Alvarado–Epílogo abierto a \"Aunque es de noche\" de JM Vigil

June 13, 2017 | Autor: José María Vigil | Categoría: Psicologia De La Liberación, Espiritualidad de la Liberación
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Descripción

EPÍLOGO ABIERTO a AUNQUE ES DE NOCHE, de J.M.VIGIL

El corriente que nace desta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.
(Juan de la Cruz, La fonte)
Jorge Luis Alvarado Pisani
Managua, Cuaresma del 2000

Me solicita Jose María Vigil —denodado "ciberpárroco" y psicoterapeuta de
la aldea global— algunas reflexiones sobre la vigencia del diagnóstico
psicosocial y de la propuesta terapéutico-pastoral que él mismo nos
regalara, como regalo por la Pascua Florida de 1996, en su libro Aunque es
de noche. La hora espiritual de América Latina en los 90. Con mucha más
capcidad científica y experiencia práctica que las mías, en estos temas,
podrían haberle respondido, desde Nicaragua, por ejemplo, profesionales de
la psicología clínica como el Dr. Gustavo Pineda, que ha logrado dramáticas
recuperaciones de ex-combatientes al borde mismo del suicidio, o la Dra.
Martha Cabrera, que trabaja sobre traumas producidos por violencia sexual o
desastres naturales. Sin embargo, intentaré contestar al amable pedido del
autor con algunas reflexiones que quizás puedan no ser del todo
impertinentes, dado el hecho de haber experimentado en mí mismo tanto la
certeza del diagnóstico como la bondad del tratamiento propuestos por el
vigilante Vigil.

La hipótesis de trabajo

A mi entender, la hipótesis central del libro puede plantearse así:

1. La opresiva situación socioecómica de los pueblos latinoamericanos y
la reciente historia de fracasos de los movimientos sociales
revolucionarios han inducido —tanto en las mayorías pasivas como en
las minorías militantes— un tipo de psicopatía, colectiva e
individual, que debe diagnosticarse y ser tratada como "depresión
reactiva".

2. En clave teológica, la opresión socioeconómica y las derrotas
políticas pueden ser interpretadas, desde la teología de la cruz, como
una larga noche de viernes santo y, desde la teología mística, como
desolaciones espirituales o purgaciones pasivas ("noches oscuras"), es
decir, ocultamiento del Dios que se revelaba en la historia como
Libertad y Justicia para los oprimidos.

3. La fe en la resurrección de Jesús y la práctica de la meditación y la
oración sobre los "misterios gozosos" de la lucha por la justicia y la
libertad ayudan a "subir la moral" de las personas deprimidas.

Una depresión de postguerra

Pienso que el talante depresivo, "melancólico", que muestran, con más o
menos agudeza y cronicidad, tantas personas ex-militantes —en
Latinoamérica, en general y en Nicaragua, en particular— puede
verosímilmente considerarse como una depresión de postguerra, mezcla de
"depresión reactiva" (como propone José María) y del "síndrome de stress
post-traumático" (como explico adelante). En efecto, las guerras de "baja
intensidad" de la administración Reagan contra la revolución sandinista y
los movimientos de liberación del Continente no fueron menos guerras por
ser de baja intensidad o por haberse dirimido con acuerdos de paz o con
procesos electorales. Sin embargo, considero que la pérdida del poder o del
protagonismo revolucionario no hubieran "disparado" la depresión, en las y
los militantes, de no haberse gestado en ellas y ellos —con razón o sin
razón, no es necesario juzgarlo aquí— el sentimiento de haber sido
traicionados y abandonados a su suerte por las cúpulas dirigentes de las
vanguardias (en el caso de Nicaragua, del Frente Sandinista). Sin este
agregado de "traición", las "derrotas de baja intensidad" hubiesen podido
generar, ciertamente, grandes tribulaciones mas no depresiones y angustias
tan profundas. Se nos viene a la memoria la dramatización cinematográfica
de la batalla de Falkirk, en la laureada película Braveheart (Corazón
Valiente), cuando el héroe escocés William Wallace (Mel Gibson), malherido
y derrotado, corre a caballo a matar al rey inglés Eduardo II Plantagenet,
el Zanquilargo, quien es defendido por un caballero incógnito que resulta
ser el mismísimo Robert De Bruce, futuro rey de Escocia. Wallace logra
vencer al caballero incógnito pero, tras quitarle el casco, para
degollarle, al ver ante sí el rostro de la traición, queda estupefacto,
paralizado, reducido a la impotencia… y se acuesta para morir. En la novela
que inspiró la película[1], el autor, Randall Wallace, describe la escena
así: "El caballero quedó a sus pies. Al forcejear con él, Wallace le vió la
cara: era Roberto de Bruce. Guillermo quedó semiaturdido por la sorpresa.
La expresión de culpabilidad de Roberto lo decía todo: era la traición lo
que tenía postrada a Escocia. De Bruce le sostuvo la mirada a Wallace. Vió
en él una expresión de perplejidad y desesperación que, por más vidas que
viviese, no podría olvidar jamás. —¡Atacadme! —gritó De Bruce con rabia.
Pero Wallace se tambableaba hacia atrás…"

Repito que no se trata de juzgar aquí si hubo o no traición a la causa
popular en las opciones y acciones de los dirigentes. Lo importante es que
muchas personas comenzaron a sentirse traicionadas… y se acostaron para
morir —políticamente, e incluso físicamente. (Recuerdo, como en un
flashback, los ojos sin brillo, la voz apagada y la moral por el suelo de
amigos cercanos que fueron muriendo poco a poco como pájaros heridos que
habían creído entrever, en la revolución sandinista, la aurora del reino de
los cielos) Ahora bien, las depresiones políticas son contagiosas, y ese
talante se ha diseminado a buena parte de nuestras poblaciones, asfixiadas,
económica y psicofísicamente, por los "ajustes estructurales" del
neoliberalismo triunfante: contracción del gasto social, mercantilización
de todo lo mercantilizable, privatización de todo lo privatizable,
ahogamiento de los sindicatos y las asociaciones populares, etc.
Nicaragua, por ejemplo, nunca fue país de suicidios. Ahora, una persona por
día, moralmente deprimida y mortalmente angustiada, termina por quitarse la
vida[2]. Es obvio, para quien tenga dos ojos para ver y dos dedos de frente
para pensar, que el neoliberalismo es, económica y psicofísicamente,
depresivo y angustiante para las grandes mayorías empobrecidas. Lo extraño
no es que haya tan alto índice de suicidios sino que las cifras no sean
mucho mayores. Hoy la noche de la iniquidad parece más oscura que cuando el
libro salió a la luz (perdón, a la noche).

Validación y autoconsistencia de la hipótesis

Como el mismo autor reconoce, la hipótesis es muy difícilmente verificable
con mediciones estadísticas. Primero, porque, debido a la condición de
marginalidad y pobreza de las poblaciones o de las personas afectadas, no
es probable encontrar registros suficientes sobre "depresión mental" en los
archivos de los centros estatales de salud. Y en las clínicas privadas, las
"depresiones" atendidas quizás no correspondan al tipo de depresiones, de
origen político, que se consideran en la hipótesis. Segundo, porque el
diseño y la aplicación de los instrumentos de investigación cuantitativa
(encuestas, básicamente) o cualitativa (entrevistas a profundidad, grupos
focales, etc.) depende del eufemísticamente llamado "condicionamiento
social de la ciencia", que más llanamente puede expresarse así: los
interesados en la investigación no pueden costearla y los que pueden
costearla no están interesados. Tercero, porque la naturaleza singular de
los procesos políticos inductores complicaría el análisis de los
resultados, al no haber control sobre los procesos ni tampoco "grupos-
control" sometidos a los mismos procesos que los "grupos-meta" analizados.

Sin embargo, no se trata de una hipótesis inverificable (en cuyo caso sería
no-científica), por cuanto su plausibilidad e incluso su validez
explicativa sí pueden ponerse a prueba en intervenciones clínicas o
pastorales, tanto individuales como grupales. Entiendo que, en general, el
diagnóstico y la terapia propuestas en este libro han sido herramientas muy
útiles para la reconstrucción individual y colectiva de muchas personas y
comunidades. De cuántas, sólo Dios sabe. Yo sé de varias, entre ellas yo
mismo. Queda abierta la tarea de investigar sistemáticamente el grado de
divulgación y de utilización del diagnóstico y de la terapia.

Por otra parte, una forma de evaluar hipótesis de trabajo es someterlas a
pruebas de autoconsistencia (obviamente teóricas). No tengo información
sobre análisis críticos de la hipótesis que consideramos pero,
modestamente, pienso que la hipótesis puede necesitar pequeños "ajustes"
(no "estructurales") para incrementar su autoconsistencia:

1) La elección de la "depresión reactiva" individual como modelo para
interpretar ciertos síntomas sociales —atomización, anomia, heteronomía,
desmovilización, insolidaridad, ciclos de violencia e indolencia,
disolución cultural, auge de fundamentalismos mágicos, etc.— quizás puede
complementarse con algunas dimensiones del llamado "síndrome de stress post-
traumático complejo". La doctora Judith Hermann, en su libro Trauma and
Recovering[3] propone el siguiente esquema para caracterizar dicho síndrome
(resalto en negrilla las características, a primera vista, más
pertinentes):

a) Antecedentes: Haber estado sometidas las víctimas[4] a un control
totalitario por períodos prolongados (de meses a años). Para las
personas militantes se trataría de haber pasado de la movilización
revolucionaria a la inmovilidad y a la impotencia en un sistema
(neoliberal) del que no ven cómo escapar.
b) Alteraciones en la regulación afectiva: Disforia permanente,
preocupaciones suicidas crónicas, autodenigración, enojo explosivo o
extremadamente inhibido, sexualidad compulsiva o extremadamente
inhibida.
c) Alteraciones de la conciencia: Amnesia o hipermnesia para los eventos
traumáticos, episodios disociativos transitorios, despersonalización o
pérdida de identidad, revivencia de los hechos traumáticos.
d) Alteraciones de la autopercepción: Sentimiento de invalidez o
parálisis de la iniciativa; vergüenza, culpa y reproches; sentimiento
de deshonra o estigmatización; sentimiento de ser completamente
diferente.
e) Alteraciones en la percepción del ofensor: Sentimientos de venganza,
atribuciones de poder inmenso al ofensor, idealización o gratitud
paradójica, aceptación del sistema de valores o racionalización del
ofensor, sentimiento de relación especial o mágica con él
f) Alteraciones en las relaciones con otros: Aislamiento y retiro,
interrupción de relaciones íntimas, búsqueda repetitiva de un
liberador/salvador (puede alternar con aislamiento y retiro),
desconfianza persistente, fracasos repetitivos en la autoprotección.
g) Alteraciones del sentido de pertenencia: Pérdida de fe, sentido de
desesperanza y desesperación.

2) Aunque es irreprochable, en la obra de Vigil, la interpretación
teológica del momento histórico actual de Latinoamérica, desde la cruz y la
resurrección de Jesús, la no distinción explícita en el texto entre la
"noche oscura" mística y la "oscura noche" del neoliberalismo puede
confundir a algunos(as) lectores(as). De ninguna manera atribuyo tal
indistinción al autor, pero, como desde el mismo título del libro se abre
una clave sanjuanista, quizás hubiera sido pertinente indicar la distinción
expresamente. Al respecto, pienso que la "noche oscura" es un fenómeno
—característico de toda experiencia mística profunda— material y
formalmente distinto a la "depresión" psicosomática, al "vacío de sentido"
existencial y a la "pérdida de horizontes" histórico-políticos. En efecto,
pueden ocurrir episodios depresivos en épocas de triunfo, o felices
consolaciones en épocas de derrota, o vacíos existenciales sin crisis
depresivas, o una pérdida de horizontes que resulte en mayor dedicación a
la causa. Una cosa es la "noche amable más que el alborada" (¡Oh noche que
juntaste / Amado con amada, / amada en el Amado transformada!") —la Noche
de San Juan de la Cruz— y otra cosa distinta son las "tinieblas de la
iniquidad" de un mundo sin amor y sin justicia. Sin embargo, esta
distinción conceptual no invalida de ningún modo la parte teológica de la
hipótesis, sólo nos recuerda que las derrotas físicas y las depresiones
psíquicas no son necesariamente pruebas místicas sino sucesos adversos que
ponen la mística a prueba. Salvo esta mínima reserva pienso que la parte
teológica de la hipótesis es totalmente autoconsistente.

3) La parte terapéutico-pastoral de la hipótesis fue y sigue siendo, para
muchas personas, pura gracia de Dios, un vaso de agua fresca en el
desierto, un bocado de buen pan para recuperar la energía, la alegría, la
poesía y superar la melancolía. La Conclusión del libro (De vuelta de
Emaús, aunque es de noche), no sólo sigue siendo hoy vigente sino que
permanecerá como uno de los verdaderos, buenos y bellos hallazgos de la
teología y de la espiritualidad de la liberación latinoamericana.

¿Hacia dónde ha soplado el viento en cuatro años?

Malos vientos fueron los del Mitch para los pobres de Honduras y Nicaragua.
Malos vientos también causaron inundaciones en México y deslaves en
Venezuela (y más inundaciones en Mozambique, tan cercana a Nicaragua en los
días de Samora Machel). La pobreza, con sus legiones de demonios, sigue
ganando terreno en nuestra Patria Grande y en todo el Tercer Mundo, y no
hay quien la detenga. Siguen tan campantes la corrupción y la impunidad
jurídica de los poderosos, en casi todas partes. Como dije, en Nicaragua
cada día se suicida una persona. Millones de emigrantes se van al Norte a
hinchar los bolsones de Sur en las entrañas del Monstruo. Cada año han
desaparecido varias especies biológicas y algunas culturas autóctonas
pronto serán irrecuperables. Crecen en cantidad y calidad la oferta de
sustancias, creencias y propagandas alucinógenas. Y, por todo esto,
seguimos, de noche, rezando con Darío[5]: "¡Oh, Señor Jesucristo!, ¿por qué
tardas, qué esperas / para tender tu mano de luz sobre las fieras / y hacer
brillar al sol tus divinas banderas? / Surge de pronto y vierte la esencia
de la vida / sobre tanta alma loca, triste o empedernida, / que, amante de
tinieblas, tu dulce aurora olvida".

Sin embargo… Se han quedado el FMLN y Monseñor Romero en la Alcaldía de San
Salvador. La detención de Augusto Pinochet sentó un importante precedente
para la causa de los derechos humanos. Han ganado elecciones (aunque esto
es ambiguo) Cuauhtémoc Cárdenas en México D.F., Hugo Chávez en Venezuela y
Ricardo Lagos en Chile. El movimiento indígena ecuatoriano está dando la
hora. Los aniversarios del martirio de los jesuitas de la UCA y de Monseñor
Romero fueron un banquete regio. Chiapas resiste. Eliancito González
regresa a La Habana y Fidel ya sabe más por viejo que por diablo. Hay
protestas y paros nacionales contra las privatizaciones ¡en Costa Rica!. El
"cholo" Toledo ha forzado una segunda vuelta electoral en Perú, y quiera
Dios que algo más. Almodóvar ganó un "Oscar" por Todo sobre mi madre,
película en donde, después de muchas alegrías y tristezas, un nene le gana
la partida al sida. El Papa pidió perdón por los pecados de nuestra iglesia
católica y pidió condonar la deuda externa de los países empobrecidos. La
Agenda Latinoamericana sigue viento en popa a toda vela. El Movimiento
Humanista y los Partidos Humanistas piano, piano, van lontano. Los Médicos
sin Frontreras se ganaron el Premio Nobel y las Madres de Plaza de Mayo el
Príncipe Asturias de la Paz. Monseñor Casaldáliga sigue soplando y soplando
Espíritu Santo sobre todo el Continente y más allá...

¿Pronóstico? La conciencia revolucionaria no recuperará muy pronto sus
signos vitales. Continuaremos tentados, acaso poseídos, durante varios años
—Dios no lo permita—, por los demonios de la "depresión de postguerra".
¿Cuántos años? Quizás una década más, Dios lo sabe. Pero el corazón rebelde
no ha dejado de latir. Todavía hay brasa en las cenizas y hay cada vez más
gente de todas partes soplando y soplando sobre ellas y comprendiendo que,
como decíamos ayer: ¡A lluita continúa!.



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[1] Randal Wallace, Braveheart, Ed. Planeta, Barcelona, 1995, pp. 189-190.
[2] La palabra "angustia" significa "angostura", estrechez, opresión que no
deja respirar: "No es sólo la inseguridad, la opresión, la ansiedad, lo
ineludible del tener que vivir; es todo esto pero con falta de asidero en
el orden de la realidad en cuanto tal como posibilidad de mi vida… En
definitiva, la angustia es el sentido de la vida como problema vivido en la
impotencia y el desmayo de los resortes tendenciales que nos fuerzan a
vivir. Por bajo de la opresión, de la ansiedad, por bajo de la impotencia
en que nos vemos forzados a vivir ante lo incierto del momento, están la
desorientación, el gemido y la inquietud de la desmoralización, la pérdida
del sentido de la realidad. Lo más angustioso de la angustia es justamente
su ausencia de razón de ser. La angustia no patentiza el ser, sino que deja
a los entes sin sentido para nuestra realidad" (Xavier Zubiri, Las fuentes
espirituales de la angustia y de la esperanza, Apéndice del libro Sobre el
sentimiento y la volición, Alianza Editorial-Fundación Zubiri, Madrid,
1992, pp. 400-1).
[3] Judith Herman, Trauma and Recovering, Basic Books Publishers, New York,
1992, pp. 21ss., apud Gioconda Batres Méndez, Del ultraje a la esperanza.
Tratamiento de las secuelas del incesto, ILANUD, San José de Costa Rica,
1997, pp. 39-53.
[4] Por ejemplo: Rehenes, prisioneros de guerra, defectores de sectas
religiosas y sobrevivientes de campos de concentración, violencia
doméstica, agresión sexual o explotación sexual.
[5] "Canto de esperanza", en Cantos de vida y esperanza, Madrid, 1905.
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