Análisis tecno discursivo de Donald Trump: una política autoritaria en plataformas digitales

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Descripción

Análisis tecno discursivo de Donald Trump:
una política autoritaria en plataformas digitales
Mtro. Luis Josué Lugo

La llegada de Donald Trump a la silla presidencial de Estados Unidos, no sólo ha provocado polémica en aspectos de relaciones internacionales, geopolítica o economía, sino también en materia tecnológica. Esto, debido a su discurso autoritario reflejado en el manejo de sus redes sociales digitales, en donde pelea con otros actores políticos, instituciones internacionales o incluso periódicos opositores.
Parece que en Estados Unidos terminó la era "deliberativa" de la web 2.0, en donde Barack Obama convencía a su electorado haciéndole participe en sus decisiones por medio de redes como Twitter, Facebook y Snapchat, incluso innovando con sitios como Changue.org en donde impulsaba iniciativas ciudadanas que cumplieran con determinadas condiciones.
Con sus respectivos matices contextuales, el ahora mandatario estadounidense, Donald Trump opera en un sentido contrario, pues parece llevar a la práctica algunas de las estrategias planteadas por Josep Goebbels, jefe de propaganda nazi, como por ejemplo: buscar un enemigo común para generar cohesión en sus seguidores, hablar con un lenguaje bélico (pero muy sencillo), utilizar argumentos difusos que llegan a las emociones; por mencionar sólo tres elementos. Por ello, resulta de suma importancia analizar qué hay detrás de dichos mensajes, así como discutir la repercusión de esto en la democracia y en el futuro de los entornos digitales.

El discurso como punto de partida
El discurso, no es neutral ni objetivo. Por el contrario, devela ideologías y formas de entender al mundo. Por ello, es importante su análisis, aún en el marco de lo digital. Así, el eslogan que ha marcado a Trump: "Haz a América más grande" devela un claro carácter ideológico: ¿Más grande qué quien o quienes? Hay una oposición hacia un "otro", que en términos psicoanalíticos, serían quien roba el goce a una población. El razonamiento sería simple: "por culpa de ellos, es que nosotros no somos grandes".
Y entonces, los "chivos expiatorios", es decir, personas a quienes echarles la culpa serían los mexicanos y musulmanes. Aunque conforme avanza la gestión de Trump, tales enemigos aumentan. En consecuencia, su discurso está orientado hacia una persuasión basada en amenazas, acusaciones y promesas, soportada por una ideología racista para cohesionar a sus propios seguidores.
Aún más: el estilo de Trump es directo: siempre resalta sus aspectos positivos, exhibe a sus contricantes con lo negativo que tienen y construye una relación de "nosotros", contra "los otros". Para muestra hay que ver sus últimos tuets: culpando a los demócratas de lanzar noticias falsas por haber perdido (relacionadas a Rusia), increpando a los medios de comunicación por difundir noticias falsas y amenazando con atrapar a quienes disfrazan noticias, así como utilizando palabras como "deber" para diarios como el New York Times al conminarlos para que le pidan disculpas. Lo que no sólo supone un riesgo para la libertad de expresión y el derecho a la información, sino que también llena las plataformas digitales de mayor intolerancia, lo que imposibilita una deliberación pública en donde se respeten principios políticos..

El engaño está en los temas
Teun A. Vandijk, especialista en lingüística, señala como elementos fundamentales para el análisis del discurso: el estudio de los temas (y el manejo discursivo que se hace), los detalles ofrecidos (¿exaltan o recriminan?), la coherencia en los argumentos (¿tienen lógica), el uso de paráfrasis o eufemismos para culpar o cubrir, y los contrastes en donde se resalta una polarización entre "buenos" contra "malos".
Como es de esperarse, los temas que trata Trump en sus redes son en función de su propio marco de pensamiento: siempre implicando e increpando a sus principales enemigos, dando pocos detalles de sus argumentos más controversiales. Así, el mandatario estadounidense se engancha en batalles geopolíticas con otros líderes sin hacer una autocrítica de su propio país.
Con ello, queda claro que a partir de contrastes, Trump articula constantemente un discurso que apela al: "nosotros", contra "ellos", incluso ampliando su número de enemigos y radicalizando su discurso. Traza una línea imaginaria entre quienes están adentro (con él) y fuera de éste. Su discurso abraza a los suyos. Por ejemplo, en un tuet publicado el 8 de febrero, resalta que el aumento de migración hacia Estados Unidos, afecta a su gente.

La anti coherencia de la coherencia discursiva de Trump
Sin embargo, ¿resultan coherentes sus argumentos? En la mayoría de los casos no. No presenta pruebas convincentes. Por ejemplo: ¿en qué se basa para asegurar que los mexicanos son violentos? ¿En un testimonio que pretende generalizar el comportamiento de todo una comunidad? Sin embargo, ha sabido aprovechar los pocos caracteres de Twitter para generar discursos persuasivos.
Por ejemplo, en un tuet publicado el 8 de febrero, Trump asegura que según una encuesta más de 10 mil personas en diez distintos países apoyan su medida para prohibir que ciudadanos de países de medio oriente viajen a Estados Unidos. Si bien, su argumento se sustenta en "datos duros", no da lugar a las críticas que esta misma medida ha generado.
En este sentido, la elección de palabras por parte de Donald Trump tiende a ridiculizar y desacreditar a "los otros". Si se piensa en: ¿qué tipo de actores son los que construye dicho personaje con sus discursos? Se entreverá que además de homogeneizar a "sus enemigos" (de generalizarles) los caracteriza como violentos. Una especie de espejo de lo que él es.
Con ello, genera una tipificación social. Es decir, agrupa en un campo semántico a "esos otros" y los objetiva a través de su discurso. En consecuencia, si sus seguidores asumen acríticamente sus palabras, representarán socialmente a dichos individuos con tales tipificaciones. Es decir, como violentos (por mencionar un ejemplo).

Apuntes finales sobre discursos en tiempos de lo digital
Con lo anterior, queda en evidencia otros elementos fundamentales en el discurso de Trump, como por ejemplo la constante utilización de falacias (argumentos que parecen reales, pero no lo son); sirva mencionar las sobre generalizaciones, referencias a autoridades incuestionables, analogías falsas y el planteamiento de situaciones en donde expone que si no se hace algo, el futuro será peor. Para muestra de lo anterior, valga señalar el tuet publicado el 7 de febrero en su cuenta. En éste menciona: "La amenaza del terrorismo islámico radical es muy real, basta con mirar lo que está sucediendo en Europa y Medio Oriente. ¡Los tribunales deben actuar con rapidez!".
De tal forma que su estilo autoritario, pero que al mismo tiempo está generando legitimidad entre determinado sector de la población estadounidense, es una clara llamada de atención para que se re piensa la política como una deliberación de asuntos públicos en donde todos los actores tengan la posibilidad de participar respecto a asuntos comunes que generen acuerdos convenientes para las mayorías.
De lo contrario, el discurso racista de políticos como Trump seguirá impregnando las redes de un ethos coercitivo. Por ello, además de evaluar el nuevo estilo del presidente estadounidense para hacer política en tiempos de lo digital (como lo hace el marketing político), es importante remontarse a aspectos esenciales de su discurso y contexto. Si no sucede así, sus acciones de nuevo tomarán por sorpresa a varios analistas, cuando en política: "no hay sorpresas, sino sorprendidos".





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