APRENDIZAJES DE EXTENSIÓN CON ADULTOS MAYORES. UN CASO DE PROHUERTA EN EL SUR DE SANTA FE.

June 6, 2017 | Autor: Mauro Grassi | Categoría: Extension, Educación de adultos mayores
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Descripción

Trabajo publicado en las Jornadas de la Asociación Argentina de Extensión Rural “El encuentro en la diversidad” Zavalla, Santa Fe, Argentina, Noviembre de 2014. Ing. Agr. Mauro Grassi (FCA-UNR)

APRENDIZAJES DE EXTENSIÓN CON ADULTOS MAYORES. UN CASO DE PROHUERTA EN EL SUR DE SANTA FE. Mauro Grassi, Ing. Agr. - Fac. Cs, Agrarias (Universidad Nacional de Rosario) [email protected]

Eje temático: Aportes teórico-metodológicos para el trabajo de Extensión Rural. -Abordajes desde la perspectiva de género, franjas etarias, etnias, colectividades y poblaciones originarias específicas. Categoría: Experiencia RESUMEN El programa ProHuerta (INTA-MDSN) aborda desde hace más de 20 años la problemática social de seguridad alimentaria involucrando diversidad de actores sociales a nivel cultural, económico y etario. Los Adultos Mayores constituyen uno de los grupos etarios destacados dentro de los sujetos beneficiarios del programa, en especial en la última década. La peculiar experiencia de trabajo en acciones de extensión justifica el análisis reflexivo de las prácticas, a manera de rescate y aporte que ayude a mejorarlas. La presente experiencia tiene como objetivo poner en valor los aprendizajes obtenidos del trabajo voluntario con un grupo de Adultos Mayores en la localidad de Bigand (Santa Fe). En el trabajo se contextualiza la experiencia, se sistematizan los aprendizajes en función de los intereses implícitos, las historias de vida, las perspectivas, las relaciones, ritmos y se proponen aspectos a considerar para generar estrategias de trabajo que los incluya y que permita definir objetivos posibles en la tarea de extensión. PALABRAS CLAVES: PROHUERTA – ADULTOS MAYORES – APRENDIZAJES – EXTENSIÓN.

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Trabajo publicado en las Jornadas de la Asociación Argentina de Extensión Rural “El encuentro en la diversidad” Zavalla, Santa Fe, Argentina, Noviembre de 2014. Ing. Agr. Mauro Grassi (FCA-UNR)

APRENDIZAJES DE EXTENSIÓN CON ADULTOS MAYORES. UN CASO DE PROHUERTA EN EL SUR DE SANTA FE. INTRODUCCIÓN En la República Argentina el fenómeno de envejecimiento poblacional se evidencia en todas las provincias con diferencias en cuanto al ritmo y grado de avance. En la provincia de Santa Fe según cifras del Instituto Provincial de Estadísticas y Censos, se calculan 3.194.537 habitantes, de ellos 376.955 es decir el 11,8 % son adultos mayores, posicionándose como el segundo distrito a nivel nacional con mayor población de 65 años o más. Al interior de la provincia el Departamento Caseros (donde se desarrolla la experiencia que indagaremos), se posiciona en primer lugar con el 15, 7 % de la población por encima de los 65 años. El grafico N°1 muestra la evolución del índice de envejecimiento1, es decir, la relación porcentual que existe entre la cantidad de personas mayores en relación a niños y jóvenes en las tres áreas geográficas antes mencionadas, mostrando la importancia que tiene desde el punto de vista “cuantitativo” este grupo etario en el Departamento Caseros. Grafico 1. Índice de envejecimiento (%) según año de censo. 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0 Censo 1970

Censo 1980

Republica Argentina

Censo 1991

Provincia de Santa Fe

Censo 2001

Censo 2010

Departamento Caseros

(Fuente: Elaboración personal a partir de datos de INDEC e IPEC sobre Censos Nacionales de Población y Vivienda 1970, 1980, 1991, 2001, 2010)

Este aumento de la población de adultos mayores tanto en términos relativos como absolutos, resultado de un descenso sostenido en los niveles de fecundidad y de un aumento en la esperanza de vida atribuido al mejoramiento de la calidad de vida de las personas, está motivando una mayor preocupación e interés por las personas maduras y la oferta de recursos que alienten la satisfacción vital en este grupo etario (Fernández Lopiz, E. 1997). Las cifras y datos no pretenden justificar este hecho, ya que cada grupo social es meritorio de cualquier atención independientemente de estos. Simplemente ponen en relieve la importancia que tiene dentro de la sociedad contemporánea el conjunto de los adultos mayores, obligando cada vez más a diferentes organismos públicos y privados a generar estrategias para que estos continúen activos y participativos en lo social, productivo 1

El índice de envejecimiento es el cociente entre personas de 65 años y más con respecto a las personas menores de 14 años, multiplicado por 100.

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y cultural dentro de las sociedades y grupos a los que pertenecen (Ortiz Montoya, J. 2009). El ProHuerta2 como programa dependiente de dos organismos públicos como son el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDSN), nunca estuvo ajeno a esta situación. Con sus más de 20 años de existencia abordando la problemática social de seguridad alimentaria siempre involucró para el logro de su estrategia a diversidad de actores sociales, ya sea desde el punto de vista cultural, económico o etario. Esto ha significado un corrimiento importante respecto a otras estrategias tradicionales, porque focalizó en lo situacional y contingente (problema), entendiendo de esta manera que los actores no son previos al análisis sino que emergen del recorte operado en función de un objetivo (Massoni, S. 2008). Este hecho impacta sobre los adultos mayores de dos maneras, por un lado se transforman en actores posibles, pero además empiezan a re-significar su figura socialmente en la acción. La participación de los adultos mayores desde los inicios de ProHuerta a tomado varias formas, ya sea individualmente como huerteros familiares3 o grupalmente a través de su pertenencia a organizaciones de la sociedad civil principalmente centros de jubilados y pensionados, hogares de ancianos, dependencias del INSSJP (PAMI)4, huertas comunitarias, etc. Los cambios políticos y económicos de la última década en Argentina, que modificaron la estructura social de la población (reducción de la pobreza e indigencia, aumento de los niveles de empleo, mejora en los niveles de ingreso), probablemente hayan acompañado la consolidación de los adultos mayores como grupo destacado dentro del programa, dado que muchos de los distintos beneficiarios encontraron otras alternativas a la problemática alimentaria. Para la Agencia de Extensión Rural INTA Casilda (Depto. Caseros) propulsora de la experiencia de este trabajo, los adultos mayores constituyen hoy entre un 25-30 % de la población beneficiaria5. Sin embargo, no solo los aspectos económicos intervinieron en este hecho. Si bien el objetivo general del ProHuerta a estado centrado en mejorar la seguridad y soberanía alimentaria de la población promoviendo la autoproducción de alimentos, no debemos olvidar que también son objetivos del programa favorecer la participación y la organización de los sectores sociales vulnerables con los que trabaja, para que los mismos sean actores plenos de los procesos de desarrollo local y territorial que la política del INTA y del MDSN propugnan (P.O.A. ProHuerta. 2012).

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El Pro huerta está dirigido a la población en situación de pobreza, que enfrenta problemas de acceso a una alimentación saludable, promoviendo una dieta más diversificada y equilibrada mediante la autoproducción en pequeña escala de alimentos frescos por parte de sus destinatarios. El conjunto de prestaciones brindado se concreta en modelos de huertas y granjas orgánicas de autoconsumo a nivel familiar, escolar, comunitario e institucional. Se trata de un programa que propugna la seguridad y soberanía alimentarias, cuya piedra angular amalgama la capacitación progresiva, la participación solidaria y el acompañamiento sistemático de las acciones en terreno, resultando estratégicos en su operatoria la intervención activa del voluntariado (promotores) y de redes de organizaciones de la sociedad civil. 3 Denominación que reciben vulgarmente aquellos jefes de familia que realizan huertas 4 Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados conocido más popularmente como PAMI en función de las siglas de su vieja denominación. 5 La información fue suministrada por agente del programa ProHuerta de dicha Agencia, analizando planillas de registro de huertas familiares. Se ponderó un valor promedio, existiendo pequeñas variaciones entre temporada otoño-invierno/primavera-verano, localidades y años.

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En tal sentido, la estrategia de intervención caracterizada por la promoción e incorporación permanente de promotores6 (agentes multiplicadores), la articulación interinstitucional, y el fomento de la participación y organización de los actores permitieron la consolidación de los adultos mayores en el programa. Además es preciso destacar en la estrategia algunas características como ser: - Involucramiento de la población en la gestión, con activa participación en las acciones y mediante mecanismos de libre adhesión. - Promoción y fortalecimiento de liderazgos democráticos a nivel comunitario focalizado en los “promotores”, quienes multiplican el programa en sus comunidades, favoreciendo su apropiación y recreación locales. - Integración de la propuesta a las acciones desarrolladas por la propia organización. - Reconocimiento, aplicación e incremento de las capacidades y potencialidades existentes en la comunidad local (personas, familias, organizaciones), movilizando recursos de los sectores involucrados, favoreciendo así la integración y cohesión social a escala local. - Fomento de acciones de animación social y desarrollo comunitario en torno a las actividades del voluntariado, entre familias y organizaciones a escala local, más allá del problema alimentario (Ídem). En síntesis, este corrimiento de la temática a la problemática que se planteó ProHuerta, habilitó nuevos actores, entre ellos los adultos mayores. Pero no los abordó desde una perspectiva vertical, con pretensiones de ampliar la inserción de la estrategia, sino que puso a los actores en un marco de paridad facilitando la apropiación de la misma por parte de ellos. La población de adultos mayores está ocupando un espacio relevante en la estructura de nuestra sociedad, espacio que no está definido y que constituye un desafío social, no sólo para ellos, sino también para quienes están cerca de los sujetos que envejecen (Thumala y otros. 2007). Esta falta de definición “margina” muchas veces a los adultos mayores de las estructuras sociales. Sin embargo la tarea del extensionista desde una perspectiva inclusiva debe estar preparada para el abordaje de este grupo etario. Las acciones de extensión de ProHuerta pueden aportar a construir estrategias respetuosas de la diversidad presente. En tal sentido ofrecemos los aprendizajes de la experiencia de un grupo de Adultos Mayores denominados “Soñadores del Hogar” oriundos de la localidad de Bigand al sur de la provincia de Santa, que participan activamente del ProHuerta promovido desde la AER INTA Casilda. Se buscará a través de la socialización de los aprendizajes rescatados en esa tarea, de compartir saberes, comprensiones, identidades y subjetividades en torno a este grupo social que faciliten el accionar a aquellos extensionistas que se animen, aproximen, valoren el abordaje de adultos mayores.

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Miembros de la comunidad que se vinculan al programa y hacen de nexo entre el equipo técnico y los beneficiarios.

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DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA. A continuación se describirá de manera sintética la experiencia que da origen al trabajo. Se busca ofrecer algunos elementos del contexto de acción que faciliten al lector la comprensión de la misma. A tal fin se divide en dos partes; por un lado la “experiencia hoy” donde se destaca el estado actual del grupo de trabajo luego de varios años de proceso y por otro el “rol de los promotores” tratando de rescatar la función de los mismos en la consolidación. La experiencia hoy. La experiencia está ubicada en la localidad de Bigand, al sur de la provincia de Santa Fe, que cuenta con unos 6000 habitantes aproximadamente. El desarrollo de la misma es realizado por un grupo de adultos mayores denominados “Soñadores del Hogar7” que desde 2006 se reúnen en torno a la Residencia de Adultos Mayores “Juan XXIII” en la ejecución de una huerta institucional, y la producción de plantines de especies aromáticas, hortícolas, florales y ornamentales para la venta a escala local. La Residencia “Juan XXIII” dependiente del gobierno provincial, es una institución pública que tiene unos 30 años de antigüedad, siendo su tarea albergar a adultos mayores cuyas familias no pueden propiciar los cuidados pertinentes. Más allá de ello, se ha caracterizado desde siempre en facilitar la integración de los adultos mayores con la comunidad, principalmente con talleres inter-generacionales como teatro, música, lectura, escritura, juegos, etc. El grupo “Soñadores del Hogar” está constituido por entre 10 y 15 personas, en su amplia mayoría adultos mayores, siendo algunos de ellos residentes de dicha institución, pero en mayor número se acercan desde fuera de la misma. Las edades oscilan desde los 65 hasta los 90 años, siendo esto muy variable, ya que depende de la edad del interesado en participar del grupo. Debemos destacar que la predominancia de adultos mayores no fue un hecho buscado, sino resultado de la propia dinámica grupal y el contexto comunitario. Entre los integrantes “no adultos mayores”, se encuentran la terapeuta ocupacional de la institución, que a su vez cumple rol de promotora institucional8 de ProHuerta y quién suscribe ingeniero agrónomo9 externo a la misma que participa desde el voluntariado10 como promotor del mismo programa. En la huerta trabajan dos hombres adultos mayores, teniendo cada uno sectores particulares, colaborando eventualmente personal de maestranza de la institución sobre todo en el laboreo del terreno toda vez que ellos no pueden hacerlo. La producción de plantines está a cargo del resto de los participantes, siendo en su mayoría mujeres. La coordinación del grupo es compartida entre la terapeuta ocupacional y el ingeniero agrónomo, complementándose con sus saberes respectivos.

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La denominación alude en primer término con la palabra “soñadores” a la utilizada por la promotora voluntaria de AER INTA Casilda Sra. Diana Fernández para valorar la tarea de este grupo, y en segundo término “hogar” a la vieja denominación de la institución de fuerte arraigo aún en la localidad. 8 Esta figura es entendida como aquel actor que actúa como agente multiplicador del ProHuerta como representante de una institución formal o informal particular. 9 El Ing. Agr. es quién suscribe el presenta trabajo. 10 El programa contempla la figura de promotor voluntario, siendo este cualquier actor que desee ser agente multiplicador independientemente de la pertenencia a organizaciones.

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La huerta se lleva a cabo en un predio de unos 30 m2 aproximadamente, estando planteada como huerta institucional para autoconsumo. El desempeño de la misma depende mucho de las posibilidades de los huerteros a cargo, en función de restricciones propias de la edad. Por ejemplo la reducción en algunas capacidades motrices dificulta el laboreo del suelo necesitando ayuda para su cometido, por otro lado la preservación de la salud obliga muchas veces a interrumpir la continuidad en las tareas en determinados momentos de los periodos invernales, estivales y/o lluviosos dado que predisponen al adulto mayor a desarrollar afecciones (resfríos, golpes de calor, riesgos de caídas, etc.). Debemos destacar que muchos de estos huerteros vivenciaron otro modelo de producción hortícola familiar o de autoconsumo, por ende se respeta la sabiduría propia de las personas, no imponiendo la huerta orgánica o agroecológica como modelo, sino que tal la propuesta de ProHuerta se ofrecen técnicas en tal sentido según la demanda del adulto mayor en cada momento. Todo lo antes expresado determina una particular expresión de la huerta, muchas veces dominada por unas pocas especies vegetales en cada temporada, y una productividad general muy variable, pero acorde a la realidad del adulto mayor y sobre todo respetuoso de su autonomía, sabiduría, interés y preservación de la vida en un sentido material como emocional/espiritual. Por otro lado la producción de plantines, se realiza en dos túneles bajos de unos 20 m2 cada uno, emplazados enfrente de la huerta. Están a cargo de la tarea principalmente mujeres, que se reúnen para esta actividad una vez por semana, en horas de la mañana. En este espacio generalmente se dividen las tareas o los momentos a fin de realizar multiplicación, ya sea sexual o asexual de las especies vegetales y trasplante de lo preparado semanas previas. Las tareas de cuidado permanente que se necesitan (riego, ventilación, manejo de plagas, etc.) generalmente esta cargo de los residentes de la institución que participan. La producción de plantines ha logrado apropiarse más de las técnicas propias de la producción agroecológica impulsada por ProHuerta. En este sentido en el predio se realiza compostaje de residuos orgánicos domiciliarios del comedor del lugar y material que traen los participantes, siendo el compost producido utilizado luego para la preparación del sustrato de los plantines. También es habitual la realización de biopreparados o purines con distintos fines. En lo que respecta a la multiplicación de especies se realiza principalmente con recolección de semillas propias que aportan los integrantes del grupo (desde sus hogares y de conocidos), o mediante técnicas de reproducción vegetativa también con material propio. La permanencia de este proyecto ha permitido establecer un sistema de “plantas madres” en los hogares de los asistentes y también en la huerta y parque de la institución posibilitando la disponibilidad de material vegetal propio. Entre las especies multiplicadas se destacan las aromáticas y medicinales, ya sea tradicionales u otras del saber popular regional (romero, orégano, burrito, llantén, etc.). También son destacadas las especies hortícolas de estación que responden a la tradicional siembra en almacigo, ofreciendo a la venta los plantines ya listos (repollo, coliflor, apio, puerro, cebolla, tomate, berenjena, pimiento, etc.). Las especies ornamentales y florales se asocian a aquellas propias o tradicionales en los jardines de “nuestras abuelas”, generando en la acción un rescate de especies que poco a poco van perdiéndose en los esquemas de jardinería comercial. Como ya mencionamos lo obtenido en la huerta se destina para autoconsumo en la institución. La comercialización de los plantines se realiza en el mercado local, mediante distintos canales. Por un lado la difusión en medios de comunicación local como radios y tv, permitiendo a los interesados acercarse al lugar a comprar y por 6

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otro mediante la participación en ferias locales. La continuidad del proyecto permitió consolidar el “boca a boca” propio de las comunidades de pocos habitantes, generando la predilección por la compra a este grupo, sobre todo rescatando los compradores que cada plantín tiene el valor agregado de ser producido por adultos mayores en el marco del voluntariado, sumado a valores como cooperación, respeto, trabajo, constancia, solidaridad, etc. El rol de los promotores en el desarrollo del grupo de adultos mayores. La coordinación del grupo estuvo desde 2006 centrada en la profesional de la terapia ocupacional, que como mencionamos es parte del personal permanente de la Residencia “Juan XXIII”, y llevaba para ese momento pocos años en dicha tarea profesional. Si bien en la consolidación de este grupo actuaron muchos elementos es destacable la acción de dicho profesional, sobre todo en tres aspectos importantes. Primero ha sido constante la promoción de un espacio centrado en la “tarea”, permitiendo al adulto mayor poner en juego capacidades mostrándose como un sujeto activo y productivo. Segundo el respeto a las posibilidades e intereses individuales, entendiendo que en la grupalidad cada uno aporta desde lo que puede y lo que sabe, pero también si le interesa, ya que nadie está obligado a participar. Finalmente la permanente vinculación con el entorno, fortaleciendo la inclusión del adulto mayor en la sociedad, pero desde una re-significación de su figura, ya que no solo salen a mostrar lo que hacen, sino que invitan a participar desde el interior. La importancia de lo descripto fue un disparador para hacer de ProHuerta una alternativa posible, ya que la terapia ocupacional en esta búsqueda de tareas que den sentido a los saberes y capacidades de los residentes de la institución, y la apertura al entorno viabilizaron el encuentro. Es decir hay una profesional que reconoce intereses y necesidades en los residentes, busca una estrategia que en este caso se presenta como el programa ProHuerta, pero además tiene conocimiento de actores externos factibles de sumarse a la propuesta, muchos de ellos participantes en talleres anteriores realizados en el lugar. De esta manera comienza a tejerse la trama de “Soñadores del Hogar”. Pero como mencionábamos por el otro lado estaba el programa ProHuerta en el ámbito de la AER INTA Casilda. Para ese entonces, como técnicos promotores de ProHuerta en la AER se desempeñaban la pareja constituida por el Agr. Rubén Izquierdo y su esposa la Sra. Diana Fernández, de profesión maestra. En la promoción permanente del programa encuentran en la Residencia “Juan XXIII” la demanda local necesaria para desarrollar la estrategia. Ambos habían iniciado el programa en la AER allá por 1991, por lo que traían mucha experiencia de trabajo para entonces. Además debemos destacar que previamente venían de otros trayectos individualmente. Un dato que no podemos dejar de mencionar es que al momento de encontrarse con la demanda de la institución eran ya jubilados y contratados, por lo que colaboraron en la promoción de una experiencia de adultos mayores, siéndolo ellos también. Las primeras instancias fueron talleres en la Residencia “Juan XXIII” llevados a cabo por la pareja de extensionistas donde se articulaban los conceptos de huerta orgánica en la práctica en terreno (huerta institucional). Como se mencionó los asistentes eran en parte residentes de la misma, y público externo, que junto a la terapeuta ocupacional fueron circunscribiendo el recorte de “saberes” a las posibilidades y necesidades de la demanda. Fue entonces que la experiencia de la Sra. Fernandez le permitió articular el saber práctico que traían algunas señoras 7

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desde sus hogares (multiplicación de plantas en el jardín) con el saber técnico que traía ProHuerta. De este cruce surge la propuesta de multiplicar plantines hortícolas, aromáticas en principio. Pasado varios encuentros o talleres el grupo empezó a consolidarse, pero siempre sobre la base de la práctica. Este proceso que fue gestándose al principio con más aporte de ProHuerta (capacitación, túneles bajos, herramientas, semillas) gradualmente fue independizándose de la figura de los promotores de AER Casilda. Recién en 2008 el crecimiento del grupo, y la demanda de la terapeuta ocupacional ante su desconocimiento en aspectos “agronómicos” dio pie a la incorporación de la figura de un ingeniero agrónomo. La pareja de extensionistas tenía conocimiento de un profesional con un posible perfil, y ofrece la tarea de ser “promotor voluntario”. Desde entonces quien suscribe, se desempeña acompañando la tarea de coordinación de la experiencia, no solo en el aporte de aspectos técnico-productivos, sino también de animación grupal. De esta manera se fueron realizando las primeras incursiones en ferias locales, talleres abiertos a la comunidad, y recientemente talleres inter-generacionales con alumnos de las escuelas locales. Para cerrar la descripción de la experiencia, es importante destacar que la misma fue posible entre demanda local (actores), estrategia flexible (ProHuerta), y promotores poseedores de diferentes saberes académicos, pero sobre todo respetuosos de los saberes ajenos. APRENDIZAJES. Como me enseñara un viejo compañero de camino los aprendizajes son las respuestas a los interrogantes previos (Gutierrez, O. 2007). Aquí están mis respuestas, por ende responden a mis propias búsquedas. En ese sentido no pretenden ser verdades absolutas, sino aportes a quien trabaje en extensión con adultos mayores y se sienta movilizado por la experiencia, y encuentre en los mismos “luces” que permitan ampliar su visión sobre la acción. Estos 5 años de trabajo junto a los “Soñadores del Hogar” también me ha permitido reconocer la falta de rescate y sistematización de las cuantiosas experiencias que los promotores de ProHuerta generan en terreno, sobre todo con adultos mayores. Estos aprendizajes surgen por un lado de “contrastes” que se producen en el encuentro con el otro, y obligan a crear acciones de aproximación, y por otro de “regularidades” que operan en la permanencia del grupo y muchas veces no son observadas.

1-El posicionamiento frente al cambio. “Perro viejo, no aprende trucos nuevos” (refrán popular), así decían siempre en mi casa (muchas veces para referirse a mis abuelos), pero la vivencia con este grupo de adultos mayores en la tarea de extensión me llevó a buscar nuevas respuestas. Y es que acerca de los adultos mayores hemos naturalizado algunas creencias, mitos y estereotipos, estos más que realidades comprobadas son apreciaciones cargadas de prejuicios, las cuales transmitimos en los procesos de socialización inter-generacionales manteniéndolas en la “imagen cultural” que tenemos respecto a ellos. Más allá del origen de estos estereotipos, es importante reconocerlos ya que 8

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afectan la forma en que los percibimos como sujetos y actúan como condicionantes a la hora de generar acciones de extensión que los incluyan. Una de estas creencias es la que trata sobre la dificultad que posee el adulto mayor para enfrentar o afrontar cambios. Solemos afirmar que el posicionamiento que el adulto mayor toma frente al cambio es “evadirlo”, evitando atravesar escenarios que le impongan la necesidad de generar nuevos aprendizajes. Sin embargo la experiencia particular de trabajo me permite llegar a otras conclusiones que podemos sostener desde algunas fuentes conceptuales. Respecto al cambio, es decir al proceso de aprendizaje, el padre de la psicología social P. Riviere nos ilustra diciendo “Aprender es superar el miedo a la perdida”. En otros términos generar un nuevo aprendizaje implica dejar atrás parcial o totalmente algo de lo que sabíamos (concepto, proceso, técnica, etc.). Y en este punto es donde debemos destacar el recorrido que implica llegar a la categoría de adulto mayor en relación a la perdida. Jubilarse y salir del mercado laboral conlleva muchas veces la pérdida del rango social y económico, la edad es acompañada muchas veces por la pérdida del estado físico y psicológico pleno, la pérdida de seres queridos (pareja, familiares, amigos), sumado a un sin número de pérdidas en etapas previas; dejar la niñez, la adolescencia, la adultez significaron pérdidas, los cambios de empleo, de vivienda, culturales, etc., que han formado parte de cada día de su vida. No queremos decir que la vejez es una etapa de pérdidas, decimos que la perdida nos acompaña a lo largo de la vida en tanto y en cuanto aprendemos y nos adaptamos a nuevos escenarios. Como dicen Maturana y Varela “mientras un ser vivo no se desintegre, está adaptado a su medio, y con respecto a este su condición de adaptación es invariante, es decir se conserva”. Trabajar con adultos mayores significa trabajar con actores no solo que se adaptan y aprenden, sino que están ampliamente ejercitados en esa tarea. ¿Somos consientes de esta capacidad? Este es un aprendizaje que aporto a la tarea de la extensión. El crecimiento que los adultos mayores están teniendo en nuestra sociedad es también crecimiento de una capacidad social que tradicionalmente no fue considerada, y que se presenta como una oportunidad. Si la mirada que tenemos frente al cambio, es que dirección y sentido son definidos desde mi perspectiva (adulto), encontraremos muchos “resistidos”. Por eso es importante repensar aquellas situaciones que se “perciban” como de resistencia, porque puede que no estemos contemplando las necesidades, posibilidades, y ritmos propios del adulto mayor. La estrategia, los recursos y el tiempo que actúan para que niños, jóvenes o adultos generen aprendizajes no siempre van a ser los mismos para el adulto mayor, aún detrás del mismo objeto de aprendizaje. El grupo “Soñadores del Hogar”, que nunca trabajó con técnicas de producción “forzada” en invernáculos, pudo enfrentarse. Tampoco sabían participar en ferias, y afrontaron el riesgo y la exposición social. 2-La proximidad de la Muerte. Parece extraño pero la muerte puede afectar el marco de las acciones de extensión, y también la experiencia descripta atravesó por este espacio para dar pie a estas conclusiones. En los adultos mayores la muerte genera efectos en el accionar al menos desde dos puntos de vista. Como mencionara anteriormente los mayores atraviesan en su vida innumerables pérdidas, que no solo le permitieron aprender, sino que en un determinado momento de la vida dan cuenta del sentido de “transitoriedad” de la 9

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misma. Transitoriedad de los vínculos que establecemos con otros o hacia los objetos, y sobre todo de la vida. La fugacidad de la vida queda expresada en la “muerte”. Si bien sabemos que nadie escapa a la muerte, para jóvenes y adultos nuestra sociedad occidental ha transformado el tema en “tabú”. Posiblemente esta postura ha encontrado arraigo cultural ante las connotaciones negativas asociadas a la misma, como ser el dolor, la perdida, la enfermedad, la fatalidad, la ausencia, el vacio, etc. De esta manera pasamos gran parte de nuestra existencia negando a la muerte como parte misma de la vida. Sucede que en los adultos mayores el tema cobra otro lugar, y la situación antes mencionada para ellos es replanteada y a la muerte le prestan mucha más atención (Längle y Probst. 2010, Chocarro González, L. 2010). No como culto, no como hablar todo el tiempo de ella, sino aceptar un hecho natural, que conlleva resignificar la vida misma porque es transitoria y la muerte se siente más próxima. La conciencia de proximidad de la muerte, hace al adulto mayor que se proyecta desde otra perspectiva sobre la vida, con otra valoración del tiempo, de los vínculos, de las acciones, de los objetivos/metas, etc. No es que el adulto mayor, no “sueñe”, no arriesgue, sino que esta nueva valoración que se hace sobre la vida, hace otro recorte de “sueños” y riesgos, entre otros. Por ejemplo, en mi experiencia personal pude entender que el tiempo que le dedican a la producción de plantines no será mayor al actual, es el contrato social que establecimos en el vínculo. Pero por otro lado sé también que no quieren dejar de hacerlo. Ese es el recorte que establecimos y en ese marco nos movilizamos. Pero la muerte agrega otra variable a la tarea de extensión con adultos mayores. Es la muerte misma de los “actores”. Diana, Fidel, Antonio, Eduardo, Alberto, Manuela son algunos de los actores que “vi partir” en este corto tiempo. ¿Cómo prepararse para ese suceso? ¿Cómo puede afectar particularmente a cada uno de los integrantes? Sería falso dar respuestas absolutas. Si sabemos que la muerte va a ocurrir y debemos asumir ese hecho. Desde una mirada menos “emocional” previendo el suceso dentro de la gestión grupal podemos considerar que los actores cumplen roles, y la mayor frecuencia con la que los actores mayores mueren genera vacancias de roles más rápidamente. Reconocerlo puede ayudar a pensar estructuras grupales con “roles móviles”, donde todos saben todas las tareas asegurando un menor impacto sobre el grupo o sus objetivos. Cabe recordar que si bien cada pérdida humana es única, los adultos mayores han experimentado este hecho más que nosotros, y muchas veces ellos son quienes poseen más fortaleza para reorganizar la estructura.

3- El lugar del saber del adulto mayor en la acción de extensión Muchas veces las acciones de extensión con adultos mayores se transforman en espacios de debate para propiciar el rescate de saberes. Detrás de ello suelen ocurrir dos cosas, una de ellas es que el rescate se transforma en actos como “escuchemos a Don Jorge que es el más viejo del grupo y tiene mucha experiencia”, sometiendo al resto solo porque este señor es el más viejo. Otra es que ese saber tal vez “pertinente” queda solo en las palabras por tanto muere con ellas. Esas vivencias son frecuentes en ProHuerta, y mi experiencia con el grupo “Soñadores del Hogar” me ha mostrado otra posibilidad. Tal vez en el apuro solemos olvidar que el adulto mayor necesita entre otros para mantener su autoestima el reconocimiento social como actor “productivo”. Quiero decir que no solemos dar al 10

Trabajo publicado en las Jornadas de la Asociación Argentina de Extensión Rural “El encuentro en la diversidad” Zavalla, Santa Fe, Argentina, Noviembre de 2014. Ing. Agr. Mauro Grassi (FCA-UNR)

saber del adulto mayor el lugar de las “acciones”, solo nos quedamos en las palabras. La experiencia que describimos sería insostenible si no existiera un plano para la acción donde el saber se pone en juego (preparar compost, sembrar, transplantar, regar, cosechar, etc.). Y es en ese hacer con el otro donde circulan los saberes en un espacio de transformación continua. Implica para quien planifique acciones de extensión con adultos mayores otros tiempos y tal vez otras estrategias. Pero además acompaña a otra necesidad del adulto mayor, relacionada con el miedo a que ese saber “muera con él”. Sus historias de vida pierden peso relativo, en nuestra sociedad adultocentrica. Otras veces restringimos el campo de acción al dialogo, generando con el adulto mayor “charlas” interminables. Pero mientras el adulto mayor aprovecha casi como el último suspiro ese espacio para “contar” en búsqueda de dejar algo de lo vivido, nosotros no reconocemos que ese hecho fue en parte efecto de nuestra propia acción. Volvemos a reforzar la necesidad de buscar un plano para la acción, posicionando allí el saber del adulto mayor. Algo similar suele ocurrir frente a los monólogos en posturas difusionistasexpositivas, donde el rol central lo tiene el saber del “orador” o monologuista, siendo la audiencia pasiva. Sin embargo es común encontrar como efecto a un conjunto de oradores adultos mayores con ganas de contar su verdad. ¿ y porqué con su edad y experiencia no habrían de hacerlo? Nuevamente reforzamos la idea de pensar qué lugar le damos al saber del adulto mayor cuando programamos una acción de extensión. 4-La búsqueda de “Espacios de encuentro”. ¿Qué motiva a un grupo de jubilados a reunirse a multiplicar plantas? En esa búsqueda algunos autores ayudaron a delinear una respuesta. Eduardo Galeano en Úselo y tírelo utiliza una frase interesante: El sistema los invita a desaparecer, les dice: Ustedes no existen. ¿Qué lugar tiene los adultos mayores en nuestra sociedad? La marginación puede considerarse un efecto de la modernidad, y no podemos negar que afecta a nuestros mayores. Mientras el proyecto moderno dio cabida a otros grupos sociales, los mayores que fueron poco a poco creciendo producto del aumento de la expectativa de vida se encontraron fuera. Bauman los llama “Seres humanos residuales”, es decir sujetos que nuestro sistema de vida moderna ya no necesita. “Cuando alguien es declarado superfluo es por su condición desechable y quiere decir que nadie lo necesita, es un residuo y su destino es el basurero” sigue el autor. El trabajo en una residencia para adultos mayores pone en evidencia parte de estas apreciaciones, son muchas veces sujetos “tirados” porque ya más no pueden hacer. Sin embargo la diversidad “emergente” genera estrategias para sobrevivir. Estas estrategias tienen un hilo conductor y es lo que intentaremos utilizar como respuesta a la primera pregunta, es decir los adultos mayores están en búsqueda de espacios de encuentro. Este modo hace hincapié en el establecimiento de vínculos y su relación con la subjetividad, desde una perspectiva transformadora-emancipadora (Barrault, O. 2007). El adulto mayor que en nuestra sociedad muchas veces solo cumple con ese rol: ser adulto mayor (abuelo, viejo, etc.), lo que algunos autores llaman el rol de “no rol”, encuentra en experiencias como la descripta en el marco de ProHuerta un sentido para su vida, liberándose de esa figura “pasiva” que le asigna el sistema, y 11

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por el otro pone en juego sus saberes con el otro, en la producción de nuevos saberes, transformándose. Propiciar espacios de encuentro como espacios de existencia, de posibilidad de vínculo, de modos de mutualidad, tramitación de conflictos, aprendizaje, de transformación y sostenimiento múltiple de la subjetividad (Idem), se presenta para la extensión como una oportunidad porque surge de una necesidad social. Pero también como una variable de lectura que nos permita reflexionar críticamente sobre los efectos de nuestras estrategias. Muchas veces el éxito de la participación no es leído en los términos de los actores sino del extensionista, equivocando efectividad con una necesidad emergente. Y no porque este mal lo masivo (participación), sino porque mejorando el análisis del contexto grupal podemos generar estrategias que efectivamente transformen a los sujetos desde sus propias perspectivas. Si no podemos caer en el riesgo de transformar las acciones de extensión en espacios para el “entretenimiento” social, peor aún si lo hacemos con recursos públicos. DISCUSIÓN. El proyecto moderno creó para la vida social distintos subsistemas: el de gestión macrosocial; el de producción e intercambio de bienes y servicios; el de seguridad, control y vigilancia; el subsistema escolar para la producción y difusión de conocimientos y formación de expertos; etc. Estos subsistemas cuajan o se objetivan en instituciones (estado-nación, mercado, empresa, ejército permanente, escuela, etc.) que constituyen el tejido institucional de la modernidad (Lopez Soria, J. 2004). Niños, jóvenes y adultos han tenido lugar privilegiado en esas instituciones, no así el adulto mayor. La crisis actual del sistema moderno está viendo emerger la “diversidad” que antes intentó “homogeneizar” (para controlar, ordenar, categorizar, etc.). Esto está obligando a dar paso a una perspectiva inclusiva en las instituciones, pero lo hace para los mismos grupos sociales que hegemonizaron sus prácticas. ¿Cuáles son los espacios institucionalizados que hoy incluyen a los adultos mayores? Esta pregunta no pretende una respuesta, sino abrir el juego a la reflexión. El crecimiento poblacional de los adultos mayores muestra un desafío en aumento, un grupo social que crece numéricamente pero sigue adoleciendo de formas de inclusión, en equidad con el resto de la sociedad. La búsqueda de “espacios de encuentro” se puede transformar en un movilizador de acciones de extensión, en tanto y en cuanto las mismas sean respetuosas de los ritmos en la tarea de aprender, las perspectivas sobre la vida, los saberes propios de los adultos mayores. En definitiva respetuosa de la diversidad en juego. El ProHuerta encuentra hoy una nuevo escenario muy distinto a aquel de principios de los 90’. Detrás de los indicadores cuantitativos (numero de huertas, número de instituciones, número de promotores, etc.) que poco dan cuenta de la efectividad en el logro de la seguridad alimentaria, experiencias como esta que dan cuenta de otra parte del programa siguen perdiéndose, casi cual el saber de un adulto mayor que ya no está.

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BIBLIOGRAFÍA. Fernández Lópiz, E. (1997): "Ideas y actitudes improductivas en la enseñanza con alumnos mayores". Propuestas: Revista de la Universidad Nacional de la Matanza: Año III, Nº 6, pp. 107-128. Buenos Aires (Argentina). Ortiz Montoya, J. (2009): “Comunicación interpersonal en el adulto mayor”. Trabajo de grado para optar por el título de Comunicador Social-Periodista. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Comunicación y Lenguaje. Carrera de Comunicación Social. Bogotá D.C. (Colombia). ProHuerta, INTA-MDSN (2012): Plan operativo anual 2012. Massoni, S. (2008): “Los desafíos de la comunicación en un mundo fluido”. FISECEstrategias. Año IV, Número 10, pp 45- 56.Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Facultad de Ciencias Sociales (Argentina). Gutiérrez, O. (2007): “Estrategias y metodologías de aprendizaje de adultos”. Proyecto EDIVEM. INTA EEA Bordenave. (Argentina). Barrault, Omar A (2007): “Los espacios de encuentro en psicología comunitaria y sus implicaciones en la subjetividad”. Revista de Ciencias Humanas. UTP. N° 37. López Soria, José Ignacio (2004): “¿independencia o proyecto moderno?” Revista Patio de Letras, Año II, vol. II, Nº 1, 2004, pp. 143-146. UNMSM. Facultad de Letras y Ciencias Humanas (Perú).

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