ARCINIEGA GARCÍA, Luis. \"Turismo cultural y catalogación del patrimonio en la obra de Elías Tormo\", Elías Tormo, apóstol de la Historia del Arte en España. Valencia: Institució Alfons el Magnànim, 2016, p. 243-254

May 24, 2017 | Autor: L. Arciniega GarcÍa | Categoría: Cultural Heritage, Heritage Tourism, Cultural Tourism, Historiography (in Art History)
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Descripción

Turismo cultural y catalogación del patrimonio en la obra de Elías Tormo LUIS ARCINIEGA GARCÍA (Universitat de València)

La inclinación de Tormo hacia el viaje se forjó paulatinamente y de modo paralelo a su interés por la historia del arte. Durante su infancia y primera juventud se mantuvo aletargada1. En sus años en Albaida y Valencia la mayoría de las obras de arte eran para él simples objetos devocionales, mientras que al viaje se acercaba como recurso literario de distracción, ensoñación y devoción; por ejemplo, su convalecencia por el tifus de 1885 transcurrió escuchando algunos de los recorridos por Tierra Santa e Italia2. Sin embargo, cuando en 1890 se estableció en Madrid se produjeron dos acontecimientos fundamentales en su vida: uno, la visita al Museo del Prado, que mantuvo con fidelidad puntual y en buena medida le caracterizó y hasta caricaturizó3; y dos, su contacto con la familia Cervino. Con ellos desarrolló el entusiasmo por la visita y el viaje de sesgo cultural y principalmente histórico-artístico. Juntos se entregaron al excursionismo local y nacional, e incluso emprendieron viajes de mayor exigencia, por Italia los tres y el hermano de Tormo en 1896 con la excusa de la luna de miel del matrimonio Tormo - Cervino, por el norte de Francia Marcelo y Elías… Esta impronta se convirtió en la auténtica cimentación de su condición de historiador del arte, docente4 e investigador. Sin apenas bibliografía específica ni repertorios gráficos, sin catálogos monumentales…, el acceso a la obra suponía una exigencia y así lo vivió y transmitió. Además, el viaje constituía un género en sí mismo a disposición del desarrollo del turismo cultural, que a su vez permitía un primer acercamiento a la catalogación del patrimonio.

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Unánimemente se reconoce que fue un incansa ble y constante viajero, y el de mayor bagaje entre sus colegas, pues recorrió toda España y el resto de Europa, así como el norte de África y el Próximo Oriente. Su discípulo Enrique Lafuente Ferrari, en 1951 al tratar los precedentes que justificaban el carácter Discurso de ingreso de E. ascensional de la historia Lafuente Ferrari en la Acadedel arte en España señaló mia de Bellas Artes de San tres que convergían en Fernando, 1951. Con nota Tormo5: la primera gene- autógrafa de E. Tormo señalando que lo recibió la ración de estudiosos del antevíspera. arte, en la que incluyó a su maestro, cabeza y arranque de los estudios histórico-artísticos6; las exposiciones de 1892 conmemorativas del Descubrimiento de América, y de la que podemos decir que Tormo junto a Dolores y Marcelo Cervino visitaron y estudiaron en disciplinado ejercicio autodidacta hasta el punto de confeccionar para su consumo un libro sobre la misma; y la fundación en 1893 de la revista Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, de una institución que surgió por el interés hacia aspectos paisajísticos y arqueológico-artísticos y el convencimiento en la

Así lo cuenta en TORMO, Elías. “Prólogo…”, 1949. También en Memorias a mis nietos. POLO Y P EYROLÓN, Manuel. Guía de Tierra Santa y relato de la peregrinación general española a los Santos Lugares en Octubre de 1881. Palma: Tip. Católica-Balear, 1882. A LARCÓN, Pedro Antonio de. De Madrid a Nápoles… Madrid: [s.n.], 1861, aunque con numerosas ediciones posteriores. Rodeado de alumnado, principalmente femenino, y ante obras del museo del Prado representó al “profesor Tormo y su sabiduría”, José María Florit, junio de 1915, en el álbum de retratos-caricaturas de los contertulios domingueros en Casa de Osma, Instituto Conde de Valencia de Don Juan, Madrid. Sobre la importancia docente del viaje véase en este mismo libro nuestra contribución en el artículo “Tormo y la Universidad: El acceso a la cátedra, actividad docente y gobernanza”. LAFUENTE FERRARI, Enrique. 1951, prefacio. En concreto, cita en la primera generación a “don Elías Tormo, D. Manuel Gómez-Moreno, D. Manuel B. Cossío, D. Andrés Ovejero, D. José Jordán de Urríes, D. Francisco Murillo... Sus libros o sus lecciones formaron a las generaciones que hoy se hallan en la madurez y que aseguran la continuidad a una tradición que importa mantener”.

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importancia que estos tenían en la configuración de una identidad nacional. Lafuente Ferrari no hizo sino recoger lo admitido durante años por los propios protagonistas, lo que suponía alterar el orden de la enumeración. En este sentido, la exposición de obras procedentes de los más diversos lugares con motivo de las exposiciones conmemorativas del descubrimiento de América, alentó una curiosidad por seguir disfrutando de hallazgos similares a través de la Sociedad Española de Excursiones, fundada en 1893 por Jerónimo López de Ayala, conde de Cedillo entonces vizconde de Palazuelos, el militar Adolfo Herrera y el químico Enrique Serrano Fatigati, su primer presidente, que con el tiempo se alternarían en el cargo y a comienzos del siglo XX todos serían nombrados académicos. Como años más tarde afirmó Tormo, las obras de arte expuestas en la Exposición Histórico-Europea e Histórico-Americana despertaron el entusiasmo por la Historia y Arte nacionales, y dieron como resultado la creación de la Sociedad y de su revista7, cuyo primer artículo se dedicó al frontal de la catedral de Tarragona expuesto en la primera de ellas. Una elección motivada por la calidad de la pieza, y tal vez por la situación geográfica de la misma ante la imbricación que en este momento tenía en Cataluña el excursionismo y el nacionalismo. Las citadas exposiciones despertaron un enorme interés por el arte, pero fueron excepcionales. Por esta razón, si las obras no se traían, había que buscarlas en sus lugares de origen, darlas a conocer y con ello favorecer su conservación, así como la creación de una conciencia histórica. Eran objetivos parecidos a los de sus predecesoras, aunque obviamente con diferente intención o foco de selección de identidad: la Academia Mallorquina de Literatura, Arqueología y Bellas Artes (1837) fundada por Joaquín María Bover y Antonio Furió e inmediatamente disuelta por motivos políticos, la Sociedad Numismática Matritense (1837) fundada por Basilio Sebastián Castellanos de Losada, que es la que guarda mayor relación con la que se fundará a finales de siglo8 nuevamente en Madrid, la Sociedad Arqueológica Tarraconense (1844) fundada por Juan Francisco Albiñana y de Borras, la Sociedad Arqueoló-

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gica Valenciana (1871) fundada por Vicente Boix con el impulso del de la Matritense, la Associació Catalanista d’Excursions Cientifiques9 (1876) y el Centre Excursionista (1880) fundado por Teodoro Llorente Olivares en la asociación Lo Rat Penat (1878) de Valencia. Las asociaciones de excursiones catalana y valenciana surgieron en los años juveniles de Elías Tormo, y por ellas mostró gran interés. Admiraba en ambas la encomiable tarea de hacer valorar el pasado a través de sus vestigios, pero se sintió más próximo de la valenciana por compartir paisanaje e ideológica regionalista conservadora y conciliadora con lo castellano. Llorente, hasta su muerte en 1911, fue el gran impulsor de un “excursionisme intel·lectual”10 que tenía como principal vía de expresión Las Provincias, del que era su propietario y director desde su creación en 1866 hasta 1904. Tormo fue suscriptor de dicho diario y amigo de su fundador. En un tiempo en el que escaseaban las vías de expresión histórico-artística, un diario receptivo a estas publicaciones era un canal sumamente apreciado. En concreto, Tormo en álbumes con tapas de pergamino clasificó centenares de recortes periodísticos11, muchos de este diario, y en él publicó algunos de sus trabajos de mayor impacto, como los que después se agruparon en formato libro sobre las tablas de primitivos en Játiva. Por el contrario, a partir de la última década del siglo XIX en la asociación catalana se pasó de un excursionismo sin pretensión política a otro que causó una fractura entre la conciencia nacional española y la catalana12. Al tiempo, por vecindad ya en su residencia en Madrid, se volcó en la Sociedad Española de Excursiones (1893), de obvia aspiración nacional, y en la regional Sociedad Castellana de Excursiones (1903), aunque en menor medida. El principal órgano de representación de la sociedad con sede en Madrid, y su única fuente de ingresos, fue el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, elaborado en las fototipias de Hauser y Menet, que además suministraba las láminas de gran calidad que ilustraban los artículos. La nueva publicación comenzó en marzo de 1893 con una periodicidad mensual, pasó a ser trimestral y finalmente anual. Se inició con un carácter misceláneo, pues el objeto y fin de la sociedad, así como

TORMO, Elías. “Nuestra Sociedad ”, 1934. También el editorial “La Sociedad Española de Excursiones y el 50º aniversario de su fundación”, BSEE. Año L, 1943, pp. 1-6. A RCINIEGA GARCÍA, Luis. 2001 y 2009. Por otro lado, se creó la Associació d’Excursions Catalana, que tenía un componente más geográfico y no albergó pretensiones nacionalistas. Sobre la Associació Catalanista d’Excursions Cientifiques véase CANIBELL, Eudald. 1921. VV.AA. 1975. ROCA, Rafael (ed). 2011. Biblioteca del Real Colegio de Corpus Christi, fondo Elías Tormo. Este giro a partir de la última década del siglo XIX lo constata MARFANY, Joan-Lluís. 1992.

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sus secciones mostraron su inquietud por las ciencias históricas y naturales, por la literatura y las Bellas Artes13. No obstante, pronto se especializó y se incluyó el subtítulo que mantuvo, hasta el final: “Arte Arqueología Historia”. Y dentro de estas, dominó la historia del arte, principalmente las artes figurativas y la arquitectura, cuyos textos iban acompañados por esmeradas y bellas fototipias. Tormo fue suscriptor del Boletín desde el primer año, y fue secretario de redacción, aunEncabezamiento de uno de los que con funciones de ejemplares del Boletín de la director desde 1915, tal Sociedad Española de Excursiones, 1915, con E. Tormo y como recordó en nucomo secretario. Y libreta de merosas ocasiones y se direcciones de los socios, con le reconoció14. Además, alguna correspondencia en su en él publicó con freinterior. ACCCV, Fondo Elías Tormo. cuencia, pues fue una de las pocas revistas que atrajo las más importantes firmas que en la época investigaban o pretendían difundir aspectos histórico-artísticos. Al mismo tiempo, en tirada aparte y formato apaisado para aprovechar la caja de lo publicado en el boletín, presentó las llamadas “Cartillas Excursionistas Tormo”, que decían estaban dirigidas al historiador y al “amateur”, comenzadas por la de Guadalajara (1917). Un inicio que tal vez no sea ajeno al nacimiento un año antes de la revista Archivo de Arte Español, fundada por José Galiay, que según sus intenciones surgía “como base de un turismo culto y bien orientado”, que evidenciaba claramente la imbricación de estos aspectos. En la Sociedad Española de Excursiones, Tormo estuvo detrás de las propuestas de aclamación de los presidentes. Así como de la iniciativa impulsada para ganar nuevos socios y abrirse a nuevas generaciones, y que consistía en

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Ejemplos de "Cartillas Excursionistas Tormo". En la VIII fechas de aparición entre 1917 y 1931.

unir los dos tipos de excursionismo que él practicaba, como muestra nítidamente el mismo título que tuvo la revista de abril de 1934 a junio de 1936 al incorporar la sección excursionista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. En definitiva, como concluía Tormo en la presentación de esta iniciativa, se esperaba acrecentar el excursionismo “gran instrumento de cultura y gran elemento de formación educativa”15. Durante los primeros 50 años de existencia se estimaba que se habían realizado unas doscientas excursiones; es decir, una media de cuatro por año, entre individuales y colectivas. Una cifra prácticamente coincidente con otras asociaciones similares; por ejemplo, la valenciana realizó en unos 30 años ciento cuarenta, con una media cercana a cinco por año. Además, las dos buscaban vías de expresión pública. En la valenciana a través del periódico Las Provincias, y en la española a través de su boletín, por el que se dio noticias de muchas de las excursiones a través de artículos de crónica, de crítica artística o de investigación profunda completada en los archivos. El marqués de Lozoya, historiador del arte y presidente de la sociedad en ese tiempo, hacía responsable a esta de crear “un espíritu nuevo de amor militante al arte y a los paisajes de España”, y calificaba su boletín de la “más importante colección de material gráfico y de monografías que se haya reunido en España”. Y en toda esta actividad se reconocía el especial protagonismo de Tormo. El presidente en su discurso citaba sus cartillas excursionistas entre las grandes series de artículos que se habían producido, y volvía a nombrar a Tormo entre las personalidades que habían hecho posible la existencia de la revista. Por su parte, el conde de Polentinos, que fue su cuarto presidente, también destacaba “al ilustre histo-

BSEE, vol. 1, nº 1, Madrid, 1º de mayo de 1893. Reglamento en pp. 1-4. ACCCV, Fondo Elías Tormo, legajo 2.7. Libro de direcciones de socios con fecha 1915, y varias cartas de 1918 sobre la sucesión al cargo de la presidencia. Sobre el recorrido de la Sociedad y la implicación de Tormo en ella da buen testimonio TORMO, Elías. “Nuestra Sociedad ”, 1934.

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riador del arte D. Elías Tormo”, por su trabajo, desvelo y constante colaboración16. Tras el accidente sufrido por Tormo en 1951, que le impidió ocuparse de manera efectiva de la secretaría de la revista, y aprovechando la reestructuración emprendida en 1953 para dar un nuevo rumbo a la publicación que permitiera salvarla, la sociedad decidió nombrar presidente de honor “al glorioso maestro D. Elías Tormo y Monzó, como pequeña muestra del reconocimiento que nuestra Entidad debe al que fue, por espacio de muchos años, su gran asesor, animador, Director efectivo del BOLETÍN y colaborador mediante copiosa y riquísima doctrina erudita”17. De hecho, la que calificaban como “gran revista del Arte español” estaba tan ligada a la figura de Tormo que juntos se eclipsaron en la misma década. Un año más tarde desapareció la revista y pocos años después murió Tormo. En aquel tiempo el viaje ya había perdido el carácter de proeza que tuvo antaño gracias a la progresiva mejora de las infraestructuras de carreteras y líneas de ferrocarril, pero continuaba brindando el sentimiento de descubrimiento de lo ignoto solo reservado a los pioneros. Situación explicable por la escuálida lista de publicaciones que facilitaran el viaje. En este sentido, es relevante señalar que entre el material procedente del archivo de Tormo para viajar por España abundan los planos y horarios de ferrocarriles y otros medios de transporte, pero la bibliografía estaba principalmente formada por las principales guías extranjeras disponibles en la época18, en muchas de las cuales escribió numerosas notas. Entre la literatura de viajes su biblioteca contaba con las obras traducidas al español de A. Laborde, al que tras su jubilación le dedicaría varios estudios y calificaría como magnánimo y “máximo sugestionador en toda Europa de los viajes a España, tan luego puestos de moda”19; y la de T. Gautier 20.

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Mientras que entre las guías de viajes se hallaba la conocida obra del aristócrata inglés Richard Ford21, agudo observador y pertinaz viajero por España, “Rerum Hispaniae Indagator Acerrimus” indicó su lápida. Su obra, editada por John Murray en 1845 tuvo diversas ediciones ampliadas, de las que Tormo utilizó la de 1852, lo que permitió adaptar sus “giras” o rutas por las carreteras recién construidas que articulan su texto22. En los anaqueles de la librería de Tormo también estaba la obra de A. Roswag de 1879 con insistencia en lo artístico y mapas y planos; la de Alfred Germond de Lavigne, que se publ icó en 1867 en la colección guides-Joanne y también tuvo diversas ediciones ampliadas, de las que en concreto usó la de 1888, que incluía mapas de carreteras y líneas de ferrocarril, perfil orográfico del centro de España y planos de ciudades y monumentos, así como la de 1911 con prólogo de Emile Bertaux; y la más moderna y famosa, la guía Baedeker publicada desde 1897 en alemán e inglés y desde 1900 en francés, que es la que poseyó23. Además, tenía otras más específicas, como la de August L. Mayer sobre Segovia, Ávila y El Escorial (1913) o la de Elie Lambert sobre Toledo (1925)24. La participación de estos reconocidos historiadores en el género de las guías, sin duda, estimularía en Tormo la idea de llevar a cabo empresas parecidas. Frente a este interés europeo por España, aunque tardío frente al despertado por otros ámbitos geográficos, no apareció una publicación semejante en español hasta que Eduardo Toda publicó Guía de España y Portugal (1892), que no figura entre los libros de Elías Tormo, ni la Novísima Guía. España y Portugal. Manual del viajero y del Turista (1924) de Enrique López, que tenía mapa de la Península y 57 planos de ciudades. La ausencia no excluye su consulta e incluso su posesión25, puesto que, obviamente, los libros podían encon-

Diferentes contribuciones con motivo del 50º aniversario de la fundación de la sociedad y su revista en BSEE, vol. 50, nº 1, 1943, pp. 1-6 (editorial), 145-155 (descripción de los actos conmemorativos, incluido el discurso del marqués de Lozoya, pp. 150-153, y el discurso del conde de Polentinos, pp. 154-155). “Nueva etapa en la vida de la Sociedad y del “Boletín”, en BSEE, vol. 57, 1953, pp. 5-8. Sobre ellas véase RUIZ BAUDRIHAYE, Jaime-Axel. 2014; y R ÍOS R EVIEJO, María Teresa. 2014. TORMO, Elías. Centenario…, 1944, p. 11. BRCCCV, Fondo Elías Tormo. LABORDE, Alexandro. Itinerario descriptivo de España. Valencia: Imprenta de José Ferrer de Orga, 1826 (sig. PAT 26.5/D-44). GAUTIER, Teófilo. Un viaje por España. Valencia: Imprenta El Pueblo (sig. PAT 25.5/E-75). ROBERTSON, Ian. 1976. BFSJHV, sig. 582. MURRAY’S, Jhon. Hand-book SPAIN. London: Printed et William Clowes and sons, 1852. BRCCCV, Fondo Elías Tormo. PAT 26.4/G-23. ROSWAG, A. Nouveau Guide du Touriste en Espagne et Portugal: itineraire artistique. Madrid: J. Laurent et Cie., 1879 (sig. PAT 26.4/G-23). GERMOND DE LAVIGNE, Alfred. Espagne et Portugal. Paris: Hachette, 1888 (sig. PAT 25.4/F-56). BAEDEKER, Karl. Espagne et Portugal. Manuel du Voyageur. Paris: Baedeker (sig. PAT 26.5/A-8). BRCCCV, Fondo Elías Tormo. M AYER, August L. Segovia, Avila und El Eskorial. Leipzig: Seemann, 1913 (sig. PAT 25.1/D-77) y LAMBERT, Elie. Tolede. Paris: Laurens, 1925 (sig. PAT 25.4/B-12). Por ejemplo, en un estudio sobre el Prado cita el uso de la Baedeker alemana, la guía francesa de 1911 y la Novísima Guía de E. López de 1924. TORMO, Elías. “El último ”, 1944, p. 67, nota 2.

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trarse en las diferentes bibliotecas de los centros en los que tenía vinculación, como el Centro de Estudios Históricos, la Junta de Iconografía Nacional, el Museo del Prado, las reales academias, etc. Incluso los fondos de la biblioteca particular sufrió la dispersión habitual de préstamos y herencias. Por ejemplo, aunque tampoco estén entre los fondos de su antigua biblioteca, es evidente que no pudo sustraerse de consultar con avidez la obra Viaje por España (1772-1794, XX vols.) del académico Antonio Ponz, y del que se hizo un uso abrumador, endogámico, gracias a sus numerosas ediciones y traducciones a otros idiomas, o el Viaje artístico a varios pueblos de España (1804) de Isidoro Bosarte. Así como las ambiciosas y bellas publicaciones decimonónicas que exigieron un intenso movimiento excursionista: Recuerdos y Bellezas de España. Obra destinada a dar a conocer sus monumentos, antigüedades, paysajes, etc. (Barcelona, 1839-1872) con litografías de Francisco Javier Parcerisa acompañadas de texto con impresiones del lugar visitado de Pablo Piferrer, José María Quadrado y F. Pi y Margall; la España artística y monumental, vistas y descripciones de los sitios y monumentos más notables de España (París, 18421850), con intervención del pintor Genaro Pérez Villamil y del escritor Patricio de Escosurala; o los Monumentos arquitectónicos de España (1859-1881), de clara concepción historicista26. La consulta de estas obras fue intensa, y su contenido se sometió a disección. De hecho, la mayoría se vaciaron en el área de arte del Centro de Estudios Históricos que dirigió Tormo para la realización de las papeletas pertinentes del Fichero de Artistas. La mayoría de los viajes suponían un elevado desembolso económico, por lo que en más de una ocasión Tormo persiguió ayudas económicas. Por ejemplo, gracias a la Junta de Ampliación de Estudios en seis meses de 1911 y dos de 1912 viajó recorriendo los museos del continente europeo para el estudio del arte español; en enero y febrero de 1914 viajó a Londres para el estudio de los viejos maestros españoles en la exposición sobre arte español celebrada en las Grafton Galleries27, que precedió a la Exposición Internacional de Turismo celebrada en la misma ciudad, así como a diversos mu-

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seos londinenses y parisinos; en 1934 a Grecia y Catania; y en 1935 y 1936 nuevamente a Italia28. Estos fueron viajes de estudio particular, y recibió ayudas por representar al Centro de Estudios Históricos en algunos actos, pero los más constantes que realizó en su vida los hizo en sociedades de excursiones y, sobre todo, en compañía de estudiantes, entre los que se incluyen algunos de los anteriores, y para los que en algunos casos recibió ayudas del ministerio de Instrucción Pública o de la Facultad de Filosofía y Letras. Las mismas cartillas de excursiones Tormo son testimonio de la imbricación de intereses, pues su origen se debía a las excursiones que realizaba con su alumnado de doctorado, se publicaban a través del boletín de la Sociedad Española de Excursiones y se ponían al servicio de un turismo cultural, “culto” en el término de la época. En los viajes de Tormo en muchas ocasiones es difícil separar los motivos que los originaban. Así ocurría con algunos de los viajes con alumnado, sobre todo los que se realizaban con carácter extraordinario, e incluso con su etapa de ministro. En este caso, y con Gómez Moreno como director de Bellas Artes, aprovecharon los desplazamientos que les exigían sus obligaciones para avanzar en el proyecto encomendado por el Patronato Nacional de Turismo de una Guía Artística de España. De gran interés son las memorias del historiador de la economía y académico Ramón Carande, pues nos traslada de primera mano el sistema utilizado por el ministro para nombrar rectores mediante el viaje relámpago a cada Universidad, escuchar a los catedráticos y designar al que estos eligieran, lo que sucedió con él en Sevilla. Y nos relata sus encuentros que alcanzaban momentos hilarantes: en uno por deseo del ministro departían en el coche mediante una ruta entre Sevilla y Huelva, con especial atención a Niebla, jalonada por paradas, visitas y ascensos a campanarios; y en otro, ya en tiempos de la República, de manera casual el rector sevillano, pero natural de Palencia, en la catedral de esta ciudad tuvo que ayudar a Tormo, que en su afán de conocer los lugares más recónditos del edificio se había quedado encerrado. Una situación que también se produjo en algunos museos29.

Sobre este tipo de obras véase BOIX, Félix. 1931. De la exposición hizo casi 200 papeletas y encargó 180 fotografías, e hizo estudios muy fructíferos en Hampton Court. Calificó su estancia en Londres de felicísima. ACCCV, Fondo Elías Tormo, legajo 4.1.1. Postales enviadas por Elías Tormo a su hija Constanza en enero y febrero de 1914. Archivo JAE, expedientes personales, 142/107. CARANDE, Ramón. 1982, pp. 27-45. SÁNCHEZ CANTÓN, Francisco Javier. 1958, p. 17.

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Algunos recuerdos de sus viajes, recopilados por la información gráfica. ACCCV, Fondo Elías Tormo.

Sus viajes alimentaron clases, conferencias, artículos en prensa, opúsculos e información para otras publicaciones. De todo este trajín recopiló centenares de pequeñas guías y, sobre todo, postales. Algunas eran enviadas para informar a la familia de su estado, pero a su vuelta las recuperaba y clasificaba convenientemente. En muchas de las panorámicas, cuyo disfrute persiguió y consideró una pasión30, quedan sus anotaciones sobre los monumentos que se divisaban. Mientras que en las que recogen arte figurativo es habitual que queden sus impresiones sobre una posible atribución, y más frecuentemente con la negación de la que era habitual31. Su actividad viajera, con el acopio de material gráfico y anotaciones, dio como fruto numerosas publicaciones. Algunas estrictamente científicas orientadas a un público restringido, pero muchas otras muestran

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una aspiración social, pues se dirigían de modo amplio a uno culto e interesado, y con el anhelo de que este fuera cada vez mayor. La convicción en la dimensión social de la disciplina condujo a un firme y constante compromiso por la catalogación, los museos, el turismo de sesgo cultural, etc., que en ocasiones convergían. De este modo, Elías Tormo procuró llevar a cabo proyectos a medio camino entre el inventario/catálogo, de los que en general se carecía32, y la guía de turismo, que permitiera hacer accesible su conocimiento. En realidad, desde el inicio fueron géneros muy relacionados como lo prueba el éxito del supuesto género epistolar iniciado por Antonio Ponz en el último tercio del siglo XVIII y, sobre todo, que la Guía de Granada que realizaron los Manuel Gómez Moreno, padre e hijo, sirviera a este último como carta de presentación para que con apoyo de Riaño se le asignaran los primeros encargos de catálogos monumentales provinciales desde 1900. Inéditos muchos de ellos durante décadas, Tormo se encargó de reivindicar su publicación, y para sortear la falta de financiación para trabajos tan necesarios encab ezó i n iciat ivas como las guías artísticas al servicio del excursionismo y el turismo. Este compromiso se entendía como patriótico y estaba alentado institucionalmente desde el ministerio de Fomento, primero con la Comisaría Regia de Turismo (19111928) y después con el Patronato Nacional de Turismo, y para los que colaboraron muchos de los más insignes investigadores de la época. La aportación de Tormo se canalizó en ocasiones a través de estas pioneras instituciones que procuraban extender un turismo cultural, pero tam-

BHUC, caja BH AP 8 (12). “Memorias a mis nietos”, f. 57. Su colección de postales especialmente en ACCCV, Fondo Elías Tormo. Sobre el proceso de redacción del catálogo monumental de España en vida de E. Tormo véase LÓPEZ-YARTO ELIZALDE, Amelia. 2010.

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bién mediante sus experiencias viajeras con y para su alumnado, público congregado y miembros de la Sociedad Española de Excursiones, así como instado por los objetivos de difusión del conocimiento fijados desde el área de arte que dirigía en el Centro de Estudios Históricos y por el carácter práctico que por Real Decreto se exigía a su cátedra universitaria. De un modo u otro, redactó numerosas pu bli caciones de sesgo turístico, aunque no exentas de cierta catalogación, y basadas en no pocos casos en los catálogos, publicados o inéditos, de su amigo Manuel Gómez Moreno. Tormo colaboró con la Comisaría Regia del TuAlgunas de las publicaciorismo, del ministerio de nes de E. Tormo para el Fomento, dirigida por el Patronato Nacional de Tumarqués de la Vega-Inclán rismo entre 1911 y 192833 e impulsora de publicaciones que divulgaran la cultura artística y alentaran el turismo en España, y en las que también contribuyeron Mélida, Beruete, Lampérez, Gómez Moreno, Sánchez Cantón, Cossío, Florit, Doménech, Aguilar y Cuadrado, Domènech i Montaner, etc. En concreto, Tormo publicó Monasterio de Guadalupe (1911), de 27 páginas y 48 de ilustraciones, y Ribera (1911), de 40 páginas y 48 de ilustraciones. Significativamente, activo el proyecto y con la colaboración de sus afines en los itinerarios artísticos de España, como Sánchez Cantón34, inició las llamadas “cartillas excursionistas Tormo”, dirigidas al historiador y al “amateur”, que se redactaron desde 1917 en el seno de sus actividades universitarias, y publicadas como separatas del Bo-

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letín de la Sociedad Española de Excursiones, del que era secretario y en el que publicaba habitualmente. En 1917 se publicaron las de Guadalajara y Alcalá de Henares, en 1919 las de El Pardo y Ávila, en la que hizo amplio uso del entonces inédito catálogo de dicha provincia redactado por Gómez Moreno, y en 1920 Segovia; todas ellas incluían plantas de los espacios urbanos. Finalmente, atendió el ambicioso encargo de la editorial Calpe de hacer las guías de España, de las que llegó a publicar Levante (1923)35, que en opinión de Camón Aznar “es de valor inapreciable”, para Pérez Sánchez “no tiene rival alguno en España ni antes ni después de

E. Tormo, Levante (1923) y detalle de sus apuntes en cuadernillo de hule para esta publicación. ACCCV, Valencia, Fondo Elías Tormo

T RAVER TOMÁS, Vicente. 1965. MENÉNDEZ ROBLES. María Luisa. 2006. Memoria correspondiente á los cursos 1922-1923 y 1923-1924. Madrid: JAE, 1925. TORMO, Elías. Levante… 1923. CAMÓN A ZNAR, José. 1957. P ÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso Emilio. 1995. P ITA A NDRADE, José Manuel. 1995.

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su publicación” y Pita Andrade calificó de “inagotable”36. Tormo y el geógrafo Dantín Cereceda planearon el proyecto de guías regionales Calpe. Unos ocho o nueve volúmenes que debían abarcar toda la Península Ibérica y Baleares, siguiendo modelos europeos, continuamente reeditados y actualizados, principalmente la Baedeker alemana, que tanto usó Tormo en sus desplazamientos, incluida la de España y Portugal que en diferentes idiomas apareció desde 1897. La primera y única de las publicadas por la editorial Calpe se dedicó a Levante, donde rebasa el límite territorial político, pues acude a otros históricos y geográficos, comarcales, que lo diluyen. En ocasiones este criterio tiene rasgos de modernidad, y se basa en gran medida en la división histórico-geográfica realizada en la Baedeker en ocho grupos, uno para Portugal y otro para Valencia y Murcia. No obstante, la honesta elección tiene mucha relación con la propia dedicatoria: Las reales sociedades económicas de amigos del país levantinas (Valencia, Alicante, Teruel, Murcia, Cartagena y Lorca), que lo eligieron en nueve legislaturas como senador por la de Valencia. Sí es de una indiscutible modernidad, al hilo del modelo de la Baedeker, su interés por aspectos de muy diversa índole: artísticos, arqueológicos, etnológicos, folclóricos, geográfico-geológicos y económicos, en la línea de un turismo cultural amplio e incluso de una moderna concepción de patrimonio, además de otros de utilidad en el viaje sobre hostelería, restauración y comunicaciones, que es lo que articula las rutas. La obra de reducido tamaño para facilitar su portabilidad, presenta doce tipos de letras y el uso de escala de asteriscos para establecer una gradación en la importancia de lo tratado. Lamentablemente, y a pesar de las magníficas críticas37, la obra por su elevado coste de elaboración no tuvo el éxito comercial exigible para proseguir. La interrupción del proyecto de las guías Calpe dejó a Tormo con material para los tomos dedicados a Madrid y centro de España, y por él se interesó la administración pública. El 8 de septiembre de 1926 el director general de Bellas Artes, conde de las Infantas, le pidió un informe en el que destacase la importancia de tal guía y sus condiciones para que pudiera trasladarlo al ministro. El día 15 contestó con un largo informe, que en gran medida recogieron los decretos posteriores en materia de guías artísticas. Tormo urgía a elaborarlas por regiones, pues señalaba que las existentes reunían España y Portugal en un único volumen, y eran “defi37

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cientísimas” y poco actualizadas, incluyendo la alemana Baedeker, la francesa Joanne, la inglesa Murray y la española López. Aunque sí alababa la estructura de las Baedeker, que habían copiado las Touring Club italianas. Consideraba además que estas últimas eran las que mejor definían los objetivos de promover el turismo internacional, difundir una imagen en el exterior y afianzar la cultura histórica y artística en el interior. Proponía seguir este modelo, adaptándolo a cinco guías de dos tomos cada una. Este aspecto difería del otro modelo que daba como ejemplo y en el que participó directamente: las guías regionales Calpe, de ocho tomos y otro para Portugal. En su opinión la de Madrid era la de mayor potencial, por estar extendida la cultura artística y la del deporte de montaña, y por la generalización del excursionismo en los centros de enseñanza. Y en este punto, destacaba su experiencia con alumnado universitario y con los cursos para extranjeros organizados por el Centro de Estudios Históricos de la Junta de Ampliación de Estudios. Además, insistía en sus incursiones en el género: por un lado, las cartillas excursionistas publicadas (Ávila, Segovia, Alcalá de Henares, Guadalajara, El Pardo) y las inéditas (Toledo, El Escorial, Aranjuez, Sigüenza y Cuenca); por otro, el proyecto de la editorial Calpe, tanto la guía Levante publicada como la redactada sobre Madrid y alrededores. Por su importancia y tenerlo avanzado proponía comenzar por la guía de Madrid y provincias limítrofes (Ávila, Segovia, Guadalajara y Toledo), y continuar por la de Aragón - Cataluña y la de Andalucía, con Extremadura y Ciudad Real, en vistas a las exposiciones internacionales que debían celebrarse en Barcelona y Sevilla en 1929. Las obras debían seguir las características del proyecto de las guías Calpe: contendrían información de utilidad, síntesis geográficas, históricas y artísticas, y sus rutas se articularían a través de las infraestructuras de ferrocarril y carreteras. Para ahorrar espacio se evitarían fotograbados, pero debían incluirse mapas, planos y plantas, en colaboración con el Instituto Geográfico. Y en el texto se distinguirían numerosos tipos de letras, se haría uso de asteriscos para guiar en la lectura sobre diversos intereses y grados de importancia, y se elaborarían índices. En tema económico solicitaba fondos para los viajes y dietas, así como para remunerar a un auxiliar especializado, que por su experiencia en la guía Levante se contara con la misma editorial, ya Espasa-Calpe, y que el dinero pudiera salir de los presupuestos dedicados al inventario monumental de España, puesto que

CARRILLA. 1924. A través de un imaginado diálogo se alaba la trayectoria de Tormo como docente, conferenciante, investigador y difusor del turismo mediante la elaboración de cartillas, como las de Ávila, Guadalajara, Segovia, El Pardo y Alcalá de Henares, y con la citada guía, que supera se dice a las Baedeker, Murray y Joanne. ACCCV, Fondo Elías Tormo, legajo 8. 1. Anotaciones y copia de la carta de Elías Tormo al director general de Bellas Artes, 15 de septiembre de 1926.

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Borrador de la carta que escribió para obtener el permiso que le permitiera visitar las iglesias madrileñas ya en el curso 1920/21 (ACCCV, Fondo Elías Tormo).

las guías serían complemento y perfeccionamiento del mismo, y alcanzaría rápida difusión38. Algunos de los trabajos de Tormo de estos momentos se centran en Madrid y tienen un carácter de guíacatálogo, un objetivo explícito en el área que dirigía en el Centro de Estudios Históricos. Se trata de obras que manifiestan inquietudes por la catalogación y el estudio artístico, pero con un compromiso para hacer llegar el conocimiento sobre el patrimonio a la sociedad. Algunas, las dedica a un público culto e interesado, como señala en Las iglesias del antiguo Madrid. Notas de estudio (1927). Esta obra fue resultado de visitas organizadas con círculos católicos y miembros de la Institución Libre de Enseñanza, y que Juan Antonio Gaya Nuño en su rigurosa crítica sobre la producción escrita de Tormo destacó entre todas las demás. Las visitas no fueron fáciles. De hecho, Tormo solicitó permiso a las autoridades eclesiásticas para que le facilitaran el acceso con su alumnado a cuantos lugares requiriese, tal y como ya hizo en el curso 1920/21. Entonces, para favorecer su solicitud incluyó entre sus méritos, como si a esas alturas fuera necesario, su labor docente en el seminario de Madrid de la asignatura de “Arqueología

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Sagrada”. El permiso se concedió, durante dieciocho semanas realizaron las visitas, llegaron a descubrimientos sorprendentes, como en la iglesia de San Nicolás, que Manuel Gómez Moreno dio a conocer en un estudio, y Tormo publicó los resultados en la revista Lectura Dominical, dirigida por Álvaro López Núñez, y terminadas las entregas en formato libro39. Estas visitas de escudriñar eran las frecuentes, como la que en 1910 les llevó a descubrir en la catedral de Toledo los frescos en los muros de la capilla del Arzobispo Tenorio o de San Blas, y su comportamiento motivó que en más de una ocasión se quedara encerrado en algún museo o monumento. El revuelo suscitado por el proyecto anterior y las experiencias precedentes, así como los contactos para hacer la guía de Madrid y provincias limítrofes, sirvieron para que las propuestas de Tormo se encauzaran a través de iniciativas editoriales de la administración pública. Así, por Real Decreto de 17 de junio de 1927 (firmado el día 6), se estableció el inicio de Guías Artísticas de España40. Se concebían como instrumentos de utilidad para promover el turismo internaciona l, la i magen española en el extranjero y extender en el interior la cultura artística e histórica nacional. La vinculación de estas guías con los catálogos Real Decreto de 17 de junio de monumentales era ex- 1927, por el que se estableció presa. Por un lado, por- el inicio de Guías Artísticas de España. que en la redacción de las guías debían servirse de los catálogos redactados y, a su vez, servir de auxilio y complemento a estos; y por otro, porque la financiación para el nuevo proyecto surgía en la partida destinada al catálogo monumental y artístico de España. Como ensayo debía comenzarse por la Guía del Centro de España, que comprendía Madrid, Ávila, Toledo y Guadalajara. El encargo quedaría bajo una dirección técnica, pero con aportaciones iniciales y examen final de la Comisaría Regia de Turismo. El plazo máxi-

TORMO, Elías. Las iglesias… 1927. Reeditado en Madrid: Instituto de España, 1972; y con prólogo del marqués de Lozoya en el que califica esta obra como la de mayor densidad informativa. Boletín Oficial del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, 17/VI/1927, nº 48, pp. 770-771.

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mo para cada guía era de doce meses y una remuneración mensual de 500 pesetas. Por Real Orden firmada el 27 de junio de 1927, la dirección técnica de las guías recayó en Tormo, entonces presidente del Real Consejo de Instrucción Pública, y por Real Orden firmada el 12 de agosto se le encomendó la del centro de España, a la que se añadió Segovia. Sin dilación, solicitó entrevistarse con el comisario regio de turismo41. El plazo concedido inicialmente fue de 5 meses, pero por Real Orden firmada el 23 de marzo de 1928 se le concedió una prórroga remunerada de siete meses más. A punto de expirar la misma solicitó dos meses más para incluir las provincias de Cuenca y Ciudad Real. Así se hizo, por lo que debía entregar el material en marzo de 1929 al Patronato Nacional de Turismo, presidido por el duque de Santa Elena, sucesor de la extinta Comisaría Regia. Durante el proceso, en enero del mismo año la Dirección General de Bellas Artes le envió para que le sirviera de modelo la obra de Karl Baedeker, Espagne et Portugal. Manuel du voyageur, edición de 192042. El Patronato acogió una serie de iniciativas heredadas y emprendió muchas otras. Así, entre las primeras estaba una edición aumentada y corregida de España de Francisco Javier Sánchez Cantón; la continuidad de la colección “El arte en España” editada por la casa Thomas, y en la que contribuyeron importantes firmas de la época y se reeditaron nuevamente las dos obras que Tormo hizo para la Comisaría Regia de Turismo, las dedicadas al monasterio de Guadalupe y a Ribera. Entre las segundas, “Las guías de pequeñas ciudades monumentales”, que seguían el modelo de las “Cartillas Tormo”, y para las que este mismo autor se encargó de realizar las de Sigüenza, Alcalá de Henares y Aranjuez, de 60 a 100 páginas, 16 fotografías y un plano, y más tarde las del tesoro y los museos de Toledo (en dos fascículos), las catedrales de Salamanca, con amplio uso del catálogo redactado por Gómez Moreno, Alba de Tormes y los museos de Valencia; y, sobre todo, emprender las “Guías de las regiones españolas”, unos ocho o diez tomos de unas 300 páginas cada uno, diri-

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gidos por Tormo y que debían comenzar por la del centro de España 43. El proyecto que estaba previsto publicaría el Instituto Geográfico debía seguir el modelo de la Baedeker y la de Levante que años atrás publicó Tormo; esto es, información práctica (ferrocarriles, carreteras, hoteles, etc.), síntesis geográfica y geológica, histórica y artística (la más extensa), y rutas con descripción de los aspectos más señalados. Con su equipo en el Centro de Estudios Históricos, principalmente con Enrique Lafuente y Felipa Niño, se trabajó con denuedo. Sin embargo, el proyecto no prosperó por las obligaciones de Tormo como ministro y las de Gómez Moreno como director de Bellas Artes, aunque aprovecharon los viajes que les exigían los cargos para un mayor conocimiento de algunos lugares44; y se truncó el siguiente año con la llegada de la República, pues en represalia a la implicación política de ambos en el gobierno del general Berenguer se les negó los recursos dispuestos al proyecto, incluida la redacción de un catálogo monumental de España que recaía en sus colaboradores en la sección Diego Angulo y Enrique Lafuente45. Alfonso E. Pérez Sánchez calificó la guía de Levante de Tormo como la mejor de las existentes, y con anterioridad el marqués de Lozoya se lamentó de que no hubiese continuado el proyecto, pues hubiera proporcionado una inapreciable catalogación del arte en España46. Tal vez solo los constantes usuarios de la publicada pueden ser conscientes de la utilidad que tendría la publicación de la guía del Centro de España, redactada pocos años antes de producirse graves pérdidas patrimoniales. Ojalá algún día esté al alcance de todos. Al menos la documentación está ahora disponible, puesto que además de lo entregado a la administración quedó entre sus pertenencias un archivador de sobres con el desarrollo, manuscrito o mecanografiado, de los itinerarios de la guía del centro y de Extremadura47: Madrid; de Madrid a Segovia; de Segovia a Medina del Campo; de Madrid a Guadalajara; Alcalá de Henares (vacío); Guadalajara; de Guadalajara a Uceda, a Sigüen-

MNR, Archivo Vega-Inclán, FD1483. ACCCV, Fondo Elías Tormo, legajo 8. 1. Sobre la actividad editorial véase “Las publicaciones del Patronato de Turismo”, en El Sol, Madrid, 4 de junio de 1929, p. 5. Y, sobre todo, el suplemento extraordinario del diario La Época, Madrid, 31 de diciembre de 1929, especialmente pp. 12-13. Además, se señala las “Guías España” sobre capitales de provincia, las “Guías literarias de España”, “Ciudades de España” con huecograbados de las ciudades, “Hojas de ciudades”, “Itinerarios”, “Exposiciones” de Sevilla y Barcelona de 1929, “Monografías”, etc. Memoria correspondiente á los cursos 1928-1929 y 1929-1930. Madrid: JAE, 1930, p. 172. PORTÚS, Javier; VEGA, Jesusa. 2004, pp. 81-82. EL MARQUÉS DE LOZOYA. 1969, cita en p. 181. La mayor parte de la información se encuentra en ACCCV, Fondo Elías Tormo, legajo 8.1 (12). En el mismo legajo hay información sobre Extremadura y rutas de Segovia. Además, hay abundante información sobre Madrid y sobre la ruta de Madrid a Ciudad Real en el AFSJHV, Fondo Elías Tormo, sig. 8. Los diarios de viaje en cuadernillos de hule, aunque no todos, se conservan principalmente en ARABASF, sig. 6-47-1, desde el iniciado el 16 de abril de 1927 para salidas fuera de Madrid.

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za y Torralba, a Atienza, a Molina, a Trillo, a Cuenca, a Mondéjar y el valle bajo del Tajuña; Sigüenza; de Madrid a Tajuña, y a Aranjuez; Aranjuez; de Aranjuez a Cuenca; Cuenca; de Cuenca a Priego, a Cañete y Moya, a Utiel, y a Albacete y la Roda; de Madrid a Tarazona (vacío); de Tarancón a Utiel; de Ocaña a Albacete; de Aranjuez a Alcázar; Alcázar; de Alcázar a Andalucía, y a Ciudad Real; de Manzanares a Ciudad Real; de Valdepeñas a Puertollano; de Madrid a Ciudad Real; Ciudad Real; de Ciudad Real a Puertollano, Almadén y Almorchón; Toledo; sur de Toledo; de Madrid a Talavera de la Reina y Navalmoral de la Mata; de Madrid a Guadalupe; Talavera de la Reina; de Madrid a Amorox y a Escalona; de Aranjuez a Gredos; Gredos; de Madrid a El Escorial; El Escorial (vacío); de Villalba a Ávila, a Segovia; Ávila (vacío); de Ávila a Barco de Ávila, a Peñaranda, a Medina del Campo; de Madrid a Segovia; y Segovia. A pesar de los años de trabajo, los resultados públicos de la guía del centro de España fueron exiguos, reducidos a entregas parciales entre 1928 y 1932. Desde el ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, en febrero de 1928, se le requirió el Catálogo Monumental y Artístico de Madrid para preparar su publicación. Según nota manuscrita suya, entregó el primer volumen de texto y de fotografías48. Una información que tuvo amplia presencia en el libro sobre Madrid Memoria. Información sobre la ciudad. Año 1929, coordinado por el arquitecto municipal Eugenio Fernández Quintanilla. La obra fue impresa y litografiada por el Ayuntamiento de Madrid, con láminas y planos del Instituto Geográfico y Catastral, y ofreció una amplia panorámica de la ciudad que atendió dos objetivos: primero, la creación de la Oficina de Información sobre la Capital, que organizaron los arquitectos municipales, y permitió la creación del Museo Municipal; y segundo, y primordialmente, facilitar el material necesario sobre la capital para el concurso internacional de anteproyectos para la urbanización y extensión de la capital, y que finalmente ganó Secundino Zuazo y Hermann Jansen49. En la obra participaron otros arquitectos y numerosos asesores académicos y profesionales de diversas materias. El arquitecto municipal Quintanilla, en los agradeci-

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mientos citó en primer lugar a Tormo entre la cerca de una veintena de nombres50. Su contribución a la Memoria se centró en aportar y revisar el material sobre el fondo informativo histórico de la ciudad, facilitó su Guía del Centro de España (en preparación) para los apartados: “plazas y calles”, “edificios civiles”, “puertas y puentes”, “edificios notables desaparecidos”, “estatuas y monumentos”, “fuentes” y “edificios religiosos posteriores al año 1834”; para los edificios religiosos anteriores a dicha fecha se utilizó su obra Las iglesias del antiguo Madrid (1927)51. Además, el apartado dedicado al turismo podía perfectamente asociarse a sus trabajos en las cartillas Tormo, así como a la citada guía en preparación52. Su implicación a este proyecto venía de atrás, pues formó parte del Patronato del Museo Municipal desde su creación el 30 de junio de 1927, y tuvo una participación sumamente activa53. En noviembre de 1928 Tormo señalaba tener muy avanzada la Guía del Centro de España, con más de cien poblaciones visitadas, y para someterlo a la consulta de lectores, a modo de “pre-print”, publicó en la prensa la ruta 16 de Madrid a Aranjuez (y Cuenca, o Alcázar de San Juan, Levante o Andalucía) de 49 kilómetros54. Un año más tarde, en distintas revistas publicó el apartado dedicado a Aranjuez y, para su debate nuevamente por ser “capítulo tan extraño a sus estudios predilectos”, el estudio geológico; y la ruta de Madrid a Valencia. En 1930 habló en un pequeño artículo sobre la guía del centro de España (Castilla la Nueva, Ávila y Segovia), que decía inacabada por cargos y encargos55. Finalmente, al tratar proyectos complementarios en la redacción de la Guía del Centro y sus publicaciones derivadas, hay que destacar, E. Tormo, De Madrid a Valenpor un lado, que “las cia (1929).

ACCCV, Valencia, Fondo Elías Tormo, legajo 8. 1. Carta de José de Acuña a Elías Tormo de 4 de febrero de 1928. Un trabajo reciente sobre esta Memoria en P RIEGO, Carmen (ed.). 2005. AYUNTAMIENTO DE MADRID (Oficina Información de la Ciudad). Memoria..., 1929, prólogo de Eugenio Fernández Quintanilla, p. XIV. AYUNTAMIENTO DE MADRID (Oficina Información de la Ciudad). Memoria..., 1929, p. 55-65. AYUNTAMIENTO DE MADRID (Oficina Información de la Ciudad). Memoria..., 1929, p. 78-79. A LAMINOS LÓPEZ, Eduardo. Actas del Patronato del Museo Municipal. 1929-1947. Madrid: Museo Municipal de Madrid, 1997. Ídem, “Los museos locales y el Museo Municipal de Madrid: aproximación a la historia de su formación”, Boletín de la A NABAD, 47, 2, 1997, p. 115-156. TORMO, Elías. “De Madrid ”, en La Época, 12 de noviembre de 1928. TORMO, Elías. “Aranjuez…” y “El centro”, 1929. TORMO, Elías. “De Madrid…”, 1929. TORMO, Elías. “Maravillas…”, 1930.

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guías de pequeñas ciudades monumentales”, como las de Sigüenza, Alcalá de Henares y Aranjuez, tenían muchos elementos en común con este proyecto; y por otro, que en 1932 en los boletines de las reales academias a las que pertenecía publicó aspectos relacionados con sus pesquisas para elaborar el texto de Toledo56. El fracaso del proyecto testimonia al tiempo cómo una nueva generación de historiadores del arte, algunos formados junto a él, se abría paso bajo nuevos criterios. De hecho, no participó de los dos grandes acontecimientos que revolucionaron el turismo y la cultura en España en 1929, la Exposición Internacional de Barcelona y la Exposición Iberoamericana de Sevilla, ni en las revistas especializadas que a partir de 1931 comenzaron a editarse: La Revista de viajes: periódico ilustrado consagrado al turismo y Revista de turismo. Elías Tormo sabía que una de sus principales contribuciones se relacionaba con el acceso a la obra, pues había dado rigor a la disciplina y entusiasmo a sus miembros. En el prólogo a la colección de sus escritos dispersos que publicó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), institución sucesora de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), afirmó: “en Historia del Arte, mi asignatura definitiva, fue más, infinitamente más, lo que ví que lo que leí”. Y en este sentido agradecía las facilidades que le fueron dadas, como las ayudas de viaje de la JAE, o las facilidades de horarios en la universidad, pues podía concentrar las clases en tres días, que le dejaban el resto libres para sus viajes, así como la posibilidad de disponer de más de cuatro meses durante la época estival. Y con emotiva sinceridad concluía el prólogo lamentándose de no haber leído más antes de escribir o hablar en clases o “en excursiones, en excursiones con mis alumnos, las ¡tantas, tantas, que he organizado, dirigido y “apalabrado” o parleado!”57 En las reseñas que la prensa publicaba de sus conferencias con frecuencia se destacaron los mismos méritos. Por su carácter de síntesis sirva como ejemplo una aparecida en Bilbao: Tormo es un “eterno peregrino del Arte por toda Europa”, que con su admirable magisterio “ha creado y modelado una legión de discípulos, animados de este fervor artístico del maestro”58. Muchos años 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65

después el marqués de Lozoya también lo calificó de “guía de peregrinos de Arte”, en constante relación e interrogación con las obras, abundando sus “noticias negativas” que desmentían las atribuciones habituales59. En el homenaje que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le rindió en 1969 con motivo del centenario de su nacimiento, la mayoría de los intervinientes destacaron su actividad viajera, sus esfuerzos en la elaboración de las guías artísticas. Este fue el caso de Diego Angulo, del marqués de Lozoya, que también lo hizo en la de la Historia60 y, sobre todo (como siempre) de Enrique Lafuente Ferrari que lo definió como un “observador infatigable de la vida”, cuya principal contribución a la disciplina radicaba “en la observación y comparación de primera mano de las producciones de los artistas y en el intento de síntesis más o menos provisionales, pero que permitieran el establecimiento de un marco general o andamiaje para la edificación de la historia futura”61. Antonio Igual Úbeda, destacó en Tormo su prodigiosa memoria, su estudio y docencia ante las obras, y su incansable actividad viajera62, y otros discípulos dieron constantes pruebas de este afán, su disposición al mismo por su fortaleza y carácter espartano, que le llevaban a sustituir la comida ordinaria por frutos secos que podían ser ingeridos al paso sin alterar la apretada secuencia de visitas a monumentos, y su deseo de transmitir su conocimiento, también el práctico. Por ejemplo, uno de ellos recordaba cómo les enseñó a recorrer España desde el más frugal, pero útil, comportamiento, y con los mejores consejos para disponer la experiencia estética. “He sido fiel a su consejo”, concluía63. Una fidelidad ante su predicación que recogió acertadamente su hijo Juan, primero testigo de sus ausencias, pero después asistente a sus clases de doctorado y en ocasiones compañero de viaje de su padre, que en la biografía manuscrita que redactó a partir de la misma memoria paterna, lo calificó de “Apóstol del excursionismo”64. El viaje para Tormo fue una necesidad vital y profesional, en la educación y en la investigación, y así lo transmitió incansablemente. Esta pasión, que le hizo afirmar no servir mejor que para cicerone y no gozar más como en dirigir y emprender excursiones65, contribuyó decididamente al desarrollo académico y social de la historia del arte.

P ÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso Emilio. 1995, p. 368. TORMO, Elías. “Prólogo”, 1949. “El Sr. Tormo, en el Ateneo. El San Sebastián, de Ribera, de nuestro Museo”, Excelsior, Bilbao, 10 de abril de 1926. EL MARQUÉS DE LOZOYA. 1972. “Homenaje...” 1969. EL MARQUÉS DE LOZOYA. 1969. LAFUENTE FERRARI, Enrique. 1969, p. 23. IGUAL ÚBEDA, Antonio. 1956 (sic. 1965), p. 193. ZAMORA VICENTE, Alonso. 1995. ACCCV, Valencia, Fondo Elías Tormo, legajo 1. 6, ff. 47-49. TORMO, Elías. "El arte..." 1920, p. 114.

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