APORTES, DIFICULTADES Y RETOS DE LA INCORPORACIÓN DE LAS ESTADÍSTICAS Y LO CUANTITATIVO EN EL DESARROLLO PROFESIONAL DEL TRABAJADOR SOCIAL EN LOS CONTEXTOS DE DOMINIO CLIENTELISTA Y NEOLIBERAL

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APORTES, DIFICULTADES Y RETOS DE LA INCORPORACIÓN DE LAS ESTADÍSTICAS Y LO CUANTITATIVO EN EL DESARROLLO PROFESIONAL DEL TRABAJADOR SOCIAL EN LOS CONTEXTOS DE DOMINIO CLIENTELISTA Y NEOLIBERAL


RESUMEN

Se plantea cómo las estadísticas y lo cuantitativo ha sido utilizado para controlar positivistamente las intervenciones del Trabajo Social. Se aborda el desarrollo histórico de las estadísticas, para luego destacar el papel del positivismo en el desarrollo profesional. Como coralario se identifican las problemáticas actuales de la incorporación de lo numérico en las intervenciones y la validación de estrategias que replican el dominio de la objetivación del sujeto "cliente-usuario", enmarcado ello en un predominio del modelo neoliberal; finalmente se plantean reflexiones y retos que potencien miradas que reformulen el aporte de las estadísticas y lo cuantitativo en la profesión.

Palabras clave: positivismo, política social, capitalismo


RESUMO

O artigo mostra como a estatística e o quantitativo têm sido usados para controlar as intervenções do Serviço Social. Relata-se o desenvolvimento histórico das estatísticas, para depois destacar o papel do positivismo no desenvolvimento profissional. Como corolário se identifica os problemas atuais da incorporação do numérico nas intervenções ea validação de estratégias que reproduzem o domínio da objetivação do sujeito "cliente-usuário", emoldurando-o no predomínio do modelo neoliberal; finalmente apresenta reflexões e desafios que potenciam visões que reformulem a contribuição das estatísticas e do quantitativo na profissão.

Palavras chave: positivismo, política social, capitalismo




INTRODUCCIÓN

El documento se centra en un análisis crítico y reflexivo respecto de la incorporación de las estadísticas y la investigación cuantitativa en el Trabajo Social. Se comienza con la presentación del desarrollo histórico de las estadísticas aplicadas a las ciencias sociales, para luego destacar el papel que ha tenido la investigación cuantitativa en el desarrollo profesional la cual puede describirse como la interacción e integración de una orientación que marcan la identidad profesional desde la perspectiva de la ciencia que pone el énfasis en la objetividad, el pensamiento lógico y el uso de técnicas racionales explícitas en la búsqueda ordenada de un conocimiento sistemático generalizado (Acero, 1988). En vista de esto, el texto se ampara en los aspectos metodológicos, para desde allí generar análisis en relación con el proceso evolutivo de la investigación cuantitativa en Trabajo Social, y de esta forma identificar problemáticas actuales de su incorporación a nuestras intervenciones y el abordaje que desde este enfoque se hace para la validación de estrategias desde las políticas sociales, que replican el dominio de la objetivación del sujeto bajo el concepto de "cliente-usuario", enmarcado todo ello en un predominio del modelo neoliberal; finalmente se plantean reflexiones y retos para potenciar las nuevas miradas que se pueden y deben hacer desde el aporte de las estadísticas y las metodologías cuantitativas aplicadas a la intervención profesional.

El supuesto que se aborda a lo largo del documento es que lo numérico y positivista cuantitativo no presenta un escollo insalvable y nefasto para los procesos de humanización-personalización de nuestras intervenciones ya sea tanto a nivel individual o colectivo, sino que más bien pueden ser leídos como un aporte para la re-lectura de los contextos y descripciones de la realidad de nuestros propios proceso de investigación-acción profesional.

El trabajo ha sido desarrollado bajo los planteamientos generales utilizados en la investigación documental, bibliográfica y electrónica, requiriendo para ello el apoyo de la revisión de fuentes primarias y secundarias en cuanto a conceptualizaciones, tendencias y enfoques teórico-metodológicos que constituyen de alguna manera el estado del arte del tema abordado. Se emplea la reflexividad paradigmática a modo de orientar el proceso, bajo el reconocimiento de la importancia del espíritu crítico opuesto a la denominada neutralidad científica, propia de la racionalidad cientificista dominante en la investigación social, por lo cual se declaran abiertamente puntos de vista argumentando las bases de estas perspectivas de análisis crítico.

La motivación por escribir respecto de esta temática está dada por la posibilidad de reflexionar e incorporar nuevos conocimientos a la labor académica de formación de pregrado.

DESARROLLO

2.1 Las estadísticas aplicadas a las ciencias sociales

Según Piovani (2005), la concepción estadístico-probabilística de la realidad ha pasado a ser uno de esos sistemas de ideas que el hombre contemporáneo ha naturalizado completamente, pasando a concebir los hechos de la vida (cotidiana) desde una perspectiva estadística que no genera cuestionamiento alguno, esta situación se encuentra tan difundida que frecuentemente ni siquiera el hombre de ciencia se detiene a pensar que se trata en realidad de una construcción socio-histórica, un producto del pensamiento humano; no de una característica natural intrínseca a la realidad misma. El hecho de que se dé por descontada demuestra el éxito histórico que tal construcción ha tenido. Hacking (1990), citado por Piovani (2005), la describe como un nuevo "estilo de razonamiento" que tiene un éxito cuádruple: metafísico, epistemológico, lógico y ético. Así entonces pasamos a revisar el recorrido histórico y evaluación de lo numérico positivista en vinculación a las ciencias sociales y el Trabajo Social.

La estadística de recuento y codificación

Según Sánchez (2001), esta mirada es desarrollada a partir del siglo XVII, se trata de recuentos en los que se empieza a "contar" de manera distinta a como se venía haciendo hasta ese momento (cuenta el Estado, además de la Iglesia), se cuentan todo tipo de atributos de las personas, no solo aquéllos relacionados con su condición de soldados o contribuyentes. Resultado de estos recuentos, se va ampliando el uso hacia la producción masiva de hechos sociales (tasas de; inflación, fecundidad, crecimiento, pobreza), así objetos medidos estadísticamente se van constituyendo como puntos de apoyo para describir las situaciones económicas, justificar acciones políticas, denunciar injusticias sociales, en definitiva van comenzando a regular la vida en sociedad. Un concepto interesante que se forja en este período es el de las «casillas» en las que se va a dejar a la persona contada y su posterior clasificación dentro de las mismas.

La modelización de la homogeneidad: La media y el «hombre medio» de Quetelet

Una vez que los individuos son contados, pronto se observan regularidades en los recuentos. Con el tiempo (siglo XIX) Quetelet (1835), modelizaría estas regularidades recurriendo a la media y a la distribución normal, construyendo la noción del hombre medio. Así también, los conceptos de concentración-dispersión son explicados por Quetelet como causas constantes, de tipo social, que llevan a que los hombres tiendan a ser iguales, «hombres medios», solo contrarrestadas por la existencia de otras causas, variables y accidentes, que se interponen en esa tendencia, y que son las responsables de la existencia de los hombres diferentes que se observan en la sociedad.

La modelización de la variabilidad y su explicación: Galton y Pearson

Galton se plantea el hecho de que si hay débiles y fuertes, y para la selección de las especies, incluida la humana, es importante esta diferencia puesto que la variabilidad es el motor de la evolución y debía ser estudiado (traslación del modelo natural al campo de lo social). Para ello construyó el recorrido intercuartílico y utilizó la desviación típica, como medidas de dicho concepto de heterogeneidad. Lo mediocre (hombre medio) pasa a ser considerado como un lastre para la evolución de las especies, surgiendo así la idea de la eugenesia, primero como ciencia y luego como asociación "mejora de la raza".

Pearson fundamentó la idea de contingencia (dos cosas están relacionadas cuando una ocurre al tiempo que la otra), que es susceptible de ser medida utilizando modelos estadísticos como la correlación y la regresión (R de Person)

La generalización: El muestreo

Según argumenta Sánchez (2001), a lo largo de la historia, cuando el número de personas era muy grande, como ocurría al tratar de contar la población de países, ciudades, etc., el tratamiento de la información proveniente de todas ellas resultaba casi imposible. Con la llegada del siglo XX, la "equivalencia" entre los hombres, convertidos todos en ciudadanos, que había permitido la combinación de sus comportamientos para producir un comportamiento medio (la media). Esta equivalencia permitió hacerlos intercambiables, de manera que unos pudieran actuar en representación de los otros (muestreo en donde cualquiera vale con tal que haya sido seleccionado al azar). En este sentido cabe considerar que la inferencia que se haga utilizando este método no evitará el error, pero, si se han cumplido los requisitos necesarios del muestreo, al menos dejará al investigador la posibilidad de medir este error (nivel de confianza y error estimado).

Aplicabilidad de lo numérico positivista en el Trabajo Social

Uno de los rasgos transversales del profesional Trabajador Social, es su formación como investigador social, habilitado para realizar diagnósticos sociales y con base en ellos, planear acciones de intervención profesional, asumiendo el ciclo: Diagnóstico Planeación Intervención Evaluación. Precisamente es aquí que la estadística puede llegar a tener un papel preponderante, puesto que la investigación social positivista ha trasladado los postulados de la visión epistemológica clásica hacía una nueva mirada, iniciando el tránsito de la epistemología positivista hacia la epistemología neopositivista.

No obstante lo anterior la aplicabilidad de lo numérico en las intervenciones del trabajador social, ha sido hasta ahora una herramienta más bien marginal, la que tan sólo se relega para:

Recabar datos sociodemográficos de diversas poblaciones
Realizar entrevistas a usuarios y elaborar reportes de visitas domiciliarias
Hacer estudios socioeconómicos de las personas que se atiende
Elaborar bases de datos

2.2 Lo numérico y el positivismo en el desarrollo del Trabajo Social y su quehacer profesional

Al situarnos en el contexto de lo numérico positivista para y desde el Trabajo Social, es necesario retomar la conceptualización sobre el paradigma positivista, el cual han representado un dilema filosófico, epistemológico, ideológico y metodológico, a través de la historia del desarrollo de la profesión. Para desarrollar esta idea me centraré en los aspectos metodológicos, para desde allí generar análisis en relación con el proceso evolutivo de la investigación en Trabajo Social, y de esta forma identificar problemáticas actuales de su incorporación a nuestras intervenciones. Epistemológicamente, parece existir consenso que un paradigma es un conjunto de normas que definen un patrón, un método, desde donde se intenta generar conocimiento científico. Además como señala Khun (1962), los paradigmas son realizaciones universalmente conocidas que durante cierto tiempo proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica. Así, se podría señalar entonces que el paradigma positivista, concretamente, ofrece un camino para la construcción del conocimiento profesional, siendo utilizado como herramienta para el abordaje de los diferentes fenómenos y la reflexión necesaria frente a ellos, como así también, generando una contribución al desarrollo de las ciencias sociales en términos generales.

Al referirnos al positivismo cuantitativo, inevitablemente debemos hacer referencia a su objeto científico en donde predomina el contexto de la verificación, utilizando técnicas de recolección de datos, como test de objetivo estándar, entrevista estructurada, encuesta, entre otros; el fin del conocimiento es la búsqueda del mismo, el establecimiento de normas y leyes; el conocimiento para el positivismo tiene un carácter explicativo y predictivo; el conocedor (investigador) y el conocido son independientes. Es posible hacer generalizaciones no ligadas al tiempo ni al espacio; se busca los hechos y las causas de los fenómenos sociales prestando escasa atención a los estados subjetivos de las personas; el investigador controla el estudio, impone las condiciones de control para minimizar sesgos y maximizar la precisión y validez; es deductivo (Barriga y Henríquez, 2004).

Según Acero (1988), la evolución histórica de vinculación entre las estadísticas y las metodologías cuantitativas en el Trabajo Social, registra su aparición en 1907 con los aportes de Mary E. Richmond, quien en su libro "Social Diagnosis" por primera vez se formuló una teoría de Trabajo Social apoyada en más de diecisiete años de investigación y experiencia directa de trabajo. Richmond (1917), en "Diagnóstico Social", ya nos dice que sin investigación social no es posible realizar trabajo social". La profesionalización de Trabajo Social según Richmond debe estar acompañada de una rigurosidad en los aspectos teóricos. El criterio de esta corriente cientificista, va acorde con el método científico, que tiene como base la experiencia, estimula el desarrollo de la tecnología, fundamento del desarrollo industrial, aplicación substancial para el crecimiento y consolidación del capitalismo.

Por otra parte y a modo de contextualizar la entrada de las estadísticas y la investigación cuantitativa en Chile, es preciso tomar como referencia lo que plantea Arellano (1985), quien relata que durante el período histórico que va desde 1920 – 1964, el Estado asume un rol Protector y el Trabajo Social comienza recién a levantarse de la mano de la escuela de servicio social de la beneficencia pública, Alejandro del Río, la que marca un enfoque asistencial y de beneficencia con intervenciones individuales centradas en el "usuario" de las políticas sociales. Así mismo centrado en el resguardo de lo médico, reforzando los hábitos de higiene y cuidados de la salud en la población. (Desde la pre noción científica ligada a los principios cristianos de ayuda al prójimo hasta la mirada de implementador de políticas sociales)

La asistencia social empieza a tomar forma bajo la concepción positivista, que respalda y es asumida por las ciencias y las teorías del momento. Lo que a la asistencia le correspondería dentro de este modelo, se basa específicamente en el aprendizaje del comportamiento de la sociedad, sus formas y actitudes, de la misma manera, aprender a controlarlas, a través de una actividad o disciplina - fórmula de control del status quo del momento.

Esto se mantiene en relativo letargo hasta el período histórico de 1964 – 1973, en donde según Arellano (1985), el rol del Estado pasa a ser ahora de Benefactor, cambiando entonces el papel de la acción profesional vía la incorporación de un fuerte énfasis en nivel de intervención de grupo y comunidad, vinculado con la promoción social. Este momento sin duda está fuertemente cruzado por el contexto que se vivía a nivel latinoamericano, en donde el trabajo social se vuelca hacia la Reconceptualización, que pone en el centro de la discusión los marcos valóricos, las metodologías de acción y el rol profesional. Resulta relevante señalar que es en este acápite de la historia donde se produce la "casi" única replica en contra de los modelos positivistas de acción que han marcado fuertemente al trabajo social, lo cual sin embargo aparece como una isla en el global de nuestra historia.

Como último referente histórico para basar este análisis, se encuentra el período histórico 1973 - 1989 (Arellano, 1985), el cual señala la entrada de la Dictadura chilena y por consiguiente el nuevo rol Subsidiario del Estado, que no es más que la antesala del rol Integrador que prima hasta hoy, siendo la mirada que da cobijo a las prácticas profesionales en los contextos de dominio clientelista y neoliberal. Así, la ideología capitalista y el actual modelo neoliberal son elementos que se han ido fraguando con el tiempo y que han aprovechado diversos elementos que les son favorables; proclamando como ideal la acumulación de capital y de bienes materiales, similar a los planteamientos hechos en el desarrollo del positivismo, también pretende favorecer al hombre pues ese es el fin de acumular capital, la diferencia básica con la corriente positivista, se da en que el capitalismo ya no pretende favorecer el hombre como hombre sino como individuo; en donde el carácter de comunidad, de crecimiento del hombre y con él de la realidad social es relegado a un segundo plano, la individualidad es la que se enaltece.

Sentado este breve recorrido histórico cabe ahora centrarnos en cómo se va enraizando esta mirada en nuestro actuar profesional que, naturalizando el clientelismo, asumen con un abismante silencio roles marcados en posiciones de ejecutores de las normativas institucionales vigentes y a lo sumo algunas incipientes experiencias críticas y propositivas pero sin una proyección más generalizada (valor del cuanto), respecto a nuevas mirada y estrategia de políticas sociales y de vinculaciones gremiales. Así asumida esta situación, se comienza lentamente a consolidar algunas características de la Política Social bajo contextos de dominio clientelista y neoliberal (dominio positivista).

Es en este contexto que se vislumbra al Estado como una entidad supra-social que potencia el desarrollo de las Políticas Sociales, encubriendo de algún modo las contradictorias y antagónicas relaciones de clase que están a la raíz de la planificación y ejecución de ciertas políticas estatales que garantizar la dominación y el mantenimiento del poder del empresariado neoliberal.

Retomando el análisis del rol del Trabajo Social como profesión, dentro de este marco clientelista-neoliberal, queda de cierto modo más claro que su función social puede también ser definida desde una nueva aunque no reciente contradicción. Por un lado desde la ideología capitalista, al Trabajador Social le es asignado colaborar en el eficiente cumplimiento de servicios orientados y sustentados por las Políticas Sociales, garantizando control sobre el trabajador y la reproducción de la fuerza de trabajo conceptualizada como "mano de obra barata", asegurando al mismo tiempo la reproducción de los mecanismos que hacen posible la acumulación capitalista. Desde otra mirada, la de la persona (el trabajador), para que los servicios sociales respondan a intereses de los trabajadores, sería exigible una acción con mayores y más amplios servicios adecuados a las necesidades de las propias clases populares.

Así, cuando hablamos de Política Social, se supone ya una definición a priori que está vinculada fuertemente en pro de intereses capitalistas y entramos a discutir sobre las premisas propuestas por el neoliberalismo que propugna una separación de lo económico y lo social, apareciendo lo segundo como una forma de corregir los desequilibrios, injusticias y desigualdades que crea el funcionamiento de la economía.

En este punto cabe una primera reflexión, el Trabajo Social Latinoamericano necesita urgentemente realizar un análisis de su situación actual, del como las orientaciones de las políticas sociales están supeditadas a las políticas pro economía neoliberal, lo cual ha sido en amplios sectores legitimado con la institucionalización de las Políticas Sociales. Así, en las últimas décadas la política social en América Latina se puede dibujar siendo su silueta condensada en torno a dos grandes ideas:

Mantención de una selectividad controlada por medio de los programas sociales, siendo los trabajadores sociales, profesionales controladores de la sociedad (Martinelli, 1997).

Orientación absolutamente asistencial, en donde se promociona a los sectores privados en el desarrollo de las actividades de tipo social y una disminución de lo estatal, lo que ha permitido el influjo de lo globalizante y la participación del Estado como aval de la voluntad neoliberal.

Resulta interesante ver cómo con total cotidianeidad (nuevamente la naturalización) se va asumiendo desde el trabajo social latinoamericano y muy en particular del chileno (el trabajador social promedio), un actuar que se conforma con lecturas generalistas, totalizadoras y centradas en los estándares, en donde además se privilegia el uso de los encasillamientos y tipologías sin siquiera cuestionar su pertinencia, historicidad y contextualidad. Irrumpen así dentro de nuestros escenarios profesionales los cumplimientos de metas, los "usuarios n°", las despersonalizaciones e inclusive los privilegios y deberes del "cliente", este nuevo objeto de intervención del trabajo social en contextos acríticos y de dominio neoliberal (Ortega y el hombre-masa... hombre cuya vida carece de proyecto y va a la deriva).

A simple vista resalta una contradicción dicotómica desde teoría / práctica, pues por un lado en las universidades enseñamos educación popular, enfoques de inclusión y miradas transformadoras, sin embargo en el actuar cotidiano del trabajador social muchas veces en realidad solo estamos reproduciendo el sistema, definiendo la realidad social y a las personas con conceptos como objeto, usuario o simple cliente, como si fueran "cosas" sin conocimientos, sin sentimientos, a quienes tenemos que modificar o re-programar. El concepto de cliente relacionado a lo mercantil y el neoliberalismo ha plasmado nuestras prácticas, respondiendo a los intereses de la institución o de la Política Social implementada desde el Estado, encontrándonos además con la contradicción entre los intereses de las organizaciones, los intereses de los Trabajadores Sociales y los intereses de las propias personas.

CONCLUSIONES

Retos de la intervención profesional en los contextos de dominio clientelista y neoliberal

Pareciera ser que no resulta tan necesario un trabajo social pensante, creador, que negocie demandas en la arena pública, articule y elabore un proyecto de intervención, y cuyo producto es la atención de necesidades individuales y también colectivas y/o a la formación de conciencia. Lo que este re-direccionamiento hacia contextos de dominio clientelista y neoliberal más bien pretende es movilizar profesionales que operen el proyecto de gestión de la pobreza, pero no el de su combate o erradicación, lo cual tan solo replica y perpetúa el modelo neoliberal produciendo con ello el acceso "expedito" a programas y proyectos mediocres que están lejos de propiciar cualquier proceso redistributivo final, conformándonos con la sensación del impacto inmediato que podrían en algunos casos generar en la vida de las poblaciones pobres, lo cual es caldo de cultivo propiciador de una legitimación para el proyecto neoliberador que está en curso.

En concreto hemos logrado posicionarnos en el mercado profesionales sin formación crítica y producidos en masa (escuelas privadas e incluso on-line), lo cual nos genera algunas implicancias como por ejemplo, el cuestionarnos de manera definitiva respecto de cuál es el rol del trabajo social en la gestión de la pobreza, en razón a que la reestructuración productiva y los flujos de capital impactan perjudicialmente en las condiciones cotidianas de trabajo de las personas que requieren de nuestra acción, puesto que aumenta la demanda por beneficios y servicios exponencialmente con el aumento de la desigualdad y de la pauperización de los sectores más desprovistos de nuestras ciudades y sectores rurales, desdibujando además con esto la mirada ética y técnica que se requiere al observar los impactos del creciente funcionalismo público que adquiere el trabajo social institucionalizado.

El Trabajo Social tiene el desafío de abordar los aspectos criticados a los programas sociales, por parte de los propios trabajadores sociales y de su población "beneficiaria", los cuales son de diversa naturaleza y permiten reconocer los efectos perversos que trae consigo el sistema de "selección" entre los cuales se destaca el hecho de que personas no merecedoras de la asistencia estatal reciban la ayuda de programas sociales, gracias a los manejos discrecionales del mal uso de las estadísticas que entregan los sistemas de "fichaje" y a aquellos beneficiarios que aun sabiendo no ser merecedores aceptan cobrarlo. Por otra parte, se presenta otro fenómeno no es más que la contracara del primero, esto es, familias en situaciones de extrema indigencia que se encuentran totalmente desamparadas de los mecanismos de contención estatal por la falta de información que las excluyen, por las condicionalidades impuestas por la burocracia estatal, o debido a la ausencia de un ente regulador que controle estas situaciones injustas.

Entonces caben así los cuestionamientos que nos hacen pensar en el definirnos frente a las políticas sociales, romper dicotomías en las miradas críticas / funcionales, lo político / el apoliticismo, apertura del Estado / privatización, roles de formuladores / implementadores, entre otras.

Así, los desafíos se van vinculando con aquellos aspectos pendientes de incorporar en el ejercicio de la profesión, la participación en la crítica y retroalimentación de la política, en la creación de instancias que coordinen a trabajadores sociales con competencia y experiencia en áreas determinadas, delegando en ellos la revisión de la formulación de la política social y el monitoreo de su ejecución. Estos desafíos se encausarían entonces en romper la mirada clientelista, lo que implicaría además la estructuración e implementación de coordinaciones sociales que alienten la noción de ciudadanía e incorporen a la sociedad civil en la formulación e implementación de la política social rescatando sus propios saberes. (sistematización como ejercicio colectivo de evaluación y rearticulación de las políticas sociales).

También como propuesta, para el trabajo social que opera bajo estas premisas, se podría argumentar la necesidad del rediseño de escenarios de intervención posibles para la instalación y el desarrollo de los puntos anteriores, en donde el trabajo social debiera volcar su mirada y compromiso hacia las personas-sujetos (no clientes ni simples usuarios) de intervención, por sobre intereses institucionales que atenten contra ellos.

Los trabajadores sociales hemos estado buscando soluciones rápidas a los problemas de las personas, que al final se han resumido en parches, los cuales no apuntan a cambios estructurales del sistema. Así, hemos olvidado de las enseñanzas de la reconceptualización quedándonos atascados sin poder avanzar hacia la construcción de un nuevo trabajo social.


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