Análisis e interpretación del paisaje. Breve aplicación al territorio aragonés

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Descripción

ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DEL PAISAJE
Breve aplicación al territorio aragonés
Javier del Valle Melendo. Dr. en Geografía
Dpto de Geografía y Ordenación del Territorio, Universidad de Zaragoza
[email protected]
INTRODUCCIÓN
Frecuentemente se identifica el término paisaje con un elemento de
carácter meramente estético o visual. Sin embargo la ciencia cada vez
muestra una mayor preocupación por abordar y analizar sistemáticamente el
paisaje. En principio depurándolo de condicionantes estéticas para
recuperar después el interés por las impresiones emocionales que éste
suscita, lo que no deja de ser problemático para la metodología científica.
Este acercamiento está muy relacionado con el interés creciente por
desarrollar estudios integrales de las áreas naturales, cuya expresión
exterior es el paisaje, o al menos los elementos más evidentes y fácilmente
perceptibles de éste, el llamado fenosistema (González Bernáldez 1981).
El estudio del paisaje va, por lo tanto, muy ligado al de las áreas
naturales, y por supuesto al de su evolución y transformación, bien como
consecuencia de procesos naturales o como resultado de la intervención
humana sobre ellos.
La consideración del paisaje como un recurso natural y su valoración
como tal está muy relacionada con la progresiva importancia que se da a la
conservación de espacios naturales, con dos modalidades principalmente:
-Espacios con alto grado de naturalización en los que la
antropización, y por lo tanto las huellas de ésta en el paisaje, es escasa.
-Espacios en los que la integración de actividades humanas en el
medio ha dado como resultado un espacio antropizado, pero con sistemas
sostenibles de explotación, en los que el paisaje suele estar compuesto por
un mosaico complejo de elementos naturales y antrópicos entre los que se
establecen intensas relaciones.
Sin embargo, el concepto de paisaje como recurso natural no debe
limitarse exclusivamente a estos dos tipos de espacios, que por supuesto
cuentan con una serie de valores naturales y paisajísticos muy especial,
sino que debe aplicarse también a los espacios más humanizados, incluso a
aquellos que lo están en su grado máximo (las ciudades y las áreas
urbanizadas en general), pues además de que en todos ellos es posible
encontrar elementos naturales en mayor o menor medida, la percepción del
entorno tiene un importante papel en el bienestar humano y en la calidad de
vida.


DEFINICIÓN DE PAISAJE
El concepto "paisaje" ha evolucionado mucho a lo largo de la historia.
En un principio estaba muy relacionado con expresiones artísticas, para
unirse en el siglo XIX al interés despertado por las áreas naturales y su
estudio integral.
Según González Bernáldez (1981) en nuestros días hay dos tipos de
acepciones del término:
-La imagen (percibida, impresa, etc.) de un territorio.
-El conjunto de elementos de un territorio relacionados entre
sí, fácilmente delimitables y visibles. Es, por lo tanto, una elaboración
teórica sobre el contenido de la imagen.
En ambos casos se considera la imagen en su conjunto o a través de sus
elementos. Los componentes del paisaje se caracterizan por ser claramente
manifiestos, fácilmente observables, apareciendo así una de las
características definitorias del paisaje: su percptibilidad, no sólo
visual, sino multisensorial. Así Díaz Pineda (1973) define el paisaje como
"percepción plurisensorial de un sistema de relaciones ecológicas".
El segundo tipo de acepción del término implica una consideración
global e interrelacionada de todos los elementos, tanto naturales como
antrópicos, que constituyen el paisaje. Es la llamada "teoría del paisaje
integrado", perspectiva desde la que aparecen definiciones como:
- "El paisaje no es la simple suma de elementos geográficos separados,
sino que es -para una cierta superficie espacial- el resultado de las
combinaciones dinámicas, a veces inestables, de elementos físicos,
biológicos y antropológicos, que engarzados dialécticamente, hacen del
paisaje un cuerpo único, indisociable, en perpetua evolución" (Bertrand
1968).
-"El paisaje es la resultante de la agregación de los caracteres
físicos del medio físico, de los rasgos físicos del medio biótico mas la
huella física de la lenta (hasta hace pocos años) transformación humana"
(Gómez Orea 1985).
Así quedan recogidos los que, a nuestro modo de ver, son rasgos
característicos y definitorios del concepto "paisaje":
*Ha de ser percibido.
*Integra un conjunto de elementos, tanto visibles como no
visibles, de origen natural y antrópico.
*Es un elemento dinámico, en continua evolución y
transformación.


EL PAISAJE: UN ELEMENTO DINÁMICO
El paisaje está en permanente evolución como consecuencia de:
-Procesos dinámicos naturales del medio biótico (evolución de la
vegetación, colonización, sustitución, etc.) y del medio abiótico (procesos
erosivos o sedimentarios, transformaciones de los cursos fluviales,
procesos glaciares, etc.)
-Procesos antrópicos: roturaciones, talas, transformación de usos de
suelo, instalación de infraestructuras, etc.
Hemos de considerar que el hombre es un elemento más de la naturaleza,
unido a ella por vínculos de interdependencia, por lo que es parte
integrante de los ecosistemas. Su papel en ellos es muy activo,
especialmente en los últimos siglos, en los que la tecnología desarrollada
permite unas intervenciones sobre el medio imposibles anteriormente, lo que
ha aumentado y acelerado los procesos de transformación antrópica de éste,
y por lo tanto la evolución de los paisajes.
Cada uno de los medios citados (biótico, abiótico y antrópico) va a
tener diferente peso específico en cada unidad de paisaje, estableciéndose
entre ellos una serie de relaciones e interdependencias que dan unidad al
conjunto y determinan su evolución. Las dinámicas evolutivas de los
procesos indicados se desarrollan según escalas temporales muy diferentes.
Hay dinámicas de ciclo corto:
·En el medio abiótico: desprendimientos de ladera, ciertas
transformaciones en el medio fluvial, caídas de bloques, etc.
·En el medio biótico: muerte de individuos como consecuencia de
desprendimientos, incendios o caída de otros individuos, cambio en
poblaciones debido a plagas o enfermedades, etc.
Las dinámicas de ciclo largo en muchas ocasiones tienden a restaurar el
equilibrio perdido como consecuencia de una dinámica de ciclo corto o de
una intervención humana. Son, por lo tanto, procesos autoorganizativos que
tienden a llevar el conjunto hacia estadios más estables:
·En el medio abiótico: regularización de laderas, estabilización de
cauces fluviales, o costas, etc.
·En el medio biótico: colonización vegetal, sustituciones o cambios
en las especies vegetales y animales como consecuencia de un cambio
climático, etc.
Las intervenciones antrópicas suelen causar modificaciones de ciclo
corto: una tala, una roturación, cambios en la utilización del suelo,
incendios provocados, instalación de infraestructuras de comunicación,
etc. Estas modificaciones rápidas desatan procesos de adaptación y
reorganización del medio natural, tanto biótico como abiótico, en la mayor
parte de los casos de ciclo largo: recolonización vegetal en zonas quemadas
o taladas, progresiva invasión de las infraestructuras por la vegetación y
materiales depositados, estabilización de taludes, etc.
Los procesos, tanto de ciclo largo, como corto, de los medios abiótico,
biótico y las intervenciones antrópicas, interrelacionan fuertemente entre
sí. Así, por ejemplo, un desprendimiento de ladera (proceso de ciclo corto
del medio abiótico) puede provocar una destrucción de la cubierta vegetal
(ciclo corto del medio biótico) y desatar los procesos de colonización
(ciclo largo del medio abiótico). Un incendio provocado (intervención
antrópica de ciclo corto) provocará una serie de procesos erosivos y de
pérdida de suelo (medio abiótico, ciclo largo) que a su vez influirán sobre
la rapidez y eficacia de la revegetación natural (medio biótico, ciclo
largo) que dará comienzo tras él.
El paisaje es, en definitiva, algo vivo que evoluciona temporalmente
como consecuencia de unos procesos naturales y unas intervenciones
antrópicas o por el cese de éstas, como ha ocurrido en los últimos años en
amplias zonas de media montaña o comarcas deprimidas. Por ello, no ha de
considerarse un fenómeno estático susceptible de ser encerrado en una
imagen momentánea, sino como algo en permanente evolución, lo que se ha
definido como "metabolismo del paisaje".


CALIDAD, SUBJETIVIDAD Y PREFERENCIAS
El concepto de calidad de un paisaje está relacionado con la mayor o
menor presencia de valores estéticos, lo que está sometido a una fuerte
subjetividad. No obstante, se han realizado esquemas sistemáticos para
evaluar la calidad de un paisaje, entre ellos podemos mencionar el
realizado por M. Escribano y col (1987):
Según propone, la valoración estética de un paisaje incluye la
valoración de tres elementos de percepción:
-La calidad visual intrínseca del punto desde el que se realiza
la observación. Los valores están constituidos por aspectos naturales
(morfológicos, vegetación, presencia de agua, etc.).
-La calidad visual del entorno inmediato. Evalúa las
características naturales que se observan hasta una distancia de unos 700
m, señalando la posibilidad de observación de elementos visualmente
atractivos.
-La calidad del fondo escénico. Evalúa la calidad del fondo
visual del paisaje considerando aspectos como intervisibilidad, altitud,
vegetación, agua y singularidades geológicas.
La calidad que aporta la presencia de los elementos señalados puede
verse mermada por la presencia de elementos negativos que indican
degradación, tales como superficies quemadas, zonas fuertemente
erosionadas, ríos o lagos sucios, o por la presencia de infraestructuras de
impacto visual negativo, tales como urbanizaciones, graveras, minas a cielo
abierto, tendidos eléctricos, arrastres de esquí, etc.
La mencionada sistematización para evaluar la calidad de un paisaje
puede ser útil para establecer comparaciones, pero nunca para llegar a
conclusiones cerradas o definitivas, pues la subjetividad y las vivencias
personales determinan en buena medida las preferencias personales.
En la relación que un individuo establece con el paisaje, se ponen en
marcha dos tipos de actividades mentales (Corraliza J.A. 1993):
·Actitudes descriptivas de las propiedades del paisaje, que
pretenden comprender la escena y determinar sus propiedades y sus
componentes. Entre las propiedades destacan la coherencia, que se refiere a
la colocación lógica de todos los elementos de forma que puedan ser
captados con facilidad, y la de la legibilidad, que se refiere a que la
escena tenga cierta permeabilidad visual, de forma que el sujeto pueda
acceder y desenvolverse en el paisaje.
Entre los componentes del paisaje la presencia de agua y de árboles,
entre otros, juegan un importante papel en el juicio de preferencia.
·Actitud predictiva o de exploración. Hace referencia al grado
en que el paisaje satisface las necesidades del observador y éste puede
desarrollar un determinado comportamiento en función de:
-La complejidad de la escena (el grado de riqueza visual y
elementos diferentes).
-La propiedad del misterio, la presencia de elementos que
inducen al observador a investigar, tales como recovecos distintos planos
en una escena, curvas, etc. según Corraliza J. A. y Gilmartín M. A. (1991)
el misterio es un potente causante de alta puntuación en las preferencias.
La actitud predictiva o de exploración también se relaciona con otras
propiedades que indican en qué grado se adecua el paisaje a ciertas
expectativas del sujeto, tales como paisajes naturales o saludables,
posibilidades de refugio, etc.
Para determinar cuales son las principales preferencias respecto al
paisaje se han hecho numerosos estudios, bien sobre el terreno o sobre
fotografías, aunque éstas siempre dan una visión parcial y sensitivamente
limitada de los paisajes. Entre ellos podemos destacar los análisis de
Cinton (en Bolós 1992), quien determinó que la calidad del paisaje se
determinaba principalmente por morfología y usos del suelo, y que las
montañas resultaban más atractivas que las mesetas, y éstas que las tierras
bajas.
En España González Bernáldez (1981) determinó que las preferencias en
las escenas naturales se determinaban principalmente por los siguientes
parámetros:
·Aspectos relacionados con el grado de naturalidad, principalmente la
presencia de agua y vegetación.
·Aspectos relacionados con el tratamiento de la información, tales
como comprensión de la escena, contraste y nitidez o accesibilidad.
·Aspectos relacionados con la presencia o ausencia de riesgos,
amenazas o retos (relieve abrupto, rocas desnudas, aridez, etc.)
·Color, que determina distintas valoraciones entre gamas frías y
cálidas.
No obstante, hemos de tener en cuenta que las preferencias están
siempre determinadas por el fuerte grado de subjetividad del observador y
que éstas, por muy extendidas que estén, no tienen por qué coincidir con la
valoración intrínseca de un paisaje como recurso natural, y por lo tanto
con la necesidad de su conservación. Así, por ejemplo, paisajes áridos de
zonas esteparias o rocosos y con formas angulosas de alta montaña, puede
tener un alto valor por su especificidad, presencia de endemismos,
fragilidad, etc. y sin embargo quedar muy lejos de las preferencias
mayoritarias.


LOS PAISAJES SEGÚN LA DOMINANCIA DE ELEMENTOS
Todo paisaje está dominado por tres tipos de elementos: abióticos,
bióticos y antrópicos. La proporción entre ellos es muy diversa.
Estos tres elementos se interrelacionan, de forma que la modificación
de uno afecta al resto.
El paisaje evoluciona con el tiempo, por lo que su clasificación puede
ser válida para un tiempo, pero no de forma permanente.
Los paisajes quedarían clasificados en :
·Paisajes con predominancia prácticamente exclusiva de un solo
grupo de elementos
·Paisajes con dominancia de un tipo de elementos sobre otros
pertenecientes a otros grupo
·Paisajes que resultan de la combinación de tres grupos de
elementos jerarquizados o con similitud de dominancias.


Un cambio brusco en la clasificación de un paisaje puede ocasionarse
como consecuencia de:
-Un hecho natural: un incendio, un desprendimiento, una
inundación grave, el avance y recolonización de la vegetación en una zona
devastada, etc.
-Una intervención humana: una urbanización, la construcción de
infraestructuras, una concentración parcelaria, una roturación, una
repoblación, etc.
No siempre una intervención del paisaje supone una contaminación. El
término contaminación se reserva para intervenciones profundas y rápidas
que provoquen un impacto visual grave y una evidente pérdida de calidad de
los paisajes. En general la contaminación se caracteriza por primar la
presencia de elementos antrópicos en detrimento de los bióticos o
abióticos, aunque también puede significar la introducción de elementos
bióticos extraños (repoblaciones con especies exóticas) o la elminación de
elementos abióticos singulares.


VARIEDAD Y CALIDAD PAISAJÍSTICA DE ARAGÓN
Debido a la localización geográfica de Aragón, en su territorio incluye
el sector central de Los Pirineos, una buena parte de área centro -
meridional de la Cordillera Ibérica y el corazón de la Depresión del Ebro,
lo que ya es suficiente para aportar una gran variedad altitudinal y
topográfica. Como consecuencia de esta topografía, de su desarrollo N - S y
de la localización entre dos mares de diferentes características, Aragón
cuenta con climas de muy diferentes características a lo largo y ancho de
su territorio. Esta variedad geográfica ha condicionado las diferentes
actividades humanas y las formas de vida y de ocupación del territorio, por
lo que podemos deducir que los paisajes, entendidos como elementos que
integran componentes naturales y antrópicos, han de ser muy variados.
Un rápido repaso a los paisajes presentes en Aragón, con una escala muy
grande, y sin posibilidades de descender a detalles, revela que en la
Comunidad encontramos tres grandes unidades geográficas en las que se
aprecian paisajes de características diferenciadas:
*Los Pirineos.
Aquí los paisajes se ordenan en función de la altitud, pues ésta
determina las condiciones climáticas, factor decisivo en el desarrollo de
muchos procesos geodinámicos, la instalación de la vegetación y las
actividades humanas. Por ello, se observa un escalonamiento desde los
valles, donde son frecuentes los paisajes con elementos bióticos (bosques y
prados), más o menos intervenidos por el hombre, y una cierta presencia de
elementos antrópicos, variable según zonas (pueblos, urbanizaciones, vías
de comunicación, etc.). La presencia de elementos abióticos (ríos,
cantiles, canchales, etc.), aunque visible, suele quedar en segundo plano
respecto a los bióticos, aunque la presencia de importantes relieves que
cierran el horizonte a una distancia relativamente escasa del punto de
observación aumentan la importancia de estos elementos en el fondo
escénico.
A medida que ascendemos en altura, tiende a descender la importancia de
los elementos antrópicos que aparecen de forma puntual (pistas de esquí,
pistas forestales, refugios). Los bióticos mantienen, en general, cierto
protagonismo o presencia notable hasta los 2000 - 2200 m., altura a la que
desaparece el bosque y por encima de la cual domina el matorral y
principalmente el pastizal, elementos de menor entidad paisajística que
aquel. Los elementos abióticos van ganando presencia en el paisaje, de
forma que en la alta montaña pirenaica las crestas y cumbres rocosas,
ibones, canchales y laderas con escasa vegetación, son dominantes, por lo
que se trata de un paisaje con dominio de componentes abióticos.
En Los Pirineos aparecen algunos de los paisajes que podemos considerar
emblemáticos de Aragón:
En el sector más meridional de la cordillera (Prepirineo) observamos,
principalmente en ciertas comarcas, algunos rasgos específicos del paisaje:
la fuerte despoblación que han sufrido amplias comarcas prepirenaicas
explica que la presencia de componentes antrópicos sea limitada en muchas
zonas. Los componentes bióticos (bosque y matorral) son, junto con los
abióticos (relieve principalmente) los dominantes. En algunas zonas éstos
toman un protagonismo especial (cañones prepirenaicos, especialmente el
conjunto de Guara), creando paisajes particulares, de gran valor estético y
con un alto grado de naturalidad. También hemos de señalar la presencia de
alguna zona de mallos, importantes farallones rocosos de gran verticalidad
y entidad paisajística, característicos de algunas de las zonas más
meridionales del Prepirineo, especialmente en su contacto con la Depresión
En el corazón de la cordillera, localizados en los macizos de mayor
altitud, aparecen los únicos glaciares actualmente activos en España. Su
presencia supone un elemento de enorme especificidad y valor en un paisaje
de fuerte componente litogeológico. Son elementos muy localizados y
frecuentemente se sitúan en lugares de difícil acceso y limitada
visibilidad, por lo que su entidad paisajística es reducida, lo que en
parte puede explicar el cierto desconocimiento que hay respecto a ellos, a
pesar de su enorme singularidad.
*La Depresión del Ebro
En la Depresión los elementos antrópicos tienen una gran entidad
paisajística, principalmente las superficies de cultivo (tanto de secano
como de regadío) y en menor medida los núcleos de población y las vías de
comunicación. El relieve pierde importancia respecto a la zona pirenaica,
pues dominan las formas poco vigorosas, y los elementos bióticos también
quedan notablemente relegados, pues gran parte del territorio está
transformado por la acción humana. Quedan algunas zonas que conservan
cierta cubierta vegetal, pero suelen ser pequeñas y marginales, y en muchos
casos se trata de cubierta de porte pequeño o mediano, de escasa entidad
paisajística.
Los paisajes en la Depresión se organizan en buena medida en torno a
los ejes fluviales, en cuyas proximidades se instalan la mayoría de los
núcleos de población y las superficies transformadas en regadío. Los
interfluvios están en general dominados por paisajes con cultivos de
secano, y algunas zonas en las que se ha mantenido la vegetación natural,
principalmente en los sectores más elevados (muelas).
Aquí encontramos uno de los paisajes más emblemáticos y representativos
de Aragón: la estepa. En él aparece una alternancia entre cultivos de
secano cerealista y áreas en las que se desarrolla una vegetación de porte
herbáceo con especies adaptadas a la fuerte aridez, pobreza de suelos y en
ocasiones presencia de yesos y lagunas saladas estacionales de origen
endorreico. Se trata de un paisaje muy alejado de los estándares actuales
de belleza, pero de un gran valor por su singularidad, pues paisajes de
este tipo son muy escasos en el continente europeo.
También hemos de señalar la presencia de paisajes fluviales en torno a
los ríos que atraviesan la zona (Ebro y sus afluentes por ambas márgenes).
Son paisajes directamente ligados a la presencia de una corriente de agua
superficial que permite el desarrollo de la vegetación de ribera en sus
inmediaciones, perfectamente diferenciada del entorno. Presentan un gran
dinamismo y en ellos predominan los elementos bióticos y abióticos, aunque
sufren una presión antrópica cada vez mayor, tanto directa como indirecta,
por lo que pueden entrar en conflicto con los usos productivos del entorno
inmediato, lo que explica que en buena medida haya sido eliminado o
limitado, especialmente en lo referente a evolución de los cursos
fluviales.
Debido al alto grado de humanización de la zona, especialmente a lo
largo del eje del Ebro y de algunos otros económicos y de comunicación, son
paisajes en los que las transformaciones vienen determinadas
principalmente por el dinamismo de los elementos antrópicos, especialmente
la progresión de la urbanización con fines residenciales o industriales y
la instalación de vías de comunicación o aerogeneradores en las zonas más
elevadas y expuestas al viento.
*Sistema Ibérico
Aquí las montañas son de mucha menor entidad topográfica que Los
Pirineos, por lo que su influencia en la organización del paisaje no es tan
determinante como en aquellos.
La zona, en conjunto, se encuentra bastante compartimentada en macizos
montañosos de mediana altura, y depresiones y valles fluviales en algunos
casos situados a notable altitud. La energía de relieve no es en general
muy grande, por lo que no podemos hablar de paisajes de montaña ordenados
según un eje vertical, como en Los Pirineos. En el Sistema Ibérico se
observa más bien un mosaico paisajístico adaptado a la compartimentación
topográfica según el cual las depresiones y valles fluviales son las zonas
más transformadas antrópicamente, y donde se sitúan los principales núcleos
de población y vías de comunicación. Los macizos montañosos, aunque se
hallan más transformados que la alta montaña pirenaica, conservan un cierto
grado de naturalidad. La vegetación está bastante degradada en algunas
zonas, como consecuencia principalmente de talas y sobrepastoreo, pero en
otras se conserva en un estado relativamente bueno, presentando aquí una
relevancia paisajística importante.
También aquí encontramos algunos de los paisajes más característicos de
Aragón:
·Por una parte el Macizo del Moncayo, en el que un relieve de
fuerte energía se destaca nítidamente sobre el entorno, especialmente sobre
el sector próximo de la Depresión del Ebro. Sobre él se asienta una rica y
variada vegetación, de porte arbóreo en sus cotas bajas y medias y de porte
arbustivo en las altas. El conjunto es una zona con un grado de naturalidad
elevado en la que dominan los componentes bióticos y abióticos, quedando
los antrópicos bastante relegados.
·La Laguna de Gallocanta, situada en el centro de la Depresión
endorreida del mismo nombre. La presencia de una amplia, aunque fluctuante,
lámina de agua salada a casi 1000 m de altura en un paisaje de una gran
homogeneidad supone un elemento paisajístico muy singular en un entorno muy
transformado por el hombre. Los elementos antrópicos y abióticos son los
dominantes, y aunque la zona, al igual que otras de Aragón, no se aproxima
al modelo generalmente aceptado de paisaje hermoso, tiene unas importantes
particularidades, que unidas al alto valor ecológico de la zona lo
convierten en un paisaje muy atractivo.


CONCLUSIONES
El paisaje ha de ser considerado como un recurso natural que ha sufrido
una fuerte transformación como consecuencia de los cambios en los usos del
suelo. Es un recurso natural escaso, fácilmente depreciable y difícilmente
renovable. Su deterioro supone una pérdida de calidad del medio perceptual,
y por lo tanto incide negativamente en el grado de bienestar humano y la
calidad de vida, al romper la relación del individuo con su entorno.
Por ello, el paisaje ha de ser considerado un bien digno de ser
protegido. Llevar a efecto esta protección tiene una serie de dificultades,
algunas derivadas del propio carácter dinámico del paisaje. La protección
del paisaje no es una congelación de sus formas, sino que supone el
entendimiento de las relaciones geográficas de causa - efecto, la
comprensión de los procesos de cambio, de las demandas de usos, de las
posibilidades de mantenimiento espontáneo de las formas, etc. (Martínez de
Pisón E. 1997). Es necesario, por lo tanto, establecer fórmulas posibles y
viables para su funcionalidad, pues si los paisajes no están vivos,
difícilmente pueden mantenerse.
Paisajes vivos y con unas poblaciones asentadas en íntima y estrecha
relación con ellos, que no tienen que renunciar a un legítimo desarrollo y
bienestar. Para conseguirlo no han de ver en la conservación de su entorno
un obstáculo, sino un aliado. Esta conservación debe fundamentarse tanto en
los valores naturales de algunos territorios, como en los estéticos, dos
criterios que pueden coincidir pero no tienen por qué hacerlo.
El reto futuro de desarrollo de ciertas poblaciones, especialmente
aquellas establecidas en entornos paisajísticos singulares, puede ser
conseguir su desarrollo a partir de la conservación de sus paisajes.



Bibliografía


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VV.AA. (2004). La Conservación del paisaje. Fundación Biodiversidad.
Sevilla










1. El Pirineo axial y las Sierras Interiores ofrecen paisajes de alta
montaña, con alto grado de naturalidad y escasez de transformaciones
humanas. Foto: Javier del Valle.











2. Desde las Sierras Exteriores hacia el S se observan las sierras
formadas por flysh, la Depresión media y las Sierras Exteriores.
Foto: Javier del Valle.




3. Los ríos pirenaicos abren cañones para atravesar las Sierras
exteriores. Río Gállego en Riglos. Foto: Javier del Valle.





4. El Centro de la Depresión de Ebro presenta relieves horizontales y
vegetación característica de climas semiáridos. Proximidades de
Belchite. Foto: Javier del Valle.




5. El Ebro rompe la aridez de la Depresión con bosques de ribera y
paisajes humanizados en los que la disponibilidad de agua es un
elemento esencial. Ebro en Sástago. Foto: Javier del Valle.




6. El Sistema ibérico está constituido por una serie de sierras y
depresiones en las que hay relieves horizontales residuales. Mesa de
Armantes en las proximidades de Calatayud. Foto: Javier del Valle.


7. El Moncayo es una isla de humedad con enorme variedad de vegetación
dispuesta según la altura. Foto: Javier del Valle.






8. Hayedo del Moncayo, paisaje forestal que responde a las condiciones
climáticas de gran humedad. Foto: Javier del Valle.
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