Análisis de las transformaciones sociales en la Prehistoria Reciente de la Meseta Norte Española (milenios VI-III cal a.C.)

May 25, 2017 | Autor: R. Villalobos García | Categoría: Neolithic Archaeology, Iberian Prehistory (Archaeology), Social Complexity (Archaeology), Copper age
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STUDIA ARCHAEOLOGICA

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ANÁLISIS DE LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES EN LA PREHISTORIA RECIENTE DE LA MESETA NORTE ESPAÑOLA (milenios VI-III cal a.C.) Rodrigo Villalobos García

Universidad de Valladolid

ANÁLISIS

DE

LAS

TRANSFORMACIONES

SOCIALES EN LA PREHISTORIA RECIENTE DE

LA

MESETA

NORTE

ESPAÑOLA

(milenios v1-111 cal a.C.)

Serie: STUDIAARCHAEOLOGICA, nº

101

VILLALOBOS GARCÍA, Rodrigo Análisis de las transformaciones sociales en la Prehistoria reciente de la Meseta Norte Española (milenios VI-VIII cal a.c.) / Rodrigo Villalobos García - Valladolid : Ediciones Universidad de Valladolid, 2016 236 p.; 24 cm. - (Studia Archaeologica; 101) ISBN 978-84-8448-903-3 l. España (Norte) - Historia - Época prehistórica 2. Arqueología - España (Norte) 3. Estructura social - España (Norte) - Historia - Época prehistórica l. Universidad de Valladolid, ed. 111. Serie

94( 460).903

RODRIGO VILLALOBOS GARCÍA

ANÁLISIS

DE

LAS

TRANSFORMACIONES

SOCIALES EN LA PREHISTORIA RECIENTE DE

LA

MESETA

NORTE

ESPAÑOLA

(milenios v1-111 cal a.C.)

Con la colaboración de:

R

. Junta de Castilla y León

© Rodrigo Villalobos García, Valladolid, 2016 Ediciones Universidad de Valladolid Motivo de cubierta: Rodrigo Villalobos García Diseño de cubierta: Ediciones Universidad de Valladolid ISBN: 978-84-8448-903-0 Dep. Legal: VA-923-2016 Preimpresión del autor Imprime: Imprenta Manolete, S.L. - Valladolid

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ningu na forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, ni su préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

Introducción

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Introducción

Para desenvolvernos tanto en nuestro quehacer diario como en cualquier otro tipo de empresas a largo plazo, los seres humanos hemos tenido desde siempre la necesidad de organizarnos en sociedad, esto es, de establecer y trenzar múltiples y variadas relaciones entre personas y grupos de personas. En principio este comportamiento puede explicarse como una acción instintiva para resolver nuestras más básicas necesidades biológicas – alimentación, cobijo, protección y reproducción– pero, ya sea como respuesta adaptativa u obediente a otro tipo de estímulos, la maraña de relaciones sociales ha ido complicándose muchísimo más de lo que se puede observar en cualquier otra especie animal, cristalizando en un sinfín de fórmulas organizativas. Cómo estructurar la sociedad es sin ninguna duda la cuestión más importante a las que se ha enfrentado, se enfrenta y se enfrentará nuestra especie. De qué modo deben de configurarse los vínculos que nos relacionan, cuáles deben primar sobre otros o qué tipo de ellos deben ser lícitos o ilícitos son, en general, las preguntas sobre las que siempre han reflexionado desde los más renombrados pensadores hasta cualquier individuo de a pie. Como respuesta, multitud de opiniones se cruzan entre valoraciones sobre lo justo y lo injusto, empleándose graves conceptos como, entre otros, explotación, progreso, libertad, opresión o bien común. En casos se busca justificar un modelo particular apelando a su adecuación a la “ley natural”, sea ésta cual sea. Otras veces se opta por esgrimir la falacia de la legitimación por el pasado, ese mítico lugar en el que cualquier perspectiva halla, de forma más o menos forzada, su perfecto acomodo. Volver la vista atrás en el tiempo en realidad no es sino enfrentarse a escritos antiguos –copias de copias, las más veces– a partir de lo que los historiadores diplomáticos pretenden descifrar subjetivas piezas de puzle de lo

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que fue la realidad. Los prehistoriadores utilizamos para ello exclusivamente la cultura material, lo cual nos permite ganar en objetividad a cambio de vernos constreñidos a tratar las más veces con ruinas y residuos o, en casos, con alguna tumba. A mediados del siglo pasado, el arqueólogo británico Christopher Hawkes clasificó en gradación los sucesivos niveles de dificultad con que nos enfrentamos a la hora de tratar de conocer la realidad de una cultura pasada a partir exclusivamente del registro material: es fácil inferir la tecnología, es moderadamente fácil inferir la economía, es considerablemente más difícil inferir la sociedad y la política y, por último, es lo más difícil inferir las creencias inmateriales (Hawkes 1954, pp. 161–162). Hoy, seis décadas después, puede decirse que este postulado sigue plenamente vigente. Frente a la facilidad de elaborar visiones ideales sobre la “sociedad primigenia”, míticas todas ellas, la reconstrucción científica de la sociedad prehistórica, ante la carencia de documentos escritos, ha sido y es, efectivamente, considerablemente más difícil. El registro material es el que es y nunca nos va a ofrecer las pruebas definitivas que nos muestren la realidad tal como fue, por lo que debemos conformarnos con manejar grados de certidumbre que consideremos aceptables. Esto no debe verse como impedimento alguno para formar un conocimiento válido pues es una circunstancia compartida por todas las disciplinas científicas: Recordemos, por ejemplo, que en el CERN no se ha observado el bosón de Higgs sino que existe una certidumbre aceptable de que se hayan observado evidencias indirectas de la existencia de dicha partícula subatómica. De forma parecida, la arqueología se ha ido estructurando en un modo por el que mediante la observación en el registro material de determinados indicadores creemos factible reconocer cómo, probablemente, se habría organizado la sociedad en la Prehistoria. A lo largo de la historia de nuestra especie se han producido cuatro grandes transformaciones, definidas incluso, por muchos estudiosos, como revoluciones. La primera, de naturaleza biológica, fue la Revolución del Paleolítico Superior, consistente en el desarrollo de nuestras actuales capacidades mentales de Homo sapiens. Las otras tres restantes, en cambio, entrelazaron cambios tecnológicos, económicos, sociales y políticos. La Revolución Neolítica permitió la producción de alimentos y la generalización del almacenamiento y el sedentarismo. La Revolución Urbana favoreció la especialización y una más intensa producción económica, la organización de un poder político fuerte y centralizado y la institucionalización de las desigualdades hereditarias en forma de clases sociales. Por último, la Revolución Industrial

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posibilitó un grado de mecanización tal que supuso una amplia liberación del trabajo manual y aumentó sustancialmente la productividad, la paulatina estructuración de la “aldea global” y nuevas posibilidades para la agravación de las diferencias sociales en forma de explotación transcontinental. Muchos han querido ver en el Paleolítico (Rev. PS) o en el Neolítico (Rev. N) el Paraíso Terrenal de sus utopías particulares. Otros lo han encontrado en las primeras civilizaciones en forma de liberación frente a las inclemencias de la naturaleza y a modo de trampolín de la inventiva y la creatividad humanas (Rev. U). No faltan tampoco quienes prefieran hacer hincapié en los males de estos periodos. Pero la necesidad de comprender la forma en que se encuentra configurada la sociedad en nuestro presente ha generado un permanente interés por conocer, de una forma veraz y que trascienda las muchas elucubraciones infundadas, cómo se organizaba la sociedad en el pasado y por qué se produjeron esas grandes transformaciones. Dicha atención se ha centrado de forma especialmente tozuda hacia el origen las jerarquías sociales y las desigualdades económicas, debido a que es ahí donde se halla el germen de muchas de las más polémicas cuestiones de nuestro presente. Aunque el interés por estudiar las organizaciones sociales pretéritas y sus transformaciones a partir del registro material ya ha generado ingentes cantidades de páginas y no pocas polémicas, puede decirse que es un campo relativamente reciente dentro de la disciplina arqueológica. De hecho, los primeros trabajos que con este ánimo analizaron el registro material de la Prehistoria Reciente de la Península Ibérica se remontan a no más de cuatro décadas atrás en el tiempo. Sólo desde entonces se han buscado de forma premeditada indicadores capaces de ilustrar ciertos aspectos sobre la aparición de la complejidad social. El Calcolítico (iii milenio cal a.C.) ha recibido una especial atención debido a evidencias como el protourbanismo, la metalurgia o la llamada revolución de los productos secundarios. Más recientemente se ha prestado atención a las diferencias sociales en los grupos del Neolítico Final (iv milenio cal a.C.), caso en el que los elementos de adorno de materiales raros y exóticos, entendidos como símbolos de prestigio, se han esgrimido como indicios de una probablemente incipientes desigualdades. Este trabajo pretende ser una aproximación al estudio de la aparición de las desigualdades económicas y las jerarquías sociales exclusivamente mediante el análisis de la cultura material, esto es mediante un análisis puramente arqueológico. El caso de estudio es la organización y las transformaciones sociales de los inicios de la Prehistoria Reciente en la Meseta

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Norte Española, una extensa región del interior de la Península Ibérica que nos ofrece una secuencia continua entre el momento de la adopción de una economía productora basada en la agricultura y ganadería (vi milenio cal a.C.) y el de la aparición de cierta especialización económica, desigualdades económicas y jerarquías sociales (iii milenio cal a.C.). Para ello se plantea una estructura dividida en cuatro bloques. En primer lugar, porque es necesario conocer con seguridad los puntos fuertes y flacos de las formas de traducir materiales arqueológicos reales a inferencias abstractas, se realiza un repaso crítico de los principios científicos –epistemológicos, metodológicos y técnicos– de la arqueología social prehistórica. En segundo, porque en ciencias sociales prácticamente nunca nos encontramos con casos aislados “de laboratorio”, se presenta una contextualización del objeto de estudio –la Prehistoria Reciente normeseteña– en su marco peninsular y continental y se realiza una toma de contacto preliminar que sirve para identificar qué aspectos son susceptibles de ser analizados por las herramientas de la arqueología social prehistórica como punto de partida para formular las preguntas específicas a realizar, las hipótesis. En tercer lugar, se construye una base empírica lo más completa posible sobre la que realizar las antedichas preguntas para concluir, en último y cuarto punto, con el resultado que son (algunas) de las respuestas.

Una nota sobre terminología Considerando que en la arqueología prehistórica no existe un criterio uniformado en cuanto al uso de términos y conceptos, dándose casos de indefinición o polisemia que pueden llegar a crear confusión, se impone necesario fijar con precisión aquéllos que se van a manejar en este análisis. En lo referente a la organización y estructuración de la sociedad se van a emplear los conceptos familia para hacer referencia a la unidad mínima de producción y reproducción, ya sea nuclear o extensa, y grupo para describir a la unidad residencial conformada por una o varias familias aglomeradas (Johnson y Earle 2000). Partiendo de esta clasificación, con economía doméstica se englobará a los trabajos de producción y consumo que mayoritariamente tienen lugar dentro de la familia para su pura supervivencia y reproducción, mientras que al emplear economía política se hará referencia a los bienes y esfuerzos invertidos por estas unidades en actividades de la esfera suprafamiliar, ya sea a nivel intragrupal o intergrupal y tanto para su sustento como para otro tipo de actividades no directamente subsistenciales (Harris 1979,

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pp. 52-53). Estos conceptos son prácticamente intercambiables con otros también muy extendidos. Así, por un lado la economía doméstica equivaldría a la producción y el fondo de reemplazo y por el otro la economía política a los fondos ceremoniales y fondos de renta según lo estipula E. Wolf (1966, pp. 4–10). Respectivamente, también sería intercambiable con el trabajo agrícola más la energía invertida en los medios de producción (doméstica) y el plustrabajo (política) según C. Meillassoux (1987 [1975], pp. 81–86). Con estratificación u organización según clases sociales se entenderá la articulación de dos o más agrupaciones capaces de reproducirse de forma endógama en la que una de ellas, en virtud de su posición en el proceso productivo, pueda ser capaz de explotar al resto mediante la extracción de una renta o tributo para su sustento, tal y como establece el marxismo clásico y como así se ha introducido en la antropología (Wolf 1966; Fried 1967). En cuanto a la nomenclatura para la clasificación por formas de organización social se ha optado por la de sociedades de rango medio (Feinman y Neitzel 1984) para hacer referencia a aquéllos grupos con una economía de rendimiento diferido (sensu Woodburn 1982) y organizados políticamente sin un entramado estatal burocrático (véase punto 2.1.4). Aquí tendrían cabida tanto los campesinos explotados bajo un dominio de tipo patrimonial de Wolf (1966) como las tribus de Sahlins (1984 [1968]), la comunidad doméstica de Meillassoux (1987 [1975]), las jefaturas de Earle (1987, 1989), o las sociedades transigualitarias de Hayden (1995), entre otros ejemplos. Respecto a la circulación de bienes materiales a escala suprafamiliar se emplearán los conceptos clásicos de Polanyi, asumiendo reciprocidad como movimientos entre puntos simétricos, redistribución como movimientos hacia un centro de apropiación y desde ese centro hacia fuera e intercambio como movimientos en un sistema de mercado (Polanyi 1976 [1957]). En cuanto a la reciprocidad, se aplicará la distinción de generalizada si se hace referencia a “puramente altruista”, equilibrada si es a la practicada con expectativas de retorno y negativa si es a la orientada a obtener el máximo beneficio por la mínima pérdida (Sahlins 1972, cap. 5). En caso de hacer referencia a un traslado de materiales para el que no sea posible concretar específicamente ninguna de estas categorías, se emplearán otros términos ambiguos como circulación, distribución o, simplemente, movimiento. En último lugar, para hablar de las relaciones entre distintos grupos se asumirán los tan manidos conceptos de centro y periferia tal y como fueron definidos en un primer momento, es decir refiriéndose a una división social

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del trabajo, dígase explotación, dislocada en la dimensión geográfica (Wallerstein 1974, p. 349). En caso de hacer referencia a la existencia de una interrelación sin fórmulas de explotación a distancia se hablará de interacción entre entidades políticas pares (Renfrew 1986) y para las zonas receptoras de la propagación de ideas y tecnologías en las que no existan indicios de una circulación de bienes estable o de control político se empleará margen (Sherratt 1993).

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Índice Agradecimientos Introducción Principios epistemológicos y metodológicos del estudio de la organización y las transformaciones sociales en la Prehistoria 1.1. La cuestión del origen y sus formas de abordarla. La introducción de las fuentes etnográficas y arqueológicas 1.2. La armonía y el conflicto en la sociedad presente y su extrapolación al pasado 1.3. La arqueología procesualista. La etapa procesual-funcionalista (1960’s y 1970’s) 1.4. La reacción anti-funcionalista. Las arqueologías marxistas. El conflicto –la lucha de clases– como motor de la historia (1970’ en adelante) 1.5. La reacción anti-nomotética. La arqueología posprocesualista. Simbolismo, particularismo e individualismo (1980’s en adelante) 1.6. La contrarreforma procesualista (1980’s en adelante) 1.7. Cómo y por qué hacer arqueología del origen de las desigualdades y las jerarquías

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Capítulo 1.

Las Sociedades de los inicios de la Prehistoria Reciente en la Meseta Norte 2.1. El contexto: La Península Ibérica, un escenario privilegiado del Viejo Mundo para analizar los procesos de aparición de la complejidad social 2.1.1. Trayectoria historiográfica 2.1.2. Estado de la cuestión 2.1.2.1. El Neolítico Antiguo (c. 5500-4500 cal a.C.) 2.1.2.2. El Neolítico Final / Megalitismo (c. 4500-3200 cal a.C.) 2.1.2.3. El Calcolítico (c. 3200-2200 cal a.C.) 2.1.3. Sobre la autonomía del proceso histórico identificado en la Prehistoria Reciente peninsular 2.1.4. El encaje del proceso ibérico en el trasfondo de la Prehistoria Reciente europea

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Capítulo 2.

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2.2.

La Meseta Norte durante el Neolítico y el Calcolítico 2.2.1. El marco geográfico 2.2.2. Trayectoria historiográfica 2.2.2.1. El Neolítico Antiguo (c. 5300-4200 cal a.C.) 2.2.2.2. El Neolítico Final / Megalitismo (c. 4200-3100 cal a.C.) 2.2.2.3. El Calcolítico (c. 3100-2200 cal a.C.) 2.2.3. Interpretaciones y controversias en la arqueología social normeseteña 2.2.3.1. Economía subsistencial 2.2.3.2. Estrategias de poblamiento 2.2.3.3. Empleo de artefactos sociotécnicos 2.2.3.4. Organización social 2.3. Una estrategia para analizar la sociedad y las transformaciones sociales de los inicios de la Prehistoria Reciente normeseteña Las transformaciones sociales (cuantificar los cambios) 2.3.1. Las transformaciones sociales y sus variables relacionadas 2.3.2. (contextualizar los cambios) Contrastación de modelos de transformación social (explicar 2.3.3. los cambios) Procesos demográficos, económicos y sociales del Neolítico y Calcolítico normeseteños 3.1. Demografía. Dinámicas en la ocupación del territorio y presión poblacional 3.1.1. Ocupación del territorio 3.1.2. Tamaño de los asentamientos 3.1.3. Densidad de asentamientos en el territorio 3.1.4. Grado de antropización del medio 3.1.5. Síntesis. Colonización y consolidación de la red poblacional 3.2. Economía subsistencial. Estrategias agrícolas y ganaderas 3.2.1. La unidad mínima de trabajo 3.2.2. Caza y recolección 3.2.3. Agricultura 3.2.4. Ganadería 3.2.5. Instrumental agrícola 3.2.6. Almacenamiento 3.2.7. Síntesis. Estrategias económicas familiares y grupales 3.3. Las obras colectivas. El trabajo invertido como expresión del poder grupal 3.3.1. Las obras colectivas del Neolítico y Calcolítico normeseteño 3.3.2. Cómo calcular el trabajo invertido en las obras colectivas a partir del registro arqueológico 3.3.3. Síntesis. Tendencias territoriales y cronológicas en la magnitud de la arquitectura monumental

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Capítulo 3.

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Índice

3.4.

Los artefactos sociotécnicos. Mecanismos de transmisión de información sobre la organización social 3.4.1. Distribución de los elementos de adorno. Circuitos comarcales, regionales y suprarregionales 3.4.2. Una aproximación cuantitativa a la energía invertida en la manufactura de estos objetos 3.4.3. Continuidades y transformaciones en el empleo de colores 3.4.4. Los usuarios de los artefactos sociotécnicos 3.4.5. Síntesis. Un proceso de búsqueda de nuevos y más complejos mecanismos para transmitir información social codificada

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Capítulo 4. Contrastación de hipótesis y modelos teóricos 4.1. Hipótesis específicas. La sociedad y los cambios sociales en el Neolítico y Calcolítico normeseteño 4.1.1. Sobre si los artefactos sociotécnicos del Neolítico y Calcolítico normeseteño fueron el resultado del establecimiento de redes de reciprocidad o si funcionaron como elementos de prestigio 4.1.2. Sobre si la causa de las transformaciones del Calcolítico normeseteño fue una revolución tecnológica (la denominada Revolución de los Productos Secundarios) 4.1.3. Sobre si en el Calcolítico normeseteño se consolidó una estructura social clasista 4.1.4. Sobre si existieron diferentes formas de organización social en las distintas áreas del territorio normeseteño durante el Neolítico y el Calcolítico 4.2. Modelos teóricos generales. ¿Por qué cambiaron de la forma en que lo hicieron las sociedades prehistóricas?

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Conclusiones

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Bibliografía

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ISBN: 978-84-8448-903-0

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