Alrededor de la Palabra y las palabras

July 27, 2017 | Autor: G. Gómez Guillén | Categoría: Biblia
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Descripción

ALREDEDOR DE LA PALABRA y las palabras…

Giselle Gómez, STJ Roma 2008 – 2009

ÍNDICE

Adentrándonos

p. 2

La Palabra diferente

p. 3

La Palabra pronunciada

p. 5

La Palabra sin decir

p. 10

La Palabra y el agua

p. 15

La Palabra y la Eucaristía

p. 21

La Palabra y la migración

p. 27

La Palabra y la mujer

p. 32

La Palabra y la sabiduría

p. 40

La Palabra y la tierra

p. 46

La Palabra y la vida

p. 52

La Palabra y los signos

p. 59

1

ADENTRÁNDONOS…

Esto que podríamos llamar “libro” está formado por una serie de artículos que escribí para una revista italiana: “Mosaico di Pace”. Todos ellos giran alrededor de la Palabra y la vida, por eso, al ponerlos juntos lo he titulado alrededor de la palabra y las palabras. Palabras que balbucean lo que acontece misteriosamente en nuestra vida cotidiana. Palabra que ilumina, sostiene y pone en movimiento. Palabra que es como espada de doble filo porque penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es luz para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón (Cfr Heb 12, 4). Palabras que intentan expresar nuestros deseos y agradecen que la vida ES porque en Él vivimos, nos movemos y existimos (Hech 17, 28).

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LA PALABRA DIFERENTE

Hay palabras pronunciadas en espacios que no son los que consideramos oficiales, espacios que no pensábamos tuviesen palabras, iniciativas y osadías. Probablemente el problema no son las palabras, sino los espacios, y los sujetos que los habitan. Está claro en la inquietud de los discípulos cuando vuelven a Jesús diciéndole: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros. Pero Jesús dijo: No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. (Mc 9, 38 - 40) (Lc 9, 49-50)

Palabras, gestos, espacios, personas, todo se entremezcla y todo asusta a los discípulos que –superficialmente- justifican todo con no es de los nuestros…no viene con nosotros… os preguntamos, después de siglos, qué significa eso de no viene con nosotros…no son de los nuestros… Quiénes somos nosotros y quienes son los nuestro o qué es lo nuestro… El espacio parece restringirse, achicarse, cerrarse. Lo nuestro… las religiones, el género, la cultura, la vocación personal, el compromiso y la ideología oficial de un grupo… La identificación entre nosotros y Dios es tan fuerte, así como la identificación entre nosotros y la verdad, la certeza moral, doctrinal o jurídica…

Sin embargo hay también otro eco muy fuerte: no es de lo nuestro es la arrogante afirmación de quienes piensan que son como Dios, y se ponen en lugar de Él… probablemente son más que Él, por el hecho que Él no dice nada de todo eso… para Él el espacio se dilató, así como se dilató la vida… una vida que fragmentamos y seguimos fragmentando a lo largo de nuestras andanzas históricas. Impedírselo significa cortar las energías que otros pusieron en movimiento…

La palabra sin embargo, siempre es diferente, porque nadie puede a escuchar a sí mismo, mientras que sólo la puede oír y oyéndola se da cuenta que alguien, diferente, la 3

pronunció. Su diferencia puede ser su color, su historia personal, sus ideas, sus símbolos, su lenguaje… El texto de Marcos o Lucas, evoca una epifanía…la posibilidad de que algo se revele en un espacio y tiempo, desconocido, pero también a través de personas desconocidas o no tan familiares como pensábamos.

Probablemente la justicia, el diálogo, la solidaridad son tan lentos en crecer porque a nosotros nos falta el estupor, el gozo porque lo desconocido se revela y con ello la posibilidad de reconstruir algo nuevo en nuestras historias.

Lo nuestro es todavía muy egocéntrico, como si supiésemos lo que es nuestro… son egocéntricas nuestras vidas: hay pueblos que por salvar lo propio explotan a otros, piensan leyes en contra de otros pueblos, explotan sus recursos, su mano de obra, sus energías de vida.. Hay algunos que por cuidar lo que piensan propio no permiten que otros interpreten, silencian la creatividad es decir el sueño, la posibilidad de reconstrucción de una historia con rasgos diferentes.

Mientras hay categorías de personas que no pueden ni pronunciar lo que es de ellos, no lo pueden nombrar, o porque ya no lo tienen… La trama del relato evangélico sin embargo, está atravesada por la sutil reivindicación de lo que el misterio dilató, una y más veces y sigue dilatando por la pasión de muchas personas, por sus sueños, sus infinitos deseos…Lo que ese extraño, según los discípulos, hacía, era simplemente obrar milagros, es decir cuidar misteriosamente la vida de otros, otras… Probablemente su fe era diferente, porque no nombraba Su nombre, probablemente no buscaba prosélitos ni seguidores por su doctrina, simplemente cuidaba la vida y la vida se dejaba cuidar…

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LA PALABRA PRONUNCIADA Y NO ESCUCHADA

Llegaron a Jericó y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo, (Bartimeo) mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret se puso a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí. Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más… (Mc 10, 46 – 48)

La vida no pide permiso para ser vida, ella irrumpe en la historia, como irrumpen a veces los volcanes centroamericanos, o las aguas de los ríos o las lluvias y los vientos de los huracanes caribeños y asiáticos… Cada asombrosa irrupción da miedo. Probablemente también cuando la vida irrumpe en nosotras/os mismas/os, como sangre, como células, como pensamientos y sentimientos… en sus transformaciones secretas, calladas y profundas.

A veces, la vida irrumpe también entre atrevidas y osadas burbujas. Muchas veces son inesperadas y sobrepasan los límites de las fronteras lógicas que los seres humanos y todos nuestros sistemas, políticos y religiosos hemos trazado.

En las páginas de los

periódicos, así como en los libros de historia, probablemente quedan sólo las huellas y los “testimonios” oficiales de acciones políticas, sociales, y también religiosas.

Generalmente, los datos que buscamos para descubrir la historia de un pueblo tienen que reflejar siempre un porcentaje numérico elevado, sobre todo si estos datos se necesitan para hacer caer en la cuenta a otras/os de que el mundo que se conoce como “menos desarrollado” o “en vías de desarrollo”, no alcanza los estándares de los mínimos esenciales para una “vida digna”. A nadie o a casi nadie, incluso en las programaciones de nuestras ayudas y proyecciones sociales, le interesan pequeños grupos que van gestando creativamente la vida. Casi nadie repara en las anécdotas de la vida cotidiana de pocas minorías humanas que con su resistencia y sus solidaridades hacen posible que la dignidad se mantenga en pie y que los pueblos sigan caminando. Nadie narra como 5

noticia el desenvolverse de la cotidianeidad de las personas, y las mismas personas no reivindican ser famosas, o por lo menos conocidas, por los gestos rutinarios de todos los días.

Sin embargo, la lógica evangélica podría sugerirnos otros criterios y despertar otras sensibilidades. La atención, el cuidado de la vida, de los pequeños gestos que hacen posible relaciones humanizadoras... La lógica evangélica no se desenvuelve bajo los criterios comunes de las sociedades o de las doctrinas. El cuidado de la vida, el cuidado por los sujetos existenciales de la historia, se alimenta precisamente alrededor de la aparente insignificancia de la realidad. El criterio para el cuidado de la vida no es la cantidad: ¿cuántas personas necesitan, cuántas están afectadas, cuántas están sobreviviendo...? Más bien, se recoge el deseo, el grito, la sed o "la palabra andante"



como diría Eduardo Galeano - que se desliza en torno a necesidades existenciales a veces demasiado sencillas. Necesidades, que para la mirada crítica de expertos o intérpretes oficiales de la realidad, no caben ni siquiera dentro de la larga lista de indicadores considerados como los índices de la pobreza de la humanidad.

Sin embargo, algunos de estos gritos surgen desde la calle, desde las plazas, desde los lugares públicos…entonces amedrentan al sistema oficial, a los poderes económicos... Y el hecho, ya en sí mismo, parece disminuir el sentido de las reivindicaciones y la autoridad de sus protagonistas. Todas/os sabemos que una estadística sobre pobreza y desarrollo difundida por la ONU o por otras organizaciones vale mucho más que el elocuente testimonio de quien lleva en su carne la pobreza y el intento de desarrollo, de quien muestra con sus gestos la sobrevivencia cotidiana y el dolor y la dignidad que en ella se entreteje. Ciertamente, la primera metodología o el primer instrumento no es desautorizado por el segundo. Pero el segundo es sujeto real y elocuente que tiene autoridad para decir su palabra, para expresar su sed, para gritar… y todos/as tenemos el deber de escuchar. En la lógica evangélica, la vida, la mayoría de las veces –y eso así también en el caso del relato de Marcos- irrumpe en las calles, lugar público de la gente, más que de 6

quienes son sujetos oficiales de sus urbanismos y sus perfectas ingenierías y arquitecturas.

Para la lógica oficial, las calles son espacios donde es necesario formular leyes que ordenen lo que potencialmente puede generar caos. Lo público siempre evoca algo que necesita urgentemente un cierto orden preestablecido en otros espacios más objetivos. Sin embargo en la lógica del Evangelio, las calles son los espacios donde a veces es necesario volver a dar lugar al caos –contexto originario y creativo- para favorecer que alguien retorne y salga a gritar lo que su dignidad necesita para ser reconocida. Simple deseo de volver a ver con todas sus implicaciones... como el ciego Bartimeo.

Ciego Soy Dúo Guardabarranco. (Nicaragua)

Señor, ciego soy, dame una luz si tú eres el sol. Señor, sed soy y a la orilla del mar estoy.

Oigo la melodía, huelo el perfume, siento el calor, pero no veo la flor ni el color ni al cantor.

Sueño que llega el día en que mi agonía llegue a su fin, con saliva y con tierra y, Jesús, ¿dónde estás? 7

Sólo el que ha sido ciego se ha imaginado el color de Dios, arcoiris por dentro y oscuro alrededor.

Yo creo en otra vida pero es en esta que quiero ver la carita de mi niña, si la escucho reír.

Señor, ciego soy, dame una luz si tú eres el sol. Señor, sed soy y ala orilla del mar estoy. Señor, ciego soy.

Bartimeo es simplemente un grito, porque la vida en algunas condiciones no habla sino grita y grita muy fuerte, con insistencia, casi molestando. Esta insistencia no es la reivindicación para que pueda sobrar algo, sino es la reivindicación de lo esencial, de lo mínimo que sirve para moverse libremente, con dignidad: poder ver...

No hay ninguna justificación que pueda silenciar esa palabra: ninguna insuficiencia de datos estadísticos, ni la necesidad de esperar que a este pedido se asomen otros u otras, ni la forma como el grito irrumpe, ni cómo se grita, ni la categoría que expresa ese mismo grito...

Sin embargo, en la vida real, en la historia de todos los días, las calles, como lugares de reivindicaciones, todavía engendran sospecha y también miedo. Sólo aquellas/os que tienen familiaridad con la calle, como la tenía Jesús, perciben sus secretas o públicas demandas, intuyen las energías de sus movimientos y también reconocen sus 8

criterios, sus medios de reivindicación. Ellos y ellas descubren que “la sabiduría está gritando, que la prudencia levanta su voz. Sobre los promontorios junto al camino, de pie en las encrucijadas; junto a las puertas de la ciudad, a la entrada de los patios está pregonando.” (Pro 8, 1 – 2)

Bartimeo no podía ver a Jesús, sin embargo lo reconoció antes que lo reconocieran los que siempre deben dictar las leyes definitivas o decir las últimas palabras para sellar las seguridades de la vida y la ortodoxia de sus derechos.

El entorno no reconocía su grito, ni lo que éste expresaba, ni la fuerza con que era manifestado. Y la falta de reconocimiento no se debía e a la debilidad del grito. Por el contrario, el grito debía ser fuerte porque los demás intentaban acallarlo. También hoy el grito de muchos/as Bartimeos/as hacen parte de nuestra realidad y, hoy, como entonces, el no reconocimiento se debe a la poca familiaridad con el lenguaje y la simbología de la calle, o quizás también al miedo de que los que nunca están en la calle puedan rechazarnos, no comprendernos, desterrarnos… por ser demasiado solidarios/as con las/os protagonistas del grito.

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LA PALABRA SIN DECIR El Verbo se hizo carne… porque desde el principio de los tiempos Dios había dicho… y, por su palabra, se hicieron los mundos y las personas. Después de la creación parecía imposible no volver a escuchar, y por eso quien vislumbró algo, pensó que existía un anuncio y ese anuncio era la Palabra.

Lo que pasó fue que la palabra no era tersa ni elocuente como pensábamos, más bien era silenciosa y profundamente secreta.

Hay momentos en la vida de las personas, así como hay acontecimientos históricos, en los que todo parece silencioso. Apoyamos el oído en la tierra y todo parece quedar inmóvil y en silencio.

Algunos o algunas, a lo largo del tiempo, recogieron fragmentos de estos silencios, y así se convirtieron en palabras solamente para que no nos quedáramos solas/os en los momentos en que el sonido se perdió y se volvió silencio.

En una historia en la que la palabra se transforma cotidianamente en comunicación, sea ésta virtual o real, es importante que recordemos cómo en realidad la vida está envuelta en un misterioso silencio, cómo lo más importante no se puede simplemente decir, y que la historia más significativa, se forja desde dentro.

En este sentido, el criterio de juicio y de inspiración no es simplemente la palabra, sino también el silencio.

Hay acontecimientos históricos que parecen evocar sólo silencio, incluso los que en ciertos ambientes se tornan noticias, anuncios, datos. En realidad, en nuestra historia contemporánea hay datos y estadísticas sobre todos/as y sobre todo. 

850 millones de personas padecen hambre. 10



2800 millones de personas subsisten con menos de $2 y 1200 millones con menos de $1.



Los países ricos son el 10% de la población y concentran el 60% de la riqueza total. Consumen el 80% de los recursos del planeta. Nunca antes se había producido tanta riqueza; pero nunca antes había sido tan mal repartida.



Las tres personas más ricas del mundo tienen activos que superan el PIB combinado de los 48 países menos adelantados.



Las 15 personas más ricas tienen activos que superaban el PIB total del África subsahariana.



La riqueza de las 32 personas más ricas supera el PIB de toda Asia meridional.



Los activos de las 84 personas más ricas superan el PIB de toda China (1200 millones de dólares.



Las 225 personas más ricas tienen una riqueza combinada superior a un billón de dólares que es el ingreso anual del 47% de la población mundial (2500 millones de dólares.



Se gastan $850 mil millones en armamento, de los cuales 440 mil millones son de USA



1/3 parte del mundo carece de agua potable y dentro de 20 años serán 2/3



El 70% de los pobres son mujeres y son ellas quienes producen con su trabajo el 80% de los alimentos en los países más pobres.



Dos terceras partes de 876 millones de analfabetos en el mundo son mujeres.



El 80% de las víctimas en los conflictos armados son mujeres y niños.



Más de la cuarta parte del total de mujeres en el mundo ha sido objeto de alguna forma de violencia física.



500.000 mujeres mueren cada año por complicaciones del embarazo.



500 mujeres cada día pierden la vida por abortos mal realizados.



La labor no remunerada de las mujeres representa un tercio de la producción económica mundial.



Los MCS usan como patrones de consumo la cosificación del cuerpo de la mujer.

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Estadísticas sobre la pobreza y los pobres, sobre las guerras y las armas, sobre el hambre y la sequía, sobre la desertificación y la deforestación. Datos sobre las mujeres y los niños/as; y los datos nos parecen resonar como sonido y como eco… Tenemos datos y nos parece tener la situación bajo control, conocer al mundo entero, poder solucionar problemas, poder juzgar y dirigir la historia. Tener datos es también nuestro nuevo poder, el poder posmoderno, el poder de algunos/as que “conocen” sobre muchos y muchas, probablemente los más anónimos y desconocidos. Tener datos es el engaño más sutil del mundo virtual, para tranquilizar nuestras inteligencias, distraernos de nuestras frustraciones, erguirnos sobre la historia y sentirnos presentes donde quiera que sea.

Sin embargo, la vida circula más profunda y secretamente; sobre todo circula de otro modo, muy dentro, probablemente donde parece no haber espacio para la palabra humana ni divina. Pasaron años y siglos en los que la vida estaba envuelta en un misterioso silencio: fue envuelta en este silencio, la vida de Job… pasaron largos años, puede ser 40, en que el silencio envolvió al pueblo, peregrinando en el desierto. Había silencio cuando se destilaban las primeras gotas del rocío o de la lluvia. Cuando el cielo apareció salpicado por luces y los amaneceres de colores (Cf. Jb 38; 39). Había silencio cuando se dio el primer estallido de los contornos humanos, con sus muslos y huesos, cuando se delinearon sus formas y se entrecortó su primera respiración. Había silencio cuando Rut se unió con Booz. Sin embargo, también había silencio cuando se condenaron a muerte los Macabeos; había silencio y sólo silencio, cuando Jeremías fue dejado solo en la cisterna; también cuando Jesús se quedó solo con la mujer que otros consideraban adultera o cuando las mujeres se quedaron solas mientras se cerraba con cuidado el sepulcro.

Probablemente el silencio es mucho más intenso que la palabra, pronunciada o escrita. Probablemente el silencio es más presente que el “verbo”, y probablemente la vida está presente en el silencio con intensidad y elocuencia y se vuelve lenguaje alternativo, lleno de autoridad y significado.

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Se han dado muchos momentos en la historia en los que las palabras eran propiedad de quienes oficialmente dictaron el ritmo de la historia política y religiosa. Han habido muchas épocas en las que la historia, por la palabra de unos cuantos, interrumpió su creatividad y sofocó su sabiduría. Y también ha habido tiempos en los que hablaban siempre los mismos, tiempos en los que a quienes pedían la palabra se les expulsaba o se les condenaba. Sin embargo, a pesar de todo eso, el silencio suplantó a la palabra y se impuso en su misteriosa elocuencia, interpretó y recreó.

Hoy, recordar al silencio y su elocuencia significa ayudarnos a hacer memoria de aquellas partes de historias que aunque presentes no parecen ser criterios de inspiración para la búsqueda de otro mundo posible, de otras relaciones, de otra historia. Hacer memoria del silencio como verdadera palabra alternativa, explicación hermenéutica de las situaciones históricas, capacidad de resistencia creativa en las crisis de la vida, es importante para poder recorrer caminos alternativos habitados por sujetos siempre más alternativos, sujetos habitados por la calidez de sus gestos alternativos.

Probablemente hoy es necesario, sobre todo en un tipo de mundo, nombrar al silencio o a los silencios, porque nombrarlos significa evocar las situaciones más olvidadas de la historia contemporánea.

Significa nombrar países en guerra recorriendo los caminos de los continentes, pero también recorriendo la memoria y las miradas de los refugiados, de los prófugos, de los inmigrantes, de las mujeres y hombres que tienen que prostituir sus cuerpos para sobrevivir en esta historia… Nombrar al silencio, evocarlo, recordarlo, también significa buscar sintonías entre la historia de quienes sufren y la historia de todos los amantes solidarios no arrogantes; entre los sueños de los que buscan señales para su sobrevivencia y los/as que intentan mostrarlos con sus gestos. “El país con que soñamos sería un lugar con oportunidades económicas, sociales y laborales para todos sus ciudadanos, que asegure el fruto de los esfuerzos, donde exista una efectiva seguridad jurídica que propicie la convivencia ciudadana. Un país donde los 13

gobernantes, electos democráticamente, realicen una gestión transparente de los recursos públicos, desempeñen sus funciones en beneficio de sus representados, y en el que se aseguren las instancias participativas necesarias para que estos puedan ejercer un control democrático sobre sus representantes. Son las mujeres las que mayoritariamente anhelan un país sin corrupción. Para las personas sin escolaridad, su principal demanda es por el entendimiento entre todos y todas.” (Informe de Desarrollo Humano 2002)

Estos silencios se entrelazan, y probablemente son los únicos que logran dar a luz la palabra, es decir la elocuencia de la vida que vuelve a cantar en las carnes, así como se pusieron de pie los huesos secos en el desierto histórico de la realidad social y religiosa del profeta Ezequiel (Cf. Ez 37).

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LA PALABRA Y EL AGUA Al principio (…) el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas (Gen 1, 1 – 2) Me mostró un río de agua viva, brillante como el cristal (…) En medio de la plaza y en los márgenes del río crece el árbol de la vida, que da fruto doce veces, cada mes una cosecha, y sus hojas son medicinales para las naciones. Quien tenga sed, venga, quien quiera recibirá sin que le cueste nada agua de vida. (Ap 22, 1 – 2. 17)

La primera y la última página de la Biblia nos ponen en contacto con el agua, como si quisieran decirnos que sin agua no podemos vivir; como si dejaran entrever que la vida toda está entretejida del dinamismo del agua; dinamismo que encierra vida, muerte, deseo, abundancia, escasez, miedo, sed… todos los sentimientos que forman parte de la realidad humana.

La narración bíblica retoma el simbolismo del agua expresado en las mitologías antiguas. El agua es la fuente de todas las cosas y de toda existencia, el fundamento de toda manifestación cósmica. Las aguas simbolizan la sustancia primordial de donde nacen todas las formas y a la cual retornan. Están al principio y al final de todo ciclo histórico o cósmico. Preceden toda forma de vida y sostienen la creación1.

Pero con el agua también podemos vivir la destrucción. Como en el diluvio, con esa fuerza avasalladora del agua que se convierte en fuerza regeneradora. La humanidad y el mundo son sumergidos en las aguas para renacer. El diluvio no es patrimonio de la Biblia; es un arquetipo universal. Todos los pueblos han tenido la experiencia de la fuerza destructora del agua cuando se desborda, y de haber sido salvados de alguna manera del poder destructor. Quizás me impresiona con fuerza esta dimensión del agua porque en este momento vengo de un país pequeño y pobre que ha sufrido con la abundancia de las aguas, con el exceso de las lluvias. Cincuenta días de lluvias, vientos e inundaciones, que se han ido convirtiendo en ríos desbordados, pequeñas casitas destruidas, pobreza

1

Cfr. ELIADE, Mircea , Trattato de storia delle religione, Edizioni Einaudi , Torino 1957, pág. 193s.

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creciente, hambre, muertos… y sin embargo, el verde que rodea las calles y las montañas parece estar de fiesta. La vida y la muerte se entrelazan. Es como si todo se disolviera en el agua y, sin saber cómo, todo fuera invitado a renacer. Pero no podemos renacer solos/as.

También en la vida cotidiana el agua es sumamente importante. Está siempre presente en nuestra vida, y se encuentra en constante cambio, aunque no seamos plenamente conscientes de su dinamismo. Las tradiciones culturales influyen, más aún, determinan la manera de percibir y de usar el agua. Estas tradiciones culturales, a su vez, son determinadas por factores tan diversos como la situación geográfica, el acceso al agua y la historia económica. La percepción que se tiene del agua no es la misma en las diferentes culturas de los cinco continentes. La manera en que el agua configura nuestra vida se refleja en una gran variedad de prácticas religiosas relacionadas con el agua, creencias espirituales, mitos, leyendas, y en prácticas de gestión alrededor del mundo.

El agua constituye una parte intrínseca de la mayoría de las creencias espirituales. Son muchos y diversos los usos y simbolismos que tiene el agua en las religiones; sus propiedades espirituales y curativas son alabadas mediante ritos y rituales; y sus representaciones son tan numerosas como diversas. En la tierra coexisten centenares de países y miles de diferentes culturas. Por esto, todas las historias relacionadas con el agua son importantes y revelan algún aspecto de nuestro planeta y de sus poblaciones: sus fortalezas y debilidades, sus temores y deseos, su manera de enfocar la vida y de enfocar la muerte. Lo que emerge de estas múltiples manifestaciones y representaciones del agua, bien sea mediante la curación, la protección, la limpieza, los ritos funerarios o la destrucción y el renacimiento simbólico, es el rol central que juega el agua en la configuración de los ritos religiosos de las poblaciones del mundo entero. En todas las religiones del mundo, el agua es una fuerza liberadora.

El agua configura nuestra visión del mundo: desde la creación del universo hasta los ritos funerarios de un miembro de la familia, el agua nos acompaña de principio a fin. Nuestra forma de utilizar el agua refleja también nuestra percepción del mundo. 16

En el agua se originó la vida, y de ella sigue dependiendo, pues es un constituyente indispensable que permite el funcionamiento adecuado del organismo de todos los seres vivos. Sin embargo, en nuestro mundo la vida está en peligro por el uso inadecuado del agua.

Quien tenga sed venga a mí, y beba quien crea en mí. Así dice la Escritura: De sus entrañas brotarán ríos de agua viva. (Jn 7, 37b – 38)

La invitación es para todos/as, y sin embargo: 

El problema de la contaminación del agua provoca que unos 25 millones de personas mueran anualmente en países en desarrollo a causa de distintas enfermedades relacionadas con el agua.



El 20 por ciento de la población mundial carece de agua potable segura, mientras que el 50 por ciento no tiene acceso a servicios sanitarios adecuados.



Cada uno de los seis mil millones de habitantes de la Tierra debe consumir unos 4 litros de agua al día. Pero más de 2 mil millones de personas no tienen hoy acceso al agua potable. Una parte de la Humanidad tiene un consumo muy alto de agua mientras que otra carece de lo elemental:2



Algunas regaderas son capaces de consumir 33 litros de agua en un minuto. Con una de esas regaderas, una familia de 4 personas podría gastar 1.000 litros con un ligero baño en la mañana.



El grifo que gotea lentamente en nuestro baño y que parece inofensivo... ¡puede dejar escapar 50 litros de agua al día!



Cuando dejamos la llave del agua abierta mientras nos cepillamos los dientes, ¡podemos malgastar hasta 10 litros de agua!

2

Para concienciar a la Humanidad sobre este hecho, en 1993, la UNESCO, la Organización Meteorológica Mundial y la Organización Mundial de la Salud instituyeron el Día Mundial del Agua, que se celebra cada año el 22 de marzo.

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Jorge tiene 10 años y vive en una bonita casa en una zona residencial de una ciudad americana. Por la mañana, se mete bajo la ducha y, en 15 minutos, gasta unos 100 litros de agua. Él vive con papá, mamá y sus dos hermanas. En casa se gastan 80 litros de agua al día en las labores domésticas, y 500 litros a la semana para lavar la ropa. Cada día, Jorge y su familia gastan unos 2.000 litros de agua potable. En un mes, 60.000 litros. En un año, ¡más de 800.000 litros!

Oumarú es un niño de 10 años que vive en un país africano. En la aldea donde vive Oumarú no hay ningún río. Muy temprano, él y su mamá salen de la casa con unos recipientes que llevan sobre sus cabezas. Comienzan una caminata de 7 kilómetros que les lleva a un riachuelo. Entre ida y vuelta, tardan unas 4 horas. En el riachuelo se bañan, y la madre aprovecha para lavar la ropa. De regreso, bajo el ardiente sol, traen unos 6 litros de agua no potable. Con esa pequeña cantidad de líquido cocinan los alimentos, sacian su sed y hacen las tareas domésticas. Caminan unas 1.300 horas al año para buscar agua. En un año consumen unos 2.000 litros: al otro lado del mundo, Jorge y su familia gastan esa misma cantidad en un solo día.

Mientras millones de personas mueren de sed en el mundo, en España se gastan 280 litros por persona al día y, en Estados Unidos, casi 4.000 Es "desalentador" que, mientras el agua es "oro azul" para pueblos originarios, los países industrializados la hayan desacralizado y hagan un uso "destructivo" e "injusto" de este recurso imprescindible. 3

El producto más esencial para la vida se ha convertido también en un producto de mercado. Las grandes compañías han visto en el agua potable un mercado en expansión, y se han lanzado a su comercialización. En los anuncios de televisión se intenta convencer a la sociedad de que el agua embotellada es símbolo de salud y de calidad de vida. La privatización del agua se hace en contra de los pobres, que no la pueden pagar. Este hecho hace aún más vulnerables a los sectores de población con pocos recursos.

3

Ricardo Petrella, Presidente de la Universidad del Medio Ambiente (UMA)

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Si el mundo cambiara la forma de utilizar el agua, habría agua suficiente para todos. También aquí, como en otras dimensiones de la vida, hay un problema de distribución no equitativa. Es fundamental preguntarnos cómo construir un marco global de distribución, teniendo en cuenta que los ríos van más allá de las fronteras, que el agua no nos pertenece a unos/as en detrimento de otros/as.

El agua posee un profundo simbolismo y una dimensión sagrada en las culturas, desde varias dimensiones y significados de la vida humana. En todas las religiones y tradiciones espirituales, el agua tiene un rico significado que sobrepasa su realidad material. El agua simboliza fundamentalmente la VIDA. En la mayoría de los mitos de la creación del mundo el agua representa la fuente de vida y de energía divina, de la fecundidad de la tierra y de los seres vivos.

El agua pertenece al patrimonio simbólico de todas las culturas y religiones. En todo el planeta el ser humano proyecta sobre el agua la realización de sus esperanzas y temores, la promesa de la vida y la amenaza de la muerte.

La mística y la espiritualidad del agua tienen su motivación más profunda en la defensa de la vida, ya que no existe vida sin agua y todas las formas de vida dependen de ella. De esta forma, el agua adquiere un valor vital y sagrado: bien común, patrimonio de la Humanidad y derecho de todas y todos. Nadie, por lo tanto, puede atribuirse el derecho a la propiedad del agua, impidiendo el acceso del agua a los humanos, y en general a todos los seres vivos. El agua es un don de Dios para todos los seres vivos más allá de su valor en sí. Y cuando crecemos en conciencia de esta realidad, nos asomamos a la superficie, como el delfín del poema, y contraemos el vicio de asomarnos cotidianamente al calvario de la Humanidad para nunca más olvidarnos de cuidar la vida.

Liquidez

Cuando el mar y la mar se enamoraron nació un delfín con una sonrisa puesta 19

y en lo oscuro más hondo de la noche creció con un extraño resplandor

cuando el mar y la mar se separaron el delfín se asomó a la superficie y poco acostumbrado al abandono contó su breve historia a las águilas

se fue el mar hacia el norte en busca de algo la mar hundió en el sur sus languideces y el huérfano delfín contrajo el vicio de asomarse al calvario de los hombres

Mario Benedetti, Inventario Tres, Ed. Seix Barral. B.A. 2004

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LA PALABRA Y LA EUCARISTÍA PAN PARTIDO, SANGRE DERRAMADA, VIDA ENTREGADA… Caminando…

Caminaba con una de mis hermanas en el barrio en el que viven. Estuvimos con varias personas, entre ellas, Lázaro. Hoy surge en mí el recuerdo de su rostro, de su cuerpo, de su mirada, de sus pocas palabras… Su esposa nos abrió la puerta de la pequeña casita. Nos llevó al cuarto en el que yacía Lázaro con un cáncer terminal. Su cuerpo era un montón de huesos. Sus ojos grandes, aparentemente demasiado grandes… quizás debido al dolor y a la desnutrición, parecía que querían hablar; su mirada profunda, penetrante. Su mujer hablaba de la falta de comida, de medicinas, de ropa… de su preocupación por conseguir lo necesario para que él se sintiera atendido. Era domingo. De repente él intervino: “hoy otra vez no podré ir a la misa, pero Él sabe”. Mi hermana le dijo: “tu vida es Eucaristía, le ayudas a Jesús a seguir entregando su vida.” “Ayudar a Jesús” evoca esa dimensión eucarística de la vida: PAN PARTIDO, SANGRE DERRAMADA, VIDA ENTREGADA…POR LA VIDA DEL MUNDO.

Más allá de las fronteras de nuestra experiencia cristiana

Ayudar a Dios es la experiencia de personas sedientas de paz, de justicia, de reconciliación, de comunión… más allá de las fronteras de nuestra experiencia cristiana. En este sentido, me gusta recordar el encuentro de Carl Jung con Ochwiä Bianco, indio de Nuevo México, que hizo brotar en él una nueva comprensión de la vinculación de la criatura y el Creador de manera que surja la luz y no sea siempre de noche: “Nosotros somos un pueblo que vive en el techo del mundo, somos los hijos del padre sol, y con nuestra religión ayudamos diariamente a nuestro padre a recorrer el cielo. No lo hacemos sólo para nosotros, sino para todo el mundo, Si no pudiéramos ejercer más nuestra religión, no saldría el sol ya más en diez años. Entonces sería siempre de noche” (O.Bianco). Entonces comprendí en qué consistía la “dignidad”, la 21

serena naturalidad del individuo: es el hijo del sol, su vida tiene un sentido cosmológico, ayuda a su padre y mantenedor de toda vida en su salida y ocaso diarios.”4 Ayudar a Dios… Experiencia vital aun en medio de la certeza de la muerte, del aparente sinsentido, del vértigo ante la capacidad de crueldad y de barbarie del ser humano. Así lo vivió Etty Hillesum en Auschwitz: “Voy a ayudarte, Dios mío, a no apagarte en mí, pero no puedo garantizarte nada por adelantado. Sin embargo, hay una cosa que se me presenta cada vez con mayor claridad: no eres tú quien puede ayudarnos, sino nosotros quien podemos ayudarte a ti y, al hacerlo, ayudarnos a nosotros mismos. Esto es todo lo que podemos salvar en esta época, y también lo único que cuenta: un poco de ti en nosotros, Dios mío. Quizá también, nosotros podamos contribuir a sacarte a la luz en los corazones devastados de los otros. No me hago ilusiones sobre la realidad de la situación, y renuncio, incluso a pretender ayudar a los demás. Adoptaré como principio el “ayudar a Dios" tanto como sea posible, y si lo consigo, entonces estaré ahí también para los demás. Me parece cada vez más claro, que tú no puedes ayudarnos sino que nos corresponde a nosotros ayudarte y defender hasta el final la morada protectora que tienes en nosotros".5

Ayudar a Dios es experiencia vital de sed de dignidad y de justicia, la osadía de atreverse a formular un mundo diferente, aunque no se nombre a Dios…: “Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América que mi misión humana no era otra sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma; con pasión y esperanza, porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos (…) Creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la prosa y la simetría, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que incorporé en mi poesía (…) en conclusión, debo decir a los hombres de 4

C. G. Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos. 5ta. Edición Ed. Seix Barral Los tres mundos. Buenos Aires Junio 2003. Pp. 296 - 297. 5 Del Diario de Etty Hillesum en Auschwitz, 12 de julio de 1942.

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buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.” 6

Sed de armonía con Dios, con la humanidad, con el cosmos; sed de comunión en la que pueden convivir las diversidades, deseo que habita a hombres y mujeres que no han sido víctimas de procesos o estructuras alienantes o que no se han dejado dañar por ellos. Y en esta sed se entronca también nuestra tradición cristiana.

Ayudar a Jesús a que todos/as sean uno “Determiné a hacer eso poquito que era en mí (…) y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo (…) y que todas ocupadas en oración (…) ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen a los que ha hecho tanto bien…7 (Teresa de Jesús) Decir pan partido, sangre derramada, vida entregada… es hablar de Jesús, de su manera de estar en la vida, de su forma de sentir e interpretar el mundo, de su modo de acercarse a la realidad, de su osadía de soñar una historia diferente, más parecida al proyecto de Dios, a la paz mesiánica (Cfr Is 11). Sus gestos, su vida toda habla de esta nueva manera de entender y forjar las relaciones con los demás, con el mundo, con Dios. El pan y el vino compartidos no son un momento aislado, son el sello de su vida entregada, de cada momento vivido, de cada encuentro, de cada opción hecha para cuidar la vida y sanar las heridas. Si esto es así, ¿por qué cuando hablamos de la eucaristía –pan compartido, sangre derramada- dedicamos tan poco espacio a su relación con la vida de la humanidad, a la

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Pablo Neruda. Antología Fundamental. Sexta Edición. Pehuén Editores. Santiago de Chile 1988. Pp. 411 – 413. 7 Obras Completas de Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección, Capítulo 1 No. 2, Editorial Monte Carmelo, España 1995. El subrayado es mío.

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invitación a la solidaridad, a la armonía con la biodiversidad? Los primeros cristianos/as llamaban a la eucaristía “repartición del pan” y, ciertamente, no por casualidad. Cuando los discípulos y discípulas hacen memoria de Jesús, hacen memoria también de gestos y acontecimientos, no solamente de palabras y discursos.

Hacer memoria del pan partido y del vino derramado es hacer memoria de gestos de liberación que Jesús hacía con los enfermos/as, con los pecadores/as, con los niños/as. Las primeras comunidades cristianas se alimentaban de la memoria de estos gestos. La sacramentalidad era memoria viva de lo que habían experimentado. Son comunidades “eucarísticas”. Su ser eucaristía es acontecimiento teológico-espiritual, acontecimiento que también es político y económico. Experiencia sacramental que como un signo profundamente elocuente, indica algo en la realidad eclesial y social. Hacer memoria de este gesto implica hacer realidad el deseo de Jesús de que todos/as sean “uno”, deseo que se traduce en la práctica de la comunión de bienes, como nos dicen los Hechos de los Apóstoles.

S. Pablo, al hablar de la eucaristía en la primera carta a los Corintios, vincula la participación en ella al compartir con los pobres. Quienes no comparten, quienes no se dejan afectar por la vulnerabilidad y carencia de sus hermanos/as y se alejan del gesto solidario, reciben indignamente la Cena del Señor. (Cf. 1 Cor 11, 26ss). No celebramos dignamente la Cena del Señor si mantenemos privilegios y exclusiones. Palabras tan fuertes que evocan la reacción de los discípulos: “Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?” y la respuesta de Jesús: “¿También ustedes quieren marcharse?” (Jn 6, 60. 65).

El Evangelio nos recuerda a lo largo de todas sus páginas que Jesús comió con pecadores/as y gente de dudosa reputación para los cánones establecidos. No comprendemos a fondo la naturaleza de la Eucaristía si nos desvinculamos del contexto de las comidas de Jesús a lo largo de su vida pública. Comidas compartidas con su comunidad de discípulos/as en las que a través de sus gestos, de su preferencia por los excluidos/as, revela el deseo del Dios de la Vida. 24

Las comidas de Jesús hablaban de liberación, eran signo de una nueva comunión con Dios y con los seres humanos. En ellas abrió la participación en su mesa a todos y todas: pobres, pecadores/as, enfermos/as, desechados de la sociedad, mujeres… Estas comidas anticipan el “banquete del Reino”, como dicen muchos teólogos/as, y son modelo para la Eucaristía. Precisamente porque el pan partido y la sangre derramada son para todos y todas, la Eucaristía no puede ser una mesa cerrada y excluyente. Haciendo memoria…

Hacer memoria del pan compartido y de la sangre derramada es ayudar a Dios a forjar un mundo diferente, es creer con Él que “otro mundo es posible”.

La Eucaristía en sí misma es profecía y también mística. Según J.B. Metz, la mística cristiana es una mística de ojos abiertos. En una Eucaristía, Antonio de Montesinos alzó su voz para defender a los indígenas por las injusticias cometidas por quienes se llamaban a sí mismos cristianos: (…) todos están en pecado mortal y en él viven y mueren, por la crueldad y tiranía que emplean con estas inocentes gentes. Digan, ¿Con qué derecho y con qué justicia mantienen en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad han hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas han consumido, con muerte y estrago nunca oídos? ¿Cómo los tienen tan oprimidos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que ocurren por los excesivos trabajos que les dan y se les mueren, o mejor dicho, los matan, por sacar y obtener oro cada día? ( …) ¿Estos no son hombres? ¿No están obligados a amarlos como a ustedes mismos? ¿No entienden esto? ¿No sienten esto? ¿Cómo están dormidos en tal profundidad de sueños tan letárgico? Tengan por cierto que en el estado que están no se pueden salvar…”8

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Bartolomé de las Casas, Historia de Indias, III, 3-5.

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Compartir el pan y el vino es expresión de la vida compartida y entrregada con quienes siguen teniendo la osadía de soñar y tejer una historia diferente, un mundo en el que habiten la paz y la justicia, un cielo nuevo y una tierra nueva en la que no haya muerte, ni llanto, ni gritos, ni fatigas porque el mundo viejo ha pasado (Cfr. Ap 21, 4).

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LA PALABRA Y LA MIGRACIÓN9 “…Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, que no había podido ser curada por nadie, se acercó por detrás y tocó el borde de su manto, y al punto se le pasó el flujo de sangre. Jesús dijo: ¿quién me ha tocado? (…) Viéndose descubierta, la mujer se acercó temblorosa y, postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada. Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz.” (Lc 8, 43 – 48)

No es moda hablar de inmigrantes y de emigrantes. La migración hoy es como un flujo de sangre que brota de las entrañas de nuestro mundo. Sangre teñida de muerte y de vida, de resistencia y sobrevivencia, de desesperación y de esperanza, de miedo y de creatividad, de angustia y de lucha por la vida, de fascinación y de añoranza, de mejoría y de vulnerabilidad.

Como la mujer que padecía flujo de sangre, miles de hombres, mujeres y niños/as transgreden las leyes establecidas para buscar la vida. Prefieren morir, mientras buscan cómo vivir, que morir de hambre, de falta de libertad, de falta de dignidad… sin embargo, al llegar al país de sus sueños, la vida continuará siendo una difícil lucha de sobrevivencia.

Según el informe de Amnistía 2007, en los países desarrollados, y también en las economías emergentes, se utiliza el miedo a ser invadidos por multitudes de indigentes para justificar medidas cada vez más duras contra migrantes, personas refugiadas y solicitantes de asilo, aunque eso suponga ir en contra de las normas internacionales de derechos humanos y trato humano. La hipocresía de la política del miedo es tal que los gobiernos denuncian a ciertos regímenes pero se niegan a proteger a quienes escapan de ellos. 9

La doble dimensión de esta realidad (emigración e inmigración) ha llevado a acuñar las palabras migración y migrantes, la primera para el fenómeno en sí y la segunda para las personas.

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Diversos gobiernos occidentales han condenado las severas políticas de Corea del Norte, pero se muestran mucho más reticentes a pronunciarse sobre la suerte de unas 100.000 personas norcoreanas que, según informes, viven ocultas en China, y de las cuales centenares son devueltas cada semana a Corea del Norte por las autoridades chinas.



La mano de obra migrante alimenta el motor de la economía mundial. Sin embargo, sufre el rechazo brutal, la explotación, la discriminación y la desprotección de gobiernos de todo el mundo, desde los países del Golfo o Corea del Sur hasta República Dominicana.



En 2006, murieron ahogadas o desaparecieron en el mar 6.000 personas africanas en su intento de alcanzar Europa. Otras 31.000 –cifra seis veces mayor que en 2005– llegaron a las Islas Canarias. Al igual que el Muro de Berlín no pudo frenar a quienes deseaban huir de la opresión comunista, la implacable vigilancia de las fronteras europeas no está logrando contener a quienes tratan de escapar de la pobreza extrema. 10

En América Latina se habla del Grito de los migrantes. Este grito exige, por encima de todo, la construcción de la unidad, respetando las diferencias; garantizando el protagonismo de los sujetos sociales dentro de espacios plurales, democráticos, sostenibles, en un proceso donde nada puede ser impuesto. Es importante la complementariedad entre los países en la construcción del bien común. El Grito busca una integración geopolítica entendida como parte de los procesos de resistencia al orden global establecido que quiere, a toda costa, imponer una política imperial y unilateral. Para que esa integración se haga realidad, es necesario, entre otras cosas, posibilitar la libre circulación entre los países, establecer leyes comunes que garanticen los derechos básicos a todos/as los/as migrantes y que éstos/as no sean criminalizados/as debido a su

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Cfr. Informe Amnistía Internacional 2007

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situación de indocumentados/as. Es necesaria una amnistía general en los países que saque de la ilegalidad a miles de inmigrantes que quieren trabajar y ser reconocidos.11

Nuestros pueblos, los pueblos del mundo, se desangran como la hemorroísa y mientras tanto nosotros/as olvidamos que se nos ha pedido no olvidar, que se nos ha pedido recordar, generación tras generación: “Tú pronunciarás estas palabras ante tu Dios: Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron…” (Dt 26, 5)

Nuestros pueblos se desangran y nosotros/as olvidamos que en las raíces de nuestra fe hay un pueblo de extranjeros que trabajaba para el imperio egipcio y que el recuerdo de ser inmigrantes será la marca que los acompañará como un recordatorio en su relación con los extranjeros: “… no maltrates al extranjero o inmigrante, porque tú también fuiste extranjero en Egipto (Ex 22, 20).

Israel fue extranjero en Egipto, pobre y contado entre los pobres, oprimido, maltratado… por eso los israelitas no deben discriminar a los extranjeros: “Amarán al forastero, porque forasteros fueron ustedes en el país de Egipto” (Dt 10, 19). “Cuando un forastero resida entre ustedes, en su tierra, no lo opriman. Al forastero que reside entre ustedes, lo mirarán como a uno de su pueblo y lo amarás como a ti mismo; pues también ustedes fueron forasteros en la tierra de Egipto” (Lev 19, 33 – 34).

La razón profunda por la cual deben tratar bien al forastero es el hecho de que Israel fue inmigrante en Egipto. Es decir, conoce por experiencia propia los dolores, las dificultades, los sentimientos de desarraigo vividos en países extraños:

A orillas de los ríos de Babilonia, estábamos sentados llorando.

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13 Luis Bassegio, Grito de los excluidos/as. Un grito por la integración de los puebos, ALAI AMLATINA, 2007.

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En los álamos de la orilla colgábamos nuestras cítaras.

Allí mismo nos pidieron cánticos nuestros deportadores, nuestros raptores, alegría: “¡Canten para nosotros un canto de Sión!”

¿Cómo podríamos cantar un canto del Señor en un país extranjero? (S 137)

Nuestros pueblos se desangran y nosotros/as olvidamos que Jesús, el hijo de Dios, tuvo que emigrar con su padre y su madre, pues desde niño experimentó el desplazamiento como tantos otros/as que no tenían lugar dentro del sistema social existente y, como tantos otros/as, desde el seno de su madre, sufrió las consecuencias del sistema opresor de los romanos: “… el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto, y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2, 13).

Más adelante, Jesús hablará de un extranjero, un samaritano, como alguien que tuvo compasión, que fue prójimo y hermano del herido del camino. (Lc 10, 29 – 37) Y afirmará que lo que se le haga a un forastero se le hace a él mismo. (Cfr. Mt 25, 44-45)

Nuestros pueblos se desangran y, como la hemorroísa, quieren VIVIR. ¿Cómo proteger los derechos de las personas en este mundo nuestro que busca seguridad y bienestar a costa de lo que sea?

Hombres, mujeres y niños/as emigran porque desean mejorar sus condiciones de vida o porque quieren huir de situaciones de muerte. Tienen derecho a hacerlo. El mundo es la casa de toda la humanidad. La existencia explícita de leyes que los protejan es un derecho, y es indispensable para un sano desarrollo de las relaciones entre los pueblos.

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Los/as inmigrantes no deben ser maltratados ni discriminados, al contrario, deben ser acogidos como huéspedes porque todos y todas, en alguna medida, hemos sido migrantes.

El Dios de la Biblia toma partido, se posiciona como aquel que defiende al forastero pobre, al inmigrante que no tiene quien le defienda. ¿Y nosotros/as?

No me llames extranjero porque haya nacido lejos o porque tenga otro nombre la tierra de donde vengo. No me llames extranjero porque fue distinto el seno o porque acunó mi infancia otro idioma de los cuentos.

No me llames extranjero si en el amor de una madre tuvimos la misma luz en el canto y en el beso con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.

No me llames extranjero ni pienses de dónde vengo, mejor saber dónde vamos, adónde nos lleva el tiempo. No me llames extranjero porque tu pan y tu fuego calman mi hambre y mi frío y me cobija tu techo. No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo, tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.

Y me llamas extranjero porque me trajo un camino, porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares y zarpé un día de otro puerto, si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos, los amigos que nos nombran, y son iguales los rezos y el amor de la que sueña con el día del regreso.

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No me llames extranjero, traemos el mismo grito, el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras, antes que vinieran ellos, los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños, los que inventaron un día esta palabra: extranjero.

No me llames extranjero que es una palabra triste, que es una palabra helada, huele a olvido y a destierro. No me llames extranjero, mira tu niño y el mío cómo corren de la mano hasta el final del sendero. No los llames extranjeros, ellos no saben de idiomas, de límites, de banderas, míralos, se van al cielo con una risa, paloma que los reúne en el vuelo.

No me llames extranjero, piensa en tu hermano y el mío, el cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo. Ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre, por la libertad eterna, igual de libres murieron. No me llames extranjero, mírame bien a los ojos, mucho más allá del odio, del egoísmo y del miedo. Y verás que soy un hombre. ¡No puedo ser extranjero! (Rafael Amor)

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LA PALABRA Y LA MUJER JULDÁ nos ayuda a reinterpretar…

Todo comienza porque Josías ordena una remodelación y reparación del edificio del Templo. En dichos trabajos, el sacerdote Jelcías encuentra una copia del libro de la Ley, el cual, después de haberlo leído, envía al rey para que también él lo lea. Una vez que ha escuchado Josías el contenido del rollo, se rasga las vestiduras en señal de humillación y de reconocimiento de que el pueblo estaba muy lejos de lo que le agradaba a Dios… En tus mismas faldas se notaban manchas de sangre de pobres inocentes muertos, a los que no sorprendiste robando. Y con todo eso, dices: soy inocente. (Jer 2, 34)

Cuando los libros centrales del Deuteronomio fueron presentados al Rey y a los Sumos Sacerdotes, el Rey envió a hombres importantes a buscar a Juldá. Le preguntaron si los contenidos de los rollos contenían la voluntad de Dios. Juldá contestó con autoridad a las preguntas de estos hombres poderosos. Su respuesta suscito respeto y se inició una reforma de enorme peso dentro de la comunidad judía antes del exilio babilónico. En el año 18 del Rey Josías, el rey envió al secretario Safán… al templo de Yahvé… El sumo sacerdote Jilquías dijo al escriba Safán: “He hallado en el templo de Yahvé un rollo de la Doctrina”… Safán lo leyó ante el rey. Cuando el rey oyó las palabras del rollo de la Doctrina, rasgó sus vestiduras. Y el rey ordenó… “Vayan a consultar a Yahvé por mí y por el pueblo y por todo Judá a propósito de las palabras de este rollo que se ha encontrado, pues ha debido de encenderse la ira de Yahvé contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron las palabras de este rollo haciendo lo que está escrito para nosotros. …fueron donde la profetisa Juldá… Vivía en Jerusalén, en el Barrio Nuevo. Ellos le hablaron y ella respondió: “Así habla Yahvé, Dios de Israel: Digan al hombre que los ha enviado a mí: Así habla Yahvé: Voy a traer el desastre sobre este lugar y sus habitantes, todo lo dicho en el rollo que ha leído el rey de Judá. Porque ellos me han abandonado… Ya que al escuchar mis palabras contra este lugar y sus habitantes… tu corazón se ha conmovido y te has humillado ante Yahvé, has rasgado tus 33

vestiduras y has llorado ante mí, yo a mi vez he escuchado, oráculo de Yahvé. Por eso, te reuniré con tus antepasados y serás enterrado en paz en tu sepulcro...” Ellos llevaron la respuesta al rey. (2 Re 22, 14 – 20; 2 Cro 34, 19 – 28)). Con Juldá nos atrevemos a reinterpretar…

El texto evoca la autoridad. La sabiduría que no sólo convoca sino enseña. Hace tradición. Esta mujer hace tradición con su autoridad. Ella interpreta. La hermenéutica es fundamental, una metodología urgente, un trabajo pedagógico que nos urge. Es importante ayudarnos a interpretar o a reinterpretar. Y esto no lo hacen sólo los intelectuales. En los pueblos oprimidos es una ascesis. Este texto sugiere esta idea: es posible reinterpretar.

En el ámbito teológico-bíblico, las mujeres la llamamos hermenéutica de la sospecha, es decir: poner en duda muchas cosas de las cuales muchas veces ni siquiera queremos hablar, pensando que están bien así, que no hay que decir nada sobre ellas, que son evidentes y casi indiscutibles. Reinterpretar para repensar nuestras vidas y la historia, una profunda toma de conciencia y responsabilidad sobre la vida misma y su cuidado más profundo.

Juldá podría ser como el eco de una larga tradición secreta que se dio en la historia sin ser reconocida o comprendida. Juldá podría ser el arquetipo o el símbolo de esta tradición guardada secretamente. Tradición ciertamente más parecida a todos los gestos de transgresión o de desobediencia creativa para afianzar y cuidar misteriosamente la vida.

En la prehistoria oficial, encontraríamos este eco entre los restos arqueológicos de algunas de las civilizaciones consideradas matriarcales, que en la historia de las mujeres se recuerdan como “círculos de mujeres”. Hay algo muy curioso. Después de esto transcurren muchísimos siglos de los que no se conoce absolutamente nada, se les denomina “siglos oscuros”. Hasta que aparece un “nuevo mundo”: sociedades basadas en 34

la dominación, sociedades en las que la mujer es relegada y obligada al sacrificio y a la sumisión. Los instrumentos culturales más eficaces serán el matrimonio y la familia patriarcal. Así comienza la llamada “dominación simbólica”, dominación que hemos asumido inconscientemente y que se ha perpetuado de generación en generación.

Tendríamos que hacer una relectura de la postura de esta mujer, cómo se sitúa ella. Y así también preguntar hoy lo mismo: ¿Cuál es el sitio, la ubicación de las mujeres hoy en día en una sociedad que todavía tiene mayoritariamente los rasgos de una sociedad patriarcal y masculina? Cualquier tipo de institución en nuestro mundo actual sigue estas leyes inexplicables. Todavía no existen instituciones alternativas, o por lo menos sólo encontramos tímidas señales.

Sin embargo, debajo de toda esta historia oficial hecha por varones tanto en la sociedad como en la iglesia, subyace una sabiduría anterior a todas las revoluciones y a todos los cambios, personalidades que eclipsaban a los hombres… diría Ángeles Mastretta, escritora Mexicana.

Esta sabiduría no es solamente una forma oculta de resistencia y de aguante cotidiano, más bien es creativa y productora de historia. Es como el taller del verdadero feminismo. La vida cotidiana de las mujeres así como la filosofía, la teología, la sociología y toda sistematización de las mujeres más intelectuales se torna potencialmente historia de todas las mujeres. De aquí nace la posibilidad de una historia alternativa, madura y coherente, además de ser una historia crítica del pasado y de quienes la protagonizaron.

Para redescubrir nuestra historia es importante NO IMITAR, sino querer RECREAR. Se trata entonces de una sabiduría que es un grito de dignidad sin tiempo ni límite; el grito de quienes no pensamos la historia manejada por pocas personas, por pocos elegidos… el grito de la creatividad que irrumpe en una historia que pareciera ya decidida… Esta sabiduría nos evoca las secretas posibilidades de los pueblos, la presencia de otras culturas, de otras comprensiones de la realidad, evoca otra 35

originalidad. Nadie nos puede obligar a imitar, nadie puede sugestionarnos o contagiarnos aunque sea por la fuerza de la violencia.

En este sentido son sumamente importantes la dialéctica, la crítica y la sospecha. Estos tres elementos son signo de pasión por la vida, gusto por la iniciativa y la creatividad. Más allá del santuario y de los espacios oficiales…

Juldá está en el BARRIO NUEVO.

Podríamos retraducirlo como un barrio

periférico. Su cultura es “cultura de periferia”. ¿Qué significa esto en nuestra historia? No habría que pensarlo simplemente como una situación de exclusión sino como la recreación de un espacio alternativo, es NUEVO: evoca un aprendizaje para un modo de vivir diferente.

Esta mujer vive en el BARRIO NUEVO, no va de vez en cuando sino que vive allí. Los que van son los que necesitan ayuda en una situación política que Juldá vive como una situación místico-política porque sabe entrelazar a Dios y a la historia. Los varones que llegan y representan a la tradición han tenido una revelación. Ese rollo no lo pueden leer todos. Van a un barrio nuevo porque allí alguien con sabor a novedad lo puede interpretar. Como en el libro del Apocalipsis. Sólo Él podía abrir el libro y romper sus sellos. Buscan el BARRIO NUEVO, un lugar periférico y alternativo: un espacio geográfico diverso, también lo político, las ideas, las perspectivas, y una relación diferente con Dios… lo inédito.

Esta mujer vive la autoridad que evoca no en el santuario ni en los espacios oficiales sino en la cotidianidad de un barrio nuevo. Sin embargo, interpreta para el mundo oficial lo que ha sido encontrado en el santuario. Hace posible que con su voz eso que ha sido encontrado sea tocado y cobre vida. Interpretar significa tocar algo y dar la posibilidad de que eso que tocamos pueda revivir. Esta interpretación tiene un sabor a osadía, a acercamiento. La mujer no se acerca a algo fácilmente accesible, sino a algo que 36

para la cosmovisión de ese pueblo es sumamente sagrado y a lo que muy pocos pueden acercarse.

El objetivo de este acercamiento es precisamente lo sagrado. El sentido de las cosas, de la vida. Un aliento que hace que las cosas tengan gusto desde dentro. Tocando el misterio permite a otros y otras que también lo toquen. La mujer interpreta desde su sabiduría. No forma parte de las escuelas de los profetas. Pertenece a una categoría ancha que da libertad. Es libre y valiente porque no tiene que defender la interpretación de nadie. Es la libertad de la vida.

Juldá interpretó desde la Sabiduría, sabiduría que en griego se llama Sofía y que evoca a una mujer, una presencia femenina misteriosamente presente dentro de la historia. La Sabiduría es libre. Es también la recuperación profunda, ancha, que nos da la posibilidad de sentir y de sentirnos vivas/os. Juldá interpreta el misterio. Habla como Dios. Es su voz. La exigencia es muy fuerte: se pide cuidar la vida y la vida en su autenticidad. Y para que la vida sea posible, se pide como una exigencia ética que el poder no se corrompa. Una palabra para nosotras las mujeres…

¿Cuál es nuestra situación y cuáles nuestras verdaderas propuestas?

Las mujeres padecemos la fragmentación de la vida aceptando sin más los procesos marcados por el eterno retorno de las instituciones, la incoherencia sociopolítica, los silencios afectivos y del cuerpo…

Las mujeres vivimos las consecuencias de la exclusión en la sociedad y en la iglesia. No se trata de querer privilegios sino de sabernos dignas de los derechos de todo ser humano.

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Es vital que nos preguntemos cómo recrear la vida, los espacios, como descubrir lo esencial y aprender a vivir. Es fundamental que vivamos de tal manera que nuestros actos se conviertan en expresión de nuestra identidad más profunda. Que aprendamos a vivir con PODER, poder que no es de opresión ni de dominio, ni el ejercicio de un rol que otros/as nos dieron, sino poder-autoridad que es expresión de nuestra identidad. Autoridad que evoca la necesidad de crear la vida y no la de mandar sobre ella.

Asumir la opción de ser mujeres, de vivir desde nuestra identidad de mujeres en medio de este mundo pensado por varones, de recrear la vida desde lo alternativo tiene consecuencias. Como diría también Angeles Mastretta en su cuento, Invocando a la Seño Pilar: “Ni a los hombres ni a casi nadie le gustan las mujeres que se portan como tú”.

RESISTIENDO Teresa Parodi

Mientras escribo no sé qué me dice que aunque parece que ya no hay razón, aún podremos con lo que sucede porque no pueden con nuestra canción.

En la subasta se llevaron todo enajenando nuestro corazón, se repartieron hasta lo imposible, pero no pueden con nuestra canción.

Nos han robado hasta la primavera pero no pueden con nuestra canción, parece frágil pero no se crean, sigue cantando como vos y yo. (bis)

Ella resiste porque es la memoria, 38

ella resiste como vos y yo, ella desnuda nuestras alegrías, nos hace libres desde el corazón, se vuelve viento para no callarse, se vuelve grito cuando dice no, se vuelve mansa para nuestros hijos, es voz de aquellos que no tienen voz.

Nos han robado hasta la primavera pero no pueden con nuestra canción, parece frágil pero no se crean, sigue cantando como vos y yo.

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LA PALABRA Y LA SABIDURÍA Dice Clarissa Pinkola Estés que “Los cuentos ponen en marcha la vida interior..., nos abren unas puertas que nos conducen al país de los sueños, al amor y a la sabiduría y nos llevan de vuelta a nuestra auténtica vida de – personas- sabias...”12

Los cuatro rabinos “Una noche cuatro rabinos recibieron la visita de un ángel que los despertó y los transportó a La Séptima Bóveda del Séptimo Cielo. Allí contemplaron la sagrada Rueda de Ezequiel. En determinado momento de su descenso del Pardes, el Paraíso, a la tierra, uno de los rabinos, tras haber contemplado semejante esplendor, perdió el juicio y vagó echando espumarajos por la boca hasta el fin de sus días. El segundo Rabino era extremadamente cínico: “he visto en sueños la Rueda de Ezequiel, eso es todo. No ha ocurrido nada en realidad.” El tercer rabino no paraba de hablar de lo que había visto, pues estaba totalmente obsesionado. Hablaba por los codos, describiendo cómo estaba construido todo aquello y lo que significaba... hasta que, al final se extravió y traicionó su fe. El cuarto rabino, que era un poeta, tomó un papel y una caña, se sentó junto a la ventana y se puso a escribir una canción tras otra sobre la paloma de la tarde, su hija en la cuna y todas las estrellas del cielo. Y de esta manera vivió su vida mejor que antes.” (El cuento me lo dio mi tía Tirezianamy. En una versión talmúdica de este cuento titulada “Los cuatro que entraron en el paraíso”, los cuatro rabinos entran en el Pardes, el Paraíso, para estudiar los celestiales misterios y tres de ellos enloquecen al contemplar la Shekhinah, la antigua divinidad femenina).13

La Sabiduría nos da los criterios de lectura de los acontecimientos de la vida. En este sentido es alguien que está. Ella nos puede acompañar. Es este Dios que está dentro de la realidad, es una presencia profundamente silenciosa que permanece en la historia y cuando la encontramos, ella nos cuenta el significado de las cosas. 12

Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos, Ediciones Sine Qua Non, Buenos Aires 2003, p. 29 13 Clarissa Pinkola Estés, Op. Cit. pp. 40 y 514.

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En el cuento hay cuatro actitudes. El primer rabino se vuelve loco, pierde el juicio. Todas y todos conocemos personas que reaccionan como este primer rabino. Para estas personas la realidad está totalmente definida, piensan que no hay espacio para cosas diferentes. Sienten que viven en este mundo pero que sólo lo suyo está bien, sólo ellos tienen la razón, todo debería caber dentro de sus propios esquemas. Y por eso consideran que todo lo demás es totalmente distinto a ellos, lo diferente no tiene cabida, todos los demás se salieron de lo que tendría que ser. Ellos y ellas no quieren ensuciarse y por lo tanto se separan, se aíslan del contacto. Volverse loco es vivir en su propio mundo, retirarse a un mundo que es solamente suyo.

El segundo rabino, como dice el cuento, era extremadamente cínico. Para una persona cínica, escéptica, la realidad se vuelve inmóvil. No hay posibilidad de movimiento. Temen el contacto y por eso se protegen. Es una actitud bastante arrogante. Ellos saben, los demás no. Son los puros que no se dejan contaminar. Lo más triste es que en ellos y ellas no hay capacidad para el asombro que transforma.

El tercer rabino habla mucho. Es entusiasta pero tiene la tentación de no guardar el misterio. Se cansa del ritmo lento que supone el misterio de la vida, de las personas, de Dios. Piensa que todo tiene un precio y que todo se puede vender. Es la superficialidad de pensar que ya está todo y no considerar las dimensiones secretas de la vida. Al final se extravía y traiciona su fe. En el mundo judío esto es extremadamente delicado. Ellos ni siquiera pronunciaban el nombre de Dios por la grandeza e inefabilidad del misterio que no se puede ver ni se puede nombrar. Y este rabino se dedica a contar todo obsesionadamente, traicionando así la esencia misma de su fe. Es como no guardar la experiencia que le ha sido dada. La experiencia no es para venderla, es para crecer aceptando que hay partes del misterio que todavía quedan y que no podemos pretender entender. La experiencia es sagrada y por eso no la vendemos, caminamos descalzas y descalzos. Es guardar la intimidad con el misterio, con las personas, con la vida. Aun en la intimidad más profunda hay misterio. Es como dejar que la vida tenga los espacios del misterio. Compartir en profundidad cuida el misterio. La superficialidad habla sin 41

guardar el misterio. Extraviar la fe significa que se vendió algo, que no se guardó algo de ese profundo misterio que acompaña la vida y sus propios ritmos.

El cuarto rabino es un poeta, es decir, deja que la Sabiduría le cuente. Es como un discípulo o una discípula. En seguida se conecta con la vida, ni se aísla, ni aísla, ni se protege, ni desparrama el misterio. La Sabiduría no revela las cosas para que nos alejemos o para que lo comprendamos todo sino para tener el deseo, la nostalgia de retejer relaciones, de participar en el sueño de… Cantar una canción tras mientras recreamos juntos/as la vida.

A veces pensamos que la sabiduría es algo que viene a asegurarnos para tener la razón, para tener la verdad, para entenderlo todo. A veces la imploramos para que nos dé esta seguridad de no equivocarnos desde una perspectiva muy moralista de la vida y desde esta necesidad de ser dioses de la que nos habla el libro del Génesis. Es un poco la pretensión de los fariseos, persiguen la sabiduría, le dan honor, la celebran pero como para asegurarse algo. A veces pensamos así, en la dinámica dualista de la vida: causa/efecto, la sabiduría nos asegura un efecto.

La Sabiduría es el misterio de un lenguaje diferente que sólo Dios y sus amigos/as pueden hablar. “La Sabiduría está gritando, la prudencia levanta su voz. Sobre los promontorios junto al camino, de pie en las encrucijadas; junto a las puertas de la ciudad, a la entrada de los patios está pregonando. A ustedes los llamo, dirijo mi voz a los humanos. Inexpertos, adquieran prudencia, y ustedes, necios, sean sensatos. 42

Escuchen, pues voy a decir cosas importantes, voy a abrir mis labios con sinceridad. Mi paladar saborea la verdad y mis labios aborecen el mal. Todos mis discursos son ecuánimes, ninguno es hipócrita ni retorcido, todos son claros para el inteligente. Acepten mi instrucción antes que plata, y el conocimiento antes que oro puro: pues la sabiduría vale más que las joyas y nada valiosos se le puede comparar” (Prov 8, 1 – 11).

La Sabiduría pregona por las calles, en las plazas alza su voz, grita por encima de los tumultos, grita en toda la historia de Israel (Sab 18) y sigue gritando en nuestra historia, en nuestro mundo. Alza su voz en las dimensiones históricas, políticas, en las dimensiones holísticas. Grita porque Dios sueña con la abundancia para su pueblo, porque quiere que todos los que habitan su monte santo coman, porque quiere que se rompan las cadenas de esta economía humana que es injusta: “La Sabiduría ... ha hecho su matanza, ha mezclado su vino, hasta ha preparado la mesa y ha mandado a sus criadas a proclamar en los promontorios de la ciudad:... vengan a compartir mi comida y a beber el vino que he mezclado...” (Prov 9, 1- 3, 5).

Por eso Dios se hace encontradizo de quienes practican la justicia (Cfr. Is 64, 4), por eso todos los que aman y practican la justicia deberían ser amigos/as nuestros. La Sabiduría es también compañera… Es la dimensión mística de la Sabiduría. 43

“Yo la amé y la pretendí desde mi juventud, me empeñé en hacerla mi esposa, enamorado de su belleza. Su intimidad con Dios ennoblece su linaje, pues el dueño de todo la ama. Está iniciada en el conocimiento de Dios… Decidí tomarla por compañera, consciente de que sería mi consejera en la dicha y mi alivio en las preocupaciones y penas… Al volver a casa, descansaré a su lado, pues su compañía no produce amargura ni su intimidad entristece, sino que contenta y alegra” (Sab 8, 2 – 4, 9 y 16).

No podemos acercarnos a la sabiduría para conquistarla sino sólo por afecto. Nos acercamos a la Sabiduría buscando a Alguien, alguien que nos permite unirnos a la vida de otras y otros, a la historia que está profundamente habitada por esta divina y misteriosa presencia.

Reconocer a la Sabiduría como compañera en esta dimensión mística supone cultivar el deseo de encontrarse con É/Ella en esta historia que por su presencia se vuelve luminosa, aun cuando sentimos que caminamos a través de la noche; supone también escuchar, abrir el oído como el discípulo y la discípula que cada mañana se dispone a escuchar.

La Sabiduría está también en la creatividad de la vida, en la capacidad de resistencia expresada en el sentido del humor, en el gusto por la vida, en la capacidad de reírnos de nosotras/os mismos, en la dimensión lúdica del ser humano, la capacidad de relativizar las cosas y el tiempo, nos enseña que cada cosa tiene su momento y su tiempo: tiempo de nacer, tiempo de morir, tiempo de plantar, tiempo de arrancar lo plantado, 44

tiempo de destruir, tiempo de edificar, tiempo de llorar, tiempo de reír, tiempo de lamentarse, tiempo de danzar, tiempo de lanzar piedras, tiempo de recogerlas, tiempo de abrazarse, tiempo de separase, tiempo de buscar, tiempo de perder… (Cfr. Qo 3, 1 – 8).

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LA PALABRA Y EL GRITO DE LA TIERRA

Los refugiados ambientales en el mundo ya suman 25 millones.

La precaria situación del planeta en la actualidad obedece al consumo excesivo, pero no del 80% de la población mundial, que vive en condiciones de pobreza, sino del 20% más rico, que consume el 86% de los recursos naturales del mundo. “(…) ustedes con alegría saldrán, y en paz serán traídos. Los montes y las colinas romperán ante ustedes en gritos de júbilo, y todos los árboles del campo batirán palmas. En lugar del espino crecerá el ciprés, en lugar de la ortiga crecerá el mirto. Será para renombre de Yahvé, para señal eterna que no será borrada. (Is 55, 11 – 13) “A Malinalli le encantaba que su abuela la convirtiera en un volador tomándola de los pies y haciéndola girar. Cuando su abuela se cansaba ella solita giraba y giraba con los brazos abiertos hasta que se mareaba y caía al piso entre risas. La abuela le explicaba que eso pasaba porque perdía su centro:

- Dios está en el centro- decía la abuela- allí donde no hay forma alguna, ni sonido, ni movimiento. Cuando te sientas mareada siéntate, deja de moverte y encontrarás al Señor nuestro ahí, en tu centro invisible, el que te une a él.

Somos como las cuentas del collar de la creación y estamos unidos unos con otros, cada uno ocupando el lugar y el espacio que le corresponde. Cuando uno jala más de la cuenta para un lado altera todo el orden...Cuando uno se separa ya no irá a caer donde debería caer, ya no caminará donde debería caminar...porque su lazo se rompió, porque todo forma parte del todo y todo repercute en todo...

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Es como si un hilo de plata nos hubiera enlazado durante la creación. Ver lo invisible en los otros es ver a Dios en ellos...No importa que tan distintos sean los rostros que miras, que tan distinto sea el canto de alguien...

Por eso es tan importante- continúa diciendo la abuela- todo aquello que hacemos (que pensamos, que sentimos, que soñamos...). Si lo hacemos de acuerdo con nuestro centro tendrá un carácter sagrado; si lo hacemos mareados, nos tirará al piso, nos dejará a un lado, desconectados de Dios. Todos giramos. Cada hombre, cada mujer, cada sol, cada luna, cada estrella danza alrededor de un centro. El movimiento de los astros es sagrado y el nuestro también. Nos une el mismo Invisible…

Después de escucharla, la pequeña Malinalli tomó entre sus manos el collar de cuentas de barro que había moldeado junto con la abuela y pidió que le permitieran recuperar su centro. Dominar el mareo que la volvía loca. Y recuperar la salud”. (Laura Esquivel, “Malinche” Editorial Suma 2006)

Como la pequeña Malinalli nuestro mundo, la tierra, los seres, las personas necesitamos recuperar el centro, la hondura, la profundidad, la armonía interior que nos invita a danzar y a vivir alrededor de esa Presencia Divina, a dominar el mareo y a recuperar la salud… Que la tierra recupere su salud pasa por reconstruir la armonía, por comprender y acariciar que también la tierra necesita descanso..., que ya está cansada de tanta agresión y autosuficiencia, sólo entonces la tierra, incluso en su descanso, los alimentará a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu jornalero y al emigrante que reside junto a ti. Todo lo que produzca proporcionará alimento también a tus ganados y a los animales salvajes… Yo les mandaré mi bendición el año sexto, de modo que – la tierra - producirá para tres años. Cuando siembren el año octavo, seguirán todavía comiendo de la cosecha anterior. Hasta que llegue la nueva cosecha del año nono, seguirán comiendo de la anterior (Ex 25, 1 – 8; 20 - 22).

Hablar de la tierra, hoy agredida, significa tocar un contexto histórico del que somos parte, implica escuchar voces, dolores, gritos y también cantos que están presentes 47

en nuestra realidad: Miles de kilómetros cuadrados anuales de nuestra tierra son víctima de la deforestación, cada vez hay mayores desastres naturales debido a la inadecuada utilización de los recursos y son los países pobres quienes sufren las mayores consecuencias de estos desastres. La mayoría de los pobres en América Latina, Asia y África viven en terrenos paupérrimos, de bajísima productividad, de alta vulnerabilidad por estar cerca de las riberas de los ríos con poca seguridad en sus laderas, tierras que han sido deforestadas y cuencas hidrológicas muy frágiles. Son las familias pobres las que, después de los desastres naturales, aumentan sus deudas para poder reconstruir sus hogares, volver a adquirir bienes esenciales para la vida y el consumo. Las mujeres que sobreviven los desastres tienen que enfrentar problemas muy difíciles: falta de atención a la salud materna y reproductiva, necesidad de protección contra el abuso físico y sexual en los campamentos de refugiados, asumir una vez más la responsabilidad de ser cabeza de sus hogares ahora dispersos.

Hoy, las actividades humanas están alterando la composición química de la atmósfera, al aumentar la emisión de los gases que producen el efecto invernadero – principalmente bióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Debido a su capacidad para captar calor, estos gases están provocando un calentamiento excesivo de la Tierra.

Desde los inicios de la revolución industrial, las concentraciones atmosféricas de bióxido de carbono se han incrementado casi un 30%, las de metano han aumentado más del doble y las de óxido nitroso han aumentado alrededor de un 15%. Estos incrementos, por su parte, han acrecentado la capacidad de la atmósfera terrestre para captar calor.

El cambio climático es uno de los mayores retos que enfrenta el mundo en el siglo XXI. Estudios recientes demuestran que el calentamiento observado durante los últimos 50 años obedece, en gran medida, a las actividades humanas. El calentamiento global en el futuro será mucho mayor de lo que se pensaba. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), integrado por más de dos mil científicos internacionales y reunido ya en el año 2000, concluyó que los desastres naturales como temblores, inundaciones, huracanes, ciclones y sequías serán más severos y frecuentes, la 48

temperatura global se incrementará un promedio de 5 grados centígrados y la capa de hielo ya ha disminuido significativamente en el Ártico.

Desde la II Guerra Mundial, el número de vehículos de motor en el mundo aumentó de 40 millones a 680 millones. Los vehículos de motor contribuyen a incrementar, de manera significativa, la cantidad de emisiones de bióxido de carbono a la atmósfera provocadas por el ser humano. Durante los últimos 50 años hemos consumido, por lo menos, la mitad de las fuentes mundiales de energía no renovable, además de destruir más de la mitad de los bosques del planeta.

La elevación del nivel del mar tendrá un efecto devastador en las personas. Son particularmente vulnerables quienes habitan en países insulares, en las áreas costeras densamente pobladas de muchas naciones y en los deltas de los ríos, así como los pobres que viven en países afectados por sequías e inundaciones.

Los costos anuales del calentamiento global pueden ascender hasta $300 billones de dólares en 50 años. Durante la última década, los desastres naturales le costaron al mundo aproximadamente 608 billones de dólares. Estas son sólo algunas voces que sobresalen hoy… voces que despiertan nuestra conciencia y que nos invitan a preguntarnos cómo estar presentes, cómo asumir protagonismo y responsabilidad ante esta realidad que en definitiva es de todos/as, cómo recrear y cómo recrearnos. Voces que anhelan que se recree la alianza con cada ser humano, con todo ser vivo que nos acompaña a los/as humanos/as: las aves, los ganados y hasta las alimañas… con todos los animales de la tierra, una alianza que asegura que nunca más la vida será aniquilada, que nunca más habrá diluvios para destruir la tierra. (Cfr. Gen 9, 8 – 11)

Y en medio de todo esto, después de milenios de historia seguimos estando vivos/as, los pueblos aún viven, la naturaleza vive y grita, a pesar de todo, y también el cosmos es elocuente. Pero no se trata sólo de vivir sino de reaprender a situarnos, a 49

ubicarnos en medio de toda esta diversidad que constituye la vida, de volvernos a sentir responsables de que la armonía sea posible, de recrear entre todos/as el arco iris de la alianza con todo ser vivo, con toda la vida que existe sobre la tierra, el arco iris que está en medio de las nubes... aun cuando muchas veces es de noche. (Cfr. Gen 9, 14 - 16)

Entonces juntos/as podremos redefinir el espacio, tener conciencia de que tenemos que devolverle algo a la naturaleza. No dominándola, domesticándola como el soberbio homo faber, sino fundiéndonos con ella, como un manso paisaje japonés. El cuerpo así se vuelve vegetal, el árbol se vuelve cuerpo. Es como una alquimia cósmica, baño de sangre, de plumas, de agua. Alquimia del fuego. La forma se deshace, los elementos se transmutan. La vida y la muerte se suceden. Como en la naturaleza que no conoce principios ni fines y que cuando es agredida gime con dolores de parto esperando su liberación. (Cfr. Rom 8, 22)

DEJA LA TIERRA EN PAZ Dúo Guardabarranco

Quien a la tierra venga hoy no encontrará los pinos izándose en el cielo como hace 34 octubres. El remolino de mariposas y los delfines que bailaban en la costa no sé si los encontrarás. Parece poco, casi me vuelvo loco cuando cortaron la ceiba. Mira, basta, deja la ceiba en paz, deja la selva en paz. Deja la ceiba en paz, deja la selva en paz. La gran ciudad es un mal invento, 50

al suave va cambiando lo verde por cemento, en vez de árbol juncos de luz. Siempre en el mar caminé en la playa, me revolqué en la arena tirando concha nácar, caracol, estrella de mar. Parece poco y en vez de caracoles, plástico, vidrio y latas. Mira, basta, deja la playa en paz, deja la costa en paz, Deja la playa en paz, deja la costa en paz. Hay que vivir libre como el viento, nada en el mundo debe atrapar tu pensamiento un poco para estar contento. Un día más es un día menos, hay que vivirlo amando la naturaleza, digo, es el mejor momento. Traigo canciones como los árboles que dan su fruto de gratis. Mira, basta, deja la tierra en paz, deja tu alma en paz. Ya deja la tierra en paz, deja tu cuerpo en paz.

Deja la ceiba en paz, deja la selva en paz, deja la playa en paz, deja la costa en paz, deja la tierra en paz, deja tu alma en paz, deja tu cuerpo en paz… Ceiba, selva, playa, costa, tierra, alma, cuerpo… alquimia cósmica… 51

Este canto, con el que termino, es como un gesto de complicidad con la tierra… y con él recuerdo el texto de Ex 1 y 2. Las parteras que transgredieron el orden establecido para cuidar la vida más allá de lo aparentemente posible… complicidad con otras mujeres, con la vida, con la sangre de las mujeres y de los niños/as hebreos/as, complicidad con el río, con la pequeña canasta de papiro embadurnada de betún y pez, con los juncos y la corriente del agua con la brisa y el silencio… complicidad para recrear la historia, la armonía, la vida. Entonces, “sí, ustedes con alegría saldrán, y en paz serán traídos/as. Los montes y las colinas romperán ante ustedes en gritos de júbilo, y todos los árboles del campo batirán palmas. En lugar del espino crecerá el ciprés, en lugar de la ortiga crecerá el mirto. Será para renombre de nuestro Dios, para señal eterna que no será borrada. (Isaías 55, 11 – 13)

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LA PALABRA Y LA VIDA “Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido… La palabra de Yahvé ha sido para mí oprobio y befa cotidiana. Yo decía: “No volveré a recordarlo, ni hablaré más en su Nombre.” Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía. Escuchaba las calumnias de la turba… Todos aquellos con quienes me saludaba estaban acechando un traspiés mío: “A ver si se distrae y le podremos…” Pero Yahvé está conmigo…” (Jer 20, 7- 10) Rostros y nombres…

Estas líneas entrelazadas, pequeñas intuiciones, han ido brotando a lo largo de las últimas semanas… las acompañan rostros y nombres. Rostros y nombres que irrumpen en medio de las palabras. Rostros y nombres en los que resplandecen gestos de ternura y solidaridad entremezclados con dolor y miedo por la vida amenazada, gestos de esperanza en algo, en Alguien que está aun cuando la muerte o la apatía parecen triunfar. Miradas profundamente existenciales, que nos desafían, aun estando en silencio, y que invitan a mirar desde dentro, a encontrar la vida, a cuidarla y a defenderla incluso en sus más pequeñas manifestaciones, brotes germinales de una historia diferente.

Permanecer a pesar de

El texto de Jeremías es como un grito que sube desde lo más hondo de su vida. No se trata de un cántico de romántico amor, más bien de un momento de profunda indignación por algo que pasa en su vida, claro reflejo de la vida del pueblo, como toda vida profética. El texto expresa un grito en el que se puede recoger el eco de la angustia y confusión de un ser humano, amante de la vida, suya y de los demás, sin embargo profundamente cansado, y, una vez más, confundido. A Jeremías le tocó vivir el dramático período en que se consumó la destrucción del reino de Judá. Él, como el 53

pueblo, había vislumbrado pequeños signos de esperanza, de la misma manera que se despierta en nosotras(os) ante todos los partos de la historia. Esta esperanza se estaba concretizando en la reforma religiosa y política de Josías, pero no se hizo realidad. La muerte del rey y la progresiva expansión del imperio de Nabucodonosor cambiaron la suerte. Una progresiva “globalización” política y cultural: ocupaciones, guerras, destrucción, asesinatos, y finalmente, exilio. Todo esto se entrelaza en la vida de Jeremías. Lo que lo lleva a sufrir no es la sed de protagonismo de quien piensa que sin él el mundo se desmorona. No. El grito de Jeremías es la expresión más clara de una vida auténtica, de la búsqueda de la verdad. Son profundos sentimientos que gritan: es una sensibilidad humana y delicada. Él no es un héroe, es simplemente una persona que vive este terrible drama y que experimenta una gran confusión. El texto es el sencillo ejemplo de una psicología humana profundamente inquieta y en búsqueda. Para Jeremías no existen ya estereotipos ni religiosos ni políticos. Había pensado que la pasión (seducción) por el sueño divino-humano se podía reflejar en determinadas instituciones, así como en la autenticidad y fidelidad del pueblo. Sin embargo no fue así. El parto socio-religioso es muy lento, la vida muy precaria y la institucionalidad de la vida muchas veces ambigua. Es precisamente en ese contexto que Jeremías descubre que el verdadero sueño divinohumano es algo distinto, algo alternativo, algo que no se acomoda tan fácilmente. Más bien es como un fuego, que permanece ardiendo, como la zarza de Moisés (Cfr. Ex 3, 2), posibilidad de vida, de futuro diferente que permanece a pesar de. Este PERMANECER A PESAR DE es lo que inquieta a Jeremías. ¿Por qué permanece la esperanza, por qué permanecen los sueños, por qué permanecen las ganas de vivir, la iniciativa de la gente? Todo está alrededor del sueño de la vida en sus múltiples expresiones y formas.

Enamoramiento progresivo de un deseo

El término que usa Jeremías es muy elocuente: seducir, cautivar, atraer, encantar… tiene sabor a algo bueno y bello que atrae con su estética. Si así fuera, debería ser más fácil dejarnos seducir. Sin embargo no parece ser así, por eso el mismo profeta sigue gritando y gimiendo. Parece que él no había entendido bien de qué se trataba. Es algo así como el eco que acompaña a los primeros discípulos y discípulas después de la 54

muerte de Jesús: nosotros pensábamos que sería él el que iba a liberar a Israel… (Cfr. Lc 24, 21). En este sentido el texto está permeado por una misteriosa presencia y por una extraña fidelidad por parte de Dios y por parte del profeta.

Extraña fidelidad que implica aprender a vivir descubriendo, conociendo, desvelando, revelando, amando, reconociendo... Es crecer, madurar y aprender a amar. Aprender viviendo lentas transfiguraciones. Es ensanchar más y más las entrañas y la mentalidad para aprender a estar en la luz, en su presencia, como dice la Carta a los Efesios. Lo contrario sería caminar distraídas(os), ser egocéntricas(os), no permanecer en la historia cotidiana aprendiendo a ser luz. La luz permite que se pueda volver a ver. Si tenemos hastío por la vida no podremos aprender a amar, porque es en ella donde se viven los dolores de parto, son las mismas entrañas de la historia las que se estremecen para dar a luz, para parir luz.

Estar en contacto profundo con la vida misma es sintonizar con lo que Él sintoniza, con su sueño, su deseo, su pasión, como los ANAWIM, en la tradición judía. Ellos/as son PRESENCIA misteriosa de Dios, fuego que quema e interpela. Ellos y ellas sufren, pero también luchan y sobreviven, esperan, hacen fiesta y celebran la vida. En ellos y ellas el pueblo de Dios practica su obediencia a la alianza y revela a las naciones la presencia de Dios en medio de su pueblo. Los pobres son la memoria de la esclavitud del pueblo en Egipto. Una esclavitud que nunca más deberá volver a ocurrir en medio de su comunidad. El pueblo fue rescatado de la opresión y trabajos forzados, de la falta de dignidad; y nunca deberá ser como sus opresores. Hacer esto sería insultar al Dios que escuchó su clamor y lo liberó.

Las opciones de este Dios deberían configurar la vida de quienes decimos ser creyentes. Sólo así la vida se convierte en manifestación pública de una fe inquebrantable en la vida que surge desde lo pequeño, lo pobre, lo débil… y en una defensa apasionada ante la vida amenazada como aparece hoy en nuestro mundo. Es saber estar en pie en medio del fuego como los jóvenes a la vista de Nabucodonosor (Cfr Dn 3).

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Hoy, Nabucodonosor se manifiesta en el imperio neoliberal y en aquellas organizaciones que proclaman con voz potente que quienes no sigan sus ordenanzas serán arrojadas al “horno de fuego”, a la miseria, a la exclusión, a la insignificancia. Pero es también un cierto modo de ser, de ser creyentes, de ser iglesia… cuando caemos en la tentación de huir y no permanecemos cuidando la vida que brota y defendiendo la vida amenazada en nuestra historia… cuando dejamos que quien nos acecha para ver nuestros traspiés, nos distraiga y nos pueda.

Como entonces, hoy sigue habiendo quienes resisten, quienes no se postran ante el dios –la estatua de oro- construida por el imperio. Como los tres jóvenes de los que habla Daniel, hay quienes prefieren ser echados al fuego. Ni siquiera las políticas más inhumanas pueden calcinar su sueño de un mundo alternativo, su esperanza en la solidaridad de la humanidad, su confianza en la resistencia de los empobrecidos.. A estos incansables creyentes en la vida y en las posibilidades de la humanidad los anima, con conciencia o no, el soplo del Espíritu... El Espíritu que hace posible que en medio de las llamas, del aparente sinsentido, de la exclusión más injusta y dolorosa… los pueblos se mantengan en pie y no pierdan su dignidad, porque en medio de las llamas camina el Dios de nuestros padres y madres en la fe y con Él nos acompaña una nube de testigos (Cfr. Heb 12, 1).

La invitación es a seguir caminando entre las llamas sin que nadie nos robe el sentido y la esperanza, a no abandonar y cantar hasta que los huesos, que dentro llevan la vida, se pongan de pie sin que ninguno se pierda, como la Loba de la que habla Clarissa Pinkola Estés: “La única tarea de la Loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que corre peligro de perderse... Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobo y, cuando ha juntado un esqueleto entero, cuando el último hueso está en su sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta junto al fuego y piensa qué canción va a cantar. Cuando ya lo ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. 56

Entonces los huesos… se cubren de carne… la Loba canta un poco más y la criatura cobra vida… La loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar. La Loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo.” 14

Caminar sin distraernos, sin dejar que la vida simplemente transcurra, sin pactos sutiles con los poderes y con los poderosos de este mundo, reconociendo Su lenguaje, y aprendiendo día a día a percibir los brotes de vida que irrumpen en la historia, sin dejar de cantar…La vida misma pide que cantemos…

SI SE CALLA EL CANTOR

Si se calla el cantor, calla la vida porque la vida, la vida misma es como un canto. Si se calla el cantor muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría.

Si se calla el cantor se quedan solos los humildes gorriones de los diarios, los obreros del puerto se persignan, ¿quién habrá de luchar por sus salarios?

Qué ha de ser de la vida si el que canta no levanta su voz en las tribunas por el que sufre por el que no hay ninguna razón que lo condene a andar sin manta.

Si se calla el cantor muere la rosa, de qué sirve la rosa sin el canto,

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Pinkola Estés Clarissa, Mujeres que corren con los lobos, Editorial Sine Qua Non, Buenos Aires 2003, pp. 35 – 36.

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debe el canto ser luz sobre los campos iluminando siempre a los de abajo.

Que no calle el cantor porque el silencio cobarde apaña la maldad que oprime, no saben los cantores de agachadas, no callarán jamás de frente al crimen.

Que se levanten todas las banderas cuando el cantor se plante con su grito, que mil guitarras desangren en la noche una inmortal canción al infinito.

Si se calla el cantor, calla la vida.

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LA PALABRA Y LOS SIGNOS “Algunos maestros de la ley y fariseos dijeron: -

Maestro, queremos ver una señal hecha por ti.

Jesús respondió: -

Esta generación perversa e infiel reclama una señal, pero no tendrá otra señal que la del profeta Jonás. Pues así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra. Los Ninivitas se levantarán en el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia al escuchar la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más importante que Jonás. La reina del sur se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque ella vino del extremo de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más importante que Salomón.” (Mt 12, 38 - 42)

Este texto de Mateo se encuentra situado dentro de un capítulo sumamente conflictivo para Jesús. Acosado por los fariseos porque sus discípulos han cortado espigas para comer porque tenían hambre y era sábado, defiende a la persona por encima de la ley y a la misericordia por encima del sacrificio. Los fariseos también cuestionan su actitud al sanar en día sábado a un hombre que tenía una mano paralizada y él se mantiene en su convicción afirmando que el bien se puede hacer en sábado. Se relata a continuación que los fariseos dicen y creen que Jesús expulsa los demonios con el poder de Belcebú, príncipe de los demonios. Después de una fuerte confrontación de Jesús en la que los llama ¡raza de víboras! Y en la que dice que todo pecado será perdonado menos la blasfemia contra el Espíritu, los fariseos lo ponen a prueba.

Existe como una dialéctica en las imágenes que usa Mateo. Por un lado los letrados y fariseos, su deseo de poner a prueba a Jesús y de ver una señal. Por otro lado, los personajes inéditos, los que aparentemente no hacen historia: Jonás, los ninivitas, la 59

reina de Sabá o del Sur, como la llama Mateo. El contraste entre sus mundos es muy fuerte. El de los letrados y fariseos es el mundo de la lógica humana. Ellos son amantes de la ley, cuidadores de la ortodoxia, de la ética entendida desde esa perspectiva. Es el mundo de los que se consideran justos, de los perfectos, de los que saben, de los que tienen las respuestas. Su búsqueda es una búsqueda lógica, por eso le dicen a Jesús: “Queremos ver una señal hecha por ti.” Buscan algo que corresponda a lo que ellos esperan. Es interesante reconocer que todos los que en ese momento rodean a Jesús y lo interrogan son varones, los letrados y fariseos. Es un mundo muy varonil, hecho desde un mundo patriarcal.

La respuesta de Jesús es distinta. Brota de su nostalgia por el sueño de Dios, de su nostalgia por algo diferente. Su sintonía con los letrados y fariseos es muy poca. Su búsqueda se dirige por otros caminos, es diferente. Por eso deja, más aún, provoca que irrumpan otros personajes. No da una señal, sólo un ejemplo que es profundamente diferente.

Habla de Jonás como el único signo que les será dado. Si nos adentramos en la experiencia de Jonás, lo descubrimos como una persona rebelde, auténtica en su búsqueda y a la vez como alguien que tuvo que aprender otra lógica. O quizás nunca la aprendió totalmente porque termina renegando, enojado hasta desear morir porque no entendía la lógica de Dios.

Pensar en Jonás nos invita a adentrarnos en el camino de una lógica diferente y en el lento proceso que supone el cambio de mentalidad para aprender a mirar el mundo, la vida, los acontecimientos y las personas de una manera diferente., aprender a mirar desde dentro. Él aprende a mirar desde el vientre de la ballena. El vientre de la ballena es cálido porque es el vientre de un mamífero. Y esto es significativo. La mirada cambia desde la calidez, desde el encuentro profundo con aquello que siempre ha estado pero que nos ha pasado desapercibido. Quizás el vientre de la ballena tiene que ver con la dimensión del secreto donde Dios se revela, con los sueños que él mismo va haciendo brotar en nosotras/os, con la vida misma al calor del contacto y del encuentro. Desde luego, tiene 60

que ver con otro lenguaje. Quizás fue simplemente que Jonás soñó que estuvo allí, y desde ese sueño comenzó a mirar…

Jonás en el vientre comienza a mirar, percibe algo, aunque no logrará sintonizar profundamente con la lógica de Dios. En este cambio él no está solo, participan muchos: la ballena, los que iban en el barco, el mar… Y es que la lógica no podemos cambiarla solas/os. Solamente con el encuentro… Por eso necesitamos encontrarnos con nuestra historia. Una historia que habla entre gemidos, muchas veces inexpresables. Pero lamentablemente no siempre sabemos escucharla, no siempre la amamos, no siempre nos parece importante. Todavía, como Jonás, experimentamos un cierto “desprecio”. Lo que nos rodea no nos parece muy elocuente y nos desconcierta, como a Jonás, la lógica de “un Dios clemente y compasivo, paciente y misericordioso”.

Después aparecen los ninivitas. Ellos también son parte de la historia. En realidad, ellos son la historia. Es a ellos a quienes Dios quiere revelarse. Conocemos la narración: hasta los animalitos, el ganado y las ovejas, participan en el ayuno, hacen penitencia, se visten de duelo. Si lo pensamos bien es ilógico. Y por eso es hermoso. No tiene nada que ver con las señales que buscan los fariseos y los letrados. El misterio se desenvuelve más allá de lo que ellos quieren ver. Se desenvuelve en las tramas secretas de la vida de las personas, los pobladores de Nínive, su iniciativa, su fe. Ellos creyeron las palabras del profeta. Y su conversión es la conversión de Jonás también. En realidad, su medio conversión, porque al final sigue enojado, aunque como no hay una conclusión en el libro, yo quiero creer que su enojo se convertirá después en energía capaz de reconocer que si él siente compasión por una planta de ricino que no ha hecho crecer, cómo no va a sentir compasión Dios por la humanidad; y también en fuerza para seguir proclamando que Dios es compasivo y misericordioso. La conversión de los Ninivitas y la de nuestra gente se dan en la base, en medio de su vida ordinaria, lejos de los “letrados y fariseos”. Se da aunque a veces no se pueda ver.

Jesús habla después de la Reina de Sabá. Él se refiere a un texto bíblico que encontramos en el libro primero de los Reyes, capítulo 10. Podríamos jugar con su 61

simbología. Para Mateo es la Reina del sur. El Sur es otro espacio, otro mundo, otro lugar. Es la contraposición del norte. Podría ser el símbolo de otra sensibilidad, de otro sufrimiento, de otra riqueza. Pero todo está rodeado de abundancia, de derroche. La Reina fue sólo para ver y escuchar… ver la riqueza, ver la belleza, escuchar la sabiduría de Salomón. Es una actitud diferente, amante, es otra lógica. Ella no pedía una señal, ya sabía qué iba a ver, a escuchar, con quién se iba a encontrar…

La Reina del sur nos hace repensar cómo es nuestra experiencia de encuentro con los/as demás, con la historia, con la vida, con la naturaleza, con el misterio... El gusto es la señal de lo más gratuito, del derroche, de una mentalidad que no es de cálculo. El gusto es el misterio. No sabemos muchas cosas, no las entendemos, apenas las vislumbramos y percibimos. El gusto es el amor. El acercamiento para ver, tocar, oír, escuchar. Por eso, ella llega desde lejos. Con otra lógica… ve y escucha y no necesita señales. Le ha bastado mirar. “Tu sabiduría y tus riquezas superan la fama que había llegado a mis oídos”.

Tenemos que salir de la lógica que nos envuelve, vivir como si la vida fuera una tarea. La propuesta de Jesús es otra lógica. “Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios, ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes, ha elegido lo vil, lo despreciable lo que no es nada a los ojos del mundo para aniquilar a quienes creen que son algo. De este modo nadie puede presumir ante Dios.” La propuesta de Jesús trastoca la lógica humana. Como expresa de otra forma Salomón de la Selva, poeta nicaragüense:

La bala que me hiera, será bala con alma. Y el alma de esa bala será como sería la canción de una rosa si las flores cantaran, o el olor de un topacio si las piedras olieran, 62

o la piel de una música si nos fuese posible tocar a las canciones desnudas con las manos.

Mirar los signos de los tiempos no es solamente entender las señales que existen en el mundo, señales que nos interpelan y nos dinamizan, con todos los datos que se requieren, sino entender en qué y cómo hemos participado en la construcción de este mundo, cómo nos hemos situado dentro de nuestra historia.

Desde esta mirada desde dentro, a nuestra realidad, podemos encontrar impulso para recrear la vida y seguir soñando con una humanidad reconciliada en la que la lógica se trastoca y en la que nos atrevemos a reinventar formas de relacionarnos, de tejer encuentro, comunión, reconciliación, participación, de vivir como comunidad creyente, en el mundo de hoy, para preparar y anunciar el sueño de Dios.

Desde esta mirada podemos recrear también la creencia entrañable y profunda en el valor de la vida, una conciencia más viva y más lucida de su carácter absoluto, que nos invita y nos compromete a no pactar con los sistemas que atentan contra su dignidad en nombre del mercado, a estar atentas/os contra los ídolos del poder y de la dominación y a ser valientes en la denuncia de las causas que hoy engendran exclusión y muerte, a la vez que anuncia incansablemente al Dios de la vida, al Dios que ama y defiende la vida.

Desde esta mirada, podemos afirmar, como Gioconda Belli: “¿Qué seríamos los seres humanos si no soñáramos? ¿En qué mundo plano, mediocre, cínico viviríamos? La humanidad se ha construido persiguiendo sueños. Pero a medida que el mundo se complica, se nos dice que la era de los sueños ha terminado. Hemos soñado bastante ya y es la hora de que seamos pragmáticos y nos demos cuenta que los sueños son peligrosos... Seguí tus instintos, tus premoniciones. Escuchá atentamente tu corazón… Waslala fue lo más hermosos que me sucedió en la vida… Por Waslala 63

conocí lo inefable que es tener fe, creer en las inmensas posibilidades el ser humano y participar en la realización de sueños impracticables, tiernos y descomunales. Quizás Waslala nunca llegó a ser el ideal que nos propusimos, es lo más probable, pero la vid ame ha convencido que la razón de ser de los ideales no está necesariamente en su realización, si no en darle al ser humano el desafío, la meta, la alegría que sólo puede existir si pensamos que somos capaces de alcanzar un mundo donde podamos ser bienaventurados y donde ninguno tenga que morir y vivir entre los desechos y los despojos. Más que nunca estoy convencida de que en la capacidad de imaginar lo imposible, estriba la grandeza, la única salvación de nuestra especie. Ya ves, ¡aún en medio de la basura persisten los anhelos! Mi única advertencia es la siguiente: no permitás que la idea, el sueño, se vuelva más importante que el bienestar del más humilde de los seres humanos. Ese es el dilema, el acertijo, el desafío que te dejo, que muero soñando algún día podamos resolver.” (Gioconda Belli, Waslala, 319 – 324).

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