Altazor y el superhombre

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Descripción



Último verso de El espejo de agua.1916.
Al tratarse del prefacio de Altazor, no hay número de línea como en los siete cantos del poema y por consiguiente, he indicado el número de página.


Ane González
Profesora Francisca Noguerol
Poesía Hispanoamericana IV
28/05/2013
Altazor como superación del concepto del "superhombre"
En el extenso poema Altazor(1931) del poeta chileno Vicente Huidobro, el poeta Altazor, figura del demiurgo ex nihilo o superhombre, también presente en la filosofía nietzscheana, cae en paracaídas hacia la nada a lo largo de los siete cantos que lo constituyen. Esta metafórica caída muestra su fracaso al crear un universo propio a partir del lenguaje, con lo cual, el poeta muestra que su poesía ha superado el propio ismo que él creó, el creacionismo, ya que el poeta es víctima de los límites y carencias de su propio lenguaje o creación poética. Como consecuencia de este fracaso, la idea del superhombre está también condenada a fracasar, ya que el universo es tan complejo, infinito y dinámico, su realidad tan diversa y llena de matices, que ni siquiera un semi-dios como Altazor es capaz de entender o plasmarlo completamente. Por consiguiente, en la obra de Huidobro, el superhombre, un ser no empático y distanciado del ser humano, el hombre del futuro, el modelo establecido por Nietzsche, es presentado como un ser posesor de una voz está condenada a la incomprensión, como un ser vanguardista fallido cuyas ideas han quedado ya superadas. De este modo, Vicente Huidobro fue más allá de la vanguardia escribiendo un texto rupturista que termina con la barrera que supone la nada o lo ininteligible, mostrado en los Cantos VI y VII del poema, donde el poeta chileno se acerca al dadaísmo. Vicente Huidobro mostró en Altazor el dinamismo del cambio de estética en las vanguardias, unas vanguardias que estaban siendo superadas. A través de un análisis de varios fragmentos de este poema lírico, voy a explicar mi visión sobre Altazor y su relación con el superhombre.
Vicente Huidobro o "el poeta del aire", valiéndose de la metáfora, permite al lector adentrarse en una suprarrealidad donde se presenta el descenso órfico de Altazor, símbolo del ángel caído o superhombre. El vanguardista Huidobro escribió este poema perteneciente a la poesía de la diferencia (o dificultad) y autónoma para presentar su compleja y rupturista visión de una alternativa a la decadencia del mundo Occidental. Esta obra cumple con las características de las vanguardias hasta tal punto que ha sido definida por Óscar Hann como una obra canónica de las vanguardias, como indica el título de su ensayo sobre Altazor:" "Altazor," el canon de la vanguardia y el recuerdo de otras vidas más altas". En Altazor encontramos la figura que se rebela contra la sociedad y sus normas establecidas y esto supone una ruptura con todo lo anterior. La obra de Huidobro es también hermética (y este hermetismo va in crescendo hasta llegar a ser ininteligible en el Canto VII) e interpretable de distintas formas. Por tanto, este poema exige un receptor co-creador. Además, hay un culto a la imagen creada y un evidente uso de la metáfora, que es más importante que el símbolo en Altazor. Vicente Huidobro emplea modos oblicuos de expresión que quedan también patentes en el poema. El deseo del poeta vanguardista de crear algo totalmente nuevo y original es también característico en Altazor, donde el lector es consciente de la gradual deconstrucción del lenguaje y su estructura. El poema es también vanguardista porque rompe con la solemnidad del arte (algo que es bastante más radical en los antipoemas de Nicanor Parra), ya que Huidobro habla de las palabras o el lenguaje en el Canto I como " el simple sport de los vocablos" (Huidobro, 143). Este poema está dirigido a una minoría, ya que es una obra deliberadamente compleja en la que hay muchas referencias a diferentes autores (desde lo Bíblico a Paradise Lost de John Milton, desde Milton a Nietzsche). Finalmente, el "yo" no empático o artificial de Altazor, distanciado de las pasiones humanas, es también característico de las vanguardias. Vicente Huidobro nos presenta a Altazor como un ser que contempla la humanidad y el mundo desde las alturas y desde la cosmovisión creada por su lenguaje. En este poema, el autor fue más allá del ultraísmo, creando un nuevo ismo dentro de las vanguardias, el creacionismo, en el cual Huidobro defendía que en lugar de imitar a la naturaleza, el poeta debía seguir el mismo proceso de ésta volviéndose "demiurgo" o creador "ex nihilo". Sin embargo, este distanciamiento parece insuficiente para el poeta al tratar de superar los límites impuestos por las carencias del lenguaje. Este fracaso es lo que lleva a Huidobro más allá de la vanguardia.
Incluso el creacionismo se ve abocado al fracaso en Altazor, ya que el poeta busca la posibilidad de trascender pero cae. Al igual que Nietzsche en su obra Ecce Homo, el poeta creía que todo aquello considerado por el hombre como real era falso y que por consiguiente, el poeta, como el superhombre, debía evolucionar, ir más allá del hombre, desatando la fuerza creadora que la moral tradicional y la sociedad le habían impuesto para ser capaz de concebir una visión superior del universo. Un nuevo orden creado mediante la impersonalidad y uso del lenguaje en el poema de Huidobro. En Altazor, el "yo" lírico del poeta o su hipervital "yo" es, al igual que en la filosofía nietzscheana, la de un individuo que debe liberarse de las restricciones impuestas por la sociedad para llegar a ser un superhombre, el eje creador del universo. Un universo descrito en Altazor como un viaje metafísico hacia la nada del "yo" lírico. Una nada que da a lugar a un futuro indescifrable para el lector y autor, puesto que es una representación de un futuro que escapa del entendimiento humano y que simboliza el fracaso comunicativo del modernismo. Este fracaso del hombre moderno y la modernidad está estrechamente ligando a la idea nietzscheana del superhombre, descrito de esta forma: "La palabra "superhombre", que designa un tipo de óptima constitución, en contraste con los hombres "buenos", con los cristianos y demás nihilistas" (Nietzsche, 65). Un ideal que acaba siendo criticado o superado en la obra de Huidobro, ya que este superhombre o en este caso, el superpoeta no llega a trascender o plasmar lo que desea y acaba sumido en un lenguaje incomprensible, convirtiéndose en un profeta sin mensaje claro.
El poema de Vicente Huidobro ha sido considerado como un viaje metafísico e incluso metapoético en el que Altazor cae en paracaídas hacia la desarticulación de su mundo, un mundo creado a través de la poesía o lenguaje, hasta ser simple sonido y silencio, como explica Mª Ángeles Pérez López: "es un poema largo en torno a la palabra humana que se vuelve puro sonido en un proceso de desarticulación a lo largo de siete cantos donde se propone un viaje metapoético de dimensiones metafísicas"(Pérez, 23). El poeta va cayendo a lo largo de estos cantos alternando la exploración de su "yo" y una visión aérea del universo que ha creado, mientras su lenguaje metamorfosea hasta llegar a imágenes inconexas y sonidos ininteligibles en el último canto. Altazor es un poeta con rasgos divinos y humanos, libre y limitado al mismo tiempo. Es un demiurgo cuya vida es efímera, un comunicador que termina en silencio, un poeta que se desafía radicalmente a una sociedad que rechaza, como se define en el Canto I: "Bárbaro limpio de rutinas y caminos marcados/No acepto vuestras sillas de seguridades cómodas/Soy el ángel salvaje que cayó una mañana" (Huidobro, 365-67). Este ángel salvaje, independiente y bárbaro, es sin embargo "la voz del hombre que resuena en los cielos" (Huidobro, 354), una voz que habla por el colectivo que rechaza, pese a no sentirse parte de él, algo paradójico, adjetivo que Vicente Huidobro emplea para definir a Altazor y que es, en mi opinión, reflejo de la propia existencia, tan contradictoria y llena de matices, que resulta imposible plasmar por completo a través del arte. Por lo tanto, se puede interpretar que Altazor es una crítica al concepto de "deshumanización del arte" de Ortega y Gasset, porque la poesía, la abstracción y el lenguaje son insuficientes para expresar lo que el poeta quiere. Pese a que Altazor haya creado un mundo completamente alejado de la realidad, un mundo poético y artístico, su fracaso al querer trascender los límites del lenguaje es la prueba de que ni siquiera ese arte superior a lo humano o no empático puede expresar el objetivo del creador. Esto hace que la obra de Huidobro se pueda incluir en la vanguardia posterior a los años veinte, ya que en esta tardía vanguardia la obra artística deja de considerarse como un medio de investigar otros mundos. Pese a que en Altazor, el creador cree otros mundos, encuentra límites a su creación, y a partir de la consciencia de esas barreras, va cayendo gradualmente en la nada, en lo indescifrable, en el vacío.
Como en su poema "Ars Poetica", Vicente Huidobro concibe al poeta como demiurgo, como parte de una élite, con soberbia: "El poeta es un pequeño Dios" . Esto no solo nos indica su falta de fe en Dios o "non servia" sino que nos indica que el poeta era considerado por Huidobro como un ser superior a una sociedad que rechazaba (señal de intelectualismo), alguien que era Dios de su propia religión, la del arte. El poeta crea su universo o suprarrealidad e incluso la figura de Dios valiéndose del lenguaje, como podemos ver a lo largo del poema, por ejemplo en el Canto I: "Señor Dios si tú existes es a mí a quien lo debes" (Huidobro, 429) y en el Canto V: "Soy el único cantor de este siglo/ Mío, mío es todo el infinito" (Huidobro, 537-38). En el Prefacio de Altazor, el poeta es el creador del fuego y de la vida, el creador del poema o incendio, la figura prometeica: "Los verdaderos poemas son incendios./ La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones/ con estremecimientos de placer o de agonía" (Huidobro, 57). Ese futuro indescriptible que el autor plasma de forma ininteligible en el poema, mostrando el fracaso del modernismo, es solo concebible a través del lenguaje, de la poesía, que suponía la forma de que el poema quedara libre de las restricciones de lo real y empírico.
La ausencia de la figura de Dios, el rechazo a la moral cristiana es lo que hace que tanto Vicente Huidobro en Altazor como Nietzsche en Ecce Homo adopten una actitud vitalista, donde la importancia del bien y del mal, y de una vida anterior se debilitan. Esto se puede apreciar en Friedrich Nietzsche, donde lo diabólico está directamente conectado con lo divino: "El diablo es sencillamente la ociosidad de Dios cada siete días…" (Nietzsche, 120). En Ecce Homo, el creador o superhombre es considerado demonio por la humanidad:"¡Vosotros los hombres supremos que con mis ojos tropezaron! Ésta es mi duda respecto a vosotros y mi secreto reír:¡apuesto a que a mi superhombre lo llamaríais-demonio!"(Nietzsche, 140). El rechazo de la sociedad por este nuevo modelo de hombre, por este ser superior a lo humano es lo que producía un sentimiento de superioridad en Nietzsche, como indica con su risa. La ruptura e irreverencia a la sociedad, la moral y la tradición es patente tanto en Nietzsche como en Huidobro, como el lector puede apreciar en el Canto I de Altazor, donde el poeta se define a sí mismo como "Flor de contradicciones bailando un fox-trot/Sobre el sepulcro de Dios/Sobre el bien y el mal" (Huidobro, 377-78) y la confusión entre lo sagrado y satánico: "Que Dios sea Dios/O Satán sea Dios" (Huidobro, 415-16). La ausencia de Dios mencionada en Altazor está directamente vinculada a Así habló Zarathustra según el crítico y poeta Óscar Hann:
"Dios ha muerto: ahora nosotros queremos que viva el Superhombre" (p. 201). ?Y qué otra cosa es o quiere ser Altazor sino un Superhombre, un Superpoeta, en el sentido nietzscheano del término? La idea de que el hombre debe ser superado mediante el advenimiento del Superhombre es central en la filosofía de Nietzsche. (Hann,16)

Por lo tanto, Altazor es un reflejo de la filosofía nietzscheana, alguien que contempla el ser humano desde un plano cenital, que carece de empatía y concibe el mundo desde su visión egocéntrica. Pero, al mismo tiempo, Altazor sufre muchos de los males del ser humano, formando parte de ese colectivo que rechaza, como indica la conciencia de su finitud, su derrota en la lucha contra el caos y su hambre de conocimiento inaccesible e inabarcable, eternamente insatisfecho, como la del ser humano. Es un superhombre fallido.
La actitud omnisciente, profética y el carácter divino del poeta se contraponen a la presencia e impacto de la muerte en la efímera vida humana, una actitud presente desde el Canto I: "Altazor morirás Se secará tu voz y serás invisible" (Huidobro, 20). Ni siquiera el poeta es inmortal o infinito y está abocado a ser consciente de la irrevocable y progresiva caída a lo largo de su vida hacia la muerte, la incomunicación, el silencio, la nada. El silencio es la señal del fracaso del poeta, la incapacidad de trascender, la prueba de que incluso la religión del arte, de la palabra, tiene sus carencias, como podemos ver en los versos que cierran el Canto III: "Después nada nada/Rumor aliento de frase sin palabra" (Huidobro,160). Este fracaso al cristalizar la vida está también reflejado en su propia obra, ya que el Canto VI finaliza con la muerte, antes de las palabras ininteligibles para el lector del Canto VII: "Cristal muerte" (Huidobro, 175) y también a través de las innumerables menciones a la muerte como algo irrevocablemente unido a la vida, como esta en el Canto I: "Como el nombre en la carta que envío/Voy pegado a mi muerte/Voy por la vida pegado a mi muerte"(Huidobro, 387-389). Esta conciencia de la cercanía de la muerte, que suponía la nada, ya que ni Nietzsche ni Huidobro, al igual que muchos autores de las vanguardias, por ejemplo Samuel Beckett en Esperando a Godot, creían en la existencia de algo tras ella, provocó su actitud de hipervitalismo. Una actitud presente en sus obras, como podemos ver en el Canto I de Altazor: "Consumamos el placer/Agotemos la vida en la vida" (Huidobro, 185). La vida no es algo opcional para Vicente Huidobro, sino un deber, un deber que se vuelve bello gracias al lenguaje, como expresa al final del Canto III: "Y puesto que debemos vivir y no nos suicidamos/Mientras vivamos juguemos/El simple sport de los vocablos" (Huidobro, 142-4). El tono irónico y la trivialidad del lenguaje perceptible en estos versos como algo lúdico, para amenizar el viaje o paso del tiempo, queda patente en el uso formal de la poesía en los Cantos V y VI, como explica René de Costa en la introducción del poema: "Al principio sin embargo, las posibilidades expresivas son tan atrayentes como sencillas, la poesía es una invitación a jugar con las palabras."(René de Costa, 36).
La tragedia humana, su gradual acercamiento a la muerte, es soportable a través de la poesía, de la palabra, del lenguaje. Sin embargo, el poeta sigue experimentado el sentimiento trágico de la vida o angustia existencial, un dolor constante causado por el vértigo a la nada y la imposibilidad del lenguaje, como el lector puede observar en el Canto I: "Angustia cósmica/Poliforme angustia anterior a mi vida" (Huidobro, 328-9). A través de este verso, la figura de Altazor y su angustia son descritas como las de un ser que conoce el pasado y carga con su dolor. La idea de sufrir por lo previo a su existencia esta relacionada con "el eterno retorno" o concepción de que lo que experimentamos ha sido repetido y será repetido a través del tiempo, infinitamente. Esta fuerza del lenguaje o la palabra altera su completa visión de la humanidad, como se puede percibir en el Canto VI de Altazor: "La palabra electrizada de sangre y corazón/Es el gran paracaídas y el pararrayos de Dios" (Huidobro, 672-3). La palabra se presenta en estos versos como una forma de salvación, como una manera de evitar la caída o incluso la propia muerte. Su dinamismo y relación con símbolos de lo vivo como la sangre y el corazón crea una fusión de arte y vida. Este lenguaje nuevo y críptico para el ser humano contemporáneo es una forma de rebelión ante un presente que causa pesadumbre en el poeta, al igual que la condición humana en Friedrich Nietzsche, como se puede apreciar en el Canto I: "Soy protesta y araño el infinito con mis garras/Y grito y gimo con miserables gritos oceánicos/El eco de mi voz hace tronar el caos" (Huidobro, 403-5). Altazor representa la conciencia de la humanidad y de su dolor durante siglos, de una vieja era (probablemente la era cristiana) que finaliza con su voz, como se puede apreciar en el Canto I: "Siglos y siglos vienen gimiendo en mis venas/Siglos que se balancean en mi canto/Que agonizan en mi voz" (Huidobro 346-8).
En este poema, el poeta es la voz del universo, una voz que abarca pasado, presente y futuro y la dialéctica entre la naturaleza y la sociedad, el individuo y el colectivo, la abstracción y lo concreto, la vida y la muerte. Esta voz es la de un individuo que habla por la humanidad, mostrando la influencia poética de Walt Whitman, quien había sido la voz de Estados Unidos previamente en su obra Leaves of grass, en Altazor. Esta influencia está también presente en la poesía de Pablo Neruda y José Martí, quienes también escribieron poemas en los que encontramos la figura del poeta-profeta
En esta obra, el poeta-profeta es un ser que pese a ser diferente al resto de la humanidad, sufre por ella y lleva el peso de la historia en su conciencia, al igual que Nietzsche, que se define como un sujeto que sufre por el colectivo: "yo no he sufrido nunca más que por la muchedumbre" (Nietzsche, 61). Esta preocupación por la humanidad, el hecho de que ambos carguen con ese sufrimiento previo a su existencia, hace que podamos interpretar estas voces como parte del "eterno retorno" o lo cíclico, algo presente en la metáfora del molino en el Canto V de Altazor:"Y juega con nosotros el molino de viento/Molino de viento/Molino de aliento(…)"(Huidobro, 118-123). Este juego lingüístico es una forma en la que Huidobro expresa la extenuación que el "yo" lírico sufre al ser consciente de la constante repetición( que varía ligeramente) de la vida. El tema del "eterno retorno" es abordado por Nietzsche en La Gaya Ciencia:"Esta vida, tal como tú la vives actualmente, tal como la has vivido, tendrás que revivirla... una serie infinita de veces" (Nietzsche, 341). La presencia del molino como algo dinámico, moviendo sus astas constante e indefinidamente, como metáfora de la propia humanidad y de su historia, es también una de las metáforas más destacables en el poema de William Butler Yeats "The Second Coming", donde el poeta es también un poeta cósmico que concibe el universo como algo cíclico e infinito, representado a través del círculo creciente que gira constante:" Turning and turning in the widening gyre"(Yeats, 76).
La crítica a la modernidad y a la historia del ser humano aparece también en Ecce Homo: "Este libro (1886) es en todo lo esencial una crítica de la modernidad." (Nietzsche, 119). Tanto la negativa cosmovisión de Vicente Huidobro como la de Friedrich Nietzsche estaban directamente causadas por la injusticia social y la moralidad tradicional de su época. Como solución a esa decadencia del ser humano, ambos autores presentan un ser que mediante su posibilidad de trascender los límites y su radical visión del mundo desafía todo lo establecido para crear el cambio: "Todas las cosas de que nuestra época está orgullosa son sentidas como contradicción a ese tipo, casi como malos modales, así por ejemplo la famosa "objetividad", la "compasión por los que sufren", o el "sentido histórico" con su servilismo respecto al gusto ajeno" (Nietzsche, 120). Esta actitud desafiante está también presente en el Canto I de Altazor: "Desafiaré al vacío/Sacudiré la nada con blasfemias y gritos" (Huidobro, 311-12). El individuo del futuro, representado por el superhombre en el caso de Nietzsche y por Altazor en el caso de Huidobro, no se siente ligado a ninguna sociedad, a ninguna historia, a ninguna religión, es un ser liberado de todas las restricciones, un ser más poderoso y libre que el ser humano. Un ser que recuerda a la figura de Satán en Paradise Lost. Este ser creará un mundo donde todos los valores cambiarán o habrá, en palabras de Nietzsche "una transvaloración de todos los valores" (Nietzsche, 122). Una transvaloración estrechamente ligada al balbuceo ininteligible con el que termina Altazor. Ni el superhombre ni el superpoeta serán capaces de descodificar el nuevo lenguaje, de entender los nuevos valores, ya que pese a ser rupturistas y avanzados a su tiempo y sociedad, les es imposible llegar a esa visión completa del futuro y por lo tanto, todavía más plasmarla y transmitirla. Vicente Huidobro expresa la angustia ante el fracaso del poeta al crear su universo, un universo donde Altazor es incapaz de vencer al caos que rodea todo, donde no encuentra respuesta a sus preguntas, donde los símbolos no se relacionan como en las "Correspondances" baudelerianas. El infinto hambre de conocimiento del poeta no será jamás saciado, una idea también presente en la poesía de Jorge Luis Borges, ya que sus herméticos símbolos como el espejo, la rosa y el laberinto suponen misterios indescifrables para la humanidad. En el poema de Huidobro, Altazor no puede encontrar la clave o llave que acabe con el caos que le rodea: "Todo en vano/Dadme la llave de los sueños cerrados/Dadme la llave del naufragio" (Huidobro, 301-3). Desde el Canto I, se advierte este futuro fracaso de la palabra ante lo inhablable: "Todo lo que se esconde y nos incita con imanes fatales/Lo que se esconde en las frías regiones de lo invisible/O en la ardiente tempestad de nuestro cráneo"( Huidobro, 283-285). Según el crítico Víctor Gustavo Zonana, esta conciencia del fracaso del poeta como creador supone una ruptura con los antecedentes románticos: "Esta conciencia del fracaso del poeta como visionario trae como consecuencia la fractura de una de sus dimensiones características, herencia de sus antecedentes románticos: su condición privilegiada de outlaw, de rebelde y solitario frente al mundo"(Zonana, 90). Por lo tanto, Altazor es una crítica a la escritura del "yo", nos muestra el fracaso del poeta como creador independiente y superior a la sociedad alabado por románticos como William Wordsworth, Percy Bishee Shelley, Lord Byron y el Comte de Lautréamont entre otros. El neorromanticismo de los años treinta se ve superado aquí por Vicente Huidobro, vida y arte no pueden fundirse completamente, la suprarrealidad también es imperfecta, el superhombre no es capaz de todo.
La crítica visión del pasado, la era Cristiana y el presente de principios del siglo XX. está presente en Altazor y en muchos poetas modernistas y simbolistas como el irlandés William Butler Yeats o el inglés T.S Eliot en su también extenso poema The Waste Land. William Butler Yeats, al igual que Vicente Huidobro, emplea un "yo" lírico impersonal y profético en su poema "The Second Coming", donde lo viejo es sustituido por lo nuevo y se describe cómo en la transición todo es caótico, oscuro y fragmentario. Sin embargo, lo que distingue a Vicente Huidobro de los modernistas y simbolistas es su novedosa forma de escribir poesía, su ruptura en cuanto a las características formales, la inclusión de ese balbuceo final que no supone solo una renovación temática (también presente en "The Second Coming") sino también formal, puesto que el balbuceo final es propio del dadaísmo y esto implica la fusión de diferentes estéticas en una misma obra. Pese a que el fracaso del modernismo esté presente en muchos modernistas, lo que diferencia a Huidobro es que refleja una esperanza puesta en lo venidero, en algo más allá del lenguaje, en un lenguaje superior: "Hablo de una lengua mojada en mares no nacidos" (Huidobro, 610) que sustituyera el corrupto lenguaje previo:
Altazor desconfía de las palabras
Desconfía del ardid ceremonioso
Y de la poesía
Trampas (Huidobro, 592-5)

Sin embargo, como se puede apreciar en el propio poema, ni siquiera ese lenguaje poético innovador es suficiente para expresar lo que el "yo" lírico desea, como expone Graciela Maturo:
El balbuceo que remata el poema de Huidobro es antítesis
de la soberbia vanguardista. El ejercicio poético ha conducido a la superación de la metáfora invencionista, configuradora de objetos autónomos, y al redescubrimiento real, o lo que es lo mismo: el triunfo de la poesía comporta el entierro del poema,
frase que podría suscribir el más ferviente romántico.
(Maturo, 17)
No comparto la idea de esta crítica en lo concerniente a que los autores románticos aceptaran las carencias del poema, o los límites del poeta como creador de una cosmovisión. No obstante, creo que este balbuceo del Canto VII es una forma que el poeta chileno tiene de expresar la imposibilidad de hallar un lenguaje que comunique su mensaje, como define Graciela al explicar cómo el triunfo de Altazor reside precisamente en el fracaso del poema. Este balbuceo puede interpretarse como un jeroglífico que la crítica Rosa Sarabia expone como característico de la aventura creacionista, "un código sólo inteligible a partir de conocer un nuevo lenguaje que responde a un grado cero de comunicación"(Sarabia, 111). Por lo tanto, el superpoeta o superhombre no puede comunicar nada en absoluto en el Canto VII, su lenguaje y mundo se han ido desvaneciendo hasta llegar a la nada, al silencio, al dominio de lo incognoscible, pasando del creacionismo al dadaísmo, el más deconstructivo de los ismos vanguardistas. Vicente Huidobro plantea cómo el superhombre o poeta, que se siente tan superior a la humanidad, contemplándola desde lo alto como un azor (incluso el nombre del poeta es una metáfora), sufre y fracasa en su papel de poeta-profeta. Este fracaso del poeta como creador que Vicente Huidobro presenta en Altazor aparece también en Ecce Homo:
"Esto me parece estar condicionado por el inmenso derroche de todas las energías defensivas que cada acción creadora, cada acción nacida de lo más propio, de lo más íntimo, de lo más profundo, tiene como presupuesto. Las pequeñas capacidades defensivas quedan de este modo en suspenso, por así decirlo: ya no afluye a ellas fuerza alguna."(Nietzsche, 110-111)

Por lo tanto, Nietzsche y Huidobro eran conscientes de que la escritura del "yo", la visión egocéntrica del creador y su esfuerzo por plasmar su mundo interior estaban condenados al fracaso. Esta deconstrucción o pérdida de contenido inteligible de los últimos cantos de Altazor es una metáfora de ese agotamiento e incapacidad del creador. Tanto Friedrich Nietzsche como Vicente Huidobro anunciaron un cambio que modificaría el universo, pero ninguno consiguió dar con las respuestas a sus preguntas, ni descifrar el futuro de la humanidad. Altazor es el símbolo del fracaso de los ismos, del arte deshumanizado de Ortega y Gasset, del egocentrismo y renovaciones formales de la vanguardia, ya que todos esos cambios formales y el distanciamiento no eran suficientes para crear un mensaje que fuera totalmente nuevo y concerniese a toda la humanidad.





























Bibliografía.

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Maturo, Graciela. "De la metáfora al símbolo. Aproximación crítica al poema "Altazor" de Vicente Huidobro." RILCE.Revista de Filología Hispánica. Rilce 8.1 (1992): 51-67:RILCE, 27 de mayo de 2013.67.

Nietzsche, Friedrich. Ecce Homo: Cómo se llega a ser Lo que se es. Trad. Andrés Sánchez Pascual. 1ed..Madrid: Alianza, 1998.61-341.

Nietzsche, Friedrich. La Gaya Ciencia. Trad. José Mardomingo. 1ed. Madrid: EDAF, 2002.341.

Pérez López, Mª Ángeles. Los signos infinitos: Un estudio de la obra narrativa de Vicente Huidobro.1ed. Zaragoza: Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos Edicions de la Universitat de Lleida, 1998. 23.
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Sarabia, Rosa. La poética visual de Vicente Huidobro.1ed.. Madrid: Iberoamericana, 2007.111.
Zonana, Víctor Gustavo. Metáfora y simbolización literaria en la poética y la poesía de los movimientos hispanoamericanos de vanguardia: ALTAZOR(1931) de Vicente Huidobro. Mendoza:Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Cuyo, 1994.90.














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