Análisis de la dialéctica del amo y el esclavo

June 19, 2017 | Autor: Andreas Zapata | Categoría: Hegel
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Descripción

Reporte Hegel(1807): La dialéctica del Amo y el Esclavo

Hegel no es caritativo con sus lectores, esta es una verdad sabida por todo estudiante de filosofía desde hace al menos un par de siglos. Tomando eso en cuenta, aclaro que el presente reporte analiza estrictamente el apartado de A Independencia y sujeción de la autoconciencia; señorío y servidumbre del Capítulo IV La verdad de la certeza de sí mismo. Aun así, complemento la información con lo dicho en los el primer punto del capítulo 1. La autoconciencia en sí.
Primero que nada, Hegel define la autocociencia: "[…] es solamente la tautología sin movimiento del yo soy yo."1 Como ya mencioné interpretar a Hegel es difícil, sin embargo, en estas primeras líneas pareciera que está hablando de un concepto relativamente intuitivo de autoconciencia (cabe discutir si está hablando del hombre en particular o del espíritu y que implicaciones tendría cada acepción) donde esta se presenta como el discurso mental que lleva la batuta del yo. Con esto me refiero a que la autoconciencia pareciera ser la mente consiente que se reconoce a sí misma, primero en un nivel sensible (reconoce su cuerpo) y luego en un nivel abstracto (se reconoce a sí misma).
Sin embargo, como dirá Hegel más adelante, este reconocerse esta atado a una segunda autoconciencia que se encuentra fuera de la primera y que se reconoce como lo otro2. O lo que es lo mismo, la autoconciencia no puede ser en sí y para sí sino por mediación del reconocimiento de sí misma en lo otro. Esto significa dos cosas: que la autoconciencia (y aquí pareciera que estamos hablando de hombres y no del espíritu) como tal tiene que espejearse en el otro -un espejearse muy particular, que tanto la reafirma a ella como separada de lo otro, así como reconoce a lo otro como una autoconciencia, digamos, similar a ella misma- y que además requiere de que lo otro se espejee con ella y la reconozca.
Ese juego de "reconocimientos" es de alguna forma doble, porque hace la autoconciencia se pierda a sí misma, pues encuentra para sí una nueva esencia, así como que se coloque a sí misma por encima de la otra, que tampoco es esencial, porque se parece a ésta.3 ahora bien, una vez más espero no pecar de sobre interpretativo. Parece que en este juego de interacción de autocociencias, Hegel en realidad descibe desde un telar muy fino, lo que sus antecesores (cuando menos Locke) habían expresado la hablar del paso del estado natural del hombre al estado social. Esto lo digo más que nada por la sentencia que emite Hegel al respecto de la autoconciencia donde sucede que ésta "supera a lo otro". Ese superar al otro es lo que podríamos llamar el origen de la discordia, o la primera causa (no eficiente pero si necesaria) de la famosa lucha de voluntades. Si en lugar de "superar" se motivara a empatizar, a querer el bien del otro porque es idéntico a mí, quizá el desenlace de la lucha de las autoconciencias fuese uno muy distinto, quizá ni siquiera habría lucha.
Sin embargo, como dice Hegel: "Cada una de ellas está bien cierta de sí misma, pero no de la otra, por lo que su propia certeza de sí no tiene ninguna verdad"4. Hegel nos está indicando lo complicado de la certeza de sí. Resulta que para llegar a la verdad sobre la certeza de sí es necesario poder ver esta verdad fuera del ser de la autoconciencia, y como no halle esto en el mundo, jamás lograra sentir la verdad de su certeza. Pero no es tan simple, porque resulta que esa verdad que tiene que venir de afuera, no puede sino llegar desde otra autoconciencia, que hiciera el trabajo de abstracción que la primera realiza pero no de forma reflexiva, sino sobre la otra autoconciencia, para así al final poder otorgarse dicha verdad (en un acto de mutuo reconocimiento).
Todo suena muy bonito hasta aquí, pareciera que como seres consientes los humanos somos capaces de reconocernos entre nosotros para así reconocernos a nosotros mismos. Pero Hegel cree que este abstraer la esencia de lo otro para así reconocerlo (en un acto mutuo) no se lleva a cabo en un nivel enteramente abstracto, sino en una lucha a muerte. Esta lucha lo que permite es que la autoconciencia se autoafirme en su hacer y proceder, en palabras de Hegel: "{…} deben elevar la certeza de sí misma de ser para sí a la verdad en la otra y en ella misma"5.
Esto quiere decir por un lado que la lucha entre las autoconciencias no es una actividad pacífica, sino mortal y además, que de la solución de la misma resultaran dos tipos de autoconciencias distintas, la del amo y la del esclavo.
El amo es caracterizado por su posición privilegiada. El, que ha vencido en al lucha de las autoconciencias, es ahora portador de la certeza de sí por sobre la otra, la otra en cambio es pura negación.
El esclavo es pasividad, no tiene privilegios, se ha colocado por azar de la suerte en el lugar des-privilegiado, el lugar de la negación. El no es la esencia, el amo lo es, ye ésta es una realidad compartida por ambos.
Una dedicada a la relajación derivada de su privilegiada posición, la otra subsumida al trabajo que la primera le impone, pero ajena a ese estado previo más natural en el cual aun no conseguía una varadera reafirmación de sí. El amo vive a expensas sus apetencias el esclavo reprime sus apetencias6; y es en este reprimirse que el esclavo descubre/inventa la cultura, y con ello inventa la moral.
Es el esclavo que vive las penurias de su trabajo forzado el que finalmente abre al mundo la puerta de la cultura, cultura que a su vez es le medio de reacción del esclavo, el la forma en la que el esclavo se rebela, porque no puede rebelarse por medio físico, el ha perdido la lucha de las autoconciencias y ha decidido no morir por temor, y es ese mismo temor a la muerte que el puede dar el amo, el que motiva su trabajo, pero también el que motiva su reacción o su rebelión.
Ahora bien, además de todo lo ya dicho hay que hacer varias aclaraciones. Por un lado, pareciera que Hegel nunca está hablando de sujetos específicos. Es más, no pareciera que Hegel imagine ésta lucha de las autoconciencias como un proceso material que se dio en un espacio y tiempo determinados, sino más bien pareciera que habla del hombre en general (quizá del espíritu) y de una condición del hombre en general que pareciera organizarse con amos y esclavos (aun cuando los nombres que se le dan a estas categorías varían infinitamente).
Esto quiere decir que, por muy similar que sea su descripción de la lucha de las autoconciencias a lo expuesto por Nietzsche, su postura difiere radicalmente respecto de la de sus contemporáneos y sucesores, ya que de principio no admite el nivel espacio temporal al hablar de este proceso. Nietzsche en contraste, ubica temporalmente (aunque no con mucha precisión) los procesos que dan lugar a la división entre amo y esclavos, así como la aparición de la moral (que de alguna forma pareciera ser el correlato de la cultura de la que habla Hegel).

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