memoria Gráfica. Incorporamos algunos segmentos de la memoria gráfica del trabajo:

Algunos ejemplos de los sistemas de aprovechamiento ganadero

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Hacha localizada en la Braña del Marqués y fragmento cerámico bajo medieval también localizado en la braña.

Fragmentos de cerámica localizados en Santiesteban. El primero de cocción reductora con engobado rojo, el segundo de cocción oxidante con pintura blanca.

En la foto de la izq. Fragmentos oxidantes localizados en Sariegos. En la foto de la dcha. Una escoria de fundición localizada en Velilla.

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Maza de cantería localiza en el Castillo y canaleta de extracción del mineral de hierro (Peña Agüera)

Estructura de la Guerra Civil hallada dentro de la Cueva del Gorbio.

Brañas de Puerto Dotes y Brañas de Los Praos Forales de Cavatuerta.

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6.

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