ARCINIEGA GARCÍA, Luis. El saber encaminado Caminos y viajeros por tierras valencianas de la Edad Media y Moderna. Valencia: Generalitat Valenciana, Conselleria d\'Infraestructures i Transport, Valencia, 2009. 308 págs.

May 25, 2017 | Autor: L. Arciniega GarcÍa | Categoría: Caminos, Literatura de viajes, Historia De Las Obras Públicas
Share Embed


Descripción

El saber encaminado Caminos y viajeros por tierras valencianas de la Edad Media y Moderna

Luis Arciniega García Universitat de València

PREMIO DE INVESTIGACIÓN CÁTEDRA DEMETRIO RIBES UVEG-FGV 2008

2009

FICHA CATALOGRÁFICA Arciniega García, Luis El saber encaminado: caminos y viajeros por tierras valencianas de la Edad Media y Moderna / Luis Arciniega García. – 1ª ed. – Valencia : Conselleria d’Infraestructures i Transport, 2009. – 308 p. : fot., il. col. ; 25 cm. En la port.: Premio de Investigación Cátedra Demetrio Ribes UVEG-FGV 2008 ISBN 978-84-482-5296-0 1. OBRAS PÚBLICAS – Comunitat Valenciana – Historia – S. XV-S. XIX 2. CAMINOS – Comunitat Valenciana – Historia – S. XV-S. XIX 3. COMUNITAT VALENCIANA – Descripción – S. XV-S. XIX I. Comunitat Valenciana. Conselleria d’Infraestructures i Transport, ed. 625.71 (460.31)“14/18”(091) 913 (460.31)“14/18” 910.4 (460.31)“14/18”

Equivalencia de abreviaturas ACA Archivo de la Corona de Aragón, Barcelona ACEG del CEGET Archivo Cartográfico de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército ADPV Archivo de la Diputación de Valencia AGS Archivo General de Simancas AHC Archivo Histórico de Cullera AHN Archivo Histórico Nacional, Madrid AMR Archivo Municipal de Requena AMV Archivo Municipal de Valencia ARV Archivo del Reino de Valencia APPV Archivo de Protocolos del Colegio del Patriarca Ribera, Valencia BHUV Biblioteca Històrica de la Universitat de València BL British Library, Londres BNP Biblioteque Nationale de Paris BV Biblioteca Valenciana Cartoteca Universitat de València CHAN Centre Historique des Archives Nationales de France, Paris GMN Germanisches National Museum, Nürnberg MMA Museu Municipal d’Alzira ÖNB/Wien Österrechische Nationalbibliothek, Wien UPV Universidad Politécnica de Valencia UV Universitat de València V&A Victoria and Albert museum, London Equivalencias en unidades de longitud. 1 legua española = 4 millas = 4.000 pasos = 20.000 pies comunes.

© De la presente edición: Conselleria de Infraestructuras y Transporte © De los textos: Luis Arciniega Garcia © De las fotografías e ilustraciones: sus autores 1ª ed., 2009 Impresión: Romeu Imprenta, s.l. ISBN 978-84-482-5296-0 D.L.: V-4137-2009

Prólogo La edición de esta publicación se incluye dentro de los objetivos de la Consellería de Infraestructuras y Transporte y de la Cátedra Demetrio Ribes UVEG-FGV; y en concreto en los Premios de investigación que anualmente se convocan con el fin de alentar a los investigadores de las distintas disciplinas a involucrarse en el mundo de la ingeniería, del transporte, de la obra pública y la ordenación del territorio, del paisaje que genera y su entorno construido. Cinco trabajos de investigación que han sido anualmente editados por la Conselleria d’Infraestructures y Transport, lo cual supone hablar de un premio y de una colección de publicaciones que se ha consolidado dentro de las líneas editoriales de la Conselleria. Son investigaciones de alto nivel científico, inéditas en sus contenidos, diversas en sus temáticas, pero todas confluyen en ese interés por nuestra historia y en concreto con el patrimonio de la Obra Pública y del Transporte. Sus autores son prestigiosos investigadores, con un largo currículum cada uno en su disciplina, y su colaboración contribuye al conocimiento y difusión de esta particular y relevante historia. El último galardonado en su V edición (2008), ha sido Luis Arciniega, doctor en Historia del Arte y hoy Director del Departamento de Historia del Arte de la Universitat de València. Sus investigaciones se centran en el patrimonio histórico-artístico valenciano de la Edad Moderna, siendo la arquitectura monacal, militar y de la nobleza el objeto de su análisis histórico y artístico. En el trabajo que hoy presentamos, titulado “El saber encaminado. Caminos y viajeros por tierras valencianas de la Edad Media y Moderna”, Luis Arciniega analiza las fuentes literarias de viajeros por la Comunidad Valenciana y se detiene en la visión del viajero en los caminos y obras públicas valencianas. Desde el siglo XV al XVIII, el autor realiza un pormenorizado estudio de toda la literatura existente, alguna poco conocida, incluso alguno de ellos inédito como el de Jacob Cuelvis (1599). Un estudio comparativo de rutas y viajeros, que ha ido sistematizándolo y contextualizándolo tanto históricamente como geográficamente. Les invito pues, a profundizar en el conocimiento de nuestra historia a través del descubrimiento de nuestros caminos y la vida de sus viajeros.

Mario Flores Lanuza Conseller de Infraestructuras y Transporte

Índice PRÓLOGO

3

INTRODUCCIÓN

7 5

DE LOS ESCRITOS DE VIAJES A LA NECESIDAD DEL VIAJE PARA LOS ESCRITOS

13

LOS VIAJEROS ENTRE ÉPOCAS, FINALES DEL SIGLO XV Y GRAN PARTE DEL XVI

37

LOS PRIMEROS REPERTORIOS DE CAMINOS EN ESPAÑA

59

LA OBRA LITERARIA DE INTERÉS CAMINERO DE BARTHOLOMÉ DE VILLALBA Y ESTAÑA

93

LOS PEREGRINOS POR TIERRAS VALENCIANAS

109

LAS VISITAS REALES DE FELIPE II (1586) Y FELIPE III (1599) Y LA MEJORA DE LAS INFRAESTRUCTURAS

119

JACOP CUELVIS Y SU RECORRIDO POR TIERRAS VALENCIANAS EN 1599

133

VIAJEROS A LO LARGO DEL SIGLO XVII

161

LA CARTOGRAFÍA Y LA REPRESENTACIÓN DE LOS CAMINOS

191

LA ETAPA BORBÓNICA Y EL ESFUERZO REFORMISTA

209

LO COTIDIANO Y LO EXTRAORDINARIO EN EL CAMINO

229

LA RED VIARIA DE LA CIUDAD DE VALENCIA

253

BIBLIOGRAFÍA

297

ÍNDICE ONOMÁSTICO-TOPONÍMICO

301

Introducción El título de este libro presenta la imbricación de dos ámbitos de estudio y análisis de gran predicación desde el siglo XIX. Así, sobre las obras públicas y la ingeniería civil pueden considerarse como hitos la contribución de Pablo Alzola y Minondo, Historia de las obras públicas en España (1899) o el repertorio reunido por Antonio Bonet Correa en Bibliografía de arquitectura, ingeniería y urbanismo en España (1498-1880) (1980), y de modo más concreto sobre el tema de los caminos la de Gonzalo Menéndez Pidal, Los caminos en la Historia de España (1951), así como los múltiples trabajos de José I. Uriol Salcedo, a partir del anterior, que pueden condensarse en Historia de los caminos en España (1990 y 1992; y segunda edición corregida y aumentada en 2001). Aportaciones que para el ámbito valenciano han contado con la contribución de Inmaculada Aguilar Civera en El Territorio como proyecto. Transporte, obras públicas y ordenación territorial en la historia de la Comunidad Valenciana (2003), y el estudio más concreto de Juan Piqueras y Carmen Sanchis, Hostales y Ventas en los Caminos Históricos Valencianos (2006), fruto de múltiples incursiones previas de los dos autores en temas igualmente interesantes para nuestro cometido. En cuanto a la literatura de viajes, es ésta una transitada vía de estudio para múltiples disciplinas puesto que su contenido afecta a numerosos campos de la historia, la geografía, la arquitectura, el arte y, en general, la cultura. El viajero no sólo constata el hecho, sino que sus opiniones, en la alabanza, crítica o sorpresa, establecen una dialéctica con lo conocido. El interés por el análisis de estas fuentes se manifestó a finales del siglo XIX y comienzos del XX con obras recopilatorias de viajes, tales como las de Raymond Foulché-Delbosc, Arturo Farinelli, José García Mercadal, etc. Otros autores se han adentrado en la exploración de las impresiones sobre un determinado ámbito de estudio, una determinada época o un ámbito geográfico concreto, estableciéndose diversas combinaciones. En esta línea de especialización, con nuestra aportación unimos el campo de actuación de dos ámbitos de estudio: por un lado, las obras públicas, los caminos y puentes, y por otro los viajeros de los que podemos obtener información sobre las principales rutas y estado de las mismas, así como sobre los principales hitos visitados, y la impresión causada por los mismos. En este momento resulta oportuno abordar la fiabilidad de este tipo de fuentes, tantas veces cuestionadas, y no sin razón cuando sus opiniones se admiten sin juicio. En la Edad Media y Moderna la narración de un viaje se convierte en un bien escaso y por lo tanto preciado, pero sin control sobre la formación, agudeza de observación y rigurosidad del redac-

7

El saber encaminado

8

tor. El subjetivismo es constante, pues como afirma la sentencia de Horacio: Caelum non animum mutant qui trans mare current. Cambia el espacio en el que se desenvuelve la persona, pero no su condición, y ésta en ocasiones se vuelve intransigente para captar lo diferente. Muchos de los libros de viajes constatan un viajar apresurado, supeditado una observación superficial y a las fuentes de información utilizadas, que en muchas ocasiones sólo ayudan a fijar ideas ajenas, en ocasiones prejuicios. Pero es precisamente el itinerario y la infraestructura que en él encuentra lo que en muchas ocasiones constituye la parte más auténtica por ser vital. Y este apartado es el que centra nuestra atención. El presente trabajo aborda el mundo de los viajeros en tierras valencianas principalmente desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVIII, momento en el que aparecen las carreteras, pavimentadas y preparadas para el tránsito de vehículos. Trata los caminos en un periodo primordial, pues como se ha concluido en varias ocasiones: La red actual de carreteras de nuestro país está basada fundamentalmente en la que se perfiló durante los siglos XVI-XVIII, lo cual, a su vez, tuvo su origen en las calzadas romanas1. Numerosos intelectuales del siglo XVIII mostraron la época de los Austrias como simple heredera de las obras públicas y la ingeniería anteriores. Esta consideración, que pudiera ser tenida como una valoración de elementos supuestamente inalterados y que en época posterior podían ser conocidos a través de las ventajas de la imprenta, también fue un mecanismo de propaganda a favor de la nueva dinastía reinante al contraponer sus esfuerzos reformadores frente a la supuesta inactividad anterior. Sin embargo, este hecho distaba de ser del todo cierto, y con anterioridad al siglo XVIII se vivieron grandes momentos que despertaron tempranamente el interés de propios y extraños. Por lo tanto, es un momento crucial para entender la realidad presente. Y comprende un periodo que incumbe a los diarios de viajes, principalmente los de mayor interés topográfico, escritos como recordatorios de vivencias para consumo propio y de personas cercanas, a los que más tarde se incorpora la literatura que tiene como eje discursivo el itinerario, y finaliza con las publicaciones de libros que se redactaron para ser publicados, y algunos de ellos con claras intenciones rectoras. Por esta razón, hablamos de un saber encaminado, condicionado principalmente por las vías de comunicación e infraestructuras para el viaje existentes, y de un saber que tiene en cuenta éstas, se ve limitado por las mismas, e infunde según sus objetivos una autoridad a través de la letra impresa que se vuelve endogámica y encauza el saber. Nuestro estudio abarca los escritos de viaje por tierras valencianas que tienen en el itinerario su principio estructurador, independientemente de la motivación del viaje o género 1 URIOL, JOSÉ I. “Las Calzadas Romanas y los Caminos del Siglo XVI”. Revista de Obras Públicas, julio de 1985. Pág. 553 a 563.

Introducción

en el que se redacta, y comprende un lapso donde la descripción pictórica de los viajeros, en la línea horaciana del lema “ut pictura poesis” (la pintura es como la poesía), base fundamental de la teoría humanista del arte y la literatura y por la que pretende representar con palabras lo visible, da paso en más ocasiones a una descripción pintoresca, conforme a unos tópicos difundidos a través de la imprenta, y que en buena parte fueron consolidados por la fotografía a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Pero también a otra más exigente y consciente de su capacidad transformadora, como ocurre con los viajeros ilustrados del último cuarto del siglo anterior. El análisis de estos escritos de los viajeros revela numerosos aspectos sobre paisaje, gentes, monumentos…, y de manera más estructurada sobre el territorio, las vías de comunicación y el transporte, puesto que el propio itinerario es el que organiza la narración. Y ante los que el viajero no llega de modo inocente. Las vías de comunicación establecen un itinerario posible, y un conocimiento factible, como también lo hace el acercamiento a experiencias anteriores. Los viajeros se nutren de éstas, y las propias se ponen al servicio de una demanda creciente de editores que las requieren para proyectos históricos, cartográficos, corográficos, de periegética, etc., que crecen de modo concomitante, y algunas de cuyas relaciones tratamos de desentrañar. En el capítulo “De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos”, se elabora un acercamiento al estado de la cuestión sobre el interés que los viajes han despertado a lo largo del tiempo. Se asientan unas bases sólidas sobre la fuente primaria que utilizamos en los nueve capítulos siguientes para el análisis de las vías de comunicación en tierras valencianas. En ellos se expone esta interrelación de modo diacrónico, en los que se incluyen estudios pormenorizados de algunas obras destacadas. Comenzamos con las referencias de viajes por tierras valencianas en los últimos momentos de la Edad Media e inicios de la Moderna (“Los viajeros entre épocas, finales del siglo XV y gran parte del XVI”), donde se incluyen algunos ejemplos de fina observación, como los de Jeronimo Münzer, Antoine de Lalaing y Claude de Brosenval. Sigue después un capítulo sumamente importante para establecer las posibilidades con que se encontraron los viajeros, por lo que tratamos “Los primeros repertorios de caminos en España”. Comenzamos por la obra del valenciano Pedro Juan de Villuga, que establece de manera meridiana las principales vías de comunicación que existían en la mayoría de los casos desde largo tiempo atrás, y que como cabeza de este género arrastrará hasta el siglo XVIII una preeminencia de su tierra natal, Valencia, difícilmente justificada a tenor de los hechos. El análisis comparado de la obra de Villuga con otros repertorios, entre los que destacan los de Pedro de Medina y Alonso de Meneses, y su difusión en Europa a través de Ambrosio de Salazar, revela interesantes ideas sobre el carácter endogámico que pudo fijar la imprenta.

9

El saber encaminado

10

Los dos siguientes capítulos guardan bastante relación. “La obra literaria de interés caminero de Bartholomé de Villalba y Estaña”, trata a este doncel de Jérica que recorrió toda España, y en 1577 terminó un sugerente y sorprendente trabajo que encuentra en el recorrido su razón de ser, y con una gran amplitud de inquietudes nos aporta información sobre numerosas obras públicas y de ingeniería realizadas en el pasado o en su misma época, a las que acude mostrando la sorpresa y admiración ante el que es conocedor del esfuerzo que requieren las grandes empresas. Mientras que en “Los peregrinos por tierras valencianas”, se analiza de un modo más general el paso de este tipo de individuos hacia otros destinos, pero que encuentran motivos de interés en tierras valencianas, como su sistema de comunicaciones, su paisaje o su capital. Un capítulo se ha reservado a “Las visitas reales de Felipe II (1586) y Felipe III (1599) y la mejora de las infraestructuras”. La llegada de los reyes siempre supuso una alteración de la vida cotidiana, y en el terreno de las infraestructuras viarias una convulsión por el tránsito de amplio séquito o incluso de la corte. De los muchos momentos posibles ésta se vivió especialmente en los que hemos destacado, porque dejaron mayor prueba escrita, mostrando con ello las posibilidades que presentaba la red viaria y los esfuerzos por adaptarla. Al poco de la visita de Felipe III se produjo el viaje que recogemos en “Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599”. Lo destacamos, por un lado, porque el motivo de su viaje no responde al de la visita real que tratamos en el capítulo anterior, y por otro, por la riqueza de matices de este texto, que inédito hasta el momento la parte dedicada a tierras valencianas, transcribimos íntegramente del fondo de la British Library de Londres. En un nuevo capítulo hemos incluido las impresiones de los “Viajeros a lo largo del siglo XVII”, donde destacan autores de gran agudeza de observación, como Barthélemy Joly y Domenico Laffi, y grandes proyectos enciclopédicos de amplia difusión en Europa, como los de Ambrosio de Salazar y Martin Zeiller. Y a éste le sigue el dedicado a “La cartografía y la representación de los caminos”, que aparece desde finales del siglo XVII. El estudio comparado de ésta con las guías de caminos y la actividad de los viajeros resulta interesante para establecer deudas y a partir de este momento claras concomitancias. En definitiva, estas fuentes de información se entrecruzan, recogen y en ocasiones determinan las principales rutas, estableciendo una vez más las limitaciones del conocimiento. El siguiente capítulo aborda “La etapa borbónica y el esfuerzo reformista”, en el que tratamos la mayor parte del siglo XVIII, donde las inercias de la etapa anterior dan paso a un intento de modernización que transformará, en parte y lentamente, la realidad que había imperado durante muchos siglos. En este largo periodo se sucedieron numerosos acontecimientos que favorecieron que el conocimiento estuviera no sólo encaminado, aludiendo a

Introducción

las limitaciones de la red viaria, sino que quedara dirigido por la letra impresa, que difunde las impresiones de viajes anteriores o nuevos, pero con clara sistematización y, en ocasiones, al servicio de unos intereses y grandes proyectos de intenciones reformadoras, como resulta paradigma de ello la obra de Antonio Ponz. Los dos últimos capítulos tienen un carácter transversal, y pretenden recoger algunas de las más destacadas ideas desarrolladas en el trabajo, pero también aportar noticias documentales inéditas sobre los sistemas de comunicación. “Lo cotidiano y lo extraordinario en el camino”, trata estos temas en tierras valencianas, excluyendo la capital, que por su especificidad son abordados en “La red viaria de la ciudad de Valencia”. En este sentido, los caminos reales, los puentes y los paredones de contención de las aguas, causaron gran admiración, pues fueron entendidos no sólo como útiles, sino como portadores de embellecimiento urbano. Este libro trata la red viaria y las obras públicas valencianas a través de los ojos de los viajeros. Pero también aborda la importante aportación de los valencianos a este conocimiento en España: Pedro Juan de Villuga, natural de Valencia, que elaboró la primera guía de caminos en 1546 y cuyas directrices, marcadas por cierto localismo, perduraron durante siglos; Bartholomé de Villalba y Estaña, doncel de Jérica que recorrió la Península Ibérica hacia 1573 bajo criterios tradicionales de marcada espiritualidad, pero también receptivo a maravillarse ante el acueducto romano de Peña Cortada, la Mina de Daroca, el ingenio de Juanelo Turriano en Toledo o el puente de Almaraz sobre el Tajo, introduciendo primeras referencias sobre ellos; Tomás Manuel Fernández de Mesa, abogado valenciano, alcalde mayor de Gandía y de Valencia, y autor en 1755 de una de las obras más rigurosa sobre caminos, posadas, correos y postas; y Antonio Ponz, natural de Bejís, que también recorrió España y fijó su interés, entre otros, en aspectos artísticos, arquitectónicos y de ingeniería, de manera ordenada e instructiva. Todo ello, mostrando cómo el conocimiento fluye a través de los cauces que marcan por un lado, los límites físicos y reales del camino posible, y por otro, las opiniones de aquellos que los pisaron y de otros que sin hacerlo consideraron que eran los únicos posibles. Quisiera finalizar esta introducción manifestando, por un lado mi agradecimiento a la Cátedra Demetrio Ribes y a la Conselleria de Infraestructures i Transport por el apoyo a este proyecto para que pueda ver la luz impresa; y por otro, mi deseo de que Paula, Nuria, Daniel, David, Laura, Germán y Natalia transiten libremente por los mejores caminos, incluidos los del saber.

11

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos 13

Este enunciado aglutina uno de los temas donde confluyen más disciplinas e incluso lectores curiosos. Tres razones al menos pueden apuntarse para explicar el interés que suscita. Por un lado, es evidente que desde muy diferentes disciplinas se leen las mismas fuentes para extraer diferentes datos e incluso para interpretar los mismos datos de manera distinta, pues las impresiones reflejadas en los diarios de viajes incumben a criterios filológicos, etnológicos, históricos, artísticos, geográficos, etc.2 Incluso, la lectura pertinaz de estas obras permite entender tanto la génesis de los gustos, como los cambios de estima, uso o significados del patrimonio. Por otro lado, la propia ingenuidad del texto3 y en la mayoría de los casos que no fueran pensados para su publicación permite una inmersión en las fuentes que invitan a creerlas puras, y aunque el lector sabe que no son ciertas en todos los casos le ofrecen una sensación de descubrimiento directo e incluso de placer voyerista que observa a través del que mira o incluso fija su atención en éste. La atenta expectación que estos escritos despertaron en su época por su capacidad de evocar otro espacio, ha dado paso en nuestros días a una contemplación parecida pero por su capacidad por evocar otro tiempo. Y por último, el viaje se encuentra en la esfera vital de todo ser humano, de modo consciente e inconsciente, individual y colectivo. La Tierra recorre millones de kilómetros alrededor del sol anualmente, y la galaxia en la que se halla viaja en el universo. La mitología ha creado auténticos arquetipos: Eneas, Perseo, la etiópica pareja Cariclea y Teágenes…, entre los que destacan la Odisea homérica y la Argonáutica griega4. La tradición judeo-cristiana sitúa el principio de la humanidad en el viaje que se inicia el ser humano cuando a causa de su pecado es expulsado de un paraíso sedentario; tiempo después establece el origen de los pueblos y lenguas en la diáspora producida con motivo de la construcción de la torre de Babel; y el Éxodo, segundo libro de la Biblia, narra el viaje de los israelitas en busca de la tierra prometida. Y desde entonces,

2 Una concisa defensa de la literatura de viajes como fuente histórica en MARTÍNEZ SHAW, CARLOS: “El llibre de viatges com a Font histórica”, L’Avenç. 1982, julio-agosto, nº 51, págs. 46-48. 3 Esta ingenuidad es la que apuntaba el José Ortega y Gasset a principios de siglo XX (Obras completas. Madrid, Alianza/ Revista de Occidente; 1946, t. I, págs. 519-523 y 1962, t. VIII, pág. 365). 4 GARCÍA GUAL, CARLOS: “Relatos griegos de viajes fantásticos”, en CEBRIÁN, MARTÍN; CARBONERO, DOMINGO, JAVIER: Andanzas y caminos: viejos libros de viajes. Fondo bibliográfico Javier Cabornero Domingo. Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2004, págs. 51-66.

El saber encaminado

la literatura universal ha encontrado en el viaje uno de los principales recursos de estructura de múltiples géneros, como la novela bizantina, la de picaresca o la de caballería5.

14

La comunicación es una necesidad humana. El ser humano es un ser social e incluso un ser curioso. El desarrollo de la sociedad exige la comunicación, que desde los primeros momentos de la humanidad ha contado con obstáculos, como el relieve físico, y con el tiempo las fronteras6. Sin embargo, el ingenio ha procurado salvar unos, mientras que múltiples factores han relativizado las otras. La simple vecindad conducía a la relación y en muchos casos ampliaba la trama de los vínculos familiares, que a su vez multiplicaba la comunicación entre diferentes lugares. Pero, sobre todo, la diversidad de motivaciones contribuía a ello. Evidentemente, existen numerosos tipos de viajes. En la España de mediados de siglo XX, que comenzaba a sentir los efectos del turismo de masas, José García Mercadal y Manuel Fernández Álvarez reflexionaron sobre las condiciones que históricamente habían impulsado a los viajeros a pasar por España. El primero apuntó el peregrinaje, la lucha contra el infiel, la vida de juglar, las embajadas, la atracción de las cortes para poetas, humanistas y artistas, la actividad comercial, etc., que el segundo resumió en tres: lo religioso, la aventura y lo desconocido7. Pero probablemente, estos son simplemente los que han dejado más testimonios escritos por el propio objeto del viaje, y todos asumimos la diversidad de estímulos8, que incluso con un sentido amplio cuentan con arquetipos. Por ejemplo, se emprenden viajes para adquirir conocimiento, como los que hizo el sabio Demócrito, al que se llamó “Sabiduría”, a Egipto, Persia y Caldea; los que en busca del conocimiento dirigieron a profesores y estudiantes a prestigiosas universidades; los que, por influencia del humanismo italiano, instaron a muchos eruditos a buscar pruebas de la antigüedad; los que se entendieron como culminación del proceso formativo, y que adquirió la denominación de “Grand Tour”; o los expedicionarios y científicos, como la primera circunnavegación a la tierra bajo el mando de Fernando de Magallanes en 1519 y culminado por Vasco de Gama en 1522, y ya principalmente a partir del siglo XVIII los realizados por tierras australes por el capitán Cook, o los viajes del conde de

5 FRYE, NORTHOP: Anatomía de la crítica. Cuatro ensayos. Caracas, Monte Ávila 1977. Traducción de la edición en inglés de 1957. Incluso, se ha considerado a Miguel de Cervantes como escritor de viajes (FORONDA Y AGUILERA, MANUEL DE: “Cervantes viajero”, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica. 1880, VIII, págs. 449-484; cita en pág. 482). 6 PIQUERAS, JUAN; SANCHIS, CARMEN: La organización histórica del territorio valenciano. Valencia, Generalitat Valenciana, 1992. En esta obra exponen cómo el medio físico es un factor condicionante o contribuyente a la ordenación territorial, las vías de comunicación son agentes de esta articulación, y la organización del territorio supone y exige la existencia de una administración territorial. 7 GARCÍA MERCADAL, JOSÉ: Viajes de extranjeros por España y Portugal. Madrid, Aguilar, 1952 a 1962, vols. III; t. I, Introducción. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, MANUEL: Aportaciones a la historia del turismo en España: Relatos de viaje desde el Renacimiento hasta el Romanticismo. Madrid, Ediciones de la Secretaría General del Ministerio de Información, 1956. 8 Sobre las diferentes motivaciones puede consultarse, por ejemplo, LABARGE, MARGARET WADE: Los viajeros medievales: los ricos y los insatisfechos. Madrid, Nerea, 1992. Así como CARBONERO, DOMINGO, JAVIER: “Estos libros de viajes... O de las muchas tierras y diversas costumbres de los hombres”, en CEBRIÁN, MARTÍN; CARBONERO, DOMINGO, JAVIER: op. cit., 2004, págs. 15-49.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

la Pérouse desde Francia hasta Alaska, o los de Pallas y Saussure9. Otros están relacionados con campañas militares, como la que condujo a Alejandro Magno en el 300 a.c, desde Macedonia hasta la India. Los hay religiosos en muy diversas expresiones, como las misiones, cruzadas y las peregrinaciones a Tierra Santa, Roma o Santiago de Compostela. Muchos son políticos, que suscitan movimientos de reyes y príncipes con grandes séquitos, así como el trasiego de embajadores, militares, espías…, que además estaban obligados a rendir cuentas. También los hay administrativos, con visitadores laicos y religiosos, como sucede con las visitas pastorales o las de las órdenes monásticas. La creación de fronteras eclesiásticas y de órdenes religiosas eran modos de racionalizar un gobierno que no respondían a criterios de unidad política. En un plano supranacional así ocurrió con la expansión del monacato benedictino, de clara organización centralizada, y con el Císter, basado en la expansión por filiación. A pesar de la dispersión se establecieron principios homogéneos a través de visitas, capítulos provinciales, confirmación de priores y otros cargos, y mudanza de monjes con habilidades constructivas, artísticas o de los propios maestros laicos. Y en beneficio de tales objetivos también se incidía en las infraestructuras de comunicación. De gran relevancia eran los viajes efectuados por cuestiones comerciales, como el que en el siglo XIII llevó a Marco Polo desde Venecia hasta China siguiendo la ruta de la seda. De menor capacidad para dejar testimonio escrito eran los realizados por motivos profesionales, vinculados principalmente al artesanado, y los iniciados por necesidades económicas que ponían en ruta a buscavidas y pícaros. Incluso, se produjeron algunos para la redacción de guías al servicio de todos aquellos que por distintos motivos debían ponerse en ruta. En definitiva, las necesidades de comunicación son una constante en la historia de la humanidad, que han dado lugar a vías de comunicación que han evolucionado según múltiples circunstancias. Y a pesar de tal diversidad de motivaciones, en la mayoría de los escritos de viajes, a diferencia de la misma actividad de viajar, la curiosidad y el componente cultural han estado siempre presentes, pues la acción de escribir otorga valor a lo observado y manifiesta un deseo de fijar el recuerdo. Desde la antigüedad clásica la labor del historiador, el enciclopedista y el viajero se unen. Buen ejemplo de ello son el romano Plinio el Viejo (c. 23-79), autor de Historia Natural, de 37 volúmenes, y del griego Pausanias (siglo II), autor de Hellados Periegesis (Descripción de Grecia), y razón por la que la literatura de viajes se denomine bajo el término periegética. Además, el viaje se puede originar por un motivo, pero la memoria, en ocasiones fijada en el diario, recoge impresiones muy alejadas del mismo, y con un marcado carácter de curiosidad que alimenta la actividad intelectual. Así, Abu Abdullah al-Bakri, geógrafo e historiador hispanoárabe del siglo XI, escribió en 1068 Kitâb al-Masâlik wa’l-Mamâlik (El Libro de Caminos y de Reinos), en el que describe el mundo conocido a partir del itinerario de comerciantes y viajeros, y de la literatura, pero que él no llegó a

9 PIMENTEL, JUAN: Testigos del mundo. Ciencia, literatura y viajes en la Ilustración. Madrid, Marcial Pons, 2003.

15

El saber encaminado

visitar. Mientras que Benjamín de Tudela, que en la segunda mitad del siglo XII viajó desde Navarra a Bagdad, nos deja un relato maravilloso de sus quince años de recorrido, que fue traducido del hebreo y llevado a la imprenta en el siglo XVI, pero del que desconocemos el motivo del mismo, llegando a apuntar que estuviera relacionado con el comercio de piedras preciosas y coral.

16

Una buena muestra de esa confluencia de intenciones la representa también el auge de las peregrinaciones a partir de época medieval, principalmente a Tierra Santa (Jerusalén), Roma y Santiago de Compostela. Estos viajes se originan como refuerzo de la fe, y principalmente a los lugares que han sido marco de la encarnación divina y/o guardan reliquias. Los objetos de este tipo fueron muy apreciados a partir del siglo XI, pasando frecuentemente de la cripta al coro, fruto de exhumaciones inspiradas en hechos milagrosos, y consolidaron algunas rutas. Ante el citado auge aparecen libros que pretenden servir de ayuda al viajero, como el Liber sancti Iacobi o Codex Calixtinus, una compilación de textos anónimos, ordenado y parte redactada hacia 1139 por el cluniacense Aymeric Picaud, que acompañó al papa Calixto II en la peregrinación de 1109, y cuya quinta parte, el Liber peregrinationis, es una Guía del peregrino medieval, donde se abordan temas de utilidad básica como: I. Itinerarios hacia Santiago, II. Jornadas del Camino, III. Los nombres de las villas, IV. Los tres hospitales del mundo, V. Nombres de algunos restauradores, VI. Ríos buenos y malos, VII. Nombre de las regiones, VIII. Cuerpos de santos en el Camino, IX. Santiago de Compostela, X. Número de los canónigos de Santiago, XI. La acogida al peregrino. En Tierra Santa el viajero dispuso de obras de semejantes características a partir del siglo XIV, coincidiendo con la presencia de los franciscanos en los santos lugares. Las similitudes en los comentarios y descripciones de los viajeros condujeron a algunos investigadores alemanes a suponer que los frailes podían suministrar en su convento de Venecia o en la del Monte Sión en Jerusalén de un manual-guía para los peregrinos. Y esta tesis ha sido recientemente confirmada y desarrollada, exponiendo cómo los frailes recopilaban en su biblioteca libros sobre la ciudad y sus lugares sagrados, y fueron ellos mismos autores de un libro, como recoge el texto anónimo de 1427 titulado Libellus Descriptionis Terrae Santae, que a su vez pudo servir como fuente de información para nuevos peregrinos. Brefeld ha propuesto que este grupo original de guías está representado por el incunable de Pierpont Morgan Library de Nueva York titulado Peregrinationes Terrae Sanctae (Venecia, h. 1480), que contiene una lista de lugares que deben ser visitados en Jerusalén y alrededores, las indulgencias, e información sobre rezos e himnos recitados en ellos10. Los textos españoles también muestran cierta relación con alguna de las compilaciones citadas, incluso algunos hablan de la existencia de una de ellas en la biblioteca franciscana del Santo Sepulcro11. Una nueva realidad política y militar, que obligó a estancias más cortas, y la pérdida de los antiguos textos en el siglo XVII exigió de nuevos trabajos y dio nuevo impulso a las narraciones autobiográficas desde 10 BREFELD, JOSEPHIE: A Guidebook for the Jerusalem Pilgrimage in the Middle Ages: A Case for Computer-Aided Textual Criticism, Hilversum Verlorem, 1994. 11 JONES, JOSEPH R.: Viajeros Españoles a Tierra Santa (siglos XVI y XVII). Madrid, Miraguano – Polifemo, 1998, págs. 88-90.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

17

Detalle del Grabado de Alhama, por Joris Hoefnagel en 1564, incluido en Civitatis Orbis Terrarum (1575). Pueden observarse los aposentos, las caballerizas, y el sistema de transporte.

su punto de salida en Europa. Así, el cristiano que planificaba su trayecto o simplemente el que se dejaba caer en ensoñaciones en el estudio dispuso de la obra de Bernhard von Breidenbach, deán de Maguncia, Peregrinatio in terram Sanctam (Mainz, 1486), que fue traducida tempranamente al castellano como Viaje de Tierra Santa (Zaragoza, 1496). La labor en esta obra del traductor Martín Martínez de Ampiés se amplió con la incorporación de un “Tratado de Roma”, pues los peregrinos requerían autorización papal para visitar Tierra Santa. Además, la obra en estas primeras ediciones tuvo la gran aportación de unos espléndidos grabados en madera con vistas de ciudades de Erhard Reuwich, que la convirtieron en el primer libro de viajes ilustrado. La inclusión de un “Tratado de Roma” en Viaje de Tierra Santa estaba facilitada por la amplia tradición que en este género de obras guardaba la ciudad del Tíber, que disponía de los Mirabilia Urbis Romae, compuestos hacia 1150 y muy modificados posteriormente, principalmente en los siglos XIII y XIV. Durante la Edad Moderna estas obras fueron liberadas de muchos aspectos endogámicos, y ampliadas con otros de mayor utilidad, así como de otros culturales y artísticos, y acompañados de imágenes, como sucede en la Descritione delle chiese di Roma... brevemente raccolte da M. Andrea Palladio a partir del opúsculo L’Antichit’a di Roma (Roma y Venecia, 1554) del mismo afamado arquitecto. Fueron ampliamente traducidas, por ejemplo al castellano en 1519, 1524, 1561, 1575, 1589, 1600…, y llegaron a atender a una clientela específica, como atestigua los añadidos para el público hispano que hizo el doctor Francisco de Cabrera Morales en la última de las ediciones citadas, y Grandezas y maravillas de la... ciudad de Roma... (1673) de Gabriel Díaz Vara Calderón y Coronado. Con mayor separación de lo estrictamente religioso y con más acercamiento a los intereses del viajero, no sólo peregrino, sino al interesado por las manifestaciones artísticas, incluidas las contemporáneas, surgió Le cose maravigliose dell’alma citta di Roma (1541), que fue ampliamente reeditado y aumentado. Por ejemplo, a comienzos del siglo XVII con la obra de Pietro Martire Felini, que en formato pequeño, lengua italiana, con ilustraciones e itinerarios artísticos y monumentales, facilitó su accesibilidad, y a comienzos del

El saber encaminado

XVIII con la de Juan Bautista Vaccondio12. Además, aparecieron obras como Roma antica e Moderna (1643 y de numerosas reediciones) de Federico Franzini, que atendían una demanda de mayor erudición y reflexión en el gabinete. En definitiva, en la Edad Moderna se dispuso de una gran variedad de propuestas para conocer Roma, que en el siglo XVIII se hizo abrumadora.

18

Las tierras valencianas no estaban entre estas grandes rutas hacia los lugares citados, pero fueron punto de partida de los locales, como es el caso de Bartholomé de Villalba y Estaña, natural de Jérica, autor de El Pelegrino curioso, primer libro español de viaje por España, emprendido por devoción y curiosidad13. Una dualidad frecuente desde finales del siglo XV en los viajes, y que por las mismas razones atrajo a tierras valencianas a peregrinos foráneos. Principalmente a Valencia, como gran urbe y contenedora de reliquias de gran interés y edificios emblemáticos. Lo cierto es que en los caminos no sólo había peregrinos con intereses más o menos amplios, sino que estos los podían compartir todos aquellos que transitaban: reyes, príncipes, nobles y miembros de sus séquitos, embajadores, soldados, clérigos, visitadores de órdenes religiosas, predicadores, comerciantes, correos, arrieros y carreteros, pastores, estudiantes y profesores, profesionales en busca de trabajo, etc.14 Pero su reflejo escrito era escaso, y sus posibilidades de conservación raras al no estar dirigidos a su publicación en la mayoría de las ocasiones. Un motivo frecuente en su conservación era el interés que despertaban entre editores y eruditos, para crear productos que permitirían nuevos viajes físicos u otros de gabinete. Durante mucho tiempo el diario de viaje fue una experiencia personal para consumo particular, y en ocasiones de amigos y conocidos. Para fijar en la propia memoria o para trasladar la imagen a la mente de otro el viajero frecuentemente hace correr la comparación con lo que conoce. Así, para Münzer el Ebro es un río navegable como lo es el Danubio cerca de Rastibona, Valencia se encuentra en una grande y hermosa llanura como la de los alrededores de Milán y Colonia, los gusanos de seda se alimentan con la hoja de morera como en Florencia, Venecia y Bolonia, la grana se utiliza como tinte como en Polonia, el lugar donde se disponen las casas de los sarracenos en la capital están rodeadas de un muro como las de los judíos en Rastibona… Murcia es tan grande como Núremberg y se halla en una extensa y bella llanura rodeada de montañas como Milán… Para un mercader milanés que visita Valencia en 1519 el recurso de la comparación es constante: la planta de la ciudad es circular como la de Pavía, la catedral de grande como la de Milán, el paisaje de

12 CAMARA, ALICIA: “De España a Roma. Peregrinar con guía en el Siglo de Oro”, HERNANDO SÁNCHEZ, CARLOS JOSÉ: Roma y España. Un crisol de la cultura europea de la Edad Moderna. Madrid, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, 2007; vol. II, págs. 767-779. 13 NAVARRO GONZÁLEZ, ALBERTO: “España vista y visitada por los españoles del siglo XVI”, Dicenda: Cuadernos de filología hispánica. nº 6, 1987, págs. 307-312. 14 Interesante es el amplio recorrido, centrado en la Edad Media, realizado por GARCÍA DE CORTÁZAR, JOSÉ ÁNGEL: “El hombre medieval como “Homo viator”: peregrinos y viajeros”, IV Semana de Estudios Medievales, Logroño, Gobierno de La Rioja, 1994, págs. 11-30.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

Mogente a Valencia como el italiano… Para Cuelvis a finales del mismo siglo la tierra de Alzira a Algemesí es tan buena y fértil de trigo que le recuerda la de la provincia alemana de Thuringia, y el teatro de Sagunto le trae a la memoria el anfiteatro de Orange, en Francia. El conocimiento de otras regiones partía de las obras de cosmografía, pero el humanismo renacentista fijó el conocimiento histórico como vía de aproximación al terreno a la que acudieron numerosos viajeros. Esta amplia tradición encuentra su principal exponente en Lucio Marineo Sículo, autor de De Hispaniae laudibus (Burgos, 1496), que tuvo una nueva versión en De Rebus Hispaniae memorabilibus (Alcalá de Henares, Miguel de Eguia, 1530) y fue publicada ese mismo año y por el mismo editor bajo el título De las cosas memorables de España, cuyo autor manifestaba ante el emperador Carlos V no tener otra intención que dar a conocer casi toda vuestra España y todas las cosas dignas de memoria que en ella hay. Idea que siguió en Valencia su cronista Pere Antoni Beuter en la Cronica de la primera part de la historia de València (1538), donde pretendía a través del conocimiento histórico, epigráfico, arqueológico y monumental, trasladar la imagen del pasado, al modo que lo hacían los cuadros que ambientaban sus composiciones entre ruinas o ejemplos de la Antigüedad. Beuter vindicaba esta recuperación, con esfuerzos similares a los que se hacían por recuperar la imagen de Roma, de la que él regresaba, mediante descripciones y pinturas, por lo que exponía: Es cosa digna de veure pintada en los libres: y scrita la magestad de tan superbo edifici: ja que de vista nos pot fer: per estar quasi del tot mudada. Axi tambe no sera cosa desaprofitada pintar la forma que tenia antigament la nostra ciutat de Valencia. Y a lo largo de su obra describe las calles por las que circulaba la antigua muralla, que recorre o dibuja mentalmente. Una concepción de la narración histórica bajo el principio horaciono “ut pictura poesis” que también expone Martín de Viciana en el prólogo del Libro segundo de la chronyca de la inclicita y coronada ciudad de Valencia y de su reyno (1564). Obviamente, los viajeros se encontraban con esta limitación de manera más nítida, pues en ocasiones no sólo debían trasladar una imagen del pasado, sino que en todo momento debían transponer su impresión sensorial a las palabras. Siguieron el modelo citado Pedro de Medina en su Libro de grandezas y cosas memorables de España (Sevilla, 1549), Ambrosio de Salazar en Almoneda general de las más curiosas recopilaciones de los reinos de España (París, Antonio du Brueil, 1612), publicada en francés el mismo año, Francisco Diago en Anales del Reyno de Valencia (Valencia, Pedro Patricio Mey, 1613), etc. Cuando la imprenta se impuso como medio por excelencia de transmisión de las ideas se abrieron muchas alternativas. Por ejemplo, viajar a través de los ojos de otros, como muestran los éxitos de obras como el Libro de las maravillas del mundo de Juan de Mandeville, el Viaje de la Tierra Sancta de Bernardo de Breidenbach, la Embajada al gran Tamorlán de Ruy González de Clavilo, o el Itinerarium Beniamini Tudelensis, traducción del hebreo del viaje medieval del citado judío. Por otro lado, con un carácter eminentemente práctico comienzan a aparecer los libros de viaje. Un ejemplo paradigmático de diversas circunstancias que llevan a iniciar el viaje y vicisitudes de los textos es el del inglés Andrew Boorde (1490 - 1549), que estudió en Oxford, fue admitido en la Cartuja, aunque en varias ocasiones fue dispensado de sus votos monásticos, y viajó por toda

19

El saber encaminado

20

Europa. Hacia 1530 marchó al extranjero a estudiar medicina, por lo que recorrió numerosas universidades, como Orleans, Poitiers, Toulouse, Montpellier, Wittenberg, visitó Roma, y peregrinó a Santiago de Compostela. En 1534 se encontraba de nuevo en la cartuja de Londres. Pero Thomas Cromwell le encomendó la misión de viajar por Europa para recabar información sobre la opinión que se tenía del rey inglés. Y, además de recorrer los países de dicho continente, viajó a Jerusalén. Fruto de su deambular escribió Itinerary of Europe, cuyo resultado envió a Cromwell y éste perdió. Lamentable destino para la que en opinión de Arturo Farinelli pudo ser la primera guía de Europa. Por declaración del mismo Boorde, en el séptimo capítulo de su obra The Introduction of Knowledge, sabemos que en su trabajo recogió distancias entre ciudades, lo que en principio resulta muy similar a lo que llevó a cabo Pedro Juan de Villuga en 1546. Valenciano este último, pero también muy vinculado a la cartuja, y en cuya guía de caminos, parece perseguir que esta orden monástica se convierta en señora y protectora de las calzadas, como las ordenes mendicantes se habían erigido en las ciudades. Desde luego, merecería un estudio más profundo la relación de ambos con la Cartuja, e incluso por cercanía de fechas la que pudo existir entre dichos personajes y su obra. Otros viajes tenían como resultado una experiencia gráfica, como es el caso del pintor Anton van der Wyngaerde que por encargo de Felipe II recorrió buena parte de España y otros lugares de la monarquía y lo plasmó sin encontrar durante muchos años miradas atentas. Francisco J. Sánchez Cantón en un estudio sobre los pintores de cámara del siglo XVI, asoció tres proyectos contemporáneos para el conocimiento de España: las vistas de Wyngaerde, el mapa de España realizado según modernas técnicas cartográficas, conservado en El Escorial y atribuido a Pedro Esquivel, y las contestaciones de la encuesta enviada a los municipios de las Relaciones Topográficas15. Tan sugerente hipótesis no ha sido confirmada, y por el contrario hay un mayor consenso para descartar que respondan a un proyecto común, aunque sí a una misma inquietud manifestada por vías descriptivas diferentes: gráfica, cartográfica y textual. Realmente el trabajo desarrollado por Wyngaerde hace que haya sido calificado más de topográfico que de pictórico16. Las vistas de Wyngaerde despertaron el interés comercial del taller de Christophe Plantin para incluirlas en un atlas de ciudades, pero no llegó a realizarse. En el mismo siglo alcanzaron un gran éxito las vistas de ciudades de la Cosmographia Universalis (1550) de Sebastian Münster, o las comprendidas en el Civitates Orbis Terrarum, publicado en Colonia desde 1572 hasta 1588, y sucesi-

15 SÁNCHEZ CANTÓN, FRANCISCO JAVIER: “Los pintores de Cámara de los Reyes de España (Apuntes históricos)”, Boletín Sociedad Española de Excursiones. 1914, págs. 133-160. 16 La existencia de estas vistas fueron señaladas por Carl Justi en 1888, y estudiadas por Egbert Haverkamp-Begemann en 1969, y recientemente por KAGAN, RICHARD L. (Dir.): Ciudades del Siglo de Oro. Las vistas españolas de Antón van der Wyngaerde. Madrid, El Viso, 1986. Y en lo estrictamente valenciano por ROSELLÓ I VERGER, VICENÇ Mª et al.: Les vistes valencianes d’Anthonie van den Wijngaerde (1563). Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciència, 1990. GALERA I MONEGAL, MONTSERRAT: Antoon van den Wijngaerde, pintor de ciudades y de hechos de armas en la Europa del Quinientos. Cartobibliografía razonada de los dibujos y grabados, y ensayo de reconstrucción documental de la obra pictórica. Madrid – Barcelona, Fundación Carlos de Amberes - Institut Cartogràfic de Catalunya, 1998.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

vamente reimpreso hasta 1617, de los cartógrafos Georg Braun y Joris Hoefnagel (Franz Hogenberg), donde se incluían imágenes de España tomadas de sus viajes, o la de Francesco Valegio y su Raccolta di le più illustri et famose città di tutto il mondo (Venecia, 1590-1600), con más de trescientas vistas y plantas de ciudades del mundo conocido. Estas empresas a buen seguro avivaron la curiosidad o se pusieron al servicio del recuerdo de las experiencias vividas. Por ejemplo, en el manuscrito de Jacop Cuelvis de su viaje a la Península Ibérica se utilizan numerosos grabados, algunos de Valegio, y se copian otros de Hoefnagel. Los de este último crearon una imagen magnífica,

Detalle del grabado de Granada. Incluido en Civitatis Orbis Terrarum (1564) de Joris Hoefnagel.

pero fosilizada pues se siguieron utilizando hasta muy avanzado el siglo XVIII en los grandes proyectos topográficos, cuya descripción de los lugares se articulaba a través de la estructura del diario de viajes. Y fruto de este atavismo gráfico por la omisión y la reiteración de fuentes se marginó determinadas regiones, como la valenciana. Los libros de viajes se incorporaron a las bibliotecas de eruditos que perseguían datos históricos, lingüísticos, epigráficos, geográficos..., a las de los comerciantes que ansiaban un dominio del terreno sobre el que desplegar su actividad, a las de los peregrinos, y a las de todo tipo de gentes que requerían una mínima información de los lugares por los que transitarían, en ocasiones como meros turistas, e incluso algunos que lo harían desde la creación artística que persigue modelos y fuentes de inspiración17. A lo largo de la Edad Moderna numerosos intelectuales alabaron la utilidad de los viajes en la educación de los jóvenes. Así lo hicieron en el siglo XVII Saavedra Fajardo, Bacon, Descartes o Locke. El viaje ilustrado se justifica en ensayos como El viaje (1625) de Francis Bacon, o Émile, ou de l’education (1762) de Jean Jacques Rousseau, que valoraban el componente educativo del viaje; y quedó refrendado por las opiniones del filósofo alemán Inmanuel Kant18, que en su Antropología (1798)

17 Acerca de su presencia en las bibliotecas de artistas véase SOLER I FABREGAT, RAMON: “Libros de arte en bibliotecas de artistas españoles (siglos XVI - XVIII): aproximación y bibliografía”. Locus Amoenus. 1995, nº 1, págs. 145-164. SOLER I FABREGAT, RAMON: El libro de arte en España durante la edad moderna. Gijón, Ediciones Trea, 2000. 18 Sobre el interés y práctica docente de Kant por la geografía véase ÁLVAREZ GÓMEZ, MARIANO: “Kant, geógrafo”. Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 2005, CXLI, págs. 7-28.

21

El saber encaminado

22

recomendaba viajar, aunque él apenas se alejó de su ciudad natal, o leer libros de viajes, que eran los que principalmente nutrían su biblioteca, así como obras literarias y biografías, pues eran géneros que en su opinión compendiaban las posibilidades de observación, en ocasiones de personas de aguda inteligencia, y permitían con ello aumentar el conocimiento. Y en sentido inverso, los viajeros ilustrados del último tercio del siglo XVIII, generalmente de clase acomodada y notable formación, aplicaron las cualidades de la observación difundidas por el espíritu científico de aspiraciones taxonómicas19. Viajan para instruirse, pero también con el claro objetivo de instruir20. Desde este momento, el interés por lo cultural y lo artístico, presente como hemos visto en muchos viajeros de diferentes épocas, adquirió sentido en sí mismo. El “Grand Tour”, el viaje de los jóvenes de familias acomodadas, con destino principalmente a Italia, y con paso por Francia y Suiza, se convierte en un elemento de formación de las elites europeas. Constituye el inicio del “Turismo Cultural” codificado. Goethe, cuyo objetivo era escribir una obra monumental sobre Italia, publicó reduciendo sus pretensiones iniciales su viaje a Italia. Por su parte, Marie Henri Beyle, Stendhal (17831842), escribió su diario (iniciado en 1801), su recorrido por Roma, Nápoles y Florencia (1817) y sus paseos por Roma (1829). Obras en las que aborda temas tradicionales, como la Historia, la Arqueología, las Bellas Artes…, pero también los sociales, las costumbres… Habla del viaje como forma de cultura y sensibilidad, lo concibe como elemento de placer y entretenimiento, y su narración es apasionada. El diario de antaño se convierte ahora en un ejercicio que persigue la publicación y compartir las experiencias, e incluso crear opinión a través de la crítica. Una clara manifestación de la búsqueda de un interlocutor es la fuerza que adquiere en el género epistolar como recurso expositivo. La extensión del fenómeno condujo a consolidar la convicción de la importancia de los viajes como fuente. Sobre los precedentes de Richard Hakluyt (1589), Samuel Purchas (1625) y Melchisédech Thévenot (1696) en el siglo XVIII se desarrollaron numerosas empresas editoriales de recopilación y clasificación de viajes. Por ejemplo, en Gran Bretaña en 1745 Thomas Astley comenzó la edición por entregas de una New Collection of Voyages and Travels, continuados en la tradición francesa con las obras del abate Prévost y del poeta La Harpe, entre otros, que también fueron traducidos a otras lenguas21. Sirva como testimonio del carácter aditivo la obra Historia General de los Viages, o Nueva Colección de todas las Relaciones que se han hecho por Mar y Tierra, y se han publicado hasta aora en diferentes Lenguas de todas las Naciones conocidas: Donde se contiene lo mas notable, útil, y mas cierto de los Paises a donde han penetrado los Viageros, con las costumbres, Religion, usos, Artes, oficios, Ciencias, Comercio y Manufacturas de sus habitantes. Obra traducida del Ingles al Frances por el Abate Antonio Francisco Prevost y al Castellano por Don Miguel Terracina. Aumentada con las Relaciones de los últimos Viages que se han hecho en este siglo (Madrid, Imprentas de Juan Antonio Lozano y de Manuel González, 1763-1790, 27 vols.).

19 ADLER, JUDITH: “Origins of sightseeing”, Annals of Tourism Research. 1989, vol. 16, págs. 7-29. 20 FERNÁNDEZ, ROBERTO: “Els observadors de la Il.lustració”, L’Avenç. 1982, julio-agosto, nº 51, págs. 58-65. 21 Sobre estos repertorios de libros de viaje véase BAS MARTÍN, NICOLÁS: “Los repertorios de libros de viajes como fuente documental”, Anales de Documentación, nº 10, 2007, págs. 9-16.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

En este tiempo, España quedaba alejada de las principales rutas culturales, como reflejan las citadas empresas de recopilación de viajes, que marginaron los casos referentes a lo hispano. Como prácticamente también sucedió con las guías sobre ciudades o países, que comenzaban a tener gran predicación. Por ejemplo, así puede comprobarse en la famosa serie las “Repúblicas” de Elzevier, que desde 1625 imprimió en Amsterdam y Leyden más de cincuenta volúmenes sobre países y ciudades de Europa y Asia. En el siglo XVIII, en el que el número de guías de ciudades aumentó de manera abrumadora, el esfuerzo se centró en las ciudades italianas, con Roma a la cabeza, hubo viajeros que se adentraron en tierras hispanas enfrentándose a los peligros e incomodidades, persiguiendo el placer de lo ignoto, lo diferente…, y muy probablemente el placer que conllevaba hablar de lo que otros congéneres no podían rebatir por su desconocimiento. Un papel destacado para suscitar el interés fue la inclusión de España en el ambicioso proyecto “Les Delices”, que tras Italia, recogió el de España y Portugal, y continuó con Francia, Gran Bretaña e Irlanda, Roma antigua y Roma moderna, Suiza, la ciudad de Leiden, Alemania… Les Delices de l’Espagne & du Portugal… (Leiden, Pierre Vander Aa, 1707; en cinco volúmenes) y en holandés Beschryving van Spanjen en Portugal, firmada por Juan Álvarez de Colmenar, que fue revisada, corregida y aumentada en 1715 y 1741, es una obra de corte enciclopédico sobre la Península Ibérica, que usa abundantemente la literatura de viajes, tiene un pequeño formato que facilita la portabilidad y se estructura a través del itinerario. Además, su carácter de obra de utilidad, incluso de preparación de viajes, se evidencia también con la inclusión de listados de distancias, y en la edición de 1715 con la de cartas geográficas de cada reino con los principales caminos. Resulta muy relevante la explicación ofrecida por el editor para justificar esta empresa: por un lado, el éxito de una obra parecida sobre Italia; por otro, la Guerra de Sucesión, que despierta el interés por el escenario donde se desarrolla; y, finalmente, la escasa información disponible. De una manera muy clara los diarios de viajes, íntimos recordatorios de experiencias y rutas o al servicio de la comunicación, con descripciones pictóricas que en ausencia de otros medios o capacidades como el dibujo, dan paso a descripciones pintorescas, repletas de escenas marcadas por lo diferenciable y claramente identificable de un país, así como por modelos estéticos que establecen normas. En este sentido, si hubo una obra que, en lo artístico, condicionó el conocimiento que se tuvo de lo más destacado de España fue el Viaje por España (1772-1794, vols. XX) de Antonio Ponz. Redactada de modo epistolar es una guía de viajeros de España, de la que por muerte del autor se quedó fuera Galicia, la zona cantábrica, Navarra22, Murcia, y la Andalucía oriental, presenta ilustraciones de Gregorio Ferro y fue editada en un formato pequeño para abaratar costes y

22 Un complemento de este viaje por España es el que realiza por Francia, Inglaterra, Holanda y Bélgica entre mayo y noviembre de 1785, y en el que reúne también Navarra y el País Vasco. Véase CRESPO DELGADO, DANIEL: “”Il giro del mondo”. El viage fuera de España (1785) de Antonio Ponz”, Reales Sitios. 2002, 2º trimestre, año XXXIX, nº 152, págs. 64-81. PONZ, ANTONIO (estudio preliminar, edición y notas de Mónica Bolufer Peruga): Viaje fuera de España. (1785) Alicante, Universidad de Alicante, 2007.

23

El saber encaminado

24

facilitar su manejo. Antonio Ponz hace ostensible su deseo de influir en la transformación del país, por lo que se fija de modo constante en aspectos económicos, y ve en las obras públicas un instrumento excelente para tal fin. La arquitectura y las Bellas Artes en general son otras de sus vías de intervención en la sociedad del momento, imponiendo el criterio clasicista y los postulados de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que fue su secretario, como autoridad y modelo con la aspiración de reformar las artes en España. Razón por la que su descripción no es exhaustiva, sino que escudriña ejemplos que puedan actuar como tales. A pesar de sus intenciones y prejuicios, principalmente hacia lo Barroco, su uso fue abrumador, del que dan testimonio sus numerosas ediciones y traducciones a otros idiomas, por ejemplo en 1774 al francés y en 1775 al alemán, y también lo manifiesta el carácter endogámico que adquiere la información sobre las artes desde la aparición de su trabajo. Hasta el punto que los autores que iniciaron sus obras con deseo de superación, presentaron una contribución más reducida, como ocurrirá a comienzos del siguiente siglo con Isidoro Bosarte. El carácter rector de Ponz era el emitido desde la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Testimonio de ello es la forma de contemplar el pasado que muestra el viaje para recorrer las antigüedades árabes de España, que se centró en Granada y Córdoba, y encomendó a José de Hermosilla, Pedro Arnal y Juan de Villanueva23, y que fieles a su formación en sus dibujos se aprecian claros esfuerzos por adaptar los edificios árabes a las ideas académicas. No obstante, ante el temor a pérdidas del rico patrimonio artístico, incluido éste, en la época surgieron avanzadas y meditadas propuestas de catalogación, como la que defendió José Ortiz y Sanz a finales del siglo XVIII, y puso a prueba en el siguiente siglo con una experiencia aislada. En el siglo XIX la impronta positivista que pondera como imprescindible para avanzar en el conocimiento el acercamiento a los hechos, principalmente los objetos de estudio y los documentos sobre los mismos, conduce a desterrar una visión exclusivamente libresca, y a consolidar el viaje por motivos de conocimiento, ya iniciada de manera decidida en el último tercio del siglo anterior. Una vez más, coincidiendo con un escenario de conflicto España vuelve a despertar interés. Así, Alexandre Laborde, hijo de un banquero español del rey Luis XV, y él oficial de Napoleón, economista, político y viajero que recorrió España con dos arquitectos y dos pintores de arquitectura, en los que parte de la historiografía ha visto los auténticos autores de sus obras: Voyage pittoresque et historique de l’Espagne (1806, 1811, 1812 y 1820) e Itinéraire descriptif de l’Espagne (1808), en el que incluyó mapas parciales de caminos y comentarios. En opinión de Elías Tormo, Laborde se erigió en el máximo sugestionador en toda Europa de los viajes a España, tan luego puestos de moda24. Muchos de estos viajeros, con la mente en la publicación de sus experiencias, se afanaron en la novedad, en aportar

23 HERMOSILLA, JOSÉ DE; ARNAL, PEDRO; VILLANUEVA, JUAN DE: Antigüedades árabes de España (Granada y Córdoba). Madrid, Imprenta Real, t. I 1787, t. II 1804. 24 TORMO, ELÍAS: Centenario de Alexandre Laborde, el hispanista magnánimo. Madrid, Viuda de Estanislao Maestre, 1944, pág. 11.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

rutas poco conocidas, como es el caso de Charles Davillier, que aconsejaba destinos poco conocidos entre Valencia y Alicante, tales como Gandía, Denia o Jávea, por su mezcla de montañas, mares de vegetación casi tropical y mar. Desde el interior, Ponz en su viaje a Italia de 1785, insuflado por el espíritu del Grand Tour, exhortaba a salir como vía certera de conocimiento. Siguiendo estos Detalle del grabado de Loja. Incluido en Civitatis Orbis Terrarum (II, 1575), de Joris Hoefnagel. principios Joaquín Lorenzo y Jaime Villanueva publicaron su Viaje literario a las iglesias de España (1803-1852)25, e Isidoro Bosarte, con la pretensión de superar los resultados de Ponz, publicó Viaje artístico a varios pueblos de España (1804), aunque sólo comprendió tres provincias. Por otro lado, diversas empresas comerciales aportaron recopilaciones ilustradas de obras de arte, como las realizadas por José de Madrazo sobre cuadros procedentes de palacios y sitios reales que ingresan en el Museo del Prado (1826-1835), las de Francisco Javier Parcerisa sobre monumentos y paisajes de España (1839-1872), las de Genaro Pérez Villamil con el mismo objetivo (1842-1850), las de Valentín Carderera sobre retratos pintados o esculpidos de personas destacadas del siglo XI al XVII (1855 y 1864), o los Monumentos arquitectónicos de España (1859-1881), de clara concepción historicista26. De entre todas ellas queremos destacar Recuerdos y Bellezas de España. Obra destinada a dar a conocer sus monumentos, antigüedades, paysajes, etc. (Barcelona, Imp. de Joaquín Verdaguer, 1839-1872), obra suspendida con un total de nueve tomos y seiscientas láminas dibujadas del natural y litografiadas por Francisco Javier Parcerisa, y acompañadas de texto por Pablo Piferrer, José María Quadrado y F. Pi y Margall, con impresiones del lugar visitado. Una actividad excursionista que también se aprecia en la obra España artística y monumental, vistas y descripciones de los sitios y monumentos más notables de España (París, 1842-1850), con intervención del pintor Genaro Pérez Villamil y del escritor Patricio de Escosura. De un modo grupal, entre los intelectuales locales se organizan estas salidas desde las Sociedades Económicas de Amigos del País, Academias, Ateneos, Liceos y Casinos, y, obviamente, desde academias arqueológicas privadas y sociedades de excursiones, como la Academia Mallorquina de Literatura, Arqueología y Bellas Artes (1837) fundada por Joaquín María Bover y Antonio Furió e inmediatamente disuelta por motivos políticos, la Sociedad Numismática Matritense (1837) fundada por Basilio Sebastián Castellanos de Losada, la Sociedad Arqueológica Tarraconense (1844) fundada por Juan Francisco Albiñana y de Borras, la Sociedad Arqueológica

25 VILLANUEVA, JOAQUÍN LORENZO; VILLANUEVA, JAIME: Viaje literario a las iglesias de España. Madrid y Valencia, Imprenta Real y la Olivereta, 1803-1852, XXII vols. 26 Sobre este tipo de obras véase BOIX, FÉLIX: Obras ilustradas sobre arte y arqueología de autores españoles publicadas en el siglo XIX. Madrid, Gráficas Marinas, 1931.

25

El saber encaminado

Valenciana (1871) fundada por Vicente Boix con el impulso del de la Matritense27, L’Associació Catalanista d’Excursions Cientifiques (1876) y La Sociedad Española de Excursiones (1893).

26

Entre todas estas, por su ambición de planteamientos e incluso vinculación con lo valenciano, queremos destacar la Sociedad Numismática Matritense, una academia privada que surgió, como otras en el segundo tercio del siglo XIX, como alternativa a las oficiales –si bien éste era el título al que también aspiraba–. Con ella pretendía un campo de actuación similar al de las ya constituidas y de larga tradición: Historia y Bellas Artes. Pero frente a la compartimentación pretende poner las actividades que éstas desarrollaban al servicio del conocimiento de la antigüedad. El objeto artístico es considerado por su valor estético, preocupación de las Academias de Bellas Artes, pero también por su valor documental, al modo que la Academia de la Historia trataba principalmente los textos. Así pues, la actividad de Castellanos en general, contribuye decididamente a configurar la opinión erudita de que el análisis de documentos, textuales y no textuales, es imprescindible para la ilustración de la historia. Y que, por tanto, el acceso a los mismos es ineludible. La academia dio lugar a la Sociedad Arqueológica Matritense Central de España y sus Colonias en 1840, a la Academia Española de Arqueología en 1844, que en 1860 pasó a denominarse Academia Española de Arqueología y Geografía, y en 1864 recibió el nombre de Real Academia de Arqueología y Geografía del Príncipe Alfonso, que subsistió hasta la caída de Isabel II cuatro años más tarde. Resulta significativa la acepción que en esta época tiene el término arqueología, y que une parte de las actividades de los arqueólogos e historiadores del arte actuales, pues se centra en el estudio de los valores materiales de la civilización, subrayando la importancia de su antigüedad y carácter estético. La impronta del positivismo ponderó la contemplación directa, lo que condujo al desarrollo de recursos que facilitaran los viajes. Uno de ellos fue una especie de hermanamiento entre los interesados en este ámbito del conocimiento, la creación de redes sociales que facilitara la obtención de información, la planificación de viajes e incluso condiciones más favorables de hospedaje. Precisamente, el concepto de geografía de la citada academia muestra su vinculación al conocimiento del paisaje y el territorio. Se trata de una concepción utilitaria o de planificación de las visitas arquitectónicas, que está en la raíz de las Sociedades de Excursiones, pero también una vía de conocer al hombre y sus producciones, aplicando criterios deterministas. Mientras que el término arqueología hacía alusión a la materialidad de los objetos estudiados. Por lo tanto, facetas que incidían en la necesidad del viaje, y cuyo servicio propuso una fraternidad de hombres con semejantes intereses, y que estableciera una red de apoyo en los desplazamientos que debían realizar. De este modo su objetivo era: difundir por toda la nacion el estudio y examen cientifico de las antigüedades en todos los ramos del saber buscar y publicar las obras inéditas de autores españoles que merezcan ver la luz pública siempre que versen sobre puntos arqueológicos e históricos; evitar en cuanto pueda la destrucción de los monumentos anti-

27 ARCINIEGA GARCÍA, LUIS: La Memòria del ducat de Gandia i els seus títols annexos. Redactada per Basilio Sebastián Castellanos per al duc d’Osuna (1851-1852). Gandia, CEIC - Alfons el Vell, 2001.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

27

Detalle del grabado de Toledo, por Joris Hoefnagel en 1566. Incluido en Civitatis Orbis Terrarum (I, 1572).

guos españoles, y en caso inevitable pasarlos a la posteridad por medio de descripciones dibujos y grabados; fomentar entre los hombres entendidos en arqueologia, sean de cualquier nacion, una sociedad cuyos individuos se auxilien, mutuamente en las obras cientificas y literarias que emprendan y se presten una amistosa hospitalidad en sus viajes, establecer un lenguaje arqueologico universal; formar la estadistica monumental de Europa y promover por ultimo por cuantos medios sean factibles el progreso de las ciencias arqueológicas28. Esta declaración muestra el señalado deseo de hermanamiento y evidencia que lejos de definir el cometido de la arqueología y desligarlo de las academias de Historia y Bellas Artes, Castellanos de Losada aglutina sus campos de actuación y persigue su difusión. En realidad por aquel entonces la Historia del Arte y la Arqueología eran dos disciplinas, a las que se podría añadir la actividad del anticuario, estrechamente unidas. La arqueología era considerada la ciencia de los objetos antiguos, independientemente de su intencionalidad estética, por lo que comprendía

28 Este texto programático fue redactado por el propio B. S. Castellanos de Losada para Pascual Madoz, aparece en Dicionario Geográfico Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, Est. Literario-Tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti, t. 10, pág. 827; una breve historia de esta academia, fundada el 1 de abril de 1837 y desaparecida en 1868, así como una primera aproximación biográfica a Castellanos de Losada (1807-1891) puede encontrase en las obras de Ignacio Peiró y Gonzalo Pasamar. Por ejemplo, “Los orígenes de la profesionalización historiográfica española sobre Prehistoria y Antigüedad (tradiciones decimonónicas e influencias europeas)”, en: Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVIII-XX).Madrid, Ministerio de Cultura, 1991; págs. 73-76. Los guardianes de la Historia. La historiografía académica de la Restauración. Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1995 (ésta sólo de I. Peiró). La Escuela Superior de Diplomática (los archiveros en la historiografía española contemporánea). Madrid, ANABAD, 1996.

El saber encaminado

aspectos que no se desgajaron hasta la tercera década del siglo XX29. La filiación que ambas disciplinas tienen con Johannes Joachim Winckelmann (1717-1768), al que se le atribuye la paternidad de ambas, insiste en dicha mezcolanza.

28

El mapa ideológico y cultural del siglo XIX se gestó en gran medida en organismos como las reales sociedades económicas de amigos del país, academias privadas, ateneos, liceos y casinos. El diletantismo erudito encontró en ellos y en las revistas culturales sólidas vías de expresión. Además, se crearon o reforzaron instituciones de pretensiones más sistemáticas y normativas, como las academias, las comisiones de monumentos creadas principalmente para seleccionar y gestionar el patrimonio histórico artístico, que dependieron de ellas, o la Institución Libre de Enseñanza, impulsada en su fundación de 1876, entre otros, por Francisco Giner de los Ríos. Esta última mantuvo un constante interés por la realización de excursiones y el estudio de los libros de viajes, contribuyendo a mejorar el conocimiento geográfico, histórico y cultural hispano, y por consiguiente facilitando la creación de una identidad nacional española30. Las empresas editoriales también manifestaron nuevos rumbos, pretendiendo ofrecer a los lectores más información, y mucha de ella de mayor utilidad31. C. A. Fischer, que a finales del siglo anterior pasó por Valencia fugazmente pero quedó tan gratamente impactado que publicó Gemälde von Valencia32, convierte las tierras valencianas en protagonistas para alentar un turismo que persigue recobrar la salud. Richard Ford, aristócrata inglés, que en beneficio de la salud de su mujer se trasladó con su familia en 1830 a Sevilla y Granada, fue un pertinaz viajero y atento observador por España. Esta actividad alcanzó tal protagonismo que justificó la siguiente frase en su lápida: “Rerum Hispaniae Indagator Acerrimus”. Regresó a Inglaterra en 1833, donde recibió el encargo del editor Johm Murray de publicar una guía de España, al uso de las ya disponibles para otros países europeos bajo el título de Handbook. El resultado fue Hand-Book for Travellers in Spain and Readers at Home (Londres, Johm Murray, 1845; II vols.), en cuyo título recoge la versatilidad de usos de estas obras para distintos usuarios o los mismos en distintos

29 Véase DÍAZ-ANDREU, MARGARITA: “Arte y arqueología: la larga historia de una separación”, VII Jornadas de Arte. Historiografía del Arte Español en los siglos XIX y XX. Madrid, Editorial Alpuerto, 1995. Celebradas en Madrid entre el 22 y 25 de noviembre de 1994. 30 FOX, INMAN: La invención de España. Nacionalismo liberal e identidad. Madrid, Cátedra, Madrid; págs. 27-34. ORTEGA CANTERO, NICOLÁS: “Excursiones y libros de viajes en la Institución Libre de Enseñanza”, Andanzas y caminos: viejos libros de viajes. Fondo bibliográfico Javier Cabornero Domingo. Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2004, págs. 173-195. 31 Una magnífica recopilación para la ciudad de Valencia en SOLAZ ALBERT, RAFAEL: Guía de las guías de Valencia: 17001975. Ajuntament de València, Acción Cultural, Delegación de Cultura, 2002. 32 FISCHER, CHRISTIAN AUGUST: Gemälde von Valencia. Leipzig, Heinrich Graff, 1803; Tableau de Valence. Paris, Henrichs, 1804; A picture of Valencia. Londres, Henry Colburn, 1808. Recientemente traducido al castellano por Jose Antonio Calañas, con estudios de Eckhard Weber et alii, y edición de Berta Raposo Fernández, bajo el título Cuadro de Valencia. Valencia, Biblioteca Valenciana, 2008.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

momentos: viajeros y lectores en casa. Gozó de considerable éxito, se reimprimió en varias ocasiones33, y es probablemente el libro de viaje que mejor refleje el nuevo sesgo que éstos adquieren en esa época. Sus comentarios no pretenden juzgar desde un modelo, la obra está acompañada con dibujos propios y grabados de David Roberts y presenta alternativas de visita. Desde Madrid, y con cierto apego a la disposición radial de carreteras que se había ido construyendo desde el siglo anterior, establece rutas o giras por España, e incide en las comunicaciones, el transporte, la infraestructura del viaje. Pero lejos de un recorrido decidido hacia el rigor, como puede suponer la obra de Richard Ford, bajo influencia de las ideas del Romanticismo desde el segundo tercio del siglo XIX se consolidó y en algunos casos se construyó la imagen más tópica y pintoresca de España34 a través de autores como Jean-Charles Davillier y Prosper Merimée. La fortuna del primero le permitió ser coleccionista de obras de arte y viajero. Recorrió España junto al grabador Gustavo Doré, y la obra conjunta apareció en la revista parisina Le Tour du Monde desde 1862 hasta 1873, y recopilada en L’Espagne (1874), libro de cientos de páginas y más de trescientos grabados, que en la misma década fue traducido al inglés y al danés. Por su parte, Carmen de Prosper Merimée, rebasó géneros y se mantuvo durante años, pues fue llevada al operístico por George Bizet, y al cinematográfico en el siglo XX por Francesco Rosi. Además, en este tiempo Andalucía se configuró en esencia de España y centró numerosos viajes, que frecuentemente tenían en tierras valencianas un lugar de paso obligado. Al tiempo que se construía la imagen pintoresca de España por la literatura de viajes y tal vez estimulados por la incidencia que ésta tenía en la imagen de un país, grandes eruditos españoles acudían a antiguas representaciones de este género para desentrañar el pasado. Así sucedió con Juan Facundo Riaño, que ocupó la cátedra de Historia de las Bellas Artes en los tiempos antiguos, Edad Media y Renacimiento en la Escuela Superior de Diplomática, fue catedrático de Árabe en la Universidad de Granada, académico de las reales academias de la Historia y de la de San Fernando, director del Museo de Reproducciones Artísticas de 1878 a 1901, y diseñador del catálogo monumental de España. Como investigador de vertiente positivista detectó la importancia de la literatura de viajes para el estudio, como lo prueba su conferencia ante la Sociedad Geográfica de Madrid el 1 de mayo de 1877, y prácticamente inicio de un género al publicarse ese mismo año. Riaño se lamentaba del descuido que se dispensaba a los libros de viajes de extranjeros por España, y señalaba como principales razones para su llegada en el siglo XV, la peregrinación a Santiago de Compostela y la lucha contra los sarracenos35.

33 ROBERTSON, IAN: Los curiosos impertinentes. Viajeros ingleses por España 1760-1855. Madrid, Editora Nacional, 1976. La editorial Turner ha publicado los correspondientes a diferentes zonas españolas. Por ejemplo, FORD, RICHARD: Manual para viajeros por los reinos de Valencia y Murcia y lectores en casa. Madrid, Turner, 1982. 34 FERNÁNDEZ HERR, ELENA: Les origines de l’Espagne romantique: les récits de voyage 1755-1823. Paris, Didier, 1974. 35 FACUNDO RIAÑO, JUAN: “Viajes de extranjeros por España en el siglo XV”, Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid. octubre 1877, tomo III, año II, nº 10, págs. 289-301.

29

El saber encaminado

30

En este tiempo los hispanistas, que contaban con los textos en cuestión en muchos de sus lugares de estudio, y escritos en ocasiones en sus lenguas maternas, se dedicaron al análisis sistemático de estas fuentes. Es el caso de Javier Liske, que en 1878 sacó a la luz su recopilación traducida de viajeros de los países de la Europa oriental en Viajes de extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII36. También el de Antonio María Fabié al publicar Viajes por España de Jorge de Ehingen, del barón León de Rosmithal de Blatna, de Francisco Guicciardini y de Andrés Navagero en 1879. De mayor amplitud, pero de diferente sesgo, fue la aportación de Raymond Foulché-Delbosc, que con abundante aparato crítico publicó en 1896 “Bibliographie des voyages en Espagne et Portugal”, en Revue Hispanique, fundada por él en 1894, y de la que se hizo una tirada aparte37. La obra comprende 858 relaciones de viajes, con un total de 1.730 ediciones diferentes, en 16 idiomas, entre los que destacaban el francés con 313 títulos, el inglés con 229, y el alemán con 123 títulos; recoge siete obras clásicas, comenzando por un texto anónimo del siglo II, seis viajes del siglo XV, treinta y nueve del XVI, setenta del XVII, noventa y dos del XVIII y más de seiscientas referencias del XIX. La ordenación es diacrónica, encabezando cada registro por el nombre del autor en negrita, seguido del título de la obra y los datos de las diversas ediciones, a los que añade el itinerario seguido por el viajero, e incluye un índice alfabético de autores. En este ámbito también se adentró en 1876 Alfred Morel-Fatio38. De manera paralela al estudio de los viajeros por España, se sucedieron los trabajos bibliográficos y de antología de textos de viajeros españoles39. Durante el siglo XX perduró en España la tradición excursionista impulsada por algunas de las instituciones citadas, a las que habría que añadir la Institución Libre de Enseñanza, y los estudios de los libros de viajes. En este sentido, Raymond Foulché-Delbosc, entre los años 1897 y 1926, autorizó a E. Guillon y L. Barrau Dihigo, la publicación en forma de fascículos de numerosos artí-

36 LISKE, JAVIER: Viajes de extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII. Madrid, Casa Editorial de Medina, 1878. Traducido y anotado por Félix Rozanski. 37 FOULCHÉ-DELBOSC, RAYMOND: Bibliographie des voyages en Espagne et Portugal. París, H. Welter, 1896. Reproducida en facsímil por el editor Julio Ollero en 1991, con una documentada introducción de Ramón Alba, que destaca la ambición de la obra. Véase también FERNÁNDEZ DE AVILÉS, PALOMA: “Repertorios Bibliográficos (VI). Repertorios de libros de viajes: Foulché-Delbosc y la Bibliographie des voyages en Espagne et en Portugal”, en Pliegos de Bibliofilia, nº 10. Madrid. 2º trimestre 2000. págs. 43-71. 38 MOREL-FATIO, ALFRED: L’Espagne au XVIe et XVIIe siècle. Documents historiques et litéraires. Henninger Fréres, Heilbronn, 1878. 39 Al respecto véase la introducción de GARCÍA-ROMERAL PÉREZ, CARLOS: Diccionario de viajeros españoles. Desde la Edad Media a 1970. Madrid, Ollero y Ramos, 2004; págs. 9-18. 40 FARINELLI, ARTURO: “Apuntes sobre viajes y viajeros por España y Portugal con ocasión de la Bibliographie des voyages en Espagne et en Portugal”, en la Revista crítica de Historia y Literatura españolas, portuguesa e hispano-americanas. Abril-mayo 1898. Viajes por España y Portugal desde la Edad Media hasta el siglo XX. Divagaciones bibliográficas. Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1921. Ampliada en Viajes por España y Portugal: suplemento al volumen de divagaciones bibliográficas. Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1930. Finalmente recopiladas en cuatro volúmenes con el título de Viajes por España y Portugal desde la Edad Media hasta el siglo XX. Nuevas y antiguas divagaciones bibliográficas. Roma y Florencia, 1942-1979; cuatro volúmenes, organizada por decenios.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

31

Detalle del grabado de Vélez Málaga. Incluido en Civitatis Orbis Terrarum (II, 1575), de Joris Hoefnagel.

culos en la Revue Hispanique. Siguiendo esta estela, aunque con poco criterio selectivo, el italiano Arturo Farinelli publicó sobre el mismo tema desde 1898 hasta 193040, y L. Pfandl presentó su Zur Bibliographie des voyages en Espagne (1915, 1916 y 1923). Jean-Jacques Achille Bertrand en 1931 abordó la visión de los viajeros franceses sobre España desde la Edad Media hasta el siglo XX en Sur les vieilles routes d’Espagne (les voyageurs fraçaises)41. Un hito en este proceso fue la publicación por José García Mercadal de Viajes de extranjeros por España y Portugal42, pues incluyó la referencia bibliográfica, la traducción y transcripción íntegra de los libros de viajes seleccionados, y abundantes notas y referencias biográficas de sus autores, que ha sido recientemente ampliada en 199943. Un año antes Bartolomé y Lucile Bennassar publicaron una antología de textos de viajeros franceses por España44. Y desde finales del siglo XX Carlos García-Romeral Pérez ha publicado numerosos repertorios bibliográfi-

41 BERTRAND, JEAN-JACQUES ACHILLE: Sur les vieilles routes d’Espagne (les voyageurs fraçaises). Paris, Les Belles Lettres, 1931. 42 GARCÍA MERCADAL, JOSÉ: op. cit., 1952, 1959 y 1962; vols. III. Anteriormente publicó España vista por los extranjeros. Madrid, Biblioteca Nueva, s.a., 1918 a 1921; vols. III. Pero no tuvo continuidad y el proyecto fue reemplazado por el citado. 43 Existe una relación abreviada titulada Viajes por España (Madrid, Alianza Editorial, 1972), y una edición aumentada con nuevos viajeros, cuyas traducciones y notas mecanografiadas conservaba su hija de la original, bajo el título Viajeros extranjeros por España y Portugal. Valladolid, Junta de Castilla y León, 1999, seis volúmenes y prefacio de Agustín García Simón. 44 BENNASSAR, BARTOLOMÉ; BENNASSAR, LUCILE: Le voyage en espagne anthologie des voyageurs français et francophones de XVIe au XIXe siégle. Paris, 1998.

El saber encaminado

32

cos de viajeros extranjeros por España y Portugal45, actualizando las contribuciones de FoulchéDelbosc y de Farinelli, así como de viajeros españoles por este mismo ámbito y por el resto del mundo46. En este lapso se ha producido un auténtico éxito editorial del género, y son muchos los trabajos parciales que agrupan de uno u otro modo a los viajeros, por épocas, procedencias, destinos o intereses. En este sentido, creo que es oportuno destacar la obra que dirigió Antonio Bonet Correa, Bibliografía de arquitectura, ingeniería y urbanismo en España (1498-1880), puesto que entre las once clasificaciones que muestra, una se dedica a las guías de ciudades y libros de viajes artísticos47. Además, en el siglo XX se incorporan los proyectos de catalogación, como el de monumentos, encomendado a Manuel Gómez Moreno, y los del turismo incipiente. Respecto a las medidas de catalogación que exigían un contacto directo con los monumentos cabe citar la Real Orden de 13 de junio de 1844 por la que se creó la Comisión Central de Monumentos y las distintas comisiones provinciales, y en la que se debía crear un catálogo, con información textual y gráfica, de bienes muebles e inmuebles dignos de ser conservados, asumiendo las labores de las instituciones arqueológicas. Poco de esto se llevó a cabo en toda su amplitud, ni siquiera se hizo cuando por Real Decreto de 1902 se estableció que los catálogos provinciales debían ir acompañados de planos, dibujos y fotografías, pero desde luego marcaba una metodología. En cuanto a la imbricación de estos aspectos con el incipiente turismo, la revista Archivo de Arte Español, fundada por José Galiay en 1916, manifestaba sus objetivos con las siguientes palabras: Tratará el arte rústico, el arte industrial contemporáneo, y los tipos y paisajes de diversas regiones, como base de un turismo culto y bien orientado. Otras publicaciones se dirigían sin ambages a esta última faceta, como La Revista de viajes: periódico ilustrado consagrado al turismo y Revista de turismo (1931). La tutela de un turismo culto y bien orientado fue asumida por el primer catedrático de Historia del Arte en España, Elías Tormo, con su obra Guía de Levante. Provincias valencianas y murcianas (Madrid, Colec. Guías Regionales Calpe, 1923), con la que siguiendo modelos europeos, continuamente reeditadas y actualizadas, como las Baedecker alemanas, las Guides Blue francesas o las Touring Club italianas, pretendía trasladar a suelo hispano la tradición de acercar al mayor público posible el patrimonio cultural. Sirviéndose, por tanto, de las novedades que brindaba la fotografía, y las mejoras en los medios de transporte.

45 GARCÍA-ROMERAL PÉREZ, CARLOS: Bio-bibliografía de viajeros por España y Portugal (siglos XV, XVI y XVII). Madrid, Ollero & Ramos, 2001; Bio-bibliografía de viajeros por España y Portugal (siglo XVIII). Madrid, Ollero & Ramos, 2000; Bio-bibliografía de viajeros por España y Portugal (siglo XIX). Madrid, Ollero & Ramos, 1995. 46 Sus anteriores contribuciones sobre el tema quedan reunidas en GARCÍA-ROMERAL PÉREZ, CARLOS: op. cit., 2004. 47 BONET CORREA ANTONIO: Bibliografía de arquitectura, ingeniería y urbanismo en España (1498-1880). Madrid – Vaduz, Turner – Verlag, 1980.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

Es oportuno que nos detengamos brevemente en la figura de Elías Tormo Monzó, que nació en Albaida (Valencia) en 1869 y murió en Madrid en 1957, tras larga carrera política48 y académica. Desempeñó sucesivamente las cátedras de Derecho Natural en la Universidad de Santiago, la de Teoría Literaria en Salamanca en 1902, la de Historia de las Bellas Artes en la Universidad de Granada, excedente en 1903 y 1904 por haber salido diputado a Cortes por Albaida, y la de Historia de las Bellas Artes con carácter voluntario dentro del ciclo de estudios superiores de doctorado de Letras e Historia en la Universidad Central, Madrid, en 1904. Lo que ha servido para considerarle padre de la Historia del Arte en España49. En 1913 a propuesta del claustro de la Facultad de Letras pasa a denominarse Historia del Arte e integrada en la sección de Historia de la Facultad de Letras. Desde la Universidad _fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras, vicerrector y rector de dicha institución_, el Centro de Estudios Históricos, principalmente desde la sección de Arte, el Museo del Prado _fue miembro de su patronato desde su creación en 1912_ y las academias de Historia desde 1919 y Bellas Artes de San Fernando como numerario desde 1926, fue impulsor de una Historia del Arte entendida como ciencia humanística auxiliar de la Historia, como Historia cultural y contextualizada, sin prejuicios, sin modelos de referencia estilísticos que lastren la contemplación de la producción artística de las diferentes épocas; una Historia del Arte que evita el simple elogio o denostación atendiendo a lo anterior, o incluso la descripción de aspectos pintorescos a veces deslavazados, herederos de gran parte de la tradición de la literatura de viajes, y se centra en la descripción con análisis. Y con una metodología moderna que exige el acceso a la obra. De hecho, Antonio Igual Úbeda en su historiografía del Arte Valenciano destacaba de Tormo su prodigiosa memoria, su estudio directo de las obras, lo que trasladaba a la docencia pues impartía un día a la semana sus clases en el Museo del Prado, y su incansable actividad viajera50. Enrique Lafuente Ferrari, discípulo de Tormo, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1951, al tratar los precedentes que justifican el carácter ascensional de la disciplina51 apuntó tres: un evento cultural como la exposición de 1892, conmemorativa del descubrimiento de América, la fundación del Boletín de la Sociedad Española de

48 Como político conservador, cercano a Maura, fue diputado a Cortes por el distrito de Albaida, en 1903 fue elegido senador por la Sociedad de Amigos del País, de Valencia, Murcia, Lorca… (1907-08; 1910-11; 1914-1923, y fue vicepresidente del Senado en 1919), consejero de Estado en 1924, y ministro de Instrucción Pública. 49 La obra Historia del Arte en la Antigüedad (1764) de J. J. Winckelmann es reconocida unánimemente como el acta fundacional de la Historia del Arte como disciplina autónoma y con conciencia histórica. Como disciplina científica se consolida a lo largo del siglo XIX con las cátedras universitarias europeas de Gottinga (1813) ocupada por Johann Dominic Fiorillo, Berlín (1844), Viena (1852)... Cátedras principalmente centroeuropeas ocupadas por J. Burckhardt, J. v. Schlosser, F. Wickhoff, A. Riegl, M. Dvorak, G. Dehio, H. Wölfflin, A. Warburg…, que desarrollaron métodos culturalistas, y a finales de siglo formalistas e iconológicos. 50 IGUAL ÚBEDA, ANTONIO: Historiografía del Arte Valenciano. Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1956, pág. 193. 51 LAFUENTE FERRARI, ENRIQUE: La fundamentación y los problemas de la Historia del Arte. Madrid, Instituto de España, 1985, pág. 16.

33

El saber encaminado

Excursiones (1893), y la personalidad de la primera generación y escuela de los estudios historicoartísticos en España, y entre los que, obviamente, citaba a don Elías Tormo.

34

Ciertamente Elías Tormo no abandonó la actividad viajera y a la que incorporaba los nuevos avances. Así, colaboró como secretario, y con artículos y reseñas en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (1915-1918), de cuyas aportaciones se hicieron tiradas aparte en Cartillas Excursionistas –descripción de Guadalajara (1919), Alcalá de Henares (1919), Ávila (1919), El Pardo (1919), Segovia (1920), Aranjuez (1920), se incluyen mapas e itinerarios–, dirigidas al historiador y al “amateur”, y formó parte del grupo de investigadores del Centro de Estudios Históricos que recorrían España con medios modernos para captar la realidad, uno de ellos era una eficaz y práctica cámara fotográfica. En el proyecto de las guías regionales Calpe colaboró con el prestigioso geógrafo Dantín Cereceda. Juntos planificaron nueve volúmenes que debían abarcar toda la península y Baleares. Tormo se reservó Levante, la Meseta sur (Madrid, Castilla La Mancha y Extremadura), a Diego Angulo se le asignó Andalucía, y los otros quedaron sin distribuir. Sin embargo, el proyecto tuvo escaso éxito editorial, durante la República se le retiró el billete de libre circulación y la subvención necesaria para publicar la monumental Guía de España, y las circunstancias que marcaron la realidad política posterior, motivaron que no se publicaran nuevas entregas. La obra de Tormo sobre Levante trata aspectos no sólo artísticos, sino arqueológicos, etnológicos, folclóricos e incluso geográfico-geológicos y económicos, y ofrece información de uso para el viajero como los lugares de reposo, tales como hoteles, fondas y casas de huéspedes, etc. Sus discípulos dieron constantes pruebas de su afán viajero, su disposición al mismo por su fortaleza y carácter espartano, que le llevaban a substituir la comida ordinaria por frutos secos que podían ser comidos al paso, sin romper la apretada secuencia de visitas a monumentos, y su deseo de transmitir su conocimiento, también el práctico52. En el estricto ámbito valenciano, a lo largo del siglo XX se han sucedido no sólo obras con pretensiones turísticas, sino estudios sobre los viajeros que nos visitaron. Como en otros lugares de la geografía española los agrupan por destino, principalmente la ciudad de Valencia, por procedencia de los viajeros, y por siglos o épocas. En este sentido, destaca el uso de este tipo de fuentes en dos artículos de 1969 y 1970 de Manuel Sanchis Guarner53. Pero su éxito es mucho más reciente, y de modo amplio y sistemático se ha parcelado por distintos criterios: viajeros franceses del siglo XVII, británicos del siglo XVIII, franceses del XIX, u otros más integradores como el que presenta en sus diversas contribuciones la obra Viajar para saber. Movilidad y comunicación en las universidades europeas (2004), donde se tratan los intercambios académicos, pero también otros de

52 Por ejemplo, ZAMORA VICENTE, ALONSO: “Un día extremeño más”, Boletín de Real Academia de Extremadura, VI, 1995 [1996], págs. 190-191. 53 SANCHIS GUARNER, MANUEL: “El Regne de València en el segle XVII vist pels viatgers estrangers”, Anales del Centro de Cultura Valenciana. 1969, nº XXX, págs. 1-31; y 1970, nº XXXI, págs. 1-25.

De los escritos de viajes a la necesidad del viaje para los escritos

sesgo cultural. Además, constata las limitaciones que somete al conocimiento no disponer de traducciones de muchas de las obras54. Los escritos que generan el viaje sirven para fijar el recuerdo del que los redacta, pero también para estimular la curiosidad de un nuevo lector, que además puede extraer información y directrices para la planificación de su propio itinerario. Frecuentemente, éste fluye entre dos orillas: por un lado, las lecturas que crean unas expectativas y modelos que el viajero apresurado sólo debe identificar, dejando escaso margen al descubrimiento; y por otro, las vías de comunicación posibles. Ambo límites persisten en la Edad Contemporánea, pero sometidos a una importante transformación. Así lo evidencia que la redacción de la experiencia de viaje más influyente del siglo XIX en España, la de Richard Ford, fijase sus giras por las carreteras recién construidas, y que a comienzos del siglo XX Elías Tormo justificara la inclusión de un itinerario en su Guía de Levante a partir del ferrocarril y las posibilidades de conexión mediante carruajes. La época contemporánea, por su amplitud y concurso de nuevos factores, merece un estudio aparte de este trabajo. Las vías de comunicación y los modos de transmitir la información siguen encauzando el conocimiento, pero en estas dos facetas asistimos a una auténtica revolución que ha servido para reafirmar experiencias dirigidas a través de formas impresas tradicionales, pero con gran presencia de la imagen, a los que se suman medios de comunicación de masas e internet. Vías estas últimas que han formado una sociedad icónica y han facilitado la homogeneización o globalización de muchos de sus elementos, pero que también han democratizado las reacciones y las posibilidades de información. Razones a las que abría que añadir otras facetas que han influido en la codificación del viaje y las prácticas de la percepción: los estudios académico-universitarios; la aparición de una conciencia de patrimonio y su utilización consciente al servicio de objetivos políticos, económicos, culturales, etc., que inciden en los sentimientos de identidad, en ocasiones planificada a través de la restauración; el turismo patrimonial de masas... Y que serán objeto de estudio en otro momento.

54 BONET VILAR, Mª ANGELES: Valencia en los libros de viajes franceses del siglo XIX. Tesis de licenciatura, Universidad de Valencia, Facultad de Filosofía y Letras, 1976. BOIRA MAIQUES, JOSEP VICENT: La ciudad de Valencia y su imagen pública. Valencia, Departamento de Geografía de la Universitat de València, 1992. Valencia en los libros de viajes: catálogo de la exposición. Ayuntamiento de Valencia, 1995. CODINA BAS, JUAN BAUTISTA: Viajeros británicos por la Valencia de la Ilustración (siglo XVIII). Valencia, Ajuntament de València, 1996. SALA GINER, DANIEL: Viajeros franceses por la Valencia del siglo XVII. Valencia, Ajuntament de Valencia, 1999. SOLAZ ALBERT, RAFAEL: op. cit., 2002. MONTIEL, GONZALO; MARTÍNEZ, ELENA (Comisarios): Viajar para saber. Movilidad y comunicación en las universidades europeas. Valencia, Universitat de València, 2004.

35

Los primeros repertorios de caminos en España 59

El medio físico condiciona el establecimiento humano y la comunicación a través de los caminos, y la existencia de éstos, salvando las dificultades que marca el primero, multiplica las posibilidades de poblamiento del territorio. Si bien es cierto que el medio físico condiciona la red viaria, también lo es que el deseo de superar las limitaciones que éste impone responde a muy distintos criterios: los límites políticos, administrativos y eclesiásticos; la necesidad comercial; la inseguridad de algunas rutas como sucedió con la costa durante muchos siglos, etc. La formación histórica de la red de caminos es el resultado de un largo proceso, por el que las rutas evolucionan atendiendo al medio físico y al aprovechamiento de experiencias anteriores, así como a la adaptación ante nuevas necesidades suscitadas por aspectos como los señalados en el apartado anterior, y a las posibilidades económicas y técnicas para dar respuesta a estas últimas y superar el determinismo físico90. Los caminos trasladan personas y mercancías, pero también ideas. Y éstas tienen dos direcciones: en ocasiones la recibida a través del visitante, y la que éste se lleva del lugar recorrido. Y antes de esta experiencia vivida debemos presuponer una preparación de la ruta. A lo largo del tiempo, los viajeros han dispuesto de diferentes medios para obtener información de utilidad en la organización de su viaje. Podían consultar a aquellos amigos o conocidos que habían tenido un contacto con dicha realidad, o podía perseguirse dicha información en mercados, ferias y lugares de tránsito de personas en general. La cartografía histórica pudo ser otro de los materiales de consulta, pero sólo conocemos mapas que reflejan la red de caminos a partir de finales del siglo XVII, y con soluciones muy dispares en calidad y rigor. Y a la hora de transmitir la información, frente a la fragilidad de la memoria la mejor solución era la precisión del manuscrito, en muy pocas ocasiones impreso. Un salto notable en este proceso lo constituye en la época que nos interesa la recuperación de la tradición romana de confeccionar itinerarios de las calzadas romanas con claras intenciones planificadoras para el estado y los viajeros, como el itinerario de Antonino, el anónimo de Rávena y los vasos de Vicarello. Con la difusión que permite la imprenta el valenciano Pedro Juan de Villuga publicó en 1546 la primera

90 Sobre los caminos y su trascendencia histórica en España destaca la obra MENÉNDEZ PIDAL, GONZALO: Los caminos en la historia de España, Madrid, Cultura Hispánica, 1951. Sobre la formación de la red viaria valenciana PIQUERAS, JUAN; SANCHIS, CARMEN: op. cit., 1992.

El saber encaminado

obra sobre los principales caminos de España. Aunque lamentablemente sin un mapa que lo acompañara, una herramienta que todavía tuvo que esperar numerosos años.

60

El Libro Tercero de la Chronyca de la inclicita y coronada ciudad de Valencia y de su Reyno (1564) de Martín de Viciana incluyó diversas referencias a caminos y especificó distancias en leguas entre algunos núcleos, principalmente con la capital. En este sentido parte de Villuga, pero sin total sumisión en la estimación del número de leguas y su narración es claramente interpretativa, pues trata la red vial como parte esencial de la descripción del reino valenciano y como eficaz explicación del devenir de muchos de sus núcleos habitados. Especifica muchos caminos que atraviesan pueblos y villas, algunos servicios camineros, como fuentes, mesones y posadas, señala la existencia de algunos puentes, aborda conflictos entre municipios por el uso o exclusión de los caminos, así como temas de seguridad o su ausencia en ellos, etc. Aportaciones más cercanas a las de Villuga fueron la parte final de la obra de Pedro de Medina y, estrictamente bajo el sesgo del libro de itinerarios, el de Alonso de Meneses. Este último en 1576 presentó un repertorio de caminos que, como decía en su prólogo, pretendía salvar los muchos trabajos y desasosiegos que en los caminos asaltaban a los no instruidos en la ruta más conveniente. Su trabajo tuvo amplio éxito y fue reeditado a lo largo del siglo XVII. Sólo a partir del siguiente siglo las guías o itinerarios de caminos o carreteras introdujeron variaciones substanciales al esquema fijado por el valenciano Villuga en 1546, por lo que el gran protagonismo que éste confirió a la ciudad de Valencia quedó fijado durante más de doscientos años. Pedro Juan de Villuga publicó en 1546 Repertorio de todos los caminos de España, hasta ahora nunca visto, en el que se hallará cualquier viaje que quiera andar muy provechosos para todos los caminantes. Compuesto por Pedro Juan Villuga, valenciano. Año de MDXLVI. Con privilegio Imperial. A dios gracias91. El formato reducido, 14 por 10 centímetros, muestra el deseo de obra de consumo en el propio viaje. Se trata de un trabajo fundamental para el conocimiento de la caminería de la España de la Edad Moderna, obviamente herencia de un pasado muy dilatado, especialmente desde época ibero-romana. En este sentido es muy elocuente e ilustrativa la comparación realizada por Ignacio Uriol entre el mapa itinerario de la España romana, confeccionado a partir de fuentes antiguas por Saavedra en 1862 y el repertorio de Pedro Juan de Villuga92. Los resultados muestran coincidencias en las vías oriental y meridional, la vía occidental norte-sur desde Astorga a Sevilla, y las vías de las cuencas del Duero y el Guadalquivir. Se mantienen éstas y aumentan considerablemente. De hecho, el estudio 91 VILLUGA, PEDRO JUAN DE: Repertorio de todos los caminos de España... Medina del Campo, Pedro de Castro, 1546. Existen ediciones facsímiles de 1902 (reimpresa en 1967) y 1951; y en 2002 Gonzalo Arias realizó una transcripción. Dos años más tarde Isaac Moreno Gallo inició en internet un proyecto que permite su consulta a través de un mapa interactivo (http://traianus.rediris.es/villuga/ consultado el 15 de septiembre de 2008). 92 SAAVEDRA, EDUARDO: Las obras públicas en los tiempos antiguos. Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública de D. Eduardo Saavedra el 28 de diciembre de 1862. Contestación por el Señor D. Aureliano Fernández-Gurrea y Orbe. Madrid, 1862. URIOL SALCEDO, JOSÉ I.: op. cit., 1985, nº 132, págs. 553-563. MORENO GALLO, ISAAC: Vías romanas: ingeniería y técnica constructiva. Madrid, CEDEX – CEHOPU, 2004.

Los primeros repertorios de caminos en España

muestra cómo de los treinta y cuatro itinerarios y más de diez mil kilómetros de vías romanas, se pasa en los itinerarios reflejados por Villuga en 1546 a ciento treinta y nueve itinerarios y unos diecinueve mil kilómetros –diecisiete mil trescientos en España–, doscientas ventas, diecisiete puentes y cinco pasos de ríos mediante barcas. Las diferencias pueden mitigarse por el hecho de que en el mapa itinerario de la España romana Saavedra sólo pudo incluir las calzadas militares, sufragadas por el estado romano, mientras que Villuga incluye gran diversidad de centros. A tenor de las fuentes utilizadas, el cambio más significativo entre el trazado romano y el del siglo XVI lo constituye la merma de protagonismo de Mérida, que pierde comunicación primero con Toledo, desde donde continuaba la ruta hasta Zaragoza, segundo con Córdoba, y tercero con Levante. Por otra parte, la mayor densidad de caminos pasa de Andalucía o Bética romana, a la parte occidental de la meseta norte. Estrictamente en territorio valenciano se constata la pervivencia en el siglo XVI de las principales vías de comunicación de época romana: la comunicación norte a Mapa moderno en el que se representan los caminos valensur descrita por Estrabón, la comunicación con cianos señalados en el Repertorio de todos los caminos de España… (1546) de Pedro Juan de Villuga. Aragón, y con Castilla por Almansa. La novedad en la obra de Villuga es la comunicación con Monzón, la de Valencia con Castilla por Requena, que constantemente recoge años antes Hernando Colón, y el mayor protagonismo de Alicante, comunicado con Valencia por el interior desde Xàtiva, y por la costa. A pesar de la excelencia del trabajo de Villuga, la obra presenta numerosas limitaciones: se trata de meros listados de rutas, con el nombre de los lugares que las jalonan y las distancias en leguas entre los puntos extremos y de cada uno de ellos con el más próximo. Los números son romanos, adoptando indistintamente la grafía “i”” o “j”” para expresar la unidad, siendo la unidad mínima de distancia la media legua, a veces representada por la letra “m”. También se mencionan las ventas del camino. Lamentablemente, no presenta mapa o dibujo que permita ubicar en el espacio los nombres; ni siquiera señala el tiempo medio que podría tardarse en recorrer la distancia

61

El saber encaminado

62

señalada en leguas atendiendo a las condiciones del relieve, calidad de la vía, etc.; y el número de itinerarios es muy alto, en concreto 139, pero altamente redundante, pues señala muchos caminos con el deseo de facilitar las combinaciones atendiendo al destino elegido. Otra dificultad añadida para su consulta es el carácter aparentemente aleatorio al establecer la direccionalidad de las rutas, lo que supone un pequeño esfuerzo pues la lectura con el número de leguas entre dos puntos se aprecia de “A” a “B”, pero si nos dirigimos del “B” a “A”, la información requiere de un esfuerzo de conversión; así como la diferente grafía de algunos puntos del camino o la inclusión de algunos caminos en tramos de ruta común a varios caminos. Por otro lado, lo aportado por este autor y émulos no supone un conocimiento completo de la red viaria española, formada por un amplio conjunto de caminos de tierra, sino una rutas que en desplazamientos de larga distancia ofrecen ciertas preferencias93. Finalmente, no da información sobre la separación entre reinos y, por consiguiente, tampoco de las aduanas. Sumamente interesante en la obra de Villuga es la utilización de hitos espirituales para hacer finalizar algunas rutas. Y la obra explícitamente se pone al servicio del que quiera visitar las seis casas angelicales de Nuestra Señora: Montserrat, el Pilar, Sagrario de Toledo, Guadalupe, Peña de Francia y la Blanca de Burgos. Algunas de éstas, principalmente Guadalupe, Nuestra Señora del Pilar y Montserrat, a las que hay que añadir Santiago de Compostela, tienen especial protagonismo, y algunas rutas incluso unen diferentes santuarios; por ejemplo, desde Guadalupe la ruta 17 comunica con el monasterio de Santa María de Peña de Francia, y desde éste la 18 con Toledo. Pero si hay una orden que adquiera especial relevancia es la cartuja. Y este hecho es especialmente notable, dado que esta comunidad monástica que persigue el retiro, el aislamiento del mundo se convierte en punto de inicio o final de grandes rutas. Así, Sevilla, Granada y Burgos tienen su especial punto cero en las cartujas próximas a estas ciudades. Y más significativo resulta que trace rutas con destinos en cartujas aisladas, como la del Paular en la sierra del Sistema Central hasta Laredo, como ocurre con la ruta 12, o que en tierras valencianas, trace el camino 9, desde Barcelona hasta la cartuja de Valldecrist, cerca de Altura y Segorbe, y que trace el camino 10 mediante la unión de la cartuja anterior con la de Portaceli, cerca de Serra, con la vaga indicación de dos leguas Por la trauiesa ? las mõtañas. Sin lugar a dudas, su condición de valenciano y su inclinación a la orden fundada por San Bruno pueden justificar esta descompensación frente a otras órdenes del clero regular. Y en general, debemos reconocer un sentimiento religioso del autor, que a pesar de realizar una obra enumerativa, traslada la concepción medieval del homo viator en el diseño de las rutas. Su obra, como dice en el prólogo, es resultado de una larga peregrinación por toda España. La palabra peregrinación puede entenderse aquí procedente del verbo latino peragrari, que hace referencia a pasar por tierras y regiones, y que se usaba con anterioridad al auge de los viajes a los lugares santos94.

93 MADRAZO MADRAZO, SANTOS: “Las condiciones del viaje en España durante los siglos XVIII-XIX”, Andanzas y caminos: viejos libros de viajes. Fondo bibliográfico Javier Cabornero Domingo. Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2004, págs. 147-169.

Los primeros repertorios de caminos en España

63

Francisco de Osona, San Bruno, 193 x 88 cm., 1514, óleo sobre tabla, Museo de Bellas Artes de Castellón.

Y muchas son las obras que en latín, castellano, francés u otras lenguas se utiliza el término como sinónimo de viaje. No obstante, la acepción de viaje a algún santuario por devoción o voto puede cumplirse en muchas ocasiones. Y en más de una ocasión hacen referencia a la acepción mística que muestra la vida terrena como una transición hacia la eterna. La tradición judeo-cristiana sitúa el principio de la humanidad en un paraíso sedentario del que el ser humano es expulsado a causa de sus pecados, y por el que se ve obligado a deambular por la tierra cual peregrino con la aspiración de la redención. Así lo indican numerosas referencias bíblicas: Salmos, 38, 13; Salmos, 122, 1-2; San Mateo, 7, 13-35; San Juan, 18, 36; Corintios, 5, 6-8; Filipenses, 3, 17-21; Hebreos, 11, 13-16; San Pedro, 1, 17; y San Pedro, 2, 9-14. Con anterioridad a Villuga, Jerónimo Münzer y Claude de Brosenval emplean el término peregrinatio en el título del diario de su viaje, en el que el primero visita expresamente Montserrat, Guadalupe o Santiago de Compostela; y el segundo, en su viaje condicionado a la visita a las casas de la orden, Montserrat y Santiago. Lalaing en viaje particular visita Santiago de Compostela y Guadalupe, y Montserrat acompañando a Felipe el Hermoso. Bartolomé de Villalba y Estaña, natural de Jérica, la usa en El pelegrino curioso, obra de viaje a Guadalupe, Peña de Francia, Santiago de Compostela, Nuestra Señora de Montserrat, y a otros muchos santuarios, iglesias y monasterios de España. Resulta significativa la coincidencia de diversos elementos en la primera mitad del siglo XVI. La beatificación de San Bruno por León X en 1514 y el notable interés que surge en la orden por los caminos. Andrew Boorde (1490-1549), vinculado intermitente a la cartuja, y constante viajero que escribió Itinerary of Europe (h. cuarta década del siglo), que en opinión de Arturo Farinelli pudo ser la primera guía de Europa, y que por otras obras suyas sabemos que recogió distancias entre ciudades, lo que llevó a cabo en un ámbito peninsular Pedro Juan de Villuga en su guía de caminos 94 Así lo recoge Pascual de Gayangos para justificar esta acepción en la obra de h. 1577 de VILLALBA Y ESTAÑA, BARTHOLOMÉ (prólogo de Pacual de Gayangos): El Pelegrino curioso y grandezas de España. Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1889, prólogo, págs. VIII y IX.

El saber encaminado

64

de 1546. En ella, como hemos visto, concedió especial protagonismo a la cartuja, y en particular a las valencianas. Éstas las conoció por proximidad, pero además sus nombres se constituían en evocadoras referencias simbólicas de acceso al final de un camino trascendente: Portaceli y Valldecrist, en palabras de Martín de Viciana una fundación real dotada de numerosas reliquias, y ejemplo y representación del valle de Josafá. Esta relación entre la cartuja y los caminos tiene su plasmación gráfica en la tabla principal de un retablo de la cartuja de Valldecrist, probablemente un San Bruno, de Francisco Osona, hacia 1514-1518, y hoy en el Museo de Bellas Artes de Castellón95. De la obra de Pedro Juan de Villuga pondera que las tierras valencianas no presentan una gran concentración de caminos, a diferencia de lo que sucede principalmente, con Madrid y la meseta norte, y fundamentalmente con Valladolid. En el extremo opuesto, según la división provincial actual, se encuentran las zonas exteriores peninsulares, como Cádiz, Orense y Pontevedra. En el caso de las tierras valencianas, su presencia es destacada puesto que el principal eje es el heredado de la vía Augusta romana que recorre la Península Ibérica, cerca de la costa mediterránea, de norte a sur. Por esta razón, los útiles planos que Gonzalo Menéndez Pidal añadió a su libro de mediados del siglo XX interpretando el de Villuga, y sobre todo el que refuerza con mayor intensidad los caminos más citados por éste, evidencian la importancia de las tierras valencianas en la comunicación, pero no consiguen mostrar la desproporción que alcanzan en la obra de Villuga96. Hecho que se consigue al enumerar el número de veces que los principales centros aparecen como cabeza o final de itinerario, destacando en ello las ciudades valencianas, sobre todo su capital97. La señalada preeminencia hay que contextualizarla y matizarla. En el itinerario de Antonino, de la época del emperador Diocleciano, hacia el 280 d.C., Valencia no se encuentra, por importancia caminera o administrativa, entre los extremos de los principales itinerarios, como lo hacen Mérida, Astorga, Zaragoza, Córdoba, Braga, Lisboa, Cástulo, Sevilla o Tarragona, aunque sí obviamente integrada en el vía Augusta. Tampoco en Al-Andalus tiene un especial protagonismo, que sin duda desempeña Córdoba. A partir del siglo XII, como testimonia Al-Idrisi, desaparece el centralismo caminero de Córdoba, y otros centros como Sevilla, Granada, Toledo, Murcia y Valencia ganan protagonismo, que en el último caso gana presencia por la importancia creciente del tránsito marítimo. No obstante, a finales del siglo XV y XVI el mayor peso caminero corresponde de manera decidida al polígono comprendido entre León, Zamora, Salamanca, Ávila, Toledo, Guadalajara y Burgos98.

95 Sobre esta obra, y dudas sobre su iconografía, pero no de su procedencia, véase COMPANY, XIMO: Els Món dels Osona ca. 1460 - ca 1540. Valencia, Generalitat Valenciana, 1994, págs. 152-159. 96 MENÉNDEZ PIDAL, GONZALO: op. cit., 1951. 97 URIOL SALCEDO, JOSÉ I.: op. cit., Julio 1985, nº 132, págs. 553-563. 98 Para esta evolución, por su visión de conjunto a partir de trabajos precedentes, véase URIOL SALCEDO, JOSÉ IGNACIO: Historia de los caminos en España. Madrid, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1990 y 1992, vols. II; especialmente el t. I.

Los primeros repertorios de caminos en España

Tabla 1

Caminos por territorio valenciano que comunican de Norte a Sur

65

El saber encaminado

66

Con más detalle, y a través de tablas podemos señalar las poblaciones valencianas que se encuentran citadas en los caminos de Pedro Juan de Villuga. La comunicación norte a sur (tabla 1), es el eje principal de los caminos en tierras valencianas por dos razones. Primero, por su orientación meridional y el carácter costero de sus tierras por el este, por lo que obviamente el mar no permite la comunicación terrestre más allá de su límite costero, si bien justifica la presencia de algunos caminos hasta los puntos de la costa buscando el transporte marítimo. Y segundo, por razones históricas asociadas a las geográficas, que desde la antigüedad convirtieron la costa mediterránea desde el paso de los Pirineos hasta más al sur de Valencia, en el camino natural de comunicación de la Europa transpirenaica con el sur peninsular. La vía Augusta, que comunicó Roma y Gades (Cádiz), bordeando el litoral mediterráneo por las actuales Roma, Génova, Marsella, Barcelona, Tarragona y Valencia. Aquí se desviaba hacia el interior por Alzira, Xàtiva y la Font de la Figuera / Villena, desde donde había dos posibilidades para llegar a Cádiz, bien por Cartagena, Murcia, Almería, Málaga y San Roque, bien por el interior por Chinchilla, Caudete, Córdoba y Sevilla. Ambas rutas convergían en Cástulo, la actual Linares99. La ruta romana poco varió durante época medieval. La relación de Al-Idrisi sobre Sharq AlAndalus (Andalucía Oriental) en el siglo XII menciona parecidos hitos en el camino: Tortosa, Morvedre (Sagunto), Valencia, Xàtiva, Elche y Cartagena, a los que añade Murcia. Pero introducía algunas variantes, como la que en la Jana se desviaba hacia la costa para pasar por Peñíscola, Oropesa y Burriana, para regresar a la antigua vía romana en el tramo de la Vall d’Uixó, Sagunto, Valencia, Alzira y Xàtiva. De nuevo se separaba del mismo para cruzar las sierras Grossa y de Ontinyent, pasando por Bocairent y Biar. Desde aquí retomaba el camino romano hasta Elche, y desde esta población se supone que a través de caminos nuevos hacia Alicante en dirección noreste, y en la suroeste hacia Orihuela, Murcia, Cartagena, Lorca, Almería y Granada. El tramo de la antigua vía Augusta, y sus alternativas, en tierras catalanas y valencianas quedó reforzado desde la época medieval cristiana por la confluencia de reinos bajo una misma corona: Aragón, Cataluña y Valencia. Se construyeron nuevas fundaciones vinculadas al principal eje viario del reino de Valencia, de disposición norte a sur, resultando paradigmático el caso de Vila-real. Además, como apuntaba Antoine de Lalaing en 1502, la ciudad de Valencia que en su opinión era fort marchande, carecía de puerto en condiciones, tenía como principal comunicación marítima con Tortosa, y desde allí, decía exagerando, el transporte se realizaba a través de mulas por el concurrido camino real100.

99 ARASA, FERRAN; ROSELLÓ, VICENÇ: Les vies romanes del territori Valencià. Valencia, Conselleria de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes, 1995. PIQUERAS, JUAN; SANCHIS, CARMEN: op. cit., 1992. MOROTE BARBERÁ, J. GUILLERMO: La Vía Augusta y otras calzadas en la Comunidad Valenciana. Valencia, Diputación de Valencia, 2002, vols. II; obra actualizada de su Tesis Doctoral leída en 1979. AGUILAR CIVERA, INMACULADA: op. cit., 2003. Un reciente trabajo de conjunto, y exponente de las nuevas teorías sobre la construcción de calzadas romanas, diferente de las que parten de la interpretación de Vitrubio, en MORENO GALLO, ISAAC: op. cit., 2004. 100 GACHARD, M.: op. cit., 1876.

Los primeros repertorios de caminos en España

67

Detalle “Mapa Geografico de una parte del Reyno de Valencia, en la que se comprehenden los pueblos que tiene la Orden de Montesa… Tomás López, geógrafo de S.M., 1786”.

La ruta del largo corredor litoral se ha trazado desde época antigua sin excesivas dificultades desde el actual límite con Cataluña en el río Cenia hasta Xàtiva, aprovechando las llanuras que se suceden en el litoral. Pedro Juan de Villuga pondera la ruta principal coincidente con la de la antigua vía Augusta y utilizada como principal en época islámica, pero nada dice de la variante costera utilizada en época islámica. Muy probablemente por la inseguridad de las costas, convertidas en amenazada frontera. A partir de la segunda mitad del siglo XV y sobre todo en el XVI, la guerra en el Mediterráneo entre el imperio de monarcas cristianos y “el Turco”101, condujo a una extensión inusitada de las estructuras defensivas, que atendieron a los constantes ataques del corso argelino y a la continua amenaza de la llegada de una gran armada otomana. Por esta razón el litoral se jalona de atalayas desde las que otear y transmitir las novedades a través de un código de señales de fuego y humo. Estableciendo medidas que no pudieron evitar que la costa se despoblara y fuera considerada especialmente insegura. Desde Xàtiva la red de comunicaciones se hace mucho más compleja por el predominio de mesetas y montañas confluencia de los sistemas ibérico y bético, y con valles que principalmente tienen disposición este a oeste, pero con escasas posibilidades para satisfacer la comunicación norte a sur. Por esta razón, en el repertorio de P. J. de Villuga la ruta principal se desvía hacia el

101 BRAUDEL, FERNAND: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. México, FCE, 1976. VV.AA.: Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo XVI. Madrid, Sociedad Estatal Lisboa’98, 1998. CÁMARA MUÑOZ, ALICIA: Fortificación y ciudad en los reinos de Felipe II. Madrid, Nerea, 1998. BELENGUER CEBRIÀ, ERNEST (Coord.): Felipe II y el Mediterráneo. Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999.

El saber encaminado

68

Mapa de la costa entre Benidorm y la Villajoyosa, 1717; 43 x 59 cm. ARV, Mapas y Planos, nº 1. Se aprecia una torre de vigilancia en la costa, y cómo la orografía obliga a trazar el camino por el interior.

suroeste por el valle de Montesa hacia Andalucía y La Mancha, como lugar de paso hacia el sur, y hacia el sureste por el valle del Vinalopó, que corta transversalmente en esta dirección las sierras béticas, pasando por la hoya de Jijona, comunica con la llanura litoral alicantina, a su vez comunicada con Orihuela y Murcia. En grandes líneas recupera la opción desarrollada en época romana por el corredor de Montesa, rechaza la principal manifestada por Al-Idrisi a través de Bocairent, pero mantiene como comunicación más directa entre Valencia y Alicante una opción parecida a la utilizada en época islámica a través de Cocentaina y Alcoy. Un nuevo camino de Xàtiva a Mogente, pasando por el lugar de Vallada, fue realizado con real autorización por fray Arnau Soler, gran maestre de Montesa en 1320, como un elemento de cohesión entre los dominios, pero también de prestigio, como explícitamente se manifestaba en la ruta. En 1321 el rey Jaime II mandó que se pudiera transitar libremente por el nuevo o el antiguo102, pero fue este nuevo el que acabó imponiéndose. Resulta interesante comprobar las variaciones que presenta en el camino 92, que comunica Valencia con Granada a través del Santuario de la Cruz de Caravaca, pues éste tuvo especial relevancia para muchos viajeros con inquietudes espirituales. En cuanto al camino de Valencia a Alicante por la marina, las fuentes arqueológicas muestran un camino prerromano, probablemente ibérico, paralelo a la costa mediterránea, y las fuentes romanas, como el anónimo de Rávena del siglo VII, habla de un ramal de la vía Augusta que comunicaba Valencia, con Alzira y Denia. Esta vía secundaria hasta Denia, corroborada por fuentes 102 ACA, Cancillería Real, registro 174, f. 146v; 12 de marzo de 1321.

Los primeros repertorios de caminos en España

69

Mapa del término de Denia, 1718; 30 x 44 cm. ARV, Mapas y Planos, nº 255. Se representa el camino de Denia a Gandía por la costa.

escritas y restos arqueológicos, ha sido defendida por diversos autores, con distintas opciones103. Algo que en época islámica parece desaparecer, quedando reducido, como apunta Al-Idrisi, a un ramal que comunicaba Valencia con Cullera, mientras que Denia enlazaba con la vía Augusta desde Xàtiva. Por el contrario, hay varios indicios que nos muestran el cuidado de la ruta costera en época medieval cristiana, al menos hasta Denia. El camino por la restinga era asumido por los jurados de Valencia, y hacia 1492 los jurados situaron una cruz en el camino de la playa para guiar a aquellos que se dirigieran hacia Cullera o Gandía durante las inundaciones invernales104, un trasiego en la costa que representó Wyngaerde en 1563. En Cullera, en la desembocadura del río Júcar, tradicionalmente existió un puente de madera o de barcas, que en distintos momentos se intentó substituir por uno de piedra. La primera refe-

103 Defiende una bifurcación de la Vía Augusta que descendía Júcar abajo hasta Cullera (distingue entre Sucro y Portum Sucronis como lugares diferentes) y seguía por la costa hasta Denia, y en el sur y sin comunicación con éste la existencia de un tramo que unía Elche y Alicante (LLOBREGAT CONESA, ENRIQUE A.: “Relectura del Ravennate: dos calzadas, una mansión inexistente y otros datos de la geografía antigua del País Valenciano”, Lucentum. II, 1983, págs. 225-242). Otros autores sí establecen una comunicación. Portum Sucrone en la desembocadura del río Júcar, en Cullera; desde allí por la restinga a Gandía, atravesando el río Alcoi; y después por Daimús y Miramar hasta Denia (ARASA, FERRAN; ROSELLÓ, VICENÇ: op. cit., 1995). Defiende que Sicana (Sucro oppidum por los romanos de los siglos III-II a.C.), se hallaba ubicada en lo alto de la montaña de Cullera (L’Alt del Fort), mientras que la mansio Sucronem, que aparece en la mayoría de los itineraria de época imperial, estuvo situada en Albalat de la Ribera (L’Alteret de la Vintihuitena) y el Portum Sucrone de los itineraria más tardíos se corresponden con L’Illa dels Pensaments, en el Faro de Cullera (CHOFRE NAVARRETE, MARÍA LUISA: Las ciudades de “Sicana” y “Sucro”. Tesis de licenciatura de la Universidad Complutense de Madrid, 2002). 104 CARRERES ZACARÉS, SALVADOR: “Cruces terminales de la ciudad de Valencia”, Archivo de Arte Valenciano, nº XIII, 1927, págs. 83-108; en concreto pág. 90.

El saber encaminado

Tabla 2

Caminos por territorio valenciano que comunican con Aragón

70

rencia de que disponemos es el privilegio otorgado por Jaime II en 1317, concediendo a Miguel Estrany y a los suyos perpetuamente la facultad para la construcción de un puente de madera, y en 1325 se concedió permiso a Bernat Moliner, que lo tenía en arrendamiento, para que utilizara la piedra de una torre casi derruida de las antiguas defensas y próxima al mar, para que construyese una casa y las cabezas del puente105. Y algo más al sur, sobre el río Corbera, cuya desembocadura forma el estany de Cullera, el infante don Pedro, lugarteniente del reino de Valencia por su padre el rey Alfonso III, mandó a los jurados de Valencia, Gandía y Denia que pagasen a Bernardo Torrente lo que le debían por la construcción del puente erigido hacia 1330106. La participación de los tres núcleos no parece dejar dudas del interés por esta ruta, al menos hasta Denia. Donde también el infante don Pedro conde de Ribagorza y de las montañas de Prades levantó un puente107, tal vez en el río Bullent o en el Molinell. El tránsito de caballerías por toda la costa tuvo que recuperarse en el siglo XVI para uso regular de las guardas de costa, y como lugar de comunicación de algunos de los principales señoríos con la capital. En este momento se documenta una atención, con aspiraciones de perdurabilidad, con la

105 ARV, Manaments, año 1633, libro 5, mano 46, f. 6. ACA, Cancillería Real, Registro 226 y 227, f. 179. 106 ACA, Cancillería Real, registro 89, f. 49v. 107 ACA, Cancillería Real, registro 903, f. 115v; 13 de octubre de 1359.

Los primeros repertorios de caminos en España

substitución de los citados puentes de madera sobre el río Corbera y sobre el Júcar en Cullera por otros de piedra que fueran firmes y seguros, imponiendo un impuesto de paso de personas y cabalgaduras. Así se solicitó en las Cortes celebradas entre 1564 y 1565. Finalmente la obra iniciada se abandonó por problemas de cimentación. De cualquier modo, se aprecia una constante preocupación por la unión de importantes señoríos con la capital, y esta ruta preparada para carros es la que seguían frecuentemente los duques de Gandía, los condes de Oliva, los marqueses de Denia…, y algunos de ellos la recorrieron en compañía de los monarcas en los siglos XVI y XVII. Sin embargo, la continuidad desde Denia hasta Alicante de esta ruta ha sido puesta en entredicho, señalando que el camino no fue apto para coches y carros hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando se consiguió salvar el escollo de las estribaciones de la sierra de Bernia en el paso del Mascarat, junto a Villajoyosa, mediante un túnel y un puente108. De hecho, Richard Ford, preocupado por los avances en comunicaciones, constató en el segundo tercio del siglo que la carretera hasta Valencia por Denia estaba siendo proyectada109. De cualquier modo, para época romana se ha ofrecido una posible ruta110, que muy posiblemente fuera recuperada en parte durante el siglo XVI, sólo para viandantes y caballerías, con el desarrollo de un sistema de defensa en la costa a través de numerosas torres de vigilancia que permitieran otear el horizonte y proteger fondeaderos y el abastecimiento de agua, y cuyos tramos entre torres eran recorridos por atajadores o guardia costera a caballo. Además, la defensa se veía reforzada con la construcción o refuerzo de murallas de lanza y escudo para retrasar la acción del atacante en algunos núcleos, la construcción de otras más firmes en poblaciones como Villajoyosa, Benidorm, Guardamar, y la organización militar a través de milicias de custodia de las poblaciones costeras para actuar en caso de ataque, las milicias urbanas en las poblaciones de más habitantes, y la milicia efectiva para todo el reino y ante una amenaza de cierta envergadura. Necesidad imperiosa que estimulaba la mejora de las comunicaciones en la costa para una rápida actuación. Muy probablemente por esta razón el valenciano Villuga, conocedor de las primeras medidas e inquietudes en este sentido y del uso secular por los habitantes de la zona, recogiera la tan cuestionada ruta. Obviamente, se trataba de un camino creado por el transitar de gentes de la zona, atajadores, ingenieros militares y personal de la administración, etc., y no tanto de una vía construida para ello, que ciertamente para coches y carros llegó mucho tiempo después. Desde la llanura de Valencia se distribuye la ruta hacia el norte y el sur, como ya hemos visto, pero también hacia Aragón y Castilla. Hacia Aragón (tabla 2) principalmente desde Sagunto por el valle del río Palancia, pasando por las importantes poblaciones de Segorbe y Jérica. Y hacia el Maestrazgo y la villa de Monzón por el camino de Barcelona hasta la Pobla Tornesa, donde arranca el camino hacia el interior.

108 URIOL SALCEDO, JOSÉ I.: op. cit., 1985, nº 132, págs. 553-563. 109 FORD, RICHARD: op. cit. 1845; ruta XXXVI. 110 ARASA, FERRAN; ROSELLÓ, VICENÇ: op. cit., 1995.

71

El saber encaminado

72

Mapa del término de Jérica, 1729; 30 x 42 cm. ARV, Mapas y Planos, nº 259. Se representa el camino real y pueblos que atraviesa.

La ruta más importante que unía los reinos aragonés y valenciano era el camino entre Valencia y Teruel, básicamente coincidente con la carretera N-234. Esta ruta multisecular, condicionada por el medio físico, probablemente tuviera un origen romano111, al menos en gran parte queda constatada por la exportación de piedras desde las canteras cercanas a Segorbe de las que habla Antonio Nebrija en su Vocabulario, y recogen autores como Pedro Medina en el Libro de grandezas y cosas memorables de España (Sevilla, 1549). Desde tiempos medievales queda perfectamente definida por las correrías del Cid a finales del siglo XI, y por los precisos comentarios de Al-Idrisi un siglo más tarde. En época cristiana es evidente que hay remodelaciones del camino, obligando a pasar por los pueblos con criterios impositivos y evangelizadores. El 26 de octubre de 1265 Jaime I ordenó que este camino real que comunicaba Valencia y Teruel pasase por la plaza de la villa de Segorbe ante su iglesia112. En el camino hacia Valencia el viajero se toparía con cruces de término, ermitas y monasterios que reforzaban este papel. Algo que iba unido al desempeñado por las hospederías de algunas de estas casas, aunque en ocasiones su estricta cercanía al camino suponía graves quebrantos a la propia vida monástica. La ruta suponía para Teruel y el Bajo Aragón en general la salida más próxima al mar, y para Valencia la comunicación con la capital aragonesa. Los motivos comerciales justificaban la inclinación hacia este camino pero incluso podríamos hablar de un componente subjetivo de interés por el reino vecino. Aspecto que se manifiesta desde bien temprano. Así, el códice Crónicas de Teruel o Libro de los

111 Ibidem. 112 ARV, Fondos en depósito, Segorbe: Pergaminos, caja 12, nº 4.

Los primeros repertorios de caminos en España

Jueces113, comenzado a finales del segundo tercio del siglo XIII, recoge frecuentes apuntes sobre Valencia: Terremotos, campañas militares, revueltas, etc. Referencias que destacan sobre cualquier otro punto que no sea la propia Teruel. Direccionalidad de intereses que continúa vislumbrándose en el sistema de carreras de postas diseñado en 1720, pues comunicaba la ciudad de Valencia con Madrid, Barcelona, Alicante, Denia y Teruel; ciudad esa última que no era servida desde Zaragoza. El camino entre las dos ciudades tenía paradas en Sagunto, Segorbe, Sarrión y Puebla de Valverde, los principales centros del camino. Cruzaba por tanto las tierras de la diócesis bicéfala de Albarracín - Segorbe, realidad hasta 1577. Pero debemos destacar igualmente, la importancia de otros edificios religiosos que se situaban a lo largo del camino. La Cartuja, orden monástica, que se ha caracterizado por su escasa expansión, tiene en tierras valencianas una de sus más altas concentraciones de casas, que prácticamente se distribuyen cerca del camino que une Valencia con Teruel: Valldecrist en Segorbe, Portaceli en Serra y Ara Christi en Puig. Pedro Juan de Villuga establece rutas con destino en ellas o simplemente comunicándolas. Además, en la última población se encuentra el monasterio mercedario de Santa María, y en Orriols, muy cerca de Valencia, el monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes. Este último, con una presencia en tierras turolenses desde su fundación a mediados del siglo XVI hasta su exclaustración en el XIX, y con una proximidad física al camino tan acentuada que hubieron de modificar el mismo para el desarrollo de la vida espiritual. Estos importantes enclaves servirían de modelo de referencia en muchos casos. De este modo, en el primer tercio del siglo XVII se constata en capitulaciones de la provincia de Teruel que los florones de la bóveda harán de estar muy acabados, dorados y perficionados con toda curiosidad, como están en el convento del Ara Christi en el Reino de Valencia; o que se pida que los colores y estofados de un retablo se realicen conforme lo está el altar mayor del convento del Puch del Reyno de Valencia y guardando el mismo concierto y dibuxo segun arte y con toda seguridad. Las relaciones entre Teruel y Valencia viven en este tiempo uno de sus momentos más fructíferos. Desde el nacimiento del reino de Valencia la conexión entre reinos de la misma corona fue constante, y se acentuó a través de las relaciones comerciales durante la edad moderna. Juan de Muñatones, obispo de Segorbe, entre este núcleo y Jérica en 1570 hizo reconstruir a su costa el puente, como constaba por inscripción. A comienzos del siglo XVII la parte meridional de Teruel es un lugar que rompe con la extendida atonía rural. Una saneada economía que contrasta con la difícil situación de Valencia, agudizada tras la expulsión de los moriscos en 1609114. Así lo manifestaba el pintor Francisco Ribalta en 1618, que con motivo de un proceso atribuía a la expulsión de los moriscos la merma en los encar-

113 Publicación comparada de las distintas versiones a cargo de FLORIANO, C.: “Las efemérides turolenses”. Cuadernos de Historia. Instituto Jerónimo Zurita. 1945, nº 2, págs. 7-59. 114 Según estimaciones de Juan Bautista Lavaña en Itinerario del Reino de Aragón (1610-1611). 1620. Edic. Facsímil, Diputación de Aragón, 1985, pág. 205, 64.000 moriscos, personas industriosas y todas productivas salieron de Aragón; e incluso habla de la espantosa desolación de algunos lugares. No obstante, este hecho no afectó de manera traumática a las tierras turolenses.

73

El saber encaminado

74

gos que recibía y la consiguiente precariedad de sus ingresos115. Esta situación podría explicar que el propio pintor probase abrir nuevos mercados en la provincia de Teruel. Las mismas circunstancias pudieron forzar a Antonio Bisquert a dejar la ciudad de Valencia y marchar a Teruel a finales de la segunda década del siglo, y a diversos miembros del taller de Ribalta como Vicente Castelló y Abdón Castañeda a trasladarse a Segorbe por los mismos años116, o a maestros de cantería, como Juan Cambra, Marco Gavella o Pedro Ambuesa, artífices en el monasterio de San Miguel de los Reyes a las afueras de Valencia, a establecerse en Rubielos de Mora. Juan Bautista Lavaña, destacó esta última población como hum lugar dos maes principaes da Comuniade117. Subrayó, por un lado, su importante población de cuatrocientos vecinos, superada en cincuenta más por la de Puebla de Valverde; y por otro, sus importantes manufacturas con cincuenta telares, que ocupaban a la mayor parte de los habitantes. Tradición que les venía de antaño, habida cuenta de los numerosos tundidores y pelaires, muchos de procedencia francesa, que se documentan en la villa a lo largo del siglo XVI. Ignacio de Asso118, caracterizado por su rigor en la selección de las fuentes, citaba el pleito que enfrentó en 1569 a tejedores y pelaires; y cómo esta villa junto a Mora y Alcalá de la Selva vendían muchos cordellates a Valencia. Según el mismo escritor la actividad manufacturera llegó a su mayor estimación durante los siglos XVII y XVIII. En 1777, la villa mantenía cuarenta y cuatro telares de bayetas, tres de paños anchos, y seis de cordellates y estremeñas. Vemos que incluso, desde la descripción de Lavaña, se produjo un aumento de los telares, a pesar de la decadencia de estas manufacturas que a finales de siglo constató Ignacio de Asso. Antonio Ponz, también en el último tercio del siglo XVIII, describió diversos pueblos del sur de la provincia de Teruel como muy aplicados á la manifactura de lanas, y hacen su comercio con bayetas, estameñas, y paños comunes, tanto que así estos, como los de Teruel se pueden decir los Catalanes de Aragon, traginando por todas las Provincias de España119. E incluso en el último tercio del siglo XIX, Jose María Quadrado continuaba destacando la industria de núcleos como Mora, Rubielos, Sarrión o Albentosa, todos próximos al camino de Valencia y volcados en el comercio con la tierra vecina: buscan en la industria y en el tráfico con el vecino reino lo que el ingrato suelo les regatea120.

115 BENITO DOMÉNECH, FERNANDO; VALLÉS BORRÁS, VICENTE: “Un proceso a Francisco Ribalta en 1618”, Academia. 1989, págs.145-168. 116 BENITO DOMÉNECH, FERNANDO: “Antonio Bisquert, en el eje artístico entre Valencia y Aragón durante el siglo XVII”. En El pintor Antonio Bisquert 1596-1646. Instituto de Estudios Turolenses. Diputación Provincial de Teruel, 1995, págs. 21-35. 117 LAVAÑA, JUAN BAUTISTA: op. cit., 1985, pág. 156. 118 ASSO, IGNACIO DE: Historia de la economía política de Aragón por D. Ignacio de Asso. Zaragoza, Francisco Magallón, 1798. Edic. Facsímil. Sobre la actividad manufacturera de Rubielos y la comarca, y las relaciones comerciales con Valencia véase págs. 59, 159 y 231-232. 119 PONZ, ANTONIO: Viage de España, en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella. Madrid, Joaquín Ibarra, impresor de cámara de S. M. 1772 - 1794, vols. XVIII; libro IV, carta IX, 36. 120 QUADRADO, JOSÉ MARÍA: España. Sus monumentos y arte, su naturaleza e historia. Barcelona, 1886.

Los primeros repertorios de caminos en España

Tabla 3

Caminos por territorio valenciano que comunican la Península Ibérica de este a oeste (desde Valencia) Ruta principal

Rutas que prácticamente quedan incluidas en la principal y otras con notables variantes

75

El saber encaminado

Ruta principal

76

Rutas que prácticamente quedan incluidas en la principal y otras con notables variantes

Los primeros repertorios de caminos en España

Este camino comercialmente transitado, citado por Villuga y Meneses, no fue señalado expresamente por Salazar. No sabemos hasta qué punto este hecho pudo condicionar la apatía que hacia la provincia aragonesa más meridional manifestaron los viajeros que a lo largo de los siglos recorrieron la península. De la larga pléyade de nombres que con las memorias de sus viajes dejaron valiosa constancia de su paso, escasos pueden citarse en Teruel121. Uno, fue Juan Bautista Lavaña122, que durante seis meses, entre 1610 y 1611, pero fruto de un remunerado encargo recorrió todo Aragón; otro, Antonio Ponz123, que también subvencionado hizo lo propio hacia 1780, y finalmente Richard Ford y Jose María Quadrado que lo hicieron en el siglo XIX, con el nuevo camino124. Pedro Juan de Villuga no incluye el itinerario que describe Al-Idrisi entre Valencia y Zaragoza, a través de Llíria, Alpuente, Castielfabib y Albarracín, siguiendo el curso del río Turia. En cuanto al camino de Valencia a Monzón evidentemente se trataba de un itinerario motivado por la elección de un enclave político de encuentro de las entidades peninsulares de la Corona de Aragón __reino de Aragón, reino de Valencia y Principado de Cataluña__, cada una de ellas con una fisonomía propia en cuanto a instituciones, régimen fiscal, economía, moneda, lengua, cultura, etc., y con unas fronteras que, consolidadas desde comienzos del XIV, las individualizaban. No obstante, desde época musulmana queda constancia de la comunicación de Valencia con el interior de la actual provincia de Castellón y Bajo Aragón: desde la vía Augusta se adentraba el camino en la Vall d’Uixó, pasaba por Onda y Morella, y desde allí a tierras aragonesas. La capital valenciana comunica con el oeste (tabla 3) a través de la gran y fértil llanura del río Turia, pero desde Buñol se vuelve tan accidentada que ha dejado históricamente pocas alternativas. Así, en todas las rutas que expone P. J. de Villuga unen Valencia con Lisboa, Guadalupe, Santiago de Compostela, Salamanca, Toledo, Madrid, Alcalá de Henares, Cuenca, etc., la salida hacia Castilla es siempre la misma: Valencia — a Quart (1 legua) — a Chiva (4 leguas más) — a La Venta de Buñol (2 leguas) — a Siete Aguas (2 leguas) — a Requena (3 leguas) — a Utiel (2 leguas) — a Caudete de las Fuentes (1 legua) — a La Venta Nueva (2 leguas) — al Pajazo (1 legua) — a La Pesquera (2 leguas) — a Campillo de Altobuey (3 leguas) — a Motilla (3 leguas), etc. Sólo cuando el camino es dirección Cuenca a Valencia varía la entrada desde tierra castellana, que se hace por

121 SÁNCHEZ SANZ, M. ELISA, “Sobre algunos viajeros que pasaron o dijeron pasar por Teruel y su provincia”. Turia, 8, 1987, noviembre, págs. 153-177. La autora destaca la incomunicación de Teruel, como principal factor del olvido al que ha estado sometida la ciudad y provincia. Esto frente a Zaragoza, punto estratégico que comunica oblicuamente Cataluña y Castilla, a través del “Camino General de Ruedas”, o Camino Real, hoy Nacional II. 122 LAVAÑA, JUAN BAUTISTA: op. cit., 1985. Los diputados aragoneses encargaron a este cosmógrafo portugués, llamado por Felipe III, el levantamiento y la formación sobre el terreno de un mapa de Aragón por 2.500 ducados. 123 PONZ, ANTONIO: op. cit. 1785; t. XIII. Este tomo hace referencia a Teruel y su provincia. 124 SANCHIS DEUSA, CARME: “La carretera de Aragón (Sagunt-Teruel): 1791-1862”, Cuadernos de Geografía. 67/68, 2000, págs. 167-189.

77

El saber encaminado

78

Detalle del mapa del término de Siete Aguas y de la Hoya de Buñol, 1712; 34 x 53 cm. ARV, Mapas y Planos, nº 260. Se aprecian las ventas de Siete Aguas, Buñol y Chiva.

Villora, Mira, Camporrobles y Utiel. La distancia entre Cuenca y Valencia en los dos itinerarios es igual: treinta y tres leguas, pero en una de ellas se evita el paso del Pajazo, en el actual pantano de Alarcón, que es invariable en el acceso desde Valencia. Un punto conflictivo como lo demuestra que fuera relegado en el siglo XVIII por el paso por Contreras. Se ha apuntado la posibilidad de que existiera un camino en época romana que utilizara el paso del Pajazo. En realidad, lleva a pensar en esta hipótesis varios hechos: la necesidad de unión de dos importantes centros como Saguntum y Segóbriga, cerca de Saelices (Cuenca), la necesidad de comunicar con el mar los productos de las importantes minas de sal de Minglanilla, y la presencia en las fuentes de un “Camino de las minas al Pajazo” por La Pesquera. Admitiendo que el paso principal fuera por Xàtiva, el paso por Contreras ha sido defendido, entre otros, por Fidel García Berlanga, Gonzalo Arias y Santiago Palomero. Fuentes de época medieval hablan del camino de Valencia a Toledo por Buñol y Requena. Y en concreto, tenemos constancia documental del apoyo a esta ruta en el año 1289 por Alfonso III de Aragón, que recomienda la ruta que une Cuenca con Valencia como la de mayores garantías de seguridad para los comerciantes de Castilla que realizaban su actividad en los reinos de Valencia y Aragón125. De hecho, esta ruta se convirtió en la principal vía de aprovisionamiento del trigo y

125 ACA, Cancillería Real, registro 80, folio 71.

Los primeros repertorios de caminos en España

otras mercancías procedentes de Castilla. La numerosa población de Valencia y la cercanía de ésta al mar fue un elemento que contribuyó decididamente a ello. La capital encomendó a mosén Bernardo Juan el trazar la vía entre Requena y Valencia, que se ejecutó entre 1427 y 1438126. Con el matrimonio de los Reyes Católicos, titulares de las coronas del reino castellano y valenciano, y la concentración en 1516 de éstas y otras muchas más en Carlos I, se reforzó el camino hacia Castilla, dominante en la Península Ibérica por superficie, población, economía y recursos cereales, y su mayor integración en la monarquía. No obstante, a partir de estas fechas el puerto que ganó mayor importancia en el tráfico de personas y mercancías fue Alicante. Fiel reflejo de la importancia que para la ciudad de Valencia tuvo el señalado camino es que generó libros específicos de administración, como es el caso del titulado Camí de Requena. Por éste sabemos que en 1427 el Consell General de Valencia decidió repararlo a su costa para mejorarlo, y decidieron acometer la construcción del puente del Pajazo127. Las obras duraron de mayo de 1428 a julio de 1429 y fueron presupuestadas en 3.000 florines, participando muchos moriscos de la zona de Buñol y también trabajadores de Requena. El citado puente fue derribado por numerosas avenidas, que fueron seguidas por reconstrucciones llevadas a cabo por el concejo de Requena, propietario de la mitad del puente, y los dueños de la otra mitad, y por lo tanto con derechos de pontaje, y en muchas ocasiones a instancia y mediación del Consell de Valencia. Atendiendo a la frecuente destrucción de los puentes a causa de las avenidas del Cabriel, se pudo utilizar no sólo el paso de El Pajazo, sino más abajo el de Contreras, y más aún el de Vadocañas, que como su nombre indica se situaba en un remanso y ya hay constancia de su existencia en 1575128. El camino fue constantemente reforzado. Agustín Roca, que colaboró con la Junta de Murs i Valls de Valencia en el reconocimiento y mantenimiento de los caminos, en el año 1591 realizó una serie de reparaciones en el camino de Requena a Valencia en el tramo conocido como de “les Cabrelles de Bunyol”129. No obstante, en pleno criterio arbitrista el comentario que hizo Tomás Manuel Fernández de Mesa en 1755 era harto elocuente de su estado: Cosa lastimosa, es por cierto, y casi increíble, el que para ir a la Corte de España, desde un reino tan opulento como el de Valencia no haya otro camino más directo que uno que llaman de las Cabrillas, sin duda porque sólo es bueno para semejantes animales. Giro que se hace eco de la expresión “camino de cabras”, para aquel estrecho y accidentado. Las rutas que establece Pedro Juan de Villuga entre Alicante y Castilla (tabla 4) son menores que las realizadas desde Valencia. Sin embargo, la comunicación principal entre los reinos se realiza principalmente desde un punto equidistante a las dos ciudades. La condición de capital y máxi-

126 MOROTE BARBERÁ, J. GUILLERMO: op. cit., 2002, vol. I, pág. 161. Cita a Gaspar Escolano (1610). 127 AMV, Libro “Camí de Requena” sign. 354. 1427-1429. 128 Véase el capítulo dedicado a los puentes y caminos. 129 MELIÓ URIBE, VICENTE: La “Fàbrica de Murs i Valls”. (Estudio de una Institución Municipal en la Valencia del Antiguo Regimen). Tesis doctoral leída en junio de 1990 en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia; pág. 262.

79

El saber encaminado

ma concentración de población del reino puede justificar la descompensación a la hora de trazar las rutas. Además, a partir de las fechas de la obra del autor valenciano, el tráfico de personas y mercancías entre los dos reinos se reforzaron por el sur del reino valenciano, a tenor de las mejores condiciones del puerto de Alicante y de las posibilidades viarias de comunicación entre los dos reinos citados. Martín de Viciana poco antes alabó las condiciones del puerto y las obras militares efectuadas para defensa de la población y navíos fondeados130. 80

La ruta con Santiago establece una diagonal a la que es factible conectarse desde diversas zonas por motivos comerciales o espirituales. En este sentido, el puerto de Alicante es un lugar estratégico desde el que repartir buena parte del tránsito de la península. Una obra que responde a otro género, pero que guarda un punto de contacto con la de Villuga es la de Pedro de Medina. Este personaje nació en Sevilla (o en Medina Sidonia) hacia 1493 y falleció en Sevilla en 1567. Fue un afamado astrónomo y cosmógrafo, que realizó viajes al Nuevo Mundo, fue profesor de navegación y examinador de pilotos, y escribió una obra de esta temática: Regimiento de navegación y Arte de navegar, traducida al alemán, francés, inglés, italiano y neerlandés. Como historiador escribió Libro de grandezas y cosas memorables de España. Agora de nuevo fecho y copilado por el maestro Pedro de Medina vezino de Sevilla (Sevilla, Domenico de Robertis, 1549), que alcanzó gran difusión. Una nueva edición apareció bajo el título Libro de grandezas y cosas memorables de España. Agora de nueuo hecho y copilado por el Maestro Pedro de Medina (Alcalá de Henares, en casa de Pedro de Robles y Juan de Villanueva, en 1566). Tiempo después la obra fue ampliada por Diego Pérez de Messa (Alcalá de Henares, casa de Juan Gracián, 1590)131. La obra describe y ensalza las ciudades y regiones de los reinos peninsulares, su aspecto físico, su historia mezclada con fábulas y leyendas, sus monumentos… El capítulo nueve está dedicado a la provincia de Cartagena y al reino de Valencia. En este último trata la capital, el Grao, Sagunto, la población de los beterones (entre Llíria y Sagunto), Alcocer y del monasterio del Puig del Condol en Llutxent. De sumo interés es el capítulo CLXXIIII y final del libro con datos para convertir diferentes sistemas de medición de longitud y listados de distancias en leguas entre las principales ciudades y villas de España, que enlaza con las guías de caminos de Villuga. Las mediciones se hacen en leguas, como en Villuga, pero las diferencias son notables. Primero, porque no establece itinerarios o rutas, segundo, porque desaparecen los hitos religiosos no justificados por la importancia de la ciudad. En cuanto al número de veces que aparecen citadas en las dos obras las ciudades como cabeza o final de itinerario, es significativo que en la obra del valenciano el primer lugar lo ocupe

130 VICIANA, MARTÍN DE: op. cit. (1564) 1881, págs. 394. 131 Existe edición moderna, con prólogo de A. González Palencia, publicado en Madrid en 1944. Así como edición facsímil realizada en Madrid, 1994, colaboración entre el Instituto de España, la Biblioteca Nacional y el Gremio Madrileño de Comerciantes de Libros usados, con introducción en separata de María del Pilar Cuesta Domingo.

Los primeros repertorios de caminos en España

Tabla 4

Caminos por territorio valenciano que comunican la Península Ibérica de este a oeste (desde Alicante)

81

Valencia con diecinueve citas, seguida por Toledo con dieciocho, Zaragoza con doce, Barcelona con once, Burgos con diez, Granada con nueve, Lisboa, Sevilla y Valladolid con ocho, Salamanca y Cuenca con siete, y Alicante, Ávila, León, Madrid, Medina del Campo, Monzón, Santiago de Compostela, Segovia y Toro con cinco veces. Mientras que en la obra del sevillano la más citada es Toledo con veintitrés rutas, le sigue Sevilla con veinte, Valencia con diecinueve, Santiago de Compostela con diecisiete, Zaragoza con catorce, Barcelona con doce.

El saber encaminado

82

Grabado del puerto de Alicante a principios del siglo XIX, en la obra de Alexandre Laborde. BV, Colección Valenciana.

Pedro de Medina destaca las comunicaciones de Valencia con diecinueve puntos, Alicante con cinco, y Vila-real, Sagunto y Segorbe con uno. Alicante lo hace hacia el sur con Orihuela (9 leguas, coincide estrictamente con en el camino 51 de Villuga), hacia Castilla con Villena (9 leguas, coinciden las leguas con las indicadas por Villuga en el camino 50 hacia Santiago de Compostela y el 52 a Ciudad Real) y Toledo (60 leguas, que prácticamente coinciden las leguas con las indicadas por Villuga en el camino 50 hacia Santiago de Compostela), y hacia el norte con Valencia (22 leguas; que coincide con las indicadas por Villuga en el camino 55 por Xàtiva). También aparece en la tabla su comunicación con Santiago de Compostela (188 leguas, que son las mismas que otorga a la distancia entre Valencia y el sepulcro del Apóstol; sin embargo Villuga presenta la misma cifra para Valencia y diez leguas menos para Alicante). Valencia es comunicada hacia el norte con Sagunto (a 8 leguas, dato evidentemente erróneo), Tarragona (a 34 leguas del origen; desde Sagunto 33, y desde Vila-real 31,5) y Barcelona (a 49 leguas del origen, que coincide con el camino 5 de Villuga). Hacia el sur establece distancias con Alicante (a 30 leguas, que coincide con el camino 49 de Villuga, trazado por la costa), Murcia (a 34 leguas, que coincide con el camino 54 de Villuga), Granada (75 leguas, que puede establecerse a partir del camino 13 de Villuga) y Sevilla (104, que coincide con el camino 57 de Villuga). Hacia el este, señala la distancia con Mallorca, 42 leguas; una ruta marítima que no establece Villuga. Hacia Aragón indica la distancia con Zaragoza (60 leguas, que desde Segorbe dice son 50; lo que coincide con el camino 6 expuesto por Villuga, aunque en éste desde Segorbe quedarían 51 leguas) y con Monzón (44 leguas, que coincide con el camino 126 de Villuga). Hacia Castilla establece conexiones con Cuenca (32 leguas), Toledo (40 leguas), Madrid (53 leguas), Alcalá de Henares (55 leguas), Burgos (90 leguas) y Salamanca (92 leguas). También establece relación con dos grandes destinos de peregrinación peninsular: Guadalupe (a 86 leguas, que coincide

Los primeros repertorios de caminos en España

con el camino 16 de Villuga) y Santiago de Compostela (a 188, que coincide con el camino 67 de Villuga). Finalmente, recorriendo de este a oeste la península sitúa la comunicación con Lisboa (a 144 leguas, como en el camino 66 de Villuga). Por lo expuesto queda demostrada la deuda de Medina con la obra de Villuga, que no cita. Y el mayor rigor y utilidad de la que apareció primero. Su uso explica la incoherencia en la que incurre Meneses de fijar distancias distintas entre los mismos puntos, como es el caso de Alicante y Valencia, pues no especifica que son dos rutas distintas las que está utilizando, la que pasa por Xàtiva y la que trascurre cerca de la costa. Una deuda tan evidente que no permite extraer mesura de la importancia de Valencia y Alicante, reduciendo el posible chovinismo local del valenciano. Trabajos posteriores al de Villuga y Medina persiguieron una visión completa de los caminos. Así, las Relaciones topográficas ordenadas por Felipe II en los años centrales de la década de 1570132, que respondieron a un amplio número de intereses para el conocimiento, incluyeron entre sus cerca de cincuenta puntos del cuestionario estos aspectos. En concreto, comprendían preguntas históricas sobre los orígenes del lugar, incidiendo en el topónimo, el escudo de armas y vestigios de la antigüedad, también sobre los aspectos históricos y monumentales más destacados, y sobre los personajes ilustres en letras y armas; otras sobre la adscripción señorial, jurídica, administrativa y eclesiástica, y respecto a esta última interesaba la presencia de reliquias, monasterios y conventos; otras sobre temas sociales; otras sobre la economía y sectores productivos; otras sobre las defensas; mientras que los ítems 13 a 16 pretendían trazar las comunicaciones entre pueblos, y otros puntos pretendían hacerlo con la geografía y la orografía, incidiendo en los ríos, tipo de costa…. Sin embargo, para el ámbito valenciano tiene escasa trascendencia, pues sólo se incluyen las respuestas de las poblaciones de Sax y Villena en Alicante. Sí fue publicada y alcanzó gran éxito la obra de Alonso de Meneses, Repertorio de caminos, añadido el camino de Madrid a Roma con un memorial de muchas cosas sucedidas en España. Y con el Repertorio de cuentas, conforme a la nueva Pragmática, publicada en 1576133. Procede principalmente de la obra de Villuga en el número de rutas, la exposición (origen, destino y leguas que los separan, y estadillo de puntos intermedios con leguas de separación entre ellos, señalando leguas o medias leguas), e inclu-

132 Los interrogatorios, con variación en el número de preguntas, se enviaron en 1574, 1575 y 1578; en las dos últimas fechas impresas. Las respuestas se conservan en 8 volúmenes en El Escorial y el alcance era de unos 700 pueblos de Madrid, Toledo, Guadalajara, Jaén, Ciudad Real, Albacete, Cuenca, Extremadura, Murcia y Alicante. Estudiadas desde el siglo XIX, fueron catalogadas, contadas y agrupadas por el P. M. Míguélez a comienzos del siglo XX, aparecieron los primeros índices en la revista agustiniana La Ciudad de Dios (1914, 1915 y 1925) y, posteriormente, en el Catálogo de los Códices Españoles de la Biblioteca del Escorial. Han sido investigadas por numerosos estudiosos, como puede verse en CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, FRANCISCO JAVIER: “Las Relaciones Topográficas de Felipe II: Índices, fuentes y bibliografía”, en Anuario Jurídico y Económico Escurialense (San Lorenzo del Escorial), 2003, nº 36, págs. 439-574. 133 MENESES, ALONSO DE: Repertorio de caminos, añadido el camino de Madrid a Roma con un memorial de muchas cosas sucedidas en España. Y con el Repertorio de cuentas, conforme a la nueva Pragmática. Alcalá de Henares, Sebastián Martínez, 1576. También existen reediciones de 1622, 1650 y 1671, una facsímil de 1947, “La Arcadia”; y otra con epílogo de José Ignacio Uriol Salcedo, págs. 173-216, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1976.

83

El saber encaminado

so sus errores. Hasta los prólogos de las dos obras presentan muchas semejanzas, pues si bien Villuga justifica su competencia en su larga peregrinación por toda España, Meneses lo hace en el continuo exercicio de mi larga peregrinación. Palabra esta última que, como ya hemos señalado, procede del verbo latino “peragrari”, que hace referencia a pasar por tierras y regiones, y que se usaba como sinónimo de viaje. 84

Meneses incluye en su obra otros elementos de utilidad para el viajero. Por un lado, persigue una más clara ordenación, por lo que las rutas en la mayoría de las ocasiones se presentan por orden alfabético del punto de partida, e incluye finalizada su exposición una tabla (lo llama en el prólogo memorial o abecedario) para hallarlos más fácilmente. Es una pequeña contribución para hacer más ágil la consulta, pero lamentablemente sólo ordena alfabéticamente los puntos de salida, por lo que hay que realizar una nueva búsqueda entre los de llegada, ya sin orden alfabético. Además, no hay excesivo rigor en la ordenación alfabética dentro cada letra, y en la tabla no aparecen reflejados los puntos intermedios de los itinerarios. Otras novedades introducidas por Meneses en su obra son: los listados de conversiones de monedas, como maravedís de reales, coronas y ducados134; y la Memoria Hispanea o cosas memorables recopiladas por Juan de Timoneda desde la llegada de los musulmanes hasta la boda del Felipe II con Isabel de Valois en 1560. La obra de Meneses, que en su mayor parte recoge la de Villuga, tuvo una gran difusión, pues fue recogida en la obra de Ambrosio de Salazar, con ediciones en 1612 en castellano y en francés, lo que abría de manera explícita esta información a un público más allá de los Pirineos. Y la misma obra de Meneses fue reimpresa en varias ocasiones en el siglo XVII, como atestigua la edición de Valladolid, viuda de Francisco de Córdoba, 1622, la posible de Murcia de 1628, la de Madrid, Juan Valdés, 1650, y la de Valencia, Vicente Cabrera, 1677135. Esta última, titulada Reportorio de caminos ordenado por Alonso de Meneses Correo. Con el camino para Roma, incluyó al final un “Viage, y repertorio para Roma por tierra, pertiendo de Valencia, por el camino mas breve que se halla… compuesto por Iuan Francisco, natural de Aragon”, con asuntos prácticos para el viaje136. Aunque Alonso de Meneses no cita el precedente de Pedro Juan de Villuga, lo cierto es que las coincidencias en planteamiento, número de rutas, los tramos, resultado en leguas, etc., es muy parecido137. En concreto, el número de itinerarios presentados por Villuga es de 139, y por Meneses de 134. Cifra esta última de la que ya hemos excluido la repetición del que une Valencia con Tarragona (ff. 59 y 64) y la del que hace lo propio entre Ávila y Salamanca (ff. 5 y 41v). De los 134 caminos que señala Meneses 119 son comunes a los del valenciano, aunque en muchas ocasiones presenta la diferencia de permutar los puntos extremos, por lo que la relación presenta un orden

134 Algunos errores detectados por José Ignacio Uriol Salcedo en el epílogo anteriormente citado, págs. 180-181. 135 MONTAÑEZ MATILLA, MARÍA: El correo en la España de los Austrias. Madrid, Escuela de Historia Moderna, 1953, pág. 146. 136 SALA GINER, DANIEL: op. cit., 1999, pág. 32.

Los primeros repertorios de caminos en España

inverso. Por otro lado, la obra de Meneses, como ya hizo Pedro de Medina en 1549, no establece tan frecuentemente los puntos de origen y llegada en conventos, cartujas o monasterios, y sólo lo hace en caso de importantes centros de peregrinación, como Guadalupe, Montserrat, Peña de Francia o Santiago de Compostela, cuyo destino se justifica en sí mismo, y en el de la cartuja de El Paular, situada en el puerto de la Morcuera, posible paso de las dos mesetas, y por lo que sería ruta entre Laredo y Madrid, y entre Barcelona y Segovia. Los itinerarios diferentes que presenta Meneses son en su mayoría tramos de otros mayores ya expuestos por el valenciano. Así sucede con el de Villafranca a Santiago, que Villuga incluye en el itinerario 26; en el de Úbeda a Granada y Úbeda a Toledo, que forman el itinerario 99 en la obra de Villuga; en el de Úbeda a Almagro, incluido por Villuga en el itinerario 102; en el de Villalón a Medina del Campo, que incluye Villuga en el 73; en el de Valencia a Toledo, que en Villuga queda comprendido en el 66; y en el de Villanueva de Alcaraz a Almansa, que Villuga lo expone en el 57. Entre los quince itinerarios nuevos que presenta Meneses su principal contribución es mostrar algunos cambios en la caminería española derivada de la condición de Madrid como capital, que no tenía en tiempos de Villuga. De hecho, como nuevas rutas sólo presenta tres, y todas conectan Madrid; esto es, con Úbeda, con Valladolid por Guadarrama, y con Roma. En ellas es llamativo que no trace la de Madrid a El Escorial, en ese momento en construcción. Por otro lado, y aunque no se trate de rutas nuevas, sino del desglose de otras existentes, es significativa la importancia como núcleo de comunicaciones que Meneses concede a la villa de Úbeda. Una razón, que como en su predecesor Villuga con las tierras valencianas, puede responder a un mayor conocimiento de la zona y al deseo de dotarla de un rango superior. Razones que inducen a pensar que pudiera ser natural de Úbeda, como redunda en esta hipótesis la extensión de este apellido en el siglo XVI en la citada población jienense. La inversión del itinerario que en algunas rutas hace Meneses frente a Villuga, obviamente no afecta al número de leguas del mismo, que sólo en algunos casos presenta diferencias de media o una legua, y que incluso ésta a veces se produce como consecuencia de fijar el punto de partida o llegada en la ciudad o villa, y no en el monasterio, cartuja o convento cercano. De este modo, encontramos diferencias en las rutas que unen Burgos con Vitoria, Lisboa y Aranda de Duero; Barcelona con Segovia, que Villuga establecía hasta la cartuja de El Paular, y con Granada; Carrión de los Condes con Medina de Pomar; Zaragoza con Monzón; Laredo con León (sic); Plasencia con Salamanca; Real de Manzanares con Guadalajara; Sevilla con Lisboa; Segovia con Real de Manzanares; Toledo con Córdoba y Granada; Valencia con Madrid y Tarragona; y Villanueva de los Infantes con Granada.

137 I. Uriol en la edición de 1976 de la obra de Meneses, ya avanzó acertadamente algunas de las coincidencias y diferencias entre las obras de Villuga y Meneses. El cálculo que hace el autor de la legua es de seis kilómetros y medio, lo que coincide prácticamente con la legua geográfica. (6.687 metros).

85

El saber encaminado

Otro aspecto interesante es el de los errores en el cómputo general de la ruta, que no coincide con el desarrollo de la misma; por ejemplo, de Plasencia a Albuquerque dice 12 leguas, cuando son 22. En otras ocasiones el error está en el destino, como en la de Laredo a León, cuando debe tratarse de Laredo a Oviedo, y que en este caso el error lo hereda de Villuga.

86

En lo que respecta a las comunicaciones en tierras valencianas que constata Meneses a través de diversas rutas, algunas no directas, poco distan de lo reflejado por Villuga: Alicante conecta hacia el sur con Orihuela y Murcia, hacia Castilla por Villena con Ciudad Real y con Santiago de Compostela atravesando las dos castillas, y hacia el norte con Valencia, bien por la costa, bien por el interior por Xàtiva. Valencia comunica hacia el norte con Tarragona y Barcelona, y con Lérida; hacia Aragón con Teruel y Zaragoza, y con Monzón; hacia Castilla con Cuenca, Toledo, Madrid, Alcalá de Henares, Burgos, Salamanca; también establece relación con Guadalupe, Lisboa y Santiago de Compostela; y hacia el sur, con Alicante, Sevilla y Granada. Rutas similares a las indicadas por sus antecesores, pero eliminando las exposición de los caminos cortos de Villuga, como el de Valencia a Sagunto, o los muy específicos, como el que se establece desde Barcelona hasta la cartuja de Valldecrist, o desde ésta hasta la de Portaceli. Más difícil de admitir es la deficiente información que ofrece en las comunicaciones desde Valencia hacia el sur. Así, sorprende la desaparición en el listado de caminos el que une Valencia con Alicante por Xàtiva, el que enlaza Valencia con Murcia, y el que comunica Orihuela con Murcia, pues provocan confusión y una ruptura en la red viaria. Circunstancia que entra en contradicción con las rutas que habitualmente se tomaban, como demuestran los diarios de viaje, crónicas y otras fuentes de la época. Mención aparte merece el trabajo que Jacop Cuelvis redactó hacia comienzos del siglo XVII tras su viaje por la Península Ibérica en 1599, y en el que añadió un “Itinerario de los caminos reales y mas frequentados por todos los Reynos de las Españas començando de la ciudad de Baiona en Francia”, en el que incluyó: primero y en la línea de lo realizado por Pedro de Medina al final de su obra, cinco folios de equivalencias de medidas de distancia (1 legua española = 4 millas = 4.000 pasos = 20.000 pies comunes; pero siempre entendidos como aproximados al hablar de rutas); segundo, itinerarios basados en su experiencia viajera con puntos intermedios y distancia en leguas, como Villuga y Meneses, pero en menor número y basándose en su propia experiencia; y tercero, listados alfabéticos de ciudades con información de distancia entre punto y punto, y en los que incluye las islas del archipiélago Canario, así como del Balear, según el ejemplo de Medina. En cuanto a los itinerarios detallados establece veintiséis, que comprenden más de novecientas leguas de recorrido y se basan principalmente en el que él realizó, aunque entre la explicación del itinerario y el listado de éstos se deslizan diferentes grafías para los núcleos de paso, diferencias en el número de leguas, algunos cambios en la ordenación de los núcleos o repeticiones. Las tierras valencianas están representadas por dos itinerarios, el de Murcia a Valencia y el de ésta a Tortosa, que están integrados en otros que permiten la comunicación norte a sur entre Narbona y Cádiz. Los itinerarios detallados que aporta, como hemos indicado, son resultado principalmente de su experiencia. Por ello, las comunicaciones con Aragón o Castilla por el oeste desde Valencia no están reflejadas, y en líneas generales establece una prelación que no había sido presentada con

Los primeros repertorios de caminos en España

anterioridad. Principalmente destaca Madrid, corte del rey de España, cuya relación se establece con Alcalá de Henares y Zaragoza, El Escorial de San Lorenzo, que sólo recogerá Ambrosio de Salazar años después, Valladolid, Toledo y Salamanca. De las citadas, también se especifican otras rutas, como Valladolid y Zaragoza con Bayona, y Toledo con Salamanca y Nuestra Señora de Guadalupe. Por otro lado, Sevilla lo hace con Lisboa, Córdoba y Cádiz, y las tierras valencianas están representadas en la ruta que permitiría ir desde Cádiz hasta Narbona, por lo que Valencia es citada como punto de llegada o partida en dos ocasiones (Murcia a Valencia y de ésta a Tortosa). Finalmente, se establecen relaciones entre Burgos y Santiago de Compostela, y desde ésta a La Coruña y al cabo de Finisterre, entre Logroño y Alcalá de Henares, y entre Guadalupe y Lisboa. La información sobre caminos diferentes a los andados la resuelve Cuelvis con un listado alfabético en los que se unen dos puntos con medidas en leguas, y cuyos resultados son bien distintos a la anterior agrupación detallada con puntos intermedios. El número es muy elevado, más de trescientas relaciones, pero muchos de los itinerarios se establecen entre puntos de una ruta mayor. Por ejemplo, la de Valencia a Zaragoza Cuelvis la divide en cinco (Sagunto, Segorbe, Jérica, Teruel y Zaragoza), la de Valencia a Barcelona en otras cinco (Sagunto, Almenara, Tortosa, Tarragona y Barcelona), la de Guadalupe en cuatro (Tembleque, Talavera de la Reina, Puente del Arzobispo y Guadalupe)… En este listado recoge de Meneses el orden alfabético, también poco estructurado y sin la presencia de edificios religiosos como referente, pero se elimina la importancia que dio aquél a Úbeda, y sí incluye la comunicación con Murcia. Si ordenamos el listado proporcionado por Cuelvis las comunicaciones expuestas son bastante completas. Desde Alicante hacia el sur con Orihuela y Murcia, hacia Castilla con Villena, Ciudad Real y la que atravesaría la península hasta Santiago de Compostela, y hacia el norte con Valencia. Desde éste hacia el sur, además de con Alicante, manifiesta relación con los puntos costeros de Gandía y Denia, hacia Andalucía por Xàtiva y Almansa hasta Granada, Córdoba y Sevilla, con la meseta sur con Cuenca, Toledo, Madrid y Alcalá de Henares, y más al oeste por la ruta hasta Guadalupe y Lisboa, con la meseta norte con Ávila, Salamanca, Burgos, y con la ruta que la recorre hasta Santiago de Compostela; hacia Aragón con la ruta que por Sagunto, Segorbe y Jérica une las tres capitales aragonesas, así como por la de Monzón a través de Alcañiz; hacia el norte con Tortosa, Tarragona, Barcelona; y hacia el este con Mallorca. En cuanto al número de rutas que establece cada ciudad los resultados vuelven a ser sorprendentes, y las que tienen mayor número son las siguientes: Valencia con 45, Toledo con 39, Sevilla con 35, Barcelona con 31, Santiago de Compostela con 25, Burgos con 24, Zaragoza con 19, Valladolid con 18, Granada con 15, Salamanca con 11, Lisboa con 10, Pamplona y Segovia con 9, Madrid, León, Málaga y Cádiz con 8… Si comparamos los resultados de Cuelvis con la información proporcionada por las guías de itinerarios del siglo XVI reflejadas en la tabla 5, es evidente que hay una clara relación, pero no una sumisión, y los datos anteriores se armonizaron con los datos obtenidos de su propio viaje. En primer lugar destaca la prelación de la capital valenciana a la hora de establecer rutas, lo que sin duda se debe al tipo de informantes: por un lado es segura en las guías de caminos que parten de la experiencia de Villuga, como es el caso de Pedro de Medina, y por otro, se puede intuir en los carreteros, que en opinión de algunos libros de viajes, poblaban todas las calzadas de la

87

El saber encaminado

88

Península Ibérica, y que obviamente establecían un orden desde su tierra natal o de residencia habitual. Toledo, como venía siendo habitual queda en un segundo lugar. Sevilla en tercero, que es el que le otorga el sevillano Medina, a diferencia de otras fuentes que la sitúan en el séptimo u octavo, y cuya obra Cuelvis usó frecuentemente para establecer un contexto histórico. Este tercer puesto lo ocupaba Zaragoza en los otros trabajos, pero en Cuelvis queda bastante relegada, muy probablemente porque no se incluyó en su ruta y no tomó apuntes comparables a otros destinos. También en la línea de Medina, concede un gran protagonismo a Santiago de Compostela. Por lo tanto, este apartado final de la obra de Cuelvis evidencia el interés por formar parte de un proyecto editorial de utilidad. Para su confección se sirvió de guías de caminos como la de Pedro de Medina, pero que corrigió con la de Villuga y más probablemente a través de Meneses y también con su propia experiencia como viajero y encuestador. Entre las rutas detalladas y la mera relación punto a punto que hace Cuelvis, se aprecian dos ponderaciones distintas: la ordenación subjetiva que hace el viajero, concediendo mayor importancia al centro político, y la creada por la inercia de obras anteriores, fruto a su vez, de otras impresiones subjetivas. Además, la aportación de Cuelvis adelanta aspectos de organización y enumeración de destinos que se extenderán poco después al ser publicados por Ambrosio de Salazar. Muy importante, y tal vez poco valorada en su repercusión ante el público francés e incluso hispano, es la obra de Ambrosio de Salazar (Murcia, 1575-1643), gramático español que trabajó como intérprete de los reyes de Francia Enrique IV y Luis XIII, y fue secretario de la reina Ana de Austria. Escribió numerosas obras para acercar la gramática castellana138, pero también otras de aproximación a la realidad histórica, política y económica de España y su monarquía. En este sentido publicó Almoneda general de las más curiosas recopilaciones de los reinos de España (París, Antonio du Brueil, 1612), traducido al francés bajo el título Inventaire general, des plus curieuses recherches des Royaumes d’Espagne, y con los mismos datos de edición. En esta obra trata los orígenes de sus pobladores, la conquista cristiana, la genealogía de los reyes y numerosos aspectos alrededor de éstos, sueldos, rentas, salarios…, y acaba con el capítulo XII, que es una extensa “Guya de los caminos de España con la conversión de las monedas del Reyno de Francia y España”. Por lo que a simple vista es evidente la vinculación con la obra de Meneses, y se hace escandalosa cuando nos acercamos. El número de rutas, ciento treinta y cuatro, los tramos con sus puntos de origen y destino, y las leguas son prácticamente las reflejadas por Meneses. Las claras deudas de la obra de Salazar lo manifiesta, por ejemplo, la estricta coincidencia con el número de veces que una ciudad o villa es citada como punto de origen o llegada en las guías de caminos (tabla 5). La reiteración puede tomarse como testimonio de la importancia relativa que tenía un determinado núcleo, pero desde luego no pueden tomarse como ejemplo de tránsito. En este sentido sería interesante analizar la repetición de los lugares en las rutas, pero ni con este criterio podríamos determinar de manera exacta la densidad de comunicación o tránsito. Para alcanzar una cifra tan elevada de citas la ciudad de Valencia se beneficia de su ubicación: costera y en la parte media de la penín138 MOREL-FATIO, ALFRED: Ambrosio de Salazar et l’étude de l’español en France sous Louis XIII. Paris, Alphonse Picard et Fils; Toulouse, Edouard Privat, 1900.

Los primeros repertorios de caminos en España

sula, en la ruta que la recorre de norte a sur, y con presencia de puerto que hace interesante su comunicación hacia el oeste (Toledo, Madrid, Salamanca, Lisboa…), noroeste (Santiago de Compostela) y sureste (Granada y Sevilla). Pero sobre todo, se beneficia de la procedencia del primer redactor de estas guías. Si bien la importancia real de Valencia como punto de comunicaciones es evidente, aunque exagerada para alcanzar el primer o segundo lugar, su importancia relativa desde luego quedó establecida en la mitad del siglo XVI por el valenciano Villuga, y así se transmitió durante más de doscientos años. Las coincidencias de Ambrosio de Salazar con Alonso de Meneses son evidentes, y en este caso hasta el punto de no trastocar los itinerarios en beneficio de la tierra natal. Las guías de caminos parten de la obra de Villuga, que como valenciano hace coincidir muchas de las rutas con la capital del Turia. En la obra de Medina hay un claro gesto por trasladar la importancia a su Sevilla natal, y en Pedro de Salazar, lejos de establecerlo en Murcia, vuelve al esquema fijado por Meneses. Y esto es más llamativo si atendemos a la parcialidad que muestra en su obra el autor murciano, puesto que en el capítulo que dedica a cada reino, frente a la página o dos páginas con las que trata cada uno de ellos con amplias vaguedades, para su tierra natal emplea ocho con numerosas curiosidades. Incluso, reconoce el autor que para esta ciudad necesitaría un libro, pues había sido testigo de vista. Hecho incuestionable, pero Tabla 5

Número de veces en las que una ciudad o villa es citada como punto de origen o llegada en las primeras guías de caminos Valencia Toledo Zaragoza Barcelona Burgos Granada Lisboa Sevilla Valladolid Salamanca Cuenca Alicante Ávila León Madrid Medina del Campo Monzón Santiago de Compostela Segovia Toro Laredo Vitoria Guadalupe Úbeda

Villuga 1546

Medina 1549

Meneses 1576

Salazar 1612

19 18 12 11 10 9 8 8 8 7 7 5 5 5 5 5 5 5 5 5

19 23 14 12

19 (-1) 19 12 10 11 11 6 8 8 6 (-1) 7 5 (-1) 6 (-1) 3* 8 6 5 6 7 5 6 4 4 4

18 18 12 10 11 11 7 8 8 6 (-1) 7 5 (-1) 6 (-1) 3 7 6 5 6 7 5

20

17

* En realidad se cita en cuatro ocasiones como punto de partida o llegada de un camino, pero en una de ellas por Oviedo.

89

El saber encaminado

que hace incomprensibles algunos errores, como el de decir que el río que pasa por la ciudad es el Júcar que viene de Valencia y acaba por meterse en el Guadalquivir, o que por las rampas del magnífico campanario en construcción de la catedral subían la piedra en carros tirados por bueyes y caballos. 90

La dependencia de la obra de Salazar de la de Meneses, y de ésta con la de Villuga, es clara en las coincidencias que manifiestan, y sobre todo en los errores. El dato cierto puede justificarse en la constatación del hecho, pero la repetición del error, desde luego delata la fuente. En este sentido, Salazar arrastra los errores de la obra de Meneses, a los que añade por desliz de edición muchos otros, como los del cómputo general de la ruta, que no coincide con el desarrollo de la misma. Siguiendo a Meneses dice que de Plasencia a Albuquerque hay 12 leguas, cuando son 22; y por error propio señala de Tudela a Zaragoza 25 en lugar de 15, y de Villalón a León 13 en lugar de 11. Son ejemplos de un cierto descuido en la edición, Retrato de Ambrosio de Salazar en su obra Almoneda que es más grave en otros casos, como cuando equivoca las rutas, como la general de las más curiosas de Salamanca a Soria (f. 186), cuando en realidad es de Zaragoza a Soria; recopilaciones de los reinos de la de Laredo a León (f. 190), cuando debe tratarse de Laredo a Oviedo, España (1612). error también cometido por Villuga; la penúltima ruta que acaba en Toledo, cuando debe hacerlo en Valencia (f. 210v); o cuando repite el encabezamiento de la ruta Salamanca para Lisboa, y desarrolla la de Salamanca a Toro (f. 196v), y repite las rutas de Alicante a Orihuela (ff. 179v y 191v) y la de Valencia a Tarragona (ff. 208 y 206v), las dos arrastradas de Meneses. Con todo, la obra de Ambrosio de Salazar es muy importante en la difusión del conocimiento de la caminería española al público español, francés e incluso europeo, así como por intercalar en los fríos listados recomendaciones a visitas que el viajero puede realizar en importantes núcleos urbanos: en Montserrat las ermitas y la imagen de Nuestra Señora (f. 182), en Zaragoza la imagen del Pilar (f. 182), en Granada la Alhambra con sus fuentes, especialmente la de la entrada y en el interior la de los leones, y los aljibes (f. 183), en Sevilla la catedral y la imagen de Nuestra Señora la Antigua, la lonja y Casa de Contratación, y la vista desde la Giralda (f. 184), en Perpiñán su castillo (f. 185v), en Murcia la vista desde la Catedral (f. 189), en Córdoba la mezquita, la nueva catedral en construcción y las caballerizas reales (f. 194), en Madrid, la Corte de España, el hospital real de San Jerónimo, el palacio real y las caballerizas reales (f. 198v) y a siete leguas El Escorial que se tiene por una de las siete Maravillas del mundo (f. 199), en Segovia el acueducto romano (f. 200), en Barcelona su puerto, casa de la Ciudad y Lonja (f. 122), en León su catedral, la iglesia más suntuosa que dice haber visto, y el palacio del rey don Pelayo (f. 208v), en Santiago de Compostela, el cuerpo del apóstol, la iglesia fundada por Carlo Magno y el lindo paseo sobre la mar (f. 209) y en Toledo el alcázar y el ingenio que permitía subir agua desde el Tajo hasta el citado edificio (f. 210). Obviamente faltan muchos, pero es una solución que marca de manera ordenada grandes hitos de visita que coinciden con los que expresan muchos viajeros de la época, donde se mezcla el criterio espiritual, el carácter monumental y el asombro ante la obra de ingeniería, como sucede con la fuente de trescientos sesenta y cinco caños de la entrada a la Alhambra

Los primeros repertorios de caminos en España

o el ingenio que Juanelo Turriano hizo para subir agua hasta la parte alta de la ciudad de Toledo. A varias ciudades dedica lacónicas frases como Salamanca universidad (f. 191), Alicante puerto de mar (f. 203v) y Valencia ciudad magnífica (f. 183v). Toda esta secuencia de obras continuó en el siglo XVIII, en gran parte bajo el precedente del repertorio de caminos de Villuga y Meneses. Así se ha señalado, por ejemplo, con la Guía de caminos para ir, y venir por todas las provincias mas afamadas de España, Francia, Italia, y Alemania. Añadida la regla general para saber adonde se escribe los días de Correo. Nuevamente escrito en Francés y traducido en Castellano por don Pedro Ponton, traductor de siete lenguas (1705; segunda edición en Madrid, Francisco Martínez Abad, 1727)139. Por el título se deduce que Pontón no fue el autor, sino el traductor140, y que la obra tuvo su ascendencia más directa en diversas obras europeas, y que para lo hispano probablemente utilizó la de Salazar, publicada en Francia en 1612, y a su vez dependiente de las españolas del siglo anterior. Sin embargo, la obra que señalamos no tuvo una actitud de copista de logros anteriores, sino que intentó, por un lado, mejorar algunos aspectos, como señalar como mejor camino hacia Francia por el lado oeste de los Pirineos el túnel de San Adrián y no por Roncesvalles, y ampliar la información proporcionada por Meneses en la ruta de Madrid a Roma; y, por otro, racionalizar la propuesta desde dos criterios: reducir a más de la mitad el número de rutas, dejándolas en cincuenta y dos, y fijar una distribución más equilibrada de los puntos de inicio o partida de las mismas. En este último sentido, presenta una estructura multiradial: con predominio de Toledo citada en once ocasiones, seguida de Valencia en seis (incluyendo la ruta Narbona, Barcelona, Valencia y Granada), y continuada por Valladolid, Burgos, Madrid y Sevilla con cinco en cada caso. El protagonismo de Toledo en la meseta sur, tenía su correspondencia en la norte con el núcleo de Valladolid y Medina del Campo. La posición que mantiene Valencia, a pesar de la notable reducción de rutas, es todavía sorprendente, pues se trata de una ciudad costera (Lisboa es citada en cuatro ocasiones y Barcelona en dos), y puede explicarse en gran medida como herencia de una inercia que comienza con la propuesta de un valenciano en el siglo XVI. Algo que sólo se desmoronó con la disposición radial de las comunicaciones con centro desde Madrid impulsada desde finales del siglo XVIII.

139 URIOL SALCEDO, JOSÉ IGNACIO: “Guía de caminos de Pedro Pontón”, Revista de Obras Públicas. Febrero 2003, nº 3.430, págs. 59-62. A pesar del título, en la edición de 1727 analizada sólo aparecen los caminos españoles, algunos portugueses, las comunicaciones de Bayona y Narbona con España, y el camino de Madrid a Roma. 140 CAPEL, HORACIO: “Geografía y arte apodémica en el siglo de los viajes”, Geo Crítica. Cuadernos críticos de Geografía Humana. Año IX, número 56, marzo de 1985.

91

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599 133

Las escasas noticias biográficas de que disponemos sobre Jacop Cuelvis (Diego Cuelvis o Cuelbis de Dresden) proceden de su propio diario de viaje, Thesoro Chorographico de las Espannas por el señor Diego Cuelvis, por el cual sabemos que nació en Leipzig en 1574, pues tenía veinticinco años cuando en 1599 pasó a España. Entre este año y 1600 recorrió toda la Península Ibérica con una gran intensidad de paso. En el reino de Valencia entró por el sur el 3 de diciembre de 1599 y lo abandonó por el norte el 17 del mismo mes y año. El texto fue redactado a comienzos del siglo XVII con los apuntes de viaje y otras fuentes escritas, como la de Pedro de Medina, que hace servir frecuentemente en las ocasiones que debe realizar un contexto histórico. También se infiere de sus palabras y expresiones que ya había recorrido Alemania, Francia e Italia, tal vez Inglaterra, y que dominaba el alemán, el francés, el castellano y el latín. Además, que era católico200, razón por la que probablemente para un alemán de su época la Península Ibérica pudiera resultar atractiva. Mientras que su aspecto físico nos viene descrito por los datos de su pasaporte expedido en Lisboa por Juan de Silva, conde Portalegre, gobernador y capitán general de los reinos de Portugal, que el propio Cuelvis reproduce en el folio 307 de su obra, y por el que sabemos era de mediana estatura cejijunto, de barba rubia oscura y con una cicatriz en el dedo pulgar de la mano derecha. En España entra en la península con Joel Koris (Poris o Boris o Doris) y su criado, un mozo de Asturias. Desde Madrid salen hacia Toledo con Melchor Pfuel, Juan Warembuc y Cilian Presberg. En Lisboa ya están solos Cuelvis y Koris. Durante el recorrido por el reino de Valencia hace mención a su camarada en varias ocasiones, como en el paso del reino de Valencia al Principado de Cataluña. Su objetivo con este viaje era la descripción corográfica de la península, que es superficial y apresurada cuando está en ruta, pero rica en información de utilidad caminera, e histórica y monumental en las grandes ciudades. Muestra cierta cultura en la redacción del documento, para el que utiliza sus notas, pero también fuentes impresas y opiniones de terceros sobre los lugares visitados y los cercanos a su ruta. Escribe en un voluntarioso español, defectuoso pero inteligible. Tal vez,

200 Algunos de estos aspectos en DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: “El Thesoro Chorographico de Diego Cuelbis y su descripción de Sevilla”, Anales de la Universidad Hispalense. 1942, vol. III, págs. 5-30. DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: “La descripción de Madrid de Diego Cuelbis”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños. 1969, t. IV, págs. 135-144.

El saber encaminado

134

Detalle del Júcar en la obra de Vicent Mestre, Rebelión de los moriscos en la Muela de Cortes. 1613. Óleo sobre tela. 174x110 cm. Fundación Bancaja.

esta decisión estuviera condicionada por la preocupación de evitar cualquier acusación de espionaje, o en su deseo de atender en el futuro un vacío editorial. El original se conserva en la British Library de Londres después de varios viajes. George Scott, diplomático escocés lo compró en Alemania o Polonia. En Holanda mandó al librero de La Haya Thomas Jhonson que lo enviase a Edward Harley, conde de Oxford, lo cual hizo en 1725, y lo adquirió. En 1753 su viuda lo vendió con la biblioteca al estado. Desde 1759 la obra está catalogada con el número 3.822 de la colección Harley: actualmente en la British Library, Map Collections; Harley MS.3822. El manuscrito de Cuelvis está formado por tres tomos de 18 x 15 centímetros en octavo apaisado. Sus 672 folios fueron escritos por las dos caras a comienzos del siglo XVII con los apuntes del viaje, e incluye dibujos a pluma realizados a partir de grabados de otros autores, como las viñetas de las vistas de ciudades tomadas de la obra de Georg Braun y Joris Hoefnagel Civitatis Orbis Terrarum, así como los mapas, principalmente de Abraham Ortelius, sobre los que añade sus observaciones, como sucede para el reino de Valencia, única imagen que incluye del mismo, o los de la obra de Francesco Valegio y Martinus Rota, Raccolta di le più illustri et famose città di tutto il mondo (Venecia, 1590-1600), lo que redunda en el objetivo de una publicación201. En el caso de Valencia, aunque parte de alguna de las versiones del mapa de Abraham Ortelius desde 1584, Cuelvis lo simplifica y modifica: por un lado, lo reduce (tiene por centro Valencia, el río Guadalaviar y el Grao; a la izquierda el río Xucar, y Alzira; y a la derecha el rio de Murviedro y la población homónima); por otro, se centra en pocos datos geográficos y poblaciones, pero les da mayor desarrollo. 201 Señalado por GALERA I MONEGAL, MONTSERRAT: op. cit., 1998. Por ejemplo, el de la ciudad de Barcelona fue realizado en Venecia, hacia 1595, mide 85 x 130 mm.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

El manuscrito fue descubierto en su importancia por el arabista Pascual de Gayangos en el siglo XIX con ocasión de la catalogación de los manuscritos hispánicos del British Museum202, y a él se debe también la copia que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 18.472) 203, que si bien respeta la foliación original, le faltan las imágenes. Desde entonces, diversos investigadores han hecho uso del mismo. El historiador del arte Juan Facundo Riaño y Montero, nacido en Granada y casado desde 1864 con la hija del señalado arabista, lo utilizó en su conferencia pronunciada ante la Sociedad Geográfica de Madrid el 1 de mayo de 1877, y más tarde en su artículo sobre la Alhambra204. Poco tiempo después lo hizo Karl Justi en Velázquez und sein Jahrhundert (1888, págs. 30, 40 y 192)… El texto aparece citado en la recopilación de literatura de viajes de R. Foulché-Delbosc, que menciona un manuscrito escrito a comienzos del siglo XVII: Tesoro Chorografico de las Espannas por el Señor Diego Cuelvis: or diary of a journey through Spain and Portugal in the years 1599 and 1600..., que se encuentra en el British Museum, Harl. 3.822, y que realiza un extensísimo recorrido por España. Sin embargo, en el siglo XX no aparece ni en la recopilación de A. Farinelli ni en la de J. García Mercadal, aunque sí lo cita en el prólogo. Hacia mediados de siglo XX, comenzaron a aparecer estudios donde el mismo viaje de Cuelvis es el protagonista, aunque siempre con análisis parciales. En este sentido, destaca la aportación de Antonio Domínguez Ortiz, que llegó a él a partir de la copia de la Biblioteca Nacional, y con la que trató en sendos trabajos de 1942 y 1969 las impresiones de Cuelvis en Sevilla y Madrid, que en 1981 extendió sesgadamente a Cataluña205. Domínguez Ortiz se reconoció arrebatado por las andanzas del joven alemán y su obra, que consideró muy meritoria y digna de ver la luz impresa en su totalidad. Pero lo más que se consiguió es despertar el interés regional, con destacados resultados: Julio César Santoyo ha realizado esta labor para el País Vasco y Pamplona206, Pedro L. Ballesteros para Alcalá de Henares207, los Gozalbes para

202 GAYANGOS, PASCUAL DE: Catalogue of the manuscripts in the Spanish language in the British Museum. Londres, William Clower and Sons, 1875-1881, vols. III; t. 1, pág. 187. 203 ROCA, PEDRO: Catálogo de los manuscritos que pertenecieron a D. Pascual de Gayangos existentes hoy en la Biblioteca Nacional. Madrid, Tip. de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1904. 204 RIAÑO, JUAN FACUNDO: Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, octubre 1877, tomo 111, año 11, págs. 289-301. RIAÑO, JUAN FACUNDO: “La Alhambra. Estudio de sus descripciones antiguas y modernas”, en Revista de España, 1884, año 17, t. XCVII, pág. 5. 205 DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: “op. cit., 1942. DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: op. cit., 1969. DOMINGUEZ ORTIZ, ANTONIO: “Viatjant per la Catalunya del segle XVI”, L’Avenç. 1981, n. 39, págs. 50-53. Antonio Domínguez Ortiz volvió a tratar a Cuelvis al abordar su estudio de sus opiniones en la Historia de Andalucía (Barcelona, 1981, t. IV, págs. 370 y ss.), en el apartado “La imagen exterior de España. El viaje de Diego Cuelbis”. 206 SANTOYO, JULIO CÉSAR (Introducción, transcripción y glosario): Dos alemanes en Vasconia: mayo de 1599. Vitoria, Caja de Ahorros Municipal de la Ciudad de Vitoria, 1972. 207 BALLESTEROS TORRES, PEDRO L.: Alcalá de Henares vista por los viajeros extranjeros (Siglos XVI-XIX), Alcalá de Henares, Brocar, 1989; en págs. 38-40.

135

El saber encaminado

Andalucía208, que con carácter más restringido ha abordado J. D. Mata, y de modo más amplio Salvador Raya Retamero209.

136

La ruta fue realizada a pie, y en ocasiones con cabalgaduras. Por ejemplo, en la etapa nocturna de Orihuela a Alicante, dice toman las de retorno, lo que hace pensar que alquilan las mulas de los arrieros que vuelven de vacío. En otros tramos las utilizan de manera muy concreta, como cuando al atravesar el río Albaida lo hacen a lomos de una mula por la que les cobran medio real. El 14 de mayo de 1599 entran a España por Irún. Recorren el País Vasco, Cantabria y Asturias, se adentran en Castilla por Burgos hasta llegar a Alcalá de Henares. Prosiguen por Madrid, Toledo, Salamanca… Y además visitarán Galicia, Extremadura, Portugal (el 30 de agosto se encuentran en Lisboa), Andalucía y Murcia. En el reino de Valencia su recorrido de sur a norte es el siguiente: entran el 3 de diciembre de 1599, llegan a Orihuela, pasan por Elche, Alicante, Alcoy, Cocentaina, Albaida, Xàtiva, Alzira, Valencia, a la que llegan el día 10 a la una y parten el 13 a las once, Sagunto, Vila-real, Burriana y San Mateo, y salen del reino tras cruzar el río Cenia con el agua hasta el pecho el 17 del mismo mes. Recorrerán Cataluña y pasarán a Francia. Pasemos a ver más detalladamente su recorrido por tierras valencianas. A una legua de la ciudad de Murcia señala que se encuentra el límite con el reino de Valencia, que lo forma un brazo del río Segura, que el 3 de diciembre de 1599 atraviesan por un puente de madera. Tras recorrer dos leguas de camino bueno y llano de alegres campos y arboledas llegan a Orihuela, de calles y plazas anchas y limpias, y lindos y grandes edificios, entre los que destaca su catedral y el convento de Santo Domingo, que paresce un Palacio de un Rey semejante à una antigua ÿ magnifica estructura ò obra de los Romanos. Se establecen en una taberna cerca de la plaza. Al día siguiente, salen por la tarde en recuas y viajan durante toda la noche hasta llegar a Alicante. Después de pasar una tercera guarda del puerto a la salida de Orihuela, razón que le sirve para hablar de la bellaquería del comportamiento de sus responsables, siguen por Albatera y Elche, donde destaca una linda fuente de agua con cinco gruesos caños. Prosiguen por tres leguas de camino trabajoso porque se han de passar muchos estanques ÿ ríos y llegan a Alicante, que considera tiene uno de los mejores puertos del Mediterráneo occidental, puesto que aunque cree no tiene condiciones naturales

208 GOZALBES BUSTO, GUILLERMO; GOZALBES CRAVIOTO, ENRIQUE: “Una vision inédita de la Alhambra del siglo XVI; Diego Cuelbis”, Cuadernos de la Alhambra. 1993-1994, nº 29-30, págs. 223-232. GOZALBES BUSTO, GUILLERMO: “Gibraltar y el Estrecho en el relato de un viajero alemán. Siglo XVI”, Almoraima, 1995, nº 13. GOZALBES BUSTO, GUILLERMO; GOZALBES CRAVIOTO, CARLOS: “Málaga y su provincia en el viaje de Diego Cuelbis (1599)”, Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino. 1996-1997, n. 10, págs. 157-177. GOZALBES CRAVIOTO, CARLOS; GOZALBES BUSTO, GUILLERMO: “Antequera y su comarca, según un viajero alemán del siglo XVI (1599)”, Revista de Estudios Antequeranos. 1996, 7-8 (1-2), págs. 199-213. GOZALBES CRAVIOTO, CARLOS: “La cartografía de Andalucía en la inédita obra de Diego Cuelbis (1599-1600)”, Isla de Arriarán, Revista Cultural y Científica. 2000, n. XV, págs. 11-21. 209 MATA MARCHENA, J. D.: “El Thesoro Chorographico de las Espannas. 1599. Morón y Osuna en la crónica de viajes de Diego Cuelbis”, Mauror. 1997, nº 4, págs. 25-30. RAYA RETAMERO, SALVADOR (Preparación del manuscrito, estudio preliminar y notas): Andalucía en 1599 vista por Diego Cuelbis. Benalmádena (Málaga), Caligrama, 2002.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

137

Detalle de Alzira en el plano de la Acequia Real de Alzira y del río Júcar a su paso por las huertas de Alzira y Algemesí. 42 x 58 cm. ARV, Mapas y Planos, núm. 5.

como el de Cartagena, las obras mediante grandes palos y piedras, como se hizo también en Barcelona210, lo hacen más seguro y de mayor calado. Protegido, además, por la fortaleza de sus murallas y castillo. Continúa la vía hacia Jijona, recorriendo 4 leguas por camino ruÿn ÿ trabajoso de muchas piedras ÿ grande sierras, subidas altas ÿ baxadas infinitas. En concreto, “la Costa de Sichona”, en su opinión es una de las más altas sierras y montes de toda España, con una subida de más de legua y media, extremadamente trabajosa y peligrosa para las cabalgaduras por su estrechez, pues apenas caben dos mulas al tiempo. En lo más alto de la montaña señala está una venta. Desde ésta hasta Alcoy hay tres leguas de camino muy ruin, y que a ellos se les hizo casi impracticable al sorprenderles la lluvia y convertirse el terreno en lodo. No pueden entrar en la villa por las precauciones que tomaron los del lugar ante el temor a la peste. Una cruz de mármol blanco les indica el camino. Aspecto

210 En Barcelona las obras del muelle se realizaron desde 1590, continuación de intentos de mediados del siglo XV. Véase ALEMANY, JOAN: El port de Barcelona. Barcelona, Lunwerg – Autoritat Portuària de Barcelona, 2002.

El saber encaminado

138

relevante, puesto que en Alcoy partían rutas a Alicante, de donde venían, Ontinyent y Cocentaina, a la que llegan tras dos leguas de viaje. Pasan la noche y el día 6 de diciembre, porque las lluvias dejaron impracticables los caminos, en una taberna regentada por hombre muÿ vellaco ÿ picaro ÿ soberbio. Como consejo y para evitarlo, señala que las posadas están en el arrabal de Valencia, y menciona la existencia de otra en la zona de los moriscos. Cuando el día 7 parten de Cocentaina, esperando que mejorasen las adversas Puente de San Gregorio en Alzira. Antonio Roca Sallent. Alzira. condiciones, lo hacen a las diez del Estampa calcográfica, coloreada a mano, 15 x 18 cm. Entre 1838 y 1862. BV, Nicolau Primitiu, Grab1045. mediodía, pero a una legua encuentran nuevas dificultades. Se trata del curso de un río encajado en calle angosta y honda, que baja con fuerza por las lluvias y sin posibilidades de pasarlo al carecer de puente. Cuenta que tiran un tronco atravesado como apoyo, y con las ropas en la cabeza para pasarlas secas al otro lado, cruzan con la contemplación de unos cuarenta moriscos y las risas de un fraile que esperaba que bajase la fuerza de las aguas. Cuando éste quiso repetir la habilidad de los otros perdió el tronco, lo que provocó la furia de un cristiano viejo que intentó alcanzarles armado. Tras dos leguas de camino, pasando primero por un monasterio de rica vegetación llegan a Albaida, de población mayoritariamente morisca. Como lo son los pueblos y aldeas inmediatos que recorren, y que muchos desaparecieron a partir de la expulsión de su población en 1609: a una legua Tolomar, a una de ésta Montamar, pasan el río Albaida, ancho y hondo, con una mula pagando medio real, a una legua Forrasi, donde les aposentó un tabernero cristiano viejo. El día 8 llegan a Bellús. Siguen el camino que va junto al río, y tras recorrer una legua, llegan al nacimiento de los baños de Xàtiva. Aquí se deleita con su descripción, de los que señala nacen en un valle, en la fuente de Puig del Condol, al pie de una alta sierra, y que por conducciones subterráneas paralelas al río se trasladan sus aguas templadas y medicinales indicadas para las enfermedades de gota y otras de la sangre hasta Xàtiva. Esta ciudad le causa buena impresión por sus dos castillos sobre la montaña, sus murallas, su Universidad, y toda la zona por su fertilidad. Dejan la urbe y a una legua pasan por el pueblo morisco de L’Ènova (Le Lenosh), donde atraviesan un río, y siguen por un camino amigo de lo ajeno, pues dice estar lleno de naranjos accesibles a los viajeros, y éstos a ladrones y salteadores. La falta de lindes muy probablemente estuviese relacionada con la concentración de salteadores en los límites entre zonas de población morisca y cristiana. En el siglo XVIII todavía

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

139

Puente de San Bernardo en Alzira. MMA.

se aconsejaba que los muros de los campos de cultivo se retiraran para evitar parapetos desde los que los salteadores pudieran sorprender a los viajeros. Finalmente hacen noche en La Puebla del Rey, hoy la Pobla Llarga. El día 9 recorren dos leguas hasta llegar a la villa de Alzira, una de las mejores y más fuertes del reino, ubicada en una isla que forma el río Júcar, y a la que se accede por dos puentes fuertes, hermosos y de buena cantería. Desde esta villa a Algemesí, según dice, hay camino malo y ruin en tiempo de lluvias y durante todo el invierno, porque la tierra es muy buena y fértil de trigo, que le recuerda la de la provincia alemana de Thuringia. Por un camino de campos llanos y despoblados, a una legua alcanzan la aldea de Potos, y a una de ésta el pueblo de Almussafes, lleno de tabernas y posadas, y con buen pescado por su cercanía al Estanque de Almusaze muÿ largo ÿ ancho (La Albufera). A una legua se encuentra Silla, en dos leguas dos aldeas y a tres de la última dice estar Catarroja, desde la que tras recorrer una legua de camino bueno y alegre entre arboledas llegan el 10 de diciembre a la ciudad de Valencia. De la capital, una de la famosas y poderosas Ciudades de las Españas, realiza un breve semblante histórico, que como en muchas otras ocasiones se basa principalmente en la obra de Pedro de Medina, Libro de grandezas y cosas memorables de España (Sevilla, 1549), como la fundación de la ciudad por Romo, los nombres que ha tenido la capital como Roma (por su fundador Romo), Epidrapolis (que significa ciudad fundada sobre agua, por sus diez mil pozos) y Valencia del Cid y Valencia de Aragón (por sus conquistadores cristianos), a su actividad comercial y manufacturera, con los paños llamados valencias, y las referencias a las huertas y jardines, que era el principal tópico reflejado por los viajeros de todas las épocas, y encontró su reflejo incluso gráfico, pues cuando el pintor Christoph Weiditz realizó en 1529 su corpus de trajes, los de los valencianos lo hizo como expresaba en el texto que acompañaba el dibujo en el paseo hacia estas zonas de recreo, pues venía a decir: se muestra cómo van a caballo los valencianos con sus mujeres a sus jardines de recreo.

El saber encaminado

140 Palacio de Cocentaina, Sala Dorada. Detalle de la toma de Valencia por Jaime I. Pintado en 1626. Con anacronismos evoca la ciudad del siglo XIII, y en ella el edificio sobre el que se asentó el palacio del Cid.

Pero a diferencia de Pedro de Medina, Cuelvis describe lo que ve. Así, constata la existencia de un puente hermoso y de buena cantería sobre el río (probablemente se refiera al del Real, recién inaugurado), edificios y palacios, suntuosos o con destacada historia, entre los que enumera la catedral, grande ÿ muy lindo edificio, la casa del Cid, la Universidad, el palacio del Real, y sobre todo la Lonja, un edificio tan suntuoso que dice parece más una iglesia o un palacio real, que se abre a la plaza del Mercado, una de las más grandes y hermosas de España. Alaba la existencia de otras plazas y calles amplias y hermosas. Y como tantos otros, se hace eco que tiene la mejor y más hermosa mancebía de todas las Españas. También coincide con Pedro de Medina al señalar la importancia, por un lado, de las referencias al pasado a través de sus restos materiales, como inscripciones, sepulcros y otras cosas, aunque Cuelvis sí transcribe; y, por otro, de las fiestas, principalmente la del Corpus, a lo que éste añade las celebradas con motivo de la boda real de 1599. Interesante también es la constatación que hace de otra de las consecuencias tras las misma, pues no sólo se arreglaron los caminos para recibir a centenares de personas ilustres, militares, carruajes, etc., sino que también atrajeron a bandoleros que infestaron los caminos. Así, a la salida de la ciudad, camino de la antigua Sagunto, se encontraba la horca que hacía justicia en Valencia. Y como dice, junto a horcados había algunos quarteados por las muchas vellaquerias y maldades que hicieron entonces quando fueron las bodas Reales en Valencia, salteando a los passajeros de día y de noche. Dejan la capital el día 13 de diciembre a las once de la mañana. Ya en ruta a una legua encuentran Albalat dels Sorells, a otra Massamagrell, a otra Puçol y a dos más Sagunto (Morviedro Saguntum). En el arrabal de San Salvador, un poco apartado de la ciudad, donde comenta había muchas posadas y tabernas, se establecieron en una a mano derecha. En la descripción de Sagunto vuelve a utilizar el Libro de grandezas y cosas memorables de España de Pedro de Medina, aderezado por sus dotes de observación. Como sucede con el templo de Diana, que el sevillano recoge se creía en la falda de la montaña, y el viajero añade que allí quedaban pilares que parecían los de un acueducto. También tiene una frase un tanto confusa, puesto que cuando habla del teatro, dice: amphitheatro romano muÿ grande ÿ sumptuoso con su scena que no falta nada. Y dice que le recuer-

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

141

Detalle del mapa del marquesado de Nules. 55 x 76 cm. ADPV, MP 010, nº 09.

da al de Orange, en Francia. Desde luego podemos descartar la presencia de escena en el teatro, pues ya Wyngaerde pocos años antes lo representó desde varias posiciones, sin ella. Aunque lo incuestionable es que le causó gran impresión. También habla de la escultura de la cabeza del capitán Aníbal, cerca de la iglesia mayor. Se trata de la primera de las alusiones a la misma, que también aparecerá en el diario de N.N. de 1617 publicado por Zeiller, en el de la embajada del cardenal Barberini de 1626 y en la obra de Juan Álvarez de Colmenar de 1707. Recoge la tradición que ubica el celebérrimo templo de Diana en la falda de la montaña, y señala varias inscripciones, como la arábiga que debajo de una piedra se veía en la cruz que había en la subida al castillo; y, como en Valencia, transcribe varias latinas. Desde Sagunto el día 14 sigue esta ruta: a una legua Almenara, a dos de ésta Nules, y a dos de esta última Vila-real. Se establecen en una taberna que estaba en el arrabal enfrente del monasterio. En este punto, uno de los más cercanos a la costa de todo su trayecto Cuelvis habla de la inseguridad por los asaltos de piratas berberiscos. A la mañana siguiente a una legua de la villa se encuentran con el río Mijares, que lo cruzan dos puentes muy fuertes y de buena cantería. En el primero, hay una cruz de mármol con una inscripción de 1584 que transcribe. Aquí se embarca en una confusión entre los límites que el citado río establece, bien con el Maestrazgo de Montesa o bien, erróneamente, con Cataluña. Recorrida otra legua desde el río se encuentran en Borriol (Buriola o Darcohles), que califica de pueblo grande y blanco en lugar alegre, con la mitad de población morisca, y en sus proximidades señala la exis-

El saber encaminado

tencia de una mina de plata abandonada, lo que denota nuevamente su fuente de información en Beuter. Pasa por los Rastros, donde ve mujeres moriscas ricamente ornadas de joyas, casadas la mayoría con mercaderes cristianos. A una legua hallan la villa de La Puebla, a una de aquí Cabanes, a una de ésta Salelles, donde dice la ventera no quiso acogerlos y tuvieron que alejarse una legua del camino real hasta un lugarillo de seis vecinos, donde durmieron por la caridad de un labrador. 142

El día 16, retomado el camino real y a una legua, llegan a Les Coves de Vinromà, a dos leguas a La Salzadella, y a una legua al pueblo de San Mateo, de lindas murallas, de iglesia con imponente torre, y de numerosos palacios. A una legua y media atraviesan el río Seco y llegan a la Jana, donde hacen noche. El 17 de diciembre inician la jornada de salida del reino de Valencia. A media legua encuentran Traiguera (Fin de Trigueros), y recorrida otra media llegan a un río que deben atravesar a nado. En el principado de Cataluña entran en Tortosa por el puente de barcas donde se paga pontazgo (impuesto recaudado en puentes destinado frecuentemente a su conservación), recorren Tarragona –donde dice que en España se encuentran más restos romanos–, Vilafranca, el santuario de Montserrat, Barcelona, que califica como una de las ciudades más bellas de Europa, Girona, Mataró, Caldes, Vic, Girona, Figueras, Perpiñán (el 8 de enero de 1600), Salses y Fiton. La primera fortaleza de Francia que encuentran es Locate. A modo de resumen ilustrativo en la tabla 6 podemos comparar el itinerario realizado por Jacob Cuelvis en 1599 con el aconsejado por Pedro Juan de Villuga en 1546, y que siguió en su obra Alonso de Meneses en 1576, y que es probablemente el que utilizara Cuelvis como referencia. Con esta comparación queda muy claro las grandes coincidencias, y algunas diferencias. Entre las primeras están los lugares por los que se pasa, que Cuelvis amplía ligeramente (Tolomar, Montamar, Farasí, Potos, Puçol, los Rastros, Salelles y la Jana), y las leguas entre los núcleos. Éstas varían en algunos casos. Prácticamente puede establecerse un recorrido medio de cuatro leguas por jornada, que aumenta a siete cuando van en cabalgaduras. En caso de diferencia Cuelvis casi siempre aumenta el número de leguas recorridas, coincidiendo en la mayoría de las ocasiones con etapas realmente adversas. Un caso excepcional es la ruta de Silla a Catarroja (Villuga 1 legua / Cuelvis 4 leguas, fruto sin duda de un error de transcripción). Por otro lado, las diferencias se manifiestan también en la misma información proporcionada por Cuelvis entre la narración de su itinerario y la enumeración de algunas rutas al final de su manuscrito Su descripción caminera está cargada de referencias de utilidad, como la situación de las guardas de puerto seco, de las que critica su bellaquería al buscar entre las ropas. Sus palabras sobre la existencia y estado de los caminos y puentes es sumamente precisa; así, en su recorrido de sur a norte por tierras valencianas especifica: la llegada a Orihuela se hace por camino bueno, llano y de alegres arboledas, de Elche a Alicante por uno trabajoso por sus numerosos estanques y ríos, de Alicante a Jijona y Alcoy por camino montañoso, ruin, estrecho y peligroso, de Xàtiva a Alzira por camino frecuentado por ladrones y salteadores, de Alzira a Algemesí por uno impracticable en invierno o con lluvias, de Catarroja a Valencia por uno bueno y alegre, por la zona de Nules y Vila-real por uno peligroso por las incursiones de piratas argelinos. También ofrece con-

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

Tabla 6

143

El saber encaminado

144

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

diciones de paso de los ríos y lugares en los que se hace sobre puentes, como Orihuela, Alzira, Valencia, sobre el Mijares cerca de Vila-real… Trata la ubicación y condiciones de tabernas y posadas, muy abundantes en los puntos anteriores a Valencia, como Almussafes y Sagunto, y sobre todo, a modo de advertencia, habla de sus dueños que en el caso de los más bellacos suscita una alternativa. De los puertos destaca como uno de los principales del Mediterráneo el de Alicante, y señala la importancia en el tráfico del Grao cerca de Valencia. Además, señala accidentes geográficos y los incidentes acaecidos en el camino. Finalmente, su preocupación constante por señalar las distancias en leguas se completa al final de la obra con un “Itinerario de los caminos reales y mas frequentados por todos los Reynos de las Españas començando de la ciudad de Baiona en Francia”, que como hemos analizado combina el conocimiento del terreno con la cultura libresca de las guías de caminos anteriores. Su visita es apresurada, en ocasiones cruzan ríos con gran peligro para sus vidas porque no pueden esperar a que baje la crecida, y prácticamente no hacen un alto en el camino. Así lo evidencia que de los monasterios que les salen al paso no sepan ni sus nombres, y que sólo los describan por el aspecto exterior y sus arboladas. En las cercanías de algunas ciudades destacan el perfil que establecen las torres campanarios, como la de la iglesia mayor de Orihuela o la de San Mateo. Sólo se detienen para su visita en grandes poblaciones, como Orihuela, Alicante, Valencia, Xàtiva y Sagunto, aunque pocos días u horas. En estos casos, como era habitual entre las personas más exigentes, acompaña sus escritos con noticias históricas, citando las fuentes, que casi siempre es el Libro de Grandezas y cosas memorables de España (Sevilla, 1549) de Pedro de Medina, que Cuelvis amplía con la observación, y la narración de sus experiencias. En este sentido, ofrece una visión de la imagen o impresión de la ciudad, describe sus monumentos más destacados o curiosos, sus murallas y defensas de artillería, y los aspectos sociales y económicos más sobresalientes y definitorios. Y es que, a diferencia de los otros viajeros, el texto reúne una notable descripción urbana. Recoge en su diario cuestiones históricas, descripciones de ciudades, sus monumentos y urbanismo, su actividad económica, etc.211 Jacob Cuelvis es uno de los escasos viajeros que tiene interés por establecer los orígenes de los lugares que visita y comprender su pasado. Basándose en fuentes escritas habla de la toponimia, de la historia, de vestigios. En su amplio viaje se detiene en la descripción de los testimonios de la Antigüedad, como el acueducto de Segovia, la Torre de Hércules en La Coruña, la muralla, el puente, el llamado “Arco de Trajano” y el acueducto de Mérida, por lo que en tierras valencianas es normal que lo haga de manera especial en Valencia y Sagunto, donde subraya la existencia de una cabeza escultórica de Aníbal y un anfiteatro, y transcribe diversas inscripciones. Para Cuelvis la inscripción es un elemento de datación, pues lo mismo incluye contemporáneas, como la del monasterio de la Trinidad en Valencia de 1517 conmemorativa de una riada, la de la puerta hacia esta capital en la ciudad de Xàtiva de 1572, o la del puente sobre el río Mijares de 1584, que hace lo propio con las de época romana de Valencia y Sagunto, y algunas pretendidamen-

211 DOMÍNGUEZ ORTIZ, ANTONIO: op. cit., 1969, t. IV, págs. 135-144; pág. 137.

145

El saber encaminado

te más antiguas de esta última población. Sin lugar a dudas se encuentra imbuido por el pensamiento de los eruditos del Renacimiento que sacaron a la luz restos arquitectónicos, monedas, esculturas e inscripciones, que trataron como documento histórico que procuraron interpretar212. El apresurado viaje de Cuelvis es receptivo a estos hechos, pues los recoge, pero no contribuye a forjar nuevos. No obstante, es interesante su labor como copista. Tal vez con la esperanza, como el pintor que toma apuntes del natural, de procesarlos más tarde en el estudio. 146

En la capital incluye varias de las recogidas por Pere Antoni Beuter en su obra Primera Part de la historia de Velencia que tracta de les Antiquitats de Spanya, y fundacio de Valencia publicada en 1538, y traducida posteriormente al castellano. Tres llevan la importante fórmula epigráfica “Valentini Veterani et Veteres”, que Pere Antoni Beuter destacó como elemento de reflexión sobre los orígenes de la ciudad y el cronista Gaspar Escolano en 1610 vinculó con el primer asentamiento con militares veteranos213. Cita varias de la catedral, la de la esquina de la casa de la Ciudad hacia la de la Diputación, la cercana a la cárcel de San Vicente en la plaza de la Leña y la del patio del Hospital214. En Sagunto, al igual que lo hicieron la mayoría de los que le precedieron se detiene en las inscripciones hebreas. Transcribe la que se encontró en la puerta del castillo, y menciona la que hay en el camino de ascenso al mismo. La primera, que menciona a Adoniram enviado por Salomón para cobrar los tributos, abrió un amplio debate sobre la llegada a España del pueblo hebreo y los posibles nexos de comunicación con la metrópoli. En 1505 el bachiller Alfonso de Proaza en su Oratio luculenta de laudibus Valentiae… (Valencia, Laurentium Butz Germanum, 1505) señaló que este mármol con epitafio fue descubierto en 1480 delante de la puerta del castillo. Jerónimo Romás de la Higuera, Francisco Gonzaga, Pedro de Alcócer en 1570, Juan Bautista Villalpando, y ya en el siglo XVII los cronistas Escolano y Diago, dieron crédito a su remoto origen. Ambrosio Morales en Las antigüedades de las ciudades de España (1577, t. IX), ya expuso su falsedad. Idea que siguieron otros, como Peire de Marca y el marqués de Mondéjar215.

212 Véase HASKELL, FRANCIS: La Historia y sus imágenes. Madrid, Alianza, 1994. 213 BEUTER, PERE ANTONI: Primera Part de la historia de Velencia que tracta de les Antiquitats de Spanya, y fundacio de Valencia…, 1538; Libro I, cap. VI, pág. XXVII. ESCOLANO, GASPAR: Década Primera de la historia de la insigne, y coronada Ciudad y Reyno de Valencia. Valencia, Pedro Patricio Mey, 1610; Libro IV, col. 787. Sobre el tema del doble ordo valentino y un estado de la cuestión sobre la epigrafía en Valencia ARASA, FERRAN: “La epigrafía romana de l’Almoina y su entorno” (en prensa). 214 Q HERENNIO ETRVSCO… y C. VALENTI..., citadas en la capilla de san Benito de la catedral en Beuter, op. cit., L. I, cap. VI, f. XXVII; Escolano, op. cit., L. IV, col. 789. GNEIAE SEIAE… citada en la casa de la Ciudad en Beuter, op. cit, L. I, cap. VI, f. XXVIIII; Escolano, op. cit., L. IV, col. 787. Q. SERTORIUS… citada como pila del agua bendita en la sacristía de la catedral en Beuter, op. cit., L. I, cap. XI, f. XLIIII; también Mariangelo Accursio. Mayor confusión presentan las de ASCLEPIO… y SERAPI…, pues la primera parece que es la que señala Beuter en la plaza de la Leña, cerca de la cárcel de san Vicente (Beuter, op. cit., L. I, cap. XI, f. XLIIII; y que ya no la ve Escolano, op. cit., L. IV, f. 778); mientras que la segunda, situada en el patio del Hospital es la que leyó Llansol de Romaní y Escolano, op. cit., L. IV, cols. 777 y 778. Todas ellas se incluyen en las recopilaciones de los epígrafes valentinos de época romana. PEREIRA, GERARDO: Inscripciones romanas de Valentia. Valencia, Servicio de Investigación prehistórica, 1979, págs. 28, 31-32, 34-37. ALFÖLDY, GÉZA et alii: Corpus Inscriptorum latinarum II… (CIL II?/14). Berlín, 1995, 1, 9, 12, 15-17. CORELL, JOSEP: Inscripcions romanes de Valentia i el seu territorio. Valencia, 1997, números 1, 10, 13, 18, 19 y 20.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

El resto son inscripciones romanas. Algunas integradas en otros edificios, como la situada en las gradas de la iglesia mayor, y citada desde finales del siglo XV216, o la que señala en la iglesia de la Santísima Trinidad, que Beuter, Llansol y Morales vieron en la puerta de Valencia217, y a la que Cuelvis añade de su cosecha el encabezamiento. Otras de las que cita, por posible confusión o traslado posterior, se exponen en lugar diferente o no se especifica. Por ejemplo, la que sitúa en la plaza del castillo de Sagunto en una columna de mármol, Beuter la cita en la entrada al castillo y se citará posteriormente en la plaza de la villa218. Otra pertenece a Valencia219, y de las dos últimas no tenemos constancia. La tradición de transcribir estaba realmente extendida en estos momentos, y alcanzó gran predicación en tierras valencianas desde el último cuarto del siglo XV220. Francisco Llansol de Romaní hacia 1520 confeccionó Colectánea de las piedras y ríos de España, una obra hoy perdida de la que sólo conocemos parte de un capítulo que Palmireno copió en su Vocabulario Humanista (1569), y por el que sabemos que el noble valenciano anotó inscripciones romanas y los hechos de armas del tiempo de los romanos que tuvieron lugar junto a la orilla de los ríos. También el cronista Gaspar Escolano tuvo acceso al original de esta obra, que amplió, como se expone en la carta que Pérez Bayer envió a Gregorio Mayans, y por la que comentaba había encontrado el original en la Biblioteca Real, aunque no apreciaba en ella nada sobre los ríos221. Importante fue la presencia de Mariangelo Accursio, uno de los más destacados humanistas que se ocuparon de la epigrafía romana en la primera mitad del siglo XVI. Su rigor se centró en la corrección de las colecciones manuscritas de inscripciones (syllogai), que desde hacía un siglo se habían ido constituyendo en la península itálica, que enriqueció con la formación de una colección propia de apuntes (schedae) con textos epigráficos. Su entrada al servicio de los marqueses de Brandemburgo, Juan Alberto y Gumberto, de la casa de Hohenzollern, le permitió viajar por gran parte de Europa y aumentar su colección de schedae con inscripciones de

215 HOC EST… Sobre este tema, y defendiendo la falsedad de su antigüedad, véase MARTÍNEZ MARINA, FRANCISCO: “Antigüedades Hispano-hebreas, convencidas de supuestas y fabulosas. Discurso historico-critico sobre la primera venida de los Judíos á España”. Memorias de la Real Academia de la Historia. Madrid, Imprenta de Sancha, 1799, T. III, págs. 317-468; en concreto 385-418. FITA, FIDEL: “III. Inscripciones hebreas de Sagunto”, Boletín de la Real Academia de la Historia, 1910, nº 56, págs. 280-322. Una revisión reciente en CASANOVAS MIRÓ, JORDI: Epigrafía hebrea. Madrid, Real Academia de la Historia. Catálogo del Gabinete de Antigüedades, 2005; en concreto págs. 105-110. 216 C. VOCONIO… BELTRÁN LLORIS FRANCISCO: Epigrafía latina de Saguntum y su territorium: cronología, territorium, notas prosopográficas, cuestiones municipales. Valencia, Servicio de Investigación Prehistórica, 1980, pág. 77. Inscripción de carácter funerario citada desde Lumiares (1852) en esta ubicación, S. I, junto a otras tal vez procedentes cerca de Petrés. ALFÖLDY, GÉZA et alii: CIL II?/14, 365. CORELL, JOSEP: Inscripcions romanes del País Valencià. IA. (Saguntum i el seu territorio). Universitat de València, 2002, págs. 149-151, nº 69. 217 SENATUS… DIDEROT, DENIS: Encyclopédie ou dictionnaire raisonné des sciences des arts et des métiers. Sociétés Typographiques, 1780. T. XXII, pág. 303. ALFÖLDY, GÉZA et alii: CIL II?/14, 316. 218 MARIANA (PADRE) JUAN DE: Historia General de España. Madrid, Imprenta Leonardo Núñez de Vargas, 1817, t. III, pág. 146. PEREIRA, GERARDO: op. cit., 1979, págs. 39-40. ALFÖLDY, GÉZA et alii: op. cit., CIL II?/14, 318. CORELL, JOSEP: op. cit., 2002, págs. 94-96, nº 31. 219 M MARTIUS CELSIUS… PEREIRA, GERARDO: op. cit., 1979, págs. 25-26. ALFÖLDY, G. et alii: CIL II?/14, 5. 220 Sobre la historia de la epigrafía en Sagunto véase CORELL, JOSEP: op. cit., 2002, págs. 30-36. 221 Gregorio Mayans digital. Epistolario. Volumen VI. Mayans y Pérez Bayer. Correspondencia de don Gregorio Mayans con Francisco Pérez Bayer, carta nº 285.

147

El saber encaminado

148

otras zonas del antiguo Imperio Romano. Entre 1525 y 1529 recorrió España y Portugal junto a la corte, y de especial interés para él fue su estancia en Tarragona en 1528222. Las fechas del viaje a España deben ponerse en relación con la muerte de Juan, marqués de Brandemburgo, que en junio de 1519 casó en Barcelona con Germana de Foix, viuda de Fernando el Católico, y que en 1523 fue nombrada virreina de Valencia, y él capitán general. En julio de 1525 murió el marqués y fue sepultado en el convento de Jerusalén, a las afueras de Valencia, al modo de Flandes, con muchas ceremonias y banderas223. Que el viaje de Accursio acompañando a Juan Alberto y Gumberto por tierras hispanas se produjera desde ese mismo año de la muerte del hermano de éstos creo que resulta esclarecedor del motivo del mismo, y justificaría el contacto de su preceptor con Valencia y Sagunto, algunas de cuyas inscripciones copió y, se cree, fueron utilizadas en posteriores repertorios. Aunque la obra de Accursio no fue publicada, su paso por tierras valencianas, sin lugar a dudas, fue un estímulo para el desarrollo de estas iniciativas. Al alcance de todos gracias a la imprenta quedó la citada obra de Pere Antoni Beuter impresa en 1538, y en la que transcribió un buen número de las encontradas en Valencia, y que en la dedicatoria dirigida a los jurados de la edición en castellano de 1546 afirmó que utilizó como fuentes las obras de antiguos escritores y piedras escritas, a las que también acudieron el bachiller Juan de Molina y el filósofo Pedro Juan Núñez (1529-1602)224, y transcribieron minuciosamente otros, como dijo haber hecho el arquero real E. Cock en 1585, aunque sólo incluyó en su texto una de Sagunto, y que consideraba hebraica. Precisamente la situada en el camino junto al castillo que también llama la atención de Cuelvis, y que transcribe junto a las romanas de la columna de mármol de la plaza del castillo, la de la iglesia mayor y la de la iglesia de la Trinidad. La antigua Sagunto, entonces Murviedro, ejercía un fuerte atractivo a los amantes de las antigüedades. Su desusado nombre evocaba su historia, mientras que el contemporáneo traía a la mente el interés por su estado. Esta atención se transmitió en la carta de presentación de las tierras valencianas. Así, en el primer mapa del reino de Valencia, “Valentiae regni, olim Contestanorum si Ptolemaeo, Edetanorum si Plinio credimus, typus” (347 x 495 mm), que lo incluyó Abraham Ortelius en su difundidísima obra Theatrum orbis terrarum (Amberes, 1584; y en castellano en 1588), se destacaba la ciudad de Sagunto, de la que dice es venerable por su antigüedad, y donde había mármoles antiguos con letreros romanos. El pintor flamenco Wyngaerde recogió algunos en varios de sus estudios sobre la villa realizados en 1563, y otros fueron transcritos por Ambrosio Morales en Antigüedad de las ciudades de España (1577). No es de extrañar que Margarita

222 DUPRÉ I RAVENTÓS, XAVIER: “Mariangelo Accursio. Un humanista italià a la Catalunya de principis del segle XVI”, Miscel.lània Arqueològica a Josep M. Recasens, Tarragona 1992, 45-56. 223 DIAGO, FRAY FRANCISCO: Apuntamientos recogidos... para continuar los Anales del Reyno de Valencia desde el rey Pedro III hasta Felipe II. (Mss. principios s. XVII) Valencia, Acción Bibliográfica Valenciana, 1936-1947, vols. II; t. II, págs. 100-101. Gran información sobre su sepultura en MARQUÉS DE CRUILLES, Doña Germana de Foix, última Reina de Aragón y su época. Estudio histórico (Mss. 1891), publicado en BELENGUER, ERNEST (Edición y estudio introductorio): Noticia y documentos relativos a doña Germana de Foix, última reina de Aragón. Valencia, Universitat de València, 2007. 224 IGUAL UBEDA, ANTONIO: Historiografía del arte Valenciano. Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1956, cap. III. Se basa en Vicente Ximeno (1747-1749) y Justo Pastor Fuster (1827-1830).

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

de Austria y su séquito pasaran la festividad de la Pascua en esta villa en 1599 como un modo culto de esperar el momento de acercarse a la capital para celebrar la boda real. También muestra gran interés por las murallas y defensas de artillería de las ciudades y poblaciones, entre las que destaca en su camino por el reino de Valencia: Alicante, Alcoy, Xàtiva, Alzira, Valencia y el Grao, Sagunto, Almenara, Vila-real, La Salzadella, San Mateo y Traiguera. En la descripción de la economía habla de la fertilidad de Orihuela, rica en frutales, garrofa y vino. De la gran actividad mercantil de Alicante, ciudad bien abastecida, con muchos mercaderes italianos, franceses y flamencos, y desde cuyo puerto se exporta lana y vino tinto local, que califica de bueno y fuerte. En varias ocasiones de todo su recorrido Cuelvis se deleita con el vino, y en concreto el de Alicante es degustado como sinónimo de calidad. Así, cuando en el Puerto de Santa María dice: bebimos aquí vino tinto buenísimo como Alicante225. De Jijona dice que abunda la garrofa. En Xàtiva alaba su fertilidad, con gran variedad de frutales, la cría de la seda, los margallones o palmitos y el vino. De Alzira destaca el comercio del azúcar y la seda, que sea villa bien abastecida de carnes, caza, pan, vino, aceite, lino, cáñamo y miel. En este último caso apunta a la cercana población de Biar como el lugar productor de la mejor miel del mundo. De Algemesí que es tierra muy buena, y principalmente fértil de trigo. En Almussafes, los margallones y el buen pescado procedente de la Albufera. Y de Valencia que es una tierra fértil y productora de finos paños que llaman valencias, y de granas muy finas, que tiene en el Grao un puerto de los principales de España, que contribuye a su amplio abastecimiento, que permite tener infinitas tiendas de todo género de mercancías. Sin embargo, desde la capital hacia el norte sus comentarios sobre estos temas prácticamente desaparecen. En cuanto a la elogiosa frase del puerto, inusual hasta la fecha, debe entenderse como alabanza de la actividad mercantil, y no tanto de las infraestructuras que poco habían cambiado desde finales del siglo XV. Tan sólo aparece un mayor interés desde 1575, cuando la ciudad compró a Honorato Juan, señor de Tous, los derechos de embarque y desembarque, y asumió la construcción del nuevo muelle, para el que en julio de 1578 solicitaron al monasterio de San Miguel de los Reyes cincuenta sabinas de su señorío de Manzanera para arreglarlo226. La obra requería que cada año se prolongase ya que el avance de la arena le hacía quedarse en seco y, además, la madera era carcomida por un diminuto gusano llamado «broma». Y atendiendo a estas circunstancias hacia finales del siglo XVI el Grao dispuso como ingeniero del maestro Nicolau, que también participó en la construcción de los puentes sobre el río Turia. Un tema que de modo constante va a anotar es el de los moriscos, cuya población destaca en Albatera, arrabales a las afueras de Elche, muchas poblaciones entre Jijona y Xàtiva, como el asentamiento nuevo de Cocentaina, Albaida, Tolomar, Montamar, Forrasi y Bellús, también menciona L’Ènova cerca de Xàtiva, y en el norte de Castellón Borriol, Los Rastros y Les Coves de Vinromà. Habla de la separación entre estos cristianos nuevos y los viejos, y recoge aspectos curiosos como los de las mujeres moriscas ricamente enjoyadas de Los Rastros. 225 GOZALBES BUSTO, GUILLERMO; GOZALBES CRAVIOTO, CARLOS: op. cit., 1996-1997, n. 10, págs. 157-177; en concreto, pág. 160. 226 SALVADOR, EMILIA: La economía valenciana en el siglo XVI. Universidad de Valencia, 1972. La solicitud al monasterio jerónimo en AHN, Códices, 505/B, f. 107.

149

El saber encaminado

Transcripción del viaje de Jacop Cuelvis por tierras valencianas (Brithis Library, Colección Harley, 3.822; vol. III)

150

REYNO DE VALENCIA. La Puente del rio Segura 1. Leg. Una legua de la Ciudad Murcia aÿ un braço del rio Segura con una puente de madera. Aquí es la raÿa del Reÿno de Valencia ÿ término del Reÿno de Murcia. Cerca a la mano derecha un tiro de ballesta aÿ una otra guarda del Puerto de algunos soldados ÿ si b. me bien recuerdo ella está a la otra ribera del rio principal, ò canal grande Segura. ORIVEHLA 2. Leguas. Camino bueno ÿ llano de alegres campos ÿ arboledas: Es la primera Ciudad del Reÿno de Valencia á la raÿa ÿ frontera de Múrcia. Tiene muÿ lindos ÿ grandes edificios, calles ÿ plaças anchas ÿ limpias. La Ÿglesia Maÿor es un edificio muÿ hermoso ÿ alto que se descubre bien de lexos, obispado. NB. Cerca la plaça estuvo la Tavierna. Es villa bien proveÿda de mantenimientos muchos, lindisimas frutas, principalmente Granadas muÿ grandes ÿ baratas de muchissima garoffa la qual dan a las cavalgaduras ÿ bestias en lugar de la cevada. En la calle del camino de Alicante, cerca de la Puerta junto a la mano ÿsquierda aÿ un monasterio nuevo muÿ sumptuoso de quadros muÿ grandes ÿ lindamente taillados, de manera que paresce un Palacio de un Reÿ semejante à una antigua ÿ magnifica estructura o obra de los Romanos. Fuera desta Puerta de Alicante aÿ aun otra ÿ tercera Guarda del Puerto a las quales se ha de mostrar el testimonio ÿ recado que da el Registrador de Múrcia, ÿ todavia no estan contentos buscando tanbien la ropa como los otros vellacos. NB. En Orivehla aÿ vino lindisso tinto muÿ barato. Partimos esta sera à las seiz con las cavalgaduras de retorno caminando toda la noche hasta las cinco que llegamos à Alicante. ALBATERA. T. 2. Pueblo morisco à la mano ÿsquierda del camino. ELCHE 4 leguas. Ciudad del Duque de Maqueda marquese de Elche, Virreÿ de Napoles, es la cabeça del marquesado de Elche. Esta assentada en un lugar muÿ alegre cercado de múchas arboledas ÿ oliveros. Tiene una muÿ grande población ÿ arrabal la qual es casi todo poblado de los Moriscos ò Christianos nuevos. Estando los Christianos viejos dentro de los muros de la Ciudad. Aqui aÿ una lindissa ÿ fresca fuente con cinco caños muÿ gruessos que hechan todos agua. ALICANTE 3 leguas. Grand camino trabajoso porque se han de passar muchos estanques ÿ rios. Es una de las princip ciudades del Reÿno de Valencia puesta à la ribera de la mar Mediterran. Tiene un puerto quees de los mejores desta costa de la mar. Es una de las mas fuertes villas de toda España que ÿo he visto, cercada de un ancho ÿ muÿ fuerte muro, con sus portales muÿ bien fortalecidos. Dentro de la ciudad tiene un Castillo en lo mas alto lugar ÿ principal peña donde esta el atalaja ÿ guarda que descubre mucha parte de la costa dando de dia el señal con una bandera rubia ÿ de noche con el fuego. Aÿ aqui mucha artilleria de que se veen grandes cañones puestos en los muros del Puerto ÿ de la muralla. El Principal trato desta Ciudad es de lana con que se cargan infinitos navios para Italia ÿ otras partes. Aÿ muchos mercaderes aqui Italianos, Franceses ÿ Flamencos.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

El puerto no es tan seguro como esta à Carthagena siendo hecho por artificio de grandes palos ÿ piedras en la mar como esta à Barcelona, pero es mas seguro ÿ hondo. Alicante es una villa de plazer siendo proveÿda de todo lo necessario ÿ bastante para la vida umana, de Pan lind, carne ÿ pescado muÿ delgado en grandiss abondancia ÿ harto barato. Cosa notable es el vino tinto lindissimo ÿ muÿ barato. Lo qual por su bondad ÿ delicateza llevan casi por todas las partes del mundo ÿ lo llaman vino de Alicante. Vale 24 maravedis el açumbre, metida grande. Es tan bueno ÿ fuerte que una sola bastara para emborracharse. Aÿ aqui bateleros franceses ÿ gente muÿ affable ÿ cortesal amiga de los forasteros. (ilegible: probablemente SICHONA) T. lleg. grand camino ruÿn ÿ trabajoso de muchas piedras ÿ grande sierras, subidas altas ÿ baxadas infinitas: no se puede ver la villa hasta llegar cerca cercito. Posam à la noche cerca de la plaça maÿor: à la tarde llevaron con gran recibimiento los ciudadanos una esposa, eran mas de quarenta cavalleros à cavallo. Es una villa del Reÿ no muÿ grande. Aÿ mucha garoffa que dan a las bestias. LA COSTA DE SICHONA La Costa de Sichona es una de las mas altas sierras ÿ montes de toda España ÿ segun mi parescer ella es mas alta que el Monte de S. Adrian en Piscaÿa. Tiene una subida de mas largo de una ÿ media legua: muÿ trabaxosa ÿ peligrosa por las cavalgaduras porque el camino es muÿ estrecho que à gran pena dos mulas que se encuentran pueden passar. Venta. T 1 ? , esta venta esta à lo mas alto de la montaña en el medio del camino de la costa de Sichona, adonde pueden posar los cansados. Venta. T. ?. Esta venta esta enbaxo desta costa, que dura tres buenas leguas. Camino muÿ ruÿn, ÿ trabajoso quando llove (como fucho entonces) lodoso todo hasta las piernas. Ÿ esto camino dura hasta la villa de Alcoÿ: Era el Domingo del Advento del N.S. de 5 decembr. Mal tiempo para caminar porque llovio todo este dia hasta la tarde. Una. Cam. con mucho trabajo. ALCOŸ 3. Leg. grandiss. Es un pueblo muÿ bueno cercado de fuertes murallas ÿ asentado sobre una peña viva en la valle passa un río. No dexaron entrar por el miedo de la peste. Passamos junto à los muros de la mano ÿsquierda en la valle el rio no muÿ hondo à pie. Aqui enfrente arriba se vee una Cruz de mármol blanco levantada que monstra el camino à Consantaÿne. CONSANTAINE 2. Leg. pequeñas. O Concentaÿna es una villa muÿ buena ÿ regalada. Cabeça del Condado de Consentaÿna. El conde desta villa ha estado mas que de XXV años prisonero del Reÿ solamente por una boffetada que dió al Conde de Albaÿda andando en una grande Procession del S. Sacramento en la Ciudad de Valencia. Agora es acabado el Pleÿto siendo muerto el Reÿ D. Felippe, dizen que este pleÿto ha costado al Conde de Consentaÿna mas que de (ilegible) ducados, sin el daño que padescieron su muger ÿ hijos todo el tiempo que el Reÿ ha tenido sus tierras ÿ contado. Desta Ciudad es natural Don Jaÿme Covarruvias, Chancellier de España ÿ del Consejo de Su Magestad en Valencia, hombre muÿ docto ÿ sabio. Posamos aqui a la noche ÿ un dia entero por amor del agua, porque llovio tanto que era imposssible de passar el camino. Era el tavernero hombre muÿ vellaco ÿ picaro ÿ soberbio. Las posadas estan en el arrabal de Valencia. Aÿ aun una otra poblacion nueva donde aÿ muchissimos moriscos que tienen alli su ÿglesias ò capilla, porque no se mezclan con los Christianos viejos.

151

El saber encaminado

152

Partim de Consentaÿne à las diez del medio dia. Aÿ una legua pequeña de Consentaÿne un rio en una honda calle angosta ÿ muÿ honda en tiempos que llueve de manera que no se puede passar en ninguna manera ni con cavalgaduras ó otro remedio porque no tiene Puente. Va tan resciamente ÿ corre con tanta fuerça ÿ impetu que no se puede dezir. Nosotros que tuvimos gran priessa de passar nuestro camino porque restaba aun un gran pedaço del camino ÿ no aviendo que gastar pudiessemos estar perdidos en las tierras lontanas ÿ forasteras. Quiso despues el Dios soberano que ÿo viendo un grandissimo palo de leño dio el consejo de hecharlo à travers de rio ÿ de passar assi desnudos con la ropa encima la cabeça, questo que sucedio assi con grandissima aventura nuestra, mirando lo alto de la costa con muchas maravillas mas de quarenta ó cincuenta moriscos. Antes que passamos alto deste rio avia una casa de un Christiano viejo en la qual estuvo entonces un cierto fraÿle calientandose al fuego ÿ guardando hasta que passase el agua del rio. Nosotros antes que echarnos la mano al palo llamamoslo que quise venir ÿ aÿudarnos porque el palo era muÿ muÿ pesado como un arbol mediano. Ÿ el reÿendose ÿ burlando de nosotros rehusaria el trabajo de perezza, de manera que volvimos nosotros el rio sin el. En fin el fraÿle quiriendo una vez mirar al rio vio passar a nosotros ÿ dando vozes crio que lo dexassemos passar assi desta manera ÿ baxando à mucha priessa corriendo al rio. Ÿo echandole mano al palo tiralo con fuerça en el agua de suerte que el palo se ondada en un serrar de los ojos. Lo qual aviendo visto el Christiano viejo llego con un arcabuz ÿ furioso ÿ aÿrado mirava tirar, nosotros huÿendo luego passamos nuestro camino sin responder palabra ninguna. Anoto aquí que es una grandissema ventura á 7 dia del M. Decembr. Año M.D.XCIX. ALBAŸDA 2. Leg. Gr. T. Villa del Conde de Albaÿda ÿ la cabeça del contado. Los vezinos son todos Moriscos, poquitos Christianos viejos. Antes que llegar à esta villa aÿ un muÿ alegre ÿ lindo monasterio en el Camino un quarto de legua de Albaÿda de muchas arboledas, alamedas ÿ cÿpressos muÿ rico. Tolomar. 1 Leg. Pueblo morisco Montamar. 1 Leg. Pueblo morisco aldea. Passam el rio de Albaÿda con una mula pagando un medio real, era ancho el rio ÿ hondo en algunas partes. Forrasi. T. 1. Leg. Pueblo grande lleno de los moriscos. El tavernero era un Christiano viejo. Pos. a la noche estando el fuego hasta la mañana. N. aquel hombre que vivio grandiso dolores del mal francesado. Belvis. T. 1 Leg. à la mano derecha. Pueblo morisco. El camino va junto al rio. LOS BAÑOS DE XATIVA Una leg. de Belvis en el Camino de Xativa junto al rio (en blanco) que passe aqui en la valle no muÿ honda nacen los baños de Xativa los quales van debaxo de la tierra en un aquaducto mas de una legua, cuÿa agua es muÿ templada ÿ medicinale para enfermedades, para dolor de piedra, gotta ÿ otros que proceden del humor sanguíneo de donde nacen. La fuente se llama Puÿg del Codel, al pie de una altiss. roca ÿ sierra; el canal que va à la Ciudad anda siempre junto à la orilla del rio. XATIVA 2. Leg. Es Ciudad grande ÿ rica, esta fundada sobre un request de monte no muÿ pendiente ÿ aspero en cuÿa cumbre aÿ dos fortalezas: maÿor ÿ menor, puestas sobre dos altas rocas ÿ cercadas de un mismo muro sobre la peña sobre la peña tajada, aÿ soldados en guarnición. La tierra de Xativa es muÿ fertil ÿ alegre, criase mucha seda, ÿ tiene frutas en abondancia, princip. de agrio naranjas, limones, granadas. Aqui se venden muchas margeillones de que estan llenos los campos. Es Ciudad del Reÿno de Valencia que mas gente noble ÿ cavalleros tiene. La Ciudad esta cercada de muÿ buenos muros, regalada de vino lindiss. ÿ muÿ blanco pan.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

COSAS MEMORABLES DE XATIVA Antiguamente llamose Satabis e Augusta. Aÿ aqui una buena ÿ antigua Universidad del R. de Valencia de varones muÿ doctos. COLLEGIVM ACADEMIC. Esta junto à la puerta de Valencia, à la mano derecha. Donde encima de la Puerta estan escritos aquestos versos latinos: HANC TVRRIM MARTI SAETABIS QUAM CONDIDIT OLIM SURRIPUIT PHOEBUS DOCTA MINERVA COLIT IV. CAL. MART. ANNO M.D.LXXII. Fueron naturales desta Ciudad del linaje de los Borjas dos Summos Pontifices hijo ÿ sobrino que fueron Calisto III anno 1455 ÿ Alexandro VI anno 1492. Donde su hijo Don Caesar llamose Caesar Borgias è Duque Valentino, segun el Machiavello. Llegam. à d. 8 de Decembr. siendo la fiesta de la Conception de Nuestra Señora. Le Senosh. 1. Leg. T. à mano ÿsquierd. Pueblo morisco. Passa aqui el rio. En este camino ha se de notar que aÿ muchas llinaras ÿ campos llenos de arboledas frugiferas ÿ de todo todo genero de agrio prin. naranjas. Entonces vivieron frutas: no estan cercadas de muros ò otras cosas de manera que los passageros pueden tomar tanto que quieren. Camino peligroso de los ladrones ÿ salteadores. La Puebla del Reÿ. T. 2. Pueblo grande. Pos. de noche. ALZIRA T. 2. Leg. grandes. Es una de las muÿ buenas ÿ fuertes Ciudades del Reÿno de Valencia, assentada sobre el rio Xucar, no muÿ lexos de la mar. Antiguam. se llamo Succon ò Sucron ÿ el rio tambien. Apud sunt amnena Pompeius pugnavit cum Sertorio et vicisset Sertorius nusi superventu appii metelli adiutus fuisset Pompeius. Los moros llamaron à esta villa Algezira, tierra hecha isla. Aÿ en ella dos puentes fuertiss. ÿ hermosiss. ÿ de buena cantería, assentadas sobre los dos braços del rio. Tiene esta villa por armas de tiempo antiguo una llave por su gran fuerça, es aquesto pueblo llave de todo el Reÿno por aquella parte por dar ÿ vedar entrada. Tiene a la parte de Valencia una gentil fortaleza con sus ardaves ÿ Bestiones. Su sitio es llano, cercada esta de muro ÿ muÿ altas torres. Quando el rio Xúcar llega à esta villa se divide en dos braços ÿ volviendo despues à juntar dexala hecha una ÿsla dentro de la quel esta la villa que es grande parte de su notable fortalexa. Es bien proveÿdo Pueblo de carnes, caça, pan, vino, azeÿte, lino, cañamo, miel. Aqui aÿ mucho trato de azucar que crece ÿ de la seda que se cria en su comarca. Principal. tiene en su comarca un Pueblo llamado BIAR. Criase miel de grandissima quantidad de que aÿ buenas haziendas, estimada la mejor del mundo. (NB) es muÿ blanca ÿ harendola en sus vasajas se pone muÿ dura. Romanos pusieron se nombre Apiadium por esta razon, de donde se fue corrompiendo el nombre, llamandose Apiario ÿ Apiar, ÿ despues Abiar ÿ finalmente Biar como agora. Algemesi. T. 1. Leg. Buen pueblo. Entre aquesto pueblo ÿ la ciudad Algezira aÿ camino muÿ ruÿn ÿ malo en tiempo llovioso ÿ todo el ÿnvierno. Porque es muÿ buena tierra ÿ fertil de trigo como en la provincia de Alemani Thuiringia. NB. Potos. T. 1. Leg. Aldea.

153

El saber encaminado

154

Almuzaze. T. 1. Leg. Grand. Todo esto camino es de campos llanos ÿ despoblados. Crecen aqui en mucha abondancia los margeillones, margellones que se comen. Non posan aqui de buena gana la gente que viene à pie. El pueblo es lleno de las tavernas. Tiene muÿ buen pescado ÿ mejor que ÿo he visto en este Reÿno, por la vezindad del Estanque grandiss. llamad. Estanque de Almusaze muÿ largo ÿ ancho. Sÿlla. T. 1. Leg. Pueblo con una alta torre. Aldea T. 1 Leg. Otra aldea. T. 1. Leg. Cataroja T. 3 Leg. Pueblo. La Ciudad de Valencia. T. 1. Leg. Camino bueno ÿ alegre de muchas bosques ÿ arboledas que à gran pena se puede ver la Ciudad. (Nota: Mapa esquemático próximo a la que era contribución de Valencia: tiene por centro Valencia, el río Guadalaviar y el Grao; a la izquierda el río Xucar, y Alzira, y a la derecha el rio de Murviedro). VALENCIA 1. Legua. Es una de la famosas ÿ poderosas Ciudades de las Españas. Cabeça del Reÿno de Valencia. Esta fundada por un Reÿ de España Romo o antes del nacimiento de N. Señor 1353 ÿ llamada de su nombre Roma. Ham etÿmologia nominis Romus Aramea et graeca lingua Valens Latine vertitur. Los romanos mudaron el nombre no queriendo que tuviesse otro pueblo mismo nombre que la Ciudad de Roma de donde eran naturales ÿ pusieron Valencia. Algunos llamaronla Epidrapolis. Ciudad fundada sobre agua, porque tiene dentro de si mas de diez mill 10000 pozos de agua que manan como fuentes. Tambien se llamo Valencia de Aragón. Porque gano à ella don Jaÿme Reÿ de Aragon a IX octobr. del año M. CC. XXXIIX. Llamose Valencia del Cid porque la gano el Cid à los moros. Rodrigo de Bivar por sobrenombre Cid. Fue aquella misma Ciudad noble ÿ poblada de los Romanos de los quales parecen agora muchas piedras escritas, assi sepulcros. Esta puesta sobre la ribera del rio Turia, agora Guadalabiara, no lexos de la mar. Lo qual rio entra en el mar al Grao de Valencia. Esta cercada de muÿ fuertes ÿ hermosas murallas ÿ puertas, sobre las quales aÿ mucha artilleria ÿ grandes cañones es gentil fortaleza muÿ grande con sus ardaves ÿ bestiones. El rio tiene un puente hermoso ÿ de muÿ buena cantería. Tiene muÿ sumptuosos edificios ÿ palacios de los grandes señores, ÿglesias ÿ monasterios infinitos. La maÿor parte de las casas tienen muÿ lindos jadines, huertas ÿ frescuras. Hazense aqui muÿ finos paños que llaman Valencias, ? granas muÿ finas. Escirlato. Es una de mas principales Ciudades de España por el trato que tiene. Vienen en ella muchos Cavalleros ÿ Señores ÿ mercaderes muÿ ricos que aqui tienen infinitas tiendas de todo genero de las mercadurias, verdad es que las mas hermosas cosas se venden en la Ciudad de España. La gente es muÿ affable ÿ cortesa amiga de los regalos, es de muÿ linda crianza, ÿ se viste muÿ honradamente que los otros pueblos de España. COSAS MEMORABLES CIUDAD DE VALENCIA ŸGLESIA MAŸOR En esta villa es el arzobispado de todo aquel Reÿno solo ÿ soberano. La Ÿglesia maÿor es grande ÿ muÿ lindo edificio: de muÿ buenos quadros ÿ magníficas Puertas. Fueron convertidos en esta Ciudad mas que 20000 ÿndios ÿ moros. Fue canoniçado en el año 1455 por un confessor S. Vicente Ferrer.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

LA LONJA DE LOS MERCADERES Aqui aÿ una Lonja. Börsse adonde concorren de ordinario los mercaderes de todas las naciones. Es un edificio tan sumptuoso que paresce ser una Ÿglesia ò Palacio real, de muÿ buena canteria ÿ quadros labrados con gran primor. Fuera alto de la Puerta estan esculpidas las armas reales del Reÿno de Valencia: tiene esta Lonja algunas gradas en que se sube arriba; tiene esta Lonja unas ventanas tan altas como un Templo, fuera que faltan à ella sus vidrios. La techedumbre es muÿ baxa teniendo de torno canteria hecha à la semejança de los muros. Esta puesta al cabo de la plaça maÿor, llamada del Mercado. La Casa del Cid Es el Palacio de un famoso Cavallero de España, Cid Campeador, otromente llamado Rodrigo de Vivar, Señor de Valencia que gano de los moros. DE LAS CALLES Ÿ PLAÇAS de Valencia La Plaça Maÿor llamado Mercado. Es una de las mas grandes ÿ hermosas de toda España. Aÿ aqui tambien otras plaças infinitas, largas ÿ (anchas). Tiene la ciudad calles muÿ anchas ÿ (flaendodas). En esta Ciudad de Valencia dizen que es la meÿor ÿ mas reputada Puteria de todas las Españas, de muÿ lindas ÿ hermosas moças ÿ bonitas doncellas; las quales estando alli ÿ saliendo parescen hijas de grandes señores assi por sus vestidos que la criança, de manera que es gran lastima de verlas puestas en tal officio ÿ vilissima condition. UNIVERSIDAD de Valencia Aÿ aqui una famosa Universidad de hombres doctos ÿ sabios ÿ grande infinidad de los estudiantes. PALACIO REAL Fuera de la puerta de la Trinidad passando el rio sobre la puente luego enfrente esta el Palacio del Reÿ ò Alcaçar de donde esta agora el Vireÿ, llamado Don (en blanco) Conde de Buenaventa. Lo qual tiene su guarda de alabarderos que lo anda acompañando en el Camino. Cuando el Reÿ esta en Valencia suele estar aqui ordinario. En este palacio aÿ algunos leones. Cerca aÿ un Monasterio de las Monjas puesto à la misma ribera del rio Guadalabiara. Fuera al cantón desta Monasterio aÿ una piedra de marmol blanco en estas letras. HVC USQ SUPRA HOMINVM MEMORIAS EXUNDAS TURIA MAXIMA VRBI REGNOQ VALENCIAE DAMHA NVLIT. ANNO CHRISTI M.D.XVII. QUINTO CAL OCTUBR En esta ciudad fueron las bodas del reÿ Don Felippe 3 con la Doña Margarita de Austria en el año M.D.XCIX. De que los Señores desta Ciudad hichieron muchas fiestas ÿ juegos. Llevantaron muchos arcos triumphales como à Madrid ÿ Barcelona. Tiene la Valentia gran particularidad en la Fiesta de S. Sacramento Corpus Christi. Ÿo he visto una Procession semgiante, en la qual anduvieron casi todos los officiales de la Ciudad ÿ cada uno officio llevava una bandera. Las quales llegaron à cinquenta. 50. Seguiola el Arçobispo, Virreÿ ÿ otros tres Jurados. Inscripciones Piedra en la Ÿglesia maÿor à m. derech. Q HERENNIO ETRVSCO MES SIO DECIO NOBILISSIMO CAES. PRINCIPI IVVEN TVTIS VALENT. VETER. ET VETERES

155

El saber encaminado

Ibidem GNEIAE SEIAE HERENNIAE SAL LVSTIAE BABBIAE ORBIANAE AVG. CONIVGI DOMINE NOSTRI AVG. VALENTINI VETERANI VETERES 156

LD ASCLEPIO SERAPI Q CALPVRNIUS PRO SALUTE ALIPION HERENNI SE V.L.S. BRIC:::::ALLINT VS SER Ibidem C. VALENTI HOSTILIANO MESSIO QUINCTIO NOBILISSIMO CAESARI PRINCIPI IVVENTVTIS VALENTINI VETERANI ET VETERES Q.SERTORIUS Q. LIB ABASCANTVS SERVIR. AVG. D.S.P.C. IDEMd. DEDICAVIT Fuera de la Puerta de Morviedro se vee a la m. der. la horca de la Ciudad Valencia donde hazen justicia. Esta dentro de la Bosques llena de ladrones ÿ malfactores iustificados, algunos quarteados por las muchas vellaquerias ÿ maldades que hicieron entonces quando fueron las Bodas Reales en Valencia, salteando a los passageros de día ÿ de noche. GRAO DE VALENCIA Esta puesto de la Ciudad. T. ? Legua à la costa de la mar donde llegan los navios. Llaman Grao de Valencia por las gradas que tiene para embarcar ÿ desembarcar las mercadurias. Es un puerto muÿ principal de España donde llegan muchos mercaderes de todas naciones. Cerca desta villa se dio una muÿ famosa batalla ÿ victoria de la parte ÿ campo de los Christianos. Capitan fue Don Rodrigo de Vivar, por sobrenombre Cid ÿ don (ilegible) Murieron mas que doze mill 12000 moros en aquella batalla ÿ dos mill ÿ dozientos esclavos ÿ fueron presos diez ÿ siete Reÿes moros. Esta armada era del Reÿ Junez hijo de Mirammolin de Marruecos en el año M.XC mañana à XXIX del março (Escrit. Penaflage). Llegam à la ciut. de Valencia à X decembr. año M.D.XCIX à la una del mediodia ÿ Partim despues à XIII del Decembr. à las onze de la mañana. Alberat. 1. Leg. peq. Massa Madril. 1. Leg. Püssol. 1 Leg. Pueblo pequeños.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

PVIG DE S. MARIA El castillo de Euesa ò Cebolla que agora llaman Puig de S. Maria á medio camino como se va de Valencia à Morviedro à la m. ÿsquierda esta puesto en un montecillo alto cercado de otros montes menores. La qual se descubre muÿ bien. Cerca de questo Castillo ganaron una milagrosa vitoria los Christianos ÿ el Reÿ Jaÿme de Arragon contra Zaen Reÿ moro ÿ Señor de Valencia. Porque siendo los moros 40.000 hombres de a pie ÿ DC caballeros, los Christianos no siendo mas de dos mill hombres de infanteria ÿ cien hombres de armas con otros cien cavallos ligeros, segun lo affir. Asclot escritor antiguo ÿ grave. El Reÿ Don Jaÿme mando edificar una Ÿgesia de N. Señora en alto del monte. MORVIEDRO SAGVNTVM 2. Leg. T. Cinco leguas pequeñas de Valencia Morviedro Ciudad muÿ antigua llamada Saguntum del nombre de un Cavallero principal de los que seguian Hercules Lÿbio. Este caballero aviendose puesto à dormir en la fiesta debaxo de un arbol donde fue mordido de una culebra que murio. Hicieron Hercules ÿ su gente grande sentimiento por la muerte de Zacinto aquel dieron sepultura en lo mas alto lugar ò cabezera del monte donde estuvo Sagunto. Fundo Hercules una torre que dura hasta oÿ muÿ alta ÿ hichieron una poblacion que llamavan Zaçinto ÿ despues vocabulo corrompido deste Cavallero Sagunto antes de nascimiento del N.S. M.D.C.LXXIIX. Agora se llama Morviedro por la destruction suÿa, ÿ corriendo los años de diluvio 2097 fue destruÿda esta Ciudad de los Carthaginens ÿ su Capitan Hannibal en espacio de ocho mezes despues que se les dio el primero combate. Sola antiqua arcis mania adhuc extam mide a successoribus Muriveteres a modernis Murivetas dictum est oppidum: Civites aloquin At SS Popal Roman. La Población nueva esta agora al pie de la montaña. En lo mas alto lugar esta la poblacion antigua. Las murallas del castillo ÿ tres torres. 1 del Zacinto. 2 de Hercules. 3 de Hannibal. En la torre de Hercules en las tapias de las paredes pusieron unas tablas de madera que duran hasta agora ÿ no sin gran maravilla. Porque desde el tiempo que alli fueron puestas hasta este de agora passan de tres mil años. 3000. de distancia. Creese que sean de Enebro (Junipero). En la plaça Maÿor: aqui los Saguntinos no sabiendose mas defender los capitanes ÿ soldados della mataron à toda la gente ponçoña ÿ hierro, ÿ hechando en las casas de la Ciudad fuego à la fin con sus riquezas ÿ ropa en el medio de la plaça asis mismos terriblemente ( ). Aqui aÿ una Coluna de marmol IMP M . AUR . CARINO NOBILISSIMO CAES . PIO . FELICI INVICTO . AVG PONT .. MAXIMO TRIB . POT . P. .P. COS PROCOS Cerca del muro del Castillo junto al camino aÿ una inscription hebraÿca. Aldonirami Praefecti Tributi Salamonis sed ita obsoloeta ut justam antiquitatem minime redolera nideatur Latine icta sonat HOC EST SEPULCHRUM ADONIRAMI SERVI SALAMONIS QUI HUC VENIT UT EXIGERET ILLIUS TRIBUTUM ET MORTUUS EST.

157

El saber encaminado

158

En la falda del monte aÿ algunos rastros ÿ señales de un Templo muÿ sumptuoso que fue alli edificado à la Deessa DIANA. Hallanse algunas piedras con letras que dan testimonio. Todo el enmaderimiento ÿ techumbre deste templo fue de Enebro, cuÿas vigas duraron hasta el tiempo de Plinio. Libro XVI de Nat. Histor. c. 60. Porque Hannibal quando destruÿo à Sagunto mando que no se tocasse al Templo, de manera que contado de este tiempo passado 1600 años de lexos paresce como pilares de un aquaducto. AMPHITHEATRO Cerca de aqui aÿ un amphitheatro romano muÿ grande ÿ sumptuoso con su scena que no falta nada. Es casi semejante al amphitheatro de Orange de Francia. ŸGLESIA MAŸOR A esta Ÿglesia fuera se vee la cabeça esculpida ó retrato del famoso capitán Annibal el naso de lo qual es quebrado de un tiro de ballesta ò otra flecha. A las gradas del mismo templo aÿ esta inscription. C. VOCONIO C. F. GAL PLACIDO AED II VIRO II FLAMINI II QUAESTORI SALIORUM MAGISTRO En la Ÿglesia S. Trinidad SENATVS POPVLVS QUE SAGVNTINORVM CLAUDIO INVICTO PIO FELICI SONP. CABIS PONT MAX. TRIB POT. P.P. PROCOS M MARTIUS CELSUS HERCULEM CUM BASI ET ARA ET SUBSELLUS SUO ET MARCI ANTONINI FILII SUI NOMINE DD. DI. CLAUDIO NERONI PATRONO Subiendo arriba al Castillo antiguo en el camino aÿ una cruz en que se ve una inscription arabiga en baxo de una piedra. El arrabal de S. Salvador es poco departado de la ciudad en que ordinario posa la gente que passa este camino. Aÿ aqui muchas posadas ÿ tavernas. Posam à la noche à la m. derecha. Camino de Tortosa ÿ Tarragona. Almenara. 1. Leg. Grandss. Castillo destruÿdo arriba alto de sa montaña. Nueles. T. 2. Leg. Villa. Villa Real. 2. T. Leg. Ciudad pequeña cercada de muÿ buenos muros, tiene mucha artilleria por el miedo que tienen los vezinos de los moros: siendo muÿ cercano de la mar puesta à la orilla de la marina media legua ò mas apartado. No es siempre seguro de passar este camino porque suelen algunas vezes llegar las fustas ÿ galeotas del enemigo de los moros ÿ hechar pie en la tierra robar ganado, hombres ÿ todo lo que encuentran. Fuera desta villa à la mano derecha del camino aÿ un hermoso monasterio de muÿ grandes huertas ÿ arboledas. T. Posam aqui en esta villa à la noche en el arrabal en frente de un monasterio en una taverna dormiendo en la talla. Llovió grandisimo esta noche.

Jacop Cuelvis y su recorrido por tierras valencianas en 1599

RIO DE MIJARES Una legua pequeña de la Villa Real aÿ un rio que se llama Mijares que tiene dos puentes muÿ fuertes de muÿ buena canteria que se han de pasar. En la primera aÿ una cruz de marmol debaxo de la qual aÿ una piedra con estas letras latinas HAEC SUPRA HOMINUM MEMORIAM INUN DANS MILLORS HUNC PONTEM SUPERAVIT DAMNAQ MAXIMA EIUS RIPAE INTULIT D.XIIX SEPTEMBR. ANº DOM. M.D LXXXIV HORA POST MERIDIEM OCTAVA Una media legua de sa se vee como aquel rio se mete en la mar. Cerca del castillo morisco destruido llam. Castillo de Almoçorra, à m. derecha. Dizen algunos ÿ escriven tanbien que aqui es la raÿa de Catalunia (ÿ llaman el Maestrazgo de Montesa) ÿ que aquel rio de Mijares divide el reÿno de Valencia de Catalunia. Los otros con los naturales mismos dizen à Ostaletes aun onze leguas mas adelante. NB BURIOLA 2. T. Leg. Buriola ò Doreohles es un Pueblo grande ÿ blanco puesto en lugar muÿ alegre. Aÿ aqui vezinos los moriscos tantos quantos Christianos viejos ÿ mas. Cabe Buriola en el camino en una valle en el qual esta cerca del camino abierta una cueva ò mina de plata que por falta de muestras no se labra. NB. Los Rastros. Aqui ÿo he visto las mugeres moriscas que fueron ornadas de muchas ÿojas ÿ oro, con grandiss. piedras ÿ muÿ finas en las orejas pendientes. NB. Sus maridos son de ordinario ricos ÿ grandes mercaderes. Pobletas. 1 Leg. Buena villa. Cabañas. 1 Leg. Stalettes. 1. Leg. grandissma de Suiceros. T. Aqui no aÿ mas que una venta vellaca à m. derecha del camino. La ventera no quiso nosotros posar esta noche. NB. De manera que fuimos esforçados de tornar el camino al travers à un Pueblo ò lugarillo de cinco ò seis vezinos. Esta apartado de una legua del camino real à la m. ÿzquierda. Llegam muÿ tarde ÿ dormimos en un pobre casa ÿ techo deribado en la talle por grandiss. merced ÿ cortesia que nos hicho un labrador piadoso ó aldeano: dando tambien à nosotros pan por las diversas que no quisieron hazer los otros. Ventura. Cuevas. 1. Leg. Pueblo de muchos moriscos. Salsadella. T. 2. Leg. Buen Pueblo cercado de muros ÿ muchas arboledas. S. MATTHEO. 1. Leg. pequeña. Buen pueblo grande cercado de muÿ lindas murallas. Entrando la puerta la Ÿglesia Maÿor esta à la mano ÿzquierda con una muÿ gruessa torre ÿ bien vistosa de lexos. En este pueblo aÿ muchos cavalleros ÿ hidalgos como lo muestran las casas ÿ Palacios que tiene. Aÿ aqui una Plaça hermosa ancha ÿ farta larga. Fuera à la m. derecha del camino de Tortosa aÿ un Monasterio muÿ grande de lindos edificios ÿ muÿ hermosas huertas. Aÿ Fraÿles dentro. La Jana. T. 1. Leg. Pos. à la noche. Es un pueblo grande antes de llegar aÿ en una valle que lla. Rio Seco. Fin de Trigueros. T. ? Leg. Buen pueblo cercado de buenos muros. B. Ÿglesia arriba. Fuera deste pueblo una media legua en camino de Tortosa aÿ un rio llamado (en blanco) que se ha de pasar. A hecho muÿ frio. XVII Decembr. Anno M.D.XCIX todavia ÿo he passado tres vezes el rio à pie por amor de mi camerida. Ÿ estando esperando como sin ldes el brisendo los stagios. Nota esta linda criança.

159

La red viaria de la ciudad de Valencia

En los Fueros valencianos establecidos en 1251 por Jaime I, éste reservó a la corona las vías de comunicación; esto es, calles, caminos, puentes de madera y piedra, ríos, costas, puertos fluviales y marítimos, etc. Por lo que implantó se respetaran los caminos de la época anterior y fijó penas por trencament de camins387. Así pues, la licencia para construir caminos y puentes sobre las aguas, que eran públicas, era regalía, lo que no quiere decir que la financiación corriera por parte del rey. Tras años de consolidación de las instituciones municipales el monarca las puso bajo la jurisdicción de las autoridades locales, a quienes correspondía llevar a cabo las obras públicas o el mantenimiento de las realizadas, contando frecuentemente con el apoyo del monarca para autorizar medidas recaudatorias. Así lo ordenaba el rey a Pedro de Libiano, justicia de Valencia, para que reclamase las calonias, multas o contribuciones, para la reparación de caminos388. Una labor que en la capital valenciana pasaría a la Junta de Murs i Valls, creada en 1358 por el rey Pedro IV. La reforma de la institución en 1588 estableció de manera explícita la obligación de inspeccionar el estado de los caminos, su drenaje, y en colaboración con el almotacén, oficial municipal, la reparación de la red viaria. La junta pasó a llamarse Fàbrica Vella de Murs i Valls para distinguirla de la Fàbrica Nova del Riu, constituida en 1590 tras una nueva riada del Turia, y con funciones no sólo reparadoras de los daños, sino preventivas mediante construcción de nuevos puentes y paredones que encauzaran las aguas, financiados a través de sisas sobre la carne389. Los límites del término de Valencia, y por lo tanto su jurisdicción, varió a lo largo del tiempo: En los Furs se cita Murviedro (Sagunto), Olocau, Chiva, Buñol, Turís, Montserrat, Alzira y Cullera, en 1321 la asamblea municipal trazaba los límites del distrito en el barranco de Catarroja, las acequias de Quart y Moncada, Massamagrell y el mar390, y en 1364 Pedro IV concedió a la capital aumentar su distrito con las villas de Murviedro (Sagunto), Cullera y Puig, con el fin de contribuir a sus obras de fortificación. Aunque no siempre llegase hasta este punto, no cabe duda de que estableció un amplio perímetro que suponía la atención continuada a las infraestructuras de uso

387 MUÑOZ POMER, ROSA: op. cit., 1996. 388 MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit., II. Pedro el Grande. 1934, págs. 106-107, doc. 456. 389 SÁNCHEZ-CUTILLAS, CARMELINA: “La Fábrica vella, dita de Murs i Valls”, en VIII Congreso de Historia de la Corona de Aragón, 1967, vol. 11, págs. 199-220. MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1991. 390 SERRA DESFILIS, AMADEO: “Caminos, acequias y puentes. Las actividades de los maestros de obras en la ciudad y el territorio de Valencia (siglos XIV y XV)”, en Historia de la Ciudad. II. Territorio, sociedad y patrimonio. Una visión arquitectónica de la historia de la ciudad de Valencia. Valencia, ICARO, Ajuntament de València, Universitat de València, 2002, págs. 108-124; págs. 108-109.

253

El saber encaminado

254

Huerta y contribución particular de la Ciudad de Valencia. (661 x 487 mm), grabado calcográfico de Francisco Antonio Cassaus, a partir del dibujo de Ascensio Duarte, 1595 (?), e impreso por Antonio Bordazar en 1712.

común, tales como caminos, acequias y puentes sobre éstas, barrancos o sobre el río Turia, así como la construcción de muros de contención frente a sus crecidas que tempranamente se encargó de atender el gobierno municipal, cruces de término, etc. En época medieval cristiana se estableció una cuidada y constante relación entre ciudad y territorio391. La red viaria era un elemento estratégico para la ciudad de Valencia, pues por ella circulaban personas y mercancías que la abastecían desde las canteras, los silos, el campo y el puerto, con una abundancia que elogiaron frecuentemente sus visitantes. Pero como insistían los documentos municipales no sólo eran elementos de uso público, sino de embellecimiento de la ciudad. Algo que en la Edad Moderna venía refrendado por las ideas de raíz vitrubiana, recogidas de modo explícito por Leon Battista Alberti en el libro cuarto de su tratado, dedicado a las obras públicas, la ingeniería, obras hidráulicas, las murallas, torres y puertas de la ciudad, los caminos y los puentes, los 391 SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002.

La red viaria de la ciudad de Valencia

255

Mapa de la particular contribución de Valencia, según A. J. Cavanilles, 1795. Reducción del incluido por T. López de Vargas al mapa del Reino de Valencia (1788)

canales y cloacas, y los puertos. Y que arraigaron directamente o a través del contacto con las ideas romanas e italianas en general entre los próceres valencianos, que las recordaron en puertas de la Edad Contemporánea ante la transformación del paisaje. La red viaria de la ciudad de Valencia en los siglos XIII a XVIII es buen ejemplo de la del reino por su céntrica ubicación y relevancia como capital del mismo. La recorre la arteria principal de disposición norte a sur, la antigua vía Augusta, herencia de época ibero-romana, que permite la comunicación por el norte con Cataluña y Aragón, y por el suroeste con Castilla y Andalucía. Mientras que de la época islámica recibe más rutas de interior, como la que siguiendo una estricta orientación norte a sur une Valencia con Alicante y Murcia a través de Xàtiva y el valle de Albaida. También desde la época medieval cristiana se consolidan o establecen comunicaciones hacia el oeste, como la que sigue el valle del Palancia hacia Aragón, y el paso natural de Requena hacia Castilla. Los caminos reales que convergen en la ciudad son: el de Murviedro, que comunica con Aragón y Cataluña, e integra ramales secundarios como el de Alboraya y el de Moncada; el de Llíria, que hace lo propio con el de Burjassot; el de Quart o Castilla, que integra los ramales secundarios de Alaquàs y Xirivella; y el de Xàtiva, que comunica con Alicante y el sur peninsular, que incluye otros secundarios, como los de Ruzafa, Torrent y Picassent, de donde procedía el yeso y alabastro que abastecía la ciudad. También se concede especial atención al que comunica la ciudad con el Grao, donde se halla el puerto. Buena prueba de su actividad en el terreno de los caminos y jurisdicción es la que fija Joseph Lop, asesor jurídico de la Generalitat, abogado fiscal de los tribunales, catedrático de lengua grie-

El saber encaminado

256

ga de la Universidad de Valencia, abogado de la Fàbrica de Murs i Valls, y obrero de la misma en el ejercicio de 1674 y 1675, que por encargo de la Junta recopiló la reglamentación y jurisprudencia de esta institución en una importante obra publicada en 1675392. De los cuarenta y dos capítulos de que consta, del veinticuatro al treinta y cinco trata los diferentes caminos de la jurisdicción de Valencia, y en el treinta y seis aborda los puentes y canales alrededor de las murallas de la ciudad. La institución, como su nombre indica, surgió para tratar murallas y fosos y atender las exigencias de seguridad y comunicación que planteaba el río y su huerta. Las cercanías de la capital gozaban de un entramado de acequias que permitían el regadío, pero su vez exigían una vigilancia constante para mantener y enlosar los puentes que permitían salvarlas. La Fàbrica asumía la conservación de los puentes de las llamadas acequias corribles o comunes, así como la supervisión de éstas, y controlaba que en las particulares hicieran lo propio sus dueños. Además, la Fàbrica se ocupó de otras de policía urbana y contra incendios, así como las relativas a caminos y puentes que ganaron en importancia. En el camino hacia Morvedre (Sagunto) la contribución de Valencia llegaba hasta la cruz del Puig. Lop nos señala que las reparaciones del puente de Serranos correspondían a la Fàbrica de Murs i Valls; desde el puente a la Torre de la Unión, incluyendo tres puentes, corrían en ocasiones a cargo de la Fàbrica, como se hizo en 1578, 1581, 1667 y 1668, y en otras a los vecinos, como sucedió en 1615 y 1669; desde la citada torre hasta el último puente de la acequia de Moncada, pasada la cartuja de Ara Christi, correspondía a la Fàbrica, salvo el tramo del monasterio de San Miguel de los Reyes, cuyos monjes jerónimos en 1618 se comprometieron a cuidar el puente y drenaje de la acequia que entraba en su término, aunque en la visura de 1674 se expuso que el camino estaba más bajo que la propia acequia. Probablemente por el mismo desgaste del tránsito y como una característica que a mediados del siglo XVIII T. M. Fernández de Mesa denunciaba como algo común en el reino por el uso que los agricultores hacían del suelo del camino como abono. En cuanto a los puentes sobre acequias particulares Lop señala que el de la ermita de Nuestra Señora de los Desamparados, el cercano al barranco del Carraixet, el de la Pobla de Farnals, y el que estaba delante de la cartuja de Ara Christi, correspondía el mantenimiento a los amos de las tierras. El camino hacia Llíria, que como hemos visto fue realizado por el infante don Jaime, con autorización real paterna para que pudiese pasar por La Pobla de Vallbona, en el término de Benaguasil393, comienza en la bajada del puente Nuevo, y el mantenimiento correspondía a la Fàbrica Vella del Riu y a la Fàbrica Nova hasta el puente de Faytanar, por bajarse por este camino toda la piedra necesaria para los puentes y paredones del río. Desde dicho puente hasta Burjassot corres-

392 LOP, JOSEPH: De la institució, govern polítich y juridich, observàncies, costums, rentes obligacions dels oficials de les illustres fabriques Vella, dita de Murs e Valls, y Nova dita del Riu, de la insigne, lleal y coronada Ciutat de València. Valencia, Jeroni Vilagrassa, 1675. Existe edición con introducción de Vicent Pons Alós (Valencia, 2001). 393 ACA, Cancillería Real, registro 46, f. 84v; 27 de abril de 1282. Primera regesta en MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit., II. Pedro el Grande. 1934, pág. 322, doc. 1.510.

La red viaria de la ciudad de Valencia

pondía a la Fàbrica Nova. En este sentido, Lop señala acuerdos de 1607, 1613, 1625, 1627, 1648, 1653, 1654 y 1655. En cuanto a los puentes sobre acequias particulares señala el del huerto de Catalina Morales y el de la alquería del conde de Parcent. En el camino real de Quart el rey ordenó en 1279 que en este municipio se desviase el camino hacia Requena para que no pasase por la huerta y se perjudicaran las tierras del Hospital de san Vicente394. Desde el portal de Quart en la capital hasta el puente de les Mealles (nombre valenciano que hace referencia al impuesto de peaje de los puentes), sobre la acequia del huerto de Baltasar Julià, su Mapa de la particular contribución y Huerta de Valencia. reparación corría a cargo de la ciudad, ACEG del CEGET, nº 137. Fàbrica y vecinos del arrabal, salvo el citado puente que correspondía a la Fàbrica desde que en 1594 se amplió a cargo de dicha institución. En este puente se ha señalado un origen ibérico y una construcción romana. Un privilegio de Pedro III de 1283 señala su existencia395. En el siglo XVIII Teixidor apuntó que la obra sobre el mismo se realizó donde comenzaban los paredones del río, se fabricó ancho para facilitar el tránsito de los carros, y en la punta que hacía con el citado huerto se hizo en su época un “Padrón o Tarjetón” de piedra con banco para sentarse, decorado con una inscripción con los versos de Claudiano sobre la belleza de las riberas del río, el antiguo escudo de Valencia formado por cornucopia con monedas y un “Rat Penat” sobre corona real396. En 1631 la Fàbrica Nova del Riu prestó el dinero para el paredón junto al puente. La Cruz de Mislata, al menos desde el acuerdo de 1609, correspondía a la Junta. El otro tramo del camino, desde el puente de les Mealles hasta el puente de la acequia mayor de Quart correspondía a la Junta. Además, de los puentes señalados en este camino estaba el la Anella, que debían conservar los propietarios de las tierras que regaba la acequia que salvaba. En el camino real de Xàtiva se establecían tres tramos. Desde el portal de San Vicente hasta el desvío a Picassent en la esquina del huerto del marqués de Castelnou, se mantenía a costa de la ciu-

394 MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit., II. Pedro el Grande. 1934, pág. 136, doc. 603. 395 SANCHIS DEUSA, CARMEN: op. cit., 1993, pág. 76. 396 TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit., 1895-1896 (Mss. 1767), t. I, pág. 83. En el siglo XIX se encontraba muy dañado y fue necesaria una nueva construcción, arruinada en la riada de 1957 (SANCHIS DEUSA, CARMEN: op. cit., 1993, págs. 76-77).

257

El saber encaminado

258

dad, la Fàbrica y los vecinos, salvo el puente de la acequia de Troya que lo mantenía sólo la institución. Éste, desde el desvío a Picassent hasta el puente de Beniparrell, lo mantenía la Fàbrica o el arrendador si lo tenía. Por ejemplo, se adobó dicho puente por provisiones de 6 de junio y 1 de agosto de 1589, y el puente de Catarroja el 12 de agosto de 1594. Por su parte, el puente sobre la acequia que servía a los regantes de Alfafar era mantenido por éstos, como indicaba una provisión de 1652. Además de este puente otros seis sobre acequias particulares debían mantenerse por los interesados. El último tramo, comprendía del puente de Beniparrell hasta la barraca del puente de la Albufera. En 1580 Antonio Calatayud y Toledo y Mariana Çanoguera, señores de Catarroja costearon los gastos del camino carretero para carros y coches, que uniera el camino real desde Catarroja hasta la Albufera real, donde la gente podría ir a divertirse. Para Acceso a la ciudad por el portal de Quart. Archivo J. Huguet. ello derribaron alguna casa, tomaron algún campo y realizaron el camino de más de dieciocho palmos de ancho a costa del lugar, y se construyeron cuatro puentes de pedra y loses encaixades y de la manera que están en altres camins Reals de la present Ciutat a despeses de la dita Fàbrica. Con la condición de que ésta asumiría la substitución de losas y piedras que se rompiesen, y Catarroja el coste de las reparaciones. Los caminos, como bien público, se protegían y constantemente se adecentaban. En 1311 los regidores emprendieron medidas para asegurar el tránsito por caminos del término de Valencia, atendiendo a su uso público397. En 1346 la ciudad solicitó al rey ayuda para arreglar el camino de la Mar, que estimaba en un coste de 500 libras. Ya con la creación de la Fàbrica de Murs i Valls, el Consell ordenó en 1360 que los caminos vecinales de la huerta se ensanchasen en nueve palmos. En 1378 aprobó que la obra arreglase en media legua alrededor de la ciudad los principales caminos: el de Morvedre, el de Xàtiva, el de la Mar y el de Quart. Mientras que para los caminos menores mandó que los jurados se informasen sobre a quién correspondía pagar los gastos, si a la ciudad o a los propietarios. En 1396 la misma institución ordenó que se arreglasen los caminos de la huerta398… Y se repitieron actuaciones similares a lo largo del tiempo.

397 SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002, pág. 110. 398 CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS; TRENCHS ODENA, JOSÉ: op. cit., 1985; págs. 1.503, 1.509, 1.520, 1.536 y 1.537, regs. 41, 77, 149 y 261.

La red viaria de la ciudad de Valencia

La ejecución del mantenimiento de los caminos de la contribución de Valencia correspondía a los maestros que el municipio nombraba, y se estabilizó desde el último cuarto del siglo XIV en la figura del maestro de obras de la ciudad, de gran diversidad de atribuciones dentro de la ciudad y fuera de la misma, pero a su servicio, y constantes en el tiempo399. Joan del Poyo, maestro de obras de la ciudad entre 1418 y 1439, reparó calzada y puentes del camino de Castilla400. Agustín Muñoz, que ocupó el mismo cargo en los inicios de la Edad Moderna, reconstruyó el puente de Siete Aguas, que en 1520 inspeccionaron Miguel Maganya y Mateu Pellicer. Tres años más tarde el experto maestro Joan de Alacant fue nombrado sobrestante de la Fàbrica de Murs i Valls con la finalidad de asegurar y conservar el buen estado de la red vial, que incluye caminos y puentes401. En 1534 Jaume Daroca, maestro de obras de la ciudad, junto a Pere Vilanova y Vicent Oliva, inspeccionaron el camino real hacia Aragón y estudiaron si podía ampliarse en Segorbe. En 1539 volvieron a inspeccionarlo Daroca, Oliva y Juan Gregori. En 1540 Daroca estaba ocupado en el camino real hacia Castilla, en el paso de las Cabrillas, que Joan de Alacant inspeccionó, así como en el otro camino real hacia tierras castellanas, en concreto entre Mogente y Vallada402. Además, al menos hacia mediados del siglo XVI, se constata un cambio significativo en el sistema de asegurar el trabajo de mantenimiento a través del arrendamiento de ciertos derechos en el camino, por lo que obviamente en muchas ocasiones la labor recaía en oficios de la construcción. Por ejemplo, en julio de 1546 se firmaron capítulos con el cantero Pere Vilanova para arrendarle el arreglo de los caminos reales y puentes sobre ellos que comunicasen la ciudad de Valencia con Murviedro (Sagunto), Llíria, Quart, etc., por la cantidad de 5.000 sueldos anuales; es decir, 250 libras403. Agustín Roca, que colabora con la Junta de Murs i Valls en el reconocimiento y mantenimiento de los caminos, en 1591 realizó una serie de reparaciones en el camino real hacia Requena en el tramo conocido como de les Cabrelles de Bunyol404. En 1592 el responsable de esta labor era Guillem Salvador, obrero de villa. En general el arrendamiento suponía la obligación de reparación, lo que podía ser beneficioso para un miembro de los oficios de la construcción cuando tenía a una parte de sus trabajadores sin actividad. Él, a su vez, sacaba el beneficio del cobro a los usuarios que más podían perjudicar el camino con las carretas que empleasen seis o más mulas, y quedar ellos eximidos de dicho pago. 399 SÁNCHEZ VERDUCH, Mª. M.: “Maestros de obras en la Valencia gótica: personajes polifacéticos”, Saitabi. 48, 1998, págs. 273-288. SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002. 400 SERRA DESFILIS, AMADEO: “Al servicio de la ciudad: Juan del Poyo y la práctica de la arquitectura en Valencia (1402-1439)”, Ars Longa. 1994, nº 5, págs.111-119; pág. 116. 401 La participación de los maestros, y por consiguiente el proceso constructivo, véase GÓMEZ-FERRER LOZANO, MERCEDES: op. cit. 402 CARRERAS CANDI, F. (Dir.): Geografia General del Reino de Valencia. Barcelona, Alberto Martín, 1915; t. I, págs. 128, 134 y 141. 403 AMV, Libros de Fábrica de Murs i Valls; años 1529-1576. 404 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1990, pág. 262.

259

El saber encaminado

260

A modo de ejemplo, el precio de los arrendamientos de los caminos hacia 1670 indica el tránsito de los citados vehículos de mayor tracción y peso. De este modo, el arrendamiento del camino de Llíria y el de Burjassot solía establecerse en 89 libras, y por el que el arrendador podía cobrar 6 libras para poder carretear con seis mulas; el arrendamiento del camino de Quart, con las mismas condiciones, era de 150 libras; el de Xàtiva de 136 libras. Incluso, ante circunstancias específicas se arbitraron formas de financiación concretas, como en el camino de Picassent, donde los daños que ocasionaba el transporte de yeso, obligó en 1650 a establecer un pago de los carreteros, bien mediante jornales en la reparación o en moneda, para ayudar al mantenimiento. También se emprendían actuaciones urgentes en los caminos ante el aviso de la llegada de autoridades. En ocasiones la labor era de simple allanado, y en otras revestían mayor ambición. Así Cruz del camino real de Barcelona. BV, Fondo J. Huguet. sucede con el camino carretero realizado en 1580 para comunicar la Albufera con el tramo del camino real que servía para acceder a la capital, y que ya Felipe II en 1585 y Felipe III en 1599, junto a su amplio séquito, utilizaron en sus jornadas de recreo en la Albufera. Una transformación más abrumadora fue la que aconteció con la visita de Carlos III, en un momento de renovación de las infraestructuras viarias en España. El 1 de agosto de 1759, se establece el acuerdo por orden de José Avilés, intendente general. La relación y cuenta de Francisco Caballer, sobrestante de obras de la ciudad, de los jornales y materiales empleados en el camino real de Murviedro, perteneciente a la jurisdicción de Valencia, entre el puente de Serranos y el puente de la acequia de Moncada en Puçol, expone cómo se somete a una amplia transformación llevada a cabo por José Herrero, maestro de obras de la ciudad de Valencia. Por la importancia del monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes, parador y antesala de la capital, en él se centran muchas actuaciones. De este modo, se cierra el escorredor que había desde la entrada de Orriols hasta la esquina del huerto del citado monasterio. Aquí se cambia la acequia que corría a orilla del camino y junto a dicho huerto, y se hacen los partidores correspondientes en la nueva. Estos cambios obligan a hacer tres puentes nuevos: el que entra agua dentro del citado huerto, el que está enfrente de la puerta del monasterio, y el que está junto a un molino. Siguiendo la costumbre, se colocan losas de piedra; y en concreto, las que estaban enfrente de la puerta del cenobio ocupando 47 palmos de longitud por 4 de anchura, fueron aportadas por el maestro cantero José Pons.

La red viaria de la ciudad de Valencia

También se hace terraplén en la inmediación de la referida puerta, de modo que fuera igual a la de los campos y de una longitud de 200 palmos. Finalmente, se cortan los márgenes de las heredades que confrontan con dicho camino, desde San Miguel de los Reyes hasta las postrimerías de la puerta del convento de San Antonio Abad405. Lo inmediatamente expuesto, un monasterio en el camino que actúa como parador y con actuaciones que persiguen ofrecer unas vistas más ventajosas, nos sirve ahora para tratar dos aspectos relevantes en los caminos cercanos a la ciudad: la presencia del elemento religioso y del paisaje, que muestran una clara interacción con la red viaria. En cierta medida el camino se sacraliza, o al menos el componente espiritual se muestra presente, a través de peregrinos, frailes, monjes y curas con clara identificación a través del hábito, pero también con elementos arquitectónicos y escultóriCruz del Grao. Detalle en el cuadro de Pere Oromig, cos de carácter más permanente. Entre estos últi“Embarque de los moriscos en el Grau de Valencia”, mos destacan las cruces labradas en piedra por 1612-1613. Colección Bancaja. reconocidos artífices que se erigieron en las cercanías de la ciudad. Su modelo más monumental fue el de pedestal escalonado, larga espiga de piedra, cruz con figuración escultórica, frecuentemente pintadas y protegidas por edículo de fábrica cubierto con madera protegida bajo tejas. Se situaban en emplazamientos significativos, que recordaban acontecimientos, marcaban encrucijadas u ofrecían oportuna información al viajero, y alcanzaba el embelliment que perseguía mostrar. Martín de Viciana destacaba las cuatro que la villa de Benicarló tenía en los caminos reales como las más altas y hermosas del reino, pues tenían tronco monolítico de 23 palmos de largo, bien labrado y proporcionado406. En Valencia también se encontraban en los principales caminos y en muchos otros secundarios. Hacia finales del siglo XIV las encontramos en el camino de Sagunto, cerca del barranco del Carraixet, realizada en 1372 por un maestro de San Mateo, en el Maestrazgo; en el de Xàtiva, donde se erige la del Miracle o Creu Coberta, realizada hacia 1376, reconstruida en 1406, y cubierta con estructura arquitectónica por Juan del Poyo y escultura de Juan Llobet hacia 1435, reconstruida nuevamente en el siglo XVI y en el XIX; y en el camino de Mislata, erigida hacia finales del siglo XIV. En el siglo XV la actividad de los Llobet queda unida a la mayoría de las erigi-

405 AMV, Libro de instrumentos, 1759 D-106, ff. 495-496 y 507. 406 VICIANA, MARTÍN DE: op. cit. (1564) 1881, pág. 142.

261

El saber encaminado

262

das, como la del camino real a la altura de San Vicente de la Roqueta en 1409 o la del camino del Grao realizada hacia 1419; la del portal de la Mar quedó instalada en 1424, y la descubierta del camino de Llíria, conocida como la Cruz del Sisado, se erigió por Antonio Matheu y Antonio Dalmau en 1439. En 1535 bajo la dirección de Juan Bautista Corbera se realiza la de Meliana en el camino real; en 1545 la de Museros en el mismo camino; en 1556 Juan Bautista Corbera labra la cruz nueva para el camino de Torrent; en 1557 Miguel Juan Porcar remodela la cruz del Camino del Mar…407. En el mismo Grao se aprecia en el cuadro que describe la expulsión de los moriscos en 1609. La abundancia de cruces de término se justifica por el hecho de que eran un elemento de bienvenida al que llegaba y bendición al que marchaba, conmemorativo e informativo. Redunda en esta última consideración que hacia 1492 las situaron los jurados en el camino de la playa para guiar a aquellos que se dirigieran hacia Cullera o Gandía durante las inundaciones invernales408. Pero además tenían una función apotropaica, y configuraban un paisaje cristiano y, por tanto, recordatorio de la justicia divina en cualquier lugar, como la exposición de ajusticiados en las salidas de los caminos lo era de la terrena, con evidentes intenciones aleccionadoras409. Otro elemento interesante en esta tarea sacralizadora y apotropaica se concentró en los puentes sobre el Turia desde el siglo XVI, que fueron dotándose de estructuras que albergaban esculturas. En el puente de Serranos, todavía en construcción, mosén Juan Bautista Corbera y Juan Gilart erigieron una cruz cobijada bajo techo entre 1538 y 1539. Este hecho puede ponerse en relación con la costumbre de exponer los elementos más venerados para aplacar la fuerzas de las aguas, como cuando en 1540 se llevó el Lignum Crucis de la catedral al puente de la Trinidad o cuando el Santo Sacramento de la capilla real del palacio se trasladó a la galería del mismo para exponerlo frente al río en la avenida de 1731410. Con la presencia de cruces e imágenes de santos se hacía permanente la intercesión de protección, y proliferaron. En el plano del proyecto de Pedro de Guevara para la fortificación de Valencia, de 1544, se aprecia una cruz sobre el puente del Mar. La vista de Wyngaerde de 1563 sólo muestra una cruz cobijada en el puente de Serranos. En el plano de Valencia realizado por Antonio Mancelli en 1608 se representan cruces en el puente Nuevo, y esculturas monumentales de santos en el del Real, y una estructura en el del Mar. A lo largo de los

407 Un interesante estudio en CARRERES ZACARÉS, SALVADOR: “Cruces terminales de la ciudad de Valencia”, Archivo de Arte Valenciano, nº XIII, 1927, págs. 83-108; nº XIV, 1928, págs. 65-83. Algunos datos en CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS: “Vida y urbanismo en la Valencia del siglo XV”, Miscel.lania de textos Medievals. 1992, nº 6, págs. 255-619. Una visión reciente y con nuevas aportaciones en SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002. Una recopilación con alguna aportación de su devenir más reciente en DE LAS HERAS ESTEBAN, ELENA: La escultura pública en Valencia. Estudio y catálogo. Tesis doctoral leída en 2004 en la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de València; págs. 16-19. 408 CARRERES ZACARÉS, SALVADOR: op. cit., nº XIII, 1927, pág. 90. 409 Sobre su función, a partir de la tradición clásica de la veneración de las encrucijadas, véase MOCHOLÍ MARTÍNEZ, Mª ELVIRA: “Cruces, caminos y muerte”, en GARCÍA MAHÍQUES, RAFAEL; ZURIAGA SENENT, VICENT FRANCESC (Eds.): Imagen y cultura. La interpretación de las imágenes como Historia cultural. Generalitat Valenciana – UIG, 2008; t. II, págs. 1.097-1.116. 410 Noticias citadas por TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit. (Mss. 1767) 1895-1896; t. I, págs. 42 y 49.

La red viaria de la ciudad de Valencia

siglos XVII y XVIII los puentes fueron dotados de parejas de esculturas, la mayoría bajo estructuras techadas enfrentadas411, los del puente de la Trinidad retirados en 1823, los del Mar y Real destruidas sus esculturas en 1936. Junto al camino también se levantaron obras arquitectónicas de cierta entidad. Por ejemplo, en las cercanías de los caminos, y principalmente en la de conflictivos barrancos se erigían ermitas, como la del Carraixet en el barranco homónimo cerca de Valencia, o la de santa Quiteria, sobre un montículo en el mismo eje del puente con la misma advocación cerca de Vila-real. Y es significativo que en las iglesias que se levantaban en zonas de notable población musulmana o morisca gozaran de monumentales torres campanarios de cantería con destacados cuerpos de campanas, como subraya Martín de Viciana en Traiguera (en este caso frontera con el principado de Cataluña), Burriana, Onda, Alzira, Xàtiva y Ontinyent. Se trata de elementos cargados de fuerte Fachada del monasterio de San Miguel de los Reyes. simbolismo que señalan y extienden la presencia de lo sagrado, y desempeñaban una función apotropaica y de purificación, pues alejaban los malos espíritus, tempestades y tormentas grabando fórmulas de conjuro o invocaciones que se creía eran transmitidas por el sonido. Muchas eran bautizadas, consagradas, conscientes de su labor412. Además, marcaban las actividades del día, algunas de las cuales eran redundantes con lo expuesto, como la iniciativa del papa Calixto III de instituir que por la tarde se tañesen las campanas para orar por los cristianos y en contra de los turcos. Los elementos arquitectónicos se disponen intencionadamente en el camino, o persiguiendo otros intereses contribuyen a su sacralización. La senda se desvía para que pase por delante de los edificios religiosos, como cuando el rey Jaime I en 1265 ordenó que el camino real a su paso por Segorbe pasase ante la iglesia413, o cuando se autorizó un siglo más tarde la fundación de la abadía cistercien-

411 TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit. (Mss. 1767) 1895-1896; t. I, págs. 51-77. Ésta y otras fuentes más cercanas utiliza PINGARRÓN SECO, FERNANDO: Arquitectura Religiosa del siglo XVII en la ciudad de Valencia. Ayuntamiento de Valencia, 1998. Sobre las esculturas BUCHÓN CUEVAS, ANA, Ignacio Vergara y la escultura de su tiempo en Valencia. Valencia, Generalitat Valenciana, 2006. 412 HANI, JEAN: El simbolismo del templo cristiano. (1978, Guy Tredaniel, París). 1983, José J. de Olañeta, Barcelona, pág. 67. 413 ARV, Fondos en depósito, Segorbe: Pergaminos, caja 12, nº 4.

263

El saber encaminado

264

se de San Bernardo de Rascaña delante del camino real más transitado, cayendo en clara contradicción con las exigencias de la vida monástica, que también heredará al fundarse sobre ella el monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes en 1546. Este año aparece la primera guía de caminos en España, escrita por el valenciano Pedro Juan de Villuga, y en ella estableció en santuarios, monasterios y sobre todo cartujas numerosos puntos de salida o llegada de sus caminos propuestos, y con sugerencias de rutas entre santuarios dirigidas a un abundante público. Al que sin duda pertenecía Bartholomé de Villalba y Estaña, doncel de Jérica, que en su obra literaria sobre su peregrinación por los santuarios de la Península Ibérica contrapone de modo evidente el mundo ruin de las posadas con el de las hospederías de los monasterios, entre los que destaca a benedictinos y jerónimos. Lo cierto es que si desde la baja Edad Media las órdenes mendicantes dominaron las ciudades, las órdenes monásticas reforzaron su dominio en los caminos. Los viajeros comunes duermen en posadas, en tabernas, en lugares de prestado, pero peregrinos y personajes principales suelen hacerlo en monasterios y conventos. La presencia física de los mismos trasladaban claros mensajes a los viajeros, complementarios de los que persiguieron los fundadores al establecer dicha ubicación. Especialmente significativo es el caso del camino real de Murviedro, desde donde se bifurcaba hacia Aragón y Cataluña. Junto a él y en las cercanías de Valencia se sucedieron en un mismo emplazamiento dos importantes casas religiosas pertenecientes a órdenes monásticas: la abadía de San Bernardo de Rascaña, de finales del siglo XIV, sobre la que en 1546 se asienta el monasterio de San Miguel de los Reyes. En el mismo camino y en las cercanías de Puig, en el límite de la competencia de Valencia se encontraba la cartuja de Ara Christi, fundada a finales del siglo XVI. Paradójicamente, cistercienses, jerónimos y cartujos, coinciden en líneas generales, en la búsqueda de asentamientos que eviten la proximidad a núcleos habitados e incluso a vías principales de comunicación. En estos tres casos en dos emplazamientos, el deseo de aislamiento común a la orden se ve perturbado por la proximidad física del camino real que la comunicaba con Sagunto, atendiendo a la voluntad de enaltecimiento personal de sus fundadores: Arnaldo Saranyó, abad de Valldigna durante treinta años, en el caso de la abadía, y Germana de Foix y Fernando de Aragón, virreyes de Valencia, en el del monasterio jerónimo. Con ambos gobiernos este emplazamiento convirtió el inmueble en una especie de parador donde los personajes ilustres pernoctaban o descansaban del viaje antes de hacer su entrada en la capital, y donde la ciudad iba a recibirlos. Estos tramos adquirían especial interés y se arreglaban constantemente, como en 1420, en 1424 con motivo de la visita real, en 1437 se hace el puente sobre la acequia frente al monasterio, etc.414 En el caso de la comunidad jerónima, con coro alto a los pies del templo, la cercanía del camino se hizo tan incómoda que pronto entró en conflicto la quietud de la actividad coral. Ante el desasosiego que producían en iglesia y coro gentes, carretas y bestias que passavan por el camino de

414 CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS: “Vida y urbanismo en la Valencia del siglo XV”, Miscel.lania de textos Medievals. 1992, nº 6, págs. 255-619. ARCINIEGA GARCÍA, LUIS: San Miguel de los Reyes. Arquitectura y construcción en el ámbito valenciano de la Edad Moderna. 2001, Biblioteca Valenciana, Valencia; dos volúmenes.

La red viaria de la ciudad de Valencia

Detalle del Plan topográfico de la Albufera de Valencia del Exmo. Señor Principe de la Paz. ACEG del CEGET, Mapas Valencia, nº 192.

265

Monviedro por estar contiguo con la casa y pasar delante de la yglesia, los monjes procuraron licencia de los jurados de la ciudad de Valencia para mudar su trazado, y real privilegio otorgado en 1550 por los reyes de Bohemia, gobernadores de España por Carlos V415. Hacia 1635 los monjes terminaron la monumental fachada retablo que se elevaba por encima de los muros para mostrar la exaltación de sus moradores, los fundadores y la orden de san Jerónimo. El camino era un lugar propagandístico de primer orden donde el epíteto real figuraba en la consideración de su mismo nombre, “camino real”, en villas camineras, como la de trama cuadriculada “Vila-real”, y en monasterios como “San Miguel de los Reyes”. En este caso a través del sutil ardid de aludir a san Miguel arcángel y a los Tres Reyes Magos, vinculados todos al fundador al que le fue negada la condición de rey416, pero también sacando al camino narraciones y personajes de claro mensaje adoctrinador: los Tres Reyes Magos que siguen la estrella, también representada, con los que se evoca el buen camino que debe seguir todo cristiano, y el arcángel san Miguel, relacionado con la justicia y acceso al más allá. Una situación cercana vivieron los cartujos en Ara Christi. Elena Roig i de Artés dejó la heredad a estos monjes para que levantaran una nueva casa, lo que tuvo una fuerte oposición por su inusual ubicación junto a dos caminos muy transitados, uno de ellos real. Finalmente autorizó, y una vez establecidos solicitaron mudar el camino que iba al Puig y pasaba por delante de la puerta del conjunto, ante lo que los vecinos de esta villa protagonizan una airada protesta en 1611417. En definitiva, el camino justificó la elección del lugar para estas fundaciones, a pesar de estar en contradicción con la propia actividad monástica, y dotó de gran importancia la hospedería. Otras entradas y salidas de la ciudad estuvieron custodiadas por edificios religiosos. Algunos se construyeron con la llegada de las órdenes conventuales en el siglo XIII, pero quedaron intramuros con la posterior ampliación de las murallas, como el convento de san Agustín en la salida sur, el convento de santo Domingo hacia el mar, o el convento del Carmen hacia el norte. Construidas las nuevas murallas, quedaron fuera o se construyeron otras casas: en el camino del Mar el convento del Remedio, en el de Xàtiva el de san Vicente de la Roqueta, y en el de Quart el de San Sebastián. En este último fray Nicolás Joan erigió en 1472 una ermita dedicada al santo en el arrabal de Quart, con415 AHN, Códices, 493/B, f. 21; 223/B y 515/B. ARV, Clero, leg.682, caja 1.778. 416 ARCINIEGA GARCÍA, LUIS: op. cit., 2001. 417 ORTI Y MAYOR, JOSEPH VICENTE: Fundación de El Real Monasterio de Nuestra Señora de Ara Christi de monges cartuxos en el Reyno de Valencia. 1732, Valencia, págs. 27,44-45, 98, 108 y 113-114. Una moderna monografía en FERRER ORTS, ALBERT: La cartoixa d’Ara Christi. 1585-1660. Salzburgo, Analecta Cartusiana, 2004; vols. II.

El saber encaminado

266

tigua al camino real, en 1487 se colocó la primera piedra de la iglesia de San Sebastián con los gloriosos San Jerónimo y San Onofre, que fue edificada a expensas de mosén Jaime Rosell de Aviñón, caballero y doctor en leyes, consejero y regente de la Cancillería del rey Fernando de Aragón y Castilla, y asesor de ordinario de la corte y gobernación del reino de Valencia. Nuevamente un personaje destacado para este tipo de fundaciones transitadas. El fundador, protectores y comunidad religiosa con este tipo de emplazamiento se granjeaban el recuerdo de los numerosos transeúntes, con repercusión en las oraciones y donaciones. La ciudad se aseguraba tramos amplios y bien cuidados, frente a la solución de casas particulares. Así se entiende que en 1499 la ciudad concediese privilegio a los jerónimos de Santa María de la Murta, en Alzira, de la que dependía, para tomar un pedazo del camino que iba al lugar de Quart y cercarlo, i esto para embelliment de la ciutat, pues servira para cercar dit ort418. Y ciertamente los huertos y jardines con su frondosa o cuidada vegetación son precisamente uno Atribuido a Jerónimo Jacinto Espinosa, de los elementos más alabados por los viajeros en su apresurado San Pedro Nolasco y Jaime I. transitar. Doña Julia de Aragón, infanta de la casa de Nápoles, Ayuntamiento de Valencia. hermana del duque de Calabria y posterior cofundador del citado monasterio de San Miguel de los Reyes, y también procedente de Italia, fundó aquí en 1535 el monasterio de San Sebastián bajo la regla de san Francisco de Paula. Los alrededores de la ciudad de Valencia ofrecen una estampa constantemente alabada con la configuración de su huerta en época medieval419, sus caminos, puentes y acequias, y en época cristiana con conventos y monasterios de bellos jardines. Desde entonces, de modo unánime y sostenido se ha destacado el efecto paisajístico y estético del entorno. Los poetas musulmanes lo recogían, y a estos sentimientos se rendían los vencedores cristianos, como recoge el Cantar segundo, 87, del poema Cantar del Mío Cid: Adeliño mio Çid – con ellas al alcácer allá los subie – en lo más alto logar Ojos bellidos – catan a todas parte, miran Valencia – cómmo yace la cibdad e del otra parte – a ojo han el mar miran la huerta, - espessa es e grand (e todas las otras cosas – que eran de solaz); alçan las manos – para Dios rogar, desta ganançia – cómmo es buena e grand.

418 ARV, Clero, legajo 306, caja 816, nº 15. Traslado en pergamino.

La red viaria de la ciudad de Valencia

La conquista cristiana del reino en el siglo XIII estuvo alentada, también, por su belleza. Así lo recogía el Llibre dels Feits, donde se trasladan las palabras de Blasco de Alagón hacia Jaime I para recrear el citado reino: E no ha vui dejús Déu tan delitós llogar com és la ciutat de València e tot aquell regne, e ten bé set jornades de terra de llonc420. Y parece mostrar la representación pictórica relacionada con este acontecimiento, la escena por la que San Pedro Nolasco revela al rey don Jaime la conquista de Valencia, y cuya composición muestra una anacrónica imagen de Valencia en un entorno privilegiado. Este cuadro, datado hacia 1660, se ha atribuido a Pablo Pontons (Mayer) o a Jerónimo Jacinto de Espinosa (Tormo, Pérez Sánchez), cuya producción muestra constante interés por los fondos de identificación arquitectónica. En el siglo XIV Ismael Imad-ab-din-al-Ayubi, príncipe árabe, guerrero y geógrafo, en la descripción de España que hace en su obra Takaim-al-boldan, Valencia se asienta en uno de los lugares más hermosos, rodeada de sitios de recreo, con el acompañamiento de los murmullos del agua y envuelta en una atmósfera resplandeciente421. Desde el pensamiento cristiano estas virtudes del paisaje se alimentaron permanentemente. Incluso, se pretendió remontar todas ellas a la época romana, obviando en lo posible la importante contribución islámica, basándose en los autores clásicos que incluían las vías y las conducciones de aguas como grandes obras romanas. Así, Dionisio de Halicarnaso decía reconocer la grandeza del Imperio Romano en obras de munificencia como los acueductos, las vías y las cloacas (Romanarum antiquitatum, III, 13). Una opinión que refrendó Estrabón, contraponiendo esta actitud a cierto descuido hacia las mismas por parte de los griegos (Geografica, V, 3, 8). Y como medidas para incidir el entorno el franciscano Francesc Eiximenis en el Regiment de la Cosa Pública (1383, publicado en 1499), dirigido a los jurados de Valencia, aconsejaba plantar árboles en los marjales para embellecimiento de la huerta y aprovechamiento de su madera. Chopos, olmos y cipreses, aloes actuando de lindes, configuraban la zona de paseo y embellecían el entorno. Con ello, el componente productivo armonizaba con el ornato, la belleza visual de la naturaleza. Muchos mapas nos muestran una huerta cuyos límites de cultivo, bien por tipo de siembra o propietarios, estaban jalonados por árboles. Éstos dan sus propios frutos, pero además protegen los cultivos, establecen lindes, ofrecen sombra al trabajador y al viajero. Unas cualidades que eran observadas por todo transeúnte, pues le salían al paso, y fueron principalmente alabadas en la llegada a Valencia desde el sur. La belleza de la huerta valenciana, alarde de ingeniería secular, era reconocida unánimemente422, por lo que era una visita obligada para los viajeros a los que sus anfitriones debían enseñar las

419 GUINOT RODRÍGUEZ, ENRIC: “El paisaje de la huerta valenciana. Elementos de interpretación de su morfología espacial de origen medieval”, Historia de la ciudad. V. Tradición y progreso. Valencia, ICARO-CTAV-COAV y Ayuntamiento de Valencia, 2008, págs. 116-129. 420 SOLER, ABEL: op. cit., 1998, pág. 218. 421 BLÁZQUEZ, ANTONIO: “Geografia de Albufeda”, Boletín de la real sociedad geográfica. 1906, primer trimestre, XLVIII. 422 GRACIA, CARMEN: Arte Valenciano. Madrid, Cátedra, 1998; concretamente en el capítulo I “Arte y paisaje. La construcción y la destrucción de un paisaje rural”, págs. 21-112.

267

El saber encaminado

268

excelencias de Valencia. Popielovo y Münzer a finales del siglo XV, y Lalaing a comienzos del siglo XVI hablaron de la feraz vegetación de las llanuras valencianas, y de sus capacidades de disfrute. Sin lugar a dudas, a este aprecio no eran inmunes los propios valencianos como podría pensarse de un contacto cotidiano, y formaba parte de las bondades que reconocían en la ciudad. Un mercader milanés a su paso por Valencia en 1519 constata un paisaje tan agradable desde Mogente hasta Valencia que le parece italiano, y subraya la abundancia de jardines en la ciudad y sus alrededores, así como de mulas, utilizadas en el galanteo. Y así lo manifiesta la imagen con la que Christoph Weiditz representó la ciudad diez años más tarde: un hombre a caballo con su mujer a la grupa, especificando que era la forma en la que los valencianos iban a sus jardines de recreo. Mientras que, por las mismas fechas, Juan Luis Vives, intelectual valenciano exiliado y de gran influencia en el exterior, en sus Exercitatio Linguae Latinae (1538), que tanto evocan su ciudad natal, en el diálogo “El Vestir y el pasear por la mañana”, realiza toda una exaltación de la naturaleza, pues en su opinión en un paseo por ella no hay sentido alguno que no reciba algún grande gusto. Los colores a la vista, el canto de las aves al oído, los diversos olores al olfato y todo cuanto uno aplica a la boca al gusto. El Palacio del Real, al otro lado de la ciudad gozaba de este entorno para uso cortesano. Jerónimo Sempere en su Carolea (1560, Valencia), poema épico dedicado a figura de Carlos V, incluyó los siguientes versos sobre dicho palacio: En medio del gran llano, sumptuosa esta Casa Real, muy eminente vecina del gran Turia deleytosa y adarves de Valencia refulgente cercada está de huerta muy hermosa la regia y gran posada preminente, de muros y altas torres adornada á Reyes de España dedicada. De toda la campiña esta señora la vista lindos lejos vee de ella, de piedra es bien labrada y se mejora del fuego, sin que pueda hacelle mella, de pinos y cipreses se decora, naranjos y arrayanes la hacen bella, las aguas plantas, flores le dan lustre, y así por las Iberias es ilustre423. Jardines y altas torres, que son las que todavía reflejan la vista de Wyngaerde de 1563, y las palabras de Enrique Cock, que en enero de 1586 viajaba con el amplio séquito de Felipe II y sus 423 LLORENTE, TEODORO: Valencia. Sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia. Barcelona, Daniel Cortezo y Cª, 18871889; t. II, pág. 25.

La red viaria de la ciudad de Valencia

hijos el príncipe Felipe y la infanta Isabel Clara Eugenia, y afirmaban que Valencia se encontraba fundada sobre agua en un lindo y verde sitio y cuasi el más hermoso de toda España. Como recoge el mismo autor esta belleza se trasladaba a los patios y huertos urbanos, y con ella se obsequiaba a los visitantes ilustres, manipulándola en entradas triunfales y recreando la huerta en el puente del Real. El colorido, el olor, el orden de la huerta se trasladaba al interior. Incluso en su estado final, antes de vender el producto, como creía Juan Luis Vives se producía en la plaza de la fruta o de las legumbres: ¡Qué plaza tan capaz! ¡Qué distribución y orden de vendedores y de cosas vendibles! ¡Qué olor de las frutas! ¡Qué grande variedad, limpieza y hermosura! No se pueden imaginar huertos que igualen a esta plaza. La huerta proporcionaba experiencias estéticas hasta el punto que se intentaban reproducir y superar en artificios urbanos. Vives dedicó sus diálogos al príncipe Felipe, por lo que pudo anticiparle sensaciones que tuvo cuando visitó Valencia. Así lo reconocía, como hemos visto, parte de su séquito y él mismo en una carta a su hija Catalina en la que expresaba que en Valencia visitó muchos monasterios y jardines, que les ay muy buenos. Y Camilo Borghese, nuncio extraordinario del papa Clemente VIII ante Felipe II para obtener la ayuda de éste en una nueva cruzada, mientras esperaba la galera de Cartagena que debía conducirle a Roma, fue agasajado durante días por el patriarca Juan de Ribera mostrándole reliquias y los muchos jardines que habían en la ciudad. También las crónicas que trataron el enlace real de Felipe III y Margarita de Austria insisten en estos temas. La red viaria en los alrededores de Valencia adquirió un gran desarrollo debido a la estrecha relación que ésta mantenía con su entorno. Tanto por su abastecimiento, como por entender el espacio circundante como lugar de recreo por excelencia. A este entorno se acudió andando o sobre animales y paulatinamente se hizo frecuente el uso de coches. Su introducción en España en tiempos de Carlos V supuso un cambio en el medio de desplazamiento y en las exigencias de la red vial. En el caso de Valencia ésta fue sometida a prueba en las visitas reales, donde la llegada en coches y carruajes se produjo con ostentación, destacando lo vivido en 1599 con la estancia de la corte en las dobles bodas celebradas en la ciudad. Unos modos de desplazamiento que tenían su repercusión en el cuidado de la red vial, y que se consolidaron plenamente entre los valencianos. Muy pocos años después Bathélemy Joly se asombraba del número de coches, frecuentemente tirados por dos o cuatro mulas, que vio en Valencia, pues los que carecían de medios se unían para compartir uno, y los que no poseían cochera los dejaban en las calles. Una abundancia, en su opinión, sólo comparable a lo que sucedía en París. La rigurosa y difundida historia de España y Portugal desde los tiempos remotos a los Reyes Católicos confeccionada por el padre Juan de Mariana contribuyó a fijar la imagen de Valencia. Su Historia de rebus Hispaniae libri XXV (1592), apareció primero en latín y parcialmente, en 1601 publicó en Toledo su traducción al castellano, la edición completa en latín, Historia de rebus Hispaniae libri XXX, se publicó en Maguncia en 1605, alcanzando un gran éxito, y en 1619 la amplió con un conciso sumario de los principales acontecimientos históricos ocurridos hasta el siglo XVII. En concreto, en el libro XII, capítulo 19, hace una exaltación de Valencia y su huerta, que fue accesible a un amplio público europeo.

269

El saber encaminado

270

Estas ideas sobre la belleza y fertilidad del entorno de la ciudad, incluso comparándola con un jardín perfecto o el Paraíso en la concepción de John Milton, fueron constantes en siglos posteriores, como lo atestiguan el inglés Willian Cecil, los franceses Barthélemy Joly, Des Essarts y A. Jouvin, aunque este último no la pisara424, los ingleses J. Townsend, R. Twiss, J. T. Dillon y J. Marshall425, o la voz dedicada a Valencia por Zedler en su enciclopedia426. Las fuentes para el conocimiento de la historia de España, aunque deficientes, insistían en las cualidades de Valencia como Edén, Paraiso, Eliseos… Louis Coulon, en Le fidèle conducteur pour le voyage d’Espagne (Paris, 1654), considera que Valencia tiene un clima agradable y un paisaje infestado de huertos y con un estanque que la convierten en el país más delicioso del mundo. Términos empleados anteriormente por el padre Juan de Mariana y de los que también se hará eco Martin Zeiller, autor del manual topográfico más leído en Alemania, y en parte de la Europa con conocimientos de latín427. Y algunos a la contemplación pedestre sumaron la realizada desde un lugar elevado. Por ejemplo, Antonio Ponz, que ya reconocía la influencia de los geógrafos extranjeros, muy probablemente en referencia a los mapas con cartelas elogiosas y a los comentarios de diversos viajeros, así como al padre Juan de Mariana, en la extensión de las alabanzas por sus cualidades naturales, experimentó en varias ocasiones el placer de contemplar desde lugar prominente la dilatada y frondosa huerta, que por todos lados cerca, y que con la inmediata costa del mar forma y espectáculo verdaderamente deleitable, cuanto se pueda pensar428. Opinión que compartía Dillon al hablar en la “fermosa Valencia” y evocación del paraíso perdido, de su feliz situación cercana al mar, junto a un río que podía cruzarse por cinco puentes para entrar en una bella ciudad, y rodeada ésta por un entorno donde siempre sonreía la naturaleza429. En Gemälde von Valencia (Leipzig, Heinrich Graff, 1803) de Christian August Fischer esta exaltación llega al paroxismo, y sus cualidades las pone al servicio de diversos segmentos del turismo a los que dirige su obra. Por un lado, aquellos que quisieran restablecer su salud merced a un clima benigno, balnearios en la ciudad y baños en el mar, y paseos entre un paisaje feraz, que producía una dieta adecuada. A este paisaje, incluso, supedita los elementos más representativos de la ciudad, como el Micalet que es convertido en privilegiada atalaya de la huerta, Albufera, mar, montes y dilatado horizonte. Y, por otro, el mismo espectáculo vegetal le permite identificar nuevos destinatarios, como los amantes de la botánica a los que trasladaba la gran contribución de Cavanilles, o los pintores y grabadores. En este sentido, con carácter pionero alaba las

424 SALA, DANIEL: op. cit., 1999. 425 RIBBANS, GEOFFREY: op. cit., 1955. 426 ZEDLER, JOHANN HEINRICH: Grosses vollständiges Universal-LexiKon. Halle – Leipzig, 1734; t. 46, pág. 208. 427 BRIESEMEISTER, DIETRICH: “”Imágenes de Valencia”. Antecedentes del imaginario valenciano”, en RAPOSO FERNÁNDEZ, BERTA (ed.): Cuadro de Valencia. Valencia, Biblioteca Valenciana, 2008, págs. 75-122. 428 PONZ, ANTONIO: op. cit., 1774; Libro III, Carta X, nº 3 (descripción general de la huerta) y Libro IV, Carta X, nº 35 (desde San Miguel de los Reyes). 429 RIBBANS, GEOFFREY: op. cit., 1955.

La red viaria de la ciudad de Valencia

271

Detalles decorativos del edificio de viajeros de la Estación del Norte, Valencia. Fot.: Eduardo Alapont, 2004. Fondo Cátedra Demetrio Ribes UVEG-FGV.

excelentes condiciones paisajísticas de las tierras valencianas y que sólo requieren del genio de un Claude de Lorraine, al que nombra en dos ocasiones, como ejemplo un pintor capaz de trasladar la belleza del paisaje, y del que se atreve a sugerir como encuadre la vista del valle con la ciudad desde los altos de Torrent. Desde luego Fischer, exhorta a los pintores a que hagan justicia ante las condiciones naturales, cuya actividad tardaría en extenderse al aire libre hasta finales del siglo XIX430, pero su consejo es amplio y persigue proporcionar las mejores impresiones en los viajeros, a los que aconseja ciertas vistas pintorescas y románticas. Estas virtudes se disfrutaban desde el camino y algunas medidas institucionales pretendían salvaguardarlas. Jean François Paul de Gondi, cardenal de Retz, en 1654 se refirió al reino de Valencia como el más bello jardín del mundo, cuyos granados, naranjos y limoneros formaban las empalizadas de las carreteras, y la campiña alagaba la vista y el olfato431. El valenciano Tomás Manuel Fernández de Mesa en su Tratado legal y político de caminos públicos y posadas… (1755), capítulo XVI, esgrimía como una de las críticas a los caminos del reino de Valencia que hubieran perdido la condición elevada o en terraplén que Aristóteles alabó en la vía Heráclea, pues con ello se presentaban inconvenientes de mantenimiento y seguridad, pero también de disfrute y diversión, puesto que los muros restaban vistas. No obstante, su propuesta de un camino ideal, que presenta para el que uniese Madrid y Alicante, refleja muchas de las características de amenidad que sobre todo, se vincularon con la llegada a Valencia desde el sur, con un camino recto, flanqueado por

430 Véase, por ejemplo, PÉREZ ROJAS, JAVIER: Tipos y paisajes. 1890-1930. Valencia, Generalitat Valenciana, 1998. 431 Citado por GARCÍA MERCADAL, JOSÉ: op. cit., 1999; t. III, pág. 248.

El saber encaminado

272

abundante vegetación y con un punto de fuga monumental en la ciudad, siguiendo principios clásicos ya plenamente asumidos. Les Delices de l’Espagne (1707), síntesis de opiniones del siglo anterior, destacaba cómo el camino de Xàtiva a Valencia era uno de los más bellos y encantadores del mundo, que conducía a un jardín perpetuo con variedad de árboles frutales, una tierra extremadamente fértil donde la naturaleza parecía dar sus bienes a manos llenas, y con múltiples jardines de recreo432. También el padre Sarmiento en sus “Apuntamientos para un discurso sobre la necesidad que hay en España de unos buenos caminos reales y de su pública utilidad (1757)”433, en su propuesta de camino defiende para cada lado cuatro hileras de árboles, franja para carruajes, otra para caballerías y una central para peatones. Sobre lo ya realizado Christian August Fischer, que visitó tierras valencianas en 1797, alabó en alemán, francés e inglés la virtud de los caminos de llanura en una comarca que consideraba era un único jardín en una especie de país celestial de la primavera, pues los recientemente construidos eran de gran anchura434. Estas virtudes sobre las dimensiones de los caminos trocaban en desmesura para el ingeniero de formación francesa Agustín de Betancourt, en su “Noticia del estado actual de los caminos y canales de España” entregado al ministro Pedro Cevallos en 1803. Y como motivo de crítica añadía que al trazar la carretera de Albacete a Valencia se hubiera dejado fuera a poblaciones como Xàtiva, Alzira, Carcaixent y Algemesí, pues se privaba a los pueblos importantes de las ventajas de la comunicación más moderna, y a los transeúntes de las comodidades que éstas podían prestar, así como sin las delicias y hermosuras de sus huertas. El sentimiento de identidad de los valencianos con este contexto se mantuvo durante siglos y hasta avanzada la época contemporánea. Así, no sorprende que ante la magna construcción de la estación de ferrocarril en Valencia por Demetrio Ribes a comienzos del siglo XX435, los motivos vegetales de la huerta acompañaran la obra de ingeniería que daba la bienvenida a la ciudad, recreándola como secularmente se había hecho en un espacio de arco triunfal con los que se solía agasajar a los visitantes. No obstante, las palabras de Fernández de Mesa o las actuaciones llevadas a cabo con algunas visitas reales para recuperar las cualidades paisajísticas alrededor de los caminos, evidencian una paulatina transformación. Con el paso del tiempo y cercanía a la urbe la mirada fue dirigida hacia delante sin la alternativa del deleite de los campos. La mirada dejó de fluir libremente, y quedó limitada en lindes, cercas de conventos, casas y actividades humanas en sus puertas. Así se recogía a principios

432 ÁLVAREZ DE COLMENAR, JUAN: Les Delices de l’Espagne & du Portugal… Leiden, Pierre Vander Aa, 1707; t. III. pág. 550. 433 Publicado en el Semanario Erudito de Valladares, 1789, tomo XX, págs. 11-225. 434 FISCHER, CHRISTIAN AUGUST: op. cit., 1803. 435 AGUILAR CIVERA, INMACULADA: Demetri Ribes arquitecto (1875-1921). Valencia, Conselleria d’Infraestructures i Transport, 2004.

La red viaria de la ciudad de Valencia

del siglo XVIII Les Delices de l’Espagne436. Y a finales del mismo J. Towsend al describir los alrededores de la capital habla de un pueblo continuo por el número de casas en los caminos. El visitante tenía un acceso a la ciudad sumamente grato. A las asperezas de las montañas o la inseguridad de los tramos más apartados de núcleos habitados o cercanos a la costa, la llegada a Valencia se producía por caminos rectos, cuidados y transitados, que atravesaban una fértil llanura. Con una gran arboleda en su entrada por el sur; por las riberas del Turia desde Quart por el oeste, donde podían recitarse los versos de Juan Luis Vives, modificando los de Claudiano en Laus serenae (“floribus et roseis formosus Turia ripis, fructibus et plantis semper pulcherrimus undis”), que las autoridades se encargaron de colocar hacia 1760 en el mojón monumental que orientaba sobre la bifurcación en el acceso a la capital por la puerta de Quart o por el paseo de la Pechina bordeando el cauce del río437; desde el mar por un camino flanqueado por jardines y moreras, que desde mediados del siglo XVII finalizaba en la Alameda; y por el norte con un recorrido por la rica huerta que acababa en los cinco puentes sobre el río Turia, que contribuían a reafirmar la fama que alcanzaba la ciudad por su red vial. Así lo reconocían las propias autoridades municipales durante los debates en 1591 sobre la mejor ubicación del puente del Mar: ab ser esta ciutat tan famosa es alabada per tot lo mon de les bones eixides que te per totes parts corresponent los ponts per la una part als portals de la ciutat y per altra als camins y carrers publichs dels Aravals438. Grata impresión recibía el viajero al llegar al cauce del río Turia, y ver un espacio diáfano, con el tiempo urbanizado, y con cinco puentes, alineados con entradas, algunas monumentales. Como hemos visto en capítulos anteriores estas construcciones eran escasas, y en la mayoría de las ocasiones el paso de los ríos se hacía en vados, lo que dificultaba aún más los viajes, haciéndolos incluso peligrosos en épocas de crecidas. De existir, en la mayoría de las ocasiones eran de madera, o en los de curso regular realizados con barcas. En este orden de cosas era natural la sorpresa que causaban los cinco puentes de acceso a la capital del reino valenciano. Y no sólo resultaba impactante por la realidad de las tierras valencianas, sino por el análisis del perfil de algunas de las principales ciudades españolas; por ejemplo, Lérida, Zaragoza o Sevilla durante muchos siglos tuvieron un único puente al servicio de la comunicación y en algunos casos tardaron en convertirlos en elementos de embellecimiento de su perfil urbano, sustituyendo los puentes de barcas. A través de las palabras escritas por Claude de Brosenval en 1532 se recogía el perfil sorprendente de la capital valenciana, y lo fijaba la imagen de la ciudad del grabado incluido en la obra de Pedro Antonio Beuter, Primera Parte de la cronica general de toda España, y especialmente del reyno de Valencia (1546). Estableciendo con ello uno de los elementos que más han caracterizado la imagen

436 ÁLVAREZ DE COLMENAR, JUAN: op. cit., 1707; t. III pág. 564. 437 ROSSELLÓ I VERGER, VICENÇ M.: op. cit., 1995. 438 Citado por TEIXIDOR, MARÍA JESÚS: “Una obra emblemática de la Fábrica Nova del Riu: el pont de la Mar (15921596)”, en Cuadernos de Geografía. 2000, n° 67-68, págs. 147-166; pág. 154.

273

El saber encaminado

pública de Valencia, el de una ciudad fluvial cuya clave gráfica más repetida es la representación desde el lado norte439. Una imagen que fue resultado de una atención municipal a las obras de ingeniería de largo recorrido440.

274

En el siglo XI había un puente de madera, bab al-Warraq, que correspondería con el lugar que ocupó el de la Trinidad, y uno de piedra construido por el primer aimirí de la taifa, ‘ Abd al ‘ Aziz, derribado por la avenida del río de 1088, y cuyo espacio ocuparían otros y finalmente el de Serranos441. Desde el inicio de la época medieval cristiana en el siglo XIII en Valencia existe constancia de la existencia de dos puentes sobre el Turia, y en concreto el Llibre del Repartiment habla de uno de madera con dos torres con sus barbacanas en sus extremos, tal vez el conocido como alQantara; en 1243 se aprueba un impuesto para la construcción de un nuevo puente; y en el año 1254 una donación testamentaria distingue entre los puentes superior e inferior del río, cuyos emplazamientos se han identificado con los que ocuparon después el de Serranos y el del Temple o Real, respectivamente442. En julio de 1270 se concede licencia a los jurados de Valencia para imponer por tres años el pago de un óbolo por cada acémila cargada que entrase en la ciudad, destinando lo recaudado en reparar los puentes de las puertas de Serranos y de Leridanos, que un año más tarde se menciona como dels Catalans, que es donde se cobra el óbolo443. El 16 de abril de 1274 la ciudad recibió nuevo permiso para recaudar durante dos años un óbolo con destino a la construcción de un nuevo puente de piedra, encargándose de la percepción Ramón de Riusech y Pedro Gilabert444. Durante el reinado de Pedro III de Aragón la ciudad se vio notablemente reforzada en sus vías de comunicación. En 1278 el monarca dio licencia a la capital para construir un camino y un puente, y, para subvenir gastos, la facultad de exigir, incluso por la fuerza y por tres años, óbolos445. Varios puentes se emprendieron desde un primer momento, como el del Real y el de los Catalanes, como se deduce de la advertencia efectuada por el monarca meses más tarde. En ella,

439 Sobre la relación de la ciudad con el río, que es considerado su esencia y razón de ser, a través de las representaciones gráficas véase ROSSELLÓ I VERGER, VICENÇ M.; ESTEBAN CHAPAPRÍA, JULIÀ: La façana septentrional de la ciutat de València. Valencia, Fundació Bancaixa, 1999. 440 ESCLAPÉS DE GUILLÓ, PASCUAL: Resumen historial de la fundación y antigüedad de la ciudad de Valencia de los edetanos o del Cid… (primera edición Valencia, Imprenta de Antonio Bordazar de Artazu, 1738), Valencia Jose Estevan, 1805. TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit., (Mss. 1767) 1895-1896. ORELLANA, MARCOS ANTONIO: Valencia Antigua y Moderna. (Mss. 1790) 1923-1924, Acción bibliográfica Valenciana, Valencia, vols. III. 441 GUICHARD, PIERRE: op. cit., 1980, pág. 102. 442 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1991, pág. 62. 443 MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit. I. Jaime I el Conquistador. 1934, págs. 218 y 262, docs. 991 y 1.195. 444 MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit. I. Jaime I el Conquistador.1934, pág. 372, doc. 1.705. 445 ACA, Cancillería Real, registro 40, f. 102; 6 de mayo de 1278. Primera regesta en MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit., II. Pedro el Grande. 1934, pág. 94, doc. 395. Un día más tarde el rey dio permiso a la ciudad de Valencia para establecer impuestos por el tránsito de bestias de carga (ibídem, doc. 397).

La red viaria de la ciudad de Valencia

indicaba a la ciudad que no debía emprender o continuar ninguno hasta que no estuvieran terminados los citados. En concreto, el de los Catalanes, se encontraba entre la puerta del Temple y el Real, lo que correspondería a un lugar próximo al que después ocupó el puente de la Trinidad, y debía ser de tres pilares y dos arcos446, lo que parece indicar que sólo cubría la parte central del lecho fluvial. En 1281 se trató la destrucción de que habían sido objeto las obras del Puente Mayor mandado construir por el rey447. El puente de los Catalanes tuvo que recomponerse tempranamente, pues en 1289 Alfonso III de Aragón para su mejora autorizó a la ciudad a exigir óbolo a cada caballería que entrase cargada en la ciudad448. Licencia que Jaime II extendió, en general, a la obra de los puentes, concediendo por dos años a los prohombres de Valencia la facultad de exigir el pago de óbolos por cada animal cargado que entrase o saliese por las puertas de la ciudad449. Ya en el siglo XIV los puentes siguieron sometidos a las destrucciones de las crecidas del río. Así se deduce de un bando del Consell en octubre de 1321, y por el que se prohibía coger piedras, tierra, ladrillos o maderas de los puentes, muros y barbacanas de la ciudad, destruidos en la última crecida del río, y en octubre de 1328 otro ordenó que se reparasen los puentes de la huerta destruidos en una nueva crecida450; y es que muchos de los puentes que destruían las avenidas eran éstos o los que cruzaban el foso de la ciudad. El Consell instaba a su conservación o reparación porque el coste de las obras corría a cargo de los usuarios, lo que no ocurría con los que se levantaban sobre el río que eran responsabilidad de la ciudad. Ésta mantuvo la atención por ellos, por lo que para su reparación o reconstrucción Pedro IV el Ceremonioso también otorgó gracias a los jurados y prohombres de Valencia en condiciones parecidas a sus antecesores. En 1339 para que pudieran reedificar los puentes de piedra que había sobre el río y se habían arruinado les otorgó autoridad durante cinco años para exigir un óbolo por caballería que entrase o saliese de la ciudad, pero sólo una vez al día a cada contribuyente451. Concesión que fue renovada en 1343, ampliando a seis años la posibilidad de cobrar un dinero por cada jinete, un óbolo por peatón y otro por animal cargado y su conductor, con el objeto de costear la reparación de los puentes y hacer un abrevadero452. En julio de 1345 el Consell mandó reparar la parte caída del puente dels Catalans, por la que murieron tres personas, y poner remedio al estado rui-

446 ACA, Cancillería Real, registro 41, f. 116v; 26 de julio de 1279. Una primera regesta en MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit., II. Pedro el Grande. 1934, pág. 141, doc. 628. 447 MARTÍNEZ FERRANDO, JESÚS ERNESTO: op. cit., II. Pedro el Grande. 1934, pág. 295, doc. 1.381. 448 ACA, Cancillería Real, registro 80, f. 84v; 5 de noviembre de 1289. 449 ACA, Cancillería Real, registro 90, f. 288v. 450 CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS; TRENCHS ODENA, JOSÉ: “El Consell de Valencia: disposiciones urbanísticas (siglo XIV)”, La ciudad hispánica durante los siglos XIII al XVI. 1985, Universidad Complutense de Madrid, vol. II, págs. 1481-1545; pág. 1498, regs. 3 y 7. 451 ACA, Cancillería Real, registro 866, f. 26; 7 de mayo de 1339. Parecida información a través de las fuentes municipales en SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002, pág. 110. 452 ACA, Cancillería Real, registro 876, f. 52v; 23 de marzo de 1343.

275

El saber encaminado

276 Grabado en la obra de Pere Antoni Beuter. Primera Parte de la cronica... 1546. Construcción de las murallas de la ciudad.

noso de los puentes del Real y dels Serrans, para evitar otra tragedia453. El 12 de marzo de 1349 el Consell General decidió que este último fuera construido todo de piedra454. Simultáneamente, en el segundo cuarto del siglo XIV, el Consell emprendió obras de protección contra las crecidas del río, como muros de protección y de contención, limpiar fosos, hacer uno nuevo, etc., que defendieran la ciudad, arrabales y huerta455. Además, en la cercanía de la capital y junto al río aguas arriba, se encontraba el núcleo de Quart, a cuyo concejo Pedro IV otorgó en 1342 gracia para poder reparar el puente sobre el río y establecer el siguiente pontazgo: un dinero por jinete, caballería y mozo a pie, otro por animal conducido por hombre a pie, un óbolo por peatón, ocho dineros por centenar de cabezas de ganado menor, doce dineros por centenar de cabezas de ganado mayor, y tres sueldos por cada dos maderos que bajaran por el río456. Dos son los aspectos más relevantes en el tipo de pontazgo: primero, contempla las actividades ganaderas, muy comunes en los puentes que no ofrecen acceso a grandes ciudades; y segundo, también lo hace con el transporte de madera. El grabado calcográfico “Huerta y contribución particular de la Ciudad de Valencia…” de Francisco Antonio Cassaus, que indica que fue realizado a partir del dibujo de Ascensio Duarte en 1595, refleja la existencia de un puente entre Quart y Paterna. En época de Pedro IV a través de los privilegios reales se constata, como ya hemos visto y comparte la capital, una notable actividad en la construcción de puentes. En parte obligada tras los numerosos conflictos de la época. Así, en 1348, a punto de expirar el plazo concedido por el monarca para poder recaudar de los usuarios de los puentes de Valencia con el fin de contribuir a su construcción, la revuelta ciudadana conocida como Guerra de la Unión, supuso una nueva destrucción, en este caso en un intento de dificultar la llegada del ejército real al mando de don Pedro de Xérica, 453 TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit., (Mss. 1767) 1895-1896; t. I. pág. 68. 454 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1991, pág. 62. 455 SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002, págs. 113-115. 456 ACA, Cancillería Real, registro 874, f. 31; 13 de enero de 1342.

La red viaria de la ciudad de Valencia

vencedor en Moncada, lo que suponía quedar a las puertas de la ciudad. Finalmente, la batalla de Mislata supuso el triunfo del bando de Pedro IV. Al año siguiente el rey permitió a la ciudad que rehiciese los puentes demolidos en tiempos de la considerada, obviamente, réproba Unión, facultándola por cuatro años a pedir lo mismo que estaba antes dispuesto, con la posibilidad, además, de cobrar por cada animal, fuera o no cargado, y su conductor457. En agosto de 1355 el Consell disponía medidas para la obra del puente dels Catalans458, y un año más tarde el rey concedió prórroga de dos años a la licencia otorgada459. Cuando prácticamente expiraba el plazo, la riada de agosto de 1358, en la que murieron cerca de medio millar de personas, arruinó nuevamente los puentes460. La confluencia de acciones en las obras públicas ante las constantes amenazas del agua y el hombre, motivó que en la capital valenciana por privilegio real Pedro IV creara en 1358 la Junta de Murs i Valls, separada del gobierno común de la ciudad. La Junta estaba compuesta por tres obreros diputados de renovación anual en representación de la iglesia, los caballeros y la ciudad, además de los jurados y el maestre racional; y disponía de varios oficiales: el obrer de murs i valls encargado del control de las obras públicas de la ciudad y de la recaudación de impuestos que las permitiera, que contaba con la ayuda en esta gestión del sotsobrer, que regía y administraba la obra, un escribano que era notario público, y tres sobrestantes encargados de guardar y custodiar los materiales y la arena utilizados, entrar el agua cada sábado en los fosos viejos de la ciudad y cuidar el estado y limpieza de los abrevaderos. Las competencias de la Junta comprendían la realización de obras defensivas, como los fosos y murallas iniciadas en 1356, los caminos reales y sus empalmes, la conservación de acequias (aunque el coste correspondía a los usuarios) inundadas en gran medida con las crecidas de 1358, los puentes destruidos por la avenida del río del mismo año... Los trabajos de la Junta en los puentes se vieron tempranamente trastocados por un nuevo conflicto armado: el doble asedio que padeció Valencia en 1363 y 1364 por parte de las tropas castellanas del rey Pedro I de Castilla, durante la llamada Guerra de los Dos Pedros. Esta situación supuso una considerable merma en las infraestructuras. Por un lado, se produjo el derribo de numerosas casas y consiguiente indemnización, principalmente acometidas en el camino de Murviedro para reforzar las defensas frente a las tropas castellanas; y por otro, con la llegada de éstas se procedió a la destrucción de los puentes sobre el río Turia. El 30 de agosto de 1363, tras el primer asedio, el rey otorgó gracia al consejo de Valencia para el restablecimiento de los puentes destruidos durante el sitio. Pero es relevante el cambio en el sistema de financiación, pues ya estaba en funcionamiento la Fàbrica de Murs i Valls, que debía financiar y supervisar su construcción.

457 ACA, Cancillería Real, registro 889, f. 118 v; 26 de enero de 1349. 458 CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS; TRENCHS ODENA, JOSÉ: op. cit. 1985, pág. 1.506, reg. 57. 459 ACA, Cancillería Real, registro 898, f. 255; 16 de abril de 1356. 460 Biblioteca de los Dominicos, signatura 13. Memorias valencianas, por Onofre Esquerdo hacia 1683. Entre las muchas crónicas que lo citan.

277

El saber encaminado

Por esta razón, frente a la autorización de cobrar durante el tiempo de la reparación, el monarca exige que sólo una vez construidos pueda cobrarse durante seis años un dinero por jinete y su mozo, otro por animal cargado, y un óbolo por persona a pie461. Una situación similar a la que vivía, por ejemplo, Teruel.

278

En el cuidado de los caminos y puentes la Fàbrica de Murs i Valls tuvo especial cuidado desde sus inicios en 1358. Sólo dos años más tarde Multitud en el puente de san José viendo la crecida del río Turia durante la riada de 1897. Fot.: Antonio García. BV, José Huguet, F8/163. decidió ampliar a nueve palmos los caminos que discurrieran junto a una acequia para permitir el cruce 462 de vehículos cargados, y años más tarde prohibió su tránsito . Una supervisión en la que el mustaçaf también tenía una gran responsabilidad para la conservación de los caminos, pues debía velar que los carros no fueran demasiado cargados, ni en las calles de la ciudad ni en los caminos de la huerta, donde estropeaban acequias, albañales y puentes de madera. Así se lo recordaba el municipio en 1380, 1389, 1391 y el celo de la institución desembocó en una prohibición expresa por el Consell en 1393 y 1396463. En los alrededores de la ciudad las actuaciones eran también permanentes. Por ejemplo, en 1387 el Consell de la Ciutat estableció que los seis dineros de imposición anual para la obra de murs i valladars fueran invertidos cada año en el arreglo de puentes y caminos de la huerta464. Las obras de reconstrucción, substitución y construcción de puentes ocuparon los siglos sucesivos. El de la Trinidad se construyó entre 1401 y 1407. En el de Serranos se rehicieron algunas de sus arcadas en 1414 con motivo de la llegada del rey, y en 1481 se reparó por la visita de la reina465. Finalmente, arrasado en 1517 por una devastadora riada, fue reedificado a partir del año siguiente. El del Temple o del Real, probablemente el otro citado por las fuentes desde los inicios,

461 ACA, Cancillería Real, registro 908, f. 205v; 30 de agosto de 1363. 462 SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002, pág. 116. 463 CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS; TRENCHS ODENA, JOSÉ: op. cit., 1985; regs. 166, 219, 243, 257 y 262. 464 CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS; TRENCHS ODENA, JOSÉ: op. cit. 1985, pág. 1.528, reg. 200. 465 CÁRCEL ORTÍ, MARÍA MILAGROS: “Vida y urbanismo en la Valencia del siglo XV”, Miscel.lania de textos Medievals. 1992, nº 6, págs. 255-619; en concreto, págs. 390 y 609.

La red viaria de la ciudad de Valencia

fue destruido por las inundaciones de 1358, 1406, 1427, 1479 y 1517, y se hundió con el peso de cientos de personas en 1528 coincidiendo con la visita de Carlos V. El puente del Mar también era de madera, en 1401 se rehicieron sus cimientos, en 1406 sufrió serios desperfectos con la riada, en 1423 se hacían bóvedas, lo que parece indicar el uso de piedra, que se arruinarían con las crecidas del río de 1472, 1475 y 1487, momento en que fue reforzado con elementos de mampostería. La avenida de 1517, que se llevó los puentes de San José, Serranos y la Trinidad, lo dejó en mal estado466. En 1546 Joan Bautista Corbera, prevere mestre pedrapiquer de la dita Fàbrica, acordó la obra de piedra, ladrillo y mortero que se debía hacer sobre las pilas viejas derribadas del puente del Mar467. El pont Nou frente al portal Nou se hizo en Antonio Muñoz Degraín, Amor de madre, h. 1912. madera en 1486, y tras numerosas vicisitudes se hizo en Óleo sobre lienzo, 202 x 160,5 cm. Museo de piedra a principios del siglo XVII, pasando a ser conoBellas Artes de Valencia. cido como puente de San José por establecerse cerca del citado portal el convento de monjas carmelitas de San José. El más antiguo de los conservados en la ciudad de Valencia es el dels Catalans, después conocido como el de la Trinidad, hecho entre 1401 y 1407 con traza del maestro Francesc Tona468. Después de tantos intentos por hacerlo de piedra lo cierto es que en 1372 era de madera, pero en 1401 se decidió nuevamente emprenderlo en piedra, a cuyo fin el cantero Francesc Tona hizo muestras. Un año más tarde participaban los canteros Pere Balaguer, Mateu Teixidor y Julià Martíneç. Y en 1404 los dos últimos tomaron la obra a destajo, a cuatro florines la hilada de piedra. En 1406 Francesc Tona contrató el destajo para terminar la obra con la realización de dos cabezas de puente y la escalera. La obra, de diez arcadas de unos trece metros de luz, generando bóvedas rebajadas ligeramente apuntadas sobre robustas pilas con tajamares, finalizó en febrero de 1407, y ha resistido numerosas avenidas, como la de 1517 que arruinó los otros cuatro –del portal Nuevo, de Serranos, del Real y del Mar–, que se rehicieron en madera y algunos con partes que pretendían ser más estables469, en parte aprove-

466 TEIXIDOR, MARÍA JESÚS: op. cit., 2000. 467 AMV, Libros de Fábrica de Murs i Valls; años 1529-1576; capítulos del 18 de noviembre de 1546. 468 Sobre su proceso constructivo véase SERRA DESFILIS, AMADEO: op. cit., 2002, págs. 118-124. 469 Muchos son los dietarios que nos relatan los hechos. Por ejemplo en el “Libro de casos sucedidos en la ciudad de Valencia, tanto antiguos como modernos...” de José Agramunt, como puede leerse en BENAVENT, IGNACIO; AGRAMUNT, JOSÉ (Introducción, transcripción y notas a cargo de Emilio Callado Estela y Alfonso Espronera Cerdán): Memoria escrita, historia viva. Dos dietarios valencianos del seiscientos. Valencia, Ajuntament de Valencia, 2004, pág. 100.

279

El saber encaminado

280

Detalle de los puentes de Trinidad, Real y Mar en la vista de Valencia de Anton van der Wyngaerde, 1563. ÖNB/Wien, Ms. Min. 41, f. 1.

Puente de la Trinidad en la vista de Valencia h. 1842. Litógrafo Deroy e impresor Becquet, E. Dardoize editor.

chando las pilas ya existentes, como en los puentes del Mar y de Serranos, pero que en el de la Trinidad sólo afectó los pretiles. Posteriormente experimentó algunas modificaciones470 y oportunas reparaciones, como las acontecidas tras el sitio de los realistas en 1823. En 1947 se colocaron las dos esculturas de Ponzanelli que en 1906 se retiraron del puente Nuevo o de San José. El siguiente puente en antigüedad de los conservados es el de Serranos, aunque el actual ocupa el lugar del primero en realizarse en piedra, que ya tenía una clara vinculación con la monumentalidad y representatividad perseguida con la construcción del portal de Serranos. La sotsobreria de Murs i Valls, con mandato y licencia de los honorables jurados de Valencia, en 1392 pagó al maestro Pere Balaguer 165 sueldos por haber ido a diversos lugares de Cataluña para ver obras de torres y puentes en relación con el portal que debía hacerse junto al puente de Serranos. Unión de criterios que es evidente en la orientación del puente, condicionada a la citada puerta más que al camino. En 1517 las aguas lo arruinaron, y el actual se construyó con altibajos de 1518 a 1545. Inició las primeras reparaciones el maestro mayor Joan Corbera. En junio del primer año se decidió que se hiciese a seis dineros el palmo trabajado y no a jornales, a cargo de los maestros albañiles Miguel Moscardó y Jaime Daroca471. Miguel Maganya, trabajó en el torreón del puente y en los pilas de piedra. El 15 de enero de 1519 con Joan de Alacant dio opinión sobre la nivelación para que se asentasen bien las pilas y arcadas realizadas por Corbera. Sólo se construyeron tres pilas y dos arcadas, y surgieron dificultades, por lo que optaron por abandonar la obra y completarla con una palanca de madera. De 1535 a 1545 Joan de Alacant, sobrestante, dirigió las obras de dos pilas más de piedra y las arcadas restantes472. Número

470 AMV, Libros de Fábrica de Murs i Valls; años 1529-1576. Una de las mejoras fue la de la escalera que descendía al cauce del río, reedificada en 1574 por Tomás Mellado por 57 libras. 471 CARRERES ZACARÉS, SALVADOR: La Valencia de Juan Luis Vives. Valencia Imp. hijo de F. Vives Mora, 1941, pág. 23. 472 La participación de los maestros, y por consiguiente el proceso constructivo, véase GÓMEZ-FERRER LOZANO, MERCEDES: Arquitectura en la Valencia del siglo XVI. El Hospital General y sus artífices. Valencia, Albatros, 1998.

La red viaria de la ciudad de Valencia

281

Vista de Valencia desde la Bellota, con el puente de la Trinidad en primer término. Litografía coloreada de E. Ciceri, sobre dibujo de É. Rouargue, mediados del siglo XIX.

Vicente Salvador Gómez. Llegada a Valencia del Cristo del Salvador, 1668. Museo de Bellas Artes, Valencia, Colección Orts-Bosch. Puente de la Trinidad y al fondo el de Serranos.

total que denota el reaprovechamiento de pilas medievales. El resultado es un puente de 156 metros de largo por 11,5 de ancho, formado por nueve arcadas escarzanas de quince metros de luz sobre pilas con tajamares que se desarrollan en altura para crear un pretil que forma una planta dentada, adecuada para refugio del tráfico y lugar de solaz. Por otro lado, mosén Juan Bautista Corbera y Juan Gilart entre 1538 y 1539 erigieron en este puente la primera estructura techada documentada de las que contaron los puentes de la ciudad. Finalizado el puente de Serranos se emprendieron esforzadas labores para desviar el río, como las llevadas a cabo en 1546 por Pere Lopis, obrero de villa, entre otros lugares, en el espacio que mediaba del puente de la Trinidad al del Real; y se entregaron cantidades a los conventos del Remedio y al de Jerusalén, para que hicieran labores similares con las que evitar los daños de las crecidas; y el presbítero Juan Bautista Corbera, maestro cantero de la Fàbrica, contrató el 18 de noviembre de 1546 la construcción del puente del Mar, que con piedra, ladrillo y mortero, debía hacer sobre las viejas pilas473. Noticia que, como ya hemos señalado para varios de los puentes sobre el Turia, parece indicar la preexistencia de uno no de madera. De cualquier modo, la vista de Wyngaerde pocos años más tarde no deja dudas de su configuración con pilas de fábrica y tendido de madera, como el del Real, mientras que con disposición más firme se representan los de Trinidad, Serranos y Nou474.

473 AMV, Libros de Frábrica de Murs i Valls; años 1529-1576. 474 TEIXIDOR, MARÍA JESÚS: “Les vistes de la ciutat de València”, Les vistes valencianes d’Anthoine van den Wijngaerde (1563). Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciència, págs. 43-98.

El saber encaminado

282

Detalle del puente de Serranos en la vista de Valencia de Anton van der Wyngaerde, 1563. ÖNB/Wien, Ms. Min. 41, f. 1.

Puente de Serranos sobre el Turia y torres de Serranos. Tarjeta postal. BV, José Huguet, JH21/421

Los puentes del Mar y del Real adquirieron su forma definitiva a finales del siglo XVI, y el puente Nou a comienzos del siguiente. Estos tres últimos, a cargo de la Fàbrica Nova del Riu, creada a instancias de Felipe II tras la devastadora riada del 20 de octubre de 1589 con la función de proteger la ciudad de las crecidas del río y asegurar su comunicación mediante puentes más estables. En el puente del Grao de la Mar en diciembre de 1590 se decidió reparar con madera los daños del existente y hacer uno nuevo en piedra, que se financiaría con la nueva sisa de la carne. En contra de lo que se ha creído hasta ahora, fue Joan Inglés, maestro cantero de Orihuela, el que trabajó tanto sobre el terreno como sobre el papel en los inicios de esta obra, pues dejó establecidas las condiciones que debían guiar su construcción. El 2 de noviembre reconoce haber recibido cerca de 5 libras por haber asistido durante 7 días en posar les sites en lo dit riu per al pont de la Mar que ste de fer en dit riu prop del pont vell y en fer les capitulacions de dit pont que ste de fer, ante los testigos Francés Antón y Jerónimo Negret, obreros de villa. Y fue un año más tarde cuando Francisco Figuerola, maestro cantero de Xàtiva, realizó la interpretación gráfica de lo dispuesto por Inglés con la intención de enviarla a Felipe II para su aprobación. En enero de 1592, tras la supervisión de Juan de Herrera, el monarca confirmó el emplazamiento inicial dispuesto475. Se zanjaba así el intenso debate sobre el lugar más adecuado para asentarlo, contemplando numerosas razones, como las de seguridad, la economía de tiempo y por consiguiente de coste en la comunicación con el Grao, urbanísticas en su alineación con la puerta del Mar, etc. El debate se centraba en erigirlo en un lugar cercano al que antes ocupaba el de madera o palanca, o hacerlo junto al huerto del convento de Nuestra Señora del Remedio. Fueron varias las inspecciones y los

475 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1990, pág. 81. El 14 de mayo de 1592 reconoce haber recibido 4 libras, 15 sueldos y 10 dineros per les trases que fiu per a la edificació del pont del riu de la dita ciutat de Valencia, dit de la mar, per a enviar a sa Magestad. Confirmado el emplazamiento por Felipe II y Juan de Herrera (AMV, Cartas Reales, h3-6, f.188v. Madrid, 6 de enero de 1592.

La red viaria de la ciudad de Valencia

283

Detalle del puente del Mar en el plano de Valencia del padre Tosca. 1704. Ayuntamiento de Valencia.

Puente del Mar sobre el Turia y vista panorámica. Tarjeta postal. BV, José Huguet, JH13/047.

debates que se llevaron a efecto. El 11 de marzo de 1591 el catedrático de matemáticas Antonio Real, el maestro carpintero Gaspar Gregori, y los maestros obreros de villa Agustín Roca y Francés Antón, hicieron relación de las obras necesarias en el río Turia, iniciándose un periodo de gran actividad, que durante la última década del siglo ocupó a numerosos trabajadores, y que se inició por el puente del Mar, reiteradamente perdido por las avenidas del río, a pesar de sus apuntalamientos que pretendían otorgar mayor consistencia. El 7 de agosto de 1591 Alonso Çanoguera, caballero, Ximen Pérez Sachs, caballero de la orden y milicia de San Juan de Jerusalén, Miguel Jerónimo Anglesola, caballero menor de días, Miquel Muntanyana, labrador, Guillem del Rey y Francés Chabarnach, canteros, vieron las pilas que tenían para obrar Agustín Roca y Francés Antón. Ese mismo año se consultó al profesor de matemáticas Antonio Real, al maestro de astronomía Antonio Juan Ripollés y al maestro de obras Guillem Salvador sobre la ubicación del nuevo puente, que dispusieron en el lugar actual por cuestiones de seguridad476. Con la autorización real, en marzo de 1592 se convocó a los canteros de Puçol, Carlet, Enguera y Algemesí, con 16 sueldos de dieta, para sacar a subasta pública el destajo o tanto alzado al mejor postor, que recayó en Pedro Tacornal477. Éste comenzó la obra en mayo, junto a los también canteros Antonio Deixado, Pedro del Solar y Pedro de la Hoya478. Vicent Esteve, fue el encargado de suministrar durante dos años piedras de 5 palmos de largo, 3 de ancho y 2,5 de altura, y sillares de 4 palmos de largo y anchura alterna para que trabaran bien: 3 ó 2,5 palmos479. En estos momentos suministraron piedra los canteros Pere Bertomeu, Nicolás Esteve, Joan Santaulalia, Guillem del Rey, Rodrigo Inyegues...; trabajó como maestro obrero de villa Sebastián Vila; el maes-

476 PINGARRÓN SECO, FERNANDO: op. cit., 1998, págs. 48-52. 477 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1990. Una parte en MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1991. 478 AMV, Obras del Río, años 1590-1592. ARCINIEGA GARCÍA, LUIS: op. cit. 2001; vol. I, págs. 220-247. 479 TEIXIDOR, MARÍA JESÚS: op. cit., 2000.

El saber encaminado

284

Puente del Mar, grabado de Tomás López Enguídanos en Observaciones sobre Historia Natural (1795, L. II) de Antonio José Cavanilles.

tro albañil Agustín Roca se encargó del mortero, de arreglar el molino para drenar agua en la construcción de las pilas, así como del camino para que los carros pudieran acceder; mientras que los carpinteros Vicente Ferrer, Pedro Merino y Tomás Gregori proporcionaron la madera480. El 1 de agosto de 1595 el maestro cantero Guillem del Rey inspeccionó lo realizado, y a finales de año se realizó el pretil481. En el mes de noviembre se colocaban las bolas decorativas sobre las barandas. El 5 de enero de 1596 Francisco Figuerola, lapicida sive architector, que contrató la obra de la cruz del puente del Mar, con las imágenes de San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer y San Juan Bautista, y realizada con piedra procedente de la cantera de Verge de Agres, en Agullent, que fue estipulada en 144 libras y 10 sueldos, y por la que atendiendo al mérito recibió 34 libras más482. Además, éste y Guillem del Rey suministraron piedra en los momentos finales de la obra483, que acabó con el acondicionamiento de las dos subidas de los extremos del puente484. El puente del Mar, de 162 metros de longitud, 10,5 de anchura y 8,35 de altura, está formado por diez bóvedas sobre directriz de arcos apuntados rebajados de 15,50 metros de luz, apoyados

480 AMV, Obra del río, ll.ll.1, años 1590-1592. 481 AMV, Obras del Río, años 1594-1595; sig. ll.ll.2. 482 CARRERES CALATAYUD, F.: “Els casilicis del pont de la Mar”, Anales del Centro de Cultura Valenciana. Año VII, 1934, nº 19, pág. 20. 483 AMV, Obras del Río, años 1595-1596; sig. ll.ll.3. 484 TEIXIDOR, MARÍA JESÚS: op. cit., 2000.

La red viaria de la ciudad de Valencia

sobre pilas con tajamares de tres metros de grosor, y con perfil alomado en sus extremos. Resistió bien las crecidas del río hasta la de los días 4 y 5 de noviembre de 1776, momento en que cayeron sus arcos centrales, como plasmó el grabador López Enguídanos y recogen las Observaciones de Cavanilles, quien indica que su reparación concluyó en 1782, después que en 1778, los arquitectos Lorenzo Martínez, maestro mayor de la ciudad, y Antonio Gilabert, y los canteros Andrés Soler y Diego Cubillas, inspeccionaran las obras que requería485. En 1811, ante la inminente llegada del ejército francés, se derribó el cuarto arco del puente; posteriormente repuesto por el arquitecto Vicente Marzo. Las esculturas de la Virgen de los Desamparados, que substituía una anterior, y la de san Pascual Bailón fueron destruidas en 1936 y evocadas después. Entre 1943 y 1945 el arquitecto Javier Goerlich niveló el tablero oblicuo y colocó escaleras en sus extremos, reservándolo a uso peatonal. Al tiempo que el del Mar, con gran celeridad se desarrollaron las obras del puente del Real, que después de superar numerosas dificultades desde que se iniciara en 1589, pues su reparación fue nuevamente arrasada por la avenida de 1590, se finalizó para la entrada de Felipe III486. Pere Tença actuó como sobrestante, como maestros obreros de villa encargados del asentamiento de las piezas participaron Pere Selma, Joan Lorenzo y Joan Vergara. Como maestros carpinteros, que aportaron lo necesario para encofrados, andamios y grúas, Gaspar Ravanales y Frances Columna. El primero, en febrero de 1591 recibió dinero por lo aportado para los fundamentos y tajamar de la tercera arcada comenzando por el portal del Real. El maestro cantero Nicolás Esteve aportó piedra de Godella. Desde diciembre de 1590 en adelante Miguel Esteve se comprometió a traer para las obras del río 1.500 quintales de reble de la cantera de Godella, Pere Bertomeu 1.000, y Joan Santaulalia también vendió piedra487. Después de estos primeros momentos que hemos constatado de gran actividad, la obra presenta una nueva organización desde que sale a subasta el 24 de mayo de 1594 y es ganada por los obreros de villa Guillem Salvador, Jerónimo Negret y Francés Antón488. En este tiempo los canteros Esteve siguen suministrando piedra a los puentes del Real y del Mar, pero ahora con protagonismo de Vicente y Francisco, y también se constata en esta labor a Francisco Figuerola, Joan Santaulalia, Juan Cambra y Guillem del Rey, y desde 1596 la de Joan Dardit y Bartolome Reyner. Desde inicios de 1596 los problemas de cimentación suscitan numerosas inspecciones. En enero tratan los problemas ocasionados por cimentar con presencia de agua en la pila segunda (desde el norte) los canteros Guillem del Rey y Francisco Figuerola, y los obreros de villa Joan Lloret y Jerónimo Arboleda, y también dieron su opinión Luis Timor, Pere Segura y Pere Navarro. En febrero Guillem del Rey inspeccionó la tercera pila y otro día lo hicieron Vicent Esteve y Joan

485 CARRERES CALATAYUD, F.: op. cit. 1934, págs. 64-65. 486 PORCAR, PERE JOAN (Mosén): Coses evengudes en la ciutat y Regne de Valencia. (Mss. 1589 – 1628) Madrid, Cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos, 1934, vols. II, anotaciones 93 y 123. MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1991, págs. 78-80. 487 AMV, Obra del río, años 1590-1592. 488 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit.

285

El saber encaminado

Vergara. El sistema de consulta se hizo sistemático entre los meses de febrero y abril y se redujo a los experimentados maestros Guillem del Rey, cantero, y Joan Lloret, obrero de villa de sesenta y cinco años, que revisaron de la cuarta a la séptima pila del puente. Finalmente, la solución adoptada fue la contratación de Joan Pascual, maestro de hacer molinos, para que drenara el agua del subsuelo mediante acequias y norias hidráulicas, y con ello facilitar la correcta cimentación489. 286

A los problemas señalados se sumó una nueva avenida del río en 1597, que derribó una de las arcadas. Sin embargo, el anuncio de la visita a Valencia de la corte por el próximo enlace entre futuro Felipe III y la archiduquesa Margarita de Austria, provocó que los trabajos se aceleraran. El 14 de julio de 1598 la Junta decidió que se hicieran a cada lado del puente una pirámide con una bola y encima, en una San Vicente Ferrer, y en la otra San Vicente Mártir; en septiembre estimaron oportuno encargarlas en Génova, aunque finalmente no tuvo efecto. No obstante, el puente estuvo a tiempo y se inauguró el 28 de febrero de 1599, para regocijo de propios y extraños490. Los numerosos escritos que suscitaron las bodas reales así lo señalaron, y en algunos se constata incluso un cambio en el itinerario habitual de entrada a Valencia. Así, Lope de Vega, que vivió en Valencia y regresó con motivo de las citadas bodas, habla del acceso de Peregrino y Everardo en ella por la famosa puente del Real sobre el Turia para entrar después por la famosa torre de Serranos491. El puente del Real, de 171 metros de longitud, tiene diez bóvedas escarzanas de 13 a 14 metros de luz, apoyadas sobre dos estribos en los extremos y pilas con tajamares de tres metros de grosor, sobre los que finalmente en dos de ellos se colocaron las esculturas de los dos vicentes adquiridas localmente, que en 1936 también se destruyeron y más tarde fueron evocadas. En 1957 el puente sufrió daños por la riada y en 1966 fue multiplicada su anchura con criterio mimético para favorecer el tráfico rodado. La Fàbrica Nova del Riu también tuvo entre sus actuaciones las obras de protección en el lecho del Turia para encauzar la fuerza del río, a través de la construcción de los antepechos o muros de contención en ambas orillas. Entre otros estímulos para acometer una obra de estas consideraciones pesará el ejemplo de la Mina de Daroca, con sus muros de contención del agua para encauzarlos hacia el túnel que conducía las avenidas hacia el río Jiloca. La ciudad estaba en el camino real que comunicaba la capital valenciana con la aragonesa, y estaba espiritualmente hermanada con Llutxent por el milagroso acontecimiento de los Santos Corporales. Y, sin duda, lo pudo ser lo avanzado de las obras del alarde de ingeniería que suponía la construcción de la presa de gravedad de Tibi sobre el río Verde a cuatro leguas de Alicante, que fue construida por esta ciudad entre 1579 y 1594, y la presa de bóveda de Elche sobre el Vinalopó, autorizada en 1589.

489 AMV, Obras del Río, años 1594-1595; sig. ll.ll.2. AMV, Obras del Río, años 1595-1596; sig. ll.ll.3. 490 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., pág. 79. 491 VEGA, LOPE DE: El peregrino en su patria. Sevilla, Clemente Hidalgo, 1604.

La red viaria de la ciudad de Valencia

287

Detalle del puente de Real en la vista de Valencia de Anton van der Wyngaerde, 1563. ÖNB/Wien, Ms. Min. 41, f. 1.

Rio Turia y puente del Real. Tarjeta postal. BV, José Huguet, JH12-217.

La de Tibi se hizo bajo diseños de los ingenieros militares al servicio de Felipe II, Jorge Fratín y Juan Bautista y Cristóbal Antonelli, y ejecución de los maestros Juan Torres, Gaspar Vicent y Gaspar Córdoba, que levantaron una muralla de 196 palmos de alto y 11 de ancho. El término muralla empleada para dirigirse a ella no es baladí. De hecho, se entendía como tal y explica la transferencia de los mismos protagonistas en obras militares y de ingeniería. Cristóbal Antonelli y Juan Torres, que permanecieron hasta el final al frente de esta obra del pantano de Alicante, colaboraron en proyectos de arquitectura militar de dicha ciudad. Cristóbal Antonelli, ingeniero que según sus propias palabras había participado en varias fortificaciones y en el pantano de Alicante, y que pidió al rey en 1595 que se le conservase su sueldo al suspenderse dichas obras492, por ejemplo, al poco de finalizadas éstas, proyectó con Juan Torres, cantero y maestro mayor del pantano de Alicante, un baluarte que debía construirse en la puerta de la Huerta en Alicante, y costearlo el reino493. Esta presa de gravedad fue una de las más antiguas de Europa y durante siglos la más alta con una altura de 46 metros y una longitud en coronación de 65 metros, con torre de toma de diferentes alturas, desagüe de fondo y aliviadero de superficie en previsión de las avenidas del río, y contiene un embalse de una superficie de 50 hectáreas y una capacidad máxima de 2 hm?. Sufrió una rotura en 1601 que fue subsanada en tres años, y otra más importante en 1697 que aplazó su servi-

492 ACA, Consejo de Aragón, legajo 684, nº 56. 493 AGS, Mar y Tierra, legajo 470. Carta de Jaime Ferrer desde Valencia, de 6 de diciembre de 1596.

El saber encaminado

cio hasta 1738494. Del transcurso de las reparaciones da buena muestra la inspección realizada en 1721495, y la actividad de Salvador Mora, arquitecto e ingeniero del pantano496.

288

Aunque con grandes diferencias en el cálculo de las fuerzas que debería soportar, la obra de Alicante y la de Valencia se entendieron como bastiones o murallas de defensa contra la posible fuerza destructiva del agua, proyectadas en beneficio de la colectividad por ingenieros y maestros de gran presencia en arquitectura militar, y en parte auspiciadas por Felipe II en un espacio que era regalía, las aguas del río497. En Valencia, aunque las obras de los paredones se alargaron hasta el siglo XVIII, las realizadas en 1591 y 1592 entre los puentes de la Trinidad y del Real, y entre 1592 y 1596 entre este último puente y el del Mar, se sumaron a la gran admiración que suscitaron los puentes498. Curiosamente, la de Tibi, más a trasmano no recibió las mismas miradas, y por consiguiente equiparadas alabanzas, que sólo se hicieron más frecuentes desde el siglo XIX. El 25 de septiembre de 1590 se nombró a los maestros Tomás (sic) Gregori, carpintero, Guillem del Rey, cantero, Joan Salvador y Francés Antón, obreros de villa, como expertos para que reconocieran el lado sur del cauce del río, desde donde se construía el puente del Real hasta el de la Trinidad, y desde éste hasta el de Serranos por el lado norte. El 2 de noviembre hicieron relación de su inspección Gaspar Gregori, de setenta años, y Guillem del Rey, de unos cincuenta. Ese mismo día se nombró como expertos a los maestros obreros de villa Agustín Roca, Jerónimo Arboleda, Joan Salvador y Guillem Salvador, y al maestro Nicolau, ingeniero del Grao, para que ofreciesen una solución para apartar el agua del río que permitiese trabajar en el citado tramo norte. Solucionado este problema el 3 de abril de 1591, Luis Timor y Jerónimo Arboleda se comprometieron a hacer los muros, y los pagos se registran de modo regular. El 26 de febrero de 1592 los maestros Joan Lloret, obrero de villa, y Damià Mendes, cantero, hicieron relación de lo realizado por Arboleda y Timor499. Una vez más se muestra la dificultad que desde los inicios tuvieron para trabajar en el cauce de río. Situaciones similares, como la del río Júcar, descartaron la construcción de puentes de piedra como se recordó en las cortes de 1585, pero en Valencia se intentó seguir hacia delante. Una

494 CAMARERO CASAS, EDUARDO; BEVIÁ I GARCÍA, MÁRIUS; BEVIÁ GARCÍA, JOSÉ FRANCISCO: Tibi, un pantano singular. Valencia, Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Públiques, Urbanisme i Transports, 1989. ALBEROLA ROMÁ, ARMANDO: El pantano de Tibi y el sistema de regadíos en la huerta de Alicante. Alicante, Diputación de Alicante, 1994. LÓPEZ GÓMEZ, ANTONIO: Los embalses valencianos antiguos. Valencia, Generalitat Valenciana, 1996. 495 AGS, Estado, legajo 3.607. 496 AHN, NOBLEZA, Osuna, legajo 4.256, caja 1, libro 1. 497 BRANCHAT, VICENT: Tratado de los derechos y regalías que corresponden al real patrimonio en el Reyno de Valencia. Valencia, imprenta de Joseph y Tomás de Orga, 1785; cap. VIII. De las aguas del Real pantano de la ciudad de Alicante. 498 TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit., (Mss. 1767) 1895-1896; t. I, capítulo X. 499 AMV, Obra del río, ll.ll.1, años 1590-1592.

La red viaria de la ciudad de Valencia

larga nómina de canteros atendió la sostenida demanda de piedra para tan magna obra en puentes y paredones, como Vicente y Francisco Esteve, Francisco Figuerola, Joan Santaulalia, Juan Cambra, Joan Dardit, Bartolome Reyner… No obstante, si bien la obra visible de puentes y paredones era de cantería, el alma y el asentamiento de las piezas principalmente requiso del concurso de los obreros de villa, que están presentes y con gran protagonismo en la mayor parte de las visuras. La presencia en éstas del maestro Nicolau, ingeniero del Grao, donde regularmente se construyó el llamado puente de madera o muelle, para facilitar el desembarco de personas y mercancías, estaba más que justificada por su familiaridad en asentar estructuras en condiciones extremas de humedad. Tal vez, pueda identificarse este autor con el ingeniero Nicolás Monter, que en diciembre de 1595 concertó la canalización del agua, incluyendo caja y rueda, que debían abastecer tres fuentes proyectadas para el palacio del Real de Valencia500. El muro o paredón realizado hacia el lado de la ciudad, entre los portales del Real y el de la Trinidad fue ejecutado por Navarro y Salvador. El 26 de julio de 1591 los maestros Joan Lloret, Agustín Roca y Francés Antón, obreros de villa, y Guillem del Rey y Francés Chabarnach, canteros, inspeccionaron los fundamentos de las veintiuna cajas, llegando a la conclusión de que a los ocho palmos dispuestos debía aumentarse tres y medio más. En esta labor de recrecimiento de los fundamentos se contó con el experimentado maestro Joan Vergara501. Las obras avanzaban con celeridad y comenzaron a ejecutarse obras de conmemoración y ornato. En el mes de abril de 1592 los dos equipos de trabajo, contrataron la realización de bolas cimeras de perfil escurialense para los pretiles de la obra. Arboleda y Timor en el lado del camino de Morvedre quince piezas por veinte libras y nueve sueldos; Navarro y Salvador en el lado de la ciudad veintidós piezas por treinta libras. Para esta última zona en el mes de mayo el cantero Joan María aportó una pieza de mármol blanca y negra en la que debían grabarse los nombres de sus señorías y asentarla en una de las torres de la muralla comprendida entre los portales del Real y el de la Trinidad502. Pere Navarro, obrero de villa, realizó el paredón desde la pared de la ballestería, cercano al convento del Remedio, hasta la cabeza del puente del Mar. El 2 de septiembre de 1594 Agustín Roca, Francés Antón y Guillem Salvador menor, inspeccionaron la obra. Canteros como Joan Andreu y Simón Serquera continuaron aprovisionando la obra. El 20 de febrero de 1595 Francés Antón, Guillem Salvador, Jerónimo Negret y Joan Vergara inspeccionan las obras en la pared del convento del Remedio, de la que firmaron relación el 1 de marzo503.

500 ARV, Batlia, 295, ff. 112-115; concierto de 4 de diciembre de 1595. Ofrece traza de la obra contratada por 380 libras. ARCINIEGA GARCÍA, LUIS: “Construcción, usos y visiones del Palacio del Real de Valencia bajo los Austrias”, Ars Longa. 2005-2006, n. 14-15, págs. 129-164; pág. 148. 501 AMV, Obra del río, ll.ll.1, años 1590-1592. 502 AMV, Obra del río, años 1590-1592, II.II.1.

289

El saber encaminado

290

La construcción en piedra de los puentes del Mar y del Real y la de los paredones con bolas cimeras de raíz clasicista cercanos al palacio se aceleraron con motivo del anuncio de la boda real de Felipe III con Margarita de Austria en la capital del Turia. Y desde luego fue un elemento de claro orgullo. El romance del estudiante Miguel de Vargas no podía substraerse de señalar del siguiente modo esta magna obra ante el real palacio: Y por delante su puerta Guadalaviar camina Planteando con sus hondas Su verde margen y horilla. El quela tiene cinco puentes Todas de piedra macissas, Y hes grandeza que una dellas Para el Real sola sirva. Y porque por esta parte Turia en los muros batia, Para su defensa y gala Ay una muralla grosisima504. Una obra que culminó en su apariencia cuando entre 1604 y 1607 Jerónimo Negret y Sebastián Gurrea construyeron de manera uniforme en piedra el puente Nuevo o de San José que con una disposición distinta substituía al anterior505. Ahora, de 143 metros de longitud con trece bóvedas generadas por la directriz de arcos escarzanos de 8,80 metros de luz. En 1590 su predecesor había sido objeto de inspecciones que culminaron un año más tarde con la aprobación de un proyecto de transición que contemplaba el aprovechamiento de los restos del antiguo puente y la construcción de dos arcadas a cada lado. Pero la obra realmente se llevó a cabo, y de modo distinto al inicial a partir de 1604. Tras varias reuniones sin consenso, finalmente se decidió la prolongación de dos arcos a la parte de la ciudad y cuatro a la del Llano de la Zaidía. El 11 de mayo de 1604 se contrató la obra con Jerónimo Negret y Sebastián Gurrea bajo sistema de destajos. Juan Conchillos, obrero de villa, realizó siete pilas del puente por 548 libras. El 3 de marzo de 1606 la Junta solicitó un reconocimiento pericial a cargo de

500 ARV, Batlia, 295, ff. 112-115; concierto de 4 de diciembre de 1595. Ofrece traza de la obra contratada por 380 libras. ARCINIEGA GARCÍA, LUIS: “Construcción, usos y visiones del Palacio del Real de Valencia bajo los Austrias”, Ars Longa. 2005-2006, n. 14-15, págs. 129-164; pág. 148. 501 AMV, Obra del río, ll.ll.1, años 1590-1592. 502 AMV, Obra del río, años 1590-1592, II.II.1. 503 AMV, Obras del río, 1594-1595; sig. II.II.2. AMV, Obras del río, años 1595-1596; sig. II.II.3. 504 GAUNA, FELIPE: op. cit., 1926-1927; cap. LXIX, págs. 827-839. 505 Su proceso constructivo puede seguirse en MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1991, págs. 83-86. PINGARRÓN SECO, FERNANDO: op. cit., 1998, págs. 56-57.

La red viaria de la ciudad de Valencia

291

Detalle del puente Nuevo en el plano de Valencia del padre Tosca. 1704. Ayuntamiento de Valencia.

Puente de San José, Valencia, 1861. Fotografía Soulier y Ferrier, Archivo J. Huguet.

Guillem del Rey y Joan de la Cantera, que estimaron oportuno reforzar la cimentación y construir los tajamares de piedra, en lugar de ladrillo. En 1607 la obra prácticamente finalizó con la inspección que Guillem del Rey hizo del letrero conmemorativo realizado por Vicent Leonart Esteve. En 1693 se colocaron las estatuas de San Luis Bertrán y de Santo Tomás de Villanueva realizadas por Giacomo Ponzanelli atendiendo al encargo realizado dos años antes por el canónigo Antonio Pontons. En 1906 se amplió la calzada mediante la incorporación de arcos en cada arcada, el repicado del remate prismático de cada tajamar, así como del desmontaje de los más recrecidos que servían de soporte a las citadas esculturas, que fueron depositadas en el museo, y en 1947 instaladas en el puente de la Trinidad. Como en el impulso constructivo anterior también en este momento se levantaron en el río importantes lienzos de paredón. En concreto, entre 1603 y 1606 se hizo el comprendido entre el puente de Serranos y la torre de Santa Catalina506, y se trabajaba en el existente entre la acequia de Favara y Rovella, por la cruz de Mislata hasta el portal Nuevo, que sería muy dañado en la avenida de 1731507; y del 1 de agosto de 1603 hasta finales de 1608 Joan María (Quetze y Morco) y Francesc Martí realizaron el paredón defensivo de Marchalenes, entre el Llano de la Zaidía y la cabecera del Puente de Serranos, cuyo objetivo era la protección del camino real de Sagunto de las ofensivas del río Turia508,

506 Expuesto por José Agramunt, como puede leerse en BENAVENT, IGNACIO; AGRAMUNT, JOSÉ (Introducción, transcripción y notas a cargo de Emilio Callado Estela y Alfonso Espronera Cerdán): Memoria escrita, historia viva. Dos dietarios valencianos del seiscientos. Valencia, Ajuntament de Valencia, 2004, págs. 107 y 120. 507 TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit., (Mss. 1767) 1895-1896; t. I, capítulo X. 508 MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit.

El saber encaminado

292

Antonio Mancelli, detalle planta axonométrica de la ciudad de Valencia. 1608. Grabado calcográfico. Ayuntamiento de Valencia.

y que favoreció el crecimiento de la ciudad hacia este lado. Al poco de su finalización el cronista Gaspar Escolano hablaba de este nuevo elemento de defensa: los paredones del río, que en su opinión presentaban dos admirables efectos de fortificación, el uno contra las avenidas del río, y el otro de una nueva muralla contra ejércitos509. La nueva imagen proporcionada por el río con sus puentes y paredones constituyeron durante siglos un rasgo identificativo. Aguantaron en la mayoría de las ocasiones las acometidas del río, si bien es cierto que fue necesario repararlos constantemente. Jacop Cuelvis en 1599 calificó los puentes como hermosos y de buena cantería. Barthélemy Joly en 1604 opuso la trama intramuros, de calles estrechas no pavimentadas y llena de conducciones para el agua, con el acceso norte a la ciudad mediante cinco puertas con sus correspondientes puentes sobre un río con parapetos para definir su cauce. Gaspar Escolano en 1610 habló de ellos y dijo de los puentes que no se sabe cosa ygual en otra de las mayores del mundo510. El noble inglés Willian Cecil en la carta dirigida a su tío abuelo Lord Salisbury ese mismo año destacó entre las pocas cosas que subraya de la ciudad los cinco hermosos puentes de piedra511. El diario de Cassiano del Pozzo que recoge la misión diplomática del cardenal Francesco Barberini512 en nombre del papa Urbano VIII y por la que pasaron por Valencia en agosto 1626, constata la belleza del puente del Real, la existencia de otros sobre el río, y que todos eran desmedidos para la necesidad real cotidiana en ríos de caudal débil, pero que justificaba como el puente de Toledo sobre el Manzanares en Madrid, en la amplia inundación que ocasionaba la confluencia de un lecho no definido con las crecidas que se producían pasado el vera509 ESCOLANO, GASPAR: Década primera de la historia de la insigne, y coronada ciudad y Reyno de Valencia. Valencia, Pedro Patricio Mey, 1610, libro IV, cap. XI, col. 767. MELIÓ URIBE, VICENTE: op. cit., 1991, págs. 82-83. 510 ESCOLANO, GASPAR: op. cit., 1610, libro IV, col. 768. 511 The National Archives, Londres, State Papers (SP), 94/17, ff. 120-131v. Citado en su anterior emplazamiento por SHAW, PATRICIA: op. cit., 1966 512 Señalado por ANSELMI, ALESSANDRA (Ed.): op. cit., 2004.

La red viaria de la ciudad de Valencia

293

Detalle de la vista aerostática de Valencia desde el NW, fotolitografía de A. Guesdon, en L’Espagne à vol d’oiseau (1855).

Detalle de la vista aerostática de Valencia desde el NE, fotolitografía de A. Guesdon, en L’Espagne à vol d’oiseau (1855).

no. Las obras llevadas a cabo, justifican que este espacio fuera elegido como lugar habitual de paseo. Así, indica Cassiano del Pozzo que era costumbre pasear entre la muralla de la ciudad y la construida para protegerse del río, y pasar por el puente del Real hasta la plaza delante del palacio del virrey. Prácticas que llega a asociar a las que se desarrollan en Madrid en el Prado y en el río Manzanares en las cercanías del puente de Toledo. En la segunda mitad del siglo XVII Des Essarts en 1660 se refirió a los del Turia en los mismos términos de alabanza y ofreció una extensión aproximada, que estimó en quince pasos de ancho por trescientos de largo. El experimentado viajero Pedro Cubero Sebastián al referirse a los cinco puentes de piedra y paredones emplea estas elogiosas y precisas palabras: cuya heroica fabrica de su grandeza, y arquitectura, me pareció quiso oponerse el arte à las grandes fabricas que admira el universo. Para su mayor adorno, y seguridad se ven dos anchas barbacanas de piedra, que tendrán una legua de largo, que la providencia de sus habitadores proveyò para reprimir, y refrenar las repetidas inundaciones de las corrientes del Rio Turia513. Y es que el inquieto viajero vio muy avanzado el trabajo de los paredones del lado norte realizado en el siglo XVII: en 1629 se trabajaba en las cercanías del puente Nuevo y del convento de San Juan de Ribera, en 1641 todavía continuaba, y se intervino en el tramo desde el monasterio de la Trinidad hasta el del Real514, y en 1689 en el comprendido del puente de Serranos al de la Trinidad. En el lado sur desde Mislata al puente de San José la obra duró de 1606 a 1674, y de este año a 1729 se hizo el comprendido entre el

513 CUBERO SEBASTIÁN, PEDRO: op. cit., 1688, pág. 148. 514 BHUV, Signatura M.13, que comprende la obra manuscrita Memorias curiosas que dexo escritas Mosen Vicente Torralba, beneficiado de la Parroquia de San Cathalina Virgen y Marthyr de Valencia, donde entré a residir dia 10 de Abril de 1623.

El saber encaminado

294

Grabado de Carlos de Francia que refleja la Naumaquia celebrada en el Turia en 1755. Publicada en Fiestas seculares… (1762) del P. Tomás Serrano.

puente del Mar y la ermita de Nuestra Señora de Monteolivete, con coste cercano a las treinta y cinco mil libras515. En el siglo XVIII Álvarez de Colmenar cita los cinco puentes sobre el Turia en su difundida obra, el culto Carl Christoph Plüer los nombra, Jean-François también y califica el del Real como un bello puente decorado con dos nichos y dos esculturas de dos santos, aunque groseramente esculpidos516, Bernardo Espinalt los califica de suntuosos517, y el ilustre Gregorio Mayans los incluye entre los elementos que marcaban el perfil de la ciudad, junto con la catedral, las murallas y la Lonja. Los cinco puentes sobre el río Turia o Guadalaviar, mui costosos i útiles, según sus palabras, son las únicas obras de la Edad Moderna capaces de convertirse en referentes urbanos de manera explícita, pues simplemente dejaba abierta la lista al lector: i assí otros edificios que agracian esta deliciosa ciudad518. Fray José Teixidor los dedicó una parte importante en su obra sobre las antigüedades de Valencia, y constató la admiración que en los viajeros despertaban los paredones y pretiles del río al señalar que era una obra que celebran por maravillosa quantos estrangeros llegan a verla con atención519. Antonio Ponz, se refiere a estos cinco puentes suntuosos que a más de la conveniencia, dan a la ciudad deco-

515 TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit., (Mss. 1767) 1895-1896, t. I, libro I, capítulo X. 516 PEYRON, JEAN – FRANÇOIS: Essais sur l’Espagne. Tome Premier. Nouveau voyage en Espagne, fait en 1777 et 1778… Londres, P. Elmsly, 1783, pág. 88. 517 ESPINALT, BERNARDO: Atlante Español o descripción general de todo el Reino de España. Madrid, Hilario Santos Alonso, 1784; L.I, pág. 21. 518 COCK, ENRIQUE: op. cit., 1876, pág. 248. MAYANS, GREGORIO (Introducción de Pilar Pedraza): El arte de pintar. 1999, Institució Alfons el Magnànim, Valencia, pág. 162. 519 TEIXIDOR, FRAY JOSÉ: op. cit., (Mss. 1767) 1895-1896, t. I, pág. 79.

La red viaria de la ciudad de Valencia

295

Canapé en forma de popa de navío en el paseo de la Pechina, 1785. BV, Fondo J. Huguet.

ro y majestad520. Peyron los califica de buenos y Dillon los considera elementos destacados en la belleza que circunda la ciudad, cuya feliz situación se debe a estar rodeada por un campo productivo, así como a la cercanía al mar y a un río que se cruza por los cinco puentes de piedra521. Cualidades paisajísticas que destacó Fischer y en el caso de los puentes se refirió a ellos como macizos y valiosos522. Y fue precisamente entre los del Real y la Trinidad el lugar donde se celebro una naumaquia en 1755, y en concreto es relevante que en el lado del primero se erigiese una evocación del Vesubio y un baluarte, símbolo de la fortaleza y poder, que en el propio río se creía se había conseguido tras años de robustecer su cauce. Y el antepecho privilegiado para el disfrute se hizo permanente, llevando más lejos la descontextualización de los barcos, cuando treinta años más tarde se construyó “el navío”, un canapé en forma de popa de galeón con mascarón de rostro femenino y bocas de cañones, que se ubicó en el comienzo del pretil que flanqueaba un lado de la rampa de acceso al cauce del río situado más abajo del azud de Rovella523.

520 PONZ, ANTONIO: op. cit., 1774; Libro IV, carta IX, nº 36. 521 RIBBANS, GEOFFREY: op. cit., 1955 522 FISCHER, CHRISTIAN AUGUST: op. cit. (1803) 2008, pág. 144. 523 Se publicó una vista en el primer tomo de “Geografía General del Reino de Valencia. Otra fotografía de José Martínez Aloy, comprada por José Huguet Chanzá, ha sido reproducida en CATALÁ GORGUES, MIGUEL ÁNGEL; VEGA BARBENA, SUSANA: Valencia 1900. El legado fotográfico de J. Martínez Aloy. 2007, Ajuntament de València. Colección “Imatges”, pág. 138.

Índice Onomástico-Toponímico1 ‘ Abd al ‘ Aziz, 237 Aa, Pieter van der / Aa, Pier vander / Aa, Pierre Vander, 23, 183, 196-198, 201, 214, 272 Abadía, La (jardín del duque de Alba), 97 Abu Abdullah al-Bakri, 15 Accursio, Mariangelo, 146-148 Achille Bertrand, Jean-Jacques, 31 Ademuz, 192, 196, 251 Adricomico Delpho, Christiano, 111 Aguilar Civera, Inmaculada, 7, 66, 116, 189, 212, 251, 272 Aguilar de Campóo, 94, Aguilar, Gaspar, 125, 127, 131 Aguilera, Diego de (comendador), 249 Agullent, 284 Aîné, Didot l’, 217 Aix, 217 Alacant, Joan de, 259, 280 Alagón, Blasco de, 232, 267 Alaquàs 255 Alarcón, 78, 200, 249 Alaska, 15 Álava, Juan de, 107 Alba de Liste, conde de, 95 Alba de Tormes, 165 Alba, Ramón, 30, 42 Albacete, 49, 50, 83, 171, 177, 198, 200, 213, 224, 226, 272 Albaida, 33, 136, 138, 149, 152, 168, 177, 183 Albaida (río), 136, 138, 152, 246, 247 Albaida, valle de, 152, 194, 204, 255 Albalat de la Ribera, 69, 244 Albalat dels Sorells, 140, 156, 168, 182, 183 Albarracín, 73, 77, 93, 94, 103, 104, 125 Albatera, 39, 136, 149, 150, 168, 183, 197 Albentosa, 74, 199 Alberi, Eugenio, 56, Alberic, 192, 205, 244 Alberti, Leon Battista, 254 Alberto e Isabel, archiduques de AustriaVéase Austria, archiduques de Albiñana y de Borras, Juan Francisco, 25 Alboraya, 231, 255 Albufera, 37, 55, 128, 139, 149, 194, 258, 260, 265, 270 Albuquerque, 86, 90 Alcàsser, 181, 196 Alcalá de Henares, 19, 34, 39, 77, 80, 83, 84, 86, 87, 97, 135, 136, 164, 165, 167, 171, 173, 180, 191 Alcalá de la Selva, 74, 194 Alcalà de Xivert, 201, 221, 225 Alcalá la Real, 182 Alcanar, 122 1 No incluye las referencias bibliográficas.

Alcantarilla, 183, Alcañiz, 38, 87, 163, 204 Alzira, 2, 19, 43, 46, 53, 66, 68, 123, 134, 136, 137139, 142, 145, 149, 153, 154, 162, 168, 177, 181-183, 185, 196, 197, 199, 203, 204, 206, 218, 221, 229, 231, 237, 239, 241- 246, 253, 263, 266, 272 Alcocer, 80, 244 Alcócer, Pedro de, 146 Alcolea, 38 Alcolea del Río, 182 Alcoy / Alcoi, 68, 69, 136-138, 142, 149, 151, 167, 168, 172, 177, 183, 185, 192, 195-197, 201, 203-205, 207, 213, 214, 218, 221, 222, 229, 230 Alcublas, 236 Alcudia, duque de, 215 Alcúdia de Crespins, l’, 181 Alegre, fray Domingo, 188 Alejandría, 39, 115, 171 Alejandría, Ctsebio de, 106 Alejandro Magno, 15 Alejandro VI, 44, 112, 113, 153, 198 Alemania, 23, 39, 42, 91, 133, 134, 166, 184, 210, 270 Alfafar, 258 Alfaques, 186 Alfonso II de Aragón, 233 Alfonso III de Aragón, 70, 78, 242, 275 Alfonso IV de Aragón, 245 Alfonso V el Magnánimo, 112 Alfonso X el Sabio, 237 Algemesí, 19, 51, 53, 123, 137, 139, 142, 149, 153, 167, 168, 177, 181, 182, 185, 203, 211, 218, 221, 272, 283 Algimia de Alfara, 196 Alginet, 181, 203, 205 Algonder, rambla del Véase Viuda, rambla de la Alhama, 17, 48, 183 Aliaga Girbés, José, 56 Aliaga, fray Isidoro de (arzobispo), 188 Alicante / Alacant, 25, 39, 43, 52, 61, 66, 68, 69, 71, 73, 79- 83, 86, 87, 89-91, 109, 115, 117, 136, 138, 142, 145, 149-151, 161, 164, 167-172, 176, 177, 179, 183, 185, 187, 188, 192, 194-202, 204, 205, 207, 210- 216, 218, 221-223, 226, 227, 229, 237, 255, 271, 286- 288 Al-Idrisi, 64, 66, 68, 69, 72, 77, 247 Allard, Carel, 196-198 Almagro, 85 Almansa, 40, 49, 51, 54, 61, 85, 87, 128, 184, 199, 200, 202, 205, 213, 214 Almaraz, 11, 97, 106, 107 Almazora / Almassora, 124, 159, 236, 239, 240, 241 Almenara, 40 Almería, 66,

Almusafes / Almussafes, 49, 50, 53, 139, 145, 149, 154, 168, 177, 181, 182 Alonso de Arce, Blas, 210 Alpes (cordillera), 50 Alpis, Miguel de, 55, 249 Alpuente, 77, 192, 201 Altea, 185 Altura, 62 Álvarez de Colmenar, Juan, 23, 141, 162, 183-188, 196, 214, 216, 232, 294 Álvarez, Antonio, 48, Alzira, 2, 19, 43, 46, 53, 66, 68, 123, 134, 136-139, 142, 145, 149, 153, 154, 162, 168, 177, 181-183, 185, 196, 197, 199, 203, 204, 206, 218, 221, 229, 231, 237, 239, 241-246, 253, 263, 266, 272 Alzola y Minondo, Pablo, 7, 211 Al-Zuhví, 241 Amberes, 47, 125, 148, 171, 192 Ambuesa, Pedro, 74 América, 33, 198 Amposta, 225 Amsterdam , 23, 167, 184, 193, 196, 197, 214 Andalucía, 23, 29, 34, 45, 46, 48, 61, 66, 68, 87, 98, 136, 164, 179, 186, 187, 212, 214, 216, 255 Andilla, 221 Andreu, Joan, 289 Andújar, 49, 98, 216 Anella, puente de la, 257 Angers, 161, 176, 201, Anglesola, Miguel Jerónimo, 283 Angulo, Diego, 34, Aníbal / Hannibal, 141, 145, 157, 158, 170 Antella, 244 Antequera, Fernando de, 119 Antón, Francés, 282, 283, 285, 286, 288, 289 Antonelli, Cristóbal, 287 Antonelli, Juan Bautista, 166, 287 Aprile da Carona, Antonio Maria, 111 Ara Christi (cartuja de), 73, 182, 256, 264, 265 Aragón, 38, 45, 47, 56, 61, 66, 70-74, 77, 78, 82, 84, 86, 87, 95, 98, 121, 139, 163, 192, 194, 196, 198200, 201, 204, 206, 207, 214, 229, 232, 233, 235, 241, 248, 249, 255, 259, 264 Aragón (Cortes), 38, 114, 121, 246 Aragón (corona de), 2, 38, 50, 98, 119, 191, 231, 233, 238 Aragón, Alfonso de (duque de Segorbe y virrey de Valencia), 94 Aragón, Fernando de / el Católico, Fernando (rey), 38, 119, 148, 266 Aragón, Fernando de (duque de Calabria y virrey de Valencia), 264

301

El saber encaminado

302

Aragón, Julia de (infanta de la casa de Nápoles), 266 Arán (valle), 201 Aranda de Duero, 85, Aranda, conde de, 95, 212, 214 Aranjuez, 34, 97, 120, 164, 173, 186, 187, 216, 226, 227 Arboleda, Jerónimo, 285, 288, 289 Arcos de la Frontera, 49 Arcos, duque de (virrey), 188 Arenilla, 97 Arezzo, 175 Arganda del Rey, 173, 177 Arias, Gonzalo, 60, 78 Aristóteles, 211, 271 Arnal, Pedro, 24 Arras, 56 Arsan, 116 Arteaga, Esteban de, 221 Asia, 21, 166 Asís, 50, 175 Asensio, José, 205 Asso, Ignacio de, 74 Astley, Thomas, 22 Astorga, 60, 64, 97, 107, 169, 180 Astranemo, Jaime Juan, 192 Asturias, 96, 133, 136 Atzeneta d’Albaida, 177, 186, 203 Augsburgo, 41, 44 Aulnoy, Madame d’, 187 Austria, Alberto de (archiduque), 120, 125, 126, 128, 130 Austria, Ana de (reina), 88, Austria, Catalina de (infanta), 121 Austria, Juan de, 116, Austria, Margarita de, 46 Austria, Margarita de, 119, 120, 125, 126, 128, 129, 148, 149, 155, 231, 269, 286, 290 Austria, Maximiliano de (archiduque), 227 Austrias, 8, 161, 232 Avellaneda, 97 Aviñón / Avignon, 50180, 266 Ávila, 34, 64, 82, 85, 87, 89, 98, 165 Avilés, José (intendente general), 260 Ayora, 186, 196, 201 Babel (torre), 13 Bacon, Francis, 21 Badajoz, 164, 212 Baena, 182 Bagdad, 16 Bailón, san Pacual, 182, 285 Balaguer, Pere, 279, 280 Balazote, 49, 50 Baleares, islas, 34, 86, 187, 196, 203 Ballesteros Torres, Pedro L., 135 Baltasar Carlos (infante), 119, 188 Barajas, 97, 173 Barbarroja, 229 Barbastro, 167 Barberá, Evaristo, 189 Barberini, Francesco (cardenal), 113, 141, 161, 172, 173, 230, 292

Barceló, Joan, 246 Barcelona, 25, 37, 38, 44, 49-51, 62, 66, 71, 73, 82, 85-91, 96, 111, 112, 115, 117, 126, 129-131, 134, 137, 142, 148, 151, 155, 162-164, 166, 167, 169, 171, 172, 174, 175, 180, 181, 186, 195, 196, 200- 203, 205, 209- 211, 213, 214, 226, 230, 240, 260 Barcelona, Guillelmo de, 242 Barxeta, 196 Barchi, 177 Barracas, 46, 47, 196, 199 Barraga, gual de, 244 Barrau Dihigo, Louis, 30, 162 Basset i Ramos, Joan Baptista, 189 Bataillon, Marcel, 52, 53 Baviera, 39, 56, Baviera, duque de, 126 Baviera, María de, 129 Bayona, 50, 86, 87, 91, 145, 164, 165, 183, 212, 226 Baza, 182 Beaulieu, Sebastian de, 186, 187 Beaurin, Jean, 201, 203 Becerra, Gaspar, 107 Becket, T., 217 Behaim, Martin, 41, 42 Bejís, 11, 218, 220, 221 Belén, 171 Bellot, Joan, 233 Bellús, 138, 149, 168, 203 Beltrán, san Luis, 116 Beltrán, Vicenç, 49 Belvis, 152 Benaguasil, 236, 256 Benasque (valle), 167 Benavente, 97, Benavente, duque de, 221 Benedicto XIII, 119 Benicarló, 122, 123, 201, 218, 261 Benicasim / Benicàssim, 221 Benidorm, 68, 71 Benifairó de la Valldigna, 196 Benifassà, abadía de Nuestra Señora de, 53, 163 Benigánim, 201 Benimaclet, 123 Beniparrell, 258 Benissa, 222 Bennassar, Bartolomé y Lucile, 31 Beramendi, Pascual, 222-224 Berbería, 163 Berna, 217 Bernardino, Agustín, 247 Bernia, sierra de, 71 Bertaut, Françoise, 176, Bertomeu, Pere, 283, 285 Betancourt, Agustín de, 209, 224, 241, 272 Bétera, 196 Beuter, Pere Antoni, 19, 103, 123-125, 142, 146-148, 167, 170, 171, 173, 273, 276 Bianor, 121 Biar, 66, 149, 153-155, 186, 196 Bilbao, 169, 226

Billaine, Loüis, 176 Bisquert, Antonio, 74 Bizet, George, 29 Blanca de Navarra (reina de Sicilia), 119 Blanes, 51 Bocairent, 66, 68, 201 Bochius, Joannes, 125, Boix, Vicente, 25 Bolonia / Bologna, 18, 50, 162, 179- 182 Bolòs i Masclans, Jordi, 56 Bonet Correa, Antonio, 7, 32 Bonete, 49 Boorde, Andrew, 19, 20, 63 Borbones, 119, 214 Bordaraz, Jayme, 116 Borghese, Camilo, 113, 269 Borgia, César, 153 Borja, Carlos de (duque de Gandía), 128 Borja, san Francisco de (duque de Gandía), 180 Borjas (duques de Gandía), 153, 187 Bornos, 49, 111 Borriol, 40, 43, 53, 122, 123, 128, 141, 149, 159, 162, 169, 181, 183, 185, 236, 239 Borsano, Ambrosio, 194 Bosarte, Isidoro, 24, 25 Boucherat, Dom, 55 Bourgoing, Jean-François (barón de), 216, 224, 226, 227 Bover, Joaquín María, 25 Bowen, Emanuel, 200 Bowles, Guillermo, 221, 222 Bowles, John, 200 Boyl de Arenós, Juan, 96 Boyl, Francisco, 109 Braga, 43, 64 Brandemburgo, Juan Alberto y Gumberto de (marqueses de), 147, 148 Braun, Georg, 21, 134 Brefeld, Josephie, 16 Breidenbach, Bernardo de, 17, 19 Breslau, 39 Breton, 97, Brookes, Richard, 215 Brosenval, Claude de, 9, 37, 52-55, 63, 239, 240, 242, 273 Brueil, Antonio du, 19, 88, 105, 171 Brujas, 47 Bruselas, 45, 46, 125, 126 Brusola, Francisco de, 224 Buda, 114, 116 Buenache de Alarcón, 173 Bueno, Pascual, 115 Bujaraloz, 38 Bullent (río), 70 Buñol, 38, 39, 56, 77-79, 173-175, 177, 198, 199, 203, 204, 213, 249, 253 Burdeos, 207 Burgos, 19, 50, 62, 64, 82, 83, 85-87, 89, 91, 95, 96, 98, 136, 165, 167, 171, 180 Burjassot, 196, 255, 256, 260

Índice onomástico-toponímico

Burriana / Borriana, 66, 136, 186, 196, 198, 201, 230, 234-236, 240, 263 Burujón, 97 Caballer, Francisco (sobrestante de la ciudad), 260 Cabanes, 38, 39, 49, 50, 53, 122, 123, 126, 128, 142, 159, 162, 167, 169, 170, 173, 181, 183, 185 Cabanes, Francisco Javier, 224 Cabra, Domingo, 250 Cabrera Morales, Francisco de, 17 Cabrera, Vicente, 84 Cabriel (río), 79, 249, 250 Cabrillas o Cabrelles de Bunyol (camino), 79, 174, 177, 200, 211, 214, 232, 259 Cadaqués, 172, 175 Cádiz, 37, 43, 64, 66, 87, 157, 164, 166, 169, 186, 212, 216, 224, 226 Calatayud y Toledo, Antonio, 258 Calatayud, Jaime de, 243 Calatrava, 117 Caldas, 97 Caldea, 14 Calderini, conde, 173 Caldes, 142 Caleras y Chozas, 97, Calero, Francisco, 53 Càlig, 122 Calixto II, papa, 16 Calixto III, papa, 112, 114, 117, 153, 263 Calles, 103 Callosa de Segura, 39 Cambra, Juan, 74, 285, 289 Campillo, 130 Campillo de Altobuey, 77, 177, 250 Campo, Victoria, 99 Campomanes Véase Rodríguez Campomanes, Pedro Camporrobles, 78 Canarias, islas, 86 Cano, Alonso (obispo), 203 Çanoguera, Alonso (caballero), 283 Çanoguera, Mariana, 258 Cantabria, 136 Cantelli, Giacomo, 203 Cantera, Joan de la, 291 Cañada, la, 97 Capuz, Leonardo Julio, 117 Caracedo, 97 Caravaca, 68, 109, 117, 179-182 Carbonel, Juan José, 205 Carboneras, 97 Carcaixent, 177, 201, 203, 221, 272 Carderera, Valentín, 25 Cardona, duque de, 51 Cariclea y Teágenes, 13 Carlet, 192, 283 Carlo Magno, 91 Carlos, príncipe, 119 Carlos I o Carlos V (emperador), 19, 38, 39, 45, 48, 56, 79, 105, 115, 119, 169, 186, 187, 265, 268, 269, 279

Carlos III, 202, 207, 212, 214, 222, 224, 260 Carlos IV, 120, 207, 222 Carpesa, 186 Carraixet, barranco del, 256, 261, 263 Carrasqueta, sierra de la, 177 Carreres Zacarés, Salvador, 128 Carrión de los Condes, 85, 98 Cartagena, 37, 52, 66, 80, 111, 137, 151, 169, 176, 199, 200, 214, 222, 226, 269 Carvajal, Joseph de, 212 Casa Erada, 97 Casa Tejada, 97 Casparra, 182 Caspe, 38 Cassaus, Francisco Antonio, 194, 195, 200, 202, 203, 238, 254, 276 Castañeda y Alcover, Vicente, 204 Castañeda, Abdón, 74 Castelfiorentino, 50 Castellanos de Losada, Basilio Sebastián, 25-27 Castelló, Vicente, 74 Castellón (provincia), 77, 149, 173, 184, 194, 195, 218, 238, 241, 248, Castellón de la Plana, 64, 112, 122, 123, 131, 185, 196, 202, 205, 207, 221, 225, 236, 240, 251 Castellón, Joseph, 188 Castel Rodrigo y de Almonacir, marqués de (Carlos Homodeli Maura Cosreal y Pacheco), 188, 195, 202 Castelnou, marqués de (huerto del), 257 Castelnovo, 98 Castielfabib, 77, 251 Castilla, 38, 39, 45, 46, 52, 54, 55, 57, 61, 71, 77-79, 82, 83, 86, 87, 97, 100, 101, 122, 123, 129, 130, 131, 136, 162, 163, 165, 192, 194, 196-199, 201, 204, 229, 230, 247, 249, 255, 259, 266 Castilla, Juana de (reina), 45 Castillo, fray Antonio del, 115, 161, 169, 171, 172, 179 Castro del Río, 49, 182 Castro, Ana, 106 Cástulo, 64, 66 Cataluña, 38, 41, 49, 53, 55, 56, 66, 67, 77, 98, 122, 135, 136, 141, 159, 161, 169, 182, 183, 185-188, 194, 197, 199, 201, 206, 212, 214, 216, 231-233, 236, 239, 255, 264, 280 Cataluña (principado de), 51, 77, 133, 142, 186, 194, 196, 225, 263 Catarroja, 49, 53, 123, 128, 139, 142, 154, 168, 177, 181, 182, 253, 258 Catay, 41 Caudete, 46, 56, 66, 77, 182, 199, 203 Cavalli, Segismondo, 37, 55, 56, 113 Cavanilles, Antonio José, 104, 203-205, 216, 221, 224, 226, 227, 255, 270, 284, 285 Caverel, Philippe de, 37, 56, 231, 232, 239, 240 Ceán Bermúdez, Juan Agustín, 104 Cebreiro, 97 Cecil, Robert (Lord Salisbury), 164 Cecil, Thomas, 164

Cecil, Willian (Lord Burleigh y tercer Earl of Exeter), 164 Cecil, Willian (Lord Roos), 161, 164-166, 270, 292 Cecil, Willian (primer Lord Treasurer Burgheley), 164 Cella-Albarracín, 103, 104 Cellot, L., 216 Cenia (río), 67, 122, 136, 185, 239 Cerdaña, la, 194 Cereceda, Dantín, 34 Cervantes, Miguel de, 111, 230 Cérvol (río), 122, 185 Ceuta, 167 Cevallos, Pedro de, 224, 272 Chabarnach, Francés, 283, 289 Chabás, Roque, 128, Chabret, 249 Chambéry, 50 Chelva, 46, 97, 101-103 Cherta o Chierta (poblado), 43, 123 Chilches / Xilxes, 122 China, 15, 115, Chinchilla, 49, 66, 200 Chinchón, condesa de, 122 Chipre, 50 Chiva, 39, 56, 77, 78, 174, 192, 196, 199, 253 Chulilla, 200 Cid Véase Vivar (el Cid), Rodrigo de Ciudad Real, 39, 82, 83, 86, 87, 164 Claraval (abadía), 37, 52-55 Claudiano, 257, 273 Clemente VIII, papa, 113, 126, 128, 269 Clower, William, 135 Coca, 97 Cocentaina, 68, 136, 138, 140, 149, 151, 167, 168, 177, 186, 192, 196, 197, 222, 231, 237 Cocheril, Dom Maur, 53 Cock, Enrique, 105, 109, 120-125, 148, 231, 240, 268 Codici, Domenico, 179 Cofrentes, 196 Colón, Cristóbal, 39 Colón, Hernando de, 39, 61 Colonia, 18, 20 Columna, Frances, 285 Compte, Pere, 55, 198, 239, 249, 250 Conca y Alcaroy, Antonio, 221 Conchillos, Juan, 290 Conde de Parcent (alquería del), 257 Congosto, señores de, 249 Conti, Morando, 179 Contreras, 78, 79, 226, 250 Cook, capitán, 14 Corbera, 197 Corbera (río), 70, 71, 245, 246 Corbera, Juan Bautista, 262, 279-281 Córdoba, 24, 51, 61, 64, 66, 84, 86, 87, 90, 98, 164, 167, 180-182, 226 Córdoba, Gaspar, 287 Córdoba, viuda de Francisco de, 84 Corral de Almaguer, 177

303

El saber encaminado

304

Corrales, 97 Corsiglia, Marco, 189 Corts, Joan, 51 Cotes, 53 Coulon, Louis, 270 Covarruvias, Jaime (canciller de España), 151 Cremoux, Françoise, 99 Crespí, Pere, 113 Crespo Camaño, Clemente, 180 Creta, 96 Croix, Edmond de la (abad general del Císter), 162 Cromwell, Thomas, 20 Cubero Sebastián, Pedro, 114-117, 293 Cubillas, Diego, 285 Cubillo, 97 Cuelvis, Jacop / Cuelbis de Dresden / Cuelbis, Diego / Cuelvis, Diego, 10, 19, 21, 86-88, 133159, 170, 230, 231, 237, 240, 243, 292 Cuenca, 38, 60, 77, 78, 82, 83, 86, 87, 89, 97, 99, 165, 200, 216, 249 Cueva del Gato (barranco de la), 103 Cugnon-St-Erpigny, Françoise de (señora de’Ethe-Belmont), 125 Culembourg, Isabeau de, 45 Cullera, 2, 11, 69, 70, 71, 128, 130, 170, 192, 197, 207, 221, 244-246, 253, 262 Cusatis, Brunello De, 181, 182 Dahera, Pedro, 239 Daimuz, 222 Dalmau, Antonio, 262 Dalmau, Rafael, 56, 113, 297 Dalpis, Miguel de Véase Alpis, Miguel de, 55, 249 Dantiscus, Johannes, 44 Danubio (río), 18 Dardit, Joan, 285, 289 Daroca, 11, 103, 104, 107, 180, 197, 286 Daroca, Jaime, 259, 280 Davillier, Jean-Charles, 25, 29 De Fer, 204 Deixado, Antonio, 283 Delaporte, Joseph, 216 Demócrito, 14 Denia, 25, 68, 69, 70, 73, 87, 119, 128, 129, 130, 131, 161, 169, 174, 176, 185, 187, 192, 200, 204, 205, 207, 218, 221, 222, 225, 229, 245, 246, 299 Denia, marqués de, 131 Denia, marqueses de, 71 Descartes, 21 Desnauy, Carlos, 203 Devos, Jérôme P.,121 Diago, fray Francisco, 19, 146, 148, 167, 171 Díaz Vara Calderón y Coronado, Gabriel, 17 Dillon, John Talbot, 221, 226, 270, 295 Dilly, C., 217 Dinamarca, 126, 215 Diocleciano, 64 Dizmaz de Aguirre, Juan, 250 Dolz, Joseph Estevan, 126 Domínguez Ortiz, Antonio, 133, 135, 145, 297 Donato, Leonardo,56

Doré, Gustavo, 29 Doria, principe, 128 Duarte, Ascensio, 195, 203, 254, 276 Dublín, 217 Duero (río), 60 Dufour, A.H., 205 Ebeling, Chistoph Daniel, 215 Ebro (río), 18, 43, 122, 163 Écija, 49 Egipto,14, 183 Eguia, Miguel de, 19, 171 Ehingen, Jorge de, 30 Eiximenis, fray Francesc, 267 El Escorial, 20, 83, 85, 87, 90, 98, 131, 164, 165, 167, 173, 180, 186, 187, 218, 220 El Frasno, 115 El Hito, 177 El Pardo,34, 97, 128, 173, 186, 187 El Paular (cartuja), 62, 85, 95, 98 El Verger, 128 Elche / Elx, 43, 66, 69, 136, 142, 149, 150, 167, 168, 183, 185, 186, 192, 197, 199, 201, 203, 218, 221, 222, 251, 286, Elche, marqués de, 150 Elda, 186, 194, 196, 197, 199, 200, 201, 221 Elmshy, P.Elmsly, P, 217, 218, 294 Elvas, 164 Elzevier, 23 Emilia-Romagna, 179 Encina, Juan de la, 48, 49 Eneas, 13 Enguera, 283 Enríquez de Quiñones, Pedro (adelantado mayor de Andalucía), 48 Enríquez de Ribera, Fadrique (marqués de Tarifa), 37, 48, 111 Epidrapolis Véase Valencia, 139, 154 Escolano, Gaspar, 79, 104, 146, 147, 166, 189, 292 Escosura, Patricio de, 25 Escrivano, Joseph Matías, 212, 213, 215, 298 Espadán, sierra de, 198 España , 5, 7, 9-11, 14, 18-21, 23-35, 37, 39, 40, 42-44, 46, 50, 51, 53-56, 59-64, 67, 69, 71-74, 77, 79-81, 83- 91, 93, 98, 99, 101, 103, 105, 107, 109, 110, 113, 115, 120-127, 133, 135-137, 139, 140, 142, 145-151, 154156, 161, 162, 164, 166, 169, 171, 172, 174, 177-180, 183, 184, 186, 187, 191, 192, 196, 198, 200-202, 204206, 209-224, 226, 227, 230, 233, 241, 260, 264, 265, 267-270, 272, 273, 294, 297-300 Esparsa, Silvestre, 109 Espinalt, Bernardo, 215, 221, 294 Espinosa, Jerónimo Jacinto de, 266, 267 Espoleto, 175 Esquilache, 214 Esquivel, Pedro, 20, 191 Essarts, Des, 113, 161, 176, 270, 293 Estaña, Isabel Juan, 94 Esteve, Francisco, 298 Esteve, Miguel, 285 Esteve, Nicolás, 283, 285

Esteve, Vicent, 283, 285 Esteve, Vicent Leonart, 291 Estiria, 166 Estivel, 97 Estrabón, 61, 267 Estrany, Miguel, 70, 245 Europa, 10, 17, 20, 23, 24, 27, 30, 39, 51, 63, 66, 111, 126, 142, 147, 180, 193, 213, 216, 219, 220, 226, 270, 287, 298 Extremadura, 34, 83, 97, 98, 100, 101, 107, 136 Fabié, Antonio María, 30 Faing, Gilles de, 120, 125, 126 Farasí, 142 Farinelli, Arturo, 7, 20, 30-32, 42, 43, 46, 63, 135, 172, 298 Farnesio, Isabel de (reina), 120 Faura, 230 Favara (acequia), 291 Faytanar (puente de), 256 Federico III (emperador de Alemania), 39 Feldkirch (Vozelberg, el Tirol, Austria), 41, 42 Felini, Pietro Martire, 17 Felipe (el Hermoso) de Austria, 37, 45, 46, 63 Felipe (príncipe), 46, 119, 121, 269 Felipe II, 10, 20, 37, 55, 56, 83, 84, 93, 94, 96, 97, 105, 113, 114, 119-122, 125, 126, 191, 205, 230, 260, 268, 269, 282, 287, 288 Felipe III, 10, 119, 120, 125-129, 131, 155, 161, 162, 231, 246, 260, 269, 285, 286, 290 Felipe IV, 115, 119, 188 Felipe V, 119, 200 Feria, ducado de, 120 Fernández Álvarez, Manuel, 14, 298 Fernández de Mesa, Tomás Manuel, 11, 79, 211, 212, 214, 219, 240, 256, 271, 272 Fernando, archiduque, 45, Fernando, infante cardenal, 119 Fernando (rey de Sicilia), 119 Fernando de Antequera, 119 Fernando I, 119 Fernando VI, 211, 212, Ferrara, 50, 126, 128, Ferrer, Jaime, 287 Ferrer, san Vicente, 154, 284, 286 Ferrer, Vicente, 284 Ferro, Gregorio, 23 Figueras, 142 Figuerola, Francisco, 282, 284, 285, 289 Filipinas, 192 Finisterre, cabo de, 87 Fischer, Christian August, 28, 223-226, 270-272, 295, 298 Fiton, 142 Flandes, 39, 41, 52, 148, Florencia 18, 22, 30, 50, 161, 172, 174-176 Floreville, 126 Floridablanca, conde de, 214 Foix, Germana de (reina y virreina), 119, 148, 264 Foligno, 175 Ford, Richard, 28, 29, 35, 71, 77, 223

Índice onomástico-toponímico

Forrasi, 138, 149, 152 Fortaleny, 244, 247 Foulché-Delbosc, Raymond, 7, 30, 32, 42, 135, 176, 183, 298 Fraga, 98 Francia, 15, 19, 22, 23, 42, 49, 50, 54, 55, 86, 88, 91, 112, 113, 133, 136, 141, 142, 145, 158, 161, 162, 164, 167, 172, 176, 179, 184, 186, 187, 201, 209, 210, 212, 215, 232, 294 Francia, Juan Francisco, 195, 238 Francisco, Iuan, 84 Franzini, Federico, 18 Fratín, Jorge, 287 Fresnoso, 97 Frómista, 98 Font de la Figuera, la, 54, 66, 128, 182, 199, 200, 203, 213, 214, 221, 224 Fuentidueña, 173, 177 Furió, Antonio, 25 Fuster, Justo Pastor, 126, 148 Gabrell (o Çavall o Caball), Domingo del, 243 Gachard, Louis-Proper, 46 Gachard, M., 38, 46, 47, 66, 126, 298 Gadea, Miguel de, 250 Gaeta, 50 Galia, 166, 167 Galiay, José, 32 Galicia, 23, 54, 93, 96, 100, 103, 136, 212, 214 Gandía / Gandia, 11, 25, 26, 69, 70, 87, 123, 128, 130, 131, 179, 185, 187, 192, 194, 196, 197, 200, 204, 221, 222, 245, 262 Gandía / Gandia (duque o duques de), 71, 128, 130, 249 Gante, 45, 125 Gaona, micer Lázaro de, 126, 127 Garavala, 97 Garcimuñoz, 177 García Berlanga, Fidel, 78 García Cueto, David, 180 García Mercadal, José, 7, 14, 31, 37, 38, 40, 42, 46, 121, 126, 135, 162, 176, 183 García, Miguel, 248 García, Pedro, 49 García-Romeral Pérez, Carlos, 31 Garraf, cordillera del, 50 Gauna, Felipe de, 120, 125-131 Gavarda, 244 Gavella, Marco, 74 Gayangos, Pascual de, 63, 93, 96, 99, 135 Génova, 50, 66, 111, 115, 117, 128, 130, 161, 171, 172, 174-176, 189, 286 Gerona / Girona, 50, 51, 142, 162, 181, 186 Gibraltar, 167, 169 Gil de Zamora, Juan, 125 Gilabert, Antonio, 285 Gilabert, Pedro, 274 Gilart, Juan, 262, 281 Giner de los Ríos, Francisco, 28 Ginestar (castillo), 43, Gisbert, Josep, 131

Godella, 285 Goerlich, Javier, 285 Gómez-Moreno, Manuel, 42 Gondi, Jean François Paul de (cardenal de Retz), 271 Gonzaga, Francisco, 146 González de Clavijo, Ruy, 19 González Morena, Joaquín, 49 Gottlieb, T., 46 Gozalbes Busto, Guillermo, 135 Gozalbes Cravioto, Enrique, 135 Gracián, Juan, 80 Gramont, Antonio de (mariscal), 176 Gran Bretaña, 22, 23, 184 Granada, 21, 24, 28, 29, 33, 46, 48, 51, 52, 62, 64, 66, 68, 81, 82, 85-87, 89-91, 97, 98, 111, 115, 135, 136, 150, 161, 165, 167, 169, 171, 180-182, 186, 187, 213 Granvela, cardenal (Antonio Perenotto), 121 Grao (puerto de Valencia), 47, 48, 51, 80, 115, 116, 134, 145, 149, 154, 156, 164, 166, 169, 172, 174-176, 183, 187-189, 196, 216, 226, 227, 229, 255, 261, 262, 282, 288, 289 Gregori, Gaspar, 283, 288 Gregori, Juan, 259 Gregori, Tomás, 284, 288 Gregorio XIII, papa, 93 Grenoble, 50, 95 Grimaldi, marqués de, 200 Grossa (sierra), 66 Guadalajara, 34, 64, 83, 85, 172 Guadalaviar (río) Véase Turia Guadalupe, 45, 46, 50, 62, 63, 77, 82, 85-87, 89, 93, 97, 101 Guadarrama, 85, 101, 211 Guadix, 182 Guardamar, 71, 168, 169, 185, 221, 222 Güelda, Tomás, 188, 189 Guerrero, Francisco, 111 Guevara, general, 173 Guevara, Pedro de, 262 Guicciardini, Francisco, 30 Guignard, René, 176 Guillelmo, Rostan, 243 Guillon, E., 30 Guinea, 43 Gunzinger, Christoph, 117 Gurrea, Sebastián, 290 Hakluyt, Richard, 22 Halicarnaso, Dionisio de, 267 Hall, James, 180 Harley, Edward (conde de Oxford), 134, 150 Harpe, La (poeta), 22 Harris, John, 177, 178 Helman, Edith F., 218 Herault, 201 Herculano, 218 Hermosilla, José de, 24 Herrera, Juan de, 282 Herrero, José, 260 Hoefnagel, Joris, 17, 21, 25, 27, 31, 105, 134, 186, 187 Hogenberg, Franz, 21

Hohenstaufen, Constanza (emperatriz de Nicea), 122 Hohenzollern, casa de, 147 Holanda, 23, 45, 120, 134 Hondt, Petrum, 200 Horacio, 8 Hospitalet, 51 Hostalet / Hostaletes, 122, 159, 169, 185 Hoya, Pedro de la, 283 Huéscar, 181, 182 Huete, 97 Humboldt, Karl Wilhelm von, 226 Humpis, Conrado, 45 Ibiza, 196 Igual Úbeda, Antonio, 33 Igualada, 162 Imad-ab-din-al-Ayubi, Ismael, 267 India, 15, 217 Inglaterra, 27, 28, 39, 133, 187 Inglés, Joan, 282 Inselin, Charles, 201, 203, 204 Inyegues, Rodrigo, 283 Ipalo, capitán, 97 Irlanda, 23, 184, 187 Irún, 136, 165 Isabel Clara Eugenia (infanta hermana de Felipe II), 269 Isabel Eugenia Clara (infanta hermana de Felipe III), 119, 120, 125, 126, 128 Isabel II, 26 Isabel la Católica (reina) / Isabel de Castilla, 38, 39, 45, 119 Italia, 22, 23, 25, 41, 48, 52, 91, 111, 112, 115, 128, 129, 133, 150, 164, 167, 171, 172, 177, 218, 221, 266 Jaén, 83, 98, 171 Jaillot, Alexis-Hubert, 199, 200 Jaime I de Aragón (rey), 72, 125, 140, 157, 232, 234, 235, 239, 241, 253, 263, 266, 267 Jaime II de Aragón (rey), 68, 70, 233, 236, 243, 245, 275 Jamoigne, 125 Jana, la, 43, 66, 122, 142, 159, 181 Játiva Véase Xàtiva Jávea / Xàbia, 25, 117 Jerez, 164 Jérica, 10, 11, 18, 46, 47, 63, 71-73, 87, 94, 95, 97, 110, 186, 192, 196, 199, 233, 235, 248, 264 Jérica, Pedro de / Xérica, Pedro de, 247, 276 Jerusalén, 16, 20, 37, 48-50, 95-98, 109, 111, 114, 148, 171, 281, 283 Jhonson, Thomas, 134 Jijona, 68, 137, 142, 149, 151, 167, 168, 177, 183, 185, 195-199, 201, 204, 213 Jiloca (río), 104, 286 Jiménez, Juan Romualdo, 214 Joan, fray Nicolás, 265 Jolibois, Claude-Emile, 53 Jolibois, Emile, 53 Joly, Barthélemy, 10, 55, 109, 113, 161-164, 227, 229, 232, 243, 269, 270, 292

305

El saber encaminado

306

Jordán, Francisco, 205, 206 Jouvin de Rochefort, Alfred, 162, 183, 188, 232, 270 Jovellanos, Melchor Gaspar de, 220, 223, 224 Juan II, 119 Juan II de Portugal, 41 Juan, Antonio, 48 Juan, Honorato (señor de Tous), 149 Juan, Bernardo (mosén), 79 Júcar (río), 69, 71, 90, 128, 134, 137, 139, 153, 154, 200, 207, 237, 239, 241-247, 288 Julià, Baltasar (huerto de), 257 Jumilla, 46, 182, 196, 199 Justi, Karl, 22, 135 Kant, Inmanuel, 21 Kieffhaber, Dorotea, 41 Kitchin, Thomas, 205 Koler, Iodoco, 45 Koris, Joel, 133 Kunstmann, Friedrich, 42 L’Alcora, 221 L’Ènova, 138, 149, 168, 246, 247 L’Olleria, 196 La Alberca, 97 La Cenia, 53 La Codoñera, 163 La Coruña / A Coruña, 87, 145, 169, 212 La Galera, 40, 122, 183 La Haya, 134 La Junquera, 43, 162 La Mancha, 34, 55, 68. 129 La Motilla, 77, 250 La Puebla de Almoradiel, 200 La Pérouse, conde de, 15 La Pesquera, 56, 77, 78 La Pobla del Duc, 128 La Puebla, 142, 169, 181 La Rambla, 49 La Ribera, 197 La Roda, 177 La Safor, 197 La Salzadella, 49, 50, 122, 142, 149, 159, 167, 169, 181, 183, 185 La Umbría, 50 La Valtellina, 172 La Venta Nueva, 77 Laborde, Alexandre, 24, 82, 104, 206, 226 Lacorte, Juan, 214 Ladrón de Guevara, Diego, 94 Laet, Johannes de, 171 Laffi, Domenico, 10, 110, 113-115, 117, 162, 179-183, 193 Lafuente Ferrari, Enrique, 33 Lagunilla, 97 Lake, Anne, 164 Lalaing, Antoine de, 9, 37, 45-48, 63, 66, 177, 268 Languedoc, 226, 233, 239 Laredo, 62, 85, 86, 89, 90 Lavanies, 97 Lavaña, Juan Bautista, 73, 74, 77 Le Senosh, 153

Leiden, 23, 184 Leipzig, 41, 133 Lemberg, 40 Lemos, 128 León, 64, 81, 85-87, 89, 90, 96, 169, 180, León X, 63 Lepanto (batalla), 116, 126 Lérida / Lleida, 86, 162, 164, 172, 186, 201, 273, Lérida, duque de, 98 Lerma, duque de, 131 Les Coves de Vinromà, 40, 52, 53, 122, 123, 128, 142, 149, 162, 167, 169, 181, 185 Leyden, 23 Libiano, Pedro de, 253 Librilla, 183 Ligondi, 97 Lille, 52 Linares, 49, 66 Liparini, fray Giuseppe, 179 Llíria, 77, 80, 104, 192, 198, 200, 204, 205, 218, 221, 235, 236, 255, 256, 259, 260, 262 Llutxent, 80, 105, 196-198, 286 Lisboa, 39, 48, 64, 77, 81, 83, 85-87, 89-91, 97, 111, 115, 117, 133, 136, 162, 164, 167, 169, 179-182 Liske, Javier, 30, 39, 40 Livorno, 111, 115, 172, 175 Llansol de Romaní, Francisco, 146, 147 Llobet, Juan, 261 Lloret, Joan, 285, 286, 288, 289 Locate, 142 Locke, 21 Logroño, 87, 169, Londres, 2, 10, 20, 28, 42, 47, 100, 104, 124, 134, 135, 164, 177, 178, 200, 205, 215, 217, 218, 292 Lop, Joseph, 255-257 Lópera, 49 López, Santiago, 224 López, Tomás, 67 López de Vargas Machuca, Tomás, 202-205, 255 López Enguídanos, Tomás, 204, 284, 285 López Toro, José, 42 Lopis, Pere, 281 Los Mesoncillos, 181, 182 Los Rastros, 142, 149, 159 Lora del Río, 182 Lorca, 33, 66, 183, 222 Lorena, Francisco de, 250 Lorenzo, Juan, 101 Lorenzo, Joan, 285 Lorraine, Claude de, 271 Loyola, Íñigo de, 50 Luis Antonio Jayme (infante de España), 202 Luis rey de Francia, san, 112-114 Luis XIV, 161, 176 Luisa Carlota (infanta), 120 Luján de Sayavedra, Mateo Véase Martí Luján, Juan Luna, conde de, 94 Luna, Pedro de, 119 Lureta, Antonio (clérigo), 207

Luxenburgo, 126 Maça, Pedro, 50 Maça de Liçana, Pedro, 198 Macedonia, 15 Madrazo, José de, 25 Madrid, 2, 28, 29, 33, 34, 37, 39-42, 46, 56, 64, 73, 77, 81-87, 89-91, 93, 95, 97, 117, 120, 121, 126, 128130, 133, 135, 136, 155, 164, 166-168, 172, 173, 175177, 180, 181, 186, 187, 211, 212-216, 218, 224-227, 231, 237, 249, 250, 271, 292, 293 Maestrazgo, 71, 198, 204, 261 Magallanes, Fernando de, 14 Maganya, Miguel, 259, 280 Maginum, 171 Magnani, Francesco, 179 Magno, Carlo, 91 Maguncia, 17, 269 Málaga, 41, 43, 66, 87, 115, 169, 226, Mallorca, 196 Malpartida, 97 Malta, 115 Mancelli, Antonio, 178, 262, 292 Mandeville, Juan de, 19 Manises, 40, 203, 221 Manners, Elizabeth (Baroness de Ros), 164 Manto, 121 Mantuani, Nicoló, 179 Mantuano, Dioniso, 179 Manuel, 177, 183, 195 Manzanares (río), 175, 216, 292, 293 Manzanera, 149, 199 Manzolino, 179 Maqueda, duque de, 150 Maquiavelo, 153 Marca, Peire de, 146 Marchalenes, 291 Marchena, 49 Maré, Cipriano, 205, 206 María Teresa (infanta de España), 176 Mariana, padre Juan de, 127, 269, 270 Marín, Antonio, 96 Marineo Sículo, Lucio, 19, 48, 125, 171 Marsella, 50, 66, 111, 115 Marshall, J., 270 Martí Luján, Juan, 130 Martí, Francesc, 291 Martín I de Aragón / Martín el Humano (rey), 112, 119, 236, 247, 251 Martíneç, Julià, 279 Martínez, Crisóstomo, 189 Martínez, Lorenzo, 285 Martínez alias Biulaygua (o Viulaygua), Francesc (maestro de obras), 55, 249 Martínez Aloy, José, 295 Martínez de Ampiés, Martín, 17 Mártir de Anglería, Pedro, 48 Marville, 126 Marzo, Vicente, 285 Mascarat, paso de Massamagrell, 140, 156, 168, 182, 253

Índice onomástico-toponímico

Massagona, venta de, 97 Matarana, Bartolomé, 112, 113 Mataró, 142 Matheu, Antonio, 262 Maximiliano II de Austria (emperador), 37, 41, 45 Mayans, Antonio, 221 Mayans, Gregorio, 147, 170, 200, 215, 221, 294 Mayorga, conde de, 94 Mazarón, 222 Medina (mercaderes), 116 Medina de Pomar, 85 Medina de Rioseco, 98 Medina del Campo, 38, 85, 91, 165 Medina Sidonia, 80 Medina, Pedro de, 9, 19, 60, 72, 80-83, 85-89, 133, 139, 140, 145, 171, 198, Meliana, 262 Melies, 97 Mellado, Tomás, 280 Mendes Silva, Rodrigo, 194, 203 Mendes, Damià, 288 Menéndez Pidal, Gonzalo, 7, 64, 211 Menéndez y Pelayo, Marcelino, 219 Meneses, Alonso de, 9, 49, 60, 77, 83-91, 117, 142, 171, 172 Mengs, Antonio Rafael, 220 Menorca, 196 Mentelle, Edme, 203 Mercator, 171 Merian, Mateo, 166 Mérida, 61, 64, 145, 164 Merimée, Prosper, 29 Merino, Pedro, 284 Merula, Paul, 171 Messina, 115, 175 Mey, Pedro Patricio, 171 Miedes (arcediano de Sagunto), 125 Mijares (río) / Millars (rio), 53, 55, 122, 123, 141, 145, 159, 201, 207, 223, 239-242, 251 Mijares (comarca), 94 Milán, 18, 41, 50, 128, 166, 180 Millares, 186 Millido, 97 Milton, John, 270 Minglanilla, 78 Minguet Yrol, Pablo, 212 Miñana, Josep Manuel, 200 Miño (río), 97 Mira, 78, Miralcampo, venta de, 203 Mirallas, Manuel, 226 Mislata, 40, 257, 261, 277, 291, 293 Mogente / Moixent, 19, 40, 46, 47, 49-51, 54, 68, 182, 201, 213, 221, 225, 236, 259, 268 Moithey, Maurille Antoine, 201 Molina, Juan de, 148 Molinaseca, 97 Molinell (río), 70 Moliner, Bernat, 70, 245 Moll, Herman, 200

Mónaco, 115, 171, 172 Moncada, 186, 255, 277, Moncada, acequia de, 253, 256, 260 Mondéjar, marqués de, 146 Mondragón, Machín de, 250 Mone, Jean, 46, 47 Monforte del Cid, 197 Monovar / Monòver, 177 Monsalud, 54 Monsenes, 50 Montamar, 138, 142, 149, 152 Montblanc, 162, 181 Monter, Nicolás (ingeniero), 289 Monterrey, conde de, 115, 171, 172 Montesa, 50, 54, 67, 68, 122, 141, 159, 163, 186, 203, 204, 221, 236 Montjuic / Montjuïc, 186 Montpellier, 20, 50 Montsant, 54 Montserrat (santuario), 43, 50, 53, 56, 62, 63, 85, 90, 98, 111, 112, 117, 130, 142, 162, 167, 180, 181, 186, 201, 253 Monzón, 38, 61, 71, 77, 83, 86-89, 114, 121, 246 Moñino, José Véase Floridablanca, conde de Mora, 74, Mora, condes de, 249 Mora, Salvador, 288 Morales, Ambrosio, 17, 96, 105, 125, 146-148 Morales, Catalina (huerto de), 257 Morcuera, puerto de la, 85 Morel-Fatio, Alfredo, 30, 121 Morella, 38, 77, 184, 186, 204-206, 236, 237, 251 Morera, fray Juan Bautista, 243 Moreruela, 97 Morimond, 52 Morvedre / Morviedro / Muriveteris / Murviedro Véase Sagunto Moscardó, Miguel, 282 Mosqueruela, 194, 199 Motilla, 77 Munich, 38, 42, 44 Münster, Sebastian, 20 Muntanyana, Miquel, 283 Münzer, Jerónimo, 9, 18, 37, 41-45, 63, 268 Muñatones, Juan de (obispo), 73, 248 Muñoz, Agustín, 259 Muñoz, Jerónimo, 191, 192 Muñoz, Pedro (ermitaño), 117 Muñoz Degraín, Antonio, 279 Murcia, 18, 23, 33, 38, 39, 43, 46, 64, 66, 68, 82-84, 86-88, 90, 111, 136, 150, 167, 168, 179, 183, 186, 187, 192, 194, 196-205, 213, 223, 233, 239, 247, 255 Murcia, reino de, 150, 183, 185, 232, 247 Muro, 237 Murviedro (río), 134, 154 Museros, 262, Nápoles, 22, 41, 50, 96, 115, 119, 171, 174, 198, 218, 222, 266 Nápoles, virrey de, 150, Narbona, 50, 86, 87, 91, 167, 180

Navalvillar, 97 Navarra, 16, 23, 98, 119, 169, Navarro González, Alberto, 99 Navarro, Pere, 285, 289 Nebrija, Antonio, 72 Negret, Jerónimo, 282, 285, 289, 290 Negrete, sierra, 97 Nicolau, maestro, 149, 288, 289 Nolasco, san Pedro, 266, 267 Nolin, Jean Baptiste, 203 Noya, 97 Nueva España, 192 Nueva Tabarca, 222 Nules, 52, 53, 55, 122-124, 141, 142, 158, 169, 182, 183, 225, 231, 235, 236 Núñez, Pedro Juan, 148 Núremberg, 18, 37, 41-44 Nuslao, Guillelmo de (príncipe), 116 Ocno, 120, 121 Oliva, 128, 130, 185, 192, 211, 221, 222, 246 Oliva, conde de, 44, 71, 198 Oliva, Vicent, 259 Olocau, 198, 253 Onda, 77, 186, 263 Ondara, 222 Ontinyent, 66, 138, 192, 217, 221, 263 Orange, 19, 141, 158 Ordieta, Martín de la, 107 Orense / Ourense, 64, 97, Orihuela, 39, 43, 66, 68. 82, 86, 87, 90, 136, 142, 145, 149, 150, 167, 168, 179, 183, 185, 192, 194-197, 199-201, 207, 210, 214, 216, 221, 234, 238, 247, 282 Orleans, 20 Oromig, Pere, 127, 164-166, 175, 185, 188, 261 Oropesa del Mar / Oropesa / Orpesa, 66, 185, 206, 207, 221, 225 Orriols, 73, 260 Ortelius, Abraham, 134, 148, 171, 191, 192 Ortiz y Sanz, José, 24, 222 Osona, Francisco, 63, 64 Ottens, Joachim, 198, 199 Otthobon, Lunardo, 56, 113 Oviedo, 86, 89, 90 Oxford, 19 Pacheco, Francisco, 214 Padilla, Francisco, 113 Padrón, 97 Padua, 50, 117, 162, 180 País Vasco, 23, 135, 136 Países Bajos, 45, 46, 120, 125, 126, 183 Pajazo, el (paso, puente, venta), 38, 55, 77-79, 173, 174, 177, 249, 250 Palamós, 186 Palancia (río), 71, 198, 199, 201, 241, 248, 255 Palas de Urey, 97 Palladio, Andrea, 17 Pallas, 15 Palma, 182 Palmireno, Juan Lorenzo, 101, 147 Palomero, Santiago, 78

307

El saber encaminado

308

Pamplona, 87, 98, 135, 180 Parcerisa, Francisco Javier, 25 París / Paris, 2, 53, 121, 183, 207, 217, 269 Parma, 50 Parma, duque de, 126 Parma, María Luisa de (reina regente de Etruria), 120 Pascual, Joan, 286 Pastrana, 165 Pastrana, duque de, 161, 174-176 Paterna, 40, 196, 276 Pau, 207 Pausanias, 15 Pavía, 18, 41, 44, 50, 51 Pedro, infante don (conde de Ribagorza y de las montañas de Prades), 70, 245, 246 Pedro I de Castilla, 277 Pedro III de Aragón el Grande, 233, 240, 257, 274 Pedro IV de Aragón el Ceremonioso, 237, 246, 247, 251, 253, 275-277 Pellicer, Mateu, 259 Penarrocha, Llorens, 188 Península Ibérica, 11, 21, 23, 37, 41-44, 46, 52, 54, 64, 75, 79, 81, 86, 88, 95, 117, 133, 164, 167, 169, 184, 186, 187, 203, 264 Peña Cortada (acueducto), 11, 101-103, 107 Peña de Francia (monasterio), 62, 65, 85, 97, 101 Peña, Juan Antonio de la, 173 Peñagolosa (monte), 122 Peñarroya, 163 Peñas de San Pedro, 171 Peñíscola / Peníscola, 66, 122, 124, 169, 174, 185, 201, 206, 207, 221 Peraleda, 97 Pereç, Joan, 239 Pérez, infante Jaime (señor de Vallbona), 235 Pérez, Francisco, 48 Pérez Bayer, Francisco, 147, 222, Pérez de Messa, Diego, 80 Pérez Martín, José María, 94 Pérez Sachs, Ximen, 283 Pérez Villamil, Genaro, 25, Peris, Joan, 55 Peris, Miguel, 55, 239 Perpiñán, 41, 53, 90, 142, 167, 212, 226, 230 Perseo, 13 Persia, 14, 115 Perugia, 175 Peyron, Jean-François, 184, 197, 217, 295 Pfandl, Ludwig, 31, 42 Pfuel, Melchor, 133 Pi y Margall, F., 25 Picaço, Rodrigo, 250 Picassent, 255, 257, 258, 260 Picaud, Aymeric, 16 Piedrahita, 97 Piferrer, Pablo, 25, Pimentel de Herrera, Antonio Alfonso (conde de Benavente y virrey de Valencia), 93, 94, 191 Pimentel de Herrera, Juan Alonso (conde de Benavente y virrey de Valencia), 126

Pineda, 51 Pinós, Jaime de, 96 Piot, M., 126 Piqueras, Juan, 7 Pirineos, 37, 66, 84, 91, 176, 181 Pisa, 50 Pisarri, Antonio, 179, 180 Plantin, Christophe, 20 Plasencia, 85, 86, 90, 97, 106, 107 Plinio el Viejo, 15, 125, 148, 158, 192 Plüer, Carl Christoph, 215, 216, 294 Pobla Llarga, la, 49, 50, 139, 168, 177, 181, 235 Pobla Tornesa, la, 53, 71, 162, 183 Pobla de Farnals, la, 256 Pobla de Vallbona, la, 235, 256 Poblet (abadía), 162, 163, 181 Pobleta, la, 122, 159 Poggibonsi, 50 Poitiers, 20 Polinyà de Xúquer, 244 Polo, Marco, 15 Polonia, 18, 134 Pompeya, 218 Ponferrada, 97 Pontevedra, 64, 97 Ponton, Pedro, 91, 210 Pontons, Antonio (canónigo), 189, 291 Pontons, Pablo (pintor), 267 Ponz Piquer, Antonio, 11, 23-25, 74, 77, 107, 216, 218-224, 270, 294 Ponzanelli, Giacomo, 280, 291 Popielovo, Nicolás de / Popplau, Nicolaus von, 37, 39, 40, 268 Porcar, Miguel Juan, 262 Portaceli (cartuja de Nuestra Señora), 62, 64, 73, 86, 99, 109, 115, 117 Portugal, 23, 30-33, 39-42, 44, 46, 53-56, 97, 126, 133, 135, 136, 148, 167, 183, 184, 196, 197, 200, 205, 214-218, 221, 26 Potos, 139, 142, 153, Potres, 123 Povar, marqués de (virrey de Valencia), 175 Poyo, Joan del (maestro de obras), 259, 261 Pozzo, Cassiano del, 113, 172-176, 292, 293 Pradas (masada y ermita de Nuestra Señora o de Santa Maria de Pradas), 93, 95 Presberg, Cilian, 133 Pretot, Étienne André Philippe de, 201 Prévost, Antonio Francisco (abate), 22 Proaza, Alfonso de, 146 Próxita y Calatayud, Nicolás de (señor de Llutxent, conde de Avesa, virrey y capitán general de Nápoles y conde de Almenara), 198 Próxita y Calatayud, Nicolás de (virrey de Mallorca), 198 Próxita, Francisco de (señor de Llutxent), 197 Próxita, Olfo de, 197 Próxita, Olfo de (señor de Llutxent y Almenara), 197 Puebla de Espugles y Puebla de Mosén Cortès Véase Pobla Llarga, la

Puebla de Valverde, 73, 74 Puebla del Príncipe, 49 Puebla del Rey, La Véase Pobla Llarga, la Puente del Arzobispo, 87, 97, 100 Puerto de Aguilar, 222 Puerto de Santa María, 149, 164, 167, 169 Puerto Marín, 97 Puig, 73, 109, 116, 123, 157, 253, 256, 264, 265 Puig del Condol, monte, 80, 138, 152, 197 Puigcerdà, 186 Purchas, Samuel, 22 Puyol, Julio, 41-43 Puçol, 45, 140, 142, 156, 260, 283 Quadrado, José María, 25, 74, 77 Quart / Quart de Poblet, 38-40, 56, 77, 173, 175, 235, 238, 255, 257-260, 265, 266, 273, 276 Quart (acequia), 253, 257 Quetze y Morco, Joan María, 291 Quixada, fray Tomás, 94 Quotanda, Sans, 188 Rabanal, 97 Rafelguaraf, 203 Ramírez, Pedro, 93 Ranten, 166 Rascaña, abadía de San Bernardo de, 53, 264 Rastibona, 18 Ravanales, Gaspar, 285 Ravensburg, 45 Ray, John, 177, 178 Raya Retamero, Salvador, 136 Rea, Juan de la, 173 Real de Manzanares, 85 Real, Antonio, 283 Reinosa, 211 Rendondela, 97 Requena, 2, 38, 39, 56, 61, 77-79, 173, 177, 194-199, 201, 203, 205, 214, 224, 135, 249, 250, 255, 257, 259 Reus, 207 Reuwich, Erhard, 17 Rey, Guillem del, 283-286, 288, 289, 291 Reyes Católicos (Isabel y Fernando), 41, 79, 269 Reyner, Bartolome, 285, 289 Rhys, Udal ap, 215 Riaño y Montero, Juan Facundo, 29, 135 Ribalta, Francisco, 73, 74, 113 Ribelles, Bartolomé, 223, 240 Ribera, Juan de (patriarca de Antioquía, arzobispo de Valencia, virrey de Valencia, santo), 113, 128, 176, 269 Ribera III, Per Afán de, 48 Ribera y Mendoza, Catalina, 48 Ribes, Demetrio / Ribes, Demetri, 272 Ricart, Antonio, 218 Ricarte, Hipólito, 203 Riego del Camino, 97 Riola, 244 Ripollés, Antonio Juan, 283 Rispo, Josep, 203 Riusech, Ramón de, 274 Robert de Vaugondy, Gilles, 200, 218

Índice onomástico-toponímico

Roberts, David, 29 Roca, Agustín, 79, 259, 283, 284, 288, 289 Rodas, 96 Rodríguez Campomanes, Pedro, 212, 213, 215, 223 Rodriguez Villa, Antonio, 121 Roig i de Artés, Elena, 265 Roig, Jaume, 94 Roma, 15-20, 22, 23, 41, 49, 50, 56, 66, 83-85, 91, 95-97, 109, 111, 113-115, 117, 120, 139, 154, 171-175, 184, 210, 217, 218, 222, 269 Romás de la Higuera, Jerónimo, 146 Romo, 139, 154 Roncesvalles, 51, 91, 180 Rosas, cabo de, 115, 171, 172 Rosell de Aviñón, mosén Jaime, 266 Rosellón, 194 Rosi, Francesco, 29 Rosmithal de Blatna, León de, 30, 43 Rota, Martinus, 134 Rousseau, Jean Jacques, 21 Rovella (acequia), 291, 295 Rozas, Gil de, 250 Rubielos de Mora, 74 Ruzafa, 122, 123, 231, 255 Saavedra, Eduardo, 60, 61 Saavedra Fajardo, Diego de, 21 Saboya, 56 Saboya, duque de, 93, 121 Sacchetti, cardenal, 173 Saelices, 78 Sagunto, 19, 37-40, 43, 45-47, 49-53, 55, 66, 71, 73, 77, 78, 80, 82, 86, 87, 102, 103, 122-126, 128, 130, 134, 136, 140, 141, 145-149, 157, 158, 161, 162, 165, 167, 169, 170, 182, 183, 185, 192, 199-201, 204, 206, 207, 214-216, 218, 221, 222, 224, 229-231, 241, 249, 253, 255, 256, 259-261, 264, 277, 291 Sahagún, 98 Saint-Tropez, 172 Sala Giner, Daniel, 162, 176, 183 Salamanca, 33, 64, 77, 81, 82, 84-87, 89-91, 97, 100, 101, 136, 165 Salazar, Ambrosio de, 9, 10, 19, 77, 84, 87-91, 105, 117, 161, 169, 171 Salelles, 142 Sales, Agustín, 114, 215 Salmón, monseñor, 211 Salomón, 125, 146 Salses, 50, 51, 142 Salvador, Guillem, 259, 283, 285, 288, 289 Salvador, Joan, 288 San Adrian (monte y túnel), 91 San Agustín, 95 San Antonio, 115, 179, 182 San Antonio, monte de, 177 San Bruno, 62-64 San Carlos, 225 San Chilincones, 97 San Felipe Véase Játiva San Martín de la Vega, 177 San Mateo, 38-40, 43, 49, 50, 52, 53, 57, 63, 119,

122, 124, 126, 128, 136, 142, 145, 149, 159, 162, 163, 167, 169, 181-185, 194, 200, 203, 204, 261 San Millán de la Cogolla (monasterio), 98 San Miniato, 50 San Pedro de Arlanza (monasterio), 98 San Pedro de Cardeña (monasterio), 98 San Roque, 66 San Sebastián, 50, 165-167, 169, 265, 266 Sánchez Cantón, Francisco Javier, 20 Sanchis Guarner, Manuel, 34 Sanchis Sivera, José, 112 Sanchis, Carmen, 7 Sanchiz, fray José (obispo de Segorbe), 103 Sanlúcar de Barrameda, 167, 169 Santa Coloma, 162 Santa Pola, 222 Santa Quiteria, puente de, 239-241, 263 Santander, 211 Santaulalia, Joan, 283, 285, 289 Santiago de Compostela, 15, 16, 20, 29, 33, 39, 45, 51, 62, 63, 77, 80-83, 85-90, 95-97, 101, 109, 117, 162, 165, 169, 179-182 Santiesteban del Puerto, 49 Santo Domingo de la Calzada (monasterio), 98, 180 Santo Domingo de Silos (monasterio), 98 Santo Toribio de Liebana (monasterio), 98 Santoyo, Julio César, 135 Sant-Vicent, Jaume de, 55, 239 Saranyó, Arnaldo (abad de Valldigna), 264 Sarmiento, padre, 212, 272 Sarrazin, Jean (abad de saint Vaast), 37, 56, 231, 232, 239 Sarriá, 97 Sarrión, 47, 73, 74 Saulieu, Dom Edme (abad de Claraval), 37, 52-54 Sauquillo, Bartolomé, 250 Saussure, 15 Savona, 172 Sax, 83, 196 Scala Dei (cartuja), 43, 162, Schedel, Hartmann, 42 Schenck, Petrus, 194, 196, 197 Schmeller, A., 42 Scott, George, 134 Seboyuela, 97 Seco (río), 142, 159, 199 Segairen, 244 Segorbe, 46, 47, 62, 71-74, 82, 87, 93-95, 98, 130, 186, 192, 194-201, 204, 218, 221, 229, 233, 235, 248, 259, 263 Segorbe, obispado de, 73, 93, 94, 203 Segorbe, duque de, 93, 94 Segovia, 34, 81, 85, 87, 89, 90, 98, 145, 165, 167 Segura (río), 136, 150, 234, 247 Segura, Pere, 285 Selma, Pere, 285 Sempere, Jerónimo, 268 Serquera, Simón, 289 Serra, 62, 73

Serrano, Manuel, 250 Serrano, Tomás, 294 Sevilla, 28, 41, 43, 48-51, 60, 62, 64, 66, 80-82, 8591, 98, 111, 135, 164, 166, 167, 182, 198, 273 Shaw, Patricia, 164 Sibica, 97 Sicilia, 119, 171 Siena, 50 Siete Aguas, 56, 77, 78, 124, 174, 177, 192, 194, 196, 199, 259 Sigüenza, 164 Silesia, 37, 39 Silhoutte, 226 Silla, 51, 53, 130, 139, 142, 154, 168, 177, 181, 182, 189 Silva, Juan de (conde Portalegre), 133 Sistema Central, 62, 97, 100 Sixto V, 112, 114 Socuellamos, 177 Solar, Pedro del, 283 Soler, Andrés, 285 Soler, fray Arnau (gran maestre de Montesa), 68, 236 Solimán II, 229 Sollana, 130, 201 Soria, 90, 103 Soto Serrano, 97 Spira, 126 Sporer, Enrique, 45 Stendhal, Marie Henri Beyle, 22 Suabia, 45 Suchet, mariscal (duque de Albufera), 207, 243, 246 Sueca, 130, 192, 244, 247 Suiza, 22, 23, 166, 184 Sulai Capponi, Anna, 180 Swinburne, Henry, 216, 217, 226 Tacornal, Pedro, 283 Tajo (río), 11, 90, 105, 106, 216 Talavera de la Reina, 87, 97, 164 Talets, 167, 169, 185 Tarancón, 177 Tarascon, 50 Tarazona, 98, 121 Tarifa, marqués de, 37, 48-50, 111 Tarragona, 48, 50, 51, 57, 64, 66, 82, 84-87, 90, 142, 148, 158, 162, 167, 169, 175, 181, 186, 231 Tassigny (señor de Faing), Jean, 125 Tavara, 200 Teillet, 123 Teixidor, fray Josef (o José), 188, 189, 257, 294 Teixidor, Mateu, 279 Tembleque, 87 Tença, Pere, 285 Terracina, Miguel, 22 Teruel, 38, 72-74, 77, 86, 87, 94, 97, 103, 104, 130, 194, 198, 205, 278 Texeira, Pedro, 202 Thévenot, Melchisédech, 22 Thuringia, 19, 139 Tibi (pantano o presa), 223, 251, 286-288

309

El saber encaminado

310

Ticknor, Jorge, 93 Tiépolo, Antonio, 231 Tiermes, 103 Tierra Santa, 15-17, 39, 48, 50, 95, 111, 115, 161, 171, 179, 183 Timoneda, Juan de, 84 Timor, Luis, 285, 288, 289 Tirol, 37, 41 Tofiño, Vicente, 205 Toledo, 11, 27, 38, 39, 46, 56, 61, 62, 64, 77, 78, 8183, 85-91, 97, 105-107, 120, 133, 136, 164, 167, 175, 180, 181, 186, 187, 200, 229, 249, 250, 258, 269 Tolomar, 138, 142, 149, 152 Tolosa / Toulouse, 20, 112, 167, 180 Tona, Francesc, 279 Torell, 97 Tormo Monzó, Elías, 24, 32-35, 267 Toro, 81, 89, 90 Torralba, Vicente (mosén), 188, 293 Torre de Bouc, 172 Torreblanca, 221 Torrent, 192, 255, 262, 271 Torrente, Bernardo, 70, 245 Torres Torres, 196 Torres, Guillermo, 243 Torres, Juan, 287 Tortosa, 37, 39, 40, 43, 48, 57, 66, 86, 87, 122, 142, 158, 159, 162, 163, 167, 181, 195, 196, 200, 201, 203, 204, 213, 231, 232, 234 Tosca, padre, 215, 283, 291 Toscana, 50 Totana, 183 Tous, 149, 244 Townsend, Joseph, 216, 217, 224, 270 Traiguera, 52, 109, 122, 142, 149, 159, 162, 167, 169, 181, 183, 185, 201, 230, 232, 263 Tres Vilas, puente de las, 240 Troya (acequia), 258 Tudela, 90, 98 Tudela, Benjamín de, 16 Tuéjar, 103 Tuéjar (río), 103 Turia (río), 55, 56, 77, 116, 122, 125, 134, 149, 154, 155, 175, 177, 207, 226, 239, 241, 251, 253, 254, 262, 268, 273, 274, 277, 278, 281-283, 286, 287, 290, 291, 293, 294 Turia, capital del Véase Valencia Turín, 50, 180 Turís, 253 Turquía, 183 Turriano, Juanelo, 11, 91, 106 Tuy, 97 Twiss, Richard, 216, 217, 226, 270 Úbeda, 85, 87, 89, 171 Ulldecona, 39, 49, 51, 122, 162 Ulm, 166, 167 Urbano VIII, 172, 292 Urgell, 94 Uría, Pedro de, 106 Uriol Salcedo, José Ignacio, 7, 60, 84, 85, 211

Urrea, María de, 95 Urrea, Miguel de, 95, 98 Urrea, Pedro Manuel de (señor de Trasmoz), 95 Utiel, 39, 56, 77, 78, 97, 165, 200, 213, 250 Utrecht, 45 Uxama, 103 Vaccondio, Juan Bautista, 18, Vadocañas, paso de, 79, 250 Valbanera, santuario de Nuestra Señora de la, 98 Valckenier, Aegidius Janssoneus, 167 Valdecañas, 97 Valdelacasa de Tajo, 97 Valdés, Juan, 84 Valegio, Francesco, 21, 134 Valence, 50, Valencia, 2, 9, 11, 18, 19, 25, 28, 33, 34, 37-57, 60, 61, 64-91, 93-103, 109-117, 119-131, 133, 134, 136, 138142, 145-149, 154-157, 161-189, 191-207, 211-216, 218, 219, 221, 223, 224, 226, 227, 229-231, 233-239, 241-243, 245, 246, 248-251 Valencia de Aragón y Valencia del Cid Véase Valencia Valencia (cortes), 119, 188, 246, 288 Valencia (reino de), 2, 40, 46, 50, 51, 53, 66, 67, 70, 73, 77, 80, 96-98, 100, 109, 110, 117, 122, 125, 126, 133, 134, 136, 142, 148-150, 152-155, 159, 161, 164, 166-168, 171, 185, 187, 191, 194-206, 211, 216, 229, 230, 235, 238, 243, 245, 255, 266, 271, 273, 288, 292, 295 Valera, marqués de, 214 Valero, Pedro Joan, 188 Vall d’Uixó, la, 66, 77, 122, 123 Vall, Ricardo / Wall, Ricardo, 200, 212 Vallada, 49, 50, 68, 182, 236, 259, Valladolid, 50, 64, 81, 84, 85, 87, 89, 91, 98, 106, 163-165, 167, 180 Valldecrist, cartuja de, 62, 64, 73, 86, 99, 109 Valldigna, abadía de Santa María de, 54, 162, 163 Vallés, Nicolás, 113 Valois, Isabel de, 84 Valturio, Roberto, 106 Vandenesse, Juan de, 38 Vargas, Miguel de, 290 Vasall-Fox, Elizabeth (lady Holland), 223 Vasco de Gama, 14 Vayo, mosén Francisco, 94 Vedegheto Montagna, 179 Vedel, Pierres, 104 Vega, Félix Lope de, 109 Velasco, Juana de (duquesa de Gandía), 128, Vélez Blanco, 183 Venecia, 15-18, 50, 55, 56, 96, 111, 113, 115, 134, 218, 231 Venta Real, 97 Verboom, Jorge Próspero de, 209 Verdaguer, Joaquín, 25 Verde (río), 286 Vergara (el Mayor), Francisco, 244 Vergara, Diego de, 107 Vergara, Ignacio, 263

Vergara, Joan, 285, 286, 289 Verge de Agres (cantera), 284 Verona, 50 Vesubio, 295 Vicent, Gaspar, 287 Viciana, Martín de, 19, 45, 60, 64, 80, 109, 230, 232, 234-240, 261, 263 Vidaña, Juan de, 250 Vidaure, María de, 197 Viena, 33, 46 Vila, Sebastián, 283 Vila-real, 38, 39, 40, 43, 49, 50, 52, 53, 55, 57, 66, 82, 112, 122-124, 126, 128, 136, 141, 142, 145, 149, 158, 167, 169, 181, 183-185, 200, 201, 221, 231, 234236, 239, 241, 263, 265 Vilafranca, 142 Vilanova, Pere, 259 Vilanova, Tomás, 203 Villabrasa, 97 Villafranca, 85, 97 Villahermosa del Río, 122, 186 Villahermosa, ducado de, 122 Villajoyosa / Vila Joiosa, la, 68, 71, 185 Villalba, Jaime, 94 Villalba y Estaña, Bartholomé (o Bartolomé) de, 10, 11, 18, 63, 93-107, 110, 264 Villalón, 85, 90, 97 Villalpando, Juan Bautista, 146 Villalva y Estaña, Bartholomé (o Bartolomé) de Véase Villalba y Estaña, Bartholomé (o Bartolomé) de Villanueva, 95, 98 Villanueva de Alcaraz, 85 Villanueva de Duero, 98 Villanueva de la Fuente, 49 Villanueva de los Infantes, 85 Villanueva, Joaquín Lorenzo y Jaime, 25 Villanueva, Juan de, 24, 80 Villanueva, venta de, 122 Villar, 97 Villar de Cañas, 173 Villar del Arzobispo, 104 Villarreal Véase Vila-real Villarobledo, 177 Villatobas, 177 Villavieja, 122 Villena, 66, 82, 83, 86, 87, 194, 195, 199-201, 218 Villena, marquesado de, 250 Villora, 78 Villuga, Pedro Juan de, 9, 11, 20, 39, 43, 46, 47, 49, 50, 59-67, 71, 73, 77, 79, 80, 82-91, 99, 109, 110, 117, 142, 162, 163, 167, 168, 171-173, 181, 192, 194199, 201, 264 Vinalopó (río, valle y corredor), 68, 177, 286 Vinaròs, 115, 122, 126-128, 131, 161, 171, 172, 174, 185, 221, 225, 229 Visscher, Nicolaes, 193, 194 Vistabella del Maestrazgo, 186 Vitoria, 50, 85, 89, 165 Vitrubio, 66, 106

Índice onomástico-toponímico

Viuda, barranco o rambla de la (cerca de Vilareal), 53, 55, 211, 239, 240 Viuda, barranco o rambla de la (cerca de Xàtiva), 247 Viulaygua Véase Martínez alias Viulaygua, Francesc Vivar (el Cid), Rodrigo de, 72, 139, 140, 154, 155, 156 Viver / Viver de las Aguas, 219, 221, 233 Vives, Juan Luis, 268, 269, 273 Vizcaya, 151, 216 Vizcaya, golfo de, 216 Ward, Bernardo, 201, 212-214 Warembuc, Juan, 133 Weiditz, Christoph, 38, 44, 139, 268 Willoughby, Francis, 161, 162, 177-179, 215

Winckelmann, Johannes Joachim, 28, 33 Wisser, Nicolaus Véase Visscher, Nicolaes Wit, Frederik de, 184, 197 Wittenberg, 20 Württemberg, 45 Wyngaerde, Anton van der, 20, 37, 47, 48, 51, 54, 55, 69, 104, 105, 124, 125, 141, 148, 241, 249, 262, 268, 280-282, 287 Xàtiva, 37, 43, 46, 47, 51, 54, 55, 61, 66-69, 78, 82, 83, 86, 87, 122, 123, 128, 136, 138, 142, 145, 149, 152, 153, 167-169, 171, 177, 181-185, 192, 194-201, 204-207, 213, 216, 218, 221, 222, 229, 231, 236, 238, 242, 244, 246, 247, 255, 257, 258, 260, 261, 263, 265, 272, 282 Xérica Véase Jérica Ximeno, Vicente, 128,

Xirivella, 255 Xucar (río) Véase Júcar (río) Yecla, 46, 177, 182, 196 Yuste, 105 Zafra, 120 Zaidía, 53, 290, 291, Zamora, 64, 95, 97 Zaragoza, 17, 46, 57, 61, 64, 73, 74, 77, 81, 82, 8590, 96, 98, 104, 115, 117, 120, 121, 130, 131, 163, 164, 166, 167, 172, 180, 195, 200, 205, 226, 231, 233, 248, 273 Zedler, Johann Heinrich, 270 Zeilero (o Zeiller), Martin, 10, 117, 141, 161, 162, 166-171, 185, 197, 270 Zurita, Jerónimo, 126

311

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.