Aportaciones a la neuroética de los antecedentes filosóficos de la relación emoción-razón

June 15, 2017 | Autor: D. Pallarés-Domín... | Categoría: Philosophy of Mind, Moral Philosophy, Neuroethics (Philosophy)
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ILDEFONSO MURILLO (ED.)

La filosofía práctica

EDICIONES DIÁLOGO FILOSÓFICO Colmenar Viejo (Madrid) 2014

EDICIONES DIÁLOGO FILOSÓFICO / PUBLICACIONES CLARETIANAS Colección Jornadas 9

© 2014. Ediciones Diálogo Filosófico Corredera, 1 Apartado de Correos, 121 28770 Colmenar Viejo (Madrid) Tlfo.: 610 707 473 Fax: 918 462 973 E-mail: [email protected] Diseño de Cubierta: Sandra Alonso García Escuela de Atenas (Rafael) Maquetación CD: María Teresa Lázaro Pro I.S.B.N.: 978-84-616-8474-8 Depósito Legal: M-5328-2014

Imprime: Imprenta KADMOS Salamanca, 2014

APORTACIONES A LA NEUROÉTICA DE LOS ANTECEDENTES FILOSÓFICOS DE LA RELACIÓN EMOCIÓN-RAZÓN . 1

DANIEL VTE. PALLARÉS-DOMÍNGUEZ Universitat Jaume I de Castellón INTRODUCCIÓN Desde su nacimiento en el año 2002, la neuroética ha sido considerada como mínimo de dos maneras, o bien como ética aplicada y parte de la Bioética, o bien como una nueva perspectiva2. Algunas de las clasificaciones más estudiadas, como la de A. Roskies 3 o A. Cortina 4 , distinguen entre «ética de la neurociencia» y «neurociencia de la ética», y si bien la consideración de los factores éticos en el desarrollo de las neurociencias es importante, parece que han cobrado mayor relevancia los aspectos referidos al estudio de la moral desde los parámetros neurales, en lo que se refiere principalmente a: relación cerebro – mente5, libertaddeterminismo6 o la existencia de las intuiciones morales 7. Desde una posición más determinista, algunos autores han tratado la supuesta primacía de la racionalidad del consecuencialismo frente al deontologismo 8, la concepción de la libertad como una ilusión9 e incluso el intento de fundamentar la moral en el cerebro 10. 1 Este artículo y los contenidos tratados en él derivan de la realización de un trabajo de fin de máster, con el título «Un acercamiento crítico al tratamiento de las emociones en neuroética» perteneciente al Máster interuniversitario en Ética y Democracia, impartido por la Universidad de Valencia y la Universitat Jaume I de Castellón, defendido el 12 de Diciembre de 2011. 2 Cf. William SAFIRE, “Visions of a New Field of Neuroethics”, en: Stephen J. MARCUS (ed), Neuroethics: Mapping the Field, New York, Dana Press, 2002, p. 5. 3 Adina ROSKIES, “Neuroethics for the new millenium”, Neuron, 35 (2002) 21-23. 4 Adela CORTINA, “Neuroética: ¿ética fundamental o ética aplicada?”, Diálogo Filosófico, 80 (2011) 205-224. 5 Cf. Antonio DAMASIO, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Barcelona, Destino, 2011. 6 Cf. Kathinka EVERS, Neuroética. Cuando la materia se despierta, Madrd, Katz, 2010 7 Cf. Marc HAUSER, La mente moral, Barcelona, Paidós, 2008. 8 Cf. Joshua GREENE, “The Secret Joke of Kant´s soul”, en Moral Psychology, 3 (2008) 35-79. 9 Cf. Francisco RUBIA, El fantasma de la libertad, Barcelona, Crítica, 2009. 10 Cf. Michael GAZZANIGA, El cerebro ético, Barcelona, Paidós, 2006, pp. 14-15; Cf. Vilanayur RAMACHANDRAN, Los laberintos del cerebro, Madrid, La liebre de marzo, 2008; Cf. Vilanayur RAMACHANDRAN, Lo que el cerebro nos dice: los misterios de la mente humana al descubierto, Barcelona, Paidós, 2012.

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Algunas de las preguntas y los temas de estudio de la neuroética no son nuevos, sino que han sido estudiados por la Filosofía a lo largo de su historia. Teniendo como objetivo la investigación del papel crucial de las emociones y los sentimientos en el procesamiento cerebral, se va a señalar a continuación una serie de paralelismos entre lo que ya descubrieron importantes filósofos sobre este tema y lo que las actuales investigaciones sobre procesamiento emocional desvelan a raíz de las técnicas de análisis cerebral, estableciendo dentro de lo posible una relación entre la parte filosófica y la parte neurocientífica. REFERENTES FILOSÓFICOS PARA UNA PROPUESTA NEUROÉTICA A) EL CARÁCTER EN ARISTÓTELES La ética aristotélica tiene en cuenta toda la dimensión vital que supone la construcción del carácter, el ehthos, por lo que para comprender la vinculación entre emoción y razón es necesario comprender cómo la virtud influye en nuestro modo de ser. Para Aristóteles, la virtud es un hábito 11, y su naturaleza es el término medio. Así lo expresa en Ética a Nicómaco: «Es por tanto la virtud un hábito selectivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquella por la cual decidirá el hombre prudente» 12. De estas palabras se desprende que la virtud y el punto medio van de la mano, pues es virtuoso aquel que no desvirtúa sus pasiones ni por exceso ni por defecto, sino que utiliza la razón para no perder el control y poco a poco transformar ese punto intermedio en un hábito. Siguiendo este razonamiento se puede apreciar que el objetivo de la razón no es anular los sentimientos, sino mediarlos, transformándolos en algo más moderado. Para alcanzar ese punto medio virtuoso no sólo es necesario que el componente racional actúe sobre el componente emocional, sino también la prudencia, que junto con la sabiduría forman parte del alma racional 13 . La prudencia es un conocimiento práctico, orientado a la acción y a los objetos de deliberación, es la virtud del hombre sensato e indispensable para la constitución de virtudes morales14. Por otro lado, siguiendo con el objetivo de establecer paralelismos entre la neuroética y la filosofía, hay que destacar que algunos autores apuntan a que mediante las neurociencias se puede acceder al fundamento y explicación de la naturaleza humana 15 , una posición que no está carente de errores de fundamentación 16 . Aunque desde una perspectiva crítica no somos partícipes de esta idea, sí que compartimos ideas más parciales de otros autores, como A. 11 ARISTÓTELES, Et. Nic., II, 1105b. 12 Ibid., II, 1107a. 13 Ibid., VI, 1140b. 14 Cf. Joseph MOREAU, Aristóteles y sus escuela, Buenos Aires, EUBA, 1979, p. 205. 15 Cf. Francisco MORA, Neurocultura, una cultura basada en el cerebro, Madrid, Alianza, 2007, p. 159. 16 Cf. Thomas FUCHS, “Ethical issues in neuroscience”, Current Opinion in Psychiatry, 19 (2006) 600-607; Cf. Adela CORTINA, Neuroética y Neuropolítica. Sugerencias para la educación moral, Madrid, Tecnos, 2011, pp. 205-224.

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Damasio o M. Hauser, quienes se posicionan a favor de que los juicios morales están mediados en gran medida por las emociones. Que estén mediados no significa que condicionen únicamente los juicios morales, como entiende Greene al referirse a los «dilemas morales personales e impersonales» 17, sino que la disciplina de los sentimientos lleva al ser humano hacia una sensibilidad moral, siendo la conducta moral el resultado de esa sensibilidad 18. B) APETITOS Y EMOCIONES EN SPINOZA La filosofía de Spinoza se plantea para entender la personalidad humana en el contexto de una síntesis armónica entre afectos y razón, entendiendo que alma y cuerpo se complementan en el proceder humano 19. En su obra Ética demostrada según el orden geométrico, establece en su tercera parte, lo que podríamos calificar como una auténtica teoría psicológica de las emociones. El deseo, como esencia del cuerpo humano, da aspiraciones y ambiciones a éste, y permite que se relacione con otros cuerpos, y el alma es la que forja una idea de estas emociones y les da un nombre20. Spinoza propone entender las emociones del alma para así poder dar cuenta de la dimensión afectiva del ser humano, dándole en última instancia su gobierno a la razón, sin cambiar los hechos, mas sí nuestra forma de apreciarlos. Esta es una de las principales diferencias con la una buena parte de la neurociencia moderna, la cual sustrae la base racional a los circuitos cerebrales de los sistemas evolutivos más antiguos que procesan la emoción “bulbo olfatorio, sistema límbico, rinencéfalo”21. Spinoza distingue entre acciones y pasiones según el proceso de formación de cada una. Las primeras son aquellos actos causados sólo por el alma, sin ninguna causa exterior, se forman a partir de una idea adecuada. Las pasiones en cambio, deben su formación a causas externas o a una idea inadecuada, y disminuyen la fuerza de actuación. Así lo explica en su Proposición III de la Ética demostrada según el orden geométrico: «Las acciones del alma brotan sólo de las ideas adecuadas; las pasiones dependen sólo de las inadecuadas» 22. Pero no concibe las pasiones como algo que hay que desterrar, ni tampoco trata por tanto de anular los afectos, sino de transformar la idea de los mismos, objetivo éste básico de la ética23.

17 Joshua GREENE, “From neural 'is' to moral 'ought': what are the moral implications of neuroscientific moral psychology?”, Nature Reviews Neuroscience, 4 (2003), 847-850. 18 Cf. Victoria CAMPS, El gobierno de las emociones, Barcelona, Herder, 2011, pp50-54. 19Cf. Manuel GARRIDO, “Análisis Sumario de una Obra Maldita”, en: Baruch de SPINOZA, Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid, Tecnos, 2007, p. 12. 20 Cf. Victoria CAMPS, El gobierno de las emociones, op.cit., p. 66. 21 Daniel GOLEMAN, Inteligencia Emocional, Barcelona, Kairós, 2009, p. 48. 22 Baruch de SPINOZA, Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid, Tecnos, 2007, 208. 23 Cf. Victoria CAMPS, El gobierno de las emociones, op.cit., pp. 67-70.

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En efecto, los afectos en sí no son buenos o malos, nos sobrevienen sin poder evitarlo, son «afecciones del cuerpo»24, pero lo que sí está a nuestro alcance sería la forma de controlarlos. En su proposición XV los califica como «alegres» y «tristes», según aumenten o disminuyan nuestra fuerza para actuar 25. Pero hay que tener en cuenta que no todos los seres humanos experimentamos los afectos de igual modo, por lo que pueden ser vistos como un obstáculo para la vida en sociedad y la organización política “negativos” o como algo positivo para la convivencia alegres. De esta forma la ley del conatus se extiende a la sociedad y al Estado, de forma que el deseo de supervivencia del organismo se extiende al deseo de vivir socialmente en concordia26. Bajo una perspectiva neurocientífica, la ley del conatus de Spinoza coincide ampliamente con el largo proceso de regulación vital que empieza con los cambios químicos homeostáticos y culmina con las emociones, regido todo por el organismo. El cuerpo produce una serie de ajustes adaptativos que conducen a los cambios en la circuitería cerebral, conformando así la base de los sentimientos, desde lo simple a lo complejo, pudiendo establecer así la siguiente relación gradual: Instinto < Sensación < Emoción < Sentimiento. Nuestros organismos pueden producir reacciones ventajosas que conducen a buenos resultados sin decidirlo, influyendo así en nuestro equilibrio fisiológico. Los principales centros de ejecución emocional establecen patrones específicos de comportamiento corporal27. Y por lo tanto, emoción y sentimiento se convierten en agentes indispensables en el proceso de razonar, ya que es por ellos y a través de los mecanismos que los gestionan, por los que se acumulan la experiencia personal y formamos categorías a partir del conocimiento que almacenamos en relación con nuestro proceso vital 28 . Son agentes porque, al igual que percibió Spinoza, nos impulsan a actuar. Si bien no podemos tener un control sobre todos, sí que podemos moderar o controlar la fuerza o el impuso que nos ejercen para realizar una acción. C) IMPRESIONES E IDEAS EN HUME El proceso de de conocimiento de la realidad que expuso Hume en

Investigaciones sobre el conocimiento humano, tiene dos componentes esenciales, las impresiones y las ideas. Así lo expresa en la sección segunda de su obra: Con el término impresión, pues, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o 24 Baruch de SPINOZA, Ética demostrada según el orden geométrico, op.cit. p. 200. 25 Ibid., p. 216 26 Cf. Victoria CAMPS, El gobierno de las emociones, op.cit., pp. 71-81. 27 El sistema límbico, la corteza cingulada anterior y la amígdala son las zonas principales de intervención en las emociones primarias. Pero estas estructuras necesitan de las cortezas prefrontales y somatosensoriales para la producción de respuestas y la gestión de emociones secundarias. Para una mejor comprensión de las estructuras de la gestión emocional ver Antonio DAMASIO, El error de Descartes, Barcelona, Crítica, 2010, pp. 167190. 28 Cf. Antonio DAMASIO, Y el cerebro creó al hombre. ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos ideas y el yo?, Barcelona, Destino, 2010, pp. 177-178.

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deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos arriba mencionados29. En efecto, a partir de las impresiones del cuerpo, la mente elabora ideas, que se combinan por reglas de asociación, y son precisamente las ideas quienes dan nombre a las sensaciones. La causalidad, como regla de asociación, contribuye al conocimiento científico, pero no atribuye la causalidad a los hechos en sí como algo ajeno a nosotros y que no podamos controlar, sino que esa causalidad reside en la forma en que nosotros relacionamos los hechos, procede así de la costumbre y no de la razón30. Aplicado a la moral por tanto, el pensamiento racional puro no es posible en la valoración de las acciones humanas. La moralidad consiste a juicio de Hume, en relaciones entre personas, y debido a ello existe una conexión interna entre ciertos comportamientos y nuestra aprobación de los mismos. Lo que nos une es un sentimiento de simpatía, es ahí donde reside la aprobación o desaprobación de una acción. De esta forma la teoría moral de Hume no consiste en rebatir las pasiones sino que descansa precisamente en ellas, pero modulándolas para una vida social justa31. El modo de conocer la realidad que propuso Hume en su momento no se diferencia tanto de los avances neurocientíficos, siempre que se cambie la palabra impresión por imagen, y se cambie el enfoque de investigación no sólo hacia el conocimiento del medio sino de las emociones internas del ser humano. Además el sentimiento reflexivo humeano, si lo enfocamos al plano de la neuroética actual, sería una percepción pensada de las sensaciones corporales, que también podemos simpatizar con los demás. Para establecer puentes de relación entre el pensamiento de Hume y los descubrimientos neurocientíficos actuales, es necesario tener en cuenta una de las definiciones más completas de emoción, proporcionada por A. Damasio: Las emociones son programas complejos de acciones, en amplia medida automáticos, confeccionados por la evolución. Las acciones se complementan con un programa cognitivo que incluye ciertas ideas y modos de cognición, pero el mundo de las emociones es el amplia medida un mundo de acciones que se llevan a cabo en nuestro cuerpo (…) 32. Según esta definición, las emociones incluyen un componente racional en su procesamiento, y que tienen una base corporal sensitiva. Una sensación sería una percepción mixta de aquello que ocurre en nuestro cuerpo y en nuestra mente cuando manifestamos emociones. Las impresiones e ideas de Hume para el conocimiento de la realidad tienen mucho que ver con la forma en que una emoción se lleva a cabo según la definición de Damasio, pues es la imagen de un objeto o un acontecimiento presente o pasado lo que nos lleva a una emoción. 29 David HUME, Investigaciones sobre el conocimiento humano, Madrid, Alianza, 1981, p. 33. 30 Cf. Victoria CAMPS, El gobierno de las emociones, op.cit., pp. 89-94. 31 Ibid., pp. 95-100. 32 Antonio DAMASIO, Y el cerebro creó al hombre. ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos ideas y el yo?, op.cit., p. 175.

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Una emoción no es sólo una serie de cambios fisiológicos 33 , ya que esos cambios se deberán a una serie de imágenes que tendrá significados diferentes para diferentes personas, en función de sus experiencias y referencias previas. De hecho, el sustrato de los sentimientos en el cerebro se halla en las regiones donde se forman las imágenes, el tronco encefálico superior y la corteza cerebral. Siguiendo con este razonamiento, el hecho de que las emociones dependan en gran medida de las imágenes, y éstas a su vez de nuestra experiencia vital, sugiere que existirán muchos componentes emocionales que pueden ser aprendidos “cultural o eductivamente”. De esta forma se podrían destacar, por un lado, las emociones de fondo, similares a los estados de ánimo pero con una región temporal más corta, ya que la identificación con el estímulo es más larga. Por otro lado, las emociones sociales: su funcionamiento fisiológico es parecido a los demás pero su desarrollo evolutivo es diferente. Por ejemplo la admiración y la compasión, pueden llegar a incorporar principios morales y formar una base de sistemas éticos. D) ORTEGA Y GASSET: LA RAZÓN VITAL Para Ortega el fenómeno vital humano tiene dos caras, una biológica y otra espiritual, que actúan como fuerzas distintas, lo hacen entre ellas como dos polos de atracción antagónica. A pesar de ello las funciones espirituales o de cultura son a la vez funciones biológicas. Llegamos por tanto a una interrelación antagónica, pero que a la vez permanecen en constante unión, así lo indica el filósofo, mediante el doble imperativo de cultura y vida34. La realidad radical es por tanto para Ortega nuestra vida, la de cada uno en particular. Una realidad que es diferente tanto a la concepción realista como a la idealista. Si llevamos su concepto de filosofía “logos y aletheia” hasta sus últimas consecuencias, se supera la mera descripción de la vida que ya había hecho la fenomenología, y se llega a una nueva concepción ontológica, una teoría sobre la vida, expresada como realidad radical. El filósofo no va en contra de la razón sino del racionalismo, y no va en su contra porque sea racional, sino por su forma de serlo, al margen de la vida35. El raciovitalismo del que nos habla Ortega no es sino lo que gran parte de la neurociencia actual se está planteando en la relación razón-emoción. Sin duda alguna los sentimientos son una de las partes más importantes de esa vida que revindica el filósofo con el doble imperativo. Así, los sentimientos surgen de un conjunto cualquiera de reacciones homeostáticas, siendo el resultado de un doble procesamiento, el que se realiza a 33 Dentro de nuestro cuerpo, fisiológicamente la amígdala envía señales al hipotálamo y al tronco encefálico y se producen varias acciones al mismo tiempo. El ritmo cardíaco se modifica, la presión arterial, la respiración, la contracción del intestino, además los vasos sanguíneos de la piel se contraen y se segrega cortisol a la sangre preparando al cuerpo para un consumo adicional de energía. Ibid., pp. 178-186. 34 Cf. José ORTEGA y GASSET, EL tema de nuestro tiempo, Madrid, Austral, 2010, p. 101. 35 Ibid., pp. 113-125.

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partir de una percepción corporal y el que se realiza a partir de un estado mental, traduciendo en patrones neuronales el curso vital del ser humano. Bien es cierto que este doble procedimiento no es lo mismo que el doble imperativo orteguiano, pero sí que comparten las características de tener una parte física y una parte mental en ambos casos. Los sentimientos son así metarrepresentaciones de nuestro propio proceso mental36, ya que las percepciones a partir de las cuales se forman tienen lugar en los mapas corporales del cerebro. Por tanto el origen de dichas percepciones es claro, existe un punto cardinal, el cuerpo, y muchas partes de dicho punto que se convierten en mapas por varias estructuras cerebrales. Así, los sustratos de los sentimientos van a depender de la forma en cómo cartografiemos muchos aspectos de nuestros estados corporales El diseño del proceso vital en un organismo con cerebro complejo, es decir, la homeóstasis, implica reacciones vitales generadas automáticamente y reacciones innatas reguladoras que vuelven más fácil el proceso vital, y por último la naturaleza del medio neural en la que todas las estructuras y procesos se cartografían. Aquello que para Ortega era la razón vital necesaria, es para la neuroética la supervivencia óptima en base al proceso de sentir en las diferentes representaciones vitales. Que Ortega reivindique un concepto de razón integrado en la parte más profunda del ser humano es algo que la neuroética debería ver sin duda como algo muy positivo a raíz de los recientes descubrimientos. Una señal emocional aumenta la calidad de un razonamiento, ya que centra su atención en determinados aspectos sentientes del mismo, y además produce determinadas alarmas que se relacionan con las opciones de acción que pueden llevarnos a resultados negativos y positivos. Es decir, una emoción asociada a una experiencia pasada produce señal o pauta de actuación que si bien no limita, reduce el campo de acción en la toma de decisiones. No obstante una señal emocional no es nunca un sustituto de un razonamiento adecuado, aunque se complementa a éste y lo acelera, porque evita muchos pasos intermedios y permite que la acción se acople a la experiencia previa. CONCLUSIONES Desde una perspectiva interdisciplinar, en el intento de delimitar el marco de estudio de la neuroética, se deben tener en cuenta las dos fuentes principales que la alimentan, las estructuras socioculturales por un lado y las neuronales por otro, trabajando conjuntamente para que así se puedan descifrar las conexiones causales entre ellas, concibiendo al ser humano como «epigenéticamente proactivo» 37. Intentar abordar las cuestiones fundamentales que se ha planteado la Filosofía hasta hoy, es impensable sin tener en cuenta la estrecha vinculación entre emoción-razón, y tampoco desde una posición neuroesencialista o determinista. Además de una clarificación terminológica, se necesita tener en cuenta las 36 Cf. Antonio DAMASIO, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, op.cit., pp. 97-103. 37 Kathinka EVERS, Neuroética. Cuando la materia se despierta, op.cit., p. 20.

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aportaciones que muchos filósofos hicieron sin necesidad de las herramientas de estudio actuales. BIBLIOGRAFÍA ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2002. [Primera Edición en 1949. Edición bilingüe y traducción de María Araujo y Julián Marías. Introducción y notas de Julián Marías.] BONETE Enrique, Neuroética práctica, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2010. BONETE Enrique, “Neuroética”, Diálogo filosófico, 80 (2011) 172-204. CAMPS Victoria, El gobierno de las emociones, Barcelona, Herder, 2011. CORTINA Adela, “Neuroética: ¿ética fundamental o ética aplicada?”, Diálogo Filosófico, 80 (2011) 205-224. CORTINA Adela, Neuroética y neuropolítica. Sugerencias para la educación moral , Madrid, Tecnos, 2011. DAMASIO Antonio, El error de Descartes, Barcelona, Crítica, 2010. DAMASIO Antonio, Y el cerebro creó al hombre. ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos, ideas y el yo?, Barcelona, Destino, 2010. DAMASIO Antonio, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Barcelona, Destino, 2011. EVERS Kathinka, Neuroética. Cuando la materia se despierta, Madrid, Katz, 2010. [Primera edición en 2009: Neuroéthique. Quand la matière s´éveille, Luxemburgo, Odile Jacob. Traducción de Victor Goldstein]. FUCHS Thomas, “Ethical issues in neuroscience”, Current Opinion in Psychiatry, 19 (2006) 600-607. GARRIDO Manuel, “Análisis Sumario de una Obra Maldita”, en: Baruch de SPINOZA, Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid, Tecnos, pp. 9-19. GAZZANIGA Michael, El Cerebro ético, Barcelona, Paidós, 2006. [Primera edición en 2005: The Ethical Brain, New York, Dana Press. Traducción de Marta Pino Moreno]. GREENE Joshua, “From neural 'is' to moral 'ought': what are the moral implications of neuroscientific moral psychology?”, Nature Reviews Neuroscience, 4 (2003) 847-850. GREENE Joshua, “The secret Joke of Kant´s soul”, Moral psychology, 3 (2008) 3579. GOLEMAN Daniel, Inteligencia Emocional, Barcelona, Kairós, 2009. [Primera edición en 1996: Emotional Intelligence. Traducción de David González Raga y Fernando Mora]. HAUSER Marc, La mente moral, Barcelona, Paidós, 2008. [Primera edición en 2006: Moral Minds. How nature designed our universal sense of right and wrong, New York, HarperCollins Publishers. Traducción de Miguel Candel]. HUME David, Investigaciones sobre el conocimiento humano, Madrid, Alianza, 1981. [Título original: Enquiry concerning the human Understanding. Traducción, prólogo y notas de Jaime Salas Ortuela.]

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