ANÁLISIS DEL INCREMENTO EN LA CAPACIDAD INSTALADA, LA DIVERSIFICACIÓN ENERGÉTICA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO EN AMÉRICA LATINA

October 15, 2017 | Autor: José Antonio Aquino | Categoría: Cambio climático
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ANÁLISIS DEL INCREMENTO EN LA CAPACIDAD INSTALADA, LA DIVERSIFICACIÓN ENERGÉTICA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO EN AMÉRICA LATINA José Antonio Aquino-Robles1,2,3 O. Illescas González. 1

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B. C. Osorio González 4

Alumno del Departament d'Enginyeria Elèctrica de la UPC, Barcelona, Catalunya. 2 Ex becario COTEBAL-IPN- IIE y Fundación Carolina 3 Professor de la Academia de Mecatrónica de la UPIITA. IPN; México 4 Estudiante del programa BIEFI del IPN

Resumen En este trabajo se analiza y se discute el incremento de capacidad instalada de la América latina continental y así mismo la diversificación energética debido a las nuevas tendencias mundiales de los mercados energéticos que dirigen el progreso mundial y en el caso específico de esta parte del mundo. Se estudian también de forma específica los estados que han tenido más crecimiento económico y la planeación de su sector eléctrico en los últimos años y la forma como esto afecta la lucha contra el cambio climático. De acuerdo a lo anterior se analizan casos de naciones que van a la vanguardia respecto a las tendencias tecnológicas en cuanto a su seguridad de suministro eléctrico y también de otras que van obteniendo su independencia energética por medio de tecnologías en el mejor de los casos renovables y otras que van transitando de un modelo de alta dependencia de un solo energético hacia la diversificación energética aún cuando los caminos parezcan ciertamente no tan adecuados. Todo lo anterior para observar y pensar más concienzudamente lo que debe hacerse en naciones como la mexicana y las de Sudamérica que tienen en la actualidad fuertes expansiones económicas, para que su crecimiento sea a su vez sostenible y no burbujas que después revientes y dejen en un peor sitio del que inicialmente comenzaron. Palabras clave: expansión económica, planeación energética, América Latina, energías renovables, cambio climático, fenómenos macroclimáticos, gases de efecto invernadero. Antecedentes El impacto ambiental que ha derivado en efectos notorios de cambio climático y en la emisión de gases de efecto invernadero está promoviendo cambios en el desarrollo del sector eléctrico alrededor del mundo en lo que respecta a tres áreas fundamentales: las tecnologías, los mercados y las perspectivas. Esto último debido a que aproximadamente la tercera parte del total de emisiones de CO2 a nivel global son imputables al sector eléctrico tanto en la generación, transformación, distribución y uso final, de acuerdo a la CEPAL-DDSAH. Debido a la trascendencia del tema, es importante considerarlo dentro del diseño responsable de las políticas públicas en América Latina y a nivel global. El CO2 es el gas del efecto invernadero más significativo, fundamentalmente proviene de la combustión de energéticos fósiles y en buena medida de las plantas de generación eléctrica, tanto las antiguas de carbón mineral y combustóleo, como las modernas de gas natural.

Con todo, Latinoamérica no es un gran emisor importante a escala global, sí es un emisor notable de gases de efecto invernadero, casi el 12% de la emisión global es atribuible a Latino América aunque obviamente no es tan significativa con las emisiones de los Estados Unidos, Rusia o China. En este sentido, Latinoamérica no puede ni podrá dejar de participar por mucho tiempo en los esfuerzos globales en materia de control de emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo porque se estima que la distribución actual de emisiones en el mundo cambiará en los próximos 15 años, ya que se espera que los países con gran crecimiento económico, principalmente China, India, Brasil, Indonesia, Perú, Panamá, México en conjunto, participen con más de la mitad de las emisiones de gas de efecto invernadero en el mundo. Por ello, el tema de las emisiones contaminantes tiene que formar parte de la agenda legislativa y de la agenda de diseño de políticas públicas en América Latina. (Comisión de energía de la cámara de Diputados 2004). Introducción Con mayores demandas de energía, el mundo se enfrentará a mayores precios de la misma si no aparecen nuevas fuentes de energía o la curva del consumo no se invierte. El aumento de concentración de las reservas de hidrocarburos en un reducido número de países ha puesto nuevamente en riesgo el incremento de la capacidad de producción cuando vemos a estos países en graves crisis de gobernabilidad. Además, el predecible aumento de precios y sus rentas derivadas alimentan la tentación de retrasar o diferir las inversiones en aquellos países, siendo hasta cierto punto natural su postura en éste modo de actuar especulativo. Aunado a lo anterior, el persistente crecimiento de la demanda de energía global supone una amenaza para la seguridad del suministro energético mundial. En definitiva, una breve aproximación a los riesgos en el suministro en el largo plazo se cita a continuación Ausencia de suficiente producción por agotamiento de las reservas, Cambios en los ritmos de producción de los países productores, Insuficiente infraestructuras de transporte, Disminución de intercambios, Ausencia de contratos y acuerdos, Pérdida del balance producción demanda, por ejemplo, debido a los fuertes consumos de países emergentes, Crisis políticas: en los países productores, en los países de tránsito, etc., Ausencia de inversiones suficientes, Condiciones meteorológicas extremas, Volatilidad en los precios. Con estos puntos se puede valorar la vulnerabilidad en algún país respecto a su seguridad de suministro eléctrico sobre todo considerando que una parte importante de las naciones tiene una alta dependencia en sus matrices energéticas de Gas natural y petróleo para la producción de energía eléctrica; siendo por ello la más grande preocupación de aquéllos que tienen la responsabilidad de velar por su continuidad (Aquino et al 2013). No obstante, la generación, transmisión y distribución de electricidad (que representa casi la mitad del consumo energético final mundial y que también puede obtenerse a través de fuentes energéticas combustibles no fósiles), junto con la seguridad y el funcionamiento eficaz de los sistemas eléctricos, constituyen factores clave de cualquier debate sobre seguridad energética. Se podría afirmar que los asuntos relativos a la electricidad son incluso más importantes que una simple discusión sobre el tema centrada en los hidrocarburos, ya que la electricidad resulta mucho más importante para los cimientos de la economía, es decir, las

casas y los edificios de oficinas públicas y corporativas de todo el mundo. Es más, la seguridad energética de la electricidad es, sin duda, la mayor preocupación de los 1500 millones de personas de todo el mundo que ni siquiera tienen acceso a ella (De Espona R.J. 2013). De todas formas, existe al menos otro factor importante en el tema de la seguridad energética: la inseguridad que es muy probable que se instaure si el mundo no consigue desplazar un poco a los combustibles fósiles de su papel principal en la economía energética. Incluso aunque se pudieran superar con éxito los problemas generales sobre seguridad energética en relación con los combustibles fósiles y la electricidad, dicho éxito favorecería, paradójicamente, el consumo de una mayor cantidad de combustibles fósiles de forma más rápida; al mismo tiempo que una reducción más lenta de las emisiones de CO2, lo que supondría el caldo de cultivo para el aumento de las temperaturas que han modificado el clima debido al efecto invernadero y también han dado paso a acrecentar fenómenos macroclimáticos como el Niño y la Niña en Sudamérica y la manifestación de inestabilidades también complejas en los sistemas económicos y políticos mundiales. Cabe señalar, que la seguridad energética que pueda tener un país que no haya logrado su independencia energética, está muy vinculada con el posicionamiento geopolítico y su supremacía en el orden mundial. Un ejemplo de ello son las singulares relaciones diplomáticas entre Europa occidental (Unión Europea) y Europa oriental (Rusia) las cuales han afectado poco las relaciones comerciales en cuanto al suministro de gas y petróleo que hace Rusia hacia la Unión Europea aún con los problemas que actualmente se viven debido a los conflictos con Ucrania 2013-2014. Otro ejemplo es el de la India, que persigue conseguir su independencia energética (eléctrica) para el 2020 utilizando la energía nuclear basada en el torio. El caso japonés resulta ser un tanto significativo en varios sentidos. Japón es un actor muy importante en los mercados energéticos mundiales: cuarto mayor consumidor de energía, primer importador de gas natural, carbón y derivados del petróleo y tercer mayor importador de crudo. La razón principal es que no posee apenas recursos propios, por lo que debe importar más del 80% de la energía que consume (Bustelo P. 2011) Otra característica destacada del país es su alto grado de eficiencia energética. Con el 12% del producto bruto mundial, realiza sólo el 4% del consumo global de energía primaria. Otro rasgo más es la importancia que ha tenido, hasta fechas muy recientes, la energía nuclear: Japón ha sido el tercer mayor productor y consumidor mundial de energía nuclear, superado sólo por EEUU y Francia. En 2010, la energía nuclear representó el 26% de la electricidad generada. El grave accidente registrado en marzo de 2011 en la central nuclear de Fukushima Daiichi ha tenido importantes repercusiones nacionales e internacionales. En palabras de un informe reciente de la Energy Information Agency, de EEUU, “las explosiones en la planta nuclear japonesa de Fukushima Daiichi tras el terremoto y el tsunami de marzo de 2011 pueden tener implicaciones a largo plazo para el futuro del desarrollo de la energía nuclear mundial en

general. Incluso China –donde se han anunciado grandes aumentos en la capacidad nuclear para asegurar su propia independencia energética, ha indicado que paralizará la aprobación de los nuevos reactores hasta que el regulador nuclear del país complete una amplia revisión de seguridad, un proceso que podría durar tanto como un año entero. Alemania, Suiza e Italia ya han anunciado planes para eliminar progresivamente o cancelar todos sus reactores existentes y futuros, lo que indica que cabría esperar alguna desaceleración en el crecimiento de la industria nuclear global” (Bustelo P. 2011). Pero no es sólo la industria nuclear global la que se ha visto afectada por el accidente de Fukushima. Los cambios previsibles en la estrategia energética de Japón, que seguramente consistirán en el abandono de la decidida opción nuclear anterior, tendrán repercusiones internacionales: “el tamaño de la economía japonesa y su escasez de fuentes internas de energía significan que los cambios en el consumo de energía de Japón tendrán que hacerse en los mercados mundiales y que tendrán implicaciones para la disponibilidad y el precio de esas fuentes de energía en otros países”. Reasumiendo, el mix energético de Japón es en extremo dependiente de los combustibles fósiles, por lo que el país debe importar más del 80% de la energía que consume, pese al desarrollo de la energía nuclear (es el tercer mayor productor y consumidor mundial). En particular, Japón importa el 99% del petróleo que consume (especialmente de Oriente Medio), el 98% del carbón que necesita (de diversas fuentes: Australia, Indonesia, China, Rusia, etc.) y el 96% del gas natural que precisa (en forma de gas natural licuado o GNL desde Indonesia, Malasia, Australia, Qatar, etc.). Después de Fukushima, las ventajas de la energía nuclear (estabilidad de suministros, protección del medio ambiente, eficiencia económica y alto grado de autosuficiencia, por el reciclaje del combustible) se han visto contrarrestadas por sus inconvenientes, entre los que destacan claramente los problemas de seguridad colectiva. Es más, algunos especialistas consideran incluso que la energía nuclear ha dejado de ser “estable, barata y limpia”, como resultado de los apagones y la inestabilidad del suministro eléctrico que siguieron al accidente de Fukushima (muchas centrales siguen paradas y se interrumpió el suministro en áreas importantes), del aumento del riesgo para los inversores y de la emisión de material radioactivo al agua, el suelo y la atmósfera (Bustelo P. 2011). Dada la importancia de la energía nuclear en el consumo de energía primaria (12%) y, sobre todo, en la generación de electricidad, de cumplirse esa previsión serían necesarias alternativas a corto y medio plazo. A corto plazo, habría que reemplazar energía nuclear por carbón, petróleo y, sobre todo, gas natural, que podría ser el combustible de transición o bien convertirse en una fuente esencial de energía. Tal cosa tendría un coste importante para la balanza comercial (más del 98% de esos combustibles son importados) y para el medio ambiente, por las emisiones de CO2. A medio plazo, Iida, 2011, citado por Bustelo P. 2011; defiende una cuarta transición energética, tras las de los años 60 del siglo XX (paso del carbón al petróleo), de los años 70 (del petróleo al gas natural y a la energía nuclear) y de los años 90 (fomento de la energía nuclear, por razones asociadas al calentamiento global, y desregulación del sector). La cuarta transición consistiría en reducir el peso de la energía

nuclear, aumentar la importancia de las energías renovables, reestructurar el mercado de la energía eléctrica y hacer mayores esfuerzos de eficiencia y conservación de energía. El ejemplo a seguir, según Iida, 2011, citado por Bustelo P. 2011, sería Alemania, que se ha propuesto aumentar el peso relativo de las energías renovables en la generación de electricidad del 17% en 2010 al 40% en 2020. Japón, según el autor, podría llegar al 30% en 2020, desde el 10% en 2010. La energía nuclear permite para la mayoría de las naciones seguridad de suministro, dadas las ventajosas características de este tipo de tecnología, sin embargo, si no se dispone del energético primario (material radioactivo) y si tampoco se dispone de tecnología para aislarlo o refinarlo y enriquecerlo, se tiene que depender del exterior para conseguirlo y también para reciclarlo o desecharlo. Aunado a eso; ahora Japón apuesta por el abandono completo de la energía nuclear después de Fukushima (una decisión de «lunáticos», según The Economist). De nuevo las grandes eléctricas anunciaron grandes descalabros, como aumento del CO2 por necesidad de quemar más carbón, importaciones de electricidad, etc., y de nuevo, un año y medio después, han sido rotundamente desmentidos por los hechos: Alemania exporta electricidad, genera menos CO2, y se renuevan menos centrales térmicas de carbón que las que se cierran. Muchos puntos fundamentales quedan en el tintero, y entre ellos un análisis más completo de las primas y el precio de la electricidad, los apoyos a las industrias exportadoras, ejemplos significativos de autoconsumo y participación ciudadana, como la bellísima abadía barroca de San Pedro en la Selva Negra, casos de transformaciones a ciudades verdes como el del gran puerto de Hamburgo, y finalmente, cómo se puede seguir su ejemplo en otros países, especialmente en Europa, Dinamarca que apuesta por los sistemas 100% renovables y un tanto España también a pesar de las dificultades económicas con las que se enfrenta. A este respecto, el mundo parece haber seguido su ejemplo, pues la mitad de la capacidad eléctrica instalada a partir de 2008 hasta hoy es renovable, y la tecnología fotovoltaica ha crecido a ritmos del 70 % en 2001 y 2012. Alemania y su acomodación al nuevo modelo energético. Comenzamos destacando un hecho tangible. El cambio implementado en esta nación se basó aplicando propuestas y tecnología que EE.UU. rechazo hace casi 40 años. En el momento que se suscitó el primer shock del petróleo alrededor de 1972-3. En ese entonces en parte por la formación académica profesional el otrora presidente James Carter. El cual decidió reemplazar las tecnologías convencionales por generación solar. La respuesta por parte de los productores árabes fue de gran inquietud, al igual que la de las corporaciones petroleras norteamericanas. Al poco tiempo R. Reagan ganó las elecciones, se abandonaron y cerraron todas las incipientes investigaciones en tecnología solar. Con ello fueron desairadas las políticas de Carter, y nuevamente se apostó por el carbón, el gas y la energía nuclear. Resumiendo se buscó seguridad de suministro eléctrico, aun a costa de perder independencia energética (Aquino, Cortes, Corona 2014).

Pero los germanos recogieron la estafeta por decirlo de alguna forma y compraron a precio de saldo las patentes ya desarrolladas en EE.UU. y continuaron con el cambio de modelo. Curiosidades históricas aparte, el hecho es que hoy Arabia Saudí acaba de anunciar su objetivo de ser renovable al 100 % en dos o tres décadas, y que los EE.UU. están intentando llevar a cabo el mismo cambio que ellos lideraron, habiendo perdido claramente la ventaja competitiva de líder en favor de Alemania y Europa en general. En contexto con ello Alemania cuenta ya con un amplio despliegue de sistemas fotovoltaicos diseminados entre su población, campos de generación eólica y calderas de biomasa. Todo ello desperdigado de forma masiva en su territorio. Actualmente el 25 % de la electricidad es ya renovable. A destacar, el hecho, que han alcanzado los 30 GW de capacidad fotovoltaica instalada, equivalente a unas 13 centrales nucleares promedio en un día soleado, teniendo en cuenta la diferente tasa de utilización por las horas solares. Y esto en un país que recibe aproximadamente la misma radiación solar que Alaska. Otro aspecto decisivo es la contribución ciudadana. En Alemania cualquiera puede ser productor de energía, por ejemplo, a través del autoconsumo y balance neto (net metering), o simplemente vendiéndola a la red, (cuentan por tanto con un mercado eléctrico no solo mayorista sino también minorista). Esto ha sido apoyado por la ley, y por un programa de apoyo estatal novedoso basado en el mecanismo de promoción de renovables conocido como «primas en la tarifa» Feed-in-Tariffs, otro aspecto que en principio pareciera ser irrelevante es; que el estado da seguridad jurídica al inversor al margen de los vaivenes políticos y legislativos, al menos este es un país que se puede considerar serio en este aspecto incluso dentro de la misma Europa. Prácticamente nadie pone en duda que los gases de efecto invernadero han provocado secuelas que han causado efectos ya evidentes en el cambio climático de nuestro planeta, pero la verdadera razón por la que este movimiento se puso en marcha; fue la posibilidad de obtener beneficios económicos y el objetivo de tener independencia energética como país y además seguridad de suministro eléctrico, y lo ha venido logrando, haciendo que cada persona que decide interconectarse con la red para generar energía vaya obteniendo en cierta medida su propia independencia energética y parte de su seguridad de suministro de forma individual. Y al conjuntar la independencia y seguridad de suministro de forma individual van logrando la independencia y seguridad de suministro como nación (Aquino et al 2014). En un principio, las grandes compañías eléctricas (utilities), profetizaron y profetizan toda suerte de calamidades: que sería inviable, que el precio de la electricidad subiría por las primas, que el suministro no quedaría garantizado, y que las industrias exportadoras se verían en peligro por el alza de los costes, negándose en consecuencia a que se aprobara el cambio legal. Pero la presión ciudadana constante, aunque fue un pequeño núcleo inicialmente, y aunque costó una década, lo consiguió. Hoy día el 65 % de la energía renovable está en manos de pequeños productores y solo el 5 % en las de grandes empresas eléctricas, el suministro eléctrico es el más seguro de Europa (la menor tasa de apagones y cortes ocasionales), la electricidad ha bajado de precio, y ni las empresas exportadoras ni la industria han perdido competitividad, como evidencian la continuada y fuerte capacidad exportadora industrial alemana.

Análisis y Casos de la América Latina continental. El caso del Paraguay. Desde 1970, la producción y el suministro de energías primarias en el Paraguay se incrementaron más de seis veces. Las principales razones fueron: la nueva extensión de la red vial, la construcción de las dos grandes estaciones hidroeléctricas Itaipú y Yacyretâ, y la extensión de la red eléctrica, especialmente a regiones rurales. En los últimos 20 años, el grado de electrificación pasó del 48 al 96,7% (en las ciudades, 99%). Sólo en algunas regiones aisladas en el Chaco la electrificación no ha avanzado hasta hoy. La matriz energética del Paraguay se caracteriza por una elevada oferta de energía primaria de origen renovable y local. De acuerdo con el Balance Energético preliminar de 2009, el 58% de dicha oferta correspondió a hidroelectricidad y el 27% a biomasa (leña, carbón vegetal y residuos vegetales). El 15% restante son hidrocarburos que, en su totalidad, son importados, porque en el país no hay producción de petróleo ni de gas natural. Los hidrocarburos son, en su mayoría, aprovechados para el transporte. Descontando las pérdidas de energía y el manejo de stock, el 46% de la energía primaria generada en el Paraguay se destina a la exportación. La generación de energía eléctrica en un 99,9% está basada en la generación hidráulica, con las Centrales Hidroeléctricas Binacionales de Itaipú, Yacyretá y la central de Acaray (propiedad de la Ande). Aun cuando su matriz es totalmente hidráulica y convencional, con todo constituye un ejemplo fehaciente que en América, se tiene un país con una matriz 100% renovable. Con toda la singularidad del caso (Bohn Eduardo 2011). De acuerdo a las estadísticas de la OLADE (Organización Latinoamericana de Energía) Paraguay en 2006 tenía una capacidad instalada de 8,116.1MW y para 2012, ésta había crecido hasta 8,816.1MW, lo cual se considera un aumento apenas considerable como para suplir el incremento de demanda poblacional, dado por supuesto por el natural crecimiento demográfico, en 6 años creció un 8.6% su capacidad instalada. Teniendo aún todavía un potencial Hidroeléctrico del orden de 12,526. MW aun por explotar aún. En la figura 1, se muestra en porcentaje, La matriz energética de capacidad instalada, de Latinoamérica continental del 2006. Las economías gigantes del área son Brasil, México y Argentina y las naciones de mayor crecimiento en los últimos años son Panamá, Argentina, Perú. Juntamente con Chile que es la que economía que ha crecido con mayor solidez en las últimas décadas serán observadas en el siguiente segmento en esta investigación. El caso de Brasil. En 2006 Brasil tenía una capacidad instalada total del 95,191.9 MW de los cuales 72,013.46 MW son de plantas hidroeléctricas y 20,934.59 MW de plantas termoeléctricas. Y con tecnologías eólica, solar y geotérmica de 236.85 MW. Para el año 2012 su capacidad total instalada creció en 23% para un total de 117,133.8 MW. Su capacidad hidroeléctrica creció en 14% y su capacidad termoeléctrica en 49% siendo que se estima que aún dispone de 260,093

MW de potencial hidroeléctrico aún. Lo que es trascendente señalar es que en 2006 contaba con solo 236.85 MW de tecnologías renovables no convencional (Eólica, solar y geotérmica) y para 2012 contaba ya con 1426 MW con lo que tuvo un incremento del 602% en este rubro. El caso Mexicano. En 2006 tenía una capacidad instalada de 48,897.44 MW de los cuales 10,566 MW son Hidroeléctricos y 36,003.76 MW son de termoeléctricas convencionales y 962 MW de tecnologías renovables no convencionales. Para 2012 su capacidad instalada creció un 7% su capacidad hidroeléctrica un 9% y su capacidad termoeléctrica un 7% y en cuanto a tecnologías renovables tuvo un incipiente avance, apenas perceptible. El caso de Argentina. En 2006 tenía una capacidad instalada de 28,184.91 MW de los cuales 9,852 MW eran de Hidroeléctricas y 17,288.29 MW de termoeléctricas. Y para el 2012 su capacidad instalada se incremento en un 20%. Su capacidad hidroeléctrica en un 2% y su capacidad termoeléctrica en un 31%. 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0%

Hidro

Termo

Nuclear

OTROS Geotérmica, solar y eólica

Figura 1. Matriz energética de América Latina continental en porcentaje (2006 datos tomados de OLADE)

El caso de Panamá Panamá ha crecido a niveles de 8 al 10% anual en los últimos 3 años. En 2006 tenía una capacidad total instalada de 1467.1 MW de los cuales 846.5 MW eran de Hidroeléctricas y 620.6 MW de termoeléctricas. Actualmente en 2012 cuanta con una capacidad instalada de 2391 MW lo cual implico un crecimiento del 62%. Su capacidad instalada hidroeléctrica creció en un 60% y su capacidad termoeléctrica en un 67%. El caso de Perú. País que ha crecido fuertemente en los últimos años en Sudamérica. En 2006 tenía una capacidad instalada de 6657.69 MW. Y 3214 MW de plantas hidroeléctricas y 3442.99 de plantas termoeléctricas. Para el 2012 su capacidad instalada creció a 8556.4 MW. Teniendo un incremento del 29% aproximadamente. Su capacidad hidroeléctrica apenas aumento en 7%. Pero su capacidad instalada termoeléctrica aumento considerablemente en un 48%. El caso de Chile. Resulta bastante singular. Conocido es la seriedad y buen juicio en cuanto a la planeación del crecimiento estratégico de su sector eléctrico, aún cuando su sector eléctrico ha sido liberalizado y separadas las actividades del sector. Aún con todo, su planeación estratégica es muchos sentidos bien elaborada respecto a lograr conseguir su independencia energética. Considerando que en 2006 tenía una capacidad total instalada de 13,537.61 MW. De los cuales 4,899.57 MW de plantas Hidroeléctricas y 8636.04 MW de plantas termoeléctricas y apenas 2 MW en tecnologías renovables no convencionales (eólica, solar y geotérmica). Para 2012, la capacidad instalada simplemente en tecnologías renovables ya era de 827.7 MW, se incremento 414 veces. La capacidad instalada hidroeléctrica aumento en 23%. La capacidad termoeléctrica incremento en 24% y la capacidad total en 30%. Sin embargo se estima que cuenta todavía con un potencial Hidroeléctrico sin explotar de 25,156 MW. Discusión América Latina de acuerdo a las estadísticas de la OLADE de 2012. Cuenta aún con un alto potencial sin explotar aun. En el caso de Europa, ellos han tenido una sustitución de tecnologías de generación (gas por carbón) esto disminuye potencialmente las emisiones contaminantes, lo cual es una gran contribución desde la perspectiva medioambiental y de la lucha contra el cambio climático. Sin embargo en América Latina, aun cuando se ha logrado el incremento de capacidad instalada, ésta se ha cubierto mediante plantas que utilizan combustible fósil (gas natural), aumentando así su emisión de contaminantes y desaprovechando su todavía alto potencial renovable tanto convencional, como no convencional. De acuerdo al análisis anterior. El aumento en la utilización de combustible fósil en las matrices de generación se puede explicar mediante dos razones: Desde un punto de vista técnico, depender de un solo recurso ya sea renovable como el agua o no renovable como el gas natural es riesgoso no solo para América Latina, sino para

cualquier otra región del planeta; ello porque la escasez de uno u otro recurso pone en peligro garantizar la seguridad del suministro y la incertidumbre de depender por ejemplo de la existencia del agua. La otra es la desregulación o liberalización de actividades y la forma en que las compañías eléctricas evalúan sus inversiones. La fiabilidad y seguridad del suministro de un sistema eléctrico, es una gran preocupación para la industria eléctrica, sus clientes, y la clase política. Un componente importante es la elección de tecnología de última generación y la combinación de tecnologías de generación de la matriz de capacidad instalada en una nación. Como hemos visto anteriormente en las naciones que fueron analizadas sus incrementos en la capacidad instalada se da en varios tipos de tecnologías de generación que usan por lo mismo, diversos energéticos primarios. En los sistemas dominados por la generación térmica como el caso de México, los factores críticos son la capacidad de suministrar suficiente electricidad en las horas pico, y la seguridad de suministro del gas natural, combustóleo carbón o combustible nuclear. En un sistema predominantemente hidroeléctrico, el factor crítico es la capacidad de los embalses para el suministro de energía suficiente en un prolongado período de sequia. De acuerdo a lo anterior vale añadir que la generación hidroeléctrica está en función del recurso hídrico el cual es susceptible a las condiciones climáticas (mientras que el suministro de gas está en función de cuestiones políticas y económicas que no depende de las condiciones climáticas). Una de las anomalías climáticas más importantes en América Latina específicamente de Sudamérica es causada por el fenómeno macroclimático conocido como El Niño-Oscilación Sur (ENOS), descrita por Diaz H.F.,2000. Así mismo Díaz (2000). Menciona que ENOS es una oscilación cuasi-periódica de la zona tropical del Océano Pacífico que conduce a cambios en los regímenes de lluvia en la costa este de América del Sur. Las fases extremas del ENOS son El Niño y La Niña. El Niño produce más estaciones secas de lo habitual en Colombia, por ejemplo, la de 1997-1998 redujo la entrada de agua a los embalses de casi 30 % (Larsen 2004). La Niña, por el contrario, intensifica la lluvia en Colombia, mientras que al mismo tiempo, causa sequías extremas en Chile. Durante la ocurrencia de La Niña de 1998 y 1999, produjeron la reducción de embalses para la generación hidroeléctrica. El sistema eléctrico chileno se enfrento también a una escasez de gas natural el cual presionó a los sistemas de ciclo combinado ocasionando una reducción transitoria en la oferta que llevo a la necesidad de implementar apagones rotatorios, en el máximo apogeo de la crisis, por lo cual hubo que programar apagones rotatorios de 3 horas de duración (Arango 2006). Esta situación empeoró cuando una falla en el sistema de precios no permitió pasar los costos reales a los consumidores finales y se creó una distorsión desestabilizadora en el mercado. Por otra parte, la vulnerabilidad de los sistemas altamente hidrológicos como el sistema Brasileño también se ha visto afectado por el cambio climático (Pereira 2009). Aun cuando en

Brasil la importancia de la hidroelectricidad es tal que cuenta con una gran capacidad en embalses que tardan hasta cinco años en vaciarse en caso de sequía a partir de su nivel máximo. Pero las anomalías macro climáticas que anteriormente se describieron, provocaron que en 1999 los embalses de las presas redujeran su capacidad dramáticamente, al pasar del nivel normal de 70% a un nivel crítico de 18%. Ante esta crisis, se vio la posibilidad de comenzar una racionalización en el consumo de energía del 50% entre la población, pero por suerte comenzó a llover de nuevo y no hubo la necesidad de racionalizar el consumo. Sin embargo, a finales del año 2000 los embalses bajaron de nuevo y en 2001 se tuvo que racionar en 20% la cantidad de electricidad utilizada; el 80% de la población tuvo que racionar durante nueve meses, ya que como se mencionó anteriormente, la mayor parte de la generación es a través de la tecnología hidroeléctrica. Esto introduce otra situación paradójica, que podría suscitarse en caso de buscar instalar desalinizadoras en las costas para obtener agua para el consumo humano en caso de sequia extrema o en el caso de las zonas desérticas como las del norte de México, puesto que estas plantas requieren de energía para desarrollar tal actividad y no caer en un doble error, como el de no tener agua suficiente en los embalses para generar energía y no tener por tanto, suficiente energía para poder desalinizar el agua de mar, para consumo humano en caso de sequia extrema (Aquino et al 2012). La consecuencia de fiarse únicamente de la energía hidroeléctrica es la dificultad de generar suficiente electricidad en periodos secos. En cuyo caso, la introducción de más generación basada en combustibles fósiles disminuye la dependencia de las condiciones climáticas inciertas. Aún con ello la introducción de la generación térmica tiene otras dificultades y no son para nada insignificantes puesto que, no sólo se tiene con ello un aumento considerable de emisiones. Sino que en períodos de abundancia de recursos hídricos (que puede durar años), puede que no sea atractivo en lo económico hacer operar las centrales térmicas durante un período significativo de tiempo de no ser que se tengan acuerdos lícitos y transparentes de participación en el mercado eléctrico de forma regulada. Otro inconveniente para la generación térmica es que requiere combustibles fósiles, misma que no depende en gran medida de situaciones climáticas pero depende de otras variables incluso un tanto más complejas, considerando que dentro de América Latina existen tanto países productores y/o exportadores, pero también hay países deficitarios de estos recursos como por ejemplo Argentina que en ocasiones experimenta escasez de gas natural para abastecer su demanda interna, incluyendo la generación de electricidad (The Economist, Argentina 2007). Según Victor DG. (2006). Chile depende del poco fiable suministro Argentino. Además, el gas natural en el Cono Sur se enfrenta a una serie de dificultades como lo son problemas políticos entre Bolivia, Chile y Perú, problemas que no ayudan a garantizar la seguridad de suministro de hidrocarburos especialmente el gas. Por otra parte, la ocurrencia de El Niño a finales de 2009 ha dado lugar a una mayor utilización de gas para la generación de electricidad, por lo que el suministro de gas se ha visto en riesgo (Portafolio 2009). ¿Qué alternativas tiene América Latina en este efecto péndulo, como le llaman Pérez Arriaga et al 2008, no solo entre el cambio de manos que ha tenido el sector al pasar de la iniciativa

privada a la nacionalización y actualmente en algunas actividades en manos de la iniciativa privada en algunos países. En cierta forma también existe otro efecto péndulo ligado al que se describe Pérez Arriaga 2008, puesto que los cambios en la propiedad del sector eléctrico en América Latina, también ha provocado una tendencia del sector hacia el empleo de recursos renovables o tecnologías no renovables, en la generación eléctrica. Menciona Santiago A. et al (2010), que la desregulación es poco probable que se invierta en los principales países, sin embargo al observar las nacionalizaciones (2012) que se han llevado a cabo en materia energética tanto en Argentina, con YPF como en Bolivia, con la compañía “red eléctrica”, tal afirmación no puede sostenerse en todos los casos. Al observar la figura 2, podemos percatarnos en la matriz de capacidad instalada de América Latina, (vista en porcentaje). En la cual existen naciones altamente dependientes de recursos hídricos y otras altamente dependientes de recursos fósiles. Después de diferenciar los conceptos de seguridad de suministro e independencia energética; en los trabajos de Aquino et al (2014); se puede mediante estas dos definiciones fundamentales; examinar la hoja de ruta de una nación cualquiera; respecto a sus planes a corto; a mediano y a largo plazo. Independientemente de los recursos disponibles en cada nación es necesario resaltar que la independencia energética, puede alcanzarse ya sea por medio de recursos renovables que para el caso de contribuir en la lucha contra el cambio climático es lo ideal. 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0%

Hidro

Termo

Nuclear

OTROS Geotérmica, solar y eólica

Figura 2. Matriz energética de América Latina continental en porcentaje (2012 datos tomados de OLADE)

Pero aún con todo lo favorable que esto pueda ser. La mayor parte de naciones en vías de desarrollo que tienen recursos fósiles (petróleo y gas) hacen una fuerte apuesta por la explotación masiva de estos recursos, no solo para incrementar su cuota de exportación, sino también para satisfacer su demandante mercado interno y esta es la intención de la reforma energética mexicana de 2014. En ese aspecto, valdría la pena, examinar el caso de Noruega que aun siendo una potencia petrolera y con tecnología de vanguardia para la exploración y extracción de petróleo en aguas profundas. Su gobierno ha planeado un intenso programa para dotarse de electricidad utilizando cada vez más recursos renovables evitando usar combustibles fósiles y por si esto fuera poco hay un programa en esta Nación para cambiar el parque vehicular de combustión interna por autos eléctricos. Cuál es la inteligente intensión de Noruega: exportar la mayor cantidad de petróleo; reduciendo la posibilidad de que su propia industria energética dependa de sus propios recursos fósiles. Consiguiendo con tal hecho no solo seguridad de suministro eléctrico, sino también independencia energética y además contribuye con ello a la lucha contra el cambio climático. Y además obteniendo la mayor cantidad posible de divisas producto de una alta venta al exterior y reduciendo la demanda del consumo interno entre sus propios habitantes haciendo que su energía eléctrica sea de producción limpia al ser renovable y no presumir que sus tecnologías son limpias solo porque se cambia de usar combustóleo a usar gas natural aún cuando con éste último emita menos dióxido de carbono, pero a su vez emita metano que es un potente gas de efecto invernadero también.

Conclusiones A lo largo de este trabajo de investigación, se han pormenorizado los conceptos de seguridad de suministro eléctrico, e independencia energética, desde la perspectiva eléctrica. Se ha considerado que la independencia energética asume altos niveles de seguridad de suministro, más no lo contrario. Por otro lado se nota que los gobiernos de las naciones de la Europa occidental al ser deficitarias en hidrocarburos, se esfuerzan por conseguir paulatinamente su independencia energética de la Europa Oriental y de las naciones de medio oriente. Se observa por tanto que naciones como Alemania han hecho una fuerte apuesta por medio de la utilización masiva de tecnologías renovables declinando incrementar en cuanto a plantas nucleares se refiere. No así Francia que al ser una potencia nuclear utiliza justamente ésta tecnología de forma masiva para tener su seguridad de suministro e independencia energética del resto de las naciones. España y Dinamarca, siguen el ejemplo Alemán. Sin embargo la mayor parte de naciones desarrolladas tanto de Europa como de otros continentes, dependen en gran medida en sus matrices energéticas de recursos fósiles provenientes de la extracción petrolera. El caso de Noruega suele ser un ejemplo determinante para las naciones productoras de petróleo, ya que aun siendo un importante productor petrolero, ha impuesto al interior de su nación la utilización de tecnologías renovables, consiguiendo que el margen de ventas al exterior sea mucho mayor reduciendo el consumo interno que tiene de tales recursos.

El caso latinoamericano de Paraguay es el de una nación cuya matriz eléctrica es completamente limpia, al usar ampliamente sus recursos hidrológicos para no solo suplir a la nación entera, sino también para exportar mucha de su energía a sus países vecinos y plantearse la construcción y venta de autos eléctricos, considerando que pueden suplir ampliamente la demanda de energía que pudiera aumentar debido a la reconversión de una buena parte del parque vehicular de combustión interna a electricidad. El caso japonés implica la transición de una nación que al ver sus condiciones geopolíticas y al ser carente de recursos energéticos apuesta inicialmente por tener una alta seguridad de suministro eléctrico instalando una cantidad considerable de plantas nucleares, pero al tener el accidente en la planta nuclear en Fukushima, se ha optado por reconsiderar el plan inicial, por el de conseguir independencia energética, mediante la utilización masiva de tecnologías renovables y de esta forma explotar recursos autóctonos como lo es la energía eólica, la solar fotovoltaica entre otras. El caso mexicano es un asunto singular como el de cada nación; en el cual deberán ponerse en la balanza varias iniciativas o analizar concienzudamente las ventajas que se tienen como nación, sin embargo es necesario partir de cero en cuanto a la planificación estratégica respecto a lo que hoy se tiene como fortalezas, las cuales podrían bien tornarse como desventajas desde otra perspectiva, específicamente. Con estos puntos se puede valorar la vulnerabilidad en algún país respecto a su seguridad de suministro eléctrico sobre todo considerando que una parte importante de las naciones tiene una alta dependencia en sus matrices energéticas de Gas natural y petróleo para la producción de energía eléctrica; siendo por ello la más grande preocupación de aquéllos que tienen la responsabilidad de velar por su continuidad. No obstante, la generación, transmisión y distribución de electricidad (que representa casi la mitad del consumo energético final mundial y que también puede obtenerse a través de fuentes energéticas combustibles no fósiles), junto con la seguridad y el funcionamiento eficaz de los sistemas eléctricos, constituyen factores clave de cualquier debate sobre seguridad energética. Se podría afirmar que los asuntos relativos a la electricidad son incluso más importantes que una simple discusión sobre el tema centrada en los hidrocarburos, ya que la electricidad resulta mucho más importante para los cimientos de la economía

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Agradecimientos: Los autores agradecen a la Secretaria de Investigación y Posgrado del Instituto Politécnico Nacional por el apoyo recibido para la realización de este trabajo el cual es parte del proyecto de investigación multidisciplinar registro SIP No. 1533. Y del módulo 4 No. 20130226. Y también a la fundación Carolina, al COTEBAL- IPN y la Instituto de Investigaciones Eléctricas de México, por las facilidades otorgadas para los cursos doctorales

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