APROXIMACIÓN A LA VIDA Y LA OBRA DE LUIS VILLANUEVA Y CAÑEDO

May 25, 2017 | Autor: J. Rodríguez Herm... | Categoría: Siglo XIX, Biografías, Historia De Extremadura
Share Embed


Descripción

APROXIMACIÓN A LA VIDA Y LA OBRA DE LUIS VILLANUEVA Y CAÑEDO Por José Ignacio Rodríguez Hermosell “¿Qué se entiende por Biografía? Así como la historia refiere los sucesos de un pueblo, la biografía, que no es más que una parte de ella, se ocupa en referir los hechos de una persona notable.” Resumen de los Elementos de Historia Universal, de Luis Villanueva y Cañedo.

1. INTRODUCCIÓN: LA DIMENSIÓN REAL DE UN PRÓCER La figura histórica de Luis Villanueva y Cañedo está documentada y pertenece al compendio general de la historiografía extremeña del siglo XIX. Presenta su correspondiente entrada en la Gran Enciclopedia Extremeña (el último gran intento de sistematizar el conocimiento y el pasado cultural de nuestra región, en 1992) y aparece en numerosos estudios relativos a tan importante época de Extremadura, como por ejemplo en la heterogénea obra de Nicolás Díaz y Pérez, de 1884, “Diccionario histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de Autores, Artistas y Extremeños Ilustres”. En ese sentido, no es un hombre olvidado. En el ámbito estrictamente barcarroteño, Luis Villanueva dejó innegables legados a las generaciones posteriores, de manera que también se le recuerda por sus aportaciones al desarrollo comunal y a las instituciones religiosas de la villa. Prueba de ello fue la reedición facsimilar que en 2000 hizo la Diputación Provincial de Badajoz, a instancias del Ayuntamiento de Barcarrota, de su “Estudio biográfico de Hernando de Soto”, con una separata del entonces Cronista Oficial de la villa, Antonio Eliseo Torrado Visedo, que contenía el “Perfil biográfico de D. Luis Villanueva y Cañedo”. Si a esto le añadimos un artículo que el autor que esto escribe publicó en El Jacho (n.º 24, abril de 1999), no es vano decir que el político, historiador, jurista, escritor, arqueólogo y hacendado barcarroteño se merece un análisis más profundo. Esa merecida atención, en la medida de lo posible, quiere reflejarse aquí, si bien tampoco ésta será la ocasión de escribir una exhaustiva biografía de Luis Villanueva y Cañedo. Porque el propósito de este texto es acompañar la reedición de otra de sus obras (en los estrechos cauces materiales que ofrece la Colección Altozano), cual es el “Resumen de los Elementos de Historia Universal”, publicado en Cáceres en 1847. La invitación de la Universidad Popular de Barcarrota, a la que acompaña el Ayuntamiento de Higuera de Vargas en el esfuerzo editor, debe ser contestada teniendo presentes las

limitaciones del momento y los deseos de este investigador: avanzando más en la recuperación de un personaje clave en la historia contemporánea de la comarca, dejando la puerta abierta al definitivo intento de fijar un pilar de conocimiento de nuestro pasado. Agradezco, para la labor llevada a cabo, la asistencia y apoyo de las siguientes personas e instituciones: Diego Parra (Biblioteca “IV Marqués de la Encomienda” de Almendralejo), Margarita Barquilla (Archivo del Congreso de los Diputados), Fabiola Azanza (Sociedad Económica Matritense de Amigos del País), Pablo Ortiz Romero, Antonio Mateos Martín de Rodrigo, Guillermo Kurtz Shaeffner (Museo Arqueológico Provincial de Badajoz), Biblioteca de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz, José Antonio Peñafiel (Archivo Municipal de Mérida), Marcelino Cardalliaguet Quirant y Francisco J. Pérez González. En todo caso, he pretendido con esta aproximación rescatar ciertos aspectos de la la vida y la obra de Villanueva y Cañedo que están ahí, en la bibliografía extremeña al uso y en la documentación de las diversas instituciones a las que perteneció. No desdeñamos, por tanto, la ocasión de indagar más, de escribir y perpetuar mejores datos de tan apasionante vida. No renunciaremos al propósito divulgativo de la colección Altozano de la Universidad Popular “Hilario Álvarez”, ni tampoco al reconocimiento que, pasados los años y los siglos, se merecen los hombres que habitan nuestra tierra.

2. FORMACIÓN ACADÉMICA Y DESARROLLO PROFESIONAL Nace Luis Domingo Villanueva y Cañedo en Higuera de Vargas, lugar de procedencia de su familia materna, el 4 de agosto de 1824. Su madre es María de los Dolores Cañedo Romero de Therreros (“pertenecía a una de las familias más distinguidas y mejor acomodadas de aquella villa”, asevera su primer biógrafo, Nicolás Díaz y Pérez) y su padre el barcarroteño Alonso Villanueva y Alor, del que se nos cuenta que fue juez en las Audiencias de Valladolid y Extremadura y ayudante del general Ballesteros durante la Guerra de la Independencia, con el grado de capitán y la distinción de la cruz de Carlos III, entre otras, por acciones militares. Elector a Cortes en 1837, será uno de las grandes propietarios agrícolas beneficiados por el proceso desamortizador de Mendizábal de 1836 a 1852 (con más de ochocientas hectáreas), al igual que su hermano José (elector también en el periodo 1836-1837 y alcalde de Barcarrota), con casi trescientas. Fue bautizado el pequeño Luis el día 6 de agosto en la iglesia parroquial de la Concepción de Higuera de Vargas, apadrinado por su abuelo materno, Francisco Cañedo. Será el segundo de cinco hermanos, tres varones y dos hembras.

Iniciado al estudio por un preceptor doméstico, a los ocho años se incorpora al colegio de la capital de D. José María Domínguez, desde el que sale para ingresar en el Seminario Diocesano de San Atón, en el que estudia la segunda enseñanza y se gradúa como bachiller en artes. Inmediatamente comienza su carrera universitaria de jurisprudencia y derecho en Sevilla, obteniendo en la capital andaluza el grado de bachiller a claustro pleno, mientras que su licenciatura la culmina en la Universidad Central de Madrid el 27 de noviembre de 1843 con “distinguidas calificaciones en todos los años de su carrera”; como destaca Díaz y Pérez, su contemporáneo, nuestro paisano tenía apenas 19 años. Según otras fuentes, por este tiempo obtiene además la licenciatura en Filosofía y Letras en Madrid. Lo que sí es seguro es que pasa, con sus escasos veinte años, a formar parte de las grandes instituciones de la cultura ilustrada madrileña: -

Ingresa en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País1, el 18 de enero de 1844. Correspondiente de la Real Academia de la Historia el 6 de febrero de 1844. Socio del Ateneo Científico y Literario desde el 9 de abril de 1845. Académico Profesor de la Matritense de Jurisprudencia y Legislación a partir del 18 de noviembre de 1845. En esta corporación será el encargado de redactar las actas de las sesiones que aparecen en el Boletín de Jurisprudencia y de examinar las memorias que habrían de publicarse. Éstas fueron las relativas al “Duelo”, el “Suicidio” y las “Condiciones ó cualidades de las penas”.

Precisamente esta vertiente de sus estudios, los de naturaleza jurídica, son los que le acercan y relacionan desde tan joven con la figura del emeritense Juan Pablo Forner, una de las grandes figuras del siglo XVIII español, el de la Ilustración. De una manera no conocida (que él mismo atribuye a una “feliz casualidad”), el joven Villanueva se hará con una gran parte de la obra escrita de Forner, muerto en 1797, de modo que entre 1842 y 1843 presenta el primer tomo –que llegará a ser único- de las “Obras de Don Juan Pablo Forner (...) recogidas y ordenadas por Don Luis Villanueva”. Junto a otros folletos y manuscritos del emeritense, Villanueva es el primero que edita el Discurso o “Plan sobre el modo de formar unas buenas instituciones del Derecho español” de Juan Pablo Forner, casi medio siglo después de su muerte. Además de ser el editor de esta obra ajena, Luis Villanueva y Cañedo escribe para la ocasión Dos palabras en las que expresa la labor de indagación llevada a cabo, el interés mostrado por “todas las sociedades literarias”, así como el “empeño que literatos de gran nombradía mostraron por ella”; agradeciéndole, igualmente, “á todas las corporaciones y personas, que se han dignado favorecerme franqueándome sus archivos, librerías y conocimientos”. Incluye, seguidamente, una Vida y escritos del 1

Consta, en el archivo de esta institución de la capital, su presencia a través de dos actuaciones que llevó a cabo: en la proposición de reforma de los estatutos de la sociedad, relativa a la creación de una sección añadida a las cuatro existentes, la de Administración (rechazada en la Junta de 16 de marzo de 1844); así como el elogio que hace de un socio fallecido que había sido protector suyo, Martín Fernández de Navarrete, proponiendo que se honre su memoria con la adquisición de un retrato (firmado a 16 de noviembre de aquel año). Legajos 377/4 y 377/5 del ARSEMAP, cuyo conocimiento agradecemos a Fabiola Azanza.

autor en catorce páginas, a través de los cuales hace una poderosa reivindicación del paisano extremeño2. Por otra parte, sabemos por Díaz y Pérez que fue colaborador de periódicos literarios de la capital, en la gran época de eclosión de la prensa en España, como El Semanario Pintoresco, El Museo de las Familias y El Siglo Pintoresco. También escribió para El Guadiana de Badajoz, así como para la publicación jurídica El Foro. Para encauzar su profesión como abogado abre bufete en Cáceres en 1846, ejerciéndola ante la Real Audiencia de Extremadura y abandonando Madrid. Este salto se pudo deber a la obtención del “grado de regente” en la Universidad Central, el 25 de diciembre de aquel año, lo cual le habilita para encargarse de la cátedra de Historia y Geografía en el Instituto de Segunda Enseñanza cacereño de “El Brocense”. Por aquel tiempo dirige el centro Luis Sergio Sánchez González. Como nos relata el autor del “Diccionario de extremeños ilustres”, ejerció su docencia en historia durante tres cursos “con aceptación y buen éxito”, junto a la suplencia en la cátedra de escribanos. En esta nueva faceta de su vida profesional, Villanueva y Cañedo dejará otra importantísima huella, objeto central de esta publicación: la historiográfica, que ya mostró al incluir entre las “Obras” de Forner el “Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la Historia de España”. En efecto, el barcarroteño-higuereño no tarda en dar a la imprenta sus dos tomos de “Elementos de Historia Universal”; como dice su primer biógrafo, “obra que fue muy apreciada y recomendada por ser la primera que se publicó en España para llevar á efecto la reforma de estudios iniciada por el ministro D. Pedro José Pidal”. Como premio a esta iniciativa recibiría la cruz de caballero de la Orden de San Juan el 25 de julio de 1847. Auténtico correlato de este manual para sus pupilos de la institución cacereña es el “Resumen de los Elementos de Historia Universal”, aparecido en 1847. Se trata de un cuestionario que complementa a las explicaciones de la anterior publicación, del que hablaremos más adelante.

2

Una parte importante del legado forneriano que poseía Luis Villanueva fue entregado a Leopoldo Augusto de Cueto, quien lo reedita en 1871 acompañado de la biografía que había escrito el barcarroteño, según cuenta María Jiménez Salas en su “Vida y obras de D. Juan Pablo Forner y Segarra”. Otra parte fue devuelta a la familia y se conoce como los Papeles de Grinda. Algunas cartas de Forner Villanueva se las llega a entregar nada menos que a Antonio Cánovas del Castillo, líder del conservadurismo español en la Restauración, como cuenta el gran teórico de Forner, François López. El resto, en fin, los mantuvo la familia Villanueva hasta que, a finales de los ochenta del siglo XX, los adquiere el bibliófilo extremeño Joaquín González Manzanares a un librero de viejo de Badajoz, como narra Miguel Ángel Lama.

3. VIDA PÚBLICA Y ACTIVIDADES POLÍTICAS Siguiendo nuevamente a Díaz y Pérez, diremos que Luis Villanueva permaneció como enseñante en Cáceres durante tres cursos, pues “excesivos trabajos intelectuales le hicieron contraer un padecimiento cerebral”. Sin embargo, Marcelino Cardalliaguet nos facilita la información según la cual su estancia en Cáceres se prolongó hasta 1853, pues entre enero de 1847 y ese último año figura como correspondiente de la Academia de la Historia por la provincia de Cáceres. Por indicación de los médicos retorna a su lugar de origen, Barcarrota y su entorno de dehesas, dedicándose al cuidado de sus haciendas y a la explotación agropecuaria. Se propuso –en palabras de Nicolás Díaz- establecer mejoras en el campo empleando máquinas, nuevas semillas y cruce de especies ganaderas, de manera que son “sus fincas modelos de cultivo en el atraso en que se halla Extremadura, y muy solicitados sus productos, así en cereales y lanas como en ganado caballar, lanar y de cerda”. En esta etapa de su vida, hacia mediados de siglo, se produce su enlace matrimonial con doña Joaquina Nogales Botello, del que nacerán dos hijos: Antonio, fallecido prematuramente a los 22 años (el 21 de octubre de 1875; está enterrado en el altar mayor de la iglesia parroquial de Santa María del Soterraño) y José, quien también muere a finales de siglo y deja a su anciano padre la responsabilidad en el cuidado y educación de sus cinco hijos y uno póstumo. En noviembre de 1863 sale por primera vez elegido diputado a Cortes por el distrito de Jerez de los Caballeros, en un sistema restringido de 302 electores, de los que votan efectivamente 243, respaldando su candidatura el 80,46 %, o sea, 147. El sufragio censitario se repite en diciembre del año siguiente, cuando de 320 electores teóricos votan 194 y son 193 los que eligen a Luis Villanueva. Durante las legislaturas de 1865 y 1866 nuestro paisano no dejará de ser representante de la provincia de Badajoz en las Cortes del Reino, mientras que en la elección de 1867 consigue 1734 votos. No obstante, esta legislatura finalizará en mayo de 1868 y se verá interrumpida cuando en septiembre las fuerzas progresistas opositoras a la monarquía isabelina hagan triunfar la revolución denominada La Gloriosa3. La vuelta de Luis Villanueva y Cañedo al palacio de la carrera de San Jerónimo, el Congreso de los Diputados, se produce en febrero de 1876, una vez agotado el periodo denominado Sexenio democrático, que había culminado en España con la instauración y breve existencia de la Primera República Española. Por tanto, la militancia de Villanueva no responde precisamente a postulados progresistas y revolucionarios, si bien, como comprobaremos, tampoco es un hombre que milite en el conservadurismo que liderará durante décadas Antonio Canovas del Castillo bajo el reinado de Alfonso XII, en la Restauración monárquica. Podemos ubicarlo sin

3

Isabel II sustentó los últimos doce años de reinado, hasta ese 1868, en las figuras autoritarias de los generales O’Donnell y Narváez. Éstos consolidaron un sistema electoral y político de gobierno cada vez más conservador y menos condescendiente con posturas democráticas y progresistas, de manera que los partidos opositores consiguen destronarla en septiembre de 1868, dirigidos por el general Prim.

equivocarnos demasiado entre los terratenientes que nutrieron la rama moderada del Liberalismo decimonónico4. Entre 1876 y 1878 ocupará por cuarta vez el sillón de diputado por la provincia de Badajoz5. Obtiene 4761 votos en su distrito de Jerez de los Caballeros de los 8815 electores posibles, a través de un sufragio no plenamente universal pero sí más aperturista (Díaz y Pérez le asigna, exageradamente, “más de 15.000 votos como candidato de oposición”). Consta en el Diario de Sesiones su participación en el pleno de 25 de febrero de 1876, solicitando la suspensión del debate sobre el dictamen del acta de otro diputado, debido a la ausencia de éste en la sala. En la sesión de 27 de marzo, el señor Villanueva presenta “exposiciones de varios pueblos de la provincia de Badajoz pidiendo el restablecimiento de la unidad católica”, mientras que en la de 9 de mayo defiende la petición de industriales corcheros de Jerez, según la cual demanda que a éstos les sean “extensivos los derechos arancelarios concedidos á la provincia de Gerona”. Por otro lado, es en la sesión de 12 de mayo cuando expone la reivindicación de “casi todos los vecinos” de Villanueva del Fresno, Alconchel, Higuera de Vargas, Cheles y Valencia del Mombuey, “pidiendo al Congreso se reforme el art. 2.º del decreto de 18 de noviembre e 1874, por el cual no se permite el establecimiento de ninguna fábrica á menos de 10 kilómetros de la frontera”. El presidente de la cámara le responde que esas exposiciones pasarán a la comisión de peticiones o a la que le corresponda, en función de lo que decidan la Mesa y la Presidencia. En la misma sesión se vota, a instancias del Presidente del Consejo de Ministros, Cánovas del Castillo, el artículo de la naciente constitución relativo a la oficialidad en el Estado español de la religión católica. Sorprendentemente, Villanueva votará en contra, alineándose con las tesis de su jefe de partido, el liberal Sagasta (la mayoría conservadora se impuso claramente: 221 votos frente a 83). El 8 de mayo de 1884 se reúnen en Badajoz los compromisarios y los diputados provinciales para nombrar a los senadores del Reino por la circunscripción territorial de la provincia. De 230 teóricos y 199 efectivos, el barcarroteño Villanueva y Cañedo obtuvo 161 votos frente a los 170 de Juan Carniceros y San Román, candidato más respaldado, y 146 del tercer elegido, Conde de Castilleja de Guzmán6. La credencial la firma el Secretario de la Diputación de Badajoz, Federico Abarrategui, y toma posesión de su sillón senatorial el 17 de junio de ese año, previa aprobación del dictamen en la Comisión permanente de Actas el día 13. Don Luis tuvo que presentar un certificado de nacimiento expedido por la parroquia higuereña de la Concepción, además de una serie de certificaciones de los Registros de la Propiedad extremeños y de la Administración de Contribuciones y Rentas de Badajoz.

“Como político ha pertenecido al partido moderado y liberal, conservando en la adversidad su amor á la monarquía y á la dinastía reinante y su protección al catolicismo, pero sin exageraciones de liberal imprudente ni de peligroso reaccionario”. Diccionario... de Díaz y Pérez. 5 Los datos aportados aquí provienen de Alfonso Bullón, “Historia político-militar de la Baja Extremadura...” (págs. 1087 a 1090), de la certificación que la secretaría del Congreso expide a Luis Villanueva cuando éste ingresa por primera vez en el otro cuerpo legislativo español, el Senado, en 1884; y de la información servida por la archivera del Congreso de los Diputados, Margarita Barquilla, indagando en sus bases de datos y en los Diarios de las Sesiones de Cortes del periodo 1876-1878. 6 La documentación derivada de sus actuaciones y condición de senador es profusa y está disponible en el sitio web de la Cámara Alta, www.senado.es. 4

De esta manera, el recién nombrado senador acredita sus cualidades económicas para representar a la provincia en la más elevada institución corporativa del Estado. Lo que Villanueva declara es la propiedad de todas estas fincas situadas en el término de Badajoz: 1. Una casa en la calle Nueva, número 5, de la capital de la provincia, adquirida el 6 de marzo de 1850. 2. La finca denominada Dehesa de los Fresnos, que recibió en herencia de su tío D. José Villanueva y Alor en 1857. Había fundado una capellanía “bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción” en la misma hacia 1861. 3. La Dehesa de la Pestana, también en Badajoz y heredada de su tío José. 4. En la misma situación, la Dehesa del Novillero y Fresnillo. 5. La Dehesa de los Acebedos y Caballerías, comprada a su hermana Visitación y a su esposo, D. Wenceslao Olea, en 1878. 6. La Dehesa del Comandante en 1875. 7. La Dehesa de los Morrones de la Huerta, inscrita bajo dominio de su esposa “en equivalencia a los bienes dotales y parafernales que aportó al matrimonio con Don Luis Villanueva y Cañedo á quien corresponde su administración”. Además, certifica la “Contribución de Inmuebles, Cultivo y Ganadería de los pueblos de Badajoz, Barcarrota y Alconchel” –ejercicios de 1881 a 1884-, términos municipales en donde estarían todas las fincas que realmente le pertenecieran, siendo la cantidad satisfecha en Barcarrota la menor. Durante esta legislatura, Luis Villanueva pertenece a diversas comisiones del Senado que se encargan de tratar estos asuntos: la construcción de la línea férrea de Sevilla a Mérida, con prolongación a la frontera con Portugal; la carretera del puente de Santo Domingo a Villanueva del Fresno; la carretera de la estación de Bienvenida a la de Cumbres de San Bartolomé; así como la que tenía que ir de Encinasola a la frontera portuguesa. Sobre el primer asunto, y según recoge el Diario de Sesiones de 29 de abril de 1885, Villanueva y Cañedo presenta ante el Pleno del Senado una proposición de ley por la cual plantea trazar una línea de ferrocarril desde la ya existente de Mérida a Sevilla, por la Vía de la Plata, hacia el suroeste de la provincia de Badajoz, alcanzando el trazado portugués que partiría de Évora a Lisboa. De esta manera se opta por “atravesar la rica comarca de los Barros, tan abundante en cereales, vinos, aceites y ganados, y la de la Raya, que comprende desde Badajoz al límite de la provincia de Huelva (...) esta línea facilitará el trato y las transacciones comerciales entre las dos Naciones peninsulares, contribuyendo á su prosperidad y estrechando los lazos de simpatía y afecto entre dos Naciones hermanas”, asegura nuestro paisano ante los legisladores de todo el Estado. En la misma sesión del Senado vuelve a intervenir ante sus señorías para defender otra proposición de ley que pretende modificar la carretera que iba desde el “Puerto de Santo Domingo por Burguillos á Jerez de los Caballeros”, mientras que en la de 5 de mayo aparecerá incluido en la Secciones –especie de comisiones- de los dos asuntos citados anteriormente7. 7

De nuevo apelamos a Nicolás Díaz y Pérez, cuya obra es polémica por las numerosas incorrecciones pero en nuestro caso, creemos, terriblemente valiosa: “En estos cargos se ha ocupado con preferencia de los intereses materiales de su provincia y distrito. A su gestión é influencia se deben la supresión de las zonas fiscales y la mayor facilidad del comercio con Portugal, el tratado de límites con dicha nación y las carreteras que cruzan el distrito de Jerez”.

El 15 de febrero de 1891, con más de sesenta y cinco años, Luis Villanueva vuelve a ser elegido senador por la provincia de Badajoz, pues de los 225 compromisarios y diputados provinciales participantes le otorgan su confianza 151 (es el tercero más apoyado). En esta ocasión, Villanueva y Cañedo certifica la propiedad de nuevas tierras, como la finca o dehesa de Cabezas Rubias, en el término de Alconchel, que había adquirido al Estado como bien desamortizado de los Propios de este pueblo hacia 1868; o el terreno de los Corchos, que habría comprado a vecinos de Valverde de Leganés ya en 1847. Sigue siendo un gran contribuyente de Territorial y Pecuaria, sobre todo en los términos de Badajoz y Alconchel y, en menor medida, Barcarrota. Se presenta el Dictamen de la Comisión de Actas el 7 de marzo y se aprueba el día 10. Comparte la dignidad del cargo y sale elegido por la provincia de Cáceres uno de los grandes ilustrados extremeños del siglo XIX, Vicente Barrantes. Jurarán su nombramiento el día 31 de marzo de 1885. Durante esta legislatura, la participación de Luis Villanueva y Cañedo se ceñirá a ser miembro de la Comisión del ferrocarril de Almansa a Benicolet, un recorrido lejano al de los pueblos de la Baja Extremadura occidental, para los que siempre trabajó y procuró el progreso económico en sus participaciones anteriores como legislador del Reino de España, en sus dos cámaras de representación.

4. DON LUIS, LA HISTORIA Y LA ARQUEOLOGÍA A Luis Villanueva y Cañedo, desde la biografía de Díaz y Pérez, se le atribuye la idea según la cual se erige la estatua del Adelantado Hernando de Soto en la plaza principal de Barcarrota, el 25 de julio de 1866. El mismo Villanueva, no obstante, señala en el preámbulo al Estudio biográfico sobre el personaje que “el primer monumento que ha dedicado España a la gloriosa conquista de América” fue costeado por los vecinos a instancias de su alcalde, Joaquín Portella. Sea como fuere, no es vano ponderar la influencia que en esta decisión tuvo un hombre que, en 1892 (el año en que se conmemora el cuarto centenario del descubrimiento de América), publicará esa biografía. Vemos, por tanto, que el liberal e ilustrado Villanueva y Cañedo no ha abandonado sus inquietudes historiográficas, a pesar del largo periodo dedicado a la política en los reinados de Isabel II y Alfonso XII. Esquemáticamente, podríamos asegurar que entra en una nueva etapa de su vida en que, junto a estas dos manifestaciones de sus anhelos intelectuales para con la Historia, desarrolla una importante tarea relacionada con la Arqueología extremeña del siglo XIX8. 8

Debemos el conocimiento exhaustivo de sus actividades en este campo a Pablo Ortiz Romero, cuya tesis doctoral, “Institucionalización y crisis de la arqueología en Extremadura. Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Badajoz y Subcomisión de Mérida (1844-1971)”, hemos manejado abundantemente gracias a la generosidad de su autor. Las implicaciones personales y las iniciativas y avatares arqueológicos de Villanueva y la citada Comisión están profundamente estudiadas

Luis Villanueva figura como Vicepresidente de la Comisión Provincial de Monumentos desde abril de 1885 hasta 1902, año de su fallecimiento. Es el máximo cargo de facto de la institución debido a que el de Presidente corresponde, de oficio, al Gobernador de la provincia (siendo, en consecuencia, puramente honorífico). El hombre fuerte de la Comisión será, por el contrario, Tomás Romero de Castilla, titular de la secretaría y catedrático de prestigio en el Instituto de Segunda Enseñanza de Badajoz. El nombramiento de nuestro paisano no estuvo exento de polémica, pues incumplía un requisito formal para ocupar dicho puesto: tenía residencia fuera de Badajoz, en Barcarrota, según constaba en el Anuario de la Real Academia de la Historia. Este impedimento se pudo solventar tras cierto debate burocrático de la Comisión de Monumentos con las Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia –para dirigir esta institución había que elegir al individuo correspondiente de alguna de las Academias más antiguo del territorio provincial badajocense, y ése era Villanueva y Cañedo. Romero de Castilla les notifica que “el hecho de la verdad es que hace ya catorce años que referido D. Luis Villanueva es vecino de esta Capital, en la que reside con casa abierta en la calle Nueva, n.º 5”, como puede probar acudiendo al padrón de Badajoz. Así que, aunque todo el mundo supiera que vivía en Barcarrota, soslayaba el asunto apelando al empadronamiento en la capital de la provincia. Como afirma Pablo Ortiz Romero, Luis Villanueva fue un vicepresidente absentista, pues acudió a 19 sesiones de la Comisión de un total de 66 celebradas –esto es, no asiste al 71 % de las mismas. El cuidado que ha de dispensar a su familia le hace reflexionar a menudo sobre la imposibilidad de atender sus obligaciones en la Comisión (“Mi edad, mis múltiples atenciones, la delicada salud de mi señora, me retienen en esta Villa más de lo que yo quisiera, y sólo mis antiguas aficiones y mi cariño hacia todos los compañeros me retraen para presentar mi dimisión”, comenta por carta a Tomás Romero de Castilla en 1893). En 1894 Villanueva y Cañedo da cuenta de una excavación llevada a cabo por su cuenta en el sitio de La Pestana, dehesa de Los Fresnos, de su propiedad. Allí se encontraba un montículo que sobresalía del campo de cereales. Luis Villanueva (“reproducción fiel del estereotipo del terrateniente ilustrado que excava en sus propiedades animado por la curiosidad y cierta avaricia de coleccionista”, escribe Ortiz Romero) formará un pequeño museo privado con las 300 piezas encontradas en el túmulo megalítico de su finca: objetos de metal de cobre junto a un cuchillo de espiga, ídolos-cilindro que él denominó “hachas de jade en bruto”, cuchillos de sílex y puntas de flecha; piezas de barro, huesos pulimentados y colmillos de jabalí; y vasos de cerámica, especialmente dos de gran tamaño9. por Ortiz Romero. A él, por consiguiente, debemos también el análisis de la documentación conservada en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. 9 Una primera y somera descripción del conjunto aparece en el Boletín de la Real Academia de la Historia en 1894 (t. XXIV, p. 379-382), publicada por Luis Villanueva con el título de “Estación Prehistórica de Badajoz”. Es reproducido el texto en la página 36 a 38 del Inventario que Tomás Romero de Castilla hace y edita en 1896 de los fondos que poseía el Museo Arqueológico provenientes de la Comisión de Monumentos. José Ramón Mélida recogió en su “Catálogo Monumental de la Provincia de Badajoz” de 1925 parte del informe elevado por Villanueva a la Academia de la Historia, mientras que es en dos artículos de Lucio Molina Lemos donde mejor se describen los hallazgos del terrateniente barcarroteño: “La colección de ídolos-cilindro del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz procedentes del sepulcro megalítico de Los Fresnos” –Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,

Conocemos otras actuaciones de Villanueva relacionadas con el descubrimiento del patrimonio oculto de la región extremeña. Así, en la sesión de 11 de octubre de 1899 de la Comisión de Monumentos presenta (y dona al Museo Arqueológico) una “lápida de granito, votiva, encontrada en Barcarrota, dehesa de Las Chazas”, con una inscripción latina: SILVANI EX VOTU MODES TINI; de la que habría dado cuenta a la Academia, remitiéndole “calcos de la inscripción”. Romero de Castilla publicará en el número VII de la Revista de Extremadura (Enero de 1900) una “Aclaración del texto de una lápida” en la que se comenta que ya ha salido publicada la noticia en el Boletín de la Academia de la Historia. Junto a esto, otra de las piezas arqueológicas que poseyó la familia de Luis Villanueva hasta su definitiva donación al Museo Arqueológico es la inscripción funeraria de Sabur o Sapur, primer rey moro de la taifa de Badajoz, una de las joyas del centro. Como nos cuenta otro ilustre barcarroteño, Luis García Iglesias, Villanueva y Cañedo optó por adquirírsela a quien era su dueño, Eduardo García Florindo, al no aceptar éste la compra por parte de la Comisión de Monumentos –aparece en el turbio asunto, como mediador, Díaz y Pérez-; en 1939 entregaría definitivamente la pieza al Museo José Mendoza Botello, en nombre de la familia Villanueva10. Otra de las aportaciones en este campo de Villanueva y Cañedo será la puesta a disposición de Pedro María Plano, alcalde emeritense y motor de la recuperación de su pasado, del manuscrito denominado “Antigüedades de Mérida”, obra de Agustín Francisco Forner y Segarra, padre de Juan Pablo Forner (“médico titular que había sido de la ciudad de Mérida, á lo que parece, en la última mitad del siglo pasado”). Comenta don Luis que obtuvo esta obra al tiempo que las de Forner hijo, cuando en 1842 editó la primera parte de las mismas. Por tanto, estuvo en su poder medio siglo y, a instancias de Tomás Romero de Castilla, la cede para su copia definitiva y publicación a cargo de la Sociedad Emeritense de Amigos del País, a la que pertenece Plano como secretario11. Entre estas vicisitudes culturales transcurren los últimos años de la vida de Luis Villanueva y Cañedo. No está de más compartir con Nicolás Díaz y Pérez la reflexión de que “su buena fortuna y su afición á las letras le han permitido reunir en Badajoz la mejor biblioteca de Extremadura”, una colección que acabaría en Barcarrota y cuyo LXXXI-3, 1978- y “El extraordinario ajuar del sepulcro megalítico de Los Fresnos” -Revista de Estudios Extremeños, XXXV-3, 1979. 10 “Florindo embarulló las cosas con su desconfiada tergiversación; Nicolás Díaz y Pérez hizo juego interesado, sensacionalista y sucio en todo este asunto; Romero de Castilla y sus compañeros de Comisión se movieron entre el descuido, la torpeza y la falta de ayudas; (...) Si al final no hubo que lamentar exportación o pérdida fue, una vez más, por la generosidad y amor a la cultura de unos miembros de la alta sociedad ilustrada: en este caso los Villanueva y los Mendoza, de Barcarrota.”, en Revista de Estudios Extremeños, tomo LI-2 de 1995. “El epitafio de Sabur, rey de la Taifa de Badajoz: Nota sobre su hallazgo y posesores” de Luis García Iglesias. 11 Se cuenta que hubo un primer intento de publicación del escrito, yendo el propio Pedro María Plano a visitar a Villanueva en su casa de Badajoz hacia 1883. Como quiera que la persona comisionada con posterioridad para la copia del manuscrito “se ausentó definitivamente de la capital y quedó el encargo sin cumplir”, es una década más tarde cuando se fragua el asunto gracias al empeño de Romero de Castilla, que transcribió el documento ayudado por sus hijos Rafael y José. Pablo Ortiz Romero nos informa de que Villanueva tenía escrita una reseña histórica introductoria nada menos que en 1868, que finalmente no incluyó en la edición definitiva de 1894. Sus “Dos palabras al lector”, que apenas ocupan un par de páginas, lamentan que el escrito original no conservase la parte relativa a “las antigüedades de los godos y las de los árabes”, además de láminas de los monumentos con las cuales el autor ilustraba la obra.

último gran poseedor sería, en palabras de García Iglesias, José Mendoza Botello, casado con una nieta del senador. El 13 de diciembre de 1900, fecha en que escribe la carta-prólogo a la “Historia y Bibliografía de la Prensa en Badajoz” de Román Gómez Villafranca, se considera “un viejo que también está pasado de moda por su edad y sus desgracias, no menos que por su alejamiento de las tareas literarias”, si bien no le fallan las fuerzas para proclamar que la historia del periodismo en Badajoz “es la Historia de la civilización y cultura de esta ciudad en todo lo que comprende el siglo XIX próximo á terminar, siendo más fácil tarea el continuarla en los siglos venideros, porque la vida social será ya más diáfana, y podrá estudiarse con más elementos, de los que V. ha podido aprovechar hoy”. El tomo IV de la Revista de Extremadura, correspondiente a 1902, recoge el óbito de Luis Villanueva y Cañedo (figuraba como colaborador de la publicación cacereña, aunque “sus achaques le impidieron sin duda dejar aquí su firma”, declara Juan Sanguino Michel en su crónica de 19 de marzo), acaecido en Barcarrota el día 16. Está enterrado en la cripta del altar mayor de la iglesia del Soterraño, al lado de sus hijos y su esposa.

5. PUBLICACIONES DE LUIS VILLANUEVA La mayor parte de estos documentos fue ya estudiada en “Una bibliografía barcarroteña”, publicada en 1999. A la misma he añadido nuevos descubrimientos y análisis de su obra, en las dos vertientes de autor y de editor. La diversidad de disciplinas nos retratan una personalidad, en cualquier caso, inquieta por las manifestaciones intelectuales de su tiempo: la enseñanza de la historia pretérita, el derecho, las sociedades económicas, la arqueología, la política, etc. Todo esto completa la figura de un personaje que también influyó en los avatares históricos de la Barcarrota decimonónica. 1. “Obras de Don Juan Pablo Forner, Fiscal que fue del estinguido (sic) Consejo de Castilla, recogidas y ordenadas por Don Luis Villanueva”. Madrid: Imprenta de la Amistad, 1843. Segunda edición de 1844. El ilustrado, historiador y político barcarroteño inició sus escritos con 19 años y una obra de recopilación del que fuera afamado pensador y literato en el siglo XVIII, el emeritense Juan Pablo Forner. Nuestro paisano, editor de la obra y como tal propietario de sus derechos (ya hemos explicado suficientemente la posesión de estos papeles), la dedica a Don Martín Fernández de Navarrete, protector en Madrid del jovencísimo, y ya titulado en Jurisprudencia, Villanueva y Cañedo. Además de las Dos palabras que sirven de agradecimiento a todas las corporaciones y personas que le han ayudado, Villanueva incluye la Vida y Escritos del Autor en 14 páginas. 2. “Memorias leídas en la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación”. Madrid: Imprenta de Fernando Suárez, 1844. Esta obra, de 62 páginas, comprende dos textos: el relativo a retos, duelos y desafíos, y el correspondiente

al suicidio. Villanueva está en el apogeo de sus estudios jurídicos, de manera que es durante su estancia en la capital cuando se incorpora a la Sociedad Económica Matritense, el Ateneo Científico y Literario, la Academia de la Historia y la Matritense de Jurisprudencia, institución en la cual lee y selecciona estas memorias, además de publicar las actas de sus sesiones en el Boletín de Jurisprudencia. 3. “Elementos de Historia Universal”. Cáceres: Imprenta de Antonio Concha y Cía., 1845-1846. Luis Villanueva gana la cátedra de Geografía e Historia en el Instituto Cacereño de segunda enseñanza y regresa a Extremadura. Para facilitar su labor de enseñanza, y “avergonzado de que tuviésemos que ir a buscar a naciones estrangeras (sic), los libros para nuestras escuelas”, escribe este manual destinado a sus alumnos, de 376 páginas el primer tomo (Historia Antigua) y 392 el segundo, dedicado a la Historia Moderna, que él sitúa a partir de la decadencia de Roma y las invasiones germánicas. Con dedicatoria especial al poeta Manuel José Quintana. Apenas conocemos un ejemplar conservado en el Seminario badajocense de San Atón. 4. “Resumen de los elementos de Historia Universal”. Cáceres: Imprenta de Concha y Compañía, 1847. Test con 312 preguntas y respuestas, en 64 páginas.

5.

“Estudio Biográfico de Hernando de Soto”. Badajoz: Arqueros, 1892. 231 páginas. La segunda edición es de 1929. La obra recoge la teoría del Inca Garcilaso, que era la más tenida en cuenta en su época. Don Luis Villanueva se dirige en primer lugar a las Diputaciones Provinciales de Badajoz y Cáceres para dedicarles el libro y ensalzar la figura del Adelantado, conmemorándose aquel año el Cuarto Centenario del Descubrimiento de América. También “al lector” invoca, para mostrar las dificultades que ha tenido trabajando desde Barcarrota (“mi residencia habitual en un punto aislado, sin recursos para el trabajo, reducido a mi pequeña biblioteca”). Tras hacer una densa y estudiada biografía de Soto -que es la primera escrita por un autor español; en Estados Unidos ya se habían redactado algunas desde principios del siglo XIX-, Villanueva incluye apéndices relativos a documentos del personaje, la Relación del Fidalgo de Elvas, los extremeños y barcarroteños que le acompañaron en su expedición y el resto de historiadores y cronistas que habían escrito sobre la gesta. Existe una reedición facsimilar del año 2000, a cargo de la Diputación de Badajoz con el empeño del Ayuntamiento de Barcarrota.

6.

“Ampliaciones a la Historia de Mérida de Moreno de Vargas, Forner y Fernández” por Pedro María Plano y García. Mérida: Plano y Corchero, 1894. Como ya hemos señalado anteriormente, la inclusión del texto de Forner y Segarra se debió al original conservado por Villanueva largos años. Incluye Dos palabras al lector firmadas en Barcarrota el 27 de agosto de 1892, que preceden al prólogo que Juan Pablo Forner escribió a la memoria de su padre, texto que también debió preservar nuestro paisano desde su juventud madrileña.

7. “Estación prehistórica de Badajoz”, incluido en el Boletín de la Real Academia de la Historia (tomo XXIV, 1894, páginas 379-382) y en las páginas 36-40 del “Inventario de los objetos recogidos en el Museo Arqueológico de la Comisión

Provincial de Monumentos de Badajoz” de Tomás Romero de Castilla – Badajoz: Tip. El Progreso de Antonio Arqueros, 1896. Como ya hemos señalado, es la heterogénea relación de objetos prehistóricos que Luis Villanueva descubre y detalla de su finca de La Pestana. 8. “Historia y Bibliografía de la Prensa de Badajoz”, de Román Gómez Villafranca. Badajoz: Tipografía La Económica, 1901. Cinco páginas en este texto de despedida, que destaca la labor de los periódicos en Badajoz durante todo el siglo XIX, y particularmente “la terrible y porfiada lucha entre los partidarios de las nuevas ideas y los defensores del antiguo régimen político”. Algo así como un testamento político y social de un hombre que es fiel reflejo de los contrastes, las transformaciones y las reminiscencias de una época que se va extinguiendo poco a poco.

6. RESUMEN DE LOS ELEMENTOS DE HISTORIA UNIVERSAL Las Dos palabras de Luis Villanueva que abren esta publicación declaran el carácter académico del texto y su empeño: “he creído que podía también prestar algún servicio á las escuelas de instrucción primaria y elemental publicando por separado este Resumen”. Si los “Elementos de Historia Universal” estaban rotundamente orientados a sus alumnos de secundaria cacereños, el didactismo general de la sociedad parece alumbrar la continuación que reeditamos más de siglo y medio después. Quiere esto decir que tanto los conocimientos de la Historia del mundo como los parámetros doctrinales han variado mucho desde entonces. No obstante, Villanueva y Cañedo expone sus filantrópicas aspiraciones: “Si los profesores, los padres de familia y los niños, á quienes está dedicado este pequeño trabajo, encontrasen en él alguna utilidad, veré cumplidos mis deseos”. Hay que instruir al pueblo, hay que culturizarlo, hay que enseñarles Historia Universal. ¿Cómo? De una forma que hoy nos puede parecer sencilla, pero a los neófitos conviene introducir poco a poco y con mecanismos simples y entretenidos, cual es el del cuestionario. No es tan chocante la fórmula cuando podemos decir que aún en nuestra época se utiliza el rito de la competición, de la pregunta cuya respuesta ha de ser automática –de memoria- y veloz si quiere uno imponerse a los contrincantes y demostrar sus conocimientos en la materia, como ocurre en los concursos televisivos seguidos por audiencias masivas. De esta manera, el cuestionario se desarrolla de unos presupuestos generales (“¿Qué es historia?”) a preguntas ya más concretas, divididas en las siguientes partes: Preliminares (cuestiones 1-8), Historia Antigua (9-180), Historia de la Edad Media (181-244), Historia Moderna (245-291) e Historia Contemporánea (292-312). En la pregunta 5 se plantea precisamente la división de la Historia en los cuatro grandes periodos de la Humanidad. Son las interrogantes sobre las etapas de la Antigüedad y el Medievo las que ocupan el grueso de la obra, 282, mientras que la atención por las edades moderna y contemporánea –especialmente ésta- es precaria.

La lectura del texto publicado por el joven catedrático Villanueva puede aún instruirnos en el conocimiento de la historia del mundo, habiendo sido redactado hace siglo y medio. Algunos de sus conceptos no han cambiado (otros sí: el mundo fue creado mucho antes del año 4003 anterior a Cristo), pero en cualquier caso la labor didáctica y popular de esta enseñanza trasciende lo temporal y nos acerca al estudio y la ciencia de los hombres cultos del siglo XIX, en su afán por mostrar ese saber al pueblo y a las generaciones venideras de individuos.

7.

BIBLIOGRAFÍA

- Agúndez Fernández, Antonio: Juristas extremeños. Palma de Mallorca, (s.n.), 1962. - Bullón y Gómez de Vallugera, Alfonso: Historia político-militar de la Baja Extremadura en el siglo XIX. Incluido en “Historia de la Baja Extremadura”, tomo II. Badajoz, Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, 1986. - Cardalliaguet Quirant, Marcelino: El Instituto Provincial de Segunda Enseñanza “El Brocense” (ciento cincuenta años de historia de la educación). Cáceres, Diputación, 1997. - Díaz y Pérez, Nicolás: Diccionario histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres. Madrid, Pérez y Boix, 1884. - España Fuentes, Rafael: El Sexenio Revolucionario en la Baja Extremadura: 18681874. La obra de los municipios revolucionarios. Badajoz, Diputación, 2000. - García Iglesias, Luis: El epitafio de Sabur, rey de la Taifa de Badajoz: Nota sobre su hallazgo y posesores. Badajoz, REEx-II, 1995. - García Iglesias, Luis: El noble estudioso de Almendralejo. Autógrafos del Marqués de Monsalud en el Archivo del P. Fidel Fita S.J. Badajoz, Diputación, 1997. - Gran Enciclopedia Extremeña (ed. Francisco J. Mayans). Mérida, Ediciones extremeñas, 1992. - Lama Fernández, Miguel Ángel: Sobre papeles manuscritos de Juan Pablo Forner. Incluido en “Juan Pablo Forner y su época (1756-1797)”, ed. Jesús Cañas Murillo y Miguel Ángel Lama. Mérida, ERE, 1998. - Molina Lemos, Lucio: La colección de ídolos-cilindro del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz procedentes del sepulcro megalítico de Los Fresnos. Madrid, RABM-III, 1978. - Molina Lemos, Lucio: El extraordinario ajuar del sepulcro megalítico de Los Fresnos. Badajoz, REEx-III, 1979. - Naranjo Sanguino, Miguel Ángel: La desamortización de Mendizábal-Espartero en la provincia de Badajoz (1836-1852). Badajoz, Diputación, 1997. - Ortiz Romero, Pablo: Institucionalización y crisis de la Arqueología en Extremadura: la Comisión de Monumentos de Badajoz y la Subcomisión de Monumentos de Mérida. Tesis doctoral, en prensa, 2003. - Pecellín Lancharro, Manuel: El krausismo en Badajoz: Tomás Romero de Castilla. Cáceres, Uex-ERE, 1987. - Revista de Extremadura (tomos I, II y III). Cáceres, Cicon, 1999. Facsímiles de los ejemplares correspondientes a 1899, 1900 y 1901. Tomo IV original, 1902. - La Revista de Extremadura (1899-1911). Coord. Esteban Cortijo. Mérida, ERE, 2001.

- Rodríguez Hermosell, José Ignacio: Una bibliografía barcarroteña. Barcarrota, Universidad Popular, 1999. - Rodríguez Hermosell, José Ignacio: Breve Historia de Barcarrota. Barcarrota, Universidad Popular, 1998. - Rodríguez Hermosell, José Ignacio: Movimiento obrero en Barcarrota. José Sosa Hormigo, diputado campesino. Mérida, Asamblea de Extremadura, 2005. - Romero de Castilla, Tomás: Inventario de los objetos recogidos en el Museo Arqueológico de la Comisión Provincial de Monumentos de Badajoz. Badajoz, El Progreso, 1896. - Sánchez Marroyo, Fernando: Movimientos populares y reforma agraria: Tensiones sociales en el campo extremeño durante el Sexenio Democrático (1868-1873). Badajoz, Diputación, 1992. - Torrado Visedo, Antonio Eliseo: Perfil biográfico de D. Luis Villanueva y Cañedo. Badajoz, Diputación, 2000. Separata al facsímil del “Estudio biográfico de Hernando de Soto”.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.