Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia de la Bahía de Málaga

August 22, 2017 | Autor: Lorenzo Galindo | Categoría: Phoenician, Altars, Shrine, City walls, Malaka, Sardinian Pottery
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Descripción

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Manuel Álvarez Martí-Aguilar (Ed)

BAR International Series 2245 2011

Published by Archaeopress Publishers of British Archaeological Reports Gordon House 276 Banbury Road Oxford OX2 7ED England [email protected] www.archaeopress.com

BAR S2245

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas © Archaeopress and the individual authors 2011

ISBN 978 1 4073 0809 8

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Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia de la Bahía de Málaga Ana Arancibia Román Lorenzo Galindo San José Mar Juzgado Navarro Miguel Dumas Peñuelas Vicente Marcos Sánchez Sánchez-Moreno Abstract Archaeological studies undertaken in recent years in the Bay of Malaga area have resulted in a remarkable advance in the knowledge of the different occupation patterns —both oriental and indigenous— from Late Bronze to Early Iron Age; and of the development of the Phoenician settlement of Malaka. In this paper we offer the main results from the settlement of La Rebanadilla, documenting the Phoenician presence from the 9th century BC; the funerary area of Cortijo de San Isidro, its related necropolis; the indigenous site of San Pablo; and the Phoenician city of Malaka. Key words Phoenician, City Walls, Shrine, Altars, Sardinian Pottery, Malaka A lo largo de estas líneas y a través de las investigaciones arqueológicas preventivas realizadas en los últimos cinco años, que han servido para enriquecer nuestro conocimiento del sector, intentaremos acercarnos a lo que creemos que es la base fundamental para la creación (gestación) de la colonia fenicia en momentos arcaicos y su consolidación como metrópoli en el inicio del periodo fenicio occidental hasta llegar a la gran remodelación que sufre la ciudad, a partir del siglo V a.C. Indudablemente, en la elección del lugar debieron primar las favorables condiciones que presentaba el terreno, con la existencia de un medio físico que define una bahía ubicada en un ámbito de piedemonte litoral articulada por las estribaciones de los Montes de Málaga, que conforma un abanico montañoso de unos 15 km de radio centrado en la ciudad. La propia naturaleza de los mantos de corrimiento que componen el Bético de Málaga configura unos terrenos elevados y relativamente abruptos, desprovistos en gran parte de vegetación, con fuertes pendientes y poderosas barranqueras, esta circunstancia hace que los territorios perimétricos cobren una importancia especial: la pequeña llanura costera que conecta la hoya de Málaga con la cuenca del Vélez por el este, junto con el cerramiento por el norte de la Depresión de Colmenar y las zonas abiertas por el curso del Guadalhorce que conectan con el interior (Arancibia Mora e.p.) (Fig. 1). Por otro lado, debemos sumarle la existencia en el litoral de los estuarios de los ríos Guadalhorce y Guadalmedina que presentan sectores protegidos de los fuertes vientos procedentes del Estrecho favoreciendo el varado o el atraque de las naves en su navegación entre el Mediterráneo Central y Oriental y el Occidente Atlántico, unido a un interesante abanico de posibilidades económicas con fácil acceso de explotación a fuentes de recursos subsistenciales. Destaca la explotación agropecuaria, que se verá auspiciada por el fácil acceso a las comarcas agrícolas del interior, caso de las vegas del

Al contrario que lo que sucede en otros yacimientos del litoral malagueño, en la Bahía de Málaga diversos factores como la presión urbanística constante, el incremento poblacional y la construcción de nuevas infraestructuras, ha supuesto la creación de un panorama distorsionado para una correcta interpretación de los yacimientos que se distribuyen dentro de esta área geográfica. La Bahía de Málaga se ha venido configurando, con las intervenciones arqueológicas realizadas en los últimos años, como un importante y temprano enclave fenicio, en torno a dos focos principales localizados en las desembocaduras de los Ríos Guadalhorce, donde se localizan los tempranos asentamientos del Cerro del Villar y La Rebanadilla y del Río Guadalmedina, donde se sitúa la propia Malaka y el yacimiento de San Pablo. Indudablemente la puesta en marcha de los modelos de legislación que regulan el tratamiento de los bienes patrimoniales, ha traído como consecuencia un mayor número de intervenciones que han generado un mejor conocimiento de la dispersión y ubicación de los distintos asentamientos, tanto para momentos iniciales de la colonización fenicia, como su evolución hasta la fundación de Malaka. Superada la etapa de un primer acercamiento al desarrollo poblacional de la Bahía para estos momentos cuya información arqueológica derivaba de las prospecciones superficiales, es ahora cuando comenzamos a realizar verdaderas interpretaciones histórico- arqueológicas a partir de los datos obtenidos por la excavaciones desarrolladas a través de la intervenciones de carácter preventivo o de urgencia. Todo esto ha ayudado a rellenar espacios vacíos en la investigación y al enunciado de nuevos planteamientos hipotéticos sobre el que establecer los nuevos fundamentos históricos. Ello supone un cambio notable en el panorama de lo que hasta ahora se conocía para la colonización fenicia en el ámbito de la provincia de Málaga. 129

A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia... documentación de bancos corridos en varias de las habitaciones excavadas, así como pilares de apoyo, construidos mediante el adosamiento de pilas realizadas por ladrillos de adobe. Estos ladrillos tienen unas medidas aproximadas de 45 x 30 cm. Los suelos y las paredes suelen encontrarse revocados por unas arcillas de color amarillo. Se han localizado en dos casos hogares en los espacios centrales de algunas habitaciones. Los paralelos peninsulares para este tipo de arquitectura los encontramos en los yacimientos de Morro de Mezquitilla (Schubart 2006) y en El Carambolo (Fernández Rodríguez 2007) (Fig. 5). Junto a los espacios domésticos se han identificado dos habitaciones con un marcado carácter religioso. Una de ellas de pequeño tamaño, de tan sólo 2,60 m2 en el interior de la estancia, a la que se accede por un pequeño pasillo cuyo suelo se ha realizado mediante gravas de pequeño tamaño y de color grisáceo. En el interior de la sala se ha documento un betilo y un quemaperfumes, colmatando un rebaje central en el suelo a modo de pileta de 0,90 m de largo por 0,50 m de ancho y 0,12 m de profundidad (Figs. 6 y 7). Igualmente se excavó otra habitación en cuya cabecera, orientada al norte, se localizo un adobe que podría corresponder con un altar, si bien no se documentaron restos de ceniza en torno a él (Fig. 8). Delimitando el asentamiento se ha detectado la existencia de una cerca. Este muro se ha podido documentar en tres tramos, construido mediante ladrillos de adobes con una anchura de 0,60 m. Previo al abandono del poblado éste se limpia, sólo quedando sobre el suelo los grandes contenedores que, por su tamaño, no hacían rentable su traslado, y aquellos objetos ya muy utilizados y reparados, como demuestra el que muchos de ellos presenten agujeros para la colocación de lañas. Lo que nos hace pensar en un abandono programado y preparado previamente. Tras el abandono, los edificios se arruinan rápidamente, ya que sobre los escombros de estos edificios se construyen los edificios de la fase II. La fase II de La Rebanadilla, fechada en la última mitad del siglo VIII a.C., se corresponde con una segunda fase arquitectónica construida encima de los escombros de los edificios de la fase anterior, con orientaciones parecidas norte-sur y este-oeste. Su documentación sólo ha sido posible en la parte sureste del yacimiento, debido a que se encontraba muy arrasada por la erosión del río ya en fases fenicias. Se ha identificado una calle, que parece corresponder con el límite del poblado por este punto, en la que se alinean tres espacios habitacionales rectangulares, construidos mediante muros con cimientos y zócalos de piedra, en cuyas paredes no se han localizado restos de enlucidos. Los suelos, tanto de la calle como de las tres habitaciones, se han realizado con gravas y arenas de playa, destacando una de las habitaciones por conservar en la mitad de su suelo un pavimento de conchas construido sobre un suelo de gravas originario. La mayoría de ellos parecen encontrarse reparados en diferentes momentos. Destaca la documentación de un gran hogar en una de las habitaciones excavadas (Fig. 9). Por último, la fase I de La Rebanadilla se corresponde con un conjunto de estructuras excavadas sobre los

Guadalhorce y Guadalmedina, utilizadas también como vía de paso (Aguayo 2001: 73) hacia el interior posibilitando la comunicación con la Vega de Antequera (García Alfonso 2007: 116), la Serranía de Ronda, Acinipo, Ronda y Silla del Moro (Carrilero - Aguayo 1996: 41) y, desde estos puntos, hacia la campiña del Guadalquivir y sudeste andaluz, aspecto que potenciaría un comercio con el interior por vía terrestre. Las intervenciones de los últimos años nos han permitido conocer una serie de nuevos yacimientos e interpretar mejor los ya conocidos, caso de la propia Malaka. Durante los trabajos arqueológicos realizados en los terrenos para la ampliación del Campo de Vuelo del Aeropuerto de Málaga se han localizado dos nuevos enclaves, no conocidos con anterioridad, el asentamiento de La Rebanadilla, y su necrópolis asociada de Cortijo de San Isidro, quedando la presencia del mundo fenicio atestiguada en este área al menos desde la segunda mitad del siglo IX a.C. Los datos aportados por las actuaciones arqueológicas nos indican que este asentamiento se posicionaría sobre un pequeño islote situado en el Guadalhorce, que en su parte más elevada tendría una altura de 5 m.s.n.m., delimitándose una extensión de 3,3 ha. Estratigráficamente se han podido documentar 4 fases de ocupación, cada una de ellas con sus características particulares. La fase IV de La Rebanadilla corresponde al momento de ocupación más antiguo, fechado en la segunda mitad del siglo IX a.C. Se caracteriza por la documentación de grandes estructuras excavadas en el sustrato geológico que, a priori, podrían corresponder con fondos de cabaña o con agujeros realizados para la extracción de arcillas, con la finalidad de obtener materias primas para la realización de ladrillos de adobe con los cuales poder construir los edificios documentados en la fase III. Destaca una de ellas por presentar en su interior numerosos niveles de ceniza que colmataron y amortizan la estructura. Estos niveles se encuentran relacionados con la existencia de un taller metalúrgico en las inmediaciones, como indica la documentación de restos de fundición, escorias de cobre y de bronce, goterón de plomo, materiales manufacturados como un anzuelo de bronce y puntas de flechas, y una lingotera realizada en cerámica, lo que nos hace plantear que una de las actividades en estos primeros momentos del asentamiento sea la obtención de metales, que incluso serán transformados en algunos casos, como demuestra la documentación de uno de los lados de un molde bivalvo en piedra (Figs. 2 y 3). La fase III de La Rebanadilla, fechada en el cambio de siglo, entre el último cuarto del IX a.C. y principios del VIII a.C., se corresponde con la fase urbana más antigua documentada en el yacimiento (Fig. 4). Arquitectónicamente se caracteriza por presentar habitaciones rectangulares, articuladas en torno a espacios centrales, que podemos interpretar en algunos casos como patios centrales, adaptando un modelo típicamente oriental. Los diferentes edificios se construyen mediante muros de adobe, que en muy pocos casos presentan cimientos de piedra, con orientaciones aproximadas a las este-oeste, norte-sur. Destaca la 130

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas mediante almagra. Estas cerámicas corresponden a los repertorios propios de la vajilla de cocina, de mesa, de almacenamiento y de transporte; estos elementos pueden provenir del intercambio realizado con las poblaciones locales con las que se busca cubrir una serie de necesidades que no se encuentran satisfechas con los materiales importados. Los paralelos los encontramos en los yacimientos de Acinipo, Huelva, Setefilla, Doña Blanca y El Carambolo (Fig. 15). Se han localizado, además, elementos epigráficos en soportes cerámicos, que se encuentran todavía en fase de estudio. A 400 m. al oeste del poblado de La Rebanadilla, sobre una pequeña elevación, se localiza la necrópolis de Cortijo de San Isidro. Se encuentra amortizando un asentamiento calcolítico, caracterizado por la documentación de estructuras siliformes excavadas en el terreno. La necrópolis de cremación parece encontrarse oculta en un pequeño paleocauce que discurre por medio de la elevación. La intervención que se realizó en esta unidad arqueológica consistió en la excavación de sondeos con la finalidad de delimitar el yacimiento. De esta forma se documentaron 12 enterramientos (7 de ellos en urna), todos ellos individuales, en los que por medio del estudio antropológico se han podido identificar, en grados de edad, 2 preadultos, 5 adultos y 3 adultos maduros y, por sexo, 4 masculinos y 2 femeninos, lo que nos aporta una visión equilibrada de esta necrópolis en cuanto a estos marcadores, no existiendo diferenciaciones espaciales en la ubicación de los enterramientos por edad ni sexo. Estratigráficamente corresponden, al menos, a dos fases de enterramiento. Éstos pueden ser de dos tipos, aquellos donde los restos obtenidos por la cremación son depositados directamente en el interior de un agujero excavado en el terreno, o aquellos donde los restos son depositados en el interior de un recipiente de almacenaje cerámico, que a su vez se deposita en el interior de una fosa de pequeñas dimensiones excavada en el suelo (Fig. 16). Estos últimos suelen ir acompañados de pequeños recipientes cerámicos, cuencos y jarros, colocados junto a las urnas de forma votiva. En algunos casos se han documentado objetos de uso personal como brazaletes, aretes de bronce y cuentas de collar realizadas en piedra y hueso, destacando la documentación de 4 escarabeos (Fig. 17). Esta necrópolis tiene sus paralelos claramente en Oriente, en la necrópolis de Tiro-Al Bass (Aubet et al. 2004). Las cronologías que avanzamos (Tabla 1), tanto para el asentamiento como para la necrópolis, además de por los estudios de los diferentes materiales, vienen confirmadas por los datos obtenidos por los laboratorios BETA de Estados Unidos. Destacan las cronologías calibradas por 2 sigmas.

derrumbes de los edificios de los momentos anteriores. Algunas de ellas se han podido identificar claramente como cabañas, mientras que otras deberemos ponerlas en relación con una actividad industrial, como demuestra la existencia en una de ellas de un horno. Junto a estas estructuras se han localizado escombreras con desechos provenientes de hornos, principalmente formadas por fragmentos de toberas. Sin duda, en estos momentos el yacimiento tiene una funcionalidad industrial, siendo su población estacional y dispersa, al contrario de lo ocurrido con anterioridad. La actividad de esta fase se pone en relación con la prominencia de Malaka sobre el territorio circundante. En estos momentos los antiguos emplazamientos de las primeras etapas pasan a ser pequeños establecimientos industriales auxiliares de la colonia (Figs. 10 y 11). De esta forma, igual que ocurre en La Rebanadilla, este fenómeno parece reproducirse en los primeros asentamientos de los colonos orientales, ejemplo de ello lo encontramos en el Cerro del Villar, donde el establecimiento fenicio arcaico parece transformarse durante el s. V a.C. en un centro de producción alfarera (Aubet et al. 1999: 128). El material cerámico documentado en la intervención de La Rebanadilla presenta paralelos con los materiales de Huelva (González de Canales et al. 2004; 2006) y El Carambolo (Fernández - Rodríguez 2007). En todos los estratos excavados se han localizado cerámicas a torno de filiación fenicia. Los jarros trilobulados se documentan en los niveles más antiguos del yacimiento, mostrando dichas piezas un gran arcaísmo, con acabados de engobe rojo bruñido, asas macizas y cuerpos globulares. Se ha documentado un pebetero con paralelos en yacimientos orientales que presenta decoraciones de líneas pintadas horizontalmente delimitadas mediante líneas incisas (s. IX a.C.). Todas las lucernas documentadas, tanto las a torno como las copias a mano, son monocordes, correspondiendo por sus dimensiones y apertura a un momento arcaico. Abunda la cerámicas tipo Fine Ware de gran calidad, que presentan una gran similitud con las documentadas en Huelva (especialmente el tipo 1). Se han documentado skyphoi griegos que, sin duda, podemos considerar como pertenecientes al Geométrico Medio, algunos fragmentos de cerámicas chipriotas y un gran número de elementos de procedencia sarda, donde destaca la documentación de numerosos tipos como los de cerámica común de cocina representado por las ollas tipo Boc. 16 de la clasificación de Franco Campus y Valentina Leonelli (2000), recipientes de almacenaje como contenedores piriformes pseudoanfóricos tipo Pir 1 de la anterior clasificación, o de vajilla de mesa fina como los jarros askoides, forma esta última que es la más representada en la Península Ibérica. Las ánforas mejor caracterizadas son las producciones centromediterráneas tipo ZitA y sardas, las occidentales tipo T-3.1.1.1 y, con alguna reserva, los tipos 9 y 12 de Tiro (Figs. 12, 13 y 14). Junto a todos estos elementos exógenos, se documenta un abundante conjunto de cerámicas locales correspondiéndose mayoritariamente con vasos esféricos, ollas, orzas y vasos acampanados, realizados todos ellos a mano. En algunos casos presentan bruñidos de buena calidad, decoraciones incisas e, incluso, pintadas

A escasos kilómetros, al este del río Guadalhorce y coetáneo a la fase III de La Rebanadilla, se localiza el poblado de San Pablo. Emplazado en la margen derecha del Guadalmedina, justo en la orilla opuesta a la que se ubicó el asentamiento fenicio arcaico de Malaka. Este poblado, estuvo en uso durante los siglos IX y VIII a.C., teniendo su origen a raíz de la llegada de los 131

A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia... función de los actuales resultados es muy complicado determinar a qué espacios pertenecen o a cuáles delimitan, bien sean accesos, patios u otras dependencias (Fig. 19).

primeros colonos procedentes del Levante Mediterráneo. La existencia de determinados lugares en los que confluían intereses de intercambio y mercado entre los asentamientos de las poblaciones orientales y las poblaciones locales, constituye el acicate que permite la fundación y consolidación de este tipo de asentamientos (Fernández et al. 1997). La constatación de explotaciones de carácter agrícola y minero-metalúrgicas en las inmediaciones de los asentamientos claramente fenicios, cuyo resultado registramos arqueológicamente en sus áreas de almacenamiento, junto con la significativa presencia de cerámicas de tipología local ajenas a tradiciones alfareras fenicias, que han sido localizadas en los establecimiento de poblaciones orientales, así parecen demostrarlo (Fig. 18). El poblado de San Pablo debe ser una aldea satélite derivada de un asentamiento indígena denominado Cerro Cabello, localizado en trabajos de prospección superficial (Recio 1996; Escalante et al. 2001), donde el estudio de su cerámica localizada en superficie permite proponer una ocupación desde el siglo VIII a.C., con continuidad en los siglos VII-VI a.C. Éste asentamiento se encuentra situado algo más al interior, a escasos kilómetros de la costa, en un lugar cuyas mejores posibilidades defensivas le permite ejercer un control espacial sobre la bahía y directamente sobre el promontorio de la Alcazaba. San Pablo responde a un poblado que llegó a ocupar varias hectáreas como así lo indican las evidencias proporcionadas por la dispersión del material en sectores adyacentes (Arancibia et al. 2002: 463; Melero 2008). Se encuentra ubicado sobre un resalte de la llanura de inundación del Guadalmedina, que fosiliza una antigua barra axial del río muy suave, presentando un poblamiento disperso y malas condiciones naturales para la defensa. En los diversos solares investigados dentro de este ámbito —actualmente el yacimiento se localiza en pleno centro urbano—, se han documentado una serie de estructuras excavadas en los niveles arcillosos aluviales. Cinco de ellas poseen morfología con tendencia circular, interpretados como posibles lugares de almacenamiento, que se ubican en la proximidad de una estructura de planta oval y eje mayor de aproximadamente seis metros correspondiente a un fondo de cabaña parcialmente excavado en el subsuelo, cuyo cierre debió realizarse mediante un entramado orgánico lo bastante endeble como para no haber dejado huellas sobre el terreno, si exceptuamos los vestigios de los apoyos de los postes que sujetaban las cubiertas. Entre los elementos materiales asociados a este nivel de uso se identificaron abundantes restos faunísticos, junto a un numeroso conjunto de material cerámico con un claro predominio de las piezas elaboradas a mano sobre las torneadas, que estadísticamente suponen un 80% del material estudiado. Junto a ellos varios fragmentos de crisol, una tobera doble de horno junto a restos de malaquita sin transformar que evidencian la práctica de la metalurgia del cobre en el poblado, probablemente en ámbitos domésticos. Destacaremos también la presencia de diversos pavimentos de conchas, que presentan un diseño regular pero cuya ubicación, actualmente, nos resulta aleatoria debido tanto a su grado de conservación como al escaso porcentaje de superficie excavada del asentamiento. En

Al otro lado del Río Guadalmedina se localiza la fundación de Malaka. La fase más antigua documentada, hasta el momento, se fecha a mediados del VII a.C., perdurando hasta comienzos de la centuria siguiente. Nuestros trabajos confirman que esta ocupación está relacionada con el desarrollo de actividades metalúrgicas, evidenciando una intensa transformación y producción de los recursos minero-metalúrgicos así como numerosas evidencias de afloraciones y explotación, tanto en la ladera de la Alcazaba como en Gibralfaro. Estos primeros indicios se localizan sobre el propio nivel geológico consistente en un depósito arqueológico compuesto de limos y arcillas con gran contenido de escorias de metal. En estas plataformas de escoria se documentaron varios fragmentos de toberas, destacando una doble en buen estado de conservación, lo que corrobora la existencia muy cercana de un horno. Se documentó una vasija posiblemente destinada al almacenaje de agua necesaria para los trabajos de fundición. En la base del paramento interior de la muralla se hallaron los restos de un horno metalúrgico del que se ha podido distinguir parte de su planta, así como un canal donde se colocan las toberas que controlaban su ventilación. En este entorno se han recogido igualmente numerosos fragmentos de escorias de metal. En algunos puntos hemos podido observar la existencia de una serie de canalillos de difícil interpretación al no estar asociados a ningún otro tipo de estructura; estos se localizan también en las intervenciones cercanas como las realizadas en C/ Cister (Arancibia - Escalante 2006) y en la Catedral de Málaga (Mayorga - Rambla 1993). Formando parte del depósito se incluye un conjunto cerámico bastante homogéneo, aunque no muy abundante; sin embargo, podemos destacar el alto porcentaje de cerámicas a mano, vasos con superficies bruñidas y ollas con perfiles en “S”. En cuanto a las realizadas a torno se registran cuencos-trípodes, cuencos carenados con engobe rojo, lucernas de dos picos con y sin engobe rojo, platos de engobe rojo con bordes poco desarrollados, además de un porcentaje muy bajo de cerámicas pintadas. Dentro de este conjunto destaca al hallazgo excepcional de un fragmento amorfo de un vaso de importación con decoración vinculada al tipo Wild goat style que se podría fechar a finales del siglo VII a.C. (Arancibia - Escalante 2006: 146; Domínguez Monedero 2006: 64). El continuo avance en las relaciones comerciales con la población local, a partir del siglo VII a.C., supondrá el cambio de los establecimientos estacionales a otros modelos duraderos o definitivos. Ahora van a primar en la elección de los asentamientos las posiciones estratégicas, en lugares desde los cuales se pueda ejercer el control también de las zonas interiores. En ambos casos se tendrá en cuenta en la elección del lugar su topografía, pasando de modelos de referencia a modelos de control y de prestigio. Es en este momento cuando se construye una gran estructura lineal, documentada en uno de los cortes 132

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas que estos centros religiosos son una expresión directa del poder de Tiro, realizando labores de control sobre la economía de las colonias. Este hecho se corrobora en las funciones que realizaba el templo de Melkart en Gadir como lugar de culto y núcleo central por donde debían pasar todas las transacciones comerciales. De esta forma el templo es un vínculo directo entre la colonia y la metrópoli (Arancibia - Escalante 2006: 355) El edifico se diseña sobre las fases anteriores. Se documenta un primer nivel de suelo con un tratamiento enlucido con engobe rojo sobre ela cual se coloca una plataforma exenta, con una altura en torno a los 30 cm, realizada con tierra decantada de coloración amarillenta. Su cuerpo central es pseudorectangular y presenta unos apéndices cóncavos en sus esquinas; hacia su lado este, en la parte central, se observa un nuevo apéndice con forma semicircular y un ligero hundimiento hacia el interior a manera de receptáculo (Figs. 20 y 21). La construcción del altar se realiza en dos fases, por un lado se dibuja todo el contorno exterior incluyendo sus apéndices y por otro la parte interna o cuerpo central. Existen diferencias en cuanto a la elección de tierras y coloración: la parte exterior mantiene una tonalidad amarillenta, con una tierra tamizada sin ningún tipo de intrusión o material. La zona interna presenta una coloración marrón o castaña observándose restos de conchas y pequeños chinos que formarían parte de su conglomerado interno. Para finalizar el tratamiento todo el conjunto se cubre con una fina capa de barro enlucido con engobe rojo de iguales características que el suelo donde se asienta. De este primer nivel de santuario documentado no hemos podido localizar los muros o cimientos que enmarcarían el recinto. Este hecho se debe a que posteriormente se construye un santuario ex novo que implicará un cambio de ubicación y el replanteo de nuevos muros. La construcción de este segundo recinto no supone la destrucción del altar anterior. Observamos cómo éste se respeta, cubriéndose con una tierra tamizada de coloración amarillenta, con inclusiones de cal que no presenta ni un solo fragmento cerámico. De esta forma elevan el suelo, de forma ritual, disponiendo un pavimento enlucido con engobe rojo sobre el que colocan de nuevo el altar, que mantiene las mismas características que el anteriormente descrito. De entre todas las tipologías conocidas para estos altares denominados “de forma de piel de toro”, localizados en el ámbito tartésico y en la zona del levante peninsular, los paralelos más claros, tanto por tipología como por su factura, lo acercan al denominado altar de Coria del Río (Escacena - Izquierdo 2001). El periodo cronológico que abarca el santuario nos indica un uso continuo desde finales de s. VII a.C. hasta la primera mitad del s. VI a. C. Es en esta tercera fase urbanística, cercana al cambio de era, cuando observamos una transformación significativa en el sistema constructivo que viene determinado por la edificación de muros cuyo cimiento y zócalo se realiza con mampuestos de mediano tamaño, trabados con arcilla y piedra pequeña, creando un acabado regular hacia el exterior. El alzado de éstos se realiza mediante hiladas de adobes de coloración

realizados en la intervención del Museo Picasso Málaga, que corresponde a un muro realizado a base de grandes mampuestos trabados con arcilla, del que tan sólo conocemos parte de su anchura, más de 1,80 m, puesto que se encuentra afectado por uno de los cimientos del palacio. No tenemos certeza sobre la funcionalidad de esta estructura, aunque nuestras hipótesis de trabajo van enfocadas en el sentido de que quizás pueda responder al primer recinto defensivo de la ciudad en tiempos arcaicos —siglo VII a.C. —, dada la envergadura que presenta y el lugar donde se localiza, coincidiendo con uno de los límites físicos de la denominada plataforma catedral, marcado por el discurrir de un arroyo de la calle Granada, hito que se irá fosilizando como límite natural durante la construcción de los diversos recintos defensivos hasta época musulmana, momento en el que se rellenará la vaguada para incluir el sector dentro de la medina. En cuanto al sistema de hábitat destacaremos la localización de restos constructivos bajo la forma de posibles hoyos de poste, hasta un total de cinco, con diámetros de dimensiones similares, en torno a los 0,08 m. Estos se excavan sobre un pavimento de arcilla rojiza y parecen formar un semicírculo abierto. La interpretación se hace compleja al no poder relacionarse en planta con otras estructuras. A este nivel deberemos asociar una serie de hogares de planta circular realizados con arcilla rubefactada y que presenta una gran cantidad de cenizas, en algunos casos cubierto con arena de playa. Los datos proporcionados por el estudio de los materiales nos apuntan a un espacio cronológico que podemos adscribir a un momento fenicio arcaico (s. VII a.C.) En la siguiente fase, y amortizando a estos elementos, identificamos estructuras de marcado carácter doméstico. Se trata de una serie de muros de adobes construidos sobre una base de cantos rodados y esquistos. Presentan un revoque hecho con una fina capa de arcilla de coloración amarillenta; al interior donde comienza este enlucido se disponen los pavimentos. Los suelos se realizan mediante una capa de arena sobre la que se coloca un manto de arcilla compacta con un acabado muy alisado y cuidado. Estas construcciones definen espacios rectangulares o cuadrangulares. Asociado a este momento y en el solar de C/ Cister San Agustín, en pleno casco histórico de Málaga, se han documentado varios niveles pertenecientes a un santuario fechado en el s. VII a.C., y desmantelado a partir de mediados del siglo VI a.C. por la construcción una nueva línea de muralla. El santuario se erige sobre un sector colindante a la actual Catedral de Málaga. La edificación del templo mantiene un lugar estratégico, se alza por encima de la bahía y por tanto controlando la misma, situándose en un lugar visible cercano al posible puerto. La edificación de un lugar de culto podría estar directamente relacionada con la primera ocupación de esta zona del asentamiento y con ese horizonte vinculado al desarrollo de actividades metalúrgicas, con una actividad de transformación y producción de los recursos minero-metalúrgicos como proceso de intercambio. La localización de un santuario fenicio en el yacimiento de Malaka nos muestra la evidente conexión entre la construcción de estos espacios sacros con la fundación de nuevas colonias. Es cada vez más evidente 133

A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia... una nueva línea defensiva con una entidad mayor, que incluiría los sectores perimetrales de la ciudad como es el caso de los hornos documentados en la fase anterior. La construcción del sistema defensivo debió suponer un notable cambio urbanístico en la ciudad de Malaka. Como muestra de la importancia que adquiere esta ordenación urbana documentamos el abandono de los santuarios y la erección de la muralla sobre los mismos. Así, el primer depósito que ya colmata el alzado de muralla corresponde a un depósito muy fino, apenas de cinco centímetros de espesor, compuesto de limos arcillosos rojizos poco compactos, en el que se incluyen abundantes partículas de carbón y numerosos restos de escoria de cobre procedentes de la amortización de los niveles de ocupación documentado en las excavaciones, correspondientes al periodo fenicio arcaico en que se desarrolló una intensa actividad metalúrgica. Las cerámicas aparecidas en este estrato son mayoritariamente fenicias, como platos de engobe rojo, cuencos policromos, cerámica gris y, en menor proporción, pequeños fragmentos de galbos de cerámicas griegas, de difícil adscripción cronológica. Sobre éste se localiza otro potente estrato, que apoya directamente sobre la construcción de la muralla, de casi un metro de espesor, formado por arcillas rojizas de textura plástica con algunas partículas de carbón y que contienen un gran número de cerámicas. Si bien más del 90% de los fragmentos corresponden a ajuares fenicios —en los que destacan principalmente los platos de engobe rojo con pocillo central, cerámica gris, cuencos y cazuelas policromas, ollas, cerámica a mano en un porcentaje menor, etc.— aparecen también cerámicas etruscas y ánforas procedentes del Mediterráneo Central. principalmente los tipos kohler A y kohler B. Igualmente destaca el lote de cerámicas griegas, donde predominan las producciones de Grecia del Este, con algo más de la mitad del total de las piezas, aunque también contamos con importaciones áticas, en su mayoría copas, tanto de labio como de bandas, así como la presencia de una serie de elementos, concretamente producciones de Massalia, que hacen que podamos proponer una fecha para la formación del depósito hacia mediados del siglo VI a.C., quizás entre el 560-540/530 a.C (Fig. 23). Como hemos señalado anteriormente, esta muralla o cerca muraria está íntimamente ligada al desarrollo y entramado urbano, formando parte de lo que entendemos como concepto de ciudad. Si en un primer momento cumplió unas mínimas funciones defensivas — recordemos la línea que localizamos en el frente norte y que datamos en el siglo VII a.C.—, a lo largo del tiempo irá evolucionando, convirtiéndose también en un elemento de prestigio. El sistema presenta una doble dificultad debido a las refracciones producidas por los elementos posteriores que se superponen al conjunto. Entre ellos se observa que en momentos del siglo V a.C. se reestructuran los sectores norte y oeste. Mientras que el primero se refortifica añadiendo a la antigua línea de casernas un nuevo muro adelantado de factura maciza, al que se le adosarán una serie de muretes que formarán las conocidas casamatas, así como un espacio exento utilizado como paso de ronda, en el sector oeste pierde el carácter defensivo, pasando a formar parte de la trama urbana de la ciudad

amarillenta alternando con algunos rojizos. Observamos las tongadas en línea de adobes superpuestas separadas por una fina capa de cal, hacia el exterior observamos también una delgada capa de enlucido como acabado de los muros (Fig. 22). Igualmente se localizan unos niveles de calles, con distintas reparaciones, realizados mediante el apisonado de gravas de tamaño regular que a su vez le sirven como drenaje. Su coloración verdosa se debe al material orgánico depositado sobre la misma. El ancho no alcanza el metro, repitiendo el esquema de otros yacimientos del litoral malagueño, como es el caso de Chorreras (Schubart 2006: 109), con calles estrechas que son el resultado de un espacio que se va configurando a partir de la construcción de las diferentes viviendas. La estratigrafía muestra una continua superposición de suelos y hogares con niveles que apenas llegan a alcanzar los 0,04 m de potencia. Esta secuencia, que se repite de forma continua junto a horizontes de abandono, hace necesario, a pesar de su complejidad, que el estudio de los elementos cerámicos recuperados, datables cronológicamente entre finales del siglo VII y mediados del VI a.C., se realice paralelo a un análisis de la secuencia con la ayuda de un correcto encuadre cronológico de los sedimentos, intentando conseguir dataciones absolutas que muestren un panorama tipológico amplio. Estos análisis se están realizando actualmente en diferentes laboratorios de las Universidades de Jaén, Valencia y Mallorca y esperamos poder en breve contar con todos los datos. El material cerámico asociado a estos depósitos de abandono se puede situar en torno a finales del s. VII a.C., llegando en algunos casos a principios del VI a.C. Las ánforas se reducen al tipo R1 junto con ánforas A-4, de bordes triangulares y con un diámetro que no supera los 12 cm, con o sin engobe exterior. Con referencia a la cerámica de mesa contamos con algunos fragmentos amorfos de formas cerradas con engobe rojo, también al exterior, pithoi decorados con bandas rojas y negras, jarros trilobulados con asas geminadas y engobe rojo, cuencos de bordes entrantes y paredes rectas, algunos pintados en negro o castaño tanto al interior como al exterior, bordes engrosados policromados, carenados, y platos engobados junto a cerámicas grises, etc. Entre las cerámicas destacaremos las copas griegas B-2 y B-3, junto con algún fragmento de ánfora corintia. A partir de la primera mitad del siglo VI a.C. asistimos a un cambio importante. Es en este momento cuando observamos cómo se dejan de utilizar las construcciones preexistentes y se generan otras ex novo. Circunstancia que no solo afecta a las distintas edificaciones, hecho lógico en asentamientos que presentan una continuidad en el hábitat, sino que además incluye una modificación en la orientación en la trama urbana. Esta reorganización se debe, sin ningún género de dudas, a la construcción de un gran recinto defensivo, localizado en nuestro caso en los límites norte y oeste de la ciudad. En el caso de Malaka la primera cerca muraria debió construirse en el siglo VII a.C. El sistema empleado tiene claros paralelos con la cerca muraria documentada en el yacimiento de Alarcón en la desembocadura del Vélez. Posteriormente, a mediados del siglo VI a.C., se diseña 134

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas muralla adelantada a la anterior, más compleja, con torres, casamatas y un sistema de liza que integra como defensa la muralla de mediados del siglo VI a.C., creando un sistema de doble muralla en su lienzo norte, mientras que su línea oeste se plantearía ex novo, discurriendo entre la primera crujía de San Agustín y el actual vial. Este reflejo lo podemos observar tanto en la trama urbana, donde se pasa de un espacio diseminado a una ocupación intensiva, como en el territorio circundante, donde se vuelven a ocupar espacios abandonados anteriormente, como es el caso del Cerro del Villar, pasando a ser un sector industrial dependiente de la ciudad de Malaka. (Mora - Arancibia e.p.)

púnica. Esto significa que se vuelve a estructurar el sistema defensivo con la erección ex novo de la cerca muraria anulando totalmente el anterior, incluyendo una torre adelantada que podía formar parte de una de las puertas de acceso a la ciudad. Se constata cómo las nuevas edificaciones modifican la orientación norte-sur de las de la fase anterior, orientándose ahora con respecto a la muralla, es decir, en sentido este-oeste. Igualmente se evidencia un mayor cuidado de las fábricas de los muros, tan característico de la primera fase, para pasar al uso de una mampostería a base de esquisto local. Los muros aparecen bien careados, con las piedras desbastadas, e intercalándose ripios entre ellas para darle mayor consistencia. Sin embargo, junto con la construcción del complejo defensivo mencionado, lo más novedoso es la ya citada presencia de una calle que se articula con la misma orientación de la línea norte de la muralla, al interior de la misma. Ésta presenta una superposición de firmes debido probablemente a la intensa actividad antrópica que debió desarrollarse en este lugar de paso, constatándose un primer pavimento, fechado en la primera mitad del siglo VI a.C., realizado con lajas de piedra, al que se superponen varios niveles de suelo realizados a base de guijarros, perdurando su trazado hasta época romana republicana, como evidencia el contenido cerámico del depósito de abandono del último suelo documentado, en el que se constatan cerámicas Campanienses A y una treintena de bronces correspondientes a las primeras emisiones monetales de la ceca de Málaka. A principios del siglo VI a.C. la ciudad desarrolla su mayor auge constructivo, ocupando espacios abiertos de calles y patios, compartimentando espacios, convirtiéndose en un urbanismo abigarrado propio de una ciudad-estado en proceso de auge y con un gran desarrollo demográfico. El urbanismo se caracteriza, una vez más, por la construcción de edificios de planta rectangular, diseñados en torno a un patio central alrededor del cual se distribuyen las distintas estancias. El patio, cuyas superficies son variables, proporcionaba la luz necesaria a las habitaciones menores, que presentan suelos de arcilla compactada de tonalidades roja y verde-amarillenta. Éstos se realizan colocando sobre la tierra una fina capa de arena de playa, disponiéndose sobre ella una capa más gruesa de arcilla compactada, en algunos casos de 5 cm de grosor, de tonalidad verde-amarillenta en el patio central y rojiza en las estancias menores En algunos casos, estos pavimentos, se realizan mediante la colocación de adobes que alternan en la coloración siendo éstos rojos, amarillos y amarillo-verdosos. En la gran mayoría se distinguen sucesivas reparaciones, junto a restos de combustión que hemos asociado a hogares. En algunos ángulos asistimos a una doble tabicación, que puede responder a necesidades de soportar una doble altura (Figs. 24 y 25). A partir del siglo V-IV a.C. sabemos que la ciudad crece desbordando los límites del recinto. Aún desconocemos su desarrollo hacia su lado oeste, pudiendo darse el caso de que se edificara otro sistema defensivo adelantado. Nosotros mantenemos la existencia de una nueva línea defensiva, cuya ampliación documentamos en el Museo Picasso Málaga con la construcción de una

Cabe concluir, a modo de síntesis, con que sabemos, a través de las nuevas aportaciones que completan los datos existentes con anterioridad a estas intervenciones, que la presencia fenicia en la Bahía de Málaga se puede datar al menos desde la segunda mitad del s. IX a.C., y que en sus inicios coexisten un mayor número de asentamientos diseminados por este área geográfica. Con el tiempo, las condiciones geográficas especiales de la ubicación de la actual ciudad de Málaga hacen que se produzca una concentración de población a partir del s. VII a.C. en la nueva colonia de Malaka, abandonándose los antiguos asentamientos, que pasan a ser en estos momentos zonas industriales dedicadas a la metalurgia o a la producción de cerámicas, así como a proveer de recursos alimenticios a la propia colonia. Esta evolución se plasma en Malaka mediante la creación de espacios urbanos de prestigio, como puedan ser la edificación de templos o la construcción de la propia muralla, así como la generación de un entramado urbano articulado mediante calles y cuyos edificios siguen modelos orientales, ya vistos con anterioridad en La Rebanadilla. Sin duda, nuevas intervenciones en este espacio geográfico vendrán a cubrir los vacíos existentes en la investigación, propiciando la documentación de nuevos asentamientos y necrópolis y completando la trama urbana de la colonia malacitana, permitiendo de esta forma conocer la distribución social y política de esta ciudad. Bibliografía AGUAYO, P. (2001): “Estructuras indígenas, comercio y comerciantes en la época de la colonización fenicia (VIII-VI a.C.)”, en F. Wulf, G. Cruz y C. Martínez (eds.): Comercio y comerciantes en la Historia Antigua de Málaga. Málaga: 69-97. ARANCIBIA, A., CISNEROS, M.I., ESCALANTE, M.M., FERNÁNDEZ, L.E., MAYORGA, J. y SUÁREZ, J. (2006): Memoria Arqueológica del Museo Picasso Málaga: desde los orígenes hasta el siglo V d.C. Málaga. ARANCIBIA, A. y ESCALANTE, M.M., (2006): Intervención arqueológica en la parcela de calle Cister, 3 – San Agustín 4 (Málaga). Memoria Preliminar. (Informe administrativo). Málaga. ARANCIBIA, A., ESCALANTE, M.M. y FERNÁNDEZ, L. (2002): “Informe preliminar de los resultados obtenidos en la excavación arqueológica de urgencia realizada en calle Pulidero-La Puente, esq. Priego (Barrio Perchel-Trinidad, Málaga)”, Anuario

135

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Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Nombre de la Muestra REBANAVE2168 (Fase IV)

Material Pretreatment

Measured Age

13C/12C

Conventional Age

REBANAVE3140 (Fase I)

AMSADVANCE delivery RadiometricStandard delivery AMS-Standard delivery

REBANAVE2253 (Fase I)

AMS-Standard delivery

2610 +/- 40 BP -22.8 o/oo

2650 +/- 40 BP

SISIDRO59749

RadiometricStandard delivery

2660 +/- 60 BP -23.4 o/oo

2690 +/- 60 BP

REBANAVE2114 (Fase IV)

2810 +/- 40 BP -25.9 o/oo

2800 +/- 40 BP

2780 +/- 40 BP -25.0 o/oo

2780 +/- 40 BP

2700 +/- 40 BP -24.3 o/oo

2710 +/- 40 BP

Tabla 1. Cronologías de La Rebanadilla y del Cortijo de San Isidro.

137

2 Sigma Calibration

Cal BC 1040 to 840 (Cal BP 2990 to 2790) Cal BC 1010 to 830 (Cal BP 2960 to 2780) Cal BC 920 to 800 (Cal BP 2870 to 2750) Cal BC 890 to 870 (Cal BP 2840 to 2820),Cal BC 850 to 780 (Cal BP 2800 to 2740) Cal BC 970 to 960 (Cal BP 2920 to 2900),Cal BC 940 to 780 (Cal BP 2890 to 2740)

A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia...

Figura 1. Vista general de La Rebanadilla con respecto al mar, ubicado al fondo de la imagen.

Figura 2. Molde cerámico para lingotes de metal.

Figura 3. Molde de fundición en piedra. 138

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Figura 4. Vista de uno de los edificios de la fase III de La Rebanadilla.

Figura 5. Detalle de una de las habitaciones de la fase III de La Rebanadilla. 139

A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia...

Figura 6. Detalle del betilo.

Figura 7. Detalle del quemaperfumes.

140

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Figura 8. Vista de la habitación con posible altar (La Rebanadilla).

Figura 9. Pavimento de conchas de la fase II de La Rebanadilla. 141

A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia...

Figura 10. Cabaña de la fase I de La Rebanadilla.

Figura 11. Toberas localizadas en la fase I de La Rebanadilla.

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Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Figura 12. Geométrico Medio II (La Rebanadilla).

Figura 13. Jarro sardo askoide (La Rebanadilla).

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A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia...

Figura 14. Olla sarda tipo Boc. 16 (La Rebanadilla).

Figura 15. Cerámica local (La Rebanadilla).

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Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Figura 16. Tumba de cremación fenicia (Cortijo de San Isidro).

Figura 17. Escarabeo egipcio (Cortijo de San Isidro).

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A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia...

Figura 18. Estructura excavada asociada al fondo de cabaña de San Pablo.

Figura 19. Pavimento de conchas de C/ Cister.

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Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Figura 20. Habitación del santuario con ara central (C/ Cister - San Agustín).

Figura 21. Detalle del altar Santuario, II Fase (C/ Cister - San Agustín). 147

A. Arancibia et al. – Aportaciones de las últimas intervenciones a la arqueología fenicia...

Figura 22. Detalle de los zócalos y alzados de adobe en C/ Cister.

Figura 23. Alzado 3D, reconstrucción de la muralla fenicia, lienzo Norte. Museo Picasso Málaga

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Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Figura 24. Proceso de excavación de las habitaciones siglo VI a.C. de C/ Cister.

Figura 25. Muralla del Picasso: puesta en valor del lienzo Norte de la muralla localizada en el Museo Picasso Málaga.

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