Apuntes de comunicación

September 19, 2017 | Autor: César Ulloa Tapia | Categoría: Cultural Studies, Comunicacion Social, Periodismo
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Descripción

César Ulloa Tapia

Apuntes de comunicación PLAN BINACIONAL DE DESARROLLO DE LA REGIÓN FRONTERIZA CAPÍTULO ECUADOR UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA

Loja-Ecuador 2006

© César Ulloa Tapia/ APUNTES DE COMUNICACIÓN

[email protected] Abril de 2006

PLAN BINACIONAL CAPÍTULO ECUADOR Embajador Eduardo Mora Anda Director Ejecutivo

UNIVERSIDAD TÉCNICA PARTICULAR DE LOJA: Dr. P. Luis Miguel Romero, M. Id., Rector-Canciller

Dr. José Barbosa Corbacho, M. Id., Vicecanciller

Lic. Fanny Aguirre de Moreira,

Directora General de Relaciones Interinstitucionales

Dr. Roberto Beltrán Zambrano, Director General Académico

Dra. María José Rubio Gómez, M. Id.,

Directora General de Modalidad Abierta y a Distancia

MÉLIDA ERAS GALVÁN Gerente de la editorial

Derecho de Autor No. 024240 Depósito Legal No. 003330

ISBN-10: ISBN-9978-09-629-9 ISBN-13: ISBN-978-9978-09-629-1 Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley. Edición preparada en la editorial de la Universidad Técnica Particular de Loja.

Diseño y diagramación: papel y lápiz Portada: papel y lápiz Fotografía contraportada: Raquel Boulanger UTPL

Impresión offset © Editorial de la Universidad Técnica Particular de Loja Impreso en Loja-Ecuador / Printed in Loja-Ecuador San Cayetano Alto Abril de 2006 Primera edición 1000 ejemplares Loja, 2006

A Nancy y Alberto, luz y cincel, con todo mi yo

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Índice Introducción, 7 Capítulo 1: Comunicación, imagen y poder Bombardeo mediático y crisis de sentido, La imagen tras la pantalla, Espectáculo y farándula, La publicidad en blanco y negro, La incidencia de los mass media en el consumo, Discursiva y poder, Movilizaciones y medios, Los Forajidos, Medios y política, Más allá del poder y los medios,

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Capítulo 2: Sobre el periodismo: santos y demonios 57 El periodismo frente al poder, 59 El periodismo frente al nuevo siglo, 63 ¿Se puede hablar de periodismo investigativo?, 67 Periodismo literario, 71 Las encuestas en los medios, 75 La TV: entre el ego y el protagonismo, 79 Sensacionalismo y crónica roja, 82 Del reality al show, 86 Televisión y cultura, 89 Retos y desafío de la radio, 93 Radio-apasionados, 97 Observatorio de medios, 101 El ejercicio del editorialista, 105 Democratización de la información, 109 El humor como contrapoder, 113 Más allá del fútbol, 117 «El mejor oficio del mundo», 124

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Capítulo 3: La comunicación en la cultura 129 La ciudad, 131 Los imaginarios urbanos, 134 Una mirada a las culturas urbanas, 143 Las culturas juveniles en la globalización, 147 La ciudad entre celulares y buscapersonas, 151 La tienda: entre pasatiempos y rumores, 155 Otra vez el Gran Hermano, 158 ¿Y qué del «reggaeton»?, 164 La techno cumbia, 168 Jota Jota, 179 Bibliografía, 184

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Introducción

Les confieso que todo inicio es difícil y, más aún, cuando hay una enorme responsabilidad frente a la opinión pública cada vez que se afilan los lápices y se trasladan una serie de reflexiones a través de un medio de comunicación, sea cual fuere. El juego de la palabra es una suerte de tauromaquia, porque en breves instantes enfrentamos a personas que ni siquiera conocemos, pero que suelen en cuestión de segundos valorar, juzgar, tomar o desechar lo que expresamos. En definitiva es un espacio «a vida o muerte» sin que pretenda caer en exageraciones. No podría continuar sin mencionarles que en muchas ocasiones, las letras fluyen con gran soltura, mientras que en otras, las aspas del molino están atascadas por una variedad de elementos que arman el rompecabezas y aparentemente no caben. Sin embargo, y poco a poco, se van delineando la primera frase, luego un párrafo hasta construir una columna y ensayo, pensando siempre en los anónimos y estimados lectores, sin que ello implique despersonalizarse. Producto de lo referido, han nacido en el transcurso de cinco años varios artículos y ensayos, publicados en periódicos, revistas y portales de Internet dentro y fuera del país. En esta ocasión, les presento una iniciativa que surgió debido a una gran inquietud, malestar y, porque no decirlo, preocupación: ¿por qué en nuestro país hay una escasa atención de la sociedad y casi inexistente producción literaria por parte de la academia sobre temas relacionados con la comunicación social? Parece, desde este punto de vista, que no hay un interés relevante sobre esta ciencia, que dicho sea de paso, atraviesa todas las actividades del ser. Por otro lado, es constante el criterio equívoco de que comunicación es igual a medios. Por favor, cada cosa a su lugar. Mediante estas páginas quiero apoyar aquello que «es imposible no comunicar», pues todo el tiempo y en múltiples espacios estamos haciendo uso de innumerables lenguajes para que el «otro» nos entienda de la mejor manera, aunque no siempre se consiguen los mejores resultados, porque cada persona -9-

es un universo con distintos bagajes. Entre ellos, el sociocultural y el económico-político. Quien les presenta este libro, ofrece una inmensa parte de sí acerca de lo que cree sobre distintos hechos. Vale aclarar que este libro que tienen en sus manos no pretende, bajo ningún punto de vista, convertirse en un manual, mucho menos recetario o verdad última. Es, ante todo, una mirada crítica sobre lo que ocurre y que, en la mayoría de los casos, nadie se atreve a decirlo por falta de apoyo o pereza. Creo, además, que lo no dicho queda en el plano de la fantasía y sobre la base de este supuesto, quiero que esté presente un aporte distinto de la realidad… Es tiempo de hablar y fuerte… Que el silencio no nos transforme en cómplices o testigos mudos. Tampoco puedo omitir que cada ensayo fue enriquecido por unas cuantas horas de lectura, observación directa, análisis de contenido, intercambio de opiniones e ideas con innumerables colegas y actores que sin tener vocación de comunicadores sociales siguen de cerca lo que sucede, palmo a palmo. De ahí que no sea un esfuerzo único, porque somos -como aquí lo sostengo- el resultado de una suma de conocimientos, donde «al momento de tener las respuestas, nos cambian las preguntas» muchas veces. Este libro está pensado bajo tres ejes: a) comunicación, imagen y poder, b) sobre el periodismo: santos y demonios y c) la comunicación en la cultura. Bajo esta óptica, he pretendido complementar tres fichas en el tablero de discusión, sin que ninguna se excluya, pues la comunicación y la cultura se encuentran en el lenguaje, el lenguaje se manifiesta bajo distintas maneras construyendo imágenes y también poderes, y el periodismo refleja, a su manera, el entorno desde particulares puntos de partida y de llegada apelando a distintos modelos de comunicación, como se explicará en cada pluma. Puede ser, valga la aclaración, que varios ensayos parezcan en primera instancia reiterativos, por lo cual me permito recomendar que se analice la concatenación entre tema y tema. En cada iniciativa se aporta enfoques distintos. - 10 -

Aquí no se trata de redundar en el discurso, sí de ir armando el rompecabezas desde diversas posiciones. Una vela alumbra con relación al lugar que ocupemos, sin pretensiones de filósofo. Apuntes de comunicación puede ser leído sin la necesidad de seguir un orden. El último ensayo puede ser el primero y viceversa. Cada cual será el guía de su propio recorrido. Como bien lo dice el título, son Apuntes o viñetas que ustedes irán completando, criticando, dando molde y asumiendo cada propuesta si así lo creyeran conveniente, ya que no hay verdad única ni pretensión indiscutible. Cabe decir que cada ensayo fue publicado en distintas fechas, pero releídos y con múltiples agregados. En este libro se encontrarán pocas citas o fuentes, ya que el autor ha decido «matar o morir» desde su propia responsabilidad y no a través de otros autores que, en muchos casos, son utilizados para decir lo que no podemos. De esta forma asumo toda la crítica que será recibida con el mejor ánimo. Además, de eso se tratan los ensayos… jugarse por algo propio sin desmerecer lo que ya se conoce por el esfuerzo de otros autores. Siempre he creído que todos los hechos, propuestas e iniciativas tienen nombre y apellido, agradezco la luz y el cincel, mi madre y hermano, por ofrecerme claridad, sosiego y alternativas en todo tipo de momentos para construir con firmeza el ahora prolongado en el mañana. No podría omitir tampoco el respaldo del Plan Binacional de Desarrollo de la Región Fronteriza Capítulo Ecuador bajo la dirección ejecutiva del Embajador Eduardo Mora Anda y la apuesta académica que realiza la Universidad Técnica Particular de Loja a través de este libro. Loja, 2006-02-20 Pluma

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Comunicación, imagen y poder

Comunicación, imagen y poder

Bombardeo mediático y crisis de sentido Los últimos hechos sociales dentro de los ámbitos nacional y mundial evidencian que el manejo de la información es clave en la conformación de imaginarios. A través de los medios de comunicación se crean realidades sobre distintos temas, situaciones y actores. De esa forma, se construyen criterios sobre las lógicas política, económica, social y cultural de los pueblos. La televisión, radio, prensa e Internet juegan un papel protagónico en este contexto, pues tienden un puente entre la realidad exterior y la doméstica. En ese sentido, no hace falta salir de casa para conocer en cuestión de segundos, minutos u horas lo que sucede fuera. Sin embargo, la inmediatez, la ruptura de fronteras y tiempos ha provocado una crisis de sentido, debido a que la cantidad ilimitada de información sobre un tema es tan ilimitada, por lo que pocos se arriesgan a establecer un camino por donde transitar. Por otro lado, la realidad que se presenta en los media corre una suerte de adaptación, ya que se ha subestimado el contexto, olvidándose aquello que la complejidad social tiene diversos matices y responde a múltiples intereses. Asimismo, la inmediatez tecnológica obliga a que se emitan notas periodísticas muy cortas, debido al reciclaje continuo de la información. Mucho de todo y con poca profundidad. Lamentablemente, este manejo coadyuvó para que se imponga lo superficial y ligero. Bajo esta óptica, las audiencias televisivas y radiales receptan fragmentos y retazos de la realidad como escenas de impacto que tratan de explicar situaciones de amplio análisis. Esto ha promovido que la imagen sea tomada como referente de primer orden, pues se intenta dimensionar y reducir todo a una fotografía fija o en movimiento. Vale aclarar que no se subestima el reporterismo gráfico, pero sí la fórmula que simplifica la cotidianidad a la imagen. Dentro de este contexto, no se pueden omitir las transmisiones en - 15 -

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tiempo real. Sobre todo, si se trata de un acontecimiento relevante. Aquí el papel que cumplen camarógrafos y fotógrafos es clave, pues se impone en el envío del mensaje, tomas, ángulos y perspectivas que captan bajo sus puntos de vista. Entonces, el consumo de imágenes y la idea que nos hacemos de los hechos dependen de quien las graba, procesa, edita y transmite. Es decir, de su bagaje sobre diversos temas Hace algún tiempo, se había dicho que esta situación promoverá la desaparición del reportero, porque cámara y camarógrafo siguen de cerca y cumplen bien con el cometido de que la imagen vale más que mil palabras. Hipótesis polémica, pero no tan lejana, ya que en muchos medios en el globo, la regla se cumple. A ello se suma el factor económico, pues las industrias culturales optimizan el uso de los talentos y recursos al máximo, duplicando las funciones de las pocas personas que trabajan. Cultura de masas En la actualidad, nadie pone en tela de duda el poder de los medios. Más aún, si la defensa de criterios, presentación de propuestas, denuncias, protagonismos, estrellatos, campañas para justificar los conflictos bélicos, novedades, promociones de productos y servicios se hace desde estos por la eficiencia y cobertura en la difusión. Incluso, las actuales modalidades de estudio contemplan la introducción de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), por lo cual la creación de sentidos va de la mano con el consumo de relatos e imágenes. No obstante, este apego a los medias ha anulado otras formas de comunicación como la conversación en la plaza e introducido el ocio como hábito. La imaginación y creatividad van perdiendo terreno en la niñez, porque se piensa que todas las respuestas están en los medios. Ahora más que nunca, la teoría sobre la «cultura de masas» cobra mayor vigencia. El público pierde la posibilidad de reflexión al apostar por la forma más sencilla de aprender la realidad y lo aparentemente visible. La televisión llega a controlar su tiempo y cambia su sentir y pensar sobre el mundo - 16 -

Comunicación, imagen y poder

exterior. De ahí que su identidad se vaya armando desde el consumo de noticieros, pasando por la atención hacia los «culebrones»1 hasta la curiosidad generada por los programas de farándula, reinados y crónica roja. De esa manera, se va creando una cultura que simplifica todo al consumo de los medios... Y es a través de este consumo como se van modelando hábitos, costumbres, gustos, referentes, señales de identidad, opiniones políticas, económicas, sociales y culturales. Hay que tomar en cuenta que la tecnología en cuestión de comunicación e información ha simplificado y agilitado procesos en el envío y recepción de mensajes como en la interacción simultánea con varios actores por medio de herramientas virtuales, pero el uso que se ha dado a estas innovaciones dista de ser un beneficio colectivo por varias razones: a) muchos mass media han dejado de ser «mediadores sociales» para convertirse en empresas publicitarias, b) el acceso a las tecnologías punta de información no deja ser escaso e inexistente en los países en vías de desarrollo, c) el papel de algunos medios se ha desvirtuado, convirtiéndose en supuestas fiscalías, plataformas políticas, observatorios de la intimidad, d) se ha pensado en los medios como fines, y no como lo que son: medios. Fantasmagoría por el poder Desde hace algún tiempo atrás se ha emitido el criterio de que todo lo que no es visible no existe, como si la realidad se redujera a lo presentado por los medios. ¿Dónde está el país profundo del que tanto hablan los actores públicos. Desde esta orientación, el actor que quiere granjearse la aceptación del público en cualquier esfera tendrá que recurrir necesariamente a los mass media. Mucho más, si están en juego múltiples intereses. Esta fantasmagoría, no obstante, ha propiciado una guerra mediática entre quienes desean alcanzar el poder. La defensa, promoción y discusión de ideas no está en las tribunas, bal1

Así se les denomina a las telenovelas de amplia aceptación que giran en torno al drama sentimental.

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cones, mesas de debate, sino en los paneles televisivos, guiados sobre la «investigación» que hace un equipo periodístico y el conocimiento del tema de los entrevistadores. ¿Y dónde queda la participación colectiva? Cabe destacar que el salto del balcón a la pantalla televisiva hizo que el bombardeo de propaganda creara falsos referentes. La imagen se impuso sin aspavientos. Nada más era cuestión de crear metáforas publicitarias, en donde, al mejor estilo de una cuña, se promocionaba las supuestas bondades del candidato en la manera de peinarse, vestirse, manejar el micrófono y burlar el pánico escénico que tenía antes cuando se dirigía a la gente, y no a través de un aparatito que le enseñaba a leer, en muchas ocasiones. La lógica del maquillaje discursivo no solo catapultó a quien no se merecía, sino que llevó a la fama a expertos en marketing político. Además, el discurso mediático-político, como se vive ahora, es una lucha frontal por el manejo y protagonismo de los medios masivos de comunicación. Todos quieren participar en entrevistas, salir en la prensa, coquetearse con las audiencias y hasta crear sus propios portales de Internet, sin darse cuenta que este bombardeo no ha creado señales particulares ni ha facilitado la comprensión de las propuestas, sino más bien que ha perturbado al elector, pues no sabe a quien creer. Por una parte, está hostigado de tanta bulla y, por otra, ha preferido ver el espectáculo sin salir de casa gracias a los mass media. Algo así como el mito de la caverna de Platón. Tanto se acostumbró a la oscuridad, que el contacto con la luz le puede causar daño. La lógica del spot televisivo quiere convencer, invadir, persuadir y hasta desgastar el criterio público. Una ráfaga permanente de propagandas es llevada al aire para legitimar lo que en la esfera real no es posible. En este contexto habría que analizar la inexistencia de medidas efectivas en los medios, que sepan impedir la participación arbitraria de múltiples actores públicos y líderes políticos que buscan protagonismo. El tiempo de campaña es uno y no como se acostumbra. A toda hora y sin el menor respeto a las audiencias. - 18 -

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La imagen tras la pantalla La ritualidad del goce estético, sobre la base de la adaptación de modelos occidentales prevalece. Situación que se evidencia en la moda y el vestuario, el exagerado culto al cuerpo, el estatus social que se legitima a través del consumo, el apego voraz a la pantalla chica y la percepción de ser mirado en todo momento, aunque esta idea sea -en mucho de los casos- una sensación creada y no real. Bajo este criterio, algunos cientificistas sociales han llegado a decir que lo exterior a esta tendencia no existe. Esta conclusión es atrevida, pero no dista de la cotidianidad. Tal es el impacto de la imagen en la población que se podría afirmar que se está creando una cultura visual. Algo así como «mirar para existir y existir para mirar». Giovanni Sartori2, politólogo italiano, habla de una nueva especie, si cabe el término, a la cual denomina «homo videns», que en términos más sencillos sería la dependencia del sujeto a todo tipo de manifestaciones visuales. Especialmente, mediadas desde la televisión. En ese sentido, todos quieren ser parte del juego. Y si no logran insertarse en vivo y en directo, sí lo pueden hacer mediante el seguimiento e imitación de lo que ocurre en la televisión. La «cajita mágica» se posiciona como canal, medio y fin. Lo que ahí se dice sirve para pensar la realidad, pero de manera fragmentada, porque los medios no pueden cubrir todo lo que sucede y tampoco tienen el tiempo suficiente para contextualizar la vida diaria. A lo mucho se difunden pastillas, cápsulas que ni siquiera tienen la característica de resumen. En este proceso, se jerarquizan las notas de mayor impacto visual y se centralizan las fuentes, desbaratando aquello que se preconiza como principio: la democratización informativa. Por eso, se habla de imágenes fuertes, de reportajes escandalosos, de fotografías reveladoras, de lentes ocultos, de primicias tras las cámaras… En Politólogo italiano, autor de uno de los libros de mayor lectura sobre la sociedad actual, HOMO VIDENS. LA SOCIEDAD TELEDIRIGIDA.

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definitiva, la cámara califica cualquier evento. En la prensa ocurre algo similar, pues el texto se va comprimiendo sin compasión de los editores para ser reemplazado por una fotografía cada vez más grande y con connotaciones de choque. O sea, que provoque y altere los sentidos, que simplifique el uso de la palabra por otro tipo de lectura, que llame la atención desde el primer acercamiento y que diga en colores lo que antes se hubiera mencionado en unas cuantas frases. La tendencia, como se nota, camina a entronizar la imagen. Sin embargo, habría que preguntar si esta propuesta de orden global pretende equilibrar texto e imagen o restar posibilidades al primero. De este contexto, la radio tampoco se escapa, ya que el mensaje del comunicador debe ser tan fuerte que motive la creación de imágenes. Vale tomar en cuenta que en este medio se va de la palabra a la imagen, a la inversa de la televisión. Por otro lado, los empresarios radiales buscan incrementar su público por medio de la televisión y la prensa, debido al poder de llegada que tienen estos, mediante el arriendo de espacios publicitarios. De igual manera, los publicistas realizan campañas con contenidos que puedan ser adaptados para los tres medios. Las agendas mediáticas La influencia de los medios es tan grande que hasta las conversaciones diarias giran en torno de lo que vio, escuchó o leyó la sociedad en sus canales, diarios, radios y portales de Internet favoritos. Por tal motivo, se han convertido en referentes de primera mano para la discusión de todo tipo de temas. Cualquier escena de telenovela nocturna, la repetición de un gol, una jugada controversial o una noticia de corrupción son llevadas al diálogo y atraviesan todo momento. Este hecho a más de demostrar la credibilidad y aceptación de los medios, deja ver cómo se construye la opinión pública. Ante la incidencia de los medios, estudiosos de la comunicación como - 20 -

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Ignacio Ramonet han llegado a afirmar que no hay un cuarto poder, sino un segundo, el cual está detrás del económico. Ello se explicaría por la influencia que ejercen los mass media para construir imaginarios sobre el ámbito político y sus actores, por citar un breve ejemplo. Basta que un funcionario o actor público sufra un revés mediático para que su imagen se desbarate. Pero también puede ocurrir lo contrario: que gane adeptos tras un buen comportamiento escénico frente a la pantalla. Esto no quiere decir que los medios imponen o sacan del escenario a los personajes públicos, sino que su agenda se construye, en gran medida, a partir de los mensajes que difunden los líderes de opinión. Sin embargo, esta coyuntura no justifica la concentración de fuentes, la entronización de algunos actores y la escena reiterativa desde los mismos lugares. Esta situación diaria es paradójica, pues a mayor información por el libre flujo de relatos, los periodistas siguen insistiendo en entrevistar a los mismos, en realizar notas similares, en golpear las puertas de aquellos que por más de veinte años siguen vociferando. Cabe decir que desde el otro lado también se construyen agendas, ya que los políticos y los individuos que buscan un cierto grado de protagonismo y popularidad han entendido a la perfección que no existen fuera de la pantalla y de los medios. Su imagen depende del mejor perfil, de la sonrisa creada a manera de comercial de una pasta dental, de la manera en que hablan frente al micrófono, de la capacidad de contener la ira y de crear un ambiente saludable. La simulación es la mejor prueba del histrionismo. En suma, la primera lección de los actores no es ante el pueblo, sino ante la cámara o cualquier tipo de instrumento que permita mediar la realidad hacia el otro que ve. Del despacho a los medios No causa extrañeza que algunos funcionarios, actores y diversos protagonistas de la cosa pública, la farándula, el deporte y otras actividades, que- 21 -

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haceres y profesiones hayan trasladado su espacio de trabajo desde hace mucho tiempo atrás a los medios de comunicación, ya que de esa forma ganan presencia en los ámbitos local y nacional, y divulgan su mensaje a un público disperso. El famoso gabinete de prensa de estos sujetos consiste en ganar el escenario visual, escenario donde se ganan las batallas del futuro, pues la gente va creando esa idea de que solo existe el hombre público. Entonces, funcionario que no está en televisión no legitima su presencia. Lamentable, pero cierto. Esta condición ha coadyuvado para que los medios se conviertan en espacios de fiscalía, juzgado, contraloría, comisaría… Primero, porque los grandes debates se llevan a cabo ahí y no en los espacios que deben cumplir con esas competencias. Segundo, los espacios de entrevistas se han convertido en tribunales y también en deformados centros de arbitraje. Tercero, la ciudadanía ha hecho de los medios un punto de encuentro para la denuncia. Cuarto, las autoridades rinden cuentas en los medios primero y en sus instituciones después. Quinto, el desgaste y descrédito de las instituciones y empresas han hecho que todos miren hacia la pantalla. Sexto, el periodista es percibido como un juez más que como un comunicador social. Séptimo, la velocidad con que circula y se renueva la información fortalece a los medios por la agilidad de transmisión y cobertura.

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Espectáculo y farándula En la actualidad, la agenda mediática se reduce, paulatinamente, al espectáculo y la farándula. El show y la vida de los «ricos y famosos» se superponen a las problemáticas nacional e internacional. Bajo esta lógica (sin lógica), varios medios de comunicación privilegian lo ligero, banal e intrascendente en macro coberturas que se escapan de la racionalidad occidental. Es decir, el oscurantismo que tanto fue combatido desde la Ilustración ahora es auspiciado por publicaciones, programas de radio y televisión que ganan adeptos, porque ponen al descubierto el chisme a todo nivel. En ese sentido, la intimidad de un artista, político, intelectual, etc., influye más en la venta de publicidad que un noticiero con gran andamiaje investigativo, plural y ético. Así están en las cosas. De esta manera, la realidad es suplantada por una cortina de humo rosa que tiene el efecto persuasivo de hacerle creer a la audiencia que es un lujo saber sobre la vida de sus ídolos, héroes e iconos publicitarios, a pesar de que nunca podrán estar cerca de ellos, cuando sí saber hasta el más mínimo detalle de su rutina. Sobre todo, lo que concierne a sus periplos amorosos. De ahí que las bodas al particular estilo de Hollywood sean todo un acontecimiento. Incluso, llegan a paralizar pueblos y ciudades enteras, porque los fanáticos no se despegan de la pantalla chica. Pero no contentos con ello, al otro día compran la prensa para ahondar en los detalles que se le pudieron haber escapado al grupo de reporteros y «paparazzis» de los medios masivos. De carreras y bodas Hace pocos días, el mundo entero siguió con la boca abierta el matrimonio del príncipe Carlos con su segunda esposa. Millares de periodistas concentraron sus esfuerzos en cubrir un hecho que no incide para nada en su vida y peor en la de sus países. Sin embargo, la noticia tenía un valor especial por el rating de sintonía que podían generar, debido al culebrón que escribieron años - 23 -

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atrás con la muerte de la princesa Diana y la actual esposa del monarca. Las historias que se entretejieron y se siguen sacando a la luz son únicamente comparables con los capítulos pésimos de las telenovelas venezolanas. En otras palabras, dicen mucho, pero sin ninguna clase de contenido. Malos y buenos, villanos y bienhechores pululan en estos paupérrimos cuentos. Pero al final, entretienen y venden. Es una gran oportunidad para la «prensa rosa». Ante este tipo de coberturas salen a flote algunas interrogantes: ¿los famosos son un producto más de los medios de comunicación o los medios de comunicación son las mejores herramientas para que los famosos se promocionen?, ¿las imágenes que vemos son el resultado de una realidad palpable o la que nos quieren presentar los protagonistas del espectáculo, la farándula y las maquinarias electorales?, ¿el mundo de la imagen se impone o la ciudadanía ha perdido el interés en temas de relevancia social?, ¿acaso hay un matrimonio secreto entre la fama y la mediación mediática?, ¿la realidad es tan o más rosa que como se la pinta?, ¿quién gana con la banalidad de la información: el público, el medio o el protagonista?, ¿las escuelas de periodismo capacitan en el cubrimiento y análisis de información o en el tratamiento de temas «Light»?, ¿están las escuelas de periodismo para especializar al alumnado en estos «dimes y diretes»? Historia e imagen No es de extrañarse, en estos días, que el cambio de imagen, «look», perfil, comportamiento, etc., sea parte del quehacer diario de millones de personas en el mundo, sin que importe en ello la edad, el género, la condición socioeconómica, la cultura y la religión. Todo el tiempo, la gente está cambiando su apariencia, porque teme quedarse fuera de la corriente en cuestión de moda, vestuario y maquillaje. Más aún, si el sistema nos ha metido en el bolsillo la idea de la supremacía de la imagen ante todo y ante todos. En ese sentido, la búsqueda por una supuesta originalidad está siempre viva, a pesar que casi - 24 -

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todos visten, huelen y se maquillen de forma similar, sino igual. No obstante, el tema de la imagen no se queda solo en el mostrar y ser visto por los demás con lo último de la moda, ya que la historia nos da cuenta que en este tema intervienen otros factores relacionados con una serie de comportamientos, códigos, referentes y compromisos sociales que se aceptan entre diversos grupos, sino veamos una multiplicidad de textos de etiqueta y camaradería que abundan en el mercado editorial. Dicho en otros términos, la imagen es una construcción social que puede auspiciar ganancias y también provocar pérdidas. Este antecedente permite comprender por qué los medios crean un entorno complejo cuando los famosos escapan o se salen de sus propias reglas del juego. Antes del matrimonio del príncipe Carlos, los medios de comunicación ingleses y otros internacionales hicieron público el hecho de que una agencia de relaciones públicas de amplia fama global manejaba la imagen de la actual esposa del monarca para lograr una aceptación popular y crear un imaginario colectivo de «glamour», idoneidad y representación colectiva con el afán de que se olvide el referente dejado por la princesa Diana y borrar el sentido de pertenencia de la gente con esta. En conclusión, se montó un tremendo aparato publicitario para crear una imagen a gusto y paciencia del público. Las empresas encuestadoras jugaron un rol primario. Imágenes y sentidos Bajo lo expuesto, parecería que la realidad gira en función de la imagen, ya que la cultura del mirar primero, para juzgar después, se impone y tiene la última palabra. Lo inadmisible de este manejo es que a costa de todo se trata de re-crear a las personas y a los hechos por intereses concretos. ¿Acaso, hablamos de un divorcio radical entre la verdadera personalidad de alguien y de lo que esta proyecta en el ámbito social? ¿Será que la faceta de los hechos es real o una mera adaptación de los medios y las empresas? Por estas razo- 25 -

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nes, la incredulidad sobre lo que sucede se incrementa. Nadie sabe si lo que mira es real, producto de una fantasía o de un burdo maquillaje para esconder temas de trascendencia. En la era contemporánea se manifiestan dos metáforas. La primera relacionada con el ojo que nos ve y controla el más mínimo de nuestros movimientos o «Gran Hermano» y la segunda vinculada con el «Mito de la Caverna Platónica». En definitiva, todos cuidan de su imagen, porque se sienten mirados, mientras que por otro lado, nadie se atreve a salir de este laberinto por el miedo de quedarse fuera del sistema. Situaciones de sumo cuidado, pues se estaría tejiendo y consolidando un mundo aparente y no cercano a lo que ocurre en el rincón más pequeño. Sin duda, hay una brecha gigantesca entre lo que se transmite y lo que ocurre. Lo ideal, en este caso, sería que se representen las escenas de la cotidianidad y no que se adapten a intereses ocultos y mediados por afanes de poder político, económico y social. Tampoco se puede soslayar que muchas imágenes que captan nuestras retinas son apenas simulacros o termómetros para medir la credibilidad, popularidad y aceptación de personas, gobiernos, instituciones, empresas, agrupaciones y organismos de distinto orden, etc. Entonces, ¿de qué realidad hablamos, si todo se reduce a una articulación de formatos y no de contenidos?

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La publicidad en blanco y negro No se trata de analizar, únicamente, el efecto persuasivo de la publicidad, pues al respecto hay innumerables estudios de orden psicológico, sociológico y comunicativo que nos brindan pautas, pistas y entradas solventes para entender este fenómeno. El tema ofrece múltiples alternativas. Sobre todo, desde la esfera cultural con relación a los mensajes que se transmiten en los medios, pues las imágenes, fotografías y textos crean un imaginario colectivo sobre los ámbitos social, económico, político y tecnológico. Es decir, crean una idea del mundo y de cómo vivirlo. Ideas como el disfrute, el estatus económico, el confort, el progreso, la felicidad, la sexualidad, el consumo, la belleza, el confort y la salud se promocionan sin ningún tipo de control e investigación. Rostros y rastros Hablar de la belleza puede sonar extremadamente subjetivo, si se toma en cuenta que no hay un criterio científico que permite aterrizar en un concepto universal. No obstante, la belleza ha sido introducida en nuestros países desde Occidente como todas aquellas señas físicas y estéticas europeas y norteamericanas. En ese sentido, lo bello es sinónimo de alto, blanco, delgado y juvenil tratando de deslegitimar el propio derecho de los pueblos a aceptarse como son, cuando también con la inmensa posibilidad de que formen una apreciación propia de lo bello. Hasta ahora no se observa en las publicidades televisivas e impresas una participación activa y mayoritaria de actores nacionales, que muestren la diversidad cultural y su riqueza. Todo es un mosaico de copias extranjeras y fomento de estereotipos, sino obsérvese el contenido de la mayoría de publicidades sobre los distintos productos y servicios que se ofertan. Esta tendencia excluyente, maniquea y con sesgo racista ha creado no solo la negación de lo que somos, sino la aceptación plena de lo que nunca fui- 27 -

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mos, pero nadie dice nada. Cabe refrescar el hecho de que este manejo discursivo se observa plenamente en telenovelas, películas, videos, etc., donde el hombre rico, el empresario, el honesto, el político, el fuerte, el héroe y estrella es un blanco; mientras que el malo, el corrupto, el delincuente, el villano es negro. Situación abominable, ya que la población a través de estos mensajes comienza a fragmentar su identidad. Más aún, si las bases están recién cimentándose frente a una cultura dominante que sigue propiciando estrategias, donde el mundo es de colores. Del consumo y el estatus Aunque no sea un descubrimiento, porque el consumo se apropia de la idiosincrasia con mayor fuerza en la cotidianidad, no deja de ser un tema de debate y reflexión imprescindible. En la actualidad, los índices de compra incrementan aun en contra de las condiciones socioeconómicas reales de los países pobres. Y a pesar de que este fenómeno suene contradictorio, la ilusión de una «vida mejor» a través de la adquisición voraz de productos y alquiler de servicios prevalece. El mensaje crea una cortina de humo, donde se le hace pensar a la audiencia que el ascenso en la escala del estatus está en el poder de compra, en el endeudamiento fácil, en el «combo», en el «querer ponerse» los zapatos de los actores publicitarios, en la idea de la felicidad en un canasto lleno de objetos. La sociedad de consumo en serie está en boga, contradiciendo el criterio de exclusividad. Más ahora, en donde la circulación de cosas y capitales tiene mayor flujo por la globalización económica. Sin embargo, la gente cree que compra algo original, hecho solo para ella, a la medida de su cuerpo, al color de su piel, a la «altura» de una reunión social. Pero no solo se promociona la forma de vestir, comportarse, oler y maquillarse, sino también los beneficios de la «eterna juventud». Las canas, arrugas y rasgos que deja el paso del tiempo han perdido, según el sistema, el referente de respeto, sabiduría y expe- 28 -

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riencia. Llegar a una edad avanzada es una suerte de insulto, mala palabra y hasta ofensa, aunque parezca increíble. Mensajes y desnudos Los desnudos e imágenes provocativos son usados para la promoción y venta de cualquier objeto y oferta de servicio. En muchos casos, nada tiene que ver el cuerpo con el producto, pero esta ahí. ¿Acaso la «erotización» en la publicidad es una garantía de la venta? ¿No será que nuestra cultura escapa a la cavilación sobre las bondades, ventajas, características de los productos y nos quedamos en ver lo supuestamente oculto? En este tema, vale pensar sobre la «femeneización» de la publicidad, ya que la mujer es el eje central del relato visual. Situación que ha provocado polémicas y arremetidas por parte de las organizaciones de mujeres en todo el mundo, especialmente. ¿Y los niños qué? Desde hace algún tiempo atrás, la figura de la niñez se ha instalado en los hogares por el consumo televisivo. Un alto porcentaje de cuñas, propagandas y publicidades tratan de rescatar el carácter juguetón, inocencia, sonrisa tierna, maternidad y fragilidad de los bebés para llegar al lado sensible de las audiencias, traspasando las limitaciones de género, edad y estatus que antes tenían las grandes transnacionales para dirigir una campaña segmentada para públicos bien definidos. En otras palabras, estos mensajes llegan con mayor incidencia, porque nadie se pierde la magia que provocan los pequeños. Curiosidad y expectativa van de la mano. Pocas palabras, más imágenes Es esta época, la información es considerada como uno de los mayores tesoros de la humanidad, a diferencia de otros bienes de antaño. Este intan- 29 -

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gible se manifiesta de varias formas y maneras. La estrategia del sistema en cuanto a manejo de publicidad ha privilegiado el uso de imágenes por la facilidad que brinda para comprender el mensaje, pues no se requiere de un alto grado de formación académica para interpretar lo que nos ofrecen. «Más palabras, menos imágenes», pero con una dinámica de sucesión rápida de fotos. A diferencia de la cultura letrada, pocos se detienen en el análisis de lo que captan sus retinas. El libro se guarda, se subraya, se lleva, mientras que las imágenes pasan como el viento, por lo cual tienen que ser repetidas miles de veces. No se trata de satanizar a la publicidad, porque puede aportar en procesos interesantes de concienciación en temas como educación, salud, cultura, preservación del medio ambiente, interculturalidad, pero sí de hacer un alto necesario, debido a la manera como se maneja. Es indispensable introducir elementos de análisis visual en la población, pues el analfabetismo no es la deficiencia para leer y escribir, sino también la dificultad de asimilar contenidos de otro orden o aceptar todo a rajatabla sin entender los sentidos latentes detrás de cada relato, color, imagen, icono, palabra, signo.

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La incidencia de los mass media en el consumo La importancia y protagonismo de los medios masivos de comunicación y las pistas de información en la sociedad es tema de análisis, pues su credibilidad supera con mucha diferencia a las instituciones más relevantes del país y a las principales autoridades. Desde esa arista, se puede decir que el impacto e incidencia en la opinión pública es notoria. Sin omitir que se han convertido, desde hace muchos años atrás, en instrumentos informales de educación, de ocio y entretenimiento. Los mass media, dice Renato Ortiz, también contribuyen a la formación de las identidades nacionales, al divulgar y reforzar una cultura popular similar entre los individuos, principalmente en América Latina, donde, todavía hoy, la presencia de la escuela es débil. Los mass-media al favorecer la oralidad, penetraron más fácilmente junto a las camadas analfabetas o semialfabetizadas de sus países, lo cual significa que, son probablemente, una de las fuerzas dinamizadoras de esas sociedades. Los medios son en sí, mediadores entre lo que sucede afuera y lo que se recrea dentro del imaginario colectivo. Inclusive se les ha llegado a denominar como cuarto poder. Calificativo que está en tela de duda, porque en la era contemporánea predomina la información y su uso. Específicamente, en el valor que esta pueda tener para la toma de decisiones. A manera de leit motiv, no se olvide que el poder (visto desde una óptica política) es dependiente de los mass media, pues no hay mejor canal para llegar a las audiencias –nichos electorales- sin recorrer por horas varias localidades. De ahí que, «en el siglo venidero (actual) las grandes desigualdades no son tanto las económicas en el sentido del término tradicional, sino las que distancian a los dueños de la información de los privados de ella», como argumenta Fernando Savater3. 3

Savater, Fernando, DESPIERTA Y LEE, Ed. Grupo Santillana S.A., 3 era edición, Madrid, I998.

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Tampoco se puede omitir que la comunicación moldea e introduce nuevas formas de conocer la realidad de los otros (aunque de manera quebrantada). Es decir, permite el encuentro de diversas culturas, a esos sujetos dispersos que, en un momento dado, están tan próximos, debido a las facilidades que ofrece la tecnología. Así se puede ver, en tiempo real, lo que sucede al otro lado del continente. Del homo sapiens al homo videns Giovanni Satori dice que «nos encontramos en plena y rapidísima revolución multimedia. Un proceso que tiene numerosas ramificaciones (Internet, ordenadores personales, ciberespacio) y que, sin embargo, se caracteriza por un común denominador: tele – ver; y, como consecuencia nuestro vídeo vivir… la tesis de fondo es que el vídeo está transformando el homo sapiens, producto de la cultura escrita, en un homo videns para el cual la palabra está destronada por la imagen». No obstante, la realidad que presentan los medios no es integral. Es, nada más, una suerte de pedazos, en los cuales se legitiman los intereses e intencionalidades de los dueños de las industrias culturales. De ahí que, el producto comunicacional llega a ser una adaptación de lo que ocurre afuera. Habría que analizar, ¿desde qué puntos de partida –ideológicos, prácticos y técnicos- son realizados los programas de mayor rating. Más aún, si la permanencia de cada propuesta (televisiva, radial, impresa o virtual) depende de los auspiciantes. Por otro lado, esta adaptación de la realidad puede inducir a una valoración equívoca de la manera en que las culturas se desenvuelven en la cotidianidad, ya que a través de fragmentos sobre un determinado tema, hecho, población, etc., el sujeto no puede hacerse un juicio real de lo que ocurre en determinado lugar, cuando sí desinformase o adoptar como cierto el mensaje que quiere emitir el medio. Un caso concreto que sirve para graficar esta para- 32 -

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doja fue la guerra del Golfo (en sus dos versiones), pues el consumo de noticias por parte del sujeto iba en función de lo que transmitían tres cadenas televisivas (CNN, BBC, TV Española). Este tipo de des- balance informativo permite recrear en el imaginario, una actitud superficial para comentar un hecho. Entre el homo videns y el homo consumus Es decir, los medios promueven la recreación de sentidos sobre los hechos sociales. En este proceso intervienen de manera protagónica las mediaciones comunicacionales4, que no son otra cosa que las formas utilizadas por el sistema para transmitir sus relatos (intencionalidades, fines, ideología, sistemas político, económico y social). Entre las estrategias de persuasión más eficaces para introducir el consumo se encuentra la publicidad. Rama que utiliza un lenguaje específico para vender las bondades del sistema. Sobre la publicidad, Álex Grijelmo opina que «la conclusión de los técnicos es formal: no fumamos cigarrillos, sino imágenes de cigarrillos; no tomamos bebidas, sino sensaciones mentales de las bebidas. Es igualmente evidente que las mujeres no compran cremas suavizantes, astringentes o rejuvenecedoras, sino imágenes de la juventud, del éxito, del amor»5. La idea de la «buena imagen» no surge de la nada. Es una mediación (cultural-comunicacional-económica) que ha introducido la globalización para crear y fortalecer el consumo. En esta estrategia, los mass media se convierten en los mejores instrumentos para socializar dicha intención. Primero, porque llegan a un público geográficamente diseminado. Segundo, porque el trato que se da los consumidores es el mismo. Tercero, los mensajes pueden ser emitidos desde cualquier lugar y tiempo, y llegar de manera inmediata. ¿Por qué se dijo que el consumo atraviesa las culturas, desde los medios de comunicación? Al consumo, «no debemos considerarlo apenas 4 5

Término acuñado por el comunicólogo colombiano Jesús Martín Barbero. Grijelmo, Alex, LA SEDUCCIÓN DE LAS PALABRAS, Ed.Taurus, 1era edición, Madrid, 2000, Pág. 102.

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como un dominio de mercancías, un lugar de intercambio. También es un tipo de ética, un modo de conducta. Los que participan de él están envueltos por valores y perspectivas afines. Ocurre que la sociedad global va a promoverlos en escala mundial… En ese sentido, el mercado, las transnacionales y los massmedia son instancias de legitimación cultural, espacios de definición de normas y de orientación de la conducta. Su autoridad modela las disposiciones estéticas y las maneras de ser»6. Postura de Renato Ortiz. El consumo -como requisito de inserción a una cultura homogeneizada-, permite repensar las variaciones que pueden causar en las identidades locales y nacionales. Asimismo, identificar los elementos que le dan efectividad al mensaje consumista. Mensaje, donde (en primera instancia) se pone en crisis la identidad ante la apariencia, ya que el sujeto aunque no consuma la misma moda, vestimenta, literatura… de la mayoría de la población, no suele dejar de practicar estas actitudes. Raúl Zibechi al abordar el tema de la reconfiguración de los patrones culturales de los pueblos, debido a la incidencia de los mass media opina que, en el Tercer Mundo, los medios audiovisuales son la forma dominante de penetración cultural de las metrópolis: mientras las identidades modernas eran territoriales y monolinguísticas, las posmodernas tienden a ser transterritoriales y multilinguísticas, lo cual provoca el desvanecimiento de las identidades colectivas que sustentaron durante siglos las culturas autóctonas de los países periféricos. La pluralidad de mensajes tanto en contenido como en forma, y su multiplicidad de lugares de origen hace que el sujeto se enfrente a un abanico indefinible de propuestas de consumo. Es decir, en su mapa mental se pueden posicionar una serie de productos y servicios que van desde Europa, pasando por Asia hasta llegar a Norteamérica. Aquí, el eje de análisis no se enfoca desde lo que puede o no escoger para su vida cotidiana, sino en la adopción de un modo de vida. 6

Ortiz, Renato, OTRO TERRITORIO, Ed. Convenio Andrés Bello, Bogotá, 1998, Págs. XIX, XX.

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Discursiva y poder Las campañas políticas no traen a colación, únicamente, una serie de ofrecimientos, sino también la posibilidad de analizar las múltiples formas discursivas que los candidatos introducen y utilizan en temporadas pre y pos electorales. Muchas de ellas, son imitaciones de estrategias que han trascendido en otros lugares, mientras que otras responden a exhaustivas investigaciones de la población, en donde se indaga sobre las preferencias, expectativas y necesidades del electorado de acuerdo a su estatus socioeconómico, nivel educativo, genero, edad, grado cultural y consumo mediático, entre las más relevantes. La época proselitista es muy fructífera con relación a la inventiva de diversas manifestaciones comunicacionales por parte de los aspirantes, pues quieren alcanzar el poder a toda costa. Y para ello, necesitan crear continuamente maneras eficaces para convencer y sentirse convencidos de sus propuestas. De vuelta atrás, o volteando la página, se recuerda el caluroso discurso de balcón, donde la proximidad del candidato con el pueblo estaba mediada por una voz altisonante, gritona, elocuente, una gesticulación casi perfecta, buen desenvolvimiento corporal. En otras palabras, un dominio escénico. El de arriba, el que vociferaba, era quien mandaba o intentaba hacerlo. Así, el colectivo hacía las veces de receptor y último consumidor de una garrafa de palabras que ni siquiera entendía, porque el impacto se sustentaba en el cómo le transmitían las promesas, no en el qué implicaban estas. En ese entonces, la única pantalla era el cerco de una puerta grande en el segundo piso de una casa colonial. Debido a ello, se habló de profetas, resucitados, ídolos e incluso de encarnados de no sé quién, pero los tiempos cambian. El salto fue del balcón al set televisivo, cabinas de radio y salas de redacción. Bajo esa perspectiva, la habilidad de hablar frente al público o, cara a cara, puso en entredicho la capacidad de «los candidotes» de enfrentarse al objeto frío y casi perverso: la cámara. Y no solo la televisiva, pues la fotográfica congelaba sus gestos. «Les robaba el alma». Desde ahí, se tuvo que disfra- 35 -

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zar sonrisas, maquillar manías, esconder arrugas, cuando no el aliento, la mirada y los tics nerviosos que son tan difíciles de ocultar. Muchos pasaron la prueba o, mejor dicho, se adaptaron a esa lógica de la imagen. Ahora más, porque se dice que todo está en el medio, aun cuando el aspirante a cualquier dignidad no tenga esa «imagen» a la medida del sistema. Esto hace pensar que se pasó de una época del testimonio oral a otra del vídeo. Todo está grabado. Nada se pierde los archivos y máquinas de edición. Del academicismo al coloquio Los cambios no fueron, estrictamente, tecnológicos, pues el discurso también tuvo que cambiar. Más aún, si los candidatos tienen la posibilidad de llegar a un público mayor por las ventajas y beneficios que brindan los medios masivos. Por esa razón, se masificó el mensaje, pero bajo el uso de formas y contenidos más coloquiales... Ya no cabía hablar de academicismos. Muestra de ello, es el fracaso de muchos en la palestra, aunque hablen un lenguaje con correcta sintaxis y semántica. Su derrota por las arenas electorales no obedece a una suerte de malos discursos, sino más bien al que no hayan logrado sintonizarse con una población que quiere escucharse a través de los aspirantes, que desea reflejarse en su color de piel, que aspira alguien con su misma condición, que mira con agrado al que come de su misma vajilla. Señales que crean un síntoma de pertenencia en «el populacho», como algunos dicen. Sobre la base de este criterio, se diría que la manera de hablar es más que un canal y un medio... es una estratagema que se nutre de significados que contiene una alta dosis de acercamiento, sensibilidad, emoción, nostalgia, rasgos comunes de una comunidad parlante. Mejor dicho, de una cultura… El lenguaje a más de ser una señal de identidad, une, ata, conduce, promueve, altera y persuade. La gente vive una «fiesta de la palabra» cuando alguien se comunica apelando a modismos, localismos, construcciones lingüísticas propias de un sitio. Por tal causa, no debe generar sorpresa que algunos «puristas» e intelec- 36 -

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tuales hayan dejado el lenguaje de las aulas por otro que les dé más réditos y posibilidades de integración. Otra de las estrategias utilizadas en campaña es la denuncia y la afrenta pública. Ninguna funciona por separado. Cada una se complementa, a pesar de que en distintas ocasiones no tengan ni un pequeño ápice de verdad. La idea es que juntas causen un gran remezón en el imaginario grupal, sobre todo si introducen en el ambiente un escenario de víctimas y victimarios, héroes y villanos, honrados y corruptos, leales y traicioneros. El candidato justifica el agravio utilizado contra los demás, porque se cree representante de la mayoría. Además, asume el rol de juez y justiciero. Está para exigir el cumplimiento de las leyes, aun cuando las infrinja. Lamentablemente, la población se ha acostumbrado a este tipo de hacer política y siente extrañeza cuando este signo desaparece. Del terno a la guayabera El vestuario es un elemento clave en la campaña, ya que configura la imagen del candidato frente al electorado. Lo que lleva puesto simboliza una marca, un estilo, un estatus, un espejo frente a la sociedad, una identificación personal, una especie de piel, un distintivo. Lo precedente suena anacrónico, pero la lógica de consumo y el arribismo ha llevado a catalogar al sujeto bajo la siguiente frase: «Dime cómo te vistes y te diré quién eres». Esto ha promovido que los equipos de marketing político escojan y seleccionen las prendas más adecuadas de sus clientes, pues la ropa crea un sentido de proximidad, pero también de rechazo. Ahora, el terno quedó para el debate y el cóctel, ya no para recorridos y caminatas. El que menos diría: «qué viva la fiesta de la guayabera». En la actualidad, las mangas cortas, jeans, sombreros y pantalonetas caracterizan la indumentaria de los políticos. Al parecer, desean ser mirados como hombres de carne y hueso, y no como semidioses o seres inalcanzables. - 37 -

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Tienen que verse, quieran o no, como la mayoría, porque esa mayoría decide su futuro. Nada más erróneo que un aspirante camine de terno, camisa y corbata por la playa o sectores de intenso calor. Algunos lo han hecho y con un tremendo costo. Por otra parte, la moda recomienda que la «sencillez» invita, acoge, brinda, pero eso es la moda, la realidad es otra, pues entre prenda y propuesta hay una brecha enorme. El discurso académico al igual que el smoking quedó en el olvido. La población, como ya se mencionó, quiere elegir un sujeto/espejo de su realidad. De la cantata y el espectáculo La carrera hacia el poder no es igual a una competencia hípica, porque los caballos no cantan, bailan, ni ofrecen un show en el transcurso de la contienda. Los equinos se dejan llevar por el carril correcto y botan espuma debido a la potencia con que corren. En ningún momento se insultan, disfrazan, distorsionan la realidad y hacen el ridículo. Simplemente, potencian sus músculos y dan inmensas satisfacciones a su jinete. No obstante, muchos creen que la política es como una carrera de caballos. Error y horror. Sobre todo, si se toma en cuenta que una de las estrategias que han empleado los candidatos para ganar adeptos es hacer las veces de cantantes, payasos e ilusionistas, aunque de lo último no cabe la menor duda. Fenómenos como la migración, la crisis económica, el caos ético y la corrupción han sido determinantes para que surja una ola musical del desamor, el desarraigo y la traición. Géneros como la «rockola y la «techno cumbia» han ganado espacios y se han popularizado como cualquier bebida. Estadios y plazas llenas evidencian el éxito de los artistas populares. El eco que han tenido en la sociedad estas manifestaciones es indiscutible, aunque la supuesta elite cultural lo quiera desconocer. Tal es el éxito que los políticos quieren parecerse a los cantantes en sus mítines, si no por medio del canto, sí a través de la animación. Varios lo hacen igual o mejor que los artistas al punto de convencernos - 38 -

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de que deberían quedarse como presentadores más que como representantes del pueblo. En ese contexto, resulta irónico que critiquen a quien les enseñó el arte de la tarima al puro estilo populista.

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Movilizaciones y medios La última experiencia en el entorno político de nuestro país evidenció de manera clara y contundente la incidencia de los medios en la opinión pública para la toma de decisiones y formación de criterios sobre el Gobierno y la oposición desde diversos planos7. Sin duda, los media fueron grandes protagonistas, ya que asumieron las veces de representantes de un amplio sector de la población, catalizadores de criterios, defensores de los derechos humanos y la libertad de expresión, fiscalizadores y auditores de los procedimientos legales y motivadores de amplias movilizaciones a manera explícita y también latente. Este panorama nos hace pensar que el poder, en gran medida, está en las industrias culturales. Los medios están más allá de los fines. Golpe a golpe Vamos por pasos. Para todo gobernante, los medios pueden ser estupendas catapultas o las manos firmes que destapan las olla de grillos. De ahí que los actores más visibles del contexto político cuiden hasta el más mínimo detalle de lo que dicen y hacen. Pero, estos protagonistas no deben olvidar que entre los mandatos de los comunicadores se encuentra la entrega oportuna, clara y veraz de los hechos. Y que este proceso se nutre de las interrogantes para explicar la realidad. Los afanes autoritarios y autócratas de varios personajes que han estado en el poder, les ha llevado a perseguir, cuestionar y hasta callar a los periodistas, porque son criticados. Desde el inicio del mandato del ex presidente, las relaciones con los medios no fueron saludables, pues nunca se comprendió que la libertad de expresión enriquece la democracia a través de la participación ciudadana. De tiempo en tiempo, se atribuyeron las malas jugadas y decisiones políticas del Con relación a las movilizaciones, marchas y protestas de abril de 2005, que desembocaron en la caída del ex presidente Lucio Gutiérrez. 7

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Gobierno a la prensa. Incluso, se llegó a elaborar una lista de los posibles desestabilizadores. A tanto llegó el temor injustificado hacia los periodistas que se quiso reglamentar una serie de procedimientos para que se publiquen las notas en radio, televisión y cualquier medio impreso. Nunca hubo un criterio solvente del Gobierno para justificar esta medida. En un segundo momento, se quiso atribuir la incoherencia del ex mandatario y su gabinete a graves incomprensiones y giros de sentido por parte de quienes cubrían las noticias, como si las contradicciones y términos altisonantes fueran el resultado de un maquillaje editorial. Falso. Todo estuvo a vista y paciencia del público. Ante este panorama, el primer mandatario quiso apostar por una actitud de víctima. Desde ese instante, se abrió una línea de fuego entre el Gobierno y la prensa. Uno de los peores errores fue que el ex presidente nunca aprendió la lección. Siguió hablando a micrófono abierto en cualquier lugar. Adentro o fuera del país. Un día sí y otro día no. Simbólica manera de ganarse el denominativo de «rectificadora». Cadena sin eslabones No se puede perder de vista que el manejo mediático del Gobierno nunca fue claro, a largo plazo y mucho menos planificado. Una primera respuesta es la falta de continuidad de los secretarios de comunicación, quienes desfilaron como los demás ministros. Otra situación que entorpeció el panorama fue el carrusel de voceros, ya que los principales simpatizantes del ex presidente asumían el rol de anunciantes oficiales, restándole piso al que debía hacerlo. Entonces, llegó a difundirse dos y hasta tres versiones sobre un solo tema. Presidente decía una cosa, cualquier ministro otra y un allegado una muy distinta. La idea del poder se fragmentó, porque no se sabía quién ejercía este y bajo que condiciones y recursos. Las secuelas del bagaje militar también escribieron una viñeta más en la lista de equivocaciones. La comunicación fue practicada con una lógica de - 41 -

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cuartel al estilo caduco. Es decir, desde arriba abajo y no de forma horizontal tanto en forma como en contenido. Palabras como «patriota», «malos elementos», «estrategia», «táctica», etc., fluían en los discursos presidenciales y en las declaraciones de los ex militares que ocuparon varias funciones públicas. Nunca se entendió a la democracia como una posibilidad de comunicarnos mejor, de escuchar al otro y de revalorizar la fuerza del diálogo entre similares y contrarios. Verso a verso La crisis de credibilidad promueve el desgaste de cualquier mensaje oficial. Este efecto devastador hizo que se desestime la intención y la fuerza de la frase central del Gobierno: «lucha contra la corrupción». Peor aún, si las denuncias contra funcionarios y parientes iban y venían. En este entramado, los medios fueron decidores, porque informaron de primera mano lo que sucedía y sin ambages, a pesar de que se hicieron públicas varias amenazas contra ellos. La contra respuesta por parte del régimen fue culpabilizar a la oligarquía, aduciendo que manejaba la opinión pública desde sus empresas publicitarias y mediáticas. En este rompecabezas, la palabra «oligarquía» tuvo un sitial importante. Fue reeditada en una versión nueva del populismo. Estos antecedentes impidieron que el Gobierno construya una imagen de manos limpias y libres. Lamentablemente, abrió muchos frentes de batalla antes que apostar por un ambiente de conciliación. El desgaste también obedeció a la alianza con sectores de poca aceptación. Es decir, provocó un ruido intenso en el proceso de comunicación con el pueblo. Esta actitud ambigua le restó la posibilidad de consolidar una imagen aceptable. Nadie lograba descifrar la verdadera intencionalidad, pues al mismo tiempo que se atacaba a la «oligarquía», se invitaba reiteradamente al diálogo. Para reforzar la arremetida contra los opositores, se produjeron una serie de propagandas y cadenas de televisión, donde se mostraba la realidad - 42 -

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en blanco y negro. Por un lado, obras para la gente, mientras que por otro, diatribas contra los enemigos. Lo bueno y lo malo, según la lectura del Gobierno. La ciudadanía fue bombardeada con espacios políticos difundidos indiscriminadamente. Nunca se analizó el desgaste que provoca la presentación reiterada de la palabra oficial. Más todavía, si esta no es aceptada por falta de correspondencia con la realidad. El objetivo era claro: atacar a la oligarquía para que la población no se contagie de su discurso opositor. Las propagandas contenían una serie de elementos discursivos, en donde se trataba de deslegitimar a la clase económica alta, argumentando que esta era la principal causante del caos nacional desde hace más de dos décadas. En palabras más directas, se gestó un mensaje donde Ecuador era comparado con una hacienda de inicios del siglo pasado: un panorama entre malos patrones y vejados trabajadores. En conclusión: se apeló al antecedente histórico de los «paquetazos» al proclamar que los anteriores gobiernos no habían tomado este tipo de medidas, desconocía la actuación de los líderes tradicionales cuando estuvieron en el poder. Otro de los ejes del discurso fue la de invitar al pueblo al trabajo, la paz y no a las movilizaciones promovidas por los detractores. Pero, todas las medidas fueron tardías, porque el Gobierno perdió credibilidad por su discurso ambiguo y alianzas políticas de alto riesgo desde el inicio.

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Los Forajidos A pesar de que no hay palabras para honrar la gesta de los capitalinos el pasado 20 de abril de 2005 por su relevancia sociopolítica e histórica, haremos lo posible por revivir en la memoria colectiva la indignación de un pueblo que pidió cambios reales, no apegados a la coyuntura y, mucho menos, remendados al mejor estilo de quien vive tapando el mismo hueco y usando el mismo traje para todas las ocasiones. Sin duda, el fenómeno visto desde la comunicación es muy particular y no se parece en nada a lo ocurrido el 5 de febrero de 1997 o al 21 de enero de 2000, caídas de Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad. A guisa de crónica La madrugada del 19 de abril superó el mejor filme de cualquier protesta callejera realizada en los últimos 25 años. Un fenómeno nuevo, inusual y bajo todo punto de vista atípico se desenvolvía en las calles del centro histórico de Quito entre gases, gritos, lamentos, vivas y afueras. Las calles se convirtieron en un campo de disputa y también de medición de fuerzas. Esta razón produjo un viraje en la programación mediática en la radio, televisión y prensa. En aquellos instantes, el rating de sintonía no estaba en función de la pornografía barata, el chisme, el deporte o la farándula, sino en el destino del país. La Plaza Grande, símbolo de poder, porque abriga lo político, administrativo y religioso (Palacio de Gobierno, instituciones públicas y Arzobispado), era custodiada por varias decenas de ojos de todo el mundo. Las cámaras de vídeo de cadenas informativas nacionales y extranjeras hacían circular el más mínimo detalle de manera inmediata. La telemática permitía que estemos en boca de propios y extraños sin el más mínimo esfuerzo. Todo era cuestión de encender la televisión o la radio para conocer de primera mano lo que sucedía. Para los de afuera, la única versión válida era la de la pantalla chica y las radios. Pero, ¿qué se ha dicho de la otra información? - 44 -

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Al hablar de la otra información, se hace referencia directamente a la que circula de boca en boca, al testimonio de esquina, al rumor de la tienda, al comentario que fluye en buses, paradas y en otros espacios. Es decir, aquella información que nace de la vivencia y, que de cierta forma, está dosificada de sentimentalismos y subjetividades. Es indiscutible que este tipo de información aviva la conversación cotidiana, porque el ciudadano es el mayor protagonista y no el que ostenta cualquier puesto de alta jerarquía. Bajo esta óptica, se podría escribir uno o mil libros sobre los distintos relatos de «Los Forajidos». La marcha desde los celulares El uso de celulares traspasó las expectativas en las marchas, pues nadie creyó hasta ese día que iban a ser utilizados (por fin) como herramientas vitales de comunicación para el re-cambio del poder. Especialmente, para las convocatorias de los días anteriores al 20 de abril, sin perder de vista que eran una suerte de cadena mediática desde donde se informaba el estado de las protestas y movilizaciones. Al igual que en la última contienda electoral de España, donde la gente pasó la voz de votar por José Luis Rodríguez Zapatero vía celular en rechazo a la política de Aznar; en Ecuador los celulares sirvieron para decir «fuera a todos«, «estamos cansados de la misma argolla de siempre», «basta de la corrupción y el manejo mediocre del Estado». Otra de las manifestaciones que se utilizó para ridiculizar, ironizar y devaluar la credibilidad del ex Gobierno fue el carteo virtual. Muchos meses atrás, un segmento de la ciudadanía instrumentó la oposición a través del correo electrónico. Incluso se llegaba a atiborrar de mensajes, en donde el ex Presidente era flanco de los peores insultos y comparaciones. Lucio Gutiérrez y su gabinete se habían convertido en los protagonistas de cachos, chismes y rumores de toda índole. Estrategia informativa que permite reflexionar sobre el poder de la tecnología en materia de comunicación. De ahí que poder y buen manejo de la comunicación vayan de la mano. Nada nuevo, pero sí vale reiterarlo las veces que sea necesario. - 45 -

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Cacerolas, mochilas, papel Las marchas no se legitiman, exclusivamente, por el contenido ideológico y el poder de convocatoria, sino también por el uso de elementos comunicacionales y propagandísticos que sirven para persuadir a los participantes y crear un ambiente de expectativa en la población que sigue de cerca el desenvolvimiento de los hechos. En esta última experiencia, la gente diseñó un discurso de rechazo simbólico bajo la utilización de objetos domésticos que denotaban el malestar de la familia ecuatoriana hacia un Gobierno ineficiente en la atención de necesidades básicas, administración de la cosa pública, transparencia y honestidad. El golpeteo de las cacerolas significó la desazón de millones de personas por consumir diariamente ingobernabilidad, nepotismo, caos, imprudencia y soberbia. Las mujeres que asumen la figura más visible en el hogar demostraban un cansancio insostenible, pues la situación del país era la misma que la de años atrás. Historia de nunca acabar… De una generación a otra, se ha heredado un contexto corrupto con los mismos problemas de 1 830 por la pugna de intereses políticos y económicos. Las cacerolas se cansaron de cocinar con los condimentos de toda la vida. El papel higiénico y la mochila denotaron el afán de limpiar el sistema, de sacar hasta la última mancha de corrupción, clientelismo, tráfico de influencias, soborno, negligencia, compra de conciencias... de los tres poderes del Estado, asimismo de mostrar que el sector estudiantil no estaba muerto, nada más dormido. Uno de los elementos más relevantes de las marchas fue la cohesión de actores de distinto estatus socioeconómico, cultural, educativo y factores intergeneracionales y de género. Entonces, no fue una marcha de un sector ni tampoco motivada por los viejos «caciques de la política». La idea salió y se concretó de la población quiteña, que hizo las veces de un buen representante nacional. - 46 -

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La contrarréplica A la par, el Gobierno quemaba los últimos cartuchos con una millonaria campaña de propaganda en los tres medios, pero preferentemente usaba la televisión por el juego de imágenes. El eje central del discurso fue asumir el papel de víctima frente a un ogro llamado «partidocracia tradicional» y grupos que no asumían las deudas con el pueblo ecuatoriano a partir de la crisis bancaria. Esta estrategia era novedosa del populismo en el manejo de formatos, pues era el primer Gobierno que apelaba a este tipo de recursos para crear una imagen fragmentada del país: la oligarquía partidista frente al ciudadano común. En el uso de estos recursos propagandísticos, los efectos no fueron tan contundentes, ya que el discurso propagandístico se convirtió en una guerra abierta contra los líderes de la Costa y la Sierra de mayor popularidad. Al final, nada ni nadie le podía salvar a un gabinete desgastado por el mal uso de la palabra y partícipe de la acción errada. Lo único cierto es que el mensaje de «Los Forajidos» es claro y se escucha en el imaginario colectivo a cada instante: «fuera todos». Nadie hubiese creído nunca que el exabrupto de un Presidente al hablar produciría ahora la célebre palabra «forajido» y que esta sea sinónimo de cambio, inconformidad por el sistema, advertencia y, sobre todo, dignidad.

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Medios y política Tema polémico, si se toma en cuenta el protagonismo y la influencia de los medios en la opinión pública, debido a su capacidad de cobertura, aceptación, credibilidad e inmediatez en el envío de mensajes y en la reproducción de lo que ocurre en la vida cotidiana. Pero, hasta qué punto estas bondades, si cabe el término, benefician al colectivo, ya que no hace falta ser un experto en análisis de mensaje para colegir que la programación responde al rating de sintonía y no a la discusión analítica de los hechos, aunque también está sujeta a los intereses de algunos grupos de poder político y económico. Desde esta perspectiva, varios mass media son el reflejo de versiones antojadizas o de fragmentos acomodados de la realidad. Por tal causa, la edición de los productos comunicacionales es un proceso clave para mover las fichas al lugar que estos quieran y no al que les corresponde, salvo honrosas excepciones. Respecto del primer punto, se puede decir que la transmisión de ideas de manera instantánea promueve que la información se disemine hacia distintos sitios por cualquier canal (radio, prensa, televisión, prensa e Internet). Esta situación incide en la construcción del criterio de las personas, pues se convierte en la primera fuente para recibir noticias y conocer acerca de los líderes y protagonistas de la cosa pública. Por esa razón, a un político le conviene más que sus propuestas sean recogidas por la prensa a que adopte una actitud errante por diversos espacios. Conclusión: el medio llega más rápido que un discurso de tarima. Por otra parte, es ineludible el análisis que se refiere a la relación medios-política, ya que el imaginario electoral obedece a la manera cómo el medio construye a cada candidato (bueno-malo, inteligente-ignorante, honestocorrupto, rico-pobre, títere-libre, joven-viejo, carismático-apático) o de lo que cada candidato hace para captar la atención de las industrias culturales. Es decir, hay dos vías de acceso a los medios. Una que va desde el medio al político, debido a su grado de protagonismo en la esfera pública y dos, el histrio- 48 -

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nismo que pone en marcha el aspirante a cualquier función de designación popular mediante una serie de acciones que van desde la denuncia, el escándalo, el insulto, el grado de participación en proyectos sociales y reuniones «chick» hasta el nivel de cercanía con el medio por intereses encubiertos. Bajo lo precedente, no todos los políticos son elegidos por los media para difundir sus proyectos ni tampoco todos los que figuran en las pantallas, periódicos y radios son los más aceptados por la población. Esto se puede explicar por el grado de relevancia que cada medio da a ciertos actores, pues basta que el personaje no goce de un buen «perfil» para que sus valiosas o pésimas opiniones queden en el archivador, cuado también se puede presentar el caso de que un sujeto nunca haya hecho nada saludable por el país, pero que su discurso sea tan electrizante que vale la pena tenerlo como un generador de polémica (noticias). A través de estas razones se explica porqué muchos prófugos de la justicia siguen siendo los pilares informativos de algunos noticieros. ¿Hasta cuándo? Pregunta planteada y re-planteada desde hace décadas, pero los medios no escuchan. ¿Aló? Novatos y medios La incidencia de los medios es tan grande en el espectro político que los candidatos al momento de plantear estrategias piensan primero en las famosas giras mediáticas, pues tratan de establecer contacto y presencia nacional en los principales canales de televisión, periódicos y radios, sin descuidar el ámbito virtual, para lo cual crean páginas propias y envían miles de correos a electores virtuales. Ahora se utiliza inclusive el celular como instrumento de campaña por medio del envío y re-envío de mensajes. Hace pocos años no se creía que hasta los móviles se convertirían en instrumentos de poder. Por lo tanto, político que no capte su atención tiene varios puntos en contra. Triste pero cierto, ya que la propaganda más eficiente no es, en algunas campañas, la que se legitima en el regalo de camisetas, fundas de víveres o de - 49 -

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otros productos., sino en el mensaje oportuno, en el buen manejo de imagen del postulante y en el comportamiento con la prensa. Este antecedente explica el uso de recursos por parte de las tiendas políticas en el escenario proselitista, siendo el primer rubro el de propaganda. Por otro lado, no se debe olvidar que el peor negocio para un político es pelearse con algún medio, porque su actitud hará noticia en cuestión de segundos y promoverá la solidaridad del gremio periodístico. Aquí vale mencionar que la participación de los aspirantes al manejo de la cosa pública está condicionada, más todavía si el jugador es un novato. Primero, porque debe enfrentarse con las maquinarias electorales o partidos políticos que tienen ganado un espacio histórico en los medios y segundo, porque su actuación debe ser sumamente descollante para que algún reportero «famoso» se interese en él o ella. Sin omitir que si topa algún interés político o económico de un medio, nunca será tomado en cuenta por este en el buen sentido, mas sí será sepultado en el imaginario popular. Como se puede ver, el novato pisa arena movediza si no establece una actitud prudente o «machiavellica». Al parecer, en diversas ocasiones, las posturas de los medios difieren sobre un hecho concreto, denuncia, interrogante, investigación y si hay seguimiento, etc. Esta situación puede generar una guerra mediática: canal contra canal, radio contra radio, comentarista contra comentarista, periódico contra periódico. Algo así como un ida y vuelta de mensajes a favor y contra de protagonistas específicos. En este escenario, el público creerá en el medio que haya sido más eficaz en la elaboración de un mensaje de defensiva y ofensiva. Pero, a pesar de que un medio resultase ganador, la gente comenzará a identificar los intereses que se mantenían escondidos. Además se conocerá de cerca el manejo informativo de este como las bases que sustentan su posición editorial.

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Sobre la información política Desde hace algunas décadas se dijo que la información era el principal pilar en la dinámica global. De esta afirmación, no nos cabe la menor duda, porque los relatos, mensajes y discursos que se trasmiten re-configuran diariamente la vida de los sujetos en los ámbitos político y económico, social y cultural. Sobre todo, si se organizan los tiempos, se consumen los productos y se crean imaginarios en función de la programación mediática. Por ello, se le denomina a la sociedad actual como «red, aldea global, teledirigida, informatizada», entre otros. Este debate acerca al televidente, lector, radioescucha y cibernauta a preguntarse si «el medio es el mensaje» como diría Mc Luhan, ¿si el medio es el producto de la sociedad o la sociedad el producto de los medios como lo analizó Ludovico Silva? En este conjunto de interrogantes, ¿qué papel juegan los políticos? ¿Acaso son el resultado de una construcción mediática, de la sociedad o productos que se promocionan como objetos desde los media? Sin duda, la respuesta es muy particular por parte de cada lector, pero en esta columna se cree que la vida política se difunde como un «reality show» que atrapa, porque la audiencia espera lo inusitado y que lo privado de cada protagonista sea cada vez más público. Según este criterio, la privacidad del político crea más expectativa que el cumplimiento de su labor. Eso explica la subida o bajada en los índices de aceptación, popularidad y credibilidad de un candidato antes de la lid, pues los contrincantes indagan sobre su «pasado», auspiciando que los medios divulguen algo contraproducente. El público está pendiente no solo en la propuesta, sino también en el detalle más mínimo. De otra parte, el impacto que tenga el mensaje de un medio en el electorado será clave, pues el poder económico no tiene la posibilidad de borrar las imágenes que la gente armó de su posible elegido. En otras palabras, sus aciertos, contradicciones, disfrutes, pensamientos, actitudes captadas por una grabadora, filmadora, cámara fotográfica... - 51 -

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Más allá del poder y los medios Un tema que no deja de ser debatido y que causa polémica tiene que ver con el manejo de la información por parte de los medios en la esfera política. Tal es la relevancia, que se han creado múltiples teorías que van desde lo puramente apocalíptico hasta el más blando comentario. Este fenómeno sociocultural puede ser explicado desde una primera entrada, al decir que el descrédito de la institucionalidad, el agotamiento de los líderes tradicionales, la falta de popularidad de los gremios y diversas agrupaciones han incidido para que la población se acerque más a las industrias de la imagen y el texto. En los medios se deposita la confianza perdida en el sistema. ¿Medios o sustitutos del poder? Parafraseando a Jesús Martín Barbero, se podría argumentar que los mass media se han convertido desde hace muchos años atrás en sustitutos de las instituciones encargadas de velar por el bienestar colectivo. De ahí que la ciudadanía busque en los medios a los mejores aliados para que representen sus intereses y denuncien las lacras del sistema, asumiendo posturas y roles que les hacen competir con las funciones judicial y legislativa. Por eso no causa extrañeza que algunos canales de televisión, radios, periódicos y portales de Internet en todo el mundo asuman y hagan las veces de tribunas de consumidores, juzgados informales, árbitros de conflictos y hasta consultorios sicológicos muy mal instalados como el caso del reality show. Dentro de este contexto, la fiesta de la palabra se trastoca en una orgía de opiniones, porque la mayoría de comunicadores quieren ser policías, fiscales, legisladores, contralores, auditores y jueces a la vez. Hay una excesiva oferta de mensajes y cúmulo de valores. Nadie quiere desconectarse de los medios, por lo cual les convierten en su primera fuente de consulta. Este hecho se explica, porque la ciudadanía no se siente respaldada, representada y, mucho - 52 -

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menos, beneficiada por quienes, aparentemente, eran los más idóneos. Y aunque suene paradójico, pero muy real, la gente deposita su confianza en la prensa, porque sin haberle entregado nada, esta denuncia, soluciona y hasta ofrece recetas gratuitas en todos los ámbitos. Creen que desde las pantallas, los presentadores «les dan diciendo lo que no pueden». Producto de esta situación, entre otras cosas, los periodistas políticos llegan a transformarse con el tiempo en los referentes primarios de la colectividad y, por ende, se convierten en los primeros enemigos del poder formal, dejando de lado, en varios casos, la orientación y equidad que les permite construir una opinión pública fuera de sesgos y apasionamientos extremistas, porque se dejaron ganar por el ego, la popularidad y el afán de llegar a ser una suerte de semidioses. En términos más precisos, confundieron el rol por el cual ganaron prestigio. Resultado de ello, muchos periodistas lideran las encuestas para ocupar cargos o designaciones de elección popular o función pública. Pero, ¿hasta qué punto esta actitud de los actores de la noticia es saludable en un sistema que se agota por los equívocos de unos y otros? ¿No será que medios y políticos están perdiendo de vista, las aristas que trazaron antes de asumir sus funciones? ¿Acaso es una lucha por el poder, que comienza donde termina el del otro? En este aspecto, no se puede dejar de lado que el puente entre las instituciones y los medios está colapsado, porque se ven como el producto de sus males simultáneamente. Bajo este supuesto, no hay periodista ni institución que valgan, pero las cosas no se pueden reducir a esta visión tan estrecha. El valor de la imagen en los medios El poderío de los medios en la construcción de referentes, modos de vida, señales de identidad, culturas y valores ha provocado, paradójicamente, un cisma con la población, ya que ve en sus personajes a figuras inalcanzables o «estrellas». Es decir, que están más allá del cielo y sin el más mínimo interés de - 53 -

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bajar a la tierra, porque su influencia en la vida pública es indiscutible. Para algunos, los comentaristas son los verdaderos líderes del pueblo. Este efecto hace que tengan un control superior al que ejercen los políticos. Una palabra suya puede pesar más que un discurso proselitista en plaza pública. Giovanni Sartori, politólogo italiano, nos habla de la vídeo-política o efecto que se produce desde los medios en la población en temas de elección popular, creación de líderes, campañas, etc. Algo así como un juego de imágenes y discursos por medir fuerzas. Poder contra poder. Entonces, no hay tal objetividad, porque los candidatos son moldeados y construidos en el imaginario colectivo por la manera en cómo fueron presentados en la pantalla, la radio y la prensa. Eso explica el cuidado que tienen muchos actores en temas que van desde el cuidado personal, pasando por el desenvolvimiento verbal y gestual hasta el cumplimiento de una camaradería ambigua. Todo se reduce a protocolos. La televisión asume las veces de termómetro para los políticos, ya que los candidatos, aspirantes a varias dependencias y dirigentes de diversos grupos tratan de ganar espacios en la colectividad, propiciando ser mirados, vistos y conocidos gracias al número de intervenciones en los medios. Así surge una actitud de captar la atención de los periodistas mediante la denuncia, el insulto, la agresión y en pocas ocasiones proponiendo medidas concretas a problemáticas de amplios sectores. La cuestión es figurar o dar un salto desde el anonimato hacia el ámbito público. Medios-política El tratamiento de este aspecto atañe a la relación política-medios, medios-política, pues surge un vínculo de dependencia entre periodista y político. Primero, porque el medio requiere información de las funciones del Estado y sus protagonistas para delinear un entorno para luego moldear la opinión pública, mientras que desde los políticos se genera la necesidad de mostrarse - 54 -

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en los medios por un estricto afán de popularidad. No obstante, esta vinculación puede degenerarse, si se toma en cuenta que está de por medio el tema de la democratización de los relatos, porque algunos personajes han llegado a posicionarse como referentes únicos de opinión, negando directamente la participación de otros actores. ¿Dónde queda el involucramiento ciudadano? De otra parte, la monopolización de los medios en el concierto internacional ha generado su desgaste y rechazo, pues la población ha visto vinculaciones con partidos y otras empresas. Bajo este clima, la validez de la información que se difunde es puesta a prueba, porque no hay equilibrio en lo que se transmite. En muchos casos, se toma favoritismo por alguien y se entierra el criterio contrario. Algunos políticos han adquirido medios de comunicación como catapultas. El panorama no es tan sencillo, pues detrás hay múltiples aristas desde donde analizar los fenómenos. La monopolización de los medios no consiste únicamente en la concentración de estaciones de televisión, radio y periódicos, sino también en el efecto más inmediato: el inexistente acceso de la población a la agenda mediática. El criterio de la mayoría no se difunde, pero se maquilla esto con encuestas telefónicas, llamadas al aire, sondeos en las calle, etc., cuando se sabe que estas técnicas no siguen esa lógica. Hasta el día de hoy, la voz del común es lejana como aquellas regiones donde los medios nunca llegan. Siempre prevalece la voz de los tres o cuatro ya conocidos.

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Sobre el periodismo: santos y demonios

Sobre el periodismo: santos y demonios

El periodismo frente al poder «Lo que da valor a una información es la cantidad de personas susceptibles para interesarse por ella» Ignacio Ramonet

El control e influencia que ejercen los medios de comunicación masiva en la sociedad generan polémica, ya que se pone en tela de duda, por una parte, el rol que cumplen las instituciones dedicadas a gobernar, legislar, administrar justicia y educar a la ciudadanía por su baja aceptación. Más aún, si la credibilidad de los mass media supera en gran medida a las viejas estructuras de poder. Incluso se ha llegado a decir que la única verdad está en la pantalla, pues lo demás no existe o no tiene razón de ser porque escapa al imaginario colectivo. En otras palabras, a esos referentes que se construyen a través de las noticias impresas, radiales y televisivas, reality y talk shows, telenovelas, películas y series. Por otra parte, los medios se han convertido desde hace muchos años atrás en instrumentos de educación informal. Primero, porque la prensa, televisión y radio persuaden de mejor manera a la población y trasladan conocimientos de manera rápida y sencilla. A tal punto que introducen hábitos, costumbres y múltiples modos de conceptuar el ocio a millones de personas de forma sutil. Segundo, porque la inmediatez con que circula la información rebasa a cualquier tipo de transmisión tradicional. Tercero, porque los protagonistas de las industrias culturales se han convertido en ídolos e iconos. Así, sus palabras y actitudes se entienden como modelos a seguir. De ahí la trascendencia de los medios ante la institucionalidad caduca y sin crédito popular. Dentro de este contexto, no se puede omitir el hecho de que los medios han sido entronizados por el público, debido a la cantidad ilimitada de recursos que usan para informar, promocionar una idea, publicitar un producto o servicio, entretener o simplemente, vender por vender. Entre los recursos - 59 -

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más utilizados se encuentra el mensaje sencillo, la imagen impactante, el texto corto y el lenguaje estándar. En definitiva, una gramática de fácil acceso. Tan fácil que para ver televisión no se requiere de un bagaje letrado, sino simplemente observar. Algo similar ocurre con la radio, cuando no todavía con la prensa, aunque cada vez se miren más periódicos llenos de nada y de todo. Estas razones empujaron a varios intelectuales a catalogar a los medios como el «cuarto poder», nombramiento que en la actualidad no cabe, puesto que –como ya se mencionó- su credibilidad supera a las instituciones, movimientos sociales y partidos políticos. Además, en la era contemporánea pasamos de una etapa histórica industrial a una exclusivamente informativa; situación que favorece a cada medio por la cantidad ilimitada de información que produce y divulga. En ese sentido, los medios serían el segundo y ya no el cuarto poder, pues «a mayor información, mayor capacidad de controlar a las masas». El primer poder seguirá siendo el económico. De la opinión pública Si se sigue al pie de la letra los postulados de la Teoría Crítica, se llegaría a satanizar a los medios, pues diríamos que estos existen en función de los objetivos del sistema. Para ser más precisos, supeditados a promover el consumo. Pero, ¿qué hay de cierto en esta hipótesis cuando se habla de política y opinión pública? ...Tómese en cuenta que ambas esferas pasan por una suerte de convivencia. Más aún, si el criterio político de la ciudadanía se nutre y teje del criterio de los líderes de opinión. En este caso, de los periodistas, los cuales hacen las veces de reporteros, comentaristas, editorialistas y avezados entrevistadores. Entonces, no solo se puede hablar de un consumo de objetos, sino también de la promoción de un consumo político o de material propagandístico. En algunos casos, de viejos actores y en otros, de los mismos periodistas. Cuando aquí se habla que el periodista es un líder de opinión pública hay que tener mucho cuidado, pues no se debe confundir la multiplicidad de - 60 -

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actividades que cumple este actor (reportero, entrevistador y presentador) con el conocimiento que pueda tener acerca de un tema. Sin embargo, la ciudadanía le mira como un líder, porque está en todo, hace de todo y se enfrenta con todos bajo una ley impuesta por sí mismo. Aparentemente, sabe de todo. ¿Cuál es su objetivo? Creo que mejor sería preguntar lo siguiente: ¿Cuál es la meta del medio: crear ídolos de barro o acostumbrar a la audiencia a una sola lectura de la realidad? Ludovico Silva, extinto intelectual venezolano, se interrogaba: ¿los medios son el producto de la sociedad o la sociedad es el producto de los medios? Difícil respuesta, porque desde las dos vertientes se puede llegar a interesantes conclusiones. No obstante, cuando se pone sobre el tapete de discusión el tema de la opinión pública y sus líderes, de manera particular se cree que los medios son el producto de la sociedad, de esos sujetos que controlan y hacen circular la información sobre la base de una ideología e intereses bien definidos. Bajo esta postura, se llega a colegir que se ejerce el poder primero y se crea opinión después. El famoso rating de sintonía, por ejemplo, de los canales televisivos está sujeto, en muchas ocasiones, al papel que desempeñan los famosos líderes de opinión (presentadores y comentaristas). Por esa razón, la gente distribuye su tiempo de ocio entre su noticiero preferido y la programación restante. Es que la atención del público se concentra en la crítica mordaz de un sujeto contra algo o alguien. Tal vez, porque se cree representada, cuando en la realidad, el criterio del periodista (si lo es) se ha venido escuchando por años. Desde esa perspectiva, surge una especie de idolatría al conductor más que una posibilidad de análisis contextual. De la objetividad Hasta la fecha y, sin lugar a dudas, en el devenir del tiempo, la objetividad será un tema apasionante, porque la mayoría de medios y periodistas se - 61 -

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niegan a reconocer que tal objetividad no existe. Para muchos, este mito sigue siendo lema de campaña publicitaria e incluso se han abanderado de estas once letras para estructurar grandes discursos y dictar conferencias magistrales. Todos recitan a los cuatro vientos por esta diosa que nunca fue querida en el Olimpo, porque supo reconocer en sí una cierta preferencia por lo terrenal, más que por lo etéreo. Objetividad te llaman, quienes se niegan a conocer la diversidad de versiones que tiene el ser humano: sintiente, pensante, instintivo, entre las más visibles. De la famosa objetividad se pueden escribir tratados enteros, pero con la misma pasión que cualquier libro de literatura negra. En cortas palabras, con esa misma llama que nos inclina más a un lado que hacia otro. Bajo este concepto, no se puede desear y ni siquiera pedir que los periodistas frente al poder tengan una alta dosis de objetividad, pues al igual que los miles de ciudadanos que los miran, leen o escuchan, sienten. Y ello implica tener necesidades, trazar metas, alcanzar objetivos, protestar ante las injusticias, ver perdidas algunas ilusiones, lo cual no quiere decir que siempre gane el impulso y el rencor, sino que al momento de cubrir una información la sensualidad toma terreno, aunque se la trate de esconder. Más que de objetividad, se puede argumentar entre los propósitos fundamentales del periodista la búsqueda de un equilibrio informativo, que vaya desde el descubrimiento de la fuente hasta la consulta de su contraparte. Es decir, diversificar las versiones sobre un tema y no rendir tributo a una. Sobre la base de la investigación y la síntesis se otorgará importancia a los datos que más nos distancien del mensaje dirigido por alguien. Eso implica que el periodista amplié su campo de acción, revitalizando su poder con argumentos sólidos, los cuales no están en función de su ego, sino en el cumplimiento de las expectativas informativas. Esta actitud no transforma al comunicador en auditor o contralor, pues ese no es su deber. Esto dejémoslo para la justicia y los organismos de control. - 62 -

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El periodismo frente al nuevo siglo La época actual nos demuestra que el cambio es una constante por dos factores fundamentales: la evolución e incidencia de la ciencia y la tecnología, y la re-configuración permanente del mapa cultural de los pueblos. Estos hechos no están aislados, sino más bien que se presentan como una cadena de causas y efectos. Sobre todo, en lo que se refiere al impacto de los mass media en la sociedad, ya que a través de estos canales (cada día más sofisticados), las personas se apropian de mensajes locales, nacionales y globales, sin limitaciones de espacio-tiempo. El consumo que los sujetos realizan de la información contribuye para que se adopten, entretejan y fusionen en la cotidianidad una serie de manifestaciones culturales y modos de vida de diferentes lugares. Asimismo, que se utilicen instrumentos tecnológicos para llevar a cabo cualquier tipo de actividad, lo cual replantea las costumbres y las prácticas de interacción. El uso de algunos canales mediáticos como el celular, la agenda de mano y la computadora portátil introducen nuevas maneras de comunicación, porque simplifican procesos, «inmediatizan» la realidad y nos acercan a otras latitudes. En este ensayo se enfatizará en los procesos de producción y circulación de mensajes, su impacto en la sociedad y, principalmente, el grado de protagonismo de los periodistas, ya que las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han promovido otros usos de las imágenes, textos, géneros periodísticos, cubrimiento de fuentes, elaboración de mensajes, percepción de los usuarios y creación de imaginarios. Al respecto hay lecturas muy audaces del impacto tecnológico como la desaparición de libros y periódicos. También se habla de un «fuera de juego» de los reporteros televisivos. Por otro lado, se ha mencionado el aparecimiento de lenguajes paralelos o jergas entre las personas que tienen celulares, debido a la creación de códigos propios para el envío y recepción de mensajes. Incluso se han propuesto sobre la mesa de debate teorías que conceptúan a la - 63 -

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sociedad actual como «red, teledirigida, telépolis», etc. El futuro de la prensa Desde un punto de vista muy particular, no se cree que la prensa vaya a desaparecer por la relación establecida entre sujeto (lector) y objeto (periódico). Relación que pasa por lo sensual primero y por la trascendencia del medio, después. Es decir, por el grado de institucionalidad que tiene en el publico. Además, la tecnología no ha podido suplir el valor del libro (historia, conocimiento, entretenimiento, objeto de fácil transportación, etc.). Tal vez, el objetivo iba en función de eliminar el uso del papel. Frente a este escenario, vale recordar que las empresas que creyeron ganar utilidades por la venta de libros electrónicos fracasaron en el intento. «Mucho ruido, pocas nueces». Por otra parte, cuando se habló de la desaparición de los periódicos, se creía que igual suerte iban a correr los periodistas del medio. Situación que no ocurrió, cuando sí se dio un giro en el manejo de contenidos y formas. Como primer momento, se descartaron los textos largos para privilegiar la epidermis informativa. Desde ahí, las cápsulas noticiosas tomaron fuerza. A la vez, la imagen ocupaba mayor espacio. De alguna forma, se trató de competir con los productos audiovisuales, sin entender que cada medio de comunicación tiene una lógica propia. Pocos son los periódicos que conservan el antiguo formato. Parece que la idea se apunta a brindar mayor información, pero a guisa de resumen o síntesis. Ante ello, cabe plantearse una serie de preguntas: ¿el beneficio del lector está en función de una cantidad de relatos o de pocos con un sesgo más analítico?, ¿el uso de cápsulas informativas orientan o desinforman, porque no toman en cuenta el contexto?, ¿hasta qué punto es recomendable atiborrar de información al usuario sin un eje de partida o explicación de cada hecho?, ¿podrán mantenerse los periódicos nacionales con una dinámica que trata de abarcar la generalidad?, ¿es conveniente hablar de periódicos globales? - 64 -

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En cuanto a la última interrogante, es difícil imaginar un periódico de cobertura global. Más bien se podría pensar en un medio que legitime su propuesta desde lo local hacia lo nacional y mundial. En otros términos, una suerte de «glocalización». Incluso de una iniciativa local, que se alimenta en contenido con información nacional y mundial. Por esa causa, se argumenta que en el futuro proliferarán periódicos locales y especializados. Los últimos para satisfacer demandas concretas de los diversos grupos. Estos casos ya se evidencian en el país. De la televisión Es lamentable, pero evidente. La programación televisiva está en función del impacto visual. Este fenómeno se plasmó desde el inicio, porque esa era la visión del sistema. En la actualidad esta situación tiene mayor peso, pues el criterio del espectador gira en torno de lo que mira y más no de lo que puede decir el periodista. La cámara de vídeo suplanta el agregado informativo que ofrece el reportero. Por tal motivo se ha llegado a plantear que se va quedando el reportero televisivo, para dar paso a «la dictadura del camarógrafo». Bajo esa mirada, no es de extrañarse que algunos tomen imágenes, hagan de reporteros e inclusive que editen y produzcan el relato visual. Ante este escenario, el comunicador social que esté inclinado y seducido por las manifestaciones audiovisuales tendrá no solo que aprender a producir, sino también a presentar la realidad, bajo un criterio de captar las imágenes que más se acercan a los hechos. La ecuación «cámara sobre sujeto» nos hace pensar en una nueva manera de comprender las mediaciones, porque la tecnología atraviesa la mayoría de los quehaceres e indudablemente desplaza a muchas personas de sus trabajos. Desde ese abordaje, los medios de comunicación tampoco están exentos. Al contrario, son los lugares donde se palpa con más intensidad los cambios tecnológicos. - 65 -

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De la radio e Internet En la radio se puede producir un fenómeno inverso a los citados, pues la crisis de relatos permite que desde ahí se retomen los géneros periodísticos como alternativas distintas. Entonces, que no nos sorprenda si vuelven a aparecer la radionovela, el radioteatro, la crónica y el reportaje. Estas creaciones tienen un gran efecto en las zonas rurales y urbano- marginales, ya que la radio se caracteriza por llegar a un público geográficamente diseminado a través de una gran cobertura. Para el periodista radial, el uso de las nuevas tecnologías le favorece, pues se conecta con el público a mayor rapidez que los reporteros de televisión y prensa. Basta que use un celular para informar a la radio audiencia lo que sucede desde cualquier lugar, sin que se pierda el efecto de magia que produce en los oyentes, porque es un ser inventado a la medida de la imaginación de cada uno. Tampoco puede quedar de lado lo que sucede en Internet, ya que su fuerza radica en las siguientes características: «lo multimedia», la conectividad e inmediatez. En otros términos, la presentación informativa en audio, vídeo, texto y tres dimensiones simultáneamente. Este tipo de manejo ha hecho que se hable de periodismo virtual, que no es otra cosa que armar una estrategia de comunicación global o que atraviese a todos los lugares, bajo el criterio de que «el cibernauta» está disperso y conserva el anonimato. El periodista de este medio trabaja para un público fantasmal, pero que puede interactuar con él y en tiempos más rápidos.

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¿Se puede hablar de periodismo investigativo? La realidad se desborda en escenas de pánico y violencia, sexismo y superficialidad cuando es presentada por los medios de comunicación sensacionalista. Los recursos que utilizan reporteros, fotógrafos, redactores, camarógrafos y productores están en función de incrementar el nivel de sintonía, pero con mecanismos que sobredimensionan los hechos, causan expectativa por realidades contadas desde la clandestinidad e irrumpan la intimidad de los sujetos. Aquí no importa la dignidad de nadie, la cámara recoge los testimonios más inverosímiles. La justificación de esta actitud está cobijada por un sinnúmero de pretextos. La primera, y la más trivial, tiene que ver con la que el público debe conocer de manera precisa lo que ocurre, a pesar de que el mensaje esté lleno de sangre, gritos y golpes. La segunda responde al concepto de primicia, pues se confunde la presentación original de una noticia con lo que esté a la mano, sea del tipo que sea. Y la tercera se explica en el intento de «teatralizar la realidad» con un nuevo enfoque. Nos preguntamos: ¿cuál? Lo más curioso de este escenario es que los responsables de estos productos mediáticos hablan de periodismo de investigación sin tapujos y con una suerte de ego. Irónico, pero cierto. Más aún si las famosas investigaciones no responden a un esquema formal y se confunden con un afán de polemizar a través del escándalo, la nostalgia del pobre y la crisis de sentido de los delincuentes, no obstante a ello se le denomina investigación. Particularmente, se cree que los términos más precisos para denominar a estas prácticas son: seguimiento superficial e interés por abundar en la venta de espacios publicitarios. El manejo informativo actual es cada vez más somero, descarta el contexto y utiliza escasas fuentes. Además, se quiere entretener al público a través de imágenes y palabras «espectaculares», convirtiendo a los famosos en «vedettes» de turno y a los hechos más inusuales en imaginarios de conversa- 67 -

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ción colectiva, pues la gente dialoga de lo que ve, no de lo que leyó y escuchó. Casi todo, gira en torno de la popularización de la imagen sensacionalista. ¿Bajo estos esquemas hacia dónde vamos? Con el criterio de que la información se renueva en cuestión de segundos y que no hay limitaciones de espacio para enviar-recibir mensajes, los que circulan son más cortos e inclusive el rol del reportero está en peligro. Esta situación ha hecho que la información no tenga valores agregados y que a duras penas se transmitan unas pocas cosas de lo que se cree relevante. La audiencia televisiva, en especial, conozca estrictamente los efectos, pero no las causas de los fenómenos sociales. El molino se mueve por la coyuntura y no por un ejercicio más exhaustivo. Desaparición del reportero televisivo Entre los teóricos de la comunicación, Ignacio Ramonet, analiza de manera brillante la abundante circulación informativa y el caos que se provoca en su uso. Pues a mayor información, menos informado está el sujeto. Aunque suene contradictoria esta hipótesis, podemos observar que la mayoría de personas ya no sabe qué hacer con tantos datos, referentes, discursos, relatos... pues los procesos de selección son complejos. Esto le ha llevado a proponer una ecología informativa. Pero este hecho no tiene que ver únicamente con las dificultades de procesamiento, sino también con la circulación de mensajes vagos, sin profundidad y de menor tiempo y espacio. ¿Acaso esta situación nos vaticina el final del periodismo de investigación? Difícil respuesta, sobre todo si en nuestro país no se lo practica en los ámbitos televisivo y radial, ya que en prensa la situación es diferente. Digo ello, porque los programas que, supuestamente, realizaban otro tipo de propuesta responden al mundo «light». Privilegian la moda, el «rating», la vida de los famosos y políticos en vez de adentrase en el Ecuador profundo. No puede haber un periodismo de calidad, si están en los mass media - 68 -

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los que no deben. No se trata de recrear la pantalla con modelos, sino con propuestas de fondo. Desde esa mirada, vale tomar en cuenta que medios no es sinónimo de forma, porque la realidad es atravesada por contenidos, profundidades, análisis, conceptos. La situación no es tan sencilla como parece. Además si se le otorga mayor trascendencia a la imagen, la figura del reportero se desvanece, ya que manda el camarógrafo (la cámara) y no como se pensaba antes. El papel del primero pasa a un segundo plano, pues a la gente ya no le interesa mucho lo que va a escuchar, sino lo que va a mirar. Pero lo más triste de todo, es que no tiene muchas propuestas para ver algo que enriquezca su bagaje. Por eso, muchas personas han hecho de la televisión el mejor instrumento para dormir o compañía mientras realizan otra actividad. Aquí no se trata de demonizar al aparato, sí la mala programación que tenemos. A qué se llama periodismo de investigación Algunos productores de televisión confundieron el deber-ser de los periodistas con el hacer del investigador privado. Bajo este modelo, se enseñó a captar la verdad con el uso de las cámaras ocultas. A esta acción que traspasa los límites de la intimidad se le denominó periodismo de investigación. Como si ocultar un artefacto a través del engaño estuviera enmarcado en la profundidad de descubrir las causas de los hechos. A través de este tipo de acciones, los noticieros y algunos programas amarillistas tratan de aparentar seriedad, objetividad y seguimiento informativo en el tratamiento de múltiples casos, sin darse cuenta que esconder un instrumento no habla de genialidad. Esto no exige esfuerzo. A estos señores hay que decirles, sin ambages, que el periodismo de investigación es más que eso. Se sustenta en la profundidad, en responder al porqué de las situaciones, que se necesita de conocimientos en el manejo de fuentes de orden cuantitativo y cualitativo, que requiere de mayor rigor por la amplitud de tiempo para elaborar el producto. - 69 -

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Las manifestaciones amarillistas y el uso de sistemas ocultos para captar algún acontecimiento han dado a los medios, pero no por lo que realizan. Esto se debe, en gran medida, al descrédito del sistema institucional y la falta de propuestas.mediáticas que apuesten por la educación y la cultura. En este contexto, no es de extrañarse que los mass media se hayan convertido en grandes ventanales para denunciar actos de corrupción, el funcionamiento ilegal de algunas empresas y desnudar la vida de personajes ocultos y clandestinos. Entonces, la proliferación de estas acciones, supuestamente, legales por parte de algunos periodistas seguirán proliferando en la medida que el sistema siga enfermo. Para que se pueda llevar a cabo el periodismo de investigación, debe haber unas condiciones mínimas en el lugar que se lo ejerce. En primer lugar, que el país brinde las garantías necesarias para el ejercicio de quien investiga. Segundo, que el medio de comunicación donde se presta servicios no responda a ningún interés político, económico, social y cultural, porque la información puede ser archivada o desaparecer. Tercero, que haya respaldo por parte del medio. Cuarto, que la justicia garantice integridad y seguridad al comunicador. Estos antecedentes nos dicen que es posible el periodismo investigativo, pero en un clima de respeto a los derechos humanos y al libre ejercicio profesional. Desde esta tribuna se apela al debate sobre la existencia o ausencia del periodismo investigativo en el país, debido a la múltiple información que recibimos, pero escasa en contenido. Parece que la idea de los que están dirigiendo los noticieros se remite a anular el contexto, lo múltiple, las partes del todo y los entornos socioeconómico y cultural en que se producen determinados sucesos de la realidad... Ahora que se habla del derrumbe de los relatos, se necesita más explicaciones y lecturas.

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Periodismo literario «El asombro tiene que ser una herramienta de trabajo». Daniel Samper

Los cincuentas Gabriel García Márquez8 ha manifestado en múltiples ocasiones que «el periodismo es el mejor oficio del mundo». Este juego de palabras puede ser entendido como una sentencia, porque -sin duda- esta actividad conmueve, provoca, incita, insinúa, atrapa y envuelve cuando también responde a una labor casi detectivesca conocida como periodismo de investigación. Gracias a la formación, curiosidad y un buen sentido del olfato, los comunicadores informan a la comunidad sobre todos los ámbitos y aspectos. Es decir, desde lo que sucede en el campo de la medicina, pasando por la economía hasta los detalles, aparentemente, más insignificantes del deporte. Ningún tema es excluyente o pasa por alto. «Cualquier hecho o persona es motivo de noticia». Esta actividad como cualquier otra ha evolucionado, debido a las tendencias, necesidades, estudios de mercado y, porque no decirlo, intereses de quienes manejan los medios. Bajo esta perspectiva, los cambios han sido de fondo y forma, contenido y continente. Hasta la década de los cincuentas era impensable que el periodismo introduzca en su manejo unas pequeñas pinceladas de literatura, pues lo primero respondía a un ejercicio estrictamente hermético, ortodoxo y encasillado en las fórmulas de la escuela norteamericana, mientras que lo segundo obedecía a la ficción, inventiva y a todo lo que se acerca al plano de la imaginación y el arte. En aquella época, los comunicadores sociales desenvolvían su trabajo con un marco de referencia denominado «lead» o narración de los hechos, que 8

Premio Nobel de Literatura 1982.

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consistía en responder las siguientes preguntas: ¿qué?, ¿cómo?, ¿quién?, ¿por qué?, ¿dónde? y ¿cuándo? Este esquema evitaba que la redacción de las noticias ofrezca al lector juicios de valor o agregados de ningún orden. De la misma forma, se descartó el uso de adjetivos y todo aquello que comprometa la exactitud de la información. En definitiva, nadie podía salir del esquema, pues la famosa objetividad podía estar en peligro y, por ende, la firma de cualquier periódico. Esta lógica también formulaba la colocación de lo más importante al inicio, mientras que el desarrollo de la noticia era tomado como eje central y para finalizar una estocada débil. Los setentas Visto el panorama de esta manera, se puede decir que en ese tiempo se levantó una barrera infranqueable entre literatura y periodismo, ya que el personaje que traspasaba la regla era sacado del gremio. El que deseaba ser escritor no podía ser periodista o viceversa. Pero la impericia, el afán de colorear y contar la realidad desde otro ángulo prevalecieron, sin caer en un sensacionalismo atroz y desbocado. Es así que en los setentas, las revistas de EE. UU. generaron otro tipo de espacios de lectura, en donde se introdujeron elementos más cotidianos, urbanos y, si se quiere, amistosos para el público. Entre ellos constan la descripción de los hechos, pasajes y ambientes, la voz, sentimientos, gestos, actitudes y actividades de los protagonistas. Se denomina a esta tendencia como rostros y perfiles. Periodistas como Tom Wolfe, Jimmy Breslin, Truman Capote y Gabriel García Márquez, entre otros, se dieron a conocer por la innovación en el manejo periodístico, pues sin caer en el invento, la fantasía y la mentira supieron informar con amenidad y entretenimiento los hechos a través de géneros como el reportaje y la crónica. Para muchos críticos, su trabajo era un ensamblaje, suma o conjunción de periodismo y literatura. Además, la diferencia de su trabajo consistía en el estilo utilizado para abordar los acontecimientos, por- 72 -

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que descartaron el uso del «lead» como eje principal y también porque primó la creatividad para desenmascarar la realidad. Así, reportaje y crónica se convirtieron en los géneros predilectos. Y no, precisamente, porque el espacio permitía ampliar la información a transmitir, sino por la posibilidad del periodista-escritor para contar una situación desde la descripción de la mirada de un personaje, pasando por el ambiente donde se desenvuelven las escenas hasta desembocar en un mensaje contundente procesado a partir de una entrevista a profundidad. Este tipo de trabajos se presentaba en capítulos, dándole un seguimiento más exhaustivo al hecho. Casos muy singulares y de mucho éxito son los reportajes, llevados a la literatura: «Relato de un Náufrago», «Noticia de un Secuestro», «A Sangre Fría», etc. Los dos primeros por El Gabo y el tercero por Truman Capote. En la actualidad, se discute sobre la validez de referirse a la columna y el editorial como un género literario más, pues según algunos analistas, la opinión no debería responder únicamente al análisis de coyuntura o un simple comentario, sino convertirse en un espacio de debate sobre los temas que no pierden vigencia. Incluso, algunos afirman que la opinión debe ser una alternativa académica como se practica en otros lugares por parte de Fernando Savater, Antonio Gala, Mario Vargas Llosa, Bryce Echenique, etc. Sugerencia polémica, porque prima la libertad de expresión. La inmersión La idea de sumar seguidores al público cautivo que tienen los periódicos, revistas y demás productos impresos ha contribuido para se implementen cambios muy visibles como el predominio de la imagen, el recorte de textos y el tratamiento más amigable de la información. Respecto del último punto, la prensa ha tomado como eje de partida el relato de la cotidianidad, la investigación de lo urbano, la introducción de perfiles y entrevistas a profundidad sobre la base de un estilo literario, sin que se pierda la objetividad y la exactitud. - 73 -

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Comunicadores como el colombiano Daniel Samper explican que el periodismo literario se caracteriza por tres técnicas: inmersión, suplantación e infiltración. La primera tiene que ver con la capacidad del periodista para sumergirse en la vida de alguien. Muchas veces realiza un seguimiento profundo, pasando días enteros con el personaje a investigar. Aquí se pone a prueba la destreza de observar hasta el más mínimo detalle. En cuanto a la suplantación, es una estrategia en donde el periodista oculta su personalidad para obtener información. Este tipo de acción tiene como objetivo la denuncia y fue muy porticada por Gunter Wallraff. Finalmente, en la infiltración, el periodista se queda como testigo, no actúa solo observa: realiza un mapa mental de lo que va a escribir.

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Las encuestas en los medios No deja de sorprendernos, que la realidad sea reducida al criterio de cuatro o cinco encuestados en prensa, radio y televisión como si estos representaran el criterio general de la población. Parece, bajo ese punto de vista, que el panorama informativo y el rigor que implica la investigación pierde relevancia, pues una encuesta no se realiza en la calle o apuntando la grabadora a mansalva a propios y extraños. Sería conveniente que esta práctica sea revisada de manera total. Esto demuestra, además, que quienes hacen uso de esta técnica no conocen nada de metodología en investigación de campo y, mucho menos, en análisis cualitativo. Hace algunos años, alguien sacó unos resultados sobre encuestas de «personas a pie», como si esto fuera válido. Por favor, cada cosa a su lugar, sino seguiremos en la epidermis. Una encuesta no se hace en las calles, en las plazas, en las esquinas, etc., pues requiere de una muestra (número de hogares), un lugar plenamente identificado, tomar en cuenta condiciones socioeconómicas, culturales, educativas, edades y géneros. Entonces, no se trata de apuntar con la grabadora, la cámara o escribir en una libreta de apuntes cualquier cosa y sanseacabó, ya que ello se llama «recaderismo» y no reporterismo. Sin duda, esta debilidad de los medios deja ver el poco o inexistente bagaje en el ámbito de la investigación. Sin embargo, se habla a viva voz de periodismo investigativo cuando no hay un aporte significativo en esta materia o se transcriben entre comillas la mayoría de cosas. En ese sentido, por ejemplo, los perfiles parecen «promocionales» y los retratos, historietas cursis donde la fantasía se confunde con lo trivial. Amén a los aludidos. Sondeos fugaces Volvemos a reiterar… no se puede pensar que la opinión de dos o más actores sea palabra santa, pues en las encuestas priman los siguientes factores: - 75 -

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¿qué se pregunta?, ¿a quién?, ¿cómo responden los encuestados? y ¿qué verdaderamente practican en la cotidianidad?, entre otras cosas. Ello es clave, pues una situación es lo que la gente responde y otra muy diferente, lo que hace. Todavía me queda la duda, si estos espacios en los medios son una suerte de relleno o un disfraz de lo que sucede. En fin, la democratización informativa no empieza ni termina tampoco en sondeos fugaces, puesto que es un concepto más complejo, donde la participación de las personas es clave desde el momento de planificar la agenda informativa. Visto este panorama, cabe decir que desde hace muchos años atrás se debate sobre la articulación informativa entre la población y los medios, porque la agenda no debe responder exclusivamente a lo que los medios consideran importante, sino a las necesidades de la población en términos de educación, concienciación, denuncia, propuestas e iniciativas. ¿Hasta qué punto de vista, planificamos lo que interesa? No será que por brindar un producto, aparentemente, interesante estamos ofreciendo una mirada, lectoría y escucha de temas intrascendentes y estrictamente coyunturales, dejando de lado una visión más integral del entorno, país y mundo. Por otro lado, la aceptación de los medios no está en función solo de lo novedoso, actual, increíble y extraordinario, sino en la capacidad de generar un espíritu crítico, que sin pretender darles pensando a las personas, tengan la facultad de decidir sobre lo más adecuado dentro de sus contextos de desarrollo, sean estos el familiar-social, económico-político, educativo-cultural y lúdico-deportivo. En síntesis, se trata de potenciar el afán de reflexionar con más elementos de juicio y no con sesgos que topan, como en muchos casos, la intimidad de las personas. No obstante, la tendencia actual evidencia que lo superficial gana terreno y la noticia desechable se legitima. Es necesario que los medios se hagan un baño de verdad, porque desde estas industrias culturales se cambian, consolidan y renuevan los paradigmas.

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Caos en la investigación Hace algunos años se estudia este problema en el país, pues a cuenta de que algunos medios impresos han tomado como eje de partida el periodismo literario, han desviado el meollo del asunto, el nudo crucial de la noticia y el valor agregado hacia lo burdo. Los testimonios de «Pepito, Anita, Juanito, Martita» e incluso los personales de quienes hacen reporterismo confunden lo importante y verdaderamente útil con supuestos. Los «reportajes» giran en torno de lo ficticio, la exageración, lo propagandístico y lo real-deformado, sin reflexionar el hecho que un testimonio es relatado sobre la base de sensibilidades, por lo cual pierde el carácter de veracidad. Además se ha olvidado que las fuentes deben ser contrapuestas y complementarias, pero parece que esos criterios están fuera de la idiosincrasia de muchos. A costa de la mala practicada investigación, se llenan de citas las noticias, que a más de ser cortas, informan lo superficial y no lo que interesa. En muchos casos, hay hasta tres o cuatro párrafos textuales. ¿Será acaso que esta actitud de hacer periodismo refleja la dependencia de los periodistas a una pequeña grabadora en los primeros minutos de cinta? Esto puede explicarse, en el mejor de los casos, en la idea errónea de abarcar todo y cubrir muy poco en profundidad. ¿De qué sirve tanto correteo y un conjunto de fines de semana frente a la pantalla? Esto conduce a que haya dificultades en el encuentro válido de fuentes, pues todo se convierte en un tráfago de confusiones. Especialistas o todólogos Otro tema que causa polémica es el relacionado con los bagajes periodísticos, ya que el mismo actor cubre notas de cultura, deportes, comunidad, política, crónica roja, a las cuales les da el mismo tratamiento como si todas estas esferas respondieran a escenarios, intereses, actores y antecedentes iguales. Este problema, como ya se ha mencionado en diversos foros nacionales y extranjeros, obedece a la falta de especialización en los medios. La «todolo- 77 -

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gía», aunque no se quiera aceptar ni asumir, produce errores garrafales cuando se habla de datos, cifras, proyecciones, programas, proyectos… No es lo mismo forma y contenido, estilo y fondo, cifra y contexto, cita textual y paráfrasis. Sin duda, la crítica es fácil y redundante de lejos y de cerca, pero necesaria para quienes nos ofrecen información diaria, desde la cual construimos imaginarios de todo orden y planificamos a mediano y largo plazos. Es conveniente, bajo este punto de partida, que se renueve el mecanismo de formular la agenda informativa para no caer en lo fácil, de poco aporte y estrictamente ligero. El ciudadano común requiere saber la realidad en la cual desarrolla lo cotidiano-laboral y lo social-familiar, más no aquello que tiene relación con la industria cosmética, el perfil de personajes que poco o nada hacen, pero que, sin embargo, atrapan a lectores, radioescuchas y televidentes a manera de diversión, no de necesidad. Como ya se expresó, la agenda debe articularse con la participación activa de las audiencias, sin que ello implique satisfacer caprichos de unos pocos. Asimismo, se debe redundar en la producción de trabajos a profundidad, de investigación, y no de recolección simple de unos cuantos datos, en muchas ocasiones equivocados.

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La TV: entre el ego y el protagonismo Los entrevistadores de la televisión del Ecuador han confundido –en su gran mayoría- los valores periodísticos por debilidades personales que van desde la consumación del ego, la falta de preparación temática y la trivialidad del diálogo cuando no saben de que hablar o quieren romper el esquema del formato para irse por el camino de la informalidad. Digo ello, sin temor ni rencor, sino más bien como una expresión indignada, pues soy uno de los miles de televidentes que merece respeto. ¿O acaso a usted le gustaría que le interrumpan cuando apenas empieza a contestar una pregunta, todo porque el entrevistador quiere hacerse pasar por erudito? En otro contexto, ¿no le indignaría que usted se haya preparado toda su vida en algo y que el entrevistador no sepa qué preguntarle? Ahora otro escenario: ¿a usted no le causaría iracundia que presenten sus declaraciones adecuadas a conveniencia del rating o al desconocimiento de quien hizo el reportaje o como quiera llamarse? Seguramente, después de que se publique esta columna los aludidos dirán que lo anterior representa una percepción única y exclusiva de quien escribe, pero créanme que yo lo dudo por las siguientes causas. No se pregunta, se exige respuestas Milan Kundera escribió en una de sus novelas que «el periodista no es quien pregunta, sino el que exige respuestas»; lo cual no quiere decir que debe cortar los hilos que generan la comunicación, dando a entender al público que él todo lo sabe y aún más: que su verdad debe llegar a todos como condición innegociable. No se puede exigir respuestas claras, cuando impide hablar a los protagonistas de un hecho y se los interrumpe a cada momento. Asimismo, exigir respuestas no implica que el periodista confunda al entrevistado y al público con su maledicencia, tomando como ejes de referen- 79 -

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cia del diálogo a la trampa y a los juicios de valor apresurados para esconder el desconocimiento que tiene del tema. Claro, por generar en la audiencia una imagen de audacia. Tampoco se puede permitir que el entrevistador haga juicios o, mejor dicho, exteriorice sus prejuicios, ya que los televidentes – se quiera o no- son capaces de tener una idea de lo que ve, escucha y lee, porque vive una realidad en que la ciudadanía tiene los mismos problemas, aunque no concuerden con las mismas soluciones. Lo anterior no quiere decir –en ninguna circunstancia- que el entrevistador deje las riendas sueltas y se convierta en un mueble más del estudio de televisión, sino que respete las opiniones de sus invitados y que después de escuchar las respuestas de ellos vaya más allá. Es decir, que exija que se conteste lo que se pregunta, que se conteste lo que se practica, que se conteste lo que quiere saber la ciudadanía. Identidad e imagen ¿Qué hay más allá de los rostros de la televisión...? Buena pregunta; sobre todo, cuando se pone a prueba la capacidad de improvisación de los conductores y conductoras. Acaso, como dice Giovanni Sartori (según mi interpretación), nos ha estupidizado tanto la imagen que aceptamos sin discusión lo que «supuestamente se ve bien», aunque sea de contenido abominable y sin ningún criterio de sentido común. Eso sin perder de vista que los conceptos de lo bueno, lo malo, lo que debemos hacer son predeterminados por otros y, lamentablemente, antes de que naciéramos. Solo recordemos lo que decía Bertrand Russel Antes de terminar esta columna recuerdo que en muchas ocasiones «las famosas» (si se les puede llamar así) conductoras y acompañantes se han callado por segundos interminables frente a la pantalla cuando hay alguna falla técnica –con más propiedad, humana- y su imagen se va por los suelos, pues la - 80 -

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gente creía que a más de leer noticias tenían criterio. Entonces, no es cierto aquello de que es igual el cómo yo me veo al cómo me ve el resto, pues lo uno es identidad y lo otro, imagen. Ingenuamente, la gente cree que los famosos son quienes hacen todo el trabajo de un programa de televisión y que preparan las preguntas, resuelven los problemas, etcétera, etcétera... cuando es un grupo anónimo (porque casi nunca se les conoce) los que hacen casi todo detrás. Preparan lo que deben decir los entrevistadores, qué deben preguntar, cómo deben hablar. Alejandro Carpentier9 diría de esos seres anónimos que hacen todo:«¡nadie sabe para quién trabaja!». En el caso de la televisión la cosa es tan sencilla como esta: el que pone la cara se lleva la fama y el que piensa... bien gracias. ¿Usted cree lo contrario?

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De la novela, El reino de este mundo.

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Sensacionalismo y crónica roja Cualquier noticia se caracteriza por la actualidad, novedad, proximidad e importancia con que está escrita. Razones fundamentales para que el público se sienta persuadido, recicle conocimientos y consuma este producto de manera cotidiana. Asimismo, que haga de este género periodístico un sitio común y lugar de encuentro para la charla formal y también informal en diversos momentos y espacios. Sin embargo, estos rasgos no se cumplen a raja tabla ni son códigos universales, pues hay múltiples formas de abordar la realidad, en donde el espectáculo, la exageración y la «teatralización» de los actores y los hechos son constantes. Esto es cierto, pero lamentable, sino prenda la televisión o revise algunos diarios. En las últimas dos décadas, varios medios de comunicación nacionales y mundiales han brillado por la cobertura y difusión de lo aparentemente extraordinario. Y bajo el supuesto de que nada es oculto (al igual que «El Gran Hermano») han vulnerado la intimidad de los personajes públicos (políticos e ídolos de la farándula). Esta suerte de polémica trastoca el carácter de lo íntimo, familiar y doméstico en público. Nada ni nadie está fuera del alcance de la cámara. Somos mirados como si estuviésemos detrás de una vitrina. La primicia de los medios se sustenta en la exploración de nuevas formas de escándalo. Podría decirse que la lógica del rating está supeditada a la anulación de la vida privada. Entre otras situaciones, esta práctica ha promovido la fama de múltiples fotógrafos, quienes han cambiado la concepción del reporterismo gráfico o de la imagen artística por la, estrictamente, detectivesca y cargada de morbo, sino recordemos el caso de Lady Diana. Los «caza momentos» bajo la idea de captar otros planos, ángulos o matices de la vida diaria han transmitido noticias de gran éxito, pues apuntan sus lentes a escenarios y situaciones antes inéditos. Y cuando lo oculto se populariza se convierte en patrimonio informativo de todos. Este problema se ahonda más, debido a la manera como se divulgan las noticias, si cabe llamarlas de ese modo. - 82 -

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Sensacionalismo En este contexto, no se puede pasar por alto el sensacionalismo, ya que es un discurso bien elaborado para atrapar a la audiencia a través de la magnificación, distorsión y exagerado protagonismo de hechos vagos, sin contenido y de dudosa investigación. Para algunos medios y comunicadores, la nota exclusiva no es otra cosa que brindar imágenes inescrupulosas en donde el dolor, la muerte, la intriga y el maltrato a la honra ajena son los principales condimentos. Sal y pimienta de un terremoto informativo. Esta actitud circense ha ganado adeptos y ha llegado a instalarse en miles de hogares por falta de otro tipo de programación. Súmele a ello la dosis de violencia de muchos programas. El sensacionalismo se legitima por el abordaje hiperbólico de los hechos. El eje central del reportaje, crónica o pastilla está en el cómo se dicen las cosas. Y esto no tiene que ver solamente con las imágenes que se vomitan desde la televisión y la prensa, sino en la manera de hablar de los reporteros, en las palabras que utilizan, en la forma cómo se mueven, en los lugares desde donde se presentan, en los tonos funestos con que pronuncian cada frase, en la música de fondo, en la «presentación estelar» del otro lado de la nada. El sonido de las ambulancias, patrullas, bomberos, etc., es una carta de presentación de las famosas notas policiales. Entre sensacionalismo y crónica roja hay un romance de años. Un secreto a voces. Defensores de la crónica roja Resulta inadmisible escuchar a los defensores de la crónica roja, pues su criterio no responde nada. Para estos actores, la realidad debe presentarse en la más mínima expresión, porque según ellos es una estrategia de denuncia social. También opinan que nada debe estar oculto, que nada es invisible y que la pasión debe mostrarse en todas sus facetas. En definitiva, no hay carácter - 83 -

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privado para estos sujetos, pues lo público engrandece el espectáculo y atiborra las arcas. Tampoco hay buenas noticias, pues «la buena noticia, no es noticia». Entonces, la vida mediatizada es una especie de ruleta rusa. Retazos de blanco y negro cubren las coberturas periodísticas. Lo más curioso de este asunto es que se pretende educar a través de la televisión y la prensa sensacionalista con este tipo de periodismo. ¿De qué criterio podrán gozar los miles de estudiantes escolares, colegiales y universitarios que miran estos productos? Es muy probable que la mayoría piense que la realidad se reduce al conflicto y al caos, que la convivencia es un cúmulo de actos violentos, que la matanza, el asesinato, el atropello y el tráfico son tan normales porque se miran a diario y en el horario más estelar: triple A, donde se transmiten de noticieros. Esto promueve la creación de juegos infantiles, donde lo lúdico gira en torno de la confrontación. La crónica roja no viene acompañada solo de sangre, sino de pornografía, novedad y casos judiciales. Se confunde, mezcla y entreteje el sexo, la corrupción, la farándula y el manejo policial en un solo bloque como si todas estas concreciones tuviesen una misma madre. Lamentablemente, las páginas rojas son las más leídas, porque producen un gran impacto visual. Lo extraordinario y aparentemente no visto hasta ese momento sale a flote, aun cuando se narre una tragedia. En el imaginario colectivo se ha creado una idea errónea del disfrute: «el lector es todavía inmune a las violencias urbana y ajena». Rojos y amarillos son los colores más usados por los ilustradores de la crónica roja, ya que atraen a la retina por su fuerza. Desnudos, cuerpos mutilados y fotografías de alguna banda de delincuentes llenan los espacios de las últimas páginas de muchos periódicos y se presentan con gran cobertura en los noticieros. Fuentes y lugares Las casas de salud, cárceles, recintos policiales, zonas rojas, morgues, entre otras, son los epicentros informativos de la crónica roja. Desde ahí, se - 84 -

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producen los reportajes, se hilvanan las historias, se reconstruyen las muertes, agresiones, tragedias, intoxicaciones y grescas… Los guiones se reiteran diariamente. Parece que solo cambian los nombres de los protagonistas. Incluso se designa al mismo reportero para cubrir estos eventos. Ni qué hablar de las fuentes, pues no varían con el tiempo. Los responsables de trasladar estas noticias son encargados de algún recinto, hospital, etc., quienes utilizan una jerga desconocida para la población. Otra de las características de la crónica roja es el manejo de los titulares. Pocas palabras, pero contundentes, expectantes, intrigantes para activar la imaginación dirigida al desconcierto. De esa forma, se genera un voyerismo solapado o disfrute por medio de la vista. El tratamiento de la narración toma cuerpo en la descripción de los personajes y los ambientes. Es posible que en este tipo de información, el reportero juegue más con su fantasía. Uno de los detalles más importantes es el uso de cifras, pues el número de heridos, muertos, acusados, víctimas, puñaladas, gramos, kilos, está en primer sitial.

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Del reality al show La aparente realidad de algunos sujetos se pone a prueba en minutos a través de la pantalla chica. Poco a poco, la intimidad pierde el carácter privado. Lo doméstico se convierte en espacio público. Este fenómeno mediático se debate entre «lo supuesto real» y la «generación de una gran taquilla o show». El reality show es una manifestación popularizada desde el espectáculo grotesco. ¿Por qué se habla de histrionismo, taquilla y una gran telaraña que cubre la realidad? Simple, ya que la teatralización de las experiencias privadas permite que la audiencia se vea envuelta en lo que alguna vez vio u oyó en algunos momentos, pero que nunca pensó que podría ser reproducido en la televisión con una suerte de exactitud. Segundo, la gente paga o consume las imágenes, porque cree que tiene la exclusividad y tercero, porque esa «otra realidad» es a veces la misma que viven o, simplemente, sienten agradecimiento de que todos, menos el televidente puede sea protagonista de una escena de ese tipo. Lo más curioso de esta clase de propuestas televisivas es que nunca sugieren nada, pero tienen un público cautivo y devorador de escenas cada vez más fuertes. La lógica de consumo de estos programas es que no proponen nada y visualizan problemáticas increíbles. Y ese no proponer nada, en sí es una propuesta. Se le deja al público como al inicio: sin análisis, comentarios, guías… simplemente con fragmentos de un show que gana más en el atrevimiento de lo que presentan. Aquí entiendo a la palabra atrevimiento como algo inverosímil: «la mamá asesina a su hija por sentirse celosa de su marido, que en definitiva fue padre de la víctima». Cada día sorprende más que los conductores de estos programas se vayan convirtiendo en árbitros y hasta guardaespaldas de los invitados, pues la moderación se traduce en un ir y venir de mensajes tranquilizadores, discursos que apelan a la armonía y la cordura, cuando la propia intencionalidad es - 86 -

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generar una especie de ring o intercambio de diatribas, pero haciéndole creer al público que se trata de solucionar problemas. El espacio: factor vital de la simulación Tampoco deja de llamar la atención la capacidad que tienen los conductores para editorializar las vidas ajenas. Este hecho se justificaría porque los invitados han ido hacia ellos para eso: buscar un guía en medio de los telespectadores. En este aspecto, el escenario juega un papel importante, pues el moderador está al lado del público, lo que denota una situación en donde la última palabra es compartida por la mayoría. Así se quiere vender la idea de que la solución está en el vértice donde reposa la democracia. La posición que ocupan los invitados es clave, pues están al frente del público; como quien diría tienen la valentía de dar la cara y mostrar su drama a miles de personas. De esa manera se convierten en víctimas de la realidad o, mejor dicho, victimarios de las circunstancias. Habría que preguntarse: ¿cuál sería su actitud si estuviesen en el público, detrás de la pantalla o moderando el show? Este tipo de iniciativas televisivas promocionan el concepto de seguridad (entre comillas), ya que a los costados de cada participante hay guardaespaldas, quienes están listos para «evitar» que se maltraten menos. Pero, qué hay de las agresiones verbales, tanto entre ellos como las que se expresan frente a las cámaras. Cabe interrogarse si esta clase de producciones tiene un filtro o selección de dramas y actores, porque las escenas giran en torno del mismo eje: la violencia física y verbal, el sufrimiento y la desdicha, lo imposible y lo inverosímil; pues de lo contrario no se captaría nada de público. Ya alguien dijo hace mucho tiempo: que lo bueno no vende en televisión. El ruido, aunque causa molestia motiva mantiene despierto al público Estos programas se caracterizan por la estridencia, vozarrones, griteríos y frases - 87 -

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altisonantes, que sobrepasan el quehacer rutinario de los hogares. Sonidos e imágenes grotescas se conjugan en un laboratorio, donde las lucen están bien encendidas pues hay que captar el más mínimo movimiento de cada participante. Los enfoques hacia los gestos de cada actor es clave en la transmisión, pues lo que se trata es de magnificar cada movimiento, engrandecer y estimular lucubraciones extra-ordinarias. Se trata de que el personaje haga algo singular, distinto, fuera de la realidad y sea un estupendo promotor del show. La televisión entre la credibilidad y el show Tomando en cuenta que los medios gozan de amplia credibilidad y que sus programaciones reportan altos índices de consumo, genera preocupación que la audiencia asimile y pueda tomar como verdad acabada esa teatralización de la realidad llevada a show (reality show), sin mecanismos de defensa o de lectura. Aquí no se discute el porqué del prestigio de los medios, pero si se pone en tela de duda el hecho de que ese prestigio se pueda construir a través de este tipo de propuestas sin propuestas. Tampoco se trata de apagar o no el televisor, aunque muchas veces lo hago y con mucho gusto; sino de proponer desde afuera a los productores otro tipo de iniciativas, ya que si no lo recuerdan: los medios viven gracias a nosotros. O ya se olvidó que la venta de muchos productos y servicios obedece al impacto que genera la publicidad en los millones de espectadores, lectores y radioescuchas. Aunque suene maniqueo, no se puede permitir que la teatralización invada la intimidad o se deje introducir la idea de que lo privado es caduco, y que los trapos sucios se pueden lavar en cualquier lugar. Piénselo.

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Televisión y cultura El impacto mediático de la televisión no se evidencia, únicamente, en la persuasión encaminada al consumo por las transnacionales, sino también en el cambio del mapa cultural de los pueblos, ya que desde este instrumento, la población puede realizar un tour a múltiples lugares sin limitaciones de tiempo y desde un solo espacio. O sea la pantalla chica se ha convertido en una ventana al mundo, que incluso, nos conecta con varias latitudes de manera simultánea. Un fenómeno concreto es la transmisión de dos y hasta tres partidos de fútbol en forma de recuadros. Estamos en todo y en nada… Esta suerte de magia, promueve que el sujeto se «multidivida» y multiplique su atención hacia diversos planos de la realidad. Pero, ¿estamos viendo la realidad o una construcción de fichas? ¿Los noticieros nos informan situaciones o acomodos? Por otra parte, la televisión ha dejado de ser vista como un simple objeto, pues cumple las veces de niñera, fomentadora de ocio, eje de conversación cotidiana, medio de información y compañía. El consumo de horas televisivas es tan grande en nuestros países latinoamericanos, que ocupa un lugar preponderante dentro de las actividades cotidianas. Es decir, siempre hay un momento del día para encenderla, jugar al cambio de canales («zapping») y hasta despertar con ella. La invasión de la imagen es tan profunda que ha introducido una cultura visual que va desde el cuidado de la apariencia física, pasando por la promoción de nuevas formas de ocio hasta la adopción de modos y estilos de vida. Modos y estilos que son de aquí y de allá. Se legitima la fiesta del mestizaje. En muchos hogares, la TV suple la presencia de los adultos por razones de trabajo. Niñez y juventud permanecen frente a la pantalla horas enteras. El consumo de la programación por parte de este segmento es muy grande e influyente. Los televidentes, en muchos casos, imitan, adoptan y simulan comportamientos, lenguajes y modos de vida foráneos en el quehacer diario. Eso se explica en la mirada atenta a la transmisión de películas, series, programas - 89 -

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de concursos, novelas… De ahí la presencia de nuevos términos, gestos, modas, ídolos, análisis y referentes. Es indudable que este objeto es un punto de partida y también de llegada. Para un gran porcentaje de la gente, la caminata, el coloquio, el encuentro y el juego pasaron a un segundo plano. La cita es con la TV y en horas establecidas. Programación Cuando se habla de programación, se pueden identificar una serie de imaginarios, porque el término invita a la aventura. Sin embargo, se partirá desde algunas preguntas concretas para evitar desviaciones y apasionamientos. ¿Acaso estamos programados para ver la televisión en determinadas horas y concentrar nuestra atención con mayor profundidad a productos específicos? ¿Por qué se sigue mirando la televisión si se emiten grandes dosis de violencia, morbo y pornografía a todo horario? ¿Qué tiene de especial la televisión para que la gente mire más y lea menos? ¿Es cierto que transitamos de una época letrada a otra exclusivamente icónica? Respecto de la primera interrogante, vale decir que la televisión ha creado una idea de omnipresencia, pues está en todo lugar y puede ser vista en cualquier momento. Las industrias culturales prolongan sus horarios de emisión con la finalidad de contar con más audiencia. Inclusive han creado programaciones de acuerdo a diversos ámbitos (información, entretenimiento, educación), temáticas (política, economía, sociedad, cultura, deporte, sexo…) edades (niñez, adolescencia, juventud, adultez) y géneros. Se oferta de todo y para todos. Esta estrategia se observa en la programación por cable. Por otro lado, se ha difundido en la población la idea de disfrute bajo el consumo de imágenes cargadas de violencia, morbo y pornografía, abriendo la ventana del despaste. En primer término con las famosas películas de «acción», luego con escenas cotidianas de pobreza, desarraigo, crimen y delincuencia, y finalmente con la venta y promoción del sexo a través de filmes abe- 90 -

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rrantes… Como lo precedente escapa a lo usual y cotidiano, provoca expectativa en millones de personas. Lo más reprochable es que las empresas cinematográficas quieran acostumbrarnos a este tipo de programación. ¿O acaso no han tenido un gran éxito «Rambo, Misión Imposible, Duro de Matar…»? ¿Encender sin saber?

Debido a que la televisión no presenta ninguna dificultad de conectividad y atención para mirar cada detalle, tiene una alta recepción e impacto. El sujeto no necesita más que un poco de tiempo a diferencia de la lectura. Además, no requiere de un ejercicio más arduo para asimilar el discurso visual. Eso explica la proliferación de televisiones en los barrios más pobres. En estos sitios, la población aprende a través de las imágenes. Los libros y el hábito de la lectura están fuera de su contexto. Lo mismo ocurre con la adquisición de equipos de sonido y toda clase de tecnología audiovisual como el DVD. Algo similar sucede en la ciudad. No hay enseñanza en cuestión de lectura de imágenes. En cuanto a la última interrogante, es importante mencionar que la era contemporánea se particulariza por el uso de la imagen como elemento y símbolo vital en el intercambio de mensajes y formas de socialización. El recorrido empieza en el sistema operativo de ventanas (Windows), pasando por las opciones que ofrecen los cajeros automáticos, hasta las señales de tránsito en calles y carreteras. Sin perder de vista, todo aquello que comprende la publicidad icónica, las estrategias de propaganda, la industria del celuloide, la promoción de vestuario y cosméticos. La palabra escrita en los anuncios y en otras manifestaciones se va diluyendo a paso rápido. Menos palabras, más imágenes. ¿Críticas o criticones? El papel del crítico es fácil, si no se atraviesa el campo de la propuesta. Bastan unas cuantas palabras para bombardear el flanco, aunque la mira no - 91 -

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enfoque el objetivo. Sobre la base de este criterio, no se trata de anular el instrumento, sino que se replanteen las producciones y usos televisivos, ya que un niño que crece con violencia tendrá mayores posibilidades de multiplicar esta expresión, porque lo vio en TV. Más aún, si es tomada como un referente de primer orden. Una nueva configuración del espectro informativo haría que la televisión sea causa y efecto de un aprendizaje audiovisual. También sería interesante que exista una tribuna de defensa del consumidor mediático y rendición de cuentas por parte de los medios. Libertad de expresión no es crónica roja. La realidad nos invita a cambiar el paradigma de manejo actual televisivo, donde «los contenidos de los mensajes deben ser la respuesta a necesidades reales de los futuros receptores (interlocutores); los códigos utilizados para construirlos deben ser inteligibles para los destinatarios... los instrumentos para producir los mensajes no pueden ni deben ser definidos a priori por el emisor...», como lo dice Manuel Calvo.

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«Retos y desafíos de la radio» La mayoría de emisoras del país transmiten en mayor número manifestaciones musicales e información que tienen relación con lo foráneo. Esta actitud no causa preocupación, porque estas expresiones son de afuera, sino más bien por el desbalance que existe con la producción y promoción cultural del país. A simple vista parece que la programación está sujeta a lo que se produce en otros lugares y tiene como destino la reproducción fiel en cada estación. Este fenómeno se puede percibir de mejor manera en la frecuencia modulada, FM. Este manejo puede ser visto desde diversos ángulos. Por ejemplo, la escasa producción musical de nuestro país frente a la atiborrada lista de «éxitos» que llegan a cada emisora en una relación de veinte a uno, aproximadamente, el vago y casi nulo paquete de proyectos de los radiodifusores en materia de producción. El papel de la radio se ha reducido a la difusión de sonidos, olvidándose que este medio también es palabra, efecto, imagen auditiva y silencio. Pocos, mejor dicho, escasos son los programas radiales que han trastocado el concepto con el cual se manejan muchos empresarios radiales. Es decir, crear una propuesta donde el medio sea más que un fin para vender publicidad. A lo mucho, se contratan a inexpertos y empíricos de la comunicación de altisonantes vozarrones para conducir un programa. La radio es un terreno fértil para la apropiación de cualquier sujeto que tenga, entre comillas, buena voz. En la mayoría de programas, el formato se asemeja tanto que lo único que cambian son los premios que se les entregan a los oyentes y las voces de los locutores, pues la práctica en este tipo de espacios se debate entre leer uno, dos o tres chismes de farándula, recibir llamadas al aire y sortear al final del programa un producto de la firma auspiciante. Sin perder de vista que han tratado de convertir al medio en una fantasmagoría del karaoke, ya que en algunos concursos se trata de catapultar al radioescucha a la fama. - 93 -

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Comunicador o locutor Debido al rol que protagonizan una serie de actores que trabajan en los medios de comunicación, la ciudadanía asocia a las personas que leen noticias como comunicadores sociales. Claro, esto se da porque no hay claridad al establecer diferencias entre locutores y reporteros, maniquíes y periodistas, empíricos y comunicadores. En este ensayo no se trata de desmerecer el papel que cada uno cumple dentro de su campo, sino de reflexionar sobre lo que sucede cuando cada cosa no está en su lugar. En las radios se escuchan por parte de la mayoría de locutores (no comunicadores) una pobreza de lenguaje: empleo de muletillas y sonsonetes. Seguramente, si se les hiciese una prueba de ortografía muchos de ellos fracasarían, ya que no hay cosa más indignante que escuchar a alguien que traslada mensajes a una audiencia sin un mínimo de orden, sintaxis o por lo menos, sentido común. Ojo, no se hace referencia a todo el gremio, pues –como en la Viña del Señor- hay de todo. Si se sigue con atención lo expuesto, se puede determinar sin mucha sagacidad que un programa de radio no puede tener otro tratamiento del que se le ha dado hasta ahora, pues no está el equipo humano que necesita el medio, el dueño de esta empresa no invierte en producción y tampoco apuesta por otro tipo de proyectos. Además, quienes están al frente de este mass media, en muchos de los casos, cumplen el rol de administradores, pero no de gerentes en procesos comunicacionales. La radio ha quedado como retransmisora de lo que hacen los canales de televisión. Un caso muy palpable es la adaptación de los noticieros matutinos y nocturnos en sus programaciones. Sin que se comprenda que la sintaxis visual tiene otra lógica de producción, tratamiento y emisión-percepción que el lenguaje auditivo. Errores como este se cometen a diario.

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Radio sin alcance nacional A diferencia de la televisión, las emisoras en el país no han consolidado su presencia en el ámbito nacional. Pocas son las que retransmiten su señal en una o varias provincias. Asimismo, que estén inmersas en la sociedad red. Este problema trae consigo una gran desventaja frente a otros medios, pues su campo de acción es solo local. En muchos países ocurre lo contrario, ya que hay corresponsales en cada sitio donde se genera la noticia. Un claro ejemplo se evidencia en Colombia. Por esa razón no sorprende que al salir de la ciudad y en la medida que se llega a otra, el panorama radial cambia. Esto tiene que ver con la falta de visión de los propietarios de este medio, pues si el objetivo estuviera encaminado en otro sentido se aprovecharía que la radio (como instrumento) puede ser llevada a cualquier lugar, ocupa poco espacio, no consume mucha energía. Además, cada día hay modelos más pequeños y de sencillo funcionamiento. Los fantasmas de la radio Al igual que otros medios de comunicación, la radio tiene la misma posibilidad de explotar los géneros periodísticos y con mayor creatividad. Sin embargo, no se ha trabajado en esta materia o, simplemente, este tema ya no les interesa a los comunicadores radiales. Desde esa perspectiva, la charla informativa, el reportaje, la crónica, el retrato hablado, la entrevista a profundidad y la radionovela han quedado de lado. No obstante, hay que reconocer que este fenómeno no solo ocurre en la radio, sino también en los demás medios, pues la globalización en el aspecto tecnológico promueve el achicamiento de los espacios, el menor uso de palabras e inclusive de imágenes, el reciclamiento constante de lo ligero, la supremacía de lo desechable. En otras palabras, se transmiten mensajes cada vez más cortos, pues la profundidad anula el criterio de que el tiempo en los mass - 95 -

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media es invaluable. Parece que la entronización de la imagen ha golpeado más de lo que se creía a la radio o que hay resignación por parte de los radiodifusores ante la invasión del mundo visual. ¿Acaso se subestiman los efectos que sonido, palabra, y silencio provocan conjuntamente en la imaginación? Es decir, tender un puente entre lo que se escucha y lo que se ve. Es curioso, pero cada día se encuentren menos publicaciones sobre este medio. Los teóricos, en gran medida, han enfocado sus estudios a la sintaxis audiovisual. Entretelones detrás de los micrófonos Quienes están al frente de los micrófonos cotidianamente, tendrán una serie de anécdotas que decir, pues el comunicador se convierte en muchas oportunidades en confidentes, cómplices y consejeros de cabecera de seres invisibles que frecuentan este medio en noches de vigilia, como a cualquier hora. Esta experiencia es una de las grandes fortalezas que tiene la radio: la interacción, pues a diferencia de la televisión y los medios impresos nos permite salir al aire sin dificultad. Esa especie de complicidad que se establece entre radioescucha y comunicador se puede analizar desde varias aristas como el anonimato. Ninguno de los actores se conoce. Y esto permite que el contacto fluya con mayor libertad, pues se desestima el hecho de ser delatados en público. Desde ese punto de partida, lo privado se releva y consolida la magia de verse reflejado en el otro, sin la necesidad de apreciar su rostro. Es una relación mediada y mediática. En este encuentro tampoco hay condicionantes de orden espacial ni temporal, solo cuenta la línea telefónica y la predisposición de las partes.

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Radio-apasionados En los últimos cinco años, varios propietarios, locutores y una peligrosa avalancha de empíricos y aficionados en nuestro país han desvalorizado la radio, reduciéndola a una triste caja musical sin ningún fin ni sentido. La creatividad en la producción de programas, segmentos u otras alternativas es una fantasía más lejana al mejor de los sueños de Blanca Nieves. Sobresalen, si así se puede hablar, un conjunto de voces estridentes que no dicen otra cosa que tres o cuatro frases desgastadas, nombres de cantantes y títulos de las canciones de moda con una pésima pronunciación, sin omitir el envío de mensajes al aire entre los aficionados. Algo así como cabinas telefónicas públicas. Uno de los factores que contribuyen para que esta situación vaya de mal a insostenible es la contratación de personal en los medios que no tiene ni la más leve idea de comunicación social. Lamentablemente, algunos sectores creen hasta ahora que coger un micrófono, llevar una grabadora, cargar una cámara fotográfica y apuntar hacia el objetivo es comunicación. Craso error. Por eso se explica la incredulidad de la ciudadanía hacia algunos medios, pues en vez de concienciar a través de un marco referencial riguroso dicen cualquier cosa con tal de contentar a una población conformista, pasiva y acostumbrada a lo mismo. Con el afán de ocultar lo obvio, en algunas emisoras (desconocimiento sobre temas de comunicación) se trata de crear una programación sin que tenga nada de programado en productos como las supuestas radio-revistas que comienzan con el «hit» del momento y terminan en los chismes de farándula como si eso nos arreglaría en algo la vida. Todo bajo el pretexto de que este tipo de iniciativas están dirigidas a un público joven. Con estas acciones se subestima el grado de interés de la juventud por temas de mayor relevancia. ¿O será, acaso, que a todos les conmueve la vida de los tristemente célebres de Hollywood y los protagonistas de los culebrones venezolanos y mexicanos? - 97 -

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Sobre la base de estas condiciones, no es atrevido decir que la creatividad fue llevada por el viento o que pasó de visita. Contradictoriamente, la carestía de imaginación convoca, porque la mayoría de «programas», si así se les puede llamar, son similares. Las copias de los formatos van y vienen. El único gran esfuerzo es colocar los temas de mayor aceptación a cada instante, porque así se complace a la audiencia y leer de vez en cuando (con faltas de ortografía incluidas) algunas notas de prensa para «informar». ¿Informar, qué? A cuenta gotas Este panorama responde a una serie de factores que van desde la falta de profesionalización del personal que trabaja en las emisoras, pasando por el bajo salario que perciben los comunicadores en este medio hasta el uso que algunos actores le dan. Especialmente, como tarima para la consecución de fines proselitistas y de otro orden. Con relación al primer punto, este problema no atañe solo a la radio, sino también a la televisión y a la prensa, ya que «siempre están los que no son o están los que nunca pensaron». En palabras más sencillas: el empirismo ha ganado terreno, sin que haya una defensa por parte de los comunicadores de su espacio. «Solo caras, cuerpos y vozarrones». Y lo demás, ¿dónde queda? Junto a ello está la falta de capacitación de los comunicadores radiales. No hay un reciclaje de conocimientos ni de técnicas. La inversión de los propietarios es nula e inexistente en esta materia. En nuestro país no se apuesta por el personal, pero los grados de exigencia son muy altos. Respecto de esta situación, saltan algunas preguntas: ¿se puede exigir calidad, cuando no hay un proceso de mejoramiento continuo de quienes están al frente de generar opinión pública? ¿Un medio puede quedarse fuera de la renovación en un entorno competitivo y caótico por el cambio constante de paradigmas, en materia de comunicación? Este hueco se ha tratado de cubrir en algunos frentes con la compra - 98 -

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de equipos sofisticados. Con esta medida, se pensó paliar algunos de los problemas en cuestión de nitidez y cobertura. Pero la solución sigue siendo ingenua, porque la tecnología no programa, moldea, informa, entretiene y educa por sí sola. Los cambios deben ser de contenido y continente. La adquisición de instrumentos no se asocia con lo moderno, pues algo que no se renueva de manera total y solo cambia la forma sigue estático. Voz Populi La corrida, por no decirlo de otra manera, de muchos comunicadores de las emisoras obedece al maltrato económico. Salarios bajos e irrisorios se paga a quienes tienen la gran responsabilidad de informar, entretener y educar. Es fácil deducir que para un sector de propietarios no se aprecia ni valora el gran servicio que cumplen los comunicadores. Esta causa ha provocado, como ya se mencionó, que una serie de empíricos, novatos, aficionados y locutores de discoteca se apropien de los micrófonos, convenciéndole a la ciudadanía que esto es comunicación. Por favor. A manera de paréntesis, vale aclarar que la locución es una técnica para hablar claro y, con buena vocalización, pero ahí se queda. Entonces, está fuera de sitio que se asocie esta técnica con la comunicación que es algo más vasto, complejo y cotidiano. Muchos creen que hablar alto, fuerte y con eco incluido es una característica esencial del buen comunicador. Por favor, cada cosa en su lugar. Es tiempo de poner la casa en orden y que cada cual se ocupe de lo que hace mejor, sino los resultados son tan nefastos como el hecho de que algunos han llegado al poder por locutar nada más. La escasa presencia de profesionales en la radio ha provocado la muerte prematura de algunos géneros periodísticos como la crónica y el reportaje. Asimismo, la novela y el cuento. Nadie produce nada y los pocos que lo hacen abortan las iniciativas antes de que sean concluidas. Principalmente, por falta de apoyo e interés. En la actualidad, los productos radiales que anta- 99 -

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ño eran tradicionales, ahora son denominados como alternativos. Sin duda, hay que potenciar a este medio y sacarle de donde está. Política como pretexto Muchos problemas de los descritos ocurren también porque no hay un control ni una reglamentación donde se establezca la entrega de frecuencias por méritos y concursos. Desde aquí se cree que el control, manejo y dirección de un medio de comunicación no puede estar en las manos de cualquier persona. No es cuestión de dinero, ni de otro tipo de recursos. Se debe tomar en cuenta que los medios desde hace muchos años son considerados como herramientas de educación informal, de ahí la necesidad de tener medios de calidad. La entrega de frecuencias, bajo un mecanismo enmarcado en la «meritocracia», permitirá identificar y rechazar los afanes políticos de algunos actores que han hecho de los medios industrias electorales más que canales que posibiliten una suerte de desarrollo. Los medios deben ser un puente entre los distintos actores de la sociedad civil, una posibilidad de interacción plena, un parlante abierto a la libertad de expresión respetando la dignidad, la diferencia cultural y los derechos humanos.

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Observatorio de medios Aunque para algunos sectores, periodistas y comunicadores sociales, la idea de crear un Observatorio de Medios es descabellada, la realidad demuestra lo contrario, debido a la invasión flagrante de violencia, pornografía y morbo que se transmite a través de los medios de comunicación en la cotidianidad. Irónicamente, los programas visuales y productos impresos que destilan sangre, promocionan el sexo como un objeto más del mercado y difunden el ámbito social con una fuerte dosis de humor negro son los que registran mayores niveles de sintonía y proyectan una rentabilidad interesante para múltiples empresarios. Por eso se explica la defensa a rajatabla de ciertos actores por estos programas que no tienen contenido educativo y, mucho menos, un criterio claro de formación. Lo anterior es importante, si se considera que los medios han dejado de ser observadores de la realidad para convertirse en industrias protagónicas del acontecer político, económico, social y cultural de los pueblos, pues moldean la opinión pública y crean imaginarios sociales sobre cualquier tema. Este hecho se explica, porque las personas dedican un gran porcentaje de su tiempo a consumir productos televisivos, radiales, impresos y ahora virtuales, bajo el criterio de que solo así están conectados e informados con inmediatez y sin limitaciones de cobertura. Sin embargo, bajo el escudo mal entendido de la libertad de expresión y el libre ejercicio profesional se transmite lo que sea más allá de las connotaciones que tenga. Por otro lado, la incidencia de los medios es de vital importancia en el análisis, ya que desde hace algún tiempo se les considera como un segundo poder después del económico y contrapoder frente a la esfera política por la eficacia que tienen para llegar a las audiencias, introducir mensajes, motivar comportamientos y crear culturas de consumo, imagen y estatus. Esta situación contribuyó para que los mass media sean considerados más que canales e instrumentos informativos. Hoy, las industrias culturales se han consolidado - 101 -

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como líderes sin cabezas visibles, porque detrás hay intencionalidades claras de varios grupos. Unas más implícitas que otras. Pero si los medios son un segundo poder o contrapoder, ¿por qué no utilizan todas las características tecnológicas y profesionales para mostrar algo diferente a la propuesta totalizadora de la época contemporánea: noticias livianas, programas de escándalo, disfraces de supuestas investigaciones psicológicas en los hogares, farándula con trasgresión a la intimidad, confrontación bélica y abierta en las series como algo normal…? Esta pregunta ha sido planteada y comentada en muchas ocasiones y en distintos escenarios; no obstante, parece que el mensaje no llega o no está bien dirigido hacia quienes imponen, dirimen y planifican sobre lo que se produce, circula, vende y emite todos los días. A fuego lento No se puede omitir que la pasividad y la crisis de sentido que atraviesan las audiencias por el bombardeo mediático y la ilusión del consumo para escalar la cima del estatus han creado un ambiente de letargo. Lectores, televidentes, radioescuchas y cibernautas han tirado la toalla antes de que suene la campana. Parece que la programación violenta, sexista y mórbida gana espacio a fuego lento y persuade de tal manera que las protestas al sistema solo se concentran en los contextos económico y político, mas no en el informativo. Nadie ha salido a desaprobar el manejo de imágenes, textos y palabras habladas, a pesar de que ha habido intentos por evitar la adicción televisiva y la censura de algunos programas por parte de organizaciones sociales. En esa misma línea, algunos medios han creado tribunas de defensoría del lector y otro tipo de espacios, pero la solución no va más allá de la corrección de gazapos periodísticos. De otra parte, también se han perfilado lugares en la prensa que critican a los medios audiovisuales, pero al igual que lo anterior no pasa nada: una crítica sin posibilidades de auscultar causas y efectos. - 102 -

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Hasta cierto punto, se ha pensado que la obviedad no aporta mucho, porque se queda en la descripción. Tampoco se trata de generar una guerra mediática, sino de lograr el mejoramiento de los procesos comunicativos, bajo el objetivo de realizar productos de calidad, enmarcados en tres ejes: educación, información y entretenimiento. Otro hecho que agudiza el problema es la falta de profesionales dentro de los medios e instituciones relacionadas con el área. En la mayoría de casos, se ha creído que la riqueza de la información radica en el manejo de la cámara, la grabadora y el micrófono, dejando lo más esencial a la deriva: el contenido. ¿Será que siempre están los que no son, o, que son los que nunca están? Es indudable que esta interrogante abre la polémica sobre la validez del empirismo, sin perder de vista que esta situación tiene una carga histórica, pues la mayoría se ha hecho en las trincheras. Entonces, ¿dónde quedan las universidades y centros de formación superior? ¿Por qué no se han renovado los paradigmas comunicacionales y los eternos de siempre? Desde otra perspectiva, el privilegio y entronización de la imagen también ha reconfigurado el manejo de los medios, pues la fotografía fija y en movimiento han ganado terreno en el periódico, la televisión e Internet. Eso no quiere decir que la letra ha perdido la batalla, porque no se trata de una confrontación entre estas manifestaciones, sino más bien que entramos en una era, donde la lógica de informar y comunicar responde al uso de otros códigos (vale aclarar que no es lo mismo informar y comunicar). Se impone la imagen de impacto, la fotografía de choque, el ángulo que revela lo aparente oculto y que sobrepasa el histrionismo. El quinto poder Como respuesta a la problemática abordada, en octubre de 2 004, apareció en la revista Tintají un diálogo esclarecedor sobre la realidad de los medios. El intelectual español Ignacio Ramonet lanzó un dardo mordaz y - 103 -

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supuestamente descabellado. Se refirió al «quinto poder», el cual consiste en la creación de un «Observatorio de Medios». El director de Le Monde Diplomatique expresó que «para crear este quinto poder he venido proponiendo que se establezca un observatorio de medios, el cual no tiene la vocación de dominar o de ejercer un poder, sino tiene la vocación de criticar los excesos y las imperfecciones de los medios. Yo creo que hasta los mismos grupos mediáticos hoy día deberían comprender la necesidad de que exista una crítica para que ellos mismos puedan corregir sus errores». Esta iniciativa debe convocar a todos los sectores de la sociedad, caso contrario se podría generar una postura excluyente. ¿Crítica o realidad? Ramonet opinó sobre el papel de los medios, bajo el siguiente enfoque: «…se han olvidado de su misión cívica, de su misión de servicio público preocupados por cuestiones de rentabilidad y de provecho, pero el olvidarse de su papel hace que el público se aleje de ellos. Además, la mayoría de los grandes medios ya no están dirigidos por periodistas, eso era antes, hoy están dirigidos por empresarios. En la actualidad para dirigir una empresa periodística no hay que hacer una escuela de periodismo sino una escuela de comercio». Contundente, frío y cierto. Esta realidad atraviesa el globo y responde a una tendencia del sistema. Nada es gratuito.

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El ejercicio del editorialista Es incuestionable el papel protagónico del editorialista, pues desde su criterio se perfilan las lecturas de la realidad, se encuentran las fichas que faltaban en el rompecabezas informativo y se develan los cabos sueltos. Por medio de sus reflexiones, la ciudadanía comprende, interpreta y valora los hechos. No se debe olvidar que los periódicos han legitimado en gran parte su credibilidad, aceptación y proximidad por la nómina de editorialistas. Más aún, si esta actividad implica una alta calificación ética, profesional y social. Sin perder de vista que este género pasa por una suerte de academicismo, no improvisación ni rumor. Sin embargo, esta tarea en los últimos tiempos ha perdido fuerza y se ha mal interpretado, porque columnas y editoriales han sido reducidos al breve repaso de la coyuntura, a la mala descripción de los escenarios (político, económico, social y cultural) y, en muchas ocasiones, se han utilizado los espacios impresos, radiales y televisivos para la defensa de algunos grupos, empresas e instituciones. Asimismo, se ha privilegiado el tratamiento de cualquier tipo de temática, la cual va desde lo anecdótico, pasando por la denuncia sin sustento hasta el comentario cultural sin asidero. Se trata de argumentar mucho, sin hablar de nada. Claro, esto no sucede en todos los casos. La influencia del rating Desde hace algún tiempo atrás ha predominado en los editorialistas el «rating mediático» y la cultura de la novelería. Bajo este criterio, varios actores se han vuelto comentaristas del tema de moda, dejando de lado el ejercicio sesudo y comprometido. Entonces, el barco navega a donde le conduce la corriente. Lo más irónico es que muchos se vuelven eruditos de tópicos que nunca antes habían escuchado, bajo la justificación equivocada de que todos pueden opinar. Según este sector, la libertad de expresión es una fiesta al arbi- 105 -

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trio. ¡Por favor! La única conclusión visible es la aparición del editorialista farandulero. Al desconectar la realidad de su contexto y opinar nada más sobre la coyuntura, se deja abierta una puerta a la libre valoración de los fenómenos sociales sin elementos de juicio. De esa manera, se elimina la construcción de una memoria colectiva, la relación entre causa y efecto, y se aíslan del análisis a escenas, personajes, tiempos, diálogos y decisiones en una determinada situación y evento. Además, se releva el camino más fácil. Esta lógica impide ver árbol y bosque, conjuntamente. Es el uno, pero no el otro. La miopía se impone y gana terreno. Esta tendencia de coger la epidermis y el continente como sustrato en vez de que el contenido y la profundidad sean los ejes de partida, también responde a un síntoma del sistema. Se impone cada vez más lo ligero, suave, endeble y desechable con el afán de dispersar la atención hacia lo intrascendente: lo «light». Además gracias a la tecnología se difunde más información, pero con menos antecedentes, investigaciones y estudios. La cortedad gana adeptos. El bombardeo de los media ha caído en la trampa de querer abarcar todo, sin decir algo sustancioso. Hasta las columnas de los periódicos se han reducido como si el pensamiento se midiera por un cierto número de caracteres. Amenidad y otros demonios Debido al afán de refrescar las malas noticias, salir del statu quo y recrear el mapa informativo, un sector de editorialistas ha hecho de sus espacios una tribuna al anecdotario personal, a la fantasía y a la moralización gratuita. Se imponen los recuerdos del ayer, las experiencias del día a día, la filosofía urbana, recetas de cocina y manuales para cuidar mascotas. Es que bajo el cobijo de la libertad de expresión, culto y lo menos contundente, cualquiera puede opinar. ¿Hasta cuándo? Lastimosamente, la amenidad se ha trastocado en la más mínima frivolidad. Amén a los aludidos. - 106 -

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Pero como «en la viña del Señor hay de todo», las opiniones deportivas también han mudado de terreno. Ahora se pueden leer en el plano editorial. Y no, precisamente, sobre las enseñanzas que nos dejan las disciplinas, sino del fanatismo de cualquier sujeto. Bajo esta perspectiva, se auspicia a los «ídolos de barro» y con la misma fuerza se los derrumba. Entonces, ¿de qué academicismo pretendemos hablar cuando nos referimos a la sección de opinión, si la farándula, las pasiones ocultas y las catapultas a favor de un cierto sector predominan? Tampoco faltan los expertos, quienes bajo el uso de un lenguaje oscuro y fuera del alcance de la población juegan a semidioses. En vez de acercarle al lector, le alejan y excluyen de un solo tirón. Cuidado. Los extremos producen el caos. Parece que se ha olvidado que la prensa es un sitial de convocatoria masiva, no un punto de encuentro para unos pocos. Recuérdese que el editorial fue pensado como una postura académica, pero esto no quiere decir que se convierta en galimatías. La riqueza del editorialista está en traducir lo complejo en lenguaje sencillo, sin que su alternativa pierda rigor o se quede sin piso. Lo crítico En la actualidad, el consumo de la información editorial es muy pobre. Casi nulo e inexistente. Para muchos lectores, las páginas dedicadas a este género son frías y poco amigables. La gente se ha acostumbrado a la revisión superficial de los acontecimientos y también se ha cansado de ver a los mismos personajes hasta en los periódicos, cobijados bajo el discurso de siempre, pero en un espacio más limitado. Esta es una respuesta abúlica hacia este género por la mayor parte de la población. Frente a esa apatía, los editoriales, sin embargo, no han perdido vigencia. Específicamente, en los medios y círculos de intelectuales, políticos, analistas, consultores e investigadores. Esta propuesta se encamina con mayor fuerza a satisfacer las necesidades de esta clientela. Esencialmente, en la clase polí- 107 -

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tica, la cual se vale del análisis de esos actores para buscar salidas y respuestas a las grandes problemáticas. Respecto de los medios, las emisoras y canales de televisión auscultan y selecciona los editoriales más contundentes para reproducir su contenido parcial o totalmente. O sea, siguen siendo referencias obligadas. Cabe aclarar que aquí no se hace alusión a la línea editorial de ningún medio, sino más bien a los editoriales, pues lo primero implica la postura oficial del mass media, mientras que lo segundo es de exclusiva responsabilidad de quienes escriben periódicamente. No se puede omitir que sí hay casos excepcionales de gente que ha hecho escuela desde la prensa. Han mirado el editorial como una verdadera posibilidad para trascender más allá del diario vivir, porque su relato se sujeta a la introducción de criterios y categorías sociales más que a la escritura de lo banal. Asimismo, han trabajado por entregas algunos temas, lo que da mayor amplitud al esclarecimiento de una causa. Esta orientación hace pensar que el editorial puede ser visto y entendido más que como un comentario simple y de corrillo. Es una construcción de sentidos, propuestas, alternativas y críticas. No es una comisaría donde se denuncia y, muchas veces, sin pruebas.

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Democratización de la información Hablar de democratización del poder no es nada novedoso. Inclusive hay un desgaste en el empleo de este término, debido a la inexistencia de un puente entre el concepto y la práctica. Sin que se desconozca que la meta como ideal es alentadora si se trata de ofrecer en lo informativo, la mayor cantidad de pistas, señales y documentos a los ciudadanos para que sepan de su entorno, pues de esa manera conocerán las lógicas que se imponen en su realidad y decidirán con más juicios en todos los aspectos. Este tema podría ser desarrollado a partir de algunos interrogantes, como: ¿Qué grado de acceso tiene la población a los medios? ¿Con qué criterio de selección se difunden las noticias y se estructuran las programaciones de los media? ¿Qué posibilidades de acceso hay a las tecnologías informativas? ¿Qué papel juega la proximidad entre la sociedad y los medios, y el protagonismo de cada macro actor? Antes de contestar estas preguntas en el ámbito nacional, cabe relevar que la democratización no tiene que ver solo con el acceso que la ciudadanía tiene (puede tener) a cualquier índole de información o al grado de participación en la elaboración de los productos comunicacionales, sino también a la manera cómo se presentan estos por parte de los medios y las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación), ya que si la realidad se difunde distorsionadamente, no hay un verdadero acceso a la información. Entonces, ¿de qué democratización se habla? Dentro de este espectro, tampoco se puede eludir la desproporción que evidencian los medios (en los noticieros) cuando trasmiten lo que sucede en el país, pues reducen al Ecuador a tres ciudades. Este desequilibrio saca del tablero el concepto de democratización, porque los pobladores de distintas urbes están conectados a lo que sucede afuera, pero los de afuera desconocen lo que sucede adentro. Esto representa un desafío para activar una propuesta mediática de orden local. - 109 -

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Contradicciones de la democratización Otro aspecto que contradice la democratización informativa en la sociedad red es que frente a innumerables fuentes y actores que conocen sobre un tema determinado, los medios siguen recurriendo a los mismos nichos. La apertura, como síntoma de acceso, pierde fuerza. Ante este evento, los actores buscan difundir su opinión en medios que publiquen lo suyo sin trabas como Internet, a pesar de que lleguemos al mismo punto de partida: nadie garantiza que el contenido de la red sea válido, original y enriquecedor. La democratización también se relaciona con la posibilidad de que la información llegue a todos, donde la gente acceda a los medios. Entonces, este ideal no solo es cuestión de participación social, equilibrio de fuentes, mayor cobertura nacional, descentralización de protagonistas. Es motivo de atención económica del Estado, quien tiene como principio satisfacer las necesidades mediante la dotación se servicios. Sin duda, el acceso a la información es un servicio básico. Fernando Savater dice: «en el siglo venidero, las grandes desigualdades no son tanto las económicas en el sentido tradicional del término, sino las que distancian a los dueños de la información de los privados de ella». Con relación al ámbito internacional, se ha dicho que Internet es el instrumento tecnológico que brinda mayores posibilidades de obtener información en cuestión de segundos, promueve la interacción sin limitaciones de espacio y tiempo, no impone barreras geográficas, es incluyente, simplifica costos en transacciones comerciales, bancarias e informativas y se legitima en el cúmulo incuantificable de datos. Para ser más preciso, promueve la democratización. Pero ello no es tan exacto, porque las limitaciones de su uso se establecen en el bajo nivel de acceso. En el caso del Ecuador, el número de usuarios de Internet no llega ni al 5% de la población, pues se ubica en 187680 entre cuentas Dial Up (100909), corporativas (13188) y usuarios estimados de cuentas corporativas (86771). Esta información se puede obtener en la página web de la Superintendencia de - 110 -

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Telecomunicaciones. Como se puede apreciar son razones son suficientes para determinar que el Ecuador no está inserto en un ambiente de adelanto tecnológico, conectivo ni tecnológico en el espectro mundial. En contraste con este dato, Pat Roy señala que tal democratización no existe, «... más del 80% de la información está en inglés, a pesar de que apenas el 8% de la población mundial habla esta lengua. Se calcula, dice Roy, que el 85% de los ingresos generados por Internet y el 95 del capital de Internet pertenecen a Estados Unidos». Se recomienda leer: «El Siglo ETC, Erosión, Transformación Tecnológica y Concentración Corporativa en el Siglo 21». Bajo esta mirada, no habría coherencia si se dijera que el Ecuador está inmerso en la sociedad red, cuando sí camina para ello, pues en la globalización el principio se sustenta en ser parte de... no disidente del sistema. En lo que se refiere al campo de las telecomunicaciones el escenario es diferente, pues en el país operan 988 estaciones de radiodifusión, 269 de televisión abierta y 91 por cable. En lo que respecta a la incidencia de otras tecnologías como la telefonía móvil (celular) se registra 4 547 996. Asimismo, un gran número de suscriptores de televisión pagada, los cuales llegan a 175023 La Suptel ha registrado 1251 cibercafés en todo el país a mayo de 2 005. La presencia de los medios en el país De estas estadísticas se colige que la presencia de los medios en el país es importante y que las manifestaciones que de ellos se trasmiten inciden en la formación de la opinión pública, pero hay una «brecha digital» muy amplia en comparación con los países de Occidente y Norteamérica. Desde los años noventas se acuñó los términos, brecha digital, para identificar a los segmentos de la población que no tienen acceso a las tecnologías de información. Términos que cubren también a quienes disponen de un nivel bajo de conocimientos sobre el uso de la computadora. - 111 -

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Como se puede ver, los parámetros de medición de alfabetismo en la actualidad incluyen escalas donde se evalúa el manejo, acceso y desempeño del sujeto ante los instrumentos de la modernidad. Esta lógica dista mucho de las prácticas culturales de la sociedad Latinoamericana, porque predomina una cultura letrada. Es decir, aquella que se legitima en el intercambio verbal y no tanto en el icónico, aunque la televisión sea un referente de información y de ocio. Lo que sí se ha podido constatar es la influencia del mercado en la compra de celulares e incremento en las suscripciones de televisión por cable y codificada.

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El humor como contrapoder El humor es un elemento cotidiano e indispensable para que las relaciones sociales fluyan con una alta dosis de espontaneidad, libertad de expresión y sin complicaciones en el uso del lenguaje, pues la mayoría de las veces se impone el coloquio. Esta seña cultural no es excluyente, pues atraviesa a toda la sociedad sin distinciones de género, edad, estatus económico y bagaje. A diferencia de otras expresiones, se presenta sin permiso y en algunas ocasiones es irreverente, audaz e inocente. Tiene una amplia gama de matices para todo fenómeno. Por esas razones, es un arte hacer humor. Pero en esta ocasión el tema se enfocará a la relación entre el humor y el poder, ya que la población y los medios lo usan con frecuencia como una suerte de denuncia, ironía y sátira frente a los males que aquejan el sistema en la esfera política. Los ejemplos sobran. Los chistes y las bromas acerca de los personajes públicos abundan y están a la orden del día. Incluso, circulan con mayor velocidad que un asunto oficial, bajo múltiples modalidades que van desde el corrillo, pasando por los momentos de entretenimiento hasta el envío y reenvío de correos electrónicos que utilizan fotografías montadas, caricaturas y textos. El arte de editorializar La caricatura y el manifiesto jocoso han sido durante mucho tiempo instrumentos de contrapoder y muy efectivos, pues la denuncia social es introducida en la opinión pública de manera sutil, amena y sin dificultad en la comprensión del mensaje. Es una de las mejores formas de editorializar sin que se emplee tanto espacio y palabras distantes del uso colectivo, ya que el análisis y la columna solo están dirigidos para un cierto tipo de público, aunque nos cueste aceptar. En ello radica, precisamente, el peso del humor político a través de estas manifestaciones, pues la ciudadanía mira su criterio expresado en la pren- 113 -

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sa, la televisión, la radio e Internet sin ambages y tecnicismos. «De broma en broma, se dicen las verdades». La ironía, la sátira y la exageración legitiman el humor político, ya que dejan al descubierto las contradicciones del discurso oficial y opositor sin que el objetivo sea fragmentar a la población o crear un síntoma de revanchismo entre los distintos grupos sociales, sino más bien generar una mirada profunda de la manera en que somos, cómo actuamos y sobre la base de qué intereses se mueven los dirigentes. Temas como la pobreza de la mayoría frente a un minúsculo conjunto que decide y gobierna, el tratamiento de la justicia, los «dimes y diretes» de un grupo electorero y la política internacional son caminos comunes. Nadie se salva de la retina y oídos de los medios. Estos recursos nos permiten reflexionar sin entrar en un plano caótico, sí de entretenimiento. Figuras del discurso La exageración es clave, porque se magnifican las cosas para que la población esté atenta sobre los hechos que dirimen sus actividades y que en múltiples ocasiones pasan desapercibidos o se ocultan. No obstante, la mirada y el oído atentos de los medios contrarrestan estas intencionalidades. Surge algo así como utilizar una potente lupa hacia algo que parece minúsculo, pero que incide directamente en la cotidianidad. Eso no implica que se desvirtúen las cosas. Al contrario, se aplica un efecto de «zoom progresivo» contra la nube provocada por ciertos intereses o jugadas del tablero electoral: «alianzas, divorcios y noviazgos». La sátira, dentro del ámbito humorístico, tiene como finalidad censurar las acciones de la clase dirigente, relevando hasta los más mínimos detalles en el manejo de la cosa pública. Se pone al descubierto las debilidades y equívocos más frecuentes de los personajes públicos. No hay «metedura de pata» que se escape. A veces una frase o «lapsus brutus» puede etiquetar a un sujeto. En innumerables situaciones, la sátira es propiciada desde los mismos acto- 114 -

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res políticos, quienes se encargan de identificar y divulgar los defectos de sus opositores bajo el estilo vengativo. Esta estrategia de ataque se utiliza a diario y con más intensidad en campaña política. La sabiduría popular «Al que madruga, Dios le ayuda», «más sabe el diablo por viejo, que por diablo», «el hábito no hace al monje», «más vale pájaro en mano que cientos volando» son refranes, entre otros, que se escuchan diariamente para comentar la realidad nacional e internacional. Nada más es cuestión de calzar la frase-pieza correcta en una situación dada. En ocasiones resulta mejor darle una vuelta o girar hacia otro rumbo para contextualizar los escenarios y lograr un mejor efecto en la audiencia. Por ejemplo, cuando se dice que no por madrugar el cliente de un determinado servicio será atendido. Lo anterior trasladado al plano de la caricatura surte un efecto interesante. A diferencia de otros géneros periodísticos, el tratamiento del humor se caracteriza por el uso concreto, sencillo y juguetón de términos, imágenes y palabras. Otra de las riquezas es la creatividad e ingenio para instaurar nuevas palabras o asignarles significados de fácil recordación y regocijo. Y aunque suene atrevido, se gesta un lenguaje paralelo al usual. Los tonos también enriquecen el formato, pues el cómo se dice, presenta y difunde cumple un papel protagónico. No es cuestión de quedarse únicamente en el qué, dónde y por qué. Medios y secciones Es difícil remitirse a un medio que no tenga un segmento y suplemento de estas características. En televisión, la sátira de los políticos ha llevado a la fama a una serie de actores y actrices, quienes han tomado como referentes temporales y continuos a los líderes de las viejas tiendas tradicionales. Estos se - 115 -

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han vuelto hasta más populares gracias a la pantalla. Incluso, han participado en estos programas para sintonizar con la audiencia y pasar por sujetos divertidos y con un alto sentido del humor, mientras que otros han estado con las intenciones de denunciar y sacar del aire a los «irreverentes». Esta práctica se renueva cada día. En la prensa y en la radio, las maneras de expresar esta iniciativa toman cuerpo por medio de la pluma, bajo el uso de versos, metáforas, columnas con doble sentido y un criterio mordaz sobre los fenómenos sociales. Los días en que circulan estos productos son muy esperados por los lectores, quienes hacen suya esta propuesta de contrapoder. La radio, en cambio, se vale de la imitación de voces, donde los «radialistas» asumen el histrionismo motivado por la magia del anonimato. Al igual que en la televisión y la prensa, este recurso ha sido utilizado para producir publicidades de diversos productos y servicios. La supuesta voz de un ex presidente sirvió para promocionar la venta de autos. En Internet, la circulación del humor político es inmediata, fácil de transmitir y de amplio consumo. Basta dar un clic para que el otro sepa la última ocurrencia de un cibernauta. En la mayoría de ocasiones, no se sabe desde dónde ni quién generó el mensaje. El disfrute escapa de estas interrogantes y la risa se apropia de los espacios privados a manera de censura. En la última época fue muy notoria la difusión de correos electrónicos que tomaban como eje de partida y también de llegada el Gobierno de alas caídas10.

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En referencia al gobierno de Lucio Gutiérrez B.

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Más allá del fútbol Más allá del grito ensordecer que se escucha en el estadio después de que la selección de fútbol anota un gol, se entretejen una variedad de situaciones que se diluyen en minutos y días después, pues la ilusión del triunfo y el desengaño de la derrota a la final no pasaron de eso: un instante o conjunto de instantes en que la población se olvida de la realidad, a pesar de que la crisis económica se ahonda y la gobernabilidad permanece como un membrete mal concebido, porque las demandas del colectivo no se cumplen, aun cuando el pueblo supo demostrar el 20 de Abril (con mayúsculas) que las manifestaciones masivas pueden lograr lo que en años no se ha realizado, sino habría que analizar la mirada recelosa de quienes ostentan las más altas dignidades. Los Forajidos se han convertido en un icono de protesta, alerta y símbolo. El fútbol a más de que sea concebido como el deporte que más aglutina y practica en la sociedad, es una manifestación cultural, ya que a través del espectáculo y la destreza de los jugadores se observan otros factores, como: la capacidad de convocatoria de los equipos, la construcción de ídolos por su habilidad comprobada en la cancha, la consolidación y fidelidad de la hinchada, el disfrute como pasatiempo y verdadero goce estético por las jugadas casi inimaginables que se disfrutan en algunos casos, la articulación económica de los clubes para armarse de las mejores estrellas, la dirigencia como plataforma de orden político, el encuentro de varias generaciones y la posibilidad de propiciar un espacio que no excluye a nadie por género, nivel educativo, postura ideológica y credo. Encuentro sin fronteras Lo que más trasciende es el poder de aglutinación y convocatoria de este deporte. El estadio, sin lugar a dudas, concentra a millares de personas que se identifican en ese espacio, aunque en otros no, por un sentimiento común. - 117 -

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Esta fiesta no reconoce protocolos, etiquetas, normas de comportamiento, ni manuales de urbanidad. La población se junta en un abrazo, porque hay un sentido de pertenencia empujado por el mismo interés. El encuentro de varias generaciones es otro puntal que le hace muy interesante a esta práctica social, ya que niños y jóvenes, ancianos y adultos transmiten emociones con el uso de lenguajes verbales, gestuales y simbólicos como los colores de las camisetas, gorras, bufandas, etc., que llevan. Autoridades, empleados públicos y privados, comerciantes, estudiantes están unidos más allá de sus realidades. Bajo este contexto, la sabiduría popular recomiende no hablar de fútbol, religión y política, ya que se agita el avispero entre propios y extraños, porque todos se creen dueños de la verdad, a pesar de que comparten en su momento el mismo espacio. Desde esa óptica, nadie reconoce que cierto equipo perdió por falta de goles, por carencia de una buena táctica, por escasa preparación física o por múltiples factores adicionales. Por esa razón, a la hora de asumir los resultados se impone un abanico de justificaciones que para el instante sirven como paliativos de un hincha enfermo por la derrota. Sin embargo, la camiseta seguirá en el corazón... Ya habrá otro escenario donde se la sude con mayor intensidad y con resultados más alentadores. De diablos y amuletos Cuando se mencionaba que el fútbol es una manifestación cultural de los pueblos era con el afán de ampliar la mirada y sobrepasar el límite del césped de cualquier estadio, pues la afición apela a la religiosidad, al uso de amuletos y otros objetos bajo la creencia de que estos empujarán a la victoria al equipo de sus sueños. Incluso, en algunos equipos se mantiene la costumbre de rezar de manera conjunta o individual antes de enfrentar al contrincante. Otros, en cambio, acuden a personas identificadas con las denominadas «artes ocultas» para saber el resultado y enviar las mejores energías. La «mala racha» de un equipo, según muchos hinchas, podría responder a un hechizo o algo - 118 -

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similar. El fútbol ha dado cabida para especular de cualquier manera. En cada partido hay un ritual antes, durante y después. La adquisición de entradas va acompañada de la compra de distintos artilugios que van desde camisetas, pasando por cintillos hasta banderas de todo tamaño y calidad. Cada cual quiere simbolizar solidaridad y apoyo a su equipo. Mientras ello sucede, los medios de comunicación se entregan a la labor informativa para que la audiencia sepa de primera mano como se desenvuelven los previos. Ahí, los hinchas son consultados, entrevistados y auscultados sobre los pronósticos, las alineaciones y hasta narran las jugadas que anteceden a los goles. La venta de comida típica, el cordón de seguridad, el tráfico y el comercio informal re-configuran el espacio urbano. Nadie quiere quedarse fuera del espectáculo. No solo la ciudad donde se lleva a cabo el partido de la selección se paraliza, es el país entero que concentra su emotividad en la transmisión vía pantalla chica o radio. Las urbes como las zonas rurales se pintan de amarillo, se agita la bandera del país y, como en pocas ocasiones en el ámbito nacional, el himno retumba. Calles vacías, almacenes que venden electrodomésticos con grandes televisiones transmitiendo el partido para el ciudadano de paso y restaurantes que explotan caracterizan el evento. Desde el criterio personal, nadie duda en asumir las veces de director técnico, por lo cual recomienda, critica y apoya las decisiones del que está al frente. Esta manifestación, como muy pocas, permite que el sujeto mute en varios personajes: jugador, director técnico, comentarista y árbitro. Barras, colores y sombras La actuación del público en la cancha es otro aspecto primordial. Aparece un coro colectivo, resultado y efecto de una espontaneidad y voluntad expresa por transmitir proximidad en cada escena. Aquí nadie obliga, coopta ni compra conciencias. Las barras fluyen por el mismo motor. Hay cán- 119 -

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ticos para todos los participantes. Nadie se escapa de lo lúdico. Vivas para el equipo, censuras para el árbitro y malos augurios para los contrincantes es la tónica durante los 90 minutos. Se crea un lenguaje particular para la ocasión. Esta actitud contagia y gana terreno con prontitud. Es por eso que en contados instantes se escucha a los asistentes en una sola voz. Sale a flote el yo grupal. Los medios de comunicación captan en primer plano estas escenas. La afición es un actor protagonista durante todo el tiempo. En la actualidad es muy común que el reportero se mezcle con la hinchada, ya que es parte fundamental del guión textual y fílmico a seguir. De esa forma, se establece un vínculo con el jugador número trece como le suelen llamar. Asimismo, las tomas aéreas de los estadios son utilizadas para magnificar la asistencia de un partido y también para mostrar el exterior. Esto quiere decir que la crónica empieza y termina en el graderío. Por lo general, las últimas tomas de vídeo apuntan hacia la salida del público, mientras los locutores hacen lo suyo. Medios, pelotas y goles Desde una perspectiva mediática y, específicamente, relacionada con el periodismo deportivo, décadas atrás los locutores, reporteros y conductores de televisión, radio y prensa han sabido introducir en la audiencia una suerte de embeleso por el rey de los deportes. Al punto de que la afición detiene cualquier actividad por seguir con una atención prolija cada instante del cotejo. Más aún, si está jugando el equipo de todos. El montaje es de lo más complejo, sofisticado y bajo el uso de los recursos más inimaginables. No hay impedimento que obstruya la transmisión del más mínimo detalle. El periodismo deportivo interviene de manera directa en la fabricación de ídolos y demonios. Nadie se salva del espectro noticioso y hasta farandulero, en algunos casos. La exaltación de las «estrellas» cuando realizan un papel importante en la cancha es una constante, pero también prima la actitud de restarles fama por un simple o mayúsculo error. En este ámbito de la comunica- 120 -

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ción, la subjetividad y el criterio fácil abundan, porque el fútbol no solo refleja el anhelo colectivo, ya que es ante todo una manifestación que atraviesa sensibilidades y despierta pasiones. En los últimos años y desde que la selección clasificó al mundial, el papel de los medios ha tenido mayor protagonismo en los programas deportivos, porque la afición fue acostumbrada a mantenerse informada sobre sus ídolos en las actividades que efectúan, dentro y fuera de la cancha. Bajo este criterio, el carácter de privacidad de algunos jugadores pasa por una suerte de fantasía e ilusión. Muchos de ellos, son más públicos que los dirigentes políticos y artistas nacionales. La ciudadanía ubica a los futbolistas entre los personajes más populares y con mayor credibilidad. Incluso, han llegado a convertirse en paradigmas para la niñez y la juventud. El sueño de millares de infantes está detrás de la número cinco. Dentro de este contexto, los medios han cometido errores garrafales, ya que el excesivo alabo a los jugadores y la crítica mordaz ha permitido que se sobredimensione el ego de algunos y también que se los crucifique. Así, cuando gana el equipo de todos, los que se llevan la gloria en ese instante pueden ir al infierno en otro. Todo depende de los resultados y de la generosidad de los comentaristas. Esta falta de profesionalismo en muchos de los periodistas deportivos se debe a un conocimiento pobre sobre el tema, empirismo desbocado y afán de provocar un ambiente polémico. La necesidad de incrementar el rating de sintonía es otro de los motivos que entorpece la comunicación. Cuando se habla de la generosidad de los periodistas se alude al cometario que emiten más allá de que sea creíble, aceptable o como quiera llamársele. Los años de experiencia de algunos comentaristas han contribuido para que se crean dueños de la verdad y se subestime el criterio de otros que sí están especializados en la materia. La mayoría de periodistas, reporteros, locutores, narradores, entrevistadores hacen de todo y no concretan mucho, lo que se escucha en el vocabulario empleado para describir una jugada. El len- 121 -

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guaje es tan escaso que se utilizan los mismos términos desde hace 20 años o más. Misiles, tanques, bombazos y una serie de jerga belicista está a la orden del día. Publicidad y fama Otro de los hechos de gran relevancia en el espectro deportivo está relacionado con la publicidad, puesto que las estrellas del balompié son cotizadas al mejor nivel por firmas que quieren introducir en el mercado o consolidar su presencia en la venta de ropa y un sinnúmero de productos como gaseosas. La imagen de los futbolistas se pasea por las pantallas más que en ninguna otra época. Son, indudablemente, un referente comercial. Especialmente, para los niños que les quieren emular. De otra parte, su participación no tiene que ver solamente con el libre mercado de ofertas en lo que a productos se refiere, sino también al campo de servicios y mensajes educativos. Los ídolos se convierten en una suerte de promotores sociales. La fama ganada de los jugadores ha diluido el criterio de privacidad, pues los medios han llegado a convertirse en empresas detectivescas a sueldo completo cuando se trata de conseguir una nota periodística sobre la vida de los famosos que salga de lo común. Se filma cómo viven, qué hacen, cómo disfrutan los momentos libres, con quién comparten el tiempo fuera de cancha, dónde pasan las vacaciones, quiénes y qué hacen sus familiares y hasta cómo se desenvuelve su vida amorosa. El fútbol ha dado pie para que la prensa rosa se actualice. La dirigencia como plataforma La fusión entre política y deporte es evidente, a pesar de que se quiera desconocer esta práctica proselitista al interior de la dirigencia futbolística y que se hable sobre simples imaginaciones de los analistas. Es que el fútbol, - 122 -

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como ya se dijo, levanta pasiones y, mucho más, si el cuerpo directivo de algún equipo cumple con los anhelos de la hinchada. Esta situación catapulta a los dirigentes, porque su popularidad trascendió del estadio para colocarse en el imaginario electoral. En nuestro país como en otros, gracias al fútbol, varios han saltado a la palestra pública. Todavía se cree, ingenuamente, que la administración de un club es similar a la de la cosa pública. Quienes desean saltar a la esfera política, reconocen al fútbol como uno de los mejores caminos, pues les permite entremezclarse con la colectividad, esa colectividad que pone las esperanzas en lo único que le brinda alegría, aunque sea la intensidad efímera y no cambie su realidad socioeconómica y cultural. Por eso se dice hace muchos años atrás que nos queda solo un equipo de fútbol a falta de líderes y procesos de cambio verdaderos. Síntomas que son aprovechados al máximo por quienes ven al fútbol como el todo y también como la parte del pastel electoral. Sucede, en varias ocasiones, que son más conocidos los dirigentes deportivos que los legisladores. De santos y demonios Antes de que suene el pitazo de entrada en cualquier partido, no falta quien demonice al santo y demonio de cada cotejo. Sin lugar a dudas, el árbitro es una pieza clave en todo cotejo, pues si no se ganó a las buenas, el árbitro tendrá que ver en algo para los comentaristas. Gracias a esta visión, este personaje es uno de los más analizados en cada jugada y es también motivo de entrevistas antes y después de los torneos. Por lo general, se ha creado un imaginario no muy grato, debido a su poder de decisión. Muchos de ellos han llegado a la fama por ser tajantes, no dejar pasar el más mínimo error o acto de engaño, otros en cambio se han ganado el cielo por hacerse de la vista gorda, según los especialistas (¿Cuáles?). Sea como fuere, este actor pone una alta dosis de expectativa. Como se ve, del fútbol no se podría dejar de hablar, de ahí su peligro. - 123 -

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«El mejor oficio del mundo» El periodista responde a una suerte de privilegio. Y no, precisamente, porque cuente con mayores ventajas, beneficios o recursos que los demás, sino más bien porque vive -en el ejercicio de su profesión- situaciones únicas y para muchos inalcanzables. Está presente en las decisiones parlamentarias, en medio del fuego cruzado, en los lugares más inhóspitos, en las protestas y movilizaciones sociales, en la búsqueda incesante de la paz entre los pueblos, en diálogo con los personajes que deciden sobre las políticas económicas, culturales y sociales, y también está cerca del actor anónimo que entrega una fuerte dosis de energía diaria. El periodista es testigo, relator y difusor de la realidad. Llámese a esta local, regional, nacional o global. Su oficio se legitima en mantener bien informada a la población para que la toma de decisiones sea más oportuna, clara y coherente, cuando también para que llegue al mayor número de personas. Para ello, pone a trabajar su capacidad investigativa y ese sexto sentido que le traslada al sitio desde donde se cuecen las cosas. No escatima esfuerzos ni le obstaculizan las malas condiciones. Está siempre presto para enviar un mensaje esclarecedor sobre cualquier tema y ámbito. No hay reto que le desaliente. Su trabajo está en función de la colectividad y no de intereses personales. La lucha permanente del periodista es contra el tiempo, pues no hay noticia que espere o valga de reserva. Pero su labor no queda ahí, pues sigue uno de los principios básicos como es educar sin sesgos sentimentales, políticos, económicos, culturales y religiosos. Situación que obedece a la libertad de expresión con que cuenta, la cual no debe ser entendida como una acción arbitraria y sin asidero. En su tarea diaria respeta la dignidad de las personas. Relación estrecha con las ciencias El periodista también es un autodidacto. Enriquece su conocimiento - 124 -

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mediante una relación estrecha con todas las profesiones y oficios. Además, con la lectura. En su trajinar establece contacto con múltiples y diferentes actores para auscultar a profundidad los cambios que se gestan y dar un tratamiento prolijo y atinado a temas complicados, de fuerte impacto social y conmoción colectiva. No está dentro de su accionar la exclusión de ningún actor: todas las personas son protagonistas e iguales. La capacidad de contar, decir, trasladar un mensaje es otra destreza del periodista, pues traduce conceptos complejos en términos sencillos, selecciona la información más importante y puntual sin omitir el entorno, descubre nuevas realidades, busca permanentemente las fuentes más confiables para elaborar una noticia, sopesa criterios y presenta todas las caras de lo visible como no. Por medio de su oficio, la opinión pública se recrea, renueva y fortalece. Gracias a él, la gente está en capacidad de tejer un imaginario social sobre diversas causalidades. El periodista es más que una cámara de vídeo, fotografía o grabadora de mano. En el cumplimiento de su trabajo pone a prueba su olfato. Este sentido le conduce por los caminos más novedosos, actuales, próximos y de gran interés, sin que esto se traduzca en sensacionalismo, exageración, espectáculo, egocentrismo o burla. Por esa razón, la curiosidad es el principal argumento de este trabajador de la información. ¿Qué sería del mundo sin saber lo que ocurre, lo que está más allá de nuestras narices, lo que está fuera de nuestro alcance, lo que se conoce solo en las esferas del poder? Periodista, no fiscalizador Para muchos, el periodista hace las veces de detective, porque está detrás de cualquier señal, indicio, pista, palabra. Bajo este esquema asume una actitud de abogado del diablo, sin resolver juicios, entrar en procesos de fiscalización o dictar sentencias, porque no le corresponde estas competencias. Más bien, aclara dudas, enciende luces y abre caminos. Su actividad es una suerte de - 125 -

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contrapoder en la medida que desnuda verdades a medias, presenta casos insólitos, muestra las dos caras de la moneda, fomenta interrogantes y lidera procesos por medio de la entrega de información veraz. La responsabilidad de este actor es gigantesca, ya que su palabra es tan delicada como el pulso de un cirujano al momento de hacer una intervención quirúrgica. Sus palabras pueden glorificar o conducir a la deshonra a cualquier persona, institución o empresa. Consulta una multiplicidad de fuentes para escribir sobre algo, mete el dedo en la llaga para no parcializar los mensajes, indaga hasta el fondo y camina con la frente en alto. El cambio de paradigmas comunicacionales y la innovación de las tecnologías de la información promueven la capacitación constante del periodista, porque la inmediatez con que circulan los relatos impide justificaciones de los retrasos en la producción y circulación de noticias. Internet ha acelerado la intercomunicación de los sujetos y ha promovido la renovación informativa en cuestión de segundos. Así, nadie puede ejercer el mejor oficio del mundo si camina a paso de tortuga o deja en el congelador notas frescas. Esta competencia obliga al líder de opinión a capacitarse e innovar sus maneras de trabajar en el tratamiento de contenidos y formatos. No hay que cerrar los ojos En esta ocasión no se ha tratado de endiosar al periodista, sino de recordar el por qué de su protagonismo, servicio social y uso de la libertad de expresión como práctica, defensa y derecho a una sociedad más democrática y justa. Esto tampoco quiere decir que se omitan los errores, gazapos y patadas de ahogado de algunos medios y mediadores que buscan la egolatría, el sensacionalismo y el enaltecimiento de algunos grupos, personas y empresas, como ya se ha manifestado. Lo que sí se pretende es desarrollar un análisis del «mejor oficio del mundo» como lo denomina Gabriel García Márquez. El buen cumplimiento profesional no debe quedarse en el discurso rei- 126 -

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terativo de las escuelas y facultades de comunicación, sino convertirse en una realidad concreta. Caso contrario, la opinión pública podría empañarse por manejos inadecuados y faltos de rigor. Basta un error en el uso de términos, cifras, resultados, declaraciones por parte de los periodistas para que se tergiversen las situaciones. Esto tampoco implica que los reporteros se conviertan en recaderos del poder o héroes de la pantalla chica, periódicos, radios o portales de Internet. Es necesario que el periodista se especialice y venza los viejos paradigmas. No hay fórmulas, sí creatividad y profesionalismo.

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La comunicación en la cultura

La comunicación en la cultura

La ciudad Las ciudades han inspirado a poetas y literatos, pintores y escultores; quienes se han entregado con pasión .a la representación del espacio donde viven.

La precisión se escapa de las manos cuando se trata de hablar sobre las características que tiene una ciudad. Puede ser que nos dejemos llevar por esa sensibilidad a manera de cordón umbilical, que nos ata a nuestro espacio o tratar de explicar su movimiento con recursos académicos. En este caso, se apelará a varios criterios de índole sociológico, cultural, educativo, histórico, etc., los cuales nos aproximarán a descubrir, poco a poco, los secretos que encubre la urbe. Un primer acercamiento para la comprensión de la ciudad es el espacio, pero entendiéndolo más que como un límite donde se separa a un grupo de habitantes de otro. Es un punto de encuentro para todo tipo de personas, sea cual fuese, su lugar de procedencia. Es el terreno donde las personas adoptan situaciones concretas (legales, de tránsito, de comercio, etc.), que han sido ya conformadas por otras: situación que no descarta, por cierto, que éstas sean cambiadas por acuerdo mutuo de la población, disposiciones de las autoridades e inclusive por eventualidades catástrofes. Al decir que cada ciudad tiene sus propias reglas, se trata de crear un escenario donde se especifique las prácticas o manifestaciones sociales, económicas, políticas y culturales de los grupos, tomando en cuenta que (por el momento) no se va a profundizar en lo que tiene que ver con los microespacios (barrios, ciudadelas, suburbios, asentamientos, etc.), ya que se intenta explicar, ¿por qué se diferencia, en la actualidad, a un habitante de una ciudad del otra? La actuación de cada persona en la ciudad no, necesariamente, es o será la misma que en otra; ya que el espacio donde desarrolla sus actividades tiene códigos propios. De esa forma, no será el mismo modo de vida para un sujeto que habita un espacio donde la cotidianidad gira en torno de un queha- 131 -

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cer comercial a otro que trabaje en un entorno agrícola, como tampoco en un medio burocrático. Cabe resaltar que las acciones de la población están mediadas por los espacios. Espacio y tiempo: dos esferas de la cotidianidad Al expresar lo precedente, se quiere poner énfasis en la organización que hace cada individuo de su tiempo de acuerdo al espacio en que lleva a cabo sus funciones. Un ejemplo de ello sería el que una persona planifique sus actividades de acuerdo a los lugares a donde tiene que trasladarse; acción que le puede tomar diez minutos o dos horas. Este factor influye en la concepción del uso temporal cuando se trata de realizar algo de ámbito laboral, académico, lúdico, etc. Sin embargo, en la actualidad se cuestiona la legitimidad del espacio como algo tangible, debido a la concreción de algunos actos por medio de la tecnología. Motivo que ha causado grandes debates y que se haya incluido en la jerga de los cientificistas sociales el término telemática para definir la mediación virtual (información) en las relaciones interpersonales. De otra parte, también se puede llegar a identificar a una ciudad por su extensión, lo que no quiere decir que sea viable utilizar calificativos como ciudad pequeña o ciudad grande para sumar o restar importancia a una urbe. Más aún cuando se establecen parámetros de crecimiento y desarrollo. Además, el espacio donde está asentada una ciudad responde –en primera instancia- a las necesidades, intereses y facilidades de un grupo de personas que la habitaron, las cuales buscaron y encontraron en esa extensión de terreno los recursos necesarios para sacar adelante un proyecto de organización social, que con el tiempo se tradujo en la distribución y ocupación de zonas concretas para la realización de actividades de índole político, religioso, educativo, residencial, etc.

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Un rompecabezas en construcción La ciudad parece un rompecabezas recién acabado de armar, a pesar de que en su interior hay espacios vacíos o fichas por incorporar cada día. Precisamente, esa armonía que se busca al completar el cuadro se puede traducir en la urbe como: la relación entre los sujetos y las autoridades, la actitud de los ciudadanos respecto de los servicios que reciben, el grado de conocimiento de lo que sucede en su metrópoli u otro entorno, la imagen que tienen las personas respecto de determinados lugares, las referencias comerciales que se pueden establecer para adquirir algo, las asociaciones que hacen los niños cuando piensan en los lugares de diversión. El criterio que hace cada persona de su ciudad está en función de cómo la percibe, de la manera en que determina los alcances y límites (económicos y sociales) que en ella se pueden aplicar, desde el conocimiento de las manifestaciones para poder vivir en ese espacio, de la forma en que llega a socializar con la gente que le rodea en su terreno más próximo como en otro de carácter, diametralmente, opuesto; a través de la identificación de diferencias urbanas entre su ciudad y otra. Cada urbe vive un ejercicio constante de encuentros y desencuentros entre las personas, porque sus criterios pueden llegar a ser compartidos o no sobre diversos temas (salud, educación, seguridad, comercio, diversión...) de su entorno. Esas apreciaciones y las formas en que llegan a ser socializadas frente a los demás –llámese otra ciudad, el mismo país u otro- hace que se reconozca a esa localidad como tal. En otras palabras: con una identidad definida.

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Los imaginarios urbanos El «imaginario urbano»* es una construcción de sentidos que el sujeto realiza a partir de la percepción y consumo de distintas manifestaciones comunicacionales sobre la ciudad. Y llega a tomar forma por los mensajes que recepta, especialmente, de los mass media, ya que son los canales que introducen en la opinión pública imágenes, sonidos, impresos y productos multimedia sobre lo que sucede en el entorno. De esa manera, el actor social llega a realizar un mapa mental de la ciudad por los atributos y características que tiene cada espacio, tomando en cuenta lo que se dice de en los medios, en la población y también por las constataciones que ha hecho. En otras palabras, comprende la configuración urbana por la connotación de los lugares en cuestión de seguridad, contaminación, recreación, diversión, educación, cultura y deporte. No obstante, dicha aprensión está determinada, en gran medida, por el conocimiento y valores de cada persona, aunque también de intereses compartidos por grupos heterogéneos. Para Carlos Guzmán, investigador social venezolano, «la ciudad de los noventa, está hecha por tribus-agrupaciones que tienen su territorialidad, rutas y trayectorias en donde se construyen sus lugares propios y redes, sin centro, ni física y culturalmente». El «imaginario urbano» no tiene que ver solamente con el ámbito espacial, sino también con aquellas manifestaciones que se producen y se difunden a través de los medios de comunicación, actores particulares, instituciones públicas o empresas privadas sobre las costumbres y tradiciones de la ciudad. Es decir, campañas para fortalecer la ciudadanía, introducir medidas preventivas de seguridad, preservar el medio ambiente o resaltar fechas importantes como la fundación de la urbe. * Esta categoría de análisis fue introducida en el estudio de los fenómenos sociales desde la comunicación por Armando Silva.

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A guisa de ejemplo, cabe citar la campaña de comunicación que llevó a cabo el Municipio de Quito entre los años de 1 986 a 1 994, en donde se resaltaba la imagen de dos cómicos tradicionales, «Evaristo» y «Flores Milo» para introducir mensajes en la población capitalina como: fomentar el amor a la ciudad, cuidar las áreas verdes, respetar el ornato, contribuir para el desarrollo de la urbe con la participación de los habitantes, construir ciudadanía. Estas figuras se posicionaron como imaginarios y no, precisamente, sólo en la ciudad, el país identificaba a Quito con «Evaristo» y «Flores Milo» y, sobre todo, con el gobierno local de turno. Hay que tomar en cuenta que esta campaña estaba inmersa en un proceso de construcción ciudadana. La «ciudadanía es pertenencia activa. Igualmente esta noción propone la idea de pertenencia, vinculación y membresía a una determinada comunidad política entre cuyos miembros se establecen relaciones de interdependencia, responsabilidad, solidaridad y lealtad. En esta dirección, “yo soy parte de” en la medida que me siento y me comporto como parte fundamental de la sociedad, mereciendo respeto y ganando responsabilidades»11. Los mensajes que articulan el «imaginario urbano» responden a una lógica del sistema, la cual denomina Jesús Martín Barbero como «mediaciones»: «dispositivos a través de los cuales la hegemonía transforma desde dentro el sentido del trabajo y la vida de la comunidad»12. Si se toma en cuenta esta apreciación, valdría decir que la cotidianidad, en gran parte, se teje por el rol de los medios de comunicación y las tecnologías punta de información. Aspecto que se desarrollará más adelante. No se puede omitir que el diseño de los edificios, la distribución urbana, la organización del tránsito, la publicidad doméstica (cara a cara) sobre cenCamacho, Carlos, PROPUESTA DE UN MODELO DE COMUNICACIÓN MASIVA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA, REVISTA RAZÓN Y PALABRA, www.razonypalabra.org.mx/actual/ccamacho.html 12 Barbero, Jesús Martín. DE LOS MEDIOS A LAS MEDIACIONES, Ed. Gustavo Gili S.A., 5ta edición, Bogotá, 1998. Pág. 262. 11

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tros de comida típica y rápida, venta de ropa u otros artilugios, y la conservación de los lugares tradicionales son también «imaginarios urbanos», debido a la carga comunicacional que transmiten a los habitantes por los elementos con que están constituidos. En términos más precisos, por la cromática, arquitectura, ocupación del espacio y capacidad para aglutinar a las personas. Las terminales terrestres del Trole Bus (norte y sur) como sus paradas lleguen a percibirse como referencias geográficas cuando se trata de movilizarse de un lugar hacia otro. Por eso las personas han identificado a estos sitios como «puntos de encuentro». También se da el caso de que algunos sitios estratégicos (por su ubicación) en la ciudad sean grandes contenedores como La Marín, El Puente del Guambra, La visera de la Universidad Central del Ecuador, etc., ya que desde ahí la circulación hacia el norte y sur es más accesible, ágil y rápida. Néstor García Canclini opina que «el tráfago vehicular como imaginario de algunos lugares de la urbe, no sólo es cuestión de espacios, sino de tiempos concretos u horas pico»13. A través de esta interpretación, se puede argumentar que las paradas de los buses, Trole Bus y Ecovía irrumpen en la cotidianidad, porque organizan la vida de los sujetos en la medida que estos llegan a dibujar un mapa de la ciudad con rutas y tiempos para movilizarse de mejor forma. No obstante, se puede hablar de «micro imaginarios» y «macro imaginarios», ya que los habitantes de un barrio asocian en esa pequeña localidad las paradas, pero también tienen referentes más amplios cuando salen de su territorio doméstico. Respecto del «imaginario urbano» que se establece por la carga histórica, es necesario mencionar que el Centro Histórico de la ciudad se posiciona como el sitio de mayor connotación. Ello se debe a su peculiaridad arquitectónica, a los años de permanencia sin ningún tipo de modificaciones (no se habla de restauraciones), a la extensión que ocupa dentro de la zona central, a la García Canclini, Néstor, CONSUMIDORES Y CIUDADANOS CONFLICTOS MULTICULTURALES DE LA GLOBALIZACIÓN, Ed. Grijalbo, México, 1995, pág. 108. 13

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afluencia de turistas nacionales y extranjeros y al grado de significación, pues en este espacio está el monumento a la Independencia, el Palacio de Gobierno, La Catedral, El Municipio, La Iglesia de San Francisco14 y un invalorable relicario. Las últimas administraciones de Quito han tomado como eje de promoción local, nacional y mundial el Centro Histórico a través de los medios, debido a su belleza, singularidad y atractivo arquitectónico. Asimismo, porque gracias a este complejo colonial, la ciudad fue nombrada por la UNESCO en el año 1978, “Patrimonio Cultural de la Humanidad” y en el 2003, “Capital Iberoamericana de la Cultura”. El Alcalde como el Presidente han hecho de los interiores de los templos religiosos, espacios para la realización de actos importantes como la visita de intelectuales, presentación de libros u otras manifestaciones artísticas. En el desarrollo de este tema, cabe argumentar que el «imaginario urbano» de un espacio puede cambiar por el grado de percepción ciudadana. Hace dos años (2 001), esta zona era pensada como peligrosa, insegura, desordenada y no sanitaria por las ventas informales, número de robos y arranches, congestión vehicular, falta de salubridad en las calles, inexistencia de baterías sanitarias y escasez de iluminación nocturna. Sin embargo, la reubicación de los informales a centros comerciales, la implementación de iluminación nocturna, la adaptación de baterías sanitarias y el cuidado de la Policía Municipal y Nacional del espacio trastocaron el «imaginario» en uno positivo, seguro, transitable, turístico y comercial que brinda seguridad. Lo procedente implica que la reubicación de los vendedores informales, el ambiente de seguridad, organización y sanidad cambiaron la idea-asociación que tenían los sujetos del Centro. En este fenómeno, la re-configuración del imaginario se dio a partir de lo tangible o trabajo que proyectaron las autoriAcerca de la construcción de la Iglesia de San Francisco se ha creado la leyenda que fue terminada gracias a la ayuda de un conjunto de diablos, los cuales prestaron su contingente a Cantuña (indígena dedicado a la construcción) para que acabe la obra en la fecha ofrecida a cambio de su alma. Al final, Cantuña salvó su vida, porque los diablos olvidaron colocar una piedra en la edificación. 14

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dades municipales. Muy poco incidió en este caso la comunicación a través de los medios, pues la constatación del cambio fue más próxima: los sujetos miraron el proceso de transformación testimonialmente. Como se puede ver, en la construcción del imaginario inciden elementos no verbales, pues el trabajo manual se relaciona con un lenguaje orquestal-gestual. Un tema de análisis en este ítem de la investigación es el que se refiere a los centros de convocatoria masiva por los servicios que ahí se ofrecen. Verbigracia: venta de comida tradicional y rápida, espacios de diversión, recreación y consumo de productos. En Quito, la mayoría de estos lugares no se publicitan bajo el uso de los media, sino a través de una interacción cara a cara. Así, el cliente satisfecho resulta el mejor promotor. El norte, centro, sur de la ciudad ofrecen una multiplicidad de opciones en expendio de comida tradicional. Mediante esta modalidad no hay centro específico para consumir. La venta de comida tradicional a diferencia de la rápida invita al consumo popular y no se rige por ninguna clase de protocolo o etiqueta. Al contrario, agrupa a personas de distinto estatus social, económico y cultural. En muchas ocasiones, el sistema de persuasión para la venta es la exhibición al aire del producto como se realiza en los valles (Chillos y Cumbayá) con el cerdo. La lógica comunicativa se da a partir del encuentro entre vendedor y cliente frente a frente. En muy pocas ocasiones, estos productos llegan a ser publicitados o los locales cambian el escenario. Mientras que los centros de comida rápida apelan a la publicidad desde los medios para difundir y vender sus productos, pues son franquicias que responden al sistema occidental. Entonces, el «imaginario» de estos lugares se consolidará por una persuasión de imágenes y sonidos en «spots» publicitarios e infraestructura de los locales, porque comunican elementos vinculados con la tecnología, innovación, atención rápida, practicidad, espera mínima. Se podría incluir a los productos de estas cadenas en el «sistema de los objetos». Jean Baudrillard dice que «la mejor prueba (…) del proyecto organiza- 138 -

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cional y, en nuestro caso, detrás de la voluntad de colocación: es necesario que todo comunique, que todo sea funcional, que no haya secretos, ni misterios (…) No tenemos aquí la obsesión tradicional del ama de casa: que cada cosa esté en su lugar y que todo esté limpio. Esta obsesión era moral, la de hoy es funcional»15. Este antecedente demuestra que los centros de comida rápida se convierten en «imaginarios» que se articulan por un sistema de elementos que comunican funcionalidad, rapidez e innovación. Sin dejar fuera del análisis lo que quieren trasmitir estos espacios en conceptos como organización y buena atención. Organización, porque la infraestructura interna como externa llaman al orden y encasillan a los sujetos en espacios perfectamente limitados. Por otro lado, los empleados de estas cadenas están uniformados y atienden al público siguiendo los mismos códigos: lenguaje verbal, y gestual. Si se habla de los centros de diversión (bares, cafés, discotecas, karaokes), estos responden a una tendencia de comunicar emoción, recreación, libertad, recreo, aventura y moda en cuestión de vestido y maquillaje. El diseño de estos espacios obedece a una cromática e infraestructura de tipo occidental, auque en algunos casos, se trata de regresar a formas antiguas como las coloniales para crear en el individuo un sentido de añoranza. «Ahora bien, todo objeto transforma alguna cosa, el grado de exclusividad o de socialización en el uso (privado, familiar, público, indiferente), etc. »16. En Quito, el «imaginario» sobre la diversión se establece en La Mariscal, principalmente. Ahí se evidencia una diversidad de opciones para el disfrute individual y grupal para satisfacer el deseo del baile, la comida, la conversación, el canto, etc. Hasta el momento se ha tratado sobre la formación del «imaginario urbano» por manifestaciones comunicacionales que particularizan a los espacios. Ahora se desarrollará, la incidencia de la tecnología y los medios en la 15 16

Baudrillard, Jean, EL SISTEMA DE LOS OBJETOS, Ed. Siglo XXI, 10ma edición, México, 1998, Pág. 29. Op. cit. págs. 1 y 2.

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vida cotidiana de los sujetos. Basta decir que el imaginario público está en constante configuración por el flujo de mensajes que circulan y también por la innovación de las mediaciones. Por lo tanto, el panorama puede ser estudiado en forma como en contenido. Respecto de estas dos aristas, el campo de las telecomunicaciones es donde mayor se observa este fenómeno. Por ejemplo, los teléfonos celulares presentan mayores opciones de comunicar no sólo en voz, texto, sino también en imagen, sin soslayar los cambios de los modelos que se publicitan. La telefonía móvil se ha convertido en un macro imaginario, pues el sujeto se identifica con el otro por la capacidad de conectividad. Este tipo de telecomunicación es entendida aquí como un medio. A pesar de que el uso de los instrumentos mencionados va en aumento, todavía se observa en la ciudad a otra que no es parte de ese juego comunicacional, lo que implica una ruptura o clara división entre dos contextos: uno, que está conformado por los sujetos en línea («celulófilos») y el otro, de personajes que se resisten o no encuentran la utilidad, deseo, gusto o satisfacción en adquirir teléfonos celulares, buscapersonas, agendas electrónicas de mano, etc. La aceptación o no de la tecnología al servicio de una nueva manera de socializar puede chocar entre las generaciones. Es decir, entre quienes no aprendieron, adaptaron y se resisten, actualmente, a alterar sus estilos de vida por el uso de dichos aparatos17. Las personas que usan las nuevas tecnologías de la comunicación no se distinguen de las demás por la apropiación de un espacio concreto, pues se diseminan en varios lugares: una característica de la contemporaneidad es la «desterritorialización». En otras palabras, la ausencia de un terreno físico para realizar acciones, pues desde lo virtual se recorre el mundo a través de una pantalla. Lo anterior explica el porqué la ciudad sea un macro-lugar de dos Ulloa, César, LA CIUDAD ENTRE CELULARES Y BUSCAPERSONAS, Revista Artes, diario LA HORA, Quito, 26 ene 2003, pág. 3. 17

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órdenes: uno de tipo físico y otro de tipo virtual. Fenómeno que permite hablar de dos tipos de interacciones entre los ciudadanos18. Carlos Guzmán afirma que « (…) es imposible entender hoy, lo que pasa en los medios de comunicación, lo que hacen e incluso el poder de los mismos, sin mirar desde lo que está ocurriendo en las transformaciones y apropiación de lo urbano»19. Perspectiva importante si se conoce que gracias a este tipo de tecnologías no sólo cambia el grado de socialización de los ciudadanos, sino también que brinda posibilidades a los periodistas para informar lo que sucede en su entorno: la ciudad. Barbero al referirse a la relación ciudad y medios dice: «la ciudad se me entrega no a través de mi experiencia, de mis recorridos por ellas, sino de las imágenes de la ciudad que recupera la televisión. Habitamos una ciudad en al que la clave ya no es el encuentro sino el flujo de información y la circulación vial»20. Dentro de este escenario, la relación sujeto-medio puede ser leída desde diversas ópticas, ya que intervienen varios factores como: la comprensión de los mensajes, el nivel o grado de relevancia que se otorga a la información que circula, el consumo o tiempo que dedica la ciudadanía a determinados medios y programas, la intencionalidad que está detrás de la realización de los productos comunicacionales, los objetivos de los mass media frente a su audiencia, los cambios (rupturas, encuentros) de la socialización entre los individuos debido a la introducción de las nuevas tecnologías, para citar nada más unos ejemplos. Como se puede ver, el punto de encuentro y referente para los sujetos son, de alguna u otra manera, los medios de comunicación y, por ende, los programas que frecuentan bajo una modalidad visual, auditiva o de lectura. Aquí Op.cit. 3. Guzmán, Carlos, MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y PODER, Ed. Fundación Carlos Eduardo Frías, Venezuela, 1996. 20 Barbero, Jesús Martín, DINÁMICAS URBANAS DE LA CULTURA, Ed. Instituto colombiano de cultura, Revista Gaceta de Colcultura, número 12, Colombia, dic. 1991. 18 19

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«punto de encuentro» no significa que la audiencia esté agrupada en un solo espacio para el consumo de estos, sino que desde diversas partes se conecta al mirar lo mismo. Es necesario destacar que en esta investigación, «consumo», se entiende a la aprensión que hacen los sujetos de los productos comunicacionales. Sobre lo dicho surge una interrogante acerca del papel de los mass media como formadores de la opinión pública y las estratagemas a las que acuden para introducir sus contenidos (mediaciones). En otras palabras, la incidencia que estos tienen para que la ciudadanía moldee sus ideas acerca de su entorno, escoja y defina patrones de vida, intercambie criterios con sus similares sobre diversas áreas, se incline a la compra o no de indistintos productos y servicios que son publicitados a través de múltiples mecanismos e instrumentos. Desde ese ángulo, todo estímulo que recibe la sociedad desde espacios que no están contemplados como instituciones académicas se comprende como informales, ya que el ciudadano estaría educándose (no se discute aquí si en buena o mala forma) a través de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías punta de información. El grado de criticidad que tenga cada uno para escoger, adaptar y creer lo que se transmite depende del nivel de preparación académica, sensibilidad, y los contextos socioeconómico, político y cultural en el cual se desenvuelve. No obstante, se evidencian similitudes entre los sujetos al momento de construir un mapa mental del espacio en el cual desarrollan sus actividades.

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Una mirada a las culturas urbanas La mundialización es comprendida como la influencia de las manifestaciones sociales y culturales de los países desarrollados en el resto del globo, sin que ello signifique que todas las poblaciones asuman de forma radical lo que viene desde afuera, sino más bien que lo acojan a su libre albedrío. Esto se puede visualizar en la moda, en el comportamiento de consumo, difusión y reproducción de los productos enlatados de los medios. Dentro de este contexto, la ciudad es uno de los escenarios donde se evidencia -en primer plano- las distintas manifestaciones, que algunos investigadores sociales han denominado «culturas urbanas», fenómeno social que camina junto con el quiebre de las fronteras, pues las expresiones que asumen las personas responden al consumo de productos comunicacionales, donde se conoce, se apropia, se hace parte de sí lo que no, necesariamente, se realiza en el entorno local. Este quiebre de fronteras para Renato Ortiz no significa su fin, pero sí el diseño de nuevos territorios y límites. Mientras tanto, las transformaciones recientes destituyeron ciertas ideas, cierta primacía en expresar lo diferente, lo desconocido, lo utópico. La homogeneización no sólo se desgastó en su intento forzoso por imponer un patrón cultural, sino que al contrario reforzó las identidades locales e inclusive las fortaleció, debido a las diferencias en la calidad de vida de las personas que se ven mediante los media entre los distintos países del mundo. En algunos casos es excluyente hacia varios grupos, debido a su alto contenido racista y xenófobo. Freddy Quezada sostiene que los efectos de la homogeneización (…) simultáneamente generaron el fenómeno opuesto conocido hoy como fragmentación. La internacionalización de los medios, debido al desarrollo pujante de las tecnologías punta, paradójicamente estimuló un fuerte proceso de identidad. Así, lo ejemplifica este cientificista social: «el hecho de saber en el mundo entero, por medio de las imágenes instantáneas, pongamos por caso, que un - 143 -

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hombre de raza afroamericana es apabullado por tres policías blancos en una calle de Los Ángeles, provoca inmediatamente una reacción de profunda indignidad étnica en EE. UU»21. Entonces, se pueden presentar dos tipos de reacciones. Una, que fortalezca la identidad local y otra, que se construya a partir de fragmentos de manifestaciones locales y globales. En el caso de esta investigación se tratará de definir lo segundo, sin dejar de lado el primero. Culturas en la ciudad Con relación a las culturas urbanas, se tomará como punto de partida los criterios den Eduardo Kingman, Tom Salman y Anke van Dam, quienes escriben en un segmento de su obra: la idea de que la ciudad se asemeja a una jungla adquiere cada vez más significado, ya en muchos casos no hablamos de ciudades sino de mega-ciudades formadas por infinidad de fragmentos22. La forma de vivir esas ciudades es contradictoria. Por un lado, existe una tendencia al aislamiento, a la constitución de espacios protegidos (urbanizaciones, colegios, centros bancarios y de compra) en medio del desorden; por otro lado, los individuos, sobre todo los de las clases populares, se ven en la necesidad de recorrer la ciudad, por razones de trabajo o de ocio, a desplazarse por una multiplicidad de espacios ya jugar roles diversos. Respecto de lo precedente surgen una serie de interrogantes, como: ¿qué grupos ocupan ciertos territorios?, ¿por qué practican determinadas acciones de ocio, concurren a los mismos lugares, etc.?, ¿cómo llegan a identificarse?, ¿qué es lo que quieren expresar?, ¿de qué forma llegan a socializar entre ellos y con los demás?

Quezada, Freddy, POSMODERNIDAD Y NUEVAS TECNOLOGÍAS: QUE NADA LAS UNA PARA QUE NADA LAS SEPARE, jobsonline.com. 22 Ver Eduardo Kingman, ANTIGUA MODERNIDAD Y MEMORIA DEL PRESENTE, Ed. FLACSO, Quito, 1999, Pág. 23. 21

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En Quito se observan, cotidianamente, varias acciones que realizan estos grupos de manera simultánea. Por ejemplo: cuando acuden al mismo tiempo a conciertos musicales de distinto género (rock, jazz, salsa, pasillo, ballenato, bolero, rockola, sanjuanito, pasacalle, techno cumbia), a comer en lugares donde venden comida típica o rápida, a orar en templos evangélicos, católicos o de otra religión, a ver la transmisión de un partido de fútbol o una película en las salas de cine tradicionales o las que están ubicadas en los shopping center, a bailar en discotecas donde se difunde con mayor intensidad el pop, el merengue, la cumbia o un poco de todo, a libar en bares y cantinas. Tribus urbanas Estos grupos heterogéneos que transitan en la ciudad se caracterizan por tener códigos de comportamiento propios, maneras de comunicarse, puntos de encuentro donde reunirse, criterios sobre la situación política, económica y social de su comunidad, el país y el mundo, entre otras cosas. No quiere decir que por haber establecido sus reglas de comportamiento se autoexcluyan, sino que su concepción del contexto es única, diversa y respetable. Estas señas culturales coadyuvan a que sean elementos que reproduzcan la heterogeneidad. Entre los distintos grupos se puede mencionar a «punkeros, roqueros, ecologistas, pacifistas, intelectuales», quienes se han dado a conocer por las valoraciones que tienen de su entorno. Sin perder de vista, las maneras que emplean para transmitir sus mensajes, pues utilizan no sólo lo verbal, sino también un interesante lenguaje gestual-corporal, simbólico e icónico. Eso se observa en sus consignas, logotipos, tatuajes, jergas, elaboración de carteles y pancartas. Obsérvese que los «punkeros» son identificables por su peinado, los roqueros (en gran porcentaje) en su vestimenta, los ecologistas (en sus camisetas con motivos de naturaleza). Esto puede variar de acuerdo a la personalidad de cada integrante de estas «culturas urbanas». - 145 -

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En Quito, la inseguridad ha dado pie para que actores de distintas instituciones y diversas posturas ideológicas manifiesten su descontento por los índices de violencia y delincuencia. La insatisfacción ciudadana impulsó el Movimiento Mancha Blanca, el cual agrupa a la población heterogénea a partir de una propuesta concreta: re-plantear el manejo de la seguridad por parte del Municipio, la Policía y el Gobierno. En este tipo de acciones se observa de mejor manera la pluralidad de culturas urbanas, pues en estas marchas se agrupan actores con señales de identidad propias, pero guiados bajo el mismo fin. Una mirada sin tapujos La ciudad también ha sido sede de congresos para abordar el tema de lo transexual y el respeto a los derechos humanos. Por primera vez, la urbe vio una marcha multitudinaria de homosexuales, lesbianas, bisexuales, etc., que exigían que sean reconocidos como iguales, sin ningún tipo de exclusión social. Este tipo de iniciativas agrupan a los actores ya no por bagajes culturales, sino por propuestas de género. Iguales casos se observan en agrupaciones feministas. Estos grupos son parte del entorno y se identifican por lo que ellos expresan.

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Las culturas juveniles en la globalización Lenguaje y vestido, música y literatura, comportamientos y preferencias son algunos de los ejes de partida que se tomarán para abordar las culturas juveniles, sin entender a esta producción social, únicamente, como un segmento de la población que se caracteriza por edad, género u otro tipo de variables, sino más bien como una realidad que está atravesada por una serie de factores que inciden en la cotidianidad. Entre ellos la adopción, fusión e inclusive resistencia ante patrones de vida, estereotipos y manifestaciones externas. Aunque, aquello de «lo foráneo» está fuera de foco, según algunos analistas. Sin duda, temas como estos motivan apasionamientos y discusiones, ya que está en debate el ámbito cultural. Por otro lado, la reflexión se vuelve más crítica si se toma en cuenta que en algunos espacios todavía se habla de la defensa a ultranza de los «ismos» (nacionalismos, patriotismos, localismos). Para muchos, el mundo no ha cambiado o tal vez, camina hacia una situación que nunca quisieron mirar, porque las identidades en muchos lugares se consolidan en el intercambio y no en la defensa a rajatabla de las costumbres, tradiciones y valores de antaño. Mientras que en otros, se observa una suerte de resistencia como estrategia ofensiva frente al sistema: la mundialización. Desde la primera arista, se puede decir que hay países en donde la absorción de manifestaciones extranjeras es más rápida y envolvente. Parecería que el «efecto esponja» se nutre sin ningún esfuerzo... Todo lo que llega se instala y apropia de los espacios. Pocos son los que tienen intenciones de salir, pero al final terminan cediendo a la propuesta de consumismo global, a pesar de que se quejan de la famosa «alienación». En nuestro país, estas prácticas son muy comunes y se evidencian en la moda, especialmente. De ahí que los héroes de la pantalla, protagonistas de novelas, actores y cantantes se conviertan, en cuestión de días, en ídolos a imitar de mala manera, porque las pantallas chica y grande no son espejos de lo que ocurre. Parafraseando a Sennett Anderson, la identidad legitimadora, entraría - 147 -

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en juego en este contexto, ya que es «introducida por las instituciones dominantes de la sociedad para extender y racionalizar su dominación frente a los actores sociales»23. En términos más sencillos, las mega industrias culturales gestan y divulgan las propuestas de consumo, tratando de que las culturas juveniles asocien sus sueños con la búsqueda de un camino, donde el éxito, el placer, la ganancia económica y el «estar» al último grito de la moda les otorgue un lugar al puro estilo funcionalista. Entonces, el ideal estaría entendido desde la consecución de un estatus económico, más que de otros órdenes. La seducción desde el lenguaje Una de las maneras que utiliza el sistema para introducir el «efecto esponja» está dado por el uso seductor del lenguaje, pues a través de mensajes persuasivos se crea un imaginario colectivo en las culturas juveniles del «bien hacer, bien vivir y bien imitar». De esa forma se reproducen en la cotidianidad términos, modismos y nuevos giros que llegan por medio de las series televisivas, programas radiales, publicaciones y páginas virtuales. En muchas ocasiones, el uso de algunas palabras ya no es ni siquiera local, pues han cruzado ampliamente las fronteras. Vale aclarar que aquí no se relaciona al lenguaje solo con la expresión oral y escrita, sino también con la gestualidad y la vestimenta, entre otros. Bajo esta orientación, no es difícil apreciar que hay una especie de uniformidad en las culturas juveniles cuando designan a un hecho con una determinada palabra o que asistan a un acto social con una vestimenta casi igual, porque lo único que varía es el color de la prenda, sin subestimar el lenguaje que se genera en el baile o en el apoyo que se ofrece a un equipo de deportes. Estas manifestaciones responden a una fusión de propuestas y se observa más en la moda. EN PARAÍSOS COMUNALES: IDENTIDAD Y SENTIDO EN LA SOCIEDAD RED por Manuel Castells. Ed. Alianza, Madrid, 1 998, pág. 30.

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Lo erótico es otro puntal de análisis, porque el disfrute se manifiesta en el «roce». Así, la música que promueve el contacto consigue mayores réditos, convirtiéndose en un punto de encuentro, a pesar de que las composiciones estén escritas con una o dos palabras. Ese repetir de términos permite que se posicione el ritmo, el movimiento, la respuesta del cuerpo, no la letra. Lo más curioso de este fenómeno es que estas canciones son tan fugaces como los grupos que las difunden. Esto se explica por la liviandad del contexto. Otro punto clave es el que tiene que ver con las tribus virtuales y la consolidación de «relaciones cibernáuticas». El anonimato gana espacio. Es innegable que el contacto y la relación de dependencia del sujeto con la máquina se consolidan. Ahora los juegos se reducen a un combate de artes marciales, partidos de fútbol, etc., en pantalla. Ello explica que los parques vayan perdiendo a sus visitantes tradicionales, ya que en este mismo instante están enciendo o instalando un nuevo programa en el computador sin el concurso de nadie. Las instrucciones del software responden a un lenguaje de ventanas. Resistencia La otra faceta de la realidad es aquella donde la resistencia toma fuerza o donde la imposición es combatida, porque la homogeneización es vista como una posibilidad de borrar historias comunes, costumbres legendarias y tradiciones que vivifican la socialización del grupo. Entre los lugares más visibles están los que defienden la autonomía cultural, porque no quieren pertenecer, ser parte y, mucho menos, parecerse a ningún país. En estos territorios hay un choque de generaciones. Las ancestrales siguen en pie de lucha por la preservación de su ethos, mientras que las actuales están entre el cambio de paradigma y el seguimiento a sus antepasados; aunque no se descarta que en algún momento se adopten a manera de suma, pasajes de esa identidad histórica con expresiones que se producen por el contacto con otras culturas. - 149 -

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Otra de las resistencias es la que se gesta por parte de los disidentes del sistema (intelectuales, artistas, pensadores, académicos, etc.) y de aquellas culturas juveniles que utilizan a la informática como una arma efectiva para colapsar el mundo virtual desde donde se controla al globo. Los «hackers» están para paralizar la red y transmitir su grito de protesta. No vaya a ser que mañana entre un virus en su computadora.

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La ciudad entre celulares y buscapersonas Personas anónimas caminan por la ciudad. Entre sus manos, dentro de sus bolsillos, al interior de las carteras o prendidos de sus correas se observan esos pequeños instrumentos móviles, que les conectan en cualquier momento y espacio con otros individuos. No causa asombro cuando se afirma que los teléfonos celulares, buscapersonas, agendas electrónicas de mano se han convertido en una extensión del oído, de la voz y, sobre todo, del pensamiento; ya que por medio de estos artilugios el ser humano traslada instantáneamente sus mensajes. De un tiempo acá, el sonido de los teléfonos de mano es tan cotidiano como el embotellamiento vehicular en las calles de mayor concentración. Los usuarios de este servicio hablan, intercambian criterios, acuerdan encuentros, envían mensajes mientras recorren algunos tramos, comen o realizan alguna actividad laboral. Inclusive en algunas ocasiones ni siquiera se desplazan de un sitio a otro, porque el celular suena mientras duermen o permanecen sentados en un automóvil, salón de clase, restaurante, etc. Este singular estilo de vida o, mejor dicho, manera de interactuar entre los sujetos a través de la tecnología es un efecto de la globalización; puesto que este sistema se construye y toma fuerza en las comunicaciones de alto nivel. Especialmente, para dar mayor movilidad y rapidez en la negociación de productos y servicios a escala mundial. Esta suerte de inmediatez no solo tiene una estrecha relación con el libre mercado, sino también en el desarrollo de las actividades cotidianas. Por medio de estas prácticas, las personas se apropian o hacen suyas todas las herramientas tecnológicas que les permiten obtener resultados más rápidos en el envío y recepción de mensajes. Pero, la clave de este asunto no radica, exclusivamente, en la instantaneidad que se produce en el intercambio de relatos, sino en el juego de sentir próxima a la persona que está al otro lado de la línea, aunque la distancia sea muy extensa o amplia. Se puede descuidar ese - 151 -

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detalle sobre el grado de búsqueda y localización entre los sujetos. Asimismo desaparece, gradualmente, el pretexto de que alguien puede estar perdido. Tal vez, ocurra en ese caso que no quiso contestar y apagó su teléfono. ¿O acaso no sobran los subterfugios que van desde batería baja, pasando por el pésimo servicio hasta la ubicación en una zona donde no hay una señal definida? Los «celulófilos» Alguien decía que la jerga entre los «celulófilos» se caracteriza por una sola frase. La tristemente célebre: «dónde estás». Este dúo de palabras provoca una serie de reflexiones, pues no se sabe si quien la dice expresa inquietud, curiosidad, asombro o simplemente repite lo que de otro celulo-dependiente ya escuchó anteriormente. Esta jerga no es el único referente que identifica al «celulófilo», ya que el lenguaje verbal es acompañado de otro orquestal, donde el individuo camina en a su alrededor, va y viene, parece inquieto, no sabe a donde dirigirse entre gestos peculiares, palabras reiterativas y muecas. Ahora, ha pasado a convertirse en un usuario más como aquel que paga el servicio de energía eléctrica, el agua y telefonía fija. ¿Usted, no lo cree? Entre dos ciudades A pesar que el uso de los instrumentos mencionados va en aumento, todavía se observa en la ciudad a otra que no es parte de ese juego comunicacional, lo que implica una ruptura o clara división entre dos contextos: uno que está conformado por los sujetos en línea y el otro, de personajes que se resisten o no encuentran la utilidad, deseo, gusto o satisfacción por adquirir teléfonos celulares, buscapersonas, agendas electrónicas, etc. La aceptación o no de la tecnología al servicio de una nueva manera de socializar puede chocar entre las generaciones. - 152 -

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Las personas que usan las nuevas tecnologías de la comunicación no se distinguen de las demás por la apropiación de un espacio concreto, pues se diseminan en varios lugares. Por ello, se dijo que una característica de la contemporaneidad es la «desterritorializalización» y ausencia de un terreno físico para realizar acciones, ahora es suplantado por uno virtual donde se recorre el mundo a través de una pantalla. Lo anterior explica el porqué la ciudad sea un macro-lugar de dos órdenes: uno de tipo físico y otro de tipo virtual. Fenómeno que permite hablar de dos tipos de interacciones entre los ciudadanos. Es tiempo de poner sobre la mesa de discusión si las relaciones, de cara a cara, podrían ser suplantadas en el futuro, complementadas o anuladas por las tecnologías de comunicación. Preguntas y respuestas son parte de un laberinto de reflexiones, cuando se dice que dentro de una ciudad coexisten varios mundos de carácter premoderno, moderno y posmoderno. A través de un click Nada mejor que navegar en una hora descongestionada, se dice Manuel. Seguramente, podré ingresar a un chat room y conseguir una chica para matar el tedio que me produce estas cuatro paredes. Aprovecharé que no está mi mamá, quien me repite cada cuarto de hora que el uso de la red le cuesta un ojo de la cara, que si no tengo nada mejor que hacer, que revise los apuntes de clase, que no hago otra cosa que estar frente a la pantalla del computador todo el tiempo, que parezco un anacoreta... Pero antes de conectarme con ese mundo tejido de códigos alfanuméricos, iré a la cocina para prepararme un sánduche y abrir una gaseosa. Ojalá, en esta ocasión el maldito servicio de la empresa de Internet trabaje bien y no tenga que llamar a cada momento al departamento de Servicio al Cliente. En fin, no hay nada que hacer. Solo quiero hablar con alguien, decirle que mi profesor de matemáticas es aburrido, que la colación que me envía mi mamá no me alcanza para un carajo y que me - 153 -

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gusta leer las tiras de Mafalda. Al poco rato de que Manuel entró al salón virtual, una chica de apelativo Zeta le dijo que le ocurría lo mismo, que su único consuelo era conectarse con alguien a esa hora casi siempre, que le gustaba cantar en los karaokes, que era pésima para memorizar los textos de geografía, que le describa sus señas faciales. Enseguida, ella le sedujo con frases persuasivas al colegial para que se delate y que de paso le comente donde vivía... A medida que avanzó el diálogo virtual, no pasó mucho tiempo en que Zeta, la vecina de Manuel, se diera cuenta que se comunicaba con el chico que tanto odiaba. Ese momento fue tarde para decirle que el número telefónico que le había dado era falso... Hola, Zeta, «dónde estás», ¿acaso en la computadora?

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La tienda: entre pasatiempos y rumores Tienda de barrio Portal para propios y extraños entre el ir y venir de la gente guardas en tus paredes años, secretos, corrillos y sonrisas portal… tienda de barrio

No hay mejor sitio para conocer la vida del «otro», que la tienda de barrio; pues allí circula información de cualquier ámbito. En más de una ocasión, el asombro, la curiosidad y a veces la ira ha sorprendido a muchas personas, pues llegan a conocer las actividades que realizan sus familiares, amigos y compañeros por boca de los famosos tenderos. Y lo peor de todo con «pelos y señales», como dice el refrán popular. La información que circula por estos pequeños negocios sufre de distorsiones, las cuales se traducen en juicios de valor, consejos moralistas, exageraciones, escenarios en donde se comparan circunstancias y personas, se lanzan al aire verdades supuestamente universales para citar uno que otro ejemplo. En la tienda toma cuerpo el rumor, entendido como «un fenómeno social porque se precisan al menos dos personas para crearlo y una sola para poder difundirlo. La palabra rumor es un término que sirve para cuestionar la veracidad de relatos que circulan dentro de una sociedad». Este intercambio informativo va de la mano con una interacción, donde se ponen a prueba los relatos, pero sin que se llegue a un análisis de lo que se dice y se escucha, ya que la conversación puede estar mediada por elementos lúdicos, de una fuerte carga expresiva y humorística. La credibilidad de estos diálogos depende, en gran medida, del grado y nivel de información que procesan los individuos cuando también de sus apreciaciones de orden ético. Sobre todo, cuando se exteriorizan opiniones - 155 -

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acerca de la vida de cualquier vecino. Ahí, el rumor puede convertirse en un conflicto de criterios, peor aún si los involucrados llegan a conocer lo que se dijo de ellos. Este fenómeno sociocultural pasa por una segunda dificultad como argumenta Julieta Tarrés: hoy en día existe una tendencia a teorizar y a moralizar sobre los rumores, en lugar de aplicar un análisis sobre sus mecanismos. El tendero: amigo, negociante, generador de diálogo El negociante juega o hace suyo el papel de amigo, ya que pone en práctica una, supuesta, buena atención al cliente. Además socializa con los sujetos, aunque no salga, aparentemente, de esas cuatro paredes, pues su contacto con el entorno puede estar mediado por un televisor, una radio y las personas que compran en su negocio. Este personaje llega a ser visto como el gran administrador de una base de datos ingente, pues conoce sobre la vida de las personas por medio de lo que compran, de lo que hablan, de los horarios en que entran y salen a sus hogares. La tienda no es solo aquel lugar de intercambio comercial, sino también el sitio donde circula información de manera constante, renovada y hasta con un seguimiento pormenorizado de lo que sucedió hace algunos años o días. O es que no ha escuchado eso tan frecuente, como: «No se acuerda de fulanito…». La tienda: un imaginario espacial La tienda agrupa a personas de distinto estatus, género y perspectiva cultural. Podría ser, en ese sentido, un imaginario espacial para la población de un barrio específico, ya que es un referente de ida y venida para los sujetos cuando se trata de buscar algún producto en especial.

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Estos negocios llegan a particularizarse en los barrios, pues cada uno de ellos es asociado por la ciudadanía, debido a la cantidad y calidad de víveres que ofrecen. Se suele escuchar a la gente que tal tienda vende siempre pan fresco, que en otra hay de todo, que aquella no tiene casi nada. A ello se suma, también el criterio sobre la manera en que atienden los dueños de los locales, pues no se busca solo el lugar propicio para comprar lo que se considere mejor, más barato, de calidad, etc., sino el espacio donde la compra y venta es enriquecida con la conversación. En este punto de encuentro, el flujo de información circula desde horas muy tempranas de la mañana hasta cuando la ciudad duerme, porque las primeras compras que realiza la gente se relacionan con el desayuno, pasando por la preparación del almuerzo hasta la adquisición de otro tipo de productos como medicamentos antigripales, papeles de regalo, tarjetas y bebidas alcohólicas, entre otros. La tienda es un espacio para socializar el quehacer diario, mediante el intercambio coloquial de expresiones, dichos, refranes y ocurrencias. Esta acción comunicativa le ha convertido en un imaginario local, abierto, que no excluye, sino agrupa.

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Otra vez ‘El Gran Hermano’ En la actualidad se trata de revivir un muerto y re-actualizar, si cabe el término, una versión más ligera de El Gran Hermano con elementos, supuestamente, más atractivos a través del culto exagerado a la imagen de cada participante por parte de la presentadora y los realizadores. Parece, bajo esta modalidad, que la competencia está en función de cuerpos y rostros más que de otros factores. Esta situación hace creer, en primera instancia, que el criterio de selección pudo haber estado en función del «modelaje» y el rostro que encanta más que de ciertas destrezas para «soportar el encierro». Al igual que el concurso anterior, se promociona a héroes de barro, porque la fama a futuro es efímera. ¿Acaso será porque el mensaje del programa no trasciende? Representación en caos Se ha escuchado en reiteradas ocasiones que los participantes representan a sus países, como si ellos y ellas pudieran trasladar el gran cúmulo de «señas identitarias» y raíces profundas que tienen Ecuador, Perú y Chile, sin tomar en cuenta que la cultura (desde una perspectiva particular) deviene de una producción social que se legitima en espacios concretos, donde los sujetos intercambian, socializan, comparten y discrepan sobre sus costumbres, «saberes», comportamientos y manifestaciones de comunicación. De ahí que es inadecuado que el imaginario colectivo, bajo esta lógica del programa, se trate de construir desde el supuesto de que nos reflejamos en ellos y ellas. Ahora -y con mayor intensidad- se defiende «la diferencia cultural»24 como una fortaleza más que como un escollo para construir una propuesta colectiva. La diferencia cultural, como categoría de análisis antropológico, permite vislumbrar con hondura las señas de identidad, sin que el discurso refleje solo la cantidad de pueblos con sus características particulares en cuanto a ubicación, lenguaje, referentes simbólicos, religiosos, etc., como antes se utilizaba a la diversidad.

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Cabe reiterar que en el ámbito de la selección de los concursantes, estos responden a un patrón socioeconómico concreto, ya que no hay razones que demuestren diversidad y diferencia. Mucho menos, las condiciones reales de su país. ¿Dónde están los pobres, marginados, clases media y media baja en el Big Brother? No obstante, bajo el pretexto de introducir una diversidad camuflada por la participación de tres países, se quiere opacar la profundidad del problema latinoamericano, más aún si el comportamiento de las personas responde a una serie de necesidades e intereses socioeconómicos, políticos, educativos y culturales. Sin duda, los productos de Occidente pretenden deformar la realidad con un conjunto de iniciativas banales y fuera de contexto. De ahí se explica, por ejemplo, la atención que prestan los medios de comunicación a temas que van desde la moda, pasando por el vestuario hasta el protocolo dentro de la vida de ricos y famosos en los ámbitos nacional e internacional. Choque intergeneracional Hay mucho que decir sobre el aspecto intergeneracional, a pesar de que este producto está dirigido hacia un segmento de la población muy definido: joven. Se dice intergeneracional, ya que el público adulto tiene una lectura distinta de esta propuesta, pues responde a una cultura visual donde las concepciones de intimidad y privacidad no salen de casa, debido a que el hogar representa una suerte de imagen sagrada e invulnerable ante extraños. Bajo esta óptica, la censura ética es alta, pues el plano erótico, la conversación sigilosa sobre distintos ámbitos y la puesta en escena de cómo verdaderamente somos debe quedar en esas cuatro paredes, donde solo llegan personas con bastante confianza y amistad. Siguiendo esta reflexión, a través de El Gran Hermano se puede analizar la importancia de la privacidad en las esferas familiar, laboral y ciudadana, etc. Esta mirada atañe más a la primera, pues la casa ha sido considerada desde siempre como el espacio por excelencia para interiorizar (se) solo y con los más - 159 -

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cercanos. De ahí que resulta fuera de foco que la relación sujeto-casa sea tomada como un deporte de disfrute visual y público, donde el movimiento más insignificante del «otro» está en función del escrutinio público. Nadie se escapa de la crítica masiva, del ojo inquisidor, de la cámara fría, de la mente que juega al compás del que es observado. Tampoco es válido el criterio de la transparencia con que se maneja el programa, donde nada es oculto, para crear tribunales de la inquisición moral. El último aspecto tiene relación específica con el amor, el erotismo y el sexo, puesto que son los pilares de mayor enganche para la audiencia, lo que explica el afán de denominar al Big Brother como una novela de la vida real. Sobre todo, si la novela, de acuerdo al criterio de producción latinoamericano, debe pasar necesariamente por el filtro del amor-desamor, intriga-bondad, interés perverso-generosidad en cualquiera de las acciones de los protagonistas. Al igual que todo culebrón, la vida al descubierto debe cumplir con estas características más el agregado de que esto es real, entendiéndolo en una lectura entre comillas. Este manejo desdice la cosmovisión de la otredad25, donde cada cual se refleja y es a partir del semejante, pero sobre la base del respeto, la tolerancia y la aceptación de cómo somos, sin el afán de cambiar patrones culturales, sino de enriquecernos desde el intercambio. La intimidad al descubierto George Orwell vaticinó en novelas de ficción algunas crisis contemporáneas, producto de una modernidad que apuesta de manera enfermiza por controlar y sustituir al sujeto mediante una serie de avances científico-técnicos. Este paradigma impulsa el control de la naturaleza a costa de todo sin pensar en los efectos devastadores producidos hasta hoy. En este entramado, uno de Si se toma atención a lo que dice Dietrich Schwanitz, la otredad no sería otra actitud que se construye de la siguiente manera: “el conocimiento de uno mismo depende del mejor conocimiento del otro: sólo si uno comprende sus propios sentimientos y a sí mismo es capaz de comprender al otro, y viceversa...”. 25

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los puntales más creativos de Orwell fue denunciar la paulatina pérdida de intimidad y la disolución entre lo público y lo privado. Un claro ejemplo es la ciudad mirada, sitiada, controlada por cámaras, donde las acciones más mínimas se canalizan a través de la lente. Hasta cierto punto no resulta una exageración hablar de ciudades vigiladas, que bajo el subterfugio de eliminar la delincuencia, nos estudian en los más mínimos movimientos. En ese sentido, este programa vaticina de manera sutil la tendencia a ser vistos, bajo la introducción de una esfera lúdica que se reedita con innovaciones en cuanto a los retos, desafíos y compromisos que deben cumplir los participantes. Es decir, las reglas del mirar-ser mirado están en función de un paradigma que debe ser atractivo para que la audiencia no sienta tedio y aburrimiento, caso contrario los espectadores no estarían atentos a esa cotidianidad, donde la variación del comportamiento de cada competidor responde al encierro por la búsqueda de una fama, que se diluye semanas después que acaba el concurso. Pero, ¿si el mundo actual está sitiado por cámaras, la realidad no podría reducirse a un entorno circense?, ¿acaso, por estas razones, los «hackers» intentan cada día desplomar los sistemas informáticos? De actuaciones y espontaneidades Si la selección del ganador se promueve por la calificación del público, entonces hay que tomar en cuenta algunos elementos como el histrionismo que cada aspirante pone a punto en cada capítulo. Esta situación, además, nos invita a la reflexión sobre la existencia o no de un grado de espontaneidad, ya que una cosa es llevar la cotidianidad a la vida práctica sin la mediación de una cámara oculta y otra muy distinta es que cada comportamiento fluya sin ningún filtro de aceptación, credibilidad y popularidad. Desde esta tónica, se podría decir que cada sujeto actúa pensando más en el televidente que en sí mismo. ¿Hasta qué punto se puede hablar de libertad de expresión y emoción en El Gran Hermano? - 161 -

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En reiteradas ocasiones y cuando algún participante sale de la casa ha confesado que su intencionalidad estaba comprometida a un objetivo concreto, para lo cual debía promocionar sus cualidades ante el público, apelando a cualquier recurso, sea de orden emocional y profesional. Esta confesión nos hace pensar que la pantalla chica como los demás medios de comunicación se han consolidado como referentes primarios de la opinión pública por la capacidad que tienen para fabricar santos y demonios o, a su vez, hacer de los santos demonios y viceversa. Este criterio pone en crisis el imaginario colectivo de cómo vemos los medios, pues de ser orientadores, educadores y herramientas de entretenimiento han pasado a transformarse en industrias culturales y poderosas empresas del marketing masivo. Otro factor a considerar es el que se refiere a la edición de los programas, porque se entreteje una suerte de rompecabezas, donde cada ficha debe entrar en los espacios que desea el público o que pueda causar mayor atención y entretenimiento. La historia real responde a un guión de sintonía, supeditado a los índices de audiencia. Cada personaje es construido sobre el criterio del productor y no de sí mismo. Al igual que en el párrafo anterior, se podría preguntar ¿dónde queda la libertad de expresión y emoción en este programa? ¿Cuál es el mensaje más sólido? No será que se quiere construir una especie de culebrón venezolano o mexicano desde otras lógicas tal vez más coloquiales. El poder de la cámara Desde hace algún tiempo y ahora con mayor énfasis se recalca sobre el nivel de influencia de la cámara, entendida esta no solo como hacedora de imágenes sino también como un instrumento de gran alcance, testimonio y poder. Incluso, se la ha llegado a promocionar como una arma letal, ya que capta todo, esté o no en movimiento. Ello explica el temor de algunas autoridades y funcionarios para ofrecer declaraciones acerca de cualquier tema. Poner en cinta a alguien implica grabar un fragmento de su vida para que luego - 162 -

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se reconozca y mire desde otras perspectivas: ¿Yo hice?, ¿yo dije?, ¿yo me muevo así?, ¿cómo me veo?, ¿parece que no soy yo? y ¿desde cuándo actúo así? Después de la participación, los concursantes del programa pierden la fama ganada cuando permanecieron al aire, ya que la presencia se legitima en la pantalla y no afuera. Además, la interacción con el público es ficticia, ya que el reino del anonimato a través de los celulares es más notorio. Nadie conoce a sus electores aunque es seguro que estén entre los primeros lugares amigos y familiares. Aquí funciona aquello que dice «que nadie sabe para quien trabaja». Hasta ahora no hay claridad sobre el mensaje que propone este programa. La ruta es tan incierta que es mirada como un artilugio del sistema para desviar con-ciencias.

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¿Y qué del «reggaeton»? El «reggaeton» ha invadido innumerables espacios en América Latina. Se escucha en buses, discotecas, bares-restaurantes y hogares en todo momento. En algunos casos, el día comienza y termina con las canciones de mayor impacto y aceptación. Esta manifestación musical ha sido bienvenida por la juventud y un segmento del público adulto sin distinción de estatus socioeconómico, nivel educativo, género y religión. Su incidencia en el ocio es tan considerable, al punto de crear todo un universo simbólico cultural y comunicacional en la población. El «reggaeton» no es solamente la afición, disfrute, canto e imitación de los artistas, también es la irrupción en la cotidianidad de un nuevo lenguaje, el uso de un cierto tipo de vestimenta y la expresión corporal a través del baile. Y aunque esta expresión no sea reconocida como una señal cultural por los representantes del «canon», es un elemento que se articula de lenguajes urbanos, que se confluyen en la oralidad, el gesto, la ocupación del espacio y la vestimenta. Esta realidad se hace visible desde el acto mismo de la creación de las canciones en letras y música, pasando por la puesta en escena de un baile concreto hasta el poder de convocatoria que tienen solistas y grupos para que la gente los escuche en privado y en público. Solo el hecho de que esté presente en la cotidianidad lo ubica como un fenómeno sociocultural. «Dale don dale…» Esta propuesta carece de imaginación y contenido en las composiciones. Cantantes y grupos trasladan al público un máximo de dos o tres frases por canción. A manera de recuento, se mencionan algunas de ellas: «dale, dale don dale...», «le gusta la gasolina, dale más gasolina...», «dale moreno, dale moreno...», «lo que pasó, pasó, entre tú y yo...». Entre las características generales de estas iniciativas están la cortedad y reiteración de los mensajes (¿cuáles?). - 164 -

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Señales claras de la tendencia del sistema: girar sobre lo «light» La capacidad expresiva del lenguaje aquí se diluye. La discursiva del «reggaeton» es netamente implícita. No utiliza ninguna figura o estilo de narración para expresar algo. Su mensaje es directo y sobreentendido. Al igual que la publicidad, se impregna por las reiteraciones acerca de lo mismo. Ese repetir fácil de los contenidos permite que los aficionados memoricen las letras sin ninguna dificultad. Asimismo, se trata de introducir en la audiencia un lenguaje paralelo, porque las canciones contienen una jerga de quienes las producen. Ello va de la mano con la forma de hablar-cantar... «Perreo, mami perreo…». Contenidos, cuerpos y continentes Como la mayoría de géneros musicales de nuestro continente, el «reggaeton» centraliza su discurso en la relación de pareja. Va desde la ruptura de los amantes, dando un salto por la traición hasta llegar a la provocación y consumación del acto sexual. Al igual que la salsa y la techno cumbia, para citar nada más dos casos, se baila la desdicha y el desamor con desenfreno. Unas perlas al respecto: «... pobre diabla/ se dice que se te ha visto por la calle vagando, llorando por un hombre que no vale un centavo/ pobre diabla/ llora por un pobre diablo...». El fatalismo y la crisis amorosa salen a flote como causaefecto para atraer a la audiencia. ¿No será, acaso, que la tristeza, el desengaño y el derrotismo se articulan como señas de identidad hasta en la música? De otra parte, los estilos y continentes artísticos en las canciones se pierden y escasean. No hay un ítem que diga dentro del gremio, que los aspirantes a llevar esta moda musical a cualquier parte debieron haber tenido buen canto y dominio escénico en la escuela, colegio o barrio. Al contrario, todo parece un juego de efectos musicales electrónicos que acomodan un conjunto de voces estridentes que brillan por la ilusión del buen cantar. Una de las particularidades del «reggaeton», al igual que el rap, es que - 165 -

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se gesta en la calle sea considerado como un resultado de las culturas urbanas y, en gran medida, de las marginales. Por esa razón, no sigue patrones ni formatos de la cultura dominante o de la elite. Sin embargo, los «aniñados» o «niños bien» disfrutan esta expresión, aunque nieguen su existencia y camuflen sus gustos en este aspecto. No obstante, para nadie es desconocido que el «reggaeton» ha llegado a la mayoría de espacios de diversión con gran éxito. Un punto que no se debe dejar de lado es el relacionado con el espectro estético. Los cantantes, al ser ídolos de barrio primero y de un éxito repentino después, no siguen los formatos tradicionales de la farándula latinoamericana. Su vestuario difiere del típico «galán» del culebrón al estilo venezolano y mexicano. En el mejor de los casos, se promueve un estilo sin estilo. Mejor dicho, algo fuera de lo «chick» y «la elegancia». Lo dicho se observa en pantalones anchos y largos que se arrastran por los suelos, cadenas gruesas alrededor del cuello, aretes rimbombantes en mujeres y hombres, camisas fuera de los pantalones, cabellos cortos y parados. Toda una moda, no una tendencia. Erotización del baile La carga erótica que se exterioriza por medio del baile es una de las señas particulares de esta expresión musical. Se promueve el destape y una cierta simulación de la sexualidad en movimientos provocadores y que derrumban inhibiciones y tapujos. Todo se convierte en un juego de ida y vuelta. A medida que existe un mayor acercamiento entre la pareja o roce hay mayor disfrute. En ese instante, ya no juega tanto el contenido, sino el ritmo e intensidad que se catapulta en cada canción. Así, el cuerpo entra en una lógica de lenguaje corporal, donde cada gesto, meneo, vuelta, coqueteo… tiene una alta dosis simbólica: atraer al otro para disfrutar este juego. Como se observa en otros géneros, los grupos de «reggaeton» han creado una serie de movimientos en el baile, los cuales son reproducidos por el público con una concepción de cercanía. A pesar de que muchas parejas no - 166 -

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bailan apegados, alejamiento y acercamiento son una suerte de mostrarse, poco a poco. Sin duda, esta moda no dejará de causar polémica por la manera en que es asumida por sus seguidores, sobre todo, porque ha llegado a convertirse en una distracción cotidiana. Pero como dijo el poeta, «todo pasa». Solo en el devenir del tiempo se podrá comprobar el grado de incidencia. Hasta el momento, lo que sí es rescatable es que no genera ninguna suerte de caos, tampoco persigue ninguna reivindicación política, religiosa o económica. Es un disfrute momentáneo como cualquier otro. Lo que sí habría que preguntarse es el poder de renovación en contenidos y formatos, pues si se encasilla en lo que hasta ahora hemos escuchado y visto lo más probable es que no trascienda el «reggaeton».

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La Techno cumbia Para ilustrar la convivencia de las manifestaciones culturales y los elementos de comunicación que intervienen en este fenómeno social se ha decidido argumentar acerca de la Techno Cumbia, debido al impacto de esta producción cultural en la ciudad, partiendo del concepto de lo barroco: «proyecto andino y en parte latinoamericano, social y cultural, basado en la incorporación de lo andino, lo colonial y, contemporáneamente, lo moderno lo globalizado». Este género musical ha sido atacado por sectores de la elite, pues creen que no se lo puede considerar como una manifestación cultural. Bajo este pensamiento se quiere asociar estrictamente a las manifestaciones culturales con una identidad legitimadora: «introducida por las instituciones dominantes de la sociedad para extender y racionalizar su dominación frente a los actores sociales»26. Todo lo que está fuera de este marco no tendría validez, estética y peor aceptación por parte de las industrias culturales. Tampoco se ha entendido que esta expresión cultural, la Techno Cumbia, no está inmersa dentro de lo que se denomina contracultura, subcultura ni cultura de resistencia, ya que no enfrenta nada, no se desarrolla en la clandestinidad ni tampoco tiene como finalidad crear mecanismos contestatarios y de defensa ante el sistema político, económico y social. Más bien es el resultado de un macro mensaje emergente a través de una serie de hibridaciones (en forma) y de intersubjetividades (de fondo) de los actores sobre el desarraigo, la emigración, el desamor, el olvido, la sexualidad. La Techno Cumbia es una señal de identidad por parte de un grupo, pues a través del mensaje de las canciones se crean valores de proximidad y consonancia compartidos entre los sujetos. Estas categorías de análisis comunicacional fueron introducidas por Teun van. Dijk. En síntesis dicen que los actores se acercan al producto debido a que el contenido es muy cercano a su rea26

En Castells, Manuel, PARAÍSOS COMUNALES: IDENTIDAD Y SENTIDO EN LA SOCIEDAD RED.

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lidad. Asimismo, que gran parte de este tiene un conjunto de valores similares a los del público. También jugaría un elemento primordial en la aceptación: la novedad. Cuando en esta investigación se habla de identidad se apela al concepto de Manuel Espinosa Apolo, quien dice que «se conforma de dos elementos: por una parte del bagaje cultural genuino de un grupo y por otra parte de la existencia de un YO grupal, formado precisamente a partir del autorreconocimiento que realizan los miembros de una colectividad de su bagaje cultural»27. En este ítem se explicará de qué manera y por qué razones, la población se identifica con esta manifestación cultural desde la comunicación y la cultura. Los espacios de la Techno Cumbia Las presentaciones que realizan los artistas de este género se llevan a cabo en espacios públicos, masivos, no cerrados, ni con un alto costo de ingreso a diferencia de los «conciertos exclusivos», los cuales se pagan con tarjeta de crédito en muchos de los casos y con un periodo considerable de reservación de las entradas. Otra de las disimilitudes con las estratagemas que utiliza la «cultura dominante» es que los cantantes de la Techno Cumbia no recurren a grandes campañas de publicidad, tampoco participan como solistas en las presentaciones (donde se evidencia una solidaridad gremial). La concurrencia a los conciertos es masiva, lo que descalifica el criterio de que este fenómeno no puede ser considerado como una manifestación cultural. Sobre todo, si se toma en cuenta que esta música ha llegado a ocupar un espacio de la cotidianidad de muchas personas. Fenómeno que se puede vivenciar en los buses, en las esquinas donde se venden compactos «piratas»28, en las fiestas populares. Inclusive, los representantes de la canción han llegado Manuel Espinosa Apolo en LA CULTURA EN EL ECUADOR SU DIMENSIÓN Y DESARROLLO por Eduardo Puente, Ed. SINAB, Quito, 1998, Pág. 48. 28 Compactos que se reproducen de manera ilegal y se comercializan en espacios de venta informales. 27

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a considerarse ídolos y «jerarcas» de este género. Por eso se habla de dinastías, de príncipes, etc. Esta situación se clarifica cuando se escucha en las estaciones de radio y conciertos que va a cantar «la dinastía Aymara, el ídolo de las quinceañeras, la reina de la Techno Cumbia», etc. Estas manifestaciones se legitiman ante sí y ante la población a través de un lenguaje propio, el cual gira en torno de los siguientes elementos comunicativos: w La conjunción de factores comunicacionales y señas culturales en forma y contenido. Techno, norteamericano y Cumbia, colombiana. w Niveles de proximidad, consonancia y novedad. w Ocupación de determinados espacios públicos (proxémica). w Uso de un vestuario peculiar. w Apelativos, en vez de los nombres propios de los artistas. w La relación de las letras con el desamor, el desarraigo, la emigración, el sexo, el licor, la traición. w Un alto poder de convocatoria. Elementos del lenguaje comunicativo de la Techno Cumbia Respecto del primer punto, la Techno Cumbia es el resultado de un proceso de mezcla, de intercambio, de adopción y complemento de géneros musicales de distintos lugares. Primero, porque esta manifestación proviene del Perú y se construye mediante la fusión del Techno de Norteamérica y de la Cumbia de Colombia. Asimismo, se adaptan canciones de otros géneros como el bolero y la balada. Esto demuestra que el proceso de producción de los mensajes en su forma es cambiante y dinámico. Segundo, porque en esta manifestación se pone de relieve el mestizaje cultural, pero no como un simple cruce de valores, costumbres, sino como el resultado de la convivencia de lo diverso. Se podría afirmar al igual que Eduardo Kingman Garcés que esta manifestación cultural-comunicacional conforma lo barroco. Desde esa óptica, este - 170 -

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género musical es singular, aun cuando sea el resultado del agrupamiento de otros, pues su fortaleza en la convocatoria es la novedad, presentar algo distinto, dar a conocer la suma de retazos, de fragmentos. Ello en cuanto a la forma. Dentro de la comunicación este factor es indispensable, pues lo nuevo permite el reciclaje del contexto mediante la presentación de distintas noticias cada día. Tómese en cuenta que lo nuevo, aunque no produzca un nivel de aceptación genera curiosidad por el simple hecho que irrumpe en la realidad por ser algo fresco. Además, este género tiene una edad muy corta para ser considerado tradicional. «La aceleración de la novedad acelera también la propia obsolescencia de lo nuevo», como explica Barbero. De ahí se comprende por qué los cantantes de la Techno Cumbia están produciendo constantemente y, sobre todo, reeditando éxitos de años pasados. Ellos han readaptado cualquier tipo de canción a este género. Consumidores de la Techno Cumbia La concurrencia masiva a los espectáculos de este género es masiva, lo que demuestra el grado de proximidad y consonancia entre el público y el mensaje de las canciones, el público y los artistas, los seguidores y los espacios públicos. Todas, relaciones de orden social y comunicacional. En cuanto a la primera, se establece un acercamiento mutuo debido a que el público se identifica con las letras de las canciones corea, canta y grita al ritmo de los cantantes. Es un lugar donde se desinhibe el sujeto, pues sus similares hacen lo mismo. El espacio donde se llevan a cabo estas prácticas es propicio para la liberación de apetencias. Por lo general las presentaciones son en sitios amplios como plazas, coliseos, calles, etc. Entonces, no se genera ningún tipo de exclusión y represión a las emociones como en un concierto de cámara o en un auditorio para poco público, y con la norma de una determinada presentación en lo que concierne al vestuario. La Techno Cumbia no exige normas de etiqueta ni un comportamiento de simulacro ante la sociedad. - 171 -

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La relación entre el público y los artistas es consonante, pues los representantes de esta corriente musical no pertenecen a círculos sociales excluyentes. Son al igual que el público sujetos con el deseo de concretar sueños. Entre ellos, el de cantar. Tampoco tienen nombres y apellidos rimbombantes como los que defienden las clases de poder económico. Esta connotación -aunque no parece dirimente en el análisis- es relevante, pues el sujeto se identifica con el otro, porque comparte rasgos comunes. No solo en lo cultural, sino también en lo social y económico. No se puede soslayar que el precio de las entradas a estos conciertos es popular. Como ya se mencionó, los espacios donde se desenvuelven estas actividades permiten una serie de facilidades para lo masivo. También se constituyen en «imaginarios urbanos», es decir en puntos de encuentro y son parte del mapa mental de la ciudad. En el caso de Quito, el Coliseo Julio César Hidalgo, la Plaza de Toros y el Ágora de la Casa de la Cultura son las locaciones que satisfacen las expectativas de organización de estos eventos. No obstante, los cantantes difunden también sus producciones en las plazas y calles cuando se celebra la fundación de la ciudad. En otras urbes, este género ha ganado adeptos en el sector de clase media. Promoción cultural cara a cara Afuera de estos sitios como en su interior, la venta de compactos, fotografías y demás productos comunicacionales es una constante. Esta es una de las formas de publicidad que utilizan los artistas para trasladar su propuesta musical al público. La comunicación en el ámbito comercial apela a la venta cara a cara entre el negociante de la calle y el espectador. (Esta característica tiene relación con la informalidad, ya que los discos en su mayoría son reproducciones de originales. Los vendedores ambulantes no pagan ningún impuesto cuando ofrecen sus productos en cualquier esquina de la ciudad). El consumo de esta manifestación también se promueve por la radio, - 172 -

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especialmente en emisoras que dedican su programación exclusivamente a la Techno Cumbia y la rockola. La difusión también se ve en canales de televisión, donde la oferta es de carácter nacional. Un programa que lleva más de cinco años en este trabajo es el 10/10. Esta manifestación no solo es el género musical, sino un conjunto de acciones que los sujetos realizan para el consumo de esta corriente. La vestimenta: un elemento de comunicación Otro de los fenómenos a investigar es el uso de la vestimenta de los artistas, ya que difiere en varios sentidos a la de las grandes estrellas mundiales, pero también se encuentran similitudes. Aristas que serán explicadas líneas abajo. La ropa es un tipo de expresar originalidad desde una lógica que pasa por lo sensual, la seducción y la recurrencia a colores llamativos, la cual se complementa con el adorno de joyas y otros atavíos. Aparentemente, como un «falso demostrar» estatus económico o la idea de asociar a las joyas con elegancia. El artista no es un ídolo por lo que canta, sino también por lo que representa su imagen, por lo que comunica su presencia en la tarima, por la capacidad de seducir al público. El uso del vestuario de los artistas se puede diferenciar por el género, ya que el común denominador de las mujeres es mostrarse, es publicitar las bondades de la sensualidad sin relevar la edad, es manifestar un sentido de desarme a la inhibición. Pero también es una muestra de imitación de las estrellas de Occidente y de Latinoamérica, quienes en muchos de los casos apelan a economizar tela para causar expectativa. Ejemplos de esto se ve en la popularización de las vedettes en Argentina, de las chicas de algunos grupos como el extinto Garibaldi de México. No se vende solo contenido o canciones. De la mano van las formas, el poder de persuadir a través del cuerpo. Jean Baudrillard en una entrevista realizada por la revista Común Presencia de Bogotá se refiere a la seducción en estos términos: «es una forma - 173 -

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de deshacer el poder, de desestabilizarlo; es una lúdica no un valor humanístico»29. Entonces, el vestido de las cantantes juega con una serie de elementos para generar en el público un sentido de atención, curiosidad, sensualidad, de ver e irrumpir con la cotidianidad, de desbaratar el canon moralista, aunque solo sea en momentos de placer u ocio. En este caso, a través de la música. De allí se comprende que el vestuario responde a una estrategia de cautivar a la audiencia, más que a transmitir algo artístico. Los hombres, en cambio, apelan a una mezcla de formalidad e informalidad. Depende la ocasión, el lugar y la hora para utilizar un tipo de ropa. Sin embargo, se observan generalmente camisas de colores estrambóticos y semiabiertas, pues al igual que las cantantes, también quieren ser auscultados. Parte del espectáculo comprende el ofrecimiento de besos y abrazos a los seguidores como el consumo aparente de licor cuando algún seguidor lo convida. Estas formas se complementan con las letras: composiciones que se debaten entre el desarraigo, el desamor, la traición, el viaje forzado, la sexualidad y el consumo de licor. La semántica de estas manifestaciones puede ser vista por diversos factores de impacto social, económico y sentimental. Composición de la Techno Cumbia En la composición de las canciones se ha tomado como referente a uno de los hechos sociales que mayor impacto ha tenido no solo en la vida nacional, sino en el contexto latinoamericano: la migración hacia el exterior. Gran parte de las letras se refiere al viaje forzado, al auto desarraigo por condiciones económicas, al azar que provoca el saber que el emigrante puede volver o no. Se conoce que han salido del país el 10% de los habitantes, los cuales son de las tres principales ciudades del país: Quito, Guayaquil y Cuenca. Por esa razón, en estas urbes es donde mayor incidencia tiene este género. 29

LA REBELIÓN DE LOS ESPEJOS Jean Baudrillard, REVISTA COMÚN PRESENCIA, Bogotá, Núm. 15, pág. 5.

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A pesar de que las remesas de los emigrantes se estiman en USD 1500 millones al año y que ocupan el segundo monto de ingresos del país, no justifica ni trae consigo soluciones para los impactos sociales de los familiares de este grupo. Como ya se dijo, esto ha sido denunciado por la Techno Cumbia, sin embargo, contradictorio ya que la música no solo conduce a una confrontación interior de sentimientos, sino también al festejo, al baile y a enriquecer el ocio a través de la diversión. Esta manifestación se inscribe en un marco de glocalización, pues desde lo local se traslada una propuesta al globo. Especialmente, hacia los destinos de los emigrantes: España, EE. UU., Inglaterra, Chile, Italia. El consumo de estos relatos musicalizados pasa por una suerte de transterritorialización. Se conoce que el género analizado tiene una buena aceptación afuera y que los cantantes cobran sumas de dinero considerables para trasladarse hacia los destinos de los emigrantes. De otra parte, se trata de consolidar en el «imaginario urbano» la idea de que el pobre es el único que sufre todo tipo de acontecimientos desfavorables por su escaso y nulo poder adquisitivo, sino también por la traición y el desamor al que está expuesto. Este tipo de afirmaciones afirman, contradictoriamente, el proyecto occidental, ya que según el modelo neoliberalista el progreso, el éxito y la riqueza son las únicas vías para la felicidad. Estas dos posturas, el hombre pobre y víctima, y el rico y exitoso se complementan, no se excluyen. El canto al amor y todo lo que este ámbito implica acoge a la sexualidad como uno de las acciones más importantes, tanto en forma como en contenido. En forma, porque las (os) cantantes tratan de presentarse de la forma más sensual posible para musicalizar las relaciones imaginarias de pareja que hay en cada una de sus canciones. En contenido, porque los ejes del discurso se construyen de las relaciones furtivas y desamores que sufren los que más se entregan. - 175 -

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Estas subjetividades podrían explicarse desde dos vertientes: una cultural y otra económica. Benjamín Carrión escribió en «El Cuento de la Patria» la falta de autoestima de los ecuatorianos, la cual se evidencia en la música. Este escritor dijo: «la muerte en nuestras canciones es, desesperadamente triste, agobiadora, inhibidora de toda acción y de todas esperanza…»30 al referirse a Vasija de Barro. En el mismo texto se lee que «es preciso que se emprendan campañas nacionales contra el pesimismo, contra ese enfermizo creernos lo último del mundo. Orientar la educación, la conducción política, la cultura, hacia un sentimiento de confianza, de seguridad en nosotros mismos, en el ámbito, así sea reducido de nuestra acción». Es necesario mencionar que la producción musical del país casi en su totalidad está inmersa en un universo simbólico de tristeza, de pérdida, de dolor, sea ello en cualquiera de los géneros. Esto también explicaría el posicionamiento de la Techno Cumbia en la urbe, pues sigue un camino de varias generaciones, pero con innovaciones. Le canta al fracaso, pero con formas modernas y tradicionales: el techno y la cumbia. En la actualidad se habla de otro género, la «Andicumbia» o la puesta en escena de instrumentos andinos para el baile. Con relación al ámbito económico, este género expresa en las letras la condición del segmento más grande de la población. Situación que coadyuva al apego y aceptación de las personas a esta manifestación, siendo objeto de intercambio social en reuniones de todo orden. Tampoco se puede soslayar que el costo de las entradas a este tipo de eventos no tiene carácter de exclusividad ni motiva el uso de ningún atuendo especial o de marca (el éxito de este género ha sido explotado por los políticos, quienes acompañan su discurso proselitista con esta música). El consumo en estos eventos de Techno Cumbia gira en torno del licor. Bebida que se convierte en un «desinhibidor social», pues a medida que trans30

Carrión, Benjamín, EL CUENTO DE LA PATRIA, Ed. Casa de la Cultura, 3era edición, Quito, 2003, pág. 20.

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curren las horas, el sujeto expresa de manera pública lo que creía privado. Razón que determina la ruptura entre lo público y lo privado. Articulación del lenguaje en las canciones El lenguaje de cada una de estas canciones no tiene un mínimo de dificultad ni tecnicismo. Es escaso y de fácil comprensión. Inclusive es reiterativo, pues las composiciones no abarcan más de seis estrofas. Al contrario, son un repetir de frases persuasivas. Estas explicaciones permiten comprender porque son de sencilla memorización. También hay una similitud en el ritmo de estas. Por eso son un género. Estas canciones debido a su connotación sexual han sido criticadas, ya que ponen al descubierto la privacidad que se da en el establecimiento de las relaciones. Sin embargo, no se conoce la finalidad de la composición de las letras, pues pueden pasar por una experiencia personal como ser el resultado de una arbitrariedad o un simple discurso que irrumpe lo tradicional con un afán netamente especulativo. Algo así como cuando se da rienda suelta a cualquier rumor, que es una seña de identidad del ecuatoriano. La «musicalización» del rumor, de la arbitrariedad como de la experiencia personal llevada a una canción se legitima solo en el intercambio comunicacional: el artista canta, el público corea las canciones y el vendedor reproduce el mensaje en la calle con volúmenes altos que salen de sus equipos de sonido. Este mensaje llega a socializarse en los medios de transporte. Especialmente, en los colectivos, siendo este un punto de encuentro audiovisual para los pasajeros, aunque no les agrade esta música. En lo que se refiere a la actuación del artista, esta no solo comprende el canto, porque abarca un universo más amplio. A la vez es animador, locutor y a veces actúa como motivador. El mensaje es corto en contenido como en forma. Por lo general, la animación se reduce a un juego de palabras, donde sobresalen temas de género, regionalismo y aficiones futbolísticas. Así - 177 -

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se escucha a los cantantes preguntar al público: ¿quién manda en casa, hombre o mujer?, ¿dónde están las personas de Guayaquil, Quito, Loja, etc.?, ¿dónde están los hinchas de la Liga, el Barcelona, etc.? El discurso musical como histriónico se convierte en una muletilla. Para Kantor (1928) autor importante y poco conocido en nuestras latitudes, algunos años antes, escribió: «el lenguaje debe tratarse como un comportamiento más, en todo el sentido que tal término posee»31. A ello se añadiría que interviene en esta manifestación cultural el bagaje del cantante como del grupo al cual se dirige. De ahí que hablamos de que la Techno Cumbia es una señal de identidad.

En Bayes, Chomsky, Mac Corquodale, Premarck, Richele, ¿Chomsky o Skinner? LA GÉNESIS DEL LENGUAJE, Ed. Fontanella, México, 1977, Pág. 8. 31

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Jota Jota “Quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad…”. Néstor Ulloa

De Julio Jaramillo, se ha dicho tanto, que su vida es interpretada como una suerte de mito y especulación, delirio y grandeza. Es, a la vez, santo y demonio, ídolo y peregrino, galán y antihéroe, bohemio e hijo de la fama. Dualidades que catapultan a un personaje histórico como figura de estudio. Más aún, si es referente musical de primer orden en todo tipo de reuniones sociales, aunque la cultura dominante lo niegue. Esta actitud timorata pretende negar lo que somos: un país que gira en torno de manifestaciones melancólicas, que contradictoriamente sirven de gozo y alegría en cada canción triste. En muchas fiestas, se escucha decir en reiteradas ocasiones que «los invitados pasaron tan bien, que hasta lloraron». Al igual que Gardel con el tango, el rock con los Beatles y los grandes intérpretes del jazz en Estados Unidos, Jota Jota fue visto al inicio de su carrera como un cantante de música subterránea, disonante para la clase culta, genuina solo para el tugurio y los de mal ver. De ahí que sus canciones eran imaginadas como cantinas de barrio, donde las noches se consumían entre neblinas de espesa nicotina y voces aguardentosas de muchos. En ese sentido, la primera imagen del cantante transitaba entre la bohemia expresa de la clase popular, la mojigatería de la clase alta y la crisis de identidad de los arribistas, de esos que hay por millares. Sin embargo, todos coreaban las canciones del guayaco a pulmón abierto. Del desamor y otros demonios Para esta oportunidad, vale argumentar que las manifestaciones culturales, que tienden a masificarse con gran facilidad como la música, dejan de ser excluidas por el elitismo cuando su aceptación ha rebasado la sensibilidad - 179 -

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colectiva y se consolidan como una seña de identidad, porque la gente se siente reflejada en cada letra. En este caso, la figura del “pobre con trágico destino”, al que todos los males le caen encima, se pone al descubierto en canciones vertebradas por el desamor, la traición, la ruptura, el desencanto, la infidelidad. Esto no quiere decir, bajo ningún punto de vista, que sea mala o buena la percepción, porque no caben moralismos ni golpes de pecho, sino más bien expresar que cada seña cultural obedece al sentimiento colectivo de la época. A diferencia de otros géneros, el pasillo y el bolero interpretados por Julio, trascienden las esferas del tiempo y el espacio, ya que el efecto de aceptación popular atraviesa a viejos y jóvenes, hombres y mujeres. Debido a ello, cantantes de otras latitudes han reeditado los éxitos del ídolo en ritmos de balada y hasta cumbia. ¡Por favor! Ya diría Jota Jota que nadie sabe para quien trabaja. Otro hecho notable es que este tipo de música no se baila, pues el disfrute está en la afinación del oído y el canto individual como colectivo, sin importar que se lo haga a capela o bajo acompañamiento musical… “Esta noche tengo ganas de buscarla, de olvidar lo que ha pasado y perdonarla, ya no me importa el qué dirán, ni las cosas que hablarán…”. El gusto por las expresiones culturales, en muchas ocasiones, se legitima por una especie de herencia. Es así que en muchos hogares, los niños crecen al ritmo de algunos géneros musicales, libros, películas, cuadros y esculturas. El hogar es uno de los mejores espacios para inyectar altas dosis de amor por estas manifestaciones. Y porque no decirlo, muchos crecimos escuchando boleros, mientras las tardes de Quito transcurrían al compás agitado del tráfago, el estrés del infatigable trabajador, la aventura romancera de jóvenes universitarios en los parques… “yo te soñé, pero nunca te pude encontrar, y al fin te encontré, y mis sueños se han tornado realidad…”. Nuestro juramento En el puerto principal, en los buses de Quito, en algunos restaurantes - 180 -

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de Loja y en infinidad de sitios, los famosos «lagarteros» o, cantantes callejeros, hacen gala del conocimiento de las canciones de Jota Jota, situación que contribuye a socializar esta música en lugares de gran concurrencia. Bajo esta perspectiva, el imaginario urbano no es solo el cantante, sino el espacio donde la dramaturgia se desenvuelve. Ello junto con la difusión radial de varias estaciones que han tomado el jueves como punto de partida. En varios cantones del país, hay un programa dedicado a Julio. Muchos se llaman de la misma manera: «Jueves de Julio Jaramillo». Es más famoso hoy, que en su temporada de apogeo. Al igual que varios artistas, el Ruiseñor superó expectativas después de su deceso. Es que en el país no hay reconocimientos en vida como debe ser, sino muertos buenos e inigualables siempre. Incluso, en varias oportunidades en el extranjero han revalorizado más lo nuestro. Un ejemplo claro es la famosa novela colombiana Café, donde el principal protagonista escuchaba a Julio en crisis sentimentales. Lo mismo ha ocurrido con la imitación a su modo por parte de Charly Zaa y de tantos que corean y coreaban como suyas la canción «Nuestro Juramento». Entre ellos, Javier Solís, una de las mejores voces de todos los tiempos. Mil y una aventuras Cuando se habla de los famosos, la prensa rosa y el sensacionalismo como recurso aberrante de la comunicación se cogen del más mínimo detalle para magnificar anécdotas, exagerar situaciones y armar contubernios. Y sin que algunos reporteros dimensionen su trabajo, se convierten en promotores de leyendas, héroes y antihéroes. Más todavía, si quieren que llueva sobre mojado o tratan de rescatar el universo simbólico que giró entorno de cualquier artista. El deceso de una figura es pretexto para generar noticia y mitificar… De Julio se ha creado un sinfín de historias. Desde la del galán porteño con una infinidad de hijos hasta el hombre humanista y que vela por los despo- 181 -

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seídos a través de una generosidad invalorable. “Ahora comprendo que todo fue mentira, fue tanta mi ilusión por hacerla feliz, pero todo fue en vano, sus juramentos falsos…”. Más allá de lo que se diga o no, somos lo que somos a través de la música, porque en ella se reflejan las sensibilidades del momento, los recuerdos que se quedaron, cuando también representan el sentimiento y las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales de una época concreta. Un ejemplo de ello, a guisa de paréntesis, es lo que ocurre con la techno cumbia, fenómeno que transgredió lo cotidiano por la migración, sino revisemos sus canciones. Lo más notable de Jota, regresando al tema, es que superó la esfera espacial para posicionarse como un clásico de la identidad nacional. Alguien diría que es inusual que una tonalidad triste haya nacido en la Costa, a lo cual respondemos que las expresiones artísticas no obedecen a espacios, sino a contextos concretos. El sentimiento cultural es universal… Antes de cerrar esta tribuna, terminamos escuchando por medio de un disco de acetato, de esos que se conocen ahora como piezas de museo… “llora guitarra, porque eres mi voz de dolor, grita de nuevo su nombre si no te escucho, y dile… que aun la quiero, que aun la espero que vuelva…”.

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