Anarquistas y socialistas ante las guerras coloniales, 1895-1909.

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Descripción

Anarquistas y socialistas ante las guerras coloniales, 1895-1909. Durante el s. XIX, tras la Guerra de Independencia Española contra Napoleón, la América española se independizará de su metrópoli. Este proceso de perdidas coloniales acabará en los años próximos al cambio de siglo con la independencia de Cuba y Filipinas, los dos últimos bastiones coloniales españoles de ultramar lejanos a la Península. El 24 de febrero de 1895 se produce el “Grito de Oriente” o “Grito de Baire” en el que 35 ciudades cubanas se sublevarán contra el dominio español de la isla caribeña. Encabezados por José Martí, se iniciará un conflicto colonial que será desastroso para España y finalizará el 12 de agosto de 1898, y que la historiografía española recoge como el “Desastre del 98” y en campos como la literatura dará lugar al nombre de una Generación, la del 98; o de movimientos políticos como el regeneracionismo. Durante el conflicto, los partidos políticos y movimientos sociales excluidos del Sistema Canovista harán acto de presencia con su rechazo de diversas maneras. “Por primera vez desde la Restauración se oían en las calles de Madrid gritos contra la Corona y a favor de la República y la revolución” (Pérez Ledesma, 102). En la cuestión que se nos plantea, analizaremos cual fue la posición de los anarquistas y los socialistas frente a estas guerras coloniales, en especial en el caso cubano que será el de más repercusión y peso. Analicemos la posición socialista frente al conflicto, que será ambigua desde el principio. “El asunto, en suma, no era de la incumbencia del partido socialista…” (Pérez Ledesma, 122) “…el argumento fundamental de la campaña de mítines del otoño de 1897 (…) la protesta contra la injusticia del reclutamiento militar.” (Pérez Ledesma, 123) La guerra tendría un apoyo patriótico, enfocado hacia la unidad territorial. Pero la oposición a la Guerra también existía, y los socialistas son muestra de ello en un principio, pues entienden que la guerra solo es una guerra para defender los intereses de los burgueses españoles en las colonias y no a los proletarios. “los desposeídos, los pobres no tienen patria” (Pérez Ledesma, 122). Será en 1896, con el IV Congreso de la Internacional en Londres, cuando se encuentre una posición firme y el paso a la acción. En el Congreso de la Internacional se debatirá y habrá una posición clara sobre la situación en Cuba y en el resto de colonias en el mundo en el que se entenderá que su independencia es buena. Está idea, si pensamos en la idea socialista de emancipación de los pueblos, es claramente factible. Pero los socialistas españoles no serán firmes a ello de entrada hasta algo más tarde, cuando defienden la pacificación y el final del conflicto y entienden que este solo se puede conseguir “sobre la base de la independencia de la isla de Cuba y concediendo a Filipinas (…) amplias reformas que la pongan en un grado de igualdad con las demás provincias.” (Pérez Ledesma, 123). Aun así, esta posición solo se refleja en una declaración de intenciones, pues en 1897, en las campañas de otoño, lo que se rechaza frontalmente es como se realiza el reclutamiento militar. Esta posición los acerca a los republicanos, que defienden que ricos y pobres han de ir al conflicto por igual, así como la integridad de la patria más adelante como “su objetivo supremo” (Pérez Ledesma, 115). Pero este acercamiento solo es en teoría, pues los socialistas avalan su campaña con el lema “¡O todos o ninguno!”, y sobre todo por el ninguno. “Si el gobierno no reconocía de inmediato la igualdad de todos, pobre y ricos, a la hora del reclutamiento,
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