Antología sobre pequeño riego vol. III Sistemas de riego no convencionales

July 12, 2017 | Autor: Jacinta Palerm | Categoría: Organización Social Y Riego
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Descripción

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ntologia sobre pequeño riego vol. III

Sistemas de riego no convencionales

Jacinta Palerm Viqueira editor

Derechos reservados Colegio de Postgraduados Montecillo, municipio de Texcoco Estado de México, México

I S B N 9 6 8 - 8 3 9 - 3 6 3 - 0 A N TO L O G Í A S O B R E P E Q U E Ñ O R I E G O , VO L . I I I S I S T E M A S D E R I E G O N O C O N V E N C I O NA L E S

Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso por escrito del Colegio de Postgraduados y autor(es) Impreso en México/Printed in Mexico 2002

Ilustración portada: representación de los primeros molinos hidráulicos de caña en América/ Jorge Messia Peralta, 1587/ AGN, 1811. Ilustración contraportada detalle Códice Vindobonensis: Esperando la lluvia (pp. 58 y 59, dibujos núm. 116 y 117) tomadas de Serie de información gráfica, Archivo General de la Nación, Antiguas Representaciones del Maíz 1982 editado por AGN, Talleres Gráficos de la Nación, México. Composición de portada Jorge Vargas Revisión de estilo Lic. Mario Nájera Figueroa (Con financiamiento parcial del CONACYT para la impresión)

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Sistemas de riego no convencionales

Jacinta Palerm Viqueira editor

INDICE PROLOGO MANUEL ANAYA GARDUÑO INTRODUCCIÓN JACINTA PALERM VIQUEIRA I. ENTARQUINAMIENTO EN CAJAS DE AGUA Y OTRAS TÉCNICAS HÍDRICAS JACINTA PALERM VIQUEIRA, MARTÍN SÁNCHEZ RODRÍGUEZ ET AL. II. ENTARQUINAMIENTO EN CAJAS DE AGUA EN EL VALLE ZAMORANO:

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UNA VISIÓN AGRONÓMICA

MARTHA VELÁSQUEZ MACHUCA, JOSÉ LUIS PIMENTEL EQUIHUA ETAL. 117 III. EL RIEGO CON AGUAS DE AVENIDA EN LAS LADERAS SUBÁRIDAS ALFREDO MORALES GIL 137 IV. MAÍZ DE CAJETE: AGROSISTEMA Y RESISTENCIA A SEQUÍA ABEL MUÑOZ ET AL. V. EL SISTEMA DE CULTIVO EN GAVIAS DE FUERTEVENTURA (ISLAS 161 CANARIAS, ESPAÑA): LA GESTIÓN DEL AGUA EN UN ESPACIO ÁRIDO

ANTONIO PERDOMO MOLINA VI. CERCAS Y MUROS DE PIEDRA

PARA EL MANEJO DE BARRANCADAS Y APROVECHAMIENTO DE PAJA DE RÍO

CIRILA AVILA CASTILLO Y JACINTA PALERM VIQUEIRA VII. SIEMBRA DE ENLAME EN SANTA CRUZ DE GAMBOA, GUANAJUATO MARÍA ANTONIA PÉREZ OLVERA Y JACINTA PALERM VIQUEIRA VIII. LA HACIENDA ALTEÑA Y SUS SISTEMAS DE RIEGO (ANIEGO Y JUGO) TOMÁS MARTÍNEZ SALDAÑA IX. NUEVAS TIERRAS DE HUMEDAD, (FILIPINAS) PATRICIA TORRES MEJÍA X. LAS QOCHAS ANDINAS: UNA SOLUCIÓN PARA MITIGAR EL RIESGO AGROPECUARIO Y DOMÉSTICO EN LA SIERRA DEL PERÚ ANN KENDALL Y ABELARDO RODRÍGUEZ XI. LAS GALERÍAS FILTRANTES O QANATS JACINTA PALERM VIQUEIRA XII: LAS MINAS DE AGUA EN CANARIAS FRANCISCO SUÁREZ MORENO XIII. EL BIMBALETE O SHADUF JACINTA PALERM VIQUEIRA XIV. MANEJO DE ESCURRIMIENTOS SUPERFICIALES EN LAS REGIONES ÁRIDAS Y SEMIÁRIDAS DE MÉXICO JOSÉ LUIS OROPEZA, ET AL. AUTORES INDICE ANALÍTICO FOTOS

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Prefacio M anuel Anaya Garduño* Montecillo, Edo de México, 20 de junio de 2002

La población mundial en el año 2002 es de alrededor de 6200 millones de habitantes, esta aumentará a 7105 millones para el año 2015, y se espera que en el año 2025 alcance la cifra de 7800 millones de habitantes, lo cual implica grandes retos en cuanto al abastecimiento y la calidad de agua para uso doméstico, industrial y agrícola. El agua es elemento básico en la vida del planeta tierra, por lo que es razonable preocuparse por el futuro de la humanidad en cuanto a la creciente escasez que afecta severamente a mas de 1000 millones de habitantes y a 2400 millones que no tienen acceso al agua de buena calidad sanitaria, cerca de 4000 millones de casos de diarrea se presentan cada año, lo que trae como consecuencia 2.2 millones de decesos; según datos de UNICEF, cada 12 segundos muere un niño por falta de agua y de saneamiento. Las Naciones Unidas declararon el 22 de marzo como Día Mundial del Agua con el objeto de promover una cultura y aprovechamiento eficiente del agua para el bienestar social y la productividad económica (Anaya, 2001). La creciente demanda de agua para fines agrícolas esta imponiendo una dura competencia por la adjudicación de los escasos recursos hídricos, se esperan severos problemas e incluso guerras por el agua. Cada año se pierde alrededor del 25% de la superficie sembrada bajo condiciones de temporal debido principalmente a la sequía. Sería deseable que los países que comparten cuencas hidrográficas pudieran adaptar

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políticas factibles para ordenar más equitativamente los recursos hídricos. Los sistemas de captación y aprovechamiento de este vital recurso datan de mas de 4000 años en la región de Mesopotamia y en el Desierto del Negev, donde gracias al ingenio del hombre, se producían granos básicos, hortalizas y frutales con precipitaciones menores de 200 mm por año (UNESCO, 1995). Lo anterior indica que el problema de la escasez del agua no es de carácter tecnológico sino más bien es de tipo social, cultural y político. La región de América Latina y el Caribe, con las tecnologías generadas por los Incas, los Mayas y los Aztecas es rica en conocimiento autóctono y tradicional sobre el manejo eficiente del agua de lluvia, el cual es necesario rescatarlo y combinarlo con las tecnologías modernas con el lema “Aprender del pasado para hacer frente al futuro”. Este libro que presenta la Dra. Jacinta Palerm Viqueira y colaboradores ofrecen al lector una interesante antología sobre sistemas de riego no convencionales que se han practicado en los últimos siglos en diversas partes del mundo, destacan los sistemas de aprovechamiento del agua de lluvia para la producción agrícola conocidas como entarquinamiento en cajas de agua ampliamente utilizadas en México , en la India, en Egipto y en las Islas Canarias, otras técnicas se refieren a riego por canales con agua bronca, la técnica de el colmatage que consiste en hacer llegar el escurrimiento, alto en materia orgánica, al terreno dividido en depósitos y hacerlo apto para la agricultura; la técnica de estacados o formación paulatina de terrazas con manejo de escurrimientos superficiales. Las técnicas de entarquinamiento han sufrido una contracción desde mediados del siglo XX debido a la construcción de distritos de riego; sin embargo, se siguen regando con este sistema, miles de

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hectáreas en México, dedicadas a granos básicos, a forrajes y a hortalizas (López, 2002). Además, se comenta la técnica de las galerías filtrantes ó qanats, ampliamente utilizadas en Irán desde tiempos muy remotos, posteriormente pasan a España y a América Latina; en México, se encuentran en Puebla, Coahuila, Jalisco, Nuevo León, Querétaro, Zacatecas, Aguascalientes utilizadas para uso doméstico y para agricultura, esta tecnología se refiere a un acueducto subterráneo que conduce el agua por gravedad a la superficie; ha sido ampliamente utilizado desde tiempos muy remotos por los Persas y por los Árabes. Otra técnica descrita en este libro se refiere a las Minas de Agua en Canarias, estructuras que captan las aguas subálveas de las barrancas a través de zanjas que cruzan diagonalmente el subsuelo del cauce del curso de agua, técnica hidráulica de tiempos protohistóricos. También se describe la técnica del bimbalete, utilizado en tiempos históricos por los Romanos y los Árabes, se utiliza ampliamente en la India y en México y sirve para el abasto de agua para uso doméstico y para riego por gravedad, semeja una balanza cuyos brazos hacen las veces de sube y baja. Como antecedentes relacionados con esta antología se encuentra lo siguiente: El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente convocó en octubre de 1979 a un grupo especializado para discutir los reportes técnicos sobre captación de agua de lluvia en África, Asia, Australia, Centro América, China y el Oriente Medio. La captación de lluvia se refiere a su colección, conducción y almacenamiento, además analizaron el manejo de escurrimientos superficiales durante la estación de lluvias y su posterior almacenamiento (UNEP, 1983). El Banco Mundial en 1988 publicó el reporte técnico Nº 91 “Water Harvesting for Plant Production”, en

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el que se da especial atención a África, en él se describen técnicas de captación de agua de lluvia para la producción agrícola (World Bank, 1988). La FAO publicó en 1994, un manual sobre Captación y Aprovechamiento del Agua de Lluvia, dando especial atención a América Latina y el Caribe (FAO, 1994), en el se describen tecnologías para la producción agrícola. El IICA-México en 1998 publicó dos manuales sobre Captación de Agua de Lluvia para uso doméstico el primero, el segundo para la producción agrícola, estos se distribuyeron ampliamente en la región de América Latina y el Caribe (IICA, 1998). La Asociación Internacional Sobre Sistemas de Captación de Agua de lluvia ha celebrado 10 conferencias internacionales, la XI tendrá lugar en México con el lema “Towards a New Green Revolution and Sustainable Development Through an Efficient Use of Rainwater, coordinada por la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación y el Colegio de Postgraduados (IRCSA, 2001). Los diversos sistemas de captación y aprovechamiento del agua de lluvia representan estrategias para mitigar los efectos de las sequía en las diversas regiones del mundo, las actividades agrícolas utilizan mas del 70% del agua en el ámbito mundial, lo cual indica la urgente necesidad de lograr un manejo integral y mas eficiente de este recurso natural básico para el desarrollo sustentable, por lo que, se espera que la presente antología sirva para reforzar la cultura del agua y sea de utilidad a estudiantes, productores, técnicos, investigadores y tomadores de decisiones.

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Nota: (*) El autor del prefacio es Profesor Investigador Titular del Instituto de Recursos Naturales del Colegio de Postgraduados, Director Regional para América Latina y El Caribe de la Asociación Internacional Sobre Sistemas de Captación de Agua de Lluvia y Coordinador General de la “XI International Conference on Rainwater Catchment Systems”, que tendrá lugar del 25 al 29 de agosto del 2003 en la Cd. de México. Referencias Bibliográficas Anaya, G.R.I (2001). Escasez de Agua en América Latina y el Medio Oriente: Estudio de caso, Problemas y Soluciones. Tesis Profesional. Universidad de la Americas Puebla. Depto de Relaciones Internacionales. Puebla, Puebla. 132 pp. FAO, (1994). Manual Sobre Captación y Aprovechamiento del Agua de Lluvia. Santiago de Chile, Chile. 201 pp. IICA (1998). Sistemas de Captación de Agua de Lluvia en América Latina y el Caribe: Base para el Desarrollo Sustentable. México, DF. 96 pp. IRCSA, (2001). 10th. International Conference on Rainwater Catchment Systems. 10-14 September, Mannheim, Germany. 312 pp. López, P.E. (2002). Buscando la Autogestión en las Cajas de Agua del Valle Coeneo-Huaniqueo, Michoacán. Tesis de Maestría. Colegio de Postgraduados, ISEI, Montecillo; México. 197 pp. UNEP, (1983). Rain and Stormwater Harvesting in Rural Areas. A report by the United Nations Environment Programme. Nairobi, Kenya. 233 pp.

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UNESCO, (1995). Rainfall Water Management in the Arab Regions State of the Art Report. ROSTAS, Cairo, Egypt. Edited by Abdin Salih et al. 147 pp. World Bank (1988). Water Harvesting for Plant Production World Bank Technical Paper Number 91. Washington, D.C. USA. 123 pp.

Introducción El problema Empecemos por señalar que el uso eficiente del agua (litros aplicados por hectárea) no significa el mejor uso del recurso agua disponible en una localidad. Podemos ilustrar esta afirmación con el caso de una comunidad del estado de Tlaxcala a donde llegó un programa de uso eficiente del agua con crédito y asistencia técnica para sistemas de riego por goteo. En la comunidad primero preguntaron si no habría apoyo para construir otro jagüey, se les respondió que el programa era sólo para riego por goteo; luego preguntaron si no se podía usar el agua del jagüey, se les respondió que no, que estaba muy sucia y tapaba el sistema. Por demás, en la comunidad hay un creciente rechazo a la introducción del sistema de riego por goteo. ¿Tradicionales, envidiosos de los que sí hicieron la inversión o sensatos? El sistema de riego por goteo se abastece del sistema de agua potable de la comunidad y ésta ya empieza a ser insuficiente para la demanda de agua doméstica de la comunidad. Otro caso con el que podemos ejemplificar se refiere, no a una introducción de tecnología “eficiente”, sino a la propuesta de eliminar sistemas basados en un supuesto uso “poco eficiente” del agua, tal es el caso de una técnica donde se crean medios acuáticos artificiales temporales, en el medio acuático se reproducen peces y llegan patos migratorios. Esta técnica probablemente tiene un impacto en el control de inundaciones: en un afluente del Lerma capta aguas torrenciales en unas 10,000 hectáreas de cajas con una lámina1 de un metro. La técnica probablemente también impacta en la recarga de acuíferos. En zonas de producción hortícola, como en el valle de Zamora y en el valle de Yurécuaro, existen evidencias del beneficio en la fertilidad de los suelos, de

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control de ciertas plagas y patógenos del suelo, así como el mejoramiento de la estructura o preparación del suelo para que las plantas ahí cultivadas desarrollen sus raíces en condiciones más favorables. Proponemos que el conocimiento de formas de manejo del agua con sistemas de riego no convencionales es indispensable en la consecución de un manejo eficiente del agua disponible localmente , así como de un manejo eficiente integral que incluye la producción agrícola, la ecología, la recarga de acuíferos, el manejo de inundaciones, el control de plagas, la conservación del suelo. Un manejo eficiente con técnicas que están basadas en el conocimiento local de tal manera que sean sostenibles en el tiempo. Tal propuesta implica conocer y evaluar las técnicas o sistemas de riego no convencionales, así como su presencia regional. El campo de estudio y los estudiosos Existen una gran cantidad de técnicas para el manejo del agua para la agricultura, que no son propiamente sistemas “de riego”, cuando menos no son de la competencia de los especialistas en Irrigación (o Hidrociencias), ni suelen estar en las estadísticas nacionales como tierras “de riego”. Al parecer para que una técnica sea considerada como “sistema de riego” se requiere un reservorio de agua importante o una fuente perenne de agua y una red de canales o un sistema de distribución tecnificado (goteo, aspersión). No obstante, existe un campo de estudio y de operación que se refiere a Conservación de Suelo y Agua (en inglés Soil and Water Conservation, abreviado como SWC), y que es de la competencia de los especialistas en Suelos o Edafología. Tal campo inicia en la década de 1930 en Estados Unidos a raíz del llamado dust bowl.

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Hay manuales de Conservación de Suelo y Agua referidos a las técnicas que se pueden emplear para este fin, son de interés para el tema que nos ocupa aquéllas bajo los rubros de conservación del agua y/o cosecha de agua o recolección de aguas (una traducción del inglés de water harvesting). Los límites de las técnicas consideradas no son del todo claras, para algunos se limitan a la captura de agua de escorrentía o de avenidas en zonas áridas; otros amplían el espectro incluyendo por ejemplo técnicas como las chinampas y los camellones (raised fields) del bosque tropical lluvioso del Amazonas y de la zona maya2. Posiblemente la denominación riego alternativo (Barrow 1987, 1999) es el que da cabida a todas estas técnicas de regadío “no convencionales”. Las aguas susceptibles de ser utilizadas son de lluvia (antes de convertirse en escorrentías), de escorrentía (que corren por la superficie antes de llegar a un arroyo o río, en inglés run-off), de avenida (que en México llamamos aguas broncas, en inglés spate o flood irrigation), y de paso ciénegas y charcos estacionales (wetland), es decir todas aquellas aguas que no son permanentes o no están controladas por grandes obras de riego y que frecuentemente no tienen una red de canales (o un sistema tecnificado) para su distribución. Algunas formas de captación de agua subterránea, como las galerías filtrantes, también son incluidas en este conjunto tecnológico de riego alternativo. En las últimas décadas, entre los especialistas en Conservación de Suelo y Agua ha ido cobrando importancia el estudio de caso de técnicas tradicionales (llamadas en inglés indigenous), es decir a los Manuales se ha empezado a incorporar, además de los diseños propuestos por los ingenieros, la diversidad de soluciones locales. Los estudios de caso al parecer se han concentrado en ciertas áreas geográficas: la India, el

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Norte de Africa y las prácticas realizadas por los indios del suroeste de Estados Unidos. El interés de los especialistas en Conservación de Suelo y Agua en las técnicas tradicionales de recolección de aguas o cosecha de agua responde al poco éxito en la adopción de las prácticas de conservación propuestas; mientras que en el caso de las técnicas tradicionales hay existencia de conocimiento e instituciones locales para su manejo, es decir la organización social para dar continuidad a la técnica, así como la experiencia empírica de que son técnicas adaptadas a la localidad. Otros factores de interés corresponden a los límites alcanzados en la construcción de presas y sistemas de riego “convencionales” (ver ensayos preparados en 1999 para el World Commission on Dams), a la necesidad de respuestas a la problemática de la agricultura fuera de las áreas “de riego” o de buen temporal, a un contexto mundial donde el agua de la agricultura “de riego” está siendo crecientemente demandada por las ciudades y por la industria. Es pertinente señalar que los especialistas en Conservación tienden a un enfoque a nivel de cuenca hidráulica, es decir a la consideración que prácticas de tecnología sencilla tienen un impacto difuso pero crítico sobre amplias regiones; así, hay creciente evi dencia que las técnicas, o algunas de las técnicas, favorecen la recarga de acuíferos y controlan las avenidas de agua disminuyendo los riesgos de inundación. Las recopilaciones que hemos consultado (por ejemplo Barrow 1987, 1999, Hudson 1987, Agua ... 1987, Manual ... 2000, Agarwal y Narain 1997), que pretenden reunir técnicas tradicionales de todo el mundo o de grandes regiones, son todavía listas de técnicas con algunos intentos de clasificación basados en el tipo de fuente del agua y en una gran división entre almacenamiento en el suelo (el agua capturada se utiliza

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para incorporar humedad al suelo y el cultivo se realiza en ese mismo espacio) y almacenamiento en reservorios para luego regar a partir de estos reservorios. Una mayor clasificación de la diversidad de técnicas responde a un ordenamiento con base en ciertos rasgos distintivos para los especialistas en Conservación; aunque la diversidad de técnicas “tradicionales” adaptadas a condiciones locales parece rebasar, como los mismos especialistas señalan, los intentos de clasificación. No obstante, persisten como muestra el inicio de una base de datos por el WOCAT, aunque todavía muy limitado. La clasificación tiene poco que ver con las tendencias clasificatorias típicas de los antropólogos: evolucionista, difusionista y de ecología cultural (la relación base material/sociedad). Las recopilaciones, aunque basadas en una revisión más o menos exhaustiva de estudios de caso (dispersos en multitud de artículos, aunque concentrados en algunas regiones del mundo), aportan por lo general una descripción insuficiente como para poder determinar si una dada técnica, observada por uno mismo en campo, corresponde a aquella reportada en el texto; la insuficiencia en la descripción se agrava con el hecho frecuente que una dada técnica es frecuentemente descrita por un único autor. A la dificultad y escasez de descripciones se auna la variación en nombres a una misma técnica o también un conjunto de técnicas distintas recibe el mismo nombre. La investigación y sistematización es aún escasa. Los estudios de caso, como ya señalamos, se encuentran dispersos en multitud de textos, particularmente en artículos; no obstante, hay que mencionar un trabajo magnífico por la descripción y la fotografía, que conjunta arqueología, conservación y recreación de los antiguos sistemas, de Evenari et al. (1971); la conjunción arqueología y recreación de

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sistemas antiguos también se encuentra para la técnica de camellones del Amazonas (Denevan 2001, Erickson en-línea). Igualmente hay que mencionar la espléndida recopilación para la India de técnicas magníficamente ilustrada e impresionante por la diversidad –editada por Agarwal y Narain (1997). Otro grupo de investigadores que han abordado el estudio de estas técnicas, con anterioridad a la iniciativa de los especialistas en Conservación de Suelo y Agua, son los antropólogos, arqueólogos y geógrafos interesados en la base material de culturas pasadas y presentes. Una corta lista centrada en México: Armillas 1991, Palerm 1972, Palerm y Wolf 1972, Denevan 1980, 2001, Wilken 1987, Donkin, la recopilación de Rojas y Sanders 1985. Estudios que, por otra parte, han sido retomados por los especialistas en Conservación. El inicio de la Antología: El entarquinamiento en cajas de agua La presente Antología surge de la interrogante sobre la extensión y origen de un técnica hidráulica peculiar, el entarquinamiento en cajas de agua. Nuestro conocimiento sobre el entarquinamiento a su vez inicia con los resultados de investigación histórica-arqueológica del equipo Herb Eling/ Martín Sánchez. En un primer momento aparece como una técnica casi extinta, con pocos y localizados casos de persistencia; así como una técnica “desconocida” o “no reportada”. Definido de manera muy simplificada el entarquinamiento en cajas de agua consiste en la derivación de aguas broncas hacia parcelas rodeadas en sus cuatro lados por un bordo con una altura aproximada de metro y medio. Las cajas tienen dimensiones que van de las 5 a las 100 hectáreas. A la caja se introduce una lámina de agua de

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aproximadamente un metro de altura. El agua permanece en la caja desde su llenado en la temporada de lluvias hasta la siembra en el ciclo de invierno (trigo, lenteja, garbanzo) –o aun después, como para el algodón– para cuyas fechas el agua se ha resumido o se vacía el agua restante. Es frecuente encontrar un grupo de cajas interconectadas, donde una se llena/ vacía a partir de la otra a través de estructuras, como compuertas. Los requerimientos técnicos para el manejo del agua en este sistema implican una cierta organización: acuerdos entre los co-propietarios de una caja (después del reparto agrario), acuerdos sobre el manejo de un grupo de cajas y acuerdos entre grupos de cajas en un tramo de río. En algunas regiones, como en el valle de Zamora y el de Yurécuaro, encontramos que el entarquinamiento en cajas de agua se ha re-funcionalizado para el cultivo de hortalizas. El entarquinado es más breve, a veces sólo días; y el manejo parece ser más individualizado. Identificación de los sistemas de riego no convencionales El primer problema que se nos presentó en esta exploración consistió en tipificar a la técnica. ¿Qué rasgos o conjunto de rasgos debían ser definitorios?: el uso de aguas broncas, la existencia de parcelas bordeadas por los cuatro lados, la siembra en el reservorio una vez resumidas o evacuadas las aguas, el propósito de llenar las cajas para conservar humedad en el suelo, la altura de los bordos, la lámina de agua introducida, la duración del entarquinamiento, la existencia de grupos de cajas interconectadas, la existencia de estructuras de derivación del agua hacia las cajas, debíamos considerar que algunas partes de la zonas donde hubo/ hay cajas habían sido ciénegas, las

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diferencias locales corresponden a adaptaciones al terreno (topografía/ hidrología local), a los cultivos, al tamaño de la tenencia de la tierra. Tal definición corresponde, por un lado, a un artificio clasificatorio del investigador, por otro, a la evolución/difusión misma de la técnica. En nuestra exploración encontramos técnicas parecidas, donde alguno de los rasgos, aunque no todos, estaba presente. En este proceso fuimos tratando de definir o tipificar a la técnica de entarquinamiento en cajas de agua, en discusiones a veces acaloradas y todavía no resueltas. Ha sido notorio en nuestra búsqueda de casos de entarquinamiento en cajas de agua en la literatura y consultando colegas mexicanos y de otras partes del mundo la cantidad de casos que inicialmente pensamos – o pensaron– que podía tratarse de la misma técnica y que resultaron disímbolos al realizar una exploración a mayor profundidad. Al mismo tiempo hemos ido ubicando técnicas de diversas regiones de México y del mundo, con nombres muy distintos, que parecen estar basadas en los mismos principios. En todos los casos existe la posibilidad de que una misma técnica reportada para regiones distintas sea resultado de invenciones independientes, resultado de soluciones a la misma problemática, de la misma forma que la conducción del agua por canales es una invención independiente en regiones muy diversas; o que sea resultado de procesos de difusión –o también una combinación de ambos fenómenos. Por ejemplo la presencia de las mismas técnicas en Mesoamérica y Aridoamérica puede ser por ejemplo resultado de la expansión tlaxcalteca a partir del siglo XVI, mientras que la presencia de la misma técnica en el Norte de Africa y México puede ser resultado de invenciones independientes.

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La exploración de técnicas también puso de relieve, como ya señalamos, la falta de uniformidad en la nomenclatura de las técnicas, es decir una técnica de una región es descrita y se le da el nombre local, y resulta difícil, sin contar con una buena descripción, saber si la técnica presente en otra región o localidad es la misma con otro nombre. Un colega, Abelardo Rodríguez, señaló: “Seria interesante hacer una tipología con los nombres en diferentes idiomas. Eso mejoraría la comunicación entre los que trabajamos con Conservación de Suelos y Agua.” La búsqueda de la presencia histórica y contemporánea de esta técnica nos llevó a la constatación de que en México hay pocos, poquísimos estudios de caso sobre técnicas de riego alternativas realizados por antropólogos sociales, arqueólogos, geógrafos y agrónomos. La búsqueda de la presencia de esta técnica en otras partes del mundo nos llevó a la constatación de la poca pero creciente investigación sobre sistemas no convencionales, particularmente nos permitió ubicar a los grupos de estudiosos. Conviene insistir sobre este aspecto, el conocimiento sobre sistemas de riego no convencionales es escaso y existe la tendencia de agregar las técnicas existentes bajo un mismo nombre, haciendo caso omiso de la diversidad existente; también el poco conocimiento lleva a confundir técnicas o suponer que son las mismas. Nos pareció importante por razones metodológicas incorporar y no desechar los casos de técnicas “semejantes” al entarquinamiento en cajas de agua, nos permite mostrar mediante la comparación el conjunto de rasgos que tipifican al entarquinamiento en cajas de agua y cómo la ausencia o diferencia en alguno de los rasgos parece configurar otra técnica. La dificultad en determinar si un caso concreto correspondía o no a la misma técnica refleja la imprecisión en las descripciones,

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la ausencia de una nomenclatura común y en general la poca atención que han recibido las técnicas hídricas no convencionales de pequeña escala, aun cuando la repetición en el espacio geográfico de estas obras hace que la superficie beneficiada y el impacto en la región sea importante. Adicionalmente nos pareció importante en términos prácticos la documentación de estas técnicas hídricas que mejoran los resultados de la agricultura que suele ser tipificada como de “temporal” o secano. Lo anterior aunado a la riqueza de técnicas hídricas escasamente documentadas y publicadas, además de dispersas entre agrónomos, geógrafos, arqueólogos y antropólogos; así como las diferencias de una región del mundo a otro de la valoración de técnicas semejantes hizo que el ensayo que iniciamos se convirtiera en parte de una Antología , invitando a otros especialistas a escribir lo que nos habían platicado. Los ensayos de la Antología Los ensayos comprendidos en esta Antología inician con “ENTARQUINAMIENTO EN CAJAS DE AGUA Y OTRAS TÉCNICAS HÍDRICAS ”, precisamente la investigación que sirvió de detonante para esta Antología . Ensayo del cual somos coautores el grupo de investigación que se conformó por el interés de explorar esta técnica peculiar. A continuación un ensayo de corte agronómico sobre el entarquinamiento en una zona productora de fresa “ENTARQUINAMIENTO EN CAJAS DE AGUA EN EL VALLE ZAMORANO: UNA VISIÓN AGRONÓMICA”, de la que son autores principales dos agrónomos, uno de ellos especialista en suelos. El tercer ensayo: “EL RIEGO CON AGUAS DE AVENIDA EN LAS LADERAS SUBÁRIDAS ” de Morales Gil, corresponde a una re-edición de un viejo trabajo, pero de una excelente

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calidad descriptiva. Llegamos a este trabajo de forma curiosa, ya fue en la exploración del caso de las gavias en Canarias que apareció citado como describiendo una técnica similar en España, lo que no es el caso. Sin embargo es uno de los pocos autores que describe con precisión casos de riego con aguas broncas. El cuarto ensayo, “MAÍZ DE CAJETE : AGROSISTEMA Y RESISTENCIA A SEQUÍA”, es resultado de una invitación al Seminario de Botánica del Colegio de Postgraduados, Seminario que se ha mantenido de manera ininterrumpida desde la fundación del programa por la década de 1950 o 1960 y que reúne a profesores y alumnos del programa que exponen sus trabajos de investigación, así como invitados especiales. Precisamente a este seminario me invitaron a presentar sobre la línea de investigación de “Organización Social y Riego” y entre otra cosas hablé sobre el entarquinado. El Dr. Abel Muñoz señaló que la misma técnica se utilizaba en Oaxaca ... y lo invitamos a preparar un ensayo sobre el caso, que por otra parte no parece ser la misma técnica. También se invitó a María Rivas a preparar un ensayo sobre la construcción de jollas donde se cultiva el maíz de cajete. Jollas que consisten en la construcción de una cortina de piedra y tierra de 8 metros de alto y lo ancho de la barranca y cuyo propósito no es como reservorio de agua superficial, sino para retener suelo, azolvándose al cabo de 5 o más años la jolla y almacenando en el suelo la humedad –desgraciadamente el ensayo está inconcluso. El quinto ensayo “EL SISTEMA DE CULTIVO EN GAVIAS DE FUERTEV ENTURA (ISLAS CANARIAS , ESPAÑA ): LA GESTIÓN DEL AGUA EN UN ESPACIO ÁRIDO” corresponde a nuestra búsqueda de técnicas en otras partes del mundo, llegamos con Tony Perdomo, el autor del ensayo, a través de la lista “AGUA-ES” de España, donde preguntamos si alguien sabía de técnicas similares al entarquinamiento

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en cajas de agua, de ahí un par de colegas nos apuntaron a las Canarias y a la pagina web de una francesa, Irene Dupuis, que algo decía sobre las gavias. Irene nos presentó, vía electrónica, con Tony –que probablemente está igual de fascinado con las cajas de México, que nosotros con las gavias de Canarias. Entre cajas y gavias hay un diferencia importante, las lluvias en Canarias son en invierno, fe cha en que se siembran los cereales, el enlagunado o entarquinado dura días y no meses como en México; también probablemente las gavias sean el nombre local a varias técnicas, lo que Tony expresa como una tipología de gavias. El sexto ensayo “C ERCAS Y MUROS DE PIEDRA PARA EL MANEJO DE BARRANCADAS Y APROVECHAMIENTO DE PAJA DE RÍO ”, así como el séptimo “SIEMBRA DE ENLAME EN SANTA CRUZ DE GAMBOA , GUANAJUATO” corresponden a ensayos de un estudiante y un colega de Estudios del Desarrollo Rural, Cirila Avila y Toñita Pérez Olvera, quienes en algún momento dijeron que “en su pueblo” se realizaba una práctica igual o similar al entarquinamiento. En ninguno de los dos casos es su tema de investigación, pero con su propio conocimiento del lugar, preguntas a la familia y visitas se reconstruyó el funcionamiento de la técnica. El octavo ensayo es de Tomás Martínez y corresponde a la continuidad de colaboración en la línea de investigación de Organización Social. El ensayo “LA HACIENDA ALTEÑA Y SUS SISTEMAS DE RIEGO (ANIEGO Y JUGO)” lo escribió Tomás con viejos materiales de historia oral de un sistema que ya no estaba en funcionamiento cuando realizó la investigación de campo, y que tiene semejanzas con el entarquinamiento: el cultivo en el vaso de los bordos (de jugo), pero la función principal del agua de los bordos parece haber sido para regar (que denominaban aniego). Destaca en este sistema la captura de agua de escorrentía y de arroyos en bordos interconectados.

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El noveno ensayo sobre Filipinas: “NUEVAS TIERRAS DE HUMEDAD ” enfatiza la inversión en trabajo para modificar el paisaje, en este caso añadiendo tierras de humedad, en otros casos, en Filipinas, añadiendo terrazas diminutas donde el ancho de la terraza es menor que la altura del escalón de una terraza a otra. Destaca la importancia del trabajo y conocimiento campesino en pequeños obras que en conjunto modifican substancialmente el paisaje de una región. El décimo ensayo “LAS QOCHAS ANDINAS: UNA SOLUCIÓN PARA MITIGAR EL RIES GO AGROPECUARIO Y DOMÉSTICO EN LA SIERRA DEL P ERÚ” corresponde a otro informante de la lista

“AGUA-ES”, quien nos apuntó en la dirección de la India para la búsqueda de casos de entarquinamiento, y al que le pedimos un ensayo sobre alguna técnica del área andina. El ensayo de Abelardo Rodríguez en colaboración con Ann Kendall es sobre dos técnicas, ambas con el nombre de qochas, una, fascinante, de las mesetas altas del Perú, que asemeja superficialmente al entarquinamiento en cajas de agua de México, la otra, sobre la importancia de pequeños reservorios, que en México llamamos jagüeyes, que permiten aumentar el área de riego con la misma cantidad de agua. En los tres siguientes ensayos nos salimos de la temática centrada en el entarquinamiento, pero referida también a técnicas tradicionales: el alumbramiento y conducción por gravedad de aguas subterráneas con la técnica o conjunto de técnicas llamadas galerías, minas de agua y otros muchos nombres; y la elevación de aguas subterráneas o superficiales mediante un instrumento sencillo, llamado en México bimbalete o guimbalete, y que ha desaparecido del paisaje al substituirse por bombas. La línea común entre entarquinamiento en cajas de agua, galerías y bimbaletes era el probable o certero origen de las técnicas en el Viejo Mundo. La exploración

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sobre galerías que llevó al ensayo “LAS GALERÍAS FILTRANTES O QANATS” nos reveló el enorme desconocimiento en México sobre la presencia de la técnica (muy difundida en México) y su actualidad (hay galerías en construcción), así como la incertidumbre de cuándo se introduce (las galerías más conocidas, las del valle de Tehuacán, probablemente no van más allá del siglo XIX). Pero también nos reveló la diversidad de técnicas bajo el nombre de qanats o galerías. Es en esta exploración de técnicas similares, pero distintas al qanat clásico, que entramos en contacto con Francisco Suárez, vía Tony Perdomo. El ensayo de Francisco Suárez: “LAS MINAS DE AGUA EN CANARIAS ” es precisamente de esta otra técnica distinta al qanat clásico. Las preguntas y respuesta de un lado a otro del Atlántico llevaron a Francisco a explorar más sobre las minas de agua y a escribir el ensayo para esta Antología . El ensayo “EL BIMBALETE O SHADUF”, cuyo uso hemos ubicado en El Bajío y norte de México, y no adoptado en Oaxaca donde se utiliza el riego a cántaro (literalmente sacar el agua con cubeta y regar de planta en planta con la cubeta –o cántaro). Por último el ensayo MANEJO DE ESCURRIMIENTOS SUPERFICIALES EN LAS REGIONES ÁRIDAS Y SEMIÁRIDAS DE MÉXICO, es de un especialista en conservación de suelos y

agua; en este ensayo José Luis Oropeza realiza una extensa revisión de la literatura sobre el tema y muestra la lógica de las distintas tipologías o clasificaciones de técnicas de conservación de agua. Esperamos que la lectura de estos casos invite a la reflexión, a la investigación y al análisis de todas esas técnicas englobadas bajo el nombre de tradicionales y que representan el ingenio humano de invención y adaptación a medios ecológicos particulares para lograr una agricultura más segura y productiva.

Introducción

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Agradecimientos A todos aquellos que me han acompañado en esta exploración, incluyendo a aquellos que invitados a participar en esta Antología no contaron con el tiempo suficiente para preparar un ensayo. A la Sra. Berta, una especial mención por capturar y llevar el catálogo de artículos y libros, y luego volver a encontrarlos lue go de ser traspapelados. A Benito Rodríguez Haros por el apoyo en la recta final de edición. Así como al Sr. Nájera, corrector de estilo, que al momento de entregarle el texto, ya lo había empezado a corregir; y a Irma Salcedo invaluable intermediario para la realización de las figuras. Por último a los árbitros, cuyos comentarios y críticas ayudaron a mejorar el texto. Jacinta Palerm Viqueira 20 de junio, 2002 Montecillo, estado de México

Notas 1

Lámina de agua o de riego propiamente corresponde a un volumen de agua sobre la unidad de superficie, es decir metros cúbicos sobre metros cuadrados. Aquí entendemos por lámina de agua la altura o profundidad del agua en la parcela.

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A finales de la década de 1950 se propuso que la civilización maya debía contar con una agricultura intensiva como base material (Palerm 1967). En la década de 1960 se encuentra evidencia para el Amazonas, y se propone que habría que buscar los centros de población sedentaria. Poco después se encuentra evidencia para la zona maya. (Denevan 2001).

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Introducción

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I. Entarquinamiento en cajas de agua y otras técnicas hídricas Jacinta Palerm Viqueira y Martín Sánchez Rodríguez con la colaboración de Herb Eling, Elvia López Pacheco, José Luis Pimentel Equihua y J. Guadalupe Rodríguez Meza Introducción En México existe una técnica para la utilización de aguas de crecida, también llamadas torrenciales, de avenida o broncas que se presentan con la estación de lluvias (de junio a agosto), y consiste en canalizar las aguas torrenciales a depósitos artificiales llamados “cajas de agua”, “bordos”, “cuadros de agua”, entre otros. La lámina de agua que se introduce puede ser de un metro y permanece en la caja varios meses. Es frecuente que el llenado y vaciado de cajas se realice pasando agua de una caja a otra. La función principal de estos depósitos es la de capturar el agua para dotar de humedad y fertilidad al suelo. También parece tener ventajas en cuanto al control de ciertas malezas y nemátodos. Igualmente ventajoso es que evita la salinización del suelo. Otros efectos no estudiados son la creación de una ecología particular a donde llegan patos salvajes y proliferan peces, la recarga de acuíferos por la infiltración del agua y, finalmente, el control de avenidas. Esta técnica se utilizó típicamente para cultivos de invierno como el trigo y la lenteja en El Bajío, pero en La Laguna además, y principalmente, para el cultivo de algodón. En las últimas décadas se ha refuncionalizado en el valle de Zamora y en el valle de Yurécuaro (Michoacán) para el cultivo de hortalizas y fresa. Es conocida en México de distintas maneras, además de entarquinar: enlagunar, entancar, anegar, y también, de

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manera errónea, por las nuevas generaciones de agrónomos, como riego por inundación. La investigación sobre el entarquinamiento inicia como una exploración arqueólogica-histórica en El Bajío (Eling y Sánchez 2000), Martín Sánchez (2001) propone que esta técnica está asociada al crecimiento sostenido de la frontera agrícola de riego entre los siglos XVIII al XX en El Bajío más allá de la antigua frontera mesoamericana. Estos datos: la ubicación de esta técnica peculiar fuera del área mesoamericana, la construcción de infraestructura de cajas de agua al parecer sistemáticamente asociada a haciendas y fuertemente asociada con cultivos del Viejo Mundo (trigo, lenteja) nos llevó a plantear la hipótesis de que la técnica no es prehispánica, sino introducida o un invento novohispano. Otros factores parecían avalar esta interpretación: la ausencia de reportes en los estudios de especialistas en agricultura prehispánica, las dimensiones de las cajas que en caso de tenencia campesina obligan a compartir una misma caja, la apreciación inicial de incapacidad de los beneficiarios del reparto agrario de dar continuidad al sistema, la ausencia de reportes de casos de manejo de la técnica en comunidades mesoamericanas. Este conjunto de factores los hemos ido matizando, por ejemplo la asociación entre entarquinamiento en cajas de agua y cultivos del Viejo Mundo que toleran bajas temperaturas y pueden sembrarse en invierno, a diferencia de plantas mesoamericanas muy susceptibles a las bajas temperaturas, no corresponde en el caso de La Laguna; en La Laguna predominó el cultivo del algodón gracias al entarquinamiento. La introducción del algodón a esta región data de la expansión decimonónica al norte de México (recordemos que el algodón es también nativo del Nuevo Mundo y que inicialmente en La Laguna se cultivó algodón mexicano). La humedad del suelo por el entarquinamiento y las prácticas de arrope eran

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suficientes para permitir la siembra de algodón una vez que las temperaturas empezaban a subir por el mes de febrero. Por otra parte, como anotó un colega agrónomo, no en todo el país hay heladas en invierno. Aunque encontramos que campesinos beneficiarios del reparto agrario fueron capaces de apropiarse de la técnica, no está claro si hay casos de presencia de la técnica en comunidades campesinas que no heredaron la infraestructura de la hacienda y con plantas del Nuevo Mundo: el caso de los pantles del valle de Tehuacán parece ser la misma técnica, mientras que un caso de San Luis Potosí presenta grandes semejanzas; ambos se describen más adelante. Hemos confirmado la ausencia de reportes sobre la técnica entre los especialistas en agricultura prehispánica y hemos encontrado reportes de casos en el Viejo Mundo que parecen ser la misma técnica, pero que hasta el momento no señalan más que un paralelismo. El primer paso de nuestra investigación consistió en la búsqueda de otros casos históricos y contemporáneos del uso del entarquinamiento en cajas de agua a partir de una excelente descripción de la técnica para un caso concreto (Eling y Sánchez 2000, Sánchez 2001). Con bastante rapidez encontramos otros lugares donde el entarquinamiento persiste: valle de Zamora, valle de Yurécuaro, valle de Coeneo-Huaniqueo y sobre el río Aguanaval en La Laguna; además de menciones de otros lugares donde la técnica había estado en uso en años recientes: Guanajuato (Sánchez Izquierdo 2000) y en los ríos Yaqui y Mayo (García et al. citados en Menés 1999). También hicimos un ensayo de buscar en el catálogo del Archivo Histórico del Agua (AHA) las menciones de “entarquinamiento”, suponiendo que en México la palabra corresponde a una técnica uniforme. En este catálogo ubicamos una multitud de lugares donde se reporta “entarquinamiento”; las menciones corresponden

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a la primera mitad del siglo XX (por el carácter mismo del archivo). Paralelamente encontramos mencionado el entarquinamiento en las Leyes sobre Aguas del siglo XX (1910, 1929, 1934, 1946, 1972, 1992) al señalarse en el orden de prelación para el uso del agua, y entre las funciones de la Comisión Nacional de Irrigación a partir del Decreto expedido en julio de 1926 que incluye las obras para entarquinamiento de terrenos como parte de las funciones de la Comisión Nacional de Irrigación (CNI 1940), además de menciones en documentos de archivo y descripciones por los distintos viajeros que recorrieron las regiones cerealeras del país. Evidentemente estábamos ante una técnica muy difundida en México, pero no por ello conocida y estudiada. No obstante su importancia en el pasado cercano y su uso hasta nuestros días, la práctica del entarquinamiento parece haber sido olvidada por técnicos y científicos sociales; sin embargo, proponemos que este fue el método de riego que facilitó el aprovechamiento de las aguas torrenciales en una amplia zona del país, lo que a su vez permitió, junto con otras técnicas e instrumentos como las galerías filtrantes y los bimbaletes, el crecimiento sostenido de la frontera agrícola de riego entre los siglos XVIII al XX más allá de la antigua frontera mesoamericana. Hoy en día, el entarquinamiento y las cajas de agua son considerados como un método tradicional de riego que sólo provoca el desperdicio de agua a través de la evaporación y la infiltración, según los ingenieros ubicados en las zonas donde se utiliza como en el valle de Coeneo-Huaniqueo, valle de Zamora, valle de Yurécuaro; pero también aparece brevemente descrito como una técnica posible a utilizarse en un Manual de Captación y Aprovechamiento del Agua de Lluvia. Experiencias en América Latina (2000) editado por la FAO, así como en un folleto de la

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Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (s/f) de la década de 1990 y en Figueroa et al. (1990). Debido a que nuestro interés estaba dirigido a tratar de determinar el origen de la técnica, la búsqueda de otros casos históricos y contemporáneos del uso del entarquinamiento en cajas de agua la ampliamos deliberadamente a una exploración de técnicas hídricas en México y otras partes del continente reportados por arqueólogos y geógrafos del paisaje prehispánico o reportadas para comunidades mesoamericanas esperando encontrar la técnica de entarquinamiento en cajas de agua. Simultáneamente iniciamos la búsqueda de técnicas hídricas similares para el Viejo Mundo. En esta exploración nuestro principal problema metodológico, y segundo paso en la investigación, fue definir la técnica.¿Qué rasgos o conjunto de rasgos debían ser definitorios?: el uso de aguas broncas, la existencia de parcelas bordeadas por los cuatro lados, la siembra en el reservorio una vez resumidas o evacuadas las aguas, el propósito de llenar las cajas para conservar humedad en el suelo, la altura de los bordos, la lámina de agua introducida, la duración del entarquinamiento, la existencia de grupos de cajas interconectadas, la existencia de estructuras de derivación del agua hacia las cajas. ¿Debíamos considerar que algunas partes de la zonas donde hubo/ hay cajas habían sido ciénegas? ¿Las diferencias locales corresponden a adaptaciones al terreno (topografía/ hidrología local), a los cultivos, al tamaño de la tenencia de la tierra? La definición de la técnica corresponde, por un lado, a un artificio clasificatorio del investigador, por otro, a la evolución/difusión misma de la técnica. En nuestra exploración encontramos además de los casos en que no parece haber duda de que es la misma técnica, otros casos de técnicas parecidas, donde alguno de los rasgos, aunque no todos, estaba presente. En este

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proceso fuimos tratando de definir o tipificar a la técnica de entarquinamiento en cajas de agua, en discusiones a veces acaloradas y todavía no resueltas. Ha sido notorio en nuestra búsqueda sobre el terreno, en la literatura y consultando colegas mexicanos y de otras partes del mundo la cantidad de casos que inicialmente pensamos – o pensaron– que podía tratarse de la misma técnica y que resultaron disímbolos al realizar una exploración a mayor profundidad. Nos parece importante por razones metodológicas incorporar y no desechar los casos de técnicas “semejantes” al entarquinamiento en cajas de agua: nos permite mostrar mediante la comparación el conjunto de rasgos que tipifican al entarquinamiento en cajas de agua y cómo la ausencia o diferencia en alguno de los rasgos parece configurar otra técnica. La dificultad en determinar si un caso concreto correspondía o no a la misma técnica refleja la imprecisión en las descripciones, la ausencia de una nomenclatura común y en general la poca atención que han recibido las técnicas hídricas no convencionales de pequeña escala, aun cuando agregadas, como las cajas o cuadros de agua de La Laguna, para mencionar un espacio hidráulico específico, permitieron el riego en 150,000 hectáreas. Pero quizá lo más interesante es que no suelen entrar en la clasificación “de riego”, de hecho es más frecuente encontrar a las técnicas como un manejo de “secano” o temporal. El concepto “de riego” parece haberse ido reduciendo, entre los ingenieros el estudio de estas técnicas hídrica es del campo de los especialistas en Suelos y no de los especialistas en Irrigación. Por otra parte nos pareció importante en términos prácticos la documentación de estas técnicas hídricas que mejoran los resultados de la agricultura que suele ser tipificada como de “temporal” o secano. Lo anterior aunado a la riqueza de técnicas hídricas escasamente

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documentadas y publicadas, además de dispersas entre agrónomos, geógrafos, arqueólogos y antropólogos, así como las diferencias de una región del mundo a otro de la valoración de técnicas semejantes hizo que este ensayo se convirtiera en parte de una Antología, invitando a otros especialistas a escribir lo que nos habían platicado. La presentación la dividimos en tres partes, la primera una corta definición del entarquinamiento en cajas de agua y su distribución en México (basado en el Catálogo del AHA); la segunda, tres estudios de caso: valle de Celaya de tipo histórico, valle de CoeneoHuaniqueo de tipo etnográfico y la Comarca Lagunera de tipo histórico y etnográfico; y la tercera, un conjunto de técnicas hídricas que en alguno de sus rasgos tiene semejanzas con el entarquinamiento en cajas de agua: uso de aguas broncas, siembra en el suelo inundado, etc. , en esta sección incluimos también los casos que podrían ser también de entarquinamiento en cajas de agua en México y otras partes del mundo. En México hemos encontrado dos casos que asemejan al entarquinamiento en cajas de agua pero con cultivo de plantas nativas, uno de los casos además es una práctica de una comunidad campesina/indígena del área mesoamericana. En cuanto al Viejo Continente , en cuatro casos hemos encontrado las mayores semejanzas: dos en la India, uno en Egipto y uno en Canarias. El caso del Nilo puede ser un vínculo interesante, Humboldt en 1822 anotó el parecido; un ingeniero norteamericano propuso a fines del siglo XIX introducir el sistema de riego del Nilo a California (Worster 1985:360, n. 5). ¿Qué es el entarquinamiento en cajas de agua? Las cajas son extensiones variables de terreno rodeadas por un bordo de tierra y tienen por objeto

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almacenar el agua, humedecer la tierra y servir cómo área de cultivo. La superficie de la caja varía de acuerdo con el volumen de agua que se desea almacenar, así como de las condiciones topográficas del lugar ya que éstas pueden favorecer o impedir la formación de láminas de aguas o la concentración de un mayor o menor volumen de agua. De acuerdo con la información localizada, esta superficie podía ser de entre 5 a 150 hectáreas. Para satisfacer las condiciones de estabilidad y mínima filtración, las dimensiones de los bordos de sección trapezoidal que limitan las cajas varían de acuerdo con la naturaleza del terreno y de la lamina de agua almacenada, ya que las funciones de los bordos serán el de resistir el empuje del agua y no permitir las filtraciones que pondrían en serio peligro la estabilidad de los bordos; no obstante, la variación los bordos tienen típicamente una altura de alrededor de 1.5 a 2 m. (Eling y Sánchez 2000:112). A esta caracterización de bemos agregar otros aspectos técnicos que nos ayudan entender mejor el funcionamiento de las cajas y la práctica del entarquinamiento en la cuenca del río Lerma, que es la región donde se han documentado las cajas más antiguas (siglo XVIII). Al respecto, Martín Sánchez agrega que las cajas de agua cuentan con dos clases de obra de regulación: las que regulan la entrada de agua y las que arreglan la dotación, conducción y desalojo del líquido. Con respecto a las primeras, es común encontrar presas de derivación construidas sobre el cauce del río, canales abiertos directamente sobre las márgenes de corrientes superficiales o una combinación de presas y canales que pueden llegar a tener varios kilómetros de longitud. En los tres casos las obras sirven para aminorar la presión hidráulica y evitar la erosión de los campos de cultivo. Sin embargo, el funcionamiento de este tipo de entarquinamiento no se puede entender sin considerar la

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red de canales secundarios, compuertas y bordos que arreglan la dotación, conducción y desalojo del agua torrencial (Sánchez 2001). Para el llenado de las cajas de agua encontramos un llenado individual de cada caja o el llenado de una caja a partir de otra. En este segundo caso la distribución del agua se hace a partir de una caja principal que recibe el nombre de caja recibidora o caja llave y que tiene una o más compuertas de acceso y desalojo de agua;. por su ubicación en la parte más alta del terreno y más cercana a la acequia principal, esta caja recibe primero las aguas, las almacena hasta que alcanzan cierta altura para después distribuirlas hacia otras cajas. La lámina de agua que se introduce a la caja es de aproximadamente un metro, y puede permanecer el agua en la caja (enlagunada, entancada o entarquinada) varios meses. La cuenca del Lerma parece haber concentrado de manera importante la utilización de las cajas de agua. Esta información se desprende de los datos proporcionados por el Archivo Histórico del Agua y puestos sobre un mapa de México (Figura 1). Sin embargo, otras regiones más al norte como la Comarca Lagunera, caracterizada por el cultivo del algodón –que tuvo una enorme importancia en la economía del país durante la segunda mitad del siglo XIX y particularmente en el siglo XX–, también se distingue por la práctica del entarquinamiento. Estudios de caso Las cajas de agua en el valle de Celaya (basado en documentos del Archivo Histórico del Agua, Martín Sánchez). El valle de Celaya en Guanajuato es la zona de la cuenca del Lerma donde se han registrado documentalmente las cajas más antiguas. Gráficamente

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el primer registro localizado data de 1806 y corresponde a un plano mandado elaborar por las autoridades virreinales para ver los efectos de las inundaciones en la ciudad de Celaya por motivo del funcionamiento de las cajas de agua. Sin embargo, Martín Sánchez plantea que la construcción sistemática de las obras para el aprovechamiento de las aguas torrenciales a partir de cajas de agua se inicia a finales del siglo XVII y principios del XVIII y tienen que ver con el incremento en la demanda regional de cereales (Sánchez 2001). En las inmediaciones del pueblo indígena de San Juan de la Vega, al norte de la ciudad de Celaya, encontramos un conjunto de grandes cajas construidas a finales del siglo XVIII por los propietarios de la hacienda de Guadalupe. En el año de 1784 la Corona concedió merced real para aprovechar los remanentes del río de la Laja y las filtraciones y derrames de una presa denominada de Labradores. Pensada originalmente para regar las tierras de la hacienda de Guadalupe, al final, las aguas que ahí se derivaron fueron divididas en dos partes. Por la margen izquierda partía el canal de Guadalupe o Sanabria cuyo origen era una compuerta de libre admisión y de forma rectangular terminada por un arco de círculo que tenía 1.75 m. de anchura y 2.48 de altura máxima. Con una longitud aproximada de 10 kilómetros, el canal de Guadalupe servía de división entre las labores de riego y las de temporal de las haciendas de Guadalupe y Jáuregui. En su trayectoria alcanzaba a derivar agua para llenar 29 cajas de agua. El sistema de cajas recibidoras también dependían para su llenado de la excavación de canales principales que derivaban el agua desde el río de la Laja hasta los campos de cultivo. Los hacendados que poseían tierras en el valle y con pendientes menores de 2 % usaban las cajas recibidoras para distribuir, a partir de este primer almacenamiento, el agua para llenar el resto de los

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depósitos. Dada su función de recibidora y distribuidora, estas cajas podían alcanzar más de 100 ha. de tierra de cultivo y contar con bordos que pasaban los tres metros de altura en su parte más alta. Un elemento fundamental para el entarquinamiento en Celaya era la distinción de las aguas que podían ser de utilidad para el llenado de las cajas en virtud del volumen en materia orgánica que acarreaban las corrientes. Para el caso que nos ocupa, si las lluvias se concentraban en el valle y partes inmediatas de la serranía circundante, las aguas no se utilizaban para el entarquinamiento. En cambio si el agua de lluvia venía de las partes altas de la sierra de Guanajuato, entonces se abrían las compuertas de las acequias principales de acuerdo con un ciclo de tandas. Esta era la razón por la cual los agricultores del valle sólo hacían uso de 4 o 8 avenidas con duración hasta de una semana (Sánchez 2001). El agua derivada por los canales era depositada en la superficie de cultivo siguiendo una secuencia determinada por la distribución de las cajas. Según el testimonio del agrónomo alemán Karl Kaerger y diversos expedientes del Archivo Histórico del Agua, las cajas podían estar ocupadas desde el mes de junio hasta septiembre dependiendo del buen o mal temporal de lluvias. Parte del agua depositada se consumía por filtración y evaporación. La restante era evacuada siguiendo una secuencia que facilitaba la conservación de la humedad y la siembra de semilla. Los cultivos practicados eran de invierno y se concentraban en el trigo o garbanzo dependiendo de la zona de entarquinamiento. Durante el tiempo de las haciendas se conservaba una caja llena de agua hasta fines de diciembre para garantizar uno o dos riegos de apoyo. El año de 1900 el agrónomo alemán Karl Kaerger visitó el valle de Celaya y dejó el siguiente testimonio de

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su funcionamiento: “En el distrito de Celaya del estado de Guanajuato se ha logrado en forma artificial lo que la naturaleza misma ofrece en las lagunas secas de Jalisco. Existen en este distrito grandes extensiones de terreno cuya superficie oscila entre 5 y 50 hectáreas. Estas fueron transformadas en estanques artificiales mediante la construcción de bordos elevados, de 2 metros de altura y del mismo ancho hasta la parte superior en el caso de los terrenos más grandes, hacia donde se conduce el agua de riego derivada de un río durante su crecimiento de época de lluvia. El agua se conserva en este lugar durante 4 meses, de junio hasta septiembre. Después de que se haya asentado todo el contenido de lodo, el agua se deriva a los canales de riego a través de compuertas. Estos terrenos así abonados y suavizados se siembran con trigo, que debe ser irrigado artificialmente otra vez en el invierno.”(Kaerger [1901] 1986:225). Otro testimonio de la época habla de la alternancia de cultivos entre el trigo y maíz. Es decir que las cajas que un año eran sembradas con trigo, al siguiente lo hacían con maíz. Después de este cultivo de descanso seguían dos períodos de trigo. Esta alternancia unida a los beneficios del entarquinamiento evitaba la invasión de hierbas perjudiciales como la mostaza, el nabo silvestre, la colecilla y otras (Boletín de Agricultura, Minería e Industrias 1900:4-5) También ocurría que poco tiempo después de la cosecha se dejara crecer una hierba llamada “gamalote”, que se aprovechaba como pasto para ganado (Kaerger 1986:226). El tamaño de las cajas de agua en El Bajío guanajuatense fue variado. Las cajas más pequeñas sólo cubrían una superficie menor a las 5 hectáreas, mientras que las de mayor dimensión, comúnmente denominadas “recibidoras” por ser las primeras en recibir el agua, iban

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de las 30 a las 150 hectáreas. Esto significaba la necesidad de construir bordos de tierra de sección trapezoidal de varios metros de altura y de ancho. En ocasiones, el talud interno del bordo era recubierto con piedras para evitar la destrucción del mismo. En el curso del siglo XX el uso de las cajas de agua fue decayendo. Las dificultades asociadas a la coordinación entre multitud de usuarios a partir del reparto agrario es un posible factor. Posteriormente, las obras de gran irrigación materializadas en la construcción de la presa Solís (ca. 1946) para controlar las aguas del río Lerma, e Ignacio Allende (ca. 1970) para represar las aguas del río de La Laja, significaron la eliminación de las cajas y la práctica del entarquinamiento. Sin embargo, las cajas de Guanajuato no fueron los depósitos más grandes localizados hasta ahora. En la ciénega de Chapala, por ejemplo, también durante el periodo de la hacienda, el entarquinamiento a partir del uso de las cajas de agua fue una práctica recurrente. La hacienda conocida como La Luz entarquinaba de 700 a 800 hectáreas en 14 cajas. La más pequeña de todas tenía una superficie de 61.16.00 ha. mientras que la mayor alcanzaba a cubrir las 293.90.00 ha. Debido a sus dimensiones, el tamaño de los bordos de tierra que las rodeaban tenían una altura que variaba entre los 2 y 2.5 m. sobre el nivel del suelo. La hacienda vecina de La Estanzuela tenía 15 cajas de varias decenas de hectáreas cada una. Las cajas de agua en el valle Coeneo-Huaniqueo (basado en trabajo de campo, Pimentel Equihua y López Pacheco). En la cuenca del Lerma, la planicie que ocupaba el antiguo vaso de la laguna de Zacapu es otra zona donde la práctica del entarquinamiento se desarrolló desde el

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siglo XIX. Hasta antes del reparto agrario, las distintas haciendas y ranchos habían construido 138 cajas de agua y presas para aprovechar las aguas torrenciales del río de La Patera. Una de las cajas más grandes tenía un bordo de cintura que alcanzaba los 5 kilómetros de longitud (AHA, AS, Informe del Ing. Abel F. Nava al Secretario de Fomento, Coeneo, Mich., 26 de septiembre de 1908, Caja 434, Exp. 7791, f. 50-51v) Dado el volumen de agua que podían almacenar, los bordos de sección trapezoidal podían tener de uno a tres metros de altura, con una base de dos a cinco metros de ancho. Como en Celaya y Zamora, el llenado de las cajas se efectuaba en los meses de lluvia, y según datos recabados en el año de 1908 el conjunto de cajas almacenaban hasta 220 millones de metros cúbicos. Debido al volumen almacenado, el vaciado de las cajas se llevaba 40 días comprendidos entre la segunda quincena del mes de octubre y la primera de noviembre, siendo el trigo el principal cultivo hasta muy entrado el siglo XX (AHA, AS, Informe del Ing. Abel F. Nava al Secretario de Fomento, Coeneo, Mich., 26 de septiembre de 1908, Caja 434, Exp. 7791, f. 50-51v ). El entarquinamiento a partir de las cajas sigue practicándose hoy en día en la cuenca del río de La Patera. Un cálculo preliminar concluye que hay entre 8,000 a 10,000 hectáreas de cajas en funcionamiento y aguas abajo se deduce la presencia de más cajas posiblemente en funcionamiento. Sin embargo, la mayoría de las que actualmente están bajo cultivo son más pequeñas que las referidas por los documentos de archivo. A diferencia de Celaya, el reparto de tierras y aguas postrevolucionario no debilitó o destruyó la práctica del entarquinamiento o enlagunado como lo denominan en la zona. En este sentido, en una de las grandes cajas del tiempo de la hacienda pueden localizarse varias

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pequeñas parcelas ejidales o de pequeña propiedad: 5, 8, 25 o más ejidatarios o propietarios dependiendo del tamaño de la caja. Esto nos habla de una organización social que permite el funcionamiento del entarquinamiento ya que dentro de las cajas los linderos entre una parcela y otra sólo están marcados por piedras incrustadas en los extremos de los bordos formando líneas paralelas imaginarias. Si bien varios productores manifiestan que la mayoría de las cajas las hicieron los hacendados, en el ejido de Coeneo dentro del predio de “La Mansa”, hay tres cajas que han hecho los ejidatarios de manera colectiva con una superficie de 6 y 13 hectáreas. El uso de aguas torrenciales implica arreglos complejos y una variedad de calendarios en las labores agrícolas. Durante el dominio de la hacienda, el manejo de los bordos y el funcionamiento de los desagües del antiguo vaso de Zacapu, obligó a hacendados y rancheros a ponerse de acuerdo mediante convenios privados. Esta forma de manejo de agua ha prevalecido hasta nuestros días sólo que ahora la base de la organización social descansa en la estructura ejidal. La dependencia de los diferentes ejidos usuarios de las aguas torrenciales del río de La Patera los ha obligado a realizar distintas actividades de manera colectiva y coordinada. Sin embargo, el uso del agua dentro de los bordos no ha estado ajeno a conflictos individuales y colectivos. Los motivos son varios, van desde una supuesta disminución de los volúmenes de agua, pasando por el cambio de cultivo y el tipo de propiedad de la tierra. Estas condiciones han obligado a los usuarios a realizar ajustes en acuerdos ya existentes o a la creación de nuevos acuerdos ante situaciones imprevistas. Los acuerdos para condiciones de abundancia se dan mediante el traspaso de agua de un ejido con derecho a entarquinar a otros ejidos o pequeños

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propietarios que poseen bordos pero que no tiene derecho de uso de agua para entarquinamiento. Generalmente estos acuerdos no son puestos a consideración de las asambleas ejidales ya que la petición se efectúa cuando el ejido que permite el traspaso de agua casi ha terminado de llenar sus cajas y aún hay abundante agua. En condiciones de escasez los acuerdos informales sólo involucran a los ejidos que fueron dotados con tierras que poseen usos, costumbres y servidumbres para entarquinar. Estos acuerdos consisten en la solicitud para el traspaso de agua fuera de orden por un ejido situado aguas abajo a otro situado aguas arriba. El traspaso de agua se realiza a través de las cajas que poseen ambos ejidos. Para este traspaso informal no se utiliza el cauce del río. Una condición necesaria para el traspaso es la aprobación de la asamblea del ejido que otorga el agua. El llenado y desalojo del agua de las cajas presenta secuencias específicas en cada uno de los ejidos. Sin embargo, pueden distinguirse dos procedimientos generales: a) distribución del agua mediante una caja llave , donde el traspaso del recurso se da de una caja a otra, b) distribución mediante un canal general que sirve para introducir y desalojar el agua de las cajas. En el primer esquema de llenado la compuerta ubicada en el río de la Patera conduce el agua directamente hacia la caja llave. Concluido el llenado de esta caja se inicia el llenado de otras traspasando el agua de una caja a otra por medio de las compuertas abiertas en los bordos de tierra. En condiciones de exceso de lluvia el traspaso de agua puede ser por desbordamiento, es decir, el agua pasa por encima de la corona del bordo divisorio y se introduce a otra caja. El procedimiento más común para el traspaso de agua en estas cajas ha consistido en la colocación de tubos de concreto que conectan ambas cajas.

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En el segundo esquema el agua se deriva del río a través de un canal que la introduce a la caja por un extremo y la saca por el otro para volver a llenar otro depósito y finalmente devolver los remanentes al río. Con el agua del canal se pueden llenar una o varias cajas. Las que se llenan primero se ubican generalmente en las partes más altas del terreno. Para el vaciado también se distinguen dos procedimientos, ambos dependen de su cercanía o lejanía con respecto al río. Las cajas que están aledañas al cauce del río o a un canal, drenan directamente sus aguas. Las que están más alejadas y ligadas para su llenado con otras cajas dependen de un manejo en conjunto. En este segundo caso se abre primero la caja aledaña al río, cuando se ha vaciado enseguida recibe el agua de la caja superior. Al finalizar el vaciado de la segunda caja, la primera puede continuar drenando hacia el río y así sucesivamente. En cuanto al tipo de cultivo que se practica en la zona, hemos de decir que durante el tiempo de la hacienda dominaba el trigo, actualmente es la zona productora de lenteja más importe de México. Durante el ciclo agrícola 1998-1999 en México se registró una producción de 8,640 toneladas de lenteja. De esta cantidad, 8,011 toneladas se cosecharon sólo en el estado de Michoacán y particularmente en la cuenca dominada por el antiguo vaso del lago de Zacapu; más específicamente, en los ejidos localizados en los municipios de Coeneo y Huaniqueo. Las cajas de agua en la Comarca Lagunera (basado en trabajo de campo y fuentes secundarias, Rodríguez Meza). La Comarca Lagunera se considera una región geográfica y económica que comprende aproximadamente 600,000 hectáreas de llanura que por la calidad y las

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características de sus tierras, por su clima y condiciones hidrográficas, son propicias para los cultivos de algodón y trigo, y susceptibles de producir alfalfa y vid en gran escala. Se localiza entre los estados de Coahuila y Durango. Recibe las aguas de los ríos Nazas y Aguanaval. El primero nace en la sierra de Durango y recorre más de 300 kilómetros hasta su desembocadura en la laguna de Mayrán. Por su parte el río Aguanaval nace en la sierra de Abrego, en el municipio de Fresnillo, Zacatecas y después de haber recorrido 475 kilómetros aproximadamente, y pasado por los estados de Zacatecas, Durango y Coahuila, termina en la laguna de Viesca. (Despertar Lagunero 1937:24-25). Tanto el Nazas como el Aguanaval son corrientes de carácter torrencial, con dos épocas definidas: la del estiaje, durante la cual el cauce del río permanece seco o arrastrando cantidades no significativas de agua, y la de las grandes avenidas o crecientes, que coincide con el período de lluvias, durante el cual descienden grandes cantidades de agua bronca en una o en varias veces sucesivas. Para ilustrar la magnitud de las fluctuaciones de las aguas broncas, en la revisión hecha por la Liga de Agrónomos Socialistas durante 20 años, encontraron que éstas van desde los 177 millones m3 en 1929, hasta los 3, 157 millones m3 en 1919. Para el año de 1938, el Banco Ejidal calculó una superficie de 86,082 hectáreas regadas con las aguas broncas, de las cuales 3,161 hectáreas utilizaron avenidas del río Aguanaval. Estas avenidas se caracterizaban por ser intermitentes, se presentaban como descargas, duraban de uno a varios días, al iniciar acarreaban poca agua, la cual se iba incrementando hasta que el caudal alcanzaba el punto máximo, que era el que determinaba la intensidad de la creciente, en junio y julio el caudal de aguas broncas tendían a descender, luego aumentaba nuevamente el volumen hasta alcanzar

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sus máximos en agosto y septiembre –existieron años donde el volumen de las aguas broncas fue tal que alcanzó los 4,000 m3/seg.– para luego disminuir nuevamente en los meses de octubre y posteriores. (Liga de Agrónomos Socialistas 1940:134-152). Con el objeto de aprovechar las aguas torrenciales del río, los regantes han delimitado la superficie de cultivo con bordos de tierra de uno a dos metros de altura, con los cuales forman compartimentos de extensión superficial variable, de manera “que dichos cuadros quedan convertidos en verdaderas cajas de agua”. (Liga de Agrónomos Socialistas 1940:140). Sin embargo, a la operación de llenado y vaciado de las cajas se le llama “anegar” y a las superficies “tierras anegadas”: Al sobrevenir la creciente del río, el agua es conducida por los canales a los cuadros, inundándolos hasta lograr láminas de 0.70 a 1 metro de altura, durante un período de veinte a veinticinco días, y se vacían a otros cuadros hasta que son totalmente absorbidas por el suelo. (Liga de Agrónomos Socialistas 1940:140, Hernández 1975:47). Durante el periodo de la hacienda y buena parte del siglo XX, las cajas fueron cultivadas predominantemente con trigo y algodón. En relación con el trigo, la siembra se llevaba a cabo generalmente en noviembre y diciembre, de tal manera que la germinación así como su crecimiento era posible gracias al aprovechamiento de la humedad lograda con los aniegos, mientras que las operaciones de corte y trilla se efectuaban en los meses de mayo y junio. Respecto al algodón, la siembra se llevaba a cabo entre el período comprendido de mediados de febrero hasta mediados de abril, mientras que la cosecha se llevaba a cabo durante agosto, septiembre y octubre. El período más intenso de la pizca de algodón se presenta en el mes de septiembre, coincidiendo con el máximo punto de frecuencias de las avenidas de las

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aguas broncas, lo cual obligaba a contratar un mayor número de jornaleros en la cosecha, ya que se corría el riesgo de no aprovechar la avenidas de aguas broncas del nuevo ciclo agrícola por encontrarse el algodón en pie. “El sistema de riego es idéntico al que se aplica con mucha frecuencia en Guanajuato y Jalisco en el cultivo de trigo ... los terrenos que deben regarse están rodeados por bordos, que almacenan el agua de manera semejante a una presa. Se distingue aquí entre dos tipos de irrigación: el riego y el añego [sic]. En el primer caso, el agua se deja correr por el terreno, cuyos bordos sólo necesitan tener una altura de aproximadamente 30 cm., hasta que la superficie esté completamente cubierta. El añego (la inundación) por el contrario, sólo puede realizarse en campos cuyos bordos tengan una altura mínima de un metro pues el agua se deja correr por el terreno hasta que alcanza una altura de un metro y permanece allí durante varias semanas, por lo que el subsuelo absorbe tanta humedad que se conserva por varios meses...” (Kaerger [1901] 1986:275-275). Como en el valle de Celaya y la ciénega de Chapala, el proceso del reparto agrario cardenista, a partir de 1936, así como por la creación de presas de almacenamiento en la cuenca alta del Nazas para controlar y regular las avenidas en la parte norte de la Comarca Lagunera afectaron el funcionamiento de las cajas de agua, tendiendo a desaparecer hacia mediados de los años sesenta. Sin embargo, en la parte sur de la comarca, donde las tierras son regadas por el río Aguanaval, el manejo de las aguas broncas por parte de los regantes continua hasta la fecha. En una fotografía aérea reciente es posible observar el trazado de las cajas (Foto I-1). ¿Cómo se explica la permanencia del aniego en la zona del Aguanaval a pesar del reparto agrario y de la

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construcción de la presa El Cazadero en 1964? De acuerdo con la revisión bibliográfica es posible plantear algunos supuestos. En primer lugar, de acuerdo con Kroeber (1994:150), a diferencia de los escurrimientos del Nazas, “En el Aguanaval el flujo principal del río llegaba cada año durante un período muy breve, y el río a menudo subía solo por doce horas”. Es decir, los escurrimientos de las aguas broncas del Aguanaval se presentan en períodos intensos pero cortos. En segundo lugar, no presentan un patrón definido de escurrimientos, de tal manera que sea posible ampliar la superficie de riego y el almacenamiento de las mismas y, en tercer lugar, posiblemente los bajos niveles de precipitación en la cuenca alta del Aguanaval no permiten un flujo constante de escurrimientos por el cauce del río de tal manera que no sea posible mantener niveles de almacenamiento de las aguas en los embalses y se tienda a aprovechar las avenidas de las aguas broncas en la cajas de agua. En la búsqueda que hemos hecho sobre cajas de agua, hemos encontrado que existen varias denominaciones de ellas. Por citar sólo algunas, se les hace referencia como entarquinamiento, aniego, riego por inundación y aquí mismo en la zona sur de la Comarca Lagunera en otras comunidades se refieren a éstas como cuadros de agua . Sin embargo cuando le solicitamos a los mismos regantes que den su propia definición de lo que nosotros denominamos como cajas de agua, ofrecieron la siguiente respuesta. “Nosotros no le decimos cajas de agua, ni entarquinamiento a nuestra forma de regar. Para nosotros son parcelas rodeadas de bordos de mas o menos un metro y medio o dos de altura o más, según cada quien. Los bordos de las parcelas varían de tamaño, según se acomode uno, hay de siete, de veinte de cincuenta o más o menos hectáreas, varía

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la superficie.” (José Víctor Orona –ejdatario). Respecto a la organización para la distribución de las aguas del río Aguanaval que se conducen por los canales generales hasta las cajas de agua, en cada comunidad la asamblea de ejidatarios nombra la figura del regidor de agua, quien además del comisariado ejidal, asume la representación de los regantes ante la CNA. Este regidor de agua, avisa a los regantes de su comunidad cuando y cu anto regarán, mientras que los regantes a su vez le pagarán $ 10.00 por cada hectárea regada. En las tareas del mantenimiento a los canales generales, estas se asignan por tramo, y se prorratean entre los regantes de las comunidades de acuerdo al número de metros que corresponden a cada ejido. Quien reparte el agua entre los ejidatarios son el comisariado ejidal y el consejo de vigilancia del ejido, éste último supervisa que se distribuyan las aguas entre las cajas de agua y se respete el tandeo previamente definido. Quien avisa a la autoridades del ejido de la próxima llegada de las aguas broncas del Aguanaval, es el ingeniero de la CNA, “nos avisa, que ya viene el agua y le dice a los comisariados: pónganse listos, denle su agua a todos los ejidatarios. Pero como nomás viene un rato y se va, y ya no vuelve, nadie le hace caso, por eso mejor nosotros solitos nos repartimos el agua”. (Miguel Martínez –ejidatario). Otras técnicas hídricas 1. Las llamadas terrazas, presas, trincheras, atajadizos, lama bordo, cross channel terraces, check dams, flood water terraces y otros muchos nombres (Armillas 1991, T II:109, Herold 1992, 1994, 1995, Rojas 1988:120-121, Kirkby 1971, Winter 1989, García Cook 1989, Denevan 2001). Se encuentra la

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misma técnica en el Viejo Mundo, en las regiones áridas y semiáridas del norte de Africa con precipitaciones menores a los 250 mm anuales y recibe el nombre de jessour (por la terraza) o de tabia (“tapia” por el muro de contención), en España y posiblemente también los llamados nateros en Canarias (Baldy 1997, Evenari et al., Morales 1968, Rodríguez Brito 1996, Dupuis 2001). Esta técnica parece ser un verdadero caso de paralelismo, ya que en ambos casos hay fechamiento muy antiguo. En la mixteca oaxaqueña hemos ubicado este tipo de terrazas pero con bordos muy altos (de varios metros) con un manejo distintivo de un tipo de maíz (Rivas 2001, Muñoz 2001). Similitudes: el área “inundada” coincide con la parcela de cultivo, cuando están en tandem pasa agua de una terraza a otra. Diferencias: el bordo construido es sólo por un lado, se ubica en el cauce del arroyo, no hay canales. La técnica en si misma es distintiva. 2. La agricultura de inundación “natural”. En el norte de México y sur de Estados Unidos se encuentra entre los indios Zuñi Pueblo, Papago, Hopi y Navajo; recibe el nombre de akchin. Utilizan algunas estructuras para controlar el agua: pequeños canales para ampliar la zona de inundación, diques de 30 cm. para desviar el agua, líneas de árboles plantados como estacas para reducir la velocidad del agua cuando crece el río y se esparce sobre las márgenes, estas estacas también sirven para estabilizar el suelo e impedir que la crecida se lo lleve (Armillas 1991, T II:108-109, Nabhan citado en Worster 1985:33-34, Nabhan y Sheridan 1977). Al parecer se encuentra la misma técnica, de uso de estacados, en Santiago Chazumba, Oaxaca (Avila 2001). En zonas más lluviosas se presenta cuando las aguas inundan de manera natural una zona por un tiempo considerable (meses) y se siembra según receden las aguas. En el Amazonas recibe el nombre de varzea.

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(Barrow 1999, Denevan 2001). Similitudes: el área “inundada” coincide con la parcela de cultivo Diferencias: la simplicidad o ausencia de infraestructura hidráulica, frente a una inversión importe en infraestructura. 3. Riego por canales llamado riego por inundación o riego por sumersión. Para Europa en textos del siglo XIX es muy común la descripción de riego por inundación o sumersión, circundando la parcela con bordos de 20 o 30 cm. En Europa estos riegos se hacían frecuentemente con aguas turbias con fines de depósito de limo en el suelo, llamado entonces limonage (Barral 1862:397-398; Girardin y A. Dubreuil 1875:179, Vicuña y Serrano 1877, T. II:116-117, Risler y Wery 1909:250251, 254-255). Similitudes y diferencias: El riego por inundación tiene muchas semejanzas con el entarquinamiento en cajas de agua, pero la diferencia esencial son las dimensiones: en el riego por inundación los bordos de contención no superan los 20 o 30 cm. En Morelos (México) encontramos un manejo idéntico en su propósito al limonage, documentado en un oficio de la Asociación de Usuarios del río Cuautla, fechado el 11 de junio de 1999, sin embargo no se señala si a nivel de parcela se hicieron o no bordos: “Relacionado a la solicitud ... para la autorización de una toma de agua en el canal La Torre, para engrosar su tierra [5 hectáreas] con limos que arrastra el Río Cuautla durante la época de temporal. Con la aclaración de que esta parcela tiene su derecho de riego por el canal El Axocoche ... [se] autorizó la toma de agua durante la época de temporal siendo el tiempo en que el Río Cuautla arrastra gran cantidad de materia orgánica y ésta se puede aprovechar para enriquecer o engrosar las tierras como se solicitó y durante las épocas de

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estiaje esta toma quedaría cerrada ...” En las terrazas del valle de Tehuacán, Wilken (1987:72-73) señala que se derivan aguas broncas hacia las terrazas hacia el final de la temporada de lluvias, y sugiere que el propósito principal es de enlame. 4. Riego por canales con aguas broncas. Algunos autores le llaman también agricultura de inundación [en inglés flood es tanto inundación, como aguas broncas], incluyendo en esta categoría todo tipo de utilización de aguas broncas y de escorrentía (Kirkby 1971:62-63). Según Denevan (2001:19) las aguas broncas por lo general no se derivan por canales, es más común encontrar otro tipo de estructuras de control [pero ver punto 3 y 7]. Para el valle de Oaxaca Downing (1974) y Kirkby (1971) refieren que la derivación de aguas broncas se hace con pequeñas presas derivadoras, que sirven para levantar el agua desde el fondo de un arroyo embarrancado a la altura de la tierras circundantes y se conduce a las parcelas por canales. Refieren también como los campesinos en cuanto oyen y ven que llega la avenida salen corriendo, de día o de noche, para conducir el agua por los canales. El mismo aprovechamiento se encuentra en España, conocido como “riego por boqueras”; Morales (1968) relata: “Extrañará ver salir a los labradores hacia sus haciendas cuando empieza a tronar, o amenaza alguna tempestad: los truenos, que en otras partes sirven de señal para retirarse a sus habitaciones, lo son aquí para desampararlas y salir en busca de las aguas y el deseado riego.” Similitudes y diferencias: hay un manejo de aguas broncas por canales, pero no hay “cajas”. 5. Ahar, khadin y sailaba (estructuras para captar agua de escurrimiento y/o agua derivada por canales) y espacio de cultivo. En la India hay una importante presencia de camellones en laderas que

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sirven para retener el agua de escorrentía y/o aguas broncas derivadas por canales llamados ahar, khadin, sailaba. Frecuentemente se encuentran en tandem sobre una ladera. El uso principal del agua retenida es para regar parcelas; sin embargo, el vaso, una vez vacío, puede usarse para el cultivo. Según algunos autores su función como parcela de cultivo es más importante que la de reservorio para regar. A este tipo de reservorios se les clasifica en la India como submergence tanks: “where soil moisture rather than surface water is the major benefit from tank storage” (World Commission on Dams, contributing papers to the; Agarwal y Narain 1997). Similitudes: el área “inundada” coincide con la parcela de cultivo, cuando están en tandem pasa agua de una terraza a otra. Diferencias: el bordo construido es muy largo y los dos laterales que hacen forma de U van disminuyendo de altura con la pendiente (esta diferencia puede ser por la topografía misma de ladera). La captación de agua parece ser principalmente de escorrentía y no de derivación de aguas broncas. El uso principal parece ser como reservorio y no como parcela de cultivo. 6. Reservorios y espacio de cultivo. En Apaseo El Alto, Guanajuato el fondo de reservorios donde se introducen aguas broncas para fines de abrevadero o el vaso de presas pequeñas se utilizan para la agricultura y permite dos cultivos anuales. Según recede el agua se va sembrando lenteja o garbanzo en la orilla de vaso, las fechas de siembra son entre el 15 de octubre y el 1o de diciembre. Cuando inicia el temporal y empieza a llenarse el vaso de la presa siembran maíz en las orillas protegiendo el cultivo con bordos que, una vez que se levanta la cosecha, se quitan o rompen para que el agua inunde la parcela (Pérez Olvera 2001). Similitudes: el área “inundada” coincide con la parcela de cultivo. Diferencias: El uso principal es como

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reservorio, los bordos que se levantan son para impedir la inundación. 7. El colmatage. Viene de la palabra italiana colmare, combler y es una técnica usada durante siglos en varias regiones de Europa como método de desecamiento de pantanos. Se atribuye su implementación a los Medici. El colmatage consiste en elevar el terreno a partir del uso del suelo aluvial que es arrastrado por las corrientes torrenciales y depositado en compartimentos construidos ex pro feso , con bordos de unos 0.50 m de altura. La operación principal consiste en hacer llegar lentamente el agua turbia sobre un terreno dividido en depósitos con el fin de elevar su superficie con la materia orgánica que acarrea el agua, formando un terreno apto para el cultivo. Esta operación se repite durante varios años hasta alcanzar la altura deseada. Una vez logrado el propósito de elevar el nivel del suelo, retirándolo de la ciénega se terminan las prácticas de llenado con agua y se nivela el suelo. De acuerdo con Rafael Laguna, este método es conocido en España como entarquinamiento. (Barral 1862:471-484, Vicuña y Serrano 1877:45-46, Risler y Wery 1909:516-520, Salvador 1900:249-33, Laguna 1878:80-81). Similitudes: Hay cajas y se llenan con agua. Diferencias. Consiste en una técnica para ganarle terreno a las ciénegas y no de riego. Una vez logrado el propósito se interrumpe la práctica de llenado de cajas con aguas turbias e inicia el cultivo. Riego por canales con aguas broncas y estructuras de control en las parcelas. En otros casos además de la derivación y conducción por canales de las aguas broncas [ver punto 4] encontramos estructuras de control del agua adicionales a nivel de parcela. El entarquinamiento en cajas de agua es una forma de riego con aguas broncas con estructuras de control del agua particulares: parcelas rodeadas por un bordo o dique . De

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hecho en esta categoría podemos incluir también el riego por inundación o riego por sumersión [ver punto 3] en caso que se realice con aguas broncas. A continuación presentamos algunos casos de México y otras parte del mundo que cumplen estas condiciones: 8. Estacados. La presencia de formas de control del agua a nivel de parcela más sencilla corresponde a los estacados y algo más elaborado: las terrazas con los muros de piedra, bloques de tepetate (capa de subsuelo calcárea) o aún de sólo tierra que se amarra con una cubierta vegetal de pasto. Los estacados los encontramos también en zonas de agricultura de inundación “natural” [ver punto 2. inundación natural], como por eje mplo en Oaxaca a la orilla de ríos y en la zona en que el Aguanaval en la Comarca Lagunera se desparrama (Avila Castillo 2001 y Rodríguez Meza 2001), en otros lugares de agricultura de inundación “natural” las estacas se han convertido en árboles (Nabhan y. Sheridan 1977). En Anaya (2000) hay una foto de un estacado en Oaxaca. La siguiente descripción para San Luis Potosí es excelente: “A las parcelas el agua llega aún con bastante fuerza, pero se contiene y dispersa mediante alargados diques de estacas y ramaje entretejido, construidos perpendicularmente a la pendiente; estos diques son denominados “estacados” o “enlamados”. Cada estacado consiste de una fila de estacas, colocadas cada 40 -50 cm., con fasces de ramas entretejidos; su altura es hasta de un metro, medido en la parte de aguas abajo; su longitud es hasta de 100 m., pero depende de la forma y tamaño de la parcela; están arreglados en tandem, y la distancia que media entre ellos es alrededor de 15 m.; las estacas y el ramaje son de mezquite (Prosopis sp.), granjeno (Celtis pallida ) y huizache (Acacia sp.); estas especies abundan dentro y fuera del abanico. Los diques y canales derivadores del agua, así como

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los estacados, se reparan anualmente en marzo y abril, cuando las especies empleadas para su construcción han completado su nueva foliación y el ganado que pasta dentro de las tierras de labor ya ha sido llevado al agostadero. (...) Los estacados, al contener y dispersar el agua, propician el depósito de materiales arrastrados y suspendidos, y la infiltración; asimismo reducen las pérdidas del suelo y del agua. Este proceso conduce a la formación de terrazas, pero su eficiencia se ve seriamente afectada por la técnica de construcción de los estacados, de vida muy breve y frecuentemente vencidos por las cargas de agua, con los consiguientes daños por erosión. (Charcas 1984:59-66, 80-82). 9. Terrazas con bordo. Distintos autores han señalado la importancia de las terrazas para retener el agua de escorrentía y de lluvia, también encontramos casos de terrazas regadas o enlamadas con aguas broncas, y por supuesto terrazas regadas con aguas mansas. Encontramos también con frecuencia terrazas o bordos perpendiculares al curso de arroyos o barrancas de aguas broncas o intermitentes. La siguiente descripción para San Luis Potosí parece ser otra técnica, en que el bordo o camellón de la terraza permite introducir láminas de agua de 50 cm. “En esta región caracterizada por su paisaje cerril, la producción de cosechas se realiza en las depresiones endorréicas, generalmente alargadas, conocidas como bolsones o bajíos. Las cuencas de estos bajíos generalmente carecen de sistemas hidrológicos bien desarrollados; por ello los escurrimientos sin concentrarse se derraman por las laderas de las lomas hacia el bajío. Debido a la falta de drenaje y al predominio de substratos sedimentarios, los suelos del bajío son de textura fina, y en las partes más bajas pueden presentar niveles de salinidad

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limitativos para el cultivo. Para reducir la infiltración de los escurrimientos en su recorrido hacia el bajío, los campesinos han cavado manualmente zanjas diagonales sobre las laderas circundantes, con el propósito de recoger y canalizar los escurrimientos, y de esa manera asegurar su llegada hasta el bajío. Ya en el bajío se construyen derivaciones de las zanjas hacia las diferentes parcelas, en las cuales se levantan bordos de tierra y piedras perpendiculares a la pendiente para que puedan contener láminas de agua hasta de 50 cm. Cuando el agua estancada termina de infiltrarse y la capa superficial alcanza el tempero, se siembra inmediatamente, esto en caso de que sea la época de siembra. Las zanjas y bordes de tierra y piedras se reparan anualmente, antes de que comience la temporadas de lluvias. (...) Si hay humedad la tierra se cultiva todos los años, pues la fertilidad se renueva con los materiales aportados por los escurrimientos y deja de ser factor limitativo. Después de la cosecha, se ara y se da un pase de viga con el propósito de arropar humedad (favorecer la infiltración y reducir la evapotranspiración. Los cultivados que se producen son maíz o frijol, y maíz asociado con frijol y calabaza. (Charcas 1984:68-71, 81-82, énfasis nuestro). Similitudes y diferencias. La descripción es insuficiente; sin embargo parecería una técnica situada entre el entarquinamiento en cajas de agua y las terrazas de barranca [ver punto 1]. Tiene semejanzas también con las gavias de Canarias [ver punto 14]. 10. Pantles. Con aún mayor semejanza con el entarquinamie nto en cajas de agua, tenemos a los pantles del valle de Tehuacán: El agua bronca se deriva y se conduce por canales; los regantes salen corriendo de día o de noche para conducir el agua. Los campos están divididos en pantles,

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divisiones del campo con bordos de tierra. Los pantles, unidades básicas de regadío, varían en tamaño de menos de un octavo de hectárea a un cuarto de hectárea (según Enge y Whiteford), hasta una hectárea (según Wilken); las formas varían debido a la topografía y los dueños; tienen bordes anchos para aguantar el impacto del agua bronca, de un metro y pico (según Enge y Whiteford) y de 3.5 a 4.5 metros (según Wilken ) de anchura en la base y de poco más de un metro (según Enge y Whiteford) o de 0.75 a 1.5 metros de altura y ocasionalmente hasta de 4 metros de altura para mantener el lecho del pantle nivelado donde hay pendientes (según Wilken). Una vez que se ha llenado de agua se cierra la compuerta y se deja el agua hasta que se resume en la tierra (según Enge y Whiteford), según Wilken el agua se descarga por derramaderos a unos 30 cm. arriba del nivel del lecho del pantle y si hay cultivo en el pantle se deja entrar menos agua. El sistema es manejado por sociedades de zanjas o sociedades de aguas broncas. Convierte a las tierras en las más productivas del valle por el aporte de tierra nueva y evita o revierte su salinización. Wilken enfatiza la técnica más como enlamado que como riego (Wilken 1987:73-81, Enge y Whiteford 1989:31-32). Precisamente este caso parece corresponder al entarquinamiento en cajas de agua en pequeño –aunque se encuentran pantles de una hectárea, pero desconocemos el tiempo que permanece entarquinada. Similitudes y diferencias. Parecería que estamos ante un caso de entarquinamiento en cajas de agua y con plantas nativas, además de ser una práctica de comunidades campesinas mesoamericanas. Pero desconocemos la antigüedad de la técnica en la región. Al igual que las galerías cuya tecnología ha sido apropiada por las comunidades campesinas a pesar de ser una introducción por las haciendas a mediados del siglo XIX. 11. Bordos pequeños. En Guanajuato cuando ha

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fracasado la siembra de maíz, se utilizan las últimas aguas broncas del año para inundar la parcela rodeada de un bordo de unos 40 o 50 cm. El agua permanece en la parcela por espacio de un mes y se siembra lenteja o garbanzo. El éxito de la siembra de maíz impide que se proceda a inundar la parcela, dado que el maíz estaría en su fase final de crecimiento. Similitudes y diferencias. Corresponde a la región, El Bajío, donde hay mucho entarquinamiento en cajas de agua. En este caso las cajas son pequeñas y no están interconectadas. En cuanto al Viejo Continente: en India, Canarias y el Nilo encontramos reportados casos en los que hay mucha semejanza con el entarquinamiento en cajas de agua. En la India un sistema llamado haveli o también bandharas, ubicado en Madhya Pradesh; así como otro sistema ubicado en la planicie del Ganges. En las Canarias encontramos un sistema semejante bajo el nombre de gavias y, finalmente, en el Nilo. 12. Haveli. En una región de la India encontramos el sistema haveli. Consiste en parcelas rodeadas por un bordo de 1 m. de altura, aunque también hay más altos (3 m.). Las parcelas tienen entre 2 y 12 hectáreas. Los suelos son arcillosos poco aptos para cultivos de temporal (kharif) como el arroz o el algodón, pero muy aptos para cultivos de la estación de secas (rabi). Los bordos de las parcelas retienen el agua de lluvia, si las lluvias son abundantes se llenan estas “cajas” para el mes de agosto. El agua se retiene hasta el mes de octubre y unos días antes de sembrar se drena el agua de la “caja”. El agua de vaciado pasa de una parcela a otra hasta que se vierte al sistema natural de drenaje o a un lago Hay entendimientos entre los agricultores para el vaciado. (Agarwal y Narain 1997:166-167). Similitudes y diferencias. Las estructuras de control son similares, así como el tiempo de entarquinado; la

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diferencia consiste en la forma de llenado, mientras en las cajas se realiza con aguas broncas, en el sistema haveli se realiza con el agua de lluvia que cae sobre la parcela. 13. El sistema del distrito de Bharatpur (India). En otra región de la India, hay un sistema extraordinariamente parecido al de las cajas de agua, en estructuras de control, época y forma de llenado, así como fechas de cultivo. “El sistema tradicional de inundación del distrito de Bharatpur se desarrolló para regar y lavar el exceso de sales sub-superficiales en el área ... Este distrito, está situado en la llanuras del Indo-Ganges ... cruzado por tres ríos intermitentes Ruparel, Banganga y Gambhir. Durante el monzón, cada una de las avenidas de los ríos principales dura 2 o 3 días. El riego por inundación se llevaba a cabo derivando el agua con presas derivadoras y canales y luego contenida mediante camellones de contorno. Estos camellones, usualmente de tierra, estaban situados secuencialmente, y usualmente no tenían una altura mayor de los 2.5 a 3 m. El agua se almacenaba a una altura de 1.5 a 2 m. Hoy en día, los más grandes están controlados por el departamento de irrigación, mientras que los más pequeños (menos de 20 hectáreas) están controlados por panchayat samitis [organizaciones locales de comunidades]. Generalmente el último camellón se cerraba, y se introducía el agua por los camellones precedentes. Era necesario, durante el monzón, una regulación hábil para asegurar que todos los tanques estuviesen llenos para mediados de septiembre. Si no se almacenaban las avenidas tempranas y las lluvias subsecuentes eran escasas algunos tanques quedaría vacíos o si se almacenaban las avenidas tempranas y las lluvias

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subsecuentes eran abundantes los tanques podían romperse. El agua se almacenaba durante varios meses y se denominaba seja lagana. El sistema permitía un cultivo anual en la estación de secas, tradicionalmente trigo, mostaza, cebada y garbanzo. Los cultivos se sembraban en el lecho de los tanques ... después de drenar el agua en el mes de octubre, al término del monzón. Ello garantizaba la saturación del suelo, y un ligero depósito de aluvión altamente fértil. Además, las sales que subían del subsuelo eran suprimidas como resultado de la percolación. (...) El suelo contenía entonces suficiente agua para el cultivo. Lluvias de invierno o riegos suplementarios con agua de pozo acrecentaban la producción. A veces también se sembraba un cultivo de temporal en el lecho de los tanques y se cosechaba si el agua de avenida fuese insuficiente. Sin embargo, si las avenidas eran abundantes, este cultivo frecuentemente se perdía. A la gente no le importaba la pérdida de esta cosecha a cambio de la más valiosa cosecha de la temporada de secas. (...) El agua de avenidas almacenada se desaguaba a través de reguladores, y era a su vez capturada y distribuida por otras obras ... “ (Agarwal y Narain 1997:82, mi traducción) Similitudes y diferencias. Parece ser un manejo idéntico al entarquinamiento en cajas de agua. 14. Las gavias de Canarias. En el caso de las islas Canarias existe un sistema también similar bajo el nombre de gavia : La gavia es un terreno agrícola de entre 1000 y 6000 m2 circundando por un bordo de tierra o de piedra y tierra que tiene una altura de 0.50 a 1.5 m. conocido como caballón o trastón. Las gavias son llenadas con aguas broncas mediante canales; parte importante de la estructura de los bordos son los rebosaderos que permiten pasar el agua hacia otra gavia

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situada en un nivel inferior, al conjunto de gavias interconectadas se le denomina rosa. Las gavias se utilizaban para el cultivo de cereales, principalmente trigo. (Rodríguez Brito 1996, Perdomo 2001). Similitudes y diferencias. Las diferencias fundamentales de las gavia s con el entarquinado en cajas de agua son que en Canarias la época de lluvias coincide con la época de siembra y el que las gavias están entarquinadas sólo entre 2 a 10 días. Sin embargo las estructuras de control y forma de llenado son semejantes. Puede ser que las semejanzas sean mayores con el caso descrito para San Luis Potosí (punto 9). 15. El Nilo. En el Nilo, antes de la construcción de grandes presas, se encontraba un sistema similar al entarquinamiento en cajas de agua llamado irrigation de bassin en francés y basin irrigation en inglés. El tamaño de las cajas es considerablemente mayor que en otros casos, se reportan tamaños de 400 a 1,700 hectáreas hasta 5,000 y 10,000 hectáreas; el agua pasaba de caja en caja, la lámina de agua introducida era de 1 a 2 metros y se dejaba el agua por unos 40 días antes de iniciar las siembras (Agriculture in ancient Egypt, Worster 1985:43, Ruf 1988, Brunhes 1904:310). La semejanza entre el entarquinamiento en México y el Nilo lo había ya remarcado Humboldt en 1822: “En las haciendas de trigo en que el sistema de riego está bien establecido, como cerca del León, Silao e Irapuato, se riega dos veces: la primera en el mes de enero luego que la planta nace; y la segunda a principios de marzo, cuando la espiga está inmediata a desarrollarse; y aun algunas veces se inunda todo el campo antes de sembrarlo. Se observa que dejando permanecer las aguas algunas semanas, el suelo se empapa de humedad a tal punto, que el trigo resiste más fácilmente a las grandes sequías. Luego que se desaguan los campos

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abriendo las acequias, se siembra a puño. Este método recuerda el cultivo del trigo en el bajo Egipto; y aquellas inundaciones prolongadas disminuyen al mismo tiempo la abundancia de yerbas parásitas que se mezclan con las mieses cuando se siegan...” Humboldt 1978 [1822]:257). Consideraciones finales El entarquinamiento en cajas de agua tuvo en México una importante presencia y su contracción, quizá desde mediados del siglo XX, obedece a la construcción de presas. Sigue siendo una técnica importante al permitir regar miles de hectáreas. También cabe señalar que en algunas regiones de México la técnica ha sido refuncionalizada para el cultivo de hortalizas. No obstante su importancia, no hay evaluaciones del impacto del entarquinamiento en control de inundaciones, recarga de acuíferos, creación de un medio acuático artificial donde proliferan peces y llegan aves migratorias, lavado de sales, etc. La técnica se encuentra más bien asociada a cultivos del Viejo Mundo, en el caso del cultivo del algodón parece ser una adaptación, por lo menos para esa región, del siglo XIX. Hay sólo uno o dos casos con plantas nativas: los pantles del valle de Tehuacán y San Luis Potosí, que bien pueden ser no sobrevivencias de “técnica prehispánica”, sino adaptaciones de una técnica nueva. Sin embargo el caso descrito por Avila en esta Antología, para una zona mesoamericana y con plantas nativas, inclina la balanza hacía una “técnica prehispánica”. Encontramos casos semejantes, todavía no nos atrevemos a decir idénticos, en el Viejo Mundo; pero no lo encontramos en Europa o en Canarias (en parte quizá por el calendario mismo de lluvias y de siembras) y la ruta de introducción desde Egipto o desde

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la India nos plantea interrogantes. Con los resultados hasta aquí obtenidos nos queda claro que existe una impresionante diversidad en el manejo de aguas broncas, así como en utilizar la estructura de captación de agua como parcela de cultivo. Acostumbrados a una división entre agricultura de riego y de secano, la variedad de soluciones técnicas a lo que podemos llamar sistemas de riego no convencionales nos parece asombrosa. Lo pequeño de la obra, la poca tierra que beneficia oculta que la repetición en el espacio geográfico de estas obras hace que la superficie beneficiada y el impacto en la región sea importante. Notas: 1. Lámina de agua o de riego propiamente corresponde a un volumen de agua de agua sobre la unidad de superficie, es decir metros cúbicos sobre metros cuadrados. Aquí entendemos por lámina de agua la altura o profundidad del agua en la parcela. Agradecimientos Los autores de este documento agradecemos a Gilberto Martel, Irene Dupuis, Jorge Mesa y Tony Perdomo quienes nos permitieron conocer las gavias de Canarias; a Abelardo Rodríguez quién nos sugirió mirar hacia la India, a José Antonio Cuchí por ayudarnos con el llamado “riego por boqueras” de España; a Lourdes Hernández la información sobre el orden de prelación en las Leyes de Aguas del siglo XX en México; a Claudio Avalos por confirmar la existencia de entarquinamiento en su tierra natal: el valle de Yurécuaro; y finalmente a todo el equipo de investigación sobre entarquinamiento: H. Eling, J. G. Rodríguez Meza, J. L. Pimentel Equihua y E. López Pacheco. Versiones anteriores de este trabajo se presentaron

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en la VIII Reunión Nacional Sobre Sistemas de Captación de Agua de Lluvia , celebrado en Chihuahua, Chih., México (20 al 22 de Agosto 2001), en el II Encuentro sobre historia y medio ambiente , celebrado en Huesca, España (24 al 26 de octubre 2001) y en la sesión 17 Technological exchange, modes of production and water utilisation in Europe and Latin America (from Ancient times to XXth century) del Economic History Congress celebrado en Buenos Aires (22 al 26 de julio 2002). Referencias AHA. Archivo Histórico del Agua, Ciudad de México. AHA, AS, Informe del Ing. Luis Ballesteros a la CNI, Guadalajara, 23 de marzo de 1929, Caja 238, Exp. 5697, f. 220-221. AHA, AS, Informe de la inspección reglamentaria de la hacienda de La Estanzuela, Mich., Guadalajara, 16 de noviembre de 1931, Caja 846, Exp. 12196. AHA, AS, Informe del Ing. Abel F. Nava al Secretario de Fomento, Coeneo, Mich., 26 de septiembre de 1908, Caja 434, Exp. 7791, f. 50-51v. AHA, AS, Informe del ing. Abel F. Nava al Secretario de Fomento, Coeneo, Mich., 26 de septiembre de 1908, Caja 434, Exp. 7791, f. 50-51v. Asociación de Usuarios del río Cuautla. Archivo. Agarwal, Anil y Sunita Narain (eds.) 1997 Dying wisdom. Rise, fall and potential of India's traditional water harvesting systems. Centre for Science and Environment, India. Agriculture in ancient Egypt, www.terraflex.co.il/ad/egypt/timelines/topics/agric ulture.htm) Anaya Garduño, M. 2000 “Derivación y Distribución de Torrentes”, en Manual de Captación de Agua de

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Entarquinamiento en cajas de agua

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Anexo. ENTARQUINAMIENTO EN MEXICO. En el catálogo del Archivo Histórico del Agua aparecen las multitud de menciones de aguas para entarquinamiento, retomamos la Corriente, Municipio, Localidad y Usuario señalados, además de las fechas de los documentos. Hemos juntando los casos en que la referencia del católogo sea a los mismos terrenos regados con la misma corriente para evitar la repetición, aunque hemos conservado los años a los que se refieren los documentos. El listado nos da una idea de la extensión del entarquinamiento, pero no puede ser completo dado que comprende sólo aquellos casos que generaron un expediente.

AGUASCALIENTES Corriente Santiago, río BAJA CALIFORNIA Corriente Colorado, río COAHUILA Corriente San Antonio de las Cabras, arroyo CHIAPAS Corrie nte Catán, río DURANGO Corriente San Andrés o Muleros, río ESTADO DE MÉXICO Corriente San Juan Teotihuacan, manantiales San Juan

Municipio Localidad Aguascalientes Barranco

Usuario vecinos del Barranco

Año 1937-1938

Municipio Ensenada

Localidad

Usuario Méndez, Manuel

Año 1919

Municipio General Zepeda Coahuila

Localidad Gavillero, Tajo y Cañón –ranchos

Usuario Rodríguez Fuentes, Dámaso

Año 1927-1939

Municipio Tapachula, Chiapas

Localidad Villa Guadalupe, rancho

Usuario Cepeda, M. Manuel

Año 1926

Municipio Nombre de Dios

Localidad San Quintín

Usuario León de la Peña y Guerra, Carlos

Año 1923-1926

Municipio Teotihuacán

Localidad Teotihuacán y Acolman

Usuario Año Ejidatarios de Teotihuacán 1952-1962 y Acolman

Texcoco

Santa Catarina

Sociedad de Andrés Arraita 1917-1929

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Teotihuacán, río y aguas de la barranca San Lorenzo

Ajapuzco, hacienda

Viuda e Hijos

Ixtapan de la Sal

Santa Anta Xochuca

Popoca, Nemecio

1929-1930

Cuautitlán, río Cuautitlán, río

Cuautitlán

Rojas, Antonio Río Jorge del

1923-1924 1903

Cuautitlán, río

Cuautitlán

San Miguel, hacienda Teoloyucan

Vecinos de Teoloyucan/Eleuterio Herrera, etc. de los Remedios, Guadalupe Escalera; Santa Álvarez Hermanos, Dolores Tlalnepantla, Hidalgo Inés, Garita, etc. Barrón de Rincón, etc; Cuautitlán etc, hacienda; La Escandón Pablo y Manuel; ríos Patera, rancho J.M.Gargolla; Mac Cann, Francisco G.; Cortina Ignacio; Cuevas, Alfonso de los Remedios, Tlalnepantla San Nicolás Rueda, Manuel G. de río Echegaray, hacienda de Jaltepec o la San Felipe del Tepetitlán y Pliego Pastrana, José de Trinidad, río Progreso e Enyege, Jesús y Juana de la Garza Ixtlahuaca haciendas Vda., etc. Salitre, río El Valle de Bravo Santa María Vecinos de Santa María Ahuacatlán Ahuacatlán Tlalmanalco, río Tlalmanalco Zavaleta, planta Cía. de las fábricas de papel de San Rafael y Anexas, S. A. Tlalnepantla y de Velázquez M. José los Remedios, ríos Tlalnepantla, Guadalupe Atepoxco, Velázquez, José María Unido y de los Hidalgo/ rancho y Anexas. Re medios, ríos Azcapotzalco Ahuehuetes, hacienda Tlalnepantla, río Tlalnepantla San Pablo de Mora y Trueba, Rafael de y de los Enmedio, la Remedios hacienda Tlalnepantla, río Guadalupe Padilla, Eusebio Hidalgo GUANAJUATO Corriente Municipio Localidad Usuario Apaseo Apaseo Dulces Nombres, Rivera, Ma. Antonia finca Arroyito y Lerma Jaral del Providencia, Caballero de Pérez, Es ther Progreso hacienda Chichimequillas Silao Nápoles y Pesquería, Celso anexas, hacienda Churipiceo Pénjamo Colorado, rancho Revilla, Edmundo; y Corral de la Villaseñor, Modesto Partida

1922-1927

1917-1926. 1921-1922, 1920-1930, 1921-1927, 1921-1933 1917-1928 1919-1940 1930-1931 1927-1928 1905

1917-1927

1917-1920 1923

Año 1920-1926 1923-1925 1922-1925

1912, 1913

Entarquinamiento en cajas de agua

Duarte y Robado, El Granizo, arroyo el Guanajuato

Silao, León

Guanajuato Laja

Irapuato Celaya

Laja (canal Guadalupe)

Celaya

Laja

Celaya

Laja

Celaya

Laja

Celaya

Laja

Celaya

Laja

Celaya

Laja

Celaya

León Guanajuato

Laja (presas de Celaya, Labradores y de Chamácuaro Guadalupe)

Laja, Lerma; Moja, arroyo Laja

Celaya, Salamanca, Celaya Celaya, Chamácuaro

Laja Laja

Comonfort Cortázar

Laja Laja

Cortázar Cortázar

Laja

Cortáz ar

Laja

Chamácuaro

Laja Laja

Chamácuaro Chamácuaro

Buenavista, Plan Aguirre, Ángel de y Refugio Echeveste, Aranda rancho Santa Teresa, Ennis, Florence hacienda Fernández, Octavio Becerro, predio Pérez, Maria Refugio El Jáuregui, Avellanal, Vda. de Arana, hacienda María Dolores testamentaria de Labor y Trojes, Obregón Escalante, Hnos. haciendas Septién, Trinidad de Urquiza, suc. Pinto, rancho Gazca Manuel y Ramos, Salomé Plancarte Caja Préstamos Obras de haciendas; Irrigación Roque Rosas, hacienda Gómez de Arcauque, Ma Guadalupe San Antonio Martínez y Murias Gallardo San Cayetano, Mejía predio San José de Arizmendi; Arizmendi Elguera; Tenería Chico, Fernando del Santuario, haciendas

69

1923, 1924 1917, 1920 1937, 1938 1931, 1932 1923, 1924 1923, 1944

1927, 1958

1937, 1938

1923, 1930 1923, 1925 1923, 1929

1913, 1917, 1923, 1924, 1930-1924, 1923-1924, 1935 Trojes, hacienda Obregón Escalante; Gaona 1917, 1925, 1917, 1958 Concepción, González López González 1923, hacienda López, Manuel 1924, 1926 testamentaria de Mendoza 1925, 1927 Corralejo, Martínez, Sofía 1917, hacienda 1918. 1927 Pintor, rancho El Aguilar, Rafael 1931, 1933 San José de la Aguilar, Gustavo 1930, Peña 1932, 1933, 1937 San José de la Aguilar 1917, 1930 Venta, hacienda San Juanico, Corcuera de Alcázar, Elena 1925, 1929 rancho Silva, predio Chaurand, Antonio 1923, 1943 San José de Arizmendi Chico, Fernando 1923, 1935 Guanajuato ?

70

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Laja

San Luis de la Paz

Lerma Lerma

Cortazar

Lerma

Cortazar

Lerma; Laja

Cortazar

Lerma (canal de Cortazar acequia madre) Lerma

Lerma

Jaral del Progreso Jaral del Progreso Jaral del Progreso Jaral del Valle

Lerma

Salvatierra

Lerma y Arroyito, El Liebres, Las Neutla

Jaral del Progreso León Santa Cruz de Galeana

Lerma Lerma

Neutla, arroyo Pinto, El

Abasolo; Huanimaro

Robado y Duarte Silao; León Santa Lucía Seco, arroyo

Abasolo

Silao

Silao

Turbio

León

Turbio

Manuel Doblado; San Pedro Piedra Gorda Pénjamo

Turbio

Ahogados, Plan Lasser, Luz J. de de; Higuera, Plan de la Pénjamo, valle Sánchez Gavito, Vicente; de y Cabadas Piña y Aguayo, JavierSila, Vicente Colorado y Pozo, Ramírez, Guadalupe J. terrenos Vargas, Aniceto y Flaviano; Arredondo, Francisco Parra, Charca, AguilarIrigoyen ranchos Caja; Llano, Malagón Contreras, Potrero, etc, fincas Altos, rancho Esquivias, Aureliano e Irene// Esquivias, Irene Santa Anita, Procel, Rafael rancho Cardoso, Manuel; Ferrer, Salvador; Franco, Mariano Altos, rancho Franco de Elizondo, Macrina Armadillo, Sancen Almaza, Ezequiel y rancho María Providencia, Caballero de Pérez, Esther hacienda Guerra, Gabriel Peñaflor, Pánfilo

1933, 1934, 1957

Proveedora, hacienda Rincón de Martínez, rancho/terrenos Buenavista, Plan de; Refugio San José, hacienda Nombre de Dios, rancho

Albo y Cía. en liquidación

1931

Cervantes, Piedad; Vázquez, Anastasio

1935

Aguirre, Ángel

1923, 1924

1913 1926 1926 1917, 1932 1923, 1933

1926 1926 1926 1922, 1925 1926 1923, 1925 1934 1931

1917, 1919 Torre, Octaviano; Negrete, 1925 Gonzalo y Adela; Negrete, Vda. de la Torre, Adela López Hendia 1923, 1924

Ramales y Guadalupe, rancho Santa Rosa y Markassuza anexas hacienda Concepción Serrano hacienda

1917, 1923

Nageles, predios Villaseñor de Morales,

1936

1917. 1922

Entarquinamiento en cajas de agua

Turbio

HIDALGO Corriente Encarnación, manantial JALISCO Corriente Ahuilote, arroyo o San Sebastián Ahuilote, arroyo o San Sebastián Ahuilote, río o San Sebastián Ahuisculco, río Ayo, río Carrizo de Rubios, Jalpa y San Juan, arroyos Chila, arroyo o La Campana Lagos, río

71

Ángela// Villaseñor Torres, sucesión de Cía. Agrícola Franco 1917-1920 Mexicana S.A.

Pénjamo

Tupataro y anexas, hacienda

Municipio Zimapan

Localidad Durango, ranchería de

Municipio Poncitlán

Localidad Usuario Mirador, terrenos Iñiguez de la Torre, Leonides Villa Aurora, Becerra, A. Rafael finca San Jorge, Sahún, Joaquín fracción Cuisillos, Gortázar y Llano. Juan, hacienda Sucesión de Santa Lucia, Villanueva, Proto hacienda Jalpa, hacienda Vecinos de la Hacienda y Colonia de Jalpa, S. A.

Año 1926-1927

Chila, hacienda

Elizalde Vda. de Veytia, Isabel Sanromán, José María

1929

Torres, José y Librado de la

1925-1928

Serrano Hermosillo, Salvador Gómez Portugal, Paula

1917-1927

Torres, Hilarión/Catalina Villalobos Vda. de Padilla, etc. Sahagún, Ignacio F. Lomelí, Rafael

1923-1926

Llano Vda. de Gavica, Clementina

1921-1927

Hernández Vda. de Jiménez, Pascuala Lomelí, Rafael

1921-1923

Sociedad José Dolores Vergara e Hijos

1917-1926

Poncitlán Poncitlán Tala La Barca

Zapotlán del Rey Lagos

Galera y San Isidro fincas Lagos, río San Antonio de la Garza, hacienda Lagos, río Lagos Nazas de San Pedro, rancho Lagos, río Lagos de Tlalixcoyan, Moreno fiinca Lagos, río o San Unión San Antonio de Nicolás la Garza, hacienda Lerma, río La Barca Gaviotas, finca Morales, río Los Tototlán Carrozas y Yerbabuena – haciendas Morales, río Los Tototlán Refugio, El Coina y La Isla – fincas Morales, río Los Tototlán Bella Vista, rancho Morales, río Los Mezquite Agrio, o Tototlán finca Pasión, río La Tizapan El Alto San Francisco y Santa Ana – haciendas

Usuario Maqueda, Manuel

Año 1936-1937

1925-1933 1925-1927 1922-1923 1922-1932 1919-1920

1925-1926

1920-1926

1920-1925 1917-1929

1925

72

Sabinos, río Los o Zula Sabinos, río Los o Zula Sauceda, arroyo La Sauceda, arroyo La Sauceda, río La Sauceda, río La

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Eras, hacienda Tototlán Lagos Lagos

Zula, río

Ameca Cantón de Lagos Tototlán

Zula, río

Tototlán

Zula, río Zula, río

Tototlán

Zula, río o Los Sabinos Zula, río o Los Sabinos

Atotonilco Atotonilco El Alto

MICHOACÁN Corriente Municipio Ailes y San Ramón arroyos y Senguio Atacheo, arroyo Cupatziro Tangancícuaro

Chincua o Cachivi, río Chincua o Cachivo, rio Duero

Duero, río Grande de Morelia, río Lerma

Agua Negra,

Santa Clara, hacienda San Francisco de la Cal, rancho Luz, hacienda

Milpillas, hacienda Tarengo, hacienda /Milpillas/Casco del Molino, fracción, etc.

1921 1921-1939 1921-1924

Sanromán Vda. de Fuertes, Dolores Serrano de Ayala, Refugio Serrano, Refugio E.

1917-1922

Martínez, Mucio P. Testamentaria de Propietarios del Rancho San Francisco de la Cal Romo, Matías Ibarra, Mercedes G.M. Vda. de Castañeda y Castañeda, Ramón Aceves, Joaquín

1925-1926

1927-1932 1921

1921-1923 1921-1932 1923 1921-1928 1921-1932

Localidad Usuario Huerta, hacienda Aldrete Vda. de Cañedo

Año 1920

García, José García López, Enrique; Torriella Ca mpo, Víctor

1924 1922, 1923

Maravatío

Cerrito, hacienda Comécuaro y Molino de García, rancho Huerta, hacienda

1922

Maravatío

Guapamacátaro

Aldrete Vda. de Cañedo, Rafela Paulina Vda. de Urquiza, Esther Arceo, José Cano, José

1924, 1941

Méndez Vda. de Gómez, Ignacia Méndez Ruiz, Elena Bermejillo y Cía.

1925

Cía. Agrícola Franco Mexicana

1917, 1923

Gómez, Amado

1922, 1923

Duero y arroyo el Zamora Pochote Duero, río

San Antonio, hacienda Portugaleyo, predio San Agustín y Labor, predio de Refugio, rancho Refugio, finca

Gómez, Merced y Hermanas/Ignacio Gómez Gómez, Jesús C.

Zamora

Morelia Puruándiro

Huaniqueo

Jericó o Las Gallinas, finca Sauceda y Miraflores chico, haciendas Casas de Alto y El Nopal Luz, hacienda Calvario, hacienda Santa Ana Macera y Zurumato, haciendas Puente de San

1922, 1926 1924, 1925

1925, 1932 1917, 1924

Entarquinamiento en cajas de agua

Agua Blanca y Todondiro, manantiales Patera, río La Huaniqueo Pedernales y Tacámbaro Puruapan, ríos Pochote y Duero Zamora

Gómez Jesús Bermejillo, Luis

1924, 1933 1917, 1926

Cano, José

1924, 1941

Bermejillo, Luis

1917, 1926

Arreguí, Francisco

1925, 1928

Moreno, Manuel

1925, 1932

Ronda, Maria Refugio

1925

Aldrete Vda. de Cañedo

1920

San Nicolás Tarimoro, hacienda

Cuevas, Rita

1921-1924

Municipio Tepic

Localidad Presa, hacienda

Año 1927

Tepic

Mogote

Tepic

Laguna, hacienda

Usuario Arriño, Antonia A., Testamentaria de Comisario Ejidal del Mogote Aguirre, Sucesores

Municipio Tonalá

Localidad Usuario Arcos o Laguna, Romero Sánchez, Aurelio terrenos

Año 1936-1948

Municipio Cadereyta de Montes

Localidad Palma y Cantarranas terrenos Estancia, hacienda

Usuario Aranda, Arnulfo

Año 1917-1918

Loyola Vda. de Campos, Luisa Loyola Vda. de Campos, Luisa Rivas S., Juan

1926-1961

Tacámbaro

Sahuayo, río

Jiquilpan; Zamora

San Juan, río

Tacámbaro

Sahuayo

San Ramón y los Ailes arroyos y Senguio San Simón, Senguio arroyo

Tepic, río OAXACA Corriente San Juan Reyes, aguas de la barranca QUERÉTARO Corriente Barreras y Texto, arroyos Caracol, arroyo El Caracol, El y Galindo arroyos Pueblito, río

San Juan del Río

Pueblito, río Pueblito, río

Isidro, rancho

China, rancho Pedernales, hacienda Sauceda y Miraflores chico, haciendas Pedernales, hacienda Llano de la Palma Huaracha, San Antonio, Cerrito Pelón haciendas San Juan de Viña, rancho Huerta, hacienda

Puruapan y Pedernales, ríos Sahuayo, río

NAYARIT Corriente Ingenio, arroyo El San Pedro, río

73

El Centro

1938-1942 1927-1928

1926

Balvanera, 1921-1930 hacienda Balvanera, Rivas T. de Macedo, 1923-1924 hacienda Guadalupe Tejeda, hacienda Valdemar, Emilio Sucesión 1923-1930 de

74

Pueblito, río Pueblito, río

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

El Centro El Pueblito

Balvanera, hacienda Pueblito, río Querétaro Santa María Magdalena, hacienda Querétaro, río El Centro San Pedro Mártir, hacienda San Juan del Río Tequisquiapan; San Nicolás, y arroyos Jagüey Querétaro hacienda y Ñado, etc San Juan del Llave, hacienda; Río, río Fuente de Naba Santa María, río Villa de Reyes Gogorrón, o Altamira hacienda SINALOA Corriente Municipio Localidad Juana Gómez, Esquinapa arroyo SONORA Corriente Municipio Localidad Mayo, río Etchojoa Mayo, río Sonora, río TAMAULIPAS Corriente Pánuco, río

Huatabampo Hermosillo

San Juan Nepomuceno

López Encarnación Tagle de Rivas, Virginia

1927 1917-1943

Iriarte, Fernando

1921-1925

Rubio y Arriaga

1918-1925

Vicente, Lorenzo de

1913

Iturbe e Idaroff, Felipe

1919-1922

Sociedad Felipe Muriedas Sucesores Usuario Polanco, Pedro

Año 1931

Usuario Cía. de Irrigación del Tiriscohuasa, S. A. Vecinos de Huatabampo Izábal, Dolores M. de

Año 1918-1935 1936-1938 1920

Municipio Pánuco, Ozuluama y Tampico Alto

Localidad

Usuario Vecinos de Tampico Alto, Pánuco y Ozuluama

Año 1964

TLAXCALA y PUEBLA Corriente Atoyac, río

Municipio Lardizábal

Usuario Matienzo, Andrés

Año 1917-1938

Tequisquiatl, río

Santa Cruz

Localidad San Pedro Huitzilhuacán, hacienda Trinidad, fábrica La

Conde, Manuel M. S.A.

1917-1978

Entarquinamiento en cajas de agua

75

Figura 1: Sitios con entarquinamiento reportados en el catálogo del AHA

Foto I-1 Cajas de agua (Fotografía aérea espacio regado por el río Aguanaval).

Foto I-2 Panorámica cajas de agua enlagunadas , Zamora, Michoacán.

Foto I-3A Caja sin agua (foto Herbert Eling).

Foto I-3B Caja con agua (Foto Herbert Eling).

Foto I-4 Vista panorámica de cajas enlagunadas del ejido San Isidro, valle Coeneo-Huaniqueo (Michoacán) noviembre 2001.

Foto I-5 Vista panorámica de cajas enlagunadas del valle de CoeneoHuaniqueo (Michoacán), junio 2001.

Foto I-6 Vista panorámica de las cajas del ejido La Puerta de Jaripitiro, valle Coeneo-Huaniqueo (Michoacán) junio 2001.

Foto I-7 Vaciado de la Caja Vieja del ejido San Isidro, valle Coeneo Huaniqueo (Michoacán) noviembre 2001

II. Entarquinamiento en cajas de agua en el valle zamorano: una visión agronómica Martha Velázquez Machuca, José Luis Pimentel Equihua y Jacinta Palerm Viqueira Introducción El entarquinamiento en cajas de agua es una práctica común en el valle agrícola zamorano, basta ver en la época de lluvias las cajas inundadas para dar cuenta de su práctica generalizada; a pesar de ello faltan trabajos de inve stigación que ayuden a ampliar el conocimiento de la técnica y muestren sus ventajas agrícolas, de ahí que consideramos importante intentar un acercamiento al análisis agronómico de la técnica para llamar la atención acerca de está práctica tradicional persistente en la región. En el presente trabajo nos interesa revisar algunos aspectos agronómicos, principalmente componentes agrícolas, edáficos y fitosanitarios, producto tanto de observación directa en campo como de revisión de literatura, el propósito es ampliar el conocimiento de la técnica de entarquinar, y propiciar la discusión académica acerca de esta tecnología tradicional de regadío; técnica apreciada y practicada por los agricultores del valle al parecer desde tiempos de las haciendas, y aunque últimamente se han introducido técnicas modernas –por ejemplo ferti-irrigación y acolchado, que permiten suministrar agua con mayor precisión a las plantas cultivadas, dosificar nutrientes y controlar malezas– éstas no impiden la práctica del entarquinamiento; algunos materiales que se usan para esas técnicas modernas (mangueras, hules, etc.) se levantan de los campos de cultivo cada año, y se vuelve a preparar el terreno para entarquinar.

78

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Es importante mencionar que para revalorar la técnica del entarquinamiento tenemos como antecedente los trabajos del grupo de investigadores que desde distintas disciplinas se han acercado a este conocimiento campesino: Herbert H. Eling, Martín Sánchez, Jacinta Palerm, José Luis Pimentel, Martha A. Velázquez, Guadalupe Rodríguez, Elvia López Pacheco y otros, en cuyos trabajos sobresale la descripción de la técnica y la dinámica social; con el presente trabajo se agrega la visión agronómica. Algunas características del valle de Zamora Cultivos agrícolas Localizado en la región noroccidental del estado de Michoacán, teniendo como eje articulador en lo económico y social la ciudad de Zamora, el valle posee características climáticas, hidrológicas y edáficas que permiten el cultivo de una variedad importante de especies agrícolas, prácticamente durante todo el año en períodos más o menos establecidos aunque no definitivos: fresa (Fragaria sp) durante los meses de agosto a mayo; maíz (Zea mays) de junio a noviembre; frijol (Phaseolus vulgaris) de enero a abril; pepino (Cucumis sativus) de abril a julio; trigo (Triticum sp) de noviembre a mayo; jitomate (Lycopersicum esculentum) de mayo a septiembre y de julio a diciembre; cebolla (Allium cepa ) de agosto a diciembre; papa (Solanum tuberosum) de septiembre a febrero, y otros cultivos. El valle está en cultivo permanente, bajo una rotación agrícola intensa, cuya producción está orientada fundamentalmente hacia el mercado, factor que puede condicionar el éxito o fracaso económico de una siembra o plantación. En combinación con factores climáticos y edáficos, el regadío juega un papel central, permitiendo manipular

Entarquinamiento: una visión agronómica

79

fechas de siembra y suministrar a las plantas humedad necesaria en períodos críticos con ayuda de infraestructura hidro-agrícola: canales, acequias, presas de almacenamiento y de derivación, desagües, los bordos o cajas de agua, pozos profundos; parte de la infraestructura ha estado en operación desde hace siglos, y otra ha caído en desuso por la invasión urbana de la ciudad de Zamora, como en el caso de la Acequia Madre. Clima En el valle de Zamora las temperaturas promedio anuales alcanzan los 20 ºC, aunque los meses de abril, mayo y junio alcanzan los 23-24 ºC, las temperaturas más bajas se presentan en los meses de diciembre-marzo con riesgo de heladas (INEGI 1994), incluyendo granizadas en febrero y marzo, factores limitativos para algunas hortalizas y granos, sin embargo en cierto grado las temperaturas bajas son benéficas para el cultivo de fresa en las primeras etapas de su desarrollo vegetativo. La temporada de lluvias se presenta en la época de verano, durante los meses de junio a septiembre, las cabañuelas pueden presentarse durante los meses de diciembre o enero, la precipitación pluvial media anual es de 800 mm, humedad considerada buena para obtener cosechas de maíz, fríjol y algunas hortalizas en las serranías aledañas y en tierras del valle, sin riego.

Hidrología Los ríos perennes Duero y Tlazazalca nacen de manantiales localizados en las regiones de Carápan, Tlazazalca y el valle de Guadalupe, destacando el lago de Camécuaro y Las Adjuntas como cuerpos de agua

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

importantes. El drenaje natural del valle vacía hacia la ciénega de Chapala. Por ríos, barrancas y drenes escurren las aguas broncas, provenientes de las serranías que rodean el valle, formandose caudales que se suman a las aguas perennes; a partir de esta disponibilidad de agua se planifica el entarquinamiento. Suelos Los suelos agrícolas son en su mayoría de origen aluvial, profundos, de textura arcillosa, vertisoles, con alta capacidad de intercambio de cationes y, como consecuencia, de elevada fertilidad. Las cajas de agua Construcción y mantenimiento Las cajas de agua son los terrenos o parcelas agrícolas de 4 o 5 hectáreas de superficie, rodeadas por bordos o muros de tierra, muros que pueden medir 1 metro de altura por unos 2 metros de anchura en su parte superior, siendo trapezoidales, de tal manera que la base del bordo es más amplia. Los bordos sirven para contener y almacenar el agua al interior de la caja y mantener inundados los terrenos. Las estructuras de llenado son los canales de tierra o de cemento que transportan el agua desde la fuente a las cajas; las estructuras de llenado y vaciado se localizan al interior y al exterior de la caja: al pie del bordo en el lado interior de la caja, se construye una zanja o canal que corre paralela al bordo y cuya función es tomar el agua del canal común para alimentar la caja durante el entarquinamiento o el riego. Por la parte externa de la caja puede existir un desagüe común entre dos cajas, un canal formado por el espacio entre paredes

Entarquinamiento: una visión agronómica

81

externas de los bordos de cajas vecinas, la caja vecina o adyacente tiene a su vez en la base de dicho bordo y al interior de su parcela, una contra zanja que evita o disminuye la minación (infiltración lateral) hacía la primer caja durante el entarquinamiento de aquélla. La construcción de estas estructuras es obligatoria para los agricultores dueños de cajas vecinas, se trata de una protección mutua; este elemento es importante como referente físico cuando existen daños en cultivos de agricultores dueños de cajas vecinas, en situaciones de minación, hacia otra parcela, existe el compromiso entre agricultores, de pagar daños e incluso suspender el entarquinamiento, en este caso, lo primero que revisa el agricultor acusado son las estructuras de desagüe de la caja del acusador, si se observa que los desagües no están construidos o bien hechos, se niega a pagar daños, o suspender el entarquinamiento; si no hay arreglo posible a ese nivel, la controversia puede requerir la intervención de las autoridades ejidales. Para el manejo del agua al interior de la caja se construyen canales interiores y surcos de acuerdo con el tipo de cultivo que se piensa instalar. El mantenimiento de las cajas consiste en rehacer la altura y anchor de los bordos mediante paleo a mano y eliminar la maleza excesiva que disminuye la velocidad del agua, y que es refugio de huevecillos, ninfas, larvas, y adultos de insectos, además de hospederos de estructuras reproductoras de hongos fitopatógenos. Estas actividades de mantenimiento se realizan con mano de obra, chapeando con guadaña o mediante control químico con herbicidas o utilizando fuego o una combinación de estos recursos. Durante los trabajos de mantenimiento, los bordos no deben quedar completamente limpios de pastos, porque eso ayuda a evitar la erosión por precipitación, además de servir de alimento a los animales de labor.

82

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Época, duración y técnica del entarquinamiento . Puesto que la fuente principal de agua para el entarquinamiento es agua pluvial, la época de lluvias marca el inicio del entarquinamiento en los meses de junio, julio o agosto, la fecha va a depender de varios factores: posición de la caja aguas arriba/aguas abajo en relación con la fuente (las cajas situadas “aguas arriba”, llenan primero), volúmenes de agua disponibles, fecha de siembra del cultivo que se considere y disponibilidad de recursos económicos para plantar o sembrar a tiempo, esto implica aspectos ambientales y económicos, sin embargo en general agosto y septiembre se consideran fechas límite para instalar cultivos después de entarquinar. En relación con la duración del entarquinado, una caja puede permanecer en un rango de 8 a 60 días bajo esas condiciones; los agricultores consideran que lo mejor para el suelo es que éste dure la mayor cantidad de días inundado, porque se limpia mejor y se planta más fácilmente (Sr. Epifanio Velásquez Álvarez, agricultor de La Sauceda). Cabe señalar que las aguas también acarrean suelo y materia orgánica, que fertilizan el suelo y a la vez mejora la estructura del mismo. Previo al llenado de las cajas, se realizan las labores de preparación del terreno que requieren los cultivos: desvare, barbecho, rastreo, nivelación, surcado y reconstrucción de regaderas internas, cuando se vacía la caja, se realiza la plantación o siembra; enseguida o paralelamente a esos trabajos, se limpian los canales de abasto de agua a la caja, se refuerzan los bordos y se acondiciona la entrada de agua quitando piedras, lodo, malezas y lo que estorbe. Durante el proceso de llenado de la caja, se vigila, para en su caso reparar fugas o rompimientos del bordo.

Entarquinamiento: una visión agronómica

83

Con abasto de agua suficiente, el tiempo empleado en llenar una caja puede ser de 24 horas, tiempo que puede variar en función de factores como la textura del suelo, pérdidas por evaporación, filtración vertical y horizontal, y volúmenes de agua disponibles. Se prefiere un nivel de agua constante para mantener la inundación del suelo con una lámina de 50 cm., aunque este nivel no es uniforme dada la pendiente de la superficie agrícola, así en las partes más bajas la lámina puede alcanzar 100 cm. o más. En la realización de los trabajos de preparación para el llenado de la caja, se puede utilizar maquinaria e instrumentos manuales; uno de ellos es una pala de madera de una sola pieza, cuya punta está recubierta con metal para facilitar la penetración y rotura del suelo arcilloso, cuyas propiedades físicas y químicas permiten extraer masas lodosas para reforzar los bordos y tapar fugas. El transporte de agua para el llenado de las cajas, puede realizarse por su pie (por grave dad) cuando se ubican relativamente cerca de la fuente, y sí el nivel del suelo agrícola lo permite, si no es así, se emplea el uso de bombas de motor para bombear el agua hacia el interior de la caja, o se pueden utilizar ambas formas cuando los volúmenes de agua varían demasiado (Sr. Epifanio Velásquez Álvarez, agricultor de La Sauceda). Objetivos y beneficios del entarquinamiento . Importa principalmente desde la perspectiva del agricultor, crear condiciones de falta de aire, efectiva para el control de plagas del suelo, no necesariamente importa llevar tarquín a las parcelas, éste se considera un beneficio secundario. También interesa mejorar la estructura del suelo para el momento de la plantación de los cultivos, se trata de tener un nivel de humedad

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

adecuado en el suelo, para que la raíz de la planta tenga condiciones de penetración y crecimiento rápido, porque es importante que la planta amarre y garantizar que enraíce lo cual se logra con buena humedad en la tierra, sobre todo hortalizas que son delicadas (Sr. Epifanio Velásquez Álvarez, agricultor de La Sauceda). Los beneficios del entarquinamiento de acuerdo con la opinión y experiencia de agricultores del valle sintetizan en el Cuadro 1. La menor necesidad de abasto de humedad en las primeras etapas de desarrollo de las plantas se explica por la cantidad de humedad almacenada en el perfil del suelo durante el período de entarquinamiento, lo cual no ocurre en la parcela no entarquinada. En relación con la menor necesidad de aplicar agroquímicos es importante mencionar que las plagas como gallina ciega (Phillophaga sp) y otras del suelo, incluidos nemátodos, tienen un control satisfactorio para los agricultores bajo condiciones de entarquinado. Los agricultores mencionan que las plantas bajo condiciones de entarquinado se agarran más rápido al suelo, se desarrollan mejor y se ponen más vigorosas, caso contrario ocurre en ausencia de entarquinado, donde a pesar de tener un terreno bien trabajado y preparado (con su barbecho, rastreo, nivelación, etc.), las plantas tardan más en agarrarse y desarrollar (Sr. Juan Velásquez Machuca, agricultor del ejido La Sauceda). El hecho de tener mejores condiciones de humedad en el terreno favorece mejor condición de estructura, lo cual hace que gente que planta, introduzca más fácilmente la raíz del vegetal y avance más rápido en su trabajo, disminuyendo los tiempos de duración de la plantación y la cantidad de mano de obra a emplear (Sr. Juan Velásquez Machuca, agricultor del ejido La Sauceda).

Entarquinamiento: una visión agronómica

85

El entarquinado favorece el transporte y la emergencia de ciertas especies de malezas, pero ahoga e impide la germinación de otras, los agricultores consideran que con el entarquinado se elimina mucho zacate y para el que no se elimina se realizan labores de deshierbe con mano de obra (Sr. Juan Velásquez Machuca, agricultor del ejido La Sauceda). Cultivos de entarquinamiento Aunque todos sus cultivos son importantes, los agricultores del valle no entarquinan cualquiera de ellos, la fresa es el cultivo de entarquinamiento por excelencia en la región, le siguen la papa, los jitomates, las cebollas y el fríjol. Estos cultivos son los que tienen costos de producción más altos, y también los más susceptibles a las plagas del suelo y a las enfermedades de raíz. Son, por lo tanto, los que necesitan el entarquinamiento, si no se hace así, el costo y el riesgo aumentan, al elevarse la cantidad de insumos a aplicar para evitar los daños; aunque cuando no hay agua suficiente y tiempo para entarquinar no se realiza. La secuencia de cultivos en una caja de agua se ilustra en el Cuadro 2. Los cultivos y actividades dentro de ciertos períodos pueden empezar y terminar cualquier día del mes, por lo que no siguen un patrón estricto, el inicio o final de cultivos y actividades es influenciado por disponibilidad o ausencia de recursos económicos, de mano de obra y del clima, sin embargo el ciclo ilustra el cultivo intensivo de la tierra; la preparación de los terrenos se realiza en períodos cortos, terminando un cultivo, se busca la oportunidad para empezar el otro, los períodos van de 8 o 15 días entre un cultivo y otro, no hay períodos prolongados de descanso de las tierras. Un criterio generalizado entre los agricultores de la región es sembrar maíz, trigo o fríjol después de la fresa para

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

aprovechar la fertilidad del terreno, de acuerdo con su criterio, este cultivo se fertiliza abundantemente y deja las tierras con buen nivel de nutrientes. Con base en la revisión de literatura y datos propios obtenidos en campo, podemos ampliar la explicación de lo que ocurre con los suelos bajo condiciones de inundación, creemos que ayuda a explicar en mayor o menor medida lo que el agricultor observa en su práctica permanente. Entarquinamiento de suelos nemátodos fitoparásitos

y

el

control

de

En la agricultura intensiva, como la que se desarrolla en el valle de Zamora, el control de plagas y enfermedades es fundamental para asegurar altos rendimientos de los cultivos. En esta agricultura altamente tecnificada, los métodos para el control de los parásitos vegetales se basan en un alto porcentaje en la aplicación de agroquímicos. En relación con las plagas y patógenos del suelo, la fumigación de los terrenos se ha popularizado, sobre todo en los campos agrícolas de Norteamérica, como una práctica eficaz para su control. El bromuro de metilo, fumigante ampliamente utilizado para éste propósito junto con la cloropicrina, tiene sin embargo las inconveniencias de su alto costo económico y sus efectos dañinos sobre el medio ambiente; en este último aspecto es conveniente recordar que estos fumigantes inciden en la destrucción de la capa de ozono, vital para la biosfera, además de eliminar una serie de organismos del suelo benignos y benéficos a los cultivos. Ante estas perspectivas, actualmente se está tratando de implementar medidas de control fitosanitario que eliminen o al menos reduzcan el uso del bromuro de metilo en los campos agrícolas (Bello et al. 2000:30). En

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Norteamérica ahora se está abordando el concepto de “control integrado de plagas y enfermedades”, donde se incorporan medidas de tipo cultural, se enfatiza el uso de variedades resistentes y se busca reducir la aplicación de pesticidas (Mass 1998). Las prácticas culturales que se consideran dentro del control integrado de plagas y enfermedades, incluyen una serie de técnicas derivadas de una amplia diversidad de sistemas de producción, y pueden incluir: selección de terrenos adecuados al tipo de cultivo y sistema de producción, espaciamiento entre surcos o hileras que permita un desarrollo normal de las plantas, fertilizaciones oportunas y en dosis necesarias a cada tipo de cultivo, manejo de la humedad del suelo, entre otras. Estas prácticas culturales pueden tener un efecto muy significativo sobre las poblaciones de parásitos, de ahí que su manejo adecuado redunde en un beneficio para el cultivo. El manejo de la humedad del suelo, en el que se incluyen tanto el riego como la práctica de la inundación, incide sobre las poblaciones de plagas y patógenos al crear un ambiente que puede favorecer o no su desarrollo.; en este sentido, la práctica de inundar los terrenos de cultivo ha probado ser una medida eficaz para reducir las poblaciones de ciertos fitopatógenos que habitan en el suelo, particularmente algunas especies de nemátodos. Los nemátodos son gusanos microscópicos redondos, no segmentados; los nemátodos que atacan a las plantas generalmente son más numerosos en suelos arenosos que en suelos limosos o arcillosos. Las especies de nemátodos de mayor importancia agrícola corresponden a los géneros Meloidogyne, Globodera y Heterodera. El nemátodo de los nódulos radiculares (Meloidogyne spp) es considerado el más importante en

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los cultivos agrícolas por su carácter polífago, por su gran poder patógeno, su elevada capacidad de reproducción y por su presencia en casi todo tipo de suelo. En Florida (EE.UU.), este nemátodo ha sido objeto de numerosos estudios desde principios del siglo XX; es en esta región donde se habla ya del control que sobre las poblaciones de este nemátodo ejerce la inundación de suelos. Bessey (1911, en Christie 1974) ya reconocía entonces que esta técnica puede reducir las poblaciones de nemátodos en el suelo, disminuyendo con ello los daños a los cultivos; aunque consideraba que no era la inundación un método seguro para el control de las especies de Meloidogyne, el autor recomendaba esta práctica por un periodo de al menos 25 días antes de la instalación del cultivo. Posteriormente, Frandson (1916) mostró evidencias de que las poblaciones de Meloidogyne sí podrían controlarse, si no eliminarse, en aquellos suelos que habían sido sometidos a inundación y que la eficacia del método era aceptable si la inundación se mantenía por espacio de tres meses. Similares observaciones fueron hechas por Watson (1921) en algunos suelos también de Florida, donde encontró que la inundación de los suelos puede reducir en gran medida el número de nemátodos del género Meloidogyne. Además, apunta el autor, en aquellos suelos que son sometidos a inundación durante la época de verano, como sucede en los campos agrícolas tomateros de la costa baja oriental de EE.UU., es muy raro que se observen nemátodos en elevadas poblaciones; los cultivos, en tales suelos, son poco afectados en sus rendimientos por los nemátodos fitoparásitos. En general, recomienda la inundación del terreno por espacio de una o dos semanas, aunque observa que aún se tiene que aprender mucho sobre el tiempo en que debe ser inundado el suelo, en especial si se consideran las

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estaciones del año, así como la resistencia de los huevecillos al agua. A este respecto, los trabajos de Brown (1933) desarrollados en los campos agrícolas de SacramentoSan Joaquín, California, fueron ya más específicos, encontrando que las larvas del nemátodo Meloidogyne mueren al permanecer los suelos inundados por un periodo de cuatro meses, mientras que los huevecillos pueden requerir doce meses o más para ser inviables. Los trabajos posteriores que se han desarrollado en California sobre el control integrado de plagas y enfermedades, en diversos cultivos y específicamente con nemátodos, ya no mencionan la técnica de inundación de los suelos como una práctica recomendada para el control de estos parásitos (Mass 1998); posiblemente esto esté relacionado con las políticas de ahorro de agua y con el hecho de que en esa zona las precipitaciones ocurren en invierno, que es cuando podrían inundarse los suelos; el invierno, sin embargo, no ha resultado ser la época más propicia para llevar a cabo esta práctica para el control de nemátodos. Además, la práctica común en California de fumigación al suelo con bromuro de metilo y cloropicrina ha conducido a que los nemátodos fitoparásitos no constituyan en la actualidad un serio problema para la agricultura de esta región. La práctica de inundación de suelos es también reconocida en España como un técnica eficaz para el control de nemátodos fitoparásitos. Específicamente se menciona el “encharcamiento” o inundación como una medida efectiva para el control del nemátodo dorado de la papa (Globodera rostochiensis y G. pallida). Este parásito es de difícil erradicación debido a que tiene diversos hospedantes secundarios como jitomate (Lycopersicum esculentum), berenjena (Solanum melongena ), además de diversas malas hierbas como Datura estramonium, Solanum niger; en papa puede causar pérdidas de 50 a

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80% de la cosecha en España. La inundación del suelo se recomienda por un lapso de una semana, al menos, durante el verano (Frápolli 1994). Para el control del nemátodo de los nódulos radiculares (Meloidogyne spp) en cultivos hortícolas, Frápolli (2000) menciona que se requiere al parecer una inundación que dure de 12 a 20 meses; con esta práctica pueden eliminarse los nemátodos hasta una profundidad del suelo de 10 cm. al menos. Sin embargo, esta no es una práctica ampliamente aceptada en la región de Andalucía, España, para el control de Meloidogyne spp. Esto posiblemente esté relacionado con la época en que en estos lugares se tiene acceso a los volúmenes necesarios de agua para realizar la inundación, que es en invierno. La inundación, de acuerdo con diversos autores, es más eficaz en la época de mayor calor, es decir, en el verano (Christie 1974, Frápolli 1994, 2000). Estas observaciones están relacionadas con el manejo simultáneo de dos factores determinantes para el desarrollo de los nemátodos: la temperatura y la humedad. Aparentemente, los huevecillos de nemátodos pueden mantener su viabilidad por largo tiempo en un terreno saturado o inundado, mientras que en estas mismas condiciones el número de larvas se reduce rápidamente, es decir, la etapa larvaria del nemátodo es la más susceptible a un exceso de humedad en el suelo. Si consideramos que las altas temperaturas del verano ejercen un efecto estimulante sobre la incubación de los huevecillos y sobre la actividad de las larvas, entonces se explica porqué una condición de anaerobiosis en el suelo, causada por la inundación en el periodo más cálido del año, puede ser efectiva en el control de las poblaciones de nemátodos. La inundación de los suelos tiene, por otra parte, una consecuencia adicional para los nemátodos: la eliminación de prácticamente todas las plantas

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huéspedes, al menos durante el periodo que dure el suelo saturado con agua, de esta manera, un gran número de nemátodos puede morir por inanición. Por otro lado, el establecimiento de una condición de anaerobiosis en el terreno de cultivo propicia la muerte de los nemátodos por asfixia. Entarquinamiento de suelos y fertilidad A los beneficios de la práctica del entarquinado sobre el control de las poblaciones de ciertos parásitos vegetales, se suman aquellos relacionados con el mejoramiento de la fertilidad del suelo que se ha observado en numerosos trabajos sobre inundación de suelos. La fertilidad, o capacidad de un suelo para abastecer en cantidades adecuadas de macro y micronutrimentos a las plantas, está determinada por las condiciones físicas, químicas, físico-químicas y biológicas del sistema; de manera particular, la fertilidad involucra aspectos como: régimen de pH, cantidad de macro y micronutrimentos en formas disponibles, capacidad intercambiable o CIC (relacionada con la cantidad y tipo de arcillas), contenido de materia orgánica, presencia de sales solubles, entre otros. En este apartado revisaremos brevemente la relación que se establece entre algunos de estos parámetros edáficos y una condición de inundación periódica en los suelos. El entarquinamiento de los suelos mantiene a éstos en condición de inundación por periodos variables de pocos días a semanas e incluso meses. En este periodo el perfil arable del suelo permanece en condiciones de anaerobiosis o ausencia de oxígeno molecular (O2); el drenado o vaciado posterior de la caja de agua cambia el estatus químico del suelo a una condición aeróbica. Estos cambios relativamente bruscos en las condiciones del medio influyen fuertemente en las formas químicas

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en que se presentan los elementos en el suelo y, por tanto, en el mayor o menor grado de disponibilidad de los nutrimentos para los cultivos. A las pocas horas de inundado un suelo, los organismos aeróbicos usan el oxígeno disuelto y prácticamente dejan el ambiento libre de oxígeno molecular. Es entonces cuando los organismos anaeróbicos facultativos y obligados se desarrollan fuertemente y mantienen al suelo en una condición de anaerobiosis o de reducción. Un ambiente reducido implica el cambio de las formas químicas de elementos como el hierro (Fe), el nitrógeno (N), el manganeso (Mn), además de influir en el pH y en la liberación de elementos como el fósforo (P), cobre (Cu), Boro (B) y molibdeno (Mo), a partir de minerales del suelo donde se encuentran inicialmente en estado de baja solubilidad (Beckwith et al. 1975). En los suelos calcáreos (suelos con alto contenido de carbonato de calcio, caliche o salitre ), el pH disminuye durante la inundación debido a la acumulación de bióxido de carbono (CO2) y la disolución de los carbonatos. En los suelos sódicos (suelos con alto contenido de sodio (Na) el pH también puede disminuir con la inundación, aunque en este caso se requieren medidas previas como la sustitución del sodio intercambiable del suelo con calcio y el establecimiento en el terreno de un drenaje adecuado. Con el vaciado de la caja de agua y el posterior secado del suelo, además de las subsecuentes labores de cultivo, el oxígeno molecular ingresa nuevamente al perfil del suelo; con el establecimiento de un ambiente de oxidación en el suelo, se revierten las condiciones físicoquímicas que la inundación había causado. En este proceso, los elementos y compuestos químicos que habían permanecido en su forma reducida durante el periodo de inundación, cambian a su forma oxidada, en

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la cual muchos de los micronutrimentos son de menor disponibilidad para las plantas. Situación de los nutrimentos en suelos inundados Hierro (Fe) Antes de iniciar la inundación de un terreno agrícola, éste se encuentra en condiciones de oxidación debido a la existencia de oxígeno libre (O2). En este ambiente el hierro se encuentra como ion férrico (Fe3+) de baja solubilidad y, por lo tanto, de baja disponibilidad para las plantas. Teóricamente la concentración de Fe 3+ en un ambiente aeróbico natural no puede ser mayor de 0.001 partes por millón, lo cual significa cerca de 0.002 kg por hectárea para una profundidad de suelo de 20 cm. Cuando un suelo es inundado, esta situación cambia drásticamente. Los compuestos de Fe3+ son reducidos a su forma ferrosa ó Fe 2+ a través de la actividad de los microorganismos anaeróbicos; en esta situación grandes cantidades de hierro son liberados a la solución del suelo, aumentando la disponibilidad de este elemento para las plantas. La cantidad de hierro que pueda solubilizarse a partir de los minerales del suelo dependerá de ciertas características del mismo suelo como: cantidad de compuestos de Fe3+, grado de cristalinización de los compuestos de Fe3+, pH, temperatura y contenido de sales en el suelo. A mayor temperatura, contenido de sales y contenido de compuestos de Fe 3+ con bajo grado de cristalinización, es mayor la cantidad de hierro soluble (Fe2+) que se libera en el suelo. En los suelos de alto pH (suelos alcalinos) y bajos en materia orgánica, la cantidad de hierro Fe2+ que se libera a la solución del suelo durante el periodo de inundación, es menor. En la Figura 1 se observa el

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aumento en la concentración del Fe 2+ en función del tiempo de inundación para tres tipos de suelo. Se observa que el factor que influye fuertemente en el grado de liberación del Fe 2+ es el pH. Un suelo se considera bajo en contenido de hierro si la concentración de éste es menor de 5 partes por millón, determinada por el método de DTPA (Lindsay y Norvell 1979). De acuerdo con el esquema presentado en la Figura 1, un suelo clasificado como moderadamente alcalino o neutro, con pH de 7.6 y 6.6, respectivamente (suelos que típicamente pueden encontrarse en la región de Zamora), liberarán después de 8 semanas de inundación una cantidad equivalente a 4.0 y 16.5 partes por millón de Fe2+ (8.0 y 33 kg por hectárea), cantidad suficiente para evitar las deficiencias de este nutrimento en las plantas cultivadas. Los análisis físico-químicos realizados en algunos suelos del valle de Zamora, clasificados como vertisoles pélicos y vertisoles crómicos, muestran que el contenido de hierro disponible en el estrato 0-30 cm. varía de muy pobre a muy rico (0.4 – 300 kg por hectárea ó más); los menores valores de este micronutrimento generalmente están asociados con suelos de reacción alcalina (suelos calcáreos con pH > 7.5) y con procesos de acumulación de sodio (suelos sódicos). En este tipo de suelos, el entarquinamiento de los terrenos no evita las deficiencias de hierro en las plantas altamente susceptibles a bajas concentraciones de Fe 2+, como el frijol y la fresa; sin embargo, observaciones realizadas en la zona por los autores permiten establecer que la aplicación de sulfato ferroso (FeSO 4) al suelo y el posterior entarquinamiento de terrenos calcáreos (suelos con 5.0-7.0% de CaCO3), notoriamente disminuyen las deficiencias de hierro (clorosis férrica) en estos cultivos. En cultivos menos sensibles a la deficiencia de hierro, como el sorgo y la caña de azúcar, la práctica de la inundación en suelos

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calcáreos (suelos con un contenido de CaCO3 de 8.3 a 38.5%) evita la clorosis férrica si el entarquinamiento se mantiene por un periodo de 30 días previos a la siembra; en este caso se ha detectado un incremento del Fe2+ de 0.0 a 0.354-0.526 partes por millón en la solución del suelo con el tratamiento de inundación (Longoria 1973). De esta manera, la conjunción de la práctica tradicional del entarquinado y el uso de compuestos fertilizantes (FeSO4) puede ser una opción útil para el manejo de la deficiencia de hierro en algunos suelos calcáreos. En suelos considerados como no calcáreos (CaCO3 < 1.0%) y pH neutro o moderadamente alcalino, la sola práctica de la inundación del suelo es suficiente para liberar la cantidad de Fe 2+ necesaria para los cultivos. Así por ejemplo, en ciertos suelos oxisoles de Brasil (con pH de 6.1, materia orgánica de 2.71% y un contenido de óxidos de Fe de 24.4%), la inundación por un periodo de 40 días causó la liberación a la solución del suelo de 20 partes por millón (40 kg/ha) de Fe disponible para las plantas (de Mello et al. 1998). Manganeso (Mn) El comportamiento del manganeso en los suelos inundados es, en muchos aspectos, similar al comportamiento del hierro. En los suelos oxidados, donde los suelos no están sujetos a una condición de inundación, el manganeso se presenta en forma de compuestos donde este elemento actúa con un número de valencia tres (Mn3+) y valencia cuatro (Mn4+), los cuales son de baja solubilidad y baja disponibilidad para las plantas. El establecimiento de una condición de inundación causa que estos compuestos se transformen en una forma reducida más soluble y que es la forma en que este nutrimento es tomado por las plantas; estos son los compuestos del manganeso divalente ( Mn2+).

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Con el incremento en el periodo de inundación, la concentración del manganeso divalente (Mn 2+) aumenta progresivamente, alcanza un máximo y después declina. Este comportamiento depende de la concentración que exista en el suelo de los compuestos insolubles del manganeso (Mn 3+ y Mn4+), así como del contenido de materia orgánica: a mayor contenido de materia orgánica en el suelo, será mayor la cantidad de Mn2+ que pueda solubilizarse por la inundación (Ponnamperuma 1977, Sposito 1989) En la Figura 2 se puede observar la cantidad de Mn2+ que se libera a la solución del suelo con el aumento en el tiempo de inundación en tres tipos de suelo. Para los suelos de pH neutro y moderadamente alcalino, se liberan cerca de 55 partes por millón (aproximadamente 110 kg por hectárea) y 10 partes por millón (20 kg por hectárea), respectivamente después de cuatro semanas de inundación. Estas cantidades son suficientes para evitar las deficiencias de este nutrimento en la mayoría de los cultivos hortícolas que se cultivan en el valle de Zamora. Zinc (Zn) Cuando un suelo se somete a inundación, la concentración de la mayoría de los nutrimentos se incrementa. Sin embargo, el zinc es la excepción a esta regla. En suelos de pH ácido (pH menor de 6.0) esta disminución del contenido de zinc se debe al aumento del pH del suelo en condiciones de inundación. Cabe recordar que la solubilidad del zinc disminuye en 100 veces con el aumento de una unidad de pH en el suelo. En suelos neutros y alcalinos esta disminución en el contenido de zinc se atribuye a la formación de compuestos insolubles de zinc como el sulfuro de zinc (ZnS) y silicato de zinc (ZnSiO3).

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Cobre (Cu) La concentración de cobre (Cu) soluble en agua disminuye con un ambiente de inundación en relación con un ambiente oxidado. Las razones para este comportamiento parecen ser las mismas que las del zinc. Boro (B) El comportamiento del boro (B) en los suelos parece no ser afectado por la condición de inundación, es decir, su concentración no se incrementa sensiblemente con esta práctica. (Cuadro 3) . Nitrógeno (N) Las plantas absorben el nitrógeno fundamentalmente en forma de nitratos (NO3) y amonio (NH4). La inundación de los suelos causa una pérdida del nitrato por ser éste un ion que se lixivia fácilmente. Adicionalmente, el nitrato se pierde en los suelos inundados por los procesos de desnitrificación o transformación del NO3 en nitritos (NO2) y nitrógeno elemental (N2). En relación con el contenido de amonio NH4, éste compuesto es liberado a partir de la materia orgánica del suelo a través de reacciones de amonificación. Así, la eliminación del nitrato en los suelos inundados es contrarrestada por la producción de amonio (Torbjörn y Mattias, 2000). La capacidad de los suelos para liberar amonio en condiciones de inundación, varia considerablemente dependiendo de su contenido de materia orgánica. Un suelo migajón-arenoso, rico en materia orgánica (8.0%) y con pH = 5.7 puede liberar hasta 300 partes por millón (600 kg por hectárea) de amonio NH4 en un periodo de 4 semanas de inundación.

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En cambio, un suelo arcillo-limoso con pH de 7.5 y un contenido de materia orgánica de 1.1 %, en las mismas condiciones de inundación, puede liberar solamente 50 partes por millón (100 kg por hectárea) (Ponnamperuna 1976). Sin embargo, en todos los casos, la capacidad del suelo para liberar nitrógeno en forma de amonio NH4 se incrementa con la inundación. Calcio (Ca) El calcio en los suelos se encuentra en forma soluble (Ca2+), en forma intercambiable y en forma de sales de baja solubilidad como el carbonato de calcio (CaCO3), sulfato de calcio (CaSO4.2H2O) ó silicato de calcio (CaSiO3). La forma soluble e intercambiable son disponibles para la nutrición vegetal, y las mayores reservas corresponden al calcio intercambiable. El calcio en su forma intercambiable se encuentra adsorbido a las partículas coloidales del suelo; el conjunto de estas partículas conforma el complejo de intercambio catiónico del suelo, y de aquí son tomados los nutrimentos por las raíces de las plantas. Los suelos denominados vertisoles, que se caracterizan por la predominancia de arcillas tipo montmorillonita o expandibles, requieren una saturación de calcio intercambiable mayor de 60% en el complejo de intercambio catiónico para liberar el calcio en cantidades adecuadas para la mayoría de los cultivos. El análisis físico-químico de un perfil del suelo tipo vertisol de la zona de Zamora, en la capa 0-30 cm), mostró hace unos 20 años una saturación de calcio intercambiable de 74 a 86.4% (INEGI 1982); actualmente estas reservas de calcio parecen estar disminuyendo, como lo indica el análisis de las 66 muestras de suelo de la región, donde se observa que la saturación de calcio varía de 25.5 a 68.3%, con 65% de las muestras con menos de 60% de calcio

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intercambiable. Esta pérdida de calcio en los suelos puede estar asociada a varias causas. Por un lado, el cambio en las prácticas de fertilización, las cuales incluían hasta hace pocos años compuestos de calcio de baja solubilidad (superfosfatos de calcio simple y triple) que permitían mantener ciertas reservas del elemento para restituir las cantidades absorbidas por las plantas, y que están siendo sustituidos por fuentes más solubles que se pierden más fácilmente por lavado o lixiviación. Por otra parte, en suelos sujetos a inundación por determinado tiempo, se ha reconocido que existe una pérdida de calcio que puede ocasionar deficiencias nutrimentales en los cultivos (Ponnamperuma 1977). Suelos inundados y los cambios de pH El pH es un parámetro físico-químico del suelo que ejerce una fuerte influencia en la capacidad del suelo para abastecer de nutrimentos a las plantas. Los valores de pH cercanos a la neutralidad (pH = 6.5 – 7.0) se consideran los óptimos para la nutrición vegetal. La condición del pH en los suelos inundados depende de su valor inicial. En suelos de reacción ácida (pH menor de 6.0), el pH se incrementa con la práctica de la inundación, mientras que para aquellos suelos de reacción neutra y alcalina, con pH mayor de 6.5, su valor disminuye. En la Figura 3 puede observarse los cambios que se presentan en los valores de pH de tres tipos de suelo. El aumento del pH en suelos ácidos inundados y la disminución del mismo en los suelos alcalinos causa un aumento en la disponibilidad del fósforo (P) para las plantas. Este es un beneficio adicional de la práctica de la inundación de los suelos. La salinidad de los suelos y la práctica de inundación

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La salinidad de un suelo se mide a través de la concentración de los iones de calcio (Ca2+), magnesio (Mg2+), sodio (Na), potasio (K +), cloruro (Cl-), sulfato (SO42), carbonato (CO32-) y bicarbonato (HCO 3-) en la solución del suelo. Esta concentración iónica puede expresarse directamente a través de la determinación de cada especie química individual (miligramos por litro mg L-1) o indirectamente mediante la conductividad eléctrica (CE dS m-1) de un extracto de suelo. Un suelo se considera como salino si la conductividad eléctrica es mayor de 4 decisiémens por metro (dS m-1); en estos valores las plantas empiezan a ser afectadas de manera adversa en su crecimiento y desarrollo. Sin embargo, los cultivos hortícolas y los frutales son sensibles a una concentración de sales menor a este valor. Así por ejemplo, plantas como la fresa (Fragaria spp) puede disminuir su rendimiento en 50% con un contenido de sales en el suelo de 2.5 dS m-1, mientras que en la lechuga (Lactuca sativa ), cebolla (Allium cepa), zanahoria (Daucus carota ) y frijol (Phaseolus vulgaris) ocurren pérdidas de 25% en el rendimiento con una salinidad de 3.2, 2.8, 2.8 y 2.3 dS m-1, respectivamente (Ayers y Westcot 1987). La práctica de la inundación causa la solubilización de las sales presentes en un suelo y éstas son transportadas por el agua siguiendo la dirección del flujo a través del suelo. De esta manera, la inundación de los terrenos es una práctica utilizada para el control de la salinidad por su acción de lavado de las sales, siempre y cuando exista un buen drenaje de los suelos para el transporte vertical y lateral de las sales (Richards 1955). La existencia de un drenaje deficiente y una alta evapotranspiración, fundamentalmente en las zonas áridas y semi-áridas, ocasiona la elevación de los niveles freáticos en los suelos bajo riego; en estas condiciones, el

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efecto puede ser mayor con la inundación del terreno debido a la gran cantidad de agua empleada. En los suelos agrícolas, la práctica del lavado o la aplicación de láminas de sobre -riego es indispensable para evitar la acumulación de las sales que se adicionan continuamente con el agua de riego. Considerando la aplicación de una lámina de 1.0 m anual en un terreno y un agua de riego con una concentración salina de 1.0 dS m-1 ó 0.64 gramos por litro (g L-1), las sales que se incorporan al suelo corresponden a 6.4 toneladas por hectárea, cantidad suficiente para salinizar un suelo normal si no se realizan medidas de lavado y drenaje. Además, las labores de cultivo que se realizan de manera intensiva en los cultivos hortícolas, ayudan a disminuir la acumulación de sales en la zona de las raíces por su acción sobre el mejoramiento en la estructura del suelo, permitiendo una lixiviación más rápida de las sales solubles (Wilson et al. 2000). Al parecer, los suelos del valle de Zamora no muestran actualmente procesos acentuados de acumulación de sales solubles (salinización). El análisis físico-químico realizado en 66 mue stras de suelo de la región, que corresponden a suelos denominados vertisoles pélicos y vertisoles crómicos y que son tradicionalmente sujetos a inundación anual, muestra un contenido de sales de 0.36 a 1.99 dS m-1; sin embargo, se han detectado casos excepcionales donde el estrato arable (capa 0-30 cm) del suelo presenta una conductividad eléctrica de 4.0 dS m-1 ó más, y éstos corresponden a terrenos situados en las partes más bajas del paisaje, donde descarga el flujo geoquímico (arrastre y depósito de sales solubles). Por otro lado, en algunos de estos terrenos se han observado eflorescencias salinas que indican la existencia de acumulaciones salinas en puntos más profundos del perfil del suelo. Estas eflorescencias tienen la apariencia

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de pequeños hormigueros o montículos de partículas finas, y corresponden a acumulaciones de sales altamente solubles y tóxicas para los cultivos como son el sulfato de magnesio (MgSO4) y el sulfato de sodio (Na2SO4). Estas sales migran desde cierta profundidad del perfil hasta la superficie del suelo donde se depositan, y son arrastradas con el agua capilar por los procesos de evapotranspiración, los cuales son más inte nsos en la época de mayor temperatura (marzo-mayo). El ascenso y descenso continuo de estas sales en el perfil del suelo causa el desplazamiento del calcio intercambiable del complejo de intercambio catiónico y su sustitución por los iones de sodio Na+ y de magnesio Mg2+. Es posible, por tanto, que la disminución en los contenidos de calcio que se presentan en los suelos de la región, y el enriquecimiento de éstos con sodio y magnesio, estén relacionados también con procesos de acumulación de sales solubles del tipo de los sulfatos (MgSO4 y Na2SO4) De esta manera, aunque el entarquinamiento puede contribuir a disminuir los procesos de acumulación de sales de los suelos de la región, en su capa arable, en algunos terrenos se están desarrollando reservas de sales solubles en capas del perfil del suelo más profundas. Estas sales manifestarán su efecto adverso sobre el desarrollo y crecimiento de las plantas cuando al moverse alcancen la zona de las raíces, lo cual ocurre en los meses más cálidos. El entarquinamiento de suelos en España Algunos de los cambios positivos que se observan en los suelos sometidos a inundación, descritos en el apartado anterior, parecen ser contrarios en los suelos del Mediterráneo español, donde esta práctica se asocia con alteraciones desfavorables en la estructura, el pH y la fertilidad (Frapolli 2000). En este caso, las condiciones

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climáticas y las características específicas de los suelos son los factores que determinan la respuesta de estos suelos a la inundación. El pH es una medida de la concentración de iones hidrógeno (H +) en la solución del suelo y, por diferencia, de la concentración de iones hidroxilo (OH-); la escala de valores de pH es de 1-14. Para los suelos ácidos los valores de pH son menores de 6.0, para los suelos de reacción neutra son de 6 a 7 y para los alcalinos son mayores de 7.5. El pH del suelo influye directamente sobre la disponibilidad de muchos nutrimentos para las plantas y sobre la actividad de los microorganismos, de ahí la importancia de su determinación en los suelos agrícolas. En los suelos ácidos se tiene una menor concentración de elementos alcalino-térreos y alcalinos, llamados también bases, (calcio Ca2+, magnesio Mg 2+, sodio Na+, potasio K+) en relación con los suelos de reacción neutra y alcalina. Esta diferencia en el contenido de bases está determinada, en parte, por el régimen de lluvias y por las características topográficas y de drenaje de los terrenos que permiten una mayor o menor lixiviación de compuestos en las distintas capas u horizontes del suelo. De esta manera, los suelos ácidos están regularmente sujetos a fuertes lavados a causa de elevadas precipitaciones y por condiciones de relieve que impiden una acumulación de compuestos. Por el contrario, en los suelos de reacción neutra y alcalina, las condiciones climáticas y topográficas limitan la excesiva eliminación de bases y otros compuestos, propiciando su concentración en algunas capas del perfil. Los suelos del Mediterráneo español, más que un tipo específico y predominante de suelo, se caracterizan por estar sujetos a una acción muy específica del clima. La zona conocida como el Mediterráneo, localizada alrededor del mar del mismo nombre, cuenta con

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inviernos fríos y lluviosos y veranos cálidos y secos; la temperatura media anual varia de 10 a 20oC y la precipitación es de 350 a 1000 mm anuales. Una característica importante es la amplia variación en la temperatura entre la estación más cálida y la más fría, pudiendo observarse una diferencia de hasta 20oC entre una y otra. La baja humedad en la temporada más cálida propicia un menor grado de intemperización de los materiales parentales; estos materiales son predominantemente rocas sedimentarias de tipo calcitas y dolomitas, con alto contenido de carbonato de calcio CaCO3; la disolución parcial de este compuesto (CaCO3) en la solución de los suelos da lugar a una reacción moderadamente alcalina, con pH de 7 a 8.4; en los suelos sin presencia de CaCO3 puede encontrarse pH ligeramente ácido (Torrent 1995). La erosión hídrica y los procesos de lixiviación que ocurren en estos suelos causan la formación de un gradiente vertical, donde una de las consecuencias es el incremento en los valores de pH en los estratos inferiores del perfil con respecto a la capa superior del suelo; esta diferencia puede ser de hasta dos unidades de pH en aquellos suelos que no poseen un horizonte calcáreo subsuperficial. En los suelos que son calcáreos, se observa sólo un ligero aumento del pH con el aumento de la profundidad. En este aspecto, la inundación de los suelos puede causar, muy probablemente, una mayor lixiviación o lavado de bases de las capas superiores del suelo, contribuyendo a una mayor disminución del pH en estos estratos, y a su acumulación en las capas inferiores donde podrían influir en un aumento del pH. Como se ha mencionado, un aumento en los valores de pH está relacionado con una disminución en la disponibilidad de micronutrimentos como el Fe, el Zn y el Mn.

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La saturación con agua de un suelo calcáreo y con problemas de compactación en un punto del perfil, y por tanto influido por un mal drenaje, se ha asociado a la disminución en la disponibilidad del Fe para los cultivos (Del Campillo 1992). En este caso, se debe diferenciar el efecto de la saturación o inundación de un suelo con drenaje deficiente y con un cultivo en desarrollo, con el caso de encharcamiento de los suelos de manera temporal pero donde es posteriormente drenada el agua utilizada para tal propósito. En el primer caso, las condiciones de saturación en suelos calcáreos generan una disolución de los carbonatos presentes y ésta, a su vez, causa un aumento en la concentración de iones bicarbonato (HCO3) en la solución; si este efecto se mantiene durante un periodo prolongado y no hay desalojo constante del bicarbonato (HCO3) generado, estos iones se hidrolizan generando hidroxilos (OH-) que aumentan el pH. De esta manera, el aumento en la concentración de bicarbonato (HCO3) ejerce un efecto depresivo sobre la concentración de Fe disponible a través del aumento en los valores de pH, principalmente. En el segundo caso, la eliminación de la condición de saturación al drenarse el agua antes del establecimiento del cultivo, (en las cajas de agua incluso existe un drenado constante cuya intensidad depende de las características del suelo) reduce la acumulación de bicarbonatos; adicionalmente, el ambiente reductor a que es sometido el suelo con la inundación temporal, condiciona un aumento en los contenidos de Fe 2+, disponible para las plantas. Posiblemente la inundación de los suelos calcáreos podría tener un efecto benéfico, principalmente en la forma de un aumento en la disponibilidad de Fe, en aquellas condiciones donde no se tuvieran problemas severos de drenaje; algunas observaciones realizadas en campos olivareros del sur de España, indican una disminución en las deficiencias de

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Fe en suelos calcáreos durante ciertos años particularmente lluviosos (Del Campillo, comunicación personal). lo cual podría indicar cierto grado de efectividad de una práctica de inundación temporal para estos suelos. Un hecho de suma importancia en la evaluación de los suelos del Mediterráneo español es la degradación de las propiedades físicas que presentan actualmente. Esto es debido, parcialmente, a la intensa actividad agrícola a la que han estado sujetos y que ha conducido a una reducción considerable en los contenidos de materia orgánica y a la degradación de la estructura; aunado a esto, estos suelos están sometidos a una alta tasa de erosión en la temporada lluviosa. Los cambios desfavorables en las propiedades físicas de los suelos del Mediterráneo mencionadas son, también, efecto de las condiciones ambientales adversas en la región, especialmente la poca uniformidad en el patrón de lluvias y las altas temperaturas relativas en el verano. Las altas temperaturas del verano y el laboreo intenso de los suelos conduce a una mayor oxidación de la materia orgánica, acelerando su descomposición hasta CO2. El efecto de la materia orgánica sobre la estabilidad estructural del suelo es el resultado de un balance entre dos acciones opuestas: por un lado, la materia orgánica contribuye al aglutinamiento de las partículas del suelo a través de la actividad de las raíces y de las hifas de hongos, mientras que, por otro lado, la materia orgánica genera aniones orgánicos (de carga negativa) que pueden incrementar la dispersión (desagregación) de las partículas arcillosas, facilitando su movilización y pérdida por lixiviación. En los horizontes superficiales de la mayor parte de los suelos cultivados del Mediterráneo español, los contenidos de materia orgánica varían de 0.5 a 2.0% por lo que en una alta proporción de suelos

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contribuye en poca medida a mantener la agregación de las partículas y, por tanto, una estructura adecuada. Por otra parte, la textura de los suelos de esta región es menos arcillosa en relación con los suelos de áreas tropicales y frecuentemente los contenidos de arcilla se incrementan con la profundidad del perfil. Este contraste textural resulta, por una parte, de la eliminación de partículas finas de la superficie por efecto de la erosión hídrica y, por otra, del acarreo de dichas partículas al interior del perfil por efecto de la lixiviación. En estas condiciones, aparentemente la inundación temporal de los suelos con estas características conduciría a un mayor lavado de las partículas de arcilla, limo y arena fina de la superficie; en esta situación, se acelera el deterioro de la estructura de los suelos al disminuir el contenido de partículas cementantes (arcillas y limos). Sin embargo, este efecto podría ser contrarrestado por el significativo contenido de óxidos de Fe que poseen estos suelos (Peña y Torrent 1990) y que tienen una acción coagulante o cementante sobre las partículas finas del suelo, contribuyendo a mantener una estructura favorable para el desarrollo de las raíces. El lavado de arcillas y limos de la superficie de los suelos puede, por otro lado, conducir a una disminución en la fertilidad. Las arcillas y limos son partículas con propiedades coloidales que, por tanto, poseen cargas negativas en su superficie que atraen (adsorben) cationes de la solución del suelo, importantes para la nutrición vegetal: calcio (Ca2+), magnesio (Mg2+), potasio (K +), sodio (Na+), amonio (NH4+). Un menor contenido de arcillas y limos significa, entonces, una menor capacidad del suelo de adsorber nutrientes; además, la inundación contribuye al lavado de estos nutrientes presentes en la solución del suelo (no adsorbidos), siendo este efecto mayor en un suelo de textura ligera en relación con un suelo de textura arcillosa. La predominancia en los

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suelos del Mediterráneo español de texturas medias del tipo franco-arenoso, franco-arcillo-arenoso, franco-limoso y en menor medida arcillosa (Trueba et al. 1999) podría acentuar tales pérdidas al someterse a inundación. La pérdida de arcillas y limos, así como el bajo contenido de materia orgánica en estos suelos, contribuye a una baja estabilidad estructural de los suelos. Una de las consecuencias más importantes de lo anterior, es la formación de costras en las superficie de los suelos y que afecta más adversamente a los cultivos de temporal de grano pequeño. El impacto de la lluvia causa un dispersión de la partículas finas del suelo, formando las costras. En los suelos del Mediterráneo estos efectos son favorecidos debido a que la lluvia es más intensa y frecuente cuando el suelo se encuentra con menor cubierta vegetal (otoño e invierno). La inundación de los suelos, por otro lado, puede incrementar las pérdidas de nitratos por lavado: En estos suelos las pérdidas de nitratos llegan a ser considerables a causa de la erosión hídrica y a las altas dosis de fertilizantes que se emplean en las áreas de intensa explotación agrícola. En los suelos del Mediterráneo, las deficiencias de nutrimentos se centran en el hierro Fe, cobre Cu, manganeso Mn y zinc Zn, que son características de los suelos calcáreos y de pH alto. Sumado a esto, los bajos contenidos de materia orgánica en estos suelos propician un bajo nivel de complejación de estos metales con ligandos orgánicos; la formación de complejos metalorgánicos aumenta la disponibilidad de estos micronutrimentos para las plantas. Estas deficiencias de nutrimentos se agudizan con la intensificación de las prácticas agrícolas en algunas áreas del Mediterráneo. Es precisamente en los aspectos de aumento en la disponibilidad de micronutrimentos (Fe, Cu, Mn, Zn) en donde la práctica de inundación de suelos puede

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contribuir a la fertilidad de estos suelos. Sin embargo, la máxima dificultad de los suelos del Mediterráneo para incorporar la práctica de inundación es la disponibilidad de agua suficiente para llevarla a cabo. Debido al régimen de lluvias, tal práctica tendría que realizarse durante la temporada invernal; en esta época, sin embargo, es cuando la actividad microbiana disminuye considerablemente por las bajas temperaturas. La reducción del Fe es un proceso en el que la actividad microbiana es necesaria, y ésta a su vez, requiere de cierto contenido de materia orgánica en el suelo como fuente de energía; la actividad microbiológica es, a final de cuentas, la que realiza los procesos químicos básicos, en condiciones de anaerobiosis, que aumentan la disponibilidad del Fe por incremento de los contenidos de Fe 2+(disponibles para las plantas) mediante los procesos de reducción del Fe 3+. De manera general, podemos observar que la práctica de la inundación en los suelos del Mediterráneo español, a pesar de reconocerse teóricamente su valor agronómico por algunos investigadores, se enfrenta con los inconvenientes siguientes: falta de cantidades suficientes y predecibles de agua, predominancia de texturas medias que permiten una rápida lixiviación de nutrientes y arcillas, bajos contenidos de materia orgánica que inciden en una baja estabilidad estructural de los suelos y dan bajo soporte a la actividad microbiana, bajas temperaturas en la temporada lluviosa que no permiten una actividad microbiana intensa, existencia de una condición de degradación de los suelos que podría acentuarse en algunos terrenos con una inundación temporal.

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Cuadro 1 Beneficios del entarquinamiento según los productores. Factores Parcela bajo Parcela sin entarquinado entarquinar Humedad Menor necesidad en Mayor necesidad en primeras etapas de primeras etapas de desarrollo de la planta. desarrollo de la planta. Agroquímicos Menor necesidad de Mayor necesidad de frecuencia de aplicación frecuencia de aplicación de insecticidas y de insecticidas y fungicidas. fungicidas. Vigor de Mayor vigor y crecimiento Menor vigor y planta en las primeras etapas de crecimiento en las desarrollo primeras etapas de desarrollo Empleo de Menor tiempo de Mayor tiempo de Mano de obra duración del proceso duración del proceso de plantación. plantación. Población de Menor en ciertas especies Mayor en ciertas malezas especies Fuente: Sr. Juan Velásquez Machuca, agricultor del ejido Sauceda.

Cuadro 2 Secuencia caja de agua. meses mayo-diciembre diciembre -mayo mayo-septiembre septiembre -enero enero-febrero febrero-mayo junio-julio agosto-junio junio-noviembre

La

de cultivos y entarquinamiento en una cultivos/entarquinamiento maíz trigo pepino fríjol barbecho pepino entarquinamiento fresa maíz

Fuente: Sr. Antonio Velásquez Machuca, agricultor del ejido La Sauceda.

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Cuadro 3 Comportamiento del boro (B), cobre (Cu) y en dos suelos inundados. Periodo de inundación (semanas) 1 2 Suelo arcilloso de pH=6.6 y contenido de materia orgánica = 2.8% (contenido en partes por millón) Boro (B) 1.8 1.0 0 1 Cobre (Cu) 0.0 0.0 6 5 Zinc (Zn) 0.1 0.0 8 8 Suelo migajón-limoso de pH = 7.7 y contenido de materia orgánica = 6.9% Boro (B) 0.4 0.5 8 5 Cobre (Cu) 0.0 0.0 5 5 Zinc (Zn) 0.1 0.0 4 8 Fuente: Ponnamperuma (1972, 1977).

zinc (Zn) 3

4

1.1 1.1 5 8 0.0 0.0 3 2 0.0 0.0 6 3 0.6 0.5 8 2 0.0 0.0 4 3 0.0 0.0 4 3

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2+

Figura 1. Contenido de fierro (Fe ) en la solución de tres tipos de suelo en función del tiempo de inundación Suelo 1

Contenido de Fe2+ (ppm)

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Suelo 2 Suelo 3

100 80 60 40 20 0 0

2

4

6

8

10

12

14

16

18

Tiempo de inundación (semanas)

Suelo 1: arcillo-limoso, pH=7.6 y materia orgánica = 1.5% Suelo 2: arcilloso, pH= 6.6 y materia orgánica = 2.0% Suelo 3: arcillo-limoso, pH= 5.5 y materia orgánica = 4.2% Fuente: Ponnamperuma (1977)

2+

Figura 2. Contenido de manganeso (Mn ) en la solución de tres tipos de suelo en función del tiempo de inundación.

Contenido de Mn

2+

(ppm)

Suelo 1

60

Suelo 2 Suelo 3

40

20

0 0

2

4

6

8

10

12

14

16

18

Tiempo de inundación (semanas)

Suelo 1: arcillo-limoso, pH=7.6 y materia orgánica = 1.5% Suelo 2: arcilloso, pH= 6.6 y materia orgánica = 2.0% Suelo 3: arcillo-limoso, pH= 5.5 y materia orgánica = 4.2% Fuente: Ponnamperuma (1977)

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Figura. 3. Cambios en el pH de tres suelos bajo inundación. Suelo 1 10

Suelo 2

Valor de pH

Suelo 3

8

6

4 0

2

4

6

8

10

12

14

16

Periodo de inundación (semanas)

Suelo 1: arcillo-limoso, pH=8.7 y materia orgánica = 2.2% Suelo 2: arcilloso, pH= 6.7 y materia orgánica = 2.6% Suelo 3: arcillo-limoso, pH= 7.7 y materia orgánica = 4.8% Fuente: Ponnamperuma (1976)

III. El riego con aguas de avenida en las laderas subáridas1 Alfredo Morales Gil En las regiones subáridas, el hombre ha tenido desde antiguo la constante preocupación y necesidad de asegurar sus cultivos contra la sequía, para lo cual tuvo que ingeniárselas aprovechando al máximo todos los recursos hidráulicos de que disponía: unas veces derivando las aguas de cursos continuos que tienen su cabecera en otras áreas más lluviosas, hasta sus campos sedientos; otras, aprovechando los débiles caudales de las fuentes e incluso alumbrándolas actualmente en busca de las aguas en un subsuelo cada vez más profundo. Desgraciadamente, de esta forma, sólo se riega una ínfima parte de todas las zonas áridas, mientras que la necesidad obliga a cultivar aquellos espacios sin más recursos que las esporádicas precipitaciones, pero, como éstas también son insuficientes, las tierras deben ser acondicionadas de forma que, cuando llueva, se saque el máximo partido de estas aguas. A tales efectos se organizan los cultivos en terrazas, que, además de retener el agua, suprimen su acción erosiva. Otro sistema aprovecha las aguas que, a consecuencia de lluvias torrenciales, corren de forma tumultuosa por las ramblas o oueds para así aumentar el agua recibida por los bancales en unos casos, y en otros abasteciéndose exclusivamente de aguas “alóctonas” caídas en la cabecera de las ramblas. A esta modalidad se le llama maader en el Sahara tunecino y argelino (Derruau 1964:290) y en Murcia, en tiempos de Alfonso

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X “El Sabio”, se le conocía como riegos de alfayt (Torres Fontes 1959:19). Este trabajo intenta recapitular los distintos procedimientos que han estado en uso en la región murciana hasta nuestros días, teniendo en cuenta su progresivo olvido por tratarse de cultivos aleatorios y no intensivos. Al mismo tiempo se han buscado paralelismos y usos análogos en otros países de parecidas condiciones. Terrazas de cultivo El aprovechamiento más rudimentario de las aguas de lluvia dispone en las laderas las tierras que se cultivan de forma que el preciado líquido no corra libre por la superficie en busca del punto más bajo, sin que llegue a permeabilizar más que una capa de pocos centímetros. Por ello se ideó que descomponiendo el talud en sucesivos planos algo inclinados a manera de escalinata, el agua caída en el peldaño más alto pasaría al inferior una vez que éste estuviese saciado de ella. Es así como se desarrollan los cultivos en terrazas, con la doble finalidad de que las tierras retengan toda el agua recibida y evitar la erosión de las aguas libres y, por consiguiente, el arrastre de suelos. Dentro de esta modalidad hay que distinguir dos clases: 1 a. Cultivos en terrazas en las laderas de una montaña; 2 a . Cultivos en terrazas en los cauces de las ramblas o oueds. 1a. Los cultivos en terrazas en las laderas o piedemonte de las montañas aprovechan las aguas que escurren por las vertientes. Las terrazas se adaptan a las

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curvas de nivel y su anchura depende de la pendiente. A más pendiente, menos ancho y a menos desnivel, más amplitud. La separación entre terrazas está delimitada por un talud subvertical, que en unos sitios recibe el nombre caballón (Gil Olcina 1967:472, Navarro Navarro 1968:23) y en otros lugares, como en el Campo de Cartagena, mota o margen. En estos caballones o motas, la altura también está en función de la pendiente; a más desnivel, más altura y a menos pendiente, menos altura. Los márgenes se construyen de piedra, teniendo en su centro la parte más reforzada, ya que por aquí es por donde suelen arroyar las aguas. La mota supera en unos 30 cm. el nivel del bancal que contiene; cuando las aguas rebasan esta altura, saltan a la terraza inferior a todo lo largo del caballón, a la vez. En los campos de Tárbena (Alicante) a este salto beneficioso del agua se le llama solsida (Ripoll Palomares 1960:52) Si los caballones están construidos de tierra, en el centro tienen una escotadura hecha de piedra, llamada sangrador (Vila Valenti 1961a:31), que es por donde pasan las aguas al bancal más bajo (Figura 1). Este sangrador tiene la misión de evitar la destrucción de todo el margen. Cuando se ha hecho todo de piedra, el sangrador no está materializado, ya que todo el caballón actúa como tal. En el Campo de Cartagena se construyen los márgenes a piedra seca y se le llaman pedrizas, y cuando se hacen de piedra y cal reciben el nombre de calicanto . Si se producen lluvias torrenciales y se rompen las motas se dice que se ha abierto un trenque, que procede de la palabra catalana trenc que en castellano significa quebradura.

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

2a. Los cultivos en terrazas en los lechos de las ramblas aprovechan las aguas que como consecuencia de precipitaciones tormentosas corren por los cauces. Para ello se construyen escalones perpendiculares al sentido de la corriente en el lecho de las ramblas. Así se puede cultivar en comarcas particularmente secas, donde las avenidas sean poco frecuentes e intensas. (El Pinoso, Hondón, Abanilla, Jumilla, Campo de Cartagena, Lorca, Mazarrón, Aguilas, etc.). Estas dos formas de cultivos en terrazas están muy extendidas por las provincias de Almería, Murcia y Alicante. También se practican en el Norte de Africa, donde los nómadas a veces siembran directamente en el lecho del oued sin abancalar. Las especies cultivadas suelen ser cereales, almendros, olivos, algarrobos e higueras. Las boqueras y sus diferentes aplicaciones El significado de la palabra boquera en el castellano central difiere del sentido que se le atribuye en la región murciana. La Real Academia de la Lengua entiende por tal “una boca o puerta de piedra que se hace en un cauce para regar las tierras”, especificando que en Murcia el nombre de boquera alude a “sumidero grande a donde van a parar las aguas inmundas”. Sin embargo esta acepción que da la Real Academia como característica de Murcia, no es la misma con la que se utiliza en los campos murcianos y almerienses. En estos lugares recibe el nombre de boquera un canal excavado en la tierra, en raras ocasiones revestido de mampostería, que sirve para conducir las aguas de las avenidas esporádicas

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de las ramblas hasta la tierras preparadas para recibirlas. Esta lógica transformación semántica producida en el Sureste responde posiblemente a la influencia catalana, pues en el Diccionari boquera es un “brassal que surt de la sèquia i porta l’aigua a algunes finques” (brazal que sale de la acequia y lleva el agua a algunas fincas). La diferencia, pues, está en que la boquera de los áridos campos murcianos y almerienses en vez de salir de una acequia lo hace de una rambla, quedando supeditada al carácter ocasional del régimen fluvial de ésta, para que pueda correr la posible agua. Sinónimos de boquera son: en El Alem (Túnez) mgoud (Chauvin 1957:77, Despois 1961:224), en Aragón agüera (Ríos Romero 1951:31-32) y en Mallorca cap-rec [Dice el Diccionari que un cap-rec es “solc o síquia mestra que serveix per fer anar l’aiua de pluja als aljups, heretats, etc.” (surco o acequia que sirve para conducir el agua de lluvia a los aljibes, heredades, etc.)]. En este último caso la derivación no siempre se origina en una rambla, sino de una vertiente. Bajo un nombre u otro, la finalidad de estos elementales conductos hidráulicos es aprovechar los recursos de agua que ofrecen las ramblas y vertientes allí donde faltan corrientes permanentes. Este sistema, sencillo y primitivo, es fácilmente comprensible en las regiones de gran aridez cuyas pocas precipitaciones anuales son torrenciales. El agricultor que durante todo el año espera con impaciencia las lluvias que aseguren sus cosechas, siente la necesidad de aprovechar al máximo esas aguas que la naturaleza le concede en tan contados días, no pudiendo contemplar impasible que se le escapen siguiendo el cauce de las ramblas. Para ello, o

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bien dispone los campos en terrazas para evitar la erosión, retener y repartir mejor las aguas que las vertientes montañosas le proporcionan, o construye rudimentarias presas en el lecho de las ramblas obligando a que las aguas se desvíen por las boqueras hasta las heredades. Pero debido al carácter eventual de las aguas, las tierras por ellas beneficiadas no se pueden cultivar con especies propias de huerta que necesitan muchos riegos, sino únicamente, con cultivos típicos de secano, que de otra forma se perderían o no serían rentables debido a la insuficiencia de precipitaciones. El aprovechamiento hidráulico de las ramblas es muy antiguo. Los romanos las usaban en algunos lugares del Norte de Africa y así lo confirman Schulten (1963:120) y Despois (1958:405); en Lorca, en el río Guadalentín y en las ramblas afluentes quedan restos de esta clase de obras de derivación romanas (Gil Olcina 1967:405) ; y en Jumilla en la Rambla del Moro hay dos presas construidas por los romanos con tal fin y una de las cuales todavía se viene utilizando (Molina Grande 1968:231-232). En Tiñosa (Murcia) en tiempos de la dominación árabe existía una derivación de la Rambla del Puerto del Garruchal, de la que tenemos noticias de cuando Alfonso X “El Sabio” hizo el Repartimiento de Murcia, 1266-1273, pues al hacer el resumen del cuarto repartimiento dice así: “Tinyosa con la sierra son mille ccxc taffullas que se reguen dalfayt” (Torres Fontes 1960:157) . Para sacar las aguas de las avenidas se construye una presa --que en algunos sitios de Africa del Norte recibe el nombre de rebta (Despois 1961:224)-- o dique transversal a la dirección de la corriente, en el lecho de

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las ramblas; dicho dique puede taponar todo el cauce o sólo parte de él, y suele ser de mampostería, a piedra seca o a base de ramas y tierra (Vidal de la Blache 1948, tomo XV:286, Despois 1958:220, 240, 244, 248, 282, 405, Capot-Rey 1967, t. III:40, Llobert 1958:5, Gil Olcina 1967:467, Vila Valenti 1961a:31, 1964:157). De esta presa parte el canal o boquera que va a conducir las aguas hasta los cultivos. Estas presas no taponan toda la rambla. Las tierras de más abajo también tienen derecho a beneficiarse de esta clase de aguas. Respecto a estos derechos es importante señalar lo que dice el derecho consuetudinario en Lorca (Gil Olcina 1967:465): “...quien ostente el derecho de disfrute de las aguas pluviales que discurren por las ramblas no podrá cubrir con la toma de la boquera, mayor longitud que un tercio de la amplitud del lecho, dejando libre el resto para aprovechamientos inferiores”. En una presa hay que distinguir: 1º. Un muro que cruza toda la solera de la rambla y que tiene por finalidad nivelar en aquel lugar el lecho de ésta; 2º. Sobre este muro se construye otro de menor altura, que no llega a cruzar toda la rambla y que tiene la misión de desviar parte no llega a cruzar toda la rambla y que tiene la misión de desviar parte de las aguas. A éste se le llama partidor; 3º. Por el espacio que este segundo muro no cubre, saltan las aguas que se utilizan más abajo (Figura 2). Otro modelo de presa consiste en un muro que se construye en el centro del lecho y paralelo al sentido de la corriente y de esta forma el caudal se reparte por igual entre la rambla y la boquera (Figura 3). A partir de la presa, la red de distribución está formada por una boquera principal, que en algunos sitios

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del Norte de Africa se llama djenah (Despois 1961:224) y en el Sureste boquerón; de ésta se derivan otras secundarias que llevan las aguas hasta los bancales. La principal puede en ocasiones atravesar con una excavación algún relieve para llegar a su área de riego, por ejemplo en la Rambla del Puerto de la Cadena. En otras ocasiones sigue paralela al cauce de la rambla hasta que llega al sitio propicio para separarse de ésta. En tal caso la boquera está construida de mampostería. El sistema de derivación de la boquera principal a las secundarias es semejante al utilizado en el cauce de las ramblas. Una vez que el agua está corriendo por las boqueras se utiliza como si fuese agua de pie, pues los agricultores están pendientes de las posibles avenidas y son avisados por medio de toques de caracola, procediendo a regular la entrada de las aguas en las parcelas con arreglo a sus necesidades a través de unos portillos que tapan una vez que ha realizado el riego, dejando correr el agua sobrante por la boquera hasta que otro agricultor la quiera utilizar. Si la avenida es muy grande, el agua que penetra por las boqueras y no es utilizada vuelve otra vez a la rambla por la cola de la boquera, o a otros canales, como sucede en las zonas próximas a la huerta, en que las boqueras desaguan en las acequias y en los azarbes. Hay que destacar cuatro características que dan personalidad a este sistema: 1º. En el riego intervienen directamente los agricultores, que hacen acto de presencia tan pronto ven correr las primeras aguas; 2º. Los bancales no tienen ningún sangrador entre ellos, ya que por el partidor de entrada se deja pasar solamente el agua que necesitan las plantas que hay en él; 3º. Se

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prevé que las boqueras viertan las aguas sobrantes de nuevo a la rambla o a otros cauces, toda vez que en la boquera principal no existe compuerta de regulación, ya que si la crecida fuese muy grande y no hubiese boqueras de desagüe se inundarían y arrasarían todos los cultivos existentes, con las consiguientes pérdidas; 4º. Se puede dar el caso de que llueva sólo en la cabecera de la rambla y no en las tierras que se están regando. Estos sistemas de riego eventual se hallan muy extendidos, pero donde más se han perfeccionado ha sido en toda la depresión prelitoral murciana ? en las ramblas del Puerto del Garruchal (Figura 4), Puerto de la Cadena, Tabala, Churra y Santomera, Río Guadalentín a su paso por Lorca y en Sangonera (Gil Olcina 1967:465472), etc.? En la Rambla de Abanilla, Rambla del Moro (Figura 5), Rambla del Tinajón, Ramblas del Campo de Cartagena. En la provincia de Alicante, en el municipio de Agost, de cuyo sistema hace un detallado relato Cavanilles (1958, t. II:325-326): “?Las? colinas y lomas dispuestas en gradería se trabajan con comodidad, y reciben fácilmente algún riego en tiempos de lluvias; a cuyo fin se han abierto canales que se comunican, y tomada el agua en los sitios altos de las arroyadas y barrancos se conduce largo trecho a las heredades. Alguna vez, en julio, rebosan de agua los canales sin descubrirse nubes, por haber llovido en los montes, cuyas vertientes caen a la espaciosa hoya donde está Agost y demás pueblos occidentales. Extrañará ver salir a los labradores hacia sus haciendas cuando empieza a tronar, o amenaza alguna tempestad: los truenos, que en otras partes sirven de señal para retirarse a sus habitaciones, lo son aquí para desampararlas y salir en

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busca de las aguas y el deseado riego. Y el suelo entero se mejora con el cieno que traen las aguas. Para que éstas no maltraten los ribazos, ni los excaven al caer, suelen algunos como el citado Visedo formar conductos o cañerías por donde pasa el agua oculta de los campos altos a los inferiores. Los canales o pequeñas acequias están siempre abiertos y bien limpios esperando la lluvia....”. En el Norte de África también tienen importancia, sobre todo en Argelia, Marruecos y Túnez. En el primer país los sistemas son más complicados en ocasiones, porque en lugar de un partidor se usa una presa para obligar al agua a filtrarse entre las arenas, siendo recuperada más tarde. Pero si en el punto máximo de la crecida el agua salta por encima de esta presa, es recogida por otra más pequeña oblicua al lecho de los oueds, que actúa de contrapresa, para desde aquí ser canalizada por los caminos que producen al palmeral, utilizando el camino como boquera a semejanza del caprec mallorquín. Pequeñas aberturas trazadas en los muros de contención, proporcionales a la extensión a regar, aseguran un reparto equitativo del agua (Bisson 1960:23). En la meseta del Hodna (Argelia), a las tierras que tienen asegurado el riego, aunque irregular, de las crecidas se le llama hai, y a las que sólo se riegan cuando las crecidas son muy grandes djelf (Despois 1949, t. III:245-253). En Túnez hay que destacar los existentes en los Valles Djebel en el sur; Estepa tunecina, al sur de Kairouan, oued de Morquellil (Capot-Rey 1961:1,254) y en El Alem (Chauvin 1957:75-78).

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En el norte de Chile, al pie de la Codillera de los Andes, también hay aprovechamientos eventuales de aguas de avenida para riego de secanos (Cunil 1966:278). Riegos de boqueras con sangradores La modalidad de riegos eventuales de boqueras combinadas con sangradores es la más sencilla, pero a su vez tiene muchos inconvenientes. Arranca, como el anterior, de una presa de donde sale una sola boquera que no se divide y que lleva las aguas desde la rambla hasta el primer bancal que se requiere regar. Esta boquera desemboca en el bancal por uno de los ángulos superiores. Los bancales que se van a regar están dispuestos en terrazas; al recibir las aguas el primero y regarse, si la avenida es considerable, éstas saltan al siguiente por medio del sangrador, y así sucesivamente. Entre las imperfecciones hay que destacar: 1º. El agua que recibe el último bancal ha tenido que pasar por todos los anteriores determinando un arrastre de suelos que se depositan en él, quedando los primeros casi totalmente erosionados; 2º. Si la avenida de la rambla es superior a sus módulos normales, como no existen compuertas en la toma de la boquera y ésta desemboca directamente sobre los bancales, pueden causar la rotura de los caballones de separación, desbordados por el agua. Este sistema se emplea en aquellas zonas del sureste español donde las precipitaciones son inferiores a los 250 mm. Ejemplo de ello son los existentes en Huércal-Olvera (Llobet 1958:5), Campo de Aguilas (Vila

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Valenti 1961b:19-33) y Campo de Cartagena (Nieto Ros 167:82), etc. (Figura 6).

Las boqueras para abastecer de agua potable Se utilizan las boqueras para llenar de agua de lluvia aljibes y cisternas en el Sureste, Levante, Mallorca y Norte de Africa. Se pueden distinguir tres tipos distintos: 1º. Se acota parte de la superficie de una vertiente en la que crezcan plantas aromáticas como romero, tomillo, etc. Desde aquí las aguas son conducidas por una boquera a un recibidor o balsón, en el cual se depositan los lodos. Y finalmente por un canal entran en el aljibe o cisterna; 2º. Consiste en una boquera que corre a lo largo de una vaguada y que recoge todas las aguas que caen sobre ésta y las conduce hasta el recibidor; 3º. En algunos sitios se emplea como vertiente un camino y desde éste sale una boquera que lleva las aguas al balsón. A esta modalidad se le llama en Mallorca cap-rec (Rossello Verger 1964:331). En todos los tipos se favorecen que crezcan plantas aromáticas, pues los usuarios dicen que le dan un sabor especial a las aguas (Figura 7). Sistemas mixtos Son dos: Terrazas y boqueras y las boqueras de relieve en cuestas del Campo de Cartagena. El primero consiste en agregar a los cultivos de terrazas una boquera, la cual, no recoge las aguas de

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una rambla sino de la ladera de una montaña. Estas boqueras no tienen gran longitud y más bien parecen unos caballones que obligan a las aguas a tomar la dirección de los bancales. Este sistema se halla muy extendido por toda la España seca. En los Monegros recibe el nombre de agüera (Ríos Romero 1951:31-32). El segundo procedimiento es como sigue: en la parte alta y amesetada de una cuesta se construyen unas boqueras que recogen el agua caída en una porción de la superficie de la cuesta. La boquera conduce hasta el borde más alto de la cuesta, o sea su frente, el agua que aquí se precipita erosionando el frente de la cuesta, en el que forma un barranco, a cuya salida es recogida por otra boquera que la conduce hasta los bancales que se van a regar y se encuentran en el valle subsecuente. De esta boquera sale una red secundaria que corre entre los bancales los cuales tienen sus portillos de entrada a la misma altura y uno frente del otro. Poco más aguas abajo, existe en el cauce de la boquera un pequeño sangrador de tal forma dispuesto que las aguas no continúan corriendo hasta que los dos primeros bancales no rebosan, entonces el agua alcanza la parte más alta del sangrador que hay en la boquera y salta para regar otros bancales. De esta forma el líquido que ha entrado en los bancales ya no vuelve al cauce, a pesar de no existir tablachos que regulen su entrada. Este sistema requiere muchos cuidados, pues si las boqueras no están bien limpias el agua no corre con facilidad. Por eso durante el verano se procede a su limpieza, que consiste en arrancar las plantas que hayan crecido en los cauces y barrerlos; de esta forma el agua no encontrará

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obstáculos y correrá aunque las lluvias sean poco intensas (Figura 8). Un ejemplo de este sistema de riego eventual se encuentra en Gea y Truyols (Murcía). La casi totalidad de estos sistemas de aprovechamiento de las aguas de avenida están llamados a desaparecer en muy poco tiempo, pues son varios los inconvenientes que tienen para su cultivo. De entre todos destacan dos: 1º. Si los terrenos donde se han construido las terrazas y las boqueras tienen mucha pendiente, los bancales son de dimensiones mínimas y con gran desnivel entre ellos; esto es un obstáculo para el cultivo moderno, ya que allí no se puede desenvolver la maquinaria agrícola por falta de espacio; el cultivo sólo se puede realizar con arados romanos y a mano, lo cual no es rentable en la actualidad. 2º. Los caballones de separación entre bancales están construidos en su gran mayoría a piedra seca, pedrizas, y continuamente se tienen que estar revisando. Esta operación es muy costosa, pues necesita mano de obra especializada difícil de encontrar ya que cada vez son menos los obreros que se dedican a esta actividad. En la actualidad sólo tienen posibilidad de perdurar los cultivos en terrazas en los terrenos de pendientes suave, donde los bancales tendrán unas dimensiones aptas para que pueda maniobrar bien la maquinaria agrícola actual. En los lugares en que la pendiente de los terrenos es muy grande se han abandonado las tierras de cultivo, y sólo quedan los márgenes rotos por las aguas. Si en algún sitio de éstos todavía perdura el sistema es por la inercia de algún viejo agricultor, muy apegado a su tierra y que ha permanecido ignorante ante las nuevas formas

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de cultivo. En cuanto éste muera, dichas tierras serán también abandonadas. Notas 1

Primera edición Papeles del Departamento de Geografía 1968-1969, Universidad de Murcía. (N. del E.) Es interesante señalar que en un trabajo reciente Morales muestra la relación entre desaparición de las prácticas de riego por boqueras con aguas turbias y el aumento de las inundaciones.

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Figura núm. 1. Sangrados en el centro del caballón. Figura núm. 3 Tipo de presa de “malecón”, que reparte las aguas por igual entre la rambla y la boquera.

Figura núm. 2. Presa que desvía las aguas de la rambla a la boquera, con una abertura por donde siguen parte de las aguas que lleva la rambla.

Figura núm. 4. Area que es regada con las aguas que se desvían de la rambla del Puerto de Garruchal (Murcia). En él se pueden apreciar la boquera principal y todas las secundarias.

Figura núm. 5 Tierras que se riegan con las aguas que se desvían de la Rambla del Moro (Jumilla). Con el detalle de todas las boqueras.

Figura núm. 7 Esquema de una vertiente y boquera para llenar aljibes y cisternas.

Figura núm. 8 Aprovechamiento de las vertientes del relieve en cuestas del campo de Cartagena para regar un valle subsecuente.

IV. Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía Abel Muñoz O., Guillermo Pérez J., Pedro A. López y R. J. Salvador Introducción El maíz es la especie cultivada más extendida en el planeta, con mayor diversidad genética y de usos; de acuerdo con J. Axayácatl Cuevas S. (en proceso), éstos suman más de cuatro mil. A diferencia de las otras especies domesticadas, el maíz no es una especie típicamente derivada de la evolución natural darwiniana (Muñoz et al. 1998b); de acuerdo con Warman (1988) el maíz es un invento de los mexicanos, y se puede concebir como una creación colectiva realizada por decenas de generaciones; según Miranda (1966) los antepasados, para ese invento, partieron del teocintle hace miles de años; el teocintle es una especie de pasto que por entonces se encontraba por doquier. La diversidad de sistemas agrícolas bajo los cuales se cultiva el maíz es también extraordinaria, uno de esos agrosistemas es el de maíz de cajete , al cual se referirá este trabajo. El maíz de cajete es una contribución del grupo étnico de los mixtecos del altiplano noroccidental del estado de Oaxaca. En realidad se trata de un conjunto de variedades que forman la componente ultratardía del patrón varietal de la mixteca alta (Legaria et al. 1989). Un patrón varietal es un sistema de variedades integrado por varios componentes o grupos de genotipos de diferente precocidad (ultratardíos, tardíos, intermedios y precoces), que han sido seleccionados por los productores para cubrir las variantes ambientales y necesidades antropocéntricas de una microregión o nicho ecológico determinado.

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La herramienta como parte del sistema Espeque El espeque es un palo puntiagudo, de aproximadamente metro y medio; es una herramienta primitiva que aún pervive y se le sigue utilizando en las labores agrícolas en tierras del trópico húmedo mexicano. Este palo aguzado sólo sirve para hacer pequeños agujeros en el terreno agrícola, con suficiente profundidad para que las semillas de diferentes cultivos sean depositadas, germinen y nazcan. Hoy día se puede observar que los campesinos del trópico húmedo, cuando se disponen a sembrar, en el sistema de roza, tumba y quema, entran en ese momento a los terrenos arbolados cercanos y cortan espeques de metro y medio, los acondicionan e inician la siembra; una vez concluida ésta, los espeques usados jamás volverán a ser utilizados como herramientas para siembra porque van perdiendo el peso de la madera recién cortada y por lo tanto si se les volviera a utilizar, el esfuerzo del hombre para hace r estos agujeros sería mucho mayor con la madera seca. Coa de madera de una sola pieza La coa de madera de una sola pieza es una herramienta que al igual que el espeque, es un palo de aproximadamente metro y medio de longitud, puntiagudo en un extremo y en el otro se le labró una pequeña pala plana de forma ligeramente triangular, hecha de la misma madera (Foto IV-4). Esta herramienta es duradera y se le vuelve a utilizar cada ciclo de siembra hasta que lo permite su deterioro; generalmente está confeccionada con madera de encino, que es dura y resistente (Rojas 1985), pesa aproximadamente 3 kg.

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Diferentes factores provocaron el proceso para transitar del espeque a la coa de madera de una sola pieza. En primer lugar, influyeron los diferentes tipos de suelo con sus distintas texturas; aquí tenemos que pensar que la superficie agrícola se fue ampliando considerablemente y el agricultor empezó a practicar la agricultura en una amplia gama de suelos, por lo que ya no le era suficiente un espeque que únicamente le servía para hacer pequeños agujeros en el suelo; ahora tenía la necesidad de confeccionar una herramienta que le permitiera cortar, perforar, mullir y desplazar el suelo. En segundo lugar tuvo que ver la disponibilidad de humedad en el suelo, es decir que en un momento determinado el agricultor tuvo que excavar el suelo a una profundidad de entre 20 y 30 cm. realizando verdaderos cajetes en busca de humedad. En tercer lugar, es probable que el manejo de suelos arenosos se facilitara más con la coa de una sola pieza que con el espeque (Foto IV-4); como lo podemos observar hoy día en los valles del estado de México de Ixtlahuaca, Atlacomulco y Juch itepec en donde otomíes y mazahuas utilizan aún esta coa en labores de siembra en suelos francoarenosos, donde no es necesario cortar y triturar el suelo sino que basta con removerlo ligeramente para que se deposite la semilla. Coa de madera y hierro El concepto de esta herramienta está implícito en el término tepuzuictle, a este respecto, es sabido que los mexicanos llamaban tepuztli al cobre y al hierro, de modo que en el compuesto tepuzuictle, el tepuz representa la materia y el uictli el instrumento (Santamaría 1978). La adaptación del fierro que el agricultor indígena realizó en el siglo XVI a la coa de madera de una sola pieza fue fundamental; el disponer del metal le permitió

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diseñar una herramienta especializada, duradera, más contundente y con la cual ahora podía laborar suelos de diferente textura. La coa de madera y fierro es un palo puntiagudo perfectamente labrado, de una longitud aproximada de 2 metros; el extremo agudo está protegido con una punta cónica de fierro de 25 cm. llamado barretilla , la cual embona en la punta del palo; en el otro extremo se le adaptó una pala plana de fierro, también en forma de media luna con el borde afilado (Foto IV-1a). Esta herramienta es producto de un proce so evolutivo bastante largo, cuyo diseño pasó de ser un palo con punta solamente, a un palo puntiagudo con pala de madera y finalmente a un palo con pala y barretilla de fierro (Fotos IV-3). La coa se puede manipular fácilmente, el palo o cabo tiene un grosor que cabe en la empuñadura del operador; tiene un peso aproximado de 5 kg. y se opera estando de pie en la posición para excavar el suelo (Foto IV-1a). Estas herramientas que han llevado siglos en la modificación de sus diseños originales, no son de uso extensivo por el campesinado mexicano; sin embargo aún existen algunas etnias, como es el caso de los mixtecos de Oaxaca, que lograron esta herramienta más especializada que les permite un mejor manejo del suelo. El agrosistema del maíz de cajete El agrosistema del maíz de cajete se caracteriza por la utilización de suelos de aluvión, la excavación de un cajete, la perforación de un orificio para localizar buena humedad, la selección de una semilla de una variedad ultratardía (ciclo vegetativo extremadamente tardío), por un trabajo colectivo y lo sintetiza el diseño de una herramienta especializada: la coa. La coa de fierro que utilizan los mixtecos para la siembra del maíz de la variedad “Cajete”, es un

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instrumento especializado cuyo diseño les permite excavar y explorar la capa arable al nivel en que haya suficiente humedad para que la semilla germine, una vez que encuentran la humedad requerida, hacen un cajete u hoyo de 20 cm de profundidad (Fotos IV-1b y IV-2), dentro del mismo depositan la semilla de maíz de esta variedad. La semilla Los productores seleccionan su semilla, escogiendo las mazorcas que se ajusten al tipo que tienen en mente: que no sean olotonas, que sean sanas, grandes, de muchas hileras de forma regular, y de grano grande. El grano de color blanco es seleccionado con más frecuencia, porque tiene más mercado, aunque también se siembran los maíces de color amarillo, azul, morado y rojo. El estudio de Olvera (1999) en las variedades de un nicho de la sierra tarasca, presentó evidencias de que cada productor selecciona variedades relativamente diferentes a las de sus vecinos, al imprimir reiteradamente su gusto durante la aplicación de los diferentes criterios de selección. Muñoz y Cuevas (2000) presentaron los argumentos que explican como la aplicación simultánea de varios criterios de selección, como lo hace el productor, generan un avance que puede ser más significativo que el que logra el mejorador convencional, usando básicamente el rendimiento; de donde infirieron que la selección del productor no es lenta como erróneamente se venía aseverando. Manejo del terreno Los mejores suelos para este maíz son profundos, de buena fertilidad, húmedos, que los mixtecos nombran jollas; en ocasiones son llamados “de punta de agua”,

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porque en ellos pueden desembocar aguas broncas (corrientes veloces que se generan con la precipitación pluvial). Son suelos aluviales, de arrastre, que el campesino retiene, forma y acondiciona al construir presas de contención a lo ancho y perpendicular a la escorrentía de cañadas, barrancas y cárcavas con bordos de tierra y con vegetación en los lomos.” También se siembra en terrenos secos (de menor contenido hídrico), aunque en ellos la siembra es a mayor profundidad para alcanzar la humedad. Concluida la cosecha del ciclo anterior, el terreno se barbecha siguiendo uno o dos pasos de arado para retener la humedad de las cabañuelas, equipatas o lluvias nieves (lloviznas que ocurren al final del otoño y en el invierno), originadas en las perturbaciones extratropicales conocidas como nortes. Antes se sembraba un mismo terreno varios años consecutivos, pero ahora los agricultores coinciden en que llueve menos y se conserva menos humedad, de ahí que sea necesario dejar descansar con más frecuencia el terreno para este sistema. Unos días antes de la siembra se hace el surcado con yunta o con tractor, a una anchura de 80 cm. La siembra Al retener humedad del año anterior y de las cabañuelas se pueden realizar las siembras temprano (durante los meses de febrero y marzo) denominadas “a busca jugo”, o de “humedad”. La siembra se hace en una forma cooperativa recíproca entre los vecinos de un pueblo, denominada guetza , muy frecuente en Oaxaca; mediante la cual intercambian su fuerza de trabajo, dado que carecen de capital para pagar peones, aunque hay sus excepciones. Para sembrar una hectárea se requiere una cuadrilla de unos siete mozos o trabajadores (Fotos

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IV-2), los que pueden llevar su coa. El sembrador más experimentado, a veces el más rápido, encabeza la siembra empezando con el primer surco, estableciendo matas a dos metros de distancia; a la mitad del primer intervalo en el siguiente surco se coloca el segundo sembrador y a dos metros de él el sembrador del tercer surco, y así sucesivamente; esta topología, conocida como al tres bolillo o sobernal (Fotos IV-2), minimiza la competencia entre matas. Para sembrar, se hace un cajete en el fondo del surco mediante la pala, escarbando hasta que aparece la humedad (Foto IV-1b), luego se voltea la coa y se clava la barretilla perforando un agujero (Fotos IV-2) en cuyo fondo se depositan de tres a cuatro semillas; enseguida se tapa con tierra húmeda. En esta forma la semilla queda colocada a una profundidad de unos 35 cm., tomando como referencia la superficie antes del surcado. Aunque muchas tradiciones se han ido extinguiendo, se suele trazar una cruz con mezcal antes de sembrar el primer cajete, para “que amarre” la siembra; también era costumbre que uno de los vecinos cooperantes llevara al dueño un plato con alimentos, mismo que era enterrado en el terreno a la hora de la comida. Dada la profundidad a que es depositada la semilla, respecto a la siembra normal, la de cajete requiere una mayor capacidad de la plántula para emerger. Vargas (1966) comparó la longitud del mesocotilo-coleoptilo (distancia que comprende la longitud del mesocotilo más la de la hoja modificada que protege la plúmula) de diversas variedades representativas de varias razas de maíz, encontrando una amplia variación. Entre las de mayor longitud estuvieron las de los valles altos de la región central de México, lo cual fue atribuido al efecto de la selección que se ejerce en las siembras de humedad al

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depositarse la semilla a niveles más profundos, como es el caso del maíz de cajete . Después de la emergencia La emergencia ocurre de 10 a 15 días después de la siembra según las temperaturas. La estructura de la excavación que forma el cajete, protege a las plántulas de las bajas temperaturas, reduciendo el efecto de las heladas; también funciona como una microcuenca, que ayuda a captar el agua de algunas lluvias que ocurren después de la siembra. Los terrenos de mayor humedad se siembran desde febrero; su mayor contenido hídrico permite a la planta persistir por un período más largo antes de que se formalicen las lluvias. Los terrenos secos se siembran hasta marzo, así se logra que permanezcan bajo sequía por un periodo menor. De una manera o de otra, si las lluvias se formalizan en mayo, los maíces permanecen bajo sequía por un periodo que varía de dos a tres meses. Por los cambios climáticos que se están observando, en 1998 el inicio de las lluvias se retrasó hasta junio y principios de julio (Muñoz et al. 1998a), lo que expuso a estos agrosistemas a un periodo de sequía mucho más largo de lo usual. En poblaciones derivadas de la variedad de maíz Michoacán 21, que es una importante fuente de resistencia a sequía en México, proveniente de agrosistemas de humedad residual de la Sierra Tarasca del estado de Michoacán, se detectó el mecanismo de hipersensibilidad estomática (Muñoz et al. 1983), mediante el cual los estomas se cierran a más altos potenciales hídricos, lo que permite a la planta administrar por más tiempo la poca agua disponible; también se encontró una pronunciada resistencia a marchitez permanente y bajas tasas transpiratorias

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asociadas a esta resistencia, que representan mecanismos más avanzados para afrontar condiciones de sequía más severas. En conjunto, estos mecanismos, más otros aun no bien comprendidos, explican el carácter de latencia que descubrió el Ing. G. Palacios de la Rosa (1959), mediante el cual la planta reduce su crecimiento de manera marcada bajo sequía intensa y lo recupera al reanudarse la lluvia. La recuperación Pérez-Jerónimo (1979) sometió a un régimen de sequía similar al de la Mixteca Alta a siete maíces de cajete, comparando con tres maíces del Valle de México. En la Figura 1 se ha representado el comportamiento, en términos de altura de planta, de uno de los maíces de cajete, en relación con el H-133 del Valle de México. Se aprecia un crecimiento lento durante los primeros dos meses en que prevaleció la sequía, y una recuperación en la altura de planta a medida que las lluvias se formalizaron; sin embargo, la recuperación es mucho más pronunciada en el de cajete; comportamiento similar al observado en los maíces con el carácter de latencia que descubrió Palacios de la Rosa (1959). A la resistencia a sequía de esta etapa, seguida de la recuperación, se le denomina resistencia ontogenética de la primera etapa vegetativa, y es una de las componentes más importantes en la mejora del rendimiento bajo sequía. Su explicación estriba en que en esa etapa la mayor parte del patrimonio genético codificado para los genotipos ultratardíos aún no se desencadena, y tal reserva es mucho mayor en una variedad ultratardía que en otra de menor ciclo; estriba también en el conjunto de elementos y estrategias que los mixtecos han ideado en torno a ese agrosistema. A pesar de lo prolongado e intenso de la deficiencia hídrica, la recuperación de la

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capacidad de producción de un maíz de cajete puede ser mas de 20 %, respecto a un híbrido del Valle de México como se aprecia en el Cuadro 1 elaborado con datos obtenidos en el experimento comparativo que llevó a cabo Pérez-Jerónimo (1979). Dicha capacidad de rendimiento bajo sequía se debe en su mayor parte a que reduce menos el número de óvulos (semillas/planta) por efecto de la sequía (21%=100-79) y mantiene un mayor intercambio gaseoso (CO2 – H 2O) durante el llenado del grano, lo cual está asociado a una mayor funcionalidad del mecanismo estomatal y fotosintético, como lo sugiere el peso de las semillas; fenómenos que fueron detectados también en las selecciones de sequía que estudiaron Muñoz et al. (1983) hechas en las descendencias del maíz Michoacán 21. Tipo de planta En lo que concierne a características de la planta, Pérez Jerónimo (1979) informa los datos consignados en el Cuadro 2, que son promedios de las siete variedades de cajete utilizadas en su estudio, desarrolladas bajo buena humedad: Esta información indica que se trata de plantas vigorosas, de tallos gruesos, muy altas, de ciclo extremadamente largo (ultratardío), por lo que estos maíces los hemos clasificado dentro de la componente ultratardía al estudiar una amplia muestra, representativa de los diferentes tipos de maíz que los mixtecos usan, de acuerdo con el régimen de humedad, fecha de siembra, tipo de suelo y necesidades antropocéntricas (Legaria et al. 1989, López 1993).

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Mazorca y grano Pérez-Jerónimo (1979) muestreó 200 mazorcas para tipificar la variación, consignando los datos de los Cuadros 3 y 4. Esta descripción es valiosa en cuanto nos permite ubicar este maíz dentro de la raza Chalqueño, con fuerte introgresión de la raza Cónico; que guarda sentido con las ideas actuales acerca de las relaciones entre estos dos tipos, en las cuales se plantea que el Chalqueño pudo derivar del Cónico y no en una sola región, sino en varias de acuerdo con la disponibilidad de un mayor potencial ecológico (Ramos 1996), esto implica que la variación conjunta de ambas razas sea realmente un continuo. Diversidad en rendimiento y otras características En el Cuadro 5 se han concentrado datos sobre la amplitud de variación de 30 variedades con características típicas del grupo ultratardío definido para el maíz de cajete , tomados del experimento que realizó López (1993) en una localidad de la Mixteca Alta. El rendimiento varió de 2552 a 4028 kg/ha, con un promedio de 3291 kg. Comparando este promedio con los rendimientos para una variedad precoz sembrada en junio bajo el agrosistema de temporal, cuyo rendimiento fue del orden de 2000 kg/ha (Ortiz y Muñoz 1990), se aprecia que el ag rosistema de cajete supera al de temporal en unos 1300 kg/ha, lo que da idea de su mayor productividad. La variación en promedio de días a floración femenina (DFF) fue de 137 a 168, con un promedio de 151 días (Cuadro 5). En lo que concierne a los periodos de floración, Pérez-Jerónimo (1979) detectó bajo sequía inicios a los 125 y culminaciones a los 175 días después de la siembra, tratándose de la floración femenina; y de

148

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

127 y 187 respectivamente, para la masculina (Figura 2); lo que implica periodos de floración muy extensos, pero además que la floración masculina cubre ampliamente la ocurrencia de la femenina. La asincronía floral (AsFl) estimada por la diferencia de los promedios de días a floración femenina menos los de la masculina, varió de 4 a 13, con un promedio de 7.7 días (Cuadro 5). Esta asincronía se genera por un retraso mayor de la floración femenina que la masculina por efecto de la sequía. En otro tipo de variedades, más precoces (Salvioli 1963, Bolaños y Edmeades 1997), la asincronía varió de manera inversamente proporcional al rendimiento, con valores de correlación que fluctuaron de 0.69 a 0.94, y la menor asincronía se tomó como una característica de resistencia a sequía. En los cajetes esta correlación fue de 0.43, de menor valor absoluto que la detectada por los investigadores citados y los rendimientos fueron relativamente altos; esto indica que la estrategia de las variedades de cajete es diferente; asimismo, que la asincronía es menos relevante para el rendimiento bajo sequía. La menor importancia de la asincronía puede estar relacionada con la pronunciada amplitud del periodo de floración (Figura 2), la cual aumenta la probabilidad de que haya plantas con polen, independientemente de que haya retraso de la floración femenina. El área foliar y la altura de planta también presentan amplias variaciones, además dan idea que las plantas son bastante grandes, lo cual tiene la ventaja de producir mucho forraje, además del gran o; aunque con el inconveniente de ser muy propensas a acamarse. López (1993) estimó la producción de forraje en 4.2 toneladas por hectárea.

Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía

149

Funcionamiento del maíz de cajete en el patrón varietal En la Figura 6 se presenta la distribución media mensual de la lluvia para la localidad de Nochixtlán, Oaxaca, ubicada en el área de cultivo de los maíces de cajete; se aprecian dos máximos: uno ocurre en julio y el otro en septiembre; éstos definen dos períodos de sequía: el de la sequía intraestival que incide principalmente en agosto, y el de la gran sequía invernal, que ocurre entre noviembre y mayo; sin embargo, hay fluctuaciones muy grandes en torno a este perfil promedio de lluvia, como hay también variaciones muy amplias en profundidad y relieve de los suelos, además de la posibilidad de contar con humedad residual en algunos casos; de ahí que haya fechas de siembra desde febrero hasta principios de julio. Las de febrero y marzo se cubren con el grupo de maíces cajete (ultratardío), las de abril, con un grupo tardío, las de mayo, con un grupo intermedio; y las de junio, con un grupo precoz (estos tres últimos no son considerados de cajete). Al sistema integrado por los cuatro grupos es lo que previamente se identificó como el patrón varietal. Antes de febrero y después de noviembre, el riesgo de heladas es muy alto. En la Figura 6, a la vez se insertó la curva de resistencia ontogenética estimada para los maíces cajete, con base en las curvas investigadas para varias especies anuales, según lo documentó Muñoz (1997) y Muñoz y Salvador (1994). Respecto a los rasgos sobresalientes de dicho perfil de resistencia, se parte de un máximo en la condición de semilla, luego un mínimo durante el proceso de germinación, seguido de una elevación de la resistencia al emitir las primeras hojas y raíces, de donde decrece hasta alcanzar otro mínimo que va desde la gametogénesis femenina pasando por la fecundación, hasta el llenado del grano, de allí se eleva rápidamente la

150

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

resistencia hasta alcanzarse la integración de la nueva semilla, a través de la cual se perpetúa el patrón de resistencia. De acuerdo con la investigación de Pérez-Jerónimo (1979), los maíces de cajete, mostraron una alta resistencia en la primer etapa del desarrollo vegetativo, la cual se manifestó por una pronunciada recuperación después del inicio de las lluvias (Figura 1), esta resistencia se manifiesta durante un periodo más prolongado por tratarse de un ciclo ultratardío (Figura 6), reduciéndose a medida que las variedades (no de cajete) son de ciclo tardío intermedio o precoz (Figuras 3, 4 y 5). Además de esta capacidad, otros mecanismos de resistencia pueden entrar en juego, como la hipersensibilidad estomática (Muñoz et al. 1983) y la tolerancia a marchitez permanente (Muñoz et al. 1973). Las distribuciones de la lluvia de las Figuras 3, 4 y 5 dan idea de las fluctuaciones de la precipitación en diferentes años, y cómo los mixtecos desarrollaron variedades tipo “Cajete” para cubrir los casos en que cuentan con humedad residual, y variedades que no son de cajete para aquéllos en que solo cuentan con la humedad de la lluvia, que son casos mucho más frecuentes pudiendo presentarse situaciones en que la lluvia inicia en abril (Figura 3) mayo (Figura 4) o junio (Figura 5), para los cuales generaron las variedades tardías intermedias y precoces. En conjunto, estos sistemas de variedades y fluctuaciones ecológicas constituyen un modelo de lo más completo y perfeccionado para afrontar las variaciones de la sequía. En realidad este sistema de sistemas es aún más completo y complejo, si consideramos que se combinan otras especies como el fríjol, varias gramíneas de grano pequeño, dentro de las cuales destacan por su resistencia los trigos ventureros (Legaria y Muñoz 1992), que se siembran entre septiembre y octubre, con los

Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía

151

cuales cierran un ciclo de un año e incluso empalman en dos meses el siguiente. Conclusiones Los maíces de cajete constituyen la componente ultratardía de un patrón varietal, se siembran en suelos relativamente profundos, que si tienen abundante humedad residual, se establecen desde febrero y se va corriendo la siembra hacía marzo en la medida en que los suelos son más secos. La resistencia a sequía de los maíces de cajete se puede explicar con base en características como: pronunciada longitud de mesocotilo-coleoptilo, alta resistencia ontogenética de la primera etapa vegetativa, características del tipo de la latencia como: reducidas tasas de crecimiento durante la sequía, bajas tasas transpiratorias, tolerancia a marchites permanente, hipersensibilidad estomática, y alta capacidad de recuperación; similares a las observadas en las poblaciones derivadas de la variedad Michoacán 21. Cuando no hay humedad residual y el suelo es relativamente delgado, no se puede adelantar la siembra, y es necesario esperar el inicio de las lluvias. Este puede ocurrir en abril mayo o junio, en cuyos casos se dispone de los grupos de variedades tardío, intermedio y precoz, que no son considerados de cajete, puesto que no se siembran bajo ese sistema, pero que en conjunto dan idea de la estrategia integral desarrollada por los mixtecos para cubrir la diversidad de variantes ecológicas de su entorno. Reconocimiento Los autores manifiestan su reconocimiento al Dr. Amalio Santacruz V. y M. C. Rodrigo Gabino G.por la revisión del manuscrito, el M. C. Rodrigo Gabino G.

152

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

realizó asimismo el diseño gráfico; y a la Sra. Yolanda Carrillo R. por la labor mecanográfica. Bibliografía Bolaños J. y G. O. Edmeades 1997 “The Importance of the Anthesis-Silking Interval in Breeding for Drought Tolerance in Tropical maize” (pp. 355-368) En G. O. Edmeades, M. Bänziger H. R. Mickelson y C. B. Peña-Valdivia (eds.). Developing-and Low N Tolerant Maize. Proceedings of a Symposium, March 25-29, 1996, CIMMYT. El Batán, México. Cuevas S. A. En proceso. Domesticación inicial del maíz: Evaluación experimental de algunos móviles. Tesis de Doctor en Ciencias, Especialidad de Genética, Colegio de Postgraduados, Montecillo México. García E. 1988 Modificaciones al Sistema de Clasificación Climática de Köppen. UNAM, Instituto de Geografía, México. Legaria S., J. P., A. Muñoz O., y M. Valadez R. 1989 “Patrón etnofitogenético del maíz en la Mixteca Alta” (pp. 118) Memoria del XXII Congreso Nacional de la Ciencia del Suelo. Colegio de Postgraduados, Montecillo México. Legaria S., J. P. y A. Muñoz O. 1992 “Interacción de variedades de trigo con ambientes secos de la Mixteca Alta Oaxaqueña” Revista Fitotecnia 15: 4050. López, P. A. 1993 Ensayo de maíces de cajete en San Mateo Yucucuy, Oax. y Montecillo, Méx. bajo condiciones de temporal. Tesis de Licenciatura. Depto. de Fitotecnia, Universidad Autónoma Chapingo, Chapingo Méx. Miranda C. S. 1966 “Discusión sobre el origen y la evolución del maíz” (pp. 233-253) En Memoria del Segundo Congreso Nacional de Fitogenética .

Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía

153

Celebrado del 7 al 8 de febrero de 1966 en Monterrey N. L. por la Sociedad Mexicana de Fitogenética. Muñoz Orozco, A. F. Márquez S. y J. Ortiz C. 1973 “Estudio preliminar sobre un método de selección para resistencia a sequía en maíz” Revista Agrociencia, 11: 15 - 28. Muñoz O., A. K. R. Stevenson, J. Ortiz C. G.W. Thurtell y A. Carballo C. 1983 “Transpiración, fotosíntesis, eficiencia en uso de agua y potencial hídrico en maíces resistentes a sequía y a heladas”, Revista Agrociencia, 51: 115-153. Muñoz O. A., y R. J. Salvador. 1994 “Varietal Patterns and Maize Drought Resistance. Agronomy Abstracts” (p. 170) 1994 Annual Meetings, ASA, CSSA and SSSA. Seattle WA. Muñoz O. A. 1997 “Model 2 to Select for Drought Tolerance” (pp. 541-543) En G. O. Edme ades, M. Bänziger, H. R. Mickelson y C.B. Peña-Valdivia. (eds) Developing Drought and low N-Tolerant Maize. Proceedings of a Symposium, March 25-29, 1996, CIMMYT El Batán, México. Muñoz O. A., J. L. Jaramillo y R. Barraza M. 1998a.” Evaluación de los efectos de la sequía que se presentó en México” (pp. 20-24) en V Reunión Nacional Sobre Sistemas de Captación de Lluvia 1998. Sociedad Méxicana de la Ciencia del Suelo. Colegio de Postgraduados, Montecillo Méx. Muñoz O. A., A. Santacruz V., J. I. Olvera H., O. Taboada G. y J.A. Cuevas S. 1998b “Diversidad del maíz en los nichos ecológicos y culturales de México”(pp. 283-294) En Cuevas S., J.A., E. Cedillo P., A. Muñoz O. y P. Vera C. (eds.) Lecturas en Etnobotánica . Publicaciones del Programa Nacional de Etnobotánica. Serie Didáctica de Etnobotánica No. 1. Universidad Autónoma Chapingo, Edo. de México.

154

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Muñoz O. A., y A. Cuevas S. 2000 “Diversidad Genética, su Evolución y su Sostenibilidad: Maíz y cultivos Contemporáneos” (pp. 341-348) Memoria del IV Simposio In ternacional y V Reunión Nacional. Sociedad Mexicana de Agricultura Sostenible A. C. Olvera H., J. I. 1999 Variabilidad en los maíces criollos de una comunidad de la Sierra Tarasca, Michoacán. Tesis de maestría, Colegio de Postgraduados, Montecillo, Méx. Ortiz T., E., y A. Muñoz O. 1990 “Comportamiento de dos variedades precoces bajo temporal en el área de Nochixtlán, Oax.” (p. 316) Memoria del XIII Congreso Nacional de Fitogenética (Resúmenes). Ciudad Juárez Chih., 3-7 de septiembre de 1990. SOMEFI, Chapingo, México. Palacios R. G. 1959 “Variedades e híbridos de maíz latentes y tolerantes a la sequía y a las heladas” Agricultura Mexicana 107: 38-39. Pérez-Jerónimo, G. 1979 Comportamiento de los maíces de cajete bajo diversos niveles de humedad. Tesis de Maestría. Colegio de Postgraduados, Montecillo, México. Quintos E. y D. Ramos 2000 Extractor Rápido de Información Climática (ERIC II). Banco de Datos Históricos Nacionales, Servicio Meteorológico Nacional. Editado por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.(IMTA), México. Ramos R. A. 1996 Notas sobre la filogenia de las razas de maíz de la Mesa Central. Departamento de Agronomía, Universidad Autónoma Chapingo. 23 paginas. Rojas R. T. 1985 “La tecnología Agrícola Mesoamericana en el siglo XVI” En T. Rojas R . y T. W. Sanders (eds.) Historia de la agricultura mesoamericana. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México D.F.

Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía

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Salvioli R. A. 1963 “Posibilidades fitotécnicas en la selección resistente a la sequía” Rev. Agronómica Noroeste de Argentina 4: 89-95. Santamaría F. J. 1978 Diccionario de mejicanismos. Porrúa S. A., México. Vargas G. M. 1966 Influencia de la longitud del mesocotilo-coleoptilo en la emergencia de plántulas de maíz. Tesis de Maestría. Rama de Genética, Colegio de Postgraduados, Chapingo, México. Warman, A. 1988 La historia de un bastardo: maíz y capitalismo. Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM/ Fondo de Cultura Económica, México.

156

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Cuadro 1. Promedios del rendimiento por planta y componentes del grupo de maíces de cajete y del grupo de maíces del Valle de México, en sequía (S) y riego (R). Carácter evaluado

Grano/planta (g) Mazorca/planta (g) Long. Mazorca (cm) Diam. Mazorca (cm) Semillas/planta

% de S respecto a Valle de México R

Cajetes

S 118. 6 151. 8 13.5 3.8 352 351

R 161. 2 198. 8 15.2 4.2 446 354

Peso/semilla (mg) Fuente: Pérez-Jerónimo (1979)

% de S respecto aR

74

S 73.8

R 138.9 53

76

84.8

153.0 55

89 91 79 99

10.9 3.8 343 229

13.3 4.3 337 272

83 90 64 84

Cuadro 2. Descripción de algunas características morfológicas de la planta del maíz “Cajete”. Promedio de siete variedades. Altura de Planta (cm) No. de hojas por Planta Longitud de los entrenudos (cm) Diámetro de la parte baja del tallo (cm) Días a floración femenina Días a floración masculina Plantas con dos o más mazorcas Plantas con dos o más tallos Fuente: Pérez-Jerónimo (1979)

372 23 17.4 3.7 139 133 40 % 81 %

Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía

157

Cuadro 3. Descripción de algunas características morfológicas de las mazorcas del maíz “Cajete”.Promedios y porcentajes con base en una población de 200 mazorcas. Forma y % en la población

Longitud (mm)

Diámetro Número de (mm, parte hileras y % de la media) población

Longitud del pedúnculo (mm)

Cónica: 85 % Cilíndrica: 15

176

50

162

%

08: 10: 12: 14: 16:

01 09 58 28 04

% % % % %

Fuente: Pérez-Jerónimo (1979).

Cuadro 4. Descripción de algunas características morfológicas del grano y porcentaje de olote y de grano de la mazorca del maíz”Cajete”. Promedio de 200 mazorcas. Color

Longitud (mm)

Espesor (mm)

crema 13.9 4.7 amarillo azul rojo morado Fuente: Pérez-Jerónimo (1979).

Ancho (mm)

% de grano

% de olote

10.5

84.5

15.5

158

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Cuadro 5. Rendimiento, Días a Floración Femenina (DFF), Área Foliar (AFol), y Altura de Planta (AlPl), de 30 Variedades Típicas de Cajete. San Mateo Yucucuy 1988. No. de Rendimiento AsFl DFF AFol AlPl Var. Kg/ha (días) (días) (cm2 ) (cm) 1 3438 9 149 6589 282 2 3415 6 147 6766 258 3 3510 8 154 7555 279 4 3296 7 152 6521 272 5 3574 7 146 7413 274 6 2845 8 149 6939 272 7 3294 6 146 7098 273 8 2990 9 137 6520 250 9 3228 8 141 5274 232 10 2808 9 141 4811 252 11 3550 6 156 8338 285 12 3644 4 147 8006 271 13 3388 7 145 6733 268 14 3860 6 149 6353 285 15 3336 7 161 8091 278 16 2851 9 156 5965 256 17 2552 13 168 8492 261 18 3617 7 142 6539 266 19 2919 7 148 7350 256 20 3261 9 145 7368 251 21 4028 9 148 8025 264 22 2706 8 152 6560 264 23 3178 11 145 5876 271 24 3551 7 149 5727 246 25 3060 9 160 7314 284 26 3704 10 160 7394 295 27 3061 7 167 8054 290 28 3422 7 159 7023 277 29 3241 6 158 8032 277 30 3389 6 160 6900 294 Promedios 3291 7.7 151 6987 269 Fuente: Elaboración propia, con datos del experimento de López (1993), realizado en el área del maíz de cajete.

Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía

159

Figura 1. Altura de Planta de un Maíz Cajete y de H-133, en Relación con la Precipitación 400

60

Cajete

50

300 40

Precipitación

250

200

30

150 20 100

H-133

Precipitación (mm)

Altura de Planta (cm)

350

10

50

160

150

140

130

120

110

90

100

80

70

60

50

40

30

20

10

0 0

0

Días después de la Siembra

Fuente: Pérez-Jerónimo (1979).

Figura 2. Ritmos de Floración Femenina y Masculina bajo Sequía en la variedad de Cajete Xacaní. Según Datos de Pérez-Jerónimo (1979)

Plantas Floreadas (%)

120 100 80 60 40

Masculina 20

Femenina

0 125

135

145

155

165

Días después de la Siembra

Fuente: Pérez-Jerónimo (1979)

175

185

160

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Figura 3. Resistencia Ontogenética de una Variedad Tardía Respecto a la Precipitación Semanal de Nochixtlán Oax., Cuando ésta inicia en abril 120

160 140

Resistencia 120

80 100 60

80

Precipitación 60 40

Precipitación (mm)

Resistencia Ontogenética

100

40 20 20 0

0 A

M

J

J

A

S

O

Tiempo Después de la Siembra (meses)

Fuente: Elaboración propia con información de Muñoz y Salvador (1994) y datos de lluvia de Quintos y Ramos 2000.

Figura 4. Resistencia Ontogenética de una Variedad Intermedia Respecto a la Precipitación Semanal de Nochixtlán Oax., Cuando ésta Inicia en Mayo 120

160 140

Resistencia 120

80 100

Precipitación

60

80 60

40

Precipitación (mm)

Resistencia Ontogenética

100

40 20 20 0

0 M

J

J

A

S

O

Tiempo Después de la Siembra

Fuente: elaboración propia con información de Muñoz y Salvador (1994) y datos de lluvia de Quintos y Ramos 2000.

Maíz de cajete: agrosistema y resistencia a sequía

161

Figura 5. Resistencia Ontogenética de una Variedad Precoz, Respecto a la Precipitación Semanal de Nochixtlán Oax.,Cuando ésta Inicia en Junio 120

160 140

Resistencia

120

80 100 60

80

Precipitación

60 40

Precipitación (mm)

Resistencia Ontogenética

100

40 20 20 0

0 J

J

A

S

O

Tiempo Después de la Siembra (meses)

Fuente: Elaboración propia con información de Muñoz y Salvador (1994) y datos de lluvia de Quintos y Ramos 2000.

Figura 6. Resistencia Ontogenética del Maíz de Cajete (ultratardío) en relación con la distribución de la Precipitación Media Mensual de Nochixtlán Oax. 120

160 140

100 120 80

Precipitación

100

60

80 60

40 40

Precipitación (mm)

Resistencia Ontogenética

Resistencia

20 20 0

0 F

M

A

M

J

J

A

S

O

N

Tiempo después de la Siembra (meses)

Fuente: Elaboración propia con información de: Muñoz y Salvador (1994) y datos de lluvia de García (1988).

Foto IV-1A Coa mostrando la pala de media luna y la barretilla.

Foto IV-1B Excavando el cajete con la pala de media luna.

Fotos IV-2 Uso de la barretilla para perforar el agujero donde se depositará la semilla. Cuadrilla sembrando. Matas a tres bolillo o sobernal.

IV-3A

IV-3B

Foto IV-3A y 3B Evolución de la coa de Madera a la de fierro.

IV-4 Siembra con coa de madera en suelo ligero.

V. El sistema de cultivo en gavias de Fuerteventura (Islas Canarias, España): la gestión del agua en un espacio árido Antonio C. Perdomo Molina Introducción Los pueblos que viven en lugares de aridez extrema se han visto obligados, por los condicionantes del medio, a desarrollar sistemas de aprovechamiento de aguas que les proporcionen el abastecimiento mínimo para la supervivencia propia y la de su ganado. Además han puesto en práctica sistemas de cultivo de una alta eficiencia puesto que necesitaban obtener de la agricultura los alimentos imprescindibles para la comunidad. Es por ello que encontramos usualmente en estas áreas los métodos más eficientes de riego y de aprovechamiento, que bien pudieran servir de modelo para otras zonas con mayores disponibilidades de agua. En las islas más áridas del Archipiélago Canario se desarrolló un sistema de cultivo, llamado de gavias, que permitió obtener cosechas donde las condiciones climáticas eran adversas a la producción de alimentos. Este sistema aún perdura en Fuerteventura y aparece también, muy disminuido, en Lanzarote. Las Islas Canarias están situadas al Noroeste del Continente Africano cercanas al Trópico de Cáncer, aproximadamente entre los 27º y los 29º de latitud norte y los 13º y 18º de longitud oeste. El Archipiélago está constituido por siete islas mayores (de este a oeste: Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La

162

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Gomera, La Palma y El Hierro), cuatro islas menores (Alegranza, Montaña Clara, La Graciosa e Isla de Lobos) y numerosos roques. Fuerteventura es la segunda isla en extensión del Archipiélago Canario, con sus 1,725 km 2 se sitúa por detrás de Tenerife en cuanto a superficie. Es la más cercana al Continente Africano, existiendo menos distancia entre Fuerteventura y Seguía-el-Hamra, en Africa (unos 115 kilómetros) que entre ella y la más occidental, El Hierro (unos 450 kilómetros). Entre las condiciones climáticas de Fuerteventura destaca una humedad relativa constante a lo largo del año, cifrada en un valor medio inferior al 70 %. Estos valores, junto con las temperaturas elevadas, vientos constantes y fuertes y un elevado número de horas de insolación (7,2 horas/día de media, con un máximo en junio de 10,4 horas y un mínimo en diciembre de 5,8 horas), provocan una altísima evaporación y unas condiciones de aridez extremas, especialmente si lo comparamos con el resto del Archipiélago. Se trata de una isla especialmente ventosa. Los vientos Alisios del NE, combinados con la ausencia de obstáculos montañosos importantes y la presencia de brisas fuertes ocasionadas por el contraste térmico que se produce entre la corriente fría de Canarias y el interior recalentado de la superficie insular, provoca que la erosión eólica sea muy alta. Al contrario del resto del Archipiélago Canario donde el relieve juega en contra de las prácticas agrícolas, en Fuerteventura existen amplias superficies llanas donde se podría desarrollar una actividad agrícola. Las limitaciones que han hecho que sea la que menos

El sistema de cultivo en gavias

163

agricultura desarrolle las hemos de buscar en la aridez y en las características de sus suelos. Ya hemos indicado algunos rasgos que convierten a Fuerteventura en la isla del Archipiélago con mayores rasgos de aridez, aparte de estos debemos indicar que las precipitaciones de las zonas que reciben más lluvias no superan los 250 mm/año (cumbres de Jandía), existiendo muchos espacios, especialmente en la costa, que apenas superan los 80 mm/año. La precipitación media no alcanza para la totalidad de la Isla los 150 mm/año. Por si fuera poco, las escasas precipitaciones tienen un marcado carácter irregular, concentrándose en pocos días del año y existiendo áreas en las cuales durante varios años son prácticamente inexistentes. La máxima precipitación se recibe en diciembre, mientras que junio, julio y agosto son meses en los cuales es casi inexistente. Con estas condiciones las lluvias quedan muy lejos de cubrir los mínimos indispensables para cubrir las necesidade s de los vegetales en una agricultura de secano. Los suelos de Fuerteventura, según los edafólogos de la Universidad de La Laguna (Fernández Caldas et al. 1989), presentan las siguientes características: bajo contenido de materia orgánica, reacción alcalina, acumulación de carbonatos y sulfatos, perfiles poco profundos, texturas gruesas o medias y baja actividad biológica. Además su superficie puede aparecer cubierta de gravas o piedras y con encostramientos de cal. La capacidad agronómica de los suelos por estos factores edafológicos, y por los condicionantes climáticos, propician que siendo la segunda isla en extensión tan sólo presenten como suelos cultivables, según la

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metodología propuesta por el Soil Conservation Service de los EE.UU. (Tejedor Salguero et al. 1989), 16.75 %, unas 27,800 ha., de las cuales sólo unas 11,000 ha. (6.6 %) permite un laboreo sistemático, mientras que el resto sólo admite un laboreo ocasional. Las condiciones de aridez provocan que no se puedan definir suelos de las clases I y II, es decir, los de mejores características agronómicas. Si partimos del hecho de que las gavias ocupaban unas 3,800 ha., estaríamos estudiando un sistema de cultivo que supuso casi 35 % de las tierras potencialmente productivas de la Isla, lo que da una idea del papel capital que ha jugado en su agricultura y especialmente en la agricultura de secano, donde el porcentaje podría aumentar hasta casi 80 % del total de tierras de secano. El 20 % restante, hasta las 5,700 ha. que históricamente se han cultivado de secano, lo representarían los cultivos de algunas vegas y los nateros1. Descripción del sistema de cultivo en gavias Fuerteventura ha mantenido durante siglos un sistema de cultivo perfectamente integrado con las características de aridez que marcan su medio natural. A pesar de ello este sistema ha ido progresivamente abandonándose en una Isla que ha volcado su actividad económica hacia el sector turístico. Los restos que perduran del mismo están artificialmente sostenidos por la Administración Pública y no se corresponden con la totalidad del sistema de cultivo que aquí describimos. Aunque en algunas publicaciones se haya reducido el concepto a un sistema de riego excepcionalmente

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adaptado a las áreas áridas, consideramos que conceptualmente se debe superar este estrecho marco, puesto que, como veremos, el cultivo en gavias implica ciertas prácticas y conocimientos de laboreo, ingeniería hidráulica, irrigación, cultivos y edafología, que nos hacen pensar que sería más apropiado hablar de un sistema de cultivo. Igualmente al considerar estos sistemas de cultivo como sistemas de riego, estamos dando por sentado una premisa que, sin embargo, debería ser some tida a mayor debate, nos referimos a si nos encontramos ante una técnica propia del regadío o ante una técnica de secano. A nuestro entender, desde una óptica agronómica, el riego implica una voluntariedad y control por parte del agricultor, así como disponer de la posibilidad de secuenciar los aportes para satisfacer las necesidades hídricas de los cultivos a lo largo de todo su ciclo vegetativo. Estas características no están presentes en este sistema, por lo cual podríamos considerarlo una técnica propia del secano que aumenta las aportaciones naturales que se reciben de la lluvia con la concentración de las aguas de escorrentía, no estaríamos hablando entonces de una verdadera técnica de riego desde el punto de vista agronómico. El elemento principal es la gavia, entendiendo por tal la parcela de cultivo. La palabra “gavia” presenta, en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, una versión agronómica junto a otras de sabor marinero, sin embargo, el significado de “zanja que se abre en la tierra para desagüe o linde de propiedades”, no concuerda con el uso que se le da al término en el español de Canarias. Más bien la acepción de zanja sería

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aquella a que se refiere el llamado “riego por gavias” usado antiguamente en la Península Ibérica. Gavias, como decimos en Canarias, se refiere indistintamente al sistema de cultivo y al terreno, y es de uso común en Fuerteventura y Lanzarote. Usado como topónimo, aunque apenas podamos observar hoy restos de su funcionalidad pasada, lo encontramos también en Gran Canaria y Tenerife. En las islas más occidentales, que son también las más abruptas y húmedas, no tuvo el desarrollo de las orientales, por lo cual podemos asimilar la gavia a espacios de alta aridez y escasa pendiente. La gavia es un terreno agrícola circundado por un caballón de tierra, llamado trastón. Las dimensiones medias más usuales se sitúan en torno a los 3,000 m2, aunque hay algunas de varias hectáreas y otras de tan sólo cientos de metros. A estos terrenos se conduce la escorrentía con el objeto de propiciar su lenta infiltración, lo que se denomina “beber la gavia”, y obtener un nivel de humedad que permita el cultivo de la misma una vez arado. Derivado de la expresión “beber la gavia” aparece el término “bebedero” (Morera 1994:313), que es el que se emplea cuando se trata de una gavia muy pequeña, de no más de doce surcos, que se sitúa en el cauce mismo de un barranco. El tiempo que tardan en infiltrarse las aguas depende, obviamente, de la textura del terreno, lo usual es que se infiltre tras tres o cuatro días, pero en suelos muy arcillosos el proceso se puede prolongar por encima de los diez días. El sistema del cultivo es más complejo que un simple terreno rodeado de camellones de tierra. Debemos distinguir en él los siguientes elementos estructurantes:

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El trastón: ya hemos indicado que se trata del murete de tierra que rodea a la parcela de cultivo. Puede ser de tierra sólo o estar reforzado con piedras, especialmente en su sustentación. A veces para reforzarlo aparece parcial o totalmente fijado por arbustos silvestres, como los tarajales (Tamarix canariensis), o frutales, como las higueras (Ficus carica). La altura varía entre 0,5 y 1,25 metros. Debe resistir el empuje del agua durante todo el tiempo que esta permanece estancada, puesto que un “portillo” o fisura en su estructura provocaría daños irreparables en la gavia e incluso en todo el conjunto de gavias, al canalizar el agua de una manera concentrada sobre las siguientes parcelas. La razón de que se nivele exquisitamente el terreno, además de facilitar el laboreo y evitar una desigual infiltración en el terreno, la hemos de buscar en evitar sobrecargas sobre los caballones por el empuje del agua estancada. Al acto de reparar las rotas se le denomina tablonear puesto que una tabla era el apero que se arrastraba por los camellos (más correctamente dromedarios) o burros para ir rellenando con tierra la grieta formada por la erosión. El término trastón, a juicio de los estudiosos (Trapero 1999) del léxico canario, debe provenir del uso metafórico del apelativo “trasto”, que se usa para denominar a un objeto inútil, aumentado con la terminación en -ón, y usado para referirse a esa porción del terreno que es inútil al cultivo, aunque su funcionalidad sea imprescindible para el conjunto. La torna: es el punto por el cual el agua penetra en la gavia. Se trata de un rebaje en el trastón que presenta diverso grado de complicación. Desde los más sencillos,

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que tan sólo presenta un rebaje a la altura del caño, a obras de mayor complicación estructural con compuertas y sistemas de desvío desde el cauce de las aguas torrenciales. En cualquier caso, lo ideal es que la torna se encuentre reforzada al menos con piedras o ramas secas, empleándose usualmente las del arbusto conocido por ahulaga (Launaea arborescens). El desagüe: situado en el lado opuesto a la torna, es la otra abertura por la cual la gavia envía el agua sobrante al barranquillo o bien a otra gavia cuando está llena. De su altura depende la cantidad de agua que la gavia pueda acumular, pudiendo variar entre los 20 y los 70 centímetros respecto al fondo del terreno, siendo lo más usual encontrar desagües a unos 30 centímetros de altura. Una gavia llena recibiría por tanto una cantidad equivalente a 300 litros por metro cuadrado, muy superiores a las precipitaciones medias. Una norma constructiva suele ser la de abrir un desagüe de al menos el doble de anchura que la torna, pudiendo medir algunos más de 1,5 metros de ancho. Es muy importante también su conservación en buen estado, por esto aparece normalmente reforzado mediante piedras, ahulagas (Launaea arborescens) o incluso cemento para las más modernas. El caño: es el canal que conduce el agua hasta la gavia. Puede consistir en un canal simple que recoge el agua de la alcogida o en una verdadera red que se divide y jerarquiza en caños principales y secundarios. También el propio caño puede ser usado como rebosadero, dejando este a nivel, de tal forma que llenada la gavia hasta un cierto punto el agua rebosaría en el sentido contrario.

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Las compuertas: en algunos caños de cierta importancia existen estas estructuras de control del flujo del agua. Mediante la apertura y cierre de las mismas, que pueden ser más o menos complicadas en cuanto a su mecanismo de funcionamiento, se consigue dirigir el agua hacia un grupo de gavias o hacia otro, así como evitar la entrada de más caudal cuando las gavias han recibido el suficiente. Como podemos ver en esta descripción de las estructuras que componen las gavias, existe una importante carga de mantenimiento que en algunos casos es comunitaria, especialmente en lo referido al mantenimiento de los caños que surten a distintas parcelas. Desde los primeros años de la conquista las aguas superficiales tienen la consideración de públicas y cualquiera está en el derecho de construir un caño o desviar las aguas hacia su gavia . Eso sí, debe respetar el turno que obliga la posición de su terreno, y no debe aprovechar más que el agua que es necesaria para que su gavia “beba”. Las gavias se llenan por riguroso turno en virtud de su posición respecto al caño, desde las situadas a mayor cota hasta las inferiores, lo que implica que durante aquellas precipitaciones que provocan escorrentías el agricultor ha de estar pendiente a abrir o cerrar la torna, bien para permitir el llenado de su gavia o dejarla discurrir hasta la siguiente. Además, como hemos indicado, debe controlar roturas que serían devastadoras. Esta organización es tan rigurosa que, como destaca Francisco Quirantes (1981:171): “Los turnos comienzan con cada precipitación, de tal forma que si una de ellas resulta escasa y sólo se benefician las primeras gavias, a la siguiente

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precipitación es potestativo del dueño de la primera gavia el utilizar o no de nuevo las aguas”. La intensa desagrarización a que se ha visto sometida la Isla en los últimos decenios ha traído, junto al abandono, el desconocimiento, por parte de las nuevas generaciones, de estas prácticas consuetudinarias, especialmente las referidas al mantenimiento comunitario de los caños y otras estructuras comunes. Manuel Barroso (2000:25) lo describe así: “Cada cual sabía por experiencia dada por la costumbre, cuánto tardaba su vecino en el acopio del agua y paciente esperaba su turno sin que jamás nadie protestara el derecho que tenía el primero en retener las aguas. El uso, la costumbre que venía de sus más lejanos antepasados, se hacía ley y la ley para el agricultor canario es sacrosanta, inviolable e indiscutible”. Como indicamos las gavias pueden permitir el paso del agua a otras gavias hasta completar el riego de un área determinada. A este conjunto organizado de tal modo se le denomina “rosa”. El término empleado no tiene ninguna relación con la flor del mismo nombre, aunque su uso ha podido llevar a error a múltiples estudiosos y viajeros a lo largo de la historia. Su origen hay que buscarlo en la evolución, debida la seseo del español atlántico, de la voz “roza” del verbo “rozar”, es decir, el proceso de roturación de terrenos vírgenes. Maximiano Trapero (1999) mantiene que la pronunciación en /s/, tradicional en el español de las Islas, llevó a la escritura del mismo con -s- y al olvido de su sentido primigenio, tal y como sucede con otras palabras en Canarias. Hoy en día el nombre de “Rosa” o

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“Rosas” está presente, además de en Fuerteventura con más de 70 topónimos, en Gran Canaria, La Gomera, La Palma, El Hierro y Tenerife (Trapero 1999:354). Tipos de gavias Aunque se emplee el término gavias para referirse al sistema de cultivo característico de Fuerteventura, no podemos hablar de un solo tipo, puesto que podemos distinguir diferentes gavias bien sea por su posición o por la complejidad del sistema de captación de aguas que emplean. De manera general siempre aparecerán en lugares de orografía poco abrupta o casi llana, puesto que en los lugares de mayor pendiente encontraremos otro sistema de cultivo: los nateros. La fisiografía de Fuerteventura es pródiga en este tipo de espacios de escasa pendiente, puesto que se trata de la isla más llana del archipiélago (70.3 % de la superficie insular tiene pendientes inferiores a 6 %, frente a 12.1 % de la isla de La Palma, la más abrupta del archipiélago). Por la situación de los terrenos de cultivo podemos distinguir “gavias de ladera” o “gavias de fondo de barranco”. Las primeras se sitúan en zonas de poca pendiente, pero sobre una vertiente, las segundas, como su nombre indica lo hacen en el fondo de los barrancos. Las primeras reciben el agua de una zona de impluvium o alcogida, de donde procede la escorrentía que viene a acumularse en el área de cultivo, pudiendo también recibir el agua por medio de caños, más o menos largos y complejos, de un área de alcogida o de un curso torrencial.

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Dentro de las “gavias de fondo de barranco” podríamos distinguir dos subtipos, aquellas que ocupan todo el lecho del barranco, y las que se sitúan a un margen del mismo. Las primeras al cortar por completo el curso del agua, han de aparecer en barranqueras de débil escorrentía, donde el empuje de las aguas torrenciales no es suficiente como para destrozarlas, el aprovechamiento de la escorrentía se produce in situ , no siendo necesario contar con una red de caños que traslade el agua hacia las parcelas de cultivo. Este tipo difiere de los nateros en que el suelo es el original con aportes de los sedimentos que transporta el agua, mientras que en los nateros el terreno se crea en un barranco donde no existe ningún tipo de suelo de cultivo. El segundo tipo, las que se sitúan al margen del barranco, lo hacen en aquellos cauces donde el caudal es mayor, lo que impediría que se cortara totalmente el cauce, puesto que la fuerza del agua provocaría la destrucción de la gavia. Por el sistema de captación de aguas podemos diferenciar: “Gavias de alcogida”, reciben el agua de una zona amplía que funciona a modo de impluvium. Las dimensiones de este área en relación al terreno cultivado puede ser de 15 a 25 a uno, pudiendo llegar en algunos casos a más de 75 veces el tamaño de la zona de cultivo. Puede recoger directamente la escorrentía o bien disponer de un caño que deriva toda el agua hacia el terreno cultivado. “Gavia de derivación” implica una mayor complejidad, y muchas veces las obras de derivación son acometidas de manera colectiva, puesto que los caños

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que conducen el agua pueden alimentar a varias. En este tipo de gavias el agua que discurre por un cauce temporal es desviada mediante algún tipo de obstáculo a modo de dique, llamado “argamasa”, que la deriva hacia los caños para su posterior transporte hasta el terreno de cultivo o directamente hacia las tornas que abren su boca al cauce. “Gavias mixtas”, aquellas que combinan ambos sistemas, una zona de alcogida y una derivación, más o menos compleja, desde un cauce torrencial. Con la aparición reciente de los primeros pozos destinados a la producción agrícola, especialmente para el cultivo de exportación del tomate , el sistema se hace aún más complejo, pudiendo encontrar lo que denominaremos “gavias modernas”. En ellas se combinan los sistemas de captación tradicionales con el riego mediante el agua que pueden aportar estos pozos accionados por molinos de viento. La mayoría de las que aún permanecen funcionales pertenecen a esta categoría, puesto que permite asegurar las cosechas, disminuyendo la dependencia de las lluvias. Podemos establecer una última categoría, las “gavias de recarga”, cuya evolución en cuanto a tamaño han venido a constituir las maretas o presas secas que jalonan la actual geografía insular, se trataría de gavias que tienen por función principal la recarga del acuífero, para posteriormente ser extraído mediante los pozos. La administración insular, el Cabildo de Fuerteventura, ha apostado, desde 1981, por la construcción de presas secas (en 1989 se contabilizaban 121 presas secas, con capacidad de embalsar 3 Hm 3. Plan Hidrológico Insular de Fuerteventura 1999:11812). Se trata de obras que

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inicialmente no son estancas, aunque van adquiriendo un cierto grado de impermeabilización merced a los sedimentos finos que arrastran las aguas de escorrentía. La función de las mismas es doble, por un lado propician la infiltración y la recarga del acuífero, y por otro, sirven de almacén temporal de agua, que luego puede ser aprovechada para el riego mediante bombeo. A criterio de los técnicos del Cabildo (Mesa 2001) éste sería el método más eficaz en la actualidad, ya que no necesita tanta cantidad de mano de obra para su conservación y permiten un riego más regular mientras dura el agua estancada. Las gavias, clasificación y semejanza con sistemas de otras regiones A nivel internacional han sido muchos los autores que han acuñado distintos términos para nombrar y clasificar los diferentes métodos de recolección de aguas (water harvesting). La FAO ha clasificado estos sistemas en tres categorías básicas dentro de las cuales sitúa las diferentes y variadas soluciones que, en diversas partes del mundo, se han dado a la captación de aguas, éstas son: microcaptaciones, sistemas de captación externa y aprovechamiento de torrenteras (Critchley y Siegert 1991). Siguiendo las tipologías que la FAO describe, las gavias no podrían ser clasificadas plenamente en ninguna de ellas. Como hemos visto, se combinan diversas soluciones que conviven en el reducido espacio de la Isla y mientras que las denominadas “gavias de alcogida” se encuadrarían entre los sistemas de

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captación externa, al recibir el agua de una superficie externa a la de cultivo, las “gavias de derivación” se englobarían dentro de los sistemas de aprovechamiento de torrenteras, mientras que las “gavias mixtas” vendrían a situarse a caballo entre esas dos categorías básicas de la FAO. Con mayor o menor similitud podemos encontrar sistemas semejantes en otros lugares del mundo, desde los khadin y ahar de la India, a las “cajas de agua” mexicanas (Kaul 2000, Palerm et al. 2001). El sistema más próximo geográficamente es el conjunto que forman los meskat/mankaa y m’goud de Túnez (Roose 1994). Se abre una interesante discusión sobre la posibilidad de que exista algún tipo de relación entre unos y otros, aunque también es posible que ante similares problemas, con una disponibilidad de recursos y conocimientos técnicos semejantes, se hayan obtenido iguales soluciones sin que haya existido un contacto previo. No sabemos con seguridad cuándo comenzó a desarrollarse este sistema en Canarias. En los protocolos notariales de finales del siglo XVI (Lobo 1988) no se habla de gavias sino de “vegas”, lo que nos hace pensar que la introducción es más tardía y quizás podríamos relacionarla con la llegada de los primeros esclavos de Berbería. No podemos olvidar que durante muchos años hubo una gran presencia de beréberes en las islas orientales del Archipiélago, fruto de las razzias o cabalgadas que los pobladores de Fuerteventura y Lanzarote hacían en el cercano continente africano.

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Las gavias en la agricultura de Fuerteventura Los cultivos de gavias son capaces de producir no sólo en unas condiciones ecológicas limitativas para el secano, sino que además producían entre tres y cinco veces más que los cultivos de secano extensivo. Estos últimos han desaparecido, mientras que las gavias subsisten a duras penas. El cultivo de las gavias no necesitaba de muchos jornales por hectárea, aunque el mantenimiento del mismo sí los requería. Apenas se realizaban labores durante el cultivo, siendo la recolección el proceso más laborioso al tratarse de un tarea manual consistente en el arranque de la planta de cereal entera. En cuanto el agua retenida por los trastones había sido embebida y el terreno está en sazón, se procedía a laborear el terreno muy ligeramente para proceder a la siembra de los cereales y leguminosas. Estas últimas se sembraban tras las lluvias, puesto que los cereales solían sembrarse “en seco”, es decir antes de las lluvias, cumpliendo el refrán que decía “En septiembre, el que quiere pan que siembre ” (Barroso 2000:21). Para el cereal se utilizaba la siembra “a voleo”, no recibiendo ningún otro cuidado, salvo pequeñas escardas, hasta la recolección. Las leguminosas se sembraban “a golpe”, una persona iba realizando los huecos con un punzón de hierro o sembrador y otra iba colocando una semilla en cada hueco y tapando. Entre los cereales más sembrados destacan el trigo, millo y la cebada, y entre las leguminosas los garbanzos, lentejas y judías. Otro cultivo ocasional era el azafrán de la tierra (Cartamo tinctorium). También podemos

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considerar usual encontrar de manera dispersa diversos frutales, especialmente higueras aunque también otros frutales como albaricoqueros, almendros y otros. Sin lugar a dudas el sistema de cultivo de gavias estructura el paisaje agrario de Fuerteventura. Representa 45 % de la superficie agrícola útil de la Isla, como podemos ver en el mapa en algunos municipios (Puerto del Rosario y la Oliva) llega a superar 60 % de las tierras de cultivo. Sin embargo, su distribución no es uniforme a lo largo de la geografía insular, los municipios del norte son los que presentan una mayor superficie de cultivo de gavias. Los municipios del sur, como Pájara y Tuineje, que representan a nivel absoluto 26 % de los terrenos útiles, apenas tienen gavias, ni en cultivo ni abandonadas. Si nos fijamos en el mapa, Pájara apenas tiene superficie cultivable, una gran parte de su territorio lo ocupa el macizo de Betancuria, tan sólo presenta unas 566 ha. útiles, lo que supone 7 % del total insular. El caso de Tuineje es diferente, su agricultura representa 19 % de la superficie útil de la Isla y sin embargo no tiene gavias, en este municipio predomina el cultivo intensivo de regadío, constituido fundamentalmente por las explotaciones tomateras dedicadas a la exportación. Puerto del Rosario concentra 43 % de las gavias de la Isla y la Oliva 33 %, con lo cual estos dos municipios norteños agrupan más de las tres cuartas partes de las mismas, tanto en cultivo como abandonadas. Las razones de esta distribución precisan de una investigación más profunda que el presente trabajo, pero podemos apuntar algunas causas de este desigual reparto. Por un lado situaríamos las causas de tipo

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“natural”, nos referimos fundamentalmente al hecho de que la distribución de los suelos no es homogénea, este hecho, al igual que la orografía, contribuye a concentrarlas en el norte, pero no explicaría por sí sólo tal distribución. Por otro lado, la disponibilidad de recursos hídricos, especialmente significativa cuando hablamos de aprovechamiento de aguas pluviales, presenta asimismo una desigual distribución espacial. El regadío se sustenta fundamentalmente en pozos que hasta hace poco elevaban mediante la energía que proporcionaban pequeños molinos de viento. Los pozos existentes se sitúan principalmente en el sur, mientras que los municipios del norte (La Oliva y Puerto del Rosario) sólo concentran 11 % de los pozos que existían en la década de los setenta (Romero 1979). Este factor, presencia/ausencia de pozos, introduce en la explicación de la distribución espacial variables distintas de las ecológicas, puesto que concurren en él otros aspectos, como la capitalización de la agricultura o la estructura de la propiedad, que influyen directamente en la aparición del regadío. Es decir, es necesario prestar atención también a los condicionantes socioeconómicos y culturales para explicar esta diferenciación espacial. Ventajas del sistema de cultivo en gavias La ventaja básica ya comentada de obtener cosechas en un medio hostil a la agricultura y superiores a las del secano, se complementa con otras que hacen de este sistema, de bajo consumo energético y que adopta tecnologías blandas, una manera eficaz en la lucha

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contra la desertificación en medios áridos, y un ejemplo de gestión del agua. Estas son: Evitar las pérdidas de suelo: la gavia retiene los lodos que arrastra las aguas de escorrentía evitando que este material se pierda en el mar, estos terrenos se convierten, frente a la erosión que es el fenómeno predominante en Fuerteventura, en áreas de sedimentación, ocasionando que en la textura del suelo de las gavias predominen las fracciones finas (< 2 mm). La escorrentía es el proceso que predomina frente a la infiltración, no son necesarias lluvias copiosas para que se produzcan, la causa de ellos la encontramos en las siguientes características: escasa cobertera vegetal; elevada salinidad y sodicidad de los suelos, que destruye su estructura; presencia de grandes áreas con caliches (encostramientos de cal); y progresiva disminución de la actividad agrícola, que ha provocado el abandono del mantenimiento y la ausencia de laboreo de las tierras de cultivo. Según el estudio hidrogeológico realizado en 1971, el SPA-15, la precipitación necesaria para que la escorrentía se produzca es de tan sólo 10-15 mm/24 h. Incrementar las reservas de agua propiciando la infiltración: las gavias facilitan que las aguas de escorrentía, que irremediablemente se perderían en el mar, queden retenidas en el terreno. El aporte adicional que una gavia recibe ha sido cifrado por el Plan Hidrológico de Fuerteventura en unos 200 mm, cantidades que sumadas a la pluviometría media son las responsables de que se puedan obtener cosechas de secano en estos terrenos. Se puede considerar que muchas son en verdad “gavias de recarga”, cuya función

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principal es facilitar la infiltración para luego aprovechar el agua mediante pozos. Disminuir los riegos de erosión hídrica y eólica: mientras que para el resto de los terrenos ambos procesos erosivos son especialmente graves, la tesis doctoral de Juan Miguel Torres (1995) demostró que en las gavias estos procesos son muy bajos o nulos, respectivamente. No existe riesgo de erosión eólica aun cuando la gavia no haya bebido en todo el año por no haberse producido precipitaciones suficientes. Esta característica es sólo cierta si el estado de conservación de las mismas es el adecuado, puesto que la rotura de los trastones ocasiona erosiones superiores a las que podrían producirse en los terrenos no roturados. Controlar la salinidad de los suelos: como demuestra la tesis doctoral antes mencionada y otros trabajos de la Universidad de la Laguna (Monteagut González 2000), las gavias presentan un grado de salinización inferior al resto de los terrenos de cultivo, rebatiendo por lo tanto las afirmaciones que se recogían al respecto en el Plan General Agronómico de Fuerteventura de 1950, que manifestaba que la salinidad era superior al provocarse un lavado de sales en las aguas de escorrentía al discurrir por la superficie y por lo tanto una mayor acumulación de las mismas en las gavias. Los suelos cultivados presentan valores en torno a los 4 decisiemens por metro, mientras que estos valores se ven ampliamente superados en los terrenos adyacentes a las mismas. Se trata, por lo tanto, de un método indicado para el lavado de las sales de los terrenos de cultivo, reduciendo la salinidad/sodicidad de los mismos, incluso en zonas próximas a la orilla del

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mar, este hecho ha motivado el mantenimiento del sistema incluso en aquellos terrenos que pueden recibir aportes de los pozos. Servir como reserva ecológica para especies en peligro de extinción: las gavias suponen un recurso alimenticio imprescindible para el mantenimiento de la hubara (Chlamydotis undulata fuerteventuae), un pájaro en extinción endémico de Fuerteventura. La Unión Europea ha incluido en el Plan de Acción para la Hubara, preparado por BirdLife International, una serie de acciones encaminadas a la conservación de este método de cultivo, lo cual ha llevado a la adquisición de terrenos de gavias por parte del Gobierno de Canarias con este fin. Obtener un plusvalor turístico: el paisaje agrícola se articula sobre la base del agrosistema de gavias. Su existencia supone la pervivencia de un cúmulo de conocimientos tradicionales y representan la lucha por la subsistencia del hombre contra un medio hostil por la aridez. Por lo tanto, podría ser un recurso que, bien aprovechado e interpretado, incremente el atractivo turístico de la Isla. El progresivo abandono La empresa ALCION S.A. determinó, mediante un trabajo de campo realizado en 1981, que las gavias en cultivo se reducían a no más de 104 ha., existiendo unas 3,690 ha. de gavias abandonadas. Estas cifras se ajustan bastante a las 3,800 ha. totales que recogen la Web del Cabildo Insular y el Plan Agrohidrológico de Fuerteventura. En los últimos veinte años el proceso de

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abandono de las gavias no ha estado al margen de la dinámica general de abandono que ha sufrido el conjunto de la agricultura insular. El Cabildo Insular de Fuerteventura ha puesto a disposición de los agricultores su parque de tractores, de manera que cada solicitante dispone de una cuota gratuita de 15 horas de laboreo. Esta política ha frenado el proceso de abandono pero no ha garantizado en modo alguno la funcionalidad del mismo, puesto que es imprescindible, para que funcione, mantener en buen estado los caños, individuales y colectivos, y también los trastones y rebosaderos de las parcelas de cultivo. Usualmente estas tareas no pueden realizarse con maquinaria, sino que necesitan del trabajo manual. Sin la conservación de estos elementos, mediante su limpieza y refuerzo con piedras o vegetación, el peligro de rotura y el arrastre consiguiente de los materiales se incrementa progresivamente. Estos trabajos del Cabildo son los que justifican los incrementos superficiales ficticios que destacábamos en un anterior trabajo (Perdomo 2001). En el año 1998 se solicitaban ayudas 2 para unas 285 ha. de gavias cuando en 1981 existían tan sólo 104 ha. en cultivo, es decir, probablemente se estaban incluyendo como superficies de gavias en cultivo las simplemente laboreadas, aunque en verdad no estén funcionales puesto que en muchos casos ni siquiera se siembran. Las causas del abandono que ha venido sufriendo las hemos de situar en: la aparición de otros sistemas de riego menos ocasionales, como pozos o desalinizadoras, que permiten una menor dependencia de las precipitaciones; la transformación en enarenados3 o

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invernaderos de algunas gavias, en búsqueda de una mayor productividad; la revalorización del regadío destinado no a cultivos de subsistencia, como el que se producía en las gavias, sino a cultivos de exportación, siendo el principal cultivo el tomate y en los últimos años otras hortalizas en invernadero e incluso la platanera; y especialmente la rápida terciarización de la economía insular hacia el sector turístico, lo que ha ocasionado la práctica desaparición de la mano de obra necesaria para mantenerlas funcionales e incluso la pérdida irreparable de los conocimientos que iban aparejados a este sistema de cultivo. Conclusiones Este sistema de cultivo está progresivamente siendo abandonado a pesar de representar un agrosistema especialmente adaptado a las condiciones de aridez. Las cifras de incremento superficial que delatan las ayudas agroambientales enmascaran el abandono, por la presión turística, y la falta de funcionalidad, al no producirse un mantenimiento adecuado del sistema que vaya más allá del simple laboreo de las tierras. La distribución espacial de las gavias en el territorio es desigual, estando concentradas en los municipios septentrionales. Las razones de esta distribución debemos buscarla tanto en factores de tipo ecológico como en factores socioeconómicos y culturales. El sistema presenta múltiples ventajas y tiene una alta rentabilidad económica per se si se consideran parámetros medioambientales y turísticos además de los estrictamente mercantilistas.

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Notas 1

2

3

Los nateros, también llamados ateros o argamasas, son otro sistema de cultivo, semejantes a los jessour de Túnez, peculiar de las Islas Canarias. Lo encontramos en aquellas áreas de mayor pendiente y en todas las Islas del Archipiélago. Consisten en la creación de terrenos de cultivo, de pequeñas dimensiones, mediante el cierre de las barranqueras secundarias mediante un muro de piedra, que retiene el agua y los lodos en suspensión, colmatando el área cerrada progresivamente, hasta originar un terreno de cultivo allí donde sólo existía una barranquera. El nombre de natero viene dado de la formación de una nata de lodo que queda sobre el terreno cuando retiene el agua de escorrentía. Se trata de las ayudas estipuladas en el Reglamento de la Unión Europea (CEE) 2078/92 sobre métodos de producción agraria compatibles con el medio ambiente. En el decreto del Gobierno de Canarias (Decreto 109/1995) que desarrolla las mismas existen dos medidas relacionadas con las gavias, una por mantener en “cultivo las gavias y nateros” y otra referida a la reparación de estos elementos. Los enarenados o arenados son un sistema de cultivo desarrollado en Lanzarote, se trata de cultivar en terrenos cubiertos de lapilli volcánico, aprovechando que este material reduce la evaporación del agua del suelo.

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Foto V-1 Gavias de la rosa de Triquivijate llenas de agua.

Foto V-2 Gavia “bebiendo” (Foto del Ing. Ontañón).

Foto V-3 Gavia de fondo de barranco.

Foto V-4 Compuerta de una gavia.

Foto V-5 Compue rta de un caño para introducir agua a la rosa de Taro

Foto V-6 Gavia de alcogida.

Foto V-7 Gavia de alcogida.

VI. Cercas y muros de piedra para el manejo de barrancadas y aprovechamiento de paja de río Cirila Avila Castillo y Jacinta Palerm Viqueira Introducción La comunidad de Santiago Chazumba es un municipio del estado de Oaxaca que se encuentra en el trayecto Tehuacán-Huajuapan de León, de la carretera federal 125. Su localización es aproximadamente a los 18° 15’ latitud norte y 97° 40’ longitud oeste. Según SARH (1980) la vegetación corresponde a un matorral oligocilindrocaule afilo, que predomina en un clima semicálido seco con lluvias en verano, temperatura media anual de 20 a 24° C y precipitación pluvial de 500 a 750 mm. La época regular de lluvias inicia en el mes de mayo y sigue un comportamiento irregular, dependiendo del año, hasta finalizar con unas pocas lluvias a mediados y finales de septiembre. Las lluvias son moderadamente torrenciales, no permiten una buena infiltración y provocan una marcada erosión en los suelos, ya muy perturbados de por sí, entre otras causas por su topografía suavemente quebrada. Las tierras de las parcelas de la comunidad no son del todo fértiles; aunado a esto, los campesinos no acostumbran hacer uso excesivo de agroquímicos por diversas razones. Primero, porque se trata de una zona de agricultura de subsistencia, donde el patrón de cultivos se reduce a frijol, maíz, calabaza y en algunas ocasiones siembra de alfalfa y hortalizas como cilantro y rábano, utilizados en su mayoría para el autoconsumo y en algunas ocasiones para el intercambio (trueque) o pequeña venta. De tal forma que utilizar agroquímicos o pesticidas en el proceso de trabajo aumenta el costo de

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producción, lo cual no es redituable para el productor. Otra razón radica en que no hay disposición de agroquímicos en la comunidad, de tal forma que el transporte de éstos representa un costo adicional al proceso de producción que sólo lo pueden cubrir productores con más recursos económicos, para los cuales la agricultura no es el principal medio de subsistencia. El uso de maquinaria es poco común, dado que la tenencia de la tierra es de ½ a 1 ha. Unicamente algunos campesinos cuentan con 2 a 3 ha., mismos que tienen recursos para renta de maquinaria; el resto utiliza tracción animal para evitar incremento en los costos de producción. Como estrategia de supervivencia los campesinos han buscado alternativas que incluyen la recolección de especies vegetales silvestres para consumo (cactus, flores, frutos, semillas), mantener solares con diversidad de especies (medicinales, ornamentales, frutales y hortalizas), hacer rotación e intercalado de cultivos, sembrar dos cultivos anuales, aprovechar abonos animales, paja de río en épocas de lluvia y obtener humedad mediante el aprovechamiento del agua de la barranca da y en ocasiones construcción de norias (pozos). Dado que entre los problemas más intensos en la comunidad son la erosión, poca fertilidad de la tierra y escasa humedad, se realiza la practica de aprovechamiento de tierra o paja de río, (conocida por Fortanelli 1997 como enlamado) durante las primeras lluvias, a mediados del ciclo de lluvias y al final de este periodo, por la necesidad de contribuir a la fertilidad y humedad de las parcelas ubicadas a la orilla del río.

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Aprovechamiento de paja de río La técnica se ha venido practicando por la necesidad de proveer a la parcela de fertilidad que en este caso la puede proporcionar la paja de río rica en materia orgánica, desechos animales y otros acarreados por el agua. Así, durante los meses de abril y mayo, los campesinos se disponen a tomar sus palas y azadones para abrir caño o zanja y preparar sus terrenos para aprovechar las primeras barrancadas que proveerán de paja , lama y humedad a la parcela. La apertura anual del caño o zanja se debe a las condiciones en las que haya quedado el río después de las últimas lluvias del año anterior y a lo accesible que se encuentre la zanja vieja. Algunas veces sólo se repara la zanja o en otros casos se vuelve a construir una nueva dependiendo como vaya a ir la corriente. En algunas ocasiones, sobre todo cuando la ubicación de las parcelas lo permite, el caño se abre a partir del canal de riego y así se distribuye mejor y más rápido por toda la parcela el agua que contiene material de arrastre (hojarasca de árboles, excremento animal, raíces, tierra fértil y lama) proveniente de parcelas, de la zona de monte y de aguas arriba. En otros casos, será necesario construir un caño de 40 a 50 cm de ancho y distinto largo desde la orilla del río donde habrá mayor creciente o donde se encuentra el nivel adecuado para conducir el agua hasta la parcela. En ambos casos todo queda preparado, únicamente es necesario establecer un obstáculo (piedra o tronco) a manera de protección que se quitará cuando llegue la hora. Cuando se presentan las primeras lluvias el río trae la mejor calidad de barrancada, ya que fueron suficientes 4 a 6 meses de no llover para acumular hojarasca, lama y estiércol. Es así como después de una lluvia y justo

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cuando ha disminuido la fuerza de la corriente, se retira el obstáculo para desviar la barrancada de la orilla del río hasta las parcelas por medio del caño o zanja que se destruye rápidamente si la cantidad de agua es excesiva, o sólo se obstruye para utilizarlo a finales del ciclo de lluvias y poder proveer nuevamente de humedad, paja y lama al cultivo de otoño-invierno. En ciertos casos, la construcción del caño o zanja se lleva a cabo justo el día de las primeras lluvias, esto según algunos campesinos, es mejor trabajar de acuerdo a como venga el agua (cantidad de agua, paja y dirección de la corriente), que hacer otra zanja por el cambio de dirección del agua. Cabe mencionar que el aprovechamiento de la materia orgánica que acarrea la barrancada se lleva a cabo en dos épocas del año principalmente: la primera durante las primeras lluvias (abril-mayo) para proveer de humedad y paja al terreno en tanto las lluvias son más frecuentes, y la segunda en los meses de agosto-octubre momento en que finalizan las lluvias y existe la necesidad de mantener húmedo el suelo para el cultivo de otoño invierno que estará establecido cuando ya no llueva. Existe la posibilidad de hacer un encharcamiento entre los meses de mayo a agosto en caso de que se haya presentado un tiempo prolongado sin llover y la tierra lo requiera, sin embargo, esto no se realiza con frecuencia. En casos donde se encuentran tierras susceptibles de regarse por la diferencia de niveles, se emplean bombas de gasolina para subir el agua del río a las parcelas. Sin embargo esta actividad se realiza dos o tres días después de una fuerte barrancada , ya que es cuando el agua se encuentra menos turbia para obstruir el paso por las mangueras. Esta agua, aunque en pocas cantidades contiene materia orgánica que llega hasta la parcela y contribuye a su fertilidad, así, después de tres a cinco años, se encuentra una gran cantidad de materia

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orgánica y las características de la parcela se diferencian por suelo molido muy poroso y poco compacto que se encuentra sobre la superficie y en las primeras capas de suelos ya volteados. Esto permite realizar mejor y más rápido las labores a los cultivos y la misma paja contribuye a reducir pérdidas de humedad por evaporación. La parcela se deja inundar unos 15 a 20 cm. si aún no hay surco y un poco más (30 cm.) cuando ya existe el surco. En ambos casos existe un bordo en la periferia de la parcela para evitar derrames y pérdida de la paja. Este bordo en la mayoría de los casos se encuentra cubierto de pasto u otras arvences como protección. El bordo es permanente y se va reparando cuando se observan algunos daños o cuando este tiende a perderse. Su altura es aproximandamente entre 35 a 45 cm. Algunos campesinos indican que en lugares donde se ha encharcado con agua de río que contiene paja y lama, el suelo no se saliniza y requiere menos o escaso aporte de fertilizante. Sin embargo la práctica ha sido abandonada poco a poco porque requiere tiempo y fuerza de trabajo, además de que en la actualidad hay más acceso a los fertilizantes químicos. La lama y paja que quedan entre las rocas, bajo los árboles y entre los troncos que ha acarreado la barrancada y que es difícil que llegue a las parcelas cercanas al río, es aprovechada una vez apaciguada la barrancada, por algunas personas para fertilizar el suelo de sus solares y por los propios estudiantes de secundaria para fertilizar los jardines, ya que gran parte de los suelos ubicados en la parte norte de la población son de material calcáreo tipo tepetate muy compactos que requieren aporte de materia orgánica para hacerlos más porosos y fáciles de trabajar. Es así como después de una buena lluvia o de lluvias moderadas secuenciales,

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la gente se dirige al río para llevar en carretillas o botes, tierra de río de peso muy ligero rica en materia orgánica. Cercas de ramas, carrizo y alambre de púas La construcción y mantenimiento de cercas de ramas, carrizo y alambre de púas es una actividad que se lleva a cabo una vez al año durante los meses de abril a mayo con diferentes propósitos: como límite entre parcelas, barrera rompeviento, para aprovechar la materia orgánica que baja de las barrancadas y para evitar que el agua penetre con fuerza a la parcela y destruya el cultivo y se lleve el terreno. Las cercas que se construyen para el aprovechamiento de los desechos de la barrancada generalmente se ubican a la orilla del río, donde a su vez se encue ntran los árboles más viejos de sauce llorón y sabinos que fueron plantados con el propósito de utilizarlos como estacas vivas para apoyo del cerco, el cual entretejen con ramas del mismo sauce y carrizo para ir formando el cerco. Al mismo tiempo, es necesario construir una o dos trancas (puerta rústica de alambre de púas y troncos) en la periferia del cerco que servirán de entrada del agua de la barrancada . La técnica para aprovechar la paja de la barrancada la realizan dos personas que utilizan pala, rastrillo y un palo de 2 m. de largo. Lo principal es esperar las primeras lluvias y desviar inmediatamente la barrancada por las trancas hacia la parcela. Esta actividad estará bajo la responsabilidad de una persona, quien de acuerdo cn la cantidad de agua y paja, decidirá abrir las dos trancas o una sola, para distribuir la paja grande hacia la orilla del corral o cerco a manera de reforzar, tapar huecos e ir cerrando el cerco.

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La otra persona se dedicará a distribuir la paja más pequeña y la lama por los surcos de la parcela y la contigua, siempre y cuando ésta pertenezca a algún familiar cercano y haya cierto acuerdo de ayuda mutua. Cuando la cantidad de paja ha disminuido y la cantidad de agua es suficiente, las trancas se vuelven a cerrar y a éstas se les entretejen varas de carrizo y ramas para evitar el paso del agua. La paja de la barrancada también se concentra en la parte exterior del cerco; en muchos casos y sobre todo cuando forma una capa muy gruesa, ésta la retira el dueño de la parcela con una pala y la introduce a su parcela para hacer más fértil el terreno o para abonar árboles frutales. En estos casos las tierras son aptas para sembrar dos veces al año (cultivo de primavera-verano y otoñoinvierno) una variedad de cultivos, entre los cuales destacan maíz, frijol, calabaza, algunas hortalizas como cilantro y rábano; frutales como aguacate , limón , guayaba y tempezquisle. La técnica de cercas a la orilla de ríos de aguas broncas para el manejo de la barrancada es semejante a lo descrito para Sonora por Nabhan y Sheridan (1977). Por su parte las cercas en su técnica de construcción, pero con una ubicación distinta, asemejan a los llamados estacados en San Luis Potosí (Charcas 1984:59-66, 8082), y una foto en Anaya (2000:148, Figura 43) intitulada “Manejo de escorrentías superficiales y construcción a mano de terrazas con estacas y ramas en Nochixtlan, Oaxaca”. Muros o barreras de piedra Los muros o barreras de piedra son construcciones de piedra de laja que se levantan en cualquier época del año en terrenos ubicados a la orilla del río y al mismo

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nivel de éste. Se pone muro de piedra cuando la parcela y el arroyo están al mismo nivel, y la cerca sería insuficiente Los muros de piedra sirven para evitar que el agua penetre con fuerza a la parcela y destruya el cultivo y para desviar, por una orilla del muro, el agua de barrancada hasta las parcelas que se encuentran hacia adentro. Para la construcción del muro es necesario buscar las piedras más planas e ir acomodando unas sobre otras utilizando una plomada para nivelar y evitar derrumbes por la fuerza de agua. Cuando bajan las primeras barrancadas y si éstas traen suficiente paja y lama, el dueño de la parcela bordeada de muro o los vecinos que tienen su parcela hacia adentro, abren parte del muro y dejan pasar un poco de barrancada . Ésta, necesariamente se conduce por el canal de riego, de tal forma que el muro sólo se abre cuando se va aprovechar la barrancada y se cierra y limpia al término de la actividad para evitar azolves en el canal. Referencias Anaya Garduño, M. 2000 “Derivación y Distribución de Torrentes”, en Manual de Captación de Agua de Lluvia, Experiencias en América Latina. Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Serie: Zonas Áridas y Semiáridas núm.13, Santiago, Chile En línea: http://www.rlc.fao.org/prior/recnat/tya.htm#manu al SARH 1980 Coeficiente de agostadero de la República Mexican: Oaxaca.

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VI-1 VI-3

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Foto VI-1 Cerco “descuidado” de una parcela, el cual se reparará entre los meses de abril y mayo, fecha en la que se aproximan las lluvias y será necesario proveer a la parcela de humedad y paja de río a través de las primeras barrancadas. Foto VI-2 Cerco de una parcela, utilizando árboles vivos y troncos, entretejidos con ramas de sauce y carrizo. Atrás del cerco, en la parcela, caseta para guardar herramienta. Foto VI-3 Cerco de piedra que protege la parcela de las grandes avenidas y que a su vez permite la derivación de agua y paja de río en las primeras barrancadas.

VII. Siembra de enlame en Santa Cruz de Gamboa, Guanajuato María Antonia Pérez Olvera y Jacinta Palerm Viqueira Introducción El ejido de Gamboa pertenece al municipio de Apaseo El Alto, Guanajuato y se ubica a una altura sobre nivel del mar de 1850 m., entre los 100° 37’ 12’’ longitud y 20° 27’ 25’’ latitud. El clima es tipo seco o estepario con una precipitación media de 732 mm (INEGI 1980). Los suelos son someros y algunos con alto grado de pedregosidad, aunque también existen suelos profundos, predominando los de tipo vertisol, los cuales se localizan en planicies y a lo largo de las vegas de los arroyos y presas. En las tierras del ejido hay dos presas de agua conocidas como la presa Gamboa y la presa Las Chinas, esta última en los límites del ejido, por lo que no se aprovechan sus aguas para riego en este ejido. En ambas se almacena el agua con fines agropecuarios, además de traer otros beneficios que se describirán más adelante. La agricultura que se desarrolla en el ejido es en mayor proporción de temporal y una pequeña proporción con riego de punta o de auxilio, lo cual permite adelantar el ciclo y cosechar más temprano. En ambos casos se limita el cultivo al ciclo de primavera-verano, en ambos sistemas. Los cultivos principales son: el maíz solo o asociado con frijol y/o calabaza. Existen además pequeños espacios donde es posible desarrollar dos ciclos de cultivo, es decir un ciclo adicional de cultivo en invierno (leguminosas), mediante lo que se denomina localmente siembra de enlame; de hecho esta denominación corresponde a dos manejos diferenciados: la siembra en las orillas de los vasos de las

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presas y la siembra en la vega de los arroyos con las últimas aguas broncas de la temporada de lluvias. Nuestro propósito es describir estos dos manejos que aunque corresponden a espacios pequeños permiten obtener dos cosechas anuales y, además, hace innecesario el uso de fertilizantes debido a la alternancia leguminosa/maíz, así como al aporte de materia orgánica mejorando la economía de las familias campesinas. Siembra de enlame en el vaso de la presa Un sistema de producción tradicional que se lleva a cabo regularmente en los vasos de las presas es la siembra de maíz en la temporada de lluvias, y de leguminosas, lenteja y garbanzo, en el invierno. Se conoce localmente como siembra de enlame. Las siembras de enlame tiene una gran importancia en la localidad debido a que es la única manera de obtener dos ciclos de cultivo al año; el beneficio que dan estos cultivos a la economía del productor es en varios sentidos, primeramente por la baja inversión al cultivo, ya que sólo se borra surco con una rastra ligera y al mismo tiempo se siembra el cultivo, por lo que es una sola labor; en segundo lugar por el ingreso económico: en el caso del garbanzo en forma de grano o semilla o bien en verde como botana, es destinado a la venta; en el caso de la lenteja el grano se destina a la venta, la paja de la lenteja se usa y se vende como forraje y adquiere un buen precio en la época de estiaje. La siembra de enlame se realiza en los suelos ubicados en el vaso de la presa o en la periferia de éste dependiendo de la cantidad de agua que entre a la misma. Cabe señalar que dependiendo de la cantidad y manejo del agua de la presa la superficie sembrada en el ciclo de invierno fluctúa: las siembras de enlame se ubican solamente en las tierras que estuvieron

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inundadas, de tal manera que en los años en que la precipitación no alcanza a llenar la totalidad de la presa, la superficie sembrada en el ciclo de invierno es menor, mientras que en años con precipitaciones altas o cuando no se abren las compuertas de la presa, la superficie sembrada es mayor. Si tomamos como punto de partida desde que se inicia el llenado de la presa durante la temporada de lluvias, encontramos a las orillas de los vasos de las presas siembras de maíz con el mismo patrón que la siembra de maíz de temporal; pero cuando el agua acumulada en la presa empieza a llegar a las parcelas sembradas de maíz, lo cual sucede ya casi al final de la temporada de lluvias (septiembre-octubre) se construyen bordos para evitar que el agua que se está acumulando inunde sus terrenos, esto es con la finalidad de ganar tiempo para cortar y sacar el maíz, con todo y rastrojo, el cual continua su secado regularmente en casa del productor. El corte del maíz generalmente se realiza en los meses de octubre -noviembre y, en cuanto se termine de sacar el maíz, se rompen los bordos de un costado para que el agua inunde las parcelas, regularmente esto se lleva a cabo en la segunda quincena de octubre. La construcción de bordos en las parcelas de las orillas de los vasos de las presas pueden ser de tierra o de concreto en la parte central y los laterales de tierra. Los bordos de concreto son permanentes, mientras que los bordos de tierra generalmente son temporales y se construyen y destruyen cada ciclo. El bordo de tierra o de concreto y tierra tiene la finalidad de un manejo del agua en la parcela: en un primer momento para evitar el ingreso de agua a la parcela y dar tiempo a sacar el cultivo del maíz, en un segundo momento, permitir la inundación de la parcela al abrir un boquete en el bordo o destruir por completo el bordo. El agua puede alcanzar una lámina de 40-45 cm. en las partes bajas y de 30-35

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cm. en las partes altas, ello debido a que los terrenos del vaso de la presa no son completamente planos. Cuando el nivel del agua desciende, los productores siembran leguminosas. El agricultor inicia la siembra de la lenteja o garbanzo en las partes altas que es donde baja primeramente la humedad y siembras más tardíamente en las partes más bajas. Las fechas de siembra para el garbanzo y la lenteja son del primero de noviembre hasta el primero de diciembre. La siembra de leguminosas se realiza mediante el sistema de siembra tierra venida, en todos los casos se usa la yunta para realizar la siembra. Los suelos en donde se lleva a cabo la siembra generalmente son de tipo vertisol debido a que este tipo de suelos pre dominan en los vasos de las dos presas, adicionalmente a las características propias de este tipo de suelos, como es una alta retención de humedad, se caracterizan por tener un alto contenido de materia orgánica por ser una zona de acumulación de materiales ocasionado por el acarreo, propiciando que la lenteja o el garbanzo satisfagan sus demandas en cuanto a humedad y a nutrientes se refiere. Los agricultores consideran importante en el cultivo de leguminosas en siembra de enlame la humedad del rocío de la mañana, al parecer el rocío es fuente de agua que permite el crecimiento, desarrollo y sobre todo que la lenteja y el garbanzo completen su ciclo de producción. La decisión de sembrar lenteja o garbanzo depende del agricultor, sin embargo la humedad es un elemento crítico, de tal manera que si se les pasa un poco la humedad como mencionan los agricultores, o bien se reduce más de lo debido y no siembra cuando la tierra está en su punto se siembra preferentemente garbanzo; dado que pese a que los dos cultivos son resistentes a sequía, el garbanzo es relativamente menos sensible que la lenteja a la falta de humedad en épocas críticas.

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El cultivo de estas leguminosas dura aproximadamente 5 meses, y los costos de producción son relativamente bajos considerando que son pocas las actividades que integran el proceso de trabajo, el cual se describe a continuación. La preparación del suelo en terrenos donde se acaba de cultivar maíz, consiste en borrar surco. Esta actividad se realiza con yunta, y posteriormente se realiza un paso de rastra ligero con ramas para arropar humedad. La siembra de lenteja se realiza utilizando de 30-35 kg/ha. de semilla criolla, la cual tiene un color verde intenso y alcanza una altura que va de 30-40 cm., su diámetro es de aproximadamente 5 mm., en humedad residual o enlame es tolerante a la sequía. La mejor época para la siembra de la lenteja es del 15 de octubre al 1 de diciembre, fechas que son muy importantes debido a que si se siembra antes, el cultivo se ve afectado por las heladas en época de floración o cuando las vainas son tiernas; en caso de que se siembre después de esas fechas, puede afectarse el cultivo por las primeras lluvias que se presentan en mayo, las cuales ocasionan manchado del grano. Después de la siembra de lenteja , no se realiza ninguna otra labor de cultivo, sólo se espera a que el cultivo alcance el estado de madurez fisiológica, la cual coincide con el amarillamiento del follaje siendo el principal indicador para iniciar el corte, el cual se realiza de manera manual. Las plantas cosechadas son colocadas en un lugar expuesto al sol (conocido localmente como era), el cual es un lugar más o menos compactado, donde son trilladas con el paso de mulas en circulo hasta que las vainas suelten la semilla, la planta queda molida ó desecha dando la apariencia de polvo. El grano es separado de la paja moviéndola con bieldos, posteriormente el polvo y las basuras pequeñas son eliminadas aventando la semilla sucia al viento. El grano

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es destinado para consumo humano, y la paja es destinada para la alimentación animal. Los rendimientos en la zona van de 1,000 a 1,400 kg/ha. La siembra del garbanzo y las labores que se le realizan a este cultivo son similares a las realizadas para la lenteja, sólo cambia la cantidad de semilla utilizada debido al tamaño de la misma y en este caso se usan de 50 a 60 kg/ha. La mayor parte de la superficie sembrada de garbanzo se destina para el consumo en verde, y el resto se destina para la producción de semilla, la cual puede usarse como tal para la siembra del próximo ciclo o bien para consumo humano. La fertilización del cultivo de maíz en parcelas en las que se tuvo leguminosa no se práctica, y los deshierbes se realizan cuando el productor lo considera necesario. El manejo de la fertilidad en estos terrenos se da de manera cíclica, utilizando los nutrientes acumulados por el arrastre y los que aporta al suelo el cultivo de la leguminosa. De acuerdo con la opinión del agricultor, los resultados obtenidos en el cultivo de maíz cuando se siembra después de un cultivo de leguminosas es mucho mejor que cuando no lo hubo, sin duda los aspectos mencionados con anterioridad juegan un papel importante en el manejo de la fertilidad de estos suelos. Siembra de enlame en la vega de los arroyos Otra modalidad de siembra de enlame se realiza de manera ocasional, particularmente cuando el cultivo de maíz de temporal no se logró. En terrenos ubicados cerca de los arroyos el agricultor inunda su tierra desviando el agua de las últimas lluvias (octubre) hacia su parcela. Para ello circunda la parcela con bordos temporales de tierra, los cuales tienen una altura de 40 a 50 cm., e

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introduce agua que es derivada por gravedad del arroyo o bien subiendo el agua del mismo arroyo con bomba. Cabe señalar que no es el agua proveniente de la presa, sino la que aún no ha llegado a la misma y que es desviada de su cauce con el objetivo antes mencionado. La diferencia de este sistema con un sistema de riego convencional es que el suministro de agua se da en un solo evento, el suelo queda completamente saturado y la humedad es suficiente para que quede establecido el cultivo; como en el caso de la siembra de enlame en los vasos de las presas el cultivo consiste en leguminosas (lenteja o garbanzo). Conclusiones La siembra de enlame es una alternativa viable para los productores porque es la única forma de obtener dos ciclos de cultivo al año, lo cual ayuda a su economía, el cultivo de leguminosas aporta nutrientes de calidad por el tipo de residuos de cosecha y por la fijación de nitrógeno atmosférico que es característico de las leguminosas, y de acuerdo con la experiencia del agricultor “la siembra de maíz, después de un cultivo de lenteja o garbanzo bajo este sistema, no requiere fertilización”. Glosario Tierra venida. Sistema local de siembra, se realiza con yunta en forma de barbecho con arado de vertedera de tal manera que se traza el primer surco y se siembra al chorrillo y posteriormente el siguiente surco se hace a una distancia muy corta (10-15 cm.) de tal manera que permite el tapado del surco anterior y queda abierto otro surco para también ser sembrado y así sucesivamente; al final el arreglo

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topológico de las plantas semeja una siembra al voleo. Borrar surco. Es una labor cultural que se realiza con tracción animal, la cual consiste en pasar el arado por los lomos de los surcos con la finalidad de que el suelo tenga el mismo nivel. Referencias INEGI 1980 Síntesis Geográfica Guanajuato. (Nomenclatura y Aguascalientes, México.

del Estado de Anexo Técnico).

VIII. La hacienda alteña y sus sistemas de riego (aniego y jugo) Tomás Martínez Saldaña y Leticia Gándara Mendoza Presentación La descripción de la hacienda alteña y sus sistemas de riego ayuda a entender la estructura social y económica generada por una forma de aprovechamiento hidráulico en la región de los Altos de Jalisco. En esa región colonos y labriegos se instalaron, entre 1600 y 1750, en la línea divisoria entre la Nueva España y la Nueva Galicia con la finalidad de formar una barrera humana como reacción a la guerra del Mixtón de 1541, que en 1551 deviene en la Guerra Chichimeca y que concluye hasta 1591. El siglo XVI en el occidente fue de batallas intermitentes que no dejaron crecer la colonización más allá de puestos militares o misionales salpicados con procesos esporádicos de colonización de mineros, cazadores y algunos pastores. En ese entorno nacieron tres haciendas dedicadas a la producción de lana y carne: El Marquesado de Altamira, cuya sede era Santa Anna Apacueco; El Condado de las Presas de Jalpa, cuya cabecera era Jalpa; y el Mayorazgo de Milpillas, cuya sede estaba en la Trasquila, actualmente San Ignacio Cerro Gordo. La hacienda alteña se conformó tardíamente de los reductos de estos enormes latifundios. Colonos hispanos y mestizos iniciaron su arribo a partir de 1660 a la llamada serranía de los Altos de Villanueva, los colonos se convirtieron en posesionarios y arrendatarios del suelo y fue hasta después de la Guerra de Independencia que adquirieron sus títulos de propietarios. Estos títulos dividieron en un retazo infinito a la región por cincuenta años. Pero los herederos una vez más generaron un proceso de concentración de la

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tierra durante el porfiriato: para 1888 se reconocían cuatro haciendas de mediana magnitud en la región de Arandas: San Ignacio, San Sebastián, Guadalupe y Jalpa de Cánovas. No sólo el tamaño era diferente, la explotación de la propiedad se basó en el aprovechamiento del agua mediante el aniego, dedicando además una porción de las tierras a la ganadería y a la explotación del agave tequilana. Este notable proceso de formación de latifundios coloniales, su destrucción y su posterior reconstrucción devino en lo que denominamos la hacienda alteña, donde la lógica de la producción se sustenta en un sistema hidráulico (Orozco 1986). Los sistemas de riego de bordería era un sistema de aniego y jugo que aprovechaba las escorrentías naturales de las serranías por lo que su estructura física era muy simple pero al mismo tiempo se basaba en acuerdos sociales muy complejos entre los vecinos que conformaban asentamientos de familias extensas y rancherías dispersas. El sistema con el paso del tiempo permitió el acaparamiento de las aguas y las tierras al concentrarse la propiedad por herencia o compra. La producción de lana se suplió por la producción de cereales y tequila. Estos cambios fueron estimulados al modificarse los mercados. Sin embargo después de la Revolución mexicana y de la Guerra Cristera los modestos sistemas de riego de los bordos alteños se empezaron a extinguir conjuntamente con las formas de tenencia de la tierra que los vieron nacer y al desaparecer dieron pie a la consolidación de los pequeños propietarios, productores de agave, leche, maíz y frijol, característicos de los Altos del siglo XX. La región de la hacienda alteña La región donde nació la hacienda alteña y su sistema de riego se ubica en el occidente de México

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ubicada en el triángulo de Guadalajara, La Piedad, y León., formando la región llamada los Altos de Jalisco. Esta región comprende 43,000 km2 de suelo más bien pedregoso y pobre en materia orgánica; quedan restos de bosques de encinos y pino en la zona sur; aunque ahora domina el huizache, madroño y mesquite. Los Altos están flanqueados por el norte el río Lerma y por el sur el río Verde, éstos drenan el agua de los Altos con una serie de riachuelos, que no dejan que el agua se almace ne en la región alta. El área estudiada es todavía más reducida; abarca los municipios de Arandas, Jesús María, Ayo el Chico, Degollado, Atotonilco el Alto, parte del municipio de Tepatitlán, San Miguel, y San Julián. Esta área es una zona de lomeríos, una meseta, una zona de cañadas y una pequeña llanura a la orilla del río Lerma. Algunas explotaciones del siglo XIX se definen como haciendas alteñas, tal es el caso de la haciendas registradas en el censo de 1888, la de Guadalupe de los Orozco; la de San Ignacio Cerro Gordo, surgida de la hacienda de la Trasquila; la de San Sebastián, conformada con tierras de Jalpa. Fuera del censo y años después en la región de Arandas se mencionan la hacienda de Ojo Zarco, de don Genaro de la Cerda; inclusive propiedades de menor tamaño se las reconocía como hacienda, tal era el caso de San Agustín, de los Camarena; el Chivo, de los Fonseca; El Estribo, de los Velázquez;los ranchos de los Ascencio y los de los Hernández, surgidas éstas al venderse la hacienda de Santa Anna Pacueco. Un caso de estudio la hacienda de Guadalupe La hacienda de Guadalupe ubicada en el municipio de Arandas fue la que dejó más huellas hidráulicas y se la considera representativa de este tipo de explotaciones. La hacienda de Guadalupe ha subsistido, en forma

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reducida, hasta la fecha, sobreviven herederos directos de sus fundadores así como restos arquitectónicos de la casa grande y de las tahonas tequileras, además de ruinas de un acueducto, de acequias y de canales, parte de su sistema de riego está en uso y sus antiguos dueños guardan información archivística poco conocida. Los propietarios de la hacienda de Guadalupe. Como todos los alteños, los propietarios de la hacienda de Guadalupe encuentran sus ancestros entre los colonizadores tempranos y migrantes que se ubicaron en Arandas, algunos fueron dueños de ese rincón libre dejado por las haciendas coloniales en la meseta arandense y otros llegaron como arrendatarios. Los Orozco forjadores de la hacienda de Guadalupe se dicen herederos de los colonizadores de la Nueva Galicia y se consideran herederos de los Tello de Orozco, quienes se establecieron en los terrenos orientales de las faldas de Cerro Gordo, en el llano donde hoy se asienta la delegación Capilla de Guadalupe en el municipio de Tepatitlán. Pasaron varias generaciones y la familia fue creciendo por lo que se expandieron por la región, al mismo tiempo se unieron en matrimonio con otras familias que tenían tierras aledañas, como era el caso de los Martín del Campo. Uno de los descendientes de esta alianza fue don Trinidad Tello de Orozco y Martín del Campo quien le compró a un amigo suyo la hacienda del Tule en Arandas, adquirida anteriormente de los Castañeda, de la hacienda de la Trasquila. La compra quizá se efectuó después de 1808, cuando se declararon desaparecidos los vínculos de mayorazgo. Trinidad se casó con una prima suya y procreó en el año de 1830 a Pantaleón Orozco quien formó lo que se llamó la hacienda de Guadalupe, iniciando en 1863 una serie de compras de tierras que culminan en 1880 cuando funda el casco de la hacienda y pasa a habitarlo junto con su esposa Doña

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Isabel Camarena Ramírez, descendiente de otros viejos colonizadores de Arandas, y para 1888 el censo oficial reconocía varios ranchos como parte de la hacienda de Guadalupe (Iguínez 1981, Orozco 1986). Formación de la hacienda de Guadalupe. La hacienda se formó por compras a familiares y vecinos, herederos de los arrendatarios que adquirieron tierras del antiguo Marquesado de Altamira que en ese momento era ya la hacienda de Santa Anna Apacueco y del Condado de Jalpa o La hacienda de Jalpa de Cánovas y del mayorazgo de Milpillas o la hacienda de la Trasquila. Cuadro 1 Las estancias adquiridas por don Pantaleón Orozco El rancho Xoconostle y la zona sur, de don Diego Hernández 1 El rancho de Santa Rita lo adquirió de Doña Relucinda Saíz, El rancho de San Rafael se adquirió de José Orozco, María Orozco y Petra Orozco. La estancia de la Cacayaca la vendió don Faustino Hernández, El Caracol fue adquirido a través de la testamentaría de los Ascencio. La estancia de Chichihuitillo, de compradores de la hacienda de Jalpa La estancia de Piedra Blanca, de compradores de la hacienda de Jalpa La estancia del Plan, de compradores de la hacienda de Jalpa 1 En este rancho se construyó el casco de la hacienda y la cabecera administrativa, y se le cambió de nombre por el de hacienda de Guadalupe.

Otras fracciones importantes se fueron adquiriendo en el transcurso de unos 20 años. Para 1880 la mayor parte de lo que fue la hacienda estaba ya en propiedad de Pantaleón Orozco, sumando en 1888 un total de 5,907 hectáreas excluyendo la estancia de las Animas que estaba separada del bloque de tierras y que contaba con otras 1,000 hectáreas. Estas propiedades se localizan en lo que es hoy el municipio de Arandas; entre la cabecera municipal y el pueblo de San Ignacio Cerro Gordo. Los terrenos formaban una especie de cruz de sur a norte y de oriente

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a poniente, unos 15 km. de largo por cuatro de ancho. Las propiedades se ubicaban en un bajío entre los cerros de Caracol, al norte, y la Campana, al oriente, donde corrían varios riachuelos que desembocan al Bajío vía el Plan de Jalpa o al río Sánchez, afluente del río Lerma. En este terreno existen manchones de tierras de aluvión cuyo migajón es más profundo que en el resto del municipio, y el manejo de la humedad las convierten en tierras más productivas que la media regional, existen además tierras entre cejas y hondonadas protegidas de los vientos dominantes que conservan una temperatura templada y estable todo el año, aunque existen heladas. El sistema de riego de la hacienda de Guadalupe. En el siglo XVIII existía una laguna conocida como el Lagunazo de los Altos que fue drenado en el transcurso de 200 años (Weigand 2001). La hacienda de Guadalupe se estableció en medio de dicho sistema lagunar. Los colonos remodelaron las tierras aprovechando lo ondulado del terreno, acumulando agua en bordos para hacer frente a las sequías recurrentes en la región. Los arrendatarios y la hacienda al final construyeron canales que unieron los bordos que condujo al manejo de cuerpos de agua formados de la captación de época de lluvias con los escurrimientos naturales de los cerros de la Campana, el Caracol, el Capulín, conducida en zanjas recolectoras que desembocaban en los bordos construidos en pequeñas jollas o bajíos a las faldas de las serranías o en los arroyos de la Tinaja y de Tres Palos ubicados al noroeste del casco de la hacienda, había otros bordos a las faldas de las serranías de Lomas del Coyote ubicados al sureste. Estos bordos descargaban su agua mediante canales de intercomunicación a la presa de Santa Isabel, conocida como el Bordo Grande construida en el lecho del río Tule o río Sánchez, así como a la presa de Bombela y la de Los Angeles todas ellas en el cauce del mismo río.

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Con el agua así acumulada se manejaba una estructura hidráulica cuyos componentes principales eran los bordos. La cortina de los bordos consistía en una obra de mampostería o de aterrado de un metro o metro y medio de alto con bocatomas y compuertas rústicas, estas enormes paredes podían tener una extensión arriba de un kilometro, aunque la mayoría de ellas apenas alcanzaban los doscientos o trescientos metros. pero el espejo de agua cubría toda la extensión citada. Los canales estaban construidos en la peña viva o en tierras blandas, en este caso estaban protegidos por lozas de piedra y argamasa. Su tamaño oscilaba entre 30 a 80 centímetros de ancho por 40 centímetros a un metro de profundidad. Las presas o los bordos grandes tenían una cortina construida con más tecnología, ya que en algunas partes estaba construida de cal y canto y tenía hasta cuatro metros de alto y en este caso estaba protegida por contrafuertes. Este sistema permitió tener capacidad para regar unas 2,000 hectáreas de tierras aluviales, las mejores de la hacienda. Las tierras de riego se encontraban localizadas en los bajíos y los pequeños valles, que eran de mejor calidad por la profundidad de suelo y una pendiente suave, que las hacían inmejorables para el cultivo. Las tierras de riego recibían el agua por un canal de 8 km. que llevaba agua según lo necesitaran las faenas agrícolas de la estación en cada uno de los límites del terreno. El riego conformaba un gran sistema de captación de agua, cuya tradición de aprovechamiento no era nueva para los pobladores de la zona.. Cuando se dio la acumulación de tierras, de hecho los hacendados compraron minúsculos sistemas de riego. Así se explica cómo la hacienda de Guadalupe estableció un sistema de riego complejo en tan poco tiempo y con nula o poca inversión. Los bordos descargaban su agua a una presa reguladora, la principal era la presa Santa Isabel, que río

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abajo se auxiliaba con dos presas, la de Bombela y la de los Angeles. El sistema es reconocible en mapas antiguos (Ramírez 1912, Sánchez 1889), en las fotografías aéreas de la década de 1960 y en recuerdos, porque la unidad hidráulica se perdió en 1935 y la mayoría de bordos y presas fueron destruidas. En las instalaciones del casco de la hacienda de Guadalupe quedan los restos de un terraplén y de un acueducto que elevaba el agua para mover un molino cerca de donde están los hornos de agave tequilana, de esta instalación se reconoce unos arcos que han sobrevivido, el terraplén fue destruido para dar paso a una carretera. Además sobreviven las presas o bordos con obras cimentadas con cal y canto de grandes proporciones como son los bordos de Santa Isabel y el Bordo Grande que miden dos km. de largo por unos 20 a 200 metros de ancho. Las tierras de riego producían trigo, linaza y avena y sumaban unas 2,000 hectáreas, en estas tierras las siembras empezaban a finales de septiembre y se generalizaba el cultivo en diciembre hasta mayo y se hacían cuadrillas con los medieros una vez que ellos habían acabado la cosecha de sus tierras de temporal. Cuadro 2 Monumentos hidráulicos en la hacienda de Guadalupe (Arandas, Jalisco) 1. Sistema de los bordos de San Pedro. Presa administradora de San Pedro. Bordo de San Pedro. Bordo El Refugio. Bordo San Juan. Bordo La Boquilla. 2. Sistema de Los Bordos de San Antonio Bordo de los Corrales. Bordo del Contrabando. Bordo de la Jeringa. Bordo de Santa Teresa. 3. Sistema del Bordo Grande o Presa Santa Isabel. Bordo Chico. Bordo de San Rafael. Bordo de Don Víctor. Bordo de la Laguna. Bordo de Don Ismael Ascencio. Bordo del Vado. Bordo del Otro Lado. Bordo del Guaje. Bordo del Valle. Bordo de Las Tablas. Bordo del Progreso. Bordo de

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Los Villanos. Bordo de Los Charcos. Bordo Primero de la Punta. Bordo Segundo de la Punta 4. Sistema los Borditos Presa de Bombela Bordito del Camaleón de Arriba. Bordito del Camaleón de Abajo. Bordo del Botellón. Bordo de los Sauces. Bordo de la Trinidad. Bordo del Venado. Bordo de Las Palmas. Presa de Piedras Blancas, o Los Angeles Otras obras hidráulicas Terraplen de la Casa Grande. Acueducto de Guadalupe Nota: Esta es una aproximación al sistema de bordos reconstruida del informe de la Srta. Piedad Orozco Camarena, de recorridos de campo en 1973 y 1985 y del mapa del INEGI.

El sistema hidráulico tenía otras formas de aprovechamiento porque existían tierras de cultivo denominadas “tierras de jugo o de humedad,” gracias al proceso de desaguar los bordos en las zonas altas del terreno. En estos vasos se conservaba una alta humedad en el subsuelo que ocupaban extensiones considerables de terreno, dos o tres kilómetros cuadrados.. Una vez desaguado el terreno quedaba en las mejores condiciones para la siembra, con las tierras así liberadas en los vasos de los bordos se aprovechaba su “jugo” y se cultivaba sembrando al boleo entre otras cosas maíz, frijol y garbanzo. Hubo otros bordos que conformaban un sistema secundario cuyo fin era servir de abrevadero para el ganado., y cuando en alguna parte de las tierras de pastoreo para la cría de ganado se quedaban sin agua y se llegaban a agotar los abrevaderos, los canales secundarios podían llenar y dotar de agua los aguajes todo el año. Este sistema se conformaba con los Bordos de San Pedro, el Refugio, San Juan, La Boquilla. Estos bordos constituían un sistema por sí solos, además al bordo de San Pedro que estaba en la parte más alta de este sistema no se le agotaba el agua en todo el año y se le usaba como abrevadero. Estos bordos estaban en la

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zona alta de la hacienda y estaban flanqueados por pastizales y agaves tequilanas y en medio de ellos pastaban animales de la misma hacienda. Calendario agrícola de riego. Los medieros tenían un calendario fijo de labores, ya que venida el agua no se podían distraer en otro tipo de trabajo, y para ello la hacienda había diseñado un calendario agrícola que se entrelazaba con el trabajo del mediero, uniendo el cultivo de temporal con los cultivos de riego y la cría de animales y la cosecha de agave . Las fechas importantes eran: el día del inicio de las lluvias (entre el primero y 15 de junio); el día de descanso pluvial llamado el primer verano, cuando amainan las lluvias para las fiestas de San Miguel el 29 de septiembre. Ese día se abrían las compuertas y empezaban los aniegos para preparar la tierra para la siembra del trigo. Había de esta forma un pequeño descanso entre agosto y septiembre que se aprovechaba para sembrar el trigo; una vez que la “tierra se venía”, a punto de sembrarse; se iniciaban las siembras con unos doscientos medieros juntos, trabajando en la tierra de los patrones, con sus respectivas yuntas. Las siembras de la hacienda no duraban más de dos semanas, y al terminar, una vez más volvían a sus cosechas, y se mantenían ocupados desde el 12 de octubre hasta el 10 de diciembre cortando, pizcando y recogiendo el rastrojo de su propia cosecha y cortando y parveando el fríjol --o sea separando el frijol de la vaina. El día 12 de diciembre era la gran fecha que congregaba a todos en el casco de la hacienda, donde había grandes fiestas, las que se continuaban por Navidad hasta el dos de febrero día de la fiesta de Ntra. Señora de San Juan de los Lagos, fecha de peregrinaciones y acercamiento al mercado de San Juan. En esa temporada el cultivo del trigo duraba invernando y una vez pasadas las heladas, o sea después del dos de febrero, las siembras de trigo se iban regando conforme

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lo requirieran. Para este trabajo no se requerían más que unos pocos regadores. El trabajo general se volvía a solicitar el día 15 de abril en que empezaba la siega y los medieros, armados con la hoz, segaban las dos mil hectáreas. En el mismo campo se trillaban las espigas en las eras con rodillos movidos por bueyes hasta obtener el precioso grano, que ya encostalado se embarcaba en carretas a Atotonilco y después a Guadalajara en tren. Las siegas y trilladas acaban en los últimos días de mayo, por lo que los medieros regresaban a laborar sus respectivas tierras para recibir la lluvia. En ellas se sembraba trigo, linaza y avena, la mayor cantidad de la cosecha era de trigo, el cual se vendía a muy buen precio en Guadalajara hasta la llegada del trigo barato del Bajío para fines del siglo XIX. Sistema de cultivo de secano. Las tierras irrigadas no eran las únicas que manejaba la hacienda, había otras tierras, de temporal, que estaban en las manos de medieros. Estas tierras cuando no se utilizaban se usaban como lugares para pastoreo del ganado. Es importante señalar la adecuación de calendarios entre las tierras de riego con las de mediería que eran de temporal, el riego se utilizaba fuera de temporada de lluvias por lo que se lograban ciclos de cultivos de invierno y primavera, contrario a los cultivos temporaleros que eran de verano otoño.. En la hacienda había unas 1,000 hectáreas que se sembraban de maíz y frijol, que empezaban en junio y terminaban en diciembre con la recolección y se hacían con las lluvias que se presentaban año con año, repartiéndose las tierras entre los medieros de la hacienda, quienes sembraban una yunta, o a lo más yunta y media de tierra cada uno. Esas tierras manejadas en mediería se sembraban de maíz, cuya cosecha el mediero entregaba la mitad a la hacienda y la otra mitad se la quedaba. La administración de la hacienda otorgaba los bueyes, los aperos de labranza, y

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la casa donde vivía el mediero. No se acostumbraba usar abono químico, pero una vez recogida la cosecha., se dejaban pastar los animales. Además existían las tierras de siembras de larga duración: estas tierras eran casi la mitad de la extensión de la hacienda, unas 2,000 ha. de zonas cerriles, donde se sembraba mezcal (agave tequilera), el cual se cosechaba en tiempos de secas, anualmente una décima parte, unas 200 o 300 hectáreas que de inmediato se volvían a sembrar. La jimada o cosecha de agave la hacían los medieros de una de las estancias en que se dividía la hacienda. La resiembra se hacía entrada la temporada de aguas. Por último, se contaban las tierras de pastoreo, como el Potrero de la Peña, como un lugar destinado a los bueyes de engorda, además de tierras de agostadero donde se menciona que pastaban unos seiscientos bueyes de trabajo y 150 yuntas remudadas cada año, o sea el remplazo de animales por bueyes jóvenes, se incluían bueyes carreteros que todos juntos pastaban en 1000 hectáreas que completaban el total de la tierra. El ganado sumaba unas dos mil cabezas, La hacienda criaban bueyes no sólo para su servicio sino para la venta : bueyes carreteros para carretas y bueyes tahoneros para las tahonas, los que tenían la peculiaridad que en el momento de uncirlos se ponían a dar vueltas. Producción y costos . La hacienda tenía como entradas las ventas de sus productos: el tequila,, el trigo y los bueyes, los demás, maíz y frijol, servían para pagar a los medieros y a los especialistas de tiempo completo, a quienes se les doblaba la ración en especie y tenían doble sueldo: 0.50 pesos diarios por todo el año. El sueldo mayor era para el sacerdote que eran 2.00 pesos diarios. Enseguida venían los maestros y mayordomos que

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ganaban un peso diario, más ración doble de maíz y frijol, leche y carne dos veces a la semana. Para tener una idea de las entradas de la hacienda, se calcula que la hacienda vendía 4,000 toneladas de trigo a Guadalajara.. El tequila se vendía en Arandas a razón de 20 centavos el litro. Los bueyes tenían una demanda local y valían cerca de 80 pesos. Los ingresos eran unos 8,000 pesos por 100 bueyes, 160,000 pesos por la venta de trigo, 10,000 pesos por el tequila que sumaban 180,000 pesos. Las erogaciones sumaban 4,500 pesos en sueldos para los 300 medieros cuando trabajaban para la hacienda, unos 10,000 pesos en sueldos de empleados, Otros 10,000 pesos en impuestos al gobierno federal y estatal, pagos municipales y los diezmos a la Iglesia. La suma de los gastos oscilaba entre 25,000 y 30,000 pesos, por lo que cuando el año era de buena producción los ingresos eran significativos entre 50,000 hasta 100,000 pesos. Inclusive a pesar de la caída del precio del trigo a finales del siglo XIX, la hacienda todavía continuó siendo redituable. Con esta explotación los dueños capitalizaron en tal forma que para 1901, Don Pantaleón Orozco y Martín del Campo se trasladó a Guadalajara, dónde compró un molino y empezó a moler su propio trigo y a acapararlo de otros productores. En Guadalajara adquirió la hacienda de Ahualulco, Santa Gertrudis, a la orilla de Guadalajara, y otras haciendas por la zona de Colima. Mano de obra. La explotación se dividía en estancias donde se establecían subdivisiones de la administración: Las Cacayacas y Piedra Blanca ocupaba 60 medieros, la estancia de Las Animas y Los Charcos contaba con 60 medieros, El Caracol y Las Boquillas empleaban 20 medieros especializados en la siembra y corte del agave tequilana. En Santa Rita había otros 60 medieros. El casco tenía 150 medieros Además allí vivían un caballerango que estaba a la cabeza de dos vaqueros,

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2 bueyeros, 15 ordeñadores, dos herreros, dos carpinteros, un carrocero que hacía carretas o las componía, 10 empleados en la tahona de tequila, otros 6 en el molino de linaza. Entre los empleados de confianza estaban los mayordomos, uno en cada estancia, que coordinaban todo el trabajo de la siembra de trigo, y el administrador central, que a su vez era el mayordomo del casco. El mayordomo de Santa Rita se entendía con todo lo referente al ganado y el mayordomo de El Caracol con la siembra y corte del mezcal. Había en la hacienda además un contador, un sacerdote, dos maestros, dos institutrices que eran los que cuidaban de la atención de la familia de los señores y de la educación de los niños de los medieros que habitaban en el casco. El éxito de la hacienda alteña. Resalta la continuidad de los sistemas de bordería entre las tierras pertenecientes a las exhaciendas de Santa Ana en La Piedad y Pénjamo, Guanajuato así como en la Barca, Jalisco y en Jalpa donde existían bordos reconocidos en el Plan de Jalpa : Es probable que los bordos se extendieran a la hacienda de San Sebastián y en la Trasquila porque allí se repitió la acumulación de obras de riego hechas por pequeños propietarios y en cada caso uno de ellos logró igualmente acumular tierras en una sola administración.(Orozco 1986, Martínez 1975, Brading 1973). El éxito de la hacienda de Guadalupe, de San Sebastián, Ojo Zarco, El Chivo, San José de Pilas, surgió del acelerado crecimiento de los mercados de Guadalajara y León, que en el porfiriato surgieron como metrópolis regionales iniciándose la industrialización de estos centros urbanos, que requerían de productos alimenticios y materias primas: Guadalajara resultó ser un mercado insaciable de trigo, de carne, de leche y

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tequila, León requería de cuero y aceite de linaza, así como alimentos. Un elemento de éxito fue el manejo de la mano de obra a través de contratos consuetudinarios de mediería y arriendo existentes en el área desde la época colonial. Otro acierto de la explotación fue la combinación de sistemas agrícolas de riego y secano conjuntamente con los ciclos agrícolas de producción de maíz y de frijol con los del trigo y linaza y de la combinación entre la agricultura y la ganadería. La hacienda aprovechó los tiempos de ocio que le dejaba al mediero su trabajo agrícola, quienes tenían casi 6 meses libres entre el ciclo agrícola y los peregrinajes a San Juan de los Lagos, o viajes a Guadalajara o León o inclusive para trabajar de artesanos o arrieros (Sánchez 1889, Taylor 1933). La desaparición de la hacienda alteña. A partir de 1900 cambió la situación del mercado en el occidente de México al invadir a Guadalajara los productos más baratos del Bajío y del Pacífico a través del ferrocarril; y la Revolución mexicana acabó de rematar la economía alteña que sucumbió a una prolongada situación de crisis, en su lugar aparecieron una multitud de agricultores que conservaron la producción de la hacienda, pero poco a poco a medida que iban destruyéndose los sistemas de riego, la herencia hidráulica se perdió con la pulverización de la propiedad de la tierra. Por el miedo al reparto agrario los propios dueños entregaron las tierras a parientes, vecinos y amigos en herencia o en venta directa. En el caso de la hacienda de Guadalupe, ésta se dividió en primera instancia a partir de 1935 en cinco fracciones: la primera fracción la constituyó Las Animas y una facción de las Charcas, la segunda fracción la formaban Las Cacayacas y Piedra Blanca, la tercera fracción la ocupó El Caracol y la Boquilla, la cuarta fracción la constituyó las tierras

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alrededor del casco de la hacienda y las instalaciones de la misma, la quinta fracción la ocupó Santa Rita. Se puede señalar que la hacienda alteña desapareció ante el peligro de la reforma agraria cardenista. Pero en una perspectiva histórica prevalece la visión de que el sistema de producción de la hacienda dejó de ser efectivo ante el cambio brusco que tuvo el mercado de Occidente. Al desaparecer la hacienda alteña, surge otra forma de explotación del agro alteño; la pequeña propiedad, ésta más antigua que la misma hacienda, que subsistió paralelamente a la hacienda y no pocas veces se vio amenazada por la apetencia de tierras de los señores hacendados. Cuando cambiaron las condiciones favorables a la hacienda, ésta, por su especialización y dependencia del exterior, no resistió; no así la pequeña propiedad, la cual más elástica, sobrevivió a la ausencia de los mercados de 1910 a 1918. Inclusive afrontó la crisis agraria con las mismas armas ideológicas que el agrarismo atacaba: el reparto de tierras, por lo que para 1935 la zona denominada por las haciendas alteñas se había convertido en zona de pequeña propiedad, transformándose en un mosaico de explotaciones agrícolas, que se mantuvieron por la producción de autosubsistencia cerealera, uniéndose al mercado por la producción de leche, carne y agave (Gallart 1975, Gándara 1975, Martínez Saldaña 1975). En el proceso la infraestructura hidráulica desapareció, se volvió obsoleta o no se pudo manejar ante la multiplicidad de intereses surgidos de la división de la hacienda. En el regreso a la pequeña propiedad no se retomó la infraestructura hidráulica, ni siquiera como estaba antes de la formación de las haciendas. Al desintegrarse las haciendas desaparecieron los centros de poder dispersos por la región, y las oligarquías se debilitaron con la presencia de nuevos sujetos sociales formados por una infinidad de propietarios semejantes

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entre sí. El riego que tuvo fuerza centrípeta con la hacienda se revirtió generando una dinámica centrífuga con los propietarios privados, quienes al recibir una fracción del sistema hidráulico se vieron obligados a compartirlo entre 200 o más usuarios. Además los nuevos propietarios, al tener las cabeceras de los municipios agua potable, escuela, hospital e iglesia se mudan a ellas. A partir de 1935 las cabeceras municipales Arandas, San Miguel, Tepatitlán, Guadalajara, León o la Piedad dejan de ser las pequeñas villas de especialistas y comerciantes o la lejana capital provinciana y se convierten en residencia permanente de los propietarios. Conclusiones La captura de agua en bordos condicionaron y facilitaron la formación de la hacienda alteña pero también al desaparecer la hacienda con ella se diluyeron los sistemas de riego. El riego se extinguió en los años 30, y apenas en los años 1960 fue suplido por la irrigación oficial. En la región cercana a la hacienda de Guadalupe se construyó la Presa del Tule y sustituyó una parte de los bordos de la hacienda de Guadalupe, pero el nuevo sistema jamás irrigó la cantidad de tierras que estaban bajo riego con la hacienda alteña. La presa del Tule apenas riega 200 hectáreas (Cabrera et al. 1997). El espacio que ocupa el vaso de la presa está desaprovechado para la agricultura y se destruyó la vegetación ribereña y es imposible tener manejos de humedad con este tipo de construcciones hidráulicas. Así el cambio de la hacienda a la pequeña propiedad incubó una crisis ecológica al mediano plazo, al no heredar los sistemas de bordería y manejo de aguas en la zona y se taló una porción de arboles por razones de

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estrategia militar, y otros se secaron al desaparecer las fuentes de agua de canales, bordos, acequias, trampas de agua. Esta pérdida de la vegetación de pastos, matorrales y arboles ha llevado a una crisis que ha afectado las ciudades regionales, la erosión de suelos, la laterización de los mismos y la generación de torrentes de agua inmanejables en épocas de tormentas y lluvias. Ahora los Altos de Jalisco ha entrado en una crisis ecológica que se había detenido por más de cien años gracias a los bordos que los pequeños propietarios habían construido y que la hacienda acaparó, pero que al regresar la tenencia de la tierra a pequeña propiedad ya no se apropió de esta tecnología. El porqué de esta extinción se puede vislumbrar en la parcelación de los sistemas de riego, la incosteabilidad del manejo de la bordería en minúsculas parcelas, la presión social y el mal manejo de la ganadería que llevó a destruir los sistemas de riego. Las haciendas y sus aprovechamientos hidráulicos marcaron la historia de una parte importante de los Altos, al menos en el municipio de Arandas, Jesús María, Atotonilco, Tepatitlán, San Julián, San Miguel y quizá unas fracciones de Lagos, Unión de San Antonio, San Juan. Estas haciendas capitalizaron a varias familias que con la Revolución y la Guerra Cristera se trasladaron a las cabeceras estatales, y esta salida auspició la salida de capital y tecnología. Así, si comparamos las modestas instalaciones hidráulicas de las haciendas alteñas con las obras modernas en la zona, resulta que la experiencia del manejo de agua queda en beneficio de las haciendas. El tipo de suelo, de clima y ondulación del terreno indican que es más exitoso y favorable el uso de bordería que las presas de mediana capacidad, y cuando la hacienda desapareció y se llevó consigo su administración y concentración de capital, así como el riego tradicional

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que abarcaba extensiones muy superiores a lo que ahora se logra con el riego moderno. Referencias Entrevistas Srta. Piedad Orozco Camarena Información personal basadas en copias de documentos de la hacienda de Guadalupe en propiedad del autor Don Pantaleón Orozco Camarena, hijo del fundador de la hacienda, administrador por más de 20 años y hermano de la Srta. Piedad Orozco Camarena. Documentos de la hacienda de Guadalupe proporcionadas por la Srta. Piedad Orozco Camarena Recorridos de campo entre 1973 y 1985 Referencias bibliográficas Brading, David 1973 “La Estructura de la Producción Agrícola del Bajío, 1700-1850” Historia Mexicana vol. XXIII, núm. 2. Cabrera, Alejandrina y Tomás Martínez Saldaña 1997 “El riego en Arandas. Viejos y nuevos aprovechamientos hidráulicos” En T. Martínez Saldaña y J. Palerm Viqueira (eds.) Antología sobre pequeño riego [vol. I), Colegio de Postgraduados, México. Gallart, Ma. Antoniette 1975 El Cambio en la Orientación de la Producción Ganadera en San Miguel el Alto, Jalisco. Tesis profesional de Licenciatura. Universidad Iberoamericana,. México. Gándara, Leticia 1975 La Evolución de una oligarquía: el Caso de San Miguel el Alto, Jalisco. Tesis de Licenciatura. Universidad Iberoamericana, México. Iguínez, Juan 1981 Los gobernantes de la Nueva Galicia . El Colegio de Jalisco, México.

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Martínez Saldaña, Tomás 1975 Formación y Transformación de una oligarquía, el Caso de Arandas, Jalisco. Tesis profesional, Universidad Iberoamericana, México. Orozco Orozco Zócimo 1986 Arandas y sus Delegaciones. Universidad de Guadalajara, México. Ramírez, Luis de M. Plano de la hacienda de Guadalupe, situada en este Municipio y de la Propiedad del Sr. Pantaleón Orozco”. Medidas practicadas en 1901, dibujado en Arandas, Jalisco. Mayo 31 de 1912. En Documentos de la hacienda de Guadalupe proporcionados por la Srta. Piedad Orozco Camarena. Sánchez, Ramón 1889 Ensayo Estadístico de la Municipalidad de Arandas. Guadalajara, Tipografía y Litografía de M. Pérez Lete, México. Taylor S., Paul 1933 A Spanish Mexican Peasant Community. Arandas in 1933. Colección Iberoamericana No. 4, University of California Press, Berkeley, California. Weigand, Phil G. 2001 “Preliminary Observations on the Historical Ecology of the Altos Region of Jalisco”, Centro de Estudios Arqueológicos, El Colegio de Michoacán, México.

IX. Nuevas tierras de humedad Patricia Torres Mejía Introducción El presente ensayo muestra cómo se abren tierras de humedad para cultivo en una región de Filipinas con alta densidad de población. Presento un caso de cómo se aprovechan cambios en la ruta de arroyos para adquirir más espacio de tierra de excelente calidad para el cultivo. La tierra a orillas de pasos de agua nunca llega a estar del todo seca, la humedad que contiene por su ubicación la hace atractiva por permitir cultivo durante todo el año. Filipinas, nación originada por el sistema colonial hispano en el siglo XVII, está conformada por parte del archipiélago que conforma el sureste asiático (Phelan 1967). Una de los atractivos de las islas son las terrazas de cultivo construidas para el cultivo del arroz de inundación que predominan en la región central montañosa de la isla de Luzón (Keesing 1962, Scott 1975, Wernstedt y Spencer 1967). Es en zonas con escasez de tierras planas para cultivo de arroz y en donde hay manantiales que se han hecho terrazas para obtener cosechas de mucho mayor rendimiento que si se sembrara arroz voleado sobre terrenos irregulares y dependientes de las lluvias. El hacer terrazas es un requisito para aprovechar el agua que brota de manantiales, esta agua suele llegar a los valles en donde es recogida por arroyos y ríos en su camino al mar. Los valles y laderas de menor inclinación son más fáciles de cultivar y presentan menor reto para su riego aunque suelen estar organizados para la distribución del agua de manera más formal. En las provincias montañosas del centro de la isla de Luzón el terraceado y el riego suelen estar asociados con cultivo de arroz. Cuando hay más de un cultivo, al menos

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una cosecha del ciclo anual está dedicada al arroz. El trabajo de abrir terrazas es hecho totalmente a mano y con conocimiento basado en la experiencia heredada de nivelar terrenos. Los materiales utilizados son locales, y en ausencia de piedras, se refuerzan con bambú y año con año se reparan y afianzan los bordos. En mis viajes por el centro de Luzón, tanto en valles como en laderas, veía gente trabajando en arreglar bordos, limpiar caños, manantiales y abrir nuevas terrazas.. En la región de la costa oeste – provincias de Ilocos– formada por las estribaciones occidentales de la cordillera central y en donde realicé investigación de campo por dos años (Torres 2000), todo manantial y arroyo es aprovechado para sembrar arroz. Donde no hay agua, más que de lluvia, las pendientes menos pronunciadas son abiertas al cultivo ante la presión por tierras de siembra en detrimento de los bosques. El caso de apertura de tierra que presento está basado en la observación directa de cómo tatang Blas agregó un talon (parcela nivelada y preparada con bordos para cultivar arroz de humedad) más a sus tierras de cultivo. No más de diez metros cuadrados en dos meses. La ubicación El barangay o barrio de Bidbiday, municipio de Galimuyod en el Estado de Ilocos Sur se encuentra ubicado en la franja noroccidental de la isla de Luzón en Filipinas. La franja costera está conformada por la formación occidental de la Cordillera Central que corre de norte a sur, cuyo parte aguas (2000 msnm) dista unos 35 kilómetros del mar. El terreno montañoso de la parte occidental de la Cordillera Central se extiende unos 20 kilómetros en los que aparecen valles con alturas de 500 msnm. Estos valles y tierras con inclinaciones suaves, están limitados por un somontano con alturas máximas de 1500 msnm que conforma otra serie de valles y tierras de poca inclinación

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entre cinco y diez kilómetros de la costa. El piedemonte da lugar a la franja costera que forma una angosta franja de tierra rota por formaciones montañosas que dan directo al mar o por cañadas y ríos en la entrada al mar. La densidad de población está determinada por los terrenos de cultivo, así llega a 500 habitantes por k2 en los poblados con más tierra de riego, bajando a 40 en las tierras más abruptas. El poblado en que residí se ubica en los terrenos del piedemonte, a unos 8 kilómetros de la costa. De Candón, el pueblo comercial y de servicios más cercanos, se podía llegar a pie por veredas con ligera pendiente llegando a hacer hora y media a buen paso y en jeepney (jeeps militares adaptados para transportar gente) unos treinta minutos debido a las continuas paradas por un camino de terracería. En época de lluvias (julio agosto y parte de septiembre) o monzones (mayo a octubre) el tiempo incrementaba habiendo días en que los choferes preferían no hacer la ruta. Las tierras de cultivo El terreno que observé durante mis recorridos por las tierras de Ilocos Sur (1980-81) revelaba la acción constante del hombre. La acción humana había afectado notablemente la cubierta vegetal y la conformación de la tierra. La transformación del paisaje variaba de acuerdo con la topografía, los pasos de agua y a los tipos de tierra. Bidbiday como barangay [barrio] tenía registradas 80 hectáreas. La mayor parte son tierras preparadas para el cultivo en una región abrupta y un valle angosto marcado por una corriente de agua abundante en época de lluvias y con bajo flujo en secas. El principal uso de sus suelos era el de cultivo. Los terrenos son nivelados del valle a las laderas conformado por terrazas amplias que se van angostando conforme ganan altura dando la apariencia de una escalinata hacia las montañas; paisaje muy agradable a

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principios de septiembre con el arroz en pleno crecimiento. La agricultura se realiza en dos tipos de suelos: arenoso y barrosos; durante dos estaciones: de lluvias (mayo a septiembre) y de secas (octubre a mayo) y con dos tecnologías agrícolas: roza y barbecho. Los cultivos podrían también clasificarse en dos: para consumo y para comercio. Los terrenos arenosos (paratong) se encuentra en las laderas deforestadas y prácticamente no se cultivan, y cubren 30 hectáreas, hay algunos campos sembrados con camotes, ocra, jícama, maíz, ejotes, en partes se cuidan árboles por su madera ya sea que han crecido en forma natural o han sido plantados. El terreno barroso (lutlut) se encuentra por doquier y bien identificado por los habitantes por ser ventajoso para la agricultura, su superficie total es de unas cuarenta hectáreas. No es casualidad que la mayor parte de estos terrenos ya han sido abiertos al cultivo y están nivelados o en proceso de serlo. Hay una clara distinción entre terrenos barrosos dependiendo del agua que reciben: talon y bangkag. Se denominan talon, que traducen como “terrenos para arroz”, a aquellos que pueden ser regados por los ríos y pequeños manantiales que brotan en época de lluvias que se cultivan con la técnica del paddy o sea haciendo bordos en la parcela para mantenerla inundada durante el ciclo arrocero (mayo a septiembre). Las semillas que utilizan son diferentes procurando llegar a cosechar arroz con diferente gusto, aroma y consistencia. Los bangkag o terrenos nivelados para mejor aprovechar y retener el agua de lluvia, dependen del agua que cae en forma más continua durante julio, agosto y parte de septiembre, lluvia que a veces se amplía por la presencia de monzones. Estas tierras se plantan con una especie de arroz más comercial de ciclo corto (desarrollado en el Centro de Investigaciones de Arroz de la Fundación Rockefeller establecido en Filipinas) que conlleva más costos por requerir de fertilizantes y pesticidas, este arroz suele guardarse para ser consumido en caso de que se

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termine el buen arroz o para comercializarse. En éstas tierras suelen apartar un pequeño bangkag (30 a 200 metros cuadrados) para crecer caña de azúcar que usan para preparar moscabado, vinagre y aguardiente. Llama la atención que la técnica de roza conocida en el sureste asiático como kaingin, se practica en terrenos barrosos alejados del valle y a mayor altura. Los terrenos son seleccionados para irlos convirtiendo en campos nivelados o sea para abrir un bangkag. La roza está prohibida en zonas boscosas, los incendios son considerados accidentes y una vez removidos los estorbos, volean arroz “nativo” por ser el más resistente a la falta de agua. Los ilocanos adoran este arroz de montaña por ser de grano largo, suave, rosado y de exquisito sabor y aroma. La baja productividad no les molesta porque demanda poco trabajo aunque la cosecha es molesta por la gran cantidad de pastos que crecen entre el arroz y por tener que hacer el corte planta por planta. Toda la tierra nivelada que es cultivada con arroz en época de lluvias, durante las secas (octubre a abril) es cultivada con tabacos claros en la época de secas (sólo dos familias ponían berenjenas por tener prohibido por su religión cultivar una planta que fomenta un vicio): El tabaco requiere de riego que se hacen con agua bombeada y llevada planta por planta con mangueras de goma. La cohesión social que observé durante los meses de cultivo de arroz era mucho mayor que la que observé en época de secas cuando se sembraba tabaco, esta diferencia invita a reflexionar sobre porqué tenemos más organización, aunque informal, en el cultivo de autoconsumo que en el cultivo comercial. (Palerm et al. 2000, Wade 1994). Los terrenos más valiosos son los barrosos y nivelados, incrementando su valor si pasan cerca de los arroyos y aún mas si tienen agua todo el año. Las tierras trabajadas en Bidbiday no tenían ningún manantial que permitiera el cultivo intensivo de arroz de inundación ni con zanjeras

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(organización de regantes re conocidas y apoyadas por el Estado, que abundan en tierras de Ilocos. Lewis 1971). De aquí la importancia de pequeña parcela de talon que abrió tatang Blas al cultivo. La unidad familiar Bidbiday contaba al momento del estudio (1980) con un poco más de 400 habitantes en 67 unidades domésticas. De ellas sólo 20 por ciento trabajaban en terrenos de su propiedad. Un 40 por ciento trabajaban en terrenos que heredarían en algún momento de sus padres o parientes y el resto trabajan a medias tierras de propietarios que viven fuera del barrio. El tamaño de la propiedad privada va de 1000 metros cuadrados a 2 hectáreas. La totalidad de tierra trabajada por unidad variaba de acuerdo con el número de trabajadores y consumidores pero fuertemente determinada por la tierra disponible. Cuatro familias no tenían tierra en propiedad ni acceso a terrenos en renta por lo que trabajaban por salario en dinero o especie (Torres 2000). La unidad familiar de tatang Blas estaba integrada por tres hijas y un hijo entre los 35 y 42 años. La primera hija Avelina, casada con un hombre del norte del estado que por problemas de carácter político no podía residir en su barangay de origen ni trabajar su tierra bajo el patrón de residencia y trabajo patrilocal. Avelina y su esposo trabajaban tierras de Blas y otros familiares a medias, tenían dos hijos a punto de terminar la secundaria que poco contribuían al trabajo agrícola pero sí demandantes de gastos en dinero para atender la escuela. La segunda hija, Ofelia, soltera de cuarenta años, hacía las veces de tatang en el hogar, ella era la fuerza de trabajo principal; administraba y trabajaba tierras de sus padres siempre consultándolos, su madre llevaba cuatro años sin trabajar la tierra (65 años) mientras que su padre de 64 años, iniciaba este año su retiro como trabajador de tiempo

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completo. Ofelia decidió reducir la cantidad de tierra agrícola a su cargo, dando parte a medias a un sobrino recién casado. Su hija tercera, Norma de 36 años era maestra de primaria en la escuela de Bidbiday, casada con un ilocano de un municipio de la costa a quién conoció cuando estudiaban. El es encargado de las oficinas de correos en su municipio de origen (a una hora de trayecto en transportes colectivos) por lo que sólo se visitan los fines de semana o en vacaciones escolares cuando Norma se va a vivir a la casa que el heredó de sus padres y comparte con otra hermana casada. Norma tenía dos hijas, una en tercero de primaria y otra de un año. Norma y su esposo contribuían con dinero para que su mamá les preparara de comer además de cuidar a la pequeña. Ellos estaban tramitando la compra de una plaza en el pueblo del esposo para vivir juntos. Por último, Eddy, de 35 años quien apenas hacía un año se había mudado con su esposa y tres hijos (dos niños de seis y siete años, y una niña de un año) a Bidbiday en tierras que su padre le dejó y otras más de sus tíos que trabajaba a medias con gran ayuda de su quejosa esposa. Eddy asistía poco en el pueblo porque con estudios de preparatoria aceptó ingresar a la armada en donde trabajaba dentro del cuerpo de inteligencia. Su casa estaba a medias y las tierras las trabajaba mal y siempre con prisas. Las tierras de Blas, a sus 65 años, habían sido divididas, muchas hipotecadas con pactos de retroventa a los tres años de la hipoteca, y consciente de las dificultades de recuperarlas, cuidaba y mejoraba las que tenía. Le molestaba mucho el mal trato que daba su hijo Eddy a las tierras que le asignó, pero contento por el trato que daban Avelina y su marido a las tierras que le trabajaban.

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Al momento del estudio tatang Blas tenía papeles sobre las siguientes tierras: Hectáreas Uso 0-34-51 arroz 2-20-22 arroz 0-34-91 arroz 0-31-93 pastos 0-20-35 pastos 0-84-32 maíz 0-40-36 pastos 0-20-60 residencial 2-22-81 cogonal 0-59-52 azúcar 0-67-78 arroz ¿? arroz ¿? maíz

Ubicación Bidbiday Bidbiday Bidbiday Bidbiday Bidbiday Bidbiday Bidbiday Bidbiday Bidbiday Baracongan Baracongan Nagtenga, Bara Nagtenga, Bara

La suma con tierra medida es de 8-37-31 ha. La familia de Blas Arquero fue una de las más ricas del barrio, y además casi todo lo heredó de una tía que adquirió tierra por préstamos no pagados, pero no tenía acceso a todas ellas por tener varias parcelas hipotecadas. Tatang Blas me mostró papeles de las tierras que tenía hipotecadas con pacto de retroventa (cada papel especificaba la cantidad de dinero recibida por Blas y la posibilidad de recuperar la tierra después de un mínimo de tres años en posesión del prestatario). La suma de dichos papeles me dio 4-63-98 hectáreas. Además, tatang Blas me comentó de dos hectáreas más de tierra de las que no tenía papeles de hipoteca porque los había entregado a un pariente por un préstamo mayor al usual. O sea que al momento trabajaba con menos de dos hectáreas: una hectárea estaba en el valle en parcelas dispersas, el resto repartida en pastos y monte. Avelina trabajaba un tercio de la tierra nivelada; Eddy, un cuarto y el resto lo trabajaba Ofelia junto con su padre.

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Las tierras asignadas a Norma fueron hipotecadas para pagar arreglos a la casa de su esposo. En este contexto es que tatang Blas se puso a ampliar sus terrenos con un pedazo de la mejor tierra pero por su ubicación de alto riesgo. Decidió invertir su trabajo en una ladera que había ido deslavándose por las lluvias y monzones justo a un lado del arroyo que corre por las tierras de Bidbiday, casi seco de enero a junio. El trabajo en la nueva tierra Tatang, consciente de que su edad le impedía colaborar en las difíciles tareas de preparar la tierra para el cultivo de tabaco en época de secas, se propuso trabajar en su proyecto de ampliar su tierra, como me dijo cuando lo vi un día sentado al lado del arroyo que apenas si llevaba un hilo de agua. Estaba colocado en una pendiente de unos 30 grados entre los límites de su tierra de paddy y el lecho del arroyo, tierra húmeda localizada justo al extremo norte de uno de sus talon más costosos. Mañana comienzo, me comentó. Así, mientras el resto de la familia trabajábamos en las labores del ciclo del tabaco claro, producto para el comercio. Mientras su yerno preparaba la tierra para los almácigos, sus hijas sacaban semillas, visitaban a los comerciantes para pedir adelantos por la futura cosecha, tatang se iba sólo a la orilla del arroyo a crear tierra de humedad. Dos meses trabajó de manera casi continua en su proyecto, sólo se distraía cuando era llamado por su hija para firmar papeles de préstamo en el banco rural o para ayudar en lo que de él se requería de la cosecha (mover mangueras durante el riego, cuidar de que la bomba no se sobrecalentara, etc.). Tomó varios días en el arreglo la boda de su sobrina, asistió a las reuniones del barangay para decidir si meter o no agua potable. El proyecto lo realizó entre enero y febrero de 1981.

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Los primeros días fue a sus terrenos más altos y cercanos a los arroyos a cortar bambú. Seleccionó dos varas de unos dos metros de largo y no más de diez centímetros de diámetro. El corte lo hizo con su machete, después de cuatro golpes bien dados empujaba y lograba que la vara cayera. Jaló el bambú a la casa en donde lo cortó en tramos de unos setenta centímetros a un metro, les sacó punta en un extremo y puso a secarlos bajo la casa. Unos días después llevó un montón del bambú rajado a la tierra por abrir al cultivo. Allí, lo fue clavando en la tierra en forma paralela al lecho del arroyo, casi cinco metros y a una distancia hasta de tres metros del bordo de sus terrenos ahora preparados para el trasplante de plantículas de tabaco. La hoja de su machete colocada de canto fue utilizada como martillo. Una vez puestas las estacas en forma de pared se regresó a casa al almuerzo y a atender los arreglos de la boda de sobrina. La niña estaba embarazada de un joven de un pueblo vecino que pertenecía a la Iglesia Apostólica Romana y no a la Sabatista a la que pertenecía la sobrina. Los arreglos demandaron más de una semana de tiempo de tatang pues ambas familias estaban necias y cada una se sentía superior a la otra, unos por su dinero, otros por su tradición en la política. Tatang tardó una semana en volver a su trabajo. Ya en el terreno revisó las estacas que había clavado y se puso a afianzar aquellas que estaban flojas o sueltas. Una vez afianzadas, cogió el pico que trajo de casa y se puso a quebrar tierra del lecho del arroyo. La mejor tierra que hay en cuanto a nutrientes, me explicaba, “lo malo es que lleva mucha piedra y arena y hay que separarla”. Los trozos que veía de buena calidad, es decir, de tierra suave, los colocaba tras el bordo de bambú, los otros los ponía a un lado para más tarde separar las piedras. Así pasó varias mañanas picando tierra y luego limpiándola de pedruscos, de plásticos u otras basuras no orgánicas. Trabajó por las

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mañanas pues en las tardes era requerido para ayudar con el trasplante de los semilleros de tabaco o simplemente se iba a las reuniones convocadas por el capitán del barrio para organizar las faenas para la construcción de la oficina del barangay y discutir con representantes del Estado sobre la posibilidad de abrir un pozo para agua potable. Cuando se trasplantan las plantitas de tabaco a su terreno definitivo, se riega la tierra por agua bombeada y con mangueras. El día del trasplante del tabaco al terreno colindante con el que él trabajaba, tatang pidió a su yerno que le echara agua a la tierra que estaba preparando. Hasta ese momento se dieron cuenta sus hijas del trabajo que hacía su papá, le felicitaron, comentaron que la tierra sería de muy buena calidad y además tendría humedad todo el año si las lluvias fuertes no se la llevaban como ya había pasado con tierras cercanas a arroyos. Se fueron todos a comer y la plática en casa continuó acerca de cómo se abren nuevas tierras. En la plática me quedó claro que la presión por tierras para paddy es muy alta y que ésta se ha incrementado desde que entró el tabaco como segunda cosecha. Entre más cercana está la tierra a los lechos de río, el tabaco se dará más fuerte y madurará mas tarde adquiriendo un mejor precio, el riesgo es que en un monzón las aguas suben y se suele llevar esas tierras. Una inversión en bordos más fuertes no vale la pena porque las lluvias torrenciales se lo llevan todo y ensolvan aún mas el río por ello el trabajo de tatang, aunque muy apreciado a corto plazo, era a la vez de alto riesgo. De allí que se realizaba con trabajo marginal. Tatang volvió los días siguientes a su tarea de limpiar terrones del río, quebró los terrones que había seleccionado dejándolos casi pulverizados y distribuía la tierra a lo largo del área demarcada por la valla de bambú hecha en la parte cercana al arroyo. Una vez cubierto el bambú a la vista parecía un gran escalón de unos treinta centímetros de altura respecto al arrollo. Procedió a nivelar la nueva tierra

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distribuyéndola cuidadosamente por todo el terreno asegurando una superficie horizontal, sin declive alguno. El siguiente trabajo consistió en demarcar bien el la nueva parcela de tierra respecto al terreno colindante –terreno de su propiedad ahora ya cubierto por plantas de tabaco tipo virginia. Con ayuda del pico se puso a desgajar la orilla de su terreno localizado pendiente arriba del que ahora formaba. Poco a poco, arrancando malezas consistentes en hierbas y pequeños arbustos y apretando la tierra contra la pared que iba formando, logró un escalón de ángulo recto respecto a la nueva tierra con una altura de casi medio metro. Así conformó una pequeña terraza con la tierra creada. La nueva tierra tomó su forma definitiva: un triángulo isósceles con un área de no más diez metros cuadrados de área. Procedió de inmediato a plantar su almácigo de arroz glutinoso, el más preciado entre los campesinos por servir para hacer gustosos dulces de arroz. Esta tierra de humedad y de gran calidad, requirió de poca agua para que brotara el arroz, una vez trasplantado y cosechado, tatang Blas me comentó que había sacado tres veces más de grano que en un terreno sembrado con arroz en lluvias, además sin usar fertilizantes. Estaba orgulloso y listo para volverlo a usar, la humedad de está tierra estaba garantizada por su cercanía al paso del agua. Tatang Blas agregó apenas un trozo de tierra a sus propiedades, no es la primera vez que lo hace. El trabajo realizado cumplió con varias funciones, el abrir nueva tierra para cultivo, el aprovechar la playa del arroyo que se ensancha con las crecidas, el afirmar la tierra de orillas del arroyo, el evitar que pierda profundidad el lecho del arroyo, el aprovechar el humus y la humedad acumulada en el lecho del arrollo. Tal vez lo más importante es que el viejo sigue siendo productivo.

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Glosario Bangkag. Campo para cultivo. Terrenos que suelen estar nivelados para evitar la erosión o deslave cuando regados o inundados. Se les llama talon cuando se cultivan con arroz mediante la técnica de paddy. Barangay. Barrio. Unidad política menor en Filipinas. Kaingin. Técnica agrícola de roza conocida también como roza, tumba y quema. En el sureste asiático se utiliza por grupos tribales que viven en bosques tropicales y practican la rotación y descanso de tierras después de un período de cultivo. En Ilocos se usa el kaingin en terrenos barrosos alejados del valle y a mayor altura que se tenderá a incorporar a tierras trabajadas en forma nivelada. Lutlut. Terreno barroso. Paddy. Palabra malaya que se utiliza entre especialistas del sureste asiático para referirse a la técnica de cultivo usada para el arroz. Consiste en cultivar en parcelas que son limitadas por bordos que permitan mantenerla inundada de sde el trasplante de las semillas germinadas de arroz hasta que ha brotado el grano. Los bordos son abiertos o cerrados dependiendo la cantidad de agua requerida para evitar desbordamientos. Paratong. Terrenos arenosos se encuentra en las laderas deforestadas se cultivan poco y en época de lluvias. Hay algunos campos sembrados con camotes, ocra, jícama, maíz, ejotes y en partes se cuidan árboles por su madera ya sea que han crecido en forma natural o han sido plantados. Talon “Terrenos para arroz”, terrenos nivelados y delimitados con bordos de tierra para permitir ser cultivados con la técnica de paddy . Se localizan en terreno barroso llamado lutlut y que pueden ser regados por los ríos y pequeños manantiales que brotan en época de lluvias. Tatang. Papá o tío. Se usa de manera respetuosa al hablar con los parientes que son jefes de familia y tienen hijos casados.

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Tierra de humedad. La tierra a orillas de pasos de agua nunca llega a estar del todo seca, la humedad que contiene por su ubicación la hace atractiva por permitir cultivo durante todo el año. Zanjeras. Organización de regantes reconocidas y apoyadas por el Estado, que abundan en tierras de las provincias de Ilocos. Bibliografía Keesing, Felix M. 1962 The Ethnohistory of Northern Luzon. Stanford University Press. Lewis, Henry 1971 Ilocano rice farmers: A Comparative study of two Philippine Barrios. University of Hawaii Press, Honolulu. Palerm Viqueira, Jacinta, José Luis Pimentel Equihua e Irma Salcedo Baca 2000 “Organización diferencial y escasez de agua: caso río Cuautla, Morelos. En Jacinta Palerm Viqueira y Tomás Martínez Saldaña (compilaadores) Antología sobre pequeño riego. Vol. II Organizaciones autogestivas. Colegio de Posgraduados y Plaza y Valdés editores, México. Phelan, John Leddy 1967 The Hispanization of the Philippines: Spanish aims and Filipino responses, 15651700. University of Wisconsin Press, Madison. Scott, William Henry 1975 History of the Cordillera: Collected writings on Mountain Province history. Baguio Printing and Publishing Co., Inc., Baguio City. Torres Mejía, Patricia 2000 Peasants, Merchants and Politicians. Philippine Social Relations in a Global Economy. Ateneo de Manila University Press, Quezon City, Filipinas. Wade, Robert 1994 Village Republics. Economic Conditions for Collective Action in SouthIndia. International Center for Self-Governance. G. Press, San Francisco.

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Wernstedt, F. L. y J. E. Spencer 1967. The Philippine island world: A Physical, cultural and regional geography. University of California Press, Berkeley.

X. Las qochas andinas: una solución para mitigar el riesgo agropecuario y doméstico en la sierra del Perú Ann Kendall y Abelardo Rodríguez Resumen Cocha (qocha o q’ocha ) en el idioma quechua designa todo depósito de agua, natural o artificial. Se describen dos tipos de qochas, las qochas que consisten en depresiones artificiales en la superficie del suelo para acumular agua de lluvia y que son simultáneamente espacio de cultivo y las qochas que consisten en reservorios construidos para el abastecimiento de agua potable y de riego en sistemas de terrazas (andenes) en los valles andinos. Las qochas son parte de los sistemas agropecuarios andinos desarrollados en condiciones de riesgo debido a las peculiaridades del clima y el terreno. Introducción A través del tiempo, los cambios climáticos han afectado la base agrícola de las poblaciones andinas. La destrucción dramática de las civilizaciones Tiahuanaco y Maya ha sido identificada, inicialmente, debido a cambios climáticos en áreas de balance delicado entre los recursos naturales y las estrategias agrícolas. En las áreas de influencia de estas civilizaciones, los riesgos de la marginalidad agrícola fueron atenuados mediante formas creativas, pero en donde todavía esos sistemas estaban sujetos a riesgo de sequías no había posible adaptación a corto plazo. En el caso de otras áreas, como en el Cuzco, con recursos hídricos derivados de los deshielos en los valles de la sierra y temperaturas más cálidas, los habitantes andinos y particularmente los

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Incas, respondieron al cambio climático con creciente infraestructura para riego y el desarrollo de un nivel más alto de sofisticación en la construcción de sistemas de terrazas agrícolas, incluyendo almacenamiento de agua que servía para las necesidades de agua y riego. I. Las qochas del altiplano, almacenamiento de agua y espacio de cultivo En los Andes en las planicies situadas arriba de los 3,850 msnm correspondiente a la zona donde se ubicó el centro urbano prehispánico Pukara, se encuentra en uso un sistema hidroagrícola llamado qocha . Flores en 1966 describió: “La planicie, hasta donde alcanza la vista, presenta muchas excavaciones artificiales ... en forma de grandes conos truncos invertidos, algunos hasta de medio centenar de metros de diámetro, por dos, tres y cuatro metros de profundidad, en los que se deposita el agua de las lluvias ...” (Flores y Paz 1986:102). A esta descripción se le añadiría posteriormente la existencia de qochas de mayor tamaño: 200 metros de diámetro con una superficie de 13,400 m2 3, las más pequeñas con una superficie de 6,000 a 7,000 m3, con profundidades menores (0.50 cm) y mayores (5 m); así como qochas no sólo circulares, sino también ovoides, rectangulares e irregulares. (Flores y Paz 1986, Rozas 1986). Las lluvias constituyen la única fuente que suministra agua a la qochas; en una planicie en la que se puede observar a simple vista la escasez de agua de escorrentías o nevados que puedan ser utilizados para el riego, la retención de agua en las qochas sirve tanto para humedecer el suelo, como también para abrevadero y uso doméstico (Rozas 1986). En las qocha los lados de pendiente suave y el fondo se cultivan mediante una disposición en bancales concéntricos; el agua de lluvia va siendo retenida antes

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de permitir que llegue al fondo de la qocha , donde un canal colectar permite desaguar la qocha. Este canal corta a la qocha por el diámetro y sirve para desaguar o introducir aguas; el canal es angosto, de no más de 60 cm de ancho, aunque bastante profundo, porque debe conservar el nivel con la base de la qocha y la superficie circundante (Flores y Paz 1986). La retención o empozamiento de agua en los bancales al taponar los surcos no debe ser mayor de 24 horas, porque las papas se malogran, se aguachinan y pudren. En los años secos, que son frecuentes en el altiplano, puede retenerse el agua por más tiempo, pero no más de tres días (Flores y Paz 1986). Las qochas no cultivadas pueden servir como estanque. Si se cierra la salida del canal de desagüe las qochas se convierten en un estanque. Pueden mantener el agua durante los meses sin lluvias, incluso los más secos (Rozas y Paz 1986). El alto contenido de materia orgánica de suelo de las qochas, producto del manejo, rotación de cultivos como la papa, quinua, oca, cebada y el pastoreo de ganado es otra ventaja de las qochas. Se propone también que existe una especialización de cultivos dentro de las qochas y entre distintos tipos de éstas (Rozas 1986). Los pastos naturales y cebadilla en las qochas en descanso sirven para la alimentación de ganado vacuno, ovejas y llamas. Las qochas también sirven de fuente de agua para el consumo doméstico y como abrevadero para los animales domésticos y silvestres (Flores y Paz 1986). Las qochas, además, están unidas entre sí por canales que permiten manejar el agua entre ellas. Se puede trasvasar el agua de una a otra qocha o dirigir el agua a los colectores que la conducen al río Pucara. El agua se maneja dentro de cada qocha y es, a su vez, evacuada por los canales de unión (yani) de qocha a qocha , hasta eventualmente desembocar en un río o

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perderse en la pampa. Actualmente, los campesinos de la comunidades de la provincia de Azangaro realizan faenas comunales para mantener y limpiar los canales (Flores y Paz 1986, Rozas 1986, Valdivia et al. 1999). El origen e historia de la qochas no es bien conocida por evidencias directas arqueológicas, pero investigadores como Flores y Paz (1986), Valdivia et al. (1999), que han investigado su desempeño agropecuario, concuerdan en inferir una asociación cultural entre esta gran extensión de qochas y la cultura basada en Pukara. Se estima que el proceso comenzó en los tiempos prehispánicos formativos del Periodo Intermedio Temprano c. 500 a.C., pero el uso de qochas simples puede tener orígenes más antiguos. En el periodo de mayor desarrollo de la cultura basada en Pukara, la agricultura y la ganadería se habrían intensificado para sustentar el crecimiento del centro ceremonial y primer gran centro urbano en el altiplano Titicaca en Pukara (Mújica 1991). En 1992 Díaz y Velásquez realizaron inventarios de las qochas en Puno y últimamente Valdivia y Reinoso (1994) sistematizaron 10 años de observaciones. El trabajo de Valdivia et al. (1999) se distingue por sus datos y evaluación de la producción en las qochas, presentado precipitación anual entre 1932-1994; análisis textural y contenido de materia orgánica en tres partes de las qochas; historia de rotación de cultivos para 10 años en 10 qochas; promedio y desviación estándar del rendimiento de papa en cuatro zonas de producción: cerro, pampa, ladera-terrazas, qocha , durante dos campañas agrícolas; comparación del rendimiento de producción de papa sembrada dentro y entre años climáticamente contrastantes; registro de temperaturas mínimas extremas diarias en mayo de 1988; e índices de estabilidad ofrecidos por las cuatro zonas de producción durante dos campañas agrícolas (1985-1987).

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En la comunidad de Llallagua el índice de estabilidad es bajo en el cerro y pampa y alto en laderaterraza y en qocha (Valdivia et al. 1999), indicando que tanto la zona de producción de qochas como la de ladera con presencia de terrazas, ofrecen rendimientos medios y alta estabilidad ante años climáticamente diferentes, coincidiendo con lo propuesto por Conway (1986) para el tipo de agricultura tradicional. Por el contrario, anotan Valdivia et al. (1999:163) “en las zonas de producción donde no existe un acondicionamiento topográfico ... el comportamiento del rendimiento presenta baja estabilidad. Es decir, que en años “buenos” no existirán problemas en la producción, pero en años “negativos” para la agricultura los rendimientos bajan ostensiblemente, peligrando la seguridad alimentaria de las familias campesinas.” Una estrate gia que se puede comparar con la de las qochas por su explotación del recurso medio ambiental en la creación de un microclima es la de los camellones o waru-waru (pero éstos eran únicamente para la agricultura). Los camellones están ubicados en zonas planas e inundables, consistiendo de camas elevadas creadas escarbando canales paralelos en la parte plana del fondo del lago y permitiendo vegetación en la parte elevada, creando camas de suelo fértil con capacidad de mantener un incremento de temperatura de 1 ºC (Denevan 1970; Erickson 1985). El desarrollo de este sistema también se destinó para maximizar el uso de agua en zonas marginales, para ampliar e intensificar la agricultura en un clima variable. Después de investigaciones de los camellones por Denevan, se han tratado de recuperar éstos por acciones con comunidades y organizaciones no gubernamentales, ONGs (Erickson 1985). En el caso de la cuenca del Titicaca los efectos de cambios climáticos, especialmente sequías, pueden ser

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dramáticos. Esto se muestra por las correlaciones entre datos palinológicos de muestras de hielo y de lagunas (Thompson et al. 1985). Cuando la civilización Tiahuanaco declinó rápidamente c. 1000 d.C., fue una década de sequía que puso de rodillas al principal centro religioso y urbano, con los camellones, qochas y terrazas sin poder ofertar suficiente alimento a las grandes poblaciones dependientes (Kendall y Rodríguez 2001). Los efectos castigadores de tales sequías se demostraron hace diez años en Puno. Sin embargo, estos son eventos esporádicos; en la mayoría de los años, estas estrategias son efectivas para minimizar los riesgos de la agricultura del altiplano. II. Las qochas de la sierra, almacenamiento de agua para riego En la sierra peruana, de topografías abrupta, por ejemplo en la zona del Cuzco, fueron construidas qochas simples: excavaciones en suelo arcilloso o forrando la base con arcilla para acumular precipitación. Estas qochas eran usualmente rudimentarias y de tamaño pequeño. Se han realizado pocos estudios acerca de estas qochas en altas mesetas para investigar si son parte de sistemas interconectados en una escala mayor. Construcciones rústicas similares, generalmente como sistemas de pequeños reservorios o represas, que podrían ser de cualquier época, desde un origen prehispánico o relativamente recientes, se encuentran cerca de los arroyos o de los canales servidores de escorrentía de estos arroyos en los valles de la zona agroecológica suni (clima templado entre 3300 y 3850m de altura) o puna (clima frío arriba de 3850m de altura). La evidencia de su funcionalidad incluye la mejoría de la agricultura, del pastoreo y en los usos domésticos en caseríos aislados.

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El Cusichaca Trust, ONG que investiga sistemas agrícolas prehispánicos y restaura irrigación a sistemas de terrazas, ha elaborado dos estudios en el sistema Laymicocha (Goulden 1999, Nickalls 2001). La zona de Laymicocha está situada a 2.5 km. al norte del pueblo de San Pedro de Larcay, dentro del valle. La zona tiene terrazas desde el nivel del río c. 3,000 m. de altura hasta c. 3,400 m de altura, ubicados dentro de la zona que permite la intensificación de la agricultura con cosechas bianuales. Antiguamente las terrazas fueron regadas con agua traída de un manantial con un flujo estimado de un mínimo de 20 lps. El agua se conduce por un canal de 500 m. hasta tres pequeñas represas y luego por otro canal (actualmente destruido) que baja de las represas hasta las terrazas de la parte baja (Goulden 2001) Actualmente, la mayoría de las terrazas están abandonados o usadas como pastos naturales. La mayoría de los comuneros en Larcay viven, desde la época colonial, en la capital distrital y tienen de media a una hectárea para cultivar. Con la excepción de las laderas más bajas, las heladas son frecuentes en la estación seca durante los meses de junio a agosto y se realiza una sola cosecha anual (Nickalls 2001). La restauración de la irrigación podría ser una opción valiosa permitiendo una segunda cosecha anual; y el valor de las represas consiste en que permite un flujo de agua regulado, a toda hora, desde las represas hasta los canales de distribución, que puede ser utilizado a voluntad durante un período corto. Irrigación eficaz requiere atención al control y manejo de caudales a parcelas sucesivas durante el periodo de flujo de agua para que haya suficiente agua para las plantas pero no demasiada para causar erosión de suelos y debilitamiento de las paredes de las terrazas. El uso de represas permite usar toda el agua del manantial sin uso de mano de obra para controlar y manejar los caudales

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durante toda la noche. Una ventaja adicional es que cuando las válvulas son abiertas para usar el agua almacenada, grandes volúmenes fluyen rápidamente reduciendo el porcentaje de agua que es perdida por infiltraciones en los canales. Se calcula que, con reservorios, se puede regar más de tres veces el área que se puede regar sin reservorios (ver Apéndice). En términos de producción de alimentos, Kendall (1997) ha estimado que tres familias prehispánicas, de seis miembros cada una, podían alimentarse con la producción de una ha de terrazas irrigadas con una sola cosecha por año. Por supuesto, los niveles de consumo de hace cinco siglos no son los mismos que los de hoy día. A pesar de las ventajas técnicas y de seguridad alimentaria que las qochas conectadas con terrazas representan, actualmente solo 20 % de las terrazas está en uso. Esto se debe a la escasez de mano de obra, falta de irrigación, deficiente integración entre el componente agrícola y pecuario, altos costos de producción, entre otros factores, pero sobre todo, a que no hay canales de comercialización de productos que hagan redituable el valor del trabajo agrícola (Rodríguez y Kendall 2001). Las qochas o represas construidas en Laymicocha parecen integrar formalmente los requerimientos para almacenar agua para uso doméstico e irrigación y pueden ser entendidas como parte de una estrategia para contrarrestar el riesgo de sequía, en terrazas que mitigan las heladas y la erosión. Otra explicación, no excluyente, del origen y función de las qochas es que fueron diseñadas para el aprovisionamiento de agua potable para los habitantes originales de una o de ambas partes del sitio arqueológico construido en las orillas de la ladera. Los vestigios arqueológicos no han sido completamente explorados; sin embargo, indican que en Laymicocha hubo un centro ceremonial y albergue para batallones de expansión del

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imperio inca. La parte hacia el norte consiste de un pequeño centro prestigioso de autoridad y ocupación Inca, dominando terrazas, probablemente para su autosuficiencia. Alrededor de una plaza está un usnu (trono del Inca, símbolo ceremonial del poder de l Inca reinante) sobre una plataforma, en cuya base el agua de las qochas debía estar disponible para fines rituales y prácticos. Al otro extremo está una chullpa (tumba con domo) de construcción y forma típica de la cultura Soras, representando la cultura pre -Inca tardía, conquistada por el Inca. Otros recintos, habitaciones y chullpas circulares, predominan al sur de las qochas. La interpretación de las dos partes del conjunto se atribuye al reino del Inca Pachacutec, después de conquistar la zona c.1450 d.C., ya ocupada por los Soras o construida con su mano de obra. En 2001 se hizo una investigación para ubicar la planta original de cada qocha de Laymicocha por medio de una trinchera estrecha entre el centro y la salida de agua de la compuerta. Se ubicó un piso de arcilla, de 3 a 5 cm. de espesor, en la qocha No. 1 a 2.2 m. de profundidad desde el tope del muro de contención, en la qocha No. 2 a 2.3 m, y en la qocha No. 3 a un promedio de 2.2 m. de profundidad. Solo en la qocha superior, No. 3, se reveló un hallazgo único –una piedra original de control de la compuerta con un hueco tallado de 9 cm. de diámetro y en el relleno, cerca a su base, se encontró una piedra de forma circular de 9 cm. de diámetro que tapaba el hueco tallado por la cual se controlaba la salida de agua a la qocha No. 2. No se sabe la razón por la cual el piso de las qochas estaba debajo del nivel de las compuertas, posiblemente se debió a que era una trampa de sedimentos o existe una compuerta inferior que no ha sido descubierta.

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Conclusiones De forma similar a las qochas del altiplano, las qochas o represas de la sierra para el almacenaje de agua asociados a un sistema de riego son una opción para minimizar el riesgo. Similarmente, las terrazas utilizadas extensamente en todas las altitudes, son parte de estrategias de montaña que minimizan la erosión y crean microclimas para la agricultura. Las terrazas constituyen un recurso pasado no valuado, con potencial para restauración y rehabilitación de la agricultura intensiva. Su desarrollo en el uso agrícola en sistemas de riego y cultivo integrales llegó a su clímax en los sistemas de riego Inca. Estos sistemas sirvieron para enfrentar los cambios climáticos con sequías prolongadas. Apéndice: Superficie adicional regada con el sistema de reservorios (qochas) en Laymicocha. M EDIDAS Y OBSERVACIONES Área de reservorios Reservorio 1 = 166 m 2 Reservorio 2 = 131 m2 Reservorio 3 = 343 m 2 Altura desde válvula de salida hasta nivel de pared Reservorio 1 = 1.2 m Reservorio 2 = 1.0 m Reservorio 3 = 1.5 m Caudal estimado de manantial en agosto = 20 l/s DATOS DE FUENTES SECUNDARIAS Precipitación efectiva promedio para julio (el mes más seco) = 4.5 mm De estación meteorológica de Allpachaka ETo – Penham para julio = 2.5 mm/día ETo – Penham para abril = 3.00 mm/día

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Como calculado por Shipton y Twite (1999) basado en datos de la estación meteorológica de Allpachaka Demanda de agua de maíz madurando en abril = 105 mm/mes Como calculado por Shipton y Twite (1999) basado en datos de la estación meteorológica de Allpachaka S UPOSICIONES Agua en reservorios llega hasta el tope de sus paredes. Pérdidas de infiltración En canales principales, manantial al reservorio = 10% Sin reservorio, en canales secundarios y terciarios, del reservorio a las parcelas, caudal bajo (50%) y caudal alto (30%). Demanda de agua para maíz madurando en julio = (2.5 / 3.0 ) x 105 = 87.5 mm/mes. No hay necesidad de riego en los andenes arriba del reservorio en los meses críticos considerados, debido a que no es posible tener cultivos bianuales por las heladas que caen en los meses del tiempo seco. Los usuarios de riego pueden manejar el agua durante 10 horas de cada día. Hay un mínimo caudal de 20 l/s en el manantial en julio. C ÁLCULOS Volumen total de reservorios = (343 x 1.5) + (131 x 1.0 ) + (166 x 1.2 ) = 845 m3 Caudal de manantial = (20 x 24 x 60 x 60)/1000 = 1728 m3/día Caudal que llega hasta la posición de los reservorios = 1728 x (1 – 0.1) = 1555 m3/día Demanda de riego para maíz madurando en julio = 87.5 – 4.5 = 83 mm/mes S IN RESERVORIOS Caudal hasta parcelas = (1 – 0.5) x 1555 = 778 m3/día = 778/ 24 = 32.4 m3/hr

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Los usuarios pueden manejar el agua sólo 10 horas por día entonces la cantidad de agua para riego = 10 x 32.4 = 324 m3/día = 30 x 252 = 9720 m3/mes Área que se puede regar = 7560 / (83 x 10-3 x 10,000) = 11.7 hectáreas C ON RESERVORIOS Tiempo para llenar los reservorios = (24 x 845)/1555 = 13.0 horas Tiempo disponible para abrir las válvulas = 24 – 13.0 = 11.0 horas Entonces, el manejo de toda el agua se puede hacer durante 11 horas cada día, llenan do el reservorio durante 13 horas. Agua disponible para riego = (1 – 0.3) x 1555 = 1089 m3/día = 30 x 1089 = 32, 655 m3 /mes Área que se puede regar = 25,410 / (83 x 10-3 x 10,000) = 39.3 hectáreas Factor = 39.3/ 11.7 = 3.4 Entonces, con reservorios se pueden regar más de tres veces el área que se puede regar sin los reservorios. Agradecimientos Agradecemos a Tom Nickalls su colaboración para entender mejor los méritos de la irrigación en las qochas de Laymicocha y a Donald Green por sus comentarios a este documento. Bibliografía Angles, V. 1987 Sistema tecnológico andino en q’ocha y organización campesina . Tesis de Licenciatura en Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Altiplano, Puno, Perú. Conway, G. R. 1986 Agroecosystems analysis for research and research for development.,Winrock International, Bangkok.

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Foto X-1. Vista aérea de las qochas del altiplano. Aquí se notas claramente qochas grandes y pequeñas, qochas con agua y en proceso de secarse, también se notan los canales que intercomunican las qochas (Foto del Servicio Aéreo Nacional, reproducida de Andenes y camellones en el Perú andino: Historia, presente y futuro).

Foto X-2 Qocha del altiplano: estancamiento de agua para mantener la humedad del suelo, sirve también de abrevadero del ganado y para pastizales (Foto: Flores Ochoa, reproducida de Andenes y camellones en el Perú andino: Historia, presente y futuro).

XI. Las galerías filtrantes o qanats 1 Jacinta Palerm Viqueira Introducción La galería filtrante es una técnica de captación de agua subterránea y su conducción por gravedad a la superficie. Es una técnica milenaria que se inventó en algún lugar del cercano oriente y, no obstante su antigüedad, es una técnica vigente en México y América Latina, como se puede ver a través de una consulta en internet hay galerías en funcionamiento y en construcción para abasto de agua potable. En el valle de Tehuacán (México), así como en otras lugares del mundo, es una técnica tradicional, en el sentido que el conocimiento para su construcción es de la población local. Pero la técnica de construcción de galerías filtrantes es también del dominio de los ingenieros profesionales, éste es el caso de las galerías para agua potable en construcción. A través del mundo las galerías son conocidas bajo el nombre de qanat, kanat, foggara, fuqara, hattara, khattara, karez, kariz, rhettara , réthara, khettara, khriga, falaj, mambo, alcavor o alcavon, surangam, galerie filtrante, galerie de captage, galerie captante, galerie drainante, infiltration gallery, chain well, chain of wells, underground aqueduct chain well, pozos horizontales, pozos en cadena , galería filtrón, galería con lumbreras, minas de agua, en Madrid (España) viaje o viaje de agua (una deformación del nombre latino via acquae). En México y América Latina reciben el nombre de galería filtrante y otros nombres de uso local: en Te huacán (Puebla, México) apantles con tragaluces, pozería (sic),

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galería filtrante (o nada más galería ), en Parras (Coahuila, México) fuques, en el Distrito de Riego Tecamachalco (Puebla, México) picos, en el norte de Chile picas, en Perú puquios (pukios) (Agarwal y Narain 1997, Beekman et al. 1995, Bernabé 1985, Cleek 1973, Coloquio Internacional ... 2001, Contreras 2000, Custodio et. al. 1983, Enge y Whiteford 1989, Evenari et al. 1982, Gil Meseguer et al. 1993, http://webworld.unesco.org /water /ihp /db /glossary /glu /ES /GF0720ES.HTM, Humlum 1965, Matés 1999, Wilken 1990, Woodbury et al. 1972). Las galerías de México son poco conocidas, poco sabemos sobre su presencia y menos sobre las fechas de construcción; no obstante se ha supuesto su origen temprano colonial o aun prehispánico. Nos interesan dos aspectos sobre las galerías en México, prime ro, desde cuándo y en dónde hay galerías en México; segundo, en qué lugares y momentos la técnica de construcción ha sido apropiada por la población local o cuando menos apropiada la obra para fines de administración y mantenimiento por la población local. Iniciamos la presentación poniendo en duda el supuesto origen temprano colonial para las galerías del valle de Tehuacán. A continuación realizamos una revisión de reportes de galerías, esta revisión nos confirma que el caso del valle de Tehuacán no es excepcional, sólo tenemos un posible caso en que la construcción se remonta más allá del siglo XIX (1730 en Aguascalientes); las demás fechas son del XIX y XX. Por otra parte el conocimiento para la construcción en el siglo XX parece ser exclusivo de ingenieros profesionales, sólo en el valle de Tehuacán y posiblemente en otras regiones de Puebla la población local se apropió del conocimiento. Para siglos anteriores simplemente

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carecemos de información, sin embargo las dimensiones de las obras en Aguascalientes (1730) y Querétaro (1852) sugieren la presencia de ingenieros; a su vez estas obras podrían haber funcionado como difusoras de las tecnología para obras más pequeñas. Concluimos con una descripción de la técnica de construcción de galerías y de otras técnicas cercanas. El caso de las galerías del valle de Tehuacán Las galerías filtrantes más conocidas de México corresponden a las del valle de Tehuacán, donde se ha concentrado la investigación arqueológica, etnográfica y etnohistórica. En el valle de Tehuacán las galerías se utilizan para el riego, la tecnología es plenamente vigente: hay galerías en construcción y son los mismos campesinos locales los que las utilizan y construyen con un instrumental sencillo. Las galerías pertenecen a “sociedades de aguas”, cuyos socios son agricultores mayoritariamente campesinos de la región. Actualmente hay alrededor de 80 galerías en uso. (Woodbury et al. 1972, Henao 1980, Enge y Whiteford 1989, Campos et al. 2000). Los primeros reportes sobre las galerías del valle de Tehuacán son de Comisión del Papaloapan (1954), Luis Blasquez L. (1957), Manuel G. Hidalgo Fuentelsaz (1958) y Carl Troll (1963) según señalan Woodbury et al. (1972:139). Los pocos estudiosos que han investigado sobre galerías filtrantes en México han especulado con la posibilidad que las galerías filtrantes de México tengan un antecedente prehispánico, al igual –dicen– que los puquios del Perú; o un antecedente temprano colonial (Seele 1969, 1973, Cleek 1972, 1973, Woodbury et al. 1972, Enge y Whiteford 1989, Wilken 1990, Beekman et

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al. 1995). De hecho el valle de Tehuacán ha sido señalado como el centro de difusión al resto del país. “Las obras de estas naturaleza son de gran importancia en la región, al grado que hacen de ella la primera en la República, por su número y extensión. Este sistema de captación de aguas fue aplicado por primera vez, en Tehuacán, por los frailes franciscanos, casi a raíz de la conquista, cuando fue creado el marquesado de Oaxaca y desde entonces, se ha venido desarrollando la red de galerías hasta alcanzar la considerable extensión que hoy tienen,” (Blasquez 1957:41 citado en Woodbury et al. 1972:147). Sobre esta base Cleek propone que las galerías de Parras (Coahuila) poblado localizado en el norte de México, fueron difundidas desde el valle de Tehuacán a través de los tlaxcaltecas (quienes efectivamente colonizaron Parras en el siglo XVII), y que –propone Cleek– podrían haber estado algunos de ellos empleados como trabajadores por los franciscanos en el Valle de Tehuacán. Es decir Cleek sugiere que aprendieron la técnica en Tehuacán y la usaron en Parras (Cleek 1972:18). Sakanassi, historiador y poeta de Parras también sugiere –posiblemente influenciado por Cleek– que los tlaxcaltecos fueron los responsables de la construcción de las “fogaras” (sic) de Parras (Churraca et al. 1989). Con las referencias anteriores Beekman et al. (1995:140) señalan “Los españoles introdujeron el qanat ... durante el siglo XVI, al Nuevo Mundo.” Sin embargo en el caso de las galerías filtrantes del valle de Tehuacán dos arqueólogos encontraron evidencia negativa de que pudiesen ser prehispánicas; no sólo eso sino que además señalan que no encontraron evidencia

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directa de que los sistemas fuesen más allá del siglo XIX –probaron también con reconstrucción oral: un personaje local cuya familia fue de hacendados de la región, les señaló que las primeras galerías se habían construido en el valle de Tehuacán por 1850 o 1860, a iniciativa de algún hacendado; de igual manera campesinos del lugar señalaron que las galerías habían sido excavadas por ordenes de la hacienda -iniciando por 1850 y en ningún momento señalaron que fuesen “de los antepasados.” (Woodbury et al. 1972:147, 148) Henao, quien realizó una búsqueda exhaustiva en archivos del valle de Tehuacán, encontró pleitos de agua del XVI, pero ninguna mención de galerías hasta el siglo XIX, y señala como fecha de la construcción de la primera galería en el municipio de Ajalpan el año de 1886 (Henao 1980:112, 200-202). Por lo tanto si la introducción de las galerías en el valle de Tehuacán se remonta apenas al siglo XIX, los tlaxcaltecas fundadores de Parras no pueden haber aprendido la técnica en el valle de Tehuacán. Por otra parte el reporte de galerías en el estado de Jalisco por Beekman et al. (1995, 1999) con fundamento arqueológico señala: “Nuestros intentos de establecer la fecha de construcción del qanat no han sido muy exitosos; [debido a] la falta de documentación histórica. ...” (Beekman et al. 1995:158). “La mayor parte de la evidencia del qanat original de La Venta parecería estar asociada a este período [principios del XIX]” (Beekman et al. 1995:160). En el caso de los puquios del Perú aunque varios autores (citados en Cleek 1973, Woodbury et al. 1972, Enge y Whiteford 1989, Beekman et al. 1995) han planteado la posibilidad que las galerías filtrantes del Perú tengan un origen prehispánico; los argumentos de

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Monica Barnes y David Fleming (1991, 1995, 2000, 2001) a favor de su origen colonial son muy convincentes. Reportes de galerías en México: ubicación y fechas Valle de Tehuacán,estado de Puebla En el estado de Puebla, además de las ya mencionadas del valle de Tehuacán, donde actualmente hay unas 80 galerías en funcionamiento, existen otras dos zonas con galerías, ambos lugares con más de 100 galerías contadas respectivamente: Acatzingo-Tepeaca, estado de Puebla En el área de Acatzingo-Tepeaca, Puebla, a unos 70 kilómetros al norte de Tehuacán, Seele (1969) calcula unas 150 galerías –y localiza en un plano y reporta por nombre 111 galerías en los municipios de Acatzingo, Los Reyes y Cuaupiaxtla donde ubica los pueblos de Santa María Actipan, Los Reyes, Santiago Acozac, Miguel Negrete, Buenavista y Concordia. Las galerías las reporta unas con agua, otras secas, otras cegadas y olvidadas: 26 con poca o poquita agua, 7 con mucha agua, a 6 las reporta “con bombeo” y las restantes, la mayoría, sin agua. Sin embargo el investigador no aporta información sobre fechas de construcción, a pesar de señalar que “todas las galerías estudiadas hasta ahora son de propiedad particular de varias familias, unidas en una sociedad. Cada sociedad tiene su presidente que posee los documentos de fundación y de derechos de aguas, y a veces, también guarda un mapa o plano.” (Seele 1969:3); aunque ciertamente especula sobre la posibilidad de su origen prehispánico. Distrito de Riego Valsequillo o Tecamachalco, estado de Puebla En 1956 un investigador danés realizó un recorrido

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por México visitando galerías, entre los lugares que visitó se encuentra el Distrito de Riego de Valsequillo o Tecamachalco (Puebla), a donde fue acompañado por el Ing. Efrén Rodríguez Orea. Relata en su texto que en el momento del recorrido había unas 139 galerías, llamadas localmente picos, y que su número estaba en crecimiento. También señala que las galerías formaban parte de la zona de riego del Distrito de Riego Valsequillo (Humlum 1965). El Ing. Waldo Ramírez Cervantes (2001) señala que efectivamente en Valsequillo existían galerías, que aquéllo había sido un verdadero vergel, y que a fines de la década de 1960 y principios de 1970 las galerías y manantiales se habían secado. El Ing. indicó que este fenómeno fue coincidente (–y provocado) por el revestimiento de canales en el Distrito. Parras, Viesca y otros poblados en el estado de Coahuila Las galerías son para riego y se conocen localmente bajo el nombre de fuques. Cuentan con lumbreras y se han profundizado los túneles en el curso del siglo XX. Los túneles tendrán unos 600-800 metros de longitud. (K. Kaerger 1901 citado en Humlum 1965, Wagner 1955 “Parras” citado en Cleek 1973; Miller 1961 en base a la información de Carl L. y Laura C. Hubbs 1953 citado en Contreras et al. 1985, Humlum 1965 –las visitó en 1956, Contreras 1975, 2000, Contreras et al. 1985, Churraca et al. 1989, Martínez 2001). En Viesca, un poblado cercano a Parras, que fue un oasis del de sierto, y fundado por tlaxcaltecas que salen de Parras, J. Guadalupe Rodríguez reporta que antes había manantiales que “salían de cuevas”; una indagación telefónica con gente local (Genaro Hernández) y una posterior visita, realizada por J. Guadalupe

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Rodríguez en abril 2001, reveló que eran túneles que a mediados del siglo XX, cuando empezaron a secarse “manantiales”, se habían “dragado”, los viejos del pueblo le señalaron que el manantial del túnel contaba con respiraderos (quizá únicamente un respiradero) y estaba administrada por una asociación de regantes, que funciona a la fecha, ahora con agua de pozo. En otros poblados del estado de Coahuila: Charcos de Risa y Tres Manantiales hay “manantiales que salen de cuevas” (Rodríguez Meza 2001). También en el estado de Chihuahua en el poblado de Escalón hay un “manantial” de agua caliente que sale de un corto túnel (aprox. 20 metros), dentro del túnel el agua cae en cascada del techo. El agua se utiliza para riego y se cobra la entrada para disfrutar de un baño en el túnel (Rodríguez Meza 2001, 2002). Los manantiales que “salen de cuevas” pueden corresponder a galerías muy cortas que hacen innecesarias las lumbreras (Agarwal y Narain 1997:223) Por otra parte Zvi Ron (1985, 1986 citado en Lightfoot 1997) señala similitudes y diferencias entre “túneles de manantial” (spring tunnels) y galerías (qanats), a los primeros los caracte riza “short, rock cut spring tunnels (which renew or increase natural spring discharge) ...” (Lightfoot 1997:433). Jalisco Para el estado de Jalisco se reportan una serie de galerías, una ubicada en terrenos de la ex-hacienda La Venta del Astillero, actualmente destruida, que cuenta con varios ramales, los túneles en conjunto suman más 8 km. Según informantes locales en los años posteriores a la Revolución Mexicana todavía estaba en funcionamiento. Al parecer el agua fue utilizada para beber y para aprovisionar a las enormes cantidades de

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animales que se transportaban por ese paso a través de la Sierra de la Primavera, llevando mercancías entre Guadalajara y los puntos más al oeste. Además, en el rancho La Gotera (al este de La Venta) hay dos galerías cortas que están en funcionamiento; en la Cd. de Guadalajara (Av. Vallarta y Periférico) hay una galería ya destruida; y por último reportan galerías en los municipios de Tala y Etzatlán (Beekman et al. 1995, 1999). Adicionalmente en la Cd. de Guadalajara hay unas dos galerías, que se tiene contemplado incorporar a la red de agua potable (Palerm et al. 2001). La evidencia de construcción de galerías en la época colonial para el área de Guadalajara se reduce a una obscura mención de “túneles de agua” en un documento colonial para Tlaquepaque, poblado actuamente conurbado a la Cd. de Guadalajara (Weigand 2000); sin embargo también existe el señalamiento, sin referencia, de que “Se tienen noticias de que en 1723 se construyeron galerías subterráneas y lumbreras al poniente de Veracruz, sistema que se repitió en 1731 en Jalisco.” (Cruz Galindo 1994:6). San Luis Potosí Para el estado de San Luis Potosí Beekman et al. (1995:158) señalan la existencia de qanats, basados en comunicación personal de Patricio Dávila 1995, que parecen ser de fecha colonial. También un texto de 1930 que trata sobre la explotación de aguas freáticas para el riego señala la existencia de “... túneles y tajos ahora abandonados de la Hacienda del Peñasco y los tajos de la Hacienda de Pardo, ambos en el Estado de San Luis Potosí.” Este aprovechamiento lo distingue de los pozos al señalar: “En otras regiones donde la horizontalidad de la superficie no

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ha permitido la construcción de canales, existen innumerables pozos ...” (Waitz 1930:30-31, nuestro subrayado). Monterrey, estado de Nuevo León Aboites (1998:159) señala como una construcción porfiriana para abasto de agua potable las galerías de San Jerónimo en Monterrey, con fecha de 1909. Humlum (1965:20) en el recorrido que realizó en 1956 señala que en el valle del arroyo Santa Catarina, a 20 km. al oeste de Monterrey, se puede ver una de las lumbreras del qanat “La Huasteca”, y añade que existen otras galerías aisladas en esta región. Además actualmente tenemos el señalamiento que las fuentes de abastecimiento en agua potable del área foránea de la Cd. de Monterrey incluye una galería filtrante (Palerm-Viqueira et al. 2001). Querétaro Aboites (1998:168), citando el trabajo de Blanca Suárez Cortez “Poder oligárquico y usos del agua en Querétaro, 1840-1880” (en prensa) refiere que Cayetano Rubio, en 1852, construyó en Querétaro una galería a un costo superior al millón y medio de pesos. Cleek (1973) basado en E. Lozano 1920 “Manantiales en el Puebla de Tepexi de Rodríguez” en Anales del Instituto de Geología de México señala la construcción de galerías para agua potable en Querétaro. Más recientemente hay señalamientos que de que en el estado de Querétaro existen galerías filtrantes como fuentes de abastecimiento de agua potable (PalermViqueira et al. 2001). Zacatecas Beekman et al. (1995:140-141), basados en Andrew Darling, comunicación personal 1995, señalan que otros qanats han sido localizados en Zacatecas. Wilken (1990:282), aunque sin referencia incluye a Zacatecas en

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la lista de estados con galerías. Más recientemente hay el señalamiento de que el municipio de Concepción del Oro, Zacatecas cuenta para el abasto de agua potable con galerías filtrantes (Palerm-Viqueira et al. 2001). Galerías para agua potable Cleek (1973) señala la construcción a principios del siglo XX de galerías para abastecer de agua potable y refiere los estados de Baja California, Hidalgo, Michoacán, Querétaro, Veracruz. Más recientemente encontramos referencias de abastecimiento de agua potable a partir de galerías filtrantes, así como de rehabilitación y construcción de nuevas galerías, en los estados de Baja California, Campeche, Colima, Chihuahua, Coahuila, Durango, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Sonora y Tlaxcala, además de los ya mencionados Zacatecas, Querétaro, Nuevo León y Jalisco (Palerm-Viqueira et al. 2001). Galerías para riego Cleek (1973, basado en C. Cimentel 1939 “Un problema de pequeña irrigación en el valle de Colima” en Agricultura 2:19-26) señala la existencia de galerías para riego en el estado de Colima. Para el estado de Nayarit se reporta la existencia de galerías en funcionamiento para riego (entre 6 y 25) y para agua potable (6) ((Palerm-Viqueira et al. 2001). Aguascalientes En la Cd. de Aguascalientes encontramos el primer caso documentado para la época colonial de lo que parece ser una galería. El caso de Aguascalientes nos fue informado por Ary Tagore y el Prof . Jaime Guadalupe Posada Ávila (diciembre de 2001) quienes tuvieron la amabilidad de informar y de enviar a Jacinta Palerm una serie de artículos aparecidos en El Heraldo de Aguascalientes (1987:7 y 29 de septiembre; 7, 19, 20, 30

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de octubre, 1 de noviembre; 1995:3 de diciembre, 2001:30 de octubre) y en el Suplemento La Cultura en Aguascalientes de El Sol del Centro (junio de 1994) sobre túneles bajo la ciudad de Aguascalientes; que ya que un ingeniero agrónomo, Jaime Delgado Herrera conocedor de la tecnología del qanat y de las galerías de Tehuacán sugiere, en 1987, que se puede tratar de una galería filtrante /qanat. Bajo la ciudad de Aguascalientes hay túneles que corresponden, como veremos, a un sistema colonial de conducción del agua. En 1881 se describió un túnel como “Una arquería subterránea que sólo ha causado admiración y espanto en el ánimo de quien lo ha visto.” (Don Agustín R. González Historia de Aguascalientes p. 9). La construcción del acueducto o atarjea subterránea fue iniciada por Matías de la Mota Padilla siendo alcalde (1730-1732) de la ciudad de Aguascalientes. En este período se construyó un primer tramo de 500 varas (400 metros) de atarjea con trabajo de reos, tal y como describe en 1742 el propio Matías de la Mota Padilla en su Historia del Reino Nueva Galicia . A finales del siglo XIX se realiza una rehabilitación del acueducto, la descripción que dan los doctores Jesús Díaz de León y Manuel Gómez Portugal autores de “Apuntes para el estudio de la higiene de Aguascalientes” en la Memoria Administrativa del Gobernador Alejandro Vázquez del Mercado para los años 1891-1895 permite afirmar que se trata de una obra de captación de agua subterránea y su conducción por un acueducto subterráneo con lumbreras: “El Cedazo, situado a unos 4,000 metros de la orilla de la ciudad, es una obra de mampostería situada a la margen izquierda del Arroyo de La Macías y en el que se reciben todas las aguas que se filtran por el

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arroyo debido a un contrafuerte porfídico que detiene las filtraciones, y obligadas a seguir una sillería de petrosiliex que sirve, como su nombre lo indica de CEDAZO, hasta caer en el depósito que sirve como caja repartidora, pues de allí nace el acueducto. Sobre la sillería existe un canal cubierto en toda su extensión y abierto en la margen opuesta del arroyo por uno de los extremos y por otro cerca de la entrada de las aguas al depósito repartidor. El acueducto tiene 3,792 metros, caminando bajo la toba que forma nuestro subsuelo, el cual estaba enteramente obstruido por derrumbes y por el abandono, pues aun las lumbreras que hubo de trecho en trecho se habían aterrado y perdido. (...) este acueducto ... es bastante amplio para permitir caminar dentro de él a un hombre de talla mediana y hay la circunstancia de que una vez limpio permite las filtraciones de toda la margen izquierda del arroyo, cuyas filtraciones se han observado en las exploraciones hechas por el interior del acueducto ...” (pp. 204-205). En los artículos de periódico se señala además la existencia de un acueducto similar al de la ciudad de Aguascalientes en el poblado de Asientos, con una extensión de 25 metros (y afirma el artículo que data de 1675 !); también se señala que en la Hacienda de San José de Cieneguilla, existe otro con una extensión de dos kilómetros. Consideraciones sobre la antigüedad de las galerías El reporte sobre Aguascalientes es el primero en que existe una fecha certera anterior al siglo XIX, y este caso todavía debe ser examinado particularmente en vistas de

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que no hay evidencia de que la tecnología para la construcción de las galerías reportadas para México (destruidas, en funcionamiento y en construcción) (Palerm et al. 2001) corresponda a supervivencias de una tecnología introducida a México en la época colonial. En el caso de las galerías del valle de Tehuacán, aunque el conocimiento para la construcción de galerías ha sido apropiado por la población local de tal manera que los mismos campesinos construyen galerías utilizando un instrumental sencillo, la apropiación del conocimiento es relativamente reciente: mediados del siglo XIX. No podemos sin embargo fechar la apropiación del conocimiento en el caso de Valsequillo, donde para la década de 1950 Humlum reporta galerías en construcción. En el norte de México, en Parras y en Viesca hay reportes de dragado y profundización de las galerías, al parecer por iniciativa y esfuerzo local, pero no parece haber construcción de nuevas galerías En el caso de las galerías que Cleek reporta que se construyen a principios del siglo XX en México el conocimiento para su construcción está enteramente en manos de ingenieros profesionale s. Cleek indica que la técnica corresponde a prácticas corrientes en Estados Unidos y Europa en los siglos XIX y XX. Según señala durante el siglo XIX por toda Europa y Estados Unidos se construyeron galerías para el abasto de agua potable a poblados y ciudades, así por ejemplo los “misteriosos” qanats reportados en Bavaria en 1967 son en realidad un ejemplo más de la difusión por ingenieros. Un paralelismo interesante puede ser con Canarias. En Canarias hay, al parecer, una primera etapa de construcción de galerías en el siglo XVI (sin embargo Suárez Moreno n.d.) señala que la denominación “minas de agua” corresponde a otra técnica); y no es sino hasta

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fines del siglo XIX y en el XX que vuelven a hacerse obras de consideración (Rodríguez Brito 1996:29-42, 43, 70, 94-98, 181-182). El segundo empuje de construcción para Canarias puede entonces venir, no de un conocimiento de construcción en el siglo XVI, sino de un re-introducción o un reforzamiento a partir del XIX. No obstante una primera introducción de tecnología para la construcción de galerías en el período colonial, tal y como parece ser el caso de Aguascalientes y es el caso del Perú, es muy posible. El nombre dado a las galerías filtrantes en España “minas de agua” y los aparentes nexos en el origen mismo de la tecnología para la construcción de gale rías con la minería hacen sugerente el nexo entre minas y galerías (Beekman et al. 1999, Ballard 1994). Por otra parte probablemente implica que el conocimiento ingenieril de la construcción de minas podía ser aplicado a la construcción de galerías. La minería de extracción de plata jugó durante el período colonial un papel económico muy importante; uno de los problemas principales de las minas fue su inundación. Ante tal evento frecuente había tres posibilidades, abandonar la mina, extraer el agua con malacate (un sistema de elevación del agua movido con caballos o mulas) o hacer una contramina , también llamado socavón para sacar por gravedad el agua (también existieron combinaciones de malacate y socavón) (Montejano y Aguiñaga 1975, Brading [1971] 1975, Moreno 1978, Randall 1972, Hadley[1975] 1979, Alatriste 1983). Los estudiosos sobre la minería colonial nada refieren de qué se hacía con el agua extraída, aunque al parecer había espacios de regadío con agua de la mina, por ejemplo en Real de Catorce (C. Viqueira 2001). Tal aprovechamiento aparece en la siguiente descripción:

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“En la Sierra Hermosa de Santa Rosa, a cuyo pie está situada la ciudad de Múzquiz existen a media altura de la serranía minas de plomo y zinc a lo largo de una falla longitudinal. La explotación de las minas se dificultó mucho a causa de la fuerte cantidad de agua que circula en dicha falla y para desaguar ésta de una manera económica se decidió –de esto ya hace muchos años– drenarla mediante un túnel que permitiera la salida del agua al plan más bajo de Múzquiz. Se construyó el túnel y al llegar a la fractura sobrevino tal cantidad de agua que el socavón quedaba completamente lleno sin que el nivel en las minas bajara notablemente. Desde entonces está corriendo el río que sale del túnel y se aprovecha su agua en el riego de extensos terrenos alrededor de la ciudad de Múzquiz.” (Waitz 1930:35). Barnes y Fleming (1991) y Barnes (2001) consideran que los socavones para desaguar las minas y las galerías consisten en la misma técnica, señalan “By the second half of the 16th century the Spanish had begun to build gallery systems in the Andes for irrigation as well as for drainage.” (1991:52; ver también tabla sobre construcción galerías en el Perú p. 54). La primera obra de socavón para desagüe se inició en Potosí en 1556 bajo la dirección del minero florentino Nicolás de Benito y, en 1587, en las minas de mercurio de Huancavelica (1991:51). Las galerías : su tecnología Las definiciones de qué es un qanat presentan cierta diversidad, pero consiste esencialmente en un acueducto subterráneo (pozo horizontal o bocamina horizontal) que

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penetra en un acuífero (manto freático o aguas subálveas), y las conduce por gravedad a la superficie. La captación del agua en el acueducto subterráneo puede darse por filtración de las paredes y/o por un manantial en el piso (o techo) del acueducto. La longitud del acueducto subterráneo está relacionada con la distancia entre el lugar de captación del agua y su conducción hasta poderla aflorar por gravedad a la superficie; es típico que el acueducto subterráneo cuente a distancia periódica con respiraderos (lumbreras), que sirven también para introducirse al acueducto para darle mantenimiento, suelen ser muy visibles en fotografía aérea ya que cada lumbrera está rodeada por la extracción original de tierra para excavar el acueducto, así como de los residuos de la limpieza del acueducto. El qanat es tanto una técnica de captación como de conducción de agua. (Beekman et al. 1995:140; Lightfoot 1997:433; Wuttmann et al. n.d.; Cleek 1973:899; Custodio et. al. 1983:1791, 1797, Barnes 2001; Agarwal y Narain 1997:222-223, Barrow 1999:71). Las variaciones en las definiciones están aparentemente relacionadas con diferencias en casos específicos de sistemas. No obstante una diferencia es importante de constatar, es la referente a la ubicación: entre aquellas situadas en laderas o abanicos aluviales y aquellas situadas a lo largo de lechos de ríos, en este segundo caso se aprovechan aguas subálveas (es decir las del río cuya agua fluye subterráneamente) y según Neely (1974:28, 38) corresponde a una modificación de la técnica del qanat. En algunos casos la galería combina ambas ubicaciones para la captación de agua (Custodio et. al. 1983:1791, 1797). Sin embargo la definición que aporta el Diccionario de Derecho Agrario Mexicano (1982:325) “Galería filtrante. Excavación efectuada a lo

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largo de un río para captar agua filtrada. Pasaje subterráneo por el que se filtran las aguas para su utilización.” enfatiza el aprovechamiento de aguas subálveas. Para el aprovechamiento de aguas subálveas encontramos técnicas que no son propiamente de qanat, por ejemplo: Custodio et. al. (1983) se refieren a una técnica, bajo el encabezado, “zanjas y drenes”: “En materiales no consolidados, cuando el nivel freático es poco profundo, la captación del agua subterránea se puede hacer mediante zanjas, que no son más que excavaciones lineales que llegan al nivel saturado. El agua se puede evacuar por gravedad si el terreno tiene suficiente pendiente (...) Es frecuente que en la zanja se instale una tubería filtrante con ranuras apropiadas al material granular que la va a rodear, colocada sobre un lecho de gravilla, rodeada de arena o gravilla y finalmente rellenando la zanja con el material permeable propio del acuífero, incluso restituyendo cualquier posible cobertura limosa que ayude a proteger de la contaminación “ (pp. 1799 y 1801, y ver figura pp. 1799). Esta técnica parece corresponder a la modernización en la técnica de construcción de galerías que Cleek (1973:905) reporta: mientras la tecnología usada en México a principios del siglo XX corre sponde a una excavación de los túneles y lumbreras en la forma “tradicional” de excavación a mano, a partir de la década de 1950 se construye la galería con tubo de concreto perforado. Esta segunda técnica corresponde a la que aparece en un croquis de ingeniero para construcción contemporánea de una galería filtrante , así como al croquis en Custodio et al. (1983:1799) referida a la

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técnica de “zanjas y drenes”, a la breve descripción de una galería filtrante en Del Valle (1991:25, 28) y también corresponde a la descripción de una de las galerías filtrantes del estado de Chihuahua (México), probablemente construida en 1935: “Una galería filtrante formada de dos tubos perforados de 0.50 m de diámetro y que atraviesa el lecho del río Sacramento con el objeto de captar a una profundidad de 3 m las aguas subterráneas de infiltración que a lo largo del cauce del río corren continuamente.” (Durán 1995:148). No obstante, en la misma zona, en 1908 se construyó una galería filtrante cuyas características son más cercanas con el qanat: “... el señor Tomás Dale, construyó en el arroyo de la Canoa ... una galería filtrante en la margen izquierda del mismo, de 2.50 m de altura, 2.5 m de ancho y 12 m de longitud con el objeto de captar las aguas de infiltración del propio arroyo.” (Durán 1995:122). La descripción de la técnica de “zanjas y drenes” en Custodio et al. también corresponde a una vieja técnica de aprove chamiento de aguas subálveas que no llega a ser qanat. Francisco Suárez Moreno (2001), investigador de Las Canarias, describe así la diferencia entre “minas” y galerías” en Canarias. “En Canarias no es lo mismo una galería de agua que una mina de agua. Una galería es una perforación horizontal en el terreno rocoso de hasta varios kilómetros de profundidad con el desnivel adecuado, si es posible, para que las aguas captadas del subsuelo salgan por gravedad. Donde más abundan es en la Isla de Tenerife, bajo la zona volcánica de El Teide con alta capacidad para acumular agua por su porosidad.

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“Una mina de agua es una simple zanja que cruza, secciona el cauce de un barranco (en Canarias no hay ríos sino cursos discontinuos de aguas). Se techa con lajas de piedra y se recubre en su interior con piedras y argamasa para darle consistencia a la obra, la pared de aguas arriba es de piedra seca para que se filtren las aguas y la de abajo con argamasa para impermeabilizar.” (Suárez Moreno 2001). “[la mina de agua] Se trata de una tecnología muy sencilla de captación de las aguas subálveas ... Su tecnología no varió a lo largo de los siglos. Consiste en abrir una zanja longitudinal o transversalmente al cauce del barranco para captar las filtraciones de agua subterránea que discurren entre el fondo rocoso y la superficie y, luego desviarlas hacia los estanques reguladores ... La zanja que conforma la mina se reviste y se techa con piedras y argamasa para darle resistencia y en forma de galería (0.5 a 0.8 metros de ancho por 0.8 a 1.75 metros de profundidad) avanza por el margen del barranco, unas veces subterránea y otras a cielo abierto.” (Suárez Moreno n.d.:91). La técnica llamada en Canarias “mina de agua” se encuentra también en España, Portugal y Francia (Barnes 2002). En el caso de las Canarias destaca no sólo la diferencia de técnica (zanja recubierta/excavación de túnel) sino también la diferencia en la ubicación. Es pertinente retomar el siguiente señalamiento: “M. Barceló y M. A. Carbonero desarrollan una serie de matizaciones puntuales sobre otras formas de construcción de las galerías de drenaje , que no sean necesariamente siguiendo una técnica minera , subterráneamente.” (Gea Calatayud 1990:177, n. 4; énfasis nuestro). Es decir

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distintas a la definición que aporta Goblot “una técnica de carácter minero que consiste en explotar capas de agua subterránea por medio de galerías drenantes.” (Gil Meseguer et. al. 1993:128). La mina de agua de Canarias tiene rasgos que asemejan a otra técnica llamada presa o dique sumergido (groundwater dam); y por ejemplo Gil Meseguer et. al. (1993:126) señalan brevemente que la técnica de “presa subálvea” es distinta a una galería. Este tipo de construcción está reportada para el estado de Oaxaca (México): “In addition to floodwater and clear water, Díaz Ordaz Zapotecs exploit groundwater, using a recent technological innovation which they call an “underground dam” (presa submerida [sic, ¿sumergida?, es decir subterránea]). This device is an unusual variation of a kanat. (...) Informants claim that this device was introduced in 1932 by the well-known Mexican engineer, Jorge Tamayo.” (Downing 1974:121 n. 2). En otro reporte de una construcción similar en la Mixteca (Oaxaca, México) la obra recibe el nombre de “galería filtrante ” (Rivas 2001). La presa sumergida (groundwater dam), cuyo propósito es capturar aguas subálveas, parece corresponder también a una técnica antigua, al parecer se han encontrado este tipo de presas en la isla de Cerdeña con antigüedad a la época romana y en Túnez probablemente construidas por las antiguas civilizaciones del norte de Africa (Agarwal y Narain 1997:354-355). En el caso de Aguascalientes hay ciertos elementos que nos recuerdan a una presa sumergida: “El Cedazo, situado a unos 4,000 metros de la orilla de la ciudad, es una obra de mampostería situada a la margen izquierda

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del Arroyo de La Macías y en el que se reciben todas las aguas que se filtran por el arroyo debido a un contrafuerte porf ídico que detiene las filtraciones, y obligadas a seguir una sillería de petrosiliex que sirve, como su nombre lo indica de CEDAZO, hasta caer en el depósito que sirve como caja repartidora, pues de allí nace el acueducto.” (énfasis nuestro). Más noticias sobre la tecnología de galerías La variación tecnológica en alumbrar aguas subterráneas y conducirlas a la superficie por medio de gravedad empieza a señalarse con insistencia. Se critica la repetición de la definición clásica de qanat, sin describir el caso específico (Boucharlat 2001), este autor además señala que hay una diferenciación entre galerías que alumbran “aguas ocultas” de aquellas que alumbran aguas subálveas; y que probablemente las segundas corresponden a una tecnología más antigua, también cuestiona la supuesta antigüedad de los qanats clásicos. Zvi Ron (1985, 1986), años antes ya había señalado la diferencia entre qanats y lo que denominó “túneles de manantial” construidos buscando aumentar el caudal de un manantial, también señalando que a diferencia del qanat clásico no alumbra “aguas ocultas”. Salesse (2002 y en prensa) organizador del Simposio Galerías de Captación en el Mediterráneo (2001) también presenta como necesario tomar nota de la variación tecnológica – que para Almería, España ya había sido reportada, por ejemplo, en Bertrand et al. (1985) y Brazzana et al. (1987) bajo el nombre de cimbras, que capta aguas subálveas al igual que las minas de Canarias. Bertrand et al. (1985:123) señalan que esta misma técnica es la que caracteriza a los puquios del Perú, y se reporta también

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para las Baleares (España) y para Omán. Una de las propuestas de elementos a considerar en la descripción de la tecnología es la zona de captación de la galería. Reflexiones finales La construcción de galerías filtrantes en México tiene una diversidad de fechas, desde algún momento en el período colonial hasta la fecha. Es posible, como señala Cleek, que la técnica hay a sido introducida varias veces en distintas épocas. Existe bastante confusión en la descripción de la técnica, de tal manera que lo que para unos “es lo mismo”, para otros son técnicas distintas –aunque todas se refieren a captación de agua subterránea. Es necesaria más, mucho más investigación etnográfica, histórica y arqueológica sobre las galerías en México; así como una mayor precisión en la descripción de la(s) técnicas de captación de agua y de conducción. Agradecimientos Este trabajo tiene una deuda con mucha gente. En primer lugar quiero mencionar a Monica Barnes, a Francisco Suárez Moreno y a Emmanuel Salesse por compartir y discutir su análisis de las minas y galerías, a Ary Tagore por informar y enviar documentación sobre el caso de Aguascalientes, así como a otros investigadores que compartieron conmigo sus conocimientos y hallazgos sobre galerías: María de Lourdes Hernández, Federico Mancera, Carlos Chairez, María Rivas, Tony Perdomo, J. Guadalupe Rodríguez Meza, Abelardo Rodríguez, Tomás Martínez, Salvador Contreras, Waldo Ramírez Cervantes y otros más que seguramente se me escapan. También a Monica Barnes, Francisco Suárez, Emmanuel Salesse,

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Michael Ennis-McMillan y Martín Sánchez por buscar y enviarme textos sobre el tema. Versiones anteriores de este trabajo se presentaron en el II Encuentro sobre historia y medio ambiente , celebrado en Huesca, España (24 al 26 de octubre 2001) y en la sesión 17 Technological exchange, modes of production and water utilisation in Europe and Latin America (from Ancient times to XXth century) del Economic History Congress celebrado en Buenos Aires (22 al 26 de julio 2002). Referencias citadas Aboites Aguilar, Luis 1998 El agua de la nación. Una historia política de México (1888-1946). CIESAS. Agarwal, Anil y Sunita Narain eds.) 1997 Dying wisdom. Rise, fall and potential of India's water harvesting systems. Centre for Science and Environment, India. Alatriste, Oscar 1983 Desarrollo de la industria y la comunidad minera de Hidalgo del Parral durante la segunda mitad del siglo XVIII (1765-1810). UNAM. Balland, Daniel “Hidden waters” Vol. 47, UNESCO Courier, 01-01-1994, pp. 30. Barnes, Monica 2001, 2002 comunicación personal. Barnes, Monica; David Fleming 1991 “Filtration-gallery irrigation in the Spanish New World” Latin American Antiquity vol. 1, num. 1, (march) pp. 48-68. Barnes, Monica; David Fleming 1995 (february) “Andarax and Nazca: two coastal valleys compared” paper 1995 Annual Midwest Conference of Andean Archaeology and Ethnohistory. Barnes, Monica; David Fleming 2000 “Acerca de la fecha de origen de los puquios de Nazca” Turismo y Patrimonio, núm. 1 (enero), revista semestral, Perú

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Croquis galería lecho de río referencia: http://br.geocities.com/carfermed/A41.html 26

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Croquis galería “clásica” referencia: Campos et al. 2000

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XII. Las minas de agua en Canarias Francisco Suárez Moreno En este ensayo presentamos, desde una perspectiva global, el desarrollo histórico y tecnológico de las minas de agua en Canarias; unas simples pero ingeniosas arquitecturas para captar las aguas subálveas de los barrancos, a través de unas zanjas o trincheras recubiertas que cruzan diagonalmente el subsuelo del cauce de estos cursos de aguas discontinuas. Es una técnica hidráulica cuyo origen se remonta a tiempos protohistóricos de las regiones secas del Oriente Próximo y Norte de Africa, que tanto pudo llegar a este archipiélago atlántico por la vía de los primeros pobladores de la Antigüedad como por la de los colonizadores europeos a principios de la Edad Moderna. Marco geográfico y político Las Islas Canarias constituyen un archipiélago de la región Macaronesia, conformado por siete islas mayores y algunos islotes, con una superficie de 7,446.6 km.2 y una población de 1,650,000 habitantes. Ubicadas en el Atlántico a unos 100 km. del continente africano, disponen de un clima suave gracias a la influencia del viento alisio que descarga su humedad en la vertiente norte de las islas mientras que, a sotavento y en las islas llanas, impera un clima seco. Desde 1982 están regidas por un estatuto de autonomía política en el marco del marco del Estado español y la Comunidad Europea, aunque hasta el siglo XV, en que fueron conquistadas y colonizadas por el reino

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de Castilla, albergaba a una población autóctona de origen beréber establecida desde la Antigüedad. Una estrategia hidráulica milenaria Las captaciones y conducciones de aguas subterráneas, desarrolladas desde tiempos protohistóricos, presentan una gran variedad de técnicas y terminología. En las regiones más cercanas a Canarias como el Magreb, la península Ibérica o más allá, en el Oriente Próximo, o al otro lado del Atlántico, en América, encontramos diferentes prospecciones en busca de los acuíferos, unas de tipo vertical, los pozos y otras en forma horizontal con una mayor complejidad tecnológica y semántica tales como qanats, galerías filtrantes, cimbras, minas, alcavons, etc. Las dos estrategias de captación de agua subterránea que se realizan en Canarias por gravedad, a través de túneles o galerías horizontales, son las minas de agua, objeto de este estudio y las galerías, túneles perforados en la roca, con técnica minera, en busca de las capas acuíferas. Ambos casos son estrategias de captación por propia gravedad aunque en acuíferos de diferente naturaleza: la mina busca corrientes subterráneas o aguas subálveas en la capa de aluviones del cauce los barrancos y la galería lo hace adentrándose en la roca y materiales compactos, en algunos casos kilometricamente, para captar filtraciones y bolsas de agua. El tipo de mina y de galería que encontramos en Canarias no es exclusiva de esta región insular. Los pueblos protohistóricos del Oriente Medio ya excavaban galerías, zanjas y pozos en busca del agua subterránea, técnicas que perfeccionaron las culturas históricas de la

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Antigüedad. En la Edad Media, desde el Oriente los árabes llevaron a la península Ibérica muchos adelantos en materia hidráulica. Cuando, en el siglo XV, los conquistadores europeos llegaron a estas islas observaron que sus habitantes desarrollaban sencillas estrategias de captación de las aguas en los cauces de los barrancos. En unos casos las corrientes de aguas superficiales se derivaban hacia las huertas mediante una red de simples azudes y acequias de conducción. En otros, el agua de las escorrentías se desviaban hacia las terrazas de cultivo para inundarlas por el sistema de las gavias o se captaba el agua subálvea de los barrancos a través de prospecciones en forma de hoyos conocidos como eres. La naturaleza semántica de las eres procede del iris beréber, pozo u hoyo hecho en la arena para captar agua de reservas subálveas. Parece claro, pues, que desde las sociedades protohistóricas del noroeste de África, entre otros elementos humanos, culturales y tecnológicos, se traspasó a Canarias la técnica hidráulica de las gavias y las eres, mantenidas hasta la actualidad. Y es posible que las eres dieran paso a la construcción de pozos de poca profundidad y de minas sencillas. Además, es lógico plantearse que la sociedad aborigen se ingeniara la extracción de agua de las eres, para el regadío con la simple observación de la alineación piezométrica fijada por las leyes de la naturaleza para conseguir el líquido por propia gravedad a través de zanjas, sin necesidad de elevarla.

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La transferencia técnica hidráulica a Canarias y América Buena parte de los conquistadores y colonos que se establecieron en Canarias, después del siglo XV, eran portugueses y andaluces, conocedores de la ingeniería hidráulica árabe medieval desarrollada a lo largo de siglos en Al-Andalus, que debieron transferir de forma anónima a estas islas. De inmediato a la Conquista, entre finales del siglo XV y principios del XVI, tras el repartimiento de tierras y aguas por los gobernadores, la nueva economía canaria se orientó hacia el monocultivo azucarero. Se necesitaron profesionales (albañiles, carpinteros y “maestres de sacar agua”) para ejecutar la infraestructura hidráulica que exigía el regadío de la cañadulce, que fueron traídos de la Península Ibérica y, sobre todo, de Madeira. A tal efecto se ejecutaron obras de fábrica para captar las aguas superficiales y subterráneas como acequias, canales, cantoneras, tanques, albercas, pozos domésticos y minas (Aznar 1983:109 y 183). También se construyeron otros ingenios, tanto para elevar el agua (norias y tornillos), como para aprovechar su energía en los saltos (molinos de agua y batanes). Pero pronto surgió la competencia azucarera en las tierras conquistadas del Nuevo Mundo y los nuevos ingenios americanos terminaron, a finales del siglo XVI, por arruinar la economía azucarera canaria. La transferencia de tecnología agronómica e hidráulica de los reinos hispanos al Nuevo Mundo es un hecho evidente. Canarias, punto de escala obligada de las rutas marítimas y contribuyente continua de emigrantes, realiza una continua aportación personal de especializado en los

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ingenios azucareros y en obras hidráulicas por regiones de las Antillas y el Golfo de México, hasta avanzado el siglo XVIII (Lobo 1990, Morales 1951, Glick 1972 y Hernández 2000). Evolución histórica en Canarias (Siglos XVI-XIX) En la Colonización y el Antiguo Régimen La minas de agua fue la primera estrategia de captación de aguas subterráneas para riego en los primeros años de la Colonización. En la documentación del Registro General del Sello, de principios del siglo XVI, ya consta referencias sobre minas de agua en Gran Canaria (Aznar 1983:244-245). También las encontramos en varios protocolos notariales o en el Libro Rojo de Gran Canaria una precisa información para alumbrar agua con esta técnica. Igualmente, en el libro de Repartimiento de Gran Canaria (Doc. nº 226, de 15-I-1546), se refleja una merced concedida al bachiller Diego de Funes, de 80 fanegadas de tierra, en la boca del barranco de Telde, con autorización para trazar un mina de agua para el riego de dichas tierras. El mayor desarrollo de esta estrategia hidráulica histórica se produjo en la segunda mitad del siglo XVIII, en la isla de Gran Canaria, en el contexto económico de una expansión de cultivos de cereales y hortalizas para el autoabastecimiento del mercado insular (Macías y Ojeda 1989:217-260). Políticos y personalidades ilustradas de esta época hacen referencia a la necesidad de trazar nuevas minas de aguas para el desarrollo agrícola de la zona árida insular. Tal es el caso del Corregidor Eguiluz, quien, en junio de 1785, se recorre las tierras realengas del sur y

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suroeste de esta isla para informar sobre un proyectado plan oficial de repoblación de estos valles, donde comprueba la necesidad de “minamientos de los barrancos”. Luego, el Fiscal de la Real Audiencia, José María de Zuaznavar y Francia, en el informe final de este proyecto, de 28 de mayo de 1804, determina en el punto final la propuesta de búsqueda de “fondos para abrir minas, construir acequias y fabricar edificios” en los barrancos de Tasarte, Veneguera y Mogán, donde se proyectaba la repoblación. Zuaznavar conocía muy bien esta técnica hidráulica y sus antecedentes históricos, lo que reflejó en su Compendio de la Historia de las Islas Canarias... (1816) al señalar que los primeros colonizadores ya habían emprendido “la grande obra de abrir minas, formar acequias, distribuir en ellas para el riego las aguas que antes corrían al mar (...)”. Pero a lo largo de estos siglos en las Islas Occidentales, más húmedas, como Tenerife, Gomera, Hierro y La Palma no se generalizó la técnica de las minas dada la mayor abundancia de aguas manantes y superficiales. En las más orientales aún más secas, Fuerteventura y Lanzarote, las estrategias hidráulicas se perfeccionaron en la captación y aprovechamiento de las aguas pluviales a través de alcogidas, aljibes y gavias, aparte las eres y algunas galerías, minas y pozos, para las captaciones subterráneas. En el desarrollo del capitalismo agrario de exportación A mediados del siglo XIX la tecnología de las minas de agua se intenta traspasar desde Gran Canaria a Tenerife. Al efecto se realizaron algunas prospecciones en esta isla

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siguiendo la experiencia grancanaria (Núñez 1993). Pedro de Olives, en su Diccionario Estadístico... (1865) recoge la existencia en Canarias de 30 minas en Gran Canaria y Fuerteventura, con una producción diaria de 27,196 pipas (1,3054.08 m3) frente a un mayor número de otros afloramientos: 1,103 fuentes, 974 nacientes y 189 corrientes naturales que fluían un total de 2,737,476 pipas en 24 horas. La evaluación que se hace en este diccionario sobre las minas está muy infravalorada, pues de las 30 localizadas, en Gran Canaria sitúa tan sólo una en Santa Lucía de Tirajana y 12 en el barranco de Telde, cuando ya existían más de 40. En el último cuarto del siglo XIX cobra un nuevo impulso la construcción de minas en los barrancos del sur y oeste de la Isla, en el contexto del desarrollo de la agricultura de exportación para los mercados europeos. Y es que después de 1880, tras el fracaso del cultivo de la cochinilla, la agricultura canaria ensaya nuevos cultivos alternativos de cara al mercado europeo, en auge por la revolución industrial y expansión imperialista hacia las tierras de Ultramar. Lo hace primero con la cañadulce para la fabricación de azúcar y alcoholes y luego con los tomates, plátanos y papas, esta vez con gran éxito en el marco librecambista surgido tras la ley del Puerto Franco de 1852 y las relaciones con el Reino Unido. El nuevo modelo económico del puertofranquismo lleva a cabo una importante capitalización de la estructura agraria, sobre todo para asegurar el regadío. Había que buscar nuevos recursos hídricos y se encontraron por iniciativa de los grandes propietarios y las comunidades de regantes, que trazaron nuevas minas en los barrancos, perforaron galerías y pozos y construyeron presas, albercones y

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maretas. A comienzos del siglo XX, en los barrancos de la zona seca de Gran Canaria se contabilizaban unas 67 minas (ver Cuadro 1). Desde la ingeniería académica comienza a tenerse en consideración la técnica hidráulica de las minas. Así tenemos el ejemplo del ingeniero de caminos, Juan de León y Castillo (1834-1912) redacta, en 1909, un anteproyecto para el abastecimiento de aguas para la capital y puerto principal de la isla, Las Palmas de Gran Canaria, en 1909, donde plantea, inspirado en las centenarias minas de agua que de pequeño había conocido en su ciudad de Telde, la construcción de una galería [pero técnica de mina ] subterránea bajo el cauce del barranco Guiniguada, en sentido longitudinal, desde El Dragonal a la Fuente de Los Morales. Otro ejemplo es el proyecto de ingeniería elaborado por esta época para minar el barranco de Tirajana a lo largo de unos 8 km. (Cuadro 1, nº17 y 19). A medida que avanzaba el siglo XX aumentaron los cultivos de plataneras y tomateros en las zonas bajas de cada una de las Islas Canarias para cuyo regadío se perforaron más pozos y galerías con la consiguiente sobre explotación del acuífero que condujo a la ruina final de todo sistema hidráulico insular. Como consecuencia de ello, en Gran Canaria las tradicionales minas comenzaron, vertiginosamente, a perder caudales, hasta llegar a la segunda mitad del siglo donde, frente a más de 2.000 pozos y 300 galerías, quedaron, en su mayor parte, abandonadas e incluso desconocidas por buena parte de la población y por la propia historiografía.

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Características técnicas Las minas de agua en Canarias no responden a un mismo diseño, dada la heterogeneidad geomorfológica de los barrancos insulares. Las hay de diferente longitud aunque por lo general alcanzan entre los 30 y 200 m. Su sección también es variable pero llevan una medida lo suficiente para el paso de una persona para labores de limpieza. Dependiendo de la capa de aluviones o el poder adquisitivo de los constructores pueden tener un mayor o menor trazado subterráneo. El techo de algunas casi llega a la superficie del barranco, otras, de largo trazado, llevan un trazado profundo de hasta 15-30 m. Por lo general seccionan en diagonal los cauces (Figura 1), cuando éstos son relativamente anchos, en los cursos medios y bajos; pero, en algunos casos, en barrancos muy estrechos con acusada disposición en “V”, se trazan en sentido longitudinal, para buscar la mayor depresión del lecho y así captar mejor todas las aguas de filtración. La construcción de minas con trazado profundo requería técnicas mineras al contrario de las más superficiales que llevaban simples zanjas de excavación luego recubiertas de materiales de aluvión. En el trazado subterráneo de estas arquitecturas se pueden distinguir dos zonas hidrogeológicas muy diferenciadas: a.- La mina propiamente dicha, que es la zona de captación o de filtración bajo el cauce del barranco que conforma un depósito aluvial (arenas y gravas), con un alto parámetro de infiltración por donde circulan con mucha facilidad las aguas subálveas originando acuíferos colgados de importancia y

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b.- El trayecto de salida de conducción de las aguas, por propia gravedad (1 al 2 por mil), hacia la superficie, conformado por coluviones o materiales más compactos. c.- La acequia de conducción de las aguas hasta un estanque regulador. Centrándonos en más detalles técnicos, la mina en su zona de filtración y en la de conducción conlleva una sección cuadrangular de 0.50 a 0.80 metros de ancho por 0.80 a 1.75 m. de alto (Figura 1) y longitudes comprendidas entre 30 y 200 m. aunque hay algunas kilométricas. El muro lateral superior (aguas arriba) es de mampostería de piedra seca, para el buen filtrado de las mismas. El piso es impermeable, bien por estar excavado sobre el basalto o bien por tener una base de mampostería ordinaria enfoscada con argamasa de cal y arena en los casos que no llega alcanzar el fondo rocoso. El muro lateral inferior (aguas abajo) también es de mampostería en seco pero enfoscado con argamasa de cal y arena hasta la altura que se desee impermeabilizar, según el nivel desagüe de la mina. El techo está cubierto con losas basálticas (lajas) en dintel, apoyadas en los dos muros laterales con suficiente resistencia para mantener el espesor de las capas de aluviones que tiene encima, a veces de muchos metros de altura (hay algún caso con techo en bóveda de medio punto). Otra detalle técnico es el de las lumbreras de ventilación/inspección (pozos de sección circular o cuadrangular con profundidad variable) denominadas en Canarias como campanas. Jugaban un papel muy importante en su buen funcionamiento porque en el piso se acumulaban capas de arenas finas y asolvos infiltrados

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que, a la larga, podían generar obstrucciones. Por ello se necesitaba de una limpieza periódica, operación que se realizaba en verano, cuando disminuía el flujo de las aguas subálveas. Hay casos de minas muy profundas, bajo una potente capa de aluviones, cuyas campanas de ventilación pueden alcanzar honduras de hasta 30 metros, para cuyo descenso era necesario el empleo de sojas y roldanas, salvo alguna obra singular que la campana conformaba una obra de fábrica en cantería a modo de escalera de caracol. El rendimiento de estas minas no era uniforme a lo largo del año, muy alto en otoño e invierno cuando los cursos de agua eran más continuos por las lluvias llegando alcanzar algunas un flujo de 4 a 8 azadas (40-80 l/s) y escaso en el verano o en los ciclos largos de sequías, que llegaban a secarse. Propiedad, gestión y conflictos La propiedad del agua en Canarias ha estado, en general, bajo el control privado hasta tiempos muy recientes en que el parlamento autónomo declaró públicas las aguas (Ley 12/90, de 26 de julio, de aguas), tras conflictivas legislaciones anteriores en el plano jurídico y social. Pero la gestión pública total de los recursos hídricos no es aún una realidad, la legislación ha establecido un régimen transitorio de largo plazo de uso y gestión a los entes privados aunque bajo el control público de los Consejos Insulares de Aguas. Desde los primeros repartimientos de las riquezas naturales, realizados por la Corona a conquistadores y colonos, después de la Conquista, entre finales del siglo XV y principios del XVI, las aguas manantes y pluviales fueron

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asignadas preferentemente a las tierras bajas de las islas. Progresivamente su propiedad se fue desvinculando de la tierra generando así un mercado del agua, una propiedad privada cada vez más fraccionada por ventas y transmisiones hereditarias o bien por el carácter colectivo de la data original. Así surgieron las heredades o heredamientos, instituciones de carácter eminentemente consuetudinario, que acometieron obras de fábrica para alumbrar y canalizar nuevos recursos hídricos fueran subterráneos o superficiales. De esta forma la propiedad y gestión de las minas de agua se estructuró a través de heredades, regidas desde el primer momento de la Colonización por unas ordenanzas propias, aprobadas por los consejos insulares y confirmadas por la Corona y que con llevaban una jurisdicción privativa ejercida por los alcaldes de aguas. La administración y reparto de los caudales de aguas entre los partícipes se hacía por turnos o dulas, en tiempos preestablecidos según derechos adquiridos, con el caudal de cada momento. Los grandes “adulados” o partícipes eran miembros de una oligarquía descendiente de los conquistadores y de los grandes beneficiados de los repartos de tierra y aguas, quienes a su vez obtuvieron de la Corona nuevas mercedes de agua, acentuándose en ellos aún más el poder sobre este elemento fundamental de la producción agraria. Pero el proceso de privatización y de gestión de las aguas a lo largo de la historia de Canarias es muy largo, complejo y cargado de conflictos constantes, porque frente a los derechos preexistentes de las antiguas heredades sobre las aguas manantes o pluviales de los cauces públicos, se hallaban otros regantes “sin agua”, no

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partícipes que también pretendían su uso. Con la ley estatal de agua de 13 de junio de 1879, la privatización fue un hecho consolidado que incluso afectaba a gran parte de las aguas pluviales. Las heredades, con el cambio de legislación, se fueron transformando en comunidades de regantes para una mayor personalidad jurídica. Pero el problema del agua continuó hasta el siglo XX, a pesar de diversas disposiciones legales que intentaron un mayor control público. Esta acentuada privatización de las aguas subterráneas en los cauces públicos o en terrenos privados continuó originando muchos conflictos y litigios judiciales, sobre todo cuando nuevas prospecciones fueran minas o pozos cercanos restaban caudal a las minas ya preexistentes (Macías y Ojeda 1989:234 y 247-248). Las minas en Gran Canaria La isla de Gran Canaria está profundamente excavada por una red radial de grandes barrancos y calderas de erosión que nacen en su cúspide central y llegan a la costa en planos de ricos aluviones. La variedad climática dominada por suaves temperaturas, presenta junto a su relieve, suelos y otros factores diferentes hábitats y paisajes. Al dualismo entre una fachada norte, húmeda, con verdes ecosistemas y la otra sur, árida, con masas vegetales menos densas, se unen los escalonados pisos de vegetación, seccionados por los barrancos. Como consecuencia de ello, en la zona de barlovento, húmeda, con mayor cantidad de aguas manantes y pluviales y de barrancos estrechos, no se generalizó la construcción de minas; en cambio, a sotavento es donde encontramos más

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de sesenta unidades. En el sureste y sur En esta comarca destaca la construcción de treinta minas de agua, casi todas muy antiguas, algunas de tramos largos y profundos, en barrancos fronteras, compartidos entre dos municipios, cuyas aguas irrigaban extensos terrenos, abastecían las poblaciones y movían un total de veinticinco molinos de agua (Díaz 1988:482-616). En el municipio de Telde se localizan una docena, algunas trazadas desde los primeros años de la colonización castellana (nº1-12). En los cinco km. comprendidos entre puente principal de Telde y la desembocadura del barranco Real, se hallan las cuatro más antiguas de Canarias. Casi todas estas minas, hoy abandonadas, llevan trazado diagonal o transversal y profundo lo que consecuentemente necesitaron varias campanas de ventilación. Estaban gestionadas por heredades cuyos partícipes principales pertenecían a la oligarquía insular. La entidad más significativa es la “Heredad de Aguas de la Vega Mayor de Telde”, una de las más importantes de Canarias propietaria de las minas y de un rico patrimonio hidráulico de pozos, cantoneras y acequias (Santana 2000:55-62). Más al sur continúan apareciendo barrancos fronteras entre municipios, cuyos cauces parten desde el interior de la Isla, uno de los cuales es el de Guayadeque, entre Ingenio y Agüimes. En este profundo barranco nos encontramos con una peculiar infraestructura hidráulica gestionada por la “Mancomunidad de Aguas de Ingenio Agüimes”, conformada a su vez por la “Heredad de la

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Acequia Real de Aguatona” (Ingenio), la “Heredad de Santa María” y la “Heredad de Los Parrales” (Agüimes). Las aguas se captan del subsuelo a través de dos profundas galerías y de una mina (nº13) que se encuentran en su curso medio. La mina lo secciona diagonalmente, unos 200 metros, con una obra de fábrica de 0.7 x 1.5 m. y dos campanas, obra que se le denomina como La Cuarta Mina . Y más al sur en la villa de Agüimes, antiguo señorío episcopal, se construyen a partir de 1845 dos minas. (González 2001:501). El gran barranco de Tirajana nace en una de las cuencas hidrográficas más impresionantes de la Isla, una enorme caldera erosiva. Su cauce principal se abre, en el curso medio, por un profundo cañón hacia la costa, donde alcanza una anchura considerable con una potente capa de aluviones de hasta 30 metros de profundidad, cuya permeabilidad conforma un caudal importante de aguas subálveas. En su curso medio y bajo se abrieron a partir de principios del siglo XVIII un total de siete minas (nº16-22), algunas como la de las heredades de Sardina y Aldea Blanca constituyen una de las obras hidráulicas más singulares de Canarias, que estudiaremos más adelante. El otro gran barranco del sur, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, de impresionante perspectiva geomorfológica, conforma el valle de Fataga-Arteara, que desemboca en la zona turística de Maspalomas. Es un profundo barranco cubierto de extensos palmerales y cañas y fincas escalonadas en bancales, cuyas aguas subálveas fueron aprovechadas para el riego con cuatro minas (nº2226). En su curso bajo, a pocos kilómetros de la costa, en Los Angostos, se hallaban La Mina Vieja y La Mina Nueva, además de varios azudes que derivaban las aguas por una

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larga canalización barranco abajo, con una capacidad de hasta 20 azadas, para irrigar la zona verde de la hacienda de San Fernando de Maspalomas, propiedad del condado de la Vega Grande de Guadalupe, cuya extensión total incluido los eriales, dunas de arenas y riscos interiores alcanzaba las 1,443 ha. El municipio de San Bartolomé avanza hacia el sur de la Isla, hasta la gran cuenca del barranco de Arguineguín, donde a partir del curso medio se traza la divisoria municipal con Mogán. Este es uno de los grandes barrancos de la Isla, cuya parte alta la conforman los cauces de Soria y de Chira, hoy con sendos embalses; pero, desde tiempo inmemorial se aprovechaban las aguas superficiales y subterráneas, hasta la misma costa, a través de madres y 2 minas (nº27-31) que irrigaban su espacio minifundista. Por el mismo barranco abajo, después de la confluencia con el cauce de Soria, que marca el límite jurisdiccional entre los municipios de San Bartolomé de Tirajana y Mogán, nos vamos encontrando con otras 4 madres y 3 minas de agua. La última, La Mina de El Pinillo (nº31) , de gran producción, no estaba gestionada por heredades como las anteriores, ya que era de un solo propietario, el condado de la Vega Grande de Guadalupe. Esta casa poseía la gran hacienda de Arguineguí de 1,440 ha, cuya zona fértil la constituía el plano de la desembocadura de este barranco, donde se hallaba una extensa finca de regadío, gracias al agua de esta mina, conducida desde su origen a través de una larga acequia de unos 8 km. de longitud.

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En el suroeste y oeste La zona árida de Gran Canaria avanza hacia el suroeste y oeste con largos barrancos en disposición radial, que también estaban seccionados por este tipo de minas. De Mogán a La Aldea se contabiliza un total de 34 unidades, que llevan un trazado más simple, menos profundo, sin campanas y administradas a través de pequeñas heredades. En el curso del barranco de Tauro, se halla aún en producción La Mina de Tauro Alto (nº32), para irrigar un corto espacio agrícola, propiedad de Fernando Arencibia. Pero es a lo largo del barranco de Mogán, desde el curso medio, en El Pie de la Cuesta, hasta la playa y a lo largo de unos 10 km., donde se encuentra, a principios del siglo XX, la mayor densidad de minas de agua de Canarias, muchas de las cuales excavadas desde siglos atrás. Suman un total de veinte (nº33-52), denominadas también minotes por ser cortas al tener este cauce un ancho reducido. Casi todas llevan un trazado diagonal al cauce del barranco con una acequia de unos 300 metros hasta un pequeño estanque regulador, por tanto muy cerca unas de otras. En el barranco de Veneguera, municipio de Mogán, se localizan siete minas más (nº53-58) que seccionan el barranco principal, en un trayecto de 8 km., con las mismas características anteriores. La primera, muy antigua, La Mina de Las Casas ,está junto al núcleo principal y desemboca en la fuente y lavaderos públicos (la estudiaremos más adelante). En el siguiente valle del suroeste, Tasarte, perteneciente al municipio de La Aldea de San Nicolás, se trazó desde tiempo inmemorial El Minote de Postreragua

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(nº59) que secciona el barranco en la zona de El Huerto, de poca altura y una longitud de unos 20 metros, para cuya limpieza no podía entrar persona alguna por lo que se hacía levantando las losas del techo. Y unos metros más abajo, en el último cuarto del siglo XIX se abrió La Mina de Pino Cortado o de La Capellanía (nº60), una obra de curiosa estructura e historia, como veremos más adelante. Ya en el oeste, dejando atrás los barrancos de Tasartico y Guguy donde sólo se trazaron madres de agua para captar las superficiales de estos cauces, nos encontramos con el amplio valle, en artesa, de La Aldea, donde desemboca la gran cuenca central de Tejeda. Su depósito aluvial es muy amplio, con una superficie de varios kilómetros cuadrados y profundidades variables (1535 m). Conforma un acuífero capaz de acumular, a modo de embalse subterráneo, cerca de 1,3 hm.3 /año, cuyas aguas se captan a través de unos 400 pozos excavados a partir de 1900. Pero con anterioridad a la perforación de pozos, las aguas de regadío procedentes de este gran barranco y de su afluente se captaban con madres o azudes y unas cuatro minas muy simples, construidas en el siglo XIX. (Suárez 1994:43-45). En la zona de barlovento Continuando en la vuelta a la Isla, por el accidentado relieve del oeste, alcanzamos la zona de barlovento tras cruzar el fértil valle de Agaete, donde encontramos una curiosa obra hidráulicas para captar las aguas subálveas de un barranco. Junto al mismo pueblo se hallaban los célebres Chorros de Agaete (nº65), una fuente pública cuyas aguas sobrantes pertenecían al antiguo y principal

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heredamiento del valle. Estas aguas, cuyo caudal continuo era superior a una azada (10 l/s) se alumbraban en una espaciosa galería filtrante, a modo de mina perforada en una potente capa de aluviones, cuyo techo es un manto lávico de la erupción más reciente de la Isla. El túnel avanza hacia el barranco, a lo largo de unos 200 m. con una anchura inicial de unos 4 m, con paredes laterales de piedra seca, como las de una mina muy ancha, pero aprovechando el techo de la colada volcánica, compacta y muy permeable. Los Chorros están hoy secos, por la sobre explotación del acuífero por los pozos. Más al norte, entre este último municipio y Gáldar, en el barranco de Las Rosas (nº66), se hallaban una antigua mina hoy inactiva y completamente olvidada por las nuevas generaciones, como también están borradas del recuerdo las minas trazadas en El Lagazal y la Vega Mayor de Gáldar y Guía. En el último lugar existe aunque seca otra mina de agua (nº67), cuyo trazado parte del barranco de Guía hasta el barranco de la Vega Mayor de Gáldar, a lo largo de más de un kilómetro, con varias lumbreras. Es muy probable que ésta fuera la mina cuya construcción solicitan los vecinos de Gáldar al Cabildo para el abasto público, el 28 de febrero de 1749 (Quintana 1995:149-150). Algunos ejemplos de minas De las setenta minas de Gran Canaria, nos vamos a detener en cinco de ellas, teniendo en cuenta el criterio de la heterogeneidad tecnológica de este tipo de estrategia hidráulica.

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La Mina de la Acequia Blanca En el curso medio del barranco de Tirajana, a la salida del cañón de la gran caldera, donde el barranco alcanza una anchura considerable, se localiza, entre otras, La Mina de la Acequia Blanca (nº20), hoy completamente seca. Fue abierta en 1885 por los hermanos Blanco Cabrera, que habían adquirido propiedades en esta zona. Desde el primer momento estaba supeditada a captar sólo las aguas subálveas sobrantes de la mina superior, propiedad de las heredades de Aldea Blanca y Sardina, por lo que su rendimiento iba a ser muy inferior. Lleva una sección rectangular de 0.50 de ancho por 1.20 de altura hasta que se adentra bajo el cauce del barranco y avanza aguas arriba, en tramos rectos zigzagüeantes con una longitud de poco más de un km. profundidades de 5 a 15 metros. Este largo trazado lleva unas 6 campanas de ventilación. Dado el espesor de la capa de aluviones del barranco, esta mina no alcanza el sustrato rocoso y por tanto no capta las aguas subálveas más profundas. Para conseguirlo se construyó, a unos 400 metros aguas arriba de la boca, a la altura de la segunda campana, un pozo complementario de unos 25 metros de profundidad y 4 de diámetro que penetra en el suelo rocoso. Las aguas captadas en el pozo, por medios mecánicos, se elevaban hasta la boca de un túnel que lo unía con la mina, a unos 10 metros del brocal. Las minas de las heredades de Sardina y Aldea Blanca “La Comunidad de Regantes de los Heredamientos de Acequia Alta de Sardina del Sur y Aldea Blanca” se conforma en tiempos recientes a partir de los derechos de

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posesión que, a partes iguales, tenían estas dos antiguas heredades sobre las aguas manantes y pluviales del barranco de Tirajana. Los derechos adquiridos por los regantes de Sardina se remontan a las primeras datas de tierras y aguas concedidas por la Corona en Los Llanos de Sardina, para el cultivo de cañadulce, en la primera mitad del siglo XVI. Por otro lado, los derechos de la heredad de Aldea Blanca, propiedad del condado de la Vega Grande de Guadalupe, sobre la otra mitad de las aguas de este barranco se remontan a la concesión real dada en 1682 al regidor y sargento mayor Agustín Amoreto antecesor de esta casa nobiliaria (Macías 2000:193). Estas aguas, tanto las de origen pluvial como las manantes, discurrían barranco abajo y se captaban a través una red de madres, minotes y acequias de ambas heredades, previo reparto a partes iguales en la zona de Samarín. En la primera mitad del siglo XVIII, ante la aleatoriedad de las lluvias, y sobre todo tras el terrible ciclo de sequía de la década de 1720, fue necesario mantener la continuidad de los caudales para riego, por lo que ambas heredades recurrieron a la construcción conjunta de una mina, por la zona de El Gallego, que denominamos Mina de las heredades de Sardina y Aldea Blanca (nº19). El primer tramo de la mina se termina hacia 1743, con una longitud de 150 metros y sección de 0.60 m. de ancho por 1.20 m. de altura y que luego se fue ampliando hasta finales del siglo XIX, barranco arriba con nuevos tramos subterráneos filtrantes, en zig-zag, de un lado a otro del barranco, con sus correspondientes campanas de ventilación, algunas de hasta 30 metros de profundidad, hasta sobrepasar toda la

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zona de El Gallego, con una longitud total de unos 600 m. Estamos ante una gran obra hidráulica, única en Canarias, gracias a la cual se pudo irrigar, los extensos llanos de Sardina por la izquierda del barranco y una parte de la hacienda de Juan Grande (1,768 ha.) por la derecha y, además, mover cuatro molinos harineros. La expansión de los cultivos de tomateros, iniciada a finales del siglo XIX, obligó a las dos heredades a la elaboración de un gran proyecto de diversos tramos independientes de minas hasta el puente de Rosiana, unos 8 km. aguas arriba, que no llegó a cumplirse en su totalidad. Las obras del nuevo proyecto se inician hacia 1910 en el punto en que había quedado en el siglo anterior. Poco más arriba, cerca de El Sao, la mina continúa avanzando y penetra en el lateral rocoso del barranco, donde se perfora la 4ª campana de ventilación, una curiosa lumbrera de 1.50 metros de diámetro, 25 m. de profundidad y en escalera de caracol de 104 peldaños para el descenso al fondo de la mina. Esta lumbrera atraviesa la zona de aluviones y el sustrato rocoso lateral del barranco hasta el fondo. Se diferencia de las restantes que son simples pozos de sección circular, con profundidades de 15 a 27 metros para cuyo acceso o extracción de materiales del fondo de la mina, se utilizaban tornos, roldanas y sogas. En este punto se perfora un ramal perpendicular al cauce del barranco, obras acometidas en la década de 1940. Este tramo continúa avanzando aguas arriba, longitudinalmente pero con el propósito, recogido en el proyecto, de ir trazando nuevos ramales verticales en la zonas de desembocadura de los barrancos tributarios. En 1950, la obra alcanza la cota 285, en El Sao, donde se

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perfora la 5ª lumbrera de ventilación, para continuar un kilómetro más arriba hasta El Lugarejillo donde se horada la 6ª campana y se detiene el proyecto, en 1965, en la cota 315 m., debido a que no daba el rendimiento esperado y, además, porque unos kilómetros más arriba comenzaba a construirse, al año siguiente, la presa de Sorrueda por iniciativa de ambas heredades. En ese momento, la longitud total de la mina ya alcanzaba poco más de 3 km. La producción de agua en esta mina no se correspondió con la inversión económica pues las aguas subálveas por gravedad comenzaron a filtrarse en las decenas de pozos, que después de los años 40 se perforaron en el abanico aluvial costero, que sobre explotaron en poco tiempo el acuífero, dejándola en los años 60 casi improductiva. La construcción de la presa de Sorrueda en 1966 responde a una nueva planificación de las dos heredades para aprovechar sus derechos de posesión sobre las aguas pluviales del barranco ante la sobre-explotación de su acuífero subterráneo. Se llevó a cabo una gran obra de pantalla de tierra, recubierta de mampostería en seco, que se llena por primera vez en 1979 y que pronto comienza a generar filtraciones de hasta 35 l/s que se iban a perder por un barranco muy permeable. Pero desde la Cuesta del Garrote venía avanzando el segundo tramo de mina independiente (nº17), con un trazado longitudinal, de unos 500 m., por el mismo centro del subsuelo y una campana en escalera de caracol. La obra llega a unos 100 metros de la pantalla de la presa, a 32 metros de profundidad, donde se abre en “Y” para captar todas las filtraciones, ya en la cota 385 m. (González 2001:501). Las aguas captadas por esta nueva mina (nº17) se conducen barranco abajo por

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una tubería que desemboca en la primera campana de la mina vieja. La Mina de Las Casas de Veneguera Es una obra que data probablemente del siglo XVIII o del XIX. Se sitúa en el municipio de Mogán (nº53), en el tramo de barranco que está detrás del núcleo poblacional de Las Casas de Veneguera, junto a la pista que conduce cauce arriba hasta La Cogolla. Sus características responden a la mina común de Gran Canaria que secciona el subsuelo de un barranco en diagonal y avanza por su margen izquierdo hasta salir a la superficie. Su trayecto subterráneo alcanza unos 150 metros, de los que 50 aproximadamente corresponden a la galería de filtración en el subsuelo del barranco. Su sección es cuadrangular, de 0.60 m. de anchura por 0.80 m. de altura. Lleva tres campanas de ventilación (sección, 0.40 x 0.50 m. y profundidad, 1.50 a 2.00 m) situadas en la galería de evacuación ya en el margen izquierdo del barranco. La mina desemboca en una especie de fuente subterránea de mampostería ordinaria de unos 2.00 m. de largo por 1.00 de ancho y 1.50 de alto. De aquí sale al exterior por dos bocas, una que sirve para extraer el agua de la fuente , y otra de salida de la gruesa principal del agua hacia unos lavaderos públicos anexos y de éstos hacia un pequeño estanque regulador de planta cuadrangular de 3.00 x 4.00 x 2.00 m. La Mina de Pino Cortado en Tasarte Tasarte es uno de los barrancos más largos del suroeste, en cuyo curso medio se encaja en el terreno montañoso en “V”, tras dejar atrás la zona con más planos,

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la más poblada y fértil históricamente y cubierta de extensos palmerales, frente a unas impresionantes cordilleras laterales, refugio de la resistencia militar canaria a la dominación castellana a finales del siglo XV. Esta es una mina aún en producción. Se encuentra en Pino Cortado, donde el barranco desciende con un cauce más ancho. La obra subterránea parte desde La Vistilla, a lo largo de unos 200 metros, longitudinalmente por el centro del lecho del barranco abajo hasta La Capellanía. El piso del túnel de filtración está excavado en el sustrato rocoso y la obra recubierta de paredes y lajas, con una altura de poco más de un metro y el ancho de 0.60 m. A unos 20 metros de la boca mina hay un ramal secundario que cruza el barranco en diagonal. Sus aguas derivan por una acequia subterránea, en la margen izquierda del barranco, hasta el estanque de La Capellanía, abastecían los ganados de cabras de esta zona y aún riega los cultivos agrícolas. Fue construida a finales del siglo XIX por los primeros propietarios del cortijo de La Umbría de Tasarte (232 ha), tras su privatización, en 1873, por desamortización. Hacia 1903, este cortijo fue adquirido por Juan Quintana Canino, natural de El Toscón de Tejeda, impresionado, según la tradición oral, por el caudal de agua que arrojaba esta mina, en un espacio tan árido como lo es el curso bajo del barranco de Tasarte. La Mina de San Clemente Es el ejemplo de una mina desaparecida. Estaba situada en el cañón de salida de la gran cuenca de Tejeda (177 km. 2, la mayor de Canarias), hacia el valle de La Aldea (nº61). Seccionaba de derecha a izquierda el cauce del gran

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barranco, y avanzaba por el margen del mismo hasta la acequia matriz. Sus aguas, junto a las que también se captaban superficialmente en dicho cauce, fluían por dicha acequia con un caudal muy significativo, que oscilaba entre 2 y 20 azadas (20 a 200 l/s), según la estación y régimen pluviométrico. Avanzaba a lo largo de 1 km. hasta el Albercón del Molino. Antes de entrar en él, una parte del caudal se derivaba hacia el cubo de un molino de agua y continuaba con las demás aguas por la Acequia Real. Estas aguas irrigaban la zona fértil del valle de La Aldea por una interesante red de acequias principales y secundarias. Se trata de un espacio agrícola singular de unas 300 fanegas. A lo largo de los siglos fue parte del latifundio “Hacienda Aldea de San Nicolás” (1,950 ha) propiedad conflictiva de los marqueses de Villanueva del Prado. Este fundo estaba cultivado por medianeros enfiteutas (perpetuos), para cuya distribución de las aguas, hasta finales del siglo XIX, se empleaba un sistema de 10 zonas de alternancia de cultivo, denominadas las hojas del millo y las hojas de la cebada , fraccionadas en parcelaciones o unidades de cultivo con una superficie media de 0.50 a 1. Cuando en 1927 los colonos acceden a la propiedad de la tierra después de un litigio de tres siglos, se constituye la “Comunidad de Regantes Aldea de San Nicolás”, que gestiona todas las aguas del barranco de La Aldea-Tejeda. Glosario Albercón. Estanque regulador de agua de riego por lo general de planta circular. Azada. Caudal de una corriente de agua que, con una

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azada, se podía regar un cultivo. En las Islas Orientales su equivalencia con el Sistema Métrico Decimal oscila entre 8 y 10 l/s. Da base a la unidad comercial de la hora de agua = 3,600 segundos x 10 litros = 36,000 litros. Barranco. Curso de las aguas pluviales, seco la mayor parte del año. Valles de la red hidrográfica canaria. Aparecen las variantes diminutivas de barranquera y barranquillo. Fanegada. Medida de superficie tradicional basada en el cálculo de siembra de una fanega de trigo en un terreno. El submúltiplo más común es el celemín (1/12). En su equivalencia con el S.M. D. en Gran Canaria alcanza 5,503.65 m2 y en Tenerife a 5,242.48 m2. Campana. Lumbrera de ventilación de una mina de agua. Cantonera. Pesador de agua de riego. Obra de fábrica a modo de pequeño tanque con varias salidas y distribuciones para controlar-distribuir y medir el agua. Dula. Turno de riego en los heredamientos de agua. Heredad. Comunidad de propietarios de agua. Heredamiento. Hoja. Extensión de tierra labrantía sometida a alternancia de cultivo de cereales y afectos de control de regadío en grandes haciendas. Mareta. Estanque de grandes dimensiones y arquitectura variable. Madre. Toma de agua superficial en un cauce del barranco. Matriz de un caudal de agua para riego. Minote. Mina de corta longitud Pipa. Unidad de medida de agua en las Islas Occidentales

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equivalente a 480 litros. Tagea. Atargea/Atarjea/Tarjea. Canalización hecha de mampostería ordinaria o excavada en la roca con una sección variable. Tanque. Estanque de capacidad reducida. Por lo general lleva planta cuadrangular u oval, encajado lo más posible en el terreno para evitar las costosas obras de fábrica. Remanente. Manantial. Anexo documental 1.- Texto extraído del proyecto de Abastecimiento de aguas de Las Palmas por el ingeniero Juan de León y Castillo. Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Fondo Juan de León y Castillo. Documento nº 155, págs. 1-6 del apéndice. (...) La idea me ha sido sugerida por la observación de las Minas del Barranco de Telde, situadas entre el Puente y la desembocadura del mismo en una longitud de unos 4 kilómetros (...) (...) (E)l cauce es una masa muy profunda de arena y piedra rodada (...) está seco todo el año en apariencia pero almacena en su cauce permeable de arena y cantos rodados toda el agua de las pocas avenidas que recibe. Es un verdadero depósito que parece que había de contener poco volumen. Sin embargo desde tiempo inmemorial se abrieron 4 minas desde su desembocadura hasta el Puente (...). La obra se reduciría a una galería , que partiendo del emplazamiento y nivel de la Fuente de Morales siguiese por el cauce arriba. Si la pendiente del cauce es de 8/100, por ejemplo y la de la galería 0,20 por 100, al llegar á los 100 metros de galería su piso estará a 7,80 metros debajo del

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cauce; á los 200 la profundidad será de 15,60 y así sucesivamente. Durante este trayecto todas las aguas visibles é invisibles se precipitarán en la galería, corriendo por ella hasta salir por su origen. Dicha galería podría prolongarse indefinidamente abriendo pozos para extracción de materiales y aireo. Si se llega a 500 m. la profundidad será de 39 metros. No solo se recogerá las aguas depositadas en el cauce, sino las de los costados, viniendo a prestar servicio de pozo. Y no solo se ejecutará la galería, sino a un lado y otro se abrirán otras secundarias que saneen completamente todo el terreno (...). La galería debería emplazarse en sus primeros metros en el costado sur del cauce, revistiéndola con mampostería. Después que tuviese 5 metros de profundidad entraría resueltamente en túnel debajo del cauce. Se formaría una bóveda de piedra en seco sobre los muros de la misma fábrica para que dejase filtrar las aguas, que caerían sobre el acueducto . Cuando el terreno sea sólido y profundo, no habrá necesidad de revestimiento. Durante la ejecución se adoptarán la forma y clase de fábrica con más acierto (..) Telde 10 de septiembre de 1909 El Ingeniero Juan de León y Castillo” Agradecimientos A Jacinta Palerm, México, por abrirnos una perspectiva desconocida en este campo de la hidráulica histórica. A Juan Ismael Santana, historiador de Telde, por sus generosas aportaciones, comentarios continuos y acompañamiento por las minas del este de Gran Canaria. A los profesores de la zona de Sardina, Paulino Santana Reyes, Juan Bolaños Domínguez y Francisco

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Matías Sosa, al ranchero de la heredad, Damián Domínguez Morales por sus informaciones in situ en el extraordinario conjunto de minas del barranco de Tirajana (5-04-02) y al secretario de esta comunidad José Caballero Monroe por el acceso al archivo de la misma. Y a cada uno de los informantes, abajo señalados, por sus valiosos testimonios. Fuentes y referencias bibliográficas A.- Fuentes manuscritas Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Fondo Juan León y Castillo. Expte. 13/16. “Proyecto de abastecimiento de aguas de Las Palmas. 1909”. Archivo Histórico Nacional (Madrid). Sección de Consejos Suprimidos. Legajo 4.061, nº 13. Expediente de repoblación del SW de Gran Canaria. Siglo XVIII. Archivo de la Heredad de la Acequia Alta de Sardina del Sur. Planos del proyecto de minas en el barranco de Tirajana. B.- Testimonios Orales Diego Artiles Romero. 70 años, partícipe de “La Heredad de Los Parrales”, Agüimes. Fernando Arencibia Hernández, propietario de la Mina de Tauro Alto. José, Caballero Monroe, secretario de “La Heredad de Sardina”. Santiago Cazorla de León, 90 años, minasde El Cercado de Araña. Juan Déniz Díaz, 81 años, mina de Tasarte. Silverio Martín Sánchez, minas del barranco de Mogán.

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Luciano Moreno Afonso, 90 años, minas de Tasarte y Veneguera. Lázaro Moreno del Pino (Nono), 78 años. Ítem ant. Damián Domínguez Morales, 79 años, ranchero (repartidor de agua) de la Heredad de Aguas de Sardina. Ignacio Pérez García (Naso). presidente de “La Heredad de Los Pasitos”. Francisco Quesada Bueno, minas de Mogán. Manuel del Toro García (Lolo), minas de Tocodomán. Juan Ramírez Betancor, encargado de la Presa de Soria. Antonio Saavedra Suárez, minas del barranco de Veneguera. Juan Ismael Santana Ramírez, minas de Telde. Miguel Suárez Suárez, 79 años, minas de La Aldea. C.- Referencias bibliográficas Aznar Vallejo, Eduardo 1983 La Integración de las Islas Canarias en la Corona de Castilla (1478-1526). S. P. Universidad de La Laguna. Madrid. Barnes, Mónica y David Fleming 2000 “Acerca de la fecha de origen de los puquis de Nazca”, Turismo y Patrimonio, nº 1 (enero), pp.109-129, Universidad de San Martín de Porres, Lima, Perú. Barnes, Mónica y David Fleming 1991 “Filtration-Gallery Irrigation in the Spanish New World” Latín American Antiquity 2:48-68. I Coloquio de Historia y Medio Físico. El Agua en las zonas áridas: Arqueología e Historia 1991. Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de Almería. II Coloquio Historia y Medio Físico Agricultura y Regadío en Al-Andalus. Almería (9 y 10 de junio de 1995) 1996. Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de

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Cuadro 1 Minas de agua Telde 1.- M. de La Pardilla 2.- M. de Acebuche 3.- M. de Zamora 4.- M. de El Alcaravanal 5.- M. de La Fuente 6.- M. de La Placetilla 7.- M. de La Matanza 8.- M. de Balboa 9.- M. de Higuera Canaria 10.- M. del Mayorazgo 11.- M. de La Nuecilla 12.- M. de Cáceres Ingenio y Agüimes 13.- Cuarta Mina 14.- M. de El Roque 15.- M. del Alcahucil Barranco de Tirajana 16.- M. de Sorrueda 17.- M. Cuesta del Garrote 18.- M. de La Culata 19.- M. Sardina y Aldea B. 20.- M. Acequia Blanca 21.- M. El Taro 22.- M. El Doctoral Barranco de FatagaArteara 23.- M. de Los Ortigones

24.- M. Arteara 25.- M. Vieja 26.- M. Nueva Barranco de Arguineguín 27.- M. del Cercado de Arriba 28.- M. del Cercado de Abajo 29.- M. de El Horno 30.- M. de Los Peñones 31.- M. de El Pinillo Barranco de Tauro 32.- M. de Tauro Alto Barranco de Mogán 33.- M. de El Draguillo 34.- M. de Las Cañas 35.- M. del T. El Moral 36.- M. de Los Llanos 37.- M. de Valeronas Arriba 38.- M. de Valerones Abajo 39.- M. de El Tostador 40.- M. de Los Pasitos 41.- M. de La Caldera 42.- M. de Las Casillas 43.- M. de Las Huesas 44.- M. El Juego de la Bola 45.- M. de Los Navarro 46.- M. de La humbridilla

47.- M. de El Cercadillo 48.- M. de El Palmito 49.- M. de Las Palmas 50.- M. de El Cercado 51.- M. de Los Bebederos 52.- M. de Las Malezas Barranco de Veneguera 53.- M. de Las Casas 54.- M. del Cascajo 55.- M. de La Tarahalera 56.- M. de La Fula 57.- M. de Las Ñamitas 58.- M. de La Playa Barranco de Tasarte 59.- M. de Postreragua 60.- M. de Pino Cortado Valle de La Aldea 61.- M. de San Clemente 62.- M. de Los Pasitos 63.- M. del Cabuco 64.- M. de Los Llanos Valle de Agaete 65.- Los Chorros Gáldar-Guía 66.- M. de Las Rosas 67.- M.Guía-Gáldar

Figura 1 Esquema de una mina de agua de las Islas Canarias

XII-1A XII-1B

Foto XII-1A Boca de salida de La Mina Blanca. Sardina, Gran Canaria. Foto XII-1B Interior de la mina de la Heredad de Sardina -Aldea Blanca (siglo XVIII-XIX). Foto XII-1C Interior de la mina de la Heredad de Sardina-Aldea Blanca en zona rocosa.

Foto XII-1D Boca de La Mina de las Casas de Veneguera, en el aljibe-fuente pública.

Foto XII-1E Interior de La Mina de Pino Cortado, Tasarte.

Foto XII-2A Lumbrera o campana de ventilación de una mina (Veneguera ).

Foto XII-2C Campana de ventilación de la mina de la Heredad de Sardina-Aldea Blanca. Foto XII-2B Exterior de una lumbrera o campana de la mina de la Heredad de Sardina-Aldea Blanca y el barranco de Tirajana.

XII-3B XII-3A

Foto XII-3A Interior de una lumbrera o campana de la mina de la Heredad de Sardina-Aldea Blanca. Escalera de caracol. Foto XII-3B Fin de la escalera de caracol en la campana o lumbrera de la mina de la Heredad de Sardina-Aldea Blanca e inicio de la “galería” de la mina (ver foto XII-1C). Foto XII-4 Caja de reparto del agua de una mina. XII-4

Foto XII-5 Paisaje del barranco de Veneguera. Al fondo el núcleo de población y localización (con flecha) de La Mina de Las Casas de Veneguera.

XIII. El Bimbalete o shaduf Jacinta Palerm Viqueira Introducción El bimbalete , mejor conocido por el nombre de shaduf (shadoof ; shadouf, chadouf o chaduf ), se utiliza para subir agua desde un río, un canal, un reservorio de agua y para sacar agua de un pozo; consiste, en su versión más típica, en una vara o palo largo balanceado en un soporte horizontal; la vara se balancea sobre el soporte horizontal dejando un extremo largo y frecuentemente delgado y el otro extremo corto y frecuentemente grueso; en el extremo largo se coloca una cuerda (o un palo) y al final de esta un recipiente para agua y, en el extremo corto, un contrapeso (piedra, arcilla, etc.); el operador jala, hacia abajo, de la cuerda que hace descender el extremo con el recipiente; lleno el recipiente, el operador suelta la cuerda –o le da un jalón hacía arriba– y el contrapeso hace que –o ayuda a que– se levante el recipiente, una vez arriba se vierte el agua del recipiente -en algunas representaciones a una canaleta sobrevolando el agua. Funciona bajo el mismo principio que un juego para niños, el sube y baja (en inglés seesaw). En la India, cuando menos, existe una variante que consiste en imprimir movimiento al bimbalete caminando de un lado a otro de la viga, haciéndola balancear (Caro Baroja 1983:418, fig. 2), en otros textos se hace la distinción entre uno y otro, shaduf y picottah (Diccionario preparado por la International Commission for Irrigation, Barah 1996:48, 51 y http://www. experimentarium. dk /dk /naturvidenskab_og_teknik /schiolers /skema.html). Se atribuye, al instrumento bimbalete , un origen Egipcio, donde se introduce su uso durante el Nuevo

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Reino por 1,570 -1080 a.C.; no obstante está representado en relieves y cilindros de Mesopotamia fechados entre 2,500 y 3,000 a. de C. También se encuentra este instrumento en el sitio de Mohenjo-daro de la civilización Harappan (India), que data de 2,500 a. de C. ¿De dónde viene el nombre “bimbalete” ? La palabra que se ha popularizado actualmente para designar el instrumento: shaduf (shadoof, shadouf, chadouf, chaduf ) es de origen árabe, una civilización muy posterior. En México recibe el nombre de bimbalete , bambilete , guimbalete . En el Diccionario de Mexicanismos se define como “Aparato rústico para sacar agua de pozos, especie de balanza, en que los brazos hacen las veces de sube y baja. Dícese también vulgarmente bambilete .” Este mismo Diccionario sugiere que bimbalete podría ser una deformación de la palabra castellana guimbalete ; y consigna bajo guimbalete “Aparato para sacar agua de una noria, de un pozo, etc.” En Paul Waitz (1930:31, 32) se consigna guimbalete al singular y , y guimbaletas al plural. En diccionarios de español (o, si prefieren, “castellano”) la palabra guimbalete se define como proveniente del francés (brimbale, brimballe, del antiguo francés guimbelete); sin embargo la definición no corresponde al instrumento shaduf . En los diccionarios la acepción de guimbalete : es “Mar. Palo largo que sirve para hacer funcionar la bomba” y más reciente “palanca con la que se da juego al émbolo de la bomba aspirante”, igual que la traducción de brimbale del francés al español: “(náut) Guimbalete , el émbolo de una bomba”. No obstante en el francés del Canadá encontramos puits à brimbale (pozos de bimbalete ), mientras en Francia,

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donde también se encuentran pozos de bimbalete , tienen el nombre de puits à balancier. Es sugerente la mención en el Diccionario Anglo Indio, que el instrumento shaduf recibe, en el sur de la India, el nombre de picottah, palabra de origen portugués (picota ), un término marino, que en ese idioma, según el Diccionario Anglo-Indio, ha pasado a designar el mango de la bomba del barco. En portugués, según un diccionario, entre las acepciones de la palabra picota –ninguna de las cuales corresponde al instrumento shaduf– encontramos “haste do êmbolo de bomba”, igual que en español y francés; aunque fuera de diccionario conserva el nombre de picota (Salvado y Cardoso 1999). Todo parece indicar que el significado de la palabra en portugués (picota ), español (guimbalete ) y francés (brimbale) se modificó siguiendo la evolución del instrumento para bombear el agua de los barcos -a partir del shaduf. Al parecer también en inglés: la palabra que en inglés corresponde a shaduf , es sweep, lo que en algún diccionario inglés/español, entre sus múltiples acepciones, se traduce como “guimbalete de bomba”. En España, el instrumento recibe el nombre, en castellano, de cigoñal; curiosamente la palabra no se encuentra en el Diccionario de Autoridades 1726-1739, aunque, según Glick (1970), Isidoro de Sevilla en el siglo VII lo describe y le da el nombre de ciconia (cigüeña), por lo visto por la semejanza con la forma de la cigüeña. En un diccionario de la Real Academia de 1884 ya aparece la palabra cigoñal, con la difícil descripción “pertiga enejada sobre un pie derecho, para sacar agua de algunos pozos, con que regar o dar de beber al ganado”. Cigüeñal, que es el nombre que apunta Caro Baroja (1983), remite a cigoñal en este mismo Diccionario. En un texto editado en Madrid en 1877 se describe el “chaduf egipcio” y a continuación el “cubo de báscula”,

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con el señalamiento: “Usado en Europa, no difiere mucho del aparato anterior” (Vicuña y Serrano, 1877:243). El bimbalete: romano y árabe Entre los hispanistas es una discusión perenne el origen romano o árabe del regadío, su tecnología e instituciones. Para el caso del bimbalete , la introducción podría ser romana o árabe, dado que unos y otros lo usaban. En latín recibió el nombre de tolleno, nombre que designaba a varios instrumentos basados en el mismo principio del subibaja: “machine a puiser l’eau, machine pour enlever les objects, grue, lever”; “siege-crane”; “swing-beam for lifting weights”, y como “water-lifter –A device for lifting water from a well where the water table is high, consisting of a long pivoted pole with a bucket at one end and a counterweight at the other. The poet Martial used a tolleno to water his garden, and his description suggests it was similar in form and function to a shaduf or shadoof , used nowadays in Egypt and throughout the near eastern countries.” (Roman Military Glossary). Caro Baroja (1983) señala que se encuentra representado en un fresco de Herculano del período de la Antigüedad clásica grecorromana. Difusión del bimbalete y su uso en abasto de agua doméstica y riego La utilización del bimbalete corresponde a elevar agua para regar, para los animales y para uso doméstico. De tal manera que el bimbalete se encuentra también fuera de regiones de regadío, y ha sido desplazado por “nuevas” tecnologías para el abasto de agua doméstica en las zonas rurales. Así en el siglo XIX encontramos que el

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bimbalete es común en Europa y Estados Unidos, además de Africa, Oriente Medio, India, Japón y China (Caro Baroja 1983 pp 411-412, Palerm 2001). Por ejemplo para Estados Unidos, hemos encontrado al pozo de bimbalete (well sweep) reportado fundamentalmente para uso doméstico, y no hemos encontrado menciones de su uso para riego –aunque la investigación ha sido superficial; mientras en Hungría ha sido muy importante para agua de uso doméstico y para el ganado. El bimbalete en México Además, el instrumento también se difundió a México y no dudaría que a otras regiones de América Latina. Cuando menos en México su uso tuvo, hasta la substitución por bombas, una importante componente de riego. Hasta donde sabemos el bimbalete parece ser más bien instrumento del Bajío y norte de México, es decir fuera del área de Mesoamérica; mientras en el sur de México (Oaxaca) encontramos riego por cántaros. En una novela mexicana “Los de abajo” (1915) de Mariano Azuela, situada en el estado de Zacatecas, el bimbalete aparece como parte del paisaje: “A orillas de un arroyuelo, Pifanio estaba tirando rudamente de la soga de un bimbalete . Una olla enorme se volcaba sobre un montón de hierba fresca, y a las postreras luces de la tarde cintilaba el chorro de cristal desparramándose en la pila. Allí bebían ruidosamente una vaca flaca, un caballo matado y un burro.” En dos estudios sobre regadío se trata, aunque con brevedad, del uso del bimbalete en México, ambos trabajos destacan la importancia de la cantidad de agua extraída y la necesidad de regulación. La utilización del bimbalete está asociada a huertas y cultivo de hortalizas

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(Fortanelli 1997, Sánchez 2001, Kaeger [1901] 1986:222223). Fortanelli (1997) en su estudio sobre tres valles de regadío en el estado de San Luis Potosí señala la utilización de bimbaletes. El riego con bimbalete se adiciona al riego por gravedad que les llega en tandas y les permite realizar riegos puntuales, tal utilización es particularmente importante al estar especializados en la producción de hortalizas, flores y plantas de olor. Llama la atención que la extracción de agua por medio de bimbalete se encuentra regulada, y que cuentan con su propio representante en la Junta de Aguas: “Además [del riego por canales] ... se encuentra bombeo o elevación manual (con “bimbalete ”) desde el río, canales de derivación y estanques. Los estanques se localizan en las parcelas y consisten en excavaciones que reciben el agua derivada del arroyo por medio de acequias, las excavaciones son de uno a dos metros de profundidad y de uno a dos metros de lado, con paredes generalmente sin revestir. “A cada canal le corresponde un representante y un suplente, y adicionalmente se nombra un representante y un suplente por los usuarios que toman el agua directamente por medios manuales (bimbalete). “... los agricultores que aprovechan directamente el agua del río por medio de bimbalete , en época de sequía sólo pueden aprovechar el agua en grupos de tres y de las 11 a las 18 horas; en tiempo de abundancia pueden utilizarla libremente; los usuarios que utilizan bimbalete para elevar el agua de las acequias se ajustan a las mismas condiciones que los que riegan por gravedad.” (Fortanelli 1997) Martín Sánchez (2001) señala que el bimbalete , nombrado en la región del Bajío: “cuchara ” (“riego por cuchara ”, “cucharear”), probablemente por las

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características del recipiente para el agua: “una cuchara de lámina de 0.66 por 0.30 metros de diámetro y con capacidad de extracción aproximada de 15 litros”, se utilizaba para el riego en las huertas de las comunidades que rodeaban la Cd. de Celaya (Guanajuato), entre ellas la comunidad de San Juan de La Vega, extracción de la que se quejan los hacendados. Sánchez indica que un estudio elaborado en 1927, por el comisionado para la inspección del río, señala que en San Juan de la Vega se había registrado la existencia de 91 cucharas. Según cálculos de nuestro observador, los que trabajaban en el cuchareo daban aproximadamente 29 golpes de cuchara por minuto. Después de cucharear por cierto tiempo descansaban un tiempo igual. Esta misma persona suponía que con este método no se extraían más de diez litros por golpe (no llenándose el recipiente por completo) [total unos 145 litros por minuto por bimbalete; sin embargo carecemos de información sobre la altura a la que se levantaba el agua.]. A los dos trabajos mencionados hay que añadir otro, en prensa, de Gallegos. Con ello se viene a incrementar el conocimiento de la utilización del bimbalete en México. Capacidad de riego del bimbalete La capacidad de elevación del agua con bimbalete es variable, de 2, 3, 4, 6 y 7 metros (lo que se confirma en imágenes, Palerm 2001); hay pocos registros del tamaño del recipiente (15, 20 litros) y de la cantidad de “golpes”: bajada y subida del recipiente (desde 5 hasta 15 por minuto); finalmente es variable el reporte del total de agua que se podía elevar por minuto (30, 50, 60, 120 y 145 litros por minuto; reducido en unos casos al extremo de 4 litros por minuto). (Cuadro 1: capacidad de riego del bimbalete). Nota 2004 Según Mirti (comm. pers.) la

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altura a la que se está elevando el agua debe influir en el número de golpes por minuto y por tanto en la capacidad de riego con bimbalete. La regulación de la extracción de agua para riego con bimbalete en San Luis Potosí y las quejas de los hacendados por la excesiva extracción de agua por los indígenas de San Juan de la Vega parecen señalar que la extracción de agua es importante, es decir que la capacidad de riego con bimabalete no se despreciable, y aun siendo un método de elevación sin gran capacidad juega un papel coyuntural crítico como parecen indicar las impresionantes fotos de bimbaletes en escalera para elevar el agua en Egipto, la importancia del apoyo puntual a cultivos con elevación manual de agua de riego combinado con riego por gravedad, el riego exclusivamente con bimbalete. Estos aspectos nos señalan que la utilización del bimbalete merece una mirada más cuidadosa para entender las lógicas de producción agrícola de riego con bimbalete . Anexo: los nombres del bimbalete Cerramos estas breves notas sobre el bimbalete con un pequeño ejercicio de los nombres que recibe el shaduf; ejercicio que no es banal dado que al conocer el nombre local podemos, con mayor facilidad, darle seguimiento en documentos históricos y conocer su distribución a través del mundo; tal ejercicio se hace necesario cuando los diccionarios no recogen la acepción y por lo tanto no hay traducción de un idioma a otro; por otro lado, en los trabajos recientes sobre instrumentos tradicionales para elevar agua, el nombre tradicional en francés e inglés parece ya no ser conocido por los autores.

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En inglés recibe el nombre de sweep (también swape, swepe, swipe, sway-pole, swinging beams o swing beam y, en Worster 1985:43, swipe .), está asociado a sacar agua de pozos, de ahí el nombre de well sweep o sweep well, y menos frecuente pole well; la denominación counterpoise lift aparece en el Diccionario preparado por la International Commission for Irrigation y en Barah (1996:48, 50). Schwengel (dado por las colonias alemanas alrededor de Odessa, que utilizaban en el siglo XIX este instrumento para sacar agua de los pozos) (Vasilenko s/f). Picottah (o pacota, paecottah y afrancesado como picôte , pakotiés) en el sur de la India. Otros nombres para la variante sin contrapeso: “see-saw water lift, picotah, picottah, picota , o pikota”. Picota , en Portugal (Salvado y Cardoso 1999). Dhenkli, denkli, dhenkali, yatam, yata , etamu, ettam y otros muchos nombres –además de picottah, en la India. Balanca o poalanca en el catalán de Tossal de Gras (Asociació Cultural Tossal Gros). Brimbale (puits à brimbale) en el francés del Canadá; y como ya señalamos puits à balancier y, menos frecuente, puits à bascule en Francia. Gémeskút en Hungría (pinturas húngaras ver en Palerm 2001). Lat, khetara , kerkaz, kheeraz y guenina son otros nombres para el shaduf indicados en el Diccionario preparado por la International Commission for Irrigation sin indicar la región o la lengua. Alhatara en Murcia, España que, según Glick (1970), es derivado del árabe khattara , que describe el movimiento de la cola del camello; según Caro Baroja (1983:413) hattara es el nombre que se da al instrumento en textos árabes.

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Quinquinflones, en el norte de Aragón, España (Cuchí Oterino 2001). Agradecimientos A todos los que me ayudaron a buscar fotos y pinturas de bimbaletes, así como a ubicar su existencia en México, la colección está en cualquier de los siguientes sitios: http://isei.colpos.mx/~jpalerm y http://www.geocities.com/jacinta_palerm/. A Maria de Lurdes Cardoso por enviarme su libro sobre picotas y otros instrumentos desde Portugal; a Raoul Colin por la referencia del Diccionario preparado por la International Commission for Irrigation and Drainage, a José Antonio Cuchí Oterino por cómo les llamaban en su pueblo, y finalmente a Martín Sánchez por enviarme el ensayo de Gallegos sobre bimbaletes antes que saliera publicado, así como otras referencias. A mis hijos por disfrutar la colección de fotos y dibujos de bimbaletes. Versiones anteriores de este trabajo se presentaron en el II Encuentro sobre historia y medio ambiente, celebrado en Huesca, España (24 al 26 de octubre 2001) y en la sesión 17 Technological exchange, modes of production and water utilisation in Europe and Latin America (from Ancient times to XXth century) del Economic History Congress celebrado en Buenos Aires (22 al 26 de julio 2002). Nota 2004, Un especial agradecimiento al Prof. Chancellor quien se puso en contacto conmigo en relación a los bimbaletes, y al Doctor Mirti quién sugirió una solución a las diferencias en la capacidad de riego de los bimbaletes; incluimos tardíamente la referencia a su trabajo: T. H. Mirti, W. W. Wallender, W. J. Chancellor, M. E. Grismer 1999 “Performance characteristics of the Shaduf: A Manual Water-Lifting Device” Applied Engineering in Agriculture Vol. 15(3): 225-231.

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Bimbalete o shaduf

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Bimbalete o shaduf

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Cuadro 1 Capacidad de riego del bimbalete recipiente litros

10

elevación metros

litros por minuto

2

4 a 4.5

5a6

4.5 30 a 42

3 2.5 4 1 a 2.5 4-7 picottah

15 llenado real 10

golpes por minuto

5

50 50 60 a 120 60 a 90 60 a 120

un día por operador (suponemos 8 horas) litros 1,900 a 2,280 2,280 14,400 a 20,160 24,000 24,000 28,800 28,000 a 43,200 28,800 a 57,600 69,600

29 145 (y un tiempo igual de descanso) Referencias: Barah (1996:51 citando a Kennedy y Rogers 1985 Human and animal powered water lifting devices, a state of the art survey, Intermediate Technology Publication, London); Hirst (s/f); http://www.experimentarium.dk/dk/naturvidenskab_og_tekni k/schiolers/skema.html; Mutin (1996); Ruf (1988:60 citando a Molinaar, Aldert 1956 Machines a elever l’eau pour l’irrigation, FAO, coll. Progres et mise en valeur, Cahier n’ 60, Rome); Sánchez (2001); Vicuña y Serrano (1877:243); Worster (1985:43 citando a M. S. Drower 1954 “Water supply, irrigation, and agriculture” in Charles Singer, et al. (eds) A history of tech nology, vol. I, Oxford).

Foto XIII-1 Bimbalete (Foto de C. B. Waite –1907, AGN).

Foto XIII-2 Bimbalete (revista Irrigación en México, 1930).

XIV. Manejo de escurrimientos superficiales en las regiones áridas y semiáridas de México José Luis Oropeza-Mota, Erasmo Rubio-Granados y José Donaldo Ríos-Berber Introducción El aprovechamiento y manejo de escurrimientos superficiales, son formas simples, sencillas y eficientes para atenuar el problema de la escasez de agua en las zonas áridas y semiáridas de México, debido a que en dichas regiones frecuentemente se presentan lluvias torrenciales que pueden satisfacer las demandas hídricas de plantas, mediante la incorporación de cierto volumen extra de agua a los campos de cultivo. La captación in situ del agua de lluvia y el aprove chamiento de escurrimientos superficiales son prácticas productivoconservacionistas que se ubican dentro de la agricultura de temporal y sistemas de riego no convencionales. Las prácticas productivo-conservacionistas han sido utilizadas ampliamente en diversas partes del mundo (Evenari et al. 1971, National Academy of Sciences 1974, Boers y Ben'Asher 1982, Bautista 1985). En México, por ejemplo, una gran parte del medio rural ha seguido utilizando esta tecnología (Charcas 1985, Gallegos 1985, Bautista 1985, Figueroa et al. 1990, Figueroa et al. 1991, Pimentel et al. 1991, Oropeza-Mota 1993). Es así como se ha observado que mediante el uso y manejo de los escurrimientos superficiales, con frecuencia los rendimientos que se obtienen son muy similares a los que se consiguen con los cultivos de riego.

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De tal manera que en los años de buen temporal, los productores pueden mejorar sus ganancias o al menos mantener un rendimiento mínimo en los años de mal temporal (Figueroa 1989). Tan es así que en las zonas áridas y semiáridas el uso de prácticas para el manejo del escurrimiento superficial ha persistido desde la época de la colonia hasta la fecha. Aunado a lo anterior se señala que mediante el buen manejo del agua de escurrimiento se logra la conservación del suelo y del agua. En las áreas donde no se realiza un buen manejo del sistema de manejo de escurrimientos superficiales se han observado una serie de problemas, como son: erosión del suelo, pérdida de un gran volumen del agua de escurrimiento, control ineficiente del agua introducida a la parcela y destrucción de bordos. De aquí la importancia de contemplar a estas prácticas en su contexto amplio, conociendo para cada sistema de manejo sus características peculiares, los lugares donde la operación presenta menos problemas, condiciones que obligan al agricultor a adoptarla, usarla y por último, diseñar una alternativa original de manejo adecuada a las condiciones locales, con lo que se logre un sistema simple, sencillo y eficiente en su totalidad. Este trabajo tiene como propósito principal promover el desarrollo rural integral del campo mexicano, describiendo las herramientas que se utilizaron y se siguen utilizando para el sostenimiento y desarrollo de la agricultura de temporal y sistemas de riego no conve ncionales en las zonas áridas y semiáridas de México.

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Antecedentes El aprovechamiento de los escurrimientos superficiales es una tecnología que se ha venido practicando desde el pasado. Se tiene conocimiento que esta práctica se utilizó desde hace aproximadamente 4000 años por los antiguos pobladores del Oriente Medio (Evenari et al. 1971). Los agricultores de esta zona limpiaban la superficie de las laderas y lomeríos para colectar el agua de lluvia y conducir los escurrimientos por medio de bordos hasta la parcela de cultivo. El área de siembra era alimentada por el agua colectada de cuencas de 10 a 50 ha. Las subcuencas eran lo suficientemente pequeñas, de tal manera que se podían manejar y prevenir volúmenes incontrolables de agua (Evenari et al. 1971, National Academy of Sciences, 1974). Otros lugares del Este Medio en donde también se tienen vestigios de este tipo de sistemas son: Libia, Irak, Siria, Jordán, y la Península de Arabia (Reij et al. 1988). Algunos de los sitios donde se utilizaron prácticas para el manejo de escurrimientos fueron rehabilitados y actualmente se están realizando una serie de estudios agronómicos e hidrológicos (Adato 1987, Reij et al. 1988). También en la India con una precipitación media anual de 167 mm los agricultores construían largos diques (en ocasiones llegaban a medir hasta un kilómetro) para colectar el agua y el limo que era transportado por el escurrimiento, formándose de esta manera una laguna temporal. Después que el agua se infiltraba o se drenaba, la superficie de inundación se

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utilizaba para la producción de cultivos. Por medio de vertedores podían desfogar los excesos de agua, generalmente hacia la siguiente área de inundación (Kolarkar et al. 1983, Ray 1986). En esta zona desde 1975 se han estado llevando a cabo varios trabajos de investigación sobre el efecto del tamaño y la forma de la microcuenca, la producción de escurrimientos, así como métodos para mejorar el manejo de suelos, agua y cultivo (Jain y Singh 1980, Sharma 1986, Sharma et al. 1986). En Pakistán los diques eran construidos transversalmente a la pendiente del terreno para forzar a que el agua se infiltrara. Aprovechando de esta manera la humedad residual durante el periodo de invierno, generalmente para el cultivo de trigo (Oosterbaan 1983). Los trabajos que se están desarrollando son sobre cuencas artificiales para la captación de agua y el efecto de ésta sobre el establecimiento de algunas especies de árboles (Sheikh et al. 1982, 1984, Sheikh 1985). En Africa mediante microcuencas de captación de agua, sistemas de terrazas, diques al contorno y pequeños bordos aprovechaban el escurrimiento superficial para la producción de cosechas. Por ejemplo, se menciona que construían un tipo de sistema de cuencas, dentro del terreno de cultivo, que les permitía aprovechar toda el agua de lluvia. En otros sitios mediante pequeñas estructuras de tierra se retenía temporalmente el agua de escurrimiento. Estudios recientes indican que los diferentes sistemas tienen serios problemas, principalmente en cuanto al mantenimiento de las estructuras que componen al sistema, así como en la adaptación de programas de conservación introducidos de otras partes. También en

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esta zona se están realizando trabajos sobre humedad disponible del suelo y conservación del suelo y del agua (Roose 1985, Reij et al. 1986). La práctica del manejo de escurrimientos superficiales ha sido ampliamente utilizada, también, en Australia (Pacey y Cullis 1986). La alternativa ha sido implementada por agricultores comerciales, usando equipo pesado para ello. Una de las técnicas que fue adoptada por un gran número de agricultores de la zona es el uso de cuencas compactadas para colectar el agua de lluvia y almacenarla en tanques para uso ganadero (Hollick 1974, Pacey y Cullis 1986). Los agricultores mesoamericanos utilizaron ampliamente el sistema de terrazas para la producción de cultivos mediante el aprovechamiento de los escurrimientos superficiales (Rojas 1985). El uso de estas estructuras les permitía disminuir la erosión, retener el suelo, aumentar el espesor del perfil del suelo y el contenido de materia orgánica y como consecuencia de esto, aumentar la capacidad de almacenamiento de humedad del suelo. Donkin (1979) menciona el uso de terrazas antiguas y modernas para el aprovechamiento del agua de escurrimientos en Mesoamérica (desde la Sierra Madre Oriental de México hasta los altos de Guatemala) y en Sudamérica. Este autor señala al Siglo XI como el periodo de origen de las terrazas del suroeste de Estados Unidos y Herold (1965) indica que las “trincheras” del norte de México pertenecen al periodo circa 110-1450 d. C. MacNeish (1958) reporta terrazas en la sierra de Tamaulipas que pertenecían al periodo (600 a. C.-1000 d. C). Para el aprovechamiento del agua de lluvia se reporta

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una amplia utilización del sistema de terrazas en varios lugares, distribuidos a lo largo de la República Mexicana. Algunos de estos son: Valles de Oaxaca, Tehuacán y Montenegro-Tilantonga en la Mixteca Alta (Palerm y Wolf 1957, Spores 1969); Chilchota, Mich., Ozolotepec, Oax. (Paso y Troncoso y Vargas 1944); Hidalgo, Tlaxcala y Puebla (West 1970, Donkin 1979, Sanders 1957); Toluca, Veracruz y Valle de México (Rojas 1985); San Miguel Tlaixpan y Tlaminca en Texcoco, México ( Oropeza-Mota 1999); etc. Otros autores como Chiarella y Beck (1974), Billy (1981), A.R.S.P. (1982), Bryan (1929) y Nabhan (1979) citados por Vázquez (s/f), mencionan que en el suroeste de EUA, y norte de México se practica la agricultura de escurrimientos mediante inundaciones eventuales o por la derivación de los escurrimientos perennes o corrientes efímeras que desvían hacia los terrenos de cultivo. La U.S. National Academy of Science (1974), también reporta información referente a las técnicas para colectar el agua de la lluvia y para derivar los escurrimientos formados durante o después de las tormentas, e indica que estas prácticas han sido desarrolladas por los antiguos agricultores de las zonas áridas. Charcas (1984), Bautista (1985), Gallegos (1985), Figueroa et al. (1990, 1991) mencionan que en el área del Altiplano Potosino-Zacatecano se presentan zonas donde se tienen establecidas prácticas para el manejo de escurrimientos superficiales. Estos escurrimientos son manejados a base de bordos derivadores, canales y zanjas de conducción, cajas de entarquinamiento y terrazas, generalmente todos ellos hechos manualmente.

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A nivel mundial se tienen experiencias en la producción de cosechas mediante el aprovechamiento de escurrimientos superficiales con una variedad amplia de cultivos: pastos y arbustos forrajeros (Tadmor et al. 1970, Shanan et al. 1970, Tadmor et al. 1971, National Academy of Sciences 1974, Evenari et al. 1982), árboles frutales (National Academy of Sciences 1974, Mielke y Dutt 1981, Evenari et al. 1982, Rawitz y Hillel 1983), y cultivos anuales (National Academy of Sciences 1974, Flug 1981, Evenari et al. 1982, Martínez y Guevara 1990, Figueroa et al. 1991). Funcionamiento Cuando la precipitación cae sobre la superficie de la tierra y se satisface la capacidad de almacenamiento e infiltración del suelo, se genera el escurrimiento superficial, el cual tiende a llegar hasta la red de drenaje de la cuenca. La cantidad de escurrimiento dependerá de varios factores, como son: intensidad, duración y distribución de la precipitación, datos históricos, topografía de la cuenca, cubierta vegetal del suelo, tipo de suelo, exposición geográfica, condición hidrológica, humedad antecedente, coeficientes de escurrimiento, etc. El escurrimiento superficial de las laderas puede ser conducido directamente hasta el área de siembra o alcanzar éste algún cauce principal de la cuenca, de donde puede ser derivado y conducido al área de terrenos agrícolas para el desarrollo de cultivos. Después que el agua se distribuye dentro de la parcela, si se tienen excesos se desfogan hacia parcelas vecinas o son

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conducidos nuevamente hacia la red de cauces, llegándose a constituir así un sistema de aprovechamiento de escurrimientos superficiales. Para referirse a los sistemas de manejo de escurrimiento se han utilizado diferentes términos, de tal manera que no existe un consenso general entre los autores. Estas clasificaciones responden generalmente al lugar de origen de cada uno de los autores. Sin embargo, cada una de las clasificaciones hechas por los diferentes investigadores se puede ubicar o se ha basado en alguno de los siguientes conceptos o una combinación de éstos: 1) Fuente del escurrimiento 2) Forma del escurrimiento 3) Uso o propósito del escurrimiento 4) Técnica o práctica utilizada para el manejo del escurrimiento La fuente del escurrimiento se refiere a la procedencia del escurrimiento, y así podría tratarse del escurrimiento que proviene de un manantial, un río, una presa, una corriente intermitente, del deshielo de la nieve , etc. La forma del escurrimiento está asociada con el tipo del flujo. Ya sea que se trate del escurrimiento que fluye sobre una superficie o un área (flujo de láminas muy pequeñas), del escurrimiento superficial, del escurrimiento subsuperficial, o del escurrimiento subterráneo. El uso o propósito del escurrimiento, como su nombre lo indica, se refiere al fin para el cual va a ser utilizado el escurrimiento. Este podría ser agrícola, pecuario, doméstico, etc.

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Por último, la técnica o práctica para el aprovechamiento del escurrimiento se relaciona con el procedimiento o método para colectar el escurrimiento, derivarlo, conducirlo y distribuirlo en las áreas de cultivo. Entre los ejemplos que se reportan en la literatura se tiene la clasificación hecha por Pacey y Cullis (1986), que se basa principalmente en la fuente y forma del agua de escurrimiento. Se distinguen tres fuentes principales: a) ríos y otras fuentes de agua superficial b) pozos someros y agua subterránea c) agua procedente de la lluvia (nieve , neblina, etc.) Con la lluvia se generan dos formas del escurrimiento: i) volúmenes de escurrimiento provenientes de cuencas grandes y de alto poder erosivo, ii) volúmenes pequeños de escurrimiento procedente de cuencas pequeñas. Otra clasificación consiste en aquella basada en la fuente del escurrimiento y al uso que se le da al mismo. Los autores distinguen tres fuentes del escurrimiento: a) agua de los tejados b) agua del escurrimiento superficial en canalillos c) agua de flujo en canales y en cuanto al uso consideran: i) almacenamientos de largo periodo de tiempo, el cual es utilizado comúnmente para uso doméstico; ii) almacenamientos de corto periodo de tiempo, que generalmente es utilizada para producción de cultivos. En cambio la clasificación hecha por Matlock y Dutt (1986) citada por Oropeza-Mota (1999) se basa en la forma del escurrimiento y en la técnica para manejarlo. Se diferencian tres tipos de sistemas:

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a) esparcimiento o distribución del agua en el área de cultivo. b) sistema de derivación de escurrimientos. c) captación de agua en microcuencas. y también los clasifican de acuerdo al uso: a) sistemas para producción de cultivos b) sistemas para producción de forrajes c) sistemas con agua de uso doméstico y ganadero d) sistemas de conservación del suelo y del agua De esta manera se podrían enumerar una cantidad considerable de ejemplos de clasificación que responden a uno o una combinación de los criterios antes mencionados. Para el manejo de escurrimientos superficiales en México, algunos autores han utilizado una clasificación práctica que se basa en el volumen de agua y el tamaño de la parcela, misma que coincide con la propuesta por Walton (1969). En este tipo de clasificación se tienen dos variantes: 1. Agricultura de bajíos: donde se aprovecha el agua que se acumula en forma natural en depresiones sin que se conduzca a través de cauces definidos. 2. Agricultura de avenidas: el agua se aprovecha empleando diversas estructuras hidráulicas para su canalización, control y distribución en las parcelas. Dentro de este tipo se pueden presentar los siguientes casos: a) Siembra en el cauce de arroyos intermitentes, controlando el agua de escurrimiento por medio de represas construidas a lo largo del cauce. b) Siembra en abanicos aluviales. Se aprovecha el agua procedente de cauces intermitentes, la cual se

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conduce a las parcelas mediante estructuras de derivación y en ellas se distribuye por medio de bordos o represas. c) Siembra en terrazas o depresiones. Se aprovecha el agua de escurrimiento proveniente de las laderas o de cauces de arroyos intermitentes desviándola mediante el uso de zanjas y vertedores. Una vez que el agua de escurrimiento se tiene en la parcela, puede ser distribuida de diferentes formas, dependiendo, sobre todo, del tipo de suelo y de las condiciones topográficas de la parcela. Así tenemos, por ejemplo, las formas mencionadas por Zimmerman (1966) para distribuir el agua dentro de la parcela: a) Sistema de melgas: Es un sistema muy eficiente y fácil de operar, sin embargo, su uso requiere de terrenos con pendientes ligeras, terrenos más o menos nivelados, y los suelos deben ser profundos y de textura ligera. Este sistema consiste en seccionar al terreno con diques al contorno en largas melgas, donde la diferencia de elevación entre un dique y el siguiente debe tener como máximo 15 cm. Los diques al contorno deben tener una altura de 45 cm y el ancho de la base de 90 a 100 cm. Las melgas deben ser agrupadas con tomas manuales o de preferencia compuertas automáticas. Cuando el agua entra a la parcela, ésta es distribuida en toda la melga más alta, hasta que el tirante sobre la base del dique sea de 15 cm. Cuando el agua alcanza dicha altura, un flotador de madera que mantiene la compuerta vertical se levanta y en este momento la compuerta cae. Entonces la compuerta de la

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melga más alta, más el flujo adicional, se libera para saturar la siguiente melga localizada aguas abajo. Este procedimiento se repite automáticamente en todas las demás melgas hasta que se riega totalmente la parcela. Cuando la melga es muy larga y el gasto de entrada es pequeño, ésta se divide mediante bordos o diques transversales, en los cuales se coloca una compuerta que puede ser controlada manual o automáticamente. La compuerta de tipo automática puede operarse con un recipiente vacío que tenga un orificio en el lado de aguas arriba, que esté contrabalanceado por un peso cercano a la compuerta manteniéndola vertical. El nivel del agua en el tramo baja hasta el nivel inferior de la siguiente compuerta y así discontinúa el abastecimiento a las tomas del primer tramo. Esta operación se repite hasta que toda el área es regada. b) Inundación por zanjas al contorno: Este se recomienda en terrenos más inclinados. El área se divide en una red relativamente densa de pequeñas zanjas al contorno, el espaciamiento generalmente depende de la pendiente y del tipo de suelo. Cada zanja va equipada con tomas en forma de tubo, que descargan el agua en una pequeña zanja secundaria, construida en tramos nivelados que son inundados por completo, ayudando de esta manera a distribuir el agua sobre el ancho del área. Este método es mucho menos eficiente que el método de melgas y debe emplearse únicamente si no hay otra alternativa. Por su parte Hart et al. (1980), diferencian dos sistemas y cinco subsistemas para distribuir el agua dentro de la parcela:

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a) Sistema regulador de descarga: Se caracteriza por manejar el escurrimiento entre zanjas y bordos, se tienen tres variantes. I. Bordo derramador. El escurrimiento se distribuye en un período de tiempo relativamente corto y las zanjas y bordos se construyen para conducir un volumen reducido de agua, la pendiente de los bordos varía de 0.3 a 0.4% en el extremo superior cercano a la entrada del agua. El agua se conduce por zanjas y se controla por bordos distribuidos estratégicamente, de tal manera que puede ser redistribuida en forma lateral. II. Bordos conductores: Se construye sólo una zanja derivadora en la parte alta del área de cultivo y no se requiere de zanjas colectoras del escurrimiento. El agua se derrama aguas abajo Bordo derramador. El escurrimiento se distribuye en un período de tiempo relativamente o de la zanja y se redistribuye en la zanja aledaña. A medida que el agua se mueve hacia aguas abajo de la zanja, ésta es interceptada por un bordo al contorno, lo cual permite que el agua se mueva al otro extremo del campo. El bordo al contorno tiene un vertedor en el extremo, de tal forma que permite el paso del agua de un bordo al otro. En la parte baja del campo, se construye un bordo que descarga los excesos de escurrimientos. La pendiente máxima permisible para el uso de este subsistema es del 1.2%, así como también se recomienda que la distancia máxima entre bordos sea de 90 m. III. Bordos con salidas continuas: Es una modalidad del subsistema de bordos conductores, pero en lugar de tener un solo vertedor en el bordo, se colocan varias

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salidas (tubos) uniformemente distribuidos a lo largo del bordo. Es recomendable la construcción de un vertedor de emergencia para en caso de taponeo de los tubos. b) Sistemas de entarquinamiento: Se almacena el escurrimiento entre bordos y únicamente empieza a descargar hasta que se ha aplicado la lámina deseada. Este tipo se recomienda cuando las avenidas son grandes y pueden ser controladas. Distribución del agua en el sistema (ver anexo) Bibliografía Adato, M. 1987 “Runoff agriculture. For arid and semiarid lands. Prospects based on research at the desert runoff farms in the Negev Desert of Israel”. The Desert Runoff Farms Unit of The Hebrew University of Jerusalem and The Jacob Blaustein Institute for Desert Research, Ben-Gurion University of the Negev. CINADCO. 32 p. A.R.S.P. 1982 Application of remote sensing in evaluating floodwater farming on the Papago Indian Reservation. Applied Remote Sensing Program. Office of Arid Land Studies. The University of Arizona, Tucson, Arizona. 101 p. Bautista G., A.L. 1985 “Validación de un modelo de simulación en diversos ambientes del municipio de Salinas, SLP.” CREZAS-CP. Documento interno, Salinas, SLP.

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COLEGIO DE POSTGRADUADOS

XIV. Manejo de escurrimientos superficiales en las regiones áridas y semiáridas de México     Distribución del agua en el sistema   La distribución y manejo del agua dentro de la parcela de inundación o terrazas a partir de una obra de toma o compuerta con vertedor de control desde el curso natural es como sigue: La ecuación que determina el volumen de agua necesaria para saturar la zona de humedecimiento deseada del suelo es la siguiente:                                            (1)

donde: L = Profundidad de la lámina de agua para saturar la parcela (m) qCC = Contenido de agua en el suelo a capacidad de campo (%) qpmp = Contenido de agua en el suelo a punto de marchitamiento permanente (%) Pr = Profundidad de humedecimiento (m) 100 = Factor de conversión El volumen de agua de escurrimiento necesario para saturar la profundidad de humedecimiento deseada por metro lineal se determina como sigue:                                                         (2) donde: V/m = Volumen para saturar la profundidad por metro lineal (m3 /m) W = Ancho de la parcela o terraza (m) L = Profundidad del agua para saturar la parcela (m) El volumen de agua por metro lineal necesario para saturar la profundidad de humedecimiento deseada la podemos calcular por la siguiente relación:                                                        (3) donde: b = Longitud del área de almacenamiento (m) h = Altura de la cresta del vertedor (m) Podemos determinar la pendiente de la parcela por la siguiente relación:                                                            (4) donde: So = Pendiente de la terraza o parcela (m/m) Substituyendo el valor de las ecuaciones 3 y 4 obtenemos:                                  (5)                      Despejando el valor de W obtenemos finalmente la ecuación para determinar la separación entre parcelas como sigue:                       

                                 (6)

file:///C|/aaPonencia/editor_ANTOLOGIAS/Antologia_III/Antologia_III_textos/14_Anexo_Distribucion_del_agua.htm[26/06/2014 06:06:44 p. m.]

Autores

Autores Avila Castillo, Cirila Estudiante Estudios del Desarrollo Rural, Colegio de Postgraduados, México [email protected] Kendall, Ann Miembro del Consorcio Terrazas y Desarrollo (COTEDES). Directora del Cusichaca Trust e Investigadora Honoraria del Instituto de Arqueología de UCL, University of London; Reino Unido [email protected]. López, Pedro A. Campus Puebla, Colegio de Postgraduados, México [email protected] Martínez Saldaña, Tomás Antropólogo Social. Estudios del Desarrollo Rural, Colegio de Postgraduados, México tms@colposmx Morales Gil, Alfredo Director del Departamento de Análisis Geográfico Regional, Universidad de Alicante, España [email protected]

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Muñoz O., Abel Programa de Genética, Colegio de Postgraduados, México [email protected] Oropeza Mota, José Luis Programa de Hidrociencias, Colegio de Postgraduados oropeza@colposmx Palerm Viqueira, Jacinta Antropólogo Social. Estudios del Desarrollo Rural, Colegio de Postgraduados, México http://www.geocities.com /jacinta_palerm/ jpalerm@colposmx Perdomo Molina, Antonio C. Geografo e Ingeniero Técnico Agrícola, Canarias, España [email protected] Pérez J., Guillermo Departamento de Producción Agrícola y Animal, Universidad Autónoma Metropololitana, México [email protected]

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

Pérez Olvera, María Antonia Edafologo. Estudios del Desarrollo Rural, Colegio de Postgraduados, México molvera@colposmx Pimentel Equihua, José Luis Agrónomo. Estudios del Desarrollo Rural, Colegio de Postgraduados, México jequihua@colposmx Ríos-Berber, José Donaldo Programa de Hidrociencias, Colegio de Postgraduados Rodríguez, Abelardo Miembro del Consorcio Terrazas y Desarrollo (COTEDES). Coordinador del Programa Regional para Latino América del Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas (ICARDA), Lima, Perú [email protected]

Rubio-Granados, Erasmo Programa de Hidrociencias, Colegio de Postgraduados Salvador, R. J. Department of Agronomy, Iowa State University, Estados Unidos [email protected] Sánchez Rodríguez, Martín Historiador. Colegio de Michoacán, Zamora, México [email protected] Suárez Moreno, Francisco Estudioso de la hidráulica tradicional en Canarias. Canarias, España [email protected] Torres Mejía, Patricia Antropólogo Social. México [email protected] Velázquez Machuca, Martha Edafologo. México jequihua@colposmx

Indice Analítico A abanicos aluviales · 252 abono · 32, 75, 81, 106 abrevadero · 49, 103, 137, 138 acequia · 29, 31, 60, 21, 23, 26, 28, 97, 113, 191, 192, 194, 198, 203, 205, 206, 208, 209, 210, 214, 215, 224, 232 acolchado · 19 acueducto · 97, 102, 163, 164, 165, 168, 174, 219 acuífero · 20, 61, 59, 168, 170, 190, 196, 198, 207, 208, 212 recarga · 19, 61, 59, 65 aeróbica · 35, 36 agricultura de inundación · 45, 47, 51 prehispánica · 21, 22 agroquímicos · 27, 29, 74 agua(s) abajo · 35, 37, 52, 25, 31, 198, 253, 254 alóctonas · 19 arriba · 37, 25, 77, 172, 198, 209, 211, 253 broncas · 19, 24, 26, 39, 40, 41, 42, 44, 47, 48, 49, 51, 53, 54, 56, 57, 59, 62, 22, 26, 81, 86 de avenida · 19, 31, 39, 40, 41, 42, 43, 48, 57, 19, 22, 24, 26, 29, 31, 218, 251, 255 de bombeo · 26, 60, 122, 129, 157, 228, 232 de crecida · 19, 39, 40, 46, 27, 28 djelf · 28 hai · 28 de escorrentía o escurrimiento · 42, 48, 49, 52, 53, 26, 51, 52, 57, 58, 59, 64, 65, 66, 70, 100, 137, 141, 242, 243, 244, 245, 246, 247, 248, 249, 250, 251, 252, 254, 255, 256 subsuperficial · 249 subterráneo · 249 de pie · 26 doméstica · 230

estancada · 54, 53, 60 inmundas · 22 libres · 20 mansas · 53 ocultas · 174 potable · 30, 112, 127, 128, 135, 143, 151, 160, 161, 162, 166 públicas · 55, 200 subálveas · 168, 169, 171, 172, 173, 174, 189, 190, 191, 198, 199, 204, 207, 208, 209, 212 subterránea · 151, 164, 170, 171, 172, 173, 174, 175, 190, 191, 193, 201, 250 superficial · 55, 191, 192, 205 torrenciales · 19, 23, 28, 30, 34, 36, 39, 40, 50, 19, 21, 23, 53, 57, 58, 74, 129, 242 turbias · 46, 50, 33 aguachinan · 137 aguajes · 104 agüera · 23, 31 ahar · 48, 61 akchin · 45 alberca · 192 albercón · 196, 215, 216 alcalde de aguas · 200 alcavon · 151, 190 alcavor · 151 alcogida · 54, 57, 58, 60, 194 alfayt · 20 alhatara · 235 aljibe · 30 almácigo · 127 anaeróbico · 36, 37 anaerobiosis · 34, 35, 36, 54 anegar · 20, 40, 41, 42, 43, 94, 95, 104 apantle · 152 arenados · 70 atajadizo · 45 atargea · 163, 217 atero · 69 ayuda mutua · 81 azada · 199, 204, 207, 215, 216 azarbe · 26 azud · 191, 204, 207

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

B bambilete · 227 bancal · 19, 21, 26, 29, 30, 31, 32, 137, 204 bandharas · 56 bangkag · 121, 122, 131 barrancada · 74, 75, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 82 barretilla · 24, 27 basin irrigation · 60 batán · 192 bimbalete · 23, 226, 227, 228, 229, 230, 231, 232, 233, 234, 236, 241 bomba · 26, 78, 92, 127, 228, 230 boquera · 48, 62, 22, 23, 24, 25, 26, 28, 29, 30, 31, 32, 19, 20, 19, 20 boquerón · 25 bordería · 95, 109, 113, 114 bordo · 19, 24, 27, 28, 31, 32, 33, 34, 36, 37, 38, 40, 41, 43, 45, 46, 47, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 56, 59, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 79, 87, 91, 95, 100, 101, 102, 103, 109, 112, 113, 118, 121, 127, 128, 129, 131, 132, 243, 244, 245, 247, 252, 253, 254, 255 brimbale · 227, 228, 235 bromuro de metilo · 30, 33 C caballón · 59, 21, 29, 30, 32, 51, 53 cabañuelas · 21, 26, 27 caja · 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 47, 48, 50, 51, 54, 55, 56, 57, 59, 60, 61, 19, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 28, 35, 36, 50, 59, 61, 164, 174, 247 de agua · 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 33, 34, 39, 40, 42, 43, 44, 47, 51, 54, 55, 56, 57, 59, 60, 61, 19, 21, 22, 50, 61 llave · 29, 37 recibidora · 28, 30 repartidora · 164, 174 caliche · 36, 65 camellón · 48, 53, 57, 52, 140, 141 campana · 99, 100, 199, 203, 205, 209, 210, 213, 216

canal · 28, 30, 31, 32, 40, 44, 45, 46, 47, 48, 50, 52, 54, 57, 59, 21, 23, 24, 25, 26, 27, 97, 100, 101, 104, 113, 138, 140, 141, 142, 143, 146, 158, 160, 192, 232, 247, 250 yani · 138 canalillos · 250 cantonera · 192, 203, 216 caño · 53, 54, 55, 57, 58, 68, 76, 77, 118 cap-rec · 23, 28, 30 captación de aguas · 49, 62, 56, 58, 59, 60, 101, 151, 154, 164, 169, 175, 176, 190, 193, 245, 251 subterránea · 195 cedazo · 164, 174 celemín · 216 cerca · 74, 80, 81 ciconia · 229 ciénaga · 25, 50 cigoñal · 228 cimbras · 175, 190 cisterna · 30 coa · 22, 23, 24, 25, 27 cocha · 135 colmatage · 50 Comisión Nacional de Irrigación · 23 compuerta · 28, 29, 30, 31, 32, 37, 55, 27, 29, 53, 54, 87, 101, 104, 144, 253, 255 comunidad de regantes · 209, 215 conservación de humedad · 31 de Suelo y Agua · 243, 246, 251 construcción · 20, 30, 32, 33, 42, 52, 60, 61, 23, 59, 76, 77, 80, 81, 82, 87, 128, 136, 144, 151, 152, 153, 155, 156, 157, 160, 161, 162, 163, 165, 166, 168, 170, 173, 175, 191, 195, 196, 197, 202, 208, 210, 212, 255 control de avenidas · 20, 42 de inundaciones · 61 de inundaciones (falta de) · 33, 113, 244 cortijo · 214 counterpoise lift · 235 cross channel terraces · 45 cuadros de agua · 19, 25, 43 cubo de báscula · 229 cuchara · 232, 233 cuenca · 28, 29, 34, 35, 39, 42, 43,

Indice analítico

53, 244, 245, 246, 248, 250 cultivo agave · 95, 96, 102, 104, 106, 108, 111 aguacate · 81 albaricoque (chabacano) · 62 alfalfa · 39, 75 algarrobo · 22 algodón · 20, 21, 29, 39, 41, 56, 61 almendro · 22, 62 arroz · 56, 117, 118, 120, 121, 122, 123, 125, 130, 131, 132 avena · 102, 105 azafrán de la tierra · 62 calabaza · 54, 75, 81, 85 camote · 120, 132 caña de azúcar · 39, 121 cañadulce · 192, 195, 210 cebada · 58, 62, 138, 215 cebadilla · 138 cebolla · 21, 28, 45 cereal · 23, 30, 59, 22, 62, 95, 194, 217 cilantro · 75, 81 cochinilla · 195 del Viejo Mundo · 20, 21, 61 ejotes · 120, 132 flores · 75, 231 fresa · 20, 21, 28, 29, 38, 45, 60 frijol · 54, 20, 38, 45, 75, 81, 85, 96, 103, 105, 106, 107, 110 frutales · 44, 52, 62, 75, 81, 248 garbanzo · 32, 49, 56, 62, 86, 88, 89, 90, 91, 92, 103 granos · 21 guayaba · 81 higuera · 22, 52, 62 hortalizas · 20, 61, 21, 27, 68, 75, 81, 194, 231 hortícolas · 33, 40, 44, 46 huerta · 24, 26, 191, 231, 232 jícama · 120, 132 jitomate · 20, 28, 33 judías · 62 lechuga · 45 leguminosa · 62, 86, 88, 89, 91, 92 lenteja · 20, 38, 49, 56, 62, 86, 88, 89, 90, 92 limón · 81 linaza · 102, 105, 109, 110 maíz · 32, 45, 49, 54, 56, 20, 22, 29, 59, 60, 21, 24, 25, 26, 28, 29, 30, 31, 33, 40, 41, 42, 75, 81, 85, 86, 87, 88, 89, 91, 92,

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96, 103, 106, 107, 110, 120, 125, 132, 146, 147 millo · 62, 215 mostaza · 33, 58 oca · 138 ocra · 120, 132 olivo · 50, 22 palmeral · 28 papa · 21, 28, 33, 137, 139, 195 pepino · 20, 59 planta aromática · 30 planta de olor · 231 plantas del Nuevo Mundo · 22 plantas medicinales · 75 plantas mesoamericanas · 21 plantas nativas · 27, 55, 61 plantas ornamentales · 75 plátano · 68, 195 quinua · 137 rábano · 75, 81 romero · 30 tabaco · 122, 126, 127, 128, 129, 130 tempezquisle · 81 tomate · 32, 59, 63, 68, 195, 196, 211 tomillo · 30 trigo · 20, 32, 35, 38, 39, 41, 58, 59, 60, 20, 29, 59, 62, 102, 104, 105, 107, 108, 109, 110, 216, 245 vid · 39 zanahoria · 45 D derecho consuetuditario · 25 de aguas · 157 de riego · 47 derechos de agua propiedad · 199 desagüe · 23, 27, 51, 53, 137, 168, 198 desalinizadora · 68 deshierbe · 91 dique · 46, 51, 52, 24, 58, 173, 244, 245, 252, 253 distribución del agua · 28, 37, 44, 118, 215, 251 djelf · 28 dula · 201

368

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

hai · 28 reparto a partes iguales · 210 reparto equitativo · 28 tanda · 31, 44, 231 turno · 55, 216 djelf · 28 djenah · 25 drenaje · 53, 57, 22, 35, 36, 45, 46, 48, 50, 100, 169, 170, 171, 173, 248 dula · 216 adulados · 201 E ejido · 35, 36, 37, 44, 24, 27, 28, 59, 60, 85 embalse · 43, 205 enarenados · 70 encharcar · 33, 50, 78, 79 engrosar · 47 enlagunar · 20, 29, 35 enlamar · 47, 52, 53, 55, 76, 85, 86, 87, 89, 90, 91, 92 entancar · 20, 29 entarquinar · 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 31, 32, 33, 34, 35, 37, 43, 47, 50, 51, 54, 55, 56, 57, 59, 60, 61, 62, 72, 80, 19, 20, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 35, 38, 47, 59, 60, 247, 255 equipatas · 26 erosión · 28, 52, 24, 49, 51, 52, 53, 19, 20, 24, 29, 48, 53, 64, 65, 74, 76, 113, 131, 142, 143, 145, 202, 204, 243, 246, 250 especialistas ingenieros · 23, 26, 151, 153, 166 maestros en sacar agua · 192 espeque · 22, 23 estaca · 46, 51, 52, 80, 82, 128 estacado · 46, 51, 52, 81 estancia · 99, 108, 109 estanque · 32, 137, 172, 198, 206, 213, 214, 216, 217, 232 estiaje · 39, 47, 87 evaporación · 23, 31, 25, 48, 70, 78 evapotranspiración · 54, 45, 47 evolución natural darwiniana · 21

F falaj · 151 fanega · 216 fanegada · 216 ferti -irrigación · 19 fertilidad · 19, 54, 58, 22, 29, 35, 47, 52, 54, 26, 76, 77, 78, 81, 91, 140, 205, 207, 214, 215 fertilización · 43, 91, 92 fertilizante · 39, 53, 79, 86, 121, 130 filtración V. infiltración · 27, 30, 31, 25, 164, 168, 172, 174, 191, 197, 198, 212, 213, 214 fitopatógenos · 24, 31 fitosanitario · 30 flood water terraces · 45 flotador de madera · 253 foggara · 151 forraje · 33, 87, 248, 251 freático · 45, 168, 170 frontera agrícola de riego · 20, 23 fumigación · 29, 33 fuqara · 151 fuques · 152, 158 G galería · 23, 55, 151, 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 161, 162, 163, 165, 166, 168, 169, 170, 171, 172, 173, 174, 175, 186, 187, 190, 191, 194, 196, 203, 207, 213, 218 filtrante · 23, 151, 152, 153, 154, 155, 156, 161, 162, 163, 166, 170, 171, 173, 175, 190, 207 gallina ciega · 27 ganadería · 95, 110, 113, 139, 246, 251 ganado · 33, 52, 47, 103, 106, 107, 109, 138, 159, 229, 230 bueyes · 105, 106, 107 cabras · 214 lanar · 94, 95 llama · 138 ovejas · 138 vacuno · 138 yunta · 26, 88, 89, 92, 104, 106, 107 gavia · 54, 56, 59, 62, 47, 49, 50, 51,

Indice analítico

52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 191, 194 beber la · 52 gémeskút · 235 guetza · 27 guimbalete · 227, 228

369

38, 39, 40, 41, 43, 44, 45, 46, 47, 49, 50, 52, 53, 54, 60, 33, 79, 88, 117, 123, 131, 167, 244, 247, 253, 255 irrigation de bassin · 60 J

H hacendados · 30, 36, 101, 111, 155, 233, 234 hacienda · 20, 22, 30, 32, 34, 35, 36, 38, 41, 48, 56, 60, 19, 27, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 104, 105, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 155, 204, 205, 211, 217 haveli · 56, 57 heladas · 21, 28, 34, 90, 100, 105, 142, 143, 146 heredad · 23, 24, 27, 200, 201, 203, 204, 205, 209, 210, 211, 212, 216 hojas de la cebada · 215 del millo · 215 humedad · 19, 21, 24, 32, 41, 42, 54, 60, 21, 22, 27, 30, 34, 49, 23, 25, 26, 27, 28, 29, 31, 33, 34, 35, 36, 48, 52, 75, 76, 77, 78, 88, 89, 90, 92, 99, 103, 113, 117, 118, 127, 129, 130, 131, 132, 189, 245, 246, 248 aprovechamiento · 41 siembras o tierras de · 27, 103, 117, 127, 130, 132

jessour · 45, 69 jimada · 106 jugo · 27, 94, 95, 103 K kaingin · 122, 131 khadin · 48, 61 L lámina de agua · 19, 24, 27, 29, 60, 255 lat · 235 Leyes sobre Aguas · 23 limo, cieno, lodo, lama · 32, 45, 46, 47, 25, 52, 53, 27, 30, 64, 69, 76, 77, 79, 81, 82 limonage · 46, 47 lixiviación · 43, 46, 48, 49, 51, 52, 54 lumbrera · 152, 158, 159, 160, 161, 164, 168, 170, 199, 208, 211, 212, 216 lutlut · 121, 131, 132 M

I impluvium · 57, 58 infiltración V. filtración · 20, 23, 52, 53, 23, 52, 53, 59, 65, 74, 143, 146, 171, 198, 248 infraestructura · 20, 22, 46, 21, 111, 136, 192, 203 hidráulica · 46, 112, 192, 203 Ingenio · 203, 224 insectos · 24 inundación · 20, 26, 30, 42, 43, 45, 46, 47, 50, 51, 56, 57, 61, 23, 25, 26, 29, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37,

maader · 20 maíz de cajete · 21, 24, 25, 28, 30, 31, 33, 42 malacate · 167 maleza · 19, 20, 24, 25, 28, 59, 130 hierbas perjudiciales · 33 malas hierbas · 33 yerbas parásitas · 61 mancomunidad de aguas · 203 mantenimiento · 44, 22, 24, 54, 55, 62, 65, 66, 67, 69, 80, 152, 168, 245 comunitario · 54, 55

370

Antología sobre sistemas de riego no convencionales

mareta · 59, 196, 217 materia orgánica · 31, 47, 50, 35, 38, 39, 40, 42, 51, 53, 54, 55, 60, 61, 62, 49, 76, 78, 79, 80, 86, 88, 96, 137, 139, 246 medida de agua · 217 medir el agua · 216 pesador de agua de riego · 216 melga · 252, 253, 254 mercado de agua · 200 merced · 30, 59, 193, 201 meskat/mankaa · 61 Mesoamérica · 20, 23, 27, 62, 231, 246 mgoud · 23 mina · 152, 166, 167, 168, 171, 175, 189, 190, 191, 192, 193, 194, 195, 196, 197, 199, 200, 201, 202, 203, 204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 211, 213, 214, 217, 218, 219, 224 contramina · 167 de agua · 152, 166, 171, 172, 173, 189, 190, 193, 194, 195, 196, 197, 200, 202, 205, 206, 208, 216, 225 minación · 23 minera · 173, 190, 197 minero · 168, 173 minote · 206, 210, 217 molino · 59, 64, 102, 108, 192, 202, 211, 215 mota · 21 muros o barreras de piedra · 51, 74, 82 N natero · 45, 57, 69, 70 neblina · 250 nemátodos · 19, 27, 29, 31, 32, 33, 34 nieve · 249, 250 noria · 76, 192 Nuevo Mundo · 21, 22, 155, 193 nutrientes · 20, 29, 35, 36, 37, 38, 40, 41, 42, 43, 48, 49, 52, 53, 54, 89, 91, 92, 128 O organización social · 35, 36, 57 actividad colectiva · 36

acuerdos · 36, 37 alcaldes de aguas · 200 asamblea de ejido · 37 ayuda mutua · 81 centro urbano · 139 cohesión social · 122 colectiva · 36, 58, 200 comisionado para la inspección del río · 233 compromiso entre agricultores · 23 comunidad de propietarios del agua · 217 comunidad de regantes · 196, 201, 209, 2 15 conflictos individuales y colectivos · 36 cooperación · 27 derechos · 209 faenas comunales · 138 heredad · 23, 24, 27, 200, 201, 203, 204, 205, 207, 208, 209, 210, 211, 212, 216 junta de aguas · 232 mancomunidad de aguas · 203 obligaciones · 23 organizaciones locales de comunidades · 58 organizar faenas · 128 panchayat samitis · 58 para la distribución · 44, 118 regidor de agua · 44 regulación · 231, 233 sociedad · 157 sociedad de aguas · 55, 154 sociedad de zanjas · 55 trabajo colectivo · 25 zanjeras · 123, 132 oued · 19, 20, 22, 28 P paddy · 121, 127, 129, 131, 132 paja de río · 74, 75, 76 pantano · 50 pantle · 22, 54, 61 parásitos vegetales · 29, 35 paratong · 120, 131 pasto · 24, 113, 122, 125, 126, 138, 142, 248 gamalote · 33 pastoreo · 103, 106, 107, 138, 141 patógenos · 29, 31

Indice analítico

patrón varietal · 21, 33, 34, 35 pedrizas · 21, 32 pequeña propiedad · 35, 111, 112, 113 pesticidas · 30, 75, 121 picas · 152 picos · 152, 157 picota · 228, 235 pipa · 217 plagas · 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32 portillo · 26, 31, 52 pozería · 152 pozo · 59, 21, 59, 64, 65, 66, 68, 76, 128, 152, 159, 160, 168, 190, 191, 192, 195, 196, 199, 201, 203, 207, 208, 209, 211, 212, 218, 226, 227, 228, 229, 230, 235, 250 prehispánico · 20, 22, 24, 61, 136, 141, 152, 154, 156, 157 prelación, orden de · 23, 62 presa · 28, 30, 33, 34, 41, 42, 44, 48, 49, 57, 60, 61, 21, 24, 25, 28, 29, 19, 26, 59, 85, 86, 87, 88, 92, 100, 101, 102, 113, 114, 173, 174, 196, 212, 249 contrapresa · 28 represa · 252 seca · 59 subálvea · 173 sumergida · 173, 174 pukio · 152 Q qanat · 151, 155, 156, 159, 160, 161, 162, 163, 166, 168, 169, 171, 174, 190 qocha · 135, 136, 137, 138, 139, 140, 141, 143, 144, 145, 148 quinquinflones · 236 R rambla · 19, 20, 21, 22, 23, 24, 26, 27 rancho · 34, 97, 98 rebosadero · 54 rebta · 24 recolección de aguas · 60 reforma agraria · 111 rendimiento · 29, 32, 45, 26, 30, 31, 32, 40, 90, 117, 139, 199, 209,

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212, 243 reparto agrario · 21, 33, 34, 42, 110 reservorio · 24, 49, 50, 135, 141, 143, 145, 146, 147, 148, 226 riego de apoyo · 32 eventual · 27, 31 por cuchara · 232 por inundación · 20, 43, 46, 51, 57 por sumersión · 46, 51 roldanas · 199, 211 rosa (conjunto de gavias) · 59, 56 roza · 22, 56, 120, 121, 131 tumba y quema · 22, 131 y barbecho · 120 S sailaba · 48 sales · 57, 61, 35, 37, 42, 45, 46, 66 salinidad · 19, 53, 55, 44, 45, 46, 65, 66, 79 salitre · 36 sangrador · 21, 26, 29, 31, 20 secano · 26, 62, 24, 49, 50, 51, 61, 64, 65, 105, 110 seja lagana · 58 sequía · 60, 19, 21, 28, 29, 30, 32, 33, 35, 40, 89, 90, 100, 136, 140, 143, 145, 199, 210, 232 shaduf · 226, 227, 228, 229, 234, 235 socavón · 167, 168 sogas · 211 solsida · 21 spring tunnels · 159 subsuelo · 42, 51, 58, 19, 103, 164, 171, 189, 203, 212, 213 suelo · 19, 21, 24, 26, 34, 41, 46, 50, 52, 58, 60, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 42, 43, 44, 45, 46, 48, 49, 51, 52, 53, 54, 27, 23, 24, 31, 36, 57, 64, 70, 78, 79, 89, 91, 92, 93, 94, 96, 101, 114, 135, 137, 140, 141, 209, 243, 245, 246, 248, 251, 252, 253, 255, 256 estructura · 26, 46 humedad · 19, 21, 24, 27, 30, 34, 23, 246 surangam · 151 sweep · 228, 230, 234

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Antología sobre sistemas de riego no convencionales

T tabia · 45 tablonear · 53 tagea · 217 tahona · 108 talon · 118, 121, 123, 127, 131, 132 tanque · 58, 192, 217, 246 tarjea · 217 tarquín · 26 técnicas hídricas · 19, 24, 25, 26, 44 temporal · 26, 30, 31, 47, 49, 56, 59, 53, 32, 58, 59, 85, 87, 91, 102, 104, 106, 242, 243, 244 teocintle · 21 tepetate · 51, 79 tepuzuictle · 23 terraza · 44, 45, 47, 49, 51, 52, 54, 19, 20, 21, 22, 23, 29, 30, 32, 82, 117, 118, 120, 130, 135, 136, 139, 141, 142, 143, 144, 145, 191, 245, 246, 247, 252, 255, 256 tierra de río · 76 tohona · 97, 107 tolleno · 229 torna · 53, 55 tornillo · 192 torno · 211 tranca · 80, 81 trastón · 59, 52, 53, 62, 66, 68 trenc · 21 trenque · 21 trinchera · 45, 189, 246

túnel · 158, 159, 160, 163, 170, 175, 190 de agua · 160 de manantial · 159, 175 V varzea · 46 vertedor · 252 via acquae · 152 viaje de agua · 152 Viejo Continente · 27, 56 Viejo Mundo · 20, 21, 22, 24, 45, 62 W waru-waru · 140 Y yani · 138 yunta medida de tierra · 106 Z zanja · 53, 55, 23, 51, 76, 77, 100, 169, 170, 171, 172, 189, 191, 192, 197, 247, 252, 253, 254 recolectora · 100

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