ANTONIO MACHADO Y SEGOVIA

June 9, 2017 | Autor: J. Santamaría López | Categoría: Segovia, Antonio Machado
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Descripción

ANTONIO MACHADO Y SEGOVIA Antonio Machado llegó a Segovia para ocupar la cátedra de francés en el Instituto General y Técnico el 25 de noviembre de 1919 y pronto supo enlazar con el sector más dinámico y comprometido de la intelectualidad local, al que se unió para fundar la Universidad Popular Segoviana, en la que impartió clases de francés y lecturas literarias y de la que fue nombrado director honorario en 1927. Aquel fue uno de los muchos reconocimientos que Segovia ha venido dedicando al poeta desde entonces y que constituyen una larga serie que no ha concluido, ya que la devoción que muchos segovianos profesaron, y profesan, a don Antonio es muy fuerte y los lazos con los que Segovia ha sabido unirse al poeta, tan profundos como las raíces de los olmos centenarios que tan bien supo él cantar. LA CASA MUSEO. La conservación de la casa en la que habitó el poeta mientras residió en Segovia es otro, el más trascendente, de los citados reconocimientos. La primera vez que se trató de la posibilidad de adquirirla fue el año 1949, a raíz de una visita que varios intelectuales y poetas, que preparaban un número monográfico sobre don Antonio para la revista Cuadernos Hispanoamericanos, hicieron a Segovia. Sirvió para que los amigos que había hecho en Segovia y que aún vivían -Mariano Quintanilla, Mariano Grau…-, decidieran salvar la casa en la que vivió, entendiendo que aquel sería el mejor modo de guardar la memoria de su presencia en la ciudad. Como el dinero de que se disponía era escaso, hubo que ir lentamente, empezando por alquilar la que había sido su habitación, para que no la ocupasen otros huéspedes; luego, el año 1951, se compró el piso; en 1959, los muebles de la habitación y del comedor; en 1974 se compró la totalidad de la finca, y, más recientemente, el patio trasero de la casa. Con los muebles entraron algunos objetos usuales en la decoración de las viviendas modestas de la época, como láminas y algún bajo relieve de estaño, que, en opinión de algunos académicos deberían mantenerse tal como estaban; según otros, si se quería convertir la casa en un museo, deberían retirarse y dar entrada a obras de arte que reflejaran el ambiente de la Segovia de la época y, sobre todo, iconografía machadiana. Se impuso una postura ecléctica que aceptaba algo de ambas propuestas.

No es, pues, una gran mansión ni en ella se conservan deslumbrantes obras de arte sino un espacio en el que podrás sentir, más que contemplar, la pobre casa en la que habitó un poeta que esperaba morir “ligero de equipaje”, pero no dejes de traspasar su umbral si eres capaz de soñar evocando presencias ha mucho tiempo perdidas o de emocionarte con el recuerdo de unos versos. La casa, irregular y pobre, como tantas de aquella época, conserva intocados los espacios que conoció don Antonio: los patios con parras y perales, los muros desnudos, la modesta cocina de hierro, el largo y bajo pasillo, el comedor común y su habitación, con los sencillos muebles que tenía, incluyendo una estufa de petróleo que le regaló su hermano Manuel para que mitigara los rigores de los crudos inviernos segovianos. Las piezas que componen los fondos de este sencillo museo nos devuelven la imagen del poeta y algunos recuerdos de su paso por esta ciudad. En el patio hay un busto de piedra, copia hecha por Pedro Barral del original que su hermano, Emiliano Barral, hiciera en 1920. Y en una pared lateral, enmarcado por la hiedra, un panel de cerámica vidriada, obra de Julián López Parras, que nos recuerda los años, 1919-1932, que el poeta permaneció en esta casa. En el interior hay más retratos de Antonio Machado: el también realizado por Pedro Barral en la sencilla placa de yeso que anuncia la entrada en la casa-museo; un dibujo hecho en 1923 por un joven Rafael Peñuelas, a cuya casa acudía el retratado para entrevistarse discretamente con Guiomar; una litografía de Picasso, estampada con motivo del homenaje tributado a don Antonio por los artistas españoles en 1955; un dibujo al carbón realizado en 1959 por Álvaro Delgado, presente en la primera -y semiclandestina- concentración que tuvo lugar anta la casa-museo al cumplirse los 25 años de la muerte de Machado; un óleo firmado por el artista segoviano Jesús Unturbe; un bajo relieve, modelado en bronce, el año 1992 por Julio López Hernández, inspirándose en la imagen del poeta captada por la cámara de Alfonso en el Café de las Salesas; un óleo del artista aragonés, afincado en Méjico, José Luis Marín de L´Hotellerie; y un aguatinta de Carlos Muñoz de Pablos. Hay pinturas de artistas locales, contemporáneos de don Antonio, y de otros más actuales, que acuden con su caballete a la casa-museo en busca de inspiración y de motivos; interesantes documentos fotográficos… Y, ya que es la casa en la que vivió un poeta, los libros a los que llevó sus palabras y, con ellas, sus sentimientos.

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