Anticooperación. Interferencias Norte-Sur. Los problemas del Sur Global no se resuelven con más ayuda internacional.

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Descripción

DAVID LLISTAR BOSCH

ANTICOOPERACIÓN INTERFERENCIAS GLOBALES NORTE-SUR LOS PROBLEMAS DEL SUR NO SE RESUELVEN CON MÁS AYUDA INTERNACIONAL

Icaria

Antrazyt RELACIONES NORTE-SUR

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A Gemma y al petit Biel, con quienes hago camino al andar. A Mónica, a Gemma de nuevo y a todo el equipo del ODG a quienes debo la inspiración, la crítica y las ideas que aparecen en este libro. Si se dice que toda obra es colectiva, éste es un ejemplo de libro. A Haydée, Carlos y sus 7 hijos en el barrio de los Escombros en Managua, junto a quienes jugué, reí y lloré. A Raquel, que murió temprano a los 23 por nacer en mal lugar, trabajó en la calle de prostituta y luego en el basurero donde reciclaba los restos hediondos de la clase consumidora de su ciudad. A pesar de ello nos ofrecía cada mañana una hermosa sonrisa. A mis padres, a mis suegros, a la iaia Paqui y a mis amigos y hermanos.

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ÍNDICE

Introducción 11 I. Actualizando las relaciones internacionales: ¿relaciones o interferencias? 15 35

II. Cooperación y anticooperación III. Geopolítica Norte-Sur

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IV. Mecanismos de anticooperación

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V. Anticooperación tecno-productiva VI. Anticooperación financiera

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VII. Anticooperación comercial

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VIII. Anticooperación ambiental y deuda ecológica 177

IX. Anticooperación diplomática X. Anticooperación militar

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XI. Anticooperación simbólica

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XII. Anticooperación migratoria

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XIII. Anticooperación «solidaria»

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XIV. Discusión 269 XV. Conclusiones 283 Cambiar de paradigma

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XVI. Recomendaciones estratégicas

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Bibliografía 299 Lista de abreviaturas

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Agradecimientos Agradezco de corazón la acurada revisión que sobre el conjunto del texto han realizado Mónica Vargas y Gemma Tarafa así como la santa paciencia que han demostrado durante estos tres años de trabajo. Agradezco asimismo los sabios consejos que sobre partes específicas del texto he recibido de mis amigos Tom Kucharz, Toni Verger, Alejandro Pozo, Iolanda Fresnillo, Dani Gómez, Andri Stahel, Miquel Ortega, Jesús Carrión y Ferran Garcia. Los gráficos de elaboración propia han sido obra de la buena mano de Alfons Pérez. También el apoyo puntual o las conversas de Pau Miró, Jaume Cendra, Pep Lobera, Alejandro Jurado, Marta Torres, Salvador Martí, Efraín León, Octavio Rosas Landa, Jordi Rubio, Ramón Fernández Durán, Brid Brennan, Cecilia Olivet, Diego Iceta, Ivan Murray, Luís González, Álex Guillamon, Angel Calle, Lluís Basteiro, Eli Realp, Jordi Pons, Toni Royo, Jeff Juris, Pedro Ramiro, Joan Llistar, Pere Ariza, Andrea Schimpf, Jordi Oriola, Óscar Vázquez, Rosa Binimelis, Álex Ribas, Eloi Badia, Andres Barreda, Dolores Jarquín, Claudia Torrelli, Alfonso Moro, Xavi Álvarez, Juan Martínez, Joan Martínez Alier, Xavier Montafont, Ferran García, Gustavo Duch, Arcadi Oliveres y Eli Periz. Agradezco también a las compañeras de la Editorial Icaria, en especial a Anna Monjo, por editar este texto y muchos otros mejores. Finalmente, sin las gestiones hechas por mis compañeros y compañeras del ODG en la Cátedra UNESCO de Sostenibilitat de la Universitat Politécnica de Catalunya y la confianza de las instituciones que financian el proyecto, la redacción de este libro hubiera finalizado quién sabe cuándo.

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INTRODUCCIÓN

Con unos años de globalización ya sobre nuestras espaldas, salta a la vista que nuestras capacidades para comprenderla van por lo general con cierto retraso. El proceso es tan acelerado, tan cambiante, que se adelanta a su comprensión. Nuestros abuelos pueden certificarlo. Ese retraso puede ser letal. ¿Letal para quién? Por lo menos para gran parte de las personas que habitamos este planeta, en especial los habitantes del llamado Sur Global, y por supuesto, para las otras especies vivas, los demás tripulantes de una nave azul y con forma de naranja llamada Tierra. Entretanto, mientras no entendamos exactamente por qué suceden tantas miserias y efectos «colaterales» en la globalización, podemos estar seguros que no seremos capaces de solucionarlos. A lo largo de los últimos 60 años, teóricos del desarrollo y de la globalización han señalado que las causas de la pobreza, la guerra o la mala gestión de los recursos naturales del Tercer Mundo están en el propio Sur, siendo pues de su responsabilidad. Otros afirman que, por el contrario, estas causas son exógenas y tienen un origen histórico en la colonización y en las condiciones impuestas actualmente por el sistema internacional y, en particular, por el Norte. Unos terceros afirman que tienen raíces transnacionales que implican tanto a las élites del Sur como al conjunto del Norte. La meta de este libro es lograr visualizar cuánto del empobrecimiento de las sociedades periféricas deriva de la actuación y voluntad de grupos de interés específicos del Norte Global; incluso de actitudes presentes en nuestras «sociedades de consumo». Cuánta de la degradación ambiental, o cuántos de los conflictos bélicos violentos en tantos lugares remotos del mundo, se hallan vinculados con nuestra forma de vivir en el Norte por efecto de la propia globalización. En definitiva, cuánto y cómo interferimos desde el Norte en lo que debería ser el ejercicio de autodeterminación de los pueblos del Sur, y cuánto hay de destructivo y puede atribuirse a «nuestra»

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responsabilidad. Revisaremos a modo de análisis sistémico qué mecanismos de interacción o dominación Norte-Sur existen y, entre ellos, cuáles son los más significativos, qué grupos los impulsan y bajo qué intereses. ¿Existe una geopolítica Norte-Sur? ¿En qué se basa? ¿Lo han asumido quienes se dedican a la erradicación de la pobreza, al desarrollo o a la solidaridad internacional desde ONG, agencias de desarrollo, centros de investigación, movimientos sociales, etc.? Por todo ello en el primer capítulo revisamos y actualizamos el viejo sistema de relaciones internacionales, en el que algunas de las cosas han cambiado profundamente y van a seguir cambiando, en especial las relaciones de poder y su alcance geográfico. Algo que resitúa el origen de los problemas de los pobres y los convierte en vulnerables a nuevos factores globales (como a los precios de los alimentos y la energía, los ataques especulativos, las dinámicas electorales de alejados países...) que en la práctica a penas llegan a comprenderse. Introducimos un primer concepto nuevo, con el objetivo de hacer más fácil el entendimiento del problema y el planteamiento de tácticas y re-direccionamientos políticos para solventarlo. Se trata de la noción de «interferencia transnacional». Alude a la relación invisible (pero innegable y muchas veces inmediata) entre pueblos separados por miles de kilómetros. Una sociedad interfiere en otra alterando proyectos. A veces dicha interferencia tiene asociadas capacidades de dominación y de destrucción aún cuando se genere de forma inconsciente. Estudiaremos las características de las interferencias transnacionales Norte-Sur. Sin pretender más que esquematizar el stato dell’arte de las principales corrientes de las relaciones internacionales, lo justo para poder presentar algunas de las principales teorías del desarrollo, podremos entonces abordar muy brevemente dos aspectos: dónde sitúan algunas de las corrientes de pensamiento dominantes las causas del «subdesarrollo», y a qué se refieren cuando hablan de «desarrollo» y de «cooperación». Ello nos permitirá discernir qué interferencias son consideradas positivas o negativas según cada punto de vista. De paso, podremos discutir algunos tópicos sobre el Sur tan extendidos como: ¿son gandules, sus dirigentes son tan corruptos, hace un calor imposible en el trópico, han sido desestructurados por largos años de colonización, tienen mentalidad tercermundista, son crecientemente explotados por las empresas transnacionales del Norte, necesitan todavía más inversión extranjera, hace falta más cooperación, son víctimas del imperialismo euro-norteamericano, necesitan nuestro conocimiento y tecnología, o nuestra solidaridad? Después de 60 años de cooperación internacional al desarrollo, el mundo de los empobrecidos, en su conjunto, no está mejor. Ante ello hay que tener una explicación satisfactoria. En el segundo capítulo introducimos, 12

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el concepto de «anticooperación», lo contrario a la cooperación al desarrollo.1 Este se refiere justamente al conjunto de interferencias negativas, desestructurantes, activadas desde el Norte hacia el Sur. El balance de lo que aportamos desde el Norte al Sur no tiene por qué tener efectos de ayuda a ningún «desarrollo» posible como establece la ideología dominante. Es más, aunque la cooperación al desarrollo fuera de calidad o eficaz, resultaría ser una miseria en comparación con los mecanismos de la anticooperación mucho más potentes en términos económicos, políticos, culturales y ambientales como la deuda externa, el comercio internacional, la difusión de tecnología, el cambio climático o la guerra, por citar algunos ejemplos. La teoría de la anticooperación que proponemos afirma que en el balance Norte-Sur, la anticooperación ha sido muy superior a la cooperación. También constata que existe una contradicción entre el despliegue de las políticas de ayuda de desarrollo para resolver la pobreza, las consecuencias de la guerra o la destrucción del medio ambiente, por un lado, y por el otro, la puesta en práctica de mecanismos que incrementan todos esos problemas, bajo una lógica que conviene denominar «anticooperación». Existe contradicción porque ambas actuaciones son realizadas por los mismos actores. Asimismo, la teoría de la anticooperación partirá de una idea de lo que sí sería conveniente, inspirada en la noción del buen vivir andino, una visión tan potente como todavía desconocida, que casa perfectamente con los postulados de la economía ecológica y con la crisis de la visión occidental del desarrollo. En el tercer capítulo, se analiza por qué se produce la anticooperación. Para ello es necesario preguntarnos qué es lo que el Norte necesita del Sur: introducirnos en sus características metabólicas. En particular ¿qué actuaciones geopolíticas se aplican, dentro del marco de dominio Norte-Sur, para asegurarse el acceso creciente a los recursos o capacidades? En otras palabras, trataremos de ver el papel del territorio y sus recursos dentro del sistema mundial actual o mejor dicho, en la constitución de lo que Andrés Barreda (2007) define como «autómata global» o «autómata planetario». Abordaremos someramente la creación de una trama de instituciones, normas y acuerdos políticos para implementar dicha superestructura internacional que permite a los centros capitalistas captar los beneficios de la periferia y externalizar los costes derivados. En el cuarto capítulo se hace referencia a las esferas de interferencia, incluidas las formas de dominación dura y suave, entre el Norte y el Sur. En lo productivo, lo financiero, lo comercial, lo militar, lo tecno-científico, lo 1. Cooperar: Obrar conjuntamente con otro y otros para un mismo fin. Anticooperar: Obrar para un fin propio con afectación a un tercero.

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relativo al movimiento de personas, lo diplomático, lo cultural-mediático, incluso lo «solidario», destacaremos los mecanismos y formas más potentes de la anticooperación, tales como el endeudamiento exterior e interior, la guerra y la disuasión, el control del comercio internacional, la inversión transnacional, la migración, la tecnología y la propiedad intelectual, la fuga de cerebros, la diplomacia, los organismos internacionales, la generación y control de la cultura y de la ciencia, el turismo o la cooperación al desarrollo condicionada. Finalmente y como aportación preceptiva a cómo debería solucionarse el problema de estos insoportables desequilibrios, el libro concluye con un capítulo sobre estrategias y la necesidad de cambiar de paradigma. Postula que la estrategia actual del mundo de la cooperación al desarrollo del Norte así como los movimientos sociales por la justicia global, ambientalistas o contra la guerra y el imperialismo capitalista deberían centrar su actuación principalmente en el Norte. En especial, en sus centros de poder y en la creación de redes de presión política que los desmantelen. Y las estrategias de los movimientos del Sur deberían priorizar el Sur, dedicando especial atención a hacer una fuerte presión democratizadora sobre sus élites, a través de la generación de redes de acción Sur-Sur. Ambas en coordinación y formando redes transnacionales que retroalimenten y refuercen el trabajo local. Este libro es una aportación más, que se nutre a la vez que pretende apoyar a un amplio espectro de actores que vienen trabajando por el buen vivir de todos y todas: los de este mundo y los que están por venir. ¡Ah! Y, a propósito. El texto ha sido escrito para bien y para mal por alguien con formación de físico, que hace ya unos cuantos años, desde el sector del desarrollo, desde los movimientos sociales y desde la universidad, trata de comprender un sistema complejo —la globalización capitalista— desde una opción política por los pobres, o mejor dicho, por los empobrecidos. Y lo hace desde una mezcla peligrosa: la de la observación directa sobre el terreno y con la gente, sin más intermediarios que la percepción de uno mismo, y la del estudio colectivo multidisciplinar que se ha dado lugar durante diez años en el Observatorio de la Deuda en la Globalización. Y ¡carajo! Porque perteneciendo al lado de los ricos, allá en el mero Centro, tiene muchos hermanos y hermanas, allá afuera. Hermanas y hermanos que se merecen lo mejor.

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I. ACTUALIZANDO LAS RELACIONES INTERNACIONALES: ¿RELACIONES O INTERFERENCIAS?

Para comprender las desigualdades globales debemos sumergirnos antes en el estudio de las relaciones internacionales (en particular en lo que refiere al Sur), y actualizarlas si cabe. A lo largo de este libro tomaremos de forma figurada una lupa y con ella enfocaremos todo aquello que consideremos un contacto Norte-Sur. La idea consiste en ubicar la esencia de los desequilibrios de poder entre ambos mundos. Para conseguirlo, no obstante, nos veremos obligados a introducir muy brevemente algunas de las corrientes más influyentes en el campo de las relaciones internacionales.

Las viejas relaciones internacionales El estudio de las relaciones internacionales se convirtió en una disciplina aparte (distinta de la historia, la economía o las ciencias políticas) después de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, diversas corrientes de pensamiento han tratado de describir e interpretar la naturaleza de las relaciones transfronterizas, incluidas la guerra y la paz. También han intentado prescribir soluciones y consejos a gobernantes, militares e incluso en nuestros días, a estrategas empresariales o técnicos de desarrollo. Introducimos aquí algunas de las corrientes más importantes. Después del desastre de la Primera Guerra Mundial se atribuyó sólo a los regímenes no elegidos democráticamente la tendencia a la generación de conflictos bélicos. Se creyó desde el «internacionalismo liberal» que el pueblo jamás solía optar por la guerra puesto que la temía, y que por ello, cualquier régimen verdaderamente democrático jamás tomaría la decisión de ir a la guerra más que en defensa propia. Por lo tanto, una de las soluciones consistió en diseminar por el mundo las democracias de corte liberal para borrar la posibilidad de una nueva masacre como la vivida entre los años 1914-19. Para crear un espacio adecuado donde desplegar la diplomacia

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en caso de conflicto inminente y llegar a acuerdos multilaterales se fundó la Liga de las Naciones, que más tarde se convertiría en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Además, ante el caos reinante, se establecieron reglas internacionales destinadas a resolver los conflictos y evitar la guerra. La Ley debía reemplazar a la guerra como principio básico del sistema. La consigna sería «law not war» («ley en lugar de guerra»). En definitiva, un antídoto contra la guerra elaborado con tres medidas: un espacio internacional donde resolver diplomáticamente las disputas, la proliferación de las democracias liberales y una nueva normatividad internacional. En principio parecían medidas suficientes como para evitar que se repitiera el penoso escenario de la Primera Guerra Mundial. No obstante, y a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, las tesis liberales se desmoronaron: la Alemania nazi y la Italia fascista habían nacido de liderazgos electos popularmente. Luego no podía afirmarse que la solución a las guerras fuera la diseminación de la democracia ni de los ideales liberales. Se debía tomar una derivada que tuviera en cuenta la naturaleza agresiva y egoísta del hombre y de su proyección en el Estado. Y tomó la forma del realismo. El «law not war» liberal fue substituido por la idea de que el único modo por el cual se podía garantizar el respeto de la ley era mediante la guerra. En síntesis, guerra para evitar la guerra. Se argumentaba que había errores en la visión liberal ligados a la realidad del funcionamiento de las sociedades y en particular a la naturaleza humana. El internacionalismo liberal pasó a ser considerado como «utopismo». El realismo sostuvo que los liberales exageraron salvajemente la capacidad de los colectivos humanos de comportarse éticamente. La guerra fue considerada de esa manera como una proyección en lo colectivo de la violencia y la avaricia humana.1 Se señaló asimismo que la guerra podía entenderse como un conflicto por los recursos escasos entre los que tienen y los que no tienen. Los que tienen recursos quieren conservarlos y, para ello, promueven la ley y el orden. Los que carecen de éstos tampoco tienen tal respeto por la ley ni el orden, puesto que es precisamente una ley y un orden que les dejan «sin» recursos. Entonces, si la ley y la moralidad sirven los intereses de los grupos dominantes, resulta utópico creer que los que no tienen las respetarán.2 Ello explicaría no sólo a Hitler o a Mussolini, sino también cómo Francia y el Reino Unido adquirieron fuera de la ley una posición dominante. Desde 1945 hasta la actualidad el realismo se convirtió en una teoría básica dentro de las relaciones internacionales. Las nuevas teorías que fue-

1. Véase la obra de R. Niebuhr. 2. Véase la obra de E.H. Carr.

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ron apareciendo a partir de ahí consistieron en críticas o matizaciones del realismo. Por su parte, las tesis liberal-internacionalistas sobrevivieron y se refinaron, gracias sobre todo a que la retórica política las recupera a menudo, en parte porque integran los valores morales que la mayoría social mundial comparte. Así pues, el realismo siguió desarrollándose y aplicándose durante el período de Guerra Fría. Sus pensadores afirmaron entonces que las relaciones internacionales se resumían como las relaciones entre estados persiguiendo intereses en términos de poder. Afirmaron que los estados tenían intereses particulares, los llamados «intereses nacionales» y que éstos determinaban su comportamiento.3 De acuerdo con esta teoría, los estados no persiguen principios abstractos como el bien colectivo, y son intrínsecamente egoístas. En cualquier oportunidad, en cualquier decisión, buscan mayor poder. A partir de la década de los sesenta, en especial después de la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962, la Guerra Fría entra en una fase de distensión. Las consecuencias de una posible guerra nuclear y, algo más tarde, el fracaso militar estadounidense en Vietnam, servirán para dejar en evidencia la vigencia de las tesis realistas. La importancia de lo militar y de lo diplomático se relativizará en detrimento de la emergencia de otros actores como las poderosas empresas multinacionales y organismos internacionales como las Naciones Unidas o la incipiente Comunidad Europea. Es entonces cuando se plantea que existen otros actores clave en las relaciones internacionales, a parte de los estados. El pluralismo camina junto a las tesis realistas pero plantea una actualización de la teoría a partir de un nuevo concepto: la interdependencia compleja (Keohane y Nye, 1977). Se postula que hay una infinitud de vías a través de las cuales la gente de un país puede relacionarse con la de otro. Operaciones transfronterizas asociadas a información, a transporte de mercancías, a movimientos de población (sea por migración, sea por turismo) no quedan siempre reguladas por los estados. De hecho, éstos no pueden controlar tales flujos, bien por incapacidad (países débiles o flujos difíciles de controlar) o bien debido a que resulta demasiado costoso, económica, política o socialmente. En ese sentido, los actores estatales empiezan a verse obligados a negociar con actores no estatales. Los pluralistas afirmarían también que bajo aquella interdependencia compleja, no existía jerarquía entre ámbitos. Diferentes ámbitos como la seguridad, el comercio o las finanzas despliegan distintos modos de mutua dependencia. Cada ámbito está determinado o subsumido a la agenda política en función de la coyuntura. Además, el uso de la fuerza será de bajo protagonismo.

3. Véase la obra de H.J. Morguenthau.

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Observan el sistema internacional como una superposición de tableros de ajedrez, en partidas simultáneas e interconectadas. A mediados de los setenta el pluralismo aparecía como la teoría dominante en las relaciones internacionales. El realismo estaba pasado de moda, a pesar de que el propio pluralismo recogiera aún muchos de sus fundamentos. Como crítica al pluralismo emergió el estructuralismo, una de las corrientes que más se ha interesado por la situación de los empobrecidos. Los estructuralistas observaban un sistema con múltiples actores, pero señalaban que este sistema poseía una estructura de relaciones de dominación y explotación. También apuntaban que los pluralistas estaban modelando el «mundo del hombre rico». Subrayaban la dependencia de un grupo de países respecto a otros, en lugar de referirse a interdependencia. Argumentaban que la pobreza es causada por la riqueza. La respuesta desde el pluralismo refería que efectivamente la interdependencia no se producía simétricamente, y que el caso que los estructuralistas estaban haciendo aflorar no era más que un caso particular de la interdependencia compleja. A partir de los ochenta, el realismo toma la forma de una nueva corriente: el neorrealismo. Lo hace de la mano de la teoría de la elección racional (rational choice). Inspirados en los politólogos estadounidenses, los neorrealistas aseguran que el sistema internacional puede entenderse como el comportamiento orientado por cálculos de individuos que actúan racionalmente según la opción por la que esperan maximizar sus beneficios personales.4 Se trata de una conceptualización calcada de la economía de mercado; en particular, en cómo se orientan el productor o el consumidor en el mercado. Los neorrealistas, en consecuencia, utilizan la estadística y otras técnicas parecidas tal y como las utilizan los econometristas. Sostienen que el sistema político internacional no puede ser explicado sólo a partir de la suma de sus actores o subsistemas (por ejemplo, a partir de una supuesta naturaleza violenta de los estados o de los seres humanos que lo componen, como afirmaba el realismo clásico), sino que presenta pautas regulares que van más allá de la transformación de sus componentes y, por tanto, debe ser considerado a través de un análisis de tipo sistémico. Continúan afirmando que se trata de un sistema anárquico desde tiempos medievales, más que jerárquico. Los estados se ven obligados a protegerse porque nadie más los va a proteger. Ello les obliga a ocuparse egoístamente de su seguridad y bienestar, y a vigilar a los demás estados. En función de su percepción del resto, como en la teoría de juegos, se resituan estratégicamente. De modo que, como resultado de los movimientos racionales de todos los estados egoístas en ese campo de juego anárquico, se observa un equilibrio 4. Véase la obra de K. Waltz.

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de poder. Un balance de poder que se caracteriza por el número de polos en competencia, y el número de polos se define por la cantidad de estados que podrían constituir una amenaza seria para los demás. Los pluralistas de los setenta se convertirían en los institucionalistas neoliberales de los ochenta y noventa, y convergerían con las tesis neorrealistas. Asumirían tanto la hipótesis de que el sistema internacional es un campo donde reina la anarquía, como la lógica egoísta y racional de los estados. Sin embargo, añadirían una nueva hipótesis: aún así, los estados pueden cooperar entre sí; aunque de forma inestable a causa de los llamados «free-riders» (los que se aprovechan del sistema cooperativo pero no aportan nada sino todo lo contrario). Determinados regímenes internacionales cooperativos podrían establecerse mediante un adecuado intercambio de información entre estados (por ejemplo, a través de la OCDE o el Banco Mundial); una serie de compromisos internacionales formales y un sistema de sanciones multilaterales para los «free riders». Regímenes difíciles de establecer si no es a través de polos hegemónicos como Estados Unidos (tras la caída del Muro de Berlín). Un hegemon capaz de implantar, a la fuerza si fuera necesario, las reglas de juego. Los neoliberales señalan que una vez los estados se dan cuenta del beneficio propio que supone introducirse en un régimen cooperativo internacional de este tipo, dejan de estar tan preocupados por el avance de los demás. Algo claramente inspirado por la teoría del libre comercio, por la que es preferible un sistema donde todos ganen aunque sea de forma desigual. Lo cual diverge de las tesis neorrealistas, según las cuales los jugadores internacionales tratan de mejorar la distancia relativa que les separa de sus contrincantes. Hoy día, la visión dominante de las relaciones internacionales se compone de una amalgama dialéctica que bascula desde las doctrinas neoliberales (centradas en los parabienes del libre mercado globalizado) hasta las doctrinas neorrealistas (muy influidas por las tesis de seguridad nacional y la «guerra contra el terrorismo»). En la retórica, en cambio, sobre todo ante el fracaso del unilateralismo impulsado desde la era Bush hijo, se siguen utilizando elementos del internacionalismo liberal que rechazan de plano los valores presentados por tesis como la del «choque de civilizaciones» y que, a menudo, adornan algunos preámbulos y discursos sin llegar a trascender en políticas concretas. También es de destacar la emergencia en América Latina de un grupo de países disidentes de las tesis neoliberales, que toman el discurso y algunas de las alternativas políticas planteadas desde el estructuralismo. Es el caso de los países que forman el ALBA (Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Paraguay). No obstante, cuando hablemos de la visión dominante en política internacional, nos referiremos a dicha amalgama entre neoliberalismo y neorrealismo, que muestra una cara u otra en función del momento.

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Las nuevas relaciones internacionales ¿Tienen acaso las profundas desigualdades socioeconómicas a nivel global su explicación en alguna tácita ley natural? ¿Debemos hablar de «pobreza» o más bien de procesos de «empobrecimiento» atribuibles, en parte, a causas externas? En este apartado consideraremos el papel que juegan las relaciones internacionales en el empeoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones del Sur. Para construir una teoría satisfactoria desde un punto de vista de los pobres en la globalización seleccionaremos, como puntos de apoyo a los que sujetarnos, algunos fenómenos que consideramos fundamentales. Algunos de ellos han sido ya muy señalados por teorías que no son del todo nuevas, y otros, están siendo presentados en la actualidad, aunque de forma todavía algo inconexa. Empezaremos por recoger algunas de las críticas más certeras a las «viejas» relaciones internacionales, en particular a las tesis neoliberales, las que dominan hoy día. Sistemas semipermeables En primer lugar, es cierto que la vida y el día a día de una comunidad de personas, sea cual fuere su naturaleza, dependen de cuestiones propias como son su capacidad organizativa, sus recursos disponibles, su tamaño, su creatividad. Sin embargo, y de modo creciente, el destino de una comunidad depende además del exterior. Efectivamente, se encuentre donde se encuentre, lo quiera o no lo quiera, estará sometida a las decisiones y circunstancias de actores externos. Tanto más cuanto más avanzado se encuentre el proceso de globalización. Vivimos en sistemas semipermeables,5 y no en alejadas islas como pudo suceder en otros tiempos. Permeables a un gran número de fenómenos vectoriales, especialmente aquellos caracterizados por ser intensivos en capital (como las transacciones financieras o de mercancías); a las ofensivas militares, o los fenómenos difícilmente controlables (como las emisiones de CO2). En cambio, impermeables a otros, en especial a la circulación de personas de países pobres sin recursos. Los poros selectivos de las fronteras de los estados hacen que seamos más interdependientes. Aunque interdependencia para nada signifique simetría. Esta evidencia nos permite poner en tela de juicio las interpretaciones que atribuyen el «subdesarrollo» exclusivamente y a toda hora a factores internos, en alusión a que los países del Sur adolecen de una pésima gestión local de los recursos, de un nivel bajo de creatividad, de un nulo emprendimiento, o incluso, de una escasa cultura de trabajo, de unas altas temperaturas

5. Por ejemplo, en la economía española el grado de apertura, medido como la suma de las exportaciones y las importaciones reales sobre el PIB, ha pasado de 33,0% en 1990 a 63,5% en 2002.

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tropicales, de catástrofes naturales, de cierta propensión a la corrupción o a la conflictividad.6 Estas pre-interpretaciones, erróneas a nuestro parecer, responsabilizan a las víctimas de ser su propio verdugo; acostumbran a ver a un país como un todo homogéneo sin distinguir internamente los distintos grupos de interés y evitan poner de relieve cualquier tipo de responsabilidad extraterritorial. ¿A caso todo aquello que logra traspasar las fronteras de los países empobrecidos resulta siempre positivo para sus poblaciones? El Iraq interferido La historia de Iraq y la vida de los iraquíes, no pueden explicarse en términos de soberanía y libre albedrío. Desde que las prósperas y avanzadas civilizaciones babilónicas poblaran los territorios entre el Tigris y el Éufrates hace 5.000-6.000 años a.C. —mucho antes del descubrimiento de los yacimientos petrolíferos—, hasta la nefasta situación de ocupación anglo-estadounidense y guerra civil disimulada sufridas en la actualidad por la población iraquí, ha habido muchas interferencias exteriores. La vida actual de los iraquíes no puede ser explicada sin referirse a políticas de países geográficamente muy alejados, como Gran Bretaña o Estados Unidos.

La deuda histórica Aunque en distintos momentos de la historia, la permeabilidad de las fronteras a la que nos referimos y la naturaleza de los fenómenos internacionales han variado ostensiblemente, el factor histórico es crucial para comprender las desigualdades entre sociedades. En realidad, ninguna ex colonia africana, asiática o latinoamericana puede explicar su presente sin reiterar que su historia ha estado torpedeada por largos años de invasiones, exterminio, expolio, trata de esclavos, racismo... fueran españolas, francesas, británicas, holandesas, etc. Se ha venido generando una deuda histórica que el orden internacional actual no reconoce.7 Visto desde la otra cara de la moneda, la industrialización y prosperidad económicas en las sociedades centrales, se deben no sólo a sus propias habilidades y circunstancias, sino a la sobreexplotación humana y física de África, Asia y Latinoamérica o de las clases obreras locales. Será entonces necesario repensar el desarrollo del Centro también en base a la explotación histórica de la Periferia, tal y como proponen los estructuralistas. 6. Proponemos al lector y lectora que haga su propia encuesta en una muestra cercana de población. 7. Para visibilizarlo, algunos movimientos africanos han propuesto el concepto de «Deuda Histórica». Véase African Reparations Movement [http://the.arc.co.uk/arm/] o Llistar (2001).

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La escala adecuada de análisis Se repite a menudo un mismo error. Para explicar correctamente innumerables problemáticas asociadas con la degradación ambiental, la desigualdad de oportunidades, la falta de paz, la erosión cultural, la violación de algunos derechos humanos y otras, se requiere elegir adecuadamente un aspecto fundamental: la escala. Si no utilizamos la escala adecuada al analizar cualquier problemática, perdemos de vista relaciones de causa/efecto que son fundamentales. En nuestro caso, insistiremos sobre todo en la necesaria consideración de relaciones de larga distancia, las que metafóricamente y muy a menudo sólo se observan a vuelo de satélite; relaciones que son internacionales —o mejor, transfronterizas y globales— y que hace 100 años apenas existían. Relaciones como las que se producen por la creación de mercados mundiales de productos, que se incrustan en las realidades locales y, en ocasiones, las hacen insoportables. Relaciones que se desconocen —tal vez porque son complejas, sutiles y muy nuevas, como las que vinculan ciertos fondos financieros transnacionales con las nuevas condiciones de gobernanza de la deuda a nivel municipal por ejemplo—, o que se silencian interesadamente al esconder grandes privilegios, como en el comercio de armas. Relaciones que hacen poderosos a los propietarios de las compañías transnacionales que las han metabolizado y reproducido a su conveniencia. Exactamente las mismas que provocan la agonía de los campesinos en la India, en México o en Malaui. O que hacen subir de un día para otro el precio de los cereales y la leche. En síntesis, con frecuencia se afrontan problemas locales sin tomar en cuenta que derivan de causas globales, y sin determinar a los responsables ni a los mecanismos de los cuales son consecuencia. A parte, no suelen hacerse análisis sistémicos sino fragmentados de la realidad. Las agencias de desarrollo, por ejemplo, pueden pretender enfrentar el problema de la pobreza, sin ocuparse de lo que posiblemente la ha causado (Broad, 2006). Los indicadores utilizados se basan en la simplificación y no en la multiplicidad de criterios. Las estrategias que surgen de ellos no pueden ser sino incompletas, ineficaces y a menudo contradictorias. Ocurre algo similar con otros actores de la cooperación al desarrollo. Lo exterior y lo interior se funden Como consecuencia de esa semipermeabilidad de las fronteras y de la mundialización de los procesos, cada vez hay menor diferencia entre lo exterior y lo interior. Las fronteras se van diluyendo, o son menos capaces de impermeabilizar gran parte de las interferencias porque éstas se intensifican y diversifican exponencialmente. La política interior y la exterior se solapan, se entremezclan, cada vez son más difíciles de acotar. Las leyes nacionales piden a gritos cláusulas extraterritoriales, que no sólo ofrezcan derechos sino también obligaciones. Sin acuerdos internacionales pierden sentido. La inmi22

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gración, las deslocalizaciones empresariales, la responsabilidad ambiental, la aplicación de las normativas sobre emisiones de gases de efecto invernadero en las fábricas locales o las pandemias de turno, incluso la propia cooperación internacional, son ejemplos de ello. Este aspecto es clave para entender porqué los ministerios de asuntos interiores se solaparán cada vez más con los ministerios de asuntos exteriores. Como botón de muestra de la lentitud con la que se afronta ese solapamiento, considérese la nefasta organización de la seguridad nacional estadounidense por parte de una de las administraciones más paranoicas del mundo cuando se produjo el ataque a las Torres Gemelas el 11-S de 2001. La administración Bush II no supo prever los atentados del 11-S entre otros factores, según sus propios informes, por la falta de adaptación a los nuevos tiempos de las tres agencias federales encargadas del espionaje (CIA, FBI y NSA). Lo interior y lo exterior dentro de la misma nave, ya no tiene sentido, no existe. A pesar de esas nuevas circunstancias, la política sigue circunscribiéndose principalmente al viejo ámbito de los estados-nación. Política vieja. El retrete y el periódico Un amigo mío de cuyo nombre no quiero ahora acordarme me dijo uno de los días que suele aposentarse en mi morada, en su buen catalán: Actualmente, cuando yo me siento en tu taza del váter y leo el periódico, ya estoy haciendo relaciones internacionales. No cabe duda de su gran erudición. Estaría pensando —supongo— en las conexiones ecológicas de mi retrete con las aguas internacionales del Mediterráneo, cuna de los más antiguos desagravios Norte-Sur; y del vínculo entre cualquier sección del periódico, desde la economía hasta los deportes, pasando por «nacionales», con lo que ocurre en el extranjero, y la influencia que ello tiene sobre la vida de mi amigo.

centrismo o monetarismo Existe una visión dominante que sostiene una mirada economicista de la realidad. Se atribuye la capacidad de resolver un problema que en realidad va mucho más allá que lo que puede representarse con indicadores monetarios como el PIB, o la cotización de la bolsa. Muchas críticas a esa visión dominante gravitan también alrededor de lo económico. Ante perspectivas como la justicia ambiental, la equidad de género, la cultura de paz, la democracia radical, aquella visión dominante se demuestra profundamente ineficaz. Según aquellas, la economía, definida como lo está hoy, se desentiende del grado de felicidad de sus habitantes, de la distribución internacional de pasivos ambientales o de la valoración de los cuidados familiares. Tampoco consiPIB

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dera el grado de solidaridad mutua intrageneracional (factor clave para la supervivencia en situaciones de alta vulnerabilidad como las que caracterizan a los sectores empobrecidos). Ni el grado de solidaridad intergeneracional, que puede tomar distintas formas, por ejemplo, la de una adecuada relación humana con la biodiversidad y el medio natural, previendo las necesidades de las generaciones futuras. En definitiva, nos encontramos a menudo ante un debate estrechamente monetarista y «PIB-céntrico» impulsado por gobiernos que quieren aumentar su PIB por todos los medios y por empresas que quieren aumentar exponencialmente sus beneficios monetarios. Una lógica que no contempla parámetros como la felicidad, la solidaridad, la problemática de género, ni la armonía con la naturaleza asociadas a diferentes formas de organización social. Vulnerabilidad en la globalización Críticas desde escuelas diversas al enfoque neoliberal añaden que la globalización basada en el proceso paralelo y complementario de liberalización y mercantilización ha aumentado la vulnerabilidad de los más pobres a factores externos. La vulnerabilidad al precio de los alimentos o de la energía son ejemplos de ello. Las economías periféricas han acentuado su carácter exocentrado, es decir, orientado hacia fuera (economías que tienden a la exportación y atracción de inversión extranjera, etc.). A la luz de ello, hay que tener en cuenta la evolución de la vulnerabilidad y de los cambios en la dependencia respecto a estadios anteriores de la historia, tanto de los países como de las poblaciones más desfavorecidas. Los patrones de producción, consumo, propiedad y comercio, se han reestructurado no sólo en términos internacionales sino sobre todo al interior de los estados. En esta nueva gobernanza global, el enfoque de la «soberanía» (alimentaria, energética, sanitaria, comercial, ambiental, etc.), que no el de «seguridad» (alimentaria, energética, sanitaria, comercial, ambiental...), parece ser el más adecuado para reducir la vulnerabilidad de los pueblos. Esta visión, que está desarrollándose desde movimientos sociales como la Vía Campesina, rompe con la idea de que la noción de soberanía se deba referir sólo al ámbito del Estado-nación. Nuevas clases sociales mundiales En este sentido también conviene recoger críticas oportunas a algunos aspectos de las tesis dependentistas clásicas, las cuales atribuyen demasiada importancia a las relaciones entre estados. Se trata de un análisis centrado en torno a los estados dominados frente a los dominadores, una lucha entre los países del Primer y el Tercer Mundo, y en las fronteras que los separan, y no en torno a las interacciones a distancia entre grupos de interés. En realidad, en la medida que la globalización se ha profundizado, el Norte socioeconómico se ha ido 24

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instalando en el Sur geográfico. Y el Sur socioeconómico también en el Norte geográfico (como los 40 millones de pobres que viven en Estados Unidos), pese a que en este caso con fuertes diferencias asociadas a las prestaciones sociales que todavía ofrecen sus estados. Las élites y las clases medias en el Sur (minoritarias en cuanto a población) defienden proyectos parecidos y sinérgicos a los de las élites y clases medias en el Norte (mayoritarias), y de hecho a menudo se alían y se confunden (Llistar, 2003). De forma que, pese a que los intereses y diferencias nacionales persisten, el capital y sus propietarios se dispersan geográficamente porque han conseguido evadir las fronteras. Resulta más clarificador volver a conceptualizar las clases sociales y sus relaciones, tal cual Marx (2005) planteaba en El Capital. Pero ahora extendiéndolas a escala mundial. Nos referimos concretamente a la existencia de clases sociales mundiales: clase capitalista mundial, clase consumidora mundial, clase asalariada mundial y la clase mundial de los excluidos o dalits. Por eso es por lo que los movimientos de justicia global —aunque no todos— hablan del Sur Global y del Norte Global. Lo ilustra el hecho de que en el año 2004 se podían encontrar más consumidores juntos en la China y en la India (unos 700 millones de chinos e indios se añadirían a clase consumidora mundial) que en toda la Unión Europea (Worldwatch Institute, 2004). Consumidores que comparten patrones de vida extraordinariamente similares a lo largo y ancho del mundo, a merced de la difusión implacable de los modelos de consumo occidentales. Lo cual comporta que referirse a categorías para países —no a categorías sociológicas multinacionales— resulte de menor utilidad (incluso a nivel pedagógico), dado que las primeras describen medidas estadísticas que suelen amortiguar las diferencias, mientras que las segundas se refieren mejor a las realidades a las que pretendemos apuntar. En esta misma línea, los estructuralistas más recientes plantean críticas metodológicas a los autores neoliberales, que resultan acertadas. En particular una de cariz —si se quiere— humanista que afirma que hace falta valorar a las personas y no a los estados, y que por lo tanto, hace falta mirar dentro de los estados, sobre todo en este estadio de la globalización en que las fronteras actúan de forma porosa y selectiva.8 Gobernanza global asimétrica Las relaciones de poder no han desaparecido en absoluto, más bien se han transformado. Las relaciones entre explotadores y explotados, dominadores y dominados se mantienen, se han profundizado y complejizado. Disponemos

8. Como Immanuel Wallerstein, que plantea un transnacionalismo metodológico a través del cual propone tomar como marco de referencia antes al sistema-mundo que a los estados-nación (2007).

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de una nueva «anatomía del poder», diferente a la del período colonial o a la de la Guerra Fría, pero no más favorable al Sur Global que las anteriores como auguraban autores optimistas del aparato neoliberal como (Williamson, 1993). De hecho, se hace patente cada vez más la ausencia de un régimen normativo e institucional global que proteja a las mayorías sociales más débiles y a los ecosistemas. La correlación de fuerzas entre capital transnacional y las mayorías sociales del planeta, favorable al Capital, hace que se aplique una y otra vez el Derecho comercial global —la nueva lex mercatoria mundial— de forma implacable, en detrimento del Derecho Internacional basado en los Derechos Humanos y de la naturaleza (Hernàndez, J., 2008) . Efectivamente, se trata de una nueva gobernanza global asimétrica (Verger y Llistar, 2005). La distancia física entre ganadores y perdedores, entre dominadores y dominados, hace que estas relaciones causa-efecto, esta gobernanza global asimétrica, sean mucho más complejas de captar que en otros momentos de la historia. Interferencias y mecanismos transnacionales En resumen, nos encontramos ante un escenario internacional que se ha transformado pero en el que se siguen desplegando las mismas fórmulas: análisis recortados y confinados dentro de las fronteras del Estado, no se toman en cuenta relaciones causa-efecto de larga distancia que conducen a crisis globales o locales diversas, políticas que no consideran cómo aumenta la vulnerabilidad de los pobres, subordinación absoluta de los derechos humanos y ambientales a la seguridad jurídica del empresariado. Se continúa viendo el mundo dividido en Primer y Tercer Mundo sin observar la globalización de las clases sociales capitalistas, se subordina toda política al crecimiento económico sin todavía percibir los límites biofísicos del planeta... Política vieja para un mundo nuevo. Si se trata de actualizar la política, en especial en lo que cabe a acercarnos a esquemas de justicia global (en el sentido de justicia en todos sus ámbitos y en/entre cualquier parte del mundo), necesitamos un nuevo marco conceptual que facilite la comprensión del nuevo mundo, para luego forzar las estructuras de la política, la economía y la cultura hasta que éstas puedan soportarlo adecuadamente. Un nuevo mundo en el que —como rezan los zapatistas— quepan todos los mundos. Pero ¿cómo podemos conceptualizar los efectos producidos por unas sociedades sobre otras? En nuestro caso: ¿qué es lo que un europeo medio tiene que ver hoy con la pobreza de un campesino nicaragüense, con el naufragio de los tripulantes de un cayuco subsahariano, con el suicidio de un hombre bomba en Bagdad, con las enormes ganancias de los bancos españoles en América Latina o con la tala indiscriminada de los bosques primarios de la selva amazónica ecuatoriana? ¿Cuál es el verdadero contacto Norte-Sur? He aquí nuestra pregunta clave. 26

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Los pueblos y su gente interactúan —consciente o inconscientemente— no importe si se encuentran a miles de kilómetros. Emiten y perciben poder. La globalización no sólo es interconexión sino también interacción. La naturaleza de dichas interacciones exige pensar que probablemente se puedan asociar a presiones o fuerzas de largo alcance. Nos referimos a presiones que traspasan las fronteras nacionales y que obligan a un grupo de personas alejadas a un cambio observable, a un movimiento en alguna de sus facetas colectivas o personales, distinto del que realizaría de no existir tales presiones.9 Veamos un ejemplo de fuerza de largo alcance. Un país A con un esquema de movilidad basado en el transporte privado (en lugar del transporte público), proliferación de transporte aéreo,10 etc. le conducirá a un elevado consumo de petróleo. Ello obligará al país A a tomar medidas geopolíticas duras hacia países terceros, incluso violentas, en pro de asegurarse el abastecimiento del crudo cuando éste le falte. La alternativa a ello es recomponer su esquema de movilidad con todas sus consecuencias que ello acarree, incluidas las electorales. Por su potencial comunicativo, hemos acuñado el concepto de interferencia. Interferencia «transnacional» (o «transfronteriza»), se define como aquel factor procedente de fuera de las fronteras de un Estado que afecta temporalmente la dinámica interna de un determinado grupo social, sea éste un grupo de personas estructurado en una comunidad local, un segmento de la población o un país, no importe si se produce directamente o indirectamente a través de la alteración de su entorno. Las interferencias se suman a otras interferencias procedentes de otros agentes. La noción de interferencia puede aplicarse a interacciones que se produzcan internamente a los estados, como, por ejemplo, los que se producen entre el empresariado inmobiliario y el medio ambiente local, sin fronteras por medio. Aunque aquí preferiremos aplicarlo al contexto Norte-Sur. Un ejemplo de interferencia transnacional puede encontrarse en la presión que reciben las comunidades negras del Valle del Cauca (Colombia) para que abandonen sus tierras. La presión puede proceder de una suma de interferencias internas y externas a Colombia. Entre las externas se perciben dos interferencias transnacionales claras: una asociada a la necesidad de territorio fértil y tropical para la producción masiva de la materia prima destinada a los 9. En realidad, las interacciones a las que nos referimos se comportan cual vectores que nacen de quien emite la interferencia y se aplican sobre quien la sufre. Por ejemplo, un vector que nazca de mi taza de café matutina (a un euro en la cafetería de la Universitat Politècnica de Catalunya en Terrassa) y apunte a la falta de dinero del jornalero cafetalero nicaragüense para pagar la escuela de su hija. 10. Véase http://www.airportwatch.org.uk/.

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agrocombustibles, que proviene de los países consumidores, y una vinculada al paramilitarismo y al Plan Colombia, estrechamente relacionada con los planes de control hemisférico de Estados Unidos en la región (Vargas, 2009). Ejemplos de interferencias Interferencia

Ejemplos Generador de la interferencia en el Norte

Víctima/objeto de la interferencia en el Sur

Desaparición de la isla de bajo el mar. Calentamiento global.

Clase industrial (capitalista) y consumidora mundial.

Habitantes de algunas islas del Pacífico Sur, como las Islas Kiribati (105.000 personas).

Envenenamiento de las aguas, la pesca y la fauna por contaminación; entrada de enfermedades; rotura de la cohesión comunitaria, etc.

Compañías petroleras.

Comunidades indígenas situadas en territorios ricos en hidrocarburos. Ej.: Comunidades Huaorani en el Parque Yasuní, Ecuador.

Ocupación israelí de Palestina. Muerte de miles de civiles.

Gobierno israelí.

Población civil palestina (Gaza, Líbano, Cisjordania...).

De forma tal, que las «relaciones internacionales» pueden también ser conceptualizadas como las interferencias transnacionales que se producen entre grupos sociales locales o transnacionales que habitan distintos países o entre sus estados. Y la globalización, el proceso por el cual se producen simultáneamente, en distintos planos y escalas interconectadas, un universo de fuerzas, interferencias y movimientos en el sistema mundial que afectarían asimétricamente a sus comunidades y cuyas pautas generales podrían esquematizarse en una red de redes donde cada nodo es una comunidad y donde cada hilo conector es una interferencia en un ámbito, una dirección y un sentido determinados.

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Por otro lado, las interferencias necesitan un medio a través del cual transmitirse. Un mecanismo transnacional (como por ejemplo la deuda externa necesita un sistema financiero internacional que la genere) es un dispositivo disponible en el sistema mundial actual que permite la conducción de interferencias desde una persona, colectivo o país A, hacia otro. Algunos ejemplos de mecanismos transnacionales son el sistema comercial internacional, la arquitectura institucional internacional, la red de paraísos fiscales, el uso de la atmósfera, los océanos, las cuencas fluviales internacionales, la biodiversidad y en general todos los bienes comunes, internet, etc. Los mecanismos suelen ser presentados como algo necesario e implícito a la globalización. Sin embargo, son la vía que posibilita toda forma de dominación Norte-Sur, han sido creados por el hombre y la mujer, y posiblemente puedan cambiarse. Por tanto serán objeto de nuestra atención. ¿Relaciones internacionales o interferencias transnacionales? El término «relaciones» no conviene a la realidad actual. No muestra direccionalidad, movimiento ni trasformación. Es completamente neutral. Forma parte del llamado «lenguaje de madera» tan utilizado en diplomacia para escapar de llamar a las cosas por su nombre cuando esto puede afectar al status quo. En cambio, «interferencia» o «fuerza» o «dominio», sí lo hacen dado que son vectoriales, pueden indicar las asimetrías. ¡Y por supuesto! A nosotros (los pobres y sus amigos) nos interesa hacer visibles las asimetrías y las relaciones de poder. Al status quo, le interesa disimularlos. Dado que aquí enfatizamos la vectorialidad (direccionalidad, punto de aplicación, magnitud), utilizaremos como abreviatura «NS» cuando nos refiramos a fenómenos que arranquen en el Norte e impacten sobre el Sur, y «SN» cuando fuera lo contrario.

Tipología de interferencias Entre las infinitas interferencias posibles, resulta útil distinguirlas según su intencionalidad, escala e impacto real. Se trata de una distinción que puede ser útil tanto para clasificarlas como para evaluar la responsabilidad extraterritorial que lleva asociada una determinada política tomada en un país del Norte. Interferencias y responsabilidad Tomemos para empezar aquellas actuaciones que tengan un coste para alguien de un tercer país. Evaluemos las distintas responsabilidades. Imaginemos que alguien aprieta el botón de un misil que despega desde una base militar. Preguntémonos entonces sobre la intencionalidad y la responsabilidad. En términos generales, deberíamos distinguir entre: 1) (involuntarias) aquellas

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actuaciones que se tomaron desconociendo su resultado (alguien que disparó creyendo que aquel no era el botón rojo o que no sabía que se trataba de un misil atómico), y 2) (planificadas) aquellas cuya incidencia sobre segundos o terceros sí se auguraba11 (sabían que era una arma de destrucción masiva y que aquel era el botón). En este segundo supuesto, puede distinguirse a su vez 2.1) (planificadas y voluntarias) actuaciones que se tomaron premeditadamente con el objetivo de afectar a dichos terceros12 (querían matarlos); 2.2) (planificadas colaterales) no tenían ese objetivo (efecto colateral13—querían eliminar a las milicias enemigas, pero les dimos sin querer... ya se sabe...). A efectos éticos —incluso procesables a nivel judicial— existe una clara diferencia entre las tres situaciones (actuaciones inconscientes, conscientes colaterales y conscientes deseadas). La responsabilidad es evidente en los tres casos. Sin embargo, y a la luz de valorarla existen matices importantes que deberán considerarse a la hora de analizar la responsabilidad social o ambiental de determinada política o actuación. Los mismos matices se aplican lógicamente sobre las interferencias transnacionales. Veamos algunos ejemplos tomados de la realidad: 1) Interferencias planificadas, como las presiones liberalizadoras que ejerció un Gobierno como el español sobre los servicios públicos y la energía administrados por otro Estado como el argentino, para que permitiera en territorio propio la expansión de Telefónica, ENDESA, AgBar o REPSOL en detrimento de las compañías de capital local (ODG, 2004a). Después de El Corralito (2001-2002) el Gobierno de Aznar recurrió a su postura de acreedor ante el país sudamericano. Utilizó tanto los préstamos entregados al Gobierno de De la Rúa como toda su influencia ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que Argentina se abriera y protegiera al capital transnacional español. 2) Interferencia colateral: la guerra civil iraquí ante la invasión estadounidense y todas sus víctimas civiles. La administración Bush sabía que existía riesgo de abrir un conflicto interno. Pero su objetivo no fue la guerra civil sino diversos intereses relacionados con la hegemonía de EEUU en el mundo. 11. Tal y como se señaló anteriormente, es necesario introducir un matiz, puesto que algunas relaciones, aunque son claramente causa-efecto, se producen en una globalización con un fuerte componente caótico. 12. Jurídicamente corresponde a la noción de «dolo». Es decir, con conocimiento de causa. 13. Utilizamos aquí el término «colateral» en lugar de «involuntario» por entender que se trata de efectos derivados no deseados pero aceptados por quienes toman las decisiones.

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3) Interferencias inconscientes, los efectos sobre la población de Tanzania ocasionados por el consumo europeo de perca del Nilo;14 o el uso generalizado por parte de la clase consumidora de deportes y lujos intensivos en el uso del petróleo (4x4, motociclismo, tunning, motos de agua, aeronáutica no comercial, turismo transoceánico, residencia en ciudades difusas, aires acondicionados...). Una característica importante de nuestro ruidoso mundo debe tenerse en cuenta en cualquier caso porque afecta a la atribución de responsabilidades. En un sistema complejo, como el sistema mundial actual, no siempre existe evidencia de que una actuación determinada conduzca al mismo resultado, no importa si lejos o cerca. ¡Vivimos en un sistema (algo) caótico! Es decir, un sistema en el que ocurre que comportamientos iniciales similares pueden obtener resultados muy dispares. Inputs iguales conducen a outputs muy variopintos. Algo que puede disminuir la intensidad de la atribución de responsabilidades por catástrofes provocadas por decisiones humanas tomadas. Entre ellas las tomadas en el Norte del estilo de las Reaganomics que causaron la Crisis de la Deuda durante los años ochenta. La misma concepción de la sociedad como un sistema interconectado con un componente caótico apreciable, contraviene a creer en un determinismo social, económico, ecológico absoluto, y por tanto, a considerar que toda acción tiene su resultado previsible, y por ello, su responsabilidad. Por lo tanto, y en ocasiones, una misma interferencia podría dar a luz a resultados bien distintos. Sin embargo, dejaremos de lado la incertidumbre asociada este componente caótico, para concentrarnos en aquello que sí se puede determinar.15 Interferencias y escala Ahora bien, queremos hacer una distinción relativa a la escala y al espacio. Ya en lo «internacional» y por lo que a la escala se refiere, debemos observar que existen interacciones que pueden operar intra o interescalarmente, así sea global, regional, estatal, local y hasta «glocalmente».16

14. Véase la película La pesadilla de Darwin, 2005. Dir.: Hubert Sauper [www.darwins nightmare.com]. 15. Algo que sí solemos hacer bien los físicos, es separar lo que es cierto de lo que es incierto, lo que se puede calcular de lo que no. ¿Estoy en lo cierto? 16. Por glocalización se entiende el fenómeno que condiciona la lógica local por la lógica global, o viceversa (Hannerz, 1996) y ( Martín-Barbero, 1999). Se desprende de la también llamada «conectividad escalar» por la que un mismo actor puede actuar en distintas escalas a la vez.

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Muchas de las problemáticas que encontramos en el Sur son producidas por tensiones entre actores globales que someten, subsidian o excluyen a actores terceros locales. Lo ilustra a la perfección el caso de «La Guerra del Agua» de Bolivia (abril de 2000). El consorcio formado por las compañías transnacionales Bechtel (estadounidense), Abengoa (española) y Edison (italiana) se enfrentaba a distintos grupos locales de Cochabamba (regantes, asociaciones de vecinos, comerciantes, ONG, sindicatos, intelectuales), en un conflicto generado por la privatización del agua de aquella ciudad.17 Ha sido analizado en diversos artículos como caso paradigmático. La victoria, finalmente, estuvo del lado de los «pequeños», después que los movimientos sociales cochabambinos lograran atraer la atención de gran cantidad de colectivos internacionales. La clave radicó en la capacidad de resistencia local junto a la formación decisiva de una red transnacional (un advocacy group) con gran fuerza tanto en Latinoamérica como en Europa y Estados Unidos (Crespo, 2000; Vargas y Kruse, 2000). Por lo general, cuando un ente global interfiere sobre otro local, nos encontramos frecuentemente en una situación de desequilibrio de poder. De hecho, la gobernanza global actual, a raíz de su carácter vertical, agrava la desigualdad entre lo global y lo local. Este eje de desigualdad se suma así a los clásicos ejes de desigualdad Norte-Sur, urbano-rural, clase social, género, etnia, etc. Si bien tenemos en cuenta que las interferencias que se producen entre diferentes escalas son complejas y que, por lo tanto, el binomio local-global puede resultar excesivamente simplificador, sostenemos que un modelo de análisis que pretenda comprender el calado de las transformaciones actuales debería tener en cuenta la importancia de la jerarquía escalar (Verger y Llistar, 2005). Los actores locales, entonces, suelen pasar a ser subsidiarios del actor global que les somete: salvo si logran trascender su «pequeñez» mediante la coordinación de redes junto a otras realidades locales. En este caso la coordinación hace la fuerza. Así, un actor «x» podrá ser más influyente si cuenta con la capacidad de articularse y de actuar a escala global para defender sus intereses. Algo clave para las estrategias de resistencia locales. En definitiva, en la actual fase de globalización, lo local acostumbra a ser incluido en el sistema global de manera subalterna, cuando no es directamente excluido. En consecuencia, autores como Boaventura de Sousa Santos o Neil Brenner señalan que la jerarquía entre lo global y lo local se yuxtapone actualmente a la jerarquía Norte-Sur: El criterio de jerarquización propio de las prácticas interestatales (centro, periferia, semiperiferia) está cada vez más contaminado por los criterios 17. Véase: http://www.odg.cat/es/inicio/enprofunditat/plantilla_1.php?identif=392 .

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propios del resto de prácticas (global, local), de tal modo que lo que se entiende por centro, periferia y semiperiferia es cada vez más la cristalización, a nivel nacional, de múltiples y distintas posiciones o características globales y/o locales dentro de las prácticas capitalistas globales y de las prácticas sociales y culturales transnacionales. (Santos, 2005: 272) En realidad determinadas interferencias entre el Centro y la Periferia pueden entenderse como interferencias que siempre se producen entre actores locales, dado que lo que a menudo consideramos como global no es más que el resultado de una entidad, producto o identidad local que amplía su capacidad de influencia. Es lo que Santos conceptualiza como «localismo globalizado» (Santos y Rodríguez-Garavito, 2005). Se observa que por lo general son resultado de dos posibles situaciones. Una, la de un grupo de poder en el Norte que esté estratégicamente al mando de un actor con capacidades globales (como es el caso del Consejo de Administración de una gran empresa transnacional o del Ejecutivo de un gobierno). La otra, por la acción combinada de un gran número de colectivos del Norte con poco poder o con poder difuso, que desencadenen juntos una fuerte interferencia catapultada por la suma de pequeñas interferencias (por ejemplo, bajo una determinada opción de consumo). Interferencias e impacto La última distinción entre interferencias transnacionales es aquella que se centra en los impactos. Impactos «positivos» o «negativos» sobre la población interferida según las consideraciones que haremos en el próximo capítulo. Así es, determinadas acciones, decisiones o comportamientos en una parte del mundo pueden tener efectos en otras partes del mundo que puedan ser percibidas como inconvenientes. Otras, al contrario, pueden ser bienvenidas. Incluso puede suceder que ni una cosa ni la otra. Un ejemplo de interferencias presumiblemente positivas son las tecnologías de bajo coste producidas en las sociedades con alto poder adquisitivo que una vez rentabilizadas, incluso superadas, son luego diseminadas hacia usuarios periféricos. Caso de algunos fármacos genéricos, o del desarrollo del internet, la telefonía celular, etc. Se trataría de aquellas relaciones entre emisor e interferido que pueden ser concebidas como win-win (en la que ambos ganan).18

18. Con matices, por supuesto. En el caso de los países con minas de tantalita y colombita, base del coltan, la proliferación de los dispositivos electrónicos móviles en el mundo no ha hecho más que traerles violencia e ingobernabilidad bajo la conocida «maldición de los recursos naturales».

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La medida de lo «positivo/negativo» es sin lugar a dudas relativa. En principio está determinada por la realidad objetiva de quién la sufre y, a su vez, por el modo subjetivo de percibirla. Por tanto, la medida de lo «positivo/ negativo» depende de aspectos universales (como vivir más años) pero también de muchos otros que son construcciones culturales y sociopolíticas (como la aprensión a la propiedad privada). Cuando esa medida de lo «positivo/ negativo» se traslada al sistema mundial, la pregunta nos introduce al debate que lidian las distintas teorías del desarrollo. Referencias: BROWN, C. y AINLEY, K. (2005), Understanding International Relations (3a edición revisada). Hampshire: Palgrave MacMillan. WALLERSTEIN, I. (2007), Análisis de Sistema-Mundo. Madrid: Siglo XXI. VERGER, A. y LLISTAR, D. (2005), «La jerarquía global-local en el sistema de estratificación mundial. Nuevas estrategias ante nuevos escenarios». Revista de Ciencias Sociales Gizarte Zientzien Aldizkaria, 1, pp. 129-146. HERNÁNDEZ ZUBIZARRETA, J. (2008). El derecho comercial global frente al derecho internacional de los derechos humanos. [Disponible en: http://www. enlazandoalternativas.org/spip.php?article243, visitado el 23/3/2009].

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II. COOPERACIÓN Y ANTICOOPERACIÓN

Tal como hemos constatado en el capítulo anterior, existe un gran número de interferencias a las cuales son sometidos la mayoría de los habitantes de este planeta. De esta parte hasta el final del libro, nos concentraremos en las relaciones Norte-Sur, entendidas como interferencias, intentando responder a la siguiente pregunta: en el balance de las relaciones Norte-Sur, ¿predominan las interferencias positivas o las negativas? Aunque de forma indirecta, se ha venido respondiendo a esa cuestión a través de un subámbito de las relaciones internacionales: las teorías del desarrollo. Éstas se concentran en tres aspectos: las causas de las desigualdades entre el Primer y Tercer Mundo; las causas de su persistencia; y las posibles soluciones. Es decir, estas teorías deben ofrecer una explicación sobre en qué medida las interferencias del Norte son problemáticas para el Sur, o bien si la raíz de esas problemáticas se encuentra en otro lugar. Además, al definir cada una su correspondiente noción de desarrollo, influidas por la ideología y por el lugar histórico de quien las concibe, establecen qué es problemático y qué resulta conveniente para toda sociedad. Por lo que se convierten en una brújula que indica cuál es el Norte, nunca mejor dicho. Es decir, incorporan sutilmente un determinado lenguaje de valoración con el que se lee la realidad de una forma específica. Las discutiremos y contrastaremos brevemente en lo que sigue.

Y definieron el desarrollo... El concepto de «desarrollo» no empieza a utilizarse hasta después de la Segunda Guerra Mundial. La descolonización e independencia de los países del Tercer Mundo condujo a un cuestionamiento sobre el origen de las desigualdades entre países. Los primeros estudios sobre desarrollo, en los años cincuenta, proceden de la llamada «Teoría económica del desarrollo». El 35

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argumento para constituir un campo de análisis propio dentro de la economía consistió en afirmar que los países del Tercer Mundo tienen estructuras políticas, económicas e institucionales distintas a las del Primer Mundo, y que por ende, requieren de una aproximación teórica distinta. En este campo, la noción de desarrollo se equiparó a la de crecimiento económico y se le atribuyó un doble objetivo: el de modernizar y el de reproducir paulatinamente el modelo occidental. De modo que los conceptos de «desarrollo» y de «subdesarrollo» se situaron en una misma línea continua, en la que todo país pretendería estar lo más adelantado posible. La única manera de conseguirlo consistía en la industrialización. Desde este punto de vista, el problema del subdesarrollo recayó exclusivamente en el Sur, de cuya responsabilidad dependía el crecer, modernizarse, industrializarse. Y lo único que podía hacer el Norte sería prestarle ayuda. Una ayuda que fue concebida como intrínsecamente buena, necesaria y humanitaria. En la práctica, las ansias de los países subdesarrollados por crecer económicamente generó una predisposición total y acrítica a la asesoría técnica de expertos del los países del Norte. Algo muy necesario para justificar la presencia de las agencias de cooperación y las ONG en el Sur. El Plan Marshall (1948) se convirtió en el prototipo de ayuda moderna al desarrollo, y corroboró la conveniencia de la teoría económica del desarrollo también para los países del Tercer Mundo. Crecimiento económico y ayuda internacional serían «la fórmula» indiscutible. Ahora bien, la Guerra Fría y la lucha contra el comunismo tuvieron una fuerte influencia en la configuración de la estrategia de desarrollo de los países del Sur. Una de las tesis más aceptadas a principios de los cincuenta era que si no se conseguía reducir la pobreza de los países del Tercer Mundo, pronto terminarían sucumbiendo en las fauces del comunismo. Es decir, la confrontación entre los EEUU y la URSS legitimaba para Occidente los objetivos de modernización y desarrollo económico de los países del Sur. Algo que explica porqué pactos militares, apoyos a dictaduras y programas de desarrollo fueron de la mano (Escobar, 1998). En ese sentido, el Congo de Mobutu, la Indonesia de Suharto, el Brasil de la dictadura militar o la Nicaragua de Somoza son algunos ejemplos de países con regímenes dictatoriales que fueron apoyados por el dinero de Estados Unidos durante los años sesenta, a través de los organismos internacionales como el BM o el FMI —o directamente— con un objetivo claramente geopolítico. También la consolidación de Estados Unidos como superpotencia se apoyaría en la conformación de una estrategia de desarrollo para los países periféricos, de modo que ello permitiera una conveniente expansión del sistema de mercado a los cinco continentes. Como veremos en el capítulo sobre geopolítica, conviene considerar que las colonias suponían una vía primordial de expansión del capitalismo, puesto que permitían establecer una importante 36

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base material, construir mecanismos de orden y control, así como instituir ideologías de legitimación del sistema. Sin embargo, la descolonización podría poner en peligro todo eso. Implicaría encontrar otros modos de asegurar el suministro de bienes y de expandir el capital occidental. De manera que Estados Unidos y las potencias coloniales europeas implementaron una estrategia de desarrollo concebida para asegurar su expansión económica y, a su vez, tomar el control sobre los países periféricos. Una especie de fase posterior de la expansión capitalista una vez terminado el proyecto colonizador (Preston, 1996). Estados Unidos preferiría países independizados que no colonias bajo el control europeo. Las potencias europeas preferirían mantener un cierto control capitalista sobre sus ex colonias, menos lucrativo pero mucho más fácil de sostener.

El mapa de las teorías del desarrollo Las teorías del desarrollo más influyentes han dado un diagnóstico múltiple y disímil de la existencia de interferencias entre el Norte y el Sur. Algunas teorías como las neoliberales menosprecian la existencia de interferencias transnacionales negativas. Otras, como las dependentistas o las poscoloniales, se centran más bien en éstas.

Desarrollo realista-neoliberal Se desprende de las concepciones realista y neoliberal del mundo, a las que nos referimos en el capítulo I. Inspirada en un inicio en el pensamiento de economistas clásicos (Smith, Ricardo...), esta noción de desarrollo evoluciona desde los años cincuenta hasta la actualidad hacia enfoques menos sistémicos y más simples, basados en el individuo, y susceptibles de ser modelizados. Sociólogos y politólogos estadounidenses son influidos por la economía neoclásica y desarrollan la Teoría de la Modernización durante los inicios de la Guerra Fría (Rostow, 1960). La política exterior de Estados Unidos, embebida de esta teoría, incorpora políticas de desarrollo a su accionar tradicionalmente militarista. Su objetivo principal consiste en frenar el avance del comunismo. Se parte de la idea según la cual los países del Sur, para superar sus problemas de subdesarrollo, deben recorrer un mismo proceso evolutivo, similar al que han recorrido Europa y Estados Unidos. Deben abandonar su fase de sociedades tradicionales para llegar, cruzando diversas etapas, a la fase de sociedades de consumo masivo. El lema de los modernizadores reza que «el crecimiento económico es bueno para los pobres». En caso que los países no fueran capaces de conseguirlo por sí solos, deberían acudir a la ayuda exterior, fuera en forma de dinero, tecnología o experiencia. En consecuencia, esta teoría

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legitimó la ayuda exterior, la inversión extranjera, el comercio internacional o cualquier forma de capital desde el exterior, todos ellos entendidos como interferencias transnacionales modernizadoras, necesarias para el crecimiento capitalista, para dejar de ser sociedades tradicionales e inmaduras y alejarse de la tentación comunista. De resumirse en un eslogan, éste sería: «toda interferencia que proceda del Norte es buena para el Sur». Durante los años sesenta y setenta, nadie cuestionaba el rol planificador y distribuidor del Estado, clave para el desarrollo capitalista. Sin embargo, a mediados de los setenta tiene lugar la contrarrevolución neoliberal, en la que se impone progresivamente una visión según la cual la gestión de la economía debe dejarse en manos del mercado en lugar del Estado. El principal gestor y promotor del desarrollo de la economía debería ser la empresa privada. El Estado debería retirarse y limitarse a garantizar la seguridad jurídica de la propiedad privada. Algo que en lo internacional se traduciría en la proliferación de instituciones nacionales y multilaterales dedicadas a la promoción del sector privado (inversión, internacionalización de la empresa, garantías soberanas...), y en las tesis que proponen que cada país se especialice reorganizando su economía según la llamada división internacional del trabajo. Un pensamiento dogmático privatizador que duraría hasta nuestros días.

Corriente culturalista1 Esta corriente enfatiza la importancia del factor cultural en el origen de las desigualdades. Los culturalistas como Weber (2002) señalan que «el subdesarrollo es un estado mental», o que el protestantismo religioso es más dado al espíritu emprendedor capitalista. Señalan la misma virtud para otras culturas religiosas como el confucionismo, el judaísmo, el calvinismo, el puritanismo, etc. Elementos culturales como la tendencia a la promiscuidad, a lo espiritual y a lo mágico en lugar de a lo científico, el fatalismo presente en algunas religiones, la falta de valor por el esfuerzo, la cultura del ocio, etc. explican, según esta perspectiva, las desigualdades Norte-Sur. Por lo que la solución es «modernizar el carácter de las personas» (Inkeles y Smith, 1974), es decir, lograr que las personas desarrollen el sentido de la eficacia personal, que se informen de fuentes diversas, estén abiertos a nuevas ideas, se esfuercen, etc. Algo trascendental —señalan— en las personas que serán llamadas a ocupar

1. No confundir con la escuela del culturalismo antropológico (o relativismo cultural) de la escuela de Franz Boas, en la que se afirma que las culturas son tan distintas entre sí que no puede existir superioridad alguna entre unas y otras. Algo totalmente opuesto a lo que afirma Weber.

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posiciones de responsabilidad en el gobierno, en las empresas o en cualquier otra institución política o económica. El sector tanto público como privado del desarrollo se ha acogido con entusiasmo a este tipo de tesis (sobre todo por su simplicidad). Esta tesis no tenía en cuenta la posibilidad de que el hecho de asumir, desde los países del Sur, elementos de la cultura occidental (del Norte), puede, en determinados casos constituir una interferencia negativa (ver capítulo IV apartado «anticooperación simbólica»). Occidentalizar o modernizar las mentes de los habitantes del Sur, no es a nuestro parecer, sinónimo de ayuda NS.

Institucionalismo Toma cierta centralidad durante los años noventa de la mano de las políticas de «good governance» (buen gobierno) del Banco Mundial. El institucionalismo afirma que la inestabilidad de los países periféricos se debe a su posición en el sistema internacional, pero en gran parte también a la debilidad de sus estructuras institucionales internas. Las instituciones (partidos políticos, parlamentos, tribunales, ministerios, reguladores de la competencia, bancos estatales, contralorías, municipalidades...) y la estructura en que se disponen, son clave para el desarrollo, afirman. Por esa misma razón, el factor cultural, vuelve a ser clave si se asume que tanto valores, nivel formativo, ideologías, etc., configuran la dinámica de las instituciones (Myrdal, 1972).

Desarrollo estructuralista Ya hemos presentado la corriente de pensamiento estructuralista en el capítulo dedicado a las «viejas» relaciones internacionales. El enfoque estructuralista se centra (ahora sí) en los factores exteriores (exógenos) a los países del Sur que condicionan su subdesarrollo. En particular, se refiere a los que proceden del comercio internacional, del sistema financiero internacional y del sistema productivo internacional en su conjunto, pero también de relaciones políticas como, por ejemplo, la alianza tácita del capital internacionalizado de los países del Norte con las élites de los países del Sur, o de relaciones de dominación diversas. Bajo la influencia de este planteamiento, inspirado en el análisis marxista, se erigen una serie de teorías y esquemas (los más importantes los describiremos a continuación). Dicho de otro modo, los estructuralistas tratan de enfocar las interferencias transnacionales de tipo negativo que reciben los países del Sur, dadas por la posición del Sur y de los distintos grupos de poder en la estructura del sistema mundial. A inicios de los años cincuenta, este pensamiento toma vigor de la mano del llamado «pensamiento CEPALiano» y de su precursores, entre los cuales destacamos al argentino Raúl Prebisch, que se refiere a la dualidad Centro-

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Periferia que rige las relaciones internacionales (1962).2 Superando los análisis ahistóricos y parciales de la teoría de la modernización, se adopta un método de análisis histórico-estructural. El modelo plantea en primer lugar, que las estructuras de los países centrales son distintas a las de los países periféricos. En segundo lugar, que el subdesarrollo de la Periferia es en buena parte consecuencia del desarrollo del Centro. Y finalmente, que Centro y Periferia realizan funciones distintas pero complementarias dentro del sistema económico internacional.

La teoría de la dependencia Se trata de una crítica demoledora a la teoría de la modernización. Postula que las economías de determinados países están condicionadas por el desarrollo y la expansión de otras economías, a las que están sometidas bajo la presión de distintos mecanismos e interferencias internacionales ligadas a la historia del capitalismo. Unas economías y otras son interdependientes. Así pues, el subdesarrollo no es una fase previa del desarrollo, sino el producto histórico del colonialismo y del imperialismo (Baran, 1957). Desarrollo y subdesarrollo son dos caras de una misma moneda, ligadas a un mismo proceso: la acumulación de capital a escala global. Como la captura del excedente de las colonias favoreció la acumulación originaria de capital de las metrópolis (interfiriendo el desarrollo natural de las colonias), entonces se concluye que el subdesarrollo es el producto histórico del desarrollo de los países imperialistas. El problema no es la ausencia de capital en el Sur, sino que sistemáticamente éste sea transferido al Norte gracias a la colaboración de las élites del Sur. En este sentido, si el problema es la estructura mundial establecida por la expansión del capitalismo, la solución es abolir el mercado capitalista mundial. Fue en la comunidad académica latinoamericana, entre los años cincuenta y setenta, donde más aceptación tuvo dicha teoría.3 A partir de ese momento nacen tres corrientes dependentistas distintas (Bustelo, 1999), entre las que destacan: 1) la propuesta de desconexión (Amin, 1988) por la que conviene desarrollar ante todo el comercio y las relaciones Sur-Sur en general, por lo

2. Entre 1950 y 1963 Prebisch fue secretario ejecutivo de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL). Se trata del organismo dependiente de la ONU responsable de promover el desarrollo económico y social de la región. Su actividad se concentra en el campo de la investigación económica. 3. Véase por ejemplo, Prebisch (1949), o en tono más divulgativo, Galeano (1971). A parte de Prebisch y Baran, ambos precursores de la teoría, algunos de los autores más relevantes son Fernando Henrique Cardoso, Theotonio Dos Santos, Andre Gunder Frank, Celso Furtado, Ruy Mauro Marini y Enzo Faletto.

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que se recomienda, en un primer momento, una desconexión con el Norte y un intercambio solidario entre los países empobrecidos. Se trataría de eludir la recepción de cualquier interferencia NS, incluida la ayuda internacional;4 2) la actualización y reformulación de los primeros planteamientos de la CEPAL, profundizando el modelo de industrialización por sustitución de importaciones;5 y 3) las tesis del desarrollo dependiente, que afirma que la dependencia no imposibilita el desarrollo, aunque sí genera desigualdades y contradicciones específicas del capitalismo periférico que habrá que asumir.6

La teoría del sistema mundial Fruto de algunas críticas significativas recibidas por las teorías de la dependencia (por ejemplo sobre su visión estado-céntrica), empiezan a elaborarse en los años sesenta las «nuevas teorías de la dependencia». El análisis propuesto en ese sentido por Wallerstein (2007) transciende la dimensión de los estados en su teoría del sistema mundial. Como los pluralistas, considera que algunos fenómenos han permeado las fronteras de los estados, como la actividad de las corporaciones transnacionales o los movimientos especulativos financieros. Fenómenos con dinámica transnacional propia. Por tanto, la unidad de análisis para comprender las desigualdades no pueden ser los estados, sino el propio sistema internacional: el «sistema-mundo». Sostiene que los nuevos modos del capitalismo global permiten controlar todo tipo de recursos más allá de las fronteras del Estado-nación desde el que se opere. Por eso no es extraño que Estados Unidos, Europa y Japón pretendan establecer una economía mundial capitalista, con el fin de asegurarse tanto su crecimiento económico como una superioridad estratégica respecto al resto de países. Wallerstein describe una jerarquía de tres conjuntos de países: los centrales, los semiperiféricos y los periféricos, donde los centrales explotan a los demás, pero donde los semiperiféricos también subyugan a su vez a los periféricos. Una distribución que obedece a una evidente división internacional del trabajo, que no sólo responde a las diferencias entre países sino también entre las condiciones laborales en todo el planeta. De modo que se trascienden las posiciones de clase social, a un nivel global. En el sistema-mundo la distribución desigual de activos y pasivos resulta similar a la distribución que se produce a escala estatal. Finalmente, según esta teoría, sólo los países centrales disponen de un desarrollo capitalista autónomo en el actual sistema-mundo. Los países peri-

4. A parte de Amin, respaldan esta corriente Frank, y Dos Santos. 5. Respaldada por autores como Furtado, Sunkel o Tavares. 6. Apoyan esta corriente Cardoso y Faletto.

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féricos han tenido que instalarse en un desarrollo capitalista orientado hacia el exterior, por dos motivos: la colonización y la apertura comercial (neocolonización). De algún modo, ambas han sido (y son) las mayores fuentes de interferencias negativas Norte-Sur.

La teoría de las necesidades básicas Ante la evidencia de que el crecimiento comportaba enormes desigualdades, durante los años setenta emergió un enfoque neokeynesiano que todavía hoy tiene cierta vigencia a través de la noción de «desarrollo humano». Sin afectar las bases del capitalismo, esta teoría se plantea lograr una mayor equidad a partir de la satisfacción de las necesidades básicas de la población mundial. Se abría así un intenso debate tanto sobre estrategias como sobre cuáles eran en realidad las necesidades básicas de la población. Autores como Max-Neef (1994) plantearon una división entre necesidades humanas y satisfactores. Las primeras serían universales (alimentos, salud, entendimiento, paz); a su vez, los satisfactores dependerían del contexto socioeconómico, cultural e histórico. La teoría de las necesidades básicas ha tenido gran influencia en el diseño de políticas de algunas agencias de Naciones Unidas, especialmente el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura) y la OMS (Organización Mundial de la Salud).

La teoría del desarrollo endógeno/autocentrado Se fundamenta en el ejercicio de la soberanía sobre el territorio propio. Se inspira en el diagnóstico planteado por la teoría de la dependencia y la necesidad de disminuir las interferencias (o dependencias) del exterior sin que ello signifique cerrarse a interferencias que puedan ser beneficiosas (como por ejemplo el acceso a determinadas soluciones biomédicas a determinadas enfermedades). Esta teoría propone que los sistemas productivos se orienten prioritariamente a las necesidades locales y no a las necesidades del mercado global (como así proponen las tesis de los economistas neoliberales). En territorios que son grandes productores de alimentos / productos agrícolas, de energía, de minerales... no puede haber gente que pase hambre, frío o no disponga de dichas materias primas. Se trata de un enfoque que no sólo es económico, sino profundamente político. No sólo se deben cubrir las necesidades locales sino que también hay que controlar y administrar los propios recursos. De modo que se opta por superar las estrategias de seguridad alimentaria, energética, ambiental, etc., sustituyéndolas por políticas de soberanía alimentaria, energética, ambiental, etc.; es decir, soberanía aplicada al derecho de alimentarse y de producir los

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propios alimentos, soberanía aplicada al derecho de producir y abastecerse de la energía, soberanía aplicada al derecho de proteger el patrimonio cultural, la economía... En términos de vulnerabilidad de los ciudadanos, se trata de amortiguar aquellas interferencias transnacionales peligrosas, con el fin de reducirlas al máximo. Soberanía alimentaria Concepto introducido y promovido por Vía Campesina desde los años noventa. Una de sus definiciones es: El derecho de los individuos, comunidades, pueblos y países a definir sus propias políticas con respecto a la agricultura, el trabajo, la pesca, alimentación y tierra, apropiadas a las circunstancias ecológicas, sociales, económicas y culturales; incluye el derecho a la alimentación y el derecho a producir alimentos lo cual significa que cada persona y cada pueblo tiene el derecho a una alimentación adecuada y a los recursos alimentarios y de ser capaz de sostenerse a sí misma y a su sociedad. (www.viacampesina.org)

Ante los problemas de dimensión que afrontan los países en el momento de aplicar políticas de desarrollo endógeno, la vía de solución sería la integración regional en espacios lo suficientemente amplios como para adquirir una escala económica y política que permita una autonomía regional estratégica (Hettne, 2000). A la luz de experiencias de integración regional económica asimétrica como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado por México, Estados Unidos y Canadá, los partidarios del desarrollo endógeno se refieren a regionalismos autónomos Sur-Sur y no tanto a integraciones verticales Norte-Sur. También, aunque con voz baja, defienden un aumento de la capacidad militar. Entre las ventajas del desarrollo endógeno se encuentra el fomento de la participación de los «pequeños» y de su creatividad. Se aprovechan mejor los factores locales, siendo un desarrollo adaptado a las condiciones y limitaciones locales. A nivel macro aparece como un desarrollo diversificado, cuyo mosaico conformaría una especie de sistema internacional policéntrico. Al estrecharse la geografía de la propiedad, la producción, el consumo y el circuito vital en general, se producen al menos dos efectos deseables. En primer lugar, se facilita la internalización de las externalidades más importantes. Por ejemplo, es improbable que se promuevan plaguicidas tóxicos como el DDT en los cultivos cuyas cosechas serán consumidas localmente. Por otro lado, se pueden promover intercambios económicos basados en el principio de la solidaridad y la complementariedad, en lugar de la competitividad.

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Tras el duro periplo neoliberal en América Latina de los ocheta-noventa y principios del segundo milenio, la reciente emergencia de gobiernos populares en América del Sur, afines a la perspectiva del desarrollo endógeno, introdujo proyectos de regionalismo alternativo como el Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) para la región Latinoamericana y el Caribe (en reacción al intento de EEUU de desarrollar el Área de Libre Comercio de las Américas [ALCA] para todo el continente), complementados por el Tratado de Comercio de los Pueblos, o de instituciones como el Banco del Sur.

Las teorías poscoloniales Esta corriente de pensamiento toma especial fuerza a finales de los años setenta y a principios de los ochenta. Afirman con determinación que las relaciones Norte-Sur siguen marcadas por el colonialismo. Avanzan dos explicaciones de ello. En primer lugar, el agravio histórico para el Sur que supone la etapa del colonialismo. En segundo lugar, sostienen que se mantienen en la actualidad formas de colonialismo occidental, especialmente ligadas al mundo de las ideas mediante una especie de «colonialidad del saber». Los pobres han visto interferida su forma de comprender el mundo por los valores y puntos de vista que les llegaron primero de la mano de los colonizadores europeos (a punta de pistola o filo de espada), y posteriormente, por medio del poder blando ejercido por Occidente. Una de esas ideas colonizadoras del saber ha consistido precisamente en el concepto de desarrollo. Un mito de efectos perversos ya que ha supuesto y supone un discurso legitimador de ciertas formas contemporáneas de dominación (Tucker, 1999). A consecuencia de ello, las teorías poscoloniales (o descoloniales) señalan la necesidad de deconstruir el discurso occidental del desarrollo, entendiéndolo como la prescripción de lo que es bueno, moderno, civilizado y sobre lo que es malo, primitivo y bárbaro. En ese sentido, el postcolonialismo estaría de acuerdo en que las nuevas formas de poder colonial actúan creando marcos cognitivos en los que se inculca a los mismos desposeídos cuáles cambios (y qué interferencias) son positivas/negativas. A pensar como Occidente quiere. Incluso afirman que la idea de Tercer Mundo (como mundo primitivo y retrasado) es una idea occidental, que debe deconstruirse, por lo que plantean, entre otras cosas, el fin de esa categoría. Ante lo que algunos denominan «conciencia imperial» de los pobres (incluso de los propios dependentistas), se propone «escuchar al Sur» en el sentido de reconocer al «otro», abogando por sociedades híbridas o transculturalizadas (Slater, 2004).

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El concepto del «vivir bien» (sumak kawsay / suma q’amaña) Como ya anunciaban las teorías poscoloniales, uno de los sesgos habituales se sitúa en la no consideración de formulaciones surgidas de comunidades locales periféricas sobre su noción de desarrollo. No obstante, éstas pueden disponer de ideas relativamente claras producidas desde su perspectiva cultural a lo largo de los años. Entre los múltiples ejemplos de ello, rescatamos aquí el concepto andino de «vivir bien» (en contraste con otras acepciones de desarrollo como crecimiento económico, cohesión social, bienestar, desarrollo humano, etc.). El «vivir y convivir bien» o «Buen Vivir» (suma q’amaña en aymará, sumak kawsay en quechua) es una propuesta surgida desde los pueblos indígenas andinos. Se refiere a una cierta plenitud de la vida, así como al bienestar social, económico y político que todo pueblo anhela (Choque, 2006). El «vivir bien» nace de la experiencia de vida comunitaria de los pueblos y nacionalidades indígenas y se basa en la reciprocidad, la cooperación y la complementariedad. Busca la vida armoniosa entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza. De hecho, como afirma el economista ecuatoriano Alberto Acosta, se debe tomar como una respuesta antisistémica y colectiva al concepto individualista del bienestar (2008). Para estos pueblos andinos, desarrollo, pobreza, riqueza, no tienen sentido, sino más bien una visión holística de cómo tendría que actuar la sociedad en su conjunto para construir el sumak kawsay (buen vivir), sumak allpa (tierra fértil sin mal) y sacha runa yachay (todo el conocimiento ancestral). El jesuita catalán-boliviano Xavier Albó nos enseña que, cuando en el mundo andino (y tantos otros mundos originarios) se dice que las suyas son culturas para la vida, no se refieren sólo al hecho biofísico de vivir sino también a todo el conjunto de relaciones sociales en ambiente de acogida. Por eso hablan además de «cuidar» y «criar» la vida como algo que se debe hacer en comunidad, en familia (Albó, 1986). El «vivir bien» andino contrasta con el «vivir mejor» presente en las acepciones occidentales del término desarrollo. En primer lugar porque «vivir bien» procede de la (imperfecta) traducción al castellano de la palabra aymara q’amaña que significa «vivir y convivir en paz con un mismo, con la colectividad y con la naturaleza» o «vivir plenamente a gusto». En cambio, la gran mayoría de acepciones occidentales de desarrollo, tanto las neoliberales como las estructuralistas, plantean la vida individual y la historia colectiva como una carrera (progreso lineal). Estas acepciones se vinculan también con la manera de concebir el tiempo. Si en las culturas amerindias se ha producido una concepción circular del tiempo, en los sistemas occidentales se funciona a partir de una idea progresiva del tiempo. Y en segundo lugar, porque estas visiones de pueblos originarios se resisten a emplear el comparativo «mejor» al entender que demasiadas veces un individuo o grupo vive mejor y se

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encuentra mejor que otros porque justamente lo ha hecho en detrimento o con menoscabo de los otras. Algunos intelectuales andinos lo describen así: El «vivir mejor» es una idea consumista, mercantilista e individualista que genera falsas necesidades que nos llevan a la ansiedad y hasta a la violencia. El «Buen Vivir» supera al «vivir mejor» en el sentido de que amplía las capacidades y las oportunidades para la emancipación de todas y todos, no sólo para disfrutar de un ingreso digno y sostenible, sino para dar rienda suelta al amor social, a la solidaridad, a la confianza y el respeto por el otro, por el distinto, por el que no es igual a uno. (Jara, 2008) Con respecto a nuestro objetivo de lograr discernir entre interferencias positivas y negativas, la visión del vivir bien aporta tres aspectos que nos parecen particularmente útiles: 1. Vivir bien con la naturaleza: El «buen vivir» se constituye en un paradigma de sociedad sostenible basado en el acoplamiento equilibrado y equitativo entre economía y naturaleza (Carpio, 2008). Puede ser vinculada con la idea según la cual, en una relación de reciprocidad entre seres humanos y medio natural, la especie humana al garantizarse a sí misma su continuidad debe garantizar la supervivencia del resto, facilitando que los encadenamientos tróficos fluyan sin interferencias y que los ecosistemas mantengan su equilibrio de forma que puedan cumplir su misión ecológica de sostener toda forma de vida en un círculo virtuoso de ecología viva. En realidad, en la visión andina y de muchos otros pueblos originarios no existe una distinción importante entre la dimensión cultural (o humana) y la natural. Se entrelazan, forman parte de una misma realidad. Por eso se habla de perspectiva «holística» o «integral». No existe superioridad entre lo humano y la naturaleza, mucho menos deseos de dominación o de victoria sobre ella. Se teje más bien una relación de complementariedad, respeto, y sobre todo, reciprocidad. Ello es relevante, porque si su entorno no se encuentra bien (si lo perjudican) ellos consideran que tampoco pueden encontrarse bien. Una orientación que los aparta radicalmente de visiones aparentemente nuevas sobre sostenibilidad, como las estructuradas alrededor de la ecoeficiencia, más orientadas a la sostenibilidad del capital que de la naturaleza, y siempre sometidas al «efecto rebote» de la paradoja de Jevons. Esta aproximación obliga a desplegar cambios fundamentales en la configuración del sentido de la vida por parte de la humanidad. Implica rediseñar la economía en el sentido contrario tanto del crecimiento y proceso de acumulación capitalistas, como de la episteme que generan sus promotores para legitimarlos. Como se puede observar, existe una sorprendente 46

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coincidencia, dada la distancia, con las tesis del decrecimiento procedentes de Francia, Italia, Reino Unido y Cataluña.7 Entonces, la simultaneidad de pensamientos en la actual coyuntura nos induce a postular que las tesis del vivir bien pueden ser perfectamente compatibles con enfoques conceptuales de otros lugares geoculturales del planeta. Incluso, pueden alimentarlos y ser uno de los referentes principales como se verá al desarrollar la teoría de la anticooperación en lo que sigue. 2. Vivir bien con autodeterminación: Para vivir plenamente hace falta que cada cual, que cada comunidad, cada pueblo, cada familia cultural del mundo pueda definir su propio proyecto respetando el resto de proyectos, de pueblos y la naturaleza. No es extraño que sea desde culturas oprobiadas y menospreciadas —como han sido las culturas indígenas originarias de todas partes del mundo— que se haya desarrollado una sensibilidad y a la vez un discurso tan profundo sobre la convivencia entre diferentes formas de mirar el mundo. Una de las ideas fuerza del proyecto del vivir bien que camina en ese mismo sentido es el de la plurinacionalidad, por la cual es necesario conceder respeto, autonomía y legitimidad a todas las familias étnico-culturales que conviven en un marco administrativo determinado, al mismo tiempo que éstas deben cuidarse entre ellas en una familia de escala superior. Una segunda idea fuerza es la de la descentralización territorial del Estado, por la que a cada territorio le corresponde definir su futuro según su proyecto de vivir y convivir bien, configurado por circunstancias que sólo se observan desde su día a día, por la propia historia, por su sentido y por las prioridades futuras de sus habitantes (Carpio, 2008). La tercera idea, bastante solapada con las anteriores, es la de soberanía local de los pueblos. Una soberanía que no se debe tomar como la utilizada por los estados para defender sus territorios o atacar violentamente a los países vecinos según intereses particulares o corporativos. El concepto de soberanía local es un concepto muy potente desde el punto de vista de la confrontación de los pueblos con el discurso y globalización neoliberal y su capacidad de allanar los regímenes normativos estatales de todos los países y en especial de los países empobrecidos. La guía de todas estas ideas-fuerza (como señala, por ejemplo, la Carta de Derechos de la nueva Constitución del Ecuador) deben ser los derechos colectivos y un desarrollo endógeno que empieza desde debajo y se ensancha hasta incluir a todos los habitantes de la tierra. Es decir, contrariamente a la jerarquía multiescalar global-local observada en el actual proceso de globali-

7. Véase por ejemplo http://decreixement.net/; o www.decroissance.info.

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zación (Verger y Llistar, 2005). Este sistema de derechos colectivos debería orientar las formas de administrar, funcionar y autogobernarse a los pueblos y nacionalidades en sus territorios, más allá de reconocimientos exclusivamente culturales. Por ejemplo, se abriría así la posibilidad de considerar los bienes naturales de un territorio de manera diferente a la de la rentabilidad monetaria si sus pobladores lo consideraran así. 3. Vivir bien y crítica al desarrollo capitalista: «Hay que avanzar hacia la construcción de sistemas sociales del ‘Buen Vivir’ basados en la reciprocidad entre humanos y cono la madre tierra, y no en el suicido planetario de la mercantilización de la vida».8 La cosmovisión del vivir y convivir bien se erige como una crítica strictus sensus al desarrollismo histórico y al control tecnocrático de la vida pública promovidos por el Primer Mundo (bloque capitalista) y por el ya desaparecido Segundo Mundo (bloque comunista). Esto la sitúa dentro del paradigma del post-desarrollo planteado por autores como Wolfgang Sachs (1992) o Arturo Escobar (1995). Como hemos visto anteriormente, la noción predominante de desarrollo es indisociable a la del crecimiento económico y a la de modernidad. Es más, es «PIB-obsesiva», tecnofílica, competitiva y consumista. De forma que traza una línea divisoria entre países de renta alta y países de renta baja, y los etiqueta como «países desarrollados» a unos, y «países subdesarrollados» o eufemísticamente «países en vías de desarrollo», a los otros, independientemente de la riqueza de su cultura, de su historia, la felicidad y la salud de sus habitantes (incluida la mental), de su agresividad, de lo que contaminan o de los bienes comunes que acaparan. Al definir estas dos categorías, se indica hacia dónde se ha de adelantar y hacia dónde no se debe retroceder. Nos podemos preguntar de paso si se trata de una simplificación, incluso de demagogia, porque esta acepción dominante se identifica después con otras categorías incuestionables como, por ejemplo, progreso, prosperidad, bienestar o éxito, categorías que son fácilmente trasladables a otras escalas como la individual, la familiar, la municipal, etc. y que por lo tanto, son fáciles de comprender y justificar. Frente a este modo de entender lo que es positivo y lo que es negativo, el vivir y convivir bien, en cambio, niega que crecer, modernizarse o consu-

8. Una de las propuestas de la Declaración de los Hijos de la Tierra, documento final de los más de 1.000 representantes de los pueblos quechua, kichwa, lafquentx, guambiano, toba, pandilla, poccra, asháninka... pueblos originarios del Abya Yala (América), reunidos en Lima, Perú, el 12 y 13 de mayo de 2008 durante la II Cumbre Nacional de Comunidades y Pueblos Originarios del Perú y el Foro Internacional: Agendas Indígenas, Unión Europea y Descolonialidad del Poder y Saber.

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mir más, deban ser positivos per se, si no impulsan la plenitud de vida, si no alimentan cooperativamente y refuerzan los vínculos con la comunidad, la naturaleza y el planeta. Esta visión andina critica la ceguera de la concepción capitalista respecto a las relaciones de dominación que generan sus valores, y pone por delante la solidaridad, el respeto, la reciprocidad y el colectivismo, a la competitividad y el individualismo; la libertad de la comunidad (que no del individuo), a la libertad del capital. La crítica que se hace al desarrollo capitalista contiene muchas similitudes con aquella que se encuentra en la crítica desde la economía ecológica a la economía clásica, en autores como Georgescu Roegen, Ivan Illich, German Daly o Martínez Alier. El mundo andino apela a concebir las personas como miembros de una familia de especies vivas sin las cuales no puede ni tiene sentido su existencia. Por ello y como hemos dicho antes, plantea una relación de reconocimiento de las funciones ecosistémicas de la naturaleza igual que hace el ecologismo, propone una relación armoniosa dentro la naturaleza (semejante a la de la búsqueda de la mínima entropía posible en cualquier proceso humano) y por lo tanto, una actitud de moderación material y energética (vida sobria), etc. Sumak kawsay en las Constituciones de Ecuador y Bolivia El concepto de sumak kawsay está empezando a plasmarse en algunos códigos. En particular, en Bolivia y en Ecuador, esto se intenta realizar en las nuevas Constituciones Políticas del Estado. Como carta de principios, la nueva Constitución ecuatoriana, por ejemplo, reorienta su visión particular del desarrollo a la perspectiva del «vivir bien». En ésta se sostiene que: El Régimen de Desarrollo es el conjunto organizado, sostenible y dinámico de los sistemas económicos, políticos, socio-culturales y ambientales, que garantizan la realización del buen vivir; el buen vivir requiere que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos y libertades, y ejerzan responsabilidades en lo marco del respeto a sus diversidades y la convivencia armónica cono la naturaleza.

El «buen vivir» nos define un sistema de referencia que nos permitirá establecer qué interferencias NS son negativas y cuáles positivas. Aquellas que puedan contribuir al vivir y convivir bien de un determinado colectivo social, serán interferencias positivas. Aquellas que vayan en contra del vivir y convivir bien, serán interferencias negativas. Se trata pues de redefinir el concepto de desarrollo según un marco de referencia alternativo inspirado por el suma q’amaña andino, que al contrario de la idea hegemónica de de-

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sarrollo cual crecimiento económico, integre los valores de la sostenibilidad que defendemos. La razón por la que hemos escogido este marco de referencia y no por ejemplo el del desarrollo humano planteado desde Naciones Unidas se ubica en que encarna e integra mejor, a nuestro parecer, los valores colectivos de solidaridad intra y intergeneracional, de armonía con la naturaleza, de justicia social y ambientales a diferentes escalas, de respeto a la identidad y democracia auténticamente participativa, que creemos que deberán ser los principios rectores de la cooperación y la sostenibilidad. Como veremos en el siguiente paso, el planteamiento será que todo sistema social sufre transformaciones que pueden tener su origen dentro o fuera de ese mismo sistema. Delante de una potencial transformación, podremos emplear esta nueva barra de medir que nos ayudará a discernir entre lo positivo y lo negativo para ese sistema, y lo haremos desde la perspectiva del «buen vivir».

Categorías de desarrollo La preocupación última de este libro es el pescador tanzano, el minero boliviano, el campesino bangladeshí, el inmigrante marroquí o el indígena wayú. Lo cual nos conduce a considerar al director o el accionista de Pescanova, al secretario de Estado de Comercio español, al latifundista guatemalteco, al funcionario egipcio del Banco Mundial o al consumidor compulsivo japonés. Todos ellos pueden coincidir en distintas estructuras sociales, económicas, políticas e incluso culturales. ¿Qué sujeto de estudio resulta más oportuno para nuestro objetivo de entender mejor las interferencias transnacionales y las desigualdades que producen? Depende. En ocasiones nos referiremos a individuos, en otras, a comunidades de vida, a veces a grupos de interés y otras veces a categorías socioeconómicas cuyas realidades son parecidas en muchos países (categorías multinacionales) y que incluso se alían (categorías transnacionales), y dejaremos en un segundo plano las fronteras. Asimismo, haremos referencia a los estados y a sus sociedades (dando relevancia a las fronteras y a la capacidad política, militar y redistributiva del Estado). El mapa de las teorías del desarrollo nos provee de una cierta variedad de categorías para referirse a lo que en el sistema mundial es deseable o indeseable. Cada clasificación enfatiza una característica sobre otras, fruto de la aproximación metodológica y sobre todo ideológica. Algo que las torna imprecisas y a su vez complementarias entre sí. Dado que repetidamente utilizaremos categorías de desarrollo, conviene señalar qué matices incorpora cada una.

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Categoría

Matiz

Procedencia

Tercer Mundo Primer Mundo

Se origina al referirse a un conjunto de países que no están implicados directamente en la Guerra Fría.

Alfred Sauvy (1954).

Países en Vías de Desarrollo Países Desarrollados

El desarrollo es un proceso lineal.

Teoría de la modernización.

Países no industrializados Países industrializados

Sugiere que el desarrollo se adquiere simultáneamente a un determinado grado de industrialización.

Países Menos Avanzados (PMAs)

Se refiere a los países menos modernizados del planeta. Referencia implícita al bajo desarrollo tecnológico.

Naciones Unidas.

Países de Bajos Ingresos Países de Ingresos Medios Países de Altos Ingresos

Según PIB/cápita. Categoría economicista.

Banco Mundial.

Países con bajo desarrollo humano

Según Índice de Desarrollo Humano (ingresos, esperanza de vida, alfabetización).

Teoría de las necesidades básicas. Naciones Unidas.

Centro Periferia Semi-periferia9

Expresan jerarquía e interdependencia. Evidencian la dominación de unos sobre otros. Énfasis en lo político y económico.

Teoría de la dependencia.

Sur (geográfico) Norte (geográfico)

La mayoría de los países del Primer Mundo se encuentran en el hemisferio Norte. Sigue siendo un criterio basado en las fronteras.

Consideraciones geográficas, no siempre precisas (ver Australia o México p.ej.).

Países empobrecidos Países enriquecidos

Enfatiza la tendencia, y se contrapone a la denominación «Países en Vías de Desarrollo».

Movimientos sociales antiglobalización capitalista (p.ej. la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa).

Clase No Consumidora Clase Consumidora

Basado en los usos de consumo. Categoría económica pero sobre todo sociológica.

Worldwatch Institute (2004) Sur Global (político).

Norte Global (político)

Parecido a Centro/Periferia. Su uso es nuevo y ha sido utilizado ambiguamente para referirse en ocasiones a un mismo destino común que la globalización capitalista asigna a los países, y en otras, a un Sur y un Norte que se deslocalizan en cada país pero que donde el Sur sigue subordinado al Norte.

Movimientos antiglobalización capitalista (destacamos p.ej. Focus on the Global South, Transnational Institute...).

9. Wallerstein lo introduce en su teoría del sistema mundo (2007).

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La concepción neoliberal de la ayuda al desarrollo Como hemos apuntado, distintas teorías del desarrollo han recetado diferentes prescripciones a los países del Tercer Mundo para curarse de la «enfermedad» del subdesarrollo y alcanzar la senda de los «desarrollados». La ayuda cumple funciones diferentes que dependen de cuál sea la concepción de las relaciones internacionales y la noción de desarrollo que se utilice. Tratamos de resumirlas en la siguiente tabla.

Enfoque

Propuesta sobre lo que debe hacerse con el Sur

Liberalismo internacionalista

Es necesaria más ayuda internacional. La democracia y el desarrollo comportan paz y beneficio mutuo NS.

Realismo

Conviene conceder ciertas ayudas para extender la economía de mercado (capitalismo) y para evitar que los países del Tercer Mundo caigan del lado del socialismo, del islamismo o de cualquier populismo indeseable. Pero hay que mantener las distancias relativas entre países en términos de poder y privilegios (statu quo internacional). El Tercer Mundo no debe desaparecer.

Estructuralismo

El problema es de estructura y de la posición que en ella se ocupe. La cooperación no sirve a los pobres si no es para cambiar dicha estructura.

Culturalismo

Hace falta enseñar valores capitalistas: aprender a pescar en lugar de regalar el pescado.

Institucionalismo

Cooperar sobre todo al fortalecimiento de las instituciones de los países del Sur, modernizándolas a semejanza de las del Norte. Es compatible con las demás.

Neoliberalismo

Aligerar la extrema pobreza producida por los esenciales programas de ajuste, mientras se modernizan y profundizan las estructuras del capitalismo globalizado. Ayudas destinadas a los más pobres y a los programas de privatización simultáneamente.

Poscolonialismo

No hay que concentrarse en ayudar, sino en descolonizar.

Buen vivir/desarrollo endógeno

Cada pueblo debe definir su «buen vivir» y ponerlo en marcha. Conviene reducir las interferencias transnacionales (incluida la ayuda internacional) mediante políticas de soberanía local. Parte del enfoque poscolonial, aunque asume que determinadas ayudas pueden ser útiles.

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La fórmula más extendida es sin duda la neoliberal, a la cual se añaden componentes de realismo, culturalismo, institucionalismo, incluso internacionalismo liberal. Predomina una combinación simultánea entre el Consenso de Washington10 y una «ayuda al desarrollo» que facilite la transición lineal desde cerradas economías tradicionales a economías de mercado globalizadas e integradas según la división mundial del trabajo. Según los neoliberales, conviene evolucionar de regímenes corruptos de corte populista, autoritario o socialista a las llamadas democracias de mercado. La ayuda al desarrollo gestionada a través de la cooperación internacional evitaría los traumas del doloroso pero necesario ajuste de esos países con intenciones de desarrollarse. Además, se trataría de una estrategia mucho más rentable para introducir el mercado capitalista en los países pobres que las estrategias de dominio duro, militares o económicas. Tanto en la teoría como en la retórica oficial, la ayuda al desarrollo, regentada por las agencias de desarrollo de administraciones del Norte, las instituciones multilaterales y una parte importante de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), se dirigiría al progreso capitalista del Sur, al bienestar de sus habitantes, a crear las bases de una buena gobernanza y de la paz, así como una adecuada conservación de la naturaleza todavía abundante en el Sur. Todo ello mediante la implementación de distintos mecanismos de mercado y la cultura del buen gobierno. Aunque todavía marginales respecto al resto, también se están aplicando políticas de cooperación distintas a las neoliberales de la mano de organizaciones y redes de organizaciones y movimientos sociales, así como de los gobiernos de algunos países («díscolos» según la mirada de Washington) como Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Paraguay, en marcos de cooperación Sur-Sur tales como el Tratado de Comercio de los Pueblos (como alternativa a los tratados de libre comercio), el ALBA (como alternativa al ALCA) o el Banco del Sur (como alternativa al Banco Mundial).

El fracaso del sistema de ayuda internacional Ahora bien, podemos preguntarnos por qué después de más de 60 años de políticas de cooperación al desarrollo con el Sur, ese mismo Sur no deja de

10. Los preceptos del Consenso de Washington son una síntesis del programa neoliberal. Entre éstos podemos destacar que «el Estado debe ser un mero facilitador de los negocios del sector privado (estabilidad), un regulador ocasional de los excesos del mercado (programa de alivio de la pobreza y protección del medio ambiente) y un garante de la paz social (gobernanza). Además, se supone que la internacionalización de las economías y la atracción de la inversión extranjera permitirá un «derrame» de la riqueza hacia las clases menos favorecidas» (Llistar, 2003: 12).

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distanciarse del Norte (PNUD, 2006), salvo raros y discutibles casos como el de países como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, usualmente denominados como BRICS. ¿Por qué tantos esfuerzos solidarios desplegados por el sector de la cooperación internacional no han tenido un resultado mejor? Si nos quedamos encerrados en el debate de la ayuda internacional, sólo existen dos explicaciones posibles. La primera es que la ayuda internacional haya sido insuficiente, demasiado exigua (luego, habrá que incrementarla). Esta explicación es la que ofrecen la inmensa mayoría de ONG dedicadas al desarrollo internacional. La segunda, que la ayuda internacional no haya tenido la calidad adecuada (luego, habrá que reformarla). Un grupo de ONG, menor que el anterior, también sostiene esta segunda hipótesis, que es compartida no siempre por los mismos motivos, por otros actores como empresarios, gobiernos del Norte, que afirman que algunos de los distintos gestores de la cadena de la ayuda (agencias del Norte, ONG o Gobiernos del Sur) son sistemáticamente ineficientes o corruptos. En nuestra opinión limitarse a ambas hipótesis implica recortar la realidad, no ver más allá. Algo que como resultado tiende a seguir perpetuando la miseria, la violencia y la injusticia en el mundo, toda vez que lo conducimos al abismo de la crisis ecológica. Consideramos, por tanto, que para reconstruir el mapa entero de las relaciones entre el Primer y el Tercer mundo, se requiere incluir todo contacto entre Norte-Sur, cualquier interferencia y mecanismo, en cualquier ámbito; sin olvidar ni uno sólo. El sistema de ayuda al desarrollo, aunque complejo, no es más que una sola pieza del rompecabezas. Faltan las demás piezas. Por eso no sólo debemos analizar el sistema internacional de ayuda al desarrollo, también considerar otros sistemas tanto o más importantes de cara a la abolición de las desigualdades Norte-Sur, tales como el sistema comercial mundial, el sistema financiero, el sistema militar, el sistema de seguridad internacional, las migraciones, etc. Haciéndolo, incluso descubriremos que el actual sistema de ayuda se convierte en funcional para el mismo sistema multidimensional que produce las desigualdades. Dedicaremos buena parte de esta obra a demostrar que los problemas del Tercer Mundo no se resuelven ni con mayor ni con mejor ayuda internacional. Además, rechazaremos que las asimetrías globales se produzcan sólo entre el Primer y el Tercer Mundo. Aún asumiendo las grandes desigualdades entre países, centraremos nuestro análisis sobre grupos de interés, algunos de los cuales se han transnacionalizado. Por ende, y a pesar de la gran heterogeneidad de particularidades, nos referiremos en términos generales no sólo a países empobrecidos y enriquecidos, sino también, y principalmente, a las desigualdades entre Norte Global y Sur Global.

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Cooperación y anticooperación ¿Cómo debiera ser la cooperación? ¿Qué es lo que representaría una ayuda? A pesar del uso manipulado que se les da a ambos conceptos, proponemos redefinir el término de «cooperación» en tanto que el conjunto de interferencias positivas entre el Norte y el Sur Globales, en ambos sentidos, teniendo en cuenta que ello significa utilizar y confrontar distintos lenguajes de valoración.11 Mientras que la ayuda NS sería toda interferencia positiva en sentido sólo NS. De forma análoga, definimos «anticooperación» como el conjunto de interferencias negativas entre el Norte y Sur Globales. Los conceptos de cooperación y anticooperación pueden aplicarse a diversas dimensiones: estados, grupos sociológicos, individuos, etc. Definimos también los «mecanismos» de cooperación o de anticooperación como los dispositivos existentes en el actual sistema mundial a través de los cuales tienen lugar la cooperación y la anticooperación (el crédito internacional, el comercio internacional, el militarismo, emisión/absorción de gases a/de la atmósfera, la transferencia de tecnología, etc.). Luego, ya no es cuestión de evaluar sólo los desequilibrios mediante la mirada limitada del sistema de ayuda internacional al desarrollo convencional, sino de ampliar el análisis al balance integral entre «cooperación» y la «anticooperación» global. Algo mucho más complejo e incómodo políticamente que dedicarse sólo a la ayuda sin cuestionar nada más, pero que por suerte ya vienen haciendo algunas organizaciones y movimientos sociales en distintas partes del mundo. Se trata de los llamados movimientos por la justicia social y ambiental global que están emergiendo en los cinco continentes, a medida que surge una conciencia colectiva cosmopolita y preocupada por compartir una aldea común donde todos puedan vivir bien.

La anticooperación prevalece La ayuda internacional como un silbido en un concierto de trash Algunas organizaciones dedicadas al desarrollo han superado el asistencialismo, sustituyendo parte de su actividad como canalizadores de dinero y personal técnico por actuaciones de sensibilización, denuncia y presión política hacia algunas causas estructurales del «subdesarrollo» del Sur. Algunas agencias de financiación han empezado a entender tímidamente que tales actuaciones 11. Distintos grupos de interés manifiestan en la práctica distintos «lenguajes de valoración» (Escobar, 2005) o definiciones de sentido. El lenguaje económico (como el que utiliza el BM y el FMI) es una herramienta de poder. Sin embargo, hay otros lenguajes de valoración disponibles en otras culturas, como el lenguaje de la sacralidad, el lenguaje de valoración de lo vivo, etc. Los conflictos suelen producirse por una confrontación de lenguajes de valoración

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son convenientes. Las campañas de sensibilización en el Norte o las campañas de denuncia e incidencia política sólo son compatibles desde esta perspectiva. Sin embargo, resulta difícil encontrar en el ideario de las primeras y de las segundas un mapa integral de las causas de la pobreza originadas por el Norte ni una evaluación comparada de la importancia relativa de cada una de estas causas. Ni mucho menos de los mecanismos transnacionales que producen anticooperación. Ello se debe tanto a la especialización de las organizaciones como al fuerte dominio, también en estas agencias, de lo que podríamos llamar «la visión recortada de la ayuda» (o el paradigma unidimensional de la ayuda internacional). La hipótesis principal en la que se sostiene nuestra teoría de la anticooperación radica en que el conjunto de interferencias negativas ejercidas desde el Norte Global sobre el Sur Global (anticooperación) prevalece sobre la ayuda al desarrollo (cooperación). Mientras ello suceda, no habrá un mundo sin desigualdades ni jerarquías, ni alcanzaremos el sueño de un buen vivir global.

A lo largo del capítulo IV trataremos de comparar la importancia de la ayuda respecto a algunas clases conmensurables de anticooperación, con el objetivo de percatarnos de lo relativamente fútil de la ayuda internacional en el sistema mundial. Una ayuda que se pierde entre otras interferencias transnacionales negativas como un silbido en un concierto música trash.

Uso geopolítico de la ayuda internacional La segunda hipótesis que plantea la teoría de la anticooperación es que una parte significativa en términos económicos de la ayuda internacional se rige bajo parámetros geopolíticos que tienen que ver más con los intereses del donante que con los del receptor de la ayuda. Especialmente cuando se trata de ayuda gestionada por gobiernos, instituciones multilaterales o empresas. Un fenómeno que escapa a la vista de todo aquel que no utilice un análisis combinando múltiples escalas (multiescalar), distintos ámbitos de actuación (multicriterial) y no lo haga de forma integral, y que desarrollaremos en el capítulo sobre anticooperación «solidaria». La teoría de la vaca y el pienso Una parábola resume la suma de nuestras relaciones con las poblaciones del Sur: El granjero industrial que ofrece pienso a la vaca no está precisamente cooperando con la vaca a pesar del pienso que le regala, sino que la explota

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para vender su leche y después, su carne con fines económicos generalmente egoístas. Es una relación de dominación y de explotación aunque a la vaca le agrade comer pienso. La visión que se tiene usualmente en el Norte Global, a menudo inocentemente, se concentra en recoger y desplazar algunos recursos (dinero, tecnología, alimentos...) desde un enfoque de solidaridad, pero que no ve o no quiere ver otros mecanismos que hacen que la vaca no pueda cambiar su condición. Cooperar no sólo debe de significar la creación un flujo de solidaridad, sino también oponerse enérgicamente a flujos mucho más potentes que paralelamente están desplegados sobre las desangradas economías del Sur y que perpetúan la situación inmoral de nuestros hermanos africanos, latinoamericanos o asiáticos. Es decir, investigar las causas, divulgarlas y presionar a los actores que anticooperan.

En definitiva, dada la compleja trama de hilos que atan las distintas realidades a escala planetaria creer que la ayuda al desarrollo pueda contrarrestar la telaraña de hilos de diversa naturaleza que coartan la libertad de los habitantes del Sur, pierde total sentido. ¿No deberíamos cambiar entonces de paradigma? ¿Trascender estrategias que son ya obsoletas? Cooperar a través de no anticooperar puede resultar mucho más eficaz. Ayudar a través de no destruir. Referencias: BUSTELO, P. (1999). Teorías contemporáneas del desarrollo económico. Madrid: Síntesis. ESCOBAR, A. (1998). La invención del Tercer Mundo: construcción y deconstrucción del Desarrollo. Barcelona: Norma. ESCOBAR, A. (2004). «Beyond the Third World: Imperial globality, global coloniality, and anti-globalization social movements». Third World Quarterly, 25. [http://abahlali.org/files/AEscobar2004.pdf ]. PRESTON, P.W. (1996). Development Theory: An Introduction to the Analysis of Complex Change. Oxford: Blackwell Publishers Ltd.

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III. GEOPOLÍTICA NORTE-SUR

¿Por qué el Norte no se enjaula en su isla de desarrollo y su prosperidad material? ¿Por qué se interfiere una y otra vez en los asuntos del Sur? ¿Qué es lo que el Norte quiere obtener del Sur? Las interferencias negativas NS no sólo son fruto de accidentes aislados ni de un sistema complejo que provoca efectos impredecibles ligados al caos y a la nueva conectividad global (como el que ilustra el potencial efecto a miles de kilómetros del aleteo de una mariposa). La anticooperación tiene un sentido que trataremos de describir a continuación.

¿Por qué se produce la anticooperación? Los apoyos estatales a la internacionalización de la empresa que pueden generar deuda externa ilegítima, suelen estar fuera de control; la presión que generan los nuevos objetivos en el uso de agrocombustibles de EEUU y la Unión Europea sobre los campesinos que disponen de tierras fértiles en zonas tropicales; el apoyo a un régimen autoritario por motivos geoestratégicos con la venta de armas y la consecuente represión —muerte incluida— de decenas de miles de civiles…; observamos que parten de decisiones políticas tomadas en el Norte Global. Las causas de la anticooperación, surgen básicamente de políticas y lógicas específicas ligadas al territorio, es decir, de la geopolítica Norte-Sur.1 1. Una definición contemporánea de «geopolítica» sería la de disciplina que se fundamenta en los mecanismos económicos, políticos, discursivos e ideológicos con que los estados controlan los territorios dentro y fuera de sus fronteras, sea al confrontarse con otros estados o sometiendo directamente a su población. La corriente llamada «geopolítica crítica» reconoce tres grandes ramas en base al sujeto que la utiliza: la geopolítica práctica (estados), la formal (teóricos e intelectuales), y la popular (el pueblo) (León, 2007). Sin embargo, el concepto que utilizaremos aquí se extiende más allá de los estados e incluye desde identidades nacionales hasta corporaciones internacionales.

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Efectivamente, parten de decisiones tomadas en el Norte Global claramente vinculadas con la necesidad de los actores del sistema capitalista de autoconservarse (seguridad) y de expandir su poder (crecimiento) en un ambiente hostil de alta competitividad. Es decir, es una suerte de efectos colaterales de decisiones y actitudes cuya lógica es perdurar y sobre todo, crecer material, energética y políticamente en una especie de competición, por encima de los derechos de terceros. La oportunidad de controlar los recursos disponibles en los países del Sur en una arena tan vorazmente competitiva, hace imposible que el Primer Mundo permanezca encerrado dentro de su isla de desarrollo. Recursos energéticos, minerales, cultivos tropicales, mano de obra barata, agua, megabiodiversidad, nuevas oportunidades de negocio... en cantidades crecientes son requeridas por el metabolismo social de las economías capitalistas ya no sólo del Primer Mundo sino de todo el Norte Global.2 La desconexión Norte-Sur es ilógica en este contexto, los recursos del Sur constituyen una tentación y la posibilidad de desabastecimiento un peligro demasiado grande. En consecuencia, la primera explicación del porqué de la anticooperación NS es la necesidad de asegurar el abastecimiento de materiales, energía y servicios esenciales (seguridad en el abastecimiento exterior). La segunda explicación se ubica en la voluntad del Norte de controlar más y nuevos mercados en la Periferia (control de mercados en el exterior) ligada a su lógica crematística. Y la tercera razón consiste en poder garantizar las inversiones y otras propiedades que debido a los dos motivos anteriores necesita mantener en el exterior (seguridad sobre la propiedad en el exterior). Es decir, se combinan razones ofensivas (control de nuevos recursos) con las defensivas (seguridad en el abastecimiento y en la propiedad). La anticooperación no sólo emana de actuaciones para asegurar y aumentar los suministros, las inversiones, o el control exterior de los mercados. Si no, ¿dónde situaríamos actuaciones que van más allá de consideraciones estrictamente económicas, como las matanzas de civiles libaneses y palestinos perpetrados por el Estado hebreo durante 2007-2008?, ¿o la guerra contra el terrorismo a los talibanes afganos?, ¿o los dispositivos antiinmigración europeos alrededor de las aguas del norte de África? A pesar de la preponderancia del factor económico en la geopolítica actual, existen otros factores que condicionan la geopolítica. Es el caso de aquellos conflictos que siendo 2. La noción de metabolismo ha sido exportada de la biofísica hasta la economía ecológica por autores como Georgescu-Roegen, Herman Daly, José Manuel Naredo o Víctor Toledo, entre otros. El metabolismo social, o metabolismo de una sociedad humana se refiere a su necesidad tanto de ingerir como de expulsar determinados materiales y energía para operar ordinariamente, lo cual es tanto función de su organización socioeconómica interna, como de su entorno.

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internos, terminan derivando en actuaciones de política exterior, por ejemplo, para tratar de desviar el foco de atención de un determinado affair incómodo (algunos medios de comunicación justificaron el ataque estadounidense al Sudán en agosto de 1998 como cortina de humo para distraer la atención del flamante «Caso Levinsky»); también podrían influir factores ideológicos, culturales, religiosos, o factores relacionados con la percepción de amenaza y de supervivencia. La consolidación del actual status quo internacional, ha requerido la entrada en juego de «pivotes geoestratégicos» (estados medianamente fuertes que pueden ser utilizados con fines estratégicos bien por su posición geográfica, su régimen afín, su capacidad militar, etc.) y de alianzas geoestratégicas en general. Arabia Saudita, Sudáfrica, o Colombia tienen esta función ante los intereses estadounidenses. Por lo tanto, algunas medidas de política exterior obedecen a alianzas tácticas. La Cuba de Castro, la Venezuela de Chávez u otros gobiernos, han propuesto repetidamente la conformación de clubes de países empobrecidos para tomar posiciones negociadoras fuertes ante Estados Unidos y resto de países ricos. La respuesta que han tenido ha sido una lluvia de distintas medidas para agrietar dichos cárteles de presión mediante la concesión de privilegios y castigos bilaterales caso por caso. Estas últimas medidas son claramente negativas para las mayorías sociales de los países empobrecidos, ya que sus países, por lo general, pasan a ocupar una posición perdedora en el tablero internacional. En segundo lugar, los países enriquecidos no podrían mantener los beneficios de la actual distribución mundial de poder, si abrieran sus compuertas a los habitantes de los países empobrecidos. Las calles y puestos de trabajo de Nueva York o Berlín o Córdoba se llenarían de campesinos chinos e indios, de chavolas de obreros y excluidos pobres de las periferias de El Cairo, México DF, Calcuta o Bamako. La avalancha de nuevos ciudadanos podría desplazar a los autóctonos de determinados puestos de trabajo, y exigirían los mismos derechos de ciudadanía que los demás. La idea de la misma tortilla repartida entre muchos más, algo electoralmente impopular, se traduce en medidas geopolíticas duras (anticooperación) en forma de control migratorio implacable en dirección rico-pobre. Algo que trataremos la anticooperación migratoria. Otras medidas se desprenden de otros tipos de control NS. En este caso, las que los estados justifican en nombre del control de narcotráfico, del control de armas, del control de cualquier tipo de red criminal, o de la guerra contra el terrorismo. En ocasiones son medidas que obedecen a su cometido nominal. En otras, en su nombre se ponen líderes sociales en prisión, se descabeza resistencias locales, se ocupan territorios fértiles o con recursos, incluso se justifican ataques y guerras diversas, o se estigmatiza a movimientos democráticos.

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Otro grupo de medidas geopolíticas que interfieren negativamente en los países empobrecidos, se deriva del deterioro mundial de los bienes comunes y de la biodiversidad, en especial el calentamiento global, así como del saqueo de los enormes recursos naturales de los que dispone el Sur. Son medidas que se dirigen hacia el control de las funciones ecosistémicas de la naturaleza (servicios ambientales), como la capacidad de absorción de carbono de las masas forestales tropicales, y en su rica biodiversidad. Ante un escenario de crisis ecológica mundial cada vez más inminente, el Norte quiere que el Sur aplique un plan de gestión ambiental sobre su propia biodiversidad, que no haga perder privilegios a los ricos, sino lo contrario (sin dejar de contaminar, abriéndole nuevos negocios ambientales, etc.). La Unión Europea y Alemania en particular son líderes en este tipo de medidas, que tienden a ser calificadas de cooperación, cuando a menudo podrían resultar siendo lo contrario. Finalmente, es importante mencionar aquellas políticas encaminadas a controlar territorios enteros. Las razones para ello son obvias. Por un lado, el control de enclaves estratégicos para el tránsito de mercancías tales como el Estrecho de Malaca, de Ormuz, el Canal de Panamá, o los territorios del

IED

INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA

Cambio climático y conservación

Energía Materiales Agua

Fuente: Elaboración propia ODG.

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Cáucaso. Por otro lado, el territorio en sí como bien escaso, equivalente de riqueza, sea para producir alimentos, energía, cosméticos, como reservorio de agua y biodiversidad, para urbanizarlo o para proyectos turísticos. Miedo a la debilidad No es lo mismo una huelga de vendedores de alfombras que una de médicos o de transporte público. La afectación puede ser muy distinta. Un país, una región, una ciudad, una empresa incluso una persona, tienen en común que son sistemas dependientes de ciertos insumos: vulnerables ante éstos. Las personas también lo son ante ciertas necesidades básicas como los alimentos. Las ciudades dependen asimismo del campo. Las empresas de los servicios de otras empresas, de las materias primas, de su imagen o de sus clientes. Es evidente que algunos insumos son además, claramente imprescindibles. Ciertos autores sugieren que los estados siempre han sido interdependientes unos de otros. Afirman que hay dos características distintas a tener en cuenta: la sensibilidad y la vulnerabilidad, que tanto la sensibilidad como la vulnerabilidad de los estados a determinadas interferencias exteriores varían según determinadas circunstancias.3 Por ejemplo, a principios de los setenta los países industrializados eran muy sensibles a la subida del precio del petróleo, sin embargo, su vulnerabilidad era diversa. Europa y Japón fueron mucho más afectados económicamente que EEUU. La detección de vulnerabilidades hace que los países desarrollen ciertas fortalezas en algunos ámbitos para compensar la debilidad en otros.4 Un ejemplo histórico es la Crisis Smithsoniana5 de 1971 provocada por la decisión estadounidense de romper la paridad dólar-oro establecida por la comunidad internacional en Bretton Woods en 1944. En aquel momento, EEUU amenaza a Alemania y Japón con retirar sus fuerzas de sus territorios además de imponer restricciones a sus importaciones (EEUU no era ni sensible ni vulnerable en esos dos aspectos), si no aceptaban la rotura unilateral de la paridad. Por otra parte, EEUU sí han sido tradicionalmente vulnerable en lo financiero. Así pues, los estados buscan su estabilidad a través de la reducción de incertidumbres. Por lo tanto, tratan de identificar con precisión sus vulnerabilidades respecto a factores externos para minimizarlas. Muchas veces desde

3. La distinción entre sensibilidad y vulnerabilidad aplicada a los estados, la introducen por primera vez los reconocidos pluralistas (realistas tardíos encaminados hacia el neoliberalismo) (Keohane y Nye, 1989). 4. Keohane y Nye comparan el poder norteamericano con el europeo en la actualidad y observa que la UE es un gigante comercial pero un enano militar respecto a EUA (1989). 5. Para más información véase Gowa (1983).

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percepciones cercanas a lo que identificamos como miedo. La dependencia de los países respecto a los suministros de materiales de países terceros los hace vulnerables.6 En general, el riesgo en el suministro no depende tanto de la cantidad de material importado sino de la probabilidad de que alguna de las fuentes de abastecimiento pueda fallar (fiabilidad), y de la flexibilidad del sistema económico para sustituir un proveedor o una materia prima por otros (Ortega, 2008a). La fiabilidad de las fuentes de abastecimiento de un país y la flexibilidad de su economía determinará entonces su dependencia hacia el exterior. El mismo comportamiento manifiestan las grandes compañías transnacionales al reducir su vulnerabilidad mediante estrategias de diversificación geográfica, productiva y comercial. En el argot económico se le llama a menudo «reducción de riesgos comerciales, políticos y naturales». Muchas compañías se dedican a reducir esos riesgos para otras empresas. Por ejemplo, en lo financiero, ésta es la función de las agencias de crédito a la exportación, compañías con mandato estatal, poco conocidas aunque fundamentales para la expansión del comercio internacional y la inversión del Norte en el Sur.7 Estas agencias cubren los riesgos que supone la expansión exterior de las empresas, con dinero principalmente público. Es el caso de los riesgos a los impagos de potenciales empresas que en el Sur entren en fallida, desastres naturales, nacionalizaciones estatales, guerras, etc. Son responsables de una tercera parte de toda la deuda externa de los países del Sur.8 Del mismo modo, existen numerosas agencias que se dedican a calificar el riesgo de invertir en un determinado país o proyecto empresarial, en base principalmente a la inseguridad que ofrece su situación política, así como su economía local a la hora de garantizar la propiedad privada y los pagos a empresas (del Norte). Las calificadoras de riesgo más conocidas son Moody’s, Standard&Poors o Fitch, y su poder es enorme. Y aunque han cometido errores garrafales al calcular el riesgo de fondos de inversión ligados a las hipotecas subprime y otros productos financieros tóxicos, siguen en vigor.

6. Un modo habitual de «herir» a un país consiste en afectar a sus suministros. El caso del largo bloqueo estadounidense a Cuba a través de la Ley Helms-Burton, es un ejemplo notorio. 7. Suelen llamarse Agencias de Crédito a la Exportación o ECAs (Export Credit Agencies). La española, por ejemplo, es CESCE (Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación). Su importancia es tal que existen redes de ONG que se dedican a su monitoreo. Véase http://www.eca-watch.org . 8. Se calcula que entre 30-40% de la deuda soberana del Sur tiene origen en créditos a la exportación que han sido impagados (Wiertsema, 2007).

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Fuente: www.aon.com.

En resumen, tanto países como empresas persiguen la minimización (y externalización) de incertidumbres y, por ende, tienden a localizar sus debilidades y tratan de limitarlas tanto como pueden. Ello les confiere estabilidad y la posibilidad de «crecer sosteniblemente». Pero, por otra parte, les obliga a ejercer políticas duras de anticooperación que describiremos más adelante y que gravitan sobre todo aquello que el metabolismo del Norte necesite del Sur.

Lo que el Norte necesita del Sur ¿Qué necesitan los poderosos Estados Unidos, Europa, Japón, Canadá, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y las clases medias globales del «pobre» Sur? Las «dependencias» del Norte en relación al Sur no sólo se refieren a recursos que son escasos en el Norte y abundantes en el Sur, sino también a la reducción de costes de producción. Puede ser más barato tomar algo o producirlo en el Sur, según la ley del mercado, que hacerlo (por mano de obra, por costes ambientales, etc.) en el Norte. A modo de síntesis ilustrativa, como si de una lista de la compra se tratara, se apuntan las principales dependencias:

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¿Qué es lo que el Norte quiere del Sur? 1. 2. 3.

4. 5. 6. 7.

8. 9.

10.

11.

12. 13. 14. 15.

Petróleo, gas y carbón. Minerales estratégicos Tierras fértiles para la producción de agroproductos («agroproductos de postre» —café, té, cacao.…—, monocultivos energéticos —caña, palma, maíz, soya, jatrofa—, pasta de celulosa —eucaliptos, pino—, etc.). Madera, pesca, animales exóticos y otros recursos a priori renovables. Servicios industriales asociados a manantiales de agua y energía. Biodiversidad y servicios ecosistémicos. Espacios donde expatriar residuos, deslocalización de segmentos productivos contaminantes y todo tipo de externalización de costes ambientales. Resorts para el turismo Mano de obra intensiva y barata en forma de maquiladoras (manufactura de bienes con poco valor agregado para la exportación instalada con frecuencia en zonas francas). Servicios baratos en origen (oficinas de atención al cliente, programadores de software, administración, segmentos no estratégicos de la I+D...). Mano de obra cualificada emigrante en destino (para suplir la baja tasa de natalidad de determinados países y evitar los costes sociales de su formación) en dosis definidas por el gobierno de acogida. Acceso a nuevos consumidores. Acceso a nuevas adquisiciones. «Paraísos normativos» (para la evasión de regulaciones fiscales, ambientales, laborales y de la competencia). Territorio (consecuencia de las necesidades productivas anteriores) y Zonas de tránsito (para acceder a las anteriores).

Sorprendentemente veremos que esa lista es justo la que se negocia (conceptualizada como mercancía) en la OMC.

¿A qué es vulnerable el Norte? De todos los insumos antes citados, distintas opiniones han enfatizado la importancia de unos sobre otros. Los sindicatos han denunciado la explotación laboral en las maquiladoras: grupos como ATTAC se han centrado en los paraísos normativos; redes de la sociedad civil como «Nuestro Mundo No está en Venta» (Our World is not for Sale – OWINFS) inciden sobre la mercantilización y adquisición NS; la Vía Campesina prefiere una perspectiva de

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territorio y denuncia el modelo agroexportador y el régimen de propiedad de la tierra; redes Sur-Sur de organizaciones como Oilwatch denuncian la cultura petrolera y los males de las extractivas; grupos ecologistas aseguran que las selvas se están acabando a causa de las grandes madereras y la presión de los monocultivos... Sin embargo, resulta fácil darse cuenta que cada dependencia es fuente natural de conflictos distributivos. Conflictos en los que las partes ejercen poder y tratan de interferirse mutuamente para imponer su opción. Las dependencias NS son pues fuentes naturales de anticooperación. Como ilustración de las dependencias NS que conducen a geopolíticas de anticooperación, queremos señalar el carácter estratégico de cuatro insumos: los hidrocarburos (particularmente en Oriente Medio, el Mar Caspio, Siberia, América Latina y África occidental), los minerales (abundantes en África central y meridional y América Latina), el agua y la biodiversidad (los principales hot spot y acuíferos se encuentran en regiones tropicales). En otras palabras, de todo aquello que procede de la Periferia, las sociedades del Centro son especialmente dependientes de los hidrocarburos, de ciertos minerales, del tránsito, y en la medida que la crisis ecológica se profundice, de servicios ecosistémicos. Sin ellos, el Centro entrará tarde o temprano en una crisis de dimensiones impredecibles como ya lo ha hecho de forma más localizada en otros momentos de la historia, especialmente ante la llegada del pico del petróleo y cuando se supere el punto de irreversibilidad al calentarse el clima global.9 Por el contrario, aunque sujeto a discusión, los países ricos son menos vulnerables a otros bienes y servicios como los resorts turísticos en el Caribe, el café o la mano de obra extranjera. Entre otras razones, porque son metabólicamente secundarias, o bien porque los suministradores son muchos, de modo que el bloqueo potencial de uno puede ser sustituido fácilmente por el suministro de otro. Lo central y lo periférico son dos caras de la misma moneda. Y en esa relación complementaria, aunque desigual, existen intercambios que son vitales para ambos y otros que no.10 Justamente en lo vital y vulnerable yace lo estratégico, el núcleo duro de la geopolítica. Para ilustrarlo mejor, abordaremos de forma sintética dos peligrosas vulnerabilidades biofísicas del Norte en términos geopolíticos:11 petróleo y minerales estratégicos. Los servicios ambientales los trataremos más adelante. 9. El pico petrolero o peak oil es el momento en el tiempo cuando la tasa máxima de extracción de petróleo global es alcanzada, tras lo cual la tasa de producción entra a un declive terminal. 10. Esta es la principal tesis de la Teoría de la Dependencia. 11. Recordemos que lo geopolítico atañe al valor de uso que se le da al territorio para un momento histórico y unas tecnologías disponible dados.

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¡Dame petróleo!: La dependencia del petróleo no sólo está ligada al consumo de energía sino también al de los más de 6.000.000 de compuestos orgánicos derivados de ese viscoso líquido,12 algunos de los cuales —los plásticos por no ir más lejos— son parte ya casi sentimental de nuestro modus vivendi. Desde el aire acondicionado hasta la aspirina o nuestros calzoncillos de poliéster necesitan petróleo. Además, estudios sobre el metabolismo de distintos países y regiones del Norte, refutan que a pesar de los avances en eficiencia energética, el consumo energético por persona sigue en claro aumento cualquiera que sea el país que se analice13. Que las economías centrales son cada vez más eficientes en el uso de materiales y energía es uno de los grandes mitos persistentes, porque insinúa que las economías se estén desmaterializando, algo que es estrictamente falso, como lo señala M. Ortega (2006). La vulnerabilidad de los países del Norte sigue creciendo. CONSUMO MUNDIAL DE ENERGÍA 1949-2005

Fuente: CASIFOP-Oilwatch.

En definitiva, nos encontramos ante la constitución de una verdadera «civilización petrolera» (Barreda, 2004a; 2005b). Véase en la ilustración siguiente, obtenida de Oilwatch, la dependencia respecto al «oro negro» y al gas de las regiones centrales respecto a las periféricas. 12. Los productos derivados y transformados en las petroquímicas se dividen en 5 grupos: plásticos, fibras sintéticas, cauchos sintéticos o elastómeros, detergentes y abonos nitrogenados. 13. Entre 1971-2000 el suministro mundial de energía primaria experimentó un aumento del 81% [www.crisisenergetica.org].

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MAPA DE DEPENDECIA DEL PETRÓLEO (Extraído del Atlas del Petróleo) Petróleo

Estados Unidos P= 8,6 C= 22,7

Canadá P= 2,6 C= 2,2

América Latina P= 15,0 C= 9,3

China y Taiwán P= 4,9 C= 6,3

U.E. y Europa Central P= 7,7 C= 20,5

Japón, Corea del Sur y Norte P= 0,0 C= 9,8

Ex URSS P= 11,5 C= 6,0

Mediterráneo Asiático

SIMBOLOGÍA Producción Consumo Petróleo mayor de 14.600.000 e.b.p.

P= 6,1 C= 3,6

Petróleo menor a 7.790.000 e.b.p.

India, Pakistán y Bangladesh P= 1,0 C= 2,5

África Medio Oriente

P= 10,6 C= 3,9

1 = 1.912.433.650 e.b.p. 2 = 1.483.166.869 e.b.p. 3 = 1.461.638.650 e.b.p. 4 = 1.004.877.030 e.b.p. 5 = 905.145.050 e.b.p.

P= 31,8 C= 7,3

Cedido por CASIFOP-Oilwatch.

El diagrama muestra las dependencias en el suministro de petróleo. Mientras que Estados Unidos «bebe» destacadamente del petróleo latinoamericano, la UE lo hace algo más diversificadamente de la antigua URSS, Oriente Medio y África. Japón y Corea, entretanto, son extraordinariamente vulnerables a Medio Oriente.

¡Dame minerales estratégicos! Los llamados minerales estratégicos son imprescindibles para la gama superior de tecnologías (además de para muchos procesos productivos ordinarios). Nos referimos a tecnologías y procesos como los que se dan en el campo de la microelectrónica, ingeniería militar, ingeniería de transportes, ingeniería petrolera, nuclear, construcción de edificios, nanotecnología, superconductividad... Tanto empresas como estados son conscientes de su importancia estratégica ligada a sus propiedades fisicoquímicas (resistencia a la corrosión, ligereza, plasticidad, dureza, rigidez, superconductividad, etc.), especialmente en aquellos ámbitos en que se vuelve crucial una supremacía tecnológica, como por ejemplo en lo militar. Controlarlos es sinónimo de poder. 69

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Por ello, la explotación minera, liderada por las grandes compañías extractivas acompañadas por sus estados, es origen de interferencias literalmente mortales para muchos de los habitantes de las regiones mineras de los países periféricos. Los llamados «diamantes de sangre» africanos, el coltán de los Grandes Lagos, el carbón chino o colombiano, son ejemplos muy graves de anticooperación. Vasectomías y minerales Las políticas estadounidenses de esterilización de la población de países donde se explotan minerales y otros recursos estratégicos, son sin lugar a dudas un inaceptable antecedente de anticooperación. Véase el siguiente fragmento desclasificado del llamado Informe Kissinger: La economía de EEUU requerirá grandes y crecientes cantidades de minerales del extranjero, especialmente de los Países Menos Desarrollados. Este hecho hace que EEUU tenga un gran interés en la estabilidad política, social y económica de los países suministradores. Donde quiera que una disminución de las presiones demográficas, por medio de una disminución en los índices de la natalidad, pueda aumentar las posibilidades de dicha estabilidad, la política demográfica se hace relevante para los suministros de recursos y para los intereses económicos de EEUU (43); [...] En la India [se llevaron a cabo] algunos experimentos controvertidos pero extraordinariamente exitosos, en los cuales los incentivos económicos, junto con otros mecanismos de motivación, se utilizaron para lograr que un gran número de hombres aceptaran las vasectomías (138). Fuente: «Memorando 200» o «Informe Kissinger» (desclasificado en junio de 1989). Citado por Population Research Institute y Human Life International (Clowes 2004).

El US Geological Survey monitorea la dependencia de EEUU del exterior en términos de minerales escasos. De los 64 minerales estudiados, 14 son importados en un 100% del exterior. La dependencia es total en estos casos (Barreda, 2004b).14 En realidad, EEUU, Canadá, Australia, Japón y Europa Occidental, regiones donde habita el 15% de la población mundial, consumen en conjunto la mayoría de los metales extraídos: aproximadamente el 61% de todo el aluminio, el 60% del plomo, 59% del cobre y el 49% del hierro para acero. Por lo tanto, los países centrales deben garantizarse el buen funcionamiento de las minas en los países periféricos así como un conveniente suministro garantizando las rutas de tránsito y una estructura de precios fa14. Véase también: www.usgs.gov.

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vorable. En ocasiones, ello significa incluso ser corresponsables de conflictos bélicos en países del Tercer Mundo donde se instrumentalizan y se exacerban pugnas tradicionales para poder controlar las reservas minerales. Instituciones como el Pentágono estadounidense o la Comisión Europea tienen claramente identificada la jerarquía de los minerales estratégicos y la localización de sus fuentes de abastecimiento en el exterior (como por ejemplo el corredor minero andino o la región de los Grandes Lagos en África). Según algunos medios especializados, entre los minerales más estratégicos se encuentran los siguientes: Minerales estratégicos

Propiedades

Tecnologías / productos asociados

Principales productores / reservas

Dependencia y conflictos

Presenta 3 isótopos. Se usa el U235, cuya concentración define si es uranio enriquecido / empobrecido.

Cabezas nucleares. Energía nuclear (reactores nucleares producen el 17% de la electricidad mundial). Producción de municiones perforantes y blindajes de alta resistencia. Producción de Plutonio. Estabilizadores de uranio empobrecido para aviones, satélites artificiales.

60% de la minería, 40% uso secundario (industria militar). Australia, Canadá, Kazajstán, Sudáfrica, Brasil, Nigeria, Namibia, Uzbekistán, Rusia, Níger. 10 países representan el 96% de las reservas.

Todos los reactores del mundo se encuentran distribuidos entre 34 países. Desde 1988 existe más demanda que oferta.

Coltán15

Superconductor que aguanta las altas temperaturas.

Tecnología inalámbrica (WIFI, celular..). Consolas de video-juegos. Ordenadores portátiles. Satélites. El niobio (en particular) para aleaciones de acero en oleoductos, centrales nucleares y trenes magnéticos.

80% de las reservas en el Congo. Ruanda y Uganda están actualmente exportando coltán robado del Congo a Occidente (principalmente a Estados Unidos).16

Violencia armada y guerra en la Región de los Lagos (Congo, Ruanda, Uganda, Burundi).17

Diamantes

Dureza y versatilidad.

Ingeniería en general: troquetes y muelas para perforar pozos de petróleo Cortar piedras y cementos Elaboración semiconductores de alto rendimiento.

49% en África central y meridional, especialmente en el Congo. También en CAN, IND, RUS, BRA, AUST.

80% para uso industrial. Ligado a las guerras de Angola, Sierra Leona, Liberia.

Uranio

15. Producido a partir de dos minerales: la columbita (niobio) y la tantalita. 16. Se produce también en Etiopía, Nigeria, Zimbabue, Mozambique, Namibia, Sudáfrica y Egipto. 17. La exportación de coltán ha ayudado a financiar a varios bandos de la segunda guerra del Congo, un conflicto que ha resultado con un balance aproximado de unos 4 millones de muertos (Werner y Weiss, 2003).

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Minerales estratégicos

Propiedades

Tecnologías / productos asociados

Principales productores / reservas

Dependencia y conflictos

Cobalto

Dureza y resistencia mecánica.

Superaleaciones usadas en turbinas de gas de aviación, aleaciones resistentes a la corrosión, aceros rápidos, y carburos cementados y herramientas de diamante, entre otros. Catálisis del petróleo e industria química.

China, Zambia, Rusia y Australia.

EEUU

Manganeso Aleaciones antioxidantes. Aluminio (bauxita)

Ligero, blando y resistente.

Cobre Conductor eléctrico.

depende en un 97%.

Edificios, latas refrescos, La producen Austra- EEUU importa el baterías portátiles, radios, lia, Brasil, Gabón, 100%. armas de fuego. Sudáfrica. Aleaciones para Productores: China, aeronáutica (aviones, EEUU, Alemania, misiles,..), automóviles, Brasil, Jamaica. barcos, redes eléctricas en sustitución del cobre, empaquetado de alimentación.

En India murieron 16 nativos tribales expulsados por la minera Tata Group en la provincia de Orissa.

50% para galvanizacioReservas en Chile, nes del acero, baterías EEUU, Australia, para cohetes y misiles, India y Perú. monedas, medicamentos, cable eléctrico, pinturas aislantes, sistemas de aire acondicionado, quirófanos...

Golpe de Estado de Pinochet contra Allende apoyado por los EEUU.

Germanio

Fibra óptica, detección Fotodetector de de infrarrojos, visión nocinfrarrojos. turna, radares, paneles Semiconductor. solares, quimioterapia y telefonía móvil.

Canadá y China producen el 50%. Argentina, Congo, también son productores.

Cromo

Aceros de alto rendimienEn aleaciones, to, superaleaciones. gran resistencia a la corrosión y brillo. Protección madera. Acero inoxidable Resistencia a la Superaleaciones corrosión. Múltiples usos: monedas, En aleaciones aviones... con Titanio, presenta memoria y superplasticidad

48% en Sudáfrica. EEUU depende casi También en Kazajs- en su totalidad. tán e India.

Níquel

Rusia, Australia, Canadá, España, Cuba.

China tiene grandes consumos.

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Minerales estratégicos

Propiedades

Tecnologías / productos asociados

Principales productores / reservas

Dependencia y conflictos

Grupo Platino

Resistente a la corrosión y a los ácidos.

Refino de petróleo Fertilizantes Industria automotriz.

75% en Sudáfrica. 15% en Rusia.

EEUU

Titanio

Poco peso, mu- Fuselajes, trenes de cha resistencia. aterrizaje, turbinas de aviones. Clave en la modernización de las Fuerzas Armadas americanas.

depende en un 90% aprox.

Australia, Sudáfrica, Canadá, China, Chile, Gambia, Kenia y Mozambique.

Obsérvese la dependencia europea de algunos minerales para tecnologías estratégicas, muchos de ellos sólo presentes en África Subsahariana. PRINCIPALES PRODUCTORES GLOBALES DE MINERALES PARA ALTA TECONOLOGÍA

Rusia Paladio

45%

China

EEUU Molibdeno

Tierras raras 95% Antimonio 87% Volframio 84%

34%

Brasil Nibio - Columbio

Chile Litio

60%

90%

Sudáfrica

Australia Tantalio 60% Titanio 42%

Rodio 79% Platino 77% Vanadio 45% Cromo 41%

Fuente: Elaboración ODG a partir de World Mining Data (2008) y USGS (2008).

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¡Dame servicios ambientales! El Centro político mundial y su clase consumidora no sólo necesitan los recursos naturales de la Periferia en forma de commodities,18 sino también del uso de las funciones ecosistémicas de ese territorio y de los recursos naturales que no puedan trasladarse: sus enormes masas forestales aún no dilapidadas, sus manantiales de agua no contaminada, sus fuentes de energía, su megadiversidad biológica, sus océanos con sus criaderos de pesca, sus extensos territorios aptos para el cultivo, incluso para aguantar actividades industriales contaminantes o para almacenar ahí los residuos que no gustan en el Norte. Todo ello implica también capacidad para absorber las enormes cantidades de CO2 y otros gases producidos directa o indirectamente como excrescencia por la clase industrial-consumidora mundial. También «servicios» como el control de plagas, autodepuración de aguas, etc. A todas estas funciones no reconocidas hasta hace muy poco por el mercado como estratégicas (para el bienestar de los habitantes del planeta), se las empieza a denominar «servicios ambientales».19

Fuente: Elaboración propia ODG.

18. Anglicismo que se refiere a mercancía o bien de consumo, es decir, desde materias primas hasta productos agrícolas, pesca, etc. 19. Término introducido por Robert Costanza y colaboradores con el fin de hacerlo entendible a los economistas (1997).

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En la medida que el mercado mundial se expande —integrando nuevos consumidores, generando nuevas necesidades y mayor cantidad de excrecencias— una crisis ecológica de dimensiones inéditas se cierne sobre el mundo. Un buen indicador de ello es la evolución de la huella ecológica humana20 (ver gráfico siguiente). Los recursos naturales y sus funciones ecosistémicas, entonces, se tornan escasas no sin dejar de ser imprescindibles. Justo por esa razón es que su control va convirtiéndose paulatinamente en estratégico. La capacidad que tienen todos los ecosistemas disponibles en el planeta de generar energía útil y de asimilar los residuos de la organización social actual, es desde mediados de los años ochenta menor que la energía que gastamos y los residuos que producimos, como indica el siguiente gráfico. EVOLUCIÓN DE LA HUELLA ECOLÓGICA GLOBAL

Capacidad de 1 planeta

Fuente: Elaboración ODG a partir de PNAS y Global Footprint Network.

Así pues, la única solución que los pensadores del capitalismo han sabido encontrar para remendar la problemática ambiental del planeta, es la siguiente: puesto que buena parte de esos «recursos ambientales» beneficiosos no pueden moverse de lugar (excepto el aire de la atmósfera o en menor medida el agua de los océanos), lo único que sí se puede es pensarlos como

20. La «huella ecológica» es la superficie de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos) que se requiere tanto para producir los recursos utilizados por un grupo determinado de personas (un país, una ciudad, una clase social) con un determinada forma de organizarse, como también para asimilar los residuos producidos por este grupo.

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«servicios ambientales» y luego, intentarlos comprar-controlar, a distancia. Para comprarlos habrá que mercantilizarlos y luego liberalizar su comercio tal y como sucede con otros servicios. Luego, mecanismos como los «mercados de emisiones» de CO2, los MDL (Mecanismos de Desarrollo Limpio) o todo marco de pago por servicios ambientales, y espacios como el acuerdo AGCS de la OMC, el BM o la propia ONU, se encargarán de ponerlos a la venta. En el futuro es previsible que este tipo de servicios se vuelvan cada vez más importantes, dada la insoportable degradación ambiental del planeta y las tendencias del clima global en las que se vaticina un aumento de las temperaturas medias de entre 2-8ºC en los próximos 100 años,21 a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero.22 Los intentos de think tanks vinculados al petróleo y al carbón y determinadas administraciones muy penetradas por esos intereses, difícilmente lograron aguantar la negación de lo evidente por más de una o dos décadas (Llistar, 2007a; 2007b; 2007c). En lo que se refiere al carácter estratégico del agua y la biodiversidad se suele subrayar que se han disparado los procesos de contaminación del agua y desertificación, por un lado, y los procesos de erosión de la biodiversidad, por el otro. Los mapas que describen la pluviometría cobran un significado económico y hasta geopolítico (Barreda, 2004b). En resumen, el Norte necesita energía, minerales, agua, «servicios ambientales», agroproductos, tierra y una larga lista de bienes y servicios del Sur. Analizaremos ahora las vías utilizadas por los países centrales para abastecerse de tales necesidades.

Cómo asegurarse un recurso estratégico La percepción de vulnerabilidad por parte de los estados conduce a políticas de seguridad nacional que implican el garantizarse el abastecimiento de recursos estratégicos por los medios que sus gobiernos crean necesarios. Incluida la guerra, la colocación de dictadores o de políticas de natalidad en el Tercer Mundo (ver el cuadro «Vasectomías y minerales», p. 70). Todo Estado considera los cuellos de botella y potenciales cortes en los suministros de materiales y energía como asuntos estratégicos. Trata por todos los medios de evitarlos. Por eso, buena parte de las interferencias planificadas por los hacedores estatales de la Geopolítica Norte-Sur van a estar dirigidas hacia la 21. Según un estudio realizado en la Universidad de Oxford en 2005 a partir de 2.578 ejercicios de simulación. El Cuarto Informe de Evaluación del IPCC (2007), el informe con más respaldo de la comunidad científica internacional, sitúa la horquilla del calentamiento global para el 2090-2100 entre 1-7ºC. 22. Compárese con el último período glaciar, hace unos 15.000 años, en el que la temperatura media era sólo de unos 5ºC menos que la actual.

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creación de garantías en el acceso a dichos recursos estratégicos. Los geoestrategas de las compañías multinacionales que requieren altas cantidades de materiales y energía, harán lo mismo. Si bien estas últimas no podrán emplear directamente el uso de la fuerza militar, sí en cambio su fuerza económica. Se protegerán entonces bajo las faldas de los estados, altamente penetrados por estas compañías. Respondiendo a intereses de Estado o de empresa, los geoestrategas aconsejarán bajo una perspectiva de pragmatismo la anticooperación que fuere necesaria («si no lo hacemos nosotros, lo hará la competencia»). Las petroleras y mineras que operan en zonas de conflicto violento, por ejemplo, ante su dependencia de enclaves en terceros países, se proveerán de compañías de seguridad privadas o bien establecerán contratos con el ejército nacional del país del Sur canjeando dinero por ejército en una tentativa de privatización militar. Alegarán cuestiones de seguridad y, siendo ciertas sólo en algunas ocasiones, las utilizarán para «allanarse» el terreno en otros asuntos, violando en definitiva, los derechos básicos de los pobladores cuando estos se resistan a los objetivos de la empresa. Para esos geoestrategas, una vez identificados qué recursos externos y en qué enclaves se encuentran, el juego es lograr conseguirlos. Se trata por lo menos de abrirse paso en los países productores: introducir los tentáculos tecnoproductivos capaces de chupar los recursos requeridos y luego, a merced de la gran competencia por el mercado mundial, hacerlo en las mejores condiciones disponibles, abandonar los deshechos o pasivos ambientales en el lugar, y expatriar esos recursos hacia el lugar donde serán consumidos. Además, si es posible, se cargará la factura de gastos diversos, como los de la red de infraestructuras para exportar esas mercancías, a la administración pública local. Y durante el proceso, se habrán abierto y atrancado todas las compuertas para que en el futuro puedan sacarse nuevos recursos. En resumen y simplificadamente: abrir, entrar, defecar, sacar, consumir, endeudar y bloquear. Petroleras, seguridad y derechos humanos La empresa Repsol-YPF por ejemplo explota petróleo en dos áreas «calientes» desde el punto de vista político: en el departamento colombiano de Arauca (departamento donde los últimos años se están registrando el mayor número de asesinatos y combates entre paramilitares, ejército y guerrilla), y en la provincia amazónica de Orellana (Ecuador), donde algunas comunidades indígenas y organizaciones ambientalistas se han organizado para luchar por sus derechos. En Colombia, mucho más caliente y con un ejército involucrado en violaciones sistemáticas a los derechos humanos, REPSOL subcontrata a una compañía de seguridad privada (ODG, 2006) sin exigirle garantía alguna

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para que no viole los derechos humanos; en Ecuador dirige y remunera a una pequeña división del Ejército ecuatoriano.23 En ambas han sido reportados no obstante acciones del ejército o de las agencias de seguridad contrarias a los pobladores, tan contrarias como la muerte. Y el caso de Repsol no es distinto de las demás grandes petroleras como Oxy, Shell, Chevron-Texaco, Total Fina, Exxon o BP. Un relato de ello, en primera persona: Sucedió justo cuando nos encontrábamos en la comunidad indígena huaorani de El Guyillero entre entrevistas y pernoctación. Las declaraciones del responsable máximo de seguridad de la compañía son cristalinas: «Ustedes se encuentran en casa de REPSOL y deben abandonarla». A lo que se le preguntó si consideraba que las comunidades indígenas que nos acogían también dependían de la empresa extranjera. El responsable, respaldado por 4 miembros del Ejército ecuatoriano, respondió que sí. La portavoz ecuatoriana de la misión contestó que no obedeceríamos ninguna orden de una compañía extranjera. La respuesta del responsable de seguridad fue que REPSOL-YPF podría entonces ordenar al ejército (ecuatoriano) que nos sacara del Parque Yasuní. Y así se hizo al día siguiente. (Llistar, 2004)

Sin embargo, y como postulan muchos de los centros de pensamiento sobre relaciones internacionales geoestratégicas que asesoran o tratan de influir a los gobiernos de países de la OCDE (desde el Center for Strategic and International Studies en Estados Unidos hasta el español Real Instituto Elcano), no hay mejor fórmula para asegurarse el abastecimiento de recursos estratégicos que extender por el mundo el libre mercado. Algunos de estos centros difieren en la forma de llevarlo a cabo, pero no en el fin. Lograr que el mundo esté en venta, o dicho de otro modo, que la economía política mundial se rija por las leyes del mercado, y no por empresas públicas ni por la autonomía local, garantiza que el capital financiero pueda hacerse con los recursos que le plazca en el momento que sea necesario. Y el capital financiero está (por definición) en manos sólo del Norte Global (si el Sur Global lo

23. El ejército recibe órdenes de la compañía: «Los trabajos y cualquier otra actividad que el contratista (el ejército) ejecute en el Área de Operaciones cumplirá… con cualquier instrucción que por escrito sea dada por la Compañía (…) La Compañía tratará con las comunidades indígenas en el Área de Operaciones y dará las directrices de conducta que el contratista debe observar en referencia a estas comunidades indígenas. En tal contexto, la Compañía será responsable por las relaciones con las comunidades indígenas y el Contratista deberá cumplir con las políticas y directrices dictadas por la compañía». Contrato de Seguridad Militar para el Bloque 16, Ecuador, firmado el 1 de octubre de 2003 [Véase: http://www.accionecologica.org/ webae/images/2005/petroleo/documentos/03-Atlas-BLOQUE%2016-Repsol-Ypf.pdf ].

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tuviera, no sería Sur). Ante un asunto tan delicado como es el control de los recursos naturales de un país, la estrategia de extender el libre mercado por el mundo ha resultado ser una táctica eficaz para recuperar ese control de forma relativamente pacífica después del período colonial. No es de extrañar que desde el Norte se critique, presione y se quieran voltear aquellos gobiernos del Sur que proponen más Estado y que incluso llegan a nacionalizar algunos de esos recursos. En este capítulo hemos querido responder a qué motiva la anticooperación. El metabolismo de las sociedades capitalistas y consumidoras, grupos de interés concentrados en el Norte Global, las empuja a hacer todo lo necesario para asegurar el suministro de materiales y energía, así como para expandirse hacia nuevos mercados. Las políticas que se derivan de esos dos objetivos —que llamamos aquí geopolítica Norte-Sur— son la fuente de la inmensa mayoría de las interferencias transnacionales negativas NS. El siguiente paso será analizar si la compleja trama de instituciones, normativas, redes y procesos vigentes legales -gobernados y coordinados (en primera aproximación) a escala global por la élite capitalista mundial- responde esos objetivos, fuente de anticooperación. Referencias Le Monde Diplomatique (2006), El Atlas (edición española), Madrid, Ediciones Cybermonde. BARREDA, A. (2004a),. Atlas Mundial del Petróleo. Oilwatch [www.oilwatch.org]. BARREDA, A. (2005a), «Análisis geopolítico del contexto regional», en Geopolítica de los recursos naturales y acuerdos comerciales en Sudamérica, La Paz, Fobomade. Transnational Institute: [www.tni.org]. Foreign Policy in Focus: [www.fpif.org]; Third World Network: [www.twnside.org.sg]; Focus on the Global South: [www.focusweb.org]; Worldwatch Institute: [http://www.worldwatch.org/]; Rebelión: [www.rebelion.org].

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IV. MECANISMOS DE ANTICOOPERACIÓN

Hasta este punto hemos señalado las principales necesidades (metabólicas) que motivan desde el Norte Global el despliegue de estrategias geopolíticas en el Sur Global. Estas estrategias tienen por objetivo el asegurarse flujos de materia y energía, así como el mantener el equilibrio de fuerzas en una situación siempre favorable a sus propios intereses. El siguiente paso consiste en distinguir y sistematizar cómo se concretan tales estrategias transnacionales, dadas las características del sistema mundial. En otras palabras, vamos a identificar y comparar los distintos modus operandi utilizados por el Centro al perseguir la satisfacción de dichas necesidades. Examinemos, entonces, los «mecanismos de anticooperación». Conscientes de la complejidad de este problema analítico y sabiendo que hay otras posibles maneras de resolverlo, proponemos aquí partir de una mirada multidimensional y sistémica que alcance la mayor parte de las interferencias negativas que sufre el Sur. Para llevar a cabo esta tarea, distinguimos distintas esferas o ámbitos (finanzas, comercio, militar, etc.), en cada una de las cuales se despliega un sinnúmero de mecanismos globales, algunos bastante conocidos, como el que provoca la deuda externa; otros, no tanto. Por «mecanismo de anticooperación» entendemos aquí la vía práctica (el resorte) del sistema que permite, en uno o más pasos, que cierto grupo de interés acabe por interferir negativamente sobre el buen vivir de otros grupos de personas, o que incluso acabe por subordinarlos. A través de estos mecanismos fluyen las interferencias negativas. Los mecanismos de anticooperación, los podemos agrupar en tres grandes conjuntos teniendo en cuenta los actores implicados. El primer conjunto de mecanismos, aquellos impulsados por el sector privado, se ubica preponderantemente en la arena económica y en la lógica del mercado mundial. Aunque tiene fuertes derivaciones políticas. Incluye mecanismos que describen cómo el Sur absorbe y transfiere la tecnología,

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cómo se financia y paga deudas, cómo comercia, cómo y donde guarda el dinero, cómo genera beneficios y quién se los queda y, finalmente, cómo recibe el dinero que transfieren sus trabajadores emigrados al Norte. Un segundo grupo de mecanismos, dirigido por el sector estatal lo forman aquellos mediante los cuales desde el exterior se despliegan agresiones militares sobre los países periféricos o se refuerzan con armamento facciones locales ilegítimas; también, se ubican aquí los mecanismos que explican cómo los países ricos utilizan un sistema de intermediarios bien informados, los diplomáticos, que operan a través de las embajadas o bien por medio de entes supra estatales, los organismos internacionales, que recogen información, negocian e imponen políticas locales multilateralmente. Finalmente, debemos incluir todo lo referente al control y filtrado de las migraciones Sur-Norte (SN) por parte de los cordones estatales de los países centrales, y todo aquello que bajo la premisa de cualquier tipo de control de indeseables (narcotráfico, comercio de armas, mafias migratorias, redes de pederastia, etc.) permite el despliegue de políticas de seguridad con repercusiones sobre los países empobrecidos. Un tercer conjunto de mecanismos, conducidos tanto por estados, empresas como también por la sociedad civil, se fija en el usufructo y destrucción de los recursos naturales globales; en la colonización cultural, educativa, ideológica y religiosa del Sur; y en las distorsiones introducidas vía la solidaridad internacional. A partir de estos conjuntos de mecanismos, podemos distinguir 9 esferas de anticooperación (véase la ilustración de la página siguiente): la tecno-productiva, la comercial, la financiera, la ambiental, la militar, la migratoria, la simbólica, la diplomática, y la de la solidaridad aparente. Unas y otras formas de anticooperación se relacionan entre ellas, aunque pueden ser diferenciadas y valoradas. A continuación, llevamos a cabo dicha diferenciación y análisis, al tiempo que ofrecemos ejemplos conocidos.1

1 Hemos elegido presentar unos mecanismos y no otros en función de su importancia relativa y de la disponibilidad de estadísticas en el marco Norte Sur. Cuando sea posible, compararemos unos mecanismos con otros, con el objetivo de señalar su relevancia. Por suerte para el lector y lectora, dado el formato del texto no podremos hablar de todos los mecanismos.

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Mercado

Turismo

Esfera desplaz. personas

Biopiratería

Esfera ambiental

Control inmigración

Deuda ecológica

Fuga de cerebros

Industria cultural

Emisión gases efect. invernadero

Régimen propiedad intelectual

Universidades y Think Tanks

Esfera simbólica

Control remesas Mass media

Residuos proc. contaminantes

Ocupación de tierras Políticas de control securitario

Esfera tecno productiva

Guerra

Esfera militar y securitaria

Venta de armas

ONG e iglesias Fondos inv. especulativos IED Esfera solidaria

Agricultura

Esfera comercial

Esfera financiera

Dumping agrícola

Bienes industriales Sistema embajadas

Deuda

AGCS

Apoyo a la internacionalización Esfera diplomática

Arquitectura institucional internacional

Organismos internacionales Derecho comercial global

Esferas - Ámbitos Rectángulos - Mecanismos

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V. ANTICOOPERACIÓN TECNO-PRODUCTIVA

Ésta es la más abstracta de todas las formas de anticooperación y, al mismo tiempo, la más física. Circunscribe otras anticooperaciones que se abordarán más adelante, lo que nos obliga a tratarla en primer lugar. La anticooperación tecno-productiva se define como aquella producida por cualquier mecanismo NS que involucre la creación de tecnologías y redes productivas globales orientadas a la producción de la clase capitalista mundial y al consumo de la clase consumidora mundial (ambas recogidas en el concepto de Norte Global), en lugar de estar orientadas a las necesidades de la mayoría de la población mundial (y en particular al Sur Global). Históricamente, la creación de redes productivas globales ha tenido lugar al mismo tiempo que se innovaba tecnológicamente y se aplicaban sistemas de control de la tecnología producida. Es decir, en general la nueva tecnología ha permitido nuevas redes, y la presión por generar nuevas redes de capital ha obligado a un mayor desarrollo tecnológico (incluidas formas de controlar esa nueva tecnología). De hecho, la tecnología se desarrolla principalmente orientada hacia la producción, mientras que las redes productivas se conforman según la capacidad tecnológica disponible en cada momento histórico. Una relación entre lo tecnológico y lo productivo que no solamente se cumple para las redes globales. Otras innovaciones tecnológicas como son los fármacos producidos desde compañías farmacéuticas, obedecen también a las necesidades del mercado sin tener por qué responder a la lógica de redes. La figura de la página siguiente muestra la relación entre los distintos períodos de innovación tecnológica y la proliferación de redes productivas durante los últimos 250 años. A escala global, las redes físicas tecno-productivas se convierten en algo parecido a una maraña de arterias, nervios, conductos respiratorios y excretores, que controlan a tiempo real y organizado según la lógica industrial capitalista, una especie de «autómata global».

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OLAS DE INNOVACIÓN

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Fuente: Elaboración ODG a partir de Natural Edge.

El Autómata Global De acuerdo con Andrés Barreda, a pesar de que los flujos de inversión de capital industrial se remonten al siglo XIX, del mismo modo que los flujos comerciales capitalistas tienen cerca de 500 años, el actual proceso de globalización comprende un carácter novedoso. Éste se ubica en los flujos productivos del nuevo capital industrial. Se trata de flujos vinculados con la capacidad de las industrias para moverse por toda la superficie planetaria, junto con la capacidad de las industrias de producir de manera coordinada en diferentes regiones del mundo, como fábricas que adquieren un carácter global. Un ejemplo de ello radica en la industria automotriz, que en realidad es pionera en ese sentido. Dicha industria logró que sus diferentes fábricas emplazadas en diferentes lugares del planeta funcionaran en «un solo tiempo unitario», como si se trataran de talleres de una sola fábrica. La integración industrial lograda de esa manera constituye un modus operandi que se extendió a la microelectrónica, a la industria textil y posteriormente a un número cada vez mayor de ramas en la división del trabajo. En ese sentido, el actual proceso de producción fue conformando una jerarquización vertical. Así, Barreda destaca que unas decenas de ciudades

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globales concentran la investigación científica, así como el diseño de alta tecnología y la producción de los componentes más sofisticados. Simultáneamente, en otras regiones (determinadas a partir de su adecuación geográfica, flexibilidad jurídica y militar, disponibilidad en materias primas y mano de obra, etc.), se han ido ubicando y reubicando de manera constante diferentes espacios de producción periférica. Es en estas regiones que tienen lugar el saqueo continuo de los recursos naturales, las operaciones industriales y comerciales más elementales que incluyen la elaboración inicial de todos los productos industriales, o el ensamble de las mercancías en maquiladoras. Es mediante el conjunto de todos estos procesos que el capital mundial ha integrado y reconstruye continuamente su «autómata global» (Barreda, 2005a).

¿Qué clase de interferencias negativas tienen lugar en el ámbito tecno-productivo NS? Se trata de una anticooperación que se produce por medio del contacto de los afectados con dos factores exógenos distintos. Por un lado, con las redes físicas tecno-productivas, y por el otro, con las tecnologías (y las políticas tecnológicas). A continuación mencionaremos algunos ejemplos que creemos que ilustran bien este tipo de interferencias. Los millares de habitantes desplazados por la decisión del Gobierno chino de construir la Represa de las Tres Gargantas, la más grande del mundo,1 o los cerca de 60 millones de personas que han sido también desplazadas de sus tierras, expulsados por la construcción de mega represas en la India (Arundahati, 2001). O la difusión de semillas genéticamente modificadas mediante la ayuda alimentaria estadounidense en África con el fin de abrir el mercado antes inexistente a empresas de capital también estadounidense como Monsanto. Ambos factores, tecnología y redes, proceden de los principales polos del capitalismo y obedecen a la misma lógica, además que como hemos dicho determinadas redes sólo son posibles con determinadas tecnologías y viceversa, por lo que a menudo resultan imposibles de desacoplar y por ello la tratamos aquí de manera integrada. La extensión del sistema capitalista requiere de una expansión global, que se concreta en una compleja red física que se expande por todo el planeta. Se trata de una red de redes, cada vez más tupida, tejida por canales de distinta índole por los que circulan todo tipo de flujos de unidades funcionales al capital (energía, materias primas o industriales, información y conocimiento, agua, personas…), que va conquistando el Sur, palmo a palmo y que altera, 1. Three Gorges Probe [www.probeinternational.org].

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con contundencia, las realidades locales que antes quedaban al margen. La tecnología de la información es crucial para gestionar dicha red mundial (Castells, 2005: 174). A modo de ejemplo puede verse la evolución de la red mundial de carreteras, de oleoductos y gasoductos, o el atlas global de servidores de internet y de fibra óptica y de satélites que la soportan. Además de los mapas cartográficos de redes, existe otro indicador que permite visualizar la expansión tecno-productiva del capital: es el constante aumento de los flujos comerciales. Sus datos pueden recogerse en los distintos servicios de aduanas nacionales. No estamos diciendo que la llegada de redes no abra a los afectados una gran variedad de oportunidades (acceso al mundo exterior, información, etc.). Sin embargo, esconde una variedad igual de peligros para los cuales los «invitados» a integrarse no suelen estar preparados. Pongamos un ejemplo sencillo: Una comunidad indígena wayúu, en la península colombiana de La Guajira, recibió la visita de un consorcio minero extranjero, ya que el subsuelo de las tierras donde tradicionalmente habían habitado estaba repleto de carbón.2 Otra comunidad vecina wayúu, recibió la visita de EPM, una empresa de capital colombiano que les propuso la instalación de un megaparque eólico en sus ventosas tierras de la costa Caribe. Al parecer ambas empresas arribaron con promesas como trabajo asalariado o energía eléctrica (para dos comunidades que vivían sin salario ni sin energía eléctrica). Años más tarde, unos fueron vendiendo sus tierras —su medio de sustento— por precios muy reducidos y tuvieron que emigrar hacia la ciudad para instalarse, la mayoría, en la miseria urbana. Algunos pocos, especialmente los líderes consiguieron trabajo en la explotación minera de El Cerrejón. Finalmente, los que permitieron la instalación de molinos de viento, no obtuvieron en su mayoría energía eléctrica, y además tuvieron que comprar agua potable a la compañía porque el ferrocarril que transportaba el carbón hacia el puerto para ser embarcado contaminó con carbonilla su tradicional sistema de recogida de agua natural en medio del desierto. ¿Se puede decir quizás que la construcción de aquellas prometedoras infraestructuras tecno-productivas mejoró la situación de aquellas comunidades wayúu?, Muy posiblemente no (Censat, ODG et al., 2005). Puesto que la expansión de la compleja red de infraestructuras que conforman el tejido tecno-productivo a nivel global es diseñada a partir de los intereses del Norte Global, su planificación carece de todo proceso de consulta real por parte de las poblaciones locales más afectadas. Además, al ser asociada frecuentemente al «interés nacional», esta expansión se caracte-

2. La explotación de carbón a cielo abierto más grande de Latinoamérica operada por el consorcio Anglo American, Glencore y BHP-Billington, conocido como Cerrejón.

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riza por la imposición. En el gigantesco tablero de ajedrez que constituye el planeta, estas poblaciones sólo son consideradas como peones, desplazables según los intereses del capital. Como hemos señalado, el contacto tecno-productivo no sólo se produce mediante la imposición de nuevas redes físicas, sino también por la introducción de tecnologías exógenas que demasiado a menudo esconden dependencias graves para los empobrecidos. Podría hablarse incluso de «tecnologías invasivas», dada la facilidad para difundirse y entrar en toda organización social, y la dificultad de sacarlas. Dado su origen y lógica, no suelen estar diseñadas para las circunstancias del Sur. Sin embargo, se exportan desde el Norte hacia el Sur utilizando muchas veces las redes físicas a las que nos hemos referido. Ejemplos múltiples ilustran lo dicho: desde los sistemas operativos informáticos que se reversionan generando incompatibilidades con quienes no puedan seguir el ritmo de actualizaciones, hasta tractores cuyos caros recambios los inutilizan con rapidez. Es también el caso de los fármacos antirretrovirales, anticarcinógenos, etc. Sus tratamientos basados en la ingestión repetida y cronometrada de píldoras no son compatibles con el estilo de vida de las poblaciones rurales del Sur. A pesar de no estar diseñadas para las necesidades de los empobrecidos, las grandes farmacéuticas y sus gobiernos nacionales a su vez tratan de boicotear sistemas sanitarios como el indio o el brasileño para que dejen de producir genéricos (cuyo destino son los enfermos de los países empobrecidos) y no perder cuota de mercado alguna. Los gobiernos del Norte apoyan a las farmacéuticas presionando a los gobiernos del Sur y contribuyendo a la constitución de un régimen global favorable a los intereses de las farmacéuticas de modo que los enfermos del Sur terminan sin tener acceso a medicación disponible o comprándola a las compañías transnacionales a un elevado precio. ¿Cuántos habrán muerto por no haber podido pagarse la medicación? Por ende, debemos añadir a la anticooperación tecno-productiva las políticas públicas tecnológicas que emanan de los estados, además de las estrategias monopolísticas de las empresas.

Redes de anticooperación tecno-productiva Tal y como hemos comentado en la definición de anticooperación tecnoproductiva; «…aquella producida por cualquier mecanismo NS que involucre la creación de tecnologías y redes productivas globales orientadas a la producción de la clase capitalista mundial y al consumo de la clase consumidora mundial…» las redes físicas juegan un papel central. Es por eso que dedicamos a continuación un apartado especial a este tema antes de empezar a definir los mecanismos de la anticooperación tecno-productiva propiamente dichos.

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Desde la perspectiva de la creación de redes, se van generando nuevos nodos productivos en las regiones del Sur (y del Norte), desde espacios que no se habían integrado todavía en la economía global, ya sea mediante la instalación de una nueva fábrica, una nueva explotación minera, un nuevo cultivo o una nueva plantación forestal. Todas ellas actividades orientadas a la exportación, en lugar de obedecer a las necesidades locales. El tejido productivo se extiende progresivamente como telaraña hacia la Periferia, pero marcado por una característica: orientado por el Centro hacia las necesidades del Centro. Ni el poder se encuentra en ésta, ni las redes se urden en la Periferia, ni responden a las necesidades de ésta. Si algo queda para la Periferia (nuevos puestos de trabajo, medicamentos de nueva generación, etc.) es simplemente porque resulta funcional al Centro. En cierto modo, incluso casual. Una de las paradojas más patéticas de la globalización está servida: la tecnología y las redes son las que permiten a obreros y campesinos articularse en la «fábrica global»; no obstante, ambas no son capaces de satisfacer las necesidades de alimentación, sanidad o de acceso al agua o la energía de la población periférica. La paradoja sólo se resuelve tomando como premisa que ni la tecnología ni las redes tecno-productivas han sido diseñadas bajo ese fin. Véase el siguiente ejemplo.

¿Nigeria sin combustible? Accidentes como el sucedido en Nigeria visibilizan, una y otra vez, las grandes paradojas de la globalización. Cientos de personas morían abrasadas al pinchar un oleoducto en la capital nigeriana. Es común en el país el robo de crudo para venderlo de estraperlo. La extrema pobreza al lado de las ganas de aliviarla se juntan a la primera de cambio. Pero Nigeria es a su vez el principal productor de petróleo y gas de África. No en vano está enervada por una extensa trama de ductos que los sacan masivamente hacia su consumo en Occidente. Hacia economías «energéticamente golosas», como la española que toma una mezcla de gas argelino, nigeriano y egipcio. Pues bien, resulta que actualmente Nigeria sufre una intensa escasez de combustibles, hasta el punto que su precio es 4 veces el del mercado internacional. ¿Escasez en un manantial de energía? La paradoja está servida. Las sociedades de países pobres, pero ricos en energía como Nigeria, Bolivia o Guinea Ecuatorial, sufren de una inmensa falta de soberanía energética. Por lo general, parte de la explicación se esconde bajo la pinza que sobre dichas sociedades ejercen las élites locales junto a las petroleras transnacionales apoyadas por nuestros países consumidores. El mercado hace el resto. Lo hemos podido constatar en varios trabajos de campo (Llistar, 2006a). Pero, ¿qué tipo de redes? Como hemos visto hasta ahora, los países del Norte exigen redes que garanticen un suministro creciente de bienes y servi-

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cios destinado a preservar su goloso metabolismo social, y a la vez, que generen negocio fuera de sus fronteras. De acuerdo con el análisis de A. Barreda (2007), visto de otro modo, requieren de redes de transporte y de producción convenientemente orientadas a lo largo del territorio planetario hacia ellos. Algunos megaproyectos de construcción e integración de infraestructuras son ya bien conocidos. Desde el Plan Puebla Panamá (hoy Plan Mesoamérica), para integrar Mesoamérica con EEUU, IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana) para el Cono Sur con distintas metrópolis, el New Partnership for Africa’s Development (NEPAD) en África, y el Transport Corridor Europe-Caucasus-Asia (TRACECA) que conecta Europa las repúblicas ex soviéticas, China y el resto de Asia. 1) Redes de transporte de materiales (y personas): Autopistas, vías fluviales, conexiones aeroportuarias, rutas de transporte marítimo, etc., forman redes de flujo de materiales y personas. El «crecimiento sostenible» obligará a todas las economías a disponer de más infraestructuras (puertos, aeropuertos, carreteras, parques logísticos y conexiones intermodales), de vehículos más modernos (supercargueros, trenes, flotas de camiones, etc.) y sistemas que se estandaricen alrededor del planeta. Los contenedores metálicos de carga (containers) se convertirán en la unidad estándar de transporte logístico de toda clase de mercancías, y se moverán por la red de infraestructuras como un archivo por internet, con total facilidad. En el ámbito que nos interesa, las redes de transporte de materiales deberán conectar de manera eficaz los centros de explotación de recursos naturales (por ejemplo, minas de hierro indias), de producción agropecuaria y forestal (como floricultura en Colombia), o de manufactura del Sur Global (como las maquilas marroquíes), con los grandes centros de consumo del Norte Global (por ejemplo, Barcelona). 2) Redes de transporte de energía (y agua): Las redes de energía son redes tejidas a base de líneas eléctricas de alta tensión, oleoductos y gaseoductos que transportan hidrocarburos desde los yacimientos3 (por ejemplo, el gas nigeriano) hasta su consumo final (por ejemplo, en forma de consumo eléctrico para el aire acondicionado de un chalet en Costa del Sol o de la mansión de, por ejemplo, la presidenta de la Comunidad de Madrid (véase destacado anterior). Entre las dos fases, se pasa por un complejo sistema de operadores, como el cableado enterrado, los transformadores, los distribuidores de electricidad… o plantas de regasificación, refinerías, buques petroleros, industrias petroquímicas, centrales térmicas, gasolineras,

3. Principalmente, situados en Oriente Medio, el Caspio y Siberia, Venezuela, el Golfo de México y el «pie de monte» andino, y de África Occidental y el Magreb.

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distribuidores de gas, etc. El transporte de energía en ocasiones se suele coordinar con el de agua, tanto porque las hidrovías permiten su transporte en barcazas, como porque las represas actúan como grandes almacenes generadores de energía para distribuir. A nivel local, la energía es necesaria para mover el agua a través de los sistemas municipales, para purificarla, y para eliminar desperdicios. Ante la convergencia de las redes de energía y de agua, se ha empezado a hablar de «watergy».4 Por otro lado, las redes de transporte de energía y agua se construyen coordinadamente a las redes de transporte de materiales y personas, para aprovechar las ventajas de la intermodalidad. Siendo el gas más difícil de transportar que el petróleo, las redes de gas suelen desarrollarse más cerca de sus yacimientos que las del petróleo o el uranio. De hecho el mercado del petróleo puede considerarse de alcance global, con pocas barreras y costes de transporte bajos. Se consideran dos grandes redes o zonas de influencia (la Atlántico-Mediterránea y la Asia-Pacífico). En cambio el mercado del gas es sobre todo regional y se divide en tres grandes redes o sectores (América, Región Euro-mediterránea y Asia), aunque la prominencia del gas natural licuado en las matrices energéticas nacionales hace que la red de gas natural se esté globalizando de forma parecida a la del petróleo. Véase, a modo de ejemplo (en la página siguiente), la red de arterias que abastecen a la Unión Europea de gas procedente de Rusia, Asia Central, Oriente Medio y del Norte de África. También se trata de transportar el agua mediante canalizaciones, represas, desvío de ríos, hidrovías, etc. Y, en general, no tanto para mejorar el abastecimiento de la población, como para usos intensivos (industrias automovilísticas, industrias papeleras, plantas de energía, cultivos de exportación que utilicen el regadío intensivo, campos de golf y turismo, etc.). Se estima por ejemplo, que cada automóvil requiere una media de 800.000 litros de agua para su proceso de fabricación. 3) Redes de producción (e información): Formadas por la integración planetaria de fábricas, ciudades y campos, que se globalizan. Es sobre todo durante los últimos 30 años del siglo XX con el afloramiento de las tecnologías digitales y la eficacia conseguida por los medios y vías de transporte vinculados al petróleo, cuando la integración global de los procesos de producción se pone a la orden del día. La construcción de redes nacionales queda rebasada ante aquella de redes transnacionales. De este modo, surge la posibilidad de que las fábricas estén conectadas entre sí en tiempo real

4. Véase el sitio www.watergy.org financiado por la agencia estadounidense de ayuda internacional, USAID.

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PROYECTOS DE INTERÉS UE

EJES PRIORITARIOS PROPUESTOS PARA REDES DE GAS NATURAL Diciembre 2003

Redes de gas existentes Redes de gas en estudio/ construcción/mejora Terminales existentes de GNL EJES PRIORITARIOS PROPUESTOS PARA GAS NATURAL INFRAESTRUCTURAS DE GAS PRIORITARIAS Terminal de GNL proyectada Almacenaje enterrado de gas proyectado Países participantes en el INOGATE

Fuente: http://www.inogate.org/en/resources/map_gas (visitado en septiembre de 2008).

(Lobera, Llistar y Busqueta, 2006). Ello posibilita que se unan en clusters productivos transnacionales, donde las fábricas —e incluso los cultivos— se convierten en nodos locales que aprovechan las mejores características del territorio en el que se basan, y forman parte de una estructura productiva superior, globalizada. Progresivamente, la automatización del traspaso de contenedores de carga entre las distintas redes de transporte requiere de una auténtica «revolución intermodal» (Barreda, 2007), que garantiza a los flujos de mercancías no quedar atascados en los cuellos de botella. Es decir, deben circular «en tiempo real» (just in time). Ciertamente, las redes de producción justifican, una buena parte de la existencia de las redes de infraestructuras de transporte de materiales y de energía que acabamos de mencionar. Es decir, una buena parte de la energía, el agua y los materiales sirve para abastecer las redes de producción transnacionales. El resto es para abastecer el consumo directo de la clase consumidora mundial. Por lo cual, aunque en China se «queme» mucha energía del carbón, gran parte de ella se utiliza para producir bienes que viajarán a Estados Unidos o Europa, donde luego serán consumidos. ¿Quién consume entonces ese carbón, los chinos o los occidentales? Así, la fuerza del consum(ism)o, exacerbado por el potente aparato de marketing

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corporativo, empuja a la «fábrica global» a producir —como mínimo— todo aquello que dicha masa social demande. Es una de las fuerzas motrices que obligan a crear nuevos puntos de producción y abastecimiento regados por todo el mundo.

Identificando mecanismos La anticooperación tecno-productiva, por tener que ver con la base material del sistema mundial, se convierte en el andamio desde donde se levantan las demás anticooperaciones. El modo en que las redes y corredores productivos globales y la tecnología se expanden hacia fronteras cada vez más remotas, tiene directa relación con las motivaciones metabólicas expuestas en el capítulo sobre geopolítica NS. Pero especialmente con la lógica de crecimiento (o expansión) del capitalismo. Como ya hemos dicho, la lógica de crecimiento del capital aplicable a cualquier economía capitalista (sea la de una empresa privada, un estado o empresa pública, un grupo de interés o un individuo), conduce a la búsqueda de mayor productividad (por la vía de la reducción de costes, por la vía de tecnologías más rentables, por la vía de mayor concentración de capital financiero), al tiempo que conduce al incentivo de más consumo y a la búsqueda de nuevos consumidores.5 Todo ello se traducirá en un sistema que buscará (y luchará por) —cada vez— mayores cantidades de materiales, energía, capital financiero, tecnología y externalización de costes. Si el capital y la tecnologías de punta se encuentran concentrados en el Norte, ese Norte entenderá al Sur como un reservorio de nuevos y baratos materiales, energía, mano de obra... que ya no encuentra en el propio Norte. Ello explica la proyección e implantación de redes a escala mundial, con el fin de abastecerse de estos tres elementos esenciales se encuentren donde se encuentren. El Norte Global (élites incluidas) presionará con cualquier instrumento a su disposición para que se implanten esas redes globales sea a través de la inversión extranjera directa, sea dando/tomando préstamos, con campañas de publicidad pro desarrollo o por la fuerza. A nuestro parecer, los fenómenos globales que mejor describen la anticooperación tecno-productiva son: la subordinación de la soberanía local a la inversión extranjera; la subordinación de las redes mundiales a las necesidades de abastecimiento vinculadas al consum(ism)o y productivismo del Norte Global; y, finalmente, la subordinación del conocimiento

5. Robert Solow ha sido uno de los economistas clásicos pioneros en analizar la productividad. Véase su obra en http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Solow.

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general (como bien común) a la propiedad intelectual privada.6 Tres grandes fuentes de problemas tecno-productivos con origen en el Norte a menudo venenoso para el Sur pero que han sido presentadas casi siempre de forma positiva. Así es, inversión extranjera directa (IED) y su presión, la huella del consum(ism)o (hiperconsumo e hiperproducción) y propiedad intelectual han sido siempre bienvenidas por los medios oficiales. Nos preguntamos, entonces, cuáles son los mecanismos transnacionales asociados a dichos fenómenos de anticooperación tecno-productiva. Tomando en cuenta las indicaciones de muchos de los movimientos sociales por la justicia global, los mecanismos de anticooperación tecno-productiva más influyentes son las inversión NS (movimiento por la justicia corporativa), la huella del consumo NS (movimiento por el consumo responsable) y el desarrollo y control de las tecnología NS (movimiento open source).

La inversión extranjera directa (IED) a presión El pensamiento neoliberal no deja de repetir que la inversión extranjera constituye una de las mejores recetas que el Sur necesita para sanar la pobreza (además es fácil de justificar políticamente ya que más dinero no parece perjudicar nunca a nadie). En palabras del mundo de los negocios, el hecho de «capitalizarse» podría suponer un buen modo de progresar, como hizo Europa con el Plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial. No obstante, la aplicación de este dinero conlleva, a nuestros ojos, una fuerte y amplia discusión que no podremos afrontar aquí más que desde el punto de vista ambiental (en el capítulo sobre anticooperación ambiental) y de forma muy genérica en este capítulo.7 Las cifras que ofrece el Banco Mundial sobre los flujos de inversión extranjera directa NS superan con creces los flujos de ayuda oficial al desarrollo que se mueve en la misma dirección desde los años noventa, pudiendo indicar que se trata de un fenómeno beneficioso de orden superior a la propia ayuda oficial al desarrollo. De modo que se podría argumentar que al Sur le conviene priorizar políticas de atracción de inversión extranjera. Sin embargo, esta comparativa no muestra la repatriación de los beneficios empresariales en dirección contraria (en forma de beneficios, dividendos, royalties, evasión fiscal, precios de transferencia, etc.), ni la transferencia en la propiedad de unos a otros, ni mucho menos el balance en términos de

6. Este mecanismo no se describe aquí, sino en el capítulo sobre anticooperación comercial. 7. Un análisis sobre el rol de la inversión extranjera en el desarrollo del Sur puede encontrarse en Singh (2007).

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INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA Y AOD

400.000

millones de dólares

350.000

AOD Inversión extranjera directa

300.000 250.000 200.000 150.000 100.000 50.000 1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006

0

Fuente: Elaboración ODG a partir de Global Development Finance (2008), Banco Mundial.

impacto en el tejido productivo local, y aún menos la violencia y los conflictos sociales, culturales y ambientales que hayan podido ocasionar en su destino y cuya mesura no suele admitir una valoración monetaria. ¿Son acaso las grandes compañías pesqueras industriales beneficiosas para los pescadores artesanales locales? ¿Las petroleras o mineras para el buen gobierno de los países exportadores? ¿Las madereras o las productoras de agrocombustibles para la conservación de la naturaleza? Ejemplos de inversiones que son, a todos los efectos, interferencias destructivas para quienes las acogen, los encontramos por doquier. Pobladores expulsados de sus tierras, trabajadores envenenados por procesos industriales que descuidan las mínimas medidas de seguridad, corrompimiento de autoridades locales, subcontratación de mercenarios, evasión fiscal… y un largo etcétera (Llistar 2006b). Distinta literatura de autores que incluyen a Naciones Unidas, ha referenciado múltiples y sistemáticas violaciones a los derechos humanos por parte de determinadas inversiones de compañías transnacionales (Teitelbaum 2007). A tal extremo, que muchas empresas transnacionales han sido y están siendo juzgadas en tribunales de opinión ante la gravedad de sus violaciones sobre los derechos humanos, y ante la parálisis, cooptación y complicidad de los poderes públicos para hacerles frente. Ante tal escenario global de impunidad institucional, los tribunales simbólicos se convierten en foros de coordinación de resistencias, a su vez que en auténtico escaparate de casos concretos de anticooperación tecnoproductiva.

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El Tribunal Permanente de los Pueblos El Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) tiene su origen en 1979 en el llamado Tribunal Russell, un tribunal «inventado» desde la sociedad civil para juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos por Estados Unidos en la guerra contra el pueblo de Vietnam. Ante la ausencia de instrumentos efectivos para defender a la gente y enjuiciar al poder, históricamente se ha vuelto necesario inventar nuevos repertorios de acción. Es el caso de reconstrucciones ciudadanas simbólicas como las consultas sociales (cuando el Estado se niega a plantear ciertas discusiones), las Cumbres Alternativas (cuando los gobiernos toman grandes decisiones internacionales a espaldas de la gente), las Contrajuntas (cuando las juntas de accionistas se olvidan de todo menos de sus beneficios) o los propios tribunales de opinión (una respuesta popular cuando las élites que gobiernan los estados bloquean cualquier iniciativa para juzgar poderes fácticos aparentemente intocables). Los tribunales de opinión se aplicaron durante sus primeros 20 años a las violaciones de los derechos humanos perpetradas por gobiernos occidentales o dictaduras militares como la de Argelia o las latinoamericanas durante los años setenta. Hoy, con la ayuda del TPP, se aplican a las empresas transnacionales. Así, por ejemplo, en el Estado español, entre 2005 y 2007 se han desarrollado varias actividades de este tipo. En Madrid se celebró el Tribunal de Opinión sobre la Deuda Externa, que apuntó también a los impactos de la IED española en el Sur, con audiencias previas sobre deuda ecológica y deuda social en Barcelona, Córdoba y Salamanca, y Tribunales posteriores sobre la Deuda Externa en Palencia y Asturias.8 Últimamente se ha juzgado al BBVA en un Tribunal en Bilbao. América Latina no se queda atrás, sobre todo los países donde más se ha agudizado la agresión transnacional contra los pueblos. Tal es el caso de Colombia, que ha desarrollado un proceso de enjuiciamiento popular a las transnacionales donde la mayoría de las acusaciones se han concentrado en empresas estadounidenses, españolas y británicas.9 Se destaca asimismo Nicaragua, donde el TPP a Unión Fenosa congregó a más de 700 personas. Todos ellos han apuntado a enlazar alternativas entre pueblos o comunidades que se ven violadas sistemáticamente por la alianza entre capital transnacional y oligarquías locales. La hoja de ruta es parecida: juntar a grupos en resistencia a una misma empresa, instruir cada una de las acusaciones reconstruyendo un rompecabezas de los hechos a partir de los afectados y de las organizaciones que trabajan con ellos, mostrar la imagen de esa agresión

8. Véase www.quiendebeaquien.org 9. Véase www.tppcolombia.info.

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ante los de medios de comunicación y, finalmente, alimentar un cambio de paradigma que permita transformar el actual régimen normativo-económico internacional, abriendo un debate sobre los mecanismos de enjuiciamiento de las empresas transnacionales.10

Entre las razones que explican cómo se produce la anticooperación mediante inversión empresarial, conviene señalar algunos factores relacionados con la lógica del inversor. En primer lugar, entre los tres principales tipos de IED, predominan dos que no responden al supuesto beneficio local que la opinión pública sobreentiende. Las inversiones pueden efectuarse por medio de: 1) inversiones de nueva planta; 2) adquisiciones/fusiones; y 3) inversiones de cartera. Las primeras consisten en crear de la nada una fábrica o infraestructura productiva a partir de capital transnacional (como las cuatro grandes represas que ENDESA construye en Aysén, Chile). El segundo tipo de inversión, en cambio, supone la adquisición de una propiedad que ya existía para integrarla a otra compañía (por ejemplo, cuando Repsol adquiere YPF ). Las inversiones de cartera consisten en la compra-venta especulativa sobre algún porcentaje, no de control, de valores de una empresa que cotice en una bolsa de una capital de un país emergente (por ejemplo, el caso de los fondos de inversión gestionados por bancos norteamericanos o españoles que invierten en empresas latinoamericanas). Así pues, la primera y la segunda opción implican el control por parte del inversor extranjero; mientras que la segunda y la tercera no aportan nuevo tejido productivo al país, sino que simplemente suponen un traspaso de propiedad de manos locales a manos extranjeras: la extranjerización de la propiedad local. Segundo, la extranjerización de la propiedad local impone, a su vez, una lógica crematística de rentabilidad sin concesiones que, ante regulaciones locales débiles y con el beneplácito de sus élites intermediarias, suele pisotear los derechos locales en detrimento de la soberanía local. Se trata de un comportamiento rapaz libre de responsabilidades (no existen mecanismos internacionales de rendición de cuentas que defiendan a los empobrecidos), especialmente en sectores como las industrias extractivas, los agronegocios, el sector textil o la pesca. Resultado de ello, es que según un informe de la UNCTAD que comparaba el flujo de inversión extranjera con la repatriación de beneficios, países como la R.D.Congo, Nigeria, Malí o Botsuana en un período piloto como 1995-2003 enviaban más dólares fuera del país en con-

10. Véase www.enlazandoalternativas.org.

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cepto de beneficios de las inversiones que los que entraban por las propias inversiones (UNCTAD, 2005). Hasta tal punto llega a penetrar la lógica exterior que como veremos en el siguiente subapartado, las infraestructuras en África, América Latina o Asia se construyen para servir a Europa, Estados Unidos, China o Japón. El Banco Europeo de Inversiones, el banco «comunitario» de la UE con capacidad financiera dos veces superior a la del Banco Mundial, financia infraestructuras en países periféricos siempre y cuando obedezcan a los intereses europeos (sean comerciales, políticos o de seguridad).11 En tercer lugar, la tecnología y el conocimiento en general son capitales estratégicos que el capitalismo está tratando de privatizar con el objetivo de sacar beneficios monetarios también de éstos. La tecnología se transfiere en dirección NS cuando no hay más remedio. La «división internacional del trabajo», que bien podría llamarse la «división internacional de la tecnología», ha reservado los segmentos estratégicos y con más valor añadido al centro de las ciudades centrales (gestión de rentas e inversiones multinacionales, marketing, I+D+I, ingeniería, relaciones públicas…). A los países de la Periferia se les confiere la función de agricultores de productos para postre (café, té, azúcar, cacao y fruta), de ensambladores maquileros o de exportadores de materias primas. En suma, la inversión extranjera constituye en la práctica una fuente de anticooperación asociada con la expansión y el control tecno-productivo del capitalismo. Una anticooperación, como hemos señalado anteriormente, ligada a la pérdida de soberanía local, la concentración de activos y la impune centrifugación Norte-Sur de pasivos de todo tipo.

La huella del consum(ism)o Mientras la tendencia a consumir de manera compulsiva se diversifica e intensifica en las ciudades de todo el mundo de forma aparentemente inofensiva, mientras el consumo del Norte Global se aleja cada vez más de las necesidades básicas, una serie de efectos colaterales repercuten a kilómetros. En el mundo de la alimentación, por ejemplo, algunos alimentos atraviesan océanos o se embarcan en aviones antes de llegar a ser consumidos. Cerca del 30% de las mercancías mundiales que circulan por las carreteras son alimentos y productos agrícolas. En el Reino Unido, el 95% de la fruta

11. El BEI dispone anualmente de una cartera de portafolio de unos 50.000 millones de euros. En América Latina por ejemplo, «El BEI dirige sus esfuerzos a promover la Inversión Extranjera Europea en proyectos de interés mútuo en América Latina y el Caribe a la vez que proyectos de infraestructura de integración regional» (BEI, 2004).

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y la mitad de los vegetales son importados.12 En Estados Unidos se estima que la distancia que recorre un alimento desde su lugar de producción hasta la boca del consumidor es de cerca de 1.500 millas (2.400 km).13 Algunos movimientos sociales les llaman «alimentos quilométricos» y les atribuyen el consumo innecesario de energía exosomática. ¿Qué coste energético tiene para el planeta un modelo de ese tipo? Consumir, hasta morir Los anuncios y el marketing no nos dejan de recordar que todavía tenemos mil deseos por saciar. Y no se refieren a deseos que no podamos comprar (como una puesta de sol o una sonrisa espontánea), sino sólo a los que son mercantilizables y consumibles, aquellos que tienen precio. Un botón de muestra de que el sistema busca cómo intensificar el consumo. El consumo es fundamental para el sistema capitalista. Año tras año debe aumentar. Lógicamente, se desprende que el mismo sistema se orienta, con mayor interés, a cubrir los deseos de los estratos de la población mundial que son capaces de pagar más, es decir, a la clase consumidora mundial. Incluso muchas empresas se dedican exclusivamente al lujo, a las clases más pudientes. En cambio, los más pobres quedan excluidos de forma natural. A pesar de ello, el sistema va configurando una «cultura del ultra-consumo», que se incrusta tan sutil como eficazmente en nuestra conciencia y que conduce a la población a percepciones como las que expresa la presidenta de la Comunidad de Madrid: Lo que peor llevo es la factura de la electricidad, tengo unos techos altísimos y la calefacción es eléctrica, ¡un horror! No tener pagas extras me tiene mártir, las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a fin de mes; es que muchas veces no llego, a excepción de cuando fui presidenta en el Senado, que entonces sí cobraba un buen sueldo, en el paso del Senado a la Comunidad dividí mi sueldo casi por dos.14

12. El Departamento para el Medio Ambiente, la Alimentación y los Asuntos Rurales del Reino Unido (DEFRA por sus siglas en inglés) afirma que la distancia recorrida por los alimentos creció un 15% entre 1992 y 2002 (DEFRA, 2005). 13. Se trata de un concepto interesante que aún no tiene traducción al castellano: el Food Miles. Véase www.localfooddirectory.ca. 14. Declaraciones de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid (100.742,91 euros anuales más gastos de representación y coche oficial) en Drake (2006, 479).

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Referencias BARREDA, A. (1995), «El espacio geográfico como fuerza productiva estratégica» en El capital, de Marx. En A. Ceceña (coord.), La internacionalización del capital y sus fronteras tecnológicas (pp. 129-179), México: El Caballito-Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Grupo ETC: www.etcgroup.org. Revista Ecología Política: www.ecologiapolitica.info. SINGH, K. (2007), Why Investment Matters. The Political Economy of International Investments. Delhi: Fern, The Corner House, CRBM, Madhyam Books. VERGER, A. (2003), El Sutil Poder de las Transnacionales: lógica, funcionamiento e impacto de las grandes empresas en un mundo globalizado. Barcelona: Icaria.

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VI. ANTICOOPERACIÓN FINANCIERA

De acuerdo con la versión «oficial»,1 las administraciones de los países empobrecidos tienen grandes dificultades para recaudar impuestos y por lo tanto para poder cumplir con sus funciones al no disponer de fondos para su presupuesto. ¿Cómo se puede gobernar así?2 De la misma forma, al sector privado de los países del Sur le cuesta acceder también a créditos para emprender nuevos negocios, dada la poca rentabilidad y alto riesgo potencial. ¿Cómo se puede competir así? Entonces, en dichos países, a falta de bancos locales que puedan prestar y de una capacidad estatal recaudatoria significativa, la solución a los problemas de financiamiento tanto del sector público como del privado es acudir al exterior. Es decir, pedir crédito internacional a la banca privada transnacional, a las administraciones de países ricos o a bancos multilaterales de desarrollo. Y si se puede, atraer inversiones extranjeras. Cabe decir que es un razonamiento que esconde con disimulo la posibilidad de encontrar financiación al interior de los países por medio de: 1) una reforma fiscal que haga pagar impuestos a las clases capitalistas del Sur; 2) obligar también a estas clases a devolver el enorme contingente de capital

1. Esta es la versión que dan habitualmente tanto gobiernos como empresas e instituciones financieras internacionales (IFIs). 2. El panorama general de los países empobrecidos es el siguiente: las clases altas pagan apenas impuestos por ser de los mismos círculos familiares que las élites gobernantes, o por fugar capitales al exterior; las clases pobres mayoritarias, tampoco suelen pagar más impuestos que los indirectos (IVA) puesto que suelen operar en la economía informal y sus rentas son demasiado bajas; los que cargan con el coste del Estado son sobre todo las clases medias, muy castigadas en estos países, especialmente tras sufrir años de programas neoliberales, además de ser paulatinamente más minoritarias.

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fugado y colocado en bancos del Norte; 3) políticas estatales que prioricen los gastos públicos relacionados con las necesidades básicas de la población, al pago del servicio de la deuda… incluso que planteen una negativa unilateral al pago y 4) la creación de fondos regionales de financiación que escapen a las duras obligaciones del Norte. Ahora bien, desde la óptica del Norte, tanto la deuda como la colocación de fondos especulativos se convierten en una forma eficaz de internacionalizar sus empresas así como de hacer negocios muy rentables (y a menudo strictus sensus poco productivos). La recepción de depósitos bancarios es a la vez una magnífica oportunidad de obtener nuevos fondos para volver a prestarlos con altas tasas, así como una manera de tener controlados a determinados líderes políticos del Sur. En este apartado describiremos cuatro mecanismos de anticooperación financiera: la deuda externa como aspiradora de capital, la deuda externa como palanca geopolítica, la fuga de capitales y depósitos hacia bancos extranjeros y, finalmente, los fondos de inversión especulativos y crisis financiera.

Mecanismo 1. La deuda externa, como aspiradora de capital La deuda es, como veremos, una de las lacras más pesadas e ilegítimas que han de soportar las poblaciones del Sur, especialmente las de África Subsahariana. Para ver la importancia relativa de los flujos de capital que representa el pago, es preciso que consideremos los dos indicadores clave: el servicio de la deuda y su monto (stock). El servicio es lo que cada país paga en concepto de devolución de los préstamos (amortización) más los intereses acordados en el contrato. El servicio de la deuda viene a ser, a escala individual, el pago mensual que una persona hace al banco por una hipoteca. Mientras que el monto, es el valor de lo que todavía debe el país deudor al acreedor en un momento dado. Así, si comparamos el valor de lo que entra en un país del Sur en concepto de ayuda al desarrollo (flujo Norte-Sur) con lo que éste expatría en base al pago del servicio de la deuda (flujo Sur-Norte), encontramos ratios impresionantes. En el año 2000 por ejemplo, en concepto de pagos de deuda, el Sur enviaba 6,15 veces más que todo lo que recibía en ayuda. Se trata de un dato relativamente desconocido por la opinión pública internacional. El gráfico y el cuadro que siguen ilustran la evolución en los últimos 35 años (los años de globalización) de la deuda del Sur en comparación con la ayuda que proviene de los países del Norte.

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RELACIÓN PORCENTUAL DE SERVICIO DE LA DEUDA FRENTE A LA AYUDA 1970

1971

1972

1973

1974

1975

1976

1977

1978

1979

8.147

8.919

10.433

13.956

17.419

20.255

23.188

29.584

42.812

57.437

70.943 80.006 88.570 26.195 24.604 27.037

6.713 121% 1983 82.210

1980

1981

1982

7.284

8.844

8.703

11.180

13.254

13.248

14.956

19.148

21.841

122%

118%

160%

156%

153%

175%

198%

224%

263%

271%

325%

328%

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

92.136 101.009

26.770 28.130

104.724 108.009 126.732 121.721 125.875 125.828 132.409 139.884 156.879 190.360

28.755

35.836

40.606

47.063

45.735

54.264

58.301

62.358

307%

328%

351%

292%

266%

269%

266%

232%

216%

212%

249%

267%

324%

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

232.197 259.603 260.838

56.148 58.820 58.780

310.911 330.495 336.168 336.884 370.941 398.033 442.028 516.323 485.574

55.591

48.465

52.087

53.233

53.749

52.423

58.297

69.065

418%

536%

501%

584%

615%

641%

578%

537%

79.432 107.078 104.369 103.487 119.759 501%

413%

495%

469%

0%

6,15

Servicio de la deuda Ayuda Oficial al Desarrollo Datos en millones de dólares

SD (fuente: GDF-BM 2008 AOD (fuente: CAD-OCDE)

Referencias: Comité para la anulación de la Deuda del Tercer Mundo: www.cadtm.org. Eurodad: www.eurodad.org. Observatorio de la Deuda en la Globalización: www.odg.cat. Observatorio Internacional de la Deuda: www.oid-ido.org.

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Mecanismo 2. La deuda externa como palanca geoeconómica y geopolítica El pago del servicio de la deuda tiene dos caras. Para el Sur es un gasto que puede llegar a significar el sacrificio de la mitad del presupuesto estatal; es decir, alrededor del 50% de los dineros públicos se puede volatilizar hacia el exterior, dejando de ser invertido, por ejemplo, en escuelas, clínicas o vivienda. Algo que sucede en países en los cuales este tipo de inversiones son de una necesidad urgente. Desde esta perspectiva, el pago de la deuda supone una «hemorragia» que deja a la economía agonizando en todo momento (por ejemplo en 2006 Ecuador, un país del Sur de renta media, destinaba el 33% de su presupuesto nacional al pago del servicio de la deuda). Es una interferencia en todo caso fatal si no tiene ninguna contrapartida. Para el Norte, en cambio, la importancia del beneficio económico que puede representar el pago del servicio de la deuda desde el Sur es relativa. Es más, no tiene comparación con otras fuentes de recursos. No es, por tanto, una interferencia excesivamente relevante. Así, por ejemplo, en el Estado español, la totalidad de la deuda que tienen con éste los países del Sur no significa más del 0,8% de su Producto Interior Bruto (PIB).3 ¿Cómo se genera la deuda externa? Cuando cualquiera lo analice desde un país de la OCDE se dará cuenta que se produce a partir de tres actores distintos: gobiernos (deuda bilateral), instituciones financieras multilaterales (deuda multilateral) y bancos o empresas privadas (deuda privada). La estructura de la deuda de países tanto deudores como acreedores varía en función de la historia y las características económicas del país. Los mecanismos que convergen para generar un tipo de deuda u otro son diversos y algunos complejos. Sin embargo, se suele tomar como centro de estudio la deuda bilateral por ser la más transparente, sencilla y la más sensible a ser afectada por el control ciudadano. Los mecanismos que generan deuda multilateral no distan demasiado de lo que aquí describiremos para la bilateral. Son dos los mecanismos que en todo país central generan continuamente nueva deuda bilateral: los llamados créditos en condiciones de ayuda al desarrollo (ODA Credits por sus siglas en inglés) y las agencias de crédito a la exportación (ECAs por sus siglas en inglés). En otras palabras, los unos consisten en préstamos blandos y los segundos suelen tomar forma de pólizas de seguros para la exportación e inversión en situación de riesgo político o comercial. Ambos están pensados desde los Ministerios de Economía para apoyar la internacionalización de sus empresas autóctonas.

3. Datos a 31/12/2007.

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En realidad, la deuda externa y los créditos que la generan son utilizados por el Norte como una palanca geopolítica y geoeconómica central en las relaciones internacionales (Llistar, 2005). Mucho más importante para el Norte que el cobro de los intereses del préstamo es el lograr imponer políticas públicas en países terceros. Por ello, la deuda externa constituye un tipo de anticooperación financiera. Consideraremos aquí brevemente cómo es utilizada la deuda externa en ese sentido. 1) Resuelvo la crisis de la deuda durante tu legislatura, te salvo de la bancarrota, si tú nos vendes las empresas públicas y privadas (privatizas y liberas la economía) y me dejas expandir mis empresas en tu país con seguridad (jurídica). Durante la Gran Crisis de la Deuda en México (1982), se hizo evidente la incapacidad de múltiples administraciones del Sur para pagar lo que debían. Los acreedores principalmente afectados eran los bancos privados del Norte —como los británicos o estadounidenses— que habían prestado masivamente al Sur petrodólares depositados en sus arcas por los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), sin analizar correctamente ni la legitimidad del préstamo ni la viabilidad del pago. Muchos de los bancos tuvieron que cerrar al descubrir que las economías y sociedades periféricas como la mexicana habían tocado fondo. Era el comienzo de la «década perdida» en Latinoamérica, que se había desencadenado en buena medida por la decisión de Ronald Reagan de subir imprevisiblemente los tipos de interés del dólar. Es decir, la crisis fue consecuencia de una decisión tomada fuera de las fronteras latinoamericanas. Después de aquella crisis, la solución que los entonces secretarios de Estado y del Tesoro estadounidenses, J. Baker y N. Brady propusieron, fue la posibilidad que los estados del Sur vendiesen las propiedades estatales (o sea, privatizaran las empresas públicas) para pagar la deuda, y al mismo tiempo, aplicasen en sus economías el tratamiento neoliberal severo estipulado en el Consenso de Washington. De manera clara, esta privatización se realizó en beneficio de las empresas del Norte (que aprovecharon para transnacionalizarse), ya que el sector privado del Sur no podía competir con ellas por el control de las empresas estatales. Los países acreedores estuvieron de acuerdo y revitalizaron el hasta entonces debilitado Fondo Monetario Internacional (FMI) para que asumiera la función de director de orquesta de la comunidad de acreedores. La deuda de cada país se negociaría en el Club de París cuando fuera deuda entre estados, y en el Club de Londres cuando fuera entre estados del Sur y bancos del Norte. Siempre con el FMI como encargado de realizar el seguimiento y orquestando a la comunidad de financiadores internacionales en caso de

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necesitarse nueva financiación. De modo que aquel país que llegara a la bancarrota y quisiera negociar su deuda, se vería obligado a hacerlo ante toda la comunidad de acreedores a la vez. Si esta estrategia se asemeja a la conformación de un auténtico cartel o sindicato de acreedores, jamás se llegó a formar ningún «cartel/sindicato de deudores» que pudieran presionar en sentido contrario, a pesar de, por ejemplo, algunas propuestas en ese sentido desde países como Cuba. Los países del Sur, ahogados financieramente, divididos por el sistema de negociación y dirigidos por élites que se podrían beneficiar de las privatizaciones, no tuvieron nada que decir. Este mecanismo acentuó por tanto la relación asimétrica de poder entre el Norte y el Sur. Es por eso que históricamente el endeudamiento de los países del Sur ha sido la palanca geopolítica que el Norte ha utilizado reiteradamente para forzar al Sur a privatizar y liberalizar. De esta manera, con una entrada masiva de Inversión Extranjera Directa (IED), como el desembarco de empresas españolas en América Latina, por ejemplo, podrían expandirse en las economías de estos países.4 2) «Este dictador es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta».5 Créditos para sostener o colocar regímenes favorables a los intereses de Estado del acreedor incluyendo dictaduras. La diplomacia ha utilizado el grifo del crédito y la condonación para mantener en el poder a gobiernos legítimos o no, considerados amigos de los intereses particulares de los prestamistas. Incluso es habitual en países como EEUU, Francia, Rusia o el Reino Unido el financiamiento de facciones políticas y militares para derrocar a gobiernos molestos en el Sur. Este fenómeno tuvo especial intensidad durante los años de la Guerra Fría, cuando un bloque y otro se disputaban la filiación de los países periféricos (Mozambique, Nicaragua, Argentina, Argelia, Zaire, Colombia, Sudáfrica…). Golpes de Estado primero y, después del fracaso de la guerra en Vietnam, guerras de baja intensidad en África, América Latina o Asia, no se explican sin este fenómeno. Muchos de estos países quedaron sometidos a guerras intestinas prendidas o a menudo avivadas con la venta de armas y dinero que se entregaban a dictadores y guerrillas o contrainsurgentes de otro bando por el espionaje norteamericano, soviético o europeo.

4. Por ejemplo, se estima que dos terceras partes de las mayores 500 empresas argentinas están controladas desde el exterior (datos referentes al período 2003-2005, véase la Página del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Argentina, http://www.indec.mecon.ar). 5. Cita atribuida al ex presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt en referencia al dictador nicaragüense Anastasio Somoza García.

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Deudas odiosas e ilegitimas que hoy son contabilizadas como deuda oficial. Esta realidad ha persistido hasta el día de hoy, y lo que entonces se hacía en nombre de la lucha contra el comunismo o el capitalismo, se hace actualmente en nombre de la guerra contra el terrorismo o el narcotráfico. Deuda del Apartheid Un ejemplo paradigmático de deuda de opresión se ubica en aquella generada por el dinero prestado a los gobiernos sudafricanos responsables de la política del Apartheid. Recordemos que esta política fue aplicada contra la población no blanca de este país entre 1948 y 1991 en las tierras colonizadas por británicos y holandeses en el extremo Sur del continente africano. Al final del período, la deuda externa de Sudáfrica presentaba un saldo de 20.000 millones de dólares.

¿Quién financió el «apartheid»? Poco se sabe de la identidad de los acreedores anteriores a los setenta, pero en 1976, unos meses después que la rebelión de los escolares de Soweto (cuya represión costó unas 200 vidas) colocase al régimen en todos los diarios del mundo, se documentó que el FMI, impulsado por Gran Bretaña y EEUU, otorgó al régimen sudafricano un significativo préstamo poco después de su primer descalabro financiero. Esta ayuda permitió que el régimen del Apartheid permaneciese en el poder por 15 años más. Además, el gobierno se benefició de fondos públicos por medio de acuerdos bilaterales. En 1993, Sudáfrica debía el 90% de sus obligaciones externas a largo plazo a cuatro países acreedores: EEUU, Alemania, Suiza y Francia. En el ámbito privado, estuvieron implicados en el financiamiento del Apartheid al menos 30 grandes bancos y 230 de menor envergadura. En 1985, cuando Sudáfrica se declara en «default» (en bancarrota), 14 de los bancos más grandes del momento participaron del salvamento, entre los que se destacaron los europeos. En realidad la presencia europea en el Apartheid aumentaba a medida que crecía la campaña internacional contra el régimen. Así, los bancos europeos aumentaron sus créditos en un 564% entre 1980 y 1985. Los bancos comerciales eran conscientes de la situación de exclusión a la que fue condenado el Gobierno sudafricano por la comunidad internacional por sus prácticas criminales y discriminatorias. Sudáfrica fue noticia internacional desde la masacre de Sharpeville hasta la caída del régimen. Posteriormente, estos bancos fueron el blanco directo de una concertada y creciente campaña internacional contra la financiación del Apartheid que comenzó en EEUU en 1966 y en Europa en 1972. A pesar de ello, lejos de perder a sus clientes de oro y diamantes, los acreedores se aprovecharon de la situación obteniendo importantes beneficios: Sudáfrica tuvo que pagar una tasa de interés más alta que el precio de mercado por el rechazo internacional de sus prácticas criminales.

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En 1992, las víctimas del sistema en Sudáfrica presentaron una demanda judicial contra dos bancos suizos y uno norteamericano en la que exigen una compensación de 50.000 millones de dólares. Según la acusación, entre 1985 y 1993, los citados bancos concedieron préstamos al régimen segregacionista que resultaron clave para su permanencia en el poder. En su defensa, éstos alegan que en 1985, el régimen ya estaba a punto de caer. Las víctimas sostienen que quien proporciona los medios financieros necesarios para cometer un crimen es igualmente responsable que el autor material, porque es consciente de las consecuencias de lo que financia. En el juicio, si los bancos rechazaban toda implicación, deberían demostrarlo, poniendo a disposición de la justicia los documentos pertinentes que permitiesen establecer la verdad. La demanda no prosperó. En noviembre de 2002, el grupo de apoyo a las víctimas del Apartheid, Khulumani Support Group, demandó en Nueva York a 21 bancos y corporaciones extranjeras por los daños sufridos por 32.000 ciudadanos sudafricanos como resultado directo de la complicidad de dichas instituciones con el régimen.6

3)

«Toma este crédito regalo y esta condonación de tu deuda que tanto necesitas. Pero hazme un favor...».

Condonaciones o nuevos préstamos se usan diplomáticamente a cambio de favores geopolíticos: por ejmplo, un voto a favor ante el Consejo de Seguridad o el apoyo para el envío de tropas a una guerra. Interferencias financieras de dudoso resultado. Lo ilustramos con el siguiente ejemplo: ¿Ayuda al desarrollo para colaborar en una guerra? Macro FAD otorgado a Turquía en los preámbulos de una guerra7 El 17/01/2003 el Consejo de Ministros español autorizó la concesión de un crédito por un importe total de 161,27 millones de euros a la República de Turquía. Este es el mayor crédito otorgado por un Gobierno español con cargo al Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) desde la creación de este mecanismo.

6. Los bancos acusados pertenecen a seis países occidentales: Suiza, Alemania, Países Bajos, Francia, Gran Bretaña y EEUU. Los más conocidos son: Barclays National Bank Ltd., Citigroup Corporation, Commerzbank, Credit Suisse Group, Deutsche Bank AG, Dresdner Bank AG, J.P. Morgan Chase,UBS AG [véase: http://www.khulumani.net]. 7. Ejemplo extraído de ODG (2004a, 2004b).

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Las condiciones financieras eran muy favorables (Triper, 2003): 34 años de plazo total de amortización, incluyendo 13 años de gracia, a un tipo de interés anual del 0,2% y con vencimientos semestrales. Cabe decir que estas condiciones fueron mejores que las concedidas el mismo día a Mozambique,8 un país empobrecido y altamente endeudado, para la obtención un crédito FAD de 2 millones de euros. El crédito se tenía que destinar a financiar el proyecto de rehabilitación de la línea férrea entre Ankara y Estambul a realizar por el grupo español OHL, en consorcio con el holding turco Alarko [...] No obstante, es preocupante que el crédito de más envergadura de la historia del FAD se otorgara a un país de renta media, muy bien situado desde el punto de vista geoestratégico, en un momento internacional altamente delicado. Cabe recordar que cuando se tomó esta decisión los países limítrofes con Iraq estaban definiendo su oposición respecto a la guerra de invasión que estaban planeando los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, en alianza con el Gobierno español y otros. Si bien ya es alarmante que se utilicen este tipo de créditos, que luego contabilizan como Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), para financiar macroproyectos ferroviarios para futuros trenes de alta velocidad, más pudiera serlo que se utilizara como «arma» de presión política, en función de injustificados intereses belicistas. Sin poder demostrar que, efectivamente, el gobierno español quiso usar este crédito como instrumento de presión para que Ankara aceptara el paso de las tropas estadounidenses por territorio turco, el monto y momento del proyecto inducen a pensarlo. En efecto, los días previos y posteriores al ataque contra Iraq, se produce una intensa actividad diplomática del Gobierno de J.M. Aznar aliado declarado de las administraciones Bush y Blair. Simultáneamente al otorgamiento del crédito Turquía, el Gobierno español acordó una conversión de deuda con el gobierno de Angola9 de cerca de 800 millones dólares EEUU junto a la promesa de nuevos créditos. Curiosamente, Angola se encontraba en ese momento, entre los llamados «países indecisos» del Consejo de Seguridad, a los cuales se debía convencer para que se decantaran por la opción bélica. Asimismo, el Gobierno español presionó a México (otro de los países del Consejo de Seguridad inicialmente no convencido) mediante una visita relámpago del presidente Aznar en la cual en apariencia no obtuvo resultados. Finalmente, y ya consumada la ocupación anglo-norteamericana de Iraq, la Administración Aznar concede otro crédito FAD de 22,5 millones de euros a Jordania.

8. El FAD otorgado a Mozambique tenía 30 años de plazo total de amortización, incluyendo 10 de gracia, a un tipo de interés anual del 2,75% y con vencimientos semestrales. 9. Véase Reuters 26/2/03 vía Iberglobal (www.iberglobal.com): El ministro de Economía de Angola, Jose Pedro de Morais, y el secretario de Estado de Comercio y Turismo español, Juan Costa, han comenzado las negociaciones para la firma de un acuerdo para la conversión de aproximadamente 800 millones de dólares de deuda del país africano con el Estado español.

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Referencias: Adams, P. (1993), Deudas Odiosas. Un legado de insensatez económica y saqueo ambiental. Buenos Aires: Planeta. Campaña ¿Quién debe a Quién?: www.quiendebeaquien.org. Jubileo Sur: www.jubileosuramericas.org; www.jubileesouth.org. Ramos, L. (2006), Los crímenes de la deuda: Deuda ilegítima. Barcelona: Icaria.

Mecanismo 3. Fuga de capitales y depósitos en bancos extranjeros Varios estudios señalan que los países de la Periferia son paradójicamente subministradores netos de capital y no perceptores como pareciera. En otras palabras, que el Tercer Mundo presta al Primer Mundo. En este sentido, los depósitos en el Norte de las personas más ricas del Tercer Mundo llegan a superar en valor a toda la deuda externa. Es más, en muchos países empobrecidos se puede demostrar que el dinero que entra como préstamo al gobierno, vuelve a salir automáticamente al exterior de manera fraudulenta, sin ninguna interferencia ni por parte del gobierno receptor ni por parte del concesionario. La razón de ello es que las élites de estos países escogen a los bancos del Norte para colocar —y a menudo ocultar— su capital privado. Podríamos pensar que los fondos de residentes del Sur que se trasladan a bancos del Norte lo hacen escapando del riesgo financiero, o bien buscando la mayor rentabilidad. Sin embargo, una gran variedad de estudios macro-económicos indican que sobre todo lo hacen para sustraerlos y esconderlos del control social del país. Tales depósitos están compuestos por dos elementos: dinero proveniente del desvío ilícito de fondos públicos, y rentas comerciales (o industriales). Con frecuencia a nombre de empresas pantalla del Sur.9 África Subsahariana es la región con mayor fuga de capitales del mundo (Collier, Hoeffler y Pattillo, 2001). Durante el período 1970-96, se estima que por cada dólar que entraba a cuenta de la deuda externa, 0,8 dólares se fugaban hacia cuentas secretas en bancos del Norte en un término promedio de un año (Ndikumana y Boyce, 2002). En términos absolutos se fugaron durante aquellos 26 años 2,85 billones de dólares, incluyendo intereses derivados, mientras que el stock de la deuda externa combinada de toda la región ascendía a 1.78 billones aquel mismo año (Ndikumana y Boyce, 2000).

10. La estimación del valor de los depósitos de residentes del Sur a los bancos europeos, estadounidenses o japoneses, se puede obtener de la base estadística del www.bis.org (Banco Internacional de Pagos). Se obtiene de las partidas catalogadas como deudas de los propios bancos respecto a países del Sur (Toussaint 2003).

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Está demostrado además, que existe una correlación entre la fuga de capitales y la deuda externa de un país. Algo que se acentúa con la intensa liberalización financiera llevada a cabo durante la década de los noventa en casi todos los países periféricos. Es decir, a más fuga de capital mayor deuda y a mayor deuda, más fuga de capital. ¿Por qué? Existen diferentes teorías al respecto. Algunas apuntan a que las fugas producen déficit de capitalización de las economías y que el déficit provoca crisis financiera, que habitualmente acaba en la demanda de nuevos préstamos, incrementando el monto de la deuda. A su vez, el endeudamiento facilita la disponibilidad de líquido en manos de gobernantes que, cuando son corruptos y logran eludir los controles internos y externos, lo desvían a un refugio seguro: el Norte. Los destinos preferidos son aquellos países y entidades donde el secreto bancario es más firme (Suiza, Luxemburgo…). Las élites del Sur no solamente abren cuentas bancarias, sino que también suelen hacer inversiones inmobiliarias o abrir cuentas numeradas en paraísos fiscales (Islas Caimán, Panamá, Andorra…). Efectivamente, tanto aquellos altos dirigentes corruptos como las élites depredadoras que extraen y fugan ingentes cantidades de dinero a cuenta de sus ciudadanos, deben situarse en el punto de mira de la problemática. Pero un tango se baila entre dos. Por lo que comparten tan denostable responsabilidad con las entidades bancarias del Norte que mantienen con enorme hipocresía un sagrado secreto bancario, que los gobernantes de los países industrializados aún permiten interesadamente. ¿Quién pierde? La empobrecida e impotente población del Sur. . Anticooperación Suiza - Filipinas 1)

2)

Más de 600 millones de dólares depositados en bancos suizos por el dictador filipino Ferdinando Marcos (1965-86), fueron retornados a las autoridades filipinas (16/07/2003). Sólo una parte de lo que Marcos fugó. Michelin Calmy-Rey, presidenta de Suiza: «Hemos sido el primer país del mundo en llevar a cabo una política de restitución de fondos. Consideramos que no es nuestro el dinero (...). Seguiremos restituyendo los fondos de los dictadores a sus países de origen. (...)».

Fuente: El País, (03/01/07)

Se plantean entonces dos cuestiones. La primera es que si el contexto financiero en el Sur está tan lleno de riesgos para los capitalistas locales, ¿cómo es que los capitales del Norte continúan otorgando créditos al Sur? La respuesta que dan algunos autores se basa en dos hechos: que los tipos de interés en regiones calificadas como «de riesgo» (África, por ejemplo) son

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mucho más altos que los de los mercados centrales; y que, en un mercado financiero liberalizado, el inversor financiero foráneo está protegido por garantías soberanas del estado receptor,26 mientras que el local, no. Los riesgos son completa y paradójicamente asimétricos. Podemos también preguntarnos: ¿cómo es que los acreedores del Norte siguen otorgando préstamos con tanta irresponsabilidad? Tal como se señaló anteriormente, para los capitalistas del Centro, la deuda constituye a la vez una palanca geopolítica y geoeconómica así como una aspiradora de capital. O como dice E. Toussaint, «las transferencias de la Periferia al Centro, son asimilables a las del trabajo al capital» esta vez a escala global. De forma tal, que el crédito internacional acelera la reproducción del capital del Norte (2004). ¿Entrada del BBV(A) en Colombia por lavado de dinero del narcotráfico? Algunos bancos proclives a demostrar una buena reputación corporativa han obtenido, sin embargo, por mecanismos corruptos e ilegítimos, importantes activos de los países del Sur. El siguiente ejemplo muestra uno de los canales utilizados para blanquear dinero procedente del narcotráfico —blanqueo que algunas estimaciones globales sitúan sobre los 750.000 millones de dólares anuales— y que reposan en la opacidad y secretismo del sistema financiero internacional. El banco de capital español BBV (actualmente el BBVA, segundo en el ranking de la banca en América Latina), acusado de comprar voluntades políticas en varios países de América Latina a cambio de hacerse con el control de distintos bancos nacionales, consiguió, según la Fiscalía Anticorrupción española y distintas fuentes que lo acusaron (incluido el FBI), una excelente posición en el mercado financiero colombiano gracias a la llamada «Operación Fidugán»: A los fines de asegurarse la mayoría accionarial y el efectivo control del BANCO GANADERO de Colombia responsables al más alto nivel de BBV, S.A. como en 1998 lo eran D. Pedro Luis Uriarte Santamarina —vicepresidente y consejero delegado- y D.José Ignacio Goirigolzarri Tellaeche —encargado del Área de Negocio de Banca en América—, contando en todo caso con el conocimiento y la necesaria aprobación del presidente D. Emilio de Ybarra y Churruca, adquirieron con D. Marco Aurelio Royo el compromiso de proporcionarle el cauce por actividades ilegales, mediante

11. Véase por ejemplo el funcionamiento de cualquier Agencia de Crédito para la Exportación en www.ecawatch.org.

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una instrumentación jurídico formal diseñada por D. Mario Femández Pelaz, que habría ideado el mecanismo financiero oportuno para que el anteriormente citado y los señores Enrique Guerlain y Víctor Carranza (vinculados los tres según comunicación del FBI con actividades de narcotráfico y paramilitarismo) pudieran sacar de Panamá y de Colombia (hacia el BBV Privanza en Suiza) ingentes cantidades de dinero». Fuente: Fiscalía Anticorrupción y elaboración propia a partir de distintos periódicos españoles durante 2002.

Mecanismo 4. Especulación, fondos de inversión y crisis financieras Las principales crisis financieras del último decenio han sido el llamado «tequilazo» en México (1994-95), la del sudeste asiático12 (1997-98), la de Rusia (1998), la turca (2000-2001), la de Argentina (2001-02)13 y aquella derivada de la crisis global de crédito con origen en la burbuja de las hipotecas basura de EEUU en 2008. Aún así, ha habido otras menos conocidas como la de Ecuador (2000), o las transmitidas a países vecinos por procesos simpáticos como las sufridas por Uruguay o Paraguay, a instancias de la crisis argentina. Los efectos de estas crisis, tanto económicos como sociales, son nefastos para las poblaciones: desde la fuga en estampida de capital del país, vehiculada por las élites y los bancos extranjeros, a la pérdida de los ahorros de toda la vida de sus ciudadanos y ciudadanas, hasta aspectos colaterales como el aumento de la violencia doméstica generada por la frustración ante la despidos masivos (Ramos, 2003). Las crisis financieras han tenido como protagonistas a países económicamente emergentes más que a países profundamente empobrecidos. Esto se debe a que estos últimos —como los del África negra— a duras penas reciben inversión extranjera. Sus mercados financieros son demasiado pequeños y no suelen ser un negocio manejable para los fondos privados de inversión ni para los préstamos comerciales de la banca privada. No obstante, tanto unos países como otros están sujetos a fuertes perturbaciones externas como los cambios en los tipos de interés que sobre sus divisas establecen Washington, Bruselas o incluso Pekín, o en la relación real de intercambio.

12. Tailandia, Malasia, Indonesia, Filipinas y Corea del Sur 13. En Asia oriental, la causa desencadenante de la crisis fue un exceso de inversión privada (financiada con deuda externa a corto plazo) mientras que en Argentina se trató de un endeudamiento «puro», debido a la fuerte entrada de capital en forma de inversión en cartera destinada sobre todo a la adquisición de bonos gubernamentales.

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Frente al llamado «miedo a la libre flotación» y para evitar el peligro de estas perturbaciones, algunos países como Argentina o El Salvador ajustaron sus divisas al dólar.14 En algunos casos incluso la sustituyeron directamente por éste, como es el caso de Ecuador. La combinación entre el ajuste de la moneda local al dólar y la rápida liberalización financiera durante la segunda mitad de los noventa provocaron la entrada de capital de forma masiva, a menudo bajo la forma de nuevos préstamos (deuda externa) o de inversiones volátiles (inversión de cartera). Los casos argentino y del sudeste asiático lo confirman, sobre todo en los dos años anteriores a la explosión de la crisis (Bustelo, 2004). Cuando el dólar subió su cotización, la moneda local tuvo que subir igualmente. El crédito interno entonces se convirtió/ transformó en una suerte de burbuja financiera, otorgándose préstamos a proyectos no siempre viables y con una economía que en realidad no estaba en condiciones de respaldarlos. El endeudamiento general, tanto interno como externo, la fuerte vulnerabilidad de una economía dominada por el capital financiero y el comportamiento especulativo, rapaz y proclive al pánico de los fondos de inversión extranjeros, aumentaron paulatinamente el riesgo de crisis. Hasta que, una tras otra en distintos puntos del planeta, las burbujas explotaron. Muchos autores como Stiglitz (2003) afirman que estas crisis en las economías del Sur son consecuencia directa del intenso proceso de liberalización financiera sufrida durante la década de los noventa. La liberalización, en este caso, significaba no sólo la desregulación financiera y la correspondiente apertura al capital extranjero —solución a todos los males de la economía, como planteaban entonces el FMI, el BM y la prensa económica internacional—, sino también la eliminación de todo impedimento a la salida de capital (por ejemplo, la salida de beneficios de las filiales a la matriz). La supresión forzada de mecanismos que debieran proteger de los ataques especulativos y de la fuga del cada vez más importante «capital golondrina», dejaron en paños menores el destino de economías emergentes. A nivel interno, el resultado fue el de un tsunami: lo grande por lo general se mantuvo, lo pequeño y mediano quedaron arrasados.

14. La libre flotación de las divisas se refiere a que el tipo de cambio flote libremente en el mercado e implica que el gobierno se abstiene de determinarlo, de tal manera que el precio de las divisas se fija por la interacción entre la oferta y la demanda.

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¿Cómo fomentar una crisis financiera en un país periférico desde el exterior? 1. 2.

3. 4. 5.

6.

Se presiona para que se liberalice el sistema financiero de un determinado país. El eslogan es «el sistema necesita capital extranjero». Si la economía va mal (cosa que es previsible en los países periféricos si no se protege a las empresas locales o si no hay una correcta supervisión de riesgos), bajan las reservas nacionales. Será preciso devaluar la moneda hasta un nivel creíble. Si los traders e inversores en cartera no se lo tragan: ¡ESTAMPIDA en REBAÑO! CRISIS FORZADA: a. Se devalúa la moneda local b. Se detienen las importaciones c. La economía se ha de reestructurar d. Las empresas endeudadas en dólares o euros ¡quiebran! Se inyecta capital al país en forma de deuda IFI. El FMI intentará rescatar a los bancos extranjeros y exigirá más ajuste estructural.

De nuevo debemos preguntarnos cuál es la responsabilidad de unos y otros, internos y externos, en las crisis financieras sufridas por las economías periféricas. La historia reciente muestra cómo las medidas tomadas por quienes toman las decisiones del Norte (ante la convergencia de intereses de empresarios, brokers, intelectuales y periodistas neoliberales, y funcionarios públicos de gobiernos ricos e instituciones multilaterales y hasta dirigentes locales) condujeron a sus poblaciones al cataclismo. Sin embargo, ¿el derecho a crecer de las empresas y los estados ricos continúa siendo legítimo cuando aplasta cual maremoto a los pobres de otros países? ¿Son conscientes de ello los gobernantes, los brokers, los banqueros? Resulta interesante observar cómo dichos colectivos suelen rechazar su implicación moral sobre tales violaciones a los derechos de terceros. El Norte también se ha ido liberalizando financieramente aunque en circunstancias muy diferentes a las de los países periféricos. Para comenzar el proceso fue impulsado por los grandes bancos y gobiernos del Norte, muy capitalizados, que necesitaban expandirse internamente (por ejemplo, hacia el control del dinero de las jubilaciones), pero también hacia mercados periféricos para continuar creciendo y apropiarse de facto de los recursos estratégicos del Sur como si se tratase de una neocolonización silenciosa. Dentro del propio Centro, la competencia se producía durante los noventa entre las tres zonas monetarias (dólar, euro y yen). Hoy debería añadirse la influencia del yuang chino. A uno de los instrumentos más libres, complejos y especulativos del nuevo capitalismo financiero global, se le atribuye la causa de buena parte de las crisis financieras —incluidas las de países centrales: es el llamado hedge fund.

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Hedge Funds («fondos de alto riesgo»15) Son instituciones financieras, en concreto fondos de inversión, que operan en los mercados secundarios (sobre todo en la Bolsa de Wall Street) pero también en otros mercados altamente especulativos, como el de divisas o de materias primas. Los hedge funds se concentran en activos financieros (bonos, acciones, contratos derivados…), cuyos precios son altamente volátiles. La estrategia que siguen estas instituciones para cubrirse de los riesgos es la de diversificar al máximo su cartera de títulos, de manera que la caída de un tipo de título se compense con la subida de otro. En definitiva, los hedge funds son organizaciones de especuladores construidas para sacar provecho de las diferencias de precio de activos financieros a lo largo del tiempo y entre diferentes plazas financieras. Y como veremos, estas diferencias a veces son creadas artificialmente por ellos mismos. Son necesarias altas inversiones iniciales para participar en un hedge fund. Por eso son los grandes bancos internacionales los que acostumbran a participarlos mediante sus fondos de inversión y créditos bancarios. Goldman Sachs, aunque se lo reconocía como banco de inversión, era en buena parte un hedge fund (antes de caer en bancarrota y ser salvado por la transnacional Mitshubishi en octubre de 2008). Lehman Brothers también lo era. Ahora bien, como a los bancos no se les permiten determinadas operaciones especulativas, desde la segunda mitad de los noventa han ido mutando parte o la totalidad de su actividad hacia los hedge funds, radicados en sociedades mercantiles a menudo inscritas/situadas en paraísos fiscales. Los grandes bancos entonces prestan enormes créditos para que los hedge funds puedan jugar libremente en los mercados. Así la cuantía de los recursos aglutinados por un hedge fund es de vital importancia dado que permite alterar los precios del mercado en el sentido que este fondo desee. Los hedge funds están en al origen de las grandes crisis financieras desde los años noventa hasta la actualidad. Veamos algunos ejemplos de ataques de hedge funds: ataque especulativo a la libra esterlina y lira italiana (1992), del sistema monetario europeo (1993), la quiebra del Barings Bank (1995), efecto tequila en México (1994), crisis del sudeste asiático (1997-98), Rusia y Brasil (1998-99), Argentina y Turquía (2000-2002), Estados Unidos y UE (2008-...). El «apalancamiento»:16 los hedge funds pueden mover mucho más valor de lo que ellos realmente valen. George Soros, a través de su hedge fund

15. Aunque en la jerga economicista castellana también son llamados con eufemismos como «fondos alternativos» o «fondos de cobertura». 16. El apalancamiento de una operación financiera es la relación entre capital propio y crédito invertido en esta operación. Cuanto menor apalancamiento, mayor riesgo, pero también mayor rentabilidad financiera.

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contó con un apalancamiento superior a las 250 veces su capital. Es decir, de tener unos 2.500 millones de dólares propios, pasó a mover 600.000 millones (Gowan, 2000). Los hedge funds son por tanto un nuevo modo de saqueo de los propietarios del capital (Norte Global) que causa graves interferencias en las economías periféricas. Por eso es que el lema de algunas respuestas sociales a la actual crisis versan lemas como «Que la crisis la paguen los ricos». LTCM

Referencias Fernández Durán, R. (2003), Capitalismo financiero global y guerra permanente: El dólar, Wall Street y la guerra contra Iraq. Barcelona: Virus Editorial. Gowan, P. (2000), La apuesta por la globalización. Madrid: Akal. Sitios de internet: www.eurodad.org; www.banktrack.org; www.gatswatch.org; http://casinocrash.org/.

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VII. ANTICOOPERACIÓN COMERCIAL

En un mundo convertido en un mercado (mundial) donde todo se compra y se vende, el que más dinero tiene es «libre», libre de ser el dueño. Pero el que no tiene, se convierte en esclavo. El liberalismo económico es agua bendita para los que tienen más dinero, una cárcel para los que no.

Para la Organización Mundial del Comercio (OMC), entidad que rige a nivel mundial las normas del comercio entre países y que tiene por objetivo la liberalización del comercio, asegura que esta última es indispensable para el desarrollo económico y el bienestar (OMC, 2007; 10). De hecho, la liberalización constituye uno de los pilares del actual proceso de globalización. Sin embargo, ¿cómo explicar que, mientras deberíamos constatar de día en día sus crecientes beneficios, nos encontremos en 2008 con 1.000 millones de personas que sufren hambre? Tal como se desarrollará en este capítulo, existen mecanismos de anticooperación que tienen precisamente lugar en la esfera comercial. En comunidades remotas, la primera conexión con el mundo globalizado se suele producir a través del comercio. Se trata de pequeñas cantidades de productos que se venden a través de uno o varios intermediarios que los harán llegar a consumidores de países lejanos. En muchos otros grupos humanos ya conectados al mercado internacional, la globalización del comercio no parece haber mejorado sus condiciones de vida, incluso ha introducido complicaciones añadidas muy complejas. Estas conexiones del pequeño productor con el mundo globalizado son relativamente fáciles de rastrear siguiendo al dinero, a lo largo de la llamada commodity chain (cadena que sigue una mercancía desde que se produce hasta que se consume y se abandonan sus residuos, «desde la cuna a la tumba»). Los supuestos

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beneficios de la globalización serán distribuidos de modo paradójicamente dispar entre los productores, los distintos intermediarios y los consumidores. Proporcionalmente, en la mayoría de los casos, los pequeños productores o asalariados de las grandes productoras recibirán cada vez menor retribución. En los países a los que pertenecen, sus mercados incluso se verán invadidos por productos subvencionados por países poderosos que harán quebrar sus pequeñas explotaciones agrícolas o industriales. Como en el caso de la leche en polvo procedente de los excedentes europeos de leche que, una vez exportada a determinados países del África Subsahariana, envió a los pastores propietarios de vacas a la ruina. Algunos problemas con origen comercial son cruciales para la vida de las comunidades: la incapacidad de producir sus alimentos básicos (soberanía alimentaria), la imposibilidad de gestionar y controlar las fuentes a partir de las cuales se obtiene energía (soberanía energética), o el acceso a medicamentos, se inscriben todos en el ámbito comercial. La historia de las poblaciones empobrecidas del Sur Global enseña cómo se ha producido un deterioro en los términos de intercambio NS (el Sur cada vez vende más barato y el Norte más caro) tal y como señala la Teoría de la Dependencia. Los sectores productivos de las sociedades empobrecidas son reestructurados hacia la exportación en lugar de satisfacer necesidades locales. Convierte a comunidades enteras en extremadamente vulnerables a factores externos porque dejan de depender de sí mismos para comer, calentarse, etc. Especialmente cuando aquella vulnerabilidad es explotada por distintos mercaderes con el fin de obtener máximos rendimientos. Lo que algunas organizaciones sociales denominan malas prácticas en el comercio internacional se convierte en interferencias tan demoledoras para ciertas comunidades del Sur, como un tsunami para un aldea costera. Es el caso de la combinación del dumping del agro estadounidense, europeo y japonés, con su fuerte presión geopolítica para que los países periféricos eliminen sus protecciones arancelarias. Paralelamente, las grandes comercializadoras privadas de granos, las corporaciones de gran distribución y las biotecnológicas van ganando el tamaño necesario para ejercer monopolios cada vez más abusivos sobre los productores del Sur. Mientras tanto, variaciones de tipo financiero relacionadas con el tipo de cambio con la divisa internacional con la que se compra/venden los productos de exportación/importación, variaciones en el precio de insumos como el petróleo, o la propia especulación sobre los futuros del producto a exportar, colocan a las economías del Sur en una posición de vulnerabilidad exterior sin paliativos. ¿Qué pueden hacer los campesinos cafetaleros nicaragüenses si el precio de su café cotiza en la Bolsa de Chicago, se lo compra Nestlé, y el Estado de Nicaragua —desestabilizado por las variaciones del dólar, las subidas del petróleo, la corrupción y su propia deuda externa— no es capaz de ofrecerles ningún tipo de garantía? 122

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Así pues, es posible definir la «anticooperación comercial» como el conjunto de interferencias negativas en dirección NS que se transmiten mediante el comercio internacional. Ello incluye también todo el abanico de políticas e instrumentos, promovidos bajo intereses comerciales, como la firma de tratados de libre comercio, la actividad de las agencias de crédito a la exportación, las condicionalidades con objetivos comerciales, el dumping, y otras. El resultado final consiste en la violación sistemática de los derechos de personas. Se distinguen en el comercio internacional cinco grandes ámbitos/ sectores. Los correspondientes a los tres sectores productivos 1) productos agrícolas y ganaderos; 2) productos no agrícolas (industriales principalmente, pero también el comercio de pesca, de maderas de exportación, de minerales, etc.); y 3) sector de los servicios. Y los dos ámbitos más que añade la OMC, 4) inversiones, y 5) derechos de propiedad intelectual. En cada uno de estos ámbitos es posible observar un sinnúmero de mecanismos y especifidades de la anticooperación NS, de las que solamente podremos apuntar algunos. De acuerdo con esta perspectiva, son considerados como mercancías elementos que en realidad son derechos humanos (la alimentación, el agua, la salud, educación, etc.). Cabe destacar que su mercantilización pone en entredicho el respeto de estos derechos humanos.

Interferencias transnacionales negativas del comercio internacional Kadami, Uganda. Testimonio de un campesino algodonero (2008)1 Hemos estado plantando algodón durante 10 años, y hoy día nos encontramos con importantes problemas en nuestra comunidad: el algodón requiere demasiada tierra y con el crecimiento de la población actual esto es un problema, es demasiado laborioso, los precios de los pesticidas son excesivos, la maquinaria también, en ocasiones las semillas que nos venden no germinan y cada vez necesitamos más fertilizantes y pesticidas porque la fertilidad no deja de disminuir y hemos de enfrentarnos a más pestes. Finalmente es bastante usual que no obtengamos los precios que los promotores nos prometen, actualmente el precio es demasiado bajo (no más de 300-400 shílling por kg —aprox. 0,12-0,16 euros/kg). El algodón te lleva hoy en día al hambre, por eso cada vez quedan menos agricultores de algodón en nuestra comunidad.

1. «Declaración final del Grupo de Base de Kadami realizada en el Workshop de VSF realizado en Kadami el 5 de febrero 2008». Recogido en (VSF 2009).

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Los sectores empobrecidos perciben la anticooperación comercial principalmente a través de los precios y, en caso de los asalariados y jornaleros, a través también del salario y del acceso a trabajo. Por un lado, son gente extremadamente sensible a las subidas y bajadas de precios de los alimentos, de los medicamentos o los impuestos que puedan cargarse sobre ellos. De acuerdo con la FAO, en el Norte Global, las familias gastan de 10 a 20% de su presupuesto en alimentación, mientras que en el sector urbano del Sur Global, se dedica 60 a 80% (FAO, 2008). Un ejemplo extremo de este factor se ubica en las Revueltas por el Hambre durante la crisis alimentaria del año 2008. Los precios de los alimentos se incrementaron de golpe y miles de personas salieron a la calle en los países más golpeados como Haití, Egipto, Camerún, porque habían perdido toda posibilidad de asegurar su supervivencia. Los pequeños agricultores también sienten la variación en el precio de los alimentos, porque son productores de alimentos y deben venderlos. Aunque no siempre vender comida y comprarla responda a las mismas fluctuaciones ni a la misma distribución de precios (debido a la sombra de la distribución a la que nos referiremos más adelante). Por el otro lado, los sectores empobrecidos sienten la presencia o ausencia de trabajo —la única alternativa para subsistir cuando no se dispone de tierras o cuando éstas no son productivas— a través de: 1) la presencia o no de la fábrica, la mina, la maquiladora, es decir, de inversiones de terceros; 2) el acceso a crédito para adquirir un instrumento de trabajo (sea un taxi, un cayuco para pescar o una pulpería en el mercado). En definitiva y por lo que a la anticooperación comercial se refiere, la estructura y variabilidad de los precios, así como el acceso a trabajo a través de las políticas de inversión y crédito, son aspectos cruciales para la economía de los empobrecidos. Cualquier interferencia externa o interna sobre ellos puede causarles grandes estragos, que es justamente lo que está sucediendo en la actualidad. A escala global y año tras año, la mayoría de las débiles economías del Sur han visto deteriorados sus términos de intercambio. Es decir, sufren de la «regla de San Garabato» por la que compran caro y venden barato. En términos macroeconómicos ello significa que comparadamente exportan cada vez más y más barato a la vez que importan más y más caro. El mercado internacional fija progresivamente peores precios a las producciones africanas o latinoamericanas en relación a las producciones europeas, japonesas o norteamericanas. ¿Por qué? La respuesta está en la asimetría que caracteriza las relaciones de poder entre regiones. No se puede decir que los países periféricos no hayan seguido obedientemente los consejos del BM, el FMI y la OMC en términos comerciales. De hecho, es evidente que han reestructurado profundamente su tejido productivo para exportar más y obtener dólares para hacer frente al pago de la deuda externa y la compra de bienes y servicios en el exterior. ¿Ex124

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RELACIÓN DE INTERCAMBIO ENTRE PRODUCTOS AGRÍCOLAS Y BIENES MANUFACTURADOS

Fuente: Elaboración ODG a partir de http://www.fao.org/docrep/003/x7352s/x7352s01.htm.

portar qué? Uno de los problemas estratégicos principales es que el Sur se ha especializado —fuera a la fuerza ya desde los tiempos de la colonia, o por la poca disponibilidad tecnológica y financiera— en la exportación de materias primas (minerales, productos agrícolas, maderas preciosas, pesca...) y manufacturas de muy bajo valor añadido. El Sur termina compitiendo con el Sur, los campesinos cafetaleros y las obreras textiles también compiten PRECIO REAL Y NOMINAL DE ALIMENTOS

Fuente: FAO.

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entre sí. Esto permite que sean rebajados los estándares laborales, y que se limite la sindicalización. La concurrencia de tantos productores de estas mercancías ha llevado a verdaderas crisis de sobreproducción, uno de los motivos históricos de los bajos precios. El Sur no ha controlado históricamente la distribución internacional de estas commodities, segundo motivo que explica los bajos precios que consiguen sus pequeños productores, incluso cuando los precios internacionales se incrementan. En el caso del mercado de la alimentación, esta distribución se encuentra en manos de las grandes corporaciones de la agroindustria, que registraron beneficios colosales en la reciente crisis alimentaria. La gran distribución Las ventas de Bunge crecieron un 70% y las de ADM un 64%. ¿Cuál es el grado de incidencia de estas empresas a las cuales la crisis no pareció afectar? Determinan lo que será producido, cómo será producido, definen precios y seleccionan quién producirá los alimentos. Así, por ejemplo, Cargill, ADM, ConAgra, Bunge y Dreyfus dominan más del 80% del comercio mundial de cereales, mientras que Monsanto es la principal empresa de semillas comerciales y la quinta en el sector de los agrotóxicos. En el caso específico de la soja, Bunge, ADM y Cargill controlan el 75% del mercado mundial y el 80% de la industria procesadora en la Unión Europea (García, Ortega y Rivera-Ferre, 2008; Ribeiro, 2008).

Mientras tanto, el Norte no sólo exporta al Sur productos y servicios difíciles de producir en la Periferia (bien porque requieren altas tecnologías o porque aparecen como exclusivos). Además, inunda los mercados del Sur con sus excedentes agrícolas de cultivos subvencionados y producidos industrialmente, dejando a los productores locales sin posibilidad de competir y por lo tanto en la ruina.2 Por si fuera poco, ciertos grupos del Norte junto a la oligarquía local sí controlan el transporte, la distribución, la tecnología, la especulación, etc., a través de grandes oligopolios transnacionales como Cargill, Dole, Monsanto, Pfizer o Unilever, o grupos empresariales locales como la Familia Pelas en Nicaragua, Familias Maggi u Ometto en Brasil, Larsen en Bolivia, etc. El resultado: condiciones laborales pésimas, retribu-

2. Múltiples casos de suicidio por estos motivos en comunidades de pequeños campesinos han sido registrados en distintos puntos del globo como India o Corea del Sur. Son de especial relevancia los suicidios de los cultivadores de algodón endeudados en los estados indios de Andhra Pradesh, Punjab y Maharastra (Down to Earth 2006).

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ción infravalorada, mucho riesgo, poco acceso a medicamentos, destrucción ambiental y erosión de la soberanía alimentaria en la Periferia.

Instrumentos y mecanismos de anticooperación comercial3 Conviene diferenciar dos grandes conjuntos de instrumentos que se refieren al ejercicio del poder: los instrumentos «blandos» y los «duros». Algunos de ellos no son estrictamente comerciales, por ejemplo la ayuda al desarrollo, aunque se utilizan coordinadamente con otros instrumentos con objetivos nítidamente comerciales. Los «duros» son aplicados cuando los «blandos» no funcionan, pero también tienen una función disuasoria para evitar que los «blandos» sean rechazados de forma regular. Ambos, en realidad, resultan ser complementarios. Aquellos que quieren usar esta oportunidad para decir que el mundo debería volverse aislacionista están condenando a aquellos que son pobres a la pobreza y nosotros no lo aceptaremos. G.W.Bush (BBC Mundo, 19/7/2001 a propósito de la Cumbre del G8 en Génova).

Los «instrumentos blandos» se refieren a los instrumentos de persuasión. Convierten el libre comercio en algo deseable para los «subdesarrollados» ante la expectativa de conducirles a los niveles de bienestar de los más ricos. En la aplicación de esta vía, se pondrá en marcha un aparato ideológico globalizado, articulado desde los centros generadores de pensamiento (universidades, think tanks, gabinetes de gobierno…) y que se desplegará según describiremos en el capítulo sobre anticooperación simbólica. Este aparato ideológico cuenta además con una serie de transmisores y educadores (medios de comunicación, escuelas de élite, redes universitarias, editoriales, artistas…y sobre todo, a los burócratas técnicos de instituciones internacionales, los nuevos «misioneros del s. XXI»). La finalidad consiste en convencer a gobernantes, economistas, propietarios y poblaciones enteras de que resulta conveniente e indispensa-

3. Por instrumento nos referimos a aquello de lo que un grupo de interés puede servirse para conseguir un objetivo, nos referimos a una política, norma o institución determinada. Mecanismo en cambio, se refiere a la suma de aquellos procesos cuya principal característica es la producción regular de cierto comportamiento. Un comportamiento regular en el seno de un determinado sistema, en nuestro caso, en el seno del sistema mundial. Es decir, un mecanismo es algo ligado a una relación de causa-efecto a nivel transnacional que conecta a dos o más realidades sociales, que puede implicar uno o varios procesos, y que pueden ser utilizados por un grupo de interés o no. Un mecanismo suele ser algo más complejo que un instrumento (Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Mario_Bunge).

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ble que la economía de un país se regule por el libre mercado. De todo este proceso nace la cultura del libre mercado. ¿De qué se trata? Dios mercado La doctrina del libre mercado defiende a ultranza la empresa privada y es antipática con formas de propiedad y regulación estatales o comunitarias; recrimina la intervención del Estado sobre la economía, porque afirma que es un gestor nefasto. En cambio, la empresa privada, preocupada por su propio afán de lucro, se ocupará de administrarla eficientemente.4 Respecto a los bienes comunes o comunitarios, esta doctrina apuesta por su privatización bajo el argumento de que la propiedad privada garantizará su óptima preservación, además de ofrecer nuevos negocios. Así pues, sus principales dogmas de fe son justamente los recogidos en el Consenso de Washington; es decir, fe en las economías globalizadas y liberalizadas al máximo según la distribución internacional del trabajo, fe en las bondades del sector privado en detrimento del público y de los bienes colectivos, y fe en la teoría del derrame según la cual los polos que concentren la riqueza terminarán derramándola sobre la Periferia (Ramos, 2003). Resurge con fuerza en los años setenta de la mano de los tax-payers ingleses y norteamericanos bajo la percepción de que pagaban demasiados impuestos y que el Estado no les dejaba suficiente libertad para sus negocios. Es la «revolución del cuello blanco». Una revolución que aprovechará las distintas crisis para extenderse. Se instalará ideológicamente en todo el planeta con una gama de matices ligeramente diversos, con algunas excepciones, hasta la actualidad. Aunque se presente bajo una parafernalia científica, como en otros casos, a menudo está lejos de ser riguroso, completo ni neutral.

En cambio, los «instrumentos duros» se refieren a los instrumentos que son coercitivos. Muchos de ellos que encuadraríamos en otras anticooperaciones, pero que, sin embargo, incluimos aquí al perseguir en determinados momentos fines específicamente comerciales. Van desde el mantenimiento de numerosas bases militares repartidas por el mundo, intervenciones militares puntuales y demostrativas, el apoyo activo a golpes de Estado de regímenes favorables a la aplicación del libre mercado, el bloqueo, embargo, boicot a un

4. La expresión más conocida de esta doctrina, en términos de lo que deberán hacer los países pobres para dirigirse hacia la posición de los desarrollados, es el denominado «Consenso de Washington» redactado por John Williamson en 1990, académico que justamente trabajaba para uno de estos think tanks neoliberales de la capital norteamericana.

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Estado considerado «gamberro»,5 etc. (ver capítulo sobre la anticooperación militar). Pero también incluyen la suspensión de la ayuda al desarrollo, el no acceso a mercados, campañas mediáticas de estigmatización, etc. Uno de los ejemplos más conocido es la Ley Helms-Burton, que no sólo establece el embargo comercial a Cuba, sino que despliega todo tipo de sanciones para aquellas compañías privadas que inviertan en las isla. En general, las tácticas más habituales empleadas en la política comercial internacional son similares a las histórica y popularmente conocidas como las tácticas del «palo y zanahoria», del «divide y vencerás» y, por supuesto, las políticas de «doble rasero». Dejando de lado aquellos instrumentos no comerciales que trataremos dentro de otros capítulos, daremos un rápido repaso a los exclusivamente comerciales. Aunque los países pueden negociar o imponer sus políticas comerciales a países terceros una a una, generalmente se negocian en paquete en procesos de negociación que pueden prolongarse en el tiempo, e incluso fracasar. Dichos paquetes de medidas, que incluyen acuerdos tan diversos que abarcan desde cuotas pesqueras hasta modificación de leyes en el ámbito de lo cultural, se establecen en los llamados «tratados de libre comercio» que describiremos a continuación.

Atados y bloqueados en un plato de espaguetis (donde cada fideo es un TLC) La anticooperación normativa Uno de los instrumentos que causan mayores interferencias negativas al buen vivir de las mayorías sociales se ubica en el tratado de libre comercio (TLC). Un TLC es un acuerdo marco entre dos o más países con un objetivo a la vista y algunos que no lo están. El objetivo a la vista, eje central de la retórica, suele ser la promesa de un incremento de los flujos comerciales y de inversión mutua bajo el paradigma de unas mismas reglas de juego para todos y del libre comercio. Los TLC han sido denominados con una nomenclatura burocrática algo variable y como muestra la figura siguiente se han multiplicado desde la primera mitad de los noventa hasta la fecha.6 5. «Estado gamberro»: término muy presente en la literatura anglosajona neoconservadora para referirse a países comandados por terribles líderes dictatoriales que no respetan los derechos humanos. En la práctica, a menudo se utiliza para denominar aquellos países que no obedecen las directrices marcadas por Washington como por ejemplo Iraq de Hussein, Corea del Norte, Cuba, Venezuela o Irán. Véase Capítulo sobre la anticooperación militar. 6. Por ejemplo, «Acuerdos de Asociación» (UE-Norte de África), «Acuerdos de libre Comercio» (ALCA, NAFTA, CAFTA...), MERCOSUR, NEPAD, etc. Hasta diciembre de 2006, 367 Acuerdos Comerciales Regionales habían sido notificados a la OMC, de los cuales 214 están en marcha. En total se estima que en 2010 habrán entrado en vigencia más de 400, 92% de los cuales son tratados de libre comercio (TLC), 7% Acuerdos de Alcance Parcial (que puede ser la antesala de un TLC) y 1% uniones aduaneras. Véase: http://www.odg.cat/es/inicio/enprofunditat/plantilla_1.php?identif=596.

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NÚMERO DE TRATADOSDE LIBRE COMERCIO REGIONALES 100

Nº TLC

80 70 60 50 40 30 20

TLC regionales notificados TLC regionales iniciados

400

TLC regionales notificados (acumulado) TLC regionales activos (acumulado)

300

350 250 200 150 100

10

Nº TLC acumulados

450

90

1949 1951 1953 1955 1957 1959 1961 1963 1965 1967 1969 1971 1973 1975 1977 1979 1981 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007

50 0

Fuente: Elaboración ODG a partir de Organización Mundial del Comercio (OMC).

Los diplomáticos, teóricos, gobernantes y medios de comunicación neoliberales preconizan las virtudes de la competencia internacional y de la división internacional de la producción y el trabajo para impulsarlos. Además, afirman que a más comercio internacional, menos pobreza. Sin embargo, existen objetivos ocultos que raramente salen a la luz. Especialmente cuando se trata de acuerdos comerciales entre países centrales y periféricos, con tejidos productivos absolutamente asimétricos. En primer lugar, erradicar un obstáculo protector es algo positivo para el atacante pero no para el protegido. Un obstáculo para inversores extranjeros puede ser al mismo tiempo un refugio legítimo para empresas locales. En una competición entre tiburones y sardinas, las sardinas —mucho más numerosas que los tiburones— prefieren los obstáculos, a ser engullidas. Por ello es lógico que las transnacionales, el gran agrobusiness local o cualquier negocio relacionado con el import/export estén deseosos de más numerosos y profundos TLC. Tratarán de mostrarlos como muy convenientes para el desarrollo, y los impulsarán con todos sus medios. Si cabe, colocando a sus hombres en el gobierno. No así las PyMe ni el pequeño campesinado de sendos países ni los indígenas ni la gente pequeña... El discurso oficial suele obviar este segundo grupo de intereses, dada la asimetría de poder entre ambos. Por lo general, la estructura de los diferentes TLC suele ser la misma. Contiene un capítulo sobre inversiones transnacionales, que trata de desmantelar cualquier suerte de protección existente sobre las pequeñas empresas nacionales, así como de eliminar todo derecho local que pueda constituir un coste a la rentabilidad de aquella inversión. A su vez, contemplan otro capítulo relativo a la eliminación de las barreras vigentes al comercio de bienes (aranceles a las 130

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importaciones, subvenciones a la exportación...). Desde los noventa, también suele existir un capítulo sobre servicios. En este caso, para la eliminación de barreras a todo aquello clasificable como servicio, incluidas las barreras que protejan aspectos tan sensibles y vulnerables como la lengua local por ejemplo. Se complementa el TLC con un nuevo capítulo sobre propiedad intelectual. Y en raras ocasiones, algún apunte al respeto de los derechos humanos y ayuda al desarrollo, especialmente los firmados por la UE.7 Los TLC son en definitiva instrumentos de transmisión excelentes para los intereses geoeconómicos de grupos dominantes y grandes capitalistas nacionales y extranjeros, con raras excepciones. Por eso es que el proceso habitual consista en que, una vez existe una cierta masa crítica de empresas de un país operando en un segundo país, éstas hagan lobby a su propio gobierno para que fuerce un TLC que les proteja y facilite la tarea. Una vez firmado el TLC, se suele producir una segunda oleada de operaciones de inversión extranjera. La pinza entre la oligarquía local y el capital transnacional Pascal Lamy afirma en la web de la OMC: «Durante estos grandes eventos las contradicciones salen muy claramente a la superficie: mientras algunos gritan afuera «que se hunda la OMC», otros, especialmente los países más pobres, están haciendo todo lo que está a su alcance para adherirse a ella.» En realidad, muchos de los negociadores de delegaciones del Sur forman parte de los grandes propietarios a quienes sí les suele interesar abrir los mercados del Norte. ¿Será por eso que intentan todo lo que está a su alcance? Fuente: http://www.wto.org/spanish/thewto_s/dg_s/pl_visitors_s/min05_blog_s.htm

En las interferencias negativas que causan los TLC en el Sur existe una corresponsabilidad de los gobiernos y transnacionales del Norte y de las élites del Sur. En segundo lugar, existen otros objetivos ocultos que responden a algo parecido a un «cambio de cromos», en el que un país firma un TLC con otro a cambio de concesión geopolítica de distinto orden. Es el caso de Taiwán, que necesita ser reconocida como país de pleno derecho ante el pleito histórico con la República Popular China. A cambio de recibir dicho reconocimiento por parte de

7. Por ejemplo, es el caso de los Acuerdos de Asociación entre la UE y distintas regiones de América Latina. Los Acuerdos de Asociación contienen tres capítulos (el tratado de libre comercio propiamente, el diálogo político, y ayuda). En la práctica, la ayuda y el diálogo político quedan subordinados a los intereses sobre comercio e inversión europeos.

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Centroamérica en el seno de Naciones Unidas, Taiwán ofrece acceso al mercado taiwanés a los productos centroamericanos y asistencia técnica y financiera Los TLC actúan geopolíticamente por lo menos en cuatro sentidos:8 los tres primeros son la apertura de mercados, el acceso a los recursos necesarios y la protección de la actividad del capital transnacional de cara a inseguridades jurídicas, proteccionismos y nacionalismos diversos potencialmente activos en el país del Sur. Aquí cabe señalar que un TLC protege a las transnacionales de una posible transferencia tecnocientífica, al contener cláusulas pro propiedad intelectual. Pero sin duda, uno de sus usos geopolíticos más importantes se ubica en el establecer candados normativos, para evitar que un gobierno pueda cerrar su economía. Dichos tratados penetran en las legislaciones nacionales y en el sistema de instituciones, y vuelven muy difícil reconfigurar una regulación distinta sobre su propia economía. Algunos autores llaman a este efecto el «neoliberalismo constituyente». Se trata de uno de los aspectos más significativamente incómodos de los acuerdos comerciales sobre el buen vivir: la alteración del sistema de normas de todo tipo a favor del comercio y en detrimento de los ciudadanos y ecosistemas. En otras palabras, la constitución de un régimen global en el que el derecho comercial subordina completamente a un derecho basado en los derechos humanos. Lo que podríamos traducir como una suerte de «anticooperación normativa». SPAGHETTI BOWL

Fuente: ODG a partir de www.wto.org.

8. Para ampliar, véase Vargas, M. ODG. http://www.odg.cat/es/inicio/enprofunditat/ plantilla_1.php?identif=596.

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Al fin y al cabo, tenemos cientos de TLC que cual «plato de espagueti»9 llenan el mapamundi de conexiones comerciales. Éstas no sólo actúan como mangueras aspiradoras de recursos naturales, productos agrícolas y servicios múltiples, sino que sirven también para allanar el camino a nuevas olas expansivas de capital transnacional y para bloquear cualquier involución. ¿Y cuáles son las reglas de juego que prevalecen en este nuevo régimen jurídico global? Destacamos las más estratégicas para la clase capitalista mundial (que no por casualidad se las encuentra en cualquier tratado de libre comercio).

Reglas del juego comerciales NS: la nueva Lex Mercatoria 1.

2.

3.

4.

5.

Ante la posibilidad de que el país empobrecido proteja sus empresas locales, toda ventaja concedida a los inversores nacionales o a los servicios que prestan, debe ser extensible a los extranjeros (Trato nacional). Ante un conflicto entre transnacional y población o administración local, se admite, en contraste con el sistema judicial clásico, el acceso directo de las transnacionales a la instancia arbitral internacional, sin necesidad de agotar los recursos judiciales y administrativos disponibles por la legislación del Estado demandado-receptor (Ius standi). Las transnacionales que inviertan en un país que haya firmado el tratado, han de obtener tan buenas condiciones como las establecidas para los países más favorecidos. Así se igualan por el lado más pro transnacional las normativas entre los países que han firmado el tratado de libre comercio (Cláusula de nación «más favorecida»). A menudo se prohíbe a los países receptores, entre los que destacan los empobrecidos, que exijan a los inversores algunas condiciones destinadas a desarrollar el tejido productivo local (transferirle tecnología, utilizar materias primeras locales, exportar parte de la producción para entrar divisas...) (Requisitos de desempeño). El país del Sur se hará cargo de los costes (incluidos los costes de oportunidad) cuando la transnacional sea expropiada, nacionalizados parte de sus activos, incluso si sufre pérdidas por riesgos diversos (Indemnizaciones).

9. The spaghetti bowl es otro neologismo planteado por Bhagwati (1995) y extendido por instituciones financieras como el BID al querer referirse al complejo sistema de tratados bi o plurilaterales entre países a propósito del comercio.

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6.

7. 8.

El país del Sur no debe restringir las transferencias de capital, beneficios, plusvalías, honorarios de consultorías, etc. de toda transnacional que actúe en su territorio en su escapada hacia las casas matrices en el Norte (Transferencias al exterior). Se condiciona a los países del Sur a proveerse de servicios del exterior, aunque no lo necesiten (Acceso a mercados). Finalmente, las normas de adhesión a la OMC favorecen que los nuevos miembros reciban una fuerte presión para liberalizar su economía. Cuando un país pide la adhesión a la OMC, se constituye un grupo de trabajo que analiza las políticas comerciales del candidato y le plantea los sectores que tendrá que liberalizar si quiere ser admitido. Este grupo de trabajo a menudo está integrado por países que tienen intereses comerciales ofensivos en el país candidato.

Referencias BALANYA, B., et al. Corporate Europe Observatory (2002). Europa SA. La influencia de las transnacionales en la construcción de la Unión Europea. Barcelona: Icaria. JAWARA, F., y KWA, A. (2004), Behind the scenes at the WTO: the real world of international trade negotiations. Lessons of Cancun. Londres-Nueva York: Zed Books. Teiltembaum, A. (2004), El ALCA está entre nosotros: Los tratados bilaterales de libre comercio. En http://www.bilaterals.org/article.php3?id_article=553. www.bilaterals.org. Abordemos ahora la anticooperación comercial por ámbitos o temas.

Comercio de alimentos, agrocombustibles. Negocios de hambre y obesidad Los efectos de la mundialización del libre comercio sobre el campesinado de países periféricos o semi-periféricos pueden apreciarse con mayor definición en países como México, Uganda o Filipinas. Países en los que esquemas de libre comercio se han aplicado con mayor profundidad. Desde los movimientos integrados en Vía Campesina hasta organismos oficiales del sistema de Naciones Unidas especializados, como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), o desde los propios Ministerios de Agricultura, una amplia gama de actores han señalado a los ganadores y perdedores del libre comercio en el campo. Concentración y erosión de tierras, expulsión del campesinado hacia las conurbaciones de las

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grandes ciudades, hambruna, deforestación de bosques tropicales, cambio climático, etc., van curiosamente de la mano del aumento del PIB y del crecimiento económico estatal. Ahora bien, desde la perspectiva de la anticooperación podemos preguntarnos: ¿cuántos de estos resultados perniciosos son consecuencia de interferencias originadas en el Norte, y cómo se transmiten hacia el Sur? Los mecanismos que los transmiten son diversos y se hacen evidentes revisando la historia reciente del comercio internacional. Aunque cada producto tiene su propia historia de precios, hay ciertas pautas que se repiten. La historia de la producción mundial del azúcar, del algodón, del arroz o del café son hilos paralelos que conducen a relatos de dominación colonial y neocolonial imprescindibles para entender bien la historia de sus países. Durante los años cincuenta y sesenta la llamada «Revolución Verde» comenzaba a industrializar el campo alrededor de todo el mundo. El uso intensivo de fertilizantes, herbicidas e insecticidas, combinado con la instauración de maquinaria automotriz que sustituiría a la tracción animal y la manufactura artesanal, economías de escala y la selección de especies de crecimiento rápido, prometían el aumento infinito de la producción agrícola y de rebote la erradicación del hambre en el mundo. No era necesario dejar reposar los campos. La Revolución Verde venía de la mano de compañías químicas, de semillas, petroquímicas como Monsanto o Bayer —que más tarde se integrarían progresivamente con las biotecnológicas y farmacéuticas— se mostrarían a sí mismas como la «vanguardia del progreso». Los gobiernos convencidos les acompañarían en complicidad. Se introducía en el Sur una industrialización del campo que comportaría, consciente o inconscientemente, serias consecuencias como las que antes hemos descrito: dependencia exterior de químicos y petróleo, expulsión masiva de campesinos de las mejores tierras, concentración de la propiedad en grandes familias o compañías extranjeras como Fruit Company o Dole, contaminación de aguas, migraciones campo-ciudad, etc. Buena parte de ello por la vía de la persuasión y el convencimiento. Más tarde y contrastadas con el lento paso de los años las deficiencias y falsos fundamentos de la Revolución Verde en cuanto por ejemplo a la erradicación del hambre, las mismas compañías y las mismas promesas reaparecen en una segunda versión de la mano de la segunda revolución: la de los organismos genéticamente modificados. Especialmente durante la arremetida de la crisis de precios de los alimentos iniciada con la Guerra de la Tortilla mexicana en febrero de 2007 (Garcia, Ortega y Rivera-Ferre, 2008). En segundo lugar, la primera gran crisis de la deuda de los años ochenta, a la que nos referimos en el capítulo dedicado a la anticooperación financiera, obligaba a los estados endeudados a buscar divisas internacionales para hacer frente al implacable club de acreedores del norte. La salida de los países con

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el agua al cuello como México, Vietnam o Kenia, era no sólo la privatización y venta de empresas todavía públicas, sino también la reorganización de la economía hacia la exportación. Internacionalizarse y orientarse hacia las necesidades del mercado internacional, es decir, de los capitalistas. Como en general se trataba de países escasamente industrializados y con servicios poco competitivos, la solución pasaba por la producción masiva y exportación de productos agrícolas. Pero, ¿quién podía competir con agroproductores subvencionados y altamente tecnificados como los estadounidenses y europeos? A pesar de las paupérrimas retribuciones de los trabajadores del Tercer Mundo, la alternativa más viable era dedicarse a cultivos de productos tropicales como el café, el cacao, el té, las frutas como la piña o el mango. Los «productos de postre» como algunos han llegado a llamarlos.10 Se trataba también de dejar entrar los productos subvencionados del Norte como el maíz, el trigo, el arroz, la leche en polvo, la carne, etc. Puesto que el Estado no se debería inmiscuir en el libre mercado, era preciso no poner horquillas a los precios, aunque fuesen en torno a productos de primera necesidad. Estas medidas liberalizadoras, especialmente la puerta abierta a los excedentes de origen central, resultaron letales para el Sur del Sur: los pequeños campesinos. Los países endeudados forzaron las máquinas para poder vender y acabaron saturando los mercados internacionales de estos alimentos. Los precios cayeron en picado.11 Desde su creación en 1995, la OMC ha liderado la conducción de esta parte del proceso de liberalización de la agricultura, suplantando a los primeros instrumentalizadores (el BM, FMI y el GATT). No es extraño que desde la Ronda Ministerial de Seattle, en 1999 hasta ahora, los movimientos sociales tanto del Norte como del Sur hayan puesto el foco en este organismo a la hora de denunciar los impactos del libre comercio. La agricultura se negocia entre los países miembros dentro del acuerdo AsA (Acuerdo sobre Agricultura), que a su vez contiene el Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, así como el Acuerdo de los Derechos de la Propiedad Intelectual relacionadas con el comercio (ADPIC). El AsA contempla uno de los mecanismos de anticooperación comercial que es preciso resaltar, por el que se obliga a los países del Sur a importar cuotas de productos alimentarios. Se trata del llamado volumen mínimo de acceso. La cláusula obliga a cubrir con productos importados cuotas de un mínimo del 5% del consumo interno para países ricos y del 4% para países en vías de desarrollo.

10. La dependencia de las exportaciones de un solo producto de algunos países es enorme. Por ejemplo, en Burundi o Etiopía entre un 60-80% de las exportaciones provienen del café. 11. Véase la evolución de precios en Mazoyer y Roudart (2002).

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Aunque es pequeña la diferencia porcentual, el impacto es incomparable. El caso más conocido es el de los mercados filipinos cuando por esta cláusula fueron invadidos de arroz y maíz estadounidenses, con graves repercusiones para los campesinos y consumidores locales. Filipinas, antes, se autoabastecía de estos dos alimentos (GRAIN, 2008a). Se evidencia, por lo tanto, una contradicción que nos obliga a poner entre comillas el concepto de libre comercio porque, a la vez que se exige desde el Norte la liberalización de las economías en el Sur, se aplican algunas medidas proteccionistas en sectores estratégicos (donde sí podría haber competencia), como la agricultura. En cuarto lugar, el dumping, uno de los mecanismos de la anticooperación más letales, consiste en inundar ciertos mercados con productos subvencionados logrando un precio menor que el precio de coste real, para luego eliminar a la competencia y subir los precios. Sistemáticamente, los países ricos hacen dumping colocando sus excedentes agrícolas en el mercado internacional. Estos excedentes interfieren directamente sobre el precio de los alimentos en los mercados periféricos. Los precios de los alimentos básicos se sitúan así, artificialmente, por debajo de su coste de producción. Esta interferencia, aparentemente positiva —alimentos baratos— es en realidad nefasta para el Sur, porque deja fuera de los mercados locales a los campesinos productores. El dumping preferido por la Farm Bill norteamericana se aplica al maíz, al arroz, al algodón o a la carne, y aquél aplicado usualmente por la Política Agraria Común de la Unión Europea (PAC) se refiere al azúcar blanco o la leche en polvo. De esto podemos deducir que dichas políticas implican a largo plazo la liquidación de los productores de estos alimentos básicos en la dieta de los habitantes del Sur. Por tanto, el dumping constituye el peor regalo posible que el Norte puede hacerle al Sur en términos de soberanía alimentaria. Pura anticooperación. Algo parecido sucede de la mano de algunas políticas de ayuda humanitaria en forma de alimentos. En economías débiles donde los campesinos no están protegidos por sus estados, la llegada de ayuda alimentaria de países como Estados Unidos que intentan complacer a sus propios empresarios agrícolas comprándoles la sobreproducción para luego enviarla como ayuda a África, distorsiona los mercados locales, hasta el punto de estrangular a sus pequeños productores. La ayuda estadounidense ha sido denunciada desde distintos foros por este tipo de prácticas. La dictadura de los precios Curiosamente, la proporción del comercio mundial de alimentos que participa en el mercado internacional sigue como otros fenómenos de la globalización, la «Ley del 10%». Sólo entre un 10-20% de los alimentos que consumimos cruzan las fronteras, aunque lógicamente dependa del producto. Más pre-

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cisamente, de acuerdo con el Grupo ETC, 85% de la producción mundial de alimentos es consumida en lugares cercanos a donde se cultiva (y gran parte se ubica fuera del sistema de mercado formal (Grupo ETC, 2008: 50). Sin embargo, esa décima parte de la producción que se mercadea entre países distintos logra que los precios nacionales se desequilibren hasta alcanzar los precios internacionales. Efectivamente, el mercado internacional es capaz de fijar los precios de los mercados locales y nacionales siempre y cuando estos no sean mercados protegidos o cerrados. Una nueva jerarquía entre lo global y lo local. Si son mercados abiertos, las mercancías pueden saltar de los mercados locales al internacional y viceversa, equilibrándose de forma que la oferta y la demanda acaben determinando un precio común. Partiendo de ese fenómeno de la globalización, se reconoce en el dumping agrícola uno de los mecanismos de anticooperación más preocupantes, porque recae como un bloque de roca sobre la frágil capacidad de alimentarse de países muy empobrecidos. Algunos ejemplos de dumping actual son las exportaciones de EEUU de trigo al 67% de su coste de producción, o de maíz al 81%, o de soja al 92%. Mientras la UE hace lo propio con la leche en polvo al 58% de su coste, trigo al 57% o azúcar al 24%. Por otra parte, al observar las operaciones comerciales con alimentos nos damos cuenta que es comercio entre países ricos en un 70%, y que se intercambian excedentes agrícolas sobre todo. Más en detalle, se trata aproximadamente de un 20% de productos excedentes de EEUU, de la UE y del Grupo Cairns (exportadores eficientes de productos agrarios como Argentina, Brasil o Canadá), más un 33% de los productos denominados internacionales (café, cacao, azúcar, algodón...) y de un 40% de productos agroalimentarios procesados.

Mientras tanto, la correlación de fuerzas representada en el AsA no ha conseguido de ninguna manera que las grandes potencias comerciales se apliquen a sí mismas la vara de medir que profieren. EEUU y la UE exigen con una mano la liberalización general a los países empobrecidos y, con la otra, subvencionan sus industrias agrícolas, instan a aplicar volúmenes mínimos de acceso y obstaculizan la entrada de los productos del Sur. La UE, para no ir más lejos, destina anualmente de media cerca del 45% de su presupuesto comunitario a la PAC12 (Política Agraria Comunitaria), porcentaje similar al de la Farm Bill de Estados Unidos. El quinto lugar lo ocupan las prácticas monopólicas y crematísticas de las grandes corporaciones transnacionales del agronegocio. La concentra-

12. Unos 50.000 millones de euros en los últimos años, según datos del Presupuesto General de la Unión Europea. Comisión Europea. Cifra que sin embargo está disminuyendo paulatinamente.

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ción empresarial está llegando a niveles extraordinarios en sectores claves de la cadena que siguen los alimentos desde «la cuna a la tumba». La tasa de ganancia va ligada a la capacidad de ejercer dicho monopolio a lo largo de determinados momentos de la cadena. El agronegocio contempla desde los grandes terratenientes y las comercializadoras de semillas, a las petroquímicas, farmacéuticas y biotecnológicas, y hasta las grandes distribuidoras, la gran banca y los fondos de inversión especulativos. El proceso de convergencia tecnoproductiva impulsa la integración de todos estos procesos en un mismo gigante empresarial. Tres compañías —Cargill (Estados Unidos), Archer Daniels Midland (Estados Unidos) y Louis Dreyfus (Francia)— por ejemplo, controlan más del 80% del comercio mundial de granos. La siguiente ilustración muestra esos puntos clave de control monopólico para el comercio entre dos regiones de un agroproducto que está detrás de la producción de carne en masa: la soja (van Gelder y Dros, 2003): DISTRIBUCIÓN DE PODER EN LA SOJA BRASIL-EUROPA

3 compañías (80%) del mercado

5 compañías (60%) del mercado

Ganaderos y ganaderas soja en Brasil

Fuente: Elaboración ODG a partir de VAN GELDER Y DROS (2003).

Existen otros dispositivos de anticooperación comercial como el despliegue de normas sanitarias y fitosanitarias, que se aplican cuando la ofensiva neoliberal ya ha penetrado lo suficiente mediante los mecanismos que

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acabamos de presentar. Las reglamentaciones de inocuidad de los alimentos consiguen sesgar de nuevo el mercado a favor de las potencias del Norte. Washington las aplica para abrir las puertas del campo mundial a los transgénicos. Mientras, Bruselas impone normas de alta calidad a países que no pueden satisfacerlas para protegerse o negociar (GRAIN, 2008b). Referencias Campaña «No te comas el mundo»: www.notecomaselmundo.org GRAIN: www.grain.org MONTAGUT, X. y DOGLIOTTI, F. (2006), Alimentos globalizados. Barcelona: Icaria. Vía Campesina: www.viacampesina.org

Comercio de servicios ¿Qué quiere decir comerciar con servicios? Antes se pensaba que los servicios eran difícilmente comerciables en la órbita internacional puesto que no eran como las mercancías que se transportaban fácilmente. ¿Cuántos peluqueros cruzarían la frontera de su país para cortarle el pelo a un extranjero? ¿Cuántas doctoras curarían enfermos por internet? No obstante, la importancia relativa del sector servicios en la economía mundial ha aumentado de forma espectacular y el comercio también. Las cifras oficiales lo confirman: los servicios representan el 60% de la producción mundial, ocupan al 30% de la población mundial y representan el 20% del comercio internacional. La tendencia ante la tecnificación de las sociedades es a la terciarización. El abanico de los servicios que se negocian en el comercio internacional de servicios es tan basto que reúne desde servicios estratégicos como los relacionados con la energía, las comunicaciones o las finanzas, hasta «servicios» ecosistémicos como la pesca. No obstante la OMC distingue cuatro modalidades distintas de comercio de servicios. Dados los dos protagonistas de una operación comercial ordinaria, el que presta el servicio (prestamista) y el que lo consume (usuario o consumidor), las distintas modalidades se refieren a quién se desplaza: si el prestamista, si el usuario, o si ninguno de los dos.13

13. Existe una serie de listas de clasificación que se pueden utilizar para negociar servicios. Sin embargo, la más común es la desarrollada por la OMC en el documento GATS w/120, la que establece 155 subsectores de servicios en 12 amplias categorías sectoriales. Las categorías incluidas en esta lista se basan en una versión agregada de la Clasificación Central de Productos de las Naciones Unidas (CPC). La lista se encuentra en la página web de la OMC (http: //www.wto.org), bajo «Temas Comerciales – Servicios.»

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Las cuatro modalidades del comercio de servicios 1)

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El usuario se desplaza al país proveedor. Es el caso de aquellos que van a la India para hacerse intervenciones quirúrgicas estéticas a precios inferiores a los de sus países. (Consumo en el extranjero). El que se desplaza es una empresa que ofrece servicios. El caso de las llamadas «universidades garaje» estadounidenses por todo el mundo, equipos de fútbol, o de un banco multinacional español que ha instalado un nuevo sistema informático de gestión a sus filiales latinoamericanas, y que gusta de cobrarles los servicios de consultoría que periódicamente técnicos expertos españoles llegan a realizar. (Presencia comercial). Personas naturales se desplazan. Los ejércitos de consultores, músicos, conferenciantes, árbitros, deportistas de élite, funcionarios de organizaciones internacionales... que operan por todo el mundo. (Personas naturales). Cuando nadie se mueve y se opera a través de redes de internet o telefonía. Servicios de comercio electrónico tipo Amazon.com, Ebay.com; o los operadores telefónicos de Nueva Delhi o de Tánger que prestan servicios de operador a los mercados anglosajones y español respectivamente; oficinas de procesado de nóminas de empresas norteamericanas en la India, secretarias de dirección a distancia, o agencias de procesamiento de información económica de Reuters o Bloomberg en la India; servicios a empresas de software como las de Bangalore; etc. (Subministro transfronterizo) (Friedman, 2005).

Interferencias para el Sur del libre comercio de servicios Hay un argumento oficial empleado por la OMC, las grandes corporaciones, los funcionarios de países ricos y empobrecidos, las élites y los académicos del main stream neoliberal (que a menudo olvidan visitar los lugares que estudian): afirman categóricamente que la liberalización de servicios es necesaria para que los países del Sur se desarrollen. Suena a música repetida, molesta como el «pipip» de un despertador. «El sector servicios representa más de la mitad la producción mundial, y provee de infraestructura esencial para el crecimiento económico. La liberalización del comercio de servicios es inherentemente pro-desarrollo, y reforzará el crecimiento económico, los estándares de vida y los puestos de trabajo en los países en desarrollo» (GCS, 2005).

En realidad, los países periféricos son muy poco competitivos en servicios. A excepción de casos como el de la India, o la China en sectores como

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el del software o el turismo, las pocas empresas transnacionales de matriz periférica no se dedican al sector servicios. Por lo tanto, los países del Sur son indiferentes a la liberalización del Norte porque no tienen negocio que celebrar allá. En cambio, la apertura de los nuevos mercados del Sur significa para las empresas transnacionales nuevo espacio donde crecer. La entrada de estos gigantes corporativos y la desprotección favorece que las comparativamente pequeñas empresas autóctonas sean absorbidas o quiebren al no poder competir. Se trata de nuevo de una lucha de tiburones contra sardinas. Países que aplicaron profundamente la liberalización de los servicios, como Argentina, han visto extranjerizar su economía hasta cerca del 70% antes de la crisis de 2001. La propia UNCTAD certifica que los países empobrecidos, que más abrieron sus barreras comerciales durante los noventa, han visto aumentar la extrema pobreza en contra de los que lo hicieron más tímidamente (UNCTAD, 2002) . Ahora bien, el núcleo de la anticooperación en el comercio de servicios no es tanto esa transferencia de propiedad hacia las transnacionales extranjeras, sino el bloqueo de los servicios esenciales que los pobres sufren en caso de privatización. Al ser oficialmente el Estado el garante de los derechos de los ciudadanos y ciudadanas, y encontrarse un sector importante de los servicios precisamente entre estos derechos, su privatización pone en riesgo el que sean garantizados. La polémica surge especialmente cuando la privatización y el comercio de servicios vulneran directamente derechos como, por ejemplo, la educación, la salud, el abastecimiento de agua y energía, la seguridad, la cultura o las pensiones. Todavía peor cuando la privatización llega forzada desde fuera, desde el exterior y cuando por efecto del comercio estos servicios pasan a ser gestionados desde centros corporativos de decisión en el extranjero. El comercio de servicios nos permitirá profundizar algo más en la importancia del establecimiento de las reglas de juego como forma de dominación (Lukes, 1974; Hay, 2002). Si nos fijamos en cómo se está transformando la regulación sobre el comercio internacional de servicios, podremos ver que cada vez más se regula mediante unas reglas de juego establecidas en marcos jurídicos acordados dentro de los denominados tratados de libre comercio. De hecho, los TLC permiten aplicar normas que aún no han sido consensuadas en la OMC, y esto implica su carácter de ultraliberalización en muchos casos.14 El más importante de todos ellos, por ser multilateral, es el que se negocia en el seno de la OMC: el Acuerdo General de Comercio de Servicios (AGCS). Tiene consecuencias directas sobre el corpus de leyes de los países, de modo que

14. Véase en particular la firma de nuevos tratados bilaterales desde Estados Unidos con diferentes países de América Latina (www.bilaterals.org).

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establece una suerte de régimen transnacional que protege los intereses del capital transnacional y descuida lo demás en todos aquellos países que lo hayan firmado. Analizaremos aquí brevemente los términos de este régimen. Al AGCS le encomendaron el objetivo de establecer el marco normativo global para el libre comercio de servicios; eso es, para establecer las reglas del juego que condujeran a todos los países de la OMC a ir desmantelando cualquier barrera o dificultad a la inversión empresarial en servicios. Debido a la desigualdad de condiciones entre las empresas de la gran mayoría de los países empobrecidos, y las poderosas transnacionales del Norte, esto favorece a servicios bancarios transnacionales (como Citygroup o el Grupo Santander), a compañías de telecomunicaciones (como Vodafone o Telefónica), a auditoras (como Deloitte o Accenture) o a empresas multiservicios (como Suez, Mitshubishi, Halliburton y Acciona), etc. ¿A qué barreras se refiere? ¿Qué comporta desmantelarlas? Existen decenas de informes financiados por diferentes confederaciones empresariales —lobbies que suelen operar en las grandes capitales como Washington y Bruselas— y que en distintos países o regiones geocomerciales identifican claramente a qué «barreras» se refieren.15 Por ello, cuando esta suerte de «patronal transnacional» conformada por los lobbies habla de «barreras», no se refiere a las fronteras, ni siquiera a los aranceles, sino a las legislaciones y normativas públicas de los países donde potencialmente pueden hacer negocio. Por ejemplo, el poner condiciones sobre el número de trabajadores locales que debe emplear una firma extranjera se considera una barrera. Exigir determinados estándares ambientales o laborales, también. ¿Quién impulsa la liberalización de los servicios a escala mundial? Y ¿quién marca las reglas de juego? El AGCS nace por la presión del lobby empresarial estadounidense activo en el sector de los servicios. El primer núcleo de dicho lobby fue conformado en 1982 por el Citycorp (hoy Citygroup), American Express y AIG. Se llamaba US Coalition of Services Industries (USCSI). Fue creado para incluir el comercio de servicios en la agenda del General Agreement on Tariffs and Trade (Acuerdo general sobre comercio y aranceles, GATT por sus siglas en inglés). Más adelante irán ganando la complicidad de los lobbies europeos, y de la Administración estadounidense primero, y de la europea después, entre otros 15. En servicios se suelen identificar a menudo seis barreras de Acceso a Mercados : a) el número de proveedores de servicios a los que se deja acceder; b) el valor de las transacciones o activos de servicios; c) el número total de operaciones de servicios o la cuantía total de la producción de servicios; d) el número total de personas físicas que pueden emplearse en un sector o por un proveedor concreto; e) tipos específicos de la forma legal o personalidad jurídica de los proveedores; f) determinados porcentajes de participación de capital extranjero o al valor total de las inversiones extranjeras.

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actores. Según el mismo director de la División de Servicios de la OMC, David Hartridge, «sin la enorme presión ejercida por el sector financiero estadounidense, especialmente por parte de compañías como American Express o Citicorp, no hubiera existido ningún acuerdo sobre el comercio de servicios y, por tanto, tampoco la Ronda de Uruguay ni la OMC». Por el lado europeo, el ESF (European Services Forum) también fue concebido en 1999 para incidir en el AGCS, así como para presionar a la Comisión Europea para que firme el mayor número de tratados comerciales en las condiciones más favorables a los intereses de las corporaciones europeas. El fundador de la ESF fue Mr. Andrew Buxton, entonces presidente del Barclays Bank, uno de los grandes bancos europeos. Otros lobbies financieros significativos son: Japan Services Network, Australian Services Roundtable; Brazil Services Forum; Canadian Services Coalition; Hong Kong Coalition of Service Industries; NASSCOM (National Association of Software & Services Companies of India), todos ellos tan opacos a la opinión pública como capaces de torcer las políticas públicas en todo el mundo. Referencias KELSEY, J. (2008), Serving Whose Interests?: The Political Economy of Trade in Services Agreements. Londres/Nueva York: Routledge-Cavendish. VANDER STICHELE, M. (2005), Cuestiones críticas en la Industria Financiera: informe sobre el sector financiero. Amsterdam: SOMO. VERGER, A. (2009), State Actors and Preferences in Education in the Context of GATS. En A. Jakobi, K. Martens, K. Wolf, Education in Political Science: Discovering a neglected field. Londres: Routledge www.gatswatch.org

Las patentes y otros derechos de propiedad intelectual Las patentes son sólo uno de los instrumentos contemplados dentro de lo que se conoce como propiedad intelectual.16 La propiedad intelectual en el capitalismo, constituye un frente abierto que permite privatizar, mercantilizar y apropiarse del conocimiento, en todas sus dimensiones. De tal manera que actúa otorgando derechos exclusivos de una invención a quien la haya «descubierto».17 Estos derechos exclusivos suelen tener una duración de entre 16. La propiedad intelectual reúne dos conjuntos de instrumentos, los de propiedad industrial y los derechos de autor. Dentro de la primera encontramos las patentes, las marcas y el copyright, los modelos de utilidad, los modelos y dibujos industriales. Dentro del segundo, los derechos de autor y los derechos conexos a los derechos de autor. 17. Una invención se define como un producto o proceso que ofrece una nueva manera de hacer cualquier cosa, por ejemplo, una solución técnica a un problema.

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15 y 20 años y consisten en que la invención no puede ser confeccionada, utilizada, distribuida o vendida sin el consentimiento del titular de la patente. Su cumplimiento se hace respetar en los tribunales habitualmente. Y para obtener dicho consentimiento, se deberá pagar una suma de dinero al titular (royalty), definida por este último que es quien tiene el monopolio.

Sin embargo, el monopolio sobre el conocimiento tiene fuertes implicaciones para aquellos que no tienen capacidad monetaria ni están protegidos por sus estados, es decir para ciertas mayorías sociales de los países periféricos. En especial en la agricultura, la alimentación y la salud pueden tener resultados considerablemente negativos tal y como ilustra el siguiente cuadro: Farmacéuticas, el VIH / sida y la India En el mundo: • Más de 40 millones de personas viven con VIH/SIDA, y el 95% de ellas en países del Sur. • Cada año se contagian 5 millones de personas más, y se mueren 3 millones a causa de esta enfermedad. La India es considerada como el «botiquín» de los países pobres. La alta capacidad tecnológica de su industria farmacéutica nacional, impulsada por el Estado, y al mismo tiempo su postura resistente respeto a la ofensiva de los países industrializados respeto a las patentes, han permitido que desde allí se distribuyan varios fármacos genéricos que no pagan patente. Compárese el precio de comercialización del tratamiento antirretroviral del VIH con patente y sin:

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• Precio comercial (CON patente): 10.000 de dólares EEUU por paciente/ año • Precio sin patente: 136 de dólares EEUU por paciente/año Actualmente el Gobierno indio está recibiendo fuertes presiones para que se «armonice». Veremos que quiere decir acto seguido. Aún así, en 2006 pudo ofrecer genéricos a otros países empobrecidos para el tratamiento de 1,6 millones de enfermos. Fuente: Intermón-Oxfam y MSF (2007).

La globalización del régimen de propiedad intelectual La propiedad intelectual tiene sus orígenes en el mundo anglosajón a principios del siglo XX. Durante largos años se mantiene circunscrita a escala nacional en países principalmente occidentales. No obstante, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) se crea en 1970 para promover la protección de la propiedad intelectual en todo el mundo. En 1974 entra a formar parte del sistema de Naciones Unidas. Entre 1986-93, durante la Ronda de Uruguay previa a la fundación de la OMC, una coalición de grandes corporaciones organizadas en tres lobbies, IPC (EEUU), Keindanren (Japón) y UNICE (UE), reconceptualizan e impulsan a través de sus respectivos gobiernos el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC o TRIPS por sus siglas en inglés), uno de los dos principales acuerdos para adelantar en el proceso de privatización del conocimiento. En 1994 se establece el ADPIC en el marco de la OMC. Esto comporta la extensión en todo el mundo de criterios de protección de la propiedad intelectual que, hasta entonces, habían afectado sólo a los países industrializados. El ADPIC a diferencia de la OMPI, sí dispone de fuerza legal, dado que quien no lo cumple es penalizado por el resto de miembros de la OMC a partir de un panel de solución de diferencias definido por la propia institución cuyas resoluciones —dada su capacidad sancionadora—- son de obligado cumplimiento. El artículo más polémico es el que hace referencia a la obligación a aceptar patentes sobre microorganismos y sobre procesos biológicos. Éste abre la puerta a las llamadas «patentes de la vida». ¿Cuáles van a ser los impactos de este nuevo tipo de patentes?, ¿dónde va a estar el límite?, ¿quién controlará estos procesos? Pero si es tan evidente que el sistema de patentes perjudica a quien tenga menos capacidad tecnológica, ¿por qué los países de la periferia lo han aceptado? Hará falta introducirnos, aunque sea de forma muy sintética, en las estrategias usadas por los promotores del régimen de propiedad intelectual a nivel mundial.

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Cómo se imponen al Sur Está claro que quienes más interesados pueden estar en la privatización del conocimiento son el enjambre de empresas transnacionales proveedoras de tecnología, sean estas farmacéuticas, agroquímicas, comercializadoras de semillas, de componentes o informáticas. La mayoría de ellas basan sus considerables beneficios precisamente en los rendimientos de la propiedad intelectual. Los gobiernos han demostrado presionar a favor de la propiedad intelectual en proporción exacta al poder de su sector tecnológico privado. Así, los gobiernos de EEUU, el Japón y la UE por este orden, han interferido todo lo que han podido sobre los gobiernos de los países periféricos con tal que éstos implementaran el régimen de propiedad intelectual al gusto de las matrices empresariales, aunque fuera con menoscabo de sus propios intereses (GRAIN, 2006). A menudo a cambio de un cierto acceso a los suculentos mercados del Norte. Por ello no es curioso que los acuerdos voluntarios soportados por la OMPI sean firmados a cara de perro por países como los africanos, tradicionalmente contrarios a la patentación de la vida.18 En definitiva, las negociaciones bilaterales se utilizan para multilateralizar un sistema de reglas favorables a los países centrales, armonizando así el sistema de propiedad intelectual a nivel global. De modo que se forma un régimen internacional, que se traduce en una especie de impuestos a los países empobrecidos con cargo a los royalties tecnológicos propiedad de empresas del Norte.19 Para describir los canales que ha seguido esta potente palanca, hace falta discernir una vez más entre el momento de persuasión, el momento de establecer reglas del juego, y otros momentos tácticos que pasan por promover la propiedad intelectual y protegerla de forma coercitiva cuando está en peligro. La desproporción del desarrollo tecnológico entre Norte y Sur hace el resto. Así, a lo largo del veloz proceso de globalización de la propiedad intelectual, se han utilizado de forma simultánea tres estrategias top-down que han determinado su gobernanza global: la OMPI en el marco de las Naciones Unidas, el ADPIC en el marco de la OMC y el «spaghetti bowl», formado por un entramado de tratados de libre comercio bilaterales negociados en18. En estas negociaciones se acostumbra a condicionar el éxito a cláusulas que obligan a la contraparte del Sur a firmar los tratados de privatización de la propiedad intelectual presentes tanto en la OMPI (sin capacidad punitiva) como en la ADPIC (con capacidad punitiva, como cualquier acuerdo de la OMC). Incluso a ir más allá, con las condiciones denominadas «ADPIC Plus» que EEUU exige bilateralmente. Oxfam (2006). Patentes contra pacientes. 5 años después de la Declaración de Doha. (www.intermonoxfam.org/UnidadesInformacion/anexos/7924/ 061114_Patentes_vs_pacientes.pdf ). 19. Véase la «Agenda de patentes» de la OMPI, en Rodríguez (2004).

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tre los poderosos países del Norte y los diferentes países o subregiones del Sur. Siempre con un intenso y sutil lobby pro empresarial, a la par de una creciente —aun cuando muy inferior— presión de movimientos sociales y ONG especializadas. ¿Las patentes pueden considerarse anticooperación? Los impulsores del sistema de propiedad intelectual afirman que el incentivo económico anima la creatividad industrial. Que la industria —por ejemplo la farmacéutica— debe recuperar lo que invierte en investigación, y que sin las patentes nadie investigaría. La mayoría de los científicos ven condicionada su financiación a la invención de patentes. Por ejemplo, los indicadores de excelencia investigadora de un científico o ingeniero consideran el número de patentes suscritas por éste. Además, señalan que las patentes fomentan que se conozcan las invenciones en todas partes, en lugar de permanecer como secreto industrial. Favorecen la transferencia de tecnología al Sur; incluso sirven para defender el pequeño en frente de la gran empresa. En realidad, se observa que, en el Sur, las patentes inflaman los precios de los fármacos obligan a los campesinos a depender de las corporaciones agroalimentarias, erosionan la biodiversidad vinculada con los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas mediante la introducción de especies genéticamente modificadas, y bloquean una potencial transferencia de tecnología NS, entre otras muchas malas interferencias. Es decir, el sistema de propiedad intelectual actual es el que mejor explica que algunas tecnologías disponibles no fluyan hacia extensas capas de la población de los subcontinentes periféricos, pese al grito de quienes caen enfermos o hambrientos. Y en el caso en que fluyan, estos enfermos o hambrientos contribuyen de forma apreciable al lucro opulento de los propietarios de estas corporaciones. TLC

entre EEUU y Colombia, un ejemplo de las implicaciones sobre el acceso a medicamentos asequibles

Según la Organización Panamericana de la Salud (2005), el sistema sanitario colombiano pagará hacia el año 2020 unos 940 millones de dólares americanos adicionales al año para cubrir los costes de los medicamentos. Al mismo tiempo, alrededor de unos 6 millones de usuarios no tendrán acceso a medicamentos mediante el sistema sanitario.

Un modo de constatarlo es responder a la siguiente pregunta: ¿Dónde se encuentran los titulares de las patentes?

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DIEZ PAÍSES CON MAYOR NÚMERO DE PATENTES REGISTRADAS

Patentes registradas 157496 EEUU 125880 Japón 41585 Alemania 36404 Francia 34956 Corea del Sur 33756 Reino Unido 19652 Italia 17592 Rusia 17052 Holanda 15809 Estado español

Fuente: ODG, a partir de Compared Infobase Limited, 2006.

Efectivamente los titulares de las patentes —los beneficiarios de los royalties— se encuentran domiciliados mayoritariamente en EEUU, Japón y la UE. Un estudio sobre patentes biotecnológicas muestra que entre 1990 y 1995 se otorgaron unas 25.000 patentes de las que 37% se originaron en EEUU, otro 37% en Japón y un 19% en la UE. El 7% remanente procedía del resto del mundo, del que sólo un 3% procedía del Sur (Shapiro y Varian 1999). Desde este punto de vista, que el Sur acepte los sistemas de propiedad intelectual equivalente a instalar un impuesto general Sur-Norte en concepto de tecnología. Parte de la cual, como demuestra la reciente literatura dedicada a evidenciar la biopiratería, utiliza principios activos o conocimiento tradicional originarios del propio Sur.20 En resumen, el sistema de propiedad intelectual encarnado en la patente del conocimiento —a veces el conocimiento de otros— se convierte en una nueva forma de anticooperación extremadamente ácida. Su potencia reside en la superioridad tecnológica del Norte y sobre todo en la capacidad de torcer las regulaciones ajenas a favor de intereses corporativos.

20. Véase también: www.biopirateria.org.

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Referencias KHOR, M. (2003), El saqueo del conocimiento. Barcelona: Icaria-Intermón. Revista Biodiversidad: www.grain.org/biodiversidad. SHIVA, V. (2001), Biopiratería. El saqueo de la naturaleza y el conocimiento. Barcelona: Icaria. VV.AA., Fundación Böll, ¿Un mundo patentado? La privatización de la vida y del conocimiento. El Salvador: Bellas Artes.

Valorando la anticooperación comercial Un modo en cierta forma burdo de medir la evolución de la anticooperación comercial es mediante la diferencia entre los flujos relativos a las importaciones y las exportaciones entre los países del Norte y los del Sur, es decir de la balanza comercial Norte-Sur. En ella, se aprecia como el balance es positivo para los países del Norte justo hasta que el petróleo y muchas de las materias primas que exporta el Sur sufren importantes alzas en sus cotizaciones mundiales, y cuando se desarrolla la potencia exportadora de China especialmente.

AYUDA OFICIAL GLOBAL Y BALANZA COMERCIAL

350.000 300.000 millones de dólares

250.000

AOD Balanza Comercial

200.000 150.000 100.000 50.000 0 –50.000 –100.000 1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008

–150.000

Elaboración: ODG a partir de Global Development Dinance 2008. Banco Mundial.

No obstante, la anticooperación comercial no se produce tanto por su balance como por la transformación del tejido productivo que supone un modelo exportador de materias primas, por la vulnerabilidad a la que somete a los sectores empobrecidos y por las externalidades que quedan fuera de indicadores mercantiles como el utilizado.

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Hay otro factor que se debe tener en cuenta en el momento de analizar los datos del comercio internacional y que conduce, a menudo, a malas interpretaciones. Cuando el balance comercial favorece a los países del Sur, como ha sido el caso desde el año 2000, la distribución de beneficios económicos en el Sur se decanta principalmente del lado de los grandes propietarios locales (terratenientes, familias que controlan el import/export de bienes de consumo, etc.) y de los inversores extranjeros (corporaciones transnacionales) en lugar de los pequeños. Es decir, el libre comercio, unas veces y las otras, beneficia fundamentalmente a lo que hemos llamado Norte Global, perjudicando en ocasiones o beneficiando muy marginalmente, al resto.

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VIII. ANTICOOPERACIÓN AMBIENTAL Y DEUDA ECOLÓGICA

Después de felicitar al cocinero por su paella le pregunté por los ingredientes: el arroz, ingrediente principal en una zona como el levante español, rica en este cultivo, proviene de Indonesia. Los camarones, de Ecuador y de India; los calamares, de Argentina; el pollo, de granjas que los engordan con maíz brasileño; el conejo, alimentado con soja boliviana; las verduras, de Marruecos, y todo eso con cariño y a fuego lento... con gas que nos llega desde Argelia. Para terminar un café ugandés con azúcar dominicano, y en el centro de la mesa unas flores colombianas. ¿Nos estamos comiendo el mundo? Gustavo Duch, ¿Nos comemos el mundo? La Jornada 29/4/05

La anticooperación ambiental se define como aquella producida por políticas, decisiones y usos y costumbres tanto a nivel individual como colectivo que desde el Norte Global afectan de forma negativa (directa o indirectamente) a cualquier ecosistema del Sur Global. Ese conjunto de interferencias inciden además con frecuencia en los derechos humanos, económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones locales. Debemos desentrañar qué parte de los problemas ambientales del Sur tales como la deforestación de los bosques y las selvas, la contaminación de las aguas, la presencia de metales pesados en sangre de algunas comunidades indígenas o la erosión y expulsión de las tierras fértiles, se produce a merced de interferencias procedentes del Norte. Para una gran variedad de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo (ONGD), incluyendo organizaciones ecologistas, así como para la inmensa mayoría de agencias oficiales de desarrollo y la casi totalidad de instituciones internacionales como el Banco Mundial, los problemas ambientales del Sur se originan básicamente en el propio Sur. Entidades conservacionistas como Conservación Internacional, por ejemplo, enfocan su trabajo hacia la

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protección de reservas naturales en países del Sur con el fin de evitar que las poblaciones autóctonas las destruyan (Dowie, 2006). Organismos como el Banco Mundial aseguran que cuando una población se hace rica aspira a vivir en un entorno limpio y natural. Por lo que la solución a los problemas ambientales es el desarrollo económico. Reconocen que la industrialización y crecimiento económico en los países subdesarrollados pueden generar en una primera fase una intensa degradación ambiental.1 Sin embargo, consideran que, al llegar a cierto grado de ingreso per cápita, la tendencia cambia, y la economía propia impulsa una recalificación ambiental positiva del país. Las generaciones pobres ensuciarían al industrializarse, mientras que las generaciones posteriores (ricas, post materiales y tecno-preparadas) limpiarían. ¿Cuán cierto es esto? Veremos en este apartado que en una gran diversidad de casos, los daños ambientales generados por las actividades económicas en el Norte tienden a ser desplazados hacia la periferia. De forma tal que existe, también una responsabilidad exterior en lo que atañe a la degradación ambiental en el Sur, que no suele ser reconocida, y mucho menos asumida. Esto ocurre de una manera muy similar a la de una persona que barre la suciedad de su portal y la lanza (disimuladamente) a la calle o al portal vecino. Esta realidad se produce a nivel global, permea las relaciones asimétricas Norte-Sur y constituye el pilar de la anticooperación ambiental.

¿Por qué se produce la anticooperación ambiental? Un elemento que debemos tener en cuenta a la hora de entender la generación de interferencias negativas a nivel ambiental que afectan a las poblaciones del Sur se ubica en la lógica misma de la acumulación capitalista. De acuerdo con ésta, empresas y estados deben tener «mejores resultados» año tras año, trimestre tras trimestre. Pero ¿qué significa obtener «mejores resultados» en este contexto? Simplificándolo, para las empresas significa superar las ganancias del año anterior, y para los estados, conseguir incrementar su PIB. Así, el éxito de una empresa o de un Estado se establece de acuerdo a su grado de crecimiento económico. Ahora bien, la forma de medir este crecimiento y de valorar los resultados tiende a no tener en cuenta un gran número de costes generados por el sistema, y en particular, los costes ambientales. ¿A qué se debe este fallo? Los actores económicos capitalistas pueden permitirse el no asumir su responsabilidad ambiental, sobre todo cuando afecta a los países del Sur.

1. Se trata de la interpretación directa de la hipótesis que se desprende de la curva ambiental de Kuznets (EKC). Véase: Temper y Martínez-Alier (2007).

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Un ejemplo de esto se ubica en el caso de las compañías aéreas. Participan en la generación de gases responsables del calentamiento global («gases de efecto invernadero»), que ha derivado en una crisis ecológica sin precedentes. Entre los principales afectados por esta crisis se ubican las poblaciones del Sur, que se ven obligadas a enfrentar inundaciones, sequías y toda una serie de catástrofes que interfieren afectando gravemente a su bienestar. Esto deriva en una serie de costes económicos y sociales que estas poblaciones se ven obligadas a asumir. Si las compañías aéreas asumieran esa responsabilidad, se verían obligadas de una manera u otra a pagar por ella. Y esto se vería repercutido en sus cifras de negocios. Empero, en la lógica capitalista, estos daños ambientales son considerados como «externalidades», «efectos colaterales» que no se pueden evitar, ni medir, y que no son incluidos en los balances financieros. ¿Por qué poblaciones situadas en lugares muy lejanos se ven obligadas a asumir un coste ajeno? Esto se debe a la arquitectura misma de las relaciones de poder entre el Norte y el Sur. No existen mecanismos que les permitan contrarrestar estas interferencias negativas. Veremos este caso con más detalle en el apartado sobre las interferencias por emisión de gases de efecto invernadero. La complejidad de esta problemática se incrementa a la hora de medir los costes generados. Por ejemplo, podemos preguntarnos ¿Cuánto cuesta un bosque o un lago? ¿Cómo calcular cantidad de dinero con la cual se debería indemnizar los problemas de salud generados por la actividad minera en una población indígena? ¿Cuánto cuesta una cultura? ¿Cuánto cuesta un recién nacido? ¿Y un abuelo? La economía global tal y como está definida hoy, no integra los costes ambientales (ni sociales) producidos en cualquier actividad ordinaria. El sistema económico actual externaliza los costes por la propia necesidad de incrementar los beneficios a corto plazo, y los transmite a la sociedad y a la naturaleza que los rodea. Otorga además precios arbitrarios a los bienes y servicios, y privatiza los beneficios tanto como puede. En lo que sigue, apelaremos a perspectivas teóricas como la economía ecológica y la deuda ecológica, las cuales nos permitirán entender la estructura misma de la anticooperación ambiental.

La economía ecológica2 La economía ecológica, disciplina nacida en los años ochenta, estudia la irremediable confrontación entre la expansión económica y la conservación del medio ambiente. Es un campo de conocimiento transdisciplinario que ve la economía como un subsistema de un ecosistema físico global y finito. 2. Véase también Martínez-Alier y Roca (2000).

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La economía ecológica explica bien, a nuestro parecer, la razón de ser de la anticooperación ambiental. Se refiere a cómo se articula un sistema en el cual empresas y estados se constituyen en dos fuerzas que centrifugan y expulsan sus pasivos ambientales hacia el ecosistema envolvente que les rodea (pobladores incluidos).3 El centrifugado es mayor cuando se produce en condiciones de desigualdad en las relaciones de poder. Es decir, una transnacional europea puede comportarse de forma más irresponsable en un país pequeño y periférico —por ejemplo vertiendo sus residuos al río— que en un país miembro de la UE. Lo mismo ocurre entre los estados. Los procesos industriales más contaminantes se están deslocalizando de los países OCDE hasta los empobrecidos. Se centrifugan los pasivos desde los Centros hacia la Periferia; de las zonas más ricas a las más pobres. La producción de celulosa, la generación de energía, o la industria textil son ejemplos de ello. Tal como lo hemos señalado anteriormente, toda actividad económica afecta no sólo a quienes deciden realizarla, sino también a terceros. Estos efectos colaterales reciben el nombre de «externalidades». Así, algunos afirman que el mercado en lugar de la «mano invisible» mencionada por Adam Smith, asignando de forma eficiente los recursos, tiene en realidad un «codo invisible» que «traslada cargas que golpean el resto de competidores y a la sociedad en general» (Jacobs, 1997). Buena parte de los impactos ambientales que se observan en el Sur corresponden a externalidades de este tipo. Una forma de medir las externalidades que produce determinado colectivo social es evaluando su «huella ecológica». Esta última consiste en la superficie ecológicamente productiva (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos) necesaria para mantener a aquel colectivo social según su nivel de vida con las tecnologías actuales. La superficie de tierra necesaria en términos de fuente pero también de sumidero de materiales y energía.4 Como puede verse en las figuras siguientes, la comparación entre las huellas ecológicas regionales y sus respectivas biocapacidades,5 muestra una

3. Los Pasivos Ambientales son los impactos ambientales que un proyecto o actividad genera frente a terceros. Su condición de pasivos está relacionada con la pérdida del estado previo (un activo ambiental). 4. Véanse autores como Odum, Opschoor, Rees o Martínez Alier al respecto. La huella ecológica de una persona puede leerse como la suma de cuatro contribuciones: 1) La tierra necesaria para su alimentación (la de un carnívoro es muy superior a la de un vegetariano, incluso si está de régimen); 2) La tierra de bosques o plantaciones para producir madera (papel, muebles,..); 3) La tierra edificada o asfaltada que les corresponde; y 4) La tierra equivalente a la biomasa necesaria para generar la energía que consume (en el caso de combustibles de orígen biológico), la tierra desalojada para producir otro tipo de energías, más la tierra necesaria para que su vegetación absorva el dióxido de carbono generado. 5. Capacidad de un área específica biológicamente productiva de generar un abastecimiento regular de recursos renovables y de absorber los desechos resultantes de su consumo.

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cara muy significativa de la «colonización ambiental» ejercida por Europa, Estados Unidos y Canadá, y paulatinamente, de Asia-Pacífico sobre el resto de regiones; un fenómeno que se presenta en múltiples facetas, como la que trata de mostrar el movimiento indígena norteamericano a través de la expresión referida a la nueva ola de colonialismo ambiental, el «CO2lonialismo», que se refiere a la invención de nuevos instrumentos que el Norte introduce para no modificar su metabolismo pero que se traducen en nuevas formas de colonialismo sobre el Sur. Por ejemplo, los «mecanismos de desarrollo limpio». HUELLA ECOLÓGICA Y BIOCAPACIDAD POR REGIÓN

Hectáreas globales por persona en 2003

EEUU y Canadá Europa de CEE Europa fuera de CEE Oriente Medio y Asia Central América Latina y Caribe Asia-Pacífico África Biocapacidad disponible por región

Población (millones)

Fuente: Elaboración ODG a partir de Living planet report 2006. WWF.

La deuda ecológica Los impactos que tienen el consumo y las importaciones de crudo no son nada evidentes para sus consumidores, debido a los miles de kilómetros que suelen separar a los pozos de las gasolineras. Producción y consumo, fábrica, campo y tienda, se han ido alejando física y paulatinamente de la mano de la globalización. Este fenómeno vinculado a la distancia tiene graves implicaciones, entre ellas, la dificultad en quienes originan el problema de ser conscientes. Para visualizar este fenómeno, se ha construido un concepto, bien útil que recoge los mecanismos presentes y pasados de anticooperación ambiental. Se trata de la denominada «deuda ecológica». La deuda ecológica es la deuda

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contraída por los países industrializados con el resto de países debido al expolio histórico y presente de los recursos naturales, los impactos ambientales exportados y la libre utilización del espacio ambiental global para depositar sus residuos. Nos referimos aquí a «deuda» en el sentido de responsabilidad no asumida. La deuda ecológica se produce al no asumirse los costes ecológicos que produce nuestro estilo de vida a los países empobrecidos, por medio de determinadas políticas, actitudes y actividades económicas.6 Por ello, es posible aprehender esta problemática desde la perspectiva de la anticooperación. En efecto, la deuda ecológica se genera a consecuencia de las interferencias negativas en el área ambiental generadas por el Norte Global y que afectan al Sur Global. Se origina en la época colonial y ha ido creciendo a partir de varios mecanismos. Los impactos más conocidos son la deuda de carbono, los pasivos ambientales, la exportación de residuos tóxicos y la biopiratería. Por tanto, la deuda ecológica es el resultado directo y acumulado de la anticooperación ambiental. Interferencias y mecanismos (anti) ambientales NS La anticooperación ambiental actúa simultáneamente a través de 5 mecanismos interrelacionados. Mecanismos que articulan el Norte con el Sur y que constituyen los pilares de la deuda ecológica NS. Por estos mecanismos NS es por donde se transmiten las interferencias ambientales que perjudican la salud y el medio ambiente en el Sur. Sin embargo, la bibliografía suele señalar sólo 4 (importaciones, emisión de gases de efecto invernadero, inversión extranjera, exportación de residuos y biopiratería), olvidándose de una quinta que se produce en tiempos de guerra. Se trata de la destrucción ecológica acaecida durante las ofensivas militares, especialmente cuando se bombardean infraestructuras o se utilizan armas no convencionales (químicas, nucleares y biológicas). Por otro lado, el concepto de deuda ecológica se ha construido socialmente para confrontarlo con el de la deuda externa. Por lo que se lo ha acotado a las relaciones entre países del Norte y del Sur, no entre grupos de interés. En realidad, la búsqueda de responsabilidades nos conduce al conjunto de grupos de interés que constituyen el Norte Global. Es decir, hay que incluir también a las clases capitalistas y consumidoras residentes en países del Sur. Si repasamos las fuerzas que originan la anticooperación ambiental en el Norte Global podemos observar 4 fenómenos, todos ellos interrelacionados y motivados por la necesidad capitalista de crecer. Los 4 son impulsados por las empresas y los estados capitalistas y consisten en: la búsqueda de lucro,

6. Para más información sobre el concepto de deuda ecológica, véase: M. Ortega (2006).

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la necesidad de mantener un sistema productivo al máximo rendimiento (salarios, puestos de trabajo, hegemonía tecnológica); la voluntad de buscar mayores cuotas de consumo posibles y; finalmente, en el despliegue de políticas públicas que tratan de impulsar todo lo anterior. La combinación de los cuatro obligará a importar del Sur múltiples bienes y servicios, y a adquirir algunos de sus recursos mediante inversiones. En cambio, desde el punto de vista del Sur Global, la anticooperación ambiental se percibe de tres modos. En primer lugar, se pierde control del uso de la tierra que se destina a necesidades exteriores; ejemplo de ello son las miles de hectáreas sembradas en Colombia o Indonesia para la exportación de palma aceitera hacia Europa y Asia, y que han reemplazado cultivos alimenticios para las comunidades locales. En segundo lugar, se sufren múltiples transformaciones derivadas del calentamiento global (por ejemplo, los conflictos derivados de acoger a los miles de refugiados ambientales). Y en tercer lugar, se asumen en territorio y en salud propia los pasivos ambientales de actividades productivas ajenas. Así, los costes de las enfermedades respiratorias o cutáneas que sufren las poblaciones por la fumigación de cultivos de soja en Argentina o Paraguay no son asumidos por la agroindustria, sino por los sistemas sanitarios nacionales. Ni los 16 muertos ni los 100.000 afectados por los vertidos de agentes radioactivos del buque holandés Probo Koala de Costa del Marfil en 2006 lograron ser resarcidos por la compañía holandesa responsable. Referencias MARTÍNEZ-ALIER, J. (2006), El ecologismo de los pobres. Barcelona: Icaria. MCNEILL, J.R. (2003), Algo Nuevo Bajo el Sol. Historia Mediambiental de Mundo en el Siglo XX. Madrid: Alianza Ed. NAREDO, J. (2007), Raíces económicas del deterioro ecológico y social: más allá de los dogmas. Madrid: Siglo XXI de España. ORTEGA, M. (coord.), ODG (2006), La deuda ecológica española: impactos sociales y ambientales de la economía española en el exterior. Sevilla: Muñoz Moya Editores Extremeños.

Interferencias ambientales de las importaciones y el consumo Los responsables del consumo exagerado y creciente que tiene lugar a nivel global son las instituciones privadas y públicas del Norte Global (incluyendo pues a las oligarquías del Sur), pero también sus ciudadanos de forma individual. En este sentido, se vuelve útil la referencia a la «clase consumidora» para distinguir aquellos grupos humanos cuyo consumo es intensivo. El consumo de la población del Norte Global representa, en efecto, cada vez más una presión ambiental insoportable sobre las poblaciones del Sur Global. 159

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La voracidad de los más de 1.700 millones de consumidores compulsivos diseminados por todo el planeta, aporta la demanda solvente que necesitan las empresas para seguir creciendo, toda vez que permite a los países centrales producir a toda máquina y, de forma derivada, importar bastas cantidades de materiales y de energía del exterior. El consumo se transmite cual onda desde el Norte hacia el Sur a través de las importaciones del Norte, que se convierten en exportaciones para el Sur. El consumo termina generando deuda ecológica mediante los cuatro mecanismos de anticooperación mencionados anteriormente y, como veremos, no sólo afecta a la soberanía alimentaria de quienes viven en el Sur, sino que también provoca la destrucción de sus ecosistemas.

Fuente: Nano (1992, www.nanopublik.com).

Los principales impactos ambientales del (hiper)consumo del Norte Global son conocidos pese a no estar valorados adecuadamente. Desde la deforestación de lo que antes fueran extensas zonas selváticas como la del Amazonas o Indonesia (cambiando su uso de suelo para extraer madera, petróleo, minerales o campos de cultivo para la exportación), hasta la contaminación de los suelos y los niveles freáticos debido al uso de fertilizantes o a derrames de petróleo; desde la afectación a ecosistemas y prácticas agrícolas, vinculada con el calentamiento global, a la intoxicación o enfermedad por proximidad a procesos industriales; y hasta la esquilmación de la fauna marina de los océanos o de especies exóticas. Dos ejemplos ilustran la presión que ejerce el consumo (y las importaciones) sobre el ambiente de lugares muy alejados, sin olvidar que el consumo presiona también el ambiente cercano. El primer ejemplo tiene que ver con la alimentación y el segundo, con el transporte.

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Dos ecuaciones: La butifarra catalana = soja transgénica argentina y brasileña = glifosato + paramilitarismo7 Cataluña, por ejemplo, es un país donde se crían una gran cantidad de cerdos. El ganado catalán en general se alimenta de un pienso constituido por un cóctel de soja y de cereales. La soja es, de esta manera, el principal aporte proteínico de la dieta de la ganadería catalana. En 2004, Cataluña importaba cerca de 3,3 millones de toneladas de soja. De esta cantidad, el 88% se dedicaba a la obtención de carne, tres terceras partes de lo cual se destinaba al ganado porcino. Ahora bien, los campos de cultivo necesarios para producir esa soja intensivamente equivalen en superficie a la mitad del territorio catalán: un desierto verde de la extensión de medio país. Si en Cataluña sólo se produce el 0,01% de toda esta soja, ¿de dónde sale el resto? La respuesta se encuentra a miles de kilómetros: el 43% de la soja proviene de Argentina, el 34% de Brasil y un 23% de EEUU. La mayor parte de la soja argentina y estadounidense es transgénica, mientras que la brasileña lo es entre un 40 y 60%. Las importaciones son controladas por dos únicas empresas transnacionales estadounidenses, que operan la entrada de la soja en el puerto de Barcelona: Bunge (75%) y Cargill (25%). Más allá de la economía, ¿conocemos los consumidores de carne la relación entre embutido y carnes catalanas con la soja transgénica? ¿Una butifarra transgénica? Y todavía más, ¿imaginan los ganaderos locales las consecuencias que está teniendo la importación masiva de soja sobre sus colegas argentinos o brasileños? ¿Cuáles son los impactos sobre la salud de los consumidores? En las regiones productoras de soja en Sudamérica, los impactos sociales y ambientales de estos cultivos son considerables. Las consecuencias más importantes se resumen bien en lo que recogía una pancarta en las manifestaciones de los movimientos campesinos en Paraguay y la Argentina: «Soja = glifosato + paramilitares». En efecto, entre los múltiples problemas que conlleva la «sojización» se destaca la contaminación agroquímica (glifosato) que afecta a las poblaciones y trabajadores locales, y una violenta represión de las organizaciones campesinas que luchan por el acceso a la tierra.

7. Datos de 2004/2005 de distintas fuentes, elaboración de la campaña No te Comas el Mundo (www.notecomaselmundo.org).

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¿Tortillas o biocombustibles? Los biocombustibles están de moda. En todo el mundo —desde Estados Unidos hasta Indonesia— se sustituyen campos de cultivo de alimentos por «desiertos verdes». Pequeños cultivos y bosques por extensos monocultivos de oleaginosas para producir bioetanol y biodiésel. Una alternativa rentable tanto al declive de la producción de petróleo como a la creciente inseguridad energética o al calentamiento global. Todo parecen ventajas. Sin embargo, ese mercado de biocombustibles en vertiginoso ascenso está afectando la vieja necesidad de alimentarse de los más pobres. Lo hemos visto últimamente en las manifestaciones de México después que la principal comercializadora de grano del mundo, la norteamericana Cargill, hubiera preferido vender el maíz a las compañías energéticas norteamericanas a futuro antes que a las tortillerías mexicanas en el presente. En México, cuna de este cereal, la tortilla dobló automáticamente su precio. Este fenómeno se está reproduciendo en muchos otros lugares. Así nuestro voraz consumo energético en el Norte se enfrenta hoy a la seguridad alimentaria del Sur. Se confrontan derechos de distinta naturaleza entre personas muy alejadas entre sí. Derecho, por ejemplo, a utilizar aires acondicionados o manejar automóviles 4x4 en España, frente al derecho a alimentarse con tortillas de maíz (lo más barato de comer en América Latina) de los que están en la retaguardia de la globalización. Una nueva interferencia peligrosa y de moda que debemos tener muy en cuenta (Llistar 2007d).

Referencias Campaña «No te Comas el Mundo»: www.notecomaselmundo.org. Worldwatch Institute (2004), L’estat del món 2004. Barcelona: Centre UNESCO de Catalunya.

Interferencias ambientales de las inversiones extranjeras Observemos primero la retórica oficial. Mientras que los gobiernos industrializados y organismos como el Banco Mundial predican a la menor ocasión la necesidad de que el Sur se capitalice vía inversiones con el fin de salvarse del subdesarrollo, los países que más se han abierto a la inversión extranjera lo ponen en duda (Ramos, 2003). En particular en lo ambiental y como ya hemos señalado, afirman que si el Sur desea gozar de buena salud ambiental antes deberá hacerse rico, siguiendo el ejemplo del Norte. En consecuencia más inversiones supondrán más desarrollo. Luego más inversiones, mejor salud ambiental. Para esa retórica, «lo rico es ecológico». En el capítulo sobre la anticooperación en el ámbito tecno-productivo, ya resaltamos hasta qué punto en realidad la Inversión Extranjera Directa (IED) constituye un mecanismo que interfiere negativamente

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en el Sur. Aquí enriquecemos dicho análisis considerando la generación a menudo simultánea, de interferencias ambientales. En primer lugar, debemos recordar que una de las características de las empresas en el sistema capitalista se ubica en la búsqueda de la reducción de los costes, en pos de una maximización de los beneficios. Por tanto, la IED es un capital que busca precios más bajos. Su brújula son los estudios de viabilidad, los presupuestos.8 Este objetivo implica que las regiones donde las legislaciones ambientales y sociales son menos exigentes cobran Vertido de aguas tóxicas procedentes de maquilaun interés mayor, al representar una doras textiles, Estado de Puebla, México. Fuente: reducción de los gastos para las empreODG. sas. El dinero se escurre hacia donde menos tenga que internalizar costes, según la «cultura de lo barato», escapando —siempre que sea posible— a regulaciones ambientales, sociales o de otra suerte que puedan interponerse en su lógica de crecimiento. Para atraer la inversión extranjera, los estados del Sur entran en competencia entre sí, también en lo que respecta a las regulaciones ambientales que son vistas como barreras. Se trata de una competencia por regular ambientalmente a la baja; de forma tal que, en esos países, la actividad desplegada por las empresas transnacionales puede permitirse grados de contaminación y de erosión del territorio y de la biodiversidad que tendrían un coste muy elevado en sus países de origen. Una misma compañía transnacional puede observar distintas políticas ambientalmente respetuosas en unos países y despiadadas en otros. Un fenómeno que es subrayado por el movimiento por la justicia ambiental. La IED puede ser considerada, en ese sentido, también como un mecanismo de anticooperación ambiental. En segundo lugar, las compañías transnacionales intentan conseguir mayor acceso, proximidad o control de los recursos naturales que requieren, hasta el punto de apropiarse de ellos. La distribución geográfica de recursos naturales estratégicos es muy desigual de una región a otra. Así, por ejemplo, recursos como la combinación entre tierras más fértiles y condiciones climá8. Hornborg (1998) alude a los precios de mercado como mecanismo principal mediante el cual los centros del sistema mundial —el Norte Global— extraen energía de, y exportan entropía hacia, sus periferias —el Sur Global.

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ticas para los monocultivos de soja, palma africana, jatrofa o caña de azúcar, son prácticamente inexistentes en el Norte. En consecuencia las empresas y estados no sólo buscan regulaciones favorables, sino un control directo sobre esos recursos naturales. El cambio en el régimen de la propiedad de los recursos naturales ofrece un nuevo modo de relación entre hombre y naturaleza. En este caso caracterizado por la explotación de los ecosistemas y una agresión «biocultural» a organizaciones humanas cuya matriz cultural y socioeconómica se encuentre anclada a dichos ecosistemas.9 Las inversiones no son el único factor responsable en el cambio de régimen de propiedad de los recursos naturales, pero en el Sur actúan como una de las palancas de presión principales. A través de ellas y ante un contexto de crisis alimentaria y energética, algunos estados como Corea del Sur, Arabia Saudita y los Países del Golfo, Egipto o China y Japón han empezado a adquirir bastas extensiones de tierras fértiles en países como Angola, Mozambique, Sudán, Rusia o Camboya. Se trata del fenómeno conocido por landgrabbing o acaparamiento de tierras (GRAIN, 2008c). Existen otros factores que determinan la dinámica de las inversiones, como el acceso a los mercados, pero no son significativas ambientalmente. Además, si bien hemos subrayado el rol ambientalmente destructivo de parte del capital transnacional, no hemos querido decir con ello que el capital local se comporte mejor. Impacto ambiental de las inversiones Las inversiones más erosivas ambientalmente son aquellas relacionadas con las industrias extractivas (minería, petróleo y gas principalmente). Destacan también las inversiones extranjeras en energía, principalmente en forma de grandes presas hidroeléctricas; inversiones en biomasa, como por ejemplo las fábricas de celulosa y bosques de eucalipto y pino; grandes plantaciones de monocultivos por la agroexportación; maquilas textiles, como las que riegan el sudeste asiático, la frontera Norte de México o Centroamérica; en turismo, como el que ocupa y ha transformado radicalmente el litoral del Caribe o Tailandia; la camaronicultura, en aguas tropicales como las del Sudeste asiático o Ecuador, y responsable del envenenamiento de los ecosistemas relacionados con los manglares; siderurgia, como la que se encuentra en las «fast development area’s» indias o chinas; y la química. El sector financiero, responsable de la financiación de los proyectos contaminantes, deberá considerarse dentro de los sectores potencialmente más contaminantes.

9. Para entender la interacción entre cultura y biodiversidad, véase Maffi y Woodley (2008).

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Por todas estas razones y aceleradas por un falso ecologismo en el Norte y en el Norte Global en general (una especie de «ecologismo de los ricos»), se están deslocalizando hacia el Sur y hacia el Sur Global algunas de las industrias más contaminantes. Un fenómeno que incluye no sólo las relaciones Norte-Sur sino también las campo-ciudad, las interurbanas, las interclasistas, las intergénero y otras distribuciones ambientales latentes. Como vemos globalmente no se trata de una desindustrialización ni desmaterialización sino, de nuevo, una centrifugación distributiva forzada por el Norte Global. Las «fast development zones» de la India: Bophal y Kalinga Nagar Algunas áreas remotas se convierten repentinamente en objetivo de la explotación industrial y en determinados casos, los habitantes pueden ser considerados como un estorbo, sea por las resistencias que pueden ejercer, sea porque ocupan un espacio que el capital requiere. El fenómeno de expulsión suele ser tanto más violento cuanto más rápido se requiere efectuarlo, y cuanto más resistente es la población. En ese sentido, podemos considerar lo que ocurre en las denominadas «fast development zones» (zonas de desarrollo rápido) ubicadas en ciertos enclaves estratégicos ricos en energía, agua y minerales, sobre todo en la India y la China. En todo el mundo, un universo de conflictos ambientales provocados por megaproyectos planificados desde muy lejos entra en latencia o estalla. La pugna entre inversores (a menudo extranjeros) y los habitantes locales (a menudo pequeñas comunidades campesinas o indígenas) puede tener resultados letales para estos últimos. El desequilibrio de fuerzas suele ser tan grande, que se impone la voluntad de los inversores (Verger y Llistar, 2005). A nivel informativo, buena parte de las pugnas serán silenciadas (o ignoradas por la prensa) y pasarán desapercibidas. Otras, por su proporción o porque han conseguido trascender la censura corporativa y administrativa, no. Lo ilustran estos dos casos sucedidos en la India: La noche del 2 al 3 de diciembre de 1984, en la fábrica de pesticidas de la empresa Unión Carbide situada a Bhopal (India) se produjo una fuga de 40 toneladas de gases tóxicos al exterior. Los habitantes del entorno más cercano no fueron alertados. Al día siguiente habían muerto 7.000 personas. Se estima que el número total de muertes asociadas a este accidente se acerca a los 20.000. Las secuelas afectan todavía a más de 120.000 niños, mujeres y hombres. La magnitud del caso ha hecho que sea conocido en todo el mundo.10

10. Consúltese, por ejemplo, la Conferencia de Vinod Rayna en el XVII Seminari de Formación del Observatorio de la Deuda en la Globalización, el 8 de noviembre de 2008 (http://www.odg.cat/documents/formacio/SEMXVII_ODG_vinod rayna.mp3) (intervención grabada desde el minuto 2:45).

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El 2 de enero de 2006 la policía de Kalinga Nagar, en el estado más pobre de la India, Orissa, acabó matando a 12 integrantes del pueblo indígena adivasi en resistencia contra el proyecto de instalar en sus tierras una enorme planta siderúrgica de la transnacional india Tata Steel. Ese año algunos de los pobladores trabajaron en el complejo industrial gigante de Kalinga Nagar en tareas de construcción mal pagadas puesto que se han quedado sin tierras. Las aguas de la zona se habían contaminado. El caso trascendió a duras penas los medios de comunicación indios. Un conflicto entre tantos por el que los ciudadanos del Norte Global, consumidores últimos, no sabemos nada.

Referencias: Revista Ecología Política [www.ecologiapolitica.info]. www.ecologistasenaccion.org; www.odg.cat; www.omal.info.

Interferencias ambientales de las emisiones de gases de efecto invernadero11 El cambio climático es un proceso atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural de clima observada durante períodos de tiempo comparables (Convención Marco sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, Artículo 1). Así, con un grado de confianza muy alto (más de 9 posibilidades sobre 10), el efecto neto de las actividades humanas desde 1750 ha sido un aumento de la temperatura global. ¿Qué actividades humanas? Aquellas que generan emisiones de gases de efecto invernadero y de aerosoles (IPCC, 2007). Los países más industrializados son los que más responsabilidad tienen en la emisión de los gases de efecto invernadero. No obstante, tal como lo señalamos anteriormente, entre los más afectados por el cambio climático están los países del Sur, sobre todo las poblaciones más empobrecidas. Fijémonos en el futuro impacto sobre los habitantes del Sur. El calentamiento provocará tres transformaciones la dureza de las cuales dependerá del emplazamiento geográfico: en primer lugar, provocará fenómenos climatológicos extremos y una «tropicalización general» sea cual sea la posición en el globo; en segundo lugar, las zonas costeras verán cómo el nivel de mar sube entre 15-95 cm durante este siglo y como buena parte de los glaciares

11. Véase también: ICTSD. Linking Trade, Climate Change and Energy (www.ictsd.org).

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Áreas proporcionales a las emisiones de CO2 generadas por combustibles fósiles entre 1900 y 1999 Países más industrializados Países menos industrializados

Fuente: Elaboración ODG a partir de World Ressources Institute (www.wri.org).

se funden12 (países como Bangladesh quedarán completamente inundados a menos que consigan la financiación necesaria para construir una barrera que recorra toda su costa); y la tercera transformación corresponde a la mutación de los ecosistemas locales (tradiciones ancestrales con un sentido dejarán de tenerlo si cambia la fauna y la flora locales: algunas especies habrán de migrar, otras, se extinguirán). Existe cierto consenso científico en torno al hecho de que en África Subsahariana, por ejemplo, el clima será progresivamente más variable. Las zonas desérticas del Norte y del Sur se volverán todavía más secas, mientras que los trópicos serán más lluviosos. La capacidad de carga agrícola de la tierra se verá afectada entre un 10-20% por término medio en todo el planeta. Los países con menor capacidad de carga, como los del Sahel, serán los más afectados por el hambre (IPCC, 2007). De las nuevas dificultades para acceder al agua o a campos cultivables nacerán nuevos conflictos violentos por recursos (Schwartz y Randall, 2003). Y de la suma de conflictos, inundación de zonas costeras bajas, crisis de subsistencia y desertificación, se prevén bastos movimientos de refugiados «ambientales» o refugiados climáticos. Finalmente, de la alteración de los ecosistemas es muy probable que las epidemias que hoy se mantienen relativamente localizadas se desparramen por la región. Incluso que viajen a Europa por el Mediterráneo. En especial

12. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) prevé que a finales de este siglo los niveles del mar subirán 15-95 cm, y la temperatura entre 1,5º-6ºC. En algunas partes interiores con climas continentales, la temperatura podrá subir el doble. Algunos científicos comienzan a afirmar además que se está subestimando la rapidez con que la tierra se calienta en realidad.

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las que son trasmitidas por mosquitos y otros vectores (malaria, dengue, fiebre del Valle del Rift, leishmaniasis, etc.). De las inundaciones y lo que sigue, el cólera, la diarrea. De la desertificación y la expansión del Sahel, la meningitis, etc. Un informe prospectivo de Christian Aid estimaba que hasta 2100 estas enfermedades deslocalizadas por el calentamiento global supondrán unos 182 millones de muertes extra sólo en el África Subsahariana (2006). La historia de uno de ellos podría ser un muerto de pobreza más. Pero nosotros proponemos contarla de la siguiente manera: del tubo de escape de un 4x4 conducido por un señor residente en una ciudad europea, se emiten gases hacia la atmósfera. Algo más lejos, un mosquito cargado de plasmodium, nacido de los barros de unas inundaciones provocadas por el cambio climático de miles y miles de 4x4, sorprende a otra señora, y vía malaria la elimina, porque ella no ha podido llegar a ningún médico, era una campesina africana. ¿No es esto anticooperación ambiental?

DESLOCALIZ EPIDEMIAS

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Por todo esto, algunas ONG que tradicionalmente se han dedicado a la erradicación de la pobreza del Tercer Mundo, actualmente redirigen sus actuaciones hacia la actual crisis ambiental, convirtiéndose en activas organizaciones ecologistas. Afirman que la gente pobre es la que más sufrirá los golpes del clima. Los pobres no tienen acceso a las redes de información formal que los puedan alertar o informar: viven en las áreas más vulnerables, en los cauces de los ríos, sobre tierras marginales. Puede resultar absurdo calcular cuánto puede valer una muerte causada por el cambio climático o la extinción de una especie, por ejemplo, pero en ocasiones y con una finalidad demostrativa, se han otorgado valores monetarios a la deuda ecológica asociada al calentamiento global o sea, a la «deuda del carbono».13 La economista india J.K. Parikh hizo en el año 1995 una primera estimación según la cual el Norte debería pagarle al Sur hasta esa fecha unos 70.000 millones de dólares en concepto de emisión de gases de efecto invernadero (1995). En todo caso, resulta útil para contra argumentar la obligación de pagar el servicio de deuda externa sin tener en cuenta otras obligaciones en sentido contrario. Referencias STERN, N. (2006), Stern Review Report on the Economics of Climate Change. Londres: HM Treasury. ICSTD (2006), Linking Trade, Climate Change and Energy. Ginebra: ICSTD [http://ictsd.net/i/publications/10492]. LOHMANN, L. (2006), Carbon Trading: A Critical Conversation on Climate Change, Privatisation and Power. Londres: Dag Hammarskjold Foundation, Durban Group for Climate Justice y The Corner House. www.ipcc.ch, www.unfccc.int. Carbon Trade Watch del Transnational Institute: www.carbontradewatch.org

Exportación de residuos «Creo que la lógica de almacenar los residuos tóxicos en las áreas más pobres es impecable, y hace falta que lo afrontemos». Larry Summers (1991, cuando era economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial, más tarde sería el secretario del tesoro de los EEUU, luego presidió la Universidad de Harvard, y hoy es el jefe de los asesores económicos de la administración Obama).

13. Sobre «deuda del carbono», véase ODG: www.odg.cat/es/inicio/enprofunditat/ plantilla_1.php?identif=70.

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El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés) señala que cada año se producen en el mundo entre 300-500 millones de toneladas de substancias tóxicas. Los países industrializados generan la mayor parte. Oficialmente se reconoce que un 10% de estos tóxicos son transportados con barcos fuera de las fronteras de donde se producen, principalmente entre países OCDE. Pero en la medida que las leyes antitóxicos han ido creciendo en países de bienestar, las compañías privadas han visto que resulta mucho más rentable transportarlos a países del Sur. Así el transporte de deshechos tóxicos Norte-Sur se disparó en las décadas de los setenta y ochenta. Los países empobrecidos y especialmente los africanos, centroamericanos y los caribeños, fueron tentados entonces por los suculentos ingresos de los exportadores de deshechos tóxicos. Al mismo tiempo no disponían de tecnología ni de infraestructura, ni siquiera de capacidad institucional para tratarlos y depositarlos de forma segura. Es conocido el ejemplo del barco carguero Khian Sea que, en 1986, zarpó al mar en busca de un lugar donde poder abandonar 14.000 toneladas de ceniza de plomo y cadmio. Estuvo cerca de 2 años en alta mar, durante los cuales cambió dos veces de nombre y expulsó 4.000 toneladas de ceniza tóxica en una playa de Haití, y las restantes 10.000 toneladas en algún lado entre el canal de Suez y Singapur (Welsh Brown Chasek y Downie, 2006).

A mediados de los ochenta, se identifica el problema internacionalmente (pese a las campañas negacionistas que rechazaban la toxicidad del DDT y de otros productos14) y se inicia el proceso de creación de un régimen internacional para restringir el comercio de residuos tóxicos de la mano de los países africanos, caribeños y del Pacífico que lo enfocan como una cara más del neocolonialismo.15 El proceso cuenta con la oposición firme y continuada de EEUU, a menudo acompañada por Japón, Australia y parte de los países ricos, mientras que la UE lo apoya tras la presión del entonces potente movimiento ecologista europeo. Toma empuje con la adopción en 1989 de la «Convención de Basilea» por el control de los movimientos transnacionales de residuos tóxicos peligrosos y su eliminación, que entró en vigor el año 1992. Actualmente, hay 149 países que la han ratificado. Estados Unidos es el único país del Centro que no lo ha hecho (ODG, 2002).

14. Véase por ejemplo, www.junkscience.com y las afirmaciones del «científico mercenario» Steven Milloy. 15. Al 1988 el Movimiento de los No Alineados exigía a los estados industrializados que prohibieran la exportación de residuos en los países en desarrollo.

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Durante los años noventa y pese a esto, muchos de los receptores mundiales de los residuos tóxicos de los ricos tomaron rutas alternativas en función de la voluntad política de los países por hacer cumplir la convención, el tipo de residuo y de, hace falta decirlo, las campañas de incidencia ecologista: desde las repúblicas ex-soviéticas por residuos nucleares; la India, Bangladesh, Pakistán, China o Turquía como cementerios y desguaces de barcos; hasta los residuos eléctricos y electrónicos, los denominados «e-residuos» derivados de ordenadores, televisiones, teléfonos celulares muertos que en primera instancia han ido a parar a la China y que tras fuertes campañas, hoy se dirigen de nuevo al África, y especialmente al desguace en Nigeria. Justo es decir que la actuación y los informes de ONG como por ejemplo Basel Action Network (BANDO), Greenpeace o Toxics Link India16 han resultado clave para que la opinión pública fuera consciente de lo que sucede en la realidad y que es disimulado detrás de cortinas de humo. Una de las principales cortinas de humo se ubica en la exportación de residuos electrónicos aduciendo el envío solidario de material informático de segunda mano para reciclar (véase el cuadro siguiente). Muchas ONG han caído en la trampa de algunas empresas y gobiernos de contribuir a trasladar materiales electrónicos obsoletos que acaban como desechos peligrosos en descampados de los suburbios de las ciudades africanas. Pese a la existencia de la Convención de Basilea, destinada a obstaculizar el comercio de residuos tóxicos desde el Norte hacia el Sur, se sabe que hay una presión enorme y muchos incentivos para seguir exportando. Se debe sobre todo a la toma de conciencia de la toxicidad de los «e-residuos», y por lo tanto, del coste que se deriva de almacenarlos. Una vez se ha establecido un precio por esta actividad, la lógica del mercado, tal y como afirmaba Larry Summers, conduce a exportarlos allá donde no haya normativas ambientales, o sea improbable que las apliquen. Si se añade un completo desinterés a la hora de frenar la salida por parte de los estados exportadores como la UE o Japón que han firmado la Convención de Basilea (o de los que como EEUU no la han firmado y presentan una carencia patética de controles de exportación), el resultado es que muchas «zanahorias» promo-

16. Un informe de Greenpeace con gran trascendencia internacional fue The International Trade in Wastes: A Greenpeace inventory, 5th ed. (Washington DC, 1990), o The International Trade in Wastes: Database of Known Hazardous Waste Exports from OECD to Non-OECD Countries: 1989-1994. En este último se demuestra como buena parte de los barcos que oficialmente transportaban sustancias tóxicas calificables de «reciclables», o tan sólo abandonaban las sustancias sin que finalmente fuesen recicladas, o bien los residuos tóxicos que cargaban no eran reciclables. De la misma manera, informes como The exporting harm: The High-Tech Trashing of Asia (BAN & Silicon Valley Toxics Coalition, 2002) tuvieron fuerte repercusión sobre las decisiones del Gobierno chino en poner fin a las importaciones de los e-residuos de EUA.

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viendo la exportación de residuos y pocos «palos» previniéndolo» (Puckett, 2005). Además, por si fuera poco, el transporte de residuos eléctricos y electrónicos se puede llevar a cabo cumpliendo la propia Convención de Basilea ya que tiene algunas carencias legales, como la clasificación no exhaustiva de los residuos peligrosos: por ejemplo, los residuos eléctricos y electrónicos, que no han sido incorporados a la lista debido a la presión de Estados Unidos. E-excrementos para Nigeria Los «e-excrementos» van en aumento. Entre los residuos tóxicos que exporta el Norte destacan cada vez más los derivados del enorme contingente de ordenadores, pantallas de televisión, teléfonos celulares y resto de material electrónico que al llegar al final de su vida útil se convierten en un problema. En 2002, el número total de ordenadores personales en el mundo era de 500 millones. En EEUU, cuna del hiperconsumo, se les da una vida de entre 3-4 años. Hagan cuentas. Pero, ¿qué hay de tóxico en un ordenador? Los tubos catódicos de los monitores clásicos —por ejemplo— esconden un «regalo tóxico» de entre 2-4kg de plomo, además de fósforo, bario y cromo hexavalente, todos ellos metales tóxicos. En otros componentes se encuentra cadmio, mercurio, berilio, etc. Se estima que cada europeo produce por término medio anual unos 14kg de «e-excrementos» que han de ir a parar a alguna parte. En EEUU las cifras son todavía más altas: unos 100 millones de unidades (ordenadores o TV) quedan anualmente obsoletas, y la cifra se estima que suba a los 400 millones durante esta década. ¿A dónde van a parar todos estos e-excrementos? ¿Qué pasa en el otro lado del mundo? Dos investigaciones hechas en China y en Nigeria17 confirmaban la otra cara de la moneda. Se trata de casos que se repiten en la India, Pakistán, Malasia, Filipinas, Vietnam, Europa del Este y el resto de África. En Nigeria, en el puerto de Lagos, cada mes llegan en barco unos 500 contenedores procedentes de Norteamérica y Europa, cada uno de los cuales transporta unos 800 ordenadores obsoletos y otros artefactos electrónicos. Pese a que a veces se utiliza el argumento de «ordenadores de segunda mano» que ayudarán a superar la brecha digital entre países ricos y países pobres, la verdad es que hay motivos para creer que prevalezca la necesidad de sacarse los e-excrementos tóxicos de encima, a través de una solución lo más barata y rápida posible. Entre los motivos no sólo destaca el peso del

17. Puckett y Smith (2002) analizan el caso del puerto de Tzou y Puckett (2005) aquel del puerto de Lagos. Ambos estudios han sido realizados por el Basel Action Network (BAN).

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fenómeno,18 sino que el 75% del material enviado resulte inutilizable. Podrían testarlo antes de enviarlo y ahorrarse tres cuartas partes de la mercancía. Pero como dice el informe, en lugar de crear puentes para cerrar la rendija digital, lo que se consigue es abrir puentes para transferir basura digital. ¿Qué se hace con los e-excrementos? Las operaciones de reciclaje y disposición final son realizadas en unas condiciones extremadamente peligrosas para la salud humana. A menudo se incineran los plásticos al aire libre, se crean piscinas de ácidos para aprovechar metales y se vierte incontroladamente la escoria resultante en áreas rurales. Los efectos sobre la salud suelen desconocerse por la población que los manipula y todavía menos por quien debe convivir sin ni siquiera recibir ninguna moneda para reciclar los e-excrementos del Norte. Los hábitos de consumo del Norte junto con la sed de lucro y la falta de escrúpulos de las empresas y los gobiernos que lo permiten, son los verdaderos responsables de este tipo de anticooperación ambiental.

Referencias Greenpeace: www.greenpeace.org. The Basel Action Network: www.ban.org.

Interferencias ambientales de la biopiratería Aunque de peso mucho menor a los anteriores, la biopiratería —otra de las dimensiones de la deuda ecológica— constituye un mecanismo de anticooperación impulsado por compañías farmacéuticas, biotecnológicas y universidades sobre los conocimientos tradicionales de comunidades indígenas o campesinas. Este mecanismo de anticooperación también ha sido citado en la anticooperación comercial. Consiste en que los primeros patenten, y por lo tanto, se apropien intelectualmente de los conocimientos ancestrales relacionados con semillas, plantas medicinales y otras plantas. Se trata de una sabiduría que ha sido fruto de la observación, la experimentación y transmisión entre generaciones indígenas y campesinas. Aunque el precio de las patentes es alto, estas compañías —cuando los estados aceptan las reglas de juego de los países tecnológicos— reciben importantes royalties por un conocimiento que no es suyo. La biopiratería es una aberración inconcebible si antes no se hubiera introducido la posibilidad de privatizar el conocimiento, de patentarlo, tal y

18. Aproximadamente un 80% de los aparatos eléctricos y electrónicos recogidos para reciclar en Estados Unidos no son tratados en el mismo país.

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como lo destacamos en el ámbito de la anticooperación comercial. Consiste en que se puede ser propietario de una fórmula si se es el primero en patentarla, o modificarla. No importe si ese conocimiento conviene socializarlo por el bien de la sociedad o no es propio. La presión de compañías transnacionales y de los gobiernos industrializados ha hecho posible el régimen de propiedad intelectual necesario para la biopiratería. Por tanto, se hace difícil abolir la biopiratería si se mantiene dicho régimen. In situ, la manera en que se aborda dicho «robo» consiste habitualmente en la infiltración de antropólogos o biólogos en comunidades donde se mantiene el conocimiento tradicional, por ejemplo, comunidades indígenas que recogen minuciosamente los detalles de las plantas que consiguen recoger y cuyo conocimiento fue logrado en miles de años a través de sus chamanes.

¿Robando los frijoles amarillos mexicanos? ¿O reinventándolos?19 En el año 1994 Larry Proctor, propietario de una pequeña empresa de semillas y presidente de POD-NERS, LCC compró un paquete de semillas comerciales de frijoles a Sonora, México, y se las llevó a Estados Unidos. Del paquete, que contenía una mezcla de varios tipos de frijol, seleccionó los amarillos, los plantó y los dejó autofecundarse. Posteriormente, Proctor seleccionó semillas de varias generaciones de las mismas plantas, hasta que consiguió aquello que describe como una «población uniforme y estable» de frijol amarillo. En noviembre de 1996, solicitó la patente. En diciembre de 1999, armado con el certificado de derechos de autor y la patente, Proctor inició una acción judicial contra dos empresas que compraban frijol amarillo de productores mexicanos y los vendían a EEUU, alegando que estaban realizando infracciones contra su patente monopólica. POD-NERS pide que se le pague, en concepto de regalías, seis centavos de dólar por cada libra de frijol amarillo que entre de México a los EEUU. Los frijoles son la fuente principal de proteínas vegetales consumidas por los mexicanos y uno de los alimentos básicos de México. Los frijoles azufrados amarillos son muy populares en la región norte-este y, según los datos, son consumidos por un 98% de la población.

Todos estos mecanismos e interferencias se resumen en el cuadro de la página siguiente.

19. Extraído del apartado sobre deuda ecológica de ODG, www.odg.cat (1/4/07).

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ANTICOOPERACIÓN AMBIENTAL (INTERFERENCIAS SOBRE LOS ECOSISTEMAS) Resultado Interferencias, Sur (impactos)

• Extranjerización del uso de la tierra (pérdida de soberanía alimentaria) (*) • Cambio Climático • Biopiratería • Asunción de pasivos ambientales y sociales (contaminación, deforestación, pérdida de biodiversidad, salud, etc.) de origen externo.

Origen Interferencias, Norte (fuerzas originarias)

Mecanismos transmisores

• Importaciones • Emisiones de Gases de efecto invernadero • IDE • Exportaciones de residuos, de especies exóticas...(*) • Propiedad intelectual • Ofensivas militares (*)

• Lucro (reproducción del capital) (*) • Producción (*) • Consumo • Políticas públicas de internacionalización. • Lógica electoral (*)

(*) Se describirán o ampliarán en otros capítulos.

El esquema siguiente ilustra el encadenamiento de causas y efectos que han sido descritos en este capítulo desde la perspectiva ambiental.

INVERSIÓN EXTRANJERA N

LUCRO N (rendimiento capital)

RESIDUOS (N+S)

PRODUCCIÓN N

CONSUMO N

PASIVOS AMBIENTALES Y SOCIALES S

IMPORTACIONES para el N

EROSIÓN REC GENÉTICOS Y BIOPIRATERÍA EXPORTACIONES para el S

ABSORCIÓN REC. NATURALES del S

EMISIÓN de GASES N

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IX. ANTICOOPERACIÓN DIPLOMÁTICA

Denominamos anticooperación diplomática a las actuaciones de funcionarios de embajadas o de organismos internacionales de estados del Norte que, respondiendo a las órdenes de sus gobiernos, perjudican a las poblaciones del Sur. Tanto el diplomático de carrera como el funcionario, incluso el becario, que operan en una embajada cumplen una función que tiene que ver con «la defensa de los intereses» de su Estado en el exterior. Puede tratarse de intereses empresariales en la región (inversión, comercio, información), intereses relacionados con potenciales amenazas a la seguridad nacional (terrorismo, narcotráfico, disidencia en el exilio, conflicto internacional, etc.), de contención de la inmigración, de protección de los conciudadanos expatriados y sus propiedades, de cooperación al desarrollo, de promoción de la cultura o de la marca país, etc. Estos intereses pueden resultar cooperativos, es decir en beneficio mutuo, o al contrario, anticooperativos. Los diplomáticos, los funcionarios y becarios en general que, en cambio, operan en un organismo internacional, responden a los objetivos de este organismo y, a la vez, a los gobiernos que representan. Efectivamente, los organismos internacionales están dirigidos por gobiernos pese a que puedan tener una inercia burocrática propia y una apariencia neutral. Así estos gobiernos, aún cuando deben respetar mínimamente los estatutos del organismo, negocian y planifican cuánta presencia de funcionarios y consultores nacionales y qué influencia nacional podrán tener dentro del organismo. Delante de temas de interés nacional, presionan para no perder ventaja estratégica. Quien más capital aporta a los bancos de desarrollo (como por ejemplo EEUU al Banco Mundial) más opción suele tener de colocar a «sus hombres y mujeres», dispone de mayor influencia y de más posibilidades de favorecer a sus empresas en los contratos de proyectos y megaproyectos que estas instituciones llevan

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a cabo en cualquier parte del mundo. A este fenómeno se le denomina «retorno» de la contribución multilateral. Lo desigual de dicha capacidad de influencia entre los países del Norte y los del Sur termina incrementando las desigualdades Norte-Sur. Muestra de ello es la gran desigualdad entre las delegaciones que negocian importantes acuerdos. Un tercio de los países considerados en vías de desarrollo no tienen delegación permanente en Ginebra ante la OMC (es decir 0 personas). Mientras que los países del Quad (EEUU, UE, Canadá y Japón) tienen de media a 17 personas en las oficinas de la OMC (Jawara & Kwa, 2004). A su vez, aquella desigualdad en la capacidad de influir se utiliza en la toma de decisiones internacionales en ocasiones en contra de los intereses de las mayorías sociales del Sur Global, razón por la cual puede ser considerada de anticooperación. Ejemplos como el apoyo de ciertas embajadas a golpes de estado en países del Sur, las prebendas a funcionarios locales, el boicot a ciertas opciones democráticas, o a ciertos acuerdos internacionales como el Protocolo de Kioto forman parte de la anticooperación diplomática. En definitiva, la diplomacia es clave no sólo para conseguir tener influencia política exterior o por cuestiones de seguridad, sino como veremos, para la expansión internacional de las empresas de bandera propia.

Objetivo número 1 de la política exterior: diplomacia empresarial En tiempos de estabilidad, hay una concepción dominante y compartida de lo que debe ser el objetivo primordial de la política exterior de un país. Parte de la idea que cuanto más internacionalizada esté la economía de un país, más crecerá; y consecuentemente, de mayor bienestar económico disfrutaran sus conciudadanos. Por lo tanto, se buscará atraer inversiones del exterior, se intentará hacer crecer las operaciones comerciales internacionales, pero sobre todo, se perseguirá que las multinacionales de capital local copen tantos mercados extranjeros como sea posible. Es la política de las grandes transnacionales operando en el exterior, los denominados «campeones nacionales». Pero también de las pequeñas y medianas empresas (PyME) que invierten en el exterior. Desde esta perspectiva no se deberán ahorrar esfuerzos en ayudar con recursos públicos a las empresas si es con la intención de que puedan hacer frente a la competencia internacional con todas las ventajas posibles. Efectivamente, el Estado subvenciona al sector privado, en contra del propio discurso neoliberal. De todo ello se desprende que tanto empresas como la mayoría de estados entienden que la presencia empresarial y la influencia geopolítica de un determinado Estado se retroalimentan. En suma, la política exterior de un país pasará por priorizar el apoyo a las empresas en el exterior. El cuerpo diplomático hará lo propio. La

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diplomacia se convierte entonces en «diplomacia empresarial». El resto de asuntos exteriores como por ejemplo la promoción cultural, la inmigración o la seguridad, tendrán una relevancia variable en función del caso, pese a que con frecuencia y cuando no estén bajo control del Estado, se supeditarán a los intereses empresariales. He aquí una ley de hierro de las relaciones internacionales actuales.

Las embajadas y otros tentáculos bilaterales Las embajadas no son más que los dedos gordos de la política exterior de un país. Sólo hacen lo que «los pies», generalmente el Ministerio de Asuntos Exteriores y el de Economía y Comercio, les permiten. Estos dedos gordos se colocan allá donde hay mayores intereses geoestratégicos, principalmente económicos, pero también relativos a inmigración, seguridad, etc.; por ejemplo, cerca de los gobiernos de los países suministradores de hidrocarburos, de minerales o de trabajadores inmigrantes. No importa en la práctica si se trata de democracias o no. Pero junto a los dedos gordos, hay dedos pequeños. Nos referimos a las oficinas comerciales, las oficinas de cooperación al desarrollo y los institutos culturales, lingüísticos o escuelas. En el caso de Estados Unidos (y en menor medida Francia y Reino Unido) hace falta añadir las bases militares. En el caso español encontramos que en casi cada país de Latinoamérica y del Norte de África existe una embajada, algún consulado, varias oficinas técnicas de comercio (OTC), oficinas de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y finalmente, Institutos Cervantes o Casas de España. Todos ellos soportados con dinero público español y, por lo general, bien coordinados. Coordinado por las sedes de los ministerios desde las respectivas capitales de cada país, este sistema de oficinas externas, son las que canalizan los diversos instrumentos bilaterales. Desde créditos condicionados y pólizas de seguros a créditos a la exportación o a la inversión, hasta donaciones discrecionales. Estos instrumentos vehiculados desde estas oficinas son los que, como veremos, pueden interferir muy negativamente en la soberanía y el buen vivir de una determinada comunidad. Además, la importancia de las embajadas es proporcional al peso de los instrumentos y de los recursos de los que disponen. Así, en América Latina las embajadas más importantes han sido tradicionalmente la norteamericana, que se ha inmiscuido en todo tipo de asuntos internos de los países periféricos, hasta el punto de ser determinantes para el éxito de una determinada opción política. En segundo lugar, y con un orden variable en función del caso, han sido las embajadas como la española, japonesa, de Naciones Unidas, de la UE, rusa y últimamente la china. La embajada de Naciones Unidas resulta muy relevante cuando el

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país es muy empobrecido y pequeño, dado que la componente de ayuda internacional es comparativamente superior a la de comercio o inversiones. En estos casos suele ocupar la segunda posición en el ranking de importancia política, después de la Embajada de EEUU.

¿Gobierno global? ¿Quién hace qué en los organismos internacionales? Tal vez como algunos autores afirman, «el poder sobre los estados del Tercer Mundo se transmite mucho menos por vías bilaterales que mediante la reorganización supranacional de las reglas del juego» (Dale, 1999). El multilateralismo ha sido la vía preferida para imponer condiciones al Sur especialmente durante los años ochenta y noventa. La tendencia ha cambiado ligeramente con la subida al poder de los neoconservadores en EEUU y el renacimiento del unilateralismo, aunque justamente hayan demostrado cuán más eficiente es el multilateralismo. De ahí la relevancia del cuerpo de funcionarios internacionales, cuyas dotes diplomáticas al fin y al cabo también obedecen a intereses nacionales o corporativos particulares. Desde el punto de vista de la anticooperación, sin entrar a analizar aquí las reglas del juego, lo que nos interesa es qué función cumple cada organismo en el gobierno global, así como quién conduce los diferentes organismos. Debemos considerar que esta arquitectura institucional global instaurada de forma no democrática, repercute a modo top -down sobre toda la población mundial, en especial la del Sur. Desciende de forma sutil pero implacable. Sutil porque ¿quién, desde una fabela, puede estudiar economía política y comprender la lógica estructural de las instituciones financieras internacionales (qué son, qué hacen, qué dicen, qué hacen...)?; e implacable, porque detrás de las condiciones impuestas a los gobiernos por este tipo de organismos supranacionales se han destruido muchas de las paredes que quedaban para proteger la población del Sur de los tsunamis corporativos internos y externos. Exponemos un caso documentado en que se demuestra cómo la voluntad de un grupo de interés central se acaba imponiendo en un país del Sur utilizando la vía diplomática de las instituciones multilaterales. Interferencias españolas a los argentinos a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) En diciembre de 2001 el Gobierno argentino decretaba el «Corralito», ante una estrepitosa crisis financiera como las descritas en el capítulo anterior. Argentina había entrado en default. A pesar de haber sido uno de los mejores alumnos del FMI, ya no era capaz de hacer frente a su enorme deuda externa.

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Grandes sumas de dinero habían abandonado el país, fugadas a través de los grandes bancos y la oligarquía bien informada. De golpe, el peso argentino pasaba, de un día para otro, de valer 1 dólar a valer cerca de 4 veces menos. A raíz de ello, una de las primeras consecuencias fue que la economía quedaba completamente desgarbada. Ni los bancos ni el Estado argentino parecían tener fondos para pagar lo que debían a los «ahorristas» de clase media. Por otra parte, las empresas que cobraban sus servicios en pesos y que a la vez debían comprar suministros fuera del país o rendir cuentas por formar parte de estructuras transnacionales, vieron reducidos sus ingresos en una proporción cercana al 4:1. Es el caso de las eléctricas, telefónicas o compañías de agua y gas, que habían sido privatizadas por Menem a favor de transnacionales europeas, principalmente españolas. Justamente es aquí donde la alianza entre transnacionales españolas afectadas y el Gobierno de Aznar se unieron para hacer presión por la vía más eficaz: a través del FMI, quien negoció el default con el Gobierno argentino. Según el Centro de Estudios Legales y Sociales argentino: Previo a la firma del acuerdo entre la Argentina y el FMI en septiembre de 2003, los países europeos del G-7 cuyas empresas tienen mayor presencia en las privatizadas exigían un cronograma concreto de aumentos. España, que no forma parte del G-7 pero que en la negociación anterior jugó en favor de Argentina, en ese momento estaba junto a Francia, en el grupo de los que ejercen mayor presión. (...) De este modo, la pulseada con el FMI derivó en que «tras más de dos años con las tarifas ‘congeladas’ en pesos devaluados, las empresas eléctricas y de gas, entre las que figuran Repsol YPF, Edesur (filial de Endesa) y Gas Natural, lograron una subida de precios». «La medida se produce después de una prolongada secuencia de tensos enfrentamientos entre las compañías de servicios públicos privatizados y el Ejecutivo. En medio de la discusión intervino el Fondo Monetario Internacional (FMI), que había exigido una actualización de las tarifas —a las que hizo mención expresa en el último acuerdo con Argentina— desde hace más de un año.20

¿Quién gobierna el mundo? En el siguiente cuadro se distingue el conjunto de las principales instituciones multilaterales en el ámbito de la anticooperación diplomática. Han sido caracterizadas a partir de tres preguntas clave: ¿Para qué sirven? ¿Cómo afectan a las poblaciones del Sur? y ¿quién las dirige?

20. Véase: Investigación del CELS de Buenos Aires en ODG (2004a).

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Organismo

Función y tipos de anticooperación21

¿Quién manda?

Banco Mundial

Otorga créditos a gobiernos y empresas para la realización de megaproyectos de «desarrollo» en los países del Sur. También financia el ajuste estructural de las administraciones periféricas, y proyectos productivos que impliquen la reestructuración de la economía hacia la exportación. Es el principal think tank en temas de desarrollo capitalista. Y la cara amable de las instituciones financieras internacionales. Sigue al pie de la letra las instrucciones de Washington y las viste de indispensable condición para el desarrollo.

Estructura accionarial a través de una Junta de Directores. Quienes paga manda. El mayor accionista es EEUU Los directores suelen ser los ministros de Economía o los directores de los bancos centrales de los países accionistas. Los mercados financieros financian en un 80% a través de la compra de bonos, los gobiernos el 20%, importe que sirve para garantizar los bonos. Tiene la sede en Washington.

En el Grupo del Banco Mundial se dispone de mecanismos que son utilizados por las transnacionales para demandar a los gobiernos en los casos en los cuales las políticas nacionales amenazan sus intereses, tales como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI). Bancos regionales de desarrollo (BID, BAD, BafD, BCIE, CAF, etc.)

Funcionan de manera análoga al Banco Mundial financiando megaproyectos como grandes presas, el ajuste estructural y emitiendo estudios y recomendaciones a los gobiernos, pero circunscribiendo su actuación en subregiones (el BID en América Latina, el BAD en Asia, el BafD en África, el BCIE en Centroamérica, etc.). Orientación ultra-liberal, incluso más que el propio BM.

Idéntica a la del BM. Sólo hay que ver dónde tiene su sede. La del BID está, por ejemplo, a 200 m de la del BM y a 300 m de la Casa Blanca.

FMI

Director de orquestra de la comunidad financiera. Si el Fondo dice que un país no puede recibir nuevos créditos o renegociar su deuda, la comunidad de prestamistas internacional (públicos y privados), permanece en silencio. Es de orientación ultraliberal.

Idéntica a la del BM. Tiene la sede a 20 m de la del BM, también en la ciudad de Washington, DC.

Tradicionalmente se le conoce como previsor de potenciales crisis financieras, pero en los años ochenta, durante la Crisis de la Deuda, fue rescatado de un cierto olvido para convertirlo en un eficaz «policía malo» multilateral, que consigue obligar a los países a privatizarse y ajustarse. En esta función ha substituido durante los años noventa a la embajada de EEUU. Por lo menos a los ojos de la prensa de los países del Sur.

Es evidente en todos sus movimientos la obediencia a Washington, y en segundo lugar, a la UE y Japón. Y dentro de estos, a los intereses corporativos privados.

21. Sólo consideramos aquí las funciones relacionadas con las desigualdades Norte-Sur.

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Su objetivo es el crecimiento del comercio mundial. Tiene la capacidad de interferir en distintas áreas estratégicas, tanto del Norte como del Sur, por lo que es cuestionada por una gran variedad de movimientos sociales del Norte y el Sur. En especial por sus impactos sobre la alimentación, la agricultura, la salud, el ambiente o la cultura tradicional. Divide sus áreas de negociación en agricultura, NAMA (mercancías industriales o no agrícolas, como la pesca o textiles), servicios, propiedad intelectual e inversiones. Destacan acuerdos como el AsA, el ADPIC o el AGCS.

Las decisiones se toman por consenso (aparentemente). La diferencia entre las capacidades de las delegaciones negociadoras de las grandes potencias y los pequeños países, la marginación sistemática de los pequeños en las reuniones, la impresionante incidencia de los lobbies empresariales... reproducen las asimetrías presentes al BM o el FMI.

Es una suerte de asamblea mundial. Hoy la institución global más democrática que existe. Es heredera de la Liga de Naciones que fue fundada para evitar nuevas guerras poco después de la Segunda Guerra Mundial. Nace, por lo tanto, del liberalismo internacional que cree en la cooperación entre los pueblos. Su poder es muy relativo, y se ubica más en ofrecer legitimidad a las decisiones, a partir de soluciones de consenso.

Un país equivale a un voto (computan igual Andorra que la India).

Consejo de Seguridad de la ONU

Tiene derecho a bloquear cualquier decisión que considere ofensiva o desacertada. Generalmente se utiliza para defender los intereses nacionales de sus miembros y el status quo. Ahora se le considera desfasado, paralizador y antidemocrático. Destacan la postura estadounidense alrededor de las sanciones a Israel, o aquella de Rusia ante el caso checheno, por ejemplo.

Formado por los «ganadores» de la Segunda Guerra Mundial (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China). Hay además miembros no permanentes, rotativos, elegidos por las regiones periféricas. Sede en Nueva York.

Agencias del sistema de la

Se distribuyen los temas y tienen una orientación progresista generalmente concentrada en el desarrollo humano y las necesidades humanas, además del crecimiento económico. Sus informes y bases de datos son útiles en el campo del estado del mundo a nivel social y ambiental.

Sedes repartidas por capitales como Roma, París, Addis Abebba, Nueva York...

OMC

Asamblea de Naciones Unidas

ONU (PNUD, FAO, OMS, UNCTAD, UNICEF...)

Sede en Ginebra.

Tiene la sede en Nueva York. El poder real está en manos de los 5 países que forman el Consejo de Seguridad.

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OCDE

Reúne a los 22 países supuestamente más industrializados, entre los que se incluye México pero no a China. Es otra de las instituciones construidas para mantener el status quo internacional (incluidos los desequilibrios Norte-Sur) y dinamizar la globalización capitalista. La OCDE produce inteligencia sobre política económica desde la perspectiva de los países ricos. Y define autorregulaciones como por ejemplo el «Consenso OCDE» que limita la ayuda pública a las empresas nacionales. Destaca el CAD (Comité de Ayuda al Desarrollo) que establece las características de calidad de la Ayuda Oficial al Desarrollo de sus países.

Sede en París. Sus pocas competencias no hacen que sea una arena muy propensa para intentarla controlar excesivamente.

G8

Hace de «jefe» de la comunidad internacional. Está formada por los 8 países más poderosos. Sus directrices acordadas en sus reuniones anuales, se transmiten inmediatamente como órdenes a las otras organizaciones internacionales como el FMI, la OCDE, la OTAN o la OMC.

Poder proporcional al que cada uno de los países percibe de sí mismo y de los otros dentro del equilibrio de fuerzas. En la actual fase unipolar, el peso principal lo tiene EEUU. No tiene sede.

OTAN

El brazo militar de los países occidentales. Se ha ido expandiendo hacia el este, no sin la oposición rusa. Los desacuerdos sobre la ocupación de Iraq y el unilateralismo de EEUU la han debilitado.

Liderado por EEUU y su superioridad militar desproporcionada. Destacamos también Francia y el Reino Unido. Sede en Bruselas.

Fuente: www.odg.cat.

El tridente abrelatas: FMI, BM y OMC. Anticooperación multilateral Tres de los organismos considerados en el anterior apartado han sido foco principal de las campañas de muchas organizaciones sociales dedicadas al desarrollo, la justicia social y ambiental global desde mediados de los noventa. Desde que el FMI y el BM fueran creados en la Cumbre de Bretton Woods (1944), y algo más tarde el GATT (precursor de la OMC) en 1947, sus objetivos respectivos han ido cambiando de forma ostensible. El Banco Mundial originariamente estaba destinado a financiar y dirigir la reconstrucción de la Europa de la Pos Guerra. No obstante, años después, durante la Guerra Fría, se convirtió en un elefante blanco dirigido por Estados Unidos (vía accionariado y su exclusivo derecho de veto previsto en sus estatutos).

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Su existencia sirvió para financiar la expansión del capitalismo en dirección a las ex colonias que progresivamente iban emancipándose de sus metrópolis e integrándose por la puerta de atrás al mercado globalizado. En las dos últimas décadas de la Guerra Fría, cuando McNamara (1969-1980) toma las riendas del banco y más adelante con el estallido de la Crisis de la Deuda en México (1982), el Banco Mundial sería revitalizado. Durante los setenta, el banco prestaría a discreción, financiando la revolución verde en América Latina, Asia y parte de África, y apoyando a los regímenes favorables a Wahington —como el dictador Mobutu en el Zaire por ejemplo—, en un contexto de Guerra Fría. Cuando la hora de pagar aquellos créditos llegó, allá en los ochenta, se lo transformó de nuevo en una suerte de «gran grifo», esta vez de los nuevos créditos para los países arruinados por la deuda. Mediante un simple giro en la llave de paso los podría obligar a liberalizar y privatizar sus economías. Y así hizo. Se trataba de garantizar la entrada masiva de transnacionales norteamericanas, europeas y japonesas en las economías de los países emergentes, por entonces, muy protegidos por las políticas de industrialización por sustitución de importaciones. El BM, además, se convertiría en el principal think tank donde se prescribirían una serie de «pócimas mágicas» para encaminar a los «países en vías de desarrollo» hacia la senda de los países ricos. El FMI, por su lado, fue creado para evitar las inestabilidades financieras que originaron el Crack del 29 y que arrasaron con diversas economías centrales, especialmente la estadounidense durante los años precedentes a la Segunda Guerra Mundial. Se entendió por entonces que la excesiva desregulación financiera había conducido a ese fatal resultado, por lo que debía crearse una instancia internacional que previniese las cíclicas crisis financieras. Apagar incendios financieros con «consejos» y con préstamos cuando éstos fueran necesarios para equilibrar balanzas de pagos fuera de órbita. Sin embargo, el FMI, también controlado por Estados Unidos, se convertiría con el tiempo en el principal «abrelatas» de los países del Sur, para el capitalismo transnacional de origen central. El FMI mutó a partir de los ochenta con la reconstitución de la derecha en el Norte de la mano del ultraneoliberalismo de Thatcher y Reagan (Kissinger y Baker), convirtiéndose en el director de orquesta de la comunidad de prestamistas y acreedores internacionales (principalmente bancos centrales y banca privada del Norte más el BM). ¿Cómo? Establecería cuándo un país del Sur (generalmente sobreendeudado por créditos ilegítimos) debería tener acceso o no a nueva financiación internacional o a una reprogramación de sus condiciones. Su poder sobre cada país empobrecido crecería cuanto más endeudado estuviera éste. Y el BM jamás concedería ningún nuevo crédito, ningún alivio, si el FMI no lo autorizara. Desde los ochenta hasta la fecha, el delegado del FMI se convertiría en «el malo de la película» a ojos de la prensa nacional,

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en substitución del embajador norteamericano que solía interpretar antes dicho papel público.22 ¿Y qué tipo de condiciones impondría el FMI a los estados con necesidad de financiamiento internacional? Obviamente los preescritos por el Consenso de Washington: neoliberalismo en esencia pura para el Sur con privatizaciones extremas, liberalización comercial, medidas de estabilización y desprotección de la economía nacional para atraer inversión extranjera (aunque sólo fuera en forma de adquisiciones de todo lo privatizado). Finalmente, la OMC tendría como fin, ya desde su creación en 1995, la implantación a nivel mundial del libre comercio a través principalmente de la modificación de los sistemas normativos nacionales. A lo largo de diversas rondas de negociación plurilateral, y dividiendo en sucesivos acuerdos distintos niveles de mercancías, servicios y propiedad sobre conocimiento, la OMC se encargaría de promover un aumento en el peso del comercio internacional. No obstante, la falta de capacidad o conocimiento de algunas delegaciones de países del Sur primero, y segundo, las fuertes presiones, trapicheos y negociaciones varias fuera de bastidores, conseguirían un nefasto resultado en términos de protección y acceso a mercados por parte de los países empobrecidos. Por el contrario, se obtendrían unas condiciones cada vez más ventajosas para las todavía muy protegidas economías europea, japonesa y norteamericana. Así pues, las desigualdades Norte-Sur se transmitirían de forma nítida en la toma de decisiones de los organismos internacionales multilaterales. Cuando las negociaciones multilaterales en la OMC no avanzan lo suficiente o se vuelven demasiado lentas, los gobiernos del Norte prefieren tejer Tratados de Libre Comercio (TLC) regionales (NAFTA, CAFTA, Acuerdo de asociación Euromediterránea...) proyectándolos —por supuesto— sobre regiones con los recursos que más necesitan, aunque no solamente. Si éstos tampoco prosperaran, lo intentarían con los TLC bilaterales, país a país. Pero siempre con la premisa de que lo multilateral es más eficiente que lo bilateral. Deuda, comercio y crédito han sido utilizados como «abrelatas geopolítico» de las ya de por sí débiles economías periféricas. El capital transnacional de origen central, acompañado de la fuerza de sus gobiernos, utilizaría al tridente multilateral formado por el BM, el FMI y la OMC. ¿El objetivo final? Fagocitar, por un lado, las propiedades públicas antes en manos de los estados periféricos, o dicho de otro modo, crecer hacia la periferia;23 por el otro, 22. Aunque hoy después de la nueva gran crisis financiera global originada en el shadow banking del sector bancario anglosajón (así como del fracaso de sus prescripciones), la institución se encuentra de nuevo en uno de sus momentos más bajos de su historia. 23. Compañías estatales de petróleo, de electricidad, de telecomunicaciones, de agua, de correo, etc. Pero también tierras estatales, yacimientos minerales, bosques... todo lo susceptible de ser privatizado.

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poner toda clase de facilidades a las transnacionales centrales en sus actividades de chupado de materias primas y producción industrial deslocalizada. Y finalmente, la creación de un marco normativo óptimo para el mercadeo Sur-Norte de esos mismos bienes y servicios procedentes del Sur. Eso es, anticooperación multilateral. Sin embargo, por muy abierta y dispuesta que esté una economía periférica y por eficaz que sean aquellas tres instituciones, no hay modo de que sus commodities puedan ser rentables a los importadores si en aquel rincón de periferia planetaria no existen buenas carreteras o puertos que miren hacia el Norte. Fue por esa razón que se le diera al BM otra función clave. Se trataría de financiar, diseñar y conducir mediante sus diplomáticos y funcionarios estrategas internacionales una inmensa red de infraestructuras a lo largo y ancho de los países periféricos con el fin de poder extraer, producir y trasladar todas aquellas mercancías que le serían necesarias al metabolismo socioeconómico de los países ricos. Ya consideramos en el caso de la anticooperación tecnoproductiva en qué sentido esta red interfiere negativamente en los países del Sur. El coste de las infraestructuras para el «desarrollo» de aquellos países iría a cargo de su propia deuda externa. Cabe subrayar que la estrategia multilateral diseñada por la diplomacia de las grandes potencias capitalistas resultaba mucho más eficaz que cualquier suma de iniciativas bilaterales. No obstante, la multilateralidad suele tener un carácter aparentemente democrático, debido a la presencia de varios países. En definitiva, el ejército de diplomáticos, funcionarios internacionales e instituciones dedicadas a la acción exterior y a las grandes decisiones internacionales son clave para entender la transmisión e imposición de intereses corporativos de ciertos grupos sociales sobre las pobres y disgregadas mayorías del Sur Global. Su papel se vincula con la mayoría de mecanismos de anticooperación que hemos considerado hasta ahora. Referencias Foreign Policy: www.fp-es.org Diplomacy Monitor: http://diplomacymonitor.com ORTEGA, M. (2007), ¿Debe el Estado ayudar a las transnacionales españolas? Impactos ambientales y sociales del apoyo público a la internacionalización. Sevilla: Muñoz Moya Editores Extremeños. TOUSSAINT, E. (2006), Banco Mundial. El golpe de estado permanente. Barcelona: El Viejo Topo.

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X. ANTICOOPERACIÓN MILITAR

La anticooperación militar es el conjunto de interferencias NS que implican el uso de la violencia, o la amenaza de desencadenarla o acentuarla. Incluye también el suministro de medios de todo tipo que sean utilizados en el ejercicio de la violencia en el Sur, aunque aparentemente el conflicto no involucre actores del Norte. Consideraremos aquí tres grandes conjuntos de mecanismos militares utilizados por el Norte: los que comportan la agresión militar (directa o indirecta), los que se utilizan para disuadir o amenazar, y el comercio con armas. Estos mecanismos permiten formas de «dominio duro» entre grupos de interés y estados de Norte y Sur. Formas de dominación que no sólo se desencadenan en contextos de guerra y crisis, sino que adquieren estructura de «guerra fría» en contextos de paz aparente. La anticooperación militar se articula difusamente con otras anticooperaciones. Puede implicar, en efecto, el uso de capacidades paralelas, como la presión diplomática (por ejemplo, en el Consejo de Seguridad de la ONU o el Banco Mundial), la aplicación de embargos comerciales, o el control de las principales agencias de noticias (como AP, AFP o Reuters) y grandes grupos de prensa y televisión (como News Corp, o el canal CNN). Todos estos tipos de anticooperación pueden articularse entre ellas con el objetivo de legitimar o facilitar las agresiones de unos y demonizar o poner palos a las ruedas de otros, sin necesidad de aparecer como un actor en pugna. Históricamente, la anticooperación militar centro-periferia ha sido una de las anticooperaciones más temibles. En el ideario colectivo de un gran número de pueblos del Sur hay constancia del aciago dominio duro que Occidente ha ejercido sobre los pueblos que constituyen el Tercer Mundo, a través de la sumisión armada, del ejército, de la represión policial o de ejércitos menores a su servicio. Desde el Segundo Mundo, aunque durante un período más corto, incluso desde otras subpotencias regionales como

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Sudáfrica, también se ha ejercido anticooperación militar. Varios escritos apuntan hacia la existencia de una considerable deuda histórica NS, como resultado de dicho dominio. La deuda histórica se refiere a los períodos de invasión militar colonizadora (genocidios y expolios incluidos), a lo largo de los años de esclavitud, aplicación de ideologías racistas para el sometimiento cultural, social y económico durante el período colonial y, finalmente, al posterior período neocolonial vinculado a la Guerra Fría Este-Oeste y a la globalización neoliberal de nuestros días. Países como Perú, Brasil, India... ¿Cuál era su situación hace 500 años? ¿Quién era rico entonces y quién lo es ahora? se trata de restituir lo que ha sido expoliado durante más de 500 años. Se trata de decirles nosotros somos los acreedores, ustedes son los deudores. Vinod Raina. Jubileo Sur (Morsolín, 2005) Hoy día, puede que las formas y los mensajes hayan cambiado y, con ellos, los mecanismos, pero la esencia sigue siendo la misma. Durante 40 años —desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlín—, la dinámica militar se caracterizó por las tensiones entre los bloques comunista y capitalista, al mismo tiempo que la mayoría de las colonias asiáticas y buena parte de las africanas se independizaban. Más adelante, en los años noventa y la primera mitad de la presente década, el panorama militar mundial se convertía en un paisaje unipolar. La razón de ser de los conflictos era ya menos la ideología, y más el control de los recursos naturales, aunque se mantuviera el patrón común: querer concentrar el poder. Se rebajaba la tensión mundial y, con ella, el gasto en defensa. Todo ello tuvo como consecuencia en el Norte excedentes en los ejércitos, tanto de arsenal como de personal (sobre todo, comandos). A raíz de esto, el armamento sobrante se recolocó a terceros países, principalmente en el Sur; armamento de segunda mano a muy «buen precio». Muchos cuadros militares fundaron nuevas empresas transnacionales de seguridad y defensa. Empresas como Blackwater USA o Sandline que, en términos generales, ofrecían tres tipos de servicios a los gobiernos y corporaciones generales: soporte logístico y seguridad, estrategia y entrenamiento militar, y combate directo. Las tesis neoliberales aplicadas al ejército y al excedente de militares y arsenal conducían a una paulatina privatización de algunas funciones de los ejércitos. A un ritmo similar al de las empresas de mercenarios, las mafias, grupos insurgentes —incluyendo redes fundamentalistas como Al Qaeda— y los señores de la guerra, se internacionalizaban. Obviamente, los gobiernos del Sur también utilizan todos estos mecanismos, en la medida de sus capacidades. Sin embargo, la distancia entre las 190

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capacidades militares de los países del Tercer Mundo y las del primer Mundo (y de manera singular, las de EEUU)1 es, de nuevo, abismal, excepto en aquellos países que disponen de arsenal nuclear (Rusia, China, India, Pakistán, Corea del Norte y, quizás, Irán). Véase el siguiente gráfico de las diferencias en el gasto militar de algunos países significativos. GASTO MILITAR Y AYUDA OFICIAL AL DESARROLLO 500.000

EUA

millones de dólares

400.000

300.000

200.000

Rusia

100.000 50.000

AOD

1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1998 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005

0

España Irán Bolivia

Fuente: Elaboración propia a partir de datos SIPRI [http://first.sipri.org, 21/04/07].

Dada la complejidad y diversidad de mecanismos de anticooperación militar, nos referiremos a una parte de ellos, teniendo como línea-guía las siguientes preguntas: ¿qué motiva las formas de dominio duro del Norte hacia el Sur y qué justifica sus costes? Y, en segundo lugar, ¿cuál es el mensaje oficial que se emite para legitimar dicho dominio ante las distintas opiniones públicas?

¿Cuáles son las motivaciones de la anticooperación militar? Tal y como se ha visto ya en el capítulo 3, los países del Centro y la clase consumidora necesitan de la garantía del suministro de materias primas, 1. El gasto militar oficial de EEUU fue en 2007 de 547.000 millones de dólares (un 45% del gasto militar mundial), según el SIPRI Yearbook 2008. Se estima que el gasto real es muy superior a la cifra oficial ofrecida por su gobierno.

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disponer de mano de obra barata y ver crecer a nivel global sus capitales. Tendrán que velar para que ni las vías de comercio NS ni sus inversiones en los países periféricos estén amenazadas. Ante la fuerte competencia entre países y redes empresariales centrales, autojustificarán su derecho de «extender» su control alrededor del mundo, lejos de sus fronteras, antes que lo haga el vecino. Una suerte de presión capitalista centrífuga, es decir, del Centro hacia la Periferia. Teniendo en cuenta la tensión que provoca la emergencia de glotones mundiales alejados de los recursos naturales que necesitan, a menudo se emplearán argumentos para justificar políticas invasivas que coincidirán plenamente con los utilizados en la Doctrina Lebensraum (espacio vital en alemán) para la Alemania nazi. Es por ello que resulta habitual encontrar documentos oficiales como la Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU (2002), una descripción de las amenazas regionales a los intereses propios en el extranjero y en el que se presentan las guerras preventivas como línea de actuación —como hemos comprobado no hace mucho— contra países que custodian dichos recursos o las vías de acceso a ellos. Paralelamente y también de índole interna, en el Norte las presiones del complejo industrial-militar también actuarán en su búsqueda de negocios a través de la guerra o del comercio con armas. Este complejo industrial-militar se desarrolla a partir de la compra, por parte de la creciente industria de servicios de mercenarios. No obstante, las motivaciones geoeconómicas no son las únicas. A menudo se apunta además a la voluntad geopolítica (o geoestratégica) de mantener un equilibrio de fuerzas regional favorable al Estado agresor. En cierto modo, una posición de control preferente. Es el caso de las incursiones estadounidenses en Somalia, «el cuerno de África» que, junto con Djiboutí, es un enclave estratégico para colaborar en el embargue de Oriente Medio, al mismo tiempo que supone una entrada a África nororiental. Se circunscriben a esta órbita muchas de las misiones militares de carácter humanitario y reconstrucción, como las efectuadas en Afganistán, Haití o la R.D.Congo. Señores de la guerra En la nueva geopolítica NS, toman un papel muy relevante como intermediarios de la violencia NS y, por ende, de la anticooperación militar. En el mundo contemporáneo, un Señor de la Guerra (warlord) administra a nivel de clientes la explotación de los recursos de un territorio, determinando quién lo explota y cuánto paga para hacerlo. Los ingresos obtenidos se dedican a mantener un Estado coercitivo de violencia permanente en la zona. Aunque no todos los señores de la guerra basan su poder en los recursos naturales. Las opcio-

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nes son múltiples. Ryszard Kapuściński los definía como «antiguos oficiales, ministros o miembros del partido gobernante, o bien otros personajes fuertes e implacables, ávidos de poder y de dinero, faltos de escrúpulos y que, aprovechando el desmoronamiento del Estado (a lo que él mismo ha contribuido y sigue haciéndolo), pretende recortar para sí un mini-estado propio, no oficial, donde ejercer un poder dictatorial. Por lo general un Señor de la Guerra usa para este fin la tribu o el clan al que pertenece» (2000). No es cierto que todos los señores de la guerra, jefes tribales, etc. —tradicionalmente presentes mucho antes de la llegada de los occidentales— hayan sufrido la misma suerte. Los que se han impuesto son a menudo los que han sabido aprovechar el proceso de globalización, aliándose con compañías extranjeras y canalizando la sed de recursos naturales y humanos de la clase consumidora mundial. Los capos reciben así financiamiento de las compañías y del mercado mundial, para el enriquecimiento personal y para mantener la violencia necesaria y, a cambio, las empresas extranjeras reciben seguridad, exclusividad y un vacío legal que les exime de asumir ciertos costes sociales y ambientales. Es una especie de «maldición de Malinche» que, en general, beneficia las actitudes más corruptas, violentas y menos comprometidas con el buen vivir de las comunidades locales. Y a las transnacionales y a la bulimia consumidora del Norte, por supuesto.

Existe una tercera gran motivación, que es determinante en un gran número de las agresiones militares NS. La necesidad de legitimación interna por parte de una administración atacante en momentos de crisis interna. Algunos gobiernos en problemas se precipitan a ataques o a guerras exteriores, para eludir cuestionamientos internos. Fue el caso, según han señalado destacados analistas políticos, de la Junta Militar argentina de Galtieri en la Guerra de las Malvinas, del ataque a una fábrica en el Sudán por parte de la Administración Clinton durante el Caso Levinsky, incluso las contiendas bélicas de la Administración Bush presentadas en los medios en forma de serie televisiva, ante un gobierno que ganó las elecciones estadounidenses de forma muy criticada. Es decir, algo que no tiene nada que ver con las poblaciones agredidas, que ocasiona miles de víctimas en países a miles de kilómetros y vinculado a razones que sólo se explican por ajustes internos en los estados agresores. ¿Cuándo predomina esta tercera motivación? Lógicamente, cuando la guerra se visibiliza con intensidad como en el caso de la Guerra contra el Terrorismo de la Administración Bush hijo. Cuando ocupa las portadas de los periódicos. Si tenemos en cuenta que hay guerras muy visibles (por ejemplo, la ocupación de Iraq), y que otras son invisibles (como en la República Democrática del Congo), se deduce en qué casos este factor ha sido determinante y en cuáles no. Con frecuencia, las motivaciones que hemos distinguido se producen de manera combinada. En la anticooperación militar EEUU-Afganistán, que

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culmina con una agresión abierta poco después del 11-S, por ejemplo, se integran sutilmente las tres: la geoeconómica (rutas de comercio del gas y petróleo de la región del Mar Caspio hacia el Océano Índico), la geoestratégica (zona clave en Asia central, cerca de Irán, China, India y la antigua URSS), y la legitimación interna (represalia por los atentados del 11-S, guerra contra el terror y todo lo que ello significa, debilidad del Gobierno), tal vez la motivación más importante en este caso. Presupuesto de guerra vs. presupuesto de ayuda Tras un leve descenso del gasto militar una vez concluida la Guerra Fría (los llamados «dividendos de la paz»), el gasto ha aumentado en todo el mundo desde 1999 y a un ritmo constante. El gasto militar en 2006 se aproximaba a los 1,06 billones de dólares estadounidenses. El mismo año, la ayuda de los países de la OCDE a los pobres había disminuido nuevamente hasta 104.000 millones de dólares EEUU, a pesar de las inyecciones de «ayuda militar humanitaria» en las guerras de Iraq y Afganistán. En definitiva, el presupuesto mundial militar es diez veces más importante que aquel de la ayuda humanitaria y al desarrollo.

Cómo legitimar la anticooperación militar En el Norte, la forma de justificar oficialmente una intervención militar en un país periférico o la venta de armas, suele seguir pautas similares de un caso a otro. En primer lugar, se apela a los graves problemas internos del país periférico, y se subraya la incapacidad de su gobierno de hacerles frente (terrorismo, narcotráfico, derechos humanos, genocidio, caos, ausencia de Estado). Se publicitan y vinculan la presencia de a una (o varias) facciones extremistas, «fuera de control». Se muestra insistentemente a los extremistas —«los malos»— como el enemigo a quien debemos enfrentarnos. De modo que aparecen como una suerte de cáncer para su propia gente y como una amenaza para la comunidad internacional. El mensaje tratará de desvincular las causas reales del conflicto de cualquier factor exterior o vinculado con el proceso de globalización. En segundo lugar, será necesario insistir en mostrar una población que sufre, asolada, e incapaz de organizarse. Una población civil que se requiere ayudar en nombre de la humanidad: habrá que lanzar una misión humanitaria. El momento en que se ejercerá el mayor esfuerzo diplomático a través de la red de funcionarios descritos en el apartado sobre anticooperación diplomática (sobre todo a nivel multilateral). La diplomacia debe convencer a la comunidad internacional que la intervención es necesaria, así como valorar los posibles movimientos de las demás partes.

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Después de haber justificado la necesidad de que la única opción radica en una intervención externa, se puede dar el último paso. Es el momento en el cual potencias del Norte como Estados Unidos, Francia, Reino Unido, las fuerzas de la OTAN o los mismos cascos azules de Naciones Unidas intervienen con contundencia contra la «facción del mal» de turno (un gobierno incómodo, señores de la guerra enfrentados a Occidente, milicias nacionalistas, elementos insurrectos de izquierdas, redes criminales que se enfrenten a los intereses estadounidenses y europeos, etc.; todos ellos terroristas y, de paso, a personajes que no tienen relación con los anteriores que resultan incómodos al estatus quo internacional). Todo lo contrario a un planteamiento en el que se admita que las causas de un conflicto puedan ser externas: en el que se observen las capacidades de la población civil y se planteen soluciones internas. En este sentido, el diseño de los mensajes para crear buenos y malos, legítimos e ilegítimos, así como la infraestructura de medios masivos funcionales a su difusión constituyen una parte indispensable del dispositivo de anticooperación militar. Existen otros mecanismos militares que se exponen a continuación. Aún así, la mayoría podría incluirse dentro de uno de los siguientes conjuntos: las agresiones militares, la disuasión estratégica sin ataques y el comercio convencional de armamento.

Intervención-agresión militar Consideramos agresiones NS los bombardeos tácticos, la infiltración de los servicios de inteligencia, las invasiones, las ocupaciones, el apoyo a golpes de Estado, las guerras abiertas y las de baja intensidad, la oferta de entrenamiento para la contrainsurgencia, y un largo etcétera. Los estrategas militares no siempre permiten que estas agresiones sean publicitadas. Por ello, el estudio de la anticooperación militar deberá incluir tanto las agresiones más visibles (como las ocupaciones de Vietnam, Afganistán o Iraq I y II), como las cometidas encubiertas por medio del suministro de armas y créditos, de entrenamiento de milicias o de financiación de empresas de mercenarios, por ejemplo. Como ya se ha podido observar en la guerra de Iraq, la anticooperación militar se globaliza y, a su vez, la resistencia. Así, es visible el incremento de efectivos multinacionales de procedencia distinta, tanto por parte de los ocupantes como de la insurgencia. Además, la guerra se privatiza sutilmente. En Iraq, se estima que durante el 2007 luchaban entre 20 y 170.000 mercenarios de empresas contratadas por la coalición ocupante: los famosos «subcontratistas extranjeros» (Pereyra, 2007). Con el objetivo de ilustrar este mecanismo, nos centramos en las formas de agresión NS más significativas, aunque no únicas: los golpes de Estado, la guerra de

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baja intensidad y los sistemas de servicios militares. Es importante señalar que según la arquitectura de las relaciones internacionales en un contexto histórico dado, varían los mecanismos de anticooperación militar. Así por ejemplo, si en los años setenta, en América Latina, una forma de anticooperación militar clásica consistió en la organización o complicidad de gobiernos de Norte en golpes de Estado, en el África del siglo XXI se privilegian las misiones humanitarias. Consideraremos algunos ejemplos aquí, sin pretender ser exhaustivos. 1) Golpes de Estado Una de las vías predilectas de los países del Norte para intervenir indirectamente en el Sur ha sido el impulso y apoyo a los golpes de Estado. En otras palabras, la creación de regímenes autoritarios encabezados por gobiernos militares títere a las órdenes de Washington, Bruselas, París o Londres. En los años sesenta-setenta, América Latina fue el escenario de un número importante de golpes. Fueron impulsados desde Estados Unidos, en aplicación de la conocida «Doctrina Monroe» y con el afán de controlar la totalidad del continente. En un contexto de Guerra Fría, se trataba de arrancar de raíz a las dinámicas sociales de la izquierda latinoamericana, ante el temor de que simpatizaran con la Unión Soviética. En África también abundan los ejemplos de golpes militares planificados desde el exterior, esta vez a cargo esencialmente de los gobiernos europeos. En el interior de país, la pugna entre las distintas facciones siempre se ha visto determinada por el «apoyo invisible» de las antiguas metrópolis europeas y de EEUU. Por ejemplo, podemos citar el apoyo de EEUU y Francia a los dos golpes de Estado en Zaire, realizados por Mobutu Sese Seko, así como el apoyo que su gobierno recibió por medio de créditos del FMI posteriormente. En Asia, dictadores como Suharto en Indonesia o Marcos en Filipinas, contaron con el visto bueno (incluido apoyo financiero que luego se convertiría en deuda odiosa) de los países del Norte. Resulta oportuno hacerse la pregunta de cuántos golpes de Estado hubieran triunfado sin contar con el apoyo activo de las potencias del Norte. ¿Habrían triunfado Abacha en Nigeria, Amin en Uganda, Fujimori en Perú, Stroessner en Paraguay, Somoza en Nicaragua, Mengisthu en Etiopía, Duvalier en Haití, Banzer en Bolívia, Videla en Argentina, Habyariama en Ruanda, o el régimen del apartheid en Sudáfrica? ¿Permanecerían en el poder los actuales regímenes petroleros árabes prooccidentales como Arabia Saudí, Argelia, Qatar, Egipto, etc., tan lejos de ser democráticos, sin el apoyo de EEUU y Europa? Una respuesta rigurosa merece una tesis doctoral caso por caso, aunque podemos pensar que gobiernos como el de la familia real saudita, el militar argeliano, o el egipcio de Mubarak con mucha probabilidad hoy por hoy no existiría. 196

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¡Subcontrata un golpe de Estado! Trío de las Azores busca nuevo dictador para Guinea Ecuatorial Un mecanismo de anticooperación militar relativamente más reciente es la subcontratación de algunas de las funciones que antes cumplía el ejército, a empresas privadas de seguridad, cuyo éxito ha llevado a prosperar al punto de convertirse en transnacionales. Estas corporaciones llevan a cabo operaciones que el ejército regular no desea o no puede realizar, generalmente por la dificultad de algunas misiones y, sobre todo, por los costes políticos que acarrean. El secretismo es central en la subcontratación de dichas empresas, aunque puntualmente salen a la luz casos concretos en forma de escándalo. Fruto de esta opacidad informativa es el hecho de que, probablemente, el siguiente ejemplo muy próximo haya pasado desapercibido al lector. En marzo de 2004, 74 mercenarios fueron detenidos en Harare (Zimbabue), mientras su Boeing repostaba y recogía equipamiento militar antes de partir hacia su destino final, Guinea Ecuatorial, donde debería arrebatar el poder al dictador Obiang Nguema. Según se dio a conocer días más tarde, tras las declaraciones de los mercenarios juzgados por el Tribunal Regional de Pretoria, en Sudáfrica (de donde provenían una parte importante de los mercenarios), el golpe de Estado había sido planificado por tres gobiernos del Norte. En efecto, los gobiernos de Estados Unidos, el Estado español y Gran Bretaña, que por su alianza frente a Iraq en 2003 serían denominados el «Trío de las Azores» (Bush, Blair y Aznar) tuvieron responsabilidad en el fallido golpe. Esto se debe al pacto que tenían con el líder de la oposición en el exilio, Severo Moto, y un grupo de empresarios británicos del sector del petróleo (en concreto, el magnate Ely Calil), bajo la coordinación financiera de Mark Thatcher –hijo de la antigua primera ministra británica y traficante de armas reconocido. El entonces reciente descubrimiento de un mar de petróleo en territorio guineano (el actual segundo productor africano de dicha materia) había convertido al corrupto dictador en un aliado molesto para los intereses de estos países y, por ello, había que sustituirlo. ¿Y cómo llevar a cabo algo tan incómodo para el discurso de la exportación mundial de libertad y democracia que los líderes de las Azores utilizaban para las guerras de Afganistán e Iraq? Pues subcontratando el golpe de Estado a una corporación de mercenarios con solvencia internacional: Executive Outcomes2 (EO). Ningún ejército estatal participaría en la tarea hasta que una empresa llevase a cabo el llamado Wonga Coup (Roberts, 2006).

2. «Uno de los aspectos que más expectación ha generado sobre Executive Outcomes, y que resulta aplicable a otras compañías, fue el hecho de que habitualmente cambiase sus servicios por participaciones en las riquezas minerales o concesiones de petróleo, como en Angola. De este modo, queda reflejada la íntima intención entre CMP y las corporaciones mineras y petrolíferas.» T .Font (2006).

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Simon Mann, el jefe militar de la operación, experto en seguridad y antiguo oficial de la British Army, era cofundador de Executive Outcomes y amigo de Mark Thatcher.3 Mark Thatcher, acusado de dar órdenes a Mann y de haber proporcionado un helicóptero Mil ruso para la operación, negó cualquier relación con el golpe y afirmó que él era un comerciante de armas y que, como tal, había aceptado proveer el helicóptero que, en realidad, se utilizaría como ambulancia aérea en Guinea Ecuatorial. Más adelante, en 2005, reconoció que el helicóptero había servido para perpetrar el golpe de Estado. Obiang, cuya policía había capturado a otros 15 mercenarios en el mismo territorio guineano, vanguardia de la operación, acusó públicamente del intento del golpe al Gobierno español de José María Aznar y a Mark Thatcher, entre otros. La implicación del Gobierno sudafricano, que conocía el intento de golpe, presionó a los tribunales del país para que acabaran por absolver a los implicados. No se dirimió ninguna responsabilidad en ese país, a pesar de que la legislación prohíbe usar el territorio sudafricano como plataforma para la ejecución de golpes de Estado en el resto de África. Un ejemplo cristalino de anticooperación militar.

2) Guerra de baja intensidad: La anticooperación militar se ha plasmado también bajo la forma de las «Guerras de baja intensidad», impulsadas tras el rotundo fracaso de EEUU en Vietnam.4 En ellas, se trata de evitar el desgaste que supone para el gobierno atacante el tener que asumir las bajas humanas, buscando el modo de que la confrontación parezca interna, como una guerra civil. Así pues, se ofrecen armas o entrenamiento a milicias disidentes, para provocar una guerra civil interna que, paulatinamente, va royendo la capacidad de gobernar del grupo en el poder. Obviamente, se aplica cuando el gobierno de turno, aunque pueda haber sido elegido democráticamente, no se considera afín a Occidente, cuando no hay motivos que legitimen una agresión frontal y no se encuentran otras vías de coerción. Es el caso del financiamiento de la «Contra», en Nicaragua, los «Escuadrones de la Muerte», en El Salvador, las «Patrullas de Autodefensa Civil» en Guatemala, o el paramilitarismo de Colombia. A menudo se trata de procesos complicados con presencia de varios intermediarios, y en los que se utilizan sistemáticamente los paraísos fiscales, para realizar toda clase de pagos ilícitos relacionados.

3. Para más información, véase http://es.wikipedia.org/wiki/Simon_Mann y (Roberts, 2006) 4. Referencia al Grupo de Santa Fe IV y a Henry Kissinger.

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3) Campos de entrenamiento y sistemas de ayuda militar: Tal vez el campo de entrenamiento y adoctrinamiento más conocido sea la Escuela de las Américas (SOA, por sus siglas en inglés), nacida de la voluntad contrarrevolucionaria norteamericana. Es una de las materializaciones de la Doctrina de Seguridad Nacional aplicada, en este caso, a la política hemisférica norteamericana para América Latina. Desde su nacimiento en 1946, y aunque ha cambiado de nombre5 y sede (de Panamá al estado norteamericano de Georgia), la SOA ha entrenado a más de 1.000 militares por año, entre los que destacan algunos de los peores villanos que ha conocido Latinoamérica (Galtieri y Viola en Argentina, Banzer en Bolivia, Rios Montt en Guatemala, Montesinos en Perú, Rodríguez en Ecuador, Noriega en Panamá...); u otros personajes infaustos, como el cubano Posada Carriles o el jefe de los Escuadrones de la Muerte, D’Aubuisson. Cientos de miles de latinoamericanos han sido torturados, violados, asesinados, desaparecidos, masacrados y obligados a refugiarse, por soldados y oficiales entrenados en esa Escuela. Los egresados de la SOA persiguen a los educadores, organizadores de sindicatos, trabajadores religiosos, líderes estudiantiles, y a los pobres y campesinos que luchan por los derechos de los damnificados. A lo largo de sus más de sesenta años de existencia, la SOA ha entrenado a más de 61.000 soldados latinoamericanos en cursos como técnicas de combate, tácticas de comando, inteligencia militar, y técnicas de tortura. Estos graduados han dejado un largo rastro de sangre y sufrimiento en los países donde han regresado. Hoy día, la Escuela de las Américas entrena casi 1.000 de soldados y policías cada año. De acuerdo con el senador demócrata Martin Meehan: «Si la Escuela de las Américas decidiera celebrar una reunión de ex alumnos, reuniría algunos de los más infames e indeseables matones y malhechores del hemisferio».6 La Embajada estadounidense en cada país ha sido tradicionalmente la base de operaciones desde donde se han elegido a los alumnos destinados a la Escuela. No hay modo alguno de concebir que una institución como la SOA pueda ser una injerencia positiva para las poblaciones latinoamericanas. Como consecuencia, no deja de ser una forma evidente de anticooperación militar estadounidense. El caso de las bases de entrenamiento occidentales en África es menos conocido. Para EEUU, la estrategia militar en África se basa en dos ejes principales. El primero es el acceso a mercados clave africanos, como la energía y otros recursos estratégicos. El segundo eje consiste en garantizar rutas de transporte y de comunicación (sobre todo óleo y gaseoductos, y otros canales 5. Actualmente recibe el nombre de Western Hemisphere Institute for Security Cooperation. 6. Véase School of Americas Watch: www.soaw.org.

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para el transporte de materias primas) para transportar estos recursos hacia EEUU (Abramovici, 2004). Podemos añadir, también, un tercer eje, más retórico que real, que sería la guerra contra el terrorismo islamista. En los dos primeros ejes destacan, actualmente, dos rutas estratégicas para EEUU: el oleoducto del Chad-Camerún por el este y, al oeste, el oleoducto HigleigSudán. Mientras que, en lo que se refiere al tercer eje y a la lucha contra el terrorismo, la atención se sitúa en la zona del desierto de Sahely de Magreb, donde supuestamente se hallarían las bases de entrenamiento de los grupos vinculados a Al Qaeda. La estrategia militar europea es similar a la estadounidense, sobre todo la francesa. No permitiremos a los terroristas que amenacen a la gente africana, o que usen África como base para amenazar al mundo Discurso de George Bush durante su gira africana. CNN World (12/7/2003)7

Ante la voluntad de EEUU, la UE y, últimamente, de China, de controlar un continente africano rebosante de conflictos y territorios en los que el Estado no existe (estados fallidos), se desarrollan sistemas de apoyo militar que contemplen campos para el entrenamiento de militares locales, programas de suministro de equipamiento militar a los ejércitos colaboradores, la contratación de compañías de mercenarios para los propios entrenamientos y la acción directa y, en posiciones estratégicas favorables, la implantación de bases militares. Así pues, se considera que la presencia de militares extranjeros debe ser mínima, siempre y cuando se garanticen los ejes citados anteriormente —definidos, reiteramos, por los intereses de los estados ricos. Cabe mencionar que las tropas extranjeras generan oposición y, a la vez, resultan costosas a nivel político y económico. El «trabajo sucio» deberán hacerlo los ejércitos africanos locales y, oportunamente, los mercenarios. Washington creó, en 1996, un sistema militar para el control en África: el ACRI (African Crisis Response Initiative). Se le encomendaron dos misiones: proveer entrenamiento para operaciones de mantenimiento de paz y ayuda humanitaria y suministrar equipamiento militar «no letal». Fue diseñado para modernizar las tropas africanas, al mismo tiempo que se adaptaba, introducía normas estadounidenses en el país, en respuesta a la creciente amenaza del terrorismo en la región. Entre julio de 1997 y mayo de 2000, el ACRI entrenó batallones de Senegal, Uganda, Malí, Malaui, Costa del Marfil, Ghana y Benin. 7. (http://transcripts.cnn.com/TRANSCRIPTS/0307/12/se.01.html , visitado 12/3/ 2008)

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BASES MILITARES DE FRANCIA Y EE UU vs. RECURSOS NATURALES EN ÁFRICA

Fuente: ODG, a partir del Atlas de Le Monde Diplomatique [http://mondediplo.com/maps/IMG/artoff3939.jpg].

En 2002, la administración Bush convirtió el ACRI en ACOTA (Africa Contingency Operations Training Assistance). El cambio suponía añadir entrenamiento para el ataque en escenarios hostiles, sobre todo enfocándolo a las unidades de infantería y pequeños batallones. La cooperación militar pasaba a ser ofensiva. En 2005, 17.000 militares africanos habían sido ya entrenados.8 A parte de ACOTA, se han puesto en marcha otros programas específicos paralelos (como el IMET,9 orientado a la formación de oficiales de 44 países africanos). En junio de 2004, EEUU propuso en la cumbre del G8 un sistema de asistencia militar multinacional para África que absorbería ACOTA, así como programas hermanos en marcha que Francia y el Reino Unido ya controlaban en el continente africano. El GPOI (Global Peace Operations Initiative) proveería con adoctrinamiento, apoyo logístico y equipamiento a más de 50.000 cuadros de los ejércitos y policía de varios países africanos, y a otros 15.000 de países periféricos del planeta, para el 2010.

8. En: Benin, Botsuana, Etiopía, Ghana, Kenia, Malaui, Malí, Mozambique y Senegal. Más información: Strategy Page www.strategypage.com/htmw/htun/articles/20051110.aspx. 9. Siglas de International military education and training programme.

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Los sistemas militares van cambiando sus nombres y tácticas, e incluso se globalizan, para adaptarse a los cambios. No obstante, su esencia se mantiene intacta. En definitiva, se trata de agresiones militares, apoyos a golpes de Estado. La actividad que se produce desde la red de bases militares, no han beneficiado a los estados africanos, latinoamericanos o asiáticos. La extracción de recursos naturales en estas condiciones se traduce en un saqueo en toda regla de riquezas que son propias de estos países y que, de otro modo, podrían contribuir a mejorar sus niveles de vida. El saqueo se produce simultáneamente a la producción generalizada de violencia y de desestabilización democrática; por tanto se trata de mecanismos de anticooperación.

Disuasión estratégica O haces lo que quiero, o haré yo algo que tú no quieres. Un segundo componente de la anticooperación militar es la creación de un sistema aparente de amenazas de agresión, con capacidad aparente para ejecutarlas. El adjetivo «aparente» es central, ya que no se trata tanto de poseer los medios reales para agredir sino de que parezca que se poseen. Un ejemplo de la aplicación de este principio es el pavo real cuando despliega sus plumas para aparecer más grande y poderoso ante un potencial enemigo. Como consecuencia, este mecanismo adopta una lógica distinta a la de la agresión de facto, ataque o injerencia y, por lo tanto, hay que diferenciarlo de este grupo. Ante un sistema de amenazas, los amenazados pueden reaccionar de varias maneras: sometiéndose al amenazador, desafiándole, contraamenazándole o disminuyendo su amenaza a partir de determinadas medidas (Centre Delàs, 2006). En todos los casos, supone una interferencia transnacional que no resulta positiva para la población de la nación amenazada. Por ello, es posible afirmar que se trata, sin duda, de anticooperación de origen militar. Un sistema de amenazas no se reduce a poseer un sistema balístico capaz de interceptar objetivos a larga distancia o en movimiento, a la disponibilidad de una red de satélites e información sobre el terreno, a contar con un arsenal nuclear, o a la capacidad de despliegue de tropas aerotransportadas o embarcadas hacia las distintas posiciones, en este caso, periféricas. También tiene que ver con las alianzas y la posibilidad de cooperar a nivel militar con otros ejércitos; el ejemplo más evidente es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y en particular, el artículo quinto del Tratado, según el cual si un país miembro es atacado, se considera una agresión contra todos los demás países miembros. El tratado podría parecer más beneficioso a los gobiernos con poco gasto militar, en detrimento de los que gastan más, como el Reino Unido o sobre todo EEUU. Pero, obviamente, se intercambian otros

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cromos, que repercuten en el poder de influencia de los más militarizados, tanto en los programas como en la definición de las amenazas y las acciones multilaterales. Algo parecido sucede con las «misiones para el mantenimiento de la paz» de Naciones Unidas y con las operaciones de los cascos azules, más proclives a las misiones humanitarias en África Subsahariana. Por ejemplo, el Gobierno español permitió la entrada a 38 buques en la base naval militar de Rota y un total de 480 aviones de EEUU hicieron escala en las bases españolas de Morón y Rota en su campaña de bombardeos a Afganistán (Pizarroso, 2005: 232-346). También son conocidas las escalas camino a Guantánamo que aviones de la CIA cargados con «enemigos de los EEUU» secuestrados en distintos países, hicieran en aeropuertos españoles. 732 bases militares estadounidenses, contra el resto del mundo Según el informe oficial Base Structure Report, el ejército estadounidense disponía en 2005 de un personal aproximadamente de 1.840.062 militares, 473.306 funcionarios civiles dependientes del Departamento de Defensa, y 203.528 contratados locales.10 Un ejército que opera de forma semejante a una empresa transnacional, con múltiples filiales alrededor del mundo que controlan una a una las regiones estratégicas. De acuerdo con las informaciones del Pentágono —el cerebro de esta red mundial—, dispone de 32.327 cuarteles, hospitales y otros edificios de su propiedad fuera del territorio norteamericano; más de 16.527 en régimen de alquiler. Por lo tanto, el ejército de EEUU, es el mayor terrateniente del mundo. Sin embargo, a medida que avanza la globalización, los intereses estadounidenses en el Sur que sus instituciones denominan «amenazas contra nuestros intereses» se van modificando. El reflejo de ello es la reordenación de las 732 bases militares oficiales repartidas por todo el mundo (se estima que en realidad son más de 1.000, incluidas las secretas e ilegales). Después de la Guerra Fría y del 11-S, los EEUU tratan de adaptarse a las «nuevas amenazas»: pretenden establecer una serie de pequeñas bases llamadas Nenúfares (Lily Pads), que les permita saltar como ranas a los focos calientes con facilidad y rapidez. Dichas bases albergan entre 1.000 y 3.000 militares y tienen capacidad para acoger a muchos más, si es necesario. Las Lily Pads se han llenado con soldados procedentes de bases de Alemania y Corea del Sur (70.000-100.000), y se sitúan alrededor de lo que el Pentágono denomina «el Arco de la inestabilidad» y que se extiende desde América Latina hasta Asia, pasando por África, los Balcanes, Oriente Medio y

10. Véase: Base Structure Report. Departamento de Defensa de EEUU (www.defenselink.mil).

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el Cáucaso. Todas ellas zonas abundantes en recursos naturales o de tránsito de hidrocarburos. Mientras el petróleo declina, las Lily Pads servirían para organizar operaciones inofensivas cuando surgieran oportunidades de imponer nuevos regímenes políticos y comerciales en nombre de la estabilidad y de la lucha contra el terrorismo,11 el narcotráfico y el humanitarismo. En definitiva, la red de anticooperación militar.

Comercio de armas La venta de armas, cada vez más mortíferas, no deja de ser otro mecanismo de anticooperación para la población civil. Cada año, las armas convencionales matan a más de 300.000 víctimas y muchas más son heridas, abusadas o desplazadas, perdiéndolo todo como resultado de la violencia armada.12 A nivel macro, la anticooperación que representa la compraventa de armas se manifiesta en el Sur bajo cuatro aspectos negativos. Primero, porque el gasto militar es económicamente ineficiente y genera endeudamiento público e inflación, repercutiendo en los sistemas productivos sociales. Segundo, porque no atiende a las necesidades básicas de las poblaciones locales. Tercero, porque, como lo señala P. Ortega, suele generar una escalada regional de armamento (2006). Y cuarto, porque en ocasiones el armamento cae en manos de civiles o actores no gubernamentales. Armas del Norte «El problema sigue siendo grave. En un mundo inundado de armas pequeñas, se cree que una cuarta parte del comercio mundial de armas es ilícito y se estima en 4.000 millones de dólares anuales. Es fácil comprar, usar, transportar y ocultar armas pequeñas y su continua proliferación exacerba los conflictos, impulsa corrientes de refugiados, entierra el imperio de la ley y genera una cultura de violencia e impunidad» (declaración del Secretario General de las Naciones Unidas Segunda Conferencia de las Naciones Unidas para el control del tráfico ilegal de las armas ligeras (26 de junio de 2001). Por otro lado, la Asociación de Control de Armas reportaba que en 2007 el Pentágono envío 40.000 millones de dólares en armas a dos docenas de países. Una cifra que doblaba la ayuda internacional al desarrollo estadounidense. «Adquisición de armas no necesarias encienden innecesarias guerras», afirmaban. [www.armscontrol.org]. 11.Según el Quadrennial Defense Review 2006, las bases se concentrarían en la larga guerra planteada al terrorismo y a otras amenazas parecidas. La misión táctica es poder operar a todo el mundo y derrotar rápidamente a dos adversarios en ambas campañas militares distintas. 12. Véase:Campaña Armas Sin Control (www.controlarms.org) y Oxfam Internacional (2006).

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Sin embargo, la venta de armas se presenta en ocasiones como cooperación militar para fines nobles (lucha antiterrorista, seguridad ante otros países, etc.). ¡Vaya paradoja! Efectivamente, los gobiernos del Norte cuentan las operaciones de exportación de armamento a países del Tercer Mundo como cooperación militar (el Plan Colombia, por ejemplo, o el ASPAN entre EEUU y México). Unas políticas de cooperación que, en realidad, son todo lo contrario, si se considera la pugna entre grupos de interés antagónicos, dentro y fuera de las fronteras, y el deseo irrespetuoso de las potencias ricas de interferir en la política ajena a favor de sus intereses nacionales. Puesto que los diferentes actores confluyen en el conflicto, lo necesario para unos (cooperación) puede ser infausto para otros (anticooperación). La paradoja se resuelve, pues, preguntándose qué grupo coopera o anticoopera con qué otro grupo, y evitando la retórica oficial de que unos son buenos para todo y otros al revés. Cabe señalar también que no todas las rutas de comercio internacional de armas están en los mapas oficiales. Algunos casos que salen a la luz pública a posteriori, como el «Asunto Irán-Contra»,13 muestran que los estados, para esquivar una previsible mala acogida en la opinión pública, a veces operan ilegalmente. El comercio ilegal suele implicar múltiples intermediarios, algunos de los cuales operan legalmente. Por ejemplo, últimamente algunas corporaciones fabricantes de armas han aprendido a ensamblar el armamento en nuevas empresas de todo el mundo controladas por ellas, con el objetivo de escapar a los controles nacionales que algunos estados se han visto obligados a establecer. Componentes fabricados en el Norte (o en otras partes del globo) se embarcan como material de doble uso y acaban por integrarse en forma de mortíferas armas que se emplean en países sujetos al embargo por violaciones sistemáticas de los derechos humanos, como en Sudán o Myanmar. En estos casos, el resultado es un comercio de armas —operado por transnacionales con base en el Norte14 o por redes ilegales, o bien por la combinación de ambas—, que escapa flagrantemente cualquier control y en los que nadie asume las responsabilidades. Así, el nuevo modelo de producción y propiedad global de las fábricas ha convertido casi en irreversibles los regímenes de control nacionales. El derecho internacional y los derechos humanos se contravienen día tras día en una serie de países que, por capacidad propia, no dispondrían

13. En 1986 varios miembros de la administración Reagan ayudaron a vender armas ilegalmente a Irán, enemigo entonces de EEUU y, con el dinero, financiar las Contras, la guerrilla contrarrevolucionaria que atacaría al gobierno Sandinista de Nicaragua. 14. En 2003, 85 de las 100 transnacionales armamentísticas más grandes del mundo, como Boeing, Lockheed Martin o Mercedes Benz, eran de capital de países ricos (Oxfam Internacional 2006).

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a priori de tales armas. Interferencias destructivas a mansalva. Sería necesario un régimen internacional de control que muchos de los países fabricantes, especialmente los del G8, no están dispuestos a adoptar.15 A las redes que tejen estos intermediarios se las denomina, a veces, redes criminales. Se trata de redes que, en ocasiones, se sirven de los mismos estados durante épocas comprometidas y donde participan directamente empresas del Norte. Ahora bien, a los países del Sur a menudo se les venden armas procedentes de arsenales obsoletos, porque no tienen dinero para comprar prototipos modernos y todavía menos la capacidad tecnológica para fabricarlos. Hay que remarcar que, tras la caída del Muro de Berlín, una vez finalizada la Guerra Fría, una enorme cantidad del arsenal excedente del antiguo bloque soviético (Rusia, Ucrania, Bielorrusia, etc.) empezaba a quedar obsoleto. Por ello, pasó a alimentar a toda clase de grupos armados, estatales o paraestatales. Los kalashnikóv rusos inundaron entonces e inundan hoy los mercados africanos de armas. Como se desprende de todo lo anterior, las motivaciones para exportar al Sur pueden ser económicas pero también estratégicas; estratégicas porque, como se ha explicado, puede convenir que en la pugna por el poder gane la opción política más cómoda para el Norte, en vez de una que puede trabar su intención de controlar los recursos y rutas estratégicos. Se puede establecer, por ejemplo, un embargo a países que se consideren hostiles a los intereses occidentales y, a la vez, vender armas a los señores de la guerra o a facciones determinadas en países donde interesa que el país sea transitoriamente ingobernable. Tal como se observa en la tabla de la página siguiente, los principales exportadores de armas son países ricos o del Este, mientras que los importadores son potencias regionales del Tercer Mundo. Así pues, una parte importante del comercio internacional de armas se produce en dirección Norte-Sur: justo en la misma dirección que la ayuda al desarrollo. Aún así, lo más curioso es la correlación entre la ayuda al desarrollo y la venta de armas. Muchos países exportan armas a países del Sur como Angola, al mismo tiempo que solidariamente les ofrecen importantes ayudas humanitarias; en otras palabras, les dan las tijeras y el hilo de coser. De nuevo la paradoja que se ve reflejada en las relaciones internacionales de nuestros días.16

15. Los 5 principales exportadores tradicionales de armas —EEUU, Rusia, Francia, Alemania y el Reino Unido— copaban en 2005 el 82% de las exportaciones de armas mundial. Una especie de OPEP de las armas (fuente: ibíd). 16. Según P. Ortega, la mayoría de países no industrializados que reciben AOD española representan un alto porcentaje del total de ventas de armas españolas, hasta llegar en el año 2002 hasta el 93,5%; lo cual nos lleva a considerar que quizás no es tan casual la coincidencia entre AOD y ventas de armas (2006).

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PRINCIPALES EXPORTADORES / IMPORTADORES DE ARMAS Suministrador

2004

2005

19762005

EE UU USSR Francia Rusia Alemania Federal Reino Unido China Checoslovaquia Italia Holanda Suecia Canadá Ucrania Polonia Israel España Brasil Suiza Corea del Norte Bielorrusia Otros

5.818 0 2.514 6.440 837 797 146 0 204 250 324 577 519 55 401 73 56 119 13 50 641

7.101 0 2.399 5.771 1.855 791 129 0 827 840 592 365 188 124 160 113 62 74 0 0 570

307.469 216.389 62.657 55.901 43.456 43.049 28.092 19.102 18.369 12.176 6.507 6.121 6.056 5.958 5.905 3.802 3.068 2.939 2.027 1.901 23.047

India 630 Arabia Saudí 81 Iraq 0 Turquía 1.012 Japón 302 Irán 365 Taiwán 587 Egipto 809 Libia 0 Grecia 651 China 1.846 Israel 354 Siria 433 Corea del Sur 962 Paquistán 153 Argelia 406 USSR 0 Alemania del Este 0 Reino Unido 840 España 280 Otros 7.268

19.834

21.961

873.991

Total

Total

Comprador

2000

2004

2005

19762005

2.471 1.471 55.869 544 470 38.968 53 290 38.965 224 746 31.264 298 250 30.212 321 403 27.816 341 777 27.658 368 596 27.369 74 0 26.446 1.656 1.114 25.892 2.761 2.697 23.020 732 1.422 22.706 13 0 22.464 772 544 22.099 351 161 16.344 292 149 16.195 0 0 14.558 0 0 14.508 197 94 14.404 206 281 13.637 8.162 10.500 363.635

16.979 19.836 21.965 874.029

* Datos en millones de dólares. Fuente: SIPRI (www.sipri.org).

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Referencias AZZELLINI, D. (2005), El negocio de la guerra. Bilbao: Txalaparta. Centre d’Estudis per la Pau JM.Delàs: www.centredelas.org. Escola de Cultura de Pau: www.pangea.org/unescopau RAICH, J. (2004), El espejismo humanitario. Madrid: Debate. SIPRI: www.sipri.org. The International Crisis Group: www.crisisgroup.org.

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XI. ANTICOOPERACIÓN SIMBÓLICA

Nos conviene recoger en nuestra propuesta de análisis todos aquellos mecanismos denominados de poder «blando» en caso de que puedan producir impactos negativos al Sur. Constituyen dispositivos que utilizan los símbolos, de forma sutil, con la finalidad de indicar y convencer a la población de lo que es correcto y lo que no, lo que es valioso y lo que no, lo que es peligroso y lo que es inofensivo, lo que es natural y lo que no. Así podemos definir la «anticooperación simbólica» como el resultado de la manipulación de estos símbolos desde el Norte Global cuando, transmitidos al Sur, afectan negativamente a su población; símbolos encapsulados en soportes que van desde películas y telenovelas, hasta sistemas escolares, carreras universitarias, doctrinas o informes supuestamente científicos, noticias manipuladas o en la publicidad. La particularidad de este tipo de anticooperación se ubica en la función que tiene de legitimación de las relaciones de poder y del conjunto de todas las esferas desde las que se interfiere negativamente sobre la vida de los ciudadanos del Sur Global. Como afirma Umberto Eco, «Signo es también todo aquello que sirve para mentir». La anticooperación simbólica no es percibida como centro de ningún conflicto internacional y, por consiguiente, suele considerarse menos importante que otras anticooperaciones. Además toma rutas tan libres de sospecha como son la educación, la libertad de prensa, de expresión o de credo. Sin embargo, su relevancia, como veremos más adelante, es caudal para comprender los grandes problemas de nuestro mundo. Tal y como se introdujo en el capítulo 7 sobre anticooperación comercial, el poder duro es la capacidad de coacción sobre un país, como por ejemplo la imposición por la fuerza de un idioma, de unos hábitos o de una religión, muy habitual durante el período colonial. El poder blando es, a su vez, la capacidad que tienen algunos países (o mejor dicho, su élite dirigente), para influir en las necesidades de otro país, moldeándolas o determinándolas. Su 209

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ejercicio está íntimamente ligado a una buena imagen, a una buena «reputación internacional» y últimamente a una «buena marca». Se ejerce cuando se consigue que los otros tengan los deseos que se quiere que tengan, es decir, controlando sus pensamientos y preferencias para que acepten su lugar en el orden vigente como única alternativa posible, porque lo conciben como algo natural o incluso divino. Se puede conseguir, como hemos dicho, a través de la educación y formación, del control de la información (incluido del control de la búsqueda), de los medios de comunicación, del marketing y de la socialización. Todos ellos están asociados a procesos cognitivos como son el adoctrinamiento, la persuasión, la manipulación y la propia socialización. Es importante recalcar que esta aproximación tiene muchos puntos en común con la propuesta gramsciana del concepto de «hegemonía». En efecto, este concepto se relaciona con la configuración de preferencias. Inicialmente fue propuesto en tanto que definición de los procesos y mecanismos mediante los cuales los dominados aceptan y adoptan los valores de los dominadores (Gramsci, 1975: 32). Así, los intereses de las personas en un país del Sur, por ejemplo, pueden ser el resultado de un sistema que paradójicamente vaya contra sus propios intereses, pero que ni los individuos ni sus gobernantes llegan a percibir porque se ha operado sobre ellos modelándolos lenta y sutilmente. Desde este punto de vista, ¿cuándo se puede decir que la irradiación de mensajes fabricados por el Norte Global interfiere negativamente en las poblaciones del Sur Global? Se trata de una problemática compleja y que depende entre otras cosas de la matriz cultural que se use para medir la conveniencia del mensaje. En general, la crítica podría hacerse sobre aquellos agentes, medios y mensajes que erosionan la autoestima colectiva o que manipulan con finalidades políticas, económicas o éticas. Un ejemplo de ello se ubica en la directriz de la jerarquía eclesial del Vaticano de no utilizar condones, transmitida por la Iglesia a una África Subsahariana infestada de VIH. De manera evidente, no se trata de una interferencia positiva desde un punto de vista humanista ni del buen vivir ni convivir de la población africana. Otro ejemplo radica en la concepción de un «Occidente civilizado», en contraposición con el carácter «salvaje» que pueden tener las poblaciones no occidentales. Igualmente, se vehicula un mensaje diseñado cuidadosamente sobre quién sí es y no es terrorista en el mundo, transmitido repetitivamente por una pirámide mundial de medios con origen y control de EEUU. O, finalmente y uno de los ejemplos más significativos de influencia sobre las clases altas del Sur, y que éstas reproducen: el consumismo de productos modernos. En cualquier caso, cuando buscamos ejemplos siempre hacemos referencia a un mensaje subyugador (anti emancipador) y a un dispositivo o mecanismo que se despliega para acabar incrustando aquel mensaje en las mentalidades de los 210

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subyugados. En este capítulo nos concentraremos específicamente sobre los dispositivos ideológicos o culturales, y no tanto en los mensajes, algunos de los cuales han ido apareciendo a lo largo de esta obra. Como afirman algunos estudiosos del neocolonialismo cultural y la hegemonía ideológica, los mensajes subyugantes se irradian desde instituciones universales que son a la vez muy próximas a los subyugados.1 Se refieren a las escuelas, tanto de primaria como de secundaria, las universidades, las iglesias, mezquitas o templos diversos. Entre los aparatos de transmisión de ideologías dominantes, también se ubican los diarios, la radio y la televisión, los anuncios publicitarios, internet, y los espacios de socialización como el trabajo, los amigos o la familia.2 Sin embargo, todas estas instituciones y aparatos de proximidad son influidos de forma determinante por hegemonías que marcan la pauta tan sutil como eficazmente. Las universidades más prestigiosas del mundo, los institutos de investigación más punteros, las editoriales más potentes, los diarios de referencia mundial, los buscadores de internet claves, los sistemas operativos y estándares dominantes, las cadenas de televisión internacional, todas ellas están concentradas en el Norte, especialmente en Estados Unidos. Aunque no menos importantes son los centros diseminados por los países de la Periferia, compuestos por pequeñas élites urbanas, generalmente involucradas en sectores económicos orientados al Norte, que actúan como caja de resonancia de los mensajes del Norte y a la vez como emisores manipuladores e independientes de mensajes destinados a preservar el status quo de las desigualdades internas. Es por eso que en este apartado podamos referirnos de forma precisa y renovada a los conceptos de Norte y Sur Globales.

El Norte define el sentido Si el Norte Global domina las instituciones más poderosas, entonces domina lógicamente la producción de cultura, de ciencia y tecnología, de formación y de información: las bases de datos de cualquier índole, la cartografía, la producción literaria, artística, cinematográfica o incluso de juegos de ordenador, las agencias de noticias (y por lo tanto de la agenda) y las capacidades de formación de especialistas.

1. Véanse por ejemplo, Altbach, Luckes, Cox, Halliday o los clásicos como Gramsci. 2. En los espacios cotidianos se forman lo que J.González llamaba «redes ideológicas», auténticas cajas de resonancia ideológica formadas por grupos como la familia, el pueblo, el barrio, el grupo de la parroquia, el taller, etc. (1987).

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Dependencia simbólica del Sur La dependencia es patente por la fuerte atracción que el Norte Global genera sobre el Sur Global. Y es creciente por el impresionante boom (difusión masiva y abaratamiento) de las tecnologías digitales, la cual se une a la progresiva concentración empresarial en todos los segmentos. Un fenómeno que no está logrando estrechar la brecha simbólica NS sino todo lo contrario. Visto de otro modo, el Sur Global dispondrá —cuanto menos por el momento— de los expertos más punteros, de las últimas publicaciones, del acceso a las bases de datos más completas, de las últimas versiones de software, de los análisis más profundos, de la cobertura a las últimas noticias de la guerra o de cualquier conflicto del mundo, de las licencias para implementar innovaciones tecnológicas... cuando el Norte Global quiera. Lo mismo que en los idiomas y estándares culturales que el Norte Global convenga. En la práctica, si la cultura y el conocimiento se los logra convertir en una mercancía, entonces los pobres sólo podrán «consumir» aquel producto cultural que resulte barato, que se pueda trocar, incluso piratear (como en el «top manta»).

No obstante, el Norte Global también domina la definición de la identidad (por ejemplo a través de lo que es o no es ser patriota). Domina la definición de la organización social (por ejemplo de las relaciones entre mujer y hombre). Y domina la definición de las necesidades tanto colectivas como individuales, como mencionamos en el capítulo sobre el concepto de desarrollo. Todo esto conceptualmente se refiere a la construcción del sentido. Respecto a esa construcción del sentido, González, nos recuerda que: Todos los seres humanos nos construimos una representación de nuestro accionar y estar por el mundo, pero precisamente debido a las desigualdades de poder y de clase, con dificultad nuestras distintas interpretaciones de la realidad pueden coexistir armoniosa y amablemente con las de otros agentes de posiciones distintas y desniveladas respecto a la nuestra. Se generan entonces luchas entre diferentes maneras de considerar el mundo que se sitúan en el nivel ideológico de las representaciones y que no son gratuitas: tienen la función de racionalizar y de justificar o de cuestionar (según los actores) la distribución desigual del poder material, político, social y cultural. La anticooperación simbólica, que tiene la función de legitimar las relaciones de poder y de permear esta legitimación hacia todas las escalas sociales, se articula de manera fundamental con el intento de toma de control, por parte del Norte Global, de la definición del sentido. Como hemos dicho más arriba, esto incluye la definición de la identidad propia y toda la concepción de la organización social, desde los modos de reproducción

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social y la identificación de las necesidades, hasta la proyección futura de uno y una misma.

Mecanismos de definición e irradiación de sentido Las interferencias negativas en lo simbólico se transmiten también por estos mecanismos; luego, pueden considerarse mecanismos de anticooperación simbólica. Detrás de estos mecanismos, toda una serie de instituciones que forjan los símbolos. Analicémoslos brevemente a continuación. Los mass media Ya durante los ochenta, el influyente y reaccionario Grupo de Santa Fe, en el segundo de sus documentos —dirigidos a la administración Bush padre—, establecía con toda claridad: La opinión pública y las instituciones privadas de los EEUU han de emprender la educación de los medios de difusión y de los dirigentes comunitarios, con respecto a la suerte del conflicto marxista leninista según lo que fue adaptada por los nacionalistas a los problemas de subdesarrollo. El casamiento del comunismo con el nacionalismo en América Latina, a pesar de todo, representa el mayor peligro para la región y para los intereses de los EEUU.3 Intentaremos revisar la anticooperación simbólica ejercida a través de los medios de información de masas desde el Norte. Como es obvio, no es posible desligar el impacto de los grandes medios de otros diseñadores de mensajes porque, evidentemente, los medios fabrican a menudo el mensaje que transmiten en función de sus propios intereses, sean ideológicos, políticos o económicos. Pero los medios también difunden mensajes elaborados por otros centros constituidos precisamente para este fin. Desde la industria cultural, hasta gabinetes de prensa de gobiernos, de empresas, de organismos multilaterales, de think tanks financiados por grupos de interés, de universidades, de ONG, de consultoras de publicidad, etc. Todos ellos dedican ingentes esfuerzos, conscientes de la incidencia que los medios de masas tienen sobre la opinión pública. Una opinión pública cuyos marcos cognitivos se configuran a partir de las piezas de puzzle disponibles en cada momento así como de las ideas fuerza que se repiten una y otra vez.4

3. Consultable en: www.emancipación.org. 4. Véase al respecto la inquietante obra Lakoff (2007).

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«El poder de la prensa es primordial porque establece la agenda de discusión pública. Es un avasallador poder político que no puede ser controlado por ninguna ley. Determina lo que la gente habla y piensa con una autoridad reservada en algunas partes del mundo sólo a los tiranos, sumos sacerdotes y mandarines.» Theodore White, The Making of the President, Nueva York, 1973.

Un ejemplo inquietante de fabricación (y censura) de la información es la llevada a término por el Pentágono justo tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. El Pentágono abría la Oficina de Influencia Estratégica con la misión de diseminar información engañosa de cara a «influir en la opinión pública y a los dirigentes políticos, tanto en países amigos como en los poco amistosos».5 Como se ha visto durante la ocupación estadounidense de Iraq, la recomposición de los sucesos y los motivos de la guerra transmitidos por el tándem grandes cadenas de TV-Administración Bush ha sedado a la opinión pública estadounidense y la ha dejado fuera de juego durante unos cuántos años de sufrimiento iraquí y mundial. En el exterior, dada la mayor diversidad de fuentes de información, el resultado ha sido diverso (por ejemplo el papel de Al Yazeera o de sitios web independientes ha sido determinante para la configuración de una masa crítica a la ocupación anglosajona). Así, los medios de información de masas disponen de un enorme poder de influencia no sólo simbólico, sino también político y económico. Este poder se transmite a través de las fronteras de los estados desde los focos manipuladores de la información en Washington, Los Ángeles, Londres o Madrid, hasta las antenas parabólicas de las casas de chapa de Managua o Manila. Debemos recordar que se trata de una transmisión vertical en la que el receptor no tiene nada que decir y, como señalaba en 1986 el célebre Informe Macbride: Los sistemas de información muy centralizados y rigurosamente controlados de circulación vertical, dirigida de arriba abajo, están admirablemente adaptados a las sociedades que reprimen la disensión y la discrepancia con respecto a la política oficial y a los que imponen unos modos de comportamiento. NS?

¿Cómo están colocadas las piezas de este mecanismo de dominación

5. NewYork Times (19/2/2002) A nation challenged: hearts and minds; Pentagon readies efforts to sway sentiment abroad.

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Los mass media se globalizan de dos modos. Por un lado por la convergencia tecnológica sin precedentes (redes de comunicación por satélite y fibra óptica proveyendo un enorme ancho de banda accesible desde cualquier ciudad del planeta), y por la otra, por el alud de fusiones y adquisiciones empresariales. Ambos factores están constituyendo verdaderos gigantes mediáticos cuyas torres de control ejercen un poderoso efecto sobre los ciudadanos. Desde ellas se puede destilar mensajes tan importantes para la gobernabilidad como los que inducen a pensar qué gobierno o grupo de interés es verdugo y cuál es víctima. Estamos asistiendo a la convergencia tecnológica y empresarial a gran escala de cuatro sectores que antes eran independientes. Se trata de la integración del sector de la cultura de masas (TV, radio, cine...), con el de la publicidad, el de los servicios de información (agencias de prensa, diarios...) y el de internet. Se integran los negocios que vendían sonidos, con los que vendían imágenes y los que vendían escritos. Corporaciones que graban CDs de música, editan libros, suministran noticias, emiten preferencias desde canales de TV, de radio, diarios, que producen mensajes mediante películas y series, que dan servicio en internet y organizan redes sociales virtuales. El segundo elemento es el hecho que se trata de gigantes corporativos transnacionales cada vez mayores, ya no sólo por su diversificación tecnoproductiva, sino por su volumen logrado a través de la constante adquisición de terceros diarios, canales de televisión, de radio, webs, editoriales, etc., de otros países. Se trata de una concentración que no resulta distinta de la que sucede en otros sectores empresariales. En el año 2000, seis grupos corporativos dominaban una buena parte del mercado mundial: Vivendi Universal, el complejo AOL/Time/Warner (CNN), Disney, Bertelsmann/AG, Viacom (CBS, MTV, Paramount Pictures, TV y Radio) y News Corporation (New York Post, Times, Fox, de Rupert Murdoch).6 Esta concentración hace que el orden de mando sea casi directo desde la sede corporativa de estos medios hasta el pequeño diario local propiedad de esta transnacional. Desde que la noticia se recibe —desde allá donde se haya producido— y se procesa en la matriz, hasta que se irradia como si se tratara de una onda expansiva hacia los medios filiales, la información ha sufrido un proceso de estandarización y transformación. Si una de estas corporaciones, por ejemplo la estadounidense CNN en español (que junto con Univisión y el español Grupo Prisa —El País— dominan el mercado latinoamericano), decide que un determinado gobierno u opción política como el de Hugo Chávez, de Evo Morales o Rafael Correa no interesan, entonces hará falta

6. Véase también: Granville Williams de Campaign for Press and Broadcasting Freedom (UK) www.mediachannel.org.

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Fuente: http://www.motherjones.com/ (visitado 1/4/2007).

crear un mensaje negativo e incrustarlo noticia a noticia, imagen a imagen (populismo, «izquierdismo», radicalismo, gobierno de indios poco preparados, caciquismo, violencia, etc.). En este caso real, algunas fuentes apuntan a que la degradación de las figuras mencionadas se debe no sólo a una cuestión de divergencia de ideologías, sino también a una cuestión de supervivencia económica: si los gobiernos nacionalizan o controlan los medios de comunicación, éstos podrían perder espacio donde expandirse. El Informe McBride El peligro de que los estados soberanos perdieran el control político del influjo comunicativo e informativo ya ha sido ampliamente tratado por la comunidad internacional durante distintos momentos. Especialmente durante los setenta y ochenta ante la intuición de que la revolución digital ahondaría las ya enormes asimetrías de poder entre distintas partes del mundo. Destacó en 1980 la presentación y aprobación en el seno de la UNESCO del conocido como Informe McBride. En el documento se radiografiaban problemas del régimen comunicativo mundial y sus causas, para luego establecer los principios y actuaciones en los que debería basarse un Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (NOMIC). Éste se fundamentaría en la eliminación de los desequilibrios mundiales, el control del monopolio en el campo de la

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comunicación, la supresión de barreras y la pluralidad de las fuentes y los canales de información. Un nuevo régimen inspirado en el paradigma de justicia global, y enfrentado al esquema de colonialismo informativo vigente. Resaltamos el siguiente fragmento por su paralelismo con la noción de anticooperación simbólica: La súbita «introducción de los medios de comunicación de masas ha reforzado que las comunicaciones interpersonales resulten más difíciles y tensas. Debido a que la información de los medios llega a millones de individuos, éstos ejercen una influencia común en los públicos de las ciudades, de los suburbios y del campo y sobre personas que tienen convicciones ideológicas y religiosas diferentes y que proceden de estratos étnicos muy diversos. Así, los estilos de vida, las costumbres, los hábitos, los gustos, las preferencias, las creencias y las opiniones tienden a deformarse en detrimento de la variedad y el individualismo. Con apoyo de las industrias audiovisuales, las empresas transnacionales han introducido en la periferia cosmovisiones extranjeras perjudiciales para la estructura de valores locales fundamentales». El documento y sus partidarios fueron boicoteados por Estados Unidos y los principales grupos mediáticos, bajo la premisa retórica de que la propuesta atentaba la libertad de expresión y la libertad de información. Incluso que se trataba de una «propuesta sovietizante». Los EEUU de Reagan abandonaron la UNESCO un año más tarde que el Reino Unido de Thatcher.

La industria cultural Uno de los principales focos emisores de la industria cultural del Norte Global probablemente sea Hollywood. El bombardeo mediático del «American way of life» a través de la televisión y el cine no sólo consigue transculturalizar a la población televidente (una gran mayoría de la clase dirigente y de los habitantes urbanos de los países empobrecidos), sino que también invita a creer que reproduciendo el modus operandi que muestra Hollywood con su narrativa, se llegará al «desarrollo humano» de Beverly Hills. Queda entonces legitimado políticamente que los dirigentes utilicen formas de administrar la política aprendidas de Estados Unidos o Europa, donde aparentemente se sabe vivir mejor.7 La emigración es en parte consecuencia del imaginario ficticio diseñado desde ese Hollywood difuso. Un segundo elemento surge del fenómeno de las telenovelas. Historias de amor y poder que muestran una clase alta local totalmente americanizada

7. Como establecía Lukes (1974): «La élite parece haber poseído la más indispensable de las características de un grupo dominante: el sentimiento, compartido no sólo por ella, sino por la plebe, de que su pretensión de gobernar era legítima».

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(o criollizada), que presentan de forma pasteurizada el día a día de la gente pudiente, de quienes lo tienen todo. Precisamente las telenovelas, que son productos de consumo popular, operan como espejos sociales distorsionados y como proyectores del poder blando, de todo aquello que sea occidental, moderno y opulento. Marcan los estereotipos, definen las pautas para el éxito y desempoderan socialmente, destruyendo lo que los marxistas denominarían conciencia de clase. ¿Por qué sino centenares de jóvenes japoneses y chinos acudirían este año a hacerse la cirugía estética para alargarse las piernas y occidentalizarse la cara? Sin embargo, las soap operas que se consumen en las fabelas de las barriadas de Tegucigalpa o Hanoi no suelen ser producciones de Los Ángeles, París o Madrid. Se producen en realidad desde importantes centros de irradiación simbólica como Mumbay, Bogotá, Seúl, Johannesburgo o México, DF. Pequeños centros en la Periferia, controlados por élites, cuyas narrativas no resultan por lo general más emancipadoras que las de Hollywood. Pero la cultura de masas a la que se debe esta industria abraza muchas otras formas: la música, el deporte, las artes más refinadas como el teatro o la pintura, la arquitectura... incluso la publicidad. Para captar la atracción que emana del Norte Global, sólo hace falta repasar cuáles son las capitales mundialmente reconocidas en tales ámbitos. Citemos algunas: cine: Hollywood (en competencia con Bollywood); arte (teatro, museos...): Nueva York, París y Londres; idioma: inglés, castellano y francés; fútbol: Europa; béisbol y baloncesto: EEUU; publicidad: Nueva York y Londres. Si aceptamos el gasto en publicidad per cápita como un buen indicador de las diferencias en el flujo de mensajes emitidos (e interferencias provocadas), observaremos en la siguiente tabla una destacable diferencia entre economías. El gasto en publicidad en los países empobrecidos es despreciable en comparación del acometido en las economías enriquecidas. País

Total (millones de dólares)

EEUU

Japón Alemania Reino Unido Francia China Italia Estado español

231.448 37.037 17.221 15.418 9.123 7.489 7.071 5.128

Presupuesto publicidad en TV (millones de dólares) 52.821 15.711 4.153 4.737 2.833 3.349 3.783 2.137

per cápita (dólares) 812 290 208 259 154 6 122 127

Fuente: Grupo de Midia de São Paulo

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Esta capitalidad simbólica del Norte no sería negativa si no fuera co-optadora, aculturizante, materialista, y no inoculara subliminalmente una serie de mensajes que en lugar de ser emancipadores son subyugantes y conducen a emular comportamientos que pueden no tener ningún sentido en el propio contexto. La industria cultural del Norte Global actúa cual especie de fábrica de «malinchismo» que, simbólicamente, convierte a los ciudadanos de los países del Sur Global en pobres ante sus propios ojos.8

Educación y neocolonialismo El problema de la dominación de lo que aquí denominamos «simbólico» tiene una fuerte raíz histórica. La dependencia educativa se inicia durante los años de subyugación colonial cuando se imponen en las sociedades colonizadas los modelos de los colonizadores. Una vez impuestos tales modelos, la educación en las colonias era controlada externamente por «la madre patria» colonial. La metrópoli decidía los contenidos y objetivos curriculares, los libros de texto que serían empleados en sus colonias, y éstos eran cuidadosamente seleccionados y diseñados con el objetivo de reforzar los intereses de los colonizadores. Incluso en países como la Namibia del Apartheid, los pocos profesores de secundaria eran todos blancos, a menudo militares, descendientes de europeos (Nyambe y Griffiths, 1998). Por añadidura, la metrópoli no consideraba la necesidad de que sus colonias tuvieran un sistema educativo propio ni ningún tipo de independencia intelectual, ni tan siquiera que pudieran reconocer su propio hilo histórico. Algunas potencias coloniales sí consideraron la necesidad de formar un ejército de burócratas de bajo nivel para que administraran en eslabones poco atractivos para los colonizadores. Sin lugar a dudas, la dependencia educativa del Sur fue impuesta por el Norte. En ese sentido, un gran número de sistemas educativos en los países del Sur han sido piezas clave de los mecanismos de anticooperación simbólica mediante los cuales se ha resignificado la historia y colonizado el imaginario. Pasada la etapa colonial los sistemas educativos en los países del Sur no sólo no permanecieron sino que incluso acentuaron la dependencia del modelo intelectual occidental. En África, por ejemplo, pese a la relación de amor-odio con Europa, todavía hoy son profundamente dependientes intelectualmente tanto de su antigua metrópoli como del resto de países in-

8. La RAE define «malinchismo» como: (De Malinche, apodo de Marina, amante de Hernán Cortés). Méx. Actitud de quien muestra apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio. Se interpreta también desde la traición al propio pueblo.

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dustrializados.9 De alguna manera, las instituciones educativas africanas han huido de la ordenanza colonial para pasar a una dependencia neocolonial.10 Las instituciones educativas del Sur, y en particular las africanas, ¿acaso no deberían liberarse de una vez de esta clase de servidumbre «de la mente»? (Altbach, 1977)? La actual influencia simbólica en lo educativo del Norte sobre el Sur no sólo recae en el pasado colonial, sino también en una serie de dispositivos transnacionales aparentemente benignos que sin embargo la refuerzan. La ayuda al desarrollo es uno de los principales. Y las condiciones cruzadas del «tridente abrelatas» con el Banco Mundial prestando y asesorando, el FMI negociando y la OMC liberalizando, son los otros.11 Los consideraremos de manera conjunta. Como ya hemos dicho, muchos gobiernos de los países del Sur, fuertemente endeudados, han recurrido a la ayuda y al crédito internacional con cierta voracidad. Ahora bien, como afirma una antigua ministra de Educación del Ecuador: [...] préstamos y donaciones que vienen con sus propias propuestas y requisitos, restan autonomía de pensamiento y acción a los países, se desparraman entre numerosas instituciones intermedias, consultores e investigadores, contribuyendo así a amortiguar —cuando no a callar— la discrepancia y la crítica. [...] Además, la visibilidad y el poder de decisión que tienen las agencias internacionales dentro de cada país no guarda relación con su contribución monetaria real: en educación, dicho monto es insignificante en comparación al presupuesto que pone el propio Estado (entre el 90% y el 95%). (Torres, 2005) Efectivamente, el neocolonialismo toma formas evidentes como los libros de texto extranjeros en las escuelas, a la vez que también formas sutiles, como la definición de las políticas públicas educativas a partir de la (estrecha) visión de los asesores técnicos de las agencias internacionales a los que justamente se refería la cita anterior. Justo es decir que el propio Banco Mundial se autodefine no como una entidad financiera sino como una agencia asesora. Pero, ¿qué se puede esperar de un banco, cual ejército de técnicos extranjeros que reciben altísimos sueldos, cuando asesora en temas educativos?

9. Durante la «posindependencia» africana y durante los años de teología de la liberación latinoamericana, muchos programas formales e informales intentaron combatir las «mentalidades coloniales» (véanse Julius Nyerere en Tanzania, o Paolo Freire en Brasil). 10. Freire caracteriza el colonialismo como la cultura del silencio. 11. Véase también el capítulo 11 sobre anticooperación diplomática.

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Por lo tanto, la cooperación, las instituciones internacionales como el BM y la «proyectitis» han debilitado todavía más los ministerios de Educación al inundarlos de proyectos internacionales repletos de condiciones, burocracia, temporalidades impuestas y dobles poderes. Los ministerios se ven en la obligación de crear múltiples unidades especiales para ejecutar, seguir y evaluar cada uno de los proyectos cofinanciados desde las agencias exteriores. Algunos proyectos son tan grandes que se convierten en paraministerios, a la vez que muchos gobiernos del Sur se retiran de sus obligaciones educativas, en la medida que ven que las cubren las ONG y la cooperación oficial. La Escuelita «El Esfuerzo» Recuerdo perfectamente cuando impartimos clase a niños trabajadores en la Escuelita de Los Escombros, en el destruido centro de Managua. Entonces operábamos como «Físicos por el Desarrollo» (una asociación de cooperación creada con compañeros y compañeras de la universidad en Barcelona). Ante la patente ausencia del Estado en ese barrio marginal, algunos adultos concienciados del barrio y nosotros, los «cheles», decidimos instituir desde la nada un pequeño centro de alfabetización, sucedáneo de escolarización para la gente sin recursos del barrio. Los libros de texto, más bien viejos y hechos llegar gracias a financiación española y sueca, rebosaban ejemplos que poco o nada tenían que ver con la vida de aquella gente. Habían sido escritos por educadores extranjeros de la editorial española, Santillana, que hoy domina el mercado editorial latinoamericano. En el de historia, los colonizadores españoles habían traído una atractiva y adelantada cultura occidental-católica que se había fusionado de forma armoniosa (nada violenta) con la de los entonces indios rudimentarios y despreocupados que poblaban aquella hermosa tierra de lagos y volcanes. Era el nacimiento de «Iberoamérica». Según el libro, el desarrollo era una suerte de línea recta en la que hacía falta adelantar, a pesar del retardo. Entonces los «maestros» de aquella Escuelita formada a base de voluntarios, entre habitantes locales y un par de catalanes «ex patriados», tratábamos de aprender a serlo y pedíamos materiales y formación a ricos locales y a la cooperación internacional. Recuerdo que los maestros «nicas» acostumbraban a escribir textos en la pizarra para que los niños apuntaran. Algunos niños perdían la atención. En algunos casos por no haber comido. En otros por la poca experiencia del profesorado. Los maestros catalanes desconfiábamos de una dinámica tan mecánica y, hasta cierto punto, autoritaria, aunque también hacíamos lo que podíamos, incomodando a los maestros locales con nuestros ideales naïf. A menudo nos llamaban de otras escuelas para que diéramos talleres para profesores, ya no importaba tanto el tema como que fuéramos de fuera. Les ofrecimos todo aquello que habíamos aprendido en nuestra casa o que inventábamos en la marcha. No sabíamos evaluar hasta

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qué punto les sería útil, pero parecían contentos de ver «españoles». Curioso después de todo. Tal vez no se trate del mejor ejemplo de dependencia vistos los pocos recursos externos con que contábamos y la actitud más humilde y austera de lo habitual. Pero esto sí, es una historia en primera persona, siempre recomendable para analizar el mundo. La Escuelita El Esfuerzo todavía funciona 15 años después. Ahora se encuentra a cargo de algunos de los maestros y una inquietante ONG evangélica estadounidense. Supongo que tan inquietante, como nosotros: una organización de físicos catalanes con ganas de «arreglar el mundo»...

Hay un dispositivo más a contemplar, que es la educación de las élites locales. Las élites, residentes en los grandes núcleos urbanos del Sur, pueden obtener grandes beneficios al vincularse con el Norte. En lo educativo ese fenómeno resulta muy evidente. A las élites se las reparten escuelas, institutos y universidades ligados a congregaciones de la iglesia (jesuitas, Opus Dei, salesianos, teresianas...) y los colegios y centros extranjeros especializados. Dichas instituciones actúan a la vez de centro de socialización de las clases dirigentes como de gran puerta de entrada del influjo simbólico occidental. Como hemos visto en el caso de la anticooperación diplomática, las administraciones del Norte tratan de difundir e impulsar su lengua por medio de instituciones específicas como el Instituto Francés o Norteamericano, el Instituto Cervantes o el Goethe, los colegios de élite como el estadounidense, alemán, francés, italiano, español, etc., que se convierten en auténticos nodos proyectores de poder blando. Para las élites, el dominio de las lenguas hegemónicas les han sido necesario tanto para vincularse comercial, cultural, intelectual y políticamente con el Norte, como para diferenciarse del resto del pueblo y mantener el monopolio de ese control. En muchas ocasiones, han adoptado como propia la lengua de la colonia. No resulta extraño entonces, que cuando a los alumnos de dichas instituciones les llega el momento de gobernar, impongan tradiciones educativas euro-estadounidenses y bloqueen el desarrollo de las lenguas indígenas (generalmente arguyendo motivos de praxis economicista o comunicativa) hasta el punto de hacerlas desaparecer. Hasta aquí hemos considerado el impacto a nivel macro. Para valorar el impacto microsociológico que tiene la escuela sobre el niño o el joven, mi madre y mi suegra (maestras de primaria con una larga experiencia), suelen contar anécdotas sobre cómo sus alumnos integran sus enseñanzas tratando de «reprogramar» aquellas «malas actitudes» adquiridas fuera de las aulas. De modo que los pequeños alumnos terminan enfrentándose, de forma

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cómica, a sus progenitores ya que son quienes les han inculcado esas «malas actitudes». Anécdotas que pueden servirnos para valorar el profundo efecto de «programación» que tiene el sistema educativo sobre el individuo. Un ejemplo paradigmático es el sistema Bantú durante el Apartheid, extendido en Namibia desde Sudáfrica, que fue diseñado en su día con el fin de «programar» a los trabajadores negros para entender instrucciones y obedecer las órdenes de sus jefes coloniales. Se trataba de anticooperación simbólica llevada al extremo, impuesta por la fuerza y que anulaba tanto los derechos de la población negra local como los deseos de recuperarlos. No es el caso de la actual mayoría de sistemas educativos del Sur, aunque tampoco están demasiado lejos. En definitiva, la anticooperación simbólica encuentra en los sistemas educativos una de las plataformas más eficaces para inculcar valores, habilidades y comportamientos de forma no emancipadora en los individuos del Sur, dado que es en la escuela primaria y secundaria donde los individuos los absorben y donde principalmente se socializan cuando no deben trabajar para sobrevivir.

Universidades en pirámide Otro de los mecanismos que más incidencia tienen en el ámbito de la dominación simbólica del Sur son las universidades, los institutos de investigación y todos aquellos centros dedicados a crear «evidencias» y «razones», y a la formación de gestores «de verdades», sean estas verdades científicas, tecnológicas, sociales, artísticas, económicas o políticas. Instituciones que si bien comparten lo expuesto en el apartado sobre la educación, presentan características añadidas, como por ejemplo el estrecho vínculo entre la universidad y el poder local. Las universidades de gran prestigio, estadounidenses, británicas, francesas, alemanas… han sabido atraer a la clase dirigente de los países periféricos para sumergirlos en las doctrinas preferidas por Washington y los centros metropolitanos del Norte. Así hiciera también el bloque soviético durante los años de la Guerra Fría con los países de su arco de influencia, y antes, las potencias coloniales, como cuando el elitista sistema británico fuera impuesto en la India bajo la llamada estrategia del down-ward filtration (filtración hacia abajo). Estas élites, convencidas de que aquello era lo mejor porque era «lo científico», «lo moderno», las aplicaron de manera dogmática. Incluso cuando el contexto latinoamericano, asiático, africano o europeo haya pedido a gritos otro tipo de políticas. Fijémonos en la influencia de las universidades estadounidenses en América Latina, por ejemplo, durante los últimos cuarenta años. Los ascensos al poder de los economistas ortodoxos en Latinoamérica fueron

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promovidos por las sucesivas administraciones estadounidenses que buscaron cómo disminuir la influencia de la CEPAL —entonces muy implantada en toda la región— por medio de una campaña de «profesionalización» de la enseñanza en economía. Esta campaña se inició en los años cincuenta con el convenio subscrito entre la Universidad de Chicago y la Universidad Católica de Chile. Los cuadros formados por esta iniciativa serían los que más tarde ocuparían los principales cargos del «pinochetismo», así como se transformaron en el grupo que afianzó el perfil neoliberal de Chile. Este modelo de acaparamiento académico fue después exportado a todos los países latinoamericanos mediante la creación de fundaciones, inicialmente financiadas por los sectores neoliberales, y posteriormente con el apoyo de todo el conjunto de la clase dominante de la región. Los neoliberales ortodoxos han levantado la bandera de la especialización «técnica» y de la matematización de la economía política, para adaptar el cuerpo de funcionarios del Estado al modelo privatizador, aquella preferida por los intereses de Washington, que no los de la población local. Actualmente esto no sólo ocurre con la élite latinoamericana, sino también con la asiática, la africana, la de los países del Este, de los países árabes, y sobre todo, por su visibilidad cuando se visita las universidades como Yale, Harvard, Columbia o el MIT, con miles de estudiantes chinos e indios. En realidad el enjambre de universidades del planeta sigue una estructura piramidal parecida a la de los medios de comunicación. Unas pocas universidades de prestigio en unos pocos países ricos, arriba de todo, definen la pauta que seguirán el resto de universidades de los países industrializados y algunas universidades concretas de países emergentes como la Nehru University en India, la Universidad de Pekín en China o la UNAM de México, en el medio de la pirámide. Más abajo, las universidades privadas de países empobrecidos, incluidas las llamadas «universidades garaje», intentarán parecerse a las universidades de prestigio extranjeras. Algunas lo conseguirán sólo de forma superficial. Competirán con algunas franquicias de universidades extranjeras y con sus branch campuses, cuyas dinámicas neo-coloniales han ido tomando forma en las capitales de los países del Sur. Abajo de todo, las universidades públicas de la Periferia, con recursos económicos paupérrimos, habrán de recurrir a la imaginación para superar dignamente el día a día. La investigación será rara avis en este tipo de universidades dedicadas casi exclusivamente a la docencia; una docencia basada en bibliografía y currículum extranjeros. La poca investigación presente será iniciativa de la cooperación internacional, se financiará de sus fondos y se supeditará a sus motivaciones geopolíticas. No será extraño, pues, que entre lo marginal de la investigación en las universidades del Tercer Mundo, muy alejada de la excelencia académica sólo podamos encontrar investigación aplicada (que no básica) ligada a la producción de 224

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commodities, a las infraestructuras para la exportación, o al reconocimiento e inventariado de recursos geoestratégicos.12 Los journals independientes del Tercer Mundo Los países del Norte producen la mayoría de los bienes intelectuales. Y como ejemplificamos a continuación también interfieren en la producción del Sur. Un gran número de revistas académicas que se publican específicamente en los países del Sur reciben la «ayuda» de los países poderosos. Son el tipo de revistas a las que tiene acceso la comunidad académica de las universidades de la Periferia. Durante muchos años el estadounidense Congress for Cultural Freedom (CCF) patrocinó un gran número de influyentes revistas académicas en países de África anglófona, Latinoamérica, India, Filipinas, incluso Japón. Estas revistas a pesar de su apariencia científica y neutral, reflejaban claramente las orientaciones político-ideológicas de sus financiadores. Entre ellos y en distintos momentos, la CIA o la Ford Foundation a través de del CCF (Lasch, 1969). La comunidad académica del Sur veía así torcido su debate sobre su propio desarrollo según la ley de la gravedad impuesta por el dinero y el monopolio intelectual de Occidente.

Finalmente, podemos citar la creciente privatización de la universidad y la entrada masiva de las empresas, la cual, sea a través de convenios de investigación, sea con el ofrecimiento de becas, sea por la creación de empresas spin-off, o de la patentación del nuevo conocimiento generado, ha deformado el anterior equilibrio en la producción de conocimiento. Así, en las facultades de economía, de derecho, de ingeniería, de veterinaria…, prevalecen aquellos departamentos que investigan y enseñan orientados al mercado. Algo similar sucede a escala global, porque justamente son los departamentos pro mercado los que acceden a mayor financiación. Se impone una clase de pensamiento único que se proyecta matemáticamente en la formación de aquellos que pasan por la universidad. En el Sur, la privatización de la universidad es a menudo más exagerada, dado el restringido presupuesto público y el desinterés de las clases dirigentes por la universidad pública. En resumen, las universidades, tanto por su función formativa como por su función investigadora y por ser «templos de la verdad objetiva», son también una importante correa de transmisión de símbolos cargados de la ideo12. Invitamos al lector y lectora a comprobar tal supuesto revisando las líneas prioritarias de los principales programas de cooperación inter-universitaria financiados por las principales agencias de cooperación oficiales. Por ejemplo, el Programa Intercampus de la AECID española.

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logía y la cultura hegemónicas, hacia los futuros profesionales y gobernantes que dirigirán los países del Sur. La ofensiva ideológica neoliberal, consciente de este poder, ha utilizado las universidades para extender su pensamiento por todo el mundo de forma implacable.

Entre think tanks y lobbies de la anticooperación Ahora bien, mientras crece la importancia de los medios de comunicación, nacen nuevos actores especializados que sacan partido al poder que puede desencadenar la comunicación en la sociedad del conocimiento. Se trata en algunos casos de metabolizadores de información que se dedican a procesar/ manipular la información para facilitar la digestión ante la «marabunta» informativa disponible. Otros se concentran en la construcción de «verdades ideológicas» (de símbolos), de marcos interpretativos, en la persuasión y la influencia. La mayoría hacen las dos cosas. Gabinetes de comunicación, laboratorios de pensamiento (think tanks en su nomenclatura anglosajona), observatorios, consultoras de relaciones públicas, agencias calificadoras de riesgo, buscadores de internet, agencias de publicidad, etc., han ido proliferando durante los últimos años. Entre ellos se ubican determinados grupos de interés; a menudo poderosos lobbies empresariales o grupos ideológicos conservadores, pero también grupos ecologistas, de defensa de los derechos humanos…, interesados en difundir una determinada orientación simbólica, de popularizar un determinado frente ideológico. Sin embargo, de una manera u otra y aunque puedan ser frentes ideológicos opuestos entre sí, todos ellos intentan a menudo vestirse de objetividad con tal de legitimar la información que ofrecen. Esto los lleva a maquillar sus mensajes con la parafernalia a menudo paracientífica, de forma que parezcan mensajes incuestionables. Lo científico o técnico es un lenguaje de poder. Caso paradigmático de esto es el de los denominados think tanks, institutos mayoritariamente al servicio de grupos político-ideológicos o empresariales, que financian investigaciones con el fin de demostrar determinadas relaciones que les son favorables. De aquí surge buena parte de lo que se denomina «ciencia basura» o «ciencia mercenaria», utilizada a menudo para negar evidencias científicas relevantes. La ciencia basura Científicamente probado. Ni nuestro consumo produce cambio climático, ni fumar provoca cáncer, ni el DDT es tóxico. Es lo que afirman categóricamente algunos científicos desde plataformas como www.JunkScience.com, www.TechCentralStation.com o la web de la cadena Fox.

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Aparentemente son posturas que —con toda naturalidad— podrían responder a líneas discrepantes con el «mainstream» científico. Sin embargo, tienen todas algo en común que las hacen sospechosas. En primer lugar, quedan integradas en campañas «científicas» que se oponen a leyes públicas que restringen el uso de productos considerados como peligrosos. A menudo actúan negando relaciones causa-efecto entre una sustancia artificial y una patología o efecto ambiental pernicioso, y sus consecuencias judiciales. En segundo lugar, los científicos que las defienden reciben importantes obsequios de algunas empresas privadas, esto es, de las empresas que producen dichos tóxicos Casos paradigmáticos de «ciencia basura» y negacionismo científico con fuertes implicaciones para el Sur, son el de Exxon Mobil y el cambio climático, el de Monsanto y efectos cancerígenos del Agente Naranja en Vietnam, el de Philip Morris y el cáncer de pulmón, el de la toxicidad del DDT para luchar contra la malaria en África, o el de Chevron-Texaco y los derrames en Ecuador (Llistar, 2007a).13

La trascendencia de estos think tanks se basa en su capacidad de influencia, por lo que no resulta extraño que los militantes republicanos estadounidenses dediquen de media cerca de 30.000 millones de dólares anuales a sus think tanks particulares, algunos de ellos entre los más influyentes del mundo y que mostramos en el siguiente destacado. No en vano, detrás de la fuerte capacidad de persuasión que algunos de estos laboratorios de ideas tienen sobre los centros de decisión política, están por ejemplo la aplicación del Consenso de Washington en toda América Latina (por ejemplo, desde el Institute for International Economics) (Ramos, 2003) o de la guerra de baja intensidad desarrollada contra Centroamérica (p.ej. desde el Grupo Santa Fe); la guerra de Iraq y la guerra global contra el terror en general (p.ej. desde el American Enterprise Institute); las indicaciones de presión a los mercados de los países periféricos para que liberalicen el sector servicios (p.ej. desde el European Service Forum); o toda una gama de hojas de ruta globales destinadas a tutelar las instituciones más poderosas del planeta. Indicaciones que han tenido resultados muy positivos para los grupos de interés que las impulsaban pero, definitivamente, efectos nefastos para los pueblos y los individuos que han nacido al Sur. Por eso es por lo que conviene poner nombre a estos grupos de interés nefastos: «lobbies de la anticooperación».

13. Fragmento de un artículo que se integra en una trilogía sobre ciencia basura (Llistar; 2007a, 2007b, 2007c).

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«Lobbies de la anticooperación» O los think tanks más influyentes del Gobierno de Estados Unidos:14 –



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American Enterprise Institute (AEI) for Public Policy Research: 1943, 17 millones de dólares EEUU, neoconservadora, Samuel P. Huntington, Richard Perle, Newt Gingrich. www.aei.org Rand Corporation: 1946, 167,7 millones de dólares EEUU. El presidente es Frank Carlucci (Carlyle Group). Sus clientes principales son las Fuerzas Aéreas y el Ejército USA. Publica el Rand Review i el Rand Journal of Economics. www.rand.org Hudson Institute: www.hudson.org Center for Strategic and International Studies (CSIS): www.csis.org 1962; 17,5 millones de dólares EEUU; 190 analistas. Proporciona análisis estratégicos y soluciones a los líderes mundiales. Henry Kissinger, y diversos asesores de seguridad nacional. Heritage Foundation (HF): www.heritage.org. 1973, 28,4 millones de dólares EEUU; 200.000 miembros. Sus asesores son comentaristas habituales de la Fox News. Think Tank predilecto de Ronald Reagan. En 2003 publicó: «Limitar el papel de la ONU». The Cato Institute: www.cato.org The Project for the New American Century (PNAC): 1997. Neoconservadores, muy influyentes en la Administración Bush hijo. El año 2000 publicó Rebuilding American Defenses. Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Jeb Bush, Forbes, Fukuyama, Kagan, Perle, Woolsey. Ha publicado recientemente The War over Iraq. www.newamericancentury.org The New American Project: www.america.net The Carnegie Endowment For International Peace: www.ceip.org The Council on Foreign Relations (CFR): www.cfr.org Brookings Institution (BI): www.brookingsinstitution.org

Iglesias (y ONG) Con los invasores llegó la Iglesia, la cual se convirtió en un pilar fundamental, para el sometimiento de nuestros pueblos originarios. El sistema opresor con su ideología y su práctica destructora nos arrebató nuestra tierra, pero no pudo arrebatarnos nuestra mente y nuestro espíritu.15 14. Información extraída de la Vanguardia Dossier, julio/sept. 2003. Se presentan algunos datos significativos como la fecha de fundación, el presupuesto del think tank a la fecha de publicación, algunas de sus publicaciones y de sus miembros más «honorables». También su sitio web. 15. Memoria del II Encuentro continental de la Campaña 500 años de resistencia indígena, negra y popular, Quetzaltenango, Guatemala, 7-12 de octubre de 1991, p. 52. Esta memoria se encuentra también en Documentos Indios, Tomo II, pp.155-218.

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Como algunos historiadores progresistas han señalado en relación a la etapa colonial, la Iglesia ha sido al mismo tiempo aparato ideológico e instrumento de transmisión clave para la entrada y legitimación de culturas invasoras, especialmente por lo que respecta a las invasiones española y portuguesa.16 Actualmente aunque en menor medida, lo es de la penetración de la cultura capitalista euroamericana en comunidades indígenas, negras o campesinas donde ésta todavía no había llegado. Los proyectos de nueva «evangelización» impulsados por el Vaticano, o la proliferación masiva de sectas evangélicas en zonas pobres, continúan siendo instrumentos de dominación occidental. Algunos estrechamente ligados a la implantación del capitalismo, otros al control de las masas empobrecidas. Las actuales sectas, en realidad destruyen el tejido comunitario introduciendo de manera clara y concreta la noción de individualismo y rompiendo con las tradiciones que sostienen a la colectividad. La Iglesia católica no hizo esto; al contrario, se adaptó a las culturas locales permitiendo un cierto sincretismo cultural, gracias a lo cual muchas tradiciones ancestrales han podido sobrevivir… En una visión de largo recorrido del papel en el Sur de la iglesia y la ideología cristiana en general, se señala como ha servido a menudo para justificar jurídica y teológicamente la dominación política y económica (Girardi s/f ). Con su obra de evangelización se ha descalificado las culturas y religiones autóctonas, desconociendo a menudo el derecho de los pueblos de tener las propias. En la «Declaración de Xelaju», por ejemplo se alude «a todo lo cometido por la invasión europea y norteamericana durante estos 499 años de colonialismo, neocolonialismo y evangelización». Pero, ¿cuál es el mecanismo básico? Las estructuras de beneficencia de las diferentes iglesias (iglesias, comedores populares, escuelas, residencias, parroquias, asociaciones benéficas, clínicas, orfanatos...) son a la vez servicios sociales de inestimable valor para los más empobrecidos y un espacio de captación ideológica, cultural y religiosa muy efectiva. Así, las iglesias con más recursos, consiguen a menudo un mayor número de fieles. El fenómeno de las sectas evangélicas en América Latina alimentadas económicamente por fundamentalistas norteamericanos, o las escuelas coránicas financiadas en el África negra por los wahabbitas de Arabia Saudita, ambas en acción proselitista, son dos ejemplos de interferencias transnacionales de discutible beneficio. La Iglesia católica, en cambio, se financia principalmente con las donaciones de los feligreses ricos dentro del mismo país o, tanto por tanto, de la cooperación internacional entre las propias instituciones católicas de una misma orden. 16. El concepto gramsciano de «aparato ideológico» se refiere al conjunto de instituciones sociales que se han especializado en la formulación, difusión y preservación de ideologías, es decir la construcción social del sentido. Estos aparatos tienen vocación totalizadora.

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Un gran número de sectas fundamentalistas que operan en el Sur Global son de origen extranjero. A menudo dichas sectas interfieren el vivir bien, fomentando la división y el enfrentamiento en el interior de las propias comunidades locales y extinguen las religiones indígenas y las creencias populares: para el movimiento indígena negro y popular el impacto negativo de las sectas acontece cuando erosionan y al mismo tiempo provocan desmovilización, abandono de las prácticas tradicionales de los pueblos indígenas y división, afectando al fin y al cabo a su derecho de autodeterminación cultural y religiosa. Por otra parte, las diversas redes de beneficencia de la iglesia católica o protestante, del islam, del hinduismo, etc., presentan muchas similitudes con las redes de ONG de carácter más asistencialista. Muchas dependen de una estructura religiosa o profesan principios religiosos diversos. Pero más allá de ello las ONG a la vez que soportan estructuras de beneficencia y caridad similares a las de las estructuras religiosas, se acercan y tienen efectos muy parecidos sobre la población. No es extraño que en algunos conflictos entre las comunidades y empresas extractivas, por ejemplo, las autoridades confíen en la intermediación de la Iglesia o de ONG: disponen de credibilidad y al mismo tiempo sujetan el statu quo que las financia. Obviamente que tanto iglesias como ONG son mosaicos llenos de tendencias de diferentes colores, y que en ocasiones miembros y significaciones de estas como por ejemplo la Teología de la Liberación, han sido fuente de emancipación y empoderamiento local, hecho que no se pone en entredicho aquí. Otras, como los Cuerpos de Paz estadounidenses, actúan para facilitar la propagación de los intereses estadounidenses.17 En todo caso hemos querido señalar los principales rasgos de la anticooperación simbólica cuando esta toma el camino de la religión y la caridad. Referencias: ALTBACH, P.G. (1971), Education and Neocolonialism: A Note - Comparative. Education Review – JSTOR (todas sus publicaciones en www.bc.edu/ bc_org/avp/soe/cihe/pga/index.html). — (1987), The Knowledge Context: Comparative Perspectives on the Distribution of Knowledge. Albany: State University of New York Press. COCKETT, R. (1994), Thinking the Unthinkable: Think-Tanks and the Economic Counter-Revolution, 1931- 1983. Londres: Richard HarperCollins.

17. Dos de los tres objetivos principales de la misión de los Peace Corps son la promoción de una mejor comprensión y aceptación de la cultura norteamericana y de Estados Unidos. Puede leerse en: (http://www.peacecorps.gov/index.cfm?shell=learn.whatispc.mission, visitado en 12/3/2009).

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GEORGE, S. (2007), El pensamiento secuestrado: Cómo la derecha laica y la religiosa se han apoderado de Estados Unidos. Barcelona: Icaria. KLEIN, N. (2000), No logo: El poder de las marcas. Barcelona: Paidós. LATOUCHE, S. (1996), The westernization of the world. MA: Polity Press Cambridge. MATTELART, A. (2002), Historia de la sociedad de la información. Barcelona: Paidós. McBride, S. et al. (1987). Un solo mundo, voces múltiples: comunicación e información en nuestro tiempo. México: Fondo de Cultura Económica. [http://unesdoc.unesco.org/images/0004/000400/040066sb.pdf ]. Mediawatch Global: www.mwglobal.org.

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XII. ANTICOOPERACIÓN MIGRATORIA

Resulta intuitivo percibir la anticooperación migratoria. Se la puede definir como el conjunto de todos los mecanismos aplicados desde el Norte Global para filtrar o favorecer selectivamente aquellas personas de países del Sur que sean funcionales a las sociedades del Norte Global, a la vez que se bloquea la entrada al resto (o si ya han entrado se les expulsa), independientemente de sus necesidades humanas. Podría incluso decirse que la anticooperación migratoria abarca todas aquellas interferencias que coartan el derecho a la libre circulación de las personas —una de las supuestas virtudes de la globalización—, encerrándolas mediante fronteras y burocracias artificiales. También se debe considerar en este ámbito las políticas para atraer a profesionales del Sur hacia el Norte en edad productiva. Las migraciones son motivadas por la percepción de que se espera un mejor futuro si se cambia de lugar. Algo que resulta obvio en regiones azotadas por conflictos violentos, afectadas por problemas ambientales, en regímenes donde no haya libertades o en economías deprimidas. Las migraciones por lo tanto no son a priori negativas para el vivir bien (ni para los que migran ni para los que se quedan) sino aunque con matices, todo lo contrario. Ahora bien, son las políticas para obstaculizar y seleccionar a los inmigrantes las que los afectan a ellos y a sus países de origen. La inmigración es uno de los fenómenos que mejor cumple la «teoría de la vaca». A la vaca le gusta el pienso que le da el ganadero, pero éste pronto la usa para ordeñarla diariamente y, si hace falta, venderla hecha bistec. Pese a que los que consiguen emigrar están contentos de haberlo hecho, quedan subordinados a las necesidades de los países del Norte en condiciones que son generalmente inferiores a la del resto de ciudadanos. La anticooperación migratoria tiene lugar fundamentalmente mediante los diferentes dispositivos de control migratorio. Vinculados al fenómeno de las migraciones SN, se producen dos fenómenos más que hacen falta

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evaluar: uno asociado a la fuga de cerebros; el otro, al dinero que envían los inmigrantes a sus familias en los países de origen. Con el objetivo de acotar el objeto de este capítulo, a pesar de su importancia creciente, no trataremos aquí interferencias negativas procedentes de otros fenómenos asociados al desplazamiento de personas, como el turismo NS. Tampoco nos referiremos a las migraciones internas en el Sur, muchas de las cuales empiezan en el campo y terminan en los suburbios de las grandes ciudades del Sur. Incluimos, sin embargo, el fenómeno de los refugiados en este capítulo como una componente particular de la migración.

Controles migratorios Mientras los países del Norte defienden el liberalismo económico en los países del Sur, levantan membranas cada vez más impenetrables a los ciudadanos de esos mismos países bajo una suerte de antiliberalismo humano. Abrir las fronteras les supondría disminuir una parte importante de los privilegios de sus ciudadanos, basados en un sistema que expele los pasivos socioambientales hacia el Sur. Los habitantes de los países periféricos perciben, gracias al poder suave que emana de las sociedades occidentales (véase el Capítulo sobre anticooperación simbólica), la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida al migrar hacia el Norte. Incluso cuando esa percepción está distorsionada por los mass media y el boca-oreja de los que ya emigraron, el abismo económico entre Norte y Sur resulta tan exagerado, que no deja lugar a dudas sobre la conveniencia de intentar el viaje. Los más emprendedores y a la vez más desesperados, inician largos y muy arduos periplos para llegar al «mejor fuera». El hambre junto a los deseos de apaciguarla garantizan una migración en proporción directa a la profundidad del foso entre países enriquecidos y empobrecidos. La relación de renta per cápita entre la zona euro y el África Subsahariana era de 7,8 en 1975 y en 2004 de 15,2. La distancia de Estados Unidos respecto a México es sólo de 1 a 4. Pero la española con la marroquí es de 1 a 6, con Senegal de 1 a 15 y con Malí de 1 a 26.1 Si yo fuera africano, también emigraría Si yo fuera un pequeño pescador senegalés al que una multinacional pesquera —pongamos española— le ha vaciado el mar de pescado... debería buscarme otro modo de subsistencia. Si yo fuera un ciudadano de Guinea Ecuatorial

1. Véase: Derechos Humanos en la Frontera Sur (2006) en: www.aphda.org.

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al que le es imposible arrancar de su gobierno a un corrupto dictador que está siendo apalancado por empresas extranjeras y gobiernos ocupados por su «seguridad energética», seguramente tendría que buscar otro país. Si yo fuera un somalí o un costamarfilense que en una guerra civil ha perdido a un padre por disparo de bala fabricada en España (en la actualidad primer exportador mundial de munición para armas ligeras a África Subsahariana), buscaría dónde refugiarme y empezar una nueva vida. Incluso, si yo fuera un indígena O’goni desplazado de su hogar (el Delta del Níger) por su propio gobierno en complicidad con una transnacional petrolera, para producir gas para —pongamos— abastecer a los consumidores españoles, emigraría por lo menos a la capital y pincharía ilegalmente los oleoductos en busca de petrolero que vender. Entonces incluso, si fuera alguno de ellos y tuviera la oportunidad, consciente del oscuro futuro de mi familia, yo también me jugaría la vida en una patera. En una patera que —pongamos— se dirigiera a tierras españolas. Aunque ni los españoles, ni sus empresas, ni su Gobierno pudieran comprenderlo. (Llistar, 2007e)

La retórica tanto conservadora como socialdemócrata se compadece una y otra vez de la patética situación de quienes intentan cruzar el mar hacia Europa con todo tipo de embarcaciones. A la vez que demoniza a las mafias transnacionales y defiende medidas duras contra la inmigración ilegal. Finalmente, señala las elevadas sumas que envían los inmigrantes a sus países de origen, y al mismo tiempo reconoce su contribución al crecimiento nacional del país de acogida. En consecuencia, su estrategia comunicativa consiste en legitimar de forma repetitiva tanto la integración de los «legales» como la expulsión de los sin papeles. Esta retórica suele complementarse con tranquilizadores mensajes que muestran como el «mundo civilizado» acoge y ofrece ayuda a los países de origen de la inmigración a cambio de nada. La realidad es, sin embargo, muy distinta. En general el Norte tiene tanta inmigración como desea excepto en leves variaciones. Los países, de acuerdo con su interés nacional, legalizan sólo la cantidad y calidad de inmigrantes que necesitan para cubrir su demanda de mano de obra barata. Aunque no sólo la barata, como en el caso de los médicos latinoamericanos en el sistema sanitario español. «Desarrollar una política migratoria ágil y eficazmente coordinada que logre adecuar la demanda y oferta de trabajo a las necesidades del mercado laboral.» Declaración para el impulso de la economía, el empleo, la competitividad y el progreso social, 2008. Firmada por la patronal, los principales sindicatos y el presidente del Gobierno español.

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Hay informes de las asociaciones patronales de los países receptores de migración que, sistemáticamente, recomiendan a sus gobiernos que abran las fronteras al contingente aproximado de inmigrantes que su economía requiere.2 Cuando el ciclo económico y demográfico es favorable se abren parcialmente las fronteras; cuando hay recesión, se cierran y se despliegan políticas de retorno de los trabajadores. Precisamente para ello sirven los respectivos dispositivos de control migratorio (por ejemplo, el Frontex de la UE), eje central de las políticas públicas de inmigración en los países enriquecidos.3 Por lo tanto, se trata de dispositivos que obedecen al interés nacional de los países centrales. ¿En qué consisten? Debemos pensar que el capital humano llegado de fuera tiene para los países enriquecidos tres grandes virtudes: es gratuito (porque ni se le paga los costes de su reproducción social pasada, ni potencialmente la futura, ni tan sólo el viaje), puede compensar la bajada de la natalidad, y hace bajar los sueldos. De forma que si es «gratis» (y consume pocas prestaciones sociales) los gobernantes pueden bajar impuestos. Como que el envejecimiento de la población requiere más pagadores de impuestos y prestamistas de servicios, los gobernantes vuelven a estar felices por la llegada de emigrantes. Y por otra parte, como su presencia implica una revisión de los sueldos y de las condiciones laborales a la baja, los empresarios pueden quedarse con mayores plusvalías.4 En consecuencia, empresarios y partidos políticos de países ricos —incluidos los de derecha—, captan perfectamente la funcionalidad de la inmigración para sus intereses, por lo que suelen presentar argumentos a favor de la inmigración, pero acotada estrictamente a las cuotas que ellos mismos establecen. La postura de la ciudadanía de los países del Norte, en cambio, es mucho menos pragmática y se rige por percepciones, tomando fácilmente posturas xenófobas. El perfil del emigrante bienvenido acostumbra a ser el de persona cualificada y joven, en edad de trabajar, que ocupará nichos laborales donde existe poca oferta laboral interna (construcción, trabajos agrícolas, cuidadoras de

2. En las páginas de internet de las patronales suelen aparecer informes preceptivos que aconsejan a sus gobiernos medidas relativas a los contingentes de migración, que luego son adoptados por los propios ministerios o departamentos de inmigración. Por ejemplo, la CEOE española (www.ceoe.es) o la Bunsiness Europe europea (www.businesseurope.eu, antigua UNICE). 3. A parte de los dispositivos de vigilancia destacan los diplomáticos, y también las barreras administrativas: las políticas de visados, cupos, sistemas de entrada y regularización. Para conocer más detalles de los dispositivos aplicados en la Frontera Sur, veáse APDHA (2006). 4. El País (6/4/07): «El FMI afirma que la integración de los trabajadores de países emergentes en la economía global les permite beneficiarse de un incremento rápido de los sueldos. Sin embargo, afecta negativamente a los salarios de los empleados en las economías avanzadas, que calcula que han bajado siete puntos en 25 años.»

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ancianos, servicios de restauración, trabajos duros en general...), que cotizará en la seguridad social pero que utilizará muy poco sus prestaciones, y que en número suficiente, contribuirá indirectamente a bajar los sueldos. Lo corrobora el diagrama que expone la pirámide de edad de los extranjeros en situación regular. Existen políticas deliberadas en las que se ponen cortapisas a la entrada de inmigrantes de la tercera edad, o susceptibles a suponer un costo para el sistema social de los países de acogida (por ejemplo, personas con antecedentes penales, presos...). Los desequilibrios a un lado y al otro del Mediterráneo o de la frontera de Río Grande van en aumento. En otros puntos de contacto geográfico NS de nuestro planeta ocurre lo mismo. Por esta razón y para continuar controlando

edad

EXTRANJEROS CON CERTIFICADO DE REGISTRO O TARJETA DE RESIDENCIA A 30/09/08 9490-94 85-89 80-84 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 34-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-9 0-4

Hombres: 54,06% 2.307.517

Mujeres: 45,94% 1.960.999

400.000 300.000 200.000 100.000

0

100.000 200.000 300.000 400.000

número

Fuente: Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración, 2008.

5. Citada por vez primera en el polémico Documento Matzka de la Comisión Europea en 1998.

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los flujos migratorios, las potencias crean corredores de desarrollo alrededor suyo de forma que los países circundantes actúen como primera barrera. Es el caso del Magreb y el cinturón de países del Este respecto la UE. O el caso de México y Centroamérica para EEUU. O de Corea del Sur, en el caso japonés. Los corredores de desarrollo se crean con cuatro instrumentos: 1) políticas preferenciales de promoción de inversiones, 2) créditos, 3) acuerdos comerciales y 4) ayuda oficial al desarrollo (Triper, 2006). Pero más allá de planificar la primera línea de contención, existen políticas más sofisticadas y sutiles. La política «de la raya y el círculo»5 en un país del Norte consiste en trazar tres círculos concéntricos respecto al país desarrollado que se pretende proteger, y distingue a: países que no generan flujos migratorios a quienes se les pide que cumplan funciones de control policial a cambio de una cooperación reforzada; países de tránsito para los inmigrantes que a duras penas puedan controlar policialmente el territorio dada su debilidad institucional, a quienes se les exigirá readmitir a los inmigrantes irregulares; y finalmente, países emisores de emigración, a los que se les daría cooperación al desarrollo a cambio de un severo control migratorio interno.

Fuente: ODG, a partir de Nano (2006).

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Bernardino León, secretario de Estado de Asuntos Exteriores no ocultaba los objetivos de España: El acuerdo de nueva generación sobre inmigración, condicionará la ayuda al desarrollo a la lucha contra los flujos ilegales y a la aceptación de las repatriaciones de sin papeles. (El País. 17/10/2006) Otras políticas antimigratorias pueden incluso disfrazarse de cooperación al desarrollo. La OCDE acepta que el primer año de asistencia en los centros de concentración de inmigrantes irregulares interceptados, se haga con cargo a la Ayuda Oficial al Desarrollo. ¿Desarrollo? Algunas fuerzas políticas conservadoras (como el Partido Popular Europeo) apuntan también la posibilidad de contabilizar las remesas como AOD. Mares de cayucos, vallas de 6 m y el Plan África En 2004, el Estado español era ya el segundo receptor de migración mundial tras EEUU, y enviaba el 40% de todas las remesas que salen de la UE al exterior.6 La tasa de actividad de los nuevos llegados era también de las más altas, muy superior a la de los españoles. Miguel Sebastián, entonces director de la Oficina Económica del presidente del Gobierno español afirmaba: «más del 50% del crecimiento económico de los últimos años lo debemos a los inmigrantes» (El Periódico, 16/11/06). Además, la diferencia entre lo que los inmigrantes reciben por la seguridad social, educación, etc. y lo que aportan vía cotizaciones es de unos 5.000 millones de euros (es decir, 0.5% del PIB). La economía española estaba encantada. Sin embargo, la espectacularidad mediática de los casos de Melilla y las Islas Canarias (primavera y verano de 2006) donde ríos de inmigrantes subsaharianos intentaban superar el muro y el mar que separa los dos mundos, hizo saltar la alarma de la opinión pública española y en menor grado, europea. El Estado español había pasado en 15 años de no tener apenas inmigración externa, a convivir con 4.274.821 de refugiados «económicos» (a 30/9/2008) registrados, y tantos no registrados.7 Aún cuando se puede decir que el Gobierno podía estar perdiendo el control migratorio por la Frontera Sur (especialmente en Canarias), la alarma tenía que ver también con la amenaza terrorista de origen salafista, y con el interés que la UE se involucrara financieramente en la impenetrabilidad del muro, como efectivamente lo

6. Véase: Informe de la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros de la UE (2005). 7. Véase: Observatorio Permanente de la Inmigración. Ministerio de Trabajo e Inmigración. (http://extranjeros.mtin.es).

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EVOLUCIÓN DE VÍCTIMAS EN LA FRONTERA SUR

8.000 7.000 Estimación APDHA Datos verificados

nº víctimas

6.000 5.000 4.000 3.000 2.000 1.000

2007

2006

2005

2004

2003

2002

2001

2000

1999

1998

1997

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Fuente: Elaboración ODG a partir de Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDH).

acabó haciendo a través de la creación de Frontex, un sistema de vigilancia de fronteras altamente sofisticado que obstaculizaría y dosificaría la inmigración. En realidad, sólo el 5% de la inmigración irregular entra con cayuco al Estado español. Más de un 50% entra en avión por los aeropuertos, principalmente el de Barajas: el resto, por carretera. Los daños colaterales sólo en la Frontera Sur son sin duda comparables a los efectos de un genocidio. Sólo en el año 2006, se ha documentado oficialmente la muerte de 1.167 personas. De nuevo, en realidad la cifra se estima en 7.000 personas incluyendo la ruta de Canarias y de Andalucía (ver informe APHDA, otras organizaciones como SOS Racismo o No Fortress Europe dan datos parecidos). Por otra parte, un estudio de CARIM8 revelaba que entre 1989-2002 serían entre 8.000 y 10.000 personas las que hayan muerto al intentar cruzar a Europa desde Marruecos.9 Pocos meses más tarde, el Gobierno presentaba el Plan África, la solución a largo plazo a la lluvia incontrolada de subsaharianos. Este tipo de plan es habitual en países ricos rodeados de pobres. ¿En qué consiste? África es un continente estratégico para el Estado español, pero un lugar poco interesante para hacer dinero. Estratégico tanto por los propios flujos migratorios, como por el acceso a caladeros de pesca todavía no esquilmados de África occidental, pero sobre todo por el suministro de gas y de petróleo. El Plan África recoge y condiciona justamente estas tres circunstancias: control migratorio

8. Véase: Consorcio Euromediterráneo para la Investigación Aplicada sobre Inmigración Internacional, de la Comisión Europea. 9. Véase: Instituto Universitario Europeo, informe 2005. Fuente secundaria: La Vanguardia (31/10/2005).

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(con derechos de readmisión), inversiones de empresas españolas con acceso a los recursos energéticos y pesqueros, a cambio de un fuerte impulso a la cooperación al desarrollo, cultural e institucional, y de políticas de integración de los colectivos de inmigrantes. Describe tres grupos de países equivalentes a las tres coronas concéntricas descritas en las políticas de la raya y el círculo. La raya es la Frontera «Sur» de Europa. Pero lo que queda claro es que la cooperación actúa de zanahoria. El fin ineludible (que no el medio) y condición sine qua non para que se ponga en marcha el Plan: autocontrol migratorio y recursos. Es decir, cooperación a cambio de anticooperación. Desde la perspectiva de la solidaridad con África aparece como una política incoherente.10 Desde una óptica basada en los «intereses nacionales» españoles, a priori, podría parecer un canje equilibrado. Haría falta hacer el estudio una vez haya concluido el Plan. El Estado español es el primer exportador de municiones en el África Subsahariana (2006). A la vez que continúa «ayudando» a África con nuevos créditos que aumentan la deuda externa. Algunos de esos créditos probadamente ilegítimos como los utilizados antiguamente para la compra de armas, o un crédito reciente destinado a la instauración de un hotel de lujo en El Chad.11 ¿Es todo esto lo que le conviene a África que le aporte España? ¿Cómo puede fragmentarse la realidad hasta tal punto que pueda llegarse a decir que España ayuda a África?

Fuga de cerebros El último que salga... ¡que apague la luz! (Dicho popular colombiano) Otra forma de anticooperación es atraer a todo tipo de profesionales de los países empobrecidos, en edad económicamente productiva, seleccionando los más formados. La prolongada formación de un médico, por ejemplo, tiene un elevado coste social y económico tanto para el propio sujeto como para el país donde se forma. Las personas con «capital humano» no dejan de ser consideradas una mercancía más a captar. Pero para el Sur geográfico, esta fuga de cerebros masiva es un problema de Estado. ¿Cómo se pueden tener unas buenas instituciones de gobierno o un tejido productivo potente si el personal remanente no está cualificado? Ante una compleja negociación comercial en la OMC por ejemplo: ¿con qué incapacidades formativas deberá

1. Intermón Oxfam hace una dura crítica al Plan África y reclama que la cooperación se desvincule de intereses políticos y económicos en la presentación de su informe anual «La Realidad de la Ayuda 2006-2007». Nota de prensa (14/12/2006). 11. Véase algunos ejemplos en www.odg.cat.

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una delegación negociadora del Sur enfrentarse a una del Norte? ¿La asimetría formativa NS deberá también considerarse como un fenómeno natural o como el resultado de una política premeditada por el Norte? Más médicos etíopes en Chicago que en Etiopía África «exporta» 23.000 profesionales sanitarios cada año a los países ricos, hecho que agudiza la crisis de sus sistemas de salud, ya desbordados por el VIH/SIDA y el bloqueo de las farmacéuticas a los medicamentos disponibles.12 El 70% de los médicos licenciados en Zimbabue han abandonado el país. Sólo entre 2000-2004, 4.000 médicos formados en Sudáfrica emigraron. En Etiopía hay un médico por cada 36.000 habitantes. Sólo en 2006 abandonaron el país más de 3.000 profesionales médicos en busca de mejores salarios y condiciones. Si ves una mujer morir de un parto porque no tienes con qué hacer una cesárea, no vuelves a trabajar. [...] Si África continúa desangrándose de personal, no sólo no conseguiremos los Objetivos del Milenio, sino que nuestros sistemas de salud se paralizarán. (Eric Buch, consejero para asuntos de Salud del NEPAD)13 En el Estado español hay un médico latinoamericano formado e «importado» en su fase productiva por cada dos formados en universidades españolas. La falta de inversión pública en salud también en el Norte hace que muchos médicos europeos o americanos prefieran trabajar para la sanidad privada, hecho que hace que las plazas públicas sean ocupadas por médicos extranjeros (indios o paquistaníes en Reino Unido, argentinos o cubanos en España), etc. Al fin y al cabo y de forma indirecta, agudiza la crisis de los sistemas nacionales de salud. Entre las razones que motivan esta diáspora de médicos hacia el Norte están la escasa remuneración (un médico puede cobrar unos 150 dólares mensuales en África, 20 veces menos), la carencia de recursos en los hospitales, pocas posibilidades de especializarse y promocionarse, sobrecarga de trabajo (especialmente desde la explosión del sida), u obligación de trabajar en el medio rural.14 Pero también el déficit de médicos y enfermeros de los EEUU, Reino Unido, Francia y Australia, principales «hurtadores de cerebros» y la comparativamente fácil entrada para este tipo de inmigrante. El resultado es, sea cual sea el motivo, una grave interferencia Norte-Sur.

12. «África exporta 23.000 profesionales sanitarios cada año a los países ricos». El País (29/01/07) 13.Ibíd. 14. La OMS ha iniciado una campaña llamada «Trata, Educa y Retén»: especializar al personal en tratamiento del sida, y reforzar los sistemas de salud mediante la ayuda a 60 países a diseñar estrategias para retener a los trabajadores y hacer la inmigración menos tentadora.

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¿Cómo se produce esta suerte de «destilación» migratoria? Buena parte de la respuesta está en el desmantelamiento selectivo de las barreras, que justamente se encuentra en el diseño actual de las políticas migratorias elaboradas desde los países centrales. Por ejemplo, en la normativa de visados. Universidades de élite como Yale, Harvard o el MIT ens EEUU están repletas de estudiantes indios, chinos, y latinoamericanos, de vez en cuando un africano o un ruso. Algunos, becados por su talento por instituciones de los países receptores, como las becas Fullbright, aunque también de los países emisores; otros de las clases pudientes de sus países. Muchos acabarán quedándose en el país del Norte. Las universidades son un lugar privilegiado para ver cómo funciona la política selectiva de visados. Hay que estar despistado para no ver la diferencia de trato administrativo que el Estado ofrece a un mexicano que estudia en Standford University respecto a un «mojado». La tendencia de la fuga de cerebros va en aumento. Tanto por la profundización de las desigualdades NS como porque las economías del Norte basan su superioridad en servicios asociados a la sociedad del conocimiento. Por lo que paulatinamente requiere mayores contingentes de técnicos con formación profesional y de licenciados, de «obreros del conocimiento».

FUGA DE CEREBROS Porcentaje de población «fugada» hacia países OCDE, según nivel educativo (año 2000) País de nacimiento México Filipinas India China El Salvador Rep. Dominicana Jamaica Colombia Guatemala Perú Pakistán Brasil Sri Lanka

Con educación primaria

Con estudios universitarios

9,5% 1,4% 0,1% 0,1% 11,2% 5,8% 8,3% 0,8% 3,5% 0,7% 0,3% 0,1% 1,9%

14,3% 14,8% 4,2% 4,2% 31,5% 21,7% 82,5% 11,0% 21,5% 6,3% 9,2% 3,3% 27,5%

Fuente: Docquier&Marfouk (2004).

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Las remesas Las remesas enviadas por los inmigrantes a sus países representan sólo una parte marginal de la riqueza que generan estos colectivos.15 Se trata de un flujo de dinero considerable que desde principios de los noventa viene superando con creces el de la cooperación oficial internacional. En 2005, se estimaba en unos 169.000 millones de dólares, sin contabilizar las remesas informales, creciendo un 10% en todo el mundo.16 América Latina por ejemplo, recibe en remesas cerca de 50.000 millones de dólares anuales. AYUDA OFICIAL GLOBAL Y REMESAS

250.000

millones de dólares

200.000 150.000

100.000

50.000 AOD Remesas

1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008

0

Fuente: Elaboración ODG a partir de Global Development Finance 2008. World Bank.

Obviamente las remesas no son per se interferencias negativas NS, sino aportes que pueden contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de la población del Sur. Sin embargo, se requiere también situar a la cooperación en función de su adecuada importancia, así como tratar algunos aspectos negativos que suelen ir asociados a las remesas. En particular, porque son reconocidas por gobiernos y bancos como un flujo de dinero fresco sobre el que sacar alguna ganancia. ¿Qué suponen estas remesas para las economías en términos Norte-Sur? Hemos visto que el Estado español es una de las economías más activas con 15. Una estimación reciente de la División de Población de las Naciones Unidas para el 2005 situa el número actual de emigrantes en 190 millones de personas, dos tercios (120 millones) de los cuales emigraron al Norte. 16. Según www.remesas.org, la mayoría de remesas son «remesas informales». Un concepto que el BM y el FMI definen como no contabilizadas para la estadística oficial. A escala global, estas instituciones calculan que las remesas informales podrían estimarse entre el 35-75% de la cifra oficial de remesas al Sur.

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respecto a este fenómeno (durante 2007 envió 8.130 millones de euros). Desde el otro lado, países como Bolivia o Ecuador —los casos más extremos— dependen en un 9,9% y un 4,0% de su PIB respectivamente de las remesas que llegan de emigrados bolivianos y ecuatorianos en el Estado español (datos para el 2007). Es decir, las economías de los países emisores de emigrantes contraen una nueva forma de dependencia con respecto al país receptor: el emisor de inmigración se vuelve sensible y a menudo vulnerable geopolíticamente a las remesas. Es el caso de México respecto las remesas de los mexicanos emigrados a EEUU, de Turquía respecto Alemania o de Bolivia, Ecuador o Marruecos respecto al Estado español. Esta dependencia y las comisiones de las que se apoderan las entidades financieras de las remesas, pueden tener componentes de anticooperación. Remesas Receptor El Salvador Haití Filipinas Uganda Jordania Kirguistán Marruecos Nicaragua Egipto Honduras India

% del PIB 18,0 23,2 13,0 7,9 20,1 16,8 8,3 12,2 4,8 25,4 2,8

Elaboración propia a partir de Unctad Handbook of Statistics 2008 [http://stats.unctad.org/Handbook/].

Por otro lado, los países receptores se pueden ver desbordados si alguno de los países de tránsito o emisores de emigración, no cooperan con el Norte, dejando salir a los inmigrantes o no aceptando la repatriación de los detenidos. En definitiva, las políticas de inmigración se convierten en una nueva arma geopolítica. Pese a ello, canalizar oportunamente las remesas podría contribuir de manera positiva en las economías periféricas. ¿Dónde van a parar en realidad?

¿Quién recibe las remesas en Ecuador? Si tomamos como ejemplo Ecuador (2003), el 61% de la población dedicaba principalmente las remesas recibidas a gastos de primera necesidad (alimentación, alquiler, teléfono, electricidad, agua, transporte, ropa y medicamentos); un 22% las destinaba a inversiones (4% a compra de propiedades, 2% a educación, 8% a ahorro, y el 8% la invertía en negocios). Y finalmente, un

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17% se las gastaba en «lujos» (BID-FOMIN, Bendixen&Associates, 2003). Amplios segmentos de la población se benefician de las remesas. Ahora bien, algunos grupos acomodados salen bien lucrados. Se trata de los importadores de bienes de consumo, las inmobiliarias, los remesadores y prestamistas legales o ilegales que se quedan con parte del pastel de las remesas. También el estado se beneficia puesto que se autolibera de ciertas presiones sociales. Es decir, si la factura de las inversiones sociales la paga las remesas y la ayuda internacional, los gobiernos del Sur pueden dedicar sus dineros a otros menesteres (como a la deuda externa o a concederse privilegios personales) (Acosta, 2005). Algo que no deja de contribuir a debilitar aún más la gobernabilidad democrática.

Mientras tanto, en el Norte, la realidad es muy diferente. Como hemos dicho, cuando se estudia las remesas se observa que es sólo una pequeña parte de la riqueza que se genera. Por otra parte, la proliferación de negocios vinculados al envío de estas remesas —tanto de pequeños remesadores como de departamentos de grandes bancos especializados. Así, y como botón de muestra, en el Estado español un giro de unos 150 euros a un país del Sur, en 2006, costaba por término medio el 7% de la transacción cuando se hacía vía una empresa remesadora, y del orden de un 21% cuando se efectuaba a través de un banco. Un «mordisco» al dinero de la fuerza de trabajo inmigrada que de lejos se puede atribuir al coste real de la operación. Podemos concluir este capítulo señalando que las interferencias que se producen a través del fenómeno migratorio son por lo general mucho más importantes que el contingente global de la ayuda al desarrollo internacional, tanto monetariamente como del punto de vista del trasvase de capital humano que supone. Algo que en aras de introducir esquemas de justicia global (es decir, justicia a nivel planetario en cualquier ámbito), nos obliga a observarla en su justa medida y en coherencia con la ayuda y la eliminación de los demás mecanismos de anticooperación. Referencias APDHA. Informe sobre Derechos Humanos en la Frontera Sur [www.apdha.org]. DOCQUIER, F. y MARFOUK, A. (2004), Measuring the international mobility of skilled workers (1990–2000). Banco Mundial, Policy Research Working Paper, p. 3.381. No Border Network [www.noborder.org]. Remesas [www.remesas.org]. Statewatch [www.statewatch.org]. UNCTAD (2007). Knowledge, Technological Learning and Innovation for Development [www.unctad.org/en/docs/ldc2007_en.pdf ].

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XIII. ANTICOOPERACIÓN «SOLIDARIA»

Al inicio hemos definido intuitivamente la anticooperación como lo contrario a lo que la opinión pública entiende por cooperación al desarrollo. En el presente capítulo evidenciaremos que, desde actuaciones que son catalogadas como cooperación o cooperación al desarrollo, también se ejercen diversas modalidades de interferencias negativas sobre la gente del Sur Global. Es decir, en la cooperación —no se trata de ningún juego de palabras— también se puede observar anticooperación. A este tipo de anticooperación transmitida a través del sistema internacional de ayuda la llamaremos «anticooperación solidaria», dado que toma los cauces y la apariencia de ayuda y, en cambio, no lo es. La anticooperación solidaria representa el conjunto de aquellas actuaciones catalogadas de ayuda internacional o cooperación al desarrollo, determinadas por actores del Norte (agencias estatales, ONG, fundaciones empresariales, QUANGO...), y cuyos resultados sean infaustos para las poblaciones del Sur y su bien vivir. Ello sucede, por ejemplo, en las ayudas condicionadas a políticas de ajuste estructural o a aquellas dirigidas a objetivos comerciales, geopolíticos o de imagen del donante.

El sistema de ayuda, en la práctica La ayuda exterior se despliega a través de extensas redes para hacer llegar ideas, dinero, bienes y servicios a sus destinatarios. A lo largo de los más de 60 años de historia, desde el Plan Marshall hasta la lluvia de microproyectos plantados por la solidaridad de pequeñas asociaciones locales, la ayuda internacional ha sido motivo de controversia. Algunas acciones de ayuda han sido y son cuestionadas tanto por la honestidad de sus objetivos como por la conveniencia de sus estrategias. Es sabido que marcar

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EVOLUCIÓN DE LA AOD (PAÍSES CAD)

Miles de millones de dólares de 2006

120 100 80

Condonación de la deuda neta Ayuda humanitaria

60

AOD Multilateral

40

Proyectos de desarrollo bilateral, programas y cooperación técnica

20 0 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007

Fuente: Elaboración ODG a partir de OECD (2008) Aid targets slipping out of rearc? (www.oecd.org/dac/stat)

como «ayuda» cualquier actuación exterior puede contribuir a legitimarla. En el nombre de la ayuda se han llevado a cabo miles de actuaciones solidarias, acciones sin duda útiles a quienes las han recibido, sin más interés que el sentido de hermandad o de justicia; pero también en su nombre se han endulzado inumerables operaciones lucrativas, se ha sujetado en el poder a gobiernos indeseables o se han justificado guerras terribles. El sistema de ayuda internacional ha sido cooptado parcialmente y ha sido convertido también en un parasistema de anticooperación. Una anticooperación que aunque tome apariencia solidaria y caritativa, puede obedecer a los duros fundamentos descritos en el capítulo sobre anticooperación en el ámbito geopolítico. Por esta última razón es necesario distinguir entre la verdadera ayuda para el vivir bien, y la «ayuda» que mata, la que desestructura, la que impone, la que expolia, la que coopta, la que sirve de excusa o la que simplemente no sirve para nada. Es preciso reabrir una discusión profunda que nos conduzca a caracterizar mejor la tipología de formas de ayuda que esconden anticooperación, para luego desnudarlas y segregarlas del sistema de ayuda. En otras palabras identificar qué tipo de ayudas son funcionales a objetivos de anticooperación. La distinción no puede ser del todo fácil, ya que no sólo tiene que ver con cuestiones éticas y políticas, sino también ideológicas, culturales, incluso técnicas. Por ejemplo, ¿quién debe definir lo que es útil: el ayudador, o el ayudado, o ninguno de los dos? ¿De qué forma se ayuda más? A pesar de ello, si somos conscientes del enorme poder legitimador que emana de los conceptos hermanos «ayuda» y «cooperación» (y de la inevitable tentación de los poderes por meterse a «ayudar» y a «cooperar») estaremos

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en buen camino para discernir cuándo se trata de verdadera cooperación y cuándo, por lo contrario, puede tratarse de anticooperación.

La teoría de la vaca. Mirar sistémicamente Volvamos a la teoría de la vaca. A la vaca le gusta el pienso. El ganadero industrial se lo regala con semblante solidario y puntualidad, incluso le añade antibióticos para que la vaca no enferme. No obstante, el destino de la vaca es el de convertirse tarde o temprano en hamburguesas y hueso para caldo. En esta parábola, como en el sistema de ayuda, no puede separarse la supuesta ayuda (el pienso) de la función que cumple (engordar a la vaca) ni de los objetivos reales del donante (matar a la vaca, vender su carne y ganarse la vida). En otras palabras, para entender que no se trataba de ayuda, nos ha sido necesario desfragmentar la realidad, ligándola al leit motif del conjunto de los protagonistas, y analizarla como un sistema, en conjunto. La teoría de la vaca nos ayuda a entender las relaciones de dominación en las que hay una ayuda funcional de por medio. Por suerte y hasta la fecha, los industriales ganaderos no se proclaman los solidarios de las vacas, como sí sucede en otras relaciones de dominación. Como los empresarios que afirman que su preocupación se ubica en la «creación» de puestos de trabajo, los militares cuyas intervenciones se justifican con la intención de «ayudar» a los ciudadanos, las compañías energéticas que aspiran a «proteger» al medio ambiente. En el ámbito de la cooperación internacional y la ayuda humanitaria, lo que sí sucede es que una parte importante de motivaciones altruistas y solidarias son cooptadas por terceros (grupos empresariales, partidos políticos, grupos religiosos, personalidades y multimillonarios, universidades, instituciones públicas...) que pretenden legitimarse mientras persiguen objetivos de su propio interés. Ello ocurre no sólo por la estrategia de estos terceros, sino también porque los que actúan por solidaridad no hayan analizado la realidad bajo la escala adecuada, hayan podido olvidar los objetivos fundamentales de las instituciones con quienes estén colaborando, y hayan sido atraídos por la posibilidad de ganar fondos e influencia. Sin embargo, al ponerse bajo la sombra de estos terceros actores pasan a compartir también sus fines, porque los hacen posibles, aun cuando éstos sean fines de anticooperación. Destruir y reconstruir. Bombardear, luego ayudar La cifra de la ayuda internacional hubiera decaído en términos globales desde el año 2000 si no hubiera sido por las «ayudas» con las que se ha acompañado los bombardeos y destrucción de Afganistán e Iraq. De 2000 a 2006, el 31% de todas las nuevas ayudas Norte-Sur fueron hacia Iraq, Afganistán

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y Pakistan.1 Como destaca la Cruz Roja española en uno de sus boletines referidos a su actuación en Iraq, se trataría de dinero destinado a «la labor humanitaria del día después». El día después del ataque. De ese modo, los mismos gobiernos que harían la guerra en Afganistán primero, e Iraq poco después, desarrollarían con contribuciones variables, sangrientos bombardeos y solidarias ayudas humanitarias, ataques a la población civil y cooperación al desarrollo, destruirían —y a su vez— reconstruirían el país. Agentes de guerra y cooperación convivirían con relativa normalidad. Ejércitos y agencias oficiales de ayuda del Norte en primera línea. Según el USAID/Iraq Transition Strategy Plan (2006-2008) «El objetivo central de USAID es contribuir a la estabilidad y seguridad como parte de la Estrategia Nacional para la victoria en Iraq del Gobierno de los Estados Unidos». Compañías de mercenarios, empresas, consultoras y ONG de ayuda humanitaria en segundo. Algo que por sistemático y coherente con la geopolítica Norte-Sur, no deja de resultar paradójico. En Iraq la agencia estadounidense de ayuda «USAID, desde 2003 ha gastado más de 6.000 millones de dólares en programas diseñados para estabilizar comunidades; implantar el crecimiento económico y agrícola; y dotar a los gobiernos nacional, locales y provinciales de capacidades para responder a las necesidades de los iraquíes» (USAid, 2008). ¿Pero a qué objetivo obedece un técnico de ONG, de una agencia oficial de ayuda, de un organismo internacional que opera para un gobierno que hace la guerra? Si no se enfrenta a él, la respuesta no deja lugar a dudas: ha sido cooptado por los objetivos de ese gobierno y se ha convertido indirectamente en agente funcional de esa guerra, es decir, es un actor de anticooperación.

En el cuadro anterior hemos planteado la presencia de ayudas que pueden ser funcionales a objetivos de la guerra y al uso de la violencia armada. Ayudas coordinadas con bombardeos, una de las manipulaciones más perversas de la ayuda internacional tal y como la conocemos hoy. Pero existen otras funcionalidades de la ayuda. Plantearemos algunas de las más importantes de forma ilustrativa (ayuda para comercio e inversiones, ayuda para limpiado de imagen institucional, ayuda contra sublevaciones populares y movilización social, etc.), dejando para futuros trabajos un desarrollo más sistemático. Y descubriremos que mantienen una fuerte relación tanto con las motivaciones geopolíticas del capitalismo globalizándose, como con el resto de mecanis-

1. Ese 31% corresponde a unos 46.000 millones de dólares, según datos del Informe de la Realidad de la Ayuda, calculados a partir de OCDE Stat on line, datos CAD. [http:// realityofaid.org/downloads/RoAReports2008_02_Chap5_World_Aid_Trends_and_OECD_ reports.pdf ].

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mos de anticooperación descritos hasta ahora hasta el punto de que se torna difícil distinguirlos. El abordaje que proponemos aquí es el de analizar la ayuda a partir de la lógica de los principales agentes reconocidos de la cooperación y la ayuda internacional. Es decir, ONG, organismos internacionales, estados y empresas. De este modo tal vez logremos visibilizar además las limitaciones de cada uno de los agentes y contribuir al debate actual sobre la gobernación global en el ámbito del desarrollo internacional.

4 actores con 4 lógicas Aunque a menudo aparezcan mezclados, son sobre todo cuatro los actores emisores de la ayuda al desarrollo de camino hacia el Sur y cuatro son sus lógicas: las organizaciones de la sociedad civil (ONG), los estados (ayuda bilateral), los organismos internacionales (ayuda multilateral), o las empresas (filantropía empresarial). Existen otros actores emisores pero su peso global es considerablemente menor. Si medimos la importancia relativa de estos cuatro actores, nos daremos cuenta que todavía no existen estadísticas satisfactorias sobre ayuda privada (ONG + filantropía empresarial). Sí que las hay en cambio para las contribuciones públicas (ayuda oficial bilateral y multilateral). Con el fin de comparar el dinero canalizado a través de cada agente, acudiremos al ejemplo de

FLUJOS OFICIALES Y PRIVADOS DE AYUDA INTERNACIONAL RESPECTO AL PIB EN LOS PAÍSES CAD Flujos oficiales y privados

1,40%

AOD 1,20%

% de PIB

1,00%

Objetivo para Flujos oficiales y privados

0,80% 0,60% Objetivo para AOD 0,40% 0,20%

2006

2004

2002

2000

1998

1996

1994

1992

1990

1988

1986

1984

1982

1980

1978

1976

1974

1972

1970

1968

1966

1964

1962

1960

0,00%

Fuente: Elaboración ODG a partir de IDA-WB (2007) Aid architecture: an overview of the main trend in official development assistance flow.

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Estados Unidos, donde existen buenas estadísticas sobre filantropía privada y donde ésta tiene un importante peso (se estima que del total de la ayuda privada global, la mitad procede de EEUU) (Kharas, 2007). La tendencia en Estados Unidos es que la ayuda privada supere a la pública. Aunque en general la ayuda privada demuestra ser mucho más errática en el tiempo y dependiente de los ciclos económico-financieros que la AOD, como puede verse en el gráfico. Ello se debe a que mientras la ayuda privada es voluntaria y está sujeta a las expectativas coyunturales de prosperidad, la ayuda oficial tiene la cobertura de los estados y suele estar prefijada y regulada por ley en la mayoría de los países donantes. Como muestra el primer gráfico del presente capítulo, en la ayuda oficial de los estados predomina la ayuda bilateral y, en segundo lugar, la ayuda que los estados prefieren gestionar a través de organismos multilaterales. No disponemos de datos sobre cuánta de esta ayuda oficial es asistencia técnica. Mientras que en la siguiente tabla The Hudson Institute presenta datos sobre filantropía privada, gestionada por 4 tipos de organizaciones. Destaca el peso de las ONG y las organizaciones religiosas, seguido de las empresas y las fundaciones benéficas (que suelen proceder de fondos cedidos por acaudalados empresarios en sus etapas misericordiosas). Finalmente las universidades. AYUDA GLOBAL DE EE UU A LOS PAÍSES DEL SUR, 2006 (en miles de millones de dólares) Ayuda Oficial al Desarrollo (bilateral + multilateral)

23,5

40%

Filantropía privada Fundaciones Empresas ONG Universidades Organizaciones religiosas

34,8 4,0 5,5 12,8 3,7 8,8

60% 6,8% 9,4% 22,0% 6,3% 15,1%

Fuente: The Global Philanthropy Index 2008 - The Hudson Institute. . [https://www.hudson.org/files/ documents/2008%20Index%20-%20Low%20Res.pdf].

A continuación, ponemos en contraste la retórica de cada clase de institución de cooperación con sus objetivos y limitaciones fundamentales. Es necesario decir que la lógica de ONG y instituciones multilaterales, más allá de la voluntad de sus miembros, queda de facto muy influida por estados y empresas. 1) La lógica de la «solidaridad» en las ONG En la práctica sabemos que el universo de actuación de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) del Norte en el Sur es muy amplio. Se activan desde 252

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organizaciones conservadoras y pro capitalistas, hasta organizaciones críticas con el sistema y de voluntad transformadora. Sus orígenes y misiones pueden ser religiosos, sindicalistas, ecologistas, empresariales, feministas, internacionalistas, indigenistas, partidarios, etc. Las ONG actúan desde diagnósticos de la realidad muy distintos entre sí, que con el tiempo han ido evolucionando. Algunos autores distinguen cuatro generaciones de ONGD según el repertorio de acción que despliegan para resolver los problemas de pobreza en el Sur (y que en la realidad se concretan de forma mezclada): las caritativas y de acción humanitaria, las que se dedican a proyectos de desarrollo con voluntad occidentalizadora y modernizadora, las de desarrollo que confieren a sus contrapartes del Sur la definición general de sus proyectos y, por último, las organizaciones que destinan su esfuerzo principal a denunciar las causas de las desigualdades en el propio Norte y a sensibilizar a su población. Sin embargo, todas ellas, de contar con financiamiento, pueden ser altamente dependientes de los objetivos de sus financieras, excepto aquellas que se nutren de una base social muy diversificada de pequeños socios, las que utilizan la distancia entre financiadores y beneficiarios para interpretar a su modo las necesidades dadas, o las que utilizan recursos económicos voluntarios propios. Mientras las ONG que se financian de las administraciones del Norte quedan influidas por los intereses de sus gobiernos, las que se financian de dinero privado, lo hacen de los intereses y de la capacidad de control de los financiadores privados. Por ejemplo, será muy improbable que una ONG que reciba dinero de una fundación de una empresa petrolera participe en ninguna crítica a los impactos socioambientales de la explotación petrolera, y todavía menos en la resistencia, a sus actividades. 2) La lógica «solidaria» en las instituciones multilaterales de desarrollo En segundo lugar, encontraríamos a distintas instituciones multilaterales de desarrollo que serían claves en monitorear y asesorar la correcta aplicación del modelo neoliberal en los países pobres. Las instituciones dominantes son los bancos de desarrollo como el Banco Mundial o los bancos regionales, cuyas decisiones se toman básicamente por los Estados miembros en función de las participaciones que cada Estado posee y lógicamente de sus intereses estratégicos. Salvo excepciones como el recientemente creado Banco del Sur, predomina el control por parte de los estados Unidos y del resto de países occidentales en menor medida, que utilizan a las instituciones financieras multilaterales como palanca para implantar el libre mercado en todo el mundo (excepto dentro de sus propios países) (Toussaint 2008) y para diseñar megaproyectos regionales que les resulten funcionales. Estos bancos se financian en cerca de un 80% en los mercados de capitales privados como los de Nueva York o Barcelona, con lo que su lógica a su vez obedece también a la del capital financiero especulativo mundial. Por 253

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lo tanto, la primera lógica de los bancos de desarrollo, es la de abrir mercados en el Sur para los capitalistas del Norte Global desde la visión del neoliberalismo. También son de destacar las Naciones Unidas y sus agencias especializadas como son el PNUD, la FAO, la OMS, OMT, UNICEF o los Cascos Azules. Su lógica es más independiente de los mercados pero no de los gobiernos del Norte. En todos estos organismos internacionales, la lógica de autorreproducción conduce a sus funcionarios y cooperantes técnicos a querer arrogarse mayor utilidad y conocimiento técnico de los que ha demostrado el complejo paso de la historia. Instituciones como el FMI, el BM o los departamentos de fomento del sector privado de las distintas instituciones han pronosticado sesgados escenarios de futuro y dogmáticas prescripciones ideologizadas relacionadas con el desarrollo (Broad, 2006). De hecho, un gajo muy importante del global del dinero de la cooperación al desarrollo se esfuma por cuenta de los poco éticos sueldos y dietas que ingresa el basto ejército de tecno-burócratas conformado por cooperantes técnicos y consultores privados de gama alta que pueblan estos organismos internacionales. Un dinero de la ayuda que se utiliza de forma muy poco eficiente si atendemos a la proporción de lo que termina llegando a los beneficiarios. Y que de responder a los intereses del gran capital en detrimento del bienestar de las comunidades del Sur (como el que se vehicula a través de las actuales instituciones financieras internacionales) podría ser considerado en algunos casos como de auténtica anticooperación. 3) La lógica «solidaria» de los estados En tercer lugar, cuando la ayuda se lleva a cabo directamente desde los gobiernos de los países ricos. En ese caso, ¿qué sentido último tiene para un gobierno de un Estado rico ceder una parte de su presupuesto? ¿Entienden políticos y diplomáticos por «cooperación internacional» lo mismo que la opinión pública? ¿Qué usos le dan a la cooperación? Como veremos, sólo uno de los seis usos que describiremos a continuación persigue fines desinteresados, los otros cinco, persiguen intereses nacionales «egoistas».

¿Por qué a los estados de Norte le gusta ayudar? ¿A qué se refieren los estados ricos cuando hablan de «cooperación»?2 Como aseguran los realistas como Morgenthau, los estados se comportan entre sí como sujetos egoístas que compiten en busca de mayor poder, por su

2. Véase también Llistar (2007f ).

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propia seguridad relativa y lo hacen en un panorama de peligroso caos. Actúan por intereses de Estado, nunca por principios abstractos como la solidaridad o el bien colectivo. En este contexto, ¿por qué casi todas las administraciones de los países OCDE (inclusive las locales) disponen de ministerio, secretaría u oficina de solidaridad y cooperación internacional? Incluso casi todos los ministerios de un mismo gobierno disponen de una partida para cooperación, ya no sólo el de asuntos exteriores. De nuevo deberemos distinguir entre el significado etimológico del término «cooperación internacional» y el desgastado uso que se le ha dado. En el diccionario de la Real Academia Española el término «cooperar» se define como «Obrar conjuntamente con otro u otros para un mismo fin». En la práctica, el significado que en la real politik le reserva al término «cooperación», es distinto al que suele entender la opinión pública. En general la ciudadanía lo asocia a solidaridad y filantropía con el Tercer Mundo, o a la lucha internacional por una causa honorable como la prevención del VIH o el control del narcotráfico.3 Sin embargo, en geopolítica se utiliza para fines no tan honorables. La eliminación de un gobierno poco afín mediante la ocupación militar de una coalición de países que cooperan entre aliados, o la internacionalización de las empresas locales en forma de inversión extranjera y acogida por algunos gobiernos neoliberales del Sur como agua de mayo, son dos ejemplos de ese tipo de cooperación internacional. Consideraremos acá brevemente los seis usos que se le da a la cooperación: a) Cooperación para formar alianzas geoestratégicas, sean de carácter geopolítico, geoeconómico o militar. Operaciones como la invasión de Iraq o el proceso de presión previa al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas fueron concebidas en el marco de cooperación entre aliados. No tienen porqué ser Norte-Sur ni estar acotadas a un solo ámbito. Las alianzas contra el terrorismo, el control de la inmigración o del narcotráfico suelen generar las llamadas «cooperaciones reforzadas», frecuentemente promovidas por Estados Unidos o secularmente por la Unión Europea y asumida obedientemente por el resto de la comunidad internacional salvo algunos estados. A los estados que no suelen cooperar se les estigmatiza y se les apoda con categorías como estados «gamberros» o «granujas», estados «fallidos» o incluso como el «Eje del Mal». Las cooperaciones se plantean en algunos casos bilateralmente (como los acuerdos tácitos entre los gobiernos estadounidense y británico, o los tratados de libre comercio bilaterales) o de forma multilateral en otros (OTAN, MERCOSUR, Liga Árabe...).

3. CONGDE, Informe de la percepción social de las ONGD, de la Coordinadora estatal de ONGD [http://www.congde.org/Docinteres/Informepercepcion.pdf ].

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Por otro lado, existen alianzas geoeconómicas como las que se producen de facto entre países que se han integrado económicamente entre sí a través de una fuerte internacionalización empresarial geográficamente muy orientada. La deslocalización empresarial y el propio comercio han conducido a unas economías a ser muy sensibles respecto a otras. Es el caso de la dependencia de la economía estadounidense de la china, o de la española de la latinoamericana. Durante la crisis argentina, 1999-2002, se estima que el PIB español dejó de crecer un 0,8% directamente a consecuencia de ésta (Blázquez y Sebastián, 2003). Por ende, es lógico que algunos think tanks aconsejen, en clave del propio interés económico, apoyar al continente Latinoamericano mediante cooperaciones de distintos tipos. b) Cooperación para acceder a mercados y a recursos extranjeros (petróleo y gas, pesca, mano de obra barata, por ejemplo) o para colocar excedentes agrícolas. El actor beneficiado son las transnacionales de matriz local que son subvencionadas o favorecidas directa o indirectamente por el Estado para penetrar en terceros países. A menudo se utiliza la propia ayuda oficial al desarrollo condicionada para entrar a las economías del Sur. Ejemplo de lo último es el plan de internacionalización de la empresa española en la que se incluyen instrumentos públicos como los créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) (créditos blandos condicionados a la compra de bienes y servicios de empresas españolas) otorgados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO)4 y contabilizados como ayuda oficial al desarrollo. Igual que el Estado español, los estados ricos cuentan la mayoría con sus agencias de ayuda dentro de las cuales se vehicula la ayuda ligada (tied aid) a sus propias empresas. Como vemos en el gráfico de la página siguiente, este tipo de «ayudas» ha ido desligándose en la medida que han sido fuente de críticas tanto de los movimientos sociales como de aquellos que defendían un libre mercado auténtico. Otro modo de disfrazar de solidaridad lo que en realidad puede ser una ayuda interna a grupos de interés con capacidad de presión y con voluntad de expandir sus mercados, es la de colocar, en forma de ayuda a terceros países, el excedente agrícola producido por el agrobusiness local con el fin de que sus precios no disminuyan. Si además, como habitualmente ha hecho la ayuda al desarrollo estadounidense (USAID) durante las constantes hambrunas africanas, el excedente sirve para introducir grano transgénico, la nobleza de la ayuda queda en agua de borrajas (IAPC, 2005). En efecto, en lugar de constituir una ayuda, estas donaciones permiten una contaminación transgénica y una posterior dependencia tecnológica por parte de los campesinos, ante las transnacionales, algunas de las cuales son precisamente estadounidenses. 4. El ICO depende del Ministerio de Economía.

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TENDENCIAS EN LA AYUDA BILATERAL LIGADA

Fuente: Elaboración ODG a partir de CAD-OCDE.

Así pues, las ayudas bilaterales se concentran geográficamente en las regiones de interés económico, muchas de ellas ex colonias, y no tanto en los países más necesitados. La cooperación francesa se ha concentrado en la francofonía, la cooperación inglesa, en la antigua Commonwealth, la cooperación española en Latinoamérica o Marruecos. Todas ellas coinciden en países con suculentos mercados, como China, o recursos naturales como Angola o RD Congo. Queda así patente la correlación geográfica entre ayuda y acceso a mercados. c) Cooperación por buena imagen internacional. La denominada «marca país» se nutre así de una proyección publicitaria de superioridad civilizatoria, de generosidad, amistad y madurez. El centro de gravedad de la imagen es lo «humanitario». La preocupación por la imagen en la cooperación se demuestra en la tendencia a preferir proyectos fotografiables (infraestructuras) a los invisibles (educación, salud); a priorizar las misiones bilaterales a las multilaterales (salvo en el caso de los cascos azules y misiones varias de la ONU); y, por supuesto, a marcar todo proyecto ejecutado con el logotipo de la correspondiente cooperación nacional y su precio.5 Esta lógica está presente también en la cooperación descentralizada, es decir, la llevada a cabo por las administraciones locales, ya que les da visibilidad internacional,

5. En el caso de la cooperación española, es conocida la repetida presencia del «huevo frito», el logo de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

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como en el caso del hermanamiento entre municipios. Una buena imagen a través de la cooperación es la de los países escandinavos, cuya ayuda es muy superior a la media de los países OCDE (además de estar reconocida por su calidad), que les otorga valores «intangibles» con amplios dividendos en otros ámbitos. d ) Cooperación por gobernabilidad. Es decir, se trata de contener y aliviar las externalidades más extremas causadas por el mercado en países periféricos. Su objetivo es mantener la gobernabilidad y prevenir posibles estallidos sociales de tipo revolucionario, populista, violento o simplemente de quien atente contra el status quo. Los encargados de realizarla —dado que se trata de costes a repartir entre los favorecidos por la globalización capitalista— son el Banco Mundial y sus distintos programas, los bancos regionales de desarrollo como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en América Latina, el BAD (Banco Asiático de Desarrollo) en Asia, el BafD (Banco Africano de Desarrollo) en África, los programas HIPC (Heavely Indebted Poor Countries) y MDRI (Multilateral Debt Relief Iniciative) para los países altamente endeudados dirigidos por el propio FMI, las agencias bilaterales de ayuda, incluso la función de muchas fundaciones y ONG pro capitalistas de carácter asistencialista, humanitario, conservacionista, o de educación al capitalismo como la Ford Foundation, la Bill y Melinda Gates Foundation. Sin embargo, los clientes financiadores de esta cooperación son principalmente los estados ricos. La baza de la cooperación por gobernabilidad ha tomado especial relevancia como frente activo en la guerra contra el terrorismo desde el 11 de septiembre, para estabilizar y cooptar focos de insurgencia yihadista o antioccidental en general, en particular en barrios marginales de grandes ciudades del mundo musulmán desde Bagdad y Kandajar hasta El Cairo o Kabul. Pero también se ha utilizado en otros contextos como en la contención de movimientos indígenas en resistencia a megaproyectos, para controlar a los campesinos en zonas donde se cultiva hoja de coca, etc. En general, se entiende que las tesis preocupadas por la gobernabilidad se refieren a una gobernabilidad que dé paso a la prosperidad a través del capitalismo: gobernabilidad capitalista, en definitiva (que no tiene porqué coincidir con gobernabilidad democrática). Algo que enlaza con la siguiente razón de ser de la cooperación. e) Cooperación por capitalismo, es decir, para integrar al sistema capitalista internacional a países con poca predisposición a hacerlo o con posibilidades de convertirse en «países gamberros» (inclusive las tendencias socialistas). Después de la Segunda Guerra Mundial, se aprendió que el capitalismo salvaje que produjera grandes bolsas de extrema pobreza en los suburbios de los propios países industrializados como Alemania, Italia o Rusia, podría ser incendiado mediante tesis populistas como fueran —según la visión capitalista— el nacio258

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nalsocialismo, el fascismo o el comunismo. Esta motivación estuvo detrás de la mayor operación de cooperación (y ¡cooptación!) nunca vista en la historia: el Plan Marshall para la reconstrucción (anticomunista) de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, que luego inspiraría buena parte de la cooperación que tanto EEUU como la URSS ofrecerían durante los largos años de la Guerra Fría a los países africanos y asiáticos que progresivamente iban conquistando su independencia. En ese sentido, el aporte relativo a la cooperación alcanza su cenit durante aquellos años. Con la caída del Muro de Berlín en 1989, y unido al llamado «cansancio del donante» los flujos fueron decreciendo poco a poco. Hasta el descubrimiento de un nuevo enemigo de Occidente, el terrorismo global de origen islamista, que logró de nuevo levantar los flujos absolutos de ayuda internacional NS como ya hemos señalado. De nuevo, las instituciones encargadas de promover el capitalismo en el Sur en tierras calmas son las gemelas de Bretton Woods (el Banco Mundial y el Fondo Monterio Internacional), la OMC y los bancos regionales de desarrollo. Los estados centrales también presionarán desde sus relaciones bilaterales. En zonas en guerra los encargados serán la OTAN, los Cascos Azules y los métodos serán duros. Por eso todos los programas de «ayuda» o cooperación estarán directamente condicionados a la aplicación del Consenso de Washington (Llistar, 2003) y sus consiguientes programas de liberalización y desregulación del Estado. Hoy en día existen tesis más fuertes que constatan la estrategia seguida por el bloque occidental y especialmente de Estados Unidos respecto a los que tildan de «estados fallidos» (según la jerga, aquellos con dificultades para gobernar sobre su propio territorio o para gestionar conflictos internos —léase Somalia, El Congo, Sudán, Haití...). La estrategia es la de provocar o aprovechar la emergencia de fuertes catástrofes humanitarias sean naturales o antropogénicas para legitimar la entrada de fuerzas multinacionales y reconstruir el país según parámetros orientados a los intereses centrales. Es el caso reciente de Afganistán, Iraq, la Indonesia pos Tsunami o Haití. Algunas autoras la llaman la «Doctrina del Shock». Los valedores de estas estrategias son especialmente los neoconservadores estadounidenses, aunque son compartidas en la práctica por gobiernos y grupos ideológicos mucho menos escorados en la derecha política. Pueden encontrarse informes prescriptivos en geopolítica regional en sus principales think tanks.6 f ) Cooperación como efecto de la presión ciudadana solidaria. Si existe una componente noble en la cooperación internacional es la que se desprende de la presión que algunas sociedades civiles bien organizadas

6. Véanse algunos de los más influyentes think tanks estadunidenses en el capítulo XI sobre anticooperación simbólica.

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y abiertas son capaces de realizar a sus administraciones, para que destinen esfuerzos y recursos a la erradicación de la pobreza, de las catástrofes y a los problemas ambientales globales. La capacidad de transmisión de esa voluntad popular depende de la sensibilidad e ideología del gobierno en el mando, de la complicidad de los medios de comunicación y de la profundidad democrática del país en general. Pero lo que sí es esencial, es que los movimientos sociales locales (incluidas las ONG) sean capaces de mantener la presión al gobierno, así sea sensibilizando a la población no implicada, a través de acciones mediáticas o de lobby.7 En el menor de los casos y con matices, aunque con menor o ninguna presión de los movimientos sociales, algunos gobiernos como los escandinavos, el cubano y el venezolano, han sido también proclives a destinar esfuerzos a la solidaridad internacional. De estas seis funciones de la cooperación internacional, las distintas corrientes de pensamiento descritas en los dos primeros capítulos han prescrito y preferido unas a las otras. En la práctica se han aplicado la mayoría simultáneamente aunque con configuraciones distintas. Además, es en la convergencia de múltiples intereses, que la cooperación se ha tornado un concepto tanto de derechas como de izquierdas, y ha prevalecido de este modo desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, es justamente la correlación de pesos entre las seis funcionalidades de la cooperación estatal la que define si se trata de anticooperación. Las actuaciones que obedecen a lógicas muy escoradas en los intereses nacionales geoestratégicos del país donante —vinculados por lo general a la dinámica expansionista del capitalismo nacional y a las tesis realistas y/o neoliberales— suelen convertirse, como hemos visto, en anticooperación NS. Por lo que se hace necesario, ayuda por ayuda, proyecto por proyecto, mantener un fuerte control ciudadano sobre la cooperación bilateral. 4) La lógica «solidaria» de las empresas Como es bien sabido, la lógica fundamental de una empresa privada es ganar el máximo dinero en el mínimo tiempo posible. Bajo esa lógica, para la empresa privada no es esencial cooperar ni ayudar a nadie, salvo si ello le facilita reproducir su propio capital. No obstante el empresariado se ha erigido no sólo como un agente clave del desarrollo, sino que se propugna a sí mismo como uno de los futuros líderes de la cooperación al desarrollo. «Es ya hora

7. En el caso específico del Estado español, la irrupción del movimiento 0’7, célebre por las masivas acampadas durante el invierno de 1994, logró que las distintas administraciones españolas se pusieran al día e implicaran sus presupuestos públicos en la solidaridad internacional. Fue más cantidad que calidad, pero en definitiva el proceso de presión tuvo gran incidencia en las políticas públicas españolas.

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de reconocer que la ayuda privada puede hacer más que los viejos modelos basados en la ayuda oficial» afirmaba la redacción del Wall Street Journal.8 Entendamos entonces qué beneficios le conlleva, tanto a nivel individual como sectorial, involucrarse en la retórica de la cooperación e intentemos acotar cuáles pueden ser sus pros y sus contras en relación a promover el buen vivir de la gente empobrecida. Es cierto que el proceso de globalización ha supuesto una cesión de autoridad de los estados-nación hacia tanto instituciones supranacionales como infranacionales. En la nueva gobernanza mundial los estados han transferido poder a organismos multilaterales como la UE, la OMC o la OTAN, pero también han visto como entes privados como las empresas transnacionales, los sindicatos o las organizaciones no gubernamentales se convertían en sujetos de legitimidad con quien había que negociar las decisiones públicas. Si nos limitamos a analizar cómo las transnacionales han adquirido un papel protagónico junto a los estados en lo que respecta a la definición de procesos de solución de las grandes problemáticas globales (como la pobreza, la deforestación, el cambio climático), nos veremos obligados a tratar las estrategias empresariales destinadas a su legitimación moral, y a estudiar su evolución (Middtun, 2008). En lo que se refiere a los problemas del Sur, las estrategias empresariales de apariencia solidaria han ido transformándose conceptual e históricamente. En primer lugar, podemos citar la tradicional filantropía empresarial de las grandes fundaciones corporativas: por ejemplo, la Rockefeller Foundation, que son responsables de campañas de tanto impacto como la expansión e implementación de la Revolución Verde en el campo de América Latina, Asia y África. Posteriormente, se desarrolló la tan extendida doctrina de la Responsabilidad Social Corporativa activa desde los años noventa (véase el gráfico en la página siguiente). Hasta la visión de los Negocios Inclusivos (inclusivos con los pobres) promovida desde 2006 por organismos paraguas como el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible e impulsada por agencias como el PNUD.9 Todas estas estrategias, junto a las múltiples alianzas que las empresas han establecido con ONG (por ejemplo, UICN, www.iucn.org), administraciones públicas (la española Fundación Carolina, www.fundacioncarolina.es), organismos internacionales (por ejemplo, el Global Compact con Naciones Unidas) u otras empresas (por ejemplo,

8. Wall Street Journal (7/7/2007), «Privatizing Foreign Aid?». 9. Véase www.inclusivebusiness.org, www.growinginclusivemarkets.org. Los negocios inclusivos tratan de incorporar a personas de bajos ingresos y vulnerables como socios comerciales o facilitar su acceso a los productos y servicios básicos de una empresa para mejorar su calidad de vida.

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Business Action For Africa www.businessactionforafrica.org o Business Fights Poverty; www.businessfightspoverty.org) han situado a la empresa como sujeto comprometido con su entorno, y actor privilegiado para cooperación al desarrollo. PRESENCIA DE LA RSC EN LA PRENSA INTERNACIONAL 40.000 35.000 30.000

Países europeos

25.000 Países en desarrollo

20.000 15.000

Norteamérica Mercados emergentes Australia y Nueva Zelanda

10.000

Países asiáticos

5.000

Países africanos

0 1996

1997

Mercados emergentes Países asiáticos

1998

1999

2000

Países europeos Norteamérica

2001

2002

2003

Países en desarrollo Austraia y Nueva Zelanda

2004

2005

Países aficanos

Fuente: Midttun, 2008.

Fuente: Elaboración propia ODG.

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2006

La llaman Responsabilidad Social Corporativa (RSC (¿Otro oxímoron?)) (primera parte) Un hecho evidente pero controvertido: toda empresa conlleva una afectación sobre el medio ambiente y sobre distintos grupos de personas con las que entra en contacto (trabajadores y trabajadoras de la propia empresa, consumidores y consumidoras de sus productos, habitantes cercanos a fábricas químicas o áreas de extracción de materias primas, etc., los llamados «stakeholders»). La doctrina de la RSC afirma, no obstante, que dicha afectación debería conducirse desde la empresa con la mayor responsabilidad posible sin afectar a sus ganancias. Arguye que la aplicación de criterios responsables genera valor y evita riesgos no deseados. De ser posible, la RSC legitima a las empresas como motor de desarrollo y contribuye a evitar cualquier intento de reglamentación pública. Las empresas se autorregularían solas como si no necesitaran normas.

Pero, ¿era eso necesario? ¿Por qué cooperar puede ser funcional para ganar dinero? Como hemos señalado toda ayuda, si se visibiliza lo suficiente, es una fuente inagotable de legitimación social. Las empresas la utilizan para legitimarse tanto hacia fuera (hacia la sociedad donde opera) como hacia adentro (sus empleados). El mundo empresarial ha sido acusado históricamente de ser corresponsable de muchos de los grandes problemas globales y de la violación sistemática de los derechos humanos en los países empobrecidos. Por lo que se aconseja a menudo desde distintas instancias que sea sujeto de mayores regulaciones tanto intraestatales como extraterritoriales. El empresariado se ha defendido afirmando que el sector privado y el mercado son tanto fuentes de riqueza y desarrollo, como la solución a esos mismos problemas. Lo ha hecho con agresivas campañas de relaciones públicas que incluyen no sólo publicidad en los medios de comunicación, sino la financiación de institutos de investigación y cátedras empresa, congresos de académicos y empresarios, el patrocinio de artes y deportes, etc., y todo un repertorio de operaciones donde los programas de filantropía actúan como botón de muestra de ese compromiso moral con el entorno. De modo que los resultados de tales prácticas de semejante solidario resultan al fin y al cabo rentables. Detallémoslas a continuación: 1) La empresa que desarrolla programas de cooperación internacional se dota del valor añadido que le otorga su supuesto compromiso social o ambiental, y por tanto, de una ventaja comparativa mercadotécnica respecto a la competencia. 2) Internamente, los empleados sienten que están en una institución responsable que sirve a la sociedad, con lo que la motivación puede aumentar.

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Aunque jamás hayan podido entrar en contacto con los proyectos todo el dispositivo teórico de la RSC y algunas fotografías de los supuestos beneficios generados por tales proyectos, pueden terminar de convencerlos. A nivel sectorial, se refuerzan una serie de objetivos deseables para la empresa. 3) En primer lugar, se evita la regulación estatal del sector y sus costes mediante la impresión de que la empresa y el sector son responsables porque se autoimponen códigos de conducta, guías marco, certificaciones responsables, alianzas con ONG locales, internacionales o con los posibles afectados, etc., que van más allá de lo requerido por las leyes nacionales. Los decorados informes de Responsabilidad Social Corporativa y la triple cuenta de resultados, actúan ante la opinión pública en ese sentido. 4) Se adquiere la autoridad suficiente para formar parte de las negociaciones y la toma de decisiones públicas más importantes. Algo que se produce a distintas escalas (desde leyes locales a directivas europeas, convenios marco, acuerdos internacionales, presencia negociadora en los organismos internacionales, partenariados público-privados, etc.). El resultado es una influencia caudal en la cosa pública a escala global conducente a la lex mercatoria mundial que hoy conocemos. 5) Las empresas en crisis por problemas de imagen, (como el BBVA después del caso de las cuentas ocultas de Jersey y la compra de voluntades políticas en América Latina, Nike poco después de las campañas contra la explotación infantil en el Sudeste Asiático, o Shell después de ser denunciada por su implicación en el asesinato de las resistencias o’gonis en Nigeria), suelen acudir a estrategias de lavado de imagen («greenwashing» y «socialwashing» en inglés según se refiere a limpiado verde o social respectivamente). Como han demostrado distintos casos en la práctica, cuanto más se ha visto deteriorada la imagen de una empresa o de un sector, más suele invertir en políticas de Responsabilidad Social Corporativa; por lo que se deduce que, en muchas ocasiones, cuanto más irresponsables han sido sus políticas, más han sido criticadas y, en reacción, más han desarrollado campañas publicitarias relacionadas con un supuesto compromiso social y proyectos de solidaridad. Sectores empresariales acusados de ciertas prácticas indeseables ambientalmente han visto mucho más rentable el desarrollar unos pocos proyectos filantrópicos de tipo ambiental, que no asumir los costes de cambiar esas prácticas de anticooperación e introducir criterios de justicia ambiental en su «core business» (Ortega, 2008b). Es el caso de las empresas mineras y las petroleras, las eléctricas, las químicas, las constructoras o las textiles. En otros sectores ligados a problemas de explotación infantil, derechos laborales, derecho a la salud, financiación de la violencia, evasión fiscal, corrupción, etc., sucede algo parecido, con proyectos filantrópicos elegidos cual antídotos a la imagen que se pretende contrarrestar. 264

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La llaman Responsabilidad Social Corporativa (RSC (¿Otro oxímoron?)) (Segunda parte) REPSOL-YPF,

por ejemplo, ha sido una de las primeras y más esmeradas en realizar informes RSC en el Estado español recibiendo incluso algunos premios internacionales. Según su propio informe de RSC 2004, REPSOL-YPF dedicó un TOTAL de 16,3 millones de euros en inversión social y cultural en «361 proyectos de alcance social y cultural mediante convenios de colaboración con 166 organizaciones en todo el mundo» entre ellas ONG españolas como Codespa, Ayuda en Acción o Cruz Roja. Ese mismo año la petrolera despidió a su director ejecutivo, Alfonso Cortina, pagándole alrededor de 19 millones de euros en concepto del desblindado de su contrato. La comparación resulta odiosa, aunque tamaños montos no son nada si se los contrasta con la cifra de beneficios después de impuestos obtenidos por la empresa el año anterior, 2.020 millones de euros. Y todavía menos si empatan con las invalorables violaciones a los derechos humanos y a la naturaleza que la petrolera haya causado durante ese pequeño ejercicio y que NO refleja lógicamente en su informe. ¿Tendremos que hacerles informes paralelos? (Carrión y Gavaldà, 2007)

5) Finalmente, las relaciones comunitarias, asimilables a operaciones de cooperación al desarrollo, se utilizan también como moneda de cambio en la gobernanza local: para apagar conflictos encendidos, para no encender de nuevos, para negociar, estabilizar, dividir resistencias... incluso restituir a grupos sociales afectados por los pasivos de la empresa (comunidades locales, trabajadores, etc.). La literatura de las resistencias locales a las grandes corporaciones, dispone de una multiplicidad de ejemplos.10 Trabajar con ciertas ONG era imprescindible para entrar en algunos mercados de Latinoamérica. A.A.Pinillos, director de Reputación, Marca, RSC y Medio ambiente de Telefónica. (Foreign Policy en español, n.25, febrero de 2008).

En conclusión, la voluntad del sector privado por devenir agente de cooperación al desarrollo de primera línea, está subordinada enteramente a sus estrategias de negocio. Además su tamaño representa un desembolso

10. Véase, por ejemplo, el resumen de las denuncias a transnacionales europeas en el Tribunal Permanente de los Pueblos de Lima (2007) por violaciones en América Latina y el Caribe, en los que puntualmente se cita la función de las relaciones comunitarias de las empresas: [http://www.enlazandoalternativas.org/spip.php?article251]

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marginal en comparación con su actividad monetaria general.11 Finalmente, las empresas demuestran preferir este tipo de filantropía escenificada hacia los pobres que el despliegue de esquemas de distribución equitativa de activos y pasivos entre sus filiales y subcontratas en los países del Sur, respecto a las que se encuentran en el Norte, por una mera cuestión de costes. Entonces, debemos preguntarnos si es aceptable la legitimización solidaria mediante la entrada en la cooperación al desarrollo de un agente que sea fuente de interferencias destructivas en las comunidades en el Sur. La respuesta es variable en función de la empresa y el sector, pero contiene una dimensión tanto ética como estratégica de primer orden. En nuestra opinión, la respuesta es negativa: las empresas por lo general no deberían ser aceptadas como agentes apropiados de la cooperación al desarrollo NS, hasta que no sean oportunamente reguladas (a escala local y global) para que asuman sus responsabilidades de forma obligatoria. Mientras tanto, y en beneficio del buen vivir del Sur, deberían ser centro de monitoreo, y en caso de violación, de campañas de deslegitimación.

La ayuda cooptada En suma, el poder legitimador que detentan la ayuda y la cooperación al desarrollo en general amenaza constantemente la autenticidad del sistema internacional de ayuda. En especial, porque una parte importante de sus agentes clave son justamente los mismos promotores del capitalismo a escala global y se rigen por razones geoestratégicas y por la necesidad de crecer. Las distintas lógicas de los actores que hoy conforman una cadena de la ayuda (ONG, organismos internacionales, estados y empresas), no obstante, nos permitirán anticipar la constante cooptación del sistema de ayuda que éstos, en muy distinta medida y con fines diversos, intentarán lograr. Por lo que debemos responder con un constante ejercicio de discriminación activa sobre qué operaciones pueden ser consideradas auténticas ayudas al buen vivir, y bajo cuáles no se esconde más que una anticooperación solidaria. Referencias Informes sobre la Realidad de la Ayuda [http://realityofaid.org]. GÓMEZ GIL, C. (2004), Las ONG en la Globalización. Barcelona: Icaria. KLEIN, N. (2007), La doctrina de Shock. El auge del capitalismo del desastre. Barcelona: Paidós.

11. En el Reino Unido existe la iniciativa «1% Club», formado por empresas que ceden el 1% de sus beneficios a la filantropía. Fuente: www.businessfightspoverty.org

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MARTÍNEZ PEINADO, J. (1999), El capitalismo Global. Barcelona: Icaria. SOGGE, D. (1998), Compasión y Cálculo. Barcelona: Icaria. SOGGE, D. (2004), Dar y Tomar. Barcelona: Icaria. www.eurodad.org, www.betteraid.org, www.cso-effectiveness.org, http: //foroaod.org/tag/accra/, www.actionaid.org.

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XIV. DISCUSIÓN

Anticooperaciones comparadas. Mapa de la anticooperación ¿Alguna anticooperación es más importante que otra? No puede decirse que exista una jerarquía clara e invariable entre esferas de anticooperación. La jerarquía parece ser variable en función del caso estudiado (del lugar, de la situación, del momento de la historia). Por ejemplo, los 20.000 muertos por el accidente químico de Union Carbide (Dow Chemical) en la ciudad india de Bophal fueron víctimas de una interferencia ambiental, ligada a una inversión de capital productivo estadounidense. Los directivos de la empresa, a la luz de las medidas de seguridad desplegadas, despreciaron la vida de los indios que trabajaban o habitaban cerca de la fábrica. Durante la posterior disputa sobre las causas del accidente, las interferencias de la dirección (estadounidense) de la empresa junto a las interferencias diplomáticas de la Embajada de EEUU, consiguieron que apenas se entregaran a las familias unos pocos miles de dólares. No hubo ni interferencias militares, ni financieras, ni comerciales, ni relacionadas con la migración. En otros ejemplos de incidentes en países del Sur causados por agentes del Norte, las formas son completamente distintas. Pero ¿puede decirse entonces que no ha habido históricamente unas interferencias NS que hayan preponderado sobre otras? A lo largo de más de 500 años de crecientes relaciones de dominación y explotación entre el mundo occidental y el resto, ciertas interferencias han ido prevaleciendo sobre otras según los momentos históricos. La anticooperación militar fue la forma predominante durante los años de colonización, para ir cediendo paso paulatinamente a la anticooperación comercial, finalmente central durante el período poscolonial y hasta la actualidad. Algunas interferencias han sido significativas sólo durante el período que los politólogos definen como globalización, desde principios de los años setenta hasta la

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fecha. Aunque el factor financiero ha tenido que ver con algunos conflictos Norte-Sur mucho antes de los setenta, es desde esa fecha cuando se intensifica la desregulación de los mercados financieros, y cuando el capital financiero fluirá en cantidad y en busca de rentabilidad a los países del Sur, muchos de ellos recién emancipados de sus metrópolis. El crédito internacional se comporta como el anzuelo de un pescador de economías periféricas. El pescador tira del hilo con fuerza durante los ochenta, en la Crisis de la Deuda iniciada en 1982 en México; luego vuelve a tirar en distintas ocasiones, pero hasta la fecha no ha abandonado la pesca. Así pues, las interferencias ligadas a la anticooperación financiera han sido especialmente activas desde los años setenta hasta el momento. Si bien podría afirmarse que desde la Segunda Guerra Mundial predomina la lógica económica (principalmente la tecno-productiva, comercial, financiera) sobre las demás —como lo ha demostrado el paso de la historia— es previsible que ello pueda cambiar. Por ejemplo, la anticooperación ambiental se hará más palpable en la medida que la crisis ecológica alcance de forma crítica a todo el planeta. Cuando las islas del Pacífico o las costas de Bangladesh se hundan en el mar y se engullan los lugares sagrados de los antepasados de los aborígenes, poco importarán ya en ese húmedo lugar el comercio o las inversiones. Si la crisis multidimensional (financiera, energética, alimentaria, climática, institucional, etc.) se acrecienta, el sistema mundial podría entrar en un período de bifurcación compleja. En ese escenario es previsible que la anticooperación militar y las formas de dominación dura se impongan a otros tipos de anticooperación y formas de dominación suave, por ejemplo la simbólica o la solidaria. Algo que ya hemos empezado a ver bajo el precepto de la guerra contra el terrorismo. La mayoría de anticooperaciones son difícilmente mesurables mediante indicadores que sirvan para compararlas. Un modo de comparar la importancia de las anticooperaciones es mediante los flujos monetarios Norte-Sur. Algunas bases de datos mundiales presentan la posibilidad de obtener algunos de esos flujos monetarios, medidos en dólares o euros, como el World Development Indicators o el Global Development Finance del Banco Mundial. El problema de los indicadores monetarios es evidente y ha sido puesto de relieve desde la economía ecológica y la economía política. Sin embargo, podemos hacer el ejercicio de comparar algunos de los flujos de los cuales disponemos de estadísticas para tratar de entrever el orden de magnitud de unos fenómenos y de otros. Una buena medida de la anticooperación financiera la podríamos encontrar en el pago del servicio de la deuda externa (intereses + amortizaciones). También podría tomarse la fuga de capitales (de la cual sólo se dispone de algunas estimaciones relativamente burdas y aplicadas a ciertos países), cuyo valor es importante. En la medida de la anticooperación comercial, puede 270

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tomarse el balance comercial entre Norte y Sur. Sin embargo, esa diferencia no da cuenta del carácter transformador que tiene sobre las economías el comercio internacional, por lo que conviene considerar también el valor absoluto de los movimientos comerciales. Ante la dificultad de medir las consecuencias del desgarro familiar, los problemas de violencia, etc. ligadas a la anticooperación migratoria, podemos utilizar las estadísticas oficiales sobre remesas que los trabajadores del Sur envían a sus familias desde el Norte. Cada vez existen estadísticas más detalladas sobre este fenómeno. Finalmente, tomaremos como magnitud de referencia el flujo de la ayuda oficial al desarrollo NS (pública), cuyas cifras son bastante más completas y fiables que las que se refieren a los flujos de ayuda privada (dado que no hay estadísticas oficiales para la mayoría de donantes). COMPARACIÓN DE LOS FLUJOS NORTE-SUR 2004

Exportaciones

Importaciones

4,500,0%

% respecto a la AOD

4.000,0% 3.500,0% 3.000,0% 2.500,0% 2.000,0% 1.500,0% 1.000,0%

Inversión Extranjera Directa Remesas Ayuda Oficial al Desarrollo

Servicio de la deuda

Balanza comercial

500,0% 0,0%

¿Cooperación o anticooperación?

Elaboración ODG a partir de datos del WDF del BM 2007.

Como muestra el diagrama, los cilindros de gris oscuro eran en 2004 favorables al Sur (entrada de capital), mientras que los de gris claro eran negativos para el Sur (salida de capital). En primer lugar, se aprecia la importancia de los flujos comerciales, a pesar de que la balanza esté relativamente equilibrada. De lo cual se puede deducir que el impacto que el comercio internacional tiene sobre los países del Sur no sea tanto por las divisas que aporta o se lleva, como por la orientación productiva centrífuga que supone en sus economías.

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En segundo lugar y como hecho que corrobora la teoría de la anticooperación, el flujo de la ayuda es mucho menor de lo esperado si lo comparamos uno por uno con los flujos correspondientes a las divisas que proceden del comercio, la inversión NS o las remesas de los inmigrantes. La desproporción es aún mayor, cuando se compara la importancia de la ayuda con la del servicio total de la deuda externa. Veamos las comparativas con la AOD de las estadísticas del World Development Indicators (WDI) para el año 2004:

Midiendo los flujos Norte-Sur • • • • • • •

El servicio de la deuda externa total era el -634% de la AOD global. Las remesas oficiales superaban en un 226% la AOD global. Las exportaciones SN eran el 4.379% de la AOD global. Las importaciones SN eran el –4.200% de la AOD global. La balanza comercial representaba el 179% de la AOD global. Las inversiones NS fueron del 298% de la AOD global. La AOD (2004) NS fue de 71.020 millones de dólares (incluidas las «ayudas a la reconstrucción» de Iraq y Afganistán).

Fuente: Cálculos a partir del WDI 2006.

En perspectiva histórica la evolución de dichos flujos puede resumirse en el gráfico de la página siguiente. El aumento de los flujos es justamente lo que denominamos globalización. En el gráfico podemos apreciar cuál ha sido la evolución de la ayuda oficial al desarrollo NS, en la que destacan 4 fases. La primera, de crecimiento del flujo de la ayuda internacional, que llega a su cenit poco después de la caída del Muro de Berlín y el cambio de escenario geopolítico mundial. La segunda etapa a la que se le atribuye el llamado «cansancio del donante», se inicia durante los años noventa hasta los ataques y ocupaciones de Afganistán e Iraq. A partir de 2001, la ayuda internacional repunta en términos absolutos de la mano de la ayuda humanitaria (después de los bombardeos) hacia esos dos países, además de parte del dinero de su reconstrucción y de algunos costes de la guerra global contra el terrorismo. Los datos esconden, no obstante, que la ayuda internacional hacia el resto del mundo empobrecido continúa sufriendo un cierto estancamiento. En 2007, a partir de la crisis del sistema financiero y del sector inmobiliario de los EEUU y la UE, se inicia una nueva etapa hacia la disminución de la ayuda. En cuanto a la importancia de las remesas de los emigrantes, se constata que se trata de uno de los flujos más importantes, muy superior al de la ayuda.

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COMPARACIÓN DE LOS PRINCIPALES FLUJOS GLOBALES NORTE-SUR

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2000

1999

1998

1997

1996

1995

1994

1993

1992

1991

1990

1989

1988

1987

1986

1985

1984

1983

1982

1981

1980

1979

1978

1977

1976

1975

1974

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1973

1972

1971

1970

Fuente: Elaboración ODG a partir de Global Development Finance (Banco Mundial).

Pago total del servicio de la deuda

2001

Balanza comercial (Export - Import)

2002

Remesas y compensaciones a trabajadores

2003

Ayuda oficial al desarrollo

2005

2004

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2007

2006

-600.000

-500.000

-400.000

-300.000

-200.000

-100.000

0

100.000

200.000

300.000

400.000

El balance neto del comercio internacional ha sido favorable al Norte hasta el año 2000 aproximadamente, cuando sufre una inflexión debido al encarecimiento del petróleo y las materias primas en general, pero también a las exportaciones chinas e indias. No obstante, se trata de un flujo que puede beneficiar a los exportadores que suelen ser transnacionales, grandes propietarios, incluso señores de la guerra, más que a los pequeños productores, por lo que confirmaría las limitaciones del actual modelo de análisis basado en lo estados. De todos los flujos, el más importante a nivel monetario según muestran las estadísticas, es el del servicio de la deuda externa, que ha ido creciendo cual bola de nieve, superando con creces la suma de los demás flujos aparentemente favorables para el Sur. Al gráfico, deberían añadírsele otros flujos monetarios muy importantes para entender la anticooperación en su totalidad. La fuga de capitales, del que existen sólo algunas estimaciones regionales. Una de ellas señala que en África Subsahariana durante el período 1970-1996, por cada dólar que entraba a cuenta de la deuda externa, 0,8 dólares se fugaban hacia cuentas secretas en bancos del Norte (Ndikumana y Boyce, 2002) en un término promedio de un año. Además, debería considerarse la suma de las repatriaciones de capital por parte de los inversores extranjeros del Norte (dividendos, royalties...); la evasión fiscal por ingeniería financiera internacional (precios de transferencia, paraísos fiscales, etc.) o por regulaciones inexistentes (zonas francas, tratos de favor, etc.); incluso podrían añadirse algunas valorizaciones de aspectos como el coste de formación y de oportunidad por fuga de cerebros hacia los países enriquecidos, las reparaciones por la guerra o el pago de la deuda ecológica cuyas únicas estimaciones dan cifras muy superiores a las de la deuda externa, aunque en sentido contrario. En definitiva, los flujos atribuibles a mecanismos de anticooperación prevalecen sobre la ayuda internacional y, de manera general y a falta de estadísticas o cálculos plausibles de aspectos no considerados actualmente por el mercado, esta realidad deja intuir que el balance neto es favorable a los países del Norte.

Implementación conjunta o «Efecto Dentadura» El comercio internacional es en la actualidad, tal como lo hemos podido constatar, uno de los mecanismos de dominación más importantes a la vez que una faceta más de las desigualdades del sistema capitalista. Ahora bien, resulta interesante considerar cómo distintos instrumentos de la anticooperación comercial se articulan estrechamente con otros ámbitos, como el tecno-productivo, el financiero, el ideológico, el ambiental, o militar. Un ejemplo de la implementación conjunta de las anticooperaciones comercial

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y militar se ubica en la inequívoca relación entre bases militares de los Estados Unidos y sus intereses comerciales. No en vano, como decía el conocido documento de 33 páginas Estrategia de Seguridad Nacional en septiembre de 2002, elaborado por Condoleeza Rice y en el que se planteaba la necesidad de la guerra preventiva: «la misión del ejército estadounidense es la seguridad de los intereses de EEUU en el exterior».1 A raíz de esto, el comercio internacional se convierte en algo favorable a EEUU, no solamente por cuestiones de supremacía comercial, sino también por efecto de su poder militar. Es por ello que, históricamente, las rutas comerciales han sido el espacio predilecto de los estrategas militares y sus ejércitos. Podemos encontrar también aplicaciones coordinadas de políticas nocivas para un mismo país periférico que unen comercio, y deuda, comercio y ayudas o comercio e inversiones. En el mapa cartográfico de la página siguiente se muestra la relación entre la presencia militar de EEUU y la conformación de una de las arterias comerciales y tecnoproductivas de suministro para EEUU: el Plan Puebla Panamá. En la práctica, se vuelve necesario descifrar cuál es el objetivo real de determinada interferencia internacional para valorarla adecuadamente. Esto es válido especialmente para evaluar la función real de determinadas «ayudas» y «cooperaciones» internacionales, incluida la ayuda humanitaria, al desarrollo comercial, financiero o militar. Por ejemplo, podríamos pensar que la ayuda humanitaria destinada a Iraq durante su ocupación persigue echar una mano al pueblo iraquí en momentos de caída en picado, incluso instalar la democracia en su seno. No obstante, dicha ayuda está perfectamente coordinada (y de hecho subordinada) a los ataques militares estadounidenses y británicos sobre los «insurgentes» y civiles iraquíes —incluidos niños—. Si el objetivo definitivo es controlar el petróleo iraquí por la vía dura, siendo la ayuda funcional a la agresión, entonces difícilmente ésta puede considerarse moralmente aceptable. Aquellas ONG o agencias que recorten su análisis —como sucede a menudo— estarán cometiendo un grave error, al acompañar y legitimar un proceso que globalmente resulta negativo. Otro ejemplo de implementación conjunta surge al analizar el modo en que la Comisión Europea pretende que la UE y América Latina y el Caribe se integren. Las relaciones entre la UE y América Latina están marcadas por la voluntad europea de liberalizar la región a los servicios europeos (banca, telecomunicaciones, agua...), por usufructuar las capacidades ambientales de Latinoamérica ante la necesidad europea de encontrar sumideros de carbono, por controlar la emigración y por la competencia con EEUU y China. Por lo que la UE despliega fuertes campañas diplomáticas, comerciales, de ayuda,

1. Disponible en http://merln.ndu.edu/whitepapers/USNSS-Spanish.pdf (visitado en 23/3/2009.)

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BASES MILITARES DE EE UU EN LA REGIÓN DEL PLAN PUEBLA PANAMÁ (PPP)

Fuente: Cadena, J.L. (2005).

etc. en distintos foros, que convergen sobre esos objetivos pero que se expresan de muy diversa forma en América Latina. Por ejemplo, mediante los «Acuerdos de Asociación», que son acuerdos que se componen de tres patas de una misma mesa: un tratado de libre comercio, un apartado de medidas de diálogo político y otro de cooperación al desarrollo; pero en las que tanto el diálogo político como la cooperación al desarrollo están subordinadas al libre comercio. Es decir, la mesa se aguanta sobre una sola pata: la comercial. Si esa pata se corta, la mesa se cae. En América Latina, en contraste con sus pares estadounidenses, algunos actores saludan la ayuda «desinteresada» y el carácter dialogante de la Comisión Europea. Sin embargo, forman parte de un mismo «paquete» que en global puede ser extremadamente desfavorable a los intereses de los latinoamericanos y caribeños, como ya hemos expuesto en el capítulo sobre anticooperación comercial. Desde el punto de vista de la UE, los resultados que consigue en América Latina dependen de la capacidad europea de desplegar distintos frentes de 276

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forma coordinada. Dicho de otro modo, la efectividad de un instrumento depende en ocasiones del despliegue simultáneo de otros instrumentos, lo cual indica que no se lo puede analizar de forma aislada. Como unas tenazas o, mejor aún, una dentadura, en la que la aplicación de un diente no es efectiva sin la aplicación del otro, algunos instrumentos que generan anticooperación se activan conjuntamente. Llamemos a ese fenómeno «efecto dentadura». Hay decenas de ejemplos de aplicación combinada de este efecto. Por ejemplo, los instrumentos que generan deuda no han sido concebidos para generar deuda, sino para internacionalizar las empresas de capital nacional, es decir, para apoyar al comercio internacional de las empresas locales y sus inversiones (Llistar, 2005). En este caso, deuda, comercio e inversiones van de la mano. Ello nos lleva a una de las implementaciones conjuntas más paradigmáticas: la que se produce tras los instrumentos públicos de internacionalización de la empresa. En la práctica, las arcas públicas de los estados del Norte ofrecen pleno apoyo económico a proyectos altamente contaminantes que ejecutarán (y cuyos lucros obtendrán) las corporaciones transnacionales cuyo capital comparte la misma bandera. También a proyectos que violan derechos humanos, que corrompen a funcionarios locales, etc. Se trata en muchos casos de un apoyo público que se encuentra fuera de control ciudadano. Se arguye que, para que la economía de un país sea competitiva, debe de disponer de una economía internacionalizada y que cuente con «campeones nacionales» (grandes compañías transnacionales) en los primeros puestos del ranking mundial. Se añade que debe apoyarse con dinero de los contribuyentes a empresas privadas, pero que no se les puede imponer controles superiores a los que apliquen otros países, para no comprometer su competitividad internacional. Instrumentos en forma de créditos condicionados, pólizas de seguros con garantía del Estado, presión diplomática, estudios de viabilidad gratuitos, etc. para que, finalmente, se lleven a cabo una serie de proyectos muy cuestionables (a veces nefastos) para los stakeholders locales, comunidades indígenas, campesinas, trabajadoras, etc. de los países pobres exportadores. Es decir, dinero público del Norte que acaba en subvenciones encubiertas para empresas privadas que contaminarán, envenenarán, destruirán selvas o expulsarán a los habitantes de toda la vida de un territorio (Ortega, 2007). Una de las combinaciones que, en poco tiempo, emergerán con fuerza son las que, como consecuencia del calentamiento global, coordinan mecanismos ambientales con los tecnoproductivos, comerciales y financieros. El incremento del comercio internacional es incompatible con la detención del calentamiento global, por lo que es inevitable que se impongan restricciones diversas al comercio. Restricciones que, probablemente, volverán a ser un reflejo de la correlación de fuerza NS. Los llamados Mecanismos de Desarrollo Limpio, mediante los cuales los países más contaminantes (Norte) compran los derechos de contaminación a los menos contaminantes (Sur) sin tener en realidad que reducir parte de sus propias emisiones, con toda la controversia

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que acarrean, son un ejemplo actual de mecanismos NS que combinan aspectos ambientales con aspectos tecnoproductivos. Por otra parte, mecanismos financieros-ambientales, como las conversiones de deuda externa por medio ambiente, como la que firmaron el Estado español y Ecuador (2006), contrastan de forma contradictoria con el interés de los países por deslocalizar y financiar en el Sur empresas contaminantes, como el gran oleoducto OCP en el propio Ecuador. El efecto dentadura se utiliza por doquier, por lo que es importante tener en cuenta que la capacidad de masticar se produce gracias a la confluencia de la presión de varios dientes a la vez, no sólo de uno. La implementación conjunta resulta clave para entender múltiples fenómenos de dominación, explotación y, en definitiva, anticooperación.

Uso geopolítico de la ayuda El destino de la ayuda internacional presenta una fuerte correlación geográfica con aquellas regiones que son destino de las inversiones y foco de otros intereses de los donantes (recursos energéticos, minerales, pesqueros, fuente de inmigración, narcotráfico, etc.). Lo cual induce a creer que la ayuda internacional cumple una función geopolítica importante determinada por el donante y en su beneficio, en lugar de por el beneficiario de esa ayuda. Sobre el terreno y aunque no siempre trivial, la cooperación al desarrollo aparece a menudo aparejada a anticooperaciones diversas. Se trata de una coincidencia más bien regional en la ayuda oficial, pero más bien local en la filantropía de las compañías transnacionales. Algunos estudios de caso corroboran dichas afirmaciones. Sin ánimo de ser exhaustivos, habiendo referenciado a lo largo de este libro algunos ejemplos de esa correlación, desarrollaremos un nuevo botón de muestra. Animamos la realización de nuevos estudios de caso que pongan en tela de juicio la importancia del uso geopolítico de la ayuda internacional. Como demuestra la implementación conjunta de distintas políticas europeas en África, existe una fuerte correlación entre políticas de cooperación y políticas comerciales. Se trata de una correlación que se ha ido pronunciándose sutil y paulatinamente desde los años sesenta, cuando se establecieran los primeros acuerdos entre la Comunidad Económica Europea y algunos países africanos. La profundización de ese modelo ha llegado hasta el punto de ser abiertamente visibilizada en el marco del programa «Ayuda por Comercio» (Aid for Trade) impulsado por la Comisión Europea en la actualidad. Destacamos dos de los usos más importantes de esa combinación. En suma, la ayuda internacional se utiliza como moneda de cambio, incluso como palanca, para introducir políticas favorables a los donantes, que a menudo son desfavorables a quienes las reciben. Algo de cooperación por anticooperación. Lo ilustramos con el siguiente ejemplo:

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Ayuda por comercio Analicemos brevemente las relaciones entre los flujos comerciales y los flujos de ayuda entre la Unión Europea y África durante el período poscolonial. Observamos dos implementaciones conjuntas distintas: A) Cooperación a cambio de comercio En la tabla podemos ver que lejos de disminuir esta relación va aumentando progresivamente: cuanto más comercio más cooperación (a través del FED y del BEI principalmente) (Sancho, 2000). Podría plantearse la hipótesis de que se trata de una ayuda subordinada a la firma de acuerdos comerciales cada vez más ambiciosos. COOPERACIÓN EUROPEA PARA LA FINANCIACIÓN AL DESARROLLO DE LOS PAÍSES ACP Convenio y respectivo FED

Período en vigor

Yaoundé I (2º FED) Yaoundé II (3º FED) Lomé I (4º FED) Lomé II (5º FED) Lomé III (6º FED) Lomé IV (7º FED) Lomé IV bis (8º FED) Cotonú (9º FED)

1964-70

Número de países Europa

Población (millones)

FED(1)

18

6

69

666

64

1971-75

19

6

80

843

90

1976-80

46

9

250

3.072

390

1981-85

57

9

248

4.542

685

1986-90

66

10

413

7.440

1.100

1991-95

69

12

493

10.800

1.200

1996-2000

71

15

572

2.967

1.658

2000-05

77

15

639

13.500

1.700

ACP

Financiación BEI(2)

(1) Incluye tanto las ayudas no reembolsables como los préstamos especiales. (2) Compromisos de préstamos sobre sus propios recursos.

El aumento paralelo de los flujos de cooperación y de comercio no implican directamente una vinculación, no obstante esta relación existe. El 1 de agosto de 2007 se publicó la noticia de que la UE estaba chantajeando abiertamente a los países de la región del Pacífico en su negociación sobre los EPA. En un correo electrónico, la Comisión Europea había ofrecido 95,3 millones de euros en cooperación para 2008. Sin embargo, en el correo

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se advertía que esa cifra descendería hasta los 70 millones de euros si el acuerdo comercial sólo cubría el intercambio de mercancías y excluía otros temas relacionados con el comercio. Pero la amenaza proseguía: en el caso de que no se firmara ningún acuerdo, el volumen de ayuda descendería hasta los 49 millones de euros, es decir, casi la mitad de la oferta original. Fuente: (VSF 2009) a partir de Información de Associated Press, International Herald Tribune y Oxfam Nueva Zelanda.

Este tipo de amenazas, y otras muchas barreras a los procesos de negociación, han sido también denunciados recientemente por la Alianza de la Sociedad Civil de Kenia. B) Cooperación para el comercio La idea de la necesidad de realizar políticas de cooperación específicas para potenciar el comercio internacional tomó especial fuerza a partir del año 2005 a través de la iniciativa Ayuda para el Comercio adoptada por la OMC durante su reunión ministerial de Hong Kong. En ella la Unión Europea se comprometió a realizar donaciones para la promoción del comercio llegando a 2.000 millones de euros anuales a partir de 2010, la mitad de ellos destinados a los países ACP (África, Caribe, Pacífico). A partir de este compromiso formal se reconocía desde el máximo organismo de promoción del libre comercio que el comercio por sí mismo no tenía por qué generar bienestar. Según las palabras de Peter Mandelson (comisario europeo de comercio), Louis Michel (comisario europeo de desarrollo) y Manuel Pinho (ministro de Economía de Portugal) «Tener acceso al mercado sin una ayuda al comercio es como poner un plato de comida delante de un hombre sin darle un cuchillo y un tenedor».2 De esta manera se integraba plenamente las políticas de comercio y de cooperación. Fuente: (VSF 2009).

Los lobbies de la anticooperación Como hemos visto, toda problemática de origen humano está ligada a la presión que ejercen unos grupos de interés sobre otros. Un hilo invisible vincula una problemática concreta a grupos humanos particulares en conflicto: unos, potenciales ganadores; otros, perdedores; unos y otros se organizan de forma

2. El País, 17 de octubre de 2007. Peter Mandelson, Louis Michel y Manuel Pinho «Compromiso hecho realidad».

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distinta, disponen de cierta autonomía, presionan y se reajustan en busca de sus propios intereses o para imponer su propio punto de vista. Si por ejemplo tiramos del hilo de problemáticas como la desaparición de ciertas especies exóticas amenazadas o en peligro de extinción como el hipopótamo, descubrimos distintos implicados locales y extranjeros.3 Entre estos últimos, en el caso del exterminio de los hipopótamos, se encuentran desde joyeros (su marfil es más duro que el de elefante), oferentes y consumidores de carnes exóticas (su carne es bastante buena y se conserva mucho tiempo), hasta coleccionistas de animales exóticos y cazadores de trofeos. Lobbies de extinción de especies tropicales El comercio ilegal de especies de fauna y flora es una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad después de la destrucción de su hábitat. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wide Fund for Nature – WWF), se trata de uno de los negocios más lucrativos, sólo superado por el de armas y drogas (con los que a menudo mantiene relación). Se estima que en un año pueden comercializarse más de 350 millones de peces tropicales, 15 millones de pieles de mamíferos, 10 millones de pieles de reptiles, 9 millones de orquídeas y 5 millones de aves vivas. Las especies más cotizadas son primates, elefantes, hipopótamos, rinocerontes, tigres y leopardos, reptiles como la iguana y el cocodrilo, aves como las cotorras, las cacatúas, los loros y guacamayos, tortugas marinas y corales. Las piezas vegetales más demandadas son las maderas preciosas tropicales, orquídeas, cactus y ciclámenes. El destino de las especies es diverso: artículos de piel, mascotas exóticas, trofeos de caza, medicinas naturales, zoológicos, circos y centros de investigación.

En general, cada problemática lleva asociada un conflicto redistributivo. Es decir, un conflicto en el que las partes conflictuadas redistribuirían algún activo o pasivo de manera distinta. Activos y pasivos que no sólo pueden ser económicos, sino también ambientales, culturales, sociales, etc. En cada conflicto redistributivo, las partes suelen comportarse como grupos que presionan a favor de lo que conciben son sus intereses y derechos individuales o corporativos. El conflicto se produce cuando esos intereses y derechos 3. En los últimos años se ha disparado la caza de hipopótamo para obtener marfil de sus colmillos una vez ha disminuido la población de elefantes y ha aumentado el control sobre su caza. El Hexaprotodon liberiensis y el Hippopotamus amphibius se encuentran tipificados en el Apéndice II de CITES (Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre).

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son incompatibles entre sí. Como en el consumo de marfil de hipopótamo, dicha presión puede ejercerse desconsiderando sus consecuencias bien por desconocimiento o por egoísmo. Las partes no tienen por qué reconocerse. Sin embargo, está claro que existe un grupo de interés (no necesariamente organizado) asociado al comercio internacional de hipopótamos (o de sus partes) que está diáfanamente ligado a la amenaza de su extinción en su hábitat natural en países tropicales. Algo que también ocurre en toda problemática asociada a conflictos transnacionales. En definitiva, existen grupos humanos que presionan en favor de sus intereses (grupos de interés), y al hacerlo, pueden crear o profundizar un problema. Acercándonos a lo que nos incumbe: algunos grupos de personas, al perseguir sus intereses de forma organizada o no, pueden interferir destructivamente sobre la vida de habitantes terceros. De modo que algunos grupos de interés se comporten como auténticos «lobbies de la anticooperación». Además, la capacidad de interferir de un «lobby de la anticooperación» depende de las características del propio grupo de interés, como de su grado de organización; de si tiene buen acceso a poderes públicos; de si dispone de recursos económicos; de si tiene acceso o control sobre los medios de comunicación... en definitiva del poder del que dispone. Un lobby de la anticooperación puede ser muy numeroso o muy reducido, muy disperso o muy compacto, muy relevante o no.

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XV. CONCLUSIONES

Definidos los conceptos de interferencia y de anticooperación Norte-Sur, desarrollados los principales mecanismos de anticooperación, comparada su magnitud con la ayuda internacional, y hecha la discusión general, estamos en condiciones de sacar algunas conclusiones significativas. A continuación las planteamos de forma esquemática: 1. La anticooperación prevalece sobre la ayuda, en el balance de las relaciones Norte-Sur. Lo cual implica que: a. Los problemas del Sur no se resuelven con más ayuda. Es decir, el volumen de la ayuda internacional (más allá de su calidad) dista ostensiblemente de poder equipararse a otros flujos mucho más importantes tanto por su volumen como por sus consecuencias negativas, como los generados por el comercio internacional o el servicio de la deuda. Por lo cual puede resultar poco estratégico destinar toda la energía disponible a incrementar los presupuestos de la ayuda internacional sin dedicarla antes a arrancar las causas de la anticooperación. b. Disponemos de una explicación satisfactoria al porqué después de 60 años el sistema de ayuda internacional no ha conseguido reducir las desigualdades entre el Norte y el Sur Globales. La superposición de interferencias negativas sostenidas durante todos estos años se ha convertido en una hemorragia que la ayuda internacional, cual transfusión, no ha logrado remontar, ni tan solo equilibrar. Dicha explicación no excluye que sea la mala gestión del Sur Global y su «atraso estructural» los que hayan exagerado las desigualdades, como esgrimen los neoliberales. Pero en cambio sí niega que la contribución de Occidente a los países empobrecidos haya sido netamente positiva. 283

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c. El Norte es corresponsable de las dificultades del Sur. Si los problemas del Sur no son sólo consecuencia de factores internos a sus países, sino también de interferencias transnacionales de origen exterior, especialmente de los países del Norte, entonces el Norte es corresponsable de los problemas del Sur. La aceptación de corresponsabilidad obliga a los países del Norte, y en particular a algunos grupos de interés, a resarcir y subsanar, caso por caso, los grandes problemas del Sur. Si el análisis lo hacemos entre Norte y Sur Globales, la corresponsabilidad en las relaciones de dominación y explotación, es aún más diáfana y mayor. 2. Una parte muy importante de la ayuda internacional responde a los objetivos del donante, no a los del receptor. Se hace un uso funcional (generalmente geopolítico) de la ayuda internacional. La mayor parte del dinero de la ayuda internacional la gestionan estados, empresas y fundaciones de empresarios, organismos internacionales y ONG supeditadas a la lógica de las anteriores (como las QUANGO). Esa ayuda internacional está subordinada a la lógica y objetivos de sus instituciones (políticas sobre regiones del Sur de interés de seguridad y crecimiento (inversión, comercio...), estabilización y control social, búsqueda de legitimidad interna y externa). El dinero y la capacidad técnica canalizados a través de ONG políticamente independientes y movimientos sociales de justicia global son menores, aunque no son menores sus esfuerzos ni su eficacia. Lo cual implica: a. Es necesario discernir entre lo que supone cooperación y lo que en realidad forma parte de un paquete de políticas de anticooperación con apariencia («cáscara») de ayuda. Se trata de pelar la cáscara de cualquier «ayuda» para rechazar aquella que contenga anticooperación, o forme parte de una mala hierba. b. Que el desequilibrio entre cooperación y anticooperación es aún mayor cuando se considera que parte de los flujos destinados a la cooperación, obedecen prioritariamente a los objetivos de los donantes y no de los beneficiarios. 3. El concepto de anticooperación es adecuado para analizar las desigualdades y sus causas. La posibilidad de concentrar en un solo concepto todas aquellas interferencias que perjudican al buen vivir de las poblaciones del Sur Global y que nacen en el Norte Global, resulta útil desde el punto de vista de quienes persisten en cambiar las estructuras para lograr un mundo donde todos y todas podamos vivir bien, incluidos los que todavía no han nacido. Por tanto, se trata de un concepto que se refiere a dimensiones muy distintas y que puede ser utilizado al mismo tiempo desde sensibilidades ecologistas, antimilitaristas o dedicadas a erradicar la pobreza y cualquier forma de dominación en el mundo. 284

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Es decir, por todos y todas aquellas que forman el movimiento por la justicia global. La utilidad de la teoría de las interferencias y la anticooperación consiste en focalizar la atención sobre la dinámica de causas (incluidos los mecanismos, los actores y sus lógicas intrínsecas) que provocan los grandes problemas globales, y lograrlo mediante un análisis sistémico e integral. Por ello, esta teoría rechaza visiones estrechas y recortadas de la realidad como la desplegada por el fundamentalismo de mercado; enfatiza los conflictos distributivos; se concentra en las relaciones de poder entre los distintos grupos de interés y sus distintas definiciones del sentido; así como sus discursos; y propone visibilizar a aquellos actores que levantan las injusticias a nivel global, se benefician de ellas e intentan legitimarlas. La teoría de la anticooperación permite, a su vez, comparar la relevancia de los distintos mecanismos, incluida la ayuda internacional, y descubrir su implementación combinada. Como toda teoría, como todo modelo de análisis, tiene sus limitaciones; y ello nos obliga a ser cautos y humildes.

Cambiar de paradigma Las conclusiones expuestas pueden inducirnos a creer que es necesario un cambio de paradigma. Muchos de los viejos fundamentos que se utilizan hoy para comprender el mundo están en crisis. Conviene resituarse. Proponemos a continuación las bases de un paradigma que nos permita aprehender las relaciones Norte-Sur de una forma más acorde con las circunstancias actuales.

Las relaciones internacionales concebidas como interferencias entre grupos de interés Conectividad global. En la globalización, estamos «muy bien conectados». Seamos conscientes o no, existe un universo de interferencias entre unos y otros de alcance transnacional que va en aumento por la presión tecnoproductiva. Es decir, interferencias que traspasan las fronteras como la luz al cristal, y que en mayor medida de lo que insinúa el pensamiento dominante o cree el saber popular, determinan mayormente nuestras vidas. La posición en el sistema mundial y la vulnerabilidad ante las interferencias exteriores establecen a menudo las posibilidades de vivir bien.

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Fronteras semipermeables. Necesidad de una «política pública nueva». Las fronteras se presentan todavía como barreras relativamente impermeables a ciertos fenómenos (como la migración de los empobrecidos), pero incapaces de bloquear otros (como la emisión de gases de efecto invernadero, la evasión fiscal, la creación de redes sociales o a la configuración de una identidad cosmopolita). Como barreras son funcionales a determinados intereses, cuyos grupos de interés presionan para preservarlas. Sin embargo, por ser incapaces de regular ciertos flujos, se vuelven disfuncionales para solucionar importantes problemáticas globales. Por tanto, las fronteras se están convirtiendo en membranas semipermeables, cada vez más transparentes a cada vez mayor número de fenómenos transnacionales. Ante un escenario nuevo como éste, es necesaria una «política pública nueva». Como demuestra el diseño institucional actual (leyes y normas, instituciones, conocimientos), el derecho de las empresas y de lo privado va muy por delante del derecho de las personas y del bien común. Romper con la dicotomía geográfica. Norte Global vs. Sur Global. Dicho lo anterior, la importancia de las fronteras que separan los estados entre sí, tenderá a disminuir en detrimento de nuevos tipos de fronteras. De manera que también el Norte y Sur, el Primer y Tercer Mundo, muy claros en el mapamundi se diluirán progresivamente hacia un Norte y Sur «Globales» dispersos geográficamente. Países con «Nortes» y «Sures» en sus interiores, centros y periferias, como claramente puede verse paseando por México, China, Sudáfrica o Estados Unidos. Pero también bastas regiones donde predomine el «Sur», como África, y otros donde predomine el «Norte», como Europa. Todo ello es consecuencia de una lucha de intereses a nivel global (más compleja que aquella vigente en una sola sociedad). En esa lucha se enfrentan grupos sociales que no se construyen de acuerdo con una pertenencia geográfica determinada (país del Sur o del Norte), sino de acuerdo con intereses económicos y políticos. Por ende, un análisis que distingue únicamente a países del Sur o del Norte no refleja el terreno de confrontación de esos grupos. En cambio, son de mayor utilidad las nociones de Norte Global (agrupando a una clase mundial de propietarios y consumidores) que mantiene relaciones de asimetría desde el punto de vista económico, político, social, ambiental y cultural con un Sur Global (agrupando, en todos los países del mundo a los empobrecidos y marginados del sistema). Grupos de interés, en lugar de países. Luego, en el análisis de la anticooperación resulta impreciso centrarse en los estados en lugar de en colectivos humanos que comparten determinado interés (grupos de interés). Como demuestra la dinámica política en la firma de tratados de libre comercio, 286

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por ejemplo, los grupos de interés se transnacionalizan y no responden a menudo a intereses nacionales sino particulares. Referirse a China, a la India, a México o Brasil como países del Sur, es a todas luces inadecuado. La China rural no tiene nada que ver con la nueva clase media urbana china. Sus intereses son encontrados en muchos aspectos, y similares a los de grupos de otros países. Podríamos hablar entonces de varios países solapados en uno solo. Los grupos de interés pueden ser claramente nacionales, incluso locales; las fronteras de un país pueden ser entendidas como una institución al servicio del grupo de interés formado por los sujetos que poseen un mismo pasaporte. Pero también debemos observar la formación de grupos de interés transnacionales (regionales), incluso globales. Categorías metabólicas globales como la clase consumidora mundial, o la clase capitalista mundial, resultan de renovado interés desde el punto de vista de la gobernanza mundial. Relaciones internacionales y globalización. Desde esta perspectiva, las «relaciones internacionales» pueden también ser conceptualizadas como las interferencias transnacionales que se producen entre grupos de interés. Y la globalización, el proceso por el cual se producen simultáneamente, en distintos planos y escalas interconectadas, un universo de fuerzas, interferencias y movimientos en el sistema mundial que afectarían asimétricamente a sus comunidades y cuyas pautas generales podrían esquematizarse en una red de redes donde cada nodo es un grupo de interés y donde cada hilo conector es una interferencia en un ámbito, una dirección y un sentido determinados. Definir pobreza de manera sistémica. Hay que tener cuidado al utilizar la pobreza o el empobrecimiento como justificación. Sin darnos cuenta, cuando nos unimos a la «lucha contra la pobreza» y nos indignamos en nombre de los «pobres» del Sur, reforzamos la concepción estrecha y economicista de la pobreza que justifica muchas de las interferencias negativas. En su lugar, deberíamos recuperar una noción distinta de riqueza, dignidad y convivencia que permita levantar otros modelos de desarrollo mucho más satisfactorios. Todo sistema se organiza en función de sus objetivos. Mientras sigamos alimentando el objetivo de acabar con la pobreza entendida en términos crematísticos y sólo materiales, estaremos reforzando el modelo de desarrollo (y cooperación) que criticamos. Redefinir el desarrollo: queremos vivir y convivir bien. En ese mismo sentido, el significado de la riqueza también tiene que redefinirse. Tan simple y tan complejo como que cada pueblo defina cómo quiere vivir y convivir

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bien, sin comprometer a los demás (incluidas las futuras generaciones). Por lo cual es necesaria una relación de armonía con la naturaleza, y respetar la diversidad de proyectos autodeterminados por cada pueblo. El desarrollo económico (en el sentido de economía crematística) y sus conceptos primohermanos (crecimiento económico, inversión, competitividad, seguridad jurídica, libertad (de empresa), etc.) pueden no tener absolutamente nada que ver con eso, dado que son parte de un modelo biofísicamente insostenible que provoca violencia. Por lo que conviene desactivarlo como lenguaje de valoración hegemónico y apuntar hacia un objetivo común mucho más natural, mucho más humano: el vivir bien (persona) y convivir bien (comunidad, familia, naturaleza). El sumak q’amaña andino en ese sentido puede sernos de inspiración. Volver a comenzar: redefinir la cooperación y la ayuda. La cooperación no puede convertirse en la tradicional relación donante/receptor establecida bajo las consideraciones y lógica, a veces paternalistas otras veces interesadas, del donante. En su lugar, la cooperación debe partir de una relación de igual a igual en la que sendas partes logren vivir y convivir mejor. Deben considerarse entonces todas aquellas interferencias en ambos sentidos que puedan ser positivas desde esa perspectiva, midiendo como positivo lo que cada lenguaje de valoración establezca. De hecho, en una relación de cooperación auténtica no es necesario un lenguaje único. Por otra parte, es necesario abrir el concepto de cooperación y ayuda a todas esas interferencias positivas, no sólo a las etiquetadas como ayuda o cooperación. Por ejemplo, determinadas políticas de inmigración, de responsabilidad ambiental, de transparencia en los instrumentos del Estado, podrían considerarse de cooperación o ayuda. Algunas acciones de ayuda oficial como, por ejemplo, créditos blandos a gobiernos ilegítimos, podrían considerarse como todo lo contrario. También pueden considerarse verdaderas relaciones de cooperación los llamados «regionalismos alternativos», referidos a la integración de distintos pueblos bajo consideraciones de reciprocidad, complementariedad y reconocimiento mutuo (Keet; Bello y Brennan, 2004). Caso del Tratado de Comercio de los Pueblos planteado por el gobierno boliviano de Evo Morales. Algunas organizaciones y agencias ya están tomando esa perspectiva estratégica. La lógica de la seguridad en el caos y el crecimiento capitalista en el sistema mundial: los dos grandes motores de la anticooperación. Más allá de quienes sean los ganadores y los perdedores en el sistema mundial, conviene escapar a posibles maniqueísmos: es necesario darse cuenta que las bastas desigualdades, la violencia y el deterioro ecológico, son un resultado del metabolismo social capitalista. Dos de los elementos sistémicos presentes en toda organización 288

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capitalista (empresas, estados, redes sociales, individuos) son la voluntad de autopreservarse y crecer crematísticamente en el menor tiempo posible. Estas dos lógicas están en el origen de la mayor parte de las interferencias negativas que los grupos de interés se ocasionan entre sí. Particularmente graves son las ocasionadas por el Norte Global sobre el Sur Global. Por tanto, los esquemas planteados por las nacientes corrientes de decrecimiento, simplicidad, transition towns, justicia ambiental, etc., al igual que la noción andina del «buen vivir», etc., podrían representar justamente vías de salida obligatorias para la abolición de la anticooperación. Abolir la anticooperación. Mucho más eficaz (y honesto) que el envío de dinero y capacitación técnica para los pobres es abolir la deuda externa, prohibir la venta de armas, reparar la deuda ecológica, abandonar a los dictadores pro occidentales, dejar de boicotear la puesta en marcha de un régimen internacional de protección de los derechos humanos, liquidar los paraísos fiscales y el secreto bancario, asumir los costes de la mitigación y adaptación al calentamiento global, desarrollar esquemas de decrecimiento material y energético, etc. Además de eficaz, permitiría a cada región, a cada pueblo, determinar y establecer su propio modelo, sin ninguna imposición de esquemas capitalistas occidentales. Abolir cualquier instrumento, cualquier resquicio de anticooperación, exigiría volver la mirada hacia el Norte Global, hacia los enriquecidos y los poderosos, hacia nosotros mismos cuando consciente o inconscientemente explotamos a los empobrecidos. De acuerdo con nuestra perspectiva, la presión política, la campaña de denuncia, la educación, la confrontación estratégica, los medios de comunicación, el diálogo de proximidad, etc. deben ser los caminos habituales para transformar las relaciones asimétricas a nivel global. Conviene trascender el discurso basado en la solidaridad hacia el de corresponsabilidad y justicia global. Finalmente, mientras la solidaridad apela a la buena fe de los donantes (en forma de ayuda a alguien que la necesita, independientemente del porqué), la corresponsabilidad apela a las causas de los problemas y a la implicación de todos todas por un imperativo de justicia planetaria, de justicia global. Por suerte, muchos movimientos sociales ya lo han venido haciendo en distintas partes del planeta. En el siguiente cuadro se resumen algunos de los elementos en los que se debe basar el cambio de paradigma respecto a la comprensión de las relaciones Norte Sur, y se los relaciona con los elementos que se critica:

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CRÍTICA-PREMISAS OBSOLETAS

NUEVAS PREMISAS

Centro en el crecimiento económico

Centro en el vivir y convivir bien

Centro en los estados

Centro en los Grupos de Interés y las personas

Sistemas cerrados, diferencia entre política interior y exterior

Sistemas semipermeables (porosos), aplanamiento

Preponderancia relaciones de proximidad

Alargamiento distancias de interferencia

Escala de análisis discrecional

Escala de análisis integral

Atribución interna de los problemas de subdesarrollo

Interdependencia compleja. Gobernanza global.

Vulnerabilidad por factores endógenos

Vulnerabilidad por factores endógenos y exógenos

Países (Primer Mundo = ricos) vs (Tercer Mundo = pobres)

Clases sociales mundiales difusas

Tercermundismo

Movimientos soc. por la soberanía local, redes transnac.

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XVI. RECOMENDACIONES ESTRATÉGICAS

Antes de terminar este texto, no queremos dejar de apuntar a algunas luces estratégicas que a nuestro entender se vislumbran en el horizonte del sector de la cooperación al desarrollo. I)

Desenmascarar «ayudas» que no lo son

Como ya hemos ilustrado con la «teoría de la vaca», muchas ayudas son funcionales a objetivos que no son de solidaridad sino de interés del donante (interés por conseguir determinados objetivos comerciales, militares, migratorios, para limpiar la imagen de cierta institución, para desviar la atención, etc.). En algunos casos se trata de ayudas que forman parte de un paquete de políticas que, de forma conjunta, se convierten en las formas de dominación y explotación que justamente se denuncian. A menudo sucede que una ayuda que, analizada a escala local, resulta beneficiosa para quien la recibe y aparece como desinteresada, analizada a una escala superior puede resultar funcional a los objetivos del donante e implicar interferencias muy negativas para el receptor. La calidad en ese caso declina hasta el punto de hacerla inconveniente. Graves ejemplos de ello suelen ser los partenariados entre petroleras y ONG ecologistas conservacionistas, los programas impulsados por fundaciones empresariales como el AGRA para una nueva Revolución Verde en África (bajo el auspicio de las Fundaciones Gates y Rockefeller), o muchos de los proyectos de colaboración empresa-ONG que aparecen en los informes de RSC de las empresas. En suma, conviene que toda acción calificable como ayuda no deje lugar a dudas cualquiera que sea la escala bajo la que se la analice. Para separar lo que es una ayuda de lo que no lo es, conviene analizarla de forma multiescalar y sistémica.

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II)

Reorientar la cooperación hacia la «política de los orígenes»: los mecanismos, los actores y sus lógicas Los movimientos sociales por la justicia global y el sector de la cooperación deben ser estratégicos, pues se enfrentan a una lógica muy compacta y dominante, incrustada en las mentes de las mayorías e impulsadas por grupos de interés muy poderosos. Por tanto, deben hacer un ejercicio constante de búsqueda de los orígenes de los problemas: de sus mecanismos e instrumentos (para poder exigir su desactivación); de los grupos de interés que los imponen, los «lobbies de anticooperación» (para luego enfrentarlos directamente en lugar de hacer como si no existieran); de los grupos que los sufren, los perdedores (hayando cuál es su margen de autonomía real); y finalmente las lógicas que conducen a dicho problema (para tratar de sustituirlas por otras mejores). Los efectos de esas causas son muy llamativos y evocan un rápido sentimiento de compasión, pero sirve de poco enfrentarlos si luego van a reproducirse de nuevo. Por otro lado, conviene que cada país, que cada comunidad, reduzca al máximo las interferencias negativas, tanto las que emite como las que recibe. El eslogan podría ser «Mejor que ayudar es no molestar». Las políticas de soberanía local son buenas guías para reducir la vulnerabilidad a factores externos desde esquemas de democracia radical. Pensamos, tal y como hemos ido evidenciando a lo largo del libro, que la cooperación internacional debe reorientarse hacia la lucha contra la anticooperación y sus diferentes formas. Por lo que, de acuerdo con nuestra perspectiva, debe poner su punto de mira principalmente en los países de Norte, sin abandonar su contacto con el Sur ni las acciones de apoyo a actuaciones transformadoras llevadas a cabo por organizaciones sociales e instituciones del Sur. En realidad, las agencias oficiales deberían sustituir los criterios que determinan cuánto dinero debe destinarse al Sur y cuánto al Norte, por ejemplo estableciendo el porcentaje máximo de gastos indirectos, por criterios selectivos basados en la capacidad transformadora que cada actuación financiable pueda tener sobre el buen vivir en el Sur. El destino geográfico de la acción no determina la calidad de la cooperación, sino que la determina su potencialidad transformadora. III) Voltear

las prioridades

Pero la cooperación tendrá que disminuir el peso relativo de la ayuda técnica y económica, puesto que los recursos son escasos y, como hemos visto, mucha de esa ayuda termina siendo funcional a los donantes en lugar de los receptores. Para reorientar la cooperación convendría destinar el máximo esfuerzo a la presión política ante los mecanismos de la anticooperación, enfocada especial-

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mente hacia las instituciones y la opinión pública. Por ello, es recomendable un mucho mayor despliegue de campañas de denuncia, sensibilización, de lobby sobre leyes, investigación, de educación en las instituciones educativas, en detrimento de acciones de asitencialismo y desarrollo en el Sur. Hoy en día, a pesar de los discursos transformadores presentes tanto en algunas ONG como en agencias de cooperación, las cifras de la distribución del dinero demuestran que la mayor parte se dirige a proyectos y programas de asistencia en los países del Sur. El dinero que se destina a campañas de presión política sobre las causas de la pobreza, la guerra o el deterioro ecológico, es todavía extremadamente marginal. Es como si todas las organizaciones, incluidas las más comprometidas, siguieran presuponiendo que las causas de esos grandes problemas se ubican en los países del Sur. Una demostración de ello son los presupuestos asignados a las distintas convocatorias para ONG por los distintos entes públicos y sus agencias de desarrollo: mientras que las partidas para campañas de sensibilización, educación, etc. en el Norte se mueven entre el 0-10% del presupuesto, los proyectos en el Sur representan entre el 100-90% del dinero. Si el modelo de cooperación basado en la abolición de la anticooperación tuviera lugar, entonces en las ONGD con sede en Europa y Estados Unidos, la mayor parte del personal se dedicaría a hilar variopintas campañas de presión política en sus países y a coordinarse con otros grupos, y una parte menor a gestionar proyectos en países del Sur. Somos conscientes que no puede abandonarse el «mientras tanto», pero tampoco éste debería eclipsar como lo hace hoy la actividad para erradicar los grandes problemáticas del Sur. IV)

El pentágono de la presión política

Para hacer presión política a las instituciones, los movimientos sociales, las ONG y otras instituciones de desarrollo, deben activar constantemente los llamados «pentágonos de la presión política», consistentes en la puesta en marcha de cinco frentes de actividad simultáneos y sinérgicos entre sí. Se trata de lograr cierta movilización en la calle (manifestaciones, acciones mediáticas, etc.) para denunciar cierta anticooperación. La prensa responde a la movilización cuando la identifica como noticia. El trabajo de los medios de comunicación es clave para llegar a la opinión pública en general y forma el segundo vértice. Además, se concatena con el trabajo de lobby a través del cual se busca influir en los que toman las decisiones (poder legislativo, ejecutivo, judicial u órganos de gobierno corporativo de las empresas). Los gobernantes no reaccionan si no presienten el peligro de ver deteriorada su imagen a través de los medios de comunicación. Por tanto, responden al lobby si hay medios de comunicación de por medio. Ciertos grupos políticos más afines también gustan de «inteligencia» en forma de investigaciones e

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Movilización

Formación Sensibilización

Prensa

S

Investigación

Lobby

informes preceptivos donde se evidencien mecanismos de anticooperación y los actores que los permiten y llevan a cabo. Es decir, como en la táctica de la zanahoria y el garrote, los altos dirigentes se mueven por la amenaza de una mala imagen pública y la ventaja de contar con análisis de primera mano. Siguiendo el perímetro del pentágono, nos damos cuenta que la investigación no sólo es necesaria para trocarla por influencia política sino sobre todo para dotar a los movimientos sociales y ONG y agencias, de conocimiento y know how de distinta índole. Es decir, se requiere de análisis útiles políticamente (lo que se llama a menudos «activismo de investigación»). Por ello y como quinto vértice de la actividad, se trata de generar charlas en espacios formales e informales, cursos, asignaturas, seminarios, materiales divulgativos, etc. con el fin de formar y sensibilizar tanto al interior de las organizaciones y los movimientos sociales, como hacia el exterior. Cinco actividades complementarias que forman un pentágono que produce cambio político, sea en forma de incidencia en políticas públicas y corporativas (leyes, normas, códigos de conducta, sentencias judiciales...), o sea como incidencia simbólica (sobre el ideario de la opinión pública). Algunas organizaciones llevan a cabo alguna de estas cinco actividades, aunque debe destacarse que lo realmente importante, desde nuestro punto de vista, es la «fuerza» (en el resultado final) de aplicarlas todas ellas de forma más o menos coordinada. Para tener incidencia política sobre políticas públicas, incluso sobre las políticas corporativas de las empresas, es necesario encontrar el punto más débil de las instituciones que las soportan. En el caso de las empresas, ese

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punto débil se encuentra en su imagen corporativa, en su reputación. Las empresas invierten millones en pulir su imagen de marca. Campañas que las denuncian y las desprestigian, ocasionan importantes costes económicos que las empresas prefieren no tener que afrontar. En ese caso prefieren modificar ciertas malas prácticas. Las instituciones políticas estatales, dirigidas por grupos políticos, temen, en términos electorales, los costes políticos que puede ocasionarles una determinada campaña que ponga negro sobre blanco algunos de sus trapos sucios. V)

Transnacionalizar la presión política o «regionalismos alternativos». Crear redes transnacionales / regionales de presión política, ganar escala, subir en la jerarquía Es difícil enfrentar localmente un actor de escala superior, como una empresa transnacional. En muchos conflictos, una comunidad de unos cientos de pequeños campesinos se enfrenta a una compañía transnacional o a un Estado cuyo poder es mucho mayor, tanto en términos económicos como en términos políticos. Incluso en disputas entre estados del Sur y empresas transnacionales, la asimetría es tal que terminan imponiéndose de forma a menudo implacable.1 Sin embargo, distintas experiencias de transnacionalización de resistencias o de regionalización alternativa (es decir, cuando distintos grupos locales en resistencia se coordinan desde distintos países en campañas internacionales), han conducido a resultados muy exitosos. Por ello conviene la creación de redes transnacionales de justicia global, sean formales o informales, ante la necesidad de presionar políticamente de forma eficaz delante de problemáticas que son de naturaleza transnacional. Ante la nueva jerarquía de poder global-local, se trata de globalizar a los pueblos para dotarlos de mayor poder (Verger y Llistar, 2005). Algunas organizaciones, como el Transnational Institute o movimientos como la Red Birregional Enlazando Alternativas, apelan a la construcción de «Regionalismos alternativos», la globalización de los de abajo (Keet, 2006). VI)

Mantener la vista, el oído y el tacto en el Sur Global

Sin esos sentidos constantemente conectados al Sur Global, lejos del barro y la gente empobrecida, en oficinas y en burocracias necesarias, a menudo alguien 1. Entre el Estado boliviano y la empresa REPSOL-YPF, por ejemplo, la asimetría es clara. Los ingresos de REPSOL-YPF en 2004 sumaron un total de 41.689 millones de euros (RepsolYPF, 2004), mientras que Bolivia había producido durante el mismo año un total de 7,277 millones de euros (WB GDI, 2005). Esto significa que REPSOL YPF fue durante ese año 5,7 veces más poderosa económicamente, que todo un país, Bolivia.

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puede perder de vista lo que en realidad sucede, simplificar su análisis al dejar de oír lo que ocurre en el Sur, y sobre todo perder la pasión que se encuentra en el reconfortante pero interpelador contacto humano con hermanos y hermanas que viven en situaciones muy difíciles, a veces insoportables, algunas provocadas desde el exterior. Conviene pues ser consciente de la necesidad esencial de inmersión de los sentidos que exige un contacto y un ir y venir, a veces difícil de llevar a cabo. Una inmersión que se produce sin relaciones de superioridad, que puede ponerse en juego mediante la conformación de redes transnacionales de presión política, de misiones de verificación y denuncia a enclaves afectados por la anticooperación, de tribunales populares, etc.; y que sirve para que las organizaciones en los países del Norte puedan actuar como altavoz de las violaciones a los derechos básicos cometidas en y sobre el Sur. VII)

Exigir cláusulas de responsabilidad exterior. Trascender las fronteras Un modo eficaz de cooperar es tejiendo las costuras que necesita todo régimen cercano a la justicia global: consiste en presionar a las instituciones para que leyes y normas a nivel estatal (o comunitario) contengan cláusulas de responsabilidad exterior. Muchas de las leyes que se discuten en los parlamentos estatales o regionales, regulan actividades que tienen fuertes implicaciones hacia terceros países. Sin embargo, dichas leyes y las normativas que se desarrollan, carecen de medidas para solventar o asumir dichas implicaciones fuera de las fronteras. Como si los diputados y legisladores en general creyeran que los países son sistemas cerrados, lo cual es rotundamente falso y conduce a esquemas de sistemática irresponsabilidad exterior por parte de los sistemas jurídicos. Algo que no sólo atañe a políticas públicas sino que puede también aplicarse a políticas generales de empresas transnacionales. Ejemplos nítidos de ello los encontramos por doquier (leyes que deberían regular la deuda externa, la venta de armas, la actuación de las empresas de matriz local en el exterior, la responsabilidad ambiental en el exterior, etc.). La gran mayoría de leyes nacionales o regionales sobre protección y conservación de la biodiversidad se regulan sólo dentro de sus fronteras. Sus códigos no contemplan en la práctica cómo las economías nacionales / regionales pueden afectar la biodiversidad de terceros países, en particular los países del Sur a través de mecanismos como las importaciones, las emisiones de gases de efecto invernadero, las inversiones, la cooperación internacional, los instrumentos de internacionalización, etc.2 2. Los únicos antecedentes de iniciativas de introducir cláusulas de responsabilidad exterior en leyes estatales de biodiversidad y conservación se daban a principios del año 2009, sólo en la legislación del Reino Unido y en la autonómica de Cataluña. Véase Scott Wilson Ltd. (2008) o ODG (2009).

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De modo que no se hace posible regular las propias economías en vista de reducir al máximo la anticooperación ambiental que producen en los países del Sur. Exigir que las leyes contengan cláusulas de responsabilidad exterior, es por tanto un frente de actividad especialmente fértil para las organizaciones y agencias de cooperación al desarrollo en los países del Norte. Del mismo modo, este tipo de cláusulas no atañe sólo a leyes sino también a normativas. Nos referimos a reglamentos que rigen instituciones e instrumentos de la importancia de las agencias de crédito a la exportación, que ya hemos tratado en los apartados del capítulo IV «Anticooperación financiera» y «Anticooperación comercial» . Redes internacionales como Ecawatch, por ejemplo, se han creado para presionar a gobiernos de Norte para que este tipo de instrumentos generador de múltiples interferencias negativas en el Sur, incorpore cláusulas de responsabilidad exterior, sean relativas a la destrucción ambiental, a la protección de los derechos humanos o a la corrupción. VIII)

Construir «conceptos puente» (deuda ecológica, soberanía alimentaria, alimentos quilométricos, anticooperación…) Uno de los mensajes recurrentes de la teoría de la anticooperación es el peligro de fragmentar los análisis cuando se pretende solucionar los problemas. Cuando se trocean los análisis también se recortan las soluciones, hecho que no conviene ante la complejidad de los problemas ni la totalidad de los factores. Por ello, construir conceptos que muestren los enlaces entre problemas aparentemente separados ayuda tanto a construir una visión y un abordaje más sistémicos, así como a vincular movimientos sociales y organizaciones que muchas veces se mueven en departamentos estancos. La deuda ecológica ha sido capaz de vincular el expolio de los recursos naturales del Sur, con la deuda externa, para terminar exigiendo la anulación inmediata de esta última por reducción al absurdo. Además ha unido el discurso de los movimientos de solidaridad internacional con los movimientos ecologistas. El ejercicio de generar continuamente conceptos-puente se hace necesario. Conceptos que vistan una nueva narrativa una vez y otra para entender el mundo, para luego permitirnos conducirlo a un régimen global más justo. IX)

Tirar del hilo, emprender nuevas investigaciones desde una visión sistémica Finalmente, queda patente en este texto que un gran número de mecanismos, flujos, instrumentos, y políticas de carácter transnacional están todavía por estudiar. Se trata de muchos mecanismos cruzados que se interrelacionan entre sí, cuyo reconocimiento puede conducirnos quizás a estrategias de actuación mucho más eficaces. Implementaciones conjuntas, grupos de

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interés y objetivos ocultos que todavía hay que hacer visibles. Ayudas falsas, pero también posibilidades de cooperación mucho más potentes que las que pueden vehicularse a través de lo que hoy se entiende por cooperación. El mundo de la ayuda internacional ha perdido ya mucha energía dando por buenas algunas políticas cuyo leit motif eran objetivos en cualquier caso distintos a la emancipación de los pueblos del mundo. A menudo, ello ha respondido a la urgencia de la realidad y a la falta de análisis y estudio; otras veces a adscripciones ideológicas que consolidaban el modelo que provoca las desigualdades. Este mundo requiere formación, planificación y la elaboración continuada de «inteligencia» al servicio del buen vivir de todos y todas. Y, más particularmente, de los empobrecidos y empobrecidas que son la mayoría. Para ello, hemos querido —con el desarrollo de la teoría de la anticooperación— realizar el análisis más integral posible de las causas de las desigualdades globales. Tal vez sirva como base para emprender nuevos estudios que resulten útiles a los movimientos «emancipadores». Los mismos que trabajan día y noche por un mundo donde todos y todas sus habitantes, y los que están por nacer, consigamos vivir y convivir bien. A ellos y ellas va dedicado este texto.

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LISTA DE ABREVIATURAS

ACRI: AdA: ADPIC: AECID: AGCS: ALBA: ALCA: AOD: AsA: BAD: BafD: BCIE: BEI: BID: BM: BRICS: CAF: CESCE: CIA: EE.UU.: EPA: FAD:

Iniciativa de Respuesta a la Crisis en África (Africa Crisis Response Initiative) Acuerdo de Asociación Acuerdo de los Derechos de la Propiedad Intelectual (TRIPS por sus siglas en inglés) Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios Alternativa Bolivariana de América Área de Libre Comercio de las Américas Ayuda Oficial al Desarrollo Acuerdo sobre Agricultura Banco de Desarrollo de Asia Banco Africano de Desarrollo Banco Centroamericano de Integración Económica Banco Europeo de Inversiones Banco Interamericano de Desarrollo Banco Mundial Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica Corporación Andina de Fomento Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (Central Intelligence Agency) Estados Unidos Acuerdo de Cooperación Económica (Economic Partnership Agreements) Fondo de Ayuda al Desarrollo

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FAO:

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FBI: Oficina Federal de Investigación de Estados Unidos (Federal Bureau of Investigation) FMI: Fondo Monetario Internacional GATT: Acuerdo general sobre comercio y aranceles (General Agreement on Tariffs and Trade) IED: Inversión Extranjera Directa IFI: Institución Financiera Internacional IIRSA: Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana MDL: Mecanismo de Desarrollo Limpio NEPAD: Nuevo Partenariado para el Desarrollo de África (New Partnership for Africa’s Development) NS: Norte-Sur NSA: Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (National Security Agency) OCDE: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ODG: Observatori del Deute en la Globalització OIT: Organización Internacional del Trabajo OMPI: Organización Mundial de la Propiedad Intelectual OMS: Organización Mundial de la Salud ONG: Organización No Gubernamental ONU: Organización de las Naciones Unidas OTAN: Organización del Tratado del Atlántico Norte OWINFS: Red «Nuestro Mundo no está en Venta» (Our World is not for Sale) PAC: Política Agraria Común de la Unión Europea PIB: Producto Interior Bruto PNUD: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PyMe: Pequeñas y medianas empresas QUANGO: Organización Casi no Gubernamental (QUAsi Non-Governmental Organisation) SN: Sur-Norte SOA: Escuela de las Américas antiguamente. Hoy: Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica TLC: Tratado de Libre Comercio TLCAN: Tratado de Libre Comercio de América del Norte TPP: Tribunal Permanente de los Pueblos TRACECA: Corredor de Transporte Europa-Cáucaso-Asia (Transport Corridor Europe-Caucasus-Asia) 312

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UE: Unión Europea UNCTAD: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (United Nations Conference on Trade and Development) UNICEF: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia 11-S: 11 de septiembre de 2001

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Este libro ha sido impulsado por: El Observatori del Deute en la Globalització de la Càtedra UNESCO es un centro de investigación de las interferencias Norte-Sur y de la correspondiente generación de deudas de distinta índole contraídas entre comunidades durante el actual proceso de globalización Coeditan este libro: El Transnational Institute (TNI), fundado en 1974, es una red internacional de activistas e investigadores dedicada al análisis crítico de problemas mundiales presentes y futuros con el objetivo de proporcionar apoyo intelectual a los movimientos de base que luchan por un mundo más democrático, equitativo y sostenible. www.tni.org Ecologistas en Acción es una confederación, fruto de la unificación de más de 300 grupos ecologistas. Forma parte del llamado ecologismo social, que entiende que los problemas medioambientales tienen su origen en un modelo de producción y consumo cada vez más globalizado, del que derivan también otros problemas sociales, modelo que es necesario transformar si se quiere evitar la crisis ecológica. www.ecologistasenaccion.org Cátedra UNESCO de Sostenibilidad de la Universitat Politècnica de Catalunya (CUS). Fue creada en 1996 como a resultado del convenio firmado entre la UNESCO y la Universitat Politècnica de Catalunya. La CUS es un espacio interdisciplinario, crítico, reflexivo y abierto creado con el fin de contribuir a reorientar las tecnologías hacia un desarrollo humano sostenible, a reducir los desequilibrios y a reforzar la diversidad. www.catunesco.upc.edu

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Con el apoyo de:

El trabajo de ODG se ha realizado también gracias al apoyo de:

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