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2do Congreso Argentino de Orquideología y Conservación – 1eras Jornadas Argentinas sobre Bromeliáceas

LAS BROMELIÁCEAS EN LA VIDA DE LOS NATIVOS DEL GRAN CHACO BROMELIADS IN THE LIVELIHOOD OF THE GRAN CHACO PEOPLE ARENAS, P.1 Resumen Las bromeliáceas constituyen un elemento florístico muy representativo en la vegetación del Gran Chaco. Estas plantas no pasan inadvertidas para los habitantes nativos y criollos, y en tal sentido las nombran, las utilizan y las incorporan de muy diversa manera en sus representaciones culturales. Se presenta una sinopsis de carácter general sobre distintas especies de bromeliáceas desde el punto de vista etnobotánico. Entre las especies más destacadas por su papel en la vida de la gente mencionamos a: Deinacanthon urbanianum, Bromelia serra, B. hieronymi, B. balansae, Pseudananas sagenarius, Dyckia ferox, Aechmea distichantha, Tillansia duratii, T. meridionalis, entre otras. Se aporta un conjunto de datos referidos a cada una de las especies; éstos versan sobre: nombres vulgares, distribución geográfica y habitats, usos, formas de explotación; comentarios históricos, etnográficos, taxonómicos y de uso potencial en la industria. Palabras clave: Plantas útiles, etnobotánica, Bromeliaceae, Gran Chaco. Abstract Bromeliads are a very representative floristic element of the Gran Chaco vegetation. These plants are never overlooked by the indians and criollos inhabitants, who name and use them as well as they include them in their own cultural representations in many ways. A general synopsis of the different species of bromeliads from an ethnobotanical point of view, is presented here. Among the most outstanding ones for people's livelihood we can mention: Deinacanthon urbanianum, Bromelia serra, B. hieronymi, B. balansae, Pseudananas sagenarius, Dyckia ferox, Aechmea distichantha, Tillansia duratii and T. meridionalis, among others. A set of data for each one of them is added, such as their vernacular names, geographic distribution, habitat, uses, ways of employment and some comments of historical, ethnographic and taxonomic nature, including their potential uses in industry. Key words: Useful plants, ethnobotany, Bromeliaceae, Gran Chaco. INTRODUCCION Los escritos que describen a la región geográfica chaqueña y a sus habitantes, han reseñado con persistencia la presencia de bromeliáceas, sus aplicaciones, sus nombres vernáculos y destacan sobre todo su valor alimenticio y textil. Estas plantas son casi un tema obligado en las crónicas de conquistadores, expedicionarios, viajeros, etnógrafos, informes técnicos, etcétera. Se debe dejar asentado, desde ahora, que en estas obras la mayoría de las veces las especies son de dudosa identificación debido a lo confuso de los datos. Sobre la base de trabajos de campo, de la observación directa y mediante encuestas, se intenta trazar un esquema fidedigno de las bromeliáceas útiles de las etnias chaquenses así como el papel que ellas juegan en sus vidas. Desde fines del siglo XIX el Gran Chaco sufrió una degradación ambiental con proporciones desmedidas. La explotación de sus bosques para la extracción de madera y la introducción del Investigador del CONICET. Instituto de Botánica Darwinion. Labarden 200. Casilla de Correo 22. B1642HYD San Isidro, Pcia. Buenos Aires. Argentina. Email: [email protected] 1

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ganado tuvieron consecuencias nefastas sobre las praderas y el bosque seco. Su explotación como textil y también como alimento, hace que su presencia merme de modo creciente. Las comunidades nativas deben internarse a sitios cada vez más lejanos para hallar el material disponible. Aparte de las especies que son usadas por los grupos indígenas, las bromeliáceas en general, tienen un potencial uso textil de aplicación industrial; en este caso los artículos confeccionados se apartan de la esfera de producción tradicional aborigen. Los estudios, ensayos e industrias que se desarrollaron años atrás en la Argentina (Muello 1926: 8; Luna Ercilla 1977: 6-29) nos hablan de su interés. MATERIALES Y METODOLOGIA Se realizaron investigaciones de campo en el Chaco paraguayo y argentino. Los materiales (muestras y datos) se obtuvieron in situ. Los datos se recopilaron mediante encuestas, interrogatorios y observaciones directas con informantes de distintas parcialidades. La colecta de referencias se inició en el año 1974. Junto a la investigación de campo y su ulterior estudio de gabinete, se emprendió el análisis de fuentes escritas. Para lo último, se efectuó una revisión lo más pormenorizada que fue posible y su finalidad fue aclarar la identidad de las especies. El material vegetal de referencia se conserva en distintos herbarios de instituciones reconocidas. Las informaciones están registradas en cintas magnetofónicas y en cuadernos de notas, que el autor conserva en sus archivos. RESULTADOS Los nombres vulgares Los nombres más difundidos que se les asigna a estas bromeliáceas en el habla popular son "caraguatá" y "cháguar". Ambas voces se dan -respectivamente- en las regiones de influencia del guaraní y del quechua. Detalles respecto a las áreas de difusión de dichos nombres, sus etimologías y su aplicación se dieron en otro trabajo (Arenas y Arroyo 1988: 647-649). Poco difundida es la voz "cardo", de origen hispano, mientras que la denominación guaraní "yvira" se aplica con exclusividad a Pseudananas sagenarius. Las voces "caraguatá", "chaguar" y "cardo", suelen ir acompañadas de un epíteto que describe alguna cualidad de la planta. Estas varían mucho localmente y se adjudican a una y otra especie. Se reproducen algunos de esos nombres para ilustrar la situación: "chaguar blanco", "chaguar santiagueño", "chaguar rosado", "cardo gancho", "cardo gancho blanco" asignados a Bromelia hieronymi ; "cardo gancho", "chaguar morado". "chaguar chaqueño" para B. serra; "chaguar salado", "chaguarillo", para Deinacanthon urbanianum; "caraguata'y", "caraguatá chuza", "cardo gancho" aplicados a Aechmea distichantha. En las lenguas indígenas locales estas especies habitualmente tienen sus nombres vernáculos, los cuales fueron recopilados, pero en aras de la brevedad no los consignamos en este escrito. Las bromeliáceas en las fuentes históricas Con frecuencia aparecen las bromeliáceas en obras de autores del período colonial que reseñaron la vida en estas tierras. La mayor parte de estas noticias son de difícil interpretación; en otros casos se observa una gran confusión por parte del propio escritor, quien, en su relato, vincula las bromeliáceas con cardos y otras plantas arrosetadas y con espinas de otras regiones.

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En estos escritos, las bromeliáceas suelen presentarse con las siguientes informaciones: los nombres vulgares en las lenguas de contacto, "caraguata" (guaraní) o "chaguar" (quechua), o en algunas lenguas de indígenas chaquenses. Suelen diferenciar a las especies por su hábitat, su apariencia, su tamaño, el largo de las hojas o la dureza de las fibras. A veces dan ciertas descripciones de las inflorescencias o de los frutos, la cuales nos dan indicios para interpretarlas, sobre todo cuando se corresponden con los de Bromelia serra o B. balansae. Se caracteriza con mayor facilidad a Pseudananas sagenarius, ya sea porque se da una descripción de su hábito o porque dan su nombre común en guaraní: "yvira". En otros casos se menciona su virtud de conservar agua bebible en la cisterna foliar, lo cual revela a Aechmea distichantha. Entre estos autores, todos ellos escritores clásicos de la historia rioplatense, recordamos a Azara (1809: 136137), Cardiel (1920: 378), Lozano (1941: 43, 85), Paucke (1944 III, 2a: 220) y Dobrizhoffer (1967 I: 514-517). Todas las citas de estos autores, sin embargo, requieren un análisis meticuloso, a fin de que se arribe a conclusiones aceptables. Estos pasos exceden los propósitos de este relato; pero aún así se desea ilustrar un caso específico. Se trata de la obra del padre M. Dobrizhoffer, escritor del siglo XVIII cuya "Historia de los abipones" hemos analizado pormenorizadamente para desentrañar sus noticias sobre vegetales. El citado religioso, bajo el acápite "Diversas especies de caraguatá", presenta un abigarrado y confuso material y el escrito revela que él reunió en un concepto único a especies disímiles pertenecientes a varias familias: bromeliáceas, umbelíferas, agaváceas y liliáceas Dobrizhoffer (1967 I: 514-517). La problemática taxonómica A las dificultades de interpretación de las noticias de las fuentes antiguas, a los datos proporcionados por legos en botánica, a las confusiones resultantes de la variación de nombres vulgares, entre otras, se suman los problemas de índole taxonómica. Las bromeliáceas fueron motivo de numerosas monografías de conjunto, o fueron tratadas en el marco de floras regionales. Los clásicos trabajos de Mez (1896), Hassler (1919), Castellanos (1945), Smith & Downs (1974, 1979) y Reitz (1983) dan una información muy completa y son de gran utilidad para interpretar las especies que son motivo de este estudio. Las distintas especies chaqueñas tratadas en esta investigación, cuando se hallan en flor o fruto, no presentan mayor dificultad para su identificación a campo. Aunque un buen conocimiento de la flora permite reconocerlas en su hábitat, aún estériles. Esto es imposible con material de herbario. La situación es distinta con relación a Bromelia balansae y B. serra, de las que se debe contar necesariamente con material en flor para tener una identificación certera. B. hieronymi, sin embargo, es inconfundible: su inflorescencia paniculada, amplia, rojiza, sus frutos verdosos, laxamente dispuestos, la aparta de sus congéneres chaqueños. Tampoco ofrece dudas Pseudananas sagenarius, con su largo escapo, inflorescencia simple, estrobilada, en espiga densa, con flores unidas entre sí, formando luego un sincarpio suculento, de hasta 20 cm de largo y 10 cm de diámetro. En cuanto a Deinacanthon urbanianum, este taxón fue transferido sin dar suficientes razones al género Bromelia (Smith 1967: 174; Smith & Downs 1979: 1687-1690). En este trabajo se emplea el antiguo nombre -D. urbanianum- ya que es el más usado por los autores locales (Subils 1984: 277). Su apariencia es completamente diferente a la de las otras especies de Bromelia locales, por lo que no habría posibilidad de confundirla con ellas a la vista de un ejemplar fértil, y aún estéril. Pero, por su aspecto vegetativo D. urbanianum y Dyckia ferox se asemejan, motivo por el que pueden ser confundidas con facilidad. Además, ambas especies viven en el sotobosque xerófito, frecuentemente compartiendo el mismo nicho. Una vez con flores o frutos, las diferencias resaltan a simple vista. D. urbanianum posee inflorescencia sésil, simple, pauciflora y densa, poco visible en la roseta foliar. Sus frutos son bacciformes, amarillentos cuando maduros, con el cáliz persistente coronándolo. Mientras que D. ferox posee una panícula amplia, que emerge de la roseta foliar; consta de ramitas

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laterales donde están las flores sésiles, de corola amarillo-naranja. Las cápsulas son negras, fusiformes, dehiscentes. Finalmente, Aechmea distichantha posee una inflorescencia paniculada, erguida, más o menos abierta, rosada, que generalmente emerge de la roseta foliar; sus bayas son algo secas, blanquecinas. Las bromeliáceas comestibles Uso de partes vegetativas Dos especies de Bromelia de la zona son empleadas para consumir entre distintos grupos étnicos. Son ellas Bromelia serra y B. hieronymi. Los wichí y algunos grupos choroti también le dan la misma finalidad a Dickya ferox. El uso de estas bromeliáceas está difundido por todo el Chaco, lo cual motivó un estudio pormenorizado sobre el tema desde un punto de vista etnobotánico y morfológico (Arenas y Arroyo 1988). En dicho estudio se ha establecido que las partes aprovechadas son las vainas foliares, la parte apical del eje vertical y los estolones jóvenes. Como el procedimiento es similar para las distintas especies, se hace una descripción las abarca a todas. La primera etapa del proceso para aprovecharlas consiste en reunir una apreciable cantidad de leña para preparar una fogata; ésta se realiza en las inmediaciones del matorral donde se hará la colecta. El proceso de recolección es arduo por lo denso de las asociaciones de estas plantas así como porque las rosetas están armadas de espinas, que son muy molestas. Por este motivo, la recolectora golpea las hojas con un palo con el fin de fracturarlas y hacerlas más manejables. El instrumento para efectuar este trabajo es el palo-horqueta; éste se confecciona con una rama de alguna leñosa de madera resistente, que lleve una horqueta en uno de sus extremos; la otra punta se aguza en forma de bisel. Con su útil listo, la mujer golpea los estolones, para cortarlos, y en las bases de las rosetas para arrancarlas. Cuando la planta está a punto de ser desarraigada, la levanta usando como palanca la horqueta. Separada la planta del suelo, arrolla las hojas fracturadas con la horqueta y la levanta llevándola encima de las leñas amontonadas, ya dispuestas para el fuego. Reunida suficiente cantidad de rosetas, se enciende el fuego. Se produce una gran fogata que quema las rosetas; éstas producen un estruendo de chisporroteos y un denso humo. Se debe cuidar que el fuego no dure mucho tiempo, no más de aproximadamente media hora, pues se corre peligro que se queme la roseta. Ésta queda reducida, ennegrecida, con los limbos quemados. La mujer las reúne y las carga en su bolsa de acarreo y las lleva a la casa. Allá, se las asa entre ceniza caliente o se hierven. Hay diversas maneras de consumirlas; pero el primer paso consiste en cortar con un útil filoso el resto quemado del limbo; luego, se toma la roseta con ambas manos y se tuerce su base. Se rompe el eje vertical y queda separada la parte superior tierna de la basal, que es la más dura. Se deshoja una a una la roseta, de una manera parecida al uso del "alcaucil" (Cynara scolymus L., Compositae). Algunos las consumen directamente, a medida que es deshojada, mientras que otros cortan una a una con un instrumento filoso (cuchillo, machete), reduciéndolas a rodajas de la parte amilácea; al ser extraídas todas las vainas queda al fin la parte tierna del eje vertical. Diversos grupos indígenas frecuentemente pringan estas partes en varias clases de grasas. Los que habitan ámbitos fluviales recurren a las grasas de pescados. Una vez remojadas con grasa, o bien sin ella, las porciones son llevadas a la boca; la parte tierna del tallo se consume toda pero las vainas se oprimen con los dientes y presionándola de arriba hacia abajo se extrae la sustancia amilácea desechándose la gaba. Hay referencias, en ambas etnias, que a veces las remojan también con miel. Las rosetas asadas pueden guardarse por unos días (recuérdese que se usan en invierno); en ese lapso se endurecen, de manera que para consumirlas deben someterlas a un hervor. Quienes emplean Dickya ferox señalan que se debe cuidar que el material no se incinere ya que esta planta es de roseta muy pequeña. La recolectora se sienta cerca de la fogata y la cuida; va sacando las rosetas asadas o las remueve con un atizador. Cuando extrae la roseta la golpea con un manojo de yuyos para apagarle el fuego. Cuando se enfrían, las lleva a su domicilio donde las

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comen directamente o las someten a un hervor. Este artículo es prácticamente inexplotado hoy día. Su pequeño tamaño y lo exiguo del material ingerible lo hacen poco atrayante. Los lengua-maskoy del Chaco paraguayo refieren también una aplicación similar para Deutherocohnia meziana Kuntze; sin embargo, su uso se circunscribe a momentos de mucha necesidad y carencia de otros alimentos ya que el sabor de este producto es poco agradable por lo amargo. Cabe agregar que los niños de hoy día comen con gusto los “brotes” jóvenes (ejes laterales) de B. hyeronymi crudos durante sus correrías y juegos por el monte. Esta es una nueva modalidad, que era desconocida por las generaciones anteriores. Frutos y semillas Los frutos maduros de Bromelia serra y B. balansae se consumen de manera generalizada entre los distintos grupos étnicos; algunos los cocinan, son hervidos, en tanto otros los emplean crudos. Estos frutos crudos hacen "arder" la boca pero pasa al rato, no la daña. El jugo de los frutos hervidos algunos beben. Se menciona entre algunos grupos étnicos como material para hacer fermentar para aloja. De todos modos, el uso del fruto es limitado debido a su sabor "picante" más aún teniendo en cuenta los sabores que se estiman en nuestros días. Cuando los frutos se hierven se chupan y se mascan, tragándose el jugo, de una manera parecida a la añapa; la gaba se desecha. En cuanto a las semillas, tenemos noticias de su empleo entre una parcialidad wichí de la provincia de Salta (Argentina). Para tal fin, extraen o separan las semillas de los frutos maduros, las tuestan y luego las muelen. El polvo resultante se come directamente o bien se disuelve en agua y se toma como una sopa espesa. Las fibras de las bromeliáceas Las etnias del Gran Chaco preparan sus hilos con fibras de dos bromeliáceas nativas de su región. A partir de estos hilos fabrican un conjunto importante de utensilios, que tuvo relevancia en el pasado. Se considera que estas sociedades, luego de los pueblos andinos, poseen la tradición más rica en tejidos de punto; sus técnicas son supervivencias de las más antiguas modalidades textiles en Sudamérica. En la actualidad estos pueblos incorporaron en el mercado de artesanías un conjunto de materiales que gozan de mucha aceptación: se destacan especialmente las “yicas”, que son bolsas pequeñas destinadas para distintos usos. Se confeccionan también cortinas, tapices, caminos de mesa, adornos, monederos, entre otros artículos. Las plantas que sirven como materia prima textil son dos especies de bromeliáceas: Deinacanthon urbanianum y Bromelia hieronymi. Son plantas arrosetadas, espinosas, suculentas, que forman matorrales muy densos en el sotobosque chaqueño. Las fibras de mejor calidad son las que corresponden a la primera especie; son duras, tenaces y soportan muy bien el agua. Por tal motivo son las más cotizadas y explica que se las empleara antiguamente para los cordeles de las flechas, para las redes de pescar o para las trampas para grandes animales. La fibras de B. hieronymi son de inferior calidad; pronto se fragmentan y se pudren rápidamente; tienen como ventaja que las hojas de la planta son grandes y rinden más fibras; esto motiva que sean explotadas actualmente para la artesanía comercializada. El proceso de extracción, transporte, descarnado, limpieza, secado, torcido, teñido, hilado y confección de la pieza, es labor de las mujeres. El proceso es complejo y largo, y requiere tiempo y mucha dedicación por parte de las artesanas. Su arte y habilidad en estos menesteres la dota de gran prestigio entre sus congéneres. Cuando se efectúa la recolección, las mujeres se internan en el monte en grupos y van provistas de sus utensilios para extraer el material, así como de los elementos para transportarlos (cordeles, bolsas de acarreo). Para separar las hojas de la roseta foliar, suelen estirarlas a mano una por una, o bien, lo hacen con la ayuda de un útil adecuado. Los instrumentos que suelen emplear para estos fines son la clava o el palo-horqueta con extremo aguzado. En la actualidad, los machetes son de uso frecuente.

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Cuando carecían de otros elementos tecnológicos, los aborígenes del Chaco empleaban como cordeles fibras vegetales y cueros. Con esta materia prima construyeron una gran cantidad de implementos para satisfacer sus necesidades. Los ámbitos de la vida donde cumplen funciones los objetos preparados con las fibras de las bromeliáceas se fijan del siguiente modo: Utilitario, festivo y expresivo- ornamental. Recordemos algunos de los materiales que se usaron, y que en algunos sitios aún se emplean: Bolsas para acarrerar y transportar objetos; tienen distintas formas y tamaños, y son apropiadas para cumplir diversas funciones; se debe destacar que estas etnias no emplearon la cestería, siendo estas bolsas las que cumplían este papel. Redes de pesca, lazos para trepar a los árboles o para transportar leña, cuerdas para los arcos, hamacas. Chaleco-coraza para las guerras, taparrabos, faldellines, mantos, pierneras para la pesca. Atuendos festivos, máscaras, cordeles para los adornos plumarios y de cuentas. Útiles aplicados en las prácticas mágicas y chamánicas. Son estos algunos de los objetos preparados con estas fibras. Existen tres modalidades para separar las fibras: 1) Fricción de las hojas contra un lazo atado a un palo; 2) Separación manual de las partes suculentas (“pelado”) o con la ayuda de un instrumento filoso; 3) Macerado o golpeteo de las hojas con un palo o garrote. El primer método se aplica habitualmente con Deinacanthon urbanianum, mientras que los otros dos siguientes se emplean con Bromelia hieronymi. Detalles y más informaciones pueden consultarse en nuestra contribución sobre esta temática (Arenas 1997). Algunas bromeliáceas de importancia para los nativos del Gran Chaco Deinacanthon urbanianum (Mez) Mez D. urbanianum tiene una amplia distribución en montes xerófitos chaqueños y de zonas aledañas, desde el Paraguay, al N, a través de todo el Chaco seco, hasta Santa Fe (Argentina). Al W los montes secos y serranías de hasta 850 m de Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Córdoba, San Luis y Mendoza. Como se señaló antes, esta es la fibra más apreciada en la cordelería chaqueña. Tiene el inconveniente de ser escasa en muchos sitios y en vastas regiones falta completamente. En esos casos la suplantan con Bromelia hieronymi, o bien emprenden excursiones de colecta a los lugares donde es posible hallarla. A D. urbanianum, de acuerdo a los informantes de distintas etnias, se destaca como poseedora de las fibras más tenaces y resistentes al desgaste, a la humedad y al agua. Su durabilidad la distingue por sobre las otras, y para los artículos en contacto con el agua, como son las redes de pescar, cuerdas para el acarreo de pescado, etcétera, es insustituible. Su uso se registró entre los chulupíes, chorotis, lenguas, maká, matacos, pilagás y toba-pilagás. Los ayoreos, sin embargo no lo emplean, pese a conocer su valor textil. Esta etnia sólo recurre a B. hieronymi, planta sin duda arraigada en su tradición. Los ayoreos que están asentados en las Colonias mennonitas del centro del Chaco paraguayo, observan que sus vecinos lenguas y chulupíes extraen las fibras de D. urbanianum con provecho y pese a conocer su excelencia no lo han adoptado. Bromelia hieronymi Mez Heliófila, crece en bosques xerófitos de la provincia fitogeográfica chaqueña. Habita desde el SE de Bolivia a través del Chaco paraguayo y argentino, hasta las provincias de Tucumán, Santiago del Estero y Chaco. Pudo observarse su uso como textil para la confección de diversos útiles. Su empleo se da entre ayoreos, matacos, chorotis y -muy limitadamente- entre los toba-pilagás. Entre los lenguas y los maká sólo sirven para confeccionar hisopos para miel. Por diversos motivos, en algunas comunidades indígenas, el uso de B. hieronymi está más generalizado. Una de las razones aducidas por los informantes es que las hojas son más largas (y por ende las fibras) que las de D. urbanianum, que dan una mayor proporción de fibras con lo que el rendimiento es mayor. Sobre este mismo punto, von Koschitzky (1992: 82) aclara que los matacos

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diferencian las excelencias de las fibras de D. urbanianum con respecto a las de B. hieronymi, pero que en razón de no percatarse de ellas los acopiadores y comerciantes, preparan los objetos con las fibras de la última. Esta autora señala también que las piezas para la venta se construyen con hilos más delgados y el tipo de malla aplicado es el menos laborioso. Pseudananas sagenarius (Arruda da Camara) Camargo Vegeta en el interior de bosques húmedos y sombríos; es característico en bosques de galería. Se extiende desde el nordeste, centro y este de Brasil, a través del Paraguay Oriental hasta la Mesopotamia argentina. Se halla en toda la cuenca de los ríos Paraguay y Paraná, desde Bolivia hasta la altura del litoral santafecino. Es muy conocido el uso textil del "yvira" entre los nativos de filiación guaraní en el Paraguay oriental (Susnik 1986: 28; González Torres 1991: 208; Perasso 1992: 50, 90). Sólo se pudo observar en uso entre los maká, asentados en nuestros días en la ribera o inmediaciones del río Paraguay. La modalidad de extracción de fibras es semejante a la aplicada a Deinacanthon urbanianum; es decir, mediante la fricción de las láminas contra un cordel atado a un poste. Bromelia serra Grisebach Su área de distribución es amplia; pero se trata de un elemento característico del Dominio Chaqueño. Ocupa la región desde Bolivia y centro de Brasil, hallándose en toda la extensión del Chaco, hasta el N santafecino de Argentina. Su presencia se pudo documentar en gran parte de las zonas donde se realizaron las investigaciones. Sin embargo, durante los trabajos de campo, nunca se observó que fuese usada con fines textiles. Puede agregarse, con mayor contundencia, que los numerosos informantes de las etnias lengua, maká, mataco, chulupí, ayoreo, choroti, toba-pilagá y pilagá, le restaron todo interés en ese sentido. Su valor económico se destaca en el rubro alimenticio. Bromelia balansae Mez Frecuente en el sotobosque umbrío, es una planta asociada con el ámbito fluvial. Se distribuye desde Colombia, Amazonia, Centro y Este de Brasil, Región Oriental del Paraguay, hasta Corrientes y Misiones y las zonas ribereñas de Formosa y Chaco en Argentina. Las investigaciones de Martínez Crovetto (1964: 293, 306, 307; 1968a: 15) entre tobas orientales y vilelas consignan la aplicación de esta especie como textil. A ello se debe la inclusión de B. balansae en este repertorio. B. balansae está muy difundida al este del curso de los ríos Paraguay y Paraná, límite oriental del Chaco. Su presencia es poco conocida en el ámbito chaqueño; su hábitat estaría confinado a las áreas colindantes con ambos ríos. Presenta gran similitud con B. serra en su aspecto vegetativo, y aún en las inflorescencias y frutos (Vide supra, La Problemática Taxonómica). Dyckia ferox Mez Es un "cardo" terrestre que crece en campos y bosques xerófitos y serranías. Se extiende su territorio desde el Sudeste de Bolivia y el Mato Grosso brasileño y abarca partes de Paraguay Oriental, la Mesopotamia Argentina y el Gran Chaco de los países mencionados (Smith & Downs 1974: 543). Durante los trabajos de campo se recolectó la planta y se reunieron datos relativos a D. ferox. Se comprobó que los matacos y chorotis consumen las bases de las rosetas foliares. Respecto a su aplicación textil, no se pudo verificar con ninguno de los grupos nativos estudiados. Al contrario, fue resaltada la fragilidad y el poco valor de sus fibras. Sin embargo, hay referencias bibliográficas que consignan el uso de una especie de Dyckia en cordelería entre nativos de la región (Chase Sardi 1972: 157 y 160; 1983: 204; Seelwische 1978: 84; Martínez Crovetto (1968b: 9; 1989: 183).

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Hay que señalar que D. ferox es la especie más común en el Chaco. D. chaguar Castellanos es considerada un sinónimo de D. floribunda Griseb. (Smith & Downs 1974: 545); su área de distribución está más restringida al Centro y Noroeste argentino, habitando en laderas rocosas áridas entre 800-1200 m de altura. Por tanto, el binomio D. chaguar no sería aplicable a especies de las llanuras chaqueñas. Aechmea distichantha Lemaire Terrestre o epífita; se distribuye desde el Centro y Sudeste de Brasil, abarcando el Sudesde de Bolivia, Paraguay, Norte de Argentina y Uruguay. Esta bromeliácea es también habitante del sotobosque del oriente chaqueño. Se documentó su presencia hasta el centro del Chaco, casi hasta los 61° long. W, en Las Lomitas (Argentina, Provincia de Formosa). Sus frutos son comestibles, se bebe el agua que se reúne en la cisterna conformada por la roseta foliar; suelen atribuirle cualidades para la medicina y la magia; forma parte de algunos instrumentos de la cultura material (Kerr 1894: 73; Schulz 1963: 62; Martínez Crovetto 1964: 304; Martínez Crovetto 1981: 25; Arenas 1981: 136; Arenas 1982: 219-220; Arenas 1983: 189). Las informaciones obtenidas de diversos pueblos nativos chaquenses no le atribuyen uso textil; lo demostraron las encuestas se realizaron con lenguas, maká, chulupí, toba-pilagá, pilagá, chamacoco. Contrariamente a estas indagaciones, existen algunos datos de la literatura que sí le atribuyen uso textil (Morong & Britton 1892: 236; Cenoz 1913: 30). Estos se deben, probablemente a identificaciones o interpretaciones erróneas. Tillandsia spp. Son varios los "claveles del aire" que tienen interés para los habitantes del Chaco. Así, se conoce un grupo de especies que sirven para clarificar el agua turbia de los ríos u otros cuerpos de agua. Para tal fin, indígenas y criollos machacan las hojas y las colocan en el agua; transcurrido un tiempo determinado "la suciedad" decanta al fondo, usándose la porción limpia del líquido. Se mencionan en este rubro aquellas especies de mayor tamaño como T. duratii Vis., T. lorentziana Griseb. y T. meridionalis Baker. Algunas gozan también de reputación como medicinales. Por sus propiedades contraceptivas las tobas beben un trozo del escapo floral de T. duratii, mientras que para engordar, toman el agua de la decocción de T. aëranthos (Loisel.) L.B. Sm. (Martínez Crovetto 1964: 326). Las mujeres pilagá usaban también como contraceptivo la decocción de la planta entera de T. duratii y T. streptocarpa Baker; las cenizas de la primera aplicaban externamente sobre granos para cicatrizarlos (Filipov 1997: 45). Las bromeliáceas textiles y la industria Desde fines del siglo pasado, con la expansión económica en Argentina, se iniciaron las exploraciones de los recursos naturales del Chaco. Uno de sus objetivos fue contabilizar y ensayar productos de interés industrial. Las plantas que dan fibras, y especialmente las bromeliáceas, dieron lugar a estudios técnicos de diversa índole; éstos cobraron mayor énfasis en los años 40. Consecuentemente con estos acontecimientos, fueron desarrollándose varias industrias que extraían fibras de los "caraguatás" o "chaguares". Estas plantas fabriles se asentaron en las provincias de Corrientes, Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Tucumán; todas ellas tuvieron corta vida (Matoso 1893: 193-194; Cenoz 1913: 30; Muello 1926: 8, 104; Girola 1928: 32-39; Luna Encilla 1948: 7-40; Torres 1975: 38; Luna Ercilla 1977: 12-13; Seelstrang 1977: 55). En Paraguay se emprendieron también algunos estudios tecnológicos parecidos (Range 1921: 109-141). . Durante la segunda guerra mundial numerosas plantas con interés industrial adquirieron nuevo impulso. Las bromeliáceas textiles proveyeron materia prima sucedánea del yute, cáñamo y lino textil ante el desabastecimiento del comercio internacional. El intento de explotación racional animó a técnicos y a entes estatales y tomó impulso en los años 50. Los estudios técnicos realizados

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de 1944-52 arrojaron que la especie de mayor difusión era Bromelia serra (Luna Ercilla 1977: 15). Algunos ensayos de cultivo de estas bromeliáceas textiles fueron promovidos en campos de experimentación en provincias chaqueñas de Argentina, siendo sus resultados promisorios (Luna Ercilla 1948: 67-84; 1977: 23). Muchos afanes y esfuezos dedicó a esta temática el ingeniero agrónomo C. A. Luna Ercilla. Este autor (Luna Ercilla 1949: 6-12; 1977: 26-29) efectúa descripciones de los diversos procedimientos que practicaron las industrias para el desfibrado, desgomado y blanqueo, así como de las características de las máquinas empleadas. Una síntesis de los numerosos ensayos reúne en un trabajo (Luna Ercilla 1977: 6-25), donde menciona las cualidades de las bromeliáceas textiles chaquenses. Su orden de importancia industrial es: Pseudananas sagenarius, Bromelia hieronymi, B. balansae, B. serra, Deinacanthon urbanianum, Dyckia chaguar y Aechmea distichantha. Nótese que la más estimada por los indígenas ocupa el quinto lugar. Pese a que la proporción de fibras que contienen las hojas es elevada y de buena calidad, esta industria no prosperó debido a las dificultades con el mercado; se argumentó que la calidad y el precio no eran adecuados a la demanda. También se mencionaron deficiencias en las técnicas de explotación y de las maquinarias comprometidas (Girola 1928: 32-33, 39; Luna Ercilla 1949: 6-15; Remussi: 1951: 166; Luna Ercilla 1964: 1110). Luna Ercilla (1949: 6-7; 1964: 1110; 1977: 18) señaló las posibilidades y cualidades de estas bromeliáceas, con las que podrían fabricarse delicadas telas, semejantes a la batista. O para bramantes, cuerdas para pescar, telas de arpillera, bolsas de envasado, etc. Pueden constituirse en sustitutos del yute, cáñamo, pita floja, crin vegetal, lino textil, etcétera. Pese al entusiasta optimismo de la explotación industrial (Luna Ercilla 1977: 22-23), no prosperaron estos emprendimientos. Si tomamos en consideración el habitual modus operandi de estas industrias en la zona, sus efectos habrían sido altamente negativos. En efecto, en los casos en que se dio -o se dan- usos extractivos de las especies nativas, no se las repuso. En cierta forma, se puede decir que el fracaso de la explotación industrial de las bromeliáceas ha sido por fortuna para la naturaleza. El Chaco es un ámbito particularmente frágil. Ha sufrido un fuerte impacto por la explotación de sus bosques y de sus pasturas por la introducción del ganado. De desaparecer o menguar las bromeliáceas, que son representantes notorios del tapiz vegetal, los suelos habrían sufrido percances aún mayores. BIBLIOGRAFIA Arenas, P. 1981. Etnobotánica lengua-maskoy. Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC), Buenos Aires, 358 pp. Arenas, P. 1982. Recolección y agricultura entre los indígenas maká del Chaco Boreal. Parodiana 1: 171-243. Arenas, P. 1983. Nombres y usos de las plantas por los indígenas maká del Chaco Boreal. Parodiana 2: 131-229. Arenas, P. y Arroyo, S.C. 1988. Las especies comestibles del género Bromelia (Bromeliaceae) del Gran Chaco. Candollea 43: 645-660. Arenas, P. 1997. Las bromeliáceas textiles utilizadas por los indígenas del Gran Chaco. Parodiana 10: 113-139. Azara, F. de. 1809. Voyages dans l'Amérique Meridionale. Tome I, M. Sonnini, Paris. Cardiel, J. 1920. Recuerdos del Gran Chaco. Estudios 18: 372-380. Castellanos, A. 1945. Bromeliaceae. In: Descole, H.R. (ed.), Genera et Species Plantarum Argentinarum 3: 107-382. Cenoz, P. 1913. El Chaco argentino. Edit. J. Peuser, Buenos Aires, 165 pp. Chase Sardi, M. 1972. Breves notas de campo sobre algunos deportes nivaclé (1) Suplemento Antropológico, Universidad Católica de Asunción 7: 153-162.

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