Aproximación a la Gestión Turística del Patrimonio en Reservas de Biosfera de América Latina y El Caribe. Percepción de los Gestores de las reservas.

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Descripción

Universidad de Barcelona Master en Gestión del Patrimonio Cultural

Trabajo de Investigación:

Aproximación a la Gestión Turística del Patrimonio en Reservas de Biosfera de América Latina y El Caribe. Percepción de los Gestores de las reservas.

Profesor Tutor: Jordi Tresserras Juan Alumno: Roberto Concha Mathiesen

Barcelona, junio de 2012

“En este siglo de muchedumbres trashumantes que profanan todo lugar ilustre, el único homenaje que un peregrino reverente puede rendir a un santuario venerable es el de no visitarlo” (Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un texto implícito)

“…los que van a venir no son exactamente turistas al uso, son otra cosa, como nosotros tampoco somos un operador turístico, somos una comunidad” (Líder indígena, Ecuador)

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Índice

Presentación..................................................................................................................... 4 I. El Patrimonio y sus usos ............................................................................................. 12 a) El Concepto de Patrimonio. ............................................................................................... 12 b) Proceso de Patrimonialización .......................................................................................... 14 b.1 Interés por el objeto..................................................................................................... 16 b.2 Activación ..................................................................................................................... 18 b.2.1 Designación ........................................................................................................... 22 b.2.2 Exposición .............................................................................................................. 23 c) Usos del patrimonio ........................................................................................................... 25

II. Del Patrimonio Natural al Paisaje ............................................................................. 30 a) Patrimonialización de la naturaleza .................................................................................. 30 a.1 Nivel Simbólico............................................................................................................. 31 a.2 Nivel Político-administrativo ....................................................................................... 37 a.3 Nivel Económico ........................................................................................................... 40 b) Designación de áreas protegidas....................................................................................... 42 b.1 Categorías de manejo .................................................................................................. 42 b.2 Designaciones internacionales .................................................................................... 44 b.2.1 Sitios Ramsar ......................................................................................................... 45 b.2.2 Sitios de Patrimonio Mundial ................................................................................ 46 b.2.3 Reservas de Biosfera ............................................................................................. 49 b.2.4 Geoparques. .......................................................................................................... 52

III. Turismo, Naturaleza y Comunidades ....................................................................... 54 a) El turismo y sus principales elementos ............................................................................. 54 b) Diversificación del turismo y consumo cultural ................................................................ 55 c) Impactos del turismo.......................................................................................................... 58 c.1 Impactos Económicos ................................................................................................... 58 c.2 Impactos Ambientales.................................................................................................. 60 c.3 Impactos Socioculturales ............................................................................................. 62 d) La alternativa del Turismo Cultural y Comunitario ........................................................... 64 e) Gestión Turística del patrimonio ....................................................................................... 72 e.1 Gestión de destinos patrimoniales ............................................................................. 72 e.2 Gestión Turística favorable a la resiliencia de ecosistemas ....................................... 76

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IV. Reservas de Biosfera en AL-C ¿Gestión Turística Resiliente? ................................ 79 a) Devenir de las Reservas de Biosfera en AL-C .................................................................... 79 b) Situación actual de las Reservas de Biosfera en AL-C ....................................................... 81 b.1 Población en las RB de AL-C ........................................................................................ 87 b.2 Usos de las Reservas de Biosfera en AL-C ................................................................... 90 c) Gestión Turística en Reservas de la Biosfera de AL-C ....................................................... 95 c.1 Instrumentos para el ordenamiento turístico de las RB en AL-C ................................ 97 c.2 Tipos de turismo en las RB de AL-C ............................................................................ 103 c.3 Participación en la gestión turística .......................................................................... 106 c.4 Percepción de Impactos del Turismo ......................................................................... 112

Conclusiones: ............................................................................................................... 115 Bibliografía ................................................................................................................... 119 Anexos .......................................................................................................................... 130 Las variables y sus valores .................................................................................................... 131 La Encuesta ........................................................................................................................... 135 Listado de RBs que respondieron la encuesta ...................................................................... 140

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Presentación

El presente informe da cuenta de una investigación orientada a explorar aspectos generales de la gestión turística del patrimonio que se lleva a cabo en Reservas de Biosfera de América Latina-Caribe (RBAL-C). El informe se compone de 6 partes: presentación, 3 capítulos teóricos (I, II y III), un capítulo de contextualización y análisis de datos (IV) y las conclusiones. El capítulo I (El Patrimonio y sus usos) está enfocado a construir un contexto teóricoconceptual acerca del fenómeno del patrimonio y la patrimonialización como objeto de estudio, profundizando en los procesos de selección y las fuentes en que se sustentan, así como en los mecanismos que operan en la activación del patrimonio. Finalmente, en este capítulo abordo también los principales usos que se le dan al patrimonio. El capitulo II profundiza en ciertos elementos que son específicos a la patrimonialización de la naturaleza, como proceso que opera en un nivel simbólico, económico e institucional. Abordo la relación hombre-naturaleza y la progresiva tendencia a superar la separación entre patrimonio natural y cultural. En este capítulo también me refiero a distintos tipos de manejo de áreas protegidas, profundizando en las principales categorías internacionales de designación de patrimonio natural. En el capítulo III hago un repaso del fenómeno del turismo desde una perspectiva antropológica, dando cuenta de su progresiva masificación y diversificación, que posiciona a la cultura y el patrimonio como oferta de los destinos, y que genera impactos en el ámbito económico, sociocultural y físico. Luego, recojo los enfoques del turismo cultural y el turismo comunitario, como modelos que permiten superar los impactos negativos del turismo tradicional. En este capítulo le doy especial importancia a conceptos aportados por investigadores del turismo comunitario, en particular el de ‘resiliencia socio-ecológica’, para finalmente formular una propuesta de elementos constitutivos de una gestión turística del patrimonio en ecosistemas. El capítulo IV está dedicado a la contextualización y análisis de los datos recogidos entre marzo y abril, a partir de una encuesta dirigida a los gestores de las reservas de biosfera de América Latina y el Caribe. Llegaron respuestas desde 97 reservas y desde 18 países (sólo Panamá y Saint Kitts y Nevis no enviaron respuestas). En consecuencia, los datos obtenidos ofrecen una interesante panorámica ―con ambición únicamente exploratoria― acerca de la gestión turística del patrimonio en reservas de biosfera de la región.

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La última parte del informe está dedicado a las conclusiones, señalando las frecuencias observadas para las distintas variables analizadas y algunos indicios de correlaciones territoriales. Al revisar la bibliografía disponible relativa a Reservas de Biosfera (RBs) en América Latina y el Caribe (AL-C) se puede constatar que la mayor parte de las publicaciones se refieren a temas de conservación de especies biológicas, mientras que existe escasa información sistematizada y transversal que permita caracterizar las RBs de la región en aspectos como población, usos y gestión turística. En este sentido, el Plan de Acción 2010-2020 de la red Ibero MaB1 da a entender que se requiere investigación y difusión de aprendizajes en cuanto a los impactos del turismo dentro de las reservas de biosfera que integran la red (IbetoMaB, 2011). La activación patrimonial de un espacio natural, mediante la designación de un área protegida (AP), implica procesos de “reorganización territorial y administrativa”, que conlleva la “nacionalización y modernización del espacio y la naturaleza” (Vaccaro & Beltran, 2010). La reorganización territorial opera en cuatro niveles (Ibid): i) administrativo (creación de límites jurisdiccionales); ii) de infraestructura (implementación de servicios, hospedaje y caminos necesarios para manejar el turismo); iii) demográfico (cambio en los flujos de población); y iv) económico (cambio en la estructura económica del área hacia una economía de servicios). A su vez, esa reorganización va aparejada de transformaciones culturales en dos sentidos: por un lado, hay una resignificación de los sitios designados como AP; a su vez, hay un encuentro de culturas a través del flujo de personas. La reorganización económica del territorio está asociada a un proceso de mercantilización del AP en dos sentidos: como paisaje (a través del turismo) y como eco-símbolos para la potenciación de marcas (Frigolé, 2010). Las designaciones de patrimonio por parte de UNESCO sirven para garantizar la calidad de marcas de destino, favoreciendo la activación turística de sitios patrimoniales (Ballart & Juan-Tresseras, 2008). Al ser aprovechadas, pueden estimular beneficios económicos e incluso el rendimiento de un monopolio (Frigolè, 2010). La activación turística de estos sitios puede generar tensiones entre dos intereses en cierta medida contradictorios: resguardo y conservación v/s uso y alteración del patrimonio. El interés por resguardar el patrimonio puede llevar al intento de congelar la cultura y frenar su natural devenir (García, 1998). A su vez, un exceso de cambio puede quebrar la continuidad y hacer que el patrimonio pierda el significado y uso que tenía para el habitante del territorio, convirtiéndose en pura mercancía. Las comunidades deben ser conceptualizadas en función de 1

MaB es la sigla en inglés del Programa Hombre y Biosfera de la UNESCO.

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procesos de estabilidad y de cambio, para calibrar los factores de cambio que introduce el turismo (Greenwood, 1992). De acuerdo con Ruiz y Vintimilla (2009), resiliencia 2 implica un equilibrio entre continuidad y cambio de un socio-ecosistema (hombre-naturaleza). El imperativo es que los cambios que afecten a comunidades humanas y su entorno no alteren ni desarticulen sustancialmente el sistema socio-ecológico (Ruiz, 2009). Pero, el resguardo de esas comunidades y su entorno no debe estar orientado a congelar sistemas que en esencia son dinámicos sino más bien a asegurar la permanencia de procesos ecológicos y prácticas socioculturales que permiten la continuidad del sistema. “Más importante que la conservación de áreas intactas es la conservación a escala regional, de estrategias de uso de los recursos que no interrumpan los procesos ecológicos que mantienen la resiliencia del paisaje” (Guevara, 2010:56). El turismo y otras actividades pueden favorecer o amenazar esa resiliencia, dependiendo de la gestión de los cambios que se vayan introduciendo. Los gestores de patrimonio deben encontrar un punto de equilibrio entre protección y accesibilidad, lo que implica que se complementen políticas culturales y turísticas (Ballart & Tresserras, 2008:139). En particular, el turismo cultural es una actividad que debiera favorecer a la resiliencia socio-ecológica ya que vincula la comercialización de productos culturales con principios como la sostenibilidad, la equidad y la solidaridad (Jordi Tresserras, comunicación personal). El turismo cultural se caracteriza porque los visitantes tienen la intención de acercarse y comprender culturas distintas. Dentro del segmento del turismo cultural podemos encontrar el turismo comunitario, el turismo étnico, étnico-cultural o etnoturismo; el turismo histórico y el ecoturismo. Hay ciertos elementos que debieran estar presentes en la gestión turística, para favorecer la resiliencia del paisaje/ecosistema. Esos elementos son: - Instrumentos de ordenamiento y planificación turística (planes, estrategias, zonificaciones) que establezcan el público objetivo, regulen usos del espacio y flujos de los visitantes, para asegurar la resiliencia del paisaje y la calidad de la experiencia de los turistas (Prats & Santana, 2011). Estos instrumentos deben basarse en estudios de capacidad de carga (para definir un número máximo de visitantes) y de impacto 2

Desde la mecánica, se define el concepto de resiliencia como “Capacidad de un material elástico para absorber y almacenar energía de deformación” (www.rae.es). Se usa este término para denominar al límite de elasticidad de un material (o límite de rotura). Por extensión, resiliencia es entendida como capacidad de un sistema para retomar su estado inicial tras sufrir una perturbación. Este concepto ha sido aplicado en disciplinas como la ecología y la psicología.

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sociocultural del turismo, de tal manera que el uso no altere significativamente los ámbitos físico y sociocultural, ni la calidad de la experiencia vivida por el visitante (Santana, 1997; Smith, 1992). A su vez, los planes de ordenamiento y estudios debieran volcarse en medios de información para los visitantes, para que éstos tengan mayor conciencia y cuidado respecto del patrimonio (Prats & Santana, 2011). - Gobernanza, es decir, el activo involucramiento de la población local en la gestión y en la toma de decisiones, lo cual requiere el empoderamiento y potenciación de capacidades en la gente (Ballart & Juan-Tresserras, 2008; Arrieta, 2010; Rodrigues & Pascual, 2008). - Turismo comunitario, que involucre activamente a los actores locales, fortalezca su base organizativa, el patrimonio local y el orgullo de pertenencia (Tresserras, 2012; Santana, 1997; Stronza, 2001; Ruiz y Vintimilla, 2009; Hiwasaki, 2006; Del Campo, 2009; Coca, 2009). - Impactos del turismo en los ámbitos ambiental, económico y sociocultural contribuyan a la resiliencia del paisaje. Los impactos van a variar según el tipo de turismo ―y de turistas― que esté interviniendo, siendo más intensos cuando se trata de turismos masivos a través de medios institucionalizados (Santana, 1997) 3 . Los impactos negativos del turismo “son más evidentes en lugares que crecen rápidamente sin planificación adecuada y en países en desarrollo debido a la magnitud de los problemas sociales, la carencia de infraestructura básica y la debilidad de las instituciones públicas” (Altés, 2006:4). Respecto del ámbito económico, se considera un impacto negativo el hecho de que el turismo desplace o sustituya a otras actividades económicas tradicionales del territorio (Santana, 1997). Otro impacto no deseado es que los beneficios económicos se concentren en las elites locales y/o en actores externos al territorio (Nash, 1992). A su vez, el crecimiento desproporcionado del turismo ―más allá del control de los residentes― puede provocar la expulsión de la población local y la gentrificación del territorio debido a un alza en el precio de la tierra y de los productos de consumo básico (Santana, 1997). Respecto del ámbito ambiental, se espera que el turismo no interrumpa los procesos ecológicos que permiten la continuidad del paisaje/ecosistema. Un impacto no deseado es que el arribo de turistas supere la capacidad de carga del sitio (Santana, 1997). Otro impacto no

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El turismo institucionalizado es aquel que se provee mediante agencias y operadores turísticos, en el marco de una oferta de productos preestablecida (Santana, 1997).

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deseado es la contaminación que generan los turistas cuando no hay un adecuado manejo de residuos. Respecto del ámbito sociocultural, se considera un impacto negativo del turismo la escenificación y pérdida de significado de expresiones culturales representativas del territorio (Greenwood, 1992). También se considera un impacto negativo del turismo la profundización de fracturas sociales en la comunidad local a partir de la distribución de perjuicios y beneficios (Nash, 1992). Otro impacto considerado negativo del turismo es la implantación de una ‘cultura transicional’, en la cual predomina la estereotipación y despersonalización tanto de anfitriones como de invitados, derivada de la afluencia masiva de turistas (Smith, 1992). Por último, podemos mencionar como otro impacto negativo del turismo, a nivel sociocultural, la homogenización de los destinos (Kirshenblatt-Gimblet, 2001). Con estos antecedentes, establecimos las siguientes preguntas de investigación: - ¿Cuáles son los principales usos que se les da a las reservas de biosfera? - ¿Existen instrumentos de ordenamiento y/o planificación del turismo en las RBs? - ¿Entre la población vinculada a cada reserva, qué porcentaje corresponde a población indígena? - ¿Qué niveles de participación tiene la población local / indígena en la gestión turística de las RBs - ¿Existen experiencias de turismo comunitario en las RBs? - ¿Qué tan positivos han sido los impactos del turismo, en la conservación de la diversidad biológica, en el fortalecimiento de las culturas locales y la generación de beneficios económicos? - ¿Cómo se distribuyen las variables analizadas en las subregiones continentales Centro América-Caribe y América del Sur?

Todas estas preguntas, permiten abordar la pregunta más general de la investigación: ¿En qué medida están presentes en las RBs de AL-C, los elementos de la gestión turística que favorecen la resiliencia del paisaje/ecosistema? La respuesta a estas preguntas permite revertir, en parte, el vacío de conocimiento en torno a la gestión turística del patrimonio en Reservas de Biósfera de Latinoamérica y el Caribe. La hipótesis que guía la investigación podría ser enunciada como:

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“En las reservas de biosfera de AL-C, como ecosistemas patrimonializados, están presentes con cierta intensidad elementos de la gestión turística que favorecen la resiliencia del paisaje/ecosistema”. Para que fuese factible abordar las preguntas de investigación en la escala planteada (que abarca 20 países donde existen Reservas de Biosfera) en un lapso breve de tiempo, la aproximación debió ser cuantitativa, aplicando instrumentos estructurados de recopilación de datos, en la lógica de un primer acercamiento exploratorio al tema de estudio, que permitiese describir transversalmente la región y hacer comparaciones entre subregiones. Para ello se aplicó una encuesta online de 20 preguntas dirigida a los gestores de las Reservas de Biosfera de toda la región designadas por UNESCO hasta el año 2011 (111 en total). Los gestores fueron identificados a través de la lista de contactos publicada por UNESCO a través de la web y el libro “World Network of Biosphere Reserves 2010: Sites for Sustainable Development”. Esta lista fue actualizada con apoyo de la Red IberoMaB, a partir de la base de datos de los puntos focales de cada país. En consecuencia, la investigación se basa, como fuente principal, en la versión explícita que comunicaron los gestores de las RBs acerca de la gestión turística. No se recogieron datos medibles y cuantificables de la gestión en si de cada reserva de biosfera sino que se acopiaron y analizaron versiones no trianguladas sobre esa gestión. Se necesitaría recurrir a muchas otras fuentes para lograr una imagen más completa de cada RB. El método aplicado es adecuado para la exploración en el tema y la escala definidos, pero no permite un control sobre el grado de transparencia de las respuestas y las intenciones subyacentes en el discurso de los encuestados. De todos modos, se parte del supuesto de que los gestores de las reservas de biosfera son personas lo suficientemente informadas como para aportar datos útiles acerca de las características de cada reserva en cuanto a las dimensiones que aborda la investigación. Para minimizar el condicionamiento de las respuestas, se intentó que el gestor no percibiera la encuesta como una evaluación de su gestión. Para ello, la investigación fue presentada en términos muy generales, evitando un lenguaje que pudiese llegar a transmitir juicios de valor. Las variables categóricas abordadas por la encuesta están en directa relación con las preguntas de investigación señaladas más arriba (pueden verse en los Anexos). Los valores de esas variables son del tipo ‘presencia/ausencia’ de una categoría o escalas de tipo ordinal, de 5 o 6 niveles (dependiendo si incluyen o no ausencia de la categoría como nivel mínimo o ‘0’).

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Se incluyeron 20 peguntas en la Encuesta/Cuestionario, la mayoría de las cuales se respondía mediante selección de alternativas (ver anexo). La estimación era que la encuesta podía ser respondida en 20 – 30 minutos. A modo de pre-test, se le envió la encuesta a una persona de confianza involucrada en la gestión de una Reserva de Biosfera en Chile, y sus observaciones sirvieron para calibrar el instrumento. Luego se le envió a los gestores de las reservas un correo electrónico ―visado y respaldado por el presidente de la Red IberoMaB― para invitarlos a participar en el ejercicio a través de un link que permitía acceder a la encuesta/cuestionario. Finalmente, el resultado fue muy favorable ya que se obtuvieron respuestas desde 97 reservas de biosfera de un total de 111, con sólo 3 respuestas incompletas.4 A su vez, la encuesta se envió a gestores de 20 países y llegaron respuestas desde 18 de ellos5. A partir de las respuestas, se construyeron y analizaron series de datos mediante herramientas estadísticas descriptivas para establecer frecuencias y distribuciones territoriales. Algunas preguntas incluidas en el instrumento buscaban obtener información útil para futuras investigaciones así como dar espacio para que la persona encuestada plantease sus propias preocupaciones (i.e. redes entre reservas de biosfera ―cuáles dialogan entre sí―; preocupaciones que tienen los gestores y que quieran comunicar; nombre de experiencias exitosas en turismo comunitario y turismo comunitario indígena; referencias de otros actores involucrados en la gestión de la RB; aspectos a mejorar en la gestión). El análisis de la encuesta aplicada permitió constatar una significativa presencia ―al menos en el discurso explícito de los gestores― de elementos como: i) niveles de participación que van más allá de la mera información, en la mayoría de las RBs, con una predominancia de la consulta y la cogestión; ii) presencia de experiencias de turismo comunitario en aproximadamente la mitad de las RBs; iii) impactos considerados favorables del turismo, con mayor fuerza en lo productivo pero también en el ámbito cultural; iv) alta disponibilidad de instrumentos de ordenamiento del territorio que orientan el desarrollo turístico. Sin embargo, se pudo detectar también una muy baja disponibilidad de instrumentos de planificación y ordenamiento específicos para las reservas de biosfera. La mayoría de las reservas se rige por normas y herramientas de planificación dirigidos a otras escalas territoriales (zonas núcleo; territorios administrativos) y son más bien de orientación. 4

Este volumen de respuestas es muy positivo si se compara con una encuesta aplicada en febrero de 2011 por la Comisión Alemana para la UNESCO, la cual fue enviada a todas las reservas de la biosfera del mundo, para pesquisar buenas prácticas relativas a cambio climático, y sólo obtuvo 34 respuestas de la región Latinoamérica-Caribe (German Commission for UNESCO, 2011a). 5 No llegaron respuestas desde Panamá ni de Saint Kitts y Nevis.

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En cuanto a la distribución territorial de las variables, se pudo establecer que en la subregión Centroamérica Caribe había una mayor presencia de elementos como: i) Usos asociados a la conservación y la educación en las RBs; ii) Mayor presencia de la agricultura dentro de las RBs; iii) Mayor presencia de instrumentos de ordenamiento territorial y turístico de las RBs; iv) Mayor institucionalización de las reservas de biosfera. En cambio, en América del Sur aparecieron otros elementos como: i) Mayor presencia de población indígena; ii) Mayor territorio involucrado por las RBs; iii) Mayor presencia de experiencias de turismo comunitario indígena; iv) Mayor presencia del turismo y minería dentro de las RBs; v) Mayor presencia de actividades de investigación. En América del Sur, la figura de Reservas de Biosfera tiene una menor institucionalización, de modo que se debilitan las posibilidades de cambio a nivel de organización y uso simbólico del espacio.

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I. El Patrimonio y sus usos

a) El Concepto de Patrimonio.

En este apartado me voy a referir a dimensiones relevantes del patrimonio que han sido planteadas por diversos autores. En primer lugar, se señala que el patrimonio es aquello digno de ser protegido en su máxima integridad. “Si algo no es conservado o protegido no es patrimonio, independientemente de que pueda o no serlo más tarde” (Frigolé, 2010:38). Llorenç Prats se refiere a esta dimensión cuando dice que el patrimonio cultural es “todo aquello que socialmente se considera digno de conservación independientemente de su interés utilitario” (1998: 63). De manera complementaria, Ballart y Tresserras (2008) señalan que el patrimonio común deber ser traspasado en las mejores condiciones a las generaciones venideras6. Davallon (2002) compara el patrimonio con un tipo de don ―descrito por Godelier7― que no entra en los circuitos de intercambio y es inalienable. El patrimonio colectivo no puede ser vendido, regalado o destruido; se retira del mercado. Este autor señala 3 obligaciones que tenemos frente al legado del cual somos custodios (Davallon, 2010:52): i) conservarlo, ii) transmitirlo a las futuras generaciones, iii) ponerlo a disposición simbólica de la comunidad. Pero ¿de dónde viene la ‘patrimonialidad’ de los objetos? Frente a esta pregunta se ha respondido desde dos enfoques (Davallon, 2010): el de los ‘substancialistas’, que apelan a cualidades intrínsecas de ciertos elementos (los rasgos patrimoniales constituyen parte de la naturaleza del objeto); y el de los ‘relativistas’, para quienes la patrimonialidad es un estatus que resulta de una construcción social (cualquier objeto podría ser patrimonializado). Davallon (2010) propone un enfoque institucionalista, desde el cual se entiende que los procesos de construcción social del patrimonio siguen ciertos patrones o reglas a nivel de representación (formas de pensar) y de comportamiento (formas de actuar). Esas reglas definen los objetos que pueden o no ser considerados patrimonio así como los diferentes tipos de relaciones que uno puede o debe establecer con ellos. Los actores involucrados en el patrimonio incorporan esas reglas como una suerte de ‘habitus’ en el lenguaje de Bourdieu. A 6

García (1998) expresa una visión crítica frente a la noción de patrimonio cultural como representación estática que sustituye a aquello que representa: la cultura (dinámica). 7 Godelier (1998) plantea que no todos los bienes son potenciales dones sino que hay algunos que permanecen sustraídos del intercambio y del mercado. A su vez, el prestigio no está asociado a la acumulación de bienes intercambiables sino de aquellos que están fuera de los circuitos de intercambio.

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su vez, ciertas características del objeto así como las prácticas alrededor suyo gatillan su estatus simbólico y el interés social. Pero esas características no implican cualidades de patrimonio preexistentes en el objeto; “el proceso de patrimonialización es definitivamente una construcción, pero debe encontrar su coherencia, su fundamento y legitimidad en el hecho de que puede y debe satisfacer ciertas condiciones” (Davallon, 2010:49). Un poco más adelante me referiré a los factores que podrían determinar el interés por el objeto. Los diversos autores revisados coinciden en aseverar que el patrimonio es una construcción sociocultural (Prats, 1997, 1998; Kirshenblatt-Gimblet, 2001; Roigé & Frigolé, 2010; Ballart & Juan-Tresserras, 2008). “Hoy coincidimos que patrimonio –patrimonio histórico, patrimonio cultural y patrimonio natural- es una construcción cultural y como tal sujeta a cambios en función de las circunstancias históricas y sociales. Nuestra sociedad moderna ha elaborado su propia versión de patrimonio colectivo, incluyendo bienes culturales y naturaleza, y presuponiendo la existencia de un patrimonio de toda la humanidad.” (Ballart & JuanTresserras, 2008:11)

Inventada: hay cierta claridad en el momento de su origen, que no tiene su origen en la costumbre De acuerdo con Prats (1997; 1998), el patrimonio cultural es a la vez una invención y una construcción social. Invención, porque responde a la capacidad y el poder para generar discursos sobre la realidad “con visos de adquirir cartas de naturaleza”. Construcción social, porque responde a procesos de legitimación y asimilación social de estos discursos más o menos inalterados. En lo que a patrimonio se refiere, “ninguna invención adquiere autoridad hasta que no se legitima como construcción social y que ninguna construcción social se produce espontáneamente sin un discurso previo inventado” (Prats, 1998:64). Patrimonio también es entendido como resultado de un proceso de “producción cultural”, el cual se superpone a la producción primaria de un elemento, cambiando su estatus e importancia (Frigolé, 2010:28). La construcción del patrimonio responde al presente y no al pasado, a pesar de que se utilice la historia como fuente de legitimación de ciertos elementos como patrimonio. En palabras de Kirshenblatt-Gimblet, el patrimonio “es una forma de producción cultural en el presente que recurre al pasado” (2001:44). Se trataría de una reinterpretación del pasado basada en problemas contemporáneos (Roigé, 2010).

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Otro aspecto del patrimonio resaltado por diversos autores es su carácter simbólico, en el sentido de transmitir no sólo significados sino también valores, emociones y disposiciones para actuar. En esta perspectiva, patrimonio es una producción cultural material y simbólica. Aunque la dimensión material sea más evidente, siempre está presente la dimensión simbólica (Frigolé, 2010). De acuerdo con Prats, “la eficacia simbólica depende de muchos factores, entre los cuales [se puede mencionar] la contextuatización de los símbolos en prácticas y discursos y el nivel de consenso de que gocen referentes y significados” (Prats, 1998:66). La dimensión simbólica del patrimonio facilita la cohesión social y la unanimidad, sin llegar a excluir la divergencia y el desacuerdo (Roigé y Frigolé, 2010). También permite la ‘comunicación’ o flujo de significados entre pasado, presente y futro (Davallon, 2002; Ballart & Juan-Tresserras, 2008). El carácter simbólico del patrimonio implica que sus dimensiones material e inmaterial son complementarias; su distinción es relativa, no absoluta (Roigé y Frigolé, 2010).

b) Proceso de Patrimonialización

Patrimonialización es el proceso a través del cual ciertos elementos seleccionados de la cultura o de la naturaleza adquieren valor patrimonial, así como nuevos usos sociales, a través de un proceso de construcción y reelaboración cultural (Roigé & Frigolé, 2010). Al analizar la dimensión simbólica que opera en este proceso, se pueden describir las siguientes fases (Davallon, 2002, 2010): 1) Descubrimiento o interés por el objeto: interés dado a un objeto por un grupo de personas más o menos amplio. Es el inicio en la construcción de cualquier herencia. Descubrir no sólo implica hallar un objeto que estaba oculto sino también ver otra característica o dimensión en aquello que siempre estuvo frente a los ojos. El ‘interés social’ implica características del objeto que evocan la sensación de estar ante algo sublime, de tiempos o lugares lejanos (Davallon, 2010). 2) Certificación del origen del objeto: estudio del objeto en sí. El conocimiento previo permite estimar la importancia del hallazgo, sin embargo, para que haya patrimonio, es necesario establecer el origen del objeto, certificar que efectivamente proviene del mundo del que parece venir (autenticidad). La ciencia construye explicaciones respecto de ese mundo de

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origen; los objetos pasan a ser testigos de una época. De esta manera se crea un vínculo o se restablece la continuidad entre herederos y donantes. El hecho de que la continuidad estuviera rota permite un "descubrir" y reconstruir científicamente esa continuidad. 3) Declaración oficial: el objeto sólo se convierte en patrimonio cuando es declarado como tal. El estatus social del objeto cambia: se convierte en un rastro del pasado que viene a nosotros y nos une a los hombres que lo produjeron. De esta manera, los objetos heredados cumplen una función de representación del pasado. El vínculo con el mundo de origen queda científicamente restaurado y restablecido. 4) Exposición: se organiza el acceso de la comunidad al nuevo objeto patrimonial. El visitante repite las diversas operaciones mediante las cuales el objeto se ha convertido en patrimonio. Descubre el objeto; es sorprendido y maravillado, casi del mismo modo que aquellos qua la descubrieron por primera vez. Aprende de la experiencia mediante las interpretaciones que le ofrecen; experimenta el vínculo con otros seres humanos, con los cuales se identifica. 5) Obligación de transmitir el objeto a las generaciones futuras. La propiedad del objeto va más allá de nosotros: pertenece a la humanidad. En consecuencia, no somos dueños, sino custodios con la responsabilidad de transmitir esos objetos de inestimable valor a los que vienen después de nosotros. Esta secuencia da cuenta de una suerte de intercambio simbólico en un eje diacrónico: “el patrimonio es construido como un hecho comunicacional que se despliega en el tiempo a través de los cambios en el estatus social y simbólico de los objetos” (Davallon, 2010:48). Pero la transmisión se produce a partir de quienes reciben y no de los que dan. La herencia implica elección. Davallon (2002) relaciona esto con el concepto de ‘filiación invertida’, donde el vínculo con los antepasados es decisión de los descendientes. Las fases descritas por Davallon se relacionan con planteamientos teóricos desarrollados por Prats. Es así como el ‘descubrimiento’ (interés por el objeto, conexión con lo sublime), tiene relación con el proceso de construcción que Prats (1997) llama “sacralización de la externalidad cultural”. A su vez, la certificación del origen del objeto, la declaración oficial y la exposición, han sido descritas por Prats como partes del proceso de activación patrimonial. Por último, la obligación de transmitir a las generaciones futuras, ya fue reseñada al comienzo de este capítulo como una de las características que definen al patrimonio: aquello que es

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digno de ser protegido en su máxima integridad8. Por lo tanto, profundizaré en 2 momentos del proceso de patrimonialización: el interés por el objeto y la activación, incluyendo designación y exposición del patrimonio, como partes centrales del proceso de activación.

b.1 Interés por el objeto Los criterios para considerar que algo es o no patrimonio dependen de los valores hegemónicos que cambian a través del tiempo. Una concepción del patrimonio como reliquia se instauró y expandió por el mundo a partir del siglo XIX, cuando proliferaron sentimientos nacionalistas en la sociedad occidental, asociados a los ideales y valores del romanticismo. Diversos elementos fueron cargados de significado como referentes de la identidad territorial y nacional. Como consecuencia “se puede afirmar, como dicen diversos autores, que en Europa el siglo XIX constituye una edad de oro del patrimonio nacional, y que el siglo XIX es el siglo de los museos, museos que respondían a veces muy explícitamente al despertar de un sentimiento nacional y patriótico” (Prats, 1998: 68). El proceso de construcción de patrimonio se basa en la legitimación de ciertos referentes simbólicos a partir de su vinculación con fuentes de legitimación que desde el romanticismo vienen siendo la historia, la naturaleza y la genialidad (Prats, 1998). “La naturaleza (idealmente la naturaleza salvaje, no maleada por el hombre, sus fuerzas desatadas, sus peligros y misterios) escapa al control humano y revela la existencia de unos poderes que no se pliegan al orden social. La historia, el pasado (incluso el futuro) en tanto que tiempo fuera del tiempo, escapa también a nuestro control, está también más allá de nuestro presente cotidiano (el único tiempo que dominamos), poblado de hechos y personajes, magnificados en la oscuridad, que encarnan el bien y el mal, nuestras esperanzas y nuestros temores, mitificados en suma, y, por tanto, inalcanzables por nuestras leyes, pero, y de ahí su influencia, unidos con nosotros por una dependencia unidireccional de filiación que les convierte en nuestros ancestros, así como a los testimonios de sus vidas y sus gestas, en nuestras reliquias. La genialidad representa la excepcionalidad cultural, la individualidad que transciende, y por tanto transgrede, las reglas y capacidades culturales que rigen para el común de los mortales: hombres excepcionales que desafían un orden social que se basa en la

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Dependiendo del punto de vista, la protección puede ser el comienzo o el final del proceso de patrimonialización. La protección carga de significado al objeto (Kirshenblatt-Gimblet, 2001; Pomian, 2007).

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homogeneización de los individuos, y, por tanto, afirman la fuerza del individuo más de los límites culturales” (Prats, 1998:65).

La noción de “fuentes extraculturales de legitimación” que Prats (1997; 1998) conecta con lo sagrado (en contraposición al profano mundo de lo cotidiano y sus reglas), podrían entenderse como lo que es ajeno a nuestro tiempo y nuestro espacio habituales. Davallon (2010) plantea una idea afín a la de Prats, al señalar que en el proceso de patrimonialización se le reconoce al objeto un gran valor que toma la forma de ‘interés social’, comparable a un presentimiento o sensación de estar ante lo sublime (e.g. ‘naturaleza excepcional’ o ‘representativa’; ‘valor de lo antiguo’). Ese interés social es gatillado por objetos que emergen como descubrimiento y que evocan un mundo de origen. La literatura (incluidos marcos jurídicos nacionales e internacionales) normalmente incluye en la categoría de patrimonio cultural a ‘elementos del pasado’ (Prats, 1998; Roigé & Frigolé, 2010; García, 1998; Kirshenblatt-Gimblet, 2001; Davallon 2002, 2010) y a objetos artísticos (Prats, 1988; García, 1998). A su vez, la noción de patrimonio natural es unida a la de patrimonio cultural, en el sentido de que también responde a un proceso de construcción sociocultural, donde la concepción del pasado juega un rol fundamental (Vaccaro & Beltran, 2010; Roigé & Frigolé, 2010). De todos modos, la patrimonialización de la naturaleza tiene ciertas especificidades que serán abordadas más adelante. La conexión del patrimonio con la historia (pasado y futuro) es descrita por Ballart y Tresserras (2008) de la siguiente forma: “… el patrimonio como herencia colectiva cultural del pasado (nuestro pasado, el pasado de una comunidad, el pasado de toda la humanidad…) conecta y relaciona a los seres humanos del ayer con los hombres y mujeres del presente, en beneficio de su riqueza cultural y de su sentido de la identidad” (Ballart y Tresserras, 2008:12).

Para estos autores, patrimonio es un legado de las civilizaciones que tiene un carácter irrenunciable; es un activo valioso que transcurre del pasado al futuro relacionando a las distintas generaciones. Davallon plantea una idea similar cuando dice que “el patrimonio construye una relación con el pasado a través de la circulación de objetos en el tiempo (y también en el espacio entre culturas, pero este es un proceso más complejo)” (2010:47).

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Otros autores (Kirshenblatt-Gimblet, 2001; Pomian 2007) plantean que ciertos bienes en desuso o que nunca fueron productivos desde el punto de vista económico, los cuales no son convertibles en beneficios, son susceptibles de ser resignificados y convertidos en patrimonio. Recursos o bienes que han quedado obsoletos se leen como elementos originales; su degradación hace que se vean como ruinas que evocan el pasado y esto les vuelve a dar un nuevo encanto (Frigolé, 2010). En esta categoría se incluirían tradiciones que la sociedad occidental contemporánea considera erróneas. Estos elementos pueden ser despreciados antes de adquirir la condición de patrimonio. Luego, al ser convertidos en patrimonio adquieren valor (valor del pasado, de la exposición, de la diferencia, de lo indígena). “El proceso de negación de las prácticas culturales se invierte una vez ha conseguido arcaizar los ‘errores’, de hecho, a través de un proceso de arcaización, que es una forma de producción cultural, lo que se repudia toma el transvalor de patrimonio. La palabra folklore nos indica una transformación de los errores en arcaísmos y su transvaloración -una vez inofensivos- en tanto que objetos de recogida, preservación, exposición, estudio e, incluso, nostalgia y recuperación.” (KirshenblattGimblet, 2001:53)

De acuerdo con estos autores, la mayoría de los bienes que constituyen patrimonio cultural han pasado por 3 fases: primero fueron objetos en uso, luego quedaron en desuso (‘reject’) y finalmente por sus características visibles se convirtieron en ‘semioforos’9. Esta secuencia, en que los objetos cambian de categoría y significado, requiere inversión de capital (Frigolé, 2010:31).

b.2 Activación En el proceso de patrimonialización, los elementos seleccionados “deben representar una cierta identidad y deben ser activados por agentes de producción (expertos, investigadores, expertos en cultura) o por alguna variedad de poder político (gobiernos) o sociedad civil” (Roigé & Frigolé, 2010:12).

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Objeto visible dotado de significado, destinado a sustituir, completar o prolongar un intercambio de palabras, o a conservar su huella. Hace visible y estable aquello que de otro modo sería evanescente y perceptible sólo por el oído (Pomian, 2007). En palabras de Pomian “cualquier objeto se convierte en semióforo a raíz de su descontextualización y su exposición” (2007:138).

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A través de la ciencia y la academia se establece la cercanía que tiene un elemento con las fuentes de legitimación. En consecuencia, la ciencia es un principio de legitimación de los repertorios patrimoniales. Se recurre a ella para “formalizar nuevos conocimientos, proponer nuevas interpretaciones y significados, establecer —sobre el papel— nuevos repertorios patrimoniales” (Prats, 1998:75). Prats (1997; 1998; 2005) señala que la activación patrimonial depende de autoridades disciplinarias y corporativas socialmente reconocidas, y de la ratificación social. La activación de los referentes patrimoniales es llevada a cabo en relación con versiones ideológicas de la identidad que responden a unas ideas y unos valores previos, normalmente subsidiarios de unos determinados intereses (Prats, 1998:67). En consecuencia, el proceso de activación patrimonial es coherente con los valores que resalta una versión de la identidad, los cuales responden a intereses de un determinado grupo ―que comparte y propugna esa versión de la identidad― en una determinada realidad histórica. Frigolé va más allá y plantea que “el patrimonio es progresivamente construido en torno a un proyecto, personal o colectivo, económico o cultural” (2010: 32-33). Las acciones de patrimonialización son promovidas, impuestas o llevadas a cabo por agentes sociales (Roigé & Frigolé, 2010). El principal actor en la activación de repertorios patrimoniales es el poder constituido (gobiernos locales, regionales, nacionales), que moviliza instituciones, leyes, decretos, conocimiento, acciones y recursos (Prats, 1997; Frigolé, 2010). También pueden activar patrimonio sectores políticos fuera de la administración (incluyendo aquellos que operan desde la informalidad y en la clandestinidad), así como la sociedad civil, pero siempre con el respaldo del poder (Prats, 1997). Por último, la sociedad, de manera variable según individuos y grupos, participa del consenso en torno al proceso de activación, adhiriendo o resistiéndose al valor patrimonial de los referentes seleccionados. “La representación de una identidad (al nivel que sea), las ideas y valores asociados, incluso la estética de los referentes, no puede estar demasiado alejada del pensamiento social so pena de perder su efectividad, de debilitar la identificación, la cantidad y la calidad de las adhesiones” (Prats, 1998:74).

Para Arrieta (2010), el consenso respecto de la activación y los sus usos del patrimonio nunca se establece plenamente. La ausencia de conflicto en los procesos de activación patrimonial, no se debería a un consenso general alcanzado cada vez sino a que la gran

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mayoría de la población local no se ha percatado de tales procesos. “Eso es para decir, la ausencia de conflicto o el aparente acuerdo social, cultural e identitario no se debe a la aquiescencia sino a la indiferencia” (Arrieta, 2010:179). Luego, el consenso se contagia y propaga, pero no el uso y el control de los elementos patrimoniales. La importancia que tengan los actores locales en la patrimonialización está condicionada por los modelos y políticas de las instituciones estatales, supranacionales y globales, además de la demanda de patrimonialización por parte del mercado (Frigolé, 2010). García Canclini señala que son los ‘sectores dominantes’ quienes están más involucrados tanto en la producción como en la selección del patrimonio, ya que “disponen de medios económicos e intelectuales, tiempo de trabajo y de ocio, para imprimir a esos bienes mayor calidad y refinamiento” a la vez que “definen cuáles bienes son superiores y merecen ser conservados” (1999:18). “Los productos generados por las clases populares suelen ser más representativos de la historia local y más adecuados a las necesidades presentes del grupo que los fabrica. Constituyen, en este sentido, su patrimonio propio. También pueden alcanzar altos grados de creatividad y valor estético, según se comprueba en la artesanía, la literatura y la música de muchas regiones de México. Pero tienen menor posibilidad de realizar varias operaciones indispensables para convertir esos productos en patrimonio generalizado y ampliamente reconocido: acumularlos históricamente […] la desigualdad estructural impide reunir todos los requisitos indispensables para intervenir plenamente en el desarrollo de ese patrimonio dentro de las sociedades complejas” (García Canclini, 1999:18-19).

Para legitimar el patrimonio es necesario señalar su autenticidad. Existen dos dimensiones de este concepto: por un lado se refiere a que los objetos son lo que se cree que son (genuinos). Por otro lado, se habla de lo auténtico para referirse a bienes culturales tradicionales que se utilizan dentro de la comunidad que los elaboró. Prats (1998) alude al primer significado señalado, al explicar que la autenticidad en el patrimonio está asociada a una relación de metonimia10 de ciertos elementos (tangibles o intangibles) con las fuentes de legitimidad. Algo es auténtico cuando ha estado en íntimo 10

Metáfora y metonimia son mecanismos de asociación mental que utiliza el simbolismo. “La primera, como es sabido, se basa en el principio de semejanza y la segunda en el de contacto o participación. La eficacia simbólica de la metonimia, en principio, es muy superior a la de la metáfora, en la misma proporción que la reliquia de un santo (o de un héroe) lo es a la imagen de aquél” (Prats, 1998:72).

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contacto o ha formado parte del ámbito de la naturaleza, de la historia o de un individuo genial (especímenes naturales, objetos históricos, obras de la inspiración creativa). En palabras de Davallon (2002), para que haya patrimonio es necesario establecer el origen del objeto, certificar que efectivamente proviene del mundo del que parece venir. “Para un analista, la autenticidad de un objeto es el resultado de un proceso de autenticación, que es uno de los momentos de la patrimonialización” (Davallon, 2010, 55). En cuanto al segundo sentido de la palabra auténtico, Frigolé (2010) cita a Boltanski y Chiapello (El nuevo Espíritu del capitalismo, 2002) para definirla como ‘puro valor de uso’, es decir, aquello que está fuera del capital y la circulación mercantil. Los elementos culturales serían auténticos en la medida que son utilizados y tienen un valor cultural para la comunidad que los fabrica. García Canclini plantea que en una primera etapa de los objetos culturales “prevalece el valor de uso para la comunidad que lo fabrica, asociado al valor cultural que su diseño e iconografía tienen para ella” (1982:90). Esto antes de que los objetos adquieran un valor de cambio en el mercado y un valor cultural asignado por el turista, que lo inscribe en su propio sistema simbólico. Para este autor, los productos auténticos no tienen cabida en la economía capitalista ya que “las condiciones presentes de circulación y consumo de los bienes simbólicos han clausurado las condiciones de producción que en otro tiempo hicieron posible el mito de la originalidad en el arte, el arte popular y el patrimonio cultural tradicional” (1999:29). En consecuencia, un objeto puede ser ‘original’ (genuino) pero al ser descontextualizado pierde su relación con el origen y el sentido que tuvo, “se corta su vínculo con la danza o la comida en la cual se lo usaba y se le atribuye una autonomía inexistente para sus primeros poseedores” (García Canclini, 1999:32). A fines de los años 1960’s emergió una intensa demanda por diferenciación y por bienes no estandarizados, ante lo cual el capitalismo respondió con la producción y mercantilización de bienes y prácticas señaladas como “auténticas” (Frigolé, 2010). Sin embargo, lo que aparece como auténtico y original en muchos casos se trata de realidades y significados contemporáneos producidos por agentes sociales para satisfacer la demanda. La patrimonialización y la mercantilización de lo auténtico parecen estar unidas (Frigolé, 2010). Estudios de turismo muestran la utilización de un concepto de autenticidad que ya no está conectado al objeto sino a la experiencia del espectador. “Lo que importa, de hecho, es que el turista sienta que ha estado en contacto con la ‘verdadera’ cultura del país visitado, lo que usualmente significa que esta cultura es más antigua que la suya, y esta experiencia, en

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cierto modo, define la autenticidad” (Davallon, 2010:56). La cultura del país visitado queda dividida entre la representación de lo "auténtico", diseñada para el turista, y la realidad tras bambalinas a la que el turista no tiene acceso. La ‘verdadera’ autenticidad queda oculta, detrás de lo que fue escenificado como real para él como objeto turístico. Una posición menos maniquea frente al concepto de autenticidad es aportada por Alberto del Campo Tejedor (2009), a partir de investigaciones relativas a turismo comunitario en Ecuador. Este autor señala que un elemento cultural es auténtico cuando es de utilidad y tiene sentido para la propia comunidad que lo produce, pudiendo ésta obtener una ganancia a través de su mercantilización. Es decir, lo auténtico puede ser valor de uso + valor económico para la comunidad local. Este tema será profundizado en el capítulo sobre turismo, naturaleza y comunidad.

b.2.1 Designación Davallon (2010) señala que un elemento no llega a ser patrimonio sino hasta que es designado como tal. Kirshenblatt-Gimblet (2001) es más radical aun y señala que la designación, exhibición y conservación asignan valor patrimonial a elementos obsoletos. Para que la designación tenga ese efecto, alguien autorizado (la academia, la ciencia) debe hacer el acto simbólico de declarar que el objeto entra en esa categoría (Prats, 1998). De acuerdo con Frigolé (2010) la designación patrimonial no sólo identifica aquello que es patrimonio sino que lo separa de aquello que no lo es. Al mismo tiempo, jerarquiza tipos de patrimonio, un sistema de categorías y rangos patrimoniales creados y supervisados por variadas organizaciones estatales, supranacionales y globales. Estas instituciones decretan y hacen público el patrimonio, lo que puede implicar a su vez su exhibición. Con las designaciones internacionales (i.e. UNESCO), la noción de patrimonio colectivo llegar a ser parte de una herencia a nivel universal. Sin embargo, estos procesos que tienen una dimensión global, a menudo están guiados por valores, conceptos, gestores y objetivos que son externos y ajenos a las comunidades locales (Beltran et al., 2008). “Instituciones globales tales como UNESCO definen modelos dominantes de patrimonio, tales como patrimonio material e inmaterial, patrimonio de la humanidad, reserva de la biosfera, etc. y los supervisa” (Frigolè, J. 2010: 33).

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Distintivos como banderas azules, declaraciones de Patrimonio de la Humanidad u otros sellos UNESCO sirven para garantizar la calidad de marcas de destino, para el turismo más exigente (Ballart & Tresseras, 2008). Puede estimular beneficios económicos e incluso el rendimiento de un monopolio (Frigolè, J. 2010). Las categorías patrimoniales nacionales e internacionales no son excluyentes entre si, de modo que se pueden traslapar total o parcialmente áreas designadas con categorías distintas de patrimonio. Es así como en algunos casos, un territorio es designado como Patrimonio de la Humanidad, a la vez que puede estar dentro o incluir en su interior una reserva de la biosfera. “Cuando un lugar queda designado varias veces -cada vez por un motivo diferente- y se utiliza por más de una finalidad -incluso en un solo momento- el resultado es un palimpsesto patrimonial.”(Kirshenblatt-Gimblet, 2001:49).

La designación de espacios patrimoniales (‘landmarking’), es un instrumento que deja su propio rastro en el lugar señalado como parte del patrimonio, en el sentido de que transmite ‘poderosos significados’. Evoca la idea de sitios ‘muy especiales’, inconfundibles en su importancia. Agrega valor y ayuda a poner en el mercado a formas culturales que la industria del patrimonio desarrolla (Kirshenblatt-Gimblet, 2001). Prats (2005) usa los conceptos de ‘patrimonio local’ y ‘patrimonio localizado’ para distinguir en cierta medida a quién le pertenece o para quien es relevante ese repertorio de elementos designado como patrimonio. El ‘patrimonio local’ tiene gran relevancia básicamente para la comunidad que lo siente como propio, en cambio, no tiene la misma relevancia para el resto de la población más allá del espacio local. Al ‘patrimonio localizado’, en cambio, se le asigna una alta relevancia a escala global, de modo que su valoración no está circunscrita a una comunidad y lugar específicos. Las designaciones oficiales de patrimonio normalmente aluden a una escala supra local, nacional o internacional, es decir, a patrimonio localizado.

b.2.2 Exposición La patrimonialización implica un movimiento hacia descontextualizar el elemento seleccionado y luego otro hacia recontextualizarlo dentro de un espacio/tiempo diferenciado de clasificación jerárquica del patrimonio, donde hay otros elementos patrimonializados (e.g.

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un museo, un parque natural). La función de exhibición bloquea otras funciones y nos remarca que estamos tratando con patrimonio (Frigolé, 2010). De esta manera se construye una distancia entre nuestro mundo diario y el mundo del objeto patrimonial (Davallon, 2010). La exposición de los elementos ‘descubiertos’ (o seleccionados) requiere de un discurso asociado a ellos. Este discurso dependerá de los referentes escogidos (mundo de origen del objeto), de los significados de estos referentes que se destaquen, de la importancia relativa que se les otorgue, de su interrelación como conjunto y del contexto (Prats, 1998). La exposición

utiliza

elementos

que

están

relacionados

metonímica

(‘reliquias’)

y

metafóricamente (fotos, representaciones) con las fuentes o parámetros de legitimación simbólica. A las extensiones metafóricas del original Frigolé (2010) les llama ‘patrimonio vicario’. Por su parte, Davallon (2002) establece la distinción entre un índice (signo que a su vez es parte de lo que representa) y un icono (signo que se parece a lo que representa). Las reconstrucciones serían íconos que no tienen ni el estatus ni la fuerza de un índice, por lo tanto, no funcionarán jamás como patrimonio por sí solas. Bárbara Kirshenblatt-Gimblet (2001) nos habla de “instrumentos de representación” (grupos de danza, actores y músicos, cooperativas de artesanía, centros culturales, festivales de arte, museos, exposiciones, grabaciones, archivos, medios de comunicación indígenas, programas culturales), que operan en una “interfaz interpretativa”. Para esta autora, el patrimonio es en cierta medida creado a través de la exhibición. Los “instrumentos de representación” hacen muestra del patrimonio, su continuidad y vitalidad en el presente, a la vez que añaden valor a las formas culturales que representan. Se asocian a la producción patrimonial en el presente, pero al mismo tiempo constituyen una reivindicación del pasado. Aunque acentúan el efecto del patrimonio representado, no llegan a confundirse con la ‘tradición’ en sí. Kirshenblatt-Gimblet (2001) usa el adjetivo de ‘brechtiano’11 para referirse al extrañamiento que producen en el público los instrumentos de representación. La “interfaz interpretativa” es un “lugar crítico para la producción de significados” (Kirshenblatt-Gimblet, 2001:50). Se trata de formas culturales que por sí solas transmiten poderosos significados. La activación y divulgación del patrimonio en la sociedad hace que ésta incorpore (y participe en la construcción de) una representación de si misma, de su propio mundo, de lo 11

La representación es percibida como tal por el espectador. “El distanciamiento [brechtiano], se aparta de la intención de crear naturalismo en la escena y deniega la ilusión. El actor debe mostrar el personaje y no convertirse en él” (Crispino, 2007).

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que la convierte en lo que es hoy, de su pasado y sus valores, etc. Esta ‘reflexividad’ inherente a toda patrimonialización (Davallon, 2010) conecta con un tiempo que no es el propio de la tradición sino construido sobre la historia.

c) Usos del patrimonio

En los procesos de patrimonialización, agentes sociales dotan a ciertos objetos y elementos de nuevos significados, valores y usos, en el marco de un sistema social, económico y político y sus mutuas relaciones. Se pueden distinguir múltiples usos y propósitos del patrimonio tales como la creación de identidad y legitimidad, la promoción de desarrollo social y económico, etc. (Roigé & Frigolé, 2010). La correlación entre intereses, valores y situaciones históricas cambiantes permite entender las activaciones patrimoniales como “estrategias políticas” (Prats, 1998; García, 1998). En palabras de Prats, “ninguna activación patrimonial, ninguna, de ningún tipo, es neutral o inocente, sean conscientes o no de ello los correspondientes gestores del patrimonio” (Prats, 1998:68). Diversos autores (García Canclini, 1999; Siniscalchi, 2010; Arrieta, 2010; Prats, 1998; Roigé & Frigolé, 2010) plantean que existe una suerte de disputa en torno a quien define y se beneficia con el patrimonio. Sin embargo, las motivaciones y usos reales que están detrás de un proceso de patrimonialización sólo pueden ser conocidos abordando cada caso en particular como proceso histórico, mediante método etnológico (Roigé & Frigolé, 2010). Entre los usos que potencialmente se le pueden dar al patrimonio se cuenta, en primer lugar, el uso simbólico. El patrimonio puede ser incluido en el conjunto de símbolos que sirven de medio de distinción entre categorías de personas y grupos. Quienes son propietarios o depositarios de ciertos símbolos (como objetos valiosos, rasgos, modos), han acumulado ‘capital simbólico’ y proyectan una posición de exclusividad y privilegio (Bourdieu, 1988). Hobsbawm, refiriéndose a la tradición, señala que “los objetos y las prácticas son más susceptibles de un uso ritual y simbólico cuando no van cargados de uso práctico” (2002:10). Esto podría ser extensible al patrimonio, constituido por elementos en desuso a los cuales se le asigna un valor patrimonial. La posesión y el gusto por esos elementos actúan como medio de distinción social. García Canclini (1999) describe tres tipos de agentes que se disputan el uso del patrimonio desde visiones distintas: el sector privado, el Estado y los movimientos sociales.

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El sector privado ―empresas industriales, inmobiliarias, turísticas― tiene una visión ‘mercantilista’ respecto del patrimonio, siendo su objetivo último la acumulación económica y la reproducción de la fuerza de trabajo. Desde una perspectiva mercantilista, el patrimonio es una oportunidad o un obstáculo al progreso económico y al ‘el avance material’ de la sociedad (García Canclini, 1999). En consecuencia, la inversión que se haga en la gestión del patrimonio se justifica en la medida que genera ganancias. Empresas turísticas e inmobiliarias pueden apreciar el valor simbólico del patrimonio ya que incrementa el valor económico (García Canclini, 1999). El patrimonio colectivo, aunque en sí no es una mercancía12, contribuye a la creación de servicios y productos que pueden ser convertidos en mercancías para ser vendidos y generar dinero. Lo que es vendido como patrimonio en el mercado es meramente su contemplación, los servicios asociados a éste, o patrimonio vicario13 (Frigolé, 2010). De acuerdo con Frigolé (2010), las acciones de patrimonialización generan ventajas geográficas que confieren una posición favorable a estas empresas en el mercado. Pueden ser entendidas como ventajas culturales (Frigolé, 2010). El patrimonio estimula el mercado porque provee referentes de gran importancia cultural y simbólica y, en consecuencia, de gran valor. Genera una denominación de origen en función de las regulaciones que permitieron la designación de un elemento como patrimonio. A mayor importancia cultural de una denominación de origen, mayor estímulo al mercado. La acción privada genera impactos en los bienes históricos y del interés mayoritario, de modo que para algunas empresas, el patrimonio puede ser un obstáculo al implicar costos adicionales cuando se exigen medidas de resguardo. En el caso de productos que constituyen el ‘patrimonio propio’ de una comunidad ―como las artesanías― quedan sometidos al régimen de valor de cambio y sufren un deterioro en su calidad y sus componentes simbólicos tradicionales (García Canclini; 1999). A su vez, el uso económico del patrimonio puede tener impactos positivos: “…en ciertos pueblos pobres, para cuyos habitantes la única opción es emigrar, la incorporación de las artesanías al mercado urbano y turístico posibilita que muchos indígenas y campesinos permanezcan en sus comunidades y reactiven sus tradiciones productivas y culturales” (García Canclini, 1999:20). 12

De acuerdo con Castree (2003), la mercantilización capitalista es un proceso donde cosas cualitativamente distintas se vuelven equivalentes y vendibles a través de la mediación del dinero. La mercantilización permite que cuerpos particulares de mercancías que tienen un valor de uso, sean co-mensurados y asuman la cualidad general de valor de cambio. Davallon (2002) señala que el patrimonio es ajeno a esta lógica. 13 Extensión metafórica del original que puede ser vendida, acarreada, usada y consumida (Frigolé, 2010).

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Los impactos de las empresas son más destructivos en la medida que no existen “programas públicos que definan el sentido del patrimonio para toda la sociedad, regulen enérgicamente el desarrollo económico y establezcan un marco general ―basado en intereses generales― para el desempeño de cada sector del capital” (García Canclini, 1999:29). Por su parte, la acción del Estado sobre el patrimonio se funda en una concepción ‘conservacionista’ y ‘monumentalista’, para frenar el saqueo especulativo; para utilizar el prestigio de los monumentos como medio de legitimación y de generación de consenso, y por “autocomplacencia escenográfica" (García Canclini, 1999:21). Usualmente los bienes patrimoniales están referidos a identidades políticas de carácter local, regional y/o nacional (Prats, 1998). Esta perspectiva es coherente con el planteamiento de Anderson (1993) sobre la construcción de las identidades nacionales, en el sentido de que “todas las comunidades más grandes que las aldeas primordiales de contacto cara a cara (y quizás incluso aquellas) son imaginadas” (Anderson, 1993:24). La producción de patrimonio implica selección y manipulación del pasado, de tal modo que quede asociado al origen de ciertas ‘comunidades imaginadas’. El origen en el pasado evoca, a su vez, la idea de lo eterno (lo que ha remontado el tiempo), lo original y auténtico (Frigolé, 2010). Irónicamente, el habitante del sitio que ha sido patrimonializado y convertido en símbolo nacional, suele no compartir estos mismos imaginarios (Vaccaro & Beltran, 2008). En general las tareas del poder público consisten en rescatar, preservar y custodiar especialmente los bienes históricos capaces de exaltar la nacionalidad, de ser símbolos de cohesión y grandeza. El patrimonio es utilizado como elemento integrador de la nacionalidad, para simular que no está dividida en diversas identidades o que la grandiosidad de ese patrimonio trasciende las fracturas sociales (García Canclini, 1999). Esto es una ilusión ya que “los bienes reunidos en la historia por cada sociedad no pertenecen realmente a todos, aunque formalmente parezcan ser de todos y estar disponibles para que todos los usen” (García Canclini, 1999:17). El Estado ha contribuido al rescate de las culturas populares en el intento de conformar una identidad nacional compartida. Sin embargo, esta intervención ha producido que los elementos patrimoniales trascendieran su conexión exclusiva con la cultura local. Las realidades locales son convertidas en “abstracciones políticoculturales, en símbolos de una identidad nacional en que se diluyen las particularidades y los conflictos” (García Canclini, 1999:21).

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Por su parte, los movimientos hacen uso del patrimonio en el marco de un paradigma ‘participacionista’, el cual concibe el patrimonio y su preservación en relación con las necesidades globales de la sociedad. De acuerdo con este enfoque: “La selección de lo que se preserva y la manera de hacerlo deben decidirse a través de un proceso democrático en el que intervengan los interesados y se consideren sus hábitos y opiniones” (García Canclini, 1999:24).

Este enfoque se caracteriza por incluir en el patrimonio la arquitectura habitacional así como parques y plazas de hoy, costumbres y creencias de sectores populares. Sin embargo, García Canclini (1999) señala que el interés por el patrimonio que tienen los propios movimientos más bien responde a coyunturas. A su vez, el uso que hacen del patrimonio las “clases populares” se ve limitado debido a que no se sienten involucradas en la conservación de valores simbólicos que no sienten como propios. A su vez, parecen interiorizar la actitud desvalorizadora de los grupos dominantes hacia la cultura popular. Arrieta (2010) plantea que la participación de la comunidad en los procesos de patrimonialización, tiene un valor en si misma, sin embargo, deben considerarse las relaciones de poder, la desigual disponibilidad de recursos, el control de las dinámicas de proyectos, el grado de representatividad social y el conocimiento y sensibilidades hacia el patrimonio que tienen aquellos convocados a participar. Siguiendo con García Canclini (1999:22), los movimientos sociales que se interesan por el patrimonio se caracterizan por 3 rasgos fundamentales: - La cuestión del patrimonio ambiental -natural y urbano- no se ve como responsabilidad exclusiva del gobierno. - Se comprende que si no hay movilización social por el patrimonio, es difícil que el gobierno lo vincule con las necesidades actuales y cotidianas de la población. - El efectivo rescate del patrimonio incluye su apropiación colectiva y democrática, o sea: crear condiciones materiales y simbólicas para que todas las clases puedan compartirlo y encontrarlo significativo. Dentro de los usos que pueden hacer del patrimonio los movimientos sociales se puede agregar la ‘producción de localidad’. En estos procesos, el patrimonio es utilizado como referente de una identidad local reelaborada, que emerge como reacción a los procesos de globalización. “La localidad debe reelaborar y/o reinventarse una cultura ‘tradicional’ como

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respuesta a los retos de la globalización” (Frigolé & Roigé, 2008:8). Ello se expresa en la tercerización de la economía, la patrimonialización de la naturaleza y la cultura, y creación de tradiciones. Frente al movimiento uniformizador de la globalización, la progresiva privatización de los recursos y el debilitamiento de las instituciones políticas locales, hay una reacción local de potenciación de la identidad, integración social y creación de productos distintivos para participar en la economía global (Beltran et al., 2008). La ‘producción de localidad’ (Siniscalchi, 2010) contribuye a construir sujetos locales y a estructurar sentimientos de pertenencia en la población que habita en esos lugares. Este es un proceso dinámico de carácter político ya que actores sociales construyen, reconstruyen y manipulan diferentes niveles de la identidad local, en una lucha por el manejo de los recursos y la definición de las acciones económicamente eficientes.

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II. Del Patrimonio Natural al Paisaje

a) Patrimonialización de la naturaleza

En el ámbito del patrimonio, la separación entre naturaleza y cultura se debe a discursos y prácticas de diferenciación impuestas por instituciones y expertos con poder en esta temática, y no a que se trate de dimensiones necesariamente separadas (Roigé y Frigolé, 2010). Esta división no corresponde a una expresión espontánea de la experiencia humana ya que no es universal. En consecuencia, el patrimonio natural debería ser considerado en concordancia con otros elementos patrimoniales (museos, centros de interpretación), patrimonio intangible (leyendas, mitos, festivales, etc.) y elementos relacionados con la vida rural (arquitectura tradicional, cocina, productos artesanales, etc.). La patrimonialización de la naturaleza está asociada a la patrimonialización cultural, como procesos de construcción sociocultural (Roigé & Frigolé, 2010; Roigé & Estrada, 2010). Vaccaro y Beltrán (2008), utilizan el concepto de ‘paisaje’ para referirse a la totalidad donde se integran naturaleza y cultura como dos componentes esenciales. En un sentido similar, UNESCO define los paisajes culturales como “obra conjunta del hombre y la naturaleza” (UNESCO, 1972; 2011). El patrimonio natural al igual que (o como parte de) el patrimonio cultural es una construcción social, que responde a determinadas concepciones acerca de qué y cómo debe ser preservado. Tales concepciones responden a ciertos intereses que no necesariamente son compartidos (Beltran et al., 2008). La patrimonialización de la naturaleza tienen un claro componente ecológico (la necesidad de proteger ecosistemas o especies), pero no puede ser separada de las consideraciones de carácter cultual, político y económico (Vaccaro & Beltran, 2010). El patrimonio natural tiene un valor y un uso en los ámbitos económico y simbólico (Roigé & Estrada, 2010). Las áreas protegidas reflejan no solo las características y problemas de un cierto territorio sino también las dinámicas existentes entre diferentes actores y grupos sociales que tienen sus propios intereses respecto del medioambiente y la naturaleza (Beltran & Vaccaro, 2010). “Los parques y las reservas deben considerarse como figuras políticas (y no espacios meramente naturales), como figuras de gestión territorial, en la medida que

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establecen nuevas jurisdicciones y normativas y que condicionan el acceso y los usos de las poblaciones locales a los espacios y sus recursos” (Beltran et al., 2008:15).

En consecuencia, los espacios naturales protegidos “son figuras plenamente históricas: surgen en lugares y momentos específicos, están asociadas a intereses concretos, buscan legitimarse a partir de unos determinados conceptos y discursos” (Beltran et al., 2008:20). La delimitación de ciertos espacios como áreas protegidas es justificada con el valor de ‘naturaleza’ de ese entorno, establecido sobre la base de los sistemas científico y turístico. “Son los científicos expertos los que determinan el valor de ciertas especies vegetales o animales o del sustrato geológico; son las necesidades de construcción de un destino turístico las que sirven para seleccionar ciertos parajes, algunos elementos arquitectónicos o determinada fauna” (Quintero et al., 2008:69). Sin embargo, en los procesos de designación de áreas protegidas, cada vez más es esperable el activo involucramiento de la población local. Por otro lado, la declaración de áreas protegidas no implica que se esté adoptando un modelo de desarrollo sostenible. Para Santamarina, detrás de la creación de áreas protegidas “hay, por un lado, una política insostenible que busca justificarse con datos y cifras de humo y, por otro, una visión simplista y reduccionista de lo ecológico” (2008:41). Vaccaro y Beltran (2010) describen tres procesos interrelacionados entre sí que están involucrados en la patrimonialización de la naturaleza: idealización (nivel simbólico); mercantilización (nivel económico) e institucionalización (nivel político-administrativo) de la naturaleza.

a.1 Nivel Simbólico Philippe Descola (2001) señala que las fronteras entre humanos y no humanos están definidas por ‘modos de identificación’. En muchas culturas, el modo de identificación implica distinciones “borrosas, donde los no humanos parecen compartir muchas características específicas de la humanidad” (Descola, 2001:101). El modo de identificación típico de occidente, desde Platón y Aristóteles hasta el presente, es el naturalismo: “la creencia de que la naturaleza efectivamente existe, de que ciertas cosas deben su existencia y su desarrollo a un principio ajeno tanto a la suerte como a los efectos de la voluntad humana” (Descola, 2001:108). A través de la historia de occidente, el naturalismo se ha expresado con diferentes matices. En la Edad Media nació un naturalismo rapaz o predatorio “cuando se desbrozaron

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para el cultivo grandes extensiones de bosques; esa práctica adquirió su legitimación con la filosofía cartesiana y su plena expresión con la mecanización del mundo, en el sentido tanto físico como técnico de la expresión; después esa práctica se transformó en el destino histórico de Europa, bajo el nombre de producción, cuando la sociedad burguesa logró concebirse a sí misma como la encarnación de un orden natural” (Descola, 2011:119). Bajo el paradigma cartesiano, el naturalismo se expresa como dominio y propiedad de la naturaleza. Entre el siglo XVIII y comienzos del siglo XX, las sociedades capitalistas de occidente separaron a la mayoría de la población de la naturaleza, tanto física como emocionalmente. La consolidación del capitalismo industrial las convirtió en sociedades eminentemente urbanas. “Para la inmensa mayoría de la población, trabajadores de fábrica, la vida y el trabajo no tenía lugar en las montañas, campos y bosques” (Vaccaro & Beltran, 2010:67). La “dualidad entre lo urbano/rural, lo natural/industrial se configuraría como un potente imaginario social” (Santamarina, 2008:30). El quiebre en el vínculo entre población y espacios naturales que provocó la industrialización permitió la reconceptualización de la naturaleza 14 . En una época de romanticismo, en que proliferaron valores y sentimientos nacionalistas, la naturaleza se convirtió en objeto de idealización. “Con el rápido crecimiento de las sociedades urbanas, la naturaleza salvaje pronto llegó a ser una mercancía escasa y cada vez más remota. Las elites comenzaron a desarrollar el gusto por paisajes espectaculares y lo que generalmente es conocido como vida salvaje” (Vaccaro & Beltran, 2010:65).

El territorio nacional, sus paisajes, su naturaleza y belleza fueron reconocidos como referentes de las identidades nacionales que en ese momento emergían en Europa y sus colonias (Anderson, 1993; Vaccaro & Beltran, 2010). Las crónicas y relatos de viajes se convirtieron en vitrina de espacios naturales salvajes y misteriosos. En este contexto nació la idea de que era necesario proteger la naturaleza. Protección es un ‘modo de relación’ entre humanos y no humanos ―propio del naturalismo― que implica la inclusión jerárquica de una parte de la naturaleza: “una gran colección de no humanos son percibidos como dependiendo de los humanos para su reproducción y bienestar” (Descola, 2001:111). Este modo de relación siempre provoca algún grado de gratificación en quienes lo 14

Se observa aquí la secuencia ‘objeto en uso – objeto en desuso (‘reject’) ― semioforo’ descrita por K. Pomian. En este caso, grandes sectores del territorio dejan de ser usados como espacios habitados por la población local y proveedores de recursos productivos, en orden a transformarse en paisajes.

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practican. La protección de la naturaleza (animales domésticos, áreas naturales) constituye “un pequeño enclave donde la culpa se atenúa y la dominación se transforma eufemísticamente en preservación paternalista y entretenimiento estético” (Descola, 2011:112). El paradigma proteccionista se tradujo en la creación de los primeros parques nacionales a fines del siglo XIX, en Estados Unidos, Canadá y Sudáfrica. El modelo fue extendido a los territorios periféricos y coloniales (Vaccaro & Beltran, 2010). En Latinoamérica, por ejemplo, diversas acciones se llevaron a cabo durante la segunda mitad del siglo XIX, para la conservación de áreas y recursos naturales (Elbers, 2011). Siguiendo el modelo de Yellowstone (1872), al comenzar el siglo XX (1907) se estableció la primera área natural protegida de Sudamérica: la Reserva Forestal Malleco (Chile)15. En el proceso de modernización, el patrimonio natural pasó a ser un valioso icono de carácter público, que evoca los significados de pureza y autenticidad. Estas nuevas características tienen importantes consecuencias en la forma como la naturaleza es percibida y manejada (Vaccaro & Beltran, 2010). Se extendió el “mito de una naturaleza intocada”, el cual justificó muchos procesos de patrimonialización de espacios (Beltran et al., 2008:12). La expansión del paradigma proteccionista permitió que germinara el concepto de conservación ecológica. La protección ya no era utilizada exclusivamente para preservar lugares espectaculares y atractivos sino que llegó a estar conectada con la ciencia y la idea de protección de la biodiversidad (Vaccaro & Beltran, 2010). “Lo que hasta entonces había sido considerado como desiertos inhóspitos o monótonas praderas, selvas impenetrables o pantanos insalubres, recibían el rango de áreas protegidas en virtud de su rara, abundante o amenazada biodiversidad” (Vaccaro & Beltran, 2010:65).

Posteriormente, la globalización facilitó la viralidad de estos conceptos y la protección ambiental se expandió a todos los ambientes y países. A su vez, la preocupación por el patrimonio natural deja de ser una ideología exclusiva de las elites y permea los movimientos sociales (García Canclini, 1999). Esta nueva forma de ver a la naturaleza recoge un set de imágenes que vienen de disciplinas como la ecología o desde discursos tales como el ecologismo, en orden a generar valor patrimonial (Roigé & Frigolé, 2010). 15

Considerada como la tercera área protegida del continente americano y la novena a nivel mundial (Tovar & Guerrero, 2011).

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Con todo este proceso se invirtió la polaridad de la naturaleza: de ser una entidad externa y hostil, que debía ser desmantelada y arrancada para constituir un espacio de agricultura y civilización, pasó a ser un bien prioritario, de carácter nacional y colectivo, que tiene un valor en sí mismo, sujeto a derecho, que debe ser protegido por individuos, organizaciones y todos los Estados. Paralelamente, se le imprime a la naturaleza un sentido de creciente lejanía, escasez y riesgo de desaparición. El concepto moderno de naturaleza, es asociado a lo salvaje, lo puro y lo intacto. Así, la autenticidad pasa a ser una condición constitutiva de ese concepto. Se trata de proteger un ideal: aquello que no ha sido transformado por el hombre (Vaccaro & Beltran, 2010). Esta idealización de la naturaleza como espacio prístino, en ningún caso revierte la separación entre hombre y naturaleza, que establece el naturalismo (Descola, 2001). Paralelamente, el conservacionismo, la ecología y los avances hacia una sociedad postindustrial permitieron la adopción de una visión postmaterialista de la naturaleza. En este nuevo contexto, el paisaje adquiere una cualidad intrínseca en tanto que objetos de contemplación (Vaccaro & Beltran, 2008:47). “La valoración estética, con fines contemplativos, del medio ambiente así como la valoración conservacionista, en términos de la preservación de la biodiversidad, contrastan con el carácter utilitario de los usos tradicionales y permiten poner de manifiesto la hegemonía de una concepción cultural de la naturaleza que descansa en valores postmaterialistas” (Beltran et al., 2008:20).

Muchos ambientalistas hasta hoy adscriben a un enfoque ecológico ortodoxo según el cual conservación de la naturaleza implica limitar la presencia humana en áreas protegidas. Sin embargo, una visión distinta comenzó a desarrollarse en la década de 1970 (Lefeuvre, 1990), a partir de la Convención del Patrimonio Mundial, también llamada Convención para el Legado Mundial de UNESCO (1972, revisada en 1992), con la cual se instala “un nuevo paradigma de dimensión planetaria: la relación cultura-naturaleza” (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:62). Esta nueva concepción de la naturaleza como ‘patrimonio’ y ligada a la cultura, responde al fracaso de las políticas “normativas, centralizadas y verticales”, que se impulsaron durante las décadas de 1950 y 1960 para frenar la rápida degradación del medio ambiente, las cuales no lograron obtener adhesión y movilización del público. Los conceptos ‘gestión patrimonial’ y ‘patrimonio natural’ reflejan un nuevo enfoque, en el que se traspasa responsabilidad en la conservación a la población local, la cual debe hacerse cargo de su entorno (Lefeuvre, 1990:46).

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En esos años, el programa Man and Biosphere (MaB), de la UNESCO, generó el modelo de ‘reservas de biosfera’ (1974), el cual contemplaba la presencia humana dentro de las reservas, así como la investigación de la relación entre el hombre y la naturaleza, en cuanto a conservación de paisajes o degradación de ecosistemas (Ishwaran et al., 2008). En 1980, la UICN publicó la Estrategia Mundial para la Conservación (WCS), que puso de relieve el concepto de ‘desarrollo sostenible’. La Estrategia afirma que la conservación de la naturaleza no puede lograrse sin el desarrollo de las personas e hizo hincapié en la interdependencia entre la conservación y el desarrollo16. Posteriormente, el 22 de mayo de 1992 se celebró en Nairobi la ‘Conferencia para la aprobación del texto acordado del Convenio sobre la Diversidad Biológica’, a la cual fueron invitados todos los países (PNUMA, 1992). El Convenio, que fue firmado por 168 países a partir de la “Cumbre para la Tierra” (Río de Janeiro, 1992), “insiste sobre el vínculo entre protección, uso y población nativa” (Batisse, 2001:13). A su vez, promueve la aplicación del ‘Enfoque Ecosistémico’ o ‘Enfoque Bioregional’, para la gestión integrada de los recursos terrestres, hídricos y vivos. Este enfoque reconoce que los seres humanos, con su diversidad cultural, son un componente integral de los ecosistemas (MaB-UNESCO, 2001:19). De acuerdo con este enfoque: “Más importante que la conservación de áreas intactas es la conservación a escala regional, de estrategias de uso de los recursos que no interrumpan los procesos ecológicos que mantienen la resiliencia del paisaje” (Guevara, 2010:56).

A su vez, en un escenario global de creciente descontento respecto de las formas occidentales de comprender y manejar el medioambiente, debido a las crisis ambientales y el declive de los recursos, alcanzan mayor validez y reconocimiento epistemologías alternativas17 a las pretensiones de empirismo y objetividad del conocimiento occidental (Butler & Menzies, 2007). La validación del conocimiento de los pueblos indígenas respecto de su entorno, que había sido planteada por los primeros etnógrafos18, se refuerza en el presente por múltiples investigaciones.

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Beatriz Santamarina (2006) da cuenta del uso político del concepto de desarrollo sostenible, el cual no se ve reflejado en un programa estratégico sino que, por el contrario, banaliza el problema de la degradación ambiental. 17 Las relaciones de los indígenas con la naturaleza, sus prácticas y comprensiones, durante las últimas dos décadas han sido más formalmente estudiadas como Traditional Ecological Knowledge (TEK) y exploradas como una fuente de manejo y enfoques de conservación alternativos (Butler & Menzies, 2007). 18 “…¿posee el salvaje una actitud mental que sea racional y detenta un dominio también racional sobre su entorno […]? La respuesta será que toda comunidad primitiva está en posesión de una considerable cuantía de saber, basado en la experiencia y conformado por la razón” (Malinowski, 1993:31).

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“Se puede afirmar que la investigación sobre el conocimiento local y los modelos culturales de la naturaleza, que surgió de tendencias anteriores relativas a la etnobotánica, la etnociencia y la antropología ecológica, ha llegado a la mayoría de edad. Este resurgimiento ha dado paso a recuentos cada vez más sofisticados sobre las construcciones de la naturaleza elaboradas por la gente, y quizás nos ha ofrecido la posibilidad de deshacernos finalmente de la relación binaria entre la naturaleza y la cultura que ha sido tan predominante y perjudicial para la antropología ecológica y campos relacionados” (Escobar, 2000:118).

El mundo globalizado ha puesto de manifiesto “un universo híbrido en el que humanos y no humanos ya no pueden ser manejados cómodamente como dos conjuntos enteramente diferentes de dispositivos sociales” (Descola, 2001:120). En palabras de Munjeri “los etnosistemas en general están inexorablemente vinculados a los ecosistemas” (2009:129). Esta nueva perspectiva implica un gran avance en cuanto a que instala y propaga una concepción integrada de hombre y naturaleza, sin embargo, también puede operar como idealización del habitante local, como intrínsecamente ecológico. Hay ejemplos de que no todas las comunidades que habitan espacios naturales desarrollan prácticas amigables con el medio ambiente, aunque adopten un discurso ecológico19. Hardin, en el ya clásico ensayo sobre La Tragedia de los Comunes (1995), explica por qué es un error asumir que las decisiones individuales serán beneficiosas para la sociedad en su conjunto. Los recursos comunes sólo serán cuidados si es que existen prescripciones en ese sentido, ya sea en la propia comunidad local o por parte del Estado. Guerrero (2011b) señala que hoy en día se pueden distinguir dos visiones frente a la conservación: la de los conservacionistas ortodoxos, que promueven la protección de la biodiversidad a través de mecanismos de uso indirecto de las áreas protegidas y por lo tanto, no asumen el enfoque ecosistémico en plenitud; y la de quienes consideran que las áreas protegidas tienen una función social, de modo que promueven el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales para lograr la conservación del ecosistema. Estas visiones contrapuestas, al ser plasmadas en la creación de áreas protegidas, derivan en procesos muy distintos, que incluyen o excluyen al habitante.

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Por ejemplo, en Reserva de la Biosfera de Ría Lagartos (Yucatán, México) “las poblaciones locales manipulan el discurso ambiental, no tanto porque hayan asimilado la subjetividad conservacionista, sino a fin de promover sus prácticas e intereses actuales, que no están necesariamente de acuerdo con los principios del desarrollo sustentable” (Doyon, 2008:304).

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a.2 Nivel Político-administrativo La resignificación de la naturaleza producida durante el siglo XIX fue un proceso coherente con el interés de los estados nacionales, de reforzar el control sobre sus territorios. La creación de parques naturales se incluye entre los esfuerzos institucionales para caracterizar la identidad colectiva y construir comunidades nacionales imaginadas (Anderson, 1993; Vaccaro & Beltran, 2010). La transformación de los espacios naturales en bienes nacionales colectivos, conlleva el reconocimiento de derechos y deberes para los ciudadanos y para el Estado: los ciudadanos pueden acceder a esos bienes, lo que implica la democratización de su uso y disfrute (Vaccaro & Beltran, 2010). Por su parte, el Estado tienen el derecho y el deber de proteger la naturaleza nacional de manera monopólica. Los Estados asumieron esta labor a través de la creación y administración de áreas protegidas, lo que implicó incorporar la gestión ambiental el quehacer habitual de los gobiernos modernos. La implementación de las políticas de conservación así como la gestión de las áreas protegidas se apoya en un contingente técnico y científico de formación universitaria (Vaccaro & Beltran, 2010). La conservación de la naturaleza genera beneficios para la administración, a nivel interno y externo. A nivel interno, implica procesos de “reorganización territorial y administrativa”, que conlleva la “nacionalización y modernización del espacio y la naturaleza” (Vaccaro & Oriol, 2010). A nivel externo, la conservación ecológica es un tipo de actividad gubernamental que genera una imagen positiva y reconocimiento internacional al menos en las sociedades occidentales. La acción del Estado sobre el patrimonio natural ―que implica reorganizar el territorio― favorece su mercantilización. Su manejo está “orientado expresamente no sólo a preservar la biodiversidad y reducir el impacto de presiones y amenazas que afectan a los sistemas naturales sino que además a obtener un paisaje que corresponde a la imagen cultural de la naturaleza y con una capacidad para acomodar actividades asociadas con el tiempo libre” (Beltrán & Vaccaro, 2010:101). En consecuencia, la protección de la naturaleza no frena el cambio en el uso del territorio sino que, por el contrario, pude estar entre las causas que generan tales cambios (Roigé & Estrada, 2010). La reorganización territorial opera en cuatro niveles (Vaccaro & Beltran, 2010): i) administrativo (creación de límites jurisdiccionales); ii) de infraestructura (implementación de

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servicios, hospedaje y caminos necesarios para manejar el turismo); iii) demográfico (cambio en los flujos de población); y iv) económico (cambio en la estructura económica del área hacia una economía de servicios). A su vez, esa reorganización va aparejada de transformaciones culturales en dos sentidos: por un lado, hay una resignificación de los lugares; a su vez, hay un encuentro de culturas. Los parques naturales pueden terminar convirtiéndose en espacios apropiados por parte de instituciones externas, públicas y privadas, las cuales establecen, a menudo, alianzas con las élites locales (Vaccaro & Beltran, 2008). Una de las consecuencias más dramáticas de todo esto es la gentrificación del área. La creación de áreas protegidas tiene como uno de sus efectos la ‘producción de localidad’ (Siniscalchi, 2010), ya que delimita, nombra y convierte en lugar un espacio. A su vez, se recrean las identidades locales con nuevos elementos (Beltran et al., 2008). Esto implica la creación de una ‘imagen cultural’ (Quintero et al., 2008:66) que puede formar parte de la simbología nacional o local. Esta imagen recrea espacios como paisajes a contemplar, idóneos para el consumo. Las áreas protegidas normalmente son establecidas a través de procesos de toma de decisión tipo ‘top-down’, que excluyen la participación de actores locales. Las políticas de conservación incluso suelen criminalizar derechos previos y usos locales respecto de los recursos naturales; el conocimiento científico se impone sobre el conocimiento de los habitantes. “Ellos probablemente han tenido un rol en la conservación de su actual condición a través de los siglos en virtud de sus prácticas de manejo sin embargo, al momento en que esta situación actual es percibida como valiosa, es alejada de ellos.” (Vaccaro & Beltran, 2010:67)

Muchas veces el naturalismo exacerbado lleva a intentar restaurar y estimular una naturaleza pre-humana en espacios habitados por personas y comunidades. Por todo esto, “los espacios naturales protegidos rara vez despiertan entusiasmo entre las poblaciones que se ven afectadas por su presencia” (Beltran et al., 2008:21). Los procesos de patrimonialización de la naturaleza pueden ser resistidos por la población local y devenir en conflictos, dependiendo del grado en que se vean afectados los usos locales. El conocimiento científico o formalmente reconocido que se aplica en la reorganización del territorio, es puesto en duda y contestado por parte de los agricultores (Quintero et al., 2008; Coca & Zaya, 2008). Por todo esto, las áreas protegidas pueden constituirse en espacios de conflicto, por ejemplo, en torno a la

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definición de los atractivos del parque (donde pueden confrontarse los intereses científicos y turísticos) o en torno a la distribución de los beneficios que genera la mercantilización turística del sitio (a nivel comunitario, privado e institucional) (Castro, 2008). Las áreas protegidas también pueden ser utilizadas por las propias poblaciones locales para mantener un control sobre territorios y recursos que se ven amenazados (e.g. como en el caso de los ‘territorios indígenas de conservación’, categoría reconocida por la UICN). Los locales “son capaces de utilizar estas mismas figuras para garantizar el control frente a los intrusos y para regular precisamente las actividades turísticas” (Beltran et al., 2008:19). Por otro lado, es un error pensar que la comunidad local constituye un todo compacto, con intereses homogéneos y claramente distintos a los de la institución del parque. Del mismo modo, los gestores del parque difícilmente constituyen un conjunto homogéneo, separado del contexto local. En la complejidad de los contextos reales, los actores –gestores de parques, habitantes locales- asumen múltiples posiciones y roles. A su vez, los intereses de cada uno van cambiando a través del tiempo (Siniscalchi, 2010). En su contacto diario, los distintos agentes “van adoptando argumentos similares y se prestan mutuamente conceptos y lógicas de legitimación” (Quintero et al., 2008:70). Tomando en consideración lo anterior, se puede decir que las definiciones de territorio y patrimonio no son estáticas, sino que responden a un proceso dinámico. Puede ocurrir ―y a menudo ocurre― que en un mismo territorio se traslapen distintas categorías de manejo de áreas protegidas (lo que Kirshenblatt-Gimblet llama ‘palimpsesto patrimonial’), cada una con sus propias regulaciones individuales y regidas por diferentes cuerpos de gobierno (distintos niveles de administración pública, autoridades y entidades). Este traslape, ya sea total o parcial, dificulta el establecimiento de áreas de responsabilidad y transparencia en el manejo (Beltrán & Vaccaro, 2010). Cuando el nivel administrativo no permite establecer competencias claras, el espacio geográfico es manejado en los niveles simbólico y económico (Siniscalchi, 2010). También puede ocurrir que los argumentos conservacionistas esgrimidos para la declaración de los espacios naturales choquen con políticas generales implementadas en los territorios (Santamarina, 2008:28). La gestión de un paisaje protegido se orienta a mantener estabilizada una condición ecológica deseable. Se puede hablar de museización del patrimonio natural ya que hay un intento por congelar el paisaje y divulgar sus valores a los visitantes y contribuyentes, en tanto que parques y reservas son instituciones públicas (Vaccaro & Beltran, 2008).

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“Las áreas protegidas conservan el patrimonio natural colectivo y exhiben este patrimonio a los visitantes a través de folletos, itinerarios guiados y exposiciones. La naturaleza se traduce en cultura y se difunde, mediante sofisticados instrumentos didácticos, en instituciones de carácter museístico. La naturaleza, en definitiva, es administrada a distintos niveles, ecológicos, políticos y culturales” (Vaccaro & Beltran, 2008:59).

Al comenzar el siglo XXI, la naturaleza ha llegado a ser objeto de acuerdos internacionales en varios sentidos: procesos de patrimonialización de la naturaleza transfronterizos e intergubernamentales; países pobres o en desarrollo proponen protección de la naturaleza a cambio de recursos de los países ‘desarrollados’ (Vaccaro & Beltran, 2010). Paralelamente, a nivel local, los espacios protegidos se enfrentan a tres grandes retos: la progresiva mercantilización de la naturaleza idealizada; la generación de conflictos con los vecinos por usos del territorio y sus recursos, titularidad, límites, etcétera; y el débil acompañamiento de políticas eficaces y sostenibles, en cuanto a gestión del territorio (falta de planes, presupuestos, infraestructuras y recursos) y políticas complementarias (Santamarina, 2008).

a.3 Nivel Económico Los procesos de patrimonialización y de mercantilización de la naturaleza parecen ir encadenados (Vaccaro y Beltran, 2010; Castro, 2008). La naturaleza deja de ser percibida como algo abundante, se vuelve valiosa y genera interés en el mercado. Territorios declarados como parques y reservas, debido a su cambio de status, ven incrementado en su valor en el mercado inmobiliario y del turismo. En palabras de Beltran et al., “las reservas naturales contribuyen a asignar valor a espacios y recursos marginales, que pasan a incorporarse en el mercado como bienes de consumo, en un proceso de creciente urbanización del espacio rural” (2008:14). La consolidación de la naturaleza como mercancía en un sentido postmaterialista, está conectada con un cambio en el gusto que atraviesa a todos los niveles sociales en las sociedades contemporáneas. “Hay una demanda, y las áreas rurales periféricas tienen una mercancía requerida por la poblaciones urbanas: la naturaleza” (Vaccaro & Beltran, 2010:69). Desde la mirada industrial, la naturaleza es mercantilizada en la lógica de extracción de recursos, como “flujos unilineales de materia y energía desde el campo a las ciudades” (Vaccaro & Beltran, 2008:56). Esta lógica no opera en aquellos espacios que fueron protegidos

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para su conservación, los cuales ―por lo general― están fuera del mercado de los recursos naturales. Sin embargo, mediante la patrimonialización de la naturaleza, zonas que eran marginales desde un punto de vista productivo son valorizadas “en favor del desarrollo de algunos sectores propios de la nueva economía terciaria, en particular el turismo, la construcción y los servicios” (Beltran et. al, 2008:20). Como resultado del turismo y del desplazamiento de población hacia ‘la naturaleza’, se generan áreas neo-rurales y pseudo-urbanas, donde interactúan diferentes imaginarios colectivos y mercados (Vaccaro & Beltran, 2010).

“La demanda de turismo natural ha

provocado una urbanización en el paisaje y en los servicios y la remodelación de estrategias, desde la producción para el consumo urbano en lo rural hasta la recreación casi obligada de lo ‘natural’” (Santamarina, 2008:32). También se provoca la “naturalización de las sociedades tradicionales” (Vaccaro & Beltran, 2008:60). Las oportunidades que brinda un área protegida para el desarrollo del turismo por lo general quedan en manos de los grandes propietarios (Coca & Zaya, 2008), aunque el fenómeno del turismo patrimonial no es siempre algo exógeno a los espacios locales (Arrieta, 2010). Las poblaciones locales pueden integrarse en el proceso de ‘turistificación’ de la naturaleza sin que ello implique necesariamente el debilitamiento y abandono de otros sectores productivos. “El problema reside en cómo se planifican las políticas ambientales, qué posibilidades abren para un desarrollo turístico en el que los locales puedan participar, y qué actores toman el liderazgo del proceso” (Beltran et al., 2008:24). La imagen de naturaleza agrega valor a la producción agrícola por el marketing de lo orgánico y de los mercados de comida tradicional, agregando un sello natural y cultural a su producción (Vaccaro & Beltran, 2010). De acuerdo con Frigolé (2010), la patrimonialización de la naturaleza permite la generación de eco-símbolos, los cuales proyectan significados y valores de ecología y biodiversidad. El elemento convertido en eco-símbolo pasa a ser indicador de la calidad de un territorio y como tal genera valoración y respeto. El sector privado aprovecha los eco-símbolos en el desarrollo y posicionamiento de marcas. Castree (2003) señala que la mercantilización capitalista responde a una cadena de procesos que operan en conjunto: la privatización, la alienabilidad, la individuación, la abstracción, la valoración y el desplazamiento. La minería, la silvicultura y más recientemente la bioprospección y el turismo de naturaleza son ejemplos de cómo el medioambiente es una “estrategia de acumulación” para el capital. Sin embargo, el medio ambiente en cierto modo

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se resiste a la plena mercantilización. Siguiendo este argumento, Castro (2008) agrega que en la mercantilización del patrimonio natural intervienen sólo algunos momentos del proceso de mercantilización capitalista, como la privatización, la individuación y la valoración (e.g. científica, estética, educativa), pero no estarían presentes otras dimensiones como la valorización económica20 y el desplazamiento21. A su vez, considerando que todo patrimonio colectivo es inalienable (Davallon, 2002), podríamos suponer que no está presente es la dimensión de alienabilidad22 en el patrimonio natural. Todo esto nos lleva a hablar de una ‘mercantilización incompleta’ del patrimonio natural. Lo que se comercializa no es la naturaleza en sí misma sino la contemplación del paisaje, de las especies, así como extensiones metafóricas de esos elementos.

b) Designación de áreas protegidas

b.1 Categorías de manejo La UICN23 reconoce 7 categorías de manejo de áreas protegidas, de las cuales cuatro (Ia; Ib; II y III) corresponden a tipos que excluyen una presencia significativa de población establecida en su interior, mientras que los restantes tres tipos (IV; V y VI) corresponden a áreas habitadas y/o aprovechadas por el hombre. La descripción de estas categorías es la siguiente (Elbers, 2011): Ia. Reserva natural estricta: Áreas reservadas para proteger la biodiversidad así como los rasgos geológicos/geomorfológicos en las cuales las visitas, el uso y los impactos están estrictamente controlados y limitados para asegurar la protección de los valores de conservación. Estas áreas protegidas pueden servir como áreas de referencia indispensables para la investigación científica y el monitoreo. Puede tener un uso científico que no afecte el ecosistema. Ib. Área silvestre: Áreas generalmente no modificadas o ligeramente modificadas, de gran tamaño, que retienen su carácter e influencia natural, sin asentamientos humanos

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La valorización, en las sociedades capitalistas, se expresa por medio de dinero. De esta manera, las mercancías capitalistas están monetarizados: tienen un precio (Castree, 2003). 21 Desplazamiento es cuando algo aparece, fenoménicamente, como distinto de sí mismo. Dicho de otro modo, se trata de un conjunto de fenómenos que se manifiestan en una forma que, paradójicamente, los ocluye [devora] (Castree, 2003). 22 Alienabilidad se refiere a la capacidad de una mercancía dada, y a clases específicas de mercancías, para ser física y moralmente separadas de sus vendedores y entrar en el mercado (Castree, 2003). 23 La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) tiene como misión “Asegurar que cualquier uso de los recursos naturales sea equitativo y ecológicamente sostenible” (UICN, 2008)

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significativos o permanentes, que están protegidas y gestionadas para preservar su condición natural. Su objetivo es la protección de vida silvestre. II. Parque nacional: Grandes áreas naturales o casi naturales establecidas para proteger procesos ecológicos a gran escala, junto con el complemento de especies y ecosistemas característicos del área, que también proporcionan la base para oportunidades espirituales, científicas, educativas, recreativas y de visita que sean ambiental y culturalmente compatibles. Su objetivo es la protección de ecosistemas y recreación. III. Monumento o característica natural: Puede ser una formación terrestre, una montaña submarina, una caverna submarina, un rasgo geológico como una cueva o incluso un elemento vivo como una arboleda antigua. Normalmente son áreas protegidas bastante pequeñas y a menudo tienen un gran valor para los visitantes. Su objetivo es la conservación de rasgos naturales específicos. IV. Área de gestión de hábitats/especies: Muchas de estas áreas van a necesitar intervenciones activas habituales para abordar las necesidades de especies concretas o para mantener hábitats, pero esto no es un requisito de la categoría. Su objetivo es el manejo de ecosistemas y especies. V. Paisaje terrestre/marino protegido: La interacción entre los seres humanos y la naturaleza ha producido un área de carácter distintivo con valores ecológicos, biológicos, culturales y estéticos significativos. Su función es salvaguardar la integridad de dicha interacción, para proteger y mantener el área, la conservación de su naturaleza y otros valores. VI. Área protegida con uso sostenible de los RRNN: Estas áreas conservan ecosistemas y hábitats, junto con los valores culturales y los sistemas tradicionales de gestión de recursos naturales asociados a ellos. Normalmente son extensas, con una mayoría del área en condiciones naturales, en las que una parte cuenta con una gestión sostenible de los recursos naturales, y en las que se considera que uno de los objetivos principales del área es el uso no industrial y de bajo nivel de los recursos naturales, compatible con la conservación de la naturaleza. La función de estas áreas es el uso sostenible. Las directrices de la UICN para la aplicación de las categorías de gestión de las áreas protegidas considera de manera explícita entre los objetivos comunes para todas las áreas protegidas la necesidad de: i) mantener la diversidad del paisaje o hábitat; ii) conservar las características importantes del paisaje, la geomorfología y la geología; y iii) conservar las áreas naturales y escénicas de importancia nacional e internacional con propósitos culturales, espirituales y científicos (UICN, 2008).

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La categoría de manejo más extendida en Latinoamérica es el parque nacional, presente en todos los países, salvo Surinam que le llama parque natural (Elbers, 2011). Se trata de la categoría II en el sistema de la UICN: grandes áreas naturales o casi naturales orientadas a la protección de ecosistemas y la recreación. Vaccaro & Beltran (2008) señalan las principales características que por lo general tienen los parques naturales (categoría II): abarcan extensos territorios; están diseñados y administrados por instituciones externas; los usos locales tradicionales quedan excluidos o son estrictamente regulados; implican alteraciones sustanciales de los regímenes de propiedad existentes; la naturaleza es mercantilizada, ya sea como patrimonio común o como lugar de esparcimiento y diversión; y por último, sus destinatarios son principalmente los visitantes foráneos. Actualmente, las áreas protegidas designadas por los gobiernos nacionales debido a su valor para la protección de determinadas especies, hábitats y/o paisajes terrestres o marinos cubren cerca de 21 millones de kilómetros cuadrados. Esto equivale al 12,2% de la superficie terrestre y al 5,9% de los mares territoriales (Price et al., 2010).

b.2 Designaciones internacionales Voy a referirme aquí a 4 tipos de designaciones internacionales de patrimonio natural que originan redes de áreas protegidas de carácter global: Patrimonio Mundial UNESCO; Ramsar; geoparques y reservas de biosfera. Con excepción de las designaciones Ramsar (humedales), todas las demás corresponden a categorías de manejo IV a VI, es decir, pueden contener asentamientos humanos y un uso sostenible de los recursos naturales. Estas categorías pueden traslaparse total o parcialmente en una misma área, a la vez que pueden incluir uno o más sitios de designación nacional. Estas categorías pueden designar sitios transfronterizos, que incluyan dos o más países. A su vez, todas estas categorías quedan supeditadas a las leyes y soberanía de cada país.24

24

En Amércia Latina y El Caribe, hay 20 reservas de biosfera que se traslapan con sitios de patrimonio mundial natural o mixto. Sólo uno de esos sitios corresponde a patrimonio mixto (Reserva de Biosfera Maya).

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b.2.1 Sitios Ramsar En 1971, en la ciudad iraní de Ramsar, se firmó la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, la cual entró en vigor en 1975. Este tratado internacional, conocido como Convención de Ramsar, promueve la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos, creciente pérdida y degradación de este tipo de ecosistemas, que sirve de hábitat para las aves acuáticas y migratorias. El texto de la Convención define a los humedales como “las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros” (artículo 1). La selección de los humedales que se incluyen en la ‘Lista de Humedales de Importancia Internacional’ se basarse en su importancia internacional en términos ecológicos, botánicos, zoológicos, limnológicos o hidrológicos. Se les da prioridad a los humedales que tienen importancia internacional para las aves acuáticas en cualquier estación del año (artículo 2). La Convención impone mínimas requisitos a las partes contratantes que inscriben humedales en la lista Ramsar, ya que sólo exige la elaboración y aplicación de una planificación que favorezca la conservación de tales sitios. El uso racional de los humedales y las compensaciones por su deterioro queda a merced de las posibilidades de cada país. También se exige el monitoreo de la situación de los humedales (artículos 3 y 4). El artículo 4 establece el compromiso por parte de cada Parte Contratante para fomentar la conservación de los humedales y de las aves acuáticas; la investigación y el intercambio de datos y de publicaciones relativos a los humedales y a su flora y fauna; el aumento de las poblaciones de aves acuáticas mediante la gestión de los humedales idóneos; la formación de personal para el estudio, la gestión y la custodia de los humedales. En mayo de 2012, hay 160 Partes Contratantes de la Convención Ramsar y 2.006 sitios designados, que abarcan una superficie total de 192.822.023 hectáreas (www.ramsar.org).

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b.2.2 Sitios de Patrimonio Mundial La declaratoria de patrimonio mundial se rige por la Convención25 sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural, de 1972. Este documento señala que: “…ciertos bienes del patrimonio cultural y natural presentan un interés excepcional que exige se conserven como elementos del patrimonio mundial de la humanidad entera […] ante la amplitud y la gravedad de los nuevos peligros que les amenazan, incumbe a la colectividad internacional entera participar en la protección del patrimonio cultural y natural de valor universal excepcional prestando una asistencia colectiva que sin reemplazar la acción del Estado interesado la complete eficazmente…” (UNESCO, 1972:1).

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es la encargada de declarar Patrimonio Mundial, mediante resolución del Comité de Patrimonio Mundial. Para el patrimonio cultural, actúan como consejeros el Centro Internacional para el Estudio de la Conservación y Restauración de los Bienes Culturales (ICCROM) y el Concejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS). Para el patrimonio natural, actúa como consejero La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). La Convención del Patrimonio Mundial no pretende garantizar la protección de todas los bienes de gran interés, importancia o valor, sino sólo de aquellos “más excepcionales” desde un punto de vista internacional (UNESCO, 2011:14). La ‘excepcionalidad’ señalada en este documento, es una condición expresada en los considerandos de la Convención, que atraviesa todos los componentes del patrimonio. Para UNESCO, la presencia de cualidades extraordinarias sería el factor determinante del valor universal de un objeto o sitio (Castro, H. 2008). Las directrices operacionales para la aplicación del convenio definen el calificativo de excepcional: “Valor Universal Excepcional implica significación cultural y/o natural, que es tan excepcional como para trascender las fronteras nacionales y es de importancia común para las generaciones presentes y futuras de toda la humanidad.” (UNESCO, 2011:14). 25

Las convenciones son tratados multilaterales destinados a reforzar la protección del patrimonio cultural de los pueblos en todo el mundo. Se trata de documentos jurídicos vinculantes para los estados signatarios y afectan el dominio de las relaciones entre estos estados. En consecuencia, su ratificación implica que las medidas convenidas serán incorporadas a la legislación propia de cada país (Ballart & Tresserras, 2008).

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UNESCO reconoce 3 tipos de Patrimonio Natural Mundial, todos ellos de valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico: monumentos naturales, constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas formaciones; formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el hábitat de especies animales y vegetales amenazadas; lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas. La ‘Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial’ (UNESCO, 2003) reconoce una relación intrínseca entre patrimonio inmaterial y patrimonio material (conocimientos y prácticas asociados a objetos y lugares), de modo que es necesario resguardar ambas dimensiones en su conjunto. UNESCO propone un set de criterios para evaluar el Valor Universal Excepcional del Patrimonio Natural (2011): i) Contener fenómenos naturales superlativos o áreas de excepcional belleza natural e importancia estética; ii) Ser excepcionales ejemplos representando las grandes etapas de la historia de la tierra, incluyendo el registro de la vida, procesos geológicos significativos en el desarrollo de accidentes geográficos, o características geomorfológicas o fisiográficas significativas; iii) Ser excepcionales ejemplos representando procesos ecológicos y biológicos en la evolución y desarrollo de las comunidades de plantas y animales terrestres, acuáticas, costeras y marinas y; iv) Contener los hábitats naturales más importantes y significativos para la conservación in situ de la diversidad biológica, incluyendo aquellos que contienen especies amenazadas de destacado valor universal desde el punto de vista estético o científico. En las declaraciones de patrimonio de UNESCO, los valores de la población local son un factor clave, lo que se ve reflejado en diversos sitios de la lista de patrimonio mundial26. Otra categoría interesante de Patrimonio Mundial que incluye a la naturaleza es la de ‘Paisaje Cultural’. La Convención de 1972 ya reconocía como un tipo de patrimonio cultural a los lugares que son “obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza” (artículo primero). Se trata de lugares “ilustrativos de la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a través del tiempo, bajo la influencia de las limitaciones y/o las oportunidades 26

En sitios como Ordesa-Monte Perdido (donde se hace especial mención a prácticas como la transhumancia), Valle de los Ingenios y Viñales o los cafetales del sudoeste de Cuba, el Palmeral de Elche en España, el paisaje cultural cafetero de Colombia, las valoraciones de la población local fueron determinantes para la declaratoria de UNESCO.

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físicas que presenta su entorno natural y de las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas” (UNESCO, 2011:14). Existen 3 categorías de paisaje cultural (UNESCO, 2011): i) Paisaje concebido, creado intencionalmente por el hombre. Abarca jardines y parques, que muchas veces están asociados a edificios y conjuntos monumentales, religiosos o de otro tipo; ii) Paisaje orgánicamente evolutivo, cuya forma actual está asociada y responde al entorno natural, luego de un proceso evolutivo en su forma y composición. A la vez, presenta pruebas manifiestas de su evolución en el tiempo. Este tipo de paisaje cultural se subdivide en relicto o fósil (el proceso evolutivo llegó a su fin en algún momento del pasado) y paisaje vivo (el proceso evolutivo está todavía en curso, juega un papel activo en la sociedad contemporánea, estrechamente asociado al modo de vida tradicional); iii) Paisaje cultural asociativo, resulta de la asociación religiosa, artística o cultural de elementos más que nada de la naturaleza. Los signos culturales materiales pueden ser insignificantes o inexistentes. El "paisaje cultural" puede incluir técnicas para la utilización sostenible del suelo, basadas muchas veces en una relación espiritual con el entorno. Las directrices operacionales para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial (2011) señalan que en el caso de las candidaturas de bienes culturales en la categoría de "paisajes culturales", según proceda, la evaluación será llevado a cabo por el ICOMOS en consulta con la UICN. Para los bienes mixtos, la evaluación se llevará a cabo en forma conjunta por ICOMOS y la UICN27. En consecuencia, ICOMOS cuenta con un comité de paisajes culturales. De acuerdo con información disponible en la página web institucional de UNESCO (www.unesco.org, revisada en mayo de 2012), existen 225 sitios de Patrimonio Mundial natural o mixto en 89 países (196 corresponden a patrimonio natural en 81 países y 29 sitios a patrimonio mixto en 19 países). A nivel de América Latina y el Caribe, ninguno de los Paisajes Culturales declarados como patrimonio de la humanidad se traslapa con reservas de biosfera, lo cual llama la atención ya que hay una coincidencia de conceptos, en el sentido de que ambas categorías integran a hombre y naturaleza.

27

Se ha establecido una suerte de disputa entre ICOMOS y UICN en la designación de ‘paisajes culturales’, la cual se evidencia en el caso del proyecto del Qhapaq Ñan ―camino del Inca― cuyo expediente se articula como paisaje cultural y que aglutina reservas de la biosfera y sitios patrimonio mundial (Tresserras, comunicación personal).

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b.2.3 Reservas de Biosfera La primera mención a las “reservas de la biosfera" aparece en el plan propuesto para la puesta en marcha del Programa Hombre y Biosfera (MaB) de UNESCO (1970). Se trata de una nueva categoría de área natural protegida que emergió como alternativa ante la ineficacia de los sistemas de protección de la naturaleza predominantes; su función no era la conservación per se sino que también cumpliría una función logística o de investigación (Batisse, 1982). Desde su introducción hasta el presente, el concepto de Reserva de la Biosfera ha gozado de un constante enriquecimiento de ideas. Su evolución ha estado sujeta a la interacción entre la investigación interdisciplinaria del Programa MaB-UNESCO, la agenda educacional y de formación, y la conservación de la naturaleza, con los intereses de desarrollo socioeconómico relacionados de las comunidades globales del medio ambiente y la conservación (Ishwaran et al., 2008). En esa evolución se pueden distinguir los siguientes hitos principales (Batisse, M., 2001; Ishwaran, N. et al., 2008; Stoll Kleemann, S., 2010): 1974

Un grupo de trabajo convocado en París por la UNESCO y el PNUMA formula los criterios y directrices para la elección y el establecimiento de reservas de la biosfera. El foco está puesto en la conservación y la investigación de áreas “reservadas”, las cuales serán seleccionadas por la importancia y representatividad de los ecosistemas que integran. Dentro de estas áreas pueden existir diferentes niveles de presencia y modificación humana. Se contempla un núcleo protegido y una o varias zonas de amortiguamiento periféricas, disponibles para una variedad de propósitos (Ishwaran, N. et al, 2008). A su vez, se espera que exista una cooperación entre tales reservas, constituyendo una red mundial.

1976

Son designadas las primeras reservas de biosfera por UNESCO. En general coinciden con un área protegida ya existente (un parque nacional en la mayoría de los casos). Rara vez incluyen zonas de amortiguamiento y no hay cooperación con la población local (Batisse, M., 2001).

1984

Plan de Acción para las Reservas de la Biosfera (UNESCO-MaB, 1984), adscribe a la Estrategia Mundial para la Naturaleza (UICN, 1980) de la cual toma el concepto de desarrollo sostenible. El Plan describe las nociones de zonas núcleo y de amortiguación de manera más explícita; destaca el uso sostenible de los recursos naturales como objetivo, donde la participación de la comunidad es clave para conseguirlo. En lo posible se deben conservar los sistemas tradicionales de uso del suelo. Sin embargo,

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no fueron establecidas directrices claras de gestión para las RBs. A su vez, no hubo respaldo de organismos intergubernamentales como para hacer efectivo el Plan de Acción (Batisse, M., 2001). 1985

Se constituye un Grupo ad hoc de Asesoramiento Científico para las Reservas de Biosfera, el cual se reúne en 1985 (Bolivia) y 1986 (México). Define las tres funciones complementarias de las reservas de biosfera: conservación, desarrollo y logística (Batisse, M., 2001). La función logística implica actividades de investigación, educación, formación y observación permanente para promover la conservación y el desarrollo sostenible.

1986

Batisse propone el nombre de “zona de transición" para aquel área más grande, no delineada, que cumple las funciones de investigación experimental, uso tradicional y rehabilitación (Ishwaran, N. et al, 2008). En la zona tampón (o de amortiguamiento) se han de desarrollar actividades compatibles con el área núcleo, tales como ciertos tipos de investigación, educación, entrenamiento, recreación y turismo (De La Maza, C., 1994).

1995

Estrategia de Sevilla y Marco Estatutario de la Red Mundial de Reservas de Biosfera. Se adoptan los postulados del Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992) y con ello enfoque ecosistémico. La estrategia promueve el manejo adaptativo de cada reserva de biosfera esencialmente como un "pacto" entre la comunidad local y la sociedad en su conjunto. Se aprueba el Marco Estatutario que va a regir a la red mundial de reservas de biosfera (UNESCO-MaB, 1996).

2008

Entra en vigencia el Plan de Acción de Madrid (2008-2013), da especial importancia a la participación comunitaria y la investigación en torno a Servicios Ambientales28 dentro de las RBs. Una de las metas del Plan de Acción de Madrid es la creación de Reservas de Biosfera Transfronterizas, en la lógica de que los ecosistemas no se ajustan a los límites político administrativos.

Como se puede apreciar, Programa MaB-UNESCO, a través del modelo de Reservas de Biósfera incorporó tempranamente una serie de cuestiones que hoy en día preocupan a un amplio sector de los actores involucrados en la conservación: participación de los ‘stakeholders’, educación ambiental, economías de calidad, cambio climático, servicios

28

Estos servicios pueden ser agrupados en 4 categorías (Millenium Ecosystem Assesment, 2002): i) apoyo (reciclaje de nutrientes, formación de suelos y producción primaria); ii) aprovisionamiento (de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible, a través de actividades como la agricultura, silvicultura, pesca, etc.); iii) regulación (del clima, enfermedades e inundaciones, purificación de agua); y iv) cultura (estética, espiritual, educativa y recreativa, a través de actividades como el eco-turismo).

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ecosistémicos y urbanización (Stoll Kleemann et al., 2009). Se trata de un modelo flexible, que se adapta fácilmente a las disparidades estructurales y las distintas prioridades que existen entre países. De acuerdo con el Marco Estatutario, las reservas de biosfera quedaron definidas como “zonas de ecosistemas terrestres o costeros/marinos, o una combinación de los mismos, reconocidas en el plano internacional como tales en el marco del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la UNESCO” (UNESCO-MaB, 1996: 17). A su vez, el Plan de Acción de Madrid destaca cuatro elementos esenciales de las reservas de biosfera (UNESCO-MaB, 2008): -

Multifuncionalidad e integración entre las funciones de conservación, desarrollo y logística o conocimiento, que demuestran opciones en un contexto específico para la sostenibilidad local y regional.

-

Esquema de 3 zonas como base de la planificación a nivel de paisajes terrestres y marinos y para conciliar los intereses de las partes interesadas vinculados a las distintas funciones.

-

Presencia de asentamientos humanos residentes y migrantes dentro de la reserva de biosfera.

-

Compromiso de examinar el funcionamiento de las reservas de biosfera, incluido el grado de integración entre las tres funciones, al menos una vez cada diez años (‘periodic review’) una vez que han sido incorporadas en la Red Mundial de Reservas de la Biósfera.

En cuanto a la gestión de las reservas, el Plan de Acción de Madrid (UNESCO-MaB, 2008) señala: “Cada RB debería llevar a cabo un proceso de planificación participativa, tal como Agenda Local 21, para guiar la implementación de RBs asegurando la ‘gestión participativa’, especialmente para las comunidades tradicionales, locales e indígenas” “Cada RB debería establecer un comité de gestión compuesto por los actores que representan a diferentes sectores de actividad de las tres zonas”

En mayo de 2012, la red mundial de reservas de biosfera está integrada por 580 sitios de 114 países (www.unesco.org). El Consejo Internacional de Coordinación, que rige al

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Programa MaB, está conformado por 34 países, que se eligen por un período de 4 años, por parte de la Conferencia General de la UNESCO.

b.2.4 Geoparques. La Convención del Patrimonio Mundial (UNESCO, 1972) señala que el patrimonio geológico forma parte del patrimonio natural. Por su parte, la UICN recuerda que “la geodiversidad, entendida como la diversidad geológica y geomorfológica, es un factor natural importante que condiciona la diversidad biológica, cultural y del paisaje, como así también un parámetro importante a ser tenido en cuenta en la evaluación y gestión de las áreas naturales; […] el patrimonio geológico constituye un patrimonio natural con valores culturales, estéticos, de paisaje, económicos y/o intrínsecos que es necesario preservar y transmitir a las futuras generaciones” (UICN, 2008:49). En vista de esto, reconoce: “que la conservación de la geodiversidad y el patrimonio geológico contribuye al tratamiento de la pérdida de especies y de la integridad de los ecosistemas; […] la importante función de la conservación geológica y geomorfológica en el manteni¬miento de las características de muchos paisajes; […] que la conservación y gestión del patrimonio geológico necesita que los gobiernos las integren en sus objetivos y programas nacionales” (UICN, 2008:49). En junio del año 2000, se creó la Red Europea de Parques Geológicos, con cuatro miembros: Reserva Géologique de Haute-Provence (Francia); Museo de Historia Natural de Lesvos Petrified Forest - Isla de Lesvos (Grecia); Geopark Gerolstein / Vulkaneifel (Alemania) y el Parque Cultural del Maestrazgo (España). Esta red, que en 2007 ya contaba con 33 parques geológicos de Europa, sirvió de modelo para la creación de una red mundial y de otras redes regionales de geoparques. En 2004, un grupo internacional de expertos en geoparques reunido en París recomendó a UNESCO el establecimiento de una "Red Global de Parques Geológicos Nacionales (Geoparques)", para promover tres objetivos: la conservación de un medio ambiente sano, la educación en Ciencias de la Tierra, y la promoción de un desarrollo local sostenible. En esa reunión se discutieron las Directrices Operacionales para la Red Global de Geoparques y quedaron incluidos en ella los 17 Geoparques Europeos y lo 8 nuevos Geoparques chinos que existían en ese momento. La legislación española define los Geoparques o parques geológicos como: “territorios delimitados que presentan formas geológicas únicas, de especial importancia científica, singularidad o belleza y que son representativos de la historia evolutiva geológica y de los

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eventos y procesos que las han formado. También lugares que destacan por sus valores arqueológicos, ecológicos o culturales relacionados con la gea” (LEY ORGÁNICA 16/2007, de 13 de diciembre, complementaria de la Ley para el desarrollo sostenible del medio rural). Los geoparques presentan algunas características similares a las reservas de biosfera ya que con ellos se espera cumplir las funciones de conservación, desarrollo económico y educación, particularmente a través del turismo. A su vez, se espera un fuerte apoyo comunitario y participación local, así como el involucramiento de diversos actores públicos y privados, en el establecimiento de un geoparque (UNESCO-GGN 2010). En los casos que el área de un Geoparque es idéntica, o se superpone parcial o totalmente con un área ya inscrita en la Lista del Patrimonio de la Humanidad o registrada como Reserva de Biósfera, es necesario obtener la autorización previa de los órganos nacionales involucrados en dichas iniciativas de cada Estado Miembro, antes de presentar la solicitud. Los Geoparques pueden estar ubicados en territorios pertenecientes a más de un país. En 2008, la red y el Programa Mundial de Geositios de la UNESCO abarca menos del 1% de la superficie terrestre del mundo y menos del 1% de la superficie marina, de modo que la mayor parte del patrimonio geológico está fuera de áreas protegidas (UICN, 2008). En mayo de 2012, la Red Mundial de Geoparques cuenta con 84 geoparques en 27 países de diversos continentes (www.unesco.org).

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III. Turismo, Naturaleza y Comunidades

a) El turismo y sus principales elementos

El turismo es un fenómeno que tiene múltiples expresiones y motivaciones, sin embargo, lo que está presente en cualquier forma de turismo es, en primer lugar, el desplazamiento «voluntario» de las personas, por placer, recreación o simple deseo de estancia. Luego, el turismo “logra establecerse cuando algunas personas emprendedoras comienzan a cobrar por prestar un servicio que no sólo facilita el desplazamiento sino que, además, lo decora con actividades concretas” (Santana, 1997:19-20). Un tercer elemento es la construcción de una imagen publicitada de los destinos como lugares “paradisíacos”, “lejanos”, primero a través de la literatura y luego, a través de medios cada vez más sofisticados. Se conformó así “una respuesta al estrés y la uniformidad de la vida urbana” (Santana, 1997:31). La OMT en 1993 definía turismo como "las actividades de las personas durante su viaje y estancia en un lugar fuera de su lugar de residencia habitual, por un período continuo de menos de un año, por placer, negocios o para otros fines" (Richards, 1996). En cierta medida, puede ser considerado como una industria de exportación, pero que no exporta bienes de consumo sino que importa turistas, para que consuman bienes y servicios locales (Kirshenblatt-Gimblet, 2001). En tiempos más recientes, ha cobrado fuerza el concepto de turismo sostenible, el cual fue definido por Gonzalo Mérida Coimbra (1999) como “el conjunto de actividades referidas a la gestión del desplazamiento voluntario de personas con diversos fines y que generan mejoras en el nivel y calidad de vida en el largo plazo de la población relacionada con la actividad; manteniendo dentro de ellas la capacidad y calidad del patrimonio natural y cultural utilizado” (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:204). Desde un punto de vista antropológico, Mathieson y Wall (1990) analizaron el turismo como un sistema compuesto por 3 elementos (Santana, 1992): El mundo de origen de los turistas (Elemento dinámico): Componentes de las sociedades generadoras de turistas; individuos-turistas potenciales y su proceso de conversión a unas formas determinadas de turismo. Incluye la «demanda» o número de personas que viajan o desean viajar. Sólo puede haber demanda de turismo en una sociedad que ha superado el nivel de renta necesario para satisfacer sus necesidades básicas (donde la

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población cuente con ingresos discrecionales, es decir, que no se destinan a necesidades básicas como la comida, la ropa, la salud o el transporte, entre otros.). El mundo de destino (Elemento estático29): integrado por la población residente, la estructura empresarial de acogida, los propios turistas y sus actividades. La estructura empresarial (la «industria») es el factor catalizador de todo el sistema. A través de los productos y estereotipos que ofrece o intermedia, se producen los encuentros entre visitantes y residentes. Realiza acciones previas y/o paralelas en el elemento dinámico (promoción de destinos y captación de clientes). Debe contar con medios técnicos, humanos y económicos, además del apoyo institucional (responsable de la adecuación de infraestructuras básicas). La conversión de un área en receptora de turistas se ve facilitada en función de su pobreza, ya que hay menos contrapeso institucional y ciudadano a los intereses empresariales. Los turistas 30 ―materia prima de la industria― están unidos al destino en función de sus características socioeconómicas y culturales. Su número, frecuencia de las visitas y nivel de uso de las distintas atracciones, ejercerá una menor o mayor presión sobre el recurso mismo y sobre la población anfitriona. El Mundo resultante (elemento consecuencial): Es el impacto resultante de los anteriores. Incluye efectos primarios ―ocasionados con el desarrollo inicial del turismo en un destino―; efectos rutinarios ―que suceden más lentamente pero de manera mucho más firme― y correcciones llevadas a cabo ―principalmente por el nivel institucional. Los impactos en la sociedad anfitriona son generados por procesos o secuencias de hechos ocurridos a partir de las interacciones entre los agentes del cambio (turistas y planificadores del turismo) y los subsistemas que han de satisfacer sus necesidades corrientes así como sus deseos de ocio. Es importante destacar que ni el mundo de origen ni el de destino son homogéneos. Ambos son internamente muy diversos.

b) Diversificación del turismo y consumo cultural

El turismo ha ido cambiando a través del tiempo, en la medida que deja de ser privilegio de las élites y se expande a través de diversos grupos sociales, incrementando a su vez la variedad de la oferta turística para una mayor diversidad de públicos. Estos cambios 29

El mundo de destino también es dinámico, pero se le denomina estático en comparación con el mundo de origen de los turistas, mucho más dinámico. 30 Smith lo define como “una persona que tiene tiempo libre en un momento determinado y lo utiliza para visitar voluntariamente algún lugar alejado de su lugar de residencia con objeto de cambiar de ambiente” (1992:15).

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comenzaron a precipitarse desde mediados del siglo XX, a partir de las nuevas condiciones imperantes en la sociedad occidental (Smith, 1992; Santana, 1997; Prats, 1998; Ballard & Tresserras, 2008): -

Crecimiento económico de los países capitalistas.

-

Proceso mundial de concentración urbana.

-

Liberalización del movimiento de personas entre los países capitalistas.

-

Relativa estabilidad político-social en los países emisores y, en la mayoría de los casos, en los receptores.

-

Revolución de los transportes y las telecomunicaciones.

-

Progresiva mundialización de las relaciones políticas, económicas y culturales.

-

Ascenso de la democracia social acompañada de nuevas responsabilidades para la administración pública en el ámbito de la cultura.

-

Progresiva regionalización y descentralización administrativa, que favorece el redescubrimiento del territorio y el auge de lo local.

-

Extensión y renovación de la educación.

-

Generalización de las vacaciones pagadas (tiempo libre).

-

Formación de clases medias con disponibilidad de recursos discrecionales (acceso a crédito, inserción laboral femenina)

-

Surgimiento de una cultura del ocio y el tiempo libre (flexibilización de la cultura del ahorro propia de la ética laboral protestante).

-

Explosión consumista con gran influencia de los medios de comunicación de masas.

-

Grandes diferencias neoeconómicas. A partir de estas profundas transformaciones en la sociedad occidental, el turismo se

convirtió en “el fenómeno de masas más importante de la segunda mitad del siglo XX, un fenómeno que se ha desarrollado en un tiempo muy breve y que ha ocupado, sin embargo, un espacio planetario” (Prats, 1998:69). A su vez, emergen nuevos tipos de turistas, que no están adscritos exclusivamente a grupos privilegiados. Smith (1992) distingue a los turistas de elite, excéntricos, inusuales, masa incipiente y masa de ‘chárter’. Algunos de ellos buscan un turismo ‘experiencial’ que les ofrezca productos auténticos y singulares, y esta demanda es recogida por el mercado (Prats & Santana, 2011). El patrimonio histórico y el patrimonio natural pasan a ser “parte de la demanda de consumo cultural habitual de las sociedades contemporáneas, sobre todo de las más avanzadas” (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:64).

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Parece ser que las fuerzas básicas que impulsan la expansión del consumo turístico y cultural son muy similares, de modo que no es de extrañar que el turismo de masas y el consumo cultural de masas hayan coincidido en el siglo XX (Richards, 1996:17). Paralelamente, el fenómeno de la globalización hizo posible que se acortaran las distancias, tanto físicas como simbólicas. Como parte de este fenómeno, la percepción del espacio propio y el sentido de pertenencia pasan a depender de “interacciones que se producen entre un conjunto de lugares, individuos y conceptos situados a distintos niveles sociales y geográficos” (Vaccaro & Beltran, 2008:47). Los espacios locales emergen como oferta cultural, como mercancía sui generis (Greenwood, 1992), asociada a identidades que se resisten al avance homogenizador de la globalización (Frigolé & Roigé, 2006). El resultado es un turismo que puede ser catalogado como ‘postfordista’, en el que los destinos compiten en el mercado global, con una demanda muy segmentada, exigente y cambiante, y una oferta especializada y fuertemente competitiva (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:201). El patrimonio permite que ciertos lugares se conviertan en destinos y que compitan entre sí para diferenciarse (Kirshenblatt-Gimblet, 2001:46); en consecuencia, se trata de un importante motor del desarrollo turístico (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:157). Ese patrimonio y esos lugares son resaltados y puestos en el mercado mediante representaciones elaboradas por la industria turística (Kirshenblatt-Gimblet, 2001)31. La patrimonialización en sí tiene un poder de atracción turística; áreas donde se establecen medidas de protección generan una demanda social importante (Rodrigues & Pascual, 2008:260-261). Con el incremento del consumo cultural se origina una mayor inversión en la gestión administrativa y en las formas de comunicar los mensajes. Se multiplican los esfuerzos por ofrecer espectacularidad y competir por el público, ya que el número de visitantes es transformado en indicador de buena gestión (Prats, 1998). “No sólo cuadros y monumentos, sino fiestas y tradiciones, procesos productivos y culturas enteras se han convertido en espectáculos, en artículos de consumo” (Prats, 1998:70). Incluso, nace un nuevo tipo de activaciones patrimoniales cuya motivación es netamente turística y comercial. Esta tendencia puede llevar a la “pérdida de sustancia, empobrecimiento y simplificación de los mensajes y banalización de los valores de la cultura” (Ballart & JuanTresserras, 2008:64-65), si es que no hay una adecuada gestión del patrimonio.

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En la perspectiva de esta autora, la exhibición, la designación o la conservación son instrumentos a través de los cuales se le imprime valor patrimonial a un objeto o lugar (Kirshenblatt-Gimblet, 2001)

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c) Impactos del turismo

Se pueden distinguir tres tipos de impactos provocados por el desarrollo o la implantación de la actividad turística en un territorio: impactos en la economía, impactos en el espacio físico e impactos socioculturales. Muchos de estos impactos no sólo afectan al destino turístico sino también a zonas no turísticas aledañas y a las áreas generadoras de turistas. A su vez, los impactos van a variar según el tipo de turismo ―y de turistas― que esté interviniendo, siendo más intensos cuando se trata de turismos masivos a través de medios institucionalizados32. Puede haber mínimos impactos cuando el número de turistas es reducido y operan de una manera no institucionalizada. Por otro lado, frente a los cambios que sufre un destino turístico, difícilmente se puede aislar aquellos que tienen al turismo como única causa. En esos cambios intervienen múltiples factores, entre los cuales la televisión y el comercio pueden ser los más relevantes (Prats & Santata, 2011). Los impactos negativos del turismo “son más evidentes en lugares que crecen rápidamente sin planificación adecuada y en países en desarrollo debido a la magnitud de los problemas sociales, la carencia de infraestructura básica y la debilidad de las instituciones públicas” (Altés, 2006:4). Una gestión del destino que sea oportuna, responsable y respaldada por los diversos actores involucrados, puede limitar en gran medida los impactos negativos del turismo.

c.1 Impactos Económicos La principal adaptación de la población local ―residentes, anfitriones― al turismo, es el desarrollo de una economía de servicios (Nash, 1992). Esto puede implicar el progresivo abandono de otro tipo de actividades productivas orientadas a la subsistencia diaria. La mano de obra local se pone al servicio de los turistas y de una demanda determinada por los centros urbanos. Los efectos positivos y negativos del turismo, en el ámbito económico, son resumidos de la siguiente manera por Santana (1997): Entre los efectos positivos sobre la economía local que se le otorgan al turismo, se cuentan los siguientes: i) efectos primarios, derivados del desembolso de moneda extranjera en el país anfitrión; ii) efectos secundarios en otros sectores por la reposición de las existencias 32

El turismo institucionalizado es aquel que se provee mediante agencias y operadores turísticos, en el marco de una oferta de productos preestablecida (Santana, 1997).

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de los establecimientos turísticos o por el pago de salarios; y iii) efectos terciarios, al estimular la inversión. El turismo genera muchos empleos directos e indirectos, absorbiendo trabajadores mínimamente especializados, lo que tiene un impacto positivo en los ingresos de muchas familias que de otro modo estarían fuera del mercado laboral. A su vez, inyecta divisas a la economía local que circulan repetidas veces con un «efecto multiplicador», que beneficia directamente al comercio y a negocios locales que no están relacionados con el turismo. Muchas veces el turismo genera los medios económicos para sostener lugares patrimoniales que de otra manera podrían estar descuidados o abandonados. En este sentido, el turismo hace viables a los sitios patrimoniales (Kirshenblatt-Gimblet, 2001). A su vez, los efectos negativos en la economía local que se le otorgan al turismo son los siguientes: i) el turismo puede reducir las ganancias provenientes de (y desplazar) las actividades tradicionales; ii) abre la economía a la inestabilidad, fruto de las fuertes fluctuaciones que afectan a esta actividad. Cuando se han abandonado otras actividades productivas, una baja en la llegada de turistas obliga a que permanezca ocioso todo el sistema productivo y deja a los empleados sin trabajo (Smith, 1992). Una solución a este problema es el desarrollo de una economía dual, en la cual los residentes buscan un equilibrio entre dos fuentes de ingresos (turismo y actividades productivas tradicionales). Cuando no se produce tal dualización el turismo puede crecer desproporcionadamente ―más allá del control de los residentes― y provocar una tendencia inflacionaria. Santana (1997) habla de ‘componente inflacionario’, refiriéndose al alza en el precio de la tierra y los productos de consumo básico de la población, asociada a la gentrificación del territorio. La implantación del turismo en un territorio depende en gran medida de alianzas con fuentes externas de financiación y con instituciones públicas (Vaccaro & Beltran, 2008). En el caso de los destinos emergentes, el desarrollo turístico suele estar promovido por grandes grupos de implantación nacional o internacional (Ballart & Juan-Tresserras, 2008), aunque cada vez son más las iniciativas que emergen desde lo local33. Cuando la inversión se basa en capitales extranjeros, los beneficios obtenidos vuelven en gran medida a la fuente de donde proceden, a partir de un proceso que se conoce como «reversión económica». De esta manera, el turismo se convierte en una forma de imperialismo y puede transformarse en

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Con el desarrollo de las redes y los medios sociales hay muchos destinos emergentes que no están vinculados a grandes empresas turísticas.

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neocolonialismo (Nash, 1992). En consecuencia, mientras más integrado está el sector turístico a la economía nacional, menor es la reversión. Algunas poblaciones consiguen mantener un control sobre la industria turística local (Vaccaro & Beltran, 2008). Los detractores al turismo suelen relativizar sus beneficios económicos al señalar que están mal distribuidos, tanto dentro del espacio local como respecto de zonas y poblados vecinos. En consecuencia, el turismo puede contribuir a exacerbar fisuras sociales ya existentes y a crear nuevas fisuras sociales y territoriales (Nash, 1992). Frente a este problema, una de las tendencias del turismo actual, consiste en dispersar a los turistas por el campo y las ciudades pequeñas con objeto de lograr una mejor distribución de los beneficios económicos (Smith, 1992). En cuanto al empleo, el turismo absorbe la mano de obra local disponible. A medida que la actividad crece, la atracción de mano de obra se extiende más allá del espacio local generando población flotante e inmigración. Las oportunidades de empleo atraen a trabajadores de otros sectores productivos (por ejemplo, agricultura o pesca) marcando un cambio de dirección desde el sector primario al terciario (Santana, 1997).

c.2 Impactos Ambientales El avance de una definición postmaterialista de los recursos naturales ha favorecido la mercantilización de la naturaleza como paisaje (Vaccaro & Beltran, 2008). Los espacios naturales están en creciente demanda una vez que son activados para uso y disfrute (Roigé & Frigolé, 2010). Como lugar de relajación y excitación, la naturaleza, llega a ser una ‘cosa’ deseable por la que vale la pena pagar (Vaccaro & Beltran, 2010). Al ser patrimonializado, el medioambiente físico adquiere un valor de mercado y llega a ser un objeto de consumo, orientado fundamentalmente a la población urbana, en la forma de un espacio para la entretención y la contemplación (Beltrán & Vaccaro, 2010). En función de las expectativas de esa población urbana se reorganizan los espacios locales, los usos y los recursos (Vaccaro & Beltran, 2008). Esto tiene dos lecturas contrapuestas: por un lado, se celebran la mejor dotación de infraestructura y equipamiento urbano disponible para la población local; por otro lado, se critica el hecho de que la reorganización del espacio suele ser exógena y en beneficio principalmente de personas foráneas, lo que ha sido catalogado como neocolonialismo (Nash, 1992). Por otro lado, la industria turística ―encargada de comercializar el paisaje― genera impactos directos en el medioambiente por el uso de una porción del espacio y por el

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consumo de recursos del territorio (Santana, 1997). Sin embargo, el interés de la industria es mantener las condiciones del paisaje que espera encontrar el turista, de modo que sus esfuerzos van a ir en ese sentido: impulsar medidas de conservación y resguardo del espacio físico, imponiendo restricciones para su uso. El problema es que se trata de espacios que normalmente tienen un uso público anterior por parte de la población residente; son espacios apropiados simbólicamente. En consecuencia, la conservación puede constituirse en un “elemento de fricción, en tanto en cuanto los nativos se ven sometidos bien a expropiaciones forzosas, bien a planes de procedimiento y control que tienen como fin último asegurar la buena administración del nuevo ambiente” (Santana, 1997:83). Los anfitriones pueden oponerse a compartir los espacios públicos de uso habitual y semi-restringido, lo que repercute en su relación con los visitantes ―recibidos, en el peor de los casos, como intrusos. La industria del turismo está interesada en que no se sobrepase la ‘capacidad de sustentación’ o capacidad de carga del destino, es decir, que el uso no altere significativamente el medio físico ni la calidad de la experiencia vivida, lo que implica llevar a cabo evaluaciones para definir un número máximo de visitantes. Limitar el uso turístico permite que se desarrollen otras actividades en una misma área (uso múltiple) (Santana, 1997). El turismo, como ya se señaló, genera una presión sobre la propiedad del suelo, por la propia industria hotelera, la adquisición de segundas residencias y la destinación de viviendas para el alquiler a población flotante. La ‘inflación´ en el valor del suelo lleva a que los residentes paulatinamente sean desplazados hacia zonas periféricas (Santana, 1997). Expresión máxima de segregación espacial de la población son los enclaves turísticos, donde “los turistas pueden satisfacer en el mismo sitio casi la totalidad de sus necesidades y viven en una especie de gueto de lujo, aislados de la comarca inmediata” (Santana, 1997:89). Otros impactos del turismo sobre el medioambiente son: - Incremento en la generación de los desperdicios urbanos - Actividades de ocio ofrecidas por los operadores que son dañinas para el entorno (e.g. introducción lanchas y motos acuáticas en lagunas que constituyen ecosistemas frágiles). - Aumento en la densidad de población y mayor uso del espacio físico. En cuanto a los impactos negativos sobre el patrimonio público (parques, plazas, monumentos, etc.), provocados por el uso derivado del turismo, cabría esperar que los grupos de implantación internacional destinaran recursos a su protección, conservación y restauración (Ballart & Juan-Tresserras, 2008).

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c.3 Impactos Socioculturales Antes que nada, es necesario aclarar que la cultura es un sistema dinámico, en permanente cambio, por factores endógenos (producción cultural) y exógenos (préstamos culturales). Sin embargo, la resiliencia del sistema depende de un equilibrio entre continuidad y cambio (Ruiz, 2009). El turismo es un factor de cambio, entre otros que pueden tener mayor impacto. Entre los cambios sociales que comúnmente genera la implantación del turismo se cuentan la calidad de vida de la población y su ajuste a la actividad turística. A su vez, los cambios culturales, derivados de un proceso de aculturación34, afectan aspectos como valores y normas, representaciones, cultura material, la identidad, los patrones de uso de la tierra, la socialización de nuevas generaciones, las formas de organización doméstica, la percepción del medio, la religión o la indumentaria, entre otros. Los impactos sociales son más inmediatos y abruptos mientras que los impactos culturales son graduales y operan a largo plazo (Santana, 1997). En el plano social, se han señalado importantes efectos positivos del turismo como mejoras en la infraestructura y los servicios, así como disminución de la pobreza a partir de la generación de empleo. Los efectos negativos que normalmente se le asignan al turismo masivo son el comercio sexual, el abuso de drogas y el alcohol, así como varias formas de delito, lo cual se asocia, por un lado, a la presencia de turistas que tienen la expectativa de transgredir las barreras de su vida cotidiana, muchas veces con un ‘hambre’ de placer y experimentación35 y con disponibilidad de medios económicos. Por otro lado, el contacto permanente con este tipo de turistas va cambiando las pautas de conducta de la población local, al ampliar su poder adquisitivo y tener a mano a los turistas como punto de referencia. De este modo se pueden potenciar actividades consideradas nocivas por la propia población local. En cuanto a la cultura, el turismo puede tener impactos favorables en la revitalización de costumbres y prácticas culturales que estaban quedando en desuso, gracias a que adquieren un valor simbólico ―como referentes identitarios― y económico ―como ingrediente valorado por los turistas y rentabilizado. De igual modo, el turismo ha servido para regenerar las industrias tradicionales, al posibilitar la expansión del mercado de productos artesanales e indígenas. 34

De acuerdo con la teoría de la aculturación, “a medida que una comunidad anfitriona se adapta al turismo, al satisfacer las necesidades de los turistas y adecuarse a sus actitudes y valores, la comunidad anfitriona ha de convertirse en algo cada vez más parecido a la cultura de los propios turistas” (Nuñez, 1992:399). 35 El ‘trance’ del turista ha sido comparado por Jafari (1987) con un ‘rito de pasaje’ (descrito por Van Gennep, en 1909). Un rito de pasaje de está compuesto de tres fases: separación, limen (transformación del sujeto) y agregación (Santana, 1987).

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Entre los impactos negativos del turismo sobre la cultura, uno de los más resaltados es la escenificación y banalización de elementos culturales que tenían una alta significación para los residentes. Ritos36 que servían para actualizar y refundar la cohesión social y la identidad colectiva pueden pasar a tener un valor meramente económico. La mercantilización, cuando anula el valor de uso del rito, despoja a la comunidad de significados en torno a los cuales organizaba su vida colectiva e individual. Esto implica una “violación flagrante y directa del significado del ritual, destruyendo en definitiva su autenticidad y su poder ante el pueblo” (Greenwood, 1992:269). Algo similar ocurre con los objetos producidos por artesanos a nivel local que van perdiendo su valor de uso y adquieren valor netamente económico: “…a partir de la artesanía tradicional, fundamentalmente utilitarista y funcional, ante un mercado potencial originariamente local-urbano y, en menor medida, turístico, el objeto artesano se adapta, manteniendo formas tradicionales y la «autenticidad» garantizada por el artesano, dando origen a una réplica comercializada de la artesanía tradicional” (Santana, 1997).

Otro impacto negativo sobre la cultura que puede tener le turismo es la instauración de una ‘cultura transicional’, que se caracteriza por la estereotipación tanto de los anfitriones o residentes, como de los invitados. Esta cultura, resultante de la actividad turística en un destino sostenida en el tiempo, se diferencia de las dos culturas matrices (de visitantes y residentes), a la vez que cada una de ellas «presta» parte de sus conceptos, valores y actitudes de manera asimétrica, constituyendo en sí misma una «combinación cultural» única (Santana, 1997). Este fenómeno es el resultado de la llegada constante de muchos forasteros, que aunque sean personas distintas en distintos momentos, de diversos orígenes y culturas, comienzan a parecer como reiteración permanente de lo mismo para los locales (Smith, 1992). En la ‘cultura transicional’ resultante de un turismo masivo, los invitados se van convirtiendo en objetos deshumanizados, tolerados por los beneficios económicos que aportan, a la vez que los turistas consideran a sus anfitriones objetos que despiertan su curiosidad. Se trataría de una despersonalización como consecuencia de la masificación, la cual puede derivar en creciente tensiones y en actitudes como la xenofobia (Santana, 1997). La ‘cultura transicional’ puede gradualmente ir reemplazando a la cultura original de los residentes, lo que implica pérdida de especificidad y una cierta homogeneización respecto de 36

Los ritos conmemoran y reviven momentos en que la sociedad estuvo fuertemente cohesionada, lo que vuelve a generar el mismo efecto (Greenwood, 1992). Se recrea una trayectoria común, en la que todos participan y donde pierden vigencia las diferencias sociales. El uso de máscaras y disfraces contribuye a esa unificación de iguales.

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otros destinos. Esta ‘cultura transicional’ puede convenirse en “una trampa para la cultura local al despojarse de significación y dejar a la estructura social sin un soporte organizativo propio” (Santana, 1997:104). Las principales sociedades generadoras de turistas también van incorporando elementos culturales de los diferentes destinos visitados por su población. De este modo, la sociedad de origen de los visitantes se va construyendo unas determinadas expectativas respecto de las formas de vida de las comunidades locales. “Estas expectativas tienen un impacto en cómo los locales se definen y en cómo se presentan ellos mismos ante el mundo exterior” (Vaccaro & Beltran, 2008:62). La cultura local, a partir del encuentro, incorpora la imagen externa que se construye de los destinos, pasando a formar parte de la “memoria colectiva” (Prats, 1998). La sociedad incorpora (y participa en la construcción de) una representación de si misma, de su propio mundo, de lo que la convierte en lo que es hoy, de su pasado y sus valores, etc. Esta ‘reflexividad’ conecta con un tiempo que no es el propio de la tradición sino construido sobre la historia (Davallon, 2010). El turismo también puede generar un movimiento hacia una cierta homogenización de los destinos en cuanto a satisfacer expectativas de estándar, confort y calidad de un turista global. “La estandarización forma parte de la economía de los costes que requiere el turismo de gran volumen” (Kirshenblatt-Gimblet, 2001:46). Relaciones que eran heterogéneas se convierten en interacciones predecibles en cualquier destino, caracterizadas por el valor de cambio, ciertos modelos discursivos y expresivos, modos de guiar y definir ese territorio, itinerarios, planes de turismo, marcas de identificación comercial de los productos, centros de interpretación, etc. (Rodrigues & Pascual, 2008).

d) La alternativa del Turismo Cultural y Comunitario

A comienzos de la década de 1990, comenzó a utilizarse la categoría de ‘turismo alternativo’ o ‘turismo rural’, como un modelo distinto al turismo de masas, impulsado en los países en desarrollo y orientado a lograr un “desarrollo sostenible, generar efectos eminentemente positivos, promoverse en áreas «no invadidas», incluir a la población local como «actores culturales», ser minoritario y promover, a través de encuentros espontáneos y la participación, el contacto intercultural” (Santana, 1997:45). Esta modalidad de turismo fue posible gracias que un creciente número de empresas, a menudo en alianza con

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organizaciones no gubernamentales, comenzó a preocuparse por el medio ambiente y los pueblos indígenas, sin resignar por ello la obtención de beneficios (Stronza, 2001). Estas empresas suelen operar en áreas de extrema fragilidad, por lo tanto, requieren de una planificación global, de un control y corrección de impactos, evitando la dependencia exclusiva del turismo. El turismo ‘alternativo’, por estas características, rápidamente ganó una buena reputación entre los científicos sociales, conservacionistas ambientales, expertos en desarrollo y activistas de los derechos indígenas. Bajo la misma etiqueta de turismo alternativo suelen quedar englobados el "ecoturismo", el "turismo comunitario" y "turismo cultural" (Stronza, 2001:274). El turismo cultural, en sus primeras definiciones estaba orientado a lo «pintoresco», a los vestigios de una vida campesina en proceso de extinción, atractiva para el mercado urbano (Smith, 1992:21). Posteriormente, el enfoque del turismo cultural ha cambiado radicalmente, incorporando el componente de sostenibilidad y diversificando la oferta cultural. La European Association for Tourism and Leisure Education (ATLAS) define el turismo cultural como: "El movimiento de personas hacia atracciones culturales lejos de su lugar habitual de residencia, con la intención de recopilar nueva información y experiencias para satisfacer sus necesidades culturales"37 (Richards, 1996:24).

Por su parte, ICOMOS ―siguiendo las directrices de la Organización Mundial de Turismo― define ‘turismo cultural’ como “un movimiento de personas esencialmente atraídas por una motivación cultural, tal como el viaje de estudios, representaciones artísticas, festivales u otros eventos culturales, visitas a lugares y monumentos, folklore, arte o peregrinación” (Santana, 2003:37). En definitiva, el turismo cultural se caracteriza porque los visitantes tienen la intención de acercarse y comprender culturas distintas. Dentro del segmento del turismo cultural podríamos encontrar el turismo étnico, étnico-cultural o etnoturismo; el turismo histórico y el

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Hoy en día parece más correcto hablar de ‘manifestaciones culturales’ ―en vez de ‘atracciones culturales’― y ‘fuera de su área de residencia’ ―en vez de ‘lejos de su área habitual de residencia.

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ecoturismo. Este último engloba actividades culturales a diferencia del turismo de naturaleza, centrado en el patrimonio natural (Juan-Tresserras, comunicación personal).38 Jordi Juan-Tresserras pone la dimensión ética en el centro de la definición de turismo cultural, al entenderlo como una actividad que vincula productos culturales con valores como la sostenibilidad, la equidad y la solidaridad.

Figura 1: Enfoques del turismo.

Fuente: Elaboración propia a partir de Tresserras, 2006.

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Tresserras (comunicación personal) señala que en la definición de tipos de turismo entran en juego cuatro elementos interrelacionados: i) de qué tipo de destino se trata (e. g. rural, urbano, litoral, etc.); ii) cuáles son los segmentos y subsegmentos/nichos de mercado (e. g. segmento del turismo cultural; turismo de naturaleza, etc.) y público usuario (e. g. turismo científico-técnico, turismo educativo o turismo escolar, etc.); iii) quiénes son los gestores de la iniciativa (e. g. comunidades indígenas en el caso del turismo indígena, comunidades rurales productivas en el caso del agroturismo, etc.); y iv) cuáles son las intenciones frente al desarrollo turístico (e. g. turismo sostenible, turismo responsable, turismo justo, etc.).

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El turismo comunitario, como se puede apreciar en el esquema de Juan-Tresserras, tiene un estrecho ‘contacto’ con el turismo cultural, ya que ambos responden a una ética de base. Ruiz y Vintimilla (2009) señalan que el turismo comunitario puede ser entendido como una “táctica” de la comunidad, para mejorar su nivel de ingresos y complementar sus precarias economías. Además, les permite renovar su tejido comunitario, revitalizar su identidad, reapropiarse de su patrimonio natural y cultural, reactualizar tradiciones ancestrales, promover nuevos tipos de liderazgos y rearticular instituciones comunitarias. Lo que distingue al turismo comunitario de otros tipos de turismo es su “modelo organizativo autónomo”, es decir, el emprendimiento turístico está sustentado en la organización comunitaria, la gestión colectiva y la participación de la comunidad en los beneficios generados. En consecuencia, el turismo comunitario puede ser considerado como una estrategia de desarrollo local, cuyos beneficios se revierten inmediatamente en lo local. Las comunidades son “sujetos gestores y productores de su propio producto turístico, pues tienen el control efectivo del negocio turístico, lo que incide significativamente en el reforzamiento de la organización comunitaria” (Ruiz & Vintimilla, 2009:11-12). Puede ser considerado como una ‘modalidad extrema’ de lo que se conoce en el ámbito científico como ‘community-based tourism’ (Ibid). La aparición del Community-Based Tourism (C-BT) puede ser explicada en el contexto de dos acontecimientos: i) las recientes actividades en todo el mundo que promueven formas sostenibles y responsables del turismo, y ii) el surgimiento de enfoques alternativos para la gestión de áreas protegidas y los esfuerzos de vincular conservación con desarrollo comunitario local (Hiwasaki, 2006). Hiwasaki (2006), plantea que el C-BT persigue cuatro objetivos: 1) Aumentar el empoderamiento y la apropiación de la comunidad local mediante su participación en la planificación y la gestión del turismo en áreas protegidas. 2) Tener un impacto positivo en la conservación de los recursos naturales y/o culturales en y alrededor de las áreas protegidas a través del turismo. 3) Mejorar o mantener actividades económicas y sociales en y alrededor de un área protegida, con importantes beneficios económicos y sociales para la comunidad local. 4) Garantizar que la experiencia del visitante sea de alta calidad así como social y ambientalmente responsable. Las comunidades pueden ser entendidas como sistemas socio-territoriales, que se caracterizan principalmente por operar con una economía de subsistencia, con predominio de relaciones de cooperación y reciprocidad, redes de apoyo mutuo, prácticas de trabajo

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colectivo (como la minga, la limpia de canales), signos culturales de identificación colectiva (Ruiz & Vintimilla, 2009) y un manejo de bajo impacto sobre los recursos naturales (que implica un conocimiento profundo del territorio y sus procesos, así como de técnicas de manejo tradicionales). En palabras de Esteban Ruiz, “son formas humanas de ocupación del medio, presentes en diferentes partes del planeta. A pesar de las colonizaciones, de los Estados y de la geopolítica mundial, las comunidades perviven. No agrupan a una cantidad relevante de la población humana mundial, pero curiosa y paradojalmente, sí se asientan en espacios ambientales de estratégica significación” (Ruiz, 2009:178-179). Existen comunidades que ―aunque cada vez más extrañas y recónditas― se mantienen y proyectan hacia el futuro dentro de extensos espacios naturales, en un estado de marcado aislamiento del resto del mundo. Este tipo de comunidades de manera espontánea o planificada, no se han integrado a los flujos de comunicación e intercambio con otras sociedades 39 . Cualquier intento por mercantilizar esos espacios puede alterar delicados equilibrios socio-ecosistémicos o ‘etnosistémicos’. Más aun, cuando estos pueblos saben del mundo exterior y han decidido por cuenta propia mantenerse al margen. El turista deberá conformarse con consumir un sucedáneo, una reproducción o formas menos estrictas de autenticidad. Por otro lado, la gran mayoría de las comunidades y poblados están en cierta medida articulados con la sociedad mayor, a través de medios de comunicación ―i.e. radio y televisión―, vías de acceso y medios de transporte, de modo que están sujetos a recibir influencias desde el exterior. La comunidad local puede percibir carencias relativas en su modo de vida, respecto de otros modos de vida que sirven como puntos de referencia (sean reales o ficticios). El contacto facilita los préstamos culturales e incluso, el acomodo de la propia identidad local a la expectativa de quien observa desde fuera (la reflexibilidad de la cual habla Davallon). Por lo tanto, cualquier comunidad local articulada con el entorno más global está en riesgo de abrupto cambio cultural, en una situación de crisis potencial. Las radios llevan información “a las chozas indígenas, agudizando la sensibilidad social de sus ocupantes e induciéndoles a exigir carreteras, suministros de agua limpia y mejoras en la medicina, la electricidad y oportunidades de ocio. La fachada de la homogeneización cultural hace su aparición en la calle mayor de casi todas las aldeas” (Smith, 1992:28-29).

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Como los habitantes indígenas de las reservas de Nukak y Puinawai, en la amazonía colombiana, las cuales están cerradas al turismo. Sin embargo, algunos de estos pueblos están en serio riesgo de desaparecer, debido a la presión ilegal sobre sus territorios y el contagio de enfermedades (Unidad de Parques Nacionales Naturales de Colombia, 2006).

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En estos casos, la comunidad puede ser entendida como “una táctica para la inserción con éxito en un mercado deficitario, en el que sería imposible participar desde el emprendimiento puramente individual” (Ruiz & Vintimilla, 2009:11). Hay un alto riesgo de que las culturas locales en estas circunstancias no perduren en el tiempo, no sólo por de la intervención externa sino también del propio devenir interno, donde se desatan situaciones de desestructuración, conflicto, frustración y percepción de crecientes dificultades o falta de sentido. Las comunidades presentan condiciones de existencia manifiestamente mejorables en múltiples aspectos, de modo que no se puede esperar que se mantengan congeladas en el tiempo. El imperativo es que los cambios que afecten a las comunidades no alteren ni desarticulen sustancialmente el sistema socio-ecológico del que forman parte (Ruiz, 2009). Una comunidad en estas condiciones, puede ser muy vulnerable si es que queda inmersa en un destino turístico convencional. Con la llegada masiva de turistas ávidos de consumir representaciones de lo local, pero al mismo tiempo, que buscan comodidades y diversión, oferta variada de servicios, finalmente generan los impactos económicos, espaciales y socioculturales antes descritos, profundizando las grietas de la comunidad. “La cultura local se encuentra probablemente ante una disyuntiva, y ha de optar entre (1) controlar e incluso restringir deliberadamente el turismo para preservar su integridad cultural y económica, o (2) estimular en lo posible el turismo por considerarlo un objetivo económico deseable y reestructurar su cultura de tal manera que ésta pueda absorber el fenómeno turístico” (Smith, 1992:38).

Si es que los habitantes locales tienen la posibilidad de elegir y optan por acomodar su cultura, la recomendación que hace Núñez (1992) es que los anfitriones lleven “el primer plano de sus vidas” a un espacio más retirado y de mayor intimidad, restringido al público y al valor económico (cfr. Smith, 1992:30). El turista accede a lo que se le deja ver, mientras que la intimidad cultural queda a resguardo (Prats & Santana, 2011). Esto implica sacar del mercado al núcleo de la identidad, lo más ‘sagrado’, lo que tiene un valor en sí mismo y para el propio habitante local. Este espacio tras bambalinas (siguiendo la metáfora del teatro, tantas veces repetida, de Goffman), coincidiría con la definición de lo auténtico, como “puro valor de uso” que plantean Boltanski y Chiapello (Frigolé, 2010). Alberto del Campo Tejedor (2009) propone un enfoque distinto, al señalar que algo es auténtico cuando tiene utilidad y sentido para la propia comunidad local y sus miembros,

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pudiendo al mismo tiempo generar beneficios económicos. Es decir, lo auténtico puede ser valor de uso y valor económico simultáneamente. En un sentido congruente con este planteamiento, García Canclini señala que, en las sociedades no capitalistas “lo económico y lo simbólico se entremezclan en cada relación social, se diseminan en toda la vida comunitaria” (García Canclini, 1982: 85). Los objetos tienen al mismo tiempo valor de uso ―físico, simbólico, mágico― y valor de cambio o económico ―medio para obtener otras cosas. En cambio, en una lógica capitalista de producción, el objeto se produce como mercancía y el valor simbólico se lo asigna el cliente, de modo que se produce una separación de ambas dimensiones. Este planteamiento es de la mayor importancia ya que permite entender que no todo elemento cultural mercantilizado es un montaje para engañar al consumidor. Es decir, la comunidad puede optar por ‘acomodar’ su cultura al turismo sin perder necesariamente su autenticidad. En definitiva, lo que se busca es un equilibrio entre cambio y continuidad: transformaciones no demasiado abruptas y profundas, que permitan la continuidad de los aspectos esenciales de manera sostenible. “El desafío, al que de momento no se ha hecho frente, estriba en la conceptualización de las comunidades en tanto procesos complejos compuestos de estabilidad y de cambio, para calibrar después los factores de los cambios que introduce el turismo” (Greenwood, 1992:275)

El turismo comunitario abre la posibilidad de una experiencia “auténticamente auténtica”, donde no todo sea estereotipado y vacío de sentido. En palabras de Del Campo (2009:51) “la remuneración económica y la actuación ad hoc para el turista no siempre desembocan en una farsa, siempre y cuando para los nativos el sentido de ese acto no se agote en la contraprestación económica”. Para que esto ocurra, el gestor turístico debe asegurar las condiciones para que los residentes no se sientan dando un espectáculo (e.g. no cambien sus atuendos) de modo que actúen con espontaneidad; y para que los turistas dejen de serlo. “Turistas, promotores, nativos, han de querer vivir algo más que una prestación de servicios por una remuneración, y han de albergar la voluntad de romper los clásicos roles que normalmente conllevan estas actuaciones de recreación tradicionalista” (Del Campo, 2009:52).

70

De acuerdo con Del Campo (2009), entre el concepto ideal de ‘performacia cultural’40 y una simple actuación vacía de sentido más allá del interés económico, hay ‘perfomancias’ con distinto grado de significación cultural. Una ‘performancia’ es auténtica en la medida que tiene utilidad y sentido para los residentes, lo cual no se anula por el hecho de ser mercantilizada. El turismo comunitario es un modelo que, bajo ciertas condiciones, puede evitar “la conversión del patrimonio en estricta mercancía al servicio del turismo y que a la larga lo empobrezca y degrade” (Coca, 2009:138). De acuerdo con Ruiz, el turismo comunitario es una “apuesta que añade resiliencia al conjunto del sistema socio-ecológico del que forman parte las comunidades que lo practican” (2009:182). Gracias a que tiene un marcado enraizamiento cultural y ambiental, es una de las actividades que en menor medida transforman la identidad del sistema socio-ecológico. Por el contrario “su desarrollo puede recuperar prácticas socio-ambientales en desuso, activarse contextos de toma de decisión colectiva, generarse una mayor concienciación ambiental, potenciarse las instituciones comunitarias” (Ruiz, 2009:183). La comunidad es la que enmarca y regula la articulación de los seres humanos entre sí y con el medio. El turismo comunitario pretende ser una estrategia de desarrollo sostenible, articulando ‘oportunidad e innovación’ con ‘estabilidad y permanencia’. Se trata de una meta difícil de alcanzar pero que tiene el poder de movilizar en ese sentido. Desde la perspectiva de Ruiz (2009), el mayor error está en creer que el desarrollo sostenible implica estabilidad sin cambio. La clave está en lograr un balance entre estabilidad y cambio, que sea ventajosa para la comunidad. Comunidades cuya identidad se ve amenazada, recurren a una actividad nueva ―el turismo comunitario― para impulsar un proceso de cambio socio-económico que les permita “seguir siendo lo que quieren ser, que en cierta medida se ancla a lo que han venido siendo” (Ruiz, 2009:184). El efecto esperado es la revitalización de la organización comunitaria y de la identidad colectiva, así como una apropiación más íntima de la cultura y la naturaleza, que son ―solo en parte― mercantilizadas. Pero el pago que hacen los turistas no compra ‘performancias’ carentes de significación o naturaleza a libre disposición. El turista accede a la cultura viva y los paisajes que la comunidad decide mostrar.

40

Mandly (1996) utiliza el concepto de ‘performancia cultural’ para referirse a actos densamente significativos tales como rituales, fiestas, espectáculos, juegos, teatro, etc., los cuales tienen en común el desarrollo de una acción dramatúrgica delante de un público, en la que se pone en juego una manera de ser y estar en el mundo, que genera adhesión entre actuantes y receptores (Del Campo, 2009).

71

El proceso implica una toma de conciencia por parte de las comunidades respecto de sí mismas y su sistema socio-ambiental. La llegada del ‘otro’ visitante, espectador de la representación que la comunidad hace de sí misma, sirve de catalizador en el proceso identitario y de patrimonialización local. A su vez, el turismo comunitario sirve de freno a la introducción de otras actividades productivas que no están bajo el control de la comunidad y que pueden generar cambios más profundos en ella y su entorno, que quiebren la resiliencia. El turismo comunitario “es tanto un producto de la resiliencia de las comunidades como una garantía futura de la misma: ha supuesto una transformación que no altera la identidad del sistema, al tiempo que induce una forma más sólida ―resiliente― de encarar el porvenir” (Ruiz, 2009:185). Este tipo de turismo, además, se plantea como una actividad complementaria a los sistemas productivos tradicionales de la comunidad.

e) Gestión Turística del patrimonio

e.1 Gestión de destinos patrimoniales De acuerdo con Santana, destino es “un lugar que tiene unas características que son conocidas por un número suficiente de visitantes potenciales, atrayendo viajeros. Son de interés el medio natural/artificial, la infraestructura, la estructura económica y los atributos estereotipados de la población anfitriona” (Santana, 1997:57). Los destinos compiten entre sí y dependen en gran medida de factores externos lo que los hace inestables a través del tiempo. El destino turístico debe disponer de productos y servicios orientados a satisfacer las necesidades de los turistas potenciales. Los productos turísticos (e.g. una ruta patrimonial) aprovechan las características del espacio geográfico y se basan en conceptos teórico-prácticos que guían la intervención (Estrella, 2009). Cuando los turistas demandan productos que no están disponibles, simplemente se crean. Los destinos son entes físicos y socioculturales que ―con inversión y tiempo― pueden adaptarse a la imagen preconfigurada que tienen los turistas. Un pueblo adaptado para ser «rural», «típico» y «artesano» ―«auténtico»― no es más veraz que un parque temático o un centro de diversiones (Santana, 1997).

72

A su vez, para que esos productos funcionen se requiere de servicios41, los que son provistos por Operadores Turísticos y entidades complementarias. Como ya se señaló anteriormente, parte importante de los productos que ofrecen hoy en día los destinos es la cultura y el patrimonio, elementos que periten distinguir un destino de otros. Este tipo de destinos requieren de un importante nivel de gestión tanto para resguardar y difundir el patrimonio, como para que los turistas tengan una experiencia satisfactoria, regresen al sitio y transmitan a otros las cualidades del destino. Ballart y Tresserras definen la gestión del patrimonio como el “conjunto de actuaciones programadas con el objetivo de conseguir una óptima conservación de los bienes patrimoniales y un uso de estos bienes adecuado a las exigencias sociales contemporáneas” (2008:157). De acuerdo con estos autores, el reto de la gestión integral del patrimonio es encontrar los mejores usos para éste sin menoscabar su valoración social. Estos autores agregan que el patrimonio puede ser destinado a 3 tipos de uso: -

Estudio (el bien patrimonial es útil para la ciencia)

-

Consumo (el bien patrimonial es aprovechado con fines sociales, como instrumento educativo o como atracción para el desarrollo de una zona)

-

Reserva (fracción del patrimonio excluida del consumo; se sella y sus beneficios quedan reservados para el futuro) Respecto del patrimonio abierto al público, la gestión se avoca a dos intereses

contrapuestos: protección y accesibilidad. Los gestores de patrimonio deben encontrar un punto de equilibrio entre ambos intereses (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:139). El patrimonio es un bien público que se daña con el uso, por lo tanto, su aprovechamiento debe ser equitativo y sostenible, dirigido a generar puestos de trabajo y atenuar la pobreza (Ballart & Juan-Tresserras, 2008). A su vez, se debe garantizar el acceso y disfrute del patrimonio por parte de todos los sectores de la población, incluida la propia población residente. Por otro lado, la gestión del patrimonio está sujeta a las condiciones particulares de cada contexto. “Cada sociedad necesitará evaluar la índole y la precariedad de su patrimonio cultural y natural con arreglo a sus circunstancias y determinar qué empleos desea darles y qué vínculos se podrían establecer con ellos” (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:166). 41

Estrella (2009:144) define servicios turísticos como “todos aquellos que se prestan para que la estadía del turismo sea agradable”. Se deben garantizar algunos suministros básicos tales como alimentación; alojamiento y recreación; transporte; servicios médicos; otros (banca, venta de souvenirs, prensa, artículos deportivos, etc.)

73

Por su parte, la gestión de un destino patrimonial implica la administración eficiente del patrimonio como recurso turístico. La gestión turística debe contar con “una planificación del desarrollo turístico que contemple estrategias a corto, mediano y largo plazo, promueva la colaboración entre el sector público y el privado, y establezca una cooperación local y regional que abarque aspectos como la promoción conjunta y/o la comercialización” (Ballart & JuanTresserras, 2008:203). A su vez, la planificación debe basarse en una visión urbanista, precisando objetivos económicos, usos del espacio y la identidad del destino. A su vez, “cualquier iniciativa de desarrollo debe contemplar una utilización racional de los recursos dentro de un modelo de desarrollo sostenible” (Ballart & Juan-Tresserras, 2008:204). Una planificación de este tipo debiese basarse en un estudio previo para evaluar la capacidad

de

sustentación

o

capacidad

de

carga

del

sitio

(Santana,

1997).

Complementariamente, estudios relativos al impacto cultural del turismo pueden llevar a identificar qué elementos de una determinada cultura son «públicos» y cuáles pueden ser mercantilizados sin deteriorar el modo de vida local ni la calidad de la experiencia de los turistas (Smith, 1992). La planificación, además de considerar estos estudios, debe adecuarse a los intereses y propuestas de los diversos sectores que van a participar en la puesta en marcha y comercialización del producto. Es necesario que los sectores que representan a las políticas culturales y turísticas complementen sus respectivos campos de valores y objetivos, muchas veces discrepantes. Los poderes públicos juegan un rol central en el ámbito de la planificación territorial y el control de los posibles impactos negativos (Ballart & Juan-Tresserras, 2008). Un aspecto central en la planificación de los destinos patrimoniales tiene que ver con los flujos turísticos (Prats & Santana, 2011), lo que implica establecer una suerte de filtro en cuanto a que el número y tipo de visitantes, así como recorridos y duración de la visitas, de tal modo que no sobrepasen la capacidad de sustentación del sitio. Cuando no se establecen mecanismos para regular los flujos de visitantes “los turistas además de ser un público impropio pasa a constituir también una considerable molestia, cuando no un peligro para la integridad del patrimonio” (Prats & Santana, 2011:12). Otro aspecto central en la planificación, relacionado con el flujo de turistas, es la utilización de medios de información que faciliten la comprensión del patrimonio, su fragilidad y restricciones al uso, por parte de los turistas. Por el contrario, cuando no están presentes estos elementos (medios de interpretación, señalética, delimitaciones) “es normal que el

74

turista haga un mal uso del elemento patrimonial y obtenga de él una pobre experiencia, ya que se trata de un público ignorado en cuanto tal” (Prats & Santana, 2011:11-12). La planificación de los destinos donde se comercializa el patrimonio, debiese contemplar mecanismos para detraer de las rentas turísticas ―mediante tasas de retorno―, recursos que se destinen a la conservación y mejora del patrimonio. También se debe ofrecer incentivos para la realización de inversiones en este sentido (Ballart & Juan-Tresserras, 2008). Los gestores debiesen aprovechar las distintas formas asociativas locales y promover una «gestión múltiple» (Santana, 1997). Diversos autores señalan la importancia de que la gestión del patrimonio y del turismo sean participativas y se orienten hacia un modelo de gobernanza o co-manejo (Ballart & Juan-Tresserras, 2008; Arrieta, 2010; Rodrigues & Pascual, 2008). Entre los teóricos de estos enfoques se entiende que el nuevo sistema de gobernabilidad emergente gane en “democracia” (participación) y consecuentemente en “legitimidad” y “eficiencia”, en virtud de reducir los costes de implementación y lograr mayores niveles de aceptación por parte de los agentes sociales que han participado en la planificación de la ordenación del territorio y que han de arrostrar su puesta en marcha (Rodrigues & Pascual, 2008:279). Adicionalmente, cuando se trata de población indígena, distintos convenios internacionales reconocen su derecho a participar en las decisiones que les afectan42. Un paradigma de gobernanza en la gestión turística puede ser encontrado en la experiencia kuna Yala, en Panamá, la cual no está exenta de impactos negativos en los ámbitos sociocultural y físico, sin embargo, responde a la voluntad del propio pueblo kuna43. Respecto del tamaño que deben tener las inversiones turísticas en el espacio local, se pueden distinguir distintas perspectivas, que dependen de las condiciones iniciales en cada lugar, las aspiraciones de la población, la base material existente, la articulación con la sociedad global, entre otros aspectos. Por ejemplo, el enfoque del Turismo Pro-Pobres (ProPoor Tourism) que se focaliza en comunidades altamente carenciadas, recomienda un volumen de recursos invertidos y utilizados que no supere lo que la propia población local puede aportar (Goodwin, 2007). Es decir, debieran ser pequeñas inversiones, aplicación de 42

Destacan el Convenio 169 (Organización Internacional del Trabajo, 1989); la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (Naciones Unidas, 2007) y las “Directrices Akwé: Kon” (Secretaría de la Convención sobre Diversidad Biológica, 2004). 43 “El desarrollo del turismo kuna depende del control local. En calidad de grupo étnico, los kuna, en general, tratan de conservar el control frente los intereses exteriores y, a nivel individual, todos los kuna, tanto los hombres como las mujeres, cooperan con los controles locales que determinan sus papeles respectivos dentro del grupo” (Byrne, 1992:146).

75

técnicas locales, mano de obra local y uso de materiales que ofrece el propio territorio. En otros tipos de poblados ―i.e. Pirineo catalán― los propios residentes aspiran a un turismo de mayor escala, que traiga de regreso a la población y permita una reproducción social sostenible. “Ellos sienten que la sostenibilidad social debe estar conectada a proyectos turísticos de gran escala generando altos niveles de aprovechamiento y acarreando gran número de salarios al área” (Vaccaro & Beltran, 2010:70-71). El turismo a gran escala implica con frecuencia la transferencia del control local a un gobierno central para promover el destino a nivel internacional y ofrecer facilidades al sector privado, con el fin muchas veces de que cadenas hoteleras importantes se instalen en el país (Smith, 1992). Sin embargo, el manejo a distancia del destino, desde organismos centralizados, no permite un adecuado conocimiento de la realidad local. Por esta razón, Estrella (2009) señala que la gestión de destinos turísticos debe ser eminentemente local.

e.2 Gestión Turística favorable a la resiliencia de ecosistemas La noción de Ecosistema da cuenta de una visión holística acerca del espacio geográfico, que considera la interdependencia de múltiples factores bióticos y abióticos dentro, entre los cuales está incluido el hombre, como ser social y cultural (PNUMA, 1999). Hay una estrecha interrelación entre ecosistemas y ‘etnosistemas’ (Munjeri, D. 2009). A través de acuerdos internacionales, diversos países han convenido aunar esfuerzos para propiciar las condiciones que favorecen la capacidad de resiliencia y la biodiversidad de los ecosistemas. Muchos de estos ecosistemas son habitados por comunidades con mayor o menor grado de aislamiento, las cuales hacen un uso sostenible de los recursos, contribuyendo a su preservación y a su resiliencia. Diversos ecosistemas del planeta han sido patrimonializados a través de designaciones otorgadas por organismos internacionales (Patrimonio Natural y Mixto de la Humanidad, Reservas de Biosfera, Geoparques), en los cuales patrimonio cultural y patrimonio natural están integrados. Estas designaciones cada vez más responden ―y deben ajustarse― a procesos participativos que integren a la población local y a los diversos actores que son de alguna manera afectados por la designación. El efecto de estas designaciones, es una activación patrimonial y turística de los ecosistemas, de modo que emergen como potenciales destinos. Frente a este escenario, resulta perentorio que haya una gestión turística pertinente en el espacio patrimonializado, de modo que se pueda planificar y controlar su transformación en destino turístico. Un aspecto

76

clave como ya se señaló, es la gobernanza, que implica el involucramiento de los diversos actores interesados y en especial de los residentes, en la gestión. Entre los diversos tipos de turismo que se pueden impulsar en un ecosistema patrimonializado donde habitan comunidades vulnerables, el turismo comunitario es el que favorece en mayor medida la resiliencia socio-ecológica (Ruiz, 2009). Esto dado que contempla un uso múltiple del territorio, donde el turismo sólo complementa y no reemplaza otras actividades productivas tradicionales. Es un turismo de bajos impactos negativos, que no sólo genera beneficios económicos sino también sociales y culturales, al fortalecer la base organizacional y revitalizar el vínculo de la comunidad con su patrimonio. Cualquier asentamiento integrado a un ecosistema va a ser vulnerable en la medida que esté conectado con la sociedad global, a través del turismo, el comercio o los medios de comunicación masivos, en el sentido de que puede sufrir un proceso de aculturación –de cambio sociocultural a partir del contacto—que resienta la capacidad de resiliencia de esa comunidad, es decir, de mantener vivos los significados –la intensidad simbólica—y usos que se le asigna a ciertos objetos y prácticas culturales sobre los cuales se sustenta y actualiza la identidad colectiva. En América Latina, “la población que vive dentro y alrededor de éstas [áreas protegidas] es por lo general vulnerable” (Müller & Elbers, 2011:198), ya que se encuentra en una situación de relativo aislamiento, inmersa en una geografía inhóspita y con medios limitados. A su vez, esta población está sometida a presiones externas que le obligan a adaptarse a nuevas condiciones, para lo cual debe pasar por procesos que “valoren su conocimiento tradicional, la empoderen y le permitan generar estrategias de adaptación a nivel local” (Ib.Id.). Una gestión favorable a la resiliencia de ecosistemas patrimoniales habitados por comunidades vulnerables, debiese incluir como mínimo los siguientes elementos: -

Disponibilidad de instrumentos de planificación del sitio, que regulen el desarrollo turístico (ordenamiento territorial, flujo de turistas, medios de información e interpretación).

-

Activa participación de la población local en la toma de decisiones para cada una de las etapas (gobernanza).

-

Desarrollo de experiencias de turismo comunitario, cuando existan comunidades dentro de los sitios.

77

-

Mantención de otros usos productivos tradicionales del territorio.

-

En definitiva, reducción de impactos negativos y búsqueda de impactos positivos en los ámbitos ambiental, económico y sociocultural.

78

IV. Reservas de Biosfera en AL-C ¿Gestión Turística Resiliente?

a) Devenir de las Reservas de Biosfera en AL-C

América Latina y El Caribe concentran la mayor diversidad biológica del mundo. Brasil, Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú y México, son seis de los catorce países megadiversos, que en conjunto albergan entre el 60 y 70% de las especies del planeta (Guevara, 2010). Colombia, por ejemplo, concentra el 10% de las especies vivientes del mundo en un territorio que equivale apenas al 1% de la superficie del planeta. A su vez, se dice que Ecuador es el país más biodiverso del mundo por km2 (Coca, 2009). Sin embargo, los recursos naturales y culturales de la región, incluso en las áreas protegidas, son muy presionados por la predominancia de modelos económicos extractivos, lo que pone en riesgo la resiliencia de los ecosistemas y los servicios que éstos proveen. Casi el 70% de la tierra cultivada en la región produce especies que no son nativas de América: caña de azúcar, café, plátano, arroz y trigo (Guevara, 2010:48). Frente a este escenario crítico de amenaza sobre los ecosistemas y a la falta de efectividad de las figuras tradicionales de protección de la naturaleza, que excluían a la población local y que en una medida importante estaban a merced de las oligarquías locales y sus intereses, se amplió en Latinoamérica con relativa rapidez la red mundial de Reservas de Biosfera. De la Maza (1994), en un informe sobre gestión, administración, política, legislación y otros temas relativos a Reservas de la Biosfera de Latinoamérica, menciona las motivaciones diversas que tuvieron los países de la región para crear las primeras Reservas de la Biósfera (De La Maza, 1994:16-17): - Necesidad de conciliar la presencia de poblaciones humanas con los objetivos de conservación de la naturaleza dentro de las áreas protegidas (Bolivia). - Dar una atención global a las actividades de protección del medio ambiente, frente al desarrollo de las actividades socio-económicas del país (Cuba). - Proteger los ecosistemas de las áreas protegidas ante el creciente interés por privatizarlos y explotarlos como bienes de consumo (Chile). - Mejorar en el largo plazo el bienestar económico de la población a través del mejoramiento del manejo de los recursos naturales renovables y la protección de la diversidad biológica y los bosques tropicales (Guatemala).

79

- Consolidar áreas protegidas ya establecidas mediante el reconocimiento internacional por parte de la UNESCO, con la expectativa de acceder a fondos para iniciar su desarrollo (Panamá). - Conservar muestras de biodiversidad ecológica (Perú). - En otros casos se trató de orientar el desarrollo de las reservas de biosfera hacia la conservación de grandes unidades paisajísticas (Uruguay)

A partir de estas motivaciones iniciales se crearon las primeras reservas de biosfera en Latinoamérica, que en sólo 5 años llegaron a 19 sitios, el primero de ellos RB Bañados del Este, en Uruguay (1976).

Nºen deAL-C, RBs Gráfico 1: Designaciones de RBs porpor año.año en RL-C 20 15 10 5 0 1977 1979 1981 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007 2009 2011

Fuente: Elaboración propia a partir de Hernández & Karez, 2007, UNESCO-MaB, 2011 y www.unesco.org.

Respecto de la variación en el número de RBs que se crean cada año, Hernández & Karez (2007) señalan que hay un aumento en las designaciones en momentos posteriores a eventos internacionales relevantes en torno a la temática ambiental. En el gráfico 1 se puede apreciar que hay una proporción importante de sitios que fueron declarados después de 1995, cuando se estableció la Estrategia de Sevilla y el Marco Estatutario de la Red de Reservas de Biosfera, por lo tanto, corresponden a reservas de ‘última generación’, que debieran tener incorporadas la diversidad de zonas y usos que plantea el modelo. A su vez, la expansión permanente que ha tenido la red de reservas de biosfera en ALC ha ido aparejada a un incremento en la proporción del territorio incluida en categorías de áreas protegidas.

80

Tabla 1. Proporción de áreas protegidas marinas y terrestres en América Latina y el Caribe. Región

AL – C

Áreas protegidas terrestres

Áreas protegidas marinas

(% de superfície terrestre)

(% de mar territorial hasta 12 ms. náuticas)

1990

2000

2009

1990

2000

2009

10,5

16,1

20,8

2,3

9

9,8

Fuente: World Database on Protected Areas 2010

En 1992, las reservas de biosfera de Latinoamérica-Caribe conformaron una red44 regional que representa a 25 países iberoamericanos (incluidos Portugal y España). La “Red de Comités MaB y Reservas de Biosfera de Iberoamérica y el Caribe” (IberoMaB) tiene como objetivo fortalecer el Programa MAB en los países iberoamericanos, mediante la consolidación de sus Comités Nacionales MaB y de sus vínculos de cooperación, y promover la creación de nuevas reservas de biosfera (MaB-UNESCO, 2001). Desde su creación hasta 2010, la Red IberoMaB había tenido trece reuniones en diferentes países miembros, siendo una de las redes más activas y organizadas (Guevara, 2010). En noviembre de 2010, se llevó a cabo en Puerto Morelos, Quintana Roo, México, la Conferencia Iberoamericana de Reservas de Biosfera, en la que participaron representantes de 154 Reservas de Biosfera de los 25 países que forman parte de la Red (IberoMab, 2011). A partir de esta conferencia se elaboró el Plan de Acción de la Red Ibero MaB, que en gran medida es una adaptación del Plan de Acción de Madrid al contexto de la región Latinoamérica-Caribe. Los retos emergentes para la Red IberoMaB son congruentes con el Plan de Acción de Madrid: i) el cambio climático; ii) los servicios por los ecosistemas; iii) el proceso de urbanización y iv) los desastres naturales.

b) Situación actual de las Reservas de Biosfera en AL-C

Para la presente investigación se consideraron las reservas de biosfera reconocidas por UNESCO hasta el año 2011, las cuales llegaban a 111 en 20 países de la Región LatinoaméricaCaribe (MaB-UNESCO, 2011; www.unesco.org). 45 Dos de ellas son reservas de biosfera

44

Además han operado otras 2 redes: una red temática en el marco del Programa Iberoamericano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (CYTED) , la cual ha realizado publicaciones sobre la biodiversidad en América Latina; y las Reservas de Biosfera de Amazonía (de 5 países), que han identificado como una de sus funciones el “conservar bienes culturales, incluyendo a la cultura precolombina” (Aragón, Clüsener-Godt et al., 2008:16). 45 No se consideraron los últimos sitios incorporados a la red de reservas de biosfera debido a que la información disponible es escasa y heterogénea.

81

transfronterizas: La Amistad, que abarca territorio de Costa Rica y Panamá; y Trifinio Fraternidad, compartida por Honduras, Guatemala y El Salvador. En la región hay 20 RBs que se traslapan con sitios de patrimonio mundial.

Tabla 2: Reservas de Biosfera traslapadas con sitios de Patrimonio Mundial. Nº

País

Reserva de Biosfera

Patrimonio Mundial

1

Brasil

Amazonía Central

NATURAL

2

Brasil

Caatinga

NATURAL

3

Brasil

Cerrado

NATURAL

4

Brasil

Mata Atlântica

NATURAL

5

Brasil

Pantanal

NATURAL

6

Brasil

Serra do Espinhaço

NATURAL

7

Costa Rica

Cordillera Volcánica Central

NATURAL

8

Costa Rica/Panamá

La Amistad

NATURAL

9

Cuba

Cuchillas del Toa

NATURAL

10

Ecuador

Archipiélago de Colón

NATURAL

11

Guatemala

Maya

MIXTO**

12

Honduras

Río Plátano

NATURAL

13

México

Alto Golfo de California

NATURAL

14

México

El Vizcaíno

NATURAL*

15

México

Islas del Golfo de California

NATURAL

16

México

Sian Ka’an

NATURAL

17

México

Sierra Gorda

NATURAL

18

Perú

Huascarán

NATURAL

19

Perú

Manu

NATURAL

20

Panamá

Darién

NATURAL

Fuente: Elaboración propia a partir de listado de patrimonio mundial. * Cuenta con 2 sitios de patrimonio mundial natural ** Es patrimonio mixto, sin embargo no fue designado como paisaje cultural.

82

Dentro de este conjunto, México es el país con mayor número de RB, con 40 sitios declarados46. Le siguen Argentina son 13 y Chile con 10.

Gráfico 2. Número de Reservas de la Biósfera por país, América Latina-Caribe

Fuente: Elaboración propia a partir de base de datos de UNESCO-MaB (2011; www.unesco.org) e IberoMaB (comunicación personal). *Países con una reserva binacional o trinacional; la gráfica muestra como una reserva en el país lo que en realidad es parte de una reserva transfronteriza.

Al agrupar las RBs por sub región continental47, nos encontramos con que el número de reservas es mayor en Centroamérica-Caribe, con 61 RBs (55% del total). Sin embargo, la distribución es menos homogénea en los países del norte ya que México abarca el 66% de las reservas de biosfera en esa sub región. En América del Sur, en cambio, hay una distribución relativamente más homogénea. 46

La bibliografía revisada discrepa en cuanto a si son 40 o 41 las RBs de México, dado que en algunos documentos de incluye a Isla San Pedro Mártir como Reserva de Biosfera en si misma y en otros aparece como parte de RB Islas del Golfo de California. En los documentos y páginas oficiales de UNESCO no aparece esta Reserva de Biosfera y en otras publicaciones se señala que fue declara en 2002. 47 Centroamérica-Caribe está integrada por los países continentales e insulares que tienen costas en el mar Caribe, entre México por el norte y Panamá por el sur. América del Sur abarca los países continentales que van desde Colombia por el norte hasta Chile y Argentina por el Sur.

83

Gráfico 3. Porcentaje de Reservas de la Biósfera por sub región continental.

Fuente: Elaboración propia a partir de bases de datos UNESCO e IberoMaB.

Las reservas de biosfera de Latinoamérica y El Caribe cubren una superficie superior a los 2,5 millones de Km2, destacando Brasil como el país donde estas categorías de espacio natural protegido abarcan mayor territorio (1,4 millones de km2). Sólo éste país representa el 55% de la superficie total de las reservas de biósfera en toda la región AL-C. En la subregión Centroamérica-Caribe, México abarca el 50% de la superficie designada como reservas de biosfera.

Tabla 3. Número de Reservas de Biosfera por país y superficie protegida en Reservas de Biosfera por país, RL-C. Centroamérica – Caribe Nº

Países

América del Sur Ha



Países

Ha

1

Costa Rica

1.630.324

11

Argentina

6.199.451

2

Cuba

1.416.140

12

Bolivia

1.018.744

3

El Salvador

160.663

13

Brasil

139.065.436

4

Guatemala

2.355.582

14

Chile

11.304.640

5

Honduras*

832.032

15

Colombia

34.381.950

6

México

11.084.575

16

Ecuador

17.672.010

7

Nicaragua

3.826.800

17

Paraguay

7.480.000

8

Panamá

1.066.334

18

Perú

3.297.002

9

Rep. Dominicana

577.000

19

Uruguay

1.250.000

10

Saint Kitts y Nevis

s/i

20

Venezuela

8.700.000

TOTAL

22.949.450

TOTAL

230.369.233

Fuente: Elaboración propia, basada en Guevara, 2010, con datos actualizados a 2011 *Dato 2009

84

Los 4 países con mayor extensión de territorio destinado a Reservas de Biosfera pertenecen a la Sub Región América del Sur (Brasil, Colombia, Ecuador y Chile); en congruencia, toda esta subregión tiene 10 veces más superficie designada como reservas de biosfera, que Centroamérica-Caribe.

Gráfico 4. Porcentajes de superficie que abarcan las RBs por subregión continental.

Fuente: Elaboración propia, basada en Guevara, 2010.

Las reservas de la biosfera, tanto en América Latina como en otras regiones, presentan niveles muy dispares de gestión y de cumplimiento de los requisitos que exige el marco estatutario a la red de reservas de biosfera. Esto se asocia a distintos niveles de respaldo institucional con que cuentan las reservas de biosfera en los diferentes contextos. “El desajuste entre la política y la práctica puede ser atribuible a las lagunas de información, datos o conocimientos. Pero más a menudo, es debido a la ausencia o la falta de recursos humanos o institucionales que es una condición previa para optimizar el uso del conocimiento disponible para influir en la política y las políticas con el fin de generar beneficios simultáneos para las personas, la biodiversidad, la ecología y la economía de los paisajes terrestres y marinos de la biosfera” (Ishwaran et al., 2008:127).

Ese déficit de recursos humanos e institucionales constituyen una limitante fundamental en el cumplimiento de la función logística de las RBs (Ishwaran et al., 2008). Algunas dificultades que enfrentan las reservas de biosfera a nivel de gestión son las siguientes:

85

- Heterogeneidad en los sistemas de ‘gobierno’ de las RBs. Los Consejos de Gestión de las reservas de biosfera tienen distintos niveles de autonomía, y algunos no cuentan con personalidad jurídica lo que dificulta la gestión de recursos48 (Aragón et al., 2008). - El sistema de gobierno y el poder de los directivos en algunas RB es débil, especialmente fuera de las zonas núcleo protegidas jurídicamente (Stoll-Kleemann et al., 2010) - Las políticas de Estado que contemplan la protección ambiental, incluyendo el establecimiento de las Reservas de Biosfera, son distintas entre países, lo cual dificulta las relaciones internacionales entre las reservas (Aragón et al., 2008). Es así como en algunos países (i.e. Cuba, Guatemala, México, Nicaragua y Venezuela), las RB tienen un reconocimiento dentro del marco legal que rige al sistema de áreas protegidas (Elbers, 2011), mientras que en otros países la categoría de RB tiene poco respaldo institucional. - Los gestores de las RB se enfrentan a un contexto de carencia crónica de recursos financieros, técnicos y humanos; asimetrías críticas de poder entre las instituciones de conservación y los actores locales; así como a obstáculos estructurales como la pobreza, la corrupción o una gobernabilidad débil (Stoll Kleemann et al., 2009). - El intercambio de información y el aprendizaje mutuo dentro de la Red Mundial, no se está llevando a cabo con la frecuencia y la intensidad deseada por parte de funcionarios y coordinadores de programas de reservas de biosfera (Ishwaran et al., 2008; Stoll Kleemann et al., 2009). - Una evaluación de la UICN (1995) señala que la red no cuenta con ninguna medida estandarizada que permita evaluar el progreso económico, social y ecológico logrado (Price et al., 2010). - Algunas Reservas de Biosfera se han constituido en espacios al margen de la institucionalidad, de modo que son utilizadas para escapar del control del Estado, ya sea por conflictos armados o para actividades ilícitas (Aragón et al., 2008). - Al interior de las Reservas de Biosfera, uno de los problemas que enfrentan las comunidades cuando quieren comercializar sus productos, es encontrar canales de distribución para acceder a los clientes. “Los pequeños productores en la mayoría de estas RB siguen encontrando lo mayores problemas en el tema de la distribución y

48

En 1994 ya existían 47 reservas de biosfera en Latinoamérica y ninguna contaba con estrategias específicas ni planes nacionales para este tipo de espacios naturales reconocidos por UNESCO (De La Maza, 1994).

86

comercialización de sus productos” (Conselho Nacional da Reserva da Biosfera da Mata Atlântica, 2000:16).

Los problemas de gestión se ven reflejados en el hecho de que en 2010, el 37% de las reservas de biosfera con más de 10 años, aun no había cumplido con el instrumento de ‘revisión periódica’, que exige el Marco Estatutario de la red49 (Price et al., 2010). El requisito de “Revisión Periódica” ha servido para que algunos países y gestores mejorasen el funcionamiento de las reservas, e incluso, para que algunos sitios fuesen retirados de la red (por ejemplo, en Inglaterra) de manera convenida (UNESCO-MaB, 2001).

b.1 Población en las RB de AL-C En América Latina y El Caribe, las áreas protegidas están habitadas “principalmente por pueblos indígenas y comunidades campesinas –diferencia fundamental con la mayoría de las áreas protegidas en el Norte” (Elbers, 2011:26). La distribución geográfica de los grupos indígenas coincide en gran medida con los sitios que albergan la mayor diversidad biológica, “lo que podría ser reflejo de la manera en que la biodiversidad es usada por los grupos indígenas” (Guevara, 2010:53). Las reservas de Biosfera, al abarcar grandes extensiones de territorio con alta diversidad biológica, también sirven de refugio para diversos pueblos indígenas, dado que responden a un modelo que explícitamente contempla la presencia de asentamientos humanos integrados al ecosistema. Sin embargo, en la bibliografía revisada no aparece información homogénea respecto de la población presente en el conjunto de reservas de biosfera de la región. Referencias sobre el componente social de cada reserva de biosfera debieran encontrarse en los expedientes de postulación de los sitios, pero no nos fue posible revisar tales documentos debido a los plazos acotados en que se llevó a cabo esta investigación50. Para revertir este vacío de información, se les preguntó a los gestores de las reservas de biosfera de AL-C cuál era el porcentaje estimado de población indígena, que habita o es afectada por la reserva a la que se refiere cada uno. Los porcentajes podían ser los siguientes:

49

Los países con mayor grado de incumplimiento son Estados Unidos y Portugal, los cuales adeudan 47 y 16 reportes respectivamente (Price et al., 2010). 50 Los expedientes deben ser consultados en el centro de documentación de UNESCO (París), debido a que se trata de documentos no digitalizados.

87

‘Nada de población indígena’ (nivel 0); ‘Entre 0,1% y 10%’ (nivel 1); ‘Entre 10,1% y 20%’ (nivel 2); ‘Entre 20,1% y 30%’ (nivel 3); ‘Entre 30,1% y 40%’ (nivel 4); y ‘Sobre 40%’ (nivel 5). El promedio de las respuestas por país 51 , muestra que en Bolivia, Honduras y Venezuela, sobre el 40% de la población involucrada en las reservas es reconocida como indígena por los gestores. Sólo en 3 países de la región (Cuba, República Dominicana y Uruguay), de los 18 representados en el estudio, los gestores señalaron que no había población indígena involucrada en ninguna de las reservas respectivas. Los demás países cuentan al menos con una reserva de biosfera donde está involucrada población indígena.

población indígena Gráfico 5. Promedios Porcentaje de nivel de población indígena por país. 5 4 3

Ven ezu el a

ana Ur u gua y

Dom i nic

Per ú

Rep úbl ic a

Nic a ragu a Par agu ay

Méx ic o

Cub a

ic a ta R Cos

le

omb ia Col

Chi

Bra s il

Bol iv ia

Arg enti na

0

Ec u ado r El S al va do r G ua tem al a Hon dura s

2 1

Fuente: Elaboración propia a partir de aplicación de encuesta.

De acuerdo con las respuestas de los gestores, en poco más de un tercio (36%) de todos los sitios incluidos en la muestra no hay población indígena involucrada. A su vez, el 45% de las reservas cuenta al menos con un 10% de población reconocida como indígena por los gestores (el porcentaje es en relación con el total de población que habita dentro o en los alrededores de la reserva de biosfera).

51

El promedio es a partir de la expresión numérica de la escala.

88

Gráfico 6. Porcentajes dePorcentaje niveles de indígena. depoblación Pob. Indígena 40

36%

30

22%

19%

20

12% 4%

10

3%

0 Nada

0,1% - 10% 10,1% 20%

20,1% 30%

30,1% - Sobre 40% 40%

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta.

Por otro lado, al comparar las dos subregiones continentales que abarca el estudio, se puede apreciar que en América del Sur existe una proporción bastante mayor de reservas de biosfera que tienen más de 30% de población considerada indígena por los gestores.

Gráfico 7: Porcentaje de sitios con más de 30% de población indígena, por subregión. Porcentaje de Pob. Indígena 34% 19%

CentroaméricaCaribe

América del Sur

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta.

A través de la encuesta, también se pudo constatar que en algunos casos, se describe a la población indígena como campesinos o pastores descendientes de pueblos indígenas. Tomando en consideración las respuestas de los gestores, se puede apreciar que la presencia indígena dentro de las reservas de biosfera es significativa, pese a que no es la población mayoritaria a nivel local. Es necesario seguir investigando para caracterizar mejor a la población que habita en las reservas de biosfera de la región, en particular el componente no indígena que está presente en esos territorios.

89

b.2 Usos de las Reservas de Biosfera en AL-C En la bibliografía revisada se señala que las áreas protegidas de América Latina están sometidas a una fuerte presión por las actividades económicas llamadas ‘tradicionales’, tales como la agricultura, la ganadería y la silvicultura, lo que deriva en una constante disminución de biodiversidad por el avance de monocultivos de diverso tipo (principalmente especies exóticas) y por otras actividades de carácter extractivo (Guevara, 2010). Las reservas de biosfera son un tipo de área protegida que contempla un uso mixto, es decir, conservación y actividades productivas que permitan un desarrollo sostenible, sin embargo, no existe información sistematizada y transversal respecto de los usos a los cuales están siendo sometidas las reservas de este tipo en la región. Para recabar información que permitiese llenar en parte ese vacío, le preguntamos a los gestores de las reservas de biosfera en qué medida estaban presentes diferentes tipos de actividades, dentro del área referida por cada uno52. Como era de esperar, la actividad preponderante en las reservas de biosfera es la conservación, dado que se trata de áreas protegidas en mayor o menor medida. A nivel de países53, en general, están presentes los 5 usos por los que se consultó (actividades de conservación, educación, investigación, recreación y productivas), aunque en Bolivia es donde aparecen con menor intensidad, asociadas –en promedio—a los niveles ‘Medio’ (3) y ‘Poco’ (2). En cuanto a la presencia de actividades educativas y de investigación, en Cuba se les asignó el nivel ‘alto’, por sobre el resto de los países. Gráfico 8: Nivel en que se presentan tipos de Actividades por país. 5 4

3 2

1

ue la

Ve ne z

na

Ur ug ua y

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Pe rú

Do m Re pú bl

ic

a

Pa ra gu ay

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l Br as i

Bo liv ia

Ar ge nt in

a

0

Conservación

Investigación

Educación

Recreación

Actividades Productivas

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta. 52

Los gestores que respondieron la encuesta podían elegir entre distintos niveles excluyentes de una escala que iba de ‘no hay’ (0) a ‘muy alto’ (5). 53 El nivel por país corresponde a un promedio de las respuestas proporcionadas por los gestores de las reservas de ese país, respecto de cada categoría. El promedio es a partir de la expresión numérica de la escala.

90

Al analizar el conjunto de respuestas recibidas a nivel de toda la región AL-C, se reitera la preponderancia de actividades de ‘conservación’, las cuales fueron asociadas a los niveles ‘alto’ y ‘muy alto’ en el 72% de las RBs. Luego, las actividades productivas fueron asociadas a los niveles ‘alto’ o ‘muy alto’ por el 49% de las RBs. Sólo 3 personas señalaron que no había actividades productivas dentro de las respectivas reservas de biosfera (Laguna San Rafael en Chile, Beni en Bolivia y Nacuñán en Argentina)54. Por último hubo 19 propuestas de ‘otras’ categorías de uso (de 18 encuestados), entre las cuales se reiteran ‘Cultura’ (2 menciones), ‘Participación’ (3 menciones); ‘Monitoreo’ (3 menciones); ‘Urbanización’ (2 menciones) y ‘Pesca deportiva’ (2 menciones).

Gráfico 9: Porcentajes de niveles por tipo de actividad.

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

Por otro lado, al comparar las dos subregiones consideradas en este estudio, se puede apreciar que en Centroamérica-Caribe hay bastante mayor porcentaje de respuestas que asocian ‘Conservación’ y ‘Educación’ al nivel ‘muy alto’ (ver siguiente gráfico).

54

Los gestores de estas reservas, señalaron que no había actividades productivas pero que sí había turismo, de modo que la ausencia de la primera variable no determina la ausencia de la segunda.

91

Grafico 10: Porcentajes de niveles ‘Alto’ y ‘Muy Alto’ por tipos de actividad, por subregión.

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

Sólo el 27,8% de las reservas de biosfera de la región tiene menos de tres actividades productivas con una presencia ‘media’, ‘alta’ y ‘muy alta’ ―percepción de los gestores de las RBs― lo que indica un uso productivo múltiple en la mayoría de los sitios.

Gráfico 11. Porcentaje por número de actividades productivas que tienen un nivel ‘medio’, ‘alto’ y ‘muy alto’, en las RBs. 25 20

16,5%

15 10

8,2%

5

3,1%

0 0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta.

Con la encuesta también se indagó acerca del nivel en que están presentes las distintas actividades productivas en las reservas de biosfera, desde la perspectiva de los gestores. La ‘agricultura’ es la categoría que con mayor frecuencia fue asociada a los niveles ‘alto’ o ‘muy alto’, seguida de la ‘ganadería/pastoreo’ y en tercer lugar por ‘turismo’. Sin embargo, el 99% de los encuestados indicó que el turismo estaba presente en algún nivel (entre ‘muy poco’ y

92

muy alto’) dentro de la reserva de biosfera respectiva y el 68% de los encuestados señaló los niveles ‘medio’, ‘alto’ o ‘muy alto’, superando a las demás categorías en ambos aspectos.55 Entre las actividades productivas tradicionales, la ‘silvicultura’ es la que tiene menor presencia ya que el 71% de las respuestas asoció esta categoría a los niveles ‘no hay’; ‘muy poco’ y ‘poco’. Por otro lado, actividades productivas menos tradicionales, como el mercado de bonos de carbono o la producción de energía están fuertemente asociadas a los niveles ‘no hay’ o ‘muy poco/poco’. Destacan en la producción de energía países como Brasil y Costa Rica, donde las respuestas de los gestores de las reservas se asocian (en promedio) a los niveles ‘medio’ y ‘alto’, respectivamente. A su vez, Paraguay y Costa Rica destacan por la participación de las RBs en el Mercado de Bonos de Carbono, asociado al nivel ‘medio’ en las respuestas. Por último, 14 personas encuestadas propusieron 15 actividades distintas en la categorías ‘otros’, destacando ‘Restauración’ (3 menciones); ‘Extracción de hidrocarburos’56 (3 menciones); ‘Producción/ tráfico de ilícitos’ (2 menciones); ‘Elaboración/venta de artesanías’ (5 menciones); ‘Aprovechamiento de materiales pétreos’; ‘Actividad portuaria’ (2 menciones); ‘Agroindustria’ (2 menciones); ‘Acuicultura’ (3 menciones) y ‘Explotación de madera’ (2 menciones).

Gráfico 12: Porcentajes de niveles por tipos de actividad productiva.

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

55

De acuerdo con las respuestas de los gestores, no habría agricultura en el 14% de las RBs; a su vez, no habría ganadería o pastoreo en el 7,4% de las RBs. 56 Esta categoría se asocia a ‘producción de energía’, sin embargo, en este caso se trata de energía no renovable.

93

Al comparar los niveles ‘alto’ y ‘muy alto’ de las 2 subregiones, se puede distinguir que en Centroamérica-Caribe hay un mayor porcentaje de respuestas en la categoría ‘agricultura’, mientras que América del Sur tiene un mayor porcentaje de respuestas asociadas a las categorías ‘ganadería/pastoreo’ y ‘turismo’. La diferencia más marcada está en la categoría ‘minería’: el 17% de las reservas de biosfera de América del Sur tendrían ―según sus gestores― una alta o muy alta presencia de actividades mineras, mientras que en Centroamérica Caribe ese porcentaje llega apenas al 4%. Estos porcentajes muestran en cierta medida las actividades productivas tradicionales que pueden estar presionando a las reservas de biosfera. Llama la atención que el turismo sea ―de acuerdo con las respuestas de los gestores― una actividad con mayor presencia en las reservas de América del Sur. Esto se podría explicar porque aquí la naturaleza es uno de los principales atractivos, con menor preponderancia del turismo de sol y playa. A su vez, los países de América del Sur en general han alcanzado un mayor ingreso per capita, lo que podría insidir en un mayor turismo doméstico y mayor consumo de espacios naturales57.

Gráfico 13: Porcentajes de niveles ‘Alto’ y ‘Muy alto’ por actividades productivas, por subregión. 45

42,2

42,0

40

35,6

35 30 25 16,7

20 15

Centroamérica-Caribe

10

América del Sur

5

Prod uc ció n

Bon o s de carbo no

Pes c a

Caz a

Mine ría

Apicu ltura

Rec o lec ció n

mo Turis

G ana dería /Pa sto reo

Silv ic ultura

Agri c ultura

de E nergía

0,0

0

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta.

57

En el contexto latinoamericano, Brasil es el país que recibe mayor número de visitantes internacionales, sin embargo, tiene mayor relevancia para el sector el propio turismo doméstico (Elbers, 2011).

94

c) Gestión Turística en Reservas de la Biosfera de AL-C

El modelo de reservas de biosfera hace un llamado a impulsar el desarrollo sostenible (UNESCO-MaB, 1984, 1996) dentro de los sitios, lo cual puede ser entendido como: “hay que activar nuevas actividades económicas que generen beneficios” (Rodrigues & Pascual, 2008). En definitiva, las Reservas de la Biosfera del programa MaB constituyen una forma de proteger que enfatiza la maximización de los usos económicos compatibles con la conservación de los recursos. Para Rodrigues y Pascual, el mínimo común múltiplo entre dinamización económica y salvaguardia del paisaje socio-ambiental que plantea el modelo de reservas de biosfera, es el turismo y las actividades de consumo de bienes y servicios asociados. En congruencia con este planteamiento, se pueden encontrar diversas experiencias documentadas en reservas de biosfera donde se hace mención al turismo (Araya & ClüsenerGodt, 2010; Doyon, 2008, German Commission for UNESCO, 2011a; Puertas, 2007) tales como las reservas de biosfera Torres del Paine y Lauca, en Chile; RB La Amistad, en Costa Rica; RB Apolobamba, en Bolivia; RB Cinturón Verde, en Brasil; RB Apaneca – Ilamatepec, en El Salvador; RB Sureste, en Nicaragua; RB Huascaran, en Perú; RB Ría Lagarto, en México; RB Bañados del Este en Uruguay, entre otras. Estas referencias hablan del turismo principalmente como oportunidad o como actividad emergente, lo que da cuenta de la escasez de estudios relativos a experiencias consolidadas en este ámbito dentro de las reservas de biosfera en LAC. En general, se aportan muy pocos detalles respecto de la gestión turística en los sitios. Los estudios relativos a procesos de patrimonialización en reservas de biosfera, se refieren más que nada al contexto europeo, donde es más evidente la amalgama entre patrimonio natural y cultural, y donde la activación patrimonial va encadenada a la activación turística. De acuerdo con estos estudios, en las reservas de biosfera europeas se da un proceso de patrimonialización de la naturaleza similar al que ocurre en otros espacios naturales (mercantilización de la naturaleza,

transformación del espacio local, homogenización,

conflictos de intereses, etc,). En América Latina y El Caribe, aunque los estudios sobre patrimonialización en reservas de biosfera son todavía escasos, es posible suponer que se dan procesos distintos a los descritos en Europa, con una menor activación turística de los sitios. En tal sentido, una publicación de la UICN sobre áreas protegidas en América Latina, señalaba que

95

no se ha “explotado suficientemente el potencial turístico en la inmensa mayoría de nuestras áreas de protección integral”58 (Merico, 2011:207). En el II Encuentro Internacional de las Reservas de Biosfera de la Amazonía (Belém, 27 y 28 de septiembre de 2007), con representación de 6 países de la región, se le dio especial importancia a las actividades turísticas y al ecoturismo. “Esta actividad, considerada como una alternativa importante en todos los casos, debe analizarse con precaución, puesto que, en algunos casos concretos, existe la tendencia de los Estados a dar concesiones para su explotación a grandes agencias de turismo sin que éste ejerza un mayor control” (Aragón et al., 2008:163).

En congruencia con esta preocupación, los participantes al encuentro propusieron como tema relevante de investigación “el estudio de formas de manejo de ecoturismo por parte de las comunidades de las Reservas de Biosfera” (Aragón et al., 2008:165) Por su parte, el Plan de Acción 2010-2020 Ibero MaB, señala que no se cuenta con un inventario acabado y homogéneo de la diversidad biológica y cultural en las reservas de biosfera, lo que imposibilita una evaluación global; a su vez, se desconocen los reales efectos del turismo y de la diversificación productiva en las reservas de biosfera (IberoMaB, 2011). Esto se traduce en dos acciones concretas del plan: “Avanzar en la caracterización de la diversidad biológica y cultural en las Reservas de Biosfera, en la que se promuevan convenios de investigación”. “Promover programas de investigación que consideren los efectos del turismo y la diversificación de actividades productivas sobre las reservas de biósfera”.

Cabe mencionar que la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), que agrupa a los 8 países de América del Sur59 que comparten el mega ecosistema asociado a la amazonía, está impulsando desde fines de 2010 la Agenda Estratégica de Cooperación Amazónica, en la cual el tema turismo tiene gran relevancia, contemplando las siguientes acciones: i ) Sistematización de información turística en la Amazonía, ii) Creación de circuitos regionales integrados; iii) Desarrollo de Turismo de base comunitaria ambientalmente sostenible/sustentable; iv) Fortalecimiento de la imagen turística de la Amazonía; v) Propuesta 58

Algunos países de Latinoamérica contemplan categorías de áreas protegidas estrictamente restringidas al turismo, como por ejemplo, las reservas nacionales naturales en Colombia (www.parquesnacionales.gov.co). 59 Perú, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Colombia, Brazil, Surinam y Guyana. Los primeros 6 tienen reservas de biosfera,

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para contar con un mecanismo de financiamiento regional de turismo. Además, la agenda anual 2012 tiene como uno de sus resultados esperados “Establecimiento en cada país de un proyecto piloto de turismo comunitario como un ejemplo de turismo de base comunitaria ambientalmente sostenible” (www.otca.info). Frente a los vacíos de información respecto de la gestión turística en reservas de biosfera de la región, resulta clave la información recogida en este estudio. Como se puedo ver al comparar las distintas actividades que se realizan dentro de las RBs, el uso productivo del territorio es el segundo en importancia (después de la conservación) y dentro de los distintos tipos de actividades productivas el turismo tiene gran relevancia, estando ausente sólo en una reserva de biosfera de las 97 que respondieron (Islas Marías, México, donde está prohibida la actividad turística debido a que hay una prisión federal en el archipiélago). A su vez, hubo una asociación a los niveles ‘medio’, ‘alto’ y ‘muy alto’ (agregados) en el 68% de las respuestas, por sobre la ganadería (67,7%) y la agricultura (61%) en los mismos niveles. Por otro lado, al comparar las dos subregiones que abarca este estudio, la encuesta aplicada permitió establecer que el 36% de reservas de biosfera América del Sur tiene alta o muy alta presencia del turismo (según sus gestores) mientras que en Centroamérica-Caribe ese porcentaje baja a 29%.

c.1 Instrumentos para el ordenamiento turístico de las RB en AL-C A partir de la encuesta aplicada, se pudo constatar que la mayoría de las reservas de biosfera cuentan con algún plan u otro tipo de herramienta para el ordenamiento del territorio que restringe o condiciona el desarrollo turístico. Sin embargo, al analizar los tipos de instrumentos que establecen ese ordenamiento en los distintos países, se puede establecer que en la mayoría de los casos no son de carácter normativo, sino que más bien orientan el ordenamiento. En Argentina, operan el Plan Estratégico de Turismo 2020 (ámbito nacional); la Ley 10907 de parques y Reservas provinciales; Leyes provinciales de ordenamiento territorial; Programas y planificaciones provinciales (e.g. Plan de desarrollo turístico sustentable de la Provincia de Jujuy); Planes de ordenamiento territorial de los Partidos (e.g. Punta Indio, 2011); Planes Estratégicos y otros medios de planificación de las propias reservas de biosfera (Plan Estratégico de la RB Yungas - Sector Jujuy, Plan Estratégico de Turismo Sustentable RB Laguna Oca del Río Paraguay, Protocolo de manejo "Buenas prácticas para el manejo de Turismo en la Reserva de Biosfera Delta del Paraná”; Consultarías para el desarrollo turístico en la RB

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Yaboty); Planificación turística de las distintas áreas protegidas incluidas en las RBs. Sin embargo, se menciona en las respuestas que algunos de estos instrumentos no son reglamentarios. En Bolivia, la RB Pilón Lajas cuenta con el "plan de vida y plan de manejo" que es un documento donde se establecieron las estrategias de manejo y la zonificación de la RB, además estrategias para el desarrollo de las comunidades indígenas. También se cuenta con un reglamento específico para operaciones turísticas de la RB Pilón Lajas. En Brasil, a nivel de Ministerio de Turismo se ha impulsado una serie de instrumentos de planificación (Plan Nacional de Turismo; Plan de Regionalización del Turismo; Programa de Planificación y Gestión de la Regionalización; Programa de Apoyo al Desarrollo Regional del Turismo – PRODETUR; Programa de Estructuración de la Producción Asociada al Turismo); también se han implementación de normas técnicas (ABNT-NBR) para el Turismo de Aventura. A partir de estos instrumentos marco, se han elaborado Programas Regionales de Desarrollo del Turismo60. A nivel más local, se cuenta con el Plan de Conservación de la Cuenca del Alto Paraguai (RB Pantanal); Diagnósticos y Escenarios de bioma (RB de Caatinga) y se están realizando estudios para el ordenamiento de las actividades turísticas en las cercanías de Manaus de cara al próximo mundial de fútbol (RB Amazonía Central). Luego están los Planes de Manejo de las Unidades de Conservación que constituyen las Áreas Núcleo de las reservas de Biosfera. Por último, se mencionan proyectos turísticos específicos (RB Serra do Espinhaço). En Chile, la mayoría de las reservas de biosfera corresponden a áreas protegidas como parques nacionales, reservas nacionales y monumentos naturales, los cuales cuentan en general con planes de Manejo. A su vez, se han presentado a UNESCO expedientes para la ampliación de algunas RBs (Araucarias, 2010; Fray Jorge, 2010) que contemplan elementos de planificación y zonificación. Esto implica agregar zonas de amortiguamiento y/o transición en torno a las áreas protegidas, como parte de las RBs. RB Araucarias ya fue ampliada y abarca una ‘zona de interés turístico’ (ZOIT), pero requiere de un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) para su implementación efectiva (de acuerdo con el gestor de la reserva, ha faltado respaldo). Por último, se mencionan proyectos de gestión territorial dentro de algunas RBs. En Colombia se mencionaron distintos tipos de planes específicos para cada zona: Planes de manejo las áreas protegidas que se encuentran dentro de las RB, consideran zonificación y usos posibles; Planes que orientan el ordenamiento del territorio (e.g. Planes de 60

Las reservas de biosfera en brasil abarcan enormes superficies, así como múltiples espacios administrativos y asentamientos humanos, además de las áreas protegidas, razón por la cual requieren de una planificación a escala macroregional.

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Ordenamiento Territorial; Planes de Ordenamiento de Cuencas) que no ponen condiciones a la implementación de proyectos turísticos; Planes de Desarrollo Departamentales; Planes de Vida de los Resguardos Indígenas; Propuestas de zonificación (RB El Tuparro); Master Plan de Turismo para el Archipiélago de San Andrés (RB Seaflower). Además, se está avanzando en procesos de ordenamiento ecoturístico con los pueblos indígenas y campesinos en el Santuario de fauna y Flora los Flamencos (RB Sierra Nevada de Santa Marta). En Costa Rica existen Planes Maestros de Manejo y Planes de Turismo para algunas de las Áreas Silvestres Protegidas que están dentro de las reservas de biosfera. Además, operan un Plan Turismo del Instituto Costarricense de Turismo; Planes Reguladores de las Municipalidades, Planificación interinstitucional y comunitaria para proyectos de desarrollo de turismo rural en zonas cercanas a las áreas silvestres protegidas e implementación de servicios no esenciales en áreas silvestres protegidas. En la RB Agua y Paz opera el Plan de Desarrollo Turístico Sostenible de las Llanuras del Norte, avalado por el Instituto Costarricense de Turismo. En Cuba, las Reservas de biosfera están incluidas en el Sistema Nacional de Areas Protegidas (SNAP). Su ordenamiento turístico está regido por la Ley 81 de Medio Ambiente, los Planes de Ordenamiento Territorial y Urbanístico y planes de Manejo de las Reservas de Biosfera. Además, se menciona el rediseño del Producto Turístico en RB Ciénaga de Zapata. En Ecuador operan los planes de manejo de las áreas protegidas (e.g. Parques Nacionales, Reservas Marinas) que constituyen las zonas núcleo de las RB. A su vez, existen planes de desarrollo turístico en algunos Parques Nacionales ubicados dentro de las RB. También operan sobre las reservas de biosfera los planes de desarrollo provincial, que tienen componentes relacionados con el Turismo. Por últimos, se mencionan los planes de ordenamiento territorial, elaborados por los municipios y juntas parroquiales. Para el caso específico de la reserva de Biosfera Yasuni, existe una zonificación. En El Salvador, en primer lugar, operan las normas asociadas a los decretos de establecimiento legal de las zonas núcleo de las reservas de biosfera, así como los Planes de manejo de dichas zonas. Luego, existen planes regionales de ordenamiento territorial, que establecen normas y condiciones en la zonificación del territorio, sin embargo, la Ley de ordenamiento territorial aún no entra en vigor, de modo que no se puede exigir el cumplimiento de dichos planes. También existen Planes de Ordenamiento Territorial a nivel Departamental y Planes (ambientales, de desarrollo) a nivel municipal. Adicionalmente, se menciona un proyecto (PROTUR) que desarrolla el turismo a nivel local en la RB Trifinio Fraternidad.

99

En Guatemala, las reservas de biosfera están incluidas en el Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas (SIGAP). Su ordenamiento turístico está regido por Planes de Uso Público, Planes de Manejo y Planes Maestros, como instrumentos que rigen el ordenamiento turístico de las reservas de biosfera. En México, las reservas de biosfera están incluidas en el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINAP). El ordenamiento turístico de las reservas de biosfera está regido por el Programa Nacional de Turismo en Áreas Protegidas y la Estrategia Nacional para un desarrollo sustentable del Turismo y la Recreación en Áreas Naturales Protegidas. Luego, a nivel territorial operan los Programas de Ordenamiento Ecológico de Territorios Costeros/Marinos, los Programas o Planes de Conservación y Manejo de Áreas Protegida (que incluyen un Mapa de zonificación de las RB) y los Programas o Planes de Uso Público y Recreación (establecen estrategias de atención en turismo; implican un análisis de los impactos biofísicos y sociales de la actividad). También incide en el ordenamiento turístico la Norma Oficial Mexicana 131SEMARNAT, que regula la observación de ballenas. Otro documento que fue mencionado como directriz del ordenamiento es el que se genera al decretar las reservas de Biosfera. Por último, los gestores de las reservas de México nombraron otros instrumentos más específicos de ordenamiento y regulación: Estudio de Capacidad de Carga y un Inventario de Oportunidades Turísticas para la zona núcleo de la RB La Encrucijada; Plan para el desarrollo del turismo Cinegético en RB La Michilía; Estudios de factibilidad Ordenamientos comunitarios en RB La Sepultura; Diagnósticos y planeación participativa en RB Los Tuxtlas y NahaMetzabok; Programas de Manejo de Áreas Destinadas Voluntariamente a la conservación en RB Naha-Metzabok; Diagnostico ambiental de actividades recreativas y Estrategia de manejo para la visitación en sectores de la Reserva del a Biosfera Sian Ka´an; Estudios de factibilidad y de límite de cambio aceptable en zonas donde realizan turismo las comunidades (RB Sierra de Álamos). En Nicaragua, las reservas de biosfera están incluidas en el Reglamento de Áreas Protegidas. Para el caso de BOSAWAS se cuenta con su propia Ley (Ley 407) que declara y define a la reserva de la biosfera. El ordenamiento turístico de la RB Río San Juan está regido por el Programa Nacional Ruta del Agua - Río San Juan y por el Componente de Apoyo al Desarrollo de las Mypimes Turísticas. En Paraguay, el ordenamiento turístico de la reserva de biosfera Bosque Mbaracayú se rige por el Plan de Desarrollo Turístico de la Mancomunidad.

100

En Perú, existen una Estrategia Nacional y un Plan Director para las ANP. A nivel provincial están los Planes de Desarrollo Concertado, que inciden en el ordenamiento turístico de las RB. A su vez, los Parques Nacionales (zonas núcleo de las RB) se rigen por Planes Maestros, Planes de Uso Turístico y Recreativo, y Reglamentos de Uso Turístico. Dentro de las reservas de biosfera también operan otros instrumentos como son los planes de Sitio y planes de Zona Histórico Cultural. En cuanto a instrumentos más específicos, se mencionó un Inventario de los atractivos turísticos de la zona cultural y el Programa de Buenas Prácticas y Turismo Sostenible en RB Manu. En la República Dominicana, el ordenamiento turístico de la reserva de biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo está regido por el Plan de ordenamiento del ecoturismo. En Uruguay, la Reserva de Biosfera Bañados del Este depende del Plan Nacional de Turismo Sostenible 2009 – 2020, Ministerio de Turismo y Deporte. Este instrumento condiciona el ordenamiento turístico de la reserva. Por último, en Venezuela, las reservas de biosfera están incluidas en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Pese a ello, el ordenamiento turístico de RB Delta del Orinoco está orientado sólo por ‘documentos ocasionales’ del Ministerio de Turismo. En los demás países de la región las reservas no contarían con ningún tipo de instrumento marco que regule el ordenamiento turístico, de acuerdo con la información aportada por los gestores. Al revisar los promedios por país, se puede ver que sólo Honduras y Venezuela no cuentan con este tipo de instrumentos (ambos países se consideró sólo una reserva). Luego, Bolivia y Chile tienen más de la mitad de sus reservas de biosfera sin planes de manejo o de gestión, que regulen el desarrollo turístico.

101

Gráfico 14: Promedio de disponibilidad de herramientas de ordenamiento para las reservas de biosfera de AL-C, por país. 1,0

0,5

Arg enti na Bol i v ia Bra s il Chi le Col omb ia Cos ta R ic a Cub a Ec u ado r El S al va do r Hon dura s Méx ic o Nic a ragu a Par agu a y Rep úbl i Per ca D ú omi nic a na Ur u gua y Ven ezu el a

0,0

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada. Nota: El valor 1 implica “la RB cuenta con instrumentos de ordenamiento”; 0 implica “la RB no cuenta con instrumentos de ordenamiento”. El gráfico muestra promedios por país.

A su vez, al comparar las dos subregiones que abarca este estudio, se puede apreciar que en Centroamérica-Caribe es bastante más alta la proporción de reservas que cuenta con algún tipo de instrumento (12 puntos porcentuales por sobre América del Sur).

Gráfico 15. Porcentaje de RBs con algún tipo de ordenamiento turístico, por región y subregiones. Con Instrumentos 79% 74% 67%

LA-C

C.- C.

A. del S.

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

102

Sin embargo, al contabilizar sólo aquellas RBs que cuentan con planes y/o zonificaciones que las rigen como tales (no como instrumentos de regulación externos o de las zonas núcleo), sólo el 36,8% de las reservas cuyos gestores respondieron la encuesta, contarían con este tipo de instrumentos, o están en proceso de elaboración/actualización. A su vez, el total de sitios con planes y/o zonificaciones a nivel reservas de biosfera de Centroamérica-Caribe están ubicados en sólo 4 países México, Nicaragua, Cuba y Guatemala, donde las RBs están incorporadas en el SNASPE. Este puede ser un indicador del respaldo institucional con que cuentan las reservas de biosfera en esos países.

Gráfico 16. Porcentaje de RBs que cuentan con Planes y/o Zonificaciones, por subregión continental.

36,8%

48,1% 23,3%

AL-C

C-C

A. del S.

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

c.2 Tipos de turismo en las RB de AL-C Ahora bien, al consultar por los distintos tipos de turismo que se llevan a cabo en las reservas de biosfera de la región, la categoría ‘eco-turismo’ fue la que obtuvo mayor frecuencia de respuestas en asociación a los niveles ‘alto’ y muy alto’. Al establecer promedios en las respuestas por país, las reservas de biosfera de Brasil, Ecuador, Costa Rica, Paraguay y República Dominicana tendrían alta presencia de ecoturismo (nivel 4, entre 0 ―no hay― y 5 ―muy alto). El agroturismo alcanza hasta un nivel ‘medio’ sólo en Brasil y Uruguay, mientras que el ‘etnoturismo’, llega a un nivel ‘medio’ sólo en República Dominicana. Al comparar los países, llama la atención Uruguay (RB Bañados del Este), donde casi todos los tipos de turismo por los cuales se consultó, tienen una expresión media o alta.

103

Gráfico 17. Promedio niveles por tipo de turismo, por país. 5

4

3

2

1

ru gu ay

Ve ne zu el a

D R

ep úb l

ic a

U

om in ic an a

Pe rú

ic ar ag ua Pa ra gu ay

N

M éx ic o

El Sa lv ad or G ua te m al a H on du ra s

Ec ua do r

ub a C

ic a R C

os ta

ol om bi a

hi le

C

C

Br as il

ia Bo l iv

Ar ge nt in a

0

Ecoturismo

Deportes y aventura

Agroturismo

Histórico/arqueológico

Etnoturismo

Científico

Sol y playa

Negocios y eventos

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

Al agregar las respuestas de todas las reservas de biosfera relativas a este tópico (96) se puede apreciar que el 61% de los gestores señaló que el ecoturismo se practica dentro de la reserva respectiva, en los niveles ‘medio’, ‘alto’ y ‘muy alto’ (agregados). Le sigue en frecuencia el Turismo de ‘deportes y aventura’ (37%) y ‘turismo de sol y playa’ (25%) en los mismos niveles. Cabe señalar que hubo 11 gestores de reservas que propusieron ‘otra’ categoría de turismo, reiterándose sólo aviturismo/avistamiento de aves (2 menciones).

104

Gráfico 18. Porcentaje niveles por tipo de turismo. 60 50 40 30 20 10

No hay

Muy poco/Poco

O tr o

eve nto s

pla ya Sol y

Ne goc ios y

ntíf ic o

o

Medio

Cie

Etn otu rism

Agr otu ri sm o tóri c o/ arq ueo l óg ic o His

ya v en tura

De por tes

Ec o turi sm o

0

Alto/Muy Alto

n.d.

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

Mediante una pregunta aparte se indagó la presencia de experiencias de Turismo Comunitario en las RBs, tanto de la población en general como de la población indígena que habita en la reserva o en su entorno. Al observar los porcentajes del gráfico 18, se puede apreciar que existe una leve diferencia en la proporción de reservas de biosfera con experiencias de turismo comunitario en general y aquellas de carácter indígena, con mayor porcentaje de éstas últimas.

Gráfico 19. Porcentaje de RBs con Turismo comunitario y Turismo comunitario indígena. 51,6%

56,1%

Tur. Comunitario

Tur. Comunitario Indígena

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada. Nota: El porcentaje de RBs con turismo comunitario indígena se calculó en relación con el total de reservas que tienen población indígena que respondieron la pregunta.

105

Luego, al comparar las 2 subregiones que abarca el estudio en lo que se refiere a experiencias de turismo comunitario, el número de RBs con turismo comunitario aumenta en Centroamérica-Caribe (Tabla 4). Aunque se les pidió a los gestores una breve reseña de las experiencias (en muchos casos, más de 1 por RB), no es posible saber si las experiencias de turismo comunitario en general y las de turismo comunitario indígena son las mismas o no, ya que no siempre se aplicaron identificadores claros en las descripciones. 61 A su vez, no podemos saber qué tan relevantes son estas experiencias y a cuánta población involucran, lo cual requiere de futuras indagaciones.

Tabla 4. Número de RBs con experiencias de turismo comunitario por país. América del Sur País

Centroamérica - Caribe

Nº de RBs

País

Nº de RBs

Argentina

7

Costa Rica

3

Bolivia

2

El Salvador

2

Brasil

3

Guatemala

2

Chile

1

México

Colombia

3

Nicaragua

2

Ecuador

2

República Dominicana

1

Paraguay

1

Total

Perú

2

Venezuela

1

Total

16

26

22

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta.

c.3 Participación en la gestión turística Como se planeó en el capítulo ‘Presentación’ de este informe (I), la participación es un aspecto clave en la gestión turística del patrimonio en ecosistemas, ya que permite instalar modelos de gobernanza que incrementan los impactos positivos (desarrollo sostenible, fortalecimiento comunitario, revitalización cultural). La UICN considera “que la región es líder mundial en la gestión conjunta y coresponsable de áreas protegidas con pueblos indígenas, afro-descendientes y grupos étnicos diversos, cuyos territorios, tierras y recursos han sido en muchos casos conservados a través de sus practicas y conocimientos tradicionales; y que, no obstante, todavía se advierte 61

La pregunta aplicada a los gestores llevaba una breve definición de lo que es turismo comunitario.

106

insuficiente participación de estos grupos y del ejercicio pleno de sus derechos colectivos e individuales garantizados por las legislaciones nacionales y el derecho internacional” (UICN, 2008:50). De acuerdo con Stoll-Kleemann (2010), la conservación inclusiva y el Manejo Comunitario de los Recursos Naturales, es actualmente la narrativa y la conceptualización dominante en la Red Mundial de Reservas de Biosfera62, sin embargo, esto no implica que en la práctica haya una gestión participativa. Un gran número de reservas de biosfera ‘pre-Sevilla’ siguen siendo fieles a su anterior énfasis en la conservación (Ishwaran et al., 2008). La bibliografía consultada no establece qué tan generalizada es, en la práctica, la gestión participativa dentro de las reservas de biosfera, con excepción de algunos casos documentados como, por ejemplo, RB Sierra Nevada de Santa Marta (German Commission for UNESCO, 2011a). La Agenda Estratégica de la OTCA (2010) ha incluido fuertemente el tema de la gobernanza y la participación, tanto a nivel de manejo de las áreas protegidas como a través de experiencias de turismo comunitario. Para revertir el vacío de información respecto de este tema en las reservas de biosfera de AL-C, consultamos a los gestores acerca de los niveles de participación que tiene la población local y la población indígena en particular, en la gestión turística de cada sitio. El siguiente gráfico muestra los promedios de cada país en niveles de participación y de población indígena dentro de las reservas de biosfera. Los niveles de participación son los siguientes: 0 (‘No Participa’); 1 (‘Es Informada’); 2 (‘Es Consultada’); 3 (‘Consulta vinculante’); 4 (‘Co-Gestión’); y a 5 (‘Autogestión’). Estos niveles fueron definidos en la misma encuesta para facilitar la comprensión de la pregunta. Los niveles de población indígena ya fueron explicados en la sección anterior. Obviamente, donde no hay población indígena tampoco puede haber participación indígena (Uruguay, R. Dominicana y Cuba). Por otro lado, en Honduras aparece nula participación de la población local, debido a que la única Reserva de Biosfera considerada para este país es Río Plátano, donde el turismo parece ser muy incipiente y no existen instrumentos de ordenamiento, por lo tanto no es de extrañar que no haya espacios de participación. Los países donde aparece un promedio más alto de participación en la gestión turística de las reservas de biosfera, son R. Dominicana, Paraguay, Guatemala y Costa Rica (con preponderancia del nivel ‘co-gestión’). Donde se expresa una más baja participación, es en 62

La valoración de la participación comunitaria es mayor en América Latina, seguida de Asia y Australia, Europa, África y, por último, América del Norte. La percepción positiva que tienen los gestores respecto de la importancia de la participación comunitaria, tiene una frecuencia mayor en aquellas RBs que: i) fueron creadas después de 1995 (‘Estrategia de Sevilla’); ii) cuentan con un sistema de gobierno que involucra a múltiples actores; y iii) son más grandes y más pobladas (Stoll-Kleemann et al., 2010).

107

Venezuela (nivel ‘información’), país en el cual se consideró sólo una reserva de biosfera (Delta del Orinoco). Al mirar el siguiente gráfico, se puede estimar que la presencia de mayor porcentaje de población indígena, no es condicionante de que haya niveles más altos de participación en la gestión turística (donde existe turismo).

Gráfico 20. Promedios de niveles de participación de la población local y población indígena en la gestión turística, por país.

5 4 3 2

Participación de la población local

Repú bl ic a D

Nic a ragu a Para gu ay

Méx ic o

Cuba

Ec ua dor El Sa l vado r G uat emal a Hond uras

Chi le Col o mbia Cos t a Ric a

Bras il

Bol iv ia

Arge nti na

0

Perú omi n ic ana Urug uay Ven e zuel a

1

Participación de población indígena

Porcentaje población indígena

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

El análisis de los niveles de participación que tiene la población en la gestión turística ―desde la percepción de los gestores― arroja los siguientes datos: en el 41% de las reservas de biosfera se alcanzan niveles de participación IV, V y VI (agregados) tanto con la población local en general, como con la población indígena en particular. En el 11% de las reservas se aplica consulta vinculante a la población indígena y en el 13% hay autogestión indígena en las iniciativas de turismo. Por el otro lado de la escala, en el 15% de las reservas no hay participación alguna de la población indígena, y en el 20% sólo se les informa respecto de la planificación turística o los proyectos de turismo en la Reserva de Biósfera. Los porcentajes tienen otra distribución en el caso de la población en general. Aumentan considerablemente el porcentaje de RBs donde hay consulta no vinculante y co-gestión, a la vez que disminuye el porcentaje de RBs donde no hay participación. Estas diferencias entre participación indígena y no indígena podrían deberse a diversos factores. Por ejemplo, la cogestión implica diálogo, encuentro, entre el nivel institucional y la comunidad, lo cual puede ser más complejo cuando

108

hay una profunda diferencia cultural. Eso podría explicar por qué hay menos proporción de reservas con cogestión que involucre a población indígena. Otra explicación puede ser el aislamiento. Puede ser más complejo en términos logísticos informar a población que está más aislada.

Gráfico 21. Porcentajes de niveles de participación por población local e indígena. 30 25 20 15 10

Población Local

5

Población Indígena

n

ón

stió Aut oge

esti Cog

da Con sult ada Con sult a vi ncu lant e Es

I nf o rma

Es

No

Par

t icip

a

0

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

A través de la encuesta también preguntamos por la participación de la población local en la elaboración de los instrumentos de ordenamiento territorial y turístico que rigen a las reservas de la biosfera en AL-C. A través de las respuestas, se pudo constatar que ―de acuerdo con la percepción de los gestores― en el 70,5% de las reservas de biosfera de AL-C con ordenamiento del turismo hubo una participación ‘media’, ‘alta’ y ‘muy alta’ (agregados) de la población local en la elaboración de esos instrumentos63. A nivel de subregiones del continente no se aprecian variaciones significativas, aunque la muestra es más representativa en Centroamérica-Caribe, porque la mayoría de las RB con planes y zonificaciones es de México.

63

Se consideraron sólo las respuestas de aquellas las 34 reservas de biosfera donde previamente se había señalado la existencia de instrumentos de ordenamiento y/o planificación turística (Planes y zonificaciones de las reservas, diagnósticos), ya elaborados o en proceso de elaboración/actualización.

109

Gráfico 22. Porcentajes niveles de participación en elaboración de instrumentos de ordenamiento del turismo a escala de las RBs. 2,9% 0%

5,9%

23,5%

Nula

23,5%

Muy baja Baja Media Alta Muy alta 44,1%

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

Por último, utilizamos la encuesta para indagar acerca del nivel de ‘actoría’ que tiene la población local en distintos aspectos de la gestión turística de las reservas. Para ello, propusimos 6 tipos de roles que puede jugar la población64 y una escala de 6 niveles65, para valorizar cada categoría. A observar los promedios por países, destaca R. Dominicana, con un nivel alto en las categorías ‘plantea necesidades’ y ‘formula propuestas’. En la categoría ‘fiscaliza’, las RB de Brasil y Costa Rica se aproximan a un nivel ‘medio’, en cambio Cuba y Guatemala están en el nivel ‘muy poco’. En la categoría ‘emprende por sí misma’ llama la atención que las RB de Cuba se aproximen al nivel ‘muy poco’.

Gráfico 23. Promedios de niveles por rol, por país. 5 4 3 2 1

Pe rú om in ic an a U ru gu ay Ve ne zu el a D

R

ep úb l

ic a

C ub a Ec ua do El r Sa lv ad or G ua te m al a H on du ra s M éx ic o N ic ar ag ua Pa ra gu ay

ol om bi a os ta R ic a C

C

hi le

C

Br as il

Ar ge nt in a Bo l iv ia

0

Plantea necesidades

Formula propuestas

Aporta recursos (dinero, bienes, trabajo)

Fiscaliza

Opera servicios turísticos

Emprende por sí misma la gestión turística

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

64

Plantea necesidades; Formula propuestas; Aporta recursos (dinero, bienes, trabajo); Fiscaliza; Opera servicios turísticos; Emprende por sí misma la gestión turística 65 Nunca (0); Muy poco (1); Poco (2); Medio (3); Alto (4); y Muy alto (5)

110

Al observar los porcentajes en que aparecen estos distintos roles en el conjunto de las RBs de AL-C, se puede analizar que la categoría ‘plantea necesidades es la más preponderante en los niveles ‘alto’ y ‘muy alto’ (30% de las RB), así como en el nivel ‘medio’ (38% de las RB). Por otro lado, las categorías ‘aporta recursos’ y ‘fiscaliza’ están asociadas a los niveles Muy poco/poco. En otras palabras, la población local en las reservas ―en la perspectiva de los gestores― desempeña en mayor medida los roles de plantear necesidades y propuestas, así como de operar servicios, y en menor medida, emprende por si misma, fiscaliza y aporta recursos. En la categoría ‘otros’ surgieron 3 roles distintos pero que tuvieron una mención cada uno (Solicita financiamientos externos ―subsidios del Estado―; promueve y difunde los productos turísticos; busca la capacitación continua).

Gráfico 24. Porcentajes de Niveles por roles que desempeña la población local. 70 60 50 40

Nunca

30

Muy poco/Poco Medio

20

Alto/Muy alto

10

n.d.

O t ra s



tu r

po r

io s Em pr

en d

e

ic se rv ra O pe

m is m a

ís tic os

a ca liz

s

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pr ul a m

Fo r

Pl

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id

op ue

ad e

st as

s

0

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

Al comparar las 2 subregiones continentales, sorprende el hecho de que en Centroamérica-Caribe se incrementa significativamente el porcentaje de RBs que asignó los niveles ‘alto’ y ‘muy alto’ a 4 de las 6 categorías de roles planteados, muy por sobre las RBs de América del Sur. El incremento es mayor en la categoría ‘opera servicios turísticos’, lo que sugiere una mayor autonomía en la gestión turística por parte de la población local

111

Gráfico 25. Porcentajes de niveles por roles, por subregiones continentales. 35 30 25 20 15

Centroamérica-Caribe

10

América del Sur 5 0

e ad id

es

ea nt la

P

c ne

s ta

s

a ul

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r Fo

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e

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a m

ím

is

s

pr Em

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta.

c.4 Percepción de Impactos del Turismo Como se vio al inicio de este trabajo, un tema clave en la gestión turística de destinos patrimoniales es controlar los impactos negativos que puede generar esta actividad dependiendo del volumen y el perfil de los visitantes. Los impactos los agrupamos en 3 ámbitos: económico, físico o ambiental y sociocultural. Teniendo esto en cuenta, les preguntamos a los gestores de las reservas de biosfera en AL-C por su percepción del impacto que ha generado el turismo en los 3 ámbitos señalados. La pregunta incluyó tres frases afirmativas y positivas, las cuales debían ser valorados con una escala de 5 niveles: Totalmente en desacuerdo (1); En desacuerdo (2); Ni de acuerdo ni en desacuerdo (3); De acuerdo (4); y Totalmente de Acuerdo (5). Al revisar las respuestas en promedio por países, se puede ver que en general hay una percepción de impactos positivos en los 3 ámbitos. Las excepciones son Honduras, donde el turismo en RB Río Plátano es muy incipiente y no ha generado impactos; República Dominicana, donde las respuestas se aproximan al nivel (1) ‘totalmente en desacuerdo’; Colombia, donde las respuestas están próximas en el nivel (2) ‘en desacuerdo’; y Uruguay, donde sólo el ámbito económico tuvo una valoración positiva, asociado al nivel (3) ‘de acuerdo’.

112

Gráfico 26. Promedios niveles de impacto por ámbito, por país. 5 4 3 2 1

Pe rú om in ic an a U ru gu ay Ve ne zu el a

R

ep úb l

ic a

D

ub a Ec ua do El r Sa lv ad or G ua te m al a H on du ra s M éx ic o N ic ar ag ua Pa ra gu ay

C

hi le ol om bi C a os ta R ic a C

C

Br as il

Ar ge nt in a Bo l iv ia

0

Ha favorecido la conservación de la biodiversidad Ha favorecido el fortalecimiento de las culturas locales Ha sido favorable para que la población local genere ingresos

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

En el gráfico siguiente se puede apreciar que la valoración ‘de acuerdo’ está presente en un alto porcentaje de RBs de AL-C asociada a impactos positivos en los 3 ámbitos (49% en el ámbito ambiental; 41% en el ámbito sociocultural y 61% en el ámbito económico). Claramente, donde es más débil la percepción de impactos positivos es en el ámbito de sociocultural, aunque sin llegar a revertir la apreciación positiva, que suma un 45% en esta categoría al agregar los niveles ‘de acuerdo’ y ‘totalmente de acuerdo’ (las respuestas asociadas a categorías negativas ‘en desacuerdo’ y ‘totalmente en desacuerdo’ llegan al 28%).

Gráfico 27. Porcentajes ámbitos de impacto por nivel de acuerdo.

70 60 50 40 30 20 10 0

Ha favorecido la conservación de la biodiversidad Ha favorecido el fortalecimiento de las culturas locales Totalmente En en desacuerdo desacuerdo

Ni de De acuerdo acuerdo ni en desacuerdo

Muy de acuerdo

Ha sido favorable para que la población local genere ingresos

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

113

Al tomar sólo los niveles ‘de acuerdo’ y ‘totalmente de acuerdo’, para comparar las 2 subregiones continentales que abarca el estudio, podemos notar que en Centroamérica-Caribe hay menor porcentaje de RBs que muestran esos niveles de acuerdo con los impactos favorables del turismo. En el ámbito Medioambiente, mientras el 68% de las RBs de América del Sur dice estar de acuerdo/muy de acuerdo con los impactos favorables, en Centroamérica ese porcentaje baja a 60%. En el ámbito Cultura, mientras el 54 % de las RBs de América del Sur dice estar de acuerdo/totalmente de acuerdo en los impactos positivos del turismo, ese porcentaje baja a 38% en las RBs de Centroamérica. Por último, en el ámbito económico, esos porcentajes se transforman en 85% y 76% respectivamente. Es decir, los gestores de las reservas de biosfera de Centroamérica y el Caribe tienen menor nivel de acuerdo con que el turismo está generando impactos favorables.

Gráfico 28. Porcentajes de ámbitos de impacto niveles ‘alto’ y ‘muy alto’, por región y subregiones.

100

Ha favorecido la conservación de la biodiversidad

80 60

Ha favorecido el fortalecimiento de las culturas locales

40 20

Ha sido favorable para que la población local genere ingresos

0

C. - C.

A. del S.

Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta aplicada.

114

Conclusiones:

De acuerdo con la teoría revisada para esta investigación, los procesos de patrimonialización de la naturaleza y de la cultura operan de manera similar, como fenómenos de construcción cultural y asignación de valor patrimonial a ciertos elementos, en ciertas condiciones. De hecho, la separación entre ambos tipos de patrimonio es arbitraria; se trata de categorías cuya delimitación es cada vez más porosa y permeable. Adscribo a los planteamientos de Pomian (2007) y Kirshenblatt-Gimblet (2001), en el sentido de que objetos en desuso se convierten en patrimonio al ser designados como tales, exhibidos, conservados y musealizados. Pero también recojo los aportes de Prats (1998) y Davallon (2002) acerca de la cualidad del objeto, capaz de generar interés social, de gatillar la exaltación del ‘descubrimiento’. En el caso de la naturaleza operan ambas dimensiones. Se trata de un elemento de la realidad que en un momento de la historia (mediados del siglo XIX) va quedando en desuso, al menos en la vida cotidiana del habitante urbano. Entonces da cabida a nuevos significados, como ocurre en la secuencia que transforma al ‘reject’ en semióforo (Pomian, 2007). La literatura del romanticismo contribuye a ese proceso de resignificación de la naturaleza; actúa como una ‘vitrina’, en una época en que el territorio y la cultura son resaltados como referentes de comunidades imaginadas. Pero, por otro lado, no cualquier naturaleza es patrimonializada. Se buscan y reconocen ciertas cualidades al momento de proteger un espacio natural y ahí opera esa especie de intuición que describe Davallon, de estar ante algo sublime, fuera del tiempo, como señala Prats, fuera del mercado, de lo banal. Las comunidades que habitan en espacios naturales pueden ser un factor favorable a su resiliencia, en la medida que utilizan de manera sostenible los recursos naturales a la vez que frenan la penetración de otros usos. Estas comunidades, sin embargo, son vulnerables, ya que los ecosistemas en que habitan están siendo presionados por actividades extractivas y por la creciente penetración de la sociedad global. La resiliencia es el punto de equilibrio entre continuidad y cambio, tanto para los ecosistemas como para las comunidades que en ellos habitan. El turismo y otras actividades pueden ser una amenaza a la resiliencia si es que no hay una adecuada gestión de los cambios que se van introduciendo. En esta investigación nos propusimos explorar en qué medida están presentes ciertos elementos de la gestión turística que favorecen la resiliencia del paisaje/ecosistema: i) existencia de instrumentos de ordenamiento turístico (plan, estrategia,

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zonificación) que regulen los usos de la reserva y los flujos de público, a la vez que favorezca la experiencia del turista y el resguardo del patrimonio; ii) gobernanza, es decir, el activo involucramiento de la población local en la gestión y en la toma de decisiones (requiere muchas veces de empoderamiento y potenciación de capacidades en la gente); iii) desarrollo de experiencias de turismo comunitario, que ayuda al fortalecimiento de las organizaciones locales, a la revitalización del patrimonio local y del orgullo de pertenencia, a la vez que permite la generación de ingresos sin sustituir otras actividades productivas tradicionales de la comunidad; y iv) impactos del desarrollo turístico en los ámbitos ambiental, económico y sociocultural que contribuyan a la resiliencia, siendo de especial relevancia que el turismo no desplace otras actividades productivas tradicionales, lo que se expresa en la diversidad de usos productivos del territorio. Nuestra intensión también era establecer si las variables analizadas se comportan de la misma manera en las sub regiones Centroamérica-Caribe y América del Sur. A partir de la encuesta aplicada, pudimos sostener la hipótesis de que en las reservas de biosfera están presentes los elementos constitutivos de lo que aquí hemos llamado una gestión turística favorable a la resiliencia del paisaje/ecosistema. Las respuestas recibidas de los gestores de 97 reservas de biosfera permiten afirmar que en la mayoría de ellas están presentes con relativa intensidad tanto la gestión participativa, como los instrumentos de ordenamiento y las experiencias de turismo comunitario. A su vez, la encuesta aplicada da cuenta de la percepción positiva que tienen los gestores respecto de los impactos del turismo. Sin embargo, también es cierto que en general los instrumentos de ordenamiento de las reservas de biosfera en la región en muchos casos no han sido elaborados específicamente para las reservas en cuestión sino para áreas núcleo o territorios administrativos de mayor escala. A su vez, en general no se trataría de instrumentos normativos que regulen el desarrollo turístico sino más bien de herramientas orientadoras. Por otro lado, en la cuarta parte de las RBs aproximadamente hay una percepción negativa ―por parte de los gestores― respecto de los impactos del turismo a nivel sociocultural. La encuesta permitió visualizar algunas diferencias entre las dos subregiones consideradas. En las reservas de biosfera de Centroamérica y el Caribe aparecen con más fuerza las actividades de conservación y educación, mientras que América del Sur donde

aumenta el porcentaje de reservas donde se lleva a cabo investigación. En cuanto a población de las reservas, hay más presencia indígena en las RBs de América del Sur.

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En cuanto a las actividades productivas que se desarrollan en las reservas, en Centroamérica aumenta la presencia de Agricultura, mientras que en América del Sur, aparece la minería y el turismo con mayor intensidad. La mayor presión de la agricultura en las reservas de biosfera de Centroamérica puede estar asociada a la menor disponibilidad de suelo. El caso particular del turismo en las reservas de biosfera y su mayor presencia en los países del sur, se puede deber a diversos factores, como el mayor ingreso per cápita y por ende el mayor turismo doméstico en áreas silvestres; o la apuesta que han hecho los países del sur por promover su imagen ‘verde’ para atraer turistas a nivel internacional. En todo caso, las respuestas de los gestores indican que, aunque el turismo esté presente en la mayoría de las RBs, no ha llegado a imponerse sobre otros usos productivos del territorio, lo cual contribuye a su resiliencia. Otra diferencia importante entre las subregiones caracterizadas, es el nivel de ‘actoría’ que reconocen los gestores en la población local, es decir, los roles diversos que asume esta población. En las reservas de biosfera de Centroamérica y el Caribe, la población local es más activa en actividades de fiscalización, a la vez que opera servicios y formula propuestas. En América del Sur es más preponderante el turismo comunitario indígena. En convergencia con esto, los gestores de las reservas de esta sub región expresaron un mayor impacto positivo del turismo. Tal vez la diferencia más relevante entre ambos subregiones continentales es que en Centroamérica y el Caribe un mayor porcentaje de reservas de biosfera cuenta con respaldado institucional y jurídico, al estar incluidas en el Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) respectivo. De este modo, se pudo comprobar que las reservas de biosfera responden a un modelo muy flexible, que se adapta a distintos contextos institucionales con estructuras muy diversas. De acuerdo con Beltrán & Vaccaro (2008; 2010), la patrimonialización de la naturaleza conlleva procesos de reorganización territorial y administrativa, así como de mercantilización y activación turística. En consecuencia, era esperable que las reservas de biósfera hubiesen pasado por tales procesos, al contar con un sello UNESCO. Sin embargo, con la encuesta aplicada pudimos comprobar que el turismo en las RBs es en muchos casos todavía incipiente y

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convive con otras actividades productivas y no productivas, lícitas e ilícitas. Algunas reservas de biosfera no sólo son espacios que no han sido reorganizados sino que incluso operan como lugares al margen del Estado (en zonas fronterizas y de difícil acceso). Información secundaria, así como la encuesta aplicada, permiten concluir que una parte de las reservas de biosfera no cuenta con un soporte institucional que facilite la gestión de los territorios. Al no haber soporte institucional en una parte de las reservas de biosfera, se debilitan las posibilidades de cambio a nivel de organización y uso del espacio. Esta ausencia de soporte institucional condiciona la intensidad con que pueden aparecer los demás elementos de la gestión turística que contribuyen a la resiliencia socioecológica. De hecho, se pudo apreciar una correlación estadística entre inclusión de las RB en SNASPE (soporte institucional) y presencia de instrumentos de planificación y ordenamiento del turismo a nivel de la RB. Claramente, donde se percibe mayor fortaleza del modelo es en aquellos países que han incorporado la figura de reservas de biosfera en el SNASPE (México, Cuba, Guatemala, Nicaragua y Venezuela). Sobre todo México aparece como el modelo a imitar en cuanto a estructura institucional, con planes de manejo y de uso público para gran parte de los sitios y con una dirección claramente definida, responsable de la gestión. Por esta razón, podemos concluir que la gestión turística debe contar no sólo con los elementos previamente identificados (instrumentos de ordenamiento turístico, gobernanza, experiencias de turismo comunitario, impactos favorables a la resiliencia), sino además con soporte institucional, provisto de los medios y prerrogativas necesarios para sostener en el tiempo la gestión turística del paisaje. Pueden ser instituciones de carácter público, privado o de la sociedad civil, o incluso una plataforma organizacional conformada por una diversidad de actores interesados, que cuenten con respaldo jurídico, así como con los recursos y las atribuciones necesarias. Este estudio tenía un carácter exploratorio, de modo que no entrega datos concluyentes sino más bien origina preguntas que debieran dar pie a futuras investigaciones.

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128

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129

Anexos

130

Las variables y sus valores Variables

Valores de las variables

Tipos de actividad que se realizan en

- Conservación

la reserva de biosfera

- Investigación - Educación - Recreación - Actividades Productivas - Otras

Tipos de actividad productiva que se

- Agricultura

realizan en la reserva de biosfera

- Silvicultura - Ganadería/Pastoreo - Turismo - Recolección - Apicultura - Minería - Caza - Pesca - Bonos de carbono - Producción de Energía - Otra

Tipos de turismo que se realizan

- Ecoturismo

dentro de la reserva de biosfera66

- Deportes y aventura - Agroturismo - Histórico/arqueológico - Etnoturismo - Científico - Sol y playa - Negocios y eventos

66

Para designar los tipos de turismo hice un ejercicio de construcción y selección de categorías ad hoc a destinos con patrimonio natural y cultural, masándome en los tipos señalados por Smith (1992), Santana (1997), la OMT (2003) y Butler & Hinch (2007). No incluí categorías demasiado generales como Turismo cultural o turismo rural; ni demasiado específicas, como turismo medicinal. Uso la categoría ‘etnoturismo’ en vez de ‘turismo étnico’, dado que el primero pone de relieve el control de la gestión por parte de la población local visitada, mientras que el segundo implica sólo el consumo de ‘lo étnico’.

131

- Otro Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

“El turismo ha favorecido la

- En desacuerdo

conservación de la biodiversidad”

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo - De acuerdo - Totalmente de - Acuerdo

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

“El turismo ha favorecido el

- En desacuerdo

fortalecimiento de las culturas

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo

locales”

- De acuerdo

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente de Acuerdo - Totalmente en desacuerdo

“El turismo ha sido favorable para

- En desacuerdo

que la población local genere

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo

ingresos”

- De acuerdo - Totalmente de Acuerdo

Presencia de instrumentos de

- Con instrumentos

ordenamiento turístico

- Sin instrumentos

Grado de participación de la

- Nula

población local en Ordenamiento

- Muy Baja

turístico

- Baja - Media - Alta - Muy Alta

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

“La población Local plantea

- En desacuerdo

necesidades”

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo - De acuerdo - Totalmente de Acuerdo

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

132

“La población local formula

- En desacuerdo

propuesatas”

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo - De acuerdo - Totalmente de Acuerdo

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

“La población local aporta recursos

- En desacuerdo

(dinero, trabajo, bienes)”

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo - De acuerdo - Totalmente de Acuerdo

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

“La población local fiscaliza”

- En desacuerdo - Ni de acuerdo ni en desacuerdo - De acuerdo - Totalmente de Acuerdo

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

“La población local opera servicios

- En desacuerdo

turísticos”

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo - De acuerdo - Totalmente de Acuerdo

Grado de acuerdo/desacuerdo

- Totalmente en desacuerdo

“La población local emprende por si

- En desacuerdo

misma la gestión turística”

- Ni de acuerdo ni en desacuerdo - De acuerdo - Totalmente de Acuerdo

Grado de participación en la gestión

- No participación

133

turística67

- Información - Consulta - Consulta vinculante - Cogestión - Autogestión

Presencia de experiencias destacadas

- Con experiencias de Turismo Comunitario

en Turismo Comunitario

- Sin experiencias de Turismo Comunitario

Porcentaje de Población Indígena

- 0% - 0,1% - 10% - 10,1% - 20% - 20,1% - 30% - 30,1% - 40% - Sobre 40%

Nivel de participación de la población

- No participación

indígena en la gestión turística

- Información - Consulta - Consulta vinculante - Cogestión - Autogestión

Presencia de experiencias de turismo

- Con experiencias de Turismo Comunitario

comunitario indígena

- Sin experiencias de Turismo Comunitario

67

Para definir los valores de esta variable me basé en los instructivos sobre participación del Ministerio de Obras Públicas, Gobierno de Chile (2009); la escalera de participación de Arnstein (1969) y los manuales sobre participación de la OECD (1996, 2001).

134

La Encuesta 1. Nombre de la persona que responde la encuesta:

2. Cargo o función que desempeña en relación con la Reserva de la Biosfera:

3. Nombre de la Reserva de la Biosfera a la cual hace referencia en sus respuestas:

4. ¿Qué actividades cree Ud. que se realizan dentro de esta Reserva de la Biosfera? (Marque con una X) No hay Muy poco Poco Medio Alto Muy alto Conservación Investigación Educación Recreación Actividades productivas Otra:

5. Desde su perspectiva ¿Qué actividades productivas se realizan dentro de esta Reserva de la Biosfera? (Marque con una X) No hay Muy poco Poco Medio Alto Muy alto Agricultura Silvicultura Ganadería Turismo Recolección Apicultura Minería Caza Pesca Bonos de Carbono Producción de Energía Otra:

135

6. ¿Qué tipos de turismo cree Ud. que se practican dentro de esta Reserva de la Biosfera? (Marque con una X) No hay Muy poco Poco Medio Alto Muy alto Ecoturismo Turismo de deportes y aventura Agroturismo Turismo histórico/ arqueológico Etnoturismo Turismo científico Turismo de sol y playa Turismo de negocios y Eventos Otro:

7. ¿Qué tipo de impactos cree Ud. que ha generado el turismo en esta Reserva de Biosfera? (Marque con una X; si no hay turismo pase a la siguiente pregunta) Totalmente En Ni de De acuerdo Totalmente en desacuerdo acuerdo ni en de desacuerdo desacuerdo Acuerdo Ha favorecido la conservación de la biodiversidad Ha favorecido el fortalecimiento de las culturas locales Ha sido favorable para que la población local genere ingresos 8. ¿Existe planificación turística y/u ordenamiento del territorio dentro de esta Reserva de Biosfera, que establezca condiciones a la implementación de proyectos turísticos? ¿Si es así, en qué documentos se sustenta?

136

9. Si es que la respuesta a la pregunta anterior fue afirmativa ¿Qué grado de participación cree Ud. que tuvieron los habitantes del territorio en esa planificación y/u ordenamiento territorial?(Marque X) Nula Muy baja Baja Media Alta Muy alta 10. ¿Qué roles cree Ud. que asume la población local en la gestión turística dentro de esta Reserva de Biosfera? (Marque con una X; si no hay turismo, pase a la pregunta 13) Nunca Muy poco Poco Medio Alto Muy alto Plantea necesidades Formula propuestas Aporta recursos (dinero, bienes, trabajo) Fiscaliza Opera servicios turísticos Emprende por sí misma la gestión turística Otro:

11. ¿De acuerdo con su opinión, cuál de las siguientes opciones representa mejor la participación de la población local en la gestión turística dentro de esta Reserva de Biosfera? (Marque con una X) No Participa Es Informada (A la población local se le informa respecto de la planificación turística o los proyectos de turismo dentro de la Reserva de Biósfera) Es Consultada (A la población local se le consulta su parecer respecto de las distintas opciones de turismo que se pretenden desarrollar dentro de la Reserva de Biósfera) Consulta vinculante (Se hace lo que la población local decide a través de la consulta) Cogestión (Se invita a la población local para que aporte en la inversión y participe en la planeación y gestión del turismo dentro de la Reserva de Biósfera) Autogestión (La población local emprende por sí misma la inversión y la gestión turística dentro de la Reserva de Biósfera)

137

12. Cuando una comunidad local se organiza para mostrar a los turistas su modo de vida, costumbres, arte, historia, paisaje, entre otros elementos que le son propios, y los beneficios obtenidos son repartidos colectivamente, se habla de TURISMO COMUNITARIO. ¿Existen experiencias de turismo comunitario dentro de la Reserva de Biosfera que Ud. viene describiendo? Si es así, nombre las experiencias más destacadas.

13. De la población total que involucra la Reserva de Biosfera en cuestión ¿Qué porcentaje aproximadamente corresponde a población indígena? (Marque con una X) Nada Entre 0,1% y 10% Entre 10,1% y 20% Entre 20,1% y 30% Entre 30,1% y 40% Sobre 40% Nombre de los pueblos o poblaciones indígenas:

14. ¿De acuerdo con su opinión, cuál de las siguientes opciones representa mejor la participación de la población indígena en la gestión turística dentro de esta Reserva de Biosfera? (Marque con una X; si no hay turismo, pase a la pregunta 16) No Participa Es Informada (A la población indígena se le informa respecto de la planificación turística o los proyectos de turismo dentro de la Reserva de Biósfera) Es Consultada (A la población indígena se le consulta su parecer respecto de las distintas opciones de turismo que se pretenden desarrollar dentro de la Reserva de Biósfera) Consulta vinculante (Se hace lo que la población indígena decide a través de la consulta) Cogestión (Se invita a la población indígena para que aporte en la inversión y participe en la planeación y gestión del turismo dentro de la Reserva de Biósfera) Autogestión (La población indígena emprende por sí misma la inversión y la gestión turística dentro de la Reserva de Biósfera)

138

15. ¿Existen experiencias de turismo comunitario indígena dentro de la Reserva de la Biósfera que Ud. ha descrito? Si es así, nombre esas experiencias.

16. ¿Qué aspectos mejoraría usted en la gestión en general de la Reserva de Biósfera que usted representa en esta encuesta?

17. ¿Conoce usted experiencias de turismo comunitario indígena que destaquen dentro de OTRAS Reservas de Biósfera en el país, América Latina o el Caribe? Señale brevemente en qué consisten y dónde se llevan a cabo.

18. En relación con la Reserva de la Biósfera que Ud. representa ¿A qué otras personas recomienda que se les aplique esta encuesta? (Señalar nombre, cargo y correo electrónico)

19. La Reserva de Biósfera que Ud. representa ¿con qué otras Reservas de Biósfera dialoga? (Reuniones de trabajo, coordinación, intercambio de información...)

20. ¿Qué mensaje quisiera Ud. compartir con la red de Reservas de la Biósfera?

139

Listado de RBs que respondieron la encuesta Nº 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40

Nombre de la Reserva de la Biosfera Andino Norpatagónica Delta del Paraná Laguna Blanca Laguna de Pozuelos Laguna Oca del Río Paraguay Las Yungas Nacuñán Parque Atlantico Mar Chiquito Parque Costero del Sur Pereyra Iraola San Guillermo Yaboty Apolobamba (ex Ulla Ulla) Beni Pilón-Lajas Amazônia Central Caatinga Mata Atlântica (incluye Cinturón Verde de Sao Paulo) Pantanal Serra do Espinhaço Araucarias Cabo de Hornos Corredor Biológico Nevados de Chillán-Laguna del Laja Fray Jorge Juan Fernández La Campana-Peñuelas Laguna San Rafael Lauca Torres del Paine Ciénaga Grande de Santa Marta Cinturón Andino El Tuparro Seaflower Sierra Nevada de Santa Marta Agua y Paz Cordillera Volcánica Central La Amistad Buenavista Ciénaga de Zapata Península de Guanahacabibes

País Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Argentina Bolivia Bolivia Bolivia Brasil Brasil Brasil Brasil Brasil Chile Chile Chile Chile Chile Chile Chile Chile Chile Colombia Colombia Colombia Colombia Colombia Costa Rica Costa Rica Costa Rica Cuba Cuba Cuba

140



Nombre de la Reserva de la Biosfera 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82

Baconao Archipiélago de Colón (Galápagos) Podocarpus-El Condor Sumaco Yasuni Apaneca-Ilamatepec Trifinio Fraternidad Xiriualtique Jiquitizco Maya Sierra de las Minas Rio Plátano Alto Golfo de California - El Pinacate Bahías de Huatulco Banco Chinchorro Barranca de Metztilán Calakmul Chamela-Cuixmala Cuatrociénegas El Cielo El Triunfo El Vizcaíno Islas del Golfo de California Islas Marías Islas Marietas La Encrucijada La Michilía La Primavera La Sepultura Lagunas de Montebello Los Tuxtlas Los Volcanes Maderas del Carmen Coahuila Mapimí Mariposa Monarca Montes Azules Naha-Metzabok Pantanos de Centla Ría Celestún Ría Lagartos Selva El Ocote Sian Ka'an Sierra de Alamos - Río Cuchujaqui

País Cuba Ecuador Ecuador Ecuador Ecuador El Salvador El Salvador, Guatemala El Salvador Guatemala Guatemala Honduras México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México México

141

Nº 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97

Nombre de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantián Sierra Gorda de Guanajuato Sierra La Laguna Sistema Arrecifal Veracruzano Volcán Tacaná Bosawas Río San Juan Bosque Mbaracayú Huascarán Manu Noroeste Oxapampa-Ashaninka-Yanesha Jaragua-Bahoruco-Enriquillo Bañados del Este Delta del Orinoco

País México México México México México Nicaragua Nicaragua Paraguay Perú Perú Perú Perú República Dominicana Uruguay Venezuela

142

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