Argentina: ¿un enclave europeo en América Latina? El “mestizaje” y la herencia del pasado en la sociedad argentina actual

July 14, 2017 | Autor: Maximilien Cuffolo | Categoría: History, Sociology, Social Sciences, Political Science, Argentina History, Argentina
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Descripción

               

   

 

____________ KU LEUVEN  

 

Argentina:  ¿un  enclave  europeo  en   América  Latina?   _________________________________________  

El  “mestizaje”  y  la  herencia  del  pasado  en  la   sociedad  argentina  actual  

            Alumno:  Maximilien  CUFFOLO      

         

Curso:  Historia  de  América  hispánica   (F0TZ1A)   Profesor:  Thomas  WERNER   Año  académico:  2014-­‐2015   Programa:  Máster  en  Estudios   Ibéricos  e  Iberoamericanos      

 

Tabla de contenido I.  Introducción  ....................................................................................................................  1   II.  América  Latina  y  el  Cono  Sur  antes  del  descubrimiento  .................................  2   III.  La  colonización  .............................................................................................................  4   IV.  La  sociedad  colonial  y  el  mestizaje  ........................................................................  5   V.  Argentina:  tierra  de  inmigración  .............................................................................  8   a. ¿Una Argentina blanca?  ......................................................................................................  10   b.  ¿Argentina,  país  mestizo  ?  ................................................................................................  12   c. El racismo en Argentina  .......................................................................................................  16   VI.  Conclusión  ...................................................................................................................  20   VII.  Bibliografía                  a.  Libros  .........................................................................................................................  21   b.  Artículos  .................................................................................................................................  21   c.  Capítulos  de  obras  colectivas  ..........................................................................................  22   d.  Otras  fuentes  .........................................................................................................................  22    

             

       

 

I.  Introducción     «  Los  mexicanos  descendemos  de  los  aztecas,  los  peruanos  descienden  de   los   incas   y   los   argentinos   descienden...   de   los   barcos!  »   (Carlos   Fuentes,   escritor  Mexicano) Solemos hablar de la Argentina como una parte de Europa ubicada en el extremo sur de Sudamérica. Así, cuando se trata de imaginar el argentino “típico”, representamos una persona de piel blanca, con pelo negro y rasgos italianos bailando tango. A menudo, se resume Argentina, octavo país más grande del mundo, a su capital, Buenos Aires, conocida también como La París de Sudamérica. Sin embargo, por el interior, la Argentina aparece ser un país distinto a lo largo y ancho del territorio. No hace falta decir que tal como sus paisajes, de las selvas del noreste al desierto de la Patagonia, la población Argentina es diversa, debido a procesos de mestizaje y olas de inmigración que empezaron hace miles de años. Esta investigación se inserta en la voluntad de superar una visión homogénea de la Argentina, proponiendo una explicación histórica de los distintos procesos que permitieron llegar a la “argentinidad”, es decir un conjunto de rasgos que definen el “ser argentino”. Más específicamente, en el marco de este paper hablaremos e intentaremos analizar, de manera global, el proceso de mestizaje y de sincretismo con respecto a la población argentina y su cultura. En primer lugar, abordaremos, de manera muy sintética, la historia de la Argentina desde un punto de vista étnica, cultural y social. Empezaremos, naturalmente, con una descripción breve del continente latinoamericano a vísperas de la conquista. Luego, hablaremos de la Argentina colonial hasta su independencia en el siglo XIX y su afirmación como país aparte en un mundo globalizado en el siglo XX y XXI. En segundo lugar, haremos hincapié en el concepto de mestizaje en el caso argentino, concepto que analizaremos desde un punto de vista crítico. En tercer lugar, trataremos de la problemática del racismo en la sociedad argentina actual. Por fin, sacaremos nuestra conclusión para ver si es relevante hablar de Argentina como un enclave europeo en América latina.                    

       

 

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II.  América  Latina  y  el  Cono  Sur  antes  del  descubrimiento      

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  Nicolás Sánchez-Albornoz divide la historia de la población del continente latinoamericano en dos grandes periodos históricos: “El primero comienza cuando la primera horda primitiva penetró en el Nuevo Mundo y concluye a fines del siglo xv de nuestra era, el día en que Colón puso pie en las Antillas”. Antes de la conquista, la población indígena en América Latina estaba repartida desigualmente en todo el continente. En las sierras y costas del Oeste, del lado del océano Pacífico, se concentraba numerosos habitantes comparado a las grandes planicies del este, que bordean el océano Atlántico, donde sólo había puñados de hombres. Esto se puede explicar entre otras cosas por las condiciones del terreno, más propicio en algunas zonas, así como por razones étnicas, socioeconómicas y culturales. Según Albornoz, se puede datar una presencia humana en el continente latinoamericano en una edad entre 40.000 y 100.000 años. Así, este continente acogió hace miles de años, los primeros habitantes del continente: eran asiáticos primitivos, que vivían de la caza así como de la recolección de frutos, que cruzaron el estrecho de Bering. Una segunda invasión surgió con la llegada de grandes cazadores que pasaron por una ruta interior de la Alaska y que ocuparon, hasta la colonización, las grandes planicies del norte y sur del continente. Así, en los tiempos prehistóricos, parece que América latina tuvo contactos con los demás continentes y especialmente con el continente asiático. Desde un punto de vista étnico, el continente fue en ese tiempo, según el autor, una suerte de                                                                                                                 1  BETHELL,   Leslie   (ed.),   The  Cambridge  History  of  Latin  America.  Volume  1.  Colonial  Latin  America,  

Cambridge  University  Press,  Cambridge,  1984,  p.93  

 

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prolongación del continente asiático. Los contactos sucesivos que se establecieron con este continente dieron lugar y contribuyeron a crear una gran variedad de culturas, lenguas así como a dar al “hombre americano” sus rasgos físicos actuales. También, antes de la colonización existieron contactos con Europa. De hecho, del siglo IX al siglo XV, los escandinavos poseyeron colonias en la costa nororiental del continente, aunque ignoraban haber llegado en América latina. Sin embargo, esta primera invasión europea nunca realmente tuvo mucho impacto en Europa y tampoco cambió el destino del continente latinoamericano. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la segunda intrusión europea, iniciada a fines del siglo XV cuando los españoles llegaron en las Antillas. Las repercusiones de esta intrusión, que progresivamente alcanzó todo el continente, fueron, esta vez, irreversibles. De hecho, a partir de 1492, llegó, junto a la población indígena, una nueva población en el territorio: el hombre blanco, europeo, y más tarde, el africano. Así, los actuales ocupantes del continente latinoamericano se caracterizan mayoritariamente por la mezcla y yuxtaposición de estas tres poblaciones2.   Poco antes del descubrimiento de Argentina por los Españoles, al principio del siglo XVI y de su conquista al final del mismo siglo, el Cono Sur de América Latina fue poblado por una gran variedad de grupos étnicos y sociales. Mientras que el Norte fue ocupado por las civilizaciones Andinas, las cuales eran complejas, centralizadas con formas únicas de organización económica, fronteras étnicas estables, un avance tecnológico enorme, las civilizaciones del Cono Sur eran mucho menos centralizadas y complejas. La mayoría de estas sociedades eran nómadas, algunas como trashumantes, a veces se enfrentaban con sus vecinos, a veces vivían en paz. Si la complejidad de los Incas fue responsable en parte de su rápida sujeción al reino de España, las sociedades del Sur no fueron subyugadas tan fácilmente. Así, mientras que las sociedades de las Pampas, de la Patagonia y de la Tierra del Fuego (es decir, una gran parte de la Argentina de hoy) dependían de la caza, de la pesca para su supervivencia, el Noreste de Argentina era poblado por varios grupos étnicos, cuyos algunos de ellos eran agricultores de la Amazonia3. Por ejemplo, el Noreste de Argentina (provincias actuales de La Rioja, Catamarca, Córdoba, Santiago del Estero, Salta y Jujuy) era en ese momento ocupado aproximadamente por los dos tercios de la población india del país como por ejemplo los diaguitas, comechingones o guaraníes 4. En las Pampas, a fines del siglo XVI, antes de la llegada de los europeos, vivían bandas de cazadores-recolectores. Se podía encontrar este modo de vida, de un modo general, en todo el territorio pampeano-patagónico. Reciamente, arqueólogos descubrieron que en algunas áreas, se podía encontrar en el caso de algunos grupos, una alta densidad poblacional así como un nivel de complejidad socio-política relativamente avanzado. La llegada de los españoles principios del siglo XVII cambió así profundamente la estructura económica, social y política de los indios que habitaban la región5.                                                                                                                 2  SÁNCHEZ-­‐ALBORNOZ,  Nicolás,  La  población  de  América  latina.   Desde   los   tiempos   precolombinos  

al  año  2000,  Madrid,  Alianza  Editorial,  1977,  pp.21-­‐58   3  BETHELL,  Leslie  (ed.),  op.cit.,  pp.91-­‐114     4  ROCK,   David,   Argentina  1516-­‐1987.  Desde  la  colonización  española  hasta  Raúl  Alfonsín,  Alianza   Editorial,  Buenos  Aires,  1991,  p.36   5  MANDRINI,   Raúl,   ORTELLI,   Sara,   “Capítulo   X.   Los   “araucanos”   en   las   pampas”   (C.   1700-­‐1850),   in,   BOCCARA,   Guillaume   (ed.),   Colonización,   Resistencia   y   Mestizaje   en   las   Américas   (Siglos   XVI-­‐ XX),  Quito,  Ediciones  Abya-­‐Yala,  2002,  pp.239-­‐241  

 

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El mundo en 1580

III.  La  colonización   Debido a su forma de organización social distinta, comparado a las zonas centrales del imperio, en la periferia extrema del continente, el orden colonial se arraigó más lento. Así, los poblados fueron creados con respecto a rituales elaborados, en cuanto a la elección de los lugares (disponibilidad de indios, adecuación de la tierra para la agricultura y la ganadería). De este modo, entre otras cosas, una vez que el sitio fue elegido, se elegían funcionarios, se instaló la iglesia, se repartían indios en encomiendo y se dividía los habitantes de la ciudad entre los vecinos blancos y los moradores, los primeros beneficiando de todos los derechos civiles, mientras que los segundos no benefician de ninguno de estos derechos7. El nombre Argentina proviene de la palabra latina argentum que significa « plata » en español. Así, el metal precioso, que en esa época no era explotable, atrajo a los españoles hacia el Cono Sur del continente en 1516, cuando el Río de la Plata fue explorado por Juan Díaz Solís y sus hombres. Pero, como lo hemos abordado supra, la colonización del Cono Sur de América latina por los conquistadores europeos fue bastante difícil y se realizó por etapas sucesivas. Entre las más importantes, podemos citar la colonización del Rio de la Plata por Mendoza, cuando su expedición llegó al Río de la Plata en febrero de 1536, un año después de su partida. Con dificultad, hasta el final del siglo XVI se establecieron así asentamientos españoles en el territorio. Una segunda gran etapa tuvo lugar con el descubrimiento de Tucumán en 1535 por Diego de Almagro y la expedición de Diego de Rojas en el territorio en 1547. Así, el asentamiento permanente en Tucumán se implementó entre 1550 y 1560, pero, la ocupación de Tucumán se acabó solamente después de varios años, cuando los europeos identificaron “las principales concentraciones de indios amistosos y las posibilidades de explotar las riñas entre las tribus”. Una tercera gran etapa tuvo lugar                                                                                                                 6  GRUZINSKI,   Serge,   Les   quatre   parties   du   monde.   Histoire   d’une   mondialisation,   Editions   de   La  

Martinière,  2004,  p.31   7  ROCK,  David,  op.cit.,  p.45  

 

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con la colonización y la fundación de poblados en Cuyo por españoles chilenos en 1560-15708. Al final del siglo XVI, veinticinco ciudades fueron fundadas por los españoles en lo que ahora forma parte del territorio Argentino. Así, David Rock estima a 2000 el número de españoles que vivían en el territorio en 1570 y a 4000 el número de mestizos. Por ejemplo, según el autor, en 1583, la ciudad de Córdoba, la más poblada en ese tiempo, tenia una población blanca de sólo 250 personas y no había más de 700 españoles viviendo en la región de Tucumán9.

IV.  La  sociedad  colonial  y  el  mestizaje       «  Les  métissages  sont  en  grande  partie  constitutifs  de  la   Monarchie.  Ils  y  sont  omniprésents.  Ce  sont  des  phénomènes  d’ordre  social,   économique,  religieux  et  surtout  politique,  autant  sinon  davantage  que  des   processus  culturels  »10   Si es difícil dar cifras sobre la población viviendo en América antes del primer contacto con los españoles y portugueses, tan parecen marcados ideológicamente por una voluntad de atenuar o de acentuar la influencia de la conquista española sobre la despoblación del continente 11 , podemos decir sin embargo que la colonización española en América cambió de manera impresionante el destino del continente. Como lo hemos dicho supra, de una América aislada del resto del mundo desde tiempos milenarios, casi sin influencia externa, se volvió una América en contacto directo con un nuevo tipo de hombre : el hombre europeo, blanco. Así, las reacciones de los pueblos originarios frente al conquistador variaron considerablemente según las regiones. Algunos resistieron pasivamente o activamente, otros fomentaron alianzas o colaboraron de manera más o menos obligada 12 . En América latina, cuando se instauró la sociedad colonial, se implementó así una diferenciación social sobre criterios raciales. El sistema de castas, que se desarrolló sobre la base de las ideologías de superioridad racial inherentes al colonialismo, dividió la sociedad según la color de la piel. Mientras que los blancos españoles ocupaban la parte superior de la pirámide social, seguidos por los criollos, las personas de piel “oscura” como los indios, “negros” y otros mestizos formaban parte de la clase social más baja. Esta estratificación social, que revela y ilustra el sentimiento de superioridad de los blancos en comparación con los demás habitantes de la región, fue mantenida, justificada y reforzada por la legislación colonial que afirmaba de hecho la “inferioridad” de los indígenas. Así, durante el periodo colonial, ocurrieron varios fenómenos demográficos que cambiaron profundamente la composición étnica y la estructura de la sociedad. Hablando de los fenómenos de inmigración y de fecundidad en la sociedad colonial, Belvedere y Margulis afirman que: “En este caso de brutal dominación tales variables se manifiestan de modo perverso: el traslado forzoso de africanos convertidos en mano de obra esclava y el mestizaje, resultado de la relación                                                                                                                 8  ROCK,  David,  op.cit.,  pp.36-­‐49   9  ROCK,  David,  op.cit.,  p.45   10  GRUZINSKI,  Serge,  op.cit.,  p.32   11  LIVI-­‐BACCI,  Massimo,  «  The  Depopulation  of  Hispanic  America  after  the  Conquest  »,  Population  

and  Development  Review,  32  (2),  2006,  pp.200-­‐201   12  BETHELL,  Leslie  (ed.),  op.cit.,  p.207  

 

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autoritaria y desigual entre el hombre blanco y la mujer india, se combinan para dar lugar a una vasta población subordinada cuyo lugar en la sociedad –en un sistema de castas- dependía de señales físicas que manifestaban el origen étnico y social”13. Pero, el color de la piel, la etnia, no constituyeron la única manera de diferenciar socialmente los habitantes de la colonia y así, de construir castas y clases. De hecho, la diferenciación social se fomentó también a través de la religión, donde, en España, la unidad nacional era inseparable de la unidad religiosa, es decir, del catolicismo. Así, el descubrimiento de América en 1492 fue acompañado por la expulsión de los judíos y los moros y después, de los moriscos. De esta manera, la “pureza religiosa” ideológicamente, fue derivada hacia una idea de una “pureza de sangre”, oponiendo los “cristianos nuevos” a los “cristianos viejos” a través de criterios de herencia y linaje14. Como lo explica Wolfgang Garbert, la conquista y el establecimiento de la sociedad colonial fueron más difíciles en el caso de las sociedades menos centralizadas como en el Cono Sur, donde cada “jefatura” o pueblo tenía que ser conquistado de manera individual. Los españoles fueron confrontados a la tarea difícil de cambiar modelos de autoridad, de división del trabajo o de distribución del excedente ya existente. Así, había que inventar, en varios lugares del territorio, nuevas “instituciones de liderazgo” tanto más cuanto los nativos no querían trabajar por los españoles y tampoco ceder sus productos a menos que fueron obligado, por la fuerza, a hacerlo. Puesto que no había mucha plata u oro explotable, a menudo, los indios constituyeron por los europeos una otra materia explotable. De hecho, en las civilizaciones menos centralizadas como en el Cono Sur, la esclavitud, constituyó, durante una período mayor que en las civilizaciones Andinas, una institución colonial primordial. Por ejemplo, en las Pampas argentina, los nativos sufrieron durante todo el período colonial, incursiones violentas de las tropas españolas así como de traficantes de esclavos15. De hecho, por ejemplo, a fines del XVII, en Argentina, cuando faltaba plata y que las exportaciones se hicieron más escasas en la colonia, los “blancos”, tenían como primer reflejo de intensificar su explotación de los indígenas. Ya cuando se daban cuenta de que la mano de obra estaba disminuyendo, pasaron a actividades ganaderas 16. En su articulo El mestizaje interétnico en el noroeste argentino Lorandi busca a “dar cuenta del proceso histórico que culmina y explica la realidad actual” en lo que constituye hoy una gran parte del territorio que integró la antigua jurisdicción del Tucumán colonial (es decir, las provincias actuales de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca' y La Rioja), reflexionando particularmente sobre “el mestizaje interétnico en contextos forzados por presiones que emergen de los Estados dominantes, tomando los ejemplos del Estado inca y el Estado colonial español”. Así, la autora destaca, entre otras cosas, que la conquista y la colonización cambiaron de                                                                                                                 13

BELVEDERE,  Carlos,  MARGULIS,  Mario,  «    La  “racialización  de  las  relaciones  de  clase  en  Buenos   Aires:  Genealogía  de  la  discriminación”,  in,  MARGULIS,  Mario,  URRESTI,  Marcelo,  La   segregación   negada  :  cultura  y  discriminación  social,  Buenos  Aires,  Biblos,  1999,  pp.80-­‐81 14  MARGULIS,   Mario,   «  La   “racialización”   de   las   Relaciones   de   Clase»,   in,   MARGULIS,   Mario,   URRESTI,   Marcelo,   La  segregación  negada  :  cultura  y  discriminación  social,   Buenos   Aires,   Biblos,   1999,  p.39   15  GABBERT,   Wolfgang,   “The   longue   durée   of   Colonial   Violence   in   Latin   America”,   in,   Historial   Social  Research,  vol.37,  n°3,  2012,  p.258   16  ROCK,  David,  op.cit.,  pp.72-­‐73  

 

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manera irreversible la identidad y el entorno social de las poblaciones del noroeste argentino. Según la autora, para estas poblaciones, “el precio de la libertad fue la “desestructuración” y el desarraigo. La respuesta, inevitable, el mestizaje y el cambio de identidad”. Sin embargo, hubo diferencias entre los grupos que poblaron el territorio. Por ejemplo, parece que los mitmaquna paciocas y los calchaquíes o los amaichas, gracias a su unidad, conservaron su identidad y resistieron al grupo hegemónico durante todo un siglo. Pero, cuando perdieron la guerra contra el colonizador, fueron implicados en el proceso de “campesinización” tal como los otros grupos. Por otro lado, en el caso de grupos que fueron divididos en unidades de dos o tres familias aisladas, parece que no pudieron conservar su identidad intacta, sino que el mestizaje, es decir la construcción de una nueva identidad, fue la única manera de reproducirse y de sobrevivir. Se casaron, por ejemplo, calchaquíes con mestizos. A su vez, existen casos donde los hijos resultantes de este mestizaje se casaron con mulatos o paraguayos. Huelga decir que el mestizaje no solo permitió la reproducción de un grupo, sino, también un ascenso social. Por ejemplo, ni los mestizos ni los chaqueños tuvieron que pagar tributo. El mestizaje permitió, poco a poco, transformar la percepción de una diferencia étnica y racial en una diferencia social, basada en el escalón que ocupe la persona en la sociedad, es decir, con respecto a su clase social. Así, en el siglo XIX cuando acabó con la obligación a pagar un tributo, desapareció también, en la mayor parte del noroeste argentino, el indio como grupo étnico. Así, cuando se implementó la nueva sociedad, y todavía en la actualidad, en el noroeste argentino, se puede hablar de una población al perfil mestizo generalizado17. Por ejemplo, la provincia de Misiones, que tiene la misma superficie que Bélgica tiene aparte de una fona y flora muy rica en variedad, una configuración pluriétnica de su población. En efecto, a menudo, se habla de “Misiones Crisol de Razas” con respecto a la provincia, expresión que proviene del “proceso histórico que atravesó este territorio desde el asentamiento de las Misiones Jesuíticas, su posterior desmantelamiento y disgregación de la población guaranítica, hasta la conformación de la actual Provincia de Misiones”18. Sin embargo, con el gran Atlas de Misiones, aprendemos que la población indígena o de ascendencia indígena solo representa 1,1% de la población total de la provincia19. En cuanto a la Pampa y la Patagonia, los conquistadores, nunca han podido realmente reducir y adoctrinar los grupos, que eran en su mayoría nómadas, que encontraron. Por ejemplo, la Compañía de Jesús que emprendió varias reducciones en el centro-sur de lo que constituye ahora la provincia de Buenos-Aires, nunca logró su objetivo de bautizar a los habitantes de la región. Tampoco los tres jesuitas que realizaron en 1745 un viaje hasta la costa patagónica pudieron establecerse en la región. No obstante, a partir de 1930, la Etnografía se encargó de bautizar las personas y modificar la identidad de los pueblos que la Corona española no pudo adoctrinar, reducir y convertir20.                                                                                                                 17  LORANDI,   Ana   Maria,   «El   mestizaje   interétnico   en   el   noroeste   argentino  »,  Senri  Ethnological  

Studies,  n°33,  1992,  pp.160-­‐162   18  GALLERO,   Cecilia,   KRAUTSTOFL,   Elena,   «  Construcción   de   Identidades   en   el   marco   de   una   provincia  pluriétnica,  Misiones,  Argentina  »,  Universidad  Nacional  de  Misiones,  2008,  p.2     19  Gran  Atlas  de  Misiones.  Población  6,   http://www.ipecmisiones.com/GranAtlasMisiones/Gran_Atlas_de_Misiones-­‐Cap_6_Poblacion.pdf   20  NACUZZI,  Lidia  R.,  “Capítulo  XI.  Los  grupos,  los  nombres,  los  territorios  y  los  blancos:  historia   de  algunos  nombres  étnicos”,  in,  BOCCARA,  Guillaume  (ed.),  Colonización,   Resistencia   y   Mestizaje   en  las  Américas  (Siglos  XVI-­‐XX),  Quito,  Ediciones  Abya-­‐Yala,  2002,  p.259  

 

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En Colonización, Resistencia y Mestizaje en las Américas (Siglos XVI-XX) los autores analizan, los fenómenos de mestizaje y de plurietnicidad en las Américas. En este modo, hablan de las “lógicas mestizas” para referirse a una característica del pensamiento amerindio que parecen haber participado en el mantenimiento de la cultura y de un poder político de los grupos indígenas, como en la creación de espacios simbólicos y físicos de intermediación y entendimiento”. Muestran también, cómo se construyó “lo indio”, a través de los discursos de las élites. Analizan cómo el poder fomentó el sujeto de “los indios”, homogeneizándole desde un punto de vista étnica, lo que no existía antes del siglo XVI. A emergencia de las repúblicas, a fines del siglo XVIII e inicios del XIX, se planteó la cuestión de saber si, había que incluir o excluir los Indios (que un discurso hegemónico identificaba como un peligro, una amenaza) en la nación y los nuevos imaginarios nacionales. Analizando varias obras de la historiografía del siglo XIX, considerados como “clásicos”, los autores destacan, que, los indios, fueron excluidos del árbol genealógico representativo de la nación. Al contrario, se promovió con respecto a la construcción de los imaginaros de las nuevas repúblicas actores como el guerrero o el caudillo militar. Sin embargo, por otra parte, destacan algunos intelectuales, que, reconocieron, como Sarmiento, la existencia de los indios en el imaginario nacional: “la República Argentina es el resultado en parte de la barbarie indígena y la civilización europea”. Desde el momento en que se reconoció la existencia de los “indios” como sujeto colectivo, se fomentó así un discurso republicano buscando a cambiar su identidad y a transformar esos sujetos en miembros o incluso, ciudadanos de una nueva comunidad nacional. Sin embargo, estos nuevos discursos no realmente significaron una ruptura con los discursos del pasado colonial21.

V.  Argentina:  tierra  de  inmigración   Año  del   censo  

Población   total  

1869   1895   1914   1947   1960   1970   1980   1991  

1  737  076   3  954  911   7  885  237   15  893  827   20  010  539   23  390  050   27  947  446   32  615  528  

%  de   extranjeros   respecto  la   población   total   12,1   25,4   29,9   15,3   13,0   9,5   6,8   5,0  

%  de   vecinos   respecto  a  la   población   total   2,4   2,9   2,6   2,0   2,3   2,3   2,7   2,5  

%  de   vecinos   respecto  a   los   extranjeros   19,7   11,5   8,6   12,9   17,9   24,2   39,6   50,2  

Tablero : Argentina. Inmigrantes extranjeros, cuyos extranjeros de los países vecinos, 1869-199122  

                                                                                                                21  BOCCARA,  Guillaume  (ed.),  Colonización,  Resistencia  y  Mestizaje  en  las  Américas  (Siglos  XVI-­‐XX),  

Quito,  Ediciones  Abya-­‐Yala,  2002,  p.8   22  CELTON,   Dora   Estela,   “Plus   d’un   siècle   d’immigration   internationale   en   Argentine”,   Revue   Européenne  des  Migrations  Internationales,  vol.1,  n°2,  1995,  p.148  

 

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Al principio del siglo XIX, los líderes de la revolución de Mayo imaginaban la posibilidad de incorporar e integrar a los Indígenas a la nación argentina. Así, los Indígenas se pensaban como iguales potenciales con respecto a los derechos y a la dignidad. También, cuando llegó la independencia de Argentina en 1816, el Congreso Constituyente sostuvo, al menos declarativamente, la igualdad de los Indígenas a los demás habitantes del país tan ante la ley que en terminó de dignidad. Sin embargo, es interesante destacar que a pesar de estas declaraciones, ya al principio del proceso independentista, se considera que “los indígenas son una presencia acotada, preponderantemente confinada a un pasado lejano”23. Treinta y siete años después de la independencia del país, se implementó, en 1853, la Constitución de la Nación Argentina, entre otras cosas, sobre la base de la reflexión de Juan Bautista Alberdi y de su obra principal de 1852 : Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. Así, los primeros discursos de las guerras de la independencia en cuanto a la integración de los Indígenas fueron dejados de lado y remplazados por discursos vinculando la idea de progreso y “civilización” representada por Europa y los Estados Unidos frente a la “barbaría” de los Indígenas24. Rápidamente, la Constitución Argentina promovió la ocupación del territorio gracias a la inmigración extranjera, acordando derechos a cada habitante del país. Se introdujo de esta manera la política migratoria de la « puerta abierta »25: Artículo 20: « Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias. Obtienen nacionalización residiendo dos años continuos en la Nación; pero la autoridad puede acortar este término a favor del que lo solicite, alegando y probando servicios a la República. »

Sin embargo, el artículo 25, que se ha mantenido después de cada reforma constitucional realizada desde 1860, diferencia de forma legal, una inmigración europea a una inmigración no europea. Así, atraer nuevos habitantes, especialmente del Norte de Europa, debía ayudar a desarrollar Argentina, a poblar su desierto, y transformar una sociedad arraigada en la cultura española26 : Artículo 25: « El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes. »27

En el último cuarto del XIX siglo, la Ley de Inmigración y Colonización, N°817 de 1876 o « Ley Avellaneda » » fomentó y estimuló la inmigración europea28 . Para                                                                                                                 23  BRIONES,  

Claudia,   «  Construcciones   de   aboriginalidad   en   Argentina  »,   Société   suisse   des   Américanistes,  Bulletin  68,  2004,  p.77   24  Ibid.,  p.78   25  CELTON,  Dora  Estela,  loc.cit.,  pp.148-­‐150   26  Ibid.,  p.149   27  Información   Legislativa   Documental   del   Ministerio   de   Economía   y   Finanzas   Públicas,   http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/0-­‐4999/804/norma.htm,   consultado   el   6   de   enero  de  2015   28  “Ley   de   fomento   de   la   inmigración   europea   de   1876”,   Biblioteca   Escolar   de   Documentos   Digitales,  http://archivohistorico.educ.ar/sites/default/files/III_20.pdf,  consultado  el  6  de  enero   de  2015  

 

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atraer una nueva mano de abro, el Departamento Central de Migración fue creado y, entre otras cosas, se abrieron agencias en Europa para facilitar la llegada de los inmigrantes. Hasta 1878, la geopolítica argentina fue basada en la existencia de una frontera delimitando dos territorios distintos : los territorios civilizados y los territorios bajo gestión de los indios. Así, se construyó durante el siglo XIX, un discurso vinculando ideas de progreso, de modernidad a conceptos de civilización, razas y cultura. La idea era, que nunca se podría alcanzar un país moderno y desarrollado con una población legada por la colonización española y definida como “progenie bastarda, rebelde a la cultura y sin tradiciones de ciencia, arte e industria”. Así, había que poblar Argentina con una nueva población europea “civilizada”, frente a una población indígena “bárbara”. De esta manera, esta ideología no dio lugar a la creación de una república plural sino a un país donde el Estado aprobó y fomentó la trasplantación de una población por otra, así como procesos de exterminación, homogeneización y “invisibilización” de los indígenas gracias a varios mecanismos institucionales29. Dependiente y asociada al modelo económico capitalista y cultural europeo, y especialmente a Inglaterra, la Argentina del siglo XIX buscó a poblar el país y modernizase gracias a inmigrantes europeos. Como consecuencia de esta política, entre 1860 y 1930, el saldo migratorio (diferencia entre el número de inmigrantes y de emigrantes) de Argentina era de más de 4 millones de personas. Como lo vemos en el tablero supra, la mayoría de los inmigrantes venían entonces de Europa. De hecho, hasta la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los extranjeros eran italianos y españoles. Durante la guerra, la desaceleración de la inmigración europea permitió a los extranjeros de los países vecinos de ocupar el primer asiento. Cuando se acabó la guerra, los europeos constituyeron de nuevo el mayor contingente de extranjeros en el país. Es sólo a mediados de los años 1950 que empezó a crecer significativamente el número de extranjeros proviniendo de países vecinos. Así, desde especialmente los años sesenta hasta hoy, la mayoría de los nuevos inmigrantes no vienen de Europa sino de los países limítrofes como Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay o Chile. De este modo, en los últimos años, comenzó a aparecer manifestaciones de xenofobia y racismo hacia esos recién llegados30.

a. ¿Una Argentina blanca? “No  somos  europeos...  no  somos  indios…  Somos  un  pequeño  género  humano”     (Simón  Bolívar)     Durante el siglo XIX, la construcción del Estado en Argentina implicó la implementación de nuevas líneas de fortines o fuertes en lo que era el territorio indígena, así como “tácticas de paces e incursiones punitivas más o menos esporádicas, acompañada por intercambios comerciales asiduos y la tolerancia/complicidad en el contrabando de ganado”. También, hacia el último cuarto del siglo XIX, se generalizaron las matanzas sistemáticas de los grupos considerados                                                                                                                 29  BELVEDERE,  

Carlos,   CAGGIANO,   Sergio,   CASARAVILLA,   Diego,   COURTIS,   Corina,   HALPERN,   Gerardo,   LENTON,   Diana,   PACECCA,   María   Inés,   «  Racism   and   Discourse  :   A   Portrait   of   the   Argentine   Situation  »,   in,   VAN   DIJK,   Teun   A.   (ed.),     Racism   and   Discourse   in   Latin   America,   Plymouth,  Lexington  Books,  2009,  pp.14-­‐15 30  MAGUID,  Alicia,  «  L’immigration  des  pays  limitrophes  dans  l’Argentine  des  années  90,  mythes   et  réalités  »,  Revue  Européenne  des  Migrations  Internationales,  vol.11,  N°2,  1995,  pp.167-­‐188  

 

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como rebeldes, tan como las deportaciones y radicaciones de las familias indígenas cautivadas. Así, comparado por ejemplo al caso estadounidense, en Argentina, casi no hubo una voluntad de considerar como positiva o sustantiva la herencia indígena, ni un reconocimiento jurídico de los pueblos indígenas. Tampoco, no hubo, en Argentina, la intención de fomentar un estado indígena confederado. Y, nunca se extendieron las tierras de las reservaciones que eran consideradas, al igual que en Australia, como un lugar de transición para los Indígenas antes de sus extinción y/o asimilación a la sociedad argentina. Estas reservas, tales como las colonias o misiones creadas por el Estado para indígenas, fueron raramente acompañadas por un reconocimiento de propiedad de la tierra y los recursos de los Indígenas. En Argentina, una táctica para disminuir la influencia de los indígenas tuvo lugar en una forma de “invisibilización” gracias a un “etnocidio estadístico-censal”. También, no existieron textos legales para determinar jurídicamente la pertenencia indígena (por quotum de sangre o criterios de filiación) y nunca se promovió una forma de pluralismo con respecto al Estado31. A partir del siglo XX, una manera de construir naciones y Estados en América Latina, y especialmente en Argentina, fue de integrar a los indígenas en los nuevos “colectivos occidentales”. Las expectativas, en ese momento, eran que esta integración, gracias a operaciones de desarrollo, modernización, progreso y mestizaje, llegaría a la perdida de su condición de aborígenes y especialmente de sus derechos colectivos. Últimamente, los proyectos de desarrollo regional nunca han podido reparar las debilidades de este concepto de integración, transformándolo una vez más en un sistema de paternalismo y tutela. En 2003, el Registro Nacional de Comunidades Indígenas, reconoció aproximadamente ciento setenta comunidades indígenas en el país, mientras que, en el mismo tiempo, algunas provincias reconocieron aproximadamente quinientos sesenta comunidades en su territorio32. Según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 de Argentina, había en 2010, un población indígena o descendiente de pueblos indígenas u originarios, de 955 032 personas33 en el territorio argentino por una población afrodescendiente de 149 493 personas34 de un total de 40 117 096 habitantes en el país.  

     

                                                                                                                31  BRIONES,  Claudia,  loc.cit.,  p.75-­‐76 32  BELVEDERE,  

 

Carlos,   CAGGIANO,   Sergio,   CASARAVILLA,   Diego,   COURTIS,   Corina,   HALPERN,   Gerardo,  LENTON,  Diana,  PACECCA,  María  Inés,  loc.cit.,  p.16   33  Sitio   Web   Censo   2010,   “Total   del   país.   Población   indígena   o   descendiente   de   pueblos   indígenas   u   originarios   en   viviendas   particulares   por   sexo,   según   edad   en   años   simples   y   grupos   quinquenales  de  edad.  Año  2010  “,     http://www.censo2010.indec.gov.ar/cuadrosDefinitivos/Total_pais/P44-­‐Total_pais.xls   34  Sitio   Web   Censo   2010,   “Total   del   país.   Población   afrodescendiente   en   viviendas   particulares   por  sexo,  según  grupo  de  edad.  Año  2010  “,     http://www.censo2010.indec.gov.ar/cuadrosDefinitivos/Total_pais/P42-­‐Total_pais.xls  

 

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b.  ¿Argentina,  país  mestizo  ? En el portal educativo del Ministerio de Educación de la Argentina, fue publicado hace varios años, un estudio sobre la estructura genética de la Argentina. En primer lugar, el estudio que se basa en el trabajo de Sánchez Albornoz, destaca, que históricamente, hace 20.000 años, América fue colonizado por Asiáticos, los cuales llegaron en el Cono Sur del continente (en la Argentina de hoy) hace 11.000 años. Antes de la colonización española, el estudio evidencia que los habitantes originarios eran amerindios y que el impacto de los europeos sobre la demografía y la composición de los pueblos originarios fue limitado debido al número reducido de españoles que llegaron en el territorio hasta el principio del siglo XVIII . Sin embargo, surgió así un nuevo grupo étnico, el mestizo, como consecuencia de la mezcla de ambos grupos. Gradualmente, se sumaron a estos tres grupos, Africanos y a partir del siglo XIX, una importante población europea así como también una población proveniente de Asia menor. Así, el estudio buscaba a evidenciar el carácter multiétnico de la Argentina de hoy, rechazando de esta manera la creencia del origen europeo de todos los habitantes del país : « La población de la Argentina, como la de los demás países latinoamericanos, representa un mosaico complejo de contribuciones étnicas de orígenes diversos. La negación de los pueblos aborígenes, asociada en parte al interés despertado por sus territorios originales, determinó que la Argentina se proclamara, sin bases sólidas, como el país europeo de Latinoamérica. Un siglo debió pasar hasta que la ciencia aportara herramientas objetivas capaces de demostrar cuán falsa resultaba esta afirmación». El Servicio de Huellas Digitales Genéticas y Cátedra de Genética y Biología Molecular de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, mostró que las poblaciones originarias de América contribuyen, de manera significativa, genéticamente a la población actual de Argentina. Seleccionaron así de manera aleatoria 322 muestras biológicas (de un total de 12.000) de individuos varones proviniendo de centros urbanos de nueves provincias argentinas : 102 individuos provenientes del Noreste (Salta, Formosa, Misiones, Corrientes, Chaco, Santa Fe y Entre Ríos), 100 individuos del Suroeste (Chubut y Río Negro), y 120 del Centro (Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza). Así, como lo concluye el articulo, este estudio buscó principalmente « a contribuir a la caracterización de la identidad de nuestro país en forma respetuosa y antidiscriminatoria. » 35 , lo que, en nuestra opinión, hay que considerar como una especie de ideología tanto más cuanto que el número de muestras es limitado y que estas muestras seleccionadas de un total de 12.000 “habían sido analizadas con propósitos identificatorios a pedido de poderes judiciales provinciales” lo que restringe considerablemente el tipo de población representado.

                                                                                                                35  Sitio  web  de  educ.ar,  Ministerio  de  Educación  de  Argentina,  “  Estructura  genética  de  la  

Argentina:  Impacto  de  las  contribuciones  genéticas  de  los  diversos  grupos  étnicos  en  la  población   actual  del  país”,  http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=90812,  consultado  el  8  de   enero  de  2015  

 

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También, en 2012, “Argentina investiga”, un portal que busca a difundir y divulgar noticias científicas, de extensión universitaria y académicas que se desarrollan en las Universidades Argentinas, publicó un estudio de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Maimónides sobre la componente mestiza de la población Argentina. Según las investigaciones de un equipo de antropólogos, biólogos, bioquímicos y arqueólogos, la población de Argentina tendría 30% de aporte autóctono (amerindio), 65% de componente europeo y 5% de africano. También, según el estudio que analizó el sangre de donantes voluntarios en diversas regiones de Argentina “el linaje amerindio se da mayormente por vía materna, disminuye a medida que se acerca a la ciudad de Buenos Aires y aumenta hacia el norte y hacia el sur” 37.   En cuanto a estos elementos, es interesante evidenciar la investigación de Dulitzky. El autor mostró cómo, en América Latina, el concepto de “mestizaje” ha podido ser utilizado e instrumentalizado por gobiernos, en el marco de campañas, para acabar con la identificación racial. El propósito de estas campañas fue, entre otras cosas, de negar las situaciones de racismo o de discriminación racial que puede afrontar una parte de la población. De hecho, Dulitzky estima que la promoción del mestizaje, es decir, el proceso de definir todos los americanos, todos los argentinos como mestizos teniendo sangre de africano o de indígena (afirmación que la autora considere como un mito), impide a las personas que no son blancas de desarrollar su propia identidad y reclamar sus derechos. Así según la autora, el concepto de mestizaje no evidencia sino camufla la diversidad. También, Dulitzky destaca que el concepto de mestizaje debilita la lucha política y social contra la discriminación racial. Es decir que, según la idea que “todos somos mestizos”, y que no existe diferenciaciones raciales, de hecho, no puede existir racismo. Por ejemplo, en Argentina, una manera de negar el racismo se encuentra en el dicho diciendo que “en Argentina no hay racismo porque                                                                                                                

36  “Contribución  Genética  de  los  Diversos  Componentes  Étnicos”,  

http://www.educ.ar/dinamico/UnidadHtml__get__ec56722a-­‐7a06-­‐11e1-­‐8123-­‐ ed15e3c494af/mapa_genes.gif   37Sitio  web  de  Argentina  Investiga,.Divulgación  y  Noticias  Universitarias,  “Un  30  por  ciento  de   componente  mestizo  en  la  población  argentina”,   http://argentinainvestiga.edu.ar/noticia.php?titulo=un_30_por_ciento_de_componente_mestizo_ en_la_poblacion_argentina&id=1531#.VInBsCe0dfT,  consultado  el  5  de  enero  2015  

 

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no hay negros”. También, la autora considera que la unión de grupos étnicos diferentes y el mestizaje consiguiente permite a los gobiernos evidenciar la harmonía entre los grupos étnicos viviendo en el país y así definir los prejuicios en la sociedad como limitados. Pero, es olvidar que a menudo, en América Latina, las poblaciones y especialmente las poblaciones indígenas y africanas, son conscientes de que una manera de mejorar su condición social y acceder al ascenso social es de “blanquear” su linaje : “In reality, more than a democratizing force behind society, the mixing of races or mestizaje constitutes, for the most part, one of the most masterful forms of racism in Latin America. In order to climb the social ladder, one must be as white as possible and the blending of races is the way to become so”38. Con respecto a estos últimos elementos, Belvedere y Margulis, estiman que en América latina, existe una analogía entre color de la piel y nivel social, donde, las personas que tienen rasgos físicos “negros” forman parte, a menudo, del estrato social más bajo. Esto puede explicarse como consecuencia directa del pasado colonial y de su sistema racial: “En América latina es posible apreciar que a medida que se desciende en la escala social, se oscurece el color de la piel. Esta observación coincide con la valoración negativa en cuanto a prestigio y distinción que afecta a mestizo, indios, mulatos o demás combinaciones que provienen del complejo panorama multirracial generado, principalmente en la etapa colonial”39. Briones, por su parte, analiza cómo se concibió el concepto de mestizaje en Argentina. La autora destaca que aunque se incluyó a los mestizos dentro de la nación, por ejemplo a los Criollos, que representaban esa interioridad, nunca se fomentó una identidad nacional en base a un modelo de nación pluriétnica. Así no solo se “barbarizó” a las personas excluidas del “nosotros” nacional sino también a las personas que quedan incluidas y que eran consideradas como “tolerables”, frente a una población como los “cabecitas negras” o los indios que siempre fueron excluidos de la idea de “Argentinidad”40. El concepto de “argentinidad” podría definirse como los modos y formas de “ser argentino”. El término surgió a principios del siglo XX y fue utilizado por primera vez por el filósofo español Miguel de Unamuno en el contexto de la gran inmigración en el territorio argentino y en el marco de la conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo. Estos dos elementos son bastante importantes en el sentido de que cambiaron y reestructuraron “las condiciones de dominación previamente existentes en la Argentina”. El término de “argentinidad” fue utilizado en relación a campos diversos tales como los mecanismos biológicos de reproducción, los comportamientos individuales o sociales cotidianos, la familia, el lenguaje, etc. Así, en el marco del desarrollo del concepto de la argentinidad, se instituyeron varias normas, reglas y códigos de conductos basadas tan en la tradición que en ideas nuevas. El propósito era, con el apoyo de las instituciones, de proponer e imponer un nuevo modo de vida a fin de que los argentinos den “sentido y valor a sus existencias, sus deberes, sus placeres, sus sentimientos, pensamientos y sensaciones”.41 Así, Briones estima que en Argentina : “(…) a pesar de la homogeneidad declamada, el crisol que se toma como anclaje sociológico innegable de la nacionalidad nunca terminó de fundir del todo el «tipo argentino» esperado. Por eso, en el país que se ha jactado históricamente de ser el enclave                                                                                                                 38  DULITZKY,  Ariel  E.,  «  A  Region  in  Denial:    Racial  Discrimination  and  Racism  in  Latin  America  »,  

in,  Beyond  Law,  vol.8  n°24,  Bogotá,  2001,  pp.96-­‐100   39  BELVEDERE,  Carlos,  MARGULIS,  Mario,  loc.cit..,  p.79   40  BRIONES,  Claudia,  loc.cit.,  pp.85-­‐86   41  GARCÍA  FANLO,  Luis,  «  La  argentinidad:  un  marco  interpretativo  »,  in,  Polis,  2012,  p.2  

 

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europeo en y de Latinoamérica, los indios nunca terminan de desaparecer y la ausencia de negros contrasta con la abundancia de cabecitas negras. Por eso, en el país abierto a «todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino», los hijos de inmigrantes de países limítrofes se siguen viendo como bolivianos o peruanos que extreman las inadecuaciones atribuidas a ciertos nacionales, aunque permitiendo externalizarlas”42. Se debe también, con respecto a la cuestión del mestizaje, tomar en cuenta el aspecto de la lengua. Elvira Narvaja de Arnoux recuerda que durante la época colonial, en Hispanoamérica, el proceso de estandarización de lenguas aborígenes fue bastante variable según las regiones dependiendo de varios factores como el modo de producción o el tipo de estructural social de las sociedades aborígenes encontradas. Especialmente a partir del siglo XVI, las gramáticas y diccionarios permitieron integrar algunas lenguas aborígenes al tejido de lenguas estandarizadas. También, se empezó a traducir varios textos en lenguas aborígenes para evangelizar a las poblaciones indígenas y “realizar la tarea de aculturación” más fácilmente. Ya a mediados del siglo XVII, el guaraní fue normalizado por los jesuitas, lo que incluyó “la ampliación de los usos sociales gracias al desarrollo de la escritura y facilito la consolidación de la comunidad aborigen como comunidad económica e, incluso, política”. Así, en algunas situaciones, la corona española promovió un reconocimiento de la lengua aborigen mientras que en otros casos desarrolló el bilingüismo o fomentó políticas para castellanizar a las poblaciones, lo que se inscribió en la voluntad y en el proyecto de unificar las colonias del imperio desde la lengua. Cuando llegó la independencia en el continente, a partir de mediados del siglo XIX, las nuevas repúblicas que se iniciaban, aunque empezaron a reconocer la cultura aborigen como formando parte de la cultura nacional, fomentaron políticas castellanizadoras, entre otras cosas, desde una perspectiva económica. Sin embargo, es interesante sobresalir que en Argentina, algunos políticos como Juan Manuel de Rosas en el siglo XIX y Juan Domingo Perón en el siglo XX escribieron diccionarios bilingües, lo que constituyó una respuesta, desde la lengua, “a los problemas de ocupación del territorio”. No obstante, las varias iniciativas con respecto a la defensa de la cultura aborigen que surgieron durante el siglo XX nunca han llegado al desarrollo y a la protección de estas lenguas a nivel político nacional. En Argentina, estos últimos años se fomentó una legislación sobre la educación aborigen que promueve la creación de establecimientos bilingües y biculturales, lo que, según Elvira Narvaja de Arnoux representa “una nueva actitud de legitimación de las lenguas minoritarias (…) que expresa tanto la incidencia de la globalización en las representaciones sociales como los requerimientos de las integraciones regionales. Por un lado, es necesario borrar las viejas fronteras para estructurar un espacio común y, por el otro, hay que acompañar con transformaciones en el imaginario colectivo la pérdida de los atributos clásicos del Estado nacional”43. De hecho, una manera de fomentar el mestizaje, pasa por la integración de las comunidades aborígenes en la sociedad gracias a la formulación y fomentación de políticas lingüísticas que consideran la lengua del “otro” como constituyente de la diversidad nacional. En Argentina, varias leyes así como la constitución nacional promueven el desarrollo, la defensa y la enseñanza de las lenguas aborígenes. El articulo 75, punto 17 de la constitución argentina afirma:                                                                                                                 42  BRIONES,  Claudia,  loc.cit.,  p.86  

43NARVAJA  DE  ARNOUX,  Elvira,  «  Las  integraciones  regionales  en  la  formulación  de  políticas  

lingüísticas  para  las  comunidades  aborígenes  »,  Universidad  de  Buenos  Aires,  2001,  pp.1-­‐17  

 

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« Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería Jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones. »

No obstante, queda por saber como esta afirmación se refleja en la fomentación de políticas publicas y sociales concretas destinadas a promover el reconocimiento de los pueblos indígenas frente a la cultura dominante. Así, estas investigaciones, resumidas más arriba, se inscriben de manera más global en la búsqueda de la identidad de América Latina que permitiría descubrir lo que significa “ser americano”. Por ejemplo, Tünnermann Bernheim, doctor en derecho que basa su reflexión entre otras cosas en Simón Bolívar o Maradiaga, estima que se debe considerar América Latina como un continente mestizo por excelencia, un continente que es un crisol de razas y culturas. Sin embargo, el autor estima, como ya lo hemos dicho supra, que es necesario “precaverse de transformar el reconocimiento de las potencialidades del mestizaje en otra forma sutil de racismo, dirigido esta vez contra nuestras masas indígenas. Tampoco suponer que el mestizaje conduciría a la supresión de las desigualdades, a la homogeneización social, y a la integración nacional de América Latina. Esto sería atribuirle virtudes que no posee, desde luego que la simple aceptación del mestizaje biológico o cultural no cambia las estructuras sociales vigentes.”. El autor destaca una vez más que el concepto de “mestizaje” puede ser instrumentalizado y servir de argumento para negar la existencia de las minoridades y especialmente de los indios. En relación con esto, considera necesario revalorizar las culturas indígenas y así integrar realmente las comunidades indígenas a la vida política, social y cultural de las naciones y sociedades multiétnicas latinoamericanas, gracias, entre otras cosas, a la institucionalización de un diálogo pluricultural. De hecho, en el caso del continente latinoamericano, la cultura de los pueblos indígenas sigue siendo marginalizada y menospreciada, aunque forma parta de la identidad del continente y de sus raíces profundas 44.

c. El racismo en Argentina La Real Academia Española (RAE), define el racismo, como la “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros” y también como “Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior”. Con respecto a lo que hemos visto más arriba, Jeffrey William Richey aborda la cuestión del “mestizaje” en cuanto al fútbol y a la construcción de una identidad racial en Argentina entre 1924 y 1930. Destaca que, en Argentina, durante esta página de gloria de la historia del fútbol argentino al nivel mundial, la prensa y varios políticos explicaron este triunfo del fútbol argentino sobre el fútbol americano y europeo con                                                                                                                 44  TÜNNERMANN  BERNHEIM,  Carlos,  «  América  Latina:  identidad  y  diversidad  cultural.  El  aporte  

de  las  universidades  al  proceso  integracionista  »,in,  Polis,  18,  2007,   http://polis.revues.org/4122#tocto1n1  

 

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argumentos basados en la superioridad racial de los argentinos. Por una parte consideraron que la gran ola de inmigración europeo que tuvo lugar en el país, distinguió a Argentina de sus vecinos americanos. Se debía considerar Argentina como un país de descendencia europea en una región (América latina) donde se consideraba los descendentes africanos, los mestizos indígenas y mulatos como predominantes. Por otra parte, se fomentó también un discurso que buscó a valorizar la “mezcla de razas”. Se consideró la “raza” argentina como superior a los demás incluso a las “razas” europeas, porque constituía una nueva “fusión de sangre”. Encontramos de nuevo el concepto de “mestizaje”, que se volvió en una verdadera ideología recuperada por la prensa y los políticos a fín de construir la identidad racial de la Argentina, destacando la componente “blanca” de este mestizaje. La ideología del “mestizaje blanco”, siguiera así afirmar la superioridad do los “blancos” comparado a los indígenas o africanos. Sin embargo, en el primer cuarto del siglo XX, algunos intelectuales, políticos y periodistas latinoamericanos empezaron a rechazar la idea de superioridad cultural y racial de los europeos. El mestizaje se volvió algo considerado como una componente inseparable del “ser latinoamericano”. Esto permitió fomentar la idea de que los latinoamericanos eran superiores a los europeos gracias a una mezcla de herencias africanos e indígenas. No obstante, en Argentina, el concepto de mestizaje utilizado por la prensa y los políticos era distinto del concepto de mestizaje desarrollado por sus vecinos. De hecho, como ya lo hemos visto, los indígenas, mestizos y descendentes de africanos nunca fueron tomados en cuenta e incluidos en el concepto de argentinidad 45 . En la actualidad, todavía se puede encontrar situaciones de racismo ordinarios hacia los inmigrantes de los países vecinos en los estadios de fútbol argentinos, a través de las canciones de las hinchadas. El fútbol, que la sociología suele considerar como “espejo social”, refleja de una cierta manera, la existencia de un racismo “ordinario” en la sociedad Argentina de hoy. En 1995, se creó el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADO), un organismo nacional del Estado argentino que tiene como fin combatir la discriminación y el racismo en Argentina. El instituto, recibió estos últimos años múltiples denuncias sobre actos y actitudes racistas hacia personas extranjeras. De hecho, desde especialmente los años 1990, y la inmigración reciente de nacionales procedente de los países limítrofes de la Argentina en el marco de los procesos de integración regional como el MERCOSUR o la NAFTA, un sentimiento xenófobo creció en la sociedad argentina. Se fomentó así, un paralelismo entre el aumento del desempleo, de la delincuencia o de la pobreza y el crecimiento del número de los inmigrantes, factor considerado como responsable de la situación precaria del país46. Este sentimiento puede ser puesto en paralelo con los debates sobre la identidad argentina en el marco de la globalización y la dificultad por el país de definir su identidad, profundamente versátil en el caso argentino, lo que refleje una forma de malestar. Al contrario de Brasil, la Argentina no parece capaz de considerar la diversidad como siendo un elemento propio de su identidad47.

                                                                                                                45  RICHEY,  

Jeffrey   William,   White   Mestizaje  :   Soccer   and   the   Construction   of   Argentine   Racial   Identity,    ProQuest,  2007,  pp.4-­‐8   46  MAGUID,  Alicia,  loc.cit.,  p.167   47  VELUT,   Sébastien,   “L’Argentine   :   identité   nationale   et   mondialisation”,   in,   Annales   de   Géographie,  n°638-­‐639,  2004  

 

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En efecto, la Argentina, en su historia, como en su actualidad, muestra muchas formas de racismo cotidiano hacia por ejemplo, los indígenas, los africanos o los inmigrantes de los países limítrofes, estima Van Dijk. El autor, estima que “el racismo argentino es un racismo europeo”, es decir, entre otras cosas, basado en la idea de una dominación de la gente “blanca” sobre los demás. Van Dijk evidencia la importancia de las élites (prensa, político…) en el proceso de dominación de un grupo sobre un otro: “Por ejemplo, en Europa la inmigración se representa como una invasión. Ese es también el caso de Argentina con los inmigrantes de Bolivia y Perú que tienen aspecto más indígena. No fue así, en cambio, con los inmigrantes que vinieron de Alemania o Italia” 48. En el libro Racism and Discourse in Latin America, se analiza entre otras cosas, las operaciones discursivas que “racializan” la diversidad en la Argentina de hoy. Estas operaciones, se inscriben históricamente en el siglo XIX, en la idea política de raza y de cultura (conceptos juntos a las ideas de civilización y de progreso), en el marco de la construcción de la nación y de la república Argentina. Los autores, que analizaron entre otras cosas fragmentos de discursos que tuvieron lugar en el parlamento argentino y en las conversaciones cotidianas de los Argentinos, sacan como conclusión que a pesar de que estos discursos no se dirigen a los mismos grupos de personas (indígenas, inmigrantes de los países vecinos…), y que difieren con respecto a sus sujetos, objetos o a su forma y estructura, tienen rasgos y aspectos comunes que conduzcan hacia una exclusión cultural y social del “Otro”. Así estos mensajes de exclusión, que son constantes y ampliamente difusos en la sociedad argentina, permiten, según los autores, demostrar la racionalidad y la necesidad de fomentar políticas de exclusión. Los autores destacan así que los discursos de racialización tienen varias formas y se refieren a códigos diferentes, lo que garantiza justamente su capacidad a sobrevivir y reproducirse49. Margulis, por su parte, aborda el racismo en Argentina, especialmente en Buenos Aires, como un fenómeno de “racialización” de las relaciones de clase. El autor, tiene como hipótesis que, en Argentina, los fenómenos de discriminación y de descalificación se inscriben en un proceso histórico, donde, desde un inicio, las diferenciaciones sociales han sido organizadas sobre bases raciales. Así, existe en la Capital Federal, mayoritariamente poblada por habitantes de origen europea una discriminación particularmente viva hacía las personas de origen mestizo, que constituyen la población la más pobre y más marginada. Estas discriminaciones tienen raíces históricas, que todavía afectan las estructuras sociales, culturales o políticas de la Argentina de hoy. Si existen rasgos comunes a diversos países de América Latina respecto a procesos históricos de discriminación, Argentina tiene como particularidad como ya lo hemos visto supra, su política de población extracontinentale iniciada al final del siglo XIX y al principio del siglo XX, especialmente entre 1880 y 1926. A esta política de inmigración, cuyo objetivo fue atraer una nueva población europea, seguirán, a partir de 1930, olas de inmigraciones internas y de los países vecinos. Estos fenómenos, se inscriben así dentro de “un marco de ideas y valoraciones, de luchas por el poder y pujas por la instalación social del sentido”. Es en ese contexto que se implementaron clasificaciones sociales en las cuales se revelan modelos                                                                                                                

48  Entrevista  de  Teun  Van  Dijk,  “El  racismo  argentino  es  un  racismo  europeo”,  Centro  de  

Documentación  Mapuche,  2004,   http://www.mapuche.info/indgen/lavozdelinterior040328.html,  consultado    el  14  de  diciembre   de  2014   49  BELVEDERE,   Carlos,   CAGGIANO,   Sergio,   CASARAVILLA,   Diego,   COURTIS,   Corina,   HALPERN,   Gerardo,  LENTON,  Diana,  PACECCA,  María  Inés,  loc.cit.,  pp.13-­‐55  

 

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culturales que “atribuyen superioridad o inferioridad, valor o desvalor, y que han ido privilegiando y legitimando atributos vinculados con un sector de la población y cargando con rasgos negativos a otros sectores” 50. Por su parte, Victor Ramos, presidente de SOS Internacional (ONG que lucha contra la discriminación en el mundo), evidencia, en Argentina, los actos de racismo hacia las “cabecitas negras” y considera que en el país “la escuela es el peor nido de los prejuicios y el racismo”  51. Ezequiel Adamovsky, historiador y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires evidencia por su parte, en Argentina, la analogía entre pobreza y color de la piel. Según el intelectual, la situación actual en Argentina, donde existe una superposición de la clase con la el origen étnico se puede explicar con respecto a la historia y especialmente la historia del siglo XIX, donde las élites blancas fomentaron políticas económicas y sociales que beneficiaron a los nuevos inmigrantes europeos mientras que se exterminaba y se empobrecía a los nativos. También, como ya lo hemos dicho, se fomentó una ideología donde se consideraban los “negros”, “indios” y “criollos” como bárbaros, al contrario de los europeos que representaban la “civilización”. Así, la idea de Argentina como “enclave europeo”, como país blanco, se volvió una idea común, aunque según Adamovsky “la mayoría de la población actual del país lleva sangre no europea en las venas”. Este “mito” contribuye según el autor a alimentar una forma de racismo implícito junto a un racismo explicito que también existe52. Sin embargo, también existen iniciativas que buscan a fomentar la integración de esos recién llegados, tales como los bolivianos que viven en Santa Cruz, en Patagonia. Por ejemplo, en 2011, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral promovió, con varios docentes, el proyecto 'Caleta Mestiza', que fue definido como un « Arte de masas para profundizar la integración y reafirmar las raíces latinoamericanas ». Así, la idea, como lo explica el artista Olfer Fernández, que pintó el mural, era dar forma al mestizaje y a la idea de integración53. Podemos citar también la contribución del director de cine argentino Carlos Sorín, que, en sus películas54 aborda con realismo la diversidad étnica y cultural de la Argentina de hoy. Por ejemplo, en el road movie El camino de San Diego, a través de la historia de Tati Benitez, un fanático de Maradona, el autor no trata de la Argentina urbana y blanca sino de la Argentina periférica y multiétnica, donde, a pesar de su diversidad, la gente ayuda al otro sin esperar nada a cambio. También, en Historia mínimas y Bombón el Perro, el director aborda, siempre de forma documental, la vida y la diversidad de la “gente normal” en la Patagonia argentina. De hecho, las universidades y los intelectuales de manera general tienen un papel que desempeñar en este contexto de promoción del carácter multiétnico y mestizo de la Argentina, como de su pasado y de sus raíces.                                                                                                                

50  MARGULIS,  Mario,  loc.cit.,  pp.37-­‐62   51  Entrevista  de  Víctor  Ramos,  «  La  escuela  es  el  pero  nido  de  los  prejuicios  y  el  racismo  en  

Argentina  »,  Periódico  La  Mañana  Neuquén,  http://w1.lmneuquen.com.ar/07-­‐01-­‐ 30/n_puntosvista110.asp,  consultado  el  17  de  diciembre  de  2014   52  Opinión   de   Ezequiel   Adamovsky,   “Gringos”   y   “negros”,   Periódico   Página/12,   http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/subnotas/102817-­‐32382-­‐2008-­‐04-­‐21.html,   consultado  el  4  de  enero  de  2015   53  Sitio   Web   de   la   Universidad   Nacional   de   la   Patagonia   Austral,   “Caleta   Mestiza:   Arte   de   masas   para   profundizar   la   integración   y   reafirmar   las   raíces   latinoamericanas”,   http://www.unpa.edu.ar/noticia/caleta-­‐mestiza-­‐arte-­‐de-­‐masas-­‐para-­‐profundizar-­‐la-­‐integracion-­‐ y-­‐reafirmar-­‐las-­‐raices-­‐latinoam,  consultado  el  5  de  enero  de  2015   54  Ver  por  ejemplo  “Historias  mínimas”,  “Bombón  el  perro”  o  “El  camino  de  San  Diego”  

 

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VI.  Conclusión En primer lugar, hemos visto que el Cono Sur, antes del descubrimiento fue poblado por una gran variedad de grupos étnicos y sociales. Si los conquistadores españoles llegaron por primera vez al territorio argentino en 1516, debido a la estructura social y política de los pueblos nativos que encontraron, es solamente en el siglo XVI que se acabó la colonización del país. Se implementó así la sociedad colonial, con su ideología racista y sus consecuencias por los pueblos nativos: explotación, esclavitud, exterminación. Sin embargo, como lo hemos visto, existieron también situaciones de mestizaje y de colaboración entre indios y “blancos”. En segundo lugar, hemos visto, que, a pesar de una cierta voluntad de incluir a los indios cuando el país llegó a la independencia, se fomentó rápidamente una ideología racista considerando los indios como “bárbaros”, al contrario de los europeos que representaban el “progreso”. Así, sobre la reflexión de Alberdi, se implementó en 1853 la constitución argentina, que promovió la inmigración europea con la idea de poblar y desarrollar el país. En efecto, hasta mediados de los años 1950, la mayoría de los inmigrantes venían de Europa, especialmente de Italia y España. A partir de los años 1960, empezó a crecer significativamente el número de extranjeros proviniendo de países vecinos. Así, en los últimos años, comenzaron a aparecer y crecer manifestaciones de xenofobia y racismo hacia esos recién llegados. En una Argentina que sigue buscando su propia identidad, hemos analizado que la “Argentinidad” todavía parece referirse a la idea de una Argentina “blanca”. Según varios autores como Van Dijk o Margulis, esta idea se inscribe en un proceso histórico, donde, desde un inicio, las diferenciaciones sociales han sido organizadas sobre bases raciales. Sin embargo, una manera de negar el racismo en Argentina, se encuentra en el dicho popular diciendo que “en Argentina no hay racismo porque no hay negros”. Hemos visto también que, el concepto de mestizaje, a pesar de su voluntad de reafirmar las raíces indígenas del país y de rechazar la idea de Argentina como el país europeo de América Latina, puede también ser instrumentalizado y servir de argumento para negar el racismo. En este trabajo, buscamos a saber si se puede hablar de Argentina como “enclave europeo” en América Latina con respecto a su población y al concepto de mestizaje. El propósito no fue tanto saber si la Argentina es mayoritariamente “blanca” o no, sino de darse cuenta de cómo los argentinos se perciben a sí mismos y escriben su propia historiografía. A modo de conclusión, podemos decir que la sociedad argentina, de un cierto modo, sigue reflexionar y revindicar su identidad con respecto a ideas e ideologías de los siglos pasados, como lo ilustra el artículo 25 de su constitución que fue mantenido por todas las reformas constitucionales realizadas desde 1860. Así, parece difícil por una parte de la sociedad argentina reflexionar yendo más allá del color de piel y de la dicotomía existente entre los “blancos” y los “cabecitas negras”. De hecho, en la Argentina, nunca se fomentó una identidad nacional en base a un modelo de nación pluriétnica donde los pueblos nativos y recién llegados podrían considerarse como sujetos integrantes de la argentinidad.

 

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VII.  Bibliografía       a.  Libros    

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BETHELL, Leslie (ed.), The Cambridge History of Latin America. Volume 1. Colonial Latin America, Cambridge University Press, Cambridge, 1984 BOCCARA, Guillaume (ed.), Colonización, Resistencia y Mestizaje en las Américas (Siglos XVI-XX), Quito, Ediciones Abya-Yala, 2002 RICHEY, Jeffrey William, White Mestizaje: Soccer and the Construction of Argentine Racial Identity, ProQuest, 2007 ROCK, David, Argentina 1516-1987. Desde la colonización española hasta Raúl Alfonsín, Alianza Editorial, Buenos Aires, 1991 GRUZINSKI, Serge, Les quatre parties du monde. Histoire d’une mondialisation, Editions de La Martinière, 2004 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Nicolás, La población de América latina. Desde los tiempos precolombinos al año 2000, Madrid, Alianza Editorial, 1977 VAN DIJK, Teun A. (ed.), Racism and Discourse in Latin America, Plymouth, Lexington Books, 2009

b.  Artículos   • •

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BRIONES, Claudia, « Construcciones de aboriginalidad en Argentina », Société suisse des Américanistes, Bulletin 68, 2004 CELTON, Dora Estela, “Plus d’un siècle d’immigration internationale en Argentine”, Revue Européenne des Migrations Internationales, vol.1, n°2, 1995 DULITZKY, Ariel E., « A Region in Denial: Racial Discrimination and Racism in Latin America », in, Beyond Law, vol.8 n°24, Bogotá, 2001 GABBERT, Wolfgang, “The longue durée of Colonial Violence in Latin America”, in, Historial Social Research, vol.37, n°3, 2012 GALLERO, Cecilia, KRAUTSTOFL, Elena, « Construcción de Identidades en el marco de una provincia pluriétnica, Misiones, Argentina », Universidad Nacional de Misiones, 2008 GARCÍA FANLO, Luis, «La argentinidad: un marco interpretativo », in, Polis, 2012 LIVI-BACCI, Massimo, « The Depopulation of Hispanic America after the Conquest », Population and Development Review 32 (2), 2006 LORANDI, Ana Maria, «El mestizaje interétnico en el noroeste argentino », Senri Ethnological Studies, n°33, 1992 MAGUID, Alicia, « L’immigration des pays limitrophes dans l’Argentine des années 90, mythes et réalités », Revue Européenne des Migrations Internationales, vol.11, N°2, 1995 MARGULIS, Mario, URRESTI, Marcelo, La segregación negada : cultura y discriminación social, Buenos Aires, Biblos, 1999 NARVAJA DE ARNOUX, Elvira, « Las integraciones regionales en la formulación de políticas lingüísticas para las comunidades aborígenes », Universidad de Buenos Aires, 2001

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TÜNNERMANN BERNHEIM, Carlos, « América Latina: identidad y diversidad cultural. El aporte de las universidades al proceso integracionista »,in, Polis, 18, 2007 VELUT, Sébastien, “L’Argentine: identité nationale et mondialisation”, in, Annales de Géographie, n°638-639, 2004

c.  Capítulos  de  obras  colectivas   •









BELVEDERE, Carlos, CAGGIANO, Sergio, CASARAVILLA, Diego, COURTIS, Corina, HALPERN, Gerardo, LENTON, Diana, PACECCA, María Inés, « Racism and Discourse: A Portrait of the Argentine Situation », in, VAN DIJK, Teun A. (ed.), Racism and Discourse in Latin America, Plymouth, Lexington Books, 2009 BELVEDERE, Carlos, MARGULIS, Mario, « La “racialización de las relaciones de clase en Buenos Aires: Genealogía de la discriminación”, in, MARGULIS, Mario, URRESTI, Marcelo, La segregación negada : cultura y discriminación social, Buenos Aires, Biblos, 1999 MANDRINI, Raúl, ORTELLI, Sara, “Capítulo X. Los “araucanos” en las pampas” (C. 1700-1850), in, BOCCARA, Guillaume (ed.), Colonización, Resistencia y Mestizaje en las Américas (Siglos XVI-XX), Quito, Ediciones Abya-Yala, 2002 MARGULIS, Mario, « La “racialización” de las Relaciones de Clase», in, MARGULIS, Mario, URRESTI, Marcelo, La segregación negada : cultura y discriminación social, Buenos Aires, Biblos, 1999 NACUZZI, Lidia R., “Capítulo XI. Los grupos, los nombres, los territorios y los blancos: historia de algunos nombres étnicos”, in, BOCCARA, Guillaume (ed.), Colonización, Resistencia y Mestizaje en las Américas (Siglos XVI-XX), Quito, Ediciones Abya-Yala, 2002

d.  Otras  fuentes       • • • • • • • • •



 

Sitio web Censo 2010, http://www.censo2010.indec.gov.ar/ Sitio web de educ.ar, Ministerio de Educación de Argentina,”, http://www.educ.ar/ Sitio web de Argentina Investiga,.Divulgación y Noticias Universitarias, http://argentinainvestiga.edu.ar/ Sitio web del Centro de Documentación Mapuche, http://www.mapuche.info/ Sitio web del periódico Página/12, http://www.pagina12.com.ar/ Sitio web del periódico La Mañana Neuquén, http://w1.lmneuquen.com.ar/ Sitio Web de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, http://www.unpa.edu.ar/ Biblioteca Escolar de Documentos Digitales, http://archivohistorico.educ.ar/ Gran Atlas de Misiones. Población 6, http://www.ipecmisiones.com/GranAtlasMisiones/Gran_Atlas_de_MisionesCap_6_Poblacion.pdf Información Legislativa Documental del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Argentina, http://infoleg.mecon.gov.ar/

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