Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

May 23, 2017 | Autor: J. Rodríguez Mellado | Categoría: Sanlúcar de Barrameda
Share Embed


Descripción

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica Manuel J. Parodi Álvarez1 Jesús Rodríguez Mellado2

1 2

La ciudad de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) se localiza en la costa atlántica de la comunidad autónoma de Andalucía, en la provincia de Cádiz, en la comarca denominada “Costa Noroeste”, en el margen izquierdo de la desembocadura del río Guadalquivir, límite entre las provincias de Huelva y Sevilla. El término municipal de Sanlúcar de Barrameda ocupa una extensión de 174,3 km2. Cuenta con 6 km2 de playas; limita con los actuales municipios de Trebujena, Jerez de la Frontera, Rota, El Puerto de Santa María y Chipiona. Queda representado en la hoja MTN50 (escala 1:50.000) nº. 1047 del Mapa Topográfico Nacional siendo sus coordenadas: 36º 46’ 44’’ N. 6º 21’ 14’’ O. Es el municipio más poblado de la zona con más del 50% del total del volumen demográfico de la misma, con una extensión superficial de 170,9 Km2 y una población de 67.301. En el término municipal existen 17 núcleos de población aunque en el núcleo principal viven 46.603 habitantes que significan el 69,2% del total. La población menor de 20 años supone el 22,47% mientras la mayor de 65 años no supera el 9%. Estos datos caracterizan a Sanlúcar de Barrameda como un municipio demográficamente joven; cuenta también con unos valores elevados de población extranjera, que representan casi un 14% del total de su población (en 2014). La Comarca de la Costa Noroeste de la provincia de Cádiz cuenta con una superficie de 360 km2, situada entre la Bahía de Cádiz y la margen izquierda de la desembocadura del río Guadalquivir, abarcando el espacio comprendido entre el río, el litoral y el corredor de transportes Sevilla-Bahía de Cádiz. Se encuentra a una hora y 15 minutos 1 2

Grupo de Investigación HUM-440 El Círculo del Estrecho. Universidad de Cádiz.

Grupo de Investigación HUM-152 De la Turdetania a la Bética. Universidad de Sevilla.

341

Estudios de Frontera. 10

del aeropuerto de Sevilla (110 Km.), veintisiete minutos del aeropuerto de Jerez (34,2 km), una hora y cuarenta y cuatro minutos del aeropuerto de Gibraltar (136 Km.), dos horas y treinta minutos del aeropuerto de Málaga (242 Km.) y cuarenta y cinco minutos de Cádiz (52,5 Km.). Forma parte de la zona turística conocida como Costa de la Luz, y dista 44 km. de la capital de provincia, Cádiz. En el término municipal se encuentran parajes naturales como el pinar de la Algaida y las marismas de Bonanza, lugares que forman parte del Parque natural de Doñana, en las Marismas del Guadalquivir. Se sitúa en la Depresión del Guadalquivir y parte de su término municipal forma parte de las marismas originadas por la colmatación del Lago Ligustino de las fuentes romanas. La zona costera del barrio bajo está formada por un gran arenal, que antaño estaba formado por dunas y cerros, como continuación natural de las Arenas Gordas.

La Historia de las tierras de la actual población de Sanlúcar de Barrameda hunde sus raíces en el pasado más remoto del Antiguo Occidente… Las primeras manifestaciones conocidas de la vida humana en este espacio dan fe de su existencia en época pre y protohistórica, con yacimientos megalíticos de su término municipal tales como el desaparecido Dolmen del Agostado, o con ejemplos claros de culturas avanzadas como el que proporciona el Ídolo Cilíndrico del Cortijo de la Fuente, conservado en el Museo Arqueológico de Cádiz. Pero el eje principal de la Historia más antigua de la comarca sanluqueña es el mundo de Tartessos… Uno de los períodos históricos de los que menos conocemos y que acusa una mayor laguna de información, en líneas generales, es el de la época medieval musulmana, precristiana, en Sanlúcar de Barrameda, que abarca un lapso de tiempo que se extiende, grosso modo, entre los siglos VIII y XIII de nuestra Era: se trata de algo más de quinientos años sobre los que no mucho es lo publicado que se refiera de manera específica a Sanlúcar de Barrameda, y menos aún lo aparecido con carácter divulgativo y con vistas a poner dicho conocimiento al alcance del gran público. Si bien hoy la investigación trata de arrojar luz sobre este período en Sanlúcar de Barrameda, en general no mucho es lo que se conoce más allá de los testimonios recogidos en la Historiografía tradicional sobre nuestra ciudad, así como de algunos lugares comunes e ideas recurrentes.

De este modo, de la Sanlúcar anterior a la época guzmana, anterior a la incorporación de este territorio a los dominios de la Casa de Guzmán, allá por las postrimerías del siglo XIII (recordemos que el Privilegio Rodado por el que la Corona cede Sanlúcar a Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno” data de 1297, siendo la confirmación por escrito de la concesión verbal previa de dicho señorío, en 1295) no mucho es lo que sabemos en realidad aún hoy, más allá de la información que ofrece la Historiografía tradicional y a falta (aún) de que puedan desarrollarse estudios de naturaleza arqueológica que ayuden a aclarar el panorama de los primeros siglos de la historia de Sanlúcar (de la Sanlúcar histórica, que sabemos existe con el mismo nombre desde hace un milenio). 342

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

Sabemos, por ejemplo, de la existencia del “Castillo de las Siete Torres”, una denominación bajo la que podría subyacer (así lo entendemos) el perímetro amurallado de la villa medieval islámica, circunscrito a un área determinada de la acrópolis sanluqueña, el Barrio Alto, acerca de la extensión de cuyo perímetro algunos historiadores han aventurado cifras que hoy por hoy resultan, cuando menos, difíciles de contrastar. En este espacio cercado, cuyo eje y espacio principal hemos de buscar en la actual plaza de la Paz, la población islámica habría contado con mezquita y alcázar, un alcázar que probablemente se habría esquinado situándose frontero a la propia cerca amurallada, si no formando parte de la misma, en las inmediaciones de la actual Cuesta de Belén.

Algunos, realmente muy pocos, vestigios de dicha cerca amurallada medieval más antigua asoman tímidamente por entre algunos edificios del caserío del Barrio Alto, en patios interiores y traseras de casas, mezclándose en el imaginario tradicional con la cerca de muralla (tanto que llegan a confundirse en la imaginación de propios y extraños, y hasta de algunos historiadores) de que se dotaría la Sanlúcar guzmana con posterioridad (ya a partir del siglo XIV), un sistema defensivo reforzado y más amplio (y mucho mejor conocido que el anterior, en su naturaleza y en su trama) que andando el tiempo habría de completarse con la construcción del Castillo de Santiago, a lo largo del siglo XV. Algunos vestigios de este sistema defensivo de época guzmana, que se habría servido de la cerca anterior en determinados tramos, efectivamente asoman por los recovecos del entramado urbano del Barrio Alto, trascendiendo y superando los límites del espacio amurallado medieval islámico, y mezclándose, como señalábamos con anterioridad, con el fantasma de la cerca amurallada musulmana en el imaginario colectivo de la ciudad.

Como es bien sabido, alguno de los tramos de muralla conservados, perteneciente a la refacción y ampliación guzmana, se encuentra en el recinto del colegio Albaicín (en la calle Gitanos), señalando con su presencia, en las inmediaciones del Castillo de Santiago, los límites de la Sanlúcar medieval cristiana, o, cuando menos, de la ciudadela amurallada de la misma en dirección a Jerez y a Sevilla, precisamente en las proximidades del Camino de Sevilla. Esta circunstancia, aun siendo bien sabida, debe ser difundida con empeño de manera que el conocimiento de la misma se extienda tanto como resulte posible; otros restos de esta muralla asoman, transformados en mayor o menor medida, en el casco histórico de la ciudad, como en el Arquillo de Rota, y han dejado su huella en la toponimia urbana sanluqueña, como en el caso del Muro Bajo.

Por lo que respecta a la cerca muraria islámica, mucho más reducida en sus dimensiones y traza que la cristiana, podríamos contar con uno de sus escasos vestigios en el muro medieval de la calle Escuelas, hoy literalmente encerrado entre construcciones modernas emplazadas entre la citada calle Escuelas y la plaza de la Paz, alguno de cuyos tramos (mermado respecto a lo que se había conservado hasta hace una década) habría sobrevivido hasta nuestros días alzándose aún bajo el cielo sanluqueño, pese a no ser apreciable desde la calle y encontrarse reducido a la mínima expresión de lo que 343

Estudios de Frontera. 10

un día, hace cientos de años, debió ser su estado primigenio. El Castillo (o “Alcázar”) de las Siete Torres, el Hisn islámico anterior a la presencia cristiana, su alcázar y su mezquita (y ribat), no han desaparecido sin dejar trazas en el caserío de la Sanlúcar más antigua, del Barrio Alto sanluqueño. Hoy, como hace mil años, el viejo alcázar y su mezquita aljama podrían coexistir, bajo un nuevo aspecto, con una nueva identidad y los correspondientes lazos de relación entre ambos edificios, entre ambas sedes de dos formas de poder y autoridad en y sobre la ciudad habiéndose transformado para continuar existiendo en época cristiana; ambos edificios, además, habrían sufrido las transformaciones impuestas por las circunstancias y el tiempo. De este modo, bajo los perfiles del actual Palacio de Medina Sidonia, que corona la silueta de la barranca y habría de presidir desde sus alturas el posterior desarrollo del Barrio Bajo de la ciudad (en sus tres direcciones: hacia la zona de la calle Baños, con la Judería, de una parte, por la Cuesta de Belén y calle Bretones, la zona comercial y de servicios de la Sanlúcar medieval cristiana, de otra, y en el entorno de la iglesia de Santo Domingo, con el pequeño dédalo de calles de las Siete Revueltas, de otro) podremos encontrar los vestigios del antiguo alcázar, su espíritu como núcleo de poder, antes musulmán y luego cristiano (en manos de los nuevos señores de Sanlúcar, los Guzmán), mientras bajo las estructuras de la actual iglesia de la O, en su entorno inmediato y en los ámbitos de su influencia (patios, atrio, aledaños), podríamos quizá hallar la sombra de lo que fuera la mezquita de la ciudad. Ambos edificios, hoy como hace un milenio, siguen en permanente abrazo: sus estructuras se entremezclan unas con otras en un baile pétreo que no se ha detenido en cientos de años, que no ha conocido pausa desde antes de que Sanlúcar fuera Sanlúcar, conformando una notable parte de la identidad de este “Santo Lugar” que hunde sus raíces en las más remotas épocas de unos mundos, el romano, el púnico, el fenicio, el tartésico, hoy perdidos en la noche de los tiempos.

Son notorios los restos visibles, en forma de estructuras arquitectónicas remanentes, como arcos medievales islámicos, en el Palacio de Medina Sidonia. Estas estructuras nos hablan de aquellos tiempos en los que los límites del casco urbano de la Sanlúcar medieval musulmana se encontraban en un cuadrilátero irregular que envolvía a la plaza de la Paz y algunas calles aledañas, albergando a un núcleo de población ciertamente de no muy grandes dimensiones (ni en lo físico ni en lo demográfico, al menos en lo que se refiere al espacio intramoenia del Husn) cuya presencia servía para controlar visualmente el acceso al río Grande, a nuestro Guadalquivir, puerta, entonces como hoy, de las tierras interiores, y entre éstas, de la Sevilla islámica, el gran núcleo urbano de Isbiliyya. Palacio y alcázar, mezquita y parroquia, en el entorno de la Plaza de la Paz y la Plaza de los Condes de Niebla, siguen dando forma hoy como ayer, como hace mil años, a uno de los perfiles más emblemáticos de la ciudad; siguen asomándose desde sus alturas a la barranca, y siguen abriendo sus brazos ante el corazón de la ciudad alta, naciendo de su abrazo uno de los espacios públicos más señeros de Sanlúcar, la plaza de los Condes de Niebla, hermana de la plaza de la Paz, que fuera en su día el centro neu344

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

rálgico de la Sanlúcar islámica y de la primera Sanlúcar cristiana, aquel “Santo Lugar” que hoy se extiende más allá de donde sus habitantes habrían podido imaginar, hasta darse la mano con la tierra firme entre marismas, aquella Barr-al-meida, que completa el nombre y la identidad de la ciudad, de Sanlúcar de Barrameda, el Lugar Santo en la tierra firme entre marismas.

En otro lugar (PARODI 2011 y 2012) hemos tenido ocasión de abordar el tema de las razzias vikingas que en el siglo IX atacaron (sin éxitos mayores) al Emirato de Córdoba, unas expediciones que, tras asomarse infructuosamente a las puertas de Lisboa terminaron por asolar la ciudad de Sevilla en dos intentonas finalmente frustradas por el ímpetu Omeya, en los años 844 y 859 de nuestra Era, no pudiendo consolidar una base territorial normanda en la Baja Andalucía como sí pudieron estos “hombres del norte” hacerlo en el Septentrión de Francia, con la creación del ducado de Normandía, y en el Sur de Italia, con el Reino (primero condado) normando de Sicilia, dominio bizantino que pasaría a manos normandas y serviría como “primera barrera” frente al poder sarraceno (capaz de establecer bases firmes en tierras tan al Norte como Marsella, o de asolar las aguas del Tirreno, ante Ostia, poniendo en peligro a la capital de la Cristiandad Occidental, Roma). Si bien la primera expedición de saqueo normanda, del año 844, habría de resultar frustrada por la reacción del estado omeya de Córdoba, como señalábamos en los anteriores párrafos, esta expedición de saqueo, finalmente ahogada en la batalla de Tablada junto a Sevilla, sería la causa de que el soberano cordobés Abderramán II se viera movido a fijar sus ojos (y con ellos su preocupación) en la frontera candente constituida por sus costas occidental y meridional, sin duda alguna con una especial atención sobre espacios y zonas de especial interés, como habría de ser la desembocadura del Guadalquivir. Así, el emir Abderramán II tomaría medidas preventivas frente a los peligros provenientes del mar (desde el Norte, en el caso de los vikingos, desde el Este y el Sur, en el caso de los piratas sarracenos y berberiscos, que también representarían un peligro para Al Andalus), unas medias como el impulso a su flota de guerra y la protección de las costas mediante la construcción de fortalezas costeras, los “ribats” o “rábitas” que encontrarían paralelos asimismo en las fortificaciones litorales erigidas en las costas levantinas por estas mismas fechas y motivos.

Señalábamos cómo hoy algunos de dichos ribats (ribatim) o “rábitas” pueden rastrearse en algunos topónimos como los de Arrábida (en Portugal) y la capital de Marruecos, la ciudad de Rabat, o La Rábida, en Huelva; ya en un contexto más inmediato podemos señalar en este sentido a localidades del Golfo de Cádiz como La Rábida (en la provincia de Huelva), o la cercana Rota (en la provincia de Cádiz). Por otra parte, y junto a estas evidencias toponímicas, es de señalar que si bien en el nombre de la vecina localidad de El Puerto de Santa María (un nombre de entero origen alfonsí, cristiano) no encontramos un topónimo evocador de las rábitas islámicas, en los trasfondos de su castillo de San Marcos (reedificado por Alfonso X sobre estructuras precedentes) sí 345

Estudios de Frontera. 10

podemos hallar la evolución de lo que habría sido originalmente un ribat, destinado precisa y no casualmente a la guarda y custodia del río Guadalete, que era navegable más allá de El Portal y la zona de La Cartuja, hasta tierras jerezanas en época medieval y tenía precisamente en las riberas de El Puerto (de Alcanate) su salida al mar. En uno de estos ribatim islámicos, posiblemente relacionados con las razzias vikingas por el Guadalquivir y la necesidad de la defensa de las costas de Al-Andalus por parte del emirato Omeya, a mediados del siglo IX, podremos encontrar las raíces del actual Palacio Ducal de Medinasidonia de Sanlúcar de Barrameda, trazas de las cuales pudieran encontrase en las estructuras objeto de interés en este proyecto arqueológico (la Torre medieval), que puede muy bien guardar relación asimismo con el así denominado por las fuentes históricas “Alcázar de las Siete Torres”, una de las cuales podría ser la que nos ocupa ahora.

El río Guadalquivir es una vía rápida de penetración al interior de la Baja Andalucía: quien controla el río tiene las claves para apoderarse de la ciudad de Sevilla y con ambos, de todo el Bajo Guadalquivir entre la capital hispalense y Sanlúcar de Barrameda. Roma se aseguró el control del río y sobre su eje el emperador Augusto diseñó la provincia Baetica. Los bizantinos navegaron sus aguas hasta Sevilla en época visigoda, como sabemos gracias a la arqueología; los vikingos asolaron dos veces Sevilla tras haber penetrado por el río en el siglo IX, como venimos viendo; los castellanos de Fernando III conquistaron Sevilla por el río: fue la flota cántabra de Ramón Bonifaz la que abriría las puertas de Sevilla para el Rey Santo, a mediados del siglo XIII, desde el mar y por el río; como vemos, se trata de un fenómeno recurrente: para conquistar Sevilla es necesario controlar el río, y para controlar el río es imprescindible asegurar la guarda de su desembocadura.

Así, bien pudiera ser que una de las sorpresas que la Arqueología pudiera ofrecernos algún día en el territorio de Sanlúcar, quizá por la zona del Mazacote, quizá por el Barrio Alto, quizá en ambos lugares, fuera encontrar un ribat emiral del siglo IX, de época de Abderramán II y Mohamed I, una edificación de carácter mixto, militar y defensiva al tiempo que religiosa (una rábida tiene una naturaleza dual: es una estructura defensiva al tiempo que religiosa) en la que pudiera encontrarse el núcleo embrionario original de lo que, con el paso del tiempo (de los siglos) habría podido llegar a convertirse en un alcázar (Qasr), un castillo (un recinto amurallado, hisn o husn), el “Castillo de las Siete Torres” de origen quizá califal, y cuando menos almorávide o almohade para, más tarde, dar forma a la acrópolis guzmana (ya cristiana, especialmente configurada desde la presencia de los nuevos señores de este linaje, desde principios del siglo XIV) de Sanlúcar de Barrameda.

Es necesario considerar, como hemos señalado, que entre el hipotético ribat emiral omeya del siglo IX y la presencia guzmana y los primeros momentos del Palacio Ducal de Medinasidonia, a finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, y aún más, hasta el Castillo de Santiago, del siglo XV, hemos de contar con que median varios 346

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

siglos; entre tal hipotético ribat (y el hisn) del Barrio Alto sanluqueño y el Castillo de Santiago, tercia, nada más y nada menos que medio milenio de Historia. No es precisamente poco tiempo. En todo este tiempo, el casco urbano histórico de la vieja villa sanluqueña habría de estar circunscrito (con el permiso de otros núcleos diseminados del entorno, como pudiera ser el caso del actual barrio de Bonanza) al entorno del centro del Barrio Alto. De este modo, podríamos encontrarnos ante un mismo hilo conductor que nos llevase, en Sanlúcar, desde el siglo IX (con el hipotético “ribat” emiral omeya, surgido al hilo de las incursiones normandas por el litoral y el río) hasta el siglo XIV (con el Palacio Ducal), pasando por el Castillo de las Siete Torres y el alcázar islámico (de épocas califal o almohade –siglos X-XII–), del que se conservan elementos estructurales reconocibles como algunos arcos de las galerías exteriores (e interiores) del Palacio de Medinasidonia, y otros hipotéticos espacios y elementos del mismo; singularizamos en el Palacio Ducal al ser el edificio más relevante del entorno del Bario Alto, lo que es decir, del casco histórico de la vieja villa de Sanlúcar, que se ha conservado hasta nuestros días, remanente y vestigio del antiguo Husn islámico que coronaba la Barranca antes de que se produjera (ya en época cristiana, especialmente a partir de los siglos XIV y XV) la expansión del núcleo sanluqueño hacia las faldas de la referida Barranca, dando forma al Barrio Bajo de la localidad. Sanlúcar, como sucede en el caso de la vecina población de El Puerto de Santa María, habría contado con una historia propia muy anterior a la presencia y la época islámica; el territorio que hoy constituye el término municipal de Sanlúcar de Barrameda habría sido un espacio habitado desde época prehistórica, por no hablar de la protohistoria y el feraz mundo tartésico; asimismo cuenta con un rico horizonte cultural en época antigua, como apuntan las fuentes históricas; a falta del refrendo definitivo de la Arqueología de cara a poder valorar plenamente el peso y papel de estas tierras en época antigua, nombres habituales como los del Luciferi Fanum, Évora, Monte Algaida, Lux Dubia, Venus Marina, Astarté, entre otros, jalonan el horizonte de la Historia Antigua en nuestro territorio, de las épocas prerromana y romana en la desembocadura del Guadalquivir. Al mismo tiempo, es necesario considerar el peso de la fase islámica en el bagaje histórico general de Sanlúcar de Barrameda, con una más que clara presencia de esta facies histórica y cultural en nuestra acrópolis del Barrio Alto, conservada en la memoria colectiva de la ciudad y cristalizada bajo el nebuloso perfil del Castillo de las Siete Torres. Quizá, y como venimos señalando, uno de los embriones del nuevo desarrollo como núcleo urbano de la Sanlúcar medieval en época islámica pudieron precisamente ser esas estructuras defensivas emirales que en forma de “rábitas” podían haberse constituido como salvaguarda de estas costas y del río ya desde el siglo IX; entre Abderramán II y Felipe II corre más de medio milenio, pero en fin de cuentas fueron unas necesidades geoestratégicas muy similares las que llevaron a ambos monarcas hispanos 347

Estudios de Frontera. 10

a fortificar las costas mediante estructuras defensivas como torres (en el caso del Habsburgo) y rábitas (en el caso del Omeya), uno en el siglo IX (el caso musulmán) y otro en el siglo XVI (en lo que se refiere al sistema de torres defensivas establecido a caballo entre los reinos de Carlos V y Felipe II.

Quizá, insistimos, bajo los perfiles del actual Palacio de Medinasidonia, de la Parroquia de la O y de la trama del núcleo central del Barrio Alto puedan encontrarse los ricos nexos de unión que –a través de las nubes del tiempo– nos conduzcan a un pasado milenario, a un milenio atrás, a los días en los que desde la atalaya del “ribat” barrioalteño los vigías omeyas contemplasen la llegada de las velas normandas en su trágico viaje río arriba, a ninguna parte, a aquella Isbiliyya que sería su último (y primer) destino. En cualquier caso, para abordar el argumento de la Sanlúcar medieval islámica es necesario tomar en consideración la existencia de noticias sobre un núcleo de poblamiento en dicha época en el corazón del Barrio Alto sanluqueño, envuelto por una cerca amurallada a la cual, como es sabido y venimos señalando, la tradición historiográfica ha dado en otorgar la denominación de “Castillo de las Siete Torres”, nombre bajo el cual probablemente se encuentra –latente– la memoria de la misma cerca de muralla de la Sanlúcar medieval musulmana, la “Masagued” o la “Almesquid” (o la Xolúcar) de las fuentes y de la historiografía, ceñida al entorno de la actual Plaza de la Paz.

Bajo los citados nombres de “Masagued” o de “Almesquid” que precisamente hacen referencia a las “mezquitas” (en plural) que habrían existido en dicho núcleo poblacional (quizá, en un sentido más amplio, el plural haga referencia al espacio de la Costa Noroeste, quizá vertebrado por la Sanlúcar islámica, ésa que sabemos ya existía en el siglo XI, de acuerdo con las amonedaciones del primero de los almorávides, Yusuf Ibn Tasufin3) se encontrarían la mezquita del núcleo habitado (llamarlo “ciudad” sería quizá excesivo), de una parte, mientras el plural de los términos podría estar haciendo referencia al ribat (ese centro cultual de naturaleza mixta, religiosa y defensiva al que venimos dedicando nuestra atención en los anteriores párrafos y de cuyas estructuras podemos seguir la pista en los entresijos del actual Palacio Ducal de Medina Sidonia, en algunos casos, como en los arcos de la galería de dicho inmueble monumental, mostrándose de manera más que evidente) que entendemos existía en el Barrio Alto y que habría podido tener origen incluso en el siglo IX, encontrándose probablemente anejo (por el exterior de la misma) a la cerca amurallada del legendario “Castillo de las Siete Torres” (o “Torres de Sanlúcar”), en los límites de la Barranca. Encontramos, pues, en la Sanlúcar medieval islámica (con una cronología que no podemos sino arriesgarnos a aventurar en torno a los siglos IX al XIII, a falta de la oportuna y suficiente investigación arqueológica que permitiera afinar suficientemente 3 Para lo relativo a la hipotética ceca islámica de Sanlúcar, las amonedaciones de Yusuf Ibn Tasufin y la antigüedad del nombre de “Sanlúcar”, cfr. PARODI y RABADÁN 2012 y 2012b (vid. Bibliografía infra).

348

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

los lindes cronológicos relativos a esta etapa de la Historia de Sanlúcar de Barrameda) una cerca de muralla (origen de la tradicional denominación de “Castillo de las Siete Torres”), una mezquita (esto es, la mezquita del núcleo habitado intramuros), un ribat en el Barrio Alto (y quizá, quizá, otro en la zona del Mazacote, conformando un doble núcleo relacionado con el control del territorio y del río…), la ubicación, dimensiones y límites de las cuales estructuras e instalaciones no podemos, como en el antedicho caso de la cronología, sino alcanzar a plantear a título de hipótesis de trabajo (PARODI 2011 y 2012).

Clarificar los límites, incluso de significado, entre términos como los que venimos manejando es ciertamente complicado, y lo es debido a la polivalencia de los dichos términos y a la naturaleza polimórfica de los conceptos (arquitectónicos y culturales) a los que hacen referencia; a título meramente ilustrativo y explicativo, señalaremos que un ribat podía contener –o no– una mezquita propia, y que podía encontrarse –o no– en el interior de una cerca de muralla (de un hisn –o husun), en un espacio plenamente urbano, aunque lo más habitual (en un plano teórico, al menos) era que un ribat contase con un espacio propio (incluso de tierra de labor, junto a otras instalaciones como las necesarias para albergar a quienes se retirasen a vivir allí de forma permanente o –esencialmente– temporal, amén de otras dependencias como almacenes y depósitos e incluso molinos de grano y aceite que no sólo podían emplearse para el servicio del propio ribat, sino que, y dependiendo de los casos, podían ser empleados por la comunidad) en el que se insertase, tendiendo a huir de la inmersión en los espacios urbanos, pero no necesariamente de la proximidad o la inmediatez a los mismos, ello sin contar con que la evolución urbana de dichos núcleos poblacionales llevaría en más de un caso a la “absorción” por el entramado de los cascos urbanos de unos ribats antes separados de los mismos: el crecimiento de las ciudades, de este modo, también jugaría su papel en lo complejo de denominaciones y situaciones. Cabe señalar, además, que en algunos casos, dado el carácter defensivo de los ribatim y al contar con cercas de muralla propias, éstos podían incluso recibir la denominación de “hisn” en las fuentes, de manera que se hace aún más palpable lo complejo y articulado de la cuestión de las denominaciones en esta materia, algo que podría igualmente afectar al caso sanluqueño. Así, podemos (en el ámbito de la Península Ibérica –de Al Andalus– y del Mahgrib Al Aksa, es decir, del África Noroccidental (el espacio geográfico de países actuales como Marruecos, el Norte de Argelia y Túnez, con especial referencia al primero de los citados), una contemplar una multiplicidad de casos y situaciones en lo relativo a la ubicación de los ribats (o, más correctamente, ribatim, en castellano, “morabitos”) y de su relación física con los núcleos urbanos: separados de los mismos, anejos a las murallas por el exterior de éstas (como podría ser el caso de Sanlúcar y es el de Vélez-Málaga) y contando con sus propios muros externos, adosados en este caso a los del hisn, anejos a las murallas por el interior de la cerca, pero contando con una cerca propia y, por tanto, relativamente aislados del núcleo urbano, 349

Estudios de Frontera. 10

o plenamente integrados en un núcleo urbano en el que o bien se han insertado desde su creación, o bien se han visto integrados por la propia evolución y crecimiento de la trama urbana (que ha terminado por absorber a un ribat originalmente aislado).

Es de imaginar y comprender, vistos los antecedentes señalados y la casi nula investigación arqueológica llevada a cabo hasta la fecha que aventurarse a “cerrar” un discurso completo (y complejo) acerca de la naturaleza y circunstancias concretas de la Sanlúcar medieval islámica (siquiera acerca del núcleo poblacional existente en el eje nuclear del Barrio Alto) es muy aventurado, y puede hacerse (hoy por hoy) sólo a título de hipótesis de trabajo (lo que constituye la intención confesa y manifiesta de estos párrafos). Pese a todo ello, entendemos que en este espacio organizado en torno a las actuales Plaza de los Condes de Niebla, de la Plaza de La Paz y de la Plaza de Manuel Romero Pazos podría encontrarse, como venimos señalando en estas líneas, el núcleo esencial de una población de reducidas dimensiones, englobada dentro de los límites de una cerca de muralla, más que posiblemente de tapial4, el hisn que venimos señalando. Este hisn de la Sanlúcar medieval islámica que constituiría el eje medular de la Sanlúcar medieval islámica (preguzmana) podría haber tenido la forma de un paralelepípedo irregular cuyos lados (los muros) habrían discurrido (a falta de mayor definición) por el entorno de vías urbanas actuales del Barrio Alto como la calle Escuelas, donde se conserva (embutido en un edificio moderno, en un patio interior y no visible desde la calle) el que puede ser (a fecha de hoy y a falta de más trabajo de campo) el único resto de la muralla medieval islámica –visible– de la ciudad, un resto que puede ser datado gracias a los restos de materiales cerámicos que conserva en su fábrica y estructura como perteneciente a los siglos XI al XIII, los últimos siglos de pertenencia de Sanlúcar a Al Andalus, anteriores a la conquista cristiana y el señorío de los Guzmán, en paralelo con estructuras del Palacio Ducal. Hemos venido considerando el carácter y naturaleza, la forma, que podría haber tenido el entorno urbano (por así llamarlo) de Sanlúcar en época medieval islámica. Sabemos que la población existía antes de la llegada de los poderes cristianos a estos territorios, allá por el siglo XIII, no sólo porque algunas fuentes literarias, como El Idrissi, en el siglo XII, mencionen la existencia de un núcleo que recibe el nombre de “Las Mezquitas”, Almesquid o Massagued, en este territorio hoy sanluqueño (término que ha gozado de gran éxito en la tradición historiográfica local), sino porque el propio texto de la donación del señorío a Alonso Pérez de Guzmán así lo indica 5. En este texto, con-

4 Consultado el DRAE, nos ofrece estas tres primeras definiciones para “tapial”: 1. m. Molde de dos tableros paralelos en que se forman las tapias; 2. m. Trozo de pared que se hace con tierra amasada; 3. m. Pared formada de esta manera. 5 No entraremos aquí a abordar el repertorio de fuentes sobre la Sanlúcar medieval (islámica y cristiana), algo que sobrepasaría los límites de espacio y contenido del artículo; reservamos este particular para próximos trabajos de mayor envergadura.

350

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

servado en el Archivo Ducal de Medina Sidonia y datado en 1297, la Corona de Castilla cede a Guzmán el Bueno el señorío de Sanlúcar con carácter hereditario; de este modo, el rey Fernando IV de Castilla manifiestamente señala: …Nos Don Ferrando por la Gracia de Dios Rey de Castiella […] a Don Alfonso Pérez de Guzmán nuestro vasallo […] dámosle Sant Lucar de Barrameda con los pobladores que hi son e serán […] con todos sus términos e pertenencias […] por juro de heredat…, de acuerdo con la transcripción y estudio que del mismo realiza el profesor sanluqueño Manuel Romero Tallafigo, que seguimos (ROMERO 2009). Queda patente a partir de este histórico documento, esencial para la Historia de la localidad y su entorno, que existe un lugar que se llama Sanlúcar de Barrameda ya en el siglo XIII, y que este lugar tiene pobladores; esto (nada menos) es lo que recibe Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno”: sitio y gentes, elementos indispensables para el establecimiento y continuidad del señorío feudal. Este núcleo de Sanlúcar de Barrameda, además, aparece mencionado en la Cantiga 371 de Alfonso X el Sabio (“Tanto vay Santa Maria”), unas décadas antes de la donación del lugar a Alonso Pérez de Guzmán (FIDALGO 2005; ROMERO 2013)6.

Otro debate distinto habrá de ser el de la naturaleza de este entorno al que sólo con cierto esfuerzo podremos –quizá– tildar de “urbano”; no entraremos a considerar ahora de manera exhaustiva (habrá de dejarse para una ocasión futura) la cuestión relativa a las fuentes (islámicas y cristianas, políticas, geográficas o religiosas) y la historiografía (tradicional y reciente) existente sobre el particular; diremos tan sólo que en buena medida los estudiosos que se han aproximado a este asunto a lo largo de los siglos (elementos de la historiografía tradicional sanluqueña como Barrantes Maldonado o Guillamas y Galeano –vid. Bibliografía infra–) se han movido en un espacio muy reducido, por así decirlo, manteniendo fijas sus proas en los más reiterados lugares comunes, unos topoi que en buena medida hunden sus raíces en los textos (y las lagunas) de épocas precedentes7 .

Distinto, como casi siempre, será el caso de Juan Pedro Velázquez Gaztelu, verdadero “padre fundador” de los estudios históricos en (y sobre) Sanlúcar8. Velázquez

6 Hemos seguido –además– en lo relativo a la Cantiga 371 la transcripción aportada por el profesor A. Romero Dorado (cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:CSM_371.jpg); vid. Bibliografía, infra.

7 Sería prolijo abordar el tema de la historiografía medieval sobre Sanlúcar, argumento que ya hemos desarrollado en la conferencia “De vikingos, morabitos y emires. Apuntes sobre la Sanlúcar musulmana” (impartida en el seno de la programación cultural de invierno del Ateneo de Sanlúcar de Barrameda en la Biblioteca Municipal “Rafael Pablos” el 16 de marzo de 2012), así como en la ponencia “Antecedentes musulmanes del casco histórico de Sanlúcar” (ponencia inaugural de las II Jornadas de Investigación Sanluqueña, “La ciudad atlántica y señorial”, 9 de mayo de 2012); véase al respecto la Bibliografía infra. 8 De quien hace años uno de nosotros (M. Parodi) tuvo oportunidad de escribir su reseña para la Revista del Verano de Sanlúcar así como para la revista de estudios clásicos de la Universidad de Sevilla, Habis, de la mano de quien lo ha estudiado con mayor profundidad, el profesor sanluqueño Manuel Romero Tallafigo, catedrático de la Hispalense e Insignia de Oro de la Ciudad de Sanlúcar.

351

Estudios de Frontera. 10

Gaztelu hace una descripción de la traza y trama de la cerca de muralla guzmana, esto es, de la ampliación de la cerca precedente que realizan los Guzmán una vez asentados en el señorío de la ciudad, y recoge asimismo (en los momentos iniciales del volumen II de su “Historia Antigua y Moderna de Sanlúcar de Barrameda”, obra en 5 tomos reeditada por la Asociación Sanluqueña de Encuentros con la Historia y el Arte, ASEHA, reedición dirigida por el profesor Manuel Romero Tallafigo) unos interesantísimos apuntes sobre la traza de la cerca de la Sanlúcar Islámica, en el corazón del Barrio Alto, un espacio amurallado al que la tradición ha dado en llamar Castillo de las Siete Torres, denominación y espacio bajo los que pueden subyacer la cerca o cercas de la población islámica, el “hisn” o espacio amurallado de la población, siendo su información de extraordinario valor a la hora de intentar plantear hipótesis de trabajo tendentes a la restitución de este período histórico, tan envuelto aún en las sombras y brumas de la falta de información y la escasa investigación.

Aneja al hisn por la parte de la barranca podría estar la cerca de muro que habría podido contener al ribat (rábida o morabito) que puede encontrarse en el seno del Palacio Ducal de Medina Sidonia, como ya hace casi tres décadas señalase la XXI duquesa, Luisa Isabel Álvarez de Toledo –quizá la primera en abordar con perspectiva histórica este asunto, salvedad hecha de Velázquez Gaztelu, y sin duda la primera investigadora en considerar de manera rigurosa la vinculación existente entre el Palacio Ducal de Medina Sidonia y el viejo ribat medieval (ÁLVAREZ DE TOLEDO 1984)– y como se indica asimismo en la web de la Fundación Casa de Medina Sidonia9. Nos reconocemos deudores asimismo de las indicaciones que nos hacen sobre estos particulares la historiadora y presidenta de la Fundación Casa de Medina Sidonia, Liliane Dahlmann, o el profesor Juan Abellán, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz; así como en sintonía con las hipótesis de trabajo que mantiene J.Mª. Hermoso10; del mismo modo, reconocemos nuestra comunidad general de ideas, en lo relativo al ribat del Barrio Alto, con Fernando Cruz, (CRUZ 2012), quien sigue estrecha y esencialmente las tesis de la duquesa de Medina Sidonia (ÁLVAREZ DE TOLEDO 2003) en relación con la facies islámica del actual Palacio Ducal; no queremos olvidar el trabajo que sobre la Cantiga 371 ha publicado Antonio Romero (ROMERO 2013), en el que aborda la mención de los topónimos Barrameda y San Luchas en el texto alfonsí, alusivos a la Sanlúcar de Barrameda de mediados del siglo XIII. Por lo demás, entendemos que el hisn y el ribat islámicos anteriores a la presencia cristiana no han desaparecido del todo sin dejar trazas en el caserío del Barrio Alto sanluqueño. Hoy, como hace mil años, el viejo núcleo de población cerrado con su cerca, el hisn (o recinto amurallado), con su mezquita en el interior, podrían continuar viviendo, bajo un nuevo aspecto, con una nueva identidad, habiéndose transformado los lazos de relación entre el edificio religio9 10

352

Cfr. http://www.fcmedinasidonia.com/.

Cfr. http://sanlucarcontemporanea.blogspot.com.es/.

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

so (la mezquita) y el conjunto del hisn en que se insertaba, así como entre el propio hisn y el ribat anejo, que se habrían transformado para continuar con su vivir histórico en época cristiana. Ambos núcleos (hisn y ribat), existentes “en paralelo”, se habrían visto sometidos a las lógicas transformaciones (en su estética, en sus formas…) impuestas por el paso de los siglos.

Al hablar de ribat (rábida), hemos de considerar lo que nos señala el DRAE: “Del árabe hispano ‘rābita’, y éste del árabe clásico ‘ribāt’, lugar de estación de musulmanes dedicados a la piedad y la guerra santa; 1. f. En Marruecos, convento, ermita; 2. f. Fortaleza militar y religiosa musulmana edificada en la frontera con los reinos cristianos”; se trata, pues, de un espacio de recogimiento religioso que alberga a una comunidad de creyentes entre cuyas obligaciones está la de defender a la comunidad de los fieles, y, eventualmente, al territorio o al núcleo poblacional donde se insertaba; estos centros religiosos y defensivos habrían contribuido a conformar una red de defensas y de control territorial del emirato Omeya a partir del siglo IX, sirviendo frente a las tendencias centrífugas de determinados territorios del emirato, de una parte, y frente a las agresiones externas que Al Andalus hubiera de sufrir, caso de los ataques vikingos que asolaron el curso bajo del Guadalquivir en la segunda mitad del siglo IX, como ya uno de los autores ha tenido ocasión de abordar en textos precedentes (de carácter eminentemente divulgativo), unos ataques que probablemente se encuentran en la raíz de la creación del ribat (o los ribats) de la Sanlúcar emiral Omeya (PARODI 2011 y 2012; PARODI y RABADÁN 2012 y 2012b). Son pocos los posibles vestigios supervivientes de este conjunto de ribat y hisn en el entorno del Barrio Alto; las entrañas del Palacio Ducal de Medina Sidonia, el muro (la muralla) de tapial de la calle Escuelas (sombra de lo que pudo ser la torre del Cabildillo…) que contemplábamos en los señalados textos precedentes, quizá las entretelas de la torre de la iglesia de La O (de fiar en la tradición), o los espacios (y aledaños) de la Plaza de los Condes de Niebla, de la Plaza de La Paz y, quizá de la Plaza de Manuel Romero Pazos, a falta de estudios arqueológicos [tradicionales] y de arqueología paramental que nos permitan profundizar en este momento de nuestro pasado (y sin entrar en el poblamiento rural), el medio milenio comprendido entre los siglos VIII y XIII, que viera desarrollarse el poblamiento islámico en nuestro solar. Es en ese entorno en el que, a caballo entre los siglos XI y XII, doscientos años antes de la donación a los Guzmanes y más de siglo y medio antes de la composición de las Cantigas, el emir Yusuf Ibn Tasufin (1061-1106 de la Era), hubo de emitir su moneda, una amonedación que presenta el testimonio de la existencia de Sanlúcar (“Sanlukar”) en sus textos11, y que hace datar la existencia de Sanlúcar ya en los siglos XI-XII, si no antes.

11 Coincidimos con los autores del Catálogo de la Real Academia (2000, p. 33) –entre otros autores señalados en la Bibliografía que acompaña este texto– al señalar la identificación de esta “Sanlukar” con Sanlúcar

353

Estudios de Frontera. 10

Esto es: los primeros almorávides en la Península amonedarían en un lugar en el que se instalaron, al que llegaron (id est, ya existente previamente: no creado ad hoc por los invasores malienses), y que les ofrecería las garantías (y atractivos) suficientes –es de entender– para instalar una ceca; así, podemos considerar que Sanlúcar ya existía cuando llegaron los hombres de Yusuf Ibn Tasufin a finales del siglo XI y que habría contado con la entidad suficiente como para constituir un sitio oportuno para que una ceca destinada a amonedar en oro pudiera instalarse, dadas las necesidades de seguridad inherentes a dicha instalación, amén de con la capacidad de resolver satisfactoriamente asimismo las necesidades de abastecimiento de la guarnición destinada (de manera estable) a custodiar ya fuera la ceca en sí como el metal noble destinado al cuño (oro y plata, en el caso de las monedas acuñadas en Sanlúcar por Tasufin: moneda de prestigio, que recogía y propagaba el poder del emisor, el poderoso emir almorávide). Con este emir y sus monedas de la ceca de Sanlukar nos remontamos al momento en el que los almorávides saltan desde tierras africanas a la Península Ibérica, a la crisis de los reinos de taifas, a la batalla de Uclés, gran derrota cristiana que tuvo lugar en la homónima villa castellana en 1108, apenas dos años después de la muerte de Yusuf y en los que eran los muy primeros años del reinado de su hijo y sucesor Alí Ibn Yusuf (que reinase entre 1106 y 1143, aunque fue asociado al trono por su padre ya desde 1103, a tenor de las amonedaciones en las que aparecen ambos), al final, pues, de una época (la inmediatamente post-califal) y el comienzo de otra (el predominio cristiano en la Reconquista)12.

La Sanlúcar que en el siglo IX, en época emiral (bajo Abderramán II y Mohamed I), ha conocido las razzias de los hombres del norte (MORALES 2004), los temidos vikingos (a las que el emirato de Córdoba replicó con la instalación de ribats costeros, posiblemente como el de –o los de– Sanlúcar) y que tres siglos más tarde se incorpora a los dominios castellanos bajo Alfonso X, sufre los ataques norteafricanos en la década de los 70 del siglo XIII, es mencionada en las Cantigas del Rey Sabio y será donada a los Guzmanes, conocería, entre los siglos XI y XII una experiencia cual habría de ser la de la más que probable existencia de una ceca almorávide entre sus quizá ya viejos muros.

de Barrameda; el tema de las amonedaciones de Ibn Tasufin y la antigüedad del nombre de “Sanlúcar” ha sido abordado más por extenso en PARODI y RABADÁN 2012 y 2012b. infra.

354

12 Para la presencia almorávide en la Península Ibérica, puede contemplarse la Bibliografía que se adjunta

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

Bibliografía ABELLÁN PÉREZ, J. (2004), Poblamiento y administración provincial en al-Andalus. La cora de Sidonia. Málaga. ABELLÁN PÉREZ, J. (2005), El Cádiz islámico a través de sus textos. Cádiz.

ALMAGRO GORBEA, A; TRIKI, H. y VIGUERA, Mª.J. (1999), Itinerario cultural de Almorávides y Almohades: Magreb y Península Ibérica. Granada, Fundación El Legado Andalusí.

ÁLVAREZ DE TOLEDO y MAURA, L.I. (1984), “El palacio de los señores de Sanlúcar. Aproximación histórica al inmueble”, en revista Sanlúcar de Barrameda nº. 20 (s.p.). Sanlúcar de Barrameda (Industrias Gráficas Santa Teresa).

– (2003), La Casa Guzmán di Sanlúcar. Fundación Casa Medina Sidonia. Cuadernos nº. 1. Sanlúcar de Barrameda (versión italiana; original en castellano).

AMORES CARREDANO, F. y CHISVERT JIMÉNEZ, N. (1993): “Tipología de la cerámica común bajomedieval y moderna sevillana (s XV-XVIII)”, en Spal 2, pp. 269-325. azuar, r. (2004), “El ribât en al-Andalus: espacio y función”, en ‘Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones. Anejos, X, pp. 23-38.

BARBADILLO DELGADO, P. (reed. 2001; ed. or., 1945), Historia Antigua y Medieval de Sanlúcar de Barrameda. Sanlúcar de Barrameda. BARRANTES MALDONADO, P. (1998), Ilustraciones de la Casa de Niebla (F. Devís, ed.). Cádiz. BOSCH VILÁ, J. y molina López, E. (1990), Los almorávides. Granada, Universidad.

CASTRO LORENZO, M.L. (2009): “La vajilla de lujo en Santiago de Compostela en los siglos XVI y XVII: aportaciones de la Arqueología”, en Revista de Estudos Provinciais, nº. 22, pp. 123158.

Cayón, J. (ed.) (2005), Las monedas españolas. Del tremis al euro. Del 411 a nuestros días (vol. I). Madrid.

climent buzón, n. (2003), Calles y plazas de Sanlúcar de Barrameda. Recorrido histórico. Sanlúcar. – (2007) Historia social de Sanlúcar de Barrameda. En busca de nuestro pasado. Vol. 1. Del Luciferi Fanum al Ocaso del Renacimiento. Sanlúcar de Barrameda. Codera y Zaidín, F. (1879), Tratado de Numismática arábigo-española. Madrid. – (2004), Decadencia y desaparición de los almorávides en España. Valencia.

Conde, J.A. (1844), Historia de la dominación de los árabes en España. Barcelona.

CRUZ ISIDORO, F. (2012), “El Palacio Ducal de Medina Sidonia: de fortaleza islámica a residencia de los Guzmanes (SS. XII-XVI)”, en Gárgoris. Revista de Historia y Arqueología del Bajo Guadalquivir, nº. 1, pp. 28-33. espinar moreno, m. (2000), “La alquería de Mondújar: mezquita y rábitas, cementerios, barrios y otras estructuras urbanas y rurales”, en Anaquel de Estudios Árabes 11, 277-294.

355

Estudios de Frontera. 10

FIDALGO, E. (2005), “Peregrinación y política en las Cantigas de Santa María”, en E. Fidalgo (ed.), Formas narrativas breves en la Edad Media. Actas del IV Congreso. Santiago de Compostela. Frochoso Sánchez, R. (2001), Los feluses de al-Andalus. Madrid.

FUNDACIÓN CASA DE MEDINA SIDONIA, http://www.fcmedinasidonia.com/

GARCÍA SANJUÁN, A. (2004), “Rabitas y ribats en el Mi´yar de al-Wansarisi [m. 914/1508]”, en La rábita en el Islam. Estudios Interdisciplinares. Alicante.

González Jiménez, m. (1994), “Cádiz frente al mar: de los proyectos alfonsíes al Privilegio de 1493”, Estudios de Historia y Arqueología medievales X, pp. 83-99. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M. y GONZÁLEZ GÓMEZ, A. (1984), Jerez de la Frontera en el siglo XIII. Jerez.

GUILLAMAS Y GALIANO, F. (reed. 1990; ed. or., 1858), Historia de Sanlúcar de Barrameda. Sanlúcar de Barrameda. HAZARD, H.W. (1952), The numismatic History of late medieval North Africa. New York.

HERNÁNDEZ VALENCIA, M. y LÓPEZ MARTÍN, E. (2014): “Centro cerámica de Triana, intervención en conjunto alfarero”, en Revista PH nº. 85, pp. 100-123.

Herrero Torrecillas, J.A.; Palacio García, P.; Herrero Palacio, D. (2011), Catálogo de Subasta Numismática (15 de diciembre de 2011, Madrid). Madrid.

HUARTE CAMBRA, R. y SOMÉ MUÑOZ, P. (1995), “La cerámica contemporánea en el Cuartel del Carmen (Sevilla)”, en Spal 4, pp. 229-247. lópez fernández, m. (2009), La reconquista en la frontera del Estrecho (1250-1462). Málaga.

LUQUE MENSAQUE, B.(2011, octubre),La cerámica trianera en el jardín de Sorolla. Trabajo presentado en Pieza del mes de octubre. Museo Sorolla. http://museosorolla.mcu.es/pdf/octubre12 manzano moreno, e. (2006), Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de Al-Andalus. Barcelona.

Martínez Atienza, J.F. (1998), Las Monedas de Granada. Motril.

MARTÍNEZ ENAMORADO, V. y VIDAL CASTRO, F. (coords.) (2003), Mauritania y España, una historia común: los Almorávides, unificadores del Magreb y al-Andalus (s. XI-XII). Granada, Fundación El legado andalusí.

martínez lillo, s. (1994), “Un ribat interior en la marca media. El caso de Talabíra”, en Cuadernos de Arqueología y Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid 21, pp. 297-312.. MARTÍNEZ MONTÁVEZ, P. (1974), Perfil del Cádiz hispano-árabe. Cádiz.

MATESANZ GASCÓN, R. (2004), omeyas, bizantinos y mozárabes. En torno a la “Prehistoria fabulosa de España” de Ahmad al Razi. Valladolid.

MEDINA GÓMEZ, A. (1992), Monedas hispano-musulmanas. Toledo.

MÉNDEZ FUEYO, J.L. (2005), “Ollas, cántaros y cerámicas de uso común en el Reino de Valencia. La obra aspra de las bóvedas de la Iglesia de Santa María”, en M. Bevià García y R. Azuar Ruiz (Coords.), Santa María Descubierta. Arqueología, Arquitectura y Cerámica. Museo Arqueológico de Alicante, Alicante, pp. 3-35.

356

Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica

MORALES ROMERO, E. (2004), Historia de los vikingos en España. Ataques e incursiones contra los reinos cristianos y musulmanes de la Península Ibérica en los siglos IX-XI. Madrid. MORENO OLLERO, A. (1983), sanlúcar de Barrameda a fines de la Edad Media. Cádiz.

De PADILLA, G. (2008), Historia de Jerez de la Frontera (Siglos XIII-XVI). (J. Abellán Pérez ed.). Sevilla.

parodi álvarez, m.j. (2006), Sanlúcar en papeles amarillos. Notas de Bibliografía Histórica Sanluqueña. Sanlúcar de Barrameda.

PARODI ÁLVAREZ, M.J. (2008), “Las Covachas. Poder, Representación, ¿Fiscalidad?”, en Sanlúcar. Revista de las Fiestas de Primavera y Verano. Imp. Santa Teresa, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), nº. 44, pp. 113-127.

PARODI ÁLVAREZ, M.J (2010), “Aristocracia, nobleza, Guzmanes. Un apunte”, en Revista Sanlúcar. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), nº. 46, pp. 79-83. PARODI ÁLVAREZ, M.J. (2011), “Un vano islámico del palacio ducal de Medinasidonia…”, en J. Rubiales Torrejón (ed.), Sanlúcar de Barrameda. El Río Guadalquivir. Del Mar a la Marisma (Colección Guadalquivir II). Sevilla 2011, pg. 119.

PARODI ÁLVAREZ, M.J. (2013), “La sirena de doble cola”, en Gárgoris. Revista de Historia y Arqueología del Bajo Guadalquivir. Sanlúcar de Barrameda, año 2, nº. 3, junio, pp. 13-18. PARODI ÁLVAREZ, M.J. (2014), “Antecedentes musulmanes del casco histórico de Sanlúcar. Algunos apuntes”, en Sanlúcar Señorial y Atlántica. I y II Jornadas de Patrimonio HistóricoArtístico. Sanlúcar de Barrameda, pp. 135-144. – “Razones de un Señorío. Sobre Sanlúcar y los Guzmanes”, en Revista Sanlúcar. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), nº. 50 (1965-2014), pp. 117-124. PARODI ÁLVAREZ, M.J y RABADÁN GÓMEZ, V. (2012), “Apuntes sobre la ceca islámica de Sanlúcar (siglos XI-XII)”, en Revista Sanlúcar. Sanlúcar de Barrameda, pp. 96-115. – (2012b), “Sobre la Sanlúcar islámica y su ceca almorávide (siglos XI-XII)”, en Gárgoris. Revista de Historia y Arqueología del Bajo Guadalquivir. Sanlúcar de Barrameda, año 1, nº. 2, diciembre de 2012, pp. 8-14.

PÉREZ PÉREZ, C.J. y LÓPEZ ROSENDO, E. (2001): “Ocupación y función del solar de la antigua bodega de C/ Zarza, nº 3. Aportación Arqueológica a la historia de El Puerto de Santa María”, Revista de Historia de El Puerto, nº. 26, pp. 11-64. PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, A. (1989): Azulejo Sevillano, Padilla Libros.

PLEGUEZUELO HERNÁNDEZ, A. (1992): “Sevilla y Talavera: entre la colaboración y la competencia”, en Laboratorio de Arte 5, pp. 275-293.

PLEGUEZUELO HERÁNDEZ, A. (1999): “Cerámica de Sevilla (1248-1841)”, en T. Sánchez Pacheco (coord.), Cerámica española. Summa Artis XLII, Espasa Calpe, S.A., Madrid, pp. 343-386.

PORTELA HERNANDO, D. (1999): “Apreciaciones sobre la evolución de ‘las talaveras’. Siglos XVI al XX”, en Boletín de la Sociedad Española de Cerámica y Vidrio, nº 38, pp. 329-334. QUINTERO ATAURI, P. (2007, reed.; ed. or. 1904), Uclés. Antigua residencia de la Orden de Santiago (Primera parte). Uclés.

357

Estudios de Frontera. 10

De la Rada y Delgado, J. de D. (1892), Catálogo de las monedas arábigas españolas que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional. Madrid (Establecimiento Tipográfico Fortanet). RAY, A. (1998): “La loza sevillana del siglo XVIII: piezas inéditas en los museos de Londres”, en Laboratorio de Arte 11, pp. 215-232.

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. CATÁLOGO DEL GABINETE DE ANTIGÜEDADES. MONEDAS ANDALUSÍES. Alberto Canto García, Tawfiq ibn Hafiz Ibrahim y Fátima Martín Escudero (2000). Madrid, Mapa I, pg. 33.

Rodríguez Lorente, J.J. (1982), Prontuario de la Moneda arábigo española. Madrid.

ROMERO DORADO, A. (2013), “Sanlúcar de Barrameda en la Cantiga de Santa María nº. 371”, en “El Rincón Malillo” (publicación digital), nº. 3, pp. 30-35 (http://www.ceconoca.org/).

ROMERO TALLAFIGO, M. (2009), El Privilegio Fundacional de Sanlúcar de Barrameda a Alonso Pérez de Guzmán. Transcripción paleográfica y ortográfica del documento. Sanlúcar de Barrameda (M. ROMERO y M.J. PARODI eds.).

RUIZ GIL, J.A. (2010), Arqueología en la Bahía de Cádiz durante la Edad Moderna. Universidad de Huelva, Tesis Doctoral.

SUÁREZ JAPÓN, J.M. (1991), Frontera, territorio y poblamiento en la provincia de Cádiz. Cádiz.

TABALES RODRÍGUEZ, M.A. (2002), Sistema de análisis arqueológico de edificios históricos. Universidad de Sevilla, Secretariado de publicaciones.

TAWFIQ B. HAFId, IBRAHIM (2001), “El dinar andalusí: nuevas aportaciones”, en A. Canto y V. Salvatierra (coords.), IV Jarique de numismática andalusí. Jaén. TORRES BALBÁS, L. (1981), Obra dispersa I. Al Andalus. Crónica de la España musulmana (vol. 2). Madrid.

– “Rábitas hispano-musulmanas”, en Al-Andalus, Madrid XIII/2, 1948, 475-491; Obra dispersa (vol. 4), Madrid, 1982.

vega martín, M. y PEÑA MARTÍN, S. (2002-2003), “Alternancias epigráficas en las monedas almorávides”, en Al Andalus-Magreb, nº. 10, pp. 293-314. VELÁZQUEZ GAZTELU, J.P. (1994), Historia Antigua y Moderna de Sanlúcar de Barrameda. Vol. II. Historia Moderna: de la Reconquista al reinado de Don Fernando VI (1264-1760). (M. Romero Tallafigo, ed.). Sanlúcar de Barrameda.

– (1995), Fundaciones de todas las iglesias, conventos y ermitas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sanlúcar de Barrameda (M. Romero Tallafigo, ed.). Sanlúcar de Barrameda.

VERA REINA, M. y LÓPEZ TORRES, P. (2005), La cerámica medieval sevillana (siglos VIII al XIV). Producción trianera. BAR Internacional Series 1403, Oxford. Vives y Escudero, A. (1893), Monedas de las dinastías arábigo-españolas. Madrid.

YOUSEFF HOTEIT, A. (1993), Cultura, espacio y organización urbana en la ciudad islámica, en Cuadernos de investigación urbanística. Madrid.

358

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.