Aportes de la Electra sartreana al Complejo de Electra

July 3, 2017 | Autor: María Díaz M | Categoría: Jean Paul Sartre, Carl G. Jung, Women and Gender Studies, Filosofía, Existentialism, Psicoanálisis
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Wímb lu, Rev. electrónica de estudiantes Esc. de psicología, Univ. de Costa Rica. 1(1): 37-48, 2006 / ISSN: 1659-2107

APORTES DE LA ELECTRA SARTREANA AL COMPLEJO DE ELECTRA*

María Díaz Madrigal**

Resumen. A continuación, se muestra una revisión del Complejo de Electra, a partir de los planteamientos de J. P. Sartre sobre éste personaje, en su pieza teatral: Las moscas. Dado que Jung no llegó a explicitar en cuál de las obras clásicas (en que Electra figura como personaje principal) se basó para formular éste complejo, se plantea primeramente, una sinopsis de cada una, siguiendo el orden cronológico en que fueron escritas. Dicho trato se le dará también a la obra de Sartre. Posteriormente, se presenta una síntesis del Complejo de Electra y, finalmente, un análisis comparativo de los textos mitológicos y la propuesta teórica psicoanalítica. Palabras clave: Psicoanálisis – Jung - Complejo de Electra – mujer - Filosofía – Existencialismo – Sartre Jean Paul – Las moscas.

Abstract. Here is a review of the Electra Complex, from the approaches of J. P. Sartre on this character in his play: The flies. Because Jung did not explain which of the classics (in which Electra appears as main character) built to make this complex, there is first, a synopsis of each, in chronological order they were written. Such treatment will also be provided to the work of Sartre. Subsequently, we present a synthesis of the Electra complex, and finally, a comparative analysis of mythological texts and psychoanalytic theoretical proposal. Key Words: Psychoanalysis - Jung - Electra complex - a woman - Philosophy Existentialism - Sartre Jean Paul - The flies.

* **

Este escrito fue elaborado en el marco del curso El Teatro de Jean Paul Sartre (Escuela de Filosofía, Facultad de Letras), durante el año 2004. Escuela de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales. E-mail: [email protected] Recepción: 3/4/2005 Aceptación: 22/7/2005

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Introducción En el marco de la literatura, cada personaje cobra vida en tanto encarna un ideal. Como tal, no sólo es construido a partir de una deseabilidad social, sino que también, cumple con la función de dictar los cánones según los cuales han de dirigirse los sujetos a los que convoca. El teatro griego no es la excepción a esta premisa y Electra constituye un ejemplo de esto. Sin duda, no es casualidad que la historia de Electra haya sido retomada por tantos autores, en tan diversas épocas. Lo que a continuación se muestra, pretende ser una revisión del Complejo de Electra, a partir de los planteamientos de J. P. Sartre sobre éste personaje, en su pieza teatral: Las moscas. Se parte del supuesto de que la Electra sartreana, a pesar de no haber sido tomada en cuenta (por razones temporales obvias) como punto de referencia para la postulación del complejo, resulta ser la que mejor encarna los avatares de la constitución psíquica femenina. La validez de este ensayo podría hacer dudar al más crítico, quien argumentaría que la realidad de las mujeres no es la misma hoy día en comparación con la de aquellas habitantes de la Grecia clásica; mas no debe perderse de vista que cualquier versión de una historia, evidencia más la realidad de la época en que se escribe que la del tiempo que se ansía representar. Así, la vigencia de los planteamientos se aleja de este potencial entredicho. Dado que Jung no llegó a explicitar en cuál de las obras clásicas (en que Electra figura como personaje principal) se basó para formular éste complejo, se plantea primeramente, una sinopsis de cada una, siguiendo el orden cronológico en que fueron escritas, a saber: La Trilogía de Orestes, de Esquilo; Electra, de Sófocles y Electra, de Eurípides. Dicho trato se le dará también a la obra de Sartre. Posteriormente, se presenta una síntesis del Complejo de Electra y, finalmente, un análisis comparativo de los textos mitológicos y la propuesta teórica psicoanalítica

Sinopsis: Cuatro versiones de Electra Esquilo Trilogía de Orestes: I. Agamemnón, II. Coeforas, III. Euménides. Luego de la guerra en Troya, Agamemnón, rey de Argos, regresa a su tierra. A lo largo de los diez años de su ausencia, la situación ha cambiado mucho. Para su llegada: Clitemnestra, su esposa, lo ha traicionado con Egisto; Orestes, su hijo, ha sido alejado del hogar paterno y Electra, su hija, está confinada a servir como una esclava en su propio palacio.

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Al llegar a la ciudad, Clitemnestra lo acoge con numerosas y falsas muestras de alegría. Con ardides, lo conduce hasta el cuarto de baño y allí le quita la vida. También asesina a Casandra, que de Troya llegaba con el cortejo del rey vencedor. Orestes que sabe desde su destierro, la trama y fin de los hechos, va a consultar a Apolo y recibe la consigna de vengar a su padre, matando a Clitemnestra. Al llegar Orestes a Argos, va a visitar la tumba de su padre y se encuentra con su hermana, Electra, quien le confía sus penas, temores y proyectos. Finalmente, Orestes, en compañía de Pílades1 y valiéndose de artimañas, entra al palacio, mata a su madre y a Egisto y huye. Llega Orestes a Delfos y pide la protección de Apolo contra las diosas vengadoras de la muerte de la madre que lo persiguen. Apolo promete ampararlo y lo insta a dirigirse hacia Atenas, en busca de Palas, para pedir su fallo al respecto. La obra termina cuando Orestes queda purificado y se le perdona su acto, al considerársele el cumplimiento de un deber y no un crimen. Sófocles Electra Clitemnestra tomó la decisión de matar a Agamemnón porque éste mató a Ifigenia, hija de ambos, durante la guerra de Troya, para congraciarse con Artemisa después de haber matado a uno de sus ciervos. Luego del crimen, Electra entrega a Orestes a su mentor para que lo lleve lejos (previniendo su asesinato) y ella es tomada como esclava del palacio. Apolo vaticinó que Orestes había de vengar a su padre años más tarde, mas no por medio de la guerra, sino por su puño y artificios. Así lo hace, Orestes entra a Argos anunciando su propia muerte. Al saber muerto a Orestes, Electra pide ayuda a Crisotemis, su hermana, para matar a Clitemnestra y a Egisto, mas ésta no accede y Electra decide que lo hará sola. Poco tiempo después, se da cuenta de que Orestes vive y se encargará de matar a los adúlteros. Orestes entra al palacio y mata a su madre y, al llegar Egisto, lo mata también a él. Eurípites Electra Agamemnón sacrifica a su hija, Ifigenia, durante la guerra de Troya. Este hecho sumado a su abierta bigamia (tomó a Casandra por esposa y la llevó a vivir en su palacio, junto con Clitemnestra, su primer esposa) fue el detonante del odio de Clitemnestra, quien lo mata y toma a Egisto (quien ya era su amante desde hacía tiempo) por esposo y nuevo rey de Argos. 1

Amigo de Orestes.

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Tras la muerte de su padre, Orestes, a quien Egisto pretendía matar, fue llevado lejos de Argos por el anciano que crió a Agamemnón. Electra permaneció en las moradas paternas como esclava. Al llegar a la pubertad, la pretendieron muchos hombres, mas Egisto se negó a conceder su mano por temor a que engendrase hombres que eventualmente pudiesen vengar a Agamemnón. Egisto decidió matarla pero, por intervención de Clitemnestra, Electra se salva y es dada en matrimonio a un labrador, con la esperanza de que al nacer sus hijos de un padre de rango inferior, éstos nunca atentarían contra Egisto. Este labrador no la llega a tocar nunca, ya que no se considera digno de ella. Orestes llega a Argos a vengar a su padre. A la primera que encuentra es a Electra, con quien trama los crímenes. En poco tiempo, logra acercarse a Egisto adoptando una identidad falsa. Lo mata mientras éste hacía sacrificios a los dioses en el campo. Para que Clitemnestra llegue, Electra le manda anunciar que ha parido. Al entrar a la casa, Orestes aparece, la ataca y Electra lo secunda. Tras los crímenes, los hermanos se ven obligados a separarse una vez más (esta vez, definitivamente) Orestes debe ir a Atenas a ser juzgado y Electra es entregada como esposa a Pílades. Sartre Las moscas Luego de un largo destierro, vuelve Orestes a Argos, su tierra, con el objeto de decidirse a vengar a su padre. Llega con el pedagogo. Ambos se percatan de que el pueblo está lleno de moscas, que pululan sobre los cuerpos de los habitantes. Según Júpiter, estas moscas son el castigo de los dioses por el crimen cometido por Clitemnestra y Egisto, que el pueblo calló. Su llegada coincidió con la Fiesta de los muertos, actividad (inventada por Egisto) en la que corrían una roca de una caverna que supuestamente se conectaba con el mismo Averno2, con el objetivo de dejar en libertad a los muertos para que atormentasen a los vivos por un día, una vez al año. El pedagogo trata de persuadir a Orestes de dejar todo tal cual e irse cuanto antes, mas éste no lo hace, pues necesita sentir que pertenece a su tierra, a su pueblo. Orestes se encuentra con Electra, mas no le aclara que es su hermano, se hace pasar por un extranjero. Aparece Clitemnestra y recuerda a Electra su participación en la Fiesta de los muertos. Electra decide ir, mas no respetando las normas y, al pedir una señal de su sacrilegio, éste le es confirmado por Júpiter. Orestes le hace saber que él es su hermano y ella se desilusiona al ver en 2

Nombre con que se evoca la morada de los muertos.

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él su propia debilidad. Al calor de la conversación, vuelven a tomar fuerzas y convienen en llevar a cabo su deseo: vengar a Agamemnón. Mientras tanto, Júpiter previene a Egisto de los planes de los jóvenes y lo amenaza para que se defienda; éste no lo hace y Orestes lo asesina. Al llevar a cabo el primer crimen, Electra ya no quiere continuar con lo acordado, pero Orestes igual mata a Clitemnestra. Ambos huyen hacia el templo de Apolo. La muchedumbre los espera afuera señalándolos como asesinos y sacrílegos. Las Erinias3 los acosan dentro. Electra se cuestiona sobre el asesinato de su madre y, ante el hostigamiento de Júpiter, accede a sentir remordimiento, a no aceptar responsablemente las consecuencias de su acto y las Erinias se abalanzan sobre ella. Orestes, luego de una larga discusión con Júpiter, sale de la cueva, enfrenta al pueblo y se lleva a las moscas consigo. Sobre el Complejo de Electra El término complejo es de origen junguiano. Entiéndase por tal, un conjunto de círculos de pensamientos y de intereses dotados de poder afectivo. (Alizade, (s. f.)) El Complejo de Electra es propuesto por Jung para designar la contrapartida del Complejo de Edipo. Freud acuñó el término Complejo de Edipo inspirándose en el personaje clásico, para describir las relaciones amorosas que se establecen entre el niño y su madre, y las consecuentes rivalidades, hostilidades e identificaciones. Hace que el niño se identifique como una persona sexual, descubra su propio sexo y el de sus padres y busque un objeto en el cual depositar su amor. Se forma entonces una tríada en la que el niño siente un enamoramiento hacia la madre (con quien hasta entonces constituía una díada) y hostilidad y celos hacia el padre. Este complejo decanta en una estructura psíquica denominada: superyo. Edipo simboliza al ser en pos de la verdad a cualquier precio seguida de la purificación expiatoria. Al expiar su tragedia, asume la dimensión ética. De la trama psicoanalítica del Complejo de Edipo, se desprende el concepto de trasgresión / prohibición / culpa como elementos estructurantes. El superyo es el heredero del Complejo de Edipo, así como el heredero de la novela familiar, de los ideales narcisistas y de los imperativos normativos cuya crueldad o ferocidad varían según la estructura clínica. Su potencia fantasmática irradia en ese acto mítico que concretiza las grandes fantasías de incesto y parricidio. (Alizade, (s. f.)) La manifestación de este complejo para la niña es un poco más complicado que en el caso de los varones. También ella dirige sus primeros sentimientos de 3

Moscas, personificación de las culpas.

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amor hacia la madre, pero al hacerse mayor y reconocer su falta de falo, debe transferirlos al padre (ser con falo) e identificarse con la madre, que le da el ejemplo de la mujer que ella será cuando sea mayor. Esta posición es sumamente difícil para la niña y la compromete en una relación sumamente ambivalente con su madre ya que, por un lado debe asumir a la madre como un objeto desvalorizado para cambiarlo por el padre y, por el otro, debe identificarse con éste mismo objeto. Allí es donde reside el principal conflicto. Las mujeres no cometen el asesinato de su rival, como los hombres; ni el fin último es el acto sexual con el padre del cual se enamoran: Electra no mató a su madre para acostarse con su padre. Una fijación de la niña en este complejo puede representar una fijación de la orientación de la libido de la niña en la figura del padre y un rechazo hacia su madre. Se presenta entonces, un sentimiento de enamoramiento hacia el padre, y fuertes tendencias a manifestar hostilidad y celos hacia la madre (Jung, p. 150). Vale hacer la salvedad de que Freud nunca aceptó la equiparación del Complejo de Electra con el Complejo de Edipo. Él siempre defendió que este intento por presentar los avatares femeninos y masculinos como procesos equivalentes y paralelos, constituye una obstinación por simplificar el tema a tal extremo, que se pierde la esencia del fenómeno. Básicamente, el problema que más evidente se le hacía tenía que ver con la diferencia con que hombres y mujeres lidian con el miedo a la castración, ya que mientras que en los hombres adviene primero el Complejo de Edipo y luego, el miedo a la castración; en las mujeres, los pasos de este proceso deben contarse a la inversa, a saber: primero la castración y posteriormente, el Complejo de Edipo. Así, Freud dirá que hay Complejo de Edipo tanto en hombres como en mujeres y que la diferenciación por géneros será instaurada no por un cambio en el nombre del Complejo, sino por la falta de paralelismo en los procesos, dado el diferente juego en que cada sexo logra entrar en relación con el miedo a la castración. Nuestra aproximación al tema no obvia el planteamiento de Freud, muy al contrario, parte de él; el análisis al que se convoca en este escrito, no sigue a Jung, sino a Freud. La nomenclatura se mantiene por razones literarias.

Análisis Electra es un personaje indudablemente importante para la mitología griega. La participación activa que se le confiere en las obras que la citan, es poco usual en figuras femeninas. Además, se le atribuyen características deseables en el

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entorno griego: desde su deseo de hacer justicia, hasta la participación en finas artimañas para lograr llevar a cabo sus proyectos. Para Sartre, a pesar de calzar en la dicotomía en la que el autor plantea el mundo femenino, al lado de su madre, Clitemnestra, es un personaje cuyo devenir psíquico evidencia procesos de grandes conflictos internos, que fácilmente la hacen conceptualizable como un ser ambivalente ante su realidad y en una creación continua de su yo. Básicamente, las obras proponen lo siguiente: Esquilo

Sófocles

Eurípides

Sartre

Amor al padre

Amor al padre

Amor al padre

Amor al padre

Su crimen le es deseable siempre

Su crimen le es deseable siempre

Su crimen le es deseable siempre

Su crimen le es deseable sólo antes de cometerlo

Siente ser la víctima sólo antes del crimen

Siente ser la víctima sólo antes del crimen

Siente ser la víctima sólo antes del crimen

Siente ser la víctima sólo luego del crimen

Rencor por ser Rencor por ser reducida a esclava reducida a esclava

Rencor por ser reducida a esclava primero y luego, expulsada del palacio

Rencor por ser reducida a esclava

Llora su desventura

Llora su desventura

Llora su desventura

Su desventura le produce ira

Virgen

Virgen

Virgen, casada

Virgen

Desea casarse

Desea encontrar alguien a quien amar

Desea casarse

No honra a los dioses

No honra a los dioses

No honra a los dioses inicialmente

Odia a su madre

Odia a su madre

Odia a su madre

Madre no se preocupa por ella

Madre siente una mezcla de miedo y compasión al verse a sí misma reflejada en Electra

Odia a su madre Madre no se preocupa por ella

Odiada por su madre Se parece a la madre

Planea muerte de madre, mas no interviene en ella

Planea muerte de madre y participa en ella

Se parece a la madre Planea muerte de madre, mas no interviene en ella

Planea muerte de madre, mas no interviene en ella

Continúa ...

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Deposita su Deposita su Deposita su responsabilidad en responsabilidad en responsabilidad en Orestes Orestes Orestes

Deposita su responsabilidad en Orestes

Espera que su hermano vengue al padre

Espera que su hermano vengue al padre

Espera que su Espera que su hermano vengue al hermano vengue al padre padre

Nunca consideró la posibilidad de que Orestes muriese

Si Orestes muriese, cometería el crimen sola

Si Orestes muriese, se suicidaría

Al morir su Orestes ideal y aparecer el real, le pide que se marche

Idealiza a su hermano

Su hermano ausente es ideal; su hermano presente es depositario de sus males

Idealiza a su hermano

Idealiza a su hermano

Existen convergencias entre las cuatro Electras, que constituyen el núcleo del personaje: El amor al padre El odio a la madre El planeamiento de la muerte de su madre (aunque no intervenga directamente en ella) El rencor por ser reducida a esclava (con el agravante euripídico de ser posteriormente expulsada del palacio) Su condición virginal (con la variante euripídica de ser una virgen casada) Su esperanza de que su hermano vengue al padre La delegación de sus responsabilidades en el hermano Este núcleo del personaje es el retomado por el Complejo de Electra, ya que integra la depositación de la libido en el padre y los sentimientos hostiles hacia la madre. Además, la condición virginal de Electra refleja su niñez (en el momento en que se resuelve el complejo); y el rencor por ser reducida a esclava representa las fantasías de expiación de la niña (proyectadas en una madre imaginariamente sádica) de ser castigada por su trasgresión (desear la muerte de la madre). Ya a partir de estos deseos tan primarios, es posible ver el papel que se le asigna a Electra por su condición de mujer: Electra desea ver a su madre muerta, mas no a manos de ella y, cuando finalmente esto acontece, se retrae y afirma que su deseo era la ilusión de hacerlo, no la puesta en práctica de la misma: “Esos sueños sangrientos que te acunaban tenían una especie de inocencia: te ocultaban tu esclavitud, curaban las heridas de tu orgullo. Pero nunca pensaste

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en realizarlos.” (Sartre, 1942, p. 69) Este aporte de Sartre, demuestra la función pasiva a la que se asocia a la mujer a nivel social y el supuesto discurso paradójico con que expresa sus deseos. El único elemento de los que se expusieron anteriormente, que el complejo no retoma, es la necesidad de Electra de depositar su responsabilidad en un otro externo, mas esta característica, al estar acentuada en la propuesta sartreana, será retomada más adelante. Existe un único punto que es diverso en las cuatro versiones de Electra: la reacción de Electra ante la muerte de Orestes. Para Esquilo, ella nunca consideró la posibilidad de que Orestes muriese. Por su parte, Eurípides y Sófocles sí plantean que ella contemplara la posibilidad de que su hermano muriese; el primero afirma que ella se suicidaría acto seguido, y el segundo, que cometería el crimen sola. Por su parte, la muerte que Sartre plantea de Orestes no es física, sino que refleja una muerte del ideal que de Orestes ha construido Electra; ante la incompatibilidad entre el ideal y la realidad, le pide que se marche. A pesar de ser diversos estos planteamientos, al menos tres de ellos (todos menos el de Sófocles) sostienen la idea anterior: la necesidad de Electra de ser salvada por un otro ideal, sin el cual, se experimenta una sensación de indefensión.

Los aportes de la Electra sartreana son numerosos Primeramente, es un personaje humanizado. Trasciende la esfera de personaje mítico para permitir al observador (o en su defecto, al lector4), admirar su humanidad. Esta Electra sartreana no es más un personaje descarnado, cuyos conflictos se mueven siempre en el ámbito de un deber ser regido por oráculos y Moiras. Por el contrario, la Electra sartreana es un sujeto real, cuyas decisiones involucran también deseos y miedos; un ser que carga con una multiplicidad de sentimientos que la inundan; un sujeto que constituye su propio proyecto en creación constante, a través de procesos y conflictos psíquicos que no sólo son más fuertes, sino también más ricos y numerosos. Al conferírsele esta humanidad al personaje, se le da la posibilidad de ser ambivalente y de cambiar de opinión a lo largo de la obra, en la medida en que va construyendo su yo. En Sartre, existen dos Electras: la Electra antes del crimen y la Electra posterior al crimen. La Electra anterior al crimen que lo ve como algo deseable y despotrica contra los dioses. La Electra posterior a él, que siente culpa, se identifica con la máscara de desventurada víctima y asume su acto como algo reprochable. En este devenir que experimenta la Electra sartreana, es posible observar algunas de sus principales diferencias con respecto a su homóloga clásica: 4

No debe perderse de vista que los textos a los que nos referimos son obras de teatro.

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Mientras que la primera se hace la víctima después del crimen, la segunda lo hace antes del mismo A la clásica, el matricidio le es deseable siempre; a la sartreana, sólo antes de llevarlo a cabo Otras diferencias radican en actitudes en las que es posible percibir una Electra sartreana más segura de sí misma; así: La clásica llora su desventura, mientras que a la sartreana ésta le provoca ira. La primera le confiere el centro de su vida a las relaciones de pareja; la segunda ni siquiera fantasea sobre ellas Todas estas características sartreanas dan testimonio de una Electra más madura, cuyos juicios morales se notan ya desarrollados, a pesar de que su condición siga siendo ambivalente. El parecido a la madre o la identificación con la figura materna, tan importante para el complejo de Electra, es un aporte meramente sartreano, retomado vagamente también por Sófocles. Clitemnestra afirma el parecido que existe entre su hija y ella; parecido que Electra no ve, pero que los demás sí lo hacen. Dicho parecido, Clitemnestra lo extiende hasta vaticinar a su hija que habrá de tomar su lugar como criminal: “Le es fácil condenar a quien es joven y no ha tenido tiempo de hacer daño. Pero paciencia: un día arrastrarás tras de ti un crimen irreparable. A cada paso creerás alejarte de él, y sin embargo seguirá siendo siempre igualmente penoso llevarlo.” (Sartre, 1942, p. 27) Esta misma identificación con la madre logra que ya no sea interiorizada sólo como un objeto sádico, castigador y rival, sino que es también aprehendido como parte del devenir personal, como una posibilidad del ser. No es casual que los sentimientos que la Clitemnestra sartreana experimenta para con su hija sean más del orden de la compasión y del miedo, que del orden del odio. Electra niega su parecido con su madre, ya que para ella es sumamente difícil de aceptarlo. Tal y como el mismo Jung afirmaría, “... su leitmotiv es el siguiente: ¡Lo que sea, pero nunca como mi madre!” (Jung, IX, p. 87) Ella, en su inconsciente, desvalorizó la figura materna en favor de canalizar su libido hacia la paterna; por esta razón, identificarse con ese objeto menospreciado representa un gran conflicto para su yo. Sin embargo, a pesar de que el parecido y la consecuente identificación sean inevitables, no lo es así la repetición de patrones de conducta. Sartre siempre deja abierta la posibilidad de que el personaje se decida por una vida diversa a lo que se le presenta como la realidad natural y esperable en su ámbito social; no es casual que Electra sea puesta en la encrucijada de decidir si sigue los pasos de su madre (a pesar de que siempre despotricó en su contra) o asumir una posición diferente ante la vida: “Si derramas algunas lágrimas, tendrás las enaguas y las

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camisas de Clitemnestra – esas camisas hediondas y manchadas que has lavado durante quince años con tus propias manos.” (Sartre, 1942, p. 70) Esta posición diferente puede que sea sólo una actitud, una forma de asumir sus actos. La constitución psíquica de Electra determina la forma en que se relaciona con el otro, en su caso, con Orestes. Inicialmente, Electra espera a Orestes como quien espera a un salvador, a su vengador (situación repetida en tantos mitos e historias); ve en él a un objeto ideal que le cumplirá un deseo. Mas, al cumplir Orestes el deseo de Electra, ésta se retrae, lo ataca al llamarlo el ladrón de sus ilusiones y le deja a éste una sensación de frustración ante su imposibilidad para conocerla, tal cual el orden social patriarcal lee a las mujeres (a ese otro siniestro, en palabras de Freud). Aquí se presenta otra ambivalencia de Electra a lo largo del tiempo, ya que asume a su hermano ausente como ideal y a su hermano presente como depositario de sus males. Este es otro punto en el cual se diferencia la Electra clásica de la sartreana. La actuación final de Electra la esclaviza, según su propio deseo. En lugar de asumirse a sí misma responsablemente, asumir su crimen de forma valiente (sin remordimiento) y así, asumir su libertad; prefiere buscar significado a su ser a partir de la palabra del patriarca: “Seguiré tu ley, seré tu esclava y tu cosa, besaré tus pies y tus rodillas. Defiéndeme de las moscas, de mi hermano, de mí misma, no me dejes sola, consagraré mi vida entera a la expiación.” (Sartre, 1942, p. 75). Según Lacan, en la historia de la humanidad se han sucedido cuatro clases de discursos (Braunstein, 1993): el del Amo, el del Maestro, el de la Histérica y el del Analista. Con su actuación final, Electra inscribe su vida en el discurso de la histeria, entrega el mando de su vida a otro, a cambio de que le digan quién es y qué debe hacer. Tal vez, lo más duro de ésta última actuación de Electra, es que ella se entrega a su esclavitud por voluntad propia: autoriza su ocaso. Finalmente, es sólo la Electra sartreana, la que plantea la posibilidad de una estructuración superyoica a partir de la resolución del complejo. Cierto es que Electra no llega a cometer el matricidio, ni concretiza el incesto; mas el asumir estos deseos como transgresiones, le presentan la posibilidad de leerse a sí misma y al mundo desde una dimensión ética, donde cierto es que existe la culpa ante la trasgresión (como consecuencia lógica de un acto que debió ser analizado previamente desde una conciencia ética), mas también la culpa es vista como una decisión. Con su propuesta de lo que es ser una Electra, Sartre puntualiza el conflicto psíquico inherente a la condición de mujer que se escapaba o quedaba apenas esbozado por los demás autores. Con esta Electra, la sartreana, el superyo femenino viene a ser al igual que el masculino, el heredero del Complejo de Edipo (o de Electra, en este caso), de la historia familiar y su fantasmática, de los ideales narcisistas y de los imperativos normativos.

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Bibliografía Alizade, A. (s. f.) El final del complejo de Edipo en la mujer (de la duplicación a la individuación) Psicoanálisis, estudios feministas y género. Espacios temáticos. Braunstein, N. (1993). La clínica psicoanalítica: De Freud a Lacan. San José: Porvenir. Esquilo (1982) Las siete tragedias: Las suplicantes – Los persas – Los siete contra Tebas – Prometeo encadenado – Trilogía de Orestes: I. Agamemnón, II. Coeforas, III. Eumenides. Colección: Sepan Cuántos. Núm. 11. Argentina: Editorial Porrúa. Eurípides (1945) Electra – Ifigenia en Táuride – Las troyanas. Argentina: Colección Austral. ESPASA – Calpe. Jung, C. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Obra completa. Vol. I. Madrid: Editorial Trotta. Jung, C. Freud y el psicoanálisis. Obra completa. Vol. IV. Madrid: Editorial Trotta. Sartre, J. P. (1942). Teatro 1. Las moscas. A puerta cerrada. Muertos sin sepultura. La mujerzuela respetuosa. Las manos sucias. Buenos Aires: Editorial Losada. Sófocles (1982) Las siete tragedias: Ayax – Filoctetes – Electra – Traquinias Edipo Rey - Edipo en colono – Antígona. Colección: Sepan Cuántos. Núm. 14. Argentina: Editorial Porrúa. Sitio web http://www.mty.itesm.mx/dae/ddc/eventos/info_electra.html

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