Altares en la Guerra | poesía | Gleidys Martínez Alonso (2017)

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Descripción

ALTARES EN LA GUERRA POESÍA Gleidys Martínez Alonso

HEBEL

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Gleidys Martínez Alonso ALTARES EN LA GUERRA POESÍA HEBEL

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ALTARES EN LA GUERRA POESÍA Gleidys Martínez Alonso

HEBEL ediciones Humus | Poesía 5

ALTARES EN LA GUERRA | POESÍA © Gleidys Martínez Alonso, 2016. © HEBEL Ediciones Colección Humus | Poesía Santiago de Chile, 2017. www.issuu.com/hebel.ediciones Imagen de portada: “Los cuatro caballos del Apocalipsis”, grabado en madera, Albrecht Dürer (1498). Diseño y edición: Luis Cruz-Villalobos www.benditapoesia.webs.com Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo". 6

Mi jardín tiene nieve de hojas cálidas. Entró a mi casa La libélula herida no murió. El perro que ladra esconde su llanto. GMA

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Llevo dentro mujeres que me empujan Me invitan a bailar desnuda a la noche Son brujas, diosas, putas, alguna que otra beata decidida a dejar el hábito Danzamos como aves bien despiertas que no quieren migrar pero que deben Precisan ya dejar en otros lados, las plumas que proceden del pasado. Si! danzamos en la noche Sediento el palpitar de nuestras manos El piso frío caliente nuestras venas Nuestras voces cantan y son muchas! No nos sobra el amor ni la alegría, nos impulsa la magia y el enojo de saber que no nos detendremos que nos crecemos dentro, después de tantas vueltas que hemos dado en esa ronda de danzar a locas. Amenaza el sol con sus encantos poner fin a tan osada ofrenda Amenaza el dolor, llega un poema Una misiva de otra beata loca Lloro, espanto, dame la mano, olvídate del sol. Danzemos!

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Dios puso en mis manos las mismas historias el mismo poder saber que nos tenemos los mismos amores, las mismas mujeres, los mismos perdones, un ir y venir, sentarse en un charco, dar unas patadas, salpicar, mientras lloro todo, mientras río nada, mientras maniqueo mi propio destino, yo que siempre quise cambiar el camino, ¿acaso sigo siendo la misma?

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Agua, yo quería agua No me había dado cuenta que era tan sencillo tener sed y beber.

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Todo lo que no se versa late lo que no se habla fructifica lo que no se llora siembra lo que no se siente hiere. Por eso es que un poema Es un lugar para todos Puntiagudo Escondido Onírico Esclavo y Rebelde del olvido.

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Vino a hablar conmigo vino a ser correcto tanto que borraba verbos en el aire y escribía otros mientras espaciaba a manos la palabra tocaba sus gafas miraba con grito de águila cazando. No le creí nada como no le cree la yerba a la guadaña o el viento al zorzal que copia su canto daba pena y rabia Váyase a otro lado con su triste trino de zorzal descalzo de zorzal posado, fijo entre la mierda. Pobre zorzal, vete tú. No vengas.

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La mariposa murió junto a mi cama No supe leer yo su dolor revoloteando por toda mi casa Así es como se ve de lejos la muerte como algo ajeno, impropio, pedestre como algo que no existe sino en otro Así es como se pinta el egoísmo con pinceladas de misterio y desconocimiento. Yo la dejé allí junto a mi cama para recordar que la muerte existe, y el dolor, para recordar que nada me es ajeno.

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Tomé la mariposa, tenía miedo cogerla. Ella regresaba como los símbolos de un sueño, de realidad y muerte. Ella regresaba para recordarme lo frágil de la vida no frente a Dios, sino frente a la propia vida, lo abyecto de la libertad. Miren, ayer la mariposa era libre y hoy, ya no.

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Nunca antes vi unas manos tan grandes Tan grandes. Cuando yo pensaba que la espalda, me darían, me daban un abrazo como de poesía -Mañana, me decían, será otro día.

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Se quedó allí, sentada a mi lado. Como para hablarme, sólo sonreía. Y mientras fingía hacer otras cosas, le traje unas flores azules, celestes.

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Uno va siendo en los lugares que siempre fue. Es por eso que uno es en cada lugar y cada lugar es uno, y nada es intrínsecamente.

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Hay pequeñas cobardías que obstinan la vida. Pequeñas y obstinadas se quedan, allí, amarrando la cuerda. La cuerda que te ata a ese lugar pequeño y obstinado de estar dominado.

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Alegría, por qué a veces te tiran a la jaula de leones hambrientos como un pedazo de carne viejo y duro? Por qué terminás despedaza sin alcanzar para todos, dejándonos chupándote hasta el hueso? Por qué no eres a cada cual según su alegría? Por qué tiendes a desaparecer como la flor que no es vista en una ciudad sin esperanza? Alegría, un día nos abandonarás por completo y no te querrán ni los leones hambrientos.

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Te vi sonreír en una foto y tu boca salió para rodearme así que tus palabras otra vez se anidaron como el recuerdo de mi cabalgándote. Todavía estás como para reinventarte todavía espero abrazarte otra vez en el aire frío, tú y el único beso que jamás olvido.

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Te quiero, viejito de la esquina. Tu rostro es una foto. Azuzan a la cámara tus arrugas perfectas Tu pose inmóvil frente al comprador que pasa No vendes caramelos, Vendes la indiferencia de los demás hacia tus canas, hacia tus dientes gastados Hacia tu baja voz como de quien no existe. Tu rostro es una foto, qué más da tomarla? Ella queda allí al lente de la vida.

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Una no sabe cuán buenas arrugas tiene el paraíso si la barba de Dios finalmente es sabia si tenemos cabida en un lugar pensado por los hombres. Por eso yo me quedo por acá cambiando las cosas, a ver si cambia el paraíso.

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Siéntate otra vez en el lugar del deseo Que es lugar de un amor impropio Siéntate bien entre las espinas Mientras te acomodas para quedar bien postrada Es un sacrificio que haces Repetir una historia que no es tuya Así como creas una silla eterna Una silla que otra vez te llama Hacia el lugar de un dolor Que no es tampoco tuyo

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Debajo del ciruelo Me gusta estar perdida debajo del ciruelo. Sentir que me mueve ese aire primitivo de comer del arbusto. Observar que las ramas se aferran voluptuosas, perfectas. Entender que en su lecho cada nube me llama: a veces un dragón, a veces pájaro, acaso dios? Me gusta estar perdida debajo del ciruelo. Encontrar mi niñez en cada hoja. Trazar mi pubertad al caer de su tallo. Recorrer otra vez la sangre por mi muslo, y saber que no duele, crezco. Me gusta estar perdida debajo del ciruelo. Extender mis manos hacia el rojo del fruto, y el fruto tu boca. Saber que al baile del viento danzan tus caderas y una mariposa escarba en tu sexo. Trepar hasta lo alto y encontrarnos desnudos al verde azul amarillo. Me gusta estar perdida debajo del ciruelo. Visitar a mis Evas, repasar lo que era y es. No pensarme absurda al revivir mi historia. Comer de este árbol otra vez y mil veces, mientras tú me miras.

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Debí quedarme donde podía comer de la mano del árbol, compartir ideas con los pies descalzos. Justamente allí bajo el cielo enramado y la almohada de espinas que no te deja dormir de alegría. Justamente allí donde sobra la palabra porque se hace el rápido tiempo que pasa. Ahora sé que la nostalgia no es querer quedarse en ninguna parte, es el destello de un lugar correcto.

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¡Qué dicha! La dicha de sentirlo todo de disponerse al compás de la mañana de amanecer y no pensar de disfrutar los dolores que sanan al alba.

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Canta el pájaro En el árbol La mañana. Hojas verdes Lilas flores En mi enfrente. Solo saben Las aves Cuando el sol asciende. Mucho verde muchos pájaros verde y trino mi alma. Quiero al cielo gris que se azulece a lo lejos. Cae en agua el cielo y una hoja amarilla.

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Tengo dos lunas Posan en mí de negro Dos cortas historias que te salvan de ti. Cerca La luna Desborda mis mares. Las luces brillan La ciudad despierta Y mi corazón dormido y apagado. Tu mirada verde Sentencia Muerte.

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Hay enojos que miran adelante sin cerrar la puerta Se fugan escondidos por las gavetas abiertas de un diván Viven en la triste figura que descose las horas Hablan en el agobio que se derrama entre letras ajenas. Hay enojos que dan energía para vivir que son como un café cargado golpeando en los párpados callados y sedientos No se conforman con verte allí tirada y quieren que te levantes para otra vez joder con su letanía. Hay enojos que no tienen perdón ni de Dios ni de nada Y no son para crecer sino para seguir muriendo en ese derroche de perdones que a diario decimos y no perdonamos. Hay enojos para echarle las culpas de que no pudimos, no pudimos dejarlo a un lado, golpear de una vez ese marco tedioso que cerramos y abrimos, que se llama la puerta del olvido.

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Tengo una hermana de sangre y regaños de mamá, retoños de vientre blanco, bobadas de libertad. Tengo una hermana que quiere, mi musa reconquistar, y no sabe que sus versos en mi corazón están. Tengo una hermana de sangre y regaños de mamá, tomé por ella la pluma escribo por ella al mar.

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Desespero del acompañante eterno Ya no te toco con mi esperanza rebuscada y dejo que te sumes en el tonto precipicio de las miserias humanas. Ya no me ato a ti con mi alegría por tu cuello porque ya dejó de caer mi lluvia fantasía. Ya no quiero más hacerte el comentario afable de las ganas de vivir y no salgo a buscarte cuando te vas con tus tristezas. Ya no desencadenas mi mar de saltarines garabatos en la cama porque una lágrima que no cayó moja mis sábanas. Ya quisiera irme, pero apenas me siento a tu lado otra vez. No es que no te quiera. Solo a veces cuando camino por la calle y mi rostro es el viento, y el viento es mi cara, le pregunto a Dios por qué he de acompañarte, por qué siempre me convida otra vez a sentarme. En ese momento agarro mis manos Enlazadas las amarro a mi y escucho mi respuesta: -Si no fuera así, tú tampoco vivieras.

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Sacándole preguntas a las lágrimas que secan al contacto con los ojos. Espulgando motivo en las imágenes que se vienen furtivas a mi mente. Me embargo, tránsito entre siluetas, pesares y quereres que me exprimen. Y yo, sin tiempo para duelos, testigos, fantasmas que me exigen.

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Otra vez escribo poemas a escondidas los escondo de alguien que ya no está conmigo. No está porque se acabó la maravilla de poder fisgonear en otra alma. No está, y si estuviera, la maravilla y él, no escribiría. A veces pienso en los poemas que en realidad escondo de mí, porque en el fondo no quiero ser de nadie, ni tuya, ni tampoco de ellos.

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Si robé tu vida, devuélveme la mía, porque hay algo en mí que tú también tomaste, no es mi corazón, mi virginez, ni mi cuerpo, eso ya fue de todos, como fueron mis ganas de cogerme al paraíso, y a ti. Si robé tu vida, devuélveme el estado en que yo pienso que muero. Vienes a salvarme, no vengas. Más bien borraría ese momento en el pasado en que abrazaste mi locura con tus manos hermosas y yo abracé la tuya, ya que desde entonces nos robamos la vida.

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Existe un secreto entre tú y yo un secreto incómodo que nunca debió ser y es porque es secreto dicho y relegado al silencio que no me pertenece como quien no quiere estar allí para que mires para que hables con tus ojos en el reino de las no palabras para que me sujetes a ti para siempre sólo por el hecho de que se te ocurra decir lo que sabes.

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El mundo es de tod@s, la casa nuestra. Eso de que existen muros, aquí y allá fronteras, de eso, podemos prescindir. Sin prescindir tal vez de que alguien las dibuja alguien violentamente las dibuja, alguien nos dice que en algún lugar debemos crecer inermes como estatuas. Por eso al morir prefiero ser ceniza y al vivir, espora de pino. Se esparcen con el viento. No hay nada más bello que poder crecer y estar en cualquier parte, sabiendo que la sangre es al final toda la tierra. Así que no llores en mi hombro pensando que te fuiste, dejaste todo atrás Por qué alguien dijo que un dejar atrás existía, un lugar que quedó? Mentiras. Tú eres el lugar. Memoria y olvido que recuerdan.

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Siempre que espero un poema camino pasa la gente y escribe la sonrisa en el espacio pienso letras pregunto por la lágrima por si acaso quiere o acontece Hay luces la noche el cansancio y el placer del día vivido unas ganas de casa abrazarte besarlos Sigue la gente otra vez se queda guardada en mi su historia.

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Siempre que espero un poema Siempre lo espero.

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Si hoy hago el amor te lo haría a ti en cualquier cuerpo como un dejá vu que otra vez tira a la rueda su historia que pellizca el brazo que recuerda.

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Todavía llevo la ropa de ayer la que no me quité durante la noche la que cedió a tu besos, la que estiró su sisa para que te acomodases. Aun llevo esa ropa marchita, hoja de ti, quiere del árbol caer y no cae, queda abrazada de otoño en otoño.

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El último poema Poemas que no se escriben poemas que desaparecen en la inmensidad del viento. Cómo puede perderse lo que no se ha dicho, lo que no ha reposado en las palabras? Cómo puede habitarse el mismo sitio de hace unos años? Los mismos olores, las mismas canciones, el mismo pesar en el estómago. Ya conozco esos abrazos que recuerdan que ya nada será igual que antes. Ya conozco mis sombras que quieren escapar a mi cuerpo y darme una razón. Ya sé cómo terminará todo O tal vez espere que no se abra el hueco al que suelo caer otra vez perdida, pero ya nunca más dispuesta a empezar nada.

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Palabras que suenan huecas Palabras que no te salvan No hay mejor posdata que el abrazo de una palabra eterna apegada a la prudencia del amor. Pero siempre hay otras que vuelan sin alas tienen cuerpo de muerte apelan a tu herida y sangran.

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A veces no es falta de amor Ni exceso de egoísmo. Es el tiempo que no recorre como el viento cuando desaparece frente a tu cuerpo seco y caluroso. A veces no existe nada que refresque la realidad pura y dura Si escribo este poema es porque lo sé. Que ya no pasa el viento y la realidad pudo más que el amor.

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Una hoja roja caída de un árbol en la primavera que en medio de la yerba se ve sola y roja, no es más que eso. Imposible significar nada porque afloran las demandas de entender el mundo desde tí. A veces eso aburre.

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Altares en la guerra (Cántico a Ochún) Hay coco y mar encima de la mesa. En medio las moscas saborean, un pedazo de pastel celeste. Ocurre que al compás de toda cosa que acompaña la dádiva a la diosa, se escucha un repicar de hermosos ritos. Conjúgase la miel con mis ancestros Un girasol se posa en la ventana, mirando hacia el jardín. (Me llama) Abunda en el lugar la mariposa. Es ajena a la flor busca la copa de fuerte y dulce ron. (Escucho) La diosa se aposenta en mi mirada. La alfombra es hiel en mis rodillas. Rechácese la hiel. (Dice la diosa. Venga beba)

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Se mojan la boca y el escote, un rezo en la garganta tiembla Un pedazo de viento se lleva la aridez. (Dice la diosa: Cante) La vela está encendida Arde la luna, el alma arde Llega el verso con murmullo. (Canto) Cede la hiel ante el tambor de oro Se refleja su rostro en la nevada y un aroma de tabaco que embelesa. (Dice la diosa: Mírame) El cuerpo de la orante tuerce el hado, no más hiel quiere la sangre del dolor la diosa. (Dice la diosa: Sana)

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Pasó la mariposa en la ventana Verde era Brilló el sol en ella, y guiñó el ojo a sus pezones. Era verde la blusa y verde era un caballito de mar encima de sus pechos Me guiñaba el ojo con palabras Dios, Diosa, madre, tierra, creación, espíritu. Hermosas éramos Diosa ella y diosa yo Todo en los pezones Madre, diosa, diosa, tierra.

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Yo sé bien cuando hago lo que quiero Juguetona Juego Leo entre letras E imagino Siento Adivino Carcajadas y orgasmos En cada piedra que recorre el alma Lanzo un río Yo sé bien cuando hago lo que quiero Es el amor a mí Que trago cada noche como píldora Respiro en la mañana Anida en mis pezones la fiebre eterna Que enferma y sana.

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Tiré otra botella al mar, la esperanza y la fe contenidas. Espero que vuelva a mí, trayéndolas.



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Gleidys Martínez Alonso (La Habana, 1982) Licenciada en Comunicación Social y Máster en Sociología (Universidad de la Habana). Doctoranda en Humanidades, Universidad del Valle.

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