APROXIMACIÓN REGIONAL AL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE LA COSTA RIONEGRINA

June 15, 2017 | Autor: Sonia Lanzelotti | Categoría: Arqueología de Patagonia, Conservación del Patrimonio Cultural
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Descripción

Arqueología de la costa patagónica Perspectivas para la conservación ISABEL CRUZ

Y

MARÍA SOLEDAD CARACOTCHE (EDITORAS)

U N PA Universidad Nacional de la Patagonia Austral

FUNDACION PATAGONIA NATURAL SUBSECRETARIA DE CULTURA PROVINCIA DE SANTA CRUZ

Arqueología de la costa patagónica

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Arqueología de la costa patagónica : perspectivas para la conservación - 1a ed. Río Gallegos : Universidad Nacional de la Patagonia Austral, 2006. 296 p. : il. ; 0x0 cm. ISBN-10: 987-1242-07-7 ISBN-13: 978-987-1242-07-8 1. Arqueología. 2. Conservación de Recursos-Región Patagónica. CDD 930.1 : 333.72

Fecha de catalogación: 04/08/2006

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Arqueología de la costa patagónica

Arqueología de la costa patagónica

Perspectivas para la conservación ISABEL CRUZ

Y

MARÍA SOLEDAD CARACOTCHE (EDITORAS)

Diseño de Tapa Bernardita Ladrón de Guevara y Claudia Contreras Diseño de Interior Patricia Schembari Este libro cuenta con el aval de: Administración de Parques Nacionales Fundación Patagonia Natural Sociedad Argentina de Antropología Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Cruz Universidad Nacional de la Patagonia Austral

Arqueología de la costa patagónica

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CAPÍTULO 3

APROXIMACIÓN REGIONAL AL REGISTRO

ARQUEOLÓGICO DE LA COSTA RIONEGRINA

Cristián M. Favier Dubois 1-2, Florencia Borella1-2, Liliana M. Manzi1-3, Marcelo Cardillo3, Sonia Lanzellotti4, Federico Scartascini 4, Mariano Carolina2 y Erika Borges Vaz2.

Introducción La costa de la Provincia de Río Negro se caracteriza por presentar un abundante registro arqueológico en superficie, aspecto ya destacado por Marcelo Bórmida, arqueólogo que realizó el primer estudio sistemático de este litoral en la década del ´60 (Bórmida 1964). A fines de 2003 se inició un nuevo proyecto de investigación, impulsado por la necesidad de actualizar los estudios en este amplio litoral - rico en evidencia arqueológica y que no contaba aún con ningún fechado radiocarbónico- y de estudiar el uso de este espacio por parte de cazadores – recolectores terrestres desde una perspectiva regional. El predominio de evidencia arqueológica en superficie, vinculada principalmente al efecto de la deflación sobre la costa actual, nos alentó a desarrollar un estudio distribucional, el cual permite explorar la densidad y características del registro arqueológico en grandes espacios. No obstante, juegan en contra cuestiones de visibilidad, algunas de ellas a causa de la cobertura vegetal que limita el reconocimiento de los materiales en superficie, y otras debido a procesos geomorfológicos como la erosión y la sedimentación que sepultan o descubren sitios arqueológicos. La metodología elegida para estudiar este sector costero fue la utilización de transectas y recorridos dirigidos, que permiten relevar amplias porciones del espacio, diferenciando unidades en el paisaje costero de acuerdo a su visibilidad y al modo en que se presenta el registro arqueológico. En el caso de las dunas litorales, las frecuentes hoyadas de deflación originadas por distintos agentes- constituyen ventanas en las que puede observarse la presencia o ausencia de registro arqueológico en las diferentes áreas del paisaje costero sobre las que se desarrollan. En cambio, sobre las amplias superficies de deflación que constituyen (en muchos casos) las terrazas marinas resulta más directa la evaluación de las densidades diferenciales de artefactos a lo largo del espacio estudiado. Este trabajo ha dado como resultado la identificación de un significativo conjunto de lugares de interés arqueológico. 1

CONICET, 2 – INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales, (UNCPBA), 3 DIPA-IMHICIHU, 4 Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

[email protected], [email protected], [email protected] Arqueología de la costa patagónica

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Área de investigación Los estudios se están desarrollando a lo largo de toda la faja costera rionegrina, sector comprendido entre el balneario El Cóndor (próximo a la desembocadura del Río Negro) y Puerto Lobos (límite con Chubut), abarcando una extensión aproximada de 350 Km. El área se caracteriza por poseer un clima templado semiárido, con una temperatura media de 15° C y precipitaciones de unos 250 mm al año, los vientos predominantes soplan del O, NO y SO, siendo estos últimos los de mayor intensidad, de hasta 123/135 km/h (Capitoli 1973). La vegetación corresponde a la provincia de monte, con dominio de la estepa arbustiva (Cabrera y Willink 1980) donde predominan el olivillo, el junquillo, la jarilla, observándose en algunos sectores el algarrobillo y algo de chañar. El extenso litoral rionegrino, que comprende la mayor parte del Golfo San Matías, puede dividirse en dos sectores de acuerdo a la orientación general de la costa, el sector norte del golfo, en el que ésta corre aproximadamente de E a O, y el sector oeste, en donde lo hace de N a S. La costa norte del golfo incluye tres áreas protegidas provinciales, Caleta de los Loros (de dominio privado), bahía de San Antonio (dominio fiscal provincial), y Punta Bermeja (dominio mixto). La costa oeste comprende dos áreas protegidas provinciales, el Complejo Islote Lobos y Puerto Lobos, ambas de dominio mixto.

Tabla 1. Localidades y loci relevados en la costa rionegrina Localidades Concheros (costa N y O) L M 1.Bahía Rosas 2 2.Promontorio Belén 1 3.Bahía Creek 1 4.C. de los Loros 6 5.B. de la Quinta 3 6.Playa Oeste BQ 9 7.Barranca Concheros 2 8.Bahía Final 11 3 9.Faro San Matías 1 10.Villarino Sur 1 11.Punta Villarino 1 12.San Antonio Oeste 1 13.Mar Grande 2 14.Las Grutas N y S 9 15.Bajo de Oliveira 1 16.El Sótano 1 17.El Fuerte 1 18.Camino Pulperos 19.Bahía Pozos 1 20.Playas Doradas 21.Arroyo Verde 22.Bahía Lobos 1 52

Otros loci 2 1 1 3 1 1 1 6 2 2 2 2 2 1 3

Total de sitios 4 2 2 6 6 9 2 15 1 2 2 7 2 11 1 3 3 2 1 2 1 4

Muestreos (cuad. 2x2m) 2 2 3 1 2 2 3 1 2 1 2 1 2 1 -

Sondeos estratig. 1 1 1 1 2 3 4 1 1 1 1 1 2 1 1 -

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Costa Norte del Golfo San Matías (dirección E-O) En el sector norte, entre el balneario el Cóndor y la bahía de San Antonio, la costa se caracteriza por la presencia dominante de acantilados activos, con el consecuente desarrollo de una prolongada plataforma litoral (restinga), interrumpida por algunos entrantes costeros como las bahías Rosas, Creek, la Caleta de los Loros, y la bahía de San Antonio. En los sectores en los que predomina la sedimentación marina, son frecuentes los cordones litorales a la manera de escalones de guijarros, que evidencian la evolución de la línea costera. Estos cordones forman parte de una terraza baja de acumulación marina (3 a 10 msnm), Holocena, presente en muchas localidades (Figura 1), a la que le sigue en altura otra terraza que ronda los 15msnm, indicando una edad Pleistocena, de acuerdo con los trabajos geológicos (Rostami et al. 2000). Ambas terrazas marinas se hallan cubiertas por depósitos eólicos, en forma de dunas y mantos, en parte deflacionados, que frecuentemente constituyen el contexto de hallazgo del registro arqueológico. En este litoral se localizaron unos 50 sitios arqueológicos, en su mayoría concheros, pero también concentraciones y material lítico disperso en la superficie de las terrazas. Estos sitios se ubican en 11 localidades denominadas de Este a Oeste: Bahía Rosas, Promontorio Belén, Bahía Creek, Caleta de los Loros, Bajo de la Quinta, Costa Oeste BQ, Barranca de los Concheros, Bahía Final, Faro San Matías, Villarino Sur, y Punta Villarino (Tabla 1).

Figura 1. Vista de la localidad Bahía Final (sitio BF6). Nótense los cordones de grava que conforman una terraza baja, cubierta de dunas, frecuente contexto de hallazgo del material arqueológico en la costa norte.

Costa Oeste del Golfo San Matías (dirección N-S) Corresponde al sector de la costa rionegrina entre San Antonio Oeste y Puerto Lobos. Esta costa puede subdividirse en dos tramos, separados por la Punta Sierra; al norte predoArqueología de la costa patagónica

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mina un ambiente de sedimentación, y al sur uno volcánico con presencia de serranías. A lo largo de este litoral se localizaron unos 38 sitios de interés arqueológico. Estos son más abundantes en el tramo septentrional, en el que abundan las dunas, cordones litorales, y niveles aterrazados. En la costa meridional son dominantes los acantilados, y también se observa la presencia de cordones litorales; en cambio, los sectores con dunas son escasos, así como los concheros, predominando las concentraciones de materiales en superficie. Cabe mencionar que los alambrados y las tranqueras han jugado en contra de las actividades de campo en el tramo meridional de la costa oeste, por lo que los relevamientos han resultado más dificultosos quedando algunos sectores sin recorrer. Los sitios se ubican en las localidades denominadas, de Norte a Sur: San Antonio Oeste, Mar Grande, Las Grutas N y S, El Sótano, El Fuerte, Camino de los Pulperos, Bahía Pozos, Playas Doradas, Arroyo Verde y Bahía Lobos (Tabla 1) Relevancia arqueológica del área La primera mención de estudios arqueológicos en el Golfo San Matías es una nota de Leoncio Deodat en el sitio de San Antonio, donde este autor describe la manufactura de artefactos sobre conchas de caracoles, definiendo una “industria valvácea”. Pero sin lugar a dudas, la investigación arqueológica sistemática del área fue desarrollada por el Dr. Marcelo Bórmida y colaboradores, entre los años 1961 y 1966, quienes localizaron cerca de 70 sitios a lo largo de la costa atlántica norpatagónica, desde Bahía San Blas (Pcia. de Bs. As) hasta el Arroyo Salado (Pcia. de Río Negro). Este investigador, cuyo esquema de trabajo se encuadró en la Escuela Histórico Cultural, definió varias “industrias” de artefactos líticos a partir de la descripción de aquellos recuperados en superficie. Con ello caracterizó a los grupos prehistóricos que ocuparon este sector de la costa norpatagónica durante los últimos seis milenios, de acuerdo a su cronología basada en consideraciones geológicas como la localización de los sitios en diferentes cotas correspondientes a antiguas terrazas marinas. No se han reanudado estudios arqueológicos de campo en la costa rionegrina en las últimas cuatro décadas, lo que justifica revisar los resultados e interpretaciones previas acerca de los conjuntos artefactuales a la luz de los conocimientos actuales, permitiendo el planteo de nuevas preguntas. Entre las muchas cuestiones a abordar, se encuentra la cronológica, ya mencionada en la introducción dado que no existía ninguna datación por Carbono 14 (C14) para los sitios de este amplio litoral. Otras preguntas que nos hacemos son ¿en qué forma se vincula la ocupación humana en la costa rionegrina con la explotación de los diferentes recursos, particularmente los marinos? y ¿qué relación tiene ello con la movilidad, el uso del espacio (intensidad de las ocupaciones, estacionalidad) y con la presencia de fuentes de agua dulce (recurso crítico) y otros recursos no comestibles? Hay también involucradas cuestiones paleoambientales, entre ellas, si las fluctuaciones climáticas medievales (1000 años AP) detectadas en Norpatagonia (Villalba 1994) han constituido un mecanismo de presión (stress) sobre las poblaciones humanas de este litoral. Estas y otras muchas cuestiones hacen falta abordar a la luz de nuevos interrogantes, enfoques teóricos, y posibilidades técnicas, cuestiones que se hacen necesarias para una discusión que vincule e integre datos obtenidos por otras investigaciones en curso desarrolladas al norte y al sur de nuestra área, a fin de esbozar un panorama arqueológico más claro de la costa norpatagónica.

El registro arqueológico La evidencia arqueológica del área corresponde a sociedades cazadoras – recolectoras que habitaron el norte de la Patagonia, en pequeños grupos que se movían a lo largo del año aprovechando diferentes recursos, entre ellos los costeros. Consideramos que el registro 54

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de actividades realizadas en el pasado por esos grupos se dio en forma continua a lo largo del paisaje, y operativamente dividimos el registro arqueológico en localidades y sitios o loci (lugares en latín) de mayor densidad de hallazgos, lo que tiene que ver no sólo con la intensidad de ocupación de cada espacio sino también con la visibilidad y con los procesos actuantes con posterioridad a su depositación (postdepositacionales) que le dieron su fisonomía actual. La mayoría de los sitios relevados evidencia el aprovechamiento de moluscos (concheros) y consisten en acumulaciones de valvas correspondientes principalmente a mejillones (Mytilus edulis) y cholgas (Aulacomya ater). Estas no sobrepasan los 30 cm de espesor, y se observan como lentes acotadas o forman parte de conjuntos mayores en los que asoman montículos y perfiles de conchillas de algunos metros de largo (Figura 2). Las valvas poseen matriz arenosa eólica, evidencian selección de especies y tamaños, y se hallan chamuscadas o calcinadas siendo usual la presencia de carbones entre las mismas (Favier Dubois y Borella 2004). Estas acumulaciones antrópicas se ubican en dunas deflacionadas que apoyan sobre terrazas de diferentes alturas, y se hallan asociadas con estructuras, artefactos, restos faunísticos y otras evidencias de actividades humanas (Tabla 2). También se observaron lugares de concentraciones de materiales líticos en superficie, que apoyan directamente sobre las terrazas. En muchos casos, estos materiales evidencian pulido superficial por abrasión eólica. Las acumulaciones de valvas de los concheros poseen alta visibilidad en el paisaje de dunas, y los artefactos y guijarros asociados contrastan en la arena del fondo de las hoyadas en las que aparecen, lo que incrementa aún más su potencial de hallazgo una vez que las dunas se han erosionado. Las concentraciones en la superficie de las terrazas, en cambio, representan un registro más disperso que apoya sobre un substrato que originalmente posee guijarros, y variable cobertura vegetal, lo que hace que la presencia de artefactos no sea evidente sin una observación detenida.

Figura 2. Asomo de conchero en la localidad Bajo de la Quinta (sector 3), en la que también se observan materiales líticos y óseos en superficie. Arqueología de la costa patagónica

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Tanto en la costa norte como en la oeste del golfo se realizaron muestreos de materiales arqueológicos de superficie a través de transectas lineales, de dimensiones variables según los casos, tanto perpendiculares como paralelas a la costa. En el caso de algunos sectores de costa, se plantearon áreas de recolección de dimensiones variables sobre las cuales 4 personas en un tiempo establecido efectuaban recolecciones. También se efectuaron muestreos de material lítico a partir de cuadrículas de 2x2m (Tabla 1). Los concheros se dividieron en dos categorías, aquellos en los que afloran de uno a cinco montículos o lentes de valvas (L), usualmente ubicados en hoyadas de deflación, y aquellos que presentan hasta varias decenas de asomos de montículos de valvas, en un espacio amplio dominado por la erosión (M). Muchos montículos, aunque en parte deflacionados, presentan potencial de excavación, por lo que se realizaron sondeos por niveles artificiales de 5 cm, en los que se obtuvo información estratigráfica y muestras para fechar. Contexto geomorfológico del registro arqueológico En la gran mayoría de los casos los materiales arqueológicos se ubican sobre terrazas marinas de diferentes alturas, ya sea apoyando en forma directa o más frecuentemente, incluidos en los depósitos eólicos que las cubren. Las terrazas más bajas (3-10 msnm) están usualmente constituidas por cordones litorales correspondientes al retroceso marino posterior al máximo transgresivo del Holoceno medio. Este retroceso dejó también como testigo un acantilado inactivo o paleoacantilado, alejado de la playa actual, que presenta un talud de derrubios de variable desarrollo. Las terrazas altas (15-30 msnm) corresponden a plataformas litorales elevadas, o antiguos cordones litorales, y en todos los casos su edad es pleistocena (Rostami et al. 2000). Contextos de hallazgo menos frecuentes han sido las márgenes de cañadones de los principales cursos que desembocan en el mar (Arroyos Salado y Verde), la planicie que se desarrolla sobre el acantilado terciario (Promontorio Belén), o el talud del paleocantilado marino (Bahía Final 6P, El Sótano 2) (Tabla 2). Elementos recuperados en contexto arqueológico Círculos de guijarros termoalterados Son estructuras constituidas por concentraciones de guijarros (cantos rodados) que presentan evidencias de alteración por fuego. Estos círculos tienen un diámetro variable que depende en parte del grado de dispersión que hayan sufrido los guijarros a causa de su permanencia en superficie. Es posible que fueran calentados para realizar algún tipo de cocción de alimentos (como ya lo sugiriera Bórmida, 1964), y/o como forma de preservar el calor del fuego durante mayor cantidad de tiempo. Estas estructuras han sido recuperadas en capa en las localidades Barranca Final y Las Grutas N, en la primera de ellas se obtuvo un fechado de unos 1000 años AP. La presencia de estos círculos de guijarros en los sitios arqueológicos es muy reiterada (ver Tabla 3) y se encuentran vinculados a sitios que han sido datados tanto en unos 4000 años AP (Bahía Rosas 2) como en unos 1100 años AP (Paesani S1) (ver Cronología). Artefactos líticos Los estudios sobre la tecnología lítica se han centrado hasta el momento en la obtención de información de base para toda el área rionegrina del Golfo de San Matías, para ello, se realizaron tanto muestreos sistemáticos como dirigidos, mediante la aplicación de cuadrículas de recolección, transectas y unidades de muestreo en distintas localidades de la costa. Se presenta aquí la información procedente de 21 muestreos sistemáticos realizados mediante cuadrículas de 4m2 en sitios de las costas norte y oeste. Fueron analizados un total 3265 artefactos, de los cuales un 94% corresponde a desechos de talla (lascas y fragmentos 56

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Tabla 2. Unidades geomorfológicas sobre las que se encuentra la evidencia arqueológica relevada Unidad Geomorfológica Terraza 3-10m

Terrazas 15-30m

Pendientes Valles Marismas Planicies elevadas

Subunidad Eólicos sobre terraza

Localidades

Bahía Rosas Caleta de los Loros Costa Oeste BQ Barranca Concheros Bahía Final Faro San Matías Villarino Sur Punta Villarino Mar Grande Las Grutas S Bajo de Oliveira Bahía Pozos Bahía Lobos Superficie terraza Bahía Rosas Bahía Final El Fuerte Camino Pulperos Playas Doradas Bahía Lobos Eólicos sobre terraza Bahía Creek Bajo de la Quinta Bahía Final San Antonio Oeste Las Grutas N El Fuerte Superficie terraza Bahía Creek Bajo de la Quinta Villarino Sur San Antonio Oeste Las Grutas S El Sótano Talud paleoacantilado Bahía Final El Sótano Cañadones Cañadón 1 Arroyo Verde ----Eólicos sobre planicie Promontorio Belén Bahía Final Lagunas Laguna Barrancosa

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Loci o sectores1 BR1 a BR3 CdeL 1 a 6 1a9 BLC 1 y 2 BF1 a BF9 FSM 1 y 2 VS1 PV 1 y 2 MG 1 a 3 LGS 1 a 4 BO1 BP1 BL4 BR4 BF6-S2 EF Pel y LB CP 1 y 2 PDS y PCN BL 1 a 3 Paesani S1 y 2 S1 a 3 BF 10, 11 y 111 SAO K, NoK y PC LR y 28F EFLapas BCT S4a6 VS2 SAO 1 a 3 PCol y EB ES 1 y 3 BF6-Pal ES2 S1 a 3 AV1 --PB 1 y 2 BF0 S1 a 3

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indeterminados) un 4% a núcleos y un 2% a instrumentos, incluyendo en esta categoría filos naturales con rastros de utilización e instrumentos con retoque sumario. Las materias primas fueron divididas en 3 categorías amplias que son las más abundantes en la muestra analizada, el basalto, el sílice (incluyendo sílice sedimentario, calcedonia y madera silicificada) y una tercera categoría que engloba a los grupos minoritarios (granito, areniscas, riolita, dacita). El basalto es la materia prima más abundante en la muestra con un 53 %, seguido por el sílice con 41 %, y en menor medida otras variedades de rocas con el 6 %. Existe aparentemente poca variabilidad entre sitios en la representación de categorías artefactuales. Las puntas de proyectil recuperadas presentan una considerable variación morfológica, aunque predominan las puntas triangulares con pedúnculo destacado de entre 30 y 40 mm de largo y las puntas triangulares apedunculadas de bases grandes y pequeñas, algunas de tamaño menor a 30 mm, y otras mayores, estas variedades son similares a las descriptas por Gómez Otero (1995) para distintos sitios de la costa de Chubut. Estos tipos parecen ser también los más abundantes en las colecciones observadas, tanto privadas como de museos. El análisis realizado hasta el momento sobre el conjunto de instrumentos líticos sugiere el predominio de una estrategia de tipo expeditiva, dominada por la manufactura de instrumentos de baja inversión de energía y poco estandarizados. Excepciones a este patrón son las puntas de proyectil, las bolas de boleadora y posiblemente algunos diseños de raspadores. En cuanto a los morteros, éstos muestran variabilidad de morfología y diseño, observándose algunos realizados con rocas locales como las areniscas de la Formación Río Negro, que aflora en esta costa, formalizados sumariamente; y otros de mayor inversión de energía para los que se utilizaron rocas no disponibles localmente, como el basalto vesicular, cuya procedencia probable son los afloramientos basálticos de la meseta de Somún-Curá. Ambos tipos de diseños se encuentran juntos en los sitios estudiados. También se ha observado selectividad en la utilización del basalto para la confección de instrumentos de filo largo y bisel abrupto, como las raederas, mientras que raspadores, muescas y denticulados han sido confeccionados casi de forma excluyente sobre rocas silíceas. Las rocas sedimentarias, principalmente una variedad rica en carbonato y de baja dureza, han sido utilizadas para realizar pequeñas bolas sub-esferoidales, ovales o aplanadas de surco generalmente irregular y en muchos casos de confección muy sumaria. Estos instrumentos podrían interpretarse en algunos casos como pesas de red, junto con otros artefactos como los guijarros aplanados con muescas en ambos extremos, también presentes en estos sitios y similares a los encontrados por Gómez Otero y colaboradores (1999). Las fuentes principales de materias primas cercanas a los sitios son rodados patagónicos, gravas de origen glacifluvial, que afloran en distintos sectores sobre la barranca terciaria cercana a la costa, y los rodados costeros, presentes en los abundantes cordones litorales de playas y terrazas. Se ha recuperado también obsidiana, en forma de instrumentos y desechos de talla, pero sólo en los sitios de la costa oeste. Este vidrio volcánico proviene probablemente de la zona de la meseta de Somún-Curá (Stern et al. 2000), actualmente están en marcha análisis geoquímicos para conocer su procedencia. El análisis de instrumentos muestra por el momento una notable homogeneidad en cuanto a la representación de algunas categorías como los instrumentos de tipo expeditivo y raspadores. Mientras que otras categorías como puntas, morteros y pesas, están presentes sólo en algunos sitios. Esto podría relacionarse tanto con factores de formación del registro como con aspectos funcionales de los sitios y la variabilidad ambiental de cada uno de los sectores. La naturaleza de estas relaciones, junto con la contrastación de la información de base expuesta en este punto, está siendo explorada a partir de los resultados ya obtenidos y de los trabajos en marcha en el área. 58

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Tiestos cerámicos Se han hallado fragmentos de diversos tamaños que en promedio no superan los 5 cm, y presentan un espesor variable. Se observan en la misma pieza sectores que han sufrido oxidación y reducción (colores rojizo y negro en la pasta) lo que evidencia una cocción no homogénea. La superficie externa de los mismos ha sido generalmente alisada, pero también los hay con superficies pulidas en una o ambas caras. Pocos tiestos recuperados poseen decoración incisa (ver Borella et al 2004). La localidad que más cantidad y variedad de fragmentos cerámicos presenta es Bajo de la Quinta, en la costa norte. Valvas modificadas Se trata de valvas de gasterópodos y bivalvos modificadas de acuerdo a patrones descriptos en la contribución de Deodat, para su uso como utensilios (ver Borella et al. 2004). Las modificaciones culturales consisten en la extracción de la columella (eje interno del caracol) a grandes volutas (géneros Adelomelon y Odonthocymbiola), obteniendo de esta forma una cavidad útil como contenedor o recipiente para beber (Deodat 1967). Asimismo se han hallado valvas de almejas (Amiantis purpurata) que presentan una formatización regular por retoque en sus bordes, modificación cultural para algún uso aún no determinado. Cáscaras de huevo grabadas Se trata de fragmentos pequeños (1 a 2cm en promedio) de cáscaras de huevo de choique o ñandú petiso (Pterocnemia pennata), que se hallan grabadas con motivos geométricos lineales y puntiformes. Se han hallado en diferentes localidades de la costa rionegrina (Tabla 3). Su presencia ha sido registrada también en el sitio La Serranita, de la costa sur de la Provincia de Buenos Aires, Bahía San Blas (Sanguinetti de Bórmida 1999). En una colección particular de San Antonio Oeste se conserva un huevo casi completo que ha sido decorado por esta técnica. En éste, el grabado sólo cubre una pequeña parte de la superficie, consistiendo en una guarda en forma de cruz que tiene como centro un orificio realizado en el extremo superior del huevo. Restos humanos Se han recuperado restos humanos en superficie, en las siguientes localidades: Bajo de la Quinta (tres sectores), San Antonio Oeste (tres sectores), y Punta Villarino (un sector). Bajo de la Quinta es la localidad que ha proporcionado la mayor cantidad de restos óseos humanos (actualmente en estudio). Allí se recuperaron 355 fragmentos de huesos humanos, con los que se calculó un número mínimo de 10 individuos, dos de los cuales son subadultos y ocho adultos. En San Antonio Oeste algunos de los huesos presentaban manchas rojizas en su superficie (ocre). En todos los casos, los restos humanos fueron hallados fragmentados, en dispersiones discretas, junto a otros materiales arqueológicos de superficie: desechos de talla, acumulaciones de valvas, cáscaras de huevo de choique (algunas de ellas grabadas) y otros restos arqueofaunísticos. Restos arqueofaunísticos Podemos afirmar que, al menos, parte de los fragmentos óseos de fauna observados en los loci corresponden a materiales arqueofaunísticos anteriormente sepultados (ver abajo). En casi la totalidad de las localidades estudiadas observamos fragmentos óseos de pinnípedos, tanto de crías como de adultos, pudiéndose reconocer (a partir de mandíbulas) la presencia de dos especies: el lobo marino de un pelo sudamericano (Otaria flavescens) y lobo marino de dos pelos sudamericano (Arctocephalus australis). Esta información es muy Arqueología de la costa patagónica

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interesante ya que no existen datos actuales de apostaderos de Arctocephalus en el litoral rionegrino. La explotación comercial de lobos marinos que tuvo lugar en la costa patagónica desde fines del siglo XVII diezmó las poblaciones de pinnípedos, provocando el abandono de franjas costeras por parte de algunas especies2, y en el caso de Otaria3 condujo a una falta de recuperación a los niveles originales luego del impacto provocado por la caza indiscriminada a la que fueron sometidos. Actualmente, en la costa rionegrina se conoce únicamente la presencia de apostaderos de Otaria flavescens, ubicados en Punta Bermeja, Caleta de los Loros, Islote Lobos (Crespo y Pedraza 1991:89), y bahía de San Antonio (registrado por nosotros en diciembre de 2004). En este sentido, la evidencia arqueológica aportará datos útiles para discutir la localización de loberías en el pasado previo al impacto provocado por las matanzas en tiempos históricos. En el registro arqueológico también aparecen fragmentos óseos de guanaco (Lama guanicoe), tanto en localidades de la costa norte como en la oeste. En algunos casos se observaron huellas culturales (fragmento óseos quemados, con huellas de corte, fracturas y negativos de lascados) que nos permiten asegurar que al menos parte de estos restos faunísticos observados hoy en superficie representan recursos utilizados en el pasado. En el caso de los armadillos y de los restos de aves, la presencia de algunos huesos quemados indicaría asimismo su procesamiento. Distinto es el caso de los restos de carnívoros y roedores observados junto a los antes mencionados, cuya presencia es más bien escasa y sin ninguna modificación cultural, lo que imposibilita al momento considerar su utilización por parte de los cazadores-recolectores en el pasado. Es también frecuente la presencia de otolitos de peces en varias localidades de la costa del golfo. Los hay de diversos tamaños y en muchos casos parecen corresponder a corvina, aunque se halla en curso una identificación más precisa. Es destacable que en aquellos lugares donde abundan (como San Antonio Oeste y Bajo de la Quinta) se han hallado artefactos semejantes a pesas de red (ver Material lítico). Por último, se han registrado fragmentos de pinzas de cangrejo, por lo general quemadas. Se preservan principalmente las quelas de cangrejo rojo o de las piedras (Platyxanthus crenulatus), frecuente en las rocas de la plataforma litoral del golfo. Al observar esta tabla, debe tenerse en cuenta que se trata de datos preliminares, que hay localidades representadas por una única concentración y otras que poseen numerosos sectores con material arqueológico, lo que incrementa las probabilidades de registrar varios ítems de los seleccionados. Asimismo hay áreas mejor exploradas que otras, en vistas de sus facilidades de acceso. La costa oeste fue la última relevada, y su tramo sur sólo se recorrió una vez.

Conservación del registro arqueológico En términos de Dunnell (1992), el registro arqueológico es un recurso no renovable, la noción de sitio entendido como sectores del paisaje con mayor concentración de artefactos no sólo guía nuestro entendimiento del comportamiento pasado humano sino que también guía su preservación, puesto que su desaparición genera un sesgo permanente. Esta situación ha sido una preocupación presente en las investigaciones realizadas en el área. A principio de 1951 cuando el arqueólogo Osvaldo Menghin realiza su primer viaje de estudio a Patagonia, recorre los concheros de San Antonio Este, menciona el muy buen estado de preservación de los mismos y su desconocimiento por parte de los pobladores, lo que según él se debe a la ausencia de puntas de flecha tan codiciadas (Menghin y Bórmida MS: 26). 60

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Tabla 3. Localidades relevadas y algunos elementos de su registro asociado Localidades Bahía Rosas Promontorio Belén Bahía Creek C. de los Loros B. de la Quinta Costa OBQ y B. Con. Bahía Final Faro San Matías Villarino Sur Punta Villarino San Antonio Oeste Mar Grande Las Grutas N y S Bajo de Oliveira El Sótano El Fuerte y C. Pulp. Bahía Pozos Playas Doradas Arroyo Verde Bahía Lobos

Guijarros Tiestos termoal. cerám. X X X X X X X X X X X X X X X X X X X -

Valvas modif. X X X X X X X X -

Cáscaras Restos Restos de grabadas humanos arqueofauna X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X X -

Diez años después parece que la suerte había cambiado. La frecuente búsqueda y recolección de piezas sobresalientes por los pobladores provoca la paulatina destrucción de los sitios, como ya lo había mencionado Sánchez Albornoz (1967). Algunos yacimientos sufren más que otros principalmente por encontrarse próximos a poblados, caseríos actuales o vías de circulación de uso frecuente. Es el caso del sitio Saco Viejo (San Antonio Este). De aquí provienen la mayor parte de los materiales malacológicos estudiados por L. Deodat, los esqueletos humanos estudiados por Bórmida, las hachas y placas grabadas descriptas por Sánchez Albornoz (1967:455-456) y los tiestos cerámicos estudiados por Moldes de Entraigas (1977). Probablemente la introducción de ganado ovino y vacuno en la zona, el trazado de caminos y sendas, y la posterior apertura de numerosas canteras de gravas y arenas en la costa (como las que se observan entre San Antonio Oeste y Las Grutas) propició la aparición de focos erosivos y la degradación de las dunas. Asimismo, en las últimas décadas las playas de este litoral se han constituido en un importante lugar de veraneo y pesca, lo que ha producido un aumento de turistas particularmente durante la época estival. El trazado de la Ruta Provincial Nº 1 a mediados de la década del 90, que recorre todo el sector norte de la costa, ha tenido varias consecuencias directas sobre el registro arqueológico: la exposición de materiales a partir del propio trazado del camino (y de las huellas que lo conectan con diversos puntos), la génesis de focos de deflación que la remoción del suelo supone y un incremento en la depredación de materiales arqueológicos ahora más accesibles a coleccionistas y aficionados que comenzaron a visitar asiduamente esta costa, dada las facilidades de acceso. En San Antonio Oeste y Las Grutas son frecuentes los hallazgos realizados por parte de los pobladores en el propio ejido urbano, que se expande a expensas de Arqueología de la costa patagónica

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yacimientos arqueológicos, sobre los que se construyen nuevos barrios. En la primera localidad hay un museo histórico en el que lamentablemente no se ha dispuesto ningún espacio para preservar material arqueológico. Dada la profusión de material en superficie (“picaderos”) a lo largo de la costa, la recolección de piezas arqueológicas es una práctica usual de los lugareños, y particularmente de los pescadores, ya sean visitantes o residentes locales. Asimismo la circulación de propietarios de estancia, capataces y puesteros en sus habituales recorridos dentro de sus tierras les han permitido, con el transcurso del tiempo, reunir importantes colecciones, incluso de piezas que podría denominarse raras o poco frecuentes. Sin duda, el paulatino accionar de los aficionados a través de los años ha diezmado al registro arqueológico, como se evidencia en el proliferar de colecciones privadas observado en las ciudades de Viedma, Las Grutas, San Antonio Oeste, Sierra Grande y localidades menores. Determinados sectores de costa son utilizados para realizar buceo deportivo, como Bahía Rosas, Bajo de la Quinta, El Fuerte, y las Puntas Sierra y Pórfido. Esta actividad coincide en muchos casos con localidades arqueológicas, atrayendo gente que se moviliza utilizando vehículos 4x4 y cuatriciclos con los que circulan por las playas e ingresan a las terrazas bajas donde se encuentran emplazados los sitios actualmente en estudio. Un ejemplo bien documentado es el caso de la localidad Bajo de la Quinta, donde hemos registrado huellas de dichos vehículos procedentes de la playa sobre los concheros próximos a la costa actual. El pisoteo de los vehículos que circulan favorece la exposición y erosión de concheros, a los que acceden aficionados que recolectan y destruyen el material expuesto. Las piezas retiradas en general son las más vistosas, en el caso del lítico, puntas de proyectil, raederas, raspadores y bifaces, quedando en el registro arqueológico principalmente los desechos de talla. Estos últimos permiten al menos dar cuenta de los procesos de manufactura lítica desarrollados por las poblaciones prehistóricas. La situación es más dramática cuando son retirados artefactos cuya existencia no puede ser predicha por ninguna otra clase de evidencia vinculada con su confección, tal como ocurre con las cáscaras de huevos decoradas, la cerámica incisa, las valvas modificadas, etc. Un caso particular lo constituyen los restos óseos humanos, que abundan en localidades como Bajo de la Quinta y San Antonio Oeste. Esto ha llamado la atención a los lugareños, quienes en su afán de obtener piezas vinculadas a los enterratorios (ajuar) realizan excavaciones a pala y tamizan el sedimento con el fin de recuperar pequeños objetos muy apreciados como cuentas de collar, abandonando los restos óseos humanos en el lugar, o a lo sumo colectando los cráneos. Es frecuente que, con el tiempo, artefactos arqueológicos recogidos en la costa sean trasladados a otros lugares o intercambiados con coleccionistas de diferentes localidades, perdiéndose así la posibilidad de conocer su procedencia original. La preservación del registro arqueofaunístico Es de sumo interés para nuestro estudio conocer los procesos de formación naturales y culturales, y cómo se vinculan con la configuración actual del registro arqueológico. Nos centraremos aquí en las propiedades que presentan los conjuntos óseos presentes en los lugares donde se observaron las mayores frecuencias de material lítico, los concheros en el paisaje de dunas. Los restos faunísticos allí hallados presentan, en su mayoría, marcas de raíces con diferente grado de intensidad y diversos estadios de meteorización (desintegración ósea por exposición en superficie), lo que evidencia que la erosión ha expuesto materiales arqueológicos antes sepultados, a diferentes ritmos. La historia tafonómica del registro óseo tiene estrecha vinculación a las condiciones ambientales predominantes. De acuerdo a las carac62

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terísticas observadas, podemos plantear que una vez sepultados los materiales por la arena, habría tenido lugar la formación de un suelo con el subsecuente desarrollo de cobertura vegetal lo que imprimió marcas de raíces en los restos óseos (ver también Consideraciones Paleoambientales). Luego, la erosión disparada por actividades antrópicas, incluyendo en las últimas décadas el pisoteo y la búsqueda de determinados objetos arqueológicos, fueron exponiéndolos en la superficie a diferentes ritmos, adquiriendo éstos las características que hoy observamos. Por tratarse de depósitos en superficie, debemos asumir que los huesos que los constituyen representan una mezcla de elementos correspondientes a eventos culturales (arqueológicos) y naturales (tafonómicos). La evidencia faunística no ha sido objeto en general de recolección por parte de coleccionistas, salvo las cucharas de valvas o las cáscaras de huevo grabadas, quedando abandonados los restos óseos en el lugar de hallazgo, sufriendo agrietamiento y destrucción por meteorización y pisoteo. Esto nos conduce a otro interesante tema, que es el de la preservación diferencial de partes esqueletarias para un mismo taxón (qué partes de un mismo animal se preservan mejor que otras), y en relación con la diversidad taxonómica (cuáles especies aparecen representadas, por ejemplo guanaco, pinnípedos, aves, etc). Es probable entonces que las muestras estén sesgadas a favor de aquellos elementos más resistentes a la meteorización (dada por ejemplo su densidad mineral ósea) así como también a favor de las especies de mayor tamaño (como el guanaco y los pinnípedos) en detrimento de taxones menores, como las aves, más sensibles a la destrucción por exposición prolongada. Observamos que los restos de pinnípedos aparecen en casi la totalidad de las localidades arqueológicas relevadas hasta el momento. En muchos casos, éstos manifiestan una mejor preservación que los restos de guanaco, aún tratándose de individuos muy jóvenes (huesos sin fusionar). Los huesos de estos mamíferos marinos tienen una mayor densidad mineral ósea en relación a los terrestres (Lyman 1994: 248) lo que explicaría en parte esta mejor preservación. En este sentido también hemos observado numerosos otolitos de peces en varias localidades mientras que son escasos sus demás restos óseos, mucho más numerosos por individuo. Entonces, teniendo en cuenta estos recaudos, los restos óseos de superficie ejemplifican algunos problemas que nos interesa resolver: conocer los agentes naturales y culturales actuantes en el paisaje, entender los procesos de formación del registro arqueológico, y adaptar, de acuerdo a ello, la metodología de trabajo en relación a las preguntas planteadas acerca del aprovechamiento de los recursos costeros y uso del espacio costero en general.

Cronología Las tres primeras edades numéricas obtenidas para el litoral rionegrino corresponden a sitios de la costa norte. La primera de ellas fue obtenida en la localidad Bahía Final (sitio Cañadón 1) y proviene de los depósitos eólicos que se desarrollan sobre la terraza de 15 m. Allí se excavó un círculo de guijarros que se hallaba en capa, datándose los fragmentos de carbón recuperados por debajo de esta estructura. La edad obtenida por el método OCR, nivel 5-10 cm, fue de 1014 años AP (ACT#7214). La segunda corresponde a la localidad Bahía Creek (sitio Paesani, sector 1), se trata de un conchero de mejillones, también ubicado en depósitos eólicos sobre la terraza de 15m, en el que fueron datadas las valvas del nivel 20-25 cm, proporcionando una edad radiocarbónica de 1100+90 años AP (AC1710) 4. La tercera fecha proviene de la localidad Bahía Rosas (sitio BR2), conchero de mejillones ubicado en este caso en una terraza más baja. Se dataron las valvas del nivel 5-10 cm y en este caso la edad obtenida por radiocarbono fue de 4000+130 años AP (AC1712). Arqueología de la costa patagónica

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Estas primeras edades muestran que no se verifica la relación propuesta por Bórmida (1964) entre la altura de las terrazas y la cronología potencial de los materiales culturales que apoyan sobre las mismas (facies I a III de la industria Sanmatiense, ver Borella et al. 2004), ya que sobre la terraza más elevada (15m) se han obtenido edades menores a la obtenida en la más baja. La distancia relativa de los concheros a la playa actual parece guardar mayor relación con la cronología, ya que si éstos se ubican en playas de acumulación, los lugares de explotación acompañarían el avance de la costa a fin de evitar incrementar excesivamente la distancia de traslado de este recurso. Desde un punto de vista paleogeográfico es también importante tener en cuenta que el registro de ocupaciones costeras al que tenemos acceso es particularmente el desarrollado con posterioridad al máximo nivel marino del Holoceno medio (aproximadamente 70006000 años AP), ya que la evidencia anterior, ubicada en cotas más bajas, debió verse destruida o retrabajada a partir de aquel importante avance del mar.

Consideraciones paleoambientales Los antecedentes paleoclimáticos indican el predominio de condiciones semiáridas durante los últimos cuatro milenios en esta región (Schäbitz 2003). Sin embargo, se han registrado fluctuaciones ambientales menores, como las correspondientes al Período Cálido Medieval (siglos X y XIII de nuestra era) y a la Pequeña Edad del Hielo (siglos XIV a XIX). Durante el Período Cálido Medieval en el norte de Patagonia se evidenciaría un incremento de la temperatura y aridez (Villalba 1990, 1994), mientras que para la Pequeña Edad de Hielo las condiciones se tornarían más frías y húmedas (Villalba 1994, Agosta et al. 2005). Durante el relevamiento de la costa rionegrina los cambios climático-ambientales se evaluaron inicialmente de acuerdo a consideraciones geomorfológicas (evolución del paisaje), y pedológicas (desarrollo de suelos). Se han realizado observaciones a lo largo de todo el litoral, que al momento avalan el predominio de condiciones semiáridas expresadas en la morfogénesis (procesos de erosión-sedimentación) a escala regional. Esta situación se halla representada por el desarrollo de campos de dunas y mantos eólicos en los que ha quedado registrada la presencia de numerosos concheros y otras evidencias de actividades antrópicas, que abarcan un lapso de varios milenios como se ha visto. Sin embargo, en numerosas hoyadas de deflación se han registrado abundantes raíces concrecionadas (rizoconcreciones) en superficie junto al material arqueológico, así como marcas de raíces en huesos y artefactos. Ello indica la presencia de un suelo, que ha sido erosionado, pero que ha tenido un tiempo de formación suficiente como para generar estas estructuras. Este suelo representa un período de estabilidad de las dunas a partir de una cubierta vegetal. La erosión que lo afectó parece en muchos casos un fenómeno reciente, y es probable que se vincule con procesos degradativos derivados del impacto de las actividades humanas sobre el paisaje costero. La cronología de este suelo en diferentes localidades permitirá evaluar si el inicio del mismo puede vincularse con alguna fluctuación ambiental conocida durante el último milenio, en la forma por ejemplo de algún pulso de mayor humedad (como durante la Pequeña Edad de Hielo); o si responde a procesos locales en la estabilización de las dunas por vegetación sin correlación posible entre las diferentes áreas.

Resultados Las investigaciones se encuentran en su primera etapa y los resultados son por tanto preliminares. Se ha realizado una primera prospección del litoral rionegrino del Golfo San 64

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Matías efectuando un reconocimiento de algunos de los sitios mencionados por el Dr. Marcelo Bórmida (como Paesani, Faro San Matías, y El Sótano), hallándose muchos otros loci de interés. Los sondeos estratigráficos realizados en 22 concheros a lo largo del golfo muestran que las acumulaciones de valvas aparecen asociadas con carbones, lo que ha permitido realizar dataciones por C14 y OCR, obteniéndose las primeras cronologías numéricas de estas ocupaciones. Los sondeos también han brindado información acerca de los procesos de formación de estos concheros (Favier Dubois y Borella 2004), no observándose diferencias dadas por el contexto geomorfológico de los mismos (dunas, pendientes, terrazas a diferentes cotas), su cronología, o distancia al mar (hasta 1300 m). Se observa que las acumulaciones parecen corresponder a eventos de depositación predominantemente discretos, poco prolongados en el tiempo, redundantes en el espacio y poco o no superpuestos. Ello apuntaría a un aprovechamiento discontinuo de este recurso, cuya estacionalidad se halla en evaluación en conjunto con indicadores isotópicos y faunísticos. Los concheros poseen alta visibilidad pero representan sólo una parte del espectro de recursos marinos que pudo ser aprovechado por los grupos que hicieron uso de la costa. Esperamos poder plantear explicaciones en relación con el uso del espacio y su patrón regional en función de la base completa de recursos locales (Olivier 1973) teniendo en cuenta tanto aquellos comestibles (moluscos, crustáceos, pinnípedos, peces, aves marinas, vegetales, etc) como no comestibles (recursos líticos, agua dulce, leña, reparos topográficos, etc.) utilizando para ello el potencial de los sistemas de información geográfica (SIG). Consideramos que no es un recurso en especial sino la particular combinación de los mismos lo que genera lugares de mayor redundancia ocupacional en el espacio costero. A lo largo de la costa hemos visto que el ambiente eólico es el principal responsable de la preservación de los sitios, dada su elevada dinámica y el potencial de la arena para sepultar y preservar elementos de origen orgánico como huesos, valvas y carbón. Las observaciones geoarqueológicas y tafonómicas realizadas al momento apuntan a que los procesos degradativos (particularmente la deflación) son recientes en el paisaje, y parecen vincularse con el impacto antrópico de los últimos 150 años (trazado de huellas y caminos, sobrepastoreo ovino, desmontes, explotación de canteras de arena y gravas, actividad pesquera, etc.). La erosión de las dunas litorales a escala regional deja al descubierto materiales arqueológicos en un patrón sesgado en términos de visibilidad, a partir del cual se definen sitios de diversa extensión. Ello permite acceder a su estudio, y evaluar mediante transectas y recorridos de observación la distribución del registro en el espacio costero, pero también inicia procesos de destrucción irreversibles, acentuados por las actividades de recolección de los aficionados. La conclusión preliminar acerca de como se manifiesta el registro arqueológico de la costa rionegrina puede ser resumida de la siguiente manera: loci en sectores de erosión activa, particularmente vinculados a dunas, con altas frecuencias artefactuales y otros elementos asociados, también atribuibles a la actividad humana (valvas, círculos de guijarros) y sectores menos activos desde el punto de vista geomorfológico (terrazas holocenas y pleistocenas) donde se han registrado tanto concentraciones de material lítico como material disperso, principalmente desechos de talla. Hemos tratado de muestrear tanto lugares en donde se registraron altas frecuencias y densidades de hallazgos como aquellas lentes de valvas aisladas o pequeños conjuntos artefactuales en contextos no usuales, a fin de evitar un sesgo en nuestra visión del uso del espacio. Intentamos asimismo relevar prioritariamente, aunque sea en forma sumaria, aquellos espacios en donde los hallazgos están en mayor peligro de desaparición, por erosión o por actividades humanas (extractivas, recreativas, ingenieriles, etc.). Nuestra metodología Arqueología de la costa patagónica

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es de bajo impacto sobre los recursos arqueológicos, y suele limitarse a muestreos acotados de los materiales en superficie, sondeos estratigráficos muy pequeños, y relevamiento de información (sin recolección) a escala de áreas, a fin de sesgar al mínimo estudios futuros. Pero aún debemos realizar muchas transectas para tener un panorama más claro de la distribución del registro arqueológico en el paisaje costero. Lo realizado al momento es un relevamiento arqueológico preliminar, con el que hemos logrado una primera visión de conjunto de todo el litoral rionegrino, a partir de la cual reorientar nuestra metodología y discutir la adecuación de las preguntas anteriormente planteadas para cada subárea y ambiente en particular, en esta etapa nos encontramos.

AGRADECIMIENTOS

A las instituciones que financiaron nuestro trabajo, CONICET (Subsidios de Ingreso a Carrera), INCUAPA (vehículo e insumos), Municipalidad de Las Grutas (combustible). Al Lic. Roberto Cordero, excelente persona y amigo desaparecido hace muy poco, a él le debemos las primeras dataciones radiocarbónicas de la costa rionegrina. Al Dr. Gustavo Politis por su constante apoyo y facilidades logísticas; a la Lic. Teresa Civalero por el enorme favor de prestarnos su casa durante los trabajos de campo. A la Lic. Cecilia Vinci (CODEMA) y personal del Museo de Viedma “Gobernador E. Tello” por su colaboración; a Irma y Alberto Stábile por recibirnos en su casa (Ea. La Madreselva) y permitirnos acceder a ese hermoso lugar que es Bajo de la Quinta, asimismo al Sr. Bonifacio de la misma estancia por su valiosa ayuda. A Cristian Mora por su apoyo en Las Grutas. Asimismo al Lic. Cristian Kaufmann, Aníbal Damiani y Gustavo Alvarez Rodriguez quienes nos han facilitado datos de sitios en la zona. A la estudiante Lucía Lípari (UNCPBA) por su ayuda en tareas de laboratorio. Finalmente a Luis y Juan Carlos de San Antonio Oeste por su interés y colaboración.

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NOTAS 1

Para una descripción más detallada de los loci reconocidos en cada localidad ver Borella y Favier Dubois 2005. 2 En el diario de exploración del naturalista Alicides d’Orbigny (1999:282), principios del siglo XIX, aparecen descriptos los elefantes marinos (Mirounga leonina) en Punta Rasa, costa sur de la Pcia. de Buenos Aires, lugar que nunca más fuera repoblado por esta especie. 3 A fines de la década del 70 está especie fue legalmente protegida en casi toda Sudamérica (Bastidas y Rodríguez, 2003:40). 4 Las edades obtenidas sobre organismos marinos suelen presentar lo que se denomina efecto reservorio (envejecimiento), que si no ha sido calculado localmente se corrige restando un valor promedio de 400 años a la edad C14.

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