Aportaciones a la ocupación durante el Neolítico Inicial del piedemonte del Subbético Cordobés: el enclave del Castillo de Doña Mencía (Córdoba)

June 14, 2017 | Autor: R. Martínez- Sanchez | Categoría: Neolithic Archaeology
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Descripción

Aportaciones a la ocupación durante el Neolítico Inicial del piedemonte del Subbético Cordobés: el enclave del Castillo de Doña Mencía (Córdoba) ■ RAFAEL MARÍA MARTÍNEZ SÁNCHEZ1, JUAN FRANCISCO GIBAJA BAO2, JOSÉ LUÍS LIÉBANA MÁRMOL, IGNACIO MUÑIZ JAÉN3, ÁNGEL RODRÍGUEZ AGUILERA4

R E S U M E N Las sucesivas campañas arqueológicas de apoyo a la restauración en la forta‑

leza medieval de Doña Mencía (Córdoba), han supuesto la documentación bajo ésta de un nivel de ocupación de adscripción neolítica, dispuesto sobre el sustrato natural que integraría una colina situada a casi 600 msnm. El terreno sobre el que se asienta representa un ambiente de transición entre la Alta campiña y el macizo cárstico del Subbético cordobés, caracteri‑ zado por la presencia de yacimientos al aire libre y sobre todo en cueva, entre los que se des‑ taca la Cueva de los Murciélagos (Zuheros) y la Cueva de los Mármoles (Priego de Córdoba). Palabras clave: Emplazamientos al aire libre, Neolítico Inicial, Andalucía.

As a result of the archaeological works supporting the restoration of the medieval fortress in the city of Doña Mencía (Cordova), a Neolithic occupation layer has been found under this fortification, which is located over the natural substrate from a hill that is about 600 meters over the sea level. This site stands on a transitional environment between the countryside (Campiña) and the Subbaetic Mountains of South Cordova, which are also characterized by the presence of open­‑air sites and especially in caves, includ‑ ing Cueva de los Murciélagos (Zuheros) and Cueva de los Mármoles (Priego de Córdoba). ABSTRACT

Keywords: Open­‑ air sites, Early Neolithic, Andalusia.

Introducción El Castillo de Doña Mencía representa el núcleo origi‑ nal del actual municipio cordobés, siendo levantado a comienzos del siglo XV con objeto de defender la fron‑ tera castellana con el reino nazarí, no existiendo hasta entonces fuentes documentales que aseguraran un poblamiento anterior a esta fecha. Éste se asienta en una pequeña elevación, orientada al Noroeste y situada a 600 msnm y a 1,5 km al norte del escarpe del monte Cama‑ rena (que supera la cota 1100), estribación septentrional y límite norte del macizo de las Subbéticas Cordobesas, abriéndose pues a la campiña Sur del Guadalquivir y hacia la cuenca del Guadajoz (Fig. 1). El conocimiento de la existencia de una fase neolítica bajo la fortaleza, se puso de manifiesto a través de la rea‑ lización de una serie de intervenciones arqueológicas realizadas entre 1997 y 2009. Ya desde una primera actua‑ ción llevada a cabo en el sector central, se pudieron recu‑ perar algunos restos líticos, si bien no fue hasta una década más tarde (2007), cuando volvieron a detectarse evidencias, esta vez en un pequeño sondeo de algo más de 1,5 por 2 m, trazado en el sector oriental del patio de armas y dirigido por uno de los firmantes (IMJ). En éste se localizó un sedimento edafizado de coloración oscura, saturado de material arqueológico (UE 3122) (Muñiz et

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Alii, 2010, pp. 240­‑ 250), siendo intervenido de nuevo a perfil vista en la posterior actuación de 2009. Precisa‑ mente en esta última campaña se localizó un nivel aná‑ logo, compuesto por un sedimento de origen orgánico y de características muy semejantes al anterior, situado en contacto con el lienzo norte (UE 4186). Entre ambos son‑ deos median algo más de 15 m (Fig. 1). En ninguno de estos sondeos se detectó la presencia de estructuras de acondicionamiento o restos de áreas construidas, algo difícil si tenemos en cuenta la escasa superficie excavada de la fase prehistórica, estando el nivel previsiblemente alterado en otros puntos debido a su carácter superficial y por las construcciones posterio‑ res que en este emplazamiento se sucedieron a lo largo de la Historia, entre las que se incluyen la pars rustica de una villa romana y diferentes dependencias de la cons‑ trucción militar bajomedieval.

La cultura Material Los restos recuperados en ambos cortes, representados por la unidades estratigráficas 3122 y 4186, se componen de restos cerámicos, líticos, óseos y artefactos de adorno, estando éstos elaborados bien en piedra o sobre concha. La colección lítica queda compuesta en su mayor parte

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Fig. 1 Situación del Castillo de Doña Mencía, entre el piedemonte subbético y la campiña cordobesa.

por industria tallada sobre sílex, si bien de la misma forma contamos con algunos testimonios de arteusos y piedra pulimentada, alguno de los cuales de notable interés.

Industria cerámica Pese a lo reducido del área excavada, la densidad de fragmentos cerámicos resulta notoria (822 contabiliza‑

dos, 481 en la UE 3122 y 341 para la 4186). En su mayor parte representan fragmentos de pequeño tamaño con un índice acusado de rodamiento, lo que indica muy pro‑ bablemente una acción reiterada de pisoteo y desplaza‑ miento de difícil calibración. Ello sin duda dificulta la evaluación de los tratamientos, mostrando en su mayor parte superficies alisadas. El grado de fragmentación determina sin duda la alta proporción de fragmentos no decorados, representando éstos apenas el 9 % (73 frag‑

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Lámina 1 Selección de fragmentos cerámicos decorados: 1­‑ 10 y 12, UE 3122; 11 y 13­‑ 18, UE 4186.

mentos). Excluimos aquellos que muestran evidencia aislada de asa, mamelones (EPS) o engobe a la almagra (15 piezas), lo que consideramos una forma de trata‑ miento de las paredes. Las proporciones entre los diver‑ sos rasgos decorativos de ambos conjuntos muestran un equilibrio semejante, superando las impresiones casi el

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70 %, quedando en menor proporción numérica las muestras de decoración incisa y modelada por adición de pasta. Los fragmentos de cerámica impresa muestran siste‑ mas muy variados, representando impresiones probable‑ mente a punzón y con matriz dentada, formando retícu‑

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las complejas o campos rellenos, a veces limitados por líneas incisas, impresiones lineales y puntiformes, e impresiones a caña oblicua o perpendicular formando círculos impresos. Destaca de la misma forma la presen‑ cia en ambas unidades estratigráficas de impresiones pivotantes, en algún caso de curvatura pronunciada (Lámina 1: 10). Muy frecuentes resultan las impresiones sobre cordones aplicados, bien en series lineales dispues‑ tas perpendicularmente a la dirección del cordón, bien mediante digitaciones o ungulaciones (Lámina 1: 1­‑ 3,6). Las incisiones se reducen al trazado de motivos linea‑ les, rectilíneos, a veces delimitando campos decorativos más complejos y curvilíneos, observándose en algún caso haces de líneas curvas paralelas de cierta anchura (Lámina 1: 11). Por último, la decoración plástica apli‑ cada se resume en la presencia de cordones y baqueto‑ nes, tanto horizontales como verticales así como paredes modeladas por adición de pasta (en arranques de asa), mostrando en muchos de los casos como ya hemos alu‑ dido, series impresas sobre cordón (Lámina 1: 1­‑ 3, 6). Algunos fragmentos cuentan con elementos de pren‑ sión y suspensión, tales como mamelones de lengüeta, asas perforadas horizontalmente, asas de tubo (algunas verticales) y asas de cinta, conservándose en estos casos normalmente tan sólo los arranques. Las formas deter‑ minadas suelen consistir en formas globulares, obser‑ vándose igualmente algunas formas de paredes rectas verticales o ligeramente entrantes, cucharones, cuencos hemisféricos y de casquete esférico, así como contene‑ dores de grandes dimensiones y leve cuello. Los escasos fragmentos con borde documentados, muestran un per‑ fil redondeado o apuntado.

Industria lítica tallada Este conjunto consta de 405 piezas. En ambas unida‑ des, el sílex representa la materia prima dominante, próxima al 98 % (395 piezas). Éste muestra una aparente diversidad de aspecto y coloración, predominando tonos grises y melados y evidenciando en algún caso textura oolítica, siendo en todo caso concordante con el sílex propio del Subbético Medio, obtenido probablemente en ambientes próximos situados más al sur. El conjunto muestra por lo general un estado de conservación bueno, si bien el tamaño y el grado de fragmentación de muchos de los soportes laminares probablemente acusan el con‑ curso del pisoteo y quizás diversas alteraciones de origen mecánico y químico, lo que ha determinado de forma drástica el estado de conservación de las piezas y la for‑ mación de un característico lustre de suelo que ha difi‑ cultado el análisis traceológico. La tecnología dominante es la talla laminar por percu‑ sión o presión, empleando en ocasiones el tratamiento térmico para facilitar la extracción (proceso técnico tan habitualmente documentado en los contextos del neolí‑ tico inicial del sur de Iberia). Los soportes laminares

Gráfico 1 Tipometría de los soportes laminares.

resultantes muestran una tipometría ciertamente estan‑ darizada cuya anchura se sitúa entre 10 y nueve milíme‑ tros y un espesor de tres (Gráfico 1). En este tipo de soportes, los talones lisos resultan predominantes, cons‑ tituyendo en su práctica totalidad productos de plena explotación (Fig. 2: 14­‑ 19, 21­‑ 24). Tras los soportes laminares, se siguen los productos industriales sobre lasca (82 piezas), los cuales muestran un mayor índice de corticalidad, debido probablemente a que son resultado del desbastado inicial y configura‑ ción de los propios núcleos de soportes laminares, del aprovechamiento de los núcleos durante los últimos momentos de su explotación o de una economía de talla poco estandarizada. Este modo queda evidenciado por las características de los soportes nucleares, en su mayo‑ ría restos y fragmentos de núcleos globulosos, y algunos flancos de núcleo, principalmente de extracción de las‑ cas por percusión directa. Tan sólo ha podido detectarse un fragmento de núcleo de laminillas, muy afectado por calentamiento y tres tabletas de reavivado y aristas de núcleo, procedentes de bases de extracción de laminillas o soportes laminares de escasa tipometría. En cuanto a los grupos tipológicos extraídos del con‑ junto, destacan los elaborados exclusivamente sobre productos laminares, abundando los soportes con reto‑ que marginal y de base estrechada por retoque simple o semiabrupto (Fig. 2: 9­‑ 10, 3­‑ 4). De la misma forma des‑ tacan las piezas astilladas, muescas, denticulados y las‑ cas retocadas (Fig. 2: 11­‑ 12). Cabe destacar la presencia de un elemento de hoz, dotado de lustre de uso de delineación oblicua y consti‑ tuyendo un soporte laminar modificado por retoque abrupto o semiabrupto (Fig. 2: 20). También hemos documentado un trapecio de base pequeña retocada y lado cóncavo (Cabanilles, 2007, p. 89), con retoque abrupto directo en ambos lados y abrupto cruzado en base menor (Fig. 2: 8). Otros dos trapecios muestran algunos estigmas y deterioros que dificultan su lectura, siendo probablemente también de base pequeña reto‑ cada, y en un caso con un lado cóncavo (Fig. 2: 6­‑ 7). Se han identificado cuatro raspadores, en su mayoría atípicos, piezas con borde abatido y algunas truncaduras,

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Fig. 2 Algunos ejemplos de industria lítica tallada: 1­‑ 13, UE 4186; 13­‑ 24, UE 3122.

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entre las que destaca una lámina de ciertas dimensiones (74 mm de longitud), extraída por percusión y con el extremo distal truncado por retoque abrupto de delinea‑ ción recta (Fig. 2: 1). Por último, los taladros se encuen‑ tran bien representados con tres ejemplares, uno de los cuales corresponde a una lámina cuyos lados se encuen‑ tran apuntados en su extremo distal por retoque semia‑ brupto alterno (Fig. 2: 2). El estudio traceológico realizado corresponde por el momento a una selección de nueve piezas, tanto retoca‑ das como no retocadas. Ésta ha tenido por objeto valorar las posibilidades de análisis de dicho utillaje basándose en su estado de conservación. Morfológicamente, las piezas corresponden a seis láminas o fragmentos de lámina con o sin retoque, así como a tres geométricos. Desafortunadamente, el material suele presentar un lus‑ tre de suelo intenso asociado en ocasiones a ligeras páti‑ nas. Estas alteraciones afectan especialmente a la detec‑ ción de los rastros producidos por materias blandas como la carne, la piel fresca o el pescado, materias que suelen generar sutiles modificaciones en los filos en forma de pequeñas melladuras acompañadas de micro‑ pulidos poco desarrollados. Tales huellas quedan total‑ mente enmascaradas o destruidas por el lustre de suelo y la pátina que resulta, lo cual impide demostrar empíri‑ camente el previsible empleo de los útiles afectados. Por el contrario, sí de han detectado evidencias de uso en el elemento de hoz ya citado, el cual muestra un fuerte desarrollo de las huellas producto de su utilización durante un tiempo prolongado. La distribución del pulido es ligeramente diagonal al filo, lo que demuestra que se enmangó junto a otras piezas formando un borde denti‑ culado (Fig. 2: 20). Otra de las láminas usadas es un frag‑ mento proximal, en cuyo lateral derecho se conserva una pequeña zona donde se observa un micropulido típico de plantas no leñosas, quizás cereales, siendo difícil su segura identificación debido al lustre de suelo (Fig. 2: 3). Uno de los soportes laminares ha sido utilizado para raspar posiblemente piel fresca. El filo izquierdo está redondeado, presentando un micropulido de trama abierta asociado a un conjunto de melladuras dispuestas en la cara dorsal. Con probabilidad también el lateral derecho pudo ser usado para esta misma actividad, no pudiendo asegurarlo por el escaso desarrollo de las hue‑ llas (Fig. 2: 13). En cuanto a los trapecios geométricos, uno de ellos muestra claras fracturas de impacto producto de su uso como proyectil. En uno de los vértices se aprecia una frac‑ tura aburilada que nos indica que posiblemente se enmangó como punta o “barbelure” (Fig. 2: 7). El segundo de este grupo sólo muestra pequeñas melladuras en el lateral sin retocar (base mayor) (Fig. 2: 8). Tales modifica‑ ciones no nos permiten determinar si son resultado de su utilización. Por último, una pieza quizá correspondiente a una pequeña lámina de dorso (Fig. 2: 6) presenta una serie de melladuras en el lateral no retocado, algunas de las cuales se sitúan en diagonal al filo. Junto a ellas hemos

registrado puntos de micropulido compacto resultado tal vez del roce con la parte esquelética de la presa. Este con‑ junto de rastros nos hacen pensar que quizás se empleara también como elemento de proyectil.

Otras industrias La industria lítica no tallada, de la que hemos excluido los objetos de adorno, resulta numéricamente escasa, si bien como veremos contiene artefactos de indudable singularidad. La presencia de elementos de molturación pudo detectarse ya en la actuación de 2007, con un frag‑ mento de moleta en ofita, de sección plano convexa, y que conservaba parte del plano activo (Muñiz et Alii, 2010, p. 241). Junto a éste se localizó en la última cam‑ paña (UE 4186) un elemento de molturación de morfo‑ logía discoidal, que bien pudiera identificarse tanto con un elemento activo como con uno pasivo, estando reali‑ zado en arenisca o microconglomerado. Otro instrumento, realizado en un canto cilíndrico de arenisca o grauvaca, puede ser definido al menos morfo‑ lógicamente como un alisador, similar a otros artefactos de hueso y asta presentes en contextos neolíticos levan‑ tinos (Pascual, 1998, p. 63). Este objeto muestra al menos tres facetas configuradas por abrasión en el extremo dis‑ tal, en forma de doble bisel, abierto en ángulo recto. Su base o extremo proximal muestra una serie de impactos o desconchados por percusión posada, probablemente debido a su uso como útil intermedio o engastado (Fig. 3: 11). Por último presentamos un objeto verdaderamente singular, hallado como los anteriores en el nivel excavado en la UE 4186, que representa una posible maza en caliza oolítica blanca, de procedencia local (presente en el escarpe de Camarena y en el vecino cauce del arroyo Bai‑ lón), material que veremos más adelante en los brazale‑ tes de piedra (Fig. 3: 1). Dicho objeto, de forma ovoide y probablemente elaborado a partir de un canto natural modificado, posee una perforación tubular de sección levemente bicónica y realizada a través de un útil rotato‑ rio, contando con 522 g de masa, mostrando evidencias visibles de erosiones y microfracturas en ambos polos. Su funcionalidad cabe ser interpretada a partir de paralelos aún escasos en la Península, aunque de amplia disper‑ sión en el mediterráneo Oriental así como en distintos puntos de la Europa continental y mediterránea (San Valero, 1950, pp. 37­‑ 47). La industria ósea resulta muy escasa, no habiéndose detectado más que dos elementos seguros, junto a evi‑ dencias de facetado artificial de algunos fragmentos y astillas óseas, probablemente pertenecientes a útiles óseos o elementos sujetos a una utilización circunstan‑ cial. En el primer caso, contamos con un segmento mesial de elemento apuntado, dotado de lados rectos convergentes configurados por abrasión, hallado en la UE 3122 (Fig. 3: 12). Un segundo artefacto, procedente de

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Fig. 3 Industria lítica no tallada, ósea y objetos de adorno: 1, UE 4186; 2­‑ 12, UE 3122.

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la misma unidad, se conserva en dos fragmentos muy deteriorados de un elemento biselado (cincel) realizado a partir de la pared ósea de un metápodo de macroma‑ mífero. Los objetos de adorno localizados pueden dividirse entre los realizados sobre materias primas minerales y los realizados sobre objetos de concha, en su totalidad de origen marino. Entre los primeros únicamente se cuenta con fragmentos de brazaletes de piedra, todos realizados en caliza oolítica local. Se han podido recuperar ocho fragmentos, repartidos con igual número entra la UE 3122 y la 4186, mostrando la mayor parte de ellos una sección plano­‑ convexa en forma de cinta y con bordes rectos, siendo todos de superficie lisa y carentes de inci‑ siones paralelas (Fig. 3: 2­‑ 4). Los diámetros originales de las piezas oscilan entre los aproximadamente 50 mm de diámetro externo y los 90 mm, estando la mayor parte de ellos entre los 90 y 80 mm. Las trazas tecnológicas que han podido observarse en algunos casos coinciden con las esperadas para una cadena operativa similar a la desarrollada experimental‑ mente a partir del estudio de las preformas procedentes de diversos yacimientos de la Subbética Cordobesa (Martínez Sevilla, 2010, pp. 45­‑ 47), estando documen‑ tado a escasamente cuatro kilómetros al Este, un taller de elementos muy similares (las Piedras Viñaeras) (Vera et Alii, 1999, p. 19). En cuanto a los adornos realizados sobre concha de moluscos marinos, todos hallados en la UE 3122, destaca un segmento curvo de brazalete, realizado en una gran valva de Glycimeris sp (almendra de mar), que alcanza‑ ría en origen entre 100 y 110 mm de diámetro externo (Fig. 3: 6). También sobre la valva de un glicimérido, aun‑ que en este caso de menor tamaño, se encuentra recor‑ tado un objeto de perfil ovoide, donde la superficie externa del umbo se halla facetada por abrasión, adop‑ tando una forma cónica semejante a una lapa, no distin‑ guiéndose perforaciones o evidencias que determinen su uso a modo de colgante o adorno (Fig. 3: 5). También disponemos de dos fragmentos de conchas de Cipraea (Zonaria pyrum/ Luria lurida). Uno de los fragmentos, perteneciente a un ejemplar próximo a los 50 mm de longitud, muestra la porción residual de una perforación realizada en el área dorsal sobre uno de los extremos, probablemente con el fin de hacer pasar un cordel o fibra con vistas a su suspensión (Fig. 3: 7). Por último dos pequeñas piezas de adorno, también realiza‑ das sobre concha de molusco, corresponden a una cuenta discoide de perforación concéntrica, realizada en un disco plano recortado desde la concha de un vene‑ roido (probablemente Pecten o Cerastoderma), y un seg‑ mento de concha de escafópodo (Dentalia) con los extre‑ mos lisos por facetado (Fig. 3: 10 y 9). Todos los elementos de adornos corresponden a moluscos compatibles con litorales arenosos, como los presentes en las actuales costas del mar de Alborán. Como recursos abióticos explotados, cabe mencionar

la presencia de lápices de hematites (almagra), dotados de diversas facetas de abrasión y presentes tanto en la UE 3122 (siete ejemplares) como en la 4186 (nueve ejempla‑ res). Por último y como elemento de interpretación más compleja, contamos con un ejemplar fósil de ammonites (de concha estriada) hallado en la unidad 4186, propio del Jurásico de la Sierra de Cabra y por tanto de proce‑ dencia alóctona al entorno inmediato (media distancia).

Los restos óseos Los restos óseos responden sin duda a los elementos más abundantes localizados en ambas unidades estrati‑ gráficas, correspondiendo en términos numéricos abso‑ lutos a 1023. En total se han contabilizado 261 restos óseos y 762 esquirlas, todas ellas difícilmente identifica‑ bles en rango de especie. Estas esquirlas, fruto de un cri‑ bado concienzudo en seco de los sedimentos, se repar‑ ten entre 257 en la UE 3122 y 505 en la 4186, habiendo sido segregadas del conjunto general para potenciar la lectura de las proporciones en el caso de los taxones identificados. Excluyendo las esquirlas, el número de restos contabi‑ lizados en la UE 3122 corresponde a 147, siendo de 114 en la UE 4186. En ambas unidades, la proporción de res‑ tos termoalterados guarda un equilibrio similar, en torno al 30 %. La práctica totalidad de los restos muestra alte‑ raciones químicas y biológicas, principalmente adición de carbonatos y vermiculación debido a raíces, encon‑ trándose en general en buen estado de conservación, si bien muy afectados por fracturación intensa, probable‑ mente debida a pisoteo. Aun excluyendo a las esquirlas, la identificación de ambos conjuntos en rango de especie resulta muy baja, debido fundamentalmente a su alto índice de fractura‑ ción. En cuanto a los taxones representados, los capri‑ nos, tanto salvajes como domésticos parecen dominar el panorama, habiéndose determinado la presencia tanto de cabra montés (Capra pyrenaica), como de cabra doméstica y oveja, de la que contamos con dos indivi‑ duos diferentes. En total, los caprinos (cabra montés y doméstica, oveja y previsiblemente el rebeco, del que no hemos hallado evidencia) alcanzan el 45 % del peso bruto de los vertebrados identificados por género o fami‑ lia, incluyendo a las aves. La alta proporción de restos de mesomamíferos, en su mayor parte artiodáctilos, res‑ palda la alta presencia de este grupo en los contextos analizados. Tanto en peso como en número de restos, el ciervo (Cervus elaphus) y el bovino doméstico muestran una proporción muy semejante, si bien en el conjunto de la primera especie hemos incluido algunos fragmentos de asta. El bovino doméstico cuenta con dos individuos dis‑ tintos, determinados por la presencia de restos dentales de un juvenil. Para terminar con los artiodáctilos, la muestra de suidos es escasa aunque se haya presente con

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nueve restos, pudiendo ser atribuidos (aunque sin con‑ firmación segura) a la variedad doméstica, a partir de rasgos osteométricos y las proporciones de algunas pie‑ zas dentales conservadas. Los restos de lepóridos cuentan con una alta presencia en cuanto a número de restos, en su mayoría pertene‑ cientes a restos de conejo, aunque también se ha podido documentar liebre, representando ambas especies en cuanto a peso una ínfima parte. En este sentido, se han contabilizado restos de microvertebrados, uno de ellos correspondiente al tarsometatarso de un ave indetermi‑ nada. Cerrando la descripción del material osteológico, la UE 4186 ha rendido un número destacado de restos huma‑ nos, de los que una pequeña parte se han incluido en el estudio de la fauna al quedar algunos restos insertos en este conjunto. Éstos pertenecen a diversos individuos repartidos entre infantiles y adultos, hallados muy frag‑ mentados y dispersos en el nivel de ocupación, junto a los restos de fauna. Parte del conjunto muestra alteracio‑ nes (trampling y aprentes fracturas drásticas en fresco), sobre las que se especuló inicialmente en la prensa res‑ pecto a un posible origen vinculado a prácticas de con‑ sumo antropofágico. Al día de hoy el estado del material obliga por el momento a guardar cautela.

Cronología, interpretación y discusión Las unidades estratigráficas de adscripción neolítica documentadas en este enclave, corresponden a un paquete homogéneo y de espesor variable, acorde con un nivel de ocupación. La naturaleza de los restos extraí‑ dos no permite avanzar una interpretación diferente a la propia de piso de ocupación ligado a un horizonte de hábitat. La presencia de restos humanos fragmentados y la relativa abundancia de artefactos de adorno y objetos singulares (como la maza y de alguna manera el fósil de ammonites), podría hacer referencia a la convergencia en este entorno de actividades y actitudes ritualizadas, no necesariamente asociadas al mundo funerario, cuya naturaleza de momento se nos escapa. La semejanza de gran parte de la cultura material con la que cabe encon‑ trar en cuevas y simas situadas algo más al Sur, en el Macizo Subbético y normalmente relacionadas con su uso como cuevas sepulcrales, ofrece dudas razonables respecto al carácter meramente ocupacional o ligado en exclusiva a actividades económicas estacionales, como agente único responsable de la formación de estos con‑ textos. Una visión contrapuesta se genera a la luz de las evi‑ dencias de procesos ligados a la economía doméstica (hallazgo de útiles con pátinas de siega), lo que pondría de manifiesto el uso y mantenimiento de instrumentos de recolección, típicos del Levante y Sur de Iberia empleados para la siega a muy baja altura (González et alii, 2000, p. 187; Ibáñez et alii, 2008; Gibaja et alii, 2010).

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En el caso de los restos óseos animales, podríamos dedu‑ cir el sacrificio y consumo preferente de caprinos domés‑ ticos, que representarían la cabaña principal, a la que se sumaría el bovino y de lejos los suidos, cuyos rasgos mor‑ fológicos no hemos podido disociar con total seguridad del jabalí. A esta economía de base productiva se le aña‑ dirían presumiblemente actividades predatorias basada en la caza del ciervo y de la cabra montés, así como la captura de conejos y liebres, actividades que también parece evidenciar el estudio traceológico de de los trape‑ cios y la pieza de dorso identificados como puntas de proyectil. A modo de conclusión preliminar, conviene señalar la plena consonancia de este conjunto con aquellos detec‑ tados en emplazamientos bien conocidos de Andalucía Central para fines del VI y avanzado el V Milenio ANE; tecnocomplejos basados en láminas de pequeño for‑ mato, extraídas mediante percusión y presión empleando el tratamiento térmico, no excesivamente estandarizadas y en las que se reafirman plenamente las pruebas de la recolección o siega de elementos vegetales conforme a los tallos de cereales, lo que presupone en consonancia con los datos arrojados por otros investigadores, la implantación plena de procesos de producción agrícola en este ámbito geográfico (Vera Rodríguez, 1999, p. 39). La cronología de esta ocupación cabe situarla en momen‑ tos avanzados del Neolítico Inicial, muy probablemente espaciada entre fines del VI e inicios del V milenio ANE, en paralelo al período I y II de Peña de los Gitanos (Mon‑ tefrío, Granada) (Cámara, 2005, p. 842­‑ 844), Fase IV de Cueva del Toro (Antequera, Málaga) (Martín Socas et Alii, 2004: 45), y en consonancia con dataciones extraí‑ das para el Neolítico A de cueva de los Murciélagos, de la vecina Zuheros (Gavilán et Alii, 1996, p. 324­‑ 325). Frente a la visión tradicional de una presunta “Salida de las Cuevas” señalada a partir del Neolítico Reciente en el reborde Sur de la Depresión del Guadalquivir, el pre‑ sente descubrimiento viene a sumarse al de otros encla‑ ves al aire libre en el entorno subbético, algunos de ellos ya conocidos desde hace décadas, caso de los Castillejos de Montefrío (Arribas y Molina 1979; Cámara et Alii, 2005), o ya en contacto con la Vega de Granada, la Molaina (Pinos Puente) (Sáez y Martínez, 1981). Desde nuestro punto de vista, dichas localizaciones podrían interpretarse dentro de un modelo de ocupación muy móvil, quizá relacionado con una explotación agrícola en las tierras bajas mediante barbechos de ciclo largo, alter‑ nada con el pastoreo estacional de caprinos en las tierras altas, actividades que pudieron complementarse con la captura ocasional de ungulados salvajes (cabra montés y ciervo). En este sentido, el castillo de Doña Mencía, aun situán‑ dose muy próximo al macizo montañoso del Subbético cordobés, se encuentra a escasos metros de la cabecera del río Guadalmoral, el cual configura algunos ambien‑ tes de llanura aluvial muy aptos para el cultivo, siendo tributario del Guadajoz, y éste del Guadalquivir. Así,

APORTACIONES A LA OCUPACIÓN DURANTE EL NEOLÍTICO INICIAL DEL PIEDEMONTE DEL SUBBÉTICO CORDOBÉS: EL ENCLAVE DEL CASTILLO DE DOÑA MENCÍA (CÓRDOBA)  RAFAEL MARÍA MARTÍNEZ SÁNCHEZ, JUAN FRANCISCO GIBAJA BAO, JOSÉ LUÍS LIÉBANA MÁRMOL, IGNACIO MUÑIZ JAÉN, ÁNGEL RODRÍGUEZ AGUILERA

cabría ser relacionado con las ocupaciones de campiña alta y entornos bisagra, próximos al piedemonte subbé‑ tico pero con acceso directo a terrenos y suelos de vega bien irrigados, debido a la abundancia de manantiales de origen cárstico. Éste sería el caso de los enclaves de Coti‑ llas y Fuente del Carmen (ambos en Zuheros) (Asquerino 1985, Vera et Alii, 1999, p. 18), junto al cauce del Bailón; Cerro de Santa María (Lucena) y la Iglesia (Cabra), próxi‑ mos a los cauces y arroyos que alimentan la cabecera del río Cabra (Bernier et Alii 1981, p. 66); la Jumilla, el Cer‑ cado o la Taberna (Priego de Córdoba), junto a Lucerico (Fuente Tójar), en la Depresión Priego­‑ Alcaudete y próximos al curso alto del Guadajoz (Gavilán y Vera, 1997, 1999) o más al Noroeste y en terrenos campiñeses, los enclaves de Guta, Viña Boronato, La Polonia o San Joaquín (Carrilero y Martínez, 1985), franqueando la ribera izquierda y derecha del Guadajoz.

Notas La intervención arqueológica de 2007 fue acometida por Ignacio Muñíz Jaén, junto a Lina Morales Reyes y Manuel Ramírez Ayas. La dirección de la actuación de 2009 corrió a cargo de Ángel Rodríguez Aguilera. Los restos humanos documentados a lo largo de la última intervención se encuentran en estudio en el Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada, a cargo de la Dr. Inmaculada Alemán. El estudio traceológico se ha reali‑ zado en el marco del proyecto: “Origins and spread of agri‑ culture in the south­‑western Mediterranean región” The European Research Council (ERC­‑AdG 230561).

1

Área de Prehistoria, Universidad de Córdoba (HUM 262). [email protected]

2

Departamento de Arqueología y Antropología CSIC – IMF, Barcelona. [email protected]

3

Ecomuseo del Río Caicena. Almedinilla (Córdoba). [email protected]

4

Museo Arqueológico de Doña Mencía (Córdoba). [email protected]

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