Antropogénesis y tanatología: El mito prometeico como horizonte de la construcción de la civilización helena

August 17, 2017 | Autor: Daniela Cápona | Categoría: Filosofía Antigua, Filosofía de la Técnica
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Descripción

Antropogénesis y Tanatología: el mito prometeico como horizonte de la construcción de la civilización helénica.

El mito de Prometeo ha sido uno de los pilares fundamentales para comprender el mundo griego, no sólo desde los versos de Hesíodo en su Teogonía y Trabajos y días -ambos textos complementarios y articulados a nivel lingüístico como una unidad integral1-, sino también la versión trágica de Esquilo con Prometeo encadenado y la versión platónica propuesta en el diálogo Protágoras. Ante esto, es preciso avistar antes de todo junto a Malinowski en "Mito y psicología primitiva" (1926) que: "El mito en una sociedad primitiva, es decir, el mito en su forma viva y espontánea, no es meramente una historia explicada, sino una realidad vivida. No pertenece al género de lo inventado, como aquello que leemos en las novelas de nuestro días, sino a una realidad efectiva, viva, que pudo producirse en las épocas más antiguas y desde entonces persiste en influir al mundo y a los destinos humanos. Esas historias no se mantienen vivas por una vana curiosidad, ni por pertenecer a cuentos inventados; pero tampoco por tratarse de relatos verdaderos. Para los indígenas constituyen la expresión de una realidad originaria, más poderosa e importante; a través suyo queda determinada la actual vida de la humanidad, sus actividades presentes y su futuro destino"2. De aquí arriba la riqueza del estudio del mito y en este caso particular, el del mito prometeico como horizonte de construcción de la civilización helénica y la consideración de una política a partir de él. Ahora bien, la versión trágica y la platónica enmarcan el carácter civilizatorio del fuego dado a los hombres -en el primero, connotando el poderío de Zeus a nivel de una tiranía en cuanto es el único libre, y en el segundo, avistando la divinidad y

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Cfr. J.P . Vernant, Mito y sociedad en la Grecia Antigua. Madrid: Siglo XXI editores, 2003. Citado en C. G. Jung , K. Kerényi. Introducción a la esencia de la mitología. Madrid, Ediciones Siruela, 2004.p.20. 2

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democratización de lo político-, sin embargo, la riqueza del mito no se acota sólo al aspecto de la culinaria (alimento cocido) y de la téchne comprendida como arte en cuanto a la utilización del fuego para fundir metales y por ende, creación tanto de herramientas como de ornamentos. El concepto de téchne que este mito augura va mucho más allá, llegando a configurar al hombre por completo en su esencia; los mitos arcaicos sobre el origen de los hombres sea como nacidos de la Tierra (Gê) por generación espontánea o como Spartoì, es decir como sembrados por ella, o bien la creación artificial del hombre a partir de un artesano, como lo es la creación de Pandora en el mito prometeico por obra de Hefesto, encuentran una nueva alternativa en este mito, en el cual se puede entrever un nuevo origen o construcción del hombre que proviene de sí mismo, quizás incluso mejor, afirmando con Kerényi, se podría hablar incluso de la fundación de la humanidad. Con Pandora la unión sexual se hace necesaria para la generación humana aunque siendo precisos, el mito hesiódico hace sólo referencia al genos femeninopero cuya cualidad esencial es constructa a partir de la téchne que el hombre habrá de elaborar para subsistir en un mundo no sólo escindido de los dioses, sino también olvidado por ellos en cuanto escondieron toda bíos para que el hombre, abandonado, tuviese que vérselas por sí solo. A partir de esto, se fija como objetivo del presente estudio, el análisis del hombre a partir del mito de Prometeo, el olvidado Epimeteo y la ambigua Pandora, estamos hablando de la consideración del hombre como uno propiamente técnico en el sentido de prostético, es por ende necesario repensar el concepto de invención y creación, siendo por tanto la esencia del hombre no una divina e inmanente a él, sino una constructa y coextensiva a él a partir de la técnica, se trata pues de la construcción de su propia esencia tras la escisión definitiva entre la esfera divina inmortal y la humana mortal.

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1. Las consecuencias de la sagacidad prometeica y el pecado de Epimeteo: antropogénesis de los hombres.

Prométheia en griego, hace alusión a la previsión, precaución e incluso prudencia y consideración,

el sustantivo contrario, Epimétheia, refiere a la

reflexión tardía y en su adjetivación, refiere al prudente, y avisado 3, teniendo ambos nombres la raíz del verbo mantháno, es decir, aprender y su relación con la dios Metis que encarna la sabiduría y el consejo, siendo a caracterizada en ciertas obras como madre de ambos. Prometeo se define por su metis y su dolle téchne, su capacidad de engaño, él es el poseedor de un saber previsor, a diferencia de su hermano, a quien se le refiere la imbecilidad pues su reflexión es siempre tardía, siempre demasiado tarde. A pesar de semejante disparidad, los hermanos tanto en su uso lingüístico como existencial, poseen caracteres contrarios que son al mismo tiempo complementarios, la estupidez como complemento de la astucia, a partir de esto Kerényi abre la posibilidad de que se tratase de un único ser híbrido o de una pareja de gemelos mitológicos4. La sagacidad de Prometeo es lo que ocasionará su primer error al intentar engañar a Zeus con la repartición de un buey en sacrificio, intentando poner en evidencia su astucia, más, el poderoso dios del rayo, que es aún más previsor, sabe del engaño y a propósito cae en él. La cólera del dios, hace que le quite a los hombres el fuego. El segundo error de Prometeo es robar ese fuego, tras lo cual Zeus pide a Hefesto construir a Pandora con la ayuda de los demás dioses. Ésta "imagen con apariencia de casta de doncella5" es la que envía a los hombres con todos los males, de allí la etimología de su nombre: Pandōra, la que da todo o toda clase de regalos (sean buenos o malos), fecunda, epíteto de la Tierra6. Precisamente en virtud de ella, será necesaria la unión sexual y la institución del matrimonio, que llenará de penurias a los hombres, ya no considerados genéricamente como ánthropos sino como 3

Cfr. Lidell & Scott. Greek English Lexicon. Oxford at the clarendon press, 1958. F. I. Sebastián Yarza, Diccionario Griego Español. Ed. Ramón Sopena: Barcelona, 1954. 4 Cfr. K. Kerényi. Prometeo [IV] Interpretación griega de la existencia humana. Madrid: Sextopiso, 2011. p.45 5 Hesíodo, Obras y Fragmentos. Barcelona: Ed. Gredos, 2006. Teogonía, 570-575. p.36. 6 Cfr. Op.cit (3).

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andres, haciendo patente su masculinidad en oposición a la feminidad de la gyné. La unión con los dioses no sólo es destruida en su totalidad, inaugurando lo que en las Erga, Hesíodo calificará como la edad de hierro, sino que además formulará el binario humano: génos distintos y uno, causante del mal del otro.

En este

punto, la definición de hombre como mortal antes que como terrestre, en contraposición con los dioses inmortales, adquirirá un rol más decisivo: la mortalidad será pues, su único carácter definitorio. El hombre en tanto ser constructo necesariamente es efímero, pasajero, mortal, su esencia se define por la mortalidad, es decir por la carencia de aquello que los dioses poseen: la inmortalidad. El pecado de Epimeteo será precisamente recibir este regalo

a

pesar de la advertencia de su hermano, y "luego cayó en la cuenta el que lo aceptó, cuando ya era desgraciado7". Ahora bien, Platón relata este mito aludiendo a la construcción de hombres y animales por decisión de Zeus -poseyendo por ende, inmanentemente un carácter divino-, siendo relegada la tarea de distribuir las capacidades entre estos a Epimeteo y Prometeo. Sin embargo, el primero le pide a su hermano llevar a cabo la misión, y comienza a distribuir las capacidades entre las diferentes especies. Y "como no era del todo sabio Epimeteo, no se dio cuenta de que había gastado las capacidades en los animales; entonces todavía le quedaba sin dotar la especie humana, y no sabía qué hacer"8. Prometeo cuando llega a fiscalizar la obra, nota a la especie humana desnuda y desarmada, y siendo ya el día en que debiesen ser realizados los hombres, "roba a Hefesto y a Atenea su sabiduría profesional junto con el fuego -ya que era imposible que sin el fuego aquélla pudiera adquirirse o ser de utilidad a alguien.9" Sólo en virtud del acto prometeico la vida humana fue posible, sin embargo el castigo de su robo se llevó a cabo a través de su hermano. De lo único que carecía el hombre, era del arte política, la cual fue dada por Zeus a los hombres para que no se destruyesen entre sí, y junto con ella, llevó la justicia a todos por igual10. Cabe mencionar que Platón utiliza este mito no para establecer

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Op.cit (5) Trabajos y días, 85-90 p.67 Platón, Diálogos I. Madrid: Editorial Gredos, 1985. Protágoras, 321c, p.525. 9 Ibid. 321d. p.525 10 Cfr. Ibid. 322c-d. p.526-527. 8

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cosmogónicamente el origen de los hombres, sino antes bien, por razones ideológicas, es decir, para que Protágoras pudiese argumentar a favor de la democracia. Con estas breves descripciones se puede apreciar ya el carácter antropogenético de este mito: es a partir de Pandora que el hombre nace y no surge ni es producido por la tierra o bien de un dios, nace a partir de los propios hombres escindidos ya de todo ámbito divino. En este sentido Kerényi afirma: "el hombre no está presente ni como creación ni como sublevado, sino como uno de los polos. En el otro están los dioses celestiales"11. El hombre no es construido por los dioses ni surge a partir de ellos o de la tierra -esto ocurrió antes de la humanidad, cuando sólo había ánthropos-, se funda la humanidad en cuanto tal cuando el ser mortal se evidencia como esencia. Si bien, el origen mitológico del hombre es como nacido y articulado a partir de tierra, es precisamente su consecuencia la que definirá la humanidad, es decir, la caducidad como artificio hecho de tierra. Sólo para Platón el hombre es inmanentemente divino, pues por lo demás, no menciona que el castigo prometeico es precisamente, la llegada de Pandora. Al ocultarles los bienes a los hombres (bíos, vida) en Hesíodo o al ser los olvidados en el mito platónico, ellos tendrán que ser capaces de desarrollar cualidades propias que les permitan obtenerlos, es decir, tendrán que autoconstruirse a partir de su mortalidad, de allí que una lectura desde la técnica se nos hace fundamental, no entendida ésta como un elemento ajeno que le viene al hombre, sino como algo constitutivo de él. La posesión del fuego es el símbolo de la técnica, pero no es producida por ella, sino sólo por la definición del hombre como mortal, es decir, definiéndose a partir de una carencia constitutiva, es por ello que se puede hablar aquí de antropogénesis: fundación de lo humano, del hombre como autónomo en su construcción existencial y esencial.

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Op.cit (4) p.31.

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2. La definición de la técnica y su institución social para el horizonte heleno: tanatología.

El que el hombre se define por su mortalidad -cuestión expresada tanto en los versos de Homero como de Hesíodo-

indica una cuestión primordial,

afirmando con Nicole Loraux: "Si se observa con George Dumézil que para la mayoría de las lenguas indoeuropeas el hombre es el (por ejemplo en latín: homo, de humus) antes de ser , la elección griega por la mortalidad es más que una preferencia lingüística: una afirmación tranquila (?) y sin eufemismo"12. Si afirmamos la hipótesis de esta elección, arriba de facto la cuestión primordial de la técnica. El olvidado y olvidadizo Epimeteo no implica sólo la estupidez, sino que alberga la característica primordial del ser humano, al mismo tiempo que reduplica a Prometeo,

pues su meditación tardía representa también un saber que es

mediatizado y no inmediato como el de su hermano: "sabiduría y una imagen de la rememoración totalmente distinta: la de experiencia. La lengua común griega arraiga el saber reflexivo en la epimeteia, es decir, en la tecnicidad esencial que es la finitud13" afirma Bernard Stiegler. Por ello, es que también la palabra epimeteia en otra de sus acepciones significará prudencia. La condición esencial del hombre es su finitud, el hecho fáctico de la muerte. Será este estigma el que permitirá la productividad humana de la téchne, en tanto que poseedores de ella no sólo la tienen figurativamente en el fuego sino que la construyen a partir de ese vacío suyo: la mortalidad en contraposición con la inmortalidad es una cualidad negativa, una negación de algo, un vacío primordial. Es precisamente este vacío, el cielo vacío de dioses en lenguaje de Hölderlin, lo que propiciará el carácter constructo y constructor del ser humano, es decir técnico, el fuego sólo simboliza la luminosidad del saber humano.

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Nicole Loraux, Nacido de la Tierra. Mito y política en Atenas. Buenos Aires: El cuenco de Plata, 2007. p.12. 13 Bernard Stiegler, La técnica y el tiempo I. El pecado de Epimeteo. Hondarribia: Editorial Hiru, 2002. p. 275.

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Si bien en la tragedia de Esquilo la esencia humana está referida al sufrimiento que es coextensivo a Prometeo por su amor a los hombres, no se puede negar el rol determinante de la mortalidad en la concepción antigua más allá de su miseria como condición existencial. A este respecto Kerényi afirma: "La diferencia entre el ser humano y el ser dios se acentuaba a los ojos de los griegos tanto como era posible: era deilón y deimón al mismo tiempo. [...] La muerte individual no amenazaba a la especie humana, la mortalidad de los mortales -la más lóbrega de todas- sólo establecía una matiz en la extendida característica de , la común miseria humana".14 Ante esta postura se opone no sólo la de Nicole Loraux y George Dumézil, sino también la de Bernard Stiegler, filósofo francés que en su obra "El tiempo y la técnica I: El pecado de Epimeteo" considera a la técnica como un constituyente antropológico. Bajo esta consideración, no hay origen propiamente tal del hombre, sino sólo construcción artificial o incluso, fundación de la humanidad a partir de ese vacío: "religión, palabra, política, invención: todo eso no es más que el efecto esencial de la carencia de origen15" dice Stiegler. Y esto se manifiesta tanto en la versión hesiódica como en la platónica, pues tal como afirma Jean-Pierre Vernant16, cuando el poeta gnómico ordena el mundo en principio con una cosmología y luego con una teogonía, su pretensión no es decir cuál fue el origen del hombre en cuanto tal, sino de explicar el orden actual de los hechos. Al mismo tiempo, en Platón, los humanos son la raza olvidada a la cual le dan sustitutos, el sustituto del fuego, lo cual permite afirmar con Stiegler que: "el hombre es un ser sin cualidades, no predestinado: debe inventar, realizar, producir cualidades de las que nadie indica que, una vez producidas, pasen a identificarlo, se convierten en las suyas y no más bien en las de la técnica17". La vida del hombre helénico por ende, se define por su calidad de mortal, por su finitud, la cual es efectivamente una tanatología en tanto que su condición existencial es la muerte, en términos heideggeriano, un ser-para-la-muerte. No se trata de que el hombre nazca para morir, sino que en tanto que se define por ese 14

Op.cit (4) p.27 Op.cit (13). p.284. 16 Cfr. Vernant, J-P. Los orígenes del pensamiento griego. Buenos Aires: Paidós, 2012. p.121. 17 Op.cit (13) p.285. 15

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vacío desarrolla su vida prostéticamente, artificialmente, mediante las sucesivas producciones tanto de cualidades como de saberes y herramientas, es la noción de un vacío creativo, del hombre como productividad y por ende, al fin y al cabo, afirmativo en su autonomía metafísica. Pandora en este ciclo sea considerada como la primera mujer, construcción de ella o su simulacro, tiene además otro rol, no sólo instituye el matrimonio y la división de los sexos, sino que también instituye el trabajo, pues dentro de los males enviados a los hombres está el ocultamiento de todo aquello necesario para su supervivencia. Esto hace que el castigo de los hombres sea aún más pesaroso, y también explica el carácter que adquiere esta acción en los Erga de Hesíodo, un carácter negativo en cuanto implica el pónos de los hombres pero al mismo tiempo afirmativo, en cuanto les permite redimirse en cierto modo ante los dioses. En tanto que dadora de todo y epíteto de la tierra: "Las representaciones figurativas subrayan el carácter de esta dadora de bienes ocultos en la tierra que es PandoraAnesidora: su fecundidad no es ya la generosidad espontánea de la Tr. 117-8) de la edad de oro, sino una fecundidad que exige en adelante el trabajo agrícola, la fatiga (pónos) y la labranza18" La instauración del trabajo en cuanto modo de contrarrestar los males y la carencia, tiene otra implicación en el mito prometeico, pues junto a Pandora con sus males y ocultamiento, comparece también la espera o esperanza (elpís) cuyo carácter marca siempre una ambigüedad, una oscilación entre lo bueno o malo porvenir, una eterna incertidumbre. Es precisamente ella quien instaura además el concepto de tiempo, pues oscila con la indeterminación del porvenir y en ese vaivén se constituye una conciencia entre eventos pasados, presentes y futuros independientes de su cualidad, de este modo y en palabras de Stiegler, lo que instaura es "el fenómeno esencial del tiempo"19.

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Op.cit (1) p. 165. Op. cit (12) p.291.

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3. Repensar al hombre, repensar la técnica: el mito prometeico y la sociedad helena.

Para ir finalizando y a modo de conclusión, desde esta perspectiva se puede validar una nueva consideración del hombre ya no sólo como el animal político de Aristóteles, sino más bien como un animal técnico, lo cual no exime un ámbito político en él. La consideración del hombre como animal técnico implica necesariamente la vinculación a partir de relaciones sociales, no hay autonomía como plena independencia a partir de la técnica, sino necesaria interdependencia en cuanto que la mortalidad implica la vinculación de una comunidad para validarse y construirse a partir de esta lógica negativa, reactiva, que propiamente tal definirá su identidad. La sociedad griega ha sido en efecto, una sociedad técnica en diversos ámbitos, sea artísticamente con la creación de diversas formas de expresión -la épica, la escultura, la tragedia, entre muchas-, o bien políticamente en cuanto fundadora de diversas formas de gobierno aún vigentes. Es la carencia de dioses -de un vínculo esencial con ellos- lo que hace a los hombres fundar el Estado, es ese vacío el que genera la necesidad de unión y comunidad para construir un horizonte vital y existencial que les permita vivir armoniosamente: la polis. Antropogénesis y tanatología, el mito prometeico abre dos horizontes: la fundación de la humanidad a partir de la mortalidad, la cual a su vez, sembrará el saber constructo de la técnica como uno prostético pero inmanente a él. La relevancia del mito prometeico connota su importancia no sólo en las múltiples versiones griegas, sino también su aparición en las latinas de Ovidio y Luciano, en el romanticismo de Göethe y Gide, en la novela gótica de Shelley, en la filosofía de Nietzsche y en la literatura de Kafka. Incluso, la sociedad helena debe su nombre al Titán, ya que como afirma Apolonio de Rodas "Hesíodo, en el libro primero de los Catálogos, dice que Deucalión era hijo de Prometeo y de Pandora (?), y que de Prometeo (?) -o de Deucalión- y de Pirra lo fue Helen, de quien derivan y 20". De Prometeo es que deriva la 20

Escolio a Apolonio de Rodas, III 1086 en Op. cit (5) p.138.

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ascendencia de los griegos, él en cuanto alfarero, benefactor, y participante de lo humano, es quien da origen a la estirpe griega como se la conoce, la sociedad helena. Es este mito con todos sus personajes los que configuran el horizonte de la sociedad griega pues expresa el aspecto fundamental de los hombres: su capacidad técnica, por ende, productividad, lo cual se connota con el auge en todo sentido no sólo del siglo de Oro de Pericles con la libertad, la tragedia, y las artes en general, sino a nivel macro por la fertilidad teórica que aún nutre al pensamiento occidental. La escisión de los dioses, ese cielo vacío produjo el horizonte de Grecia, ahora sólo queda el rito sacrificial -instaurado también a partir del mito- para restaurar ese vínculo perdido.

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