Armas “no letales” para serenazgos: ¿Es lo que necesitamos?

July 14, 2017 | Autor: W. Hernandez Breña | Categoría: Estudios sobre Violencia y Conflicto, Seguridad Ciudadana
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ARMAS “NO LETALES” PARA SERENAZGOS: ¿ES LO QUE NECESITAMOS? Por Wilson Hernández Breña (Artículo publicado en el Blog de CIAD) 05/06/2015

La desesperada solicitud de estado de emergencia hecha por el alcalde de San Juan de Lurigancho para su distrito y los recientes videos de robo “viralizados” en redes sociales, han despertado (nuevamente) el impulso por soluciones efectistas de corte represivo. Hace pocos días, el alcalde Luis Castañeda señaló que la MML enviará un proyecto de ley al Congreso para que los serenos usen armas “no letales”. Lejos de ser una idea propia, Castañeda se ha unido a otros alcaldes limeños que ya habían abogado por lo mismo. En su momento, Susana Villarán también apoyó esta medida (El Comercio, 23/03/12 http://bit.ly/1Mu09Tm). El tema no es simple. Busca atender una necesidad urgente y básica como la seguridad ciudadana. Somos uno de los países con mayor victimización en América Latina: la mitad de los peruanos hemos sido víctima de algún hecho delictivo en los últimos 12 meses. Y como si no fuera poco, 9 de cada 10 personas en el país considera que lo será. Entonces, ¿necesitamos serenos con armas “no letales”? Analicemos la propuesta y su contexto en 7 preguntas.

1. ¿Qué son las armas “no letales”? Son armas dirigidas a incapacitar temporalmente a una persona. Se usan para evitar que el conflicto escale, controlar masas, ejercer defensa personal, evitar escapes, etc. Las armas “no letales” más comunes son las pistolas a balas de goma y los generadores de voltaje (más conocidos en el Perú como paralyzers). Por cierto, en el 2014 las ventas (a civiles) de estos últimos aumentaron en un 30%. El universo de armas “no letales” es tan diverso como creativo. En Estados Unidos la policía cuenta con un spray que arroja espuma inmovilizante (seca casi al instante limitando la movilidad del sujeto, lo que hace fácil atraparlo). Hay también armas que aturden (como bombas de luz y/o sonidos), emisores de ondas microondas con el mismo objetivo, así como otras que disparan redes y bombas apestosas. Un mayor detalle de estas y otras armas no letales puede verse en el reporte de la Universidad de Bradford (http://bit.ly/1QbHIbD).

1 Disponible en http://ciad.pe/?p=994

2. ¿Las armas “no letales” realmente son no letales? Sólo algunas. Por eso mismo en el resto del mundo se les llama armas “menos letales” en lugar de armas “no letales”. La misma empresa que fabrica los generadores de voltaje ha reconocido que pueden causar muerte si son empleados contra personas que usen marcapasos. Pero la preocupación principal está en las pistolas a balas de goma. Por supuesto, se trata de armas cuyo objetivo es incapacitar temporalmente. Pero que sean balas de goma no impide que ejerzan daño permanente. Sus proyectiles varían en tamaño (3 a 5 centímetros) y peso (5 a 40 gramos), y la fuerza del impacto es alta. Las balas de goma viajan a más de 400 kilómetros por hora y pueden causar daños severos, sobre todo si impactan en zonas blandas del cuerpo. Las incidencias no han sido escasas. En España, el movimiento catalán “Stop de bales de goma” (http://stopbalesdegoma.org/) reporta que han habido 9 muertos y 30 personas que perdieron un ojo como consecuencia del impacto de balas de goma. En este país son los policías quienes las usan. La oposición a estas armas ha ganado espacio. A la fecha, hay 23 ayuntamientos que han firmado una moción para abolir el uso de balas de goma. También a nivel internacional, otras entidades se han pronunciado en contra de las armas “no letales”. En el reciente Congreso sobre el Crimen en Doha (2015; http://bit.ly/1Mu5EBA), Amnistía Internacional puso la voz de alerta. Afirmaron que las armas no letales usadas por la policía afectan derechos humanos, pueden causar fuertes daños a la salud y pueden propiciar casos de tortura. Desde su punto de vista, algunas de estas armas deben ser eliminadas y otras empleadas solo bajo estricta regulación.

3. Entonces, ¿los serenazgos deben emplear armas menos letales? Según Carlos Carpio, la norma no lo impide (El Comercio http://bit.ly/1QbFAkf). Pero eso no es suficiente para aprobar la propuesta. El Programa de Seguridad Ciudadana del IDL (2013; http://bit.ly/1M8NSTw ) señala que las armas menos letales desnaturalizarían la función civil del

serenazgo. A la fecha, no hay mayor desarrollo sobre la legalidad de la medida. Desde mi punto de vista, las balas de goma y los generadores de voltaje no deberían ser usados por serenos. Se podría discutir sobre otras opciones menos agresivas (la espuma inmovilizante o los lanzadores de redes) y sobre la necesidad de capacitar, crear protocolos de actuación, brindar apoyo psicológico permanente a serenos, etc. Pero regresemos a la premisa implícita de la propuesta para que los serenos empleen armas menos letales: ¿el problema de la inseguridad es el no uso de armas menos letales?

2 Disponible en http://ciad.pe/?p=994

4. ¿Quiénes usan en el mundo las armas “no letales”? En el mundo las usan los policías. En el 2012, el alcalde de Magdalena anunció la compra de pistolas de balas de goma e incluso trajo a policías estadounidenses para que capaciten a sus serenos (El Comercio, 30/11/12, http://bit.ly/1QbGugy). Sí, policías capacitando a serenos en uso de armas. La cosa no cuadra bien, ¿cierto?

5. ¿Las armas menos letales sirven para controlar cualquier tipo de delito? La utilidad mayor de las armas menos letales está en la intervención en pleno delito. Pero estos casos son muy pocos. Un sereno lo explicó mejor en una reciente mesa de trabajo sobre el tema organizada por la Defensoría del Pueblo: “Esas armas “[las menos letales] sirven para tumbar al borrachito que quiere romper la luna del banco”. Frente a delincuentes armados con armas de fuego, es poco lo que una bala de goma puede hacer. Por el contrario, hasta puede exponer a un peligro mayor al sereno.

6. ¿El problema actual de la inseguridad se origina en que los serenos no pueden emplear armas menos letales? La discusión sobre si los serenos deben o no usar armas menos letales insinúa lo siguiente: si actualmente hay muchos delitos es porque quienes deben contenerlos y prevenirlos no tienen las armas suficientes para contenerlos. Es la lógica punitiva en su máxima expresión y se asienta sobre una lógica mayor: a más armas, menos crimen. Si aún creemos en esta lógica, pongámosla en contexto con algunas cifras. En el 2014, El Agustino tenía 140 serenos (INEI). Puesto de otra forma, había 1 sereno por cada 1.330 habitantes en el distrito. Queda claro que esos 140 serenos, con o sin armas menos letales, hubieran podido hacer muy poco por evitar el crecimiento de los delitos registrados por la policía en El Agustino: aumentaron en más de 400% entre el 2010 y 2014.

7. Si el problema de la inseguridad no son serenos desarmado, entonces ¿cuál es? El problema actual de inseguridad ciudadana no está en que los serenos no cuenten con balas de goma o generadores de voltaje. Es más, de aprobarse la medida pronto notaríamos su nulo impacto sobre la reducción del crimen. Luego, sin darnos cuenta del problema de fondo, algunos dirán que las armas menos letales fueron insuficientes y propondrán darles armas de fuego. El año pasado ya hubo una iniciativa de ley al respecto presentado por Gana Perú (http://bit.ly/1QcSChq). Inviable.

3 Disponible en http://ciad.pe/?p=994

Para entender el problema actual de la inseguridad primero hay que comprender las razones que generan la delincuencia. Según la literatura, el crimen tiene diversas causas. Listemos solo algunas:

1. Jóvenes en situación de riesgo (consumo de alcohol, violencia familiar, deserción escolar, monoparentalidad, etc.) (Wikström y Loeber, 2000). 2. Zonas descuidadas que atraen delincuencia (Wilson & Kelling, 1982). 3. Desigualdades económicas y sociales (Vieraitis, 2000; Fajnzylber et al., 2002). 4. Crecimiento económico excluyente (Muggah, 2012). 5. Baja efectividad policial (Becker, 1968; Kelly, 2000). 6. La falta de confianza, respeto por normas y valores (Becchetti et al., 2011; Lederman et al., 2012) 7. Presencia de focos generadores de violencia (hotspots, zonas de micro-comercialización de drogas, etc.) (Kubrin y Weiter, 2003).

En conclusión Es positivo debatir sobre el uso de armas menos letales. Lo incorrecto es creer que esto soluciona un problema (inseguridad, victimización y percepción de riesgo) que necesita de múltiples enfoques y diversos actores. El serenazgo es uno de ellos. No el principal.

Referencias Becchetti, L., Conzo, P., & Romeo, A. (2011). Violence and social capital: Evidence of a microeconomic vicious circle. ECINEQ Society for the study of economic inequity (working paper series), 1-41. Becker, G. (1974). Crime and punishment. An economic approach. En G. Becker, & W. Landes, Essays in the Economics of Crime and Punishment (págs. 1-54). UMI. Fajnzylber, P., & Lederman, D., & Loayza, N. (2002). Inequality and violent crime. Journal of Law and economics, XLV, 1-40. IDL-Seguridad Ciudadana. “Análisis del Proyecto de Ley Nro. 1642/2012-CR Ley que permite el uso de armas no letales y el arresto ciudadano a los Serenazgos Municipales”. Lima, 2014. Disponible en: http://bit.ly/1M8NSTw Kelly, M. (2000). Review of economics and statistics. Review of economics and statistics, 82(4), 530-539. Kubrin, C., & Weitzer. (2003). New directions in social disorganization theory. Journal of research in crime and delinquency, 40(4), 374-402. Lederman, D., Loayza, N., & Menéndez, A. M. (2012). Violent crime: does social capital matter? Economic development and cultural change, 50(3), 509-539.

4 Disponible en http://ciad.pe/?p=994

Muggah, R. (2012). Researching the Urban Dilemma: Urbanization, poverty and violence. Ottawa: IDRC; UKAID. Vieraitis, L. (2000). Income inequality, poverty and violent crime: A review of the empirical evidence. Social Pathology, 6(1), 24-45. Wikström, P.-O., & Loeber, R. (2000). Do disadvantaged neighborhoods cause well-adjusted children to become adolescent delinquents? A study of male juvenile serious offending, individual risk and protective factors, and neighborhood context. Criminology, 38(4), 1109-1141. Wilson, J., & Kelling, G. (marzo de 1982). Broken windows. The Atlantic Monthly.

5 Disponible en http://ciad.pe/?p=994

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