Análisis de la signinifación social de la droga a través del estudio de la retórica entorno al LSD.

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Descripción

ANÁLISIS DE LA SIGNIFICACIÓN SOCIAL DE LA DROGA A TRAVÉS DEL ESTUDIO DE LA RETÓRICA EN TORNO AL LSD.

Antropología Política II Grado en Antropología Social y Cultural

Jessica González Nateras Sergio Moreno Infantes Anabel Quintero Piñero

Profr. Rufino Acosta Enero – Junio 2015

ÍNDICE

2 Introducción ........................................................................................................................................... 3 Por un conocimiento del concepto droga .................................................................................... 5 Dietilamida de ácido lisérgico .......................................................................................................10 Marco histórico y político del LSD ...............................................................................................15 Representaciones y discursos........................................................................................................22 Legalidad y control ............................................................................................................................32 Conclusiones ........................................................................................................................................38 Bibliografía ...........................................................................................................................................42

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INTRODUCCIÓN El presente trabajo parte de la idea de que la antropología tiene la capacidad de desmontar, mediante el análisis y la relación de distintos enfoques de significado, los conceptos generados socialmente. Elegir una droga como objeto de estudio político puede parecer ya una decisión anarquista o disidente, sin embargo consideramos pertinente el estudio de los discursos en torno a ella porque, dada la reacción social que implica, puede darnos pistas para localizar elementos determinantes en la estructura ideológica del poder. Entendemos que las pautas de consumo reflejan los valores de una sociedad y es a través de los discursos prohibitivos y moralistas asociados al uso de drogas que queremos someter a análisis la nuestra. De esta manera intentaremos deconstruir esta edificación social a partir de los discursos políticos, médicos, sociales, económicos y rituales a los que se ha visto sometido el concepto centrándonos en el caso la dietilamida de ácido lisérgico. Basándonos en el análisis del filósofo francés Jacques Derrida entendemos que la palabra, concepto y consigna droga supone una “definición instituida, institucional [que] necesita una historia, una cultura, unas convenciones, evaluaciones, normas, todo un retículo de discursos entrecruzados, una retórica explícita y elíptica” (1990: 33) y es esto lo que nos interesa estudiar y comprender. Entrando en nuestro campo de observación específico, intentaremos explicar el papel que el LSD-25 ha jugado en su breve historia tanto en movimientos ideológicos concretos como en la política, partiendo de los efectos que produce y que hacen de ella una droga visionaria, para intentar interpretar los significados que conlleva su uso.

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Veremos los movimientos que surgen en torno al consumo de esta sustancia están estrechamente relacionados con la tendencia anti hegemónica vivida en Estados Unidos en el transcurso de la Guerra Fría, cómo se instaura como una alternativa a la crisis ideológica que marcó esta década y, finalmente como se somete su uso a la legislación de dicho país señalando algunos comentarios recientes de psicólogos, médicos, sociólogos y políticos. Hemos elegido este tema en particular porque, desde su aparición en los años 40 su uso fue bien documentado y nos parece un buen ejemplo de lo prometedor que puede llegar a ser el estudio de Sustancias Psicoactivas1 a nivel sociológico, filosófico y antropológico. Siguiendo esta línea nos enfocaremos en la panorámica cultural asociada a la droga y cómo su consumo estuvo y está inserto en la sociedad, sin olvidar que los debates en torno al tema, antes de ser de orden penal son morales, lo que motiva aun más nuestro interés, en tanto que percibimos el potencial que tiene este concepto de revelar elementos profundamente estructurales. Nuestra idea es dar un panorama general de cómo se construye un tabú en torno a una sustancia en nuestra sociedad, lo que podría (con ayuda de estudios posteriores) revelar aspectos esenciales de los patrones de orden y peligro que constituyen nuestra cultura.

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Utilizaremos las siglas SPA adoptando terminología de Restrepo (2004) para referirnos a aquellas que son una forma de mediación química entre el cerebro y la cultura. 4

POR UN CONOCIMIENTO DEL CONCEPTO DROGA D ROGAS EN LAS CULTURAS

Desde el Renacimiento, con Paracelso se distingue como drogas a aquellas sustancias “que provocan una intensa reacción al no ser asimiladas inmediatamente por el cuerpo". Esta ancha definición permite incluir a un amplia gama de compuestos entre los que distinguiremos aquellos que afectan somáticamente al usuario (como es el caso de anestésicos, antibióticos o sulfamidas, cortisona, etc.) y los que afectan, además, sentimental y psíquicamente, donde encontraremos sustancias diseñadas específicamente para crear estos efectos, así como a sustancias que los provocan naturalmente (Escohotado 1995: 20). Entendemos que las drogas están más presentes en nuestra vida de lo que solemos suponer y lo mismo pasa con su importancia en sociedades a todo lo largo de la historia. Un somero estudio de éstas evidencia su empleo en fiestas tanto religiosas como paganas, a modo de ejemplo mencionaremos los vinos y banquetes iniciáticos de los misterios eleusinos, mitraicos y egipcios2, el codiciado soma de la India, las veladas de los pueblos peyoteros, los rituales del yagé3 en la cuenca amazónica, los del kava en Oceanía o los de la iboga en África central, etc. (Escohotado 1995: 26) La fiesta religiosa es, en fin, casi siempre ocasión de ebriedad. Con los ejemplos anteriores queremos demostrar que las Sustancias Psicoactivas han jugado en la mayor parte de las culturas un papel tan importante como el lenguaje y las herramientas de trabajo (Restrepo 2004: 187) puesto que son dispositivos culturales de sociabilización4, religiosidad y ritualidad.

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Los cultos en diferentes civilizaciones mediterráneas estaban asociadas a hongos alucinógenos. Ayahuasca. 4 Schultes apunta que un 80% de las culturas conocidas las han usado como elemento 5 3

Dada la presencia generalizada de las drogas en la cultura queremos ofrecer un estudio libre de prejuicios que las entienda como mediadores entre la química cerebral (individuo y subjetividad) y la producción simbólica (contexto social, representación); sin embargo, tenemos en mente la observación que hizo Derrida al acotar sobre la palabra droga que una definición objetiva de ésta era imposible puesto que “no se trata de un concepto, sino de una consigna" (en Restrepo 2004). Lo anterior nos lleva necesariamente a analizar el enfoque político, íntimamente relacionado con el aparato económico5. Las drogas han sido centro de la economía internacional probablemente desde antes del siglo XVII en el que el tabaco, el té y el azúcar se integraron al mercado mundial y, como tales, son centro de investigación de antropología económica (y política) desde entonces; el mismo interés despierta ahora el tráfico de cocaína y heroína6. Nuestro estudio, no así de enfocado a este sector (para lo que haría falta una descripción minuciosa de los procesos de producción y el mercado) se centra en la distinción ideológica o filosófica que despierta una sustancia, pero lo hace sin dejar de tomar en cuenta que el estatus y posición de ésta estará siempre relacionado a la estructura política global. También dentro del marco de lo social nos interesa la estrecha relación entre los procesos de producción y rituales de consumo que se expresa cuando el deseo por consumir una sustancia genera una solidaridad comunitaria o, como en muchos casos, termina siendo el núcleo de manifestaciones culturales, además de la función histórica que han tenido las drogas para articular el entramado económico

sociabilizador esencial (utilizándose en el resto de los casos otras técnicas de alteración de la conciencia). 5 No hace falta más que una referencia al acceso de dinero que permite el tráfico de SPA legales e ilegales para demostrar lo anterior. 6 Y probablemente con mayor razón dado el alcance del mercado internacional en la actualidad. Para ilustrar cómo la producción de drogas está inserta en el circuito industrial pensemos en que las SPA producidas en Colombia o Marruecos tienen como principal foco de consumo ciudades como Los Ángeles y Roma mientras que las ganancias que representan van directo a la Bolsa de Londres o Nueva York. 6

con los mecanismos de producción simbólica7, lo que hace que su carácter político cobre dimensiones aún más complejas. Finalmente, el enfoque simbólico nos parece otro punto de interés. Escohotado nos habla de situaciones en las que una SPA se convertía en lo que Turner podría llamar símbolo de condensación, la hoja de coca era símbolo del Inca en ese imperio (usado por lo tanto como premio o galardón); el vino, restringido a varones mayores de treinta años en la Roma pre imperial era el centro de las festividades (y el germen de nacimiento de un dios), el mate fue excusa para que la iglesia católica acusara a los sudamericanos de prácticas satánicas (1998: 22)… y la lista continúa. Creemos firmemente que en torno a las drogas se crean mitos y representaciones. Si queremos aplicar lo anterior a una sociedad contemporánea podemos pensar en Sara Montiel, construyendo en torno al cigarro una imagen de gran porte y sensualidad cuando cantaba "Fumar es un placer, vano y sensual. Fumando espero al hombre que yo quiero, tras los cristales de alegres ventanales, pues mientras fumo mi vida yo consumo, porque aspirando el humo, me siento enloquecer"; también podemos mencionar los elíxires de minorías, como fue el hachís en los clubes parisinos del siglo pasado. En contraparte, existen también pautas de comportamiento organizadas en torno a algunas sustancias (que Restrepo llamará "adormecedores colectivos8") como el alcohol, el azúcar y el tabaco9.

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En caso de dudar sobre la presencia de las drogas en el universo simbólico social baste con revisar los distintos rituales religiosos y profanos y pensar en los tipos de sustancias a los que pueden asociarse, desde el vino de la Santa Cena hasta el té como parte de la tradición británica, sin dejar olvidar toda la cuantiosa producción artística que va de la mano de estados alterados de conciencia (sobran ejemplos: la presencia de la heroína en el mundo del jazz, la absenta en el periodo expresionista de la pintura, incluso se presume que la pintura rupestre era realizada bajo el efecto de alucinógenos). 8

No en vano utilizaba Marx la expresión "opio del pueblo", aludiendo a las características específicas del opio para referirse a aquello que, manteniéndolo adormecido, permitía la continuidad del estatus quo. 9 Los dos últimos se distribuían, no por casualidad, en las plantaciones caribeñas para aumentar 7

Siguiendo esta línea, creemos que el consumo de Sustancias Psicoactivas puede hablarnos de la dinámica social puesto que, al no poder separarse de su contexto, ejercen une efecto mimético con las prácticas comunes. El tipo efectos de las sustancias de uso común nos dará una idea de lo que es efectivo y permitido por el sistema, de la clase de creencia religiosa del grupo y probablemente de la clase de rituales que se llevan a cabo en éste; por descarte, las sustancias prohibidas nos marcarán la línea de comportamientos no adecuados para los marcos socialmente aceptados. Para ejemplificar un poco lo anterior tomemos de entre el abanico de sustancias consumidas en occidente un par de ellas que son lícitas, digamos, el tabaco y el azúcar; es fácil adivinar de qué manera se adecuan a la dinámica social dominante (o, en términos capitalistas, a la dinámica laboral), ambas estimulantes, mantienen andando la locomotora, de la misma manera que la masticación de hoja de coca ayudaba a los incas a andar largas distancias en zonas de poca presión atmosférica. Al investigar sobre el LSD nos hemos dado cuenta que la sustancia encarna muchos de los valores declaradamente contra-hegemónicos por lo que se convierte en una de las sustancias que en lugar de servir como opio del pueblo, servirán como canalizador de otro tipo de religiosidad la “de los poetas y ateos, y de algunos otros, más o menos ateos, más o menos poetas” (Derrida, 1990:38). Ahondando un poco en esta relación y llevándola a lo simbólico, no nos costó mucho llegar a una situación delicada, señalada por Restrepo como la "gran tragedia de Occidente", que es el antagonismo existente entre los valores propugnados por la sociedad: "se defiende como máxima la libertad al mismo tiempo que mutila o elimina los resortes emocionales que permiten vivenciar experiencias trascendentales" (2004: 147). No nos referimos con esto únicamente al consumo de sustancias (que finalmente sigue cayendo en la autogestión del cuerpo tanto como la ropa que alguien decide comprar y ponerse), sino a la

el rendimiento de los esclavos como se hizo con la cocaína a los negros sureños. Estos hábitos ya anticipan una posterior segregación de minorías étnicas asociadas al consumo de ciertas drogas. 8

conformación de la individualidad y singularidad trasladada del ritual pagano o religioso a nuestros actuales rituales de consumo. De esta manera, el aparato económico institucional define lo que es un correcto frenesí dionisiaco, como un viernes de rebaja o una borrachera en la feria dando por inadmisible el resto de posibilidades. En esta separación entre Apolo y Dionisios encontramos el conflicto entre el estado extático y los parámetros morales de la razón. Un problema añadido es que la satisfacción de impulsos se represente como una situación a resolver de manera automática a través de los mediadores regulares: consumo y mercado. De esta manera vemos que el uso de SPA está inserto en un paradigma social ideático, por lo que en el presente ensayo intentaremos considerar paralelamente los efectos fisiológicos de las drogas y el de las influencias culturales, tomando en cuenta que éstas afectan también al cerebro "como órgano social, cuyos neurotransmisores y sinapsis se modifican bajo su influjo" (Restrepo 2004: 46). Para dar comienzo al tratamiento de nuestro tema, hablaremos de los efectos fisiológicos de la LSD-25 para posteriormente centrarnos en los movimientos que la sustancia despertó al simbolizar: "cierto paganismo preocupado por el retorno a la naturaleza” (Escohotado 1995: 24). Hablaremos de la identificación de esta droga con un determinado grupo social o de la subcultura en torno a su consumo y veremos que responde a un movimiento contra hegemónico pero que a la vez carga con el estigma de ser y estar en oposición al sistema. Veremos cuán relacionada está la política con las distintas posturas ideológicas y observaremos los procesos de legalización y prohibición como un entramado complejo de circunstancias económicas e ideáticas.

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DIETILAMIDA DE ÁCIDO LISÉRGICO En este apartado intentaremos analizar qué es y cómo funciona el LSD en nuestro organismo e intentaremos explicar (o conjeturar) cómo se asocia su uso a distintas prácticas sociales; lo anterior como un marco de referencia para la posterior explicación de los movimientos ideológicos surgidos a partir del mismo. El LSD es el nombre que conocemos para el compuesto dietilamida de ácido lisérgico, extraído del ergot (Claviceps purpurea), un hongo que parasita el centeno. Los efectos de éste se conocen probablemente desde la edad media, época en la que se registran casos de la "fiebre de San Antonio", padecimiento que iba desde las alucinaciones hasta la necrosis de tejidos, pasando por convulsiones y contracción arterial10. Dicha fiebre se daba al elaborar pan con centeno infectado o en el ganado cuando se le alimentaba con el mismo. El compuesto como lo conocemos ahora fue sintetizado en 1938 por Albert Hoffman (aunque su descubrimiento como sustancia psiquedélica no se dio sino hasta 1943) y se incluye dentro del grupo de alucinógenos, al que también pertenecen el peyote, los hongos alucinógenos, la ayahuasca, la dimetiltriptamina (DMT), la ketamina, el dextrometorfano, la salvia divinorum, entre otros. Entre los más importantes efectos del LSD hemos nombrado la alucinaciones, experiencias sensoriales que no son reales y que el individuo percibe fuera de sí pero manteniendo conciencia de que son producto de su mente; a éstas se le añaden sensaciones de comprensión, empatía, sentimientos místicos, cambios en presión arterial, dilatación de pupilas, sinestesia y distintas formas de distorsiones visuales similares a las naturalmente producidas ante efectos luminosos que conocemos como fosfenos.

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Al parecer, la influencia del ácido lisérgico de este hongo sobre el sistema circulatorio o sobre la sangre es considerable puesto al ser utilizado de otras maneras solía servir para controlar hemorragias, de donde Hofmann recomendaría su uso en obstetricia y medicina interna (Der Marderosian 1964; Hofmann 1964). 10

Cabe señalar que aunque las propiedades del LSD permiten incluirlo entre alucinógenos11, no usaremos dicho categorización porque presenta connotaciones que tienden a la disociación o al casi delirio (la raíz, alucinare refiere al "deambular de la mente" o "a "hablar sin sentido") y veremos que el uso que tuvo en sus años de mayor uso, difusión y estudio no iba en ese sentido. Creemos ser capaces de demostrar que desde su descubrimiento el LSD se asocia a otra clase de "viaje", uno relacionado con la expansión de mente; es por esto que utilizaremos los términos psiquedélico12 y enteógeno13 para referirnos con mayor proximidad al uso deseado de esta sustancia por descubridores y primeros consumidores.

E FECTOS

EL LSD se consume oralmente y la dosis requerida puede ir desde los 20 microgramos a los 80, aunque en la década de los 60 solía consumirse de 100-200 (lo que la hace una de las sustancias más concentradas o que requieren menor dosis en relación a otras drogas). Después de ingerida, el comienzo de la experiencia puede tener lugar entre media y 1 hora y durar de 4-12 dependiendo de la dosis y de la metabolización que haga el hígado de ella, excreción en orina, rapidez de adaptación del cerebro y tolerancia. Lo que se experimenta suele comenzar con nerviosismo al consumir las dosis (es de notar que la calidad del viaje está condicionada de manera

Aunque el LSD no presenta ningún riesgo a nivel fisiológico, existen alucinógenos como la fenciclidina (PCP) u otras del grupo de la belladona lo suficientemente estimulantes a nivel cardiaco y de regulación térmica que pueden resultar muy peligrosas, incluso letales. 11

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Término acuñado por el psiquiatra Humphry Osmond, a partir de ψυχή - psyque y δηλοῦν delón (poner

de manifiesto), para referirse a aquello que pone de manifiesto o revela la mente o el alma. 13

Éste propuesto por Puck y Wasson a partir de ἔνθεος - éntheos (dios dentro) y γένος – génos (nacimiento) relativo al nacimiento u origen del dios interior. 11

considerable por el entorno y la expectativas al tomarlo) y continuar con la aparición de los mencionados fosfenos, figuraciones geométricas, manchas de colores y posteriormente imágenes complejas; así mismo se presenta sinestesia, o suma de sentidos, en los que se puede percibir la textura o el color de los sonidos, por ejemplo. La distorsión del tiempo es otra de las alteraciones más comunes. Por otra parte no hay riesgo de sufrir convulsiones, coma, adicción ni dependencia física. Los efectos del LSD, están asociados al estímulo de serotonina (también llamada 5-HT), neurotransmisor que regula es sueño, comportamiento alimentario, la temperatura e intercambio de hormonas. Se cree también que la concentración de ésta en los centros superiores cerebrales, la corteza y el núcleo accumbens es la causa de la alteración de algunos procesos cognitivos, la percepción y el estado de ánimo. El compuesto actúa tanto bloqueando como estimulando los receptores de 5-HT, lo que deviene en la actividad alucinógena y algunos otros efectos14. En una apreciación de corte más místico, la experiencia suele presentarse como un "profundo sentido de apertura mental y comprensión" (Kuhn 2011: 87). Esta última idea, si bien puede resultar ambigua o inexacta, es la clave con la que intentaremos explicar la enorme aceptación que recibió en Norteamérica en los años 50 y 60 y su posterior difusión por el globo como droga visionaria. Finalmente, cuando la concentración disminuye en la sangre que irriga el cerebro y la acumulación de LSD en los receptores desciende y cae por debajo del nivel eficaz, la droga los abandona y es retirada por la sangre (Goldstein 2003: 86), dejando una posterior sensación de fatiga y paulatino reajuste al entorno.

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El efecto suele explicarse de la siguiente manera “se bloquean los receptores serotonina-1 y estimulan los de serotonina-2” (Kuhn 2011), sin embargo el proceso es más complejo. En el estudio de esta clase de receptores (5-HT2A) se han identificado más de 14 subtipos, cabe añadir que el interés de la medicina en éstos es debido a los efectos relacionados con el deseo o inhibición de vómito, de convulsiones, o de control de ingesta de alimentos, habiendo sido propuesto el uso de LSD como ayuda en tratamientos anti vomitivos, por ejemplo. 12

R IESGOS

Las experiencias negativas pueden ser, sobre todo los malos viajes (experiencias de ansiedad aguda, terror o accidentes debido a la falta de capacidad de pensar con claridad respecto al entorno). Otro trastorno documentado es el "flashback" o trastorno perceptivo postalucinógeno, en los que los trastornos visuales regresan aunque la sustancia no esté más presente en el organismo15 (Kuhn, 2011: 78). Creemos, por último que los mayores riesgos provienen del consumo no controlado, puesto que en la mayoría de las ocasiones el usuario no tiene una manera de comprobar lo que está consumiendo16 y una ingestión de otra sustancia puede provocar tanto daño corporal como efectos psíquicos no deseados o esperados. Con el LSD en estado puro, el peligro no es que el cuerpo deje de funcionar por catalepsia (como sucede con los relajantes) o sobreexcitación (con los estimulantes) sino, a un nivel más psicológico, que el individuo “se hunda en el entramado de suposiciones y juicios acerca de sí mismo, y que al cesar la rutina anímica irrumpa de modo irresistible el temor a la demencia" (ibíd.). Además hay que señalar que mientras cada sustancia documentada tiene en su registro una dosis de tolerancia y otra de letalidad (la dosis de ingesta máxima antes de producir daño riesgo de muerte) no existe registro de un límite de ingesta de LSD puesto que nunca se han producido intoxicaciones fatales (Escohotado, 1996: 173), la literatura científica no conoce dosis letal así como nada semejante a la dependencia con esta sustancia. En lo que respecta a usos sociales, su nivel de

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Es a partir de este efecto se había inferido que la sustancia permanecía en el sistema nervioso, almacenado en el líquido cefalorraquídeo, sin embargo hasta hora no se ha documentado nada que lo confirme. 16

En respuesta a este problema (que presenta riesgos serios y reales) se han creado asociaciones como Energy Control que supervisan y verifican el contenido de distintas drogas. 13

riesgo es mínimo en relación a crímenes o accidentes bajo el influjo de otras drogas. En el siguiente apartado intentaremos enmarcar el uso del LSD desde una perspectiva política, tomando en cuenta las fases de aceptación pública y la legislación a la que se sometió. Posteriormente compararemos este aspecto con la representación y significaciones que los usuarios daban a esta sustancia, intentando esbozar los complejos filosóficos e ideológicos que se gestaron en torno a su descubrimiento.

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MARCO HISTÓRICO Y POLÍTICO DEL LSD El 19 de Abril de 1943, mientras estudiaba los posibles usos de los alcaloides del cornezuelo, Albert Hofmann experimentó accidentalmente con Dietilámida de Ácido Lisérgico. A este día se le conoció como el día de la bicicleta, siendo Hofmann la primera persona en tener un "viaje" con LSD. Para comprender las consecuencias de dicho descubrimiento vamos a comenzar dando una breve introducción al contexto histórico-político que tuvo lugar en Estados Unidos entre la década de los 40 y finales de los años 60. Tras la Segunda Guerra Mundial comienzan a mejorar las condiciones económicas, tanto en Europa como en los Estados Unidos. Nos referimos a una mejora de tipo pragmático, ya que estaban únicamente orientadas a la reconstrucción material de Europa (Plan Marshall), y de carácter individualista. Pero en plano social, el clima estaba cada vez más agitado, se estaba sufriendo una fuerte crisis identitaria e ideológica dada la falta de ideas colectivas y el temor a una posible guerra nuclear. Además, la gente no entendía las razones de lo que había ocurrido durante las dos guerras y en consecuencia, se fue perdiendo la confianza en el gobierno. La clase política, en respuesta, trató de buscar nuevas fórmulas para recuperar la estabilidad política, como fue la creación de Estados paternalistas (siguiendo la política del Welfare State). A causa de las tensiones producidas en la posguerra, en 1945 comenzó la Guerra Fría, y se prolongó hasta el año 1991, acabando con el Golpe de Agosto en la Unión Soviética. Los protagonistas del conflicto fueron el bloque capitalista y el bloque soviético, en el cual, ninguno de los dos llevó a cabo acciones directas contra el otro. Las razones por las que tuvo lugar esta guerra fueron económicas, políticas y sobre todo, ideológicas, ya que ambas potencias trataron de expandir su modelo de pensamiento a escala mundial. Es importante tener en cuenta la participación de un tercer bloque, el llamado Tercer Mundo, ya que jugó un papel importante con el desenvolvimiento de la descolonización y los movimientos independentistas. De hecho, muchas de las acciones indirectas a través de las que 15

se enfrentaron ambas ideologías, tuvieron como escenario países como Vietnam, Laos o Camboya. Estados Unidos desarrolla un tipo de política intervencionista y de contención del expansionismo soviético a escala mundial. En 1947 el presidente Harry S. Truman, creó una medida conocida como Doctrina Truman, en la que proponía que los Estados Unidos de América tenían la responsabilidad mundial de "respaldar a las naciones libres que resisten contra los intentos de dominación de minorías armadas, o acciones externas" (Paredes 2009: 303). A partir de dicha declaración expanden su psicosis nacional de búsqueda y exterminio del comunismo lo que es conocido como macartismo: intolerancia ideológica y temor irracional a la URSS. Por otro lado, se creó un nuevo modelo de poder militar: la Agencia Central de Inteligencia (CIA), a través de la cual se buscaba obtener información y llevar a cabo actividades encubiertas en el extranjero. Además, en este periodo destacan conflictos como la Guerra de Corea entre 1951 y 1953, la Crisis de los Misiles en Cuba en 1962 y la Guerra de Vietnam entre 1964 y 1975. Nos interesa centrarnos en la Guerra de Vietnam ya que fue uno de los acontecimientos que causó más mella en la sociedad, teniendo un fuerte impacto en la conciencia colectiva por haber sido el primer conflicto bélico televisado de la historia. Todo comenzó en Vietnam tras una serie de conflictos entre varios grupos comunistas armados y el gobierno. Más tarde, dichos grupos se unificaron formando el Frente de Liberación Nacional (Viet Cong), que rápidamente fue apoyado por la Unión Soviética. La guerra coincidió con el mandato del presidente norteamericano Lyndon B. Johnson (de 1963 a 1968), el cual financió de la guerra y bombardeo el país con "fines morales e ideológicos", dando lugar a una guerra presidencial. La opinión pública acabó con su mandato, y Richard Nixon comienza a gobernar en 1969; continúa extendiendo la guerra y bombardea Camboya y Laos; llega a afirmar que no le importaba perder las elecciones con tal de no ser el primer presidente en perder una guerra (Paredes: 2009). Finalmente, con el Escándalo Watergate (1972) se desvela que el presidente había estado realizando espionaje electrónico en la Casa Blanca y es desacreditado, por lo que en 1974 dimite. En 1975 acaba la guerra. 16

Como consecuencia de todo lo ocurrido, la opinión pública se torna fuertemente crítica hacia la clase política y hacia las viejas democracias. La gente no comprende lo que ha ocurrido en Vietnam, se sienten defraudados con el gobierno y con el ejército, y no se sienten identificados con quienes lo representan. En este contexto, las nuevas generaciones de los años 60 de jóvenes pudientes e instruidos se desligan de las generaciones anteriores y comienzan a reaccionar y a realizar manifestaciones y protestas. Es en este periodo cuando tuvo lugar lo que Ronald Inglehart ha denominado la Revolución Silenciosa: "profundo cambio en los estilos de vida, hábitos culturales y referencias morales acontecidos en el mundo occidental desde el final de la Segunda Guerra Mundial" (citado en Paredes, 2009: 271). Las protestas que se sucedieron fueron ganando intensidad a medida que se seguían reclutando jóvenes para luchar en Vietnam, ya que, llegados a este punto, el gobierno había perdido toda legitimidad y la sociedad estaba desvinculada del discurso del gobierno. Por otra parte, con el curso de la descolonización, surgieron nuevos movimientos independentistas que se sumaron a las protestas. Cabe destacar, grandes revueltas sociales como el Mayo francés y la Primavera de Praga en 1968. La generación de los 60 se caracterizó por desafiar los principios de autoridad, cuestionar el orden tradicional vigente, y por rechazar los valores establecidos. Las expectativas que tenían de los gobiernos no se correspondieron con la realidad. Además, rechazaron el pragmatismo tecnocrático y conservador de la época, y se crearon nuevas ideas, como el comunismo democrático. Pero, pese a que fue una de las revoluciones más notables que han sucedido hasta nuestro tiempo, no se consiguió desestabilizar el Estatus Quo. Refiriéndose a lo sucedido en este momento histórico, varios literatos comenzaron a plantear que se había producido el "fin de las religiones". Para hacer frente a esta situación de anomia, las nuevas generaciones recurrieron a nuevas ideologías y alternativas al modelo tradicional, tratando de buscar otro tipo de experiencias con las que poder superar su estado de alienación con el entorno. Los individuos habían sido despojados de su relación con la transcendencia y de alguna

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manera, tratan de buscar a Dios dentro de sí mismos. En este contexto es donde cobra auge el consumo de ciertas drogas enteogénicas en occidente.

G RUPOS DE INTERÉS EN TORNO AL LSD

Mientras tanto, en Suiza, tras el descubrimiento de la LSD-25, continúan las investigaciones para conocer que otros usos podría tener, llegando a la conclusión de que se trataba de una sustancia de gran potencial que podría ser utilizada en diversos campos. A medida que fueron avanzando dichos estudios se formaron varios grupos de interés alrededor de la dietilámida. Podríamos hablar de tres bloques, los cuales utilizaron la sustancia con distinta finalidad, por un lado estaba lo que A. Escohotado ha denominado el complot pagano (1998), dentro del cual podemos diferenciar dos bloques, uno filosófico y otro psiquiátrico, y por otro lado, el bloque de interés político. El complot pagano tuvo lugar entre los círculos más cultos de la sociedad, los cuales fueron gestionados y subvencionados por las principales instituciones académicas (Escohotado 1998). Cierto grupo de filósofos comenzaron a concebir el uso de la LSD como un fenómeno a través del cual se podía alcanzar una experiencia visionaria, con la que volverse a encontrar consigo mismos y su entorno; para ellos no era solo una droga más, sino que era un vehículo para poder alcanzar la transcendencia del ser. Estas ideas, fueron fácilmente acogidas por una sociedad que se encontraba inmersa en un paradigma mecanicista y materialista, y que solo llevaba a la explotación de recursos y de personas (Escohotado: 1998). Cabría preguntarse si estas ideas surgieron en un buen momento para ser aceptadas o si, más bien, surgieron a causa de lo que estaba sucediendo en esos momentos. Varios intelectuales siguieron teorizando en sobre esta línea de pensamiento; G. Bateson, pensaba que espíritu y cuerpo, e intelecto y emoción eran indisolubles, y, como dichos elementos habían sido separados, la dietilámida como el catalizador para que volvieran a reconciliarse. Por otro lado, A. Huxley, sostenía que a través del (re)descubrimiento bioquímico se podría alcanzar el 18

"renacimiento religioso", lo cual nos llevaría a la comprensión profunda de la naturaleza de las cosas (Escohotado: 1998). Es decir, ante la idea de "Dios ha muerto", el consumo de LSD sería una forma para "tener a Dios dentro de sí" (enteógeno). Otros intelectuales, como el poeta H. Michaux, hablaron de drogas visionarias que funcionaban como mecanismos de infinito. El otro lado del complot se produce de manera paralela. Son terapeutas y psiquiatras que utilizaron la droga como método de rehabilitación de enfermos mentales. Este grupo, no tuvo demasiado en cuenta las implicaciones éticas y políticas que conllevaba el uso que hicieron de la LSD. Por un lado, los pacientes, no estaban en posición de ser conscientes de qué tipo de terapia se les estaba aplicando, y por otro, los propios psiquiatras tampoco eran conscientes de que estaban preparando el terreno para el uso político de la droga. En primera instancia, H. Abramson demostró que la Dietilámida de Ácido Lisérgico era una sustancia farmacológicamente segura. Además, Sandoz creó el Delysid, un preparado que hacia la LSD apta para el uso terapéutico. A causa de estos dos factores, se aprobó que fuera utilizada en psiquiatría como tratamiento para la salud mental. Entonces, un importante sector médico y psiquiátrico comienza a utilizar la LSD como vehículo de conocimiento neurológico, como psicoterapia y para el diagnóstico. En otro ámbito, Huxley, desde una óptica multidisciplinaria y entusiasta, hace experimentos con ciegos, artistas y agonizantes, a partir de los cuales escribe una "Guía para Psiconautas" para realizar un registro objetivo de los datos que recoge. H. Osmond hace referencia a la naturaleza espiritual; en 1952 empieza a realizar psicoterapia con LSD con el fin de buscar una cura a la esquizofrenia y al alcoholismo. En este momento, se empieza a difundir la idea de drogas psicotomiméticas, esto es, drogas que producían estados temporales de locura, con las que se podía romper el equilibrio y los mecanismos de defensa de ciertos sujetos. Basándose en ello, Osmond, propuso la idea de que los propios médicos y enfermeros podrían experimentar sobre ellos mismos, para ser capaces de ver a 19

través de los ojos de sus pacientes, entenderlos mejor, y así mejorar su tratamiento. A partir de esto comenzaron a darse cuenta de que un mal uso de la LSD supondría un grave peligro, por lo que continuaron procediendo con más sigilosamente. Sentadas todas estas bases, la clase política también comenzó a interesarse por la LSD. Aunque, ya desde antes de la Segunda Guerra Mundial, en Norteamérica comenzó la búsqueda de una droga que anulase el entendimiento y la voluntad de las personas. En 1977, un subcomité del congreso presidido por Edward Kennedy, realizó una investigación sobre las actividades secretas de distintos organismos relacionados con la LSD. Así, se demostró que la CIA la había estado utilizando como arma secreta en pos de sus intereses. Por otro lado, también se destapó información sobre el programa de seguridad del gobierno de Johnson (19631968), que estuvo investigando los antecedentes ideológicos de los miembros del gobierno (Macartismo), y sobre otras actividades atentatorias contra las libertades civiles durante el gobierno de Nixon (Escándalo Watergate en 1972). La CIA, con el conocimiento de los estudios científicos y de la psiquiatría, y el conocimiento sobre las torturas que hicieron los nazis campos de concentración a los prisioneros, utilizó la LSD para sus proyectos. Así, se formó un consejo secreto para experimentar con "agentes de guerra no convencionales". Entonces adquirieron todos los suministros de LSD en Sandoz y pidieron información a Hoffman sobre futuras compras y sobre cómo trasportar la droga a otros países. Cabe destacar proyectos como el MK-ULTRA en 1953, un programa de investigación ilegal y secreto para torturar e interrogar prisioneros utilizando LSD. También, la Operación Clímax de Medianoche, la cual consistió en la existencia de un burdel subvencionado y controlado por el gobierno, en el que las prostitutas se encargaban de poner la droga en las copas de sus clientes para así obtener información. Además, se organizaron "ataques sorpresa" a socialistas y a posibles comunistas infiltrados en el gobierno. Otro caso paradigmático, fue la muerte de F. Olson. La CIA se había encargado de diversificar sus investigaciones y canalizarlas a través de otras instituciones,

como

universidades

y

psiquiátricos,

las

cuales

fueron 20

subvencionadas. F. Olson, fue un bioquímico del ejército experto en armas biológicas. En determinado momento, se le administró LSD sin que él lo supiera y más tarde murió en extrañas circunstancias. En principio, se difundió la noticia de que Olson se había suicidado, pero finalmente, tras encontrar otro tipo de lesiones en su cuerpo, se demostró que había sido asesinado. Meses antes había sufrido una fuerte crisis de conciencia y se cree que su muerte fue producida ante el miedo a que desvelara cierta información sobre varios programas secretos del la CIA en los que había participado personalmente. A. Escohotado, dice que no se produjo un complot, sino dos. Por un lado, los servicios de inteligencia legalmente, y por otro, los filósofos y los psiquiatras ilegalmente. Cierto es que la utilizaron con medios diferentes, unos mediante el engaño, y otros dejando brotar las conciencias, pero ambos buscaban una droga de la verdad (Escohotado: 1998). Además, un grupo sirvió como base para que se desarrollara el otro, retroalimentándose. Ambos obtuvieron grandes subvenciones, pero, finalmente, el gobierno tuvo que pagar nueve millones de dólares en indemnizaciones por la muerte de decenas de miles de norteamericanos, y de un número indeterminado de laosianos, camboyanos y vietnamitas. Vemos así como la LSD fue utilizada como instrumento político para la manipulación y el control de la población. Queda claro que existió un conflicto político en torno a esta sustancia, basado en las diferencias “entre quienes querían pensar conceptualmente el fenómeno, quienes se aprestaban a vivir del complejo industrial terapeutista y el grupo de quienes atendían las consignas de los protectores” y que el juego de intereses entre estos es lo que despierta “el primer brote histórico de resistencia activa al prohibicionismo” (Escohotado 1998: 10). Pasaremos ahora a tratar la con mayor cuidado la dimensión ideológica de este enfrentamiento.

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REPRESENTACIONES Y DISCURSOS LSD, GRUPOS SOCIALES Y SISTEMAS IDEOLÓGICOS .

El debate en torno al estatus legal del LSD se despertará en Occidente durante las décadas de los 50 y 60 girará en torno al marco normativo que regula el uso/ consumo de dicha sustancia, apareciendo discursos que muestran un fuerte rechazo a su prohibición por considerarlas vehículos de conocimiento y, por tanto, beneficiosas para el transcurrir de la vida social, sensitiva, creativa y espiritual de los sujetos y de gran interés para el conocimiento científico - destacan las figuras de Walter Benjamin, Aldous Huxley, A. Hoffmans- frente a otra percepción, que ve en las experiencias con esas sustancias visionarias un elevado riesgo de transgresión, cuestionamiento y ruptura del orden social imperante por su uso extra-medicinal; esta postura esta principalmente secundada por el gobierno Norte americano y la Unión Europea. En el ámbito de lo social, el consumo de LSD se popularizó por la aparición de un movimiento de “contracultura”, cuya filosofía se fundamentaba en las experiencias de los sujetos con la sustancia, orientada hacia lo recreativo y lo espiritual. Será el hilo conductor por el cual surgirán eventos, movimientos artísticos, nuevos espacios de sociabilización y la reaparición de valores relacionados con posicionamientos políticos en respuesta a la situación de la guerra de Vietnam y al ideario del "American way of life".

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R EPRESENTACIONES PÚBLICAS Y SUSTANCIAS ALUCINÓGENAS

El interés por estas sustancias puede mostrarse en el amplio abanico de representantes de distintas disciplinas que dedicaron parte de su creación literaria o investigaciones filosóficas y científicas a dar a conocer sus efectos en la conciencia del individuo. En la segunda mitad del siglo XIX destacan las obras experimentales engendradas en el Club de Hachischiens parisino, formado por escritores reconocidos de la literatura universal como Charles Baudelaire, Víctor Hugo, Alexander Dumas y Honoré de Balzac. El motivo de las reuniones era la experimentación con una gran variedad de drogas, que les permitían experimentar una alteración del estado de conciencia y ampliar sus límites sensitivos y creativos. Podemos destacar la obra Paraísos artificiales, publicado en 1860 por Charles Baudelaire, caracterizada por la riqueza descriptiva con la que aborda sus experiencias en dicho club. A la hora de abordar su interés en el siglo XX hemos considerado preciso diferenciar entre dos etapas que se caracterizan por las actitudes de los sujetos ante estos objetos. Para ello hemos distinguido la primera mitad del siglo XX, predominando una atención mayoritaria sobre los aspectos más simbólicos de las sustancias y experimentos aislados en el ámbito científico, y la segunda mitad, donde se abordará el tema desde la óptica científica y filosófica, respaldadas por la autoridad simbólica que gozan estas escuelas en las sociedades occidentales "secularizadas". La primera mitad del siglo XX se caracteriza por los testimonios del poeta Yeats y el dramaturgo O`Neill con peyote; investigaciones y experimentos aislados con Mescalina; Hoffman y la investigación con los alcaloides del cornezuelo, de la cual se descubrirá la LSD; el poeta E. Jüng y su interés por la modificación química de la conciencia; y A. Huxley y su obra Se busca un nuevo placer, publicada en 1932. La segunda etapa presentará discursos elaborados desde el ámbito científico y filosófico, con una cierta carga de militancia y de oposición a su prohibición al valorar 23

el potencial creativo, sensitivo, lúdico, místico, espiritual y de conocimiento de estas sustancias visionarias, en concreto la LSD. El primer autor a destacar en esta etapa es Walter Benjamin, filósofo integrante de la escuela de Frankfurt, pero cuya obra en torno a esta temática está inconclusa, que recibe el nombre de On haschisch. Narralas experiencias con Haschisch y Mescalina argumentando que las sustancias visionarias, como la segunda mencionada, consiguen potenciar el plano interno del sujeto por medio de vivencias personales que permiten sobrepasar los límites de lo mundano y de lo convencional. El psicoanalista alemán, Erich Fromm, también integrante de la escuela de Francfurt, planteaba en El arte de amar que el ser humano tiene como necesidad existencial la superación del estado de separatidad, de trascender la propia vida individual y encontrar unión. Según este autor, cada sociedad tiene distintas estrategias para superar esa necesidad existencial, ese estado de soledad. Para ello emplea los conceptos de "sociedades orgiásticas" y "estados orgiásticos". Las sociedades orgiásticas serían aquellas cuyas características se asemejan a lo que él mal denominó "sociedades primitivas", en ellas, los lazos de parentesco y de comunidad son férreos y conforman la columna vertebral de la organización social. La unión del individuo con el colectivo es sólida, puesto que estas relaciones operan de una manera rígida, y lo que se persigue mediante las prácticas rituales es una reafirmación de la cohesión del grupo, del sentimiento de colectividad, y la fusión, en clanes con religiones totémicas, con la naturaleza. Esto garantiza un "estado orgiástico" caracterizado por la superación de la separación permanente en el sujeto. En la sociedad industrial ("sociedad no orgiástica"), la irrupción del individualismo supuso la ruptura de lazos de parentesco y comunitarios y, por tanto, la necesidad de encontrar nuevas formas de superar ese estado de separatidad se vuelve más intensa. Entre las distintas formas de alcanzar dicho objetivo se encuentra el consumo de drogas y sustancias alucinógenas que provocan un estado orgiástico, caracterizado por un trance auto inducido que le permite superar su estado de

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separatidad al menos por un intervalo de tiempo reducido o vincularlo simbólicamente a una generación o movimiento. Aldous Huxley es una figura clave dentro de los intelectuales que abogaban por el consumo de sustancias psiquedélicas. Existe un giro en su trayectoria académica en torno al posicionamiento sobre las drogas, quedando reflejada su etapa inicial en la obra Un mundo feliz, donde las concebía como una herramienta de dominación por parte del poder, que le permitía someter a la población, para posteriormente, durante su segunda etapa, abordar su estudio como una herramienta de cuestionamiento, de transgresión social y de resignificación de dimensiones de la vida cotidiana de los sujetos sociales. En una obra posterior, Cielo e infierno, Huxley emplea los conceptos de "misticismo cotidiano" y "auto trascendencia" cuando hace referencia al consumo de mescalina y LSD y los estados de conciencia que derivan de éste. "Sospecho que están destinadas a desempeñar en la vida humana un papel al menos tan importante como hasta ahora el alcohol, e incomparablemente más beneficioso [...] Uno puede saber realmente, por experiencia, lo que significa >, sintiendo que - a pesar de la muerte y el sufrimiento- todo está, de algún modo y en última instancia, perfectamente en orden." (citado en Escohotado,1996*)

Habla, en términos claros, de la superación de dualismo platónico - cristiano (cielo/ infierno, sujeto/objeto, alma/cuerpo), de la superación de un mundo dividido en dicotomías, que genera un desorden en la realidad social, a uno en perfecto orden y equilibrio donde dichas oposiciones se fusionan y conforman una misma realidad. El estado alterado de conciencia que experimenta el sujeto, que le permite una ampliación de los límites sensitivos y creativos, le conduce a un acto de y de >, de concebir a Dios, como algo sensitivo, de una manera constante en el "aquí y ahora", sin precisar de mediadores e intermediarios espirituales que monopolicen el medio de contacto con éste y suponiendo una re significación de lo religioso en la vida cotidiana de los sujetos sociales. 25

Huxley también acuña el término de , denunciando que en el régimen farmacológico los fármacos "lícitos" son más tóxicos y adictivos que las principales drogas ilícitas, y que estas primeras promueven, además, el embrutecimiento y conformismo. A través del uso de dicho concepto denuncia que la ilegalización de ciertas sustancias no se hace atendiendo al grado de toxicidad y de salud, sino a cuestiones ideológicas relacionadas con el monopolio del juicio y el orden social. En su texto La Cultura y el Individuo propone la utilización de LSD y psilocibina como herramienta para superar la inercia social y psicológica de los sujetos, unida a una formación intelectual rigurosa, mediante la cual "tal vez podrán pasar de la aceptación selectiva de su cultura al cambio y la reforma selectiva" (citado en Escohotado, 1996*). Timothy Leary destaca por su posición en la psicología. Leary desarrolló proyectos de investigación en la Universidad de Harvard, en la cual ejercía como profesor. Su objetivo fue registrar las experiencias de sujetos de diversos perfiles con psilocibina y, posteriormente, LSD. El cambio de sustancia produjo cambios en las experiencias de los individuos, marcando distintos niveles de profundidad a la hora de abordar temas existenciales como la muerte y la resurrección. En 1964, Leary publicó su La política del éxtasis planteando que el consumo de LSD podría ser la solución definitiva al problema del ocio, rechazando actividades artificiales como ver la televisión o recurrir al consumo debido a las exploraciones internas que experimenta el sujeto y a las comprensiones que de ésta extrae, permitiéndole alcanzar un mayor grado de conocimiento de sí mismo. Su posicionamiento en torno a las sustancias psicodélicas quedó reflejado en su afirmación "Dios es una sustancia" y la actitud que mostró de cara a los individuos, alentándolos a un consumo casi indiscriminado. El discurso de Timothy Leary coincidió con la obra El hombre unidimensional (1967) de Herbert Marcuse, los cuales calaron con fuerza en lo que se ha conocido

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como la nueva izquierda norteamericana, que plasmaron las ideas de estos referentes en sus reivindicaciones. Marcuse, en su obra, resaltó la tendencia destructiva de las sociedades que se autoproclamaban "civilizadas", denunciando la alienación brutal de los individuos, la dominación patriarcal, la destrucción ambiental, entre un amplio abanico. Por ello, Marcuse consideraba imprescindible un cambio social cualitativo, que actuase sobre la base de la sociedad occidental, que atacase a la esencia del "tener" y se construyese sobre pilares fundamentados en la idea de "ser". Los movimientos estudiantiles de la década de los 60 abrazaron estas ideas y concibieron la LSD como una herramienta de lucha política que les otorgaba la capacidad de cuestionar el pensamiento y discurso hegemónico mediante el descubrimiento de nuevas fronteras. "La experiencia con LSD marca una frontera en la vida, comparable al paso que representa adherirse a una postura de radicalismo político. Entendemos el cambio como supervivencia, como estrategia de la salud.” (citado en Escohotado, 1996: 153).

Este discurso de 1965 pertenece a C. Oglesby, líder de la principal organización estudiantil de EE.UU. En esta declaración podemos apreciar como la LSD supuso una (re)significación de la izquierda norte americana, adhiriéndose a una postura de radicalismo político, al cuestionar la lógica social sacralizada y construyendo una nueva identidad como movimiento organizativo político, inspirada en el cambio social cualitativo de Marcuse.

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EL MOVIMIENTO DE CONTRACULTURA

Del cuerpo teórico que constituyó los discursos en pro del consumo de las sustancias visionarias (enteógenos) vamos a

proceder

a

esbozar

algunas

manifestaciones y expresiones simbólicas presentes en nuevos grupos sociales gracias a la capacidad creativa y reflexiva de éstos. La

praxis de

las múltiples

experiencias con

sustancias

visionarias,

principalmente LSD, se manifestaron en lo que Theodore Rostak llamó , haciendo referencia a la actividad rebelde de la juventud de los años 60. Este movimiento podía concebirse como una metáfora del cambio social, como una condensación de valores y formas de vida diferentes al promovido por el American way of life. Su seña de identidad fue la capacidad de repensar los valores y de crear formas alternativas de vivir, producir y consumir. Los mentores ideológicos se hallan en las huellas de la Generación Beat, un grupo de escritores norteamericanos integrado, en su primera etapa, por Jack Kerouac, Neal Cassady, Allen Ginsberg y William Burroughs. Destaca On the road (1951), el poema Aullidos (1956) y El almuerzo desnudo (1959) como obras representativas respectivamente. En sus obras se tratan temas como la promiscuidad, el interés por filosofías y religiones orientales, la oposición al materialismo económico, la liberación sexual, las drogas, la vida espiritual, a la vez que se presentan mediante una técnica de escritura que rompe con los modelos convencionales, dando especial atención al momento de la escritura, lo que Kerouac llamó "prosa espontánea", o Burroughs y su técnica cut - up, que influyó en cantantes como Kurt Cobain, Ian Curtis y David Bowie. Serán Ken Kesey, Alan Watts y Norman O. Brown quienes dotarán de contenido teórico el movimiento de Contracultura, que unido a las expectativas y valores que se

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iniciaron con los beats, sirvieron de impulso para la aparición de nuevos grupos y valores en la vida social. El ejemplo más representativo podría ser el movimiento Hippie, que retomaron valores como el antimilitarismo, con una creencia férrea en el valor de la paz y una oposición tajante a la guerra como estrategia autoritaria. Se opusieron al modelo de vida Norteamericano, criticando el materialismo económico y la tradición autoritaria en algunas dimensiones de la organización social, como la familia nuclear, monógama y patriarcal. A escala más amplia - en occidente para ser exactos- se produjeron, en el año 1968, una serie de acontecimientos caracterizados por un elevado grado de contestación social, donde entraban en juego nuevas cosmovisiones y lecturas de la vida social. Claros ejemplos son la primavera de Praga, donde tuvo que intervenir el ejército soviético para frenar esa contestación, y el Mayo francés, cuyo eslogan más representativo fue " la imaginación al poder", donde se refleja explícitamente las dos dimensiones que se pretendían enfatizar para proceder a ese "cambio social cualitativo", la creatividad y el intento de encontrarse a uno mismo, del viaje interior. En este contexto, los grupos contestatarios promovían nuevas formas de conocer a través de la experimentación, el goce, la contemplación o la meditación, arremetiendo de una manera tenaz contra el monopolio del discurso racional, sustentado en el modelo científico, a través de poner énfasis en la parte dionisiaca de los sujetos, relacionada con el arte, la música, lo irracional y lo fantasioso. Aparecen en escena nuevos espacios de convivencia y de sociabilidad: las comunas hippies, donde se practica la reciprocidad como modo de intercambio y otras fórmulas orientadas a establecer relaciones caracterizadas por la horizontalidad, como la libertad sexual, el amor libre, sistema de uso de bicicletas, y la cooperación; y aparecen nuevas referencias en el campo musical, como las figuras de Jim Morrinson, Jimie Hendrix, Janes Joplin, los Beatles - los cuales sacarán una canción titulada " Lucy in the sky with diamonds"- y el espectacular festival de Woodstock que se celebrará en 1969, que marcará uno de los festivales de rock y de congregación de hippies más famoso e importante de la historia. 29

P ROHIBICIÓN DEL LSD

La guerra contra la psiquedelia por parte de los gobiernos alcanza su punto más álgido en el convenio sobre sustancias psicotrópicas firmado en Viena en 1971, donde se les otorga a los Estados la potestad y la obligación de velar por (Escohotado, 1996), incrementando la intervención del Estado, en las diversas dimensiones de la vida de los sujetos, desde lo firmado en la conferencia de la Haya entre 1912 y 1914, en la que el compromiso de los Estados era evitar el uso de drogas estupefacientes o adictivas. Los conceptos de estupefaciente y adicción fueron desechados por la Organización Mundial de la Salud, y las nuevas drogas a prohibir (LSD y sucedáneos) carecían de capacidad adictiva, por ello se precisaba la formulación de una nueva norma que regulase a los psicótropos, agrupados en cuatro listas (Escohotado; 1996: 161). Lista número I: sustancias sin ningún uso médico ni científico. Disponer de dichos fármacos conllevaba un rígido proceso de tramitación. Lista número II: sustancias con algunos usos científicos. También quedaban sujetas a fiscalización internacional, controlándose su volumen de producción. Lista número III: fármacos con bastantes usos científicos. Compartían las mismas restricciones que la lista anterior. Lista número IV: sustancias con muchos usos científicos y médicos. En la lista número I se agruparon a muchas sustancias que compartían su carácter visionario, de ampliación de la mente y estaban relacionadas con la rebeldía social e individual. Las listas número II, III y IV incluían narcóticos, sedantes y estimulantes, con grados de toxicidad y adicción más elevados pero sin una vinculación directa con la subversión social o individual.

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La aprobación del convenio firmado en 1971 propició la aparición en la escena pública de las denominadas "viejas drogas" (cafeína, alcohol y tabaco) normalizadas y naturalizadas en las sociedades occidentales. Para cuantificar este resurgimiento podemos traer a colación el anuario estadístico de la ONU de 1970, año en el que la producción y el consumo alcanza su cifra histórica, en el que aparecen datos como este: "El Anuario Estadístico de la ONU cifra la producción mundial de vino embotellado en 30.000.000.000 de litros, la de cerveza en 70.000.000.000 y la de licores en 20.000.000.000; unos 35 litros anuales de bebida alcohólica por individuo - incluyendo lactantes, ancianos y abstemios-, complementados por mil cigarrillos y diez kilos de café". (Escohotado, 1996: 162).

Estos datos ya nos dan una idea sobre la legislación actual de drogas, mismos que analizaremos en el siguiente apartado.

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LEGALIDAD Y CONTROL Desde su descubrimiento en 1943 hasta 1953 se había escrito más de mil artículos sobre usos, efectos y aplicaciones del LSD. No podemos explicar con certeza las causas políticas que hicieron que en 1966 fuera considerada como una "droga sin uso médico o científico" cuando hemos visto que poco antes había sido el foco de atención de numerosos estudios científicos, políticos, médicos y psiquiátricos; tampoco si su prohibición tiene que ver, como se ha llegado a decir, a una reacción gubernamental contra el movimiento social hippie en una defensa al sistema hegemónico y al avance de la guerra de Vietnam. Algo qué sí podemos mencionar con seguridad es el que la prohibición trajo como consecuencia inmediata la creación de un notable número de drogas de diseño que surgieron (también) fuera del marco legal; ésta alcanzó una fuerte aceptación dada la búsqueda de sucedáneos surgida a raíz del encarecimiento y la dificultad de conseguir la LSD después de su ilegalización. Hay que mencionar que el producto final, aunque reducido en costos, solía ser más potente o tóxico; se presenta incluso el fenómeno de la sucedaneomanía, la búsqueda de efectos similares en otras sustancias (aquellas que presentan un anillo bencénico similar al del LSD provocan reacciones afines por ser de tipos mescalínicos, algunas son el MDA, DOM, TNT y el MDMA17). Queremos resaltar que, si bien los alcances de esta prohibición afectan directamente solo a un sector de la población, las consecuencias se extienden a todo el complejo social. En una conferencia en Baleares en torno al debate político sobre drogas, Lau Laursen menciona: "Aunque el consumo de drogas afecta directamente a una minoría, la gente considera que los efectos y la presencia de las drogas son un asunto social; la obtención de información al respecto surge de los medios masivos de

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En el caso de Europa, Escohotado (1996) explica que la persecución de los psiquedélicos creó las condiciones para el incremento del tráfico organizado, lo que trajo como consecuencia un aumento de la criminalidad relacionada con drogas, así mismo, el comercio negro de MDMA ocasionó el incremento por mil en el numero de intoxicaciones mortales involuntarias. 32

comunicación y por tanto el problema es percibido como una construcción social que se activa en un proceso interactivo donde los actores son los principales creadores de la opinión pero no los únicos." (1998: 46)

Tomemos como base que los estudios, datos y campañas forman parte de una actitud social "anti-drogas" y que ésta involucra tanto a la gente que trabaja directamente con ella hasta juristas, médicos, pedagogos y políticos. Consideramos lo anterior una agravante a la hora de hacer valer la opinión del usuario puesto que tiende a ir en contra de un discurso profundamente institucionalizado y difundido. Discurso que se justifica, como menciona Karen Ellen Spannow (1998) 18, por combatir a algo maligno desde un sistema patriarcal de protección y con aire de "conocimiento superior" de aquellos que toman las decisiones. Otro dato a considerar es que desde que Nixon declaró a las drogas como el enemigo número uno de la nación y se inició todo una campaña contra ellas no se registra ningún resultado evidente en su erradicación de la superficie del globo, al contrario, se han multiplicado la cantidad de drogas producidas y distribuidas19. Además de esto ha resultado ser altamente contraproducente20 porque inhibe el consumo responsable al propiciar un medio de poca información y bastante manipulación. Por otra parte, consideramos junto con Spannow (1998: 57) que "renunciar al sueño de erradicar las drogas liberaría muchos recursos, humanos como económicos, y daría lugar a un bien establecido conocimiento de la complejidad de

18

El análisis de esta etnógrafa holandesa demuestra también la influencia de la política de drogas sobre la opinión general de las SPA y sus usuarios, señalando especialmente que el gasto de recursos es una fuerte arma propagandística que contribuye a representarlas como daño -quizá como chivo expiatorio- ante la sociedad (Spannow 1998: 52). 19 Es importante tomaren cuenta que "esta actitud de guerra en muchos países lleva a la violación de derechos humanos de cientos de personas que son puestas en prisión por pequeñas ofensas en relación al uso de drogas" (Spannow 1998: 54). 20 Para quien dude de esto y quiera contrastarlo con una droga de fácil acceso, Escohotado nos ofrece el ejemplo del consumo masivo de café, potencializado en Rusia durante la prohibición. La consideración fundamental para esta legislación era que el café era una droga que “creaba un ansia irreprimible” (1995: 24); ahora podemos constatar que parte de ese efecto era causado como reacción a la represión del consumo. 33

la adicción para ser adaptado y utilizado"21, así mismo creemos que la situación legal actual genera un marco que promueve la estigmatización de los usuarios. En definitiva concordamos con Restrepo cuando dice que hablar de drogas es hablar del "combate cultural sobre el control del cuerpo" (2004:56). De la misma manera en que la religión católica cobró dominio sobre el derecho a la masturbación o la fe musulmana hace lo propio con los rituales de higiene o ayuno, el Estado, aséptico en lo que a la razón concierne, enfrenta al individuo a la lucha de a ésta contra el éxtasis o emoción desmedida. Los compuestos químicos que producen estados alterados de conciencia han estado constantemente presentes en las culturas sea de forma religiosa o pagana y como tales, ni los gobiernos ni las religiones habían hablado de jurisdicción en torno a la adicción o al daño que estas pudiesen representar para las personas, como expresa Escohotado (1995: 56): “Salvo en años recientes, la medicina científica nunca ha admitido que un compuesto químico pueda producir esclavitud moral. En contraste con magos y sacerdotes de distintos cultos, la tradición hipocrática mantuvo siempre la neutralidad ética de cualquier fármaco... O bien el sujeto resultaba por constitución propenso a un hábito o bien no, con lo cual soportaría los síntomas de abstinencia como coste orgánico de la analgesia disfrutada y tramo final de tratamiento”.

Nos daremos cuenta, sin embargo, que la ciencia y política modernas sí velan por la jurisdicción sobre el cuerpo y estados anímicos, valiéndose de parámetros arbitrarios para definir si una sustancia puede ser lícita o no y legitimándolos por medio de todo el aparato estatal y la instauración de leyes.

21

Nos es importante aclarar que el contexto de estas referencias no es de apología al uso de drogas, las citas aquí recopiladas pertenecen a una serie de conferencias en torno a problemas de adicción y tratamiento de ésta. 34

E STADO , CONTROL Y PELIGRO . LA PROHIBICIÓN LEGAL DEL LSD .

En 1961 se inicia la llamada "lucha contra las drogas", que pretendía: 1) Mantener y endurecer el castigo, la punitividad. 2) Adoptar medidas y soluciones acordes a los principios del Estado asistencial, paternalista (Welfare state). 3) Atender a las exigencias de las corporaciones relacionadas con el Derecho y la Medicina. 4) Moderar la intoxicación de los ciudadanos con sustancias sin estigmas de "drogas"

pero

farmacológicamente

indiscernible

de

las

estigmatizadas.

(Escohotado: 1998). El régimen farmacológico vigente en aquel momento hacía una distinción entre sustancias que eran y otras eran . Aprovechando la categoría de sustancia , que incluye el régimen farmacológico, hemos creído conveniente aplicar los conceptos de pureza y peligro, procedentes de la Antropología de la religión, de la antropóloga Mary Douglas para profundizar en el discurso en relación con la estructura, el orden y la lógica social sacralizada. Entenderemos la "pureza" como atributo que se aplica a los elementos sagrados de un sistema cultural, y que es susceptible de ser contaminado por lo profano; la "impureza" se relaciona con: condiciones materiales anti - higiénicas y perniciosas o con un conjunto abstracto de elementos restrictivos que orientan la practica social a la convivencia alimentando la dinámica concreta de una comunidad; y, por último, como "peligro" aquello que es potencialmente contaminante. En las sociedades "secularizadas" occidentales la verdad científica y filosófica se presenta como la verdad absoluta. La sacralización de la ciencia (razón) y del discurso biomédico derivan en el régimen farmacológico, puesto que 35

este último se nutre de disciplinas como la química o la toxicología para formular clasificaciones que distingan entre aquellas sustancias "aptas" y "nocivas" para los individuos, por lo que adquieren el monopolio de la explicación/ interpretación de la vida y la dinámica social. La razón se presenta como eje vertebral de la sociedad, la única capaz de articular y actuar sobre la realidad, de elaborar discursos catalogados como "rigurosos", y reflejado en la autoridad simbólica que ostenta la ciencia en occidente. (Verdad central: lo absoluto, lo higiénico, lo incuestionable, la garantía del orden social). Desde esta perspectiva, la LSD se presentaría como lo peligroso, como lo altamente contaminante, puesto que posibilita la ampliación de horizontes y nuevas experiencias destinadas a la ruptura y la desintegración de la estructura y del orden social, materializadas en nuevas formas de organización social (libertad sexual, pacifismo, exaltación del goce, la experimentación, las comunas, etc). Esto se catalogaría desde el núcleo de lo sagrado como lo anti-higiénico, lo impuro en relación a la lógica sacralizada expuesta en el anterior párrafo. La necesidad de preservar de manera impoluta dicha lógica conllevó la activación de ciertos mecanismos para la producción de una alarma social en torno a dicha sustancia a través de la difusión, por diversas vías, de noticias escandalosas, de vinculación del LSD con actos delictivos, criminales e, incluso, demenciales -a pesar de que durante los quince años de empleo por parte de médicos y psicólogos no se conoció ninguna reseñable (Escohotado, 1998). También resulta interesante resaltar que “las cifras de personas iniciadas en la LSD en Europa y Estados Unidos, diez años después de su prohibición, podía alcanzar los 20 millones, y el número de crímenes o accidentes atribuidas a su consumo en esa década apenas igualaba los producidos por el alcohol en un solo día" (Ibid.) Hemos dicho que la salida del LSD incluso del ámbito de la investigación científica y médica propició un auge del mercado negro donde circulaban sustancias adulteradas y existía un descontrol en torno a los perfiles de los sujetos, que por su temperamento, por ejemplo, no eran aptos para su consumo, lo que incrementa esta imagen negativa generada en torno a la misma. 36

Una de las agravantes en lo que a psicodélicos se refiere es que tienen "motivaciones de carácter espiritual" y conllevan comúnmente un comportamiento ceremonial, (Szasz, 1990:59), por lo que podemos decir que las consecuencias de la prohibición suelen ser el fortalecimiento del acto de consumo que adquiere de esta manera un carácter más provocativo. Hay muchas sustancias que alteran de una u otra medida la normalidad psíquica y fisiológica, algunas son estigmatizadas, otras imperios internacionales22; todas son parte de los hilos con los que se manejan las interacciones sociales a nivel recreativo, económico, ritual, simbólico... lo único que hay que tener siempre en mente es que el papel que juegan es coyuntural, efecto de la diversas situaciones de poder y dominio.

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Coca-Cola, Marlboro, Corona. 37

CONCLUSIONES El uso de cualquier elemento, sean sustancias psicoactivas, alimentos, vestidos u objetos de lujo, nunca deja de estar ligado al marco social lo que nos da un enorme campo de análisis de diferentes elementos a partir de su consumo y la representación que de estos se hace. En el de las drogas y el control de otras actividades de orden privado, descubrimos en el estudio de la historia una recurrente tendencia del control político a través de discursos moralistas y categóricos entre los que se antoja deducir que la sacralidad en una sociedad moderna y (diría Weber) desencantada o desacralizada está reducida a la distinción de lo que es o no permitido23, lo que es puro y lo que debe ser aborrecido. La representación de lo prohibido está vinculada a toda una serie de representaciones mentales; las palabras tabú, por ejemplo, expresan aquellas partes o zonas de nuestro universo mental que no deben ser traídas a la presencia pública o que deben ser evadidos. Mary Douglas nos menciona que la eliminación de la suciedad no es un movimiento negativo, pero un esfuerzo positivo para organizar el ambiente y que es por lo tanto un esfuerzo creativo para relacionar la forma con la función (1979:2), de lo que deducimos que las pautas de regulación y prohibición y son importantes en tanto que generan cierta noción del orden; la legalidad en este sentido pueden ser incluso un mecanismo para generar unidad en la experiencia (ibid).

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Notemos que en un contexto en el que los dioses ya no prohíben como solían hacerlo, el individuo tiene hipotéticamente mayor soberanía sobre sus acciones y la calidad de permitido y prohibido tiene acepciones más pragmáticas; podemos ver lo anterior aplicado recurrentemente en expresiones como "puedo permitírmelo" o "precios prohibitivos" que hacen referencia a circunstancias del mercado, otro agente de control y poder. 38

Sabemos que estos mecanismos de diferenciación estaban centralizados en un inicio como el proyecto central de la religión, mediante patrones simbólicos y moralizantes. Durante este proceso, la idea de la contaminación trabaja en dos niveles a la vez, en primera instancia para influenciar sobre el comportamiento del otro y en otra con una carga simbólica para expresar el orden social. La palabra droga opera dentro de esta dinámica como un marcador de “maldad”, no por la nocividad efectiva sino porque participa en contra del discurso público. Hemos anotado en este estudio algunas de las consecuencias de la legislación en torno las SPA citando como la principal el carácter contestatario emergente de las prohibiciones, que se reviste de hostilidad con efectos contraproducentes -como sucedió con el consumo de opio en India y China donde nunca fue mayor al abuso de este narcótico que mientras estuvo castigado con pena de muerte o el caso de otras muchas drogas que fueron mayormente utilizadas en sus períodos de más cruda prohibición (Escohotado 1995: 24). Entendemos, bajo estos términos, que el consumo de sustancias ilícitas se presenta entonces como un "terrorismo pasional" o, si queremos darle tintes más políticos, como "anarquismo comunista", en otras palabras, estas reacciones son una defensa (quizá reaccionaria) a la dominación de comportamiento personal, lo que no obsta, por otra parte, para adjudicar una carga simbólica negativa (estigma) a los individuos vinculados a la nocividad de este concepto. Con todo, intentar relacionar los rituales de otras culturas con el consumo de enteógenos en la nuestra es complicado sobre todo por el hecho de que, desde la antropología aún no hemos concretado un vocabulario común a los sacramentos, la magia, los tabús, etc. (Douglas 1978:27), además de que nuestra sociedad adolece (o goza) de una falta de adhesión a símbolos comunes y un rechazo general y explícito del ritual en sí mismo. La situación en occidente es de lo más

contradictoria y paradójica: vivimos en un mundo en el que los rituales extáticos están canalizados en fiestas de consumo colectivo; se impulsa por un lado el valor de las vivencias heterónomas ("distínguete", "eres diferente", "singularidad") y sin

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embargo estas actividades giran en torno a un eje común de intercambio y consumo, primordialmente en torno a la moda y el mercado (Restrepo 2004: 70). Creemos que es una responsabilidad como antropólogos que estudian estas subculturas (culturas al fin) realizar una interpretación de la ideología relacionada al consumo de enteógenos así como desencubrir otros significados de la guerra contra psicodelia. Nixon nos la vendió como un enfrentamiento contra el mal (¿Qué es el mal?) so pena de locura autodestructiva, a lo que podríamos preguntarnos qué es lo que significó esta forma de pensamiento para ameritar ser repelida de tal modo. Los debates en torno a las drogas son comúnmente caracterizados por opiniones simplistas, dominadas por prejuicios y mitos relacionados con el abuso de estas (Laursen, 1998: 46); así, lejos de evaluarse sus efectos reales o virtuales de cara a la producción de leyes, lo que destaca es el grado de popularidad y aceptación en el ámbito público, de modo que la agenda política sobre la regulación está fijada desde antes, y en base a parámetros ajenos a las consecuencias inmediatas del consumo. Éstos terminan siempre siendo una constante oposición entre la defensa y el ataque que resulta yermo en materia de proporcionar nueva información pero sí muy determinante en la creación de un estigma social de las personas que se ven involucradas con las sustancias en juego. Cabe recordar que el cambio de estatus que hemos descrito en el caso de la LSD se ha presentado en la historia de las SPA innumerables veces; la heroína era vendida por Bayer para tratar desde la tos de los niños hasta la tuberculosis, la cocaína era prescrita y consumida constantemente por Freud hasta que él mismo comprobó que no era útil para todos sus casos médicos, la administración intravenosa de morfina solía ser signo de un alto prestigio social, etc. Volviendo a Douglas, asentimos en que muchas veces existe una maravillosa correspondencia entre el ritual y la actividad para evitar enfermedad pero “una cosa es señalar por un lado los beneficios de la acción ritual y otras con conformarse con usarlos como explicación suficiente” (1979: 29).

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Llegamos fácilmente a la conclusión de que la ley sobre consumo de drogas poco tiene que ver con verdadera evidencia médica y más con la influencia simbólica e ideológica qué estas implican para la sociedad. El siguiente paso en el razonamiento sería el de detectar los ejes o palancas políticas que se mueven con cada sustancia, analizándolas en función de su papel social; los clubes de hachís fueron en su tiempo lugares de distinción entre las élites parisinas, mientras que en otros casos el consumo de cáñamo sirve como pretexto de segregación social (como sucedió hace pocos años con el consumo de marihuana y hachís entre inmigrantes mexicanos en Estados Unidos). Weil nos argumenta que "el deseo de alterar periódicamente la conciencia es un impulso innato normal, análogo al hambre o al impulso sexual" (en Furst 1980:25) y que el consumo de sustancias intoxicantes es casi universal, de modo que no podemos tomar como válidas razones médicas ni de falta de tradición o peso cultural en tanto que hemos visto también los movimientos sociales alzados en torno a esta sustancia. Con todo lo dicho, sabemos que la realidad social es compleja y que no hay forma justa de simplificar los hechos que se mueven en torno al uso de sustancias ilegales; además, que actos como estos -transgresores- son capaces de señalar una multiplicidad de dimensiones de significados difícilmente abarcable. No nos queda más que creer que la lucha contra las drogas es manifestación de un enfrentamiento cultural, el choque entre ideologías (sacralidades, digamos). Los ejes o los dioses puestos en conflicto: por un lado el orden normal y moral caracterizado por el dominio del cuerpo (desde la ingesta hasta la apariencia) y por otro, el de la alteridad, de la expansión de conciencia, de búsqueda de la revelación del alma, búsqueda pagana e individual.

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