Alumnos tradicionalistas, conservadores y presentistas en las clases de Historia.

July 24, 2017 | Autor: Gerardo Mora | Categoría: Enseñanza de la historia
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Descripción

Alumnos tradicionalistas, conservadores y presentistas en las clases de Historia.
Gerardo Mora (México). IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la Cultura Científica.
Resumen: Se presenta una clasificación de actitudes de alumnos hacia la Historia, necesaria para lograr aprendizajes significativos (lógicos y psicológicos) con alumnos de educación básica, nivel secundaria (12 a 15 años de edad).

Según una encuesta de la OCDE, los mexicanos somos los más felices de todos miembros de esta organización, responsable también de las pruebas PISA. Pero en el análisis de resultados se destaca que estamos debajo de la media en la mayoría de indicadores de bienestar. Y no se presenta alguna explicación de tan manifiesta discrepancia.
Considerando otros indicadores (educativos, económicos y cívicos), podemos explicar esta aporía por la ínfima cultura científica de los mexicanos (algo más de 120 millones). Esto ocasiona graves problemas de salud (obesidad), ambientales (basura, contaminación) y sociales (bajos salarios, pobreza) a la treceava economía mundial, perjudicando su desarrollo.
A la escuela pública se le ha encomendado la tarea de brindar una educación de calidad masiva. Ello requiere más recursos, ahora más escasos, la capacitación docente, aprovechar de verdad la tecnología y un nuevo enfoque educativo, centrado no en lo instrumental sino en la cultura científica. Requerimos este cambio de paradigma, que –aclaramos- no deja a un lado el aprendizaje del español, el inglés y las matemáticas, ni a la formación cívica. Pero sin del desarrollo del pensamiento científico los instrumentos no se saben utilizar y la participación ciudadana es "pasiva", por decirlo de algún modo.
Acorde con este cambio de paradigma, en el caso de Historia además enfrentamos el problema de formar un pensamiento racional en una asignatura que privilegia la memorización sobre el análisis. Y que su función formativa ha sido sustituida por la cultura mediática (difundida por la televisión e internet).
El aprendizaje de la Historia escolar (objetivos, contenidos, medios, actividades y evaluación) está mediado por la actitud del alumnado respecto al "cambio", concebido como la inestabilidad de las situaciones existenciales que enfrenta como "adolescente" (educación básica, nivel secundaria, escuela pública).
En los programas de estudio (SEP, 2006) se ha reconocido el "presentismo" como la valoración que otorga el estudiante a su vida cotidiana, sin importarle la historia. Por lo que recomienda motivarlo con actividades y recursos que llamen su atención.
El tiempo escolar está regulado por calendarios, horarios y el profesor, que lo distribuye en cada clase (cuatro sesiones de 50 minutos a la semana, 150 en el año escolar). El alumno normalmente busca momentos de distracción, atendiendo sólo lo que le interesa o cuando es presionado. El tiempo de aprendizaje depende de la calidad de la enseñanza (metodología, materiales, gestión ambiental). Pero también de la "reacción" ante el cambio, muy dependiente de su cultura y su contexto.
Elaboramos una clasificación de reacciones, con el fin de diseñar estrategias que posibiliten un aprendizaje "significativo" para el alumno como persona. Esto es, que el estudio de la Historia tenga sentido como experiencia útil ante la incertidumbre del "cambio".
Para la "tradición" el cambio es una amenaza a creencias y costumbres, por lo que sólo la "historia" que la refuerza es la aceptada. En este caso, la Historia escolar es abiertamente rechazada o, en el mejor de los caso, ignorada.
La reacción conservadora es "adaptativa". El cambio no puede evitarse pero puede ajustarse a las costumbres del alumno y su contexto. Es decir, se simula el cambio o se deforman las costumbres. En la clase se "aceptan" los contenidos de Historia, especialmente las narrativas de héroes y malvados. Pero no hay aprendizaje "actitudinal" (conciencia histórica para la convivencia).
La reacción "presentista", que menosprecia al pasado, tiene variantes. En una gran ciudad como la de México, los medios de comunicación y los contextos sociales crean diversas "subculturas" juveniles que compiten en las escuelas secundarias: urbanas en contra de rurales, mestizas en contra de indígenas, machistas, "normales" contra "diferentes" y "ricos" contra "pobres" –destacando que en las escuelas públicas no asisten "ricos". Esta división es la fuente de la violencia (el "bulling"), de la que no escapa el profesor en tanto miembro de otra cultura, la "adulta". En efecto, se conforman alianzas entre estas "subculturas" o su convivencia con fronteras bien delimitadas.
El uso individual de la tecnología (móviles, tabletas, computadoras) favorece al presentismo, acentuando el aislamiento del alumno y su existencia virtual en las redes sociales. En un estudio reciente, se demuestra que esto no mejora el aprendizaje ("Los alumnos que empiezan secundaria no distinguen qué informaciones son relevantes en Internet". El país, 26/2/2015).
En este contexto complejo -debido a la percepción de inseguridad y pocas expectativas para los niños y jóvenes- se distinguen dos "subculturas" presentistas: las dominadas por la cultura mediática y las "contraculturales". Por supuesto, ambas comparten la indiferencia hacia la historia escolar.
Para matizar estas observaciones, cabe destacar que la socialización tenida en las escuelas preescolar y primaria (entre los 5 y 12 años de edad) ha conformado actitudes nacionalistas y regionalistas más o menos acentuadas en los alumnos de secundaria (13 a 15 años). Y algunos alumnos tienen gusto por la Historia –los relatos-, facilidad o algún interés en su estudio, como continuar la educación media superior (16 a 18 años). Por otra parte, el Estado fomenta el conocimiento de la historia por diversos medios, incluyendo una Olimpíada y concursos de oratoria e interpretación del himno nacional. Por todo lo anterior, la historia es un conocimiento con legitimidad, pero que no se aprende –conceptual o procedimentalmente- en la escuela básica.
Hemos sugerido una estrategia para motivar el aprendizaje: el "shock empático" (una dramatización realizada por el docente) y las "aperturas sensibles" en las clases utilizando imágenes, música, objetos, alimentos y otros recursos. Ambas actividades se complementan, pues la "empatía" se logra con esta combinación de sorpresa (shock) y acercamiento con la otredad del pasado. Nuestro "modelo de educación histórica" se completa con tres talleres (museología, periodismo, teatro) y un proyecto libre que los alumnos presenten a la comunidad escolar al final del curso. Y con este "modelo" hemos formado desde 2006 a un centenar de estudiantes de la Escuela Normal Superior de México (tenemos en el canal de YouTube "gdmhmx" algunas de sus clases y exámenes profesionales).
Las reacciones hacia el cambio influyen en la conducta escolar del alumno (ordenado, desordenado, activo y pasivo), lo que hemos denominado sus "matrices de aprendizaje". En función de ellas se establece el nivel de dificultad de las tareas, su tipología y las estrategias de "control" grupal. Particularmente, el "shock" y las "aperturas sensibles". Estas son situaciones "a-didácticas" en las que el alumno reacciona espontáneamente, debiendo pasarse a la reflexión grupal para el aprendizaje experiencial (sobre el aprendizaje conceptual y procedimental pueden consultarse nuestros artículos en academia.edu e Iberdivulga).
Para manejar emocionalmente las situaciones "a-didácticas" y ante la creciente conflictividad en las escuelas secundarias –reconocida por autoridades educativas y legisladores-, recuperamos "el tacto y el tono" propuestos por Max van Manem, la motivación en el aula como la explica el Dr. Joaquín García Andrés (Universidad de Burgos) y la Historia con valores sugerida por el Dr. Carlos Barros (Universidad de Santiago de Compostela). Estos enfoques pedagógicos han permitido el cambio de actitud hacia la clase de Historia, la tolerancia en el grupo y mejorar aspectos que inciden en la resiliencia, como la autoestima. Con estas bases se desarrolla el trabajo colaborativo en el aula y lograr la "felicidad docente", que no necesito explicarles.









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