Análisis de la correspondencia Freud-Jung de 1912.

July 31, 2017 | Autor: J. Ceniceros Estévez | Categoría: Jungian psychology, Psicoanálisis, Carl Gustav Jung
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Juan Carlos Ceniceros

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8 de febrero de 2015 Juan Carlos Ceniceros Estévez

ANÁLISIS DE LA CORRESPONDENCA FREUD-JUNG DE 1912

I. A MODO DE INTRODUCCIÓN: LA ENCRUCIJADA FREUD-JUNG. ENTRE EL RACIONALISMO ILUSTRADO Y EL ROMANTICISMO ALEMÁN La Ilustración tuvo un claro mandato en la era moderna por extraer la comprensión del mundo de los esquemas mitológicos, teológicos y metafísicos que habían dominado el pensamiento hasta el siglo XIX. La consecuencia no se dejó esperar, pues esa visión ilustrada trajo el prestigio y dominio de las ciencias físicas para la comprensión del mundo, el desahucio del pensamiento de Hegel y, con ello, el fin de las grandes concepciones metafísicas e históricas. Así, y a medida que la era moderna entraba en su fase final y, con ella, el fin del lugar preeminente que la filosofía y la religión habían tenido en la comprensión de la cultura y del hombre, el romanticismo vino de nuevo a conectar con esa mentalidad moderna. Se trata de una vuelta al interés por el pensamiento trágico desarrollado por el romanticismo alemán que discurrió a través de la posición de Goethe y del pensamiento de Nietzsche. Algunos hombres de ciencia1, atraídos por esta visión romántica que pujaba por incorporar a los análisis de la cultura las grandes pasiones elementales, supieron incor-

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Freud decidió estudiar medicina atraído por la lectura en su época de estudiante de la ‘Oda a la Naturaleza’ de Goethe.

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porar nuevos análisis como fuente de sentido y significación del mundo. Algunos, como es el caso de Freud y Jung, incorporaron el análisis de la conciencia como fuente de sentido del mundo y, de nuevo, llevaron su mirada hacia el interior del hombre. El psicoanálisis y Freud incorporaron a esta nueva forma de mirar la naturaleza con un lenguaje nuevo que abarcaba fenómenos como los sueños, la fantasía, el mito, el inconsciente… Pero Freud, quien inauguró esta nueva disciplina para pensar al hombre, no pudo zafarse del todo de aquel mandato ilustrado-racionalista de la ciencia. Será en Jung donde, en palabras de R. Tarnas (1991), “la herencia romántica se hizo más explícita a medida que expandía y profundizaba los descubrimientos y conceptos de Freud” (pp. 485). Es decir, Jung se erigió en el abanderado de esa herencia romántica para profundizar en las nociones propuestas por Freud y, por lo tanto, quien sí apostó por romper con esa tradición ilustrada. Una labor que tuvo su precio con la ruptura entre ambos oficialmente en 1914. En este trabajo, voy a analizar esta ruptura que, no pudiendo ser de otra manera, llevó a Jung y a Freud por caminos diferentes. Este análisis no va a ser tanto en las cuestiones teórico-conceptuales de divergencia, como en aquellas que se esconden bajo la letra de su correspondencia durante el año 1912. Para ello, el presente trabajo lo distribuyo en varios apartados. Uno primer punto, donde analizo algunas cuestiones previas a ese año de 1912 en respecto a la relación Freud y Jung y el desarrollo del movimiento psicoanalítico, así como algunas consideraciones relativas al propio Freud y al propio Jung. Un segundo apartado de este trabajo está dedicado a rastrear lo que sucede en el año previo, 1911, al período de análisis epistolar de este trabajo. Y un último apartado dirigido al análisis de la correspondencia. Para este análisis, divido la cronología las cartas de 1912 en cuatro momento. Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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II. ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS COMO CONTEXTO DE COMPRENSIÓN A LA CORRESPONDENCIA FREUD-JUNG DE 1912 Venía señalando en la introducción de este trabajo, que las posturas de Jung y Freud vienen marcadas por la absoluta filiación de Jung a esa visión del hombre generada por el romanticismo alemán, frente a la encrucijada que Freud no se atrevió a resolver, quedando atrapado entre ésta y un racionalismo ilustrado, con su ideal de ciencia. Esta cuestión de base es lo que le lleva a Jung a indagar en ámbitos que le permiten postular un inconsciente colectivo que está estructurado en base a principios arquetípicos. Como cuestiones previas, y en primer lugar, me gustaría hacer un breve apunte cronológico2 que enmarca la relación entre Freud y Jung. Y cómo no hacerlo desde la misma origen de la relación que está unida a la historia del movimiento psicoanalítico. El año de 1900 es la época de expansión del movimiento psicoanalítico iniciado por Freud. Es el año, no solo de la publicación de La interpretación de los sueños, también es en el entorno a esa fecha que queda rota la relación un tanto ambigua de Freud con Fliess. Splendid isolation es como Freud llamó a estos diez largos años en los que se quedó aislado, tanto en el plano científico como afectivo. Una situación que, aunque sea una exagerada distorsión psicológica por parte del fundador del psicoanálisis, no deja de ser una vivencia dolorosa de soledad. En torno a 1902, se rompe ese cerco de soledad al acercarse a Freud un grupo de médicos vieneses, en su mayor parte judíos, y sin mucha relevancia en el mundo académico, como eran W. Stekel, A. Adler o P. Federn. Fue a propuesta de Stekel que 2

Me basaré para esta breve síntesis realizada en los Temas introductorios de los Cursos sistemáticos de Pedro F. Villamarzo.

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se iniciaron las famosas ‘Reuniones de los miércoles’, germen de lo que en pocos años se convertiría en la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Si bien estos son los inicios del movimiento psicoanalítico, su verdadera expansión comienza cuando se acercan a las investigaciones psicoanalíticas, tanto el Profesor Bleuler, como su adjunto Jung, pertenecientes a una Escuela de Psiquiatría de gran renombre en la época: Burglhölzli de Zürich. No solo este acercamiento fue la plataforma necesaria para introducir el psicoanálisis en la psiquiatría, sino que desde el principio se dio entre Freud y Jung una intensa admiración mutua y respeto. Estos son años de adhesiones como las de K. Abraham, S. Ferenczi, E. Jones o A. A. Brill,… una masiva adhesión que culmina en 1908 con la celebración del Primer Congreso Psicoanalítico Internacional en Salzburgo, donde surgió la polémica entre Jung y Abraham en torno al tema de la esquizofrenia, entre otros episodios significativos. Este primer encuentro3 marca el inicio de los Congresos psicoanalíticos, pero también las disensiones que se fueron acrecentando entre sus miembros. En marzo de 1910 se celebró el segundo Congreso en Nuremberg donde, por un lado, se ponen de manifiesto los desacuerdos dentro del grupo de Viena liderado por Stekel y Adler. La relación Freud-Jung capitaneó la mediación y finalizó aquel encuentro sentando las bases de la Asociación Psicoanalítica Internacional, que Freud no dudó en apoyar a Jung como candidato-presidente de la misma, así como redactor del Jahrbuch. A partir de 1911, aquellas disensiones se fueron convirtiendo en rupturas, como la de Adler, que fue la primera. Un año más tarde, se produce la ruptura de Stekel. Pero no son las únicas. También llegaría la de Jung en 1914.

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Jung llamaba a este primer Congreso como ‘Reunión de Psicología Freudiana’.

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En segundo lugar, y como cuestión previa al análisis de la correspondencia entre Freud y Jung durante año de 1912, objeto de este trabajo, señalar algunas cuestiones que, además de las naturales confrontaciones teóricas, contribuyeron a esas disensiones. Y cómo no hacer referencia a un aspecto del mismo Freud, como fue su tendencia a vincularse muy especialmente con alguno de sus discípulos, así como a mostrar sus preferencias afectivas por ellos. Pero no solo esto, también se puede vislumbrar en el fundador del psicoanálisis su dificultad para aceptar el lógico crecimiento y autonomía de sus discípulos. Es decir, que contamos con un Freud muy preocupado por mantener sus planteamientos, por dar una continuidad a una ortodoxia que implicaba rechazar la autonomía de sus miembros y la propuesta de planteamientos originales que se podrían haber asumido sin dificultad (Villamarzo, 1987). Y esto es lo que nos lleva a la última de las cuestiones previas que quiero subrayar antes del análisis objeto de este trabajo. Se trata, cómo no, de cuestiones relacionadas con Jung. Jung, que se separa de Freud en 1914, se había acercado al psicoanálisis llevado por su interés por encontrar un herramienta que le permitiera profundizar en sus inquietudes intelectuales y personales. No solo el ámbito clínico y la comprensión de la esquizofrenia o el ámbito antropológico, muy especialmente los temas mitológicos, también fenómenos cercanos al ámbito de la parapsicología, como el ocultismo o a telepatía, que implicaban, además, tener amplios conocimientos antropológicos y humanísticos. Como señala uno de sus biógrafos, Gerhard Wehr (1991) a la vuelta de las conferencias de Estados Unidos en 1909, Jung se va centrando cada vez más en sus temas mitológicos y antropológicos, muy especialmente el estudio en el que muestra la importancia de la relación entre la fantasía individual y el material mitológico con Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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relación al simbolismo, algo que culminará en un escrito de 1912 titulado Transformaciones y símbolos de la libido. Gerhard Wehr rescata un comentario de Jung, cuando años más tarde presentó de nuevo esta obra ampliada bajo el título Símbolos de tranformación, que es clarificado de lo que ocurrió en el período de la correspondencia que vamos a analizar. Jung dice, …Redacté este libro en 1911, cuando contaba treinta y seis años. Ese momento es crítico, pues señala el de la segunda mitad de la vida, en el cual no es infrecuente que tenga lugar una metanoia, un cambio de mente. La pérdida de la relación de colaboración u de amistad con Freud era para mí en aquel entonces algo inevitable. El apoyo práctico y moral que en aquella época difícil me prodigó mi querida esposa, es algo que debo recordar aquí con gratitud. (citado por Wehr, 1991. Pp. 136)

Pero no solo estas inquietudes de Jung marcaban distancias con respecto a Freud, también su carácter individualista (Villamarzo, 1987), poco diplomático que, como se verá en el análisis de la correspondencia de 1912, en ocasiones empleaba un tono con cierto desapego de los próximos y miembros del grupo de Viena. Sin embargo, Freud siempre vio en él un posible sucesor en el liderazgo del movimiento psicoanalítico. Pero en la base de su ruptura, no está solo este malestar que pudo haber entre ambos en los años de presidencia de de la Asociación Internacional y como redactor del Jahrbuch por parte de Jung, sino las desviaciones conceptuales de su pensamiento con respecto a la ortodoxia freudiana, como ocurriera con Adler. Y es que, a partir de 1910, Jung tiende a minimizar la importancia que la sexualidad tiene en la etiología de las neurosis, algo que le lleva a considerar la libido como una energía equivalente a una pulsión inespecífica. De igual manera, y por este motivo, Jung relativiza la importancia del incesto en el Complejo de Edipo.

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III. UN ANTES PARA UN DESPUÉS: 1911 G. Wehr, en su libro de 1991 Carl Gustav Jung, Su vida, su obra, su influencia, analiza algunas cuestiones que nos pueden ayudar a comprender el contexto de la correspondencia Freud-Jung de 1912. En el capítulo titulado ‘Una inevitable ruptura’ de este biógrafo de Jung, encontramos algunas claves de la relación entre ambos en los meses previos a enero de 2012. En la correspondencia que va de los años 1910 a 1911, Jung emplea un estilo alusivo son relación a la comunicación de sus investigaciones mitopsicológicas que está indagando, aunque como señala Wehr “todo está condicionado por lo mismo y por el proceso, aún inconcluso, del descubrimiento y de la investigación, cuya culminación ni siguiera él está en condiciones de percibir” (Pp. 133). A partir de mayo de 1910, Jung da algunas conferencias sobre el simbolismo mitológico y se va centrando en temas relacionados con la historia de las religiones, especialmente el misterio de Mitra, cuestiones que no son indiferentes a los intereses de Freud, que en esa época estaba en el estudio de Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, obra que apunta en la misma dirección de Jung. Un dato que muestra esta sintonía por temas similares será el Tercer Congreso Psicoanalítico (Weimar) de septiembre de 1911, y preparado Abraham, donde se presentan una docena de comunicaciones en las que se tratan temas clínicos, pero también otros relacionados con la filosofía, la mitología y el simbolismo de la mano de J. Putnam, O. Rank y C. G. Jung. Es la época que le irá llevando a Jung a la redacción de Símbolos de transformación; también, la época en la que Jung se va centrando en la mitología, la psicología de la religión y el estudio de las formas de manifestación de las fantasías inconscientes que le van acercando cada vez más hacia el ocultismo. Un viraje de Jung que Freud desconoce, pues no tiene noticia de la segunda parte de Transformaciones y símbolos de la libido, donde Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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Jung aborda la polémica teoría de la libido, eje esencial de la ortodoxia psicoanalítica. Behr señala que en la correspondencia de esta época Jung solo deja entrever que …el concepto de libido, de tonalidad unívocamente sexual, según se fundamenta en Tres ensayos sobre teoría sexual (1905), debe ser ampliado, y ello alrededor del ‘momento genético’; esto es, debe renunciarse a la motivación unilateralmente sexual: simplemente la sima de la herejía" (G. Wehr, 1991. Pp. 141)

Estamos hacia finales de 1911, concretamente noviembre, que es cuando también Freud recibe dos cartas de Emma Jung, esposa de Jung, con quejas sobre el segundo plano en que se siente con relación a su marido y todas la mujeres que están enamoradas de él. Es decir, de nuevo se pone en liza en la relación entre Freud y Jung un tema viejo y del que Freud era conocedor. Efectivamente, Emma se está refiriendo a las mujeres junguianas que le rodean, pero especialmente a Sabina Spielrein y Toni Wolff. Freud había resuelto lo relacionado S. Spielrein, de los años 1908 y 1909, con objetividad y comprensión a partir de la transferencia y la contratransferencia. Sin embargo, más difícil era de comprender desde esta perspectiva la relación con T. Wolff. Años más tarde Jung trató con más detalle estas cuestiones como el problema del anima del hombre y, como no podía ser de otro modo, “no es casual que Emma Jung (tambien) dedicara un estudio al problema del animus y el anima en el hombre y en la mujer, lo cual representaba para ella la posibilidad de elaborar las dificultades de su propio matrimonio” (G. Wehr, 1991. Pp. 144). Sin embargo, y a pesar de estos indicidentes, en la correspondencia entre Freud y Jung de finales de 1911 no se desprende desconfianza a la luz del análisis realizado por Wehr, e incluso Freud “parece tener la expectativa de que Jung ayudará a aclarar ‘un punto oscuro’ de la teoría psicoanalítica” (Pp. 145).

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IV. ANÁLISIS DE LA CORRESPONDENCIA ENTRE FREUD Y JUNG EN 1912. En este apartado voy a abordar algunas cuestiones que, tras la lectura de la correspondencia entre ambos pensadores, son indicadoras del estado de su relación. Para este análisis, voy a utilizar la versión de Alfredo Guéra Miralles en la edición de 1978 de Taurus. Tras los apartados anteriores, con los que he pretendido aproximarme a algunas cuestiones que me permitieran conocer el encuadre y contexto de la correspondencia entre Freud y Jung durante este año de 1912, creo que puedo dividir su contenido para su análisis en tres momentos: (1) distancia parcial, con la correspondencia entre enero y marzo de 1912, (2) pública divergencia teórica, con la correspondencia entre mayo y octubre de 1912 y (3) acercamiento y desencanto, donde incluyo la correspondencia de los dos últimos meses de 1912.

1. DISTANCIA PARCIAL: CORRESPONDENCIA ENERO-MAYO DE 1912. Entre enero y marzo de 2012 la correspondencia se limita en lo general al intercambio de informaciones con relación a la Sociedad Psicoanalítica y la marcha de la publicación del Jahrbuch, así como lo relacionado con la nueva revista, y el título de la misma, Imago. Una correspondencia adecuada al cargo de gestión y organización que conlleva la presidencia de la Sociedad y la redacción de la revista. Sin embargo, sí se pueden apreciar ciertas comentarios que denotan una cierta distancia o extrañeza en la relación entre ambos. Aparece el acuse de cierto silencio epistolar que queda justificado por el accidente de un mordisco de un perro que sufrió Jung. Freud, en la carta del 29 de febrero, dice: El hecho de que yo haya de estar molesto con usted a causa de su tendencia a descuidar nuestra correspondencia, merece un detenido esclarecimiento psi. a. Cierto es que yo era un corresponsal muy exigente. Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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No he prestado atención a sus anteriores señales de falta de disposición. Pero esta vez me pareció, finalmente, que la cosa erramos seria; su negativa a informarme cómo se encontraba tras haberle morado un perro y el episodio con C, me dejaron perplejo. (Pp. 556-557)

Sin embargo, en esa misma carta del 29 de febrero, Freud también hace constar la creciente preocupación por la organización y gestión de la Sociedad cuya presidencia sustenta Jung, y en la que se queja de su descuido y ausencia de la misma. Esto, a pesar de que en carta fechada el 15 de Febrero, Jung informa a Freud de que “En Zurich todo está en franca ebullición” por las multitudinarias conferencias que sobre psicoanálisis está teniendo con el ámbito clínico. Dice Freud en esta misma carta del 29 de febrero: Más nos afectaría sensiblemente que usted retirase también de la Asociación la libido que usted precisa para su trabajo. MI impresión es que la organización no funciona ahora ordenadamente. Los grupos no saben nada unos de otros, no se aproximan entre sí. …/… No ha aparecido más que una sola vez desde el congreso y ahora …/… no por volver a aparecer sino, a lo sumo, en abril. Debería, sin embargo, incluir todos los meses informes acerca de la actividad de los grupos locales y hacer oír la voz del presidente, orientado también acerca de los destinos exteriores del Psicoanálisis. (Pp. 557)

El 3 de marzo de ese año, Jung se justifica por no participar activamente ni en la Zentralblatt, ni en la revista Imago debido a que tengo bastante que hacer con el Jahrbuch y también con mi propio trabajo, que no me permite ninguna dispersión de mis limitadas energías. Me resisto a escribir pequeños artículos en los que tan sólo podría incluir banalidades. Y lo más interesante o he de ordenar dentro de un gran conjunto. …/… El trabajo que escribo ahora ha exigido tanto tiempo y energías porque se trata de un libro entero que constará de más de 300 páginas impresas cuando esté concluido. (Pp. 559)

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De igual manera, en cuanto al silencio epistolar del que se queja Freud, Jung lo justifica en esta misma carta del 3 de marzo de la misma manera: En los últimos tiempos he evitado mantener una correspondencia frecuente porque en general he procurado en lo posible no escribir ninguna carta a fin de ganar tiempo para mi trabajo, no para descuidarle a usted manifiestamente. ¿O es que acaso desconfía usted de mí?. (Pp.559-560) Pero en esta misma carta, Jung pone el dedo en la herida al señalar la posible desconfianza de Freud con respecto al lineamiento teórico de Jung. Esta justificación de falta de tiempo está en estrecha relación con la redacción de la segunda parte de Transformaciones y símbolos de la libido. Y pone el dedo en la herida al señalar su divergencia en un tono que demuestra seguridad por parte de Jung frente a Freud: No creo que me pueda usted tomar a mal que tenga, en cuanto a la escatología del psi. a., opiniones que no coincidan con las suyas …/… En todo momento me he esforzado en modificar mis opiniones con arreglo al criterio del que sabe más que yo. No me hubiera puesto de su lado si no llevase en la sangre algo de herejía. (Pp. 560) En respuesta, Freud le escribe una carta en la que no pone en duda su labor en la Sociedad y, mucho menos, en los avances teóricos, aunque bien es cierto que Freud no ha leído nada de los avances de esta segunda parte de Transformaciones y símbolos de la libido, donde Jung formulará la libido como energía psíquica general al modo de energía vital. Y dice Freud el 5 de marzo: Cuando usted escribe que siempre he creído que sus realizaciones hasta ahora para la causa y las que han de esperarse aún de usted tienen que resultar para mí más importantes que sus inhabilidades y contradicciones personales (a las que sus amigos calificarían más innocuamente de: sus estados de humos), le ruego que continúe creyéndolo así. En la relación de nosotros dos con respecto al psi. a. estriba la base inconmovible de nuestras relaciones personales, pero resulta desde luego atractivo edificar sobre tal base algo bello, si bien más hábil, de solidaridad íntima y ¿no es así como tiene que proseguir? (Pp. 560-561)

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Freud va mostrando cierta desconfianza ante estas innovaciones y, en esta misma carta del 5 de marzo, recuerda el suceso y ruptura de Adler, que “se quejó de algo análogo, pero estoy convencido de que fue su neurosis la que habló por él” (Pp. 561), a lo que Jung no deja de responder en carta del 10 de marzo con un “no se me ha ocurrido en lo más mínimo imitar a Adler” (Pp. 562), es decir, repetir esta falta de lealtad. La correspondencia se va distanciando entre ambos al mismo ritmo que sus concepciones teóricas. Si bien hasta aquí estaba la sombra de la distancia en cuanto a la concepción de la libido, en la correspondencia, ya más escasa, entre abril y mayo se pone de manifiesto las diferencias en cuanto al incesto del Complejo de Edipo. En la correspondencia de mayo, también se muestra la divergencia y distancia entra ambos con relación, no ya a la libido, sino al incesto. El 27 de abril, Jung informa a Freud en estos términos Me he ocupado asimismo intensamente del problema del incesto y he llegado a conclusiones que hacen aparecer al incesto, esencialmente, como un problema de la fantasía, en cuanto la moral original tan sólo es ceremonia de expiación y prohibición sustitutiva, y así quizás, la prohibición étnica del incesto no alude, en absoluto, al incesto biológico. …/… El enorme papel de la madre en a mitología posee una importancia sumamente superior al problema del incesto biológico, papel que tan sólo puede ser fantástico. (Pp. 571) Freud no tarda en responder a esta confrontación con su ortodoxia. El 14 de mayo le responde desde un plano teórico. Aquí solo resaltar la forma directa que tiene de comenzar la carta Freud, aunque lo hace con cortesía y sin entrar en una disputa, lo que demuestra que haya calificado a las cartas de estos cinco primeros meses de 2012 como ‘Distancia parcial’. Comienza esta carta Freud de esta manera’: Como seguramente espera usted, continúo sin ver clara su concepción del incesto. …/… Tan solo con respecto a sus argumentos tendría que hacer constar tres cosas: consideraciones, no refutaciones, precisamente. (Pp. 573) Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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Pero Jung ya busca la distancia. No se hace esperar su carta del 17 de mayo en respuesta a la de Freud, una carta que podríamos calificar de búsqueda de autonomía y afirmación personal frente al padre. Una densa carta en la que se sitúa teóricamente frente a Freud, y lo hace con frases tan intensas y frontales al fundador del psicoanálisis como En mi opinión, la barrera del incesto se explica tan poco por la reducción a la auténtica posibilidad de incesto, como el culto a los animales por la reducción a una sodomía real. …/… (Y termina la misiva con…) Esta vez espero haberme expresado algo más claramente.(Pp. 575)

2. PÚBLICA DIVERGENCIA TEÓRICA: CORRESPONDENCIA MAYONOVIEMBRE DE 1912.

Espero que más adelante pueda alcanzarse un entendimiento acerca de los puntos en litigio. Parece ser que he de caminar solo un prolongado trecho del camino, con la tozudez suiza que usted conoce.(Pp. 579)

Así termina la carta que Jung envía a Freud el 8 de junio de 1912. Unas palabras que solo afirman la autodeterminación de continuar por la vereda teórica emprendida por Jung y que no deja de manifestar las claras divergencias teóricas entre ambos. Este segundo período lo titulo poniendo un subrayado al aspecto público de la divergencia. Y no podría ser de otro modo. Esta determinación de Jung hacer visible y significarse en sus propios presupuestos al margen de Freud. Una ruptura teórica que se resiste por el ánimo de conservar una relación personal entre Freud y Jung. O así lo demuestra Freud cuando señala que aunque “no podamos ponernos de acuerdo, no hay que admitir que tal diferencia científica rompa Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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nuestras relaciones personales” (Pp. 579), en rápida respuestadel 13 de junio a aquella otra de Jung. En carta del 2 de agosto, Jung solicita a Freud que sea Bleuler quien asuma la redacción del Jahrbuch durante su viaje a América. Se trata de una invitación por la Fordham University de Nueva York para impartir durante 8 semanas unos cursos a partir de septiembre. Este es el momento donde Jung se afirma en sus presupuestos, y lo hace en un entono académico para hacer más visible y pública esta ruptura teórica con los postulados del psicoanálisis. Un verano este de 1912, en el que Jones y Ferenczi concibieron la creación de un grupo en torno a Freud que, en palabras del editor de esta edición, eran una especie de ‘vieja guardia’ frente a lo que se temía: que a la ruptura de Adler y Stekel se sumaría la pronta ruptura de Jung. Un grupo de trabajo que fue aceptado por Freud. Y, también, un septiembre donde Freud recibe de Emma Jung, en carta del 10 de septiembre, la segunda parte de Transformaciones y símbolos. Una segunda parte donde Jung formula su conceptualización con relación a la libido, una visión dispar, como he ido apuntando, de la perspectiva freudiana. La correspondencia de Freud y Jung se interrumpe durante estos meses y se reanuda 11 noviembre de 1912, donde Freud recibe notificación sobre la marcha de la Asociación del puño de Jung y el desarrollo del movimiento psicoanalítico, así como el resultado de sus cursos en Fordham University. En esta carta, Jung le señala que ha expuesto sus propios puntos de vista, y se aprecia con gran nitidez su determinación: Lamento extraordinariamente que usted crea que tan sólo son renuencias contra usted lo que me determina a ciertas modificaciones. Su gesto de Keuzlingen me ha molestado persistemente. Yo prefiero un enfrentamiento directo. En mí no se trata de cambios de humor, sino de la afirmación de aquello que considero verdadero. De ello no me puede retener ningún miramiento hacia usted. (Pp. 586) Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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Freud, en una larga carta del 14 de noviembre le pone al día en los cambios y acontecimientos ocurridos, y donde solicita la renuncia formal de Jung a la redacción de la revista, además de otras cuestiones. Siendo relevantes, no me voy a detener en ellas, sino en el clima afectivo de dianciamiento ya formal que aparece en el principio y fin de la carta. Freud escribe así: Querido señor doctor: No le saludo ya a su vuelta de América tan cariñosamente como la última vez en Nuremberg -de ello ha ido usted logrando hacerme perder la costumbre. (Pp. 587) …/… (fin de la carta) Rogándole una rápida liquidación de los asuntos aquí mecionados y deseándole la mejor prosecución de sus trabajo quedo, su afmo. colega. (Pp. 590)

3. ACERCAMIENTO Y DESENCANTO: FINES DE NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1912. Tras unas correspondencias de Jung como Presidente de la Asociación convocando a una reunión en Munich, Jung escribe el 28 de noviembre a Freud una carta para informarle de esa reunión. Se puede apreciar en esta carta un intento de Jung por acercar posturas con Freud en vistas a una reconciliación. Jung comienza así la carta: …le he comprendido (haciendo referencia a la reunión de Munich) pro primera vez a usted. Me he dado cuenta de lo diferente que soy de usted. el haberme dado cuenta de ello bastará para modificar esencialmente toda mi actitud. De ahora en adelante puede estar usted seguro de que no abandonaré mi relación personal con usted. Le ruego que perdone mis errores, que no quiero ni disculpar, ni embellecer.(Pp. 593)

Freud no tarda en responder con un “me hace esperar lo mejor paran nuestra ulterior colaboración” (Pp. 594) en carta del 29 de noviembre. Una carta de acercamiento también y de reconciliación en tono amable ofreciendo a Jung colaboraciones, informándole de avances en publicaciones,…, y terminando la carta con un “quedo, invariAnálisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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ablemente suyo,”. Sin embargo, todo es un espejismo. Algo de esta carta se le clava a Jung de manera que despierta sus ínfulas; más aún si cabe, su ánimo por afirmarse en los enclaves teóricos que había transitado; pero también, su dolor por no sentirse comprendido y reconocido por Freud. Se trata de afirmación que dice que Jung “ha resuelto el enigma de toda la mística, que se basa sobre la utilización simbólica de los complejos puestos fuera de servicio” (Pp. 595). Frase que retoma Jung en la respuesta que le envía el 3 de diciembre: Yo he tenido que sufrir, con usted, por ese pedazo (Freud en su carta, hace referencia como “pedacito de neurosis” a unos trastornos somáticos que sufrió), aun cuando usted no lo vio ni lo comprendió correctamente cuando yo quise aclarar mi actitud con respecto a usted.… (Pp. 596)

El resto de la carta es un cuestionamiento a la actitud de Freud, tanto en el reconocimiento de lo aportado por Jung, como en el manejo de las relaciones y del propio autoanálisis. En tonos cordiales, se aprecia la beligerancia entre ambos, y una brecha que tiene difícil reversibilidad. Las siguientes cartas tratan de asuntos relacionados con las revistas y la Asociación, muy especialmente con la problemática desatada por Bergmann. Sin embargo, cada carta de este mes, cada respuesta del uno o del otro, no es más que un conjunto de reproches, acusaciones y, al fin y a la postre, desprecios. Pero, sobre todo, cabe pensar que dolor. Dolor por la decepción, por un camino de separación que no es retornaba. Sin detallar todas y cada una de las frases, resumir todas ellas en dos. Por parte de Jung: Mire usted, mi querido profesor, mientras actúe usted de este modo me importan un bledo mis actos sintomáticos, pues no suponen nada junto a la considerable viga que tiene mi hermano Freud en el ojo …/… Yo me mantendré públicamente con usted, mas conservando mis opiniones, y Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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comenzaré, privadamente, a decirle en mis cartas lo que realmente pienso sobre usted. Considero este camino como el más honrado. Usted maldecirá de este extraño servicio que le presta un amigo, pero quizás le haga a usted bien.” (Carta del 18 de diciembre, Pp. 607) Por parte de Freud: Mas aquél que grita incesantemente que es normal, mientras muestra un comportamiento anómalo, despierta la sospecha de que carece de conciencia de enfermedad. Le propongo, por tanto, cesar por completo nuestras relaciones privadas. …/… Que usted por tanto en completa libertad y ahórreme los supuestos ‘servicios amistosos’. (Carta del 3 de enero de 2013. Pp. 611)

4. FIN DE LA COLABORACIÓN Y AMISTAD, O “EL RESTO ES SILENCIO”: FINES DE NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1912. En esa fecha del 6 de enero Jung escribe una carta a Freud recogiendo el deseo de éste de terminar con toda relación. En esta carta, Jung pone punto y final recordando un verso de Shakespeare: Me someteré a su deseo de cesar en nuestra relación personal, pues yo no impongo jamás mi amistad. Por lo demás, usted mismo será el que mejor sabrá lo que significa para usted este momento. “El resto es silencio”. (Carta del 3 de enero de 2013. Pp. 611)

V. A MODO DE FINAL: CONCLUSIÓN Tal vez, este trabajo lo empecé por donde lo tenía que terminar. Pero de la misma manera que sabía cómo terminaría mi aventura de leer la correspondencia entre Freud y Jung a lo largo de ese larguísimo año de 1912, al modo como uno ve una película cuando ya sabe su final, de esa misma manera comencé este trabajo.

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Y lo hice desde la encrucijada que se estaba jugando con el psicoanálisis: la brecha entre un racionalismo ilustrado y el romanticismo alemán. Freud quedó petrificado en esa encrucijada; Jung decidió traspasarla por su propia vía. Poco más de un siglo después de esta ruptura, Jung y Freud siguen siendo pensamientos actuales. El resto del siglo XX hasta nuestros días ya nos lo sabemos. Auschwitz, el muro de Berlín y su caída, las nuevas tecnologías, la globalización con muros infranqueables o verjas llenas de hambre y de dolor,… Y al final, aquí seguimos, buscando el sentido. El psicoanálisis lo intentó, aún lo intenta, pero quedó fracturado por el muro de la ignorancia o del dolor, que suelen ir juntos, de esta relación . Dependerá de nosotros que esta otra división pueda algún día atar sus cabos, cicatrizar algunas heridas, con el fin de seguir mirando con sorpresa y admiración lo que nos constituye como seres humanos y de cultura. Claudio Kairuz, en un interesante artículo de 2013 titulado Sino entre padre e hijo, analiza la relación entre Freud y Jung desde esta perspectiva. Este breve artículo lo finaliza con las mismas palabras con las que yo quiero terminar este trabajo, cuando dice que “no hay amor más grande por un padre que cuando se lo mata, ni uno mayor por un hijo, que cuando se lo castra” (C. Kairuz, 2013. Pp. 356). Y al final sucedió lo que debía suceder. El pensamiento trágico se cumple como una profecía.

Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

Juan Carlos Ceniceros

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BIBLIOGRAFÍA

FERNÁNDEZ VILLAMARZO, P. (1987). Cursos sistemáticos de formación psicoanalítica I: Temas introductorios. Madrid. Marova. FREUD, S. Y JUNG C. G. (1974). Correspondencia. Madrid. Taurus Ediciones. KAIRUZ, C (2013). Sino entre padre e hijo: apuntes sobre un acuerdo imposible. Revista Borromeo, núm. 4. Recuperado http:// borromeo.kennedy.edu.ar TARNAS, R. (2008). La pasión de la mente occidental. Girona. Atalanta. WEHR, G. (1991). Carl Gustav Jung. Su vida, su obra, su influencia. Barcelona. Ediciones Paidós Ibérica.

Análisis de la correspondencia de 1912 entre Freud y Jung

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