\"Amos, masovers i bosquerols\". Residencia y relaciones contractuales en el sistema de la masía en el Montseny (Catalunya), siglos XIX y XX

May 26, 2017 | Autor: F. Estrada Bonell | Categoría: Social and Cultural Anthropology, Peasant Studies, Household Economics, Family history, Catalonia
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Descripción

AMOS, MASOVERS Y BOSQUEROLS: RESIDENCIA Y RELACIONES CONTRACTUALES EN EL SISTEMA DE LA MASÍA EN EL MONTSENY, CATALUNYA, SIGLOS XIX Y XX. Ferran ESTRADA i BONELL y Xavier ROIGÉ i VENTURA1

PRESENTACIÓN2 El objetivo de este texto es contribuir a la comprensión de las prácticas residenciales y de las lógicas que subyacen a éstas. Con este fin analizaremos las formas residenciales en las masías del macizo del Montseny durante los siglos XIX y XX.3. Los datos presentados demuestran que, a pesar del predominio cultural de la familia troncal, cada uno de los grupos sociales implicados en el sistema de la masía en el Montseny —amos, masovers y bosquerols— presenta prácticas residenciales con lógicas distintas4. Como es sabido, los datos globales de los censos de población suelen esconder diferencias significativas, tanto desde el punto de vista formal —formas de residencia diferentes según las variables consideradas— como de contenido —una misma forma residencial puede responder a razones distintas. Consideramos que la residencia no deriva de la aplicación directa de un modelo cultural o de unas normas hereditarias. Por el contrario, las pautas residenciales surgen de una relación compleja y no mecánica entre factores demográficos, económicos, sociales y culturales; Son el producto de estrategias individuales y grupales que implican diversas variables según el contexto general y particular. Cada una de estas variables influye de modo distinto en la adopción de una determinada forma de residencia en cada momento histórico e, incluso, en cada grupo residencial. Es decir, no siempre son los mismos

1. Dept. d’Antropologia, Facultat de Geografia i Història, Universitat de Barcelona. 2. Este texto es parte de los resultados de una investigación sobre la masía en el Montseny que el Grupo de Estudios sobre Familia y Parentesco de la Universitat de Barcelona y el Museu Etnològic del Montseny, la Gabella d'Arbúcies (Girona) venimos realizando desde el año 2001. Parte del trabajo ha sido financiado por el Inventario del Patrimonio Etnológico de Catalunya del Centro de Promoción de la Cultura Popular y Tradicional Catalana de la Generalitat de Catalunya. Forman el equipo de investigación Ferran Estrada, Gemma Font, Joaquim Mateu, Sandra Pujadas, Xavier Roigé, Josep Manuel Rueda y Jordi Tura. También han colaborado Núria Borniquel, Neus Claros, Mar Margall, Marià Martí, Dolors Pelegrí y Eulàlia Torra. La investigación combina el análisis cualitativo y cuantitativo, integrando métodos de la Antropología social, la Historia y la Demografía histórica. La principal estrategia metodológica ha sido el estudio de caso con profundidad de 20 masías seleccionadas a partir de dos criterios: Que estuvieran representadas las masías situadas en los tres entornos ecológicos que encontramos en el Montseny —el llano, la montaña media y la alta montaña— y que comprendieran tanto masías donde actualmente continua la explotación agrícola y forestal como otras reconvertidas al sector turístico o abandonadas. Para cada caso se ha recogido información sobre la historia familiar, el patrimonio, la arquitectura, la economía y las relaciones sociales mediante la observación, las entrevistas y la consulta de documentación familiar. También se ha reconstruido su curso doméstico a partir de los censos y padrones de habitantes. Además del estudio de casos, en cada municipio se ha vaciado el censo o padrón de habitantes disponible más próximo a 1880 y a 1950, analizando las formas residenciales de todas las masías situadas dentro del Parque Natural del Montseny. Se han elegido estos dos periodos por tratarse del momento de máxima población y del momento anterior a la crisis del sistema de masías a partir de la década de 1960, respectivamente. Queremos expresar nuestro agradecimiento a todas las personas que nos han contado sus experiencias y nos han permitido entrar en sus casas. 3. El Montseny es un macizo montañoso de la Cordillera Prelitoral Catalana, situado a unos 40 Km. al nordeste de Barcelona. Se extiende sobre 20 municipios repartidos en tres comarcas de las provincias de Girona y Barcelona, configurando en su mayor parte —30.120 Ha— el Parc Natural del Montseny. A pesar de la imagen de espacio virgen que ofrece por su riqueza forestal, se trata de un paisaje fruto de la acción humana continuada a lo largo de más mil años. A ello corresponde un poblamiento diseminado formado por masías, que van desde los 160 hasta más de 1.200 metros de altitud. La existencia de suelos cultivables y pastos, el relieve y la disponibilidad de agua han contribuido a la extensión de esta forma de poblamiento. A este hábitat disperso se añaden poblaciones de diferentes tamaños situadas en la periferia del macizo, en los límites de la montaña con el llano, cuya existencia es fundamental para el funcionamiento del sistema. 4. Los amos son los propietarios de las masías, que pueden vivir en ellas o no y explotar directamente la tierra o bien hacerlo mediante aparceros o arrendatarios; los masovers son los aparceros o arrendatarios que explotan las tierras de una masía y viven en ella; finalmente, los bosquerols son jornaleros contratados para el trabajo en el bosque que viven en los pueblos.

F. Estrada y X. Roigé: Amos, masovers i Bosquerols

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factores los que tienen mayor peso en la configuración del grupo residencial y su efecto tampoco es siempre el mismo. En este sentido, consideramos que para desentrañar la lógica que subyace a unas determinadas formas de residencia debe tenerse en cuenta el contexto particular del grupo doméstico y el general de la sociedad donde éste se inscribe. Igualmente, debe contemplarse la residencia como un fenómeno dinámico y tener en cuenta las relaciones existentes entre los integrantes del grupo residencial.

LA MASÍA COMO INSTITUCIÓN La masía o mas es una de las principales unidades socioeconómicas y culturales del Montseny y, en general, del centro y el nordeste de Catalunya5. Una masía es una unidad de explotación de territorio con una producción mixta agrícola, ganadera y forestal, a la que se ha incorporado el turismo durante la segunda mitad del siglo XX6. Sin embargo, la masía es institución de carácter multifuncional y en ella encontramos otras dimensiones más allá de su componente productivo: La dimensión arquitectónica, la demográfica y residencial, la económica, la social, la jurídica y la simbólica 7. Así, la masía es una institución integrada por un edificio —una casa de campo—, unas personas que habitan en él —un grupo familiar—, un patrimonio material —tierras, ganado y derechos que constituyen la explotación agrícola de la cual viven estas personas— y un patrimonio simbólico —el nombre de la masía, la historia familiar, la reputación, una red de relaciones sociales, la tumba en el cementerio, el banco en la iglesia, etc.—, que sitúa socialmente a sus miembros y es fundamental en la creación, mantenimiento y reproducción de la identidad y el estatus social familiar. Idealmente, el patrimonio material de una masía debe integrar en una única pieza todos los recursos necesarios para una producción mixta: Bosques, campos de cultivo y pastos. En un entorno de montaña como el Montseny, las diferencias climáticas y de vegetación en función de la altitud y la orientación de los valles han hecho posible históricamente este ideal, al ofrecer una gran diversidad ecológica en un espacio relativamente próximo. De este modo, el territorio de una masía suele abarcar diferentes altitudes adoptando una forma vertical de ocupación del territorio8.

5. En catalán, habitualmente, la palabra mas se utiliza para referirse a la institución y masía para el edificio, la casa de campo aislada y situada dentro de la propiedad. Sin embargo, por dificultades de traducción del concepto mas, aquí utilizaremos masía tanto para referirnos a la institución como también al edificio. 6. Como todas las áreas de montaña, el Montseny presenta una gran diversidad de entornos ecológicos en un área relativamente reducida. El macizo ha ofrecido históricamente una gran variedad de recursos agrícolas, ganaderos y forestales, que se han traducido en diferentes modelos económicos y paisajes humanos. En este sentido, podemos distinguir tres grandes zonas ecológicas a las que corresponden tipos diferentes de masía: el llano —hasta 500 m. de altitud donde la masía es esencialmente agrícola—, la montaña media —entre 500 y 1.000 m. y con una producción que combina la agricultura con la ganadería y la explotación forestal— y la alta montaña —más de 1.000 metros, donde predominan las masías ganaderas y forestales. Para una caracterización más detallada de los entornos ecológicos y productivos del Montseny ver S. Llobet, El medi i la vida al Montseny: Estudi geogràfic. Granollers, 1990, y F. Estrada; G. Font; J. Mateu.; S. Pujadas; X. Roigé y J. Tura, «"Ara és una altra vida": un estudi sobre les transformacions i les continuïtats en els masos del Montseny». Comunicación presentada en la VI Trobada d'Estudiosos del Montseny, Breda, 18 de noviembre de 2004. 7. Para una caracterización detallada de las diferentes dimensiones de la masía en el Montseny ver F. Estrada y X. Roigé, «De l’ahir a l’avui: continuïtats i canvis en els masos del Montseny». Ponències: Anuari del Centre d'Estudis de Granollers, 2003 (2004), pág. 27-67. 8. Por ejemplo, la masía l'Agustí extiende sus 200 Ha entre los 750 y los 1.150 m. de altitud. Igualmente, las 330 Ha de la masía el Bellver van de los 550 a los 1.250 metros, lo que le permite una mayor diversidad de entornos ecológicos y de vegetación.

F. Estrada y X. Roigé: Amos, masovers i Bosquerols

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Pero no todas las masías disponen del mismo patrimonio y existen importantes diferencias entre ellas, derivadas tanto del tamaño de la propiedad como de las formas de acceso a los recursos. Así, se distinguen las masías que su producción permite mantener a todos sus habitantes de aquellas «que no tenien el suficient tall per cada dia»9 y que, para poder subsistir, sus habitantes deben vender su fuerza de trabajo. La otra distinción fundamental se produce entre propietarios, masovers y jornaleros. Una masía no es una unidad aislada y autosuficiente. La cercanía al área urbana-industrial de Barcelona y del Vallès y los fuertes vínculos con las poblaciones vecinas al macizo han determinado históricamente la economía de las masías del Montseny: La agricultura, la ganadería, la explotación forestal y la actual orientación hacia el sector servicios se han desarrollado en relación con la demanda externa. Además, estas áreas externas también han actuado como polo de atracción de las personas expulsadas por el sistema en cada generación. Por otra parte, a pesar de ser una forma de poblamiento diseminado, la masía no está aislada socialmente y junto con el veïnat —vecindario— y la parroquia, configuran un entramado social inseparable. Los habitantes de una masía están en constante relación con otras masías, pueblos y villas vecinas para sus distintas actividades cotidianas. Ahora bien, las relaciones no se dan entre individuos aislados sino entre miembros de masías concretas, creándose de este modo una imagen de la masía como un grupo corporativo. En este sentido, el nombre de la masía actúa como instrumento de identificación social de sus miembros y evoca una serie de información sobre la masía entre la que se incluye su propiedad, posición social y historia familiar. La organización interna de la masía —los roles, la división del trabajo, el reparto del poder y las relaciones entre los componentes del grupo familiar— se construye a partir del género, de la edad y de la posición con respecto a la herencia de sus miembros, en cada momento del curso doméstico. El sistema hereditario se caracteriza por la transmisión de la masía de forma indivisa de una generación a la siguiente, privilegiando a uno de los hijos —l'hereu, el varón primogénito— y excluyendo a los demás. Cuando no hay varones o si los hay están incapacitados física o psíquicamente para ejercer como herederos se nombra heredera a la primogénita de las hijas: La pubilla. El resto de hermanos y hermanas del heredero reciben una cantidad en metálico —la dote— al abandonar la casa paterna para casarse —a ser posible con un heredero o heredera— o convertirse en religiosos, pero pueden permanecer en la casa a condición de mantenerse solteros y trabajar bajo las órdenes del heredero.

EL GRUPO RESIDENCIAL Como hemos dicho, una masía está formada por un grupo de personas que la habitan y trabajan conjuntamente su patrimonio. Como explicaba una masovera, trabajar, comer y dormir juntos era lo que determina la pertenencia a una masía: «Tothom dormien aquí, menjaven aquí: tots érem de casa!»10. En las entrevistas surge una imagen de un pasado con masías llenas de gente que compartían trabajo, techo y mesa. Las mujeres, que debían cocinar para toda esta gente, son las que recuerdan más este hecho: 9. «Que no tenían suficiente comida para cada día» (Hombre, Montseny, 47 años, agricultor). Esta cita y las siguientes son fragmentos literales extraídos de las entrevistas. La referencia del informante incluye su sexo, lugar de residencia, edad el año 2002 y su profesión o relación con la masía. 10. «Todos dormían aquí, comían aquí: Todos éramos de casa» (Mujer, Arbúcies, 81 años, masovera).

F. Estrada y X. Roigé: Amos, masovers i Bosquerols

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Al vespre coíem una olla gran, perquè com ja érem molta colla… Perquè entre nosaltres [els de casa] i els llogaders… Quan érem menos a casa sempre érem deu aquí. Perquè teníem mossos i teníem una noia o una dona també a treballar. Perquè es clar, quan érem menos gairebé érem deu. I el temps de les castanyes, i de les pomes i això, llavors érem catorze o quinze o setze 11.

La forma de residencia ideal que se desprende de las narraciones es la de la familia troncal integrada por tres generaciones: a) Els vells —los viejos—, la pareja de la generación mayor formada por el cabeza de familia y su esposa —l’amo y la mestressa—; b) Els joves —los jóvenes—, una pareja de la segunda generación integrada por el heredero —l’hereu—, hijo de la pareja anterior, y su esposa —la jove— o, cuando no hay varones, la heredera —la pubilla— y su marido —el pubill—; c) La mainada, los hijos/as pequeños de la segunda pareja; d) Els cabalers o fadristerns, hijos/as de la primera pareja, que pueden quedarse en la masía mientras permanezcan solteros y trabajen a las órdenes de sus padres y después del heredero. En las masías con un mayor poder económico este grupo se ampliaba con criados y criadas que también trabajaban, comían y dormían en la casa. Igualmente, cuando los propietarios y los masovers habitaban el mismo edificio o edificios vecinos, la masía todavía aparecía más llena de gente, aunque la condición de miembros de la masía de unos y otros era diferente. Por otra parte, en las masías también se acogía a otras personas que permanecían en la casa más o menos días, según la finalidad que les había llevado hasta allí: Parientes que iban de visita; trabajadores del bosque contratados para tareas temporales; albañiles y carpinteros que iban a hacer alguna reparación; maestros ambulantes que daban clase a los niños de la casa y de otras masías vecinas y que se quedaban a cenar y dormir, etc. Igualmente, la masía también cobijaba a vendedores ambulantes de ropa y productos de mercería, buhoneros, tratantes de ganado, etc., que pasaban por allí en sus recorridos comerciales. Todo el mundo tenía un lugar para dormir y un plato en la mesa: Mujer: Aquest [marxant] d’Arbúcies era molt més cap aquí... Ui, s’havia quedat moltes vegades aquí. Hombre: Sí! Aquí es quedaven a sopar i dormir. I... Què els hi havies de cobrar? Res. Mujer: A vegades els donaves menjar pel burro i et deixaven una peça de roba…12.

Pero no todas las masías se ajustan a esta imagen. En los relatos también aparecen masías con pocas personas, integradas únicamente por una pareja y sus hijos: «Nosaltres a colla érem pocs, només érem els meus pares i tres germans»13. En su mayoría, se trataba de masías más pequeñas, los habitantes de las cuales debían combinar el trabajo en su propia explotación con el jornal para otras masías mayores.

11. «Por la noche cocíamos una olla grande, porqué como éramos mucha gente… Porqué entre nosotros [los de la casa] y los jornaleros… Cuando éramos menos en casa siempre éramos diez aquí. Porqué teníamos criados y teníamos una muchacha o una mujer a trabajar. Porqué claro, cuando éramos menos casi éramos diez. Y en el tiempo de las castañas y de las manzanas, entonces éramos catorce o quince o dieciséis» (Mujer, Arbúcies, 81 años, masovera). 12. «M: Éste [vendedor de ropa] de Arbúcies era mucho más para acá… Uy, se había quedado muchas veces aquí. H: ¡Sí! Aquí se quedaban a cenar y a dormir. Y… ¿Qué les tenías que cobrar? Nada. M: A veces les dabas comida para el burro y te daban una pieza de ropa…». (Mujer y Hombre, 81 y 82 años, el Brull, agricultor y ama de casa, propietarios). 13. «Nosotros éramos pocos, sólo mis padres y tres hermanos» (Mujer, 81 años, el Brull, ama de casa).

F. Estrada y X. Roigé: Amos, masovers i Bosquerols

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Pero, a pesar el predominio cultural de las formas complejas de residencia, ¿Cuántas masías se ajustaban a este modelo? ¿Cuál era la forma de residencia más habitual? ¿Cuáles eran los motivos que llevaban a adoptar una determinada pauta de residencia? Para responder a estas preguntas y poder valorar la imagen que se desprende de la narración de los informantes, introduciremos un contrapunto cuantitativo mediante el análisis de la composición residencial de las masías, a partir de los padrones de habitantes y censos de población de finales del siglo XIX y de la década de 1950 14.

Cuadro 1. Número de habitantes por grupo residencial, masías del Montseny (s. XIX y XX)

Fin siglo XIX

Década de 1950

1

2

3

4

5

6

7

8

GR

23

87

106

120

102

86

49

39

24

9 10 y+ 23

Total MP/GR 659

%

3,5

13,2

16,1

18,2

15,5

13,1

7,4

5,9

3,6

3,5

100,0

Hab.

23

174

318

480

510

516

343

312

216

246

3.137

%

0,7

5,5

10,1

15,3

16,3

16,4

10,9

9,9

6,9

7,8

100,0

GR

15

41

59

80

74

60

35

16

7

15

402

%

3,7

10,2

14,7

19,9

18,4

14,9

8,7

4,0

1,7

3,7

100,0

Hab.

15

82

177

320

370

360

245

128

63

164

1.924

%

0,8

4,3

9,2

16,6

19,2

18,7

12,7

6,7

3,3

8,5

100,0

4,8

4,8

Fuente: Elaboración propia a partir de los censos de población y padrones de habitantes. Ver nota 14. Nota: MP/GR, media de personas por grupo residencial.

Consideremos primero el número de personas corresidentes —cuadro 1—. Tanto en el último cuarto del siglo XIX como a mediados del siglo XX, el promedio de habitantes por masía era de 4,8 personas. La mitad de las casas tenían entre tres y cinco habitantes —un 49,8% a fin del siglo XIX y un 53,0% la década de 1950— mientras que los grupos residenciales con más de seis miembros representaban sólo una quinta parte del total, aunque reunían una tercera parte de la población. Son cantidades alejadas de las 8, 10 y más personas que aparecen en los relatos de los informantes, y que se explican mejor en relación a formas residenciales de tipo conyugal que no de tipo complejo. Pero incluso en las masías con formas complejas el promedio de habitantes también estaba por debajo de estas cifras, situándose entre los seis y siete miembros —cuadro 3—. Aunque estos resultados podrían hacer pensar lo contrario, los informantes no tienen una imagen equivocada del pasado. Primero, porque los grupos residenciales numerosos, aunque no eran mayoritarios, tampoco eran infrecuentes. Y, segundo, porque el número de residentes en una masía variaba considerablemente de un momento a otro. En este sentido, más que tratarse de una situación permanente, una cifra elevada de personas correspondía a momentos puntuales del ciclo anual de actividades y/o a etapas del desarrollo del curso doméstico —cuadro 2—. Así, podemos considerar que en 14. Para ello hemos aplicado una adaptación de la clasificación propuesta por P. Laslett «Introduction: The History of the Family», en P. Laslett y R. Wall (eds.), Household and Family in the Past Time, Cambridge, 1972. Los datos de finales del siglo XIX proceden del vaciado de la información de las masías situadas en el interior del perímetro actual del Parque Natural del Montseny en los padrones de habitantes y censos de población de los siguientes municipios, localizados en los archivos municipales de los propios municipios: Aiguafreda (1897), Campins (1871), El Brull (1886), Figaró (1886), Fogars de Monclús (1880), Gualba (1889), Sant Esteve de Palautordera (1880), Sant Pere de Vilamajor (1880) y Tagamanent (1897). Se han incorporado también los datos de todas las masías del municipio de Arbúcies el 1883 tanto del interior como del exterior del Parque, con excepción de las situadas en el agregado de Joanet que ya no pertenece al Montseny. En cuanto a los datos de mitad del siglo XX, también se refieren a las masías del interior del Parque Natural de los siguientes municipios: Aiguafreda (1950), Campins (1950), Cànoves i Samalús (1965), El Brull (1950), Figaró (1950), Fogars de Monclús (1955), Gualba (1955), Riells i Viabrea (1950), Sant Esteve de Palautordera (1940), Sant Pere de Vilamajor (1951), Seva (1950), Tagamanent (1950), Viladrau (1945).

F. Estrada y X. Roigé: Amos, masovers i Bosquerols

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las masías del Montseny existe una tendencia general a tener un grupo residencial relativamente numeroso15.

Cuadro 2. Cursos domésticos de algunas masías del Montseny (s. XIX y XX) 1. Propietario - Hacendado, Viladrau Año Forma Residencia Personas

1886

1887

1889

1898

1911

1930

1940

1965

1970

1996

2001

3d

4c

4c

4c

4c

4d

4d

3b

3b

3b

3a

3

5

6

11

10

8

11

5

5

4

2

2. Agricultor - Propietario, El Brull Año Forma Residencia Personas

1857

1861

1876

1886

1901

1910

1920

1924

1930

1936

1940

3b

2a

3b

3b

3b

5b

5b

5d

5b

5b

5b

12

9

10

6

6

14

17

17

15

13

10

Año Forma Residencia Personas

1950

1955

1960

1965

1975

1981

1986

1991

1996

2001

5d

5b

5b

5b

5b

4c

4c

5d

5b

5b

9

10

10

10

10

6

5

5

4

4

1901

1910 ©

1920 ©

1924 ©

1936 ©

1955 ©

1960

1965

1970

1975

1986

5a

4d

3b

3b

3b

3b

3b

3b

3b

1e

1e

6

8

6

3

5

5

6

6

5

1

1

3. Masover, Tagamanent Año Forma Residencia Personas

4. Masover, Sant Esteve de Palautordera Año Forma Residencia Personas

1893

1899

1905

1916 ©

1921

1924

1930

1936 ©

1945

1955

1960

3b

3b

5b

4a

3b

4a

5b

3b

3b

5b

5b

5

6

7

6

7

8

9

6

7

8

8

Año Forma Residencia Personas

1965 3b 4

Fuente: Elaboración propia a partir de los censos y padrones disponibles en cada municipio. Nota: © indica un cambio del grupo familiar de masovers: Una familia abandona la masía y otra ocupa su lugar.

Pero la lógica de un sistema residencial no depende tanto del número de personas que habitan conjuntamente, como de las relaciones existentes entre ellas. Para poder describir las pautas residenciales y comprender sus lógicas debemos conocer la composición del grupo residencial. En este sentido, los datos del cuadro 3 ponen de relieve un hecho importante: Aunque la forma residencial preferida por los habitantes del Montseny es de tipo complejo, la mayoría de masías no presentaba esta forma. Tanto a finales del siglo XIX como a mediados del siglo XX, casi la mitad de las masías del Montseny estaban habitadas por una pareja con hijos e hijas —el 49,8 y el 48,5% respectivamente— y, en su conjunto, los grupos de tipo conyugal —tipo 3— representaban más del 60% del total. Es decir, la imagen que aparecía 15. Esta idea se refuerza si comparamos el promedio de personas por grupo residencial en el Montseny con el que encontramos en la misma época en otros lugares de Catalunya: En Torroja del Priorat 4,2 el 1880 y 3,4 el 1950, según X. Roigé, Família i grup domèstic. Estratègies residencials al Priorat (s.XIX-XX), Lleida, 1989, pág. 27-28. En el Poal (Pla d'Urgell) 3,9 el 1883 y 4,5 el 1950, según F. Estrada, Les cases pageses al Pla d'Urgell. Família, residència, terra i treball durant els segles XIX i XX, Lleida, 1998, pág. 317. En la Val d'Aran la MP/GR era de 4,0 el 1900 y 3,7 el 1960, según X. Roigé «En ço des aranesi. Evolució de les formes de residència i de la família troncal a la Val d’Aran», en D. Comas d'Argemir y J.F. Soulet (eds.) La família als Pirineus, Andorra la Vella, 1993, pág.171.

F. Estrada y X. Roigé: Amos, masovers i Bosquerols

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como secundaria en el discurso de los informantes —una casa con poca gente y con formas residenciales simples— era la más relevante estadísticamente.

Cuadro 3. Formas residenciales de las masías del Montseny s. XIX y XX Tipo de residencia

Fin del s. XIX

Década de 1950

GR

%

Hab.

%

GR

%

Hab.

%

1a Viudo

2

0,3

2

0,1

2

0,5

2

0,1

1b Viuda

3

0,5

3

0,1

5

1,2

6

0,3

1c Soltero

12

1,8

12

0,4

6

1,5

6

0,3

1d Soltera

5

0,8

5

0,2

3

0,7

3

0,2

22

3,3

22

0,7

16

4,0

17

0,9

2a Hermanos

9

1,4

21

0,7

5

1,2

14

0,7

2b Parientes

4

0,6

9

0,3

2

0,5

7

0,4

2c Sin vínculo

7

1,1

15

0,5

2

0,5

4

0,2

Total 2. Sin núcleo conyugal

20

3,0

45

1,4

9

2,2

25

1,3

3a Pareja sin hijos

64

9,7

144

4,6

27

6,7

56

2,9

3b Pareja con hijos

328

49,8

1.614

51,5

195

48,5

922

47,9

3c Viudo con hijos

31

4,7

108

3,4

14

3,5

43

2,2

3d Viuda con hijos

28

4,2

100

3,2

19

4,7

68

3,5

Total 3. Núcleo conyugal simple

451

68,4

1.966

62,7

255

63,4

1.089

56,6

4a Extendida a los ascendientes

51

7,7

303

9,7

33

8,2

196

10,2

4b Extendida a los descendientes

4

0,6

32

1,0

5

1,2

27

1,4

37

5,6

243

7,7

18

4,5

114

5,9

Total 1. Solitarios

4c Extendida a los colaterales 4d Extendida a los ascend. y colaterales

23

3,5

164

5,2

13

3,2

98

5,1

115

17,5

742

23,7

69

17,2

435

22,6

5a Núcleo sec. desc. sin hijos del primero

26

3,9

173

5,5

27

6,7

151

7,8

5b Núcleo sec. desc. con hijos del primero

21

3,2

161

5,1

21

5,2

159

8,3

5c Núcleo secundario colateral

0

0,0

0

0,0

0

0,0

0

0,0

5d Otras formas

4

0,6

28

0,9

5

1,2

48

2,5

Total 5. Múltiples

51

7,7

362

11,5

53

13,2

358

18,6

Total complejas (4+5)

166

25,2

1.104

35,2

122

30,3

793

41,2

TOTAL

659

100,0

3.137

100,0

402

100,0

1.924

100,0

Total 4. Extensas

Fuente: Elaboración propia a partir de los censos de población y padrones de habitantes. Ver nota 14. Nota: Los datos hacen referencia únicamente a las masías de cada municipio y no a los núcleos de población.

Sin embargo, las formas complejas no eran marginales y suponían más de la cuarta parte del total de las masías: Un 25,2% al final del siglo XIX y un 30,3% la década de 1950, reuniendo respectivamente el 35,2% y el 41,2% de toda la población. Así pues, como ya señalaron L.K. Berkner y A. Fine-Souriac16, con estas tasas de complejidad podemos considerar que esta forma residencial era significativa y que, en buena medida, su menor presencia estadística derivaba de las limitaciones impuestas por una mortalidad y una edad de matrimonio elevadas. En el mismo sentido apunta el hecho que, entre las formas complejas,

16. L.K. Berkner, «The Use and Misuse of Census Data for the Historical Analysis of Family Structure», Journal of Interdisciplinary History, 5(4) (1975), pág. 721-738. Fine-Souriac, A., «La famille-souche pyrénéenne au XIX siècle: quelques réflexions de méthode». Annales ESC, 32(3) (1977), pág. 478-487.

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las extensas eran más abundantes que las múltiples, especialmente los grupos residenciales que podríamos considerar como familias troncales incompletas por el fallecimiento de uno o ambos cónyuges de la primera generación —tipos 4a, 4c y 4d—. La mayor presencia de grupos residenciales múltiples a mediados del siglo XX también corroboraría esta hipótesis, al explicarse en parte por el aumento de la esperanza de vida. De todos modos, debe tenerse en cuenta que la coyuntura económica y política de la posguerra y la desaparición previa de los grupos residenciales más inestables también contribuyeron en parte a este incremento de las formas complejas durante los años 1950.

Cuadro 4. Residencia y edad del cabeza de familia. Montseny, fin del siglo XIX Tipo de residencia 1a Viudo 1b Viuda 1c Soltero 1d Soltera Total 1. Solitarios 2a Hermanos 2b Parientes 2c Sin vínculo Total 2. Sin núcleo conyugal 3a Pareja sin hijos 3b Pareja con hijos 3c Viudo con hijos 3d Viuda con hijos Total 3. Núcleo conyugal simple 4a Extendida a los ascendientes 4b Extendida a los descendientes 4c Extendida a los colaterales 4d Extendida a los ascendientes y colaterales Total 4. Extensas 5a Núcleo sec. desc. sin hijos del primero 5b Núcleo sec. desc. con hijos del primero 5c Núcleo secundario colateral 5d Otras formas Total 5. Múltiples Total complejas (4+5) TOTAL

20 a 39 a. GR % 0 0,0 0 0,0 6 3,0 1 0,5 7 3,5 5 2,5 0 0,0 2 1,0 7 3,5 19 9,6 105 53,0 3 1,5 2 1,0 129 65,2 29 14,6 0 0,0 10 5,1 16 8,1 55 27,8 0 0,0 0 0,0 0 0,0 0 0,0 0 0,0 55 27,8 198 100,0

40 a 59 a. GR % 1 0,3 1 0,3 4 1,3 4 1,3 10 3,3 1 0,3 3 1,0 4 1,3 8 2,7 22 7,4 175 58,5 15 5,0 13 4,3 225 75,3 17 5,7 0 0,0 18 6,0 4 1,3 39 13,0 5 1,7 8 2,7 0 0,0 4 1,3 17 5,7 56 18,7 299 100,0

60 a. y más GR % 1 0,7 2 1,5 2 1,5 0 0,0 5 3,7 1 0,7 1 0,7 0 0,0 2 1,5 22 16,3 41 30,4 10 7,4 6 4,4 79 58,5 4 3,0 3 2,2 6 4,4 3 2,2 16 11,9 20 14,8 13 9,6 0 0,0 0 0,0 33 24,4 49 36,3 135 100,0

GR 2 3 12 5 22 7 4 6 17 63 321 28 21 433 50 3 34 23 110 25 21 0 4 50 160 632

TOTAL % 0,3 0,5 1,9 0,8 3,5 1,1 0,6 0,9 2,7 10,0 50,8 4,4 3,3 68,5 7,9 0,5 5,4 3,6 17,4 4,0 3,3 0,0 0,6 7,9 25,3 100,0

Fuente: Elaboración propia a partir de los censos de población y padrones de habitantes. Ver nota 14. Nota: Los datos hacen referencia únicamente a las masías de cada municipio y no a los núcleos de población. Las diferencias en las cifras totales entre el cuadro 3 y la 4 son debidas al desconocimiento de la edad del cabeza de familia en algunos casos.

Como en el caso del número de personas corresidentes, el seguimiento de los cursos domésticos en el cuadro 2 también muestra los cambios en la composición del grupo residencial. Así, a lo largo del curso doméstico se alternan momentos de mayor y de menor complejidad de las formas residenciales. El análisis de las formas residenciales según la edad del cabeza de familia —cuadro 4— también muestra las variaciones ligadas al ciclo familiar. Para fin del siglo XIX, las formas complejas representaban el 27,8% de los grupos que tenían un cabeza de familia hasta 39 años, el 18,7% de los que la edad del cabeza estaba entre 40 y 59 años, y el 36,3% de los que el cabeza de familia tenía 60 años y más. Pero mientras que entre los primeros la extensión era hacia los ascendentes y colaterales, entre los

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últimos predominaban los grupos múltiples. Es decir, el peso de las formas residenciales complejas aumentaba en aquellas edades en las que era más probable tener alguno de los padres vivo o que uno de los hijos ya se había casado. Por el contrario, en la franja de edad intermedia, cuando era más probable que los padres hubiesen fallecido pero los hijos todavía no se habían casado, los grupos residenciales complejos disminuyen. Las consecuencias del desarrollo del ciclo familiar también se manifiestan en la composición de los grupos conyugales. Mientras que hasta los 39 años predominan las parejas con hijos —tipo 3b— entre los mayores de 60 años éstas han sufrido un fuerte retroceso, aumentando el peso de los matrimonios cuyos hijos han abandonado el hogar paterno —tipo 3a—, en contra del seguimiento del modelo de la familia troncal. En definitiva, el estudio de los censos de población ponen de manifiesto la diversidad de las pautas residenciales de las masías, tal y como aparecía en la narración de los informantes. Hasta ahora, el análisis ha hecho emerger al ciclo familiar y al curso doméstico como principales factores de esta diversidad. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, se trata de variaciones formales que, a pesar de las consecuencias que tienen para el funcionamiento de la masía, no suponen lógicas residenciales distintas. A continuación analizaremos las pautas residenciales de los diferentes grupos sociales integrados en el sistema de la masía en el Montseny —amos, masovers y bosquerols—, lo que nos permitirá observar lógicas residenciales distintas ligadas a cada uno de ellos.

AMOS, MASOVERS Y BOSQUEROLS Al presentar la masía como institución indicábamos la existencia de dos criterios de diferenciación: a) La forma de acceso a la masía, que suponía la distinción entre masovers y amos; b) el estatus socioeconómico, que llevaba a diferenciar entre jornaleros, agricultores que viven del trabajo de la tierra —sean masovers o propietarios—, y propietarios que viven de las rentas y de la explotación forestal. La masovería es una de las principales formas de acceso a los recursos. Según los padrones de habitantes de Fogars de Monclús y de Arbúcies de la década de 1880, más de la mitad de las masías de estos municipios estaban ocupadas por masovers17. Más recientemente, según el censo agrario de 1982, un 44% de la superficie agrícola útil de todos los municipios del Montseny era explotada en régimen de arrendamiento o aparcería, llegando hasta el 70% en algunos municipios como Viladrau. En líneas generales, la masovería es un contrato de aparcería según la cual un propietario cede a un masover unas tierras de cultivo, una casa situada en dichas tierras, unos derechos de pasto y unas cabezas de ganado, y conserva la gestión del bosque y la explotación forestal18. Por su parte, el masover aporta la mitad del valor de la ganado, toda la fuerza de trabajo necesaria en la masía —sea del propio grupo familiar o contratada— y los instrumentos de trabajo. El producto resultante de las cosechas y de la venta del ganado se divide entre el propietario y el masover, en proporciones que oscilan entre la mitad y

17. En estos dos municipios, los datos de los padrones de habitantes consultados permiten, en la mayoría de casos, determinar si se trata de una masía habitada por sus propietarios o por masovers. 18. Los contratos de masovería suelen coincidir bastante en sus términos generales, aunque presentan especificidades según el tamaño y los recursos disponibles en cada masía, la coyuntura agrícola general y la situación familiar del masover.

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la séptima parte, según los productos y las coyunturas19. A partir de mediados del siglo XX se ha generalizado el pago de una renta fija en metálico. Existen también otras retribuciones con un fuerte componente simbólico además del económico, como es la entrega de un par de pollos al propietario el día de Navidad. Los contratos comienzan a contar desde el primero de agosto y suelen ser por cuatro años renovables, aunque en ocasiones su duración es indefinida mientras ambas partes no manifiestan su voluntad de rescisión con un año de antelación. Pero la masovería va más allá los aspectos económicos del contrato. Además de basarse en la mutua confianza entre ambas partes y en la fidelidad del masover, es una relación que con frecuencia toma un cariz de tipo paternalista. Como miembro de la masía, el masover se encuentra bajo la autoridad de su propietario, que actúa como cabeza de familia. En este sentido, los propietarios se consideran responsables de la moral y del comportamiento de los masovers, hasta el punto de exigirles unas determinadas prácticas religiosas. Como explicaba un informante, el amo exigía «Missa cada festa. Si un masover no anava a missa ja podia marxar. Vaja, que si ho sabien, que no era d’anar a missa, ja no li arrendaven la casa20». En ocasiones, estas normas morales eran recogidas en los mismos contratos: No podrá el parcero trabajar en los días festivos ni consentir que otros á sus órdenes lo hagan sin expreso consentimiento del propietario, salvo, empero, en aquellos casos de urgente necesidad en que la costumbre del país lo sanciona por estimarlo de suma conveniencia21.

De todos modos, y aunque no son extraños los vínculos de parentesco entre amos y masovers, la institucionalización de las relaciones de masovería en términos familiares no debe escondernos que se trata de unas relaciones de clase y de explotación de la fuerza de trabajo. Las mismas narraciones de los informantes combinan imágenes donde se destaca la armonía de la relación con otras donde aparecen el pago de rentas, tensiones y conflictos, y una elevada movilidad de los masovers. El último grupo social que aparece en el sistema de la masía es el de los jornaleros, contratados para trabajos agrícolas en las masías pero, sobretodo, para tareas forestales: Fabricación de carbón, elaboración de cercos para botas y toneles, recolección de corcho, tala de árboles para leña y madera, etc. El bosque es una parte fundamental del patrimonio de una masía, tanto por su extensión como por su valor económico. Por ello, su explotación es vital para el propietario, ya sea éste el propio agricultor o bien un hacendado que ha cedido la masía a un masover. Pero a diferencia de la agricultura y la ganadería que funcionan sobretodo con la fuerza de trabajo familiar, la explotación forestal depende casi siempre de la contratación de jornaleros —bosquerols—. Tanto si la explotación del bosque la hace directamente el propietario o un empresario forestal, son jornaleros quienes se encargan de las tareas necesarias. Éstos,

19. Por ejemplo, en el mas Terrers de la parroquia de Sta. Susanna de St. Pere de Vilamajor el masover pagaba: Una cuarta parte de los cereales, excepto en las tierras roturadas por el masover que pagaban una quinta parte; La mitad del ganado; La producción de la huerta era para el masover, pero pagaba un cuarto de lo que se cogía en seco; La fruta iba a medias a excepción de las castañas y las uvas que eran para el masover; Las patatas eran todas para el consumo familiar del masover pero si se vendían tenía que pagar la cuarta parte al amo. Contrato de masovería entre Josep Davi —propietario— y Jaume Enric —masover—. Documento privado, St. Pere de Vilamajor, 01.05.1901 (APCM, Archivo Patrimonial de Can Moix, St. Esteve de Palautordera). 20. «Misa cada fiesta. Si un masover no iba a misa ya podía marchar. Vaya, que si lo sabían, que no iba a misa, ya no le arrendaban la masía» (Hombre, 71 años, Arbúcies, masover). 21. Contrato de masovería entre Benet Adroer —propietario— y Josep Calls —masover—. Documento privado, Barcelona, 01.06.1905 (APCM).

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habitualmente trabajan a destajo —a preu fet—, en grupos constituidos previamente y, en el pasado, vivían durante semanas en cabañas en medio del bosque, lejos de sus hogares. El trabajo en el bosque se desarrolla sobretodo durante el invierno, por lo que los trabajadores deben combinarlo con otras actividades. En este sentido, la gran extensión forestal del Montseny requiere para su explotación una cantidad importante de mano de obra que esté disponible temporalmente. Esta necesidad se cubre mediante tres tipos de trabajadores. En primer lugar, por jornaleros que viven en los núcleos de población situados en la periferia del macizo. En segundo lugar, por campesinos —pequeños propietarios o masovers— de masías que no producen lo suficiente para subsistir y se ven obligados a combinar el trabajo en su explotación con el jornal para grandes propietarios que, a veces, son los mismos dueños de la masía donde viven: Aquestes cases tant petites, quan havien donat la part a l’amo, ja no els hi quedava per passar l’any, per menjar ells, i havien de comprar molta cosa. Però anaven a jornal molts. […] I, mira, anaven sempre a treballar bosc. Allò que, collien una mica, plantaven una mica per anar menjant i feien jornals a bosc 22.

En este sentido, la existencia de masías con una producción insuficiente para subsistir constituye un elemento básico del sistema forestal. Estas masías proporcionan una parte importante de la fuerza de trabajo que necesitan las grandes propiedades forestales durante el invierno, a la vez que absorben los costos de reproducción y de manutención de esta fuerza laboral durante el resto del año. En definitiva, estas pequeñas masías, además de permitir explotar las tierras a los propietarios hacendados mediante los contratos de masovería, también contribuyen a fijar, mantener y reproducir parte de la fuerza de trabajo necesaria para las grandes explotaciones forestales. Finalmente, la mano de obra forestal también provenía de la contratación de temporeros inmigrantes procedentes de otros lugares23. Éstos se instalaban durante los meses que duraba la campaña forestal en cabañas en medio del bosque, conviviendo a veces hombres solos y otras toda la familia24. RESIDENCIA Y CATEGORÍA SOCIAL ¿Cómo se traducen estas diferencias sociales que hemos presentado en las formas de la residencia? Los datos de los cuadros 5 y 6 nos permiten descubrir unas relaciones entre las categorías sociales y las pautas residenciales que, sin presuponer un vínculo directo de causa efecto, nos facilitan la comprensión de las dinámicas y las lógicas residenciales25.

22. «Estas casas tan pequeñas, cuando habían pagado su parte al amo, ya no les quedaba para pasar el año, para comer ellos, y tenían que comprar mucha cosa. Pero muchos hacían jornales […] Mira, iban siempre a trabajar al bosque. Aquello que, cosechaban un poco, plantaban un poco para ir comiendo y hacían jornales en el bosque» (Hombre, 55 años, Montseny, agricultor). 23. Antes de la Guerra civil de la Cerdanya —cerdans— y de Tortosa y las comarcas del Ebro —tortosins—. Después fueron andaluces y murcianos principalmente. 24. En algunos municipios, los censos de población recogen esta población temporal. Por ejemplo, en el censo de 1857 del municipio del Brull aparecen seis hojas censales de cabañas de carboneros ocupadas por entre dos y ocho personas, algunas sólo por hombres sin relación de parentesco conocida entre sí, y otras con grupos familiares con hijos pequeños. 25. Este análisis se limita a los municipios de Fogars de Monclús y Arbúcies, para la distinción entre amos y masovers, y al municipio de Arbúcies para la distinción entre propietarios, agricultores y jornaleros. En estos momentos no disponemos de suficiente información como para poder extender este análisis al conjunto de masías del Montseny.

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Cuadro 5. Residencia según propiedad de la masía. Fogars de Monclús (1880) y Arbúcies (1883) Tipo de residencia 1a Viudo 1b Viuda 1c Soltero 1d Soltera Total 1. Solitarios 2a Hermanos 2b Parientes 2c Sin vínculo Total 2. Sin núcleo conyugal 3a Pareja sin hijos 3b Pareja con hijos 3c Viudo con hijos 3d Viuda con hijos Total 3. Núcleo con. simple 4a Extendida a los ascendientes 4b Extendida a los descendientes 4c Extendida a los colaterales 4d Extendida ascen. y col. Total 4. Extensas 5a Núcleo sec. desc. sin hijos del 1º 5b Núcleo sec. desc. con hijos del 1º 5c Núcleo secundario colateral 5d Otras formas Total 5. Múltiples Total complejas (4+5) TOTAL

GR 0 2 2 1 5 2 1 0 3 11 47 5 8 71 12 3 7 5 27 4 2 0 0 6 33 112

% 0,0 1,8 1,8 0,9 4,5 1,8 0,9 0,0 2,7 9,8 42,0 4,5 7,1 63,4 10,7 2,7 6,3 4,5 24,1 3,6 1,8 0,0 0,0 5,4 29,5 100,0

Amos Hab. 0 2 2 1 5 4 2 0 6 29 241 20 36 326 71 20 47 35 173 29 18 0 0 47 220 557

% 0,0 0,4 0,4 0,2 0,9 0,7 0,4 0,0 1,1 5,2 43,3 3,6 6,5 58,5 12,7 3,6 8,4 6,3 31,1 5,2 3,2 0,0 0,0 8,4 39,5 100,0

H/GR 0,0 1,0 1,0 1,0 1,0 2,0 0,0 0,0 2,0 2,6 5,1 4,0 4,5 4,6 5,9 6,7 6,7 7,0 6,4 7,3 9,0 0,0 0,0 7,8 6,7 5,0

GR 0 0 2 1 3 1 0 2 3 15 86 4 2 107 14 1 15 6 36 16 6 0 0 22 58 171

Masovers % Hab. % 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 1,2 2 0,2 0,6 1 0,1 1,8 3 0,3 0,6 2 0,2 0,0 0 0,0 1,2 4 0,5 1,8 6 0,7 8,8 32 3,6 50,3 422 47,8 2,3 15 1,7 1,2 8 0,9 62,6 477 54,1 8,2 95 10,8 0,6 12 1,4 8,8 105 11,9 3,5 31 3,5 21,1 243 27,6 9,4 105 11,9 3,5 48 5,4 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 12,9 153 17,3 33,9 396 44,9 100,0 882 100,0

H/GR 0,0 0,0 1,0 1,0 1,0 2,0 0,0 2,0 2,0 2,1 4,9 3,8 4,0 4,5 6,8 12,0 7,0 5,2 6,8 6,6 8,0 0,0 0,0 7,0 6,8 5,2

GR 1 2 4 2 9 3 1 3 7 35 165 12 12 224 30 4 23 12 69 23 11 0 0 34 103 343

% 0,3 0,6 1,2 0,6 2,6 0,9 0,3 0,9 2,0 10,2 48,1 3,5 3,5 65,3 8,7 1,2 6,7 3,5 20,1 6,7 3,2 0,0 0,0 9,9 30,0 100,0

TOTAL Hab. 1 2 4 2 9 6 2 6 14 81 813 47 52 993 185 32 158 75 450 155 84 0 0 239 689 1705

% 0,1 0,1 0,2 0,1 0,5 0,4 0,1 0,4 0,8 4,8 47,7 2,8 3,0 58,2 10,9 1,9 9,3 4,4 26,4 9,1 4,9 0,0 0,0 14,0 40,4 100,0

H/GR 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 2,0 2,0 2,0 2,0 2,3 4,9 3,9 4,3 4,4 6,2 8,0 6,9 6,3 6,5 6,7 7,6 0,0 0,0 7,0 6,7 5,0

Fuente: Elaboración propia a partir del padrón de habitantes del municipio de Fogars de Monclús de 1880 (AMFM, Archivo Municipal de Fogars de Monclús) y del municipio de Arbúcies de 1883 (AHMA, Archivo Histórico Municipal, Museu Etnològic del Montseny, Arbúcies). Nota: En el caso de Fogars, se han computado todas las masías localizadas dentro de los actuales límites del Parque Natural del Montseny. Para Arbúcies, las masías computadas son todas con la excepción de las del agregado de Joanet, que ya no pertenece al Montseny. Las cifras globales incluyen tanto a los Amos y masovers, como los grupos residenciales de los que se desconoce el tipo de acceso a la masía.

F. Estrada y X. Roigé: Amos, masovers i Bosquerols

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Cuadro 6. Residencia según profesión. Arbúcies (1883) Tipo de residencia 1a Viudo 1b Viuda 1c Soltero 1d Soltera Total 1. Solitarios 2a Hermanos 2b Parientes 2c Sin vínculo Total 2. Sin núcleo conyugal 3a Pareja sin hijos 3b Pareja con hijos 3c Viudo con hijos 3d Viuda con hijos Total 3. Núcleo con. simple 4a Extendida a los ascendientes 4b Extendida a los descendientes 4c Extendida a los colaterales 4d Extendida ascen. y col. Total 4. Extensas 5a Núcleo sec. desc. sin hijos del 1º 5b Núcleo sec. desc. con hijos del 1º 5c Núcleo secundario colateral 5d Otras formas Total 5. Múltiples Total complejas (4+5) TOTAL

Jornaleros y trabajadores del bosque GR % Hab. % H/GR 2 1,6 2 0,4 1,0 0 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 0 0,0 0,0 2 1,6 2 0,4 1,0 0 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 0 0,0 0,0 22 17,2 47 8,9 2,1 83 64,8 380 71,8 4,6 4 3,1 13 2,5 3,3 3 2,3 9 1,7 3,0 112 87,5 449 84,9 4,0 5 3,9 27 5,1 5,4 0 0,0 0 0,0 0,0 2 1,6 8 1,5 4,0 2 1,6 11 2,1 5,5 9 7,0 46 8,7 5,1 1 0,8 4 0,8 4,0 3 2,3 22 4,2 7,3 0 0,0 0 0,0 0,0 1 0,8 6 1,1 6,0 5 3,9 32 6,0 6,4 14 10,9 78 14,7 5,6 128 100,0 529 100,0 4,1

GR 1 0 1 0 2 2 0 0 2 19 85 7 3 114 17 1 12 4 34 14 7 0 0 21 55 173

Agricultores % Hab. % 0,6 1 0,1 0,0 0 0,0 0,6 1 0,1 0,0 0 0,0 1,2 2 0,2 1,2 4 0,5 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 1,2 4 0,5 11,0 43 5,0 49,1 407 47,1 4,0 28 3,2 1,7 11 1,3 65,9 489 56,8 9,8 106 12,3 0,6 12 1,4 6,9 76 8,8 2,3 24 2,8 19,7 218 25,3 8,1 98 11,4 4,0 52 6,0 0,0 0 0,0 0,0 0 0,0 12,1 150 17,4 31,8 368 42,6 100,0 863 100,0

H/GR 1,0 0,0 1,0 0,0 1,0 2,0 0,0 0,0 2,0 2,3 4,8 4,0 3,7 4,3 6,2 12,0 6,3 6,0 6,4 7,0 7,4 0,0 0,0 7,1 6,7 5,0

GR 0 1 0 1 2 0 1 1 2 1 13 5 4 23 3 2 4 5 14 3 1 0 0 4 18 45

Propietarios hacendados % Hab. % H/GR 0,0 0 0,0 0,0 2,2 1 0,4 1,0 0,0 0 0,0 0,0 2,2 1 0,4 1,0 4,4 2 0,8 1,0 0,0 0 0,0 0,0 2,2 5 2,0 5,0 2,2 2 0,8 2,0 4,4 7 2,9 3,5 2,2 2 0,8 2,0 28,9 72 29,4 5,5 11,1 17 6,9 3,4 8,9 15 6,1 3,8 51,1 106 43,3 4,6 6,7 16 6,5 5,3 4,4 14 5,7 7,0 8,9 31 12,7 7,8 11,1 32 13,1 6,4 31,1 93 38,0 6,6 6,7 25 10,2 8,3 2,2 12 4,9 12,0 0,0 0 0,0 0,0 0,0 0 0,0 0,0 8,9 37 15,1 9,3 40,00 130 53,1 7,2 100,0 245 100,0 5,4

GR 3 1 1 1 6 2 1 2 5 42 182 16 11 251 25 3 18 11 57 18 11 0 1 30 87 349

% 0,9 0,3 0,3 0,3 1,7 0,6 0,3 0,6 1,4 12,0 52,1 4,6 3,2 71,9 7,2 0,9 5,2 3,2 16,3 5,2 3,2 0,0 0,3 8,6 24,9 100,0

TOTAL Hab. 3 1 1 1 6 4 5 4 13 92 863 58 37 1050 149 26 115 67 357 127 86 0 6 219 576 1645

% 0,2 0,1 0,1 0,1 0,4 0,2 0,3 0,2 0,8 5,6 52,5 3,5 2,2 63,8 9,1 1,6 7,0 4,1 21,7 7,7 5,2 0,0 0,4 13,3 35,0 100,0

Fuente: Elaboración propia a partir del padrón de habitantes del municipio de Arbúcies de 1883 (AHMA). Nota: Los datos presentados en este cuadro se refieren a todas las masías del término municipal de Arbúcies, con excepción del agregado de Joanet, a los que se han añadido todos los jornaleros y todos los propietarios del núcleo de población, ya que muchos propietarios de masías vivían en el núcleo de población, así como también la mayoría de los trabajadores forestales y jornaleros agrícolas. No se incluyen, ni los agricultores ni los comerciantes y otras profesiones que habitan en el pueblo.

H/GR 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 2,0 5,0 2,0 2,6 2,2 4,7 3,6 3,4 4,2 6,0 8,7 6,4 6,1 6,3 7,1 7,8 0,0 6,0 7,3 6,6 4,7

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Si comparamos las pautas residenciales de amos y masovers —cuadro 5— observamos que, de un modo general, no existen grandes diferencias entre ambos: Tanto en un caso como en el otro, la forma de residencia más frecuente es del tipo conyugal simple —tipo 3— con un 63,4% del total entre los amos y un 62,6% entre los masovers, aunque los grupos residenciales complejos tienen una presencia socialmente significativa: casi una tercera parte del total de las masías y entre un 40 y 45% de la población. Sin embargo, a pesar de estas similitudes generales, también aparecen algunas diferencias relacionadas con la importancia que tiene para los masovers disponer de mano de obra suficiente dentro del propio grupo familiar. El trabajo es lo que aportan los masovers al contrato de masovería. Por ello, la falta de mano de obra familiar supone un perjuicio económico para el masover e, incluso, puede llevarle a renunciar al contrato ante la imposibilidad de explotar correctamente el patrimonio de la masía. El cuadro número 5 muestra una tendencia a que los masovers vivan en grupos de mayor complejidad que los amos, que se manifiesta tanto en un mayor porcentaje de grupos residenciales de tipo 4 y 5, como también en una menor presencia de solitarios, sin núcleo conyugal y viudos y viudas con hijos/as, especialmente este último. Estas formas residenciales, además de incluir un menor número de personas, presentan problemas estructurales para cubrir los roles que reclama el funcionamiento de la masía como unidad productiva. Por ello, cuando un grupo de masovers se ve empujado hacia alguna de estas formas residenciales intenta resolver rápidamente esta circunstancia —por ejemplo, con un nuevo matrimonio— o debe abandonar la masía. Pero además de estos aspectos formales, la principal diferencia residencial entre amos y masovers aparece al examinar los cursos domésticos —cuadro 2—. Los cursos domésticos de los propietarios —ver cursos 1 y 2—presentan una continuidad en el tiempo, ligada a la transmisión de la propiedad de una generación a la siguiente a través del sistema del heredero único. Ello tiene como resultado que una saga familiar ocupe la misma masía durante generaciones y que el curso doméstico vaya continuando de modo ininterrumpido26. En estos casos, la forma residencial compleja está en relación con el desarrollo de los ciclos familiares de los distintos núcleos conyugales integrados en la masía, así como a las estrategias matrimoniales y hereditarias que pueden retrasar o avanzar la edad de matrimonio del heredero y sus hermanos/as. Por el contrario, los cursos domésticos de las masías ocupadas por masovers —ver cursos 3 y 4— tienen una menor continuidad en el tiempo y, a lo largo del periodo observado, diferentes familias se van sucediendo en la masía. Es cierto que hay masovers que se mantienen en una misma masía dos, tres y hasta más generaciones. Sin embargo, la mayoría de veces ello no es así y cambian de masía con frecuencia. En las entrevistas los informantes plantean diferentes motivos para estos cambios: La existencia de conflictos o falta de entendimiento con el propietario, cambios en la capacidad productiva del grupo por la muerte de alguno de sus miembros, búsqueda de masías con mejores condiciones o que se adapten mejor a la capacidad de trabajo del grupo familiar, etc. Además, cuando una misma línea familiar de masovers continua en una masía, son mucho más frecuentes los casos en que no se sigue las

26. En algunos de los casos de masías de propietarios estudiados con profundidad hemos reconstruido sus genealogías mediante la documentación familiar y el registro parroquial, remontándose las líneas familiares hasta el siglo XVI, con quinientos años de ocupación de la masía por la misma familia.

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reglas de masculinidad y primogenitura en la continuidad, sino que priman otros factores como las necesidades de fuerza de trabajo, las posibilidades de emigración de los hijos, etc. Visto desde la perspectiva individual y no de la masía, los masovers van circulando por diferentes masías a lo largo de su vida de tal modo que, en el momento de su matrimonio o de su muerte, una persona habrá cambiado varias veces de masía 27. Es el caso de una mujer de una masía de la zona alta del Montseny, que ha vivido en cuatro masías distintas de la misma zona, tres de las cuales antes de casarse a la edad de 25 años28. O también el de otra mujer, nacida en una masía de Arbúcies que, hasta los 21 años cuando se casó con un jornalero y marchó a vivir al pueblo, había residido en cuatro masías diferentes: La primera en Arbúcies, hasta los 13 años; la segunda, entre los 13 y los 15, en Olzinelles; la tercera, de los 15 a los 17 años, en Vallgorguina; y la última, de los 17 a los 21 años, en Breda29. En definitiva, entre los propietarios la continuidad de la línea familiar y la adopción de formas residenciales complejas se apoyan en la continuidad de la masía y su patrimonio y su transmisión a un único heredero. En cambio, entre los masovers, la continuidad de la línea familiar y la complejidad de las pautas residenciales aparecen desligadas de un espacio concreto y de la transmisión de bienes. En este caso, el elemento a tener en cuenta es la necesidad de fuerza de trabajo familiar y la organización general del grupo doméstico. La supervivencia del grupo doméstico de masovers depende de su capacidad de trabajo, que le permite acceder a masías y explotar de forma óptima sus recursos. Por ello es fundamental adoptar aquellas formas residenciales que permitan obtener una mayor capacidad de trabajo. El cuadro número 6 nos ofrece otra posibilidad de análisis, a partir de la relación de las pautas residenciales y el estatus socioeconómico de los cabezas de familia. En el censo de población de Arbúcies de 1883 podemos distinguir tres grandes categorías socioeconómicas: 1) Propietarios hacendados, es decir, personas que viven de la renta de sus masías trabajadas por masovers; 2) Agricultores, personas que trabajan su propia explotación, ya sea en propiedad o en masovería; y 3) jornaleros que venden su fuerza de trabajo a otras personas. Los datos del cuadro 6 muestran de un modo evidente importantes diferencias residenciales según la categoría socioeconómica del cabeza de familia. Así, a pesar de que las formas de residencial del tipo 3 son las mayoritarias y superan el 50% del total en las tres clases sociales, entre los jornaleros representan el 87,5% del total, entre los agricultores el 65,9%, y entre los hacendados el 51,1%. Inversamente, las formas complejas representan el 10,9%, el 31,8% y el 40,0% de los jornaleros, agricultores y hacendados respectivamente. En definitiva, a mayor estatus socioeconómico del cabeza de familia, mayor tendencia a que el grupo adopte pautas residenciales complejas. Pero no se trata —o no sólo es esto— que un mayor estatus socioeconómico empuje a adoptar formas residenciales complejas, sino que estas diferencias reflejan lógicas residenciales distintas en cada grupo. Así, mientras que entre los propietarios-hacendados y los agricultores existen unos intereses en común que actúan como cemento para mantener unido al grupo familiar —el patrimonio entre los primeros y el trabajo de la explotación familiar entre los segundos—, en el caso de los jornaleros el tipo

27. En las actas de bautismo o entierro de la documentación parroquial aparece con frecuencia la movilidad un mismo grupo familiar diferentes por masías de la misma parroquia. 28. Mujer, 81 años, el Brull, ama de casa. 29. Mujer, 59 años, Arbúcies, ama de casa.

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de trabajo individual y la falta de un patrimonio común los lleva a adoptar formas residenciales conyugales. Además, en los casos que aparecen formas de residencia complejas, con frecuencia van ligadas a las necesidades de atención y cuidado de los padres ancianos, como lo indica que en seis de los 14 grupos residenciales complejos de los jornaleros la extensión se produce a través de la mujer y no del marido, a diferencia de lo que es más habitual entre agricultores y propietarios.

CONCLUSIONES A lo largo de estas páginas hemos presentado el funcionamiento de la masía como institución socioeconómica en el Montseny y las formas residenciales adoptadas durante los siglos XIX y XX. La información obtenida mediante las entrevistas a los habitantes de las masías, el análisis de la documentación familiar y el estudio de los censos de población han puesto de manifiesto la existencia de importantes diferencias en cuanto a las pautas y a las lógicas residenciales seguidas por cada uno de los grupos sociales implicados en el sistema de la masía. Asimismo, también han sacado a la luz la importancia de las variaciones residenciales ligadas al desarrollo del ciclo familiar y el curso doméstico y al estatus socioeconómico. Los resultados generales han puesto en evidencia que, a pesar del predominio estadístico de las formas residenciales simples, el tipo residencial socialmente más significativo y valorado en las masías del Montseny ha sido el complejo —grupos extensos y múltiples. Sin embargo, el análisis pormenorizado nos ha permitido desentrañar la existencia de tres lógicas residenciales distintas, correspondientes a cada una de las tres clases sociales: Amos, masovers y bosquerols. Así, entre los amos y los masovers —y, en general, entre los campesinos que cultivan una masía, sean propietarios o no— el modelo y las prácticas residenciales predominantes han sido de tipo complejo. Por el contrario, las pautas de residencia más importantes entre los jornaleros y bosquerols han sido del tipo conyugal simple. Sin embargo, bajo esta dualidad formal subyacen tres lógicas residenciales distintas. Por un lado, entre los amos y propietarios en general, la familia troncal está relacionada con la reproducción de la masía y con el mantenimiento de su estatus socioeconómico mediante el sistema de herencia. De este modo, la continuidad de la línea familiar y la adopción de formas residenciales complejas sirven de soporte para la continuidad de la masía a través de las generaciones. Entre los masovers, en cambio, la lógica que encontramos detrás de las formas residenciales complejas está relacionada con las necesidades de fuerza de trabajo familiar para la explotación agroganadera y con su reproducción como grupo doméstico en un contexto de no propiedad de la masía. La supervivencia del grupo de masovers depende de su capacidad de trabajo, que le permite acceder las masías y explotar de forma óptima sus recursos. En este sentido, lo importante es la continuidad familiar y no tanto el escenario donde ésta se produzca, por lo que la continuidad de la línea familiar va asociada a la discontinuidad espacial provocada por el constante cambio de masía. Pero frente a la continuidad familiar de amos y masovers, encontramos la lógica de la discontinuidad e inestabilidad familiar de los jornaleros y bosquerols. Éstos no disponen de un patrimonio que deba mantenerse y transmitirse de generación en generación para asegurar la reproducción del grupo

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doméstico. Además, su acceso al trabajo, a diferencia de los masovers, no se produce de forma familiar sino individual. Como consecuencia de ello, no existen unos intereses familiares comunes que impliquen a personas de diferentes generaciones, por lo que la adopción de formas residenciales complejas carece de sentido. Así, los hijos, cuando pueden empezar a trabajar, abandonan el hogar paterno a la búsqueda de las mejores condiciones laborales. De igual modo, cuando aparecen formas residenciales complejas, responden a estrategias de atención y cuidado de los padres ancianos y no de continuidad familiar como en los casos anteriores. En definitiva, la imagen de la continuidad de las masías, con unas familias de propietarios que perduran a lo largo del tiempo, contrasta con la movilidad de los masovers y con la discontinuidad familiar de los jornaleros. Se trata de tres dinámicas diferentes que se complementan en el conjunto del sistema de la masía. Así, para asegurar la reproducción de las masías y su continuidad a través del tiempo, es imprescindible la discontinuidad familiar y espacial de masovers y jornaleros.

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