AMÉRICA LATINA EN LA ENCRUCIJADA

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América Latina en la encrucijada

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Carlos Antonio Aguirre Rojas

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América Latina en la encrucijada

CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS

AMÉRICA LATINA EN LA ENCRUCIJADA Los movimientos sociales y la muerte de la política moderna

prohistoria ediciones

ISBN-10: 987-1304-03-X ISBN-13: 978-987-1304-03-5 Rosario, 2006 3

América Latina en la encrucijada

ÍNDICE A modo de introducción Sobre el papel de la civilización latinoamericana dentro del mundo cultural ..................................... 9 Capítulo 1 América Latina en el contexto internacional posterior al 11 de septiembre de 2001 .............. 37 Capítulo 2 La génesis de las nuevas derechas y las nuevas izquierdas en la América Latina actual .............. 61 Capítulo 3 La muerte de la política en el contexto de la América Latina contemporánea ................ 93 Capítulo 4 La nueva configuración de la estructura de clases en América Latina .............................. 107 A manera de conclusión Los futuros de América Latina vistos desde sus más lejanos pasados ........................................... 141 7

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A MODO DE INTRODUCCIÓN SOBRE EL PAPEL DE LA CIVILIZACIÓN LATINOAMERICANA DENTRO DEL MUNDO ACTUAL “Más que cualquier otra región del mundo, América Latina está hoy en una continua y rápida evolución…” Fernand Braudel, Il mondo attuále, 1966.

mérica Latina se ha ido convirtiendo, en los últimos tres o cuatro lustros recién vividos, en uno de los nuevos y más importantes centros hacia los cuales dirige la mirada, cada vez con más frecuencia, la opinión pública mundial. Y ello, no sólo por los radicales y a veces hasta espectaculares cambios políticos que esta región latinoamericana ha estado protagonizando en estos últimos años, sino también y de manera más profunda, por el hecho de que es en esta misma América

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Latina, en donde hoy crecen y habitan varios de los movimientos sociales antisistémicos más importantes a nivel mundial, movimientos que luego de la caída del Muro de Berlín y del colapso definitivo de los distintos proyectos del llamado “socialismo real”, han retomado las banderas de la lucha anticapitalista y antisistémica, para convertirse en referentes importantes y obligados de la cada vez más vasta red planetaria de los movimientos hoy llamados altermundialistas. Al mismo tiempo, y acompasándose con esta creciente atención hacia las realidades políticas y hacia los movimientos sociales antisistémicos de nuestro semicontinente latinoamericano, es claro también el proceso de la mayor difusión e irradiación de la cultura latinoamericana en todo el mundo, que abarca desde hechos cotidianos y triviales como los de la difusión planetaria del ron o de alguna cerveza mexicana, o de la música (de la salsa en particular y de la música caribeña latinoamericana en general), hasta expresiones más serias como la de la reciente aceptación del español en calidad de lengua oficial dentro de los trabajos cotidianos de la ONU, o la creciente traducción de autores latinoamericanos dentro de los diversos idiomas de la literatura mundial, junto a la proliferación de “Departamentos de Estudios Latinoamericanos” en muchas Universidades importantes del planeta, o a la multiplicación de convenios de intercambio aca-

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démico y cultural entre los países de América Latina y las más diversas naciones del mundo. Porque es muy claro que a partir de que comenzó este tercer milenio cronológico que ahora estamos viviendo, América Latina comenzó también a ser el escenario de sucesos políticos que, más allá de su enorme impacto local - nacional y hasta regional - continental, atrajeron la atención y el comentario tanto de los grandes periódicos del mundo y de los noticieros radiofónicos y televisivos de todas las grandes cadenas mundiales de noticias, como también de múltiples analistas y estudiosos, ubicados en toda la vasta geografía de nuestro planeta, y dedicados al examen e investigación de los fenómenos sociales y políticos más contemporáneos. Pues no hay duda de que fue realmente mundial el impacto que tuvo por ejemplo la rebelión indígena ecuatoriana que, en enero del año 2000, derrocó al presidente Jamil Mahuad, por haber estado implementando políticas abiertamente neoliberales, y por proponer la “dolarización” oficial de la economía ecuatoriana, siguiendo los pasos de lo que Carlos Menem había hecho varios años antes en Argentina, y que como ahora sabemos provocó la conocida y terrible catástrofe de este último país en diciembre de 2001. Así, cuando los pueblos indígenas ecuatorianos cercaron literalmente el edificio del Congreso de su país, y se hicieron presentes de modo masivo 11

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en toda la ciudad de Quito, provocando la caída de ese gobierno neoliberal, asistimos entonces a un hecho fundamental y de enormes consecuencias futuras, no sólo para el Ecuador y ni siquiera solamente para América Latina, es decir al hecho de que, por primera vez en la historia, y en una nación en la que los indígenas representan alrededor de la tercera parte de la población total del país, una rebelión popular india fue capaz de derrocar a un gobierno nacional neoliberal. Pues siguiendo la estela del hoy mundialmente conocido ¡Ya basta! que los indígenas neozapatistas mexicanos pronunciaron el 1 de enero de 1994 en las tierras del sureste mexicano, estos indígenas ecuatorianos, que también habían sido excluidos del poder político y social durante siglos y siglos, hicieron oír su voz y manifestaron claramente su voluntad y su protagonismo radical, haciendo caer al sordo gobierno neoliberal que no había escuchado sus reclamos anteriores, y exigiendo de manera abierta el reconocimiento de su existencia y de su punto de vista para la futura gestión de los asuntos públicos de su propio país.1 Por eso, y durante ese enero del año 1

Sobre el impacto planetario de esa rebelión indígena ecuatoriana de comienzos del año 2000, que según Immanuel Wallerstein tendría el estatuto de un verdadero ‘síntoma’ de un cambio de larga duración en la historia de los movimientos antisistémicos y anticapitalistas, véase WALLERSTEIN, Immanuel “Pueblos indígenas, Coroneles populistas y globalización” en Contrahistorias, núm. 4, México, marzo de 2005.

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2000, todas las miradas del planeta se posaron durante algunos días en esta pequeña nación de América del Sur. Con lo cual, se abrió un ciclo que continúa abierto hasta ahora y que ha reposicionado claramente al semicontinente latinoamericano dentro del mundo, al convertirlo en un activo y cada vez más importante protagonista de los acontecimientos mundiales cotidianos, lo mismo que en un espacio civilizatorio cuya relevancia mundial es cada día más reconocida y asumida por todas las restantes naciones del planeta. Un ciclo que naturalmente no surgió de la nada, sino que fue madurando lentamente durante los últimos cuarenta años del siglo veinte cronológico, para coagularse e irrumpir de un modo más permanente y orgánico en el último lustro recién transcurrido. Ya que desde los impactos que en Europa y en Estados Unidos tuvo el tantas veces referido “boom literario latinoamericano”,2 y pasando por fenómenos como el de la conversión de la imagen del Che 2

Sobre la riqueza y sobre las peculiares características de esta compleja literatura de América Latina, véase el ensayo de Alejo Carpentier De lo real maravilloso americano, UNAM, México, 2004 y también el libro de Carlos Monsiváis, Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina, Anagrama, Barcelona, 2000. Esta rica literatura latinoamericana, cuya fuerza se había ya hecho presente desde la primera mitad del siglo XX, había llamado poderosamente la atención de Fernand Braudel, quien la caracteriza como una “literatura nueva, combativa, violenta, directa” y también como una “literatura revolucionaria” mostran-

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Guevara en un verdadero icono mundial de todos los movimientos de rebelión e insurrección popular en todo el planeta, junto a la enorme curiosidad y expectativa, también mundiales, que suscitaba la original revolución socialista de Cuba, y hasta la amplia recuperación de ciertas tesis de las teorías de la dependencia latinoamericana dentro del conjunto de las ciencias sociales contemporáneas, es claro este papel cada vez más protagónico y central de los fenómenos y de las realidades latinoamericanos, dentro de la vida social y cultural en general de todo el planeta. Por eso, cuando en los inicios de los años noventas, se generó un amplio debate semiplanetario en torno a la controvertida celebración de los quinientos años de la llegada de los españoles a tierras americanas, y cuando en enero de 1994, los titulares de todos los principales diarios del mundo repitieron durante varias semanas las noticias fundamentales del levantamiento indígena neozapatista del estado de Chiapas en México, no hacía más que anticiparse ese ciclo referido, que parece haberse consolidado de manera más permanente a partir del año 2000, y que ha terminado ubicando a nuestro semicontinente latinoamericano como uno de los centros principales de la actual atención de la opinión pública mundial. do frente a ella una gran admiración. Sobre este punto véase BRAUDEL, Fernand Las civilizaciones actuales, Tecnos, Madrid, 1978, p. 375.

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Y entonces, no es extraño que después de esa rebelión indígena ecuatoriana del año 2000, se haya desarrollado en Porto Alegre, Brasil, a comienzos del año de 2001, el primer Foro Social Mundial, foro explícitamente contrapuesto y alternativo al Foro Económico Mundial de Davos, que volvió a atraer la atención pública mundial hacia Latinoamérica, al constituirse en un claro foro mundial de muchos de los movimientos, organizaciones y hasta personas que se oponen al neoliberalismo y al capitalismo en todos los rincones de nuestro cada vez más pequeño y estrecho planeta tierra.3 E igualmente, fue mundial el impacto que generó la “Marcha del Color de la Tierra” organizada por el movimiento de los indígenas neozapatistas mexicanos, marcha que recorriendo catorce Estados de México, logró movilizar a alrededor de trece millones de personas, en apoyo a las demandas 3

Una buena radiografía descriptiva de la red mundial que abarcan estos movimientos que se agrupan en el Foro Social Mundial, y que hoy son llamados los movimientos altermundialistas, puede verse MERGIER, Anne Marie “Globalifóbicos. Las redes de la resistencia” en Proceso, núm. 1277, del 22 de abril de 2001. Un balance de lo que fue el segundo Foro Social Mundial, igualmente celebrado en Porto Alegre, puede verse en el numero inicial de la revista Alternativas Sur. Edición Colombia, vol. 1, núm. 1, Bogotá, 2002. Finalmente, y para una visión más reciente y sobre todo más analítica de lo que hoy, en 2005, representa este Foro Social Mundial, véase WALLERSTEIN, Immanuel La crisis estructural del capitalismo, Coedición Centro Immanuel Wallerstein – Contrahistorias, México, 2005.

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de este digno movimiento rebelde, y en particular del acatamiento y respeto de los Acuerdos de San Andrés Larrainzar, acuerdos firmados por el gobierno mexicano hace ya nueve años, y que hoy, en el año de 2005, continúan aún sin ser honrados por ese mismo gobierno mexicano hoy en funciones.4 Y también tuvo un eco y un seguimiento planetario la crisis argentina de diciembre de 2001, crisis en la cual el pueblo argentino derrocó al presidente Fernando de la Rúa, una vez más por tratar de mantener los esquemas neoliberales heredados de los dos gobiernos de Carlos Menem, lo que llegó al límite cuando intentó despojar a la población argentina de los ahorros de toda su vida, mediante el tristemente célebre mecanismo del “corralito”. Crisis argentina que fue seguida, una vez más, en todo el mundo, y cuyo impacto planetario creció también, frente al hecho de que lo que esta crisis le mostraba a todo el planeta, de un modo dramático y límite, era lo que producen las políticas neoliberales y las directrices del Fondo Monetario 4

Sobre la inmensa legitimidad moral y sobre el valor universal de este movimiento neozapatista mexicano que se proyectó de manera muy clara en esta Marcha del Color de la Tierra, puede verse WALLERSTEIN, Immanuel “Marcos, Mandela, Gandhi”, publicado en el diario La Jornada del 3 de octubre de 2003, página 3ª y también AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio “Chiapas, América Latina y el sistema-mundo capitalista” en la revista Chiapas, núm 10, México, 2000, y “Encrucijadas del neozapatismo. A diez años del 1 de enero de 1994” en Contrahistorias, núm. 2, México, 2004.

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Internacional cuando son ejecutadas y practicadas hasta sus últimas consecuencias: es decir, la quiebra entera, no de una empresa o de un grupo de empresas, y ni siquiera de una rama o hasta de todo un sector de la economía, sino la quiebra completa y total de la economía integral de toda una nación en su conjunto.5 De este modo, y de manera cada vez más continua y persistente, América Latina fue ganando un mayor protagonismo dentro de los medios de comunicación masiva de todo el mundo, protagonismo que no es más que el reflejo del nuevo papel social, mucho más central y relevante, que ahora tiene la civilización latinoamericana dentro de la dinámica global del conjunto de las civilizaciones de todo el planeta. Por eso, en 2002, fueron también ampliamente reseñadas y seguidas en todas partes del mundo, todas las peripecias del Golpe de Estado desarrollado en Venezuela, lo mismo que, meses más tarde, también la victoria de Lula en la elección presidencial de Brasil. Pues toda la gente en el planeta 5

Para distintos análisis de los antecedentes y del carácter de esta crisis argentina de finales del año de 2001, pueden verse, por ejemplo, el número especial de la revista Theomai, “Argentina: crisis, qué crisis” número especial de noviembre de 2002, Quilmes, 2002; ALMEYRA, Guillermo La protesta social en la Argentina (1990–2004), Continente, Buenos Aires, 2004 y Colectivo Situaciones, 19 y 20. Apuntes para el nuevo protagonismo social, Ediciones De Mano en Mano, Buenos Aires, 2002.

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pudo observar cómo un Golpe de Estado montado por la derecha venezolana, y con la complaciente aquiescencia del gobierno norteamericano, era sin embargo revertido en solo unos pocos días por las masas populares venezolanas, las cuales al enterarse del intento de derrocamiento de Hugo Chávez, salieron a las calles y a las plazas de toda Venezuela y rodearon el Palacio de Miraflores, la residencia presidencial, ejerciendo una enorme presión política que culminó al obligar a la reinstalación de Chávez en su puesto de presidente. Y también todo el mundo observó la compleja campaña y luego la victoria de Luiz Inazio da Silva (Lula) en Brasil, una victoria en la cual un ex obrero metalúrgico, nacido dentro de los sectores más pobres de Brasil, y forjado como sindicalista y como luchador social durante décadas, llegaba al poder presidencial en Brasil, en su cuarto intento electoral, y rodeado de una simpatía y un apoyo popular que era abrumador, no solamente dentro del propio Brasil, sino también a todo lo largo y ancho del conjunto de América Latina. Y fue también en ese mismo año de 2002 cuando todo el mundo miró hacia Bolivia, donde un líder indígena del Movimiento de los Cocaleros, del llamado Movimiento al Socialismo, el líder Evo Morales, estuvo a punto de ganar también la elección presidencial boliviana. Lo que sin duda está íntimamente conectado con el hecho de que tanto en octubre de 2003 como 18

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en mayo y junio de 2005, Bolivia fuera nuevamente centro de la atención pública mundial. Primero, en 2003, al escenificar el derrocamiento del presidente Gonzalo Sánchez de Losada, popularmente apodado “el gringo”, y que fue un presidente que habiendo llegado al poder con ese margen muy pequeño de diferencia frente a Evo Morales, y por lo tanto estando en una situación de legitimidad bastante corta, se dedicó durante los breves meses de su gobierno a implementar, una vez más, políticas ferozmente neoliberales, que entregaban a Estados Unidos, a un precio bajísimo, el gas boliviano, al mismo tiempo en que deprimían los salarios de la gente y deterioraban cada vez más sus ya precarias condiciones de vida material y espiritual.6 Pero también y una vez más en mayo y junio de 2005, cuando las masas populares bolivianas tomaron primero la ciudad de la Paz, y luego cercaron a la ciudad de Sucre, forzando la renuncia del tibio y vacilante presidente Carlos Mesa, y deteniendo luego el riesgo de un posible golpe de Estado militar, para terminar conquistando la realización de elecciones generales anticipadas, pero sobre todo, el colocar en el centro del debate nacional 6

Sobre las dos más importantes rebeliones que se vivieron en Bolivia durante este gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada véase SOLÓN, Pablo “Radiografía de un febrero” y DOMICH, Marcos “Bolivia: el ensayo general”, ambos incluidos en Bolivia, de la serie Latinoamérica. Espejo de rebeldías, libro número 1, Tierra del Sur, Buenos Aires, Argentina, 2003.

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boliviano el tema de la urgente nacionalización integral, definitiva e irrenunciable de todos los hidrocarburos de ese mismo país.7 Hechos y procesos complejos que, repercutiendo por distintas vías y de manera global en la geopolítica mundial, han tenido su asiento en las diversas naciones de América Latina, para instalar a esta última, de una manera contundente y central, dentro de las preocupaciones cotidianas y la atención recurrente de la ya mencionada opinión mundial. Lo que, también recientemente, se ha renovado y actualizado una vez más con el vasto apoyo y luego la amplia victoria popular alcanzada por Tabaré Vázquez en Uruguay a finales del año 2004, y también con la celebración del Quinto Foro Social Mundial de comienzos de 2005, otra vez desarrollado en la ciudad de Porto Alegre en Brasil, aun7

Sobre este muy reciente conflicto vivido en Bolivia, y que demuestra el alto grado de conciencia, organización y politización que han alcanzado las masas populares bolivianas, hasta llegar a una situación prácticamente de clara dualidad de poderes al interior del Estado boliviano, vale la pena ver, en primer lugar, la muy adecuada cobertura que le dio a los sucesos bolivianos de marzo de 2005, el diario La Jornada, especialmente en sus notas publicadas entre el 8 y el 18 de marzo. Para los hechos de mayo y junio de 2005 cfr. por ejemplo la revista El Juguete Rabioso, núm. 130, La Paz, 11 de junio de 2005, y nuestro ensayo, “Bolivia Rebelde. Las lecciones de los sucesos de mayo y junio de 2005 en perspectiva histórica” en Contrahistorias núm. 5, México, septiembre de 2005.

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que ahora, en condiciones generales de esta ciudad y del país muy distintas a las de los tres primeros Foros Sociales Mundiales, igualmente celebrados aquí. De esta manera, y si observamos en conjunto todos estos acontecimientos y procesos que se han desarrollado en América Latina en el último lustro transcurrido, y que la han ido convirtiendo cada vez más en ese nuevo centro de la atención de la opinión mundial, podríamos entonces preguntarnos legítimamente: ¿a qué razones específicas y más profundas obedece esta creciente atención, y sobre todo este nuevo rol, mucho más protagónico y central, de la civilización latinoamericana dentro del mundo? Y también, ¿cuáles son los motivos, particulares y generales, que explican que dicho mayor protagonismo se haya ido afirmando y desarrollando progresiva e indeteniblemente, justo durante los últimos seis o siete lustros transcurridos, para hacerse totalmente evidente e instalarse de modo definitivo en estos últimos cinco años que hemos vivido recientemente? ¿Y cómo es que se vincula esta nueva centralidad de América Latina en el escenario geopolítico y social mundial, con los procesos más globales que el capitalismo mundial ha estado experimentando, también en estas tres décadas que arrancan con la revolución cultural mundial de 1968,8 y con la crisis económica internacio8

Sobre esta revolución cultural mundial de 1968, y sobre sus enormes y todavía vivas consecuencias en todas las culturas naciona-

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nal de 1972-73 y en adelante? Y finalmente, ¿cuáles son entonces los porqués, inmediatos, de mediano plazo, y de larga duración, que permiten comprender esta reciente irrupción y esta conquista de la atención y del nuevo protagonismo planetario por parte de Latinoamérica? Sin pretender agotar del todo las posibles respuestas a estos complejos interrogantes, vale la pena, sin embargo, el adentrarse con más detalle en los diversos caminos de una reflexión más meditada y más profunda en torno de las eventuales alternativas de su solución. Si reflexionamos entonces más a fondo, respecto de este nuevo papel que ahora parece tener el mundo latinoamericano dentro del concierto global de las dinámicas mundiales de las distintas civilizaciones que habitan en nuestro planeta Tierra, quizá sea útil recordar algunas cifras y algunos hechos importantes, que si bien corresponden esencialmente a la dimensión cuantitativa de lo que es les de las sociedades de todo el orbe, puede verse, a título de ejemplo, WALLERSTEIN, Immanuel “1968: revolución en el sistema-mundo. Tesis e Interrogantes”, en Estudios Sociológicos, núm. 20, 1989, y también la entrevista de Armando Cisneros, “1968: Entrevista a Immanuel Wallerstein”, en la revista Sociológica, año 13, núm. 38, México, 1998; BRAUDEL, Fernand “Renacimiento, Reforma, 1968: revoluciones culturales de larga duración” en el suplemento La Jornada Semanal, núm. 226, de octubre de 1993; así como también nuestro libro Para comprender el mundo actual.Una gramática de larga duración, Prohistoria, Rosario, 2005.

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América Latina dentro del mundo, nos proporcionan ya de entrada, y como un elemental marco general de toda posible consideración ulterior, un claro orden de magnitud de lo que representa nuestra civilización latinoamericana, cuando es observada en términos comparativos, precisamente desde ese observatorio específico que constituye el del planeta Tierra en su conjunto. Así, y en esta última lógica, parece importante insistir en el hecho de que si la población mundial del planeta gira hoy alrededor de los seis mil millones de habitantes, la población total de América Latina parece acercarse también a la cifra de los quinientos cincuenta millones de habitantes, lo cual, en términos gruesos, significa que de cada diez habitantes del mundo, uno es habitante de nuestro semicontinente latinoamericano. Además, lo que no deja de tener relevancia hacia el futuro inmediato y mediato del planeta, es el hecho de que dicha población latinoamericana no sólo conserva tasas relativamente altas de reproducción demográfica, que ya no se registran ni en Europa ni en los Estados Unidos, por ejemplo, sino también que su pirámide de edades se encuentra hoy notoriamente sesgada hacia los estratos más jóvenes de todo el conjunto. Lo que implica, naturalmente, no sólo el hecho de que ya hoy América Latina representa un nada despreciable 9-10% del total de la población mundial, sino también el hecho de que, con la enor23

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me juventud de su espectro demográfico, y con las tendencias hasta ahora previsibles de su ritmo de crecimiento en los próximos e inmediatos lustros y décadas por venir, dicha proporción de seres humanos latinoamericanos en relación a los habitantes de todo el mundo, deberá de incrementarse a favor de esta misma población de nuestro semicontinente.9 Junto a esto, está también el hecho de que la totalidad de los territorios que hoy abarca Latinoamérica es del orden de los veinte millones de km², sobre un total planetario de 127 millones de km², es decir que a ese 10% de la población mundial que le correspondió nacer y vivir en América Latina, le corresponde también, prácticamente, un sexto de las tierras emergidas de todo el globo terráqueo. Entonces, si comparamos ese 15 ó 16% del territorio mundial con el 10% de la población del planeta, resulta claro que la densidad de población en América Latina se encuentra claramente por debajo del promedio mundial, lo cual sumado al hecho de las enormes riquezas naturales, biológicas, mineras, marinas y terrestres de nuestro semicontinente, hace evidentes las posibilidades todavía 9

Para estos datos demográficos, lo mismo que para la mayoría de los datos que utilizaremos en este apartado, puede verse El estado del mundo 2004. Anuario económico y geopolítico mundial, Akal, Madrid, 2004, libro en el que nos hemos apoyado para este ejercicio cuantitativo de comparación.

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abiertas de un futuro crecimiento y sobre todo de un importante desarrollo de los pueblos latinoamericanos dentro de los distintos espacios físicos y civilizatorios que corresponden a nuestra civilización latinoamericana, posibilidades que sólo podrán afirmarse plenamente, cuando hayamos superado y eliminado totalmente la estructural y todavía vigente condición de dependencia económica, social, política y cultural, que en diversos grados y de muy desiguales modos, padecemos desde hace cinco siglos. También, y en lo que respecta a las diferentes naciones que hoy constituyen el mapa de América Latina, es interesante comprobar que se trata de alrededor de veintitrés naciones –si dejamos de lado a varias islas minúsculas de la zona del Caribe–, dentro de un total de doscientas veinticinco naciones que componen al planeta entero, lo que nos da nuevamente alrededor de un 10% de los países del mundo. Una cifra que, al observarla en relación al papel oficial que ocupa América Latina en los organismos internacionales actuales, como por ejemplo en la Organización de las Naciones Unidas, hace evidente la enorme asimetría entre la realidad y ese papel oficial, refrendando la situación de dependencia global que hemos padecido durante cinco siglos y que ya hemos mencionado, y que en este caso específico se expresa como esta marginación y subrepresentación de los países y naciones de América Latina dentro de esa esfera 25

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oficial de las múltiples relaciones entre las naciones de todo el orbe. Finalmente, y para completar este elemental marco cuantitativo de la presencia de Latinoamérica en el mundo, vale la pena recordar que el español, que es la lengua más hablada en nuestro semicontinente, es también la tercera lengua más hablada de todo el planeta, sólo superada por la lengua que más personas hablan en el mundo, y que sigue siendo sin duda alguna el chino, y de la segunda lengua más utilizada que es actualmente el inglés. Tercera lengua más hablada en el planeta Tierra, que además y según afirman algunos lingüistas, es una lengua particularmente florida y diversa, que cuenta con más sinónimos para designar a una misma cosa que las que poseen otras lenguas, y que por lo tanto, permite una expresión del pensamiento también más matizada y llena de variantes y detalles, que la expresión que permiten varios de los otros idiomas hoy todavía existentes. De este modo, y a partir de estas dimensiones referidas de la demografía, el territorio, las naciones y la lengua mayoritaria de América Latina, en comparación con el mundo, es que se dibuja ya un primer marco general que nos hace posible aquilatar la indudable importancia de nuestra civilización dentro de las dinámicas globales de este mismo mundo. Ya que al representar las significativas proporciones de entre un 9 y un 15% de los habitantes, los territorios y las naciones del planeta, y al 26

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reproducir y cultivar a la tercera lengua más usada por los hombres y las mujeres de nuestro mundo, América Latina debería de haberse hecho presente, con este rol importante y protagónico que ha adquirido en los lustros recientes, no desde estas mismas décadas hace poco transcurridas, sino desde hace varios siglos, y en rigor, desde la propia llegada de los españoles a América. Pero, como es bien sabido, la civilización latinoamericana sólo nace como fruto de esa conquista española, y como resultado complejo y sutil del ulterior mestizaje biológico y cultural generado por las tres raíces que confluyen en su estructuración original10 –es decir, la matriz de los distintos pueblos indígenas que habitaban la América prehispánica, la matriz europea, y sobre todo española y portuguesa, y la matriz de los pueblos de piel negra traídos forzadamente desde el África–, lo que implica que, desde su propia génesis e infancia, esta civilización latinoamericana haya sido dominada, explotada, avasallada y marginada de múltiples maneras, negándole en consecuencia esa relevancia y ese protagonismo que sólo ha comenzado a manifestarse de manera orgánica, y a ser asumido de un modo mucho más claro y evidente, durante 10

Sobre este complejo proceso del mestizaje cultural, que singulariza a nuestra América Latina desde su origen como proyecto civilizatorio TODOROV, Tzvetan La conquista de América: el problema del otro, Siglo XXI, 1989, y ECHEVERRÍA, Bolívar La modernidad de lo barroco, Era, México, 1998.

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estas tres o cuatro últimas décadas ya antes referidas.11 Con lo cual, la pregunta original vuelve a replantearse. Pues si más allá de su indudable relevancia cuantitativa y cualitativa, América Latina no fue ni reconocida ni justamente valorada durante siglos –una suerte que, por lo demás, comparte con las cinco sextas partes de las naciones y de los pueblos del planeta, es decir con todos aquellos países de la vasta periferia del actual sistema capitalista–, entonces sigue abierta la duda respecto de las causas que, en los últimos treinta años, han modificado de una manera tan radical esta situación secular, llevando a esta misma civilización latinoamericana, desde las bambalinas hasta el proscenio de la escena mundial internacional. Otra posible respuesta inmediata, y hasta cierto punto obvia, para esta duda central todavía abierta, podría derivarse del radical cambio que América Latina ha vivido en los últimos quince o veinte años, cambio que se muestra como algo evidente 11

Esta situación de la dependencia originaria, consustancial y estructural de América Latina, desde su propio origen como proyecto civilizatorio, en el siglo XVI y hasta nuestros días, ha sido una de las tesis principales de la importante teoría de la dependencia latinoamericana. De todos los representantes que tuvo esta teoría, y a simple título de ejemplo, mencionamos solamente a MARINI, Ruy Mauro Dialéctica de la Dependencia, Era, México, 1973, y GUNDER FRANK, André Capitalismo y subdesarrollo en América Latina, Siglo XXI, México, 1970.

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cuando se observa a esta América Latina en conjunto, y cuando la analizamos también desde dos posibles cortes temporales elegidos dentro de un intervalo correspondiente al tiempo medio, y por ende a las coyunturas más recientes del periplo histórico que, en las últimas décadas, ha transitado nuestro semicontinente latinoamericano. Entonces, si observamos primero a la América Latina de los años sesentas y setentas de un lado, y después por el otro a la América Latina actual, nos saltará a la vista de inmediato el enorme contraste entre las dos. Pues esa Latinoamérica de los sesentas, setentas y a veces incluso hasta parte de los ochentas, es un semicontinente lleno de dictaduras y de gobiernos militares, junto a gobiernos autoritarios que, con fachadas democráticas, se permiten sin embargo y con toda impunidad, actos como el de, por ejemplo, masacrar a sus propias poblaciones de una manera abierta y artera. América Latina donde los Golpes de Estado militares son todavía realidades posibles y a veces hasta cotidianas, y en donde la vigencia de verdaderas libertades democráticas, es más un fuerte reclamo de los pueblos que una situación realmente existente. América Latina de la masacre del 2 de octubre de 1968 en México por parte del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, y de la matanza y represión populares del 10 de junio de 1971 por parte del gobierno de Luis Echeverría, que es también la América

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Latina de las dictaduras militares de Lucas o de Ríos Montt en Guatemala, de Anastasio Somoza en Nicaragua, de Trujillo en la República Dominicana, o de Duvalier en Haití, lo mismo que de los gobiernos represivos militares de Stroessner en Paraguay, de Pinochet en Chile, de Videla en Argentina, de Banzer en Bolivia o de los varios dictadores en Brasil, por mencionar sólo algunas de estas terribles dictaduras militares que también pueblan mayoritariamente la entera geografía del cono sudamericano. Una América Latina ampliamente atenazada por esos gobiernos militares o autoritarios, que si bien ve brillar desde 1959 el faro libertario de la Revolución Cubana, a la vez que conoce las múltiples guerrillas primero campesinas y luego urbanas en muchos de sus países, padece sin embargo y muy ampliamente esa extendida ola, entonces dominante, del militarismo y del autoritarismo mencionados.12 Frente a este cuadro, predominantemente triste y oscuro de esos años sesentas y setentas del siglo XX cronológico, resalta con fuerza la situación que hoy, en el año de 2005, vive América Lati12

Para una radiografía crítica y muy aguda de lo que era esa América Latina en los años cincuentas y sesentas vale la pena ver el conjunto de los artículos escritos por Ernesto ‘Che’ Guevara, que han sido compilados en el libro América Latina. Despertar de un continente, Coedición Centro de Estudios Che Guevara – Ocean Press, Melbourne, 2003.

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na, y en la que las rebeliones populares y la permanente acción de los nuevos movimientos antisistémicos y anticapitalistas, se han instalado de una manera protagónica y fundamental a todo lo largo y ancho de nuestro semicontinente. Con lo cual, y a pesar de ciertos virajes, claudicaciones, tibias asunciones y hasta verdaderas traiciones, se muestra de manera contundente el mucho mayor peso que hoy tienen en toda la geografía de nuestra América Latina, sus propias clases subalternas y sus más importantes movimientos populares, los que en estos últimos años han derrocado y elegido presidentes, terminando con caducos regímenes longevos, y gestando experiencias ricas e interesantes de autoorganización y de incipiente transformación social, desde la actividad continua y sistemática de esos mismos movimientos sociales antisistémicos. Pues ha sido el pueblo mexicano y no sus gobiernos ni sus líderes políticos el que derrotó al PRI en 1988, después de enfrentar y resolver las principales y terribles consecuencias del terremoto de 1985 en la Ciudad de México, y antes de alumbrar esa digna rebelión neozapatista de los indígenas chiapanecos, y luego el final de los regímenes priístas que sometieron a México durante prácticamente setenta años. Y fueron también las clases subalternas mexicanas las que sostuvieron y arroparon a la Marcha del Color de la Tierra en los primeros meses del año de 2001, y las que lograron revertir y anular el absurdo e insensato intento de 31

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desafuero del alcalde de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador. Y son también estas mismas clases populares de México, las que ahora se hacen eco de la muy importante iniciativa neozapatista, contenida en la reciente “Sexta Declaración de la Selva Lacandona” y encaminada a refundar radicalmente la política, la nación y la legalidad jurídica de este mismo país que es México.13 Igualmente, fueron los sectores oprimidos y populares del Brasil los que corrieron al neoliberal Collor de Mello, presionando después durante ocho años al gobierno de Fernando Henrique Cardoso, para llevar finalmente al poder a Luiz Inazio da Silva mejor conocido como “Lula”. Y es ahora este mismo pueblo brasileño el que protesta y presiona al mismo Lula, por haber dado el claro viraje hacia la implementación de políticas neoliberales, y por estar renegando de todos los proyectos y de todas las propuestas que hizo antes de llegar a la presidencia del Brasil. Y también, por haber permitido la corrupción y la degeneración 13

Sobre el significado profundo, y además universal, de esta iniciativa expresada en esa ‘Sexta Declaración de la Selva Lacandona’, cfr. WALLERSTEIN, Immanuel “Los Zapatistas: la Segunda Etapa”, y también la entrevista “Chiapas y los nuevos movimientos de resistencia en América Latina”, ambos en Contrahistorias, núm. 5, cit.; también AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio “La ‘Sexta Declaración’. Una lectura en perspectiva global” en Memoria, núm. 201, México, 2005.

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política de su propio Partido, el Partido de los Trabajadores.14 Y fue también el pueblo indígena ecuatoriano el que corrió al presidente Bucaram, y el que derrocó después a Jamil Mahuad, llevando más adelante al gobierno al militar Lucio Gutiérrez, quien luego de su traición y de su viraje radical en contra de esos mismos indígenas ecuatorianos, fue igualmente corrido del Ecuador por ese pueblo rebelde ecuatoriano. Y en esta misma lógica, fue también la rebelión de los oprimidos bolivianos la que derrocó primero a Gonzalo Sánchez de Losada en Bolivia, y más tarde al tibio y temeroso presidente Carlos Mesa, del mismo modo en que los grupos populares argentinos corrieron en su momento a Fernando de la Rúa, y hoy presionan fuertemente al presidente Néstor Kirchner, para obligarlo a desarrollar una política más social en lo interior y más progresista en el exterior. Y son estas mismas clases populares latinoamericanas las que, en Uruguay, han hecho posible 14

En este sentido, es muy significativa la declaración de hace unos meses del dirigente brasileño del Movimiento de los Sin Tierra, Joao Pedro Stédile, al afirmar que con los escándalos recientes de corrupción que Brasil ha vivido en estas últimas semanas, ese gobierno de Lula ‘Ya se acabó’. Al respecto, cfr. la nota “Señala el líder del MST. ‘Ya se acabó’ el gobierno de Lula”, en el diario La Jornada, del 27 de julio de 2005. Más recientemente, el mismo Joao Pedro Stédile ha fijado la posición general del MST frente a la actual situación de Brasil en el ensayo, “El MST ante la coyuntura brasileña”, en el diario La Jornada, del 1 de octubre de 2005.

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el aún joven gobierno de Tabaré Vázquez, mientras en Venezuela revirtieron el Golpe de Estado organizado por la derecha de su país, y hoy presionan fuerte y constantemente a Hugo Chávez, para obligarlo a atender sus principales reclamos y demandas, mientras padecen en otras partes de América Latina a ciertos regímenes y gobiernos de derecha y hasta de ultraderecha, como en los casos de Colombia y de México, así como en la mayoría de los países de toda Centroamérica. Entonces, si miramos en conjunto a esta América Latina, en estos comienzos del segundo semestre de 2005, y la comparamos con la América Latina de hace treinta o cuarenta años, resultará evidente el claro giro que ella ha dado hacia la izquierda, conquistando en muy diversos grados, todo un cúmulo de distintas libertades, de espacios democráticos, y de una mayor presencia y un más claro protagonismo, tanto para sus clases explotadas, dominadas y subalternas, como también para sus nuevos movimientos sociales antisistémicos y anticapitalistas de todo tipo. En esta línea, podríamos pensar que ha sido precisamente este evidente giro hacia la izquierda, desplegado por América Latina en los últimos dos o tres lustros, el que explica esa mayor atención de la opinión mundial y ese nuevo papel de la civilización latinoamericana dentro del mundo. Pues en el momento mismo en que era derribado el Muro de Berlín, y en que junto con él se colapsaban to34

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dos los proyectos de lo que se llamó el socialismo “realmente existente”, comenzaban a surgir en toda América Latina, como en una suerte de clara carrera de relevos en escala mundial, tanto nuevos y muy radicales movimientos sociales anticapitalistas y antisistémicos, como también diversas rebeliones populares de una extensión y una fuerza realmente notables. Lo que sin duda, provocó que nuestra Latinoamérica comenzará a ser vista en todo el planeta como una especie de nuevo referente o polo de ubicación de dicha rebelión anticapitalista mundial. Pero si esta nueva rebeldía latinoamericana y ese nuevo rostro de izquierda, son los que le atraen ahora a esta América Latina esa mayor atención del mundo en su conjunto, entonces la pregunta inicial no hace más que replantearse nuevamente bajo una forma diferente: ¿por qué ha vivido Latinoamérica este giro hacia la izquierda, y por qué precisamente en estos años y lustros más recientes? Y de otra parte ¿por qué dicho giro ha podido ser interpretado, justamente, en la línea de considerar ahora a Latinoamérica como el nuevo portador y el destacamento de avanzada de esa rebelión antisistémica mundial? E igualmente, y conectado directamente con estos dos problemas, ¿cuáles han sido los contextos específicos, primero mundiales, después continentales, y luego nacionales, que han hecho posible este mismo viraje hacia la izquierda y esta misma mayor emergencia y protagonismo de 35

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estas masas populares y de esos nuevos movimientos sociales dentro de toda Latinoamérica? Para continuar avanzando en nuestra explicación, quizá vale la pena ahora recordar las coordenadas esenciales de ese contexto internacional, antes y después de la tragedia del 11 de septiembre de 2001.

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